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La asamblea y el arte

Siempre me han interesado mucho las dinámicas que se crean en asambleas abiertas. Un
debate democrático en donde cada persona puede aportar su visión de un tema desde su
punto de vista y en donde estas opiniones no son, a priori, jerarquizada. A esto se le une mi
pasión por escuchar a personas hablar libremente, por ver las dinámicas que se pueden crear
en un grupo mientras que se conversa y por moderar encuentros de este tipo.
Hay varios conceptos que me atraen de esta visión casi idealista del espíritu asambleario,
normalmente unido al funcionamiento habitual de movimientos sociales o políticos: la falta de
prejuicios, la confianza en lo que aportan todas las personas presentes, la creación de espacios
seguros para opinar, la democracia entendida como una búsqueda de un frente común que
acoja a todo el mundo, la escucha como base del encuentro y la convicción de usar todo el
tiempo necesario para llegar al punto que se quiera.
Cuando pienso en mi espectáculo ideal como artista, todos estos conceptos están presentes y
me encanta poder plasmarlos. Entiendo la creación artística escénica como una comunión
entre todas las personas presentes, en donde la responsabilidad de lo que suceda durante ese
tiempo determinado sea compartida. Con esta idea, mi trabajo tiene que ser la de crear el
espacio ideal para que esto se lleve a cabo. Así paso de ser músico o artista a ser moderador o
mediador de lo que suceda y seremos todas las personas presentes las que compartamos algo
para que tengamos una experiencia única compartida.
Esta idea conecta directamente con el debate sobre el acceso a la cultura de la población y
sobre a quién dirigimos nuestra obra. Creo que para que todo lo anterior tenga algo de sentido
tiene que ir unido con la idea de no jerarquizar al público o a los espacios en donde actuamos,
cada espectáculo es único y tendrá un valor específico que lo hará especial. El problema reside
cuando no somos capaces de acercar este espectáculo a cierta población o de diversificar
nuestra actividad en diferentes contextos. Esto viene influido en muchos casos por lo estático
del sistema en donde cada tipo de propuesta tiene su espacio y cada espacio tiene su público,
lo que en muchas ocasiones parece inquebrantable. De esta forma estamos privando a gran
parte de la población de manifestaciones artísticas solo por el hecho de no hacerse en su
“hábitat”, entendiéndose “hábitat” no solo como el espacio concreto sino como precio de la
entrada, medio de transmisión o momentos en los que se realiza. Como músico que cree en la
democratización del arte me veo en la obligación de salir del hábitat que el sistema me
impone y de incentivar a los espacios, agentes o instituciones culturales que abran de verdad
su hábitat a público diferente.
El acceso a la cultura del público es un requisito indispensable para crear un espíritu
asambleario en un espectáculo pero hay que dotar a la obra escénica en sí misma de
elementos que, como decíamos antes, faciliten un espacio ideal para que haya una
corresponsabilidad en la creación del espectáculo. Hay varias formas de hacerlo relativamente
obvias y que he ido probando en diferentes espectáculos como romper la cuarta pared,
entender el escenario y el espacio para el público como algo único, utilizar referencias
culturales propias de una comunidad o crear una asamblea real sobre el objeto artístico. Sin
embargo, aquí es donde llegan las preguntas de cómo materializar esto de una forma
novedosa, original y que realmente sea efectiva en la ruptura de jerarquía entre público y
artista. La mente creativa es aquí donde tiene que salir a relucir y estoy seguro que va a ser mi
trabajo durante un tiempo. Preguntas que a día de hoy se me vienen a la cabeza:
¿Cómo lo hacen en otras artes? Es interesante como se representan debates o asambleas en el
cine, seguramente haré una entrada con ello.
¿Cómo se puede evitar el paternalismo hacia el público?
¿Cuánta incidencia puede tener (queremos que tenga) el público en el resultado físico y
acústico final?
¿Cómo se hace para no caer en algo pedagógico y mantenerse en algo puramente artístico?
Preguntas que seguro voy a reflexionar y que abro a todo aquel que quiera compartir.

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