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Respecto a la autoría y la creación en grupo

Cuando pensamos en un creador o artista tenemos instaurara la imagen del genio romántico
que con su inspiración crea la obra de arte, sin embargo, esto confronta de manera directa con
nuestra vida en sociedad y con el hecho de que todo lo que creamos lo hacemos gracias a
nuestra experiencia viviendo en ella. Esta forma individualizada de ver al artista-genio está
claramente fomentada por el capitalismo y el neoliberalismo que impera, al menos, en nuestro
entorno más cercano. Por esta razçon creo que es interesante hacer varias reflexiones y pensar
cómo se puede pensar en fomentar la concepción colectiva de la creación.

Empiezo diciendo que en realidad la creación colectiva se da prácticamente en toda


manifestación artística. Ya sea a modo de colaboración, influencia o apoyo, pocas obras de arte
son creaciones puramente individuales. Por ejemplo, la composición de una obra musical
necesita de un intérprete para hacerla sonar; un libro pasa por muchas revisiones antes de
publicarse, suele contener citas y apuntes de varias personas; las películas pueden tener
equipos de más de 100 personas. Sin embargo la sociedad, y sobre todo el mercado, siempre
intenta individualizar esas obras. En el estreno de una obra se remarcará el nombre del
compositor (o del intérprete, depende del caso), en el libro el autor aparecerá como creador
único y en la película el director tomará ese papel de prácticamente autor único. De esta forma
se tiende a invisibilizar el trabajo colectivo que realmente ha habido en la creación de la obra.

Esta idea fomenta también una forma de trabajar jerárquica en donde el considerado autor
único estará por encima de todo el grupo creador. Consecuencia de este sistema son los
ambientes tóxicos de trabajo y jerárquicos que podemos encontrar en las orquestas dinfónicas
con la actitud de muchos directores, en el cine o en un estudio de arquitectura.

En contraposición a todo esto creo que es interesante repensar tanto la idea de autoría como
de forma de trabajo colectiva. Esto no es un aspecto propiamente del mundo del arte por lo
que para realizar esto hay que desprenderse de muchos mecanismos inculcados por la
sociedad y la educación generalizada al menos en España, así como hacer un trabajo activo en
esta búsqueda. Creo que es un proceso que el arte tiene que hacer para servir de modelo y
para ayudar a construir una sociedad mejor. Creo que además estos procesos no solo
repercutirán a la forma sino que la obra de arte en sí misma también se verá influenciada.

Con esto no quiero decir que no haya ejemplos o casos en donde parte de este individualismo
se disipa. Un claro ejemplo conocido son los grupos de música en donde la autoría, al menos a
nivel del público, es colectiva. Por lo general es algo secundario quién haya sido el compositor
de cada canción de un grupo como Queen y se presupone siempre que es una creación del
grupo. A pesar de que haya componentes que puedan tener más repercusión mediática, sí se
entiende al grupo como un todo, estando la obra por delante de la autoría. Algo parecido pasa
curiosamente en los blockbuster de Hollywood en donde la autoría prácticamente pasa
desapercibida en contraposición del producto artístico. En las películas de Marvel o Star Wars
la marca está por delante de los creadores e incluso de los actores que participan que a pesar
de ser estrellas muy famosas su aportación se reduce a integrarse en el universo. Ésta es
resumiendo mucho la tesis que defiende Pedro Vallín en su libro Me cago en Godard en donde
defiende a la industria del cine Hollywoodiense como el verdadero cine de izquierdas en
contraposición al cine de autor europeo. Es verdad que estos ejemplos tienen un gran valor
simbólico al romper la idea de autor único pero habría que analizar de manera profunda las
dinámicas internas para ver si esta idea de cooperación horizontal es real y si a pesar de
remarcar la autoría individualista los roles tradicionales de sometimiento y explotación siguen
estando presentes. Por otro lado también sería interesante como es el reparto de derechos de
autor y de beneficios que en la práctica es como se pueden observar las dinámicas de poder.

En mi opinión la clave del asunto y por donde podemos empezar a construir algo distinto es la
dinámica de trabajo. Creo que reparar en ello y buscar nuevas formas de organización interna
es lo realmente revolucionario en la sociedad actual. Las dinámicas de debate, horizontalidad o
espíritu asambleario son muy difíciles de aplicar en la coyuntura actual en cualquier ámbito
pero más en concreto en el ámbito cultural. En la sociedad actual y con la educación que
hemos tenido, para adquirir ciertos mecanismos asamblearios hace falta tiempo y tener
procesos largos con espacios para crear diferentes formas de trabajo menos individualistas.
Desgraciadamente con la precarización generalizada que hay en el mundo de la cultura es muy
difícil tener el privilegio para dedicar tiempo en crear estos procesos ya que el mercado nos
está empujando a sacar productos culturales a una velocidad mayor a la que podemos. Por
ello, repito, que me parece que reducir el nivel de producción en favor de repensar las formas
que estamos usando para ello es lo revolucionario ahora mismo, pero el problema es que la
gran mayoría no tiene el privilegio de poder hacerlo aún y cuando quieran.

A pesar de ser aspectos formales y de procesos de trabajo, en mi opinión, estas dinámicas


repercuten directamente en la obra artística y se puede observar en ella la influencia de ese
proceso. Creo que un buen ejemplo de esto son las películas de la productora Los Ilusos.
Realmente es una percepción más que una constatación pero de su filmografía se desprende
un trabajo colectivo que se va moldeando por las personas que participan en él. Me da la
impresión de que las personas que entran a trabajar en estos proyectos lo hacen porque van
encajando en el grupo, más que por que el director habitual de estas películas, Jonás Trueba,
busque a personas que sean capaces de hacer algo en concreto. Se valora por lo que pueden
aportar como artistas y se integra en la obra globalmente. Me siento muy identificado con esta
manera de construir un equipo artístico, en donde no busco tanto a las personas por lo que
hacen sino por cómo lo hacen y desde dónde lo hacen. Esto desemboca en que no hay tanto
una búsqueda activa de personas con unas características concretas con quien realizar
proyectos sino que a lo largo de los años te vas encontrando con gente con quien conectas y
con las que quieres hacer cosas juntos más allá de lo concreto a lo que se dedique esa persona.
El fin no es adaptar las características de cada persona implicada en un proyecto a las
necesidades de quien lo lidere sino de integrar las visiones de cada una de ellas para crear una
obra que sea colectiva. Para ello es indispensable una actitud de escucha, estar abierto a
sorprenderte y a ampliar la perspectiva inicial de cada uno.

Abro debate con varias preguntas ¿Creéis que es posible cambiar la manera generalizada de la
visión de la autoría individual? ¿Habéis trabajado en proyectos o conocéis proyectos que
tengan alguna de las características reflexionadas en el texto? En el texto no me he metido
demasiado en tema de egos o de propiedad pero ¿Estaríais dispuestos a renunciar a vuestro
nombre en un programa o a realizar cambios en la obra por seguir una idea más colectiva?
¿Qué os sugiere en general esta forma de entender el trabajo artístico? Cualquier comentario
será bienvenido, como siempre digo, todo lo que escribo son ideas en construcción y con
muchas ganas de seguir ampliando.

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