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y
ciudadanía
regional
“Porque
no
pensar,
y
también
soñar,
que
con
esta
marcha
y
en
la
búsqueda
de
este
camino
encontraremos
desde
los
inicios
mismos
de
su
fundación
a
este
escoutismo
que
protagoniza
la
búsqueda
del
altruismo
frente
al
egoísmo.
Un
escoutismo
que
señala
como
pecado
universal
al
egoísmo,
y
que
busca
en
todas
partes
SERVIR
y
que
sirve
en
los
problemas
más
diversos.”
RAUL ALFONSIN
Desde
los
albores
del
desarrollo
del
movimiento
scout,
la
dimensión
ciudadana
estuvo
presente
en
el
ideario
de
Baden-‐Powell
(vale
mencionar
el
subtitulo
de
Scouting
for
Boys,
“un
manual
para
la
buena
ciudadanía”).
Este
puente
es
el
que
vincula
al
movimiento
scout
con
el
contexto
político
y
social
que
lo
rodea
y
modifica
a
lo
largo
del
tiempo.
El
concepto
de
ciudadanía
a
lo
largo
de
los
más
de
100
años
desde
1907
ha
ido
desarrollándose;
ampliándose
en
cuanto
a
la
cantidad
de
sectores
sociales
que
participan
(sectores
populares,
mujeres,
migrantes)
o
en
cuanto
al
reconocimiento
de
más
derechos
(desde
la
participación
política
a
la
consagración
de
derechos
sociales,
económicos,
culturales,
ambientales)
asociados
al
concepto
de
ciudadano.
Cuando
se
conforma
una
comunidad
política,
como
un
Estado
Nación,
las
personas
que
participan
de
la
misma,
es
decir,
“sus
miembros”,
gozan
de
derechos
y
deberes.
Estas
personas
son
“ciudadanos”.
La
CIUDADANÍA,
entonces,
es
el
derecho
y
la
disposición
de
participar
en
una
comunidad,
a
través
de
la
acción
autorregulada,
inclusiva,
pacífica
y
responsable,
con
el
objetivo
de
optimizar
el
bienestar
público
Durante
la
última
década
del
siglo
XX
y
la
primera
del
siglo
XXI,
la
ciudadanía
ha
sido
un
concepto
en
tensión
entre
lo
global
(“ciudadano
del
mundo”)
y
lo
local
(“ciudadano
de
mi
ciudad”).
Sin
embargo,
los
procesos
de
integración
regional
en
América
Latina
(como
en
otras
latitudes)
se
han
fortalecido
como
la
alternativa
de
los
estados
nacionales
frente
al
desafío
de
la
globalización.
Estos
procesos
de
integración
varían
su
conformación
desde
espacios
de
coordinación
y
adecuación
de
regulación
aduanera
y
creación
de
un
mercado
de
bienes
y
capital
unificado
(como
el
NAFTA)
hasta
espacios
que
buscan
establecer
políticas
publicas
compartidas
en
temas
diversos
como
educación,
salud,
desarrollo
social,
empleo
e
infraestructura
(como
el
caso
del
MERCOSUR).
La
participación
en
el
proceso
político
de
los
ciudadanos
regionales,
es
un
derecho,
pero
también
un
deber:
por
esto
es
necesario
formarse,
informarse
y
ser
responsable.
Así
mejoramos
la
calidad
institucional
y
democrática
de
la
región,
por
la
vía
de
la
construcción
de
consensos.
Frente
al
desafío
de
pensarnos
como
región
(en
sus
múltiples
expresiones)
y
de
ser
constructores
de
esta
ciudadanía
regional,
surgen
algunos
interrogantes
para
las
Asociaciones
Nacionales:
• ¿Qué rol deben juegan las ASN del MERCOSUR en este proceso?
• ¿Nuestras prácticas asociativas se piensan en una lógica regional o nacional?
En
este
marco
se
hace
necesario
pensar
estrategias
de
abordaje
para
enriquecer
el
programa
de
jóvenes
en
estas
temáticas,
camino
que
seguramente,
permitirá
a
las
asociaciones
nacionales
y
a
la
región
establecer
y
fortalecer
alianzas
con
otros
actores
sociales
(estatales
y
no
estatales,
nacionales
y
regionales)
que
profundizarán
la
inserción
del
movimiento
scout
en
cada
uno
de
nuestros
países.
Siempre Listo!
Emanuel Porcelli