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Examen Historia holiwis

7.2 Las desamortizaciones. La España rural del siglo XIX. Industrialización, comercio y
comunicaciones.

Las nuevas ideas liberales promovieron la defensa de la propiedad privada y la libertad individual,
buscando liberar tierras y bienes del Antiguo Régimen. Este proceso se llevó a cabo a través de la
desvinculación de bienes seculares y la desamortización de propiedades eclesiásticas y
municipales.Durante el Trienio Liberal y el reinado de Isabel II, se implementaron diversas
desamortizaciones, como las de Mendizábal, Espartero y Madoz, con el objetivo de reconocer el
derecho a la propiedad, aumentar el número de propietarios y reducir la deuda pública.Los resultados
de este proceso incluyen la creación de un proletariado agrícola y una burguesía terrateniente, la
consolidación de la estructura de la propiedad, la enajenación de propiedades municipales y la
pérdida de patrimonio cultural. A nivel económico, hubo una disminución de la deuda estatal, pero la
agricultura continuó siendo tradicional y no se fomentó el desarrollo industrial.En el último tercio del
siglo XIX, existían áreas industrializadas con un interior predominantemente agrario y atrasado. La
política económica, centrada en la proyección exterior, no abordó las necesidades de la población. La
distribución desigual de la propiedad y los problemas agrarios generaron tensiones sociales y
migraciones masivas hacia el exterior e interior del país.En el siglo XIX, España experimentó un
proceso de industrialización desigual, con regiones como Cataluña y el País Vasco destacándose
como centros industriales clave. Cataluña, en particular, se convirtió en líder en la producción textil,
aprovechando factores como aranceles protectores, recursos agrícolas, y una fuerza laboral
campesina con capacidad de trabajo y consumo. La mecanización y la legislación proteccionista
impulsaron este crecimiento, expandiendo la producción y mejorando la calidad a precios más
bajos.La minería, especialmente en hierro y acero, también se desarrolló, con influencia extranjera
significativa, particularmente británica. La red ferroviaria se extendió más tarde que en otros países
europeos, pero contribuyó al crecimiento industrial y a la integración nacional.A pesar de estos
avances, España enfrenta desafíos importantes en su industrialización: inestabilidad política, escasez
y baja calidad de recursos como el carbón, dependencia tecnológica y financiera del exterior, y un
mercado interno débil debido a la baja capacidad adquisitiva. Estos factores limitaron la
competitividad internacional y la expansión industrial más amplia hasta la segunda mitad del siglo XX.

8.1. La crisis de la Restauración: intentos regeneradores y oposición al régimen.

En 1902, Alfonso XIII asumió el poder a los 16 años, terminando la regencia de su madre, María
Cristina de Habsburgo. La muerte de los líderes políticos Cánovas y Sagasta provocó una gran
inestabilidad política. Durante esta primera etapa, conocida como el periodo regeneracionista, se
implementaron reformas, pero sin abordar las transformaciones necesarias.Antonio Maura y José
Canalejas fueron figuras destacadas en esta época. Maura intentó modernizar el país con medidas
económicas y sociales, así como acercamientos al nacionalismo moderado. Sin embargo, su
gobierno se vio interrumpido por la Semana Trágica de Barcelona en 1909, una revuelta popular
marcada por tensiones sociales acumuladas.Tras la caída de Antonio Maura, los liberales liderados
por José Canalejas tomaron el poder, con un enfoque regeneracionista similar. Suprimieron
impuestos, reformaron el reclutamiento militar y aprobaron leyes como la del Candado y la de
Mancomunidades, destinadas a satisfacer las demandas autonomistas catalanas. El asesinato de
Canalejas en 1912 puso fin a los intentos de regeneración interna del sistema político de la
Restauración, marcando el declive de estas reformas y una nueva etapa de incertidumbre
política.Los republicanos, como principal fuerza de oposición política al régimen, representaban un
espectro variado que abarcaba desde la pequeña burguesía hasta los trabajadores y algunos
intelectuales destacados como Galdós, Ortega y Gasset, y Ramón y Cajal. Surgieron dos nuevos
partidos republicanos durante el reinado de Alfonso XIII: el Partido Radical, liderado por Alejandro
Lerroux, más izquierdista y anticlerical, y el Partido Reformista, representando un republicanismo
más moderado, fundado por Melquíades Álvarez y Gumersindo de Azcárate. El PSOE, con identidad
propia, también creció en el espectro republicano, mostrando disposición a participar en el juego
político parlamentario sin renunciar a la revolución social.En cuanto a los nacionalismos, el catalán
tenía una fuerte implantación social a través de la Lliga Regionalista y Solidaritat Catalana, mientras
que el nacionalismo vasco, representado por el PNV, tenía raíces conservadoras y estaba centrado
en Vizcaya. El nacionalismo gallego y andaluz experimentaron desarrollo cultural, pero no lograron
consolidarse políticamente. El valencianismo ganó importancia con asociaciones como Valencia
Nova y Joventut Valen- cianista, aunque sus esfuerzos por un proyecto valencianista no tuvieron
éxito hasta la creación de la Unió Valencianista Regional en 1918.

8.2. El impacto de los acontecimientos internacionales: Marruecos, la Primera Guerra Mundial


y la Revolución rusa.

El reinado de Alfonso XIII durante la I Guerra Mundial se caracterizó por la neutralidad de España,
que, sin embargo, dividió a la opinión pública entre aliadófilos y germánicos. La neutralidad trajo un
aumento de las exportaciones y beneficios para algunas empresas, pero no se reflejó en aumentos
salariales, lo que provocó descontento entre los trabajadores.La crisis de 1917 marcó un punto
crítico, con tres revoluciones sucesivas: la de las Juntas Militares de Defensa, la Asamblea de
Parlamentarios de Barcelona y la huelga general. Aunque la monarquía sobrevivió, quedó debilitada,
y la opinión pública se volvió más activa, especialmente entre las clases trabajadoras.Los intentos de
resolver la crisis mediante gobiernos de concentración no fueron exitosos, y el sistema político
español entró en un proceso de quiebra entre 1918 y 1923. Los factores internos incluían la
incapacidad del sistema para integrar nuevas fuerzas políticas, la división de los partidos dinásticos, y
la resistencia del rey a la democratización. Externamente, la agitación social y las demandas de
autonomía de los nacionalismos periféricos contribuyeron al colapso, junto con el creciente
protagonismo militar y la tendencia del rey a favorecer al ejército.Otro aspecto que contribuyó a esta
situación fueron los efectos de la Revolución Rusa. Esta, junto con la crisis económica de la
posguerra, desencadenó un aumento significativo en la afiliación sindical, lo que llevó a conflictos
laborales generalizados. En Andalucía y Cataluña especialmente, se vivieron momentos de intensa
actividad revolucionaria, con huelgas, ocupaciones de tierras y enfrentamientos entre obreros y
patronos.El impacto de la Revolución Rusa fue notable en el movimiento obrero español, aunque
tanto el PSOE como los anarquistas decidieron no unirse a la Internacional Comunista debido a
diferencias ideológicas y organizativas. Sin embargo, las Juventudes Socialistas formaron el Partido
Comunista de España siguiendo las directrices de Moscú.La política colonial española en África,
especialmente tras el desastre de Annual en Marruecos en 1921, también desempeñó un papel
importante en la crisis. El desastre militar y las revelaciones sobre la corrupción y la incompetencia
en el ejército español provocaron un profundo descrédito en el gobierno, lo que finalmente condujo al
golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en 1923 y al establecimiento de una dictadura con el
consentimiento del rey.

8.3. La Dictadura de Primo de Rivera y el final del reinado de Alfonso XIII.

A principios de los años 20, España enfrentaba dificultades socioeconómicas y políticas, lo que llevó
a Miguel Primo de Rivera a proclamar la dictadura en 1923. La situación incluía gobiernos ineficaces,
corrupción política, y un sistema bipartidista que había fracasado en democratizarse. Factores como
la crisis económica, el creciente protagonismo del ejército, el desastre de Annual en Marruecos, y la
emergencia de ideologías totalitarias como la de Mussolini, contribuyeron al deterioro del sistema
político.En la primavera de 1923, dos movimientos convergentes conspiraban para derrocar al
gobierno liberal: uno en Barcelona, vinculado a las desaparecidas Juntas de Defensa, y otro en
Madrid, ligado a las aspiraciones del ejército en Marruecos. Primo de Rivera lideró el golpe de Estado
el 13 de septiembre de 1923, justificándose como un intento regeneracionista para resolver los
problemas de España.El golpe recibió apoyo del ejército, la Iglesia, la burguesía y el rey, quien
encargó a Primo de Rivera formar gobierno, ligando así su destino al de la dictadura. Esta suprimió
garantías constitucionales, disolvió las Cortes, prohibió la actividad de partidos políticos y estableció
censura de prensa. Aunque el movimiento obrero no protestó activamente, los anarcosindi- calistas y
comunistas se prepararon para resistir.La dictadura inicialmente contó con un Directorio Militar, que
reorganizó la administración local y aplicó políticas centralistas y represivas. El éxito en la guerra de
Marruecos con el desembarco de Alhucemas fortaleció la popularidad de Primo de Rivera, quien optó
por retirarse de Marruecos y reforzar el ejército local. Posteriormente se estableció un Directorio Civil,
intentando institucionalizar la dictadura con una Asamblea Consultiva Nacional, pero sin reconocer la
soberanía nacional ni la separación de poderes.Debido a la ilegalización y persecución de la CNT, en
1927 se creó la Federación Anarquista Ibérica. En agosto de 1930, la oposición antimonárquica firmó
el Pacto de San Sebastián. Se creó un Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá-Zamora
para preparar la proclamación de la república. En diciembre de 1930 fracasó un intento de
proclamación de la república. Un grupo de intelectuales (Ortega y Gasset, Pérez de Ayala y
Marañón) creó la Asociación al servicio de la República.A pesar del apoyo inicial, la dictadura generó
oposición entre conservadores, liberales, republicanos, nacionalistas, intelectuales, y el movimiento
obrero. La crisis económica y los intentos de perpetuar la dictadura provocaron protestas y
conspiraciones, culminando en la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de
1931 tras unas elecciones municipales que fueron interpretadas como un plebiscito sobre la
monarquía, lo que llevó al exilio de Alfonso XIII.

9.1. La proclamación de la Segunda República, el Gobierno provisional y la Constitución de


1931.

El sufragio femenino.El 12 de abril de 1931, España presenció unas elecciones municipales que se
convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. Mientras los municipios rurales respaldan
candidaturas monárquicas, las capitales y principales núcleos urbanos apoyaban la instauración de
un régimen republicano. La victoria republicana en las ciudades condujo a la caída de la monar- quía
sin derramamiento de sangre el 14 de abril de 1931.Tras la proclamación de la República, se formó
un Gobierno Provisional liderado por Niceto Alcalá-Zamora con representación de diversas
organizaciones políticas. Este gobierno enfrenta desafíos iniciales, como la proclamación de la
República Catalana por Francesc Macià, resuelta mediante la promesa de establecer la Generalitat y
un estatuto de autonomía.La llegada de la República fue saludada por los anarquistas, aunque con
reservas, y dio lugar a un aumento de huelgas y conflictos sociolaborales. Mientras tanto, la Iglesia
adoptó una postura cautelosa, instando al respeto por las nuevas autoridades republicanas, aunque
el anticlericalismo gubernamental exacerbó tensiones sociales, culminando en la quema de
conventos en mayo de 1931.Las tensiones persisten con decretos sobre educación religiosa y la
expulsión del cardenal Segura. Las elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931 resultaron
en una victoria para la conjunción republicano-socialista, y se redactó una nueva Constitución
republicana.La Constitución de 1931 estableció una República democrática y de trabajadores, con un
Estado integral y opción a la autonomía para provincias limítrofes. También definió la separación de
poderes, la elección del presidente por las Cortes y una amplia declaración de derechos y libertades,
incluido el sufragio femenino. Esta Constitución representó un avance significativo en los derechos
sociales y políticos de las mujeres, generando debate incluso entre las propias mujeres políticas. A
pesar de su carácter democrático y progresista, la Constitución enfrentó oposición de sectores
católicos y centralistas, evidenciando la falta de consenso político en su adopción.
9.2. El bienio reformista: Reformas estructurales y realizaciones sociales, culturales y
territoriales.

Reacciones desde los diversos posicionamientos.El gobierno republicano nombró a Niceto


Alcalá-Zamora como presidente de la República, manteniendo a Manuel Azaña como presidente del
gobierno, dando inicio al bienio reformista entre diciembre de 1931 y noviembre de 1933. Este
período fue caracterizado por un ambicioso programa de reformas que buscaba modernizar el país,
continuando con iniciativas del Gobierno Provisional.Se implementaron reformas religiosas,
incluyendo la disolución de los jesuitas y la regulación de congregaciones religiosas. Además, se
llevó a cabo una reforma educativa centrada en la construcción de escuelas primarias, el aumento
del número de maestros, y la promoción de la cultura popular a través de bibliotecas y misiones
pedagógicas.En paralelo, se emprendió una reforma militar liderada por Azaña, que incluyó la
creación de la Guardia de Asalto para mantener el orden público. Otra reforma significativa fue la
agraria, aprobada en 1932 para abordar las desigualdades en el medio rural, aunque enfrentó
resistencia de terratenientes y resultó en ocupaciones ilegales de tierras por parte de campesinos.En
cuanto a las autonomías, se aprobó el Estatuto de Cataluña en 1932, pero otros proyectos, como el
vasco y el andaluz, enfrentaron obstáculos políticos y no se concretaron. Sin embargo, la República
enfrentó crecientes tensiones debido a la oposición de diversos sectores, incluyendo partidos de
derecha como el Partido Radical y la recién formada CEDA de José María Gil-Robles, así como
movimientos de extrema derecha como la Falange Española. Desde la izquierda, las reformas no
satisficieron las expectativas de obreros y campesinos, generando protestas y huelgas, algunas de
las cuales fueron reprimidas violentamente.Las conspiraciones militares fueron constantes, reflejando
la división en el ejército entre partidarios y opositores de la República. La sublevación del general
Sanjurjo en 1932 fue sofocada, pero reveló la fragilidad del gobierno frente al poder militar.
Finalmente, en septiembre de 1933, la coalición gubernamental republicano-socialista entró en crisis,
lo que llevó a la disolución de las Cortes, la destitución de Azaña y la convocatoria de nuevas
elecciones en noviembre de 1933.

9.3. El bienio de la CEDA y del Partido Radical. El Frente Popular. Desórdenes públicos.
Violencia y conflictos sociales.

En noviembre de 1933, España celebró unas elecciones marcadas por la crisis económica y la
agitación social. La derecha, liderada por la CEDA, obtuvo una victoria clara, formando un gobierno
liderado por Alejandro Lerroux, que duró hasta 1935. Durante este período, se revirtieron reformas
sociales y se enfrentaron conflictos con regiones como Cataluña y el País Vasco. Esta etapa también
presenció la radicalización tanto de la derecha como de la izquierda, con la consolidación de la CEDA
y el fortalecimiento de movimientos como la Falange Española.En octubre de 1934, la formación de
un gobierno que incluía a ministros de la CEDA desencadenó una insurrección liderada por la
izquierda, especialmente en Asturias y Cataluña. Aunque la rebelión fue reprimida en su mayoría,
logró triunfar en Asturias brevemente. Esta crisis condujo a una segunda fase del gobierno
radical-cedista, marcada por medidas más represivas.La crisis del gobierno se profundizó en 1935
con el escándalo de estraperlo, lo que llevó a la dimisión de Lerroux y a la convocatoria de nuevas
elecciones para febrero de 1936. Los partidos de izquierda y nacionalistas formaron el Frente
Popular, que ganó las elecciones, aunque la derecha obtuvo más votos en total. El gobierno del
Frente Popular, presidido por Manuel Azaña, revirtió algunas medidas de la etapa anterior y restauró
la autonomía de Cataluña.Sin embargo, la polarización política y social continuó aumentando, con
enfrentamientos violentos y actos de terrorismo. La destitución de Alcalá-Zamora en mayo de 1936 y
la formación de un nuevo gobierno sin la participación del PSOE intensificaron la agitación. En junio y
julio, la situación se deterioró aún más, con ocupaciones de tierras, huelgas y acciones
violentas.Varios generales, liderados por Emilio Mola y Francisco Franco, estaban planeando un
golpe de Estado desde marzo de 1936. Los asesinatos del teniente Castillo y José Calvo Sotelo, líder
de la derecha parlamentaria, en julio, fueron el detonante final. Esto desencadenó un golpe que
resultó en el estallido de la Guerra Civil Española, marcando el fin de la Segunda República y el inicio
de un período de conflicto prolongado y doloroso.

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