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Notas sobre el
artículo 1430 del Código Civil
Sumario: 1. Se debe estar ante un contrato con prestaciones recíprocas; 2. Deben
existir prestaciones por ejecutar; 3. Legitimidad de la «parte fiel» ante la «parte
infiel»; 4. Existencia, en el contrato, de una cláusula resolutoria expresa; 5. La
comunicación; 6. La resolución opera sin necesidad de la intervención de un juez o
árbitro; 7. La importancia del incumplimiento lo determinan las partes.
Partamos por entender que «la resolución afecta no el contrato, sino directamente y
sólo sus efectos: hace el contrato ineficaz, sin tocar la validez. En otras palabras, la
invalidez atañe al contrato como acto; la resolución como relación».[1] De esta
manera, «la resolución designa la extinción del contrato por un evento que impide la
relación; así, la resolución puede ser definida, sin más, como la disolución de la
relación contractual».[2]
Artículo 1371.- «La resolución deja sin efecto un contrato válido por causal
sobreviniente a su celebración».
Por razón de la resolución, las partes deben restituirse las prestaciones en el estado
en que se encontraran al momento indicado en el párrafo anterior, y si ello no fuera
posible deben rembolsarse en dinero el valor que tenían en dicho momento.
En los casos previstos en los dos primeros párrafos de este Artículo, cabe pacto en
contrario. No se perjudican los derechos adquiridos de buena fe».
Así las cosas, dentro de las diversas clasificaciones que la doctrina ha esbozado
para analizar esta figura, se tiene una que parte por dividir las clases de resolución
en aquéllas que son judiciales y las que son extrajudiciales. El caso del artículo 1430
del Código Civil es un tipo de resolución extrajudicial.
En ese entender, partamos por conocer qué establece el artículo 1430 del Código
Civil:
Por otro lado, la denominada «parte infiel» es aquélla que ha incumplido con su
prestación, facultando con dicho acto a la otra parte a que pueda resolver el
contrato. En este punto debemos precisar que el incumplimiento de esta parte debe
obedecer a causas imputables a ella misma (es decir, dolo o culpa), ya que, si ello
no es así, se abriría la posibilidad para que dicha parte pueda alegar una
inimputabilidad por alguna causa que la exima de responsabilidad por la inejecución
de su obligación.
En el citado ejemplo, la generalidad es clara, de tal manera que si es que una parte
quiere valerse del contenido de esta cláusula para resolver el contrato según el
mecanismo contenido en el artículo 1430 del Código Civil, cuando el tema sea
analizado por un juez o árbitro, es probable que se determine que dicha resolución
no se ha realizado de manera válida, debido a que la puerta (es decir, la cláusula del
propio contrato) que abría a dicho mecanismo resolutorio adolece de un vicio, pues
no cumple con uno de sus requisitos esenciales: establecer con total claridad la
causal que va a originar la resolución.
En ese entender, este tipo de cláusulas —en realidad— son de estilo y con ellas se
hace referencia a la figura de la resolución en general, razón por la cual, si se quiere
resolver un contrato, habrá que activar los mecanismos contenidos en los artículos
1428 y 1429 del Código Civil, relativos a la resolución judicial y a la resolución
extrajudicial, respectivamente.
Por otro lado, un modelo válido de cláusula resolutoria expresa que sí cumple con
los requisitos que la ley señala y sí podría generar una resolución extrajudicial
válida, si es que ésta se realiza de manera adecuada, sería el siguiente:
Resulta claro, por lo demás, que es común que en los contratos se establezcan
causales de resolución directa por el incumplimiento de determinadas prestaciones,
de forma que bastará identificar quién es el obligado a dicha prestación para, de ahí,
entender quién es el que tiene la facultad de resolver el contrato en los términos de
dicha cláusula.
5. La comunicación
Quien resuelva el contrato deberá comunicarlo, es decir, la parte interesada (fiel)
deberá comunicar a la otra (parte infiel) que quiere valerse de la cláusula
resolutoria. En ese sentido, no debe entenderse que basta que el incumplimiento (o
la causal de resolución) se produzca para que, de manera automática, el contrato
quede resuelto, sino que en todos los casos se requerirá el envío de una
comunicación que manifieste una voluntad de resolver el contrato, la misma que
podrá realizarse desde que la contraparte se encuentre en situación de
incumplimiento, esto es, desde que el plazo para que ejecute su prestación se haya
vencido, pues, de lo contrario, si es que se envía alguna comunicación antes de que
dicho plazo venza, ésta no servirá para resolver el contrato, sino que únicamente
estaremos ante una manifestación de voluntad sin consecuencias jurídicas.
Sin perjuicio de ello, y desde un punto de vista práctico, es recomendable que una
resolución contractual de esta naturaleza sea realizada a través del envío de una
carta notarial. Ello, debido a que esta alternativa otorga la fecha cierta que será
fundamental tener de nuestra parte, a efectos de que posteriormente la contraparte
no cuestione no sólo la existencia de dicha comunicación, sino también la fecha en
que ésta fue notificada.
La fecha.
La identificación del destinatario (que es la parte que ha incumplido con la
prestación que tenía a su cargo).
La identificación de la causal que origina la resolución y que está
contenida en la cláusula resolutoria expresa del contrato.
Señalar con absoluta claridad que dicha causal se ha presentado en la
realidad, es decir, que se ha incumplido con esa prestación.
Invocar la resolución del contrato al amparo de dicha cláusula resolutoria
expresa, al amparo del artículo 1430 del Código Civil.
Notificar de manera adecuada dicha comunicación, es decir, que sea
enviada al domicilio contractual de la parte que ha incumplido.
Es claro que esta comunicación debe caracterizarse por su precisión y evitar
consignar información que nada tenga que ver con su verdadero objetivo, esto es,
resolver el contrato.
La resolución del contrato opera por voluntad de la parte que ejercita ese derecho,
es decir, nada tiene que ver en este supuesto la intervención del juez o árbitro, pues
quien resuelve no son ellos, sino la parte contractual. «Tratándose de un contenido
como producto de la voluntad declarada, corresponderá a ésta determinar los
alcances o extremos de la cláusula resolutoria y cuando se reconoce su
operatividad, sin duda debe ser así, ipso jure, sin necesidad de intervención judicial.
Lo que ha de variar en la casuística corresponderá a las variaciones de contenido de
la cláusula. Normal consecuencia del pacta sunt servanda. Sin embargo, bajo
determinadas circunstancias y por seguridad jurídica, puede solicitarse la
intervención judicial, pero únicamente para ejecutar coactivamente los extremos
negados, porque la resolución del contrato constituirá un hecho consumado».[6]
Sin perjuicio de lo señalado, en la práctica es común que cuando una parte resuelve
el contrato, la otra o desconoce tal resolución, o también opta por resolver el mismo
contrato. En ambos casos, el tema necesariamente va a tener que ser resuelto por
un tercero (juez o árbitro) y es importante que quien vaya a demandar tenga en
cuenta la manera cómo es que va a plantear su pretensión, ya que en ocasiones se
solicita al juez «que resuelva el contrato», cayéndose en un gravísimo error, pues si
dicha parte ya resolvió el contrato, no tiene sentido que solicite al juez que resuelva
el mismo contrato debido a que «no se puede resolver lo ya resuelto».
En ese entender, lo correcto sería que el demandante solicite al juez «que declare la
validez de la resolución realizada mediante comunicación de tal fecha», con lo que
se tiene que únicamente el juez o árbitro tendrá que verificar si es que la resolución
que ha realizado dicha parte es, o no, válida. En este caso, su sentencia será
meramente declarativa.
Naturalmente, creemos que dentro del diseño contractual que las partes vayan a
realizar, será probable que únicamente se establezcan como causales de resolución
al amparo del artículo 1430 del Código Civil, supuestos de especial importancia y no
prestaciones menores que abran la puerta a este mecanismo resolutorio.
Como se puede apreciar, son varios los elementos que deben tenerse en cuenta y
que tienen que confluir para estar ante una resolución válidamente realizada al
amparo de lo establecido por el artículo 1430 del Código Civil. Recuérdese que una
vez activado este mecanismo no debería pensarse en la posibilidad de activar ni
iniciar otro, o mezclar distintos tipos de resolución que la ley regula entre sí. Es
importante que se tenga en cuenta que se debe analizar cuidadosamente los pros y
contras de resolver un contrato, ya que una vez activado el camino de la resolución,
cualquier otra acción que se tome podría traer serios riesgos.
[4] Código Civil:
Artículo 1429.- En el caso del artículo 1428 la parte que se perjudica con el
incumplimiento de la otra puede requerirla mediante carta por vía notarial para que
satisfaga su prestación, dentro de un plazo no menor de quince días, bajo
apercibimiento de que, en caso contrario, el contrato queda resuelto.
[6] Romero Zavala, Luis. Teoría General de los Contratos. Op. cit., tomo II, pp. 69 y 70.