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El proceso de producción escrita: estrategias de planificación, textualización y revisión

La comunicación escrita requiere un proceso que incluye subprocesos: analizar la


situación de comunicación, generar ideas, hacer planes, redactar, revisar y
reformular enunciados.

Analizar la situación de comunicación implica tener en cuenta a los destinatarios (quién


leerá); aclarar nuestra intencionalidad (qué efecto queremos producir); valorar el
marco institucional y/o el contexto social; decidir el contenido (el referente, aquello
de lo que vamos a hablar); tomar decisiones respecto del código y sus variaciones
(lenguaje, niveles), etc.

Cuando nos dedicamos a hacer planes, hacemos una representación mental  de lo que


queremos/debemos escribir y de cómo tenemos que proceder. Esta etapa incluye
tres subprocesos: generar, organizar y formular objetivos.

Para generar recurrimos a la memoria y a la información previa (propia o relevada,


investigada, etc.

Para organizar, clasificamos y ordenamos la información. Conviene elaborar una


representación gráfica: un mapa, esquema de contenidos, esquema de llaves, etc.
A partir de este momento ponemos en práctica nuestra competencia discursiva y
textual ya que comenzamos a imaginar la forma, la silueta, el esqueleto de nuestro
futuro texto y eso se realiza en función de la elección de una tipología. ¿Cómo se
pueden organizar los contenidos de un texto?

Por último, al formular objetivos establecemos los propósitos de nuestro escrito,


imaginamos un texto con ajuste a los formatos conocidos y a la exigencia concreta
de la situación de comunicación de que se trate. Esa anticipación del futuro texto
planteará objetivos de contenido (información que contendrá) y de
formas (estructura expositiva, ordenamiento, sintaxis, estilo). Entonces, formular
objetivos pasa por responder a:

 ¿Qué quiero conseguir con este texto?

 ¿Cómo quiero que reaccionen los lectores y las lectoras? ¿Qué quiero que hagan
con mi texto?

 ¿Qué imagen mía quiero proyectar? ¿Qué impacto (o efecto) quiero provocar?

Llegado el momento de redactar, nos encargaremos de transformar el proyecto de


texto, que hasta ahora era una representación esquemática de ideas, en
un discurso verbal lineal e inteligible.

De este modo, el texto escrito que elaboremos se ajustará a tres tipos de


demandas, ya que deberá respetar:

a. las reglas del sistema de la lengua,

b. las propiedades del texto,

c. las convenciones socioculturales establecidas.

Si procedemos a revisar, nos disponemos a una acción de supervisión o control que


es permanente aunque, claro está, se intensifica cuando nuestros borradores no
nos parecen satisfactorios y buscamos definir una versión final. Daniel Cassany ha
pensado en un modo de revisión basado en preguntas, al que puede acceder aquí.

Se espera que en la etapa de revisión leamos globalmente el texto y lo


comparemos con el plan previo. Luego, leeremos selectivamente algunas partes y
atenderemos a aspectos diferentes: los contenidos y su organización (estructura),
la sintaxis y el estilo (léxico, tono, etc.). Luego de la revisión, la mayoría de las
veces, debemos rehacer.

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