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Paradigmas ambientales

A pesar de la abundancia de las investigaciones internacionales sobre el tópico, los


paradigmas y creencias ambientales y el comportamiento sustentable permanecen
como un área todavía no investigada en Argentina. Este estudio investiga los paradigmas
(creencias) ambientales y algunos aspectos del comportamiento sustentable en
una muestra argentina tomada a través de internet, aportando importante evidencia
empírica respecto hasta dónde se pueden generalizar los hallazgos internacionales.
Las creencias ambientales fueron medidas a través de la escala Nuevo Paradigma
Ambiental de Dunlap y Van Lie-re (2000) y los comportamientos sustentables con una
adaptación de la escala de Hess, Suárez y Martínez-To- visco (1997). Las autoras
encontraron una asociación relativamente fuerte entre las creencias ambientales y las
conductas sustentables.
Paradigma antropocéntrico

1.- Siguiendo la perspectiva de Thomas Kuhn, que recupera una idea de tipo evolucionista
en ciencia, el conocimiento se desarrolla a partir de la progresiva consolidación de un
paradigma y, posteriormente, de su puesta en crisis y reemplazo mediante una revolución.
El paradigma implica una cosmovisión, una forma de observar, hacer y estar en el mundo.
Posee prácticas científicas que le son propias, en relación al modo de ver el mundo, la
tecnología disponible y la manera en que esta tecnología es comprendida y utilizada desde
la perspectiva del mismo. La acumulación de anomalías es un factor clave que determina
la crisis y el reemplazo del paradigma, así como de sus prácticas científicas.

2.- Vivimos en la era del Antropoceno, una era en que los humanos tenemos el poder de
transformar la biosfera, el mismo poder de las fuerzas geológicas. Y nos gustaría pensar
que, en una era así, tenemos el control de nuestro destino. Pero no necesariamente.
¿Quién gobierna? Es fácil creer que vivimos en naciones gobernadas por políticos, por
medios de comunicación masiva, por grandes empresas transnacionales, y en cierto modo
sí. Pero mira bien. Los rostros de líderes y de masas pueden cambiar, pero cuando las
ideas y supuestos del mundo que subyacen son las mismas, la variedad de opciones es
solo una ilusión. Somos gobernados por paradigmas.

3.- Bajo el régimen del antropocentrismo han nacido normas, corrientes ideológicas,
posturas políticas etcétera, mediante las cuales situando al ser humano en el centro
manipulan el medio ambiente hasta el punto de destrozarlo, sin reparar en que el
deterioro causado a la Tierra desembocará tarde o temprano en un daño a la propia
especie humana. El pronóstico científico nos señala que llegaremos a un punto en el que
ya no habrá retorno, nos señala que estamos en el camino hacia ningún lugar. Desbancar
el antropocentrismo como eje central de la ideología humana conlleva replantearnos
cuestiones éticas de carácter histórico a la luz de nuevos elementos de juicio. El tema de la
interrelación hombre-medio ambiente es uno de los asuntos que debe analizarse
tomando en cuenta todos los elementos (no únicamente al ser humano y sus intereses).
Paradigma biocentrico

1.- Concibe la protección de la naturaleza como un medio para garantizar los derechos
humanos. En contraste, los derechos de la naturaleza se basan en el reconocimiento de la
naturaleza como sujeto de derechos, lo que implica concebir su bienestar como un fin en
sí mismo, independiente de las valoraciones subjetivas, y se expresa en otra forma de
hacer justicia. El biocentrismo en la cosmovisión del Buen Vivir-Sumak Kawsay donde la
naturaleza o Pacha Mama es un sujeto de derecho.

2.- La ética biocéntrica coloca al ser humano en su verdadero lugar en el hábitat, como un
miembro más de la comunidad biosfera, compartiendo destino común con las otras
especies y elementos de la Tierra en tanto que forma parte de la totalidad del sistema. Se
fundamenta en el paradigma holista de la ciencia, desplazando al paradigma positivista
que defiende un mundo atomizado y jerarquizado sin reconocimiento de interconexiones
y vínculos entre elementos que lo integran.

3.- El paradigma biocéntrico se asocia a la ecología profunda propuesta por el filósofo y


activista Arne Naess en 1973. Su enfoque partió de empezar a “hacernos preguntas y
búsquedas más profundas, observando el para qué y cómo de la forma como vivimos,
identificando cómo encaja en nuestras creencias, necesidades y valores más
profundos. Une pensamiento, sentimiento, espiritualidad y acción para trascender el
individualismo y participar en la evolución de la vida y el mundo al que pertenecemos.
Paradigma zoocentrico

Los Estudios Animales han contribuido sin dudas al descentramiento del pensamiento y
del arte con respecto a la figura de lo humano. No obstante, un cierto zoocentrismo
parece reconducir en algunos discursos animalistas a la retórica metafísica del
fundamento y la teleología convirtiendo al «Animal» en un fin, objeto de representación
privilegiado. Desde la perspectiva del materialismo estético posthumano que adoptaré
aquí, es posible pensar los animales no como fines sino como medios: mediums del arte
(soporte/materia) y pura medialidad que, como el gesto agambeniano, ponen en jaque la
estructura misma de significación y simbolización que ha servido para mantenerlos atados
a la jerga humanista.
Paradigma ecocentrico

1.- El ecocentrismo es una corriente filosófica que surgió a finales del siglo XX,
prácticamente con el concepto de desarrollo sostenible. Esta filosofía se basa en que las
acciones y los pensamientos del individuo deben centrarse en el medio ambiente por
sobre todas las cosas, tanto en su cuidado y la conservación. Este pensamiento es
característico del movimiento ecologista antropocéntrico.

El ecocentrismo expone un amor hacia la naturaleza como ser abstracto total; se relaciona
con la hipótesis Gaia. Al contrario que el antropocentrismo, que el sensocentrismo y que
el biocentrismo, el ecocentrismo se preocupa por preservar ecosistemas y especies, no
por conservar la vida de individuos concretos.

2.- El ecocentrismo que deriva del biosentrismo, en atención a la valoración de todas las
formas de vida, tanto humana como no-humana. Surgida a fines de la década de 1970, y
cuyo representante más reconocido es el filósofo Arne Naess. Esta presenta una radical
oposición a la postura antropocéntrica propias de la modernidad donde la Naturaleza no
tiene derechos propios, sino que reside solo en las personas.
Paradigma teocéntrico

1.- El teocentrismo es una forma de pensamiento que afirma que Dios es el centro del
universo y lo rige todo, incluso las actividades humanas. Es una filosofía de épocas de
mucha religiosidad, como la Edad Media. Al finalizar la Edad Media y comenzar el
Renacimiento, el teocentrismo cedió el paso al antropocentrismo.

El teocentrismo abarca todo lo que existe, incluso la razón científica, ya que todo lo
explica por la voluntad divina y mística por Dios. Fue un concepto central en el
pensamiento de principios de la era cristiana y la Edad Media, impuesto por los reyes
católicos, hasta el período del Renacimiento, en el siglo XV, cuando se empezó a concebir
a Dios como un factor pero no como causa única del mundo

2.- El teocentrismo medieval abarcaba todo lo existente. Todo se explicaba por la voluntad
y mística divina, que estaba por encima de cualquier tipo de razón científica. Este
pensamiento se prolongó hasta la llegada del Renacimiento, cuando los filósofos
comenzaron a colocar al ser humano como centro de la creación, sin negar por ello la
importancia de la religión.

En la Edad Media, el teocentrismo provocaba que Dios no solo fuera considerado como el
creador del universo, sino también como su centro. Todos los aspectos de la vida, desde la
cultura hasta la ciencia, debían someterse a las doctrinas religiosas explicadas por el clero.

3.- El humanismo renacentista es el redescubrimiento del hombre en cuanto hombre, y


ello, entraña, ciertamente, la desacralización y paganización de la concepción que de ello
se deriva. Es cierto que en el humanismo renacentista no se encuentra todavía una abierta
postulación de lo que hoy día se denominaría “humanismo ateo”. Todavía en el
Renacimiento no se puede, por decirlo así, prescindir de Dios. Hay que andar algunos
siglos más para que ello se verifique. Pero no cabe duda de que esté de alguna manera
esbozado, por cuanto este descubrimiento del saber clásico supone la inversión de los
valores hasta ahora vigentes para el hombre de la Edad Media. No se puede decir que
entre los ideales humanistas del Renacimiento haya, de hecho, una consciente negación
de Dios, pero sí un práctico prescindir que lleva a la edificación de un ideal de vida terrena
en el que Dios queda de alguna manera marginado.

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