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Edad Media: la Filosofía y el Cristianismo.

Visión teocéntrica y filosofía agustiniana.

La cosmovisión medieval teocéntrica surge hacia el siglo I d.C. y se va a extender hasta el siglo XVI, época en la que
comienza a presentar algunas “anomalías” el paradigma. Si vamos a la Historia, ciencia que ha definido el inicio y la
finalización de la Edad Media, señala como apertura el año 476 d.C. Dios aparece como centro de todo. El hombre es
mirado como creación divina. Dios es el Creador, artífice, fabricante del mundo.

Si hay que aclarar algo aquí es el hecho de que esta concepción del universo es en un sentido, diametralmente
opuesta a la idea de universo como cosmos propia de la interpretación helenista. Aquí en el medioevo, el hombre
considera que todo lo que hay, lo que existe, ha sido puesto por Dios en el universo. Pero sobre todo es distinta la
concepción porque el elemento que revoluciona todas las categorías alcanzadas gracias al análisis de los filósofos
griegos, quedan disminuidas por la nueva visión, que sostiene la existencia de un Creador, que ha sacado “de la
nada” la realidad. Dios crea ex nihilo. No podemos dejar de nombrar la importancia que tiene esto que decimos,
puesto que para el “paganismo” o los “gentiles” (como llama el cristianismo a quienes no creen en Dios) que el
universo en general saliera de la nada era algo impensable. Para los cristianos, la capacidad de Dios de crear todo de
la nada tenía que ver con que para ellos, su Dios es un ser sobrenatural para el cual todas las categorías racionales, le
son ajenas, puesto que las sobrepasa.

Por otro lado, las características de esta época son cuatro:

• SENTIDO DUALISTA DE LA REALIDAD: la edad media está invadida por una concepción dualista, en donde las
categorías mayores son el Bien y el mal; el cosmos está dividido en tres grandes sectores (cielo, tierra, infierno). El
hombre encuentra la tierra estando en continua lucha contra dos fuerzas, las celestiales (fuerzas de Bien) y las
infernales (fuerzas del mal). La literatura que puede ayudar a entender esta época es la obra de Dante “La Divina
Comedia”, obra del 1200, cuando ya está finalizando el periodo en cuestión. Otro ejemplo, contemporáneo pero
situado históricamente es la obra de Umberto Eco (“El nombre de la rosa”). El hombre es un compuesto de cuerpo y
alma. Para el hombre medieval la finalidad es “convertir” (terminología propia de las Sagradas Escrituras) el alma,
hacer triunfar el bien en la propia existencia.

• SENTIDO DE AUTORIDAD: debemos comenzar explicando que tiene una influencia inigualable el papado:
tiene doble autoridad (civil y religiosa). El sentido de la autoridad es la sumisión. Para el hombre medieval, toda la
autoridad viene de Dios (relaciones iglesia-estado). Las leyes estatales se interpretan como la voluntad divina. La
autoridad es absoluta y única, quien la posee tiene toda la razón y hay que obedecer con gran sentido de sumisión.
La autoridad es indiscutible, y esto en materia política trae aparejado gobiernos dictatoriales.
• SENTIDO DE LA CREACIÓN: la mentalidad teocéntrica de la edad media trata de hacernos comprender la
creación de acuerdo al relato bíblico, pero desde una hermenéutica literal. Sus características son el sentido
verticalista de la creación (Dios es la fuerza creadora, quien desde lo alto rompe las tinieblas y realiza su obra), se
establecen unas relaciones verticales de autoridad y poder entre el creador y la creatura (luz- tinieblas; Dios-
hombre). El hombre aparece como la criatura suprema entre todo lo creado, ha sido hecho a imagen y semejanza de
Dios, porque ha sido dotado de razón, voluntad y libertad. En él encontramos, la inteligencia, la naturaleza del
hombre y la inclinación natural al pecado. La finalidad de la creación es volver a Dios 1, para lo cual se requiere de una
negación profunda de lo material, origen del mal. El hombre está llamado a darle la orientación espiritual a toda la
creación.

• SENTIDO DE LA SALVACIÓN: se desarrolla una teología de la salvación fundada sobre la gracia y la doctrina
del pecado. El hombre por su propia naturaleza, es un ser pecador, pero Dios por medio de su Bondad, le da la gracia
para alcanzar dicha salvación. La salvación es iniciativa de Dios, no es obra del hombre, es un don, una gracia. Hay un
sentido individual de la creación, puesto que cada hombre se salva o se condena solo. El sentido escatológico de la
salvación hace referencia a que la salvación está referida a una meta histórica para su salvación en la historia futura.
Esta visión está hecha bajo la concepción de un Dios Juez, las realidades últimas muerte-juicio-cielo-infierno-gloria.
En la relación con Dios predomina el temor. Las relaciones que se establecen entre el hombre y Dios son de talante
mercantilista. Hay un intercambio, allí se da el fenómeno de las indulgencias.

La patrística: es una etapa de cristianismo de los primeros siglos que consistió en la elaboración doctrinal de las
creencias religiosas cristianas y su defensa apologética contra los ataques de las religiones paganas primero, y
sucesivamente de las interpretaciones erróneas dela doctrina cristiana, que dieron lugar a las herejías. Su nombre
deriva de los padres de la iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la historia del dogma. Para ser
considerado padre de la iglesia era necesario reunir las siguientes condiciones:

• Antigüedad

• Santidad de la vida

• Doctrina ortodoxa

• Aprobación eclesiástica

La religión encontró en la filosofía griega los argumentos para justificar su doctrina, pues, la religión cristiana era para
los padres de la iglesia, la expresión cumplida y definitiva de las verdades que la filosofía griega había logrado

1
Una frase de San Agustín de Hipona deja en claro esta finalidad inscripta en la creación: “Señor, nos hiciste para Ti, y nuestro corazón
estará inquieto hasta que no descanse en Ti”. En las paredes de las Catacumbas de San Calixto, se puede leer una frase escrita por los cristianos
de los primeros siglos: “la Gloria de Dios es que el hombre viva, la gloria del hombre es ver a Dios”.
encontrar de manera imperfecta y parcial, por la falta de conocimiento de la Revelación de Dios a través de las
Sagradas Escrituras.

Los ataques doctrinales que recibe el cristianismo de los filósofos paganos, suscita en algunos cristianos cultos el
deseo de defenderlos; es el momento de los apologistas, que defendieron la fe cristiana con argumentos filosóficos,
también de los gnósticos que cayeron en la herejía, y de los maniqueos. Se apartaron del dogma al admitir, junto a
Dios principio del bien, como un principio del mal. Primeros intentos de exposición sistemática del pensamiento
cristiano en términos filosóficos escuelas de Alejandría y de más representantes de la alta patrística.

La patrística ha condicionado el planteamiento de los problemas filosóficos dentro del cristianismo.

Los apologistas, hombres cultos provenientes de las escuelas griegas: Estoicos y Neoplatónicos, se proponen
defender racionalmente la nueva religión.

La filosofía es utilizada solamente para prestar al dogma el auxilio de sus doctrinas aclarar y defender el nuevo
contenido de la fe.

La filosofía cristiana medieval de los siglos posteriores a la Patrística, es decir posterior al siglo IX se denomina
“Escolástica” tomando su nombre de las escuelas de filosofía y teología. Es un movimiento que surge y se desarrolla
en las escuelas medievales. Existen tres clases de escuelas, dependiendo el ambiente en el que se habían
establecido.

Las monacales formadas alrededor de los monasterios (las catedralicias o Episcopales fundadas en las catedrales) y
las Palatinas establecidas en los palacios de los reyes.

El término escolástica se utiliza en sentido más amplio para expresar el espíritu y métodos característicos de este
movimiento de la historia de la filosofía o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber encontrados en otras
épocas. Por eso, el saber cultivado en las escuelas, trata los problemas filosóficos que surgen de cuestiones religiosas
y teológicas porque la cosmovisión del mundo medieval es la teocéntrica (centro de estas reflexiones es Dios).

Lo nuevo que se va a tener en cuenta es la razón; que el hombre a través de esta puede conocer el primer principio
de Dios y después a todas las cosas que lo rodean. Entonces la razón que elimina a la fe, no es una fe ciega, no es una
fe que uno cree por que sí; si no que es una fe que esta iluminada por la razón y esta implica estudio, comprensión,
trabajo intelectual, la fe supera la razón, pero no puede negarla.

San Agustín de Hipona (años 354-430)

Agustín de Hipona será el encargado de sistematizar la filosofía platónica al servicio de la teología cristiana. En su
mayoría, los autores cristianos del primer milenio tendrán esta tendencia: utilizar la filosofía, para comprender los
misterios de Dios. El papel de la filosofía aquí es el de sierva de la teología.
El primer elemento de la filosofía de San Agustín es la idea de que el universo ha sido creado por Dios, como se
afirma en el relato bíblico. El hombre entonces es para Agustín, y para la interpretación antropológica cristiana, un
ser animado que posee alma y cuerpo, que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Si bien es cierto que la
teología cristiana de Agustín va a heredar el problema del dualismo ya planteado en la antropología platónica,
también es cierto que el autor hará el esfuerzo por conciliar el cuerpo con el alma, puesto que él deja de ver al
cuerpo como principio de error, como principio imperfecto, mortal, como principio de los males del alma. Mientras
que para Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, para Agustín, el cuerpo no puede ser visto como algo malo debido a
que es materia creada por Dios. El alma es el centro del hombre, en el cual habita la Verdad, como sostenían los
antiguos, pero esa verdad ahora recibe otro nombre: en el hombre, en lo más íntimo de su ser habita Dios, el Sumo
Bien.

Dios saca de su mente divina las esencias y crea seres. El hombre cuando conoce, siempre es asistido por Dios que lo
ilumina (ilumina su inteligencia, su alma) para conocer la verdad de las cosas, la verdad del mundo que lo circunda. A
esta teoría se la conoce como la “doctrina de la iluminación”, puesto que el hombre no puede conocer nada, si antes
no es asistido por Dios, que es el Padre de las Luces. El propósito de San Agustín está enunciado por él mismo: “no
deseo conocer más que a Dios y a mi alma”.

Dentro de las capacidades, potencias del alma, se encuentra la voluntad y la inteligencia. La voluntad tiene relación
estrecha con la libertad. Por eso, entendemos que conocer el bien será tarea de la razón y la voluntad tendrá como
finalidad el elegir. La libertad para Agustín siempre es elección del bien. Hay una correlación entre llevar adelante
una mala o buena obra con una mala o buena voluntad. Pero la realización del bien en el hombre reúne tres
elementos según el autor: libertad, voluntad y gracia (intervención divina). Libre albedrío es para Agustín esa
capacidad de elegir por cualquier opción; libertad es usar bien el libre arbitrio y eso sólo es posible con la asistencia
de la gracia. El grado supremo de la libertad es estar tan asistido por la gracia, de tal manera que ya no se pueda
elegir el mal.

Hay un aspecto interesante de la vida humana, que también trata Agustín. El lugar del amor en la vida del hombre.
Esta experiencia es la esencia del hombre. El hombre bueno es aquel que ama lo que debe amar. El amor que se
dirige hacia Dios (amar a los otros y todas las cosas en función de Dios) se llama caridad. El amor del hombre que
tiene por objeto y finalidad otras cosas, es visto por Agustín como “cupiditas”, es decir relacionado con lo falto de
Dios. La virtud para Agustín tiene que ver con ese amor ordenado: amor a sí mismo, a los otros, a las cosas,
considerando todo como medios para el verdadero fin, que es el amor a Dios. El amor también está relacionado con
el conocimiento, ya que quien conoce la verdad, no puede hacer otra cosa más que amarla. Por eso, y en relación al
conocimiento de la verdad, que en Agustín es conocimiento de Dios que es la verdad misma, se puede afirmar lo
siguiente: “ama, y haz los que quieras”.

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