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NEGATIVISMO TEOLÓGICO
la mano para no ver a Dios, pues sabía que con los ojos del
no podía contemplar a Dios invisible (13). Porque se cegó tuyo la
verdadera comunicación. Igualmente Moisés, deseando ver a Dios, se
tapó la cara hasta que no desapareció la visión (14).
Debemos hacernos en el orden sobrenatural sordos y mudos. Los
franciscanos de Pastrana habían enseñado a los espirituales a arro-
dillarse durante breves momentos, al principio de la oración, y sen.
tarse inmediatamente después, en un rincón, con los ojos cerrados
para recogerse mejor, suspendiendo toda actividad personal, tanto
de la mente como de la sensibilidad. El primer hombre, siguiendo la
insinuación de la mujer, consintió en el pecado. La mujer son los
sentidos y la razón. No deben ser escuchados. Echar a la esclava y a
su hijo y permanecer en estado de soledad. No ha de haber ruidos
cuando se está edificando el templo de Dios. Debemos ser mudos, y
no pronunciar palabra alguna, aunque sea en voz baja. Invocar a
Dios en silencio. Cuando un Príncipe se hospeda en una casa, toda ella
es desalojada.
La Humanidad de Cristo no es impedimento para la unión trans-
formante, como no lo fue para la Virgen. Los santos y las mismas
creaturas nos pueden llevar a Dios. Pero supuesta nuestra condición
actual, es mejor prescindir de la Sagrada Humanidad. Fue necesa-
rio que los Apóstoles, a fin de que pudieran recibir el Espíritu Con-
solador, carecieran de la presencia sensible de Cristo. “Conviene que
yo me vaya; porque si no me fuere, el Paráclito no vendrá a vos-
otros (15). Los Apóstoles vivían demasiado apegados a la Humanidad
de Cristo, y este apego era estorbo para la divina unión que había
de obrar el Espíritu Santo. Para alcanzar lo más perfecto es preciso
abandonar lo bueno, que siempre va mezclado de mil imperfecciones.
De ahí la necesidad de prescindir de la Sagrada Humanidad (16).
Santa Teresa de Jesús no era nada lega en estas teorías osunistas.
En la descripción misma que de ellas nos hace da a entender clara-
mente lo errado de esta espiritualidad mutilada, aniquiladora del
compuesto substancial humano. “Y avisan mucho que aparten de SÍ «
toda imaginación corpórea, y que se lleguen a contemplar en la Di-
vinidad; porque dice que, aunque sea la Humanidad de Cristo, a los
que llegan ya tan adelante, que embaraza o impide a la más perfec-
ta contemplación. Traen lo que dijo el Señor a los Apóstoles cuando
la venida del Espíritu Santo, digo cuando subió a los cielos, para
a mí que si tuviera la fe, como la tuvieron
este propósito. Paréceme
(13) 3 Re 19,13
(14) Ex 35.
(15) Jn 16,7. 3 3
(16) Osuna, Tercer Abecedario. Principalmente el prólogo y los cap. 4 Y
un breve
Bararion, Erasme et PEspagne, ch. II, i, p. 180-182 (Paris 1937), ofrece
y exacto resumen.
MA INOLOGIA ANINICUAL DNBANVA VORKSA DA JNAUE
y
Aoapuda que vino el Mapiritu Manto, de que era Dios y homyy
impidiora; pues no se dijo a la Madre de Dios,
Aunque
que todos. Porq ue les parece que como ésta Obra toda Je 6sAA
de pt
tu, que cualquier COMA corpórea la puede estorbar o impedir; y qu
conalderarao on ouadrada manera y que está Dios en to A
vorao enpolfado en Ml, es lo que han de procurar" (17), cas partos y
No0HrR BANJUANÍBTICA
el Santo un poco más abajo: “De aquí se sigue que cuanto el alm
va más a oscura y vacía de sus operaciones naturales, va más se
gura” (22).
San Juan prevé una dificultad que necesariamente ha de surgir:
“pero a la duda que de aquí nace luego, conviene a saber, que Da
las cosas de Dios de suyo hacen bien al alma y la ganan y Aseguran
¿por qué en esta noche le oscurece Dios los apetitos y potencias tam.
ma
bién acerca de lascosas buenas, de manera que tampoco pueda
tar de ellas, ni tratarlas como las demás, y aun de alguna manera
menos?”
Postula el Santo, por lo que la objeción da claramente a enten. *
der, una desnudes de lo que en nuestras potencias y acciones Hi
diere haber, no de pecaminoso, sino de toda actividad, aunque fuera
buena, Y en este mismo sentido abunda la respuesta a la objeción
“Respóndese, que entonces conviene que tampoco le quede operación
ni gusto acroa de las cosas espirituales, porque tiene las potencias
y apetitos impuros, bajos y muy naturales: y así, aunque se les dé
el sabor y trato a estas potencias de las cosas sobrenaturales y divi.
nas, ho le podrían recibir sino muy baja y naturalmente, muy a su
modo, Porque, como dice el Filósofo, cualquiera cosa que se recibe,
está en el recipiente al modo del que la recibe. De donde porque es-
tas naturales potencias no tienen pureza ni fuerza, ni caudal para
recibir y gustar las cosas sobrenaturales al modo de ellas, que es di-
vino, sino sólo al suyo, que es humano y bajo, como habemos dicho,
conviene que sean oscurecidas también acerca de esto divino” (23).
No trata el Santo de un despojo únicamente afectivo, el cual está
más bien en la voluntad o en el apetito sensitivo, sino de que las po-
tencias han de despojarse de su contenido cognoscitivo y vivir sólo
de la fe, porque siendo ellas de un orden muy inferior, adulterarian
y corromperían las verdades sobrenaturales. Es la misma base dioni-
siana de la total improporcionalidad entre el orden natural y el divi:
no. Es este el pensamiento que domina la mentalidad sanjuanista a
lo largo de la Subida y de la Noche Oscura. “De todo se ha de vaciar
como sea cosa que pueda caer en su capacidad, de manera que aun:
que más cosas sobrenaturales vaya teniendo, siempre se ha de que:
dar como desnuda de ellas y a oscuras, así como el ciego arrimándo-
arrimándose a cosa
se a la fe oscura, tomándola por guía y luz, y no
Porque todo es tiniebla
de las que entiende, gusta y siente e imagina.
entender y gustar y
ue le hará errar; y la fe es sobre todo aquel
es son tiniebla, y por lo
a ir
sent e imaginar” (24). Nuestras facultad
para el orden sobrenatural,
mismo no debemos ayudarnos de ellas
porqu e necesariamente nos harían errar”. Y añade: “Lo más alto que
se pueda sentir y guaas de Dios, dista en infinita manera de Dios y
del poseerle puramente (25). Y dedica todo un capítulo a demostrar
«cómo ninguna criatura ni alguna noticia que pueda caer en el en-
tendimiento, le puede servir de próximo medio para la divina unión
con Dios” (26). En estos y otros mil textos que pudiéramos ir apilan-
do en estas páginas, afirma el Santo, siguiendo al Pseudo-Dionisio, la
necesidad de sumergir el alma en muy oscura noche.
Por lógica consecuencia,como los “recogidos” osunistas, se decla-
ra contra las manifestaciones extraordinarias sobrenaturales. Las des-
cribe el Santo del modo siguiente: “Acerca de la vista se les suelen
representar figuras y personajes de la otra vida, de algunos santos
y figuras de ángeles, buenos y malos, y algunas luces y resplandores
extraordinarios. Y con los oídos oir algunas palabras extraordinarias,
ahora dichas por esas figuras que ven, ahora sin ver quién las dice.
En el olfato sienten a veces olores suavísimos sensiblemente, sin sa-
ber de.dónde proceden. También en el gusto acaece sentir muy sua-
ve sabor y en el tacto grande deleite, y a veces tanto, que parece que
todas las médulas y huesos gozan y florecen, y se bañan en deleite;
cual suele ser la que llaman unción del espíritu, que procede de él a
los miembros de las limpias almas” (27).
El alma no debe pararse en estas manifestaciones divinas, pues no
nos llevan a Dios, al contrario, nos impiden hacernos una idea exac-
ta de la Divinidad, y dificulta, a un mismo tiempo, la desnudez es-
piritual que acabamos de describir. Haciendo, como hacen, por las
razones dichas, más daño que provecho, se ha de tener por más cier-
to que provienen del demonio. “Nunca jamás se han de asegurar en
ellas ni las han de admitir, antes totalmente han de huir de ellas sin
querer examinar si son buenas o malas; porque así como son exte-
riores y corporales, así tanto menos ciertas son de Dios” (28). En el
sentido “ordinariamente hay mucho peligro y engaño; por cuanto en
ellas se hace el sentido corporal] juez y estimador de las cosas espiri-
tuales, pensando que son así como las siente; siendo ellas tan dife-
rentes como el cuerpo del alma y la sensualidad de la razón. Porque
tan ignorante es el sentido corporal de las cosas espirituales y aun
más, como un jumento de las cosas racionales, y aun más” (29). Y sÏ-
gue escribiendo el Santo Doctor: “Y así yerra mucho el que las tales
cosas estima, y en gran peligro se pone de ser engañado; y por lo me-
Nos tendrá en sí total impedimento para ir a lo espiritual. Porque
no tienen, como habemos dicho, pro-
eaquellas cosas , corporales
todas
(25) Ib. Véase también el n. 3 de este mism
(26) Ib. e. 8, o c. 4.
(27) Subida, lib. 2, c. 11, n.
(28) Ib. n. 2, 1.
(29) Ib. n. 2.
12 REVISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGIA, — Francisco González F. Cordero
. AAA
(30) 1Db., n. 3.
(31) R. ZaAvALLONI, Educación y personalidad, c. 1, p. 25 (FAX) Madrid 1958.
(32) Subida, lib. 2, c. 11, n. 4.
LA TEOLOGIA ESPIRITUAL DM SANTA TERESA DE JESUS, 13
oa
A
DA
LA TEOLOGIA ESPIRITUAL DE SANTA TERESA DE JESUS... 21
REACCIÓN TERESIANA
Santa Teresa
de Jesús nunca fue doctrinaria, fue sencillamente
una mística experimental. Esto no obsta a que reaccionara fuertemen-
te, ante el reclamo del sentido común, en el que era sobresaliente,
contra el neoplatonismo destructor de la unidad totalitaria de la
persona humana. No era conocedora de teología ni de filosofía, pero
nos enseñó una teología sublime, tomando como base la psicología
del sentido común, que es la psicología de nuestro tiempo. El hombre
es una unidad sustancial, sus elementos no deben ser destruídos,
sino ordenados al bien de la totalidad. No conoció el negativismo de
fray Juan de Santo Matía. Cuando fray Juan de la Cruz, influencia-
do todavía por sus lecturas negativistas, y deseando llevar a la Santa
a un despojo absoluto, le daba de comulgar con una partícula adrede
minimizada, Dios suplía con gracias extraordinarias el negativismo
del santo celebrante (60).
La Santa asestó sus tiros contra el recogimiento osunista. Juzga
perjudicial e imposible la suspensión del pensamiento. “No puedo
acabar de entender cómo se puede detener el pensamiento de mane-
ra que no haga más daño que provecho” (61). Es cierto que pide la
suspensión del discurso, pero cuando el alma ha llegado ya a la con-
templación infusa. Porque en este caso obra Dios en el alma, y ésta
no ha de hacer otra cosa que dejarse conducir (62). Pero nunca pide
industrias para suspender nuestra actividad como medio para la ac-
ción contemplativa, antes al contrario, verdadero esfuerzo de nues-
tras potencias anímicas. “Si este Rey aun no entendemos que nos ha
oído y ni nos ve, no nos hemos de estar bobos, que lo queda harto el
alma cuando ha procurado esto [es decir, estar boba]; y queda mu-
cho más seca, y por ventura más inquieta la imaginación con la fuer-
za que se ha hecho a no pensar nada; sino que quiere el Señor que
Hs
(60) Obras de Santa Teresa de Jesús, ed. por Silverio de S. Teresa, T. 11, Re-
S, XXXV, p. 63, Burgos, 1915.
(61)
(62) Cuartas
10 Mor adas, C. 3, n. 4.
22 REVISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGIA, — Francisco González F. Cordero
(63) 1D., n. 5.
(64) Ib., n. 6.
(65) 1b.
(66) Ib. n. 4.
(67) 1D.
(68) Vida, c. . 2.
(69) Vida, c. 7, n. 2.
(70) Ib.,c. 9
(71) 1d. c. 9,
LA TEOLOGIA ESPIRITUAL DE SANTA TERESA DE JESUS
Ti
(86) Ib.,c. 1, n. 1.
(87) Ib.,c. 1, n. 12,
(88) Ib., c. 2, n. 2.
(89) Ib. c.4,n.4
(90) Sertas Moradas, c. 4, n. 13.
(91) Ib. €. 5, n. 7.
(92) Ib., c. 4, n. 2.
——
Esta es una interpretación descaminada. En las grandes impre
siones, en los desmayos, los sentidos y potencias
pierden toda activi
dad, quedan dormidos. En cambio en estos fenómenos carismáticos
las potencias trabajan muy activamente. “Lo que yo entiendo en este
caso, es que el alma nunca estuvo tan despierta para las Cosas de
Dios ni con tan gran luz y conocimiento de Su Majestad” (93). Y pre.
cisamente se admira de ello la Santa. Están las potencias como
muer.
tas, y sin embargo en gran actividad. “Parecerá imposible, porque si
las potencias están tan absortas que podemos decir que están muer-
tas, y los sentidos lo mismo, ¿cómo se puede entender que entiende
ese secreto?”. La Santa no sabe responder a esa dificultad. Como ex.
perimentalista que es, le basta testificar el hecho. “Yo no lo sé, ni
quizá ninguna criatura, sino el mismo Criador” (94). Santa Teresa no
había estudiado psicología, y por eso no tenía obligación de saber
resolver este problema. El éxtasis no es sueño, no es muerte, sino
absorción. Estámos en nuestra habitación sumergidos en profundo
estudio, y no caemos en la cuenta del rumor de la calle. Toda la ac-
tividad anímica se halla sumergida en el objeto de nuestra investi-
gación. Puede ser tal la absorción por el problema que lleguen a sus--
penderse las mismas operaciones fisiológicas. Conocida es la prohi-
bición de los galenos de estudiar después de las comidas. Piden por
un tiempo prudencial la suspensión de la actividad mental. Es que:
la fuerza del alma es limitada, y no puede ser aplicada sin merma
en todas direcciones. En el orden carismático sobrenatural, las pro-
fundas heridas del corazón, las verdades que se presentan al alma,
de tal manera la absorben, que resta sin actividad externa. La vir-
tud anímica se ha refugiado toda ella en el interior.
Advirtamos que la supresión de la actividad sensible externa no
constituye una aprobación sobrenatural de la doctrina desintegracio-
nista plotiniana. Los carismas no niegan la materia, el orden de la
sensibilidad. Al contrario el orden sensible colabora al perfecciona-
miento de la totalidad del ser. No faltan visiones imaginarias, ni lo-
cuciones externas (95). Esto no obstante, no podemos negar que la.
de:
totalidad humana se halla en crisis por la frecuente suspensión
la facultad vegetativa y de los sentidos externos e internos. Es una
imperfección de la persona humana, ciertamente en aras de valores
superiores, pero siempre y en todo caso es una mutilación.
(93) Ib.,c. 4, n. 4.
(94) Tb.
(95) Sextas Moradas, c. 4, n. 6; c. 5, n. 6.