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Karen y Leo se han unido al staff de último momento, y han ayudado a
que este proyecto sea terminado.

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Nota del staff
Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por
lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan leer.
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de compartir.
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los escritores
invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del material para
apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma monetaria como
agradecimiento de estos las bellas historias que tanto amamos.

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Sinopsis
A Lincoln Hudson le ha sido encargado el trabajo más fácil en el mundo. Hacer
de niñero del hijo mimado de un senador conservador, mantenerlo fuera de
problema y recibir un cheque de seis dígitos. Un cheque que él necesita
desesperadamente. El padre de Wyatt asegura que él necesita la mano firme y la
disciplina de Linc. Una sola mirada hacia él y Linc está de acuerdo. Wyatt
necesita disciplina.
Ser el hijo de un senador en el closet con valores familiares ha dejado a Wyatt
Edgeworth con una racha de imprudencia y un amor por las fiestas que le
cuestan ocho meses de su vida y la reelección de su padre. Así que ahora, él tiene
un niñero. Un niñero muy sexy.
Cuando Wyatt en ebriedad le dice a Linc que sería un excelente “papi”, ambos
llegan a un acuerdo.
Wyatt obtiene un “papi”, Linc se queda con su cheque, y ambos siguen caminos
separados. Para que funcione, la llave es la discreción, pero con los reporteros
siguiendo cada movimiento de Wyatt, es casi imposible.
Quedarse juntos no fue nunca una opción, pero cada día que pasa, sus
sentimientos crecen más. ¿Arriesgarán todo por lo que se suponía sería una
aventura inofensiva?

Embriagador es el primer libro de la serie Servicio de Protección de Élite y


contiene Age-Gap, daddy kink y elementos de BDSM, con final feliz y sin final
abierto.
Advertencia: Este libro contiene situaciones de intentos de suicidio,
daño auto infringido y conversaciones sobre traumas y abusos
sexuales pasados.

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Contenido

Prólogo 13. Lincoln 26. Wyatt


1. Lincoln 14. Wyatt 27. Lincoln
2. Wyatt 15. Lincoln 28. Wyatt
3. Lincoln 16. Wyatt 29. Lincoln
4. Wyatt 17. Lincoln 30. Wyatt
5. Lincoln 18. Wyatt 31. Lincoln
6. Wyatt 19. Lincoln 32. Wyatt
7. Lincoln 20. Wyatt 33. Lincoln
8. Wyatt 21. Lincoln Epílogo
9. Lincoln 22. Wyatt Sobre el autor
10. Wyatt 23. Lincoln
11. Lincoln 24. Wyatt
12. Wyatt 25. Lincoln

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Prólogo
Wyatt

Sesenta y cinco. Ochenta. Ochenta y cinco. Noventa.

Mientras el número del medidor de velocidad aumentaba, algo se aflojó dentro


del pecho de Wyatt Edgeworth. Él solo quería que se acabara. La temperatura
humeante del exterior luchaba con el frígido aire acondicionado que bombeaba a
través de las ventanillas del auto, causando que las ventanas se empañen, pero él
no conseguía refrescarse. Perdió la camisa diez minutos después de haber
escalado detrás del volante, pero todavía estaba ardiendo.

El sudor y las lágrimas pinchaban sus ojos hasta que los números nadaron en una
mancha rojo brillante. Parpadeó rápidamente para limpiar su visión. Cuando eso
no funcionó, quitó ambas manos del volante, clavando el dorso de la palma de su
mano contra los ojos hasta que brillos bailaron detrás de los párpados.

Sin su guía, el auto viró hacia el otro carril. No importaba, el camino estaba
muerto. No había visto otro automóvil en millas. Solo degenerados y camioneros
estaban en la autopista a las cuatro de la mañana. Por lo menos, eso era lo que su
madre decía en su tono más agrio justo después de que le recordara que su
comportamiento era inapropiado, aconsejando que se detuviera de inmediato y
esperará a que alguien viniera a recogerlo. Eso fue cuando Wyatt había tirado su
teléfono por la ventana. Él cambió su peso, la piel pegada al asiento de cuero suave
como mantequilla de su Porsche Cayenne.
¿Por qué carajos hacía tanto calor?

Los neumáticos chirriaron mientras conectaban con las franjas blancas


reflectantes de advertencia en el arcén de la carretera. Dio un tirón al volante
hacia la izquierda, solo tropezando un cuarto del panel frontal contra la barandilla
de aluminio antes de encontrar nuevamente el asfalto. Intentó concentrarse en
quedarse entre las líneas blancas, pero había demasiadas de ellas.
La cabeza de Wyatt palpitaba, su lengua saltó contra el paladar de su boca. Su
mundo parpadeaba dentro y fuera de foco. Se frotó la ceja y presionó el botón del
aire acondicionado, intentando bajar la temperatura, pero ya se encontraba
programado en lo más bajo. Agua. Necesitaba agua. Tomó la botella de plástico
en el asiento del pasajero, gruñendo con frustración cuando estaba vacía. Aplastó
el plástico con un grito antes de abrir la ventana y enviarla volando. El auto casi
se estrelló, pero él lo atrapó antes de perder el control.

“Jesús, no puedo creer que fueras tú el que vivió”.

2
Se sacudió las lágrimas del rostro, aplastando el pie en el pedal del gas y
apretando la dirección con ambas manos. La pequeña pastilla rosada que se había
tomado más temprano estaba en guerra con la media botella de bourbon que
ingirió, dejándolo cansado y energizado, las palabras de su padre rebotaban en su
cráneo como pinball.

“Eres un desperdicio. Todo el dinero que invertimos para volverte normal… ¿y


para qué? Para que estés sobre tus rodillas en un baño como una puta de dos
dólares… ¿En un evento público? En uno de mis eventos. ¡Frente a mis amigos!”.

Lo impresionaba como su padre tuvo la audacia de llamarlo una puta cuando en


el evento en cuestión se pagaba veinticinco mil dólares por plato. Su padre tenía
una idea peculiar sobre la normalidad. Casarse con una mujer que odiaba por su
fondo fiduciario. Vender su alma para alcanzar sus objetivos. Niños en jaulas.
Muros para mantener a nadie del lado de afuera. Y, aun así, Wyatt era la puta.
Wyatt era la abominación. Qué chiste. Su risa irregular era resaltada en el silencio
del auto.

“¿Qué es lo que buscas? ¿Atención? ¿Dinero? ¿Qué se necesita para que dejes este
estilo de vida desviado de una vez por todas? Hay programas… Centros de
tratamiento para adultos. Mejores de los que te enviamos antes. Más agresivos.
Déjanos ayudarte antes de que sea muy tarde. Tu alma está en peligro.”

Se le escapó un sollozo. Su visión era una corriente de líneas blancas que refluían
y fluían como si él estuviera en The Matrix1. Necesitaba bajar la velocidad, pero
sabía que no podía. Él sabía, muy profundo y abajo de sus agallas —en donde
había acumulado todas las cosas que él solía pensar eran posibles—, que no se
detendría. Su padre jamás lo dejaría solo. Nunca lo dejaría ser quien era. Jamás
lo dejaría tener algo que pudiera llenar ese gigante, enorme agujero dentro de él.
¿Cuál era el punto de todo esto?

Apagó las luces de los faros delanteros y se sumergió en oscuridad hasta que las
luces de las calles fueron como estrellas fugaces y los reflectores eléctricos y las
personas solo eran energía. Él era solo energía y átomos, y si solo soltaba el
volante, todo podría terminar. No más dolor. No más heridas. No más
frustración. No más decepción. No más Wyatt.

¿No estaría haciéndole un favor al mundo?

Metal chocó contra metal como un monstruo prehistórico, el fuego se arrastró


sobre sus mejillas y frente, y entonces estaba volando. ¿Era así como se sentía
morir? El repentino golpe le robó la respiración de los pulmones, y el dolor
explotó detrás de sus ojos mientras su cuerpo rodó por lo que parecía una
eternidad.

1
The Matrix, película protagonizada por Keanu Reeves.

3
¿La muerte se suponía que debía doler de esa forma? Quizás esto era el infierno.
Wyatt intentó abrir sus ojos, pero solo uno de ellos pareció cooperar. El cielo
nocturno nadaba sobre su cabeza y mostraba un mundo pintado en carmesí.
Intentó reír, pero sonó más como un jadeo dolorido y el sabor a cobre invadió su
boca. ¿Todavía tenía sus dientes? Intentó tocarlos con la lengua, pero su cuerpo
no cooperaba.

No recordó haber cerrado los ojos, pero debió haberlo hecho porque cuando los
abrió de nuevo, un rostro apareció. Debió haber gritado si pudiera manejarlo,
pero en su lugar, tragó con fuerza intentando concentrarse. El hombre sobre él,
iluminado por las luces de la calle, tenía el rostro redondo con gafas de montura
de alambre y piel bronceada de navegante. Solamente la piel alrededor de sus
profundos ojos marrones, mostró lo pálida que estaba la complexión del extraño.
¿Las personas pescaban en el cielo?

—Mierda santa. ¿Estás vivo? Jesús. ¡Estás vivo! —El hombre lo estaba
sacudiendo, y Wyatt luchó contra la urgencia de vomitar —. Cariño, mierda santa.
¡Mierda santa! Está vivo. Me está mirando fijamente. Llama al 911 —Entonces el
rostro del hombre estaba de nuevo en su punto de visión —, oye, trata de no
moverte ¿de acuerdo? Podrías tener, como, el cuello roto o algo así.

El hombre tenía demasiados dientes. Tan blancos. Wyatt se concentró en los


dientes como chiclets2, mientras dejaba a su cuerpo recuperar el control.

—Mmm bien —intentó decir, pero su lengua era demasiado grande para su
boca. Lo intentó de nuevo —. Estoy bien. Si… si pudiera llevarme a mi auto.

El hombre resopló en una risa sobresaltada.

—No sé cómo decirte esto, hombre, pero podrías meter lo que queda de tu
deportivo en tu bolsillo. Es un milagro que sigas vivo.

El estómago de Wyatt se hundió. Ni siquiera esto lo podía hacer bien. Tomó la


mano del hombre:

—Dile a mi papá… Dile a mi papá que intenté terminarlo. Intenté hacer las
cosas bien. Dile.

2
Marca de chicles.

4
Uno
Linc
—El senador lo verá pronto.
Lincoln Hudson se levantó, luchando con la urgencia de tirar del cuello de la
camisa blanca de vestir. Debió de haber chequeado si su traje aún le servía antes
de aceptar esa reunión apresurada, pero ya era demasiado tarde. Llevaba tanto
tiempo fatigado, que la camisa abotonada era como una soga alrededor del cuello.
O quizás era el trabajo en sí mismo lo que le causaba esa sensación de
ahogamiento. Linc no podía estar seguro.
Siguió a la pequeña mujer rubia por el corredor majestuosamente alineado con
una alfombra azul y dorada y pintura tras pintura de hombres blancos
congestionados y viejos. Cuando alcanzaron un set de puertas dobles, ella empujó
la puerta con floritura y en un gesto indicó que entrara antes de regalarle una
sonrisa sin entusiasmo y cerrarlas de nuevo. Un hombre —Presuntamente el
senador— alzó un dedo en un gesto de “un momento”, antes de mecerse en la silla
lejos de Linc, como si de esa forma erigiera un tono de silencio alrededor de la
conversación.
A Linc le importaba una mierda la llamada telefónica del tipo, así que él merodeó
en la habitación en su lugar. Contó ni más ni menos que tres animales muertos
adornando las paredes. Dos que estaban dentro de las listas de peligro de
extinción. Estanterías rellenas con libros recubiertos de cuero ocupaban la
totalidad de la pared izquierda. Linc se desplazó más cerca, tratando de no rodar
los ojos cuando notó que casi todos los títulos eran sobre leyes, ambas secular y
bíblica. Este hombre debía ser el hazmerreír en las fiestas. La mueblería era toda
de caoba brillante, y el decorador de interiores del tipo había recubierto en cuero
marrón todo lo que no estaba hecho de madera. El bar en el rincón más apartado
de la habitación exhibía una variedad de decantadores de cristal rellenos solo con
licores oscuros. Linc podía apostar que el hombre tenía cigarrillos cubanos
escondidos en algún lugar de su enorme escritorio.
—Esa es la circunvalación del problema, Jerry. No se trata de eso. Escucha,
necesito irme. Sí. Tengo otra reunión. Dale a Clare y a los niños todo mi amor, y
hablaremos más de esto cuando nos encontremos en el club el sábado —El
hombre hizo una pausa —. No. Wyatt no se nos unirá. Tiene una reunión respecto
a su escribanía. Sí, estamos muy orgullosos. Es un buen chico. De acuerdo.
Hablaremos pronto.
Linc regresó su atención hacia el senador cuando pareció que estaba terminando
la conversación. El hombre colgó el teléfono, girando el rostro hacia Linc, dándole
por primera vez un vistazo real sobre su nuevo cliente. Tenía hombros amplios

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con el cabello rubio dorado convirtiéndose en gris en las sienes y con un peinado
justo para esconder las entradas de su cabello. Había perdido la chaqueta de su
traje y solo llevaba una camisa azul pálida de botones y una corbata color azul
oscuro, aflojada alrededor del cuello.
Cuando se puso de pie, Linc notó que el estómago del hombre se hundió debajo
de su cinturón a pesar de los músculos definidos de sus brazos y pecho.
—Siento eso. Ese hombre habla hasta por los codos, si sabes a lo que me
refiero. Montgomery Edgeworth. Mis amigos me llaman Monty —Cuando habló,
su tono era afable, el suave acento sureño hablaba de las raíces de Georgia, no
Florida. Extendió la mano, y Linc la sacudió, notando la forma en la que la mano
del hombre apretó la suya mucho más tiempo y con más fuerza de la necesaria.
¿Qué estaba intentando probar este tipo, de todas formas? ¿Acaso pensaba que
Linc buscaba entrar en alguna clase de concurso de medición de pollas con él?
Linc había conocido docenas de hombres como él durante su servicio, imbéciles
inseguros tratando de exponer su dominancia con estas innecesarias muestras de
masculinidad. Él encontraba la situación particularmente agotante.
Monty hizo un gesto hacia Linc para que se sentara.
—Gracias por tomarte el tiempo de venir y hablar. Eres el tercer
guardaespaldas que contrató en los últimos seis meses, y francamente, esto está
tomando demasiado de mi tiempo invaluable.
Linc dio un pequeño asentimiento, pero no dijo nada. Jackson le había advertido
sobre no dejar que la naturaleza afable de Monty Edgeworth lo influenciara. Sus
amigos usaban las palabras “serpiente encantadora”. A Linc no le importaba si el
senador era Satán reencarnado mientras le diera un cheque al final del trabajo.
—No es ningún problema. Ya me encontraba en la ciudad visitando a
Jackson cuando el trabajo vino por reasignación. Él cree que puedo encajar bien.
La sonrisa se deslizó, y Monty asintió.
—Es verdad. Ustedes dos sirvieron juntos, ¿correcto?

—Sí, señor. Dos tours en Afganistán.

—Jackson es una buena persona, incluso aunque invierta la mayor parte


de sus días haciendo de niñero para las celebridades.
Jackson Avery hacía mucho más que solo proteger celebridades, pero Linc no iba
a perder la respiración diciendo mucho más. Monty no se veía como un hombre
que quería que las personas lo corrigieran. En su lugar, Linc se concentró en el
trabajo.
— ¿Necesita que proteja a su hijo? ¿Ha habido alguna amenaza contra él?
El senador rio.

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—Oh, no. Nada de eso. Honestamente, la única amenaza contra mi hijo es
él mismo. Él… bueno, es un malcriado, eso es lo que es. Mi esposa y yo, le dimos
todo lo que quería porque perdimos nuestro primer niño cuando era muy
pequeño. Ahora, él tiene la sensación que a Dios le importa un nabo. Necesito a
alguien que mantenga un ojo sobre él durante los próximos seis meses.
Un millón de preguntas aparecieron en la cabeza de Linc. Comenzó con el inusual
y específico período de tiempo.
— ¿Qué sucede en seis meses?

—Día de elecciones. No puedo permitirme un escándalo ahora mismo. Me


he mantenido en este puesto por seis años, y me niego a perder frente a un treinta-
y-algo, guitarrista y vegano que piensa que Bernie Sanders es el bendito mesías
—Resopló —. Topher Arroyo quiere legalizar la marihuana y dejar que los gays
corran por allí, y si pudiera ser un poco más pro-elección, dejaría que las mujeres
ahogaran sus propios bebés antes del primer año. ¿Quién llama a su hijo Topher,
de todas formas? Hippies, por supuesto —Terminó, con su voz alcanzando una
impresionante nota alta.
Linc apretó la mandíbula, pero su rostro permaneció impasible mientras
observaba al punto muerto en el centro de la frente del tipo. Jack tenía razón. Este
tipo era una basura.
—Entonces, ¿quiere que yo… qué? ¿Haga de niñero con su hijo? No soy
bueno con los niños.
Una vez más, rio.
—Mi hijo tiene veintidós años. Puede que actúe como un infante, pero le
prometo que no tendrá que cambiar pañales. Necesito que mantenga su nombre
fuera de los tabloides.
Linc arrugó el ceño.
—No se ofenda, pero se da cuenta que está pagando una cifra de seis dígitos
por cuidar de un hombre adulto, ¿verdad?

—Diez minutos con mi hijo y se dará cuenta de que lo he robado —Monty


estiró la mano sobre el escritorio y agarró algo de la primera gaveta. Arrojó una
pila de fotografías hacia Linc. Él las atrapó mientras se esparcían sobre la
superficie brillante.
Linc las tomó todas. Al principio, no entendió muy bien qué era lo que, pero
entonces, se dio cuenta que se trataba de un accidente de auto. Los restos de un
Maserati blanco descansaban estropeados en lo que parecía ser una autopista.
Era de noche, a pesar de la luz artificial flotando en las imágenes. Mientras se
deslizaba entre las fotografías, notó que la mayor parte de ellas eran del automóvil
tomadas de diferentes ángulos.
—Este fue su primer accidente dos años atrás. Se libró del choque sin un
rasguño.

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— ¿Su primer accidente?
El rostro de Monty colapsó en un ceño fruncido, haciéndolo parecer mucho más
viejo de lo que era.
—Hmm. Ha estado en otros tres después de ese.

— ¿Estuvo bajo influencia?

—No la primera vez. Solo fue estúpido e insensato. Convencimos al juez de


que tenía un ataque, y lo dejaron ir.
“Claro que lo hicieron”. Linc pensó, permitiéndose poner los ojos en blanco
mentalmente.
Linc continuó avanzando a través de las fotos. A medio camino del bulto, las
imágenes cambiaron.
Primero, los remantes de un BMW negro serie 2 envuelto alrededor de un poste
de luz seguido de un Lincoln Navigator mitad dentro y mitad fuera de lo que
parecía ser una piscina comunitaria. Las imágenes finales mostraban lo que
parecía que antes había sido un pequeño deportivo blanco. El frente del auto
terminaba en el asiento del conductor, y el vehículo en sí mismo estaba doblado
por todas partes, como si un gigante lo hubiera aplastado con los puños.
—Ese fue su accidente más reciente. Tuvo una fractura en el hueso orbital,
el fémur roto, seis dientes destrozados, y un brazo lacerado. Mi esposa tuvo que
estar medicada contra el estrés por semanas.
“Estrés, no miedo”, Linc no pudo evitar notarlo. Él supo que no era un error en
las palabras escogidas.
La última foto mostraba a un muchacho en una camilla con una máscara de
oxígeno ocultándole la mitad baja del rostro. Sangre y sudor aplastaban el cabello
rubio del chico contra la frente, el ojo izquierdo inflamado estaba cerrado. El ojo
derecho estaba abierto y miraba hacia la cámara. La desolación en su apariencia
se sintió como una patada en el estómago. Linc agitó la cabeza, empujando las
fotografías de vuelta sobre el escritorio, con excepción de una.
—Los otros accidentes fueron lo suficientemente pequeños para solo pagar
por daños de propiedad.
Jesús. La manzana podrida obviamente no cayó muy lejos de un árbol podrido.
—Pero este último de hace ocho meses, mi hijo destrozó su Porsche por ir
a cientos de millas por hora a través de la I-95. Perdió el control del auto, se salió
de la autopista, y de nuevo, chocó contra una barrera de concreto. Dicen que la
única razón por la que salió con vida es porque estaba tan malditamente
intoxicado que salió expulsado del vehículo. Es un milagro que esté vivo —
Murmuró, sonando más como si fuese un inconveniente y no algo milagroso.

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—Parece haber sufrido heridas bastante serias —Linc agregó, incapaz de
apartar la mirada de la fotografía del chico.

—No lo suficientemente serias —Monty murmuró. Eso captó la atención


de Linc. Ante la ceja levantada de Linc, los hombros del tipo se desplomaron —.
No quise decir eso. Solo estoy frustrado. Es un buen chico. Él solo está…
Confundido. Le falta disciplina. Reglas. Orden. Es por eso que Jackson cree que
serás adecuado. No va a encandilarte como a los otros.

—Lo siento si no es adecuado, pero su hijo tiene veintidós años. No puedo


simplemente mudarme a su casa y cuidarlo contra su voluntad.

—Al diablo si no puedes. Mi hijo está actualmente en arresto domiciliario,


el cual recibió después de haber fallado en su prueba de alcoholemia exigida por
la corte. Puede que sea un adulto de acuerdo a la ley, pero depende de mí para
vivir. Antes de este accidente, estaba terminando su último año en la Universidad
de Florida antes de entrar a la escuela de derecho. Tuvo que tomarse un año
completo para cumplir con su sentencia, pero él sabe que me pertenece. Él
definitivamente no tiene ni las habilidades ni la ambición necesaria para valerse
por sí mismo. Hará lo que sea que yo le diga que debe hacer. Hará lo que tú le
pidas.
Los ojos de Linc bajaron nuevamente hacia la imagen, su polla intrigada por la
noción del niño de ojos verdes haciendo cualquier cosa que Linc le pidiera. Él
apartó los pensamientos lejos.
—Señor, si él está en arresto domiciliario, ¿qué necesita de mí? Si tiene un
monitor en el tobillo, ¿no significa que la policía le tiene un ojo encima?

—Salió de la propiedad dos veces a pesar de tener el condenado monitor.


Le quedan dos semanas de arresto domiciliario, y entonces las multas de Miami
lo liberarán de nuevo en la sociedad. Necesito que lo mantengas fuera de
problemas de manera que no extiendan su sentencia, y también necesito que
mantengas su nombre fuera de los tabloides por los próximos cinco meses. Es un
condenado milagro que haya mantenido el arresto domiciliario en secreto.
Monty de verdad parecía amar usar la palabra “milagro”. Linc sospechaba que el
senador realmente no entendía el significado de la palabra.
—La única cosa buena de ese niño Topher —Continuó Monty, inconsciente
del monólogo interno de Linc —. Está determinado a llevar una “campaña
limpia”, así que no ha intentado sacar ningún trapo sucio. Solo quiere debatir los
“problemas”.
Linc no confiaba en nadie que usara citas de aire tanto como lo hacía este tipo.
—Entonces, no soy un niñero. ¿Soy un guardia de prisión?

9
—Si consideras que vivir en un penthouse de setecientas hectáreas sobre
Biscayne Bay, es una prisión, entonces seguro, eres el guardia más afortunado y
bien pagado del mundo.
Estas personas eran todo lo que Linc odiaba del mundo.
—De acuerdo, entonces. Estoy dentro.
El rostro del senador se iluminó, y una vez más, se puso de pie extendiendo un su
brazo.
—Excelente —Una vez que su mano estaba alrededor de la de Linc, él la
apretó con fuerza —. Déjame ser franco. No necesito hacer hincapié en la
importancia de ser discretos, ¿verdad?

—Firmé un acuerdo de no divulgación cuando tomé el trabajo con Elite.

—Excelente. Supongo que no te importará firmar a tu salida otro acuerdo


que mi abogado preparó.
Linc arrugó el ceño, pero asintió.
—Supongo que no. Estaría bien.

—Entonces no hay nada más que decir que bienvenido abordo. Una vez
que juntes tus cosas, mi conductor estará feliz de llevarte a la casa —Linc tenía
una mano en el picaporte cuando el senador habló de nuevo —. No olvide que
trabaja para mí, Sr. Hudson. No importa lo que mi hijo diga.
Linc cerró la puerta tras él, un dolor de cabeza golpeándolo detrás del ojo
izquierdo.
Esperaba que este trabajo valiera la pena.

10
Dos
Wyatt

Wyatt frotó la correa esposada a su tobillo derecho. Debajo de ella, la piel se veía
en carne e irritada, pero se consoló a sí mismo imaginando la expresión del
rostro de su papá si pudiera verlo tomando el sol en la piscina, con una botella
del mejor bordeaux del viejo a su lado. Ni siquiera estaba tomando, solo la tenía
abierta en caso de que su querido y viejo padre se presentara sin anunciarse. No
era como si su padre lo hubiese hecho o siquiera fuera a hacerlo. Él siempre
ponía sus esfuerzos en las cosas que amaba, y Wyatt no había sido una de las
cosas de las que Montgomery Edgeworth se preocupara desde que tenía seis,
por si acaso. Presión se inflamó detrás de las costillas de Wyatt, pero él la obligó
a retroceder, mordiéndose el interior de la mejilla hasta que el sabor a metal
llenó su boca.

Como sea.
Se dejó caer de nuevo sobre el sillón verde, lanzando una última mirada a su
tobillera emitida por el gobierno antes de cerrar los ojos, dejando que el calor del
sol y el dolor de su mejilla palpitante empujaran lejos el sentimiento enfermizo
que él no quería reconocer. No había visto a su padre en meses, no desde que el
juez dio a Wyatt una clase severa sobre responsabilidad y lo sentenció a seis meses
de arresto domiciliario. No había razón para pensar que su padre iba a
ensombrecer su puerta, aunque Wyatt haya espantado a otro perro guardián.
Sin abrir los ojos, Wyatt levantó la botella de Chateau Latour Pauillac 3 y la
olisqueó para después tomar un trago tentativo y hacer una mueca. Sabía a
ciruelas y mugre, y le recordaba a virutas de madera. Tomó otro trago más
generoso. Quizás si estaba lo suficientemente borracho, podía pretender que el
sonido blanco de la aspiradora de Graciela era de la playa, y que los latidos de la
música latina que sonaban en sus parlantes Bose eran del concierto de alguna
banda en el bar de una pequeña isla.

Hoy no le tocaba a Graciela limpiar. Ella solo tenía turno los miércoles, pero
desde su encarcelamiento en la “casa de culo-apretado”4, ella había estado
viniendo todos los días pretendiendo limpiar. A cambio, Wyatt pretendía que no
notaba que no le tocaba ese día. A él le gustaba la compañía, aunque sospechaba
que su madre enviaba a Graciela bajo la esperanza de que ella podía contarle los

3
Casa vinera en Francia.
4
Literalmente llama a su casa: tightass.

11
secretos de Wyatt. No podía culpar a Graciela por pretender que lo hacía. Su
madre les pagaba a sus espías sumas generosas. Pero Graciela era una de las dos
personas que eran fieles a Wyatt por sobre cualquier otra persona.
A pesar del ruido, Wyatt no tuvo problemas en escuchar el desagradable tintineo
del timbre de entrada mientras sonaba la quinta sinfonía de Bethoveen. Él se
quedó dónde estaba, pero se forzó en abrir los ojos de nuevo.
— ¡Graciela! ¡La puerta!
La ama de casas movió la mirada en dirección a él, entonces, deliberadamente le
dio la espalda, moviendo las amplias caderas al son de la música.
—Esto se verá reflejado en tu bono navideño, señora —Prometió mientras
pasaba de ella al caminar.

—Oh, y yo que estaba ansiosa por esos quince dólares —Graciela sonrió,
sus palabras acentuadas goteaban sarcasmo.
Él sonrió ampliamente y palmeó su grisáceo moño desaliñado. No se molestó en
ponerse pantalones, en su lugar abrió la puerta de golpe usando solamente sus
bóxers color negro.
Que gran error.
— ¿Wyatt Edgeworth?
Wyatt estaba seguro que su boca se abrió. Quedó boquiabierto ante la masa de
más de seis pies 5 de puro músculo parado en su puerta, pero no pudo evitarlo.
No era frecuente que cada fantasía que alguna vez hayas tenido tomara vida y
golpeara a tu puerta.
El hombre frente a él tenía una mandíbula amplia y con rastrojo, preciosos ojos
miel, y espeso cabello castaño pincelado con plata que Wyatt decidió tenía el largo
perfecto para tirar de él. Era mayor. Fácilmente en sus cuarenta. Tenía arrugas
que se formaban a los costados de sus ojos y líneas pronunciadas en su frente,
pero eso no restó méritos a las largas y espesas pestañas y a su muy besuqueable
boca. Una boca que estaba apretada en una línea dura como si estuviera irritado.
Mierda.
Wyatt miró sobre su hombro.
—Oye, Graciela. ¿Contrataste a un stripper?

—Ah sí. Déjalo que entre, llega tarde —Ella gritó sobre el ruido agitando la
mano de forma desdeñosa —. No, chico tonto. Tu padre envió a otro niñero.
Espero que este sea más inteligente que el último.
Los labios del hombre temblaron como si intentara contener una sonrisa, y Wyatt
intentó ignorar el revoloteo en su estómago. ¿Podría ser su padre tan cruel como
para enviar al hombre más hermoso que Wyatt había visto para cuidar de él por

5
Más de 1.82 cm de altura aproximadamente.

12
los próximos seis meses? La respuesta era sí. Qué jodido bastardo. ¿Qué se
suponía que iba a hacer con este tipo?
—Podrías dejarme entrar.
Jesús, ¿había dicho eso en voz alta?
—Uh, ven y entra, creo.
El hombre arrugó el ceño hasta que Wyatt se percató que le estaba bloqueando el
acceso. Dio un rápido paso hacia atrás, intentando recobrar el equilibrio.
“Recomponte, imbécil. Es sólo otro carcelero”.
—Así que eres el último súper soldado de papá, ¿ah? Graciela tiene razón.
El último tipo era un idiota. Espero que seas un poco más inteligente, G.I. Joe6.

—Es Lincoln, pero puedes llamarme Linc.


Wyatt quería llamarlo de un montón de maneras, pero tenía que bajarle a la
mierda.
—No voy a llamarte de ninguna forma. En efecto, voy a pretender que no
existes. Deberías hacer lo mismo. Mantente fuera de mi camino y yo estaré fuera
del tuyo y daremos lo mejor para afrontar los siguientes seis meses. ¿De acuerdo?
El hombre —Linc— resopló antes de cerrar el pequeño espacio que había entre
ellos, forzando a Wyatt a dar varios pasos hacia atrás o a tener la nariz enterrada
en el pecho del hombre alto. Incluso con algo de distancia, Wyatt podía olerlo,
podía sentir el calor de su cuerpo, y eso no estaba muy bien porque él olía como
a alguna colonia de hombre de vieja escuela, como Old Spice 7, que a Wyatt le
gustaba demasiado para un chico que solo llevaba unos apretados calzoncillos
tipo bóxer.
Si Linc notó el predicamento de Wyatt, no lo dijo. Se inclinó más cerca, su voz
como un gruñido bajo.
—Escúchame, niño. No sé cómo funcionaban las cosas con tus últimos
niñeros y me importa una mierda. Presta atención. Cuando yo hable, me
reconocerás, y cuando te diga que hagas algo, lo harás porque yo abro la boca por
una razón justa. Puedo oler el licor en tu respiración, y eso parará ahora mismo.
Si estás en las drogas, eso se detiene también. Te despertarás a una hora
razonable todos los días, te pondrás algo de maldita ropa, y comerás algo sano
porque parece que te estás consumiendo. Harás algo productivo con tu tiempo, y
las luces se apagarán a media noche y ningún minuto después. ¿Fui lo
suficientemente claro?
La garganta de Wyatt sonó mientras tragaba, su boca se secó y su polla se
endureció como roca.

6
Película de acción.
7
Marca de productos de higiene masculina.

13
“No mires abajo, no mires abajo”. Cantó silenciosamente mientras se debatía en
cubrirse la erección con ambas manos. ¿Pero que le pasaba? Debía ser la falta de
opción. Tenía que serlo. Su padre —Y el sheriff departamental— lo tenían cautivo
en ese lugar por meses sin ningún hombre a la vista, y los dos intentos que él tuvo
de aventurarse afuera con el monitor en su tobillo encendido, terminó con él
siendo recapturado antes de llegar al lobby. Él solo necesitaba jalársela y estaría
bien.
No estaba seguro de que hubiese una forma no-humillante de escapar de esa
situación. Demasiado tarde, se le olvidó que el hombre esperaba por su respuesta.
—Sí… sí, por supuesto. Lo que tú digas, G.I. Joe. Estamos bien —Con eso,
se giró sobre los talones y se marchó hacia el corredor, sus pies pegados a las
baldosas de mármol —. Graciela te mostrará los alrededores —Dijo sobre su
hombro antes de entrar a su habitación y azotar la puerta tras él.
Una vez dentro, se recostó contra la puerta como si el hombre lo fuese a seguir.
—Santa mierda —Murmuró, deslizando la mano dentro de su ropa interior
y envolviéndola alrededor de su polla, apretando con fuerza para evitar la
repentina excitación. Tomó unas cuantas respiraciones profundas, intentando
domar su cuerpo y relajarlo, pero estaba demasiado ido.
Wyatt jamás había tenido una reacción tan visceral ante otro ser humano. La voz
de Linc era brusca y gruñona, y golpeó un acorde bajo en el estómago de Wyatt.
Incluso con la tela voluminosa de la barata chaqueta negra del traje de Linc, Wyatt
no pudo evitar notar el tamaño masivo de sus brazos. Él sabía que esos brazos
podrían atraparlo con tanta fuerza como para dejar marca, podrían arrojarlo
donde fuera, hacer que Wyatt se sometiera a sus deseos.
Se giró, apoyando la frente contra la puerta antes de dejar que su mejilla
descansara sobre la superficie. Joder. Se mordió el labio inferior para retener un
gemido mientras movía su mano sobre su polla, la fricción seca era dolorosa y
justo lo que necesitaba. Imaginó el rostro de Linc, imaginó su peso contra la
espalda de Wyatt, su voz grave contra la oreja. Lo imaginó sujetándolo y
follándoselo. Usándolo.
“Si te digo que hagas algo, lo harás”. Su pecho se apretó, su respiración dejándolo
en ráfagas apretadas mientras se masturbaba más rápido. Deseaba a ese hombre.
Deseaba sus manos, sus palabras y sus demandas. ¿Qué hubiese pasado si Wyatt
lo hubiese desafiado? ¿Linc lo habría castigado? Él mordió un gemido ante el
pensamiento.
“¿Fui lo suficientemente claro?”.
—Joder, joder —Susurró, derramándose sobre su mano mientras las olas
de éxtasis rodaban sobre su cuerpo y pintaban la parte de atrás de la puerta con
su corrida.
Se quedó en ese lugar, jadeando, los ojos cerrados con fuerza mientras recuperaba
su respiración.

14
— ¿Qué mierda? —Susurró. Después de un minuto, se sacó la ropa interior
y caminó hacia el baño. Quizás una ducha fría era justo lo que necesitaba.
Se decidió por una ducha tibia. Mientras lavaba su cuerpo con eficiencia clínica,
Wyatt frunció el ceño. ¿Pero quién se creía este tipo? Él no tendría a algún hombre
viejo ordenándole como si fuese un niño. Tenía casi veintitrés años. No se iba a
inclinar ante algún súper-soldado que quería ponerle hora para dormir.
Cerró la válvula del agua lo suficientemente fuerte como para que chillara en
protesta. Una vez fuera de la ducha, se secó con una toalla y se giró para encarar
a su reflejo en el espejo, examinando su cuerpo desnudo. Él no se estaba
“consumiendo”. Seguro, quizás estaba más delgado de lo usual, pero eso era
porque subsistía con lo que Graciela le traía de comer y no sabía cómo cocinar.
Se inclinó hacia adelante, entrecerrando los párpados ante la visión de los círculos
azulados bajo los ojos. ¿Desde cuándo tenía esos? No es como si tuviera
problemas para dormir. Demonios, había dormido doce horas completas el día
de ayer.
¿Qué otra cosa había que hacer? Los rizos rubios estaban ahora pegados a su
cuero cabelludo, haciéndolo ver un poco demacrado, pero no era como si
estuviera en huelga de hambre. Era más como una limpieza, frutas y vegetales
pasadas con café y bebidas energéticas. Él comía cuando tenía hambre. Solo que
ya nunca se sentía realmente hambriento, no por comida al menos. Cuando sus
ojos bajaron hasta los muslos, miró hacia otro lado, todavía no estaba listo para
reconocer las cicatrices allí. En su lugar, empujó con el dedo su vientre plano,
examinándose de cerca. ¿Estaba muy delgado?
—Que se joda ese tipo —Dijo a nadie en particular.
¿Por qué estaba dejando que un hombre que había conocido por cinco minutos
se metiera en su cabeza?
“Quizás porque lo quieres dentro de tus pantalones?”
—Tú también cállate —Se dijo a sí mismo mientras apuñalaba con un dedo
al reflejo en el espejo.

15
Tres
Linc
Linc dejó caer su bolso en la cama tamaño King y agitó la cabeza mientras
miraba alrededor. Jamás había visto una habitación así de grande. El techo
elevado, y toda la mueblería tenían un escaso aspecto moderno que hizo que
Linc se sintiera como si hubiese entrado un museo de arte. Una biblioteca de
metal cubría la totalidad de la pared a su derecha y dos sillas negras curvadas de
aspecto incómodo reposaban ante un mueble frente a la ventana que formaban
dos paredes de su habitación. Todo era negro o blanco o acromatizado, pero la
cama lucía lo suficientemente confortable para Linc, y eso era todo lo que le
importaba.
Tiró de su corbata hasta aflojar y la dejó caer sobre la cama, seguido de la
chaqueta, la camisa y los pantalones. El senador no estableció ningún código de
vestimenta particular y Linc se negaba a usar traje para cuidar de un malcriado
niño rico en un condominio de diez millones de dólares. Se deslizó en una
camiseta y un par de jeans azul pálido antes de caminar hacia la ventana y
observar hacia la lejana y bulliciosa ciudad.

Linc no estaba seguro que era lo que esperaba cuando Wyatt abrió la puerta, pero
no era a un hosco ángel caído con brillantes ojos verdes y alborotados rizos rubios.
Era todo músculo pulcro y bordes afilados, era ágil como si esos músculos los
hubiese obtenido haciendo natación en la piscina, y no levantando pesas en el
gimnasio. Sus rasgos eran casi… delicados. Pómulos altos y una mandíbula
perfecta. Él era… Él era lindo. Hermoso, incluso. Los escultores trabajaban toda
una vida para crear esa clase de perfección.

Sacudió el pensamiento fuera de su cabeza. Wyatt era un niño, dieciocho años


menor que él. No podía pensar en él como algo distinto a trabajo. Él era solo
trabajo. Un cheque que realmente necesitaba. Si pensaba que sería problemático,
un chico que necesitaba una mano firme y la corrección que su padre decía,
entonces las cosas podrían salirse de control. Linc sabía perfectamente lo que
había que hacer con chicos que necesitaban disciplina, y eso definitivamente no
podría pasar. Nunca. Sin importar cuán atractiva le pareciera la idea.

Tiró las cosas de la maleta y las empujó en el armario para mantener su cabeza
fuera del chico que se hallaba tras la puerta. Quince minutos después, un suave
golpe se escuchó. Él se detuvo y abrió la puerta de un solo golpe.

Graciela estaba de pie del otro lado con un sándwich gigante y un vaso de leche.

—Creí que podrías tener hambre —Dijo con una sonrisa plácida en el
rostro.

16
—Oh, uh, gracias —Tomó la ofrenda mientras ella observaba al interior
de la habitación —. Uh, ¿quieres entrar? —Preguntó. No es como si fuese
impropio; la habitación era del tamaño del apartamento de alguien más. Había
una sala de estar, por el amor de dios.
—Sí, por favor, solo un momento. Eso sería maravilloso.
Él dio un paso atrás, haciendo un gesto con el vaso de vidrio para que entrara.
Ella caminó hacia una de las sillas negras de forma extraña y tomó asiento. No
era una mujer joven como pensó a primera vista. Su rostro era un mapa de
arrugas y no usaba ni una gota de maquillaje. Podía ver que su cabello una vez
negro había cedido hace tiempo al color plata, incluso aunque estaba atado en lo
alto de su cabeza.
Tomó asiento en la silla negra opuesta a ella y le dio una mordida gigante al
sándwich, intentando no gruñir de placer ante la combinación de jamón con
mostaza dulce.
—Está genial. Muchas gracias —Dijo alrededor del mordisco.
Ella le sonrió por unos instantes antes de que su rostro se tornara serio.
— ¿El señor Monty te envió para que fueras el nuevo niñero del muchacho?
Linc arrugó el ceño ante esas palabras.
—Me envió para cuidar de él por los próximos meses, sí.
Ella se sentó derecha, sus ojos afilados como los de un águila.
— ¿Qué fue lo que dijo respecto al Sr. Wyatt?
—Que ha estado en varios accidentes. Y que estuvo bajo influencia en el
último, lo que lo llevó a acabar bajo arresto domiciliario. Dijo que él era…
impulsivo, temerario. Malcriado.
—Los últimos dos guardaespaldas que mandó apenas y eran poco más
mayores que él, y fueron fácilmente manipulados —la especialidad de Wyatt—
pero no creo que tú seas dirigido tan fácilmente.
—Haré mi trabajo —Dijo.
—Eso espero. Él es frágil. Está vagando, siempre vagando —Ella se golpeó
la sien con uno de sus dedos —. Justo aquí.
Linc no estaba seguro de que significaba eso.
— ¿Frágil?
—El Sr. Monty se niega a ver a Wyatt por quién es. Nunca se le ha dado lo
que realmente necesita.
Linc contempló las palabras dando otra mordida antes de decir: — ¿Qué crees que
necesita?
—Tiempo. Atención.

17
Linc resopló.
—Está un poco viejo para actuar en búsqueda de atención, ¿no lo crees?
La expresión de ella se tornó tormentosa.
—Es un chico que fue criado por una nana tras otra nana desde el día que
fue traído a casa desde el hospital. Carece de habilidades para vivir. Pero lo más
importante, es que sus padres lo han tratado como algo de último momento. Un
inconveniente desde el primer día. Sobre todo, su padre.
Linc no tenía ni idea porque ella estaba contándole todo esto, pero asintió de
todas maneras.
Ella no había terminado.
—Vengo todos los días y pretendo limpiar el suelo con la aspiradora solo
para saber que él está bien. Para estar segura que no ha hecho alguna cosa
estúpida. Pensé que tener a esos guardias alrededor serviría de algo, pero ellos no
estaban interesados en ver la verdad.
— ¿La verdad?
—Solo tienes que ver debajo de sus palabras.
—No entiendo.
Ella le regaló una sonrisa triste y se puso de pie.
—Sé que no lo haces, pero no eres el único que firmó ese estúpido papel.
No puedo decirte lo que sé, pero estoy esperando que aun así puedas verlo.
Disfruta de tu sándwich.
Con eso último, ella lo dejó para que descifrara su mensaje.

***

El sonido del vidrio quebrándose a la distancia levantó a Linc y lo puso en


movimiento. Miró de reojo al reloj. La una y cuarenta de la mañana. Había
logrado dormir menos de una hora. Calladamente abrió la puerta de la habitación
y caminó descalzo hacia el sonido en algún lugar de la vecindad de la sala. Estudió
la habitación oscurecida, pero nada se veía fuera de lugar. Entonces, notó las
puertas del balcón lo suficientemente abiertas como para acomodar un cuerpo,
pero la única luz era la del brillo del agua de la piscina.
Linc empujó las puertas hasta abrirlas lo suficiente para caber entre ellas e
inició el proceso de nuevo, estudiando la parte de atrás del porche localizando
algún signo de vida. Su mirada recayó sobre una mancha color óxido,
haciéndose más grande, ampliándose como sangre sobre las baldosas de
travertino blanca. Se acercó, notando los trozos de vidrio repartidos a través del

18
charco y más allá, casi llegando al agua. No era sangre. Era vino. El sonido de
algo roto debió haber sido la botella de vino.
— ¡Hola, G.I. Joe! Justo a tiempo. ¿Puedes buscarme otra botella? Rompí
la mía y estoy un poco atrapado aquí —Dijo en una risita.
El corazón de Linc se detuvo. Justo arriba de la botella rota, Wyatt reposaba a
través de la barandilla de concreto del balcón, mirando hacia Linc con ojos
vidriosos.
— ¿Qué haces allá arriba? —Preguntó Linc, manteniendo la voz calmada.
—Estoy durmiendo. Bueno, estaba tratando de dormir, pero mi cerebro
seguía y seguía, así que salí por un poco de aire. ¿No te parece que la luna está
preciosa esta noche? Las dos de ellas —Alzó la mano hacia el cielo con una risa
aguda.
Antes de que Linc pudiera decir algo, Wyatt se sentó antes de perder el balance y
casi caerse hacia atrás por el balcón.
—Oops. Nop —Dijo, mirando hacia el océano —, eso estuvo cerca —La
sangre corría por los oídos de Linc. Monty Edgeworth tenía razón; su hijo era un
imprudente. Linc tomó el camino largo alrededor de la piscina para evitar el
vidrio, y cuando estuvo lo bastante cerca como para alcanzar la rodilla de Wyatt,
el chico lo miró y le sonrió —. Oh, hola, Joe —Dijo como si no hubiesen tenido
una conversación sesenta segundos atrás.
—Voy a adivinar que mi regla sobre nada de bebidas y drogas no
penetró8—Gruñó mientras miraba sobre el borde de la barandilla hacia otra
piscina dieciocho pisos más abajo.
Wyatt resopló.
—Dijiste “penetrar” —Linc rodó los ojos, jalando cuidadosamente a Wyatt
en una posición sentado. Wyatt miró hacia abajo, a él y le dio una sonrisa
bobalicona —. Estás viejo. Cómo, muchísimo más viejo que yo e incluso más viejo
que los otros “supersoldados” que mi papá contrató para que me cuidaran.
—Gracias —Dijo Linc apretando los dientes mientras tiraba de Wyatt de su
percha antes de girarse y depositarlo en el suelo, cuidadosamente lejos del vidrio.
Wyatt se lanzó hacia adelante, sus suaves manos recorriendo el vello del pecho de
Linc y sus pezones. Linc debió haberse puesto una camiseta antes de salir a
investigar. No cometería ese error de nuevo.
Esperó a que el chico bajara las manos, pero, en su lugar, él deslizó las palmas
hacia abajo, trazando los surcos de sus músculos abdominales, alejando las
manos justo antes de que las puntas de los dedos se deslizaran debajo de la banda
elástica del pantalón de pijama de Linc.
Jesús.

8
Se refiere a que la idea no quedó clara.

19
Wyatt lo observó debajo de las pestañas con curiosidad.
— ¿Cómo puedes ser tan viejo y estar tan caliente? Apuesto a que las chicas
hacen fila para ti, ¿eh? Incluso las de mi edad probablemente desean que seas su
sugar daddy 9 ¿Puedes ser un sugar daddy sin tener dinero?
Linc luchó por formar algún pensamiento coherente. Toda su sangre se precipitó
de su cerebro hacia su polla en el momento en que Wyatt lo tocó.
—No tengo idea. No es realmente mi área.
¿Estaba el chico intentando distraer a Linc? ¿Hacerlo enojar? ¿Confundirlo?
¿Estaba Wyatt confundido? Linc caminó con él de regreso alrededor de la piscina,
las manos sobre ambos brazos, apresándolos a ambos lados en caso de que el niño
tuviera la idea de manosearlo de nuevo. Linc no estaba seguro de ser tan fuerte.
Wyatt se detuvo, forzando a Linc a hacer lo mismo.
—Que mal, serías un excelente daddy.
La polla de Linc palpitó, pero él solo empujó a Wyatt de regreso a la casa.
Una vez dentro, el chico se sacudió del agarre de Linc y tropezó hacia la cocina.
—Muero de hambre.
Wyatt jaló una lata de crema batida del refrigerador, agitándola y rociando el
contenido dentro de su boca para gemir obscenamente después. Linc rodó los
ojos, arrebatándole la lata y devolviéndola a su lugar.
—Eso no es comida. Siéntate y te preparé algo.
Una sombra extraña se cruzó en el rostro del niño antes de que le diera una
sonrisa desequilibrada.
—G.I. Joe puede cocinar —Dijo en un jadeo falso —. Plot twist10
Linc ni siquiera se molestó en responder. Abrió el refrigerador, escrutando el
contenido. Había fettuccini en uno de los estantes y espinaca cruda en el cajón de
verduras. Explorando un poco más encontró crema, mantequilla y parmesano;
era todo lo que necesitaba. Gastó otros diez minutos intentando encontrar las
especias y las ollas y sartenes para la carne. Calentó la mantequilla en la sartén y
dejó caer la espinaca dentro.
Cuando se dio vuelta, Wyatt se estaba entreteniendo al sacar las almendras de un
bol y estaba arreglándolas para formar figuras.
—Ven aquí.

9
El término es utilizado para referirse a hombres que se encuentran en una relación transaccional (dan
dinero, regalos, etc) con una persona mucho menor que él. El término Baby (bebé) y Daddy, es también
usado en juegos de rol sexuales.
10
Giro Argumental, es considerado un cambio inesperado en la cadena de acontecimientos de una
trama.

20
Wyatt parpadeó hacia él.
— ¿Qué?
—Puedes ayudar. No soy tu cocinero.
Wyatt se levantó, caminando hacia él con miedo, como si fuera alguna farsa
elaborada. Linc le tendió la espátula de madera.
—Solo revuélvela en la sartén para que no se quemen, ¿de acuerdo?
Wyatt arrugó la frente pero asintió, mirando hacia la sartén con la misma
concentración que si estuviera desmantelando una bomba. Linc sonrió. No pudo
evitarlo.
Abrió la crema y ralló el parmesano antes de regresar a la sartén. Tan pronto como
se acercó, Wyatt empujó la espátula hacia él.
—Toma.
—Uh-uh. Tú eres el chef. Yo soy el maestro. Es fácil, solo agrega esto —Linc
le tendió la crema. Wyatt la observó estúpidamente antes de tomarla y verterla en
la sartén con la finura de un infante. La crema siseó al tocar el calor, y Wyatt se
sobresaltó, mirando con ojos enormes hacia Linc —. Está bien. Ahora, vas a
envolver el parmesano lentamente mientras agitas, ¿entiendes?
Wyatt no respondió, simplemente sacudió el parmesano dentro de la salsa.
“No está mal”. Pensó Linc. Agregó la pasta en el agua hirviendo y sacó dos platos
del gabinete.
Cuando sirvió la pasta, llenó dos vasos de agua y los colocó junto a los platos.
Wyatt se subió sobre el taburete al lado de Linc y tomó el cubierto.
—No. El agua primero. Bebe todo el vaso, y después podrás comer —Wyatt
observó fijamente el fettuccini con anhelo antes de tomar el vaso de agua y
vaciarlo —. Buen chico.
Las palabras dejaron la boca de Linc antes de que pudiera detenerlas.
Podía sentir la mirada de Wyatt arder contra el lado de su rostro, pero se negó a
mirarlo. En su lugar, se deslizó del taburete y rellenó el vaso de Wyatt.
—Come, o se enfriará.
—Ok —Wyatt murmuró.
Comieron en silencio. Una vez que habían terminado de cenar, Linc enjuagó los
trastes y los apiló en el lavabo.
—Hora de dormir —Dijo Linc, empujando al muchacho hacia el corredor
—. Vamos.
Wyatt se movió, sin hablar todavía. Cuando llegaron a su habitación, se giró hacia
Linc.

21
— ¿Le dirás a mi papá que estuve bebiendo? —Linc lo examinó, intentando
no perderse en esos luminosos ojos verdes.
— ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que le diga que has estado bebiendo así
tendrá otra razón para estar enojado contigo?
El rostro de Wyatt cayó y sus mejillas ardieron.
—Buenas noches, Linc. Gracias por la pasta.

22
Cuatro
Wyatt
Dos disparos tuvieron a Wyatt enderezándose en su cama. No podía ver. El sabor
del metal llenó su boca, electricidad sacudiendo a lo largo de su columna
vertebral. Estaba ciego.

— ¡Levántate y brilla!

Las palabras explotaron en su cabeza como esquirlas de una bomba sucia. Sus
manos volaron a su rostro, alivio recorriéndolo mientras se daba cuenta que
usaba una máscara de seda para los ojos y el sexy-como-la-mierda soldado
gritándole no le había, de hecho, disparado y cegado. Los fuertes golpes debieron
haber sido el puño de Linc golpeando su puerta antes de entrar.

Su alivio duró poco mientras se quitaba la máscara y el sol chamuscaba un hueco


a través de su ya adolorido cerebro. No pudo evitar el gemido que se le escapó.

— ¿Por qué? —Fue todo lo que pudo decir. Su lengua se sentía como si la
hubiera arrastrado a través de miles de alfombras sucias.

¿Qué había pasado la noche anterior? Él no quería saber. Deslizó la máscara


devuelta a su sitio antes de rodar y acurrucarse más profundo en el edredón
atrapado debajo de él. Hubo un momento en que el mundo se enderezó antes de
que su estómago se agitara y el colchón comenzara a subir y bajar como si
estuviera cabalgando las olas de un mar embravecido.

— ¿Por qué la cama se está moviendo? —Gimió.

Una risa baja sonó desde la proximidad de la entrada.

—No lo está. Tienes resaca.

— ¿Por qué... estás... gritando? —Preguntó en un susurro desesperado.

—No estoy gritando ¿Por qué estás desnudo?

—No estoy des… —Empezó.

Excepto que él sí lo estaba. Totalmente desnudo y tendido sobre los cobertores


como si se estuviera presentándose a sí mismo a Linc. Oh, Dios. Su ya dolorida
polla palpitaba. Estaba agradecido de estar acostado sobre su estómago. Pero eso
lo dejaba en un extraño predicamento ¿Sólo se quedaba allí, trasero arriba, hasta

23
que Linc se fuera? ¿Se cubría y actuaba como si fuese alguna escandalizada
doncella?

Otro pensamiento envió un estremecimiento a través de él ¿Estaba Linc


mirándolo?... Chicos militares... Todos ellos tenían novias y esposas. Incluso
aquellos que eran gays estaban tan metidos en el armario que se divertían con las
criaturas del bosque en Narnia.

¿Qué demonios estaba mal con él? Todo. Jodidamente todo.

“Serías un excelente Daddy”.

Calor inundó el rostro de Wyatt. Jesús, en realidad le había dicho esas palabras a
Linc anoche. Había mirado esos cálidos ojos color whisky y le había dicho a G.I.
Joe que sería un buen Daddy ¿Qué carajos? A Wyatt no le quedaba de otra más
que quedarse acostado allí con resaca, cachondo y sólo esperar a estar hambriento
hasta finalmente morir. Él nunca más podría volver a mirar a los ojos a Linc.
Como ¿Quién podría decir mierda como esa? No chicos rectos. Y definitivamente
no a otro chico recto. Él no podría salir de esta sin una explicación “no homo”.

Él esperaba que su humillación de alguna manera disminuyera su erección.


Aparentemente, Wyatt tenía todo tipo de fetiches ¿Linc se había ido? ¿Estaba él
mirándolo? Dios, el pensamiento de Linc mirándolo lo tenía queriendo
arquearse, empujar sus caderas en el aire, presentarse ante él ¿Le gustaría lo que
veía? ¿Querría más? ¿Cómo sería más con alguien como Linc? Quería saberlo más
de lo que quería su siguiente respiro. Más de lo que quería que su resaca
desapareciese.

Linc dejó salir una estrangulada tos y luego se aclaró la garganta.

—Te lo dije ayer. No dormirás todo el día. Levántate y métete en la ducha.


Te haré algo de comer.

Wyatt tragó.

—Sólo necesito otra hora, mi cabeza está palpitando.

—Hay una botella de agua al costado de tu cama y algo de ibuprofeno, toma


las pastillas, bebe toda la botella y luego métete en la ducha —Cuando Wyatt no
se movió, Linc ladró —. Ahora.

—Estoy un poco desnudo aquí.

Linc bufó.

—Si tuvieses algo que nunca antes hubiese visto, le tiraría un dólar —
Prometió, su voz mucho más grave de lo que Wyatt recordaba.

Era claro que Linc no se estaba yendo… nunca.

24
—Sí, bien.

Una vez más, se quitó la máscara de ojos, pero esta vez cuando se dio la vuelta
hasta sentarse, se llevó los cobertores con él, incluso si parecía un poco ridículo.
Luchó para mantener el contenido de su estómago en su sitio mientras el mundo
lo atacaba por todas partes. Linc lucía fresco y limpio en su par de jeans y su
camisa color oliva. Wyatt había estado en lo cierto, los brazos de Linc eran
enormes. Él era enorme ¿Era enorme en todas partes? Wyatt se forzó a alejar el
pensamiento antes de comenzar a tapar las sábanas.

Linc miró a Wyatt con una extraña mirada cautelosa. Wyatt hizo un show
lanzando las pastillas hacia atrás y succionando las doce onzas de agua antes de
dar vuelta a la botella vacía así Linc vería que le había hecho caso. Linc bufó y
sacudió la cabeza, pero no dijo nada.

Buen chico.

Linc le había dicho eso anoche. Él prácticamente lo había ronroneado ¿Fue eso
real? No podía ser. Ni siquiera veinticuatro horas con este tipo y Wyatt ya estaba
listo para un manicomio ¿Cómo iba a sobrevivir los siguientes seis meses con este
hombre? Su jodido padre idiota finalmente había encontrado el castigo perfecto.

Una vez Linc se fue, Wyatt prácticamente se arrastró hacia el baño. Puso el agua
caliente y se sentó en el piso de la ducha hasta que alguna de las telarañas en su
cerebro finalmente se desvanecieron. Él no confiaba en sí mismo para estar cerca
de una rasuradora. Se cepilló los dientes y se puso un par de joggers negros y la
primera camiseta que su mano tocó, una camisa cuello V color blanco con el logo
de Chanel en letra negra. No trató de domar sus rizos húmedos. Estaba
demasiado ocupado tratando de navegar caminando y respirando a la misma vez.

¿Cuánto siquiera había tomado la noche anterior?

Cuando él trastabilló hasta la cocina, encontró a Linc inclinado contra la encimera


de la cocina con una taza de café en sus manos mientras leía un periódico doblado
¿Quién lee periódicos hoy en día? Todas esas cosas podrían ser encontradas en
línea. En Facebook, incluso. Las personas mayores aman Facebook.

Sobre la encimera estaba un plato con dos piezas de tostadas con mantequilla y
una taza de café negro. Esto detuvo a Wyatt en frío, su pecho contrayéndose
dolorosamente. Tragó fuerte, parpadeando repentinas lágrimas de sus ojos. Para
alguien que no sabía nada acerca de él, ese prácticamente extraño parado en su
cocina podría ser su esposo, quien le había preparado a Wyatt el desayuno. Linc
estaba descalzo, por el jodido amor de Dios. Wyatt no sabía por qué eso
importaba—porqué algo de esto importaba. La frustración lo tenía queriendo
voltearse y correr, pero sus pies parecían pegados en su lugar.

Linc miró hacia arriba.

—Bien, por fin. Siéntate. Come todo.

25
Wyatt se frotó los ojos con probablemente más fuerza de la necesaria.

— ¿Estás bien? —La preocupación en la voz de Linc era como una mano
contra su tráquea. Succionó en un respiro tembloroso.

—Seh, el olor del café acaba de revolver mi estómago. Hizo a mis ojos
aguarse. Eso es todo.

Linc gruñó pero no respondió. Wyatt estaba agradecido. Estaba demasiado crudo
para que alguien le preguntara sobre algo. Se sentó en el bar y mordisqueó su
tostada, ignorando el café. Él prefería un poco de café con su crema y azúcar, pero
no parecía poder permitirse abrir la boca y pedir por ello. Dios, él era un jodido
desastre.

Afortunadamente, Linc lucía contento de pararse allí y leer su periódico ¿Se había
ido y conseguido un periódico o se lo habían entregado? Wyatt nunca había
notado uno antes. Él no sabía por qué esto importaba—porqué algo de esto
importaba. Solo necesitaba algo inocuo en qué ocupar su cerebro en lugar del
hombre a seis pies de distancia.

Él iba a preguntar—sólo para llenar el silencio—cuando un extraño chirrido vino


del bolsillo de Linc. Él sacó su celular y frunció el ceño al identificador de
llamadas.

Linc movió sus ojos hacia Wyatt.

—Tengo que contestar. Come —Dio la vuelta a la esquina, pero Wyatt aún
podía escuchar cada palabra —. Hey, corazón ¿Todo bien?

Una vez más, la extraña presión en el pecho de Wyatt regresó. Por supuesto que
tenía una novia, quizás incluso una esposa. Muchos militares no usan anillos. Él
tomó otra tentativa mordida a su tostada, forzándose a masticar y tragar.

—Lo sé. Diles que estoy trabajando en ello — ¿Qué exactamente había
dicho “corazón”? ¿Trabajando en qué? —. Está bien, bueno, los llamaré dentro de
poco, trata de conseguirnos un poco más de tiempo —Otra pausa, y un enorme
suspiro.

—Mira, lo sé ¿A qué hora es la cita con el doctor? —De quién era la cita con
el doctor. Wyatt gritó silenciosamente —. Asegúrate de darte una hora para
tenerlo listo. Él estuvo luchando el otro día. Quiere hacer todo él mismo, pero no
puede.

Jesús ¿Una esposa y un hijo? Wyatt empujó su plato lejos, pastillas, agua y la
mitad de un pedazo de tostada agitando su estómago.

—Sí. Lo sé. Llámame cuando dejes la oficina. Te amo también.

26
Wyatt levantó su café y miró dentro de éste de manera triste. Linc fruncía el ceño
cuando regresó de la vuelta de la esquina, mirando fijamente al plato aún lleno
de Wyatt.

—Dije que todo.

Wyatt bajó su café y se inclinó hacia atrás contra el respaldo de hierro fresco del
taburete de la barra.

—No puedo. Vomitaré.

Linc acechó hacia adelante, empujando el plato hacia él.

—Tú puedes y lo harás. Esto no es negociable.

Un diminuto estremecimiento recorrió a lo largo de la columna de Wyatt, sus


pezones se pusieron duros por el tono severo de Linc. Pero él sacó la barbilla.

—Dije que no puedo.

Linc se inclinó en su espacio hasta que su aliento sopló contra su mejilla. Él olía
a café y sándalo.

—Escucha, niño, tengo todo el día. Si se necesitan los próximos seis meses
para que te comas dos malditas tostadas, entonces eso es lo que tomará.
Pruébame.

Wyatt lamió sus labios, pensando en que no había nada en el mundo que le
gustaría más que probar a Linc. Él trató de no dejar caer su mirada a las mangas
estiradas sobre los bíceps musculosos que lo dirigían a unos antebrazos perfectos
cubiertos con pelo oscuro.

Wyatt estaba tan jodido. Empujó sus pensamientos lejos, burlándose del hombre
mayor.

—Bien, pero si vomito sobre el mostrador, tú se lo vas a explicar a Graciela.

Linc levantó una gruesa ceja.

—Si vomitas en el mostrador tú vas a limpiarlo, mocoso. Tienes veintidós


años. Es tiempo de actuar como tal.

Algo estalló en el estómago de Wyatt.

—Lo siento, pero ¿Quién diablos eres tú? Eres solo un jodido
guardaespaldas. No eres mi jodido entrenador de vida. Esa chica renunció hace
como seis meses atrás. Me comeré tu estúpida jodida tostada, pero puedes dejar
de actuar como si dieras una mierda acerca de mí. Nos conocimos ayer —En el
minuto en que las palabras salieron de su boca, Wyatt quiso succionarlas de

27
regreso. Quería inventar una máquina del tiempo y retroceder treinta segundos y
no sonar como el patético perdedor que realmente era en el fondo.

Se quedó mirando su plato durante un minuto antes de atreverse a mirar hacia


arriba de nuevo. Linc lo examinó, la frente surcada pero los ojos suaves... Casi
como si sintiera pena por él. Eso hizo que Wyatt quisiera tirar algo, beber algo,
hacer un salto de cisne desde el balcón. Cualquier cosa para alejarse de la mirada
compasiva de Linc.

Cogió la segunda tostada sin tocar, la dobló y se la metió toda en la boca, luchando
contra la urgencia de vomitar mientras la masticaba desafiante.

Linc sonrió y el corazón de Wyatt dejó de latir, toda la sangre de su cuerpo entero
dirigiéndose al sur. Su mirada siguió a Linc mientras caminaba alrededor del
mostrador. Por un momento, Wyatt pensó que estaba viniendo hacia él, pero
luego él caminó pasándolo a través de la sala de estar hacia el pasillo. Dejó salir
un suspiro tembloroso, la decepción y el alivio inundaron su sobre estimulado
sistema en igual medida.

Un calor repentino floreció contra su espalda y el mundo se inclinó sobre su eje


cuando el rostro de Linc apareció repentinamente junto al suyo, sus labios lo
suficientemente cerca como para presionar sus palabras contra la piel de Wyatt.

—Buen chico.

Wyatt se mordió el labio inferior, luchando contra el impulso de inclinarse hacia


las palabras, pero Linc ya estaba caminando lejos de nuevo.

—Jódete —Susurró Wyatt para sí mismo.

—No pienses que vas a pasar el día descansando junto a la jodida piscina
todo el día. Vas a hacer de ti mismo alguien útil —Dijo Linc desde algún lugar del
pasillo.

¿Cómo diablos Wyatt iba a hacer eso?

28
Cinco
Linc
Linc se encerró en su habitación y fue derecho al baño. Se salpicó el rostro con
agua fría y se maldijo a sí mismo por ser un maldito idiota. Ni siquiera tenía
cuarenta y ocho horas en el trabajo y ya estaba jugando a la gallina 11con un chico
de la mitad de su edad. Él era una edición limitada de “jodidamente estúpido”.
Wyatt era mimado, osado y dañado de mil maneras diferentes, pero mierda si la
polla de Linc no se ponía firme cada vez que el malcriado lo miraba fijamente,
suplicando que Linc lo hiciera obedecer.

Wyatt era perfecto en cada aspecto. Hermoso, hosco, terco… lo suficientemente


roto como para no importarle que la guerra hubiera dejado a Linc jodido de
maneras que ni siquiera podría empezar a describir con palabras. La mirada en
la cara del chico cuando Linc se había ido sin alabarlo por hacer lo que se le había
dicho… Mierda ¿Cómo podría no volver? ¿No decirle las palabras por las que él
había estado tan desesperado? Linc era sólo humano.

Pero él tenía que hacer su jodido trabajo, lo necesitaba más que nada. Personas
contaban con él. No se podía distraer. Él no podía ser lo que Wyatt necesitaba. Se
miró fijamente al espejo ¿Por qué estaba siquiera contemplando esto? Ellos ni
siquiera se conocían. Necesitaba tener control de sí mismo y sus perversiones.

Pero Wyatt lo quería. El muchacho era un enorme vacío succionándolo y Linc no


quería nada más que llenarlo todo, una y otra vez, darle lo que él tan
desesperadamente quería. Pero Linc sería un monstruo por ceder. Wyatt era una
gran herida abierta, desesperado por alguien que fuera todas las cosas que su
padre no era y Linc no podía hacer eso, no de la forma en la que el muchacho lo
necesitaba, no de la forma en la que nadie lo necesitaba. Había algo mal con él;
un cable se había cruzado y ahora ya no habría vuelta atrás.

Se tenía que masturbar y jodidamente olvidarse de ello. Poner todos estos


pensamientos en una caja y colocarlos en un estante y simplemente hacer su
maldito trabajo. Nunca debió haber entrado en la habitación de Wyatt anoche.
Había sobrepasado los límites de sus deberes. Pero después de verlo sobre esa
barandilla, a una fuerte ráfaga de viento o a un torpe paso ebrio de la muerte, la

11
"Playing chicken" es un juego mental donde se espera que la otra persona se rinda antes que tú,
básicamente tratando de probar quién es el más cobarde.

29
tristeza prácticamente radiando de él… Linc sabía que no podría dormir sin antes
revisar y asegurarse de que él estaba bien.

No había esperado encontrarlo con los ojos vendados, desnudo y expuesto como
una ofrenda. Toda esa piel pálida cremosa contra el negro puro de los edredones
había dejado a Linc duro y goteando, el sólo imaginarse todas las cosas que le
podría hacer. Incluso había contemplado deslizar sus manos dentro de su
sudadera y masturbase mientras miraba al muchacho dormir antes de que
pudiera entrar en razón.

Sería demasiado fácil tomar al muchacho, hacerlo suyo. Serías un buen Daddy.
Eso es lo que había dicho Wyatt. Daddy. La palabra había estado en la cabeza de
Linc toda la noche mientras se empujaba contra su puño apretado, ojos
fuertemente cerrados, imaginándose a Wyatt montando su polla, con su cabeza
inclinada hacia atrás, rojos labios llenos semiabiertos mientras jadeaba,
suplicándole a su Daddy que le diera lo que necesitaba. Mierda, Linc quería eso.
Él quería hacerlo rogar. Quería escuchar las súplicas desesperadas salir de esos
perfectos labios pecaminosos. Quería saber cómo luciría Wyatt inclinado hacia
delante y cubierto con las huellas de las manos de Linc.

Mierda.

Linc estampó sus puños contra el mostrador. Él era un maldito soldado, y este
niño era un trabajo. También era el hijo de un poderoso senador conservador que
no tenía reparos en tratar a su propio hijo como un criminal. De la nada, los
comentarios del senador sobre su oponente hicieron ruido en su cabeza. Los gays
se descontrolarían. ¿Habría este gilipolla contratado a Linc para asegurarse de
que su hijo se quedara firmemente dentro del clóset?

Se sacudió la cabeza. No podía envolverse en drama familiar político. Él no podía


ser lo que Wyatt necesitaba, sin importar lo mucho que la idea lo atraía.

—Contrólate, estúpido.

Linc necesitaba desahogarse. Se cambió y se puso unos shorts negros de deporte,


encaminándose hacia el pasillo que llevaba al gimnasio incorporado en casa que
Graciela le había señalado en el tour rápido que le había dado el día anterior.

Justamente iba cruzando el umbral cuando lo escuchó. Un quejido agudo,


seguido de un ahogado sonido angustiado y luego a Wyatt repitiendo: —No, no,
no, no, no, no.

Linc se dio la vuelta, regresando de vuelta hacia la cocina, frunciendo el ceño al


escuchar sonidos de golpes y choques frenéticos. Ya estaba casi llegando a la sala
de estar cuando Wyatt gritó su nombre. — ¡Linc!

Él había pasado demasiadas horas la noche anterior imaginándose todas las


maneras en las que podría hacer a Wyatt gritar su nombre, pero ninguna de ellas

30
lo había preparado para la imagen del chico de pie en la cocina siendo lentamente
invadido por un mar de espuma blanca.

Los ojos de Wyatt en seguida se posaron en él, sus labios mojados y su pecho
agitado. Cristo, era una maravilla incluso cuando estaba en pánico. — ¿Qué estás
haciendo? —. Linc preguntó, con una voz serena.

—Tratando de ayudar —. Gritó él. Linc no dejó pasar el tono acusatorio de


su voz.

Mientras Linc analizaba lo que estaba pasando sin problemas, no estaba listo
todavía para rescatar a Wyatt.

— ¿Cómo, exactamente?

—Estaba lavando los trastes —. Replicó con indignación.

Linc no pudo evitar sonreír mientras las burbujas crecían, regándose más allá de
la isla. Wyatt estaba adorablemente aturdido, con una mirada fulminante y
señalando hacia el desastre blanco como si este le hubiera hecho algo malo. Linc
respiró profundo y les dijo adiós a sus zapatillas deportivas favoritas antes de
meterse cuidadosamente de lleno en la hazaña. Hizo una mueca cuando las
burbujas se aferraron a sus piernas descubiertas y el agua se impregnaba en sus
zapatos y medias.

Creyó que Wyatt se iba a hacer a un lado mientras él se acercaba, pero este ignoró
a Linc mientras apuñalaba furiosamente los tantos botones que tenía el
dispositivo. En defensa del niño, Linc había visto plataformas de lanzamiento de
misiles con menos botones ¿Era esto un lavaplatos o un transformers?

—Muévete —. Le ladró.

Wyatt lo miró sobre su hombre antes de intentar hacer lo que se le pedía. Se movió
a un lado, aterrizando su pie descalzo en las zapatillas de Linc, haciéndolo
tropezar. Las manos de Linc se dispararon, cerrándose alrededor de la cintura de
Wyatt, agarrándolo firmemente, jalándolo de vuelta contra su pecho con más
fuerza de la necesaria. La respiración brusca de Wyatt le provocó una sacudida
eléctrica a largo de la piel de Linc, sus dedos clavándose entre los surcos de la
estrecha cintura del muchacho a través de la delgada capa de algodón.

Por un momento ambos se quedaron congelados. Wyatt se sentía bien entre sus
brazos; encajaba perfectamente, sus alborotados rizos descansando justo debajo
de la barbilla de Linc. Sus manos flexionadas mientras el aliento de Wyatt salía
en pequeños jadeos. Linc quería jalar de esos rizos angelicales para mover su
cabeza a un lado, morderlo hasta que tuviera moretones a lo largo de su cuello,
marcarlo para que todo el mundo lo pudiera ver. El impulso de arrastrar sus
dientes sobre toda esa piel pálida tenía su polla levantada con atención y no había
manera de que el niño no pudiera sentir su excitación presionando contra él.

31
Wyatt no se movió, no lucho para apartarse. Estaba rígido en los brazos de Linc,
esperando- esperando las órdenes de Linc. El niño haría lo que sea que Linc
quisiera, lo sabía de una manera en la que nunca podría explicar a ninguna otra
alma. Wyatt era de él: suyo para besarlo, suyo para follarlo, suyo para proteger y
disciplinar. Cristo, nada de esto tenía sentido, pero Linc sabía que él no estaba
equivocado. Si él le bajaba la sudadera al muchacho ahí y ahora mismo, Wyatt lo
permitiría. Linc se podría deslizar dentro del caliente canal de Wyatt y follarlo
doblado contra la isla de la cocina, manos alrededor de su cuello mientras Wyatt
jadeaba por aire, tomando sólo lo que Linc le permitiera.

Él tenía que parar esto, dejarlo ir. En lugar de eso, envolvió sus brazos aún más
alrededor de la cintura del niño, acurrucándolo contra su pecho mientras se
inclinaba hacia delante y presionaba el botón de apagado. La montaña de espuma
paró de derramarse de los lados de la máquina, pero no ayudó en nada a
disminuir el desastre que ya estaba ahí.

El lavaplatos se quedó en silencio, la luz verde apagándose. Linc podía sentir el


tenso vientre de Wyatt subiendo y bajando contra la amplia extensión de sus
dedos mientras se quedaban ahí paralizados por lo que sea que esto fuera. Wyatt
se sentía tan cálido contra él y olía como a especias y flores.

— ¿Qué hiciste? —. Murmuró Linc, tratando desesperadamente de romper


el hechizo.

— ¿Qué? —. Balbuceó Wyatt, distraído.

Linc soltó una risa entre dientes, su barbilla descansando encima de la cabeza de
Wyatt. — ¿Qué usaste como jabón?

Haciendo un gesto indefenso, la espuma flotando alrededor de sus dedos y


aterrizando en su mejilla. —No soy estúpido, usé jabón para trastes —. Arrebató
la botella del líquido púrpura viscoso y le señaló las palabras “jabón para trastes”
antes de mirar sobre su hombro a Linc. — ¿Ves?

Linc se quedó sin aliento ante la desesperación en los ojos de Wyatt. Él quería la
aprobación de Linc, su reconocimiento, incluso para algo tan simple como esto.
Linc estaba jugando con fuego, pero joder si no era un sentimiento embriagante.

—El jabón para trastes se usa en el lavabo. El detergente va en el lavaplatos


—. Dijo Linc con gentileza.

La luz en la mirada de Wyatt se apagó, su boca perfecta doblándose hacia abajo


en las comisuras mientras se alejaba de Linc. Tendría que haberlo dejado ir, pero
lo sostuvo firmemente. —Fue un error honesto. Fue un buen intento.

—Claro, seguro. Como sea —. Wyatt dijo, agachando la mirada de vuelta a


la botella.

32
Dios, este niño era tan abierto, tan frágil. Linc entrelazó sus dedos sobre los rizos
de Wyatt, tirando para atrás su cabeza, obligándolo a conectar su mirada. —Oye,
no hagas eso.

La polla de Linc se paró con atención cuando Wyatt se estremeció contra él, sus
labios abriéndose. Linc bajó la cabeza.

Un ruido fuerte resonó como si una mano invisible estuviera golpeando un gong
en algún lugar cercano a la puerta, y luego de repente una chica de rizos castaños
alborotados entró a la sala de estar con una enorme bolsa en un brazo y su
teléfono en el otro. — ¡Wyatt! Te necesito ¿Mi día ha sido un completo desas…tre?
—. Se fue apagando, quedándose corta mientras los miraba fijamente a los dos.

Linc dejó caer sus brazos, tomando dos pasos hacia atrás. La chica alzó ambas
cejas, sonriendo con satisfacción. —Oh, bueno, hola ahí.

Linc carraspeó. —Creo que ya está todo bien. Por qué no te vas con tu amiga y
yo… yo me encargaré del desastre. El lavaplatos probablemente estará fuera de
servicio por un tiempo.

Wyatt tragó duro, dándole a Linc una última mirada anhelante antes de voltearse
donde la chica. — ¿Qué te dije sobre irrumpir aquí?

Ella se arrugó la cara. —Joder si lo sé ¿Estaba sobria?

Se burló, tirando de su brazo y llevándola por el pasillo. — ¿Alguna vez lo estás?

—Cierto.

Linc regresó de vuelta al desastre a sus pies. Eso estuvo cerca. Es posible que esa
chica le acabara de salvar la vida.

33
Seis
Wyatt
Wyatt arrastró a Charlemagne Hastings a través del pasillo con mucha más
velocidad y agresividad de lo que una chica tambaleándose en tacones de cinco
pulgadas estaba probablemente acostumbrada, pero necesitaba poner algo de
distancia entre él y G.I. Joe de vuelta a la cocina. Una pequeña parte de Wyatt se
sentía culpable por dejar el hombre para limpiar su desastre, pero la otra parte de
él todavía estaba pensando en la erección del susodicho soldado presionada
contra su espalda.

Wyatt podría apostar su fondo fiduciario completo a que Linc había estado a dos
segundos de besarlo antes de que Charlie irrumpiera en la cocina como el
desorden caliente y descuidado que era, y Wyatt estaba cien por ciento seguro que
lo hubiese dejado hacerlo y setenta y cinco por ciento seguro de que era la peor
idea de la historia. Dios, ¿que se supone haría Wyatt con Linc? El tipo estaba
casado, con un niño. Incluso si era gay, no estaba disponible, y Wyatt podría ser
un montón de cosas, pero no era un rompe hogares.

Al menos, nunca lo había sido.

Una vez entraron a su habitación, él cerró la puerta. En un momento de locura, él


contempló la idea de deslizar una silla bajo el picaporte. Tomó aire
profundamente y lo dejó ir, tratando de calmar sus nervios desgarrados. Pero
entonces un pensamiento se formó, como si estuviera en casa dentro de su
cerebro. Linc y él estaban juntos y atrapados por los próximos seis meses. Seis
jodidos meses de lo que sea y jodido fuera de lo que pasó en la cocina, o que casi
pasó, o lo que sea. ¿Cómo iba a Wyatt aguantarlo? No era lo suficientemente
fuerte para decir que no.

Wyatt no sabía si debía reír o llorar. Este problema en particular nunca debió
pasársele por la cabeza a su padre mientras contrataba a Linc. Su viejo no era
capaz de imaginar un mundo donde alguien como Linc pudiera mirar a alguien
como Wyatt y no viera algo diferente a alguien patético y débil. Wyatt tampoco
podía haberlo sospechado, pero no se había imaginado los dedos de Linc
hundiéndose en su carne o su respiración contra el cuello, o su polla dura como
roca presionada cómodamente contra la parte baja de la espalda de Wyatt.
Charlie se giró de la nada, sacándolo de sus pensamientos antes de que hubiese
podido lidiar con su inconveniente erección.
Ella hundió una afilada uña color ciruela contra su pecho.

34
—Ok, cara de bebé. Háblame. ¿Qué estaba pasando allá fuera contigo y con
el Sr. Sexo-andante? Se veía como si estuviera a punto de montarte contra el
mesón de la cocina.

—Cállate —Dijo, pero no pudo tragarse sus palabras.

—Está bastante viejo, ¿no?

No le respondió, solo hizo rodar los ojos. El día de ayer, él podría haber llamado
a Linc viejo, pero hoy, pensaba que solo era lo suficientemente mayor. Wyatt dio
una mirada hacia sus joggers y camiseta empapados, y brevemente consideró
cambiarse de ropa, pero apartó la idea. Quizás la fría y apretada tela lo
mantendría lo bastante incómodo para que dejara de revivir los últimos quince
minutos en la cocina.

—Por favor, tienes que darme algo. ¿Estaban ustedes dos a punto de
bautizar las preciosas encimeras de mármol de tu madre?

Wyatt suspiró. No tenía idea de que habría pasado si Charlie no hubiese


aparecido, y honestamente no estaba seguro de querer saberlo. Había algo en la
manera en que Linc lo miró, como si pudiese ver a través de él de alguna forma.
Dejó a Wyatt nervioso y trastornado. Si Linc al observarlo lo dejaba sin aliento y
tembloroso, ¿qué diablos pasaría si lo besaba… o algo más? Wyatt no era
exactamente virgen, pero Linc lo hacía sentir como uno.

—Enserio, boo-boo. ¿Qué pasa contigo y el extraño de la cocina? Pensé que


tu padre todavía te tenía bien metido en el armario. Si me perdí de tu fiesta de
salida12, voy a estar muy enojada.

El estómago de Wyatt se desplomó, y la amargura llenó el tono de su voz.

—No te has perdido de nada. Todavía sigo en el closet, lo prometo.

Charlie dejó caer su bolsa del tamaño de un maletín en la cama y caminó hacia la
silla alta ubicada frente del tocador. Ella se deslizó en el asiento de cuero negro,
alisando el vestido tipo camiseta hacia abajo sobre sus largas piernas bronceadas.

—Qué mal. La vieja rivera de allí afuera definitivamente quería follarte


hasta el cansancio.

Su rostro enrojeció, la frustración retorciéndose en su interior.

—Por dios, Charlie. ¿Alguna vez te detienes a pensar antes de hablar?

—Claro que no. ¿En dónde estaría la diversión, entonces? —Ella le agarró
las manos —. Ok, suficiente de hablar de ti. Hablemos de mí.

12
Habla literalmente de una celebración por haber salido del closet.

35
Él rodó los ojos.

—De verdad necesitas parar de mezclar tu Adderall con tu Chardonnay.

Ella se burló, con una mano apretó unas perlas metafóricas.

— ¿Cómo te atreves? ¿De verdad piensas que podría tolerar a mi madre sin
farmacéuticos? ¿O a tu madre, ya que estamos?

Él se encogió de hombros.

—Buen punto. ¿Por qué estás aquí?

La voz de ella adquirió la nota alta de un gimoteo.

—Necesito que me lo hagas.

Wyatt parpadeó hacia ella. — ¿Qué?

— ¡Házmelo! Mi maquillaje. Mi cabello. Me llamaron de la audición, y no


puedo hacerlo con Kristiane hasta la siguiente semana, y necesito lucir más
ingenua de lo que soy.

Wyatt lanzó una mirada hacia la puerta como si Linc estuviera en el otro lado,
escuchando a través de la cerradura. Aunque no es como si hubiese una
cerradura. O alguna razón para que Linc lo espiara. Para nada. Probablemente
estaba con su bien esculpido trasero cubierto de detergente con esencia a lavanda.

Wyatt suspiró.

—Bien. Siéntate. Entonces, ¿De qué estamos hablando? ¿Cara de “mis-


padres-almacenan-biblias-y-pistolas” o “soy-una-zorra-y-tengo-daddy-issues13”?

Ella repiqueteó una uña contra los dientes.

—Algo entre ambos sería perfecto.

—Brooke Shields en Laguna azul14, será.

Su estómago se agitó mientras daba una última mirada hacia la cerradura de la


puerta. No estaba seguro por qué no quería que Linc se enterara del maquillaje.
Pero él solo compartía esa parte de sí mismo con las personas en quién realmente
confiaba, las cuales a la edad de veintidós años se resumía a dos, Charlie y
Graciela.
Se ocupó jalando varias paletas y brochas de los cajones mientras Charlie lo
ignoraba, enviando rápidos mensajes de textos a su madre y su agente. Para el

13
Traumas o problemas que involucran a su papá.
14
Película de romance, drama y aventura, de los años 80 inspirada en una novela del mismo nombre.
Entre su reparto se encuentran Booke Shields y Christopher Atkins.

36
momento en que encendió las luces blancas que rodeaban el espejo del tocador,
música optimista se derramaba por los parlantes del teléfono de Charlie. Él había
aprendido hacía tiempo que la llave para callarla era el darle una canción para
cantar, y él no quería hablar más sobre Linc.
—Okay, baja el teléfono.
Charlie obedeció, dejando que sus ojos se cerraran, incluso sin que él preguntara.
Por más estúpido que sonara, ambos habían estado haciendo esto por tanto
tiempo, que el ritual se sentía casi sagrado. Charlie entendía más que nadie lo que
el maquillaje significaba para Wyatt. Claro, había algo artístico en ello, pero había
magia allí también. El maquillaje ocultaba, transformaba, podía hacer ver a las
personas cosas que antes no estaban y ocultaba aquellas que sí se encontraban
allí. Era lo más cercano a la hechicería de lo que Wyatt era capaz de estar, y le
daba la reverencia que se merecía.
Ambos cayeron en un silencio cómodo. Cuando Wyatt siguió a trabajar en el
cabello de Charlie, ella cambió la música, así podía practicar para el ensayo. Partió
en secciones el pelo mientras ella entonaba perfectamente las canciones de la
soundtrack de Hamilton15. Wyatt trató de no sentirse celoso de su talento o de su
libertad, pero era difícil. Por más que la madre de Charlie fuera una “madre de
escenario”, era también fieramente protectora con Charle… e incluso con Wyatt,
hasta cierto punto. Una ex reina de belleza que se casó con un gerente de un gestor
de fondos, constantemente se lamentaba de cómo deseaba haber tenido un hijo
gay.
Wyatt intentaba no indagar en la vida que pudo haber tenido con los tolerantes
padres de Charlie en lugar de su odioso padre y su desinteresada madre. No servía
de nada llorar sobre su terrible ADN.
Cuando terminó con Charlie, roció un poco de spray fijador sobre su rostro y
peinó el cabello en su lugar con más flores de las necesarias.
—Okay, por la presente te declaro lo suficientemente cachonda para que te
llamen de nuevo.
Charlie saltó de la silla, enganchando su teléfono mientras se daba una mirada
superficial. —Oh, es perfecto. Algo entre la reina de los gritos 16 y drag queen. De
nuevo, tu genialidad me asombra —Ella tomó el enorme bolso sobre la cama
colocando debajo de su brazo antes de detenerse frente a él y entrecerrar los ojos
—. Me lo dirías si no te encuentras bien, ¿verdad?
Adrenalina dio un shock a su sistema ante el repentino cambio de táctica de ella,
sus latidos tropezando. — ¿Qué?
Las esquinas de su boca tiraron hacia abajo y su corazón repentinamente
sangraba a través de los enormes ojos de lémur de Charlie. —No te ves bien.

15
Popular musical de Broadway dirigido por Lin Manuel Miranda.
16
Scream Queen: es un juego de palabras que hace referencia a las protagonistas de las películas de
terror.

37
Algo se dobló detrás de sus costillas. —Bueno, vete a la jodida mierda.
Ella envolvió las manos alrededor de los antebrazos de Wyatt, sus uñas con forma
de garra presionaban contra la piel. —Estoy siendo seria. Tienes los mismos ojos
hundidos y apariencia atormentada que tenías después de volver de Barbados ese
verano… el verano que volviste de—..17
—Lo recuerdo —Él chasqueó. Ablandó el tono ante la apariencia dolida de
ella —Estoy bien. Solo bebí demasiado anoche.
Su expresión pasó de pena a una asesina en un momento, la voz cambiando a un
susurro silbante. — ¿Bebiste? Estás en arresto domiciliario por DUI.18
El rodó los ojos, agitando la mano despectivamente. — ¿Ves a algún carro por
aquí?
—No hagas eso. Estoy siendo seria —Él dejó que su mirada se arrastra
sobre el punto sobre su hombro, intentando mentalmente escudarse de sus
palabras —. No puedes seguir haciéndote esto a ti mismo. Tienes que salir de aquí,
alejarte de tu padre, de este lugar. No es bueno para ti.
Wyatt forzó una sonrisa frágil en su rostro. — ¡Hah! Deja que ella, dopada con
farmacéuticos sin prescripción en su traje Prada, tire la primera piedra. No
puedes siquiera salir de la cama sin anfetaminas.
Ella succionó el aire, su voz aumentando en una octava…
—Tengo un diagnostico legítimo, gilipollas. Eres malo cuando tienes
resaca.
Hizo una mueca, cruzando ambos brazos sobre la camiseta aún empapada. —Y tú
no eres graciosa cuando me sermoneas, así que estamos a mano.
Ellos se fulminaron con la mirada el uno al otro por un sólido minuto. Los
hombros de Charlie se desplomaron y la vio ignorar los últimos cinco minutos
como si nunca hubiese pasado. Una enorme sonrisa se extendió por su rostro. —
De todas formas, tengo que correr. Hay que hacerlo de nuevo pronto —Dejó un
beso en su mejilla para después abrir la puerta —. Intenta no tropezar y caer sobre
la polla del abuelo allá afuera. Podría romperse la cadera.
—Wow, pero qué graciosa —Se burló, empujándola fuera de la puerta de la
habitación.
—Oye, tú te ves como la carnada en “Atrapar al depredador”. 19 Solo estoy
intentando mantenerte a salvo.

17
Está cortado porque fue interrumpida por Wyatt
18
Driving Under the Influence: Conducir bajo influencia o Conducir en estado de embriaguez.
19
Reality show estadounidense, en donde el presentador Chris Hansen, grababa parcialmente con una
cámara oculta, a hombres adultos intentando tener sexo con menores y siendo arrestados como
resultado. Los chic@s eran adultos interpretando a personas menores de edad en chats en línea.

38
Él la giró. —Buena suerte en tu ensayo 20—Dijo con la voz llena de un regocijo
rencoroso.
Sus ojos se abrieron de par en par, y lo apuñaló con el dedo sobre el pecho. —
Retíralo, ahora mismo.
—No.
—No estoy bromeando, Wyatt Montgomery Edgeworth. O me dices
“rómpete una pierna” ahora mismo, o dejamos de ser amigos —Él la miró
fijamente —. ¡Dilo! —Ella chilló.
Después de que sintió que ella se había retorcido lo suficiente, él cedió. —Bien.
Rómpete una pierna, creo.
Ella sacudió la cabeza como una madre decepcionada. —Eres un monstruo.
—Es verdad. Conoces el camino a la salida —dijo, cerrando la puerta de la
habitación en su cara.
Él debería volver y ayudar a Linc, pero en lugar de eso, se dejó caer de espaldas
sobre la cama, repentinamente consciente de su todavía empapada ropa y el nudo
gigante en su estómago. No podía hacerlo. No podía regresar y pretender que por
poco no se habían besado. Así que, se quedó tendido allí, escondiéndose en su
habitación como un cobarde. Como hacía siempre.
Iba a ser un día bastante largo.

20
En el teatro, se considera de mala suerte desear buena suerte.

39
Siete
Linc
Linc estaba soñando. Sabía que lo estaba. Eso no impidió que su corazón se
acelerara, o que el sabor metálico llenara su boca. Siempre comenzaba con
sangre. Centavos de cobre y gasolina le quemaban la nariz y la garganta. El sol del
desierto abrasó su carne. Trató de quitarse el sudor de los ojos parpadeando, pero
seguía sin poder ver. Sus hombres estaban allí afuera en alguna parte ¿Habían
sobrevivido a la explosión? Formas vacilantes se precipitaron hacia él. Entrecerró
los ojos, tratando de encontrarles sentido ¿Llevaban uniformes de combate? No
podía decirlo. Eran fantasmas, o tal vez él era el fantasma. Si no fuera por el
entumecimiento palpitante irradiando por su brazo derecho, podría haber
pensado que estaba muerto.

Trató de alcanzar su rifle a sólo unos metros de distancia, pero su brazo no estaba
cooperando. Se estaban acercando con cada segundo que pasaba. Su pulso se
disparó, adrenalina enviando ondas de choque a lo largo de su cuerpo hasta que
no estaba pensando, sólo reaccionando. Cuando la forma amorfa apareció sobre
él, arremetió con su mano izquierda, agarrándolo de la garganta con todo lo que
tenía y haciéndolos rodar debajo de él. Necesitaba la ventaja. Ellos tenían armas.
Tenían el pleno uso de sus cuerpos. Tenían todos sus sentidos. Él sólo tenía miedo
y entrenamiento. Se sentó a horcajadas sobre ellos, apretando con cada pedazo
de fuerza que pudo reunir con sólo una mano. Si tenía suerte, podría fracturar el
hueso hioides21. Se asfixiaría.

Ellos pelearon, sus golpes débiles mientras luchaban debajo de él, gritando
frenéticamente.

— ¡Linc!

En algún lugar, el sonido de su nombre penetró a través de la niebla de su


memoria.

—Linc ¡Detente! Joder, por favor. Joder ¡Detente!

Linc abrió los ojos, parpadeando para ajustarse a la repentina oscuridad luego de
haber luchado bajo el ardiente sol del mediodía de su pesadilla. Él estaba de
vuelta en su habitación en el penthouse de los Edgeworth, sentado a horcajadas
sobre un Wyatt sin aliento y de rostro enrojecido. Jesús. Santa jodida mierda.

21
Hueso situado en la parte anterior del cuello, por debajo de la lengua y por encima del cartílago tiroides.

40
Linc podría haberlo matado. Su mano todavía apretaba la garganta de Wyatt. Su
mano izquierda. Gracias, joder. Dejó salir un respiro tembloroso. Si hubiera sido
su mano derecha... ni siquiera quería pensar en eso. Masajeó la tierna piel de la
garganta de Wyatt. El chico se contrajo de dolor mientras tragaba bajo los dedos
de Linc. Incluso en la oscuridad, podía ver que se volvería un moretón.

—Lo siento mucho —Susurró.

Los labios de Wyatt se movieron, pero su voz sonaba a kilómetros de distancia.


Un peso de plomo aplastó el pecho de Linc y su visión se hizo un túnel, su corazón
golpeando contra su caja torácica hasta que pensó que estaba teniendo un ataque
al corazón. Joder. Ahora no. No. Ahora. Gotas de sudor le picaban en la frente y
se deslizaban a través de su columna, pero él estaba helado. Quería moverse, huir,
pero su mente lo mantenía congelado.

Las suaves manos de Wyatt tocaban su rostro mientras hablaba. Linc se obligó a
concentrarse en los labios del chico. —Linc. Creo que estás teniendo un ataque de
pánico ¿Puedes escucharme?

No habló, sólo asintió entrecortadamente.

—Está bien, amigo, tengo de esos todo el tiempo. Concéntrate en cinco


cosas que puedas ver—. La mirada de Linc se sacudió por la habitación, tratando
de concentrarse en algo. —Dilas. En voz alta.

—La lámpara. La cabecera—. Respiró hondo de manera irregular, su


mirada cayendo sobre Wyatt. Tu boca pecaminosa, tus rizos alborotados
derramándose sobre mi almohada, pensó para sí mismo. Tragó. —La...la silla.
Las almohadas. Tú.

El pulgar de Wyatt acarició la mejilla de Linc, su voz era un murmullo bajo. —


Dime cuatro cosas que puedas tocar.

Cuatro cosas que podía tocar. Está bien. Las sábanas, el edredón, el material
sedoso de los pantalones de Wyatt, la piel suave de su garganta larga y delicada,
todavía apretada en la mano izquierda de Linc.

Mierda. Intentó mover la mano, pero Wyatt la capturó y la mantuvo en su lugar.


—No —La polla de Linc se crispó ante la cruda súplica de Wyatt —. Cuatro cosas.

Necesitaba concentrarse. Pensar. Relajarse. Para retroceder. Concentrarse. —Las


sábanas. La manta... tú. Puedo sentirte.

Las pupilas de Wyatt se dilataron, su lengua rosada lamiendo el labio inferior


lleno, escalofríos estallaron a través de su piel. —Esas son tres —Susurró.

—Es suficiente.

Wyatt le dio un asentimiento a medias en señal de aceptación. —Dos cosas que


puedes oír.

41
El aire acondicionado zumbaba, el ventilador chirriaba perezosamente sobre su
cabeza, pero todo lo que Linc pudo pensar en decir fue: —Tu respiración.

—Una cosa que puedes...saborear.

Se inclinó hacia abajo, presionando sus labios contra los de Wyatt, metiendo su
lengua dentro por un momento antes de retroceder. Esta vez su corazón se sintió
descompuesto por una razón completamente diferente. Se sentaron allí,
bloqueados en su lugar, la mano de Linc alrededor de la garganta de Wyatt y las
manos de Wyatt aplastando la muñeca de Linc, negándose a dejarlo ir. Ambos
estaban jadeando, ambos medio desnudos. La impresionante erección de Wyatt
haciendo una tienda de campaña en sus pantalones de pijama gris debajo de Linc.

Todo esto estaba sucediendo demasiado rápido. No debería estar sucediendo en


absoluto. Tomar este trabajo fue un error, pero era demasiado tarde para
retractarse ahora. Necesitaba el dinero. Linc debería dejarlo ir, debería alejarse y
encerrarse en el baño y hacerse una paja en la ducha como una persona que valora
su jodido trabajo y s u integridad. Pero no lo hizo. Él jodidamente no lo hizo.

Agachó la cabeza, pero no besó al chico, sólo lo respiró. Con Linc asomándose
sobre él, con una mano todavía en su garganta, Wyatt pareció derretirse en el
colchón como si todos los problemas que había tenido hubiesen desaparecido
repentinamente. Quizás en ese minuto, lo fue. Quizás todo lo que Wyatt
necesitaba era una mano alrededor de su garganta y alguien que lo usara y tomara
lo que quería. Y Linc quería. Quería todo.

Cuando inclinó sus labios sobre los de Wyatt esta vez, el niño gimió en voz baja,
inclinando sus caderas, frotando su necesitada polla contra la polla medio dura
de Linc. Linc se tomó su tiempo. No era sexo, racionalizó Linc, simplemente
estaban tonteando, dándole a Wyatt lo que necesitaba, lo que ambos necesitaban.
Los pequeños sonidos de Wyatt volvían loco a Linc. El niño era tan dócil, tan
dispuesto. Dejaría que Linc le hiciera cualquier cosa. El pensamiento tenía a Linc
duro y goteando tan rápido que lo mareó.

Liberó su boca, mordiendo besos a lo largo de la mandíbula y la garganta de


Wyatt, reduciendo la velocidad sólo para presionar sus labios un poco más
gentilmente en cada una de las enrojecidas marcas de dedos que se volverían
moretones mañana. Debería lamentarlo, podría haberlo lamentado más si Wyatt
hubiese parecido al menos un poco angustiado, pero la idea de marcar a Wyatt,
el ver una prueba tangible de lo que estaban haciendo mucho tiempo después de
que el sol saliera, tenía a Linc gruñendo, capturando la boca de Wyatt en otro beso
rudo.

Se echó hacia atrás, mirando hacia la pálida extensión del torso desnudo de
Wyatt, dejando que sus manos se deslizaran sobre su pecho. Wyatt se aferró a
Linc, gimiendo, tratando de tirar de él de vuelta hacia abajo. —No te preocupes,
chico codicioso. No he terminado contigo —prometió Linc.

42
Enganchó sus dedos en la pretina de Wyatt, bajándole y quitándole los
pantalones, arrojándolos en algún lugar del otro lado de la habitación. La polla
de Wyatt golpeó contra su firme estómago y Linc no quería nada más que enterrar
su rostro donde su esencia era más fuerte, recorrer con su boca a lo largo de su
dura longitud y chuparlo hasta que se corriera gritando debajo de él. En su lugar,
lo tomó en la mano, pasando el pulgar por la punta, usando el fluido para
trabajarlo lentamente. Wyatt arqueó su espalda, gimiendo largo y bajo como si
Linc hubiera arrancado el sonido de él. Era hermoso así, con la cabeza echada
hacia atrás, labios separados y el pecho agitándose. Sólo para Linc.

Él lo liberó, sonriendo cuando el niño gimió de frustración. Linc sólo estaba


deshaciéndose de su propia ropa interior, luego se alineó sobre Wyatt de nuevo,
presionando su cuerpo contra él. Wyatt prácticamente sollozó, meciéndose
desesperadamente contra Linc para obtener más fricción.

Linc fácilmente podría haberse frotado contra él como un adolescente hasta que
se corriera, pero una parte de él quería poner a prueba a Wyatt, quería ver cuán
lejos podía empujarlo. Se inclinó hacia adelante, prácticamente doblando al chico
por la mitad. Dios, él amaría follarlo de esta manera, con las rodillas sobre los
codos de Linc mientras se conducía a sí mismo hacia el calor apretado del cuerpo
flexible de Wyatt una y otra vez... Pero esto sólo podría pasar esta noche y Wyatt
no estaba listo para nada más que eso.

Linc se sostuvo sobre Wyatt con una mano, la otra se deslizó hacia atrás alrededor
de su garganta mientras sus cuerpos se alineaban perfectamente, sus pollas
encajando una junto a la otra.
—Sí —Sollozó Wyatt.
— ¿Sí qué? —Linc gruñó contra su oído, apretándole la garganta lo
suficiente para que Wyatt luchara —. Dilo. Necesito oírte decirlo.
—Sí, Daddy —Susurró Wyatt.
Linc se mordió los labios, meciendo sus cuerpos más rápido. —De nuevo, dilo de
nuevo.
—Por favor, Daddy.
—Ruégame.
—Por favor, por favor. Te necesito. Necesito es.. —Sus palabras en un grito
áspero mientras Linc molía sus caderas juntas —. Por favor, Daddy. Por favor. Por
favor. Por favor —Coreó, casi como si ni siquiera supiera que las palabras salían
de sus labios.
—Buen chico —Linc lo elogió, sus manos deslizándose de la garganta de
Wyatt para tirar del cajón al lado de su cabeza. Sacó la pequeña botella de
lubricante de su lugar escondido en la parte de atrás y se sentó sobre sus talones,
presionando una mano en el pecho de Wyatt mientras trataba de seguirlo —. No
te muevas —Ordenó Linc.

43
Wyatt parecía querer discutir, pero hizo lo que le ordenó Linc, por lo que
recompensó al chico tomando las pollas de ambos en su puño resbaladizo. Wyatt
trabajó contra la polla de Linc y el calor apretado de su palma. Normalmente, Linc
lo habría obligado a quedarse quieto, pero estaba siendo tan bueno, tan
obediente. Linc lo dejó perseguir su placer, una vez más envolvió su mano
alrededor de la garganta del niño y apretó mientras la electricidad lamía cada
terminación nerviosa. Sus bolas se tensaron y la base de su columna se sintió
caliente y hormigueante. No duraría mucho más. Captó la mirada acalorada de
Wyatt. —Córrete para mí. Córrete para Daddy.

Wyatt respiró hondo, una mirada de sorpresa se extendió por su rostro angelical
cuando su cuerpo se agarró debajo de Linc y se corrió con fuerza, disparando
sobre su estómago y derramándose sobre el puño de Linc. Linc no se detuvo; lo
trabajó a través de las réplicas antes de atrapar la venida de Wyatt en su mano,
usándola sobre su propia longitud. Wyatt miró a Linc con ojos vidriosos y
saciados, como si hubiera escuchado la voz de Dios, como si Linc fuese un dios y
el que hubiese hecho a Wyatt correrse hubiera sido una especie de jodida epifanía.
Fue la mirada lo que lo hizo, tuvo a Linc viniéndose con un grito áspero, pintando
el vientre de Wyatt con su propia liberación antes de untarlo sobre la piel del niño
como si pudiera frotar su esencia en su carne, convertirlo en una parte
permanente de él. Cuando terminó, llevó su mano a los labios de Wyatt. No tuvo
que decir una palabra; Wyatt abrió la boca inmediatamente, con su lengua
lanzándose hacia afuera para lamer los dedos de Linc hasta limpiarlos.

Él era tan jodidamente obediente. Linc se inclinó hacia abajo y le besó la frente.

—Ese es mi dulce niño —Elogió, antes de rodar para acostarse a su lado.

44
Ocho
Wyatt
Wyatt no dijo nada, se quedó ahí tendido respirando profundamente, esperando
que sus extremidades volvieran a funcionar. La sensación post-orgasmo se estaba
disipando rápidamente y la evidencia del encuentro secándose sobre su piel,
provocando picazón. Wyatt nunca se había acostado con un chico. Había
tonteado dentro de carros y baños e incluso en el congelador industrial de Bar
Lounge, pero nunca en una cama. Era demasiado… íntimo. Demasiado personal.
Él disfrutaba poder correrse y luego literal correr. Antes de que cualquier persona
pudiera reconocerlo.
Pero esta vez no había manera de escabullirse. Linc estaba allí mismo, presionado
contra él, extendido desnudamente con una mano detrás de su cabeza y con la
otra sobre su estómago, como si estar acostado con Wyatt en la cama no fuera la
gran cosa. De pronto no lo era para Linc. Él estaba casado. Tenía un hijo. El
estómago de Wyatt se revolvió. Después de que Charlie se fuera, debería haberse
quedado en cama como lo había planeado, pero después de medianoche su
estómago le exigió sustento y se había deslizado a la cocina. Había una nota en la
puerta del microondas. Linc había preparado la cena y la había dejado para él
¿Quién hacía eso? Ni siquiera se conocían, y Linc le había mostrado más
consideración que nadie nunca en su familia había hecho.
Por eso se fue al cuarto de Linc, para darle gracias por la cena. Al menos, esas
eran las intenciones de Wyatt. No había esperado encontrar a Linc luchando y
quejándose, llorando. Solamente quería despertarlo. Pero cuando tocó su pecho,
Linc lo rodó debajo de él y apretó su garganta haciendo que el cerebro reptiliano
de Wyatt se activara. Y aparentemente, a esta lagartija le gustaba ser tratada
duramente por hombres calientes y desaliñados en ropa interior.
Wyatt quería darse la vuelta, enterrar su cara en la almohada y esperar que Linc
se fuera, pero era su cama. Cuando el colchón se movió, Wyatt no pudo evitar
mirar en dirección a Linc, admirando la vista de su trasero esculpido mientras
caminaba desnudo por la habitación y abría la puerta del pequeño refrigerador
en la esquina.
Cuando regresó, se sentó frente a Wyatt. —Vamos. Arriba. Siéntate —. El tono de
Linc no daba lugar a discusiones. Si la polla de Wyatt podría recuperarse, lo
habría hecho. —Bebe esto.
Lo miró fijamente por un momento, pero luego la agarró y se tomó la mitad. La
iba a devolver, pero Linc negó con la cabeza. —Todo. —. Wyatt hizo lo que se le
dijo y Linc tomó de vuelta la botella vacía. —Acuéstate de nuevo.

45
Esta vez Wyatt se dio la vuelta. No quería que lo cuidaran. No quería que Linc
actuara como si esto significara algo. Estos encuentros nunca significaban nada.
No podían ¿Qué sentido tenía? Cuando Linc curvó su cuerpo contra Wyatt y lo
apretó contra él, Wyatt se congeló. —Sabes que no tienes que hacer esto ¿Cierto?
Labios trazaron su nuca. —Me gusta acurrucarme después de un orgasmo.
Supéralo.
Wyatt resopló, un poco enfadado. — ¿No tengo voz ni voto en esto?
Wyatt sintió un escalofrío al oír el gruñido áspero de Linc —Nop. Mi cuarto, mis
reglas.
Silencio cayó sobre la habitación, el único sonido era el movimiento rítmico del
ventilador y el ritmo del corazón de Wyatt latiendo en sus oídos. Los dedos de
Linc se extendieron sobre el vientre de Wyatt, su pulgar frotando círculos
perezosos que agitaban algo muy profundo dentro de él.
—Gracias por la cena—. Murmuró finalmente, por no tener más que decir.
—No estaba seguro de que lo encontrarías. Pensé que habías muerto allá
adentro—. Dijo Linc, voz impregnada de sueño como si ya se hubiera dormido o
hubiera estado al borde de hacerlo.
—Te estaba evitando.
Aliento chocó con el hombro de Wyatt mientras Linc se reía. —No me digas ¿Por
qué exactamente? ¿Estabas asustado de que te pusiera a trabajar en vez de dejarte
broncear en la piscina todo el día?
—No. Porque estaba totalmente seguro de que me querías follar en mi
propia cocina antes—. Las palabras salieron de la boca de Wyatt antes de que
pudiera detenerlas.
Dientes rozaron contra el hombro de Wyatt y su polla se crispó, la mano que
estaba sobre su vientre ahora arrastrándose contra un pezón duro. —Te estás
imaginando cosas. Me repugnas —. Retumbó la voz de Linc.
Wyatt sonrió a su pesar, sus manos extendiéndose hacia atrás para frotar la
cadera de Linc. —Sí, igual. Cuando me besaste, casi me vomito.
Una vez más esa risa ronca antes de que descendiera al silencio. Wyatt esperó a
que Linc hiciera algo más. Podía sentir la polla semidura de Linc contra su
trasero. Linc lo estaba volviendo loco, sólo besando y lamiendo su cuello,
tocándolo como si fuera su dueño, como si él tuviera algún tipo de reclamo sobre
su cuerpo, como si fuera suyo para tener acceso a él cuando quisiera. La idea hizo
que la sangre se moviera al sur, pero Wyatt no podía permitir que esto pasara otra
vez. Simplemente se sentía demasiado bien.
Se dio la vuelta entre los brazos de Linc hasta que estuvieron prácticamente nariz
con nariz. —No sé qué es lo que estamos haciendo ahora. No sé qué es lo que
esperas de mí. No me acurruco ni beso, ni tampoco invado el espacio del otro. Es
que… este no soy yo.

46
Linc presionó sus labios contra la frente de Wyatt. —Cálmate. Esto es sólo un
momento temporal de locura. Solo necesitábamos sacarlo de nuestros sistemas.
Has estado encerrado en esta casa por seis meses y estabas probablemente
aburrido. Yo no he tenido el tiempo ni las energías para buscar encuentros
casuales desde que me dieron de baja. Tenemos otros seis meses juntos. Es bueno
que lo saquemos de nuestro sistema ahora ¿Verdad?
El estómago de Wyatt se cuajó como la leche vencida, su pecho apretándose, pero
asintió y le dio a Linc una sonrisa tensa. —Sí. Totalmente.
—En doce días, tú vas a estar afuera y yo solo seré el viejo entre las sombras
manteniéndote fuera de los problemas.
Wyatt frotó su nariz contra la de Linc antes de robarle un beso. —Sí que estás
viejo—. Asintió sombríamente. — ¿Tienes cuántos? ¿Cincuenta?
Linc bufó. —Cuarenta, pequeña mierda.
Esta vez fue Wyatt el que se echó a reír. —Lo mismo, dah. Viejo es viejo.
—Duérmete. Mañana tenemos que volver a la realidad.
Wyatt quería decirle que no había forma de que pudiera dormir con otra persona
caliente y sudorosa contra él, pero un bostezo interrumpió sus planes. Metió la
cabeza debajo de la barbilla de Linc. Se movió, empujando a Wyatt de una manera
que no le molestó, y luego las mantas estaban alrededor de sus hombros y el brazo
de Linc envuelto alrededor de su cintura, y se quedó dormido en el capullo que
Linc había hecho para ellos, su corazón latiendo bajo del oído de Wyatt.
Era abrasador. Sólo el sol reflejándose en la superficie de la piscina fue suficiente
para que Wyatt lamentara su plan de sentarse en el patio y fingir que no estaba
acechando a Linc mientras caminaba de un lado a otro por la cocina con el
teléfono pegado a la oreja. Habían pasado tres días desde que Linc había sacudido
el mundo de Wyatt y estaba frustrado y furioso a partes iguales. No estaba seguro
de por qué estaba enojado, exactamente. No quería a Linc. No tenía sentido
querer algo que nunca podría tener. Nada podría salir de ellos dos haciendo el
tonto.
Excepto quizás unos cuantos miles de orgasmos.
No. Wyatt no quería eso. No podía. Pero el hecho de que Linc hubiera cerrado la
puerta con tanta facilidad a su encuentro sexual sin aparentemente ningún
arrepentimiento, dejó el ego de Wyatt tan magullado y en carne viva como su
garganta.
Los moretones en forma de huellas dactilares ahora eran morados y verdes, que
no eran los colores de Wyatt, pero se negó a taparlos. A veces se miraba a sí mismo
en el espejo del baño y envolvía su propia mano alrededor de su cuello e intentaba
recordar exactamente cómo sintió que Linc lo ahorcó mientras lo masturbaba.
Linc obviamente no pensó en ello en absoluto. Apenas miró a Wyatt. Incluso
ahora, Wyatt yacía junto a la piscina en su bañador más pequeño y Linc ni
siquiera había movido su vista en su dirección. El idiota. Bueno, tal vez no sea

47
totalmente un idiota, regañó una voz. Le preparaba la cena a Wyatt todas las
noches, incluso si solamente se la dejaba en el microondas.
Desde algún lugar del interior de la casa, la puerta principal se abrió y se cerró de
golpe y luego Charlie se dirigió hacia él a través de la sala de estar en un vestido
blanco suelto con un cinturón de grandes flores azules y un enorme sombrero de
ala ancha. Parecía que acababa de bajar de un crucero. —Oye, nuevo tipo de
seguridad cuyo nombre no recuerdo—. Cantó con un gesto.
Linc tapó el micrófono de su teléfono. —Oye, futura ama de casa real cuyo nombre
no recuerdo—. Le dijo, devolviéndole el mismo saludo.
Charlie soltó una carcajada placentera mientras se dirigía al otro lado de la
piscina donde Wyatt se había instalado. Arrugó la nariz cuando se dio cuenta de
que estaba sentado en la sombra. — ¿Por qué estás al acecho en las sombras como
una enredadera? ¿Estás acechando al Padre Tiempo 22allí? —. Preguntó, con tono
sospechoso mientras se dejaba caer para sentarse en la silla al lado de él.
Wyatt torció los ojos detrás de sus gafas de sol. —Por supuesto que no.
Simplemente no quiero parecerme a uno de tus bolsos de cuero cuando tenga
treinta años. Mi rutina de cuidado de la piel toma una hora completa y no la voy
a arruinar quemándome con este brutal sol del mediodía.
—Tu ridíc…—. Se calló abruptamente, inclinándose hacia adelante y
agarrando su barbilla, movió su cabeza hacia arriba. — ¿Qué demonios es eso?
¿Son esos... Wyatt Edgeworth, es eso una huella de mano alrededor de tu
garganta?
La sangre que se acumuló en el rostro de Wyatt se sintió peor que cualquier
quemadura de sol. Se quedó mirando su propia expresión horrorizada en el
reflejo de los aviadores de Charlie antes de voltear su mirada hacia Linc, rezando
para no poder escuchar los chillidos agudos de Charlie. —Shh, baja la voz.
Charlie jadeó y se puso de pie. — ¿Que baje la voz? ¿Él te hizo esto? ¿Te lastimó?
Antes de que Wyatt pudiera decir alguna palabra, ella salió disparada, cargando
hacia Linc tan rápido como se lo permitieron sus alpargatas. — ¿Cuál es tu
problema, idiota?
Las cejas de Linc se alzaron hacia su frente en confusión, aunque parecía
desconcertantemente tranquilo. —Uh, estoy un poco ocupado en esto—. Dijo,
moviendo su teléfono de un lado a otro en caso de que ella no se hubiera dado
cuenta.
Charlie arrebató el teléfono de los dedos de Linc y lo arrojó a la piscina. —Ahora
ya no lo estás —. Dijo fuertemente. Empujó a Linc con ambas manos, pero él se
mantuvo firme, mirándola como si fuera un molesto insecto arruinando su picnic.
Esto no hizo nada para disuadirla. — ¿Crees que porque eres más grande que él y
más fuerte y... mayor puedes simplemente intimidarlo? ¿Qué puedes abusar de él

22
"Personificación del tiempo. Representado por un viejo con barba.

48
y lastimarlo? ¿Tienes idea de por lo que ha pasado? ¿Por qué no te metes con
alguien de tu tamaño? ¡Eres repugnante!
Linc parpadeó lentamente hacia Charlie mientras Wyatt intentaba apartarla. —
Charlie, no es lo que parece. Por favor, cállate antes de que lo empeores aún más.
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se arrepintió. Tanto Linc como
Charlie lo miraron, boquiabiertos, lo cual Wyatt podría haber encontrado
gracioso en cualquier otra situación, pero no era para nada gracioso ahora.
Charlie apretó los puños a sus costados y se volteó hacia Linc, cuyos ojos se
agrandaron ante el horrible chillido que emitía justo antes de pegarle un puñetazo
en la cara.
—Ouch—. Murmuró Linc, poniendo una mano sobre su ojo ahora herido.
Cristo ¿Qué diablos estaba pasando? — ¡Charlie, detente! ¿Qué te pasa? Vamos a
hablar en mi habitación ¿De acuerdo?
Antes de que pudiera responder, la puerta principal se abrió y cerró una vez más
y los tres se giraron hacia ella. A Wyatt se le revolvió el estómago e hizo todo lo
posible por no vomitar. Por supuesto, su padre elegiría este día para aparecerse.
Wyatt rezó para que todo el edificio colapsara repentinamente y los matara a
todos en un desastre espectacular. Pero por desgracia, el edificio se mantuvo
firme. El dinero no podía comprar la felicidad, pero podía comprar materiales de
construcción de primera clase.
Los ojos azules de Charlie se volvieron salvajes al ver a su padre, y Linc y Wyatt
sólo pudieron mirar con horror mientras ella marchaba hacia el hombre mayor y
clavaba su uña como una garra en su chaqueta azul marino. —Esto es tu culpa
¿Estás tan desesperado por tenerlo bajo control que dejarás que este salvaje lo
mate? ¡Míralo! Mira su garganta. No serás feliz hasta que esté muerto ¿Verdad?
¡Hazlo mejor! ¡Sé mejor!
Ella no esperó respuesta, sólo hizo un último ruido aterrador de niña antes de
salir de prisa por la puerta, cerrándola de golpe.
—Esa chica está tan loca como esa madre pagana suya. No sé en qué estaba
pensando Craig al casarse con esa mujer.
Cuando ni él ni Linc respondieron, la mirada de su padre se movió entre los dos.
Después de un momento, avanzó a grandes zancadas, agarrando la mandíbula de
Wyatt con tanta fuerza que temió sufrir más moretones en forma de dedos. Una
sensación de inquietud se instaló en la boca de su estómago cuando su padre se
volvió para escudriñar a Linc una vez más. Wyatt no podía decir nada para salvar
a Linc de esto. Si le contaba a su padre cómo sucedió realmente, Linc se quedaba
sin trabajo y si no le contaba, Linc también se quedaría sin trabajo.
—Wyatt, ve a tu habitación. Creo que necesito hablar con tu nuevo equipo
de seguridad.
—Papá…—. Trató Wyatt.

49
Su padre se giró hacia él, escupiendo las palabras con los dientes apretados. —
¿Qué acabo de decir?
Wyatt se echó hacia atrás por inercia y su padre le hizo un gesto burla con un
desagrado desenfrenado. La mirada de Wyatt se arrastró por encima del hombro
de su padre hasta la de Linc.
—Ve —. Murmuró Linc.
El corazón de Wyatt dio un vuelco, pero hizo lo que le habían dicho, huyendo a su
habitación, cerrando la puerta de golpe detrás de él y deslizándose contra ella,
agarrándose la cabeza entre las manos. Arruinaba todo lo que tocaba. Ahora
también había arruinado a Linc.

50
Nueve
Linc
Para el momento en que la puerta de Wyatt se cerró, Linc estaba preparado para
aceptar cualquier consecuencia que Montgomery Edgeworth le adjudicara. Había
herido a Wyatt. No a propósito, pero el resultado era el mismo, Linc había puesto
esas marcas alrededor del cuello del chico, no importaba cuanto él las hubiese
deseado tener allí, y ahora, él había creado un problema más grande entre Wyatt
y su padre.
Linc nunca debió dejar la Marina. Después de algunos meses, estaba claro que no
tenía la más mínima idea de cómo funcionar en el mundo exterior. Jackson le
había encargado un trabajo de seis dígitos, y él lo había echado a perder en una
semana. Un trabajo de niñero de un niño bajo arresto domiciliario. Eso tenía que
ser alguna especie de récord. Él debió haberse ido al extranjero y encontrar un
trabajo como mercenario. Hacían buen dinero y no tenían que pretender que aún
formaban parte de la sociedad educada. Debería comenzar a empacar, pero iba a
dejar que el senador diera su opinión, por el bien de Jackson.

—Lincoln, puedo entender mejor que nadie lo frustrante que ese chico
puede ser. Es un bocón, perezoso, se preocupa más por su cabello que por
graduarse o contribuir de forma positiva a la sociedad. Jamás toma una decisión
correcta. Es mi decepción más grande.

La sangre se precipitó hacia los oídos de Linc, el pulso disparándose. ¿Era


enserio? Ese hombre estaba echándole la culpa a Wyatt por las marcas en su
cuello. Esa era una racionalización de otro nivel, incluso para un político. Linc
metió las manos en sus bolsillos para evitar darle al senador unos moretones que
hicieran juego.

—Han habido millones de momentos en mi vida, en donde quise


estrangular al muchacho, pero no lo hice. ¿Sabes por qué? Porque no puedo
permitirme alegaciones de abuso infantil. Hoy en día, nadie entiende los
beneficios de la disciplina. De los castigos físicos. Es todo trofeos de participación
y derechos. ¿Entiendes a lo que me refiero?

—No —Linc respondió con honestidad.

—Estoy seguro que para este momento habrás notado que mi hijo tiene
ciertas… inclinaciones.

— ¿Inclinaciones? —Linc gruñó, sin poder evitar que sus labios se


curvaran.

51
Los ojos del senador brillaron, su expresión imitando la de Linc. — ¡Sí! ¿Ves? Esa
expresión, justo ahora. Ese desagrado. Lo entiendo. Puedo entenderlo. Me
enerva, también. Ese hijo mío haría lo que fuera para molestarme, hacerme ver
mal, incluso comportándose como algún… sodomita. Es completamente
antinatural —El hombre estaba caminando ahora, agitando los brazos como
algún predicador de fuego y azufre. Linc conocía su tipo. Había pasado los
primeros diez años de su vida en una pequeña ciudad de Mississippi, y había sido
el receptor de más de uno de esos sermones presuntuosos.

—Es… Es malévolo, eso es lo que es. Repulsivo, moralmente reprensible, y


solo Dios sabe que he intentado razonar con él, intenté conseguir los mejores
terapeutas, lo matricule en los mejores programas una vez supe lo que era. Los
Ministros de la Luz de Dios tienen uno de los mejores programas de conversión.
Lo inscribí apenas tenía catorce años. Tres años seguidos estuvo con ellos y aun
así… Aun así, sigue comportándose de esa forma.

— ¿Cuál es su punto? —Preguntó entre dientes apretados antes de agregar


disgustado —. Señor —Recordándose que todavía representaba a Jackson.

—Mi punto es, que entiendo tu rabia. Imagino que un marin como tu ve a
un… desviado… como mi hijo, como una abominación. Claramente te enojas y
puedo entenderlo. Lo hago. Pero cualquier acción disciplinaria que tomes debe
estar fuera de vista. Aún ahora, en arresto domiciliario, la pequeña bruja salvaje
con la que retoza podría correr a los periódicos y decir que él está siendo abusado
por el empleado de su padre. ¿Si ves lo mal que podría verse para mí, verdad?
Solo deseo un período más en la oficina. Me ocuparé de todo lo demás después
de Noviembre.

La cabeza de Linc daba vueltas mientras intentaba entender exactamente lo que


Monty Edgeworth estaba diciendo. ¿Implicaba que estaba bien que Linc casi
matara a su hijo? Dios. Este hombre era un jodido monstruo. Un monstruo que
le pagaba seis dígitos. Seis dígitos que Linc necesitaba desesperadamente. Se
sacudió mentalmente. —Solo para estar claros, ¿qué es lo que espera de mí?

El hombre le dio una amplia sonrisa y le palmeó en el hombro. —Discreción,


soldado, como discutimos. La discreción es la clave. Nada de moretones visibles,
ni lesiones potencialmente mortales. Estuviste en las fuerzas especiales, estoy
seguro que te enseñaron las mejores técnicas. Formas de… impresionar sin causar
algún daño permanente o desfiguración. Sin dejar ninguna evidencia detrás.

La sangre de Linc no se precipitaba, estaba hirviendo. La única persona a la que


Linc quería dañar o desfigurar era a este presumido pedazo de mierda frente a él
que sonreía mientras relataba todas las formas en las que Linc podía abusar de
su hijo.

—No puede estar hablando enserio —Linc se oyó a sí mismo decir.

52
El senador alzó ambas manos, como un curpier23 de Blackjack despidiéndose. —
Esto no es una trampa. Honestamente, no podría funcionar mejor para mí. Si
L.O.G 24 no pudo salvarlo, quizás un poco de disciplina militar pueda —Él bajó la
voz —. Escucha, si estás preocupado porque Wyatt pueda decir algo o ir a la
policía, te prometo que no lo hará. Si esos tres veranos le enseñaron algo, es como
mantener la boca cerrada y proteger a la familia. Gracias a Dios por esos pequeños
favores.

Linc agradeció que sus temblorosas manos estaban en sus bolsillos. Estaba a diez
segundos de arrojar al senador estatal por el balcón, y la única cosa que lo detenía
de actuar de acuerdo a sus instintos, eran los pensamientos de su propio padre a
dos horas de distancia, y el chico que estaba en el pasillo. Si Linc se iba ahora,
¿Quién sabría a quién contrataría el tipo después? ¿Mercenarios del mercado
negro? Linc no era un santo, pero Wyatt estaba mucho más seguro con él que con
cualquier otra persona. ¿Qué pasaría si el próximo guardia encontraba a Wyatt
tan reprensible como lo hacía su padre? ¿Qué pasaba si los guardias anteriores ya
lo habían abusado?

—Lamento los moretones. Le aseguro que no volverá a pasar —Linc logró


decir, forzando las palabras de sus labios. Masticar el pasto del suelo habría sido
menos doloroso. Se prometió a sí mismo, que cuando todo esto acabara y
presentara su carta de renuncia a Jackson, él iba a darle un puñetazo al tipo
directo en su maldita boca petulante. Dos veces. Como mínimo.

Él se giró para caminar hacia la puerta pero se giró a último minuto. —Tu padre
debe de estar muy orgulloso. Gracias por tu servicio —Y con un saludo alegre, se
había ido.

Linc contó hasta treinta antes de agarrar el objeto más cercano —Un vaso de
vidrio tipo highball25 que Wyatt había usado para su jugo de naranja— y lo arrojó
contra la pared junto con un grito. Un poco de tensión lo dejó mientras se
fracturaba, el vidrio dispersandose sobre el suelo. Pero no era suficiente. No era
ni mínimamente suficiente. Él quería destrozar al otro tipo, torturarlo
lentamente. Linc sabía exactamente las cosas que pasaban en esos programas de
conversión. Todo niño gay había oído las horrorosas historias. Algunos de los que
había conocido, tenían sus propias historias. No era capaz de imaginar lo que
sería tres veranos seguidos.

Necesitaba llamar a Jackson. Necesitaba llamar a Ellie. Buscó su teléfono móvil


antes de recordar que ahora se hallaba en el fondo de la piscina. Charlie. Su ojo
palpitó un poco como si repentinamente recordará los nudillos de la chica. Era

23
Persona designada en una mesa de juego para ayudar en la conducción del mismo, por ejemplo, tirar
la bola en la ruleta, servir cartas en el Blackjack, etc.
24
Light Of God: es la abreviación de los Ministros de la Luz de Dios, el programa al que obligaron a
Wyatt a asistir.
25
Se le dice así a los vasos en donde generalmente se sirve el whiskey.

53
una psicópata melodramática, pero al menos de verdad se preocupaba por Wyatt.
Eso todavía lo dejaba sin teléfono. Mierda.

Limpió el vidrio y lo arrojó a la basura antes de lavarse los dientes y agarrar su


cartera del armario. En su camino a la salida, se detuvo para tocar con suavidad
la puerta de Wyatt. —Se ha ido —No hubo respuesta —. Necesito ir a la oficina y
hablar con mi jefe, y después tengo que reemplazar mi teléfono. ¿Estarás bien por
ti mismo allí dentro? —Todavía nada.

Abrió una pequeña grieta en la puerta. El chico estaba sobre su estómago debajo
de las sábanas, una almohada en su cabeza, solo su hombro derecho y la
pantorrilla izquierda eran visibles. No estaba durmiendo pero Linc lo dejó tal cual
estaba.

Tenía la esperanza que él no hubiese oído nada de la conversación entre Linc y el


senador, aunque imaginaba que no era nada que el chico ya había oído con
anterioridad unas mil veces, probablemente del lado equivocado de los puños de
Monty.

Él suspiró y agitó la cabeza. —Ya vengo —Dijo antes de cerrar la puerta. De vuelta
a la cocina, espió el teléfono de Wyatt. Estaba desbloqueado. Abrió los textos de
Wyatt y encontró el nombre de Charlie, rápidamente escribió un mensaje.

¿Puedes volver? Te necesito.

Contuvo la respiración mientras los tres puntos danzaban, relajando los hombros
solo cuando vio que la respuesta de ella.

Voy para allá.

Al menos Wyatt no estaría solo mientras Linc estaba fuera. No físicamente, al


menos.

***

—El tipo es un chupapijas, hombre —Jackson resopló una risa desde detrás
de su escritorio, su profundo vozarrón llenó el gran espacio de la oficina —. Todos
los mejores homofóbicos lo son.

Linc se dejó caer en la silla del otro lado del enorme escritorio. —No creo que el
tipo esté en el closet. Solo pienso que es un cerdo mojigato. Estaba parado allí,
con esa estúpida sonrisa en su cara, pidiéndome que le quitara lo gay a su hijo a
golpes pero que no dejará moretones.

Jackson se inclinó hacia adelante doblando las manos en el escritorio, la camisa


de vestir blanca se enrolló hasta los codos mostrando el fuerte contraste con la

54
piel morena de los musculosos antebrazos. Linc había olvidado lo grande que era
el otro hombre, cuán intimidante podría ser con los tatuajes y la cabeza rapada.
Incluso sin un rifle entre sus manos, Jackson se veía letal, como si pudiese
destruir a un hombre. La vida civil lucía bien en él. Era siete años menor que Linc,
pero había vivido el mismo tiempo en el desierto. Y aun así, aquí estaba el
hombre, llevando una de las compañía de seguridad privada más exitosas de la
nación.

—Ya que estamos en el tema. ¿Quieres explicarme como el chico terminó


con moretones en el cuello?

Linc se frotó las manos en el rostro. —No, en realidad no.

Jackson abrió el cajón de su escritorio, sacando una botella de whiskey. La abrió


y dio un sorbo antes de pasarla a Linc. —Me temo que tengo que insistir.

Linc bebió un trago, dejando que el fuego líquido bajara por su esófago hasta su
estómago. —No es nada. Tuve una...una pesadilla. El chico estaba en el lugar
equivocado en el momento equivocado.

Hubo silencio, entonces Jackson preguntó. — ¿El lugar equivocado era tu


habitación?

Linc deslizó la mirada hacia su amigo antes de tomar otro sorbo y regresar la
botella. —No es así. El vino a agradecerme por dejarle de cenar. Cuando vio que
estaba teniendo una pesadilla, intentó despertarme y… no pudo.

No era exactamente una mentira. Jackson no tenía porqué saberlo todo.

—Estabas teniendo otro recuerdo —No era una pregunta.

Linc se burló. —No tengo PTSD26. Solo fue una pesadilla.

Jackson se recostó de nuevo en su silla, entrelazando los dedos detrás de su


cabeza. —Una pesadilla que pudo haberle costado la vida a ese niño y a mí
compañía. Tienes que ver a alguien, hombre. No debería decirte esto, pero
Martínez se comió su pistola en menos de un año desde que dio de baja. Conozco
a una excelente psiquiatra. Te daré su tarjeta.
Linc ya estaba sacudiendo la cabeza. —No puedo permitirme a uno de tus lujosos
terapistas, Avery. Todo mi dinero debe ir para Ellie en estos momentos.
—No puedes permitirte no ir, hermano. Considéralo un beneficio del
trabajo.

—Ya has hecho demasiado por mí.

26
Post-Traumatic Stress Disorder o en español Trastorno de Estrés Postraumático.

55
La silla gruñó mientras Jackson se inclinaba hacia adelante, su expresión
tornándose tormentosa. —Bien, entonces considéralo una orden de tu jefe. No
puedo tenerte por allí asfixiando los cuerpos que te contraté para cuidar… Incluso
si es eso lo que ellos desean.

El cuerpo entero de Linc se puso caliente, y después frío. — ¿Disculpa?


Jackson suspiró. —Se cuidadoso con él. Te di este trabajo por una razón. Los otros
dos guardias no podían manejar a este chico. Los dos dijeron lo mismo:
Temerario. Daño auto infligido. Suicida.
El pulso de Linc palpitó detrás de sus ojos. No le gustaba el sentimiento de que
estaba siendo manipulado desde todos los ángulos. — ¿Qué quieres decir?

—Lo que quiero decir, es que no se necesita ser un científico para darse
cuenta de porque Wyatt es de la forma que es. Algunos niños se cortan, otros
beben y están en las drogas. Otros se unen a la milicia y se convierten en esponjas
de balas. Estás inequívocamente cualificado para cuidar de ese chico porque tú
fuiste ese chico.

—Entonces, me contrataste para que pudiera... ¿qué? ¿Ser su maestro?

Jackson se encogió de hombros. —Pienso que tal vez podrías darle al chico algo
que necesita. Lo que ambos necesitan.

Linc observó a su amigo por un largo tiempo, tratando de descifrar exactamente


cuánto entendía Jackson sobre las necesidades de Linc. Si Jackson realmente
comprendía, debía saber que él era la peor cosa posible para Wyatt. Pero ambos
estaban demasiado involucrados. — ¿Qué es exactamente lo que crees que
necesito?

—Un propósito. Estás en caída libre, hermano. Solo intento ofrecerte un


lugar seguro para que puedas aterrizar.

56
Diez
Wyatt
Wyatt era un fantasma acechando su propia casa. Habían pasado diez días desde
que su padre y Linc habían hablado en la cocina y cosas extrañas habían estado
pasando desde entonces. Su padre se había ido, pero no realmente. Él era como
un demonio, incluso aunque no lo podías ver, el peso tóxico de su odio
impregnaba el lugar, dejando a Wyatt inquieto.

Él no sabía lo que su padre le había dicho a Linc, pero cada vez que Graciela hacía
referencia al buen senador, Linc apretaba su mandíbula, gruñía y se iba a
ejercitar por una hora, a este ritmo, iba a lucir como Hulk antes de que sus seis
meses terminaran. No es que Wyatt se estuviera quejando...o mirando... para
nada. Bueno, no mucho de todas formas. Sólo lo suficiente para saber que Linc
definitivamente no lo estaba mirando a él y eso estaba volviendo loco a Wyatt.
Era como estar viviendo con un compañero de piso que se llevaba bien con todos
excepto con él. Un compañero de piso que protagonizaba sus fantasías para
masturbarse al menos dos veces al día.

Con sus moretones desaparecidos hace mucho, se sentía como si lo que sucedió
en la habitación de Linc hubiese sido un elaborado sueño húmedo. Excepto que
no lo era. Wyatt podía recordar cada detalle con precisión como la de un sabio
cada vez que su mano se arrastró debajo de su cintura. Él recordaba exactamente
cómo se sentían los labios de Linc en los suyos, cómo sus dientes mordían el
lóbulo de su oreja mientras le gruñía a Wyatt que suplicara. A veces, si cerraba
los ojos lo suficientemente fuerte, podía pretender que eran las manos de Linc
sobre él en lugar de las suyas, pero nunca era lo mismo. Wyatt no estaba tratando
de citar patéticas películas, pero Linc definitivamente era su marca personal de
heroína27 y Wyatt temía estar persiguiendo esa droga para siempre. El
sentimiento claramente no era mutuo.

Está bien, Linc aún hacía las comidas de Wyatt y las dejaba en el microondas y
aún le dejaba botellas de agua con pequeñas notas recordando que las bebiera,
pero ¿No era eso peor? Una persona no debería poder ignorar a otra después de
haberle dado el mejor orgasmo de su vida y aun así preocuparse por sí está
adecuadamente hidratada ¿Qué carajos? ¿Quién hacía eso? Gente que jugaba
juegos mentales, esa gente. Linc estaba tratando de quebrarlo psicológicamente.

27
Wyatt está haciendo referencia a la película Crepúsculo, específicamente a cuando Edward le dice esa
frase a Bella, tanto en la película como el libro tradujeron esa frase como "marca personal de heroína"

57
Incluso ahora, Linc estaba caminando alrededor de la cocina guardando platos
en holgados pantalones deportivos que no hacían nada por ocultar el contorno de
su pene. Cada vez que se levantaba para poner algo en una repisa alta, su camiseta
se subía, exponiendo una tira de bronceado y tonificado vientre y un camino feliz
que Wyatt quería trazar con su lengua. Esta tortura tenía que ser deliberada.
Tenía que serlo y dos podían jugar ese juego.

Wyatt se puso sus joggers negros que Charlie le había obligado a comprar sólo
porque estos le quedaban debajo de las caderas y “abrazaban su trasero a la
perfección” y se deslizó en su sudadera verde pálido favorita pero la dejó sin
cerrar. Esto era una guerra. Él no era musculoso como Linc, pero era delgado y
tonificado en todos los lugares correctos y un montón de chicos eran felices de
decírselo. Tal vez Linc sólo necesitaba saber lo que se estaba perdiendo.

Cuando llegó a la cocina, fue directamente al armario donde Linc se encontraba


y se interpuso entre él y el mostrador. —Disculpa—, dijo, sin dar ninguna
explicación de que lo decía en serio. Cogió un vaso y trató de ignorar la punzada
de excitación que lo golpeó cuando los nudillos de Linc rozaron su vientre.

Linc solo gruñó, su forma preferida de comunicación últimamente. Una vez que
Wyatt había llenado su vaso de jugo de naranja, tomó asiento en la isla
pretendiendo contemplar el patio. Su plan de ignorar a Linc hasta que se diese
cuenta de que él era el que estaba siendo ignorado rápidamente decayendo
cuando Linc deslizó algo hacia él en el mostrador.

—Come esto— Ordenó Linc.

Wyatt miró hacia abajo para ver una barra de granola, haciendo una mueca. —No
tengo hambre.

La respuesta de Linc fue un ruido bajo que fue directo a la polla de Wyatt. — ¿Sonó
como si estuviera preguntando?

Wyatt frunció los labios e inclinó la cabeza, mirando a Linc a través de gruesas
pestañas mientras deliberadamente empujaba la barra devuelta a Linc. —No eres
mi jefe—.

Linc se inclinó sobre la isla hasta que estaban casi nariz con nariz, y Wyatt
definitivamente lamentó su decisión de andar en comando 28. —Niño, soy la
definición de jefe tuyo. Ahora, come.

Wyatt resopló por la nariz e hizo una demostración de rasgar la envoltura y tomar
un gran mordisco, haciendo una mueca mientras masticaba. — ¿Por qué esto sabe
cómo cartón?—preguntó con la boca llena.

28
Ir sin ropa interior

58
Linc se rió entre dientes. —Porque es saludable. Está repleto de vitaminas y
nutrientes saludables. Necesitas calorías.

— ¿'Nutrientes saludables'?—. Remedó alrededor de otro bocado. —Eres


tan viejo—.

—No me di cuenta de que la nutrición era algo que sólo a las personas
mayores les importaba. Ahora come.

Wyatt se obligó a tragar el bocado con un estremecimiento. —No quiero comer


esto. Es asqueroso.

—Bueno, no cenaste anoche, así que esta es la consecuencia.

La polla ya dura de Wyatt palpitó ante la palabra consecuencia, su mirada se posó


rápidamente en la de Linc. —No puedes hablar en serio. Lincoln, vamos. Tengo
veintidós años. No tengo que comer si no quiero.

Los ojos color miel de Linc lo inmovilizaron es su sitio. —No creo que quieras
probar esa teoría. Estoy de humor.

La boca de Wyatt se secó, su lengua salió disparada para lamer su labio inferior
¿Cómo era el humor de Linc? ¿Terminaría Wyatt con más moretones? No podía
recordar a otro ser humano teniendo este tipo de efecto en él alguna vez.

Wyatt no tenía idea de lo que sucedería a continuación, pero estaba seguro como
la mierda de que no iba a terminar esa barra de granola de cartón. —Bueno, veré
tu humor — se paró y caminó hacia el bote de basura junto a la isla. — Y levantaré
el mío. Abrió la tapa y tiró la barra de granola antes de girar sobre sus talones e
irse pavoneando por el pasillo con toda la actitud que pudo reunir.

Él casi había regresado a su habitación cuando Linc lo atrapó, inmovilizando


contra la puerta, una mano enredada en su cabello, tirando de su cabeza hacia
atrás. —Tú sólo lo estás suplicando, ¿No es así? —gruñó al oído de Wyatt. —
¿Pensaste que si te portabas mal, te haría una paja de nuevo? ¿Hmm?

Wyatt tragó más allá del nudo en su garganta, agradecido de que su súper obvia
erección estuviera siendo aplastada contra la pared. —No sé a qué te refieres—,
dijo, con la lengua casi tropezando con su mentira.

—Los chicos malos no vienen. Los chicos malos son castigados ¿Lo
entiendes?

No entendía, no realmente. Dio una sacudida brusca con su cabeza, de repente


sin estar seguro de qué hacer con sus manos colgando inútilmente a sus costados.

59
—Entonces lo demostraré.

Wyatt sorbió en un respiro sobresaltado cuando Linc tiró de los pantalones de


Wyatt hasta la mitad del muslo, su polla golpeando contra su estómago y
revelando su excitación. El repentino aire frío hizo que los escalofríos estallaran
a lo largo de su piel sobrecalentada. Los latidos de su corazón se volvieron
erráticos.

—Espera.

—Muy tarde para eso.

Antes de que Wyatt pudiera preguntar a qué se refería, la mano de Linc crujió a
través de su trasero desnudo. Fuerte. Wyatt gritó, su rostro ruborizándose ante el
sonido. No era así como había previsto este juego. Estaban en el pasillo donde
cualquiera podría ver… podría ver a Linc castigándolo, azotándolo. Su cabeza
nadaba, pensando en las muchas personas que podían entrar en su casa en
cualquier momento que quisieran.

—No puedes...

Dos agudas bofetadas más convirtieron las palabras de Wyatt en un gemido bajo.
Si esto no era lo que él quería, su jodido cuerpo no estaba recibiendo el memo. Su
cuerpo se inclinó, empujando sus caderas hacia Linc como una puta. Joder, eso
sólo daría entender que a Wyatt le gustaría ser azotado. Dios, él realmente no le
estaba pagando lo suficiente a su terapeuta.

—No. Puedo. Qué— preguntó Linc, puntuando cada palabra con otro golpe
hasta que el trasero de Wyatt ardió y las lágrimas picaron en sus ojos.

—Por favor— Wyatt se escuchó susurrar, sin aliento.

Bofetada.

— ¿Por favor qué, bebé? —Linc ronroneó en su oído.

—Yo…

Bofetada. Bofetada. Bofetada.

Lágrimas rodaron por las mejillas de Wyatt, su piel ardiendo por todas las partes
donde los golpes de Linc aterrizaban, y en todo lo que podía pensar era si él aún
vería las marcas de la mano de Linc en su culo mañana, si aún las sentirían. Eso
hizo que el dolor valiera la pena. Hizo que lo anhelara.

— ¿Terminaste de portarte mal?— preguntó Linc.

60
—No sé — se escuchó a sí mismo decir, su voz sonando lejana.

Juraba que Linc se reía entre dientes antes de darle otras tres bofetadas.

— ¿Qué tal ahora?

Wyatt se secó la cara contra el antebrazo, apoyándola contra la puerta. Sus


miembros se sentían pesados y entumecidos.

—Sí— murmuró.

El más mínimo indicio de una bofetada hizo que Wyatt siseara.

— ¿Cómo te diriges a mí?

— ¿Señor?

—Respuesta incorrecta— gruñó Linc. —Sabes quién soy. Dilo.

—Daddy— susurró Wyatt, cada terminación nerviosa levantándose en


atención.

—Sí, Daddy.

Los labios de Linc rozaron la garganta de Wyatt, sus dientes tirando del lóbulo de
su oreja.

—Buen chico. Bésame.

Wyatt volteó la cabeza, aplastando sus labios contra los de Linc, besándolo como
si él tuviera la cura para cualquier veneno que hubiese infectado a Wyatt. Linc lo
hizo girar, empujándolo contra la puerta, antes de encontrar la boca de Wyatt una
vez más. Se derritió contra él, dejando a Linc explorar.

Cuando Linc finalmente envolvió una mano alrededor de la polla de Wyatt,


sollozó. El pulgar de Linc se deslizó sobre la punta y Wyatt gimió dentro de su
boca. Incluso con la copiosa cantidad de líquido preseminal goteando, la mano de
Linc era una castigadora fricción seca que tenía a Wyatt gimiendo. Él sólo podía
enterrar su rostro contra la garganta de Linc, sosteniéndose mientras sus rodillas
se doblaban.

— ¿Quieres venirte, dulce niño?

—Sí, Daddy.

—Entonces debes aprender a hacer lo que se te dice la primera vez

61
La mano de Linc desapareció y Wyatt se encogió, aliviado y decepcionado.

—Por favor, Daddy— rogó, sus labios aún contra la garganta de Linc.

—Mírame.

Wyatt se echó hacia atrás, arrastrando su mirada hacia arriba hasta que estuvo
mirando el rostro severo de Linc. Ahuecó las mejillas de Wyatt, secando sus
lágrimas con los pulgares.

—Dilo otra vez.

—Por favor, Daddy— imploró Wyatt, sintiendo cada palabra.

—De rodillas—. Wyatt cayó tan rápido que estaba seguro de que se
arrepentiría mañana.

—Ojos en mí.

La mirada de Wyatt se trabó en Linc. Sacó su polla con una mano, la otra mano
apoyada en el marco de la puerta sobre la cabeza de Wyatt. La polla de Linc era
perfecta: gruesa, cortada y goteando pre-semen. Wyatt quería probarlo, para
sentir el fuerte peso en su lengua. Pero no se atrevía.

—No te atrevas a tocarte hasta que yo diga— gruñó Linc, trabajando su


mano más rápido.

Wyatt gimió. Quería correrse tan mal, pero quería tocar a Linc más. Quería
envolver su mano alrededor de la longitud aterciopelada y recorrer con su lengua
a través de la gruesa vena que corría por debajo. Quería ser el que dejara a Linc
sin aliento.

—Puedes tocarte, pero no te atrevas a venirte hasta que te lo diga.

Wyatt tenía casi miedo de hacer lo que Linc le ordenó; estaba demasiado cerca.
Todo esto era demasiado. Se mordió el labio inferior, gimiendo mientras su mano
envolvía su dolorida erección. La base de su columna estaba hormigueante y
caliente, y no se acariciaba tanto como se apretaba, intentando detener el
orgasmo que amenazaba con engullirlo.

—Abre la boca

Wyatt hizo lo que le dijo, echando la cabeza hacia atrás y sacando la lengua. Linc
hizo un sonido ahogado y luego su semen estaba pintando la cara de Wyatt, el
amargo sabor revistiendo sus labios. Se lo tragó, sus ojos suplicaban con palabras
no dichas.

—Ahora te puedes venir

62
Sólo tomó dos golpes y Wyatt estaba derramándose sobre su puño, los dedos de
sus pies se curvaron cuando olas de éxtasis se estrellaron sobre él y su cerebro
cayó fuera de línea temporalmente.

63
Once
Linc

Wyatt se estaba derrumbando. Linc observó cómo la fiebre de las endorfinas


disminuía, dejando al chico aturdido y apático. —Ven.

Tiró de Wyatt para que se pusiera de pie, empujando la puerta de su dormitorio


y llevándolo al interior. Wyatt no peleó con él cuando lo acomodó en la cama o
cuando Linc trajo un paño tibio y limpió suavemente la evidencia de su escapada
en el pasillo de la piel de Wyatt. Dejó a Wyatt el tiempo suficiente para tomar agua
y otras provisiones antes de regresar a la habitación y cerrar la puerta con llave
detrás de él. El instinto de autoconservación de Linc se estaba activando por fin
ahora que había profanado a Wyatt en medio del pasillo a plena luz del día.

Si tus instintos de autoconservación realmente se estuvieran activando, darías


la vuelta y te alejarías ahora mismo, regañó una voz.

Como sea. Más tarde se regañaría a sí mismo por ello. Por ahora, necesitaba
cuidar de Wyatt, quien se había acurrucado en una bola apretada en el centro del
colchón y estaba haciendo todo lo posible para convencer a Linc de que estaba
dormido. Se sentó, apoyándose contra la cabecera antes de maniobrar fácilmente
a Wyatt, acomodándolo de manera que su espalda estuviera contra el pecho de
Linc, su cabeza descansando contra su hombro. —Bebe esto —.

Wyatt soltó una risa somnolienta. —Di la verdad. Tienes acciones en esta empresa
de agua embotellada ¿No es así?

Linc sonrió a su pesar. —Sip. No puedo cuidar de mocosos ingratos para siempre
¿Verdad? Ya que estoy tan viejo.

Wyatt estiró la cabeza para encontrarse con la mirada de Linc, y tuvo que
recordarse a sí mismo que esto era temporal... que se había terminado. Sin
importar lo perfecto que fuera Wyatt. Sin importar cuánto quisiera Linc
recomponerlo. Tenía que parar. Sólo podían salirse con la suya durante un tiempo
sin que los atraparan, y esa era una caja de Pandora que nunca podría cerrar si se
abría. Las consecuencias serían demasiado significantes y de largo alcance.

64
Cuando Wyatt terminó su agua, Linc le entregó las rodajas de naranja que había
robado del cuenco de cristal del mostrador. Una vez más, Wyatt dirigió su mirada
hacia Linc, sonriendo. — ¿Tienes miedo de que me dé escorbuto29?

—Te apuesto cincuenta dólares que no sabes ni siquiera lo que es


escorbuto.

Wyatt resopló. —Una deficiencia de vitamina C. La mayoría de la gente creía que


sólo afectaba a marineros, pero existe desde el siglo trece. El ejército de Napoleón
se contagió consumiendo carne de caballo —. Cuando Linc le parpadeó, él batió
sus pestañas. —Historias de la vida real.

—No te voy a pagar cincuenta dólares —. Advirtió Linc.

— ¡Ja! Mi padre pagaba casi cincuenta mil dólares al año para que yo fuera
a esa escuela privada pretenciosa como la mierda, lo mínimo que podía hacer era
prestar atención.

Wyatt estaba lleno de sorpresas, o tal vez Linc acababa de hacer suposiciones
basándose en la información limitada que su padre le había proporcionado.
Ahora que Linc entendía por lo que Wyatt había pasado mientras crecía, no era
difícil ver por qué actuaba de la manera en la que lo hacía. No era una excusa para
beber y conducir -tenía suerte de que no hubiera lastimado a nadie más que a sí
mismo- pero ponía más claridad al estado mental de Wyatt. Graciela le había
advertido que Wyatt no era estable. Jackson había usado la palabra suicida. Las
señales de que Linc debería girarse y correr no sólo estaban ahí, estaban
parpadeando en un rojo neón, pero Linc no podía hacer eso, al menos no
profesionalmente. Alguien tenía que vigilar a Wyatt.

Linc dejó caer un beso ausente sobre los rizos de Wyatt. —Come, muchacho terco.

Se quedaron en silencio cuando Wyatt cedió y se comió las rebanadas de naranja.


Una vez que terminó, comenzó a ponerse inquieto, claramente incómodo con el
silencio. —Ya estoy bien. Te puedes ir.

Despedido. Linc no lo podía creer. —Me iré cuando esté listo... cuando yo crea
que tú estás listo.

Abrió los dos lados de la sudadera con capucha desabrochada de Wyatt como si
estuviera desenvolviendo un regalo, pasando los dedos por su vientre plano,
notando el puñado de lunares que salpicaba su piel pálida como constelaciones.

Linc disfrutó de la brusca respiración de Wyatt, pero luego sus manos capturaron
las muñecas de Linc. —Te dije que estoy bien —. Murmuró Wyatt, sin escapar de
los brazos de Linc, sino tensándose entre ellos.

29
Wyatt explica qué es más adelante.

65
—Detente —. Advirtió Linc.

—No quiero hacer esto contigo —. La voz de Wyatt era pequeña pero
enojada.

Wyatt no estaba acostumbrado a ser disciplinado, no sabía los efectos que podía
tener lo que habían hecho, pero Linc sí. No podía dejar a Wyatt solo. Él no quería.
—Mira, sólo porque pienses que estás bien, no significa que lo estés—. Las uñas
de Wyatt se clavaron en las muñecas de Linc formando medialunas al escuchar
esas palabras. Quizás eso no había sido lo más apropiado para decir. Linc no tenía
idea de cuáles eran las palabras correctas. Él no lidiaba con sentimientos o
relaciones o compromisos a largo plazo, especialmente con muchachos sin
experiencia como Wyatt-hermoso y roto Wyatt. Linc deslizó con facilidad sus
muñecas del agarre de Wyatt, inclinando su barbilla hacia arriba. —No estoy listo
para dejarte ir todavía.

— ¿Qué pasa con lo que yo quiero? ¿Importa eso? —. La crudeza en las


palabras de Wyatt fue un puñetazo directo en el estómago.

— ¿Sabes siquiera lo que quieres?

Wyatt se desinfló, la lucha desapareció de su cuerpo, su cabeza cayó hacia atrás


contra el hombro de Linc. —Sé que a nadie le importa realmente lo que quiero.

Cristo. —Date la vuelta.

Wyatt lo ignoró, mirando las manos de Linc.

—Date la vuelta y mírame. Ahora.

Wyatt se giró a regañadientes hasta que se sentó a horcajadas sobre el regazo de


Linc, arrastrando los ojos hacia arriba. Así de cerca, podía ver un puñado de pecas
en su nariz y que sus ojos de color cristal marino estaban rodeados de oro. —A mí
me importa—. Dijo finalmente. No era una mentira. A Linc realmente le
importaba Wyatt, quería que tuviera una vida fuera del control de su padre, la
vida que se merecía. — ¿Qué quieres tú?

Wyatt lucía sorprendido por la pregunta de Linc, sus labios llenos tirando hacia
abajo en las esquinas. —No importa.

—A mí me importa —. Linc no sabía por qué importaba o por qué a Wyatt le


debería importar que le importara a Linc. No debería. Pero necesitaba que Wyatt
supiera que, bajo circunstancias diferentes, él querría esto... ellos. Lo que sea que
fueran. —A mí me importa lo que tú quieres. Así que ¿Qué quieres, dulce niño?

Wyatt abrió la boca como si estuviera a punto de confesar un secreto y Linc vio el
momento exacto en que el chico se acobardó. En cambio, tomó la cara de Linc,
pasándole su lengua por el labio inferior. — ¿Qué pasaría si digo que todo lo que
quiero eres tú?

66
Linc se preguntó qué deseo secreto y vergonzoso escondía Wyatt, pero lo dejó
pasar. Apenas se conocían, a pesar de que Linc no lo sentía así. En cambio, se
dirigió a las palabras de Wyatt. —Yo también te deseo. El hecho de que no
podamos seguir haciendo esto, no significa que no quiera seguir haciéndolo —.
Insistió Linc, presionando sus labios contra la frente de Wyatt, contra sus
mejillas, su barbilla, antes de finalmente presionar un beso en su sensual e
implacable boca. —Hay tantas cosas que quiero hacerte que me tomaría los
próximos cinco meses y medio el solo enumerarlas, pero ambos sabemos que si
tu padre se enterara sería una pesadilla- para ambos- y no puedo permitirme
perder este trabajo.

El rostro de Wyatt era un nubarrón, su humor oscureciéndose. — ¿Por tu familia?

Linc frunció el ceño ¿Cómo sabía Wyatt eso? —Sí, por mi familia.

— ¿Qué piensa tu esposa de que estés follando con hombres? —. Preguntó Wyatt
con un tono frío.

El cerebro de Linc se congeló. — ¿Mi… qué?

Wyatt lo miró por fin. Sus ojos brillaban con ira, su mandíbula empujada hacia
adelante. —No mientas. Te escuché hablar por teléfono con tu esposa sobre tu
hijo.

Linc trató de recordar las numerosas llamadas que había recibido, pero no pudo
identificar alguna que le hubiera dado a Wyatt la idea de que Linc estaba casado...
con una mujer... ¿Y tenía un hijo?

Debería haberlo dejado creer que era verdad. Sería más fácil si Wyatt pensaba
que Linc era un mentiroso y un infiel. Tal vez odiaría a Linc lo suficiente como
para apartarlo de su mente por completo y nunca mirar hacia atrás. Pero Linc
simplemente no podía dejar que pensara de esa forma. Odiaba la deshonestidad.
—No estoy casado y definitivamente no tengo un hijo.

Wyatt escudriñó el rostro de Linc como si la verdad estuviera escrita en su frente.


—Le dijiste que estabas haciendo todo lo posible y dijiste que tu hijo se trataría
de vestir solo. Supongo que está bastante pequeño. No tienes que mentir... esto
no es nada ¿Recuerdas?

La compresión se asentó y Linc dejó caer su rostro en el hueco del hombro de


Wyatt, colocando un beso allí antes de levantar la cabeza para encontrarse con la
mirada acusadora de Wyatt. —Estaba hablando con mi hermana Ellie, sobre mi
padre.

Wyatt frunció el ceño, su expresión recelosa. — ¿Tu papá estaba tratando de


vestirse solo? Esa ni siquiera es una buena mentira.

67
Linc negó con la cabeza. No quería hablar de esto— ni con Wyatt, ni con nadie —
pero necesitaba que Wyatt entendiera por qué esto no podía seguir pasando, sin
importar cuánto lo quisiera Linc. Wyatt necesitaba entender qué estaba en juego.

—Mi padre tiene una enfermedad llamada síndrome de Korsakoff que le


ha provocado demencia grave y permanente. Vive con Ellie en Orlando, pero él se
está poniendo tan mal que ella está pasando trabajo por su cuenta y tenemos que
ponerlo en un hogar con gente que pueda cuidarlo.

La boca de Wyatt formó una O perfecta, sus manos extendiéndose sobre la


camiseta de Linc. — ¿No hay nada que nadie pueda hacer por él? ¿No hay
tratamiento?

El pecho de Linc de repente se sintió apretado, un nudo formándose en su


garganta. Bloqueó ese sentimiento adentro. No tenía tiempo para ponerse
sentimental. No resolvía nada. Él era un marine. Los marines se lo jodidamente
aguantaban y hacían lo que se tenía que hacer. —No. Para cuando mi hermana lo
encontró, ya era muy tarde —. Se obligó a decir.

— ¿Lo encontró? —. Preguntó Wyatt.

—Sí. Es una larga historia. Mi padre tiene muchos problemas; el alcohol


era el más grande y ahora será lo que finalmente lo mate.

El silencio se extendió entre ellos como una cuerda tensa hasta que finalmente
Wyatt dijo, —Realmente no quieres hablar de esto ¿Cierto?

La presión explotó detrás de las costillas de Linc, el dolor que había mantenido a
raya amenazaba con abrumarlo. Sacudió la cabeza con esfuerzo, luchando por
recuperar el control una vez más. Las manos de Wyatt se deslizaron hacia abajo,
tocando el dobladillo de la camiseta de Linc, pidiendo permiso silenciosamente.
—Adelante.

Wyatt le quitó la camisa a Linc y la tiró a un lado, extendiendo sus manos sobre
la piel ahora desnuda de Linc, su mirada llena de asombro. Se inclinó hacia
adelante, arrastrando sus labios por la clavícula de Linc. Su polla se interesó, y
Wyatt estaba duro de nuevo también. Linc cerró los ojos, tomó el culo de Wyatt y
tiró de él hasta que ambos gruñeron.

Wyatt se meció contra él mientras bajaba la cabeza para lamerle la punta dura del
pezón, mordiéndole hasta que Linc siseó. Los pulgares de Wyatt provocando
suavemente las caderas de Linc mientras dirigía su atención al otro pezón. Linc
apretó los globos del culo de Wyatt, aplastando sus pollas a través de las delgadas
capas de tela.

Wyatt levantó la cabeza, ojos ardientes mientras pasaba sus labios por la mejilla
de Linc hasta su oreja. —Quiero más, Daddy.

68
Mierda. El niño era perfecto, tan perfecto. Su niño perfecto. —Estás implacable
—. Gruñó, rozando los dientes contra el hombro de Wyatt. — ¿Qué es lo quieres?

Wyatt hizo un sonido a medias, con las mejillas enrojecidas. —Quiero hacerte
venir. Por favor.

—No sé ¿Crees que te lo mereces?

Una vez más, Wyatt lo atacó con esos poderosos ojos de cachorro. —Daddy, por
favor. Te haré sentir muy bien.

La polla de Linc palpitó. Cristo, este jodido niño. —No sé. No terminaste de comer
tu barra de granola. Has sido un poco malcriado.

Wyatt bajó la cabeza, luego lo miró a través de las pestañas, con un tono parecido
a un quejido. — ¿Por favor? Ni siquiera me vendré, te lo prometo. Déjame hacerte
sentir bien.

Bueno, esa era una oferta que Linc no había visto venir. Ya lo había azotado por
desobedecerlo con su desayuno. —Saca mi polla.

Wyatt se apresuró a hacer lo que le dijo, deslizándose fuera del regazo de Linc y
arrodillándose entre sus rodillas abiertas antes de enganchar sus dedos en los
pantalones de Linc. Levantó las caderas lo suficiente para que Wyatt los apartara
y liberara su erección ya goteando.

Wyatt no puso su boca sobre la polla de Linc, en su lugar presionó su rostro contra
su ingle e inhaló, como si sólo el olor de Linc fuera suficiente para hacerlo venir.
Joder. Wyatt arrastró su lengua a lo largo de la costura donde se unían el muslo
y la pelvis de Linc, los dedos se hundieron en los surcos de la cadera de Linc.
Entonces Linc cayó en cuenta- Wyatt estaba esperando que le diera permiso.

Linc miró el reloj que estaba en la mesita de noche. Era la una de la tarde. No
deberían estar haciendo esto en la mitad del día. No deberían estar haciendo esto
en lo absoluto. De alguna manera, eso le hizo más fácil decir: —Adelante.
Chúpame. Haz que me corra.

Wyatt no lo pensó dos veces. Apretó la base de la polla de Linc con su puño y lo
chupó hasta la parte posterior de su garganta como una jodida estrella porno. —
Cristo, muchacho—. Murmuró, flexionando los abdominales, curvando el cuerpo
hacia adentro contra su voluntad.

No había finura, pero lo que le faltaba en técnica lo compensaba con entusiasmo


y un reflejo nauseoso inexistente. Wyatt lo soltó, con ojos húmedos y los labios de
color rojo cereza mientras recorría la boca a lo largo de la parte inferior de la tensa
polla de Linc, con una mirada que decía ‘fóllame’ mientras metía la lengua en la
hendidura antes de chuparlo una vez más.

69
Linc no pudo evitar arquear las caderas, no pudo evitar la forma en la que apretó
los rizos de Wyatt, follándose en la caliente succión de la boca perfecta del chico,
metiendo su polla en su garganta y manteniéndolo allí hasta que las lágrimas
cayeron sobre su rostro. —Buen chico.

Linc lo soltó y Wyatt respiró entrecortadamente antes de llevarse a Linc a la boca


una vez más. Obligó a Wyatt a tomarlo con calma, manteniéndolo firme y follando
contra su boca con empujones cortos y superficiales. Los pequeños ruidos
codiciosos de succión de Wyatt hacían que las bolas de Linc se apretaran contra
su cuerpo.

Podía ver la erección de Wyatt alzándose sobre esos pantalones ridículamente


ajustados, pero Wyatt no trató de tocarse. Siendo Linc su enfoque. Tan pronto
como Linc lo soltó, Wyatt lo chupó hacia abajo, su cabeza iba de arriba a abajo
mientras trabajaba en Linc con una intensidad tan concentrada que provocó que
Linc cerrara los ojos con fuerza. —Quiero que te lo tragues todo. Cada maldita
gota.

Wyatt tomó a Linc con su garganta, los músculos de allí convulsionando de


maneras que hicieron que la visión de Linc se nublara. Lo inmovilizó en su lugar,
llevando su polla contra la boca de Wyatt una y otra vez antes de correrse duro,
derramándose tan profundo que Wyatt no tuvo más remedio que tragarlo o
ahogarse. Lo tomó todo, sus grandes ojos verdes se fijaron en los de Linc mientras
la sacaba con un “pop”, lamiendo cada gota de sus labios antes de dedicarle una
gran sonrisa.

Wyatt se volvió a subir al regazo de Linc y capturó la boca del chico en un beso
sucio, queriendo saborearse a sí mismo en su lengua.

—Bien hecho, dulce niño —. Metió la mano en los pantalones de Wyatt,


tomando su polla y trabajándola a un ritmo castigador. —Córrete—. Gruñó contra
los labios del chico.

Wyatt se tensó, un quejido de sorpresa se le escapó cuando hizo lo que ordenó


Linc, un estremecimiento lo recorrió por todo el cuerpo.

Se sentaron en los brazos del otro, tratando de recuperar el aliento, la frente de


Wyatt sobre el hombro de Linc.

Después de un momento, Wyatt se soltó del agarre de Linc y se dejó caer de


espaldas a su lado. La burbuja íntima en la que habían estado durante los últimos
minutos pareció estallar, dejando sólo un silencio incómodo y algo más... algo que
se parecía mucho a una pérdida o arrepentimiento. Era hora de volver al mundo
real.

— ¿Viene Graciela hoy?—. Preguntó finalmente.

70
Wyatt se encogió de hombros. —No está programada para venir, pero eso nunca
la detuvo antes. Ella ya no pasa tanto tiempo aquí ahora que tú estás, y cuando
ella está aquí, es para hablar contigo, no conmigo.

Linc soltó una carcajada. — ¿Estás celoso porque paso tiempo con ella?

—Tal vez, sí —. Se quejó Wyatt.

—Bueno, no lo estés. Mañana eres un hombre libre y volverás a tu vida


anterior y a tus viejos amigos y yo seré otro de los empleados de tu padre.

Wyatt tragó saliva de forma audible, con la voz tensa. —Por supuesto.

—Esto no puede volver a pasar—. Dijo Linc más para sí mismo que para
Wyatt.

Wyatt se sentó y le dirigió una mirada herida por encima del hombro. —Te
escuché las primeras diez veces. Me ducharé. Quizás no deberías estar aquí para
cuando regrese.

—Sí, niño. Lo que quieras.

—Lo que yo quiero. Claro.

71
Doce
Wyatt

Wyatt estaba acostado boca arriba en su cama con los pies descansando contra
la pared, observando parpadear la brillante luz roja del monitor de su tobillo, de
la misma manera que lo había hecho miles de veces en los últimos ciento
ochenta días. En solo ocho cortas horas, él estaría libre de esa prisión dorada. El
pensamiento debería haberle complacido, pero sólo causó un agujero en su
estómago, creciendo más grande con cada minuto que pasaba. Wyatt deseó que
pudiera tragarlo por completo.

En algún lugar de la cocina, Linc estaba usando la licuadora, haciendo uno de


sus desagradables smoothies verdes30, mientras que Graciela pretendía aspirar
el suelo por cuarta vez esa semana, y la música resonaba desde los altavoces
empotrados de la casa. Wyatt se sentía sobrecargado. Había una presión
creciendo en su interior, amenazando con partirlo en dos. Había pasado
demasiado tiempo atrapado en ese apartamento, que no estaba seguro si podría
adaptarse al mundo de afuera. Si adaptarse hubiera sido una de sus fortalezas,
no hubiese terminado en arresto domiciliario en primer lugar.

Él no sabía cómo ser una persona funcional. Él no era bueno en ello. Había
pasado veintidós años viviendo donde alguien —su padre— tomó cada decisión
por él, donde había siempre otra persona que hacía todo por él. Él nunca había
tenido que preocuparse acerca de pagar una factura o cambiar un cable o
siquiera hacer su propia colada. Una vez que los policías retiraran el monitor de
su tobillo, nada de eso cambiaría. Graciela seguiría haciendo los quehaceres, y el
gerente de negocios de su padre seguiría pagando sus cuentas, y su padre
seguiría diciéndole que hacer con su vida. Justo como siempre. El pensamiento
tenía a Wyatt dando vueltas. Cada día, lo mismo. Nada cambiaría. Wyatt jamás
tendría permiso de ser una persona completa, jamás tendría el permiso de ser
quién era, sea quien fuese.

Clavó sus uñas en las palmas de las manos hasta formar media lunas en la piel,
el dolor cubriendo el pánico en endorfinas, regalándole algunos segundos de
paz. Él necesitaba dejar de lamentarse. Algunas personas matarían por tener su
vida. A nadie le importaba el pobre niñito rico y sus problemas de niño rico. Ni
siquiera los padres del niño rico.

30
Batido verde a base de verduras, suelen llamarse détox también.

72
Se balanceó sentándose, su mirada atraída hacia el tocador. No había
incursionado con su maquillaje en días, no desde el ensayo de Charlie. Miró de
reojo hacia la puerta. No era como si Linc fuera a entrometerse. Estaba dando lo
mejor por pretender que Wyatt no existía desde que tomó la palabra de Wyatt y
se fue mientras todavía estaba en la ducha el día anterior. El diputado no estaría
allí hasta dentro de algunas horas para quitarle el monitor. No había razón para
que no jugara un rato con él.

Al diablo.

Se sentó en la silla, abriendo los cajones y extrayendo las paletas de polvos en


ricas tonalidades y las cremas, dejándolas fuera. Calor y anticipación se
precipitó sobre él, aplacando sus nervios agotados. El tiempo desapareció
cuando tuvo las brochas en su mano. El maquillaje necesitaba precisión y
habilidad artística. Había profundización y dimensión, difuminar las sombras
para camuflar cualquier imperfección percibida e iluminar los activos deseables.
Cuando maquillaba —a sí mismo a alguien más—su mente se callaba y todo el
resto del mundo desaparecía.

Él podía hacer el rostro completo en una hora o menos, pero no estaba apurado.
Comenzó con el primer31, asegurándose que la base se deslizaría como seda. Él
construía desde allí, poniendo capas y contornos hasta que se convertía en otra
persona, alguien con confianza y capaz. El púrpura ahumado de las sombras
hacía que el iris verde pálido lucía casi sobrenaturales, y se hizo la línea de gato
hasta que fue lo suficientemente afilada para rebanar la garganta de un hombre.

El maquillaje era una máscara para esconderse detrás de ella, pero también lo
hacía sentir como un superhéroe disfrazado. Había manejado un montón de
encuentros casuales anónimos en clubes nocturnos, y nadie había descubierto
quién era detrás de la pintura. O quizás, era que no les importaba. Finalizó su
look con un labial mauve matte 32que Charlie le había regalado para su
cumpleaños, entonces se dio cuenta que no había más nada que pudiera hacer
más que limpiarlo todo y comenzar de nuevo. El pensamiento lo deprimió
todavía más.

Deseó poder tomar fotografías, enseñar sus habilidades en Instagram como


otros artistas, poder crear tutoriales en YouTube y ayudar a las personas a
entender que cualquiera puede usar maquillaje, cualquiera podría ser más
hermoso, tener más confianza en sí mismo, sentirse mejor sobre sí mismos. Eso
era lo que él quería… Era todo lo que había deseado desde el momento en que se
sentó en el tocador de su madre y probó su labial rojo brillante en él. Pero no
importaba lo que Linc dijera, no importaba lo que Wyatt quisiera. Levantó el
teléfono para tomar una selfie y enviarla a Charlie, el flash apagándose justo en
el momento en que la puerta se abrió detrás de él.

31
También llamado "Minimizador de poros", se usa para preparar el rostro para el maquillaje.
32
Labial de larga duración color mate.

73
—Te tengo una sorpresa— ¿Qué diablos?

Wyatt se congeló, el brazo levantado, y sus ojos bloqueados en su padre a través


del reflejo del espejo. Después de un minuto, su cuerpo volvió a la vida, y saltó
poniéndose de pie, su cerebro moviéndose a través de cien formas distintas de
difusar la situación. De alguna forma, terminó en indiferencia sarcástica. —No
tengo maldita coronaria, papá. Esto es… —Los puños de su padre conectaron
con su diafragma, y sus palabras murieron en un jadeo desigual, el aire fue
forzado de sus pulmones, como si se hubiera caído de un edificio de diez pisos.
Su pecho estaba ardiendo, sus pulmones paralizados, pero no lo detuvo de
intentar succionar el muy necesitado aire de vuelta a su cuerpo. El teléfono cayó
de sus dedos, y arañó su pecho como si eso devolviera sus pulmones a la vida de
nuevo.

Debió haber visto el golpe venir. Era la zona de anotación favorita de su padre.
No dejaba moretones visibles pero sí todo el trauma. El pánico volvió como un
cohete. En algún rincón oscuro de su mente, entendió que su cuerpo no
permitiría que él estuviera allí de pie sofocándose, que sus pulmones
eventualmente cooperarían y le permitirían respirar, pero no le estaban
ayudando ahora mismo. Su padre lo merecería si él se muriera así, justo frente a
él. “Buena suerte explicando el moretón del tamaño de unos nudillos en el
pecho de tu hijo muerto, Monty”.

Su padre no estaba ni siquiera en la habitación cuando Wyatt se las arregló


finalmente para tomar una bocanada agonizante. Podía escucharlo hurgando
alrededor del baño, pero él se tambaleó hasta la cama, descansando en la orilla
mientras practicaba en poner aire dentro de sus abusados pulmones y luego
dejándolo ir. Cada respiración le quemaba, como si su pecho estuviera relleno
de gasolina, pero a su padre no le preocupaba. Lanzó un trapo húmedo hacia
Wyatt, el borde golpeando el costado de su ojo y desencadenando otra reacción
furiosa.

—Límpiate esa mierda de la cara. ¿Pero qué mierda está mal contigo?
¿De verdad eres tan estúpido?

Wyatt asumió que la pregunta era retórica. Ambos sabían que nada de lo que
Wyatt dijera podría convencer a su padre de su agudeza mental, así que solo se
sentó allí, esperando a que su padre se explicara. Cuando su padre no dijo nada,
Wyatt dijo con voz ronca. — ¿Por qué estás aquí?

—Bueno, estúpidamente pensé que estarías apurado por quitarte esa cosa
de tu tobillo, así que llamé por un favor, y afuera están dos de los mejores de
Miami esperando para quitártela y deshacerse del equipo. No esperaba

74
encontrarte aquí jugando con maquillaje y pintándote como si fueras una
ramera de dos bits33.

Wyatt se forzó a sí mismo a no reírse disimuladamente ante la palabra ramera34.


¿Quién demonios usaba esa palabra todavía? —Por dios, papá, que cosa tan
linda de tu parte. Tan fuera de lugar. ¿Es esa la única razón por la que viniste? —
Wyatt preguntó, su voz llena de apreciativa burla.

Los ojos azules de su padre se movieron hacia el suelo, y Wyatt resopló. Por
supuesto, no era la única razón.

—Ya que lo mencionas, necesito hablar contigo sobre algunas cosas de la


próxima campaña.

Antes de que Wyatt pudiera preguntar por alguna explicación, la puerta de su


habitación crujió abriéndose para acomodar el gran cuerpo de Linc. La mirada
de Wyatt arrastrada hacia él casi contra su voluntad. Linc frunció el ceño hacia
Wyatt, y él sintió otra pieza de sí mismo morir. Ahora, el pecho le dolía por dos
razones: el abuso de su padre y la desaprobación de Linc. No sabía cuál de las
dos era peor. Pero Wyatt suponía que realmente no importaba. Linc y él no eran
nada.

Cuando el senador notó a Linc allí parado, escudó a Wyatt con su cuerpo como
si Linc ya no lo hubiese visto con la suficiente cantidad de maquillaje para hacer
que una drag queen se pusiera celosa. —Lávate el maldito rostro y encuéntrate
con nosotros en la sala cuando estés presentable.

Wyatt esperó a que ambos se hubieran ido antes de lanzar la toalla a través de la
habitación y alcanzó las toallas desmaquillantes en el primer cajón de su
tocador. Mientras borraba horas de su trabajo en cuestión de minutos, se
concentró en entumecerse a sí mismo. Si a él no le importara, su padre no
tendría poder sobre él ni tampoco Linc. Al menos, eso fue lo que se dijo a sí
mismo. Estaba cansado de sentirse en nervios crudos todo el tiempo.

Cuando tenía el rostro limpio de nuevo, se puso un par de pantalones blanco y


un suéter de mangas largas y rayas color azul y blanco. Su mano estaba en el
picaporte cuando su teléfono gorjeó desde el suelo.

Lo levantó, arrugando el ceño ante la alerta de mensaje de texto desde un


número de teléfono de otro estado. Había una sola línea, pero su corazón dio un
vuelco en su pecho de todas maneras.

Pienso que te veías sexy.

33
Two-bits: viene de la vieja América cuando el dinero estaba separado en "bits", cada pieza equivalía a
12.5 centavos. Dos bits eran un total de 25 centavos.
34
Del original "Harlot", que parece no se usa muy frecuente.

75
Dejó la habitación con el pequeño indicio de una sonrisa en su rostro. Dos
oficiales con ropas simples estaban de pie en la cocina con su padre. Linc
también estaba allí, a un lado, los brazos cruzados sobre su pecho, como un
centinela. Se veía que estaba intentando todo lo posible para parecer invisible,
pero Wyatt podía sentir sus ojos en él como una caricia. Hizo mucho más
sencillo sonreír y hablar un poco con los oficiales antes de que removieran el
artilugio de su pierna.

Una vez su padre se tomó el tiempo suficiente como para besar los traseros de
los diputados y pedir sus votos en noviembre, los acompañó hasta la puerta.
Una vez estuvo cerrada, la naturaleza afable de su padre y la sonrisa de viejo
chico bueno se deslizó fuera de su rostro como cera derretida, dejando
solamente una mueca de disgusto. —Podrías haberme costado las elecciones
justo ahora, muchacho.

Wyatt resistió la urgencia de frotarse el sitio donde su padre le había dado un


puñetazo. Se negaba a disculparse. — ¿Dijiste que querías hablar sobre la
campaña?

Por un momento, parecía que su padre no estaba listo para dejarlo ir, pero
entonces suspiró y alcanzó el bolsillo de su traje. —Este es el itinerario de todos
mis discursos y cenas de estado. Mi asesor de campaña dijo que se veía
sospechoso que no hubieses estado en ninguna recaudación de fondos, y
bastante gente ha comentado tu ausencia.

Wyatt encontraba eso difícil de creer. Nadie nunca parecía tomar en cuenta su
asistencia. —Bien.

La mejilla de su padre tembló en una mueca burlesca. —Cada evento con una
estrella al lado es un evento familiar. Estarás disponible —Se giró hacia Linc,
apuntando con un dedo en su dirección —. Te harás cargo de que se presente y
que vista y se comporte apropiadamente todo el tiempo. ¿Fui claro?

—Completamente —Linc gruñó.

Wyatt quería vomitar. Fue una cena de recaudación de fondos la que inició los
eventos que lo llevaron a su accidente de automóvil esa noche. El incidente con
el mesero de catering en el baño. Odiaba esas cenas. Era todo sobre sacudir
manos y besar a damas viejas mientras ellas le rogaban que las dejaran
emparejarlo con sus nietas. No quería hacer más esa mierda. No podía. —No
creo que me quieras alrededor, papá. ¿Qué pasa si hago algo super gay?

Su padre lo apresó de la parte de atrás del cuello, arrastrándolo hacia adelante


hasta que las frentes de ambos se tocaron y Wyatt podía oler el café en la
respiración de su padre.

76
—Wyatt Edgeworth, te presentarás cuando te diga y harás lo que yo te
digo o te juro, que el siguiente programa en que entres hará que L.O.G parezca
el maldito Disney. ¿Me estás entendiendo?

Algo muy profundo dentro de Wyatt se marchitó, pero expuso sus dientes en
una sonrisa demencial. —Por supuesto, seguro, papá. Lo que tú digas.

Cuando su padre lo soltó, Wyatt miró hacia Linc por encima del hombro del
hombre. Cada vena en el brazo de Linc se marcaba debajo de su piel, y apretaba
la mandíbula tan fuerte que Wyatt se preocupó que pudiera hacerse daño a sí
mismo.

—Las cosas serían mucho más sencillas si aprendieras a hacer lo que te


dicen y te detuvieras con toda esta tontería de llamar la atención —Murmuró su
padre.

—Claro, papá —Wyatt no tenía la fuerza hoy para pelear con él —.


Necesito prepararme. Charlie y yo nos encontraremos para un almuerzo tardío
—Mintió.

Su padre infló el pecho, como un pájaro acicalado, dándole un resoplido


desdeñoso —Necesito volver a la oficina, de todas formas.

Una vez se fue, Wyatt cerró la puerta y se recostó de ella en caso de que su padre
intentara regresar. Cuando estaba seguro que el hombre se había ido, dirigió
una mirada en dirección a Linc, y finalmente se metió en su habitación y cerró la
puerta.

Estaba equivocado. El jodido apartamento no era su prisión, su familia lo era.


Mientras su padre estuviera con vida, Wyatt jamás sería libre. El pensamiento lo
tuvo gateando hasta su cama y empujando las sábanas sobre su cabeza. Solo
necesitaba dormir.

Se preocuparía por todo lo demás en la mañana.

77
Trece
Linc
—Te lo estoy diciendo, Jackson, es una mala idea ¿Tener a Wyatt en las
conferencias y cenas de recaudación de fondos de su padre? Es una receta para
el desastre. Ese niño se va a romper.

Jackson apoyó sus brazos en el escritorio, sus dedos se juntaron al frente de su


barbilla. — ¿El niño se va a romper? Eres tú quien se ve demasiado herido,
hermano.

No estaba equivocado. Linc estaba a punto de romperse, tenía los hombros


tensos, su mandíbula doliendo por sus dientes apretados. Necesitaba una salida.
Algo más que golpear un saco pesado o hacer pesas con kilos adicionales. Si Wyatt
realmente hubiera pertenecido a Linc, en todos los sentidos de la palabra, Linc
habría vertido toda esta energía y rabia follando a Wyatt, desarmándolo y
recomponiéndolo, usándolo una y otra vez hasta que ambos estuvieran tan
exhaustos como para pensar en el desastre en que se habían convertido sus vidas.

Pero él lo había terminado... porque era lo correcto por hacer, era lo inteligente
por hacer. Necesario. Necesitaba terminar este trabajo; su hermana lo necesitaba
para terminar este trabajo. Pero todo en Linc gritaba que Wyatt lo necesitaba
más. Por supuesto, eso podría ser sólo su polla hablando. Él jodidamente ya no lo
sabía.

—Él lo lastimó— dijo finalmente, sin dejar de caminar a lo largo de la


oficina de Jackson.

Eso captó la atención de su amigo. — ¿Lo lastimó físicamente? ¿Viste eso?

Linc dio una única sacudida de cabeza. —No, no lo vi, pero lo podría decir. Es
abusivo. El tipo me dio carta blanca para quitarle lo gay a su hijo, no es un salto
real pensar que le pondría las manos encima.

Jackson dio un profundo suspiro, pellizcándose el puente de la nariz entre el


pulgar y el índice.

—Linc...

—No me digas que no es asunto mío, Jack. No voy a quedarme parado allí
y ver cómo el maldito lo lastima— ladró Linc.

78
La cabeza de Jackson se levantó de golpe. — ¿Crees que te diría que ignores algo
como eso? ¿Soy esa clase de chico? Entré en este negocio para ayudar a las
personas, para protegerlas. Pero tienes que tener cuidado.

—Cuidado— repitió Linc.

—Sí, cuidado. Ese hombre es un senador estatal. Sí, es un hijo de perra y


sí, la mayoría de la gente lo detesta, pero tiene alcance. Estamos en un estado muy
rojo35. Él podría complicar mucho tu vida y la mía… no importa lo que él podría
hacerle a su hijo. Si crees que te estás involucrando demasiado en esto, te buscaré
otro cliente, uno al que seas menos probable de apegarse. Créeme, tengo muchos
de esos.

Eso hizo que Linc se detuviera de pronto. No estaba renunciando a Wyatt. No


podía confiar en que otro guardia lo fuese a entender, que fuese a saber lo que
necesitaba. Eso no estaba pasando. —De ninguna manera—, gruñó, golpeando
sus manos en el escritorio.

La ceja de Jackson se arqueó. —Toma asiento.

Linc quería decirle que se fuera a la mierda, él había sido el líder del batallón de
este chico, pero en cambio, simplemente se dejó caer en la silla antes de pasarse
las manos por la cara. —Este muchacho ha pasado por suficiente. Su padre es un
imbécil controlador abusivo. Sólo tiene una amiga de verdad—. Quién me odia,
añadió silenciosamente Linc, sin estar seguro de por qué eso importaba. —Está
solo y deprimido. No sé si es lo suficientemente fuerte para manejar estos eventos
y mantener la calma.

—Ese no es nuestro llamado.

— ¿No puedes decirle al senador que será una pesadilla logística tratar de
mantenerlos a él y a Wyatt seguros en estas funciones?

Jackson resopló una carcajada. —Él no es el jodido presidente. Es un idiota, pero


nadie lo está activamente apuntando. Excepto quizás tú— añadió, dándole a Linc
una mirada mordaz.

— ¿Entonces qué hago?

— ¿Qué puedes hacer? LCEM, hermano.

Lidia con esa mierda. Le había dicho eso a sus hombres cientos de veces. Deja de
quejarte y ten el trabajo hecho. Se clavó los pulgares en los ojos hasta que

35
En Estados Unidos existe una polaridad entre sus Estados, siendo los "Estados rojos" las ciudades
donde predomina el partido Republicano (tiende a ser un partido político conservador) y los "Estados
azules", las ciudades donde predomina el partido Demócrata (liberales y progresistas).

79
manchas de color atravesaron sus párpados. —Tienes razón. Pero, hombre, por la
tumba de mi madre, en el momento en que renuncie, voy a acabar con ese hijo de
puta. No me importa si voy a la cárcel.

—Y ese día, estaré allí con el dinero de la fianza y un buen abogado... hasta
entonces, adáptate y supéralo, marín.

Linc asintió. — Necesito regresar. No sirve dejar al niño solo durante tanto tiempo

Su mano estaba en el pomo de la puerta cuando Jackson habló una última vez. —
Lo que sea que estés haciendo con ese chico… asegúrate de que no te atrapen con
la polla fuera, por nuestro bien.

—No hay nada pasando.

—Mierda.

La cara de Linc se sonrojó. —Lo terminé. Le dije que no podíamos. Se acabó.

—Uh-huh. Si tú lo dices.

Linc no se molestó en discutir, simplemente abrió la puerta de una sacudida y se


fue. Realmente quería volver con Wyatt. Había estado en su habitación por horas,
desde que su padre había dejado caer la bomba sobre la campaña en su cabeza.
La historia había demostrado que dejar a Wyatt solo con sus pensamientos
durante demasiado tiempo nunca terminaba bien para nadie. Técnicamente, él
nunca debería dejar a Wyatt solo, pero Linc había necesitado hablar con Jackson
antes de que cometiera un crimen contra un miembro del Congreso.

Llamó a su hermana en el Uber en el camino de regreso al penthouse, pero ella


no respondió, así que le dejó un mensaje y respondió a algunos correos
electrónicos olvidados, en su mayoría viejos amigos de la Marina felicitándolo por
su nueva vida civil. Antes de retirarse, había esperado salir y no volver a ver otro
jodido desierto nunca más, pero ahora, no estaba seguro de poder adaptarse
alguna vez a este mundo o si él incluso quisiera hacerlo.

Lincoln debería haberse dado cuenta de que algo andaba mal cuando se cruzó en
el vestíbulo con una chica usando un vestido de cóctel y un flotador de piscina con
forma de flamenco, pero su mente estaba en el triste chico que actualmente se
encontraba deprimido en el penthouse. Sólo cuando dicha chica lo siguió al
ascensor, él miró hacia arriba y frunció el ceño. Ella sonrió con demasiados
dientes y saludó maniáticamente. No estaba sola. Una chica con un vestido tan
corto que parecía que lo hubiese confeccionado con cinturones de hombre estaba
junto a un tipo con delineador de ojos, un sombrero de copa rojo y un par de
pantalones ceñidos de cuero negro que hacían que las bolas de Linc dolieran con
simpatía.

80
Linc frunció el ceño —Este es un ascensor privado. Sólo para el penthouse

—Duh. Wyatt organiza las fiestas más locas ¡Estamos tan emocionados de
que esté de vuelta!

Linc podía sentir el esmalte de sus dientes erosionando mientras apretaba la


mandíbula hasta que ésta, estalló en protesta. Demasiado para su triste chico
deprimido. Wyatt se había disparado directo al modo de autodestrucción. Linc
miró a su reloj. Sólo se había ido un poco más de dos horas. Nadie podía organizar
una fiesta así de rápido.

Cuando todos salieron del ascensor, Linc se detuvo en seco. Esta definitivamente
era una fiesta. Las puertas dobles del penthouse estaban abiertas de par en par y
un descomunal bajo vibraba al compás de destellantes luces estroboscópicas
desde algún lugar en las esquinas de la sala de estar. Cuerpos aplastados juntos
en la cocina, y en el patio chicas en topless corrían alrededor de la piscina,
gritando y riendo. Parejas en plena follada en el sofá, en el que había bebido su
café no hacía doce horas atrás.

Linc era demasiado mayor para esta mierda. La vena de su sien latía con el ritmo
de la música. No quería nada más en el mundo que ir a buscar la fuente del ruido
al que llamaban música y matarla. La chica en el flotador de la piscina de
flamenco dio pequeños pasitos con sus tacones demasiado altos, casi cayendo
sobre el regazo de la otra chica. Ella quitó la tapa de un tazón en el medio de la
mesa de café y dio un chillido maravillado. —Oh, regalitos36.

Linc caminó hacia la mesa. Dentro del tazón había pastillas de cada inimaginable
forma, tamaño y color. La chica tomó dos o tres sin mirar y las dejó caer dentro
de su boca, tragándolas con una taza que encontró en la mesa junto al tazón. El
cable dentro de él finalmente se rompió.

Merodeó la fiesta hasta que encontró la fuente de la música, un tipo con dos
tocadiscos escondidos en el rincón más oscuro del patio. —Se acabó la fiesta—
gritó cuando el DJ levantó un auricular.

—Vete a la mierda, hombre. Recién estamos comenzando

Linc no tenía tiempo para esto. Se levantó la sudadera mostrando la Glock


enfundada en su cadera. —La fiesta. Acabó.

Los ojos del tipo se agrandaron y levantó las manos en señal de rendición. Los
oídos de Linc resonaron en el repentino silencio cuando cien cuerpos se
congelaron a la vez, mirando alrededor en confusión. Linc caminó de regreso
donde la chica-flamenco.

36
Es un eufemismo para referirse a las drogas

81
— ¿Dónde está Wyatt?—preguntó.

—Creo que fue a su habitación con alguna chica.

¿Alguna chica?

—Necesitas tomar a tus amigos y a tus pastillas y jodidamente salir de aquí


ahora.

Ella se burló. — ¿Quién eres tú, siquiera? Como, no eres su padre... ¿Lo eres?

Linc puso los ojos en blanco. —Soy un policía y estoy aquí para terminar esta
fiesta. ¿Necesito mostrarte mi placa? Porque te acabo de ver sacar un puñado de
pastillas de un tazón y tomarlas.

Afortunadamente, ella no refutó el engaño de Linc. —Bien

Ella se paró encima de la mesa y agitó las manos. —La fiesta está cancelada. El
abuelo aquí es un jodido soplón37.

Linc observó mientras la gente comenzaba a murmurar para sí mismos como si


no estuviera seguro de si ella estaba diciendo la verdad o no. Linc levantó la
pretina de su sudadera una vez más, queriendo este fiasco terminado antes de que
alguien llamara a verdaderos policías y un escándalo estallara.

Las cosas se movieron rápidamente después de eso, la gente saliendo en fila hasta
que todo lo que quedó atrás fueron los típicos restos de comida y tazas medio
vacías después de una fiesta. Si Linc no mataba a Wyatt, Graciela lo haría. Cuando
la última persona se fue, llamó a la recepción y les informó que la fiesta había
terminado y que nadie más estaba permitido de usar el ascensor privado. Luego
fue a buscar a Wyatt.

El dormitorio de Wyatt estaba oscuro y vacío. Él frunció el ceño. Quizás la chica


del flotador de piscina estaba equivocada, quizás Wyatt estaba en otro dormitorio.
Estaba a punto de irse cuando escuchó un dolorido siseo desde el baño y una chica
canturreando: —Eso es, bebé. Se siente bien, ¿eh?

La puerta del baño estaba casi cerrada, pero una luz tenue vacilaba en el reflejo
del espejo. Su estómago se revolvió, preparándose para lo que sea que Wyatt y
esta chica estuvieran haciendo para pasar el tiempo. Empujó la puerta de par en
par, frunciendo el ceño ante lo que vio. Wyatt estaba acostado en la gran bañera
vacía en solo sus jeans desabrochados. La chica —mujer, en realidad— estaba
sentada en el borde de la bañera detrás de su cabeza, desnuda salvo por un par de
bragas negras. La mirada de Linc se arrastró hacia el enorme moretón sobre el
diafragma de Wyatt, pero se obligó a dejarlo ir, por ahora.

37
Policía o persona infiltrada de la policía que se encarga de asuntos relacionados con droga.

82
Los ojos de Wyatt estaban vidriosos, sus pupilas tan hinchadas que sus ojos verde
pálido parecían negros en la tenue luz. Sostenía los remanentes de un porro en
una mano, pero fue lo que la chica tenía en la mano lo que tuvo a las tripas de
Linc retorciéndose. La hoja de afeitar apretada entre sus largas uñas negras
todavía goteaba sangre, la sangre de Wyatt, a juzgar por las manchas marrones
en su cuello y hombro. Jesucristo.

—Tú. Ponte la ropa y lárgate. Ahora.

— ¿Quién mierda eres tú? — preguntó la chica, su mirada moviéndose


rápidamente entre él y Wyatt. Ella estaba claramente en algo también, pero la
única preocupación de Linc era Wyatt.

—El tipo que va a hacer que te arresten por asalto si no te pones tu maldita
ropa y jodidamente te largas de aquí— dijo, su voz un bajo retumbo mientras
trataba de controlar la adrenalina corriendo por su sistema diciéndole que levante
a la chica y la tire por la puerta.

Wyatt rio disimuladamente, su cabeza colgando sobre sus hombros. — ¡G.I Joe!—
exclamó en una voz lejana. —Justo estaba pensando en ti.

La chica empujó a Wyatt en su intento de apresurarse a hacer lo que Linc dijo,


dejando caer la hoja de afeitar en la bañera mientras agarraba la tela roja que Linc
asumió era un vestido sobre sus pechos demasiado inflados. —Sólo para que lo
sepas, él me pidió que lo cortara. Sé lo que estoy haciendo ¿Preferirías que lo
hiciera él mismo? Así es como suceden los accidentes.

—Vete— casi rugió Linc, apuntando la puerta.

Cuando finalmente escuchó cerrarse la puerta principal, se volvió hacia Wyatt. —


¿Qué diablos te has hecho a ti mismo?

— ¿Qué te importa?— preguntó, luego se rio antes de tomar otra larga


calada del porro en su mano.

A Linc le importaba. Demasiado. Y eso iba a arruinar la vida de ambos.

Alcanzó el botiquín de medicamentos, buscando algo para desinfectar las heridas.


Se sintió tanto aliviado como alarmado cuando encontró todo lo que necesitaba.
Se deshizo de la hoja de afeitar ensangrentada junto a la cadera de Wyatt.

—Ponte derecho.

83
Catorce
Wyatt
Wyatt quería cumplir con las órdenes de Linc -siempre quería hacer lo que
Daddy le dijera-, pero sus huesos se habían evaporado y cada vez que intentaba
moverse, sus extremidades se negaban a cooperar. — ¿Qué me está pasando?—.
Preguntó, desconcertado mientras trataba de sentarse de nuevo.
— ¿Qué te tomaste?—. Preguntó Linc, empujando a Wyatt hacia adelante
y sentándose detrás de él donde Cherry había estado sentada momentos antes...
¿O había sido Ginger?
Era el nombre de algo que Wyatt odiaba comer. El pensamiento le hizo soltar
una risita.
—Wyatt ¿Qué te tomaste?
La pregunta tersa de Linc tenía a Wyatt tratando de despejar su mente de las
telarañas que estaban envolviendo su mente. Echó su cabeza hacia atrás hasta
que descansó sobre el muslo de Linc y miró el rostro perfecto de Linc. —Una
pastilla color rosa brillante y una azul muy pequeñita—. Pinchando los dedos
juntos para mostrar el tamaño aproximado de la píldora. Pensando que si Linc
supiera que tan pequeña era estaría en menos problemas. El corazón de Wyatt
se disparó ante la expresión de Linc. —Estás enfadado conmigo. Tu rostro está
todo fruncido ¿Por qué te ves tan sexy así? ¿Por qué estás tan sexy todo el
tiempo? Quiero sólo tocarte todo el tiempo—. Trató una vez más de levantar los
brazos para tocar a Linc... para demostrarle que hablaba en serio. Cuando aún
se negaban a cooperar, comenzó a preocuparse. —Ahora ya no puedo tocarte en
absoluto. Creo que la pastilla azul se robó mis brazos. Lucía un poco sos-
sospech-sos… lucía como una pastilla azul mala.
Una sonrisa renuente se asomó por la boca de Linc, risas pequeñas se le
escaparon, y el corazón de Wyatt sintió como si fuera a flotar fuera de su pecho.
Sintió la abrumadora necesidad de aplastar su rostro contra el de Linc para
poder sentir la rudeza y el ardor de la oscura barba de su impecablemente
cincelada mandíbula contra la suya. —Me gusta cuando te ríes. Tienes buenos
dientes. Derechos. Blancos. Brillantes. Como Chiclets.38
Linc ignoró las divagaciones de Wyatt, moviendo una vez más a Wyatt donde lo
quería. De repente se encontró a sí mismo mirando las baldosas blancas del

38
Marca de chicles que son cuadraditos y blancos.

84
metro mientras su hombro se incendiaba. Se quejó, pero fue Linc quién maldijo
en voz baja. —Mierda, bebé ¿Qué te hiciste?
El corazón de Wyatt se hundió en su estómago. Linc estaba enojado con él otra
vez. Odiaba eso. —Lo siento—. Susurró.
Linc no dijo nada y Wyatt no tuvo más remedio que quedarse quieto mientras
Linc curaba sus heridas. Se iba y venía, su cerebro cálido y confuso mientras
flotaba en las estrellas, lejos de toda la mierda que le esperaba en la Tierra. Sólo
se obligó a abrir sus pesados párpados cuando las manos de Linc se hundieron
en sus axilas, tirándolo de pie antes de balancearlo en sus brazos como si fuera
Whitney Houston y Linc fuera Kevin Costner en The Bodyguard39. Habría sido
un momento para derretirse si todo el cuerpo de Wyatt no se sintiera ya débil.
Debió haber dicho eso en voz alta porque Linc resopló. —Uno: eres demasiado
joven para entender esa referencia y dos: Whitney murió en su bañera por una
sobredosis, así que mejor no nos fijemos en ninguna similitud dado tu estado
actual de intoxicación ¿Eh?
—Dices demasiadas palabras—. Murmuró Wyatt, cerrando los párpados.
Gimió cuando su cuerpo se conectó con la fría suavidad de sus sábanas de
algodón egipcio. Wyatt descubrió que sus caderas funcionaban bien cuando Linc
le bajó los jeans y la ropa interior. Se arqueó para ayudar con el proceso, y la
sensación de las manos de Linc sobre su piel desnuda lo hizo gemir.
Linc lo cubrió con el edredón, pero Wyatt lo pateó como un niño pequeño. —No.
Hace mucho calor.
Cuando Linc no dijo nada, Wyatt abrió un poco los párpados. La presión se
acumuló en su pecho, en ese lugar donde su padre lo había golpeado, cuando vio
a Linc caminando hacia la puerta del dormitorio. No pudo detener que las
palabras salieran de sus labios. —No te puedes ir. Tienes que traerme agua y
naranjas. Me tienes que cuidar.
Linc se giró y la mirada exasperada en sus ojos hizo que Wyatt se sintiera
pequeño, pero las palabras de Linc calmaron los bordes irregulares de su
ansiedad. —No te estoy dejando. Sólo me voy a cambiar la ropa. Y a traerte un
poco de agua y tal vez incluso algunas naranjas—. Su voz se volvió severa. —No
podría dejarte aunque quisiera porque no sé qué veneno está fluyendo por tus
venas o si tendré que llevarte a la sala de emergencias para que te bombeen el
estómago más tarde.
A Wyatt no le importó nada de lo que dijo Linc después del “No te voy a dejar”,
pero la presión en su pecho no disminuyó hasta que Linc se deslizó en la cama,
lo tomó en sus brazos y sostuvo la botella de agua en sus labios. Wyatt se lo
tragó todo. No se dio cuenta de lo sediento que había estado. Se comió la fruta
que le había traído Linc -rebanadas de manzana esta vez- sin protestar.

39
Película conocida como "El guardaespaldas".

85
Cuando Linc lo acostó, Wyatt se puso en posición de la cuchara pequeña,
acurrucado contra el cuerpo sólido de Linc, notando que Linc ahora vestía una
camiseta de algodón y unas sudaderas suaves que se sentían bien contra la piel
sobrecalentada de Wyatt. Encajaban como las piezas de un rompecabezas. Si
Wyatt no estuviera tan drogado, podría haberse sentido extraño acostado
desnudo en los brazos de Linc mientras este estaba completamente vestido. En
cambio, esto sólo lo excitó, o lo habría hecho si las drogas no le hubieran robado
la capacidad de ponerse duro. El brazo de Linc envuelto alrededor de la cintura
de Wyatt, su pulgar acariciando círculos en la piel suave debajo del ombligo de
Wyatt, haciéndolo temblar.
No eran nada. Nunca serían nada. Se dijo a sí mismo esto una y otra vez
mientras yacían en la oscuridad. Pero cuando los labios de Linc rozaron su
cuello, Wyatt inclinó la cabeza para darle un mejor acceso.
—No puedes seguir haciéndote esto—. Advirtió Linc, presionando las
palabras en la piel de Wyatt como un hechizo que podría hacerse realidad de
alguna manera.
Pero Wyatt lo sabía mejor que nadie.
—Claro que puedo. Lo he estado haciendo toda mi vida—. Le aseguró.
—Toda tu vida—. Murmuró Linc. —Tienes veintidós. Tu vida ni siquiera
ha empezado todavía.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Wyatt de la nada, con la garganta apretada.
—Mi vida terminó cuando tenía seis años y mi hermano mayor, Landon, murió.
Si hubiera vivido, habría sido el heredero que exige mi padre y yo podría
haberme escapado. Mi padre nunca me hubiera buscado.
Los brazos de Linc se apretaron alrededor de él, presionando suaves besos
contra su hombro vendado.
—Odio a mi hermano—. Confesó Wyatt en un susurro. —Soy un monstruo
¿Verdad? ¿O sea quién odia a un niño de ocho años por tener cáncer y morir?
Yo. Yo lo hago. Jodidamente escapó. Se fue—. Tenía que dejar de hablar, pero
no podía. El pánico se apoderó de él. Si no pronunciaba las palabras, estaba
seguro de que se iba a ahogar con ellas. —La noche que me arrestaron... ¿Sabes
lo que dijo mi papá?
La mano de Linc se aplanó sobre el hematoma que le había dejado su padre. —
Wyatt, no.
— ¿No qué? ¿Decir la verdad? No lo entiendes. El no hablar es la razón
por la que la gente de mi familia es como es. Mi madre todavía susurra la
palabra cáncer como si fuera una maldición y se aferra a sus perlas cada vez que
alguien menciona el aborto, la inmigración o la violación. Cualquier cosa que se
entrometa en su perfecto palacio de privilegios—. Lágrimas calientes rodaron
por sus mejillas, pero sus brazos enjaulados hicieron imposible limpiarlas.
Wyatt sollozó. —Él dijo: “No puedo creer que hayas sobrevivido tú."

86
Linc se movió, tirando de Wyatt hasta que encontró su rostro escondido debajo
de la barbilla de Linc. Un crudo lamento se escapó de sus labios y luego otro. No
pudo parar. Enterró su rostro contra el pecho de Linc para ocultar su feo rostro
de llanto. Pero no se podía ocultar la forma en que su cuerpo temblaba o los
mocos y las lágrimas que corrían por toda la camiseta de Linc. Le susurró
palabras sobre el cabello de Wyatt, pero no tenía idea de lo que decía. No le
importó. Sólo quería los brazos de Linc y el calor de su cuerpo y sentirse como si
a una persona en todo el puto mundo le importara un carajo si vivía o moría
¿No merecía siquiera sólo uno?
Algún tiempo después, abrió sus ojos ardientes, tenía la garganta en carne viva y
la nariz tapada. — ¿Sabes por qué lo dijo?—. Pudo decir, sin estar seguro de por
qué necesitaba que Linc supiera esta parte.
— ¿Qué?—. Preguntó Linc, con la voz empapada.
— ¿Sabes por qué dijo que no podía creer que yo fuera el que había
sobrevivido?
—No—. Susurró Linc, el brazo alrededor de los hombros de Wyatt se
tensó casi como si Linc no supiera lo que estaba haciendo.
—Porque me atrapó dándole una mamada al camarero en su cena
benéfica—. Linc no reaccionó, no dijo una palabra. Wyatt soltó una carcajada sin
humor. —Mi papá se puso francamente bíblico llamándome de todo, desde una
puta hasta un sodomita, pero lo gracioso es que soy virgen en la definición más
verdadera de la palabra—. Eso obtuvo una reacción. El cuerpo de Linc se puso
rígido debajo de él. —No lo viste venir ¿Verdad?
—No—. Dijo Linc, con voz tensa
—No es por falta de intentos. No tengo ningún interés en ser el activo,
pero gracias a mi padre, cada vez que un chico intenta tocarme allí, mi cuerpo se
bloquea. Es como ese campamento... esas personas ... reconfiguraron mi
cerebro, sabotearon mi cuerpo ... han pasado cuatro años pero en el momento
en que un tipo me toca estoy ahí de regreso con esa aguja en mi brazo y esos
dedos y... y simplemente no puedo salir de mi cabeza lo suficiente como para
estar con alguien de esa manera.
La mano de Linc trazó suaves círculos en su espalda. —Es como si pudiera ser
otra persona... incluso si pudiera alejarme de mi padre y de este ático tóxico y
tener una vida normal ... nunca seré normal, no de una manera real.
—No eres... anormal. El sexo con penetración no es la única forma de
tener sexo, no es la única forma de tener intimidad con alguien.
Wyatt resopló. —Eso lo sé, pero lo quiero, y ellos me lo quitaron.
—No lo sabes. Sólo necesitas estar con alguien que sea paciente, alguien
que se tome el tiempo para ayudar a relajarte, alguien en quien confíes.
—Yo quería eso contigo. Confío en ti—. Confesó Wyatt.

87
La mano de Linc apretó el cabello de Wyatt, reclamando su boca en un beso
caliente con la boca abierta que hizo que Wyatt gimiera, sus manos estaban
aferradas a los hombros de Linc cuando este lo soltó. —No puedes decir esas
cosas—. Gruñó Linc antes de darle otro fuerte beso en los labios.
Esa estúpida pastilla azul tenía que haber sido un suero de la verdad porque no
parecía poder dejar de confesarlo todo, incluso cuando Linc nunca le había
preguntado y probablemente nunca habría querido saber. Ese pensamiento hizo
que el corazón de Wyatt se encogiera en su pecho. Agachó la cabeza una vez
más, inhalando el aroma de Linc como si de alguna manera pudiera
memorizarlo. —Quiero dormir—. Murmuró. —Quédate conmigo, Daddy.
—No me voy a ningún lado, niño. Te lo prometo. Duérmete.

88
Quince
Linc
— ¡Oye, jodido nugget!

Dado que la pequeña amiga alegre de Wyatt — ¿Chance? ¿Chelsea?—


fruncía el ceño en su dirección, Linc asumió que él era el jodido nugget al que se
refería. Tomó un sorbo de su café negro, soltando un suspiro mental antes de
bajar la tasa. Él esperaba una o dos horas de paz y rayos del sol antes de tener
que lidiar con toda la caída emocional de Wyatt la noche anterior, pero parecía
que el universo todavía conspiraba en su contra.

Linc observó mientras la amiga del chico caminaba hacia él con un pequeño
bolso debajo del brazo, como una chica en una misión. Su extraño pantalón
rayado de piernas anchas hinchándose tras ella, de alguna manera impedía su
progreso, arruinando el acto de chica dura que ella intentaba transmitir.

Él se levantó mientras ella se acercaba, esperando que sus uno noventa y dos de
estatura la hicieran dudar. No funcionó. Ella echó la cabeza hacia atrás, sus ojos
azules llenos de furia, justiciera y sus labios rojo brillante se estiraron en un
gruñido.

Alzó las cejas ante su expresión asesina, y dio un paso atrás con voz
firme. —Totalmente francos, Barbie Malibú. Si me das un puño en la cara de
nuevo, te tiraré a la piscina.

Ella entrecerró los ojos. — ¿Golpearte en la cara? estoy a dos segundos de


meterte mi Taser40 por el culo.

Wyatt emergió desde dentro usando solamente unos pantalones cortos


de basketball y nada más. Linc olvidó brevemente a la chica que lo estaba
amenazando con violarlo con un Taser, tratando de evaluar si Wyatt estaba
bien. Su rostro estaba hinchado, y su cabello parecía un nido de ratas. El
moretón de su padre estaba ahora del tamaño de una berenjena, y la venda que
Linc le había asegurado sobre el hombro se curvaba al final. Aparte de eso, se
veía bien —Exhausto y quizás un poco dolido, pero bien. De alguna forma, eso lo
hacía peor. ¿Cuántas noches como esa había tenido Wyatt?

40
Pistola pequeña de electrochoque.

89
—Charlie... —Wyatt comenzó, pero ella le hizo un gesto para que se
callara, sin apartar los ojos de Linc.

—Mira, conozco que al senador mierda le gusta contratar matones como


tú que hagan el trabajo sucio por él. Machos alfa que creen que es gracioso
empujar a Wyatt bajo el pretexto de endurecerlo… ¡Pero no en mi guardia! Te
mataré, y mi familia tiene el dinero suficiente para que salga invicta de un
asesinato o dos, así que no me pruebes —Ella enfatizó sus palabras al empujar
sus uñas demasiado afiladas contra su pecho —. ¿Lo entiendes, entrepierna de
comadreja?

—Tus insultos son terribles. Solo estás juntando dos palabras sin relación
—Linc observó —, pero tus amenazas son persuasivas —Añadió a regañadientes
—. Innecesarias pero persuasivas.

—Hablo enserio. Puede que sea pequeña, pero voy a joderte.

— ¡Charlie! Detente —Ella se giró hacia Wyatt, como si él fuera el


siguiente en su paliza verbal, pero esta vez, Wyatt le dio una palmada sobre la
boca —. Él no me hizo daño. No lo hizo. Ahora, detente.

¡Charlie! Ese era su nombre. La mirada de Charlie se dirigió de Linc a Wyatt y


de regreso, sus manos cayendo a ambos lados y los hombros desinflándose.
Wyatt quitó la mano.

— ¿Qué pasó? —Ella preguntó finalmente —. Y lo sabré si me mientes.

Wyatt se frotó la parte de atrás del cuello. —Mi papá, eso fue lo que pasó.
Me atrapó usando maquillaje cuando los policías vinieron a quitarme el
monitor. Estaba molesto porque casi lo avergoncé.

El rostro de Charlie se tornó tan rojo como su labial, y su furia hizo que a
Linc le agradara un poco más. —Si el karma existe en este mundo, tu padre
tendrá su rostro violado por una sierra eléctrica —Ella juró.

—Si dios quiere —Murmuró Linc.

La mirada de Charlie se desvió hacia la vena en el hombro de Wyatt. —


¿Te lastimó en el hombro también?

Wyatt miró una vez más hacia Linc. La desesperación del chico tuvo a Linc
queriendo echarse la culpa solo para evitarle a Wyatt tener que explicarse. Pero
no era su historia para contar. Lo que decidiera Wyatt para decirle a Charlie,
verdad o mentira, Linc juraría sobre eso.

—Ginger.

90
Las fosas nasales de la chica llamearon, y antes de que Linc pudiera detenerla,
alcanzó y arrancó la venda del hombro de Wyatt.

— ¡Ow!

— ¿Dejaste que esa escoria drogadicta te cortara? ¿De nuevo? —Ella


chilló.

¿De nuevo? la palabra rebotó alrededor del cráneo de Linc. No había notado
ninguna otra cicatriz en Wyatt, pero no había tenido la oportunidad de explorar
su cuerpo a fondo como había querido. ¿Cuántas veces había pasado antes?
¿Wyatt lo haría de nuevo?

—Era una fiesta de píldoras41. Tomé algo… me dañó la cabeza.

Charlie descolgó su bolso de sobre el hombro y golpeó a Wyatt con él para


puntuar sus palabras. — ¿De verdad eres tan estúpido? ¿Pero qué diablos,
Wyatt? Me prometiste que no harías esta mierda de nuevo. Me lo jodidamente
prometiste.

Linc esperó mucho más de lo que debería antes de arrancar el bolso de sus
manos y firmemente empujarla hacia abajo en una de las sillas del lounge. —
Siéntate. Ya para de… hacer todo esto. Para de sillar, para de golpear, solo… solo
detente. Me estás dando migraña.

Charlie cruzó sus brazos, fulminando a Wyatt y a Linc con la mirada. Sus cejas
repentinamente se dispararon hacia la línea de su cabello, y sacudió la cabeza de
nuevo hacia Wyatt. — ¿Tu padre también te hizo los moretones en el cuello? Si
lo hizo, debiste haber llamado a la policía. Debe haber registro en papel.

Wyatt enrojeció hasta las puntas de las orejas, su mano volando hacia su
garganta casi contra de su voluntad. Casi como si lo estuviese recordando.
Joder. Ahora, Linc lo recordaba también. Wyatt debajo de él, desnudo y
rogando, mientras Linc lo masturbaba hasta el orgasmo, sus dedos flexionados
alrededor de la garganta de Wyatt.

Wyatt se lamió el labio inferior, su mirada caliente haciendo que Linc


agradeciera llevar jeans, incluso aunque su polla tuviese una imprenta
permanente de su bragueta.

Linc intentó sacudir los pensamientos de su cabeza, dirigiendo su


atención de regreso a la amiga ruidosa de Wyatt. Supo el momento exacto en el
que Charlie puso todas las piezas en su lugar, y ella tomó una bocanada de aire,

41
Pill party: este término sale a la luz cuando un grupo de estudiantes de una escuela católica llevaron
píldoras que necesitaban prescripción a una fiesta, las juntaron todas en un bowl, de donde tomaban
una pastilla random.

91
sus manos aplaudiendo con deleite. —Esperen… ¿Era alguna cosa sexual?
¿Ustedes están teniendo un rollo sexual?

—Oh, por dios, ¿podrías callarte? —Rogó Wyatt, dando una mirada
dentro de la casa, como si su padre podría asecharlos desde algún lado,
escuchando a escondidas.

—Sí lo es —Siseó antes de reír —. Eso es genial, pequeñas mierdas


pervertidas.

—No es así. Para de decir eso.

Charlie frunció las cejas. — ¿Cuál es el problema? Si alguien necesita


follar, ese eres tú. Estás demasiado tenso.

Wyatt parecía rogar que un hueco se abriera y lo tragara entero. —No es


así.

— ¿No te ahorcó durante el sexo? Porque por la forma en que se estaban


follando con los ojos y la impresionante erección que los dos tienen después de
la mención del respectivo ahogamiento me dice que ustedes o son realmente
kinky o unos psicópatas. Pero, si me dices que Linc te ahorcó por una razón
diferente, lo patearé en el trasero. Entonces, ¿cuál es, Boo?

Wyatt dejó caer la mano. —No es tu problema.

Ella se burló. —Todo sobre ti es mi problema. ¿Por qué están actuando


como si esto fuera la gran cosa? Los dos son adultos.

—He estado sepultado en el armario por toda mi vida, y Linc trabaja para
mi padre. Si alguien se entera, arruinará nuestras vidas —Wyatt confesó antes
de llevarse una mano a la boca. Su mirada se centró en Linc, las cejas fruncidas
como si pensara que Linc se molestaría. No lo estaba, pero Wyatt se veía tan
adorable, que Linc olvidó temporalmente que ellos no estaban solos y puso una
mano en el hombro de Wyatt. El rostro de Wyatt se relajó, aunque sus ojos
seguían viéndose tristes.

Linc debió haber entrado en pánico por la confesión de Wyatt, pero tener a
Charlie en el bucle hacía a Wyatt feliz, y ella era obviamente la defensora más
fiera de él. Ella jamás haría algo para dañarlo. Wyatt odiaba los secretos, odiaba
que nadie en su familia se hablara con los otros.

— ¿Cómo lo sabría tu papá? ¿Se lo vas a decir?

Linc ahora entendió por qué Charlie era tan importante para Wyatt. Ella no
conocía algún pensamiento que no lo dijera en voz alta, y arreglaba el universo

92
para asegurarse que Wyatt estaba bien. Linc no podía pedir nada más que eso.
Charlie era quizás la única persona en la que Wyatt podía contar.

Charlie no había terminado de abogar por su caso. —Chicos, ustedes


pasan el noventa por ciento del tiempo solos. Graciela no va a decir nada. Y yo
estoy segura que tampoco lo haré. La puerta de la entrada está cerrada.
Problema resuelto.

Esta vez, cuando Wyatt miró hacia él, había un pequeño destello de
esperanza, una pregunta silenciosa. ¿Podrían? ¿Podrían hacer que funcionara?
Linc agitó la cabeza. —Tengo este único trabajo por los siguientes cinco meses, y
luego tengo que regresar a Orlando. Eso no es negociable.

Charlie agitó las cejas. —Incluso mejor. Tengan un romance. Una


aventura ardiente. Hacen películas sobre cosas como esta. Chicos, tienen cinco
meses para follarse el uno al otro hasta sacarlo de sus cerebros. La oportunidad
es, que para el tiempo que esos cinco meses terminen, los dos estarán listos para
decir dios. Usualmente yo si lo estoy.

—No es tan simple —Linc le aseguró a ella… y a sí mismo. No podía ser


así de fácil.

Charlie apartó con la mano su declaración. —Follar nunca es sencillo,


pero casi siempre vale la pena.

—Sigue sin ser tu problema —Gruñó Wyatt.

—Bien, como sea —Ella concedió —. De cualquier forma, pasé por aquí
para decirte que seré tu cita mañana para la estúpida cena de recaudación de
fondos de tu padre.

— ¿Ya lo sabes? —Preguntó Wyatt.

Una vez más, ella se burló. —Duh, Graciela le dijo a Natasha, quién le dijo
a mi mamá, que me dijo a mí. Así que, vine directamente a decirte que me
reportaré mañana para la misión de barba.

—Mi papá te odia —Wyatt le recordó.

—Sí, pero él odia más que seas gay. Así que, el hijo heterosexual que sale
con la hija rica de una artista liberal triunfa sobre el hijo gay que secretamente
le gusta ser asfixiado y follado por su enorme y fornido guardaespaldas. Él lo
aceptará.

Wyatt hizo una mueca. —Deja de decir eso.

93
—Mmm, no. Es obvio que quieren deshuesarse el uno al otro. Odio el
subtexto y la insinuación. Solo hazlo. Yo seré tu coartada. Dile a tu padre que
venderá por completo la idea del playboy heterosexual si yo soy tu novia falsa. Él
estará tan molesto por que me escogiste, que ni siquiera notará que estás
jodiendote a Capitán América.

Linc debería de haber callado la conversación entera. Tener a Charlie a bordo


era útil pero no infalible. Todavía era peligroso. Ellos todavía podían perderlo
todo si alguien lo descubría. Además, Wyatt no estaba lo suficientemente estable
para la clase de relación que Linc demandaba de los chicos con los que jugaba.
Linc no estaba seguro de que él tampoco fuera lo suficientemente estable,
tampoco. Él siempre insistía en una capa de protección — nada de apegos, solo
escenas y cuidados posteriores42, y finalmente cada uno tomaba su camino. Los
otros habían entendido el acuerdo. Pero Linc ya estaba bastante apegado a
Wyatt. Ya le importaba. Aun así, contuvo su lengua. Quería a Wyatt, y si Wyatt
estaba dispuesto a tomar el riesgo, Linc sabía, bien adentro, que no sería capaz
de decirle que no.

Wyatt miraba el rostro de Linc, así que intentó mantener una expresión
neutral. La decepción de Wyatt ante la falta de respuesta de Linc, fue obvia.
Finalmente, le dijo a Charlie. —No puedo pedirte que hagas eso.

Ella resopló. — ¿Pedírmelo? Por favor, soy voluntaria. No eres realmente


una celebridad hasta que barbeaste con al menos un caso de armario, de todas
formas. Lo considero otro recuadro a rellenar en mi lista de “Camino a
Hollywood”. De cualquier forma, Voy a intentar encontrar un apropiado vestido
inapropiado para la cena de tu padre mañana. Ustedes probablemente tienen un
montón de cosas de las que hablar.

Y entonces, ella se fue, dejándolos en el patio con una montaña de tensión entre
ellos.

42
BDSM Scenes and Aftercare. Las escenas son donde se llevan a cabo los kinks y el aftercare es el
cuidado que presta el dom de la relación al sub después de dichas escenas.

94
Dieciséis
Wyatt
Las venas de Wyatt vibraron como si alguien hubiese electrificado su sangre. No
habló. No podía. ¿Qué diablos se suponía que iba a decir? Charlie había quitado
el seguro de la granada y la arrojó a Wyatt mientras se alejaba. Pero Linc tenía
que saber que Wyatt lo deseaba, que deseaba esto… más que nada. Él tenía que.
Era Linc quién continuaba diciendo que no podía funcionar entre ellos, que era
demasiado riesgoso. Wyatt había aceptado las palabras de Linc, pero ahora que
Charlie puso las cartas sobre la mesa entre ellos, Wyatt no podía recordar haber
necesitado algo tanto como eso. Cinco meses con Linc como su Daddy era más
de lo que él se había atrevido a desear, y si decía que no, Wyatt no estaba seguro
de poder recuperarse.
— ¿Quieres...? —Linc comenzó.
—Sí —Wyatt interrumpió.
Linc ladeó la cabeza, entrecerrando los ojos. —Ni siquiera sabías que iba a decir.
Wyatt agitó las manos. — ¿No lo entiendes? No importa lo que fuera que ibas a
decir. La respuesta es sí. Lo que sea que quieras… Siempre diré que sí.
Linc cerró la distancia entre ellos, enterrando las manos en el cabello de Wyatt y
aplastando sus bocas juntas. Se derritió contra él, saboreando el café en la
lengua de Linc y deleitándose en el rasguño y ardor de la barba incipiente contra
su piel tierna. Linc los llevó hacia atrás de regreso a la casa, sin romper el beso.
Cuando Wyatt tropezó, las manos de Linc se engancharon debajo de sus muslos,
alzándolo como si pesara nada. Wyatt rodeó su cintura con las piernas, la parte
baja de sus cuerpos alineándose en una forma que lo tuvo gimiendo.
Cuando Linc finalmente apartó la boca, su mirada se clavó en Wyatt. —Tienes
que estar seguro. Realmente no entiendes cómo funcionan estos acuerdos; hay
contratos y límites. Eres virgen, y jamás he hecho algo con una persona sin
experiencia.

Wyatt sostuvo su mirada. —Solo soy virgen en el sentido técnico de la palabra.


Mis límites duros son nada de humillación, nada de deportes de agua, y no quiero
que me compartas con otros. Mis límites suaves son los que hablamos ayer en la
noche. Quiero ser… el pasivo… contigo, pero no sé si mi cuerpo pueda… —Él se
interrumpió, mirando por sobre el hombro de Linc, seguro de que sería un factor
decisivo.

Linc arrastró el pulgar sobre el labio inferior de Wyatt. —Entendido.

95
Linc los dejó a ambos sobre el sofá, llevando a Wyatt hacia abajo sentándolo
ahorcajas en su regazo. Linc lo estudió hasta que Wyatt no pudo contenerse en
preguntar. — ¿Qué?
—Sabes más cosas de las que pensé.
Wyatt rodó los ojos con una sonrisa. —Te dije que serías un buen Daddy la
noche en que nos conocimos. ¿Acaso pensaste que no había hecho mi dosis de
averiguaciones en google? El porno es gratis ahora, viejo.
— ¿Así es como te liberas en las noches? ¿Mirando a daddies dominar a
sus chicos? —Linc rugió, una mano en un puño dentro del pelo de Wyatt, la otra
arrastrándolo cerca hasta que estaban al ras uno contra el otro.
Wyatt no pudo evitar frotarse contra la polla medio dura de Linc. Linc azotó su
trasero lo suficientemente fuerte para hacerlo sisear.
—Detén eso. Estamos hablando ahora mismo —Dijo, aunque sus ásperas
manos rozaban el torso y pecho de Wyatt, los pulgares arrastrándose sobre los
pezones planos —. Daddy te hizo una pregunta.
—Sí, Daddy —Dijo Wyatt en un gemido, arqueando la espalda contra el
toque, sus ojos cerrándose mientras Linc dejaba un beso sobre el centro de su
pecho.
—Presta atención, chico dulce.
—Eso intento —Wyatt lloriqueó. ¿Cómo se suponía que iba a
concentrarse con los pulgares de Linc recorriendo las ranuras de los huesos de
su cadera, la polla dura de Linc contra la suya, y la lengua de Linc jugando sobre
la punta dura de uno de sus pezones? Linc no estaba siendo justo.
La boca de Linc desapareció, sus manos viajando hasta el trasero de Wyatt,
apretándolo fuerte hasta hacerlo gritar. —Ojos sobre mí —Wyatt fijó los ojos en
Linc, su boca repentinamente un desierto. Estaba intentando comportarse, pero
estaban hablando demasiado. Él se forzó en concentrarse, mirando los labios de
Linc mientras este hablaba, asustado de perderse de alguna palabra —. Si vamos
a hacer esto, espero obediencia completa. Me perteneces en todos los sentidos
de la palabra. Cuando estemos solos, soy tu dueño; existes solo para
complacerme. Si te deseo, te tomo. Te correrás solo cuando crea que te lo has
ganado, y si me desobedeces, te castigaré severamente. ¿Lo comprendes?
Si Linc esperaba asustar a Wyatt, claramente no había estado prestando
atención. La polla de Wyatt palpitó. Deseaba tanto tocarlo, pero sólo asintió. —
Sí.
Linc se inclinó hacia adelante, mordiendo el pezón de Wyatt hasta hacerlo
lloriquear. —Sí, ¿qué?
—Sí, Daddy —Gimió.

96
Linc deslizó la lengua sobre la carne tierna de Wyatt. —Buen chico —Se inclinó
hacia atrás —. Usaremos el sistema de luces de tráfico. Verde significa sigue.
Amarillo significa pausa. Rojo significa para. ¿Entendido?
Wyatt era incapaz de imaginar un mundo donde el detuviera a Linc de hacer lo
que él quisiera.
—Sí, Daddy.
Linc le agarró la barbilla, obligándolo a encontrarse con su mirada. —Esta es
importante. No vas a autolesionarte bajo ninguna circunstancia. Ese es mi límite
duro. Nada de cortadas, no drogas, sin ponerte en situaciones peligrosas. No me
pongas a prueba con esto.
Wyatt dudó. No podía prometer eso. No podía. Cuando el mundo era
demasiado… Era la única forma de acallarlo. La bebida, las drogas, nada de eso
importaba. Eran una distracción. Pero cortarse… No podía acceder a eso.
Cuando sus pensamientos se volvían tóxicos, y su odio, pánico y auto desprecio
se filtraban dentro de su sangre hasta que se sentía enfermo y lento, era la única
forma de sacarlo, de limpiarse a sí mismo del veneno. Él estaba a salvo. Era
cuidadoso. Solo era un pequeño corte. No era que a Wyatt le gustase o ni
siquiera lo quería. Lo necesitaba. Sin ello, él podría morir.
No había forma de que alguien como Linc lo entendiera. Poseía una fuerza con
la que Wyatt solo podía soñar. Él se iría en cinco meses y sería quién quisiera
ser, pero Wyatt seguiría aquí, siendo lo que su padre demandara. Pero Linc
había dicho que ese era su límite duro, y Wyatt lo deseaba mucho más de lo que
deseaba decir la verdad. Dio un asentimiento inseguro. “Serán solo cinco
meses”.
Linc lo soltó. —Di las palabras.
Wyatt cerró los ojos, enterrando el rostro contra la garganta de Linc. —Sí,
Daddy.
—Si pienso que no puedes manejarlo o que te hago más daño que bien, lo
terminaré. No seré otra persona que te lastime. ¿Entendido?
Wyatt nunca había entendido la palabra agridulce hasta ahora. Presionó un beso
del hombro de Linc hasta su garganta. —Sí, Daddy. Lo que quieras. Sí.
¿Podemos jugar ahora?
—Que impaciente —Linc murmuró incluso cuando alzó a Wyatt, dejando
que rodara su polla contra sus perfectos abdominales. Cualquier fricción era una
buena fricción. Wyatt jamás había estado más listo en su vida.
Wyatt gimió. —Más, por favor.
— ¿Qué es lo que quieres, bebé?
—Lo que tú desees, Daddy.
Linc rio entre dientes. —Buena respuesta. A la habitación. Ahora. Te quiero
desnudo sobre la cama antes de que entre.

97
Wyatt se apresuró en cumplir, pelando sus shorts a la mitad de su destino,
agradecido que Linc no notó cuando él se tropezó y cayó de cara sobre el
colchón. Una vez sobre la cama, su mente corrió con posibilidades. Él había
deseado un Daddy por más tiempo del que podía recordar, y había deseado a
Linc desde el momento en que se conocieron, pero nunca en sus sueños más
salvajes, imaginó que podía tenerlos a ambos. Era abrumador en la mejor forma
posible.
¿Qué querría Linc de él? ¿Desearía que Wyatt fuera pasivo? Dijo que entendía
los problemas de Wyatt, pero eso no significaba que no intentaría sobrepasarlo.
El pensamiento lo hizo estremecer. Linc sobre él, dentro de él, tomándolo y
usándolo. Jesús. Sus manos fueron a su dura y goteante polla, los ojos cerrados
mientras se mordía el labio para frenar los sonidos que amenazaban con salir.
— ¿Dije que podías tocarte a ti mismo?
Sus ojos se abrieron. Linc llenaba el portal de la puerta, los antebrazos apoyados
contra el marco mientras sus ojos bebían hasta saciarse del cuerpo desnudo de
Wyatt. Él enrojeció, sin estar seguro si era porque Linc lo había atrapado
tocándose a sí mismo o porque lo miraba hacerlo. Hacía sentir a Wyatt como
una virgen, a pesar de sus abundantes y variadas experiencias.
— ¿En qué estás pensando?
Wyatt quería envolverse a sí mismo en la calidez del tono rasposo de Linc. —En
ti, Daddy.
Linc merodeó acercándose, las manos deslizándose dentro de sus bolsillos. La
mirada de Wyatt se posó sobre el contorno de la enorme polla de Linc a través
de la mezclilla gastada de sus pantalones. Se mordió el labio inferior, dándole a
Linc su mejor mirada de “Fóllame”, pero él no tenía ninguna prisa en
desvestirse mientras estaba de pie al final de la cama. Wyatt luchó contra la
urgencia de cubrirse mientras la hambrienta mirada de Linc vagaba por su
carne, como si tuviera derecho sobre él. Pero, él tenía derecho sobre Wyatt,
supuso. Linc era dueño de su cuerpo y su alma… al menos por ahora. — ¿Qué
sobre mí?
Él había tenido todo tipo de encuentros casuales, siempre en la oscuridad,
usualmente de pie o atiborrado en el asiento trasero del auto deportivo de
alguien. Nadie lo había visto desnudo, nunca con él dispuesto con la luz solar
transmitiéndose a través de las persianas, sin lugar donde esconderse. Lo dejó
tembloroso y vulnerable. —Pensaba en ti follándome, Daddy.
Las cejas de Linc se volaron hacia arriba, como si el candor de Wyatt lo
sorprendiera, y un pequeño punto húmedo se formó en la parte delantera de sus
vaqueros. Su estómago revoloteó al estremecer el control de Linc solo un poco.
El triunfo fue corto mientras Linc golpeaba la cama y gateaba cerca, sus muslos
atrapados debajo de los de Wyatt, forzando sus piernas a abrirse. Tragó,
cautivado por el deseo en el rostro de Linc flotando sobre el de él. — ¿Así? ¿Así
es cómo quieres que te joda, bebé?

98
Linc sacudió sus cuerpos juntos en una sucia pantomima del sexo, como si lo
estuviera llenando, conduciéndose dentro de él, poseyéndolo. Wyatt gimoteó, su
erección sacudiéndose ante el pensamiento, solo para encontrarse con el
imperdonable metal de los dientes de la bragueta de Linc. Dio un asentimiento
tembloroso, pero él ya no estaba mirándolo a la cara si no a su polla llorosa.
¿Por qué era tan caliente?
—Oh, sí. Eso te gusta, ¿No, chico sucio? Apuesto a que podría hacerte
correr sin siquiera tocarte. ¿Hmm? ¿Solo mis palabras? ¿Mi voz? ¿Diciéndote
todas las cosas sucias que voy a hacerte?
—Daddy… —Era una súplica.
Wyatt quería ser bueno, pero Linc lo estaba matando. Necesitaba tocarlo en
algún sitio, en todos los sitios. Cada músculo de su cuerpo estaba al borde.
¿Estaba jugando con él? ¿Pensaba Linc que podía hacer que el cuerpo de Wyatt
estuviera tan caliente que lo dejara ir… y se rindiera? él quería eso más que a
nada. Sería mucho más fácil si la decisión no fuera suya. Pero si Linc lo
intentaba y Wyatt no podía…
La boca de Linc rozó la suya —Relájate. Puedo oírte pensar desde aquí. No
estamos allí todavía…
Alivio y decepción pelearon dentro de él. ¿Qué pasaba si nunca llegaban allí? El
pensamiento de nunca tener a Linc dentro de él era un hoyo en su vientre. Así
que él lo empujó lejos. —Tócame, Daddy. ¿Por favor?
Linc cortó la mirada hacia Wyatt con expresión severa. — ¿Quién hace las
reglas?
Wyatt se estremeció. —Tú, Daddy.
El pulgar de Linc se deslizó dentro de su boca. Él lo chupó sin pensarlo,
saboreando la aspereza contra su lengua y el gusto salado de su piel. Todo era
demasiado y no era suficiente, y ni siquiera habían comenzado todavía.
— ¿A quién perteneces? —Linc le preguntó, arrastrando el pulgar a través
del labio inferior de Wyatt.
El interior de Wyatt se sacudió mientras lograba suspirar, —A ti, Daddy.
—Te tocaré cuando esté listo. Ahora mismo, quiero mirar lo que es mío.
Wyatt enterró las uñas en sus muslos, intentando usar el dolor para suprimir su
excitación. La voz de Linc lo sorprendió. —Las manos en la cabecera. Si las
mueves, te ataré a la cama y no te gustará lo que pase después. ¿Entiendes?
Tan pronto como sus manos alcanzaron la cabecera, Linc estaba sobre él. No
había rima ni razón, no había ritmo en su asalto. Linc podía besar la delicada
piel detrás de su oreja, entonces morder el lóbulo con la fuerza suficiente para
hacerlo gimotear. Sumergió la lengua en el hueco de la garganta de Wyatt, solo
para raspar con sus dientes a través de sus pezones, dejándolo sollozando. Era

99
un asalto completo a los sentidos de Wyatt mientras Linc lo tocaba en todas
partes, con excepción de donde más lo necesitaba.
—Daddy. Oh, Dios. Por favor, solo… por favor… por favor… Lo necesito…
Linc lo besó, follando la boca de Wyatt con su lengua. —Shhh, bebé. Daddy sabe
lo que necesitas.
Entonces, Linc ya no estaba sobre él si no entre sus piernas abiertas,
empujándole las rodillas sobre el pecho. Wyatt lloraba mientras la lengua de
Linc recorría la parte de debajo de su polla antes de chupar la punta entre sus
labios. Sus manos se agitaron cuando el placer lo atravesó, pero Linc las azotó
de regreso a la cabecera. —Lo siento, Daddy. Por favor, no te detengas. Por
favor. Lo siento.
Linc se detuvo, aun así. Wyatt no pudo detener un sollozo de frustración. Las
palmas de Linc agarraron su culo, abriéndolo.
Wyatt abrió los ojos, el pánico apoderándose de su corazón. — ¡Espera!
Linc se congeló. — ¿Color?
Wyatt frunció el ceño ante la palabra. ¿Color? ¿Color? ¡Color! Él realmente no
quería que Linc esperara. No sabía lo que quería. —V… verde —Dijo
temblorosamente —. Verde. Definitivamente, verde. Verde quiere decir sigue.
¡Sigue!
Una vez más esa risa enloquecedora, y entonces la lengua de Linc barrió sobre el
apretado anillo de músculos. La cadera de Wyatt se sacudió hacia arriba por la
sorpresa. ¿Cómo carajos eso se sentía tan bien? ¿Cómo es que no sabía que lo
haría? Apretó las manos en puños dentro de su cabello y rogó que a Linc no le
importara más lo de la cabecera, porque Wyatt necesitaba agarrarse a algo,
incluso si será solo a él mismo.
La lengua de Linc lamió el agujero de Wyatt en trazos amplios y pequeños
movimientos rápidos. Si Wyatt tenía cualquier sentido de razón, los sonidos
brotando de sus labios lo hubieran humillado hasta la mierda, pero no le
importaba. No le importaba nada más que los dedos de Linc enterrados con
fuerza en sus caderas, tan duro como para dejar moretones, y la malvada boca y
pecaminosa lengua trabajando contra él una y otra y otra vez. —Por favor,
Daddy.
—No te corras hasta que yo lo diga.
Wyatt sollozó, sus manos retorciendo las almohadas, sus caderas trabajando
contra la jodida y perfecta lengua de Linc. —Por favor, no puedo.
—Lo harás —Con esas palabras, Linc succionó la polla de Wyatt dentro
del apretado calor de su boca, y Wyatt no pudo contenerse por más tiempo,
corriéndose sin aviso profundamente en la garganta de Linc. Las olas de éxtasis
lo invadieron hasta que su visión se transformó en un túnel y se perdió así
mismo en una perfecta nada.

100
Cuando abrió los ojos, Linc estaba a horcajadas sobre el pecho de Wyatt, una
mano agarrando la cabecera y la otra empuñando su polla. —Abre la boca.
Quiero ensuciar ese rostro de ángel.
Wyatt sacó la lengua, su mirada clavada en Linc mientras él se perdía a sí
mismo persiguiendo su propio placer, con la boca abierta y el cuerpo rígido. Era
la cosa más caliente que Wyatt hubiese presenciado, y si su polla hubiese podido
endurecerse de nuevo, lo habría hecho. Linc gruñó, sus músculos abdominales
flexionándose mientras se acurrucaba hacia adelante. Cerró los ojos cuando la
primera salpicadura de semen golpeó su rostro y lengua, Linc se estremeció
sobre él. Wyatt supuso que debía sentirse sucio, pero él no lo hacía. Se sentía
querido y a salvo, y no le importaba si eso estaba mal o era equivocado.
La boca de Linc encontró la suya en un beso sucio. —No esperaste a que te diera
permiso, chico malo. Ahora tendré que castigarte.
—Lo siento, Daddy —Dijo Wyatt, incapaz de contener la sonrisa satisfecha que
se extendía a través de su rostro pegajoso.
Linc rio. —No, no lo sientes… pero lo harás.

101
Diecisiete
Linc
Para cuando Linc fue a limpiar a Wyatt, el niño era gelatina. Permitió que Linc lo
pusiera de pie y lo guiara al baño, permaneciendo en silencio mientras Linc abría
la ducha y esperaba que el agua se calentara. Una vez bajo el rocío, Wyatt se
balanceó sobre sus pies, con los párpados medio cerrados. Linc lavó gentilmente
su rostro con un paño antes de voltearlo hacia el rociador. Mientras Linc se ponía
a trabajar con el champú en los rizos de Wyatt, dio un suspiro satisfecho,
apoyando la espalda contra el pecho de Linc.

Un dolor se formó detrás de las costillas de Linc ¿Alguien había mostrado alguna
vez interés en Wyatt sin un motivo oculto? ¿Alguien lo había cuidado cuando
estaba enfermo o simplemente lo había abrazado sin ningún motivo? Incluso el
gesto más simple parecía enorme para el niño. Linc al menos había tenido a su
hermana para cuidarlo, incluso con su madre demente y su padre ausente. Wyatt
había crecido sin nadie a su lado y ese conocimiento carcomía algo dentro de Linc.

Una vez que el cabello de Wyatt estuvo limpio, Linc lo enjabonó, lavándolo
cuidadosamente, su mirada enganchándose en las docenas de cicatrices que
estropeaban ambos muslos. Un dolor agudo cortó a través de él mientras se
imaginaba a Wyatt tomando una cuchilla en un intento desesperado por sentirse
mejor. Pasó los dedos sobre ellas, notando cómo Wyatt se ponía rígido. Linc no
dijo nada ¿Qué había que decir? Depositó un suave beso sobre cada conjunto de
cicatrices antes de enjuagar a Wyatt con eficacia clínica y envolverlo en una de las
enormes toallas de baño que Graciela remplazaba debajo del lavado cada dos días.
Linc no se molestó en vestirlo, ya que sólo lo iba a acostar en la cama, incluso si
apenas era de tarde. Apartó las mantas y le hizo un gesto a Wyatt para que entrara.

Wyatt hizo lo que le indicaron sin protestar, pero luego miró hacia Linc con esos
enormes ojos verdes.

— ¿Te quedarás aquí conmigo?

Linc se deslizó a su lado. Wyatt se curvó hacia el lado de Linc como si esto fuera
algo que hacía todas las noches, acurrucando su cabeza contra su hombro y
colocando una pierna sobre la de Linc. Una vez más, esa extraña punzada lo
golpeó.

—Me quedaré hasta que te duermas, pero no quiero arriesgarme a hacerte


daño de nuevo. Mis pesadillas son impredecibles.

102
Wyatt pasó su mano por el pecho de Linc, sus dedos peinando el espolvoreado
cabello allí.

—Pero me gusta cuando me lastimas.

Linc sonrió pero sacudió la cabeza. —Así no. No puedo arriesgarme

Wyatt hizo un puchero — ¿Pero te quedarás hasta que me duerma?

Linc le besó la frente. —Sí, dulce niño.

Wyatt se durmió casi al instante. Linc debió de haberse quedado dormido poco
después porque cuando volvió a abrir los ojos, el sol se había puesto y la luz de la
luna llena se derramaba a través de las ventanas, empapando la habitación en
tonos grises. Hacía calor debajo del pesado edredón, dejándolos a ambos
húmedos, pero Linc no hizo ningún esfuerzo por moverse, incluso con su brazo
atrapado dolorosamente debajo de la cabeza de Wyatt.

Wyatt se había apartado de Linc, pero su rostro se inclinó hacia arriba, atrapado
en la luz de la luna. Linc no pudo evitar mirar. Wyatt era hermoso en cualquier
momento, pero mientras dormía, la tensión habitual se deslizaba de su rostro. Su
ceño fruncido suavizado sin la ansiedad siempre presente, sus largas pestañas
proyectando medias lunas sobre su pálida piel. Lucía mucho más joven dormido,
con una mano debajo de su cara y la otra enroscada alrededor del antebrazo de
Linc atrapado debajo de él como si incluso en sueños le preocupara que Linc se
fuese a ir.

Debería irse. Necesitaba levantarse y cocinar la cena, pero acurrucó su cuerpo


contra el de Wyatt, su lengua trazó el caparazón de su oreja, mordiéndole el lóbulo
de la oreja mientras su mano libre trazaba la curva de la piel satinada de Wyatt
debajo de las mantas, sus nudillos deslizándose desde sus costillas hacia el surco
de su cadera y de regreso.

Wyatt dio un tembloroso suspiro, moviéndose más cerca, dándole a Linc más
acceso a su cuerpo desnudo y sudoroso. Linc trazó besos mordaces contra la
mandíbula de Wyatt, su mano deslizándose a lo largo del vientre de Wyatt para
envolver su palma alrededor de su polla semi erecta, acariciándolo a un ritmo
glacial. Wyatt gimió bajo.

Linc había estado con muchos chicos, pero nunca había compartido cama, nunca
se había quedado durante la noche. No hubo tiempo para las relaciones con
semanas de entrenamiento, despliegues y misiones. Al menos, eso es lo que se
había dicho a sí mismo. Pero esto, tener acceso al cuerpo de Wyatt cuando le
plazca... tomar lo que quisiera, dar placer cuando quisiera, podría volverse
adictivo. Por los siguientes cinco meses, Wyatt le pertenecía sólo a él, y Linc
planeaba aprovechar cada oportunidad. Apretó su agarre, retorciéndolo en un

103
movimiento ascendente, deslizando su pulgar sobre la punta antes de desplazarse
hacia abajo.

Wyatt gimió, empujando las caderas hacia arriba, trabajándose en el sudoroso


puño de Linc, persiguiendo su placer incluso en sueños. Linc no lo detuvo. Lamió
y mordió el cuello y la garganta de Wyatt, atrapado en el sabor salado de su piel,
su propia polla ya en atención y deslizándose entre los globos del culo de Wyatt.

La mano de Wyatt de repente se apretó donde sostenía el antebrazo de Linc, su


respiración entrecortándose mientras alcanzaba la cadera de Linc.

— ¿Linc?—. Susurró, volviendo su rostro hacia él.

— ¿Es así como me llamas?—. Linc retumbó contra su oído.

—Daddy—. Gimió Wyatt, empujándose a sí mismo hacia atrás contra la


polla de Linc antes de balancearse hacia adelante en la mano de Linc. —Oh, joder,
por favor, Daddy.

— ¿Color?—. Preguntó Linc.

—Verde, muy verde—. Jadeó.

Linc capturó su boca, follando su lengua dentro antes de morder gentilmente el


labio inferior de Wyatt. —Te puedes correr cuando quieras, pero tienes que hacer
el trabajo—. Susurró Linc contra su boca.

Linc dejó de mover su mano, pero Wyatt no pareció notarlo, sus dedos agarrando
la cadera de Linc mientras se follaba a sí mismo en el puño apretado de Linc. Linc
movió sus caderas hacia adelante, igualando el ritmo de Wyatt mientras trabajaba
su longitud entre las nalgas de Wyatt.

—Joder, te sientes tan bien—. Murmuró Linc.

Wyatt hizo un sonido medio mordido, sus músculos se flexionaron con cada
empuje hacia adelante, encerrando la polla de Linc en un calor constreñido que
tenía a sus bolas apretándose contra su cuerpo. Se condujo contra Wyatt casi tan
ciegamente como Wyatt jodía el puño de Linc, pequeños ruidos de placer salieron
de los labios del chico mientras perseguía su liberación.

—Vamos, dulce chico. Trabaja por ello. Tómalo.

—Daddy—. Wyatt respiró, casi sin pensarlo. —Yo... quiero... Joder, joder.

Wyatt nunca terminó su oración, sólo gimió en voz baja, todo su cuerpo temblaba
mientras su semen se derramaba sobre la mano de Linc. Linc trabajó el fluido
sobre la polla de Wyatt, empujando contra él tres veces más antes de enterrar su

104
rostro en la garganta del chico con un grito ronco, el placer recorriendo a lo largo
de cada terminación nerviosa mientras su propia liberación cubría el trasero y la
espalda baja de Wyatt.

Cuando Linc finalmente pudo decidirse a mover, presionó su mano sobre los
labios de Wyatt, dejando al niño probarse a sí mismo antes de limpiar el resto en
la sábana. Apartó las mantas, dándole espacio a Wyatt ahora que ambos estaban
pegajosos. Wyatt lo miró y sonrió.

—Hola.

—Oye—. Dijo Linc, todavía sintiéndose sin aliento y un poco tembloroso.

— ¿Pensé que ibas a regresar a tu habitación?

Linc se rio. —Son sólo...—. Miró el reloj junto a la cama de Wyatt. —Las ocho y
media.

Wyatt bostezó lo suficientemente fuerte como para hacer que su mandíbula


saltara.

—Tengo hambre.

— Por supuesto que tienes hambre—. Dijo Linc, sacudiendo la cabeza. —


¿Graciela dejó algo para comer?

Wyatt se rascó el vientre. —No lo creo ¿Podríamos ordenar? Hay un montón de


menús para llevar en el cajón de la cocina ¿Qué te gusta?

Linc se encogió de hombros y rodó hasta colocarse en posición sentada. —


Cualquier cosa menos comida tailandesa. Demasiado picante

— ¿Cuál es el problema? ¿Te da acidez de estómago, hombre viejo?—.


Criticó Wyatt, saliendo de la cama del lado de Linc.

La bofetada en el trasero de Wyatt fue un disparo fuerte en el silencio y dejó una


huella perfecta de la palma de Linc. Wyatt siseó, pero la mirada que le dio a Linc
podría haber derretido el acero. Se inclinó hacia adelante y besó la huella que
había dejado antes de empujar suavemente a Wyatt hacia el baño. —Tú límpiate
y yo encontraré los menús.

Wyatt lanzó una mirada por encima del hombro que tuvo a Linc medio tentado
de seguirlo, pero luego su estómago gruñó y recordó que tenían que comer. Metió
las piernas en el par de jeans que había abandonado junto a la cama y se dirigió a
la cocina.

105
Cuando Wyatt regresó con un par de pantalones verde oliva de aspecto suave,
pidieron comida china y se sentaron en el sofá a esperar. Wyatt encendió la
televisión y se acostó con la cabeza sobre el muslo de Linc. Los dedos de Linc se
doblaron en los rizos de Wyatt, desafiladas uñas rascando a lo largo de su cuero
cabelludo. Wyatt suspiró, contento por el momento.

En la pantalla, un hombre enmascarado vestido todo de negro rodó por la ladera


de una montaña de manera dramática. Wyatt cambió de canal y Linc le arrebató
el control remoto y regresó al canal anterior. —No puedes pasar de largo a la
mejor película jamás hecha.

Wyatt se burló. — ¿Te refieres a la película más antigua jamás hecha? ¿Cuándo
fue esto? ¿Los ochentas? Está tan granulado.

Linc se resistió. —Debería ponerte sobre mis rodillas solo por faltarle el respeto a
La Princesa Prometida43 de esa manera.

La boca de Wyatt cayó abierta mientras miraba a Linc en shock. —No puedo decir
si estás bromeando.

—No. Y si no te gusta esta película, no sé si alguna vez confiaré en tu juicio


sobre algo—. Linc sacudió la cabeza.

—Nunca he visto esta película, así que no tengo ni idea de si me gusta o


no—. Dijo Wyatt vacilante, como si no pudiera creer que este fuese un tema de
vital importancia para Linc.

—La pondremos desde el principio y la veremos durante la cena—. Dijo


Linc sin dejar lugar a discusiones. —Mi hermana solía ponerla para mí todo el
tiempo mientras crecía. Veíamos esto y Goonies44 una y otra vez cada vez que mi
madre estaba en uno de sus estados de ánimo.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Linc deseó poder succionarlas
de vuelta. Una mirada a la cara de Wyatt le dijo que no se había perdido el
comentario.

— ¿Estados de ánimo?—. Wyatt preguntó, su voz una octava más alta de lo


normal como si tratara de ser casual.

Linc se encogió de hombros. —Sí, mi madre tenía mal genio.

La expresión de Wyatt se suavizó. —Yo sé cómo va eso ¿Ella bebía... como tu


papá?

43
Película estadounidense estrenada en 1987.
44
Película estadounidense de aventuras de 1985 dirigida por Richard Donner y escrita por Chris
Columbus, basada en una historia de Steven Spielberg.

106
Linc intentó pero falló en ocultar la amargura de su tono. —Sí, entre otras cosas.
Mi madre era una bipolar de ciclos rápidos que bebía cuando estaba maníaca y
aceleraba cuando estaba deprimida. Mi padre estaba probablemente tan
borracho para darse cuenta de que algo andaba mal con ella al principio y para
cuando lo hizo, mi hermana tenía cuatro años y yo dos. Entonces, él se fue.

— ¿Te abandonó con tu mamá loca?—. Wyatt dijo, lástima resplandeciendo


en sus brillantes ojos de cristal marino.

— Sí —. Linc se puso de pie rápidamente, dejando a Wyatt en el sofá. —


¿Quieres una bebida?—. Preguntó, intentando desviar su repentino abandono.

Wyatt se colocó en una posición erguida, mirándolo por encima del respaldo del
sofá. — Sí, tomaré una cerveza.

—Tendrás agua, refresco dietético o jugo.

Wyatt puso los ojos en blanco. —Soda dietética, supongo.

Linc abrió la nevera y miró dentro como si algún nuevo contenido fuera a brotar
en cualquier momento.

—No tenemos que hablar acerca de eso. Entiendo lo que es tener padres
psicópatas —. Le aseguró Wyatt.

Linc gruñó. —Eso es...

El timbre de la puerta sonó, cortando cualquier estúpido tópico que Linc estaba
a punto de lanzarle a Wyatt. Caminó hacia la puerta y la abrió de un tirón,
agradecido por la interrupción. Miró boquiabierto a una pequeña mujer de
cabello oscuro con la cara llena de maquillaje y un ceñido traje negro de negocios.
Quienquiera que fuera, no estaba allí para entregar comida china. Linc se puso
rígido, cerrando la puerta hasta que sólo su cuerpo fue visible.

— ¿Puedo ayudarla? —. Preguntó, el tono dejando claro que no tenía


intención de hacerlo.

— ¿Está Wyatt en casa?—. Preguntó, sonriendo con demasiados dientes,


mirando bajo el brazo de Linc como si esperara vislumbrar al chico.

En su periferia, podía ver a Wyatt moverse hacia la cocina, claramente aun


pensando que era su cena. A Linc se le ocurrió entonces que su apariencia sin
camisa ni zapatos era demasiado casual para una relación de empleado y
empleador. Esperaba que esta mujer no trabajara para el senador.

107
— ¿Qué está tomando tanto tiempo? Estoy hambriento ¿Necesitas dinero
para la propina o algo así? —. Wyatt llamó. Cuando vio a la mujer en la puerta,
frunció el ceño.

—Wyatt—. Llamó la mujer con un saludo. —Miranda Rodríguez para el


Miami Sun. Esperaba hacerte algunas preguntas sobre la campaña de tu padre—
. Miró a Linc de arriba abajo, arqueó una ceja y una sonrisa se extendió por su
rostro. —Si este es un mal momento, puedo volver más tarde.

La sangre de Linc latía en sus oídos. —Él no está respondiendo preguntas


para la prensa. ¿Cómo llegó hasta aquí?

Ella se encogió de hombros, una vez más intentando mirar alrededor del
enorme cuerpo de Linc. —Entonces ¿No tienes ningún comentario acerca de la
reciente decisión de tu padre de votar en contra de un proyecto de ley por la
igualdad salarial para las mujeres? —preguntó ella en voz alta.

Detrás de ella, el ascensor sonó y un adolescente con el cabello castaño grasiento


y acné salió con una caja llena de comida en las manos. Cuando llegó a donde Linc
y la mujer estaban parados, frunció el ceño en confusión. —Uh ¿Entrega?

Wyatt apareció al lado de Linc, arrebatándole la caja al tipo y deslizándole


cincuenta dólares antes de desaparecer una vez más. —Oigan, chicos. La comida
está aquí —. Gritó Wyatt por encima del hombro como si hubiera una habitación
llena de personas escondidas detrás de la puerta. El chico de la entrega ya estaba
en los ascensores, no interesado en cualquiera que sea el drama que se
desarrollaba detrás de él.

—Wyatt... —. Comenzó la mujer, pero Linc la interrumpió.

—Escuche, él no está interesado en responder sus preguntas. Esta es


propiedad privada. Si regresa aquí de nuevo, haré que lo arresten por
allanamiento.

—Bueno ¿No eres tú el protector? —. Dijo con una risa disimulada.

—Ese es mi trabajo, señorita.

—Bueno, mi trabajo es informar las noticias y el hijo del senador no ha sido


visto por ningún lado durante meses y de repente está de vuelta en la lista para
cada función importante. Sólo pensé que podría haber una historia aquí.

Linc miró a la mujer, pero ella no estaba impresionada. —No hay historia.
No regrese.

Él le cerró la puerta en la cara, bloqueándola y deslizando el pestillo en su lugar


antes de regresar a la sala de estar. Necesitaba sacar la cabeza de su trasero.

108
Nunca debería haber abierto la puerta sin mirar. Claro, no hubo una amenaza
física real para Wyatt, pero cualquiera podría haber estado del otro lado, incluido
el mismo senador. Podrían haber justificado su falta de ropa, claro, pero si
alguien, incluida esa reportera, hubiera visto las huellas de moretones en las
caderas de Wyatt o las marcas de mordidas en su pecho y hombros, no podrían
haberlo explicado.

Ambos se sentaron en silencio durante unos minutos mientras Linc colocaba los
recipientes de plástico para llevar sobre la mesa y le entregaba a Wyatt un juego
de palillos. Wyatt estudió el lado del rostro de Linc como si tratara de medir su
estado de ánimo. Linc tomó el control remoto que Wyatt había abandonado y
volvió a poner la película desde el principio, esperando que su frecuencia cardíaca
volviera a la normalidad.

Wyatt abrió el recipiente de lo mein45, cavando con sus palillos. —Así que ¿Qué
tiene de bueno esta película, de todos modos? —. Preguntó, su voz vacilante como
si no estuviera seguro de que Linc quisiera que hablara.

Linc lo miró y alcanzó el arroz. —Uh ¿Peleas de espadas, piratas, sarcasmo,


tortura, gigantes, Mandy Patinkin?

Wyatt sostuvo los fideos en el aire antes de echárselos en la boca y masticarlos


pensativamente antes de sonreírle a Linc. — Mandy Patinkin ¿El tipo de Criminal
Minds? Oh sí. Él es genial, supongo.

Linc se burló. —Presta atención. Esta película te volará la mente.

Wyatt dio un beso descuidado en la mandíbula de Linc. —Si tú lo dices, Daddy.

Linc rio entre dientes. —Mocoso.

45
Plato chino basado en la técnica stir-fried de fideos de harina. A menudo contiene verdura y algunas
porciones de carne o marisco, generalmente ternera, pollo, cerdo, o gambas.

109
Dieciocho
Wyatt
Wyatt estaba teniendo el mejor sueño de todos. La boca de Linc estaba sobre él,
chupándolo como si intentara sacar el cerebro de Wyatt a través de su polla.
Wyatt trató de empujar más profundamente en la caliente succión, pero las
manos de Linc lo mantuvieron en su lugar, agarrándolo lo suficientemente
fuerte como para magullarlo. Wyatt apretó los puños en el cabello de Linc,
rogándole que tomara más, que lo dejara empujar más profundo, pero cada vez
que Wyatt hablaba, Linc se alejaba, contento de esperar a Wyatt hasta que se
calmara.
Era enloquecedor: cada vez que Wyatt se quedaba en silencio, la boca de Linc
comenzaba de nuevo, trabajándolo más duro, llevando a Wyatt cerca del clímax
hasta convertirlo en un lío balbuceante, lo que solo haría que Linc se detuviera
una vez más. Cada vez que Wyatt suplicaba, Linc se reía y jugaba más con él,
lamiendo y chupando el pliegue de su muslo o el lugar detrás de sus bolas—en
cualquier lugar menos donde Wyatt más lo necesitaba— hasta que Wyatt era un
desastre jadeante y sollozante.
—Avísame cuándo estés a punto de correrte, — exigió Linc en voz baja,
mordiendo la parte interior del muslo de Wyatt con tanta fuerza como para
arrancarlo del sueño y demostrarle que no estaba soñando en absoluto. Wyatt
parpadeó con los ojos pesados hacia Linc, quién se había arrodillado a los pies
de la cama, con los muslos de Wyatt sobre sus enormes hombros. —Oh, Dios—,
gimió Wyatt.
—Daddy será suficiente46—, dijo Linc con una sonrisa. —Avísame cuando
estés cerca. ¿Entendido?
—Sí, Daddy—prometió Wyatt, echando la cabeza hacia atrás mientras
Linc lo tomaba hasta la parte posterior de su garganta.
Linc era el mejor Daddy de todos. Primero, el beso negro y luego la paja que le
dio anoche y otro en la ducha antes de arroparlo de nuevo, y ahora la succión
perfecta de la boca de Linc mientras le daba la mamada más caliente de su vida.
Wyatt arqueó las caderas y esta vez Linc lo dejó. Se perdió en la sensación,
yendo más profundamente sin pensarlo, atrapado en la sensación de los labios
de Linc trabajando sobre él y la forma en que lamía su raja, su barba incipiente
rozando contra todos los puntos más sensibles de Wyatt.

46
Es porque pareciera que Wyatt estuviera llamándole Dios.

110
—Estoy cerca... estoy tan cerca... Daddy...
El perfecto calor de la boca de Linc desapareció. Wyatt intentó obligar a su
cerebro a procesar la repentina ausencia. Linc flotaba sobre él ahora,
descansando su peso en sus manos, una sonrisa de satisfacción en su estúpido e
impecable rostro. Wyatt parpadeó confundido.
—No te puedes correr hasta que te dé permiso. Tu castigo comienza
ahora.
Wyatt sintió que su expresión se derrumbaba. — ¿Castigo?
—Te corriste sin permiso.
Las palabras de Linc fueron agua helada vertida sobre su cabeza. Wyatt miró a
Linc, tratando de matarlo con sus pensamientos. Linc parecía imperturbable. —
No hagas pucheros. Te advertí que habría consecuencias.
Wyatt contempló darle una patada a Linc en las pelotas, sin importar si hubiese
consecuencias o no. No sabía que era posible estar tan cachondo y enfurecido al
mismo tiempo. —No estoy haciendo pucheros.
—Dile eso a tu labio inferior—, bromeó Linc, inclinándose para morder el
labio inferior de Wyatt antes de ponerlo de pie.
Tenía derecho a hacer pucheros, se aseguró. Le dolían las bolas y su polla estaba
lo suficientemente dura como para romper una ventana, sin embargo, una parte
estúpida de él todavía estaba desesperada por complacer a su Daddy. Si Linc
quería castigarlo, Wyatt no podía detenerlo, pero eso no significaba que tuviera
que estar feliz con eso. Era lo opuesto a feliz y tenía derecho a comportarse de
acuerdo con ello.
Evitó a Linc moviéndose a un lado y lo golpeó con la mirada más gélida que
pudiera reunir. —Está bien, entonces me iré a dar una duchar fría... Linc.
Usar el nombre de Linc era nimio, pero le dio una pequeña pizca de satisfacción
mientras pasaba por el lado tranquilamente. Linc lo agarró por la parte superior
del brazo, con la otra mano golpeando el trasero de Wyatt dos veces. Se mordió
el labio para no gemir, incluso cuando su polla goteó, traicionándolo. Linc lo
hizo girar hacia atrás. —Si necesitas ducharte, puedes ducharte conmigo para
poder mantenerte vigilado. No permitiré que te corras tú sólo allá adentro.
—No lo haría—dijo Wyatt enfurecido.
Linc soltó una risita. —Oh, claro que lo harías. En cambio, creo que deberías
ponerte de rodillas y chuparme.
Wyatt lo fulminó con la mirada. — ¿Oh, tú crees?
Linc sonrió. —Mm-hmm. Ahora mismo.
Wyatt ladeó la cabeza con los labios fruncidos. —No.

111
— ¿Me estás desobedeciendo de nuevo?— Preguntó Linc, enhebrando
una mano en el cabello de Wyatt, forzando su cabeza hacia atrás.
¿Por qué le gustaba tanto esto? —Ya estoy siendo castigado. ¿Qué importa?
Linc sonrió, entrando en el espacio de Wyatt, presionando besos en su garganta
y a lo largo de su mandíbula. — ¿No crees que lo puedo empeorar? Podría
inclinarte sobre esta cama y darte palmadas en el trasero hasta que esté crudo,
masturbarme mientras te cuento todas las cosas que te habría hecho si te
hubieras comportado bien, metería tu polla en una jaula para asegurar de que
no te corras por una semana, tal vez más. ¿Es eso lo que quieres? ¿Yo, usándote
solo para mi beneficio? Eso no suena muy divertido para ti.
Los pezones de Wyatt hormiguearon, cada terminación nerviosa en alerta. ¿Era
esto una táctica de negociación? —Entonces, si te la chupo, ¿dejarás que me
corra?
Una vez más esa risa enloquecedora cuando Linc pasó la mano por el trasero de
Wyatt, apretándolo con fuerza. —Oh, no. ¿Eso es lo que pensabas? No. Me la vas
a chupar porque quieres hacerme feliz y aceptaste mis reglas. Voy a llevarte al
borde del orgasmo tantas veces como me plazca a lo largo del día hasta que
sienta que has aprendido la lección. Luego, si eres un buen chico en la fiesta de
esta noche, te llevaré a casa, te ataré, te abriré de piernas y te comeré hasta que
me ruegues que te deje correrte.
Wyatt se sintió mareado al solo pensarlo. Si Linc no tenía cuidado, Wyatt iba a
tener un orgasmo allí mismo, intacto. Eso le daría una lección. — ¿Entonces me
podría venir?
Linc lo besó, con la lengua metiéndose en su boca antes de que arrastrara sus
labios a la oreja de Wyatt. —La única forma en que la que te vas a volver a correr
es con mis dedos en tu agujero, así que supongo que eso depende de ti.
Wyatt nunca había deseado nada tanto en toda su vida. Se frotó contra el muslo
cubierto de los jeans de Linc, gimiendo como una estrella porno ante la perfecta
fricción hasta que Linc le dio un manotazo en el trasero una vez más. —Detente.
—Entonces deja de hablar—, se quejó Wyatt.
—Entonces arrodíllate y haz lo que se te diga.
Wyatt se dejó caer al suelo ante él, mirando a Linc con expresión hosca.
—Color—, murmuró Linc, ya desabrochando sus jeans.
—Verde, —murmuró Wyatt.
Linc empuñó el cabello de Wyatt, golpeando la cabeza de su polla contra los
labios de Wyatt. — ¿Verde qué, malcriado?
—Verde, Daddy—, murmuró Wyatt, abriendo su boca para Linc.
—Chupa la polla de Daddy como un buen chico.

112
Wyatt no chupaba a Linc, sino que permitió que Linc lo usara como un juguete
para follar, sus manos se anudaron en los rizos de Wyatt mientras se abría paso
en la boca de Wyatt una y otra vez hasta que las lágrimas se filtraron en sus ojos
y le dolían la mandíbula y las rodillas, y Wyatt no pudo hacer más nada que
agarrar las caderas de Linc para darse estabilidad.
—Sí, ese es mi buen chico. Te encanta esto, ¿verdad? Amas cuando Daddy
usa esa soberbia boca tuya. —Wyatt solo pudo gemir. Sí que le encantaba. Le
encantaba ser bueno con su Daddy, le encantaba ser utilizado para el placer de
Linc, quería cuanto Linc lo deseaba a él y solo a él. —Eso es. Toma la polla de
Daddy, mi dulce chico. Mi dulce y perfecto chico.
Linc entró con fuerza por la parte posterior de su garganta y se lo tragó. Cuando
Linc lo soltó, volvió por más, lamiendo hasta la última gota de la polla gastada
de Linc y luego mirándolo para ver si lo había hecho feliz.
El orgullo y la adoración en el rostro de Linc hicieron que el dolor en su
garganta y su pene todavía dolorosamente hinchado valieran la pena. Había
hecho feliz a su Daddy. Eso era suficiente. Linc lo puso de pie y lo besó. —Vamos
a tomar esa ducha.
Así comenzó el día más frustrante de la vida de Wyatt. Linc lo masturbó
lentamente en la ducha mientras le susurraba cosas sucias al oído, dejando que
Wyatt se moviera contra el círculo suelto de su puño a pesar de que esto no hizo
nada para aliviar su necesidad. Más tarde, cuando la polla de Wyatt había
perdido la esperanza, Linc lo inmovilizó contra la encimera y lo chupó allí
mismo en la cocina, llevándolo al borde una vez más antes de dejarlo con ganas.
Justo antes de que Graciela regresara, Linc cumplió su promesa de azotar a
Wyatt, inclinándolo sobre la cama y atormentándolo por lo que se sintió como
horas antes de masturbarse sobre el trasero de Wyatt y frotarlo en su piel como
si estuviera marcándolo.
Para cuando Linc lo mandó a vestirse para la fiesta, Wyatt ya estaba demasiado
preocupado por sus propias bolas azules como para preocuparse por la gala de
recaudación de fondos de su padre. A Wyatt no se le permitió ducharse de
nuevo, a pesar de que el semen seco se descascaraba en su espalda, así que se
contentó con domar sus rizos antes de ponerse desodorante y cepillarse los
dientes.
Se puso un traje azul marino ajustado de Brooks Brothers47 que le compró su
padre, uno de los muchos que guardaba en el fondo de su armario después de
que un asesor de imagen los considerara apropiados y no demasiado
extravagantes. Wyatt se saltó la corbata, vistiendo la blanca como la nieve
camiseta de botones con el cuello abierto, lo que garantizaba que su madre
estaría en modo alarmada 48 antes de los aperitivos.

47
Marca de ropa más vieja de los Estados Unidos. Generalmente se caracterizan por sus trajes formales
de alta calidad y diseño tradicional.
48
significa un estado alarmado sobre todo cuando se cree que algo está moralmente mal.

113
Usarlo abierto también implicaba aplicar corrector en las mordeduras y
moretones que Linc había dejado en donde se unía su cuello con su hombro.
Presionó sus dedos contra cada uno, rezando para que Linc lo considerara un
buen chico esta noche y finalmente lo dejara correrse. Wyatt se estremeció,
irritado y excitado a partes iguales. Ahora lamentaba lo ceñidos que eran los
pantalones del traje, ya que había tenido una erección la mayor parte del día.
Wyatt encontró a Linc de pie en la sala de estar con Graciela preocupándose por
él como si fuera a un baile de graduación y ella fuera su cariñosa abuela. Linc
vestía el mismo traje básico de hombres de negro que el primer día que se
conocieron—el traje que usan la mayoría de los hombres de seguridad en estos
eventos. Graciela le había pedido a su hermana que lo modificara para que le
quedara a Linc como estaba previsto, ajustándose en todos los lugares correctos.
Se veía caliente. Muy caliente. Wyatt juró que antes de que terminara la noche,
él iba a trepar a Linc como si fuera un árbol.
Antes de que Wyatt pudiera anunciar su presencia, Graciela lo vio y corrió hacia
él, alisando su chaqueta y frunciendo el ceño ante su cuello abierto. — ¿Por qué
tienes que volver loca a tu madre? Ahora tomará demasiadas pastillas y mañana
la recogeré del suelo del baño. Eres un chico malo—. Terminó ella, dándole un
manotazo en el hombro. Wyatt estaba agradecido de que ella no hubiera
escogido su trasero maltratado. De por sí, Wyatt ya temía el tener que sentarse
para la cena. Aun así, su polla se crispó ante sus palabras. Linc sonrió
burlonamente detrás de ella, sus ojos recorrieron a Wyatt como si estuviera allí
desnudo y sin más ropa de la que había tenido en días.
Una llave giró en la cerradura y luego Charlie entró, luciendo más como si
estuviera a punto de asistir a los Oscar que para una gala de recaudación de
fondos llena de viejos multimillonarios decrépitos y sus arrugadas esposas. Se
había recogido el cabello en un moño suave y había resaltado sus ojos azul
aciano con bronces y dorados, que complementaban su bronceado siempre
perfecto. Pero era su vestido lo que realmente le fascinaba. Si el cuello abierto de
Wyatt iba a dejar a su madre escandalizada antes de la mañana, ella
definitivamente se arrojaría desde un techo ante el deslumbrante vestido dorado
de un solo hombro de Charlie que abrazaba sus curvas hasta la rodilla antes de
derramarse en un charco de lentejuelas a sus pies. Era asombroso. Escandaloso.
Su padre tendría un derrame cerebral... lo cual era perfecto.
—Wow—, dijo Linc antes de que Wyatt pudiera encontrar las palabras
adecuadas.
Charlie se sonrojó e hizo una reverencia antes de dar una vuelta, haciendo que la
cola girara a su alrededor. —Aww gracias. Sin embargo, deberíamos ponernos
en marcha. El coche está abajo.
Wyatt de repente sintió como si un yunque hubiera caído sobre su cabeza. No
había tenido que lidiar con su padre o sus compinches en público durante casi
un año. Ya no tenía la fortaleza emocional para esto. Quería echarse atrás,
decirle que estaba enfermo y esconderse allí en el penthouse con Linc, donde
estaba seguro. Donde se sentía seguro.

114
Pero era demasiado tarde. Charlie estaba enganchando sus brazos con los de
ellos y los dirigía hacia las puertas. —Empecemos a rodar este show de mierda,
caballeros.

115
Diecinueve
Linc
En el auto, Wyatt se sentó entre Linc y Charlie, estremeciéndose como un
Chihuahua muy nervioso. Masticó su labio inferior, sacudió la pierna y movió sus
manos hasta que Linc entrelazó sus dedos con los de él y los apretó con fuerza.
Echó la cabeza hacia atrás, sus ojos tristes encerrados en los de Linc. Una pequeña
punzada de culpabilidad lo pinchó. Tal vez no debió haber pasado el día
arrastrando a Wyatt al borde del olvido. Quizás debió haber hecho algo para que
se relajara todo lo posible. Pero Wyatt tenía que entender que sus acciones tenían
consecuencias, y si Linc no cumplía, él dejaría de creer sus amenazas. Además,
era demasiado tarde como para preocuparse por ello ahora.
Cuando se detuvieron junto al hotel. Estaba la línea usual de carros para estos
eventos, limosinas dejando a personas justo en la puerta. Dios no les permitiera
caminar a cualquier lado. Un grupo de aproximadamente treinta personas
protestando estaban de pie afuera, sujetando carteles sobre sus cabezas,
abucheando cada vez que otra pareja pasaba en sus mejores galas. Los asistentes
no parecían molestos, y algunos incluso sonrieron y agitaron la mano en un gesto
de “que coman pastel”. Charlie tenía razón. Este era un show de mierda de
proporciones épicas.
Linc salió antes que Wyatt, escudándolo mientras él ayudaba a bajar a Charlie en
su ridículo vestido apretado. Una vez ella estuvo de pie, Linc los apresuró dentro,
ambos brazos alrededor de ellos como un escudo. Ambos bajaron sus cabezas
mientras bombillas de cámaras disparaban flashes y los reporteros locales
empujaban micrófonos contra sus rostros. Las preguntas se arremolinaban hacia
ellos, pero ninguna lo suficientemente discernible para garantizar una respuesta.
No es como si hubiesen respondido, de todas formas.
Dentro, el lobby del hotel tenía daba una sensación diferente. Música clásica
fluyendo de los parlantes de arriba. Las únicas personas visibles eran los invitados
a la fiesta del senador, riéndose y charlando mientras caminaban hacia el salón
de baile principal, como si Roma no estuviera ardiendo justo detrás de las puertas
doradas del hotel. Linc dirigió a Wyatt y Charlie en dirección a la fiesta,
caminando detrás de ellos y con una en cada hombro. Cuando casi pasaban el
límite, una mujer dio un paso al frente. Wyatt se detuvo en seco antes de chocar
con ella. Charlie arrugó el ceño en confusión hacia la mujer más pequeña.
—Wyatt, Miranda Rodríguez del Miami Sun. Nos conocimos ayer en la
noche. Me preguntaba si podrías hablar ahora que los dos tienen la ropa puesta
—Ella preguntó, alzando la voz con suficiente fuerza para que las cabezas se
giraran hacia ellos.

116
Las mejillas de Wyatt ardieron, pero Charlie se acurrucó contra él con posesividad
y una sonrisa astuta como si el comentario fuera dirigido a ella y Wyatt, y no a
Linc y Wyatt. Las personas que estaban cerca para oírlos dieron una mirada al
vestido relevador de Charle antes de girar las narices y seguir caminando.
Linc bajó la voz. —Sin comentarios. Él nunca tendrá algún comentario, y si
imprimes, aunque sea una palabra o guiño a lo que sea que estás implicando, mi
cliente te demandará por difamación.
Ella rio disimuladamente. — ¿Difamación? Sólo si no puedo probar mis alegatos.
Linc abrió la boca, pero fue Charlie quien dio un paso al frente. — ¿Dijiste que
escribes para Miami Sun?
La mujer movió su mirada a Charlie respondiendo despectivamente. — Sí.
Charlie sonrió. —Oh, entonces estoy sorprendida que no me reconozcas.
La mujer se removió con incomodidad, su actitud engreída quebrándose un poco.
— ¿por qué habría de saber quién eres?
—Porque mi padre es tu jefe.
Tanto Linc como la mujer dirigieron sus miradas a la muchacha, estupefactos.
La reportera se burló. —Mi jefe es una mujer, y ella no tiene hijos.
—Oh, quizás no fui clara. Mi padre es el jefe del jefe del jefe… etc. Entiendes
el punto. Tu periódico pertenece a Stavros Holdings, LTD. Esa compañía es una
de las muchas empresas que pertenecen a mi padre. Puedo ponerlo al teléfono si
quieres confirmar —Ella agitó el pequeño bolso en su muñeca.
La mujer empalideció, pero entrecerró los ojos hacia Wyatt, como si intentara
mirar dentro de su cabeza. —No estoy segura de lo que tú y tu padre están tan
empeñados en ocultar, pero no voy a dejarlo ir. Si la historia es lo suficientemente
buena, a mi jefe no le importará quien es tu padre.
Charle le dio a la mujer una sonrisa rígida, su tono era dulce sacarina. —Yo que
tu sería muy cuidadosa con las amenazas, Miranda, cariño. A veces, las personas
se enfocan demasiado en lo que tienen al frente que fallan en ver los peligros que
se acercan por los lados.
—Sí. Tendré eso en mente —Dijo la mujer, con una expresión que
implicaba que no tenía intención de dejarlo ir —. Espero que todos ustedes
disfruten su tarde.
Jesús. Las mujeres eran perversas. Linc estaba convencido que, si dejaran a las
mujeres interrogar a los prisioneros de guerra, acortarían el tiempo que tomaba
en romperlos por la mitad. Wyatt no había pronunciado ni una palabra durante
el intercambio. Cuando Linc miró hacia él, el muchacho se veía resignado a su
destino. Linc lo empujó hacia adelante. —Vamos, acabemos con esto.

117
Una vez entraron al salón de baile, Charlie azotó a Wyatt en el trasero, ganándose
un siseo y una mirada sorprendida. —Pon tu mejor cara, o estas viejas te comerán
vivo.
Wyatt pareció realizar que había entrado al nido de la serpiente. Sus hombros
fueron hacia atrás, alzó la cabeza, y enyesó una sonrisa engreída en su cara. Era
cómo un taxi encendiendo sus luces. Repentinamente, todos los ojos estuvieron
en ellos.
Las siguientes dos horas fueron de un aspecto borroso de un pollo grumoso,
vegetales fríos, y mujeres viejas con enormes senos de mentira y rostros
demasiado tensados, adulando a Wyatt, como si no supieran si querían envolverlo
en sus brazos o follarlo. Linc hizo lo posible para no tender las ropas con estas
ancianas mientras pinchaban y besaban a Wyatt, como si tuvieran algún derecho
sobre lo que era suyo.

—Cuida tu cara, C.I. Joe, porque ahora mismo te ves menos como un
guardaespaldas imparcial y más como un novio celoso —Susurró Charlie, la
diversión en su voz rallando sus nervios.
Linc gruñó en respuesta, pero intentó relajar los brazos a ambos lados y lucir
menos como si quisiera patear cachorritos. Divisó a una mujer rubia abriéndose
un camino directo hacia Wyatt, y se preparó para otro embate. El cambio en el
muchacho fue inmediato. Respiró hondo, cómo si ya estuviera preparándose para
una batalla. Mientras se acercaba, Linc supo con certeza que esta era la madre de
Wyatt. Ambos compartían la mandíbula afilada y los enormes ojos jade. Sospechó
que también tendría los mismos rizos que él si su cabello no estuviera alisado
hasta la sumisión y cayendo en cascada sobre sus hombros estrechos.
—Oh, estás vivo. ¿Te mataría el llamarme de vez en cuando, aunque sea?
—Ella preguntó, besando en el aire ambas mejillas de Wyatt antes de dejar que su
mirada cayera intencionadamente sobre el cuello del muchacho —. ¿De verdad?
Pareciera que te criaron los lobos. Esta es una función de gala y tú ni siquiera
estás usando corbata. ¿Estás intentando avergonzar a tu padre? —Wyatt abrió la
boca, pero ella alzó una mano esquelética —. No. Creo que tus acciones en los
últimos diez años hablan por sí solas. ¿Quién eres tú? —Preguntó sin siquiera
respirar, examinando a Linc como si fuera un vagabundo que ingresó en las
instalaciones.
—Lincoln Hudson, señora —Dijo.
Su rostro se agrió. — ¿Quién?
—El último niñero de papá —Le recordó Wyatt a través de los dientes
apretados —. Linc, conoce a mi madre, Eugenia Edgeworth.
—Oh, cierto. El soldado —Dijo, rápidamente olvidándolo —. Charlemagne,
cariño, ¿qué pasó con el resto de tu vestido? ¿Se perdió en algún punto junto con
la corbata de mi hijo?

118
—Sí, hubo un terrible accidente. Por poco y no salimos con vida —Charlie
respondió sin perder el ritmo.
—Hmm —Murmuró su madre —. Ansel Abrams está aquí, y planea escribir
un cheque gigante esta noche. Espero que vayas a decir hola. Es posible que aún
obtengas una pasantía con él.
Wyatt hizo una mueca, de como si prefería morirse, pero su madre o no lo notó o
no le importaba. Linc sospechaba que era lo último.
—Está justo allí con la bruja del pantano.
— ¡Joder sí! ¿Violet está aquí? —Dijo Charlie, estirando la cabeza para
mirar alrededor de la habitación.
—Encantadora como siempre, Charlemagne. Tu madre debe estar muy
orgullosa.
—Ella piensa que soy la putas tetas —Aseguró Charlie, ganduleando sus
propios pechos para enfatizar. Linc se mordió el interior de la mejilla hasta que
lagrimeó, solo para evitar reírse. Tenía que admitirlo, si a él le gustaran las
mujeres, se habría quedado con Charlie.
Wyatt agitó la cabeza con una risa. —Madre, por favor deja de llamar a la abuela
“bruja del pantano”.
Ella se mofó. —Dejaré de llamarla de ese modo cuando deje de actuar como una
—Su madre respondió —. ¿Sabes qué le dijo a Eloise que sería más barato si una
mujer se instalara una perrilla en la parte de atrás de la cabeza, así los cirujanos
podrían girarlo y apretar su rostro periódicamente y sin tanta molestia? —Wyatt
rio disimuladamente, ganándose un ceño de su madre —. No es gracioso. Es una
gran donante. También confundió a la esposa del alcalde con su hija y cuando
Jacob Murphy le informó que su esposa había muerto, le dijo que su esposa
probablemente había fingido su muerte para alejarse de un aburrido viejo
estúpido como él. Honestamente, su boca nos va a costar una fortuna.
—Entonces, ¿por qué la invitaste? —Preguntó Wyatt.
Eugenia miró a su hijo como si fuera estúpido. —El consultor de imagen dijo que
había rumores de que la teníamos metida en un asilo de ancianos para que
podamos desviar todo su dinero a la campaña de tu padre.
Las cejas de Wyatt se alzaron. —Así que… ¿no tanto un rumor como las otras
verdades incómodas de papá?
—Eres incorregible, querido. Juraría que ni siquiera te importa todo el
estrés bajo el que me encuentro. Estas fiestas de campañas no son baratas, y
organizarlo todo es exhaustivo.
—Tienes a un planeador de fiestas, dos asistentes personales, tres amas de
llaves, y un chef personal. Mi corazón sangra por ti, madre.
Ella le lanzó una mirada traicionada. —No tienes ni idea de lo dura que es mi vida.
Formo parte de siete comités, soy voluntaria en una docena de museos, tengo

119
varios almuerzos y fiestas de los que se esperan que asista en nombre de tu padre,
y mi diseñador de interiores se fue justo en la mitad de la reconstrucción de mi
armario, Wyatt. Es demasiado.
—Wow. Eso suena terrible, madre.
Ella agitó la mano hacia un mesero un par de pes lejos de ellos. —Ugh, solo dile
hola a tu abuela antes de que te vayas. Necesito otro trago.
—Voy a encontrar a Violet —Anunció Charlie antes de perderse en la
multitud.
Wyatt observó a la chica como si acabara de caminar hacia territorio enemigo sin
armas y esperar a que Wyatt la siguiera. Se veía casi congelado.
Linc se inclinó, bajando la voz hasta un susurro. — ¿Te he dicho lo buen chico que
has sido esta noche? —Wyatt solo respondió con un suspiro tembloroso y un
ligero desplazamiento de la parte de debajo de su cuerpo —. Digamos hola a tu
abuela, y entonces nos iremos de aquí y terminaremos lo que empezamos esta
mañana.
Wyatt hizo un sonido bajo, casi como un gruñido. —Espero que lo digas en serio
—Murmuró antes de pasar con dificultad entre la multitud detrás de Charlie. Linc
los siguió a una distancia razonable.
Eso fue lo que se dijo a sí mismo de todas formas.

120
Veinte
Wyatt
No era que Wyatt no quisiera a su abuela. La quería, tanto como una persona
podría amar a alguien que apenas conoce. Ella era lo más parecido a un humano
que probablemente encontraría columpiándose en su árbol genealógico. Pero
Violet Dufresne era lo que a Charlie le gustaba llamar una rompe-pelotas. Era
vieja y medio ciega y estaba sentada en una silla de ruedas que parecía haberla
sacado directamente del ático de una película de terror. Wyatt podía contar con
una mano el número de veces que había tenido algo más que una conversación
pasajera con la mujer desde su nacimiento. Su madre y su abuela no se hablaban,
aunque Wyatt no sabía por qué. Supuso que lo que sea que había sucedido era
culpa de su madre. Eugenia era una persona difícil incluso con una dosis triple de
Xanax49.

Cuando alcanzó a Charlie, ella se sentó en cuclillas junto a la silla de ruedas de


mimbre de su abuela, agarrando los nudosos dedos de Violet y riéndose de algo
que la mujer decía. Wyatt no tenía idea de por qué Charlie quería tanto a la mujer.
Sólo se habían visto dos veces, pero parecían viejas amigas ¿Quizás su abuela era
senil y pensaba que Charlie era otra persona? Quizás Charlie también estaba un
poco senil.

La mujer se parecía mucho a una versión envejecida de su madre, sólo que su


cabello plateado estaba recogido en una complicada configuración de vueltas y
ondas, todo decorado con una horquilla de rubí chillón. Wyatt y su madre se
parecían a Violet en tono de piel y color de ojos, pero todo en su abuela era frágil,
incluida su personalidad.

Él se inclinó y la besó en la mejilla, y ella no le dio palmaditas en la mejilla sino


que lo abofeteó.

—Bueno, si no es mi nieto desaparecido. Pensé que quizás también te


habían metido en una casa y se habían fugado con tu fondo fiduciario —. Los ojos
de Wyatt se agrandaron y Charlie se rio. No estaba equivocada, pero la gente los
rodeaba por todos lados, gente a la que nada le gustaría más que chismear sobre
Wyatt y su familia.

49
Fármaco que se utiliza para el tratamiento de los estados de ansiedad, especialmente en las crisis de
angustia, agorafobia, ataques de pánico y estrés intenso.

121
El juez Ansel Abrams estaba parado junto a su abuela. Era uno de los compañeros
de golf de su padre. Un evangélico con intenciones ocultas. El tipo favorito de su
padre.

—Sí, Wyatt. Pensamos que tal vez estabas en rehabilitación y tu padre


estaba demasiado avergonzado para decírnoslo—. Bromeó el hombre, agitando su
largo vaso vacío.

A Wyatt se le revolvió el estómago, pero puso una sonrisa falsa en su rostro,


volteándose hacia su abuela. —He estado ocupado con la escuela, Nana. Eso es
todo.

Los ojos de Ansel destellaron en el brillo de un centenar de candelabros. —Eso es


gracioso. Justine dijo que no te había visto por el campus en casi un año.

Justine era una pequeña soplona de rostro puntiagudo. —Su hija es una Tri-
Delta50. No me gusta mucho la vida griega.

—Podrías haberme engañado—. Murmuró Violet, mirando a Linc de arriba


abajo con una mirada conocedora que hizo sudar a Wyatt.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta decente, la esposa de Ansel se unió
a ellos. Era una mujer de mediana edad que vestía una base dos tonos demasiado
oscuros y un vestido amarillo que hacía que su tez se viera pálida como si tuviera
una afección médica.

—Allí estás. Lo juro, había una cola para el baño de mujeres casi hasta fuera
del vestíbulo. Algunas de esas feministas locas lograron entrar al hotel, creo.

— ¿Por qué dices eso?—. Preguntó Ansel, mirando por encima del hombro
como si una feminista pudiera estar al acecho detrás de él.

—Bueno, la mujer en el cubículo a mi lado estaba usando los zapatos más


masculinos. Creo que podría haber sido una lesbiana.

—Oh, cállate, Martha. Usar zapatos cómodos no convierte a una mujer en


feminista o lesbiana más de lo que usar ese horrible vestido amarillo te convierte
en un maldito plátano—. Dijo Violet con aspereza, sacudiendo la cabeza. —Lo juro,
con mujeres como tú, no sé por qué mi madre luchó tan duro para ganar el
derecho al voto.

Si alguien más hubiera tenido la audacia de decir tal cosa, Martha Abrams habría
tenido un colapso total y los habría desterrado del salón de baile, pero su abuela

50
Se refiere que la hija de Ansel forma parte de una fraternidad universitaria llamada "Tri-Delta". Las
fraternidades universitarias se caracterizan por basarse en los principios de la vida griega, de ahí que Wyatt
menciona que no le gusta ese estilo de vida.

122
aún ejercía una gran cantidad de poder, incluso media ciega en una silla de ruedas
de mimbre.

—En serio, Violet. Sólo estoy diciendo, algunas de esas mujeres allí afuera
estaban sosteniendo carteles sobre su derecho a matar bebés. Eso nunca estará
bien a los ojos de Dios.

Violet se rio. —Si tan sólo tu madre hubiera elegido ese camino, querida.

— ¡Nana!—. Wyatt se atragantó.

Ella lo miró con expresión divertida, agitando una mano. — ¿Qué? Es una broma.

No era una broma y todos los que estaban en ese círculo lo sabían.

—Algunas personas no entienden tu humor—. Dijo Wyatt, tratando de


aligerar la situación.

—El aborto no es una broma—. Dijo una voz detrás de él.

Un dedo helado de conciencia se deslizó a lo largo de la columna de Wyatt, un


sabor metálico inundó su boca. Los ojos de Martha se agrandaron y sonrió por
encima del hombro de Wyatt.

— ¡Víctor! Viniste.

El hombre en cuestión se rozó contra Wyatt para llegar a los Abrams, estrechó la
mano de Ansel y rozó el más mínimo indicio de un beso en la mejilla de Martha.
Ella se tocó la cara como si Victor Osborne fuera Harry Styles y nunca se fuese a
lavar la mejilla otra vez. Víctor no era Harry Styles. Era mayor que el padre de
Wyatt por al menos diez años y sus tripas se agitaron sobre la pretina de su traje,
los botones esforzándose para contener su cintura. Se había peinado hacia atrás
su grueso cabello plateado en un intento a medias por cubrir la calva que esperaba
que nadie notara. Quizás nadie lo había notado, nadie excepto Wyatt, quien había
pasado semanas mirando ese punto en la parte superior de la cabeza de ese
hombre mientras se arrodillaba entre las piernas de Wyatt...

La mirada de Víctor encontró la suya, una sonrisa escurridiza se extendió por sus
delgados labios.

— Cuando Monty dijo que Wyatt estaría aquí, supe que tenía que dejarlo
todo, especialmente cuando dijo que iba a traer a su nueva novia —. Volvió su
sonrisa hacia Charlie, ofreciéndole una mano para ayudarla a levantarse. Ella la
tomó, haciendo una mueca cuando él le rozó los nudillos con los labios. —Tú
debes ser Charlemagne.

—Charlie. Sí ¿Quién eres tú?

123
—Víctor Osborne. Ministerios Luz de Dios. Creo que he conocido a tu
padre.

La mirada de Charlie se movió bruscamente hacia Wyatt, su boca cayendo abierta.


Wyatt no sabía lo que su cara estaba mostrando, pero había perdido el control de
su capacidad para funcionar. Cualquiera que haya sido la expresión que tenía fue
suficiente para tener a Charlie mirándolo como si él estuviera a dos segundos de
desmayarse. Quizás lo estaba. Las palmas de sus manos estaban sudorosas, pero
todo en él estaba frío. Las luces por encima de su cabeza parecían desdibujarse
sobre él.

—Wyatt, bebé ¿Estás bien?—. La voz de Charlie parecía a kilómetros de


distancia.

Le tomó un esfuerzo hercúleo a Wyatt poder abrir la boca y decir: —Mareado,


Demasiado champán con el estómago vacío, creo.

— ¿Por qué no me dejas ayudarte a ir al baño? Echarte un poco de agua en


la cara —. Se ofreció Víctor.

Wyatt no podía respirar. Sacudió la cabeza, pero su boca no funcionaba. Fue como
ser golpeado en el pecho otra vez. Wyatt volvió la cabeza, buscando a Linc ¿Dónde
estaba Linc?

—No creo que eso sea necesario—. Espetó Charlie.

—Por favor, insisto. Wyatt estuvo a mi cuidado muchas veces—. Dijo Víctor.
Wyatt se sintió como si estuviera en el fondo de un pozo, escuchando a la gente
discutir mientras se ahogaba.

La voz de su abuela cortó a través de la niebla en su cabeza. —Por el amor de


Cristo, Víctor. Ella dijo que no—. El nudo en su pecho se aflojó sólo un poco
cuando una mano encontró la parte baja de su espalda. Linc. Linc estaba justo
detrás de él.

—Tú, allí. Sí tú. El construido como una montaña—. Violet ladró.

Linc estaba ahora a su lado.

—Sí, señora.

—Tú eres su seguridad personal. Por favor, asegúrese de que mi nieto y su


cita lleguen a casa de inmediato—. Wyatt se balanceó sobre sus pies, alivio lo
inundó.

124
—Pensándolo bien, sería bueno si para en algún autoservicio y le consigue
algo de comida en su sistema.

—Por supuesto, señora—. Dijo Linc secamente. —Señorita Hastings ¿Viene


conmigo?

Charlie asintió, flanqueando el otro lado de Wyatt. Juntos, los dos lo guiaron
fuera de la habitación y fuera del hotel. Wyatt se hundió contra Charlie mientras
Linc llamaba por un coche. Wyatt no recordaba mucho después de eso.
Simplemente acostado en el asiento, su cabeza descansando en el regazo de
alguien mientras pasaban sus manos por su cabello sudoroso.

—Simplemente no lo esperaba—. Dijo Wyatt a nadie en particular.

—Lo sé, bebé. Está bien. Estás bien—. Le aseguró Charlie desde algún lugar
por arriba.

De alguna manera, llegaron a casa y subieron al penthouse. Wyatt colapsó en el


sofá.

—Me encargo desde aquí. No hagas esperar al coche—. Le dijo Linc a


Charlie en algún lugar cerca de la puerta principal. Sólo escuchó a medias
mientras se despedían.

Cuando Linc tomó a Wyatt en sus brazos, no luchó contra él. El calor del cuerpo
debajo de él y el tranquilizador latido del corazón de Linc le dieron a Wyatt algo
en lo que concentrarse, un ancla al que aferrarse en su mar de pánico.

Wyatt no estaba seguro de cuánto tiempo estuvieron sentados en el sofá en la


oscuridad, Linc murmurando palabras sin sentido en su cabello como si estuviera
tranquilizando a un niño después de una pesadilla. Quizás eso no estaba muy lejos
de la verdad. Victor Osborne fue el arquitecto de cada una de las pesadillas de
Wyatt y no importaba cuánto tiempo pasara, el hombre podía arrojarlo de vuelta
a la oscuridad cuando quisiera.

— ¿Estás bien?—. Preguntó Linc finalmente.

Wyatt soltó una carcajada sin humor.

—Ni siquiera un poco.

—Ese era el hombre de los campamentos de conversión ¿No?

La cabeza de Wyatt se sacudió hacia Linc.

— ¿Qué dijiste?

125
—Tu padre mencionó que asististe al campamento Luz de Dios. Tu padre
dio a entender que era un campamento de conversión.

—Programa de terapia reparativa—. Murmuró Wyatt. —Así es como ellos se


llaman a sí mismos. "Dejar que Dios arregle lo que está roto dentro de nosotros".
Eso es lo que Victor solía decir. Dijo que Dios lo había arreglado y le había
encargado “arreglarnos”.

Su pulso latía fuerte pero lento, Wyatt recitando estas cosas como si fuera algo
que le hubiera pasado a otra persona.

— ¿Así es como él lo llamaba?

Wyatt asintió, algo retorciéndose profundo dentro de él. No se suponía que Linc
estuviera sentado allí cuidando a Wyatt. Le había prometido a Wyatt una noche
de rimming51 y al menos un orgasmo que le volara la mente. Víctor Osborne era
la razón por la que Wyatt entraba en pánico cada vez que alguien intentaba
tocarlo. Había arruinado esa experiencia para Wyatt y justo cuando Wyatt estaba
listo para intentarlo, apareció de la nada para robarle una vez más como un
villano de cuento de hadas. No era justo.

Eso no va a suceder

—No quiero hablar acerca de Víctor—. Declaró Wyatt.

Linc frunció el ceño. —Está bien ¿Qué quieres?

—Tú. La noche que me prometiste. Dijiste que, si era un buen chico, me


atarías, me comerías y me darías orgasmos—. Wyatt sonaba como un niño
malcriado, pero no le importaba. Quería la noche que Linc prometió. — ¿No fui
bueno, Daddy?—. Preguntó, girando en los brazos de Linc para sentarse a
horcajadas sobre sus muslos.

Linc apartó el cabello de Wyatt de sus ojos, estudiando su rostro como si no


estuviera seguro de que Wyatt estuviese listo para lo que fuera a pasar a
continuación. Wyatt tampoco estaba seguro, pero él lo quería de todos modos.
Quería a Linc.

—Sí, bebé. Estuviste perfecto.

—Entonces quiero mi recompensa.

—Te dije que no te correrías de nuevo a menos que fuera con mis dedos
dentro de ti, pero sí...

51
Práctica sexual que consiste en el contacto directo de la boca con el ano para producir estimulación
durante el sexo. Se le conoce también como el Beso Negro.

126
—Recuerdo lo que dijiste. Lo recuerdo todo. Quiero eso.

—Wyatt, después de lo que pasó...

— ¡No! — Wyatt lo interrumpió. —Él no me va a quitar esto también. Lo


quiero todo. Lo quiero contigo. Deja de dar vueltas. No estoy siendo
autodestructivo ¿No puedo tener algo que sea solo para mí? ¿No puedo
simplemente tener de vuelta esta cosa que me quitó?

Wyatt contuvo la respiración mientras Linc parecía pelear consigo mismo. Una
parte de Wyatt se sintió mal por ponerlo en esta posición, pero la otra parte sabía
que nunca se sentiría más seguro que como lo hacía con Linc. Si no hiciera esto
aquí, ahora, con Linc, es posible que nunca se atreviera a hacerlo de nuevo.

—Por favor, Linc—. Susurró, presionando un beso contra su barbilla. —Por


favor, Daddy.

Vio el momento exacto en que ganó.

—Dormitorio. Ahora.

127
Veintiuno
Linc
Linc podría haber considerado divertido el caminar rápido de Wyatt hacía el
dormitorio si no estuviera realmente preocupado por su estado mental actual.
Lo siguió a un ritmo más pausado, llegando al dormitorio cuando uno de los
zapatos de Wyatt pasó por la puerta. Ya se había deshecho de la chaqueta y la
camisa ya al suelo y sus pantalones estaban agrupados alrededor de un tobillo
mientras saltaba, tratando de deshacerse de su otro zapato. Linc no
interrumpió, solo se apoyó contra la puerta, con una sonrisa en su rostro.

Wyatt había pasado la noche esforzándose duramente por estar perfecto, pero
Linc lo prefería así, torpe, ansioso, desesperado por complacer. Wyatt había
deslumbrado a los amigos de su padre. Todas las personas se habían acercado a
él como un faro y Wyatt les había obsequiado a todos historias cuidadosamente
ensayadas y anécdotas falsas sobre su padre. La sonrisa de Linc se desvaneció al
recordar los puños apretados de Wyatt y la sonrisa que nunca reflejó en sus ojos.
Años de abusos habían condicionado a Wyatt a actuar como el hijo obediente,
pero nunca se había perdido a sí mismo, nunca había dejado que su padre
enterrara quién era... al menos, todavía no. Linc necesitaba proteger esa parte
de Wyatt, esa parte defectuosa y frágil de su alma que su padre aún no había
borrado.

Wyatt confiaba en Linc lo suficiente como para pensar que de alguna manera
podría superar este obstáculo mental que su cuerpo había lanzado para
protegerlo. Si Linc hacía esto mal, si apresuraba a Wyatt o lo lastimaba, Wyatt
nunca volvería a confiar en él. Puede que nunca volvería a confiar en nadie. No
quería arruinar esto, pero Linc no tenía idea de lo que haría falta para que el
cuerpo de Wyatt cediera, para dejar entrar a Linc. No lo tomaría a la fuerza, no
manipularía a Wyatt ni lo obligaría a hacer algo para lo que su cuerpo no estaba
listo. Él no sería otra persona que lo lastimaría. No podía serlo.

Ver a Wyatt usar esa máscara de dinero y privilegio que su padre le había
impuesto hizo que Linc estuviera decidido a hacer esta noche todo lo que Wyatt
quería, y tal vez si Linc lo hacía bien, la noche terminaría con él enterrado
dentro de su chico. Su mirada recorrió la carne desnuda de Wyatt. Lo había
vuelto un desastre en los últimos días. Las marcas de mordiscos le estropeaban
los hombros y las costillas, los moretones en forma de dedos aún eran visibles
en los globos de su trasero. Era la cosa más hermosa que Linc había visto en su
vida.

Cuando arrastró los ojos hacia arriba, el chico se volvió, con el labio inferior
atrapado entre los dientes, las pupilas dilatadas mientras miraban a Linc con
una expresión casi tímida. Esto sacudió algo suelto dentro de él. Caminó a
grandes zancadas a través de la habitación, agarrándole la cara y juntando sus

128
labios, su lengua saqueando la boca de Wyatt en un beso que dejó al chico
apretando las manos en la camisa de Linc.

Empujó a Wyatt hacia el colchón, jalándose la corbata y deslizándola para


soltarla mientras el muchacho se apresuraba a subirse a la cama para apoyar la
cabeza en las almohadas. Los ojos de Wyatt se clavaron en la corbata en la mano
de Linc antes de mirarlo a la cara, expresión adorablemente esperanzada. La
cama se hundió cuando Linc se sentó a horcajadas sobre el pecho de Wyatt,
todavía completamente vestido. —Tus manos.

Wyatt las empujó hacia él, con las muñecas juntas, los labios entreabiertos, la
punta de su lengua rosada a la vista.

Linc se rio entre dientes, capturando sus muñecas con su corbata y


asegurándolas a la cabecera. Presionó el pulgar contra los labios de Wyatt y el
chico lo succionó sin dudarlo. — ¿Necesito atarte los pies o te vas a portar
bien?— preguntó, liberando su dedo.

—Me portaré bien, Daddy. Te lo prometo.

—Buen chico.

Linc se bajó de la cama. — No te muevas—, ordenó, sabiendo muy bien que el


chico no podría hacerlo incluso si quisiera. Se dirigió a su propia habitación,
donde tomó lubricante y condones. A su regreso, los ojos de Wyatt se
agrandaron ante los artículos en la mano de Linc. Pasó los dedos por los rizos de
Wyatt, con la esperanza de tranquilizarlo un poco. Dejó caer los artículos en la
mesita de noche. —Sobre tu estómago, bebé.

Wyatt se apresuró a obedecer, empuñando la corbata negra como si necesitara


un salvavidas. Linc se puso de pie, admirando la imagen que creaba Wyatt, todo
ese músculo flexible y piel cremosa contra el fondo de su suave edredón negro.
Linc acarició el trasero de Wyatt, presionando sus dedos sobre los moretones
anteriores, sonriendo ante los restos de su semen que aún se descamaban en la
piel de Wyatt.

Dio un paso atrás, haciendo que Wyatt se quejara. Linc se quitó la chaqueta, la
colgó en el respaldo de la silla de Wyatt antes de arremangarse hasta los codos y
quitarse los zapatos. Wyatt lo estudió, su rostro solo se veía a medias, sus rizos
caían sobre su frente como un ángel caído.

— ¿No te vas a desnudar? — Wyatt preguntó, la decepción empapando su


voz.

Linc se acercó más, deslizando un dedo por la parte interna del muslo de Wyatt,
deteniéndose justo antes de sus bolas. — ¿Me estás cuestionando?

Wyatt gimió, balanceando sus caderas contra el colchón. —No, Daddy.

129
Linc dejó caer una fuerte palmada en el trasero magullado de Wyatt. — Detén
eso, o podemos retomar esto mañana cuando tengas un poco más de control.
¿Es eso lo que quieres?

Wyatt aplastó su polla contra el colchón una vez más como si no pudiera
evitarlo, su voz era un gemido bajo. — No, Daddy.

Linc se rio en voz baja, levantando la cabeza de Wyatt para darle un beso duro.
—Entonces compórtate.

Wyatt hizo un pequeño ruido necesitado, pero Linc lo ignoró, se arrodilló en la


cama entre los muslos de Wyatt y se cernió sobre él, sus manos a ambos lados
de la cabeza de Wyatt. No lo tocó, solo se inclinó hacia él, su aliento alborotando
el cabello en la nuca de Wyatt.

— ¿A quién perteneces?— murmuró contra su oído.

—A ti, Daddy—, suspiró Wyatt.

—Así es. ¿Qué quieres, dulce niño?

—Solo a ti, Daddy.

—Me tienes—, juró Linc, sintiéndolo más de lo que jamás admitiría.

Wyatt respiró hondo, pero no dijo nada.

—Eres hermoso así—, gruñó Linc, trazando el caparazón de su oreja con


la lengua. —Naciste para esto, para ser adueñado, poseído, marcado... usado—.
Mientras hablaba, puntuaba cada palabra con un beso mordaz a lo largo del
cuello de Wyatt, las protuberancias de su columna, su cadera. Wyatt no
respondió, simplemente se aferró a sus ataduras, respirando entrecortadamente
dentro sus pulmones. Linc presionó un beso entre sus omóplatos y bajó las
caderas, frotando su polla vestida contra su trasero. — ¿Ves lo que le provocas a
Daddy? ¿Ves lo duro que me pones?

—Por favor, Daddy.

Linc reprimió un gruñido mientras se permitía un minuto para apretar su


erección contra el chico. —Quieres ser bueno para mí, ¿no es así?

—Sí, Daddy—, dijo Wyatt entre sollozos.

Linc le dio un tierno beso en la sien. —Entonces relájate por mí, bebé. Quiero
saborearte.

Wyatt pareció derretirse, sus manos aflojaron su agarre mortal mientras Linc se
sentaba sobre sus pies, tomándose un momento para mirar la imagen que Wyatt
le presentaba. Dejó que las yemas de sus dedos provocaran los tobillos de Wyatt,
la parte posterior de las rodillas, la parte interna de los muslos antes de levantar

130
las caderas de Wyatt y abrirlo de piernas. Se inclinó hacia él, dejando que su
respiración se extendiera por el estrecho y pequeño agujero de Wyatt.

— ¿Es esto lo que quieres? ¿Mi boca sobre ti?

Wyatt arqueó la espalda, empujando su trasero más alto como una gata en celo.
—Por favor, Daddy.

—Dilo de nuevo—, molestó Linc, inclinándose para morderle los cachetes

—Por favor, Daddy. Por favor. Lo prometiste, —gimió Wyatt. —Me lo


prometiste—, dijo de nuevo, casi como si no supiera que estaba hablando.

Linc había prometido y Wyatt había hecho todo lo que Linc le había pedido. Se
inclinó hacia adelante, pasando la parte plana de su lengua sobre el apretado
agujero fruncido de Wyatt. Este gimió, empujándose hacia atrás sobre la cara de
Linc. Lo mantuvo en su lugar, mordisqueando, lamiendo y chupando hasta que
Wyatt se convirtió en un desastre sollozante y tembloroso debajo de él.

Metió la mano entre las piernas de Wyatt, envolviendo su puño alrededor de la


polla ignorada de Wyatt, trabajándolo lentamente hasta que el chico balbuceó.
—Necesito más. Quiero más. Por favor. Tú dijiste. Lo prometiste, Linc. Por
favor.

La polla aprisionada de Linc goteó al oír su nombre en la lengua de Wyatt.


Wyatt nunca antes había pronunciado el nombre de Linc de esa manera, como
una oración, como si fuera la única persona que podía darle a Wyatt justo lo que
necesitaba. Linc gruñó, apuñalando su lengua contra el codicioso agujero de
Wyatt, sintiendo que cedía solo un poco. Apretó su propia polla, tratando de
recomponerse lo suficiente como para hacerse cargo de su chico.

Cogió el lubricante de la mesa que estaba a un lado. —Daddy se va a encargar de


ti—. Se cubrió los dedos, masajeando el agujero de Wyatt con el pulgar,
aplicando presión pero no lo suficiente para penetrarlo. — ¿Color?

La respuesta de Wyatt fue un largo y estirado, —Verde.

Linc presionó su pulgar más allá del primer anillo apretado de músculo. Wyatt
siseó, el cuerpo tensándose, apretando el dedo de Linc con fuerza. Jodido Jesús.
Linc frotó círculos en la cadera de Wyatt hasta que su cuerpo se adaptó a la
invasión menor. Una vez que se relajó, Linc presionó más allá, todo mientras
estudiaba a Wyatt en busca de signos de angustia, mega consciente de la
respiración entrecortada del chico y el ligero brillo de sudor en su piel. Linc
miró, paralizado, mordiéndose la lengua hasta que pudo saborear la sangre.
Probablemente podría correrse con solo ver cómo su dedo desaparecía entrando
y saliendo del cuerpo de Wyatt. Pero no se trataba de él, se recordó Linc,
tomando la polla de Wyatt en la mano una vez más, haciendo que su suave
erección volviera a endurecerse.

131
Wyatt se folló contra el puño de Linc y Linc lo permitió. Sacó su pulgar y lo
reemplazó con su dedo, sondeando más profundamente hasta que encontró la
próstata de Wyatt, aplicando presión sobre la glándula esponjosa.

Las palabras se derramaron de los labios de Wyatt sin pensarlo. — ¡Joder! Oh,
joder. Oh, joder. Eso es... Oh, Dios. Más. No pares. Por favor...—Dijo
apagándose un poco, sus caderas perdiendo el ritmo como si no pudiera decidir
si empujarse hacia atrás en el dedo de Linc o hacia adelante en su puño
resbaladizo. Cuando Linc liberó su dedo, presionó dos devuelta hacia adentro.

Wyatt siseó incómodo, pero no detuvo su ritmo desesperado mientras perseguía


su orgasmo. Linc quería liberar sus dedos y conducir su polla en el estrecho
canal de Wyatt hasta que se corriera dentro de él, preñándolo, marcándolo
como suyo. Pero esto se trataba de premiar a Wyatt por su buen
comportamiento, por dejar entrar a Linc. —Córrete por Daddy, dulce niño.

El ruido que hizo Wyatt fue algo entre un chillido y un grito mientras su cuerpo
se estremecía y su semen salpicaba el edredón de abajo. Se derrumbó en la
cama, enterrando su rostro en la almohada, los hombros temblando mientras
lloraba. Linc yacía encima de él, salpicando besos en su cabello y un lado de su
cara. —Lo hiciste tan bien, bebé. Tan bueno. Estuviste perfecto.

Linc extendió la mano entre ellos y liberó su propia polla dolorida, contento con
frotarse contra su chico. Wyatt lo había hecho bien, pero Linc no quería
presionarlo. Empujó sus pantalones y ropa interior fuera del camino antes de
envolver sus brazos alrededor de Wyatt y trabajar su polla contra él, los ojos en
blanco por la fricción. No pasó mucho tiempo antes de que se corriera,
derramando su semilla en la espalda baja de Wyatt una vez más.

Para cuando Linc se recuperó lo suficiente como para soltar las manos de Wyatt,
el chico estaba inconsciente, roncando suavemente debajo de él. Linc masajeó
las muñecas de Wyatt, asegurándose de que la sangre hubiera regresado a sus
manos antes de moverse para ponerse de pie. Wyatt extendió la mano para
agarrar la mano de Linc, tirando de él hacia abajo y entrelazando sus dedos,
acurrucando su rostro más profundamente en las almohadas.

Linc suspiró, besando el hombro sudoroso del chico y cerrando los ojos. Sus
pantalones todavía estaban alrededor de sus rodillas, su camisa estaba arrugada
alrededor de él, el semen secándose en su piel y vello púbico, pero no hizo
ningún movimiento para desenredarse. El cambiarse podría esperar. Limpiarse
podía esperar. Por Wyatt, el mundo entero podía esperar y Linc no estaba
seguro de qué hacer con ese pensamiento.

132
Veintidós
Wyatt
Wyatt no recordaba quedarse dormido, pero cuando abrió los ojos de nuevo la
habitación estaba oscura, afuera la luna resplandecía tenuemente detrás de una
marea de nubes oscuras. Linc lo tenía en cucharita, un brazo debajo de la
almohada de Wyatt y el otro envuelto alrededor de su cintura, roncando
suavemente contra su cuello. El calor se arrastró por su cuerpo al recordar lo que
hicieron. Lo que dejó que Linc hiciera. Era algo extraño de lo que estar orgulloso,
Wyatt sabía, pero dejó que Linc entrara, se vino tan fuerte en los dedos de Linc.
Todavía podía sentirlo. Era extraño, casi como un ardor placentero, nada como
solía sentirse después de...
Sacudió los pensamientos lejos antes de que pudieran echar raíces. No estaba
dispuesto a arruinarlo. Él cambió de posición, haciendo una mueca cuando su
vejiga protestó. Intentó deslizarse debajo del brazo de Linc sin molestarlo, pero
se apretó a su alrededor. — ¿A dónde crees que vas? —Linc gruñó contra su piel.
Wyatt rodó los ojos. —Qué mandón —Bromeó, un extraño sentimiento liviano en
su pecho mientras dejaba caer un beso en la barbilla rechoncha de Linc y se dirigía
al baño.
Una vez se hubo descargado, observó su reflejo en el espejo. Tenía el pelo erizado,
y sombras tenues formaban medias lunas debajo de sus ojos. Y luego estaban los
moretones... Si alguien lo mirara, jamás sería capaz de convencerlos de que él
había deseado esto, pero cada marca enviaba una descarga de emoción a través
de él, servía como un recordatorio de que pertenecía a Linc... Al menos, por ahora.
Se dirigió de regreso a la habitación donde Linc estaba acostado como lo había
dejado, de lado, ojos cerrados, los carnosos labios separados. Incluso en sueños,
Linc lucía intimidante, como si alguna especie de dios romano hubiese vagado en
la cama de Wyatt y se hubiese dormido. Gateó de regreso a la cama, preparando
su camino debajo del pesado brazo de Linc encarándolo esta vez, y encajó la
cabeza debajo de su barbilla. El cuerpo de Wyatt entraba a la perfección. Presionó
la nariz en la garganta de Linc. ¿Por qué siempre olía tan bien? Y, ¿Por qué
siempre era tan cálido?
Wyatt acarició con la mano los músculos de la espalda de Linc, trabajando sus
muslos entre las rodillas de él. El brazo de Linc lo abrazó más cerca, su mano
deslizándose sobre el trasero de Wyatt. —No comiences nada que no puedas
terminar, chico —Murmuró en su oreja.

133
Wyatt tembló, sus pezones endureciéndose solo con el sonido de la voz de Linc.
—No estoy intentando iniciar nada —Reclamó incluso aunque se mecía contra él,
frotando su polla medio dura contra el surco de la cadera de Linc —. Es solo que
te sientes tan bien.
Linc rio, sin ninguna intención de detener a Wyatt de follarse su pierna. —Oh,
¿enserio?
Wyatt asintió debajo de su barbilla, trazando la lengua a lo largo de la clavícula
de Linc, disfrutando el sabor de su piel. —Sí. Es como mi nueva cosa favorita.
Linc se echó hacia atrás, inclinando la barbilla de Wyatt para besarlo, pero no
había calor detrás del beso. —De verdad. ¿Estás bien después de lo que pasó más
temprano?
El corazón de Wyatt se aceleró detrás de las costillas, su cadera quedándose
quieta. —Sí, estoy bien. De verdad. Mejor que bien.
Linc lo examinó como si la verdad de sus palabras descansara en algún lugar de
su piel. Lo que sea que vio pareció calmarlo. Besó su frente antes de meter la
cabeza de Wyatt nuevamente debajo de su barbilla. Ellos estuvieron echados allí
en silencio, los dedos de Linc trazando patrones a lo largo de su espalda, y la mano
de Wyatt arrastrando los dedos sobre la espina de Linc.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? —Preguntó Linc luego de unos
momentos.
El pulso de Wyatt se aceleró, pero dio un asentimiento entrecortado. —Creo que
sí.
— ¿Cuál es el problema con tu abuela?
Wyatt no pudo evitar la risa sorprendida que estalló de sus labios. —No estoy
seguro de querer saber cuánto tiempo llevas aquí echado pensando sobre mi
abuela.
Linc rio. —No tanto para causar preocupación... al menos, no lo creo. Solo parece
que no la conoces demasiado. ¿Cómo funciona?
Wyatt suspiró. —Supongo que es porque no nos conocemos el uno al otro. Ella y
mi madre no se llevan bien. No sé por qué, pero si tuviera que adivinar diría que
fue por culpa de mi papá. Solíamos verla en las recaudaciones de fondos y en los
bailes de caridad. Ella es una jugadora bastante poderosa en ciertos círculos, o lo
era hasta que fue declarada con demencia y se le concedió poder notarial de
alguna forma.
Linc dio un gruñido disgustado, el cual Wyatt encontró que sonaba similar a sus
gruñidos de “no estoy escuchando” pero nada como sus gruñidos cachondos o sus
gruñidos de hambre. Wyatt no culpó a Linc. Su familia era horrible. —Creo que
los imagino a ustedes siendo el tipo que tiene cenas incomodas los domingos en
alguna mansión gigante.

134
Wyatt suspiró. —No sé si llamarías al condominio de seis millones de dólares de
la abuela una mansión, pero está justo en el océano. Cuando era pequeño, íbamos
a cenas allí, y mi hermano y yo corríamos alrededor de la playa mientras los
adultos hacían lo que fuera que hiciesen adentro. No recuerdo mucho, excepto,
que usualmente terminaba con mi madre ebria y gritando y mi padre
despotricando en el auto todo el camino a casa. Después de la muerte de mi
hermano, solo dejamos de ir.
—Ella y Charlie parecen cercanas —Observó Linc.
Wyatt resopló, metiendo su cabeza contra el pecho de Linc. —Charlie se ha visto
con ella dos veces, incluyendo esta noche. Solo que ella sabe lo mucho que mis
padres la odian, y eso la hace su aliada en el libro de Charlie. El enemigo de mi
enemigo y todo eso.
La voz de Linc vibró contra su mejilla. —Aunque, parece que tu abuela te quiere.

Wyatt reflexionó sobre eso. — ¿Lo parece? Yo siento que es educada por
obligación. Ni siquiera me conoce.
—No parece ser una mujer que haga las cosas por obligación, y parece
saber lo suficiente.
Wyatt supuso que eso era verdad, pero el dudaba que cualquier pizca de afecto —
Si es que existía — sobreviviría si se enteraba que su único nieto estaba orientado
al mismo sexo. Su madre le había dado a luz y ni siquiera ella era una fan.
Ignoraba esa parte de él, esperando que desapareciera. Él imaginó que la reacción
de su abuela no sería muy diferente.
—Después de que Landon murió, solía soñar que alguien vendría a
rescatarme. Hacia estas fantasías elaboradas sobre como mi padre no era mi
padre, y que algún otro hombre me llevaría lejos eventualmente, o que había
habido una equivocación en el hospital y yo descubría que terminé en la familia
equivocada y que la verdad pertenecía a una familia agradable. Esa última
definitivamente era un peno deseo, porque luzco justo como la buena y vieja
Eugenia, para su deleite —Wyatt odiaba hablar de esta mierda, pero no parecía
poder callarse ahora —. De todas las personas que pensé que podían venir y
rescatarme de mis padres, la abuela nunca era uno de ellos. Nunca fue una parte
grande en mi vida. No recuerdo siquiera recibir un abrazo de ella. Solo se hincaba
en una rodilla y sacudía mi mano, decía que un buen apretón de manos era
importante, era un sinónimo de fortaleza e integridad. Entonces, ella usualmente
solo miraba mal a mi padre. Cuando mi padre entró en política, mi madre la
mencionó menos y menos. Incluso cuando se encontraban en funciones de
caridad y galas, actuaban más como conocidos semi hostiles que como familia.
— ¿Has intentado alguna vez hablar con ella por fuera de las cenas de
campaña?

135
—Esta noche ha sido la primera vez que he visto a mi abuela en mucho
tiempo, y eso es solo porque el consultor de imagen de mi padre claramente no
tiene ni idea de cómo funciona nuestra familia.
—Quizás debas intentar hablar con ella. Puede ser bueno tener a alguien
en tu esquina.
Wyatt deslizó los labios a los largo de la clavícula de Linc. —Creo que tú tampoco
entiendes cómo funciona mi familia.
—Solo es una idea.
— ¿Eres cercano a tu abuela? —Wyatt contrarrestó, incómodo con la
dirección que estaba tomando la conversación.
—Mis abuelos están todos muertos.
Wyatt probablemente debía haber parado de fisgonear allí, pero no lo hizo. —
¿Qué hay de tu mamá? Cuando hablaste de ella, esa vez dijiste... ¿está...? —Se
apagó.
Sintió a Linc asentir sobre él. —Sí. Murió de una sobredosis de drogas cuando yo
tenía diecisiete.
—Cielos. Lo siento. Eso apesta —Linc raramente hablaba de sí mismo o de
su familia. Wyatt no tenía ese lujo ya que Linc tenía un boleto de primera fila a
todo el drama familiar de Wyatt —. Crecer con una madre drogadicta
mentalmente enferma no pudo haber sido fácil.
La madre de Wyatt era fría, pero ella no era una abusiva adicta a las drogas.
—Tenía a mi hermana. Ellie hizo lo que pudo para protegerme. Ella tomó
la peor parte del reino de terror de mi madre.
Wyatt enrolló su mano sobre la cadera de Linc, acurrucándose más cerca. No
sabía qué decir al respecto. —Háblame de Ellie.
—Ella es increíble. Es una diseñadora de vestuario en Los Ángeles. O al
menos lo era. Apenas estaba ganando reconocimiento por eso cuando reconectó
con mi padre y supo cuán enfermo estaba. Dejó un gran trabajo para venir a
Orlando y cuidar de él.
Wyatt se alejó para mirar a Linc. — ¿Por qué?
Linc frunció el ceño en la sombra. — ¿Por qué, qué?
— ¿Por qué sacrificar sus propios sueños para cuidar de alguien que la dejó
atrás?
La mano de Linc ahuecó el lado del rostro de Wyatt, cepillando sobre su boca con
las ásperas almohadillas de su pulgar. —Yo imagino que es por la misma razón
por la que escondes tu sexualidad y tu maquillaje, por el bien de un hombre que
jamás haría lo mismo por ti. Porque él es nuestro padre, y en el fondo, eso
significa algo para ellas.

136
Las palabras no fueron dichas con malicia alguna, pero se sintieron como gravilla
debajo de la piel de Wyatt, y él quería pincharse para sacarlo fuera. Linc tenía
razón. Wyatt no era mejor que Linc y su hermana. Se escondió para la comodidad
de su padre, la carrera de su padre, sabiendo perfectamente que su padre no
orinaría sobre él si estuviera en llamas. “No puedo creer que fueras tú el que
vivió”. Su padre había intercambiado su vida por la de Landon. Wyatt tenía una
cicatriz en la cadera para probarlo. En el fondo, su padre todavía lo culpaba por
el trasplante fallido de Landon como si Wyatt hubiese ordenado a sus células a no
funcionar, y de alguna forma asesinado a su propio hermano.
Wyatt se sentía repentinamente atrapado, sofocado. El calor tranquilizador del
cuerpo de Linc era ahora un horno prendiéndole fuego a Wyatt. —Ya regreso —
Murmuró, desenredándose a sí mismo del cuerpo de Linc y encerrándose en el
baño.
Una vez el seguro sonó en su lugar, él se paseó apretando las manos en puños
hasta que los bordes de las uñas hicieron medias lunas en sus palmas, trató de
utilizar el dolor para distraerse de los insectos arrastrándose bajo su piel y el
sudor frío que lo hacía estremecer, pero nada sofocaba las sacudidas de su
interior. No podía quedarse allí para siempre. Linc vendría para asegurarse de
que estaba bien. Él no estaba bien, ni por asomo, pero no podía hacer lo que lo
hacía sentir mejor. Lo prometió.
Dio una mirada hacia la puerta cerrada antes de deslizar la mano entre el gabinete
médico y la pared. Soltó el pequeño papel pegado con cinta y saltó al mostrador
para mirar. Solo necesitaba verlo, sostenerlo en su mano. Quizás eso fuera
suficiente. Abrió el paquete, palmeando la nueva y brillante hoja de afeitar. Algo
se estremeció dentro de él, y el impulso de presionar la hojilla contra su piel se
convirtió en una cosa viva dentro de él, un demonio susurrando en su cabeza que
solo cortando su carne haría que todo fuera mejor.
Pero no pudo. Linc lo hizo prometerlo. Dijo que todo terminaría si Wyatt se
lastimaba a sí mismo. Linc nunca había comentado sobre las cicatrices de símbolo
de almohadilla en cada uno de sus muslos internos, pero él las había lamido,
presionado sus labios sobre ellas. Había dejado en claro que sabía de lo que Wyatt
era capaz.
Dejó que la parte de atrás de su cabeza golpeara el espejo, cerró los ojos y trató de
imaginar la hoja afilada contra su piel, cortándolo, alivianando la presión,
dejando que todo el dolor y la ansiedad corrieran por el desagüe, disminuyendo
el peso plomo en su estómago.
No funcionó. Nada en la imaginación de Wyatt se sentía de la forma en que
cortarse lo hacía. Nada aliviaba la presión de la forma en que el borde filoso lo
hacía. Pero no podía desobedecer a Linc. Si lo hacía, lo perdería. Si perdía a Linc,
no estaba seguro de poder pasar a través del campo de mina de los próximos cinco
meses. Se mordió el interior de la mejilla hasta que sangró, dejando que su lengua
jugara con el corte irregular y encontrando algo de consuelo en el sabor a cobre
inundando su boca. Envolvió la hoja de afeitar de nuevo en el papel, pero no pudo

137
salvar la cinta, así que lo deslizó en la parte de arriba del gabinete de medicinas y
regresó al dormitorio.
La expresión preocupada de Linc hizo sonrojar a Wyatt, algo blanqueándose
dentro de él. Casi lo traicionó. Y todavía lo deseaba, incluso ahora. Su estómago
se crispó, su cerebro disparó, como si hubiese tomado demasiada cafeína sin
dormir lo suficiente. Necesitaba una distracción, algo para acallar las voces en su
cabeza diciéndole hasta que se diera por vencido y presionara la hojilla contra su
piel.
— ¿Estás bien? —Preguntó Linc mientras Wyatt gateaba hasta él.
Wyatt no respondió, solo empujó a Linc hasta que este rodó sobre su espalda y él
pudo subirse a horcajadas en sus caderas, capturando su boca en un beso sucio.
Linc alejó su boca, entrecerrando los ojos hacia Wyatt. — ¿Por qué sabes a sangre?
—Me mordí la mejilla —Dijo Wyatt, enganchando la boca con su dedo para
mostrarle la herida en el interior de su mejilla.
—Sé más cuidadoso —Amonestó Linc, jalando de Wyatt hacia abajo.
—Okay, Daddy —Wyatt suspiró contra la boca abierta de Linc.
Linc gruñó agarrando las caderas de Wyatt, jalándolo mientras lo embestía desde
abajo, moliendo sus pollas juntas- —Oh, es Daddy ahora, ¿no? ¿Estás intentando
decirme algo?
—Te deseo —Dijo Wyatt entre besos. No mentía. Deseaba a Linc. Lo
deseaba más de lo que deseaba cortarse. Incluso, mucho más.
— ¿Qué quieres, chico dulce?
Wyatt quería que Linc lo follara, que lo sujetara y usara hasta que él dejara de
sentirse tan vacío por dentro. Dio una mirada hacia la mesa. El lubricante seguía
allí, pero los condones habían desaparecido. En la gaveta, ¿quizás? Wyatt no se
atrevió a preguntar, en lugar de eso dijo: —Úsame, Daddy. Folla mi boca hasta
que te corras en mi garganta. Hazme tomarlo todo.
La polla de Wyatt se endureció cuando las pupilas de Linc se dilataron, su
acalorada mirada salvaje mientras lo empujaba contra su espalda y se ponía de
rodillas sobre él. El nudo en el pecho de Wyatt se aflojó. Él podía hacer esto. Había
más de una manera en la que Linc podía llenarlo, y Wyatt pretendía probarlas
todas. Alguna tenía que funcionar, eventualmente.

138
Veintitrés
Linc
Wyatt era insaciable.

Era como si alguien hubiera accionado un interruptor. En los siete días desde su
encuentro con ese tipo Víctor, Wyatt se había esforzado por presionar los
botones de Linc hasta que era castigado o lo llevaba al orgasmo, generalmente
ambos, y a Wyatt no parecía importarle cómo sucedía. Ningún castigo parecía lo
suficientemente brutal, ningún orgasmo parecía lo suficientemente fuerte para
satisfacerlo. Linc lo encontró inquietante, pero no tenía idea de qué hacer al
respecto e incluso si lo convertía en una persona terrible, eso no le impidió darle
a Wyatt lo que deseaba.

Incluso ahora, estaban sentados en la cama de Wyatt, el chico montando dos


dedos de Linc como si fuera su polla, con la cabeza echada hacia atrás mientras
perseguía su cuarto orgasmo en las últimas veinticuatro horas.

— Por favor, Daddy —. Lloró Wyatt. — Por favor. He sido tan bueno. Yo
sólo… — Su voz se cayó en un sollozo. — Lo necesito. Te necesito. Todo de ti.

El “lo" al que se refería era la polla de Linc. Estaba desesperado por ella. Se lo
decía a Linc cada vez que estaba desnudo debajo de él, pero, aun así Linc vaciló.
Desde ese enfrentamiento con Víctor, era como si el tipo fuera un fantasma en
su cama y Linc no podía quitarse la sensación de que Wyatt hacía todo esto por
él. Para demostrarle a ese maldito enfermo que no había roto algo en él.

Pero cada día que pasaba, era más claro para Linc que algo estaba roto en
Wyatt, algo que su polla no podía arreglar. A veces, Linc pensaba que debería
cerrar todo el asunto por el bien de Wyatt... pero sabía que nunca lo haría. Tal
vez eso convertía a Linc en un idiota, pero si Wyatt necesitaba correrse, si
necesitaba ser castigado y usado, entonces Linc lo haría porque una parte de él
temía que Wyatt pudiera ir a buscar su dolor a otra parte con alguien a quien no
le importara tanto como a Linc. Pero no lo follaría hasta que supiera que se
trataba de ellos y no para probarle algo al hombre que había abusado de él. Esa
era su línea en la arena. No sabía por qué eso importaba - sus dedos, su polla, su
lengua... eran sólo partes del cuerpo - pero importaba. Importaba para Linc y no
vacilaría en esto, no importa cuánto Wyatt suplicara, no lo haría hasta que Linc
estuviera seguro.

139
— Fóllame, Daddy. Por favor. Lo quiero tanto. Tus dedos se sienten bien,
tan bien, pero tu pene sería mejor. Sé que lo sería. Por favor, estoy listo.

— No estás listo —. Logró decir Linc, curvando sus dedos dentro del
apretado calor del cuerpo de Wyatt, trabajando su próstata hasta que Wyatt
sollozó, su polla goteando mientras se golpeaba a sí mismo en los dedos de Linc.

Wyatt inmovilizó a Linc con su mirada, las pupilas tan hinchadas que sus ojos
parecían casi negros. — Por favor. Por favor. Necesito esto.

Linc empuñó su mano libre en el cabello de Wyatt, agarrándolo lo


suficientemente fuerte como para captar la atención del muchacho. — ¿Por qué?
Dime por qué lo necesitas.

Wyatt se congeló, mirando a Linc como si estuviera saliendo de un trance. —


¿Qué?

— ¿Por qué lo necesitas? ¿Me necesitas? ¿Por qué necesitas más que esto?

Wyatt se sonrojó, un centenar de emociones jugando sobre su hermoso rostro:


conmoción, confusión, traición. La ira contorsionó los rasgos de Wyatt, lágrimas
desbordando en la oscuridad.

— Vete a la mierda, Linc.

Se deslizó de los dedos de Linc y salió de la cama.

— ¿A dónde vas? —. Preguntó Linc.

Le lanzó a Linc una mirada hosca. — Al baño ¿Necesito tu permiso para eso
también? —. Wyatt preguntó, sin esperar por una respuesta antes de
desaparecer dentro de la habitación oscura.

Linc suspiró, mirando hacia el tambaleante ventilador de techo de Wyatt. —


Buen trabajo, imbécil.

No tenía idea de lo que estaba pasando en el cerebro de ese niño, pero lo último
que necesitaba era que Linc lo interrogara sobre sus motivaciones en medio del
sexo. Se suponía que esto era una cogida casual. Una aventura. Charlie incluso
había dicho que estarían hartos el uno del otro en poco tiempo. Pero Linc nunca
se cansaba de la cara de Wyatt, de escuchar su voz, su risa. Incluso su mente
subconsciente parecía estar tranquila cuando Wyatt estaba cerca. Tenía menos
pesadillas cuando estaba en la cama de Wyatt y nunca se cansaba de despertarse
con Wyatt acurrucado contra él. Linc había tenido más que su parte justa de
encuentros casuales. Esto no se sentía como una aventura. Se sentía pesado,
personal y demasiado real, y estaba jodiendo la vida de Linc en todos los
sentidos.

140
Este debería haber sido el jodido trabajo más fácil que había tenido alguna vez.
Cuidar al niño, recibir un salario enorme y liberar a su hermana de su padre, y
luego regresar al desierto donde pertenecía, lejos de todas las personas a las que
podría lastimar. Todo lo que había tenido que hacer era mantener la cabeza
baja, no meterse en problemas y ocuparse de sus propios asuntos. Ahora estaba
metido hasta los putos ojos.

Había librado una guerra en el desierto contra los insurgentes empeñados en


matarlo. Había sido testigo de innumerables muertes y cosas tan horribles que
ni siquiera podría pronunciarlas en voz alta a otra alma viviente, pero Wyatt lo
asustaba más que cualquiera de esas cosas. Este muchacho arruinado con su
vida arruinada y su familia arruinada, y sus cables permanentemente cruzados
habían de alguna manera hecho su camino en la cabeza de Linc y hacerlo sentir
como en casa, ahora no era sólo un trabajo y no era sólo sexo... Joder, Linc no
sabía qué era, pero no se estaba rindiendo. No se estaba rindiendo con Wyatt.

Aún no.

Pasaron los minutos, pero Wyatt no regresó. La mente de Linc regresó a la


última vez que lo había encontrado en el baño, alguna chica cortándole la carne
con una navaja. Se levantó y se movió incluso antes de comprenderlo
completamente. La puerta del baño no estaba completamente cerrada. Linc la
abrió, el corazón se le detuvo cuando vio a Wyatt sentado en la bañera como la
última vez. Encendió la luz, parpadeó hasta que sus ojos se ajustaron.

Wyatt movió sus ojos hacia él, mirándolo ceñudo ante la intrusión. Linc no se
disculpó, examinando a Wyatt en busca de algún signo de lesión desde donde
estaba parado en la puerta. El chico parecía estar bien, los únicos moretones
eran los que le había hecho el propio Linc. Wyatt se sentó en la tina vacía, los
rizos enmarañados y anudados, los ojos verdes luminiscentes bajo los párpados
hinchados e inflamados. Claramente había estado llorando. Linc suspiró,
arrodillándose junto a la bañera y empujando el tapón en su lugar antes de abrir
el grifo.

Cuando la temperatura fue aceptable, Linc tomó el jabón de la ducha y una


toallita limpia y entró en la larga bañera, deslizando a Wyatt hacia adelante para
deslizarse detrás de él. Wyatt no se relajó contra él, simplemente se encorvó
sobre sí mismo, envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas.

—Ven aquí—. Dijo Linc, tirando hacia atrás los hombros de Wyatt. Se
resistió al principio antes de reclinarse rígidamente, con la cabeza descansando
contra el pecho de Linc.

Linc no habló con él. Estaba claro que Wyatt todavía estaba molesto. Enjabonó
la toallita, deslizándola sobre el pecho y el estómago del niño, no tan

141
preocupado por limpiarlo como lo estaba por calmar los bordes ásperos del
dolor de Wyatt.

Wyatt se relajó de a pocos, eventualmente hundiéndose hacia atrás contra Linc.


Usó su pie para cerrar el grifo antes de decir: —Háblame ¿Qué está pasando
contigo?

Wyatt resopló. — ¿Qué pasa conmigo? ¿Qué está pasando contigo? Literalmente
te estoy rogando que me folles y sigues rechazándome—. Replicó, su voz
quebrándose.

Linc negó con la cabeza a pesar de que Wyatt no podía ver el gesto. —
¿Rechazándote? ¿Cuántas veces te has venido hoy? ¿Esta semana? ¿Los últimos
veinte días?

— Sabes a lo que me refiero. No es la misma cosa ¿Por qué no me


follas?—. La voz de Wyatt era espesa como si se estuviera ahogando con sus
palabras. — ¿Es porque soy como un....bien dañado?

La boca de Linc cayó abierta, agradecido de que Wyatt no lo estuviera mirando.


— ¿De qué carajo estás hablando? Dañado... ¿Qué?

Sus palabras se volvieron como piedras, distantes. — Es porque sabes lo que él


hizo ¿No? Viste cómo me miraba… lo que quería. Sabes que me hizo cosas,
muchas cosas... y que me... me gustó a veces... y ahora no me quieres así.

La ira creció detrás de la caja torácica de Linc hasta que estuvo seguro de que
estallaría libre de su pecho, en su propia entidad viviente. Su pulso latía en sus
oídos. Había sospechado que el jodido Víctor estaba usando su pequeño
campamento de conversión para estafar a los tipos ricos con su dinero, y pensó
que el tipo probablemente era un homosexual en secreto como la mayoría de
esos idiotas santurrones... pero no había entendido todo el alcance de lo que le
había sucedido a Wyatt la otra noche. Quizás debería haberlo hecho. El trauma
necesario para que el cuerpo de una persona colapse físicamente ante la idea de
revivir un daño pasado, para protegerse a sí mismo incluso cuando el cerebro
consciente de Wyatt quería lo contrario... tenía que ser malo. Linc todavía no
sabía los detalles, pero debió haber sido lo suficientemente horrible como para
dejar una cicatriz permanente en la cabeza y el corazón de Wyatt.

—Lo que sea—. Murmuró Wyatt, tratando de ponerse de pie.

Linc envolvió ambos brazos alrededor del pecho de Wyatt, impidiéndole


moverse. — Jesús, Wyatt. No. Eso es... no ¿Cómo carajo pudiste pensar eso? Lo
que sea que te hizo, es cosa de él. Esa es su carga, su maldito pecado por el que
tendrá que pagar eventualmente—. Al menos, si Linc tenía algo que decir al
respecto. —Tú no hiciste nada malo. Incluso si tu cuerpo respondió, no hiciste
nada malo. Nada de esto fue culpa tuya. Eso no es de lo que se trata esto.

142
—Entonces ¿De qué se trata? —. Preguntó, claramente desconcertado.

Mierda. Linc no podía descargar todos sus sentimientos conflictivos en Wyatt,


no cuando estaba así de crudo y vulnerable. Pero no podía mentirle. Se
concentró en la pregunta específica de Wyatt. — Es porque estoy preocupado
por ti... por lo que dar ese paso podría hacerte —. Respondió Linc
honestamente.

Las fosas nasales de Wyatt se dilataron. — ¿Hacerme? ¿Hacerme? — Wyatt soltó


una risa cortante. —Tu polla es jodidamente bastante impresionante, Linc, pero
no creo que me cambie como persona.

Linc sonrió a pesar de sí mismo, pero no reconoció el golpe. — No has sido el


mismo desde la cena de campaña de tu padre. Algo sobre ver...

—No lo hagas. No digas su nombre otra vez —. Interrumpió Wyatt.

—Eso es a lo que me refiero. Hace diez días, estallabas en sudor frío si mis
manos estaban en algún lugar cerca a tu trasero. Ahora, es como si no pudieras
correrte sin mis dedos dentro de ti, incluso si eso significa lastimarte a ti mismo.
Es como si estuvieras tratando de demostrar algo... a él, a ti mismo... no lo sé,
pero no quiero que mires atrás y te arrepientas de esto... que te arrepientas de
nosotros.

Wyatt se liberó de los brazos de Linc para girarse, derramando agua por los
lados de la bañera. —Finalmente me las arreglo para hacer algo por mí mismo.
Me las arreglo para... superar esta mierda mental... ¿Y ahora me estás haciendo
sentir mal por gustarme tus dedos dentro de mí? ¿Por querer estar contigo en
todos los sentidos? Tienes que saber que quería follarte el día que nos
conocimos, pero mi cuerpo simplemente no me lo permitió. Ahora que he
superado eso, lo estás usando en mí contra ¿Qué carajos?

Linc negó con la cabeza. —Eso no es lo que estoy diciendo...

—Entonces ¿Qué mierda estás diciendo? Porque suena como que estás
diciendo que sólo me quieres cuando estoy roto y no cuando estoy mejorando.

Las cejas de Linc se dispararon hacia arriba. —Eso no es cierto en absoluto y lo


sabes. No creo que estés mejorando. Creo que sólo has encontrado una nueva
forma de enterrar tu trauma.

Wyatt se burló. —No soy yo quien trató de estrangular a alguien mientras


dormía. Preocúpate por tu propio trauma, G.I Joe.

Bueno, esto estaba yendo bien. Quizás Linc debería haber mantenido la boca
cerrada.

143
—Dime por qué me quieres dentro de ti.

Todo el rostro de Wyatt se volvió escarlata. —Creo que la razón debería ser
obvia.

—Entonces dime.

Se apartó de Linc, cruzando los brazos sobre el pecho. —Porque lo quiero.

Linc le dio un beso en la parte superior de la cabeza. —Haré una pregunta más
fácil. Tenemos meses hasta que me vaya ¿Por qué estás tan obsesionado con
hacer esto ahora mismo?

Wyatt negó con la cabeza. —El tiempo pasa volando. Va tan rápido que siento
que me estoy perdiendo todo. Voy a parpadear y tú te habrás ido y yo volveré a
vivir la vida de mi padre y todo habrá terminado.

Linc cerró los ojos, presionando su barbilla contra el cabello de Wyatt. —Sé que
no lo parece, pero estoy haciendo esto para protegerte.

—No necesito tu protección—. Espetó Wyatt.

Linc presionó sus labios contra la oreja de Wyatt. — ¿No? Entonces ¿Por qué me
llamas Daddy? ¿No es mi trabajo protegerte, cuidar de ti, saber lo que necesitas
incluso si no es lo que quieres? ¿Para recompensarte por ser buen chico y
disciplinarte cuando eres malo? "

Wyatt liberó un suspiro tembloroso, sus manos recorrieron los brazos de Linc.

—Sí.

— ¿Sí qué? —. Linc gruñó. —Dilo.

Wyatt se derritió contra él. —Sí, Daddy.

—Entonces deja de pelear conmigo. Confía en mí para saber cuándo


estarás listo. Déjame cuidar de ti.

— ¿Cuidarás de mí ahora? —. Wyatt susurró, tomando la mano de Linc y


colocándola sobre su polla medio dura.

Algo detrás de las costillas de Linc se desató en la más leve parte. Esta
conversación no había curado nada, pero tal vez había detenido un poco el
sangrado. Podría darle a Wyatt esto. Él no quería nada más. Esto era fácil. Esto
era lo que sabía.

144
—Sí, bebé, pero primero terminemos de limpiarte. Quiero que te vengas
con mi lengua dentro de ti.

—Sí, Daddy.

145
Veinticuatro
Wyatt
Wyatt no podía dormir. Habían pasado dos días desde su pelea con Linc y,
aunque habían vuelto a una cómoda rutina, Wyatt no podía quitarse la
sensación de que no estaban bien. El pensamiento lo dejó inquieto, su mente
agitada con fantasías fatalistas. Era como si pudiera sentir que cada momento
pasaba rápidamente, y pronto Linc se iría y Wyatt se quedaría solo para lidiar
con la realidad una vez más.
El pecho de Linc subía y bajaba bajo la cabeza de Wyatt, su corazón latía tan
firme como un metrónomo. Wyatt podría haberlo encontrado hipnótico si no
fuera por el ruido impío que emanaba del rostro de Linc. Éste claramente no
tenía problemas para dormir. Wyatt temía que pudiera tener problemas para
respirar. ¿Era cuarenta demasiado joven para ese trastorno del sueño que
requería que la gente usara máscaras como Bane en las películas de Batman?
Wyatt no encontraría a Linc menos atractivo con una de esas extrañas máscaras,
supuso. Probablemente se convertiría en otro fetiche extraño. Honestamente,
estaba agradecido de que Linc pareciera estar durmiendo tan profundamente.
Las últimas dos noches, habían estado plagado de pesadillas, llorando en
sueños, quitándose las sábanas, una vez incluso sollozando contra la almohada.
Wyatt se había ido al Internet, buscando alguna forma de ayudar a Linc con sus
episodios, pero todos los artículos decían lo mismo... déjalo ser. Entonces, eso es
lo que haría Wyatt. Tomaría su manta, se acurrucaría en la silla y esperaría a
que Linc se calmara una vez más. Ninguno de los dos lo mencionaría por la
mañana.
Esta noche, sin embargo, Linc dormía mucho más profundamente de lo
habitual. Wyatt se estremeció de risa cuando los ronquidos de Linc solo se
hicieron más fuertes, un crescendo en la peor orquesta del mundo. Simplemente
no parecía posible que alguien tan sexy pudiera hacer un ruido tan poco
atractivo, como una motosierra puesta dentro de una trituradora de madera.
Era un poco adorable. Un pensamiento que nunca compartiría con otra alma
viviente.
Algo en los ronquidos de Linc lo hacía parecer más real, más humano y menos
superhéroe. No sucedía todas las noches, solo las noches en las que Linc dormía
profundamente. Y no eran sus ronquidos lo que mantenía despierto a Wyatt,
solo sus propios pensamientos intrusivos. Literalmente podía dormir a través de
cualquier cosa. A su madre le encantaba contar la historia de cómo una vez

146
durmió durante toda la actuación de una banda de música en la
concentración de su padre.
Se alejó de Linc, agarró su teléfono de la mesa lateral e hizo clic en la aplicación
para mensajes, encontrando a la única otra persona con la que todavía se
asociaba que estaría despierta a esa hora.
¿En qué andas?
Tres puntos rebotaron durante lo que pareció una eternidad antes de que
apareciera su respuesta. A punto de cerrar el trato con un esquiador olímpico y
su novia patinadora sobre hielo de pecho alegre.
Después de un momento apareció una imagen. Charlie sentada en un club
nocturno lleno de humo, iluminado por láseres multicolores. Llevaba una
especie de mameluco de seda que le llegaba hasta el ombligo y unas botas khaki
que le llegaban hasta las rodillas. Sentada en el regazo de un tipo que parecía
que debería estar en la portada de “Viking Monthly52” mientras una pequeña
pelirroja pálida mordía su lóbulo de la oreja. Charlie tenía razón. La chica si era
de pecho alegre. Él suspiró.
Estoy aburrido. Llámame. Mejor todavía. Ven por acá.
Tendrá que ser un no. Estos dos están cargados y en posición tenemos una
suite reservada arriba. Te amo, pero no voy a desperdiciar este Molly
53contigo. ¿Dónde está el Padre Tiempo?

Dormido. Creo que lo cansé. Wyatt se dio la vuelta, acurrucando su cabeza


junto a la de Linc antes de tomar una foto. Wyatt lucía desordenado. Linc
parecía haber muerto mientras dormía. Wyatt se rió disimuladamente y lo
envió. Borra eso y nunca le digas que lo envié.
Bueno, ustedes dos se ven total y jodidamente domésticos. Lamento que estés
aburrido. Es el peligro de follar con geriátricos, boo. Pero me tengo que ir.
Noooo. No me dejes...
Oye, no te enojes conmigo porque tu hombre no puede seguir el ritmo de tu
líbido de veintidós años. Ve a ver porno y pajeate.
La idea tenía mérito, pero solo había un problema. No se me permite hacer
eso sin permiso. Y no lo voy a despertar para eso. Necesita
descansar.

52
Una revista hipotética de hombres que parecen vikingos, según google.
53
Es la droga éxtasis pero se le conoce coloquialmente como Molly.

147
DIOS MIO. Pequeños cabrones pervertidos. No puedo ayudarte, pequeño
Padawan54. Ve a jugar a uno de tus tontos videojuegos que tanto te gustan.
Pero no Fallout porque me gusta verte jugar a ese y estábamos en medio de
una partida. Ahora deja de molestarme para que pueda ir a echar un polvo.
Adióooooos.
Perra, pensó para sí mismo antes de dejar su teléfono y sentarse. Golpeó a Linc
dos veces en el pecho para ver si eso lo molestaba. Linc hizo un extraño sonido
gutural, frotando su antebrazo sobre su cara antes de tirarlo por encima de la
cabeza, la otra mano se contrajo dónde estaba sobre su vientre. Hubo un
momento de silencio y luego los ronquidos de Linc se volvieron nucleares, los
sonidos salieron de sus labios haciendo que Wyatt se derrumbara de la risa.
Consideró grabar los ronquidos de Linc para Charlie, pero luego se lo pensó
mejor.
Se agarró los pantalones cortos del suelo donde los había dejado antes, cerró la
puerta detrás de él antes de caminar descalzo hacia la sala de estar. Encendió el
televisor, puso en marcha su PS4 y se dejó caer en el sofá, metiendo las piernas
debajo de él mientras esperaba a que arrancara. La página del título se
desvaneció a la vista. Call of Duty 4. No había jugado en semanas.
El dedo de Wyatt se cernió sobre el botón mientras miraba hacia el pasillo.
Había evitado sus juegos por una razón. Había bombas y granadas y fuego de
ametralladora. No quería desencadenar otro de los ataques de Linc. Wyatt se
mordió el labio inferior. Linc estaba durmiendo, muerto para el mundo en todos
sus efectos. Wyatt simplemente mantendría el sonido bajo.
Ajustó el volumen y se acomodó, perdiéndose en el juego. Era fácil liberar su
mente cuando tenía una misión con tareas específicas que completar. Le calmó
las voces en su cabeza, le ayudó a aflojar el nudo que parecía vivir en su
garganta.
No estaba seguro de cuánto tiempo había estado jugando cuando vio algo por el
rabillo del ojo. Respiró sobresaltado al ver la silueta de Linc recortada por la
tenue luz del pasillo. Apretó el dedo sobre el botón de pausa y se puso de pie. —
Oye, lo siento si te desperté.
Linc no dijo nada, no reconoció a Wyatt, se quedó de pie con las manos
empuñadas a los costados, inmóvil. Los latidos del corazón de Wyatt se
dispararon mientras se arrastraba hacia Linc, con el estómago revuelto. ¿Cuánto
tiempo había estado parado allí? — ¿Linc?
Wyatt se paró a su lado, pero lo suficientemente lejos como para evitar su
alcance si era necesario. Linc ni siquiera pareció notarlo al principio, su mirada
aguda recorrió la habitación como si estuviera buscando algo en la distancia,

54
Pequeño discípulo o principiante, no sabemos si es una referencia directa a Star Wars o si quiso
llamarlo principiante.

148
viendo algo que Wyatt no podía. — ¿Linc? — dijo Wyatt por lo que se sintió
como la centésima vez.
La mirada de Linc se clavó en él. —Keller. ¿Dónde está Robins? ¿Dónde está
Martínez? Tenemos que movernos. Tenemos que salir de aquí—, dijo en un
susurro áspero. Señaló hacia arriba. —Están en el techo. Quédate conmigo y
quédate callado.
Wyatt podría hacer esto. Ya había leído sobre ello. Solo tenía que recordarle a
Linc dónde estaba, recordarle que no era real. —Linc. Soy yo, Wyatt. Estamos en
el ático. ¿Recuerdas? ¿Puedes escucharme?
Linc le agarró la parte superior del brazo. —Hay demasiadas ventanas. Joder,
nos tienen inmovilizados. Vámonos. Vamos— murmuró.
Wyatt permitió que Linc lo arrastrara más profundamente en el pasillo, lejos de
las puertas corredizas de vidrio. Una capa brillante de sudor cubrió la piel de
Linc mientras examinaba su entorno una vez más con ojos vidriosos. Wyatt solo
podía intentarlo de nuevo. —Linc. Soy yo. Wyatt. Estamos en el ático. ¿Te
acuerdas? ¿Me puedes oír? Por favor, ¿puedes oírme?
Wyatt se rebanó el cerebro tratando de recordar cada palabra, cada artículo,
cualquier cosa que hubiera leído que pudiera traer a Linc de vuelta con él. Había
tanta información en Google que no podía saber qué era verdad, así que se
quedó con la información que se superponía. Di su nombre. Oriéntelo hacia
donde estaba. Hágalo tantas veces como sea necesario. Así que eso es lo que
hizo. Le recordó a Linc una y otra vez hasta que su voz empezó a sonar ronca y
las palabras tuvieron poco sentido. Linc todavía tenía un agarre mortal en el
brazo de Wyatt. Definitivamente dejaría más moretones para mañana, pero
Wyatt no trató de alejarse. Agarró la muñeca de Linc, sorprendido al sentir el
pulso rápido e irregular bajo sus dedos.
De repente, el rostro de Linc se arrugó, los ojos muy abiertos por el horror. —
Oh, mierda. No. ¿Es ese... es Robins? Oh, carajo. Él está... Jesús. No. Él
estaba…— Linc cayó de repente, tirando a Wyatt con él. —Oh, mierda. Martínez
estaba con Robins. ¿Dónde diablos está Martínez? Mierda. ¿Están todos
muertos?
Linc no estaba hablando con él ni con Keller, quienquiera que fuera. Linc estaba
hablando solo, una especie de monólogo continuo en su cabeza. Ahora estaba
empapado de sudor, le temblaban las manos mientras empujaba las rodillas
hacia el pecho y dejaba caer la cabeza entre las manos. — ¿Qué le voy a decir a
su padre? Mierda. Mierda. Mierda.
Ahora libre, Wyatt se arrodilló ante Linc, haciendo algo que los artículos decían
que nunca hiciera. Agarró su cabeza, obligando a Linc a encontrar su mirada. —
Linc. Por favor. Soy yo, Wyatt. Estamos en el ático. ¿Bueno? ¿Bueno?— Se le
escapó un sollozo, pero se mordió el labio. No podía permitirse el lujo de
desmoronarse. Se trataba de Linc, no de él. Tenía que ser fuerte por Linc. —

149
¿Puedes escucharme? Estamos en el ático. Estás bien. Estamos bien. Estás aquí
conmigo. Mierda. Regresa a mí. Estoy justo aquí. Solo... solo vuelve. ¿Está bien?
No quiero hacer esta mierda sin ti. ¿Bien?
Wyatt no estaba seguro de cuánto tiempo estuvo allí sentado, repitiendo esas
palabras y frases en varias formas. Parecieron horas, pero probablemente solo
fueron minutos. — ¿Wyatt?— La voz de Linc era cruda, impregnada de
confusión.
Wyatt le sonrió, agarrándole la cara. —Hola. Oye, estás bien. Tú solo... creo que
tuviste un episodio55. Estás seguro. — Linc parpadeó el sudor y las lágrimas de
sus ojos, mirando un punto sobre el hombro de Wyatt como si estuviera
esperando que su cerebro volviera a funcionar.
— ¿Puedo, puedo tocarte?— Preguntó Wyatt.

Linc esbozó una sonrisa temblorosa, encontrando su mirada. —Me estás


tocando. —
Wyatt dejó caer las manos. —Las cosas que leí en línea decían que se supone que
solo debes tocar a alguien en crisis con su permiso, pero no sabía qué más hacer.
Lo siento. No estaba tratando de... violar tu espacio o lo que sea.
Linc jaló a Wyatt contra él, abrazándolo con fuerza como si fuera su propia
manta de seguridad personal. —Lo siento, bebé—, susurró Linc contra el cabello
de Wyatt. — ¿Te lastimé? ¿Estás bien?
—Estoy bien. No me hiciste daño. — Linc claramente no le creyó. Apartó
a Wyatt de él para recorrer sus manos por la garganta y los brazos de Wyatt,
centrándose en la huella roja en su bíceps, sus fosas nasales dilatadas. Wyatt
negó con la cabeza. —Te lo juro, estoy bien. No está ni cerca de los moretones
por los que he rogado. No me hiciste daño.

—Podría haberlo hecho. Jesús, Wyatt. Podría haberte matado.


Wyatt negó con la cabeza, preparándose para lo que sea que fuera a pasar a
continuación. —Es mi culpa. No debería haber estado jugando ese juego. Sabía
que los disparos podrían desencadenarte, pero roncabas tan fuerte y yo había
cerrado la puerta del dormitorio. No pensé que fueras a despertarte y venir a
buscarme. Lo siento mucho.
—No te disculpes—, gruñó Linc, acunando a Wyatt contra él en un abrazo
de hierro. —Esto se trata mí.

Wyatt no podía permitir que Linc asumiera la culpa de esto también. —No, yo lo
sabía. Todos los artículos que leí, los videos... todo decía que cosas como ruidos
fuertes y fuegos artificiales podrían causar un episodio… lo sabía y lo hice de

55
En el libro dice "flashback" que literalmente significa un recuerdo en retrospectiva pero Linc está
teniendo un ataque del estrés postraumático.

150
todos modos porque fui egoísta, estaba aburrido y sabía que no tenía permitido
pajearme.
Linc soltó una carcajada mientras las mejillas de Wyatt se sonrojaban. —Por
favor. Detente.
Wyatt cerró la boca de golpe, esperando a que Linc dijera más, pero no lo hizo.
Wyatt presionó su oreja contra el pecho de Linc. Su corazón seguía siendo un
tambor, pero ya no era un ritmo frenético, solo un latido sordo y pesado.
— ¿Leíste sobre el PTSD56?— Preguntó finalmente Linc, con la voz ronca, su
pecho vibrando debajo de la oreja de Wyatt.
Wyatt se sonrojó, agradecido de que Linc no pudiera ver su rostro. —Bueno, sí.
Después de la última vez, me preocupaba que pudiera volver a suceder y no
sabía cómo ayudarte. A veces tienes pesadillas y quería asegurarme de saber qué
hacer. Me sentí tan estúpido, especialmente porque la última lo convertí en algo
sexual.
Linc se rió en voz baja. —Mucha gente convierte su trauma en cosas sexuales. Es
simplemente una especie de condición humana. Además, yo también estuve allí,
¿sabes? Podría haberte detenido. Probablemente debería haberlo hecho,
incluso. No creo que la disculpa adecuada por intento de asesinato sean los
orgasmos mutuos. Quería lo que pasó esa noche, quitando lo de casi haberte
matado. — Presionó un prolongado beso en la sien de Wyatt.
Fue un gesto extrañamente íntimo y completamente desconocido, como algo
que haría un novio. Apretaba algo en lo profundo de su interior, intensificando
esa sensación supurante en su vientre. Sus caóticos pensamientos salieron de
sus labios. —Yo también... lo quise, quiero decir... incluso tus manos en mi
cuello, ya sabes, contigo despierto—, terminó Wyatt sin convicción, perdido por
lo que vino después.
—Sí, definitivamente prefiero estar lo suficientemente despierto para
disfrutar de mis manos sobre ti—, le aseguró Linc. —Volvamos a la cama. Estoy
exhausto y tú también debes estarlo después de todo esto.

Linc hizo que ambos se pusieran de pie en un elegante movimiento. Entrelazó


sus dedos con los de Wyatt y lo llevó de regreso a su habitación. El pensamiento
hizo que Wyatt tropezara con sus pies. ¿Cuándo había comenzado a pensar en
su habitación como la habitación de ambos? Se sacudió el pensamiento antes de
que pudiera echar raíces. Nada de eso importaba.
Permitió que Linc tomará las riendas, dejó que le quitara los shorts y retirara los
edredones. Una vez que se acostó, Linc se deslizó detrás de él, envolviendo sus
brazos alrededor de él desde atrás. Wyatt cerró los ojos, la tensión finalmente
abandonándolo.

56
Trastorno por estrés postraumático.

151
—¿No debería ser yo el que te acurruque?— Wyatt preguntó, solo medio en
broma. —Tú eres el que tuvo una noche difícil.
Linc se quedó callado tanto tiempo que Wyatt pensó que no iba a responderle.
—Necesito sostenerte. Sosteniéndote me hace sentir seguro. Como si todavía
confiaras en mí para encargarme de las cosas... de ti.
El corazón de Wyatt se sintió como si hubiera estallado en su pecho. Se retorció,
moviéndose entre los brazos de Linc hasta que estuvieron nariz con nariz. Linc
parecía agotado. La respiración de Wyatt se atascó en su pecho mientras tocaba
suavemente su mejilla. —No seas estúpido. Nadie me cuida mejor que tú. Nadie
más que Charlie siquiera lo ha intentado.— Wyatt le dio un beso a Linc. —Nada
de lo que hagas cambiará eso.

152
Veinticinco
Linc
Linc abrió los ojos nublados, sintiéndose como si hubiese sido arrollado por un
camión. Sin mirar, supo que Wyatt no estaba a su lado. La cama se sentía vacía.
Él se sentó, notando la puesta de sol mientras su mano buscaba ciegamente la
mesa auxiliar.
—Si buscas tu teléfono, se está cargando en tu habitación —Dijo Wyatt.
Sentado en la silla frente a su iluminado tocador, el cual estaba esparcido de
tubos coloridos y botellas de maquillaje. Wyatt estaba cubierto de maquillaje
también y miraba a Linc por el reflejo del espejo.
— ¿Qué hora es? —Linc preguntó con voz cruda.
Wyatt deslizó un aplicador de plástico pequeño sobre sus labios. —Casi
las siete.
— ¿De la noche? ¿Cómo…?
Él chasqueó los labios. —Tuviste una noche difícil. Necesitabas descansar. Puse
tu teléfono en tu habitación. Mensajeé a Charlie y Graciela para que no vinieran
hoy y me aseguré de que mi padre estuviera todavía fuera de la ciudad. Sabía
que nadie más nos molestaría. Aunque, he estado revisando tu teléfono, solo en
caso de que Ellie llame por tu padre.
Linc gruñó, enterrando los dedos en sus ojos antes de tropezar desnudo dentro
del baño para aliviarse a sí mismo y salpicar algo de agua en su rostro. Se sentía
con resaca. Nunca había tenido una regresión mientras estuviera despierto. Solo
pesadillas mientras dormí. Quizás era sonámbulo. Solo que no podía recordarlo,
y ese pensamiento lo dejó frío por dentro. ¿Qué sucedía si volvía a dañar a Wyatt
de nuevo?
Wyatt. Su nombre era como una granada detonando en el pecho de Linc,
dejándolo destrozado y esparcido a su paso. Este chico… estaba constantemente
sorprendiéndolo. Wyatt había cuidado de él la noche anterior. Había
investigado sobre cómo tratar con las regresiones de Linc, se había sentado allí
por quién sabe cuánto tiempo esperando a que Linc volviera a sí mismo. Lo
protegió la noche anterior, cuidando de él todo el día, e incluso mantuvo a las
personas en su vida alejadas… todo por Linc. Lo pensó todo, incluso sobre Ellie
y su papá. Mierda. Linc no sabía qué jodidos hacer con esa información. Deslizó
una mano sobre su cara desaliñada, repentinamente sintiéndose cien años más
viejo y más confundido que nunca.

153
Cuando regresó a la habitación, vagó hasta Wyatt, quien usaba una capucha
rosada y un par de pantalones cortos blancos que dejaban expuestos sus largas
piernas. Él miró lascivamente el cuerpo desnudo de Linc en el espejo, con una
sonrisita en su cara. —Hey, daddy —Dijo en una voz cantarina, claramente
divertido consigo mismo.
La manera en que la polla de Linc respondió a esa palabra que salió de los labios
de Wyatt fue devastadora, su sangre precipitándose al sur. Él giró lentamente la
silla del chico lejos del espejo, presionando un beso prolongado en la boca de
Wyatt. Sabía a fresas, pero olía como a loción bronceadora, y Linc deseaba
enterrarse a sí mismo en su esencia. Quería enterrarse a sí mismo en Wyatt.
La expresión de Wyatt mutó en preocupación, entrecerrando los ojos hacia Linc.
— ¿Cómo te sientes? —Preguntó, recorriendo con sus suaves manos a
través de su mandíbula desaliñada.
La preocupación de Wyatt había formado un nudo en el pecho de Linc. Esa era
una pregunta capciosa, una con la que Linc no quería tratar así que solo jaló a
Wyatt en otro beso, más sucio esta vez, dejando a su lengua explorar mientras
guiaba la mano de Wyatt a su polla medio dura. — ¿Cómo crees que me siento?
Wyatt gimió contra sus labios, apretando su cálido puño alrededor de la
excitación de Linc. —Bien, tan malditamente bien.
Linc se alejó lo suficiente para tomar el rostro de Wyatt entre sus manos.
Claramente había pasado el día jugando con su maquillaje. Se había quitado los
rizos de la cara con un broche negro y grueso, y su ya perfecta piel cremosa
ahora brillaba como prisma cuando la luz la golpeaba. Se había pintado los
parpados de un azul plateado brillante y sus labios llenos de un rosa helado. Se
veía como un espíritu virginal de una tierra muy lejana, y Linc no deseaba otra
cosa que ensuciarlo entero. Él liberó el pelo de Wyatt, despeinando los rizos. —
Tienes puesta tu pintura de guerra —Susurró Linc, mordiendo el labio inferior
de Wyatt —. ¿Te sientes valiente?
Las mejillas de Wyatt se ruborizaron y él miró hacia otra parte. —Puedo
quitármelo —Murmuró.
Linc odiaba esa expresión, la vergüenza que alguien —probablemente su
maldito padre— había enterrado en él sobre algo que Wyatt claramente amaba.
Linc tomó su barbilla, obligándolo a encontrarse con su mirada. —Oh, no. De
ninguna manera. Daddy tiene grandes planes para ti. Quiero ver esos preciosos
labios rosados envueltos alrededor de mi polla —Las pupilas de Wyatt se
dilataron, su lengua deslizándose sobre su labio inferior —. Ponme duro, bebé…
quiero follarte.
Wyatt observó a Linc, como si estuviera preocupado de que Linc lo estuviera
engañado. No lo hacía. No sabía en qué momento había tomado la decisión de
darle a ambos lo que deseaba, pero tan pronto como las palabras dejaron su
boca, supo que era verdad. Necesitaba estar dentro de Wyatt, necesitaba poseer
cada parte de él.

154
Wyatt se deslizó de la silla hasta quedar de rodillas, sus ojos clavados en Linc
mientras tomaba su polla hasta la parte de atrás de la garganta y tragaba. —
Jesús. Sí, así es —Linc murmuró mientras los músculos de Wyatt se contraían
alrededor de él. Wyatt seguía sin tener técnica, solo entusiasmo poco riguroso y
nada de miedo… Oh, maldición. Y ningún reflejo nauseoso. Su cuerpo tenía cero
reflejos nauseosos —. Te ves tan bien en tus rodillas para mí. Tan lindo con mi
polla en tu boca.
Wyatt lo soltó con un “pop”, su mirada ardiendo en el alma de Linc. —Imagina
lo lindo que me veré con tu polla en mi culo —Molestó antes de agregar
precipitadamente —, Daddy.
Linc rio, agitando la cabeza. Wyatt hizo un movimiento como si fuera a
tragárselo completo nuevamente, pero Linc sujetó su cabello, presionando la
cabeza de su pene contra los labios de Wyatt. —Abre.
Wyatt cumplió, gimiendo mientras Linc recorría con su extensión la suavidad
aterciopelada de su lengua.
—Tan malditamente perfecto. Dios, naciste para esto.
Los labios de Wyatt se cerraron en torno a él, chupando con fuerza, sus manos
agarrando firmemente el culo de Linc urgiéndolo a ir más profundo. Le dio al
chico lo que quería, follándose el calor húmedo de su boca, solo deteniéndose
para permanecer profundamente en él hasta que Wyatt se ahogó, las lágrimas
brotando de sus ojos causando que trazos negros corrieran hacia abajo sobre su
rostro hermoso. No debería haber sido tan caliente, pero lo era.
Salió de él, jalando a Wyatt de pie antes de darle un sucio beso abierto. — ¿A
quién perteneces?
—A ti, daddy —Wyatt prometió, sus labios rosa brillante mojados e
hinchados, el rostro sucio y sonrojado y los ojos brillantes por las lágrimas.
Linc se acarició el pene, empujando a Wyatt hacia la cama. — ¿Quién hace las
reglas?
Wyatt tropezó mientras se apresuraba a complacer. —Tú lo haces, daddy.
Linc giró a Wyatt, su voz era un bajo retumbar. — ¿Serás bueno para mí?
Wyatt cabeceó. —Muy bueno, daddy.
—Buen chico. Levanta los brazos —Wyatt cumplió, permitiendo a Linc
jalar su capucha y tirarla lejos. Presionó entre los omoplatos —. Inclínate —Linc
murmuró.
Wyatt se dobló sobre el colchón, enterrando el rostro en el cobertor mientras
jadeaba. Linc tiró de los pantalones cortos de Wyatt a la mitad de los muslos,
pero los dejó puestos, instó a Wyatt a separar las piernas y masajeó el pene
duro. Wyatt soltó un sollozo sorprendido, sus rodillas doblándose.

155
—Uh-uh. Alza ese trasero al aire donde pertenece —Lo reprendió,
azotándole una nalga con la fuerza suficiente para dejar la marca perfecta de su
mano.
Deseó poder tomar una fotografía de Wyatt justo así, mostrarle la belleza
perversa en su imagen. Sacudió el pensamiento lejos, girándose para encender
las luces en la habitación oscurecida y tomar el lubricante y los condones que
había escondido en el cajón de Wyatt. La mirada del chico lo siguió mientras se
deslizaba por la habitación, pero Linc pretendió no notarlo. Dejó los suministros
a su alcance.
—Daddy —Wyatt gimió, meneando las caderas contra las sábanas. Linc
azotó su culo una vez más, más duro esta vez —. Ow —Wyatt gimoteó sin
aliento.
—Compórtate.
Wyatt hizo un sonido frustrado. Linc se río por lo bajo, pero a él no le iba mucho
mejor. Estaba lo suficientemente duro como para martillear un clavo a través de
la pared. Quería olvidarse de todo el juego previo y conducirse a sí mismo
dentro del dispuesto, pequeño y caliente cuerpo de Wyatt hasta pintar su
interior, pero no estaban allí todavía. Wyatt necesitaba atención.
—Por favor, daddy.
Linc tiró de la cabeza de Wyatt hacia atrás, sellando las bocas de ambos en un
beso rápido. Cuando él se alejó, Wyatt persiguió sus labios. Linc sacudió la
cabeza. —Me encanta cuando suplicas. Pero solo estoy comenzando, bebé.
¿Color?
—Verde. Verde. Verde —Cantó Wyatt, dejando caer su frente sobre sus
manos juntas.
Esta vez, era el turno de Linc de ponerse de rodillas. Abrió el trasero de Wyatt,
su verga goteando ante la visión de su agujero ligeramente hinchado. Wyatt
amaba joderse duro contra los dedos de Linc, a veces demasiado. Joder, algún
día pronto, haría que montara su polla con el mismo afán. Pero no esa noche. Se
inclinó hacia adelante y arrastró la lengua sobre la entrada de Wyatt.
—Oh, joder.
Linc sonrió, abriéndolo más. Lamió y succionó sobre la entrada apretada de
Wyatt, aflojándolo con una lamida a la vez hasta que pudo enterrar su lengua
dentro. Wyatt era un lío sollozante de mitad gemidos y mitad frases
medianamente formadas mientras balbuceaba tonterías.
—Daddy… Daddy… Por favor… No puedo… tienes que… Tú… Joder, por
favor… Oh dios. Oh, joder. Más profundo. Oh, te sientes tan bien.
Linc alcanzó el lubricante, cubriendo sus dedos sobre el agujero de Wyatt antes
de presionar su dedo medio hacia dentro. Linc mordió un gruñido mientras la
succión apretada del cuerpo de Wyatt lo jalaba más profundo en el suave calor.
Joder. Apretó su polla, tratando de evitar el orgasmo que ya se encontraba

156
demasiado cerca para haber hecho casi nada. Solo escuchar a Wyatt perder la
cabeza era casi suficiente para que Linc se corriera.
—Más. Ya hemos hecho esto antes. Puedo tomarlo, por favor —Wyatt
rogó a través de respiraciones irregulares, follándose a sí mismo contra el dedo
de Linc.
Linc agregó un segundo dedo y eventualmente un tercero, trabajándolos dentro
y fuera masajeando la próstata de Wyatt en cada paso hasta que lo tuvo
moliéndose hacia atrás y jodiéndose a sí mismo contra las sábanas. Linc usó su
mano libre para azotarlo. —Detén eso —Gruñó, liberándose del cuerpo de Wyatt
y secando sus manos contra el cobertor —. En la cama.
Wyatt gateó contra el colchón y colapsó sobre su estómago, enterrando el rostro
en la almohada.
Linc lo siguió, jalando los pantalones del chico hacia abajo y fuera. —Gírate
sobre tu espalda Quiero mirarte.
La orden pareció sacudir a Wyatt, congelándolo en su lugar por un segundo
antes de que rodara. Colocó sus pies apoyados en el colchón, las rodillas
dobladas, su mano migrando hacia su pene. —Ni siquiera lo pienses —Advirtió
Linc —, la única forma de que te corras es conmigo enterrado dentro de ti.
La mirada de Wyatt se tornó brumosa, su mano cayendo a su lado. Linc se sentó
entre las rodillas de Wyatt, sus piernas enmarcándole el cuerpo. Se inclinó hacia
adelante, presionando un beso tranquilizador contra los labios de Wyatt antes
de jalarle cuerpo bajo hacia su regazo y acariciar con sus manos la piel suave
como pétalo de su abdomen. Deslizó el condón y se bañó a sí mismo con
lubricante, frotó su polla entre las nalgas de Wyatt hasta que la cabeza se ajustó
contra la entrada.
— ¿Estás seguro? —Preguntó Linc una última vez.
Wyatt miró hacia él incrédulo. —Sí. Un millón de veces sí. Consentimiento dado.
Verde significa sigue. Jódeme. Joder. Hazlo. Solo hazme tuyo de verdad. Por
favor.
Linc presionó hacia adelante antes de que Wyatt terminara de hablar, violando
el primer anillo de músculos y hundiéndose en el calor más apretado que
hubiese conocido jamás. En su cabeza, Linc recitó los Artículos Militares de
Conducta, tratando de controlarse a sí mismo. Iba apenas por el artículo dos
cuando sintió el cuerpo de Wyatt adaptarse alrededor de él.

157
Veintiséis
Wyatt
Wyatt cerró los ojos con fuerza, con las manos apretadas en las sábanas mientras
su cuerpo lo traicionaba y la quemadura abrasadora hizo que lágrimas salieran
de sus ojos. No. No. No. No. No. Por favor, ahora no. Quería esto, quería a Linc.
Más de lo que jamás podría expresar con palabras. La frustración le robó el
aliento como un peso de plomo sobre su pecho. Esto no era justo. Simplemente
no lo era ¿Por qué esto le seguía pasando a él? No tenía ningún sentido. Exhaló
fuertes respiraciones por la nariz, tratando de obligar a su cuerpo a relajarse, a
aceptar la invasión de Linc, pero no podía dejar de temblar.

— ¿Wyatt?

La preocupación en la voz de Linc sólo aumentó el peso en su pecho, haciéndole


difícil respirar. Sacudió la cabeza, secándose las lágrimas de las mejillas. —Estoy
bien ¿De acuerdo? Mira, sabes que duele, pero no pares. Por favor—. Las cejas de
Linc colapsaron mientras examinaba el rostro de Wyatt. Después de un
momento, se movió. Wyatt lo agarró por los brazos. — ¡No! Por favor, no te vayas.
Puedo hacer esto. Puedo. Lo juro.

Wyatt odiaba la desesperación en su voz, la forma en que sus palabras se


convirtieron en un sollozo, pero ahora estaba decidido. Si no seguía con esto,
nunca volvería a arriesgarse. Necesitaba superarlo, no evitarlo. Entre su
maquillaje corrido, sus lágrimas y el sudor frío que le recorría la piel, estaba
seguro de que lucía como una película de terror. Esto no era sexy y no era en
absoluto por lo que Linc había firmado. Jesús. Quería cubrirse la cara con la
almohada y simplemente morir ¿Por qué alguien querría lidiar con todo esto?

Linc frotó suaves círculos en los muslos de Wyatt. —Oye. No te estoy dejando.
Sólo me estoy poniendo en una posición más cómoda... para los dos... ¿De
acuerdo?

Linc le hablaba como un negociador que intenta convencer a una persona para
que se apartara del borde del precipicio. Si había un dios, la cama simplemente
se abriría y se lo tragaría entero. Probablemente Linc se estuviera arrepintiendo
de cada elección de vida que lo había llevado a ese momento. Respiró
dolorosamente cuando el movimiento de Linc los empujó a ambos, forzándolo
más adentro. Luego, el peso tranquilizador del cuerpo de Linc presionó a Wyatt
contra el colchón, con los codos posicionados a ambos lados de la cabeza de
Wyatt.

158
Wyatt no se atrevió a mirar a Linc. Se quedó mirando el centro muerto de su
pecho como si este tuviera el secreto de todos los misterios de la vida. Tenía
tanto miedo de lo que vería cuando mirara el rostro de Linc. Pero a medida que
pasaban los segundos, la curiosidad mórbida lo hizo arrastrar los ojos hacia
arriba.

Linc le dedicó una suave sonrisa. —Hola.

Wyatt tragó fuerte, mirando a los ojos del color de la cálida miel. —Oye.

—Entonces ¿Cómo estás disfrutando de tu primera vez hasta ahora? Creo


que estamos arrasando ¿No? —. Su tono era ligero, casi conversacional.

Wyatt soltó una risa húmeda, luego hizo una mueca ante el agudo dolor en su
trasero. Su sonrisa se deslizó cuando la decepción se extendió a través de él.
Enterró su cabeza contra la garganta de Linc. —Lo siento mucho.

—Oye, mírame—. Encontrar la mirada de Linc requirió un esfuerzo


hercúleo. —Olvídate de todo lo demás ¿De acuerdo? Sólo bésame ¿Puedes hacer
eso ¿Verdad?

Wyatt levantó la cabeza, apenas rozando sus labios con los de Linc, sintiéndose
tímido. Linc inclinó su boca sobre la suya, su lengua deslizándose dentro. Se
habían besado miles de veces, pero nunca así, nunca lento, metódico, como si no
hubiera otra cosa que hacer más que simplemente conectar de alguna manera.
Wyatt nunca había besado a nadie así, y eso provocó que una flota entera de
mariposas se desatara en su vientre.

Nunca había considerado el sexo como íntimo, más como un simple


intercambio. Se trataba de una necesidad. Correrse e irse, esperando que nadie
reconozca su rostro. Incluso con Linc, esto era sólo temporal, ellos eran sólo
temporales. Pero no se sintió temporal. Todo el cuerpo de Linc lo cubrió con
esta presión perfecta. Encajaban como piezas de rompecabezas, dos mitades del
mismo todo de alguna manera simplemente existiendo en el espacio del otro, el
único sonido eran los silenciosos jadeos de su respiración y sus labios
encontrándose y separándose una y otra vez. Se sintió íntimo y real... se sintió
como por siempre.

Los besos suaves se volvieron urgentes. El corazón de Wyatt latía más rápido, su
respiración volviéndose entrecortada, su polla estaba de vuelta completamente a
bordo con el dolor de la invasión de Linc ahora siendo sólo un dolor sordo.
Movió las caderas, absorbiendo en un agudo respiro.

— ¿Estás bien?

159
Wyatt hizo una pausa, considerando la pregunta, moviendo sus caderas hacia
adelante sólo un poco para probar su cuerpo. —Sí, eso creo ¿Podemos...
Podemos intentarlo de nuevo?

El aliento de Linc salió precipitado por su nariz. —Sí, definitivamente.

Linc se sentó sobre sus rodillas, su polla deslizándose fuera de Wyatt.

Wyatt entró en pánico. — ¿Qué estás haciendo?

Linc se inclinó hacia adelante, dando un beso en la boca abierta de Wyatt. —


Confía en mí.

Cogió el lubricante, volviéndolo a aplicar al condón y lo untó en el agujero de


Wyatt una vez más antes de que la presión contundente regresara. Los latidos
de su corazón se saltaron cuando Linc presionó dentro, sus manos
extendiéndose para agarrar los hombros de Linc. —Linc—. Odiaba el pánico en
su voz.

—Escucha, podemos parar cuando quieras, sólo di la palabra; de lo


contrario, concéntrate en mí—. Linc frotó los labios por su frente. —En esto.
Somos sólo tú y yo.

Wyatt sintió la abrumadora urgencia de llorar. Se la guardó. Linc miraba a


Wyatt como si no estuviera roto. Cuidaba de él, se aseguraba de que comiera, se
aseguraba de que bebiera suficiente agua, lo vigilaba. Eso era por lo que Wyatt
lo había elegido, por lo que Wyatt confiaba sólo en él. Por lo que estaba bastante
seguro de que estaba enamorado de él. Sólo un poco.

Linc presionó hacia adelante. — ¿Te estoy lastimando? —. Preguntó, con la


mandíbula apretada.

¿Dolía? Le dolía un poco, pero en el buen sentido. Sobre todo, se sentía lleno,
abrumado... querido. Tener a Linc enterrado dentro de él hacía que cualquier
dolor valiera la pena. Había pasado días queriendo esto, queriendo que Linc lo
llenara, lo poseyera en todos los sentidos, usara su cuerpo para su propio placer.
Necesitaba ser de Linc en todos los sentidos y ahora lo era. —No. Estoy bien...
está bien. No te detengas.

Linc rodó sus caderas una vez y luego una segunda vez antes de detenerse
nuevamente, dejando caer su cabeza sobre el hombro de Wyatt, su espalda
subiendo y bajando con respiraciones profundas, sus extremidades temblando
un poco. Probablemente era adrenalina, pero Wyatt esperaba que tal vez
también fuera un poco abrumador para Linc.

160
A medida que pasaban los segundos, Wyatt frotó su mejilla contra la de Linc,
deleitándose con el ardor de la barba de Linc contra su piel. —Estoy bien,
puedes moverte ahora.

Linc hizo un sonido brusco. —Oh, no estoy mintiendo aquí por ti ¿Tienes alguna
idea de lo bien que te sientes? —. Movió las caderas y Wyatt gimió. —Estás tan
caliente, y apretado y perfecto. Joder, tu cuerpo es simplemente... yo sólo... sólo
necesito un minuto.

El peso en el pecho de Wyatt se levantó y la repentina ligereza lo hizo sentir casi


mareado. Linc estaba cerca de perderlo. Wyatt había hecho eso. —Está bien si
no dura mucho—, le aseguró. —Probablemente me voy a sentir como si me
hubieras dado con un ariete en el trasero mañana.

—Eso es romántico—. Dijo Linc con una suave risa. Se echó hacia atrás lo
suficiente para mirar a Wyatt a los ojos. — ¿Estás seguro de que estás bien?

—Nunca he estado mejor. Lo prometo—. Cuando Linc parecía inseguro,


Wyatt sacó la única arma de su arsenal. Le dio a Linc su mejor puchero. —
Fóllame, Daddy. Lo necesito—. No era una mentira.

—Cristo. No juegas limpio, niño —. Enredó sus dedos en el cabello de


Wyatt, sus bocas se encontraron mientras él se mecía contra Wyatt. Con cada
embestida, su cuerpo se relajaba un poco más, abriéndose para Linc, y pronto
las manos de Wyatt estaban apretadas en las sábanas, sus caderas subiendo
para encontrarse con Linc. Pero no era suficiente. No importaba cuán profundo
iba Linc, simplemente no era suficiente. Necesitaba más.

Linc se movió sobre él, empujando las rodillas de Wyatt más alto. En la
siguiente estocada, ráfagas de relámpagos se dispararon a lo largo de su
columna. —Oh Dios. Oh, joder. Haz eso de nuevo—. Suplicó.

— ¿Sí? ¿Te gusta eso, bebé? —. Linc gruñó. — ¿Quieres más?

Las palabras de Linc tuvieron a la polla de Wyatt palpitando. —Sí, Daddy. Por
favor.

Linc se sentó sobre sus rodillas, arrastrando las caderas de Wyatt más cerca,
prácticamente doblándolo por la mitad antes de follar en él una vez más. El
cerebro de Wyatt se desconectó. No podía pensar, no podía formar una oración
completa. Cada vez que Linc encontraba la próstata de Wyatt, arrastraba
sonidos animales de él hasta que su polla goteaba con cada embestida. —Daddy,
necesito… más. Quiero más.

Wyatt no estaba seguro que más quería. No sabía qué pedir, pero Linc
claramente sí. Movió las caderas más rápido, conduciéndose imposiblemente

161
más profundo, golpeando a Wyatt de la manera correcta. Wyatt sintió como si se
estuviera precipitando hacia un acantilado.

Wyatt sollozó cuando la mano de Linc finalmente se cerró alrededor de su


descuidada polla. —Sí, por favor. Por favor.

El agarre de Linc era apretado, su único lubricante eran los propios fluidos de
Wyatt. Era sólo este lado doloroso ya que los golpes de Linc seguían el ritmo de
sus embestidas. Era demasiado, excesivo, pero no suficiente. La plenitud en su
trasero y el ritmo imperdonable de Linc mientras trabajaba su polla lo hacían
sentir cerca. Tan cerca. — ¿Me puedo correr, Daddy? Por favor... Oh, Dios. Voy
a... por favor, di que está bien. Por favor, di que está bien.

Linc gruñó bajo. —Córrete para mí.

Luz explotó detrás de los ojos de Wyatt cuando el placer lo arrojó sobre el borde,
y se corrió con fuerza, pintando sus abdominales y el pecho con su liberación.

Linc entró en Wyatt una vez más, su cuerpo poniéndose rígido mientras se
corría con un grito gutural. Dejó caer la cabeza sobre el hombro de Wyatt, su
cuerpo temblando por las réplicas.

— ¿Estás bien? —. Linc respiró contra su oído.

—Estoy más que bien. Estoy increíble—. Respondió Wyatt honestamente.


—Estoy bastante seguro de que ahora puedo escuchar colores ahora. Eso fue...
wow.

Linc sonrió, presionando otro beso en la frente de Wyatt antes de deslizarse del
cuerpo de Wyatt. Se quitó el condón, atándolo antes de tirarlo en la basura junto
a la cama de Wyatt.

—Vuelvo enseguida.

La cama se sintió vacía con su salida. Wyatt vio a Linc ir desnudo al baño.
Regresó con un paño húmedo, limpiando a Wyatt antes de tirar el paño al suelo.
—Tomaremos una ducha en un rato—. Declaró Linc, dejándose caer de nuevo en
la cama y empujando a Wyatt contra él.

—No creo que mis piernas me sostengan todavía—. Dijo Wyatt con un
gran bostezo.

Linc se acercó y apagó la lámpara. Una fina franja de luz de luna abrió un
camino a través del suelo y se detuvo justo cerca de la cama. Wyatt miró
fijamente hasta que se puso bizco, esperando a que el pánico se apoderara de él.
Pero por el momento parecía que todos sus demonios estaban durmiendo.
Quizás Linc los había cansado también. El pensamiento le hizo sonreír.

162
—Me gusta cuando sonríes. Deberías hacerlo con más frecuencia.

Wyatt miró hacia arriba para encontrar a Linc estudiándolo. No podía imaginar
cómo se vería después de todo esto. Su maquillaje probablemente se había ido
hace mucho, a excepción de su rímel. Probablemente lucía como si hubiera
escapado de una banda gótica. No había nada que pudiera hacer al respecto. Él
sólo sacudió la cabeza. —Sonrío todo el tiempo.

Linc se burló. —No, sonríes como la pequeña mierda malcriada que eres, pero
rara vez simplemente sonríes.

Wyatt se encogió de hombros, apartando la mirada. —Sonrío cuando estoy feliz.


No suele haber mucho de qué sonreír.

Linc empuñó su mano en el cabello de Wyatt, tirando de su mirada hacia él. —


¿Pero estás feliz ahora?

Calor inundó las mejillas de Wyatt y agradeció que las luces estuvieran
apagadas. —Sí, creo que lo estoy.

—Bien—. Gruñó Linc.

Las palabras se le escaparon antes de que pudiera detenerlas. — ¿Lo estás tú?

El corazón de Wyatt se hundió cuando Linc se quedó en silencio, pero luego lo


empujó más cerca, metiendo la cabeza de Wyatt debajo de su barbilla. —Sí,
niño. Creo que yo también lo estoy.

—Bien.

No estaba bien. Era un desastre, pero Wyatt lidiaría con eso más tarde... mucho
más tarde. ¿Cuál era el daño en pretender, sólo por un momento, que ellos
podían tener un final feliz?

163
Veintisiete
Linc
A Linc le disgustaban muchas cosas: el tráfico de Miami, la homofobia, las
personas que usaban luces intermitentes en la lluvia; pero había tres cosas que
él verdaderamente odiaba: las preguntas sin responder, los cereales dulces para
el desayuno y las jodidas caricaturas. Esa mañana, las tres cosas lo estaban
asaltando al tiempo, haciendo que palpitara su ojo izquierdo.
A su lado, Wyatt estaba sentado con sus piernas aún en pijamas dobladas debajo
de él y la boca llena de cereal mientras se reía de una sensible esponja que usaba
pantalones. Linc usualmente no permitía que Wyatt tomara comida chatarra a
primera hora de la mañana, pero el día anterior, le prometió al chico todo lo que
quisiera si conseguía atravesar el almuerzo de caridad de su padre sin
incidentes. Wyatt había escogido una mañana de mamadas y Lucky Charms 57, y
Linc era un hombre de palabra.
Él era todo acerca de reforzar el buen comportamiento, y no pensaba que alguna
vez fuera a cansarse de chupársela a Wyatt, pero el aroma a marshmallows
empapados y leche azucarada lo hacía apretar tanto los dientes como las
caricaturas estridentes de la televisión. Las caricaturas no eran parte de la
negociación inicial sino un apéndice que Wyatt había propuesto un segundo
antes de que se maniobrara a sí mismo sobre la polla de Linc hacía una hora.
Había rogado, haciendo mohines, llamándolo Daddy mientras lo miraba
fijamente con esos enormes ojos verdes al defender su caso con entusiasmo.
Wyatt había montado la polla de Daddy como un chico que de verdad quería ver
caricaturas, lo cual explicaba como Linc, ahora duchado y afeitado, sentado en
el sofá, escuchaba a Wyatt resoplar de risa mientras que las paredes que él
cuidadosamente construyó alrededor de su infancia disfuncional se
desmoronaban.
En la familia Hudosn, las caricaturas y el cereal eran lo más básico de la
despensa. Linc creció en sórdidos moteles de paga-la-hora en donde las
alfombras sucias dejarían tus pies negros, la ropa de cama siempre tenía
manchas sospechosas, y nunca había cocina. Había semanas en que su hermana
y él habían sobrevivido con nada más que cereal seco de baratas, comprado con
las monedas de detrás de los cojines de sofás arruinados y las que eran minadas

57
Lucky Charms es una marca americana de cereales para el desayuno producidos por la compañía de
comida General Mills desde 1964. El cereal consiste en piezas de avena tostada y pequeñas formas de
marshmallows de colores. La marca cuenta con un duende de mascota llamado Lucky.

164
del mar de caramelos sin envoltorios y tabaco suelto que siempre flotaba en el
fondo del bolso de su madre.
Su madre constantemente desaparecía por días, dejando a Ellie resolver como
los llevaría a ambos a la escuela y a la casa —Cuando su madre recordaba
registrarlos en la escuela—. Tarde en la noche, su hermana ponía cintas de VHS
58de Bugs Bunny o Tom y Jerry dentro del VCR así no tendrían que escuchar los

sonidos de las sirenas, peleas de borrachos, o las prostitutas conduciendo sus


negocios en las habitaciones siguientes. Las caricaturas eran la música de fondo
de cada cosa mala en la vida de Linc hasta que su madre falleció y él se escapó a
la milicia. Después de todos estos años, todavía hacía que se le erizara la piel.
A pesar de todo eso, Linc dejó a Wyatt tener su cereal y sus caricaturas, porque
por primera vez en casi una semana, él parecía estar disfrutando. Lo que lo
llevaba a la tercera cosa que Linc odiaba: las preguntas sin respuesta. Algo había
cambiado en Wyatt desde que Linc lo había follado. No era un cambio obvio,
más como una tensión en su rostro, la ansiedad en sus ojos cuando Linc no
estaba castigándolo o enterrado dentro de él. Cuando Wyatt no tenía algo con
qué distraerse, se ponía inquieto, agitado como un animal encerrado, pero cada
vez que Linc preguntaba si había algo mal, Wyatt sonreía y decía que estaba
bien.
La puerta de entrada se abrió de par en par, y Wyatt saltó, tambaleándose hacia
el otro lado del sofá por instinto. Fulminó con la mirada a Charlie mientras ella
dejaba caer un bolso de mano sobredimensionado sobre la encimera.
Ella se encogió de hombros. —¿Qué? Si la cerradura estuviera puesta, yo no
estaría parada aquí ahora mismo. Deberían ser más cuidadosos, ustedes dos.
Ella se desplomó en el sofá entre ellos, balanceando su pie en sandalia sobre el
regazo de Wyatt mientras dejaba caer la cabeza en el muslo de Linc. —Hombre,
nunca me dijiste que tu hermana era una belleza.
—¿Perdón? —Linc preguntó, el golpeteo en su cabeza incrementando.

Ella giró la pantalla de su teléfono hacia él, mostrándole el rostro sonriente de


su hermana. Ellie era hermosa, él concedió mientras estudiaba la fotografía.
Estaba parada en una duna, su cabello castaño flotaba en el viento, los ojos olivo
parecían más verdes que marrones en la luz del sol. Su corazón se encogió. Ellie
pertenecía en esa playa en California, no atrapada en ese pequeño hueco de
mierda como apartamento cuidando de un viejo demente.
Él agitó la cabeza. Necesitaba llamarla. Había pasado demasiados días
concentrado en Wyatt, que había descuidado a Ellie. De verdad estaba fallando
en todos los frentes.

58
Fue un sistema doméstico de grabación y reproducción analógica de video. Coloquialmente era
denominado "video-casete".

165
—Enserio, hombre. Ella está muy buena. No me puedo creer que sea tu
hermana mayor. Ósea, ni siquiera parece de treinta —Ella giró el teléfono para
mostrarle a Wyatt, quién asintiendo en acuerdo antes de llevarse otra cucharada
de cereal a la boca.

— ¿Por qué estás acosando a mi hermana?

– ¿De qué otra forma iba a descubrir si eres algún asesino psicópata
secreto? —Preguntó como si fuera obvio —. Tu perfil en redes sociales no existe.
No tienes Instagram. No tienes Twitter. Solo tu cuenta de tipo viejo de Facebook
como con… diez fotografías de ti de pie en frente de varios telones de fondo de
desiertos, como las fotos de escuela más aburridas del mundo.

—Lamento no haber podido capturar algunos de mis momentos más


excitantes para ti, pero al gobierno no le gusta que nos grabemos a nosotros
mismos cuando estamos desplegados. No nos gusta entregarle nuestra
localización a los enemigos.

Ella hizo un “hmm” distraído, como si ya lo estuviera despidiendo. Él se


permitió a sí mismo un momento para contemplar el hacerla rodar por el suelo.
— ¿Viniste hasta aquí para avergonzarme sobre mi uso de internet o
tienes algún motivo oculto?

—Uh-uh. Vine hasta aquí para hablar con Wyatt de la gala y preguntarte
sobre él.

Ella giró el teléfono una vez más hacia Linc. Era una fotografía de él y Jackson
contra el aburrido telón de desierto llevando sus fatigas. Jackson tenía una
bandana negra alrededor de la cabeza para proteger la piel rapada del calor
abrasador y hacía un gesto de asalto hacia la cámara. — ¿Qué con él? —Linc
logró decir.
Ella chasqueó, agitando la cabeza. — ¿Quién es él? ¿Es soltero? ¿Es un asesino
serial?
— ¿Tienes alguna especie de fetiche con los asesinatos? —Linc dijo
inexpresivo, ganándose un resoplido de Wyatt.

Charlie alzó una perfecta ceja manicurada. — ¿No sería más extraño que tus
fetiches, o sí, pervertido? Ahora, escúpelo. ¿Quién es?
Linc suspiró, enterrando el pulgar en su ojo izquierdo. — ¿En este momento? Él
es mi jefe.
—Oh, Dios. ¿No es tan viejo como tú, o sí? —Preguntó, rizando su labio en un
gesto de disgusto y ampliando la foto en la cara de Jackson.

166
Linc le pinchó suavemente la nariz. —No es tan viejo como yo, no.
Ella se enderezó. — ¿Es soltero?
Linc hizo un gesto vago. — ¿Hasta donde sé? No hemos discutido su vida
amorosa.
— ¿Es hetero?

Era implacable. Él se encogió de hombros. —En teoría.


Charlie chocó sus manos con emoción, su teléfono amortiguando el sonido. —
Excelente. Quiero conocerlo.
Wyatt frunció el ceño ante eso. —¿Por qué? ¿Siquiera tienes citas?
—¿Quién dijo que quería salir con él? —Contrarrestó Charlie.

Linc pensó sobre decirle a Charlie que se apartara, pero en el corto tiempo en
que la conocía, había comenzado a realizar que empujarla lejos solo causaría
que ella volviera con más fuerza. Esa chica era una banda elástica, y él no estaría
en el otro punto cuando se rompiera. —No hagas algo que termine
despidiéndome.
Charlie balanceó el pie sobre el regazo de Wyatt y se levantó, balanceándose. —
Oh, mareo —Caminó hacia la encimera —, no te preocupes, extraño Linc, te
prometo que seré amable con él.
Sí, claro. —También, deja a mi hermana sola.
—No puedo, Registro Lincoln59.

—Para eso —Gruñó Linc, sabiendo perfectamente que ella solo se


detendría hasta agotar todos los apodos estúpidos para él.

—Ya somos amigas en Facebook, e iremos a beber algo la próxima vez que
esté en Orlando, lo cual será en solo tres semanas cuando vaya a esa sesión de
fotos con Kristiane.

— ¿Qué podrías tener tú en común con la hermana de cuarenta y tantos


años de Linc? —Preguntó Wyatt con la boca llena de cereal.

—No hables con la boca llena —Murmuró Linc.

—Lo siento, Da—… Lo siento —Susurró, con el rostro tornándose


escarlata.

59
Es un apodo, “Lincoln Log” del original, el que no sé cómo traducir.

167
Charlie hizo el sonido de una foca muriéndose. —Fenómenos —Carcajeó antes
de decir —, La hermana de Linc es una impresionante diseñadora de trajes y yo
soy una actriz-guión-modelo-guión-cantante. ¿Qué tenemos en común? No
estés celoso, boo, Siempre serás mi número uno en las buenas y en las malas, lo
prometo.
—¿Dijiste que tenías que hablar sobre la gala? —Linc le recordó.

Ella asintió. —Yeah, el imbécil asesor de imagen de tu padre tuvo la jodida


audacia de enviarme vestidos que él consideraba “Apropiados” —Ella citó en el
aire sus últimas palabras con un ademán ostentoso —. También me dio una lista
de puntos y temas de conversación que no podía discutir bajo ninguna
circunstancia porque esta era la recaudación de fondos más importante de la
temporada.
—Suena a que papá está preocupado por algo. ¿Quizás la campaña no está
yendo tan bien como él pensaba? —Dijo Wyatt animándose.

—Solo quería dejarte saber que planeo ignorar los vestidos y usaré el
listado de temas baneados como mi lista personal de quehaceres.

—Me decepcionaría si no lo hicieras —Dijo Wyatt.

Ella dio un beso húmedo en la frente de Linc y después en la de Wyatt antes de


pasearse hacia la puerta. —Por cierto, estoy bastante segura de que hay un
investigador privado merodeando en el lobby. Solo para que sepan.
Linc se puso rígido ante su declaración casual. — ¿Por qué piensas que es un
investigador privado?
—Porque está usando dentro del edificio un gorro y lentes de sol y estaba
hablando con el chico de la recepción de manera sospechosa. También, estoy
bastante segura de que me estuvo filmando mientras entraba al elevador —Ella
revisó su teléfono móvil antes de guardarlo e introducir ambas manos en su
cabello hasta que luciera despeinado. Desabrochó la mitad de su camisa y
embadurnó su labial rosa coral.

— ¿Qué diablos estás haciendo, bicho raro? —Preguntó Wyatt con la


cuchara pausada en mitad del aire.

—Te acabo de decir que hay un investigador privado en el lobby. Estoy


haciendo lucir como que vine aquí para algo rápido. De nada. Dios, tengo que
hacer todo el trabajo pesado mental por aquí —Ella se colgó el bolso y dio un
pequeño saludo —. Adiós, chicos. Los veo mañana en la noche.

Linc espero quince minutos antes de encaminarse hacia el lobby. Charlie tenía
razón. Sentado en una cómoda silla verde estaba un hombre vestido con una
camisa polo rosada usando gafas aviadoras y una gorra de baseball. Aunque no

168
tenía una cámara, se había acomodado a sí mismo para que su teléfono
apuntara hacia el elevador.
El personal habitual de la mañana estaba detrás del escritorio, sus ojos
moviéndose rápidamente entre el hombre y Linc mientras se acercaba. El chico
trabajando no era mucho mayor que Wyatt. Tenía una rica piel cobriza, rostro
rasurado y ojos tan marrón oscuro que parecían negros. Su nombre era Reggie.
Él y Linc habían tenido conversaciones triviales e intercambiado cortesías unas
cien veces en el curso del trabajo de Linc, y cuando se acercó, Reggie dio un
saludo poco entusiasmado.
—Hola, Linc.

—Hola. ¿Cómo va todo?

La mirada del chico se deslizo una vez más al hombre de camisa rosada antes de
inclinarse más cerca. — ¿Está Wyatt bien, hombre?
La incomodidad se filtró a lo largo de la espina de Linc. — ¿Por qué preguntas?
—Quiero decir, primero no ha dejado su apartamento por meses, y
cuando lo hace, tú apareces y lo sigues a todas partes, ahora, su padre tiene a un
investigador privado vigilando nuestro lobby. ¿Alguien puso precio a su cabeza
o algo así?

Linc se giró hacia el hombre. — ¿Ese tipo dice que trabaja para Mr. Edgeworth?
—Sí.

— ¿Llamaste a la oficina del senador para confirmarlo? ¿Por qué nadie


me llamó para preguntarme?

Reggie hizo una mueca, masajeándose la parte de atrás del cuello. —Linc,
hombre, yo sólo trabajo aquí. Yo asumo que mi manager habló con alguien.
—Si llegas algo como esto o si alguien aparece haciendo preguntas,
llámame —Dijo Linc, tendiéndole una tarjeta con su número en ella.

—Seguro. ¿Wyatt está bien, entonces?

Esa era una excelente pregunta. Linc no tenía idea. —Sí, él está bien. Todo esto
son las personas de la campaña de su padre. Les paga para ser paranoicos,
¿sabes?
Reggie asintió, aunque su expresión delataba que no sabía. Linc se giró,
buscando el número de Jackson y pinchando el botón de llamada.
—Avery —Dijo Jackson en forma de saludo.

169
— ¿Qué sabes de que Edgeworth contrató a un investigador privado para
sentarse en nuestro lobby?

Hubo una pausa larga. — ¿Hay un investigador privado en el lobby del


penthouse?
—Sí, el chico de recepción dice que el investigador privado afirmó ser
contratado por Edgeworth para vigilar el lugar. ¿Esto tiene sentido para ti? Si
iba a vigilar el lobby, ¿por qué no te contactó a ti? Tú te encargas de toda su
seguridad privada, ¿no?

—Ya te regreso la llamada.

Veinte minutos se arrastraron antes de que Jackson regresara su llamada. —El


asesor de imagen contrató al tipo.
— ¿Cuál es el problema de ese hijo de puta? Jamás he oído de un asesor
de imagen o publicista que se involucrara en las cosas. ¿Para qué este tipo
necesita un investigador?

—El senador recibió un correo electrónico que amenaza con exponer los
pecados de su hijo, declarando que tenían pruebas.

El repentino subidón de adrenalina causó un dolor agudo en el pecho de Linc. —


¿Qué pecados? ¿Qué demonios significa eso? Esto tiene que ser esa perra
Miranda del periódico. ¿No podemos hacer que se retire? ¿No puedes hacer
algunas llamadas?
—Es la primera vez que oigo sobre esto —No había pérdida de la
frustración en la voz de Jack —. Escucha, antes de que averigüemos qué pasa,
cuando ustedes dos dejen el edificio serán estrictamente profesionales. Mientras
más presión sienta Edgeworth sobre su campaña, peor será para todos nosotros.
Si alguien averigua que hay algo entre ustedes dos… todos estaremos jodidos.

Linc ni siquiera se molestó en negar que estaba pasando algo entre ellos. ¿Cuál
jodidos era el punto? Todos en su círculo íntimo ya lo sabían. Todos menos
Monty Edgeworth. Esto era un jodido desastre. —Entendido.
—Oye, una cosa más —Dijo Jackson con duda en su voz.

— ¿Si?

— ¿Por qué Charlemagne Hastings me envió una solicitud de amistad en


Facebook?

170
Veintiocho
Wyatt
Linc había estado al teléfono por horas, primero con Jackson y ahora con su
hermana. Wyatt no estaba espiándolo. No era su culpa que la voz de Linc se
colara desde el patio hasta su habitación. Claro, él podría haber estado sentado
detrás de la puerta donde la acústica era mejor, pero el punto era que Linc no
podía estar enojado con Wyatt por escuchar.
—Lo siento, El. De verdad. Encontraré a una nueva enfermera para la
noche así puedes dormir un poco.
Wyatt no estaba seguro de cuál había sido la respuesta de Ellie, pero no se
perdió de la tensión en la voz de Linc o el suspiro pesado que puntuó sus
palabras. Wyatt no podía imaginarse cuidando de alguien veinticuatro horas al
día, siete días a la semana, especialmente no a alguien con demencia severa.
Sonaba exhaustivo e ingrato en sus mejores días. Pero, ¿detener tu vida entera
para cuidar de una persona que te abandonó con una madre loca? Eso iba más
allá del desinterés, parecía bordear a lo masoquista. No era como si Wyatt
debiera señalar con los dedos. Él siempre estaba buscando formas nuevas y
creativas de hacerse daño a sí mismo.
— ¿Has oído de Davis de tu anterior trabajo? —Linc preguntó antes de
decir —. Ellie, estás comenzando a hacerte de renombre. Esto es una locura.
Ponlo en el hogar estatal que encontraste en Orlando y regresa a California.
Regresa a tu vieja vida. Odio que seas tú quien se lleva la peor parte de todo
esto.
Wyatt se preguntó cuánto costaban los cuidados permanentes de un paciente
con habilidades limitadas para cuidar de sí mismo. A Linc le pagarían un cheque
de seis dígitos solo por pasar el rato con Wyatt todos los días, y lo único que
hacían era asistir a esos aburridos eventos de caridad. Imaginó el costo de llevar
la vida entera de una persona, mantenerlo con vida… debía valer una fortuna
pequeña. Al menos tanto como el salario de Linc. Fue por eso que él aceptó
hacer del niñero de Wyatt.
La noción torció algo muy dentro de él. No era que a Wyatt le doliera el cheque
que Linc recibiría. Ese dinero no era por el sexo con Wyatt. En su cabeza lo
sabía. Pero una parte oscura dentro le susurraba que él solo era el medio para
un fin, un cheque con beneficios, y tan pronto como el cheque estuviera entre
sus manos, no volvería a escuchar de Linc jamás.
Wyatt agitó la cabeza. Por supuesto que no volvería a saber de él. Ese era el
punto. Ellos estaban teniendo una aventura. Incluso, aunque no fuera así, ¿Qué

171
haría Wyatt? Su padre jamás lo iba a liberar. No había mundo alguno en donde
él y Linc pudiesen estar juntos. Así era la forma en que el mundo funcionaba.
Mientras más pensaba en ello, Wyatt se tornaba más sombrío. Vagó hacia la
cocina, se hizo un sándwich de mantequilla de maní antes de apuñalar el bote
con el cuchillo y dejarlo puesto en el mostrador, como una advertencia hacia
todos los otros bocadillos para untar de que no se metieran con él. Se sentó en el
mostrador, desgarrando el pan en pequeñas piezas, pero sin llegar a comerlas.
En su lugar, frunció el ceño hacia la figura retirada de Linc, bajando la cabeza
cada vez que él se giraba y caminaba hacia atrás.
Su teléfono vibró contra el mostrador, captando su atención. Era un mensaje de
Charlie.
¿Arregló Linc lo de tu investigador privado escaleras abajo?
¿Lo había hecho? Wyatt no tenía ni idea. Linc le había dirigido cinco palabras si
acaso desde que regresó. Algo así. Todo lo que él dijo es que el tipo
trabaja para mi papá.
Charlie: ¿Arruiné un reventón perfectamente bueno para esto? Lucía
como si hubiese atravesado un túnel de viento para el momento en
que me encontré con Miguel. Qué imbécil. Debería enviarle la
factura. Espera. ¿Por qué tu papá contrató a un investigador
privado?
Wyatt: Joder si lo sé. Quise preguntarle a Linc, pero ha estado en el
teléfono por horas. Creerías que podía darme cinco minutos de su
tiempo, pero parece que no.
Tres puntos danzaron antes de que llegara el siguiente mensaje, sacudiendo los
nervios crudos de Wyatt. Oh, chico. Alguien está de mal humor. ¿Qué
pasó? Se veían bien en el desayuno.
El estómago de Wyatt se agrió. ¿Era así?. Eso fue antes. Esto es ahora.
Charlie: Uh-Oh. Wyatt pequeña nube negra de lluvia… Mi Wyatt
menos favorito. El Wyatt que toma decisiones estúpidas. No estás
planeando hacer algo estúpido, ¿verdad? Porque si es así deberías
guardarlo para la fiesta súper importante de tu padre mañana.
Wyatt: ¿Qué hay con esta fiesta que repentinamente se volvió mucho
más importante que las otras? Una semana atrás, era solo otro
evento.
Charlie: Mi mamá dijo que la prensa iba a estar allí porque le darían
un premio o algo así. Sea cual sea el premio, estoy segura que lo
compró.
Wyatt no pudo controlarse en rodar los ojos, incluso aunque no había nadie
para atestiguarlo. Su padre era capaz de hacerse pasar por un héroe. Él miró
hacia Linc, quién se plantó a sí mismo en las sillas del lounge al final del porche.
Se pellizcó el puente de la nariz mientras continuaba hablando con su hermana.

172
Charlie: ¿Hola?
Wyatt: Lo lamento, es solo que no sé qué decir.
El teléfono casi instantáneamente, el nombre Charlie titilando en la pantalla.
— ¿Sí?
Un sonido como ruido blanco llenó sus orejas antes de que Charlie dijera. —Me
estás asustando, Wyatt. ¿Qué pasa contigo?
— ¿Estás en un Uber?
—No, compré un auto —Dijo ella casualmente —. No cambies de tema.
¿Cuál es el problema?
Déjalo en que Charlie acaba de comprar un auto por impulso. — ¿A qué te
refieres? Ninguno —Mintió, su mirada extraviándose afuera una vez más.
— ¿Es tu papá?
Él usó su dedo acusador para hacer huecos en los restos de su sándwich
mutilado. —No. Quiero decir, no más de lo usual.
Hubo una pequeña pausa. —Entonces, es Linc.
Wyatt dejó caer la cabeza, su respuesta fue un murmullo duro, como si Linc de
alguna manera los hubiese oído. —No dije eso.
—No tienes que decirlo. Es él, ¿no es así? ¿Hizo algo mal? Ambos se veían
tan confortables en la mañana.
—Es eso. Estábamos… Estamos. Es solo… —Comenzó antes de caer en
silencio una vez más.
Charlie chupó el aire. —Oh, cariño. Estás enamorándote de él, ¿no es así?
Su risa fue dura, discordante incluso. — ¿Enamorándome? Más bien,
enamorado. Lo estoy. Estoy hundido hasta los glóbulos oculares. No es como si
importara. Pero lo hace. Imagínate, no puedo ni tener una aventura sin joderlo.
Una vez más, ella dudó. — ¿Has hablado con Linc sobre cómo te sientes?
— ¿Qué? ¡No! Nunca. Mis locuras no son sus problemas. Estoy seguro
que mi psicosis es ya mucho más de lo que él esperaba.
—Es protector contigo. Su respuesta podría sorprenderte.
Odió la lástima en su voz, como si ella fuera bastante optimista pero igual de
dudosa que él. —No tiene importancia. Nunca funcionaría. Linc solo estará aquí
hasta que pueda recibir su gordo cheque, entonces se irá a cuidar de su padre, y
yo seguiré aquí pretendiendo ser el hijo perfecto. ¿Cuál es el punto?
—El punto es, que no tiene que ser así —Ella chasqueó —. Podrías tener
una vida. No le debes una mierda a tu padre. Te lo he dicho millones de veces.

173
Vete, vive tu vida. Puedes venirte a vivir conmigo. Podemos volvernos
celebridades de YouTube y vivir del dinero de mis padres.
El estómago de Wyatt se agitó. Charlie no lo entendía. Él no podía vivir de
Charlie y su familia. Además, su padre tenía razón. Él no tenía ninguna
habilidad remarcable. Era impulsivo, argumentativo, incapaz de hacer siquiera
las tareas del hogar más fáciles. Wyatt ni siquiera sabía cómo escribir un
cheque. Su padre jamás lo dejaría ir, de todas formas. Pasaría todo el resto de su
vida acosando a Wyatt si él alguna vez intentaba alejarse. Esa mujer de la prensa
se encontraba ya pescando sobre el pasado de él. ¿Cuánto tiempo pasaría antes
de que se diera cuenta de que Wyatt era gay? El pensamiento no lo asustó tanto
como lo habría hecho antes, pero la furia de su padre sí lo hizo.
Por el rabillo del ojo vio a Linc levantarse y caminar hacia la casa.
—Me tengo que ir —No esperó a su respuesta antes de terminar la
llamada.
Afuera, el clima cambió tan rápido como lo hizo el humor de Wyatt. Nubes
negras borraban el sol, pintando el cielo entero de sombras grises, engranando
para la tormenta tardía del día. Linc deslizó la puerta de vidrio hasta cerrarla
tras él justo cuando el primer retumbar de los truenos rodaban por el cielo.
Linc arrugó el ceño cuando vio los restos del almuerzo de Wyatt, notando el bote
abierto de mantequilla de maní y el cuchillo pegajoso. —Limpia eso. Graciela
hace lo suficiente aquí sin tener que lidiar con mierda como esta. Lo sabes
mejor.
Linc no estaba equivocado, pero a él no le importó. —Ella es el ama de llaves. Se
le paga lo suficientemente bien para limpiar “mierda como esta”, es literalmente
su trabajo —Le recordó en un tono ligero.
Un estremecimiento se deslizó sobre Wyatt cuando la frente de Linc se levantó,
su voz bajando un octavo. — ¿Acaso pregunté por un debate? Límpialo. Ahora.
— ¿o qué? —Preguntó Wyatt, cruzando los brazos sobre su pecho como
un adolescente malhumorado.
Linc vino detrás de la barra, acechándolo sobre sus hombros. —Sabes, si quieres
que te castigue, podrías pedirlo amablemente —Murmuró contra su oído.
La polla de Wyatt se endureció en respuesta, escalofríos recorriendo su piel,
pero no había terminado. —No es siempre sobre eso —Espetó.
Linc giró el taburete hasta que estuvieron cara a cara. — ¿Entonces sobre qué
es?
El peso en el pecho de Wyatt regresó, aplastándolo. ¿Qué iba a hacer? ¿Por qué
presionaba sobre esto? Jamás obtendría la respuesta que quería. Necesitaba
aprender a disfrutar lo que tenía ahora.
—Nada, solo olvídalo.

174
Podía sentir la mirada de Linc quemar un hoyo en su pie, pero se negó a
mirarlo. —No lo olvidaré. Has estado temperamental por días. ¿Qué está
pasando contigo? Sólo háblame. Lo que sea que está en tu cabeza, solo… dilo.
— ¿Por qué sigues pretendiendo que te importo? —Wyatt quiso succionar
la pregunta de regreso en el momento en que dejó sus labios, pero era
demasiado tarde. Linc se congeló.
No estaba seguro de cuál de los dos se veía más horrorizado.
—Solo olvídalo —Susurró con el rostro en llamas.
Se deslizó fuera del taburete, agachándose por debajo del brazo de Linc y se
movió a hacer lo que él pidió. Wyatt sacudió los restos de sándwich hacia la
basura y limpió el mesón antes de colocar la tapa de la mantequilla de maní y
llevarla nuevamente gabinete.
Podía sentirlo observarlo mientras se movía, pero se negaba a mirar hacia
arriba, negándose a reconocer siquiera que él seguía allí de pie. No podía. El
silencio de Linc era un cuchillo retorciéndose en su corazón. ¿Qué había
esperado que le dijera?
Era una prueba del entrenamiento militar de Linc el que nunca lo escuchó
acercarse, no lo miró moverse siquiera, solo se encontró a sí mismo presionado
entre el cuerpo de Linc y el borde de la encimera ahora mordiendo inconfortable
contra su cadera.
Afuera, un trueno rugía y un rayo iluminó el casi negro cielo. La mano de Linc se
cerró alrededor de su garganta, y su otro brazo se encerró alrededor de su
pecho. Wyatt deseó que los brazos de Linc no se sintieran como casa.
— ¿Recuerdas el día en que inundaste la cocina? —Preguntó Linc
roncamente.
—Sí —Fue todo lo que manejó responder.
—Estábamos justo así. Estabas frenético… indignado… actuando como si
el lavaplatos te hubiese traicionado. Te deseaba incluso entonces. Eras hermoso.
Malcriado. Un completo mocoso. Eras la perfección absoluta —Sus labios
rozaron sobre la oreja de Wyatt, hasta su mejilla —. Te deseaba tanto que
contemplé renunciar. No podía imaginarme pasar los siguientes seis meses
tratando de mantener mis manos lejos de ti —Wyatt se derritió contra él, su
cabeza reposando en el pecho de Linc, presionándose a sí mismo hacia atrás
contra el pene medio duro —. En todo lo que podía pensar era en enterrarme
dentro de ti. Has estado debajo de mi piel desde el día uno.
Wyatt succionó una respiración cuando la mano sobre su pecho se hundió
debajo de la banda elástica de los pantalones de pijama, apretando su erección
rudamente y acariciándolo. No pudo luchar contra el gemido que se le escapó.
—Quería follarte justo así, inclinando sobre el mesón de la cocina
mientras me rogabas para que te llenara, te hiciera mío.

175
—Sí —Wyatt respiró, repentinamente deseando eso más que nada.
La mano de Linc se apretó en torno a su garganta. — ¿Eres mío ahora?
—Sí, daddy —Prometió con respiración dificultosa.
—Solo mío —Linc retumbó.
Solamente de él. Wyatt no se podía imaginar amando a alguien más de la forma
en que lo hacía con Linc, no importaba lo loco que sonaba. —sí.
Linc apretó más fuerte aún, cortando el suministro de aire de Wyatt, sus latidos
tornándose erráticos. —Sí, ¿qué?
—Sí, daddy —Manejó.
Linc le permitió respirar, masajeando su garganta. —Dilo.
Las palabras se sintieron como un voto. —Soy tuyo, daddy.
—Sí, lo eres. Mío. Solo mío —Masturbó a Wyatt un poco más pero
entonces su mano desapareció —. Desearía poder follarte aquí mismo.
Wyatt succionó una respiración. Necesitaba a Linc dentro de él ahora mismo, lo
necesitaba mucho más de lo que necesitaba el aire en sus pulmones —. Sí.
Hazlo. Jódeme. Aquí mismo. Muéstrame que soy tuyo.
—Todo lo que necesitamos se encuentra en la habitación.
—Eres un jodido Marin. Improvisa —Razonó Wyatt.
—Puedo improvisar lubricante pero no condones.
Wyatt miró sobre su hombro. —Soy negativo. Mi padre me hizo examinar
después de lo del mesero de catering. ¿Y tú?
Linc buscó en su rostro por un largo momento antes de asentir. —Sí, examinarse
es mandatorio en la milicia.
Wyatt tragó con fuerza, su lengua deslizándose sobre su labio inferior. Era
jodidamente estúpido, temerario inclusive. Pero él realmente estaba sano, y
confiaba en que Linc le estaba contando la verdad. —Entonces hazlo. Fóllame.
Justo aquí. Entra en mí. Márcame. Muéstrame que soy tuyo en todo sentido.
La única respuesta de Linc fue un rugido bajo, y entonces estaba jalando los
pantalones de Wyatt hacia abajo. Dejó que sus ojos se cerraran mientras Linc
mordía el lado de su cuello y su hombro, dejando que el dolor calmara sus lados
irregulares. Él no había dicho que le preocupaba, pero era lo suficientemente
cerca, lo suficientemente bueno, mucha más de lo que Wyatt se merecía.
Después de un momento, los dedos resbaladizos de Linc presionaron contra su
entrada.
Wyatt soltó una risa sin aliento. — ¿Eso es… aceite?

176
Siseó cuando dos dedos empujaron dentro de él. Joder. Jamás se cansaría de esa
sensación.
— ¿Eso es un problema para ti? —Preguntó Linc, trabajando sus dedos
dentro y fuera.
Wyatt se meció hacia atrás, gimiendo como una zorra. —No, daddy.
Linc río. —Eso pensé.
Trabajó a Wyatt abriéndolo primero con dos dedos, luego tres, pero no era
suficiente. —Estoy listo, daddy. Fóllame.
Linc azotó su trasero. —Yo decidiré cuando estés listo —Él gruñó, pero la cabeza
roma de su gruesa polla ya se encontraba reemplazando sus dedos, y entonces
solo hubo presión y llenura y la perfecta quemadura de su cuerpo
acomodándose para recibir la invasión de Linc.
No esperó a que Wyatt se ajustara, follándolo lo suficientemente duro para
poner a Wyatt de puntillas. Linc se deslizó dentro de él una y otra vez justo
como a Wyatt le gustaba, como si él estuviera allí solo para el placer de Linc,
como si solo él pudiera satisfacer sus necesidades y lo tomaría de Wyatt de la
forma que mejor le placiera. Tenía que ser feliz con esto, necesitaba apreciar a
Linc mientras todavía lo tuviera, necesitaba recordar cada momento.
—No te quedes callado ahora, chico —Ordenó Linc, agarrando las caderas
de Wyatt y cambiando el ángulo hasta hacerlo llorar —. Mucho mejor. Déjame
oírte.
La lluvia golpeaba las ventanas, combinándolo con el sonido de sus pieles
conectadas y el sonido irregular de sus respiraciones, pero Wyatt no podía
encontrar las palabras. Estaba perdido en el sentimiento, intentando memorizar
la esencia de Linc, su peso contra la espalda. Tenía unos meses adelante, pero de
alguna forma, esto se sentía como el final.
Condensación se formaba en las ventanas, encerrándolos en un bolsillo
confortable que lo hacía sentir como más, de alguna forma. Algo… real. La mano
de Linc se cerró alrededor del cuello de Wyatt de nuevo y él dejó de pensar, dejó
de preocuparse. Se concentró en su lugar en la presión constante sobre su
garganta y en la polla de Linc enviando sacudidas eléctricas a través de su
espina cada vez que rozaba su próstata. Su polla negligente goteaba con cada
embestida, pero sus manos se agarraban al mesón. Linc no le había dado
permiso. — ¿puedo tocarme, daddy, por favor?
—No —Linc consiguió decir a través de sus dientes apretados.
Wyatt lloró, moliéndose contra Linc. —Por favor, daddy. Estoy tan cerca.
—No dije que no podías correrte. Dije que no podías tocarte.
¿Linc esperaba que se viniera sin tocarse?
—N-No creo que…

177
—Puedes. Puedes, y lo harás. Si es que quieres correrte, eso es.
Linc liberó la garganta de Wyatt, su mano forzándole la cabeza hacia abajo
contra el mostrador antes de tomar sus caderas y comenzar a follarlo en cortas y
rápidas embestidas que tenían a Wyatt rodando los ojos atrás de su cabeza
mientras el placer incendiaba a lo largo de su columna, sus bolas apretándose
contra su cuerpo. —Oh… oh… eso es… oh, Dios. Sí. Más de eso. Oh, por favor.
Por favor. Necesito correrme, daddy. ¿Por favor?
—Puedes correrte siempre que quieras, bebé, siempre y cuando no te
toques.
Wyatt sollozó. No era capaz siquiera de formar palabras. Linc lo estaba
golpeando justo allí, haciéndolo todo bien. El calor se agrupaba en la base de su
espina dorsal, y Linc tiró de Wyatt contra él, agarrando su garganta lo suficiente
fuerte para cortarle la respiración.
—Córrete —Gruñó.
Su orgasmo azotó contra él como un bus escolar, sus rodillas cediendo mientras
pintaba los gabinetes con su corrida. Linc lo mantuvo en alto, sus caderas
sacudiéndose contra él implacablemente hasta que fue solo demasiado.
Wyatt apenas registró la voz ronca de Linc gritar mientras esperaba que su
mundo volviera a acomodarse. Cuando él besó entre sus omoplatos, Wyatt se
estremeció, sabiendo que la corrida de Linc lo había llenado. El pensamiento no
debió haber sido caliente. No debió haberle hecho sentir a salvo, visto, cuidado,
incluso amado… pero lo hizo.
Deseó poder que su corazón viera esto por lo que era, pero no supo cómo
hacerlo. Cuando estaba entre los brazos de Linc, no se sentía como una
aventura.
Se sentía como amor, y hacía que Wyatt quisiera llorar.

178
Veintinueve
Linc
Para cuando Linc limpió a Wyatt y se sentó en el sofá con su cena, había vuelto a
un silencio de mal humor. Linc no sabía lo que pensaba que conseguiría con el
sexo en la cocina aparte de acentuar el hecho de que Wyatt era, como dijo
Charlie, una "cosa sexual". Cuando le preguntó por qué Linc actuaba como si le
importara, se quedó helado. Era una jodida pregunta sencilla con una jodida
respuesta complicada.

Por supuesto que a Linc le importaba. Le importaba demasiado. Cuidar de


Wyatt era la cosa más fácil del mundo, pero cuidar de Wyatt era una serie de
minas terrestres. El niño necesitaba un guardián, alguien que lo cuidara, lo
vigilara, lo guiara. Linc quería ser ese alguien. Había querido decir todo lo que
había dicho. Wyatt era perfecto tal como era... pero sólo tenía veintidós años. Su
vida ni siquiera había comenzado. Linc se sentía como si tuviera cien años en un
buen día y su trastorno de estrés postraumático era impredecible. Linc no sabía
cómo darle a Wyatt lo que necesitaba cuando las vidas de ambos eran desastres
tan iguales pero opuestos. Aun así, podría haber dicho algo más tranquilizador
que "he querido follarte desde que te conocí", pero era demasiado tarde ahora.

Una vez que terminó de ordenar la cocina, se tumbó en el extremo opuesto del
sofá, con una pierna todavía apoyada en el suelo. Wyatt lo miró con recelo como
si estuviera esperando algo. Dios, Linc realmente la había cagado. —Ven aquí,
bebé.

Wyatt no vaciló, se lanzó hacia Linc y colapsó encima de él, su cuerpo se


acurrucó entre los muslos de Linc y con la cabeza en su pecho. Enterró su mano
en los rizos de Wyatt y dejó un beso en su cabeza, esperando transmitir con
acciones lo que no podía decir con palabras. Linc podría ser feliz con sólo tener
a Wyatt en sus brazos. Sus ojos se cerraron cuando la respiración de Wyatt se
niveló bajo sus palmas.

Se despertó con el sonido de la puerta traqueteando en el marco cuando alguien


trató de forzar su entrada al penthouse.

— ¿Por qué diablos está cerrado el cerrojo?

Wyatt se incorporó de un salto, los ojos muy abiertos al oír la voz de su padre, su
terror claro. El cerrojo en cuestión impedía que la puerta se abriera lo suficiente
para que el senador los viera, pero Linc le indicó a Wyatt mediante gestos que

179
fuera a su habitación de todos modos. Wyatt lanzó una última mirada de pánico
hacia la puerta antes de luchar para hacer lo que le pidió Linc.

Linc se puso de pie, pasándose los dedos por el cabello y asegurándose de que su
ropa no se viera demasiado arrugada. — Un momento, señor.

Cerró la puerta en la cara del hombre antes de soltar el pestillo y permitirle


entrar. Monty se enderezó la chaqueta como si el hecho de que le hubieran
negado temporalmente la entrada le hubiera causado lesiones físicas. — ¿Por
qué diablos estaba cerrada la puerta?

— Porque tenemos una reportera siguiendo a su hijo que ya pasó por la


recepción una vez y un investigador privado sentado en el vestíbulo. Pensé que
era mejor poner tantos obstáculos como fuera posible entre ellos y Wyatt...
señor.

El hombre soltó una risa sorprendida y le dio una palmada en el hombro a Linc.
—Sí, por supuesto. Eso tiene mucho sentido ¿Dónde está mi hijo?

Linc se frotó la nuca. —Acaba de terminar de comer y se fue a su habitación.


Creo que estaba hablando por teléfono con la chica.

—Ah, sí. La Srta. Hastings—. Respondió el senador, su boca cayendo en


las esquinas. —Realmente desearía que se mudara a Nueva York o Los Ángeles
con todas las otras aspirantes a estrellas de cine para que Wyatt pueda ajustarse
el cinturón y concentrarse en su carrera.

¿Carrera? Linc no podía imaginarse a su Wyatt en algún trabajo corporativo, sin


importar cuán bien se viera con un traje. No estaba destinado a esa vida.
Necesitaba ser creativo. Él era un artista. Linc sólo le dio una sonrisa tensa antes
de gritar, —Oye, niño, tu padre está aquí para verte.

Wyatt apareció en el pasillo con pantalones cortos y una camiseta verde del
mismo color que sus ojos, con un cepillo de dientes todavía en la boca. —Oye,
papá ¿Qué te trae por aquí? —. Preguntó, sin dejar de frotarse los dientes de
manera odiosa.

—En serio, Wyatt—. Se quejó el senador. —Me gustaría hablarte de


mañana por la noche.

Wyatt se acercó al fregadero de la cocina y escupió antes de enjuagar su cepillo


de dientes y dejarlo, dándole a su padre toda su atención. —Estoy escuchando.

El músculo de la mandíbula de Monty hizo tictac, sus fosas nasales se dilataron


ante la falta de respeto de Wyatt. Linc arqueó las cejas hacia Wyatt desde detrás
de su padre. Los labios de Wyatt se torcieron en una sonrisa abortada.
Realmente le encantaba presionar los botones de su padre, pero Linc no podía

180
culparlo ¿Quién no querría tener la oportunidad de atormentar a su
atormentador?

—Realmente necesito que tú y esa chica se comporten de la mejor manera


mañana. Habrá reporteros en todas partes y no puedo permitir que se repita lo
del año pasado.

Wyatt resopló. —Haré lo mejor para no sufrir un terrible accidente


automovilístico y casi morir.

—Hablo en serio, Wyatt. Si haces otra maniobra estúpida como el año


pasado, será mejor que termines el trabajo o lo haré yo por ti.

Wyatt se estremeció como si su padre lo hubiera golpeado. Linc apretó los


dientes, con las manos apretadas en puño a los costados. Algún día, Linc iba a
golpear a este hombre en la cara, se dijo a sí mismo por milésima vez. Se
aseguraría de que este hijo de puta pagara por cada onza de dolor que le había
causado a Wyatt en su vida. —No creo que esto realmente esté ayudando a la
situación.

Monty volteó la cabeza hacia Linc, espetando: —No te pago por pensar. Métete
en tus propios asuntos.

—Seguiré el juego, papá. No te preocupes —. Murmuró Wyatt, ahora


jugueteando con su cepillo de dientes. —Siempre lo hago.

Su padre puso los ojos en blanco. —No seas tan niña. Soy duro contigo porque
necesitas endurecerte, especialmente ahora. Mañana por la noche todo
cambiará, para los dos.

Wyatt miró bruscamente a su padre. — ¿Qué significa eso?

Su padre sonrió. —Ya lo verás. Sólo compórtate de la mejor manera, mantén a


esa chica bajo control y, por el amor de Dios, no te pongas de rodillas.

—Vaya, tan jodidamente elegante, papá—. Gruñó Wyatt, curvando los


labios. — ¿Eso es todo?

Su padre negó con la cabeza, decepción evidente en su expresión. —Eso es todo.

Tan pronto como la puerta del dormitorio de Wyatt se cerró de golpe, Monty se
volvió hacia Linc. —Quería darte las gracias, marine.

Linc mantuvo su rostro inexpresivo. — ¿Por qué, señor?

—Por cualquier milagro que hayas hecho en mi hijo. Todavía es un


pequeño imbécil irrespetuoso y un fenómeno de la naturaleza, pero lo ha hecho

181
bien en cada una de las reuniones familiares. Incluso tener a esa chica ahí nos
beneficia. A ellos les encanta tener algo de qué chismosear y si están cotilleando
sobre la inapropiada novia de mi hijo, no se preocupan por dónde ha estado
durante los últimos meses o si es secretamente un sodomita.

Lo mataré después. Lo mataré después. Linc se limitó a murmurar la frase una


y otra vez en su cabeza mientras Monty hablaba, tratando de sofocar el impulso
asesino que inundaba su sistema y dejaba un sabor metálico en su boca. — No
estoy seguro qué parte he tenido que jugar en eso... señor, pero mientras que
esté satisfecho con mi desempeño laboral.

Monty se rio entre dientes. —No seas modesto. Creo que tu disciplina militar es
exactamente lo que mi hijo necesitaba. Estoy agradecido.

Linc se mordió el interior de la mejilla mientras los pensamientos sobre las


muchas sesiones de disciplina de Wyatt llenaban su cabeza. —Feliz de hacer mi
parte, señor. Su hijo responde muy bien a una mano firme y límites duros.

Wyatt emitió un sonido ahogado en algún lugar de los recovecos de su


habitación. La pequeña mierda estaba escuchando a escondidas… otra vez.
Siempre estaba escuchando. Linc luchó contra el impulso de sonreír cuando la
frente de Monty colapsó en un ceño fruncido como si no supiera cómo
responder. —Bueno, sí, supongo que sí. Sólo... sólo sigue con el buen trabajo y
tal vez incluso haya una bonificación para ti, cuando esto termine.

Linc asintió y acompañó al senador hasta la puerta. El hombre se volvió como


para decir algo, pero Linc le cerró la puerta en la cara y aseguró la cerradura y el
pestillo. Fueron suficientes visitantes para un día.

***

Para una noche destinada a cambiar vidas, se sintió como cualquier otro evento
aburrido para recaudar fondos al que Linc se había visto obligado a asistir desde
que tomó este trabajo. Era el mismo pollo gomoso y la misma risa enlatada. Los
mismos chistes inapropiados hechos a expensas de los menos afortunados y
tolerantes mujeres mayores que manoseaban al chico que por derecho le
pertenecía a Linc. Incluso la misma música terrible llenaba el salón de baile. Si
Linc tuviera que escuchar una vez más alguna power ballad60 de los ochenta
tocada por una orquesta, podría arrebatarle el arco al violinista y cortarse su
propia garganta con eso.

60
Es un estilo de canciones del rock que eran frecuentemente incluidas en los álbumes del blues rock, del hard rock y
del rock and roll. El estilo fue desarrollado en los años 70, 80 y 90, y el estilo ha derivado en distintas formas. Este tipo
de baladas son más bien canciones de amor. A menudo hablan de temas sentimentales, como la angustia, la necesidad,
el amor o la pérdida.

182
Linc había cambiado un poco su rutina para frustrar a la horda de reporteros. Se
habían llevado el nuevo Land Rover61 de Charlie y Linc los había traído por la
entrada de servicio. Llegaron justo antes de la cena para minimizar la
interacción de Wyatt con los demás. El chico no estaba bien. Si estaba hosco
antes de la visita de su padre, ahora estaba completamente sensiblero. Había
pasado horas en el baño antes de irse, simplemente sentado en la bañera vacía
mirando a la pared. Linc no tenía idea de cómo ayudarlo.

No había nada que pudiera hacer ahora que estaban allí frente a todas esas
miradas indiscretas. Dado que el senador había invitado a la prensa, estaban
sentados dispersos entre los demás con sus mejores ropas, haciendo imposible
para Linc saber quiénes eran... todos excepto uno. La reportera del Miami Sun
estaba sentada en el centro del grupo y solo tenía ojos para Wyatt.

Linc solo podía pararse de espaldas a la pared con el resto del personal de
seguridad, con la mirada pegada a Wyatt que parecía estar a punto de vomitar
en su ensalada de remolacha. A su lado, Charlie dividió su tiempo entre hacer
comentarios incendiarios al resto de la mesa y lanzar miradas preocupadas en
dirección a Wyatt.

Ni siquiera estaba intentando jugar a los juegos de su padre. Atrás quedó el


Wyatt que sonreía, bromeaba e incluso coqueteaba con ancianas inofensivas.
Los comentarios de su padre ayer habían roto algo en Wyatt, algo que Linc no
estaba seguro de que alguien pudiera arreglar.

Hizo una mueca junto con los demás cuando un sonido se filtró a través de los
altavoces del techo seguido de un fuerte golpe en el micrófono. Una mujer se
aclaró la garganta y la gente se volvió en sus asientos para prestarle atención.
Linc nunca antes había visto a la mujer. Era una pequeña morena con cabello
castaño brillante y una gran sonrisa falsa que llevaba un vestido morado de
cuello alto que abrazaba su diminuta figura. —Disculpen, todos ustedes ¿Si
pudiera tener su atención por un momento? Gracias.

Una vez que todos se calmaron, continuó, presentándose a la audiencia como


Calliope Jenner, la asistente personal del mismo senador Edgeworth, antes de
hablar largamente sobre todo lo bueno que Monty había hecho por el Estado de
Florida y cómo ella no podía estar más orgullosa de trabajar para él. El hombre
del momento se sentó en la mesa en la parte delantera del escenario, sonriendo
radiante hacia la chica. La madre de Wyatt no parecía tan afectuosa.

—Pero basta de mí, ayúdenme a darle una cálida bienvenida al mismo


hombre, el senador Montgomery Edgeworth.

Aplaudió con entusiasmo, una sonrisa trastornada en su rostro hasta que un


puñado de otros se unieron. Monty se levantó, saludando como una reina de

61
Marca de auto

183
belleza antes de subir al escenario. Wyatt había dicho que el hombre recibiría
algún tipo de premio esta noche, aunque Linc no podía imaginar para qué
¿Tenían el premio al más grande idiota del mundo? La mayor parte del Estado
odiaba las tripas del hombre.

—Gracias. Gracias. Es genial ver a todos aquí esta noche. Especialmente a


ti, Ted. Todavía me debes cien dólares de nuestro último juego de golf. Espero
que hayas traído tu chequera —. Todo el mundo se rio de su tonta broma. —
Todos ustedes piensan que estoy bromeando. Él es un golfista terrible —. Su
sonrisa se desvaneció. —No, pero en serio, amigos. Me temo que los he traído
aquí bajo falsas pretensiones. Sé que piensan que esto es solo otra recaudación
de fondos para mí, que lo es, pero esta noche nos reunimos por otra razón, para
honrar a mi querido amigo, Victor Osborne, y celebrar todas las contribuciones
que ha hecho para que Florida vuelva a ser grande, la clase de Estado que
encarna nuestros ideales y nuestra visión del futuro. Así que, únanse a mí para
darle la bienvenida al escenario para recibir el premio Florida Visionary Award
2019.

Esta vez el aplauso fue atronador. La sangre drenó del rostro de Wyatt. Los ojos
de Charlie se posaron en Linc, su mano se posó entre los hombros tensos de
Wyatt. La sangre de Linc corrió en sus oídos mientras miraba al violador de
Wyatt, sonriendo y saludando desde el escenario. Eso es lo que era. Un jodido
violador, y si Linc se quedaba cinco segundos a solas con el hombre, le
arrancaría la garganta sin pensarlo dos veces.

El hombre hizo un gesto para que todos se callaran. —Gracias. Muchas gracias a
todos. Si bien esta noche se trata del buen senador y de hacer todo lo que está en
nuestro poder para que sea reelegido y mantener a ese hippie fuera del cargo,
quiero compartir algunas noticias emocionantes. El Ministerio Luz de Dios
realmente ha recibido una multitud de bendiciones este año. Ustedes, y otros
como ustedes, han abierto sus corazones y sus billeteras y gracias a sus
generosas donaciones, nos sentimos honrados de anunciar que estamos
expandiendo nuestros campus para incluir el norte de Florida, Georgia,
Tennessee y las Carolinas. Los niños y adolescentes de todo el país ahora
vendrán y aprenderán de la palabra de Dios, recibirán la disciplina y la atención
que necesitan para alejarse de los pecados del mundo secular y crecerán para ser
buenos hombres y mujeres cristianos temerosos de Dios.

Hubo algunos aplausos, pero Víctor examinaba a la multitud como si buscara a


alguien. A Linc se le cayó el estómago. Wyatt. Cuando encontró a Wyatt, blanco
como un fantasma y sudando, le dedicó una sonrisa resbaladiza que hizo que a
Linc se le erizara la piel y enviara su ritmo cardiaco al techo.

—Wyatt, levántate, por favor.

Wyatt miró a su alrededor en confusión, su mirada fijándose en su padre quien


estaba de pie en las sombras del escenario. Una mirada de su padre lo hizo

184
ponerse de pie abruptamente. Charlie tomó su mano, entrelazando sus dedos
para ocultar su temblor.

Víctor levantó la mano para bloquear las luces del escenario, estrechando sus
ojos hacia Wyatt. —Ahí está. Muchos de ustedes no lo saben, pero Wyatt pasó
todos los veranos en el ministerio durante la escuela secundaria, trabajó de
cerca conmigo no solo como un estudiante devoto sino como una especie de
pasante, trabajando los programas tal como lo hacían los otros estudiantes.
Parece adecuado ahora que me ayude a expandir nuestro alcance. Espero
trabajar estrechamente contigo en el futuro.

Wyatt se quedó paralizado el tiempo suficiente para que Víctor alzara su copa en
un brindis y para que los demás hicieran lo mismo, pero tan pronto como Víctor
abandonó el escenario, Wyatt soltó la mano de Charlie y trastabilló hacia las
puertas del salón de baile.

Charlie lo vio irse, perdido en cuanto a lo que acababa de suceder. —Supongo


que no fue el premio de Monty después de todo—. Murmuró mientras llegaba al
lado de Linc. — ¿Qué carajos me estoy perdiendo? ¿Qué está pasando?

—No lo sé, pero necesito encontrarlo ¿Puedes intentar interferir con su


padre?

—Hecho.

185
Treinta
Wyatt

Wyatt tomó una copa de champán de una camarera mientras pasaba, bebiéndola
antes de tomar otra de un camarero diferente, un hombre con cabello oscuro y
rizado que le sonrió mientras tomaba su copa vacía. Wyatt no le devolvió la
sonrisa. Se mantuvo en alerta, tratando de encontrar el baño más cercano.
Debería haberlo visto venir. Debería haber mantenido la guardia alta, pero estaba
tan jodidamente cansado. Estaba cansado de los juegos y cansado de sufrir. Todo
era demasiado.
Localizó el letrero que apuntaba hacia el baño, haciéndole señas a otro camarero
al pasar, bebiendo su tercer vaso. No estaba lo suficientemente perdido para lidiar
con nada de esto. Estaba a mitad de camino del restaurante cuando vio a Miranda
caminando hacia él con un vestido de cóctel negro y tacones de aguja altísimos.
No jodidamente ahora.
—Sin comentarios —, espetó, tratando de hacer a un lado al reportero.

Ella inclinó la cabeza, luciendo confundida. —Realmente no te entiendo. Creía


que te encantaría la publicidad gratuita. Estoy seguro de que tu padre y Victor
Osborne lo harían. Tu padre te acaba de entregar las llaves de un reino, pero luces
como si alguien le disparó a tu cachorro.
—Déjeme en paz, señora. ¿No tiene mejores cosas que hacer que
preocuparse por mi vida? — Él siguió adelante, dejándola atrás.

—Parece una gran responsabilidad para un joven de veintidós años con


antecedentes, pero supongo que cuando tu papá es senador, cosas así se esconden
bajo la alfombra.

Wyatt se detuvo en seco ante sus palabras y se dio la vuelta. — ¿Así que, lo sabes?
Ella le sonrió, alzando una ceja perfectamente cuidada. — ¿Acerca de tus
múltiples DUIs62? ¿Tu arresto domiciliario? ¿Acerca de cómo de alguna manera
tu padre logró enterrarlo? Sí, lo sé. También tenemos investigadores privados.
Wyatt negó con la cabeza, sintiéndose atrapado. — ¿Por qué está haciendo esto?
¿Por qué está tan preocupada por mi vida? ¿Qué le hice?

62
Acta municipal a causa de conducir alcoholizado.

186
Miranda se burló. — ¿Qué hiciste? Ustedes, hombres blancos con dinero, pueden
usar su privilegio como si fuera una armadura de teflón. Nada se pega a chicos
como tú y tu padre. Sus políticas bárbaras nunca tocan a personas como tú... solo
afectan a personas como yo. Gente de color. La comunidad LGBT. Mujeres. Tipos
como tú siempre tienen papis que compran la manera de salir de las DUIs y que
les consiguen trabajos elegantes para los que no están calificados. Nadie siente
lástima por ti.
—Váyase a la mierda, señora —, fue todo lo que Wyatt pudo manejar.

Una vez en el baño, se encerró en el último cubículo, presionando su cabeza


contra el frío de la puerta. Metió la mano en el bolsillo y la cerró alrededor de ese
pequeño trozo de papel que había sacado de encima del botiquín antes de salir de
casa. Se quitó la chaqueta del traje, la dejó caer al suelo y se subió la manga del
brazo izquierdo. Desenvolvió la hoja, parpadeando a través del sudor y las
lágrimas. Solo necesitaba un corte. Solo uno, lo suficiente para aliviar el dolor,
para sacarse el veneno y hacer que la presión desaparezca.
— ¿Wyatt?

Víctor. El estómago de Wyatt dio un vuelco. ¿Víctor lo había seguido? Se movió


más adentro del cubículo, necesitando tanta distancia entre ellos como fuera
posible. Quizás si Wyatt se quedara callado, simplemente se iría.
—No seas tímido. Te vi entrar aquí. Quería ver si estabas bien. No te veías
tan bien. ¿Bebiste demasiado? — preguntó.

—Estoy bien —, murmuró incluso cuando su estómago se revolvió y su


agarre en el lado seguro de la hoja se apretó.

Él estaba justo fuera del cubículo ahora. Wyatt podía ver sus mocasines negros
asomando por debajo de la puerta. — ¿Te gustó mi sorpresa? Tomó algo de
convencimiento y una gran donación a tu padre para que vea la lógica de mi
elección, pero siempre he sabido lo especial que eres. Siempre.
¿Fue idea de Víctor? Víctor, literalmente, lo había comprado a su padre. Su padre
no tenía idea de lo que realmente quería Víctor, pero ni siquiera estaba seguro de
que hubiera importado. Wyatt respiró hondo por la nariz para evitar vomitar. No
lo haría. Nunca ayudaría a someter niños a la mierda por la que él pasó. Moriría
primero. Pero Wyatt no dijo nada de eso. No pudo decir nada en absoluto. Se
quedó allí, temblando. Su piel estaba en llamas, pero estaba congelado.
—Pensé que estarías emocionado de volver a mí. Siempre fuiste un
estudiante tan devoto. Tan ansioso. Siempre fuiste mi favorito —. Se rio a pesar
del silencio de Wyatt. —Lo sé, se supone que no debo tener favoritos, pero los
tengo.
Tengo. Tiempo presente. Le estaba haciendo a otros niños las mismas
cosas que le hizo a Wyatt. —Estás jodidamente enfermo. ¿Cómo mierda vives

187
contigo mismo? Tus sesiones de tortura no funcionan. Nunca lo han hecho —
escupió Wyatt, reprimiendo el sollozo que amenazaba con burbujear.
Víctor parecía encantado de haber obtenido una respuesta. —Bueno, ahora. Eso
simplemente no es cierto. Mírate. Tienes una hermosa novia. Estás a punto de
tener una carrera lucrativa. Tu padre está a punto de ser reelegido. Todo está
funcionando para ti. Me gustaría pensar que jugué un papel en eso.
El corazón de Wyatt latía contra sus costillas, la sangre le subía a los oídos. —
¿Crees que las cosas que me hiciste… las cosas que me hiciste hacer… crees que
de alguna manera cambiaron quién era? La oración no me cambió. La maldita
mierda enfermiza que me hiciste... la mierda que probablemente todavía le sigues
haciendo a otros chicos como yo... no me cambió. Dios no podría hacer que yo no
fuera gay más de lo que podría hacer que tú seas menos un maldito monstruo.
La puerta traqueteó cuando Víctor se apoyó contra ella. —No tengas celos. Nunca
toqué a esos otros chicos... no se parecían en nada a ti... solo eras tú a quien no
pude resistir. No finjas que no te gustó. Regresaste una y otra vez. Lo que tuvimos
fue especial. Aún podríamos tenerlo. Nadie tendría que saberlo jamás.
Wyatt golpeó con el puño la puerta del cubículo. —Aléjate de mí.
La puerta del baño se abrió. — ¿Wyatt?
— ¿Linc? — se las arregló, el alivio inundó su sistema hasta que se sintió
mareado.

—Estamos en medio de una conversación—, dijo Víctor.

—Y ahora no lo estás —, dijo Linc. —Vamos, Wyatt.

Wyatt miró la navaja que tenía en la mano, la volvió a doblar con cuidado en el
papel y la metió en su bolsillo. Dejó su chaqueta en el piso del baño, necesitando
alejarse lo más posible de Víctor.
Linc lo agarró por la parte superior del brazo y tiró de él hacia la puerta. Víctor
agarró su otro brazo. Wyatt respiró sobresaltado.
Linc se volvió y su mirada se posó en la mano de Víctor sobre el brazo de Wyatt.
—Tienes dos segundos para quitar la mano de él antes de que te la arranque de tu
maldito cuerpo y te golpee hasta la muerte.
El hombre mayor palideció, liberando a Wyatt instantáneamente.
Linc lo tomó del brazo una vez más, tirándolo por el vestíbulo y arrastrándolo a
una pequeña sala de conferencias desierta justo antes de la salida de incendios.
Tan pronto como la puerta se cerró de golpe, la espalda de Wyatt golpeó la pared
y se deslizó por ella, apoyando los codos en las rodillas. —Ya no puedo hacer esto,
Linc. No puedo. No puedo trabajar para ese hombre. Esa reportera, ella sabe
sobre mis DUIs. Ella me expondrá, le contará a todo el mundo lo que hice, y ni
siquiera me importa. Estoy tan jodidamente cansado. Estoy tan cansado de todo
esto.

188
Linc se arrodilló a su lado y tomó su rostro entre las manos. —Di la palabra y está
hecho, bebé. Podemos irnos ahora mismo. Encontraré a Charlie y todo habrá
terminado.
Wyatt negó con la cabeza. Linc no podía hablar en serio. —No te haré eso.
Necesitas este dinero. Tú y Ellie lo necesitan para tu papá. Solo necesito un
minuto. Estaré bien. Solo necesito respirar. ¿Por qué es tan difícil respirar?
—Porque estás teniendo un ataque de pánico. Encontraré otra forma de
pagar el cuidado de mi padre. No voy a dejar que te quedes aquí. No a riesgo de
su salud... tu cordura. Jesús, Wyatt. No vas a trabajar para el hombre que te violó
durante años. Eso es una locura... Haré que Jackson me busque otro trabajo.

Wyatt contuvo el aliento en un sollozo, sacudiendo la cabeza. —No merezco este


dolor de cabeza, Linc. No lo merezco. Créeme. Nunca voy a dejar de estar jodido.
Es solo una parte de quien soy ahora. Solo soy un desastre. Siempre seré este gran
desastre. Soy una mala inversión.
El corazón de Wyatt se hundió cuando Linc se puso de pie.
—Levántate.

Wyatt miró hacia arriba. — ¿Qué?

—Te di una orden. Párate.

Wyatt hizo lo que le ordenó Linc, a pesar de que sus rodillas temblaban.

Linc apartó el cabello de Wyatt de su rostro. — ¿A quién perteneces?

Una extraña calma se apoderó de Wyatt, sus párpados entreabiertos. —A ti,


Daddy.
— ¿Quién hace las reglas?

—Tú las haces, Daddy.

—Así es. Yo hago las reglas. Me preocupo por las cosas grandes. ¿No te
cuido siempre?

Él lo hacía. Linc siempre estuvo ahí. Él se encargó de todo. —Sí, Daddy.


—Así es. Siempre. Yo siempre cuidaré de ti. Si estás jodido, yo estoy jodido
también. Pero estoy aquí. Estoy aquí y no voy a ir a ninguna parte. No dejaré que
nadie te lastime.

—Te amo—, soltó Wyatt antes de taparse la boca con la mano.

Linc apartó la mano de Wyatt y lo besó hasta que se quedó sin aliento.

189
¿La gente llegaba a ser feliz en la vida real? ¿Podría Wyatt ser feliz? ¿Podría
simplemente alejarse de su padre y su dinero y vivir una vida con Linc? ¿Una vida
libre de las exigencias e insinuaciones de su padre? Mantenerse alejado de sus
rodillas. Eso es lo que dijo anoche. Como si el único resultado concebible fuera
Wyatt de rodillas.
Que se joda.
Se dejó caer ante Linc, mirándolo como lo había hecho tantas veces antes, sus
manos abrieron hábilmente los pantalones de Linc.
—Wyatt... —comenzó Linc, pero luego gimió cuando los labios de Wyatt se
sellaron alrededor de su polla. —Joder, esto no es una buena idea.

Wyatt cerró los ojos, concentrándose solo en ese sabor salado de la piel de Linc y
el peso de su polla mientras se endurecía por Wyatt.
El metal raspó cuando la pesada puerta de la sala de conferencias se abrió. —Esa
reportera dijo que estabas aquí. La gente está mirando...Jesucristo, Wyatt. ¿Qué
carajos?
Linc hizo que Wyatt se pusiera de pie y se apresuró a subir la cremallera de sus
pantalones antes de volverse hacia el padre de Wyatt. Monty miró de un lado a
otro entre los dos. — ¿Has… has estado violando a mi hijo en mi maldita casa?
¿Mientras te pagaba? ¿Eres... pero eres un Marín? ¿Un veterano de guerra
condecorado? ¿Cómo... te sedujo mi hijo?
Wyatt no pudo evitar el jadeo que se le escapó. — ¿En serio, papá? ¿De verdad
crees que así es como funciona todo esto?
Linc empujó a Wyatt detrás de él. —Wyatt no me sedujo... Yo lo seduje —, le dijo
Linc al senador, cruzando los brazos sobre el pecho como si desafiara al senador
a decir lo contrario.
—Tú. Estás jodidamente despedido. Lárgate de aquí. Y no creas que
recibirás un centavo de mí ahora.

—Papá, no puedes hacer eso. Necesita ese dinero.

—Entonces debería haber pensado en eso antes de convertir mi hogar en


Sodoma y Gomorra —. Miró a Linc. —Lárgate de aquí, joder. Ve a sacar tu mierda
de mi casa y no vuelvas.

La mandíbula de Linc se apretó, sus ojos acerados. —No me iré sin Wyatt.
Monty parecía confundido por la declaración de Linc. —Oh, ya entiendo. Crees
que puedes usar a mi hijo por su herencia. Eso nunca sucederá. Mi hijo nunca
verá ni un centavo de su fondo fiduciario si no se alinea.
Wyatt explotó. No podía jodidamente escuchar ni una palabra más —. No quiero
tu maldito dinero, papá. Eso nunca me ha importado una mierda. Solo quería que
me aceptaras, que me amaras. ¿Cómo no puedes entender eso? No elegí la forma

190
en que soy, solo lo soy. No puedes echarme la culpa. No me lo puedes sacar a
golpes. Demonios, tu amigo Víctor ni siquiera pudo hacerlo torturándome. ¿No
puedes simplemente amarme? Soy tu hijo —. Odiaba la forma en que se le quebró
la voz, que las lágrimas se le escaparan de los ojos. Su padre no se merecía su
dolor.
— ¿Amarte? Tú no vales mi amor. Te niegas a alejarte de este estilo de vida
pecaminoso. Nunca lo aceptaré. No perderé mi tiempo amando a un hijo que
nunca veré en el más allá. Estás escupiendo en el rostro de Dios. Lo que estás
haciendo es... inmoral. Antinatural. Simplemente está mal.

Wyatt no había pensado que pudiera sentirse peor de lo que se había sentido, pero
su padre sabía exactamente dónde apuntar para infligir el mayor daño. Los oídos
de Wyatt se llenaron con el sonido de su propio corazón rompiéndose. Su padre
realmente nunca lo amaría. Nunca.
—Vamos, Linc.

Linc lo tomó de la mano y lo condujo hasta la puerta. Wyatt se dio la vuelta justo
cuando Linc abría la puerta, una idea formándose. —Le pagarás a Linc cada
centavo de su salario o lo haré público.
—Te vas de aquí de la mano con él. ¿De qué otra manera podrías
humillarme más?

— ¿El abuso?

— ¿Abuso? Por favor, necesitabas endurecerte.

— ¿De verdad crees que así es como se verá en la prensa? —preguntó


Wyatt.

Él se burló. —Nadie te creerá.


—Charlie es una excelente fotógrafa. Apuesto a que a esa reportera le
encantaría ver esas fotos. Le encantaría mostrarle al mundo quién eres en
realidad —, mintió Wyatt. No había fotografías.

El rostro de su padre se puso blanco. —No te atreverías.

—Pruébame, joder —, respondió Wyatt.

Su padre avanzó hacia él. Wyatt dio un paso atrás, pero entonces Linc estaba allí.
—Dame una jodida razón para patearte el trasero. Sólo dame una razón.
Wyatt se estremeció ante la malicia en el tono de Linc. Monty se tambaleó hacia
atrás, claramente tomando la palabra de Linc.

191
Linc tomó la mano de Wyatt y lo condujo de regreso al vestíbulo. Metió la mano
en el bolsillo y sacó las llaves de Charlie. —Sal por la entrada de servicio, tal como
entramos. Encontraré a Charlie y nos largaremos de aquí. ¿Okey?
Wyatt asintió bruscamente, mirando las llaves como nunca las había visto antes.
Vio a Linc desaparecer en el abarrotado salón de baile, su mirada se enganchó en
la reportera de antes… Miranda. Estudió a Wyatt, sus ojos ahora menos
acusadores, más… algo más… confundidos, ¿tal vez? Wyatt no podía preocuparse
por ella ahora.
Se abrió paso por los pasillos traseros que corrían detrás de las cocinas, abrió la
puerta y se adentró en el calor opresivo de la noche. Lo golpeó como una manta
mojada. La adrenalina surgió a través de él mientras los acontecimientos de la
noche se arremolinaban en su cabeza. Buscó a tientas el llavero cuando encontró
el auto de Charlie justo al frente.
Wyatt abrió la puerta del lado del conductor, presionando el botón para encender
el motor. Suspiró ante la ráfaga de aire gélido que golpeó su cuerpo
sobrecalentado. Cerró los ojos, el mareo se apoderó de él cuando esas tres copas
de champán que bebió se apoderaron de él. ¿Qué acababa de hacer?
¿Chantajear a su padre? ¿Irse con Linc? ¿Qué pasaría ahora? No tenía nada. Se
iba sin nada.
Solo Linc.
Linc era suficiente. Linc lo era todo. ¿Pero era él todo para Linc? ¿Linc se
arrepentiría de esto en una semana? ¿Un mes? ¿Un año? Se le revolvió el
estómago. Sacó la navaja de su bolsillo. Solo necesitaba una liberación. Solo un
pequeño corte para deshacerse del veneno, para amortiguar el pánico que le
robaba el aliento de los pulmones. Se subió la manga una vez más, las manos
temblando mientras presionaba la hoja justo debajo de su bíceps, lo
suficientemente cerca de su cuerpo para ocultar el corte.
Siseó cuando su piel se partió, una mano saltando cuando un fuerte ruido lo
sobresaltó. Soltó una carcajada al darse cuenta de que su codo había golpeado el
claxon, pero frunció el ceño cuando el carmesí trazó un arco en el aire, salpicando
sobre el interior de cuero blanco de Charlie una y luego otra vez. Parpadeó
estúpidamente ante el corte en su brazo y la sangre brotando de él como una
película de terror. Dio una palmada sobre ella, pero no ayudó.
Casi instantáneamente, su pecho dolió y su visión se volvió borrosa, como si
mirara el mundo a través del fondo de un pozo. Trató de salir del asiento, buscar
a Linc, gritar por ayuda, pero resbaló, su cuerpo se estrelló contra el asfalto y su
cabeza rebotó en el suelo. Eso dolería más tarde. Miró la farola mientras el mundo
comenzaba a desvanecerse.
— ¿Wyatt? Oh Dios. Llama al 911 —. Linc. Linc estaba ahí. Linc lo haría
mejor. Wyatt sintió que lo tiraban y jalaban y luego algo le apretó el brazo con
tanta fuerza que pensó que tal vez se lo estaban arrancando.

192
La voz asustada de Charlie llenó sus oídos. —Necesitamos una ambulancia. Por
favor. Apúrense. Estamos en…
Se estaba desvaneciendo. —Wyatt, quédate conmigo. ¿Qué has hecho? Oh,
Dios. Oh, joder. Bebé. Quédate conmigo. ¿Qué hiciste? Te amo. Quédate conmigo.

¿Linc estaba llorando? Debe ser terrible si Linc estaba llorando.


— ¡Wyatt! — ¿Por qué Charlie estaba gritando?

Todo se volvió negro.

193
Treinta y Uno
Linc
Linc observaba la sangre revistiendo sus manos. Había demasiada. Saturó sus
ropas e incluso sus zapatos. La sangre de Wyatt. Charlie se sentó a su lado en el
banco, pero su atención estaba focalizada en sus padres a unos metros alejados
hablando entre ellos. Cuando los llamó, lo dejaron todo. Trajeron un cambio de
ropa para ella y se quedaron para asegurarse que Wyatt estuviera bien.
¿Estaba bien? Había estado en cirugía por horas. “Laceración en la arteria
braquial. Severa pérdida de sangre. Touch and go 63.”. Linc había intentado
concentrarse en las palabras del médico, pero seguía devolviéndose a Wyatt
tirando en el pavimento, la vida escapándose de él. Se veía tan asustado, y solo se
aferró a Linc hasta que perdió la consciencia. El doctor dijo que tenía suerte de
seguir con vida… Que si no lo hubiesen encontrado… Si no hubiesen usado el
cinturón de torniquete en el brazo de Wyatt… él podía haberse desangrado allí,
justo en la calle. Linc podría haberlo perdido para siempre.
Le ofrecieron a Linc una bata así podía removerse las ropas ensangrentadas, pero
él se negó. No iba a moverse de ese lugar hasta que le dijeran que Wyatt estaba
bien.
—Tiene que estar bien —Murmuró Linc debajo de su aliento.
—Lo estará —Prometió Charlie —. Lo estará —Dijo de nuevo, como si
intentara convencerse a sí misma.
Las puertas automáticas de la sala de espera se abrieron, y todos alzaron la vista
hacia la conmoción. Las fosas nasales de Linc se ensancharon. Monty caminó
hacia el mostrador como si fuera dueño del lugar, el interno vestido de púrpura
oscuro tras sus talones así como dos hombres vestidos de trajes.
¿Dónde jodidos había estado todo este tiempo? Charlie había estado llamándolo
por horas.
Ella se levantó, apresurándose a encontrarse con él. —Wyatt sigue en cirugía.
— ¿Qué pasó? —Espetó.
Las manos de ella cayeron a ambos lados. —Estaba sangrando mucho por un corte
en el brazo.

63
“Touch&Go” se utiliza para mencionar una situación de la que no se tiene certeza. El término se usa
también en español. Por ejemplo: “Ahora está bien la situación, pero fue touch and go durante un
tiempo.”.

194
— ¿Te aseguraste de que lo admitieran bajo un nombre falso? —Preguntó,
sin reconocer la declaración anterior.
Charlie tropezó hacia atrás. — ¿Qué?
—Un nombre falso. ¿Usaron un alias así podemos mantener esto en
secreto?
El rostro de Charlie se torció, enfurecida. — ¿Siquiera te importa si va a vivir?
Monty rodó los ojos. —Oh, por favor. No seas una niña. Ambos sabemos que él se
hizo esto a sí mismo —Dijo, despidiéndola y girándose hacia la mujer detrás del
escritorio —. Perdóneme, jovencita. Necesito hablar con usted —La enfermera
detrás del escritorio movió los ojos hacia arriba cuando él golpeó el mostrador.
—Estoy al teléfono —Le dijo, señalando el recibidor como si él fuera un
idiota.
— ¿Acaso sabes quién soy yo?
—Dr. Levkoff, lo llamaré después —Murmuró antes de bajar el teléfono y
sonreír al senador —. Sí, señor. Sé exactamente quién es usted. Es el hombre que
se salió con la suya al robar cientos de millones de dólares de la compañía dueña
de este hospital. Usted es la razón de que la mitad de nosotros no recibimos un
aumento y por qué nos encontramos tan gravemente faltos de personal. Sé
exactamente quién es.
La expresión del hombre hubiese hecho reír a Linc en otro momento.
— ¿Cómo se atreve? Quiero hablar con su supervisor.
Ella miró hacia su etiqueta, jalándola hacia adelante hasta que estaba
prácticamente reposando en su nariz. —Soy la supervisora, señor.
Él se burló. —Necesito hablar con un médico o un administrador, alguien lo
suficientemente mayor para beber, preferiblemente un hombre.
La enfermera hizo rodar sus ojos pero se fue a cumplir. Momentos después, una
mujer de apariencia severa con un moño y lentes de lectura se acercó al senador.
—Mi nombre es Angelica Phipps. Soy la administradora. ¿Cómo puedo ayudarle?
—Admitieron a mi hijo bajo su nombre real. Necesitamos cambiarlo de
inmediato. También quiero actualizaciones de la condición de mi hijo en
intervalos regulares. Necesitan cerrar esta ala del hospital, y necesitan alertar a
seguridad para que nadie de la prensa se le sea permitida la entrada en el campus
del hospital.
La mujer miró hacia él por sobre los bordes de los lentes. —Senador, no estoy
segura exactamente de donde piensa que está, pero por aquí no trabajamos así.
Estaré feliz de conseguirle la actualización del estado de su hijo, y hablaré con el
personal de tecnologías para la información sobre ponerle un alias para proteger
su privacidad, pero con todo respeto, pienso que ese barco ya ha zarpado. Quizás
su tiempo estaría mejor gastado en preocuparse si él logrará salir de la cirugía.

195
Ella no esperó por su respuesta, girándose a murmurar algo a la enfermera detrás
del escritorio antes de desaparecer detrás de otro set de puertas dobles.
—Necesitamos adelantarnos a esto —Le dijo a la chica de púrpura —.
Pon a Gerald en el teléfono ahora mismo. Necesitamos sacar un comunicado de
prensa. Diremos que fue un accidente, que se cortó a sí mismo con un pedazo de
metal dentado.
Ella tomó notas, asintiendo como una muñequita. — ¿Deberíamos esperar hasta
saber su condición?
Él agitó la cabeza. —No, los medios de comunicación probablemente ya están
especulando. Honestamente, en cuanto a publicidad, sería mejor para todos
nosotros si no sobreviviera.
Ambas, la enfermera detrás del escritorio y la pasante, succionaron una
respiración sorprendida ante el comentario cruel.
Linc no recordó haber dejado el asiento, no recordaba como Monty terminó en el
suelo, pero él disfrutó de la sensación de sus puños conectando con el suave rostro
pastoso, los gruñidos de dolor y el sonido satisfactorio de su nariz rompiéndose
debajo de sus manos. Personas tiraron de él, intentando liberar al senador, pero
eran mosquitos zumbando alrededor de él, más una molestia que un obstáculo.
Montgomery Edgeworth se merecía todo esto y más, y Linc agregaría felizmente
la sangre de este hombre a la de Wyatt.
Charlie estaba gritándole, sus puños golpeándole el hombro. — ¡Linc, detente! No
vale la pena. Oh, Dios mío. Vas a matarlo. ¡Detente! Esto no está ayudando a
Wyatt.
Wyatt. Wyatt estaba en cirugía. Wyatt podía morir. Joder.
Miró hacia abajo al rostro ensangrentado de Monty, cualquier satisfacción que
sintió se esfumó bajo la realidad de la situación. Dejó que dos hombres tiraran de
él.
Jesús, no podía perder a Wyatt. No podía jodidamente hacerlo. Él no solo se
preocupaba por el chico, lo amaba. Estaba enamorado de él. Debió habérselo
dicho ayer. Ahora, podría no tener nunca la oportunidad. Joder.
La chica en púrpura se apresuró a ayudar al senador a ponerse de pie, pero él la
empujó lejos. — ¡Estoy bien! —Gritó, levantándose y enderezando su chaqueta.
El senador no estaba bien. Su nariz goteaba sangre sobre su costoso tuxedo. La
enfermera detrás del escritorio le ofreció una toalla blanca nieve, su rostro en
ambas partes divertido y preocupado. La administradora empujó las puertas
justo en el momento en que Monty gritó: —¡Lo quiero arrestado!
—Vamos, Sr. Edgeworth. ¿No podemos concentrarnos en Wyatt? —
Preguntó Charlie —. ¿Recuerda? ¿Su hijo? ¿El que está peleando por su vida?
—Sí, pues, ¿de quién es la culpa? —Refunfuñó, sujetando la toalla sobre su
nariz.

196
—Tengo la actualización de su hijo, ¿si está interesado? —Preguntó la
señorita Phipps, mirando al senador como si fuera algo pegado en la parte de
abajo de su zapato.
—Bueno, adelante —Dijo, su voz amortiguada por la tela.
—Su hijo está fuera de cirugía. Lo están llevando a recuperación, ahora
mismo. Está en condición estable, pero va a ser un largo viaje. El cirujano vendrá
a hablar con usted dentro de poco.
— ¿Cuándo puedo verlo? —Preguntó Linc.
—Eso no depende de mí —Dijo ella, no cruelmente, antes de girarse y
desaparecer una vez más.
El senador se giró hacia él, apuntando un dedo hacia su rostro. —Tú, quédate lejos
de mi hijo. Esto es tu culpa.
Linc resopló, contemplando romper el dígito corto y rechoncho del tipo. — ¿Mí
culpa? Lo llamaste un sodomita. Le dijiste que no era merecedor de tu amor. Has
estado rompiéndole el corazón toda su vida. ¿Quieres hacerme arrestar? Bien.
Pero no irás a ningún lado cerca de él sin su consentimiento. ¿Me has
jodidamente oído?
Monty se burló. — ¿Y cómo intentarás detenerme?
Charlie dio un paso al frente. —Mi padre llamó a nuestro abogado. Estará aquí en
cualquier momento. Él va a diligenciar un expediente de mandato judicial de
emergencia para una orden de restricción.
—Una orden de restricción… ¿Contra mí? ¿Un senador? —Miró hacia el
padre de Charlie —. Es mejor que controles a tu hija.
El hombre agitó la cabeza. —Charlemagne nos mostró los moretones. Ha estado
documentándolos por años. Son bastante convincentes. Ningún juzgado los
pasará por alto. No con tu comportamiento de esta noche y definitivamente no
con tu campaña de valores familiares.
Monty pareció tomado por sorpresa. — ¿Mi comportamiento? Este hombre acaba
de intentar matarme.
—Lo veías venir —Soltó Charlie —. Alguien debió haberte golpeado en tu
trasero hace años.
El padre de Charlie sacudió la cabeza, bajando la voz. —Sería inteligente que te
fueras, Monty. Solo deja al chico en paz. Has hecho suficiente daño ya.
—Llamé a Jackson, también —Dijo Charlie a Linc.
— ¿Lo llamaste? ¿Tienes su número? —Preguntó Linc.
— ¿Qué puedo decir? Trabajo rápido —Dijo ella con el pequeño inicio de
una sonrisa.

197
Antes de que nadie pudiera decir nada más, una mujer en bata azul apareció. Ella
se acercó a Linc. —Superó la cirugía. Está estable. Está en recuperación, pero
todavía no ha despertado. Tuvimos que extraer una vena de su pierna para
reparar el daño de la arteria braquial, así que tiene una herida sustancial tanto en
brazo izquierdo y pierna derecha. Ha recobrado la sangre, así que tenemos
esperanzas de que el daño sea mínimo, pero con esta clase de heridas siempre hay
posibilidades de amputación.
—Dios mío —murmuró Monty.
Linc lo ignoró. — ¿Será capaz de usar su mano izquierda de nuevo?
Ella dio un suave encogimiento de hombros. —No estamos seguros de si hubo
algún daño en los nervios, pero por ahora, nuestra mayor preocupación es la
perfusión, estar seguros de que mantiene los flujos de sangre hacia los miembros
y monitorear por infección.
El nudo en el pecho de Linc se soltó. Wyatt estaba estable; podrían atravesar lo
que sea juntos. — ¿Cuándo puedo verlo?
—Tan pronto como lo movamos a una habitación.
Monty dio un paso frente a Linc, haciendo que la cirujana diera un paso hacia
atrás. —Perdóneme. Ese es mi hijo. Soy su pariente más cercano.
Ella arrugó la frente. —Su hijo es un hombre adulto. Este hombre está enlistado
como su contacto de emergencia en su teléfono. Su papeleo dice “prometido”. No
estoy segura de qué decirle, señor.
Monty se veía como si estuviera a punto de un derrame cerebral ante la palabra
“prometido”. Linc pudo haberlo embellecido un poco en el papeleo de admisión,
pero no sería una mentira por mucho tiempo. Wyatt era suyo. Quizás fuera
demasiado joven o Linc demasiado viejo, o ambos estaban demasiado jodidos
para una relación, pero no lo hacía menos real. Linc amaba a Wyatt, lo necesitaba
tanto como Wyatt lo necesitaba a él. No tenía idea de que pasaría en el futuro,
pero sea lo que fuese, lo enfrentarían juntos. Mientras Linc no terminara en
prisión.
El teléfono del senador sonó, y se movió al lado más alejado de la sala de espera
para contestar, todavía sosteniendo la toalla contra su amoratado y abollado
rostro. ¿Dónde estaba la madre de Wyatt? ¿Su abuela? ¿Monty les habría siquiera
avisado?
Su teléfono vibró contra su pierna. El nombre de Linc titiló a través de la pantalla.
— ¿Hola?
—Charlie me mensajeó. Dijo que Wyatt estaba herido. ¿Está bien? ¿Tú
estás bien?
Linc frunció el ceño. — ¿Qué?

198
—Relájate, Linc. ¿Pensaste que no me daría cuenta que estabas enamorado
de él? ¿Pensaste que Charlie no me daría todos los detalles jugosos apenas
comenzamos a hablar?
— ¿Desde hace cuánto hablan ustedes dos? —Preguntó, perplejo.
Ella ignoró la pregunta. — ¿Qué tan malo es? ¿Va a estar bien?
Linc se dejó caer en el asiento más cercano y pasó la siguiente hora hablando con
su hermana, tratando de explicarle que él no sabía que estaba pasando con el
trabajo, con el dinero, con Wyatt.
—No seas idiota, Linc. Nos lo arreglaremos. Yo solo quiero que seas feliz.
Eso es todo lo que siempre he querido.
Linc se inclinó hacia atrás, los ojos cerrados, respiró un suspiro de alivio y solo la
dejó hablar, sus palabras tranquilizadoras suavizando las orillas toscas de sus
nervios.
Linc de verdad no se merecía a Ellie, pero estaba completamente agradecido de
tenerla.

199
Treinta y dos
Wyatt
Abrir los ojos fue agotador. La tenue luz sobre su cabeza esparció las mil arañas
que anidaban en su cabeza, haciendo que su cerebro zumbara como si estuviera
siendo electrocutado. Alguien había envuelto su mundo en algodón. Todo estaba
borroso, todo dolía. Su brazo estaba en llamas y alguien lo había forzado a
través de un bloque de queso suizo. Wyatt parpadeó confundido. No, eso no era
correcto. Era esponjoso y parecía queso, pero mantenía su brazo levantado, su
brazo que habían envuelto con miles de vendas.
Lentamente miró a su alrededor, su estómago dio un vuelco en protesta cuando
el mundo se inclinó sobre su eje. Diminutas pantallas lo rodeaban, líneas
saltando y números que no entendía parpadeando, y seis bolsas de líquido
colgaban de un poste de metal sobre su cabeza conduciendo a una línea en el
costado de su cuello. Las máquinas pitaron, las bombas zumbaron y, al final del
pasillo, alguien estaba gritando. Todo fue demasiado. Trató de levantar su mano
ilesa, pero la encontró pesada... por Linc.
Linc había acercado la silla reclinable a la cama, apoyando sus pies junto a los
de Wyatt, sosteniendo su mano sana en un agarre mortal. Había perdido la
batalla por el sueño, con la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta. Los ojos
de Wyatt se llenaron de lágrimas. Linc se había quedado. Tragó y abrió la boca
para hablar, pero no tenía voz. Lo intentó una vez más, pero fue demasiado
difícil. Sus párpados se cerraron revoloteando mientras perdía la batalla por
mantenerse consciente.
Cuando abrió los ojos la próxima vez, fue como si alguien le hubiera quitado el
velo de los ojos; las cosas eran más brillantes, más claras. Su cráneo todavía se
sentía como si alguien le hubiera abierto la cabeza, pero ya no se sentía como si
alguien le hubiera subido el volumen al mundo.
—¡Wyatt!

Se sobresaltó ante el estridente sonido de su nombre. Charlie ahora estaba


sentado donde Linc había estado lo que se sentía solo hace unos momentos. Su
corazón se hundió. Estaba en el hospital. ¿Cuánto tiempo había estado allí?
¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Qué le había pasado?
—¿Dónde está Linc? — dijo con voz áspera. Charlie soltó una risa
sorprendida y luego se echó a llorar. La frecuencia cardíaca de Wyatt se disparó,

200
enviando a la máquina a su derecha a un ataque de pitidos rápidos. Las lágrimas
llenaron sus ojos. —¿Está... está bien?

Una enfermera irrumpió por la puerta, estudiándolo mientras venía a


comprobar el monitor. —Oh, estás despierto. Tu color luce mejor hoy. ¿Cómo te
sientes?
Wyatt la ignoró, su mirada fija a Charlie en su lugar. —¿Dónde está él?
Ella se secó las mejillas. —Wyatt, relájate. Linc está bien. Tú eres el que casi
muere.
Wyatt se recostó contra las sábanas, todo su cuerpo en llamas. ¿Morir? ¿De qué
estaba hablando? ¿Por qué todo dolía? La enfermera ajustó sus almohadas,
luego revisó todos los conductos y cables antes de introducir algo a través de su
intravenosa que lo hizo sentir frío y luego caliente. ¿Por qué tenía la garganta
tan en carne viva? Miró a la enfermera. —¿Puedo tomar un poco de agua?
Ella asintió con la cabeza, saliendo y volviendo con una enorme taza de
poliestireno blanco con una pajita. —Tendrás que ayudarlo—, le advirtió a
Charlie.
—¿A dónde fue? — se las arregló después de que la enfermera se fuera.

Charlie llevó la pajita a sus labios y bebió la mitad de la taza. —Solo necesitaba
hacerse cargo de algo de papeleo con Jackson. Ha estado aquí contigo todos los
días y todas las noches, boo. Honestamente, se va a enojar porque se perdió las
primeras palabras coherentes que has dicho en una semana.
Las mariposas revoloteaban en el estómago de Wyatt. Linc se había quedado. —
¿Una semana? —preguntó. Charlie asintió solemnemente. —¿Qué pasó?
Ella frunció el ceño. —¿No recuerdas nada de eso?
Wyatt sacudió su cabeza palpitante. —Recuerdo la estúpida fiesta. Recuerdo a
mi papá tratando de hacerme trabajar para Victor. Recuerdo que le dije a Linc
que lo amaba y él dijo que podíamos irnos... juntos. Luego... nada.
Charlie lloró una vez más, las mejillas de un rojo furioso como si estuviera más
frustrada que triste. —Jodidamente te cortaste a ti mismo. Fuiste demasiado
profundo y golpeaste una arteria. Casi te desangras en mi auto nuevo, maldito
idiota. ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿A Linc? ¿Qué estabas pensando?
La memoria de Wyatt regresó como si alguien accionara un interruptor. La hoja
de afeitar. La bocina del coche. Linc sosteniéndolo mientras moría. —Fue un
accidente.
—¿Accidentalmente te llevaste una hoja de afeitar al brazo? — preguntó
ella, incrédula.

201
Sacudió la cabeza como si de alguna manera se retractaba de lo que había
hecho. —Solo quería hacer un pequeño corte, solo para aliviar la presión, pero
estaba borracho, mi codo tocó la bocina del auto y me asustó. Fue sólo un
accidente.
Charlie se sonó la nariz con fuerza, y cuando lo miró una vez más, parecía…
resignada. —No puedes seguir haciéndonos esto... a ti mismo. Necesitas ayuda.
Wyatt simplemente cerró los ojos. Estaba tan cansado. En sus huesos, estaba
cansado. Se sentía como si hubiera vivido cien vidas en sus veintidós años y
simplemente no quería hacerlo más. Él asintió levemente. Si eso era lo que hacía
falta para que Charlie dejara de llorar, para dejar de mirarlo como si le estuviera
rompiendo el corazón, entonces él hablaría con alguien.
—Hay algo más de lo que tenemos que hablar—dijo Charlie, su tono
vacilante.

Wyatt estudió con recelo. —Está bien.


Sacó algo en la pantalla de su teléfono. —Necesito que entiendas que ella iba a
publicar la historia con o sin mi opinión.
—¿Qué? ¿Quién? — preguntó, sin entender. Entonces lo golpeó. Esa
reportera. ¿Imprimió la historia sobre mis DUIs? No podía culparla. Era una
gran historia. Pero, aun así. —Qué manera de patear a alguien cuando está
caído—, murmuró.

No. Bueno, no exactamente. Ella fue tras la historia mucho más grande.
Giró la pantalla de su teléfono hacia él. En la portada estaba el titular: ROJO
FAVORECE A NEGRO Y AZUL. El titular no tenía sentido hasta que vio la línea
de abajo. Explosivas acusaciones de abuso contra el senador republicano.
Debajo había una foto de la espalda de Wyatt, cubierta de ronchas rojas. Wyatt
iba a vomitar. Claramente, alguien había tomado la fotografía sin su
conocimiento. Era de hace cinco años, después de un incidente en una fiesta
donde Monty había pillado a Wyatt besándose con un chico llamado Jaden.
Había golpeado a Wyatt con el cargador de su teléfono celular.
Wyatt miró bruscamente a Charlie, provocando una tormenta eléctrica en su
cabeza, su estómago revolviéndose. —¿Cómo consiguió esa foto, Charlie?
Dejó caer su teléfono en su regazo y tomó su mano. —Te negaste a decirle a
nadie lo que tu padre estaba haciendo. Siempre que podía, tomaba fotografías
de tus moretones. Por si acaso. Nadie le cree a la víctima sin fotos.
—¿Le diste esa foto? — El rostro de Wyatt se sonrojó, su corazón se
hundió.

—Iba a publicar la historia sobre tus DUIs… pero luego te escuchó a


escondidas a ti y a tu padre en esa sala de conferencias. Ella los grabó a ustedes
dos. Escuchó lo suficiente como para confirmar que eras gay, que Linc y tú eran

202
una pareja... cuando vino a verme y me pidió una declaración, la noticia de tu
accidente estaba por todas partes—. Mientras Wyatt escuchaba, una extraña
sensación de paz se apoderó de él. Tal vez fueron los medicamentos que la
enfermera le había dado, o tal vez estaba feliz de no tener que mentir más. Pero
Charlie no había terminado con su confesión. —Cuando dijo que iba a imprimir
lo que sabía, junto con tus DUI, le ofrecí pruebas de su abuso, fotografías,
incidentes que había visto, a cambio de que ella mantuviera su registro en
secreto.

—Entonces, ¿el mundo sabe que soy gay?

—Ella no lo dijo explícitamente, pero una vez que apareció el artículo,


algunos tipos con los que te has enganchado en el pasado estaban ansiosos de
contarlo por internet.

Wyatt se rió y luego hizo una mueca. —Dios, ¿por qué mi garganta duele tanto?
—Porque no has bebido nada desde antes de la cirugía.

—¿Cirugía?

—Sí, idiota. Casi mueres. Tuvieron que tomar una vena de tu pierna solo
para arreglar tu brazo.

Wyatt gimió. No había nada que pudiera decir para defenderse. —¿Supongo que
mi padre me ha repudiado?
Charlie resopló. —Tu padre está demasiado ocupado tratando de salir de
presión.
—¿Prisión?

Ella sacudió su cabeza. —No lo entiendes. Te agredió, Wyatt. Tienes evidencia


fotográfica ... fechas, horas. Bueno, yo las tengo.
¿A qué quería llegar? — No voy a enviar a mi papá a prisión.
Ella puso los ojos en blanco. —Bueno, haznos un favor y no le digas eso porque
esa es la única cosa que mantiene a Linc fuera de la cárcel.
El pulso de Wyatt saltó. —¿Qué?
—Sí, Linc puede que le haya sacado la mierda a tu padre en la sala de
espera mientras estabas en cirugía.

Wyatt no pudo evitar la sonrisa que se extendió por su rostro. —¿Él lo hizo?

203
—Ese hombre te ama más de lo que ama su libertad. Habría ido
felizmente a la cárcel, diablos, probablemente habría muerto por ti. Es un gatito
enamorado. Gracias a Dios, mis padres tienen excelentes abogados. Un poco de
quid pro quo mantiene a Linc fuera de la cárcel y a tu padre de ser acusado de
múltiples cargos de agresión.

—Él me ama... — dijo Wyatt, las palabras extranjeras en su lengua.

—Hay alguien más aquí que también te ama...

Él frunció el ceño. —¿Tú?


—Bueno, sí, pero eso no es lo que quise decir

Charlie se puso de pie y se fue sin decir otra palabra. Un sabor metálico inundó
la boca de Wyatt, su ansiedad bombeó adrenalina por sus venas hasta que se
sintió mareado. Cuando la puerta se abrió de nuevo, Charlie empujaba una vieja
silla de ruedas de mimbre. —¿Nana?
Charlie estacionó a su abuela lo más cerca que pudo. —Los dejaré hablar solos.
Una vez que ella se fue, Wyatt miró a su abuela con recelo. Ella era
prácticamente una extraña. Parecía mucho mayor cuando no llevaba un vestido
elegante con el pelo y el maquillaje hechos. Hoy solo vestía pantalones negros y
una blusa lavanda de cuello alto con un gran cárdigan de cachemira negro
encima como si no fuera casi verano en Florida. No tenía idea de lo que ella
estaba a punto de decirle, pero no estaba en condiciones de escuchar más malas
noticias.
Su boca se hundió en las comisuras como si ya la hubiera decepcionado de
alguna manera, y apretó sus nudosos dedos. —Te debo una disculpa—, dijo.
Wyatt parpadeó hacia ella. —¿Qué? ¿Por qué?
Sus ojos se llenaron de lágrimas y volvió la cabeza como para recobrarse.
Cuando miró hacia atrás, dijo: —Dejé que mi hija y ese hombre me expulsaran
de tu vida. Sé que nunca fui la abuela más cariñosa del mundo... pero los amaba,
muchachos. Landon y tú fueron las únicas alegrías de mi vida. Cuando él
enfermó y querían usar tus células madre para su tratamiento, protesté. Tenía
miedo de que te lastimaras, de que el procedimiento no funcionara y de que tu
padre te culpara. Sabes que a tu padre no le gusta que se cuestionen sus
decisiones—. Ella sacudió su cabeza. —Pero tenía razón, el procedimiento falló y
él te culpó. Él se desquitó contigo. Cuando dije lo que pensaba, le dije que tenían
que dejar de tratarte como partes de un repuesto, me sacaron de tu vida y los
dejé. Simplemente me rendí y los dejé tenerte.
Wyatt parpadeó, tratando de procesar esta nueva información. —Yo... — No
sabía qué decir. —Está bien. Estoy bien.

204
Ella negó con la cabeza con vehemencia. —No. Charlemagne me mostró esas
fotos. Todo de ello. Te ha estado lastimando durante años. Yo sospechaba que te
gustaban los chicos... incluso en ese entonces. Eras un niño tan dulce y sensible
y tenías talento para lo dramático. Debí haberte protegido, pero no lo sabía.
Pero debería haberlo hecho. Ese lugar al que te envió. Las cosas que pasan en
esos campamentos. Debería haber luchado más fuerte por ti. Sabía que mi hija
ciertamente nunca lo haría.
Las lágrimas brotaron de sus ojos y todo lo que pudo hacer fue dejarlas caer. —
¿Por qué le dejaste tener un poder notarial sobre tus asuntos si lo odias tanto?
¿Por qué dejaste que te haga pasar por loca? ¿Por qué no peleaste con él en la
corte? Obviamente no estás senil.
Ella encogió sus hombros huesudos. —Simplemente no me importaba. Soy una
solitaria mujer vieja, Wyatt. No me importaba el dinero.
—Aun así, él no ganó nada de eso—. Su padre simplemente tomó y tomó,
sin hacer nada para ganar el dinero él mismo. Era un parásito que se alimentaba
de los demás y los usaba para su propio beneficio cada vez.

Ella se rió entre dientes. Suenas como Charlemagne. Su padre me ayudará a


recuperar lo que es mío. De eso es de lo que quería hablarte. Quería hacerte
saber que no estás sin recursos.
—¿Recursos? — preguntó.

—Dinero. Todavía tienes tu fondo fiduciario. Eso siempre fue tuyo. Tu


abuelo lo creó cuando tú y Landon eran pequeños, justo antes de que muriera.
Lo hizo para que tu padre nunca pudiera tocarlo. Él tampoco confiaba en él. No
somos Rockefeller, y mi gerente financiero, Jerome, deberá aprobar todos los
retiros de la cuenta hasta que cumplas veinticinco años según los deseos de tu
abuelo, pero es suficiente para mantenerte fuera de las calles.

Wyatt asintió con aire forzado, perdido. —Gracias.


—No me agradezcas. Debería haber intervenido hace años. Debería haber
hecho un esfuerzo por estar en tu vida.

Él se encogió de hombros. —Está bien. Estás aquí ahora.


Ella le dio una sonrisa acuosa. —Sé que no me lo merezco, pero tal vez podrías
considerar darme otra oportunidad de ser tu abuela.
Wyatt tragó el nudo en su garganta. —Sí, seguro.

205
Treinta y Tres
Lincoln
En el momento que Charlie texteó que Wyatt estaba despierto y hablando, Linc
acortó su reunión con Jackson. Trabajaron sobre la idea; los detalles podían
esperar. Linc necesitaba ver a Wyatt, necesitaba tocarlo y oír su voz. No creería
que estaba de verdad bien hasta que estuviera de regreso entre sus brazos.
Cuando empujó y abrió la puerta a la habitación de Wyatt, alguien había inclinado
su cama así que estaba casi sentado, pero con los ojos cerrados. Linc intentó
entrar silenciosamente, pero los ojos de Wyatt se abrieron de todas formas. Una
sola mirada a Linc y Wyatt estalló en lágrimas. El corazón de Linc se desplomó
hacia su estómago y se apresuró a su lado.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Estás adolorido?

Wyatt sólo sacudió la cabeza.


—Lo siento. Lo siento, tanto. Te mentí. Sabía que iba a terminar
cortándome de nuevo. Pero no quería cortar tan profundo. No estaba
intentando… matarme. Realmente no. Lo juro. No. Solo quería cortar un poquito.
No era mi intención asustarte. Le dije a Charlie que iría a terapia. Lo prometí y lo
haré.

Linc intentó seguir la línea de los pensamientos de Wyatt, tomando su rostro


entre las manos y secando sus mejillas mientras hablaba.
—Hey, shhh, para. Para. L-Lo sé. No tenía ningún derecho a demandar que
dejaras de cortarte. Te veía cayendo en espiral, pero no sabía qué hacer. Sé que
no lo hiciste a propósito —Lo besó suavemente —. Pero Jesús, niño. Me asustaste
como la mierda —Linc se ahogó con sus siguientes palabras —Pensé que te
perdería. Pensé que te perdería, y solo podía pensar en que jamás te dije que te
amaba. Y lo hago. Te amo demasiado. Pensé que iba a estar sentado allí, en el
suelo, viéndote desangrar en mis brazos y tú nunca lo sabrías.

Wyatt lo miró graciosamente.

—Pero lo sabía. Muy en el fondo. Cuando importaba. Cuando pienso en


todo lo que hacías por mí… tiene sentido. Cuidabas de mí. Me hacías comer todos
los días. Te asegurabas que tomara suficiente agua. No me dejas tomar bebidas
energéticas porque me pone demasiado nervioso para maquillarme, y

206
te aseguras de que duerma a una hora decente. Todos los días me dices que me
amas, incluso aunque no lo digas en voz alta.

Linc quería envolver a Wyatt entre sus brazos y sostenerlo para siempre. En su
lugar, lo tomó cuidadosamente contra él, con cuidado de no empujar los
vendajes de su brazo. Wyatt metió el rostro en el cuello de Linc. Él solo respiró
la esencia de Wyatt, perdido en la sensación de su cuerpo cálido contra el suyo.
Estaba vivo. Él iba a estar bien. Se había dicho esto a sí mismo mil veces en el
transcurso de los últimos cinco días, pero era la primera vez que lo creía. Wyatt
estaba hablando, incluso llorando y sus palabras tenían sentido.

—Dios, debo oler a pantano —murmuró Wyatt contra el hombro de Linc


—. Y mi aliento probablemente sea letal.

—No me importa. Te quiero, con el cuerpo apestoso, el aliento letal y todo


eso.

Wyatt se alejó. —Te amo.

—Yo jodidamente lo espero, porque no voy a dejarte ir. Nunca.

— ¿Lo prometes?

Linc se alejó lo suficiente como para sentarse en el borde de la cama de Wyatt,


tomando su mano sana. —Sí, lo prometo.

Wyatt sonrió. — ¿De verdad le diste una paliza a mi padre?

Linc resopló. —Era algo que iba a suceder, solo era una cuestión de cuándo. Pero,
demonios, de verdad se sintió bien.

La expresión de Wyatt cambió, sus cejas juntándose. —¿Qué hay del dinero para
tu papá? Ahora que el viejo Monty fue expuesto como un abusador de niños, creo
que ya no tenemos forma de chantajearlo. Mi abuela me dio acceso a mi fondo
fiduciario, pero tengo a un tipo congestionado en traje que tiene que estar de
acuerdo con mis compras, así que a pesar de que es mi dinero, no es como,
totalmente mío.

—Bebé, no te preocupes por eso. Lo tengo cubierto.

Y lo tenía. Jackson jodido Avery estaba salvando el trasero de Linc una vez más
pero no con una cantidad grande de dinero. De una forma que él esperaba,
Wyatt estuviera a bordo. Por suerte, tenía un arma secreta.

Wyatt entrecerró los ojos. — ¿Cubierto cómo? ¿Vas a convertirte en un stripper


masculino? ¿Un prostituto?

207
Linc sonrió. —No sé si deba sentirme halagado o insultado por la insinuación de
que la única forma en que podría hacer dinero es quitándome la ropa.

Wyatt se inclinó hacia adelante, sus ojos hinchados y rojos repentinamente


derretidos. —Pagaría buen dinero para verte desnudo, Daddy.

La polla de Linc se contrajo ante la voz rasposa de Wyatt, pero solo presionó un
beso duro en su frente antes de cuidadosamente empujarlo de nuevo contra el
colchón. —Oh, no, no lo harás. No me vas a excitar en este hospital cuando tu
trasero está fuera de comisión por las próximas semanas. ¿Quieres volver a casa?

Los hombros de Wyatt cayeron. —No es por poner un punto exacto en eso, pero
no tenemos precisamente una casa.

—Quería hablarte de ello —Wyatt asintió en un gesto de “Sigue adelante”,


todavía mirando a Linc como si esperara que el hacha cayera. No pudo evitar reír
—. Jackson me ofreció un trabajo.

—No sé cómo sentirme respecto a ti cuidando el cuerpo de alguien


más por veinticuatro horas al día, siete días a la semana —Murmuró Wyatt
con el labio inferior haciendo un puchero.

—No tienes que sentir nada al respecto, mocoso, porque me ofreció


una posición en administración. Tendré mi propio equipo. Un equipo de
especialistas de seguridad. Incluso me ofreció una bonificación de inicio
que cubrirá los gastos de mi padre.

Wyatt escaneó a Linc apreciativamente, una de sus cejas alzándose. —Así que,
¿usarás un traje para trabajar todos los días?

Linc sonrió. —Uh-huh.


Wyatt deslizó su mano libre sobre el pecho de Linc. —Podría estar de acuerdo
con eso. ¿Qué haré yo, entonces?

—Bebé, eres libre. Puedes hacer lo que quieras y ser quien quieras
ser. Tienes tu fondo fiduciario, y Jack está siendo muy generoso con mi
salario. Tienes tiempo para averiguarlo.

—Todo esto suena demasiado bueno para ser verdad —Dijo Wyatt
—, ¿dónde está la trampa?

—Allí está la cosa… Este maravilloso trabajo nuevo requiere que nos
mudemos.

208
—¿Mudarnos? —Wyatt repitió, como si probara el peso de la
palabra en su lengua —. ¿Cómo a dónde? Soy de gustos adquiridos, Linc.
No puedes mudarme a la mitad de ninguna parte en Indiana. Me
marchitaré y moriré.

—Eres el drama queen más grande del mundo —Linc dijo con
afecto, besándolo una vez más —. ¿Alguien te lo ha dicho alguna vez?

—No —Dijo Wyatt —Pero, en mi defensa, usualmente estoy de pie


junto a Charlie.

—¿Qué hay si te digo que Charlie accedió a venir con nosotros?

Wyatt chasqueó. —Preguntaría “¿Venir con nosotros a dónde?”.


—Los Ángeles —Dijo Linc casualmente.

—¿Quieres que me mude a Los jodidos Ángeles?

Linc arrugó el ceño. —Bueno, pensaba…

Wyatt agitó su mano buena. —Sí, totalmente. En un cien por ciento. Oh, Dios
mío. Tu hermana está en LA. ¿Tú, yo, Charlie y Ellie en Los Ángeles? Esto es
increíble. Es la mejor cosa de la vida. Vas a casarte conmigo, ¿verdad? —Wyatt
preguntó sin pausa para respirar.

El cerebro de Linc se detuvo en seco. — ¿Qué?

Wyatt hizo una expresión como si Linc fuera tonto. —¿Casarte conmigo?
¿volverme un hombre honesto? ¿Cuidar de mí para siempre?

Joder sí. Un millón de veces sí. Linc tocaría de puerta en puerta hasta encontrar
a alguien ordenado y casarse con Wyatt ese mismo día si eso es lo que él quería.
Besó a Wyatt una vez más, los labios agrietados del muchacho le recordaron que
tenía que ser cuidadoso.
Le sonrió, apartando los rizos de sus ojos. —¿Es eso lo que quieres? ¿Casarnos?
—Linc preguntó.

Wyatt asintió con los ojos brillantes. —Por favor.

Linc se inclinó, presionando su boca contra la oreja de Wyatt. —¿Es esa la forma
en que pides las cosas, chico dulce?

Wyatt se estremeció. —No, Daddy.

—Entonces usa las palabras y pregúntame bien.

209
—¿Te casarías conmigo, Daddy?

—Ya que me lo pides tan bien…

210
Epílogo
Wyatt
Wyatt cogió la videocámara y giró la pantalla para poder verse a sí mismo. Jugó
con su cabello hasta que no se viera como si hubiera salido de la cama hacía una
hora. Habían pasado meses desde el accidente, pero todavía se cansaba
fácilmente, incluso aunque su aguante mejoraba cada día. La terrible cicatriz en
su brazo izquierdo y pierna derecha servía como un recordatorio constante de lo
que casi perdió y lo llenaban de determinación a no desperdiciar su segunda
oportunidad… o tercera, cielos, quizás incluso más que esa.
Presionó iniciar y sonrió a la cámara.
—Hola a todos, soy yo, Wyatt Hudson, hoy estoy aquí con un vídeo extra
especial. Les prometí que si llegaba a un millón de seguidores me daría por
vencido y participaría en el “Boyfriend Challenge” (bueno, esposo en mi caso) y
dejaría que Linc me maquillara frente a la cámara. Bueno, hace tres días llegué a
ese mágico número, así que hoy es el día. Espero lo disfruten.

Wyatt dejó la cámara sobre el estante. —Antes de que lleguemos a esa parte,
solo quería agradecerles, chicos. Es una locura cuán rápido puede cambiar la
vida. Pasé veintidós años sintiéndome como si nunca estuviera a la altura,
nunca sería amado, nunca tendría nada real en mi vida —Tomó una respiración
honda, agobiado por los pensamientos de su pasado, parpadeando las lágrimas
que se asomaban detrás de sus ojos —. Lo siento. Hoy estoy muy cursi. Pero han
pasado cinco meses desde que estalló el escándalo con mi papá y ya ni siquiera
reconozco mi vida. Hace cuatro meses, inicié este canal de YouTube para mis
tutoriales de maquillaje, y ya he alcanzado un millón de suscriptores. Un
escándalo gigante haría eso, supongo, pero lo tomaré.
Rio y se puso serio. —Hace tres meses, oficialmente inicie las sesiones intensivas
de terapia con mi nuevo psiquiatra —Él rodó los ojos —. Lo sé, soy tan LA. Hace
dos meses, me ofrecieron la primera oportunidad de hablar de nuevo en contra
de la terapia de conversión y ayudar a atraer la atención a los horrores que
ocurren dentro. Suena loco, pero mientras más hablo sobre los abusos que sufrí
por Victor Osborne, menos poder tiene sobre mí. Puede que no esté en prisión,
pero tampoco ha vuelto a llevar campamentos que lastiman a niños, y hay algo
de confort en eso. Mientras que yo no he presentado cargos, otros si lo han
hecho. Ojalá, ellos tendrán justicia y él irá a la cárcel —Él se detuvo, tragando
con fuerza, su mirada deslizándose hacia la habitación antes de volver hacia la
cámara con una sonrisa y alzando su mano izquierda —. Y, hace un mes el día de
hoy, me casé con el amor de mi vida.

211
Se inclinó hacia la cámara.
—No digo esto para presumir. Sé que no todos tienen un fondo fiduciario
al que recurrir o algún lugar suave al que aterrizar, y salir de una situación abusiva
nunca es fácil. Algunas veces, irse significa entrar a una situación mucho peor.
Algunas veces, las personas que se supone deben amarte sin importar qué, te
patean. Pero estoy trabajando con mi abuela y algunos amigos muy buenos para
ayudar a personas que se sientan atrapadas en situaciones malas, sin importar
sus circunstancias financieras, y a ayudar a personas que sientan que no tienen
un lugar a donde ir, a sentirse seguras —Él se ruborizó, repentinamente incómodo
—. Pero eso es para otro día. A la parte divertida.

Cogió la cámara, moviéndola alrededor de la habitación. —Este es nuestro loft en


el distrito de moda, y por “nuestro loft”, me refiero a que pertenece a mi fabulosa
cuñada, Ellie. Ahora, todos ustedes saben que mi mejor amiga, Charlie, está en
Nueva York, protagonizando esa producción fuera de Broadway que se supone
será, cómo, el próximo “Hamilton” o algo así, pero puede que no sepan que Ellie
es su diseñadora de vestuario, así que las chicas están subarrendando su loft a
nosotros hasta que regresen, lo cual espero que no sea en mucho tiempo. Porque
me encanta aquí. ¿No es lindo?
Era apenas más que dos habitaciones. Una pequeña cocina de lujo con su madera
natural y electrodomésticos de acero inoxidable que se extendían a una acogedora
sala de estar, la cual Ellie había decorado en su estilo bohemio-funky. Media
pared de ladrillo separaba la sala de estar de una cama tamaño King y la puerta,
que daba al baño. Era pequeño y costoso, como todo en LA, pero Wyatt lo amaba.
Lo amaba porque era su hogar con Linc. Al menos, por ahora.
Wyatt volteó la pantalla hacia el exterior, así, podía girar la cámara hacia el
pasillo, dejando que su audiencia viera lo que él veía. Cuando llegó a la puerta de
la habitación, se detuvo con la boca repentinamente seca. Había oído a Linc
entrar hace un rato, pero él había estado en la cocina tratando de tener suficiente
café encima para hacer su video.
Linc yacía en una cama desarreglada, todavía en sus ropas del trabajo. Bueno, la
mayoría de su ropa de trabajo. Llevaba pantalones negros y su camisa blanca con
botones, los de arriba deshechos, y los puños enrollados hasta los codos, las
piernas cruzadas en los tobillos. ¿Cómo podían las medias negras lucir tan
jodidamente calientes?
Papeles rodeaban a Linc, las gafas de lectura de marco negro colgadas de su nariz
mientras entrecerraba los ojos hacia algo en la pantalla de su teléfono. El pene de
Wyatt no pudo evitar tomar nota. Presionó pausa, dejando la cámara en el
vestidor antes de cruzar la habitación. Linc miró hacia arriba justo cuando Wyatt
le quitó el teléfono y lo arrojó hacia el final de la cama, moviendo los papeles de
Linc, se sentó a horcajadas sobre su regazo.
—Hola —Dijo Linc, divertido.

212
—Hey, Daddy —Murmuró Wyatt, capturando la boca de Linc en un beso
sucio —. Llegaste temprano a casa.

—Tenía terapia hoy.

Wyatt pausó brevemente para mirar a Linc. — ¿Fue bien?


Él dio un medio asentimiento. —Igual que siempre, supongo. Emocionalmente
desgastante. Pensé en trabajar desde casa por el resto del día.
Wyatt tarareó su aprobación, regresando a su exploración previa. —Buena idea.
—Estoy un poco ocupado aquí, mocoso —Retumbó.

Wyatt meneó sus caderas contra las de Linc, gimiendo cuando sintió a Linc ya
endureciendose detrás de su bragueta. —Se suponía que tenías que hacer mi
maquillaje para el vídeo de hoy. Mi audiencia ama ver tu rostro en cámara —Dijo.
Mordió la mandíbula de Linc, y después su labio inferior, rápidamente perdiendo
el interés en su propio proyecto. —Además, no puedes estar tendido en tu ropa de
Daddy y no esperar que te salte encima. Sabes lo que estas gafas me hacen.
Linc enroscó los dedos a través de los rizos de Wyatt, tirando de su cabeza hacia
atrás para morderle la garganta. —Me olvidé del video —Admitió, frotando sus
erecciones a través de la fina capa de material —. ¿Quieres ir y hacerlo ahora? —
Preguntó, sabiendo perfectamente bien que Wyatt no dejaría la cama hasta que
Linc lo follara.
Wyatt tiró de su camisa sobre la cabeza arrojándola a través de la habitación, sus
dedos dirigiéndose hacia los botones de la camisa de Linc. —Ellos pueden esperar.
Te necesito dentro de mí. Ahora —Linc comenzó a quitarse la camisa, pero Wyatt
sacudió la cabeza —. Déjate la ropa, en especial las gafas. Solo quiero hacer esto
—Bajó la cabeza y lamió el pezón plano de Linc.
—Joder —Linc siseó —. Ahora mismo estás siendo un pasivo muy
mandón.

Wyatt inclinó los labios sobre los de Linc. —Sí, ¿Qué vas a hacer al respecto?
—Pantalones afuera. Ahora —Gruñó.

Wyatt realmente tenía la mejor vida de la vida. —Sí, Daddy.

FIN

213
Sobre el autor
ONLEY JAMES es el seudónimo de la autora de literatura juvenil Martina
McAtee, que vive en Florida con su hija, su nuera y una colección de animales,
tanto buenos como malos. Cuando no está escribiendo libros románticos m/m o
libros sobrenaturales LGBT para jóvenes adultos, dirige la editorial 7 Sisters e
intenta mantener su cordura y su trabajo a tiempo completo como enfermera.
Cuando no está en el trabajo, se la puede encontrar tomando refrescos en
Starbucks, quejándose de lo mucho que tiene que hacer y evitando las cosas que
tiene que hacer viendo cantidades insanas de televisión de una sola vez. Le
encantan las historias de fantasmas, los documentales de crímenes reales,
navegar obsesivamente por las redes sociales y escribir libros perversos y
sarcásticos sobre hombres que se enamoran de otros hombres.

214
Próximo Libro

Jayne Shepherd ha pasado su vida mezclándose. Él sonríe. Él ríe. Es


agradable. También es un sociópata. Sus emociones son limitadas. El amor, el
miedo, el deseo no existen en su mundo. Hasta que conoce a Elijah.

Elijah Dunne lo tenía todo. La realeza de Hollywood de tercera generación. Niño


estrella. Intocable. Hasta que un hombre lo arruinó todo. Elijah huyó de Los
Ángeles para intentar olvidar, pero ahora está de vuelta en la cima y en el radar
de un monstruo. Elijah no cree que alguna vez se sienta seguro. Hasta que
conoce a Shepherd.

Elijah y Shep solo tienen una cosa en común. Ambos usan máscaras. Shep hace
que Elijah se sienta protegido. Visto. Elijah hace que Shep simplemente se
sienta. Ahora que lo ha probado, no está dispuesto a dejarlo ir.

Todo el mundo advierte que lo que tienen no es real. Shep está obsesionado con
Elijah, no enamorado. Pero Elijah anhela la obsesión de Shep. No puede
imaginar la vida sin él. En Hollywood, ser sociópata es más una habilidad para
la vida que un diagnóstico. ¿Podría Shep ser el monstruo que Elijah necesita
para finalmente matar a sus demonios?

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