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Kindle Alexander Es complicado

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Kindle Alexander

Es
complicado

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Dedicatoria

Kindle, siempre estarás en nuestros corazones.

Perry, te echamos de menos cada día.

Agradecimientos especiales
Mari Carr

Gracias por dejarnos entrar en tu mundo. Es un sueño hecho


realidad trabajar con tanto talento.

Avísanos cuando encuentres a los personajes de Mari en Es


complicado.

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Sinopsis
Como gerente de un club nocturno, Julian Cullen, dirige

Reservations con una precisión impecable y un profundo sentido de


orgullo. Pero los recuerdos reprimidos de su secuestro hace dos años
salen a la superficie, dejándolo en una lucha emocional. Julian promete
recuperar su vida anterior, pero no tiene en cuenta la mayor distracción
de todas: el apuesto vaquero que merodea por el club con la intención de
llamar su atención.

El empresario Beckett St. Clair construyó una empresa de

entrenamiento de supervivencia líder en la industria a través del trabajo


duro y la dedicación. El amante de la naturaleza duro como un clavo
puede navegar en cualquier situación o eso cree... Un encuentro casual
con el gerente de un club nocturno lo deja cayendo de cabeza en un
territorio desconocido.

Un hombre está perdido en su pasado, el otro sueña con un futuro.

Ambos pronto descubrirán que el amor nunca es fácil... es


complicado.

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Capítulo 1
Julian Cullen estaba detrás de la pared de espejos unidireccionales
en su oficina en Reservations, el club nocturno que administraba. Evaluó
las nuevas mesas y taburetes mientras miraba hacia el piso principal casi
vacío. El equipo de limpieza corría deprisa, trabajando duro esta mañana,
haciendo que el lugar estuviera lo más prístino y lo más perfecto posible.

Reservations tenía un estándar de excelencia que mantener, y


Julian trabajaba día y noche para asegurarse de que cada empleado de
su equipo entendiera su papel para cumplir con esas expectativas. Desde
el servicio de limpieza del club hasta el personal de cocina del restaurante
adjunto, Julian exigía que todos estuvieran a la altura. Si no lo hacían,
entonces se podían ir.

Este club tenía razón y propósito. Salvaba vidas. Había salvado la


suya.

—¿Estás ahí? —La voz profunda y ronca sacó a Julian de sus


cavilaciones y lo dirigió a su escritorio, donde la luz roja indicaba que el
altavoz aún estaba activo. Mierda.

Ahora tenía dos opciones. Una, quedarse callado y dejar que su


jefe, Thane Walker, propietario y operador de Reservations, creyera que
de hecho lo había dejado hablando solo como había hecho muchas veces
antes mientras lo maldecía. O dos, confesar que se había perdido en sus
pensamientos sobre la discusión que había tenido con el incompetente
maestro de cocina hace unos minutos.

Por supuesto, el desacuerdo no había resultado bien para el chef.


Julian había despedido al beligerante en el acto. No le importaba que no
tuviese ninguna jurisdicción sobre el lado del restaurante.

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Puso los ojos en blanco, luego dejó que uno de esos intensos
suspiros aprendidos en terapia se acumulara en su pecho. Inhaló una
profunda respiración y la contuvo, cerrando los ojos para dejar que la
calma descendiera sobre él como una manta reconfortante. La exhalación
dio paso a una lenta liberación de la tensión que había invadido todos los
músculos de su cuerpo. Extraño cómo algo tan simple se había
convertido en su método clave para superar su día a día.

Abrió los ojos, una sonrisa burlona tiró de sus labios mientras se
volvía hacia el escritorio de la oficina, hablando mientras avanzaba.

—Puede que te haya desconectado. ¿Dijiste que mi aumento para


el nuevo puesto será dinero clase Mercedes o Bugatti?

La risa áspera de Thane resonó en el altavoz, el siguiente grito le


hizo saber que había jugado el momento correctamente. Había distraído
a Thane. Julian era más que capaz de ser una gran distracción.

—Con un dolor en el trasero tan grande como tú, deberías pagarme


para trabajar allí. ¿Por qué pensé que era una buena idea ofrecerte un
puesto regional? Usaste mi buen humor en mi contra. Creo que debería
reducir tus expectativas salariales al rango de un Civic usado, tal vez un
modelo de finales de los 90 si tienes suerte, y eso es solo si dejas de
molestar a todo el mundo.

La sonrisa de Julian se iluminó al darse cuenta de que Thane no


sabía lo que había sucedido esta mañana con el llamado maestro de
cocina. Thane no podía estar más lejos que en pleno vuelo de regreso a
su oficina corporativa en Ellicott City, Maryland. Si Julian no
mencionaba el incidente, podría tener un par de horas de paz antes de
que su jefe explotara sobre él.

Sin embargo, discutir con Thane era uno de sus pasatiempos


favoritos. Especialmente ahora que finalmente había dejado de tratarlo

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como si fuera a romperse en cualquier momento como una frágil pieza de


cristal que se tambaleaba en el borde de una mesa. El tratamiento con
guantes de seda tenía que terminar. Esa fue probablemente la verdadera
razón por la que siguió haciendo otras cosas que no competían con su
área de trabajo para asegurarse de que todas las partes de Reservations
funcionaran de manera coherente con la excelencia como objetivo. Quería
demostrar a todos los que lo rodeaban que no era el mismo caparazón de
hombre que habían conocido por primera vez. O quizás era solo un idiota
de primera. Se encogió de hombros casualmente, y le gustó más esa
última opción mientras caminaba por la oficina hacia la silla del
escritorio.

—Responde mi pregunta, Cullen. ¿Qué es lo que realmente sabes


sobre el Hombre de Marlboro1? —¿Era eso de lo que habían estado
hablando?

Ante el recordatorio, una nueva molestia se construyó dentro de


Julian. ¿Por qué a Thane le importaba siquiera? El Hombre de Marlboro
había pasado fácilmente las rigurosas verificaciones de antecedentes
para convertirse en miembro. Julian había bailado con el vaquero
anoche. Fin de la historia. Nada más importaba.

—Deja de escarbar en mi vida amorosa... —Las palabras salieron


de su boca antes de que pudiera detenerlas. ¿A quién engañaba? No tenía
nada que se pareciera a una vida amorosa. Demonios, ni siquiera tenía
una relación con su propia maldita mano. ¿Qué tan patético era eso?

Thane tenía buenas intenciones, pero no era suficiente para aliviar


el repentino estallido de frustración.

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El Marlboro Man (Hombre Marlboro en español) es o, en algunos lugares, fue parte de
una campaña publicitaria de cigarrillos Marlboro. El apodo a Beckett es por el sombrero
de vaquero.

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Si a Thane no le gustaba la forma en que manejaba las cosas en el


trabajo... Bueno, Julian estaba malditamente harto de los constantes
movimientos de Thane Walker.

—A menos que hayas cambiado de opinión y volvamos al ruedo.


Todo lo que tienes que hacer es pedir y recibirás. Sabes lo bien que puedo
chupar un pen…

—Para —dijo Thane, interrumpiéndolo—. Soy un hombre casado.

Julian arqueó una ceja, mirando el teléfono. ¿Casado? Puff. Thane


deseaba estar casado. Además, no habría Thane y Levi sin Julian. Él los
había presentado. Thane necesitaba mostrar un poco más de aprecio por
lo que Julian había puesto en su camino.

—No, no estás casado.

—Gracias por traer a colación un tema tan delicado. —Thane, el


movedor de montañas, cuidador del mundo, había conocido a un
compañero en Levi Silva, uno de los camareros de Reservations. Julian
no podía negar cuánto había disfrutado viendo a su jefe demasiado
confiado perseguir al camarero día y noche. Thane necesitaba que su
arrogante ego se estrellara un poco, sin importar lo bueno que siempre
tratara de ser.

—Tengo el archivo de Beckett St. Clair frente a mí. No veo por qué
todos piensan que es tan guapo. No hay mucha información aquí y ha
salido de la nada. ¿Qué sabes sobre él? —preguntó Thane.

Julian mantuvo sus labios cerrados sobre la dura belleza de


Beckett. Los camareros le habían dado a Beckett casi de inmediato el
apodo de Hombre Marlboro, y encajaba. El tipo se elevaba en un metro
noventa y cinco de sólidos músculos, y era muy masculino. Era más
esquivo y misterioso que nadie que Julian hubiera conocido. Y, maldita

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sea, el tipo se pavoneaba. El pavoneo seguro de sí mismo de Beckett hacía


que los clientes del club se volvieran para ver a ese hombre caminar en
cada oportunidad.

Beckett era el tipo de todos, sin importar lo que insinuara Thane.

¿Debería confesarle que ya había estado investigando los


antecedentes de Beckett? El Hombre Marlboro le había prestado a Julian
toda su atención durante meses. Julian no había pasado por alto la forma
en que Beckett lo miraba. Le encantaba el peso de la mirada del hombre.
Sonrisas suaves y pequeñas provocaciones aquí y allá siempre hacían
que la noche de Julian fuera mucho más ligera. Julian se dio cuenta de
que se movía por el club, solo para ser notado. Algo que ni siquiera había
contemplado desde... antes.

Hubo un tiempo en el que habría estado sobre ese vaquero caliente,


pero ya no. Los hombres y las citas eran un paso difícil. Tan fuera del
radar de Julian que tampoco recordaba la última vez que lo había hecho.
Un exilio del sexo autoimpuesto fue una píldora difícil de tragar para
alguien que había vivido anteriormente por ello. Dar y recibir placer
habían sido sus únicas prioridades en la vida.

¿En qué extraño giro de la realidad creería alguien de su pasado


que Julian Cullen se había vuelto célibe?

Este nuevo y cuidadoso Julian necesitaba la seguridad de que el


Hombre Marlboro era inofensivo. La confianza llegaba como un regalo
estos días. Había solicitado la ayuda de Tristan Wilder para profundizar
en el pasado del hombre. Un secreto que decidió ocultar al
bienintencionado Thane. Si Thane tuviera algún indicio de las
incertidumbres de Julian sobre Beckett, ya lo habría echado del club y
revocado su membresía. No necesitaban ese tipo de mala prensa en este
momento.

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Además, nada de eso importaba. Julian intentó mostrarse


indiferente mientras le decía la verdad a Thane.

—St. Clair ha sido miembro durante meses. Bailé con él anoche en


una celebración a la que tu hombre, Levi, lo invitó a participar. Me hizo
un cumplido. Me gustó. Eso es todo. —Esperaba que su tono transmitiera
que Thane había traspasado sus límites al dejar que su lado protector se
apoderara de él.

—Tres veces, Julian. Bailaste tres bailes largos con él. Te miré.
Estabas en ello. —La exasperación de Thane sonó clara en sus palabras
como si Julian fuera un niño petulante—. Cualquier persona con la que
salgas necesita ser examinada minuciosamente; no lo permitiré de otra
manera. No han atrapado al tipo que te lastimó. Me niego a correr riesgos
en lo que a ti respecta. Demonios, todavía no conocemos los motivos del
asalto. Los investigadores privados no tienen nada, lo que significa que
lo más probable es que sea un depredador en serie. Pero, ¿y si fuera
personal y está esperando...? —Thane detuvo abruptamente el
comentario que le había dado a Julian al menos dos veces al mes desde
el asalto.

Thane vestía con orgullo la capa protectora de papá oso. Julian lo


permitió solo porque accedió en silencio. ¿Pero cuánto tiempo podría
seguir así? ¿Vivir sin vivir realmente, esperar algo que tal vez nunca
sucediera?

—Lamento traerlo a colación de nuevo. Lo que te pasó me corroe


por dentro. No puedo dejarlo ir. —Thane había sido el campeón de Julian
desde el momento en que faltó a su “cita” programada regularmente
porque su trasero yacía inconsciente en una cama de hospital, luchando
por su vida. Thane había hecho todo lo posible para encontrar a Julian
cuando tantos otros nunca hubieran pensado dos veces en su ausencia.
Entonces se había hecho cargo de su cuidado. Le debía todo a Thane. El

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costoso sistema de salud no estaba disponible para personas como


Julian. Se había necesitado todo lo que tenía más una gran cantidad de
la ayuda e influencia de Thane para que se recuperara.

No pasaba mucho tiempo para que toda la culpa regresara y


comenzara a aplastarlo de adentro hacia afuera.

Joder.

Julian no tenía idea de cuánto tiempo había estado allí sentado


tranquilamente contemplando el relato del pasado antes de que Thane
volviera a hablar.

—Julian, ¿te fuiste otra vez? Probablemente me lo merezca si lo


hiciste.

Eso trajo una sonrisa a los labios de Julian, y aprovechó la


oportunidad y rápidamente cambió de tema. El camino en el que estaban
no los llevaría a ninguna parte.

—No estoy seguro de querer mudarme a Ellicott City. Ustedes


siguen teniendo esas inundaciones que ocurren una vez cada mil años.
Siento que necesito algunas lecciones de natación o algo.

Thane soltó una carcajada.

—Me encanta esta zona, lo juro, pero la última inundación pudo


haberme matado. Tengo que quedarme aquí por Levi. Luke está
registrado para comenzar la escuela aquí... Me gusta poder caminar al
trabajo, pero mi personal no puede seguir teniendo su seguridad en
riesgo. Es una decisión difícil.

La sonrisa de Julian creció mientras escuchaba a uno de sus


antiguos clientes más traviesos hablar sobre su vida recién domesticada.
Estaba feliz por su jefe. Thane se había tomado la tutela de Luke tan en

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serio como se tomaba cualquier cosa. No es que Luke, el hermano


adolescente de Levi, necesitara mucho cuidado. El niño era muy
inteligente y una persona fundamentalmente buena como ninguna que
Julian hubiera conocido.

—Permíteme profundizar en este Beckett St. Clair. Está demasiado


interesado en ti. Tenemos que adelantarnos a esto —dijo Thane en voz
baja—. Tengo un mal presentimiento sobre este.

—Cristo, Walker, nadie necesita tanta negatividad en sus vidas. —


Julian supuso que en realidad no importaba si Thane hurgaba en la vida
del vaquero. Sabría lo que él ya sabía—. Haz lo que tengas que hacer.

—Te rendiste con demasiada facilidad —respondió Thane, el


escepticismo tiñendo sus palabras.

Julian puso los ojos en blanco, luego levantó las palmas de las
manos y se las pasó por la cara. No cedía y Thane dudaba de él. Luego
cedía, y Thane dudaba.

De repente, despedir al chef principal parecía una conversación


mucho más fácil de tener.

—¿Has tenido noticias de Franklin? —preguntó Julian.

El silencio se mantuvo entre ellos durante unos diez largos


segundos.

—¿Qué hiciste, Julian? —espetó Thane.

Thane lo conocía tan bien. Julian esbozó una pequeña sonrisa


cuando dijo:

—Hemos perdido la calidad de nuestro servicio de comida. La


presentación ha bajado. He oído rumores de que algunos de nuestros

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platos son, en el mejor de los casos, mediocres. Resulta que todo eso
depende de Franklin. No mantiene el estándar que esperamos. Yo mismo
hice un control de calidad improvisado durante la preparación esta
mañana. Sentí que las quejas estaban justificadas y despedí a Franklin
porque en serio es un gran idiota. Ya envié un correo electrónico
solicitando al departamento de capacitación de Dishology que envíe a
alguien para el servicio de comidas de esta noche

—Maldita sea, Julian. No tienes la autoridad para despedir a nadie


sin la participación de los gerentes. No tienes absolutamente nada que
decidir dentro del restaurante. ¿Por qué no puedes hacer que eso se te
meta en la cabeza?

—No podía dejar que el gerente de tu cocina dirigiera este lugar


como un camión de comida. —Julian se entusiasmó con el nuevo tema,
sonriendo ampliamente. Thane lo interrumpió de nuevo antes de que
pudiera ponerse en marcha.

—No. Julian, escúchame. Aquí entran en juego las leyes laborales.


Dishology tiene políticas que deben seguirse. Me estás cabreando con
esto y no te detendrás, joder. Es interminable.

Julian se puso de pie, terminando con esta conversación. No le


importaba lo más mínimo la ira de Thane. Se veía a sí mismo como los
ojos y los oídos de Thane en Reservations. Se tomaba el papel en serio.

Salió de la oficina y dejó que la puerta se cerrara detrás de él. Llegó


hasta el último escalón antes de que su teléfono vibrara en su bolsillo. Lo
tomó y envió la llamada de Thane al buzón de voz. Le daría a Thane
tiempo para calmarse y ver que había tomado la decisión correcta. Los
protocolos estaban muy bien, pero Reservations tenía una reputación que
proteger.

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Franklin era un idiota que estaría mejor preparado para el


restaurante de comida rápida local. Quizás. No, Franklin ni siquiera era
material de Mickey D. A Julian siempre le habían gustado sus patatas
fritas y odiaría ver comprometida la calidad.

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Capítulo 2
Beckett St. Clair condujo el último tramo de su viaje a casa,
atravesando el largo camino de grava hasta la cabaña principal de su
campamento de supervivencia, dando un bostezo asombroso mientras
avanzaba. Su codo colgaba por la ventana de su camioneta y el aire fresco
de la mañana golpeaba su rostro. Necesitaba dormir, algo que no
sucedería durante varias horas más, hasta que hubiera abordado
algunas de sus responsabilidades.

Tenía más picazón y más valentía que después de un curso de


entrenamiento de supervivencia de una semana en las montañas. La ropa
de vestir que ahora usaba siempre lo hacía sentir así. Pantalones
planchados, camisas de vestir pegadas y corbatas de seda... uff. ¿Por qué
alguien se sometería voluntariamente a este vestuario todos los días?

Beckett se estremeció y miró su conjunto ajustado. Lo inteligente


hubiera sido hacer una parada rápida para ponerse los vaqueros y la
camiseta que había traído ayer cuando se decidió por esta carrera de
último minuto al club de Coronado. Pero se había apresurado a abordar
su avión y se había ido a su casa en el norte de California, con la intención
de regresar temprano en el día.

El viaje de ida y vuelta se había convertido en un hábito. Pero la


pasada noche había alargado su hora de salida tanto como pudo, todo
para poder quedarse un poco más de tiempo en compañía de un par de
ojos penetrantes que le tocaron el alma. Había dejado su avión personal
en el hangar de la pista de aterrizaje familiar, a una milla y media del
albergue principal.

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Su sonrisa se extendió. Gracias a Dios que no se había disuadido


de ir ayer. Había estado tambaleándose sobre la decisión porque parecía
que al gerente del club no le gustaba.

Beckett había mantenido la esperanza, alimentada por su profundo


encaprichamiento, de que Julian solo necesitaba mirar en su dirección,
solo una vez. Que cuando finalmente lo hiciera, seguramente, vería lo que
se había perdido y caería a sus pies. Eso lo hizo reír para sí mismo. Al
menos podía soñar. Su lado más inteligente y lógico reconoció que habían
pasado tres meses sin una sola señal de aliento. Si Julian fuera a
reconocerlo, habría sucedido hace dos meses, tres semanas y dos días.

Demonios, Julian le prestaba menos atención que a cualquier otra


persona dentro de ese bar.

Hasta anoche, cuando Beckett tuvo el gran avance que había


estado esperando. De la nada, la extraordinaria mirada de Julian se
centró en su mundo y el de Beckett se inclinó sobre su eje.

Incluso ahora, recordar ese momento hacía que mariposas


revolotearan dentro de su vientre, los músculos temblando y tensos de
anticipación.

Habían compartido tres bailes y no se podía negar su química.


¿Cuándo bailar con un hombre había sido una fuerza física tan
vinculante?

Nunca.

Hasta anoche.

Imágenes del hombre más guapo que jamás había visto jugaban en
tecnicolor dentro de su cabeza cuando la camioneta chocó contra un
surco y lo hizo rebotar en el asiento.

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Julian Cullen, un hombre casi demasiado deslumbrante para su


propio bien. Esa mirada, labios carnosos con esa afilada lengua, la leve
hendidura en su barbilla...

A Beckett siempre le habían gustado sus hombres grandes y


fornidos. Julian le había mostrado exactamente lo equivocado que había
estado.

Una sola mirada de Julian en su primera visita a Reservations


había desencadenado una reacción que lo consumía todo. Había
escuchado sobre el club de uno de sus clientes y casualmente comenzó
a buscar más información. Beckett no había estado fuera tanto tiempo.
A los treinta y tres años, le había llevado más tiempo que a la mayoría
hacer las paces con su propio ser.

Casi había dejado de ir a Reservations por una variedad de razones.


Una, se había escondido durante tanto tiempo que le costó un poco de
ajuste estar cerca de tantos hombres abiertamente homosexuales. La
otra razón más importante era su código de vestimenta. No le gustaba
vestirse elegante.

Había agregado su Stetson a su nuevo y costoso traje solo para


sentirse un poco más como él mismo. Si no se hubiera tomado el tiempo
para completar los largos formularios de membresía y gastado varios
miles de dólares en las tarifas de entrada y la ropa requeridas,
probablemente habría cambiado de opinión mientras se quedaba
mirando su reflejo antes de salir esa primera noche. Al pensar en esa
visita inicial, pudo ver el error que habría sido.

En ese momento, había pensado que todo lo que Reservations hacía


por los miembros del club eran exageradas, pero cuando atravesó las
puertas de entrada por primera vez, reconoció lo que estaban tratando
de lograr. Y funcionaba. Les daba a hombres como él, hombres
homosexuales, un lugar para reunirse de manera segura. No es que

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hubiera conocido a muchos tipos disponibles allí, pero Julian asumía la


culpa.

Cuando inspeccionó el elegante club nocturno, asimilando cada


rincón de opulencia, su corazón casi se le había salido del pecho cuando
su mirada se posó en el magnífico gerente que trabajaba en su puesto al
final de la barra.

Para aquellos que no creían en el amor a primera vista, estaban


completamente equivocados.

El objeto de su deseo era exactamente lo contrario a él. Julian se


nivelaba en el extremo superior de ser extrovertido. Lleno de vida, y era
muy claramente la energía detrás del club. Su boca... Beckett negó con
la cabeza solo de pensarlo. Esa maldita boca atrevida tenía una respuesta
para todo.

Julian también era molestamente esquivo. Todas las noches que


pasaba en Coronado, ya fuera por trabajo o por una visita improvisada
como la noche anterior, se sentaba dentro del club, gastaba fajos de
billetes y veía a Julian coquetear con todos los hombres del lugar. Todos
excepto con él.

Nada en la vida de Beckett parecía importar más que vislumbrar al


gerente de ojos azules. Después de anoche, cuando habían compartido
tres bailes, esa verdad se cristalizó aún más. Un hormigueo irradió a
través de su cuerpo y hasta las yemas de sus dedos donde agarró el
volante pensando en el hermoso rostro de Julian a centímetros del suyo
mientras se movían juntos en la pista de baile llena de gente.

Joder, Julian era sexy.

Sus bailes de anoche tenían que significar que Julian lo había


notado en un nivel más que superficial. Había sentido el momento en que

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el cuerpo de Julian se relajó contra el suyo. Beckett nunca había estado


más vivo que cuando lo sostuvo en sus brazos.

Igual que había hecho una y otra vez en el viaje a casa, divagó,
reviviendo cada segundo de la noche. Se sorprendió muchísimo cuando
siguió con su iniciativa Sé Audaz al aceptar la invitación a una mesa
privada para celebrar la gran noche de Levi. Rápidamente se hizo amigo
de Levi después de unirse a Reservations y su mesa terminó en su
sección. El novio de Levi y propietario del club, Thane Walker, no parecía
muy interesado en que se incluyera a Beckett en la fiesta. Por decirlo
suavemente, había ignorado a Thane y había salido de su zona de confort
en su esfuerzo por animar a Julian a que se fijara en él.

Beckett repitió el tono ronco en la seductora voz de Julian cuando


dijo:

—Seguro que miras mucho. ¿Hay algún problema o algo? —Esas


palabras... No, era el tono ronco lo que quedaría grabado en su corazón
para siempre.

—Seguramente tienes que estar acostumbrado a los hombres


mirando fijamente. Eres precioso. —Beckett se había encogido
interiormente ante su elección de palabras. ¿Precioso? ¿De dónde había
salido eso? Nunca usaba palabras así. En medio de su reprimenda
mental, esos ojos que destrozaban el alma brillaron de alegría. Había
pensado que Julian lo había dejado estupefacto antes. Había estado tan
equivocado, porque en ese momento, se había perdido por completo en
ese hermoso hombre.

—Oh, directo e inteligente. Me gusta eso en un hombre.

Beckett sonrió para sí mismo, recordando la piel de gallina cuando


el brazo de Julian se deslizó alrededor de su espalda, instándolo a salir a
la pista de baile llena de gente. Se quitó la chaqueta del traje, la arrojó a

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un lado y bailó con Julian. Algo que no hacía a menudo, pero hombre,
Julian podía moverse. No importaba que Beckett no supiera los pasos de
baile correctos. Durante unos veinte minutos, Julian y él habían
permanecido pegados bajo las luces intermitentes del club.

Julian bailó contra él como si tuviera todo el derecho a estar allí.


No se equivocaba. Julian podía acercarse sigilosamente cuando quisiera.
Pero algo en Julian cambió frente a los ojos de Beckett. Julian se
transformó de un trabajador, un gerente no me jodas a un maestro
seductor. Beckett había quedado atrapado en el hechizo de Julian,
convirtiéndose en masilla en sus manos.

Cualquier perspectiva que hubiera logrado usar para aplastar sus


sentimientos hacia Julian se le escapó de su agarre emocional mientras
envolvía sus manos alrededor del cuerpo sorprendentemente duro. Su
polla había golpeado contra su cremallera, dolorida por la necesidad que
Julian le provocaba.

Esos podrían haber sido los mejores veinte minutos de su vida.

Julian había apoyado esas perfectas caderas contra su ingle y de


repente dejó de moverse como si no hubiera sido consciente de sus
acciones. Durante varios segundos, todo el cuerpo de Julian se puso
rígido antes de que una mirada confusa cruzara su rostro y saliera
disparado. Se había marchado corriendo sin siquiera despedirse.

No tenía idea de qué había causado el pánico. ¿Había sentido lo


dura que había estado su polla? Se obligó a que el recuerdo terminara
allí mismo mientras su inseguridad regresaba en oleadas.

La camioneta que se dirigía hacia él llevó sus pensamientos al


presente. No esperaba ver la camioneta de pasajeros de su empresa tan
temprano en la mañana. Hojeó su calendario mental, no recordaba que
algún cliente llegando esa mañana.

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Beckett se detuvo a un lado de la carretera de un solo carril y


levantó una mano a modo de saludo mientras el conductor pasaba, un
tipo que había sido empleado por ellos durante los últimos quince años.
Luego, sorprendiéndolo aún más, su segunda camioneta dobló la esquina
un poco más rápido. Beckett rodó lentamente hacia adelante, dejando
que la camioneta lo pasara antes de continuar. Mientras tomaba la curva
que conducía al albergue principal, aparecieron varios pequeños grupos
de personas. Se habían reunido, junto con su equipo, en el patio
delantero del albergue. Se devanó el cerebro, tratando de recordar qué
entrenamiento había olvidado.

Mientras detenía su camioneta en el estacionamiento de grava del


edificio principal, vio a su padre y su instructor principal, Randy,
moviéndose de un grupo a otro, con sujetapapeles en la mano. Beckett
apagó el motor y saltó de la camioneta, cerrando la puerta sin mirar atrás.
Esperaba no haberlos dejado sin personal cuando se fue ayer por la tarde.

Escudriñó a la gente, desconcertado por lo que vio. No se parecía a


su grupo demográfico de clientes normal.

—No te ves elegante —gritó su padre cuando Beckett se acercó al


alcance auditivo. La voz áspera de su viejo podría sonar enojada a los
demás si se tenía en cuenta las miradas asustadas en su dirección, pero
a Beckett no le molestaban las bromas de su padre.

Años atrás, su padre y él habían convertido su pasatiempo en un


próspero campo de entrenamiento de supervivencia. Un lugar donde
entrenaban técnicas de supervivencia en tiempo real. Con muchas horas
y mucho trabajo duro, habían logrado convertir esa pequeña empresa en
una escuela líder en entrenamiento de supervivencia. Trabajaban con
firmas de seguridad privada, fuerzas del orden y el ejército. El último fue
el motivo de la visita de Beckett a Coronado en primer lugar.

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Desde el reciente leve ataque cardíaco de su padre, las cosas


habían cambiado. Su padre ya no podía ayudar con las clases de
entrenamiento más rigurosas. Eso había sido muy duro para la psique
del anciano. Entonces, su padre decidió abrir su campamento a clientes
individuales y privados.

Durante los últimos años, la cantidad de personas comunes que


deseaban aprender habilidades básicas de supervivencia había
aumentado exponencialmente. Todos los programas de supervivencia en
televisión y YouTube sin duda impulsaron el fenómeno. Habían sido
inundados con consultas de personas que querían aprender a “vivir de la
tierra”. En ese momento, no habían considerado contratar aprendices
novatos, algo fuera de su modelo de negocio actual. Pero la idea de que
había gente que quería un entrenamiento más ligero había sido el
concepto detrás de la idea de su padre. Quería enseñar un curso básico
y rudimentario para principiantes: una excursión de tres días para
aprender a vivir de la tierra.

Beckett no se había dado cuenta de que habían pasado de la fase


de ideas a la implementación de la capacitación. ¿Podría su padre rudo y
duro manejar las necesidades básicas de un aprendiz novato? Beckett
frunció el ceño al pensar en el momento difícil que habían tenido sus
instructores experimentados para mantenerse al día con su padre.

Si no tuviera su propia clase de entrenamiento a partir de mañana,


se ofrecería como voluntario para sacar al grupo él mismo.

—¿Quién te está ayudando, papá?

—Paul y Walt.

Oh, no era bueno. Ambos hombres formaban parte de su equipo de


jardinería. Beckett miró alrededor del patio, contando veinticinco
personas. Llevaban zapatos para caminar nuevos y mochilas con sus

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teléfonos clavados en sus palmas. Ninguno parecía saber en qué se


estaba metiendo realmente.

Beckett le dio una palmada en el hombro a su padre y le dio un


suave apretón a modo de saludo.

—Randy y yo podemos salir contigo hoy y pasar la noche. Tenemos


que volver por la mañana para sacar mi clase. ¿Suena bien?

—¿Tengo algo que decir? —preguntó Randy.

—Solo si es un sí —su padre se rió mientras continuaba


completando los formularios de responsabilidad legal que cada persona
necesitaba firmar.

Beckett le quitó uno de los sujetapapeles de las manos a Randy y


un par de bolígrafos. Dormir ahora era mucho menos probable.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 3
¿Cómo podría ser hora de despertar?

El agotamiento se aferraba a Julian, confundiendo su mente


mientras trataba de calcular el tiempo sin abrir los ojos. Había cerrado
Reservations y llegó a casa un poco después de las tres de la mañana. Le
había costado algo de tiempo relajarse. Dormir siempre era un juego
complicado en estos días, pero finalmente se acostó y se quedó dormido.
Sin duda, no era el momento de volver a empezar el día.

Juró que vivía en la película Groundhog Day2 donde todos los días
eran el mismo. A veces, sentía que nunca escaparía de lo que fuera que
tenía un agarre tan fuerte sobre él, y otros días, apreciaba la monotonía.
Vivir el mismo día una y otra vez lo había mantenido a salvo de...

Sí, no volvería a esa madriguera del conejo sobre pensamientos


locos.

No importaba lo que lo despertó, planeaba volver a dormir. Se


concentró en limpiar su mente, despejarla de cualquier otra cosa que no
fuera el sueño. Respiró hondo y relajó su cuerpo al exhalar, soltando la
tensión, metiendo las manos debajo de la almohada más suave en la que
jamás había dormido, una almohada que había tomado de Escape
Coronado. El complejo no escatimaba en nada.

2
Groundhog Day (Atrapado en el tiempo en España, El día de la marmota en Chile,
Argentina, México y Venezuela y Hechizo del tiempo en el resto de Hispanoamérica) es
una película de Cine fantástico y alto contenido metafísico estadounidense de 1993
dirigida por Harold Ramis, y protagonizada por Bill Murray, Andie MacDowell, y Chris
Elliott. Murray interpreta a Phil Connors, un arrogante meteorólogo de la televisión de
Pittsburgh que, mientras cubre el evento anual del Día de la Marmota en Punxsutawney,
Pensilvania, ese mismo día se encuentra atrapado en un ciclo de tiempo, repitiendo el
mismo día una y otra vez. Después de caer en el hedonismo e intentar suicidarse en
numerosas ocasiones, comienza a reexaminar su vida y sus prioridades.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Necesitaba encontrar una manera de poner sus manos en esas


sábanas de calidad. Una pequeña sonrisa tiró de las comisuras de sus
labios mientras se movía en el colchón con la parte superior acolchada.

¿Había sumado los recibos de ventas del bar antes de irse?

Frunció el ceño mientras intentaba y no recordaba las cifras de


ventas. Extraño, siempre recordaba los ingresos que obtenía cada noche.

Para.

Duerme.

¿Qué había leído sobre las técnicas de respiración para dormir?


Inhalar profundamente por la nariz, contar hasta cuatro. Sostener
mientras contaba hasta siete, luego soltar lentamente hasta ocho.

De nuevo.

Julian inhaló, dejando que la cadencia de su respiración lo


arrullara hasta los límites del sueño.

Funcionó de la misma manera que las técnicas de respiración que


usaba todos los días. ¿Cómo podría algo tan simple, una parte
involuntaria de su existencia minuto a minuto, ser una herramienta tan
curativa cuando se usaba con intención?

Pero, ¿realmente ayudaba a sanar, o era simplemente un vendaje


diseñado para cubrir una herida grande y supurante?

Maldita sea.

Aclara tu mente, gilipollas.

Su colchón se movió y sus mantas cuidadosamente arregladas


fueron arrancadas de su cuerpo. Claro. Julian exhaló un suspiro y se

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Serie Reservas 02
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volvió de lado para dejarse caer de espaldas. Arqueó una ceja cuando
Woofer se acercó a él y bajó la cara para mirarlo a los ojos. Un aliento
caliente abanicó su mejilla mientras sus profundos ojos marrones
suplicaban su atención.

—Eres el peor animal de apoyo emocional de este planeta.

La lengua del Woofer se asomó en respuesta a esas palabras. Julian


se despertó instantáneamente, saliendo disparado, rodando a un lado de
la cama, sabiendo que una larga y húmeda lamida estaba en camino si
no tomaba medidas. Trazaba la línea en tener la boca mojada de un perro
babeando por toda su cara.

Ya tenía que lidiar con pelo de perro y la destrucción en todo su


pequeño pero súper ordenado apartamento. Woofer no tenía límites en
absoluto. Lo cual era su culpa. No era coherente con el perro como le
habían indicado. Se suponía que Woofer ayudaría a aliviar su ansiedad,
pero a veces se preguntaba si tal vez habían exagerado el alcance del
entrenamiento de obediencia de Woofer. El maldito perro pensaba que
era dueño de todo el lugar.

No entendía cómo lo habían convencido para que consiguiera un


animal de apoyo emocional entrenado. A menos que el apoyo emocional
significara que cada vez que él se sentaba, el pastor alemán de cuarenta
y cinco kilos se sentara encima de él, entonces tenían que redefinir el
término.

Julian se puso las zapatillas mientras se ponía de pie y recogía la


bata al final de la cama. Con una mirada a la hora mientras se ataba el
cinturón en su lugar, finalmente le prestó atención al perro.

—Son las cinco y media de la jodida mañana. ¿Qué diablos te pasa?


¿Por qué siempre tienes que salir antes de que salga el sol?

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Serie Reservas 02
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El perro leyó completamente mal el tono de Julian. Woofer dio


vueltas con entusiasmo en círculos, pateando y arrugando la sábana y
las mantas debajo de su enorme cuerpo antes de saltar del final del
colchón. Sus uñas arañaron el suelo de baldosas mientras se lanzaba
hacia la puerta trasera. Julian se pasó los dedos por el pelo mientras
caminaba tras él.

Le habían prestado a Woofer como prueba de un mes. Eso había


sido hace tres meses. Cada vez que decidía que no era la persona
adecuada para cuidar de otro ser vivo, especialmente de un animal
desequilibrado y sin entrenar, Woofer le dirigía una de sus especiales,
reconfortantes y profundas miradas de ojos marrones a las que no podía
decir adiós.

Aparentemente, le encantaban los hermosos ojos marrones como


el whisky.

No lo pienses.

Ni jodidamente lo pienses.

—Es en serio. No va a suceder. Déjate de tonterías —se regañó


Julian a sí mismo. Por supuesto, sucedió de todos modos. Vivir en la
profunda mirada marrón de Beckett le robó la capacidad de pensar
durante uno o dos largos segundos. El sexy vaquero llenó sus
pensamientos más de lo que jamás admitiría voluntariamente,
especialmente ante Thane.

Beckett olía increíble. Nunca pudo ubicar el aroma exacto de la


colonia que usaba el vaquero...

Un dolor candente le quemó el pie y la pierna.

—¡Joder!

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Había juzgado mal la cercanía de la otomana ridículamente grande


y se había golpeado los dedos de los pies con el borde.

Julian se dobló, agarrándose el pie, ¡eso dolía! su trasero aterrizó


en el borde del cojín que instantáneamente se tambaleó y luego se deslizó
debajo de él, tirándolo al suelo.

Probablemente se había roto el dedo del pie con esa estúpida


otomana. Su sala de estar era demasiado pequeña para sus muebles
extragrandes y estúpidamente caros. Su lugar en Los Ángeles había sido
tres veces más grande que éste.

Suspiró. Nunca había imaginado su vida de esta manera. Mientras


los dedos de sus pies palpitaban, miró a su alrededor. Tal vez su amado
piso de Los Ángeles era en realidad cuatro o cinco veces más grande que
este y ciertamente más moderno. Nada como esta remodelación barata
de los noventa de reconstrucción original de los setenta.

¿Cómo sobrevivía la gente de clase trabajadora bajo toda esta


opresión?

Podía ser la razón por la que sus padres estaban tan tensos todo el
tiempo.

Oh, Dios, no. Se negó a pensar en su horrible familia biológica en


este momento.

Dejó caer la cabeza hacia atrás sobre la otomana atacadora de


dedos, cuando la lengua húmeda del perro le pasó por la mejilla. Dejó
escapar un suspiro y apoyó la barbilla en el pecho, sintiéndose derrotado
cuando la cabeza de Woofer cayó a su regazo. El gran cuerpo del pastor
lo siguió, sentándose en el suelo a su lado como si él no fuera la razón
exacta por la que Julian se había levantado de la cama en primer lugar.

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No podía hacer nada más que pasar los dedos por la espesa piel y
acariciar al perro que trataba de consolarlo.

—Vamos. —Julian se empujó hacia arriba, poniéndose de pie


mientras alcanzaba la correa que colgaba del pomo de la puerta del patio
exterior. Cerró el pestillo de metal en su lugar en el cuello de Woofer. El
animal tiró con fuerza hacia la puerta.

Una brisa suave cubrió su piel mientras los rayos del sol apenas se
asomaban por el cielo nublado. Woofer despegó, la cuerda de la correa
emitió un zumbido mientras el perro corría. Julian rápidamente agarró
la pequeña manija, sujetándola con fuerza. Había aprendido esta lección
por las malas.

Fue empujado hacia adelante varios pasos antes de que plantara


los pies en el suelo, lo que provocó que Woofer solo llegara hasta cierto
punto sin que Julian tuviera que caminar el resto del camino hacia el
parche de hierba cerca de la acera.

—Hazlo rápido.

Julian no tenía idea de por qué siempre desviaba la mirada para


darle privacidad a Woofer, pero lo hizo al darle la espalda al perro y mirar
hacia la calle mientras los faros de un automóvil doblaban la esquina.
Dejó que sus pensamientos volvieran al fascinante color de ojos de
Beckett. Realmente parecían whisky helado.

Un Charger de color humo pasó lentamente, flexionando sus


músculos al dar una vuelta al motor. El color llamó su atención segundos
antes de que un dolor agudo atravesara su cerebro, enviando un
escalofrío por su columna vertebral. Breves destellos de luces
multicolores pasaron por su mente mientras imágenes confusas se
reproducían como una presentación de diapositivas detrás de sus

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Serie Reservas 02
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párpados. Se sentía mareado. La música fuerte y el hedor a cigarrillos y


alcohol lo asaltaron.

Algo andaba muy mal.

Las luces del club de baile se volvieron borrosas cuando el mareo


lo abrumó.

Julian se tambaleó hacia atrás por el peso del recuerdo.

Un aluvión de imágenes se estrelló sobre él como olas durante una


tormenta. Mientras uno refluía, otro fluía hacia adelante con un impacto
implacable.

Un pasillo lúgubre con poca luz.

Feo papel pintado.

Voces de hombres, varias.

Julian no pudo recuperar el aliento.

El aquí y ahora se deslizó de nuevo en su lugar en forma de


resortera, haciendo que su equilibrio se tambaleara. De regreso temprano
en la mañana, parado afuera de su condominio. Su edificio estaba a un
lado de él, Woofer al otro. El dolor paralizante en su cabeza dejó su visión
borrosa, mientras que la oscuridad bailaba alrededor de los bordes,
haciéndolo tan inestable.

Mierda, estaba a punto de desmayarse.

—Amigo, ¿estás bien? —La voz sonó a un millón de kilómetros de


distancia. Sus rodillas cedieron y el mundo se inclinó mientras se
balanceaba hacia atrás, impotente para detener su caída.

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Serie Reservas 02
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Julian se sacudió, despertando sobresaltado por el movimiento.


Luchó por levantar la cabeza, abriendo los ojos de golpe, desorientado en
cuanto a por qué estaba tirado en el suelo.

Su vecino, un tipo al que había saludado con la cabeza un par de


veces, se cernía sobre él, con el teléfono en la oreja. El tipo parecía
preocupado mientras empujaba a Woofer con su mano libre. Woofer no
se movió ni un centímetro mientras montaba guardia al otro lado de
Julian, mirándolo directamente a la cara.

El latido en su cabeza se había multiplicado por diez desde que


abrió los ojos. Trató de levantarse del duro cemento debajo de él. Solo
pudo volverse hacia un lado mientras su estómago se revolvía.

—Quédate abajo —le ordenó su vecino, la preocupación


entrelazaba sus palabras—. Tuviste una fuerte caída. Llamé al 911.
Están en camino.

—¿Qué pasó? —preguntó Julian, su voz débil y áspera. Se llevó la


mano a la parte posterior de la cabeza, un nudo del tamaño de una pelota
de golf sobresalía de su dolorido cráneo—. ¿Estoy sangrando?

—No, no lo creo.

—¿Qué pasó? —preguntó Julian de nuevo. Woofer se apretujó


contra su cuerpo, gimiendo a su lado mientras le ofrecía su propia forma
de apoyo.

—No sé. Te vi tambaleándote y caíste.

Sí, escuchó eso. Luchó contra las náuseas crecientes y se obligó a


sentarse. La saliva le inundó la boca y rezó para no vomitar. Sin embargo,
le dolía muchísimo la cabeza. El aluvión de sirenas disparándose hacia
ellos no ayudó al dolor palpitante que golpeaba a través de su cabeza.

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—¿Puedes cancelar lo de la policía?

—Traen una ambulancia. Te golpeaste la cabeza con bastante


solidez contra el cemento. Deberías ser examinado —Su vecino tomó la
correa de Woofer—. Déjame llevarlo adentro. —Tiró, pero Woofer
permaneció plantado en su lugar. El perro no se movió mientras se
agachaba junto a Julian—. Vamos, grandulón.

Julian alcanzó al pastor alemán y le acarició la cabeza.

—Entra por mí.

Woofer golpeó su nariz en el hombro, instándolo a seguirlo. Su


vecino lo intentó de nuevo, dándole otro fuerte tirón a la correa, pero el
perro luchó por quedarse al lado de Julian. Era entrañable a pesar de
que no le gustaba en absoluto el maldito perro.

—Déjalo quedarse. Es un animal de apoyo. Esto es lo que él hace.


No se irá de buena gana.

Un coche patrulla se detuvo junto a la acera, seguido de una


ambulancia. Esta no era la primera vez que estaba íntimamente
involucrado con cualquiera de esos vehículos.

Julian se tambaleó hacia adelante, vomitando en la hierba húmeda


por el rocío a su lado. Demasiado para evitar esa humillación.

***

Afortunadamente para Beckett, el grupo de supervivientes novatos


y él solo habían tenido que caminar por la ladera de la montaña durante
unas cinco kilómetros antes de que su padre se detuviera y acampara
para su curso introductorio de entrenamiento de supervivencia.
Sorprendentemente, su padre tenía una sólida lectura sobre sus
estudiantes y había planificado el área para su llegada. Había elegido la

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distancia perfecta para el grupo de principiantes: lo suficientemente


cerca del albergue principal para cualquiera que pudiera necesitar ser
trasladado de regreso, pero lo suficientemente lejos para disuadir a
cualquiera de la clase de irse por su cuenta.

Lo que el entrenamiento de supervivencia 101 no había logrado era


proporcionarle a Beckett una buena noche de sueño. No había tenido
más de un par de horas de descanso en toda la noche. Había habido un
murmullo de bajo nivel por parte de los aprendices. La emoción, el miedo
y el nerviosismo alimentaban a muchos estudiantes que permanecieron
despiertos hasta altas horas de la madrugada.

Beckett caminó por el sendero de regreso a su casa, levantando su


rostro hacia el sol de la mañana, dejando que su calidez reconfortante
cubriera su piel. Dejó a su padre y a su equipo de jardinería para terminar
el entrenamiento, seguro de que los novatos estaban en buenas manos.
Sus pasos firmes lo guiaron por el terreno accidentado, un camino que
conocía de memoria. Nada llenaba su alma de paz más que la majestuosa
y casi intacta energía que irradiaba de las montañas.

La brisa fresca se deslizó sobre su piel calentada por la excursión


de trepar por la pendiente rocosa. El aire más limpio que cualquiera
podría respirar se sumó al encanto del momento. Siempre que era
posible, comenzaba su día al aire libre, haciendo una caminata,
aclarando tanto su mente como su corazón. Le encantaba el amanecer
de un nuevo día lleno de esperanza y posibilidad.

La madre naturaleza no parecía preocuparse por las luchas del


mundo. Ella comenzaba de nuevo todos los días, por lo que él pretendía
hacer lo mismo.

—Estás más callado de lo normal —dijo Randy. El crujir de las


hojas secas bajo sus pies y el aire frío de la montaña contribuyeron a la
tranquilidad inspiradora de la caminata matutina. Randy era su mejor

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amigo de toda la vida. Se habían unido al ejército juntos. Luego, más


tarde, Beckett había reclutado a Randy para trabajar en su equipo de
instructores de supervivencia. Había sido la mejor contratación de su
vida. Randy tenía una forma de obtener resultados incluso de los
aprendices más difíciles.

Fuera de servicio, sin embargo, era un conversador.

Beckett, no tanto.

Su tiempo de inactividad se había convertido en un equilibrio de


sus fortalezas. Randy manejaba el trabajo pesado de charla incesante
mientras Beckett soltaba algunos gruñidos y gemidos aquí y allá, sin
prestar mucha atención a lo que decía Randy. Funcionaba bien para su
amistad.

—¿Estás escuchando?

Beckett volvió a sintonizarlo. Supuso que no estaba gruñendo lo


suficiente como para que Randy siguiera hablando.

—Sí.

—Tu padre hizo un buen trabajo. Sabes que arregló todo esto solo
en menos de una semana. Las carpas fueron una buena idea. Me
sorprendió que la mayoría de la clase no supiera la forma correcta de
erigir una.

Beckett no respondió. Se concentró en mantener su ritmo


constante, navegando por el terreno rocoso hasta la base de la montaña.

—Me gustó que quisiera agregar una nueva clase intermedia para
los que se gradúen de esta. Estaba escéptico cuando escuché su idea por
primera vez.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett tuvo que estar de acuerdo.

Años antes de que naciera, su padre había hecho carrera en el


ejército. Había servido en la Marina de los Estados Unidos como parte de
los primeros equipos bajo el Comando de Guerra Especial Naval. Dirigió
misiones de reconocimiento, fue amado por muchos. Aún así, no había
nadie en el planeta que lo idolatrara más que Beckett. Ver a su padre
envejecer, tener serios problemas de salud y verse restringido en lo que
le gustaba hacer vino con sus propios miedos.

—Tu viejo me dijo que has estado distraído últimamente. Cree que
tiene algo que ver con toda esa ropa elegante que sigues comprando. Le
dije que finalmente habías decidido gastar parte de ese dinero que ganas,
para verte bien en su funeral.

Beckett se detuvo en seco, inclinó la barbilla por encima del


hombro y le lanzó a Randy una mirada amenazadora. Lo que pasaba con
hablar demasiado es que una persona eventualmente dice estupideces.
Randy lo hacía todo el tiempo. Este momento era un excelente ejemplo.

—Lo siento —dijo Randy, levantando las manos en señal de


rendición—. Fue más gracioso cuando se lo dije a tu papá. Le divirtió
mucho.

Beckett señaló con el dedo la cara de Randy, desafiándolo a que


dijera otra palabra.

—No hables de él muriendo. Esa mierda no es graciosa.

Randy levantó ambas manos. Cuando Beckett no se rindió de


inmediato, puso los ojos en blanco y luego extendió la mano para
empujarlo para que se moviera.

—Entonces, ¿por qué has estado tan distraído últimamente?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—No quiero hablar de eso —refunfuñó Beckett, bajando los últimos


escalones rocosos. Solo tenía un kilómetro hasta su cabaña. Randy podía
caminar solo el resto del camino hasta la cabaña principal. Beckett
necesitaba tiempo para recuperarse antes de salir de nuevo esta tarde.

—¿No quieres hablar de algo? ¡Qué sorpresa! ¿Tu padre te dijo que
la granja de marihuana pagó la totalidad?

Eso hizo que Beckett desacelerara sus pasos para que Randy lo
alcanzara.

—No, no lo creo. ¿Cuándo?

—Supongo que fue inesperado. Esos dos tipos que les compraron
la tierra se fueron ayer por la tarde.

Beckett no pudo evitar mirar en la dirección de la granja de


marihuana en la distancia. Si entrecerraba los ojos y el sol estaba en la
posición correcta, tal vez pudiera ver los grandes invernaderos desde
donde se encontraba.

Qué viaje. Cuando su padre habló por primera vez sobre la


posibilidad de dividir la parte trasera de la propiedad que había
pertenecido a su familia durante más de ciento cincuenta años, Beckett
estaba totalmente en contra de la venta. Un siglo y medio era mucho
tiempo para que algo se transmitiera de generación en generación y luego
se vendiera sin una razón válida.

Entonces se enteró de que la granja de marihuana tenía la


intención de establecerse allí. Su padre lo sorprendió incluso al
considerar la idea. Su padre siempre había sido un firme creyente de que
cualquier tipo de droga era mala. Pero de alguna manera, los
compradores habían convencido a su padre para que vendiera,
probablemente porque habían aceptado el enorme precio de venta.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett no le había dicho a nadie en ese momento que había hecho


un esfuerzo adicional en el trato, convirtiéndose en un inversor silencioso
en el negocio de la granja de marihuana, lo que permitió a los muchachos
comprar grandes extensiones de tierra en todo Estados Unidos y Canadá.
Esa inversión apresurada lo había cambiado todo para él. La inversión se
había vuelto rentable rápidamente. Beckett había ganado millones de
dólares y los ingresos seguían llegando sin un final a la vista.

Cuanto más se acercaban a su habitación, más se relajaba, y la


mirada azul verdosa de Julian volvió al primer plano de sus
pensamientos. Esos ojos eran multidimensionales con fragmentos
iridiscentes de esquirlas de cristal dentro de sus profundidades. Beckett
apostó que Julian era un espectáculo digno de contemplar cuando esos
ojos inusuales se llenaban de lujuria...

Dios, lo tenía mal. Una vez que decidió que ya no quería vivir una
vida sin amor, fue en la dirección completamente opuesta y puso su
mirada en el hombre más hermoso que jamás había visto. Metas y deseos
bastante elevados.

Un bostezo se soltó. Beckett miró hacia la posición del sol para


juzgar la hora, tal vez cerca de las siete de la mañana. No necesitaba estar
en el albergue principal hasta el mediodía. Su última ronda de clientes
no llegaba hasta las dos. Formaban parte de su contrato más reciente
con el ejército. Esos soldados de élite que venían a entrenar eran algunos
de los más intensos que habían albergado. Solo estaría fuera por tres
días, pero serían setenta y dos horas difíciles.

Tal vez podría dormir un par de horas antes de que llegara la nueva
clase. Si esos ojos fascinantes lo dejaban en paz el tiempo suficiente para
quedarse dormido.

—Voy a tomar un poco de café antes de llevar el jeep hacia el


albergue principal —dijo Randy, todavía justo detrás de Beckett.

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Serie Reservas 02
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—Dejé mi camioneta allí ayer. Necesito el jeep.

—Volveré a buscarte a las once y media. —Randy pasó por delante


de Beckett para subir los escalones del porche y abrió la puerta principal.

Beckett, con la ayuda de Randy y su padre, había construido esta


cabaña de troncos hace unos cinco años. Ubicada en una espesa
arboleda de grandes árboles con una vista de un millón de dólares de las
montañas justo detrás de las puertas de paneles de vidrio plegables que
cubrían la longitud de la pared trasera. Perfecto para él.

—¿Qué diablos, St. Clair?

Randy se detuvo en seco en la puerta, bloqueando la entrada de


Beckett. No tenía idea de lo que vio Randy y lo empujó entre los omóplatos
para que entrara por la puerta. Randy se tambaleó hacia adelante cuando
Beckett miró dentro. La ropa que había pedido había llegado y había sido
colocada en el centro de su sala de estar.

—Deja de darle tanta importancia —murmuró Beckett, haciendo


que la puerta se cerrara de golpe detrás de él.

Su compradora de J. Hilburn envió un exhibidor con seis trajes


nuevos en varios colores, varios pares de pantalones, camisas de vestir,
ropa casual y ocho cajas de zapatos si contó correctamente en el escaneo
rápido. Beckett pasó por alto la ropa nueva, a pesar de que realmente
quería echar un vistazo más de cerca, pero se negó a escuchar a Randy
seguir y seguir, preguntándose y luego adivinando qué estaba haciendo.

—Esto no parece tu estilo —dijo Randy, dando una vuelta completa


alrededor del estante. Sus dedos sucios se deslizaron por las perchas
para ver mejor—. Tienes que haber conocido a alguien para tomarte
tantas molestias. ¿Sabe que eres del tipo de vaqueros y camisetas? —

39
Serie Reservas 02
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Desde el estante, Randy miró a Beckett, confundido—. ¿Cuándo


llegaremos a conocerlo? Es un chico, ¿verdad?

Beckett decidió no transmitir el hecho de que su enamoramiento


seguía siendo unilateral. Todo este lío por la única razón de conseguir
que Julian le prestara atención. Parecía patético y necesitado, así que
mantuvo los labios cerrados y los pensamientos para sí mismo.

—Dormiré algo. Prepárate un café, pero no pierdas la noción del


tiempo. Volveré aquí en cuatro horas. No llegues tarde. Es el nuevo
contrato militar. Tenemos que estar preparados para ellos. Sabes que nos
pondrán a prueba. —Beckett se dirigió a su dormitorio y dejó que la
puerta se cerrara mientras escuchaba más roces de las perchas contra
la barra.

Plástico transparente cubría cada traje, pero todavía le preocupaba


que la mugre y la suciedad mancharan su ropa nueva. Había una
pequeña fortuna en ropa en su sala de estar.

—Mantén tus sucias manos fuera de la tela —gritó Beckett a través


de la puerta cerrada del dormitorio y luego se dirigió a su baño.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 4
Tres días después

—Cuando estés listo, Julian.

Habían pasado varios días desde el “incidente”. Un término que


acuñó para describir lo que fuera que le había pasado hace unas
mañanas, pero las reveladoras piezas del flashback todavía lo perseguían.
Honestamente, preferiría olvidarse del “incidente” que reconocer el pánico
y la ansiedad extremos que esas pequeñas bombas de revelación habían
causado.

Julian estaba de pie junto a la ventana, mirando la tranquila


escena de un pequeño jardín de flores justo afuera de la oficina de su
consejera, Sarah Campbell. Le resultaba reconfortante ver a la naturaleza
hacer lo suyo.

La mayoría de sus sesiones se realizaban así. Le daba una


sensación de calma. Algo sobre la hierba verde y las bonitas flores le
hablaba al corazón. El lugar para pájaros, donde pájaros reales
retozaban, lo hacía sentir sano y completo. Intentó formarse un recuerdo
desplazado de su juventud, pero nunca se materializaba por completo.

—Estás empujando —respondió Julian finalmente, cruzando los


brazos sobre el pecho mientras se giraba para mirar a la mujer mayor
que estaba sentada cerca. Su psiquiatra, que había estado trabajando
con él desde el...

¿Por qué luchaba para llamar a su asalto un secuestro?

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Serie Reservas 02
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Sus férreas barreras protectoras internas se estrellaban en su


lugar, sin permitir que profundizara más sobre por qué luchaba por
verbalizar la verdad.

Sarah tenía el aspecto de siempre: una persona paciente, amable y


bien organizada. A menudo se preguntaba si eso era una fachada o si
ella, de hecho, llevaba una vida básicamente normal.

—Llevamos treinta minutos de tu sesión y te he estado mirando la


espalda todo el tiempo.

Julian levantó la mirada hacia el reloj del estante, sorprendido por


la hora. No había dicho una sola palabra desde que había entrado en su
oficina. Pero se sentía más tranquilo de lo que se había sentido en días y
no quería estropear la construcción de paz dentro de su alma.

Levantó una mano para tocar con cuidado el huevo en la parte de


atrás de su cabeza. Ahora era más pequeño, pero más doloroso.

Su mirada se entrecerró cuando sus defensas se concentraron en


Sarah, con la esperanza de que ella se levantara en lugar de centrarse en
él.

—Es el culo, ¿verdad? Mi trasero de burbuja. Tanto hombres como


mujeres jadean tras él.

Julian giró su cintura para dejarla ver su trasero desde un ángulo


lateral, su mano pasó para mostrarlo mientras la miraba de cerca. Su
fachada pasiva nunca se resquebrajó. Jamás. Bajó la cabeza para escribir
algo en el bloc de papel que tenía en el regazo. Ella era de la vieja escuela.
No creía en la tecnología ni en la electrónica; los consideraba un problema
de privacidad y los evitaba lo mejor que podía.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Si así es como te gustaría pasar los últimos quince minutos de


tu tiempo, es tu decisión, pero me gustaría saber más sobre tu lesión.
¿Qué pasó? —Su mirada aguda se volvió hacia Julian.

Se quedó clavado en su lugar, cruzando los brazos sobre el pecho


de nuevo mientras decía:

—El perro que insististe en que tuviera tiene problemas de vejiga o


es una nueva raza de animal nocturno. ¿Por qué siempre necesita salir a
la calle temprano en la mañana, justo antes del amanecer? ¿Todos los
perros hacen eso?

Sarah asintió hacia la silla frente a ella, animándolo a que se


acercara.

—Te dije que el animal de servicio era solo un experimento. No es


para todos. No tienes que quedarte con él.

—Me gusta pensar en Woofer como un ser perdido. Ya sabes, como


si lo estuviera salvando de las calles. Hace que me guste más —respondió,
dando los pocos pasos hacia la silla, aterrizando su trasero en el suave
cojín. Cruzó una pierna sobre la otra, imitando su pose—. Honestamente,
pensé que los animales de servicio eran bestias adiestradas, dóciles hasta
la médula. Si ese es el caso, el mío está fallado. Y me cuesta un brazo y
una pierna. Trabajo demasiado. Le pago a la gente para que lo pasee
todos los días. Woofer tiene citas para jugar. Él es popular. Todos estos
perros y sus dueños quieren jugar con él. Su agenda es más ocupada que
la mía.

—Lo estás convirtiendo en una mascota, no en un animal de


servicio. Hemos hablado de todo esto. Dime qué pasó, antes de que
nuestro tiempo se acabe.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Se mordió el labio mientras trataba de luchar contra la sonrisa que


se formaba. Lo consideraba una victoria cuando ella usaba su tono de
maestra con él.

—Entonces, saltemos hasta el final. Te diré lo que creo que me


pasó. Entonces dirás que eso es muy ilustrativo de mi parte. Entonces
realmente no hablaremos del tipo porque no estoy abierto a explorar nada
más con él. ¿Suena como un plan?

—Sigue. —Por supuesto, ella nunca estaba de acuerdo con él


cuando trataba de controlar sus sesiones. Levantó una mano para
animarlo a continuar.

—Desde hace un tiempo, hay un cliente en el club que me ha estado


dando una vibra interesada. Es extremadamente agradable a la vista con
un par de grandes ojos marrones y labios carnosos. —Julian
instantáneamente se sintió expuesto y no le gustó ni un poco. Cambió de
rumbo, repentinamente incómodo—. En realidad, es un vaquero y
jodidamente guapo de esa manera grande y ruda. Sus ajustados
pantalones de vestir delinean su paquete como si estuvieran hechos a la
medida para hacer precisamente...

—Julian —interrumpió ella, sin dejar que él cambiara de rumbo


con su extravagante descaro—. Tenemos diez minutos.

—Eres una aguafiestas —replicó Julian. El paquete de buen


tamaño de Beckett se había movido a la vanguardia de su mente. Le tomó
un segundo reajustar sus pensamientos antes de poder continuar—. De
todos modos, rompí mis reglas…

—Reglas con las que no estoy de acuerdo, ¿correcto?

—Dios mío. Déjame terminar —dijo con toda la actitud que pudo
reunir—. Rompí mis reglas. No estoy listo para comprometerme con una

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

pareja sexual o considerar tener citas y una relación. Ahí no ha cambiado


nada, pero me dejé llevar superficialmente por sus atributos antes
mencionados y bailé con él.

Sarah ladeó la cabeza como si intentara leer más en su historia, así


que se apresuró a seguir.

—Tres bailes. Disfruté demasiado. Durante unos minutos, me sentí


normal de nuevo. —Julian miró sus manos temblorosas y las apretó en
puños.

Había apreciado esos pocos minutos de dejar que sus


preocupaciones se desvanecieran en la pista de baile y simplemente
disfrutar de la sensación de un hombre fuerte y guapo abrazándolo.
Cuando Sarah se quedó callada, con la atención todavía fija en él, Julian
se sintió obligado a llenar el silencio.

—Antes de que me animes a abrirme a sus avances, él no conoce


mi pasado. Y conozco su tipo. Es un buen tipo. No es de los que
contemplan una relación, y mucho menos una duradera, con un jodido
ex trabajador sexual. Probablemente estaría dispuesto a hacerlo
conmigo, pero eso es todo. Así que, por favor, no me presiones.

Ella escribió varias líneas de notas, asintiendo mientras él hablaba.

—Hemos hablado de esto muchas veces. No es justo que decidas


cómo se sienten los demás sin preguntarles primero. —Ella levantó la
mirada y miró fijamente a Julian, inmovilizándolo en su asiento—. ¿Cuál
es el gran avance que ha sucedido con este hombre?

Ella tenía una manera de romper con su mierda y encontrar


exactamente lo que él no quería compartir. Taimada.

Julian agitó el pie con ansiedad. Se había estancado lo suficiente.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Creo que estoy empezando a sentir emoción de nuevo. Más que


la culpa y la vergüenza bajo las que he estado viviendo desde mi
accidente. He estado pensando en este tipo que mencioné. Ha superado
mis barreras. Mi personal lo llama Hombre Marlboro. Tiene los mejores
ojos. Son ojos sinceramente cariñosos.

Julian hizo una pausa, levantando una mano entre ellos para evitar
que ella se entrometiera. Decir esas palabras en voz alta de alguna
manera les había dado una base. No fue el flashback lo que pasó por su
cabeza, sino Beckett. Todos los pequeños recuerdos que no se había
permitido considerar aparecieron rugiendo. La forma en que Beckett
asentía silenciosamente hablaba de muchas de sus respuestas. Esa
inclinación de cabeza mostraba aprecio, aceptación, saludos y
despedidas. El calor se filtró sobre Julian mientras se recostaba en el
cómodo asiento, absorbiendo el golpe emocional de su atracción por
Beckett.

—Pero cuando estaba afuera con Woofer, estaba pensando en sus


ojos cuando los sonidos de un automóvil que pasaba me llamaron la
atención y miré hacia arriba. No sé lo que pasó. Tal vez al bajar la guardia
con Beckett, otros recuerdos pudieron aflorar. Eché un vistazo al coche
y algo en él provocó una presentación de diapositivas en mi cabeza.
Estaba en el club la noche de mi accidente, pasándolo bien. Había
muchas bebidas que no recordaba antes, pero eso no era tan inusual.
Nunca pagaba mis propias bebidas. Recordé sentirme mareado. Mi visión
se volvió borrosa y todos los rostros a mi alrededor se distorsionaron. Mi
tonto trasero nunca lo vio como una bandera roja. Me gustó la sensación
de estar fuera de control.

—¿Llamaste a tu investigador? —preguntó ella, sin mostrar


emoción por lo que él reveló.

—¿Esa es tu respuesta a lo que pasó? —preguntó incrédulo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Su rostro nunca se apartó de su expresión paciente y tolerante.


Estaba convencido de que si se caía al suelo con un ataque, ella se vería
exactamente igual que ahora.

—Es una pregunta importante, Julian. Esta es la primera vez para


ti. Dime qué pasó después de que tuviste estos recuerdos. ¿Caíste?

Julian soltó una risa áspera.

—No me caí, joder. Me desmayé. Mi vecino lo vio. Corrió a través de


nuestra pasarela compartida, pero no pudo llegar a mí lo suficientemente
rápido. Al menos eso es lo que me dijo que sucedió.

—¿Y fuiste a la sala de emergencias? —preguntó ella en un tono


abierto como si quisiera mantenerlo hablando.

—Lo hice. Tuve que llamar a Thane porque la maldita sala de


emergencias tomó mucho tiempo y estaba programado para trabajar. No
le dije lo que pasó, pero eso no impidió que se sobrepasara. Me
mantuvieron en observación durante la noche. Me mintieron y me dijeron
que mi seguro médico no pagaría si me iba sin su consentimiento. Me
tomó un par de días darme cuenta de que eso no era cierto. El maldito
Thane se entrometió. Le pidió al personal del hospital que se quedaran
conmigo. —Julian estaba escupiendo enojado cuando supo la verdad
sobre ese movimiento de mierda—. Ahora está de vuelta en la ciudad. Me
he visto obligado a tomarme unos días libres. Su protección ha alcanzado
un máximo histórico y ni siquiera sabe sobre los flashbacks. Le dije que
me desmayé y todavía está comportándose horrible. —Julian puso los
ojos en blanco, sabiendo que el culpable más probable de todo su desdén
era Levi. El estudiante de medicina se había presentado en el hospital y
unido fuerzas con el equipo de atención. No le habían dado voz en su
propio plan de tratamiento.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La frustración volvió en oleadas, haciendo que se pusiera de pie.


Una mesa de café lo separaba de Sarah y le daba un poco de espacio para
caminar de un lado a otro, necesitando moverse para evitar que la
molestia arruinara su estado de ánimo.

¿La parte más molesta de todo esto? Sus noches de trabajo


perdidas le habían dado a Franklin la oportunidad de hablar para que lo
aceptaran de regreso en la cocina. El estúpido imbécil afirmó que su
reciente divorcio le arruinó la cabeza y le causó depresión. Había hecho
un juramento de no dejar que la calidad se volviera a perder. Julian no
creyó esa mentira ni por un segundo. Más bien, el divorcio de Franklin le
causó demasiadas resacas al tipo por todas las juergas que había estado
haciendo.

—¿Qué le pasó a Woofer cuando te desmayaste?

Agradecido por el cambio de tema, soltó un bufido silencioso ante


sus extrañas preguntas y el comportamiento del perro.

—No pudieron conseguir que Woofer se alejara de mí. Me sorprende


que hayan podido evitar que siguiera a la ambulancia. Trató de entrar
allí conmigo.

Ella asintió y sonrió como si hubiera esperado esa respuesta.


Julian había discutido con Thane por entrometerse en su cuidado al
enviar a Woofer a Escape para que se quedara con el clan Walker-Silva a
pasar la noche.

—Eso es bueno, Julian. Sé que puede que no te sientas así, pero lo


es. Le has estado haciendo frente con éxito, pero no necesariamente
viviendo. Quiero verte de nuevo por la mañana. Tenemos que empezar a
prepararte para que afloren más recuerdos.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

¿La escuchó mal? Él se negaba rotundamente a reiniciar las


sesiones diarias con ella.

—Es demasiado cara, doctora —dijo Julian, poniéndose de pie—.


No puedo permitirme venir aquí todos los días.

—Julian, tu seguro médico me paga ahora, no tú. ¿Qué tal a las


ocho de la mañana? —preguntó, quedándose en su asiento mientras él
pasaba las palmas de sus manos por las arrugas de sus pantalones
baratos. Odiaba esas malditas arrugas.

—Es demasiado pronto. No llego a casa hasta pasadas las dos de


la madrugada.

—Woofer te despertará. No estoy preocupada. Y tal vez sea hora de


que lo uses correctamente. Solo una sugerencia, pero su propósito es
brindarte apoyo emocional. Parece que realmente está haciendo su
trabajo.

—Espera un segundo, no le des a Woofer el premio al héroe del año


todavía. Él no evitó mi caída... —Julian ni siquiera podía continuar esa
línea de burlas, incluso si era por humor. Woofer había sido bueno para
él.

Maldita sea, ahora le debía al perro su profundo aprecio.

Julian rodó exageradamente los ojos y se apartó mientras se dirigía


a la puerta de la oficina. A la mierda si no iba a tener que quedarse con
ese maldito perro. El apego que había estado tratando de evitar se instaló
en su corazón, colocando a Woofer en la misma categoría que Thane y los
demás por ayudarlo a superar esta terrible experiencia.

Demonios, debería ser católico con tanta culpa que cargaba.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Sarah se puso de pie cuando sonó el pitido casi silencioso de la


alarma, haciéndole saber que su sesión había llegado a su fin.

—Has pasado por muchas cosas, Julian, pero creo que estos son
pasos positivos. Quiero que consideres, una vez más, que puede que sea
hora de que dejes de hacer suposiciones sobre lo que sienten los demás.
Tus ojos se iluminaron con la forma en que hablaste del hombre con el
que bailabas. Es la primera vez en todo el tiempo que hemos trabajado
juntos. No estoy diciendo que él sea el indicado para ti. Digo que puede
ser el momento de reconsiderar la posibilidad de más.

La ronda de terapia hizo que su mandíbula se tensara más. Ya


había tomado estas decisiones meses atrás. Independientemente de su
atracción por Beckett, no quería estar en deuda con otra criatura viviente.
Lo que quería era recuperar su antigua vida, un secreto que no había
compartido con nadie.

Julian negó con la cabeza, listo para salir. En la puerta, justo antes
de abrirla, se volvió hacia Sarah. Ella solo había intentado ayudarlo.

—Sí. Sí. Te veré en la mañana.

Ella le dio su acostumbrado asentimiento, diciéndole que dejaría ir


su tema por ahora, pero nunca se rendía. Él se enteraría más tarde. Salió
de la oficina por la salida trasera, evaluando sus sentimientos actuales.
Sarah lo consideraba terco y asumía que él no la escuchaba, pero lo
hacía. Ella siempre era buena para hacerle consciente del significado
detrás de sus emociones, incluso cuando él se negaba a pensar en lo que
podrían significar.

Salió al sol brillante del estacionamiento y respiró hondo. Más que


nada, solo quería volver a sentirse normal.

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Serie Reservas 02
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Capítulo 5
Beckett salió de la ducha y tomó una toalla. Pasó la suave tela de
felpa rápidamente por su cuerpo húmedo, secando su piel caliente. Luego
repitió el mismo movimiento de fregado rápido sobre su cabello corto y
húmedo, haciendo que los mechones saltaran en todas direcciones. Con
un paso hacia el lavabo, usó la toalla para limpiar la condensación que
cubría el espejo del baño antes de envolver y luego anudar la toalla
alrededor de su cintura.

Entre las vetas de humedad en el espejo, se inclinó para revisar la


piel debajo de sus ojos. Se habían formado círculos por su falta de sueño.
El sol y el viento brutales durante su sesión de entrenamiento intensivo
de tres días resultó ser particularmente duro, dejando sus mejillas en
carne viva.

Tomó su equipo de afeitado y se apresuró a quitar el rastrojo de


cuatro días. No es que pudiera llamarse una barba tan fina e irregular
como crecía su vello facial. Su ascendencia era una buena mezcla de
nativos americanos y canadienses franceses. Por el aspecto de su piel
profundamente bronceada y su ligera barba, los genes nativos
americanos habían ganado. ¿Pero el resto de él? Bueno, a excepción de
los reflejos castaños que atravesaban su cabello castaño, él diría puro
chucho americano.

Su teléfono sonó antes de que pudiera pasar el peine por todo su


cabello. Lo tiró a un lado y fue a cargar el teléfono. Su compradora había
intentado llamar varias veces durante los últimos tres días para ayudar
a explicar mejor qué zapatos y camisas iban con qué pantalones y abrigos
de traje. Por supuesto, no había tenido señal mientras estaba escondido
en las montañas.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Hola —respondió al cuarto timbre.

—¿Beck? —preguntó ella, aparentemente sorprendida de que él


respondiera—. Soy Taylor. No puedo creer que seas tú. Llevo días
intentando llamarte. Temía que no te gustara lo que te había enviado.

Con el teléfono en la oreja, Beckett se dirigió a la sala de estar.

—Los últimos días han sido una locura para mí. Tenía un grupo de
entrenamiento que me mantuvo fuera de alcance. Pero sabes que confío
en ti para hacer tu magia. Lo has hecho muy bien hasta ahora.

—¿Estás con la ropa que te envié? —preguntó, sus preocupaciones


aparentemente se aplacaron cuando su tono cambió a todo negocio.

—Lo estoy. —Déjalo caer en una jungla en algún lugar con nada
más que la ropa en su espalda, y no estaría tan asustado como tener que
navegar en lo que había en esos percheros de ropa.

No había tocado ni una sola prenda desde que llegaron. ¿Cómo


había tenido tanta mala suerte de estar en un año en el que el traje se
consideraba elegante de nuevo? Honestamente, no sabía mucho sobre las
tendencias de moda; Taylor le ayudaba con eso.

—Te voy a poner en altavoz para poder tomar fotografías de lo que


dices.

Su risa llenó la habitación cuando presionó la opción de altavoz.


Entrecerró los ojos hacia la pantalla. Su pulgar se detuvo en el aire sobre
el botón de la cámara. Había hablado totalmente en serio. De ninguna
manera recordaría todo esto durante su próximo viaje de una semana a
Coronado. Especialmente con la forma en que había estado quemando la
vela en ambos extremos últimamente. El horario para la próxima semana
consistía en levantarse temprano, clases de capacitación durante todo el

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

día y planes para pasar cada noche en Reservations. Vio poco sueño en
su futuro cercano.

Mierda, ¿había hecho sus reservas?

Su frente se arrugó mientras trataba de recordar. Seguramente lo


había hecho, ¿verdad?

Beckett pasó por alto la cámara y tocó el ícono de correo electrónico


para asegurarse de haber recibido el mensaje de confirmación del club.
Taylor se sumergió directamente en su explicación.

—Envié fotos sobre como mezclar y combinar todo. Tienes varios


looks diferentes allí. Traté de alejarte un poco con esta ropa. Después de
conocerlo y visitar el sitio web de Reservations, estoy segura de que tienes
algo de ropa con la que te sentirás cómodo y que aún cumple con su
estricto código de vestimenta. Tu estructura es perfecta. Es un placer
vestirte. —Ella hizo una pausa para tomar un respiro antes de comenzar
con los detalles—. Encuentra mis instrucciones. Están pegadas al traje
Habana azul marino.

Encontró el traje azul marino y sacó el paquete de la percha,


dejando los papeles grapados en su mano. Hojeó las páginas mientras
ella hablaba, viendo sus completas instrucciones de todas las diferentes
prendas que le había enviado.

—¿Ves la camisa de vestir azul marino? El traje y la camisa


combinan a la perfección. Ese estilo de traje se considera un corte
atlético. Está diseñado para adaptarse a tu tipo de cuerpo. Envié varios
con ese mismo corte. Todos los colores de esta temporada realmente
complementan tu cutis. Puede que te arrepientas de haberme dado
rienda suelta. Agregué ropa interior y gemelos. Ah, y cada traje se adapta
a tus medidas exactas, así que no comas en exceso toda esa deliciosa
comida que sirven allí...

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett dejó que Taylor siguiera hablando en segundo plano


mientras se concentraba en encontrar el correo electrónico de
confirmación. Su corazón dio un vuelco cuando encontró pruebas de su
mesa reservada en el club para las próximas siete noches.

Los llamativos ojos azul verdoso volvieron a ocupar el primer plano


de sus pensamientos y, honestamente, también de su corazón. Su
audacia había valido la pena en su último encuentro, y planeaba
mantener esa suerte.

Beckett miró la hora en su pantalla y luego volvió a la ropa que


Taylor le había enviado. Como si hubiera enviado un intrincado plano,
reunió todos los elementos. Había sido inteligente al hacerlo de esta
manera, obviamente después de haber trabajado con algunos clientes
metódicos en el pasado. El enfoque analítico le permitió seguirlo con
facilidad. Tenía hasta quince looks únicos para cualquier cosa que
pudiera surgir, y chico, ¿quería que sucediera algo inesperado?

Ignoró la enorme etiqueta de precio resaltada en la parte inferior de


la octava página. En lo que a él respectaba, se había ganado su comisión.
Esta colección de ropa masculina era mejor que cualquier otra antes.

—Recuerda que todo debe encajar bien y que las propiedades de


Escape planchen tu ropa. Es un servicio que ofrecen. Estoy muy
emocionada de cómo resultó esto. Tienes que llamar y avisarme.

Beckett apenas dijo más de dos palabras desde que comenzó su


explicación.

—Gracias por tomarte todo este tiempo para ayudarme.

Su teléfono sonó, llamando su atención sobre la notificación de


alarma titulada Iniciativa Sé Audaz: haz la llamada. Su corazón latía
contra su caja torácica con anticipación.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Necesito hacer una llamada. ¿Estamos bien aquí?

—Por supuesto. Envía fotos. No puedo esperar. Ciao. —Desconectó


la llamada.

Buscó en sus contactos, encontró el número de teléfono del bar y


apretó el botón de llamada antes de tener la oportunidad de retroceder.
Su pánico interno amenazaba con descarrilar su intención.

Se llevó el teléfono a la oreja y miró al techo. Al cuarto timbre, temía


no haber cronometrado la llamada correctamente.

—Reservations. —El saludo sonó más como un ladrido. Thane


Walker. Reconocería esa voz en cualquier lugar. Mierda. En un
movimiento de mierda, pensó en colgar, pero ¿y si el identificador de
llamadas mostraba su nombre?—. Dije Reservations, ¿puedes oírme?

—Sí, ¿puedes oírme? —preguntó Beckett con la misma frialdad.


Sus párpados se cerraron mientras su corazón caía a sus pies. ¿En qué
mundo el dueño de todos los restaurantes de Dishology del mundo
contestaba el teléfono en un bar? Obviamente, en el mundo de Beckett—
. ¿Está Julian por ahí?

—¿Por qué? —preguntó Thane, su tono cortante e inflexible. La


restricción de Beckett se rompió. Miró el teléfono que tenía en la mano y
respiró hondo. Su mandíbula se tensó.

—No te agrado mucho, ¿verdad? —Beckett se esforzó más que la


mayoría por aliviar todas y cada una de las situaciones difíciles, pero
Thane Walker no le agradaba más de lo que él parecía gustarle al hombre.
Después de tres días en la montaña en condiciones difíciles, no tenía la
energía ni las ganas de aplacar a nadie.

—No te conozco —respondió Thane con tono despectivo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Sin embargo, me hablas en un tono que nunca te había


escuchado usar con otra persona en ese club. —Beckett apretó su mano
libre en un puño.

El silencio se mantuvo entre ellos durante varios segundos antes


de que Thane soltara una risa áspera.

—Nunca me has escuchado hablar con Julian entonces, pero


tienes razón, no me gustas. Entonces, ¿por qué quieres hablar con él?

—No es de tu maldita incumbencia, Walker. ¿Está disponible? —


Su pecho palpitaba por contener todos los insultos que quería lanzarle a
este tipo.

—Miré tu archivo. Estás absolutamente limpio —dijo Thane con un


poco de insulto. ¿Cuál diablos era su problema?—. Tienes algunos
derechos petroleros y tienes un campo de supervivencia. Es el principal
del país...

Beckett decidió no señalar cómo podía patear el trasero de Thane


de siete maneras diferentes antes de que el tipo supiera qué le había
golpeado.

—Sí, y he gastado un montón de dinero en efectivo en tu


establecimiento. ¿Te interesan tanto los negocios de todos los miembros,
o solo los míos?

Después de un pequeño crujido, Beckett escuchó la voz de Levi


decir:

—Thane, detente. Dame el teléfono. —Levi sonaba tan irritado


como Beckett y Thane. Segundos después, dijo por teléfono—: ¿Beckett?

Tuvo que respirar rápido para no ladrarle. Le gustaba Levi. Era el


único en todo el club que se apiadó de él y reveló fragmentos sobre Julian.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Estoy aquí —dijo finalmente Beckett, tratando de un tono más


ligero—. Pensé que te ibas a mudar a Maryland.

—Lo haré, una vez que Logan se gradúe. Escucha, Julian no está
aquí. Ha tenido un... Bueno, se ha tomado unos días libres. Debería
volver esta noche. ¿Puedo darle un mensaje por ti?

—Yo... —¿Qué decía? Thane lo desvió del rumbo—. Sí. Estaré en la


ciudad durante una semana. Me gustaría... programar algo de tiempo
con él —Oh, santo infierno, eso sonaba tan estúpido como la mierda.
Termina la llamada—. ¿Podrías hacer que me llame?

—Levi, dame el teléfono —exigió Thane antes que éste pudiera


responder.

—¿Por qué? Te enojas cuando Julian se entromete, ¿entonces


haces esto? Esto no es de tu incumbencia —respondió Levi.

—Pero es asunto mío. —Los ruidos de empujones le hicieron saber


que había una lucha por controlar el teléfono. Uno que obviamente ganó
Thane ya que su voz sonó fuerte y clara cuando dijo—: St. Clair.
Necesitamos tener un encuentro. Almuerzo mañana. —No era una
pregunta, sino una demanda.

—Cena temprana —respondió Beckett, negándose a cederle el


control.

Tanto él como Thane dijeron:

—Fuera del club —al mismo tiempo.

Beckett todavía estaba firmemente en el modo de patear el trasero


de Thane.

—¿Dónde? —ladró Thane.

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Kindle Alexander Es complicado

—Tienes mi número. —Luego dijo—: Dile a Julian que llamé.

Beckett comenzó a bajar el teléfono cuando Thane dijo:

—Lo haré después de que nos encontremos. —Entonces, ese


psicópata fanático del control terminó la llamada.

Respiró hondo para liberar su irritación y bajó el teléfono. Su buen


humor se había desplomado. Hace un tiempo, racionalizó que Thane y él
podrían tener algo de tensión porque la mesa normal de Beckett estaba
en la sección de Levi, pero eso también era culpa de Thane.

Si no le gustaba que Levi tuviera amigos en el club, debería haberlo


pensado antes de contratar a su novio para trabajar allí. Thane podría
cuidar económicamente de Levi. No tenía que trabajar en un lugar donde
atendía a tantos hombres. Si tuviera la oportunidad, Beckett haría eso
por Julian en un segundo...

Espera, más despacio. Acababa de dar un salto con pértiga a la


estratosfera.

Su actitud ya amarga se desplomó por completo. Se pasó la palma


de la mano por la cara mientras se regañaba a sí mismo. Necesitaba
dejarlo ir y concentrarse en su viaje. Había un millón de cosas que
preparar antes de que pudiera salir por la mañana.

Fue a su dormitorio para vestirse y se quitó la toalla de las caderas


con más fuerza de la necesaria. Hombre, quería patear el culo arrogante
de Walker.

***

Julian subió en silencio cada paso hacia la oficina del club


nocturno, escuchando a Levi y Thane. No podía decir si estaban peleando
o apareándose. Una discusión podría intrigarlo; ellos consiguiendo sexo,

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

no tanto. En lo alto de las escaleras, se detuvo, pegó la barbilla al pecho


y se concentró en descifrar el inusual intercambio. Inclinó la oreja hacia
la puerta para escuchar mejor las acaloradas palabras.

Levi sorprendió a Julian. La personalidad contundente de Thane


incluso hacía que Julian cediera a ese lado exigente más a menudo de lo
que le gustaría admitir. Sin embargo, Levi nunca lo hizo. Thane había
encontrado a su pareja en el joven estudiante de medicina. Levi le gritaba
a Thane sobre lo que sea que estaban peleando.

Thane demostraba una profunda necesidad de cuidar a su novio,


pero Levi estaba igualmente decidido a cuidar de Thane. Podía ver cómo
los dos podían chocar mientras intentaban equilibrarse, pero este
desacuerdo sonaba diferente.

Sus voces se hicieron más fuertes y Julian escuchó su nombre.

Thane dio a entender que Levi ocultaba alguna información...


Julian arqueó las cejas ante el loco respeto que tenía por Levi, que crecía
a pasos agigantados cuando éste se negó a revelar el secreto de Julian.

Luego, el nombre de Beckett se mezcló y Julian enderezó la


columna mientras se acercaba a la puerta. Thane era firme sobre que
saliera con alguien que no conocía. Levi insistía en que no era asunto
suyo.

Julian asintió brevemente. Malditamente cierto. Estaba harto y


cansado del carrusel sobre este tema. Por Dios, podía salir con quien
demonios quisiera.

No esperó ni un segundo más para atravesar la puerta de la oficina


y ver a Thane colocando el teléfono fijo en la cuna como si hubiera estado
hablando por teléfono hace unos momentos en lugar de simplemente
discutir con Levi.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Qué en nombre de WWE SmackDown3 está pasando aquí? —


preguntó Julian de tal manera que dejó en claro que había estado
escuchando y sabía exactamente lo que sucedió.

Un sonrojado Levi se dio la vuelta para enfrentarse a Julian.

—Beckett llamó. Nos pidió que te lo dijéramos. —Las palabras


salieron rápidamente cuando pasó junto a Julian hacia la puerta.
Entonces, el sonido de los pies de Levi golpeando los escalones resonó en
la ahora silenciosa oficina.

—Levi —gritó Thane y corrió tras él. Julian le puso una mano sobre
el pecho, impidiéndole salir de la oficina.

—Tienes que dejar de hacer que todos enloquezcan sobre St. Clair.
No es nada. Déjalo ir. —Julian apuntó a un tono tranquilo pero
contundente y decisivo, queriendo que esta discusión terminara allí
mismo.

El dolor mezclado con tal vez ira revoloteó por el rostro de Thane,
frunciendo el ceño.

—Nunca olvidaré cómo te veías cuando entré en tu habitación del


hospital después de que finalmente te encontré. Nunca he visto a nadie
tan magullado y golpeado como tú. El agotamiento que tenías entonces
está de vuelta en tus ojos. —La mano fuerte de Thane apretó la de Julian
donde aún descansaba sobre su pecho. Le dio un apretón
tranquilizador—. Eres familia para mí. Cuido tu espalda como tú cuidas
la mía. —Thane ladeó la cabeza en dirección a Levi—. Pero Levi sabe algo
que yo no. ¿Qué es? —Respiró hondo y sacudió la cabeza como si aclarara

3
Las superestrellas del Entretenimiento del Mundo de la Lucha se enfrentan entre ellos
en competencias de lucha libre elaboradas y extensas. "Smack Down" es un show
semanal entretenido de dos horas de duración, en el que se muestran las habilidades
atléticas sorprendentes, el humor, momentos dramáticos y algunos controversiales.

60
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

sus pensamientos—. Tienes razón. Estoy volviendo locos a todos los que
nos rodean, así que entiendo por qué dejaste de confiar en mí.

Julian le había hecho prometer a Levi que mantendría el secreto de


los flashbacks. Abrió la boca para decírselo a Thane, pero no salió
ninguna palabra.

—Me rendiré por ahora. Trataré de no entrometerme, pero me duele


que me estés ocultando secretos. —Thane le soltó lentamente la mano.
Parecía herido y abatido cuando salió de la oficina y bajó las escaleras.

Thane tenía razón. A través de este loco camino que habían


recorrido juntos, se habían convertido en familia, unidos tan
estrechamente como podría estarlo cualquier familia moderna.

El secreto fluyó de los labios de Julian, malditas las consecuencias


sobreprotectoras que vendrían.

—Thane, mira.

Thane dio dos pasos adicionales hacia abajo antes de que sus
hombros se cuadrasen, y volvió su mirada herida hacia Julian.

—He recordado algunas cosas. Eso es lo que pasó el otro día. Levi
me atrapó en un crudo momento de apertura. Le rogué que guardara mi
secreto porque no quería que te preocuparas. Los recuerdos fueron
fugaces pero intensos. Estoy hablando con mi consejera. St. Clair no está
en mi radar. No estoy listo para seguir ese camino. No pienses que él está
involucrado.

Los rasgos faciales de Thane atravesaron una variedad de


emociones antes de que finalmente asintiera. Julian pudo ver que estaba
desgarrado, pero se esforzaba por seguir adelante con esta nueva
información.

61
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Ve. Arregla las cosas con Levi —dijo Julian, haciendo un


movimiento con la cabeza.

—Podemos darte seguridad personal, Julian —ofreció Thane en un


susurro áspero. No era la primera vez que había sugerido algo así y era
lo último que quería.

—Oh, Dios, no. —Julian negó con la cabeza y se aventuró a entrar


en la oficina, gritando por encima del hombro—: Ve. Tengo trabajo que
hacer. No puedo imaginar el desorden que tengo que limpiar después de
haber estado fuera tantos días.

—Regresaré y podemos hablar más —ofreció Thane.

—Espero que no. Eso suena horrible —dijo Julian en voz alta al eco
de Thane bajando el resto de los escalones. Se pasó una mano por la
cara. Esto era demasiada introspección en un buen día.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 6
Con una fila de botones empujando carritos con las pertenencias
de Beckett detrás de él, abrió el camino a lo largo del lujoso vestíbulo de
Escape Coronado hacia la recepción. Él golpeó la veta madre con este
contrato militar. Una semana al mes, durante los próximos doce meses,
estaba programado para pasar un tiempo en este complejo de lujo,
capacitando cursos en el aula de SERE4 antes de que los aprendices
llegaran a la cima de su montaña para convertir las lecciones de libros
en una experiencia del mundo real.

Los militares cubrían los costos de su estadía mientras enviaban a


sus soldados de todo el mundo a tomar su clase de entrenamiento. Su
pecho se hinchó de orgullo por el logro, pero la parte más difícil hasta
ahora sería ocultar su completa falta de sofisticación mientras estaba
dentro de toda esta opulencia.

Una mujer joven con un blazer impecable y una falda a juego,


ambos con los colores del hotel, estaba de pie en medio del gran vestíbulo,
haciendo contacto visual con Beckett mientras se acercaba. Parecía
extraño pensar que alguien de Escape Coronado lo estaría esperando.

—Señor. St. Clair, bienvenido. Soy Jeannie, tu conserje personal.


—Ella extendió su mano a modo de saludo—. ¿Le han dicho qué parte
del centro de conferencias es suyo esta semana?

Beckett abrió la boca para decir la pregunta a la que realmente


quería una respuesta, que era ¿cómo sabían siquiera quién era? Pero se

4
Survival, Evasion, Resistance, and Escape (SERE) es un programa de entrenamiento
que prepara al personal militar de EE. UU., a civiles del Departamento de Defensa de
EE. UU. y a contratistas militares privados para sobrevivir y “regresar con honor” en
escenarios de supervivencia.

63
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

las arregló para mantener eso adentro. Sólo después de una breve pausa
dijo:

—No. El ayudante de enfrente me dijo que descargara aquí. Tengo


mis manuales y materiales de capacitación conmigo. —Beckett señaló
con el pulgar por encima del hombro a los botones que estaban detrás de
él—. ¿Es eso correcto?

Fuera de su visión periférica, vio a los botones tirando de los carros


cargados con cajas y equipo por un largo pasillo, aparentemente sin que
les dijeran a dónde tenían que ir.

—Sí. Tendremos la sala de conferencias preparada según sus


especificaciones esta noche. Asegurarán sus cajas hasta que sea el
momento de ponerlas dentro de la habitación. —Giró y se volvió para
caminar hacia la recepción. Miró por encima del hombro al único botones
que quedaba que estaba a unos dos metros de distancia con todo su
equipaje personal. Beckett apenas se contuvo de poner los ojos en blanco
al ver ese carro cargado de arriba abajo. Ridículo. Su carga de equipaje
normal consistía en una sola bolsa de lona que tiraba sobre sus hombros
y que nunca estaba llena.

Sus mejillas se sonrojaron mientras la seguía. Debía tener en


cuenta sus objetivos y recordar que la Iniciativa Sé Audaz era tan
importante para él como las clases que planeaba impartir esta semana.
Jeannie rodeó la recepción para registrarlo en una computadora.

—Veamos, Sr. St. Clair. Tiene una cita en el salón programada para
un corte de pelo en la próxima hora. —Continuó mirando la pantalla
mientras decía—: Parece que tenemos una oportunidad para un masaje.
¿Le interesaría eso?

Su mirada se elevó hacia la de él, esperando su respuesta.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Paso. —Buscó su billetera en su bolsillo trasero y sacó una


tarjeta de crédito, entregándola sobre el escritorio.

—No es necesario, señor. Sabemos cómo encontrarle. —Ella sonrió


ampliamente ante la broma mientras trabajaba detrás del escritorio,
preparando una pequeña carpeta de información—. Hemos hecho
arreglos para que tenga la misma habitación todos los meses cuando
regrese para sus sesiones de entrenamiento en Escape. Si hay algo que
no sea de su agrado, háganoslo saber. Le hemos proporcionado una suite
cerca de las salas de reuniones del centro de conferencias. Hay un
pequeño paseo desde aquí, pero hay un ayudante en la puerta de entrada
sur, y ese será un paseo mucho más corto para usted.

Una carpeta con el logo de Escape Coronado se deslizó sobre el


mostrador mientras continuaba con su presentación.

—También le hemos asignado un asistente personal, disponible


cuando lo necesite. Su información de contacto está dentro de la carpeta.
Ellos serán responsables de configurar las salas de capacitación, de las
cajas de comida que se les brinde a los asistentes y de cualquier otra cosa
que necesite. Estamos felices de ayudar, de día o de noche. —Abrió la
carpeta a una tarjeta adjunta en la solapa interior.

Buscó el código de acceso a la habitación y lo guardó en su


billetera.

—¿Este será siempre el código de mi habitación y entrada?

—Sí, señor —asintió felizmente, su cola de caballo balanceándose


detrás de ella.

—Este es un lugar increíble. Nunca había visto algo así —dijo


Beckett, tomando la carpeta mientras miraba hacia atrás por el vestíbulo
de nuevo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Estoy de acuerdo. Escape es único. Es un gran lugar para


trabajar. —Ella sonrió mientras volvía alrededor del mostrador,
esperando al final por él. Extendió la mano para indicar al botones que
aún esperaba junto al carrito—. Tommy le mostrará el camino a su
habitación. Si necesita algo, diga en voz alta el nombre de Iris o asistente,
y un holograma bajará desde cualquier lugar de la sala de estar de su
suite.

—Gracias. —Beckett caminó hacia el botones, quien sonrió


ampliamente y ladeó la cabeza mientras lo guiaba por el mismo pasillo
que los demás habían tomado. Lo siguió, asimilando todos los intrincados
detalles del hotel a medida que avanzaban. La obra de arte por sí sola
parecía diseñada específicamente para el hotel y combinaba cada
centímetro de espacio. En el primer grupo de ascensores, Beckett giró en
un círculo completo, mirando el detallado diseño de una cúpula.

—¿Beckett St. Clair?

La tensión apretó automáticamente sus hombros. Reconocería esa


voz en cualquier lugar. Giró los hombros para ayudar a aflojar los
músculos repentinamente tensos y miró hacia arriba para ver a Thane
Walker dando grandes zancadas en su dirección. Thane tenía una actitud
superior. Quizás no con todos, pero definitivamente con él. Thane lo miró
de arriba abajo mientras se acercaba. Juicio evidente en la forma en que
se demoró sobre las desgastadas botas de trabajo de Beckett y los
gastados vaqueros azules con los que había elegido viajar.

—No estaba seguro de que fueras tú.

Beckett tuvo que obligarse a sí mismo a extender una mano para


estrechar la de Thane.

—Nos dirigimos a mi habitación.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Inclinó la cabeza hacia el botones que se detuvo a varios metros de


distancia. Beckett fue al costado de su carrito, presionando el botón de
llamada del ascensor nuevamente, queriendo que Thane entendiera la
indirecta y siguiera adelante.

Por supuesto, no se fue, pero Beckett nunca miró hacia atrás.

—¿Finalizamos los planes para la cena? —preguntó Thane.

Joder. Trató de decidir si tenían suficiente distancia entre ellos


para poder fingir que no había escuchado la pregunta.

No la había. Giró los hombros y se volvió, torciendo solo la parte


superior del cuerpo. Extendió una mano alrededor del poste del carro,
agarrándolo con fuerza. Thane cerró la brecha entre ellos como si Beckett
le hubiera extendido una invitación. No dio un solo paso hacia Thane,
haciendo que el otro hombre cubriera la distancia.

—Tengo una parrilla informal para cenar en el vestíbulo del frente.


¿Me puedes encontrar allí en aproximadamente una hora y media?

La cita de Beckett en el salón era a las cinco. Su reserva en


Reservations no era hasta las ocho. Así que sí, técnicamente tenía tiempo
de encontrarse con Thane.

Mierda. ¿Por qué no podía mentir mejor?

—Simplemente no estoy interesado en un montón de tonterías


contigo.

—Excelente. Estoy de acuerdo. —Thane juntó las manos una vez


como si Beckett hubiera dicho que sí a su cita para cenar—. Solo tú y yo,
y tal vez otro amigo, el propietario de Escape, si está libre.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La mano de Beckett se apretó alrededor del poste. Justo lo que


necesitaba: dos de ellos. Se quedó mirando a Thane, que había vuelto a
marcar la actitud que solía proyectar. Eso podría haber sido una buena
señal. O tal vez pensaba que tener al otro hombre le daría una mejor
oportunidad de esconder un cuerpo, el de Beckett. El macabro
pensamiento le hizo sonreír.

—¿Le diste mi mensaje a Julian? —preguntó, solo para saber si


Julian había ignorado a propósito su llamada telefónica.

—Hablemos esta noche. —Thane asintió una vez como si Beckett


hubiera respondido favorablemente y luego se alejó—. Llego tarde a una
reunión. Te veo a las seis y media.

***

—Perro, no me estás escuchando. Te digo que debes quedarte


dentro de esta sala de conferencias. Mira, tiene una silla suave en la que
puedes acurrucarte. Eso es lo que más te gusta hacer. —Julian chasqueó
los dedos y luego, con un movimiento de su brazo a través de la puerta,
señaló la silla. Woofer se sentó en uno de los zapatos de Julian, uno que
llevaba en ese momento, su gran cuerpo golpeando contra su pierna. Su
cola dio un solo movimiento cuando los grandes ojos chocolate lo
miraron.

Julian se frotó la cara con ambas manos hasta que sus dedos se
posaron en sus mejillas. Miró al perro. Genial, ahora estaban en una
competencia de miradas. No era un experto en apoyo emocional, pero los
malditos perros que había visto en la televisión siempre respondían a las
órdenes verbales y nunca se salían del curso de las instrucciones de su
amo.

Julian finalmente cedió y llevó a Woofer a trabajar con él esta


noche. Se sentía culpable por dejarlo solo en casa todo el tiempo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Ricco, el camarero jefe del club, apareció por la esquina con el talón
de pago en la mano. Se detuvo en seco al ver al enorme pastor alemán y
luego miró a Julian, con evidente confusión. Dio un paso gigante hacia
atrás cuando Woofer dio el más mínimo gruñido.

Woofer tenía un aspecto naturalmente amenazador, una de las


razones por las que había elegido al perro en primer lugar, pero no tenía
un hueso agresivo en su cuerpo, no que Julian hubiera presenciado. El
gruñido podría haber sido un rugido en su estómago tan dulce como era
el perro.

—Whoa, ¿qué es eso?

—Mi perro, Woofer, y él está siendo un gran dolor de cabeza —


agregó Julian para beneficio de Woofer.

Ricco pareció sorprendido mientras negaba con la cabeza como si


tratara de entender.

—No me pareces una persona de perros. —Ricco luego le dio a


Woofer un amplio margen mientras pasaba junto al perro y entraba en la
sala de descanso.

—¿Tú crees? Por supuesto que no soy una persona de perros —


confirmó Julian fácilmente.

—Entonces, ¿qué está haciendo aquí? —Ricco dejó caer el talón de


pago en una de las mesas en la parte superior del portafolio de Julian.

—¿No estás lleno de preguntas, Sr. EnMisAsuntos? —preguntó


Julian, mirando el talonario. Hoy era el día de pago, lo que siempre
significaba que algo andaba mal en alguna parte—. ¿Por qué estás de
vuelta aquí?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—No pusieron mi aumento en este cheque. Se suponía que debía


estar ahí. Tienes que comprobarlo por mí —dijo el camarero mientras, de
nuevo, pasaba junto a Woofer, que se quedó felizmente pegado a la pierna
de Julian.

El perro se derrumbó, y Julian miró el pelo que ya cubría sus


pantalones de vestir. Inmediatamente se agachó y le pasó la mano por el
pelaje, recordando la cita que había perdido Woofer durante la estadía de
Julian en el hospital.

—Woofer, entra en la habitación —ladró Julian. Tenía que


encontrar un poco de cinta adhesiva o algo para quitar el pelo de sus
pantalones de color oscuro.

—¿Woofer, como Woof5? —preguntó Ricco, levantando la ceja y


negando con la cabeza mientras hablaba—. Por supuesto que lo llamarías
así.

Julian sonrió ante la declaración de Ricco. Al menos alguien


entendió el significado de Woofer sin que él tuviera que explicarlo.

El timbre y las luces rojas giratorias se apagaron, alertando a todos


en la cocina que la puerta trasera de entrega se había abierto. Julian
miró hacia arriba mientras una brisa fresca de verano entraba por la
puerta abierta, alborotando su cabello.

Un recuerdo brilló segundos antes de que las luces parpadeantes


se apagaran, llevándose la vista de Julian con él. Fue transportado a un
lugar con sonidos apagados de conversación, y el zumbido de luces
fluorescentes perforando su cráneo, enviando dolor vibrando por cada
centímetro de espacio dentro de su cabeza.

5
La forma de imitar en inglés el ladrido de un perro.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Su cuerpo le dolía demasiado para moverse. Todo daba vueltas y


se sentía atontado. Esto no estaba bien. ¿Por qué colgaba sobre el ancho
hombro de un chico? No podía ver mucho desde su posición, solo la parte
de atrás de un par de vaqueros negros baratos. El aire a su alrededor se
llenó de loción para después del afeitado incluso más barata. El aliento
salió de los pulmones de Julian cuando fue arrojado sobre algo duro. Un
dolor cegador atravesó su caja torácica. Apenas podía abrir los ojos y no
tenía control sobre sus movimientos. Lo rodearon tres o cuatro hombres.
No podía ver sus caras, pero lo llamaron por su nombre.

¿Dónde estaba? ¿Por qué era tan difícil respirar?

—Julian.

El pesado ladrido de Woofer hizo eco en el fondo y el mundo volvió


a su lugar. Julian se tambaleó bajo el peso de lo que acababa de suceder,
pero logró mantenerse de pie.

—Amigo, ¿estás bien?

—¿Me veo bien?

—Te ves verde.

Ahora no. Esto no podía estar sucediendo ahora. Se había


convertido en un maldito caso mental. La gran cabeza de Woofer le golpeó
el muslo, instándolo a ir a la sala de descanso. Ricco lo tomó del brazo y
lo guió hasta una de las sillas del pequeño espacio.

—Déjame ir a buscarte un poco de agua y un trapo mojado.

Julian agarró a Ricco del brazo. Su agarre era débil, pero lo


suficiente para evitar que se fuera.

—Nadie necesita saber sobre esto.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Ricco negó con la cabeza en desacuerdo.

—No lo sé, jefe. Esa fue una mierda extraña que acabas de hacer.
—La cabeza de Woofer se posó en su regazo como si estuviera de acuerdo
con Ricco. Su perro emitió un gemido y sus ojos se enfocaron en el rostro
de Julian—. Amigo, probablemente deberías irte a casa. Te ves como el
infierno. Debería llamar a Thane.

Julian echó la cabeza hacia atrás, dejando que el reconfortante


chirrido de la silla y los mullidos cojines lo rodearan con familiaridad.
Algo que necesitaba desesperadamente en este momento.

Tenía las extremidades pesadas y la mente aún nublada por los


recuerdos que lo sorprendieron. Llevó la mano a la cabeza de Woofer
cuando el perro volvió a quejarse.

—Empecemos con un vaso de agua fría. Luego veremos qué sucede


antes de que asustemos a todas mis niñeras.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 7
Beckett finalmente comprendió el poder de un buen traje hecho a
medida.

Cruzó las puertas delanteras de la parrilla que era propiedad de


Thane, pasó la fila que se formaba en el puesto de la anfitriona y se dirigió
al bar. Se sintió como un millón de dólares. Tal vez el nuevo corte de pelo,
con algunos reflejos de color miel bien ubicados, ayudó a aumentar su
confianza y desarrollar su determinación.

No había elegido usar el sombrero de vaquero esta noche. Ni


siquiera lo había traído con él para tener algo que hacer con sus manos.

También había dejado algo más dentro de su suite: paciencia. Esta


noche se negaba a aceptar cualquier mierda de Thane Walker.

La columna vertebral de Beckett se enderezó cuando pensó en la


arrogancia del hombre con el que estaba a punto de encontrarse. Thane
se lo había dicho desde el primer día. A pesar de que ni siquiera había
estornudado en dirección al hombre. Esta noche, estaba decidido a
descubrir exactamente por qué le desagradaba tanto.

A los treinta y tres años, Beckett había perdido la esperanza de


encontrar alguna vez la pieza que le faltaba. No sabía si Julian era el
indicado, pero sabía que nunca antes había estado tan interesado en
nadie. Quien se interpusiera en su camino podría besarle el trasero. Eso
incluía a Thane Walker.

Las imágenes de llevar a Thane a las montañas y dejar su trasero


allí sacaron una sonrisa de sus labios mientras miraba alrededor del
restaurante. Le gustó esa idea más de lo que quería admitir.

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—Discúlpeme, señor. Hay una espera para el bar. La fila es por ahí.
—Le informó una joven.

—Me voy a encontrar con alguien aquí —comenzó a explicar, pero


ella lo interrumpió antes de que pudiera decir quién.

—Las fiestas no se organizan hasta que todos llegan —dijo ella,


señalando hacia la puerta principal. La dirección en la que ella quería
que él fuera—. Nuestra área de espera está justo afuera de las puertas a
la derecha.

—Lo tengo. —Thane se materializó de la nada y le tendió una mano


a Beckett.

Thane el Difícil sonrió de oreja a oreja. Su apariencia normal y


súper bien cuidada tenía un aire despeinado esta noche. Parecía más
relajado de lo que tal vez lo había visto antes, al menos cuando estaba
cerca.

—Estamos aquí.

Podía ver fácilmente por encima del hombro de Thane cuando


movió el pulgar en esa dirección. Esperaba ver a Levi en algún lugar del
restaurante abarrotado y ruidoso, pero no lo hizo.

—He invitado a Arik Layne a unirse a nosotros —explicó Thane. El


ruido del restaurante informal ahogó cualquier otra cosa que pudiera
haber dicho mientras se alejaba. Beckett no tuvo más remedio que
seguirlo.

Se abrió camino a través de las mesas y sillas hasta el rincón más


alejado del restaurante. Una camarera vestida con vaqueros y una
camiseta con el logo de un restaurante colocó muchos platos de
diferentes aperitivos frente a un tipo guapo y rubio que inclinó una copa
de cóctel para terminar el contenido.

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Kindle Alexander Es complicado

—Arik Layne, este es Beckett St. Clair.

Arik extendió una mano sobre la mesa mientras usaba la otra para
darle a la camarera su vaso. Thane se deslizó en la cabina primero.
Beckett estaba agradecido por eso. No quería estar enjaulado entre estos
dos hombres.

—¿Quieres otro? —preguntó la camarera.

—Absolutamente. —El apretón de manos de Arik fue firme y


amistoso. Cuando tomó su vaso vacío, Arik señaló a Beckett—. Sigue
trayéndolos. Tiene que ponerse al día. Y es el trato de Thane.

—Puff. —Thane gruñó—. Arik no cree en la moderación, por lo que


pasa tres horas por noche haciendo ejercicio para quemar sus comidas.

Un Thane burlón y divertido hizo que Beckett tomara asiento,


cuestionando en qué universo alternativo había aterrizado.

—Tomaré una Heineken —le dijo a la camarera. Thane señaló su


copa de cóctel y asintió antes que ella se diera la vuelta.

Arik no se apoyó en ninguna formalidad. Cavó directamente en la


comida, agarrando varias croquetas de cangrejo de un plato.

—Beckett, Thane me estaba diciendo que estás interesado en


nuestro Julian.

Thane lanzó una mirada de asombro, su expresión frustrada, hacia


Arik, extendiendo una mano sobre la mesa en un claro movimiento de
qué demonios.

—Se suponía que íbamos a hacerlo sutilmente, Layne.

—Nunca entendí por qué —dijo Arik con indiferencia, levantando


un pequeño plato blanco y entregándoselo a Beckett a través de la mesa—

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. Adelante. Esta parrilla tiene una comida deliciosa. Los mejores pasteles
de cangrejo de California, y los he probado todos para estar seguro.

—Probablemente no miente sobre eso —murmuró Thane mientras


tomaba uno de los cinco platos de aperitivos que tenían frente a ellos.

La Iniciativa Sé Audaz que infundía la confianza de Beckett recibió


un golpe sólido ante la directa confrontación. Incómodo, se reclinó en el
asiento y miró entre los dos hombres. Todas las formas imaginables que
se había imaginado esta reunión, no era nada como esto.

—No habla mucho —dijo Arik, luego colocó un bocado de buen


tamaño de croqueta de cangrejo en su boca.

—No, él nunca dice mucho en absoluto, excepto a Levi. —Thane le


dio una mirada amenazadora hasta que la mesa se sacudió. A Beckett le
gustó asumir que Arik había pateado a Thane debajo de la mesa. Y las
acciones de Thane, moviendo la cabeza hacia Arik y dándole la misma
mirada fulminante que había recibido él, confirmaron su teoría—.
Apuesto a que eso dejará una marca. Podrías haberme dicho que me
desviara del curso.

—Pero entonces eso sería menos como una patada y más como un
intercambio razonable —dijo Arik con descaro mientras mordía la comida
en su boca—. Tú y yo no hacemos lo razonable.

Al menos Beckett sabía ahora que él no era el único con el que


Thane se mostraba prepotente.

—Justo antes de que llegaras, le estaba diciendo a Layne que eras


dueño de una empresa de entrenamiento de supervivencia. Es muy
respetada. —La mano de Thane señaló a Beckett mientras seguía
hablando con Arik sobre él como si tuviera algún tipo de información
privilegiada—. Es el propietario, el operador y el instructor principal, si

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

podemos creer en mi búsqueda de Google. —La mirada penetrante de


Thane aterrizó en Beckett—. ¿Lo entendí bien?

Beckett confirmó con un asentimiento.

Lo único con lo que había luchado desde que vio a Julian por
primera vez era cómo el club y sus empleados eran demasiado protectores
con el hombre. Tal vez un Arik Layne borracho, o Thane Walker para el
caso, podría soltar sus labios lo suficiente como para dejar que algo se
derramara.

Afortunadamente, su cerveza fue puesta frente a él.

Asintió en agradecimiento a la camarera, agarró una servilleta y la


colocó en su regazo nada más que para aplastarla en su puño cuando
fuera necesario.

—Tiene modales, Walker —dijo Arik en voz alta como si lo


defendiera—. Me dijo que eras uno de esos amantes del aire libre. Que
dice mucho. Te llaman el Hombre Marlboro en el club. —Arik entrecerró
los ojos como para evaluar a Beckett desde un ángulo diferente.

—Oh, sí, es un perfecto Hombre Marlboro —intervino la camarera,


guiñando un ojo a Beckett mientras recogía los vasos vacíos de la mesa.

Beckett levantó la botella y tomó un par de tragos, pensando en el


apodo que le habían dado. No tenía ni idea de lo que significaba. Cuando
escuchó el nombre por primera vez, le explicó rotundamente a Levi que
no era un fumador y nunca lo había sido. Levi solo se rió de él.

—Realmente no sé lo que eso significa —dijo finalmente Beckett


cuando la camarera dejó la mesa, mirando entre Arik y Thane, que
parecía estar esperando su respuesta. Asintió hacia Thane—. No ha sido
mi mayor admirador.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Mientras tomaba un trago, Thane comenzó a ahogarse ante la


franqueza de Beckett. Arik se echó a reír y se acercó para palmear
casualmente la espalda de su amigo.

—Es protector con nuestro Julian. Todos lo somos. Dale un


descanso.

Beckett se detuvo con la botella a medio camino de sus labios.

—¿Por qué son protectores con él?

Dejó la botella de cerveza sobre la mesa bajo el peso de sus


miradas. Con lo serios que se habían puesto Arik y Thane, no podía ser
bueno.

—¿No lo sabe? —La ceja de Arik se arqueó en interrogación


mientras se enfocaba en Thane.

—No, no lo creo —respondió Thane. Entonces ambos hombres


volvieron a mirar expectantes a Beckett. Permaneció en silencio mientras
su corazón latía con incertidumbre.

Beckett trató de no pensar demasiado en lo que podría haber


sucedido para cambiar la expresión despreocupada de Arik.

—¿Julian sale con alguien? ¿Eso es lo que pasa? Tienes a Levi —le
dijo Beckett a Thane y luego volvió su atención a Arik—. ¿Están Julian y
tú juntos? ¿Me he sobrepasado?

Arik se rió entre dientes, levantando un vaso de agua, tomando un


largo trago mientras movía su dedo anular para que Beckett lo viera.

—Casado desde hace unos años. ¿Cuál es tu historia de fondo?

Beckett entrenaba a hombres en el arte de manejar interrogatorios,


sin embargo, se sentía como si hubiera aterrizado en medio del asiento

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caliente. Todavía no había recibido ninguna respuesta clara. ¿Qué


significaba “casado desde hace unos años”? ¿Arik podría estar casado
con Julian? El pánico de tal pensamiento hizo que el calor subiera por su
cuello, enrojeciendo sus mejillas incluso cuando todo dentro de él
rechazaba la idea del matrimonio de Arik con Julian. Julian era soltero.
Concentró su atención en Arik. Su cerebro todavía intentaba conectar los
puntos mientras hablaba.

—No he estado afuera mucho tiempo si eso es lo que estás


preguntando.

—No, pero ¿por qué no lo has hecho? —preguntó Arik, volviéndose


curioso o quizás preocupado de nuevo.

Beckett se esforzó por sortear las posibles minas terrestres que se


encontraban sin ser vistas frente a él. Dejó escapar un suspiro y apretó
su botella en una mano y la servilleta en la otra.

—No me sentía cómodo con la idea de ser gay. —Qué gran


eufemismo. Beckett tomó un largo trago, apuró la cerveza y se llevó el
sabor amargo de su verdad a medias.

Arik hizo un gesto a la camarera y luego señaló la cerveza de


Beckett.

—¿Problemas familiares? —preguntó Thane. Por supuesto, el


hombre buscaría más.

—¿Acerca de aceptarme a mí mismo? —preguntó Beckett—. Nah.


Era todo yo. Crecí en un ambiente extremadamente masculino. La idea
del campamento de supervivencia comenzó con un pasatiempo que mi
padre y yo solíamos hacer para divertirnos. Luché contra ello. El año
pasado, me di cuenta de que estaba cansado de estar solo, cansado de

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esconderme. —Beckett dirigió toda su atención a Thane, sin retroceder—


. Tu club fue mi primera incursión de salir abiertamente en este mundo.

Beckett se recostó en la cabina, sintiéndose vulnerable por contar


su historia. Se había necesitado mucho para llegar a este punto, y casi
cualquier cosa podía resucitar esa vieja incomodidad. Era un trabajo en
progreso, por decir lo menos.

—Entonces, estás diciendo que tu idea de un momento divertido es


perderte en el desierto sin nada más que la ropa que llevas puesta. —La
mirada de Arik se deslizó por su cuerpo—. ¿Cómo se siente vestirse así?
—preguntó Arik. El hombre era intuitivo. Beckett tomó su nueva botella
de cerveza.

—No es fácil para mí. —Beckett se rió entre dientes ante su verdad
y luego tomó un trago, viendo como ambos hombres volvían a comer.

—Sabes, Layne, en todos los años que conozco a Julian, no estoy


seguro de haberlo visto afuera más que para moverse del punto A al
punto B —dijo Thane.

—¿Cómo conocieron a Julian?— preguntó Beckett.

Por segunda vez en los últimos minutos, el súper sofisticado Thane


se atragantó con el bocado de comida en su boca. Esta vez, los golpes de
Arik en la espalda se hicieron con una risa afable. Thane tosió, luego
tomó un largo trago y apuró su copa de cóctel. Su desconcierto hizo que
se preguntara si Thane y Julian habían salido antes. Lo entendía. Julian
era un chico magnífico, muy apuesto. También podría explicar la actitud
protectora que tenía.

—Esa es una historia que Julian debe contar —respondió Thane


finalmente.

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—Entonces dime por qué estoy aquí. —Beckett miró su nuevo reloj
de pulsera. Tenía unos veinte minutos antes de ir a Reservations, y la
conversación con estos dos hombres no le había ofrecido ninguna
información que valiera la pena.

—¿Julian te devolvió la llamada? —preguntó Thane.

Esa pregunta golpeó el centro de su pecho. Beckett decidió que


Thane no le había contado sobre su llamada. Si no fuera por otra razón
que Beckett era un cliente, había asumido que Julian le habría devuelto
la llamada.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó Arik. La andanada de


preguntas hizo que se volviera hacia él.

—Treinta y tres —respondió sin dudarlo.

Arik asintió a Thane. Algo tácito pasó entre los dos hombres.

—Entonces, supongo que vamos a hacer esto. —Thane se pasó una


servilleta por los labios y apartó el plato unos centímetros—.
Probablemente hayas adivinado que Julian ha estado pasando por algo.
Estamos preocupados. No soy de aquí. Solo me he quedado en California
porque Levi está aquí. Regresaremos a Maryland. Levi va a volver a la
escuela de medicina.

—Y yo vivo en Dallas —agregó Arik.

—Julian está mejorando, pero no exactamente como debería, al


menos donde yo deseo. Entonces, Layne y yo juntamos nuestras cabezas
y decidimos que Julian podría usar un poco de entrenamiento en defensa
personal.

El cuadro que estaban pintando no se veía bien. No tenía idea de


lo que podría haberle pasado a Julian, pero por la expresión de sus

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

rostros y el tono de voz de Walker, la historia probablemente era más


sombría de lo que se había permitido imaginar. Su corazón dio un vuelco.

—Levi me dijo que Julian estaba siendo ascendido dentro de su


empresa. Que se iban a construir más de estos clubes —dijo Beckett. Ésa
era la razón principal por la que había accedido a realizar el
entrenamiento tan cerca de la estación naval en lugar de que le enviaran
a los aprendices para recibir instrucción en el aula y luego directamente
al campo. Quería poner su pie en la puerta de Reservations y estar en el
radar de Julian antes de irse.

—Lo estaban ascendiendo, pero hemos cambiado de opinión —dijo


Thane con tanta naturalidad que Beckett tuvo que pensar en cada
palabra. Sus cejas cayeron en una dura V. Su protección por Julian se
hizo fuerte, volando fuera de las listas. No le gustaba que le entregaran
algo tan grande como una promoción y que luego se lo quitaran sin hacer
nada. Qué amigos eran estos tipos.

—Lo tiene mal —afirmó Arik, empujando su plato a un lado.

—¿También te diste cuenta de eso? —le preguntó Thane a Arik,


pero Beckett mantuvo toda su atención—. No eres demasiado expresivo,
pero tienes esa mirada feroz que apuesto a que hace llorar a los niños
pequeños. —Thane arqueó una ceja en dirección a Arik—. Esa mirada ha
estado dirigida hacia mí durante el último mes.

Oh, diablos, no. Thane era el hijo de puta en este escenario, no


Beckett.

—Porque me miras con el ceño fruncido todo el maldito tiempo,


Walker. ¿Julian sabe que lo estás despojando de su ascenso? Eso no
parece correcto. Y no está bien ser tan casual sobre su vida frente a mí.

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Arik soltó una carcajada y juntó las manos. Tenía que haber
llamado la atención de todas las personas en el restaurante con el
volumen del estallido. Uno de ellos fue la camarera a quien Arik le indicó
que sirviera otra ronda.

—Cálmate. Nadie está haciéndole daño a Julian, pero él aún no


sabe que tanto el gerente general del restaurante como del club han dado
su aviso. Decidimos pedirle a Julian que tome esa posición —dijo Thane.

—Es una locura lo bien que le ha ido en la gestión del club —añadió
Arik con un entusiasmo que ayudó a Beckett a calmar su creciente ira.

—No tiene experiencia en administración ni entrenamiento real,


pero lo ha hecho excelente —continuó Thane, asintiendo hacia Arik—.
Creo que aceptará el nuevo puesto y estará feliz de tenerlo. Le encanta
Reservations. Él es el motivo del concepto, pero no ha sido suficiente para
que comience a vivir su vida nuevamente. Ahí es donde Layne y yo hemos
decidido que entres.

No importa cómo Thane lo hiciera sonar, Beckett no creía que


quisiera decir que él y Julian deberían apuntar a una relación. Que de
alguna manera, mágicamente, en las últimas veinte horas, Thane
comenzó a ponerse de su lado, animándolo a hacer su movimiento.

—¿Qué quieres decir? —preguntó finalmente cuando no dijo nada


más.

Thane, quien claramente se consideraba un negociador experto,


apoyó los codos en el borde de la mesa mientras se inclinaba en dirección
a Beckett. La sinceridad se deslizó por cada parte de su rostro.

—Julian necesita sentirse empoderado nuevamente. Creemos que


un programa privado de entrenamiento de autodefensa le vendría muy
bien. Algo diseñado para ayudarlo a recuperar su confianza.

83
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Como Beckett no sabía nada de los problemas de Julian, no podía


estar de acuerdo o en desacuerdo con el plan. Aunque asintió; Beckett
probablemente tenía una confianza que no tendría de otra manera al
saber que podía sobrevivir a cualquier desastre porque podía patear el
trasero de todos los hombres en esta habitación sin sudar.

—No estoy seguro de lo que estás insinuando, pero no enseño


defensa personal y, en última instancia, es decisión de Julian, no tuya.

Como si Beckett no hubiera dicho nada excepto que no enseñaba


defensa personal, Arik habló.

—Pero sabes de eso. Vi algunos de tus videos de entrenamiento de


combate en YouTube. Puedes encargarte de enseñarle a Julian.

Beckett estaba tan perdido como siempre. Apenas sabía cómo usar
su teléfono. No tenía redes sociales y no tenía otra computadora que la
que usaba la secretaria del albergue principal. Por supuesto, no tenía
videos en YouTube.

Thane agregó:

—Julian estará en contra de esto porque está en contra de todo lo


que sugiero.

—Como si fuera un maldito adolescente fuera de control —confirmó


Arik con un gesto de compasión.

—Como un adolescente descarriado que necesita ir a la escuela


militar —murmuró Thane y puso los ojos en blanco, recostándose contra
la cabina. Su fanfarronería desapareció, sus hombros se hundieron
mientras sus manos caían sobre su regazo—. Un adolescente dolor en el
culo.

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Serie Reservas 02
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Ninguno de estos hombres tenía sentido. Beckett tuvo que volver a


involucrarlos en la conversación antes de que comenzaran a hablar de
algún tema secundario sobre tener hijos.

—Digamos que lo hiciera. ¿Cómo conseguirían que Julian estuviera


de acuerdo? ¿Le dirían que fue mi idea? No estoy seguro de que ayudara
que yo fuera el indicado porque, la mayoría de las veces, siento que él ni
siquiera sabe quién soy.

—Obtuviste toda esa cosa de ignorar, ¿eh? —dijo Arik, riendo—.


Kellus me hizo eso. Me hizo trabajar como nunca antes había trabajado
solo para ganarme una simple mirada. Me tenía comiendo de su mano.
Todavía estoy enganchado.

Beckett supuso que Kellus debía ser el cónyuge al que se había


referido Arik. Levantó la botella, apuró la cerveza, inclinándola hacia
atrás hasta la última gota.

—Julian tiene problemas para confiar en la gente —comenzó


Thane—. Pero creo que confía en ti lo suficiente como para abrirse por
primera vez en mucho tiempo. No he visto al verdadero Julian durante
tanto tiempo que pensé que sus formas actuales eran su nueva
normalidad. Eso fue hasta que bailó contigo. Levi me ayudó a verlo. —
Thane negó con la cabeza—. Si puedes hacer que vuelva a ser lo que era
antes, te deberé una enorme deuda de gratitud.

La emoción en las palabras de Thane tocó algo dentro de Becket.

—¿Le dirías lo que estamos haciendo?

—No. Quizás. No sé. —Thane negó con la cabeza, probablemente


viendo todas las formas en que esto podría salir mal porque ¿quién no
apreciaba que la gente tratara de controlarlos y manipularlos?—. Creo
que se resistirá. Siento que voy a tener que engañarlo.

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—¿Es realmente una buena idea? —preguntó Beckett—. No veo a


Julian respondiendo bien a la manipulación.

—Es la única manera —dijo Arik, pasando su plato y vaso vacíos a


la camarera—. Julian es de voluntad fuerte.

—Julian es terco y cabezota —agregó Thane.

A Beckett no le gustaba la idea de mentirle a Julian, y no lo haría


si alguna vez lo tenía frente a él de nuevo.

—¿Y qué quieren que le enseñe?

—Cómo defenderse. —Las manos de Arik se movieron como si eso


fuera un hecho.

Beckett se mordió el labio inferior y asintió a la camarera cuando


ella le sirvió la cerveza.

—Parece que algo malo le pasó. —Beckett soltó un profundo


suspiro. No le gustaba en absoluto la idea de que Julian hubiera sido
herido o abusado al nivel de cambiarlo como persona.

La agresión surgió dentro de él. Solo pensar en alguien


lastimándolo le hizo hervir la sangre. La necesidad de protegerlo eclipsó
su deseo de averiguar por qué estos dos lo incluían en el proceso.

—El entrenamiento de combate repetitivo es la clave para controlar


las emociones durante una respuesta de lucha o huida. Podría enseñarle
algunas cosas que he aprendido, trabajar con él en la sala de capacitación
en el centro de convenciones después de terminar las clases. Seré
discreto, lo mantendré en privado y estaré aquí la próxima semana.

¿Qué decía que su corazón palpitara un poco ante la idea de pasar


cualquier cantidad de tiempo a solas con Julian?

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—Dinos tu horario y te llevaremos a Julian. Nos preocuparemos


por llevarlo allí —dijo Arik.

Sin palabras, Beckett no tenía ni idea de si se trataba de un buen


plan o de una idea terrible, pero ambos hombres lo miraban con tanta
intensidad que se sentían como una buena dosis de sólida presión de
grupo. Asintió en el silencio mientras se comprometía tentativamente con
su plan. Todavía muy inseguro de cómo esto podría estallar en su cara.

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Capítulo 8
Más que nada, Julian no quería volver a su condominio vacío. Estar
solo le daba demasiado tiempo para pensar. Si hubiera sido su elección,
continuaría con la noche como si nada hubiera pasado, manejando su
turno como el infierno para distraerse. Pero Ricco había hecho un
movimiento furtivo y llamó a Levi, quien rápidamente hizo un movimiento
idiota diciendo que le diría a Thane sobre el “incidente” más reciente si
no se lo tomaba con calma esta noche.

Probablemente fue lo correcto. Tenía los nervios fritos. El miedo


hizo que su ansiedad se disparara cuando recordó que las piezas de lo
que había sucedido lo dejaron helado hasta la médula.

Entonces, en lugar de irse de inmediato, se ubicó en el borde de la


barra con Woofer entre su taburete y el costado de la barra cuando los
invitados comenzaron a llegar. Desde donde estaba sentado, fácilmente
podía resolver cualquier problema mientras bebía casualmente un cóctel
que era más whisky que otra cosa. Fingiría que no le importaba nada en
el mundo.

Julian no pudo evitar echar un vistazo a la mesa treinta y cuatro.


Un movimiento que ya había hecho quince veces esa noche. El letrero
reservado todavía estaba en la parte superior, pero su ocupante aún no
había llegado.

Dado que el lado obsesivo de Julian podía recordar los detalles


momento a momento del hombre que había reservado esa mesa, entendió
lo extraño que era que el vaquero llegara tarde. Beckett no había llegado
al club a tiempo ni había llamado para decir que llegaba tarde. Tal vez la
primera vez desde que había comenzado a venir con regularidad al club.

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Julian miró su reloj de pulsera. Veintitrés minutos tarde, para ser


precisos. Beckett hizo de Reservations un lugar más bonito para estar.
Julian se llevó la copa de cóctel a los labios, preguntándose si debería
preguntar si la mesa todavía estaba disponible. Quizás por eso llamó
anoche.

Maldita sea. Había asumido que la llamada había sido personal, no


relacionada con los negocios.

Ricco colocó una ensalada frente a Julian con una abundante


porción de su vinagreta de frambuesa favorita cubriendo las verduras.
Las plantas se convirtieron en una gran parte de su dieta de vida limpia.
Un cambio que había hecho hace más de un año, y al igual que cada vez
que buscaba un plato de verduras, Julian anhelaba un bistec grueso y
jugoso. Algún día tendría un mejor control sobre su estado de ánimo y
volvería a agregar carne a su dieta, se prometió a sí mismo.

—Lo está haciendo muy bien —dijo Quinn, uno de sus camareros,
y asintió hacia Woofer.

Iba en contra de la personalidad de Julian darle la razón a la


consejera de que Woofer era un verdadero apoyo emocional. El maldito
perro que le fastidiaba muchísimo en casa era casi imperceptible,
silencioso y alerta mientras estaba sentado.

—Me preguntan si la mesa treinta y tres puede incorporar la treinta


y cuatro a su grupo.

Julian miró hacia arriba para ver una multitud de hombres


reunidos alrededor de la mesa más grande.

—No, dale algo de tiempo. St. Clair es un buen cliente. Coge


algunos taburetes de la parte de atrás y veamos si llega.

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—Hola, Julian. ¿Hemos tenido noticias de treinta y cuatro? ¿Viene


esta noche? —Remington, otro camarero, preguntó desde el punto medio
de la barra donde cargó su bandeja con copas de cóctel—. Uno de mis
clientes quiere saber.

—¿Quién quiere saber? —Julian miró hacia la sección de mesas de


Remington como si una gran flecha roja lo señalara.

—El tipo mayor en la mesa veintisiete.

La mirada de Julian se clavó en esa mesa. Todos los hombres


parecían mayores, sofisticados, bien formados y apuestos. Maldita sea.

—¿Cuál? —preguntó Julian.

—El mayor —repitió Remington, luego se volvió con su bandeja


llena de bebidas en la mano—. ¿Viene esta noche?

Entonces, el Hombre Marlboro había construido un club de fans


en el que participaban más que solo los camareros y barman del club. Su
lado posesivo se puso en guardia.

—Le estamos guardando la mesa, pero llega tarde.

Julian hurgó en la ensalada con el tenedor, se metió un gran


bocado en la boca y alcanzó el vaso de agua que estaba cerca. Él mordió
su frustración de que el gran, misterioso y alto vaquero estuviera
construyendo algunas posibles conexiones.

Julian había visto a Beckett sentado solo durante horas en su mesa


hasta que algunos de los camareros fueron eliminados de sus turnos y
terminaron uniéndose al chico. Beckett se había convertido en un cliente
bienvenido en el club y su mesa en un lugar seguro para que la mayoría
de los chicos que trabajaban para Reservations se reunieran.

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Serie Reservas 02
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No, Julian no se había perdido todas las miradas prolongadas que


Beckett le lanzó. Le gustaba la forma en que lo miraba. Esos intrigantes
ojos marrones y esa mirada atrayente. Era todo un hombre, cada
centímetro de él. Lo sabía a ciencia cierta porque se había frotado contra
toda esa masculinidad cuando bailaron.

Una sensación inesperada hizo que Julian dejara caer el tenedor


en su mano, su mirada bajando a su pene. Santo infierno, el bulto que
presionaba dolorosamente contra su cremallera hizo que su corazón
latiera salvajemente en su pecho. La maldita cosa funcionaba. ¿Cuánto
tiempo había pasado desde que se puso duro? No podía recordarlo.
Lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos, haciéndolo luchar para tragar
el nudo que se le formaba en la garganta. Maldita sea, se sentía bien.

¿Cuánto había bebido? Independientemente de sus acciones


durante los últimos días, había dejado el alcohol. ¿Debería haber estado
bebiendo todo este tiempo?

—Jefe, ¿estás bien? —Ricco golpeó el borde de la barra para llamar


la atención de Julian.

No le prestó atención al camarero, no quería perder este momento.


Julian solo tomó dos cócteles durante las últimas horas. Eso significaba
que estaba prácticamente sobrio, pero su polla volvía a funcionar por
primera vez en mucho tiempo.

Bajo el intenso escrutinio de Ricco, la polla de Julian se desinfló.


Cerró los ojos, mostrando imágenes de Beckett sentado solo en su mesa,
rara vez hablando con nadie. Cada vez que aparecía o planeaba irse por
la noche, su mirada buscaba a Julian. No importaba lo mucho que
luchara contra el impulso de cambiar de dirección, eventualmente se
volvería, incapaz de hacer nada más.

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Beckett sonreía y tocaba el ala de su sombrero. Joder, qué


movimiento tan sexy. La mandíbula fuerte y sus labios carnosos, su piel
bronceada... La polla de Julian se hinchó a una velocidad vertiginosa.

Demonios, sí. No pudo hacer nada para detener la lágrima que


acumuló suficiente vapor como para escurrirse por su mejilla. Esto tenía
que significar que se estaba curando, ¿verdad?

—Julian. ¿Estás bien?

Abrió los ojos, preparado para compartir con Ricco exactamente


por qué estaba feliz en este momento. Extendió la mano para limpiar la
lágrima cuando el aroma único del aire libre, el sol y las especias exóticas
golpeó sus sentidos. Sin lugar a duda Beckett. Miró para ver un amplio
pecho masculino y hombros anchos inclinados hacia él cuando hizo un
movimiento para evitar una colisión con uno de los ayudantes de
camarero.

Julian levantó la mirada. Por supuesto, mantuvo toda la atención


de Beckett. Cruzaron las miradas durante uno, tal vez dos largos
segundos, antes de que la mano de Ricco golpeara con fuerza la barra,
tirando de la mirada de Julian hacia Ricco.

—¿Quééé? —dijo la palabra con unas tres sílabas de frustración.

Ricco mostró cero preocupaciones por su obvia molestia

—¿Estás bieeeen?

—Ocúpate de tus asuntos. Concéntrate en el trabajo por el que te


pagan. —Julian señaló a la fila de camareros que estaban en la barra,
esperando sus bebidas. Pero incluso eso solo mantuvo su atención por
un breve momento antes de que felizmente bajara la mirada de nuevo a
su pene. La maldita cosa estaba rígidamente dura, presionando contra
sus pantalones ajustados. Santo cielo. El alivio fue asombroso.

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Julian dejó caer la cabeza entre los omóplatos, agradeciendo al


universo por esta bendición.

—Señor St. Clair, nos estábamos preocupando por usted —dijo


Ricco.

—Llámame Beckett. —El rico timbre masculino contenía indicios


de un acento sureño profundamente culto, lo que atrajo la mirada de
Julian hacia él una vez más.

—Un tipo en una de las mesas de Remington quiere comprar tus


bebidas esta noche —le dijo Ricco mientras comenzaba a servir de
nuevo—. Me preguntó si estaba interesado.

La cabeza de Julian cayó hacia adelante; no pudo evitar su mirada


de asombro. Quedó atrapado en el nuevo look de Beckett. Su mirada se
entrecerró, admirando cómo vestía el traje de corte atlético. Beckett lucía
a la moda con un estilo que acentuaba cada una de sus curvas y bordes
masculinos. Estaba bien afeitado, con el pelo retirado de la frente. Nada
del sombrero de vaquero por ningún lado.

—¿Qué mesa? —preguntó Beckett y se volvió hacia el grupo de


mesas. Su cuerpo se inclinó para mirar donde Remington señaló a un
grupo de tres hombres. Julian miró a lo largo del largo cuerpo de Beckett.
Esta noche no llevaba botas ni corbata. En cambio, su cuello estaba
desabrochado con una pequeña cantidad de piel asomando por la
abertura. El look le sentaba bien. Los dedos de Julian se movieron
queriendo pasar por la piel expuesta del hombre. Apostaría que tenía el
mismo bronceado oscuro hasta el fondo de ese amplio pecho.

Beckett estaba deliciosamente hermoso en este nuevo look. ¿Quién


hubiera sabido que el hombre podría ser incluso más guapo de lo que
recordaba?

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Esta noche, tenía un aire de confianza que no solía tener. Beckett


levantó una mano hacia los hombres, esbozó una sonrisa sensual y se
volvió hacia Ricco.

—Pagaré su próxima ronda y dale las gracias, me siento halagado,


pero tengo el ojo puesto en otra persona esta noche.

Más que las palabras dichas, algo obligó a Julian a mirar a Beckett
directamente a los ojos. Julian nunca se quedaba sin palabras, pero su
cerebro parpadeó. Respiró hondo porque más que su polla apreciaba
todas esas buenas miradas enfocadas en su camino.

—¿Qué me perdí? —preguntó Julian finalmente, aclarándose la


garganta, obligándose a actuar de manera casual y manteniendo la
mirada directa de Beckett.

Maldita sea si no estaba comenzando a sentirse como antes de


nuevo. La emoción fue casi excesiva. Luchó contra la excitación que se
acumulaba en su interior mientras tomaba la servilleta y se limpiaba la
boca.

—Mi llamada telefónica —bromeó Beckett en tono burlón—.


Escuché que recibiste mi mensaje. ¿Por qué no le devolviste la llamada
al tipo?

Ricco estalló en una carcajada, sus cejas se dispararon hacia


Beckett mientras agarraba una toalla de mano, se limpiaba y lo miraba
con incredulidad.

Julián se preguntó si toda esa áspera masculinidad afectaba a


Ricco tanto como a él.

—Responde a su pregunta, jefe —bromeó Ricco. La toalla en la


mano del camarero se extendió, haciendo estallar los nudillos de Julian.
¿Qué diablos estaba pasando? Miró conmocionado al juguetón Ricco,

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especialmente cuando la fila de camareros que lo esperaban para llenar


las bebidas crecía.

—Preocúpate por ti mismo y llena las malditas bebidas. ¿Por qué


sigo teniendo que decir eso? —Julian tendió una mano a los camareros
reunidos nuevamente. La mirada de Ricco la siguió. Luego se puso manos
a la obra y organizó las copas tan rápido como Julian jamás había visto.

Se volvió a mirar a Beckett, que no se había apartado. Era un poco


halagador.

—¿Crees que porque compartimos un baile, te debo una llamada


telefónica?

—No, en absoluto. Simplemente disfruté el baile y quería decirlo —


dijo Beckett alegremente y se puso de pie en toda su estatura, mirando
más allá del final de la barra hacia donde Woofer estaba sentado en
silencio—. ¿Qué está haciendo aquí?

Julian instantáneamente bajó su mirada hacia Woofer y sus


enormes patas.

—Ser un buen chico.

***

Tal vez las seis botellas de cerveza que Beckett se había bebido con
Thane y Arik en poco más de una hora con el estómago vacío alimentaron
este repentino estallido de confianza, o tal vez el nuevo traje lo hizo sentir
finalmente que encajaba con los otros clientes del club o tal vez fue ver a
Julian sentado casualmente al final de la barra, cenando, algo que nunca
había visto antes. Cualquiera que fuera la razón, agarró el taburete vacío
cerca de donde estaba sentado el perro y estacionó su trasero allí, girando
su cuerpo en la dirección de Julian mientras anclaba sus mocasines en
el peldaño inferior del taburete.

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—Entonces, ¿el buen chico tiene un nombre? —bromeó con el


mismo tono burlón que había usado antes.

La boca de puchero de Julian se curvó en una esquina cuando el


gerente reprendió a Beckett en un tono juguetón con todo el descaro por
el que era conocido.

—Woofer. ¿Te invitaron a tomar asiento conmigo? Veo una mesa


perfectamente buena, codiciada, en una ubicación de primera en este
club, sin utilizar.

Beckett se volvió y miró hacia su mesa vacía, pero no hizo ningún


movimiento para dirigirse en esa dirección.

—Entonces ven a tomar una copa conmigo —dijo arrastrando las


palabras, de repente completamente a gusto con Julian. Se preguntó si
tanta preparación había funcionado. ¿Podría atreverse a esperar que el
atractivo contorno de la polla de Julian en esos ajustados pantalones se
debiera a él? La vista tentadora le había llamado la atención cuando llegó
por primera vez, y tuvo que apoyarse en el espacio personal de Julian
para evitar a un ayudante de camarero con una bandeja llena de vasos
sucios. La polla de Julian solo se hacía más pronunciada con cada
segundo que pasaba en su compañía.

El propio deseo de Beckett creció. Un calor creciente se filtró a


través de cada terminación nerviosa de su cuerpo, pero eso no era nada
nuevo en lo que a Julian se refería.

—¿Crees que porque bailamos juntos, eso significa algo? —Vio a


Julian dejar caer una servilleta de tela en su regazo, cubriendo el bulto
en sus pantalones a medida. Vio un leve indicio de rubor en sus mejillas
antes de bajar los ojos, su mano yendo a la cabeza del perro.

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Quizás las cervezas le dieron valor. Si pudiera romper la resistencia


de Julian hacia él, no tendría que jugar un papel en engañarlo para que
aprendiera defensa personal. Beckett no pudo encontrar una razón para
retroceder y darle espacio. Especialmente después de todo lo que había
descubierto sobre él esta noche. El nuevo resultado final: si Julian
necesitaba un amigo, entonces permitiría que lo identificara como amigo.
Por lo menos, estaría más cerca del hombre mientras le brindaba el apoyo
emocional que necesitaba.

Beckett arqueó una ceja, dándole a Julian una mirada juguetona


pero cómplice.

—¿Necesitas ayuda con eso? —Con audacia inclinó la barbilla


hacia el regazo de Julian, con la esperanza de aliviar la tensión entre
ellos.

—Mierda —siseó Julian y empujó el plato de ensalada apenas


tocado mientras se deslizaba de su asiento—. Definitivamente eres
persistente. Créeme, Hombre Marlboro, no quieres engancharme. No soy
lo que estás buscando. Ve a buscar otro semental para atar. —La mano
de Julian voló hacia la mesa de hombres que acababan de ofrecerse a
comprarle bebidas a Beckett—. Todo lo que tendrás que hacer es voltearte
hacia la habitación y darles ese contoneo tuyo, y tendrás tanto trasero
yendo hacia tu chico grande que no podrás ahuyentarlos.

Al instante, Beckett perdió toda su valentía y se levantó de su


asiento.

—Estaba tratando de provocarte. No quise decir nada con eso. No


soy bueno coqueteando.

Julian se puso de pie en toda su estatura, metiendo la camisa


cuidadosamente en sus pantalones, mirando a Beckett de cerca hasta

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que estalló en una larga risa, definitivamente una risa de burla. Se dio
una suave palmada en el muslo y el perro se puso de pie.

—Que tengas una buena noche —dijo Julian y palmeó


condescendientemente el antebrazo de Beckett.

No, esto no podría estar pasando. Rápidamente sacó su clip de


dinero de su bolsillo y arrojó un billete de diez dólares, luego otro,
recordando que le había comprado una bebida a ese tipo para
impresionar a Julian.

—Cinco dólares más —gritó el cantinero, lo que obligó a Beckett a


sacar su clip para billetes mientras Julian se deslizaba detrás de una
cortina. Arrojó un billete de veinte encima de la barra, sorprendido ante
la idea de que una bebida y una propina le costaran cuarenta dólares, y
empezó a perseguir a Julian.

Beckett subió corriendo los escalones hasta donde Julian se


escondió detrás de una cortina. Cuando cruzó ese umbral, todo lo
relacionado con el elegante club desapareció cuando llegó a un largo
pasillo estéril con una puerta batiente al final. Empujó y se encontró en
el borde de la cocina de Reservations y con otra puerta en el lado opuesto
de la habitación, ya cerrándose. Beckett fue en esa dirección, esquivando
al personal de cocina. Siguió atravesando la puerta del fondo y vio a
Julian mientras doblaba una esquina.

—Julian. Detente. Déjame disculparme —gritó Beckett. Julian se


detuvo, sus hombros se tensaron, pero se detuvo y dio una mirada de
sorpresa en su dirección.

—Buenas noches, St. Clair. Ve a divertirte con tu muy merecida


pandilla ahí afuera —dijo Julian, indicando con la cabeza hacia el club,
con una brillante sonrisa flotando en sus labios. Una de sus sonrisas
falsas, algo diseñado para crear una falsa sensación de tranquilidad.

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Luego desapareció detrás de una puerta de servicio sin decir una palabra
más. Beckett acortó la distancia con grandes zancadas.

—¿Y si te dijera que estoy aquí por ti? —dijo sin aliento, doblando
la esquina hacia lo que parecía una sala de descanso. Afortunadamente,
Julian estaba solo—. Y si no estás aquí esta noche, entonces no hay razón
para que me quede.

Julian se inclinó sobre una de las mesas en medio de la habitación


donde había un monitor sobre una mesa y comenzó a tocar la pantalla.

—Te diría que estás equivocado —dijo Julian distraídamente sin


mirar a Beckett mientras trabajaba en algo en la pantalla—. No estoy
interesado en salir con nadie, y por mucho que me duela decirlo... ya no
me follo a tipos para pasar un buen rato.

Fue agradable escuchar que no salía con nadie. Beckett decidió


hace mucho tiempo que si Julian pasaba tanto tiempo en el trabajo,
probablemente no tenía a alguien significativo esperándolo en casa. Aún
así, también sabía de primera mano lo solitario que podía ser vivir sin
alguien y decidió decirlo en voz alta.

—Suena solitario.

—Woofer está aquí —dijo Julian con descaro y tomó una correa que
Beckett no había visto antes. No se dejaría desviar por mucho que
pareciera que Julian preferiría estar con el perro que con él.

—¿Es un animal de apoyo emocional?

Julian levantó lentamente la cabeza para mirar a Beckett incluso


cuando permaneció inclinado para colocar el broche de la correa en el
collar del perro.

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Un raro momento de sinceridad descuidada brotó de los labios de


Julian.

—¿Es ese tu primer pensamiento cuando ves a Woofer? Lo elegí


porque no pensé que pudiera poner en guardia a la gente, pero realmente
ha sido horrible. Es un animal de estrés emocional.

Miró al hermoso pastor alemán, sentado sobre sus patas traseras


cerca de Julian con la lengua colgando por un lado de la boca. El perro
parecía como si pudiera ser un poco travieso si lo dejaban desatendido.
Las piezas faltantes de la vida de Julian se conectaron de nuevas formas.
El abuso que Beckett había sospechado se convirtió en el primer plano
de sus pensamientos. Todo empezó a tener sentido.

Ahora le dolía el corazón por una razón diferente.

—¿Qué tal un café? —soltó Beckett—. La franja tiene un par de


lugares que he visto yendo y viniendo entre la base y Reservations.

—¿Eres militar? —preguntó Julian, levantando la ceja en


interrogación mientras se paraba, correa en mano—. No lo sabía.

Julian sabría esa respuesta de su solicitud si se hubiera


preocupado lo suficiente como para echar un vistazo. Si tuviera la
oportunidad, habría memorizado cada parte de la vida de Julian.

—Brevemente. Recién salido de la escuela secundaria, pero mi


compañía tiene un contrato con la base naval aquí. Paso mucho tiempo
en Coronado. Así es como encontré Reservations.

Los nervios de Beckett comenzaban a apoderarse de él. El zumbido


fugaz de sus primeras cervezas se estaba desvaneciendo, su coraje se
evaporó con ellas. Tenía las palmas de las manos sudorosas y se las frotó
en los pantalones mientras cerraba los puños y luego se los metía en los
bolsillos.

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—¿Qué tal ese café o incluso un bocado rápido? No tocaste tu


ensalada ahí fuera.

Julian soltó un bufido y cruzó los brazos sobre el pecho. Mantuvo


ese arco especulativo en su ceja como si tratara de averiguar el punto de
vista de Beckett. Este no pudo hacer más que esperar lo que pudiera
suceder a continuación. Julian siempre lo mantenía adivinando. Lo que
podía ver claramente eran esos ojos inquietantes que se volvían helados
y calculadores.

—¿Qué quieres de mí, St. Clair?

Beckett no lo dudó.

—Me gustaría conocerte mejor.

—¿Por qué? —preguntó Julian secamente como si fuera el


pensamiento más absurdo.

—Me siento atraído...

Julian le impidió terminar la frase.

—Te lo dije, no estoy interesado en tener citas o follar. ¿Cómo


encaja eso en tu atracción?

Beckett mantuvo su enfoque en terminar lo que planeaba decir.

—…por ti. Quiero conocerte mejor. —Se obligó a continuar en el


incómodo territorio de su revelación—. No he estado fuera tanto tiempo,
y nunca he conocido a nadie como tú. Tómate una copa conmigo en algún
lugar fuera de aquí. Sin presión ni expectativa para nada más.

Julian lo miró fijamente durante varios segundos con una ceja


críticamente arqueada como si estuviera en profunda especulación. Era
hermoso, un hombre deslumbrante. Le robaba el aliento, lo que hizo que

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bajara la mirada si tenía alguna esperanza de parecer convincente.


Arruinaría el pequeño terreno que se las arreglaría para ganar si Julian
sintiera el anhelo dentro de él.

—¿Puedo acariciarlo? —preguntó, cambiando de tema. Dio un paso


adelante con la mano extendida pero esperó el permiso de Julian. Woofer
comenzó a gemir bajo, queriendo el toque, pero esperando que Julian
aceptara.

—Puedes. Es el peor animal de apoyo emocional del planeta.

Beckett alcanzó a Woofer, quien inclinó la cabeza ante su toque.

—Los pastores alemanes suelen perder mucho pelo. Este no lo


parece.

—Sí, lo hace. No te acerques demasiado. Woofer se perdió su cita


en la peluquería —Julian agarró su chaqueta del respaldo de la silla—. Y
dondequiera que me lleves, él debe acompañarnos. ¿Es eso un problema?

—En absoluto —dijo Beckett, aliviado de haber convencido de


alguna manera a Julian para que fuera.

—No te hagas ilusiones. A todos les vendría bien un nuevo amigo.


—Julian señaló con la cabeza hacia la puerta detrás de Beckett—. Gira a
la derecha y baja por ese pasillo. Conduce a una puerta exterior. Puedes
conseguirnos un Uber.

—Hay sólo un kilómetro más o menos en el camino —dijo Beckett,


con la esperanza de que si caminaban, tendría a Julian con él un poco
más.

Julian le lanzó una mirada burlona al pasar. Aparte de los pocos


momentos que habían bailado, no habían estado tan cerca. Con avidez
asimiló todo sobre el hombre.

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Serie Reservas 02
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El embriagador aroma de su colonia hizo que la polla de Beckett


golpeara contra su cremallera mientras todos esos hormigueos corrían a
lo largo de sus terminaciones nerviosas. La impactante mirada azul habló
directamente a su corazón. Julian no era más que unos centímetros más
bajo que él.

—Esos zapatos que estás usando son nuevos. ¿De verdad quieres
arriesgarte?

Beckett miró a sus pies y se encogió de hombros mientras Woofer


pasaba tranquilamente detrás de su cuidador. Julian tenía buen ojo y un
buen punto.

Levantando su mirada hacia él, soltó una suave risa.

—Creo que puedo aguantarlo.

Julian miró hacia atrás por encima del hombro.

—Cierra la puerta detrás de ti, chico duro. Se bloquea


automáticamente.

Se sintió feliz de saber que Julian notó sus zapatos nuevos. Se


ocuparía de las posibles ampollas. Beckett alcanzó la puerta, la cerró y
siguió a Julian.

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Capítulo 9
El zumbido de las luces fluorescentes dentro de Danny's Palm Bar
& Grill se sumó al ambiente de la pequeña y acogedora anticuada parrilla.
El bar ocupaba la mitad del espacio, pero un lunes por la noche había
poca acción. Julian y Beckett se sentaron en uno de los reservados que
se alineaban en las paredes interiores. Eran los únicos que quedaban
dentro del comedor. Woofer se ubicó estratégicamente debajo de la mesa,
plantándose sobre los pies de Julian. Además de un ataque inicial de
lloriqueos cuando llegaron, probablemente debido a la proximidad de la
peluquería de mascotas al lado donde llevaba regularmente a Woofer, el
enorme perro había pasado prácticamente desapercibido.

Beckett se llevó todo el mérito. Woofer respondió bien a su


imponente presencia y a las órdenes enunciadas de forma sencilla.

Woofer no fue el único que respondió bien. Julian luchó por


mantener la perspectiva. Nunca había conocido a nadie que fuera un
verdadero caballero. Pero más que solo el lado amable de Beckett, no
podía identificar el misterio que rodeaba al hombre. Rezumaba
sensualidad en toda su arrogancia masculina y áspera. Desde la forma
en que caminaba hasta la forma en que hablaba, se comportaba con clase
y orgullo. Combinado con su naturaleza amable y atenta, el hombre era
una triple amenaza.

—Deberíamos haber ido a otro lugar —dijo Beckett antes de agregar


las últimas papas fritas a su boca.

—¿Y perder la oportunidad de verte inhalar esa hamburguesa? De


ninguna manera. Tomamos la decisión correcta. ¿Quién come una
hamburguesa en cuatro bocados? —bromeó Julian.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

En realidad, podría haber tomado cinco o seis bocados grandes. Y


no se había perdido la forma en que los ojos de Beckett se iluminaron
desde el momento en que la camarera puso la canasta de plástico roja
llena de una hamburguesa y papas fritas en la mesa. Aparentemente,
Beckett venía aquí con regularidad mientras estaba en la ciudad. Había
pedido sin mirar el menú, retirándose la chaqueta del traje y remangado
con habilidad las mangas de la camisa mientras se preparaba para el
banquete.

Honestamente, ver a Beckett quitarse la ropa fue un placer


inesperado. Julian se había perdido un poco en las tensas cuerdas
musculares de sus antebrazos. Un indicio de algo más duro debajo de
toda esa ropa.

—¿Vas a comer esas patatas fritas? —preguntó Beckett, haciendo


que Julian se riera entre dientes. Empujó la cesta medio llena hacia él.

—Adelante.

Beckett empezó a estirar la mano, luego vaciló.

—No quiero tomar tu comida —dijo de esa manera considerada que


siempre parecía tener. Sus ojos, sin embargo, hablaban de otra cosa.
Todavía tenía hambre y quería las papas fritas. Julian tomó la botella de
salsa de tomate y echó un chorro sobre la parte superior de las papas
porque Beckett había inundado las suyas con salsa de tomate cuando
llegaron por primera vez.

—Tómalas. No suelo comer alimentos grasosos. Tengo que vigilar


mi figura —bromeó Julian mientras levantaba su whisky en el aire y le
hacía señas al camarero para que le diera otro.

—Lo vigilo lo suficiente por los dos. Eres perfecto —dijo Beckett,
guiñando un ojo a Julian mientras agregaba sal y pimienta a la parte

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Serie Reservas 02
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superior de la salsa de tomate antes de cavar. Lo que sea que lo hubiera


aflojado, probablemente la cerveza que consumía constantemente, le
había mostrado a Julian atisbos del hombre real. A algunos los había
etiquetado desde el principio, como esos malditos modales innatos. Otros
de los que no se había dado cuenta... como si Beckett fuera un chico
divertido e inteligente con el que disfrutaba pasar el tiempo.

—Eres bueno con los cumplidos —dijo Julian sin entusiasmo.

—Parece que te molesta. —Beckett hizo una pausa en su primer


bocado de papas fritas el tiempo suficiente para pronunciar las palabras,
luego se metió tres o cuatro en la boca.

—Digamos que hubo un tiempo en que supe lo que significaba


brillar. Ya no tanto. —Julian levantó el vaso, agitando el hielo, tratando
de hacer suficiente líquido para ayudar a aclarar la verdad de sus
palabras.

—Sigues diciendo cosas así sin ninguna explicación, así que no


puedo hablar de tu pasado. Sé que posiblemente eres el hombre más
guapo que he visto en mi vida, y eres tan afilado como una tachuela. No
sé cómo podrías ser más especial. —Beckett arrastró otro grupo de papas
fritas a través de la salsa de tomate y les dio un mordisco.

Afortunadamente, la camarera apareció con una recarga. Julian


levantó su copa de cóctel, tomando un par de tragos largos antes de dejar
caer unos pequeños cubitos de hielo en su boca. Mordió al notar el calor
que se deslizaba por su cuerpo y resistió el impulso de poner el vaso frío
en sus mejillas para ayudar a enfriar el rubor que calentaba su piel.

—¿Estás listo para explicar el animal de apoyo emocional? —


preguntó Beckett.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Absolutamente no. De todos modos, es tu turno. Háblame de


Beckett St. Clair —Julian se echó hacia atrás en el asiento de la cabina,
apoyado contra la pared. Lanzó una pierna para estirarla sobre el asiento,
tocando a Woofer, que se apoyó más completamente contra su pierna.
Julian movió su dedo índice para animar a Beckett a que comenzara a
hablar.

—Entonces hagamos una pregunta cada uno —respondió Beckett,


tomando los últimos bocados de papas fritas antes de alcanzar la
servilleta nuevamente, frotándola sobre su boca, luego sus manos antes
de arrojarla a la canasta y empujarla.

—Tal vez —dijo Julian, mirando a Beckett de cerca, preguntándose


si debería admitir ahora o más tarde que no tenía ninguna intención de
abrirse sobre su sórdido pasado. No es que estuviera avergonzado; todo
era realmente complicado. No estaba en el mismo lugar en el que había
estado. Demonios, ¿qué diría? Me follé a chicos por dinero, autos y viajes,
y amaba mi vida. Quiero mi vida de vuelta…

En cambio, desvió la conversación de la solicitud de Beckett y


formuló su propia pregunta, cruzando todas las líneas del decoro.

—No te pongas a la defensiva cuando digo que sé que estás cargado


financieramente según la verificación de antecedentes que hicimos sobre
ti. Eres un hombre muy admirado y, aunque he visto tus archivos, sigues
siendo un misterio. Estás mucho más cómodo aquí en esta parrilla
anticuada que en Reservations. ¿Qué pasa con eso?

La sonrisa de Beckett fue inmediata, y tomó su cerveza, tomando


un trago mientras la camarera tomaba la última canasta vacía de comida
de la mesa.

—No siempre he tenido dinero. Hace unos seis o siete años, una
inversión que hice valió la pena de una manera realmente grande, y el

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dinero sigue llegando desde entonces. Estaba en el lugar correcto en el


momento correcto.

—Eres dueño de algún tipo de campo de entrenamiento, ¿verdad?


—preguntó Julian. Beckett no solo estaba más cómodo aquí, sino que el
hombre también hizo que él se sintiera más cómodo, y prácticamente
había vivido en bares de mala muerte cuando tenía dieciséis años y
estaba solo.

—Junto con mi padre. Es un campo de entrenamiento de


supervivencia, pero puedo hacer la siguiente pregunta. ¿Cómo es que no
tienes novio?

—Abajo, chico. —Julian se rió de esa pregunta y le dio a Beckett


una amplia sonrisa. El interés en querer llenar esa vacante salía de
Beckett en oleadas. Julian negó con la cabeza—. Nunca he tenido novio.
No quería quedar atrapado de esa manera. Nunca he tenido la obsesión
que tienen otras personas por la monogamia y las relaciones. Desde que
tengo memoria, he vivido mi vida en mis términos. Mi vida era puro fuego.
Lo disfruté muchísimo.

—¿Viviste tu vida de qué manera? —preguntó Beckett. Julian se


preguntó si había captado el más mínimo indicio de su pasado estilo de
vida—. ¿Nunca has tenido una relación uno a uno? —Beckett lo miró,
quizás sopesando su respuesta.

Julian alzó la ceja y negó con la cabeza.

—Mi turno para hacer una pregunta. Supervivencia. ¿Qué implica


eso? ¿Podrías estar en medio de la nada y sobrevivir? —preguntó Julian.

Beckett asintió antes de inclinar la botella hacia atrás para tomar


un largo trago.

—Salir indemne. Yo podría ayudarte.

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—Oh, Dios, no. Tengo una regla firme. Si tenemos un apocalipsis


zombi, sálvate, déjame atrás, recuérdame como era. Soy el tipo de
persona que vive en la jungla de asfalto. Viví en Los Ángeles durante doce
años y amé cada minuto —Julian levantó la mano y la barrió por la
habitación—. Crecí en un pueblo pequeño con lugares como este. Tenía
tantas ganas de salir de ahí.

Beckett se reclinó en el asiento y se llevó una mano al corazón.

—Deberías haber dicho algo. No teníamos que venir aquí.

—No es el punto, St. Clair. —No apaciguó a Beckett, quien buscó


su billetera como si se preparara para sacarlo de allí.

—Podríamos haber ido a otro lugar. Me estaba muriendo de


hambre. Me salté la cena.

Julian golpeó la parte superior de la mesa, atrayendo la atención


de Beckett hacia él.

—Estoy bien. Además, nada se compara con verte devorar esa


hamburguesa. Este podría ser mi nuevo lugar favorito. Nunca había visto
a nadie comer así antes. Cuando vuelva a incorporar carne a mi dieta,
probaré una de esas caras hamburguesas con queso. Puedes apostarlo.
—Julian arqueó los labios, alzando una comisura, viendo los ojos de
Beckett enfocarse en su boca. Era difícil dejar atrás los viejos hábitos.

Solía conocer las pequeñas cosas que excitaban a sus clientes y las
había utilizado a su favor. Al Hombre Marlboro le gustaba su boca y sus
ojos, así que usó ese conocimiento para llamar la atención de Beckett.

—¿Qué inversión pagó tan bien que ahora eres rico?

Beckett mordió el anzuelo. Un brillo apareció en sus ojos mientras


colocaba su billetera en la mesa frente a ellos.

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Serie Reservas 02
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—Estoy compartiendo secretos contigo que muy poca gente conoce.

Julian hizo un gesto con el dedo para cruzarlo sobre el pecho y


luego le guiñó un ojo. Fingió girar una llave para cerrar los labios.

—Para acortar una historia larga…. —Beckett dejó de hablar y negó


con la cabeza. Su sonrisa no pudo ser contenida—. Invertí en una
empresa de marihuana medicinal, básicamente una granja de
marihuana. Nos compraron muchas tierras a mí y a mi padre. Le di la
vuelta a ese dinero y lo reinvertí en la empresa. Paga a lo grande.

De todas las historias que Julian había contemplado, no podría


haber estado más sorprendido.

—Esperaba que me dijeras que inventaste algún tipo de armamento


o equipo táctico que ha mejorado la vida militar. —Julian se inclinó sobre
la mesa, realmente conmocionado hasta la médula—. Pareces la última
persona que tendría una granja de marihuana. ¿Me estás tomando el
pelo?

—No —se rió Beckett, negando con la cabeza.

—Entonces, he usado el término Dudley Do-Right6 cuando hablo


de ti, ¿y has ganado millones de dólares con la marihuana?

—Sí. Solo porque he estado bebiendo y estoy bastante relajado, voy


a decir que mi madre es una adivina en Nueva Orleans.

Julian se quedó sin habla. ¿Qué diablos estaba escuchando?

—Me estás jodiendo. —Julian casi no pudo sacar su siguiente


pregunta por reírse tan fuerte—. ¿Tienes el don de la vista?

6
Es una película cómica estadounidense.

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Como esperaba, Beckett se echó a reír y levantó la mano hacia la


camarera.

—La cuenta, por favor.

—No tenemos que irnos. —Julian extendió una mano con la palma
hacia arriba—. Háblame de mi vida amorosa.

Beckett se limitó a negar con la cabeza y dejó caer las manos en su


regazo.

—Quizás la próxima vez. Lo que sea que te haya hecho salir del
trabajo esta noche y traer a este chico contigo probablemente significa
que deberías descansar un poco.

Julian se echó hacia atrás como ofendido.

—¿Es eso algún tipo de truco? ¿Me acabas de ignorar? —La


camarera dejó la factura sobre la mesa y Beckett extendió la mano,
tomándola rápidamente como si Julian tuviera la intención de pagar.
Supuso que ese rasgo no había avanzado con él en su nueva vida. Nunca
se le ocurrió intentar pagar su factura.

—Por supuesto que no —dijo Beckett, todavía sonriendo, hojeando


el dinero en efectivo en su billetera—. Como si pudieras deshacerte de
mí. Me siento obligado a seguirte a donde sea que me lleves. —Beckett
dejó el dinero en efectivo sobre la mesa y miró a Julian—. ¿Eso te sonó
acosador?

—Probablemente, basado en todas las cosas retorcidas que he


descubierto sobre ti esta noche. —Julian se rió a carcajadas de nuevo
porque la calidez de un momento tan feliz se filtró a través de él,
haciéndolo sentir bien. Había pasado demasiado tiempo desde que se
sintió así de libre. Quizás Beckett tenía el don de la vista porque sabía

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exactamente cómo aliviar sus preocupaciones y hacer que se sintiera bien


de nuevo.

Julian se apartó de la cabina. Woofer inmediatamente se levantó


para seguirlo, chocando contra la mesa con su gran cuerpo. El perro los
inmovilizó a ambos en sus asientos mientras intentaba salir por la
pequeña abertura. El humor que compartieron hizo que ambos se rieran
del tonto perro. Julian agarró la correa, ayudándolo a guiarlo.

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Capítulo 10
Beckett no estaba seguro de haber tenido una mejor noche en su
vida. Ahora que caminaban por el sendero bien iluminado de regreso al
hotel y al club, Beckett respiró hondo y memorizó cada segundo. La sal
marina flotaba pesadamente en el aire, las olas del océano se agitaban en
la distancia, y Woofer caminaba entre ellos con el hombre de sus sueños,
manteniendo el ritmo de cada paso... Beckett miró a su alrededor,
asegurándose de marcar este momento en el tiempo cuando su corazón
pasó del enamoramiento a la posibilidad de encontrar a su otra mitad.

¿El amor siempre se sentía así de especial?

No sabía la respuesta, pero el puro romance del momento lo hizo


desear que estuvieran a punto de tomarse de la mano. Entre el norte de
California y Nueva Orleans, Beckett siempre había vivido alrededor de
grandes masas de agua. Aún así, la atracción del océano nunca lo había
cautivado de esta manera antes.

—Estaré en la ciudad toda la semana —comenzó Beckett,


queriendo más de esto con Julian—. ¿Estás trabajando todas las noches?
Podría llevarte a algún lugar que probablemente te gustará más. —
Beckett miró a Julian de reojo, pero el hombre mantuvo la mirada fija en
la pasarela que tenía delante. La única señal de que lo escuchó fue la
pequeña y linda peculiaridad que hacía con sus labios justo antes de
burlarse por algo.

—Trabajo. Es lo mío, y recuerda, las citas no. Tuvimos esa


conversación antes de que me obligaras a acompañarte esta noche.

—No te voy a invitar a una cita de verdad —mintió Beckett y


sacudió la cabeza como si Julian no estuviera en lo cierto. La inclinación
juguetona de la mirada azul que se volvió hacia él le dijo que sabía que

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Kindle Alexander Es complicado

había mentido. Beckett dejó pasar la mentira mientras metía las manos
en los bolsillos del pantalón—. Tienes que comer. Tengo que comer. Le
agrado a Woofer.

Oh, tanto por permanecer en el juego. Incluso repetir sus palabras


dentro de su cabeza no las hizo parecer más que aburridas.

—Voy a contarte un pequeño secreto. Uno que no admitiría ante


nadie. No quieres salir conmigo. En realidad no —dijo Julian.

—Bueno, acabo de decirte que no estaba interesado en salir contigo


—bromeó Beckett.

—Exactamente, pero todo el mundo está interesado en follarme —


intervino Julian, su descaro a la vista, pero esta vez llegó con algo de
seriedad en su tono—. Y reconozco el interés cuando lo veo. He decidido
que ves algo que probablemente no sea real.

—¿Qué crees que veo? —preguntó Beckett, complacido de que


Julian finalmente le permitiera pasar las paredes que erigió y usó como
una armadura corporal en cualquier otra situación.

—Ves a alguien como tú —respondió Julian con toda certeza.


Beckett estalló en una carcajada ante la ridiculez de tal pensamiento, lo
que hizo que Julian y Woofer tropezaran y lo miraran.

—Correcto. —Beckett se detuvo—. Para dejar las cosas claras,


estoy seguro de que se trata de un trato opuesto. No te pareces en nada
a mí.

Julian se detuvo, su columna vertebral se enderezó. Dio un ligero


tirón a la correa para detener a Woofer. Julian pareció ofendido cuando
se volvió y se enfrentó a Beckett.

—De nuevo con el truco. ¿Crees que soy básico?

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Mierda. Lo que sea que Julian pensara no era lo que quiso decir.
Este agachó la cabeza y miró a Julian. ¿Qué decía ahora? Sus hombros
se desplomaron por el peso de saber que sus palabras resultaron
incorrectas. No era el jugador que podría fingir ser.

—No quise decir... —Beckett dejó de hablar y se mordió el labio


inferior. Tenía las manos en puños en los bolsillos—. Eres...
deslumbrante, elegante, sofisticado. Entras en una habitación y me dejas
sin aliento. Sospecho que tienes razón. Todo el mundo está interesado en
estar contigo. ¿Quién no querría toda tu atención?

—Si me ves así, ¿cómo te ves a ti mismo? —preguntó Julian, la


pregunta sincera permanecía en sus ojos.

—Soy el tipo promedio —respondió Beckett con sinceridad—. Yo


soy el básico.

Esta vez Julian se rió.

—No eres el tipo promedio, ni mucho menos. —Julian se giró y


comenzó a caminar en dirección al hotel nuevamente. Beckett lo siguió.

Dieron varios pasos en silencio, Beckett se sintió halagado por la


forma en que Julian dijo que no era básico. El calor estaba de vuelta. La
sonrisa creció mientras veía moverse sus pies.

—Dijiste que no has estado fuera por mucho tiempo. Explica eso.

—No me sentía cómodo con todo esto —dijo Beckett—. Me tomó un


tiempo reconciliarlo. Luego, más tiempo para hacerlo público. Mis amigos
y familiares se sorprendieron. Lo escondí bien.

—Entonces, ¿nada de ese salvaje amor libre de Nueva Orleans


dentro de ti?

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Beckett se rió entre dientes. Julian tenía que estar hablando del
lado materno de la familia. Nunca hablaba de ella. La gente no lo entendía
y a menudo lo juzgaba por su forma de vida, pero él se lo había dicho
libremente.

—Supongo que no. Cuando era más joven, vivíamos en Nueva


Orleans. Estuve expuesto a bastante antes de que mi padre y yo nos
mudáramos al norte de California. No tuve ningún problema con que
otros fueran homosexuales. Siempre pensé que tendría una gran familia,
una esposa, mis propios hijos. Era hijo único. Quería una gran familia.
¿Tiene sentido?

Julian soltó una carcajada, sorprendiendo a Woofer que le dio un


golpecito en la pierna como para comprobar que el hombre estaba bien.

—No, no entiendo en absoluto querer esa forma de vida. Yo era el


mayor de un grupo de niños y estaba ansioso por salir de esa dinámica
familiar intensa y controladora. Siempre supe que me gustaban los
chicos. Besé a mi primer chico en el jardín de infancia. Arreglé mi primera
orgía en tercer grado después de la escuela dominical; en ese momento,
pensé que eso significaba tres niños besándose. Lo cual fue muy gracioso
ahora que lo pienso. Cobré un dólar para que nuestros amigos lo vieran.
Gané doce dólares esa noche. Fumé marihuana por primera vez en la
iglesia a los once. Tuve sexo por primera vez con un chico a los catorce
años, en esa misma iglesia. —Julian miró a Beckett y movió las cejas,
completamente cómodo con las verdades escandalosas que soltó—. Mi
punto es que he estado fuera toda mi vida.

—¿Siempre has sido así de abierto? —preguntó Beckett con una


sonrisa.

—Sabes, tienes esa cosa encantadora con la forma en que agachas


la cabeza e inclinas la barbilla, sonriendo así. —Julian también sonrió,
negando con la cabeza—. Te veo. No eres un tipo promedio.

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—Gracias. Sé que es dolorosamente obvio, pero no he tenido citas


con demasiada frecuencia. El arte de coquetear no me resulta fácil —dijo
Beckett.

—No podría decirlo. Estás haciendo un buen trabajo —dijo Julian,


riendo—. Entonces, ¿qué hace que esta noche sea tan diferente?

Beckett disfrutó de la conexión que estaban construyendo entre


ellos. El consuelo de hablar. Intercambiar partes de sus vidas lo hizo ser
honesto ahora también.

—Tomé seis cervezas antes de llegar esta noche.

—Ah. Entonces eso lo explica. —Julian se quedó con él mientras


paseaban por la pasarela que conducía al vestíbulo principal de Escape
Coronado. Subió los escalones y apretó con más fuerza la correa de
Woofer cuando entraron en el edificio. Beckett extendió la mano antes de
que el ayuda de cámara pudiera abrir la puerta y la abrió para Julian. No
quería que terminara la velada. Esta había sido verdaderamente una de
las mejores noches de su vida.

—¿Por qué no me dejas llevarte a casa? —ofreció Beckett mientras


Julian entraba en lugar de pedirle que subiera a su habitación como
quería.

—Mi auto está en el estacionamiento más cercano a Reservations.


—Woofer pasó junto a Beckett cuando muchas de las cabezas en el
vestíbulo se volvieron hacia ellos.

—Hola, Julian.

Julian siguió avanzando hacia el grupo de ascensores mientras se


acercaba para golpear con los nudillos extendidos del botones.

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—Hola, Julian —la misma mujer que había ayudado a Beckett


cuando llegó por primera vez sonrió a Woofer.

Beckett mantuvo el ritmo, observando cómo sucedía lo mismo una


y otra vez. Julian, literalmente, conocía a todos en ese lugar. Respondió
preguntas sobre el restaurante, sobre eventos programados, sobre
Woofer. Beckett quedó impresionado por su amabilidad. Se quedó en
silencio mientras caminaban por el largo pasillo hacia la parte trasera del
edificio.

Estaban en sus últimos minutos. Beckett necesitaba ser más


audaz, y tenía que cancelar al cien por cien el descabellado plan de
Thane. No quería que Julian supiera sobre su reacia participación.

Cuando llegaron a las puertas que conducían al estacionamiento


que separaba a Reservations del resort, Beckett las empujó, nuevamente
sosteniéndolas para Julian y Woofer.

—Sobre esa cena. Podríamos tener mejor el desayuno o el


almuerzo.

—Creo que deberíamos ceñirnos a Reservations —respondió Julian


y siguió caminando hacia el estacionamiento.

No. Beckett podía sentir el vínculo especial que habían creado


deshilacharse en los bordes. Tenía que hacer algo.

—Está bien... —La palabra duró hasta que cayeron en un incómodo


silencio. Algo que no habían hecho en toda la noche.

—Aquí es donde nos separamos. —Julian señaló un Tesla modelo


antiguo en un lugar de estacionamiento cerca del frente del edificio. Sacó
un llavero de su bolsillo y pulsó un botón. Las cerraduras se soltaron con
un clic. Julian no se detuvo cuando alcanzó la puerta trasera y cargó a

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Kindle Alexander Es complicado

Woofer en el interior. Esa puerta se cerró de golpe y Julian alcanzó la


manija de la puerta del lado del conductor sin mirar atrás hacia Beckett.

—Espera —dijo Beckett, pasando a Julian hacia la puerta del coche


y cerrándola. Parecía menos definitivo tener a Julian de este lado del
coche—. Entiendo que hay cosas que no sé. —Beckett dio un paso más
cerca con Julian arqueando una ceja mientras observaba cada
movimiento—. ¿Pero puedo probar algo?

Beckett se movió lentamente, levantando sus manos a las mejillas


de Julian. Lo consideró una victoria cuando le dejó pasar los dedos por
su pelo perfectamente cortado. Julian se quedó completamente quieto,
sin alejarse, pero tampoco acercándose más.

Para un hombre que besaba a chicos en la iglesia, Julian no se lo


puso fácil. Dejó que Beckett hiciera todo el trabajo pesado. La yema de
su pulgar cruzó la suave piel de la mejilla de Julian.

—Esto es solo un experimento.

Algo incierto cruzó el rostro de Julian, lo que hizo que Beckett se


concentrara en algo más que en los labios más perfectamente formados
que había visto en su vida. Su mirada se elevó y se fijó en los ojos de
Julian, lo que hizo que se detuviera a mitad de camino hacia su boca. La
incertidumbre hizo que retrocediera una fracción, preocupado.

Una de las manos de Julian se extendió, agarrando con fuerza el


bíceps de Beckett. No necesariamente empujándolo hacia adelante o
hacia atrás, más como agarrando un salvavidas.

—¿Qué? ¿Hice algo mal? —susurró Beckett, viendo el remolino de


emociones cruzar el rostro de Julian.

El hombre negó rápidamente con la cabeza, disipando lo que lo


detenía.

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Kindle Alexander Es complicado

—Shh. Si vas a besarme, bésame, Hombre Marlboro. No creo que


pueda iniciarlo.

Aceptó la invitación. Instintivamente envolvió un brazo alrededor


de la espalda de Julian, deslizando su mano desde el hombro hasta la
parte baja de su espalda, sintiendo todas las crestas musculares de ese
cuerpo perfecto. Beckett intervino, su cuerpo apenas tocándolo, todavía
muy consciente de los dedos clavándose en su bíceps.

Se inclinó y se detuvo, flotando a centímetros de los labios de


Julian. Se sintió obligado a prometer:

—No te haré daño.

—No puedo prometer lo mismo. —Julian se puso de puntillas al


mismo tiempo que Beckett se inclinaba. Un suave gemido abandonó la
garganta de Julian cuando sus labios se tocaron. Los fuegos artificiales
explotaron dentro de la cabeza de Beckett mientras la electricidad
chisporroteaba a su alrededor. Se abrió, deslizando su lengua hacia
adelante, encontrándose con la de Julian mientras un hormigueo recorría
su cuerpo, prendiendo fuego a sus terminaciones nerviosas. Julian sabía
cómo el néctar más dulce, todo lo que había imaginado y más. Ya era un
adicto. Nunca tendría suficiente.

Apretó su brazo alrededor del hombre y acercó a Julian contra su


pecho. Julian estaba hecho para estar allí contra él.

Julian.

Su Julian.

El mundo de Beckett cambió bajo sus pies. Movió sus manos hacia
la cabeza de Julian, sus dedos se deslizaron en los cortos mechones en
la base de su cráneo. Sus bocas trabajaron juntas en un dulce encuentro
de lenguas. La mano de Julian en su bíceps se relajó y acarició su espalda

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

mientras también luchaba por controlar el beso, al que renunció con


gusto. Encajaban perfectamente juntos, tal como Beckett sabía que lo
harían.

No quería que esto terminara. Acomodó a Julian contra el coche,


su mano le apretó el cabello, inclinándolo mientras se hundía más
profundamente en esa deliciosa deidad. Su corazón golpeó contra su
pecho. Donde sus cuerpos se presionaron juntos, el latido del corazón de
Julian latió salvajemente, haciéndole saber que la experiencia no era
unilateral. No parecía poder dejarlo ir mientras adoraba la boca del
hombre. Podría besarlo así para siempre y morir feliz. Serían explosivos
juntos; se aseguraría de que así fuera.

Había encontrado su razón. Todo el dolor y la confusión, la decisión


de salir y tener citas, todo lo que había temido perder en la vida mejoró
cuando su lengua se deslizó lánguidamente contra la de Julian antes de
que éste se apartara, jadeando por respirar. Beckett trató de seguirlo. No
quería terminar, pero el aliento entrecortado de Julian sopló contra su
rostro, bailando sobre su piel de todas las formas correctas. De alguna
manera, era aún más hermoso con labios completamente besados y un
rubor coloreando su rostro.

—Eso fue muy agradable —murmuró Beckett, queriendo que


Julian se recostara de nuevo y ofreciera su boca para otro beso.

En cambio, los párpados de Julian se cerraron y sonrió antes de


exhalar un profundo suspiro. Se metió el labio dulcemente entre los
dientes.

—Calla. No digas una palabra más. —La palma de Julian llegó al


pecho de Beckett y lo palmeó, luego acarició sobre el corazón—. Tengo
que irme a casa.

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Kindle Alexander Es complicado

La mano en su pecho se volvió inesperadamente contundente.


Julian empujó a Beckett hacia atrás un par de pasos. Lo suficientemente
lejos como para que lo soltara y sus manos cayeran. Abrió la puerta del
auto, empujó a Woofer hacia el lado del pasajero y se dejó caer en el
asiento. La puerta se cerró sobre Beckett y el motor se puso en marcha.
Él no pudo hacer nada más que verlo partir.

Nunca le gustó que las cosas le fueran dadas demasiado fáciles.


Prosperaba con los desafíos. Pero, maldita sea, fue difícil ver a Julian irse.
Se quedó en el estacionamiento hasta que las luces traseras se
desvanecieron. La sonrisa que apareció en su rostro habló de otro lado
de sus pensamientos. Había pasado toda la noche con Julian. Lo había
besado y Julian le había devuelto el beso.

Oh, mierda, había caído hasta el fondo.

Una sonrisa tonta se extendió por su rostro mientras pateaba la


grava y luego se dirigía al hotel mientras tomaba su teléfono para enviar
un mensaje a Thane. No quería tener nada que ver con la conspiración
de Thane. Se negaba a estropear lo que había compartido con Julian.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 11
—¿Clases de defensa personal? —Julian no podría haber estado
más sorprendido. ¿Qué diablos significaba eso? De hecho…—. ¿Cómo
diablos eso habría ayudado en algo? Estaba drogado. —Casi deja caer el
receptor de línea fija en su soporte sin una respuesta por nada más que
pura exasperación. Las cualidades de mamá gallina de Thane habían
surgido nuevamente a la vanguardia. Los constantes recordatorios del
ataque hacían que todo fuera más difícil de superar.

Los grandes y oscuros ojos de Woofer impidieron que le colgara a


Thane. ¿Cómo podría un perro tonto hacer que intentara ser un hombre
más compasivo y comprensivo?

Un perro.

Ridículo.

Ni siquiera era una persona de animales.

Entonces, ¿por qué había vuelto a traer al perro a la oficina hoy?

Dado que estaba siendo tan honesto consigo mismo, ¿los grandes
ojos color chocolate de Woofer lo motivaban a ser una mejor persona? ¿O
más bien era la intensa mirada oscura de Beckett lo que lo empuja a no
colgar a su amigo demasiado protector?

El corazón de Julian bailó salvajemente contra su caja torácica


mientras pensaba en Beckett. Su emoción le causó más preocupación
que los flashbacks. Arqueó una ceja mientras se regañaba a sí mismo por
sus pensamientos descarriados y se volvió a enfocar en las ventanas del
piso al techo que daban al club. Tenía que controlar este enamoramiento
antes de hacer algo loco, como darle una oportunidad a Beckett.

123
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Kindle Alexander Es complicado

—Mira, sabía que serías un idiota al respecto —dijo Thane en su


habitual tono condescendiente.

—Y, sin embargo, aquí estamos —respondió Julian como si fuera


un hecho, feliz de terminar la conversación—. ¿Qué más necesitas?

El silencio se mantuvo entre ellos.

Dado que se negó a permitirse otro pensamiento sobre el Hombre


Marlboro, o su divertida cena, o su paseo romántico, o su magnética
conexión que terminó en ese puto beso, Beckett podía besar a un hombre
hasta que sus dedos de los pies se doblaran. La forma en que había
sostenido su rostro, sus palmas callosas tan fuertes pero tiernas. El
hombre era casi reverente en sus acciones. Dejó escapar un profundo
suspiro y dejó caer una palma sobre la ventana, dejando que el vidrio frío
lo trajera al presente, y cerró los ojos.

Lo que comenzó como un experimento para ver si Beckett estaba


realmente detrás de todos los sentimientos recién descubiertos terminó
en una rígida erección que todavía llamaba la atención doce horas
después.

¿Cómo se sentiría Thane si supiera que Beckett era el catalizador


de todo lo que le había sucedido durante la última semana? El dichoso
entumecimiento del último año había sido una bendición disfrazada.
Beckett había abierto una compuerta de confusión y anhelo. Los deseos
que había pensado que estaban enterrados para siempre habían salido a
la superficie y habían traído de vuelta esa parte de él que había perdido.
Los sensuales hormigueos que encendieron su cuerpo en llamas estaban
fuera de este mundo y...

Tienes que parar ahora mismo.

124
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—¿Parar qué? —preguntó Thane. Mierda. Julian pensó que había


dicho eso en su cabeza—. Mira, sabía que te resistirías porque siempre
lo haces. Lo dejaré por ahora, pero necesito que vayas a Escape a las tres
en punto a la sala del centro de conferencias que siempre usamos. Arik
y yo necesitamos hablar contigo.

—¿Qué pasa? —preguntó Julian, tratando de decidir si la reunión


tenía mérito o si también necesitaba evitarla.

—Esto no está abierto a negociaciones —dijo Thane con firmeza.

Julian regresó a su escritorio.

—Business 101 me lo enseñó el irritantemente exitoso Thane


Walker: todo es una negociación.

—Lamento esa clase y, al igual que todo lo que te he enseñado, me


has demostrado que estaba rotundamente equivocado. Te veré en la sala
de conferencias a las tres. Ven preparado para tomar notas.

Julian puso los ojos en blanco.

—Tengo treinta minutos disponibles. Tengo entrevistas


programadas para esta tarde —explicó con sinceridad.

—Haz que Ricco haga tus entrevistas. Te necesitaré por un par de


horas.

—Eres molesto —dijo Julian. Había planeado estar disponible para


la entrega del licor esta tarde. El inventario actual no cuadraba. O el licor
no llegaba correctamente o tenían a alguien con los dedos pegajosos
trabajando allí. Estaba decidido a encontrar la verdad—. ¿Cuándo
regresas a Maryland?

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Serie Reservas 02
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—Antes de lo que te das cuenta. —Thane terminó la llamada.


Julian bajó lentamente el teléfono mientras su estómago gruñía. Otro
resultado del beso que destruyó su alma anoche era que su apetito había
regresado con una venganza. Había desayunado dos veces esta mañana,
un par de bocadillos y ahora necesitaba el almuerzo. También había
vuelto a añadir carne a su dieta a modo de tocino. Hombre, el tocino sabía
muy bien.

***

—Julian. —Arik Layne lo saludó cuando asomó la cabeza por la


puerta. El hombre siempre estaba consciente de su entorno. Pero en
algún momento entre el almuerzo y esta reunión de las tres en punto, se
volvió escéptico de que, de hecho, hubiera una reunión de negocios. En
cambio, la cita era sin duda una especie de artimaña para presentarle a
un entrenador o instructor de la estúpida idea de Thane sobre la
autodefensa. Thane nunca se rendía tan fácilmente como lo había hecho
durante su última conversación telefónica.

Aliviado de ver solo a los tres en la habitación, Julian abrió la


puerta y entró cuando Arik se puso de pie y extendió una mano. Le
sostuvo la mano a modo de saludo.

—Gracias por tomarte el tiempo para encontrarte con nosotros esta


tarde. —Las palabras de Arik lo hicieron sentir en pie de igualdad. Julian
agradeció el respeto que Layne siempre le daba. En su vida, rara vez se
había ganado el respeto de nadie.

—No hay problema. ¿Por qué estoy aquí? —preguntó Julian,


asintiendo a Thane, que parecía con papeleo hasta las rodillas al otro
lado de la pequeña mesa. Arik y Thane habían unido fuerzas en varios
proyectos diferentes, y la propiedad y expansión de Reservations era una
de ellas. Cuando los dos hombres se juntaban, Thane salía regularmente

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

con una lista de tareas que cumplir. Arik, no tanto. El hombre sabía
delegar sin que nadie se diera cuenta.

—Toma asiento —dijo Thane, colocando una carpeta de archivo


grande en su regazo, pasando las páginas de un paquete engrapado—.
Independientemente de lo que esto diga, creo que deberíamos comenzar
la construcción en la costa este, Layne. Estamos listos para comenzar.
Los contratos, permisos y financiación están listos. No hay razón para
esperar. DFW puede llegar tal vez a principios del próximo año.

Arik le guiñó un ojo a Julian y luego sonrió mientras negaba con la


cabeza. Arik era el experimentado magnate de los negocios entre los dos
hombres y había tomado a Thane bajo su protección, guiándolo. No
habían llegado al punto de que Thane tuviera mucho que decir en el
resultado de sus decisiones.

—Mi equipo legal tendrá los permisos listos para mañana. Dallas
es nuestra propiedad con mayores ingresos. Hay menos competencia por
Reservations en DFW7.

Thane miró hacia arriba, su rostro contorsionado por la pregunta,


sus ojos vidriosos por revisar la enorme cantidad de papeleo frente a él.
Le tomó un segundo concentrarse completamente en Arik.

—¿Cómo pueden tener los permisos en veinticuatro horas?

—Alec Pierce —dijo Arik como si eso respondiera todo. Thane


asintió entendiendo y luego negó con la cabeza.

—¿Quién?

7
El Dallas/Fort Worth Metroplex es el nombre informal que los habitantes de esta área
metropolitana le han dado a la región conformada por las ciudades de Dallas y Fort
Worth en el norte de Texas. Los apodos que recibe incluyen "Metroplex", "North Texas",
y "DFW".

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Serie Reservas 02
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—Mi nuevo asesor legal —explicó Arik.

—¿Qué le pasó a Reed Kensington? —Julian tenía que darle crédito


a Thane, intentó con todas sus fuerzas ponerse al día, pero aún parecía
completamente perdido.

—Pierce trabaja para Kensington pero voy a robárselo. Es muy


bueno en lo que hace —respondió Arik, tomando un bolígrafo de la libreta
de papel que tenía frente a él. Se echó hacia atrás en su asiento.

Thane asintió de nuevo. Puede que Julian no conociera a Pierce,


pero reconoció la intención detrás de la afirmación de Arik. Un destello
iluminó los ojos de Thane.

—Soy yo quien necesita un hacedor de milagros. Que venga a


trabajar conmigo. Pago mejor.

—Joder, no —dijo Arik sin dudarlo—. Pierce está muy bien


conectado en DC. Él nunca me dejará. Ha hecho su juramento de sangre,
así que busca en otra parte, Walker. —Qué declaración más ridícula que
hizo Arik con toda certeza.

Por divertido que fuera todo esto, ver a Arik burlarse de Thane,
Julian tenía un horario que seguir. Se aclaró la garganta, tratando de
volver a enfocar la conversación sobre por qué lo querían allí en primer
lugar. Si no lograba controlar estas bromas de ida y vuelta, Arik y Thane
se irían a un partido de voleibol verbal y terminarían hablando durante
las próximas dos horas sobre algo tan estúpido como la industria
pesquera de Noruega.

Julian debería saberlo. Él se había sentado a través de ese debate


muy intenso una vez. Estaba malditamente seguro que no iba a permitir
que eso sucediera nunca más.

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—Entonces, ¿cuándo me enviarías a Dallas? No es mi primera


opción en destinos, pero es lo suficientemente bueno. Puedo contratar mi
reemplazo aquí. No tomará mucho tiempo. Tengo a alguien en mente.

La cabeza de Thane se movió en dirección a Julian, y se limitó a


mirarlo. Arik también lo hizo. Las cejas de Julian se juntaron cuando
Thane cerró la carpeta en su regazo y la arrojó sobre la mesa.

—Correcto. Por eso estás aquí.

El tono de Thane y la inclinación de cabeza de Arik, apartando la


mirada de Julian, no parecían positivos. Su estómago se retorció.

—¿Por qué estoy aquí?

¿Lo estaban dejando ir?

—Julian... —comenzó Thane. Oh, diablos, no. No ese tono de


decepción.

Julian intervino, tratando de explicar por qué hizo lo que hizo antes
de que Thane pudiera justificar quitarle su promoción.

—Franklin el cabrón merecía ser despedido, ¿y adivina qué? Por


arte de magia, lo está haciendo un millón de veces mejor. —Julian señaló
su pecho—. Yo lo hice. Los estándares lo son todo, y eso es siempre lo
que aportaré a cualquier puesto de liderazgo que...

—Cálmate, Julian —interrumpió Thane.

Julian se sentó en su silla, enderezó la columna vertebral y juntó


las manos sobre la mesa. No le estaban quitando su promoción. Era todo
lo que tenía, lo que lo hacía sentir completo.

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Serie Reservas 02
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—Y si hubieras seguido tu propia capacitación de personal, sabrías


que nunca debes comenzar una acción disciplinaria con las palabras
cálmate.

—Esta no es una acción disciplinaria. —Arik levantó la voz sobre


Julian para llamar su atención. Cuando miró al hombre, la sonrisa del
gato de Cheshire hizo que cerrara la boca de golpe.

Estaba jodidamente feliz de ver cómo su dedicado y arduo trabajo


divertía a estos dos bastardos. La mirada de Julian se movió entre los
hombres. El corazón le latía con fuerza en los oídos.

—Julian, hemos cambiado las cosas —dijo Thane rápidamente.

Cuando Julian abrió la boca para responder, Arik agregó:

—Tu papel en Reservations es valioso para nosotros.

Una sola ceja se arqueó. ¿Lo había escuchado bien?

—Entonces, ¿por qué se siente como si me estuvieran despidiendo?


—les disparó, preguntándose cómo estaba todavía sentado en este
asiento y no había explotado como un petardo.

Thane le puso los ojos en blanco de manera exagerada.

—Eres ridículo. Si no me hicieras adivinar cada maldita cosa que


planeo decirte para evitar que discutas conmigo todo el maldito tiempo,
podría simplemente decirlo.

—Todavía estoy esperando —respondió Julian de inmediato.

—Estamos cambiando tu rol —respondió Arik.

—¿Por qué? Saben que sería perfecto en una posición de gerente


regional sobre los clubes —estalló Julian, poniéndose de pie de un salto—

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

. Nadie se preocupa más por los intereses de esta empresa que yo. Mis
estándares de excelencia deben ser la medida que todos los empleados
que trabajan para esta empresa se esfuercen por lograr. Soy el único que
empuja y empuja y dedica su tiempo para hacer que esta empresa sea
grandiosa.

—Estoy de acuerdo —dijo Thane, deslizándose en un


comportamiento ultra-tranquilo.

Julian no podía respirar. ¿Qué significaba siquiera “estoy de


acuerdo”? Esta empresa era su bebé, su vida. Necesitaba este trabajo.

—Entonces no me quites el puesto que tengo.

—Decidimos administrar Reservations de la misma manera que


administro las propiedades de Escape —explicó Arik—. Reservations
Coronado se convertirá en la propiedad insignia de la empresa en general.
Será el estándar de excelencia que todos los demás sitios de Reservations
se esforzarán por alcanzar. Será nuestro centro de capacitación oficial y
posiblemente la oficina corporativa una vez que lleguemos tan lejos. Nos
gustaría que te convirtieras en el gerente general de la propiedad de
Coronado, liderando el futuro de todos los sitios de Reservations por
venir.

El aire empujó desde el pecho de Julian mientras miraba a Arik.


Cogió el sillón para mantenerse firme mientras tomaba asiento porque
sus rodillas se debilitaron.

Bueno, no esperaba eso en absoluto, y se sintió un poco tonto.


Había estado a segundos de sufrir un colapso en toda regla.
Honestamente, todavía podría estar un poco en el lado caliente de las
cosas cuando pensaba en toda la responsabilidad que estos hombres le
confiaban.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian se volvió hacia Thane, su salvador y mentor.

—¿Qué pasa si fallo? Siempre dices que no tengo la experiencia


para administrar a una escala mayor.

—No es así, Julian —dijo Thane, levantando las manos en el aire


en un gesto de “es obvio”—. Pero aprendes rápido y tienes razón. A nadie
le importa más este concepto que a ti. El estándar que exiges debe
mantenerse para toda la empresa. Por supuesto, tendrás capacitación y
aprenderás rápidamente. No lo dudo ni por un segundo.

—Haré que el gerente general de Escape también te asesore. Lo


harás bien, estoy seguro —asintió Arik.

La emoción ante tal oportunidad superó la incertidumbre.

—¿Qué hay de Joshua? —preguntó por el actual gerente general de


Reservations.

—Ha sido contratado por la oficina corporativa de Bennigan. Están


tratando de volver al ruedo y necesitan ayuda experimentada —explicó
Thane—. Le pedimos que se mantuviera en silencio hasta que
pudiéramos hablar contigo. Recibió un aviso de un mes a partir de ayer.

Reservations Coronado se convertiría en la entidad insignia de al


menos veinte restaurantes y clubes planificados que Julian conocía.
Podía quedarse en California y seguir vigilando otras propiedades,
mientras que el sitio insignia se convertía en el estándar de la empresa.
Su mente se tambaleó ante las posibilidades. Se reclinó en su asiento,
mirando a Thane, el hombre que se había convertido en su héroe. Había
pensado que presentarle a Levi le había ayudado a saldar su tremenda
deuda con Thane. Con este movimiento, volvieron sólidamente a un
campo de juego desigual. Julian le debía un mundo de aprecio.

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No dijo nada de eso. En cambio, agitó una mano, animando a


Thane a decir más.

—Continúa.

Arik se rió entre dientes.

—Creemos que es la mejor opción para ti y para el futuro de


Reservations —dijo Thane, con voz cada vez más suave. No se dejó
engañar. Sabía leerlo mejor que nadie—. Podrías echar algunas raíces
aquí. Si no funciona, te pasaremos a Dishology, puedes ser un recibidor
en uno de mis restaurantes en algún lugar, pero creo que es la decisión
correcta.

—¿Cómo es el dinero? —preguntó Julian, ocultando la inhalación


profunda cruzando los brazos sobre el pecho mientras trataba de calmar
sus nervios agotados.

—Estoy preparando el papeleo ahora. Debería tenerlo por correo


cuando terminemos esta reunión. No te decepcionará, pero tampoco está
abierto a negociaciones —explicó Thane.

Julian puso los ojos en blanco y cruzó los brazos con más fuerza
sobre el pecho.

—Claro que lo está. Siempre me engañas.

—No, no lo hago —respondió Thane—. Tenemos una estructura


salarial que debe cumplirse.

Que comiencen las negociaciones.

—Pero somos una empresa nueva. ¿Quién estableció el estándar


salarial?

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Kindle Alexander Es complicado

—Julian, tómate un par de días o incluso más y piensa bien en esto


—intervino Arik—. Los beneficios son que permanecerás aquí en
California, lo que también podría ser una desventaja. Quiero que
realmente decidas si estás listo para asumir un trabajo tan grande.

Arik tenía razón. El nuevo puesto de entrenamiento regional que le


ofrecieron anteriormente había sido un atractivo descanso de la
monotonía de su inexistente vida, pero todo eso había cambiado. ¿Qué
tan lejos de la madriguera del conejo lo llevarían estos flashbacks y
nuevas emociones? ¿Estaba emocionalmente listo para un trabajo tan
grande con todo lo demás sucediendo dentro de su cabeza?

Por mucho que lo odiara, cedió y asintió.

—¿Cuánto tiempo tengo?

—Ambos hemos dedicado recursos a esta empresa derivada. Mi


departamento de recursos humanos manejará la oferta y el papeleo de
contratación... —Arik dejó de hablar abruptamente y las miradas de
Thane y de él pasaron de Julian a lo que fuera que estaba detrás de él.
Julian miró por encima del hombro para ver que las persianas estaban
abiertas en la pequeña ventana que daba al centro de conferencias más
grande. Una hilera de hombres toscos y rudos vestidos con uniforme
militar salía de otra habitación apartada. Probablemente formaban parte
de algún tipo de equipos especiales según su apariencia.

Vivir en Coronado tenía sus beneficios. La gran cantidad de


hombres en buena forma física era una ventaja para permanecer en el
área. Thane apartó la silla de la mesa y se puso de pie. Julian lo vio
moverse alrededor de la mesa, su mirada se centró en la ventana. Eso era
extraño para el nuevo Thane Walker. Como libertino reformado, rara vez
dejaba que sus ojos se desviaran hacia otra persona que no fuera Levi.

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Kindle Alexander Es complicado

El roce de la silla de Arik contra el suelo hizo que Julian mirara en


su dirección. La mirada de Arik también estaba enfocada en los hombres.
Y generalmente el nuevo marido de Arik atraía toda la atención del
hombre.

Julian se encontró automáticamente levantándose también,


perdido ante el extraño comportamiento de los dos hombres. Arik
envolvió su brazo alrededor del hombro de Julian, guiándolo fuera de la
oficina para seguir a Thane. Algo estaba mal, pero seguiría el juego hasta
que pudiera resolverlo.

—¿Ha visto las habitaciones que rodean el centro de conferencias?


Están recién decoradas. Kellus diseñó la temática. Es una novedad para
nosotros. Me está cobrando una tonelada de dinero. Pensarías que
obtendría un descuento familiar. —Arik mantuvo la cháchara tonta
mientras urgía a Julian a salir por la puerta. Arik solo hizo una pausa,
todavía aferrado a Julian mientras se inclinaba hacia atrás para cerrar
la puerta detrás de él.

—¿Por qué necesito ver las habitaciones?

El paso de Thane tenía un propósito cuando se dirigió hacia la


puerta por la que acababa de salir el grupo de militares.

—¿Vas un poco lento allí, Cullen? —bromeó Arik, conduciendo a


Julian a través de la puerta que acababa de entrar Thane. Julian no
estaba preparado para la apasionante escena que encontró. El trasero y
musculosos muslos lo hicieron contener el aliento. Beckett estaba
inclinado sobre una caja de suministros, su cuerpo duro y bronceado a
la vista con una camiseta ajustada. Su amplio pecho estiraba el material
hasta su límite. Pero esos pantalones cortos ceñidos le dieron un
entrenamiento a su imaginación.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett miró hacia atrás por encima del hombro, lo vio y se irguió,
dejando que los suministros en sus manos cayeran en la caja. El sudor
salpicaba su frente, y se secó con un brazo mientras estaba de pie en
toda su altura, la preocupación estropeó esos hermosos rasgos. El
hombre era jodidamente impresionante. Pecho enorme, hombros anchos,
brazos gruesos. A Julian se le hizo agua la boca. ¿Por qué Beckett
escondería ese cuerpo debajo de una chaqueta de traje? El código de
vestimenta de Reservations era una amenaza si cubría cosas como
Beckett St. Clair.

La sorpresa de Beckett se transformó en algo más serio cuando


frunció el ceño.

—¿No recibiste mi mensaje, Walker?

Aunque Beckett miró a Julian, le habló directamente a Thane.

¿Desde cuándo Beckett llegó a términos de mandarse mensajes con


Thane? Julian frunció el ceño en dirección a Thane, esperando una
explicación de por qué lo habían arrastrado aquí. Thane estaba
claramente tramando algo de nuevo.

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Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 12
Aunque sorprendido por completo al ver a los tres hombres de pie
en la puerta, solo uno llamó la atención de Beckett. Julian siempre lucía
como un millón de dólares con su buena apariencia bien vestida, y hoy
no era diferente. Beckett desvió la mirada hacia Thane y luego hacia Arik
antes de volver a Julian.

—Gracias por aceptar trabajar con Julian —dijo Arik Layne,


quitando su brazo de alrededor de sus hombros para dar un paso
adelante, su mano extendida para un apretón. Beckett alcanzó una toalla
de mano cercana y se secó las palmas sudorosas antes de estrechar la
mano de Arik, no contento en absoluto con esta emboscada.

Beckett vio el momento exacto en que Julian se dio cuenta de lo


que estaba pasando. La indignación y la decepción atravesaron su
hermoso rostro.

—¿Estás en esto con ellos?

—No. —Beckett negó con la cabeza y se pasó la toalla por el pelo


húmedo de sudor—. Bueno, supongo que vinieron a mí. Es difícil decirles
que no, pero me eché atrás después de que hablamos anoche.

Julian arqueó la ceja mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y


cambiaba su mirada acusadora de Beckett a Thane.

—Has ido demasiado lejos.

—Julian, esto es lo que hace para ganarse la vida —explicó Thane—


. Él tiene su mejor interés y ha hecho su promesa de ser discreto.

—Oh, no. Absolutamente no. —Las palabras tenían finalidad.


Julian se dio la vuelta con elegante gracia y furia, saliendo de la

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habitación en tres largos pasos, dejándolos a los tres parados en un


silencio atónito.

Sin ningún plan real, Beckett salió de la habitación para ir tras


Julian. En la puerta, miró a Thane.

—Tío, ¿qué estás haciendo? Te dije que ahora no era el momento.


No está listo.

Beckett no esperó una respuesta. En cambio, salió detrás de


Julian, que se apresuraba a salir por las puertas principales de la sala
de conferencias. En la entrada, Beckett miró de un lado a otro, pero
Julian ya estaba en el último escalón de la escalera a la derecha, luego
cruzó corriendo el estacionamiento hacia Reservations. Beckett bajó los
escalones de dos en dos, secándose el sudor de la cara a medida que
avanzaba.

—Julian, espera.

El largo paso de Julian se comió la distancia del estacionamiento


que separaba Escape de Reservations. La frustración del hombre se podía
escuchar con cada paso que golpeaba contra el cemento.

—Oye, espera.

No lo hizo. Si era posible, aceleró el paso.

—Julian. Por favor. Detente.

Julian se giró e inesperadamente se interpuso en su camino al


mismo tiempo, lo que hizo que se acercara, para que no lo derribara.

—¿Crees que eres la primera persona en estar encaprichada


conmigo?

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Kindle Alexander Es complicado

Las palabras perdieron algo de su fuerza cuando los brazos de


Julian se abrieron. Beckett hizo un movimiento, sus brazos se apretaron
alrededor de la cintura de Julian, colocando al hombre más pequeño
contra su cuerpo, estabilizándose para mantenerlos a ambos en pie.

—Escúchame, Julian. Me engañaron totalmente ayer. Walker me


invitó a cenar y Layne estaba allí. Tienes que saber que no aceptan un no
por respuesta. Demonios, nunca se callan. Es difícil decir algo.

Julian se apartó de los brazos de Beckett, retrocediendo varios


metros de él.

—Estoy tan harto de esta mierda. —El puño de Julian se disparó,


golpeando el aire antes de registrar el área y comenzar a ir de regreso
hacia el restaurante. Justo cuando Beckett comenzaba a seguirlo, se dio
la vuelta y lo señaló con el dedo para advertirle que se quedara dónde
estaba.

Su corazón se rompió, rogándole que lo arreglara. La ira de Julian


crepitó en el aire a su alrededor, su mirada helada atravesó el corazón de
Beckett como si Cupido hubiera disparado una flecha caprichosa.

—St. Clair, esto no sucederá entre nosotros. Tienes que entender


que no soy alguien a quien quieres. —Julian inclinó la cabeza
dramáticamente como si lo que decía fuera más que obvio—. No tienes
idea de cómo soy, así que no soy para ti.

El corazón de Beckett se negó a aceptar esas palabras. Luchó


contra el impulso de ser un hombre de las cavernas sobre Julian
tirándolo por encima del hombro y llevándolo muy, muy lejos de este loco
espectáculo de mierda en el que de alguna manera habían caído. Se
obligó a concentrarse en la constante subida y bajada de su pecho para
luchar contra el pánico creciente.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—No estamos hablando de eso en este momento. —Beckett bajó la


mirada, tratando de pensar en algo para disipar esta situación. Nunca
quiso que sucediera nada de esto. La honestidad era siempre la mejor
respuesta. La inspiración lo golpeó, y levantó la mirada hacia Julian, que
parecía feroz como el infierno, sus ojos azul verdoso brillaban con
indignación—. Sé que te pasó algo. Supongo que fue algo que te cambió
la vida considerando la forma en que esos dos hombres quieren
protegerte. Deja a un lado su preocupación —Beckett levantó una mano,
señalando hacia Escape donde habían dejado a Thane y Arik—. Pase lo
que pase, no lo has superado y la gente está preocupada por ti. Entiendo
tu frustración. Deja eso a un lado. El entrenamiento en defensa personal
puede ayudar a generar confianza.

Las manos de Julian volaron en el aire como si eso fuera lo último


que quisiera escuchar.

—No te agradezco que hables a mis espaldas.

—No lo hice. Bebí unas cervezas. Ellos hicieron toda la charla. —


Beckett dio varios tímidos pasos hacia adelante mientras Julian soltaba
una risa áspera antes de cerrar los ojos y alzar la cara hacia el cielo. El
sol lo iluminaba con un cálido resplandor, haciéndolo aún más
fascinante.

Beckett esperó hasta que Julian soltó el aliento en lo que parecía


una técnica relajante. Apenas echó un vistazo al camino de Beckett antes
de regresar directamente al club.

—No me sigas. —Las palabras fueron dichas con orden y firmeza,


haciendo que Beckett se quedara dónde estaba. Lo que sea que le había
sucedido era malo, peor de lo que había querido admitir.

***

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian empujó la puerta lateral del club. El contraste entre el sol


brillante y la oscuridad natural del club dificultaba la visión. De alguna
manera, la falta de claridad se sintió reconfortante cuando cerró la puerta
detrás de él. Pasó por alto a los empleados que estaban preparando el
club para la noche y se dirigió directamente a la escalera que conducía a
la oficina de arriba. Harto de ser tratado como si estuviera indefenso.

—Woofer está ahí arriba. Lo saqué hace unos quince minutos —


gritó Ricco. Julian levantó distraídamente una mano en reconocimiento,
pero no se volvió mientras subía los gastados escalones de dos en dos.
Tan jodidamente cansado de que la gente interfiera en su vida.

Julian empujó la puerta de la oficina con la misma ira que usó con
la puerta de abajo, y Woofer salió disparado hacia él. Se preparó para el
exuberante saludo del maldito perro.

Una cosa que sabía con certeza, lo que estaba haciendo en este
momento no estaba funcionando para él. Woofer se levantó de un salto y
le lamió el cuello. Habrían sido sus labios si no hubiera alzado la barbilla.
Woofer estaba de pie sobre sus patas traseras, sus grandes patas sobre
el pecho de Julian, manteniéndolas juntas.

—Abajo, chico —dijo Julian, tomando las patas delanteras de


Woofer y dejándolas caer hacia el suelo. Rodeó al perro grande, con la
misión de llegar al bar. Se sirvió un trago doble de whisky y se lo tragó
en dos grandes tragos.

Tal vez se había equivocado al quedarse en California como lo había


hecho. Quizás necesitaba un nuevo comienzo. Quizás todavía lo hacía.
Se sirvió otro trago, esta vez agregando hielo al vaso.

Le dolía la cabeza. Solo quería que todo desapareciera. Nunca en


su vida se había sentido tan indefenso, tan avergonzado, enojado y...
Demonios, ya no sabía lo que sentía. Pero estaba malditamente seguro

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

que no estaba feliz de que Thane y Arik fueran a Beckett a sus espaldas.
Esta mierda tenía que acabar.

Bebió el líquido ámbar, esperando que aliviara los latidos en su


cabeza. La habitación se arremolinaba, sus pensamientos frenéticos e
inconexos hasta que un bucle vertiginoso de flashbacks de esa noche
comenzó a reproducirse como una presentación de diapositivas en su
cabeza.

La confusión y el miedo se precipitaron como agua helada a través


de su cuerpo y le doblaron las rodillas. Extendió la mano para agarrarse
al borde de la barra, decidido a mantenerse en pie.

La oscuridad y las voces de los hombres lo rodearon. Julian no


podía ver ningún rostro, pero definitivamente escuchó voces. Tenía los
ojos cubiertos con algo, una especie de tela. Luchó contra los brazos que
lo sostenían en su lugar, lo que hizo que la cubierta de sus ojos se elevara
lo suficiente para ver algunas sombras contra la barata alfombra naranja
y marrón.

El olor a cigarrillos rancios y whisky barato inundó sus sentidos y


le provocó náuseas. Manos enérgicas tiraron de él, lo toquetearon,
mientras trataba de recordar dónde estaba.

La desesperación lo consumió cuando una risa profunda resonó en


la habitación. Julian trató de luchar. Sus brazos no funcionaron. Le
dolían los hombros. Incluso cuando trató de patear las manos que lo
mantenían en su lugar, sus extremidades estaban demasiado pesadas
para cooperar.

El terror se apoderó de su alma, haciendo que su corazón se


acelerara cuando se dio cuenta de que estaba atado. Tenía los brazos
atados a la espalda en un ángulo incómodo, las muñecas ardiendo y los
dedos entumecidos.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

No recordaba cómo terminó de rodillas en el suelo. Alguien le echó


la cabeza hacia atrás y le clavó los dedos en la piel. El sabor cobrizo de
la sangre estalló en su lengua cuando un puño golpeó su rostro. Luego
le metieron una polla en la garganta. Julian trató de darse la vuelta; no
podía pelear. No podía moverse, sostenido en su lugar por sus captores.
Se estaba ahogando, tratando de respirar, no podía aspirar aire a sus
pulmones.

La oficina en Reservations y sus alrededores se enfocó de repente,


lo que lo obligó a regresar a la realidad. Se sintió enfermo y débil. Su
cerebro se sentía confuso. Realmente necesitaba tiempo para resolver
todo lo que acababa de recordar.

No era la primera vez que estaba atado y de rodillas, pero era la


primera vez que no daba su consentimiento. Este recuerdo del ataque fue
violento y lleno de odio. A nadie en esa habitación parecía importarle si
él vivía o moría.

No saber lo que le pasó era tan malo como saberlo. Aún podía sentir
los dedos helados del terror envueltos alrededor de su cuello. Julian
luchó por llevar aire a sus pulmones. Su corazón siguió acelerándose y
su cuerpo temblaba incontrolablemente. Extendió sus manos,
mirándolas temblar antes de apretar ambos puños y querer calmarse
mientras trataba de procesar lo que había descubierto de su último viaje
de regreso al infierno.

La venda explicaba muchas cosas...

—Julian.

Asustado, se dio la vuelta y gritó, pero no se oyó ningún sonido


cuando golpeó la voz severa por encima del hombro con el puño. Beckett
esquivó fácilmente el golpe inconsciente en un movimiento digno de
Matrix.

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Kindle Alexander Es complicado

Woofer gruñó, pero la voz autoritaria de Beckett hizo que el perro


permaneciera enraizado en su lugar.

—Woofer, quieto.

—No deberías acercarte sigilosamente a la gente. ¿Qué diablos


estás haciendo aquí? —preguntó Julian, con el corazón acelerado fuera
de control, su respiración todavía errática por el miedo extremo
provocado por su flashback.

—No lo hice en silencio. No me acerqué sigilosamente —dijo


Beckett, dando un paso hacia atrás para darle espacio—. Dije tu nombre
dos veces cuando entré. —El tono preocupado de Beckett se mezcló con
la mirada contundente de su rostro—. ¿Qué te ha pasado?

Julian se alejó mientras su cuerpo absorbía la réplica del miedo


que lo recorría. Se pasó los dedos por la cara y luego por el cabello,
apretando los puños mientras caían a los costados. Se deleitó con el
fuerte roce de sus uñas romas contra su palma. Si no se calmaba, corría
el riesgo de un ataque al corazón con tanta fuerza como latía contra su
caja torácica.

Hace unos segundos, sintió algo de orgullo por haberse mantenido


de pie durante un flashback. Aún así, el miedo que evocaba Beckett por
estar tan inesperadamente cerca lo hizo alcanzar el sofá. El fuerte brazo
de Beckett se envolvió alrededor de su cintura para guiarlo hacia el
asiento. La copa de cóctel de cristal en la que había vertido whisky entró
en su línea de visión.

—Dime qué te está pasando, Julian. —La voz de Beckett se hizo


más suave mientras se sentaba a su lado. Su tono y proximidad eran
reconfortantes, al igual que la fuerte palma que se posó en su espalda
antes de subir y acariciarle el hombro mientras apoyaba los codos en los
muslos.

144
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian estaba cansado y cada vez más agotado. Un sentimiento de


impotencia lo envolvió. Odiaba no saber acerca de esa noche, pero si
quería ser completamente honesto consigo mismo, estaba absolutamente
aterrorizado ante la idea de descubrir lo que realmente había sucedido.

Hizo girar el hielo en el vaso y suspiró, tratando de darle sentido a


todo. ¿Por qué las cosas no podían volver a ser cómo eran? Tomó un largo
trago de whisky, dejando que la quemadura familiar le abriera un camino
por la garganta, calentara su estómago y apagara sus nervios.

Colocó el vaso en la mesa de café y se pasó las manos por la cara


de nuevo mientras trataba de ganar algo de perspectiva. Aparte de
explicar su historia durante una sesión de fisioterapia con Levi, no estaba
seguro de haber dicho alguna vez las palabras en voz alta. Incluso en
consejería, porque Sarah conocía su situación antes de que él llegara a
ella.

—Fui secuestrado, golpeado y violado en grupo hace más de un


año. Hace dos años. Durante la última semana más o menos, los
recuerdos han comenzado a regresar. Acabo de tener otro flashback.

El temblor de sus manos lo hizo alcanzar la copa de cóctel,


necesitando algo dentro para aplastar la angustia que se estaba
construyendo dentro de él. Volvió a inclinar la bebida. Beckett se lo quitó
y fue hacia la barra.

—¿Hay alguien a quien pueda llamar por ti?

—Joder, no —dijo Julian, dejándose caer contra el suave cojín—.


Esas mamás gallinas que están ahí fueran realmente empeoran todo.

—Entonces, ¿tanto Walker como Layne lo saben? Parecía que sí


teniendo en cuenta lo que dijeron durante esa cena. Nunca me dieron los
detalles —explicó Beckett mientras regresaba al borde del sofá y le

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entregaba la bebida. Se mantuvo de pie y Julian no pudo reunir el valor


para mirar hacia arriba. No importa lo que le dijera a Beckett, no podía
soportar la idea de que el profundo interés y deseo del hombre se
convirtiera en simpatía y lástima. De alguna manera, la idea hizo que se
sintiera peor, y se llevó el vaso a los labios, tomando un sorbo más
pequeño esta vez—. Tiene sentido que lo sepan. Supongo que fue una
pregunta tonta.

—Thane me encontró en un hospital. No fui a una cita...


programada. —Julian dejó de hablar, sabiendo que un buen tipo como
Beckett nunca entendería cómo había vivido anteriormente. Una vida que
Julian extrañaba más de lo que jamás podría admitir.

—¿Saliste con Thane? —preguntó Beckett más una manera de


mantenerlo hablando que insinuando algún tipo de celos.

—No como lo estás pensando. —Julian tomó otro sorbo mientras


decidía dejarlo salir todo.

El Hombre Marlboro representaba un respiro, más una distracción


esperanzadora. Uno que siempre agradecería. Lamentablemente, no
habría futuro para ellos, y era hora de que le explicara exactamente por
qué.

—En ese entonces, era un acompañante. Falté a una cita


programada con Thane. Se suponía que yo era su cita para la
inauguración de Escape Coronado —explicó Julian, posiblemente
compartiendo demasiado. Esta vez tomó un trago más largo de whisky,
quemándole la garganta. Se obligó a volver a su antigua perspectiva,
negándose a reconocer la gran vergüenza que había sentido desde el
accidente. Se puso de pie y se dirigió hacia la pared de cristal que daba
al club.

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La vergüenza no era nueva, pero muy difícil de rechazar, y eso era


culpa de Beckett. El hombre le mostró toda esta desconocida emoción.
Julian nunca se había sentido incómodo admitiendo nada en su vida.
Honestamente, Beckett solo necesitaba irse. La esperanza y la bondad no
eran para hombres como él. Sabía de primera mano de qué estaba hecho
el mundo y exactamente lo que pensaba la gente sobre hombres como él.

—Debería habértelo dicho hace tiempo. Me gustó la forma en que


me hiciste sentir. Echo de menos la atención que solía recibir.

Julian inclinó la cabeza y miró hacia el club vacío de abajo para no


tener que mirar a Beckett cuando dijo:

—Solía saber lo que significa brillar. Me citaba con docenas de


hombres ricos cuando llegaban a la ciudad. Pensé que lo tenía todo y lo
hacía. Dinero, autos, viajes a los lugares más exóticos. Lo mejor de todo.
Después del ataque… dejé de vivir. Luego vienes y me haces pensar que
podría volver a hacerlo, me haces sentir vivo.

La vulnerabilidad hizo que Julian se detuviera mientras colocaba


una palma en la ventana y tomaba otro trago.

—Siempre he estado orgulloso del hombre que era, orgulloso de la


vida que hice para mí. Hasta que te vi.

—¿Qué hice para que pensaras menos de ti mismo? —preguntó


Beckett en un susurro desde una posición más cercana que desde donde
había estado antes—. Ciertamente no pienso menos de ti, Julian. ¿Por
qué habría de hacerlo?

Julian no sabía cómo sentirse. Esa no era la reacción que esperaba.


¿Qué le pasaba a este tipo? Julian giró la cabeza y su cuerpo lo siguió,
mirando a Beckett como si fuera el hombre más loco del planeta.

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Lo que vio reflejado en esos ojos color chocolate y ese hermoso


rostro derritió cualquier resto de hielo que se había congelado alrededor
de su corazón. No vio el rechazo que temía, pero en cambio, la mirada
reflejada en él le hizo saber que a Beckett realmente le importaba. Beckett
lo alcanzó, su gran palma acariciando desde su codo hasta su bíceps. El
toque cálido estaba destinado a proporcionar consuelo, y lo hizo, como
un bálsamo relajante que se desliza sobre su alma.

—No soy el hombre que era —confesó Julian con sinceridad—.


Deseo poder retroceder en el tiempo, estar listo para cualquier cosa, el
tipo lleno de vida que solía ser, pero no puedo ir allí. No puedo confiar en
mis instintos. —Sacudió la cabeza y bajó la mirada con pesar y
vergüenza—. No he estado con un hombre desde el asalto. Odio no poder
hacerlo. Amaba el sexo. Amaba todo de ello. Lo extraño. Extraño mi vida.

—¿Estás hablando con un consejero? —preguntó Beckett,


atrayendo la mirada de Julian hacia él mientras el dulce hombre se
acercaba un paso más—. Necesitas uno. Puedo referirte al terapeuta al
que fui cuando estaba cansado de pelear conmigo mismo por mi
sexualidad.

Julian sonrió. Sus amigos realmente habían guardado sus


secretos.

—Así es como conocí a Levi. Él es quien me encontró a mi


consejera.

El agarre de Beckett se apretó alrededor del brazo de Julian,


atrayéndolo para abrazarlo. Él lo permitió, necesitando el toque de este
hombre como necesitaba su próximo aliento. Los grandes y musculosos
brazos de Beckett lo rodearon, acercándolo a su expansivo pecho. El
embriagador aroma de hombre mezclado con esa colonia picante le
recordó a un bosque de pinos después de una tormenta de primavera,
confundiendo sus sentidos, aliviando la tensión.

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Se sentía bien ser tocado con tanta ternura. Julian permitió la


indulgencia, apoyando su mejilla en la clavícula de Beckett, apretando
su nariz en el hueco del cuello. Aspiró la asombrosa esencia de Beckett y
cerró los ojos. Todo contra lo que había estado luchando se resolvió. Se
sentía seguro con Beckett, y el conocimiento se precipitó sobre él como
una manta reconfortante.

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Capítulo 13
Perdido por el abuso que Julian había sufrido y la forma en que se
aferraba a él, Beckett no pudo hacer más que apretar su agarre y apoyar
la mejilla en la parte superior del cabello de Julian, memorizando todo
sobre este momento. Quizás no necesariamente de la manera que él
hubiera querido, pero sin embargo, el hombre de sus sueños estaba en
sus brazos, agarrado a la parte de atrás de su camiseta como si la vida
dependiera de estar ahí.

Julian había sido muy maltratado, tanto, que había alterado todo
en su vida. La oleada de simpatía hizo que apretara su agarre, y Julian
respondió haciendo lo mismo.

—¿Por qué me besaste anoche? —murmuró Beckett,


preguntándose por qué Julian lo había elegido para romper una sequía
tan larga. Dejó que sus labios recorrieran los oscuros y sedosos
mechones del hombre.

—Me haces sentir. —Julian habló en voz baja mientras trataba de


alejarse, pero Beckett no lo dejó ir. Aún no.

—Déjame consolarte de la única manera que sé —ofreció Beckett,


queriendo aliviar cualquier dolor del hombre en sus brazos. Julian cedió
y se recostó contra su pecho.

—De alguna manera he bloqueado todo sobre esa noche. Solo


recordaba haberme despertado con Thane junto a mi cama de hospital.
Teníamos una buena relación, pero él solo había sido un cliente. Yo no
tenía seguro y él pagó por mi atención. Nunca esperé tal devoción de él.
No importa lo cabrón que pretenda ser, es un buen tipo —La voz de Julian
era baja. Beckett tuvo que concentrarse para escuchar—. Lo siento. Estoy
luchando por mantener enfocado todo en mi vida en este momento. —El

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puño de Julian se apretó contra la camiseta de Beckett—. Cuando tú y


yo bailamos... Debes saber que no he bailado con nadie como lo hice
contigo desde antes de mi... asalto. Comenzó una reacción en cadena. He
tenido tres flashbacks desde la primera noche. El que acabo de tener fue
el más vívido.

—¿Quieres contármelo? —preguntó.

—No —dijo Julian con firmeza, en directo contraste con la


confusión verbal que había estado mostrando y parecía querer seguir
haciéndolo—. Me vendaron los ojos. No recuerdo mucho. Viene en partes
y fragmentos. No han atrapado a los tipos.

—¿Has hablado con tu investigador? —preguntó Beckett, sin estar


completamente seguro de qué lo llevó a preguntar, pero tal vez algo que
Julian recordaba podría desencadenar algo en la investigación—. Tienes
un investigador, ¿verdad?

—Lo tenía, pero no he hablado con ellos en un año o más.


Quienquiera que haya hecho esto fue un profesional, sus palabras, no
las mías. —Julian soltó un suspiro tembloroso—. Este no fue un evento
aislado. La policía de Los Ángeles tenía un abusador en serie registrado,
apuntando a acompañantes durante muchos años. Si lo hubiera sabido,
podría haber sido más cuidadoso, pero en ese entonces, me consideraba
invencible.

—Aún debes decirles lo que está sucediendo —dijo Beckett,


marcando la lista de oficiales de policía que podría conocer en Los
Ángeles—. Tal vez algo que digas les ayude a apuntar en una dirección.

Julian cabalgaba sobre una delgada línea sin importar lo que


intentara proyectar al mundo. Beckett no estaba seguro de cuánto tiempo
podría seguir viajando solo por este camino. No había tratado de aferrarse
a su corazón en lo que a Julian se refería, pero ahora mismo, en este

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momento, se encontró dispuesto a dar todo para ayudarlo. Se sentía


conectado con él de todas las formas posibles. Vio que Julian no estaba
en condiciones de entregarse a nadie. Tenía que averiguar quién era de
nuevo y qué quería de la vida.

Un profundo sentimiento de pérdida enfrió el espacio vacío entre


ellos cuando Julian se apartó lentamente de sus brazos. Con la forma en
que las manos del hombre se deslizaron desde su espalda hasta su pecho,
pareció vacilar en dejar el abrazo, tal vez porque Beckett lo sostenía por
la cintura, manteniéndolo cerca. Aguantó tanto como pudo, mirando a
Julian colocar sus palmas sobre sus pectorales hasta que sintió el peso
de ellos en su corazón. Los ojos de Julian se alzaron hacia él con tanta
vulnerabilidad en sus profundidades.

—No pude evitar notarte. Nunca te ignoré, en realidad no. Sabía


que estabas ahí. Lo que traté de ignorar fue esta agitación dentro de mí.
Ahora sabes por qué no es el mejor momento para explorar nada
personalmente. Pensé que podrías ser tú quien me ayudara a volver a mi
vida anterior, pero no creo que vaya a suceder. —Julian se apartó por
completo de sus brazos. Una sonrisa peculiar dividió sus labios cuando
comenzó a alejarse.

Beckett no estaba del todo seguro de entender lo que quería decir


Julian sobre llevarlo de regreso a su vida anterior, pero eso realmente no
importaba porque estaba en el plano exactamente opuesto de todo lo
demás que Julian decía. Más aún, Julian no se estaba deshaciendo de
él. Incluso si estaban destinados a ser nada más que amigos, Beckett
estaba de acuerdo.

—¿Tu antigua vida, como volver a ser acompañante?

—Sí, supongo. —Julian se dejó caer en el sofá y se palmeó el muslo.


Woofer no se movió. El perro actuó como si quisiera moverse, los
músculos se ondularon mientras miraba a Beckett en busca de

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instrucciones—. Entonces, ¿Thane y Arik te arrinconaron en la cena


anoche para engañarte y entrenarme en defensa personal? —Volvió a
palmearse el muslo, pero Woofer se quedó quieto. Julian siguió la mirada
de Woofer posada en Beckett—. Por eso estabas tan suelto anoche.
Habías estado bebiendo con ellos. Probablemente para superar el
encuentro. Son algo increíble de forma individual. Juntos, una fuerza
para tener en cuenta. ¿Qué le hiciste a mi perro?

Él sonrió. No hablaban de lo que sucedió o de cómo podría ayudar,


pero dejó que Julian se desviara del rumbo.

—Hay órdenes que él entiende. Está en su entrenamiento. ¿No te


lo dijeron?

—Quizás lo hicieron. No sé. Woofer, ven. —El perro no se movió.

—Ve. —Beckett dio la orden y el pastor alemán saltó de su lugar y


se acercó, agachando la cabeza bajo el toque de Julian—. Walker y Layne
son dos tipos raros. No comí a pesar de que tenían una mesa llena de
comida.

—¿Verdad? Arik puede comerse un menú completo, y realmente no


lo compartirá —interrumpió Julian, recostándose en el sofá, con la mano
en la cabeza de Woofer—. Arik Layne es un gordo de espíritu. Come más
en una sola comida que yo durante toda una semana. Thane no está muy
lejos de él. La forma en que comen es impactante para mí.

—Yo también —asintió Beckett, caminando alrededor de la


pequeña mesa para tomar asiento cerca de Julian—. Entre los pequeños
fragmentos de información y lo que dijeron, supe que algo malo tenía que
haber sucedido. Mis nervios fueron puestos a prueba mientras estaba
sentado allí. Bebí alrededor de un paquete de seis antes de verte anoche.
Quizás siempre debería tomarme unas copas antes de ir al club. Pude
coquetear. —Beckett le dio a Julian una gran sonrisa.

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—Oh, Dios, no. Eres difícil de resistir cuando eres reservado. Quizá
no hubiera podido soportarlo —bromeó Julian.

Beckett se inclinó y se acercó, tomando la mano de Julian entre las


suyas.

—Sabes, no soy un tipo tan bueno como sigues dándome crédito.


—Beckett entrelazó sus manos—. Recuerda cómo he ganado mi dinero.

—La marihuana medicinal no es mala, Dudley. —Julian le apretó


la mano y sonrió, probablemente asegurándose de que Beckett supiera
que estaba bromeando.

—Me gusta que pienses que soy un buen tipo, así que no voy a
disuadirte más... —Beckett movió las cejas, haciendo que Julian soltara
una carcajada.

—Sí, vale…

—Lo que quiero es animarte a que entrenes conmigo. —Beckett


sostuvo la mirada de Julian—. Nada intensivo, solo un poco de
autodefensa. —Levantó un dedo, impidiendo que Julian dijera nada
más—. Porque el entrenamiento de defensa mejora la confianza. Estoy
seguro de que te beneficiaría al menos para reconstruir tu sentido de
seguridad.

—Soy un amante, no un luchador —bromeó Julian, dejando que


Beckett jugara con sus dedos.

—¿Lo eres? —El punto dio en el blanco. Julian levantó una ceja
desafiante. Ese descaro interior había vuelto como el escudo protector
que siempre había sido—. Sospecho que estás en modo de supervivencia,
que no es un mal lugar para estar. La voluntad de sobrevivir y la actitud
de mantenerse con vida te mantendrán activo. Sobrevivirás. Es la loca

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lección por la que las empresas me pagan cientos de miles de dólares por
enseñar a su gente. Naturalmente, te estás dando cuenta de todo.

—No lo creo —dijo Julian, y Woofer se sentó a sus pies.

—Quiero ayudar. —Lo abordó desde un ángulo diferente—. Me has


dado tanto. Esto es algo que podría darte.

—¿Cuánto tiempo estarás aquí esta vez? —preguntó Julian.


Beckett apoyó la barbilla en el pecho, ocultando su sonrisa. Le encantaba
la idea de que supiera que iba y venía con regularidad.

—Puedo estar aquí más tiempo. Generalmente manejo para llevar


nuestros materiales de un lado a otro, pero puedo volar. Es un viaje
bastante fácil. —Logísticamente, Randy y sus otros instructores
superiores podían manejar a los aprendices en el campo. Beckett podría
quedarse en Coronado indefinidamente.

—¿Dices volar como si fueras un piloto? —preguntó Julian. Por


supuesto, muy poco se le escapaba. Probablemente la razón por la que
era una buena elección para gestionar Reservations.

—Sí —dijo Beckett, sin dejar que Julian se desviara del curso esta
vez—. Podemos trabajar en un horario que se ajuste a ambos. No será
difícil.

Julian finalmente asintió. Apretó la mano con más fuerza alrededor


de la de Beckett. Este se mantuvo firme, y prometió hacer todo lo posible
por este hombre. No podía superar el cansancio que aún persistía en los
ojos de Julian incluso cuando bromeó:

—Sabía que el infame Hombre Marlboro iba a ser una


complicación. No moviste un pelo sobre el tema de mi pasado.

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Beckett se rió y decidió recordarle a Julian que tenía sus propios


vínculos con un pasado creativo.

—Eres un buen hombre. Además, no sabes nada del lado de la


familia de mi madre. Puede que te hagan huir lejos de mí.

Julian levantó la ceja como si Beckett tuviera razón y finalmente


soltó su mano, poniéndose de pie. Woofer miró a Beckett en busca de
instrucciones y este volvió a inclinar la cabeza hacia Julian. El perro
siguió a Julian hasta el escritorio.

—Extraño el sombrero de vaquero.

—Lo tengo. No te preocupes. —Se hizo el silencio entre ellos


mientras observaba a Julian hojear sin interés un correo en su escritorio
antes de que los ojos azules se alzaran hacia los suyos.

—Gracias —susurró Julian. La paz se apoderó de Beckett mientras


asentía.

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Capítulo 14
Julian usó ambas manos para levantarse sobre el borde de la mesa
que Beckett usaba como escritorio. Se instaló en la parte superior de la
madera pulida mientras seguía viendo a Beckett caminar en pequeños
intervalos de tres pasos y continuaba sus instrucciones como si Julian
todavía estuviera allí en la alfombra con él.

Cogió su botella de agua, apreciando la vista del cuerpo duro de


Beckett en el ajustado equipo de entrenamiento con el logo de la empresa.
Absolutamente espectacular. Una vida de duro trabajo había moldeado
su físico. Podría mirarlo todo el día y nunca aburrirse de su belleza
masculina.

Un testimonio de ese pensamiento provino de los últimos cuarenta


y cinco minutos de su sesión. La presencia de Beckett distraía demasiado
para hacer mucho. Finalmente había tirado la toalla. El aroma
embriagador y seductor de Beckett era tanto su propio olor masculino
como colonia. Tener esos grandes brazos y piernas fuertes alrededor de
él para enseñarle técnicas del mundo real y el tono ronco que Beckett
usaba para dar las instrucciones puso el mundo de Julian patas arriba.
Por supuesto, no podía prestar atención. No con ese cuerpo duro
frotándose contra él.

Beckett expresó animadamente sus palabras mientras hablaba,


agitando sus manos para afirmar su punto. Si sabía que había
abandonado la lección y lo había dejado allí parado, el hombre nunca lo
dejó ver.

El quid de esta primera lección se concentraba en la importancia


de la repetición. De hacer los movimientos de defensa tantas veces que
se convirtieran en una segunda naturaleza. Julian lo entendió alto y

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claro. La lección había dejado huella y se había grabado en su cerebro.


No veía ninguna razón para seguir intentando metérselo en la cabeza,
incluso si esa era la definición de comportamiento repetitivo.

A decir verdad, había aprendido bien estos conceptos a través de


su asesoramiento. Comprendió cómo su cerebro podría congelarse si
alguna vez tuviera que poner en práctica estas técnicas en la realidad.
En la privacidad de su condominio, había visto innumerables videos de
YouTube. Tantos que probablemente podría convertirse él mismo en
instructor.

Pero Beckett se había comprometido con el entrenamiento. Hizo un


gran esfuerzo para darse a entender, para inculcar la memoria muscular
necesaria para que no se congelara. Se enfocaron en un puñado de
movimientos de contraataque de autodefensa súper efectivos que
demostraron ser exitosos cuando se usaban para defenderse de un
posible atacante. Beckett y él revisaron cada uno varias veces ahora. Con
suficiente práctica, se convertirían en una segunda naturaleza.

Sin embargo, el problema de Julian en este momento no provenía


del aburrimiento que surgía de las tareas repetitivas. En cambio, si
realmente fuera a cimentar estas prácticas en su subconsciente,
probablemente no vendría de Beckett St. Clair como su maestro.

Se necesitó al menos el noventa por ciento de la concentración de


Julian para ignorar todos los sentimientos de hormigueo que Beckett le
provocaba. Su cuerpo cobraba vida con anticipación cada vez que lo
tocaba, técnicamente exactamente lo opuesto a la respuesta que estaban
tratando de lograr.

¿Cómo podía alejar al hombre cuando todo lo que quería en el


mundo era acercarlo?

Era muy consciente del hombre. Demasiado.

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Tal vez todo el problema se debió a tener que hacer estos ejercicios
una y otra vez con la gran y dura polla de Beckett, la misma delineada
tan tentadoramente en esos pantalones cortos, presionada cómodamente
contra la espalda y el trasero de Julian. Sí, demasiado distraído para
prestar atención a cualquier otra cosa. Su cuerpo tarareaba emocionado,
y su imaginación se desbocó bajo la presión de toda la química sexual
que hervía a fuego lento entre ellos.

Honestamente, ¿qué persona de mente cuerda esperaría que


empujara a Beckett cuando todos y cada uno de sus instintos querían
esos brazos musculosos envueltos con fuerza alrededor de él? La idea de
que Beckett se sintiera atraído por él por algo más que sexo... Bueno,
hizo que todo en su vida se sintiera un poco más fácil.

Si Beckett realmente quería que se sintiera seguro, entonces se


quedaría a su lado, protegiéndolo de cualquier peligro futuro. No parecía
que eso fuera a ser una gran dificultad en absoluto.

Aparte de eso, este ejercicio de autodefensa se estaba convirtiendo


en una enorme pesadilla. Sospechaba que la enorme polla en los
pantalones cortos de Beckett también podría estar causándole
problemas. Sobre todo porque Beckett todavía no se había dado cuenta
de que Julian se había alejado. Extraño, ya que Beckett siempre había
estado al tanto de todas sus idas y venidas.

Para su total deleite, Beckett hizo un movimiento, lanzando su


brazo y pie hacia adelante mientras daba vueltas. Cuando no hizo
contacto, dio una mirada de confusión mientras ejecutaba el perfecto giro
de tres cuartos girando sobre la parte anterior del pie para mantenerse
erguido. Cuando aterrizó, adoptó una postura de combate, haciendo que
una risa casi silenciosa se escapara de los labios de Julian.

Cuando la mirada de sorpresa de Beckett finalmente lo encontró,


Julian sonrió, pateando tranquilamente sus pies, burlándose de él.

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Ambas manos de Beckett se levantaron en el aire en un gesto de qué


demonios y dijo:

—¿Qué estás haciendo? Se supone que debemos estar trabajando.

Julian no respondió de inmediato, porque parecía una respuesta


suficiente que ahora estuviera sentado en la mesa. Cuando las manos de
Beckett se cerraron en puños en sus caderas con frustración, Julian
tomó su teléfono que estaba cerca. Pulsó el botón lateral y tomó una
fotografía del rudo y hermoso hombre. Rápidamente miró la pantalla para
asegurarse de que la imagen saliera correctamente. Luego ajustó el
teléfono como si Beckett pudiera ver la pantalla a tantos metros de
distancia.

—¿Puedes posar de nuevo? Está un poco borrosa.

Cuando giró su teléfono para la nueva foto, Beckett tuvo que luchar
contra una sonrisa mientras caminaba juguetonamente hacia él.

—¿Qué demonios, Cullen?

—¿Qué demonios, Cullen? —imitó Julian, tomando otra foto a


pesar de que seguramente saldría borrosa—. ¿Puedes adivinar cuántas
veces he escuchado exactamente esas mismas palabras en mi vida? —
Levantó una mano, impidiendo que Beckett respondiera como si hubiera
planeado una suposición—. Son demasiadas para contar.

La naturaleza tolerante de Beckett persistió. Su paciencia parecía


digna de la santidad. Negó con la cabeza en broma, como si Julian lo
divirtiera al no entender por qué estaban allí. Se detuvo a medio metro,
los negocios todavía en mente.

—Nos quedan quince minutos. Lo estás haciendo genial.


Repasemos esto de nuevo...

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Julian lo interrumpió con una mano levantada para terminar su


oración.

—La preparación y la repetición son las formas de compensar el


miedo y la respuesta de huida...

Beckett apretó los labios con delicadeza, mostrando indicios de


exasperación. A Julian realmente le gustó mucho esa mirada y decidió
que tenía que lograr que le diera esa mirada muchas veces.

—Nunca dije eso... —comenzó Beckett, frunciendo el ceño en


confusión.

—Sí, lo hiciste, pero mi consejera lo dice de manera más sucinta


que tú. —Julian hizo un guiño de complicidad para enfatizar.

—Tenías una cita con ella esta mañana, ¿correcto? —preguntó


Beckett.

—Sí. —Julian asintió—. ¿Cuántos años tienes?

El rostro de Beckett pasó por una variedad de expresiones como si


tratara de seguir su línea de pensamiento. Él levantó su botella de agua
y se echó una buena porción directamente en la boca mientras le daba a
Beckett el tiempo que necesitaba para cambiar de marcha. El enfoque
resuelto del hombre en el negocio de capacitarlo era respetable, pero
Julian era un buen maestro en eludir temas que preferiría no discutir.
Su consejera encabezaba la lista de temas no aprobados.

Beckett finalmente cedió. A Julian le gustaba un hombre que


pudiera sopesar sus opciones y salir del lado ganador. Beckett dio un
paso adelante, usando una mano para levantarse sobre la mesa junto a
él cuando Julian dijo:

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—Si vamos a continuar con esto, creo que deberíamos encontrar


otro lugar para practicar.

—¿Por qué? —preguntó Beckett mientras se deslizaba hacia atrás


sobre la mesa y separaba las piernas para ponerse más cómodo. El ligero
ajuste hizo que su muslo tocara el de Julian.

—Nos están espiando. —No es que Beckett se hubiera dado cuenta


una vez que se puso a hablar de su tema. Pero Julian lo hizo—. Thane
ha estado asomando la cabeza para ver qué está pasando. Algunos
miembros de mi personal siguen caminando como si tuvieran alguna
razón para estar en esta parte del complejo. Es una distracción —explicó
Julian, mirando a Beckett hacer una pausa después de echarse agua a
chorros en la boca.

—¿Estás seguro? No vi nada —dijo Beckett, señalando con la


cabeza hacia la puerta abierta. Bajó la botella distraídamente, con el ceño
fruncido—. ¿En serio vino Walker?

—Está tratando de ser furtivo, pero no es bueno en eso. —Julian


se rió entre dientes, ni siquiera enojado por el descarado fisgón de Thane.
La sonrisa de come-mierda en su rostro mientras asomaba sigilosamente
la cabeza por la esquina mostró el orgullo que sentía por ayudar a Julian.

Era difícil superar la contagiosa bondad de Beckett. Julian colocó


su botella de agua y su teléfono sobre la mesa, agarrando el borde con
sus manos. Inclinó la cabeza hacia Beckett para ver mejor su rostro y
volvió a preguntar:

—¿Cuántos años tienes?

—Vaya, es una especie de asesino del ego saber que no miraste tan
de cerca mi expediente —bromeó Beckett, volviendo toda su atención a

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él. Beckett se inclinó hacia un lado, chocando su hombro con el de


Julian—. Tengo treinta y tres.

—No quisiera meterme con tu ego, así que voy a ser sincero. Pensé
que podría ser un error tipográfico. Pareces mayor —bromeó Julian,
enfatizando la última línea. No conocía a un solo hombre gay que
aceptara la insistencia del Padre Tiempo en envejecer.

La burla dio en el blanco. Beckett parecía abatido.

La risa tonta inmediata de Julian lo sorprendió incluso a él. Apenas


pronunció las siguientes palabras por lo mucho que trataba de no reír.

—No te veas tan mal. Cuando te conocí, sospeché que eras más
joven de lo que pensamos originalmente.

No pudo contener la burbuja de risa. Se derramó, saliendo de la


boca de Julian cuando Beckett volvió a golpearlo en el hombro con un
poco más de fuerza esta vez.

—Hombre, mi ego se tambalea por los cumplidos. Siguen viniendo.


Puede que tenga que hacer un viaje extra a mi terapeuta después de esto.
En realidad. ¿Qué edad pensaste que tenía? —preguntó, su palma yendo
a su corazón, pretendiendo borrar el aguijón de las palabras de Julian.

—Cálmate —logró decir Julian, dándole a Beckett su genuina


sonrisa ladeada. No pudo resistirse; el hombre era demasiado adorable—
. No es por tu apariencia, sino por la forma en que te comportas. Y
siempre tenías ese sombrero de vaquero cubriendo tu rostro. Fuiste
implacable con esa cosa. —Las palabras de Julian parecieron apaciguar
instantáneamente a Beckett. Su expresión de dolor se transformó en una
amplia sonrisa—. Ahora, que no se te suban los humos porque miré tu
información. Debo tener cuidado con quién paso el tiempo.

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—Él da —bromeó Beckett, con la palma de la mano apoyada en su


corazón—. Y él quita.

—Mentiste en tu solicitud. No puedo creer que la verificación de


antecedentes haya sido aprobada —disparó Julian y le devolvió el golpe
en el hombro, dándole a Beckett con tanta fuerza que bajó la mano a la
mesa para mantenerse erguido—. Eso es motivo para la terminación
inmediata de tu membresía. ¿Qué pasa con eso?

—¿Cómo mentí? —preguntó Beckett después de una larga y


confusa pausa.

—Dijiste que tu dinero provenía del petróleo. —Julian ladeó la


cabeza, arqueando la ceja mientras miraba fijamente a Beckett.

El ladrido de risa de Beckett hizo sonreír a Julian también.


Simplemente no estaba seguro de por qué.

—Técnicamente no es una mentira. Recibimos un cheque residual


de una compañía petrolera en Texas que arrendó un terreno por parte de
la familia de mi madre. Una vez se divide, gano unos quinientos dólares
cada año.

Beckett parecía tan orgulloso de esos quinientos dólares que Julian


asintió y arqueó las cejas, la enorme sonrisa se extendió por su rostro.
No se había sentido tan ligero y despreocupado en años.

—Oh, qué cantidad de dinero.

—No mentí. Gané dinero con el petróleo. Supuse que sonaba mejor
que un inversor en una granja de marihuana —explicó Beckett y miró
hacia la puerta. Esta vez, Chase asomó la cabeza por la puerta y los
interrumpió.

—Hola, jefe, son las cuatro y media.

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Julian le dio al camarero una dura mirada.

Antes de que venir aquí, lo había planeado de antemano. Le pagó


a Chase veinte dólares para que viniera a salvar su trasero, por si acaso
esta sesión de entrenamiento se había convertido en una idea terrible.
Según su mejor estimación, Chase debería haberlo rescatado hace unos
cuarenta minutos. Algo bueno resultó ser.

Cuando Chase no captó la indirecta de la mirada, Julian le dio al


chico un exagerado giro de ojos y lanzó un pulgar hacia arriba cuando no
se fue de inmediato.

—Está bien... —dijo Chase—. ¿Eso significa que estás bien?

Dios mío, ¿qué diablos le pasaba a este tipo? Julian hizo una nota
mental de no usar nunca a Chase como compinche.

—Sí, estamos bien —respondió, inclinando la cabeza hacia un lado


para que el camarero se moviera. Finalmente, Chase levantó la barbilla
en reconocimiento. Se fue, dejando que el soporte de la puerta se
levantara y la puerta se cerrara con un golpe fuerte.

—¿Qué fue eso? —preguntó Beckett, mirando fijamente la puerta


cerrada antes de cambiar su mirada hacia Julian.

—Es hora de prepararse para el trabajo. —La mentira se liberó en


un suspiro. Saltó de la mesa y se pasó los dedos por el pelo, mirando la
pechera de su ropa. Había elegido algo suelto y cómodo de llevar.

Satisfecho de que todas las áreas probables del problema


estuvieran bien cubiertas, se volvió hacia Beckett, quien permaneció
plantado en la mesa.

—No pensé en que necesitaras un lugar para prepararte para el


trabajo. Tengo una habitación arriba...

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian estalló en una risa áspera, interrumpiendo de nuevo a


Beckett. Sí, claro, como si alguna vez fuera a ir a la habitación de hotel
de Beckett. Eso crearía todo tipo de nuevos problemas emocionales.

—Ir a tu habitación no va a suceder, pero ¿qué tal si hacemos esto


mañana en mi casa? Mi condominio tiene una gran sala de ejercicios que
está vacía —sugirió, esperando un poco más de privacidad, al menos de
las personas en su vida que importaban. Reunió su mochila y su
portatrajes con su ropa para el turno de esta noche. Puede que Beckett
no hubiera pensado en su necesidad de vestirse para el trabajo, pero él
sí. Había hecho planes para cambiarse en el vestuario de hombres de
Escape, pero decidió que el baño de empleados en el club podría ser una
mejor opción. Al menos ofrecía más distancia de Beckett.

—Seguro. Envíame un mensaje con la dirección. Hagámoslo


aproximadamente a esta misma hora —dijo Beckett, saltando de la mesa
con un movimiento fluido y ágil. Tan tranquilo, como todo lo que hacía el
tipo. Cogió la botella de agua y el teléfono móvil de Julian—. Pero puedes
usar mi suite para vestirte. Me quedaré aquí abajo. No interferiré. Lo
prometo.

Julian volvió a poner los ojos en blanco mientras guardaba su


teléfono en el bolsillo delantero de su mochila estilo bandolera.

—¿De verdad crees que aquí se respeta tu privacidad?


Especialmente con ese grandulón en completa exhibición. —Señaló la
erección en los pantalones cortos de Beckett, luego tomó su botella de
agua de su mano cuando el hombre miró hacia abajo—. Salgo de tu
habitación y te prometo que la fábrica de chismes que es mi vida entrará
en pleno apogeo.

—Lo lamento. No puedo evitarlo cuando estoy cerca de ti. Trato de


ignorarlo —intervino Beckett antes de que pudiera terminar—. ¿Te
molesta? ¿Es por eso que cancelaste temprano hoy? —La vergüenza y la

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

sinceridad resonaron en su voz cuando Beckett trató de cubrir el


impresionante bulto en sus pantalones cortos.

La expresión de su rostro hizo que Julian instantáneamente


deseara no haber dicho nada. No le gustó haber causado tanta
preocupación a este hombre, que hizo todo lo posible por ayudarlo.

En un raro movimiento de honestidad, que Julian parecía hacer


mucho con Beckett, se colgó la mochila al hombro y luego se levantó la
camiseta de gran tamaño. Se había preparado para su atracción
atrapando su polla dentro de un par de ropa interior ajustada, pero sus
holgados pantalones aún mostraban exactamente lo que estaba pasando
debajo. Sin duda, estaba tan duro como Beckett.

Un rubor subió por el cuello de Beckett mientras miraba la polla


de Julian.

—Nunca te disculpes. No me ves disculpándome por sentir algo por


ti. —Julian dejó caer el dobladillo de su camiseta—. Mierda, incluso iré
tan lejos como para darte las gracias. Esto es raro para mí desde mi
accidente. —Julian alcanzó el bíceps de Beckett, manteniéndose lejos de
la palma de la mano presionando contra su polla, tratando de hacer que
la erección desapareciera. Dio un fuerte tirón, soltando la mano de
Beckett delante su polla—. Lo tomo como un cumplido. En un momento
diferente de mi vida, habría ido por ello.

Julian echó un último vistazo a la dura polla de Beckett y alcanzó


la correa de su portatrajes. Beckett no dijo una palabra cuando Julian se
fue. A unos pasos de la puerta, miró por encima del hombro para ver a
Beckett todavía mirándolo irse. Siempre lo miraba. Julian le guiñó un
ojo.

—Salí de aquí pavoneándome porque sabía que estarías mirando.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Caminó el resto del camino hasta la puerta y luego se volvió de


nuevo.

—Gracias por hoy. Pagaré las bebidas esta noche.

—No hay problema. No me debes nada, Julian —dijo Beckett, su


voz más profunda y ronca—. Estoy feliz de hacer esto contigo. Yo también
estoy obteniendo algo de eso.

Julian lo dudaba muy seriamente. Lo más probable es que esas


palabras provinieran del profundo sentido de los modales de Beckett.
Dios, personificaba la seducción. ¿Julian alguna vez había estado
realmente tan afectado por otro ser humano? Beckett era tan
malditamente irresistible. Julian mantuvo todos sus descarados
pensamientos dentro de su cabeza y volvió a guiñarle un ojo antes de
irse.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 15
El ritmo de la música combinado con el sutil espectáculo de luces
que rebotaba en las paredes tuvo un efecto hipnótico en Beckett. Llevaba
poco más de hora y media vibrando en su mesa habitual. Los días largos
y las noches aún más largas estaban causando grietas en sus planes
mejor trazados. La fatiga abrumadora lo había golpeado con fuerza
mientras caminaba hacia el club esta noche, pero al igual que la magia
de Reservations, se había acomodado en una relajación cómoda y
comenzó a disfrutar realmente de su entorno.

Reservations se había convertido en el lugar seguro para ser él


mismo. No sabía qué sucedió para cambiar las cosas para él.
Ciertamente, nada cambió en sus sentimientos por Julian, pero por
alguna razón, había pasado de ser el lugar donde podía ver al hombre.
Realmente apreciaba la capacidad de Julian para contratar al personal
perfecto. Cada uno de los camareros estaba más caliente de lo que se
había dado cuenta antes.

Ahora que Levi había dimitido, Chase se convirtió en su camarero


habitual. Tenía una sonrisa asesina, y esta noche, llevaba un
suspensorio metálico como uniforme. Su culo desnudo se balanceaba en
plena exhibición. El trasero perfecto se flexionaba seductoramente con
cada paso que daba.

Beckett descubrió esta noche que Chase también había dado su


aviso de dos semanas. Acababa de ser contratado como modelo Andrew
Christian a tiempo completo. Encajaba perfectamente en ese mundo.

Pero el culpable más probable del nuevo reconocimiento de Beckett


del sexy escenario era todo el alcohol que Julian seguía enviándole desde
que se subió a este taburete esta noche. Las bebidas seguían llegando en

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

un suministro interminable. Una vez que los otros clientes empezaron a


darse cuenta de que Chase siempre tenía una bebida fresca disponible
para Beckett, mucho antes de vaciar la anterior, se había convertido en
el favorito del público para los demás que se esforzaban por participar en
la acción de las bebidas gratis.

—Julian dijo que te cambiará a agua por un tiempo y quiere que


comas esto —dijo Levi, colocando un plato con lo que parecía una
hamburguesa envuelta y una gran orden de papas fritas encima. Su
estómago gruñó su agradecimiento y se le hizo agua la boca. Sospechaba
que la comida venía de la parrilla de Danny's. Su mirada se elevó
automáticamente a la barra principal y luego a lo largo de su línea hasta
que vio a Julian, quien no le prestaba atención mientras trabajaba para
servir bebidas, ayudando al personal del bar a ponerse al día con la larga
fila de camareros que esperaban pedidos.

—¿Quieres compañía?

—Sí, seguro. —Beckett señaló el codiciado taburete vacío que


siempre tenía a su lado en caso de que Julian quisiera ir. Por supuesto,
nunca sucedió—. Toma asiento antes de que alguien logre quitármelo.
Intentan agarrarlo cuando no les prestó atención.

Beckett desenvolvió la hamburguesa que, de hecho, era una


hamburguesa de Danny's. El rugido en su estómago creció tanto en
volumen como en fuerza.

—Sabes que no puede tener comida que no sea de aquí —le dijo
Chase a Levi, dejando caer un posavasos sobre la mesa y colocando un
vaso de agua helada al alcance de Beckett.

—Julian me dijo que le dijera a cualquiera que diga algo, puff. Sus
palabras, no las mías —bromeó Levi, claramente disfrutando de repetir
la frase de Julian con su personal.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Sí, eso suena como una respuesta de Julian. Se lo repetiré a


cualquiera que me pregunte —dijo Chase, dejando otro posavasos frente
a Levi—. ¿Te quedas a tomar una copa?

—Sí. Tomaré un Sidecar en la cuenta de Beckett —bromeó Levi,


asintiendo en dirección a Julian—. Escuché que esta noche hay un
suministro interminable de lo que él quiera.

—Eso es lo que todos dicen mientras sigo sacando todas estas


bebidas. —El pulgar de Chase se enganchó hacia Beckett—. Va a sentir
el efecto mañana si Julian no frena.

Beckett dejó que el intercambio ocurriera como si no estuviera


sentado allí escuchando. Alcanzó el vaso de agua y tomó un buen trago
para limpiar su paladar antes de morder la deliciosa hamburguesa. Se le
hizo la boca agua, exactamente como a él le gustaba con lechuga, tomate,
encurtidos y mostaza. Solo necesitaba una cosa.

—¿Me puedes traer un poco de salsa de tomate?

—Lo tengo. —Quinn, otro camarero, llegó con una botella de salsa
de tomate justo cuando Beckett la pedía, y la deslizó sobre la mesa con
una pila de servilletas antes de dirigirse a su propia sección de mesas.

—Gracias —gritó Beckett, alcanzando la botella, vertiendo una


buena cantidad de salsa de tomate directamente sobre sus patatas fritas
y luego sobre el panecillo interior de su hamburguesa. Justo cuando
levantó la hamburguesa, su mirada se posó distraídamente en Julian,
que tenía las manos en movimiento, mezclando bebidas como un
profesional en el bar, pero esta vez, miró hacia arriba y vio la mirada de
Beckett.

En el momento en que sus miradas se conectaron, una onda de


choque recorrió su sistema, haciendo que su corazón latiera salvajemente

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

contra su caja torácica. ¿Cuántas veces había deseado eso mismo cuando
se había sentado en este asiento durante horas, incluso días, codiciando
a ese hombre? Beckett levantó la hamburguesa unos centímetros, dando
una pequeña sonrisa mientras asentía en agradecimiento.

—Sabes, estoy realmente interesado en lo que ha cambiado aquí —


dijo Levi, mirando por encima del hombro hacia Julian, que había vuelto
su atención a su trabajo.

Beckett hurgó en la hamburguesa.

—¿Thane sabe que estás aquí? —preguntó Beckett antes de tomar


otro bocado.

—¡Ja! —La pregunta había logrado atraer la atención total de Levi—


. Sí, lo sabe. ¿Por qué Julian ha cambiado su actitud hacia ti? —Levi
entrecerró los ojos con especulación como si las respuestas estuvieran
escritas en el rostro de Beckett mientras continuaba comiendo—. Has
estado ocupado desde que regresaste. Todo lo que dijo Thane es que eres
bueno para Julian. Me pidió que viniera aquí esta noche y fuera amable
contigo hasta que él pudiera llegar. Y antes de que respondas, voy a decir
oficialmente: Thane y tú sentándose a hablar es técnicamente lo que he
sugerido durante meses. Así que me llevo la victoria.

Beckett asintió mientras masticaba, escuchando el trasfondo de la


incertidumbre de Levi. Había racionalizado hace mucho tiempo que,
aunque Thane Walker era un idiota absoluto, lo que Thane y Levi tenían
ahora era su propio objetivo para una relación. Estaban tan enamorados
el uno del otro y encajaban tan bien que él los comparó con la mantequilla
de maní y la mermelada. Simplemente no había nada mejor que eso.

Una vez que Beckett tomó esa decisión, reconoció que ser amigable
con Levi podría haber incomodado a Thane. Pero, joder, Thane nunca se
detenía con toda su intensidad. Siempre salía de él en oleadas. Quizás

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

los celos de Thane eran culpa de Levi. Éste había hecho que el hombre
trabajara muy duro para construir su relación. Levi volvía loco a Thane,
y Beckett estaba seguro de que ni siquiera sabía la mitad de la historia.

—Eso es lo que ordenaste en Danny's, ¿verdad? —preguntó Julian,


deslizándose sigilosamente hasta la mesa de la nada. Con una mano,
depositó apresuradamente un pequeño juego de saleros y pimenteros y
algunas servilletas más.

—Sí, y es genial —comenzó Beckett cuando Julian usó su otra


mano para llevar un segundo plato hacia adelante con otra hamburguesa
envuelta encima. Beckett siempre había escuchado que el camino hacia
el corazón de un hombre era a través de su estómago, lo que significaba
que Julian lo deslumbró en ese momento—. Gracias.

—Sentí que te habrías comido dos si no hubiera estado allí, así que
te pedí otra. Vinieron por separado —explicó Julian, trabajando en la
limpieza de la mesa todo el tiempo que habló. Utilizó una servilleta para
limpiar las gotas de condensación acumuladas en la copa de cóctel que
empujó hacia Beckett—. Termina esto para que pueda tomar el vaso.

Beckett no era más que obediente, al menos con Julian. Cogió la


copa de cóctel y se bebió el trago o los dos que quedaba.

—¿Qué? —preguntó Julian con actitud. Mientras Beckett bebía con


la cabeza inclinada hacia atrás, asegurándose de obtener hasta la última
gota, sus ojos se deslizaron hacia Levi, cuya boca se abrió de par en par.

—Estoy realmente fuera de lugar —dijo finalmente Levi, aturdido,


mirando entre ellos. Su confusión se mostró en su rostro mientras su
dedo se movía de un lado a otro entre—. ¿Qué ha pasado aquí?

—Gracias al amor de tu vida, el Hombre Marlboro aquí sabe lo que


me está pasando. —Julian ladeó su bonita cabeza en dirección a

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett—. Me entrenó esta tarde en algunas técnicas de autodefensa, por


pedido de Thane. —En una especie de movimiento clásico de Julian, se
inclinó sobre la mesa para tocar la barbilla de Levi, alentando a que
cerrara la boca cuando la abrió de nuevo, pero no salió ninguna palabra—
. Ten cuidado. Atraparás moscas.

Julian tomó la copa de cóctel de la mano extendida de Beckett, su


mirada escaneó la mesa por última vez en busca de algo que hubiera
quedado atrás antes de darse la vuelta. Beckett se comprometió por
completo a observar el trasero de Julian mientras se alejaba,
preparándose para el placer visual de la arrogancia de Julian con los
pantalones ajustados que siempre usaba. Beckett rápidamente ajustó su
mirada cuando Julian se volvió hacia la mesa a medio paso. No fue lo
suficientemente rápido en su estado de ebriedad. Julian lo atrapó con las
manos en la masa y le dio a Beckett una sonrisa cómplice mientras
hablaba con Levi.

—Puedes contarle a tu chico cómo nos conocimos tú y yo. Creo que


esa es la única parte de mi historia que no conoce. No ha visto las
cicatrices. —El comportamiento de Julian se oscureció con esas palabras
mientras cambiaba su mirada hacia Beckett—. Así que ahora sabe sobre
esas.

Algo pesado y emocional cruzó la frente preocupada de Julian.


Beckett había visto esos destellos de dolor durante los últimos días, pero
no tenía una idea real de lo que se esforzaba tanto por ocultar al resto
del mundo. Como una máscara cayendo en su lugar, la actitud
despreocupada regresó. Ahora lo conocía mejor. Nunca se le ocurrió que
sus inseguridades pudieran ser tanto físicas como mentales. Su corazón
se conectó mientras veía a Julian ocuparse de pequeñas cosas que
surgían mientras pasaba por las otras mesas, regresando a la barra.

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Kindle Alexander Es complicado

Parte del hambre sufrió un golpe con las últimas palabras de Julian
dando vueltas en su cabeza. Se limpió la boca con una servilleta antes de
preguntar:

—¿Cicatrices?

—Mi mente está oficialmente alucinada...

Beckett miró el plato de comida. Casi había terminado su


hamburguesa, pero su apetito se desvaneció bajo el remolino de ansiedad
en sus entrañas. La consideración de Julian por él lo hizo fruncir el ceño
ante la comida en su plato. Había hecho todo lo posible para pedirle esta
cena y necesitaba comerla.

Además, con toda esa inseguridad que emanaba de la expresión de


Julian, probablemente estaba esperando lo que vendría después una vez
que conociera completamente sus secretos.

Alcanzó varias de las patatas fritas mientras Levi tomaba aire y


revelaba la historia.

—No he compartido esto con nadie. Thane probablemente lo sepa


porque sucedió antes de que yo comenzara a trabajar aquí en
Reservations, pero nunca hemos hablado de eso. Julian y yo nos
conocimos en un centro de rehabilitación física para pacientes
ambulatorios donde trabajaba.

—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Beckett. Julian había


insinuado acerca de hacer fisioterapia, por lo que no era información
nueva.

—Se trataba de la necesidad de ganar más dinero. Yo era asistente


de fisioterapia y Julian era nuestro paciente. No lo tuve como paciente
por mucho tiempo. Julian no progresaba como debería. Había pasado por
un infierno. En ese entonces, apenas podía caminar sin un bastón y no

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Kindle Alexander Es complicado

tan bien con uno. Siempre ha sido extravagante pero también muy
reservado. Me tomó algunas semanas dejar atrás sus audaces historias
y saber qué le había sucedido. Cuando lo hice, trabajé detrás de escena
para ayudarlo a encontrarle consejería —explicó Levi mientras tomaba
una de las papas fritas.

Beckett dejó que esa información resonara dentro de su cabeza.


Deseó no haber bebido tanto mientras intentaba memorizar la
explicación para considerarla más tarde. La idea de que Julian no
pudiera caminar lo molestaba más de lo que podía procesar.

Perdido en el pensamiento de Julian con un bastón, tomó otro


bocado abundante de la hamburguesa. No sabía tan bien bajo el peso de
la terrible experiencia del hombre. ¿Cómo debió haber sido eso para él?

—¿Qué hay de las cicatrices? —preguntó finalmente, no del todo


seguro de querer escuchar más.

—¿Qué sabes de lo que pasó? —preguntó Levi, sus codos llegando


al borde de la mesa. Se inclinó para escuchar mejor la respuesta de
Beckett mientras la música cambiaba, haciéndose más fuerte.

—Solo que fue drogado, secuestrado y abusado. —Beckett resumió


los hechos que había aprendido, dejando de lado el alcance del trauma
severo que había sufrido Julian; era muy difícil de decir en voz alta—. Y
que Thane lo encontró en el hospital.

Levi asintió.

—Julian es un tipo orgulloso. Tuvo múltiples cirugías y pasó varias


semanas en el hospital. Pagó todo lo que pudo de sus facturas médicas,
pero aún así lo arrasó financieramente. Thane saltó y cubrió al resto.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Thane pagó por su atención médica? —preguntó Beckett,


tomando el último bocado de su hamburguesa. Ahora sabía a aserrín. No
quitó los ojos de Levi.

—Sí. No importa lo que hayas visto, Thane es un buen hombre. Me


ha ayudado desinteresadamente más de lo que puedo devolver. Julian,
sin embargo, no se las arregló bien con que pagara por sus cosas.

—¿Pensé que Julian era un acompañante en ese entonces? —


Beckett recogió los platos y los apiló. Chase apareció de la nada antes de
que pudiera empujarlos al borde, dejando caer la bebida de Levi y listo
para llevarse los platos. Beckett rápidamente agarró la segunda
hamburguesa antes de que Chase pudiera irse con ella. Se la comería en
su habitación de hotel más tarde. Cuando Chase se marchó, continuó—
: ¿Escuché que Thane solía contratar a Julian de forma regular? —
Beckett habló en voz baja, no queriendo que otros escucharan el dolor
privado de Julian, lo que hizo que Levi se inclinara más hacia la mesa
mientras tomaba un sorbo de su cóctel.

Levi asintió, su voz era incluso más baja que la de Beckett. Tenía
que concentrarse realmente para escuchar cada una de las palabras
sobre el volumen creciente de la música.

—Entonces, ya sabes lo que sucedió. Julian aparentemente


manejaba su negocio de manera diferente a los demás. Tenía muchos
hombres como Thane como anticipo. Se decía que era excepcionalmente
bueno en lo que hacía y tenía la reputación de demostrarlo. Julian vivía
su vida en sus propios términos. Y con las historias que he escuchado,
puedo decir que era cierto, hasta el asalto. Le ha costado mucho sentirse
centrado en esta nueva vida. No estoy cien por ciento seguro de que
realmente se sienta así.

La mirada de Beckett dejó la de Levi y buscó a Julian. Por supuesto,


no le prestaba atención. Ahora, sin embargo, reconoció que no era

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Kindle Alexander Es complicado

necesariamente la verdad. Le dolía el corazón por el dolor que había


sufrido un hombre tan vibrante.

—Creo que se ha recuperado realmente bien.

Levi se volvió, siguiendo la línea de visión de Beckett.

—Él lo da todo por Thane y Reservations, pero creo que es por


agradecimiento. El concepto del club se hizo pensando en él. Thane
quería un lugar seguro para que los hombres homosexuales se
conocieran y se conectaran.

La cabeza de Beckett se volvió hacia Levi.

—¿Estás diciendo que los tipos se reúnen aquí y luego


intercambian dinero por más?

Levi miró a Beckett con asombro y luego sonrió con complicidad.

—Cuando comencé a trabajar aquí, luché con el concepto de


intercambiar dinero por sexo. No quería ir allí a pesar de que necesitaba
dinero para mis hermanos. Pero no es la mayoría. Aún así, hay un grupo
de tamaño decente de hombres ricos que encuentran un final feliz aquí.
¿No lo sabías?

Beckett negó con la cabeza un poco más fuerte de lo necesario y


alcanzó el vaso de agua helada. Tomó un trago, preguntándose por qué
nadie se le acercaba para comprar o ser comprado por la noche. Sus
sentimientos estaban un poco heridos.

—Deja de verte así. Es un intercambio muy privado, y todos aquí


piensan que eres Dudley Do-Right. Tienes que saber eso. Eres material
de relación, no buscas un acompañante. Además, solo tienes ojos para
Julian. Todo el mundo lo sabe también.

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Kindle Alexander Es complicado

Beckett se dejó distraer del dolor del pasado de Julian. Parecía


demasiado perturbador explorar mucho más profundo.

—Llevas ropa nueva y ¿dónde está el sombrero de vaquero? Te ves


joven y citadino. Es posible que tengamos que cambiar tu apodo.

Beckett miró el traje sin corbata que eligió esta noche basándose
en el esquema que le envió su compradora.

—Me gusta mi ropa nueva.

Levi se rió de su incertidumbre.

—A mí también.

—¿También qué? —preguntó Thane. Llevó su propio taburete y lo


colocó cerca de Levi antes de inclinarse, frunciendo sus labios. Estas
demostraciones públicas de afecto no eran algo a lo que Beckett hubiera
estado expuesto durante su vida, pero parecían importantes para
construir la conexión que compartían Thane y Levi. Éste se levantó lo
suficiente para aceptar el beso de Thane. Las acciones de Levi parecían
un regalo para Thane, quien sonrió como si el hombre le diera un premio
extraordinario en ese rápido beso.

Para Beckett, el tratamiento VIP de Reservations continuó. Chase


se detuvo junto a la mesa con tres cócteles en su bandeja. Supuso que
su tiempo sin alcohol había llegado a su fin. Sin una palabra, Chase
colocó una bebida frente a cada hombre.

—Estábamos hablando de la ropa nueva de Beckett —dijo Levi,


poniendo al corriente a Thane—. Le pregunté dónde estaba el sombrero
de vaquero.

—¿Cuál es la respuesta? —preguntó Thane, asintiendo a Chase


mientras alcanzaba su copa.

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La relajación provocada por demasiadas bebidas y comida en su


estómago hizo que Beckett se riera entre dientes ante las miradas que
esperaban y sacudiera la cabeza ante sus tonterías.

—No está muy lejos. Lo prometo.

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Capítulo 16
A minutos de la medianoche, la noche finalmente estaba llegando
a su fin. Solo quedaban unos pocos rezagados. El último aviso se había
realizado hace más de diez minutos.

Mientras Julian observaba los totales de ingresos aparecer en la


pantalla, mentalmente contó el total de la semana, satisfecho con el
dinero que habían ganado hasta ahora. Teniendo en cuenta que era solo
miércoles por la noche, fácilmente superarían su objetivo semanal.

El éxito continuo de Reservations hizo que su corazón se llenara de


orgullo. Tanto el club como el restaurante obtenían ganancias
constantemente. Julian alcanzó su copa de cóctel, tomando un trago de
whisky puro mientras dejaba que su mente divagara.

Hace casi la mitad de su vida, a la temprana edad de dieciséis años,


se había escapado de su estricto hogar cristiano. Al huir, realmente
quería decir que lo habían obligado a salir después de haber sido
atrapado dentro de la iglesia familiar teniendo relaciones sexuales con el
hijo del pastor, Micah. El recuerdo siempre lo hacía sonreír, recordando
los ruidos que había hecho cuando Micah le había empujado su gorda
polla por la garganta, cortándole todo el oxígeno.

Hombre, siempre había sido un fanático de ese movimiento.

Julian se metió el labio entre los dientes, perdido en la visión


mental de la forma en que la falta de oxígeno hacía que los bordes de su
visión se oscurecieran y estrellas fugaces salpicaran su línea de visión.
Joder, eso lo encendió. No sabía por qué había entrado en pánico, pero
el ruido que había hecho había sobresaltado a toda la congregación.

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Kindle Alexander Es complicado

Por supuesto, había tenido que abandonar la escuela secundaria.


Para un joven con problemas, había aprendido su propia forma de
supervivencia haciendo lo que fuera necesario para ganar unos pocos
dólares para mantener un techo sobre su cabeza. Ni una sola vez se había
lamentado de su pasado. Se enorgullecía del camino que se había
labrado, y esos primeros años solo le trajeron buenos recuerdos. Su
madre lo había etiquetado correctamente como un libertino. Siempre le
había gustado sumergirse en el lado más sórdido de la vida.

Si bien ansiaba recuperar su antigua vida, ganarse la vida de


manera más respetable se había convertido en algo casi tan bueno.
Gerente General de Reservations Coronado. Guau.

Pero, ¿tenía lo que se necesitaba para dirigir un establecimiento


multimillonario? Incluso con todo el dinero que ganaba como
acompañante, regularmente encontraba sus cuentas bancarias en
números rojos. Entonces, la respuesta era no, no tenía lo que se
necesitaba, pero si el esfuerzo y la dedicación contaban, lo resolvería.

Además, se estresaría por todo eso más tarde, o nunca, lo que


estuviera bien.

El calor floreció por el pecho de Julian hasta sus hombros,


subiendo hasta su cuello. Todos los pequeños hormigueos revolotearon
sobre sus terminaciones nerviosas mientras un orgullo inesperado se
hinchaba en su pecho. ¿Quién hubiera pensado que podría ganarse la
vida de manera respetable en el mundo de los negocios?

Sin siquiera pensarlo, lanzó una rápida mirada por encima del
hombro hacia la pista de baile.

Las pocas parejas que quedaban bailaban provocativamente,


provocando la anticipación de las promesas tácitas de la noche. Thane
de alguna manera había convencido a Levi para que se quedara hasta la

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

hora de cerrar. Verlos bailar se sintió casi voyeurista. La química entre


ellos chisporroteaba y crepitaba, con mucho el par con mayor calificación
X en el piso.

El magnetismo sexual de Thane brillaba como un faro cada vez que


tenía a Levi cerca. Su calor combinado incluso lo hizo alcanzar un
ventilador. Ver a los dos juntos no dejaba ninguna duda en su mente de
que Levi era el indicado para Thane. La nueva felicidad de su jefe ayudó
a asentar algo en su interior, contento de que su amigo hubiera
encontrado lo que lo completaba.

La mirada de Julian viajó a Beckett; el hombre con el que parecía


querer compartir todas sus buenas noticias. Beckett se había mudado de
su mesa habitual a una más cercana a la pista de baile. Sus miradas se
encontraron y se cruzaron durante uno, tal vez dos, largos momentos.
Julian no pudo evitar que la sonrisa brotara de sus labios. El guapo
Hombre Marlboro se transformó en un joven profesional moderno y
elegante. Quien lo había ayudado con su nuevo guardarropa había hecho
un trabajo excelente. Como anoche, el estado sin corbata de Beckett
atrajo su atención hacia ese cuello con dos botones abiertos. Beckett
tenía una pizca de pelo oscuro en su pecho bronceado, lo suficiente como
para que un hombre pasara los dedos por él.

Le gustaba Beckett de esta manera, con los indicios del Hombre


Marlboro brillando. Tenía sus mangas largas enrolladas
descuidadamente hasta los codos. Su camisa y pantalones ajustados a
su cuerpo duro, su chaqueta de traje tirada descuidadamente sobre la
pequeña mesa redonda. Beckett era un tipo extremadamente atractivo,
pero él había notado eso en el momento en que el hombre tímido entró
por la puerta principal de Reservations esa primera noche.

Tenía pocas dudas de que si miraba más de cerca, vería una


sofisticada inteligencia reflejada en la mirada oscura de Beckett que

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Kindle Alexander Es complicado

Julian encontraba atractiva. También había visto las líneas rígidas de su


gruesa polla delineadas muy bien en sus nuevos y marcados pantalones.

Hubo un tiempo en que habría estado sobre ese tipo. Incluso si no


hubiera podido convencer a Beckett de que se convirtiera en uno de sus
clientes habituales, Julian habría trepado felizmente por ese cuerpo
musculoso y habría jodido el culo firme de Beckett. Éste pensaba que
ahora sentía algo por Julian; no tenía ni idea. Lo habría jodido tan bien
que habría tenido al hombre desesperadamente jadeando por más.

Rompió su mirada y se dio la vuelta mientras apoyaba la barbilla


en el pecho. La calidez de saber que alguien se preocupaba por él sin otra
razón que sentirse atraído lo cubrió como una manta protectora,
aliviando su preocupación.

Tomó la caja registradora antes de dirigirse a la oficina. Meses


atrás, sinceramente, desde el primer momento en que Beckett había
entrado en el club, se había entrenado para mantener la vista al frente.
Para no mirar al hombre que hacía agujeros en su cuerpo con ese foco de
rayo láser. Beckett hacía que se sintiera especial y realmente apreciado.
Ambas cualidades habían escaseado para él durante más tiempo del que
quería admitir.

En la base de los escalones de la oficina, no pudo resistir un


momento más. Miró hacia atrás en dirección a la pista de baile antes de
desaparecer mientras subía los primeros pasos. Beckett seguía
mirándolo. Sin embargo, el hombre tímido desapareció de su mirada.
Beckett dio a conocer descaradamente su interés, sin importarle en lo
más mínimo que pudiera parecer un poco acosador. Eso le gustó más de
lo que admitiría.

Julian dejó que su sonrisa interior se iluminara. No podías acechar


a los dispuestos. Subió las escaleras de dos en dos. Con todo lo que había

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Serie Reservas 02
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sucedido durante las últimas semanas, no estaba seguro de por qué no


podía borrar la sonrisa de su corazón.

Empujó la puerta de la oficina y llevó el cajón del efectivo al


escritorio, tirándolo distraídamente allí. Había estado haciendo entregas
de efectivo en su caja fuerte toda la noche. No le costaría mucho terminar
sus deberes nocturnos, pero en cambio, se acercó al espejo de un solo
lado para mirar el club. Beckett seguía sentado allí, mirando hacia la
oficina. El hombre nunca cedía. No podía verlo, pero eso no parecía
importar. Miró el cristal oscurecido como si supiera que lo estaba
mirando desde arriba.

Un Beckett borracho había sido un tipo divertido. Beckett había


estado más abierto a la posibilidad esta noche y el club respondió de la
misma manera. Julian había disfrutado viendo a Beckett bailar con
Quinn. Cuando Quinn hizo un avance descarado, Beckett, en su
naturaleza amable, lo reprendió gentilmente antes de que el camarero
lograra sacar la oferta por completo de su boca. Julian se había
preguntado si Beckett se había dado cuenta de que Quinn estaba
haciendo una jugada. Lo sospechaba. Él era un tipo de un solo hombre,
y en el presente, su mirada estaba puesta en Julian. La sinceridad de tal
pensamiento lo abrazó como una cálida manta.

—Él no es para ti, idiota. —Y no lo era. Beckett no era para él.

Julian no podía pensar en ningún escenario en el que pudieran


cohabitar juntos como algo más que amigos. Las relaciones eran
complicadas. Beckett parecía un tipo realmente agradable. Y los chicos
buenos no llevaban acompañantes a casa para conocer a los padres.
Beckett merecía más de lo que podía ofrecer, y sus planes futuros eran
un fracaso en ese momento. Quería recuperar su antigua vida. Más que
nada, quería ser el hombre que solía ser. Si fuera la mitad de buen

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Serie Reservas 02
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hombre que Beckett, estaría buscando activamente al tipo perfecto con


quien emparejarlo y dejar de ilusionar al hombre.

Beckett se puso de pie, atrayendo la atención de Julian hacia él.


Levantó su copa de cóctel, apurando lo último de su bebida antes de
dejarla distraídamente sobre la pequeña mesa y agarrar su chaqueta. Su
largo paso se comió la distancia hasta la escalera privada. No importaba
cuánto fingiera desinterés, su corazón dio un vuelco emocionado cuando
Beckett vino por él. Por Dios, Beckett estaba empeñado en convertirse en
su caballero de brillante armadura, y maldita sea, si no estaba haciendo
un gran trabajo.

Cuando tomó el giro hacia la escalera, Julian escuchó el ruido de


cada paso que se acercaba a la oficina. Por ansiosa necesidad, se colocó
detrás del escritorio donde Woofer dormía. El perro abrió un ojo y movió
la cola una vez, reconociéndolo, pero no se movió ni un centímetro más.

Cuando Beckett giró el pomo de la puerta, la mirada de Julian se


clavó allí. Beckett primero asomó la cabeza. Con ese mechón de pelo más
largo cayendo sobre su frente, y sus ojos vidriosos e intoxicados posados
en Julian, instantáneamente alivió la ansiedad de éste. Lo había
emborrachado. Incluso cuando había intentado reducir sus bebidas,
Julian las siguió enviando y realmente le gustaron los resultados. Beckett
parecía diez años más joven y era un borracho feliz.

—Quería acompañarte fuera —dijo Beckett, empujando la puerta


para abrirla. Su acento sureño se había vuelto más pronunciado a
medida que aumentaba el consumo de alcohol durante la noche.

Miró hacia el ruido sordo que golpeaba contra el suelo a sus pies.
La cola de Woofer mantuvo un ritmo constante, moviéndose después de
escuchar la llegada de Beckett. Sus ojos se entrecerraron al ver al animal
que rara vez se emocionaba tanto de verlo, hiriendo sus sentimientos.

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Serie Reservas 02
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Julian volvió la cabeza hacia Beckett que aún estaba en la puerta.

—Ve al hotel, St. Clair. Estoy bien. —Tuvo que endurecer su


corazón contra el amable gesto. En respuesta, hizo lo que mejor sabía
hacer, ignoró a Beckett. Comenzó a contar el resto del efectivo cuando el
anuncio general anunciaba que el club estaba oficialmente cerrado.
Segundos más tarde, una brillante luz iluminó la gran sala principal del
club, poniendo fin a la velada. El resplandor penetró en la oficina a través
de los grandes paneles de vidrio a lo largo de la pared del fondo.

—Mientras estoy en la ciudad, me sentiría mejor si te acompaño a


tu coche —dijo Beckett, haciendo exactamente lo contrario de lo que
Julian había pedido. Entró de lleno en la oficina, más cerca del escritorio
donde trabajaba.

Cuando Beckett se detuvo, se balanceó pesadamente sobre sus


talones. Tener un caballero borracho encajaba perfectamente con la vida
de Julian. Woofer finalmente levantó la cabeza, su cola volvió a su
golpeteo emocionado hasta que finalmente se puso de pie, sacudiéndose
la fatiga con un largo bostezo mientras trotaba lentamente alrededor del
escritorio para ver a su nuevo mejor amigo. Beckett se volvió más
entrañable cuando su rostro se iluminó al ver a Woofer acercándose a él.
Se inclinó instantáneamente, dando una orden suave y simple para
acercar al perro a su lado, como si Woofer no se hubiera dirigido ya hacia
allí. Beckett se agachó para darle una caricia de cuerpo entero.

Por supuesto, el perro estaba en el cielo, sintiéndose tan atraído


hacia Beckett como Julian.

Él siguió contando el dinero en efectivo. No se detuvo hasta que


pasó por el registro dos veces y lo guardó para hacer el depósito. Anotó
los totales y puso los paquetes de efectivo dentro de la caja fuerte. Por
alguna razón, confiaba en Beckett más de lo que la razón debería
permitir. Nunca se le ocurrió esconder nada de eso.

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Serie Reservas 02
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—Oye, jefe, el bar está cerrado —dijo Ricco, atravesando la puerta


sin llamar, deteniéndose en seco cuando vio a Beckett que se había
sentado, con la cabeza apoyada contra el respaldo del sofá.

Woofer también estaba tirado en el sofá, otra regla firme que


rompió; pero Woofer no había querido perder la mano que acariciaba su
pelaje. La mano de Beckett descansaba sobre el vientre de Woofer. Su
brazo ahora rodeaba al perro.

—Pensé que se había ido. ¿Quieres que vaya a buscar su


hamburguesa?

—No. La conseguiré al salir. —Julian tuvo que luchar contra un


bostezo y se frotó la parte de atrás del cuello, donde su ansiedad
generalmente se acumulaba después de una noche tan larga. La tensión
estuvo ausente esta noche; su mirada pasó por encima del hombre
dormido, sabiendo que la presencia de Beckett era responsable de todos
estos sentimientos de seguridad. Disfrutaba la idea de dormir un poco
esta noche.

—Están limpiando los pisos esta noche, ¿verdad? —preguntó


Julian, forzando su mente y mirando de nuevo a Ricco y yendo a los
negocios.

—Sí, ya han entrado. Están preparando el equipo —dijo Ricco.


Entró en la oficina, cruzó los brazos sobre el pecho y miró a Beckett.

—Bien —murmuró Julian, devanándose el cerebro por cualquier


otra cosa que pudiera ser programada para la noche. Se acercó a los
ganchos de la parte trasera de la puerta donde colgaba el abrigo y la
correa del perro.

—Es un buen tipo, Jules —dijo Ricco, lanzándole una rápida


mirada.

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Kindle Alexander Es complicado

—Sí —acordó Julian y se encogió de hombros en su chaqueta—.


Necesitamos encontrar a alguien digno de él y empujarlo en esa dirección.
Quizás ese Jason Hammer, el abogado de Thane. —La idea le revolvió el
estómago, dejando un sabor amargo detrás de las palabras.

—Sí —dijo Ricco, no muy convincentemente, mientras se encogía


de hombros y caminaba hacia la puerta. Hizo una pausa antes de irse,
mirando de nuevo a Beckett, quien soltó un suave ronquido, atrayendo
la atención de Julian allí también—. Él tiene un enfoque único, jefe, y es
todo para ti. Deberías decirle si no estás interesado. Es un tipo demasiado
bueno. Lo superará y alguien lo tomará bastante rápido.

Ricco no estaba equivocado, pero Julian era un bastardo egoísta y


no estaba dispuesto a perder la devoción de Beckett. Sabía lo que debía
hacer, pero no se atrevía a dejar ir al hombre todavía. No dijo nada más
cuando Ricco se fue, dejando que sus palabras fueran suficientes.

Con la correa en la mano, fue hacia el sofá. Woofer saltó y se puso


de pie, estirando su largo cuerpo. Instintivamente entendía cuándo
llegaba el momento de irse. Empujó a Beckett mientras saltaba del sofá.

Incluso ebrio, Beckett se despertó sin confusión por el sueño. Sabía


exactamente dónde estaba cuando se puso de pie y se despertó al
instante.

—Lo siento. Creo que he bebido demasiado.

—Debería acompañarte a tu habitación. Asegurarme que llegas allí


sano y salvo —bromeó Julian, sujetando la correa al cuello del perro.

—No, estaré bien. Vamos. —Beckett asintió y caminó hacia la


puerta, tomando la correa del agarre de Julian.

—Bueno, ¿no eres de ayuda? —Julian se burló de tal movimiento


de tomar de control, luego giró sobre las puntas de sus pies para seguir

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a Beckett con una risa casi silenciosa—. Tengo que hacer una parada
antes de irnos.

—Está bien. Lo llevaré afuera para que haga sus negocios. Tómate
tu tiempo. Te estaremos esperando afuera de la entrada de empleados.
—Beckett era tan franco mientras trotaba por las escaleras, Woofer
mantenía su paso justo al lado del hombre. El perro nunca miró hacia
atrás para ver cómo estaba Julian.

El trasero de Beckett rebotó mientras avanzaba. Julian observó y


reconoció la profunda sensación de atracción hacia este hombre.
Realmente le gustaba todo sobre él. Le encantaba aprender todas las
capas de sí mismo que revelaba lentamente.

¿Cuándo habían cambiado las tornas por completo? Apreciaba a


Thane. Se lo debía a Levi. Pero Beckett de alguna manera se había abierto
camino dentro del corazón enjaulado de Julian. ¿Cómo había sucedido
eso?

Quizás finalmente estaba madurando. No, lo más probable era que


las restricciones de una vida tan normal embotaran sus sentidos,
haciéndolo pensar en términos de relaciones... y posible monogamia...
Oh, Dios, no.

Con esa nota extraña, dejó escapar una risa sarcástica y salió de
la oficina, cerrando la puerta detrás de él.

Todo este pensamiento excesivo estropearía el sueño que pretendía


conseguir en exactamente doce minutos cuando entrara por la puerta de
su apartamento y se fuera directamente a la cama.

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Capítulo 17
—¿Necesitas ir, chico? —preguntó Beckett mientras Woofer lo
acompañaba por la pequeña parcela de césped. Entre las luces de
Reservations y Escape, toda el área estaba iluminada contra la oscuridad
de la última hora. La fresca brisa salada del océano ayudó a despejar su
confuso cerebro. El agotamiento lo agobiaba. Necesitaba dormir bien. Su
aviso para despertar a las cinco de la mañana se acercaba cada segundo
que pasaba.

Como si Julian leyera sus pensamientos, empujó a través de la


puerta de entrada de los empleados, dejándola golpear contra la pared de
ladrillos. El sonido interrumpió el silencio en medio de la noche.

—St. Clair, deberías estar en la cama, no esperándome aquí.

—Llegaré allí —murmuró, volviéndose hacia Julian, deteniéndose


en seco para ver la arrogancia que usaba mientras caminaba hacia él. Su
agarre se apretó cuando Woofer tiró de la correa—. Quieto —le ordenó al
perro, sin apartarse de Julian.

Lo que Beckett no daría por tener a Julian caminando hacia él de


esta manera con ese seductor movimiento de esas caderas solo para su
beneficio. Donde tendría derecho a extender la mano y besar esos labios
carnosos o tomar la mano de Julian en la suya mientras caminaban hacia
el estacionamiento para irse juntos. Donde pudiera llevar a su hombre a
casa y cuidarlo después de su largo turno en el trabajo.

Beckett sabía que su vida estaría completa si Julian estuviera en


ella.

La mirada de Julian fue hacia el perro, quien instantáneamente se


calmó y se acercó al lado de Beckett, esperando más instrucciones.

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—¿Cómo haces eso? —preguntó Julian.

—Son órdenes universales. Es un animal de apoyo. Debería estar


entrenado para adherirse a las órdenes. ¿No te dieron ninguna
instrucción cuando lo adoptaste? Deberían haberte enviado al menos a
una clase especial para que pudieran aprender juntos.

Julian se detuvo frente a él. Tan cerca, el aroma picante de su


colonia se mezclaba con la brisa del mar y el aire fresco de la noche.

Julian estalló en carcajadas, alcanzando la correa.

—Por supuesto que sabrías algo así. —El tono burlón hizo que
Beckett sonriera. No ofendido por la imagen de buen chico que Julian
siempre tenía de él.

—Estás pensando en la línea de Dudley Do-Right de nuevo,


¿verdad?

—No se te pasa mucho. —Julian tomó la correa y le entregó a


Beckett la hamburguesa que le habían guardado hacía horas. Todos esos
dulces sentimientos resurgieron cuando tomó la comida, complacido de
que hubiera recordado algo tan trivial.

—Invitarme a la cena fue muy amable por tu parte. No había


comido —dijo mientras Julian lo rodeaba y se dirigía al estacionamiento.
Caminó a su lado. Su agotamiento desapareció; estar cerca de él siempre
lo hacía sentir lleno de energía. Deseaba que frenase, se tomaran su
tiempo. Amaba estos momentos.

—Te mueres de hambre cada vez que te veo. ¿Cuándo comes? —


preguntó Julian.

—Escape tiene un gran buffet de desayuno. Voy allí antes de que


comience la clase. Como si fuera un abrevadero para caballos —dijo

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Beckett en broma mientras caminaban—. Ofrecemos un box lunch para


nuestras clases. Me lo como mientras me preparo para la sesión de la
tarde. No estoy durmiendo mucho.

—No tenemos que continuar con la formación. —Los pasos de


Julian se ralentizaron cuando volvió su mirada preocupada hacia
Beckett.

Se rió entre dientes y siguió adelante, desacelerando sus pasos


para que Julian lo alcanzara.

—Eso es lo que más quiero hacer.

Julian dio un suspiro exasperado. El mismo que Beckett había


escuchado varias veces del hombre.

—Sabes, había decidido que tenías una enfermedad mental o algo


tan preocupante hasta que me di cuenta; estás haciendo todo esto porque
sientes pena por mí.

—¿Qué? —¿Había oído correctamente? Se detuvo en seco—. Por


supuesto que no siento pena por ti.

Julian continuó otros pocos pasos, con los hombros tensos hasta
que finalmente lo enfrentó. El más breve indicio de inseguridad acechaba
detrás de esos vibrantes ojos azul verdoso. Luchó contra el impulso de
tirarlo contra él y ahuyentar esa duda.

—Lamento sinceramente lo que te pasó. Lo odio y desearía haberte


conocido en ese entonces para poder haber estado ahí para ti. Estoy
herido y enojado por lo que has pasado, pero estoy asombrado de ti.

El rostro de Julian pasó por una variedad de emociones hasta que


aterrizó en una mirada familiar que Beckett conocía bien. La sonrisa de
Julian siempre lo delataba. Volvieron a que Beckett padecía una

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Kindle Alexander Es complicado

enfermedad mental. Él no estaba de acuerdo. Todavía increíblemente


borracho, su cerebro falló en varios aspectos, pero la locura no estaba
entre sus cien problemas más predominantes. Sus deseos cada vez más
profundos por este hombre ocupaban todos los primeros lugares.

Afortunadamente, Julian no dijo lo que estaba tan claramente en


su rostro. Caminaron juntos hacia el auto. Si leyó correctamente el
repentino silencio, sospechaba que había resucitado algunas de esas
paredes entre ellos.

Desde el momento en que decidió perseguir a Julian, consideró que


su destino era más un viaje que un momento. Nunca más cierto que en
ese instante, pero maldita sea, el pánico se apoderó de la idea de perder
cualquier terreno que hubiera ganado.

Julian abrió la puerta trasera de su sedán para que Woofer entrara.


Cuando la puerta se cerró firmemente, alcanzó la puerta del conductor y
se volvió hacia Beckett, dándole el gesto de la mano de los Boy Scouts.

—Hiciste tu deber.

El instinto más que la razón guió a Beckett a la acción. Esto podría


cambiar la dinámica de su relación nuevamente o hacer que Julian se
alejara por completo de él. No sabía qué hacer, pero no podía dejar que
se fuera sin decir algo. Colocó la palma de la mano contra la puerta y la
cerró con suavidad. La ceja perfecta de Julian se arqueó.

Si, de hecho, iba a hacer su movimiento, entonces tendría que


hacerlo lentamente. Darle tiempo suficiente para que sintiera que tenía
algo que decir en lo que sucedía.

—Tenemos que evitar que digas todas esas cosas para alejarme. —
Beckett se acercó un paso más a Julian, colocando la hamburguesa
encima del auto en un movimiento muy decidido—. Nada ha cambiado

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para mí, excepto que finalmente estoy rompiendo tus barreras. Te estoy
conociendo y realmente me gusta aprender sobre la complejidad del
hombre que eres.

—Beckett —dijo Julian, su voz un poco más fuerte que un susurro


mientras sus ojos azules seguían cada uno de sus movimientos—. No soy
lo suficientemente bueno para ti. No estoy diciendo que sea un mal tipo,
pero te mereces mucho más que yo.

Beckett dio el último paso, deteniéndose a un centímetro de estar


pecho a pecho. Miró el hermoso rostro de Julian, memorizando cada
ángulo como lo había hecho tantas veces antes. Julian no lo miraba a los
ojos. La incertidumbre vino como una sorpresa de un hombre que parecía
ser dueño del mundo que lo rodeaba. Beckett deslizó un dedo a lo largo
de la línea de la mandíbula perfecta, la punta debajo de la barbilla.
Levantó lentamente el rostro de Julian hasta que esos inquietantes ojos
se encontraron con los suyos.

—Sé lo que quiero. Solo estoy esperando que te pongas al día.

La resignación cruzó el rostro de Julian cuando abrió la boca para


hablar. Su dulce aliento sopló por la cara y el cuello de Beckett. La mano
cálida de Julian se deslizó dentro del abrigo de Beckett y se apretó contra
el costado de su camisa de vestir. Pasaron unos segundos antes de que
finalmente hablara.

—No me interesa la monogamia. No tengo ningún interés en los


confines de una relación.

Beckett sonrió y se acercó, rozando el pecho de Julian, llevando


sus palmas a sus mejillas. Esa era una declaración de límites de relación
tan fuerte que el corazón de Beckett se aferró a la esperanza. Sus palmas
rozaron la barba incipiente. No pudo evitar la forma en que sus dedos
terminaron enredados en los mechones cortos y sedosos. Las yemas de

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sus pulgares se deslizaron por la suave piel de la mejilla de Julian. Se lo


guardó todo en la memoria cuando registró el corazón del hombre
latiendo salvajemente contra el suyo.

—Julian, nunca te pediré que cambies. Cuando lleguemos allí, lo


solucionaremos.

Julian abrió la boca para decir más, probablemente otro argumento


de por qué esto nunca funcionaría. Beckett no estaba interesado y movió
sus pulgares para cubrir sus labios, impidiéndole decir más.

—Te voy a besar. ¿Estás bien?

La confusión se arremolinaba en los ojos vibrantes de Julian, pero


asintió levemente mientras empujaba su otra mano en la chaqueta de
Beckett, sus brazos rodeando la cintura de éste, deslizándose por su
espalda. Beckett bajó la cabeza ante la clara invitación. Julian se puso
de puntillas y se encontró con él a mitad de camino.

Beckett ahuecó el rostro de Julian cuando sus bocas se


encontraron, ardientes y codiciosas. Esos labios eran suaves pero firmes
y tan jodidamente flexibles contra los suyos. Cuando se separaron y él se
deslizó dentro, el azúcar y la canela del sabor de Julian lo llevaron a
perseguir el intrigante sabor con la lengua.

Lamiendo la boca, suave y lentamente, Beckett saboreó cada


segundo, cada roce de la lengua de Julian contra la suya. El hecho de
que hubiera querido besarlo lo significaba todo. Había cumplido su
palabra y le había dado a Julian todo el tiempo que necesitaba.

Sus lenguas se enredaron cuando el beso se hizo más profundo, y


la intensidad se multiplicó por diez en cuestión de segundos. Beckett no
podía tener suficiente de este hombre. Movió las manos del rostro de
Julian a la parte posterior de su cuello, manteniéndolo en su lugar

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mientras exploraba su boca, tragándose los suaves gemidos mientras


Julian se aferraba con más fuerza a él. Tampoco quería dejarlo ir nunca.
Se había perdido en este hermoso hombre. No quería nada más que
tenerlo en sus brazos para siempre.

***

El puro romance del momento hizo que Julian se aferrara a


Beckett, rogando por más hasta que la necesidad de respirar y ganar
perspectiva hizo que se alejara del íntimo beso. Las entrañas le
temblaron. No por la razón que esperaba, sino por besar
apasionadamente a un hombre de nuevo. El deseo que corría
desenfrenado por cada terminación nerviosa de su cuerpo había
provocado el temblor. Le costaba pensar con claridad. Imposible poner
sus pensamientos en un orden sucinto. El beso lo había afectado.

Beckett apretó los brazos cuando Julian levantó los ojos y


contempló su oscura mirada llena de compasión. Sus suaves bocanadas
de aire golpearon y se mezclaron mientras el corazón de Julian latía
salvajemente en su pecho. No pudo sostener la mirada. El momento era
demasiado intenso. Dejó caer la barbilla hasta el pecho y su frente golpeó
contra la clavícula de Beckett.

El aluvión de emociones lo había tomado por completo con la


guardia baja, alimentando el deseo. Julian no quería cerrar los ojos,
porque no quería perderse ni un segundo de lo sucedido. Y estaba
sucediendo algo significativo.

—¿Estás bien? —Beckett había inclinado la cabeza, tratando de


echar un vistazo a su cara.

Debería tratar de aliviar la preocupación del hombre que acababa


de besarlo. Pero no pudo encontrar en él nada más que apretar su propio

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agarre y ronronear como un maldito gato contra la abertura de la camisa


de vestir de Beckett.

—Estoy bien. Fue un... buen beso.

Una risa profunda retumbó a través del pecho de Beckett, vibrando


contra el corazón de Julian que latía rápidamente.

—Eso es un eufemismo.

Sí, uno grande. ¿Cuándo le había afectado tanto un beso?

Julian suspiró, deseando que la vida pudiera ser así para siempre.

—Deberíamos llevarte dentro del coche para que puedas ir a casa.


—Las manos de Beckett viajaron por la espalda de Julian, acariciando y
masajeando hasta que pasó por encima de sus hombros y enredó sus
dedos en el cabello. Beckett dio un tirón sutil y agradable, forzando la
cabeza de Julian hacia atrás. A la polla de Julian le gustó mucho cuando
la pelvis de Beckett rodó contra la de él, apretando una excitación
igualmente fuerte contra la suya. Pareció sorprender incluso a Beckett—
. Lamento eso. No quiero ponerte nervioso. Es solo que me gustas mucho.

Las manos de Beckett, todavía enredadas en el cabello de Julian,


tiraron suavemente, levantándole la cabeza hasta que lo miró a los ojos.
Beckett examinó su rostro. Lo que sea que vio suavizó las finas líneas
alrededor de sus cálidos ojos, y la más pequeña de las sonrisas se alzó
en la comisura de su boca.

—Tienes unos labios impresionantes. Sueño con tus labios. —Las


ligeras bocanadas de la respiración de Beckett se sintieron como tiernas
caricias contra su piel caliente cuando las palabras envolvieron su
corazón, dándole un pequeño apretón.

Julian dijo su propia verdad.

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—Tú también. Sabía que besarías bien. Por la forma en que te


preocupas por la gente, me di cuenta de que lo harías bien para mí.

Julian se obligó a soltar su agarre. Estaba razonablemente seguro


de que sus piernas lo mantendrían erguido. Si fuera a tener un episodio
de flashback, seguramente ya habría sucedido. Beckett lo sorprendió
enjaulando sus mejillas entre esas fuertes palmas y colocando un simple
beso en sus labios. Le devolvió el beso, siguiéndolo mientras se apartaba
para besarlo de nuevo.

No tenía idea de lo que le deparaba el futuro. Honestamente,


supuso que nada había cambiado realmente para él o entre ellos, pero
quería que Beckett supiera que, al menos, este momento había
importado. Se llevaría estos agradables sentimientos y el recuerdo de su
tiempo junto a él por el resto de su vida.

El casto beso se mantuvo hasta que la boca de Beckett se abrió. Su


lengua se movió hacia adelante, y Julian instantáneamente se perdió en
la zambullida aterciopelada. Todo seducción y romance, luego se
encontró tomando aire mientras Beckett se erguía y se soltaba
completamente del abrazo de Julian.

Los ojos de Julian se abrieron cuando las manos de Beckett


llegaron a sus bíceps, soltando el agarre. Parpadeó salvajemente y tuvo
que cerrar la boca a la fuerza.

—¿Por qué te detuviste?

—Porque esto tiene que ir despacio, y porque necesitas llegar a casa


y descansar un poco. Estuviste en el hospital hace solo unas noches.

Julian frunció el ceño. Tal vez no había sido tan buena idea darle
rienda suelta a Levi para que dijera lo que quisiera.

—Necesito tu dirección para la clase de mañana.

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Cuando Beckett decidió que Julian estaba lo suficientemente


estable sobre sus pies, lo dejó ir. Dio un paso firme hacia atrás mientras
recogía las solapas de su abrigo y abrochaba el único botón. La chaqueta
de corte moderno, por supuesto, no ocultaba la sólida erección delineada
en sus pantalones. A Julian no le importaba y sospechaba que a varios
de los empleados del hotel que esperaban en la entrada trasera tampoco
les importaría.

—Vivo en un complejo de condominios cercano —dijo Julian,


observando todo sobre Beckett mientras hablaba—. Te enviaré un
mensaje con la dirección. ¿Vendrás después de terminar tu clase?

Las neuronas finalmente se unieron. Julian volvería al club por la


mañana, pero podría ir a casa en cualquier momento.

—Termino alrededor de las tres, así que las tres y media me


funciona mejor.

Julian asintió.

La pérdida del cuerpo cálido y el tierno abrazo de Beckett envió un


escalofrío irracionalmente frío. No tenía sentido. Cuando Beckett pasó
junto a él para tomar la hamburguesa en la parte superior del auto,
Julian confundió el movimiento con otro intento de acercarse. Si Beckett
se dio cuenta de que había querido más, no actuó en consecuencia.
Apretó las manos en puños, clavándose las puntas de las uñas en las
palmas para evitar estirar las manos. Anhelaba la calidez
satisfactoriamente cómoda que era todo Beckett.

—Sube al coche, para que pueda irme. —El cálido acento sureño
se apoderó de Julian, quien asintió distraídamente. Abrió la puerta y
empujó a Woofer al asiento trasero.

—Él te cuida bien —dijo Beckett, asintiendo hacia el perro.

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—Sí. Lo elegí porque era tan grande y feroz. —Julian metió el pie
cubierto por un mocasín dentro del coche y se sentó en el asiento—. Tal
vez debería haberte elegido a ti. Eres más grande y más feroz.

Beckett se echó a reír, con un sonido gutural, y finalmente se


acercó al borde de la puerta abierta. Miró a Julian, que parecía no poder
obligarse a cerrar la puerta. Solo había estado bromeando en parte.
Apostaría que Beckett podía mantenerlo a salvo.

—Voy a cerrar esta puerta —dijo Beckett arrastrando las


palabras—, antes de que termines ese pensamiento con algo que arruine
la imagen de mí que acabas de construir. Envíame un mensaje con tu
dirección. Te veré mañana. —Beckett bajó la cabeza lo suficiente para ver
el interior del coche—. Woofer, cuida de nuestro chico por mí.

La cola del perro golpeó violentamente contra el asiento, como cada


vez que escuchaba su nombre. Woofer era un maldito traidor, muy
parecido al maldito corazón de Julian.

Se situó dentro del coche y dejó que Beckett cerrara la puerta. El


hombre esperó. Su dedo giró, instruyendo a Julian para que pusiera en
marcha el motor cuando se detuvo. Hizo lo que le indicó y Beckett le dio
un pulgar hacia arriba.

Lo observó en toda su arrogancia cruzando el estacionamiento


hacia la puerta trasera del club. Julian tenía el mismo impulso ridículo
de querer a Beckett a salvo dentro del hotel antes de irse. No quería que
nada le sucediera a la única luz dentro de su vida.

Un suspiro se escapó cuando sus hombros se hundieron y su


espalda golpeó el asiento. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que besó
a un hombre y no terminó en su cama?

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Serie Reservas 02
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Nunca, ese era el tiempo. Sin embargo, se sentó allí mirando a


Beckett, contento como el infierno, esperando verlo mañana. Nada más
importaba. De hecho, se sintió esperanzado por primera vez en una
eternidad.

Beckett se volvió hacia la puerta y extendió ambas manos en una


pose estilo Julian, de ¿qué demonios estás haciendo? Antes de indicarle
que se fuera. Julian puso el auto en marcha y salió del estacionamiento
mientras la felicidad se arremolinaba a su alrededor.

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Capítulo 18
—Sí —dijo Julian, distraído, cegado momentáneamente por el sol
brillante mientras atravesaba la salida de empleados de Reservations con
su teléfono pegado a la oreja.

Thane estaba de camino al aeropuerto nuevamente. Esta vez


planeaba dejar Coronado para siempre, y regresar a Maryland a tiempo
completo para prepararse para que los chicos Silva lo siguieran. Julian
podía escuchar a Logan y Luke, los hermanos menores de Levi, hablando
emocionados en el fondo, lo que probablemente significaba que Thane
había alquilado una limusina para el viaje especial. Podía decir que los
chicos estaban impresionados por todas las genialidades del coche. La
parte confusa era por qué Thane eligió hablar con él durante el viaje en
lugar de concentrarse en estar con su nueva familia.

—El equipo de formación en gestión empresarial se pondrá en


contacto contigo hoy. Debes estar atento a su llamada. Quiero que sigas
a Joshua de inmediato. También comenzará la capacitación sobre
protocolos y políticas. Es tu mayor debilidad. Presta mucha atención;
habrá una prueba después. También te guiarán a través de todas las
áreas de servicio de Reservations. Será un entrenamiento apresurado
pero intensivo, y necesito que te concentres. Deja que el club se cuide
solo. Has aceptado un gran trabajo, Julian.

El sol brillaba demasiado. Alcanzó las gafas de sol que


descansaban sobre su cabeza y las dejó caer sobre los ojos.

—He estado pensando en quién debería ocupar mi puesto en el


club. Creo que Ricco sería la mejor opción. Es un emprendedor y me
agrada. Se ha convertido en mi mano derecha.

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—Iba a preguntarte qué pensabas de él. Le he dado instrucciones


a RR.HH. para que publique el puesto. Es política de nuestra empresa
que se publique antes de llenarlo, pero quiero que animes a Ricco a que
presente la solicitud. Siéntalo esta noche, pero no le ofrezcas el trabajo.
—La voz de Thane se volvió severa, todo negocio—. El profesionalismo es
fundamental ahora que estés en el puesto...

Un ligero bocinazo atrajo la atención de Julian hacia el


estacionamiento mientras sacaba la llave del bolsillo para abrir las
puertas de su auto. Miró hacia arriba y vio que la gran camioneta negra
de Beckett se detenía detrás de su automóvil.

Julian bajó el teléfono mientras una vieja fantasía se desarrollaba


dentro de su cabeza. Hombre, amaba a un chico y a su camioneta y
comenzó en esa dirección cuando la ventana del lado del pasajero bajó.

—No te has ido todavía. Pensé que llegaría tarde —dijo Beckett.

—No, yo llego tarde. Thane me está dando una lista de cosas que
hacer... —Mierda. Julian rápidamente se llevó el teléfono a la oreja,
rezando para que Thane no se hubiera dado cuenta de que había dejado
de escuchar. Era tan malditamente prolijo cuando hablaba de negocios.

—¿Estás ahí?

Julian rápidamente agachó la cabeza, levantando un dedo en el


aire para que Beckett viera que necesitaba un minuto, y controló su voz,
tratando de encontrar algo sosegado, como si estuviera contemplando la
orden de Thane.

—Estoy escuchando. Hablaré con Ricco y seré vago. Seguiré la


formación de gestión. Por el honor de Britney —dijo, tratando de sonar
convincente cuando todo lo que realmente quería era ofrecer a Ricco el
puesto de gerente de un club nocturno y comenzar la transición al nuevo

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Serie Reservas 02
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trabajo. Toda la burocracia hacía que todo fuera más difícil de lo que
tenía que ser.

—Julian, piensa en un panorama más amplio que este momento.


Quiero que Coronado sea la principal propiedad de Reservations. Quiero
que establezcas el estándar y capacites a todos los equipos de
administración que llevan las otras propiedades. Si no sigues las reglas,
ellos tampoco lo harán. Entonces sobreviene el caos.

Julian ejecutó un espectacular giro de ojos ante la reprimenda.

—Entendido, Papi8. Lo prometo.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de llamarme así?

—Aparentemente, una más —bromeó Julian como siempre hacía,


luego miró hacia la camioneta—. Me tengo que ir. Deja de trabajar y pasa
este tiempo con Levi. Me preocupa lo que hará sin ti todo el tiempo.

El silencio de Thane significaba que la táctica de distracción había


funcionado. Thane y Levi tenían menos de tres semanas antes de que los
tres hermanos Silva dejaran California para unirse a Thane en Maryland
a tiempo completo. No era Levi quien más preocupaba a Julian. Thane
amaba a su nueva familia. Julian ya podía escuchar todos los dolores de
estómago por venir sobre Thane extrañando a Levi.

Julian tomó el silencio como su oportunidad para terminar la


llamada.

—Trabajaré con Joshua por la mañana. Que el equipo de gestión


me llame.

8
En español en el original

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

No esperó una respuesta antes de desconectarse. Se acercó al


borde de la ventanilla, apenas podía ver el interior de la camioneta. El kit
de elevación hizo que la camioneta y su conductor fueran mucho más
intrigantes. Metió el labio entre los dientes mientras insinuaba
exactamente lo contrario de lo que estaba pensando.

—¿Sabes lo que dicen sobre los hombres y sus camionetas, verdad?

Beckett se rió entre dientes, un sonido que Julian disfrutaba


seriamente. El hombre era tan malditamente sexy. Las gafas estilo
aviador que usaba hoy se ajustaban perfectamente a la forma de su
rostro.

—Sí, lo he escuchado. Muchas veces, de hecho. No estoy


compensando nada, no te preocupes. ¿Vas a casa? ¿Quieres que te lleve?

Julian miró hacia atrás a su vehículo y luego metió la mano en el


bolsillo de su pantalón, sin saber qué tan lejos había llegado en el proceso
de desbloqueo. Hizo clic en el llavero y alcanzó la manija de la puerta de
la camioneta, teniendo que incorporarse en el asiento. El tablero era una
belleza y se iluminó con todos los kits especiales de luces LED. Había
estado en algunos autos agradables, era dueño de un Tesla, pero esto
podría rivalizar con lo mejor de lo mejor que había visto. Pudo ver cómo
el viaje a Coronado desde tan lejos en el norte de California se hizo un
millón de veces más fácil.

—Buen carruaje, St. Clair —bromeó Julian, cerrando la puerta y


luego abrochándose el cinturón de seguridad.

—Paso mucho tiempo en mi vehículo. —Beckett era un tipo


humilde. No hacía alarde de su riqueza, pero esta camioneta era un gran
jodido alarde. Deseó haber estado allí para presenciar la confusión
interna que tuvo que haber ocurrido antes de comprar esta cosa. Julian

206
Serie Reservas 02
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pudo ver a Beckett realmente agonizando y justificando su decisión de


comprar algo tan extravagante.

La camioneta avanzó mientras la voz del GPS los guiaba hacia el


condominio de Julian.

—Conozco una forma más rápida. Ve hacia allí. —Julian señaló el


semáforo al final del largo camino que conducía al complejo—. Sigue recto
a través de la intersección…

Beckett interrumpió a Julian mientras miraba en esa dirección,


tratando de ver lo que él veía.

—¿Ir a través del barrio?

—Sí. Mi lugar está al final de la calle. Hay una entrada lateral que
podríamos usar y que conduce a mi área de estacionamiento. —Beckett
asintió y accionó los botones de su sistema de navegación, apagándolo
antes de darle un poco de aceleración al pedal.

—Recibí una llamada de Thane. —Beckett lo miró de reojo. Julian


solo podía adivinar lo que podría tener que decir, y nada de eso le agradó.
Giró la cabeza en su dirección. Se irritó al instante, pero el hermoso perfil
de Beckett y el enorme bíceps en el brazo que cubría casualmente el
volante ayudaron a aliviar su repentina ira. La única señal de que
disfrutaba de la molestia de Julian era la pequeña sonrisa que curvó el
borde de sus labios—. Me dijo que te cuidara.

—El hijo de puta necesita mantenerse fuera de mi vida personal.


Voy a contratar a Ricco esta noche. —Julian cruzó los brazos sobre el
pecho y arqueó una ceja. La otra ceja bajó con ira mientras miraba sin
ver por la ventana. ¿Qué tenía que hacer para que Thane se echara atrás?

207
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Oye. Te cubrí la espalda y le dije que estabas haciendo un buen


trabajo cuidándote solo —explicó Beckett, mientras el coche se detenía
en el semáforo.

Julian tuvo que esforzarse para dejar ir su agravio. Había estado


esperando que llegara la tarde todo el día. Beckett representaba una
perspectiva diferente, y le encantaba.

—¿Dónde está Woofer?

Respiró hondo y lo soltó lentamente antes de sentir que sus


hombros perdían algo de tensión.

—Está en casa. Y antes de que digas algo, sé que debería estar


conmigo.

—No iba a decir nada —dijo Beckett, levantando las manos en señal
de rendición, mostrándole a Julian que sus palabras podrían haber
tenido más fuerza de lo que pretendía.

—Revelación total, y porque eres literalmente la única persona en


el planeta que me inspira a ser honesta, solo elegí a Woofer porque era el
animal que menos me apoyaba emocionalmente. Le cuesta seguir las
reglas, lo que técnicamente lo convierte en mi animal espiritual, y es tan
jodidamente enorme. El primer día que visité el centro, me ladró,
llamando mi atención antes de que pudiera mirar a otros perros. Creo
que él me eligió a mí tanto como yo a él. Pero lo veo más como un perro
guardián. Es tan ruidoso y se ve feroz como el infierno.

—Entonces, ¿lo tienes porque parece protector? —preguntó


Beckett cuando la luz se puso verde.

—Sí —dijo Julian, tratando de explicar su decisión—. Suena poco


convincente cuando lo dices, pero soy un amante, no un luchador.

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—¿Sí? Ayer me pusiste de culo varias veces —bromeó Beckett


mientras conducía por el vecindario.

—Nunca planeé quedarme con Woofer. No estoy seguro de que sea


justo para él si me lo quedo. Y me está costando un montón de dinero
con paseadores de perros, peluqueros, su costosa comida. Voy a casa una
y otra vez durante el día y la noche para ver cómo está.

—¿Normalmente no viene a la oficina contigo? —preguntó Beckett.

—No, solo esta semana.

Beckett señaló hacia la comunidad de condominios. Julian tuvo


que mirar a su alrededor para darse cuenta de lo que estaba
preguntando. Habían llegado a su complejo y él ni siquiera se había dado
cuenta.

—El código es mi número de condominio, A121. Luego, ve a uno de


los espacios de estacionamiento delanteros. Es una pequeña caminata.

Tan cerca, de hecho, que Woofer debió haberlos visto a través de la


ventana de la sala. Julian pudo escuchar su ladrido profundo y resonante
mientras rodeaba el capó de la camioneta de Beckett hacia la pasarela
que conducía a su unidad.

—¿Ese es Woofer?

—Oh, sí —respondió Julian—. Estamos cerca de mi casa. —Abrió


el camino a través de las áreas comunes. Vio a Woofer saltar desde la
ventana hacia la puerta. Siempre estaba tan emocionado de verlo—. Me
cambiaré. Te iba a sugerir que esperaras en el gimnasio, pero
probablemente el perro quiera verte.

Pasó junto a las ventanas del piso al techo del gimnasio y miró
distraídamente dentro. Se detuvo en seco, lo que provocó que Beckett

209
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chocara contra él con tanta fuerza que se vio obligado a dar un paso
adelante mientras miraba a los ancianos que trabajaban dentro de las
instalaciones.

—Esta es la primera vez que veo a alguien dentro —dijo, contando


a cada persona. Había doce hombres y mujeres en ropa de entrenamiento
siguiendo las instrucciones del instructor de la clase.

—La nota en la puerta dice clase de cardio seguida de


entrenamiento de resucitación cardiopulmonar —dijo Beckett por encima
del hombro de Julian.

—Bueno, espero que sean dos clases diferentes —bromeó Julian,


sonriendo mientras miraba a Beckett.

—Woofer se está volviendo loco —dijo Beckett, señalando la puerta


principal y yendo en esa dirección—. Podríamos entrenar en tu
condominio.

Julian lo siguió antes de que Woofer lograra atravesar la ventana o


la puerta. Siguió yendo y viniendo entre los dos para llegar a ellos.

—No creo que podamos entrenar dentro de mi condominio.

—Mantendré mis manos quietas. —Beckett arrojó casualmente el


comentario por encima del hombro como si eso fuera un hecho. Julian
estuvo de acuerdo en que sí; confiaba completamente en él.

—Ese no es el problema. Te dejaré verlo por ti mismo. —Julian pasó


junto a Beckett para abrir la puerta. Trató de empujar la puerta para
abrirla, pero Woofer se apretujó contra ella en su entusiasmo.

—¿A tus vecinos no les molestan estos ladridos?

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Kindle Alexander Es complicado

—Esta es la primera vez que ha sido tan malo. Prepárate. —Julian


miró hacia atrás por encima del hombro para asegurarse de que Beckett
estuviera listo cuando Woofer saltó.

Woofer pasó junto a Julian, apuntando a Beckett, quien


instantáneamente implementó su truco mental Jedi y dijo:

—No. Siéntate.

Woofer se detuvo en seco y cayó sobre su trasero. Su lengua se


deslizó a un lado de su boca mientras jadeaba de emoción. Su cola se
balanceaba salvajemente. Beckett levantó un puño en el aire, con los ojos
fijos en Woofer, que permanecía callado y esperando.

Beckett necesitaba este perro. Quizás por eso Julian se sintió


atraído por Woofer. Él era el conducto para unir a estas dos bestias.

—Buen chico —dijo Beckett, inclinándose para acariciar la parte


superior de la cabeza y el cuello de Woofer. Amó cada golpecito.

—Entren, los dos.

Beckett se dio unas palmaditas en el muslo, y el pastor alemán


súper tranquilo trotó junto a él, completamente ajeno a la presencia de
Julian. Éste ni siquiera se sintió despreciado por la felicidad que sentía
Woofer de estar con Beckett. Incluso podría tener que estar de acuerdo
con la satisfacción del momento.

—Dios mío, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Beckett.

Julian se rió entre dientes, mirando por encima de su abarrotada


sala de estar.

—Vivía en un loft en Los Ángeles. Era de buen tamaño con esos


techos altos. Los muebles encajaban muy bien en mi loft, pero no tanto

211
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

aquí. Tengo una unidad de almacenamiento que tiene la mayoría de mis


cosas, pero pensé que si traía algunos de mis muebles aquí me motivaría
a no quedarme demasiado tiempo.

Se había acostumbrado al ajuste, pero trató de ver la habitación


desde el punto de vista de Beckett. Podía haber medio metro de espacio
entre el sofá, la mesa de café y la silla auxiliar. Su gran televisor y su
soporte ocupaban toda el área donde podría caber una pequeña cocina.
Sus dos taburetes ocupaban el espacio restante, apretados contra la isla
de la cocina que separaba las dos habitaciones.

—¿Qué tan grande es ese televisor?

—Deja de burlarte de mí mierda —dijo Julian, arrojando sus llaves


en la isla central.

—Lo digo en serio. Debe ser del tamaño de una pantalla de cine.
¿Te duelen los ojos por estar tan cerca?

Julian no miró hacia atrás al comediante mientras se dirigía a su


dormitorio.

—Voy a cambiarme de ropa, pero también podemos suspender el


entrenamiento.

—No —dijo Beckett con esa voz de instructor que usaba—. La


repetición es fundamental. Podemos mover la mesa de café...

Julian estaba seguro de que cualquier otra persona habría


aceptado lo que acababa de ofrecer. Por supuesto, no Beckett. Dejó que
hiciera lo suyo y cerró la puerta de su dormitorio detrás de él.

***

212
Serie Reservas 02
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Beckett inspeccionó la acogedora sala de estar y fue testigo de gran


parte de la lucha de la vida de Julian en las pertenencias amontonadas
en este condominio. Incluso a pesar de lo lleno que estaba el
apartamento, tenía toda la belleza del hombre. Todos los muebles
parecían caros y bien cuidados. Representaba ambos lados de él. Lo viejo
y lo nuevo. Pero también una cierta cantidad de conflicto.

Pasó la mano por la costosa tela del sofá. Estos muebles no eran
baratos y hablaban de una vida pasada que Beckett no entendía
realmente y no encajaba con el aspecto del condominio.

La compra más importante que hizo en su vida fue la camioneta


que conducía. Fuera de eso, tal vez la ropa que había comprado para
cortejar a Julian podría considerarse extravagante. Aparte de eso, vivía
una vida sencilla y modesta.

Movió con cuidado las decoraciones antes de levantar la mesa de


café en el aire y soltó un bufido por el peso. Decidió que el sofá era la
mejor opción para apartarlo y mantenerlo seguro. Miró a su alrededor,
tratando de encontrar una manera de hacer más espacio. Los taburetes
de la barra fueron los siguientes. Metió la mano detrás del sofá y tuvo
que ejercer más fuerza muscular. También eran muy pesados. Dejó los
taburetes en medio de la cocina y empujó el sofá hasta el borde de la isla.

Mientras lo empujaba lateral hacia la puerta del dormitorio de


Julian, esta se abrió. Julian levantó las cejas cuando bloqueó la entrada
a su habitación. Woofer saltó sobre el cojín del sillón como si fuera el
dueño de la cosa.

—¿Se le permite subirse allí?

—Por supuesto que no —dijo Julian y levantó una pierna para


trepar por encima del mueble, sin poner un pie en la fina tela.

213
Serie Reservas 02
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—Woofer... —comenzó Beckett, pero Julian lo interrumpió.

—Está bien. Lo dejo en este. Tengo otros dos almacenados y más


de esa tela guardada —dijo Julian, levantándose sobre el sillón de gran
tamaño—. Pasa mucho tiempo en este pequeño condominio. Si alguna
vez salgo de aquí, podemos entrenarlo para que se comporte
correctamente, y por nosotros, me refiero a ti. Él te hace caso.

Beckett levantó una mano para ayudar a Julian, sorprendido de lo


largo y ágil que era en realidad. Ninguna parte de él tocó los costosos
muebles, lo que hablaba de cuánto valoraba a Woofer si trabajaba tan
duro para cuidar los muebles pero dejaba que el perro se sentara en ellos.

Los largos dedos de Julian apretaron su mano, enviando un


hormigueo instantáneamente subiendo por su brazo y sobre su piel.
Beckett se sintió razonablemente seguro de que se las había arreglado
para mantener las cosas informales entre ellos dos desde el momento en
que bajó la ventanilla de su camioneta. Santo infierno, sus entrañas
estaban en modo de fiesta.

—Me haces reír. Se te enrojece el cuello. Es la única forma en que


puedo saber lo que está pasando contigo —bromeó Julian, soltando su
mano y caminando hacia el espacio abierto de la sala de estar.

—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Beckett, luego


instantáneamente deseó poder retractarse de esas palabras.

Julian estiró su cuerpo, pero se detuvo para darle una mirada por
encima del hombro que interpretó como que le había facilitado la broma.
Lo que sea. Sabía exactamente cómo Julian le había respondido anoche.
También tenía que saber que no iba a ser su último beso, pero
sabiamente se guardó todo eso para sí mismo.

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Serie Reservas 02
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—¿Qué significa esa sonrisa? —preguntó Julian, entrecerrando los


ojos.

—Nada —respondió, sonriendo ampliamente mientras se


acercaba—. ¿Recuerdas escapada y la fuga? —Beckett no le dio un
segundo para considerar su respuesta porque el posible atacante de
Julian no le daría un segundo aviso antes de un ataque. Extendiendo su
mano izquierda, agarró la camiseta de Julian en medio de su pecho. Su
agarre era fuerte, y Julian hizo lo que le habían enseñado,
implementando inmediatamente su contraataque. Los segundos
necesarios para pensar en cada movimiento le habrían costado si esto
hubiera sucedido en la calle. Pero hoy, el estudiante se convirtió en el
agresor.

Julian tomó la mano derecha libre de Beckett mientras cubría su


puño con la otra, haciendo exactamente lo que le había enseñado hacer.
Julian quitó su firme agarre y usó el dedo meñique de Beckett para
apartarlo con tal fuerza que lo sorprendió. Julian tenía un agarre sólido
sobre él, doblando su brazo sin soltar su mano. También recordó rotar
su cuerpo, desbalanceándolo completamente de su posición de ataque.

Luego solo dio la más mínima vacilación antes de empujar su mano


izquierda en la parte posterior del brazo y hombro de Beckett,
empujándolo mientras saltaba hacia atrás varios pasos, rebotando de
puntillas hasta chocar contra la pared.

Beckett se dio la vuelta para ver a Julian de puntillas con los puños
listo para luchar.

—Excelente. Julian, eso fue excelente. Pero te detuviste en mi brazo


y hombro.

—¡Maldita sea! Esperaba que no te hubieras dado cuenta. —Esos


puños cerrados que estaban listos para lanzarse a lo que fuera que venía

215
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

a continuación, cayeron hasta sus caderas cuando sus pies aterrizaron


en el suelo y sus talones plantados allí. Julian parecía listo para luchar
contra Beckett con sus palabras, no con sus manos.

—Me sorprendiste, que es lo que queremos, y también diste una


ligera vacilación con el giro de tu hombro izquierdo cuando soltaste mi
puño.

—Me cabrea que lo sepas. —El disgusto de Julian con su primer


intento fue claro cuando entró en el medio de la habitación—. Hagámoslo
de nuevo.

Beckett sonrió y avanzó.

—Esta vez te voy a golpear con mi puño derecho. ¿Qué harás?

Julian empezó a decir todo lo que planeaba, pero Beckett optó por
el elemento sorpresa. Julian no lo defraudó. Incluso yendo tan lejos como
para inclinar la cabeza fuera de la línea de su puño antes de agarrar y
retorcerle el brazo. Esta vez, la palma de Julian golpeó su hombro y
Beckett cayó sobre su rodilla.

Esa hermosa sonrisa fue aún más grande esta vez, haciendo
soportable el repentino estallido de dolor.

La mayor parte del tiempo se sentía como si Julian le hablara a


todo el mundo de labios para afuera, especialmente a él, pero el hombre
obviamente había prestado atención a sus instrucciones, lo que aumentó
el valor de todo este entrenamiento de autodefensa. En lugar de decir algo
de eso, Beckett se dio la vuelta e implementó su siguiente golpe
controlado. Una vez más, hubo una pausa minúscula antes de que Julian
ejecutara el contraataque perfecto para hacer que Beckett volviera a
ponerse de rodillas.

216
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Las leves pausas y vacilaciones terminarían con más práctica.


Beckett siguió adelante, esta vez agarrando el cuello de Julian. Woofer
emitió un gruñido bajo hasta que Julian hizo el máximo esfuerzo para
apoyarse en el codo de Beckett. Éste lo soltó y se apartó. Si no, Julian
podría haberse roto el brazo. No pudo bloquear la rodilla de Julian contra
su estómago, que luego aterrizó entre sus muslos. Beckett cayó de
rodillas, aguantando el estallido de dolor mientras trataba de recuperar
el aliento. Julian siguió sus instrucciones y rebotó hacia atrás, evitando
la posible amenaza.

Beckett levantó la mirada hacia Julian, quien inmediatamente dejó


de prepararse para el siguiente golpe y rápidamente dio un paso adelante.

—Lo siento mucho. No quise lastimarte.

—Sí, lo hiciste —dijo Beckett con los dientes apretados—.


Exactamente como se suponía que debías hacer. Aprendes rápido.

—He escuchado mucho eso últimamente —respondió Julian. Su


palma descansaba sobre el hombro de Beckett, dándole un suave apretón
de disculpa—. No estoy seguro de que alguno de mis maestros hubiera
estado de acuerdo contigo.

Beckett se obligó a ponerse de pie. Todavía tenía que inclinarse por


la cintura, inhalando y exhalando por la nariz. El dolor se apoderó de él
en olas ondulantes. Esta vez, el tierno toque de Julian se deslizó por su
espalda, masajeando su cuello.

—Tendré más cuidado.

—No, sigue haciendo lo que estás haciendo. Habrías detenido a


cualquiera en seco con ese movimiento. Esto fue culpa mía. Debería
haberme salido del camino. —Beckett finalmente se empujó hacia atrás,
cuadrando los hombros mientras se elevaba a su altura máxima y miraba

217
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Kindle Alexander Es complicado

fijamente esos ojos preocupados—. Avancemos. Me acerqué a ti con una


mano. ¿Sabes qué hacer si voy por ti con las dos?

—¿Poner mis manos en el interior de tus brazos para separarlos?


—La respuesta llegó a modo de pregunta, lo que hizo que Beckett sonriera
y asintiera.

—Correcto. Usas la fuerza, porque me estás golpeando las manos


y los brazos. —Beckett demostró el movimiento, levantando las manos
antes de abrirlas. Julian asintió—. Intentémoslo.

Beckett no tenía idea de cuánto tiempo pasó o cuándo Woofer dejó


de gruñir cada vez que iba tras Julian. El sudor le corría por un lado de
la cara y Julian lo había puesto de rodillas por enésima vez desde que
empezaron.

Esta vez, dejó que su cuerpo cayera completamente al suelo. Se


acostó de espaldas, mirando al techo, jadeando. Estaría magullado por la
mañana.

—¿Cómo es que no estás cansado?

Julian se inclinó sobre Beckett y su rostro apareció directamente


en su línea de visión. Julian tenía su mirada burlona siempre lista en su
lugar.

—Es la H en mi TDAH9. Mi cabeza se mantiene yendo de noventa a


cero todo el tiempo. Es por eso que soy tan bueno en la cama y por qué
te pateé el trasero hoy. Quizás necesites algo de mi entrenamiento.

—Ja —dijo Beckett a medias y captó una pizca de desafío en los


ojos de Julian. Le mostraría un desafío. En un movimiento rápido que
tomó a Julian completamente desprevenido, lo derribó por debajo de él.

9
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

218
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett se lanzó hacia adelante, alcanzando el cuerpo de Julian para


amortiguar su caída. Julian soltó un grito de sorpresa, agitando los
brazos y las piernas, aferrándose al aire para protegerse de la caída.
Beckett recibió una bofetada en la cara y una rodilla en el muslo mientras
cargaba todo el peso de Julian sobre su cuerpo.

—Ugh —dijo Julian, soltando un suspiro. Sus rostros separados


por menos de cinco centímetros—. ¿Qué sucede contigo? Deberías estar
alabándome.

—¿Por patearme el trasero? —bromeó Beckett.

Julian usó el cuerpo de Beckett para ponerse de pie.

—Sí, exacto. Premio por estudiante estrella.

219
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 19
Mientras Beckett estaba en la cocina de Julian, terminando un
vaso de agua, hizo un inventario del nivel de dolor de su cuerpo y lo que
le iba a doler mañana. Julian no se había reprimido en la sesión de
entrenamiento de hoy y lo había alentado a que no lo hiciera. Le dolían
los músculos y sospechaba que las manchas en sus piernas y los pocos
lugares sensibles a lo largo de su caja torácica ya se estaban poniendo
azules. Julian era más fuerte de lo que creía. Beckett miró hacia la puerta
del dormitorio cuando creyó escuchar a Julian llamándolo.

No importaba cuánto lo intentó, no podía entender el resto de las


palabras de Julian. Distraídamente, dejó el vaso de agua vacío en la
encimera y se acercó a la puerta del dormitorio.

Todo lo que pudo distinguir de la respuesta de Julian fue la palabra


sugerencia.

—¿Me hablas a mí? —gritó Beckett, inclinando la cabeza más cerca


de la puerta, concentrándose en las palabras de Julian.

—¡Abre la puerta! —gritó Julian de vuelta. Esa orden llegó alta y


clara. Beckett abrió la puerta con el pie.

No estaba preparado para el diseño abierto del dormitorio y el baño.


Las puertas del baño contiguo estaban abiertas de par en par. Julian
estaba de pie en la ducha, su cuerpo desnudo esculpido brillando bajo el
chorro de agua. Julian no apartó la mirada, su mirada atrevida emitía un
desafío.

El corazón de Beckett se aceleró en su pecho. El deseo se apoderó


de él de la manera más visceral, haciendo que sus pensamientos giraran

220
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

en espiral ante la visión del hombre más hermoso que había visto en su
vida.

El calor inflamaba su cuerpo. Beckett trató de controlar su


reacción, pero había perdido esa batalla hace mucho tiempo cuando se
trataba de Julian. Su polla chocó contra las estrechas restricciones de su
ropa interior, apartando el material mientras luchaba por respirar y
pensar racionalmente.

Una instintiva sensación de decoro hizo que desviara la mirada


hacia el suelo mientras sus modales lo impulsaban hacia atrás,
alejándose por completo de la entrada.

Maldición… Hijo de puta… Mierda.

Si estuvieran saliendo, nada le habría impedido unirse a Julian en


esa ducha.

El sonido de la sangre corriendo hacia su cabeza resonó con fuerza


en sus oídos, ahogando todo lo demás a su alrededor. Todo lo que podía
ver en su cabeza era el cuerpo largo, cincelado y sexy como el infierno de
Julian. Por supuesto, era perfecto con piernas tonificadas que se
sentirían tan bien envueltas alrededor de él, una cintura delgada y un
torso musculoso. Dios, quería mapearlos con sus palmas.

Había tratado de no mirar, pero no pudo evitarlo. Dios, esperaba


que Julian no se hubiera dado cuenta.

La risa de Julian resonó con fuerza a través del pequeño


condominio.

Joder. Su risa le hizo arder las mejillas. Había notado su


indecisión. ¿Qué diablos le pasaba? Tenía que controlar la reacción de su
cuerpo ante Julian antes de enfrentarse a él de nuevo. Era tan
malditamente difícil.

221
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La imagen del físico desnudo de Julian jugaba detrás de sus ojos.


Había vislumbrado la cicatriz que recorría todo el muslo izquierdo, desde
la parte inferior del hueso de la cadera hasta la rodilla.

¿Por qué había bebido tanto anoche? Debería haber estado


prestando más atención cuando Levi le había contado el pasado de
Julian. Incluso ahora, no estaba completamente seguro de lo que vio
porque su atención se había dirigido directamente a la polla que colgaba
tentadoramente entre los muslos de Julian.

Beckett se esforzó por recordar todo. Otras cicatrices también


habían estropeado el cuerpo perfecto de Julian. Algunas podían ser de
incisiones. Otras, como quemaduras de cigarrillos, probablemente el
resultado de su agresión. Aquellas tenían sentido con los indicios de las
leves cicatrices que había visto en el borde de la mejilla de Julian, justo
encima de su nuca.

A Beckett se le rompió el corazón cuando el abuso que había


sufrido Julian tomó forma en su mente.

Julian siempre tenía el control de su entorno. Tenía que haber


sabido lo que estaba haciendo al llamarlo a la puerta. Quizás había
querido que él viera las cicatrices. ¿Quizás para asustarlo? Tenía sentido
con la forma en que estaba recostado. El muslo de Julian ubicado de
manera tan prominente al frente y al centro.

El fuego lamió su camino por la columna vertebral de Beckett,


convirtiendo su deseo en ira y enviándolo disparado a través de la
estratosfera. Lo que daría por encontrar al hijo de puta que le hizo eso.
La persona que le había causado tanto daño, tanto mental como
físicamente, a ese hermoso hombre.

Beckett apretó su mano mientras su cuerpo se tensaba de rabia.


Maldita sea, no le gustaba enfadarse tanto. Cada maldito día hacía un

222
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

esfuerzo sólido por ser positivo y feliz en su vida, pero en este momento,
se prometió a sí mismo que si alguna vez tenía la oportunidad, el maldito
que lastimó a Julian sería lastimado a cambio. Tal juramento ayudó a
calmar la intensidad de su creciente furia.

Respiró hondo y limpió sus erráticos pensamientos. Julian había


pasado por bastante; no quería asustarlo más.

—Seré honesto, no hay demasiados hombres que se hayan alejado


de mí como tú lo hiciste —dijo Julian desde el umbral de la puerta de su
dormitorio. Beckett mantuvo la mirada apartada, sin estar seguro de
poder manejar otra exhibición completamente desnuda.

—No fue fácil —respondió Beckett con sinceridad, al escuchar la


desesperada aspereza de su voz.

—Tienes eso de ser un caballero. —La voz de Julian se desvaneció


en el dormitorio—. Tengo una idea loca. ¿Qué tal si compro tu cena esta
noche?

Beckett tuvo que tragarse el nudo en la garganta cuando la parte


de atrás de su cabeza golpeó la pared antes de enfocar sus dispersos
pensamientos.

—Sí. Cena. Bien. ¿No tienes que trabajar esta noche?

—No es realmente la respuesta que esperaba —dijo Julian,


mirando por la esquina. Beckett se permitió mirarlo. Esta vez, captó la
cautelosa vacilación en su expresión—. Sé honesto. ¿Viste algo que no te
gustó? No pasa nada si prefieres irte.

La inseguridad de un hombre tan vibrante confirmó sus


pensamientos anteriores. Si alguna vez tuviera la oportunidad, destruiría
con sus propias manos al hijo de puta que había lastimado a Julian. Ese
hombre era hermoso, y nada de lo que viera lo haría sentir diferente.

223
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Respiró hondo y respondió al exhalar.

—No he sido tímido en perseguirte. Verte en la ducha solo confirmó


lo que sabía desde el principio. Eres el hombre más hermoso que he visto
en mi vida. —Beckett negó con la cabeza cuando la verdad brotó de sus
labios—. ¿Quién podría haber pensado que estarías más hermoso sin tu
ropa que con ella? —Dejó caer la cabeza con fuerza contra la pared,
queriendo borrar las imágenes que pasaban por su cerebro—. Estoy tan
loco por ti, Julian.

Julian casi se pavoneó bajo los elogios. Santo cielo, se movió lo


suficiente como para dejar expuesto su pecho desnudo, y la solapa de su
bata de seda se abrió. Beckett cerró los ojos, rezando para que no fuera
realmente el exhibicionista que proclamaba ser.

—Estoy haciendo la transición de mi puesto actual para comenzar


a capacitarme para gerente general. Podrías ayudarme a celebrar si te
quedas en casa y miras algo en esa gran pantalla que no he encendido
desde que estoy aquí.

—No creo que te hayas tomado un día libre desde que te conozco
—dijo Beckett, sin saber si comprometerse a estar a solas con Julian era
una buena idea.

Afortunadamente, Julian se escondió detrás de la puerta y habló


más alto mientras se movía por el dormitorio.

—Los jueves son mis días libres programados, pero nunca los tomo.
Si prefieres mantener tu reserva, estamos bien. Puedo ir.

Esta vez, Julian no parecía afligido. Eso alivió a Beckett.

—No tengo ganas de salir esta noche —dijo, y finalmente se apartó


de la pared, contento de que sus pies lo mantuvieran erguido—. Tengo
una muda de ropa en la camioneta…

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Siempre preparado. Regla número uno de los Boy Scouts —gritó


Julian burlonamente, volviendo a su estado normal. Beckett sonrió, a
gusto de nuevo—. Puedes ducharte si quieres. Llamaré al restaurante y
pediré que nos envíen algo. ¿Suena bien?

—Perfecto —respondió Beckett y se dirigió a su camioneta. Quizás


podría controlarse antes de regresar al condominio.

***

La calidez y la comodidad de ser sostenido por otro finalmente se


filtraba a través de las bien construidas barreras de Julian. No importaba
cuán indiferente actuara, tener los musculosos brazos de Beckett
alrededor de él mientras yacían desparramados sobre su enorme sofá,
viendo Netflix, fue un paso importante en la dirección correcta para su
salud mental. Julian nunca lo admitiría en voz alta, pero disfrutaba de
la dicha domestica que estaba sintiendo en ese momento.

Su cabeza descansaba sobre el grueso hombro y pecho de Beckett.


Lentamente pasó la palma de la mano por la suave camiseta mientras
miraba la pantalla, fingiendo interés en el programa que habían elegido.
El otro brazo musculoso de Beckett estaba detrás de su cabeza,
manteniéndolo en ángulo para ver mejor la televisión.

El brazo que rodeaba a Julian apretó su agarre. Una muestra de


agradecimiento por su simple caricia. La consideración de Beckett era
tan profunda. Nunca dejaba de mostrarle exactamente lo agradecido que
estaba de estar allí con él. ¿Cómo lo hacía sentir tan malditamente
especial?

Qué noche tan absolutamente normal haber compartido una pizza


juntos, con una botella de vino de quince dólares. Reír y disfrutar de la
compañía del otro. Beckett era tan intuitivo. Un verdadero caballero,
dándole el espacio que necesitaba a pesar de que podía decir que estaba

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

realmente interesado en él. El hombre era un santo. Tan absolutamente


elegante.

¿Julian alguna vez había hecho algo tan básico en su vida? ¿Y


disfrutado tanto? No podía recordarlo. Cuando era más joven, era
demasiado rebelde para disfrutar de un momento como este. Creció
demasiado rápido, pero seguro que no se sentía mal en ese momento.

Una vez que había estado por su cuenta, había vivido su vida en
sus términos, había estado contento ella, tal vez tan contento como se
sentía ahora. ¿Qué significaba eso? Su mente se aceleró. No podía
procesar del todo la confusión de pensamientos tan conflictivos, lo que
provocó una nueva incertidumbre, pero ¿de qué diablos estaba inseguro?

Hoy fue un buen día. Había conquistado uno de sus mayores


miedos. La sonrisa que se esforzó por ocultar no pudo ser contenida, e
inclinó la cabeza, no queriendo que Beckett viera que no estaba
prestando toda la atención al programa. Si pensaba que no estaba
interesado, insistiría en apagar la película. Luego habría una discusión
de treinta minutos sobre ver algo que prefiriera ver. Nadie tenía tiempo
para eso. Interrumpiría su tiempo de acurrucarse, la parte de toda la
noche que más le gustó.

Beckett tenía razón. La única cosa sobre la que no tenía ningún


control era su propio deseo. No había mentido sobre eso. Un Beckett
excitado no era un gran logro por parte de Julian. Nunca había dejado de
atraer a un amante potencial. La mayoría de los hombres habían pensado
en él como atractivo, y él siempre lo había usado junto con su inteligente
ingenio para conseguir lo que quería.

El valor que Julian le había dado a su apariencia se basaba


únicamente en ganarse la vida. Estaba tan cómodo con su ropa como sin
ella. Bueno, al menos antes del accidente. Se había costeado felizmente

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

la vida con algo tan superficial como su buena apariencia. La vida era
mucho más fácil antes de que todas estas cicatrices cubrieran su cuerpo.

Basado en la reacción de Beckett, se había preocupado por eso por


nada. Tal vez no podría atraer al uno por ciento para que lo contratara
como acompañante, pero hombres ricos del temple de Beckett podrían
fácilmente agregarse a su lista de clientes.

Su sonrisa se desvaneció al darse cuenta de la dirección de sus


pensamientos.

Nunca había querido su vida actual. Su deseo más secreto era ser
el hombre que solía ser.

—¿Qué pasa? —preguntó Beckett, moviendo el hombro en el que


Julian descansaba la cabeza para llamar su atención. Julian dejó que su
mano volviera a subir por esos tensos músculos del estómago y moderó
sus rasgos, tratando de tener un interés pasivo en el programa de
televisión antes de mirarlo.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Julian, levantando una ceja—.


Estoy viendo este entretenido programa que elegiste.

La burla funcionó. Pero Beckett alzó una ceja desafiante.

—¿Qué acaba de pasar?

Obviamente, Julian no tenía ni idea. Había dejado de prestar


atención durante la presentación. En lugar de admitir que había mentido,
apuntó a lo súper vago.

—Hay un tipo que estaba hablando con otro tipo.

Los labios de Beckett se arquearon en las comisuras.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Para que lo sepas, eres un mentiroso terrible. Quiero decir, ¿por


qué se tensó todo tu cuerpo?

Por supuesto, el hombre recogió todos los detalles minúsculos de


cada aumento en los latidos del corazón y cambio de su cuerpo. Julian
levantó una ceja más alto mientras la otra bajaba. Lo miró, llevándose
todo lo relacionado con Beckett a su corazón. Era un hombre tan guapo.
Cómo lo había considerado viejo estaba más allá de él. Hizo que se
sintiera completo y seguro de nuevo. Beckett le permitió dejar ir su miedo
y vivir.

La comprensión agregó otra capa al profundo auto despertar. No


había estado desnudo frente a nadie durante tanto tiempo. Ni siquiera
había considerado el riesgo involucrado. Así de seguro lo hacía sentir
Beckett. Sin pensar en las consecuencias, se desnudó, se colocó bajo el
chorro de agua tibia y posó con las cicatrices más prominentes en el lado
izquierdo de su cuerpo. Luego había convencido a Beckett de que entrara
en la habitación.

—¿Qué pasa, Julian? —preguntó Beckett, su mirada se volvió


seria. Cogió el mando a distancia para pausar el programa.

—¿Notaste las cicatrices en mi cuerpo cuando me viste desnudo?


—preguntó Julian directamente, todas las pretensiones desaparecieron.
Si esto no fuera tan importante, podría haberse reído de la cómica
exhibición de los rasgos faciales de Beckett mientras buscaba su
respuesta y se conformaba con un solo asentimiento—. ¿Qué pensaste
realmente de ellas?

Esa respuesta pareció más fácil para Beckett.

—Tus cicatrices demuestran lo fuerte que eres en verdad. No me


gusta qué las causó. Odio que te hayan lastimado físicamente. Pero lo

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Kindle Alexander Es complicado

que odio aún más es la inseguridad y la duda con la que estás viviendo
debido a esas cicatrices. Eres más que tu apariencia, Julian.

Él asintió, sin saber qué hacer con esa respuesta y nuevamente


bajó la cabeza al hombro de Beckett y tomó el control remoto.

—¿Podemos volver a reiniciar la televisión?

—¿No te gusta esa respuesta? —preguntó Beckett, con la mejilla


apoyada en la cabeza de Julian.

—No, está bien —dijo, deteniéndose antes de volver a reiniciar el


programa. Se quedaron allí varios segundos. Quizás se había equivocado.
No podía atraer a los hombres adecuados a su cama.

Beckett volvió a mover su hombro, levantando la cabeza de Julian


mientras se movía a su lado, empujándolo hasta que este no tuvo más
remedio que mirarlo a los ojos.

—Cuando te miré en la ducha, tus cicatrices no fueron lo primero


que vi. No estaba mintiendo cuando dije que eres hermoso, Julian. Eres
deseable. Si no hubiera sabido por lo que has pasado, lo habría tomado
como una invitación y te habría caído encima.

La sinceridad en los ojos de Beckett alivió el corazón de Julian, pero


aún así puso los ojos en blanco para lograr un efecto dramático.

—Tú y yo sabemos que no eres el tipo de hombre que cae sobre


alguien. Tendría que hacer mucho más para obligarte a entrar a la ducha
conmigo.

—No voy a imponerme a nadie, pero se me conoce por trabajar


bastante duro para convencer a alguien de que tenga sexo —admitió
Beckett, su cálida palma llegó a la mejilla de Julian, acariciando su
barba.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian negó levemente con la cabeza ante la sencillez de las


palabras de Beckett. Era tan jodidamente entrañable.

—No te creo.

—Sacas algo en mí que no había experimentado antes. —Beckett


acarició la piel del cuello de Julian con la punta de los dedos antes de
volver a trazar sus labios. El toque íntimo hizo que la polla de Julian lo
notara mientras corrientes de excitación corrían por sus venas. Los ojos
de Beckett sostuvieron los suyos mientras hablaba—. Me importas más
de lo que yo me importo a mí mismo. Aparté la vista de ti porque tuve
una reacción tan primaria que no quería asustarte. Solo cuando miré
hacia arriba noté las cicatrices. —Esos sensuales dedos se elevaron hasta
la mejilla de Julian, donde había gastado tiempo y una cantidad
considerable de dinero para eliminar las cicatrices con láser—. He visto
las líneas en tu mejilla. Sabía que algo había sucedido, pero las cicatrices
de tu muslo y pecho me generaron una rabia que no había experimentado
en mucho tiempo.

Los destellos de quien Beckett insistía en ser comparado con el


hombre que Julian había llegado a conocer mostraron la verdadera
profundidad de su carácter. Asintió y dejó que trazara las cicatrices en
su mejilla, el gesto curando las heridas de afuera hacia adentro. Tuvo
que apartar la mirada por su intensidad. La honestidad que encontró allí
era demasiado atractiva para permitirle pensar correctamente.

—No voy a lastimarte. Jamás. Nunca he sido ese tipo de hombre,


pero no siempre he considerado a otras personas primero. Inspiras algo
dentro de mí que me hace querer cuidarte. Nunca antes había
experimentado algo así.

Julian conectó con esas palabras. Beckett lo aceptaba por lo que


era, quienquiera que fuera, algo que todavía estaba tratando de averiguar
desde el asalto. Todo lo que alguna vez había creído o disfrutado se había

230
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

contaminado desde esa noche. ¿Alguien lo había apreciado alguna vez


por algo más que estar de rodillas, tragar una polla? No lo creía. Lo que
llevó sus pensamientos en una dirección diferente.

Sí, se sentía atraído por Beckett. Claramente, mucho, pero ¿podría


tener sexo con él? Eso no lo sabía. No solo tenía que lidiar con toda su
propia mierda mental, sino que tampoco estaba seguro de poder evitar
lastimar emocionalmente a Beckett. Un profundo suspiro de
incertidumbre resonó cuando levantó la mirada.

—Tu rostro es tan expresivo, pero no tengo idea de lo que estás


pensando —dijo Beckett con ternura, pasando sus dedos por el cabello
de Julian.

A Beckett no parecía importarle ser su tentación o su salvación.


Aunque Julian sabía que no debería, su fuerza de voluntad se derrumbó
ante su encanto. Empujó ansiosamente su mano debajo del dobladillo de
la camiseta de Beckett, su palma rozó la cálida piel de los apretados
músculos del estómago. El suave toque hizo que todo dentro de él se
sintiera bien. Anhelaba un contacto más cercano mientras deslizaba su
palma hacia arriba, tocando cada parte que podía alcanzar.

Sobre la parte superior de su camiseta, la mano de Beckett se posó


sobre la suya, deteniendo su camino hacia arriba.

—¿Qué estás haciendo? No espero...

—No sé hasta dónde puede llegar esto, pero necesito que me beses.
—Las palabras salieron de él mientras levantaba la boca. Beckett soltó
su mano incluso mientras la mirada confusa en su rostro permanecía.
Fue lo más natural del mundo capturar la boca de Beckett con la suya.
Julian se incorporó, empujando su lengua hacia adelante mientras subía
la camiseta hasta que Beckett se vio obligado a romper el beso y sentarse
lo suficiente como para dejar que se la pasara por la cabeza.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian perdió interés en ayudar a Beckett a quitarse la camiseta


mientras miraba el país de las maravillas que era ese musculoso pecho.
Oh, joder, su polla definitivamente estaba a bordo, presionando contra
sus pantalones, instándolo a seguir mientras extendía sus manos sobre
los pectorales de Beckett y bajaba sus labios a la cálida piel debajo de la
clavícula.

El rápido ascenso y descenso del pecho de Beckett hizo que Julian


levantara la cabeza para sellar el momento con otro beso. Había pasado
tanto tiempo desde que besó a un hombre así. Fue sorprendido por un
deseo que pensó que le habían robado. Tantos sentimientos se
apoderaron de él, llenando su mente con preguntas que tendría que
enfrentar tarde o temprano. Pero no ahora. Una cosa que sabía con
certeza era que la boca de Beckett moviéndose con la suya era lo mejor
que había experimentado en mucho tiempo.

Beckett lo envolvió en sus brazos, su mano firme ahuecándole la


nuca. Por mucho que hubiera planeado controlar el momento, Beckett se
le adelantó e inclinó la cabeza, empujando su lengua hacia adelante.
Julian se rindió al beso, abriéndose para él, permitiendo que su dulce
sabor ahuyentara la última pizca de incertidumbre que lo retenía. Esto
se sentía bien, demasiado bien. Profundizó el beso. El gemido de Beckett
envió estremecimientos a través de su cuerpo. Julian quería más.

Fue directo al botón de los pantalones de Beckett. La necesidad de


verlo correrse impulsó todos sus movimientos. Liberó el botón y luego
bajó la cremallera. Beckett no se resistió; sus manos se apresuraron para
ayudar a empujar el material, luego se echó hacia atrás, con preguntas
escritas por todo su rostro.

—Acaríciate por mí, Beckett. —Sostuvo la mirada oscura—. Por


favor. Necesito mirar. —Por una fracción de segundo, Julian no estuvo
seguro de que su vaquero cediera a su pedido.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett no dijo una palabra. Solo asintió mientras su gran mano


rodeaba esa hermosa polla y la acariciaba. Al principio, movió su puño
lentamente hacia arriba y hacia abajo sobre ese eje grueso como si
estuviera extrayendo el placer. La punta ancha goteaba con cada pasada
de su mano.

El olor a excitación flotaba pesado en el aire. Beckett giró la mano


antes de deslizarla hacia abajo y hacia arriba. Su respiración se hizo más
profunda mientras aceleraba, hipnotizando a Julian con los desinhibidos
movimientos.

La polla de Julian presionaba contra la parte delantera de sus


pantalones, ansiando ser liberada mientras veía a Beckett trabajarse él
mismo. El hombre era magnífico, sus músculos se flexionaban con cada
movimiento de su puño.

—Eso es —elogió Julian, alentando a Beckett a soltarse. La


necesidad floreció a lo largo de su columna vertebral y un ferviente deseo
se agitó en sus bolas. Su intención era simplemente mirar, pero eso no
sería suficiente para él. Ver a Beckett follándose el puño era
increíblemente sexy—. Tan hermoso. —Sus eran ahogadas palabras, las
sílabas llenas de lujuria.

Por mucho que lo intentó, no pudo resistirse. Rápidamente


desabrochó sus propios pantalones, empujándolos hacia abajo mientras
se agarraba y acariciaba al compás de Beckett.

—Oh, diablos —siseó Beckett, esa mirada color whisky descendió


a su pene, viendo su mano moverse. Joder si eso no hizo que cada golpe
fuera mucho más satisfactorio.

Julian pudo adivinar por la respiración de Beckett que estaba


cerca; él también. Se acurrucó más cerca. Julian colocó su mano sobre

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Kindle Alexander Es complicado

el puño del hombre, permitiéndose empujar la de Beckett unos pocos


golpes antes de alejarse.

—Déjame hacer esto por los dos. —Julian instó a Beckett a cambiar
de posición y acostarse con la espalda hacia abajo en el sofá de gran
tamaño. Julian se estiró a lo largo del cuerpo de Beckett. Envolvió sus
dedos alrededor de ambos, presionando sus pollas juntas.

—Oh, joder, Julian. —La inhalación de Beckett lo hizo sonreír


mientras deslizaba la palma de la mano hacia adelante y hacia atrás
sobre ellos.

El calor de Beckett contra él hizo que su cabeza diera vueltas y su


cuerpo se sobrecargara al sentir esa polla dura, caliente y perfecta, contra
la suya. Los acarició larga y lentamente. La boca de Beckett encontró la
suya y su lengua empujó entre sus labios. Julian gimió en el beso cuando
la mano de Beckett se unió a la suya.

La respiración pesada y los jadeos rápidos eran los únicos sonidos


que llenaban la habitación. Julian apretó su agarre y usó su pulgar para
provocar la cabeza de la polla de Beckett.

—Córrete para mí, Beck.

—Sí. —Beckett gimió. Su gran cuerpo tembló cuando el calor


líquido cubrió los dedos de Julian.

Julian no estaba preparado para el orgasmo que lo golpeó,


llevándolo al límite con tal intensidad que gritó por el repentino estallido
de placer. Beckett mantuvo su mano en movimiento, trabajando con
Julian a través de una liberación que parecía durar una eternidad.
Estaba exprimido de tan buena manera. Flotando en total felicidad
mientras trataba de recuperar el aliento. Tuvo que controlar todo dentro
de él para no caer de bruces contra el cuerpo de Beckett.

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Kindle Alexander Es complicado

Había terminado su racha seca de una manera tan tentadora.


Estaba lleno de energía, más feliz de lo que recordaba haber estado. Qué
orgasmo más jodidamente fantástico. Podría haber sido el mejor de su
vida. Su cabeza no estaba ni un poco jodida por todo esto.

Beckett le besó la frente y luego la punta de la nariz.

—Gracias —murmuró, su voz pesada y gruesa.

—Debería ser yo quien te agradezca —respondió Julian y le dio a


Beckett un beso rápido antes de rodar del sofá y dirigirse al pequeño
tocador de la entrada. Su cuerpo zumbaba de emoción.

Estaba encontrando activamente su camino de regreso a la


normalidad después de preocuparse de no recuperarse completamente.
Le debía todo a Beckett.

Julian se limpió y luego agarró una pequeña toalla de mano,


mojándola bajo el rocío tibio del grifo para Beckett antes de regresar a la
sala de estar.

Su ardiente salvador no había movido ni uno solo de esos grandes


músculos. Los ojos llenos de energía de Julian se encontraron con unos
excesivamente agotados.

—Gracias.

Beckett le sonrió aturdido mientras alcanzaba la toalla y se


limpiaba el estómago y las manos.

—De nada.

Cogió la toalla mientras Beckett cerraba los ojos. Su sonrisa no


pudo ser contenida.

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Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 20
Una abrumadora sensación de satisfacción fluyó a través de Julian
como un bálsamo curativo. Era curioso cómo el zumbido de su cuerpo
sexualmente saciado latía radiante por sus venas. ¿Había notado alguna
vez lo revitalizado que se sentía después de una liberación tan básica?
Probablemente no.

Julian levantó la barbilla. Su mirada directa se centró en la corbata


de seda en el espejo mientras ejecutaba un experto nudo Windsor en su
cuello, perdido en sus pensamientos sobre la forma en que Beckett le
había dado valor en su momento de duda. Envolvió una mano alrededor
de la suya, anclándolo en el momento, permitiéndole guiar su clímax.

¿Cómo había sido tan jodidamente caliente algo tan simple?

Ese era otro lado nuevo que había descubierto. Cuando el sexo era
su trabajo, rara vez se deleitaba con el placer. En cambio, se había
deleitado con un trabajo bien hecho. Los clientes satisfechos siempre
volvían por más, y él había ganado mucho dinero.

Muchas de esas veces vinieron a través de una pareja con algunas


inclinaciones y serios fetiches. Julian había atado a innumerables
hombres y, a cambio, lo habían atado con correas. Dejó que sus clientes
interpretaran daddys, donde protagonizó espectacularmente ambos
papeles. Había organizado más orgías de las que recordaba. Pero esta
noche había disfrutado de la sencillez, más de lo que jamás había creído
posible.

Esta noche había sido tan jodidamente mansa en comparación con


lo que estaba acostumbrado, pero mucho más satisfactoria. Beckett y él
habían compartido lo que algunas personas llamarían normal o incluso
aburrido. Ni siquiera habían intentado penetrar, pero fue fantástico. De

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

hecho, había tenido un orgasmo con Beckett. Esa no había sido su


intención, pero una vez que lo vio acariciando su propia polla, algo en él
dio un vuelco.

No pasaría mucho tiempo antes de que volviera al juego. Lo sentía


en sus huesos. Quizás incluso al final del fin de semana si Beckett
planeaba quedarse. Se devanó los sesos, tratando de recordar su horario.

Beckett. El nombre encajaba espectacularmente con el hombre.


¿Cómo había tenido tanta suerte de conocer a un hombre tan
genuinamente tierno y cariñoso? Sin duda, fue esa bondad la que hizo
aflorar su lado sexual. ¿Se creyó la afirmación de que no lo veía con
claridad? Esos bienhechores siempre veían sus pequeños defectos que
nadie más podía ver.

¿Qué decía de él que la bondad de Beckett sacara su lado obsceno?


Soltó una risa silenciosa. Su Hombre Marlboro no tenía idea de en qué
se estaba metiendo. Quizás eran exactamente lo contrario. Julian era la
oscuridad en contraste directo con la luz de Beckett.

Su sonrisa asomó a las comisuras de sus labios mientras soltaba


una risita divertida. Joder, se sentía bien estar volviendo a su antiguo yo.
Evaluó críticamente su ropa, girando para revisar todos los lados.
Siempre le había gustado lucir lo mejor posible. La mayor parte de los
miserables ingresos que ganaba se destinaban a su apariencia. Esta
noche, quería salir de esta habitación y ser tan deliciosamente hermoso
como pudiera para el hombre que lo esperaba en la sala de estar. Le
gustaba la lengua de Beckett cayendo tras él.

El hombre había hecho varios comentarios sobre sus ojos. Le


gustaba su color. La suave camisa de vestir azul que usaba esta noche
hacía que sus ojos y su piel bronceada naturalmente resaltaran. Añadía
vitalidad a su cabello oscuro, casi negro. Sus pantalones negros
ajustados no dejaban nada a la imaginación. Eran caros y estaban

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Kindle Alexander Es complicado

diseñadas para impresionar. Un retroceso a su antigua vida. El ajuste de


sus pantalones podría considerarse con calificación X en muchos
círculos.

Julian dio otra media vuelta, pasando una mano por su trasero,
pensando en Beckett sacándolo del ajuste apretado.

Joder, sí.

Él estaba de regreso.

Julian apretó los puños. El pensamiento envió su emoción a la


estratosfera.

Controla tus caballos, semental.

No estaba bien provocar a Santo Beckett, especialmente porque no


estaba listo para llegar hasta el final, pero no pudo controlar su
anticipación. La forma en que Beckett lo perseguía y deseaba que fuera
feliz llenaba su corazón de alegría. La idea de que viera suficiente valor
en él como para que todavía lo quisiera a su lado lo hizo salir de su
habitación con un poco más de arrogancia de la necesaria.

La escena que lo recibió fue de nuevo demasiado normal para


cualquier cosa que entendiera por completo, especialmente para ser tan
maldita y adorablemente sexy. Tocó un lugar recientemente dominante
dentro de su corazón, una sección que no sabía que estaba allí hasta que
conoció a Beckett.

El vaquero había llegado tan lejos como para subirse los jeans. Su
camiseta estaba puesta descuidadamente, y eso era todo a lo que había
llegado antes de desmayarse en el sofá. El momento se completó con su
pastor alemán tendido en el suelo bajo su brazo, donde su mano
descansaba sobre el lomo del perro. Woofer lo vendería totalmente por un
buen masaje de Beckett.

238
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Kindle Alexander Es complicado

No importaba cuánto intentaba mantener a Beckett en


compartimentos, repetidamente perdía la batalla, y éste seguía
caminando dentro de su cabeza.

Se acercó al borde del sofá para mirar al bello durmiente. Cuando


Beckett dormía, parecía más joven. Ahora comprendió el verdadero
beneficio de conservar sus muebles. Si no lo hubiera hecho, no tendría
este momento. El lento y constante ascenso y descenso del pecho de
Beckett llevó los ojos de Julian de sus labios perfectamente formados a
su dulce expresión adormilada.

Quizás inclinarse para darle un beso podría despertar a Beckett de


la mejor manera posible.

El hombre tenía que estar exhausto. Julian debería dejarlo dormir.

Miró la pantalla con reloj en el horno. Ya eran más de las once.


Podría tomar un Uber hasta el club, cerrar todo y hablar con Ricco sobre
convertirse en gerente nocturno temporal. Si Beckett no se hubiera
despertado antes de que regresara, lo despertaría y lo enviaría de regreso
al hotel. Parecía razonable, y Julian se inclinó para pasar una mano por
la cabeza de Woofer.

—Vuelvo enseguida.

Esas palabras solían hacer que Woofer cayera en picada, sabiendo


que se estaba quedando atrás. No esta vez. Woofer se había unido a
Beckett, aparentemente dejándolo en el espejo retrovisor. Julian lo sabía.
Woofer también. Beckett era quien necesitaba ponerse al día con el plan
del perro.

***

Dos horas después

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian abrió la puerta principal, entró y se encontró con un silencio


absoluto. La televisión estaba en hibernación, la habitación estaba a
oscuras, el silencio fue brevemente interrumpido por el sonido de una
exhalación lenta y pesada, que lo hizo sonreír.

Lo que ni él ni Beckett habían pensado hacer era cancelar la


reserva en el club esta noche. Las preguntas que había tenido que
responder tanto de su personal como de la clientela hablaban de las
amistades y el compañerismo que Beckett había construido en
Reservations en tan poco tiempo.

Julian se había disculpado con Chase por no llamar a cancelar. La


ausencia de Beckett hizo que su mesa estuviera vacía por la noche. Julian
sacó dinero de su propio bolsillo para cubrir las propinas que había
perdido al mantener abierta la mesa de Beckett. Qué error había sido.
Chase y Ricco, que escucharon a escondidas su conversación,
difundieron el conocimiento de que Julian tenía información secreta
sobre el estado de Desaparecido de Beckett. El chisme tomó alas,
haciendo de la especulación, literalmente de todos, el tema de
conversación durante el resto de la noche.

La cantidad de comentarios que recibió ante la idea de que él y


Beckett pasaran tiempo juntos fuera del club fue una locura. Incluso
cuando había tratado de explicar pacientemente el concepto salvaje de
conocer gente que era la idea detrás del club nocturno Reservations,
todavía recibía todo tipo de expresiones faciales y alusiones.

Lo que esperaba haber logrado era ocultar lo feliz que había estado.
Parecía difícil de contener. Quizás no lo había escondido tan bien como
hubiera querido.

Una emoción que se negó a ser reprimida era que nunca se había
sentido más seguro en su vida.

240
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

El miedo había guiado todos sus movimientos desde su asalto.


Regularmente tenía que hacerse el fuerte para caminar solo desde su
lugar de estacionamiento designado hasta su condominio, a pesar de
todas las características de seguridad y privacidad del complejo.
Demonios, Woofer sonaba como el perro guardián más cruel del planeta
cuando se volvía loco ante el acercamiento de un extraño. Pero esta
noche, Julian sabía que nada podría afectarlo si tenían que pasar por
Beckett primero.

Caminó hasta el borde del sofá. Beckett había cambiado de


posición para dormir. Probablemente la única razón por la que Woofer se
puso de pie adormilado y se sacudió el cansancio mientras caminaba
hacia la puerta trasera. Beckett estaba de costado, con las rodillas
dobladas y las manos debajo de la mejilla. Dormía como un bebé.

Tan silenciosamente como pudo, Julian recogió y ató la correa para


sacar a Woofer antes de acostarse. Hizo un trabajo rápido en esa tarea.
Woofer parecía estar de acuerdo con la idea de volver al apartamento lo
más rápido posible. Julian ni siquiera se sintió ofendido en lo más
mínimo. Woofer ocupó su lugar en la alfombra en la base del sofá
mientras él cubría cuidadosamente a Beckett con una manta antes de ir
a su dormitorio. Dejó la puerta abierta.

De camino a casa, recordó a Beckett diciendo que tenía que


despertarse a las cinco en punto. Puso la alarma en su teléfono,
esperando no estar cometiendo un error al no despertarlo antes.

Dio un gran y largo bostezo mientras se desvestía y se deslizaba


debajo de la sábana, con el culo desnudo. La fresca tela egipcia se sintió
increíble, deslizándose sobre su piel. ¿Cuánto tiempo había pasado desde
que durmió sin ropa?

Joder, se sentía bien y seguro y se quedó dormido.

241
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

***

El olor de Julian flotó sobre Beckett como una ola seductora,


sacándolo ansiosamente del sueño. La hermosa sonrisa y el brillo
siempre burlón en la mirada de Julian bloquearon el sol brillante,
mostrando su hermoso rostro. Beckett se despertó feliz y no dudó en
alcanzarlo, atrayéndolo para darle un tierno beso. Julian obedeció,
abriendo antes de que sus bocas se encontraran.

El sol brillaba intensamente en el rostro de Beckett cuando Julian


bajó la cabeza. Cerró los ojos y lo besó. Al diablo con las consecuencias
de cualquiera que pudiera verlo.

Beckett podía sentir la suave brisa de la soleada tarde. El aroma


de las flores silvestres se mezcló con la tentadora colonia de Julian. No
sabía cómo había conseguido que fuera a acampar con él.
Sorprendentemente, Julian no estaba quejándose. Había pensado que
acampar era algo que tendría que hacer solo.

Las palmas de Julian vagaron por el pecho de Beckett, jugueteando


con sus pezones y arañando su camiseta. Su amante era un chico malo
autoproclamado que lo dejaba dividido sobre la mejor manera de proceder
en esta situación. ¿Debería dejar que Julian continuara? Más que nada,
quería darle lo que quisiera, lo que él también quería, pero podía
escuchar a su padre roncando fuertemente cerca.

—No deberíamos —susurró Beckett contra la boca de Julian.

Cuando abrió la boca, Julian aprovechó la oportunidad para meter


la lengua dentro, preparándolo para lo que vendría. Sabía besar y eso lo
excitó. Julian lamió un rastro hasta su oreja.

—Déjame follarte, Beck —susurró la voz ronca de Julian contra su


oído antes de trazar la capa exterior y deslizarse dentro. Joder, le

242
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

encantaba eso, y Julian lo sabía. El hombre no jugaba limpio. Beckett


sintió un escalofrío en todo el cuerpo al pensar en la sugerencia. Le
encantaba estar abajo y rara vez se le había dado la oportunidad. Los
hombres de su vida siempre lo habían considerado el alfa.

Su pene golpeó contra sus pantalones de camuflaje cuando Julian


se elevó por encima de él, tirando de su camisa de vestir por encima de
su cabeza. Su chico era elegante y con clase incluso mientras estaba en
el desierto.

—Beckett—exclamó Julian.

Su cuerpo tembló, no por su propia voluntad.

—Shh, despertarás a mi papá. —Los roncos sonidos de su voz se


arrastraron por su cerebro. Algo no estaba bien.

—¿Acabas de mencionar a tu padre? —preguntó Julian, y el


temblor de su brazo adquirió una fuerza febril hasta que aterrizó
pesadamente en su pecho—. Son las cinco y treinta. ¿Necesitas levantarte
temprano o quieres seguir soñando con tu papá?

Beckett abrió los ojos y se sorprendió al encontrar a Julian de pie


junto a él, vestido con una bata de satén azul. Miró alrededor de la oscura
sala de estar, tratando de orientarse. Estaba en el sofá del piso de Julian.
Se sentó de inmediato. Julian empujó hacia arriba toda su altura para
evitar una posible colisión con la rapidez con la que se levantó.

—¿Qué pasó?

Pasaron uno o dos segundos antes de que Julian le pusiera los ojos
en blanco.

—Es extraño cómo te despiertas.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

No era la primera vez que escuchaba algo así, y decidió no alterar


la percepción de Julian. El teléfono vibró. Julian fue a la isla de la cocina,
tomó su teléfono y se lo pasó mientras agarraba la correa.

—Dormiste como un bebé. Como si tomaras Ambien10 —Julian se


rió entre dientes, regresando por el borde del sofá hacia Woofer que
estaba listo junto a la puerta trasera.

—Yo lo sacaré —ofreció Beckett, alcanzando sus zapatillas.

—Lo tengo —dijo Julian, colocando el gancho en el cuello de


Woofer—. Estabas durmiendo tan profundamente.

Beckett se restregó las manos por la cara, deseando que la neblina


de su cerebro se alejara.

—Estaba cansado. Estoy cansado. Podría dormir durante una


semana.

—Si lo sacas —dijo Julian, cambiando de opinión mientras Beckett


metía cada pie en su calzado—, puedo prepararte una taza de café para
el camino.

—Hecho —dijo Beckett, su mirada viajando a lo largo del cuerpo de


Julian. Cogió la correa y se maravilló de la pura belleza que tenía ante él.
Incluso despeinado por el sueño, se veía deslumbrante. Tomó la correa
con una mano y rodeó la cintura de Julian con la otra, atrayéndolo hacia
su cuerpo—. Lamento haberte dejado plantado anoche.

—Yo no —bromeó Julian. Su expresión transmitía esa mirada


característica de estás siendo tonto cuando se levantó y presionó
ligeramente un beso en los labios de Beckett—. Te dejé durmiendo y fui

Medicamento usado para tratar el insomnio y la ansiedad. También se le conoce como


10

Zolpidem.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

al club a cerrar. Cuando regresé, no me escuchaste entrar. Decidí que


tenías que estar exhausto.

—¿Me dejaste aquí? —preguntó Beckett. Debió de estar seriamente


desconcertado por haberse perdido todo eso.

—Lo hice. —Julian se escabulló de su agarre y se dirigió a la


cocina—. Vamos. Déjame empezar con el café. Él prefiere un pequeño
trozo de hierba allí afuera. Te arrastrará hasta allí.

Mientras miraba a Julian alejarse, su cuerpo se agitó cuando los


recuerdos de la noche anterior se precipitaron hacia adelante. Nadie en
el planeta se comparaba con ese hombre. Nunca había experimentado
una emoción tan profunda con el sexo. El solo hecho de tener las manos
de Julian en su cuerpo había hecho que su orgasmo fuera de otro nivel.
¿Quién sabía lo alucinante que podría ser todo? Especialmente viendo
como su orgasmo desencadenaba el de Julian. Había sido magnífico
presenciar su liberación y sentir su cuerpo estremecerse mientras
disfrutaban juntos del placer.

Siguió las instrucciones de Julian, dejando que Woofer abriera el


camino. Su teléfono volvió a sonar. Generalmente, apretaba el botón de
repetición un par de veces antes de sacar el culo de la cama. Sacó el
teléfono de su bolsillo, silenciando la cosa. Siempre dedicaba tiempo a su
mañana. Por lo tanto, no necesitaba apresurarse necesariamente.
Observó a Woofer hasta que decidió darle al pobre cachorro algo de
privacidad, ansiedad por el desempeño y todo eso.

Siempre había algo especial en estar afuera temprano en la


mañana, pero esta era muy especial. A Beckett le daba vueltas la cabeza
con todo lo que habían hecho. Qué diferencia habían hecho unas pocas
semanas. Le debía a Thane el haberlo llevado finalmente a su círculo
íntimo. Era curioso cómo el hombre al que había jurado odiar se convirtió
en su mayor defensor.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Una calidez satisfactoria que era todo Julian Cullen se filtró sobre
Beckett cuando Woofer terminó sus asuntos y regresaron adentro.
Apenas había puesto la correa en el gancho cuando Julian se dirigió hacia
él.

—Tengo una idea —anunció, acercándose a Beckett. Le encantaba


que hubieran superado la etapa de mantener una distancia respetable.
Beckett tomó la taza de café de viaje y alcanzó a Julian, pasando la yema
del pulgar por su mejilla sin afeitar. Necesitaba la simple caricia antes de
irse para enfrentar el día por su cuenta.

—¿Sí? —preguntó Beckett, sin apenas prestar atención a nada más


que a la forma en que la bata de seda azul marino oscura le daba una
dimensión diferente a la mirada azul de Julian. Estaba cayendo al borde
de sus límites, enamorándose de este hombre. Había intentado controlar
toda esta emoción, joder, lo había intentado, pero despertar cerca fue algo
único. Su día estaba hecho incluso antes de despegar.

—¿Cuándo te vas a casa? —preguntó Julian, deteniendo de golpe


las cavilaciones de Beckett. Casa. Era viernes. Si seguía su plan, tendría
que irse esta noche. Tenía al grupo que acababa de enseñar dirigiéndose
al campo de entrenamiento a principios de la próxima semana para
practicar la simulación en tiempo real.

La idea de irse le pesaba mucho. Sus hombros se hundieron y su


mano se alejó. En el mejor de los casos, no se vio a sí mismo regresando
a Coronado por un tiempo. A su corazón no le gustó en absoluto y mostró
su frustración con un dolor punzante.

—Planeaba pasar el rato en Reservations esta noche y luego


conducir a casa. Es un viaje más fácil por la noche y tengo bastante
equipo para llevar —dijo contra la intensa tristeza que lo envolvía. Si se
iba y volvía, ¿cuánto terreno perdería con Julian?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Bueno, estaba pensando que tal vez podrías quedarte el fin de


semana. —La palma de Julian se deslizó tentadoramente por el pecho de
Beckett, provocando un rastro sobre un pectoral—. Has estado
trabajando mucho. Yo estoy haciendo la transición a una nueva posición.
El actual gerente general tenía el fin de semana libre programado y no
puede comenzar a entrenarme oficialmente hasta el lunes. Tengo un
tiempo libre inesperado.

Las emociones eran un maldito infierno. La esperanza saltó hacia


adelante instantáneamente, superando la creciente melancolía de tener
que dejar a Julian.

—Tendría que ver si puedo mantener mi habitación en Escape.

—O podrías quedarte aquí. —Julian asintió hacia su sofá—.


Dormiste bien allí. Solo dormí unas pocas horas, pero fue un sueño
profundo. Disfrutamos de la compañía del otro. Quédate.

—Tendría que salir temprano el domingo...

El dedo índice de Julian apareció frente a la cara de Beckett,


impidiéndole decir nada más.

—O puedes volar a casa y dejar tu camioneta aquí. Parece un


monstruo de conducir para regresar en unos pocos días... —Ambas cejas
se levantaron cuando Beckett asintió. ¿Cómo podría rechazar tal
solicitud?

Julian había pensado un poco en la idea, lo que hizo que el corazón


de Beckett se llenara de promesas. Demonios, volaría de regreso cada
pocos días solo para pasar un par de horas con él y ver esa mirada
esperanzada en su rostro.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Metió el labio entre los dientes. ¿Cuándo volverían a tener otra


oportunidad de tener un fin de semana? Especialmente una vez que
Julian comenzara como gerente general de Reservations.

La idea echó raíces. Podía conseguir que Randy lo recogiera en el


aeropuerto el domingo por la noche, o tal vez el lunes por la mañana.
Podrían pagar a los instructores para que prepararan la sesión de
entrenamiento de campo según sus especificaciones. Podía escanear y
enviar por correo electrónico la información de perfil que había recopilado
de cada participante para que su equipo estuviera listo cuando llegaran
el martes. No había ninguna razón por la que esto no pudiera funcionar.

—¿Vigilarías la camioneta? —bromeó Beckett, levantando una ceja


hacia Julian, dejando que sus labios se arquearan en una sonrisa antes
de tomar un buen trago de café—. Amo ese coche.

—Tendré un ojo siempre fijo en ella —respondió Julian, levantando


tres dedos de su mano derecha, haciendo la señal del juramento de los
Boy Scout. Siempre estaba dispuesto a hacer una broma—. Revisaré los
vuelos hoy. Mantén tu teléfono encendido para que pueda reservar lo que
encuentre —ofreció Julian.

Antes de que pudiera responder, el hombre se apartó y movió un


brazo hacia la puerta principal.

—Tienes que irte para que pueda volver a dormir.

La franqueza que mostraba en cada parte de su vida era muy


apreciada. Sin despedidas incómodas. Beckett tenía que irse o
arriesgarse a llegar tarde, lo que nunca se permitía. Se inclinó, robándole
un beso a un sorprendido Julian antes de dirigirse hacia la puerta.

Julian contraatacó extendiendo la mano y golpeando su trasero


mientras se alejaba. Por supuesto, debía tener la última palabra.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

En la puerta, Beckett miró por encima del hombro.

—¿Fue una promesa de algo especial que habías planeado para el


fin de semana?

Un destello desafiante iluminó el rostro de Julian mientras se


agachaba hasta el cuello de Woofer, evitando que siguiera a Beckett.

—Sé consciente de lo que pides. —La sonrisa sexy de Julian creció


tanto en promesa como en desafío—. El torrente de anticipación es
jodidamente embriagador.

Sin duda, estaba vislumbrando el antiguo yo de Julian. Beckett


dejó que eso fuera suficiente, riendo entre dientes mientras dejaba el
condominio.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 21
—Thane dice que es política corporativa; tenemos que publicar mi
puesto antes de poder ofrecerlo oficialmente. Lo que voy a sugerir es que
realmente aproveches la próxima semana y veas lo que piensa sobre el
trabajo. Lucharé por un buen salario, pero será una disminución en el
pago para ti —dijo Julian, mirando a Ricco mientras ingresaba el
inventario diario de licores en el software propiedad de Reservations.

Ricco no miró a Julian. Sus dedos continuaban volando


furiosamente sobre el teclado, escribiendo los totales desde el reverso de
una pequeña servilleta de cóctel. Maldita sea, era incluso más rápido que
él.

—Necesito poner mi pie en la puerta en Dishology. El dinero no es


el problema, son estos malditos pantalones. No he tenido que usar ropa
real desde que comencé a trabajar aquí.

Julian se rió entre dientes ante la observación, una con la que


estuvo de acuerdo en secreto. También preferiría llevar el uniforme de
ropa interior designado por Reservations.

Su teléfono vibró en su bolsillo. Beckett había estado en todos sus


mensajes hoy, y Julian no parecía esperar ni treinta segundos para
responder lo que fuera que le enviara. Este mensaje entrante tenía que
alertarlo de su llegada para obtener la llave del condominio. Este nuevo
y entrañable golpeteo en el corazón hizo que se formara una pequeña
sonrisa mientras sacaba el teléfono de sus pantalones.

—Por lo general llego a este punto y luego te dejo verificar lo que


ingresé. Repasé los números tres veces como lo requieren tus problemas
de control. ¿Lo firmo y presiono enter? —preguntó Ricco.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian lo ignoró, perdido en su prisa por ver a Beckett. Todos sus


pensamientos, durante todo el día, se habían centrado en su compañero
de habitación durante los siguientes días. No podía dejar de pensar en él
y giró, dando grandes zancadas por el pasillo hacia la puerta de entrada
de los empleados. Al mismo tiempo, su personal comenzó a llegar para la
reunión obligatoria improvisada de empleados que había convocado para
explicar los próximos cambios.

—Tu vaquero está ahí fuera —anunció Chase, pasando el pulgar


por encima del hombro. Julian tuvo que dar un paso al lado, luego
agacharse para pasar la avalancha de hombres que se movían en la
dirección opuesta a él.

—No, él va a entrar —dijo Quinn desde la puerta. Julian miró hacia


arriba para ver a Beckett a unos metros de distancia, sosteniendo la
puerta para que cada empleado entrara antes que él. Su caballero.

Julian sabía las burlas que estaba destinado a recibir por el hecho
de que Beckett viniera a verlo en medio del día. No podría ser peor que
todos ellos lanzándole besos que había soportado durante la última
semana. Después de todo este tiempo en que Reservations era lo más
importante en su vida, se sentía condenadamente extraño que Beckett
ocupara el primer lugar de su concentración. Julian se acercó lo
suficiente para alcanzar la cintura de Beckett, empujándolo hacia atrás
varios pasos hacia su camioneta para hacer el intercambio de llaves de
la manera más privada posible.

Beckett siguió su ejemplo, excepto que el vaquero no parecía


entender su objetivo de privacidad. Envolvió sus brazos alrededor de la
cintura de Julian, atrayéndolo en un fuerte abrazo contra ese pecho
musculoso mientras la pesada puerta se cerraba detrás de ellos.

—Hueles increíble —dijo Beckett, levantando la barbilla de Julian


para mirarlo a los ojos. Julian no parecía poder apartarse, sin importar

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

lo mucho que se había regañado a sí mismo para hacer precisamente eso.


Tenía que encontrar su profesionalismo mientras estaba en el trabajo
como Thane le había rogado literalmente que hiciera—. Este es un lindo
saludo.

La puerta de entrada de los empleados se abrió con un chirrido


detrás de él. En algún lugar del fondo de su mente, registró los silbidos
cuando se puso de puntillas y se encontró con Beckett para una dulce y
casta presión de labios. Beckett se quedó mirándolo a la cara, con la
mirada perdida, derritiendo el corazón de Julian y su resistencia.

—Hola —susurró con voz ronca. Su voz fue momentáneamente


robada por el hombre que lo sostenía en un abrazo tan poderoso.

—Han pasado treinta minutos desde la última vez que hablamos —


murmuró Beckett. Con una palma callosa, le apartó los mechones de
cabello que le soplaban en la cara. El tierno cuidado que usaba cada vez
que estaban juntos nunca flaqueaba y siempre lograba que se sintiera
especial y digno.

—Se suponía que tenías que quedarte en el coche. —Julian ladeó


la cabeza hacia la entrada del club antes de girar en esa dirección. La
mirada de Beckett le siguió. Pareció sorprendido de ver a sus veinticinco
camareros saliendo por la puerta abierta. Incluso Ricco estaba allí. Todo
lo que necesitaban los chicos era el reconocimiento de que estaban siendo
vistos para aumentar sus gritos.

La mirada de Beckett volvió a Julian; sus brazos apretaron su


agarre por una fracción de segundo antes de soltarlo.

—No puedo imaginar que eso tenga que ver conmigo. He sido
bastante transparente acerca de correr detrás de ti todos estos meses.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—No eres tú; soy yo. Debería ser nominado para un premio de la
Academia por lo indiferente que debí parecer. No pueden evitar hacerme
pasar un mal momento. —Julian los acercó a la camioneta de Beckett
mientras sacaba la llave de su apartamento del bolsillo delantero.

—Sí, tampoco me diste muchas esperanzas. Hizo que el premio


fuera mejor al final —dijo Beckett con descaro, envolviendo un brazo
alrededor de Julian, manteniéndolo cerca mientras tomaba la llave y la
guardaba en el bolsillo de sus vaqueros—. Sacaré a Woofer, me ducharé,
me cambiaré y volveré en unas horas.

—Probablemente querrás detenerte y comer algo. No tengo mucha


comida en el condominio —dijo Julian mientras Beckett abría la puerta
de la cabina de su camioneta. Miró por la ventana y luego dio la espalda
a la puerta, bloqueando la vista antes de atraerlo hacia él nuevamente.

—Eres algo especial, Cullen —susurró Beckett—. Me gustó


intercambiar mensajes contigo todo el día. Tenemos que seguir así
después de que me vaya.

—Me preocupaba estar interrumpiendo tu clase —confesó Julian,


perdido en los efectos hipnóticos de la mirada oscura de Beckett. Esos
ojos sacaban su honestidad.

—¿A quién diablos le importa eso? Ahora bésame en serio. No


pueden ver más allá de mí —Julian sabía que su personal encontraría la
manera, pero ya no le importaba. No quería nada más que seguir las
órdenes de Beckett. Se levantó unos centímetros para encontrarse con él.
Sus labios se separaron al mismo tiempo que la lengua de Beckett se
deslizaba dentro de su boca. Sus besos eran fluidos y estaban hechos de
algo de otro mundo. No recordaba ni una sola vez que hubiera estado
obsesionado con los labios de alguien. Los de Beckett eran suaves y
carnosos y se sentían tan bien presionados contra los suyos. Todos los
hormigueos y la piel de gallina hicieron que Julian se acercara, ahogando

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

todo lo demás menos a ese maravilloso hombre arrastrándolo hasta el


fondo.

***

Había pasado un tiempo desde que Beckett había dejado


Reservations sin estar completamente borracho. Esta noche era
diferente. Estaba completamente sobrio con innumerables bolsas de
comestibles en sus manos mientras pasaba junto a un emocionado
Woofer que bloqueaba su entrada al condominio.

—Quieto, chico.

El perro bajó instantáneamente al suelo, moviendo la cola, con la


lengua colgando por un lado de la boca mientras lo miraba con ojos
ansiosos. Era un chico tan dulce.

—Tenemos una hora antes de que Julian llegue a casa —le explicó
a Woofer, levantando las pesadas bolsas sobre la encimera.

Las dejó allí mientras se quitaba el abrigo del traje y lo arrojaba


sobre su maleta en el borde de la isla de la cocina. Había reducido el
tamaño de su equipaje, dejando la mayoría de sus cosas en la camioneta,
sabiendo que el condominio de Julian no podía soportar mucho más.

—Vamos a cocinarle una cena. ¿Estás dispuesto a ayudar?

El perro inclinó la cabeza como si entendiera. Quizás lo hacía. Esa


cola se aceleró ante la mención del nombre de Julian. La lealtad era
asombrosa. Beckett se quitó los gemelos, los guardó en el bolsillo de la
chaqueta del traje y comenzó a remangarse la camisa de vestir.

—¿Puedes contenerte un minuto más para que pueda empezar a


marinar la carne y los champiñones?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Dado que Woofer no estaba junto a la puerta trasera, Beckett pensó


que podía esperar. Rápidamente desempacó los sacos de comestibles,
marcando mentalmente la receta que había encontrado en línea mientras
estaba en la tienda. Abrió el refrigerador y arrojó las pocas cosas que
necesitaban frío adentro. Nuevamente sorprendido por la completa falta
de comida dentro de este condominio. La comida siempre era un gran
motivador para él. Claramente no para Julian. Ni siquiera tenía una
botella de salsa de tomate en los estantes. No estaba muy seguro de poder
salir con un hombre al que no le gustara la salsa de tomate.

Beckett se rió ante la idea mientras trabajaba rápidamente para


preparar el adobo, buscando en todos los cajones para encontrar los
cuchillos y otros utensilios que necesitaba. Cinco minutos después,
arrojó el adobo al refrigerador y tomó la correa.

—Vamos, chico. Debemos trabajar rápido. No te entretengas ahí


afuera.

***

Mientras avanzaba a grandes zancadas hacia su apartamento,


Julian ignoró la voz interior que lo reprendía por la facilidad con que se
había olvidado de sus obligaciones finales, dejándolo todo en manos de
Ricco. Por lo general, Woofer se estacionaba junto a la ventana para poder
observar a las ardillas y verlo fácilmente entrando en su lugar de
estacionamiento. Su feroz ladrido se podía escuchar a lo que parecían
kilómetros de distancia. El perro siempre estaba tan emocionado de verlo,
pero no estaba allí esta noche.

A través de las persianas, pudo ver que las luces estaban


encendidas, y algo desconocido lo hizo moverse un poco más rápido en
anticipación del ambiente hogareño a solo unos metros de distancia.
Sintió el suave tirón en las fibras de su corazón. Todo fresco y nuevo, cien
por ciento inducido por Beckett.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Abrió la puerta principal mientras Beckett abría la puerta trasera.


Woofer lo notó primero. La cola del perro se movió incontrolablemente y
el palo que tenía en la boca cayó al suelo. Beckett debió haber hecho el
truco mental Jedi con Woofer, quien permaneció en su lugar hasta que
le dio otra orden, animándolo a pasar por la puerta que mantenía abierta.

—¿Qué están haciendo afuera tan tarde? —preguntó Julian,


entrando completamente, inclinándose para acariciar a Woofer, notando
el plato envuelto en papel de aluminio en la mano de Beckett.

—Me moría de hambre y no te vi comer nada esta noche —dijo


Beckett mientras se movía a través del laberinto de muebles hacia la
pequeña cocina—. Pasé por una tienda de comestibles y compré carne
para fajitas y champiñones shiitake. Pensé que te gustarían esos y usé la
parrilla de afuera.

Julian se levantó de su posición agachada, su estómago gruñó ante


el delicioso olor. Se dirigió directamente al fregadero para lavarse las
manos. Beckett seguía sorprendiéndolo. Cualquiera que pudiera crear un
aroma celestial como ese necesitaba estar en su vida.

—¿Cómo pasó eso? La parrilla cierra a las nueve.

—Sí, me enteré cuando llegó la policía —dijo Beckett, sacando un


poco de pico de gallo y crema agria del refrigerador—. ¿Estás listo para
comer?

—¿Vino la policía? ¿Como si alguien hubiera llamado para


presentar una queja? Había oído que el complejo estaba atento a la
seguridad de sus inquilinos, pero nunca lo había visto llevar tan lejos.

—Sí. Aparentemente, Woofer también debe estar sujeto todo el


tiempo. —Beckett ladeó la cabeza hacia Julian mientras cubría las
tortillas que había asado—. ¿Estás listo para comer ahora?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Espera, vuelve con lo de la policía. ¿Qué pasó? —preguntó,


quitando varias toallas de papel para secarse las manos. Apoyando la
cadera contra el mostrador, se preguntó qué tan grande sería la
notificación de Beckett.

—El oficial me preguntó quién era yo. La denuncia decía que era
un extraño, lo cual es cierto. Cuando se enteró de que yo era el dueño del
campo de supervivencia que estaba haciendo el entrenamiento aquí, eso
fue realmente de todo lo que hablamos después. Creo que se suponía que
me iba a poner una multa por Woofer, pero le expliqué que nunca había
vivido en ningún lugar donde un perro tuviera que estar con correa.
Woofer se porta tan malditamente bien...

Julian soltó una carcajada.

—Solo se porta bien contigo. Y, por supuesto, el Hombre Marlboro


podría salirse con la suya de una multa. Este es un complejo seguro —
bromeó Julian, levantando un lado del papel de aluminio, mirando la
carne asada y los champiñones. Se le hizo la boca agua ante la
chisporroteante mezcla de fajitas. Perdido en la idea de comer esta
deliciosa comida le sorprendió cuando Beckett se acercó para darle un
beso. Su mirada clara se clavó en la oscura. Beckett se detuvo unos
segundos antes de que sus labios se tocaran.

—¿Estoy cruzando una línea? —preguntó, confundido.

—No. —Julian pasó una mano por el cuello de Beckett y se levantó


dos centímetros más o menos para alcanzar esos labios carnosos y
presionarlos rápidamente—. Me has hecho reconsiderar mis restricciones
dietéticas. Esta comida huele increíble. El bistec se ve tan tierno.

Beckett se rió entre dientes y se apoyó contra el borde del


mostrador, volviéndose completamente hacia Julian. Una de las cosas

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que hacía asombrosamente bien era prestarle toda su atención en cada


maldito momento que compartían.

—Vi un tour de Margaritas por toda la ciudad programada para


mañana. Compré dos boletos en la tienda de comestibles. Se supone que
es espectacular con todo tipo de comidas y bebidas.

Julian no pudo evitarlo. Cogió un plato y le dio un golpe en la


cadera a Beckett para que se apartara del camino. Beckett tomó la
indicación de una dirección diferente como una invitación y dio la vuelta
para pararse contra la espalda de Julian, envolviendo sus brazos
alrededor de su cintura mientras llenaba su plato.

—Tour de Margarita, ¿eh? ¿Parezco un hombre que se pasea


bebiendo margaritas? —bromeó Julian, echando una rápida mirada por
encima del hombro.

—Algo así —murmuró Beckett, sus labios presionando contra la


piel justo encima del cuello de Julian—. Te gusta un buen cóctel. Es un
recorrido a pie. Se supone que hace buen tiempo, sol brillando, mucha
vitamina D. Y si decides ir, todos tendrán la oportunidad de verte
mientras paseamos, haciendo de Coronado un lugar más bonito. Es una
victoria en todos los sentidos...

Julian sonrió de lado por encima del hombro ante la ridiculez del
intento de Beckett de convencerlo de que fuera.

—Es un recorrido a pie si te refieres a que caminaremos kilómetros


y kilómetros. El club de comidas de Reservations está participando. Lo
olvidé por completo.

Parte del fuerte agarre con el que Beckett sostenía a Julian se


aflojó.

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—¿Necesitas trabajar? —Podía escuchar el abatimiento en la voz de


Beckett.

Julian tomó otro plato y se lo pasó por encima del hombro. Su


respuesta cayó sólidamente en este territorio extraño y desconocido
donde Reservations había tomado el segundo lugar de importancia en su
vida. Por supuesto, había planeado trabajar en el tour de margaritas
hasta que se le ocurrió la descabellada idea de mantener a Beckett
durante el fin de semana.

—Estoy libre hasta el lunes por la mañana cuando te lleve al


aeropuerto. De todos modos, no sería mi responsabilidad a pesar de que
regularmente meto mis narices en los asuntos de todos, sin importar si
es el club o el restaurante.

—Eres tan mandón —bromeó Beckett, volviendo fácilmente a su


buen humor. Besó a Julian una última vez en el cuello antes de seguirlo
para hacer su propio plato—. Los límites deben ser muy duros para ti.

—¿Crees que me conoces? —Julian inclinó la cabeza y lo miró.

La sonrisa juguetona de Beckett mostró que había desestimado la


rápida reprimenda.

—Te he estado observando durante meses. Te conozco, Julian


Cullen, pero quiero saber más.

La calidez que solo Beckett trajo a la vida de Julian se filtró a través


de él como un bálsamo de curación constante, desarmando
instantáneamente sus réplicas ingeniosas que yacían como un arsenal
listo para disparar cuando literalmente cualquiera en su vida decía algo
así.

—Eh. Menos mal que eres lindo y sabes cocinar, pero ¿puedes lavar
los platos después? —Julian le guiñó un ojo cuando Beckett levantó la

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ceja—. No te preocupes, te diré que hiciste un buen trabajo cuando


termines.

—Gracias —dijo Beckett y se rió entre dientes—. Un tipo tan dulce.

Julian tomó su plato y alcanzó una botella de agua de la puerta de


su refrigerador antes de dirigirse al taburete del otro lado de la isla de la
cocina.

—Ese soy yo. Un tipo dulce. Lo escucho todo el tiempo.

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Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 22
Quizás Julian no fue el único que rompió las reglas a propósito.
Beckett y él se sentaron en el borde de la piscina del complejo mucho
después de la hora de cierre, relajándose en dos tumbonas que habían
juntado, disfrutando del calor de la noche. Beckett levantó la botella de
vino que habían traído, llenó la copa de vino Solo de Julian antes de llenar
la suya y vaciar la botella.

—Veamos —dijo Beckett, su voz ronca un poco más que un


susurro—. ¿Qué más necesito saber? Dejaste tu casa a los dieciséis años
y viniste a California. Eras el mejor en el negocio de los acompañantes.
¿Cuánto dinero ganabas realmente en una noche?

Julian miró a Beckett con escepticismo, todavía esperando que el


Dudley Do-Right saliera y lo juzgara. No sucedió, no importa cuánto
tiempo esperó. Todos lo habían juzgado tanto por lo bueno como por lo
malo de su profesión anterior, pero Beckett no lo hizo. No tenía ningún
sentido. Julian se llevó la copa a los labios, ocultando el repentino ataque
de escepticismo.

—¿Cuánto crees que hacía?

—Bueno, sé lo que he pagado, pero nunca he tenido la suerte de


estar con alguien que pueda compararse a ti —dijo Beckett, llevándose la
copa a los labios, con toda su concentración descarada en Julian. En un
tierno movimiento al estilo Beckett, extendió su mano por la tumbona,
tomando la de Julian, arreglando todo en su mundo.

—¿Cuánto pagaste? —La pregunta no fue difícil, pero la


complejidad de las matemáticas se mostró en el rostro semi-intoxicado
de Beckett, lo que hizo que Julian se riera en voz baja—. No te lastimes
allí.

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Kindle Alexander Es complicado

La expresión de Beckett instantáneamente se transformó en


humor, sonriéndole a Julian.

—No he gastado mucho. Por lo general, busco a alguien por


internet, pero creo que he gastado unos cientos de dólares.

—¿Qué? —Julian actuó ofendido por aquellos a quienes se les


pagaba tan poco en su profesión anterior. La parte de atrás de su
tumbona se inclinó hacia adelante cuando se sentó con falsa
indignación—. ¿Hablas en serio? Pobres chicos arruinados. Les das a los
clientes un puto...

—Shh, conseguirás que nos echen. —Beckett sonrió y apretó la


mano, dándole un suave apretón. Su expresión dulce y risueña era
malditamente encantadora. Julian deseaba poder subirse encima del
hombre y hacerle saber exactamente cuánto le gustaba esa sexy
sonrisa—. Supongo que probablemente ganarías quinientos dólares por
cita. Sinceramente, no sé cómo funciona.

Encantador se volvió tremendamente ingenuo, y eso también fue


muy dulce.

—No he trabajado por quinientos dólares la cita desde que tenía


diecisiete años, pero me pagaban de manera diferente. Trabajaba con
anticipos y era selectivo con las personas con las que trabajaba.
Promediaba unos tres mil dólares por noche.

La cabeza de Beckett se volvió hacia Julian.

—¿Ganabas más de un millón de dólares al año? Mierda. Ahora me


siento intimidado. —Beckett dejó caer la cabeza en el respaldo del duro
sillón reclinable con un ruido sordo. Un suspiro derrotado se escapó
cuando soltó la mano de Julian.

262
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Kindle Alexander Es complicado

—Oye —comenzó Julian, volviéndose completamente hacia


Beckett. No debería reírse de una reacción tan genuina, pero Beckett era
tan malditamente lindo en su inseguridad—. Hice un millón y medio de
dólares en mi último año en el negocio. Aunque fui un idiota. No me
enfoqué en ahorrar un centavo. Nunca pensé que terminaría.

Beckett lo miró.

—No es de extrañar que fuera tan difícil llamar tu atención. Debes


haber pensado que estaba siendo ridículo.

La forma simplista en que Beckett lo había perseguido, la idea de


desear a un hombre y hacer lo necesario para llamar su atención, era
algo que nunca había experimentado. Nunca lo consideraría ridículo. Sus
maneras dulces y sinceras hicieron que cediera ante él, haciendo que el
hombre brillara más que cualquier otro.

—Estamos hablando de mí, no de ti, pero no puedo imaginar a


nadie diciendo que Beckett la bestia es ridículo. —Julian le dio una
palmada en broma en el brazo cuando no respondió fácilmente—. Tú
sacaste a relucir el tema. Deja de hacer pucheros y presta atención. Mi
problema fue que gasté tanto como gané. Cuando todo se detuvo
bruscamente, estaba bastante endeudado. Alquilaba un ático y
arrendaba un auto deportivo. Nunca tuve nada. Siempre estaba
intercambiando. Me ha costado mucho acostumbrarme al ajuste de mis
ingresos.

La mano de Beckett volvió a la de Julian cuando se volvió, por lo


que estaban cara a cara.

—¿Por qué lo dejaste?

Julian puso los ojos en blanco y dejó que las palabras que nunca
dijo en voz alta salieran de sus labios.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Honestamente, sé que me las arreglé con mi apariencia. Ahora


estoy dañado. Mi cuerpo no es el mismo. No es personal, son negocios.
Cuando todo salió mal, Thane fue el único que estuvo a mi lado. —Julian
dejó que las dolorosas palabras se quedaran allí mientras giraba en la
otra dirección para ponerse de pie. Beckett no soltó su mano, estirando
su brazo sobre la tumbona—. Son las dos y media de la mañana.
Tenemos margaritas que beber mañana.

—Cariño... —comenzó Beckett con una expresión cariñosa. La


primera que Julian recordaba haber escuchado de él. Se preparó,
cuadrando los hombros mientras se volvía. La calidez de la mirada de
Beckett calmó la tristeza que siempre lo envolvía cuando pensaba en todo
lo que había perdido.

Beckett finalmente lo soltó y se puso de pie con fluidez. Le dio a


Julian un dramático giro de ojos perfectamente ejecutado. Técnicamente,
ese era su movimiento.

—Sigues mencionando las cicatrices. Te lo digo directamente, no le


quitan nada a tu belleza. Eres hermoso, Julian. Tú protagonizas todos
mis sueños. Ojalá me creyeras. —Beckett rodeó las tumbonas para
rodearle con los brazos la cintura. Su profunda preocupación tocó un
lugar difícil de alcanzar dentro de Julian. La emoción hizo que apartara
la mirada, incapaz de sostener la mirada cariñosa de Beckett.

La cruda vulnerabilidad era demasiado para procesar.

—No sé si tienes razón. Parece algo infranqueable. Thane fue el


único que siguió pagándome. Todos los demás interrumpieron los pagos
antes de que pudiera salir del hospital. No puedo explicar lo orgulloso
que estaba de lo que solía ser y de lo que hice con mi vida. —Julian negó
con la cabeza e intentó dejar el abrazo y dirigirse hacia la puerta—. No
quiero seguir hablando de eso. Deja de sacar el tema.

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Serie Reservas 02
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—¿Yo saqué el tema? —preguntó Beckett, usando su fuerte agarre


para empujar a Julian hacia su pecho. Sus fuertes dedos le empujaron
la barbilla hacia arriba para mirarlo a los ojos. Quizás Beckett no fue
quien llevó la conversación en esta dirección. Quizás la culpa recaía en
él. Había luchado por superar sus problemas corporales durante mucho
tiempo.

—Por supuesto que sí. ¿Por qué habría de hacerlo yo? —bromeó
Julian, dando un giro lateral en la conversación mientras se soltaba. Fue
por la copa de Beckett y la botella de vino vacía—. Pensaba que mi
California King es más cómoda que el sofá. Si prometes mantener las
manos quietas, puedes dormir conmigo. —Julian tomó un respiro para
calmarse mientras digería sus intenciones ante tal invitación.

La innegable confianza que tenía en Beckett estaba a punto de


ponerse a prueba. El silencio se mantuvo entre ellos hasta que se levantó
y miró hacia atrás. El escepticismo tiró hacia abajo esa dura ceja.

—En esta oferta, ¿tú tienes que mantener las manos quietas? —
preguntó finalmente Beckett, trayendo una alegría juguetona
instantánea al corazón de Julian.

—Por supuesto que no. Independientemente de que las autoridades


te hayan llamado esta noche y luego te hayan visto entrar fácilmente en
la piscina cerrada... —Extendió los brazos para abarcar toda el área de
la piscina—. Soy el que rompe las reglas. El imprudente. No tú. Yo juego
con fuego, tú no.

Beckett estalló en una carcajada. En cuestión de segundos, se


encendieron varias luces alrededor del área común. Los habían
capturado. Julian salió corriendo hacia la puerta. El pestillo que Beckett
había logrado soltar había caído en su lugar, bloqueándolos desde el
interior.

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Serie Reservas 02
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Beckett pasó a Julian a toda velocidad, saltando la reja con un


hábil movimiento, haciendo que Julian se detuviera en seco y se quedara
mirando al hombre.

—No puedo hacer eso.

—Seguro que puedes. Pásame la botella y te atraparé de este lado.


—Las manos de Beckett se extendieron como si Julian estuviera listo
para saltar.

Correcto. Como si fuera un deportista...

Se abrió la puerta principal del gerente. Ella salió, haciendo lo


mejor que pudo con la impresión de Damien de “La Profecía”, llena de
aterradoras promesas de reprimenda y citaciones de asociaciones de
propietarios. Julian casi le arrojó la botella y las copas a Beckett, y
rápidamente hizo una cosa extraña de medio salto. Sabía cómo tenía que
verse; el atletismo nunca había sido lo suyo.

—Julian Cullen, ¿eres tú? —gritó la gerenta.

Respondió con lo primero que se le ocurrió.

—No. Es su vecina del lado este. La que ama los carbohidratos. —


Maldita sea, deseaba recordar el nombre de la entrometida mujer.

Como prometió, Beckett atrapó a Julian incluso con la botella y las


copas en sus manos. La sonrisa brillante y el pecho agitado de Julian
golpearon a Beckett, quien absorbió todo su peso corporal. La risa de
Julian burbujeó en su garganta. Beckett apenas lo había ayudado a
erguirse cuando agarró la mano de Julian y echó a correr hacia su
condominio.

***

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Serie Reservas 02
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Beckett se paró frente al espejo en el baño de visitas, mirando su


reflejo. Siempre empacaba un pantalón y una camiseta de pijama por si
acaso, pero nunca antes había tenido que usarlos. Por lo general, usaba
ropa interior para dormir. Esta noche, sin embargo, se sentía
completamente vestido. Bajó la mirada a su irritante y rígida erección. Su
jodida polla era implacable. Metió la mano en la cinturilla de los
pantalones, tratando de hacer algo para ocultar lo obvio.

Suspiró. Julian ya tenía que estar acostumbrado a su excitación, y


tomó su cepillo de dientes, cepillándose rápidamente antes de pasar un
cepillo de pelo por sus cortos mechones. El estilo que llevaba lo convertía
en el tipo de pelo desordenado por la mañana. Tampoco podía hacer nada
al respecto.

Todas estas preocupaciones eran superficiales a la ansiedad que


tenía por acostarse con Julian. Seguía diciéndole a Julian que le daba
demasiado crédito por ser un tipo decente. Por supuesto, nunca lo
obligaría a nada, pero los sueños húmedos que posiblemente tendría
mientras estaba acostado junto al hombre de sus sueños... Joder.

—Deja de pensar en eso —siseó a su reflejo en voz baja.

Tal vez debería masturbarse rápidamente.

Se encogió de hombros y alcanzó el nudo de su cordón. No parecía


una mala idea.

—Siento como si debería esperarte para ir a la cama, pero te estás


demorando mucho allí... —El tono burlón de Julian gritó desde la
distancia, pero aun así lo hizo saltar, atrayendo los ojos de Beckett hacia
la puerta cerrada del baño. ¿Por qué se sentía como un adolescente
cachondo al que acababan de pillar masturbándose? Respiró hondo,
tratando de controlar su libido.

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Julian ya tenía que estar en la cama. Debería salir.

Se miró en el espejo. La mirada severa le dijo todo lo que había que


decir: Controla tus impulsos. Nada de sueños húmedos. Probablemente
debería dormir boca arriba para evitar que su cabello se erizara.

Decisión tomada y confirmada con un asentimiento. Rápidamente


empacó sus pertenencias y las guardó.

Cuando abrió la puerta, la única luz provenía de una pequeña


lámpara en la mesita de noche en el lado de la cama de Julian. Este se
apoyaba contra la cabecera. Woofer roncaba silenciosamente desde su
cama cercana.

Julian no había mentido cuando habló sobre el tamaño real de su


colchón. Era enorme. Julian tomó el lado derecho, por lo que él fue a la
izquierda.

—No esperaba que fueras un tipo de pantalones de pijama —dijo


Julian, mirándolo de arriba abajo como si fuera un pedazo de carne de
grado A—. Siempre deberías usar tus camisas así de ajustadas. Estás
muy bien construido.

Beckett sonrió a Julian, ignorando intencionalmente el último


comentario.

—Normalmente no duermo con ropa —dijo Beckett, deteniéndose


en el borde del colchón—. ¿Estás seguro de que estás bien con esto?

Julian asintió sin vacilar. Su labio inferior metido entre sus


dientes.

Beckett apenas había apoyado su trasero en el borde del colchón


antes de que Julian se moviera hacia él. Rastreó cada uno de sus
movimientos. Su corazón golpeó locamente contra su caja torácica

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Serie Reservas 02
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cuando el edredón fue apartado y las manos de Julian lo alcanzaron.


Julian no vestía más que un ajustado par de sexy ropa interior negra.

—Hijo de puta. —Su polla se liberó de su control mental, cubriendo


sus pantalones de pijama. Demasiado para ocultar su erección. ¿Cómo
podía alguien concentrarse con algo tan hermoso acercándose? Jesús.
Beckett tuvo que forzar su mano a su costado mientras se deslizaba en
su lugar en la cama.

—Ponte cómodo. Te dije que no me quedaría con las manos


quietas... —ronroneó Julian, ayudando a empujar a Beckett de
espaldas—. Deslízate hacia el centro. No me he acostado con nadie en mi
cama durante años. Me gusta tenerte aquí. Estoy exhausto y mi protector
está aquí para mantenerme a salvo.

—Julian... —Beckett vaciló. Era una mierda hacer algo más que
seguir sus instrucciones exactas. Vio la tentadora palma de Julian viajar
sobre su camiseta desde su ombligo hasta su pectoral, acariciando y
masajeando el músculo que se ondulaba y se contraía con su toque—. Te
deseo. Lo sabes. Yo…

—Confío en ti. Me das coraje. Has cambiado algo en mí —confesó


Julian mientras anclaba la longitud de su cuerpo ágil contra el costado
de Beckett. La mano de Julian siguió el mismo rastro, esta vez
descendiendo hasta que sus cálidos dedos se deslizaron por debajo del
dobladillo de la camiseta y empujaron la tela hacia arriba. Cada uno de
los sentidos de Beckett saltó a alerta máxima en una sobre marcha
instantánea. Julian movió su mano sobre la piel desnuda del pecho
mientras pasaba una larga pierna sobre su cuerpo.

—Sácate la camiseta. —La voz de Julian estaba llena de autoridad.

No podía hacer nada más que dejar que Julian le guiara la camisera
por la cabeza mientras lo alcanzaba y lo acercaba para darle un beso.

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Serie Reservas 02
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Segundos antes de que sus labios se encontraran, Julian susurró algo


que hizo que la polla de Beckett golpeara contra sus pantalones.

—Yo también te deseo. Eres increíblemente sexy, Beckett St. Clair.


Déjame cuidarte esta noche.

Las caderas de Julian rodaron contra Beckett, conduciendo su


rígida polla contra su muslo. Estaba tan duro como él.

El corazón tartamudo de Beckett tomó vuelo. Luchó contra su


impulso básico de hacerse cargo, para permitir que Julian los guiara esta
noche. Cada una de las acciones de Julian mostró lo mucho que estaba
tratando de encontrar el camino de regreso. Beckett caminaba por la
cuerda floja de su deseo. Demasiados meses de quererlo de esta manera
hacían difícil equilibrar el dar y recibir.

Tan gentilmente como pudo, tiró a Julian hacia abajo para darle
un beso y de alguna manera se las arregló para mantenerlo ligero. Un
deseo devorador bombeó por sus venas mientras mordía esos labios
carnosos, trazándolos ligeramente con su lengua antes de presionar. Los
labios de Julian se separaron y sus lenguas se encontraron, dulce y
lentamente.

Como siempre entre ellos, el beso se volvió caliente y pesado en un


tiempo récord. Dios, su química se disparaba fuera de las listas. Se
preguntó si Julian podía sentir la energía surgiendo a su alrededor.
Chupó el labio de Julian con la boca y luego introdujo la lengua en el
interior mientras Julian golpeaba contra su muslo.

Rompiendo el acalorado beso, Julian empujó los pantalones del


pijama.

—Fuera —exigió y luego ayudó a tirar de la parte inferior gris


oscuro por sus piernas antes de arrojarlas al suelo. Se arrastró

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Serie Reservas 02
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seductoramente por el cuerpo de Beckett, provocando un camino de


besos desde sus pezones hasta el hueso de la cadera, antes de que largos
dedos rodearan su polla. El cuerpo de Beckett zumbaba, vibrando bajo el
tierno asalto. Tener los dedos de Julian sobre él se sentía jodidamente
bien.

—Julian, ¿estás seguro? —se las arregló para decir. El subir y bajar
de su pecho reveló su constante jadeo por oxígeno. Cambió su posición
en la cama para tener una mejor vista, metiendo la almohada debajo de
su cuello. De esto estaban hechos los sueños, y todos los suyos se
estaban haciendo realidad. No quería perderse nada de lo que Julian
Cullen tenía reservado.

Después de dos sensuales tirones de punta a base, la mirada


acalorada de Julian se elevó hacia la suya. Sonrió mientras agarraba la
base. Un calor húmedo y aterciopelado lo envolvió, sacando un grito
ahogado de sus labios cuando lo tragó con una inclinación de cabeza. Se
inclinó un par de veces antes de soltar su polla para trabajarlo,
alternando entre su mano y su boca.

La boca de Julian era jodidamente pecaminosa. Increíblemente


pecaminosa. Sus ojos casi rodaron hacia atrás en su cabeza cuando la
inteligente lengua se enroscó alrededor de su sensible glande. Agarró las
sábanas con tanta fuerza que le dolían las puntas de los dedos.

La forma en que Julian trabajaba su polla con su boca y luego su


mano hizo que el interior de Beckett se estremeciera con una intensidad
erótica. No podía apartar los ojos del hombre acurrucado entre sus
piernas. No con la forma en que adoraba su polla. Julian Cullen lo
mantenía hechizado.

Abrió las piernas un poco más mientras susurraba con voz ronca:

—Date la vuelta y déjame probarte, Julian.

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Serie Reservas 02
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La succión en su polla se detuvo, y casi gimió por la pérdida cuando


Julian levantó la cabeza. Beckett se quedó sin aliento al verlo. Los labios
húmedos separados, las mejillas enrojecidas por el color cuando la punta
de la lengua de Julian salió disparada para sumergirse en la hendidura
de Beckett, enviando una ráfaga de calor abrasador directamente a sus
bolas.

Los ojos entrecerrados de Julian se elevaron lentamente hacia los


suyos. Su inusual color azul verdoso se asomaba por detrás de una franja
de pestañas oscuras.

—Me encanta chupar tu polla, B. Necesito que te recuestes y me


dejes hacer esto.

Cuando el significado de las palabras se filtró en él, lo entendió.


Beckett no quería nada más que complacerlo, pero esta noche tenía que
ser en los términos de Julian. Habría muchas más ocasiones para
probarlo en un futuro; él se aseguraría de ello.

Le sonrió a Julian y suavemente trazó su mejilla sonrojada con la


yema del pulgar. La mirada confiada de Julian cambió como si buscara
comprensión y aprobación. Beckett asintió mientras su corazón estaba
completamente conectado. Julian lo llevó de nuevo a su boca, llevándolo
al borde con cada movimiento de su cabeza y lengua.

Los dedos de los pies de Beckett se curvaron y sus ojos se cerraron


de golpe cuando la cálida palma de Julian ahuecó sus bolas y las acarició.
La necesidad lo recorrió mientras disfrutaba de la sensación del
momento. Empujó hacia arriba en esa boca apretada y húmeda, instando
a Julian a manejarlo un poco más rudo. Julian hizo exactamente eso y
algo más.

Beckett movió sus caderas mientras pasaba sus uñas por el cuero
cabelludo de Julian y luego enredó sus dedos en todo ese cabello sedoso.

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Esos cálidos labios se deslizaron hacia arriba y hacia abajo por su eje,
enviando escalofríos por todo su cuerpo. El fuego corrió por sus venas.
Se obligó a abrir los ojos, con la intención de memorizar todo sobre este
momento.

—Tan hermoso con tus labios envueltos alrededor de mí —siseó,


mirando la cabeza de Julian balancearse mientras la succión en su polla
aumentaba y lo tenía acercándose al punto de no retorno más rápido de
lo que le gustaría. Apretó los dedos contra el cuero cabelludo del hombre
mientras luchaba contra la liberación construyéndose dentro de él.

—Tan cerca —dijo con los dientes apretados. La lengua de Julian


viajó alrededor de su sensible punta mientras hablaba. Joder, esa hábil
lengua tenía talento.

Empujó en la boca de Julian con más fuerza, necesitando más. El


calor de la palma de Julian se retiró de sus bolas, y dedos hábiles se
movieron tentadoramente por su perineo. Su cuerpo se tensó y sus
piernas temblaron de anticipación cuando el dedo encontró su agujero y
empujó hacia adentro. La combinación de la boca y la lengua de Julian
eran enloquecedoras mientras metía el dedo en su culo. Los músculos de
su estómago le dolían por la intensidad de todo.

Julian tragó a su alrededor, enviando ondas de choque vibrando


por su eje. Todo era demasiado. Trató de advertirle de la única manera
que pudo, alejándolo. El placer abrumador le robó la voz.

Julian se aferró a él con más fuerza, tragando a su alrededor,


apretando ese dedo contra su próstata, dejándolo ciego de placer.
Sucumbió al éxtasis y vació sus bolas por esa garganta caliente y
resbaladiza.

—Joder, sí, Julian —jadeó, apretando el dedo en su trasero


mientras le sostenía el cabello y continuaba metiéndose en esa boca

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gloriosa a pesar de que sus bolas se habían escurrido. Después de que el


último estremecimiento resonó en su cuerpo y sus músculos dejaron de
agarrotarse, se relajó contra la cama.

Su corazón se aceleró, sus ojos llenos de felicidad mientras


miraban a Julian y acariciaba su cabello con la punta de los dedos. Una
sonrisa triunfante se ensanchó en el hermoso rostro. Beckett necesitó
unas cuantas respiraciones para calmarse y recuperar el control de su
cuerpo antes de poder hablar.

—Ven aquí —gruñó con voz ronca mientras alcanzaba a Julian y lo


levantaba sobre su cuerpo. Tomó esos labios carnosos en un beso duro.
El sabor amargo y salado de su propia semilla estalló en su paladar
cuando la lengua de Julian se enredó con la suya.

***

Después de años de dar y recibir cientos, tal vez mil mamadas,


Julian instintivamente supo que esta era la que más importaba. Beckett.
Un hombre tan encantador, vibrante y gentil que metódicamente le
mostraba su valor en cada oportunidad.

—¿Tienes algo que decir? —bromeó Julian, pavoneándose bajo su


propia autosatisfacción.

—La mejor de mi vida. —Beckett no dudó excepto para bostezar en


medio de sus elogios.

—Bueno, por supuesto que lo fue —bromeó Julian como si eso


fuera un hecho. Su cuerpo zumbaba de emoción incluso cuando el gran
cuerpo de Beckett se ablandaba por la fatiga. La larga sequía sexual
había llegado a su fin y no podía estar más complacido.

No había una luz al final de su oscuro y solitario túnel, sino una


vívida bola de discoteca de color que lo sacó de su niebla.

274
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Kindle Alexander Es complicado

—¿Cómo estás? —murmuró Beckett.

—Creo que necesito una camiseta para conmemorar el


resurgimiento de mi habilidad oral. ¿Quizás posar desnudo para eso? —
preguntó Julian, incapaz de reprimir su risa—. Estoy bien. Muy bien.
Gracias.

—Igual. Todo lo que acabas de decir. —Beckett bostezó de nuevo,


esta vez más grande que antes—. ¿Te quedas aquí conmigo?

Julian estaba bien despierto, pero no podía pensar en moverse ni


un centímetro.

—Fuera de una posible carrera al baño, intenta moverme.

Beckett asintió y cerró los ojos.

Apoyó la cabeza en el hombro de Beckett y miró fijamente su


dormitorio oscuro. No tomaría mucho más; su antiguo yo se estaba
moviendo a la vanguardia.

Le debía a Beckett el mundo.

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Capítulo 23
Sin hacer ruido, Woofer golpeó su cabeza contra el bíceps de
Beckett, lo que hizo que sus ojos se abrieran de par en par y se despertara
instantáneamente. No hubo un solo momento de confusión en cuanto a
dónde estaba o quién dormía directamente encima de él. La habitación
oscura hablaba de la calidad de las cortinas opacas que cubrían la
ventana de Julian. Beckett había dormido como un bebé en el lado de la
cama que le habían asignado. Julian, sin embargo, no conocía fronteras,
con su cuerpo apetitoso cubriéndolo, encerrándolo en su lugar.

Julian se movió, su barba incipiente raspando el hombro y el


pectoral de Beckett, provocando un escalofrío de excitación recorriendo
su piel. Apretó su agarre cuando Julian alcanzó el borde de su almohada,
inclinando su cuerpo hacia el lado de Beckett, tirando del suave edredón
hasta su barbilla mientras se acurrucaba más en el cómodo colchón.

—Cinco minutos, chico.

—Lo sacaré —susurró Beckett contra la piel caliente del cuello de


Julian. Presionó sus labios allí, dándole un suave beso.

Hizo una pausa por un segundo o dos, preocupado de que las


decisiones de anoche pudieran venir con un reproche esta mañana.
Julian se movió lo suficiente para permitir que Beckett retirara el brazo
todavía envuelto debajo de él. La pesada y adormilada exhalación
confirmó el profundo agotamiento de Julian.

Beckett rodó de la cama y buscó su ropa interior y los pantalones


del pijama, un recordatorio de que él era el único que no los usaba.

Julian era un hombre complicado.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Sus deseos eran más profundos que cualquier cosa que Beckett
hubiera conocido antes, y sospechaba que solo habían roto la superficie
del verdadero Julian. La idea de conocer todas esas facetas diferentes lo
impulsó a moverse un poco más rápido para reducir su tiempo lejos de
Julian y esa cama increíblemente cómoda. Mientras buscaba la correa,
vislumbró la hora. Ocho en punto. ¿Cuánto tiempo había pasado desde
que durmió hasta tan tarde?

En lugar de ponerle la correa, Beckett se arriesgó y abrió la puerta


trasera. Woofer salió disparado para hacer lo suyo. Un perro necesitaba
una oportunidad para correr. Además, era un jefe siguiendo sus órdenes.
Como si estuvieran en la misma longitud de onda, el perro hizo lo suyo y
volvió corriendo al lado de Beckett antes de llegar al borde del pequeño
porche.

—Buen chico. —Le dio a Woofer un masaje sólido mientras


regresaba al interior del condominio. Lanzó la correa en el sofá y dejó caer
su ropa al suelo mientras caminaba. Desde el momento en que entró en
el dormitorio, mantuvo los ojos fijos en Julian. Éste se volvió hacia el otro
lado, tirando de las sábanas con él mientras abría un ojo cansado.

—¿Qué hora es? —murmuró Julian.

—Temprano —dijo Beckett sin comprometerse, arrastrándose de


regreso a la cama. Julian se levantó automáticamente, dejando que
Beckett volviera a su lugar. Y luego no dudó en estirarse sobre su cuerpo,
enterrando su rostro en el hueco del cuello. Maldita sea, se sentía bien
estar aquí. Beckett cubrió el cuerpo de ambos con el edredón mientras
los suaves labios de Julian besaban la piel de su cuello mientras se
acomodaba.

—¿Lo sacaste? —El aliento de Julian acarició la piel que acababa


de humedecer mientras asentía—. Voy a dormir un poco más. ¿Estás
bien?

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Kindle Alexander Es complicado

—Mucho. —Beckett dejó que sus dedos rozaran la espalda de


Julian, respirando profundamente, amando la forma en que su aroma
llenaba su alma. Cielos. Posiblemente el segundo mejor momento de su
vida. Anoche todavía reinaba como número uno.

Dos horas después, Beckett detuvo la suave caricia de sus dedos


arriba y abajo de la espalda de Julian cuando se movió con más propósito
que simplemente ajustar su cuerpo mientras dormía. Beckett no podía
recordar un momento en el que alguna vez se hubiera sentido lo
suficientemente motivado como para acostarse de brazos cruzados en la
cama con otra persona, y mucho menos invertir tiempo para ayudar a
otro hombre a dormir.

Una absurda risa silenciosa retumbó de él cuando llevó sus labios


a la parte superior de la cabeza de Julian, besando los sedosos mechones.
Estaba tan enamorado. Loca, enfermizamente enamorado de esta belleza
en sus brazos. Esta enorme atracción física se había transformado en un
amor sólido y eterno. Julian había resultado ser alguien con quien se
imaginaba estableciéndose. Divertido, atractivo e involuntariamente
cariñoso.

Beckett sabía con toda certeza que renunciaría a todo para forjar
una nueva vida con Julian. Esta semana había sellado su destino. Julian
solo necesitaba tiempo para subir a bordo, y si las acciones realmente
hablaban más que las palabras, seguro que parecía que estaba allí con
él.

La cabeza de Julian se movió. Sus labios carnosos rozaron


ligeramente el pectoral de Beckett. Beckett quería creer que Julian
depositó un beso allí mientras estiraba su largo cuerpo y abría los ojos.
Parpadeó y luego volvió a parpadear antes de que sus párpados se
cerraran.

—Parece que podría ser más tarde de lo que creo.

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—Las diez y diecisiete —murmuró Beckett, inclinando la barbilla


para mirar a Julian, que se echó a hacia arriba—. Dormilón.

—¿Hablas en serio? —Julian giró la cabeza hacia el pequeño reloj


de su tocador antes de apartar el edredón de un tirón. Usó el cuerpo de
Beckett como punto de partida para arrastrarse hasta el borde del
colchón, sus rodillas y codos golpeando todos los lugares equivocados
mientras avanzaba—. Woofer tiene que salir, o tendrá un accidente, y
nadie quiere eso.

—Ya lo saqué —dijo Beckett, agarrándose el estómago por el dolor


del codo al aterrizar allí.

Julian se detuvo en medio del movimiento de ponerse los


pantalones de pijama de Beckett, dejándolos caer de nuevo al suelo.
Woofer dio un paseo tranquilamente por la esquina hacia el dormitorio,
llegando al lado de Julian. Como ambos hombres, Woofer había dormido
toda la mañana. El perro parecía disfrutar de que todos estuvieran juntos
en casa.

La mano de Julian alcanzó automáticamente al perro mientras su


mirada crítica regresaba al cuerpo de Beckett, volviéndose para admirarlo
mientras lo recorría desde los pies a la cabeza.

—Tu cuerpo es increíble. No tienes ni un gramo de grasa. ¿Nunca


vas al gimnasio?

El elogio hizo sonreír a Beckett al reconocer de nuevo que él era el


único desnudo entre ellos. A su polla no pareció importarle ya que se
reafirmó bajo la mirada especulativa de Julian.

Por mucho que quisiera esos labios de vuelta en su polla, su idea


de manejarlo con cuidado llegó rugiendo a la vida. Julian necesitaba ser
el que marcara su ritmo. Entonces, en lugar de tratar de atraerlo a su

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polla, hizo una demostración del dolor por el codo que lo había golpeado
en el estómago y alcanzó el edredón, arrojándolo sobre su regazo para
ocultar su excitación.

—Sí, sí. Deja de intentar distraerme. Podrías haber sido un poco


más cuidadoso.

La táctica de distracción funcionó. Julian se inclinó para arrojar


sus pantalones al final de la cama y giró hacia su baño, dando grandes
zancadas en esa dirección. Habló, incluso cuando cerró la puerta detrás
de él.

—Nunca duermo tanto tiempo. Jamás. Realmente no duermo


mucho...

Beckett abandonó la cama con pesar. Sacó su ropa y artículos de


tocador de la maleta. Eligió vestirse en el pequeño baño junto a la
entrada. Tal vez podrían ir a almorzar antes del tour de margaritas.

Sacarlos del condominio, disfrutar del día fuera de estas paredes


podría ser su mejor apuesta contra presionar sexualmente a Julian antes
de que estuviera listo. El tipo no había mentido cuando dijo que era
experto en el sexo. Esa puta mamada le voló la cabeza.

Una vida llena de episodios cargados de sexualidad llenó la mente


y la polla de Beckett mientras se cepillaba los dientes. Contener su deseo
era cada vez más difícil de hacer.

—¿Me has oído?

Beckett miró la pared que separaba los dos baños cuando escuchó
la voz de Julian.

—Quizás. ¿Qué dijiste? —dijo Beckett a través de la placa de yeso.

280
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Kindle Alexander Es complicado

—¿Almorzar o volver a la cama?

—Almorzar —respondió con firmeza. Mente sobre la materia y todo


ese lío.

—Buena elección. Estoy hambriento.

Beckett sonrió ante la respuesta de Julian. Su mente saltó a otros


pensamientos tan pronto como escuchó la ducha abrirse. Tuvo que
apartar su mente de la imagen impresa de Julian de pie desnudo en la
ducha hace unos días.

Piensa en el café... Hacer espacio dentro de la camioneta para que


Julian se siente... Piensa en caminar mucho en el recorrido. Necesitaba
zapatos cómodos. Con otro suspiro más profundo, se centró en vestirse
mientras la ducha de Julian continuaba.

***

El himno del día, Margaritaville11 de Jimmy Buffett, sonó en todos


los bares a los que fueron durante la tarde. Si Julian no sabía las
palabras a estas alturas, tendría que ser un idiota, pero eso no era lo que
lo tenía paralizado, ni mucho menos. En cambio, su vaquero capturó toda
su atención, de pie en el borde de la barra, con un trago de tequila en sus
resistentes manos.

—¡Bebe, bebe, bebe, bebe! —Julian cantaba felizmente solo,


atrayendo todas las miradas en el bar y en la calle en su dirección
mientras hacía todo lo posible por presionar a Beckett para que bebiera
otro trago de tequila.

11
https://youtu.be/ue2-ZVxpVjc

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett frunció el ceño cuando levantó el pequeño vaso y miró a


Julian como si estuviera loco.

—Ahora, ¿por qué estoy bebiendo esto y tú no?

Esa misma pregunta se había hecho en sus últimas tres paradas


en el tour de margarita. La respuesta nunca cambiaba. Las cosas que se
aplicaban a Beckett no se aplicaban a Julian. Parecía lo suficientemente
razonable como para comprenderlo.

—Tuve que mover los hilos para conseguirte ese chupito —dijo
Julian, guiñando un ojo al camarero en cuestión. Una persona a la que
nunca había conocido antes, pero se empeñó en conocer hace solo unos
momentos cuando ordenó el trago en primer lugar—. No puedo usar mis
conexiones para beneficiarme. ¿Qué diría eso de mí?

Beckett bajó el vaso mientras se tambaleaba sobre sus pies. Julian


se preguntaba si este era el momento en que realmente podría caerse y
desmayarse. Beckett aguantaba bien su licor, pero innumerables
margaritas de diferentes sabores y tres tragos abundantes de tequila
demostraron ser su punto de inflexión. Buena información para archivar
en el fondo de su cerebro para más tarde.

—Aquí, hazlo tú —dijo Beckett, entregándole el vaso a Julian—.


Necesito pasarme al agua, o no aguantaré la noche —dijo con un leve
insulto a sus palabras.

Julian negó juguetonamente con la cabeza.

En lugar de aceptar el desafío, se puso de puntillas, rodeó la


cintura de Beckett con los brazos y se acomodó debajo de su musculoso
brazo. Le sonrió mientras le susurraba al oído.

—Tengo planes para ti esta noche. Uno de nosotros probablemente


necesite estar borracho para superarlos.

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Serie Reservas 02
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Vio el momento en que la curiosidad se transformó en


comprensión. La sonrisa de su cita borracha se volvió sexy y seductora.

—¿Planes como cuál de los dos estará arriba? —La voz de Beckett
sonó un poco más fuerte de lo que debería haber sido para una pregunta
tan personal. Julian pudo escuchar al camarero reír mientras le indicaba
al cliente que estaba detrás de ellos en la fila.

A Julian no le importaba lo más mínimo.

—Como yo en tu trasero caliente —susurró Julian, soplando contra


el oído de Beckett mientras decía las palabras.

—¿Estás listo para algo así? —preguntó Beckett, con la mirada


cada vez más oscura.

—¿Después de anoche? Oh, sí —respondió Julian. Beckett asintió


y levantó el vaso de chupito, pero extendió una mano para detenerlo.

¿Qué estaba pensando? Si uno de ellos necesitaba estar borracho,


tenía que ser él. Demonios, si no era más que para darse valor líquido,
tomó el vaso y vació su contenido de un trago largo. Todos a su alrededor
vitorearon cuando dejó caer el vaso en la barra y no hizo una mueca
cuando el tequila abrió un camino hacia su estómago. Incluso Beckett lo
vitoreó. Woofer, a sus pies, ladró con fuerza para entrar en acción.

Qué día tan tonto y divertido. Había pasado tanto tiempo desde que
se sintió así de libre. Estaba recuperando su ritmo. Julian negó con la
cabeza y extendió el brazo hacia la multitud.

—Sí, sí. Vamos, hoss12. ¡Te espera una nueva aventura!

12
"Hoss" es una forma rural o sureña o del Viejo Oeste de decir "caballo" e implica algo
grande y/o poderoso.

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Serie Reservas 02
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Capítulo 24
—Creo que me emborrachaste —dijo Beckett, amando el peso de la
mano de Julian en la suya donde había estado la mayor parte del día. La
brisa salada, la luna elevándose en el cielo y las olas golpeando sus
tobillos mientras caminaban juntos por la playa hicieron el final perfecto
para un día perfecto.

—Yo también, lo cual es sorprendente con la cantidad de comida


que hemos comido hoy. —La mano de Julian se contrajo alrededor de la
de Beckett, dándole un suave apretón de consuelo—. Sabes, lo hará muy
bien en tu casa. Necesita un lugar para correr.

El cerebro de Beckett tuvo dificultades para conectar las palabras


de Julian. Miró hacia la playa a Woofer, que había estado sin correa
durante varios minutos, corriendo y jugando en las olas. La ciudad lo
había hecho muy bien con su tour de margaritas. La mayoría de los
residentes y turistas estaban en la fiesta en la calle, escuchando y
bailando la música en vivo que había estado sonando durante horas.
Julian y él estaban prácticamente solos en esta sección de la playa.

—¿Qué quieres decir con que lo hará bien en mi casa? —Beckett


ladeó la cabeza, viendo los labios de Julian curvarse en la esquina, una
sonrisa tortuosa formándose.

—Tienes una manera de convertirme en un hombre honesto. —


Julian no miró a Beckett, quien luchaba por entender de qué diablos
estaban hablando.

—¿Estás planeando que Woofer vuelva a casa conmigo en algún


momento? —No, eso no tenía ningún sentido.

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Serie Reservas 02
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No recordaba haber tenido una conversación en la que Woofer no


se quedara aquí en Coronado con Julian. Una vez que él se fuera, Julian
seguramente necesitaba a Woofer para ayudarlo a sentirse seguro.

—¿Por qué no me respondes?

Julian puso los ojos en blanco y giró su cuerpo, soltando su mano.


Se llevó los puños a las caderas cuando se detuvo para enfrentarse a
Beckett.

—Creo que me emborrachaste a propósito. El tequila me deja los


labios sueltos. No pensaba decírtelo hasta mañana.

Beckett asintió y esperó, su mirada cambiando entre Julian y


Woofer, sin perder de vista a ambos.

—Vamos. —Julian instó a Beckett a seguir caminando, y lo hizo,


porque lo seguiría a cualquier parte, especialmente con la forma en que
Julian tomó posesión de su mano, apretándola con fuerza para hacer que
caminara de nuevo—. Le compré un boleto a Woofer para volar a casa
contigo. Debería haber preguntado, pero temía que dijeras que no. No es
el tipo de perro que se queda encerrado. Necesita correr y ser libre. Sabes
hablar su idioma y la aerolínea aprobó su vuelo.

Julian lo detuvo de nuevo, esta vez abrazándolo.

—Estoy mucho mejor. Estoy comenzando a sentirme como antes,


y nunca pensé que eso pasaría. El mérito es para ti y ese perro loco.
Woofer se merece una buena vida.

Toda la atención de Beckett se centró en el rostro vuelto hacia


arriba de Julian y la honestidad que brotaba de esos labios perfectos. Su
corazón se conectó con la felicidad y la verdad que vio en su rostro.
Entonces Julian puso los ojos en blanco y se apartó de los brazos de

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Serie Reservas 02
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Beckett como si lo hubiera acusado de algo. Su mirada dura se convirtió


en una furiosa.

—Maldita sea. Me haces querer ser un mejor hombre. No pagué el


boleto; lo hiciste tú cuando me diste tu tarjeta de crédito para reservar
tu vuelo. Tenía planeado comprar el boleto de Woofer yo mismo, pero mi
tarjeta de crédito está al máximo debido a los nuevos colores de la
colección de otoño en Nordstrom. Se adaptan muy bien a mi cutis.
También hay algunas tarifas adicionales para acomodar a Woofer. Solo
saca el dinero de la parte superior de la hierba que planeas darme.

¿De qué demonios estaba hablando este hombre loco?

Cuando Julian se encogió de hombros como si su explicación


resolviera todo y se dio la vuelta, Beckett tuvo que estirar la mano, tomar
la suya y hacer que retrocediera.

—He tratado de explicarte que no soy el productor. Solo invertí en


la empresa. No tengo nada que ver con el negocio real.

—No me digas que no incluiste marihuana gratis en tu inversión.


No te creeré —dijo Julian, sacudiendo la cabeza como si eso fuera obvio.
Los hombros de Julian se levantaron y su mano se extendió en un
movimiento de qué más da—. Hazme caso.

Beckett solo pudo mirar fijamente la audacia de Julian mientras


Woofer saltaba hacia adelante, llamando su atención. La solemnidad de
quitarle a Woofer, de llevarse esa pequeña cantidad de protección que
tenía Julian, hizo que Beckett se preocupara.

—Creo que necesita quedarse aquí contigo. Está aquí para darte
una sensación de seguridad.

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Serie Reservas 02
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Julian alcanzó la cabeza de Woofer, frotando hasta que el perro se


movió lo suficiente como para que le rascara detrás de la oreja. Un lugar
particularmente favorito para Woofer que golpeó violentamente su pie.

—Las próximas semanas trabajaré todo el día y toda la noche. Le


irá mejor contigo si tienes un lugar para él. Podemos ver cómo va, pero
se merece la mejor persona que lo cuide como tú me cuidaste a mí. —Las
manos de Julian rodearon las de Beckett e inclinaron su rostro serio
hacia arriba—. Gracias por lo que has hecho por mí.

—No quiero tu agradecimiento, Julian… —comenzó Beckett, y no


lo hacía, quería mucho más.

—Shh. Ahora no. No estoy listo para ir allí —confesó Julian y apoyó
la barbilla en el pecho, con la frente apoyada en el hombro de Beckett—.
He disfrutado esta semana. La conexión que compartimos no se parece a
nada que haya experimentado antes. Por lo general, me siento muy
culpable cuando la gente intenta ayudarme, pero no contigo. Siento que
es un toma y daca entre nosotros. Honestamente, puede que seas la
relación más funcional que he tenido. Sé lo que quieres de mí...

Beckett desenrolló una mano y llevó su palma a la nuca de Julian.


Su pulgar acarició la mandíbula sin afeitar antes de presionar contra sus
labios, impidiendo que Julian dijera más.

—No estoy pidiendo nada excepto que sanes. Déjame estar aquí
para ti. —No presionaría a Julian. Ahora no. Habían hecho grandes
avances en la construcción de una relación juntos. Su pulgar se deslizó
debajo de la barbilla de Julian, levantando su rostro.

Julian soltó un profundo suspiro cuando dijo:

—Te mereces algo mejor que yo, Beckett. Sé que quieres más... —
La profunda angustia y el dolor en la mirada de Julian hizo que todas las

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Serie Reservas 02
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demás preocupaciones huyeran. Tenían esta noche y mañana. El resto


se haría cargo de sí mismo.

—Para. —Beckett escaneó el hermoso rostro de Julian,


memorizando cómo el brillo de la luna convertía esos ojos vibrantes en
un gris pizarra. La luz que se reflejaba en las hebras oscuras parecía un
halo. Parecía una especie de ángel exótico de pie bajo las estrellas.

No importa cuántas veces Julian intentara disuadirlo o advertirlo,


solo lo hacía querer más. No, no esperaba un compromiso, pero esperaba
que algún día le diera la oportunidad de hacerlo feliz. Cuando llegara ese
día, haría todo lo que estuviera en su poder para darle a Julian el mundo.
Encontrarían su camino, conexiones tan profundas siempre encontraban
su camino juntas. Seguramente ellos también.

—Si va conmigo, ¿vendrás a verlo?

Julian sonrió cuando el alivio aligeró la tensión que se acumulaba


en su frente.

—Sabes, no soy realmente un tipo de campamento. No pude


encontrar una opción de glamping13 en tu sitio web. Me temo que necesito
más comodidades de las que ofrecen tus paquetes actuales.

—¿Miraste mi sitio web? —preguntó Beckett, sonriendo


ampliamente. La sonrisa sexy de Julian se hizo más grande. Sus ojos se
iluminaron cuando se encogió de hombros casualmente.

Sí, le gustaba. No había duda.

13
Glamping o glamorous camping es un creciente fenómeno global que combina la
experiencia de acampar al aire libre con el lujo y las condiciones propias de los mejores
hoteles.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Puff —añadió Julian y alzó la mano en el aire, agitándola con


desdén antes de girar y sacar a Beckett del océano, de regreso a la playa—
. Vamos a casa, Romeo. Me duelen los pies.

Julian se volvió en dirección a su complejo, palmeando su pierna


para que Woofer lo siguiera. La sonrisa de Beckett se mantuvo mientras
observaba cómo el perfecto trasero se balanceaba mientras daba
zancadas decididas por la arena.

—¿Te refieres a casa para que te puedas aprovechar de mí? —gritó


Beckett una vez que alcanzó sus zapatos y la correa de Woofer que estaba
en la arena.

Julian miró hacia atrás con la barbilla inclinada sobre su hombro,


esos ojos penetrantes lo atraparon en una malvada promesa de lo que
estaba por venir.

—Joder, sí. Y será lo mejor que hayas tenido... —Guiñó un ojo,


confiado en sus palabras y se dio la vuelta.

Oh, demonios, el corazón de Beckett latía constantemente en su


pecho mientras sacaba el teléfono del bolsillo. Tomarían un Uber al
condominio. No estaba perdiendo más tiempo antes de obligar a Julian a
cumplir esa promesa.

***

Los fuertes brazos de Beckett se deslizaron alrededor de Julian,


juntándolos mientras se colocaba detrás de él, el ancho pecho pegado a
su espalda. El corazón de Julian latía salvajemente contra su caja
torácica. El alcohol amplificó cada tentadora sensación.

—El viaje está a cuatro minutos —dijo Beckett contra su oído—. He


estado pensando en lo que dijiste hoy.

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Julian pensó en esas palabras y no pudo evitar la risa que brotó.

—Apuesto que sí. —Miró por encima del hombro y lo observó


mientras le guiñaba un ojo—. Me siento como un virgen en la noche de
graduación...

—No tenemos que... —Beckett obviamente no encontró el humor.


Lo que pasaba con el alcohol y Beckett era que hacía que su lado
caballeroso brillara. Su comportamiento adquirió un tono anticuado.

Julian presionó su trasero contra la erección de Beckett, tratando


una reacción diferente. Su vaquero permaneció en silencio. Necesitaba
cambiar el curso de esta conversación.

—De todas las opciones de moda para la playa, Ricco eligió un traje
de tres piezas para administrar el tour de margarita. —Levantó las manos
hacia el aire cálido de la noche como para probar su punto—. Estamos
en Coronado, en medio de una ola de calor. Tengo que hablar con el chico.

—Ricco parecía ansioso por hacer un buen trabajo. Se esforzó


mucho. Quizás su mentor le enseñó eso. —El agarre de Beckett se apretó
alrededor de los brazos de Julian, lo que llevó el punto a casa. Era curioso
cómo esas palabras alguna vez fueron ciertas, incluso la semana pasada,
pero no tanto ahora. Julian no se había sentido obligado a saltar y ayudar
como siempre lo había hecho... y dejó de pensar en eso también. No era
necesario profundizar en la facilidad con la que se alejó de Reservations
esta tarde, ya que trabajaban duro para mantenerse al día con la
multitud de lugareños y turistas que participaban en el tour de
margaritas.

—No me culpes —bromeó Julian y levantó las manos para pasar


un dedo por sus axilas—. Las manchas de sudor aparecieron. Tendré que
llevarte de compras la semana que viene. Realmente necesitas aprender
a elegir un uniforme más adecuado para el medio ambiente.

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Kindle Alexander Es complicado

Beckett se rió entre dientes y se inclinó para besar su mejilla.


Continuó besando entre la oreja y la línea del cabello antes de susurrar:

—Me emborrachaste hoy. ¿No sabes a estas alturas que soy una
apuesta segura?

—Sí, lo sé.

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Capítulo 25
¿Cuándo un viaje en Uber había estado tan lleno de romance? Algo
sobre el día que compartieron, el encanto de un paseo de medianoche por
la playa, paseando de la mano, había cimentado el destino de Julian. Tal
vez fue el perro grande el que lo obligó a sentarse en el medio,
presionándolo firmemente contra el cálido cuerpo de Beckett, lo que hizo
que su corazón se conectara tan sólidamente con su plan de seducir a su
vaquero esta noche.

La pesada palma de Beckett aterrizó en su muslo, dándole un


suave apretón. Miró a Beckett, quien le sonrió.

—Tuve un buen día.

—Yo también. —Beckett inclinó su cuerpo y llevó una mano a la


barbilla de Julian, un gesto tan dulce y simple que le curvó los dedos de
los pies, para inclinarlo mejor para una presión suave y prolongada de
los labios.

Cuanto más pensaba en lo que estaban a punto de hacer, más


excitación alimentaba su creciente confianza. Después de tanto tiempo
sin sexo, era extraño tener cero aprensiones, solo un deseo de empujarlo
a actuar.

La energía sexual zumbó entre ellos y dificultó la concentración en


cualquier pequeña charla con el conductor. No le sorprendería en
absoluto que el pobre temiera que pudieran hacerlo allí mismo, en el
asiento trasero, con toda la electricidad zumbando entre ellos.

Sí, necesitaba portarse bien. Beckett era demasiado elegante para


darle al conductor un espectáculo gratuito, y Woofer tampoco necesitaba
presenciar tal libertinaje. Pero maldita sea, fue jodidamente difícil de

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hacer cuando el calor de la palma de Beckett abrió un camino desde su


rodilla hasta su muslo, el chisporroteo del toque corrió directamente a
sus bolas.

Ahora que su deseo había regresado, mantener un control tan


estricto sobre sus acciones podría haber sido lo más difícil que había
hecho en mucho tiempo. Todo con lo que podía fantasear era guiar la
palma de Beckett hacia su polla para llevarlo rápidamente a término
antes de que llegaran a casa. Podría saltar por los aires si Beckett no le
ponía las manos encima.

Todas las cosas que planeaba hacerle al hermoso vaquero llenaron


su cabeza. La mera idea de un Beckett desnudo en su cama hacía que el
viaje rápido a su condominio se sintiera como horas en lugar de meros
minutos.

—Hemos llegado. —La profunda voz de Beckett lo sacó de sus


depravadas fantasías cuando se abrió la puerta del auto. Lo miró y su
corazón se aceleró—. ¿Estás bien? —preguntó mientras lo ayudaba a salir
del auto.

No, en realidad no. Toda la sangre había salido de su cerebro y se


había dirigido al sur. Se preguntó si así se sentiría una virgen en su noche
de bodas. El aire chisporroteó y estalló a su alrededor, haciendo que
Julian fuera muy consciente de cada momento que compartían. Woofer
saltó del asiento trasero y se sentó inteligentemente en la acera junto a
los pies de Beckett.

—He estado pensando en todas las cosas que voy a hacerte,


Hombre Marlboro —ronroneó en el oído de Beckett mientras se paraban
en la acera frente a su condominio, finalizado el viaje. Julian miró su
polla hinchada atrapada detrás del costoso material de sus pantalones
ajustados, asegurándose de que los ojos de Beckett siguieran los suyos
mientras el auto se alejaba.

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Kindle Alexander Es complicado

Sabía exactamente lo que quería hacer y le encantó la reacción


cuando Beckett se dio cuenta de lo que había llamado la atención.

—Mira lo que me has hecho.

Woofer se fue para hacer sus asuntos en su parche de césped


favorito. Julian agarró la mano de Beckett y lo condujo a través del
complejo, prácticamente corriendo para llegar a su unidad y abrir la
puerta. Woofer pasó corriendo junto a ellos tan pronto como abrió la
puerta, sus uñas haciendo clic en el azulejo mientras corría hacia la
cocina.

La necesitada anticipación vibró a través de Julian. En el momento


en que entraron por completo, alcanzó a Beckett, necesitando ahogarse
en el otro hombre. Había pasado tanto tiempo desde que había tenido
intimidad con alguien de esta manera. Y el nivel con el que ansiaba a
Beckett hizo volar ese deseo fuera de las listas.

En este momento, no iba a analizar nada de la intensidad que lo


empujaba a tomarlo; su consejera cubriría todas esas bases. En cambio,
planeaba disfrutar cada minuto de este momento.

Ajeno a todas las intenciones de Julian, Beckett le tomó el rostro


entre sus cálidas palmas y le dio un dulce beso en los labios antes de
entrar al pequeño pasillo.

—No tenemos que apresurarnos. No voy a ninguna parte. Soy todo


tuyo, Julian.

Miró a Beckett y entrecerró los ojos mientras evaluaba esas


palabras, que sonaban más a una promesa que a una declaración. ¿Sabía
el hombre lo que estaba a punto de golpearlo?

Julian cerró la puerta detrás de él, su corazón aún martilleaba


contra su pecho mientras tomaba una respiración profunda para

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Kindle Alexander Es complicado

calmarse. No se molestó en encender una luz. La pequeña lámpara de la


mesa lateral emitía la iluminación suficiente para lo que tenía en mente.

Después de que la cerradura de la puerta encajara en su lugar, se


volvió y caminó hacia donde Beckett se había detenido. El hombre le dio
el control. Sus ojos nunca dejaron los de Beckett mientras lo apoyaba
contra la pared y tomaba su boca en un beso exigente.

Beckett jadeó cuando Julian apretó su rígida erección contra su


igualmente dura polla. Aprovechó la situación y empujó su lengua entre
los sorprendidos labios entreabiertos. El vaquero tardó una fracción de
segundo en captar su intención. Sus lenguas se encontraron en un
frenesí de deseo reprimido y hambre creciente. Julian inmovilizó el
cuerpo más grande de Beckett contra la pared manteniéndolo como rehén
mientras se besaban.

Un woof emocionado hizo eco en el pasillo, haciendo que Beckett


se separara del beso.

—Woofer, cama —ordenó con voz ronca. Su mirada llena de deseo


nunca se apartó de Julian. Woofer se volvió y fue directamente a su
caseta y se acostó con un suspiro.

Julian arqueó las cejas hacia Beckett y miró a Woofer, luego de


nuevo a Beckett.

—Impresionante.

—Gracias. —Beckett le mordió los labios—. Ahora, muéstrame


dónde estábamos. —El gruñido en su voz hizo que un hormigueo le
subiera por la espalda. Apostaba que, en circunstancias normales, a
Beckett le gustaba dominar a sus hombres. Los esfuerzos que usaba con
él parecían estar al borde del forzado control, mostrando el genuino
cuidado que tenía.

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Kindle Alexander Es complicado

Julian extendió la mano y desabrochó los botones de la camisa de


Beckett.

—Nos dirigíamos a la habitación donde ibas a dejar que me


aprovechara de ti. —Julian empujó la camisa por los hombros y brazos,
exponiendo el vello oscuro en su pecho y los pezones planos y marrones
donde no podía esperar para poner su boca. Julian dio un paso atrás y
lentamente se desabotonó su propia camisa y luego la dejó caer al suelo
junto a la de Beckett. Luchó contra la inquietud de que su cuerpo no era
tan perfecto como antes. Pero ver el deseo en los ojos de Beckett ayudó a
alejar el momento de inseguridad.

Beckett lo agarró y lo empujó contra su pecho duro.

—No puedo tener suficiente de ti, Julian. Quiero sentir tu hermoso


cuerpo contra el mío.

Beckett bajó la cabeza y atrapó su boca en un sensual beso. Sus


labios chocaron calientes y pesados mientras se dejaba perder en los
brazos del Hombre Marlboro. Beckett lo mareó de necesidad por la forma
en que lo besó. Los suaves pero exigentes mordiscos y la diabólica lengua
hicieron que Julian gimiera pidiendo más. Deslizó sus dedos por el
cabello de Beckett, profundizando el beso mientras se apoyaba contra ese
gran cuerpo.

Julian siempre había sido el que seducía a sus clientes. Nunca lo


habían seducido, pero eso estaba cambiando rápidamente con cada
movimiento de la lengua de Beckett. Las emociones que lo conectaban
con ese hombre lo sorprendían.

Estar con Beckett era demasiado fácil. Se sentía natural. No tenía


que fingir. La química que lo atraía hacia su vaquero se disparaba por
las nubes. Manos fuertes ahuecaron su trasero mientras Beckett se
balanceaba contra él. Sus pollas duras se presionaron juntas con cada

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Kindle Alexander Es complicado

empuje de sus caderas. Podía correrse solo con la fricción, se sentía tan
malditamente bien.

Rompiendo el beso, succionó su camino por el cuello de Beckett,


disfrutando del sabor de su piel salada en la punta de su lengua. Cuando
llegó al pezón, deslizó lentamente su lengua sobre el disco aplanado,
luego lo chupó en su boca, usando la punta de su lengua para jugar con
la protuberancia dura antes de tomarla entre sus dientes. Beckett gimió.
Dedos fuertes se deslizaron por su cuello hasta su cabello. El vaquero
tiró de su cabeza hacia arriba y lo besó, áspero y exigente, dejando a
Julian sin aliento cuando se apartó.

—Llévame a tu habitación. —Julian no dudó en tomar la mano


extendida de Beckett y llevarlo a su dormitorio. Rápidamente se quitó los
zapatos y los pantalones, luego se giró, alcanzando a Beckett para
ayudarlo con los suyos.

—Podría mirarte todo el día —dijo Julian y dio un paso atrás


después de que terminó de deshacerse de la ropa de Beckett para ver
todo el cuadro. No había exagerado ni un poquito cuando confesó esa
verdad. Ni siquiera cerca. Se metió el labio inferior entre los labios
mientras absorbía la imagen de la belleza musculosa. Beckett estaba
desnudo. Su polla, dura y gruesa por la excitación, sobresalía
rígidamente de su cuerpo.

La propia polla de Julian se sacudió de emoción mientras veía a


Beckett acariciar esa hermosa polla unas cuantas veces mientras la
lujuria llenaba la mirada del vaquero.

Beckett finalmente se rió entre dientes.

—¿Ah, sí? —Su Hombre Marlboro no parecía ni un poco tímido


mientras movía el puño hacia arriba y hacia abajo por su eje—. Podría

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correrme de ver cómo me miras. Eres tan jodidamente hermoso, Julian.


No puedo esperar para empezar.

El timbre sensual de la voz de Beckett hizo que su polla no solo lo


notara, sino que goteara como un grifo roto. Maldita sea, estaba atrapado
en su hechizo. La vista de ese hermoso hombre dándose placer a sí mismo
hizo que se le hiciera la boca agua por saborearlo. Nunca había
presenciado algo tan fascinante como verlo. St. Clair tomar el control de
sí mismo. El hombre era más que hermoso; su cuerpo musculoso parecía
como si el propio Miguel Ángel lo hubiera cincelado. Músculos fuertes y
valles profundos lo invitaban a explorar toda esa carne con su lengua...
Julian se tragó el gemido que le subía por la garganta.

—Déjame ayudarte —ronroneó. Dio un paso adelante y se arrodilló


frente a Beckett. Sus dedos se enroscaron alrededor de la dura polla y la
acariciaron. Usó su otra mano para tomar una de las firmes nalgas y
acercarlo más.

Besó la parte inferior del estómago y el hueso de la cadera de


Beckett y luego enterró la nariz en la mata de pelo corto. Lo respiró
mientras apretaba su puño para trabajar el grueso eje en su palma. Dios,
amaba el olor almizclado de este hombre.

Se echó hacia atrás lo suficiente como para levantar la cabeza,


encontrándose con la mirada de Beckett mientras abría la boca y lo
llevaba dentro, rodeando esa sensible punta con la lengua. Las piernas
de Beckett temblaron cuando su dulce esencia estalló en el paladar de
Julian, haciendo que su propia polla llorara de placer.

Se lo tragó hasta la raíz, luego retrocedió y lo hizo una y otra vez.


Dedos fuertes se apretaron en su cabello, tirando suavemente de su
cabeza hacia atrás y su rostro hacia arriba.

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—Eres increíble, pero tienes que parar, Julian. Me vendré.


Honestamente, es demasiado en este momento. Te quiero dentro de mí
cuando me corra. —Los ojos de Beckett se clavaron en los suyos, sus
oscuras profundidades penetraron directamente hasta su alma—. Por
favor, no nos hagas esperar más.

Mantuvo su mirada fija en la de Beckett mientras se inclinaba y


besaba la punta de esa tentadora polla una última vez antes de pararse.

—¿No es tener paciencia una virtud o algo así? —bromeó Julian.


Pero no quería retrasarlo ni un segundo más, y tampoco haría esperar a
Beckett.

—Ese dicho está sobrevalorado y no me siento muy virtuoso en este


momento. —Beckett deslizó sus palmas por la espalda de Julian y sobre
su trasero. Luego se inclinó para besar las cicatrices de su cuello y
pecho—. Eres tan perfecto, Julian. Cada parte de ti es hermosa. —
Beckett deslizó su mano alrededor de su cadera y la ahuecó alrededor de
su polla.

El cuerpo de Julian se sacudió ante el toque; había pasado tanto


tiempo.

—Dentro de mí ahora. —La tentativa palma áspera de Beckett se


sintió increíble en su polla.

No pudo evitar empujar sus caderas, follando en ese puño. Sus


bolas se apretaron contra su cuerpo mientras luchaba por mantener la
cordura.

—Sube a la cama. —Julian trató de ocultar la urgencia de su


mandato.

Beckett parecía reacio a soltarlo. Haciendo una pausa solo por un


segundo antes de arrojar el edredón hacia atrás y dejarse caer sobre las

299
Serie Reservas 02
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sábanas azul hielo, situándose sobre su espalda. Dobló sus piernas


gruesas y musculosas a la altura de las rodillas, luego las dejó abrirse
como una mariposa. El calor recorrió el cuerpo de Julian al ver la
descarada invitación.

Beckett se lo puso tan condenadamente fácil.

La necesidad se agitó dentro de él cuando se inclinó para besar los


labios carnosos de Beckett antes de gatear hasta la cama, dejando un
rastro de besos por el cuerpo del hombre a medida que avanzaba. Lamió
un camino húmedo por la gruesa polla y luego aspiró la suave piel de las
bolas, tomándose su tiempo para disfrutar del embriagador aroma al que
se estaba volviendo adicto.

Alzó la mano para tomarlo en su boca.

—Julian. —La advertencia de Beckett ayudó a mantenerlo


encaminado. Demonios, no era culpa suya que ese cuerpo fuera tan
jodidamente tentador.

Con un suspiro, se sentó y tomó el lubricante de la mesita de noche


junto con un condón. Volvió a ponerse de rodillas y se deslizó entre los
muslos separados de Beckett. Abrió el paquete de aluminio con los
dientes y luego se puso el condón. Usando su pulgar, abrió la tapa del
lubricante y roció el aceite en sus dedos antes de tirar la botella a un
lado.

Sus movimientos eran seguros, su deseo tan condenadamente


fuerte.

Julian deslizó los dedos sobre el perineo de Beckett y se dejó caer


para seguir su camino con la lengua. Los gemidos de Beckett se volvieron
desesperados cuando se tomó el tiempo para lamer la tierna carne y
presionó su pulgar resbaladizo contra el ajuste ceñido. La rápida

300
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inhalación de Beckett hizo que el cuerpo de Julian vibrara con una


urgencia que había creído que le habían robado la noche del ataque.

Usó sus dedos y lengua para abrir a Beckett. Éste agarró sus
rodillas, levantando su trasero, dándole el mejor ángulo posible mientras
agregaba dos dedos, bombeándolos dentro y fuera del cuerpo del otro
hombre, disfrutando del apretado calor que lo agarraba. Curvó los dedos
para encontrar el tenso haz de nervios.

—Por favor. —La súplica jadeante de Beckett llamó su atención.

—Eres estrecho, Beck. No quiero hacerte daño. —Julian retiró los


dedos con delicadeza.

—No lo harás. No puedes. Te necesito —suplicó Beckett.

Recordaría esta noche por el resto de su vida. Tenía que asegurarse


de que Beckett estuviera preparado y listo para él. Rápidamente volvió a
coger el lubricante y esta vez le puso al condón. Situándose mientras
agarraba su propia polla, fijando los ojos en Beckett, quien fácilmente
sostuvo su mirada. Julian jadeó. Su corazón se aceleró mientras ganaba
confianza en la dulce mirada que lo instaba a seguir. Empujó la punta de
su polla más allá del apretado anillo de músculo que había trabajado
para relajar.

El éxtasis del cuerpo de Beckett le quitó el aliento.

Casa.

Finalmente estaba en casa.

El gemido lleno de placer de Beckett hizo que un hormigueo bailara


a lo largo de su columna mientras un calor candente lo envolvía.

301
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Su visión se oscureció, y el aliento que había aguantado se le


escapó mientras se hundía en toda esa tensión abrasadora. Julian
siempre se había enorgullecido de poder durar mucho tiempo, de
complacer a un cliente antes que a él mismo, pero esto era diferente. Tan
jodidamente diferente.

—Dios, estás apretado. —Se quedó quieto mientras el cuerpo de


Beckett se estiraba para acomodarlo. Encajaba tan perfectamente como
si estuviera hecho solo para él. Abrumado por un aluvión de sentimientos
y sensaciones desconocidas, luchó por hacer a un lado los pensamientos.
Corría grave peligro de correrse si se movía.

—Fóllame, Julian. —Los ojos oscuros de Beckett buscaron los


suyos. Julian sintió como si Beckett fuera su base en este momento,
anclándolo. Mostrándole que tenía esto. Beckett se estiró, agarró la
cabeza de Julian y tiró de él hacia abajo, uniendo sus bocas en un beso
áspero y satisfactorio. Julian se abrió para él, sus lenguas se enredaron
y los dientes chocaron mientras entraba y salía lentamente de Beckett.

El cuerpo del vaquero se apretó alrededor del suyo. Julian se


sumergió en un infierno de apasionante calor. Inclinó las caderas,
empujando con más fuerza mientras saqueaba la boca de Beckett con la
lengua. Sus cuerpos se tensaron mientras se movían como uno solo.
Cogió las manos de Beckett entre las suyas mientras este envolvía sus
largas piernas alrededor de sus caderas, clavándole los talones en el
trasero.

Estiró esos largos brazos sobre la cabeza de su amante,


manteniéndolo atrapado para su deleite. Estaba atrapado en el placer del
cuerpo de Beckett. Nada más en el mundo importaba.

Los profundos gemidos de Beckett eran condenadamente adictivos.


Le encantaba sacar esos sonidos guturales del hombre debajo de él.
Beckett liberó sus manos, esas cálidas palmas se posaron a ambos lados

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de su rostro mientras lo sostenían el tiempo suficiente para un beso


profundo.

Julian se retiró y golpeó a su amante una y otra vez mientras


Beckett le arañaba la espalda. Le temblaban las piernas por el esfuerzo.
Estaba cerca. Sus bolas ansiaban ser vaciadas, y el fuego líquido que
corría por sus venas amenazaba con incinerarlo en el acto.

Sus gemidos se mezclaron cuando agarró la polla de Beckett y lo


acarició al mismo tiempo que sus embestidas. Nada se había sentido tan
bien como estar enterrado hasta las bolas en Beckett. Luchó por seguir
moviéndose, con tanto miedo de correrse. Luchó contra el fuego lamiendo
su columna vertebral. El sudor le perlaba la frente mientras follaba a
Beckett con empujes duros y exigentes.

—¡Ahh, joder, sí! Estoy cerca, Julian. —Las palabras roncas y


desiguales de Beckett subrayaron lo cerca que estaba del borde.

—Córrete, B. —Tan pronto como la orden salió de su boca, se


sumergió por última vez. El trasero de Beckett lo apretó y cuerdas de
semen pintaron las crestas de su estómago. La visión de Beckett cediendo
a su liberación lo llevó al límite y le hizo erupcionar en el condón. Su
cuerpo se estremeció de placer mientras iba a través del orgasmo.

Perdido por su liberación, se derrumbó boca abajo sobre Beckett,


luchando por llevar aire a sus pulmones ardientes incluso mientras los
bordes de su visión se atenuaban.

Los labios firmes de Beckett presionaron contra su sien.

—Eso fue increíble, Julian.

Levantó la cabeza y se incorporó con los brazos temblorosos para


mirar a un dichoso Beckett.

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—Creo que quisiste decir alucinante. Gracias.

Inclinó sus labios sobre los de Beckett y besó a su Hombre


Marlboro por todo lo que valía.

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Capítulo 26
—¡Chicos, vamos! —Una muy impaciente asistente del aeropuerto
llamó desde varios metros de distancia, lo que hizo que Beckett levantara
la cabeza de la belleza en sus brazos para darle a la mujer un
asentimiento. Hizo un gesto salvaje con las manos en el aire, su
frustración clara—. Me están matando. Tienen que ponerse en
movimiento o me meteré en problemas.

El problema con su solicitud era que Julian tenía su fascinante


cuerpo duro presionado tentadoramente contra Beckett, sus brazos
alrededor de su cuello. Julian no soltó su fuerte agarre. Su largo adiós
estuvo a la vista de todo el mundo.

Bueno, para cualquiera en el mundo que estuviera despierto y en


el aeropuerto a las cinco cuarenta y cinco de un lunes por la mañana. El
novio de Beckett siempre impecablemente vestido, por favor, deja que
Julian se vea a sí mismo como mi novio, llevaba ropa informal esta
mañana. Vestía un gorro holgado, gafas de sol de diseñador y un par de
pantalones deportivos igualmente de diseño. Se veía sofisticadamente
arrugado de la manera más sexy, siempre de la manera más sexy. Lo que
hizo que todo fuera mucho mejor fue que Julian había optado por
quedarse acurrucado con él en la cama hasta el último momento posible.

El corazón de Beckett se conectaba con Julian de una manera


completa y eterna.

—Ella tiene razón. Tenemos que ponernos en marcha. —Beckett


asintió hacia la asistente. Tenía cuarenta minutos para navegar por el
aeropuerto antes de abordar su vuelo con Woofer a cuestas.

Beckett inclinó la cabeza para presionar los labios por última vez
cuando Julian lo recibió con otro beso que destruyó su alma. Habían

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estado yendo uno tras el otro durante los últimos diez minutos
aproximadamente que habían estado estacionados fuera de la entrada.

Los fuertes dedos de Julian apretaron su agarre en la camiseta de


Beckett mientras se alejaba de la pasión del beso. Esos brillantes ojos
azules se abrieron mientras susurraba contra sus labios.

—Te debo todo.

—No me debes nada. Esta ha sido la mejor semana de mi vida. —


Beckett negó con la cabeza y apretó su agarre alrededor de la cintura de
Julian, haciendo exactamente lo contrario de lo que la asistente les había
indicado que hicieran. No quería que la gratitud viniera de lo que habían
compartido entre ellos. Quería una pareja duradera y nada menos—.
Debería agradecerte por finalmente dejarme entrar. Estaba empezando a
pensar que nunca sucedería.

Las palmas de Julian empujaron hacia arriba y fuera del firme


agarre de Beckett para tomar sus mejillas, impidiéndole decir o hacer
algo más que mirarlo a los ojos.

—Vuelve tan pronto como puedas y planea quedarte conmigo. Nos


llevamos bastante bien juntos, excepto que tomas más de lo que te
corresponde de la cama.

La sonrisa tonta de Beckett se amplió instantáneamente ante la


acusación.

—Es culpa tuya, y lo sabes.

—Bueno, sabía que uno de nosotros lo haría —bromeó Julian


descaradamente y se alejó. Beckett lo dejó ir a regañadientes.

Todas las cosas que deseaba poder decir dejaron un rastro ardiente
de tácito arrepentimiento... Ven a casa conmigo... Déjame ser yo quien

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cuide de ti... ¿No ves lo bien que estamos juntos...? Te mantendré a salvo
por el resto de nuestras vidas... te amo.

Su pequeña burbuja y la de Julian, que los ocultaba del mundo,


estaba a punto de estallar. El sol se movía por encima. El ruido del tráfico
en aumento a su alrededor. La asistente hizo sonar su silbato y luego
extendió sus manos frustradas, ya cansada con los amantes teniendo que
despedirse.

—Debería irme. Llegaremos tarde. —Woofer había esperado


pacientemente a su lado durante el emotivo adiós. Beckett se agachó,
tomó su collar, luego la correa de una de sus maletas y la arrojó sobre su
hombro antes de tomar el mango de la otra en la mano. Solo entonces
Julian se alejó un paso decente—. ¿Vigilarás mi camioneta?

—Decidí que si no te apresuras a regresar, comenzaré a conducirla


yo mismo. Eso debería ser una advertencia —provocó Julian y cerró el
maletero de su coche. Extendió la mano y le dio a Woofer un buen masaje
en la cabeza—. Llámame cuando llegues a casa.

El corazón de Beckett dio un doloroso golpe mientras asentía y


daba pequeños pasos hacia la acera.

—Ve a aprender cómo administrar Reservations.

—Puff —resopló Julian, lanzando una mano descuidada en el


aire—. Necesito mostrarles cómo funcionará Reservations de aquí en
adelante.

Beckett no dudó de su declaración. Se quedaron allí, a dos o tres


metros de distancia, mirándose el uno al otro. No pasaron por alto la
conexión que habían compartido.

Te amo. Nunca he amado a nadie como te amo a ti... Por favor,


ámame también.

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Una rápida exhalación salió de sus labios entreabiertos. Quería


decir cada una de esas palabras y deseaba ser lo suficientemente valiente
para decirlas en voz alta.

Sus pensamientos acelerados se centraron en la empresa de


seguridad privada que había contratado ayer. Marc era un amigo de toda
la vida. Un miembro de su curso de formación inaugural, el grupo de
hombres que comenzaron su empresa y la de su padre. Marc y él se
habían convertido rápidamente en amigos. Tanto es así que no se lo había
pensado dos veces antes de pedirle a Marc que cuidara de Julian en su
ausencia. Afortunadamente, Marc estaba semi-retirado y podía comenzar
de inmediato, pero no había ofrecido descuentos para amigos o
familiares. Veinticuatro/siete de secretos de protección personal no eran
baratos.

—Ve. Y cuida a mi perro —dijo Julian, moviendo otra mano hacia


la entrada del aeropuerto. Woofer tomó el movimiento como una orden y
se giró, tirando de la correa en el fuerte agarre de Beckett.

Algo crudo y vulnerable cruzó la frente de Julian antes de agachar


la cabeza y dirigirse hacia la puerta del lado del conductor. Beckett le
había jurado que Woofer tendría la mejor atención posible, mientras que
a cambio, Julian le prometió a Woofer que lo volvería a ver pronto.

Julian no miró hacia atrás. Beckett lo sabía con toda certeza


porque mantuvo sus ojos en él hasta que se apartó. Dejó que su no
despedida fuera suficiente por ahora, ya que pronto estaría de regreso en
Coronado. Esto no era un adiós. Ni por asomo.

Con suerte, este era el comienzo de su para siempre.

***

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En algún momento del camino, la actitud de Julian de finge hasta


que lo logres había valido la pena. Su falsa sensación de confianza en el
desempeño de su trabajo se había convertido de alguna manera en una
realidad. ¿Quién iba a saber que lo tenía en él para ser algo más que un
libertino? Ciertamente no sus padres. Ni la iglesia ni el clero de la escuela
privada que vacilantemente accedió a ser su mentor en su infancia.

Esta mañana, sus dudas de toda la vida habían cambiado. Después


de varias horas agotadoras e intensivas de reuniones con el gerente
general de Reservations y el equipo de transición de Dishology, Julian
realmente creía que podía manejar su nuevo puesto. Incluso se había
comprometido lo suficiente como para agregar valor a sus ideas de
racionalizar ciertas técnicas para ayudar a que los procesos actuales
fluyeran un poco más fácilmente. Basándose en las reacciones de los
asistentes, incluido Thane, claramente había impresionado a sus
compañeros, lo que contribuyó en gran medida a aumentar su confianza
en su visión para los negocios.

—Gracias por luchar por mí —dijo Ricco en voz baja mientras


caminaba paso a paso junto a Julian por la acera que conducía desde
Escape hasta las puertas de entrada de Reservations—. Parece que
recibiré una oferta para el puesto de gerente.

—Lo harás —dijo Julian con confianza, sin interrumpir su andar


apresurado mientras tachaba mentalmente su lista de tareas pendientes
antes de poder dejar Reservations por la noche. Lanzó una rápida mirada
a Ricco, que sonreía de oreja a oreja. Este barman había venido a la
entrevista con su mejor juego hoy, vestido para impresionar.

Julian había incluido la primera entrevista de Ricco en el apretado


programa de entrenamiento del día. Ricco había aprovechado la
oportunidad. El sexy y caliente camarero, que fácilmente podía ganarse

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mil dólares en propinas un sábado por la noche haciendo poco más que
rebotar su culo perfecto, parecía un joven profesional de Wall Street.

Su mirada pasó de Ricco al sedán de tamaño mediano que aún


estaba estacionado en el lote más alejado, directamente frente a la puerta
de entrada para empleados de Reservations. El coche color bronce de
cuatro puertas tenía similitudes con un modelo anterior de Toyota. El
contorno de una sola cabeza se podía ver en el asiento del lado del
conductor. Estaba demasiado lejos para distinguir otros detalles.

—Ha estado estacionado allí toda la mañana. Poco después de que


llegaras —dijo Ricco y comenzó a girarse para mirar el auto—. Revisé el
video de seguridad.

—¡No mires! —siseó Julian, sorprendiéndolo, pero logrando


mantener su rostro y ojos enfocados hacia adelante en un giro frenético
e hilarante de su cabeza. Julian se habría reído de Ricco si su corazón no
estuviera completamente conectado con el obviamente movimiento
protector de Beckett—. Le pedí a Aaron Stuart que revisara sus placas
esta mañana. El automóvil pertenece a un ex oficial de la marina que se
retiró de la policía de San Diego. Estoy seguro de que Beckett lo contrató
para que me cuidara.

Ricco asintió y lanzó un torpe golpe en el codo mientras miraba


fijamente al frente. Menos mal que Ricco quería una vida en los negocios
porque sus habilidades de actuación eran una mierda.

—Te lo dije.

El tono superior y omnisciente de Ricco hizo que Julian bajara las


cejas, y la molestia creció instantáneamente. Se detuvo justo antes de
devolver el golpe en el codo.

—¿Me dijiste qué?

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—Que ustedes tendrían algo. Lo supe desde el principio. Incluso


podría haber ganado el grupo de apuestas —dijo Ricco, frenando el paso
de Julian mientras su teléfono vibraba en el bolsillo de sus pantalones.

—Sigo diciéndoles que Beckett y yo no somos así.

Ricco era un idiota, y el tono de Julian apestaba a sentimiento


mientras sacaba el teléfono de su bolsillo.

—Estoy pasando tiempo con él, porque literalmente ya no tengo


amigos... —Las palabras se secaron en su boca. No pudo terminar la
mentira cuando el hermoso y sonriente rostro de Beckett iluminó la
pantalla de su teléfono para una videollamada—. Sigue sin mí y deja de
comportarte como un chico de secundaria. Tengo que tomar esto. —
Julian trató de adoptar un tono profesional incluso cuando dio su última
pulla antes de girar, dando varios pasos rápidos en la otra dirección,
tratando de crear distancia entre ellos antes de responder.

—¿Llegaste a casa? —preguntó Julian mientras aceptaba la


llamada.

La felicidad del día se vio reforzada por el hombre cuyo perfil estaba
parcialmente en la pantalla, con Woofer en la distancia, saltando,
persiguiendo algo invisible en el aire. No había nada más que un desierto
absoluto, hasta donde alcanzaba la vista, los dos chicos de su vida se
veían felices, relajados y contentos en su entorno.

El corazón feliz de Julian se elevó varias muescas. Sonrió mientras


luchaba por prestar atención a Woofer o al guapo vaquero. Era una
reminiscencia de la primera vez que vio a Beckett mientras caminaba por
la entrada principal de Reservations. Llevaba un par de gafas de sol
Oakley con una gorra de béisbol colocada hacia atrás en la cabeza. El sol
acentuaba su bronceado. No estaba seguro de que pudiera ser más
atractivo de lo que era en ese momento.

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Toda la profunda sensación que solo Beckett había alcanzado


dentro de Julian se liberó, arrancándole una sonrisa. Más que nada,
deseaba estar allí con sus dos chicos, lo cual era un poco extraño. Nunca
había sido un amante de la naturaleza. Los inodoros con descarga
siempre se interponían a la idea de espacios abiertos.

—Estamos aquí. Tenía planeado llamarte desde el aeropuerto, pero


Woofer no manejó muy bien el vuelo. Estaba nervioso cuando bajamos
del avión. No parecía entender lo que estaba pasando. Cuando llegamos,
vio una ardilla y prácticamente saltó de la camioneta para jugar. Las
ardillas aquí no son tan amigables como en tu vecindario, pero una
mariposa llamó su atención. Eso es lo que está haciendo ahora. —Beckett
se movió completamente fuera de la pantalla para que Julian viera a
Woofer saltando alegremente en el aire, tratando de atrapar y comerse a
su nuevo amigo. El corazón de Julian se hinchó. No había tomado la
decisión equivocada al enviar a Woofer a su nuevo hogar. El rostro de
Beckett volvió a aparecer parcialmente—. Creo que le irá bien aquí.

Julian cedió a su deseo de mirar al rudo Beckett.

—Me gusta ese look con tu gorra de béisbol al revés.

El hermoso rostro de Beckett llenó el encuadre, robando el resto de


las palabras de Julian.

—Soy casual cuando estoy en casa. Así es como siempre me veo.


Le doy la vuelta al ala cuando lo necesito. Sabes que siempre me gusta
cómo te ves. Tuve que contratar a un comprador personal, así podría
intentar encajar mejor en tu mundo. —Beckett confesó lo obvio, haciendo
un pequeño ruido con la comisura de la boca—. El calendario de mi
teléfono se sincronizó de alguna manera con tu calendario. No estoy
seguro de cómo sucedió, pero vi que estuviste en una reunión toda la
mañana. ¿Cómo te fue? ¿Estás listo para participar y hacerte cargo de
Reservations?

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Julian se preguntó cuánto tardaría Beckett en descubrir lo que


había hecho.

—¿Recuerdas cuando estabas en la ducha y te pedí tu contraseña?


—Esperó hasta que Beckett asintió y sus cejas se juntaron bajo los
Oakley—. Sincronicé nuestros calendarios. Decidí que probablemente
pensabas que estábamos tan lejos en nuestra relación como para unir
nuestras agendas.

La sincronización había sido una decisión espontánea. Diseñada


para confundir y provocar a Beckett. El beneficio adicional era que ya
había comenzado a extrañarlos. Ayudaba a sus cambiantes estados
emocionales ver las actividades programadas de Beckett para el día.

—Ah... —comenzó Beckett, sonriendo como un gato de Cheshire,


un dulce y sonriente gatito—. ¿Estamos en una relación?

La expresión de ojos saltones hizo que Julian pusiera los ojos en


blanco dramáticamente.

—Estoy parado en medio del estacionamiento, dejando que los


violentos rayos del sol toquen mi piel sin protector solar… Esto tiene que
ser malo para mi cutis. Me arriesgo a tener arrugas y manchas oscuras
por hablar contigo en privado. Así que sí, estamos en una especie de
complicada relación. —Julian ni siquiera se asustó al confirmar su estado
en voz alta—. Por cierto, ¿sabes algo sobre el sedán marrón en el
estacionamiento trasero?

Algo de la emoción de Beckett se desvaneció cuando se quitó las


gafas de sol de la cara. Entrecerró los ojos como si pudiera ver más allá
de Julian hasta el vehículo en el lote más alejado. Beckett claramente no
estaba seguro de si Julian lo estaba probando o haciendo una pregunta
legítima, por lo que giró la pantalla del teléfono para mostrar la evidencia
estacionada en la distancia.

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—Julian... —comenzó Beckett, haciendo una mueca de dolor.

—Julian... —lo imitó, amando la forma en que Beckett se retorcía.

Cuando no llegó ninguna excusa, los hombros de Beckett se


desplomaron y dejó escapar un profundo suspiro. Bajó la mirada a sus
pies.

—Mira, me gusta la idea de que alguien te vigile cuando yo no


puedo. Es un buen amigo. Se tomará este trabajo en serio.

—¡Beck! —Una voz masculina retumbante detuvo la explicación de


Beckett a mitad de la oración. Ganó toda su atención mientras giraba la
cabeza hacia la derecha. Julian también lo hizo, como si pudiera ver al
hombre con un tono tan autoritario—. ¡Te necesitamos, hijo!

—Gira el teléfono para que pueda verlo —instruyó Julian.

Beckett hizo lo que le pidió.

—Estaré allí en un minuto. —El tono dulce de Beckett cambió. Una


voz dura salió disparada de su pecho. Julian no podía ver claramente a
su padre. Estaba de pie en un gran porche cubierto con los puños
apoyados en las caderas y una barriga redonda sobresaliendo. Beckett y
su padre compartían características similares, mostrando indicios de
cómo podría verse a medida que envejeciera.

—Debería ir. —Beckett se volvió hacia la pantalla—. No envíes a


Marc a empacar hasta que tú y yo hablemos. No se interpondrá en tu
camino, te lo prometo, pero si algo sale mal, él está ahí para ayudarte.

—Ya veremos. —Julian nunca se rendía prematuramente y no


quería empezar ahora—. Llámame luego.

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Beckett lanzó un silbido con dos dedos por encima del hombro,
llamando la atención de Woofer. El perro dio un brinco hacia adelante
cuando Beckett se dirigió hacia su padre.

—No hagas nada hasta que hablemos de nuevo. Prométemelo —


suplicó Beckett. Parecía que a Julian se le dificultaba ir en contra de lo
que quería y asintió antes de desconectar la llamada. Se sintió tan
malditamente bien que cerró los ojos y levantó la cara hacia el sol,
sonriendo. En las medidas de su vida, había alcanzado otro hito. Su
felicidad había vuelto. Maldita sea, se sentía bien.

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Capítulo 27
La silla reclinable dio un chillido reconfortante y familiar cuando
Beckett se reclinó, llevándose su teléfono con él. La instantánea mirada
irritada de Randy se disparó. Habían pasado tres horas en sus
preparativos, y cada vez que Beckett se echaba hacia atrás en el asiento,
el ruido parecía irritar el último nervio de Randy, provocando su ira
inmediata.

—Dios mío —declaró Randy, volviendo a dirigir su mirada enojada


hacia Beckett—. Mantente alejado del maldito teléfono. Estás haciendo
que esto tarde mucho más de lo necesario. Me estás matando.

Los papeles en la mano de Randy salieron volando cuando los


arrojó al aire. A Beckett no le importaba lo más mínimo. Estaba orgulloso
de haber esperado quince minutos completos antes de responder al
último mensaje de Julian. Sus pulgares trabajaron furiosamente en la
pequeña pantalla hasta que se abrió la aplicación de mensajes.

—¿Qué vas a hacer cuando no puedas hablar con este tipo durante
tres días? —preguntó Randy, levantándose de su asiento.

—Tendré el teléfono satelital —respondió Beckett distraídamente


mientras leía el último mensaje de Julian.

Si leyó entre líneas correctamente, Julian parecía realmente feliz.


El tono de los mensajes alegres y la forma en que constantemente sacaba
tiempo para hablar con él durante su ajetreado día era muy diferente de
la persona cínica y sarcástica que Julian usaba como escudo contra el
mundo.

Su corazón se calentó, todos los hormigueos inducidos por Julian


subieron y bajaron por sus brazos, dejando un rastro de piel de gallina

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como si estuviera allí con él, tocándolo de esa manera tierna que tenía.
Las cosas que Julian compartía podrían ser superficiales, había enviado
los detalles de su capacitación en administración, pero no importaba.
Estaba floreciendo justo frente a sus ojos. Un cambio sorprendente.

Quizás él estaba fuera de lugar. No conocía a Julian lo


suficientemente bien como para hacer una afirmación tan audaz. Pero
estaba feliz de ser con quien compartía su día.

—El perro está sentado junto a la puerta principal. ¿Lo dejo salir?

Beckett levantó la mirada al oír el sonido y el olor del aceite en


aerosol para cocinar mientras Randy usaba una lata de Pam para
engrasar los engranajes de la silla de Beckett.

—Mamá jura que eso atrae a las hormigas —murmuró Beckett,


ladeando la cabeza para ver a Woofer sentado en la puerta. Beckett se
había preocupado por todos los animales salvajes que había oído
deambular anoche y había mantenido a Woofer cerca esta mañana.
Decidió que un pastor alemán normal podría enfrentarse a los coyotes o
los gatos salvajes, pero Woofer había sido criado como un perro de
ciudad.

Por mucho que pudiera cabrear aún más a Randy, Beckett se


levantó de su asiento. Maldita sea, el Pam funcionó. El chirrido había
desaparecido por completo. Podría tener esta conversación con Julian
mientras estaba sentado en el porche y dejar a Woofer afuera por un
tiempo.

—Te tengo, chico. Yo también quiero estar ahí. —Beckett apenas


había abierto la puerta principal antes de que Woofer la atravesara,
empujándola hasta el final. Una brisa fresca sopló a través de la abertura
cuando despegó, corriendo y luego saltando desde los escalones del

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porche. Otro mensaje de Julian llegó cuando siguió al perro y se sentó en


los escalones del porche para vigilarlo.

Bueno, a medias. Estaba parcialmente enfocado en el mensaje que


envió Julian. Este tenía una selfie con una pila de papeles en su
escritorio. Todo lo que vio Beckett fueron los ojos de agua cristalina ante
la brillante sonrisa de Julian. Esos labios que inducían al placer hicieron
que Beckett tuviera una erección. Julian era hermoso y de alguna manera
siempre se veía fresco y prístino, nunca fatigado.

Me dirijo a la cocina para el entrenamiento de preparación.


Estaré fuera por unas horas. Deséame suerte. Esperan que les
ayude a preparar la cena esta noche. No es mi fuerte. Creo que soy
mejor para establecer el estándar que para crear el estándar.

Tan fascinado con el hermoso rostro de Julian, Beckett de alguna


manera había pasado por alto el delantal que llevaba. Tendría que ver
cómo mantenía su apariencia después de pasar un tiempo en la cocina.
Escribió apresuradamente un mensaje.

Buena suerte. ¿Te he dicho que me gusta un hombre que sepa


cocinar? Toma una foto cuando hayas terminado. Siempre soy un
chef desordenado.

Vi Ratatouille. Todo está en la ubicación del codo. Ya me voy.


Cuida a mi perro.

La puerta trasera se abrió y se cerró de golpe descuidadamente con


un fuerte golpe. Los pesados pasos de las botas de Randy se acercaron a
él.

—Aquí. —Una taza de café apareció sobre su hombro. Aceptó la


ofrenda mientras Randy bajaba varios escalones antes de aterrizar sobre

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su trasero a su lado—. Sabes que tienes que meter la cabeza en el juego.


Los aprendices llegan en unas pocas horas.

No me digas. Su espacio mental había sido un problema durante


las últimas veinticuatro horas. Cada pensamiento había girado en torno
a Julian. Si no se preguntaba qué estaría haciendo, estaba reviviendo
algún momento especial de su última semana juntos. Cada pensamiento
era sobre Julian.

—Lo sé —dijo Beckett, inhalando el aroma tentador antes de


levantar la taza para tomar un buen sorbo del café humeante.

—¿Quieres hablar de él? —preguntó Randy, cortando su mirada


hacia Beckett—. Podría ayudar a sacar lo que sea que tienes en el pecho.

Beckett soltó una risa áspera, empujando el café. Tuvo que abrir
las piernas y absorber el escozor del líquido caliente mientras caía de la
taza a su mano y bajaba hasta el escalón del porche.

—No, no quiero hablar de él y, al mismo tiempo, es todo de lo que


quiero hablar. Estoy tan jodido por este tipo.

—Ni que lo digas. —El tipo de burla que venía de una amistad de
toda la vida se le escapó fácilmente a Randy cuando golpeó a Beckett en
el hombro—. No podría decirlo... Es literalmente de lo que todo el mundo
está hablando: estás jodido.

Beckett dirigió su mirada férrea hacia Randy, juzgando la


sinceridad de esas palabras posiblemente vulgares. Su lado protector
inducido por Julian saltó hacia adelante. No le gustaba la idea de que su
relación fuera trivializada de una manera tan despectiva.

—Cuidado... —advirtió Beckett.

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—Puff —se burló Randy como si Beckett no fuera más que un


mosquito molesto—. Cálmate. —Se dio unos golpecitos en el costado de
la sien—. Me refiero a feliz y distraído. Yo te cubro. No te preocupes.

Beckett dejó que eso fuera una explicación suficiente mientras


volvía la mirada hacia el pasto frente a ellos, mirando a Woofer, que corría
a toda velocidad de regreso a la casa. Juró que el perro tenía algo de
Forrest Gump en las venas. ¿Cómo había sobrevivido como perro de
interior?

Mientras lo miraba, respiró hondo y rompió otra de sus barreras


para hablar sobre un hombre en su vida.

—Es el director general de un restaurante y discoteca al que


pertenezco. Su nombre es Julian, y me tiene comiendo de su mano.

—Hmm —murmuró Randy sin ningún juicio o malicia escondida


en su tono—. Entonces, ¿es una relación?

El miedo que Beckett no se había permitido afrontar pasó a primer


plano. Estaba felizmente inmerso en la idea de Julian y él para siempre,
pero honestamente no sabía si Julian estaba allí con él.

—Ese es mi plan —se las arregló para decir Beckett.

Randy lo observó de reojo, atrayendo a Beckett para mirar a su


amigo.

—No me gustan los chicos, pero apostaría dinero a que eres un


buen partido.

El cumplido ayudó a aliviar la creciente preocupación mientras


hablaba del verdadero obstáculo entre ellos.

—Es un chico de ciudad hasta la médula.

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—¿Cómo va a funcionar eso? —preguntó Randy, frunciendo el ceño


como si estuviera contemplando las opciones.

Beckett levantó la cabeza para mirar los kilómetros de cielo azul,


que solo le recordaban la profundidad de los inusuales ojos de Julian.
Aspiró profundamente el aire. El fresco y exótico aroma a madera le
recordó la colonia única de Julian. La majestuosa vista de la cadena
montañosa asentada en la distancia solo podría ser coronada por una
vista del océano, si Beckett, de hecho, compraba un lugar en Coronado
para que vivieran.

Maldita sea. El fuerte silbido de una exhalación escapó. Había


hecho más de una búsqueda en Zillow, buscando casas en venta en el
área de Coronado. Todas las sensaciones primarias y protectoras se
entrelazaban con cada una de sus respiraciones. Julian era suyo; eran
perfectos juntos.

—Lo amo —dijo Beckett en un susurro.

—Claramente. Pero, ¿responde eso a mi pregunta? —preguntó


Randy.

Beckett se quedó callado por un segundo o dos, no realmente


cómodo explicando su nueva perspectiva sobre su vida que cambiaba
rápidamente.

—No estamos en el punto de tomar algún tipo de decisión sobre el


futuro. Sé cómo me siento desde hace un tiempo, pero solo logré algún
tipo de conexión real en las últimas semanas. —Beckett finalmente miró
a Randy mientras le decía la verdad a su confidente—. Fue secuestrado
y agredido. Tiene problemas de confianza.

Los ojos de Randy se abrieron, su frente se arrugó, mientras


murmuraba:

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—Lamento oír eso.

—Yo también —dijo Beckett. Su corazón mostró sus grietas en el


salvaje latido que venía de pensar en el secuestro de Julian—. Todo en
mí quiere estar con él. Es tan fuerte como la necesidad de respirar.
Encajamos notablemente bien. Saca de mí una satisfacción que
realmente me gusta. —Beckett negó con la cabeza, perdido en todo lo que
había confesado—. ¿Eso tiene algún sentido? Mi mundo se ha vuelto
singular. Quiero ser yo quien cuide a Julian. Quiero ser su persona,
¿sabes?

Randy asintió. Habían sido mejores amigos durante mucho, mucho


tiempo, pero rara vez se sumergían profundamente en algo.

—Lo sé. Siento lo mismo por Marly.

Beckett asintió, feliz de que Randy entendiera.

—Entonces, iré con él —dijo Beckett, colocando oficialmente a


Julian como lo primero en su vida—. Él no puede venir aquí tan
fácilmente como yo puedo ir allí. Tendría que renunciar a todo y yo te
tengo a ti para supervisar las cosas aquí.

Los labios de Randy se apretaron como si hubiera descubierto un


complicado problema de matemáticas y luego asintió de nuevo.

—Por eso has estado presionando tanto a los nuevos empleados.


Me preguntaba si sería algo así.

—¿Mi papá ya lo sabe? —preguntó Beckett.

Randy levantó un hombro en un encogimiento unilateral.

—No me ha dicho nada, pero sé que también te respalda. Haremos


que funcione.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Pensé que querrías ser socio —dijo Beckett, adelantándose a sí


mismo. No es que no lo hubiera pensado todo. Su cerebro siempre estaba
trabajando a través de posibles barreras o problemas que pudieran
impedirle alcanzar sus metas—. Ya me conoces, siempre estoy pensando
en cómo hacer que funcione con Julian. Para hacer eso, probablemente
debería estar allí más tiempo. No creo que sea el tipo de persona que deba
dejar solo durante largos períodos, pero nunca me iré del todo de aquí.
Lo sabes.

La pesada palma de Randy aterrizó en el hombro de Beckett,


dándole un suave apretón.

—Mi consejo es que no te adelantes demasiado. Lo que se supone


que debe suceder, sucederá. —Luego, Randy usó el hombro de Beckett
como una muleta para ayudarse a ponerse de pie, derribándolo y al resto
de su café—. Sabes que estoy aquí cuando quieras hablar, ¿verdad?
Escuchaste suficiente de mis tonterías de enamoramiento a lo largo de
los años.

La vulnerabilidad que causó que se formaran capas de duda


comenzó a disminuir mientras se movía para evitar el líquido derramado.

—Silba a tu perro —dijo Randy, tomando la taza de café—.


Tenemos que ir a inspeccionar el equipo. Nos están esperando.

Beckett silbó mientras se sacudía las gotas que aún quedaban de


su mano. Woofer se había dejado caer contento en el parche de flores
silvestres que dejaron crecer libremente en la propiedad. Al perro le
encantaba ese lugar y solo levantó la cabeza, tratando de juzgar la
seriedad de la orden de Beckett.

—Es inteligente y está bien entrenado.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett volvió a silbar y se dio unas palmaditas en el costado de la


pierna, sin dar ninguna explicación sobre el entrenamiento de Woofer.

***

La oscuridad del cielo le hizo saber a Julian que había sido otro día
excepcionalmente largo. Balanceó un recipiente para llevar en una mano
y metió un dedo en el nudo de su corbata de seda, aflojando su fuerte
agarre. Su cerebro traqueteaba sobrecargado mientras los montones de
información que había digerido hoy corrían como un bucle dentro de su
cabeza.

Lo único que había aprendido con toda certeza, era que su


permanencia en Reservations había sido un gran dolor de cabeza para el
antiguo gerente general. Su constante necesidad de desafiar las reglas
había creado más trabajo para el viejo gerente. Debería haber sido
despedido y podría sentir algo de culpa si su deseo de cambio no fuera la
razón exacta por la que lo habían ascendido en primer lugar.

Un bostezo agotado y estremecedor contra el que no luchó se soltó


mientras caminaba a lo largo del estacionamiento lleno de gente. Julian
no sabía si Beckett le había dicho al guardia de seguridad personal que
ya sabía sobre él. Aún así, cada vez que miraba las cámaras, veía el
sedán. El hombre tenía que estar trabajando las veinticuatro horas del
día para cuidar de él, lo que realmente apreciaba. Tanto es así que se
había tomado un minuto para asar una hamburguesa para el tipo antes
de irse esta noche.

Cuando se acercó, debió haber llamado la atención del guardia.


Porque inmediatamente agachó la cabeza, haciendo que se riera.
Aparentemente, Beckett no se lo había dicho. Caminó feliz directamente
hacia el auto mientras el tipo miraba en todas direcciones, incluso
girando la cabeza hacia el lado del pasajero para evitarlo cuando usó sus
nudillos para golpear la ventanilla del lado del conductor.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Después de una pausa larga y embarazosa, los hombros del tipo se


hundieron mientras bajaba la ventanilla y lo miraba.

—¿Puedo ayudarte?

—Aquí —dijo Julian, empujando el contenedor para llevar a través


de la ventana—. Si vas a sentarte aquí todo el día, lo menos que puedo
hacer es darte de comer.

—No estoy seguro de lo qué estás hablando. —La profunda voz


masculina hizo sonreír a Julian. Casi parecía convincente.

—Sí, lo haces. Durante los próximos tres días, tengo el mismo


horario. Me comprometeré a esperarte antes de conducir a casa si dejas
de sentarte aquí todo el día. —El guardia abrió la boca, pero no dijo nada
mientras bajaba la ceja y tomaba el recipiente para llevar—. La
hamburguesa está medianamente hecha y la papa horneada es rellena.
¿Qué dices a mi sugerencia?

—¿Cómo lo averiguaste? —dijo, poniendo el contenedor para llevar


en el asiento del pasajero.

¿Cómo le decía a este tipo que tenía un gran objetivo rojo en la


espalda? Por supuesto, cualquiera que tuviera ojos podía ver lo que
estaba pasando.

—Te vi ayer por la mañana. Mantengo un ojo abierto estos días.


¿Entonces qué dices?

—Necesito hablar con Beck. Él está pagando, pero no me importa


hacerlo de esa manera —dijo el tipo, tomando su teléfono—. Tengo a
gente ayudándome. Ahora están en tu apartamento.

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Serie Reservas 02
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Está bien, le daría un punto al tipo. Solo había visto a uno de ellos.
Julian sacó su tarjeta de presentación y anotó su número de teléfono en
la parte de atrás.

—Aprecio lo que está haciendo Beckett, pero es exagerado. Ya he


pasado por lo suficiente como para tomar precauciones adicionales, como
las cámaras que te apuntan. Envíame un mensaje y podemos establecer
un horario. Todo lo que hago es venir a trabajar y volver a casa a dormir.
Por cierto, soy Julian.

—Marc. —Una mano grande y fornida asomó por la ventanilla.


Cogió la tarjeta y volvió a alargar la mano. Julian aceptó fácilmente el
apretón.

—Un placer conocerte. —Julian se dio la vuelta, pero luego volvió


a girarse—. Si resulta que vuelves mañana, entra al restaurante y espera.

Marc era amigo de Beckett, lo que significaba que también era


suyo. Negó con la cabeza con fuerza mientras se dirigía a su coche. ¿Qué
le estaba pasando?

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Capítulo 28
—¡Espera! —Julian gritó al otro lado de la línea, lo que provocó que
Beckett apartara el teléfono satelital de la oreja. El volumen atravesó su
cerebro como un atizador al rojo vivo. Juró que escuchó un eco de la voz
de Julian rebotando alrededor de la cima de la montaña donde se
encontraba.

Cuando el eco se calmó, Beckett, vacilante, volvió a llevarse el


teléfono a la oreja. Al mismo tiempo, escaneó la cima de la montaña,
buscando cualquier amenaza antes de poner la escopeta que sostenía en
una mano a sus pies y quitarse la mochila de cada hombro.

Un ritmo constante de música sonaba en el fondo de la llamada


mientras Beckett caía sobre su trasero. Aterrizó sin ceremonias en la roca
dura con un golpe, sin importarle ni la incomodidad con la que pudiera
tener que lidiar. La fatiga de los últimos días finalmente se había
instalado, alcanzándolo con un bostezo largo y abierto.

—¿Sigues ahí? —La música fue silenciada de fondo hasta que no


escuchó nada más que la sensual voz de Julian. Tanto el cansancio como
la ansiedad disminuyeron mientras se concentraba en el tenor de Julian
que tenía una forma de acariciar su corazón. Beckett había llegado a
disfrutar del suave apretón en su pecho que solo Julian podía alcanzar.

—Sí. ¿Estás en el club? —preguntó Beckett, dejando caer la cabeza


hacia atrás entre los omóplatos para mirar el millón de estrellas titilantes
arriba.

—Sí —comenzó Julian—. Me detuve después del trabajo para


tomar una copa y ver cómo iba Ricco. Mi apartamento se siente solo sin
mi perro y sin ti. ¿Sigues en las montañas?

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Kindle Alexander Es complicado

—Así es. —Una suave brisa sopló sobre Beckett, enviando una nota
refrescante a lo largo de su columna vertebral—. No me gusta que te
sientas solo.

—Es mejor ahora que llamaste. Es extraño no hablar contigo.


¿Cómo va el entrenamiento?

Beckett asintió, sintiéndose exactamente de la misma manera


hasta que Julian mencionó el entrenamiento.

Puso los ojos en blanco y alcanzó su mochila, dejándola caer a un


metro de distancia antes de recostarse sobre ella.

—Estas son excursiones de entrenamiento más duras porque los


chicos son tan alfas. Hay un desafío constante por parte de algún
miembro del grupo.

—Oh... —Julian arrulló—. Me gustaría ver esa batalla con mis


propios ojos. Apuesto a que mi gran oso de peluche tiene su propio lado
alfa, impulsado por la testosterona—. Las palabras de Julian gotearon
con sugestión, como si se estuviera lamiendo los labios con
anticipación—. Mi dinero va por ti. He visto esos grandes bíceps
flexionarse.

Beckett soltó una carcajada, pensando en lo bien que Julian había


llegado a conocerlo. No le gustaba en absoluto dominar a nadie, pero se
había resignado hace mucho tiempo a que a veces tenía que ser el idiota
más grande del grupo para hacer que los demás se alinearan. Un rasgo
necesario cuando se trataba de todos estos hombres y mujeres líderes.
Ser arrojado en medio de la nada para sobrevivir por su cuenta, incluso
conociendo estas montañas, no era un momento para que el ego se
impusiera en nadie.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Probablemente no sería una mala apuesta de tu parte —dijo


Beckett finalmente.

—¡Oh! Mírate. ¿Mi caballero tiene un ego que ha estado


escondiendo? —bromeó Julian con todo su descaro de siempre.

Beckett continuó riendo, amando la forma en que Julian se burlaba


de él.

—Vengo de padres que son en gran medida sus propios dueños.


Tuve que navegar por sus fuertes personalidades mientras aprendía a
defenderme cuando lo necesitaba. Cambio de tema. Realmente hay un
cielo despejado esta noche. Hasta donde puedo ver, hay un millón de
estrellas. Es hermoso. Desearía que pudieras verlo.

Esta vez, cuando Julian habló, tenía un tono pensativo en su voz.

—Recuerdo todas las estrellas cuando era niño. Salía a hurtadillas


de mi casa y deambulaba por toda la ciudad. Siempre estaba tan oscuro,
pero el brillo de las estrellas en ese cielo nocturno iluminaba mi camino,
llevándome a donde fuera. Luego, cuando tuve la edad suficiente, cogía
el coche de mis padres. Eso no salió tan bien.

El cinismo normal que usaba Julian cuando hablaba de las luchas


de su infancia no estaba presente esta vez. Sonaba pensativo, no
agraviado, como si reviviera un buen recuerdo.

Beckett no quería arriesgarse a ningún tipo de tema en espiral


descendente, por lo que cambió de rumbo.

—Aquí hay algo honesto que debo decir. No puedo dejar de pensar
en ti. Lo juro por Dios, me estás consumiendo... he estado deseándote
durante las últimas horas, tratando de esperar mi momento antes de
poder subir esta colina para llamarte.

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Serie Reservas 02
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—Mmm... —murmuró Julian, volviéndose inusualmente


silencioso. ¿Se atrevería a esperar que sintiera lo mismo por él? ¿Podría
Julian estar dispuesto a decirle las mismas palabras en voz alta?

—He estado respondiendo preguntas sobre ti toda la noche. Los


habituales quieren saber si estamos saliendo y si es exclusivo. Si no
respondo con un sí a ambos, entonces querrán saber si tienen una
oportunidad contigo. Si no estuviera tan seguro de mí mismo, podría
sentir celos por toda la atención que estás recibiendo.

No era realmente la declaración que su corazón esperaba, pero


seguía siendo una muy buena respuesta.

—¿Cómo respondes?

Julian hizo un puff antes de decir:

—Les dije que me gustaría que lo intentaran. Y lo dije en serio. Eres


muy gracioso cuando eres tan amable con todos estos tipos que jadean
detrás de ti.

—Nadie jadea detrás de mí —respondió Beckett, lamentando la


línea que Julian tomó en la conversación.

Julian instantáneamente soltó una carcajada.

—Esa es la mejor parte. Realmente no tienes idea de lo que está


sucediendo a tu alrededor. Solo me has visto a mí, no a todos los hombres
hermosos que te miran.

Una sonrisa tiró a regañadientes de los labios de Beckett. Las


bromas de Julian siempre eran tan malditamente contagiosas.

—¿Qué estás haciendo ahora?

—St. Clair, eres muy divertido.

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Serie Reservas 02
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Beckett pudo escuchar el crujido del cuero suave mientras Julian


continuaba.

—Dejé caer mi trasero en el sofá de la oficina del club. Estoy


cansado. Probablemente podría dormir una semana si tuviera la
oportunidad, pero cuando trato de dormir, pienso en ti y ese perro tonto,
preguntándome si ustedes dos están acurrucados juntos mientras yo
estoy solo en la cama. Te metiste en mi cabeza, Beckett.

—Mmm... —Oh, sí, ahí estaban. El calor que era todo Julian
recorría sugestivamente su cuerpo mientras pensaba en él en su cama—
. Estaba pensando en volar de regreso a Coronado el sábado por la tarde.
No puedo quedarme más de una noche.

—Me gustaría eso. Eres bienvenido. Los domingos son días más
tranquilos en el restaurante. Tendré que estar disponible para el brunch,
pero eso es todo. El restaurante cierra el domingo por la noche —dijo
Julian, haciendo que el corazón de Beckett tartamudeara de esperanza.

—Tal vez si me fuera en medio de la noche, como a las tres de la


mañana, podría quedarme todo el domingo.

—O podrías volar de regreso el lunes por la mañana y recoger tu


camioneta el próximo fin de semana cuando regreses… —respondió
Julian. Beckett cerró los ojos, su pequeña sonrisa se convirtió en algo
más contenido cuando la comprensión de la sugerencia de Julian lo
emocionó. Lo quería allí tanto como él deseaba estarlo.

—Yo podría hacer eso. —Si se quedaba dos noches, sería un poco
difícil para Randy. Tendría que cargar de nuevo con el peso de la siguiente
clase de entrenamiento. Beckett debería sentirse culpable, pero no lo
hacía. De ninguna manera.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Hay alguien a tu alrededor? —preguntó Julian, su voz cada vez


más ronca con sus siguientes palabras—. ¿Quieres correrte?

La polla de Beckett tomó nota instantáneamente, pasando de


excitada a una fuerza dura e inquebrantable en cuestión de dos
segundos. Por supuesto que quería que Julian lo ayudara a correrse, y
estaba bastante lejos del resto del campamento. No lo podían ver, ni
siquiera con el mejor equipo nocturno.

—¿Ya te estás tocando? —ronroneó Julian.

—¿Lo haces tú? —contraatacó, liberando su cinturón.

—Lo haré tan pronto como me quite los pantalones —respondió


Julian.

—Lo mismo aquí —se rió entre dientes, apoyando el teléfono en su


pecho para poder bajar sus pantalones lo suficiente como para que nada
se interpusiera en su camino, al diablo con las consecuencias. Su polla
estaba dura como una piedra y goteaba. La emoción de estar al aire libre
y vulnerable lo hacía aún más erótico. Beckett curvó sus dedos alrededor
de su polla y se dio unos tirones ansiosos—. Me estoy acariciando, Julian.
Me imagino que es tu puño deslizándose hacia arriba y hacia abajo por
mi polla.

—No es tan inocente como pretende ser, ¿verdad, señor St. Clair?
—provocó Julian—. Desafortunadamente, estamos a cientos de millas de
distancia. De lo contrario, sería mi boca deslizándose por tu eje. Casi
puedo saborearte. ¿Es eso lo que quieres? ¿Yo lamiendo, chupando y
provocando hasta la última gota de tus bolas?

Beckett gimió y apretó su agarre.

—Dios... sí, Julian. Me gustaría eso. — Joder, quería todo lo que le


ofrecía. Cerró los ojos, pensando en su boca sobre él. Usando su pulgar,

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

hizo círculos alrededor de la punta de su polla, esparciendo la humedad


que se escapaba de su raja mientras aplicaba la cantidad perfecta de
presión.

—Oh, te garantizo que te gustará más. Te tomaría entre mis labios


y te tragaría una y otra vez hasta hacerte rogar por el orgasmo —gruñó
Julian.

—Sí… sigue hablando, Julian. Dime más. —Con cada golpe de su


puño, su placer crecía. Se imaginó a Julian apretando la garganta a su
alrededor. Esa lengua aterciopelada lamiendo su polla. Los suaves
mechones del cabello deslizándose entre sus dedos mientras le guiaba la
cabeza con una suave presión.

—Acariciando tus bolas, primero rodando en mis palmas,


provocándote, asegurándome de prestar especial atención a cada
centímetro de tu piel con mi lengua.

Beckett escuchó la cadencia sexy de la voz ronca de Julian. El aire


fresco de la noche barrió la ladera de la montaña, besando su piel
expuesta. Beckett estaba tan atrapado en Julian, y en el calor del
momento, el mundo que lo rodeaba se desvaneció. Su corazón se aceleró
y su cerebro hizo un cortocircuito con un deseo obsceno mientras se
aferraba a cada palabra de Julian.

—Entonces me pondría en cuatro por ti, Beckett, abriría mis


piernas y tocaría mi bonito agujero rosado mientras tú miras. Te
suplicaría que me llenes con esa gran polla gruesa tuya y lo harías. —La
voz de Julian, baja y entrecortada, se había convertido en su propio
afrodisíaco—. Mmm... te sentirías tan jodidamente bien dentro de mí.

—Sí —gimió Beckett y se mordió el labio inferior, acelerando sus


caricias mientras perseguía su placer. Hechizado por la escena que se
desarrollaba en su mente y el tono de voz de Julian.

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Kindle Alexander Es complicado

—Folla tu puño, B. Finge que es mi culo apretándote. Golpéame


fuerte y rápido. —Las instrucciones lascivas de Julian enviaron un
aluvión de imágenes que inundaron su cerebro. Su cuerpo no pudo
soportar mucho más. Ya estaba tan cerca de correrse.

—Jodido Jesús, Julian. —Empujó sus caderas, dejando que las


palabras y su imaginación lo tomaran. Mientras su puño se deslizaba
hacia arriba y hacia abajo por su pene, el fuego corrió por sus venas. Su
orgasmo se construyó con cada palabra que salía de la boca sucia de
Julian.

—Dámelo todo, B. —La orden entrecortada de Julian lo hizo gemir


mientras empujaba más rápido en su puño—. Más duro, ábreme con tu
gran polla. Estoy tan cerca. Quiero correrme duro con tu polla.

—Santo cielo. —La caliente fricción de su puño y las palabras de


Julian hicieron que los músculos de Beckett se tensasen mientras sus
bolas se apretaban contra su cuerpo.

—Córrete para mí, B. Déjame escuchar mi nombre en tus labios.


—La orden de Julian, ronca y cruda, desató un torrente de deseo animal
latiendo por sus venas.

—Julian —gritó cuando el fuego que se acumulaba en su núcleo de


repente se precipitó hacia sus bolas con tanta fuerza que los dedos de los
pies se curvaron dentro de sus botas y su liberación lo golpeó fuerte y
rápido. Chorros calientes de corrida le atravesaron el estómago y el
pecho. Su cuerpo se inclinó del suelo mientras continuaba acariciando
su pene, perdido en la visión de Julian llenando su cabeza.

La respiración de Julian era pesada y más rápida.

—Sí, Beck... Agh... —Julian gimió, largo y profundo, enviando una


ola de réplicas por todo el cuerpo de Beckett.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Maldita sea, eso fue... —Las palabras se negaron a formarse en


su cabeza. Estaba tan jodidamente feliz que no le importaba una mierda
que su equipo probablemente lo hubiera escuchado gritar y podría estar
buscándolo en ese mismo momento. No se movió. No pudo. Se quedó ahí,
mirando el cielo lleno de hermosas estrellas, disfrutando del sonido de la
respiración de Julian.

***

Cuando el semen se deslizó hasta el ombligo de Julian, se dio


cuenta de que no había pensado en las consecuencias antes de empezar.
Miró la parte inferior de su pecho y estómago, ambos salpicados en su
semen y nada a su alcance para ayudar a limpiarlo. Había estado
demasiado concentrado en Beckett para pensar en las cosas, y ahora iba
a tener que hacer algunas maniobras elegantes si planeaba mantenerlo
fuera de su ropa.

—Voy a dejar el teléfono por un segundo.

—Yo también. No pensé en esto antes de comenzar. —El acento


saciado en la voz de Beckett se deslizó sobre Julian, haciéndolo sonreír.
Dejó el teléfono en el cojín del sofá y alcanzó los pañuelos de papel de la
mesa de café, haciendo todo lo posible por mantener su cuerpo inclinado
para evitar goteos.

Rápidamente limpió la liberación en su vientre. Perdido en el tono


urgente de Beckett, había pintado todo su pecho. Sin previo aviso, los
bordes de su visión comenzaron a desvanecerse.

Joder, no de nuevo. Esta vez, no perdió completamente de vista su


entorno. Su vientre se convirtió en una pantalla para el proyector de
imágenes en su cabeza. Estaba cubierto de semen, tanto húmedo como
seco. Basado en el dolor agudo en las muñecas y los tobillos, lo habían
atado. Los recuerdos llenaron su visión de la mano de un hombre

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Kindle Alexander Es complicado

frotando agresivamente un paño áspero sobre su vientre y pecho. No, no


un paño. Era la colcha fea debajo de él.

Julian trató de catalogar cada detalle sobre la línea completa de


tatuajes que cubría la mano y el brazo en su campo de visión. Ese fue el
primer recuerdo concreto de algo asociado con su secuestrador. Trató de
aferrarse al recuerdo. La corrida en su pecho parecía provenir de
múltiples direcciones. Una polla gorda metida en su boca. Lo habían
usado. Reconoció el recuerdo de su propio miedo, el sabor amargo en su
boca. En este punto del secuestro, temía por su propia vida. Flotar dentro
y fuera de la conciencia proporcionó su único alivio del temor de lo que
sucedería a continuación.

La bilis subió a su garganta mientras revivía el momento. Había


abierto los ojos para ver un puño duro con un anillo de calavera plateado
acercándose a su rostro, y la oscuridad se lo tragó de nuevo. Julian
empujó su memoria, ansiosamente buscando más detalles. Estaba
bloqueado con nada más que oscuridad.

—¿Estás ahí? —preguntó Beckett, su voz silenciada por la


ubicación del teléfono.

—Un minuto —gritó Julian, inspirando profundamente. Terminó


de limpiarse mientras hacía un inventario de las reacciones de su cuerpo
al recuerdo. Los asimilaba con más facilidad, procesando lo que veía. Tal
vez podría concentrarse en los tatuajes, encontrar algo familiar que
pudiera generar una pista.

Un profundo suspiro escapó de sus labios mientras agradecía la


posibilidad de encontrar al tipo que había causado tanto daño. Si
pudieran atrapar a este tipo, sería libre de caminar sin miedo, sin mirar
por encima del hombro a cada inesperado ruido.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Cariño, ¿estás ahí? —En la voz de Beckett se escuchaba más


preocupación esta vez. La seriedad de su tono hizo que cogiera el teléfono.

—Estoy aquí, pero hice un desastre. Tengo que ir abajo —dijo,


metiendo el dobladillo de su camisa de vestir dentro de sus pantalones.
Sus emociones estaban por todos lados. Había corrido de un extremo al
otro en un lapso de minutos. Su mirada aterrizó en la botella de whisky
en el bar. Necesitaba un puto trago y no podía soportar la idea de estar
solo en este momento. Quería bajar las escaleras y perderse en la
relajación de una liberación tan poderosa.

—Siempre me haces venir tan rápido —murmuró Beckett, el


insulto sexy en su voz espesó y profundizó esos tonos roncos.

Julian entendió el intento de Beckett de abrazarse a través de una


llamada telefónica. Demonios, por mucho que deseara que estuviera allí,
no lo estaba. Julian se giró hacia la barra, necesitando esa bebida.

—Julian, sé que estoy presionando, probablemente más de lo que


debería, pero debes saber que me gustas tanto que no puedo pensar con
claridad. No tengo que estar aquí todo el tiempo. Estoy entrenando a
algunos instructores nuevos la semana que viene. Me liberará para dirigir
las clases en Coronado. Podría estar allí para ver qué pasa entre nosotros.

Julian escuchó la declaración dulcemente murmurada, Beckett


exponiendo sus intenciones como si no lo supiera. Beckett reconoció que
se encontraba en una encrucijada en su vida.

Julian pudo ver una imagen visual de esas palabras. Beckett y él


construyendo una relación monógama duradera, y no lo asustó tanto
como debería... hasta ese momento.

Se quedó callado mientras se servía un trago de whisky puro,


tomándoselo de un solo trago.

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Kindle Alexander Es complicado

—Te asusté... —dijo Beckett—. Olvida que dije algo.

Sí, si tan solo pudiera. Julian cerró los ojos. ¿Qué le estaba
pasando? Durante años, todo lo que había querido era volver a su antigua
vida. Su corazón dio un brinco ante sus deseos más básicos. Si alguna
vez tuviera la oportunidad, no volvería a desperdiciar su oportunidad ni
su fortuna.

No había duda de que Beckett había sido responsable de su


progreso en su camino hacia la recuperación. Sin duda, también se había
unido firmemente a Beckett, pero estaba navegando por dos caminos
diferentes. Uno, el respetable director de un restaurante de alta cocina y
una discoteca. Ese camino convertía a Julian en un igual ante hombres
como Beckett. Serían un gran partido. Por el otro lado, Julian lo
abandonó todo por su antigua vida. Los dos caminos que dejó difuminar
comenzaban a enfocarse. Y no podía ser ambos hombres. En algún
momento, cuando estuviera completamente recuperado, ¿necesitaría o
querría algo más que dirigir este restaurante? ¿Beckett apoyaría
realmente su decisión?

No estaba listo para dejar ir sus esperanzas y sueños, incluso con


la realidad de su cuerpo lleno de cicatrices que le contaba una historia
diferente. Con el tiempo, su lado autodestructivo saldría deliberadamente
y arruinaría todo lo que habían construido. Era un disoluto de corazón.

Si fuera la mitad del hombre que Beckett pensaba que era, lo


dejaría ir ahora mismo. Dejar de estar en el limbo, guiando a Beckett,
guiándose a sí mismo.

La idea del eventual rechazo de Beckett atravesó su corazón con


un golpe tan punzante que miró hacia abajo para ver si había sangre
saliendo de la herida.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Julian, puedo oírte respirar. Déjalo ir. Fue la liberación


hablando. —Esta vez, el tono de Beckett mantuvo esa cualidad alfa.

—No, no fue la liberación hablando —dijo Julian, poniendo la


barbilla en el pecho. Su voz bajó a poco más que un susurro—.
Honestamente. Estoy desgarrado. Mi cabeza dice que necesito mantener
las cosas ligeras entre nosotros. Mi corazón dice algo diferente. Ya no sé
quién soy. Siento que me destrozan de adentro hacia afuera. Todo es tan
confuso. Pero estoy seguro de que sé que no soy un hombre digno de ti.

—¿Estoy haciendo algo para que te sientas así? —preguntó


Beckett, su preocupación era evidente en cada sílaba pronunciada.

Julian soltó una carcajada sin humor.

—Tú eres la única razón por la que cuestiono todo ahora. —Inhaló
profundamente y ancló el teléfono en su hombro, sosteniéndolo allí
mientras vertía otro trago—. Mira, necesito que lo que sea que nos esté
pasando continúe. Me haces más fuerte. No lo etiquetemos. No quiero
lastimarte y he sido honesto contigo; no soy el hombre que crees que soy.

—Siempre dudas de ti mismo —dijo finalmente Beckett, y tal vez


eso era cierto—. Y creo que dudas de mí. No quiero que cambies, Julian.
Puedo enfrentar lo que venga, lo prometo. Podemos tomarlo con calma,
seguir la corriente. Lamento haber dicho algo.

El alcohol le calentó el pecho y embotó los sentidos de Julian,


exactamente lo que esperaba que sucediera. Con un movimiento de
cabeza, se volvió hacia el espejo de cuerpo entero para poder comprobar
su apariencia. Podía oler su liberación y sospechaba que los demás
también podrían. Su mirada azul le devolvió la mirada. Quizás estaba
cambiando, quizás para mejor. ¿Quién lo sabía con certeza?

339
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Buenas noches, Beckett —dijo Julian, volviéndose hacia la


puerta—. Envíame un mensaje con tus planes de vuelo.
Independientemente de cuando decidas volar, te recogeré en cualquier
aeropuerto.

—¿Estás bien? —preguntó Beckett en voz baja.

Él asintió y dijo:

—Buenas noches. Mantente a salvo ahí fuera. —Julian terminó la


llamada mientras abría la puerta de la oficina, la música lo
suficientemente alta como para disolver sus descarriados pensamientos
mientras trotaba escaleras abajo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 29
Luke Silva se sentó en una silla vacía en la oficina de Julian. Toda
su atención centrada únicamente en el nuevo iPhone que tenía en las
manos. Había aparecido inesperadamente esta tarde, hace unos quince
minutos, en busca de comida mientras el complejo tenía a la limpieza en
la suite de Thane. El delgado chico se había devorado el sándwich de dos
pisos que Julian había preparado y una bolsa mediana entera de papas
fritas en dos minutos.

No importaba lo ocupado que estuviera, nunca le importaban las


interrupciones de Luke. Justo después que conoció a los hermanos Silva,
Luke declaró audazmente que Julian era el tipo más genial que había
conocido. Dado que Luke no estaba equivocado, como Julian había
tratado de explicarle a un Thane ofendido, había decidido que Luke era
probablemente el adolescente más genial que había conocido.

Esa declaración también apoyó el objetivo de Julian de vivir una


vida diseñada para darle a Thane el mayor infierno. Cuando Luke hizo
su pronunciamiento inocentemente y, a su vez, hirió profundamente a
Thane, Julian y Luke se hicieron amigos rápidamente. Bueno, no amigos
“amistosos”. Julian regularmente tenía que cuidar su boca cada vez que
Luke aparecía a su lado. Era todo un desafío mantener para sí mismo
su arsenal de declaraciones sarcásticas.

Hablando de Thane...

—Estás distraído y tengo cosas que hacer. ¿Podemos finalizar esta


llamada? —Julian tenía mucho que hacer y no tenía un segundo extra
de sobra para tener este teléfono fijo con cable pegado a su oído mientras
Thane hablaba con todos a su alrededor menos con él.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Thane te contó sobre el bar que quiere comprar en Baltimore?


—preguntó Luke distraídamente, atrayendo la mirada de Julian hacia el
joven de cabello oscuro.

Julian siguió esperando, ahora tamborileando con las puntas


desafiladas de sus uñas recién arregladas sobre el escritorio.

—Creo que podría ser de eso de lo que está hablando. ¿Qué club
es?

Luke nunca miró hacia arriba ni detuvo el movimiento de sus


pulgares mientras jugaba en la pequeña pantalla.

—No estoy seguro. Se lo estaba contando a Levi anoche. Creo que


los dueños lo rechazaron, lo que hace que Thane sea más competitivo.
Tú sabes eso.

Julian asintió en silencio. Thane tenía un impulso competitivo


enorme, agravado con palabras como no. Julian tuvo que devanarse la
cabeza, tratando de entender por qué podría necesitar involucrarse en
alguna adquisición aleatoria en primer lugar.

—Julian, escucha. Tengo que irme. —El tono severo de Thane


insinuó que Julian de alguna manera había sido el que había creado la
conversación telefónica—. Thomas Peterson es miembro del club. Tiene
reserva para el próximo martes por la noche. Lo conoces, ¿verdad?

Todo lo que Julian pudo hacer fue encogerse de hombros sin


humor mientras una ceja se levantaba y una sonrisa de comemierda se
extendía por su rostro.

—Sí, lo conozco —respondió finalmente, limitando su respuesta.


Parecía la más simple, especialmente con Luke en la habitación. Tom fue
su cliente hace mucho tiempo y había estado mirándolo seriamente en
sus últimas visitas al bar.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

¿Conocía a Thomas? Pff. Íntimamente. Incluso hasta la pequeña


cicatriz por una incisión en el saco del testículo derecho. Julian también
sabía que a Thomas le gustaba estar abajo en entornos públicos. Julian
había tenido que follar al hombre en cada reunión y gala a la que habían
asistido juntos, mientras ambos permanecían en completo silencio. Si
Thomas no tenía problemas para caminar después, entonces Julian no
había hecho su trabajo correctamente. Intentar ser un dominante
silencioso era primordial.

—Bien. Peterson tiene conexión con Pat’s Pub aquí en Baltimore.


Quiero hacer una oferta por el lugar y no puedo convencer al hijo del
propietario. Necesito que Peterson me ayude a allanar mi camino. Haré
que valga la pena.

—Seguro. —Sin duda, Julian podría hacer eso por Thane—. ¿Cuál
es el lugar? —No podía entender el interés de Thane en un negocio al
azar. Tenía que haber más en esa historia.

—Recuerda hace unos años, tal vez cuatro, cuando estabas en la


ciudad y salimos. ¿Recuerdas que fuimos al Pat's Pub?

Julian tuvo que entrecerrar los ojos por la tensión por la que pasó
su cerebro mientras trataba de recordar un lugar a través de un mar de
puntos calientes a los que había asistido.

—Quizás. ¿A quién pertenece?

—La familia Collins. El patriarca, Pat, está retirado, pero todavía


posee parte del bar y nadie en la familia venderá sin su permiso —
confirmó Thane—. Es irlandés de pies a cabeza. Es un pub irlandés y el
restaurante adjunto se llama Sunday's. Entiendo que Peterson es amigo
de Pat. ¿Qué más necesitas?

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Serie Reservas 02
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Julian se echó hacia atrás en su asiento ante una pregunta tan


tonta. No necesitaba nada. Thane había hecho la llamada y arruinado su
día, no al revés.

—Tú fuiste quien llamó, Papi.

Un suspiro golpeó el auricular antes de que Thane dijera:

—Te he pedido muchas veces que dejes de llamarme así, Julian. No


es profesional...

Honestamente, Julian usaba el antiguo término cariñoso solo para


meterse debajo de la piel de Thane. Si este se diera cuenta de sus tácticas
en lugar de enojarse, le quitaría la diversión y tal vez dejaría de usar el
nombre. Pero, por desgracia, Thane se mosqueó igual que siempre,
haciendo sonreír a Julian mientras se ponía de pie, extendiendo el
teléfono fijo a través del escritorio hacia Luke.

—Quiere hablar contigo —susurró Julian.

Luke tardó un segundo en terminar antes de alcanzar el teléfono,


sin levantar la vista de la pantalla.

—Hola —dijo Luke.

No importaba cuánto lo intentara Julian, no pudo contener la risa


que brotó de su interior cuando salió de la oficina, sabiendo que la cabeza
de Thane simplemente explotaría. Vivía para darle mierdas. Miró su reloj,
tomando nota mental de su calendario diario. Había programado una
sesión de asesoramiento improvisada para discutir dos cosas. Primero,
Beckett y este apego que estaba comenzando a sentir por el hombre.
Segundo, la facilidad con la que había manejado el flashback de la noche
anterior.

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Serie Reservas 02
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Esos eran los temas de discusión de Julian. Su consejera quería


profundizar en los nuevos detalles que había aprendido sobre su
secuestro. Algo resonó dentro de él. Sintió que el tiempo se acercaba para
que todos los recuerdos dispersos se conectaran. Probablemente debería
preguntarle sobre algunas técnicas de afrontamiento que le ayudaran a
superar lo que descubriría cuando las piezas finalmente se juntaran.

El secuestro se sentía personal. Los ojos de Julian se entrecerraron


mientras miraba el concreto pulido cuando se dirigió hacia la puerta.
Forzó un suspiro a través de sus labios. ¿Y si su secuestrador era alguien
que conocía? ¿Alguien todavía en su vida diaria? ¿Cómo superaría todo
eso?

Julian se sacudió el pensamiento que le producía ansiedad y se


concentró en lo bueno de su vida. Después de la cita de consejería,
planeaba dirigirse directamente al aeropuerto para recoger a Beckett.

En un intento por calmar sus nervios agotados y dar sentido a los


sentimientos conflictivos que lo rodeaban, se había emborrachado la
noche anterior. Racionalizó que cualquier cosa que estuviera sucediendo
entre Beckett y él siempre sería así. Esta mañana, entre cargas de Advil
y abundantes tragos de agua para ayudar a hidratar su cuerpo agotado,
su mundo con Beckett en el papel principal había cambiado hacia
adelante una vez más.

Tanto Beckett como él conocían la puntuación.

Julian se había dejado distraer todo el día. Todo le recordaba al


hombre. La nueva fuente de chocolate de Reservations había traído a la
mente su mirada marrón. La brisa salada del mar entre el restaurante y
el hotel hizo que recordara el agarre de manos que habían compartido
mientras caminaban por la playa con la risa de Beckett llenando la noche.
Le encantaba su risa. Julian preparó mentalmente formas de hacer reír
a Beckett.

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Kindle Alexander Es complicado

En realidad, se sentía bien. Estaba emocionado y no podía esperar


a que llegara.

***

Beckett se paró frente al espejo del baño del aeropuerto, pasando


rápidamente sus dedos por sus cortos mechones, tratando de que su
cabello se viera lo mejor que podía. Marcó los segundos con la bota
mientras revisaba sus dientes en busca de algo persistente y luego hacía
una prueba de aliento con la palma de su mano. Las mentas que había
estado picando al salir del avión habían hecho su trabajo. Se inclinó más
cerca del espejo y se dio una palmada en las mejillas, tratando de perder
algo del cansancio que acechaba bajo sus ojos. Su piel seca por el tiempo
que pasó al sol y el viento hizo que el cansancio pareciera aún más
pronunciado.

Afuera estaba anocheciendo. Julian no podría verlo bien de todos


modos. Beckett agarró la bolsa de lona de cuero que tenía a los pies y se
echó la correa al hombro mientras salía del baño, dando grandes
zancadas hacia la salida. Su corazón latía con anticipación cuando las
puertas corredizas de vidrio se abrieron al acercarse. Esta exagerada
emoción por ver a Julian era difícil de contener.

Beckett se detuvo abruptamente justo afuera de las puertas dobles,


escudriñando a lo largo de los autos que esperaban. Había elegido volar
en un vuelo comercial con la esperanza de cerrar los ojos durante el
vuelo, pero la emoción de ver a Julian había arruinado sus posibilidades
de dormir. Su corazón se aceleró, palpitando salvajemente cuando vio el
hermoso rostro sonriente de Julian y agitando los brazos mientras
trataba de llamar su atención. Julian estaba aparcado en doble fila, así
que Beckett corrió los pocos pasos en su dirección.

Sólo ahora se permitió admitir que la noche anterior había sido


dura para él. La preocupación le había agriado el estado de ánimo

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durante todo el día, el miedo por haberse excedido de una manera que
pudiera alejar a Julian. No sabía qué esperar al llegar esta noche, pero
allí estaba Julian, rodeando el maletero, actuando tan emocionado por
llegar a él como él lo estaba por llegar a Julian.

Cuando se bajó del bordillo, Julian se acercó con los brazos


abiertos. Beckett apenas tuvo tiempo de dejar caer la bolsa al pavimento
antes de que Julian se lanzara hacia él. Julian envolvió sus largos brazos
alrededor del cuello de Beckett mientras saltaba hacia adelante. Luego
envolvió sus piernas con fuerza alrededor de su cintura, uniéndolas. Los
dulces labios de Julian encontraron los suyos mientras empujaba su
lengua dentro de la boca de Beckett.

Oh, hombre, estaba tan jodido. Lo agarró por los muslos, tirando
de él cómodamente contra su cuerpo mientras deslizaba su lengua sobre
la de Julian. Qué jodido saludo. La pasión que irradiaba el beso voló su
mente. Estaba tan perdido que el silbato que perforaba el aire a su
alrededor apenas lo afectó mientras besaba a Julian.

—¡No volveré a hacer esto con ustedes dos! ¡Muévanse! —La voz
estaba cerca, y Julian se separó, haciendo que Beckett tratara de seguir
esos labios, queriendo atraerlo de nuevo al beso. Al diablo con cualquier
multa que pudiera recibir. Con mucho gusto la pagaría solo para tener a
Julian en sus brazos.

Julian llevó sus palmas a las mejillas de Beckett, empujando su


rostro hacia atrás mientras dejaba caer sus piernas, cortando el contacto
mientras su cuerpo se deslizaba por el suyo.

—Eres más fuerte de lo que pensaba. No estaba seguro de que


pudieras sostenerme.

—Siempre te he tenido —murmuró Beckett y finalmente dejó que


Julian bajara los pies al suelo—. Me gustó mucho tu saludo.

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—Me alegra que estés aquí. —Julian sonrió—. Pasé la última hora
hablando con mi consejera sobre ti. —Le dio una palmada en el trasero
mientras movía las cejas de manera sugerente—. Tengo planes para ti
esta noche.

Joder, a la dura polla de Beckett le gustó la promesa en el tono de


Julian. Necesitó de todo para liberarlo, e incluso entonces, mantuvo un
brazo envuelto alrededor de su cintura mientras se inclinaba hacia la
bolsa que había dejado caer.

—¿Planes que me van a gustar?

—Planes que me van a gustar a mí. —La risa de Julian fue


contagiosa. Beckett lo miró de reojo cuando se apartó y se dirigió hacia
la puerta del lado del conductor. Incapaz de sostener a Julian por más
tiempo, una sensación de pérdida se apoderó de él. No quería dejarlo ir.

—¿Me lo vas a decir? —dijo Beckett, moviéndose hacia el lado del


pasajero, mirando a Julian abrir la puerta del lado del conductor.

—Ya lo verás. —Julian asintió—. Entra para que podamos llegar


allí.

Beckett no tuvo que decírselo dos veces. Dejó la bolsa en el asiento


trasero y saltó a su lado del coche, listo para ir a donde lo llevara Julian.

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Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 30
¿Cómo se sentía tan condenadamente acogedor su pequeño baño
cuando Beckett estaba cerca? Tal vez porque ese gran hombre con esa
colonia de olor espectacular lo hacía sentir de esa manera,
permaneciendo a unos metros suyos con cada paso que daba.

Quizás los cálidos sentimientos tenían más que ver con los besos
apasionados que había recibido una y otra vez. Beckett tenía la ciencia
del romance reducida a un arte. El hecho de que lo hiciera sin querer solo
se sumaba a su atractivo.

Esa conexión invisible que compartían se había reafirmado desde


el momento en que se vieron en el aeropuerto y se prolongó durante toda
la noche hasta el día de hoy. Beckett tenía una forma especial de usar
suavemente su palma fuerte y callosa alrededor del bíceps de Julian para
darle un tirón juguetón, forzándolo contra su duro pecho. Joder, ese
movimiento lo hacía sentirse querido y deseado, lo hacía sentirse amado
y completo. No importaba dónde estuvieran, la tienda de comestibles, la
playa o incluso la carrera rápida a The Home Depot que Julian había
hecho para el restaurante, el brazo de Beckett se cerraba alrededor de él
y luego lo besaba descaradamente para que el mundo lo viera.

Una emoción familiar se disparó por la espalda de Julian ante la


audacia de un movimiento tan atrevido. Era un showman de corazón y
Beckett continuamente mostraba al mundo lo que sentía por él. Esos
besos dulces y desgarradores hicieron que los dedos de sus pies se
curvaran y su lado travieso saltara a la vanguardia. Puede que hayan
sido los mejores besos de toda su vida.

Julian había demostrado su aprecio mientras estaba en el


estacionamiento de la ferretería local. Había empujado a Beckett hacia

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Serie Reservas 02
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atrás contra el asiento de la camioneta y le había dicho que levantara el


volante mientras él le rasgaba los vaqueros. Había chupado al hombre
frenético e indeciso allí mismo para que cualquiera lo viera.

Beckett finalmente cedió al momento, enredó sus dedos en el


cabello de Julian y movió sus caderas, empujando esa dura polla más
adentro de su garganta. Al final, se había burlado de Beckett hasta que
su dulce rubor provino de su certeza de que habían sido vistos, no de la
extraordinaria mamada que le había dado.

Cualquiera que fuera la causa, el calor había manchado esas


mejillas durante la totalidad de su viaje a casa. Julian había sido
golpeado con un abrumador impulso de confianza desde entonces,
orgulloso tanto de sus acciones como del hombre que había elegido para
permanecer a su lado.

Seguro que no había sido una dificultad tener a Beckett cerca. Ni


por asomo. Su Hombre Marlboro era tan malditamente entrañable.
Beckett era un caballero natural hasta la médula. Quizás más que
cualquier otro hombre que hubiera conocido.

Julian alcanzó la botella de vino que se enfriaba en un cubo encima


del tocador de su baño mientras la pesada palma de Beckett le rodeaba
la cintura.

—Me veo tonto.

Esa mirada de chocolate que perforaba un agujero a través de


Julian lo hizo reír mientras llenaba su copa de vino.

—No diría tonto... —bromeó, girando entre el lavado y la silla que


había empujado dentro del baño para darle un tratamiento facial a
Beckett—. Está bien, no soy un mentiroso. Pareces un poquito tonto, pero

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no importa. Estás destruyendo tu piel. No es de extrañar que pensáramos


que eras mayor de lo que eres, señor Hombre Marlboro.

Beckett sacudió la cabeza con irritación y trató de arquear una


ceja. La apretada mascarilla facial hidratante que le había aplicado hizo
que le resultara difícil hacer algo más que verse súper pasivo, lo que
también hizo reír a Julian.

—Mi campamento de supervivencia no es un centro turístico. El


protector solar no cae simplemente del cielo.

—Obviamente... —Julian respondió sin perder el ritmo y luego


tomó tres largos tragos de vino, vaciando la copa. Cuando se dio la vuelta
y volvió a coger la botella, Beckett acarició un rastro por la costura
exterior de los pantalones cortos de Julian, su única prenda en ese
momento. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que voluntaria y
cómodamente había mostrado tanta piel alrededor de otro hombre?

Los siempre listos hormigueos se dispararon a lo largo del camino


que Beckett hizo cuando ambas manos rodearon los muslos de Julian,
justo debajo del dobladillo de los pantalones cortos. Su corazón dio
pequeños giros y vueltas en su pecho con cada golpe del pulgar. Alcanzó
la botella de vino, llenando su copa de nuevo mientras su polla crecía
bajo el tentador masaje.

El cronómetro sonó y el momento se desvaneció. Beckett soltó su


agarre y se puso de pie, haciendo que el pequeño espacio en el baño fuera
aún más pequeño. A su chico no le gustaba que lo mimaran. Solo había
aceptado la idea de un tratamiento facial porque Julian había insistido.
Beckett agarró la toalla de mano y rodeó a Julian para abrir el grifo y
calentar el agua.

—Ahora. Cálmate. No es una carrera —bromeó Julian, tratando de


moverse hacia un lado fuera del camino de Beckett.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Los ojos de Beckett brillaron con una mirada penetrante dirigida a


Julian. Debería haber estado preparado. Él era el juguetón entre los dos,
pero no estaba listo cuando Beckett dio un movimiento al estirar un
brazo, rodeándole la cintura. Sus cuerpos encerrados juntos. El vino se
derramó de la copa, dejando un rastro corriendo por sus pechos.

—Si te gusta algo, lo repites. —Beckett se inclinó para aplastar la


masa pegajosa y seca en la mejilla de Julian. Chilló y luchó por escapar.
La fuerza de Beckett lo mantuvo encajado allí mismo entre la encimera
del lavado y el poderoso cuerpo. Sin embargo, Julian no experimentó
miedo ante el confinamiento forzado. En los pocos segundos en que
Beckett hizo un lío de su cara, la emoción bombeó por sus venas mientras
tiraba el resto de su vino en el fregadero para usar ambas manos en el
pecho de Beckett para mantenerlo a raya.

Lo último que quería era apartarlo. Sus palmas descansaban sobre


la cálida piel de su amplio pecho. Todo pareció calmarse cuando el
hermoso rostro de Beckett se alejó unos centímetros del suyo. Su sonrisa
genuina le hizo parecer como si fuera el hombre más feliz del mundo por
estar en este pequeño baño, jugando con él.

—Seguro que te ves orgulloso de ti mismo —murmuró Julian,


fingiendo un pequeño grado de frustración. Solo hizo que la sonrisa de
Beckett fuera más brillante antes de volverse, soltándolo completamente
y haciéndolo tropezar hacia atrás contra el mostrador.

La decisión de Julian se consolidó en ese momento. Lo hizo aún


mejor porque Beckett no tenía idea de lo que estaba a punto de golpearlo.

Beckett frotó agresivamente la toalla de mano sobre su rostro,


lanzando gotas de agua de un lado a otro mientras Julian alcanzaba una
toalla. Con la cara todavía goteando agua, Beckett se hizo a un lado,
dándole espacio mientras buscaba una toalla seca. Su considerado chico
se secó la cara y luego lanzó la tolla sobre la cabeza de Julian, riendo.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Hemos terminado aquí? —preguntó Beckett.

—Ni mucho menos —murmuró Julian, quitándose la toalla de la


cabeza para poder seguir limpiándose la cara. Asintió con la barbilla
hacia la silla mientras colgaba la toalla en un gancho cercano, y tomó la
crema hidratante—. Toma asiento. Empiezo a pensar que no aprecias mis
esfuerzos.

Beckett se sentó, usando ambas manos para agarrar las caderas


de Julian, arrastrándolo hacia abajo para sentarlo a horcajadas sobre
sus gruesos muslos. Julian lo dejó hacer. Era donde quería estar. Se
movió en el regazo de Beckett y luego roció una generosa cantidad de
loción en su palma abierta.

—Tenemos que dedicar mucho tiempo a trabajar en tu piel para


detener el envejecimiento. De lo contrario, alguien podría pensar que eres
mi papi.

—Te mostraré quien es el papi. —La respuesta ladrada de Beckett


le dijo que había dado en el blanco y se frotó las manos antes de llevarlas
a sus mejillas.

—Sí, promesas, promesas... —El astuto Beckett captó la sutil oferta


en su voz. Su mirada chocó con la suya mientras aplicaba la crema
hidratante contra la piel fresca y rosada. Nadie en su sano juicio pensaría
jamás en Beckett como un anciano.

Julian metió el labio inferior entre los dientes mientras unos dedos
provocativos se deslizaban por debajo del dobladillo de sus pantalones
cortos. Beckett acarició tentativamente y recorrió con sus manos la parte
superior de los muslos, siempre moviéndose lenta y metódicamente.

Mientras sus pesadas palmas exploraban, los movimientos de


Beckett se volvieron más audaces hasta que siguieron una línea

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

seductora por la dura polla de Julian, atrapada detrás de la tela de sus


pantalones cortos. Las manos cubiertas de loción de Julian cayeron sobre
los pectorales de Beckett mientras su respiración se hacía superficial por
la excitación.

Solo se necesitó un solo toque de Beckett para hacer que la polla


de Julian llorara de necesidad. Sus miradas permanecieron pegadas el
uno al otro. Una sonrisa malvada tiró de los labios de Julian. Beckett
retiró las manos para empujar la cintura elástica de los pantalones cortos
deportivos hacia abajo para liberar su tensa longitud. Cuando Beckett
liberó su propia polla dura, Julian involuntariamente rodó sus caderas,
empujando su polla hacia adelante mientras Beckett las agarraba a
ambas.

El toque se sintió tan condenadamente bien. Julian respiró lenta y


constantemente, absorbiendo la loca reacción visceral de su cuerpo hacia
este hombre. Beckett guió las manos de Julian hacia abajo, recogiendo
cualquier loción restante para suavizar la longitud de sus pollas. Luego
dio un tirón firme que prácticamente le dobló los dedos de los pies. El
placer tomó el control del cuerpo de Julian, lo que lo obligó a girar las
caderas nuevamente. Era un tipo visual. Le encantaba ver casi tanto
como participar. Luchó para ver a Beckett trabajarlos juntos, pero esa
palma callosa deslizándose hacia arriba y hacia abajo por su pene se
sentía jodidamente increíble, y sus ojos se cerraron bajo el placer.

—Quiero hacerte sentir bien, Julian —arrulló Beckett con una voz
suave y seductora.

La sobrecarga de sentimientos sucedió repentinamente. Beckett, el


seductor, se las pajeó con un firme propósito.

Hombre, realmente le gustaba cuando tomaba el asunto en sus


propias manos, literalmente.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Estás bien con esto? —preguntó Beckett, usando el brazo


alrededor de la espalda de Julian para alentarlo a acercarse, sus caderas
se fusionaron mientras se movían al unísono. Julian pasó su brazo
casualmente sobre los hombros de Beckett, sus caderas moviéndose
hacia adelante y hacia atrás.

—Oh, sí —respondió Julian, cerrando los ojos y dejando caer la


cabeza entre los hombros. La realidad se desvaneció. Beckett tomó cada
centímetro de su espacio mental, silenciando los abarrotados
pensamientos que siempre plagaban su cordura.

Deslizó los dedos de forma desenfrenada en el sedoso cabello de


Beckett, apretándolos cuando éste se inclinó y esos cálidos labios
presionaron contra el cuello de Julian.

—No quiero empujarte a hacer algo para lo que no estás preparado.


—El tono de Beckett hizo que Julian abriera los ojos, mirando al hombre
a través de las pequeñas rendijas.

El caos de la vida de Julian se había asentado en una dichosa paz


desde el momento en que había visto a Beckett en el aeropuerto. Se sentía
fortalecido y seguro de sí mismo. También se sentía muy protegido. Siguió
moviendo las caderas, dejando que Beckett lo mantuviera excitado
mientras se cuestionaba sus propias intenciones por última vez.

¿Estaba realmente listo?

Oh, sí. Mucho más allá de estar jodidamente listo.

La naturaleza amable, firme y gentil de Beckett le haría bien, y si


él le pedía que se detuviera, Beckett lo haría, sin hacer preguntas.
Literalmente, no había ningún riesgo para que intentara este último paso
para recuperarse.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

No había necesitado el coraje líquido que zumbaba por su cabeza


en este momento. Estaba listo.

Julian apretó su agarre, dando un tirón a los cortos cabellos de la


nuca de Beckett. Miró a su amante y dijo:

—Quiero que me folles, Beck. —Su voz fue sexy, fuerte y segura,
mostrándole exactamente cómo se sentía por dentro—. Algo suave y fácil
y todo lo que mi Hombre Marlboro ha demostrado ser…

La nuez de Beckett se balanceó. La única señal legible que había


dado, mostrando que estaba listo para el trabajo.

—Muéstrame lo mucho que significo para ti.

Beckett separó los labios antes de volver a cerrarlos. Su mano sobre


sus pollas se detuvo, pero el fuerte agarre permaneció. La repentina
muestra de indecisión reafirmó su elección sobre la persona para
ayudarlo a recuperar su vida.

Levantó las yemas de los dedos hacia las mejillas de Beckett, sus
palmas cubrieron la firme mandíbula. Estaban a centímetros de distancia
mientras observaba directamente esa mirada insegura. Dijo una verdad
que no se había permitido considerar antes de este momento.

—No puedo llegar a dónde estás emocionalmente con nosotros


hasta que aborde mis inseguridades. No se trata solo de sexo. Nos
preocupamos el uno por el otro. Siento algo diferente contigo y sé que
estoy a salvo. Confío en ti, Beckett. Te deseo. Quiero explorar qué pasa
entre nosotros. Hazme el amor. Di que sí.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 31
—Julian... —dijo Beckett segundos antes de que unos labios firmes
y sexys capturaran los suyos. El vaquero se puso de pie y se lo llevó con
él. Su aroma y masculinidad lo rodeaban. Esos músculos fuertes
soportaron su peso con facilidad. Julian le envolvió las piernas alrededor
de las caderas, apretándose contra el hombre mientras éste lo llevaba a
la cama y luego lo bajaba lentamente hasta la suave y fresca ropa.

—Te deseo tanto, Julian. —Beckett tiró de los pantalones cortos


por sus piernas. Esos hermosos ojos oscuros nunca dejaron los suyos.
Se estiró desnudo contra el edredón y torció el dedo, incitándolo a que se
uniera a él. Abrió las piernas y se apoderó de su polla palpitante,
acariciándose para aliviar la necesidad enroscándose en sus bolas.

—Maldita sea, Julian, te juro que vas a hacer que me corra si no


dejas de mirarme así.

—¿No es ese el objetivo? Quítate los pantalones cortos y únete a


mí, B —ronroneó Julian, pasando su dedo alrededor de la punta de su
polla goteando, esparciendo la humedad con la yema. El temblor
inmediato que sacudió el cuerpo de Beckett cuando las palabras salieron
de su boca lo hizo lamer el líquido pre-seminal solo para provocar al
hombre. Se sentía más como él mismo con su Hombre Malboro de lo que
se había sentido en mucho tiempo, y no tenía intención de reducir su
deseo.

Se había convencido de que nunca volvería a tener estos


sentimientos. Incluso había tratado de engañarse haciéndose creer que
no los necesitaba. Se había equivocado. El calor infundido con la cruda
necesidad se precipitó a través de su cuerpo e hizo que su polla goteara
como un grifo sobre su estómago.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La hermosa polla de Beckett sobresalía de su cuerpo, dura y


gruesa. Se le hizo la boca agua por saborearlo. Más que eso, quería sentir
cada centímetro de esa polla dentro de él.

Observó con la respiración contenida mientras Beckett se bajaba


completamente los pantalones cortos por las piernas y se los quitaba
mientras avanzaba poco a poco.

—Eso me gusta más —elogió Julian mientras contemplaba la


belleza del hombre frente a él. Extendiendo la mano, acarició con un dedo
el costado de la hinchada polla de Beckett.

El hombre era un sueño, una mezcla de travieso y amable.


Robusto, refinado, honesto, celestial y carnal. Todo acerca de Beckett era
muy excitante.

—Sé que te dije que lo tomaras con calma. He cambiado de opinión.


No quiero esperar. —Cualquier cosa para saciar la necesidad corriendo
por sus venas. Había pasado demasiado tiempo. Un muy largo tiempo—
. Podemos saltar directamente a la parte sudorosa —bromeó Julian
mientras rodaba sobre su estómago y se arrastraba hacia el centro de la
cama. Una mano en su tobillo lo detuvo. Beckett tiró fácilmente de él
hacia atrás.

—No tan rápido —gruñó, enviando un hormigueo a lo largo de su


columna vertebral. Dios, amaba ese tono autoritario. Se volvió
lentamente, permitiendo que Beckett lo empujara hacia el borde de la
cama. Éste colocó una rodilla entre sus muslos—. No hay necesidad de
apresurarse; voy a ocuparme de ti, Julian.

Le dio a Beckett una suave sonrisa mientras se acercaba y pasaba


los dedos por sus labios carnosos.

—Sí, quiero eso. Lo quiero tanto, Beckett.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La boca de Beckett se estrelló contra la suya en un beso de reclamo


que tomó a Julian con la guardia baja y envió una cruda emoción
corriendo por su columna vertebral. El suave colchón lo acunó mientras
el peso de Beckett se asentaba encima. Levantó las caderas, apretándolas
contra el vaquero mientras se besaban. Agarró sus firmes hombros
mientras la lengua de Beckett se movía contra la suya en una danza de
dulce exploración. Dios, podría venirse solo por esa fricción. Beckett
profundizó el beso, su mano se movió hacia la mandíbula de Julian,
manteniéndolo firmemente en su lugar. Julian gimió en su boca, invadido
por una avalancha de sentimientos nuevos e irresistibles: devoción y
reverencia, todas mezcladas.

El beso hizo que su cabeza diera vueltas y su cuerpo estaba a punto


de explotar por la electricidad formando un arco entre ellos. Nunca había
experimentado una avalancha tan abrumadora de deseo corriendo por
sus venas por un solo beso. Empujó sus caderas, buscando algún tipo
de resistencia para controlar el dolor en sus bolas. Los fuertes dedos de
Beckett rodearon su polla y apretó.

—Mmmm, tan jodidamente duro. Sé exactamente lo que necesitas.


—El cálido aliento de Beckett acarició su piel cuando la boca de éste se
movió por la línea de su cuello mientras hablaba. Julian respiró hondo y
cerró los ojos cuando Beckett lamió un rastro húmedo a través de su
clavícula. Sí, podía acostumbrarse a ser adorado por él. Su Hombre
Marlboro tenía razón... No necesitaban apresurarse.

Julian empujó hacia arriba en el firme agarre de Beckett y se deleitó


con la tensión mientras lo acariciaba lentamente. El movimiento de la
lengua de Beckett a través de su pezón hizo que le deslizara los dedos por
el cabello, sosteniéndolo allí mismo contra su pecho. Los dientes
rasparon la protuberancia, enviando una descarga de electricidad
directamente a sus bolas y destellos de luces parpadeando detrás de sus
párpados cerrados.

359
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Más —suplicó.

—En su debido momento... He estado soñando con esto desde la


primera vez que te vi. —Beckett se rió entre dientes mientras besaba un
rastro por el estómago de Julian antes de presionar cálidos besos sobre
su cadera. El agarre en su polla se flexionó justo antes de que cálidos
labios se deslizaran sobre ella, sacándole un gemido. El calor húmedo y
caliente quemó a lo largo de su eje cuando Beckett se lo tragó. Cerró los
ojos y apretó los dedos en el espeso cabello instándolo a seguir. No quería
que este sentimiento terminara mientras empujaba en la boca de Beckett.

—Dios, tan jodidamente bueno —gruñó Julian y retorció los dedos


contra el cuero cabelludo de Beckett. La garganta de éste se apretó a su
alrededor. Intenso placer se construyó con cada movimiento de su
cabeza—. Te quiero dentro de mí.

Beckett levantó la mirada. El deseo nadó en la profunda mirada


whisky mientras lamía la longitud de su polla.

—Y yo quiero estar dentro de ti —susurró Beckett. Deslizó unas


manos fuertes debajo de los muslos de Julian y guió sus rodillas hacia
su pecho—. Voy a prepararte.

Julian ni siquiera pudo protestar cuando la lengua de Beckett


rodeó su agujero y fue transportado al nirvana.

Beckett sostuvo sus piernas con una mano mientras exploraba y le


acariciaba las bolas con la otra. Luego, sus dedos se unieron a esa astuta
lengua, provocando gemidos llenos de placer de los labios de Julian. El
grueso dedo de Beckett se movió dentro de él, haciéndolo temblar y
retorcerse. Estaba más que listo.

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Kindle Alexander Es complicado

—Por favor, ahora, te necesito. —Julian casi suplicó mientras


Beckett seguía volviéndolo loco—. Los condones y el lubricante están en
la mesa de noche.

—¿Alguien ha mencionado alguna vez que eres un poco mandón?


—murmuró Beckett y depositó unos besos suaves a lo largo de la parte
interior de su muslo, luego le soltó las piernas, se acercó y agarró un
condón y lubricante del cajón. Julian se deslizó hasta el centro de la
cama, dejando espacio para Beckett. Éste se unió a él rápidamente,
rompiendo el paquete de aluminio con los dientes mientras se sentaba de
rodillas entre los muslos abiertos de Julian.

Se mordió el labio con anticipación, viendo como Beckett enrollaba


el condón a lo largo de su longitud y luego rociaba lubricante en sus
dedos y polla. La necesidad corría por sus venas. La vista lo tuvo a punto
de salir arrastrándose de su piel, preparado para que Beckett lo tocara
de nuevo. Si no tenía cuidado, fácilmente podría volverse adicto a este
hermoso hombre. Cerró los ojos, esperando tener algún tipo de control
sobre sus sentimientos en este momento. Había tanto que clasificar en
su cabeza.

—Mírame, Julian. —Las palabras de Beckett lo llevaron al presente


y abrió los ojos lentamente—. ¿Estás bien? —La preocupación llenó su
oscura mirada.

Al principio, la pregunta confundió a Julian. Debió haberse


mostrado en su rostro.

—No tenemos que... —Beckett comenzó a retroceder.

—Quiero esto. —Una rápida tranquilidad brotó de los labios de


Julian. La jodidamente sexy consideración de Beckett encendió su
anhelo, haciéndolo arder más—. Deja de hablar y haz que me corra —
provocó, tratando de aligerar el estado de ánimo, para mostrar lo listo

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Serie Reservas 02
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que estaba. Luego extendió la mano y tomó el rostro de Beckett entre sus
palmas—. Estoy más que bien. —Lo tiró hacia él. Sus labios se
encontraron cuando Beckett se ubicó entre sus muslos.

Julian lamió la boca de Beckett, tomándose el tiempo para saborear


cada dulce movimiento de esa lengua contra la suya. El beso se volvió
caliente y pesado, su mente dando vueltas por la profunda conexión que
los unía. Esa boca era muy segura y exigente contra la suya. Julian
deslizó sus manos por la fuerte espalda de Beckett.

—Fóllame.

—Amo tu boca sucia. —Beckett mordió sus labios, deslizando esos


largos dedos por la hendidura del culo de Julian, volviéndolo loco de
necesidad.

Julian levantó las caderas, ansioso porque Beckett apagara el fuego


que ardía en sus bolas. Gimió cuando metió un dedo dentro de él,
provocándolo sin piedad antes de que otro se uniera.

—Me encanta lo cálido y apretado que eres. Quiero sentir todo este
calor envuelto alrededor de mi polla. —Beckett agregó un tercer dedo,
bombeando dentro y fuera del cuerpo de Julian unas cuantas veces antes
de soltarse y ajustar su posición.

Julian acercó las piernas a su pecho. Su cuerpo vibró con


anticipación cuando la cabeza roma de la polla de Beckett se arrastró por
su raja y luego presionó en su entrada. Miró hacia arriba para encontrar
los ojos de Beckett sobre él. Mirando. La punta de la polla lo abrió,
deslizándose más y más profundamente, estirándolo y llenándolo
mientras se perdía en esa intensa mirada oscura. Exhaló un suspiro y se
deleitó con la plenitud.

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Serie Reservas 02
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—Ah, sí... —Julian tembló con las emociones reprimidas. La


presión a lo largo de su paso bordeaba ese punto dulce entre el dolor y el
placer de una manera tan decadente. Siempre le había gustado la
sensación de esa entrada. Sus dedos de los pies se curvaron por el
intenso placer. Beckett no se movió. Permaneció congelado, con los ojos
clavados en él como si esperara alguna señal.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz ronca con tal preocupación que


Julian fue tomado por sorpresa. Era raro tener a alguien tan interesado
en su bienestar, especialmente cuando se trataba de sexo.

—Más que bien. —Se mordió el labio y le sonrió al hermoso hombre.


La tensión que se enroscaba en los músculos debajo de sus palmas se
alivió. No podía estar seguro de que el temblor que recorrió el cuerpo de
Beckett fuera por esforzarse al reprimirse o por alivio ante sus palabras.
Julian extendió la mano para acariciar su mejilla, con la esperanza de
tranquilizarlo.

Beckett le besó la palma y se echó hacia atrás. Esa mirada incierta


permaneció fija en la suya mientras entraba y salía de su cuerpo. Esa
polla gruesa se arrastró a lo largo de cada terminación nerviosa de su
trasero, prendiendo fuego a su cuerpo.

—No quiero lastimarte nunca, Julian. —Beckett bajó la cabeza y le


dio un tierno beso en los labios.

—Estoy tan jodidamente bien. Te sientes increíble y quiero más.

Una sonrisa traviesa se deslizó por los labios de Beckett mientras


se hundía lentamente en él, luego retrocedía y empujaba hacia adelante
de nuevo. Julian dejó caer la cabeza hacia atrás contra la almohada, y
Beckett lo siguió, su beso exigente y profundo. Gimió en la boca de éste
mientras su placer aumentaba cada vez más. Envolvió sus piernas

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Serie Reservas 02
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alrededor y lo agarró por los hombros antes de bajar las uñas por la
espalda de Beckett, tomando todo lo que el hombre le ofrecía.

Beckett mordió sus labios y ladeó las caderas, sus embestidas más
rápidas. Su polla golpeaba ese punto perfecto cada vez que sus caderas
se deslizaban hacia adelante. Esas jodidamente poderosas caderas
rodaban hacia él una y otra vez con enloquecedora precisión.

—Sí, Beck… justo ahí. No te detengas. Estoy cerca. —Desenredó


las piernas de la cintura de Beckett, dejó caer los pies sobre el colchón y
tomó todo lo que le daba su amante. Beckett hundió la cabeza en el cuello
de Julian y cambió el ritmo de sus estocadas, enviando hormigueos por
todo el cuerpo de Julian. Embestidas cortas y provocadoras, luego largas
y lentas, lo dejaron jadeando por la intensidad. Apretó los músculos de
su trasero y empujó contra la polla dentro de él.

—Tan bueno, Julian. No quiero que esto termine nunca. —Beckett


jadeó contra su oído. Ese aliento caliente encendiendo chispas a lo largo
de su columna.

Julian giró sus caderas en respuesta, agarrándose a los hombros


de Beckett mientras el sonido de sus cuerpos encontrándose llenaba la
habitación. Completamente a merced de su Hombre Marlboro, entonces
las caderas de Beckett aceleraron y robaron el oxígeno de sus pulmones.
Beckett se sentía tan bien dentro de él. Si muriera ahora mismo, no
importaría. Ya había probado el cielo. Julian no intentó frenar el orgasmo
que subía a la superficie. Se rindió a la dicha.

Deslizando sus manos en el espeso cabello del hombre, dejó que


sus dedos se enredaran en los sedosos mechones mientras tiraba de los
labios de Beckett hacia los suyos. La lengua de Beckett invadió su boca
como el hombre invadía su alma. El beso se hizo más profundo y las
embestidas de Beckett se hicieron más exigentes. Con cada empujón, lo
reclamaba, insertándose firmemente en su corazón.

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Serie Reservas 02
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—Por favor —rogó Julian—, necesito...

—Shhh. Te tengo. —Beckett cambió su peso y envolvió una palma


cálida y áspera alrededor de la polla de Julian y luego la acarició al
compás de sus embestidas.

—Sí... Fóllame. —Julian hundió los dedos en los firmes globos del
trasero de Beckett, tratando de forzarlo más profundo. Pero Beckett
nunca perdió el ritmo mientras entraba y salía de su cuerpo.

Sus respiraciones se mezclaron y sus gemidos salpicaron el aire


mientras Beckett lo follaba hasta el borde. Las olas de éxtasis se
acumularon profundamente en su cuerpo cuando un intenso calor
recorrió su columna vertebral y lamió sus bolas, apretándolas contra su
cuerpo.

—Más duro, B, estoy... —fueron las únicas palabras que pudo


pronunciar. A Julian no le importaba si era la mano en su polla o la polla
en su culo. Solo lo necesitaba más y más rápido.

—Córrete para mí, cariño. —Beckett apretó su agarre y chasqueó


sus caderas contra él, golpeando ese delicioso manojo de nervios en lo
profundo de su trasero con cada movimiento. Continuó conduciéndose
hacia él con una mirada de tanta devoción. Beckett vio lo más profundo
de su alma. Julian se dejó llevar por ese conocimiento. Este hombre vio
al verdadero él.

—Beckett —gritó, cerrando los ojos con fuerza mientras el placer


atormentaba su cuerpo. Su liberación se estrelló contra él con tal fuerza
que inclinó su cuerpo y lo dejó con espasmos en un dulce olvido. Su
corrida cubrió el puño de Beckett y su estómago mientras sucumbía al
éxtasis.

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—Eso es. Se siente tan bien, Julian. —Beckett jadeó, dejando caer
su frente sobre la suya mientras continuaba follándolo a través de su
orgasmo. Sus caderas se ralentizaron y sus movimientos vacilaron—. Tan
jodidamente bien, Julian. —La polla de Beckett se movió con fuerza en
su trasero, provocando un último estremecimiento de su cuerpo sobre-
estimulado. Se agarró con fuerza, aferrándose a él mientras su
respiración se ralentizaba y la tensión abandonaba sus músculos.

Beckett presionó su boca contra los labios de Julian en un suave y


dulce beso. Una tierna muestra de labios mientras sus lenguas se
deslizaban juntas en una danza lenta y deliberada. No había palabras
para describir el sentimiento que burbujeaba en el alma de Julian. Nunca
se había sentido más ligero, incluso con el peso de su Hombre Marlboro
empujándolo hacia abajo.

Beckett se apartó del beso y lo miró fijamente.

—Eres increíble. Eso fue más de lo que jamás había soñado que
podría ser.

Julian sonrió ante la cruda honestidad escondida detrás de esas


palabras. Estaba de acuerdo en que también era más. La conexión y su
química estaban tan fuera de serie que incluso ahora le molestaba la
cabeza. ¿Podría haber algo más en el futuro? Dejó a un lado los
pensamientos descarriados cuando Beckett se apartó de él, y ese
delicioso peso lo abandonó.

Tuvo que dejar de protestar mentalmente cuando Beckett


lentamente retiró su suave pene y rodó hacia su costado, tomando a
Julian en sus brazos y acomodándolo contra su enorme pecho. En lugar
de decir nada, se acurrucó contra Beckett, disfrutando de la ternura del
momento. Se acostó en sus brazos y el semen se secó en su estómago
mientras los dedos de Beckett acariciaban su piel.

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Serie Reservas 02
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—¿Estás seguro de que estás bien? —El pecho de Beckett vibró


mientras hablaba, llamando la atención de Julian.

Sí. No, quizás. Demonios, no sabía si volvería a estar bien después


de esta noche. No podía obligarse a pensar en nada más que en el
consuelo del abrazo de Beckett.

—No me estoy volviendo loco. Sin flashbacks, si eso es lo que


quieres decir. Estoy más que bien. Bueno, aparte de la corrida secándose
sobre mi estómago, estoy genial.

—Sí, nos olvidamos de la toalla. Y necesito deshacerme de este


condón. Espera. —El calor contra su espalda desapareció cuando el
colchón se hundió y Beckett se levantó de la cama.

Julian se dio la vuelta, viendo cómo ese perfecto trasero se


flexionaba mientras caminaba hacia el baño. Ese hombre tenía un culo
maravilloso. Su polla se agitó ante la idea de una segunda ronda. Le
encantaría tener a Beckett como cliente. Cuando Beckett desapareció
detrás de la puerta, Julian se dejó caer de espaldas y suspiró. ¿Qué
estaba pensando? ¿Cuál era el trato con sus emociones? ¿Por qué estaba
tan en conflicto por querer recuperar su antigua vida?

—Espero que esa expresión de tu rostro no tenga nada que ver con
mi desempeño. —La sonrisa de Beckett se desvaneció mientras se dejaba
caer en la cama y limpiaba el estómago de Julian con la toalla húmeda y
tibia.

—Tu actuación definitivamente recibió una larga ovación, y espero


una segunda parte —dijo rápidamente, deslizándose detrás de la
apariencia de su antigua vida. Pronto encontraría sus respuestas. Ahora
era el momento de disfrutar del final enérgico de un período de sequía
tan largo.

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Capítulo 32
La moldura de techo y la grandiosidad de la araña de cristal de la
villa de estilo georgiano encajaban a la perfección con Julian. La vista de
la bahía a primera hora de la mañana desde el balcón del tercer piso
adjunto al dormitorio principal le habló al alma de Beckett. Le gustaba el
paisaje, imaginaba desayunos en la terraza con su amado mientras veía
salir el sol, pero nada más del lugar lo atraía. Beckett se volvió hacia el
hermoso dormitorio mientras examinaba los muebles hechos a medida.

—¿No es para ti? —Brigit Dougherty, la agente inmobiliaria que


Beckett había contratado y con la que había trabajado como detective,
preguntó desde la entrada a la habitación. Pudo escuchar la decepción
en su voz cuando el planificador en sus manos se cerró decididamente y
sus brazos se juntaron en su pecho.

—Se adapta a uno de nosotros. —Beckett metió las manos en los


bolsillos delanteros de sus pantalones mientras retrocedía por completo
dentro de la habitación.

Tantas dudas lo plagaban incluso cuando la sensación que


provenía de Julian apuntaba hacia el compromiso que él estaba
dispuesto a hacer. Deseaba desesperadamente que fueran felices para
siempre. Una relación tan fuerte que nada podría separarlos. Solo
entonces estaría realmente contento.

Pensar en esa línea reafirmó su decisión de encontrar un lugar que


los complaciera a ambos. Las imágenes de las últimas veinticuatro horas
giraron como instantáneas en su cabeza. En acción, Julian le había dado
todo lo que quería, pero no había dicho esas dos palabritas. Realmente
no importaba; ambos habían reconocido la magia que habían compartido
cuando estaban juntos. La dulce forma en que Julian se había aferrado

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después del sexo… Joder, tenía una forma de hacer que él se sintiera
especial.

Más que cualquier otro deseo que lo atravesara, quería cuidar a


Julian por el resto de su vida.

Julian tenía que saber que Beckett los uniría juntos si alguna vez
tenía la oportunidad.

Quizás por eso Julian lo eligió para ser su primer amante desde el
incidente.

—Está bien, veo que realmente estás pensando en eso —dijo la


agente de bienes raíces—. Tengo una lista más para que la veas. Y,
sinceramente, creo que es el que mejor se adapta a ti. —Brigit miró su
reloj y luego giró sobre sus talones—. Son casi las siete y media. La
siguiente propiedad debe estar disponible para un recorrido. La familia
quería esperar hasta que se fueran a trabajar. —Dio un paso hacia la
ornamentada escalera—. Después de todos los lugares que hemos visto
esta mañana, creo que la de Spinnaker Way 64 puede ser la indicada. Es
una propiedad en una esquina con una hermosa vista al agua y tiene
acceso privado a un muelle. Tiene tres habitaciones, dos baños, con un
patio privado que cuenta con un hermoso paisaje y una piscina de buen
tamaño...

Beckett se quedó en la barandilla, mirando hacia abajo sobre la


escalera de espiral mientras se dirigía hacia el vestíbulo delantero. El
ascensor detrás de él era un buen toque a la casa, pero no pudo evitar
pensar en sí mismo. Se sentiría enjaulado si tuviera que vivir allí.
Bloqueado detrás de las puertas cerradas con Julian era una cosa. Una
historia bastante diferente si terminaba viviendo aquí solo.

Si eso sucedía, tendría que vender el lugar.

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Serie Reservas 02
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Beckett se volvió de nuevo, observando todo sobre la casa. Era tan


sofisticada. La mayor parte del tercer piso se hizo enfocado en el
dormitorio principal. Los muebles de Julian funcionarían bien aquí.

Su teléfono vibró en su bolsillo trasero. Lo sacó y la cara soñolienta


de Julian llenó la pantalla. Beckett giró un pulgar sobre la pantalla, ya
perdido en su chico guapo.

—Se supone que debes estar dormido. ¿Por qué estás despierto?

—Mi alarma sonó... —dijo Julian, bostezando mientras caía en la


pila de almohadas, llevando el teléfono con él—. Para llevarte al
aeropuerto. ¿Adivina qué? Te escabulliste y me dejaste durmiendo.

Beckett asintió con una pequeña sonrisa.

—Dejé una nota en mi almohada. Pensé que estábamos usando mi


alarma.

—Sí. No confié en ello. ¿Estás en el aeropuerto? ¿Se retrasó el


vuelo? —preguntó Julian, frotando su ojo. Su vuelo a casa no salía hasta
las nueve treinta de esta mañana. Eso había sido un engaño. No quería
asustar a Julian después de toda la catástrofe de las confesiones en la
montaña.

—Sí, algo así. Quería que durmieras. Estuviste despierto toda la


noche —dijo Beckett, su corazón llenándose con la vista del pelo
alborotado de Julian y el rastrojo de barba. Cada lado era tan
malditamente bonito.

—Igual que tú. Tienes que estar agotado. —Los ojos de Julian se
estrecharon, y él acercó el teléfono a su cara—. ¿Es eso una cúpula? —
Beckett no había considerado realmente su entorno cuando había
respondido. Levantó la vista hacia la magnífica cúpula de vidrieras—.
¿Estás en una iglesia?

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Kindle Alexander Es complicado

Beckett se rió entre dientes mientras se volvía hacia el teléfono,


acercándolo a su cara para bloquear cualquier otra cosa.

—No, definitivamente no es una iglesia. —No estaba seguro de que


alguna vez hubiera estado dentro de una verdadera iglesia.

—Beckett, ¿vienes? —le llamó Brigit, pero Julian no pareció


escucharla. Su sonrisa vacilante creció cuando su confusión hizo que
frunciera el ceño.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Julian.

—Te lo diré después. Me tengo que ir. Te enviaré un mensaje


cuando aterrice. —Beckett asintió hacia Julian, tratando de que
estuviera de acuerdo.

—Vale... —Julian se cubrió, y después de otra larga y escéptica


pausa, su rostro se transformó de la especulación a resolver cualquier
misterio. La imagen en su pantalla se desplazó cuando Julian giró el
teléfono por la longitud de su cuerpo desnudo—. Planeé que te ocuparas
de esto antes de irte. El chico grande va a frustrarse si tiene que quedarse
así hasta el próximo fin de semana.

Beckett hizo lo único que probablemente no debería haber hecho,


hizo clic rápidamente en los botones del teléfono para guardar una
captura de pantalla. Guardó la foto en su lugar más privado y le diría a
Julian lo que había hecho más tarde, cuando tuviera más tiempo.

—Mantenlo así. Volveré tarde el próximo sábado.

Julian se rió entre dientes y agarró su polla.

—Háblame, cariño. Seré rápido.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Oh, Dios... los tacones altos haciendo clic en los escalones y


dirigiéndose en su dirección enviaron una oleada de pánico hacia su
estómago.

—¿Beckett? —le preguntó Brigit un poco más fuerte.

El teléfono de Julian se sacudió de regreso a su cara, dando un


levantamiento crítico de una ceja.

—¿Esa es una chica llamándote?

Beckett solo tenía unos segundos antes que la agente pudiera


escuchar su conversación. Señaló con un dedo severo al teléfono,
intentando dominar a Julian.

—Mantén eso para mí. Me encargaré cuando te devuelva la llamada


en aproximadamente una hora.

—Sí, claro —siseó Julian, luego se rió—. Tienes mucho que


explicar, señor.

Se miraron uno al otro por varios segundos, ya que el ruido de los


tacones haciendo clic en los escalones se hizo más fuerte. Justo antes de
que ella lo alcanzara, Beckett levantó una mano.

—Adiós.

—Adiós, mi Hombre Marlboro. —Julian fue el que terminó la


llamada con un guiño.

Claramente, Julian no era del tipo celoso o malicioso. Beckett


empujó el teléfono en el bolsillo y comenzó a bajar las escaleras,
encontrando a la agente a medida que avanzaba.

—Lo lamento. Tuve una llamada de negocios. Vamos a mirar la


última propiedad. Necesito llegar al aeropuerto antes de lo que planeaba.

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Kindle Alexander Es complicado

—Otra mentira salió de sus labios mientras tomaba dos pasos a la vez,
dejándola seguirlo. Gracias a Julian, su polla estaba jodidamente dura
como la piedra también. Si hubiera alguna forma de tener un orgasmo
rápido tanto para él como para Julian, necesitaba resolverlo.

***

Por primera vez en mucho tiempo, Julian se sentía como si tuviera


su rutina de vuelta. La asistencia del club la noche del lunes siempre
había sido extrañamente alta.

Hace muchos meses, habían decidido darle a lunes una noche


temática tanto para el restaurante como para el club nocturno. Fue la
única vez que el restaurante se soltaba su estricto código de vestimenta.
Los lunes habían asumido un seguimiento de culto para los clientes
habituales, asumiendo una vida propia. Esta noche era la noche de
discoteca. Donna Summer citó una melodía divertida que tenía a Julian
arrastrando los pies, bailando antes de llegar a la puerta de entrada de
empleados.

La rutina había venido con la idea de hacer una parada rápida por
su unidad de almacenamiento para encontrar su icónico traje de baile de
poliéster de Travolta-Esque. Por supuesto, había acoplado el atuendo con
una camisa de vestir de seda negra.

A lo largo del día, Thane le había recordado que tuviera esa


conversación con Thomas. Deseó que pudiera recordar el pub de Pat.
Tendría esa discusión, luego pasaría el resto de la noche en la pista de
baile, viviendo su vida despreocupada y fácil. Planeaba beber libremente
y pasar el momento de su vida, todo a expensas de Reservations.

Honestamente, no había ninguna duda al respecto, era un hombre


cambiado. Tanto que había mantenido juguetonamente a Beckett en una
línea delgada todo el día. No le había llevado mucho tiempo descubrir que

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

había estado mirando casas nuevas esta mañana. Su hombre astuto


había elegido la conocida casa de referencia que había estado en el
mercado durante demasiado tiempo. Tenía esa hermosa cúpula y había
sabido su ubicación de inmediato. Los propietarios la habían puesto en
venta con un muy loco y costoso precio. Pero Julian no había dejado que
lo descubriera todo. En su lugar, jugó con Beckett, haciéndolo retorcerse
y obligarlo a montar la mentira. Fue hilarante porque el hombre era un
mentiroso terrible.

Una vez dentro del club nocturno, finalmente respondió el último


mensaje de Beckett. Su sonrisa no podría haber crecido más grande.
Beckett le había enviado cuatro mensajes adicionales desde la última vez
que había respondido hace más de dos horas. En ese último mensaje,
había cuestionado la verdadera razón por la que Beckett le había dejado
dormir. Él había implicado que tal vez había ido a ver a una mujer. Le
divirtió tanto que se rió cuando leyó todas las respuestas.

Julian. Por supuesto que no te dejé dormir para escaparme y


ver a una mujer. Tuvimos un fin de semana ocupado. Apenas
dormiste. No quería despertarte.

Una hora después:

Julian, no te enojes. Respóndeme.

Treinta minutos después de eso:

Nuestras agendas todavía están vinculadas. No estás en una


reunión. Respóndeme.

Luego, veinte minutos más tarde, lo que fue hace unos segundos:

Está bien. Me encontré con un agente de bienes raíces a


principios de esta mañana para mirar un lugar más permanente
para mí. No quería asustarte o hacer que pareciera que te estaba

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Kindle Alexander Es complicado

empujando a ti o a nosotros en una dirección. Creo que sería más


rentable comprar un lugar en vez de quedarme en Escape. El
contrato de mi compañía me asigna clases de capacitación muchas
veces durante el próximo año. Tiene sentido comprar. Lamento
haber mentido.

Los tres puntos comenzaron a aparecer en la esquina del mensaje,


haciendo que Julian esperara para ver qué más podría tener que confesar
Beckett.

Por supuesto, puedes quedarte en el nuevo lugar cuando


quieras. Te tenía en mente en todos los lugares donde fui esta
mañana. No solo sería mi lugar a menos que no quisieras estar allí
conmigo, entonces ningún daño, ni falta.

Esos tres puntos continuaron parpadeando.

No estoy sugiriendo que nos mudemos juntos a menos que


quieras.

¿Qué diablos…? Beckett estaba agitado. Julian presionó la opción


de video, llamándolo en lugar de enviar un mensaje. Su chico respondió
en el primer timbre.

—¿Recibiste mis mensajes? —preguntó Beckett en lugar de un


saludo. Julian levantó la pantalla de su teléfono en un mejor ángulo para
mirar esos fascinantes ojos. Juró que nunca había conocido a nadie que
mostrara tal profundidad de carácter en el reflejo de su mirada.

—Los recibí y deja de asediarme con mensajes. —Tanto como


quería seguir provocando a Beckett mientras montaba al borde de la
cordura, no pudo evitar sonreír ante tanta preocupación—. Me di cuenta
de lo que estabas haciendo unos dos segundos después de colgar esta

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Kindle Alexander Es complicado

mañana. He estado jugando contigo todo el día. Sé que no eres un


mentiroso, así que tuve que ver cuánto tiempo aguantarías.

Los ojos de Beckett se estrecharon, lo que causó otro estallido de


risa en Julian.

—Por eso no respondiste cuando llegué al aeropuerto.

—Eso fue duro, literalmente. Sacrifiqué un orgasmo para darte un


infierno. No me hagas hacer eso otra vez —bromeó Julian con un guiño.

La tensión se alivió instantáneamente de la expresión de Beckett.

—Debes estar avergonzado de ti mismo. —La felicidad dentro de


Julian no pudo ser contenida. Tenía que parecer un maldito gato de
Cheshire con lo mucho que había estado sonriendo todo el día—. Me pasé
todo el día enviándote mensajes o esperando uno. Estaba pensando en
volver a Coronado. Me tienes de cabeza.

—Entonces lo siento. Sabía que estabas guardando secretos. Eres


bastante transparente —dijo Julian y comenzó por el largo salón hacia el
club.

—Y tú no eres transparente en absoluto. —Beckett rodó los ojos


exageradamente. La fatiga en su cara reemplazó su preocupación,
haciendo que Julian sintiera una cantidad mínima de culpa... Muy
mínima—. ¿Qué llevas puesto?

—Es noche de disco hoy. Estoy en el club. Tienes que escuchar la


música —dijo Julian más fuerte mientras se acercaba a la puerta
principal del club.

—Pareces un John Travolta retro. ¿Dónde estabas manteniendo


ese traje? —preguntó Beckett, dejando salir un bostezo.

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Kindle Alexander Es complicado

—Te sorprendería los disfraces que tengo. Estaré aquí por un


tiempo. Estoy de vuelta, gracias a ti. Tuvimos un gran fin de semana —
dijo Julian.

Beckett asintió, pero por supuesto, nunca se daba crédito por


nada.

—Has recorrido un largo camino, Julian. Es todo tú. Lo estás


haciendo genial.

La música aumentó en volumen, una táctica diseñada para atraer


a los huéspedes del restaurante al club. No podría escuchar a Beckett o
ser escuchado sin gritar.

—Tengo que hablar con el tipo que te comenté, el de Thane.


Probablemente llegaré tarde a casa. ¿Quieres que te llame o espere hasta
la mañana?

—Lo que sea que quieras —gritó Beckett—. Haz que Marc te lleve a
casa si bebes demasiado. Puede llevarte de vuelta por la mañana para
obtener tu coche.

—Siempre cuidando de todos —dijo Julian, sin decirle que ya había


usado el equipo de seguridad como su transporte privado. Regularmente
lo transportaban, donde necesitara ir.

—Solo te cuido a ti —corrigió Beckett—. Gracias por sacarme de mi


miseria. Ve. Apenas puedo escucharte. ¡Diviértete!

Julian levantó una mano para decir adiós. Beckett saludó de vuelta
antes de terminar la videollamada. No estaba seguro de cómo había sido
tan afortunado de encontrar un hombre tan extraordinario.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 33
Dos horas más tarde, Julian fingió agotamiento en la pista de baile
cuando su DJ para la noche emparejó a Sister Sledge con “WAP” de Cardi
B. Podían apostar que allí fue un momento en que hubiera hecho su
mejor baile para mostrar sus talentos, pero esos tiempos se habían ido.
Además, apreciaría la vista mucho mejor desde la distancia.

—Ricco envió esto —dijo Remington, el camarero de Julian por la


noche, mientras le entregaba un vaso de cóctel y una pequeña pila de
servilletas. Cuando comenzó a rechazar las servilletas, Remington
sacudió la cabeza y señaló la frente de Julian donde se habían formado
gotas de sudor.

—Estoy fuera de forma —dijo, llevando las servilletas a su frente.

—Creo que probablemente sea más que no eres el joven que una
vez fuiste —respondió Remington, tomando las servilletas y dejándolas
caer en el centro de su bandeja. El rápido fruncimiento de sus labios y el
descarado movimiento de sus caderas a medida que avanzaba mostraba
lo fácil que había caído Julian en la indirecta.

Se prometió que habría recuperado al joven antes de que terminara


la noche.

Tomó una bebida larga mientras su mirada se volvía hacia los


cuerpos retorciéndose en la pista de baile. Ellos no decepcionaron. Su
polla se puso rígida, mientras observaba a la multitud más joven que
apenas tenía ropa, haciendo estallar sus culos y girando en el piso ante
los sonidos sugerentes que golpeaban el altavoz. Recordó un tiempo en
que habría hecho un espectáculo para cualquier persona interesada en
mirar. Demonios, estos tipos no se comparaban con él. Cuando bailaba,
había formado multitudes y llenaba su calendario con futuras citas.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Jefe, Thomas Peterson está aquí. Acaba de tomar su asiento. —


Julian asintió hacia Ricco antes de mirar por encima de su hombro a la
mesa sesenta y ocho, donde Thomas se sentaba. El hombre era mayor,
con canas gris de una manera distinguida, y aún así, le lucían. Sus
miradas se encontraron, que no era nada nuevo. Thomas siempre lo
miraba. Después de una pausa de un segundo, Julian levantó su copa
de cóctel en saludo.

—¿Le dijiste que quería hablar con él? —preguntó a Ricco, mirando
a Thomas que asentía, dándole su encantadora sonrisa. Nunca había
sido una lucha pasar tiempo con él.

—No. ¿Debería? —preguntó Ricco.

—No, lo tengo. —Julian giró a su alrededor, despidiendo a Ricco


mientras comenzaba a ir en dirección a Thomas—. Llévanos una ronda a
cuenta de Thane.

La mirada de Thomas se mantuvo fijada en Julian. Algo sugestivo


cruzó su rostro, una mirada que no había visto durante mucho tiempo.
Julian le dio una sexy sonrisa, una que había dominado hace años,
sorprendido de lo incómoda que se sentía en su rostro. Thomas deslizó
una mano hacia el taburete vacío en su mesa, acercándolo a él mientras
se acercaba.

—¿Estás solo esta noche? —preguntó Julian, tomando asiento.

—Lo estoy. —Thomas movió la cabeza de tal manera que su mirada


se deslizó arriba y abajo del cuerpo de Julian mientras se recostaba en
su asiento, tomando una vista completa.

—Algo ha cambiado. —Los ojos de Thomas se estrecharon mientras


observaba la cara de Julian—. Ya no luces cauteloso como antes. ¿Qué
ha pasado?

379
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Julian drenó su vaso, dejando caer un cubo de hielo dentro de su


boca. Los elogios de Thomas no eran nuevos. Todos en su vida habían
comentado sobre el cambio que habían visto en él. También sabían de la
participación de Beckett al traer a su antiguo yo. Claramente, Thomas no
había escuchado el chisme. Julian luchó sobre qué compartir.

—No tienes que decírmelo. La mejor parte de nuestra relación era


que ninguno nosotros se metía en cosas profundas o personales —dijo
Thomas, levantando su vaso de cóctel casi vacío y tomando la última
gota—. Pero si has vuelto al negocio, debes saberlo, tu lugar todavía está
abierto.

El corazón de Julian tartamudeó ante las palabras que había


anhelado escuchar durante tanto tiempo. Se regaló un momento.
¿Estaba de vuelta en el negocio? Su cabeza y su corazón se alinearon y
luego se establecieron antes de que ambos corrieran locos con emoción
desenfrenada. Sus pensamientos iban a mil por hora mientras
Remington colocaba una bebida frente a él, y le pasaba otra a Thomas.

—¿Es eso un rubor? —preguntó Thomas, las cejas levantadas. La


punta de sus dedos acarició la línea de la mejilla de Julian. Todos los
viejos sentimientos estaban ahí. La emoción y la anticipación de una
noche de excitación seguida de una enorme bonificación monetaria
después de que un trabajo bien hecho trajera un conflictivo pero
tranquilizador confort, algo que no había tenido durante mucho tiempo.

Julian cambió su mirada hasta un Remington todavía allí de pie.


No estaba preparado para la mirada de preocupación en la cara del
camarero. Mientras leía la confusión y el juicio desplazándose allí,
Remington pareció controlarse, forzando una mirada pasiva y
desinteresada caer en su lugar cuando dijo:

—Esta ronda va por Thane. ¿Puedo traerles algo más?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Remington se negó a mirar a Julian, su mirada fija en Thomas.

—¿Qué tiene que ver Thane con algo de esto? —preguntó Thomas.

La mención del nombre por parte de Remington había sido a


propósito. Julian simplemente no estaba seguro de por qué.

—Julian lo sabe. —El camarero fue grosero cuando dio esa


explicación, luego se apartó con nada más que un profundo ceño en su
frente y un murmullo disgustado.

¿Qué demonios estaba pasando? Ningún camarero le había


hablado en ese tono antes.

Julian se volvió hacia Thomas que había perdido esa mirada


fascinada. Su mirada pasó de Remington a Julian y se volvió especulativa
mientras se recostaba en el asiento a dos o tres centímetros lejos y llevaba
el vaso de cóctel a los labios, tomando un pequeño sorbo. Si Julian lo
interpretó todo correctamente, Thomas estaba tratando de averiguar por
qué estaba en su mesa. Demasiado mal. Podría haber usado unos
minutos más del coqueteo genuino del hombre.

Dio un suspiro y levantó su propio vaso.

—Thane busca un encuentro con a Padraig Collins. Dirige el bar en


Par Pub's. Él cree que podrías hacer que suceda.

—¿Y cómo cree que podría ayudarlo? —Con el cambio de la


canción, el volumen de la música aumentó. Thomas se empujó hacia
atrás en su asiento, alejándose de Julian, ya que la comprensión de un
motivo reemplazó la descarada invitación.

—Thane dice que tienes una relación con el tipo —respondió


Julian.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La risa fue inesperada, y Thomas subió el vaso, drenando su


contenido.

— ¿Por qué todo el mundo asume que tengo una relación con
Padraig? Una foto, una vez... —Thomas se inclinó con los codos en la
mesa, levantando una mano hacia Remington, indicando otra ronda—.
Si pretendo hacer las presentaciones, ¿pueden las bebidas ir a nombre
de Thane toda la noche?

El humor y los buenos tiempos estaban de vuelta con un rugido.

—Puedes garantizar que las bebidas las pagaremos nosotros.


Entonces, ¿no hay conexión o círculo de influencia con Padraig o tal vez
Pat?

—Pat es el viejo. Padraig es su nieto. —Thomas levantó la mano en


un juramento de Scout—. Y si él y yo fuéramos los únicos dos hombres
en una habitación, no estoy seguro de que lo reconociera. Ninguna
relación distinta de que he estado en el pub y aparentemente tomaron
una foto que terminó en la página de un influencer.

Julian asintió en la respuesta.

—Así que de vuelta a cosas más importantes. ¿Estás de vuelta en


el negocio o atascado en horarios de nueve a cinco?

Julian comenzó a sacudir la cabeza mientras inclinaba el vaso para


tomar un sorbo.

—Lo extraño más de lo que nunca sabrás, pero mi cuerpo no es el


mismo. Tengo cicatrices significativas.

Thomas asintió. Lo que le había pasado no era un secreto. Por


supuesto que lo sabría, pero sus siguientes palabras malditamente lo
sorprendieron.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Escuché sobre la cicatriz en el muslo y también en tu pecho, creo.


Todos lo sabemos. Es una vergüenza estropear esa belleza, pero no hay
nadie como tú, Julian. Eres una raza moribunda. Los hombres de hoy
esperan el dinero y el placer, luego se vuelven inseguros. Entiendes el
arreglo. Las cicatrices no importan. Eres hermoso. Siempre lo has sido.
Son esos ojos. —Thomas se inclinó, lo suficientemente cerca para que
Julian pudiera oler el aroma seductor de su costosa colonia, y susurró—
: Salgamos de aquí. Tengo una suite en Escape. Pasa la noche conmigo.
Haré que valga la pena.

Thomas entrelazó los dedos con los de Julian, probando


tentativamente la sujeción. El corazón de Julian tartamudeó y luego se
volvió frenético. Esto era todo lo que había querido en el mundo, y él
nunca creyó que fuera posible de nuevo. Se negó a dejar que la cálida
sonrisa y los ojos gentiles de Beckett compitieran con el agarre de
Thomas.

Este momento era tan malditamente fortalecedor.

—Lo tomaremos con calma —tranquilizó Thomas,


malinterpretando su vacilación.

Beckett. El nombre reverberó a través de la mente de Julian como


un eco en un cañón profundo.

Beckett se había metido dentro suyo. Él estaba en cada


pensamiento que tenía, pero sus objetivos de vida no habían cambiado.
Como mínimo, necesitaba tener una conversación con él antes de que
hiciera tal movimiento. Era justo.

—Déjame decirte algo —dijo Thomas, en modo de negociación—. La


gala de la Fundación es el próximo fin de semana en Los Ángeles. Sé mi
cita como solías ser. Es un baile de máscaras. Ven conmigo. Veremos si
la química todavía está allí entre nosotros.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

¿Química? Qué tonta noción. Thomas era un cliente. Julian había


trabajado duro para construir la conexión que compartían. A Thomas le
gustaba apostar dinero, y Julian había sacado mucha cantidad de
efectivo del tipo. La lucha interna se propagó. Lo correcto contra lo
equivocado. El bien contra el mal. Todos lucharon contra su nueva
conciencia. Siempre lo había hecho realmente bien en las galas, ganando
discretamente nuevos clientes de las hordas de hombres ricos que
asistían al evento.

Se encontró asintiendo mientras preguntaba:

—¿Corbata negra?

—Sí. Esmoquin y máscara. —Thomas apretó su mano, luciendo


contento consigo mismo—. Puedo arreglarlo para ti. Mi compradora se
pondrá en contacto. ¿Tu número es el mismo?

Sacudió la cabeza. Había cambiado su número de teléfono después


del accidente. Los teléfonos eran tan fácilmente rastreables en estos días.
No quería preocuparse por si su atacante podía usar esa información
para encontrarlo.

—No. Te enviaré un mensaje con mi número por la mañana.

—Bien. Enviaré un jet para recogerte —dijo Thomas, luego agregó


convincentemente—: Lo prometo, sin presión, pero el hotel está lleno.
Puedes quedarte en mi suite.

—Veinte mil dólares —dijo Julian obsceno total con más confianza
de la que sentía. Con ese dinero, seguramente estaría dando un
espectáculo de muchas maneras diferentes.

Thomas se rió en voz alta.

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Serie Reservas 02
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—Siempre tan seguro de ti mismo. Trato, pero por esa cantidad de


dinero, quiero ese culo. Tú y yo, nadie más.

Julian asintió en confirmación, luego tomó otro sorbo mucho más


pequeño. Se volvió en su asiento, fingiendo interés en la pista de baile
mientras el calor se arrastraba por su cuello. Se dijo a sí mismo que su
incertidumbre solo tenía que ver con Beckett. Tenía que recordarse que
no le había prometido nada. Nada. Incluso había ido tan lejos como para
reiterar múltiples veces su vacilación sobre comprometerse en una
relación.

Seguramente, en algún momento, con suerte pronto, comenzaría a


sentirse bien con la presente decisión. ¿Cómo podía decir que no a
recuperar su antigua vida cuando era exactamente por lo que había
luchado con uñas y dientes? Él no podía.

La mano de Thomas fue al hombro de Julian. Apretó suavemente


mientras se inclinaba hacia adelante para susurrarle en el oído:

—Siempre eres tan evasivo. Me has hecho feliz esta noche. Veamos
cómo va, pero mientras tanto, piensa sobre dejar todo esto atrás y ser
exclusivo para mí. —La palma volvió a apretar su hombro. Esta vez un
escalofrío se arrastró por su columna vertebral—. Vuelvo enseguida. Voy
a llamar a mi asistente para que te instale.

Julian asintió automáticamente, preguntándose cómo esta simple


conversación había tomado un giro tan duro. ¿Por qué no estaba más
emocionado? Esto era exactamente lo que había querido. Había estado
en duelo por la pérdida de su antigua vida desde el segundo que despertó
en esa habitación del hospital.

Beckett...

Mierda.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

El dulce y gentil hombre que lo amaba de todas las formas posibles.

Por supuesto, Beckett no había dicho las palabras, pero solo


porque él no había querido escucharlas. Beckett podía no haber
expresado el sentimiento en voz alta, sus acciones mostraban que la
relación amorosa solo estaba a la espera para que la aceptara.

El corazón de Julian dio un vuelvo al pensar en el dolor que estaba


a punto de causar a Beckett.

Esta había sido la razón por la que siempre había sido honesto,
pero la situación aún se sentía errada en su alma.

—¿Qué estás haciendo, jefe? —siseó Ricco. Julian ni siquiera lo


había sentido acercarse. Podía escuchar la preocupación y la
recriminación en el tono del gerente.

—No es asunto tuyo —respondió, sin mirarlo.

—Normalmente hubiera estado de acuerdo con mi jefe... —Ricco


vaciló cuando se movió hasta detenerse frente a Julian, forzándolo a
mirarle—... el cual nos encontró a mí y a todos los demás camareros en
esta habitación y nos enseñó a cuidarnos los unos a otros. Que somos
una familia. Durante el último mes, nunca te he visto tan bien y feliz.
Entonces, de nuevo, ¿qué estás haciendo, Julian?

Su espalda se puso rígida, incluso cuando entendía el amor y el


respeto que expresaba Ricco, solo queriendo lo mejor para él.

—No. Es. Tu. Maldito. Asunto. Hago lo que es mejor para mí.

—Estás jodidamente fastidiándolo todo y haciendo auto-sabotaje


—regresó Ricco, poniendo sus puños en su cintura—. Y puedo ver que
estás decidido a hacer lo que acabas de planear. Díselo a Beckett. Es un
buen hombre y se merece la verdad.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Vete a la mierda, Ricco —dijo Julian y se levantó de su asiento,


drenando su bebida antes de dirigirse a la pista de baile—. Dile al equipo
de chismosos que lo mantengan para sí mismos. Le dispararé a
cualquiera que diga algo a Beckett antes de que hable con él. No estoy
jugando.

Vivía por las reglas que creaba, las de nadie más. Por Dios, podrían
descargarle toda la vergüenza que querían. Había prosperado bajo la
condena del mundo antes, y podría volver a hacerlo. Ese había sido el
intercambio perfecto para sellar su destino. Iría a esa gala. Julian estaba
de vuelta.

—Sí, señor —se burló Ricco de tal manera que Julian cortó su
mirada hacia el gerente que arrugó la frente con frustración como si fuera
solo una molestia, no el hombre que podía despedirlo en el acto. Siempre
le había gustado Ricco, así que dejó ir el tema, descartándolo sin una
mirada.

Santa mierda, todo su cuerpo vibró con anticipación. Recordaba


esa sensación, y se sentía casi tan bien como pensaba que podría, excepto
por ese molesto pensamiento en el fondo de su mente que no le permitiría
que echara raíces. Al diablo con eso. Finalmente estaba de vuelta en el
juego.

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Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 34
Un SUV oscuro condujo lentamente por el camino que iba a la casa
principal del campamento. Beckett trabajaba con Randy, plegando una
tienda de campaña y dividió su atención entre la tarea y el vehículo que
se abría paso con cuidado por el rocoso camino que necesitaba
reparación.

—¿Quién es? —preguntó Randy, de pie en su altura completa.

—No sé. —Beckett también se puso de pie, todavía sosteniendo el


nylon, y entrecerró los ojos. El brillante trabajo de pintura negro
resplandecía por el sol, lo que lo hacía difícil ver. No fue hasta que se
abrió la puerta trasera y el largo y oscuro cabello ondeó en la brisa que
supo exactamente quién era.

—Mamá —murmuró Beckett, olvidando todo sobre la tienda y


dirigiéndose directamente al SUV.

Había oído que podía estar viniendo a pasar el resto del verano con
papá, pero también había escuchado esos mismos rumores una y otra
vez a lo largo de los últimos años, y nunca se habían hecho realidad.

La melancolía de casi veinticuatro horas sin hablar con Julian se


desvaneció instantáneamente, ya que comenzó a ir hacia su madre,
sacudiéndose las capas de suciedad de un duro día de trabajo.

—Mamá. —Cómo adoraba a su madre. Nada de ella había


cambiado. Su largo y brillante cabello oscuro y ropa de estilo bohemio se
ajustaban a su larga y ágil figura, acentuando su gracia natural. Beckett
se quitó los guantes de trabajo, metiéndolos en su bolsillo trasero
mientras aceleraba sus pasos—. No sabía que vendrías.

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—Por Dios, sigues creciendo, Beck, mi chico. —Su sonrisa brillante


y su abrazo más grande que la vida lo envolvieron. No era una mujer
pequeña, pero todavía se alzaba sobre ella de todas las formas posibles.
La levantó de sus pies, tomándola en sus brazos.

—No creí que realmente vinieras esta vez. —Su melodiosa risa llenó
el aire mientras los distintivos pasos de su padre se escuchaban en el
porche delantero de la casa principal.

—Cuando mi hijo finalmente ha conocido a su persona, por


supuesto que debía venir —dijo, aterrizando de pie, palmando su pecho
con sus palmas—. Necesitas protector solar, hijo.

Beckett le dio una risita, pensando en el intento de Julian de


reparar su piel.

—Esa es la segunda vez que he escuchado eso en la última semana.


Supongo que hay algo de razón en eso.

La mano de su padre vino a la espalda de Beckett cuando lo rodeó,


llevando a su madre en sus brazos. Como la pareja poco ortodoxa que
eran, Beckett siempre sentía el amor que compartían. Lo ignoraron
totalmente después de que su padre tomó a su madre en sus propios
brazos, besándola como si su vida dependiera de su intimidad.

Randy llegó al lado de Beckett, observando a su padre llevar a su


madre hacia la cabaña, subiendo los escalones del porche, y él
sospechaba, a su dormitorio.

—Está contento de verla.

—Sí. La extrañó —dijo Beckett, observándolos hasta que la puerta


se cerró de golpe. Miró hacia abajo para ver las bolsas de su madre a sus
pies. Por la gran cantidad de equipaje, adivinó que planeaba quedarse un
tiempo esta vez. Rápidamente sacó su billetera de su bolsillo trasero,

389
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

entregando dinero en efectivo al conductor que estaba cerrando el


maletero del SUV.

—Gracias —dijo Beckett. El conductor miró el billete de veinte y le


dio un movimiento irritado con la cabeza.

—¿Sabes cuánto tiempo conduje desde el aeropuerto? —La mano


del conductor se extendió hacia Beckett por más dinero.

Su audacia le divirtió, recordándole a Julian, y sacó otros veinte


por nada más que recompensar la descarada confianza. Colocó el efectivo
en la palma extendida, pero el conductor no la bajó. Ante la expectante
mirada del conductor, Beckett miró a Randy que observó al conductor
como si estuviera loco.

—Amigo, lárgate —ladró Randy mientras Beckett comenzaba a


sacar dinero de nuevo.

—Tenía que intentarlo. —La cara del conductor cambió a una


sonrisa tonta cuando metió el dinero en su bolsillo y se dio la vuelta,
yendo por la puerta lateral del conductor—. Fue un viaje largo.

—Vamos a llevar esto adentro sin que tengamos que escuchar o ver
nada que me traumatice de por vida —bromeó Beckett.

El momentáneo indulto de la desaparición de Julian desapareció


con una venganza, ya que nuevamente se convirtió en súper consciente
de su teléfono y cómo no habían hablado desde la noche anterior en el
club. Julian no había dado una sola respuesta, ya sea por mensaje o
llamada, a la media docena que le había enviado.

El maldito teléfono creció pesado dentro de su bolsillo con toda su


carga. Se obligó a impulsar la falta de comunicación fuera de su mente.
Simplemente no podía entender por qué Julian no había respondido.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La ansiedad se onduló sobre todos sus nervios cuando alzó las


pesadas maletas y comenzó a caminar hacia la casa.

**

Julian vivió cerca de una gran masa de agua durante gran parte de
su vida adulta, pero nunca se dio cuenta de cuán completamente la
agitación constante del océano le recordaba la batalla que libraba entre
su cabeza y su corazón. Se dejó caer en la arena, vestido con su ropa
profesional y observó las olas rompiendo contra la orilla, rodando hacia
adelante y luego hacia atrás de nuevo, sin llegar nunca demasiado lejos
en ningún sentido. Parecía el tema de la vida de Julian.

Maldito Beckett. ¿Cuándo se había abierto paso el hombre a través


de todas las barreras protectoras para estar tan firmemente incrustado
en su corazón?

Siempre había querido volver a su antigua vida. Ese deseo nunca


había vacilado. Simplemente no había pensado que sería posible. Le
debía todo a Beckett por ayudarlo a encontrar el camino de regreso.

La manera gentil en que lo había amado le había demostrado que


no tenía nada de qué preocuparse. Con el labio entre los dientes, cruzó
las piernas mientras la brisa salada llenaba sus pulmones y bailaba a
través de su piel.

Quizás los siguientes pasos en su proceso de curación eran atarse


a un solo hombre. Thomas podía permitírselo financieramente. No había
parpadeado ante los veinte mil dólares que le había pedido. En cambio,
se había lamido los labios con anticipación. Julian sonrió ante el
recuerdo y apoyó la barbilla en el pecho, mirando la arena entre sus
muslos cubiertos con los pantalones.

391
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Debería estar encantado ahora mismo. Envolvió sus brazos


alrededor de sus piernas y dejó caer su frente sobre sus rodillas,
bloqueando el sol de la tarde que comenzaba a sumergirse en el océano.
Entonces, ¿por qué sentía tanta reticencia? ¿De dónde diablos había
salido? ¿Eran sus propias inseguridades las que aún tenía que superar?
¿Por qué se sentía tan incompleto?

Thane había invertido todo para hacer que su vida fuera un éxito.
Pudo haber trabajado duro, pero hubo elementos de escapismo en todas
las horas que pasó en Reservations. Thane había reprendido
constantemente a Julian, tratando de sacarle su comportamiento
rebelde. El hombre también lo había ascendido cuando ningún otro
empleado se habría elevado en las filas como lo había hecho Julian,
especialmente teniendo en cuenta todo su antagonismo. ¿Cómo se
sentiría con esta decisión? Pero Thane no era quien más le preocupaba.

No, era ese gigante dulce y gentil que no podría haber sido mejor
para Julian. Beckett. El nombre tamborileó en su cabeza como un himno.
Una exhalación profunda salió de sus labios mientras dejaba caer las
piernas en la arena. Un gran peso hizo que sus hombros se hundieran.
Su cabeza volvió a caer hacia adelante. ¿Por qué tenía ganas de llorar?
No lo sabía, pero no importaba cuánto se resistió, una lágrima finalmente
acumuló suficiente vapor para deslizarse de sus ojos y caer a la arena.

Su dedo la siguió, mezclando la gota en la arena, ocultando su


debilidad.

Beckett.

La frente de Julian se arrugó por el dolor que sus acciones


causarían al dulce Hombre Marlboro. Le dolía el corazón al pensar en los
muchos mensajes que había recibido hoy que, en su cobardía, había
decidido ignorar. Beckett tenía que estar enfermando de preocupación.

392
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Quizás ese era el deseo hablando. Esta actitud de tener dos cosas
imposibles al mismo tiempo.

No, Beckett estaba preocupado, y Julian necesitaba ser un hombre


y llamarlo. Necesitaba decirle que no viniera este fin de semana.

¿Podría mentir? Podría ir con Thomas, probar las aguas sin decirle
a Beckett la verdad.

No. No era un mentiroso. Y si asistía a la gala y cumplía con sus


planes de fin de semana, su destino estaría sellado. Beckett necesitaba
que se lo dijera. Le debía la verdad.

—Julian. —Levantó la cabeza para ver a Marc de pie junto a él.

Debió haber estado sentado allí más tiempo de lo que había


imaginado. El sol se había ocultado por debajo del horizonte sin que se
diera cuenta, la oscuridad se estaba arrastrando.

—¿Estás bien? —preguntó, su teléfono vibrando antes de terminar


su pregunta.

—¿Es Beckett?

Marc asintió.

—Me está enviando un mensaje, preocupado por ti. Le dije que te


tenía en mi campo de visión.

Julian asintió y se puso de pie, sacudiéndose la arena de las


piernas. Odiaba la arena y no había pensado bien en esto cuando se
sentó. Se limpió los pantalones antes de agacharse para recoger sus
zapatos de vestir, eligiendo llevarlos en la mano e ir descalzo. Sus dedos
hundidos en la arena lo habían ayudado a enfocarse.

393
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—¿Podemos no decirle a Beck que estaba aquí de esta manera? —


preguntó Julian, levantando la cabeza hacia el guardaespaldas. Miró la
arena mientras avanzaban—. Lo llamaré cuando llegue a casa.

Los ojos de Marc se entrecerraron mientras inclinaba la cabeza en


su dirección.

—Pensé que te había llegado a conocer bastante bien, pero has


estado ausente. ¿Pasó algo?

—Podrías decir eso —confirmó Julian mientras sacaba las llaves


del bolsillo.

—No me di cuenta de nada. ¿Qué me perdí?

—Es una cosa personal. —Julian se desvió y se dirigió a su coche


aparcado junto al de Marc. Antes de dejarse caer en su asiento, sacó su
teléfono del bolsillo trasero. Una vez que estuvo dentro de los límites de
su automóvil, encendió el motor y abrió su aplicación de mensajería para
leer el último mensaje de Beckett.

Cuando veas esto, debes saber que estoy pensando en ti y te


extraño. Pase lo que pase, podemos solucionarlo juntos este fin de
semana. Mi mamá apareció inesperadamente. Es genial verla.
Cenaremos juntos esta noche. Estaré libre temprano, a las nueve.
Llámame cuando te instales. Salgo por la mañana para una sesión
de entrenamiento. Realmente te extraño. Sin presión. Llámame
cuando puedas.

Julian dejó caer la cabeza hacia atrás contra su reposacabezas.


Beckett era un jodido santo, un caballero consumado. Nunca había nada
raro en él. Jamás.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Unos nudillos golpearon la ventana del lado del pasajero,


sobresaltándolo. Julian apretó el botón para bajar la ventanilla para
Marc.

—Conozco a Beck desde hace mucho tiempo. Es un buen tipo.


Nunca pregunta a dónde vas o con quién estás, solo si estás a salvo.

Julian exhaló un suspiro y asintió, luego subió la ventanilla sin


decir una palabra más. No necesitaba la culpa de nadie. Puso el coche en
marcha y salió de su espacio, reprendiéndose a sí mismo con cada giro
del volante. Sabía que era mejor no involucrarse con personas honestas
y llenas de integridad. Por eso había ignorado su atracción por Beckett
durante tanto tiempo.

Joder. Beckett se merecía a alguien mucho mejor que él. Haría la


llamada esta noche y pondría fin a la agonía de ambos.

395
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Capítulo 35
—¡Felicidades! —dijo Beckett, tomando la iniciativa en su pequeña
cena familiar. Agarró su botella de cerveza de cuello largo y se levantó lo
suficiente de su asiento para golpear las botellas de su padre y luego la
de Randy en el centro de la mesa. La madre de Beckett aplaudió feliz,
sonriendo tan ampliamente como las otras cuatro personas en la mesa.

—¡Un bebé! Estoy tan feliz por ti —dijo, haciendo tintinear su vaso
de té dulce junto con el de todos los demás.

—Estamos nerviosos —dijo Marly, la novia de Randy desde hace


mucho tiempo, con una mano apoyada en su vientre.

—¿Cuándo te enteraste? —preguntó Beckett.

—Hace dos días —anunció Randy con orgullo, levantando las cejas
hacia su novia para confirmarlo. Ella sonrió pacientemente y levantó tres
dedos. Randy continuó—. Aún no se lo hemos dicho a nuestras familias.
Apenas tiene dos meses. Estábamos pensando en fugarnos, así sus
padres no tendrán un ataque.

Marly asintió.

—Son muy religiosos. Creen que sigo viviendo en la escuela. Como


si viviera en el campus mientras trabajaba en mi doctorado.

Todos conocían los detalles de la vida de Marly y cómo finalmente


había seguido a Randy, cansada de la relación a larga distancia. Aunque
sus padres nunca entenderían vivir en la naturaleza mientras enseñaban
en una pequeña escuela del condado, Marly sintió que su vida encajaba
completamente con su pequeño círculo familiar.

396
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Bueno, no podría estar más emocionada —dijo su madre,


sonriendo soñadoramente. Su padre se inclinó sobre la mesa y tomó su
mano entre las suyas—. Ojalá hubiéramos podido tener más hijos, papi.

La mirada de Beckett se deslizó hacia Randy, levantando una ceja,


dándole una mirada firme de cállate. Randy siempre se burlaba de las
palabras cariñosas de su madre. Tenía una broma donde explicaba a
todos los que estaban a su alrededor que su padre no era realmente el
padre de ella también. Era tan exagerado.

Su teléfono vibró junto a su plato. Los pocos minutos de alivio de


la creciente ansiedad aparecieron de nuevo cuando Beckett alcanzó el
teléfono, sin importarle en lo más mínimo la forma en que abrió la
pantalla con temor para encontrar un mensaje de Julian.

Por fin. Un aliento que no sabía que estaba conteniendo se liberó.


Beckett abrió el mensaje mientras se levantaba, su silla raspando el
linóleo.

¿Puedes hablar?

¿Por qué un mensaje tan simple provocó una alarma inmediata?


Algo no estaba bien y no hacía falta ser un neurocirujano para
averiguarlo. Desde que había roto por primera vez las barreras de Julian,
habían pasado todo su tiempo libre hablando. Dos palabras después de
días de silencio no estaban bien.

—Necesito tomar esto —dijo Beckett, excusándose de la mesa y


caminando hacia la puerta principal. Apretó el botón de llamada,
renunciando a un mensaje y se llevó el teléfono a la oreja. Julian tardó
cuatro timbres en responder.

—Hola. Eso fue rápido.

397
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Beckett salió, sostuvo la puerta para que Woofer pasara y la cerró


firmemente detrás de él. Un millón de estrellas centelleaban en el cielo.
Su momento favorito del día. No prestó atención a nada más que al
hombre al otro lado del teléfono. Bajó los escalones del porche y se sentó
en el de arriba. Woofer permaneció a sus pies, su enfoque mostraba lo
bien que el perro percibía su inquietud.

—¿Cómo estás? —dijo Beckett, la preocupación haciendo mella en


su tono—. ¿Todo está bien?

—Sí... —Lo que significaba que no lo estaba.

La cabeza de Woofer se posó en el regazo de Beckett, probablemente


escuchando el tono de Julian.

—¿Qué ha pasado? —preguntó cuando Julian no dijo nada más—


. Si no puede esperar hasta el fin de semana, puedo ir...

—No —dijo Julian con firmeza—. Yo…

Beckett pudo escuchar la lucha en la voz de Julian cuando se


aclaró la garganta y comenzó de nuevo.

—Debería haberte llamado anoche. Lamento no haberlo hecho.


Mira si puedes cancelar tu vuelo este fin de semana.

El corazón de Beckett dio un vuelco.

—Vale. Pensé que habíamos avanzado después del fin de semana


pasado. —Beckett se detuvo para no decir nada más. Fue la seriedad de
Julian más que las palabras lo que lo llevó a creer que estaba poniendo
distancia activamente entre ellos dos. Cambió de rumbo, necesitando
conocer el problema antes de poder resolverlo—. ¿Qué no me estás
diciendo?

398
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Mira. Siempre he sido honesto contigo, aunque dejé que las


líneas entre nosotros se difuminaran. La verdad es que me encontré con
un antiguo cliente en el club y me ofreció volver a mi antiguo puesto. —
Cuanto más hablaba Julian, entregando sus devastadoras noticias, más
duro se volvía su tono—. Vino de la nada. No vi llegar la oferta y, en pocas
palabras, acepté una cita con él este fin de semana.

Todo el cuerpo de Beckett se entumeció.

¿Qué había hecho mal?

¿Comprar una casa?

Había asustado a Julian.

Las barreras protectoras de su cuerpo se rompieron como una


presa, inundando su corazón, mente y alma con un dolor insuperable.
Su estómago se revolvió ante la idea de que Julian siguiera adelante sin
él. Su corazón se hizo añicos en un millón de pedazos mientras trataba
de contener las emociones que lo abrumaban. Sabía el marcador desde
el primer día. Estaba seguro de que podría manejar cualquier cosa que
Julian le lanzara, pero se había equivocado muchísimo.

—Esto no ha sido fácil para mí. Siento que te estoy decepcionando,


pero no puedo negar que esto es algo que he querido desde que me
desperté en la cama del hospital... después del accidente. Soy un
acompañante de corazón. Es lo que me sale naturalmente, y soy muy
bueno en eso. Me debo a mí mismo probar las aguas. —La voz de Julian
era plana y definitiva.

La mente de Beckett se aceleró, buscando algo que decir. Quería


rogarle que lo dejara ser suyo. Beckett podría darle tiempo. Podían fingir
lo que Julian quisiera.

399
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Di algo. Me estás matando. —Incluso bajo toda la pesadez de su


propio dolor, no le gustó la preocupación que impregnaba las palabras
de Julian.

—No puedo decir que esto no estuviera ahí entre nosotros. —


Beckett esperaba encontrar un terreno común entre ellos—. Sabes,
desearía haber sido suficiente para ti…

—Beckett, por favor... —interrumpió Julian.

—Déjame terminar, Julian. —Beckett tuvo que aclarar su mente y


sacar adelante su lado decidido para superar la mentira que estaba a
punto de contar—. Ve a hacer lo que tienes que hacer. Te dije que nunca
te pediría que cambiaras. Te han sucedido muchas cosas en los últimos
años. Eres un hombre hermoso y asombroso. Ve a buscarte a ti mismo.
Estaré aquí esperando por ti.

—Maldita sea, Beckett —ladró Julian, su frustración clara—. ¿Qué


ves en mí que te atrae tanto?

Beckett miró al perro que trataba de consolarlo. Con todo lo que le


dolía el corazón, deseaba poder volver al entumecimiento. Extendió la
mano para pasar una mano por la cabeza de Woofer, alisando el suave
pelaje mientras decía la verdad.

—Eres inteligente, divertido y cariñoso. Tienes un impulso hacia la


bondad que me inspira. Siempre estás cuidando a las personas que te
rodean, incluso cuando finges que no te preocupas en absoluto. Aprecias
los gestos más pequeños como si fueran grandiosos y retribuyes al
mundo de una manera que pocos pueden entender.

Julian soltó un suspiro angustiado.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

—Nadie me había acusado antes de tanta bondad. Es mi


apariencia, Beckett. A los hombres les gusta mi apariencia. Sé que eso es
lo que soy y lo que tengo que ofrecer. Nunca me has visto correctamente.

—No. —Beckett negó con la cabeza—. Te veo mejor de lo que te ves


a ti mismo. Eres hermoso por dentro y por fuera, y también eres un
hombre bueno y gentil. Tu apariencia puede haber hecho girar mi cabeza,
pero eso se desvaneció bastante rápido después de observarte durante
tanto tiempo y luego pasar tiempo contigo. Es lo que hay debajo lo que
me enganchó.

La puerta principal se abrió y la luz se filtró sobre Beckett. La


ignoró, concentrándose en la respuesta de Julian.

—¿Todavía quieres estar en mi vida?

—Sí —dijo Beckett y tuvo que luchar contra el bulto gigante que
amenazaba con hundirlo—. Siempre.

—¿Puedo llamarte el domingo?

Beckett iba a tener que pasar cinco días sin hablar con él. Parecía
casi imposible.

—Sí —respondió finalmente, sin gustarle nada de esto.


Probablemente debería volar allí de todos modos—. No quiero
interponerme en tu camino, pero necesito mi camioneta... —La mentira
cayó en sus labios y probablemente fue una idea terrible. Si veía a Julian
antes de su cita, se podía ver a sí mismo rogándole que lo eligiera a él—.
Me mantendré fuera de tu camino...

—Puedes quedarte aquí —ofreció Julian—. Nunca estás en mi


camino, Beckett. Voy a volar a Los Ángeles. Hay una gala de la fundación
a la que él y yo siempre asistimos juntos. Puedo escuchar el dolor en tu
voz. Lo lamento.

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Kindle Alexander Es complicado

Beckett sintió que la palma de su padre descendía sobre su


hombro, terminando en un apretón reconfortante. No miró hacia arriba
y no había considerado que las ventanas de la cabaña estuvieran abiertas
cuando eligió este lugar para tener su conversación. Por supuesto, todos
lo habían escuchado.

—Estoy bien —dijo, tratando de mantener un tono optimista tanto


para Julian como para su padre—. Me iré por la mañana. Estaré fuera
hasta el sábado por la mañana. Mi vuelo está programado para llegar
alrededor de las cinco y media de la tarde del sábado, creo. Toma
precauciones de seguridad y recuerda lo que te enseñé.

—Beckett... —La voz de Julian irradiaba una agonía que no hizo


nada para aliviar el dolor que se agitaba en su alma—. No debería haber
comenzado esto contigo. Luché contra nuestra conexión durante tanto
tiempo. Aprecio todo lo que has hecho por mí. Lo hago, pero siempre he
querido recuperar mi antigua vida. No me gustó que me lo quitaran en
contra de mi voluntad...

El padre de Beckett se sentó a su lado. Eso no serviría. Puso los


ojos en blanco y dejó escapar un suspiro mientras se empujaba fuera del
porche. Dudaba que realmente llorara, pero con la actitud gentil de su
padre, no iba a arriesgarse.

—Tengo que irme. Todavía estoy en la casa principal con Woofer, y


necesito ir a mi cabaña. Vamos, chico —dijo Beckett cuando su madre,
Randy y Marly salieron al porche.

—Está bien. Llámame cuando llegues a casa esta noche si quieres


sexo —dijo Julian en voz baja, de tal manera que se sintió como si se lo
ofrecieran por lástima.

—Cuídate. Llámame si me necesitas. —Beckett estaba a medio


camino de su carrito de golf cuando terminó la llamada. Su corazón se

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Kindle Alexander Es complicado

había roto. El único sonido que penetró en su neblina fue la hierba y la


roca crujiendo bajo sus botas. Hizo un gesto para que Woofer tomara
asiento y comenzó a sentarse en el suyo cuando miró hacia arriba y vio
que todos lo miraban. Su madre empezó a bajar los escalones hacia él.

—No, quédate ahí. Estoy bien. —Beckett levantó una mano para
detenerla, pero, por supuesto, no lo hizo—. Mamá, de verdad, estoy bien.

—Te quiero —dijo, acercándose al borde del carrito de golf,


tomándolo en sus brazos. Su calidez y sinceridad ayudaron. Amaba los
abrazos de su madre—. El amor es difícil, y ustedes, los hombres St.
Clair, no lo ponen más fácil.

—Estoy bien, mamá. —Envolvió un brazo alrededor de su cintura


y la abrazó con fuerza durante solo unos segundos. Saludó al resto de
ellos antes de irse, perdido en la incertidumbre de lo que había sucedido.

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Capítulo 36
El latido del corazón de Julian mostraba cuánto las cosas buenas
de la vida le hablaban directamente a un nivel profundo del alma. El
esplendor. La extravagancia. Un vistazo a las comodidades exageradas
que venían con una suite del último piso en un hotel elegante hizo que
entendiera exactamente cuánto había extrañado realmente después de
su accidente y qué tan lejos tenía que llegar antes de poder volver a poseer
esta vida.

Si la riqueza tenía un olor, Julian estaba seguro de que el olor


circulaba continuamente dentro de esta suite.

Cuando llegó al hotel, fue recibido con una nota de disculpa de


Thomas, explicando su tardanza. El avión privado tuvo un problema
mecánico menor, lo que hizo que regresara al aeropuerto privado,
retrasando su salida varias horas hasta que se pudiera realizar la
reparación. Thomas iba a llegar tarde, dándole la privacidad que
necesitaba para reagruparse de cualquier preocupación o ansiedad y
superar, lo había hecho en grande, con la ayuda de todas estas lujosas
comodidades.

Un esmoquin hecho a medida colgaba del armario, confeccionado


con lo que los dedos de Julian decidieron eran los mejores materiales, y
resultó ajustarse a su cuerpo como un guante, tal como esperaba. El
esmoquin acentuó todas las partes correctas, como debería. Su trasero
se veía genial, así como el contorno de su polla. Estaba vestido para
impresionar, y eso fue lo que hizo.

El cabello estaba meticulosamente peinado y su barba recortada


con precisión por un estilista que había pasado por la habitación poco
después de su llegada. También se había hecho una manicura y una

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Serie Reservas 02
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pedicura perfectamente sincronizadas después de que la estilista


terminara su trabajo. Hubo un tiempo en que habría dado por sentado
todo este trato especial. Sin embargo, no esta noche. Ahora, entendía la
pura alegría de ser tan cuidado y mimado.

El estilista había venido armado con algunos básicos: delineador


de ojos y rímel. A Thomas le encantaban sus ojos azul verdoso
acentuados con un delineador de ojos oscuro con flecos de rímel. Basado
en la intrincada máscara que colgaba cerca de su esmoquin, el delineador
de ojos negro era una elección perfecta para hacer que su mirada
destacara.

Este mundo de cantidades incomprensibles de efectivo tenía una


forma de bloquear la realidad de la vida actual de Julian. Aunque Beckett
no había abandonado sus pensamientos desde que tomó la decisión de
venir esta noche, ya no cargaba con la culpa como lo había hecho. Tal
vez porque no había revisado su teléfono desde que abordó el vuelo a Los
Ángeles. La ansiedad ya estaba en su punto más alto antes de tener en
cuenta el dolor de Beckett. También apartó esos pensamientos.

Un equipo dilatador había llegado exactamente treinta minutos


antes, lo que le ayudó a recordar su trabajo actual. Julian tuvo que
encontrar y luego retener un enfoque resuelto para ayudarlo a pasar esta
noche. A Thomas le gustaban sus juguetes y disfrutaba ser quien los
administraba. Por supuesto, Julian tenía dudas, pero se las arreglaría
cuando llegara el momento.

Un sonido instrumental suave fluía en todo el dormitorio, el


vestidor y el baño, se detuvo abruptamente con el tono de la alarma. Ocho
en punto. Hora de la fiesta. Se había saltado la cena. Tenía demasiadas
mariposas revoloteando dentro de su vientre para pensar que agregar
comida terminaría bien.

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Alcanzó la máscara, cuidando su cabello mientras se la colocaba.


Tenía que admitir que el delineador de ojos hacía que sus ojos
sobresalieran y sus labios carnosos parecieran más regordetes de lo
normal.

Tenía los nervios tensos, listo para comenzar la noche,


empujándolo fuera de la suite hacia el grupo de ascensores que
conducían al gran salón de baile de la planta baja. Cuanto antes
comenzara su noche, más rápido podría encontrar algo de tranquilidad.

Seguramente todo estaba destinado a encajar. Después de todo,


sus sueños se estaban haciendo realidad.

Julian eliminó la tensión en sus hombros y luego giró el cuello


hacia adelante y hacia atrás mientras las puertas del ascensor se abrían
al primer piso. Salió, moviéndose con más confianza de la que había
creído posible. Que comenzara el espectáculo.

***

Beckett empujó la puerta principal del condominio de Julian,


instantáneamente sintiendo una frialdad que nunca antes había
experimentado. Encendió la luz de entrada y se dirigió hacia el interior
del condominio hasta la cocina, encendiendo todas las luces del techo a
medida que avanzaba.

Antes de llegar al apartamento, se había quedado estancado,


matando el tiempo desde que llegó su vuelo. Se detuvo para comer algo
en un restaurante de carnes en San Diego, agradecido de haber podido
finalmente poner comida dentro de su estómago. No estaba seguro de
haber comido una comida completa desde la noche en que Julian le había
dado la noticia.

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La actitud melancólica lo hizo pasar un par de horas en el


restaurante, sin querer venir a este apartamento vacío. Todo se sentía
tan definitivo.

La reprimenda interna que había comenzado hace días lo golpeó


nuevamente como un mazo en su cerebro. Sus locos pensamientos
partían de por qué en el mundo había pensado que alguna vez sería
suficiente para mantener a un hombre vibrantemente hermoso como
Julian, en lo tonto que había sido al pensar que podía encajar en el
prestigioso mundo de Reservations. ¿Por qué era siempre tan
malditamente ingenuo?

Escaneó el pequeño espacio. Estaba ordenado, sin nada fuera de


lugar excepto un pedazo de papel doblado con las llaves de su camioneta
encima. Fue allí, dejó caer la llave de la casa en la pequeña isla central y
luego tomó una nota con su nombre escrito en la parte superior con la
eficiente caligrafía de Julian.

B,

Realmente lamento haberte hecho daño. Con el tiempo, verás que es


mejor así. Quédate el tiempo que quieras. No hay razón para conducir toda
la noche.

Llámame la semana que viene cuando puedas hablar.

Maldición. Beckett estaba condenadamente jodido. A pesar de lo


difícil que fue llegar a este apartamento, fue igualmente difícil irse. Con
un fuerte golpe, su puño cayó al mostrador. La nota salió flotando de sus
dedos.

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Kindle Alexander Es complicado

Beckett se volvió y examinó el condominio. Tenía una sensación de


estar en casa con los muebles de Julian. ¿Y si se quedaba a pasar la
noche? Patético, sí, pero nadie necesitaba saberlo. Por qué se había
permitido siquiera considerar ser uno de los hombres de Julian. Uno de
los muchos que le pagaban dinero para que pasara tiempo con él. No
podía, no después de todo lo que compartieron.

Sacudió la cabeza con fuerza y frustración para disipar la imagen


de tantos hombres persiguiendo a Julian. Se recordó a sí mismo por
millonésima vez esta semana que Julian había sido sincero desde el
principio. ¿Por qué se había permitido esperar ser él quien cambiara su
opinión?

Beckett no se había equivocado al querer una relación monógama


comprometida y duradera. Apretó con fuerza las llaves de su camioneta,
el metal se clavó en su palma, y se dirigió hacia la puerta.

Este lamento maníaco de mierda que seguía haciendo tenía que


detenerse. Estuvo de acuerdo en que no debería conducir toda la noche,
especialmente por estar privado de sueño, pero también necesitaba que
le creciera una jodida columna vertebral y un jodido hombre. Entonces,
¿que el hombre que amaba no lo quería? Esa mierda pasaba todo el
maldito tiempo. Al menos lo había intentado. Saldría de aquí.

Beckett apagó las luces mientras se dirigía a la puerta principal.


Giró la cerradura antes de cerrar la puerta con fuerza detrás de él. Dio
pasos largos y decididos hacia el estacionamiento. No se arrepentía. Le
había dado todo a Julian.

***

Después de dos horas de mezclarse con la multitud de


acompañantes que siempre asistían a estos eventos, Julian descubrió
que ya no era el mejor gallo en el gallinero. La revelación más interesante

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Kindle Alexander Es complicado

fue que no quería serlo. Las conversaciones tontas no eran más que para
hacer alarde de dinero que realmente no tenían y alardear de posesiones
que nunca habían ganado realmente.

Julian experimentó una profunda vergüenza, sabiendo que una vez


había sido un miembro principal de este ridículo y mezquino grupo.
Había presumido abiertamente de su éxito imaginario, al igual que todos
estos hombres. Y en ese momento, había creído cada palabra.
Exactamente como lo hacían estos hombres ahora.

Pensamientos destructivos lo llevaron a una oscura madriguera de


conejo. Sabía, con toda certeza, que estos mismos hombres se habían
regocijado con su dolor después de su secuestro. Sin duda contentos de
ver a sus clientes abiertos para la recolección. No tenía amigos aquí.
Había sentido su desconexión de este estilo de vida en el momento en que
entró al salón de baile y luego cada minuto después de que el abismo
creciera.

A medida que avanzaba la noche, fue consciente exactamente


cuánto había evolucionado. Aparentemente, ya no estaba dispuesto a
participar en conversaciones superficiales. Quería participar en las
discusiones comerciales. Y para su mérito, se mantuvo firme cuando
habló del mercado de valores y las tendencias futuras.

¿Qué diablos le había pasado?

Aunque repetidamente se hacía esa pregunta, la respuesta no


parecía importar realmente. Después de quince minutos de fingir estar
cautivado por las historias de aventuras sexuales, se había abierto
camino hacia la multitud de líderes empresariales de gran éxito.
Encajaba mucho mejor allí. Su Thane interior saltó a la vanguardia,
sorprendiéndolo muchísimo por lo mucho que había aprendido al vivir su
vida a la sombra de Thane.

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Rápidamente se convirtió en el pregonero de Reservations,


charlando sin descanso sobre el concepto de club nocturno y restaurante,
y sus planes para expandirse a nivel nacional y luego internacional.
Julian tuvo el honor de haber ganado un papel principal en el concepto
de crear un lugar seguro para que todo tipo de hombres se conociera.
Probablemente muy complacido de haber ayudado a implementar el
agotador proceso de solicitud diseñado para mantener a todos los
miembros al día.

Julian puso los ojos en blanco y apuró su copa de champán casi


vacía antes de ponerla en la bandeja de un camarero. Luego tomó una
segunda copa. Dio un aleccionador paso atrás de la multitud.

Se llevó la bebida fría a los labios, tomando sólo el más mínimo


sorbo mientras escudriñaba la gran habitación. Marc estaba de pie junto
a la pared del fondo, cerca de la entrada, junto con otros miembros de la
seguridad privada. Su mirada se conectó con la de Marc. No había
preguntado cuándo ni cómo había decidido seguirlo, pero lo había
acompañado en el vuelo a Los Ángeles. El tipo parecía trabajar un trillón
de horas y nunca se cansaba de ir detrás de él. Esperaba que Marc
hubiera cenado. Si no, se ocuparía de ello una vez que regresara a la
habitación.

Sacudió su muñeca, volviendo a poner el reloj en su lugar para


mirar la hora. Las once menos cuarto. Maldita sea, se sentía más tarde
de lo que era. Thomas no estaba programado para llegar hasta pasada la
medianoche. Necesitaba ser honesto con él. Disculparse por el esfuerzo
que hizo para hacer que esta noche fuera especial para ambos. Esta ya
no era su vida.

Levantó la mirada mientras hacía lo mismo con su copa. El telón


de fondo de la sala se transformó en un club de baile al que solía asistir
regularmente.

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La habitación se llenó de energía mientras tomaba un largo trago


de la copa de cóctel en la mano después de un largo período de baile
mientras esperaba que apareciera su nuevo cliente. Podía sentir las
drogas recreativas bombeando por sus venas, haciendo que las luces de
la discoteca estallaran un poco más brillantes y la música de baile sonara
un poco más clara. Molly siempre había sido su droga preferida.

Momentos después, su cabeza dio vueltas y la habitación se


transformó en su antiguo club de baile favorito. Un brazo enérgico le
rodeó la cintura, atrayendo su cuerpo hacia atrás contra un pecho duro.
Loción para después del afeitado barata y el olor masculino sin lavar
asaltaron sus sentidos.

En ese momento, atrapado entre el pasado y el presente, Julian


luchó por recuperar el aliento. Su frecuencia cardíaca duplicó su
frenético latido cuando un sudor frío brotó a lo largo de la línea del
cabello. Todo se ralentizó.

El aire fresco a su alrededor se estancó, el olor a moho y cigarrillos


rancios se espesó a su alrededor. Enfocó una manga de franela sucia. Los
recuerdos de un rostro distorsionado y cubierto de tatuajes brillaron en
su cerebro. Julian reconoció a su secuestrador de inmediato.

Micah Abbott.

El hijo del pastor de sus padres.

Habían pasado años, pero no había ninguna duda en la mente de


Julian. Micah se había burlado de él con una mirada amenazadora que
envió escalofríos por su columna segundos antes de que un poderoso
puño chocara contra su mandíbula y perdiera el conocimiento.

Santo infierno.

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Kindle Alexander Es complicado

Su secuestrador era el chico con el que lo habían pillado follando


durante un servicio religioso. ¿Micah le había hecho esas cosas?

La mente de Julian volvió al presente. Su estómago se revolvió. Le


dolía tanto la cabeza que le preocupaba desmayarse. Se balanceó hacia
atrás, vacilante, como si ese puño hubiera viajado a través del tiempo y
conectado con su mandíbula donde estaba en el salón de baile. La copa
en su mano se estrelló contra el suelo, enviando champán y fragmentos
de vidrio salpicando por todas partes.

La realidad y las implicaciones de su flashback atravesaron todo


su cuerpo. La bilis se abrió camino desde su estómago y colgó en su
garganta. Iba a vomitar. Quería salir de este lugar y alejarse de esta gente.

Beckett. Necesitaba a Beckett. Se dio la vuelta, atrapando la mirada


preocupada de Marc mientras daba largos pasos decididos hacia él.
Todas las cabezas de la habitación se habían vuelto ante el estruendo de
su copa. Ahora siguieron a Marc de camino al lado de Julian. Éste debió
haber hecho una escena, pero no le importaba lo más mínimo cuando se
quitó la máscara de la cara y la tiró mientras se dirigía hacia la protección
de su guardia de seguridad privado.

Julian abrió la boca para hablar, pero su respiración se atascó en


su garganta, no salieron palabras. Los bordes de su visión se
oscurecieron. Se negó a desmayarse, pero no podía aspirar aire a sus
pulmones. Mierda. Tomó el antebrazo de Marc para ayudar a
estabilizarse, sus dedos se clavaron en la piel del hombre para evitar caer
al suelo. Sus pensamientos todavía daban vueltas y su mente giraba por
el impacto de recordar... todo. Su corazón se aceleró en su pecho
mientras luchaba por permanecer de pie.

—¿Qué pasó? —siseó Marc. Julian negó frenéticamente con la


cabeza y empezó a sacarlos de la habitación. A este paso, el desmayo era

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Kindle Alexander Es complicado

inminente y se negó a hacerlo frente a tantas miradas indiscretas—.


Respira, Julian. Te tengo.

Se quedó mirando los ojos oscuros de Marc, no tan cálidos y


acogedores como los de Beckett, pero aún confiaba en él con su vida.

—Beckett —dijo Julian con la garganta apretada, dando grandes


zancadas hacia los ascensores. Las estrellas fugaces corrieron a través
de su visión, aumentando en tamaño y velocidad—. Necesito hablar con
Beckett.

El brazo protector de Marc llegó a la espalda de Julian,


manteniéndolo erguido mientras el guardaespaldas lo acompañaba al
ascensor.

—Vamos a llevarte de vuelta a la habitación.

Las puertas del ascensor se abrieron y se apresuró a entrar,


agradecido de haber logrado mantenerse de pie. Finalmente tomó una
respiración profunda, anclándolo a su realidad.

—Busca a Beckett por mí. Dile que lo siento y si puede venir.

Las manos de Julian temblaban y su mundo giraba


desenfrenadamente.

—Julian, ¿estás bien? —preguntó alguien desde fuera del ascensor


mientras las puertas se cerraban.

No, no lo estaba. Para nada.

Julian se obligó a juntarlo todo, al menos el tiempo suficiente para


llegar a la suite. Su mente daba vueltas como si estuviera en un bucle
continuo. Destellos de esa cara tatuada. El odio que había sentido

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cuando miró esos ojos. Fue Micah. Micah lo había secuestrado y


agredido.

Tantas preguntas pasaron por su cabeza. ¿Por qué lo secuestraría?


¿Por qué querría hacerle daño? ¿Por qué lo dejó por muerto?

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Capítulo 37
El tráfico era terrible.

Beckett se echó hacia atrás en su asiento, tratando de encontrar


algo de consuelo mientras colocaba su muñeca sobre el volante de su
camioneta y se detenía en seco en la interestatal. De nuevo. El tercer
atasco que había encontrado desde que salió de Coronado. Había llegado
a un lugar congestionado en San Diego cuando llegó al área de Los
Ángeles. Pensó que llegaría a casa sin problema. Pero estar en Santa
Clarita cerca de la medianoche demostró que estaba equivocado. Un largo
bostezo se le escapó cuando alcanzó su teléfono, buscando el hotel más
cercano con una vacante.

Debería haber pasado la noche en casa de Julian y empezar


temprano a casa por la mañana. Debería haberlo hecho, podría haberlo
hecho. La historia de su vida.

Beckett dividió su atención entre su teléfono y la carretera, usando


una mano para buscar en Google alojamientos cercanos. Parpadeó,
confundido, mientras el nombre de Marc cubría su búsqueda en la
pantalla. Su cabeza miró la burbuja como si fuera un espejismo hasta
que siguió el tono de llamada. Su frente se arrugó, y pisó con demasiada
fuerza los frenos ya presionados mientras daba clic el botón verde de
aceptar, acercándose el teléfono a la oreja.

—¿Qué sucede?

—Ha pasado algo. Julian me pidió que te llamara. —El tono de


Marc sonaba duro y entrecortado, pero las palabras lo confundieron.

La mirada de Beckett se clavó en el velocímetro inmóvil. ¿Por qué


no había llamado Julian él mismo?

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—¿Dónde está?

—Está al teléfono en la recepción —explicó Marc. Bajó la voz como


para mantener sus palabras en privado mientras continuaba—. Beck,
está solo. No sé dónde está su cita, pero nunca apareció. Julian parecía
estar bien con eso. Bajó las escaleras solo y pasó gran parte de la noche
al margen de los invitados. Nunca se comprometió completamente con
nadie... —Marc hizo una pausa, pero las bocanadas de aire le permitieron
saber que la boca de Marc permanecía cerca del teléfono.

Justo por encima de un susurro, Marc dijo:

—Sabes, tiene esa forma de mirar a alguien como si supiera que


están llenos de estupideces. Tuvo esa mirada toda la noche. Él y yo
hicimos contacto visual. Parecía estar bien, pero de repente palideció y
se tambaleó sobre sus pies. Su copa de champán se le cayó de la mano.
Me lancé hacia él y él se acercó a mí, preguntando por ti. No sé qué pasó,
pero su único objetivo es encontrarte mientras nos consigue una nueva
habitación. No quiere que me aparte de él.

Beckett mantuvo el pie sobre el pedal del freno mientras su mente


se aceleraba.

—¿Puedo hablar con él?

—Sí, pero sea lo que sea lo que pasó es más de lo que puede lidiar.
Está nervioso. Frenético. Colgando de un hilo. Ten cuidado —susurró
Marc.

—Vale. Déjame hablar con él. —La mirada de Beckett se movió de


un lado a otro del tablero a la consola central, perdido en la posibilidad
de lo que podría haber molestado a Julian. Debió haber recordado algo
significativo sobre su secuestro. Eso era lo único que tenía sentido.

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—Julian. —La voz de Marc todavía tenía una cualidad


tranquilizadora cuando se dirigió a él—. Beck está al teléfono.

—Tienen una habitación para nosotros. Es pequeña, está en el


tercer piso —escuchó Beckett decir a Julian. Su tono era extraño.
Hablaba enérgicamente y de forma sucinta, no con su habitual ligereza
casual que había dominado tan bien—. Necesito empacar. Me tomará solo
un minuto.

La preocupación de Beckett aumentó. Respiró hondo y se


tranquilizó, tratando de mantener la calma mientras apoyaba la barbilla
en el pecho y esperaba a que Julian le hablara. Pareció una eternidad
hasta que escuchó el sonido de su voz a través de la línea.

—Beckett, sucedió. Lo vi.

Los ojos de Beckett se alzaron hacia la carretera frente a él. Los


bocinazos provenientes de otros vehículos finalmente penetraron en su
enfoque. Miró por el espejo retrovisor mientras los autos circulaban
alrededor de su camioneta detenida. Activó las intermitentes y
lentamente se abrió camino hacia el carril derecho y navegó hasta la
salida más cercana.

—¿A quién viste y dónde?

—Micah. Fue un recuerdo. Todo ha vuelto. Al menos la parte donde


estaba consciente. —Julian sonaba distante y asustado. Beckett pudo
escuchar el ruido de fondo de Julian moviéndose rápidamente,
probablemente empacando—. ¿Puedes venir?

—Sí. No estoy muy lejos. Daré la vuelta ahora —dijo Beckett,


finalmente entrando en el carril de salida—. ¿Por qué tienes una nueva
habitación?

—No puedo hacer esto. Simplemente... no puedo.

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Kindle Alexander Es complicado

¿Qué significaba eso? Se tragó todas sus preguntas, sin importar


cómo los latidos de su corazón exigieran una respuesta. Julian parecía
demasiado cerca del límite, pero estaba haciendo todo lo que le había
enseñado: permanecer cerca de Marc, encontrar un lugar seguro y luego
llamarlo. Julian claramente estaba haciendo todo lo posible por aferrarse
a su cordura. Beckett solo necesitaba llegar a él, ahora. Él averiguaría el
resto más tarde.

—Eso está bien —dijo Beckett, apurándose para tomar la curva de


regreso a la interestatal, en dirección a Los Ángeles—. No tienes que hacer
nada que no quieras. Quédate cerca de Marc hasta que pueda llegar. ¿Me
escuchas?

—Oh, sí. No voy a perderlo de vista —dijo Julian, y un segundo


después Marc estaba de nuevo al teléfono.

—No sé si puedes decirlo, pero se está moviendo rápido para


empacar —explicó Marc—. Nos dirigiremos abajo en los próximos
minutos.

—Quédate con él. —Beckett aceleró el motor—. Y envíame un


mensaje con la información del hotel. Estaré allí tan pronto como pueda.

Dejó caer el teléfono en la consola central y agarró el volante con


fuerza con ambas manos. La adrenalina había aumentado en su sistema,
eliminando cualquier agotamiento persistente que lo había atormentado
durante los atascos de tráfico. Su enfoque se centró en una sola tarea:
llegar a Julian. Luego se ocuparía de todo lo demás. En este momento,
tenía más preguntas que respuestas.

***

Julian miró por la gran ventana de la nueva habitación del hotel.


Las cortinas estaban abiertas de par en par, el resto de la pequeña

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habitación doble estaba a oscuras, ensombrecida por la lámpara entre


las dos camas y las luces y sonidos provenientes del exterior. Marc había
empujado la silla del escritorio a la esquina de la habitación donde ahora
estaba sentado, mirándolo de cerca.

Había asustado al experimentado guardia de seguridad. En


cualquier otro momento, eso podría haberlo divertido.

El hombre podía ser demasiado profesional para admitirlo, pero los


ojos de Marc se habían centrado solo en Julian durante los últimos
treinta minutos.

Demonios, se había asustado. Sus malditos pensamientos estaban


esparcidos por todo el lugar, saltando por todos lados. Golpeó con el pie
con el mismo ritmo deshilachado que sus descarriados pensamientos.

Soltó el aliento que contenía, cruzando los brazos sobre el pecho.

Micah.

Qué mierda mental.

De la mano de ese idiota, el hijo de un pastor, había sido maltratado


gravemente, marcado de por vida. Sin embargo, sintió más lástima por
Micah que por él mismo.

Cualquier mierda que los líderes de esa iglesia abusiva le hubieran


hecho pasar debería ser considerada responsable de sus crímenes.
Después de horas de oración y conferencias del pastor y los diáconos de
la iglesia, Micah había sido enviado a terapia de conversión. Julian no se
quedó para averiguar qué habían planeado sus padres para él. Demonios,
ya lo trataban como a un paria.

Se sintió devastado cuando se dio cuenta de que su amor era


condicional. Su religión tenía más importancia que su bienestar.

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Kindle Alexander Es complicado

Incluso con huir de casa a los dieciséis años, con poco más que la
ropa que llevaba puesta, Julian claramente había obtenido el mejor
extremo del palo, si las acciones de Micah eran una indicación.

Todas estas pequeñas bombas de revelación que explotaban como


minas terrestres invisibles dentro de su cabeza habían volado
oficialmente su mente.

Más interesante aún, descubrió que su vida era mucho mejor en


este momento que en cualquier otro anterior. Tenía solidez. Tenía amigos
que lo querían y lo aceptaban por lo que era como persona, no por lo que
podía darles o hacer por ellos. Había tantos logros que había alcanzado
por su cuenta. Su pasado se sentía profundamente atrás. Todos los
hombres, los viajes y el dinero ya no tenían el mismo atractivo que antes.

¿Qué mierda loca estaba pasando?

Un golpe de nudillos sonó contra la puerta de la habitación de


hotel. Julian sabía exactamente a quién pertenecían. Marc se puso de
pie, levantando una mano hacia él para mantenerlo en su lugar mientras
el guardia retiraba el abrigo de su traje para tener mejor acceso a un
arma que Julian nunca había sabido que estaba allí hasta ese momento.

La vista del arma hizo que el factor de peligro de su vida volviera a


enfocarse. Julian se volvió hacia la puerta, cruzando los brazos con más
fuerza sobre el pecho. Marc miró en silencio la mirilla antes de agacharse,
desbloquear la puerta y abrirla de par en par.

Cuando Beckett entró, el mundo entero de Julian se ralentizó. El


alivio se apoderó de él. La confusión que corría frenéticamente en su
interior se calmó. Su Beckett había venido a él. Los brazos de Julian
cayeron, la tensión en sus hombros disminuyó. Vio su futuro con tanta
claridad en su mente. Beckett era suyo, siempre a su lado, dándole
fuerza, aliento y amor a lo largo de todas las etapas de sus vidas.

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Kindle Alexander Es complicado

Serían compañeros.

Amigos. Amantes. Iguales.

Siempre sería apreciado y amado incondicionalmente.


Ansiosamente devolvería esa devoción multiplicada por diez por el resto
de su vida.

Los labios de Julian se movieron hacia arriba mientras daba pasos


largos y confiados por la habitación. La mirada herida y cautelosa de
Beckett chocó con la suya. El dolor que había causado se reflejó en todo
su rostro. Julian se merecía absolutamente esa mirada, pero odiaba
haber sido la razón de ello. No se detuvo hasta que rodeó con sus brazos
la cintura y el pecho de Beckett y luego dio un paso directo hacia el
hombre.

En lo que a él se refería, todavía no estaba lo suficientemente cerca


como para aliviar su preocupación.

—Dime que no es demasiado tarde —susurró Julian en su pecho.

Beckett. El nombre corría como un himno por su cabeza.

Su dulce Hombre Marlboro.

La única persona en el mundo que literalmente había hecho todo


lo posible para hacerlo feliz. Le habían dado tal regalo. ¿Qué había hecho
él a cambio? Le había hecho daño.

El cuerpo tenso de Beckett no se relajó, manteniéndolo a distancia,


incluso cuando Julian intentó pegarse a él. La auto-conservación estaba
escrita en toda su postura. Podría no haber ninguna distancia física entre
ellos, pero kilómetros de espacio emocional los separan.

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¿Y si lo había estropeado tanto que Beckett no quería tener nada


con él?

No…

Varios segundos expectantes después, Beckett finalmente pasó un


brazo alrededor de su cintura. Cuando se apartó lo suficiente para ver el
rostro de Beckett, la confusión, la tristeza y el dolor estropeaban ese
fuerte ceño.

Beckett parecía perdido en lo que estaba sucediendo. Julian tenía


razón en una cosa; no se merecía a alguien tan bueno.

Marc salió de la habitación del hotel, susurrando en voz baja


mientras se alejaba:

—Estaré justo afuera de la puerta.

—¿Qué pasó, Julian? —Beckett levantó con cuidado sus dedos


tentativos hacia el rostro vuelto hacia arriba de Julian, moviendo varios
mechones de cabello de su frente—. Cuéntamelo todo.

—Lo lamento. Lo siento tanto. Nunca debí haber dudado de lo que


estaba pasando entre nosotros. Fue una locura venir aquí. No estoy ni
cerca del hombre que solía ser. —Julian se rió, pero no había nada de
humor en ello—. Luché por volver a ser quien solía ser, pero he
evolucionado lejos de esa persona. No entendí eso antes de esta noche.
No quiero lo que pensé que quería. Dime que no arruiné todo para
nosotros. —Julian era capaz de rogarle que le permitiera regresar el
tiempo a sus días felices juntos.

—Tenías que darte una oportunidad... —Beckett no terminó la


frase. Julian podía ver los engranajes en su mente tratando de ponerse
al día.

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Sabía que Beckett se había preocupado por él. Con suerte, no había
perdido sus sentimientos en solo unos días. Julian se puso de puntillas
y rozó con los labios la boca de Beckett. Buscó su expresiva mirada
mientras enfrentaba el comienzo de su nueva vida, de frente.

—Tuve que intentarlo, y te lastimé en el proceso. Lo siento mucho.


Te aprecio. Te amo, Beckett. Soy el tipo más afortunado del mundo en
haberte encontrado, y casi lo tiro todo por la borda. Dime que no es
demasiado tarde. —Julian reconoció el tono de súplica y la forma en que
divagaba, pero no podía detenerse hasta que le hiciera ver a Beckett la
verdad—. Si me das una segunda oportunidad, lo haremos a tu manera.
Compromiso. Una relación. No quiero hijos, pero, de nuevo, tal vez los
quiera si tú los quieres. No sé. Lo resolveremos…

Los labios de Beckett estuvieron sobre los suyos en un instante, su


lengua se hundió hacia adelante, dominándolo en el beso más caliente y
prometedor de su vida. Los brazos musculosos de Beckett se cerraron
alrededor de su cuerpo, tirando de él contra su ancho pecho. La distancia
invisible entre ellos desapareció instantáneamente.

Julian envolvió sus brazos alrededor del cuello de Beckett,


sujetándolo con fuerza, mientras el alivio disipaba toda la tensión a la
que se había aferrado. Beckett no lo besaría como si su vida dependiera
de su intimidad si no viera su futuro con tanta claridad como él.

***

Beckett devoró la boca de Julian. No tenía ni idea de qué diablos


estaba pasando, pero no detuvo el beso más íntimo y desgarrador de su
vida. El caos en el que había esperado entrar se transformó
instantáneamente en una declaración del corazón y palabras que había
anhelado escuchar. Te amo.

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Anhelaba que fuera verdad. Había deseado ese tipo de compromiso


por parte de Julian. Pero se encontró reprimiéndose, aunque sólo fuera
un poquito. Julian le había dado un latigazo. ¿Y si este momento, este
hermoso momento, declarar su intención de compromiso, había sido
estimulado por el miedo a los recuerdos que había descubierto?

Julian trepó por su cuerpo. Beckett le agarró los muslos mientras


esas piernas sexys se cerraban alrededor de su cintura. Sostuvo a Julian
mientras el hombre se elevaba por encima de su rostro, haciendo que su
cabeza se inclinara hacia atrás para continuar con el deslumbrante beso.
Las palmas de Julian presionaron las mejillas de Beckett, inclinando su
cabeza mientras se sumergía en los rincones más lejanos de su boca.

Santo infierno. Si los besos hablaran, este estaba impulsando cada


una de las palabras de Julian en acción, sellando su destino.

La auto-preservación hizo que Beckett recordara que Julian estaba


al borde de una terrible situación.

Se apartó con cuidado del beso. La boca de Julian lo siguió, sus


manos como tornillos en las mejillas de Beckett, tirándolo de regreso al
beso.

—Julian... por favor.

—¿Qué, Beck? —La lengua de Julian se movió hacia adelante.


Beckett obligó a que el beso fuera suave hasta que un frustrado Julian
retrocedió, permaneciendo a centímetros de su rostro—. ¿Qué ocurre?

—Julian. —La cabeza de Beckett le dijo que se detuviera esta vez,


pero sus manos apretaron su agarre, manteniendo la dura polla de Julian
presionada contra su vientre—. ¿Cómo podemos avanzar hasta que
resuelvas tu asunto?

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El rostro de Julian palideció, sus piernas presionaron contra el


agarre de Beckett. Fue muy difícil para él soltarlo.

—Es demasiado tarde —dijo Julian con decepcionada finalidad y


comenzó a alejarse. El sentido de la razón de Beckett se perdió ante su
desesperación por hacer feliz a Julian a cualquier precio.

Apretó su agarre alrededor de la parte superior del brazo de Julian.

—Por supuesto que no es demasiado tarde, pero has identificado a


tu atacante. Necesitamos tomar acciones. Has pasado por mucho esta
noche. Dime lo que sucedió.

Los ágiles dedos de Julian rastrillaron los sedosos mechones de su


cabello. Beckett nunca antes le había visto hacer eso. Cuando se apartó,
Beckett lo soltó. Luego observó mientras se dirigía a una de las dos camas
de tamaño grande.

Cuando se sentó en el borde del colchón, habló, comenzando desde


el comienzo de la noche, sin dejar ningún detalle sin explicar. Beckett se
paseó por la pequeña habitación, escuchando cada palabra hasta que
Julian finalmente llegó a la parte del brazo de Micah rodeando su cintura.
Mientras continuaba, el recuerdo parecía tan real, el culpable de su
actual estado de ansiedad y miedo. Beckett se sentó en la otra cama,
frente a él. Alcanzó su mano cuando Julian le explicó que había perdido
de vista el recuerdo después de que la copa de champán se rompiera
contra el suelo.

El silencio se mantuvo entre ellos mientras se miraban el uno al


otro.

Beckett no tenía idea de qué decir para mejorar este momento, así
que apretó la mano de Julian y se sentó a su lado.

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—No te he agradecido adecuadamente por contratar a Marc —dijo


Julian en voz baja, asintiendo hacia la puerta—. No sé qué hubiera hecho
sin él aquí esta noche. Tenerlo conmigo alivió el miedo. Es muy bueno en
lo que hace.

Beckett llevó los nudillos de Julian a sus labios y le dio un beso.

—Fue su idea seguirte esta noche. Yo no estaba pensando con


claridad —respondió Beckett, queriendo sostener más que solo su mano.

No podía imaginar cómo se sentía Julian al tener todas las piezas


juntas. ¿Cómo podía un amigo de la infancia causarle tanto dolor?

—¿La policía de Los Ángeles te asignó un investigador? Deberíamos


llamarlos de inmediato.

—Lo hicieron, pero después de los primeros meses después del


accidente, nunca más supe de ellos —Julian se había deslizado hacia
Beckett, acercándose hasta que ajustó su posición. Julian se movió
contra su pecho, apoyando su cabeza contra su hombro. Beckett se aferró
con la misma fuerza—. No sabría a quién llamar.

—Lo solucionaremos por la mañana. Tal vez Marc pueda encontrar


las respuestas esta noche —ofreció Beckett, besando la parte superior del
cabello de Julian. Éste se aferró a él como si su vida dependiera de ello—
. Ya es tarde. Deberías intentar descansar un poco. Siento que mañana
será un día largo para ti.

—Necesito hablar con Thomas. Me largué sin decirle nada. —Julian


pasó la mano por delante de Beckett para coger su teléfono móvil en la
mesita de noche. Iban a suceder muchas cosas, pero que se jodiera
Thomas. El tipo podía quedarse adivinando desde ahora hasta la
eternidad por lo que le importaba.

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—Se las arreglará —dijo Beckett, arrancando suavemente el


teléfono de las manos de Julian y volviéndolo a colocar en el cargador de
la mesita de noche. Julian sonrió, su palma acariciando la mejilla de
Beckett.

—¿Un lado celoso? —preguntó Julian en una demostración de


tranquilidad. Se quitó los zapatos antes de deslizarse hacia atrás contra
la cabecera.

—No necesariamente celoso. Prefiero decir inteligente. —Beckett se


puso de pie, dándole espacio para ponerse cómodo.

—¿Te unes a mí? —preguntó Julian, acariciando la cama, dándole


su sonrisa más sexy. Julian siempre era una visión, especialmente con
el delineador de ojos tan ingeniosamente aplicado.

Apartó eso y puso los ojos en blanco antes de dirigirse a la puerta.

—Déjame buscar a Marc. Tiene un largo viaje a casa por la mañana.

—¿Lo vas a despedir? —preguntó Julian como si esa fuera la idea


más tonta del mundo. Beckett tuvo que estar de acuerdo.

—No —dijo Beckett con la mano en el pomo de la puerta—. Pero no


te perderé de vista hasta que hagan un arresto. Lo que significa que te
tengo cubierto.

—Mi Hombre Marlboro... —murmuró Julian amorosamente.

Beckett volvió a poner los ojos en blanco en broma, algo que hacía
mucho con Julian, y con la mano en la manija de la puerta dijo:

—En serio, no entiendo ese apodo. Ni siquiera fumo.

La risa de Julian fue música para los oídos de Beckett.

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Capítulo 38
Julian se sentó a una pequeña mesa para cuatro personas dentro
de una pequeña sala de conferencias en el Departamento de Policía de
Los Ángeles. El frío en el aire no hizo nada para calmar sus nervios. Al
menos no parecía ser una habitación reservada para interrogar a los
criminales. Aunque ese pensamiento hizo poco para ayudar a su nivel
actual de locura.

Había estado en el recinto durante varias horas, su pierna derecha


rebotaba constantemente, mostrando su ansiedad. La habitación no era
mucho más grande que la mesa, y seguramente podrían poner algo de
color y una pintura o dos para arreglar el lugar.

Imaginó todo tipo de interrogatorios violentos ocurriendo detrás de


varias puertas cerradas en el edificio.

Reprimió mentalmente las monstruosas oleadas de ansiedad que


amenazaban con derribarlo. Se preguntó si Beckett podría sentirlo desde
su asiento junto a él.

El flashback había sido mucho más fácil de absorber que esta


reunión matutina en el LAPD.

—Tal vez llegamos demasiado temprano —murmuró Julian,


apretando el agarre que tenía en la mano de Beckett. Éste no mostró
ninguno de los nervios que devoraban a Julian. Parecía tan cómodo en
un departamento de policía como en un club nocturno.

¿Su Hombre Marlboro no sentía la diferencia entre los dos lugares?

Quizás era una especie de don estar tan cómodo todo el maldito
tiempo.

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Julian no tenía esa habilidad, y su pierna rebotó nuevamente.

—Estás bien, Julian. ¿Por qué estás tan nervioso? Ya hiciste la


parte difícil. —El pulgar de Beckett continuó acariciando la parte superior
de su mano.

Julian lo miró como si estuviera loco, lo que honestamente no


estaba descartado como una posibilidad.

—Anoche, estaba tratando de recuperarte. Hoy, se trata de un


psicópata que me torturó. Está en las calles, Beckett. ¿A quién más ha
herido?

No tuvo ni un solo reparo en dejar de lado su aprensión de toda la


vida por los agentes de policía. Había chupado o había sido jodido por
demasiados policías para salir indemne de la ofensa que dijeron que
había cometido. Puede que hubiera un oficial decente en alguna parte,
pero nunca lo había conocido.

Mierda. Estaba perdiendo la calma si estaba recordando sus


travesuras en su ciudad natal.

Cálmate. Julian entrecerró los ojos y miró a Beckett. ¿Por qué las
voces dentro de su cabeza sonaban como él?

Beckett debió sentir su creciente inquietud. Pasó su brazo


alrededor de los hombros de Julian, acercando su sien a sus labios. Lo
besó dulcemente.

—Lo sé, cariño. Este tipo en la calle ha sido mi miedo desde que
me enteré de lo que pasó. Intenta pensar en otra cosa. Pareces culpable
de tus propios crímenes.

Julian volvió su mirada irritada hacia Beckett. Arqueando una ceja,


le dio a su amor la mirada de muerte que se merecía.

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—Mi ansiedad está por las nubes, ¿y estás haciendo bromas?

—No fue una broma. —La sonrisa de Beckett decía algo


completamente diferente—. Bebe tu jugo de naranja y relájate. —Asintió
hacia la botella sin abrir de la máquina expendedora al final del pasillo,
todavía donde Beckett la había colocado junto con el paquete de donuts
blancos. El hombre comía tan desastrosamente—. Has pasado por la
parte difícil, dando tu declaración de lo que sucedió. Después de hablar
con los investigadores, terminamos. Estoy seguro de que están emitiendo
una orden de arresto incluso mientras estamos aquí sentados esperando.
Sacarán al tipo de las calles y lo enjuiciarán. No te preocupes.

—Mierda. —La mirada de Julian se movió de un lado a otro entre


las donas y el jugo de naranja, sin ver a ninguno.

Un juicio llevaría su pasado a su presente.

Su estómago dio un fuerte giro y su pierna se detuvo


abruptamente. Su mundo se calmó, pensando en la posibilidad de volver
a ver a sus padres y hermanos.

No quería volver a ver a esa gente odiosa del quinto infierno. Le


habían causado demasiado dolor. Afortunadamente, antes de viajar
demasiado por ese camino retorcido de pensamientos, la puerta de la sala
de conferencias se abrió. Dos investigadores vestidos con ropa de calle
entraron por la puerta. Si sus objetivos eran integrarse, no estaban
alcanzando ni un poco su objetivo.

—¿Señor Cullen? —preguntó la mujer.

Julian no la recordaba. Reconoció al detective Ryan como uno de


los primeros oficiales en hablar con él cuando recuperó el conocimiento
en el hospital.

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Beckett se puso de pie, lo que hizo que él lo hiciera también con las
piernas temblorosas. Había estado demasiado perdido en los recuerdos
en espiral, insistiendo en el abuso y la insensibilidad de su familia, para
prestar demasiada atención a su nombre. Las enseñanzas sobre el
infierno y el azufre de su religiosa familia habían causado su propio daño
y habían tardado años en superarse. Claramente, también para Micah.
Lo que ese tipo debió haber vivido como castigo por sus pecados
percibidos.

Julian suspiró cuando Beckett soltó su mano para estrechar la de


cada uno de los investigadores. Se concentró lo suficiente como para
escucharlo explicar su presencia, pero los latidos de su corazón corrían
desenfrenados, golpeando fuertemente en sus oídos.

—Tomen asiento, por favor. —El detective Ryan señaló la mesa con
la cabeza. Sostenía un par de carpetas llenas de archivos que colocó en
la mesa frente a su asiento, directamente frente a Julian—. Ha sido un
hombre difícil de encontrar.

La mirada de Julian se levantó para encontrarse con la mirada


directa del detective Ryan mientras se frotaba las manos temblorosas
debajo de la mesa. Toda la confusión e inseguridad de esas primeras
semanas después del asalto se apoderó de él nuevamente. La batalla que
había luchado por ganar le mantuvo los labios cerrados con fuerza.
Beckett se acercó, su reconfortante mano se deslizó entre las dos palmas
de Julian para juntar sus dedos. Envolvió ambas manos alrededor de las
de Beckett, su salvavidas en este oscuro océano tormentoso en el que se
estaba ahogando.

—Estamos aquí esta mañana porque Julian tuvo un gran avance


anoche. Un oficial tomó su declaración —comenzó Beckett cuando Julian
no pudo hablar por un momento—. ¿La han visto?

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El detective Ryan asintió y abrió su carpeta. No endulzó nada ni


entró lentamente. Julian respiró hondo mientras su mirada se fijaba en
una foto de ocho por diez de Micah Abbott. Lo reconoció al instante. Sin
embargo, los años no habían sido buenos. El joven que había sido una
vez se había convertido en algo más duro. Sus ojos estaban planos, llenos
de odio. Parecía mezquino e inflexible. Parecía mucho mayor. Su rostro
estaba devastado, probablemente por el alcohol, las drogas, y el arte de
un tatuador claramente aficionado no había ayudado. Julian apretó sus
manos alrededor de las de Beckett.

—Solo para que lo sepas, tu memoria es perfecta con lo que hemos


encontrado. Este es Micah Abbott. Murió en un accidente automovilístico
en Coronado. En ese momento, por supuesto, no conocíamos su conexión
con Julian. Fue asesinado mientras conducía bajo los efectos del alcohol
y narcóticos en las primeras horas de la mañana. Como las piezas se han
unido, ahora sabemos que estaba a unas pocas cuadras de tu
apartamento cuando ocurrió el accidente.

Mientras hablaba, el detective Ryan continuó girando fotografías,


dejando que Julian viera las imágenes del accidente. Julian levantó una
mano y se detuvo en una foto. La acercó más para ver mejor. Se quedó
mirando el Charger de color humo que había disparado su memoria.

—Vi este coche. Fue cuando tuve mi primer flashback —dijo Julian,
empujando la fotografía hacia Beckett—. Él debe haber sabido dónde
vivía.

Beckett asintió mientras un sudor frío perlaba la frente de Julian.


Las náuseas burbujearon. Sus emociones estaban por todos lados.

—No fue hasta la semana pasada que encontramos la conexión


entre ustedes dos —continuó el detective Ryan.

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—¿Qué quiere decir? —preguntó Beckett, su tono duro


demandando atención.

La investigadora se acercó y pasó las siguientes fotos. Su contenido


hizo que el corazón de Julian tartamudeara violentamente en su pecho.
Lo esparció para que pudiera tener el alcance completo de lo que se había
enfrentado.

—Abbott alquiló un pequeño apartamento en San Diego hace unos


meses. Cuando no pagó el alquiler, el propietario fue a buscarlo y nos
llamó.

Julian alejó la parte superior de su cuerpo de la mesa mientras


Beckett se inclinaba más cerca para ver mejor. El apartamento tenía una
pared llena de fotografías de él. Y no solo fotos recientes. Iban desde el
momento en que era un niño hasta más actuales cuando caminaba de
Escape a Reservations.

Beckett movió las fotos de la policía, mostrando una colección de


imágenes de Julian entrando en su apartamento y otras sacando a
Woofer a dar un paseo. Siguió buscando en las fotografías que narraban
su secuestro. Varias mostraban rostros de hombres involucrados en su
violación.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Julian y la bilis subió por


su garganta mientras desviaba la mirada, no queriendo ver nada más.

—Estaba siguiéndolo.

El detective Ryan asintió en su confirmación, a pesar de que


Beckett había hecho una declaración más que una pregunta. La
evidencia pintó el panorama completo fácilmente. Julian sintió en sus
huesos que Micah había planeado terminar lo que había comenzado. Qué
realidad tan aleccionadora.

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—Creemos que abandonó el área después de su secuestro y luego


regresó hace unos dos meses, según su contrato de arrendamiento y sus
registros de teléfono. Desde entonces, su familia ha verificado nuestros
hallazgos.

—Debió haber pensado que estaba muerto ese día —dijo Julian,
mirando fijamente las manos unidas de Beckett y suyas. Ese toque se
había convertido en un salvavidas para la realidad, manteniéndolo
conectado a tierra—. Y luego descubrió que no era así. Regresaba por
más.

—Sí, eso creemos —explicó ella. Julian miró la mesa mientras ella
le pasaba su tarjeta de visita a Julian y luego una a Beckett—. Marcia
Bates. —Tomó la tarjeta y la colocó sobre la mesa justo frente a él.

—Entonces, ¿se acabó? —preguntó Beckett, sus palabras


penetraron en el horror que circulaba por todos sus pensamientos.

—Mantendremos el caso abierto. Hay información en estas


imágenes que nos dice dónde estuvo retenido y quién más estuvo
involucrado. Estos hombres serán acusados de sus acciones —dijo
Marcia con firmeza. Ella era reconfortante y tranquilizadora. Julian
apreció profundamente el cuidado que ponía al hablar con él y la
convicción de que le harían justicia.

Él asintió, dejando ir un profundo suspiro.

—Gracias.

—Intentamos llamarte —dijo el detective Ryan mientras recogía las


fotos en una pila—. Pero no tenía información de contacto actualizado.
Anoche enviamos a un oficial a su casa y luego a Reservations, pero no
estaba allí.

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—No, estuve aquí en Los Ángeles —confirmó Julian y se reclinó en


su asiento. Toda la preocupación y el miedo que había vivido durante
todo este tiempo se escapó de él, dejándolo exhausto.

—Entonces, ¿cree que los demás fueron parte del secuestro? —


preguntó Beckett abruptamente.

—No lo sabemos, pero lo más probable es que no. Cometieron otros


delitos, como se evidencia en estas imágenes. Pero todo indica que fueron
oportunistas en lugar de obsesionarse con Julian específicamente —
respondió el detective Bates—. Micah dejó una… especie de manifiesto.
La tenía contra Julian. Lo culpaba por sus problemas pasados cuando
era joven lo que finalmente lo llevó a una vida de crimen.

—¿Puede Julian ver el informe completo? —preguntó Beckett.

—No es necesario. —Julian negó con la cabeza—. Crecimos en la


misma iglesia Bautista del Sur. Lo último que escuché antes de irme de
casa y nunca mirar atrás, fue que habían enviado a Micah para someterse
a una terapia de conversión.

El silencio en la mesa habló de la comprensión de las graves


consecuencias de tal trato.

—Vale. Ahora tenemos su información de contacto —dijo el


detective Ryan, volviendo a guardar los documentos en su archivo y
empujando su silla hacia atrás mientras se levantaba—. Si vuelve a
cambiar su número de teléfono, asegúrese de que tengamos la
información.

—Absolutamente —asintió Julian, alargando la mano para coger la


tarjeta de visita que le ofreció el detective Ryan.

—Yo era nuevo en esto cuando te encontraron. Fuiste uno de mis


primeros casos y, con mucho, uno de los peores que he visto desde

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Kindle Alexander Es complicado

entonces. No estaba seguro de que sobrevivirías. Me alegra verte hacerlo


tan bien y estoy agradecido que esto haya terminado para ti.

Julian asintió y sonrió mientras se ponía de pie, soltando a Beckett


para estrechar las manos de los detectives. Apreciaba que alguien se
diera cuenta de lo mucho que le había costado volver a ponerse de pie y
seguir adelante con su vida de nuevo.

—¿Podemos tener unos minutos a solas antes de irnos? —preguntó


Beckett.

—Tómense su tiempo —dijo el detective Ryan, cerrando la puerta.

Julian giró los hombros y luego el cuello mientras se volvía hacia


Beckett.

—Está hecho.

***

Beckett envolvió sus brazos alrededor de Julian, atrayéndolo.


Julian se aferró a él, su cuerpo temblaba. Por supuesto, este momento
traería lágrimas. Beckett apretó su agarre, besando el sedoso cabello de
su amado, sin querer hacer nada más que brindarle consuelo.

Lo que no esperaba fue la pequeña risa que siguió.

—¿Que es tan gracioso? —Se alejó y miró hacia abajo. Julian se


inclinó para presionar sus labios contra la curva del cuello de Beckett.

—La vida —respondió Julian mientras se soltaba del agarre de


Beckett—. Algo que me había estado rondando por la cabeza durante
algunos años se acaba de resolver. Si tan solo hubiera sabido que estaba
terminado casi al mismo tiempo que comencé a tener mis primeros

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flashbacks. Todo el entrenamiento y el dinero gastado para protegerme


no tenía por qué suceder. Micah podría haberme agarrado esa mañana.

—Woofer estaba de servicio —dijo Beckett, tratando de igualar la


actitud jovial de Julian, pero tuvo problemas para hacerlo. Si Micah
hubiera llegado a Julian antes que él, habría lamentado la pérdida de un
hombre al que quizás nunca hubiera conocido realmente. Lo tomó por
los hombros, acariciando hasta sus codos, continuando su camino hasta
que estrechó las manos de Julian—. Creo que deberías tomarte un tiempo
libre. Ven a casa conmigo por unos días y déjame cuidarte. Puedes
tranquilizarte. Conocer a mi familia.

La tensión de Julian realmente se había desvanecido. Se dejó caer


en su asiento y tomó su teléfono antes de inclinar su rostro hacia arriba
para mirarlo.

—¿Quieres que conozca a tu familia? Eso es serio. No estoy seguro


de haber conocido a los padres de nadie antes.

—Lo harás bien. —Mientras sostenía a Julian anoche, había


investigado los efectos psicológicos de recuperarse de la pérdida de
memoria y finalmente poder identificar a su atacante. Julian necesitaba
descansar, relajarse y un momento para respirar. Beckett podría
proporcionar esas cosas con creces. Cogió su taza de café y un palillo
para revolver—. Probablemente deberías llamar a Thane...

—¿Cuánto tiempo más tengo que esperar por un te amo? —


preguntó Julian.

La cabeza de Beckett se giró en su dirección. Estaba sentado allí,


cruzando casualmente una pierna sobre la otra. El peso del mundo ya no
lo mantenía a distancia. Se veía cansado y hermoso y todo lo que había
deseado en el mundo.

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—Eres un tipo muy bueno. Mi señor Correcto. Puedo ver que no


querrás sacudir mi mundo hasta que terminemos esta mañana. Está bien
si tus sentimientos han cambiado. Ciertamente no tienes que pasar la
próxima semana conmigo.

Beckett colocó la taza medio llena en el fondo de la lata antes de


ponerse de pie en toda su altura. Estaban en medio de un recinto del
LAPD. Hace unos minutos, Julian temblaba de incertidumbre. Su vida
dio un vuelco por completo. Entrecerró los ojos y se puso las manos en
las caderas.

—¿Quieres hacer esto aquí?

Julian miró a su alrededor, arqueando las cejas.

—Si va a mi favor, probablemente podríamos esperar. Estaba


convencido de que se trataba de una sala de interrogatorios y no creyeron
mi declaración.

Beckett se rió entre dientes y se acercó a Julian.

—Es muy agradable estar en una sala de interrogatorios.

Julian soltó una risa áspera y se puso de pie.

—Ciertamente necesitas mantenerme cerca si crees que esto es


agradable. —Se acomodó la ropa mientras hablaba. Luego, sus manos
recorrieron el largo de su cintura hasta las arrugas en la parte superior
de los muslos, alisándolas. Beckett estaba hipnotizado. Qué cambio tan
inmediato y extraordinario. Su chico había vuelto, preocupado por su
apariencia.

A Julian no le gustaría que se formaran círculos profundos bajo


sus ojos cansados.

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—Te necesito, eso es seguro —dijo Beckett y se dirigió a la puerta—


. Ven a casa conmigo. Llamaré a Marc y lo pondré al día. Puedes llamar
a Thane mientras estamos en la carretera.

—Estoy dentro si me das un desayuno decente —bromeó Julian,


alcanzando las golosinas sin abrir que Beckett había encontrado.

—¿Qué? ¿No te gustan las donas? ¡Son el desayuno de los


campeones!

—Puff —Julian alzó las manos en el aire ante tal insulto al


desayuno. Caminó casualmente a través de la puerta que Beckett
mantenía abierta, sin abrazarlo como si su vida dependiera de su
conexión.

Beckett metió las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros y


siguió a Julian afuera. En las puertas de entrada del edificio, Julian
encontró a un niño sentado con su padre. Asintió al padre, pidiendo
permiso. Cuando le fue concedido, se inclinó y le ofreció las donas y el
jugo al pequeño.

Beckett no pudo contener su sonrisa, viendo lo cariñoso que era


Julian con un niño. La vida definitivamente iba a ser algo especial con
este hombre a su lado.

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Capítulo 39
El viejo sendero que conducía a la cabaña principal había
necesitado reparaciones antes de que Beckett y su padre iniciaran el
negocio. Siempre había estado en su lista de cosas por hacer, cayendo
tan bajo en la lista que nunca lo hicieron realmente. Ahora lamentaba
ese retraso. No importa qué tan lento condujera, la cabina de la
camioneta se inclinaba de lado a lado debido a los profundos desniveles
y surcos. Su bello durmiente, que se había agotado tal vez diez minutos
después del viaje y se había quedado dormido durante cada
reabastecimiento de combustible y descanso en el baño que Beckett
había hecho, finalmente levantó la cabeza, sus cansados ojos se abrieron
para mirarlo.

Se lo habían pasado genial en el camino de regreso a su casa. El


sol comenzaba a ponerse en la distancia. La cordillera formaba un
magnífico telón de fondo con su majestuosa y accidentada belleza. El
alma de Beckett se llenó de satisfacción y orgullo. Su padre, Randy y él
realmente habían hecho un trabajo magnífico y el lugar había cobrado
vida bajo su cuidado. La emoción burbujeó en su interior de que Julian
no solo viera sino que fuera parte de su mundo.

—¿Dónde estamos? —murmuró Julian. Se le escapó un bostezo.


Estiró su cuerpo de todas las formas que pudo dentro de los confines de
la cabina antes de que Beckett tuviera la oportunidad de responder.
Entonces se acomodó en el asiento reclinado del pasajero, tomó la suave
manta que Beckett había empacado para emergencias y se la subió al
cuello.

El siguiente surco hizo que la camioneta rebotara con fuerza, lo que


hizo que Julian se deslizara hacia adelante en el asiento.

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—Lo siento. Necesito arreglar este camino.

—¿Ya estamos en tu casa? —preguntó Julian, confundido, frotando


sus puños contra sus párpados cerrados. Esta vez dio un bostezo más
pequeño.

Beckett señaló con el dedo la cabaña principal. El rostro de Julian


siguió su brazo y mano hasta donde estaba su familia en el porche
cubierto, esperando su llegada. Les había enviado un mensaje a todos
antes de que salieran de Los Ángeles, rogándoles a sus padres que
hicieran una limpieza rápida en su cabaña. Luego le envió un mensaje a
Randy, dejando sin ceremonias cada parte de la carga de trabajo de su
negocio en el regazo de su amigo, ya que planeaba tomarse las próximas
semanas libres para estar con Julian.

Sentía algo de culpa, pero pensó que Randy estaba listo para dar
el salto hacia una sociedad plena dado que ahora tenía un bebé en
camino. Con Randy siendo un socio igualitario, eso también significaba
que su padre se haría cargo en su ausencia. Al menos, esperaba que
fuera así. Tenían mucho de qué hablar para ayudar a que la transición
fuera lo más fluida posible. No dejó que sus pensamientos se quedaran
allí. Se resolvería solo.

—Beck. —Julian bajó la visera para comprobar apresuradamente


su apariencia en el espejo iluminado—. Me veo como el infierno.

—Seguro —se burló Beckett como si el hombre más hermoso del


mundo pudiera ser cualquier cosa menos eso—. Eso es algo que nunca
sucederá. —Su camioneta golpeó una caída significativa, haciendo
rebotar a Julian hasta que se golpeó la cabeza contra el techo—. Creo
que uno de nuestros primeros objetivos debería ser conseguir algo de
carne en tus huesos.

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Julian lanzó una mirada de reojo en su dirección mientras se


frotaba la parte superior de la cabeza.

—Creo que sería mejor que trabajaras en este camino —respondió,


restándole importancia al comentario, volviendo a empujar los mechones
más largos de su cabello. Por supuesto, los mechones revueltos cayeron
fácilmente en su lugar—. ¿Saben que vengo?

—Sí, les envié un mensaje —respondió Beckett y se levantó la


gorra, rascándose la cabeza mientras tomaba el último giro. En ese
momento, después de la larga noche y el viaje igualmente largo, era
exactamente lo contrario de Julian; no le importaba una mierda cómo se
veía. Estaba cansado como el infierno y listo para salir de esta camioneta
y regresar a su casa. Julian pellizcó suavemente sus propias mejillas y
luego deslizó sus mocasines en sus pies. Beckett se detuvo a unos siete
metros de donde esperaba su gente—. No te preocupes. Te ves bien.

El rostro fresco y resplandeciente de Julian se volvió hacia Beckett


cuando terminó con un zapato.

—No puedo creer que haya dormido todo el camino. Normalmente


no duermo así.

—Lo necesitabas —respondió Beckett, colocando la palanca de


cambios en neutro—. Probablemente harás mucho de eso en los próximos
días. Se supone que es parte de tu recuperación. O algo así.

—¿Aprendiste eso en la Universidad de Google? —bromeó Julian,


reprendiéndolo con un lindo fruncimiento en la comisura de la boca—.
Eres demasiado bueno para mí.

—Ja ja. Quería saber cuál es la mejor forma de apoyarte. Deja de


burlarte de mí. —Sonriendo ampliamente, abrió la puerta de su
camioneta y salió, contento de estar nuevamente en terreno estable. Los

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viajes largos siempre le hacían apreciar estar fuera en cualquier


oportunidad que tuviera. Julian se inclinó en el asiento, trabajando el
pliegue de sus pantalones ajustados.

—No he conocido a los padres de nadie antes. ¿Me veo bien? —


preguntó, todavía inclinado pero ladeando la cabeza en dirección a
Beckett. La táctica dilatoria lo hizo sonreír. Julian era tan
condenadamente encantador con sus raras demostraciones de
inseguridad.

La puerta del porche se cerró con un golpe. Marly salió para pararse
junto a Randy. Su madre había comenzado a bajar los escalones. Beckett
colocó una mano en la parte superior de la camioneta y un brazo sobre
el borde de la puerta. Se inclinó y habló en voz baja para que nadie más
pudiera oír.

—Siempre te ves hermoso. No creo que puedas lucir de otra manera


que increíble. Ahora sal. Vienen hacia nosotros.

Cerró la puerta, sin darle a Julian la oportunidad de posponer más


esto, y comenzó a rodear el capó. Si pudiera llegar primero a su puerta,
entonces tal vez podría ofrecer algo de apoyo emocional a su chico
nervioso.

Sus padres tenían otros planes. Se habían apresurado


rápidamente. Ignoraron completamente a Beckett dándole nada más que
una mirada, llegando primero a la puerta de Julian. Su padre la abrió de
par en par, poniendo a su chico en el centro de atención y en plena
exhibición.

Julian pudo haber sido la atracción principal, pero como de


costumbre, Woofer saltaba por la casa, atrayendo la atención de todos
hacia el perro veloz y revoltoso mientras se lanzaba feliz hacia la
camioneta de Beckett. Al menos alguien quería verlo.

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Julian puso un pie en el suelo y luego el otro, deslizándose del


asiento. Mientras estaba de pie, Beckett vio el momento exacto en que
Woofer se dio cuenta de que Julian estaba allí.

El perro se detuvo bruscamente y luego cambió de rumbo y aceleró


directamente hacia él. Beckett señaló al perro. Igual que la división del
Mar Rojo, sus padres, Randy y su novia se separaron, lo que le dio a
Woofer una línea recta hacia Julian. Segundos antes de que hiciera
contacto, se lanzó sobre sus patas traseras, sus patas delanteras
apuntando directamente a Julian. Este atrapó el peso del perro y tropezó
hacia la puerta abierta de la camioneta. Woofer no se desanimó en lo más
mínimo, gimiendo emocionado y lamiendo directamente la boca de
Julian.

Podría haber sido la reunión más dulce de la historia. Woofer


bailaba a los pies de Julian. Su cola se metió entre sus piernas,
maullando y gimiendo de emoción. Su chico no amante de los perros se
inclinó instantáneamente, olvidándose de todos los demás, dándole todo
el amor que se había perdido.

—Ha encontrado a su dueño —dijo su padre con orgullo mientras


Julian le daba al perro todavía en movimiento, un buen masaje.

—Está tan feliz de verte —agregó su madre, con su radiante sonrisa


iluminando su rostro. Dio un paso alrededor de su padre para darle un
abrazo a Beckett—. ¿Cómo estuvo tu viaje? Me alegro de que hayas
llegado antes de que oscurezca.

—Estuvo bien—dijo, rodeando con un brazo a su madre mientras


hacía la presentación que había querido hacer durante tanto tiempo—.
Creo que Julian se quedará la semana si tengo algo que decir al respecto.
Mamá, papá, este es Julian. Julian, estos son mi padres. Llámalos mamá
y papá, todos lo hacen.

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Julian trató de pelear con un Woofer emocionado y prestar la


debida atención a sus padres, pero finalmente tuvo que levantarse e
ignorar al perro demasiado feliz para estrechar la mano de su padre.

—Es un placer conocerte —dijo mientras Woofer se negaba a ser


ignorado y saltaba entre ellos para mantener la atención centrada en él.

—Abajo, Woofer —dijo Beckett con firmeza, y durante unos


segundos, el perro siguió la orden y se dejó caer. Su cola se movía de un
lado a otro. Beckett no tenía idea de que hubiera echado tanto de menos
a Julian.

—Nunca lo había visto así —dijo Randy, de pie a la distancia.

—Como siempre he dicho, es el peor animal de apoyo emocional de


todos los tiempos —bromeó Julian mientras su madre se acercaba,
pasando por alto su mano extendida para darle un fuerte abrazo
maternal.

Tan rápido como se inclinó hacia adelante para el abrazo, se echó


hacia atrás, sus palmas fueron a las mejillas de Julian. Beckett solo pudo
sonreír ante la confusión de éste mientras su propia energía nerviosa
bombeaba a través de él. Amaba a su madre incondicionalmente, pero
ella solía sorprender a la gente con su forma de leerlos.

Beckett se levantó la gorra y volvió a rascarse la cabeza, mirando a


su madre estudiar a Julian. Tal vez pasó un minuto mientras giraba la
visera y se colocaba la gorra hacia atrás en la cabeza.

¿Debería intervenir?

Quizás había sido una mala decisión pasar primero por la casa
principal.

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Lo que sea que vio su madre debió haberla hecho feliz. Tiró de
Julian hacia ella de nuevo, abrazándolo con tanta fuerza como había
abrazado a Beckett.

—Te tomó bastante tiempo. Nuestro chico te ha estado esperando.


Bienvenido a la familia. Llámame mamá. Eventualmente lo harás, así que
bien podrías empezar ahora. —Su madre dijo las palabras tan
silenciosamente que Beckett solo la oyó porque estaba a centímetros de
Julian.

La mirada de Julian se alzó hacia Beckett, sus cejas se arquearon


con asombro, haciendo que su padre soltara una carcajada.

—Ella es buena en lo que hace. Nunca puedo entender cómo, pero


supongo que no es necesario.

Su madre se apartó, permaneciendo cerca del lado de Julian


mientras envolvía un brazo alrededor de él, feliz como Beckett la había
visto alguna vez. Woofer se movió para pegarse contra su costado, su cola
azotó las piernas de Beckett mientras su padre estrechaba la mano de
Julian.

—Ese es Randy y su futura esposa, Marly. —Beckett dirigió la


atención de Julian a la pareja que se quedaba atrás para dejar que su
mamá y su papá lo saludaran.

Julian levantó una mano, esbozando una sonrisa brillante y


encantadora.

Beckett no podría haber estado más orgulloso, su corazón latía


vertiginosamente. Rodeó a Julian con un brazo y se acercó más.
Orgulloso de tenerlo allí con él.

Dios, era un hombre afortunado.

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—Dejamos comida en el horno de la casa. Sentimos que querrías


llegar bastante rápido —dijo su madre antes de mirar directamente a los
ojos de Julian—. La felicidad se acerca. Lo prometo.

—Gracias —dijo Julian con paciencia y amabilidad, probablemente


porque ¿qué más respondías a algo así?

Beckett soltó a Julian para dar una palmada en la parte trasera de


su camioneta. Woofer ejecutó inmediatamente una maniobra de salto,
aterrizando con seguridad dentro de la caja mientras Beckett animaba a
Julian a volver a su asiento.

—Randy, pasa por aquí mañana para que podamos hablar sobre la
clase de entrenamiento de Coronado de la próxima semana. No
demasiado temprano y llama antes de venir —dijo Beckett mientras
Julian se subía a la camioneta solo para que Woofer saltara desde la parte
de atrás. Sus patas aterrizaron en la grava solo el tiempo suficiente para
lanzarse hacia el asiento delantero con Julian. Todos se rieron, incluido
Julian, que tenía un pastor alemán de cincuenta kilos sentado
torpemente en su regazo.

—Abajo, Woofer. —La orden de Beckett no contenía mucha fuerza


con todo el humor fluyendo a través de él. Julian impidió que Woofer
obedeciera rodeando al perro con el brazo para mantenerlo en su lugar,
sentándose junto a él en su asiento.

—No estoy seguro de que alguna vez alguien me haya extrañado


tanto. ¿Puede viajar aquí? Yo tomaré el asiento del medio —Quizás
Woofer no era el único que extrañaba a alguien. Julian se veía bastante
fascinado con el perro. Beckett asintió, no estaba seguro de que su
corazón pudiera albergar más amor por Julian del que sentía en ese
momento. Una vez que Julian y el perro se acomodaron, cerró la puerta,
verificando que el seguro estuviera activado. Tenía un cargamento
precioso que proteger.

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Beckett expresó un rápido agradecimiento a sus padres, quienes


asintieron con una gran sonrisa en sus rostros. Luego hizo contacto
visual con Randy mientras su madre se acercaba, deteniendo la retirada
de Beckett para darle uno de sus grandes abrazos.

—Díselo pronto. Se siente inseguro —susurró ella.

No tenía idea de cómo lo hacía. Él asintió y se dirigió al lado del


conductor de la camioneta.

***

El crepúsculo se llevó la luz del día rápidamente cuando Beckett se


alejó del albergue principal, conduciendo por un sendero que Julian juró
que no estaba allí. Miró por la ventana delantera, sin ver nada más que
kilómetros y kilómetros de oscura nada. No, eso no era cierto. Este era el
mundo de Beckett. La magia en la manera en que había hablado con
amor de su hogar atrajo a Julian a la mística de este vasto desierto. Solo
deseaba poder verlo un poco mejor, pero eso llegaría muy pronto.

Beckett llevó un brazo alrededor de sus hombros, atrayendo a


Julian más cerca de su costado. Julian sonrió, lanzando su mirada hacia
Beckett, quien mantuvo sus ojos enfocados en el parabrisas. Woofer
también reajustó su gran cuerpo, colocando la cabeza en el muslo de
Julian. Una mirada hacia abajo mostró al perro mirando a Beckett
también.

Su familia. Metió sus dedos a través de la piel de Woofer y apoyó su


otra mano en el muslo de Beckett.

La rectitud de tal pensamiento asentó a Julian, lo relajó. Estaba


exactamente donde quería estar. Cada fibra de su ser estaba lista para
dar la bienvenida al compromiso que quería. Por primera vez que pudiera
recordar, quería echar raíces. Tener a alguien que siempre fuera suyo. Y

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este perro esperando que regresaran a casa. Si un corazón pudiera


sonreír, lo hizo justo entonces.

Julian pasó sus dedos a través de la piel de Woofer, acariciándolo


justo detrás de su oreja, donde más le gustaba.

—No puedo creer que dormí tanto tiempo. Todavía estoy cansado.

—Deberías. Has pasado por un infierno. Sospecho que necesitarás


un poco de tiempo de inactividad para recuperarte. No sé cómo lo has
hecho tan bien. Esas fotos…

Julian apretó suavemente el muslo de Beckett. Éste había


estudiado las fotografías de los investigadores cuando lo encontraron
ensangrentado y abusado, en la cúspide de la muerte en el baño de ese
lúgubre motel. Cuando comenzó a hablar el tema, Beckett giró la
camioneta alrededor de una curva, los faros iluminando una gran
estructura en la distancia.

—¿Qué es eso? —Julian se inclinó para mirar mejor.

Beckett se rió entre dientes, inclinando la cabeza hacia Julian como


si supiera la respuesta.

—Es mi cabaña.

—¿Cabaña? —ladró Julian y cambió su posición, alejando a Woofer


mientras trataba de mirar hacia adelante hasta que la camioneta se
alineó en la misma dirección que la cabaña de troncos de dos pisos—.
Ese es un hogar considerable. Cabaña significa una o dos habitaciones
máximo. Eso se ve enorme y tiene dos pisos. ¿La construiste tú?

Beckett no escondió su humor ante la sorpresa de Julian.

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—Cuando estás en el armario, escondiéndote de ti mismo y del


mundo, tienes mucho tiempo en tus manos. El piso de arriba está
incompleto, pero cuando empecé, se sentía correcto hacerla de dos pisos.
Seguí fingiendo que encontraría una esposa y tendría un paquete de
niños algún día —explicó Beckett, deteniendo la camioneta en un camino
de grava—. Hubo agujeros en mi plan. Nunca había salido con una mujer,
y vivía en medio de la nada, así que no sé de dónde vendría esta esposa
imaginaria.

Puso el cambio de marcha en parqueo y alejó su brazo para


alcanzar su teléfono metido en un cubículo.

—Tenemos uno de esos satélites StarLink. Deberías poder obtener


cobertura en cualquier lugar por aquí. Mi contraseña es Julian. No me
juzgues.

Beckett trabajó la pantalla de su teléfono, y segundos más tarde,


las luces en el porche delantero y algunos de los árboles cobraron vida,
guiando su camino. Las lámparas en cada ventana siguieron su ejemplo
hasta que toda la casa les dio la bienvenida.

—Es hermoso, Beck. Esperaba tener que luchar contra Varmints y


Bugs14. Temía que no iba a terminar bien para nosotros. —Julian miró
los hermosos paisajes. Un lugar perfecto. Si el interior era tan tranquilo
como el exterior, no vio nada más que relajación en su futuro cercano.

—¿Varmints? —preguntó Beckett, girando su cuerpo a medio


camino de salir del coche—. ¿Has estado viendo Gunmoke o Yosemite
Sam?

14
Personajes de los Looney Toons.

450
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—Rocky y Bullwinkle15 —lanzó Julian de vuelta, sonriendo ante la


felicidad que salía de Beckett. Él tiernamente le dio un codazo,
empujándolo de la cabina mientras Woofer saltaba frente a Julian. En
última instancia, se recostó de nuevo, dejando que el perro fuera primero,
sus patas y su cabello dejando su ropa hecha un desastre.

—Vamos, rezagado —se burló Beckett. Dio largas zancadas hacia


la puerta principal, riéndose de su tonto intercambio mientras empujaba
la puerta principal, luego se movía hacia un lado, esperando a que Julian
se uniera a él. Woofer claramente conocía el camino. Trotó su camino por
los escalones del porche.

—Oye, tú —dijo Beckett a Woofer, quien pasó más allá para entrar.
El perro se volvió en el marco de la puerta, moviendo la cabeza hacia
afuera, ambos chicos estaban mirándolo, esperando que Julian entrara.
Hizo justo eso.

Había sido unas largas veinticuatro horas, además de un largo par


de años. Respiró hondo y profundo mientras miraba a toda la bondad
frente a él. Digirió el caótico lío de su vida. Esta había estado arruinada
incluso antes del accidente. No podía recordar un momento en que
hubiera sido verdaderamente feliz. Claro, le había tomado un minuto
reconocer lo que tenía, pero con su corazón bombeando salvajemente en
su pecho y lágrimas brotando en sus ojos, una certeza se estableció en
su alma. Esto era lo que había extrañado. El amor abrazando su alma:
la felicidad. Ese hombre honesto, encantador y ese perro tonto que lo
esperaban, hizo que las lágrimas se acumularan y se arrastraran por sus
mejillas.

—¿Qué pasa, Julian? —preguntó Beckett, encontrándolo a mitad


de camino a través del porche. Julian frotó la mano sobre sus ojos cuando

15
Las aventuras de Rocky y Bullwinkle. Película animada sobre una ardilla y un alce.

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Beckett lo llevó con ternura a sus brazos. Su preocupación y confusión


fueron el único enfoque de Julian. Quería aliviar tanto a Beckett como
quería tomar su aliento—. ¿Qué pasó?

—Soy un maldito lío. —Las lágrimas fluían en serio ahora—. Nunca


lloro. ¿Qué demonios?

Beckett dejó ir a Julian lo suficiente para tirar de su camiseta de


algodón sobre su cabeza. Julian solo puso los ojos en blanco. No fue el
pecho musculoso y caliente de Beckett el que le robó el aliento, sino el
dulce hombre que tomó la camiseta para limpiarle las lágrimas. Un gesto
simbólico que habló de su futuro muy claramente.

—Beckett. —Julian tomó la camiseta y la pasó sobre su cara


mientras su hombre flotaba alrededor. Su olor... esa deliciosa colonia
mezclada con su aroma naturalmente seductor. Era intoxicante. La mano
fuerte y suave de Beckett barrió el cabello de Julian, alejándolo de su
rostro. El dorso de los dedos le acarició lentamente la mejilla. Woofer se
frotó entre sus piernas, con ganas de ofrecer su propio consuelo.

Julian se derritió contra el amplio pecho de Beckett, empapándose


de cada pedazo de afecto ofrecido. Él era un hombre cambiado. Su
camino siempre estuvo destinado a traerlo aquí con Beckett. En el
maldito desierto. Julian miró, impotente, al hombre delante de él.

—Hace meses, cuando entraste por primera vez en Reservations, al


primer minuto que entraste a través del restaurante al bar, te vi. Algo me
obligó a mirar hacia ti. Sabía que ibas a ser problemas —Las lágrimas de
Julian cayeron en cascadas por sus mejillas de nuevo—. Quiero que esto
suceda entre nosotros. Sé que no merezco...

Beckett levantó los dedos hacia los labios de Julian, deteniéndolo


de decir algo más. Tomó su camiseta húmeda y se la pasó sobre la cara.

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Con dedos fuertes, le inclinó la barbilla, obligándolo a encontrarse con


su mirada.

—Tienes que saber que te he amado desde ese mismo momento.


Cada pensamiento, todos los días desde entonces, han girado a tu
alrededor. Te amo hasta lo más profundo de mi ser. —Beckett intentó
sonreír, pero no fue fácil bajo el peso de su confesión—. Me he esforzado
por no empujarte antes de que estés listo, pero cuando llegue el
momento, quiero que seamos uno del otro. Juntos. Tú y yo, frente al
mundo. Me gustó todo lo que dijiste anoche en la habitación del hotel.
Estoy dentro.

Julian arrojó los brazos alrededor del cuello de Beckett para sellar
su destino con un beso. Sus piernas se separaron del suelo cuando
Beckett lo tomó entre sus brazos. Woofer ladró cuando Julian dio un grito
y apretó su agarre alrededor del cuello de Beckett.

La cara de Beckett enrojeció instantáneamente.

—Te sientes más ligero que antes... —dijo Beckett a través de una
respiración, entonces comenzó a caminar lentamente más allá de la
puerta.

—¿Es esa una broma de gordos? —preguntó Julian, frunciendo la


frente a centímetros del rostro de Beckett—. Estoy tratando activamente
de hacerme más pesado en este momento.

Beckett se rió entre dientes y los llevó torpemente a través de la


puerta.

—No es en absoluto una broma de gordos. Te sostendré sin


importar cuanto peses. Me temo que nunca te desharás de mí.

Julian apretó más los brazos alrededor del cuello de Beckett,


acercándolos cara a cara.

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—Bien. Es justo como lo quiero.

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Capítulo 40
Tres semanas después

Julian se metió en un estacionamiento en el centro de Baltimore,


deteniéndose mientras se inclinaba en el parabrisas de su coche de
alquiler, mirando por encima del restaurante y el pub que Thane había
tenido una lucha por comprar. Inclinó la cabeza mientras trataba de dar
sentido a lo que estaba viendo. Thane era propietario de algunas de las
cadenas de restaurantes más grandes del mundo. Negociaba con los
principales ejecutivos de negocios y líderes mundiales para elevar su
imperio. El hombre sería un multimillonario pronto si aún no lo era.

Sin embargo, ¿este era Pat’s Pub y Sunday’s Side? Entrecerró los
ojos ante el edificio delante de él. Había oído que el lugar era genuino.
Los clientes parecían ser veteranos y nuevos clientes. Una clientela
soñada desde una perspectiva administrativa. Había existido durante
mucho tiempo, pero la construcción se veía nueva para ser tan
generacionalmente amada.

Debían haber tenido una remodelación radical. Sin vergüenza en


eso. Julian ya había marcado en su aplicación de calendario el día,
veintinueve años a partir de ahora, cuando planeaba regalarse a sí mismo
una remodelación facial.

Se sentó en el asiento y repitió la pregunta que se había hecho por


un tiempo. ¿En qué universo alternativo había aterrizado? Desde sus
propios cambios personales hasta Thane deseando este restaurante y
bar, todos los signos razonables señalaban al mundo que ingresó a una
nueva dimensión. La vida como la conocía había llegado a un alto. La
vida estaba cambiando y todo lo que podía parecer era sostenerse para el
viaje.

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La bocina detrás de él le recordó que estaba bloqueando la entrada,


instándole a ir a una plaza de aparcamiento cercana. Se sentó allí,
sacando su teléfono de su bolsillo, ansiando cualquier tipo de
comunicación con su novio. La calidez se filtró sobre él ante el nombre
Daddy Bear, que le había puesto a la información de contacto de Beckett.
Habían pasado seis horas desde que lo había dejado en el aeropuerto de
San Diego. Su salida fue una exhibición melodramática con Beckett
aferrándose a él, sin querer irse a su entrenamiento intensivo de tres días
en la sede de Dishology en la ciudad de Ellicott. Y por Beckett aferrándose
a Julian, realmente significaba Julian aferrándose a Beckett.

Había aprendido durante las últimas tres semanas que una vez que
la flecha del amor golpeaba, el suero se propagaba rápidamente, lo que
lo dejaba como un gran bebé co-dependiente que quería a Beckett a su
alcance en todo momento. Lo que significada que el trabajo de Beckett
parecía estar a su entera disposición. Su Daddy Bear pasaba horas al día
dentro de Reservations, y era un infierno de manitas. Julian reconocía
que estaba siendo ridículo, pero no le importaba. No podía tener
suficiente de su hombre.

Miró el teléfono para ver si Beckett había respondido a su mensaje.


Su novio se había quedado en Coronado para cerrar el trato de su nueva
casa. El codiciado lote en una esquina que Beckett había visto sin él
había resultado pertenecer a dos miembros de Reservations que
recientemente habían ampliado su familia. Julian había estado en la casa
muchas veces y había negociado miles de dólares en el precio de venta.
Beckett tenía suerte de contar con él. El hombre loco habría pagado
mucho dinero extra, lo cual era inaceptable, ya que el dinero podía ser
gastado en su novio.

Apagó el motor, metió la mano en el asiento trasero buscando los


regalos que había comprado a Luke y Logan, y salió del coche. Se guardó
el teléfono en el bolsillo mientras entraba a encontrarse con Thane, Levi,

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Logan, y Luke. Había planeado quedarse en un hotel mientras estaba en


la ciudad, pero Thane y Levi le habían leído la cartilla porque no quería
quedarse con ellos en su nuevo hogar. A pesar de que parecía extraño,
había cedido y acordó pasar sus noches allí.

Esta familia Walker-Silva creía genuinamente que él era uno de los


suyos y que sólo había venido a la ciudad a visitarlos. Ahora, el equipaje
de obligación familiar pesaba sobre sus hombros.

Julian bajó la mirada, evitando el sol brillante mientras se abría


camino en el interior.

—¡Julian! —Escuchó su nombre incluso antes que la puerta se


cerrara tras él. Luke, aparentemente su nuevo mejor amigo o lo que se
podría pensar por los mensajes de correo electrónico de actualización
diaria que había estado recibiendo desde que Luke se había mudado,
levantó la mano, y luego saltó de su asiento, la silla se tambaleó hasta
que cayó al suelo. Luke miró hacia atrás a la silla—. Perdón.

Todo el mundo en ambos lados del lugar miró a Luke luego a


Julian. No pudo ocultar su sonrisa mientras Luke apresuradamente
enderezó su silla. El resto de la familia Walker-Silva se levantó. Excepto
Logan que estaba terminando la última parte de la comida en su plato.

—¿Llegué tarde? —preguntó Julian, sacando una mano para


estrechar la de Thane, mirando a los platos vacíos sobre la mesa.

—Tuvimos un cambio de planes —dijo Luke, rompiendo el apretón


de manos con Levi desde el otro lado de la mesa. Envolvió sus brazos
alrededor de Julian—. La universidad puede recibirnos temprano. Es
genial, ¿verdad? —Era un chico alto y desgarbado, que parecía haber
crecido desde la última vez que lo había visto—. Voy a graduarme de la
universidad casi al mismo tiempo que me gradúe de la escuela
secundaria.

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Kindle Alexander Es complicado

—Sabía que eras inteligente, no importa lo que dijeran de ti —


bromeó Julian, entregando el regalo que había traído—. Sentí que un
chico de universidad necesitaba algo especial.

Logan finalmente miró a Julian, masticando con la boca llena de


comida. La mirada era muy clara. Logan comenzaría la universidad este
semestre junto con su hermano pequeño. ¿Dónde estaba su regalo?

—Te traje el tuyo —aseguró Julian—. No te preocupes.

—Logan, mira. Es el nuevo Samsung Galaxy. —Luke levantó ambas


cajas antes de abrazar a Julian nuevamente en agradecimiento.

—Gracias. Thane, mira. Julian nos trajo teléfonos. Es genial tener


amigos ricos —dijo Luke descaradamente, apretando los brazos alrededor
de Julian.

—Tenemos que irnos —dijo Levi, riéndose detrás de él—. Deja ir a


Julian, Luke.

Luke lo hizo, su rostro sonriente mirándolo.

—Thane dijo que te quedarás con nosotros. Te veré esta noche.

No estaba seguro de por qué Luke le gustaba tanto, pero había sido
así desde la primera vez que conoció al niño, y era un niño, tenía casi
dieciséis.

—Gracias, Julian. Esto es genial —dijo Logan desde detrás de él.

—De nada —dijo y le dio unas palmaditas a Luke en el brazo antes


de moverse a su alrededor—. Andando. Te veré más tarde.

El brillo del humor encendió los ojos de Thane. Su jefe se la estaba


pasando muy bien a su costa. Se empujó de su asiento y se puso de pie.

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—¿Por qué no entramos en el bar? Puedes almorzar allí, y podemos


hablar.

—Como explicarme por qué querrías comprar este lugar. No parece


tu estilo —dijo Julian cuando Thane movió un brazo delante de él,
instándolo a ir primero.

—¿Has visto su calificación de Yelp? —preguntó detrás de él—.


Nunca he tenido un lugar donde los clientes sean tan devotos. Lo necesito
en mi alineación.

—Se ve nuevo —dijo Julian, sin recordar un momento en que


Thane hubiera tenido en cuenta las críticas como una razón para
comprar algo. Escaneó el ocupado establecimiento, tratando de ver lo que
vio.

—¿Es alguien nuevo para tratar de convencernos de vender? —


preguntó el barman con una mueca sarcástica de su boca cuando Julian
tomó asiento en el bar.

Thane se rió entre dientes mientras tomaba su asiento.

—Padraig, este es Julian. Y no, he terminado de intentar


convencerte de que vendas. Me han rechazado lo suficiente.

—Sí, ya que contratamos a Logan como ayudante un par de días a


la semana. ¿Quién compra un bar porque a un adolescente le gusta venir
aquí? —Padraig negó con la cabeza como si fuera lo más tonto que había
escuchado mientras pasaba un trapo sobre la barra

La mirada de Julian se deslizó hacia Thane con sorpresa.

—¿Hablas en serio? ¿Me hiciste pasar por el infierno porque


querías impresionar a uno de los chicos Silva?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

El color se apresuró por las mejillas de Thane. Sacudió la cabeza


hacia el barman.

—Me emborrachaste, y te dije eso en confianza. Nunca voy a dejar


de escucharlo, ¿verdad? —Señaló con el pulgar a Julian—. La comida es
genial, y él necesita un menú. Tomaré lo habitual.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Padraig a Julian.

—¿Qué tal una Coca-Cola dietética? Necesito estar sobrio para


retener todos los hechos para luego extenderlos a lo largo y ancho —
bromeó Julian, todo su enfoque todavía en Thane—. ¿Qué te pasó,
hombre?

Una carcajada provino desde el asiento central del bar. Un anciano


leyendo una novela romántica, basada en la imagen de la pareja medio
desnuda en la cubierta.

—Walker es un arrogante. Necesita a alguien en su vida que le


ponga los pies en la tierra.

—Pat, este es Julian. Es uno de mis gerentes. La familia de Pat es


propietaria del pub. Padraig es su nieto —dijo Thane, agitando una mano
en el aire para detener la conversación mientras ondeaba un brazo hacia
el bar y se volvió completamente hacia Julian. Thane esbozaba una
presumida sonrisa—. Lo que me pasó es lo mismo que está a punto de
sucederte a ti con Beckett. —Sacudió la cabeza con tristeza—. Los
jugadores reformados se convierten en criaturas enfermizamente
dedicadas. Ni siquiera puedo soportarme a mí mismo. Ya lo verás.

Julian recogió el menú sin decir una palabra. No iba a expresar su


desacuerdo porque Thane usualmente estaba en lo correcto. Ya podía ver
lo que le deparaba el futuro. Una sonrisa tiró de las esquinas de su boca,

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y su corazón se llenó de felicidad ante la idea de una vida dedicada a


Beckett. No podía esperar.

Fin

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Kindle Alexander Es complicado

Staff
Soñadora
Dahi

Revisión y Diseño
Lelu

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Kindle Alexander Es complicado

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interferencias después de la jugada le hacen esconder
su pasado y enterrar su futuro en el fondo de una
botella. Aunque Colt parece tenerlo todo, las
apariencias engañan, especialmente cuando está
atrapado tan lejos en un armario del que no puede ver
la salida. Después de diez años de vivir su esperado
estilo de vida acelerado, se compromete con su
manipuladora novia supermodelo rusa, y decide que
es hora de hac er una nueva jugada.
Jace Montgomery construyó en solitario el mayor gimnasio de animadores del
mundo, impulsado por la necesidad de olvidar un encuentro que cambió su vida
con un guapo mariscal de campo hace una década. Su reputación como
excelente entrenador, duro hombre de negocios y hábil empresario le valió el
respeto en el mundo a veces catastrófico de las competiciones de animación.
Cuando Jace se entera de los planes de su ex-amante para casarse, su corazón
ejecuta un giro brusco y su resolución cuidadosamente colocada cae sin una
alfombra para absorber el impacto. ¿Puede su escape de la isla ayudarle a dejar
atrás el pasado y avanzar en su vida?

02 – Revelación completa
El Ayudante del Alguacil de los Estados Unidos,
Mitch Knox, captura fugitivos para ganarse la vida.
Su actitud tranquila, fría y serena, y su buena
apariencia devastadoramente atractiva le otorgan
una merecida reputación de chico malo, tanto dentro
como fuera del campo. Mientras está en una misión,
se desahoga en un notorio club noctur no de Dallas.
Resolver el caso que lo ha atormentado durante
meses toma un segundo lugar para descubrir todo
sobre el hermoso y tímido rubio sentado solo en el
bar.
El Patrullero Estatal de Texas Cody Turner está
subiendo de rango, en camino a su sueño de ser un
Ranger de Texas. Mientras está de vacaciones obligatorias de dos semanas,
planea relajarse y ayudar en la granja de su familia. Mitch es la última
distracción que necesita Cody, pero la tatuada tentación que entra al bar y le
roba la gorra de béisbol es demasiado difícil de ignorar.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

A medida que el caso de Mitch atrae la atención de todo el país, ¿cómo


convencerá al sexy patrullero estatal que darle la oportunidad no pondrá en
peligro el plan de su vida... especialmente cuando el mal que está rastreando
lleva el odio directamente a su puerta, amenazando más que solo sus carreras?

03 – Dominio completo
El honor, la integridad y la lealtad son la filosofía de
vida del Ayudante del Alguacil Kreed Sinacola. Un ex
SEAL ahora empleado por el Grupo de Operaciones
Especiales del Servicio de Alguaciles de EE. UU.,
Kreed pasó la mayor parte de su vida trabajando en
operaciones encubiertas y evitando las relaciones.
Nunca mezcla negocios con placer, sus límites se
desdibujan y sus convicciones son puestas a prueba
cuando finalmente se encuentra cara a cara con el
friki de las computadoras con el que se ha asociado.
Empeñado en cerrar el caso en curso para su viejo
amigo, supera sus propios límites y descubre más de
lo que espera.
Aaron Stuart se esfuerza por una cosa: la justicia. Joven y lleno de idealismo,
sus habilidades informáticas le permiten obtener un puesto en la Agencia de
Seguridad Nacional. El mayor peligro de Aaron en su trabajo es tener calambres
en los dedos, pero todo eso cambia cuando se ve inmerso en una peligrosa
investigación federal. Aaron obtiene más de lo que esperaba cuando el FBI lo
asocia con un guapo y tentador Alguacil. Su atracción por el tatuado hombre de
cabello oscuro proporciona otro tipo de amenaza. Aaron intenta
desesperadamente colocar un cortafuegos alrededor de su corazón y luchar
contra sus sentimientos, sabiendo que un paso en falso de su parte podría
finalmente destruirlo.
La solución no es tan fácil como resolver el caso, que ya es suficientemente
inestable. Pero la creciente atracción sexual entre ellos amenaza con descarrilar
las convicciones personales de Kreed, ya que rápidamente aprende que la
tentación y los asuntos del corazón rara vez se ajustan fácilmente a las reglas
por las que ha vivido. ¿Podrá Kreed convencer a Aaron de que abra su corazón
y enfrente el hecho de que a veces las respuestas no siempre están ocultas en
códigos?

Fin de la serie

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

La corriente entre
nosotros
Gage Synclair, fotoperiodista de investigación
internacional, se prepara para el último reportaje
especial de su carrera. Una historia de engaños y
asesinatos que lleva seis largos años preparando.
Después de pasar diez años en algunas de las peores
partes del mundo, está listo para asentar su vida y
abrir una galería de arte en su ciudad natal,
Chicago.
Trent Cooper, contratista eléctrico, se ve
sorprendido por la petición de último minuto para
una remodelación eléctrica urgente, sin saber que el dueño de la galería le haría
inmediatamente una proposición. Ser gay en el sector de la construcción no es
fácil, como tampoco lo es ser padre de sus dos jóvenes hijos adoptados. Trent
mantiene su vida en zonas separadas para evitar un cortocircuito. ¿Su pasión
de alto voltaje romperá las corrientes entre ellos para siempre?

Secret
Tristan Wilder, millonario hecho a sí mismo y CEO
devastadoramente guapo de WilderNation está al
borde de una compra muy lucrativa. Con
negociaciones difíciles por delante, está armado con
su discurso de adquisición, listo para firmar el
acuerdo de su vida. Solo hay un problema técnico.
Lo último que espera es enamorarse del dueño del
negocio que intenta adquirir.
Dylan Reeves, ingeniero informático y fundador del
exitoso sitio de redes sociales Secret, se enfrenta a
una decisión determinante. Como devoto hombre
de familia con tres hijos y una esposa, ha estado
viviendo un secreto durante años. Ferozmente fiel a
sus convicciones, sus límites se desdibujan después de conocer al sorprendente
propietario de la corporación interesado en adquirir su empresa. Por primera
vez en su vida, el temerario deseo lo consume cuando el magnífico magnate de
las computadoras hace una oferta que no puede rechazar.

465
Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Pintado en mi corazón
El artista Kellus Hardin dejó que el amor y la lealtad
nublaran sus decisiones en el pasado, un error que
definitivamente no volverá a cometer. Ahora,
perdido y solo, está recogiendo los pedazos
destrozados de su corazón roto mientras enfrenta
su realidad.
Arik Layne irradia poder, confianza y
determinación. Pero cuando un encuentro con el
cauteloso artista lo sacude hasta la médula y altera
todas sus metas futuras, encuentra algo más que
su corazón en juego.
Para Kellus, abrirse al amor no es una opción.
Todo lo que Arik quiere es hacer suyo al artista.
¿Puede el amor crear una obra maestra cuando está
pintado en tu corazón?

Reservas (Serie Reservas


1)
El exitoso empresario Thane Walker tiene una
personalidad obstinada y se resiste firmemente a
los grilletes del compromiso. Ha visto suficientes
finales infelices como para aprender que la mejor
manera de jugar es mantener a sus hombres a
distancia.
El sueño de Levi Silva de graduarse en una de las
mejores escuelas de medicina del país está a su
alcance hasta que las noticias desde casa lo
cambian todo. Ahora, está criando a sus dos hermanos adolescentes y tratando
de mantener la cabeza de todos fuera del agua, emocional y financieramente.
Cuando el nuevo trabajo de Levi lo pone en el camino de Thane, su química
explota, pero su miedo a involucrarse en una relación los mantiene separados.
Desafortunadamente, a pesar del intenso deseo que los une, ninguno de los dos
puede avanzar hasta que superen sus propias… Reservas.

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Ruptura
Greer Lockhart se propuso salvar al mundo de sí
mismo cuando organizó su primera limpieza de
playa a la edad de doce años. Ahora, como un
capitalista de riesgo de gran éxito para nuevas
empresas ecológicas, no deja que nada se
interponga en sus objetivos, ya sean personales o
profesionales. Cuando una nueva aplicación de
fitness programa una carrera ciclista en todo el
sitio, el lado competitivo de Greer sale a flote. Ni
siquiera cuando toda su atención se centra en el
único corredor al que no puede vencer: Biker101.
Dallas Reigns aprendió hace mucho tiempo a
mantener la cabeza baja y moverse hacia adelante.
Lo da todo por un negocio que comenzó con sus hermanos, BikeBro. Pero le
preocupa que todo lo que hace no sea suficiente si no pueden ganar tracción
antes de que su barco financiero se hunda. Un encuentro casual con un
contundente capitalista de riesgo es justo lo que necesita. Hasta que su
resistencia se pone a prueba cuando el llamativo hombre rubio muestra interés
en algo más que su compañía, desafiando todos los límites grabados en piedra
de Dallas.
Cuando la ilusión de su vida amenaza con desmoronarse bajo el peso de su
propio deseo, ¿podrá encontrar una manera de fortalecer su voluntad de hierro,
o Greer lo ayudará a escapar de las restricciones de su pasado?

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Orden de lectura recomendado


Serie Chicos Buenos 01 – Doble salto
Serie Chicos Buenos 02 – Revelación completa
Secret
Serie Chicos Buenos 03 – Dominio completo
La corriente entre nosotros
Pintado en mi corazón
Reservas
Ruptura

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Serie Reservas 02
Kindle Alexander Es complicado

Sobre las autoras


Por lo general, intento divertirme. El humor es una parte
importante de mi vida. Me encanta reír y parece ser lo que hago en la
mayoría de las situaciones, independientemente de la situación, pero las
bromas pueden ser un asunto complicado. No quiero ofender a nadie y el
humor tiende a ofender. Entonces, en cambio, voy a contarte sobre
Kindle.
Trágicamente perdí a mi hija de dieciséis años por un conductor
ebrio. Ella acababa de estar en casa, era temprano en la noche y escuché
el accidente. Nunca olvidaré ese momento. Las sirenas fueron inmediatas
y algo dentro de mí solo lo sabía. Salí de mi casa, manejé directamente al
accidente con nada más que instinto. Tenía que estar allí cuando mi
pequeña niña murió. Extrañamente, considero que es un verdadero
regalo de arriba. Ella no tenía que estar sola.
Esa vez en mi vida fue terrible. Es todo lo que imaginas pero
alrededor de mil millones de veces peor. Amo a esa niña. Me encantó ser
su madre y me encantaba verla crecer en esta persona increíblemente
hermosa, tanto por dentro como por fuera. Ella fue un gran regalo para
mí. Que me la arrancaran de repente me rompió.
Su nombre era Kindle. Honestamente, era su nombre y murió unas
semanas antes de que Amazon anunciara su nuevo ereader. ¡No tenía
idea de que el Kindle saldría y finalmente habría conseguido su nombre
en algo! Intenta encontrar una regla con el nombre Kindle en ella... Nunca
sucedió.
En el transcurso de ese evento paralizante tuve la suerte de conocer
a mi compañera de escritura. Nunca hubiera pasado esos días oscuros
sin su apoyo y guía inquebrantables. No hubo un momento en que ella
no estuviera allí para mí. Por primera vez utilicé la mano ofrecida. Sé sin
ninguna duda que no estaría aquí hoy sin ella. Se requiere una persona
especial para estar al lado de alguien en un momento como ese. La amare
por siempre. Podría hablar sin parar sobre ambas, pero no lo haré y ahora
tú sabes un poco más sobre nosotras.

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Serie Reservas 02

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