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Hacia fines del siglo XIX, Europa atravesó un período de fuerte industrialización
que dio lugar a un una oferta de productos manufacturados, demanda de materias
primas y excedentes de capital. Esto desencadenó en un proceso de división
internacional del trabajo, que dio lugar a la especialización de determinados
bienes.
Si bien una parte de la elite apoyó y vió con fascinación el nuevo mundo
modernizado, otra parte de ella miró con recelo lo que estaba aconteciendo:
lamentaron la disolución de viejas costumbres y se mostraron con recelo frente al
igualitarismo democrático. A esta pérdida de las costumbres y de los lazos
1
Frascaroli Antonela, Lic en Socióloga y Profesora de Sociología, Universidad de Buenos Aires
comunitarios se le sumó el problema de la llegada de una gran masa de
inmigrantes que acarreaban consigo sus costumbres, lenguaje e ideología.
El tipo de intelectual que analizó esta sociedad, fue parte de una elite que lo hizo
desde su posición socio-política, y encontró en la filosofía positivista la doctrina
que le permitió adentrarse al estudio de la realidad social que formaban parte. Esta
intelectualidad, celebró la capacidad de la ciencia para mostrar y develar la
realidad. Dentro de las filas de intelectuales de la época podemos tomar a dos
grandes representantes dentro de la corriente positivista: José Ramos Mejia, y José
Ingenieros.
Es bajo la influencia de Lombroso que Ramos Mejía escribió “La neurosis de los
hombres célebres en la Argentina” y “Las multitudes argentinas”. A partir de la
disciplina médica organizó una interpretación de lo social, La sociedad fue
concebida bajo la metáfora del cuerpo, homologándola a un organismo y a las crisis
y conflictos sociales como una enfermedad. Podemos pensar que, si para la
Generación del 37 el análisis se centraba en la dicotomía “civilización y barbarie” la
elite positivista moverá el foco de la misma a la distinción “salud-enfermedad”.
En 1899 publica “Las multitudes argentinas” cuya pregunta central fue ¿qué hacer
con las masas? y cómo evitar que la presencia de las mismas afecten la
gobernabilidad y el reconocimiento del papel de la minoría dirigente (tengamos en
cuenta el papel de la inmigración en el territorio). Frente a estas preguntas Ramos
Mejia encontró en el positivismo la respuesta, en tanto le permitió observar un
hecho social (la cuestión de las masas), para luego trazar luego establecer
generalidades: “el positivismo confía en que, la observación unida a la razón puede
detectar un orden, una legalidad, que escapa a quienes están desposeídos de estos
instrumentos intelectuales. Además, quien encuentre esa clave podrá prever y hasta
encauzar el curso de las grandes movilizaciones populares”2.
Ramos Mejia definió la presencia de las masas en la historia como una fuerza
fenomenal vaciada de inteligencia y raciocinio: las muchedumbres no tenían razón
sino puro instinto y es así que podían protagonizar tanto actos de barbarie como
de heroísmo. La inmigración formaba parte de esa masa, pero, podía ser
“reeducada”. Por este motivo, apuntó a la escuela pública como resorte de la
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Oscar Terán, Historia de las ideas en la. Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires,
Siglo XXI , 2008
nacionalización de las masas y como barrera de las ideas anarquistas y socialistas,
que eran consideradas por la elite intelectual como “peligrosas”.
Será a través de del “sentimiento nacional” que Ramos Mejia buscó sentar las bases
sobre la cual construir el sentimiento de comunidad, necesario en la formación del
lazo social. Bajo esta línea, es desde su puesto en el Consejo Nacional de Educación
que reglamenta las ceremonias escolares como procedimientos de nacionalización
de las masas:
Por este motivo, él mismo se presentaba como un investigador “objetivo” esto es,
alejado de todo interés político y social, de todos aquellos elementos que
consideramos como subjetivos: pasiones, ideologías, creencias. Buscó así, la
objetividad propia de toda ciencia natural. En su libro “Sociología argentina”
expresa:
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Ramos Mejía, José María en Oscar Terán, Historia de las ideas en la. Argentina. Diez lecciones
iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI , 2008, pág 129
agregaría autoridad a lo escrito. La interpretación de la experiencia social no ha sido
nunca la norma de la acción política colectiva, generalmente movida por pasiones e
intereses de los que sólo pocos tienen conciencia; los historiadores suelen reflejar sus
sentimientos personales o los de su grupo inmediato, supeditando a ellos los hechos,
cuando no son desviados de la verdad por las naturales inclinaciones del
temperamento imaginativo”4
Para Ingenieros, la inmigración aportó por un lado, personas ansiosas por trabajar
y por otro, flujos migratorios marginales que deberán ser alejados del cuerpo
social prohibiendo su entrada. Por otro lado, señaló que existían sujetos
improductivos como vagos y mendigos que agitaban las grandes ciudades
modernas y que debían ser combatidos por los gobernantes. Solo sacando a los
locos y criminales se logaría la modernización argentina.
4
Ingenieros, José Sociología Argentina, Buenos Aires, L.J Rosso, 1918 en Oscar Terán, Historia de las
ideas en la. Argentina. Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI , 2008, pág 132
multitudes productivas y honestas, que eran bastiones del orden y finalmente, en
el último estrato se encontraban los locos y delincuentes.