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Este caso invita a reflexiones, como por ejemplo, las propiedades no ópticas de los objetos. Es
decir que habría propiedades perceptibles de los objetos que no son ópticas. Estas propiedades no ópticas
tendrán que ser propiedades representativas, no ya del objeto sino del sujeto. Green va a hablar de la
unión entre lo actual y lo inactual, y que depende de la percepción y la memoria (así, lo que le sucede al
zapatero es que se encontró con dos esposas, la de su memoria y la actual. No se produjo la transferencia
de las experiencias del tacto al nuevo campo perceptivo).

UNIDAD IV: Historia de la psicología y el psicoanálisis en Argentina


Positivismo y nación. Introducción – Terán
El abordaje que propone Terán es la constitución del Estado nación en función de las grandes
masas de personas heterogéneas que llegaban a América Latina y Argentina y también a los resabios de
las masas originarias que no fueron exterminadas durante el colonialismo o la conquista del desierto.
El texto habla del espíritu de la generación del 80, un grupo de intelectuales que apuntaban a la
creación de un modelo de país agroexportador, productor, arraigado a la tradición inglesa y abierto al
mercado inglés.
Este es el momento en que se forma el Estado por la vía de la laicización, el E comienza a
separarse de la religión. Aparece el registro civil (1884), el matrimonio civil (1885), y la ley 1420 (1884),
la ley de educación laica, gratuita y obligatoria. Todos los ciudadanos, independientemente de la lengua
que hablen, participarán de esta educación hablando la lengua española con raigambre argentino y
aprendiendo sobre nuestro E, nuestra patria, nuestra bandera.
La educación pensada por Sarmiento como una forma de formación de ciudadanos será un eje
fundamental para poder darle a las masas una impronta de ciudadanía argentina.
El E que se forma es más bien capitalista, pensado dentro del mercado mundial, dividido entre
países productores y países que comercializaban los productos elaborados (Argentina está dentro de los
productores). Por un lado se da la exterminación de los pueblos originarios en lo que fue la conquista del
desierto, lo que trae como consecuencia grandes extensiones de tierra utilizadas para el cultivo y el
mercado internacional. Por el otro lado existen grandes oleadas de inmigrantes que comienzan a llegar en
1880 para trabajar la tierra. No solamente había barreras en términos culturales e idiomáticos sino que
también muchas de las oleadas de inmigrantes estaban marcadas por ideologías que en ese momento eran
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consideradas como “enfermas”, ligadas al socialismo, al comunismo y al anarquismo, y se consideraba


que estas ideologías atentaban contra la constitución del E nación argentino.
Se da el reconocimiento de grandes libertades civiles pero también existe el desafío de, con este
crisol de masas, armar una ciudadanía ligada al tipo de E que está naciendo. Por un lado, los intelectuales
argentinos comienzan a tener una gran preponderancia en relación a la construcción del E argentino que
no solo se apoyan en las ideas sarmientinas sino que también toman una matriz científica para sostener
sus argumentaciones. El positivismo pasa a cumplir un papel hegemónico en la constitución del Estado,
ya que permite, por un lado, una interpretación verosímil y por otro lado porque se comienza a relacionar
con las instituciones educativas, políticas, militares. Se arma un único tejido de prácticas sociales que
permite la constitución de este Estado nación.
El positivismo será la matriz dominante entre 1880 y 1910, su recepción es detectable en un
conjunto de intelectuales vinculados a la formación de la docencia del formalismo argentino. En el
positivismo argentino se destaca una mayor voluntad de sistematicidad, de profesionalismo, y su
propuesta estará destinada a pensar un modelo de país que ubicará todo aquello que no ingrese dentro de
esta matrícula positiva como algo enfermo. Aquí se da una primera relación entre el discurso positivista
marcado por el discurso médico en tanto aquello que no ingresa dentro de lo que es el E nación es algo
que está enfermo y debe ser curado.
Se apunta a la modernización, se homogeneiza la sociedad, hay un eurocentrismo muy fuerte y se
elimina todo lo que tenga que ver con los pueblos originarios y sus tradiciones. De esta manera, todo
conocimiento que no sea científico y eurocentrista era desestimado. Hay una romantización de la ciencia,
apostando a que lo científico nos sacará de la oscuridad y nos llevará hacia el progreso moderno. El
resultado de todo este proceso es un E fuertemente centralizado.
Terán aborta una serie de autores de la generación del 80, que lo que buscan es solucionar esta
problemática generada por la gran incorporación de distintas culturas dentro del surgimiento del E
moderno argentino, por lo que van a estudiar en su mayoría a los fenómenos multitudinarios o de masa,
engendrados por las oleadas de inmigración masiva. Se busca un modo de nacionalizar estas masas y una
forma de atender a la cuestión social ligada al movimiento obrero que son de ideologías más que nada
socialistas o anarquistas.
Ramos Mejía: para este autor, el discurso médico es el dominante. Va a entender a la sociedad
como un organismo vivo, y las crisis que esta sociedad atraviese en su desarrollo serán entendidas como
enfermedades que deben ser tratadas y curadas. La medicina para trabajar estas enfermedades será la
política. Ramos Mejía sostiene la laicización del E, demandando otro tipo de gobernabilidad ligada a una
sacralización de las instituciones. Aquel poder en relación a lo divino y lo religioso que nos hacía
obedecer a los reyes, será llevado ahora a las instituciones. Habrá fe en las instituciones.
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RM busca bloquear los caminos que conducen a la revuelta social y a la organización masiva, al
bandidismo social. La posición que toma se apoya en la idea de las masas de Le Bon, que sostiene que el
problema de la gobernabilidad de esta sociedad está ligado a las multitudes, y que en las masas el
individuo se aliena, se pierde y se carga de espontaneidad, de violencia, incluso de heroísmo, volviéndose
un ser primitivo. Para Le Bon el arte de poder influir en la imaginación de una masa es aquel arte que nos
va a permitir gobernarla, haciendo que piense lo que yo quiero que piense. Lo que RM toma de Le Bon es
el pensar a la masa como una fuerza fenomenal vaciada de inteligencia y raciocinio.
Agustín Álvarez: sostiene que la importancia radical está en la nación laica y moderna, igual que
RM, pero lo que hace este autor es proponer una posición más ligada a la moral. El E nación argentino
presenta ciertos lastres que no le permiten avanzar hacia la modernización, que dificultan el
establecimiento de una ciudadanía cabal. Estos lastres son el culto del coraje, la incapacidad autocrítica y
el engaño del otro. No se trata de gobernar el país, se trata de salvarlo de un precipitado final por un
sectarismo intolerante.
A diferencia de Le Bon, A sí cree en el sufragio universal, y en relación a la cuestión social de las
grandes oleadas de inmigrantes o a las ideologías que atentan contra la idea de patria, A dirá que la
supresión de la miseria es el primer paso para la libertad. En ese sentido, A alegará al socialismo, que
propone que el obrero sea una persona, conozca sus derechos, luche por una vida digna y una
emancipación.
RM propone la vía de la educación que AA no desentiende, pero el primero entiende que la
organización social ligada al socialismo, el anarquismo, el caudillismo son enfermedades de la sociedad.
AA en cambio apunta a suprimir la miseria, a tomar las ideas del socialismo en relación a los derechos de
los obreros, sumar a las mujeres de la oleada feminista, pero apuntando siempre a un desarrollo
económico ligado a la nacionalidad patriótica argentina y al cientificismo, apoyado en un moralismo de
época.
José Ingenieros: su discurso positivista se caracterizará por un expansionismo esencialmente
pacífico y difusor de la civilización, que en nuestro país sería un caso excepcional. Su discurso positivista
intervendrá en la polémica conocida como “querella por la nacionalidad” tratando de definir “que es ser
argentino”. Piensa que a partir de la mezcla que se está produciendo con el aporte extranjero en un futuro
indeterminado surgiría una nueva raza que definiría el tipo argentino.

1930 es el año que marca una gran ruptura en la historia argentina moderna. En escala nacional, se
trató de la caída de un modelo de desarrollo económico que había colocado a nuestro país en los primeros
puestos de la economía mundial. A la crisis económica se le superpuso la crisis política, con el golpe de
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estado encabezado por Uriburu. Se tomaron posiciones respecto de la interpretación de la crisis.


Tomemos las tres intervenciones más significativas al respecto:
El revisionismo histórico: para responder a los motivos de la crisis, el revisionismo acudió a la
historiografía. Se parte de la evaluación de que la Argentina se halla inmersa en una profunda crisis moral
de la cual es preciso salir mediante la impugnación radical al positivismo y a través de un renacimiento
espiritual que debe ser de índole religiosa.
Convencidos de que ''los principios de libertad e igualdad sin restricciones que son el fundamento
de la democracia hacen imposible toda organización, la cual no vive sino de diferencias y del
sometimiento de unas partes a otras''.
El grupo Sur: entre los ejes del nacionalismo católico y el comunismo se configuró un grupo
cuyo eje fue la revista Sur. Uno de los temas que la convocan es el de la responsabilidad de los
intelectuales. El grupo Sur transmitió así un mensaje elitista y cosmopolita. El intelectual no debe
involucrarse en las pasiones políticas inmediatas sino que debe ubicarse por encima de sus conflictos
cotidianos y colocar su mirada en objetivos estratégicos.
Aníbal Norberto Ponce: desde los movimientos socialistas y comunistas se producirá otra
interpretación de la crisis. Se clasificará a la Argentina entre las naciones semicoloniales (con
independencia política pero no económica). Como alternativa se proponía un cambio revolucionario que
debía tener su vanguardia en la clase obrera. En este período la izquierda política reclutará un conjunto de
intelectuales que se agruparon en la revista Claridad, la presencia más significativa fue la de Ponce, cuya
curva cultural se reconecta con el progresismo argentino, articulando el positivismo con el marxismo.

El nacimiento de la psicología en la Argentina – Vezzetti


La psicología en Argentina se liga a la generación del 80 y a la ola migratoria que describe Terán.
Pero a su vez, el nacimiento de la psi en Argentina, tiene dos rasgos principales: en primer lugar, se la
piensa como una ciencia natural, y en segundo lugar, se vinculaba al pensamiento francés.
La psicología en tanto ciencia natural aparece unida al positivismo. Se piensa al sujeto en tanto es
natural y social. Esto estará presente en todas las disciplinas positivas, ya que el positivismo aparece
como una cosmovisión, una forma de explicarlo todo. También aparece como un programa de acción, ya
que ofrece soluciones a los problemas de las personas y una praxis para hacer las cosas.
Al elegir como modelo de explicación del mundo a la ciencia, no sólo se deja de lado al mito y a
lo divino, sino que se establece una única forma de llegar a la verdad y de estudiar y explicar la realidad.
La disciplina psicológica nace como una práctica, como un hacer, y constituye su objeto y su discurso en
el entrecruzamiento entre pensamiento e institución, siguiendo la línea que propone el positivismo.
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Vezzetti toma a José Ingenieros, que sostiene que existen tres vertientes por las cuales la psi se
transforma en disciplina. Primero hay un periodo muy ideologicista de la enseñanza de la filosofía en Bs
As, la filosofía se introduce con una tradición cada vez más académica, y allí la psicología comienza a
aparecer queriendo desligarse de la filosofía para ser una ciencia natural, siempre en relación al
positivismo.
La segunda vertiente es que aparece un manual de psicología en Francia, escrito por Amadeo
Jacques, que tiene un enfoque espiritualista, pensado desde el positivismo como un retroceso, pero que
igualmente hará eco en Argentina.
La tercera cuestión es la de la medicina mental, que aparece como una disciplina que nos permitirá
conocer el padecimiento humano. La medicina mental aparece como una tecnología de intervención
porque sabremos secuencialmente cómo se inicia, cómo se continúa y cómo se trata una enfermedad
mental. Así, la psi aparece como una prolongación de la medicina.
Las primeras cátedras para estudiar psicología que aparecen, estaban ligadas a la psiquiatría. La
psicología aparece en Argentina mucho antes de poder estudiarse. La psi en tanto disciplina que se
estudia aparece en dos momentos que ubica el autor:
El primero, fundamental, es el primer congreso de psicología que se lleva a cabo en Tucumán en
1954. Es un congreso internacional que es pensado sobre todo por estudiantes. Se establece la necesidad
de que en Argentina haya formación de psicólogos. Se intenta crear la carrera en el seno de este congreso
pero eso no se logra, termina en represión. No se logra establecer la carrera de psicología pero sí se
instala el día del psicólogo a raíz de la fuerte represión sufrida, y se sientan las bases de la carrera.
El segundo momento que ubica el autor es este: la carrera profesional de psicología surge el 6
de abril de 1955 en Rosario. El corpus teórico que se constituye está fuertemente pensado por los
estudiantes, y surge en un marco muy convulsionado, ya que hacia el „55 el psicoanálisis ya estaba
establecido como una disciplina muy fuerte, y existía la IPA (Asociación Internacional de
Psicoanálisis), que daba las indicaciones de formación de psicoanalistas. En Argentina el organismo
representante de la IPA era la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina), e indicaba la formación de
un psicoanalista y quién estaba autorizado para ejercer el psa. La institucionalización del psa en Argentina
genera un enquistamiento de ciertos sectores que detentaban el saber hacer en relación al psa.
Cuando estas asociaciones están al tanto de que se estaba formando una carrera de psicología en
Rosario, al inicio el psicólogo empieza siendo un auxiliar de psico-tecnia, que su base de labor esté en el
laboratorio, y ahí aparece el instituto de psicología, que busca orientar también el perfil profesional del
psicólogo a la práctica. En ese momento se define que el título de los egresados de la carrera de psi de la
ciudad de Rosario es Psicólogo/a (y no licenciados). No licenciados porque la orientación es hacia la
práctica y no hacia lo académico.
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Las características del plan de estudio eran:


1. plan de estudio profundamente heterogéneo, varias vertientes de saberes que confluyen como la
filosofía, biología, psicopedagogía, etc.
2. posibilidad de especialización, uno puede especializarse en laboral, forense, social, etc.
3. formación profesional orientada a la resolución de problemas.
Cuando se consolida la carrera, comienza a tener supremacía la clínica. La parte clínica deja de ser
dictada por médicos y comienza a ser dictada por psicoanalistas de la APA. Ocurre la entrada de una
mirada orientada a lo comunitario, a lo social, posibilitada por dos cuestiones: en primer lugar, aparece
Paidós como editorial, que comienza a sistematizar todos los saberes relacionados con lo psi. En segundo
lugar, la experiencia rosarina inaugurada por Rivière comienza a trabajar con la teoría de los grupos y
aparecen las terapias de grupo y la psicología social.
La carrera de psicología está organizada fundamentalmente por los alumnos, ser psicólogo en ese
momento era una cosa vaga, no se sabía si se podía hacer un trabajo profesional, no se tenía en claro qué
era ser psicólogo. Después de crear la carrera hubo que construir un espacio profesional ya que en la
carrera se enseñaba psa pero no se podía ejercer ya que tenían que formarse en la APA. También se
enseñaba la parte psicopatológica pero no se podía ejercer como psico-diagnóstico ya que no estaban
ligados a la medicina.
La situación se vuelve extremadamente contradictoria, porque por un lado no se puede ejercer la
psicoterapia y por el otro lado, formarse en psa era imposible porque entrar a la APA era casi imposible.
Comienzan a generarse nuevos espacios, uno de ellos es la Escuela Argentina de Psicoterapia para
Graduados. Los interesados mezclan lo terapéutico con el estudio. Aparecen grupos que intentan formar
parte de un programa e institucionalizarse para enfrentarse a la APA, disputarle el monopolio del psa.
Todo decanta en la fractura de la APA, por un lado queda la APA y por el otro lado un espacio
que es la APdeBA (As. Psa. de Bs. As.), que trabaja la formación de analistas y la enseñanza y
transmisión del psa desde lógicas más amenas, ligadas a lo comunitario.

Entre Paris y Buenos Aires – Dagfal


Dos ejes del texto: la recepción del pensamiento francés en la cultura y sociedad argentinas; y la
historia del psicólogo en Argentina, desde el entrecruzamiento de la psicología, el psicoanálisis, y la
psiquiatría.
El periodo estudiado (1942-1966) evidencia una institucionalización creciente de las “disciplinas
psi”, que comenzaban a diferenciarse, autonomizarse y a redefinir sus fronteras, ya que se crearon las
primeras carreras de Psicología, se creó la APA, y las primeras especializaciones en psiquiatría.
El caso del psicólogo argentino
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El psicólogo y la psicología ocupan un lugar en la vida cultural, en el campo profesional y en el


ámbito académico difícilmente comparable al de otras partes del mundo. En otras latitudes, el psicólogo
suele ser visto como un personaje lejano y misterioso, asociado al trabajo en laboratorios experimentales
o a la administración de complejas pruebas. El “atenderse” con un psicólogo es un recurso extremo. En
cambio, en nuestro país, los psicólogos se han integrado por completo a lo cotidiano. En el imaginario
social, su personaje está ligado al psicoanalista, lo que pone de manifiesto el fuerte impacto que han
tenido la teoría y práctica freudianas (sin olvidar que esta cuestión es un problema histórico: el
psicoanálisis empezó siendo una disciplina médica, que no admitió a los “profanos” durante más de 30
años. A su vez, el psicólogo no estuvo legalmente habilitado para su práctica hasta los años 80. Su
estrecha relación es el resultado de todo un proceso).
El periodo señalado está signado en el panorama internacional por la segunda posguerra. En un
marco convulsionado, en el que era necesario repensar los fundamentos mismos de la vida en comunidad,
la psicología en Argentina se nutrió de esos aires de cambio y transformación social, desarrollando
enfoques clínicos y preventivos basados en ese nuevo paradigma. Al contrario, en el resto del mundo, las
carreras de psicología tomaron otras fuentes teóricas: perspectivas objetivistas, en las que se basaban las
psi consideradas “científicas”, concepciones experimentales. En Argentina la psi se consolidaba como
una disciplina de la subjetividad, más vinculada al psicoanálisis, la filosofía y los debates políticos e
intelectuales.
Lo loco del “caso argentino” es que la posición hegemónica del psicoanálisis, una vez instaurada,
nunca fue amenazada por otros modelos teóricos. Los psicólogos argentinos se volcaban en forma masiva
a la práctica clínica privada y al trabajo en otras áreas como la educación, la orientación, la prevención,
etc., en instituciones diversas. El psicólogo fue adoptando este perfil tan particular sin tener conciencia de
su propia excepcionalidad.
El autor intenta abordar el interrogante acerca del “caso argentino” arribando a una hipótesis
según la cual la “excepción cultural francesa” (autoconciencia que tienen los franceses de pertenecer a un
país singular que, gracias a sus tradiciones literarias, artísticas y filosóficas, puede resistir el avance de la
globalización) podría llegar a contribuir en la comprensión de la “excepción psicológica argentina”.
Según esa hipótesis, el desarrollo que tuvieron las disciplinas psi se entiende más fácilmente si se lo sitúa
en el marco de procesos de más largo alcance, ligados a la importancia que ha tenido la recepción del
pensamiento francés en nuestro país.
Algunas cuestiones tomadas de la cultura francesa como “inspiración”: la “filosofía de las luces” y
el enciclopedismo, el romanticismo ligado a la restauración, el positivismo, la arquitectura, las artes y los
usos y costumbres de la burguesía en su conjunto.
La recepción del pensamiento francés en el seno de los “discursos psi”
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El autor hace un recorrido entre autores del s. xix y xx, para dar cuenta de la relación precoz entre
la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis argentinos, con sus homólogos franceses: relación que
implicaba también zonas de cruce con la filosofía, la biología, la literatura, y las Cs. Soc.
En relación a los dos ejes del texto:
- Primer eje, la cuestión de la recepción: el hecho de privilegiar la relación entre Paris y Buenos
Aires para pensar “la invención” del psicólogo en Argentina implica que hubo ideas que se
transmitieron, que circularon entre esas dos capitales. Hubo textos que se leyeron, se
recepcionaron, y tuvieron sus efectos. La lectura de un texto, nunca es una copia fiel del original.
La operación de lectura no implica una reproducción pasiva, sino una apropiación activa, que
interpreta el modelo a partir de la situación particular en la que se halla el lector.
- Segundo eje, las relaciones entre Psicología, Psiquiatría, y Psicoanálisis. Sus lazos son tan
estrechos que resulta muy difícil establecer entre ellas límites precisos. Más aun en el periodo
estudiado, en el que el psicólogo y el psicoanalista recién comenzaban a existir como tales, y el
psiquiatra adquiría su credencial de especialista con cierto reconocimiento dentro de la medicina.
Periodización
En los años que tomamos se produjeron sucesos cruciales para la constitución de las “disciplinas
psi”. Pueden distinguirse dos subperiodos:
1942 a 1955: corresponde al ascenso y declinación del primer peronismo. Se da la fundación de la
APA, que marca el comienzo de la institucionalización del psicoanálisis en Arg. Las “disciplinas psi” se
organizan autónomamente: el psicoanálisis se consolida, siguiendo el modelo médico, como una práctica
clínica individual situada en un consultorio; la psicología se expande sobre todo en su faz aplicada a los
dominios de la educación y el trabajo; la psiquiatría se vincula a políticas de salud pública, y comienza a
ser atravesada por discursos de salud mental. Concluye en 1955 con el golpe de Estado que derroca a
Perón, poco después de la formación de la primera carrera de Psicología en Rosario.
1955 a 1966: situado entre dos golpes de Estado. Tiene lugar una asombrosa renovación social y
cultural, las universidades se democratizan, y se modernizan sus planes de estudio. Se crean carreras de
psicología en cinco universidades nacionales. Comienza en nuestro país la historia de los psicólogos,
que viene a sumarse a la historia de la Psicología, de más larga data. El psicoanálisis deja de ser
patrimonio exclusivo de médicos vinculados a las élites porteñas y se inserta en ámbitos diversos, desde
hospitales públicos hasta carreras de Psicología. A su vez, la psico se nutre de ciertas formas del
psicoanálisis, trayéndolo a la escena pública.

Debates actuales
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Muchas cosas han cambiado dentro de este campo durante la última década: la formación del
psicólogo se ha diversificado. El psa sigue siendo la principal teoría de referencia y la clínica, la
orientación privilegiada, pero muchas otras áreas han empezado a desarrollarse (educacional, forense,
social, neuropsicología, etc.), que responden a nuevos ámbitos de desempeño profesional.
En este contexto, en el que la psicología local busca ponerse a tono con el panorama internacional
de la disciplina, finalmente, el psicólogo argentino parece haber tomado conciencia de su propia
excepcionalidad, en el mismo momento en el que corre el riesgo de empezar a perderla. Su relación
privilegiada con el psicoanálisis ya no parece ser del orden de lo “natural”, y comienza a ser interrogada
desde diversos ángulos (como la reflexión histórica).

Las huellas de la memoria – Carpintero-Vainer


Capítulo III. “Psicología: una carrera que organizaron los alumnos”
1) Los intelectuales y la importancia de la izquierda durante la década del „60
Cuatro particularidades que definieron la intelectualidad de esta época:
1- La necesidad de reinterpretar el peronismo.
2- La influencia del existencialismo sartreano q permitió pensar relaciones entre teoría y política.
3- El auge que comenzó a tener la cultura marxista.
4- La influencia que ejerció la Revolución Cubana.
Durante el gobierno de Perón la Universidad estuvo en manos de sectores católicos conservadores
que llevaron adelante una actitud represiva contra los estudiantes opositores, redujeron la participación
estudiantil del gobierno de la Universidad y expulsaron a numerosos profesores. Esta situación condujo a
que la antinomia peronismo-antiperonismo uniera a intelectuales liberales y de izquierda representada en
esa época, fundamentalmente, por el partido comunista.
En 1955 triunfó el golpe y Perón se exilió. Los intelectuales liberales, agrupados particularmente
alrededor de la revista Sur, (dirigida por Victoria Ocampo) potenciaron su rechazo por el peronismo;
desde la izquierda se comenzó a tratar de entender el fenómeno peronista a partir del rechazo que
producía en los sectores de poder.
Esta necesidad surgía en tanto la democracia que se instaló a partir de la llamada Revolución
Libertadora fue una ilusión sostenida en la proscripción y la amenaza constante del poder militar. El
grupo intelectual que llevó adelante esta tarea se nucleó alrededor de la revista Contorno. En sus textos no
se planteaba una adhesión al peronismo, sino cómo reinterpretarlo para establecer un punto de encuentro
que permitiera transformar las condiciones sociales.
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Se introdujo una nueva lectura de Marx. Oscar Massota, Carlos Correa y Juan José Sebreli,
siguieron las perspectivas políticas e intelectuales de la revista de Sartre Les Temps Modernes, aunque
luego tomarían caminos diferentes.
Después de “Contorno” podemos señalar dos revistas: “El grillo de papel” y “Escarabajo de oro”,
ambas dirigidas por Abelardo Castillo; en ellas encontramos tanto al marxismo sartreano como la
fascinación que había producido en Latinoamérica la Revolución Cubana.
En el interior del Partido Comunista se produjeron polémicas que terminaron en rupturas: este es
un periodo de viraje del peronismo hacia la izquierda; en toda la sociedad y el mundo había un viraje
hacia ella. La fractura fue en 1967, coincidente con la muerte del Che Guevara.
Se organizó un grupo bastante fuerte durante un tiempo pero que, como los comunistas estaban
habituados a funcionar siempre con una referencia internacional, luego se definieron adhiriendo al
maoísmo.
Por otro lado, un grupo de jóvenes se agruparon alrededor de la revista “Pasado y Presente”, desde
donde convocaron a otros intelectuales. Esta revista iba a convertirse en un paradigma de la nueva
izquierda. En estos optimistas años 60 la idea de la revolución era inevitable, constituía el imaginario de
la época. No se discutía si era o no posible, sino la forma en que se iba a realizar.
Luego de los sucesivos golpes militares que llevaban una política represiva a todos los ámbitos de
la sociedad, la democracia era inexistente como forma de gobierno, y se instaló la violencia como un
elemento normal de la lucha política. Se incitaba a la violencia para que el Estado ejerciera represión
contra cualquier movilización y protesta popular; la tortura fue usada sistemáticamente por parte del
Estado contra los presos comunes y políticos.
La revolución era imaginada por la nueva izquierda como un proceso de incontenible ascenso de
masas y con un desemboque violento ante la resistencia de las clases dominantes donde el recurso de la
crítica de las armas se diluía en el espectáculo de la violencia popular.
2) En Rosario de inicia la formación de una nueva profesión: el psicólogo
Comienza desde principios de los años „50 un movimiento en la psiquiatría para sacarla del
ámbito exclusivamente médico. Se difundían un conjunto de conceptos médicos, sociológicos y
psicológicos que tomaban como eje la prevención de la Salud Mental, lo que permitía el reconocimiento
de especialistas no médicos: maestros especializados, psicopedagogos y visitadores sociales.
Debemos destacar la importancia del movimiento psicoterapéutico y el enfoque psicosomático que
integran el saber del psicoanálisis con el médico. Este movimiento difundía el psicoanálisis permitiendo
una divulgación diferente al saber hegemónico.
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En este marco la Psicología encontró su lugar de desarrollo en la Facultad de Filosofía, Letras y


Ciencias de la educación de la Universidad Nacional del Litoral. Salió del espacio médico y de la
psicología experimental para entrar en el campo de las “Ciencias Humanas”.
En 1953 se creó una carrera menor, de Auxiliar de Psicotecnia, que fue definida como una
psicología para evaluar el nivel y las aptitudes de los estudiantes, la selección de personal, etc. Fue la
nueva forma en que apareció la Psicología Experimental.
En 1954 se realizó en Tucumán un Congreso Internacional de Psicología en el cual se llegó a la
conclusión de la necesidad de crear la carrera universitaria. El 6 de abril de 1955 el Consejo Superior
de la UNL creó la carrera de psicólogo con sede en la ciudad de Rosario, que fue desarrollándose sobre
la base de la carrera de Auxiliar de Psicotecnia y el Instituto de Psicología.
A partir de la consolidación de la carrera comienza a tener supremacía la especialización clínica.
Esta dejó de ser dictada por médicos rosarinos que fueron reemplazados por psicoanalistas de la APA.
Entre ellos, José Bleger. Esta difusión de una cultura psicológica, que había empezado en Rosario, estuvo
determinada por dos hechos fundamentales para su afianzamiento:
1. la creación de una editorial específica: Paidós.
2. la llamada “Experiencia Rosario”, Promovida por Pichón Riviere, de la cual surgieron los
grupos operativos y la Psicología Social.
3) Psicología en Buenos Aires: entre Letras y Filosofía
En 1957, en la Facultad de Filosofía y Letras, se crearon cuatro carreras: Psicología, Sociología,
Antropología y Ciencias de la educación. Las nuevas ciencias sociales irrumpieron en un ámbito
tradicional y escolástico, lo cual imprimió otra modalidad a la facultad, por su contenido, por las
características de los alumnos y docentes y por las posiciones políticas e ideológicas.
El psicoanálisis empezaba a tener una presencia importante en ciertos sectores universitarios y de
la cultura en general. “Es importante tener en cuenta que nosotros éramos quienes buscábamos los
profesores que necesitábamos. Hubo un momento en que los alumnos sacábamos y traíamos profesores a
través de asambleas”. Las polémicas en esa época eran entre el psicoanálisis y otras corrientes que
planteaban diferentes concepciones acerca del “quehacer del psicólogo”.
Se realizaban mesas redondas, conferencias, debates donde no solo participaba la totalidad de los
alumnos de la facultad sino también que venía gente de otros lugares, interesadas en el debate.
En esa época para ser un profesional de excelencia había que tener práctica hospitalaria, donde
había que devolverle al pueblo lo que había estudiado en una universidad estatal. Lo extrauniversitario se
convirtió en tan importante que la carrera empezó a ser un rito de pasaje para obtener el título. A pesar de
las limitaciones esa formación extrauniversitaria fue la que ha mantenido viva a la Psicología en los
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períodos de oscurantismo oficial y la que ha impulsado especialmente el increíble desarrollo y extensión


del psicoanálisis en este país.
En 1961 se recibió la primera camada de cuarenta psicólogos. La carrera hubo que hacerla, como
después hubo que crear el espacio profesional.
4. El inicio de la difusión de la cultura psi: la educación para padres
Eva Giberti inició la divulgación del psicoanálisis a partir de una necesidad de la comunidad que
demandaba nuevas pautas para educar a sus hijos. El discurso estaba centrado en cuestionar el
autoritarismo imperante en la familia y en la escuela cuestionando viejos tabúes. “Si en la lactancia el
bebé atraviesa tales alternativas, en la adolescencia le puede ocurrir tal o cual cosa”. Construía otro
discurso dogmático reproduciendo al modelo que se oponía. El psicoanálisis se había convertido en un
saber popular que se transformó en una ilusión de la esperanza de una familia sin conflictos.

Capítulo VII: “Las nuevas instituciones de Salud Mental”


1. La dictadura de Ongania. “La noche de los bastones largos”
El 28 de junio de 1966 empezó la dictadura de Onganía. Se reafirmaba la Doctrina de Seguridad
Nacional. Onganía creó el Acta de la Revolución Argentina que se anteponía a la Constitución Nacional;
el Congreso fue disuelto, el Poder Legislativo era controlado por el Ejecutivo y los gobernadores fueron
reemplazados por interventores. La política económica se embarcó en una concentración productiva
promoviendo una gran transferencia hacia las grandes empresas, que afectó a las pequeñas y medianas.
Los sectores obreros perjudicados pedían que los dirigentes sindicales tomaran medidas de fuerza. Los
estallidos sociales no tardaron en producirse.
Con el apoyo de sectores clericales se llevó adelante “el restablecimiento del orden moral con el
fin de enfrentar el peligro de la subversión marxista”. Se prohibieron películas, se quemaron libros
considerados inmorales o de divulgación del comunismo. Se clausuraron revistas, algunas de ellas por
caricaturizar a Onganía. Se perseguían parejas hasta las plazas; se clausuraban locales nocturnos; se
prohibía el uso de pantalones y minifaldas en las mujeres; se detenía a jóvenes varones por tener el pelo
largo, y se les cortaba en la Comisaría antes de dejarlos en libertad.
En la Universidad se retomó el enfrentamiento “laica” o “libre”. El 29 de julio de 1966 decretó la
Ley 16.912 que suprimió la autonomía universitaria, convirtió a rectores y decanos en administradores,
anuló la representación en los claustros y prohibió la actividad política. Al conocerse la noticia se
tomaron cinco facultades. Las fuerzas policiales entraron al edificio de la Facultad de Ciencias Exactas de
la UBA a las 23 hs y con sus bastones apalearon e hicieron salir a alumnos, profesores, investigadores y
autoridades. En el imaginario universitario se recuerda como “la noche de los bastones largos”.
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Se produjo un desmantelamiento de la UBA que, sumado a las renuncias masivas en repudio de la


intervención, perdió el 60% de los profesores e investigadores. La carrera de Psicología tuvo el record al
quedar solamente con dos cátedras nombradas. Se cerraron los centros de investigación y empezó un
éxodo de profesionales cuyas consecuencias no se pudieron revertir durante décadas. Había policías de
civil que pedían la libreta universitaria para poder entrar. Recorrían los pasillos para detectar cualquier
conversación sospechosa y arrestaban a cualquier alumno por repartir un volante o si realizaba un
discurso en contra de la dictadura.
De esta manera las discusiones se trasladaron a los bares, los sindicatos y las viviendas
particulares. Fue la época en que comienzan los grupos de estudio privados, para estudiar psicoanálisis,
marxismo, sociología, historia, etc. La dictadura pensaba que, anulando la autonomía universitaria,
proscribiendo la política y echando a los docentes de izquierda se podía lograr una Universidad
conservadora. No podía darse cuenta de las transformaciones que se estaban gestando en los sectores
medios y que se manifestaban en el campo social y cultural.
Nuevos grupos levantaban una perspectiva nacionalista y antiimperialista. El peronismo se
empezaba a entender desde los discursos de Evita y el Che. En ese contexto comenzaron a surgir grupos
de base que se reivindicaban “independientes” de los partidos de izquierda tradicionales y generaban
nuevas formas de lucha. La movilización obrera y popular que se conoció como “el Cordobazo” hizo
tambalear los sueños de la dictadura de Onganía de quedarse eternamente en el poder.
2. La creación de la Asociación de psicólogos de Buenos Aires
En 1959 se realizó la Tercera Conferencia Argentina de Asistencia Psiquiatrita, en Cuyo. El
monopolio psiquiátrico de los tratamientos estaba siendo cuestionado por las nacientes Corrientes de
Psicología del país. A pesar de que en la discusión en las mesas redondas y el público aceptaban que el
psicólogo podía participar en el diagnóstico y tratamiento, las conclusiones de la Conferencia siguieron la
opinión del relato oficial: “que solo deben ejercer la psicoterapia los médicos”.
A pesar de que varios psiquiatras y psicoanalistas eran docentes de los futuros psicólogos, en este
punto todos tenían un acuerdo: Los invasores tenían un nombre: psicólogos, y buscaban su lugar en el
campo de la Salud Mental. La constitución y las luchas de una de sus asociaciones, la Asociación de
psicólogos de Buenos Aires nos permitirá ver cómo fue constituyéndose el espacio de esta nueva
profesión. Los alumnos de psicología de la UBA compartieron la facultad de Filosofía y Letras con otras
carreras. Esto contribuyó a un intercambio fructífero que tuvo sus resultados.
Los estudiantes de psicología se ligaron rápidamente a psicoanalistas como Bleger, y con algunas
cuestiones específicas como la profesionalización, los grupos de estudio, los análisis personales y la
circulación por hospitales y por instituciones. Empezaron a deslizarse hacia el campo de la Salud Mental.
Se crea la Asociación de psicólogos de Buenos Aires en 1962. Ya se peleaba por la ley que regía el
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ejercicio de la Medicina y por una reglamentación de la profesión de psicólogo, como carrera mayor,
incluyendo el derecho a la psicoterapia.
En sus inicios la APBA era netamente una instancia gremial. Su objetivo central era luchar por el
reconocimiento profesional. La lucha gremial fue dura, porque muchos apoyos, como los de algunos
psicoanalistas de la APA, fueron ambiguos, como Bleger, dejando en claro que los psicoanalistas solo
podían ser médicos.
Esta Universidad y esta primera etapa de la Asociación y de los primeros psicólogos terminó con
el golpe de Onganía y “la noche de los bastones largos”. En julio se cerró la Universidad. Esto intensificó
la capacitación por fuera, proliferando aún más los grupos de estudio. En 1967 se reabrió, pero vaciada
por las renuncias generalizadas de los docentes. El nuevo interventor de la carrera era Omar Ipar, un viejo
conocido de los psicólogos, quien dirigiría la formación. Al reabrirse la carrera, la APBA tuvo reuniones
con él para expresarle la preocupación por la situación; ofreció a la APBA cubrir las cátedras, lo cual
provocó un debate interno en la Asociación porque no había acuerdos políticos. En ella se jugaban
diferentes líneas y estrategias políticas en relación con la dictadura: Por un lado, se ganaban espacios si se
cubrían las cátedras con psicólogos de la APBA, siendo un reconocimiento y además, la carrera no
quedaba en manos ajenas. Por otro, se establecía en una relación ambigua con el gobierno de facto que
provocó conflictos internos.
La dictadura de Onganía aprobó la Ley 17.132 de Ejercicio de la Medicina en 1967. Los
psicólogos, habían quedado en la categoría de auxiliares de psiquiatría. Legalmente podían hacer tests,
investigación, rehabilitación, pero bajo la supervisión de un médico. Se les prohibió el ejercicio de la
psicoterapia y el psicoanálisis. La APBA fue un referente en la década del „60. No solo en la reapertura
de la carrera, sino también al convertirse en un centro de formación.
3. Nuevas instituciones creadas en la década del „60
Se fundaron diferentes Asociaciones de profesionales de Salud Mental por un persistente
crecimiento de la demanda de formación. El campo de la Salud Mental se estaba expandiendo en varios
sentidos. Aumentaba la matrícula en la Carrera de Psicología, pero también los médicos que querían
dedicarse a la psiquiatría, muchos de ellos específicamente al psicoanálisis. Se incrementaba la demanda
de tratamientos psicológicos. Las instituciones formativas y asistenciales no daban abasto.
Por otro lado, el psa se convirtió en la teoría y la práctica más difundida y prestigiosa de la época.
Pero con una paradoja central: los psicoanalistas propagaban el psicoanálisis, planteaban su importancia,
pero afirmaban que para ser psicoanalistas el único camino posible era la carrera dentro de la APA. Y la
APA tenía el acceso restringido solo a médicos. La gran demanda de tratamientos llevo a que fines de
1960 la APA creara la clínica psicoanalítica Enrique Racker dentro de su ámbito. En sus objetivos
intentaban hacer accesible el tratamiento psicoanalítico a personas económicamente limitadas, dando
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preferencia a aquellas que por su tarea inciden sobre sectores más amplios de la población. En 1964 pasó
a llamarse Centro de Orientación e Investigación Enrique Racker, con nuevos estatutos y una orientación
dirigida a la investigación, dejando de lado a fines de los „60 la función clínica.
El 5 de septiembre de 1963 se fundó la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, cuyo
nombre fue una forma de compromiso, ya que no podía decirse que se enseñaba psicoanálisis a no
médicos. Fue la forma de institucionalizar el entrenamiento psicoanalítico fuera de la APA, aunque no
fuera explícito.
El Centro de Investigaciones y Asesoramiento en Psicología surgió a partir de un grupo de los
primeros psicólogos recibidos en la UBA en 1967. Fue la primera institución formada íntegramente por
psicólogos y además importante por sus especiales desarrollos en algunos campos. Fue tal vez una
institución revolucionaria por incorporar técnicas totalmente nuevas para ese momento: las terapias
planificadas y los primeros laboratorios grupales de técnicas y movilización, que unidas al discurrir de la
palabra tuvieron vigencia a fines de los „60 y comienzos de los „70. Esto revolucionó todo lo que tuvo que
ver con el psicoanálisis de grupo en la Argentina.
4. Las escuelas de Pichón Riviere. Del psicoanálisis a la Psicología Social.
Uno de los miembros fundadores de la APA, creador de varias Escuelas, realizó innovaciones en
la práctica psiquiatrita, creador de los grupos operativos, de tratamientos psicoanalíticos de grupos, de
pareja y familia, de la intervención institucional, de la psicología social basada en el psicoanálisis.
Fundó en 1953 el IADES (Instituto Argentino de Estudios Sociales). Contaba con un equipo
multidisciplinario de economistas, filósofos, sociólogos, psiquiatras, etc. Comienza a separarse del
psicoanálisis y la psiquiatría, tomándolos como componentes complementarios de una nueva idea: la
psicología social. Cada etapa no concluía, se transformaba en una nueva vuelta en la espiral dialéctica de
su vida y sus ideas.
El IADES mostraba el interés de Pichón hacia lo social. Sus discípulos de ese momento eran
psiquiatras y psicoanalistas que fueron impulsados a salir del consultorio y comenzar a hacer encuestas
políticas, sanitarias o sobre la viabilidad de algún producto comercial. El IADES fue la institución que
organizo la Experiencia Rosario.
Pichón comenzó a estar más lejos de la APA, dejando de tener participación en la institución que
él mismo había fundado.
En 1958 el IADES se transformó en la primera escuela privada de psiquiatría dinámica, que venía
a llenar un vacío en la formación muy pobre de los psiquiatras. La escuela permitía una propuesta de
formación que incluía contenidos como psiquiatría, psicoanálisis, sociología, psicología social, etc.
mediante una original metodología de aprendizaje: los grupos operativos. En estos se trabajaba sobre las
ansiedades que se encuentran en las dificultades de aprendizaje, permitiendo aprender a pensar. De este
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modo se enriquecía grupalmente la tarea, que es el aprendizaje para poder “operar” en la realidad. Esta
forma de enseñanza y aprendizaje marcó profundamente a las nuevas generaciones de “psiquiatras
dinámicos”, expresión que implicaba la incorporación de nociones del psicoanálisis a la psiquiatría.
Empezamos a conocer no solamente el psicoanálisis de la APA sino un psicoanálisis que estaba
más ligado con las vicisitudes de la atención pública.
A mediados de la década del „60 Pichón dio un giro importante a sus ideas con un nuevo proyecto
de Escuela, a la cual redefinió como Escuela de Psicología Social. Una institución abierta, con un trabajo
en salud de tipo interdisciplinario, con la idea de una formación para trabajar en el campo de la
promoción de la salud, aunque sin excluir la tarea asistencial. Lo característico era la formación de un
operador social diferente, destinado a la promoción de la salud.
Logra sintetizar, hacia 1966 aprox, una concepción, un esquema conceptual referencial y
operativo (ECRO), que se plantea no solo como el marco referencial de cada operador, sino como un
marco conceptual que tiene las características de una teoría, con ciertas autonomías, pero al mismo
tiempo interrelacionada con otras. La idea pichoniana es de que cuanto mayor es la heterogeneidad más
se enriquecería el trabajo grupal. Un modelo no académico, más cercano al nuevo círculo que lo rodeaba,
y más cercano a la “Experiencia Rosario”.

Capitulo IX: “Los psicoanalistas son públicos”


2. Cuando los psicoanalistas comienzan a estar en Primera Plana
El mundo cultural encontró en la revista Primera Plana una forma de divulgación de las
innovaciones en el psicoanálisis, el estructuralismo y las investigaciones antropológicas denominadas
“historias de vida”. Se transformó, desde el primer número, en el principal difusor del Psa en Argentina.
Aparecieron referencias a la relación del psicoanálisis con la cultura. Esto llevó a que durante los años
1966 y 1967 Pichón Riviere tuviera semanalmente una columna escrita en colaboración con Ana
Pampliega de Quiroga en la que Pichón desarrollaba sus ideas de la Psicología Social desde el
psicoanálisis, y realizaba divulgación manteniendo la rigurosidad de sus concepciones.
En el número del 20 de agosto de 1968, la revista realizó una extensa investigación sobre las
diferentes corrientes psicoanalíticas de la época. El título de tapa fue “La muerte del psicoanálisis”.
4. Psicoanálisis en las Américas
Durante los años „60 la APA había logrado un gran prestigio. El psicoanálisis ya formaba parte de
la cultura incorporándose a la vida cotidiana argentina donde psicoanalizarse había dejado de ser un
motivo de vergüenza para transformarse en una moda en sectores de clase media y alta.
La APA estaba dividida en diferentes grupos de poder, enfrentados, cuyas características se
definían por afinidades personales y por la defensa de perspectivas teóricas desde lo kleiniano.
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Esta situación se vio reflejada en el Segundo Congreso Panamericano de Psicoanálisis, realizado


en Buenos Aires, en 1966. El temario incluía dos temas: el Proceso analítico y la Transferencia y
Contratransferencia. El debate se centró entre los psicoanalistas latinoamericanos, influidos por el
pensamiento kleiniano de la APA, enfrentados con las diferentes líneas de la psicología del Yo de la
escuela norteamericana.
Emilio Rodrigué, presidente de la APA, se había formado en Londres con Melanie Klein y había
escrito una colaboración en su homenaje. En sus palabras inaugurales sintetizó la confrontación entre
latinos y norteamericanos que se observaba tanto en los discutidores de cada trabajo, como las sesiones
plenarias posteriores. La misma soslayaba las diferencias entre los psicoanalistas norteamericanos,
incluyéndolos a todos dentro de una sola línea conceptual. Esta visión homogeneizante y reduccionista de
los psicoanalistas norteamericanos se mantuvo y mantiene durante muchos años en la Argentina.

Capítulo X: “De Freud a Lacan, pasando por Marx”


1. El “freudomarxismo” nunca existió
Los psicoanalistas se incorporaron a los debates sociales y políticos que aparecían a mediados de
la década del „60. Para ello debieron salir de la exclusividad de la práctica clínica y de su enfrentamiento
con los médicos en el ámbito de la salud para ganar otros espacios dentro del campo de la cultura. De esta
manera, podríamos hablar de una segunda fundación del psicoanálisis, ya que, en un clima renovador de
tradiciones y contrario a las ortodoxias surgía la voluntad de no pensarse solo ni en su saber ni en sus
ámbitos de operación. Y por eso, existía la voluntad de cruzarse con otros discursos, que prometían
“ponerlo al día”, más que la simple aplicación del discurso psicoanalítico o la extensión hacia otros
saberes desde un reducto de certezas. De ese modo se redefinían tanto los límites del dominio de saber
propio del psicoanálisis como los del psicoanalista como portador de ese saber.
Esta extensión del psa al campo cultural no fue homogénea, ya que dependía de las perspectivas
ideológicas y políticas de los diferentes grupos que componía la APA. Sin embargo, el paradigma cultural
de la época encontraba en Marx uno de los referentes teóricos más importantes. Fue así como se iban a
producir encuentros y desencuentros entre el pensamiento de Freud y la teoría marxista. Esta perspectiva
se reflejaba en el mundo a través de lo se denominaba “freudomarxismo”, cuyos principales referentes
eran Wilhelm Reich, Erich Fromm y Herbart Marcuse. Pero la definición de “freudomarxista” encubre un
síntoma. Este nombre se le atribuyó a todo psicoanalista que a la vez fuera marxista. Sin embargo, nadie
se reconoció como participante de una corriente “freudomarxista”. Aún más, nunca existió en el mundo
una “corriente”, “escuela” o “línea de pensamiento” que se identificara como “freudomarxista”.
¿Qué es un freudomarxista aún hoy para el imaginario de la cultura? Es quien hace un
entrecruzamiento de poca consistencia teórica y clínica entre marxismo y psicoanálisis; es alguien
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impresentable para el campo científico e intelectual. Todos fueron perseguidos por la oficialidad
psicoanalítica. El término “freudomarxista” fue el nombre que el poder utilizó para desautorizar a los
psicoanalistas que también eran marxistas. Este poder, en el campo del psa, tuvo un nombre: la IPA, que
siempre intentó desacreditar todas las desviaciones a los reglamentos de la institución que sostenía el
poder del establishment psicoanalítico.
2. Los fundadores de la izquierda freudiana
Desde el psa el propio Freud no se oponía al marxismo, si bien cuestionaba la ilusión de creer que
con la revolución socialista se instalaría una nueva sociedad en que no habría conflictos.
4. Marxismo y psicoanálisis en la Argentina. El intento de hacer una Psicología Concreta
Los nudos de articulación del psa y marxismo en la Argentina a mediados de la década del „60
incluían la cientificidad y el compromiso político, debido a que las adhesiones ideológicas del sector
crítico de la cultura argentina implicaban una lectura del marxismo realizada desde perspectivas
existencialistas y hegelianas, que provocaban discusiones teóricas acerca de la posición de cada uno
asignaba a la teoría sartreana del compromiso, actualizada por la importancia que había adquirido en
América Latina la revolución cubana. No había acuerdo con los caminos del compromiso en Psicología.
Dos mesas redondas fueron realizadas en 1965 con el título “Ideología y Psicología Concreta”. En
la primera participaron Pichón Riviere, Bleger, Caparrós y León Rozirchner. Pichón afirmó que para él no
había otra psicología que la concreta, planteando sus desarrollos acerca del ECRO, del grupo interno y del
vínculo. En cuanto al tema específico para el que fueron convocados señaló que para él el problema era
no incluir en el esquema referencial de cada psicólogo el reconocimiento de las bases inconscientes de la
ideología.
Bleger realizó una extensa exposición, planteó una división entre ideología y campo científico.
Caparrós confrontó con Bleger. Para él el compromiso del psicólogo implicaba no separar su rol
profesional de su participación política. No basta con ser psicólogo, hace falta ser hombre, asumir su
momento, su tiempo, su etapa histórica y militar según determinados objetivos. Y como psicólogo hay
que ser un militante que hace psicología. Proponía un compromiso del psicólogo opuesto al proyecto
blegeriano de separar militancia y ciencia. La forma más alta de vivir es participar en la transformación
de nuestra sociedad, es decir, militar.
Los aportes de León Rozitchener fueron como filósofo.
Meses después se realizó la segunda mesa redonda, pero significativamente no asistieron ni
Pichón ni Bleger. En su lugar se convocó a Armando Bauleo. Mientras que el eje de la primera había sido
la Psicología Concreta, aquí se deslizó a los puntos centrales de la relación entre Freud y Marx.
Se abordaron también diferentes temáticas como la explicitación de los marcos ideológicos para la
tarea psicológica; la inclusión de una perspectiva ideológica marxista y los aportes del psa para pensar los
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criterios de salud y enfermedad; y la función social del psicólogo. Esas eran las preguntas del puente entre
Freud y Marx en ese entonces, tanto en la teoría como en la práctica; y debatir si la salida era reformista o
revolucionaria.
León Rozitchner planteó que hay que combatir la separación entre ideología y ciencia, integrando
el análisis de la ideología en la ciencia.
Mientras Rozitchner fue crítico, Caparrós fue más allá al plantear que la misma tarea terapéutica
en una sociedad injusta era adecuar a los pacientes a ese sistema, cuestionando a quienes se decían
supuestamente “comprometidos” como Bleger. Es decir, su propuesta era del psicólogo como “agente de
cambio” que se adaptaba para mantener al paciente en el sistema. Por eso decía que: “no se puede curar a
nadie si no se pueden cambiar las estructuras sociales que moldean a las personas”. La opción de
Caparrós era clara y revolucionaria: Se debía pensar en la sociedad, no adaptar a los pacientes al sistema,
sino intentar la transformación social.
6. Un joven autodidacta llamado Oscar Massota y la entrada de Lacan en Argentina
Fue Oscar Massota, un lector de Sartre y Marx, quien encontró en Lacan algunas respuestas que
posibilitaron otro encuentro entre el psa y el marxismo a partir de los obstáculos que aparecían en la
fenomenológica y el existencialismo sartriano.
Massota accede a la teoría lacaniana y este acceso merece plenamente el nombre de encuentro.
Llega a Lacan, no lo recibe por moda; su propio proceso intelectual recorre una etapa muy importante el
proceso ideológico contemporáneo. En 1959 Massota se había encontrado con una referencia a Lacan. Sin
embargo, fue Pichón quien promovió ese encuentro regalándole un seminario de Lacan.
Las pasiones que despertó este joven intelectual autodidacta, marginal al campo académico y del
psicoanálisis, introductor del pensamiento de Lacan y luego fundador de la primera escuela Lacaniana de
la Argentina, producía estas posiciones extremas. Este hecho tendrá en la década de los „70 importantes
consecuencias dentro del grupo lacaniano que se formó a partir de sus enseñanzas.
Fue la necesidad de encontrar “la autonomía del sujeto” lo que decidió su iniciación en la
fenomenológica, que luego continúa con el existencialismo sartriano hasta que se encontró con el
psicoanálisis. Así se fue produciendo un corrimiento del “compromiso sartriano” con la política a una
posición de difusor del pensamiento contemporáneo. De esta manera colocaba a Lacan en el mismo lugar
que antes ocupaba Sartre.
Planteaba que la conciencia debía ser liberada por el psicoanalista de la fascinación sobre el Yo,
que le hacía ver a este, fuente de sus actos. Pero la conciencia no podía dejar de darse un Yo cuya
“oscuridad” permitía que la “realidad” existiera para el sujeto. En todo este periodo pasó de Sartre a
Lacan, de la fenomenológica al estructuralismo.
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En marzo de 1964 habló por primera vez en público sobre psicoanálisis en la Escuela de
psiquiatría Social de Pichón. Debemos destacar dos hechos. El primero es que esta conferencia fue
dictada en la escuela de quien poco tiempo después era marginado de la APA al retirarle su presidente,
Emilio Rodrigué, su función didáctica. Años después Massotta se desquitó en una fuerte polémica con
Rodrigué desautorizándolo como psicoanalista.
Si Lacan entró por fuera del psicoanálisis oficial a través de Massotta, no podía encontrar otro
lugar para iniciarse que la Institución de Pichón. El segundo hecho fue que dicha conferencia se publicó
en 1965 en la revista “Pasado y Presente” de Córdoba, no fue publicada por una revista de psicoanálisis
sino por una de izquierda.
Massotta creía necesario introducir el pensamiento de Lacan recurriendo a la Psicología concreta
de Georges Politzer, que le permitía, por un lado, establecer una relación entre psicoanálisis y marxismo,
y por otro, retomar la crítica lacaniana a todo idealismo de la conciencia o del yo, así como a las terapias
que planteaban sus principios en el fortalecimiento del Yo.
De la psicología concreta se volvía al psicoanálisis. En esta vía las conceptualizaciones teóricas de
Lacan eran el referente. Paradójicamente su resultado posterior fue terminar con la posibilidad del
encuentro entre Freud y Marx, ya que concluían en que eran dos lugares epistemológicos diferentes, y de
allí su desencuentro final.
La obra lacaniana ocupó un lugar importante del desarrollo estructuralista. En Argentina algunos
psicoanalistas de izquierda consideraban el psa kleiniano conservador e ideológicamente reaccionario. A
través de Althusser encontraron en Lacan la vuelta a Freud que permitía cuestionar las ideas klenianas.
Fue por ello que Massotta inició la polémica con Emilio Rodrigué diciendo “es Althusser –quien
lee a Marx no sin haber leído a Lacan– el que nos sugiere la tarea: leer a Freud”. Si Massotta fue el
introductor de Lacan, no solo en Argentina sino en castellano, su difusión se extendió debido al auge del
estructuralismo Althusseriano.

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