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❖ Mentalización
La mentalización se refiere a la capacidad de comprender las acciones tanto de los demás como de uno mismo en
términos de nuestros pensamientos, sentimientos, deseos y anhelos. En esencia, consiste en vernos a nosotros
mismos desde el exterior y a los otros desde el interior. Requiere un análisis cuidadoso de:
- Las circunstancias de las acciones
- Las pautas conductuales previas
- Las experiencias a las que la persona se ha visto expuesta
Aunque exige procesos cognitivos complejos, es en gran parte preconciente. Es una actividad mental imaginativa,
basada en la hipótesis de que los estados mentales influyen en la conducta humana.
Mentalizar es una habilidad clave porque nuestro sentido de continuidad personal depende de que veamos que los
pensamientos y sentimientos que hemos tenido en el pasado se relacionan con nuestras experiencias presentes, y
porque el modo en que nos imaginamos a nosotros mismos en el futuro es más bien en términos de proyectarse a uno
mismo como una persona que piensa y siente en vez de en términos de atributos físicos. Mentalizar la representación
de nuestros estados mentales es la espina dorsal de nuestra identidad y sentido de self. Vernos a nosotros mismos
y a los demás como seres intencionales y con capacidad de agencia, impulsados por estados mentales significativos y
comprensibles, genera una coherencia psicológica acerca de los demás y de uno mismo, que resulta indispensable
para explorar nuestro complejo mundo social.
En ausencia de mentalización no puede haber un sentido robusto del self, ni interacciones sociales constructivas, ni
reciprocidad de relaciones, como tampoco una sensación de seguridad personal. La capacidad de mentalización suele
estar ausente o disminuida en individuos con trastornos de la personalidad, sobre todo en momentos de estrés
interpersonal.
La mentalización no es una habilidad estable, homogénea ni unidimensional. Muchos tenemos fortalezas y
debilidades en aspectos particulares de la mentalización. Las variaciones en la mentalización entre diferentes
personas se pueden atribuir a la historia y capacidad de imaginación de cada persona.
Características de la mentalización
● Los estados internos son opacos, por lo que solo podemos hacer inferencias al respecto.
● Las inferencias son propensas a errores, y por lo tanto, no es difícil que la mentalización sea incorrecta.
● Los estados mentales son relativamente fáciles de modificar.
● Focalizarse en los productos de la mentalización suele acarrear más errores que centrarse en las
circunstancias físicas, porque conciernen a una representación de la realidad y no a la realidad en sí.
● El principio de la mentalización es asumir una “actitud indagadora”. Esta puede definirse como una
conducta interpersonal caracterizada por la expectativa de que la mente puede verse influenciada,
sorprendida, alterada o ilustrada por el aprendizaje acerca de otra mente.
La capacidad de mentalización emerge en el contexto de las relaciones tempranas de apego. La comprensión de los
demás depende de si nuestros propios estados mentales se vieron entendidos adecuadamente por adultos cariñosos,
atentos y no amenazadores.
Especularización de las reacciones emocionales del niño → Cuando el adulto tiene la capacidad para representarse
el afecto del niño y hacerle sentirse comprendido, al tiempo que le transmite la forma de afrontar ese afecto, en lugar
de simplemente reflejárselo de vuelta. Esto juega un importante rol en el desarrollo temprano del autocontrol, los
procesos de regulación del afecto y la capacidad para mentalizar. El niño internaliza la experiencia del modo en que
mentalizan sus figuras de apego. De este modo, la mentalización se constituye como un proceso intergeneracional y
transaccional.
Los problemas en la regulación del afecto, el control atencional y el autocontrol se derivan de relaciones
disfuncionales de apego y se desarrollan por el fracaso para adquirir habilidades robustas de mentalización. Desde
esta perspectiva, los trastornos mentales aparecen cuando la mente malinterpreta la experiencia que uno tiene de sí
mismo y de los demás, en la medida en que inferimos una imagen mental de los otros a partir de la experiencia que
tenemos de nosotros mismos.
Se han identificado cuatro dimensiones de la mentalización. Una mentalización eficaz requiere que el individuo no
solo sea capaz de mantener el equilibrio entre estas dimensiones, sino también de aplicarlas adecuadamente
dependiendo del contexto.
Cuando falla la mentalización, la persona tiende a caer en modos no mentalizadores que muestran paralelismos con
la conducta que manifiestan los niños pequeños antes de desarrollar completamente esta capacidad. Estos modos
reciben los nombre de:
1. Modo de equivalencia psíquica → Se produce una concreción del pensamiento, donde la realidad mental
se equipara a la realidad exterior. Ausencia de la cualidad “como sí”, los pensamientos y sentimientos se
tornan “demasiado reales”, hasta el punto de que es extremadamente difícil para el individuo concebir
posibles perspectivas alternativas. Este estado mental puede ser atemorizante, añadiendo un poderoso
sentido de dramatismo y riesgo a las experiencias vitales.
2. Modo teleológico → Los estados mentales son reconocidos y creídos sólo si sus resultados son físicamente
observables. Esto se puede expresar en el paciente mediante la caída en la acción, en conductas radicales o
inapropiadas cuyo fin es generar resultados en individuos cuyo supuesto estado subjetivo no resulta creíble
para este.
3. Modo simulado → Los pensamientos y sentimientos se desgajan de la realidad, lo que puede llevar a
sentimientos de desrealización y disociación. En psicoterapia, estos pacientes que se hallan en este modo
puede llevar a largas discusiones de experiencias internas que no mantienen ningún vínculo con la realidad.
Tienden a caer en la hipermentalización o la pseudomentalización. Suelen sostener simultáneamente ideas
contradictorias. En terapia, se maneja interrumpiendo el proceso no mentalizador cuando este ocurre.
1. Desregulación emocional
Suele mostrarse como enfado injustificado e intenso. La inestabilidad y la intensidad del afecto pueden ser la base de
los esfuerzos frenéticos por evitar el abandono. Las personas con TLP tienden a actuar de forma más impulsiva
cuando se encuentran en un estado de ánimo negativo y tienden a experimentar más cambios radicales en sus estados
de ánimo. También tienen más problemas en la identificación de emociones asociadas con altos niveles de angustia.
La desregulación emocional causa un importante desequilibrio en la mentalización. De esta manera, la dimensión
cognitivo-afectiva se mantiene fijada en el polo afectivo, y la dimensión automática-controlada se mantiene en el
polo automático (no reflexivo). Se produce una incapacidad de acceder a la representación de los estados mentales de
los demás y de verse condicionados por ellos. El modo no mentalizador más común en las emociones exageradas es
el de equivalencia psíquica.
2. Impulsividad
La impulsividad sería por un desequilibrio entre las diferentes dimensiones de la mentalización, con un fuerte foco en
el polo automático. La conducta impulsiva ocurre cuando no reflexionamos lo suficiente sobre el impacto que
tendrán nuestras acciones en los demás o en nosotros mismos. El tipo de reflexión que se produzca estará,
probablemente, basado en la hipermentalización o la pseudomentalización, y las explicaciones que se desarrollen a
posteriori serán en términos de las propias intenciones o creencias y/o las de las personas que le rodean, fijadas en el
modo simulado de no mentalización. La impulsividad también puede asociarse a la posición teleológica, que puede
explicar, por ejemplo, los actos autolesivos o heteroagresivos que demuestran al paciente que aún tiene agencia.
Se podría decir que la impulsividad se compone de:
● Desatención → Disminución de la atención, aburrirse con facilidad, incapacidad para concentrarse en una
tarea, dificultad para mantener el foco en un tema cuando acude a la mente otra cosa.
● Falta de planificación → Carencia de premeditación, consideración o preocupación limitada sobre las
consecuencias, excitación con actividades de riesgo que impide la reflexión sobre las consecuencias
negativas.
● Acción → Acción carente de reflexión, en relación a emociones agradables como desagradables.
La impulsividad se asocia a un riesgo aumentado de suicidio (¾ de las personas con TLP intentan suicidarse al
menos una vez en la vida). Recibir un diagnóstico de depresión mayor, trastorno por consumo de sustancias, TEPT,
la presencia de autolesiones, sufrir un asalto sexual en la adultez, tener un cuidador que se suicidó, la inestabilidad
afectiva y la disociación severa aumentan las posibilidades de una conducta suicida. El riesgo de suicidio también se
ha asociado a un pobre ajuste social y a la falta de relaciones sociales y de apoyo familiar y laboral.
3. Disfunción social
Mayor dificultad para resolver problemas sociales, probablemente en conexión con los procesos de apego
disfuncional (ansioso). Tienen hipersensibilidad e hiperreactividad al rechazo social, miedo a la soledad y una
reducción de las memorias positivas de las interacciones diádicas.
Por otra parte, la dificultad a la hora de comprender y conectar con los propios pensamientos y sentimientos puede
impulsar una búsqueda constante e intensa de reafirmación para protegerse contra los sentimientos de vacuidad y
carencia de significado, que puede abocar a necesitar a los demás y a depender de ellos. La hipervigilancia y la
fijación en las señales externas reiteradas son percibidas por los otros como exigencias irracionales, lo que aumenta
la probabilidad de verse rechazado.
● Apego y mentalización en TLP
En pacientes con TLP, asumimos una historia de negligencia emocional temprana y un entorno social desorganizado
que socavan el pleno desarrollo de las capacidades de mentalización. Subsecuentemente, el trauma o la adversidad
pueden desestabilizar más aún la mentalización, en parte como una maniobra adaptativa por parte del sujeto con el
fin de limitar la exposición a un entorno psicosocial embrutecedor y, en parte, porque el alto nivel de arousal
generado por la hiperactivación del apego y las estrategias de apego desorganizado no hacen sino perturbar las
capacidades cognitivas superiores establecidas menos robustamente y peor practicadas.
Perfil de mentalización del TLP en las cuatro dimensiones
TLP
TLP
Foco en Foco en el
uno mismo Problemas tipo B Problemas tipo A otro
TLP
Foco en el Foco en el
interior Problemas tipo B Problemas tipo A exterior
TLP
Los problemas tipo A surgen debido a un foco indebido en el polo favorecido, mientras que los problemas tipo B son
disfunciones secundarias en tareas que, normalmente, se apoyan en el polo opuesto, que es un polo infrautilizado.
Trastorno antisocial de la personalidad (TASP)
Este trastorno se caracteriza por un fracaso para adaptarse a las normas sociales con respecto a las conductas legales,
la falsedad, la impulsividad o fracaso en la planificación, irritabilidad, agresividad, desprecio imprudente por la
seguridad propia y ajena, irresponsabilidad constante y falta de remordimiento. Conforman un alto porcentaje de la
población reclusa.
Muchas características de este trastorno de la personalidad se refieren a anomalías en la mentalización. Estos
pacientes muestran una reducción del funcionamiento reflexivo. Su funcionamiento psicológico es menos rígido que
el de otros individuos con trastornos de la personalidad, pero cuando aparece la inseguridad, recurren a modos de
pensamiento prementalizadores para organizar sus procesos mentales e interpretar el mundo y sus relaciones. El
equilibrio de los elementos de la mentalización puede verse distorsionado.
Las personas con TASP son expertas en la lectura de los estados internos de los demás, hasta el punto de usar esta
capacidad para la coacción o la manipulación. A la vez, son incapaces de desarrollar ninguna comprensión real de su
propio mundo interno. Además, carecen de la capacidad de leer adecuadamente ciertas emociones (como el miedo o
la desesperación a partir de las expresiones faciales). Un estudio encontró que la función reflexiva funciona como
mediadora entre las experiencias de abuso en la infancia y la conducta agresiva.
En la evaluación de la mentalización, es importante la facilidad con la que el individuo pierde la capacidad de
mentalización y las dificultades que puede tener para recuperarla, además de su rigidez o flexibilidad.
Perfil de mentalización del TASP en las cuatro dimensiones
TASP
TASP
Foco en ● Incapacidad para comprender realmente ● Abuso de la capacidad de leer los estados Foco en el
uno mismo los estados internos internos de los demás para manipular o otro
● Son expertos en lo que los demás pueden coaccionar
hacer por ellos para satisfacer sus
exigencias
TASP
Foco en el ● Menos referencias a los estados internos ● Respuesta limitada a la expresión exterior Foco en el
interior de las emociones exterior
● Menor preocupación acerca de la evidencia
externa de peligro para uno mismo
● El castigo debe ser físico (modo teleológico
domina las acciones)
● Asignan gran importancia a las apariencias,
a la “fachada”
TASP
Cognitiva ● Se utiliza la comprensión cognitiva para ● Carencia de interés y compasión por la Afectiva
controlar los estados mentales de los experiencia afectiva del otro
demás ● Evitación de los estados afectivos
relacionados con el self
El alien self y el TASP
Los individuos con TASP necesitan relaciones, que suelen ser jerarquizadas y ordenadas rígidamente. Se caracterizan
por un profundo sentido de la lealtad y de identificación con el otro. Estas relaciones suelen ser muy importantes para
estas personas porque les permiten afirmar y validar el propio estado individual, y funcionan como ámbito en el que
puede externalizar el alien self. El otro se vuelve el anfitrión de los sentimientos insoportables que podrían
desestabilizar el sentido de self.
TASP y apego
La agresión interpersonal es crucial para la adaptación evolutiva. Sin embargo, también puede ser gravemente
desadaptativa. Se ha encontrado que las trayectorias agresivas persistentes en niños se relacionan con factores
relacionados con la crianza. Los niños con niveles altos y estables de agresión mantienen muchas menos
interacciones positivas con sus padres y experimentan un parentaje más hostil e ineficaz y una disfunción familiar
sustancialmente mayor. Estos niños presentan patrones de apego adulto inseguro-evitativo, tienden a despreciar la
importancia de las relaciones de apego, y desactivan los procesos de apego cuando tienen la posibilidad.
Es típico que las personas con TASP nunca han tenido la oportunidad de aprender acerca de los estados mentales en
el contexto de relaciones de apego adecuadas. Por el contrario, sus experiencias de apego pueden haber sido crueles o
perturbadas (pérdidas, separaciones, negligencia o abuso). Podríamos proponer que los individuos con TASP
mantienen desactivado el sistema de apego mediante un proceso de denigración que les lleva a ver al otro como
menos que humano y que, con frecuencia no es mentalizado ni tratado como persona.
Psicopatía → No es lo mismo que el TASP. La principal diferencia es el uso de la agresión instrumental, en contraste
con la agresión reactiva del antisocial. También muestran una respuesta defensiva disminuida ante la amenaza.
Además, mientras el TASP se asocia a experiencias traumáticas, la psicopatía se caracteriza por una sensibilidad
disminuida a dichos factores.
❖ Comorbilidad
1. Depresión
Trastorno altamente comórbido en personas con TLP. Este trastorno de personalidad puede influir negativamente en
el curso y en la respuesta al tratamiento de la depresión. Es necesario abordar el TLP para tratar el trastorno del eje I,
pero tratar el trastorno del eje I no mejora el TLP.
Estos pacientes presentan mayor inestabilidad afectiva, experimentan con mayor intensidad los estados afectivos
dolorosos, expresan fuertes sentimientos de vacío y de afectividad negativa difusa, mayores niveles de autocrítica y
vergüenza y una mayor focalización en el miedo al abandono.
Los síntomas de la depresión se ven amplificados por las limitaciones en la mentalización. El fracaso, el rechazo y el
abandono se experimentan en el modo de equivalencia psíquica, lo cual les otorga mayor fuerza e intensidad. Por
otro lado, cuando se recupera la mentalización, estos sentimientos pueden mejorar mucho más rápido de lo que
cabría esperar de una depresión grave.
Depresión, TLP y modos de no mentalización
● Equivalencia psíquica
- Las autolesiones se comprenden en términos de la estructura desorganizada del self que es
característica del TLP. Son intentos por mitigar, distraer y quizá externalizar estas experiencias.
- Los pensamientos autocríticos se sienten como reales.
- La pérdida y el temor al abandono se experimentan como hechos.
● Modo simulado
- Hipomentalización seguida por un rebote de hipermentalización.
- Argumentación autocumplida del fracaso y la inutilidad.
- El suicidio forma parte del proceso de hipermentalización. A diferencia de las personas deprimidas
que no sufren de TLP, cuya ideación suicida suele estar conectada a relaciones interpersonales, en
las personas con TLP la ideación suicida está más conectada a la experiencia subjetiva, casi con
independencia de su contenido, con un deseo de silenciar sentimientos intensos y dolorosos, que
son experimentados como abrumadores.
● Modo teleológico
- Demanda insistente de figuras de apego.
- Requerimiento de sesiones extra.
- Violaciones potenciales de los límites.
Abordaje de tratamiento de la depresión
En este tipo de pacientes, se recomienda un abordaje centrado en el fortalecimiento de la mentalización, que sea
activo y estructurado, de apoyo e interpersonal. El tratamiento se puede dividir en fases:
a. Primera fase
- Integrar al paciente al tratamiento → Mediante la adopción de una actitud terapéutica activa, de
apoyo y empática, proporcionándole esperanza y estructura y trabajando activamente junto al
paciente para apoyar el cambio interpersonal. Implica identificar ansiedades y defensas que pueden
activarse cuando se alienta, contempla e intenta el cambio.
- Recuperación de la mentalización → Puede ser mediante técnicas de apoyo que promueven el
soporte y la contención, psicoeducación que brinde una perspectiva diferente acerca de los
síntomas y quejas, medicación cuando proceda, restauración de los patrones de sueño.
- Identificar y explorar narrativas interpersonales o ciclos interpersonales desadaptativos →
Las estrategias habituales de apego utilizadas para hacer frente a los problemas interpersonales y la
vinculación de esto a determinados síntomas y quejas.
b. Segunda fase
- Trabajar con los problemas y conflictos interpersonales → Fomentando la mentalización con
respecto a los demás y uno mismo. Se pretende ampliar y desarrollar la conciencia del paciente
acerca del modo en que su conducta está gobernada por estados mentales.
- Trabajar con las defensas → Implica el reconocimiento de las defensas del paciente y sus
implicaciones, y la validación de las defensas para contrarrestar la inevitable vergüenza, lo cual
ayuda a que el paciente sienta nayor compasión por sí mismo, conduciendo a una mejor regulación
de la ansiedad y la vergüenza.
- Promover la resiliencia → Ante la adversidad pasada, presente y futura, alentando activamente al
paciente a reflexionar y probar nuevas formas de lidiar con la adversidad.
c. Tercera fase
- Tratar las cuestiones relacionadas con la pérdida y la separación → Así como la autonomía y
la identidad, que se ven activadas por el inminente final del tratamiento, estimulando al paciente
que exprese sus temores y deseos relativos a éste.
- Consolidación de los cambios y prevención de futuras recaídas → Revisando el proceso de
tratamiento, examinando lo que se ha conseguido y explorando activamente cómo el paciente
utilizará estos logros en el futuro.
2. Trauma
La comorbilidad con el trauma es particularmente relevante en el tratamiento de personas con TLP. De hecho, el TLP
puede ser considerado un prototipo de estrés traumático complejo.
Trauma psicológico complejo → El resultado de la exposición a graves agentes estresantes que:
a. Son repetitivos o prolongados
b. Implican daño o abandono por parte de cuidadores u otros adultos ostensiblemente responsables
c. Ocurren en un momento vulnerable del desarrollo de la víctima
Estos producen cambios en la mente, las emociones, el cuerpo y las relaciones.Allen ha elaborado un modelo del
trauma complejo según el cual define el trauma en el apego como la experiencia de verse abandonado
psicológicamente en un estado emocional insoportable. La falta de una figura de apego que guíe al niño en el
proceso de regularse y mentalizarse a sí mismo y a los demás, puede configurarse como traumática.
El colapso de la mentalización ante el trauma conlleva una pérdida de la conciencia de la relación entre la realidad
interior y exterior, por lo que toman iniciativa los modos de funcionamiento no mentalizadores:
● Equivalencia psíquica → Pérdida de conciencia de la realidad exterior e interior, flashbacks, conductas
evitativas, negación a pensar en los eventos y problemas.
● Modo simulado → Disociación, experiencia de irrealidad, quedarse en blanco.
● Modo teleológico → Alterar los pensamientos a través de la acción: uso de drogas, alcohol, comer en
exceso y vomitar, autolesiones.
A menudo los sobrevivientes a un trauma se niegan a pensar acerca de su experiencia. La terapia trata de crear una
situación en la que un individuo adecuadamente sensible sea capaz de responder con empatía y aceptación consciente
a la angustia subjetiva sentida por el paciente, capacitándolo para que reflexione, experimente y exprese el estado
subjetivo del cual trata continuamente de alejarse.
Abordaje de tratamiento del trauma
Las personas con TLP comórbido con el trama no solo acuden a tratamiento para afrontar la adversidad que han
experimentado. La devastación de la función psíquica que deja el trauma del apego perjudica la capacidad para
relacionarse con las vicisitudes ordinarias de la vida mental. Todos los dolores ineludibles de la vida son
experimentados con la inmediatez de una herida abierta no protegida por la “piel” que brinda la mentalización.
El objetivo general del tratamiento de los pacientes traumatizados consiste en ayudarles a establecer un self
mentalizador más robusto, de modo que sean capaces de mentalizar los traumas y los conflictos y desarrollar así
apegos más seguros. La mentalización es el mediador entre sentimiento y acción, frena las emociones abrumadoras y
las acciones impulsivas, dando la oportunidad de que las motivaciones de otros y de uno mismo sean monitorizadas y
entendidas. Este nuevo self psicológico se desarrolla a través de la mente de una figura de apego comprometida en
una relación de mentalización recíproca.
Las secuelas del trauma hacen que se encuentre deteriorada la sensación de seguridad y confianza de la persona en la
bondad de la vida y de los demás. Dado que lo impensable o inesperado ha sucedido, predomina un estado de temor
y de hipervigilancia que socavan la mentalización. De este modo, proveer un continente seguro y comprensivo es un
prerrequisito del tratamiento.
La tarea clínica principal no consiste en trabajar específicamente con el contenido del trauma, sino más bien
promover una postura mentalizadora en relación con la importancia y las consecuencias del trauma. Un factor
distintivo de los pacientes que desarrollan TEPT es el modo de equivalencia psíquica. La mente deviene una especie
de “zona de peligro” que es mejor evitar, mientras que los síntomas intrusivos generan el sentimiento de que uno se
halla atrapado en el pasado traumático. Esto tiene dos consecuencias:
a. Se corta la conexión con el self pre traumático de la persona
b. La sensación de verse atrapado constituye, paradójicamente, una forma de evitar pensar en el trauma en toda
su complejidad y de verse, en consecuencia, forzado a afrontar el afecto doloroso.
En resumen, los puntos principales a tener en cuenta en el tratamiento del trauma y TLP son:
● Monitorear los niveles de arousal para mantener una mentalización óptima y prevenir el colapso de la
mentalización.
● Cautela en no pedir al paciente que haga más de lo que le permite su capacidad mental.
● Atención a la reactividad e hipervigilancia del paciente
● Establecimiento de seguridad interpersonal.
● Mantener una postura de mentalización en relación con el significado y el impacto del trauma, y no tanto
con el contenido de este.
● Se utiliza el trabajo reconstructivo para identificar estímulos perturbadores, pero poniendo en foco en el
efecto actual que tiene en la experiencia mental del individuo.
Los significados y afectos, conscientes e inconscientes, adheridos al evento traumático constituyen una parte central
del problema. La elaboración de significado y el afecto ayudan al proceso de formar una narrativa coherente
acerca de sí mismo, conectando el self anterior y posterior al trauma y también mirando hacia el futuro.
La reconstrucción, un componente importante de cualquier proceso terapéutico, es especialmente relevante cuando se
trabajo con pacientes traumatizados. La memoria fragmentada del trauma impide que sea integrado en una narrativa
continua de su vida anterior y posterior al evento. Es común tratar de reprimir los pensamientos y recuerdos
asociados al trauma, pero esto solo hace que se vuelvan más frecuentes.
Un factor central de la intervención terapéutica es brindar seguridad en un contexto en el cual pueda ayudarse al
paciente a evocar mentalmente la experiencia traumática junto a los actuales afectos asociados y los significados
atribuidos al trauma, de modo que estos componentes cognitivos y afectivos puedan ser, poco a poco,
desempaquetados. El objetivo es ayudar al paciente a desarrollar una perspectiva del pasado a través de la
reelaboración de su experiencia actual.
❖ Evaluación de la mentalización
La evaluación de la mentalización exige la evaluación de las fortalezas y debilidades generales de mentalización y
los patrones y el equilibrio de las 4 dimensiones de la mentalización. También incluye analizar en qué modo la
mentalización se ve afectada por diferentes desencadenantes o estresores, prestando una especial atención a las
relaciones de apego.
a. Mentalización focalizada externa e internamente
● Conciencia de las características externas e internas de los demás y de uno mismo y de la relación
entre ambos.
● Sensibilidad a las características internas y externas de los demás y de uno mismo.
● Habilidad para percibir y autocorregir las impresiones iniciales basadas en las características
externas y permitir que otros corrijan estas impresiones.
b. Mentalización con respecto a los otros y a uno mismo
● Presencia de egocentrismo, esto es, la capacidad de ver a los demás en términos del self versus
cierto grado de control/inhibición de la propia perspectiva.
● Tendencia al contagio emocional versus separación defensiva de los estados mentales de los
demás.
● Respuesta a los movimientos contrarios, en especial flexibilidad para moverse entre perspectivas
de otros y de uno mismo.
● Habilidad para integrar el conocimiento incorporado en un conocimiento más reflexivo acerca de
los demás y de uno mismo.
c. Mentalización cognitiva y afectiva
● Focalización cognitiva como tendencia a ver la “lectura de la mente” como un juego intelectual o
racional.
● Tendencia a la pseudomentalización o la hipermentalización cognitiva o afectiva.
● Focalización afectiva como tendencia a sentirse desbordado por el afecto cuando se piensa en
estados mentales.
● Habilidad para implicarse en una afectividad mentalizada y en una mentalización corporeizada,
esto es, para integrar el conocimiento cognitivo y el afectivo sobre uno mismo y los demás.
d. Mentalización automática y mentalización controlada en relaciones y contextos específicos
● ¿Existen deficiencias generales de mentalización o dificultades más parciales?
● ¿Hay marcadas discrepancias entre la mentalización en condiciones no estresantes versus
condiciones estresantes o son los niveles de mentalización más o menos equiparables en ambas
condiciones?
● ¿Cuál es el nivel de estrés óptimo para que tenga lugar una mentalización adecuada?
● ¿Existen diferencias relacionadas con el contexto y la dimensión otros-uno mismo, particularmente
en las relaciones de apego?
● ¿Qué grado alcanza la incapacidad para mentalizar bajo condiciones de estrés?
● Tiempo de recuperación de la mentalización.
● Capacidad de corregirse a uno mismo y de ser corregido por otros cuando se presentan altos
niveles de estrés.
● ¿Existe un sentido de seguridad suficiente y realista en relación con el evaluador o el terapeuta?
● ¿Hay relaciones de apego específicas que provocan deficiencias en la mentalización?
Las interacciones se perciben, de maner invariable, en Hay estados de ánimo concretos que pueden interactuar
términos físicos (internos como la enfermedad o el con el trauma, socavando la mentalización
hambre, o externos, como quién hizo qué)
Utilización manipuladora de las relaciones y Las interacciones con determinados individuos pueden
comunicaciones específicas. perturbar la mentalización
El modelo del viraje en la mentalización
El sistema de apego individual se activa en situaciones de estrés, momento en que la mentalización vira de estado
controlado a automático. De acuerdo con este modelo, los individuos con una estrategia de apego hiperactiva
(ansiedad, resistente) cambiarán a la mentalización automática con mayor rapidez y necesitarán más tiempo para
recuperar la mentalización controlada.
Desactivador Relativamente alto (poco sensible, Débil, pero moderada a fuerte Relativamente
aunque fracasa en situaciones de estrés) en situaciones de estrés rápida
La capacidad para seguir mentalizando, incluso bajo un estrés considerable, se asocia a los “ciclos de construcción y
ampliación” del apego seguro. Estas estrategias sirven para desarrollar sentimientos de apego seguro, agencia
personal y regulación del afecto, y conducir al individuo a un entorno diferente y más adaptativo.
Posición mentalizadora o de no saber → Equivale a carecer de todo conocimiento. Intenta transmitir que los
estados mentales son opacos y que el terapeuta puede no tener más idea de lo que sucede en la mente del paciente
que el propio paciente. Intentamos mostrar la voluntad de averiguar lo que ocurre en la mente del paciente, qué lo
moviliza, como se siente y los motivos subyacentes a sus problemas. Nuestro objetivo es que el paciente monitorice
en tiempo real sus estados mentales.
La posición clínica mentalizadora incluye:
● Atención conjunta acerca de los estados mentales del paciente
● Humildad derivada de un sentido de “no saber”
● Paciencia para dedicar tiempo a identificar las distintas perspectivas
● Legitimar y aceptar las perspectivas diferentes
● Indagación activa al paciente acerca de su experiencia, pidiéndole descripciones detalladas acerca de su
experiencia (es decir, preguntas tipo “qué”) en lugar de explicaciones (o preguntas de tipo “por qué”)
● Evitar cuidadosamente la necesidad de entender lo que no tiene sentido (por ejemplo, señalar explícitamente
que algo no está claro)
● Subrayar las perspectivas alternativas, aceptando que podemos asumir los puntos de vista divergentes
Cercanía emocional en las sesiones de terapia
Una vez que el terapeuta ha adoptado una actitud mentalizadora y estimulado el proceso mentalizador, su tare
consiste en mantener la mentalización tanto en su interior como en el del paciente, reconociendo al mismo tiempo
que la terapia tiene el potencial de desestabilizar la mentalización y de estimular el sistema de apego. La
mentalización se verá amenazada simplemente porque el terapeuta investiga, estimula sentimientos y formula
preguntas, todo lo cual es probable que despierte la ansiedad del paciente. Consciente de ello, el terapeuta se
aproxima emocionalmente el paciente durante la sesión sólo hasta el punto en que juzgue que el paciente está a punto
de perder la mentalización, momento en el que se retraerá, alejándose del paciente para reducir el arousal emocional
de éste. Una vez que el paciente recobra la mentalización, el terapeuta puede volver a implicarse emocionalmente y
empezar de nuevo a indagar, empatizar y centrarse en la relación paciente-terapeuta.
Movimientos contrarios
Técnica para reequilibrar la mentalización adherida al extremo de alguna de las 4 dimensiones de mentalización.
Técnicamente, lo que hace el terapeuta es tratar de conducir al paciente hacia afuera si está muy centrado en sí
mismo, o hacia el interior si está excesivamente externalizado o focalizado en el otro.
Etiquetado con calificación
Enunciados del tipo “me pregunto si…”. Cuando son utilizados adecuadamente, pueden impulsar el progreso de la
sesión y propiciar más discusiones y revelaciones. La posición del “no saber” implica que, más que saber, el
terapeuta pregunta. Sin embargo, si sabe, lo mejor es que no pregunte, para evitar una interrogación permanente.
El terapeuta de proceso
Es importante que el terapeuta se concentre en desarrollar un proceso terapéutico mentalizador, prestando más
atención a esto que a la comprensión detallada del contenido. El proceso implícito de mentalización constituye un
objetivo importante del tratamiento, pero solo puede tener lugar si el paciente se libera de las opiniones rígidas
sostenidas firmemente dentro de un sistema de creencias esquemáticas. Para propiciar este cambio, el terapeuta debe
centrarse en la relación entre paciente y terapeuta, dado que ejemplifica diferentes perspectivas y brinda la
oportunidad de que se produzca una comprensión alternativa.
La delimitación esquemática y manifiesta de las creencias genera una mentalización explícita, lo cual constituye la
base de muchas intervenciones cognitivas. Sin embargo, el objetivo es el desarrollo de un proceso de mentalización
implícita en el marco de la relación terapéutica. Por tanto, más que la exposición cognitiva, lo que enfatizamos es la
explicación de los estados afectivos incrustados en la relación actual con el fin de generar una experiencia de
“sensación sentida” en la que el paciente se sienta afirmado, validado y acompañado, y permanezca en el
sentimiento, al tiempo que es consciente de él.
La negociación de una reacción terapéutica negativa, la ruptura repentina de la alianza o la rápida disregulación
emocional del paciente son aspectos del proceso que requieren especial atención. Todos ellos pueden dejar perplejo
al terapeuta y sin saber muy bien cómo reaccionar. Las rupturas representan un fallo de mentalización, y la respuesta
del terapeuta debe estar abierta a la consideración de cuál ha sido su participación en la ruptura. Antes de hacer
interpretaciones de la transferencia, debemos reparar la alianza.
El foco de la mentalización: gestión del proceso
Para gestionar el proceso de metalización en cada sesión, se utilizan diferentes técnicas basadas en la mentalización.
Existe el componente de apertura de una sesión en la que se desarrolla un determinado foco, seguido de una
exploración de este foco desde una variedad de perspectivas —la perspectiva aparente en el momento en que ocurrió
el problema, la perspectiva actual durante la sesión y la perspectiva de eventos similares que podrían ocurrir en el
futuro. También existe la trayectoria de la intervención, que se mueve desde la validación empática, al comienzo de
la sesión, a la exploración del foco y el afecto, pasando por la mentalización de la relación, y vuelve a la validación
empática y el resumen al final de la sesión. Las técnicas que se pueden utilizar para administrar el proceso son:
● Parar, escuchar y mirar → El terapeuta está atento a las interacciones y los procesos de no mentalización,
para parar, escuchar y mirar. Se investigan los detalles de lo que ocurre, resaltando quien siente qué acerca
de quién.
● Parar, rebobinar y explorar → Para cuando la mentalización se ve seriamente alterada. El terapeuta tiene
que parar la sesión e insistir en rebobinar hasta el punto en que la interacción era constructiva, para luego
explorar el camino que produjo la pérdida de la mentalización.
○ Proceso de exploración (si el paciente no está en modo de equivalencia psíquica) → ¿Qué crees
que le parece eso a X? ¿Puedes explicar por qué él ha hecho eso? ¿Piensas que existen otros
caminos que le ayuden a entender realmente cómo te sientes al respecto? ¿Cómo explicas tu
angustia? Si alguien estuviera en esas mismas circunstancias ¿qué le recomendarías que hiciese?
La MBT exige que el terapeuta mantenga su mentalización lo mejor posible durante la sesión. Esto puede significar,
entre otros:
- Proporcionarle al paciente, cuando es incapaz de etiquetar sus sentimientos, el nombre del sentimiento.
- Señalar a un paciente, cuando no puede expresar algo con claridad, lo que está tratando de decir.
- Utilizar la comprensión de los sistemas proyectivos para identificar una emoción.
● Motivación
La motivación para cambiar y el entusiasmo por el tratamiento son muy variables con el TLP. Como terapeutas,
tenemos que estar constantemente alerta a las disminuciones en la motivación y alterar, en consecuencia, nuestra
interacción con el paciente. Generalmente, la motivación del paciente es inversamente proporcional a su nivel de
agitación y distrés emocional. Para mantener la motivación podemos:
➢ Demostrar apoyo, confianza y empatía mientras se explora la mente del paciente.
➢ Modelar la reflexividad.
➢ Identificar la discrepancia existente entre el self ideal y la experiencia del self, o dicho de otro modo, “cómo
eres en comparación con quién te gustaría ser”.
➢ “Fluir con el cambio” o “enfrentarse a la resistencia”.
➢ Reevaluar las ganancias e identificar áreas problemáticas permanentes.
➢ Subrayar las competencias y atender a las fortalezas de la mentalización.
Es natural que, al principio del tratamiento, el paciente no busque cambiar. El terapeuta debe conducir
progresivamente al paciente hacia un proceso de cambio. Sin embargo, este debe ser acordado por ambos. En primer
lugar es necesario ponerse del lado del paciente para tratar de ver las cosas desde su punto de vista. Esto es algo que
se lleva a cabo reflexionando desde la posición del paciente, y luego, mediante una respuesta completamente
empática a sus problemas. Se trata de validar, encontrando un área de coincidencia.
Se recomienda la revisión periodic de los objetivos de la terapia. El paciente tiene que experimentar que el
tratamiento es relevante para sus necesidades y percibir que el terapeuta presta atención a sus preocupaciones.
● Aseguramiento y apoyo
El aseguramiento y el apoyo se basan en escuchar sin juzgar, y abstenerse de conjeturar cómo se siente un paciente,
mientras se mantiene una actitud positiva y esperanzada. El cuestionamiento positivo y confiado infunde confianza al
paciente y le demuestra nuestro deseo de conocer y entender sus problemas. Para ello, tendremos que “comprobar”
continuamente nuestra comprensión: “Como lo entiendo, lo que me estás diciendo es… ¿Es eso correcto?”
Los principio que guían esta actitud son:
➢ Respeto por la narrativa y la expresión del paciente.
➢ Actitud positiva/esperanzadora, pero interrogativa.
➢ Demostración del deseo de entender.
➢ Curiosidad genuina.
➢ “Chequeo” constante de nuestra comprensión.
➢ Aclarar el impacto emocional de la narrativa, basándose en el sentido común y en la experiencia personal.
➢ No actuar en lugar del paciente, sino promover su responsabilidad.
La negatividad y la desesperanza constantes agotan a los demás, incluidos los terapeutas. La MBT plantea dos
posibles intervenciones para afrontar esta situación: focalizarse en el afecto del problema o desafiar la posición
fija en el polo afectivo.
● Foco afectivo
El foco afectivo se refiere a la atmósfera compartida entre paciente y terapeuta que se manifiesta durante la sesión.
Es algo que si bien resulta evidente en el dominio interpersonal, permanece no expresado. Es un aspecto implícito de
la mentalización. Se trata de explicitar una mentalización implícita. Vinculamos el estado afectivo actual al trabajo
terapéutico en el marco de la sesión misma. Así, se busca aumentar la complejidad, profundidad e intimidad de la
relación, mientras se manejan los afectos interpersonales asociados y se preserva la mentalización.
El foco en el afecto nos indica que compartir los aspectos emocionales de las relaciones personales no tiene porqué
ser inseguro y también permite comprobar la comprensión personal que se tiene de un determinado elemento de la
relación. La confianza epistémica se ve reactivada.
● Desafío
Pueden ser declaraciones contrarias a la lógica, comentarios extravagantes, o un comentario sincero y justo. El
objetivo es interrumpir de manera abrupta la no mentalización, aunque sea sólo provisionalmente. Esto sorprende la
mente del paciente, conduce su mente a un proceso más reflexivo cuando ninguna otra intervención ha tenido éxito.
Si se interrumpe la no mentalización como resultado de la intervención, se pide al terapeuta que mantenga la sesión
“congelada”, o de lo contrario, la no mentalización se reanudará en breve.
Se utiliza principalmente cuando el paciente está en un modo simulado persistente. Las principales características de
un desafió son:
● Imbuido de empatía
● Carente de juicios
● Inesperado, inusual,, sorprendente
● Al margen de dialogo terapéutico habitual
● Apunta hacia el afecto utilizando la validación empática con mayor frecuencia que la cognición
● Trata de estimular la reflexión
● Indicadores transferenciales
Los indicadores transferenciales son intervenciones que vinculan el contenido y el proceso de la sesión con la
relación entre el terapeuta y paciente (movimiento interno) o con la vida externa del paciente (movimiento externo),
si bien carecen de suficiente profundidad y complejidad para mentalizar la relación.
El objetivo de los indicadores transferenciales es mover la terapia hacia el “aquí y el ahora” de las interacciones
interpersonales, identificar los patrones de apego y sus consecuencias. Estas intervenciones son siempre actuales,
haciendo referencia ya sea al exterior como al interior de la relación terapéutica.
● Mentalización integradora
Se trata de recomponer, más allá de la clarificación, el rompecabezas de la narrativa del paciente. Conlleva una
extensa elaboración de la experiencia que describe el paciente, mediante:
1. Clarificación y elaboración de la emoción y la experiencia.
2. Identificar un fallo en la mentalización y alentar la mentalización activa en torno al mismo tema.
3. Presentar una visión o perspectiva alternativa.
El objetivo es elaborar junto al paciente los eventos en términos del proceso mental y tratar de analizar brevemente
con el paciente el modo en que interactúa o se relaciona.
● Mentalizar la transferencia o mentalizar la relación
Nos centramos en la relación terapeuta-paciente en la esperanza de que la discusión sobre esa relación contribuya al
bienestar del paciente. Se trata simplemente de aludir a un fenómeno actual y desconcertante, que genere curiosidad
y, requiera reflexión y contemplación, los cuales forman parte de nuestra actitud indagadora general, destinada a la
recuperación de la mentalización.
El objetivo es crear una perspectiva alternativa, centrándose en la atención que deposita el paciente en otra mente (la
del terapeuta) y asistirle en la tarea de contrastar la percepción que tiene de sí mismo con el modo en que es
percibido por otras personas. La razón que hay detrás de esto es, como siempre, alentar la mentalización.
❖ Mentalización de familias
Cuando una persona es diagnosticada de un trastorno límite de la personalidad, suele obviarse el efecto del
diagnóstico en sus cuidadores. Los cuidadores o familia de las personas con TLP pueden tener necesidades que son
equivalentes cuanto menos, a las familias y los cuidadores de personas con otros problemas graves y crónicos de la
salud mental.
Curso de 5 módulos:
1. Introducción al TLP → ¿Que es el TLP?, causas del TLP: neurología,, desarrollo, entorno, etc.
2. Mentalización → ¿Qué es la mentalización?, identificación de la no mentalización.
3. Mindfulness y gestión emocional → ¿Qué son las emociones?, gestión emocional para familias,
mindfulness.
4. Habilidades de validación → Entender la empatía y la validación.
5. Solución de problemas → Definir el problema, generar potenciales soluciones, seleccionar y planificar una
solución, implementar y monitorizar la solución.
Métodos → Psicoeducación, exploración, role-play, hojas de trabajo y ejercicios, vídeos, identificación de las
habilidades usadas en las sesiones.
❖ Mentalización en el sistema
Características del sistema mentalizador
● Relajado y flexible, no está confinado a un punto de vista.
● Puede ser lúdico, con un humor que no hiere ni distrae, sino que propicia la implicación.
● Capaz de resolver problemas a través de la negociación entre las perspectivas de los otros y las propias
● Aboga por que cada uno describa su experiencia, en lugar de definir la experiencia o las intenciones ajenas
● Promueve la responsabilidad individual por la propia conducta y no el sentido de que es algo “que sucede”
● Muestra curiosidad acerca de las perspectivas de otras personas, y espera que el punto de vista propio sea
ampliado por las opiniones ajenas