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Mentalización y apego
Bowlby postuló en la teoría del apego que su principal función era la protección de los infantes ante depredadores. Teniendo en
cuenta que los comportamientos de apego se activan cuando algo en su ambiente hace que el infante se sienta inseguro, y su
finalidad es hacer que vuelva la sensación de seguridad, se puede plantear que el sistema de apego es ante nada un regulador
de la experiencia emocional, que se desarrolla en un proceso diádico en que a medida que el cuidador entiende las señales
del infante y responde ante ellas, el infante puede reestablecer el equilibrio. Así, la teoría del apego se entiende como
organizadora de la regulación fisiológica y cerebral.
En este proceso, el infante desarrolla expectativas específicas, que Bowlby denomina “modelos internos de trabajo”, que
proveerán los prototipos para todas sus relaciones posteriores. Estos son resistentes al cambio porque no son conscientes.
Los estilos de apego también juegan un rol clave en la transmisión transgeneracional del apego seguro: los adultos con
apego seguro tienen 3 a 4 veces más probabilidades de tener hijos con apego seguro. Los estilos de apego parentales predicen
medidas de temperamento, eventos de vida, apoyo social y psicopatología. Por otro lado, el apego inseguro y el apego
desorganizado son factores de riesgo para un desarrollo emocional y social subóptimo. Sin embargo, se debe tener en cuenta
que esto sucede en una serie compleja de pasos, que involucran distintos factores de riesgo y resiliencia, interactuando con las
fases del desarrollo pasadas y futuras.
Mentalización en familias
Es en la familia donde las relaciones tienden a ser más tensas, más amables y más emocionalmente intensas. En otras palabras,
la familia es el ambiente con el mayor potencial para estimular una pérdida de la mentalización. Los padres pueden
experimentar una disminución en la capacidad de mentalizar debido al estrés asociado a conflictos familiares o laborales. Los
niños pueden esconder sus estados mentales por múltiples razones. Los problemas en salud mental también pueden ser un
antecedente que incremente la frecuencia de las interacciones no-mentalizantes en la familia.
Otra modalidad de fallo en la mentalización en la familia se da cuando la experiencia de un individuo se encuentra con mentes
“no-responsivas”. Cuando la mente curiosa del niño se encuentra con miembros que no pueden responder a sus preguntas,
puede acabar por rendirse, reforzando un ciclo de desesperanza.
Por otro lado, las familias aglutinadas pueden incurrir en mentalizaciones intrusivas, lo cual tiene como consecuencia que los
miembros no se sientan comprendidos ni respetados. Aquí habría una pseudo-mentalización, las narrativas del los miembros
no se conectan unas con las otras. Como consecuencia, hay un ciclo de suposiciones injustificadas respecto de los estados
mentales de otros miembros de la familia. Asi, la mentalización se experimenta como intrusiva y confusa, pudiendo llevar a
algunos miembros a evitar subsiguientes esfuerzos para mentalizar.
Si un miembro de la familia decide dejar de mentalizar, estar en “modo no-disponible” para el resto del sistema familiar, otros
miembros pueden reaccionar haciendo lo mismo, tomando una postura que ataca directamente la mentalización (Ej: estás
tratando de volverme loco). En el extremo del espectro de conductas no-neutralizantes tenemos el abuso de la mentalización,
en el que esta habilidad se utiliza para promover los intereses de un individuo a las expensas del bienestar del grupo familiar a
de algún miembro.
Conclusión
En este capítulo se ha sugerido que la mentalización podría mediar la relación entre el desarrollo anormal de la cognición
social durante la niñez y la psicopatología en adultos. Esto implicaría que un foco en el proceso de mentalización podría
mejorar la práctica clínica. Los tratamientos basados en la mentalización tienen un marco de referencia teórico que incluye un
modelo del desarrollo, una teoría de la psicopatología y una hipótesis sobre el mecanismo de la acción terapéutica. Desde esta
perspectiva, los cambios cognitivos y conductuales de los pacientes se dan en la medida en que reconocen significados
subyacentes o identifican razones por las que son como son. Es decir que son consecuencias del cambio en la mentalización.
Esta perspectiva abre también la posibilidad del trabajo preventivo en la niñez. Dado que la mentalización es un proceso
psicológico fundamental que se relaciona con todos los trastornos mentales, las aproximaciones enfocadas en la mentalización
tienen el potencial de mejorar el bienestar a través de un amplio espectro de trastornos. Además, para todos los psicólogos
clínicos hay un valor intrínseco en la mantención de un foco en los procesos mentales internos del paciente, ya que demuestra
un compromiso en su subjetividad.
● Capítulo 2: Problemas de mentalización en niños y adolescentes
Taxonomía de las fallas de mentalización en niños y adolescentes
Objetivos de este capítulo
a. Establecer que la mentalización es un endofenotipo que debe ser abordado en el tratamiento de la psicopatología.
b. Establecer cómo diferentes aspectos de la mentalización se reflejan en la heterogeneidad de los diferentes trastornos
de la infancia.
Conclusión
Este capítulo aclara cómo diferentes aspectos de la mentalización se reflejan en la heterogeneidad de las diferencias trastornos
de la infancia. De esta manera establece la mentalización como un endofenotipo importante que debe ser el objetivo del
tratamiento, en el que debe tomar en cuenta el estadio del desarrollo del niño, las características del trastorno y la facultad de
mentalización específica a estudiar.