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LA FILOSOFÍA DE FRIEDRICH NIETZSCHE (1844 – 1900)

1. Notas sobre su vida.


- Estudia teología y filología clásica en Bonn.
- Con 25 años ocupa una cátedra de griego en Basilea (Suiza)
convirtiéndose en el catedrático más joven de Europa.
- Se jubila con 35 años por problemas de salud e insatisfacción con el
ambiente de la universidad.
- Los siguientes diez años viaja por Europa y escribe su la mayor parte
de su obra.
- Los últimos diez años de su vida los pasa enfermo al cuidado de su
madre y hermana.

2. Períodos de su filosofía.
1º Periodo romántico.
Centrado en el estudio del pensamiento griego. Marcado por la influencia
del compositor Richard Wagner. La obra fundamental de esta etapa es El
nacimiento de la tragedia.
Ideas fundamentales de este periodo:
a) en el fenómeno de lo trágico se descubre la verdadera naturaleza de
la realidad.
b) corresponde al arte y a la tragedia conocer la esencia trágica del
mundo.
c) Sócrates encarna la oposición a la visión trágica del mundo,
representando el dominio de lo lógico frente a la vida.

2º Periodo ilustrado.
Predomina la influencia de Voltaire y de los ilustrados franceses. La
religión y la metafísica deben ser sustituidas por la ciencia como formas de
explicación de la realidad. La obra fundamental es Humano, demasiado
humano, que dedica a Voltaire. Aurora y La gaya ciencia completan el periodo.
El tema principal de este periodo es la critica de la cultura occidental: la moral y
la religión son formas que el hombre ha colocado sobre sí mismo y que le
esclavizan haciendo que se olvide de lo humano.
3º Periodo del mensaje de Zaratustra.
En él se formulan las ideas principales de Nietzsche. La obra
fundamental del periodo es Así habló Zaratustra, que consta de un prólogo y
tres partes.
- En el prólogo se describe al superhombre y al último hombre.
- La primera parte plantea la muerte de Dios.
- La segunda la idea de la voluntad de poder.
- Y la tercera, la idea del eterno retorno.

4º Periodo crítico.
Nietzsche completa la critica a la cultura occidental, a la filosofía, a la
religión y a la moral tradicional. Las obras más significativas de este periodo
son Más allá del bien y del mal y Genealogía de la moral. Y entre las ideas
fundamentales se pueden señalar las siguientes:
- Es preciso destruir al hombre, al último hombre, para que pueda
surgir el superhombre.
- Para ello se hace necesaria la destrucción de la filosofía, la religión y
la moral de la tradición occidental y la transmutación de los valores
que impida la autoalienación del ser humano.
- Detrás de todos los valores está la vida como su fundamento último,
como fondo originario y profundo de todo lo que existe.

3. De la filología a la filosofía.
3.1. La vida.
En su primera obra, El origen de la tragedia, presenta Nietzsche el que será el
núcleo de su filosofía: detrás de la definición de la esencia de lo “trágico” se
descubre la vida como naturaleza última de toda realidad.
Vida es lo que no puede definirse, lo que se escapa a los conceptos, lo que se
“vive” y no lo que se “piensa”. Por eso la vida se manifiesta como instinto
espontáneo, lucha permanente y continuo cambio.
Siguiendo a Arthur Schopenhauer (1788 – 1860). Nietzsche considera que la
vida es voluntad de poder (ver más adelante), fuerza creadora, el deseo ciego
de procrear y perdurar de la realidad.
Nietzsche exalta la vida buscando liberarla de la opresión de la cultura. La
filosofía de Nietzsche es vitalista, proclama la alegría de vivir, aceptar la vida es
asumirla en su carácter trágico sin enmascararla.

3.2. La tragedia griega. Lo apolíneo y lo dionisiaco.


Como la vida es ininteligible en sí misma, Nietzsche recurre para estudiarla a
sus manifestaciones y muy especialmente al lenguaje, cuyas formas son
síntomas de la vida y de la voluntad de poder. Se propone analizar las
expresiones lingüísticas como símbolos tras los cuales se oculta lo
inconsciente, lo no comunicable, la realidad vital.
La vida no es accesible a la comprensión intelectual, sino mediante la intuición
que penetra la esencia de las cosas. El arte y la poesía son el medio a través
del cual aprehendemos la esencia originaria y profunda del mundo.
En el mundo griego la expresión simbólica de la vida se desarrolla a partir de
dos fuerzas que se combaten pero que se necesitan: lo apolíneo y lo
dionisiaco, representados por el dios Apolo y por el dios Dioniso.

- Espíritu dionisiaco; representa los valores de la vida, de la


desmesura, la embriaguez mística y la anulación de la conciencia
personal; símbolo de la vida que se desborda rompiendo las barreras
y las limitaciones.
- Espiritu apolíneo; representa los valores de la razón, la medida, el
equilibrio y la individualidad.

La tragedia griega es para Nietzsche el arte total, en ella se une lo dionisiaco,


que se manifiesta a través de la música y la danza, que corresponde al coro, y
lo apolíneo que se expresa a través de la palabra y que corresponde a los
personajes.
Esquilo y Sófocles son la culminación del arte trágico para Nietzsche que
empieza a entrar en decadencia con Eurípides que minimiza el papel del coro y
la música.
Será Sócrates la figura que va a marcar el comienzo de la decadencia griega.
En la filosofía socrática la razón se impone sobre los instintos. Nace el
predominio de lo apolíneo, de lo lógico, de la razón, que es incapaz de intuir la
vida tal y como lo hacía la tragedia.

4. La crítica a la cultura occidental. El nihilismo.


El olvido de los antiguos valores griegos que estaban recogidos en la tragedia y
que expresaban la vida como lucha ha provocado el predominio del concepto y
la escisión entre el lenguaje y la vida. Sobre esta separación se levanta la
cultura occidental. Nietzsche llama a esta pérdida del sentido de la vida
nihilismo, al que califica como un veneno mortal para la humanidad que exalta
la debilidad humana y entroniza el fracaso del hombre y su miseria.
En el cristianismo Nietzsche encuentra encarnados los valores del nihilismo: el
odio y el temor a la vida, que constituyen una “voluntad de nada”, una negación
de la vida. Es el monoteísmo cristiano el que fundamenta la existencia de un
mundo trascendente y vacío, fruto del resentimiento ante la vida.

4.1 Crítica a la filosofía. Teoría del conocimiento.


El origen profundo del nihilismo entendido como negación de la vida debe
situarse en Sócrates y Platón.
La contraposición de los dos mundos platónicos sitúa al concepto, a la idea
como la auténtica verdad y como lo auténticamente real, frente al mundo del
devenir, imperfecto, cambiante y aparente.
La identificación entre la razón, la virtud y la felicidad oculta el rechazo a los
sentidos, el temor a los instintos, a la vida: sólo el sabio es virtuoso y en el
conocimiento reside la felicidad. Nietzsche quiere desenmascarar ese
idealismo y demostrar que sólo el devenir es. No hay un mundo real distinto del
que experimentamos por medio de los sentidos. Lo real es el devenir, la
apariencia.
El triunfo del concepto es el dominio de la conciencia frente a la intuición. Es la
conciencia la que desvirtúa los impulsos de lo inconsciente, de los instintos,
convirtiendo todo en inteligible y comunicable. Los conceptos de la filosofía son
puras generalizaciones vacías, sólo las intuiciones nos permiten captar lo
sensible y lo real.
Cuando las palabras se transforman en conceptos se abandonan las
diferencias individuales para servir de instrumento de comunicación. El
concepto abstrae de un modo arbitrario las peculiaridades para destacar lo
común; sin embargo, no es posible pensar en “la hoja”, por ejemplo, sino en
una hoja con una forma y un color determinados. Se produce así un
falseamiento: el concepto falsea la intuición.
El error de la filosofía es haberse olvidado de las intuiciones como el
origen de los conceptos y aceptar dogmáticamente que los conceptos son lo
que designa la realidad y no puras metáforas de las intuiciones. Ese olvido es
el fundamento de la metafísica, que considera lo abstracto y universal, lo
inteligible, como real y verdadero. Pero no hay verdad en el concepto, “las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se
han desgastado y han quedado sin fuerza sensorial”.
Todo conocimiento es relativo: no conocemos ningún hecho en sí. El mundo es
susceptible de diversas interpretaciones. El conocimiento es para Nietzsche
perspectivismo.

4.2 Crítica a la ciencia.


La crítica de Nietzsche se dirige contra el mecanicismo propio de las
ciencias positivas. La ciencia, desde Galileo, matematiza la realidad, capta
las propiedades matemáticas de las cosas y sus relaciones, pero es incapaz de
conocer la singularidad de cada una, reduce lo cualitativo y dinámico de lo real
a leyes cuantitativas. El conocimiento de las cosas como fenómenos sólo es
posible, como decía Kant, gracias a lo que nosotros ponemos en ellas, el
espacio y el tiempo. Por tanto las leyes de la ciencia nada nos dirán sobre la
realidad esencial de las cosas.

5. La crítica a la moral cristiana.


Nietzsche desarrolla su crítica a la moral occidental en dos obras: Más allá del
bien y del mal y Genealogía de la moral. En estas obras trata de descubrir los
instintos desde los que brotan los conceptos morales. El método genealógico
permite estudiar cómo surgieron los conceptos morales y cómo se impusieron
como valores aceptados por todos a partir de la fuerza del grupo social que los
propone.
La crítica de la moral se dirige a la moral cristiana, que Nietzsche ve como una
moral decadente, fruto del resentimiento. Pero es en Grecia donde se produce
primero el cambio de los valores que dará lugar a la moral cristiana.
En un momento en que las circunstancias históricas distinguen entre pueblos
dominadores y dominados, la virtud era equivalente a la fuerza, y el hombre
bueno era el noble, el aristócrata, el poderoso. Por oposición, el malo era el
débil, el cobarde, el hombre vulgar. Pero cuando la sabiduría se convierte en la
virtud por excelencia se produce la inversión de los valores. La moral se hace
débil y su pretensión de universalidad la vacía de contenido: a fuerza de
pretender ser una moral para todos se convierte en una moral para nadie.
Estas dos formas de valoración dan lugar a la distinción de Nietzsche entre la
moral de señores y la moral de esclavos.
- La moral de señores es la moral activa, originaria, que implanta los
valores; el señor, el noble, se ve a sí mismo como creador de sus
valores. Vive de modo autónomo, confiado, encontrando la felicidad
en sí mismo y despreciando la aprobación de los demás. Sólo los
señores, los poderosos, buscan su voluntad de poder por encima de
todo, sin esperar una compensación más allá de la única vida, la vida
terrenal.
- La moral de esclavos es pasiva, no crea los valores, sino que los
encuentra ante sí. El esclavo es débil y cobarde; siente el
resentimiento hacia el poderoso y proclama los valores que le hacen
la vida más soportable: la comprensión, la paciencia y la humildad.
La moral del esclavo es gregaria y utilitarista, sus valores morales
son expresión de las necesidades del rebaño.

Nietzsche contempla la historia de la cultura occidental como un triunfo de los


valores plebeyos de la moral de los esclavos sobre los valores aristocráticos de
la moral de los señores. Es el triunfo de la moral cristiana. Este concepto de
una moral universal y uniforme, la moral del rebaño, debe ser rechazado, pues
es el fruto del resentimiento y conduce a la degradación de la vida humana.
El judaísmo y el cristianismo completan la inversión de valores del platonismo
convirtiendo al débil en un hombre bueno amado por Dios. Los débiles, los
esclavos, los que no pueden disfrutar de la vida, se rebelan contra los fuertes,
los señores, estableciendo una ley moral que prescinde de las diferencias entre
los individuos y prohíbe a todos gozar de la libre expansión de la voluntad de
poder. Es la rebelión de los esclavos.
La imagen de Dios en la cruz sacrificado por la redención de los hombres
impulsa en el cristianismo el sentimiento de culpa y el ideal ascético de
renuncia a los placeres: el modelo moral de negación de uno mismo como
único medio de redención de la culpa. Nietzsche rechaza esta moral que
constituye una negación de la vida, un odio contra lo humano que rechaza la
felicidad y la belleza proclamando un ideal trascendente, pero vacío, una
voluntad de nada: el nihilismo. Si Dios se ha convertido en el argumento contra
la vida, la negación de Dios traerá la afirmación de los valores de la vida y la
aparición de un hombre superior, más allá del bien y del mal, que abandone la
moral del resentimiento y cree sus propios valores.

6. La muerte de Dios.
En La gaya ciencia afirma Nietzsche que el acontecimiento más importante de
la época es que “Dios ha muerto”. La muerte de Dios significa una crítica
radical de la religión, la moral y la metafísica sobre la que se ha levantado
la civilización occidental. La liberación de un gran peso que abruma al
hombre, el peso de la idea de un más allá. La desaparición de la creencia en el
Dios cristiano cambiará la orientación del hombre, alejándolo del mundo
sobrenatural para centrarlo en este mundo, el único mundo real.
Con la muerte del Dios monoteísta acaba el dogmatismo, la concepción
unívoca y sobrenatural de la realidad apoyada sobre la razón y la escisión entre
lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo real y lo aparente. Comienza
entonces un resurgimiento de los antiguos dioses del politeísmo: dioses
múltiples, enfrentados en una lucha eterna, que simbolizan una visión plural de
la realidad y de la vida.
El nihilismo como pérdida del sentido unitario de la vida abre camino a una
nueva visión de la realidad y del hombre. Frente al pensamiento único el
perspectivismo reconoce la multiplicidad de interpretaciones haciendo
posible la libertad del ser humano.
La muerte de Dios permite que afloren las energías creadoras del hombre, la
eliminación de los antiguos valores que el superhombre está en condiciones de
realizar. El lugar de Dios lo ocuparan ahora la vida y el superhombre creador
de nuevos valores.

7. El superhombre.
La muerte de Dios ha precipitado al hombre al nihilismo, dejándole sin valores,
en la nada. Es el reino del último hombre, el hombre que vive el final de una
civilización.
La superación del nihilismo y la creación de nuevos valores que den
sentido a la vida necesitan una superación de los antiguos. Esta tarea de
creación es propia de la voluntad de poder que dará lugar a un nuevo tipo de
hombre: el superhombre, en el que se manifestará su poder creativo y la
superación de sí mismo.
Se trata de cambiar la manera de ver para llegar a una nueva forma de sentir,
devolviendo al hombre el valor de sus instintos naturales: “¿Qué es bueno?
Todo lo que acrecienta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de
poder, el poder mismo. ¿Qué es malo? Todo lo que proviene de la debilidad.
¿Qué es la felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder, de que
queda superada una resistencia.”
En Así habló Zaratustra, Nietzsche presenta a este personaje como portavoz
de la muerte de Dios y profeta del superhombre y del eterno retorno.
El superhombre creará los valores de la vida sin fundamentarlos en un más
allá. El superhombre renuncia a los sueños ultramundanos y vuelve a la
tierra. El superhombre tendrá una absoluta autonomía moral, estará más allá
del bien y del mal, porque no hará caso de los prejuicios de los demás, sino
que él mismo será el que establezca el bien y el mal.
La libertad del hombre superior le sitúa por encima de cualquier
adoctrinamiento. La propia vida se concibe como experimento, como
posibilidad. El hombre superior es, en definitiva, el que se afirma en el devenir
de la vida sin necesidad de crearse subterfugios, otro mundo donde consolar
su angustia del espíritu.
La idea del superhombre no es el anuncio de una realidad inexorable,
sino una meta para la voluntad. El superhombre no surgirá a causa de un
proceso inevitable. La llegada del superhombre dependerá de que los
individuos superiores tengan la audacia de transformar todos los valores,
especialmente los valores cristianos y crear otros partiendo de su vida y su
poder.

8. La idea del eterno retorno.


Zaratustra no es solamente el profeta del superhombre, sino también del eterno
retorno. Esta intuición del eterno retorno encierra la idea fundamental del
pensamiento de Nietzsche, su decidida afirmación de la vida.
El significado de la intuición del eterno retorno nos enfrenta con el problema del
tiempo. La vida y la voluntad de poder exigen la superación del ser devorado
por el tiempo. Todo lo vivo parece llamado a desaparecer, todo lo que nace,
muere.
La doctrina del eterno retorno es el intento supremo de absolutizar el
devenir como el “ser”. Los ciclos temporales, sometidos a un comienzo y a
un fin, se repiten de un modo infinito. Cada persona, condenada a desaparecer,
volverá a vivir la misma vida, en la misma época y del mismo modo. El instante
presente adquiere así una dimensión eterna, en la que se cruzan el pasado y el
futuro. Esta concepción circular de la realidad nos obliga a que el momento
presente merezca ser vivido eternamente.
El superhombre acepta la vida como devenir, como eterna repetición, sin
crear un ser que trascienda al universo. Nietzsche excluya así la idea de un
“más allá” personal, aceptando el mundo como realidad inmanente y única. La
idea del eterno retorno es la consecuencia de la voluntad que acepta la vida
con todas sus consecuencias.
El universo está encerrado en sí mismo y el hombre verdaderamente fuerte
afirmará este universo con firmeza, no con resignación, sino con alegría,
renunciando a cualquier escapismo trascendente. La idea de superhombre no
es, pues, el objetivo final de un proceso lineal de creación, no repetible, sino la
expresión de un compromiso permanente de amor a la vida.

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