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SERGIO SÁNCHEZ
NIETZSCHE:
LOS PÓSTUMOS DEL PERIODO 1867-1873
Universitas
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Editorial Científica Universitaria de Córdoba
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El problema del conocimiento en la filosofía del joven Nietzsche...
SERIE
Colección Conjetura de Filosofía
N° 1 - Heidegger y la Mística
N° 2 - Lógica, verdad y creencia... Nietzsche - Spir
N° 3 - El Problema del conocimiento... Nietzsche
N° 4 – Lecciones sobre Michel Foucault.
ISBN: 987-9406-44-3
Nietzsche
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“Quisiera abordar el problema del valor del conoci-
miento como un ángel frío que atraviesa con su mi-
rada todas las bagatelas. Sin maldad, pero sin sen-
timientos”
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Referencias
Las obras de Nietzsche se citan según las Sämtliche Werke in 15 Bänden. Kritis-
che Studienausgabe, Hrsg. von G. Colli und M. Montinari, de Gruyter, Berlin-New
York, 1980 con las siglas KSA. Estas siglas, en caso de tratarse de fragmentos
póstumos, van precedidas de las referencias correspondientes establecidas en
dicha Edición. Las cartas se citan según las Sämtliche Briefe in 8 Bänden. Kritische
Studienausgabe, Hrsg. von G. Colli und M. Montinari, de Gruyter, Berlin-New
York, 1986, con las siglas KSB. Unos pocos textos de las notas Zur Teleologie de
1867-68 se citan de la Werke. Historisch-Kritische Gesamtausgabe, Beck, München,
1933-1940, con las siglas BAW. Finalmente, los textos correspondientes a las
notas para las Vorlesungen de retórica, se citan del Vol. XVIII (Segundo de la
Tercera Sección “Philologica”), de la Grossoktav-Ausgabe de las Nietzsche's Werke
en la edición Kröner, (Leipzig-1912), con las siglas GOA. En todos los casos las
mencionadas siglas van seguidas de un número (arábigo para la Edición Colli-
Montinari; romano para las otras ediciones) que indica el volumen de que se
trata y otro correspondiente a la página en cuestión. Las traducciones son en
todos los casos nuestras. Al realizarlas, hemos tenido en cuenta las traducciones
al español realizadas por Andrés Sánchez Pascual para la Editorial Alianza Las
siglas adoptadas para indicar cada obra específica de Nietzsche son las siguien-
tes:
A: Der Antichrist
DW: Die dionysische Weltanschauung
EH: Ecce Homo
FV: Fünf Vorreden zu fünf ungeschreibenen Büchern.
FW: Die fröhliche Wissenschaft
GD, Götzen-Dämmerung
GM: Zur Genealogie der Moral
GT: Die Geburt der Tragödie
JGB: Jenseits von Gut und Böse.
M: Morgenröte
MA: Menschliches, Allzumenschliches
NW: Nietzsche contra Wagner
PHG: Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Griechen
WA: Der Fall Wagner
WL: Wahrheit und Lüge im aussermoralischen Sinne
Za: Also sprach Zarathustra
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El problema del conocimiento...
camino que conduce más allá del exclusivismo materia-
lista”:
“... ¿qué es el cuerpo?, ¿qué es la materia?, ¿qué es lo físi-
co? Y la actual fisiología, tanto como la filosofía misma
nos obliga a responder estas preguntas afirmando que to-
do esto no son más que nuestras representaciones, repre-
sentaciones necesarias (notwendige Vorstellungen), represen-
taciones resultantes de leyes de la naturaleza, pero en
cualquier caso no las cosas mismas”68.
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Sergio Sánchez
to. Tales fragmentos constituyen así los antecedentes
inmediatos y los primeros borradores de Über Wahrheit
und Lüge im aussermoralischen Sinne. El antropomorfismo
inherente a nuestro conocimiento es subrayado ahora a
través de una descripción de la transposición de rasgos
de nuestra esfera a la esfera de las cosas del mundo en la
que se sigue un patrón que es equiparable al procedi-
miento retórico de la traslación de sentido. Sobre esta
base se vuelve a abordar la causalidad explicándola ahora
con mayor detalle en términos de un proceso de trans-
posición metafórica o inferencia por analogía (Analogies-
chluss).
“Un estímulo percibido y una mirada dirigida a un movi-
miento, unidos entre sí, presentan la causalidad ante todo
como un principio de la experiencia (Erfahrungssatz): dos
cosas, a saber, una sensación y una imagen visual determi-
nadas, aparecen siempre juntas. El que la una sea causa de
la otra es una metáfora tomada en préstamo a la voluntad y al ac-
to: una inferencia por analogía.
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El problema del conocimiento...
(Eigenschaften) a partir de las acciones. Admitimos cualida-
des porque observamos determinadas acciones.
Primero “ver”, luego la “visión”. “El que ve” pasa por ser
la causa del “ver”. Entre el sentido y su función percibi-
mos una relación regular: la causalidad es la traslación
(Übertragung) de esta relación (del sentido a la función del
sentido) a todas las cosas”70.
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La multiplicidad percibida supone el tiempo y el espacio,
la sucesión y la yuxtaposición. La yuxtaposición en el
tiempo produce la sensación de espacio.
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El problema del conocimiento...
y los apuntes para las Vorlesungen de retórica muy proba-
blemente contemporáneos.
Stingelin, Meijers y Crawford han mostrado cuánto
deben estos escritos al libro de Gustav Gerber Die Spra-
che als Kunst72. La lectura de esta obra, realizada en el
72. Gerber, Gustav: Die Sprache als Kunst, 2 Vol., Bromberg, Mittler'sche Buch-
handlung 1871-1874; 2da Edición: Berlin, R. Gärtner's Verlag 1885. (En siglas:
SK). Son escasas las noticias que se tienen de la figura de Gustav Gerber (Berlin
1820-1901), apenas mencionado en la literatura filosófica. Otros dos títulos
completan la lista de sus publicaciones: Die Sprache und das Erkennen, Berlin: R.
Gärtner's Verlag 1884 y Das Ich als Grundlage unserer Weltanschauung, Berlin: R.
Gärtner's Verlag 1893. Meijers, en el artículo cuyos datos consignamos más
abajo registra las recensiones de Die Sprache als Kunst y Die Sprache und das Erken-
nen realizadas, entre otros, por un atento lector de Nietzsche: Georg Simmel.
Sobre la relación Gerber-Nietzsche véanse los siguientes trabajos de los in-
térpretes aludidos: Stingelin, Martin, “Nietzsches Wortspiel als Reflexion auf
poet(olog)ische Verfahren”; Meijers, Anthonie, “Gustav Gerber und Friedrich
Nietzsche. Zum historischen Hintergrund der sprachphilosophischen Auf-
fassungen des frühen Nietzsche” en Nietzsche Studien, 17, 1988, pp. 337-349;
369-390. Ambos autores, apoyándose en un trabajo conjunto, exhaustivo y
particularmente riguroso en el que muestran la concordancia textual entre la
obra de Gerber y las notas para las Vorlesungen de retórica y el ensayo Über
Wahrheit und Lüge —“Konkordanz zu den wörtlichen Abschriften und
Übernahmen von Beispielen und Zitaten aus Gustav Gerber: Die Sprache als
Kunst (Bromberg 1871) in Nietzsches Rhetorik-Vorlesung und 'Über Wahrheit
und Lüge im aussermoralischen Sinne'”, Nietzsche Studien, 17, 1988, pp. 350-
368— han sostenido que “sobre la base de la comparación textual se puede
decir que Sprache als Kunst ha sido la mayor fuente de la tercera sección de las
notas de Nietzsche sobre retórica y que Nietzsche simplemente ha transferido a
dichas notas las posiciones más importantes de la filosofía del lenguaje de Ger-
ber”. Asímismo, tal obra sería “la fuente histórica más importante para las
concepciones relativas a la filosofía del lenguaje mantenidas por Nietzsche en
Über Wahrheit und Lüge” (Meijers: pp.383, 386). En discrepancia con esta apreci-
ación, Claudia Crawford —The Beginnings of Nietzsche's Theory of Language, Walter
de Gruyter, Berlin-New York, 1988— ha precisado los alcances de la influencia
de Gerber en Nietzsche argumentando de manera muy convincente que la
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otoño de 187273, proporciona a Nietzsche los medios
para expresar sus reflexiones gnoseológicas en términos
que hacen del lenguaje un escenario privilegiado para la
verificación de los procesos que llevan a la constitución
del mundo como representación. Específicamente,
Nietzsche ha tomado de Gerber el modelo tropológico
deuda de éste con el autor de Sprache als Kunst se limita sólo al modelo tropo-
lógico: Gerber no habría proporcionado a Nietzsche más que “una nueva me-
táfora, la metáfora de la retórica, para el cuerpo de ideas concernientes al len-
guaje que Nietzsche había sentado ya en 1871” (Preface: p X). Así, en el Cap. 14
de su libro (“Nietzsche's Notes for his Course on 'Rhetoric' and 'On Truth and
Lies in a Nonmoral Sense'“, pp.199-220), se ocupa de mostrar cómo, a excep-
ción del modelo tropológico, las ideas centrales sobre el conocimiento y el
lenguaje contenidas en Über Wahrheit “son ideas completamente familiares para
Nietzsche, ideas adoptadas por éste como resultado de la temprana influencia
de Kant, Schopenhauer, Hartmann tanto como de las propias intuiciones de
Nietzsche acerca del lenguaje” (p.205). Si bien nos parece indiscutible la
posición de Crawford en este punto, pensamos que no han de exagerarse sus
diferencias con la posición de Meijers y Stingelin. Especialmente el primero, no
ha dejado de reconocer la importancia de fuentes precedentes a Gerber, como
es la obra de Lange, subrayando que “para el joven Nietzsche”... “la Geschichte
des Materialismus, llegó a convertirse en un texto central” y que en Die Sprache als
Kunst “encontró Nietzsche un nuevo argumento para una erkenntnistheoretische
Position en el sentido de Lange” (p. 390).
73. En el registro de préstamos de la Biblioteca de Basilea hay constancia de
que Nietzsche retiró el primer volumen de la obra de Gerber en el mes de
Septiembre de este año. Cfr.: Max Oehler: Nietzsches Bibliothek, Vierzehnte
Jahresgabe der Gesellschaft der Freunde des Nietzsche-Archivs, Weimar 1942,
Apéndice 2: “Verzeichnis der von Nietzsche aus der Universitätbibliothek in
Basel 1869-1879 entliehnen Bücher”, p. 51. Dada la estrecha vinculación temát-
ica y la común referencia a Gerber como fuente principal, tanto Meijers-
Stingelin como Crawford, han estimado que las notas para las Vorlesungen de
retórica y los apuntes preparatorios de Über Wahrheit deben ser considerados
contemporáneos, lo que equivale a retrotraer la datación de aquellas a la época
del descubrimiento de la obra de Gerber.
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El problema del conocimiento...
para describir el carácter arbitrario e ilógico que define la
génesis del lenguaje y las categorías de la razón.
Tanto en las notas para las Vorlesungen de retórica co-
mo en Über Wahrheit abundan las huellas de la lectura de
la obra de Gerber, muchas de las cuales —como Meijers
y Stingelin han demostrado con particular rigor y con-
tundencia— consisten en transcripciones textuales no
explicitadas como tales o en paráfrasis que apenas varían
el sentido de la fuente. Así, una afirmación central in-
cluida entre aquellas notas, asumida y desarrollada en
clave decididamente filosófico-especulativa por el ensayo
sobre verdad y mentira, es una transcripción casi textual
de una página de Gerber:
Gustav Gerber: Sprache als Kunst,
Bromberg 1871, Volumen I, p.
333: F. Nietzsche: Rhetorik, 1874
(1872?), en GOA, Kröner, Leipzig,
“Establecemos resaltándolo el si- 1912, Band XVIII, Dritte
guiente principio (Satz): Abtheilung, Philologica, Band II, p.
Todas las palabras son imágenes-sonido 249.
(Lautbilder) y en cuanto a su significa- “El procedimiento más importante
ción (Bedeutung), son en sí mismas y de la retórica son los tropos, las de-
desde el principio tropos. Así como el signaciones impropias. Ahora bien,
origen de las palabras era un origen artís- en sí mismas y desde el principio,
tico, así también su significación varia en cuanto a su significación (Be-
esencialmente sólo por una intuición artís- deutung) todas las palabras son tro-
tica. 'Palabra en sentido propio' pos”.
('Eigentliche Worte'), esto es, prosa,
no hay en el lenguaje”
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“la retórica es un perfeccionamiento (Fortbildung) de los artificios ya
presentes en el lenguaje” (...) “No existe en absoluto una 'natu-
ralidad' no retórica del lenguaje a la que remitirse: el len-
guaje en cuanto tal es el resultado de artes puramente re-
tóricas. La fuerza (Kraft) que Aristóteles llama retórica, la
cual consiste en desenmarañar y hacer valer, para cada co-
sa, lo que es eficaz y produce impresión, es, al propio
tiempo, la esencia del lenguaje”74.
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El problema del conocimiento...
lo nervioso (Nervenreiz) presumiblemente ocasionado por
el contacto entre el animal humano y el mundo físico en
sí. Tal sensación, a su vez, produce espontáneamente un
sonido (Laut), como reacción natural al estímulo, tal co-
mo es el caso del llanto o el grito. Ya en esta fase primi-
tiva del desarrollo del lenguaje, el sonido ocasionado por
la sensación no re-presenta la percepción original, sino
que es sólo una imagen suya.
G. Gerber: F. Nietzsche:
“No aprehendemos, por tanto, “El hombre que conforma el
ni cosas ni sucesos, sino estímulos lenguaje (der sprachbildende Mensch)
(Reize); no reproducimos (geben- no aprehende cosas ni sucesos,
wieder) sensaciones, sino imágenes sino estímulos (Reize): no reproduce
(Bilder) de sensaciones” (Íbid., p. (geben-wieder) sensaciones, sino sólo
159). copias (Abbildungen) de sensacio-
nes” (Íbid., p. 249).
“Antes bien, se pregunta en ge-
neral, en qué medida un acto del “...pero se pregunta en general,
alma es representable a través de cómo un acto del alma es represen-
un sonido sensible (sinnlichen Laut)” table a través de una imagen-
(Íbid., p.158) sonido (Tonbild) (Íbid.)
“¿no deberían ser los materiales en “¿no deberían ser los materiales en
los que debe darse los mismos que los que debe darse los mismos que
aquellos en los que trabaja el alma? aquellos en los que trabaja el alma?
Pero, puesto que se trata de un Pero, puesto que se trata de un
elemento extraño –el sonido elemento extraño —el sonido
(Laut)— ¿cómo puede surgir algo (Laut)— ¿cómo puede surgir algo
más adecuado que una imagen?” más adecuado que una imagen?
(Íbid., p.159). (Íbid.).
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imagen, a su vez, simplifica y empobrece la sensación
original que representa: no conserva lo que en ella es
singular sino sólo lo que son marcas generales y caracte-
rísticas de la percepción. Por ambas razones, se trata de
una re-producción en el sentido de que no es una copia,
un calco, sino una nueva producción del original. De
aquí la caracterización de la naturaleza esencial del len-
guaje como naturaleza artística y la descripción de su gé-
nesis en términos de tropos y figuras: al no conservar en
sí más que las marcas más generales de la sensación, el
sonido-imagen opera como la sinécdoque haciendo de la
parte el todo76.
El mismo proceso se reitera en la fase sucesiva co-
rrespondiente a la génesis de la representación (Vorste-
llung): ésta es una nueva imagen que reúne en sí las señas
características recogidas en la imagen-sonido. Al ser
transferido al plano de la representación, el sonido gana
un nuevo carácter por el cual deviene un símbolo de ésta
en vez de ser una simple reacción a la sensación. Esta
segunda fase culmina en la producción de la raíz o radi-
cal (Wurzel) lingüístico, instancia en que se estabiliza di-
cha simbolización consciente en términos de conceptos
y palabras. Como resultado de tal proceso, tenemos que
éstos, lejos de corresponder fielmente a la percepción
originaria, constituyen una imagen de una imagen de es-
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El problema del conocimiento...
ta77. Pero semejante naturaleza del lenguaje permanece
oculta en los usos conscientes convencionales que ha-
cemos de las palabras y los conceptos. De ahí que sea
necesaria una consideración de las dimensiones incons-
cientes y “vivas” del lenguaje.
“Quienquiera que comprenda una proposición tan sólo
como una combinación de palabras y de conceptos, en
vez de comprenderla como una imagen —escribe Meijers,
parafraseando a Gerber—, no tiene en mente al lenguaje
viviente (lebendigen Sprache), sino sólo un ‘esqueleto’”78.
77. Cfr.: “pensamos de imagen en imagen” (wir in Bildern von Bildern denken),
SK I, p. 279.
78. Meijers, Anthonie, op. cit., Nietzsche Studien, 17, 1988, p. 378; Gerber, G.: SK
I, p. 238.
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Sergio Sánchez
un sonido! Segunda metáfora. Y, en cada caso, un salto
total de una esfera a otra completamente distinta” (...) “la
enigmática x de la cosa en sí se presenta en principio co-
mo estímulo nervioso, después como figura, finalmente
como sonido. Por lo tanto, en cualquier caso, el origen del
lenguaje no sigue un proceso lógico...”79.
En el segundo caso:
Cosa en sí (Ding an sich) → estímulo nervioso (Nervenreiz) [primera me-
táfora] → sonido o palabra (Laut o Wort) [segunda metáfora] → con-
cepto (Begriff)
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El problema del conocimiento...
No es sólo que Nietzsche presenta una serie más re-
ducida o menos detallada de secuencias, sino que mien-
tras Gerber sitúa la primera metáfora del proceso de gé-
nesis del lenguaje entre la sensación y el sonido, Nietzs-
che la retrotrae un paso más y la sitúa en el primer mo-
mento de la percepción, entre la cosa en sí y el estímulo
nervioso. Esto tiene al menos dos implicancias impor-
tantes en punto a apreciar la “originalidad” del texto
nietzscheano:
1- Para Nietzsche la totalidad del proceso de génesis
del lenguaje y no sólo sus fases más avanzadas, es de na-
turaleza metafórica.
2- Lo que para Nietzsche pasa a ocupar el centro de la
atención es el problema de la correspondencia o no co-
rrespondencia entre nuestro pensamiento y el mundo,
esto es, precisamente, el problema de la verdad en sentido ex-
tramoral.
Si a partir de la dilucidación de la génesis del lenguaje
y de las categorías de la razón, se ha diluido toda posibi-
lidad de afirmar la correspondencia entre las formas del
conocimiento y la realidad en sí, entonces lo que se vuel-
ve objeto de interrogación es el valor del conocimiento
mismo. Ya el párrafo inicial de Über Wahrheit —el que
reproduce parcialmente un pasaje del breve escrito Über
das Pathos der Wahrheit, que Nietzsche obsequiara a Có-
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sima Wagner en la Navidad de 187281— introduce este
tema, subrayando el carácter ocasional y engañoso del
conocimiento y, con ello, el modesto valor que ha de
asignársele si se lo considera en el contexto del conjunto
de la naturaleza.
“En algún apartado rincón del universo centelleante y ver-
tido en innumerables sistemas solares, hubo una vez un
astro en el que animales inteligentes inventaron (erfanden)
el conocimiento. Fue el minuto más altanero y mentiroso de
la “Historia Universal”: pero no más que un minuto. Tras
breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los
animales inteligentes hubieron de perecer”. Alguien po-
dría inventar una fábula semejante, pero, con todo, no
habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán
sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en
que se encuentra el intelecto humano dentro de la natura-
leza. Hubo eternidades en que no existía; cuando de nue-
vo se acabe todo para él no habrá sucedido nada...”82.
81. Se trata del primer prólogo de Fünf Vorreden zu fünf ungeschriebenen Büchern,
KSA 1, pp. 759-760.
82. WL, KSA 1, p.875
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El problema del conocimiento...
bierto-inventado (erfanden) el conocimiento resulta ser el
instante más “mentiroso” (verlogenste). También el más
“altanero” (hochmüthigste). Arrogancia y mentira son las
notas que caracterizan aquel optimismo que Nietzsche,
citando a Hamman83, había identificado en sus notas so-
bre la Teleología como el trasfondo de las posiciones
teleológicas de Kant y sus seguidores, signadas por la
precipitación y la ceguera que llevan a rebasar los límites
del mundo de los fenómenos, sustrayéndose a las exi-
gencias de un criticismo consecuente. Aquí la alusión a
Hegel es evidente en la expresión “Historia Universal”
(Weltgechichte). A esta perspectiva puramente especulativa,
Nietzsche opone la perspectiva de una reflexión que ha
asimilado los resultados de las ciencias de su tiempo —
en especial las tesis básicas del darwinismo conocidas a
través de Lange84—, y en la que cabe ver el germen de
las páginas de Menschliches, Allzumenschliches dedicadas al
“sentido histórico”85. Dado que, desestimada la verdad
como correspondencia, el valor del conocimiento no
puede estribar en ninguna relación con una instancia ex-
terior a la esfera del propio animal en que se origina, la
atención se dirige a dilucidar a qué necesidades nuestras
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están supeditados su surgimiento y su conservación. En
esta óptica, el intelecto humano aparece condicionado
por entero por nuestra “organización psicofísica” (Lan-
ge) y sometido, como todos los demás aspectos de la
vida de los organismos, a las universales condiciones de
supervivencia y adaptación.
“...para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que
conduzca más allá de la vida humana” (...) “sólo ha sido
añadido precisamente como un recurso de los seres más
infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minu-
to en la existencia, de la cual, por el contrario, sin ese adi-
tamento tendrían toda clase de motivos para huir tan rá-
pidamente como el hijo de Lessing” (...) “El intelecto,
como medio de conservación del individuo, desarrolla sus
fuerzas principales fingiendo, puesto que éste es el medio
merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco
robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado ser-
virse, en la lucha por la existencia, de cuernos o de la afi-
lada dentadura del animal de rapiña. En los hombres al-
canza su punto culminante este arte de fingir...”86.
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El problema del conocimiento...
“En un estado natural de cosas el individuo, en la medida
en que se quiere mantener frente a los demás individuos,
utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces sólo para
fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por necesidad
como por hastío, desea existir en sociedad y gregariamen-
te, precisa de un tratado de paz y, de acuerdo con éste,
procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más
grande bellum omnium contra omnes (...) en este momento se
fija lo que a partir de entonces ha de ser 'verdad', es decir,
se ha inventado una designación de las cosas uniforme-
mente válida y obligatoria”87.
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Sergio Sánchez
La idea de que la fijación del significado de las pala-
bras y los conceptos es debida a una convención, está
presente también en Gerber89. Sin embargo, en Nietzs-
che la encontramos en fragmentos anteriores al conoci-
miento de la obra de éste. Se recordará que ya en 1870,
en Die dyonisische Weltanschauung se hace estribar la com-
prensión del símbolo en un “acuerdo” inconsciente90. El
“olvido” del que se trata en Wahrheit und Lüge ha de en-
tenderse en el mismo sentido: no somos conscientes de
la génesis arbitraria de nuestras palabras y conceptos,
“olvidamos”, en este sentido, que son metáforas e ilu-
siones y las tomamos como nombres de las cosas en sí91.
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El problema del conocimiento...
Así, la veracidad (Wahrhaftigkeit) no puede ser en este
contexto la virtud de quien dice la verdad en el sentido
correspondentista del término, sino la virtud social de
quien miente consistentemente de acuerdo con cánones
lingüísticos arbitrarios fijados por convención. En la ter-
cera sección de las notas para las Vorlesungen de retórica,
Nietzsche destaca, en afinidad con Gerber, el origen in-
dividual del lenguaje y su sanción social verificante, mo-
mentos ambos de la lucha entre unos pocos individuos
creadores y una mayoría que tiende a fijarse-ampararse
en el uso canónico:
“La lengua es creada por unos pocos artistas del lenguaje,
pero lo que la fija es la elección decidida por el gusto de la
mayoría. Esos pocos hablan σχήματα (figuras), es su virtus
frente a la mayoría. Si no consiguen imponerlos, se apela
contra ellos al usus y se habla de barbarismos y de solecis-
mos. Una figura que no encuentra destinatario es un
error”92.
uso secundario, hace ya mucho que han cesado de recordarnos su origen poéti-
co” (The complete Essays and other Writings of Ralph Waldo Emerson, The modern
Library, New York, 1940, Essays: Second Series, “The Poet”, p.329).
92. GOA, XVIII, p. 251.
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Sergio Sánchez
“El mentiroso utiliza las designaciones válidas, las pala-
bras, para hacer aparecer lo irreal como real; dice, por
ejemplo, “soy rico” cuando la designación correcta para
su estado sería justamente “soy pobre”. Abusa de las con-
venciones consolidadas haciendo cambios discrecionales,
cuando no invirtiendo los nombres. Si hace esto de mane-
ra interesada y ocasionando, además, perjuicios, la socie-
dad no confiará ya más en él y, por este motivo, lo expul-
sará de su seno”93.
62 - Universitas
El problema del conocimiento...
ramente diferentes. Todo concepto se forma por equipa-
ración de casos no iguales. Del mismo modo que es cierto
que una hoja no es igual a otra, también lo es que el con-
cepto hoja se ha formado al abandonar de manera arbitra-
ria esas diferencias individuales, al olvidar las notas distin-
tivas, con lo que se suscita entonces la representación,
como si en la naturaleza hubiese algo separado de las ho-
jas que fuese la “hoja”, una especie de arquetipo primige-
nio a partir del cual todas las hojas habrían sido tejidas, di-
señadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes,
que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno
como copia fiel del arquetipo”94.
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Sergio Sánchez
Si bien Nietzsche asume la segunda tesis como si se
siguiera de la primera, ello no es forzoso salvo que se
suscribe la tesis complementaria que considera la corres-
pondencia como el único criterio de verdad en el plano
del conocimiento. Importa tener esto en cuenta, porque
es sobre la base de asumir conjuntamente estos presupues-
tos que Nietzsche valora los conceptos como meras ins-
tancias nominales vacías. En efecto, desestima desde un
principio el que pueda reconocérseles valor de verdad al
margen de su correspondencia con la realidad empírica,
de modo que al constatar que nada en ésta se corres-
ponde con ellos, concluye en la negación de todo valor
de verdad que les sea propio. Esta posición que juzga el
valor de verdad de los conceptos a partir de la realidad
empírica, sin reconocer que pudiera serles adscripto a
partir de otro criterio —vgr. el de atender a su validez
lógico-ontológica, a la manera de Platon— es lo que ha
recordado a un destacado intérprete95 aspectos de la filo-
sofía de David Hume. Sin embargo, la referencia inme-
diata parece ser aquí la filosofía de Afrikan Spir, con la
que Nietzsche mantiene una relación compleja, a la vez
de asimilación y de rechazo de sus concepciones, cuya
importancia en el desarrollo de sus ideas gnoseológicas
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El problema del conocimiento...
difícilmente pueda ser sobrestimada a partir de estas fe-
chas96.
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Sergio Sánchez
5. Pensamiento y realidad: Lógica y devenir
Spir, and the Time”, Journal of the History of Philosophy, January 1994, Vol. XXXII,
N I, pp. 85-102; D'Iorio, Paolo. “La Superstition des Philosophes Critiques.
Nietzsche et Afrikan Spir”, Nietzsche Studien, 22, 1993, pp.257-294. El primero
es de escasa utilidad, al no ofrecer más que una presentación muy general de la
relación entre ambos pensadores. El segundo, aborda esta relación sólo en lo
concerniente al tema de la concepción del tiempo y, en ese espacio restringido,
constituye un trabajo riguroso e iluminador. De mayor relevancia, tanto por su
alcance como por el aparato histórico-filológico que emplea, es el artículo de
Paolo D'Iorio, que documenta con todo rigor la presencia de Spir en la obra de
Nietzsche a lo largo de los diversos periodos de la misma. A este trabajo re-
mitimos para una ampliación de aquellos aspectos que aquí abordamos con
menor detalle y sólo a los fines de asegurar un contexto para los temas de este
período que nos interesan prioritariamente.
97. Cfr. K. Schlechta-A. Anders, op. cit., p. 121.
98 “Sólo sabemos con seguridad que Nietzsche conocía la obra de Spir For-
schung nach der Gewissheit in der Erkenntnis der Wirklichkeit ya en el invierno de
1872” (...) “Su noticia sobre la esencia de la definición en el manuscrito P I 20
(S. 20 f.; GOA, X, 173) se apoya ampliamente en la página 13 de este libro”
(Ibid., 119).
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El problema del conocimiento...
las exigencias del principio de identidad o “norma del
pensamiento” —satisfechas por los conceptos a la ma-
nera de los arquetipos platónicos. El blanco de la crítica
de Nietzsche lo constituyen, como en A. Spir, los juicios
sintéticos en los que la filosofía crítica de Kant y de sus
seguidores había encontrado el centro de gravedad del
conocimiento y la clave de su validez.
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68 - Universitas
El problema del conocimiento...
tradice el principio (ontológico) de identidad— son la
confirmación del carácter ilusorio del mundo de la expe-
riencia, mundo por entero contradictorio, desde que es
múltiple y cambiante. En efecto, dada la ecuación par-
menídea con la que Spir define el concepto de Realität —
“Realidad = Ser = Identidad consigo mismo = Unidad
pura”—99, el principio de identidad se muestra como
algo más que un principio lógico formal de nuestro pen-
samiento: expresaría la esencia de lo real al volver incon-
cebible todo concepto de realidad que no acuerde con
sus exigencias —lo que explícitamente prescribe el prin-
cipio de (no) contradicción, formulación negativa del
principio de identidad. De ahí la confrontación con la
realidad efectiva del mundo de la experiencia, que lleva a
la negación de éste.
“Resulta claro asimismo que la realidad efectiva (Wirkli-
chkeit), que es devenir (Geschehen), no armoniza con el con-
cepto de realidad (Realität), porque precisamente en todo
devenir hay algo contradictorio y según aquel concepto
tenemos que realidad = identidad consigo”100.
69 - Universitas
Sergio Sánchez
este mundo, afirma el principio de identidad como la
“norma del pensamiento” que a la vez que hace posible
concebir o pensar lo que sea, exige que ello acuerde con
el concepto de lo idéntico a sí mismo (la identidad en-
traña, a su vez y de manera lógicamente necesaria, la in-
mutabilidad, la unidad y el ser en sí, notas definitorias del
concepto de substancia), bajo pena de ser contradictorio
y, por tanto, ininteligible en absoluto. De este modo, se
presenta como un principio ontológico, i.e., como ex-
presión de la esencia de lo real. Sobre esta base Spir des-
taca lo infundado de nuestra natural creencia en la subs-
tancia como instancia de identidad verificable en el mun-
do de la experiencia. Si creemos que se da identidad en
este mundo, ello se debe a que vivimos presos en una
ilusión natural, suscitada por el mismo principio de iden-
tidad que articula la multiplicidad de nuestras representa-
ciones empíricas, como sí entrañaran identidad, confirien-
do a la apariencia visos de realidad. La conciencia natu-
ral, esto es, tanto la conciencia de sentido común como
la conciencia científicamente avisada, no es capaz —y
claramente ello no afecta sus fines, antes bien los posibi-
lita— de superar esta Illusion, a la que sucumbe dogmáti-
camente. El cometido de la filosofía, en cambio, es
70 - Universitas
El problema del conocimiento...
siempre —dice Spir, dando en esto la razón a Descar-
tes— la búsqueda de la certeza102, la cual sólo se encuen-
tra en la percepción en nosotros del principio de identi-
dad. Ahora bien, esta percepción no constituye conoci-
miento alguno, desde que no implica ninguna síntesis. Se
trata antes bien de un “contenido” a-priori. Como ha es-
crito Émile Bréhier, “La norma [i.e., el principio de iden-
tidad] significa para nosotros, no una realidad conocida
como un objeto, sino una dirección a ser tomada por la
inteligencia y por la voluntad”103. Frente a estas conside-
raciones de Spir, Nietzsche se manifiesta de un modo
más bien complejo: por una parte, aprecia y valora muy
positivamente la crítica spiriana —“rigurosamente lógi-
ca”— de nuestro conocimiento del mundo de la expe-
riencia hasta el punto de adoptarla sin más, como vere-
mos que hace en Menschliches. Pero, por otra parte, allí
donde Spir extrae de sus premisas una valoración moral
negativa del mundo de la experiencia, Nietzsche, fiel a su
afirmación del devenir, “invertirá” a Spir adscribiendo el
sentido último de su filosofía al espacio del platonismo,
espacio de la esencial escisión entre un mundo verdadero y
un mundo aparente que es base y vehículo de expresión del
ideal ascético.
En los textos del período que estamos considerando,
esta posición suya se manifiesta ya en sus lineamientos
71 - Universitas
Sergio Sánchez
esenciales. Nietzsche coincide con Spir en lo tocante a la
validez cognoscitiva de los juicios sintéticos, a la que es-
tima nula. Pero a diferencia del filósofo ucraniano abor-
da este tópico de la filosofía kantiana sólo para constatar,
con la ayuda del estricto rigor lógico de éste y del mode-
lo tropológico de Gerber, el carácter retórico e ilógico de
la estructura del lenguaje y los consecuentes límites de la
empresa de conceptualización. No juzga la realidad del
mundo a partir de su conformidad con leyes lógicas co-
mo el principio de identidad —lo que lo comprometería,
como a Spir, con su negación— sino que más bien hace
lo inverso: juzga las leyes lógicas a partir de la realidad
(ilógica) del mundo y las declara inadecuadas para procu-
rarnos un conocimiento verdadero —en sentido extramo-
ral— de aquél. Como Spir, Nietzsche no cree a su vez,
que pueda darse certeza absoluta, como la que pide éste,
más que en las tautologías, expresión directa del princi-
pio de identidad. Pero, a diferencia de aquél, no recono-
ce a este principio más valor que el de ser, como todas
las verdades universales y “a priori”, el resultado arbitra-
rio de una génesis “artística” ilógica. En consecuencia,
estima que, en cuanto al conocimiento, las tautologías
poseen un “valor limitado”, pues no contienen “un solo
punto que sea 'verdadero en sí, real y universal, prescin-
diendo de los hombres”104. Pero, además, dado que en sí
sólo expresan formas abstractas, desprovistas de conte-
72 - Universitas
El problema del conocimiento...
nido empírico, no son más que “cáscaras vacías” incapa-
ces de concurrir por si solas a nuestras exigencias vitales
ni suscitar en nosotros ningún impulso práctico.
“El conocimiento, tomado en sentido riguroso (ganz streng
genommen), sólo tiene la forma de la tautología y está vacío.
Todo conocimiento que nos impulsa es un identificar lo no
idéntico, lo similar, es decir, es esencialmente ilógico”105.
73 - Universitas
Sergio Sánchez
bre hombres y cosas en tal creación, devienen frías abs-
tracciones en manos del rebaño que se apropia de tales
metáforas privándolas de su originaria y “peligrosa” ines-
tabilidad, su ser no com-partido, en que estriba su viva-
cidad y fuerza suscitadora de imágenes. Reaparece aquí la
observación de las notas sobre teleología según la cual
creamos conceptos —en sí mismos inapropiados para
expresar “la verdadera esencia de las cosas”— urgidos
por la necesidad de hacer frente a lo ignoto107. Al some-
ter su acción como ser “racional” al poder de los con-
ceptos abstractos, el hombre ya no teme el sufrir “ser
arrastrado por las impresiones repentinas, por las intui-
ciones”. Como metáforas domesticadas y despojadas de
su inquietante singularidad, los conceptos son la consu-
mación de la “metamorfosis del mundo en los hom-
bres”, la projimización de su ser extraño e indiferente
por la que llega a sernos habitable con cierta tranquilidad
y seguridad:
“...sólo mediante el endurecimiento y petrificación de un
fogoso torrente primordial compuesto por una masa de
imágenes que surgen de la capacidad originaria de la fan-
tasía humana, sólo mediante la creencia en que este sol, esta
ventana, esta mesa son una verdad en sí (...) vive [el hom-
bre] con cierta calma, seguridad y consecuencia”108.
74 - Universitas
El problema del conocimiento...
En la construcción de conceptos la ciencia cumple el
papel de completar y dar acabamiento al trabajo origina-
rio del lenguaje. En tal sentido, Nietzsche sugiere que es
un producto por igual del temor y del instinto gregario
que fundan la sociedad de los hombres.
“Así como la abeja construye las celdas y, simultáneamen-
te, las rellena de miel del mismo modo la ciencia trabaja
inconteniblemente en ese gran columbarium de los concep-
tos, necrópolis de las intuiciones; construye sin cesar nue-
vas y más elevadas plantas, apuntala, limpia y renueva las
celdas viejas y, sobre todo, se esfuerza en llenar ese colosal
andamiaje que desmesuradamente ha apilado y en ordenar
dentro de él todo el mundo empírico, es decir, el mundo
antropomórfico. Si ya el hombre de acción ata su vida a la
razón y a los conceptos para no verse arrastrado y no per-
derse a sí mismo, el investigador construye su choza junto
a la torre de la ciencia para que pueda servirle de ayuda y
encontrar él mismo protección, puesto que existen fuerzas
terribles que constantemente la amenazan y que oponen a
la verdad científica “verdades” de un tipo completamente
diferente con las más diversas etiquetas”109.
75 - Universitas
Sergio Sánchez
“Cabe admirar en este caso al hombre como poderoso
genio constructor, que acierta a levantar sobre cimientos
inestables y, por así decirlo, sobre agua en movimiento
una catedral de conceptos infinitamente compleja: cierta-
mente, para encontrar apoyo en tales cimientos debe tra-
tarse de un edificio hecho como de telarañas, suficiente-
mente liviano para ser transportado por las olas, suficien-
temente firme para no desintegrarse ante cualquier soplo
de viento”110.
76 - Universitas
El problema del conocimiento...
y metonimias; muestra ininterrumpidamente el deseo de
configurar el mundo real del hombre despierto, haciéndo-
lo tan abigarrado, tan irregular, tan inconsciente, tan in-
coherente, con el encanto y con la perenne novedad del
mundo del sueño” (...) “con placer creador, lanza metáfo-
ras desordenadamente y desplaza los mojones de las abs-
tracciones, de forma que, por ejemplo, designa la corrien-
te como el camino en movimiento que lleva al hombre a
donde suele ir. En este momento ha arrojado lejos de sí el
signo de la servidumbre” ...111.
77 - Universitas
Sergio Sánchez
la figura del artista transgresor de las convenciones que
advertimos en las páginas de Über Wahrheit, permite
identificar en lo esencial la posición del pensador griego
con la del propio Nietzsche, de tal manera que la giganto-
machia presentada en el texto puede ser leída en términos
del enfrentamiento entre Nietzsche y A. Spir.
Ante todo, como señor de los conceptos, Parménides
ha dado la espalda al mito y la única manía que lo impulsa
es la de encontrar un punto de certeza en medio del uni-
versal devenir, lo que constituye una rareza, una verda-
dera anomalía en una época dominada por el mito.
“...lo maravilloso de aquel hecho, para aquel tiempo, es
precisamente la falta de aroma, de color, de alma, de for-
ma, la completa ausencia de sangre, de religiosidad y de
calor ético, el esquematismo abstracto —¡en un griego!,
pero, sobre todo, la terrible energía del esfuerzo hacia la
“certeza” (Gewissheit) en una época que pensaba siempre
por medio del mito y cuya fantasía estaba siempre en
constante agitación. “¡Concededme una única certeza, ¡Oh
dioses! —tal era la plegaria de Parménides—, aunque no
sea más que una tabla en el mar de lo incierto, pero lo su-
ficientemente ancha como para sostenerme sobre ella!
¡Tomad para vosotros todo lo que deviene, lo que es exu-
berante y multicolor, lo que florece, lo que engaña, lo que
excita y lo que vive y dadme a mí sólo la certeza pobre y
vacía”112.
112. PHG, KSA 1, p. 845. La primera página de Forschung nach der Gewissheit
despeja toda duda respecto al valor decisivo que también Spir concede a la
certeza: “La meta que me he propuesto en mis investigaciones es, como reza el
78 - Universitas
El problema del conocimiento...
“Formado también según el tipo de un profeta de la
verdad”, a Parménides le corresponde el hielo como
elemento que le es connatural: el agua congelada del de-
venir, antítesis del emblemático fuego de Heráclito. Es el
maestro de “la verdad a la que se llega por la escalera de
cuerda de la Lógica”, el sacerdote de la diosa Identidad y
el aniquilador de todo contradictorio devenir.
“La única forma del conocimiento a la que concedemos
sin vacilar un asentimiento incondicional, y cuya negación
equivale a la locura, es la tautología A = A. Pero precisa-
mente este conocimiento tautológico gritaba a Parméni-
des: '¡Lo que no es, no es! ¡Lo que es, es!'” 113.
79 - Universitas
Sergio Sánchez
real y el concepto de lo idéntico a sí mismo115, lo que por sí
solo lo instituye en una clara denuncia de la irrealidad —
o del carácter ilusorio— del mundo de la experiencia en
el que todo deviene y nada es idéntico a sí. Pero mientras
esta coincidencia se expresa en la convicción de que sólo
lo que es idéntico a sí mismo es real y es la única realidad
absoluta y en sí concebible, la óptica de Über Wahrheit
enseña a ver toda identidad como institución social a la que
subyace el equilibrio de fuerzas del pacto: una ilusión
que el usus nos ha hecho olvidar que es tal.
Finalmente, con palabras que anticipan asombrosa-
mente desarrollos de la filosofía madura de Nietzsche,
Parménides es caracterizado como el prototipo del pen-
sador asceta que sirve a una verdad sacrificial, una ver-
dad que vive parasitariamente de la vida de sus servido-
res. La imagen de la telaraña que en Über Wahrheit, carac-
teriza el entramado de conceptos de la ciencia —a la vez
ligero y firme como para sobrevivir a los embates del
devenir—, es empleada aquí para caracterizar el mundo
de Parménides, un mundo tejido por una oscura y per-
versa divinidad.
“Quien en conjunto juzga como Parménides, deja de ser
un investigador de la Naturaleza en sus detalles: su interés
por los fenómenos se seca y se convierte en odio por no
poder liberarse de esta eterna estafa de los sentidos. La
115. Cfr. DW I, Drittes Buch, Viertes Kapitel: “Das Reale ist an sich eins”,
passim.
80 - Universitas
El problema del conocimiento...
verdad debe estar en las más pálidas y abstractas generali-
dades, en las cáscaras vacías de las palabras más indeter-
minadas, viviendo allí como entre telas de araña; y al lado
de tal 'verdad' está sentado el filósofo, tan exangüe como
una abstracción y todo envuelto en una telaraña de fór-
mulas. La araña quiere la sangre de su víctima; pero el fi-
lósofo parmenídico odia precisamente la sangre de su víc-
tima, la sangre de la empiria sacrificada por él”116.
81 - Universitas
Sergio Sánchez
tos los habría juzgado con indiferencia junto a todas sus
antipatías y sus simpatías, con su amor y su odio, repli-
cándoles aproximadamente con enseñanzas tales como las
de que 'los perros ladran a quien no conocen' o bien 'para
el asno es mejor la paja que el oro'.
117. Íbid., p.832. Sobre los malos lectores como aquellos que leen de prisa,
Nietzsche vuelve una y otra vez en sus obras, asociando la mala lectura a la
lectura que lleva el tempus frenético de la modernidad. En contraposición, el
paradigma del “lector perfecto”, aquél que Nietzsche reclama para su obra, es
siempre el “filólogo perfecto”, esto es, el “maestro de la lectura lenta”. (Cfr. M,
Vorrede §5, KSA 3, p. 17).
82 - Universitas
El problema del conocimiento...
creado. Su mirada de fuego no encuentra engaño en los
sentidos sino sólo en los conceptos forjados por quienes
los calumnian. Pero sostener esta mirada abierta y límpi-
da sobre el mundo exige un valor casi divino, no en vano
es una rareza este arte de la contemplación heracliteana:
“El devenir eterno y único, la total inestabilidad de toda
realidad, que no hace otra cosa que actuar y devenir cons-
tantemente y que —como enseña Heráclito— no es,
constituye una representación terrible y perturbadora,
comparable en sus efectos a la sensación que experimen-
tara quien en medio de un terremoto perdiera toda con-
fianza en la firmeza de la tierra. Se requiere de una fuerza
prodigiosa para transformar estos efectos en sus contra-
rios, en un asombro excelso y dichoso”118.
83 - Universitas
Sergio Sánchez
Pesimismo y escepticismo parecen dar la nota decisiva
en el balance de Über Wahrheit y Die Philosophie im tragi-
schen Zeitalter, a la vez que constituyen el trasfondo sobre
el que se inscribe la incipiente conquista de autonomía
por parte de su autor120. Especialmente el primero de
estos escritos, en el que, como vimos, se recoge y ordena
un vasto conjunto de reflexiones gnoseológicas prece-
dentes, arroja un saldo acentuadamente escéptico al pre-
sentar el conocimiento en un escenario natural en el que
todo cuanto nos rodea se resuelve idealistamente en la
traducción metaforizante del enigmático fondo de las
cosas a un lenguaje del todo extraño y heterogéneo. Este
rasgo aparece a su vez como bajo una lente de aumento
si se repara en la ironía de que Nietzsche adopta una
forma de expresión particularmente metafórica y retórica
en su presentación. Tal recurso parece enfatizar aun más
la prohibición de rebasar los límites del lenguaje y con
84 - Universitas
El problema del conocimiento...
ello el recurso a toda instancia trascendente a sus formas
antropomórficas. En tal sentido, no parece que el uso
del concepto de cosa en sí en este contexto responda a
otra razón que la de una necesidad impuesta por la expo-
sición, no representando más que un ardid o recurso me-
todológico121. En todo caso, quien confrontara el conte-
nido de esta veta subterránea de escritos que hemos con-
siderado hasta aquí —textos todos que Nietzsche man-
tuvo inéditos—, con la metafísica de artista que articula la
cosmovisión de Die Geburt der Tragödie, no podría menos
que experimentar una profunda sorpresa ante el mani-
fiesto contraste de visiones. En efecto, se recordará que
en su libro sobre la tragedia, por una parte Nietzsche
había criticado ferozmente el optimismo socrático,
“aquella inconcusa creencia en que, siguiendo el hilo de
121. Con todo, éste es un punto sujeto a discusión. Nuestra opinión es coinci-
dente con la de Anthonie Meijers, para quien “'Über Wahrheit und Lüge' sería
una crítica inmanente de la teoría de la verdad como correspondencia en la que,
por razones metodológicas, Nietzsche partiría de la realidad de la cosa en sí”
(op. cit. p. 388). Por su parte, Ruediger H. Grimm —a quien extrañamente Mei-
jers atribuye su misma posición— es de la opinión de que “superficialmente”
Über Wahrheit parecería “aceptar la existencia de un mundo de cosas extracogni-
tivo (asunción por sí cuestionable).” “Sin embargo, agrega, en obras subsiguien-
tes, Nietzsche rechaza decididamente todas y cada una de las formas de dual-
ismo epistemológico” (Nietzsche's Theory of Knowledge, Walter de Gruyter, Berlin-
New York, 1977, p. 98). Entre los intérpretes que recientemente se han ocupa-
do del tema, Maudemarie Clark es de la opinión de que en este período Nie-
tzsche adhiere efectivamente al postulado de una realidad en sí incognoscible,
comprometiéndose con la posición del “realismo metafísico” definido y critica-
do por H. Putnam, siendo ésta una posición que dada su intrínseca inconsisten-
cia, el filósofo se vió obligado a abandonar en los escritos posteriores (Nietzsche
on truth and Philosophy, Cambridge University Press, 19954, pp. 63-93).
85 - Universitas
Sergio Sánchez
la causalidad, el pensar llega hasta los abismos más pro-
fundos del ser, y que el pensar es capaz no sólo de cono-
cer, sino de corregir el ser”122—dando a entender que pre-
cisamente lo opuesto es lo razonable: a saber, que el
fondo de las cosas no es inteligible ni, en consecuencia,
corregible. Pero, por otra parte, había enfatizado el he-
cho de que la tragedia obra el milagro de la “transfigura-
ción” que quebranta el principium individuationis y abre el
acceso al reino de las “Madres del ser, hacia el núcleo
más íntimo de las cosas”. Que es posible un acceso a lo
en sí, no obstante estarnos vedado un conocimiento pro-
prio sensu de ello, es según el Nietzsche de Die Geburt der
Tragödie, una verdad a favor de la cual habla el arte de la
música dionisíaca. Al referirse a ella, destaca el hecho de
que Schopenhauer, aún careciendo de la guía del simbo-
lismo de los dioses helénicos, advirtiera la naturaleza es-
pecial de la música frente a las demás artes:
“...ella no es, como éstas, reflejo de la apariencia, sino de
manera inmediata reflejo de la voluntad misma, y por tan-
to representa, con respecto a todo lo físico del mundo, lo
metafísico, y con respecto a toda apariencia, la cosa en
sí”123.
86 - Universitas
El problema del conocimiento...
en la empresa propagandística a favor del arte de Wag-
ner— con los pasajes antes considerados de Über Wah-
rheit? ¿No debe verse en ellas un conjunto de metáforas
que, consideradas desde el horizonte “extramoral” de
Über Wahrheit, aparecen sorprendidas en su plena insigni-
ficancia metafísica; un mundo ilusorio, suscitado en el
joven Nietzsche por el arte seductor del viejo “mago”
Wagner —magia y seducción que, según estimaría mas
tarde, echaron a perder su libro sobre la tragedia124? Esta
parece ser la apreciación correcta, si se piensa que el gran
giro de pensamiento que habría de consumarse más tar-
de acompañando la crisis de la ruptura con el mundo de
Wagner y de Schopenhauer, comienza a gestarse ya en
estos años y no, como se tiende a pensar, en 1876 con
los primeros esbozos de Menschliches, Allzumenschliches.
Con este libro, la posición de Nietzsche, habiendo alcan-
zado ya la madurez y la claridad que permiten disciplinar
las múltiples intuiciones bajo una forma, sólo se habría
hecho pública, pero su génesis es muy anterior125.
124. Íbid, “Versuch einer Selbstkritik”, KSA 1, p.20; EH, KSA 6, pp.309-315.
125. Jörg Salaquarda ha descripto con especial precisión este aspecto del desar-
rollo intelectual de Nietzsche: “La 'crisis de 1876' ha sido...mucho más una
crisis existencial que un completo cambio de orientación intelectual. Nietzsche
no ha cumplido, como sospechaban sus amigos, una fractura con su pensam-
iento precedente, sino que más bien a partir de este momento y en adelante, ha
llevado a primer plano la otra cara de su concepción de fondo ya desde tiempo
atrás formada” (“Nietzsche e Lange” en Campioni, Giuliano y Venturelli, Aldo
(Eds.), La “Biblioteca ideale” di Nietzsche, Ed. Guida, Napoli, 1992, p. 23).
87 - Universitas
Sergio Sánchez
En el prefacio que añade a Menschliches, Allzumenschliches
II en su reedición de 1886, Nietzsche hace un balance de
las ideas y circunstancias que dieron origen a este libro
independiente. Sólo se debe hablar “de lo que se ha reba-
sado: todo lo demás es charlatanería, 'literatura', falta de
disciplina”, advierte. En tal sentido, sus escritos “no ha-
blan más que de victorias”, por esto es por lo que tienen
“mucho por debajo” de sí. “Pero siempre fue menester
tiempo, convalecencia, lejanía, distancia, hasta que sur-
gieron en mí las ganas de descorchar, explotar, destapar,
'exponer' (o como se le quiera llamar) a posteriori para el
conocimiento algo vivido y sobrevivido, un hecho, un
fatum propio cualquiera. En tal medida todos mis escri-
tos...deben ser fechados con antelación” Y a continuación se
detiene en uno de esos momentos cruciales de su carrera
en que es posible datar una victoria, como resultado de
la cual mucho de lo que hasta entonces tenía vigor y es-
taba vivo, deja de estarlo y pasa a ser simplemente pasado.
Se refiere a la época de la Intempestiva sobre Schopen-
hauer y dice:
“... ya me encontraba, por lo que a mi propia persona se
refiere, metido en medio del escepticismo y la disolución
morales, es decir, tanto de la crítica como de la profundización de
todo pesimismo habido hasta entonces—, y, como dice el pue-
blo, ya no creía en 'nada en absoluto', ni siquiera en Scho-
penhauer: justamente de esa época data un texto inédito
'sobre verdad y mentira en sentido extramoral”126.
88 - Universitas
El problema del conocimiento...
Así pues, el conjunto de textos que como un bajo
continuo de reflexión gnoseológica recorre la obra inédi-
ta del joven filósofo, dejándose oír con mayor nitidez y
decisión en las páginas de Über Wahrheit y Die Philosophie
im tragischen Zeitalter, constituye una música inquietante y
perturbadora que Nietzsche prefiere mantener fuera del
alcance de los oídos de sus contemporáneos, en especial
de aquél a cuyo genio y cuyo mundo se siente todavía
ligado de manera compleja y profunda. Pero cuando ha-
ya vivido la experiencia de Bayreuth —experiencia no
sólo musical— con la que sobrevendrá la ruptura del
encantamiento de Wagner, aquella música subterránea se
dejará oír en toda su desoladora grandeza. Será el mo-
mento en que vea la luz aquel “libro soberano” como lo
llama Burckhardt, acaso porque adivina hasta qué punto
es testimonio de un triunfo de su autor, de una batalla
decisiva ganada a sí mismo: a eso que en sí mismo se
llama Wagner, Schopenhauer: Humano, demasiado humano,
un libro para espíritus libres.
89 - Universitas
Sergio Sánchez
90 - Universitas
Indice
Indice................................................................................................. 91
91 - Universitas
92 - Universitas
La presente edición de
“El problema del conocimiento en la
filosofía del joven NIETZSCHE ”
se terminó de imprimir en la
ciudad de Córdoba, Argentina,
en el mes de agosto del 2008, en
Jorge Sarmiento Editor.
Universitas.
93 - Universitas
Jorge Sarmiento Editor - Universitas
94 - Universitas
JÜRGEN HABERMAS
SOBRE NIETZSCHE
Y OTROS ENSAYOS
PROLOGO DE
MANUEL JIMENEZ REDONDO
SEGUNDA EDICION
Diseño de cubierta:
Joaquín Gallego
Impresión de cubierta:
Gráficas Molina
© TEOREMA, 1982
© EDITORIAL TECNOS, S.A., 1994
Juan Ignacio Luca de Tena, 15- 28027 Madrid
ISBN: 84-309-0918-4
Depósito Legal: M-24098-1993
7
con la praxis, en contra de toda ilusión, incluida la
ciencista, del objetivismo. Este es el sentido de la
«consumación del nihilismo».
Curiosamente, esta crítica radical del conoci-
miento se había introducido ya en 1873 con el
ensayo Sobre la verdad y la mentira en sentido
extramoral, sin dejar huella alguna en la «Segunda
consideración intempestiva», publicada sólo un año
después 22 . Pero desde la mitad de la década de los
setenta vuelve Nietzsche a tomar esta crítica. Ahora
somete también a la ciencia moderna a la misma
recriminación, moral y críticamente motivada, de
ideología, para la cual hasta entonces se había limi-
tado a proporcionar los cánones. Intuye que la auto-
conciencia ciencista de dicha ciencia ha abandonado
ciertamente la pretensión normativa de conocer las
esencias, pero en conjunto, al pretender la com-
prensión descriptiva de las leyes naturales y de la
explicación causal de los sucesos naturales, ha acep-
tado en secreto la herencia del concepto contempla-
tivo del conocimiento y del concepto de la verdad
como correspondepcia: «Alborea ahora en cinco o
seis mentes tal vez, que también la física es, a lo
sumo, una exposición y una ordenación ... , pero no
una explicación, del mundo» 23 •
2óOp. cit., l.
n Op. cit., 2.
47
Una gran parte de los análisis dispersos, que se en-
cuentran sobre todo en la obra póstuma, pero tam-
bién en el primer libro~ de Aurora y en los textos
reeditados de Humano, demasiado humano, de
Más allá del bien y del mal y de EL crepúsculo de los
ídolos, puede entenderse también como un intento
de deducir lingüístico-trascendentalmente las cate-
gorías. Las categorías, o «prejuicios de la razón»,
«tienen a nuestro lenguaje por perpetuo abogado.
El lenguaje pertenece por su origen a la época de la
más rudimentaria forma de psicología: el análisis
consciente de las presuposiciones fundamentales de
la metafísica del lenguaje, o dicho en nuestro idioma,
de la razón, nos pone en presencia de un tosco
fetiche» 28•
El más viejo artículo de fe es el concepto del
«YO» como una identidad. Esta identidad es proyec-
tada a todas las cosas, con lo cual surge por vez
primera la categoría de «cosa)), de la que se pueden
predicar propiedades --<<Si no nos considerásemos a
nosotros mismos como unidades, nunca hubiésemos
formado el concepto de "cosa")). En la primitiva
forma gramatical de la proposición, la relación sujeto-
predicado ha derivado hacia un esquema general de
explicación. De análogo modo se ha fijado como
forma gramatical la ficticia distinción entre el sujeto
activo v el obrar mismo. Dicha distinción arrastra
conslgó las -catego-rÍas de ca~sa--y--ef~cto: p~e-s--la
causalidad es representada según el modelo de una
obediencia del sujeto agente ante las leyes: «Noso-
tros encontramos una fórmula para expresar un tipo
de consecuencia que siempre se repite; con ello no
hemos descubierto ninguna ley, ni mucho menos
una fuerza, que sea la causa de la repetición de la
consecuencia. El que algo suceda de tal y tal modo
es interpretado aquí como si un ser obrase, siem-
50
de juicios fisiológicos de valor» 32• Lo mismo vale
para las reglas de la lógica formal: «También detrás
de toda lógica y de su aparente autonomía de movi-
miento hay juicios de valor, o dicho más claramente,
exigencias fisiológicas de conservar un determinado
tipo de vida» 33.
Estas y parecidas formulaciones son precipitadas;
justifican una interpretación naturalista. A menudo
se revisten de las crudas formas del :eragmatismo
que más tarde desarrolló F. C. Schiller y que en el
área de lengua alemana fue adoptado por W. 1eru-
salem. No obstante, una interpretación más exacta
podrá encontrar que Nietzsche no sobrepasa el plan-
teamiento kantiano, sino que primero lo prolonga
con la crítica del lenguaje, y luego, con un viraje
peculiar, lo radicaliza. La reducción de reglas tras-
cendentales a «juicios de valor» indica solamente
que a las realizaciones, constitutivas de mundo, del
aparato categorial contenido en el lenguaje hay que
considerarlas como surgidas bajo condiciones empí-
ricas. Este sentido de «empírico» no puede, cierta-
mente, ser ya pensado bajo categorías que. por su
parte deben reducirse a las condiciones empíricas de
conservación y reproducción del su jeto de la especie,
que alcanzan expresión en los juicios trascendentales
de valor. Aquel sentido de «empírico>> sólo puede
. .ser .j.usrificado_en_UD...plano metateóricQ. Y_sólo bajo
una salvedad análoga podría el Nietzsche crítico del
conocimiento hablar de «necesidad biológica» o de
«exigencias fisiológicas>~; y hacer uso en absoluto del
marco categorial de la teoría de la evolución. Para
explicitar la ambigüedad metódica del lenguaje cuasi-
biológico en que bosqueja las condiciones de gesta-
ción del aparato categorial, tenía que haberse situa-
32 Más allá del bien y del mal, Sección Primera: <<De los
pre~uicios de los filósofos», aforismo 20 .
. 3 Op. cit., aforismo 3.
34 Humanism, 1903.
. .. t;j 1
do Nietzsche en aquella dimensión de una expe-
riencia de la conciencia que antes, ciertamente bajo
presupuestos idealistas, ·-había iniciado la Fenome-
nología del espíritu de Hegel. Pero él no se entregó
a esta autorreflexión de la crítica del conocimiento.
Más bien abandona, con su inversión de la filosofía
trascendental, el concepto mismo de «verdad» y
busca una salida en el grandioso subjetivismo de su
teoría de la voluntad de poder. Esta se apoya en
una doctrina perspectivista de los afectos que debe
disolver la teoría tradicional del conocimiento.
DOCfRINA PERSPECfiVIST A
DE LOS AFECfOS
Puesto que los prejuicios de la razón están deter-
minados por estimaciones tra~cendentales de valor,
la verdad de los juicios a priori no puede consistir
en su correspondencia con una cierta constitución
de la realidad misma, sino sól.v en el hecho de que
han acreditado su eficacia ante la realidad en una
previa conexión de intereses. De esta reducción de
la verdad a instrumentalidad vital infiere Nietz-
sche no sólo la inutilidad del concepto de verdad
como correspondencia, sino también la inutilidad
del concepto de verdad como tal. Sustituye la ver-
dad· -de- los -enunciados -por--ta---fe -subjetiva -err-la
verdad de los enunciados: «Las "verdades" a priori
más firmemente creídas son para mí suposiciones
hasta el momento presente, por ejemplo, el princi-
pio de ca.usalidad, hábitos de creencia muy bien
ejercitados y tan asimilados que el no creer en ellos
sería la ruina de la especie. Pero ¿son por eso
verdades? ¡Valiente consecuencia! ¡Como si la ver-
dad se demostrase por el hecho de que el hombre
subsiste!>>. 35• Este argumento parece a primera vista
Sergio Sánchez
(Universidad Nacional de Córdoba)
Del fenómeno del sueño puede decirse lo que Remo Bodei ha dicho del delirio, a
saber:
A fin de apreciar con exactitud la valoración del sueño que Nietzsche presenta en este
breve pero complejo texto juvenil, será preciso reconstruir en sus líneas fundamentales la
problemática que aborda.
Ante todo, Nietzsche está interesado en poner al descubierto la génesis del lenguaje y
las categorías de la razón, mostrando hasta qué punto es ilusoria y contraria a toda
evidencia de la investigación la creencia en una correspondencia entre ellos y una realidad
en sí accesible, en tanto resulta de todo punto evidente la arbitrariedad y convencionalidad
que caracterizan en toda lengua a las designaciones de las cosas. Desestimada la verdad
como correspondencia, el valor del conocimiento no puede estribar en ninguna relación
con una instancia exterior a la esfera del propio animal en que se origina. Es una creación
1
Bodei, Remo: Le logiche del delirio. Ragione, affetti, follia, Laterza, Roma-Bari, 2000, p. IX.
2
Lukács, Georg: Die Zerstörung der Vernunft: Weg des Irrationalismus von Schelling zu Hitler,
Aufbau-Verlag, Berlin, 1984, Drittes Kapitel: “Nietzsche als Begründer des Irrationalismus der
imperialistischen Periode”.
del intelecto humano, el que aparece condicionado por entero por nuestra “organización
psicofísica”3 y sometido, como todos los demás aspectos de la vida de los organismos, a las
universales condiciones de supervivencia y adaptación.
para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida
humana […] sólo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más
infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia, de la cual,
por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de motivos para huir […] El
intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales
fingiendo, puesto que éste es el medio merced al cual sobreviven los individuos débiles y
poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la
existencia, de cuernos o de la afilada dentadura del animal de presa. En los hombres
alcanza su punto culminante este arte de fingir4.
En tanto medio de conservación del individuo, este arte de fingir inherente al intelecto
sirve al instinto gregario y tiene en la verdad su obra maestra en la medida en que ésta no es
otra cosa que el resultado del pacto que funda la sociedad, la contraseña de la complicidad
de quienes han abandonado el estado natural sin verdad.
La idea de que la fijación del significado de las palabras y los conceptos es debida a una
convención o acuerdo tácito no riñe, sino antes bien implica, un paso inconsciente o
semi-consciente en los términos en que Nietzsche había caracterizado, ya en 1870 en Die
dyonisische Weltanschauung, la comprensión del símbolo como “acuerdo” inconsciente7.
3
La expresión es de F. A. Lange (Geschichte des Materialismus und Kritik seiner Bedeutung in
der Gegenwart, Iserlohn, 1866) autor fuertemente presente en WL y los escritos del período, en
especial como transmisor de las perspectivas científico-naturales en boga.
4
WL, KSA 1, p. 875-876. GT 1, KSA 1, p. 25. Citamos las obras de Nietzsche según las Sämtliche
Werke in 15 Bänden. Kritische Studienausgabe, hrsg. von G. Colli und M. Montinari, de Gruyter,
Berlin-New York, 1980 (KSA), con las mismas siglas y referencias usadas en los aparatos críticos
de esta edición.
5
WL, KSA 1, p. 877.
6
WL, KSA 1, p. 880-881
7
“Símbolo significa aquí una copia completamente imperfecta y fragmentaria, un signo alusivo
sobre cuya comprensión hay que llegar a un acuerdo: sólo que, en este caso, la comprensión general
es una comprensión instintiva, es decir que no ha pasado a través de la conciencia clara” (DW, KSA
1, p. 572).
El “olvido” decisivo, fruto del hábito, que termina por sancionar la convención como
“verdad” ha de entenderse en el mismo sentido: no somos conscientes de la génesis
arbitraria de nuestras palabras y conceptos, “olvidamos”, en este sentido, que son
metáforas e ilusiones y las tomamos como nombres de las cosas en sí8.
En sus Vorlesungen sobre la retórica 9, Nietzsche destaca en afinidad con Gerber 10 el
origen individual del lenguaje y su sanción social verificante, momentos ambos de la lucha
entre unos pocos individuos creadores y una mayoría que tiende a fijarse-ampararse en el
uso canónico.
Pero una vez consumado el pacto lingüístico, se aseguran las condiciones de la paz
mediante el dominio de la rigidez universal y canónica de los significados fijados como
conceptos. Estos, que inicialmente son metáforas creadas por los individuos más fuertes,
por los “señores” que expresan su dominio sobre hombres y cosas en tal creación,
devienen frías abstracciones en manos del rebaño que se apropia de tales metáforas
privándolas de su originaria y “peligrosa” inestabilidad, su ser no com-partido, en que
estriba su vivacidad y fuerza suscitadora de imágenes. Reaparece aquí la observación de las
notas sobre teleología según la cual creamos conceptos —en sí mismos inapropiados para
expresar “la verdadera esencia de las cosas”— urgidos por la necesidad de hacer frente a lo
ignoto: al irrefrenable devenir11. Al someter su acción como ser “racional” al poder de los
conceptos abstractos, el hombre ya no teme el sufrir “ser arrastrado por las impresiones
repentinas, por las intuiciones”. Como metáforas domesticadas y despojadas de su
inquietante singularidad, los conceptos son la consumación de la “metamorfosis del mundo
en los hombres”, la projimización de su ser extraño e indiferente por la que llega a sernos
habitable con cierta tranquilidad y seguridad:
8
La idea general de que el lenguaje procede de una creación artística olvidada como tal, y de que
–como veremos– esta creación originaria es debida a individuos-artistas, está presente en Emerson
y es muy posible que allí encontrara Nietzsche las primeras sugerencias en esta dirección. En la
segunda serie de los Essays, que Nietzsche conoció y leyó entusiastamente en su época de
estudiante secundario, leemos: “el poeta es el que nombra, el hacedor del lenguaje [...] Los poetas
crearon todas las palabras, y por eso el lenguaje es el archivo de la historia y, por así decirlo, una
suerte de tumba de las Musas. Aunque el origen de la mayor parte de las palabras haya caído en el
olvido, cada palabra fue en un principio un rasgo de genio y fue admitida porque en aquel momento
simbolizaba el mundo para el primer orador y para el primer interlocutor. El etimologista descubre
que las palabras más muertas fueron en otro tiempo brillantes pinturas. El lenguaje es poesía fósil.
Como la piedra calcárea del continente, formada por una masa infinita de conchas de pequeños
animales, así el lenguaje esta hecho de imágenes o tropos que al presente, en su uso secundario,
hace ya mucho que han cesado de recordarnos su origen poético” (The complete Essays and other
Writings of Ralph Waldo Emerson, The modern Library, New York, 1940, Essays: Second Series,
“The Poet”, p. 329).
9
Cfr. la Grossoktav-Ausgabe de las Nietzsche's Werke (Edición Kröner, Leipzig, 1912), Vol.
XVIII (Segundo de la Tercera Sección “Philologica”), p. 251.
10
Gerber, Gustav: Die Sprache als Kunst, 2 Vol., Bromberg, Mittler'sche Buchhandlung
1871-1874. Esta obra procuró a Nietzsche el modelo tropológico para la comprensión de la génesis
del lenguaje. Sobre la relación Gerber-Nietzsche cfr. Stingelin, Martin, “Nietzsches Wortspiel als
Reflexion auf poet(olog)ische Verfahren” y Meijers, Anthonie, “Gustav Gerber und Friedrich
Nietzsche. Zum historischen Hintergrund der prachphilosophischen Auffassungen des frühen
Nietzsche” en Nietzsche Studien, 17, 1988, pp. 337-349; 369-390.
11
“sólo lo que es matemático se puede comprender plenamente [...] en todo lo demás se está frente
a lo ignoto. Para enfrentar esto, el hombre inventa conceptos que sólo recogen una suma de
propiedades fenoménicas, pero que no alcanzan la cosa” (Zur Teleologie [1867-68] en Werke.
Historisch-Kritische Gesamtausgabe, Beck, München, 1933-1940, p. 383).
12
WL, KSA 1, p. 883.
Pero el soterrado impulso a metaforizar, la innata voluntad de experimentación del
individuo no resulta en absoluto abolida por el hecho de que todo un mundo de rígidos
conceptos haya sido creado en torno suyo como una fortaleza. Antes bien, tal impulso
—del que “no se puede prescindir ni un solo instante, pues si tal se hiciera se prescindiría
del hombre mismo”—, se mantiene intacto y busca “un nuevo territorio y un nuevo cauce
para su actividad y los encuentra en el mito y, sobre todo, en el arte”: éste representa un
camino de regreso a la originaria riqueza del devenir, un espacio de afirmación de las
fuerzas individuales de transgresión, de liberación de la telaraña de la convención. La
incontenible vis lúdica del artista está unida al descubrimiento de que el lenguaje es “poesía
fósil” –según la expresión de Emerson– y toma impulso de las dimensiones inconscientes y
“vivas” del lenguaje, previas a su fosilización13, de donde procede “esa fuerza originaria
mediante la cual nos inventamos a nosotros mismos como una forma única de la
naturaleza”14.
Es precisamente aquí donde vemos actualizarse el tópico, presente ya en la obra sobre
la tragedia, de la convergencia de los vectores del arte y del sueño. Pero es significativo que
ahora se colocan en uno de los polos de la peculiar tensión entre el mundo gregariamente
normalizado y el trasfondo elemental de las fuerzas individuales que pugnan por renovarlo.
Efectivamente, en su juego serio con las metáforas comunes, en antagonismo con las
convenciones del mundo regular y estable de la vigilia –pero con sus mismos materiales, ya
que lo nuevo no es comprensible más que si resulta relativamente familiar– el artista
re-configura “el mundo real del hombre despierto” introduciendo en él un orden tan
inaudito y sorprendente, tan arbitrario y legítimo como es el del mundo de los sueños:
Confunde constantemente las rúbricas y las celdas de los conceptos al establecer nuevas
transposiciones, metáforas y metonimias; muestra ininterrumpidamente el deseo de
configurar el mundo existente del hombre despierto, haciéndolo tan abigarrado, tan
irregular, tan inconsciente, tan incoherente, con el encanto y con la perenne novedad del
mundo del sueño [...] con placer creador, lanza metáforas desordenadamente y desplaza
los mojones de las abstracciones, de forma que, por ejemplo, designa la corriente como el
camino en movimiento que lleva al hombre a donde suele ir. En este momento ha
arrojado lejos de sí el signo de la servidumbre.15.
El sueño y el novum que el artista introduce son de por sí refractarios (en tanto idios
kosmos) al mundo común (koinos kosmos) normalizado por el pacto gregario; su antagonismo
sólo podrá resolverse parcial, no absolutamente, a su favor si no renuncian del todo a hacer
13
«Quienquiera que comprenda una proposición tan sólo como una combinación de palabras y de
conceptos, en vez de comprenderla como una imagen –escribe Meijers, parafraseando a Gerber–, no
tiene en mente al lenguaje viviente (lebendigen Sprache), sino sólo un “esqueleto”» Meijers,
Anthonie, op. cit., Nietzsche Studien, 17, 1988, p. 378; Gerber, G.: op. cit., p. 238.
14
Poirier, Richard: The Renewal of Literature: Emersonian Reflexions, Random House, N. York,
1987, p. 135.
15
WL, KSA 1, p. 887-888.
16
WL, KSA 1, p. 887.
uso de las mismas convenciones en contra de las que se erigen, si logran “copiar la vida del
hombre”17 genérico, aunque esta copia sea durante un tiempo, hasta su “fosilización”, sólo
una máscara. Los sueños no conquistan los mismos derechos que la vigilia precisamente
porque no logran tender los puentes necesarios: “Sólo el fracaso de nuestros sueños para
formar una totalidad permanente uno con otro o con la vida de vigilia– dice Russell – nos
obliga a condenarlos”18. Se recordará la ilustrativa metáfora en que Schopenhauer asimila el
sueño y la vigilia a páginas de un mismo libro del que caben dos lecturas diversas. Las ideas
no difieren:
La vida y los sueños son hojas de uno y el mismo libro. Leerlo de corrido equivale a la
vida real. Pero algunas veces, cuando acaban las horas de lectura (el día) y llega el tiempo
del reposo, seguimos hojeando ese libro sin orden ni concierto, abriéndolo al azar por
una u otra de sus páginas; con frecuencia se trata de una página ya leída y en otras
ocasiones de una página desconocida, pero siempre son páginas de uno y el mismo libro.
Así, una página aislada no guarda trabazón alguna con una lectura consecuente de
principio a fin, más no por ello queda muy a la zaga de ésta, si se piensa que también el
conjunto de la lectura consecutiva comienza y acaba de improviso, con lo cual cabe
considerarla como una sola página un tanto mas extensa19.
Tenía razón Pascal –dice Nietzsche– cuando afirmaba que, si todas las noches nos
sobreviniese el mismo sueño, nos ocuparíamos tanto de él como de las cosas que vemos
cada día: “Si un artesano estuviese seguro de que sueña cada noche, durante doce horas
completas, que es rey, creo –dice Pascal–, que sería tan dichoso como un rey que soñase
todas las noches durante doce horas que es artesano”21.
Con base en estas observaciones, Nietzsche se ocupa del mito comprendiéndolo en los
mismos términos que definen al sueño. Al hacerlo, vuelve sobre la temática de la
excitabilidad mítico-artística de los antiguos griegos, abordada antes en su libro sobre la
tragedia, contraponiendo esa característica, propia del “hombre intuitivo”, con la que es
propia del “hombre racional”, pertrechado frente al devenir con “conceptos y
abstracciones” y resultado él mismo de una prolongada disciplina crítica. Nietzsche
entiende esta “excitabilidad mítica” de los griegos antiguos como espontaneidad creadora
no sofocada o “reprimida” por la entronización del razonamiento lógico que lleva a la
primacía del “hombre teórico”, según el diagnóstico crítico de Die Geburt der Tragödie que,
no obstante importantes cambios, aún subyace parcialmente a estas páginas.
La vigilia diurna de un pueblo míticamente excitado, como el de los antiguos griegos, es,
17
WL, KSA 1, p. 888.
18
Russell, Bertrand: Conocimiento del mundo exterior. Fundamentos para un método científico
filosófico, Ed. Fabril, Buenos Aires, 1964, p. 83.
19
Schopenhauer, A.: Die Welt als Wille und Vorsellung, Sämtliche Werke, Ed. Wolfgang Freiherr
von Löhneysen, Cotta-Insel, Stuttgart, 1960, I, § 5, p. 50.
20
Como es sabido, para el joven Nietzsche, aún no emancipado del romanticismo de sus maestros,
tal realidad constituía una instancia originaria a la que, en línea con el Wille schopenhaueriano,
definía como el verdadero sujeto metafísico (“lo que realmente es”, el “núcleo más íntimo de la
realidad”, el “único fundamento del mundo”), íntimamente trabajado por las contradicciones y por
un anhelo imperioso de ilusión que lo lleva a producir, como expresión de sí en términos de
representación [Vorstellung], el entero mundo de los fenómenos, la realidad empírica.
21
WL, KSA 1, p. 887. El texto de Pascal es el fr. 386 de los Pensée de la Edición Brunschvicg.
de hecho, merced al milagro que se opera de continuo, tal y como el mito supone, más
parecida al sueño que a la vigilia del pensador científicamente desilusionado22.
22
Ibid.
23
WL, KSA 1, pp. 887-888. Itálicas nuestras.
24
Tal la expresión con que Nietzsche se refiere a lo Uno primordial en una alusión tácita a las
páginas de Die Geburt en su Zarathustra (Z, KSA 4, p. 35).
25
Barbera, Sandro: “Apollineo e dionisiaco. Alcune fonti non antiche de Nietzsche” en Campioni,
G.–Venturelli, A. (Eds.), La “Biblioteca ideale” di Nietzsche, Ed. Guida, Napoli, 1992, pp. 58 y ss.
“En sueños sobre el lomo de un tigre”
Sergio Sánchez
Universidad Nacional de Córdoba
Reconocer la animalidad en el hombre, más aún, afirmar en ella la esencia del hombre:
tal “el gran pensamiento” enunciado por Schopenhauer en contraste con la mayor parte de
la filosofía moderna. Nietzsche habría sido, en expresión de Colli, su “único exégeta
auténtico, verificándolo en el campo de los acontecimientos humanos”1. Nuestro propósito
es ocuparnos de esta “verificación” siguiendo el hilo conductor de la reflexión
nietzscheana sobre el fenómeno onírico a partir de Humano, demasiado humano,
procurando precisar la progresiva erosión crítica de persistentes dicotomías arraigadas en
la filosofía y la cultura del s. XIX, y subrayando la incorporación de un variado material
científico y los rasgos escépticos que caracterizan este derrotero.
Como es sabido, Humano, demasiado humano abre un nuevo horizonte a la reflexión
de Nietzsche: el del espíritu libre. Es el horizonte despejado del “noble traidor”2 que ha
dado la espalda decididamente a toda inmediatez romántica propugnada por sus maestros,
a toda “convicción” y toda fe para emprender el camino del conocimiento. El sentido de
ruptura de esta “noble traición”, premisa básica del libro –y del entero itinerario
subsiguiente de Nietzsche–, lo da un proyecto de prólogo de 1877:
1
Colli, Giorgio: Dopo Nietzsche, Adelphi, Milano, 1978, p. 87.
2
NF 17 [66], 1876. Las obras de Nietzsche y los fragmentos póstumos se citan según las Kritischen
Gesamtausgabe Werke, herausgegeben von Giorgio Colli und Mazzino Montinari, Berlin/New York, Walter
de Gruyter, 1967ff., con las siglas y referencias usadas en los aparatos críticos de esta edición, a saber: MA =
Humano, demasiado humano; WL = “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”; JGB = Más allá del
bien y del mal; GD = Crepúsculo de los ídolos; M = Aurora; GM = Genealogía de la moral; EH = Ecce
Homo; NF = Fragmentos póstumos. Estos últimos se indican con la numeración del grupo y del fragmento,
seguidas del año de redacción.
3
NF 23 [159], 1876-1877.
desocultar y poner en evidencia, mediante la vivisección histórico-crítica, toda la artificial
maquinaria que subyace al ideal romántico y a la metafísica, desmitificando el “origen
milagroso” atribuido a cuanto se ha estimado superior. Así, la constelación de verdades de
la metafísica, la religión y la moral, resulta sorprendida en su inconsistencia delatándose
que no posee el brillo de un fuego propio, sino el que le presta una existencia debilitada e
incapaz, sin este recurso, de “hacer frente a lo ignoto” –según la expresión de las notas
sobre la teleología4.
En este movimiento radical de crítica ab inferiori, también el sueño es sacado a la
cruda luz del día y examinado según la misma implacable e incisiva mirada histórica,
despojándolo del aura romántica que lo sustraía como un milagro de la realidad común y le
concedía preeminencia sobre ésta, Nietzsche presenta ahora al sueño como un evento
natural de nuestra vida que ha sido objeto de una mala interpretación, la más antigua que se
ha dado de él y la que ha sido determinante para que a partir de ella se comprendiera todo
lo existente según la omnímoda escisión entre un mundo verdadero y una realidad aparente
–en el caso del hombre, como escisión entre alma y cuerpo–, permitiendo así que se
expresara la inveterada idiosincrasia de los filósofos metafísicos y de las sensibilidades
religiosas, sus incurables Vorurteile.
4
Cfr. supra nota 21.
5
MA I, 5. También en el texto de las Vorlesungsaufzeichnungen, en donde Nietzsche se ocupa del culto a los
muertos y los antepasados, leemos: “El muerto sigue viviendo, ya que aparece en los sueños y en las
halucinaciones de los vivos; así se afianza la creencia en los espíritus separados de los cuerpos” (Der
Gottesdienst der Griechen [Ws 1875-1876; WS 1877-1878], “Einleitung” § 3 en Kritische Gesamtausgabe,
Walter de Gruyter, Berlin-New York, 1995, II5, p. 371). Cfr. también MA I, 147.
En efecto, Nietzsche ha tenido presente aquí la obra del etnógrafo inglés John Lubbock 6
The Origin of Civilitation and the Primitive Condition of Man. Mental and Social
Condition of Savages, publicada en Londres en 1870 y traducida al alemán de la tercera
edición inglesa en 1875, edición esta última adquirida por Nietzsche en Basilea el mismo
año de su aparición y presente en su biblioteca personal.7
En el primero de los capítulos de su libro dedicados a la religión de las que llama
alternativamente “razas inferiores” [lower races] o “pueblos primitivos actualmente
existentes” [existing primitive people], Lubbock escribe:
Los sueños están íntimamente asociados con las formas inferiores de religión. Para el
salvaje, poseen una realidad y una importancia que nosotros difícilmente podemos
apreciar. Durante el sueño, el espíritu parece abandonar el cuerpo; y como en los sueños
visitamos otras localidades e incluso otros mundos, como si viviéramos una vida
separada y diferente, los dos fenómenos son considerados, de modo natural, el uno como
complemento del otro. De aquí que el salvaje considere que los eventos de sus sueños
son tan reales como los de sus horas de vigilia, y de aquí también que sienta
naturalmente que tiene un espíritu que puede abandonar el cuerpo.8
Por último, cuando sueñan con amigos o parientes muertos, los salvajes creen
firmemente que son visitados por sus espíritus, y de aquí es que creen, no en la
inmortalidad del alma, sino en su supervivencia al cuerpo. 9
6
Sir John Lubbock, Lord Averbury (1834-1913) fue botánico, entomólogo, arqueólogo, antropólogo y
etnógrafo. Su trabajo en el campo de la antropología se orientó sobre todo a la búsqueda de “paralelos
etnográficos” capaces de posibilitar la reconstrucción de los datos arqueológicos, para lo cual utilizó un
método comparativo de corte evolucionista. Para la lectura que Nietzsche hace de Lubbock, véase Thatcher,
David S.: “Nietzsche's Debt to Lubbock” en Journal of the History of Ideas, Vol. 44, Nº 2. (1983), pp. 293-
309.
7
Die Entstehung der Civilisation und der Urzustand des Menschengeschlechtes, Jena: H. Costenoble, 1875.
Cfr. Nietzsches persönliche Bibliothek, herausgegeben von Giuliano Campioni, Paolo D’Iorio, Maria Cristina
Fornari, Francesco Fronterotta und Andrea Orsucci, unter Mitarbeit von Renate Müller-Buck, Walter de
Gruyter-Berlin-New York, 2003, p. 276. Nosotros utilizamos la edición norteamericana de 1871 (Apleton and
Co., New York), realizada sobre la primera edición inglesa.
8
The Origin, op. cit., p. 126. Aunque las evidencias textuales directas remiten a Lubbock, en esta temática ha
de tenerse presente igualmente a Eward B. Tylor y su tesis sobre el animismo. De éste, Nietzsche conocía al
menos Primitive Culture, obra que tomó en préstamo de la biblioteca de Basilea en su traducción alemana
(Die Anfänge der Cultur. Untersuchungen über die Entwicklung der Mythologie, Philosophie, Religion, Kunst
und Sitte; 2 Bände, Leipzig, 1873) ya en junio de 1875 (Cfr. Crescenzi, L.: “Verzeichnis der von Nietzsche
aus der Universitätbibliotek in Basel entliehenen Bücher (1869-1879)”, Nietzsche Studien, XXIII (1994), p.
432). Para un estudio pormenorizado del uso de la etnología de la época por parte de Nietzsche, véase
Orsucci, Andrea Orient-Okzident. Nietzsches Versuch einer Loslösung vom europäischen Weltbild, Berlin, de
Gruyter, 1996 y Le origini della civiltà europea. Nietzsche, Dilthey, Spengler e Heidegger, Edizioni della
Normale, Pisa, 2012, Parte Prima- Esercizi di realismo, cap. I: “Nietzsche, l’etnologia e il mondo classico”.
9
The Origin, op. cit., p. 126-127.
Así pues, en sus afirmaciones concernientes a “épocas de cultura rudimentaria y
primitiva”, Nietzsche se orienta, aquí, como en otras partes, por las investigaciones de
hombres de ciencia contemporáneos, muchos de los cuales (como es el caso de biólogos,
fisiólogos, antropólogos, etnógrafos, etc.) asumen perspectivas claramente darwinianas.
Pero lo que acaso importa más en relación con el aforismo que nos ocupa es lo que
Nietzsche construye especulativamente con la información científica que le aporta la
lectura de The Origin. En efecto, podemos decir que el rasgo “platónico” –si se nos
permite usar en sentido lato esta expresión– inherente a la metafísica y a la religión, a
saber, la escisión antes aludida de la realidad en dos niveles o mundos diversos, al ser
denunciado por Nietzsche como procedente de una mala comprensión [Mißverständnis] del
sueño, pierde todo asidero racional argumentable. Resultaría así que el sueño no conduce a
ningún otro mundo, sino que meramente suscita en quien sueña la ilusión de que tal
sucede. Pero esta ilusión, según es un tópico de Nietzsche, se ha erigido en una instancia
metafísica (la “verdadera” realidad) y religiosa (los dioses o Dios) que ha hipotecado
largamente, con la autoridad de die letzen Dinge, las cosas más próximas.
Debe observarse, además, que si atendemos a las afirmaciones de Nietzsche que, como
veremos, hacen del sueño un producto fisiológico cerebral debido a estímulos sensoriales
externos10, lo que este aforismo sugiere es que lo que a los primitivos se presentaba como
una vía de salida del arco de la unidimensionalidad inmanente de la vida, se revela en
realidad como un espejismo: en vez de una puerta a otro mundo, el sueño es una suerte de
espejo en el que se refleja, duplicándose, el mismo mundo de la vigilia. Nuevamente
estamos frente a la idea del sueño como apariencia de la apariencia, presente en El
nacimiento, pero ahora la apariencia original copiada no ha sido suscitada por ninguna
instancia metafísica y no se encuentra, en consecuencia, despotenciada por ésta: es
simplemente la realidad empírica [Wirklichkeit] que Nietzsche considera en su propio
horizonte teórico desmitificador en que confluyen el neokantismo y el darwinismo de la
época, un horizonte en el que espera verla emerger finalmente “desdivinizada”, libre de
todas las “sombras de Dios”11. Y en este contexto desdivinizado, el pensamiento ha de
enfrentarse con el “terrible texto homo natura”12: el hombre restituido a su naturaleza
10
MA I, 13.
11
Cfr. FW 108, 109.
12
Tal la expresión que utilizará en JGB, 230.
animal.
13
WL 2. Ya Schopenhauer, siguiendo a su admirado Cabanis, había destacado la drástica mengua o incluso la
desaparición de la memoria en el sueño, viendo en ello un aspecto por el que éste es equiparable a la locura:
“el sueño tiene una innegable semejanza con la locura. En efecto, lo que distingue la conciencia que sueña de
la que está despierta es la falta de memoria o, mejor, de un recuerdo conexo y reflexivo […] parece realmente
que en el sueño, en medio de la actividad de todas las fuerzas intelectuales, la memoria es la única que no está
disponible” (“Ensayo sobre la visión de espectros y lo que se relaciona con ella” en Parerga y Paralipomena,
trad. española Pilar López de Santa María, Trotta, Madrid, 2006. p.255.).
14
Spir, African: Forschung nach der Gewissheit (1869) y Denken und Wirklichkeit (1873-741, 18772). Ambas
obras están presentes en la biblioteca del filósofo; la segunda con múltiples marcas de lectura. Sobre la rica y
decisiva relación de Auseinandersetzung con African Spir, tanto en WL como en MA y la obra subsiguiente,
nos permitimos remitir a nuestros trabajos “Logica, verità e credenza: alcune considerazioni in merito alla
relazione Nietzsche–Spir” en Fornari, M. Cristina (Ed.) La trama del testo. Su alcune letture di Nietzsche,
Milella, Lecce, 2000, pp. 249-282 y “Linguaggio, conoscenza e verità nella filosofía del giovane Nietzsche: I
frammenti postumi del 1873 e le loro fonti” en Annuario Filosofico, Mursia, Milano, 2001, pp. 213-240.
15
MA I, 1.
el idios kosmos del sueño nuestra memoria debilitada nos vuelve incautos, descuidados,
negligentes, de modo que reconocemos mal las cosas y las equiparamos erróneamente en
base a una identidad que no es, dando lugar a la causa del mal razonamiento [Ursache des
schlechten Schliessens], como puede considerarse que lo es el que está en la base de la
mala comprensión del sueño, según el aforismo 5 antes considerado: “El muerto sigue con
vida, puesto que aparece en sueños al vivo”. En esto, dice Nietzsche, nos comportamos
como el salvaje al crear sus mitos:
con el mismo arbitrio y confusión compusieron los pueblos sus mitologías, y aún ahora
suelen los viajeros observar la propensión salvaje al olvido, cómo su espíritu, tras breve
tensión de la memoria, empieza a vacilar y, por mera relajación, produce la mentira y el
absurdo. Pero todos nosotros nos parecemos en el sueño a este salvaje, el reconocimiento
deficiente y la equiparación errónea son las causas del mal razonamiento del que nos
hacemos culpables en el sueño: de modo que, cuando un sueño se nos presenta
claramente, nos espantamos de nosotros mismos por albergar en nosotros tanto
disparate.16
La perfecta claridad de todas las representaciones del sueño, que tiene como presupuesto
la creencia incondicionada en su realidad, nos trae a la memoria estados pasados de la
humanidad en los que la alucinación era extraordinariamente frecuente y acaso hacía
presa simultáneamente en comunidades y pueblos enteros. De este modo, en el dormir y
el soñar, volvemos a experimentar en nosotros la actividad de la humanidad primitiva.17
16
MA I, 12. También aquí se apoya Nietzsche en Lubbock para caracterizar la memoria y la atención de los
salvajes como intermitentes e imperfectas, y como fuentes de “la mentira y el absurdo”. En una página de la
introducción de su libro, Lubbock cita el testimonio de un viajero que ha conocido a los Ahts, comunidad
salvaje del N. O. de Norteamérica: “Al hombre civilizado, la mente del nativo le parece generalmente estar
adormecida (asleep); y si le haces de pronto una nueva pregunta, debes repetírsela mientras la mente del
salvaje está despierta, y hablar con énfasis hasta que él capte su sentido. […] puede observarse que el salvaje
pierde en ocasiones la memoria cuando está comunicando voluntariamente alguna información. […] Pero una
breve conversación lo fatiga, sobre todo si las preguntas que se le hacen requieren de un esfuerzo del
pensamiento o la memoria de su parte. Entonces, la mente del salvaje parece divagar por pura debilidad y éste
dice mentiras y absurdos” (The Origin, op. cit., p. 5).
17
MA I, 12.
general, formulada como ley biogenética por Haeckel, de que “la ontogénesis recapitula la
filogénesis”–, es un tópico del darwinismo y de mucha literatura científica de la época.
Lubbock ve estribar en ello la importancia del estudio de las costumbres, leyes e ideas de
los “pueblos primitivos actualmente existentes”, ya que en ellos es posible observar “los
más tempranos estadios mentales por los que ha pasado la raza humana” y verificar que
muchas ideas primitivas “están arraigadas en nuestras mentes, como los fósiles que se
encuentran incrustados en el suelo”.18
En lo que concierne específicamente al sueño, la idea de que en éste opera una suerte
de “regresión” a estadios primitivos [Urzustände] de la humanidad, atavismos que son
actualizados de modo que volvemos a vivirlos en nosotros, constituye claramente el
presupuesto central de la concepción de Nietzsche a partir de Humano. En el aforismo 13
de esta obra, del que nos ocuparemos a continuación, aparece explícitamente enunciada:
Razonando en sueños
18
The Origin, op. cit., p. 1.
19
MA I, 13.
20
M 312.
título: “Lógica del sueño” y, en parte, constituye una profundización del aforismo 12.
Nietzsche comienza con una consideración relativa a las fuentes del sueño. En su
opinión, los sueños son provocados exclusivamente por estímulos físicos o sensoriales que
actúan desde el exterior de quien duerme, o bien proceden causalmente de los órganos
internos:
Quien se ciña los pies con dos correas acaso sueñe que dos serpientes se enroscan en sus
pies: esto es primero una hipótesis, luego una creencia acompañada de la representación
y la invención de una imagen: “Estas serpientes deben ser la causa de esa sensación que
yo, el durmiente, experimento”, así juzga el espíritu del durmiente. Para éste, el pasado
próximo así interpretado se convierte en presente a través de la fantasía excitada. Así,
cada cual sabe por experiencia con qué rapidez quien sueña incorpora a su sueño un
sonido que lo afecte fuertemente, por ejemplo, campanadas, disparos de cañón, esto es,
los explica a posteriori [hinterdrein], de modo que cree experimentar primero las
circunstancias ocasionantes y luego ese sonido.27
¿Cómo sucede que la mente de quien sueña yerre siempre así, mientras que esa misma
mente en estado de vigilia suele ser tan fría, cauta y escéptica frente a toda hipótesis, al
punto de que la primera hipótesis que aparece para explicar una sensación le basta para
creer de inmediato en su verdad (pues en el sueño creemos en el sueño como si fuese
realidad, tomamos nuestra hipótesis como plenamente demostrada)?29
Yo creo que actualmente el hombre razona todavía en sueños como hace milenios
razonaba la humanidad también durante la vigilia: la primera causa que se le ocurría al
espíritu para explicar algo que requiriera ser explicado, le bastaba y pasaba por verdad.
27
MA I, 13; cfr. también NF 21 [38].
28
Schopenhauer había resaltado también este rasgo, una “extraordinaria falta de juicio” [ausserordentlicher
Mangel an Urtheilwilkraft], como propio del sueño. Cfr. op. cit. p. Las tesis básicas de los aforismos 12 y 13
de Menschliches guardan claras resonancias de este texto del filósofo de Danzig.
29
MA I, 13.
30
Si se tiene presente el aforismo que abre Humano, encontramos aquí un ejemplo de cómo puede algo “nacer
de su contrario”: “lo racional de lo irracional”, “lo lógico de lo ilógico” (MA I, 1).
(Así se comportan aún hoy los salvajes, según los relatos de los viajeros) […] Pensar
durante el sueño nos es hoy tan fácil porque durante inmensos períodos de la evolución
humana hemos estado tan bien adiestrados en esta forma fantástica y burda de explicar
en base a la primera idea que viene a la mente.31
31
Ibid. La mención de relatos de viajeros alude aquí a Sproat, G. M.: Scenes and Studies of Savages Life
(1868), citado por Lubbock en The Origin, op. cit., p. 5 y ss. Cfr. supra nota 50.
32
Nietzsche no utiliza esta denominación, propuesta por Afred Maury, quien es el primero en estudiar
exhaustivamente el fenómeno (“Des hallucinations hypnagogiques” en Annales médico.psychologiques du
système nerveux, janvier, 1858 y más tarde en su gran obra Le sommeil et les rêves. Ètudes psychologique sur
ces fenómenos et les divers états qui s’y rattachent, Didier et Cie., Paris, 1861). El conocimiento por parte de
Nietzsche de los trabajos de este erudito investigador, muy difundido y apreciado por los estudiosos del sueño
y de los fenómenos mentales (se recordará que Freud lo incluye entre los más destacados observadores del
fenómeno onírico, y recuerda muchas de sus presentaciones de sueños propios), no parece imposible, si bien
acaso tal conocimiento no fuera directo.
33
MA I, 13.
34
GD, “Die vier grossen Irrthümer”, 3.
que el mal razonamiento en que incurrimos en sueños fuera una práctica de la humanidad
antigua “también durante la vigilia”. La razón de tal omisión parece clara: Nietzsche
encuentra ahora que la misma humanidad presente razona en estado de vigilia tal como lo
hace en sueños (“De hecho, cuando estamos despiertos actuamos también así”)35, bajo la
compulsión de una “pulsión causal” [Ursachentrieb] por la que a toda excitación le es
asignada una causa:
Esta pulsión causal resulta ser tan básica en nuestra constitución, como decisiva, ya que
la conciencia misma de un hecho no tiene lugar hasta tanto no se ha asignado a tal hecho
una determinada causa o motivación:
Jamás nos basta con establecer el hecho de que nos encontramos de este y de aquel
modo: no admitimos ese hecho –no cobramos conciencia de él– hasta que hemos dado
una especie de motivación.37
El recuerdo que en tal caso entra en actividad sin saberlo nosotros, evoca estados
anteriores de igual especie, así como las interpretaciones causales fusionadas con ellos, –
no la causalidad de los mismos. Desde luego, la creencia de que las representaciones, los
35
En el sentido de esta “equiparación” resulta asimismo interesante el texto de JGB 193, que lleva por título
un verso del fragmento 30 de Petronio Arbitro: Quidquid luce fuit, tenebris agit. Conservando la perspectiva
“des-divinizadora” del sueño propia del apreciado poeta romano, Nietzsche señala que también es legitima la
afirmación inversa según la cual “las vivencias que tenemos mientras soñamos […] acaban por formar parte
de la economía global de nuestra alma”, lo mismo que cualquier vivencia “realmente” experimentada. El
trasvase de elementos (Nietzsche habla aquí de hábitos) de la esfera onírica a la esfera de la vigilia, evidencia
cuán poco definidas y estables son las fronteras comúnmente supuestas entre ambas. La idea general de que
“la causalidad del sueño es análoga a la causalidad de la vigilia” la encontramos ya en un fragmento de los
primeros años de Basilea: cfr.: NF 7 [195].
36
GD, “Die vier grossen Irrthümer”, 3.
37
Ibid.
procesos conscientes concomitantes han sido las causas, es evocada también por el
recuerdo. Surge así una habituación a una interpretación causal determinada, la cual
obstaculiza en verdad una investigación de la causa e incluso la excluye.38
Nietzsche añade una “aclaración psicológica de este hecho” que coloca una vez más en
el centro de la escena al elemental temor a lo ignoto y la necesidad instintiva de hacerle
frente y conjurarlo: esto imprime en todo el proceso antes descripto el carácter de la
apropiación y la defensa en medio de la lucha:
Así pues, la última mirada de Nietzsche sobre las “causas imaginarias” encuentra al
sueño y a la vigilia sumidos por igual en un continuum en el que se han disuelto las
diferencias que hacen de ellos mundos separados e incompatibles. Uno y otro conforman
un tapiz tejido con los hilos de una misma ilogicidad por las manos del más antiguo dios
del rebaño: el temor a lo desconocido.
Alimentos soñados
Por muy lejos que pueda alguien llegar en el conocimiento de sí mismo, nada podrá ser
más incompleto que la imagen que se forme de todas las pulsiones que constituyen su
ser. A duras penas podrá dar un nombre a las más groseras de entre ellas: su número y
su fuerza, su flujo y su reflujo, su juego recíproco y, sobre todo, las leyes de su
nutrición, le seguirán siendo totalmente desconocidas41.
Esta nutrición se vuelve así una obra del azar: nuestras vivencias cotidianas arrojan ora
a esta pulsión ora a aquélla, una presa que rápidamente es capturada con avidez, pero
todo el ir y venir de estos sucesos permanece fuera de la entera conexión racional de las
necesidades de nutrición del conjunto de las pulsiones42.
40
Roux, Wilhelm: Der Kampf der Theile im Organismus, Leipzig, 1881; presente en la biblioteca personal del
filósofo con numerosas marcas de lectura. En esta obra, Roux coloca la lucha en el corazón de los procesos
orgánicos internos de los organismos, dominando la dinámica de su autoformación y su autorregulación, en lo
que constituye una instancia previa (un primer nivel de lucha) a la confrontación del individuo con el medio
(segundo nivel de lucha). Sobre la importancia de esta obra en la reflexión de Nietzsche de los años ochenta,
especialmente en lo concerniente al aspecto de la “lucha de las partes” para la reconstrucción de la idea de
Voluntad de poder, véase Müller-Lauter, W: “Der Organismus als innerer Kampf. Der Einfluss von Wilhelm
Roux auf Friedrich Nietzsche” en Nietzsche-Studien, VII (1978), pp. 189-223).
41
M, 119. Cfr. también M, 115: “Ninguno de nosotros es tal como aparece según esos estados que son los
únicos para los que tenemos conciencia y palabras […] Conforme a esas burdas manifestaciones, las únicas
que conocemos, nos desconocemos a nosotros mismos”.
42
Ibíd.
requieren; de ahí el desigual desarrollo del conjunto:
Así, siempre tendrá lugar un doble fenómeno: la atrofia y la muerte por inanición de
unas y la sobrealimentación de otras. Cada momento de nuestra vida hace crecer
algunos de los tentáculos de nuestro ser y atrofia los otros según, precisamente, el
alimento que lleve o no consigo dicho momento. Todas nuestras experiencias
(Erfahrungen), como ya se dijo, son en este sentido medios de alimentación esparcidos
por una mano ciega que ignora quién tiene hambre y quién está saciado. Como
consecuencia de esta nutrición fortuita de sus partes, también el pólipo ya desarrollado
será algo tan fortuito como su propio devenir. Más claramente: suponiendo que una
pulsión se encuentre en la situación de exigir ser satisfecha o de ejercitar su fuerza o
descargarse de ella o colmar un vacío (dicho todo esto en lenguaje metafórico)-,
considerará cada suceso del día a fin de ver cómo puede servirse de él para sus
objetivos; sea que el hombre ande o repose o se encolerice o lea o hable o luche o se
encuentre alegre, la pulsión sedienta tanteará, por así decirlo, cada situación [Zustand]
en que se encuentre. En la mayoría de los casos, no encontrará nada a su gusto y habrá
de esperar y seguir sedienta. Si pasa un cierto tiempo, se debilitará; y si no queda
satisfecha en el plazo de unos días o de unos meses, se secará como una planta sin
lluvia43.
En este contexto dramático, Nietzsche diferencia pulsiones que exigen una satisfacción
perentoria, sin admitir compensaciones o “placebos” (por ejemplo, el hambre), de otras
“como las llamadas pulsiones «morales»” que toleran una satisfacción diferida y sustituta o
compensatoria, a la manera en que (y he aquí la observación que interesa directamente al
tema que nos ocupa) el sueño nos compensa con alimentos sustitutos allí donde los
alimentos inmediatamente deseados no han estado a nuestro alcance en la vigilia.
Acaso esta crueldad del azar quedaría de manifiesto con colores más vivos, si todas las
pulsiones quisieran ir hasta el extremo como el hambre, que no se satisface con
alimentos soñados; pero la mayoría de las pulsiones, especialmente las llamadas
pulsiones «morales», se satisfacen precisamente así -si se me permite la suposición de
que nuestros sueños tienen el valor y el sentido de compensar hasta cierto punto esa
falta casual de nutrición durante el día44.
43
Ibíd.
44
Ibíd.
Antes de proseguir con el análisis del aforismo y ocuparnos en detalle de la
descripción de los procesos implicados en este mecanismo compensatorio, son necesarias
algunas precisiones. Ante todo, debemos tomar en consideración otros aforismos de
Aurora y muchos textos póstumos de esta época que subrayan la situación del organismo
constantemente expuesto a estímulos del medio y que presentan las pulsiones que lo
constituyen internamente estructuradas como dispositivos de respuesta de diversos grados
de complejidad y refinamiento. En el nivel más bajo o primitivo, encontramos la
configuración más simple como respuesta directa a estímulos inmediatos, en tanto que en
los niveles más altos o evolutivamente más recientes, en el extremo de una línea de
progresión continua, encontramos sistemas altamente complejos y refinados, dotados en
apariencia de características funcionales diferentes de las que se presentan en el nivel más
bajo, como cabe apreciar en la esfera de los fenómenos mentales.
Así entonces, esta diferenciación no es ontológica: entre las pulsiones fisiológicas
(vgr. el hambre) y las pulsiones intelectuales, morales o sociales hay homogeneidad y
comunidad de origen: unas y otras son mecanismos de respuesta a los estímulos del mundo
externo, surgidos y estabilizados en diversos momentos del desarrollo ontogenético y
filogenético. Por esto, lo que indica el parangón con el sueño es que las llamadas
“pulsiones morales” no son sino pulsiones fisiológicas que no han encontrado estímulos
reales y se han comprometido, en consecuencia, en la economía de la compensación45.
A la luz de estas premisas, la descripción del proceso onírico introduce, en el texto que
nos ocupa, el concepto de “interpretación” para caracterizar la reacción del organismo a
“estímulos nerviosos en el sueño”. Utilizando la metáfora de la lectura, Nietzsche habla de
los sueños como “comentarios” de un “texto” constituido por dichos “estímulos
nerviosos”, disparados en el encuentro con el “mundo externo”. Se interroga por el motivo
de la notoria diferencia entre los “comentarios” representados por los sucesivos sueños, ya
que no se compadecen con el “texto” comentado, casi invariable o “muy similar” en los
distintos momentos en que es interpretado de ese modo. La causa de tal diferencia o
libertad de interpretación, observa, estaría dada por la intervención de una “razón
creadora” [dichtende Vernunft], receptiva del reclamo marcadamente diversificado de las
45
La distinción entre “fisiológico” y “psicológico” (lo mismo que entre “interno” y “externo”) resulta así
fuertemente cuestionada: no traduciría una distinción real, sino que sería producto de una constricción
impuesta por el lenguaje, reservorio activo de prejuicios ancestrales.
pulsiones y creadora activa de los “alimentos soñados” adecuados para satisfacer en cada
caso las pulsiones predominantes. De este modo, entre un texto de estímulos poco
variables y una gama de “comentarios” muy libres, muy diferentes entre sí que lo
interpretan, se ubica la acción creadora de dicha “razón” que atiende los requerimientos de
las distintas pulsiones al modo de un actor que -en una representación sin libreto, cuya
historia se fuera inventando en la escena-, atendiera al apuntador y recitara lo que éste le
fuera dictando. Así, el curso de la “representación” sigue en cada momento el dictado de
las pulsiones que han conquistado el lugar y la función del apuntador:
¿Por qué el sueño de ayer estuvo lleno de tanta ternura y lágrimas, el de anteayer resultó
divertido y desbordante, y otro más lejano aún, fue toda una aventura y una continua y
oscura búsqueda? ¿Por qué disfruto en este sueño de la belleza indescriptible de la
música y en aquel otro vuelo hacia lejanas cumbres de montañas, con el deleite del
águila? Estas invenciones poéticas [Erdichtungen], que dan vía libre y proporcionan
desahogo a nuestras pulsiones de ternura, de broma, de aventuras o a nuestro anhelo de
música y de montañas --y cualquiera de nosotros podría dar ejemplos más convincentes-
- son interpretaciones de nuestros estímulos nerviosos durante el sueño, interpretaciones
muy libres, muy arbitrarias, del movimiento de la sangre y de las vísceras, de la presión
de los brazos o de la ropa de cama, del sonido de las campanas, de las veletas, de los
noctámbulos o de otras cosas similares. Que este texto que, por lo general, es muy
similar de una noche a otra, sea comentado de modo tan distinto; que la razón creadora
[dichtende Vernunft] se represente, ayer u hoy, causas tan diferentes para los mismos
estímulos nerviosos, todo esto tiene su fundamento en que el souffleur de esta razón ha
sido hoy diferente al de ayer – una pulsión diferente quería satisfacerse, ponerse en
movimiento, ejercitarse, recrearse o descargarse; estaba en su apogeo, mientras que ayer
era otra la que lo estaba46.
Es interesante notar el hecho de que Nietzsche recupera la reflexión del texto de 1873,
Sobre verdad y mentira, y la reflexión sobre la “lógica del sueño” del aforismo 13 de
Humano. En el primero, hablaba de “estímulos nerviosos” al explicar la génesis metafórica
del lenguaje siguiendo la tropología de Gerber47. En el segundo, definía al sueño como “la
búsqueda y la representación de las causas” de las sensaciones suscitadas a partir de
estímulos del mundo externo48. En ambos casos se presupone básicamente el mismo marco
descriptivo que da unidad y coherencia a la reflexión y que aquí se presenta de manera
46
M, 119.
47
Confróntese la descripción del proceso “creador” en que está comprometida la “razón inventiva” al
representarse las causas de los estímulos nerviosos con la primera alusión a esta actividad en el texto de 1873:
“¡En primer término, un estímulo nervioso transpuesto en una imagen! Primera metáfora. ¡La imagen
transformada a su vez en un sonido! Segunda metáfora. Y, en cada caso, un salto total de una esfera a otra
completamente diferente y nueva" (...) "la enigmática x de la cosa en sí se presenta en principio como
estímulo nervioso, después como figura, finalmente como sonido” (WL 1).
48
MA I, 13.
explícita y completa49. En efecto, tenemos un umbral que diferencia el mundo del sueño
del mundo de la vigilia en base a proporciones inversas de convención y libertad
interpretativa. Claramente, esta diferenciación disimula, pero no altera la continuidad y
homogeneidad entre los respectivos procesos. Así, por sobre este umbral, tendríamos el
mundo consciente de la vigilia estabilizado y normalizado por la preponderancia de las
convenciones gregarias que limitan fuertemente la libertad de interpretación; en cambio,
por debajo de tal umbral, tendríamos el mundo infraconsciente del sueño, caracterizado por
una inversión de las proporciones de convención y libertad interpretativa que encontramos
en la vigilia: un mínimo de la primera y un máximo de la segunda.
Así, la esfera “superior” de la vigilia coincidiría con la esfera que Sobre verdad y
mentira presentaba como resultado del pacto social que sanciona el lenguaje como
cristalización de metáforas y “poesía fósil” (Emerson), restringe drásticamente el alcance
de la libre actividad artística productora de metáforas y fija el sistema de convenciones
cuyo efecto normalizador garantiza la comunicación gregaria. El texto de 1873 parece
tomar más en serio las diferencias entre ambas esferas y limitarse a sólo sugerir la
posibilidad de que el umbral antes mencionado no interrumpa el continuum y la
homogeneidad entre ellas.
El texto que nos ocupa, en cambio, relativiza fuertemente este aspecto y sostiene que
la diferencia entre los procesos del sueño y la vigilia no es “esencial” sino que unos y otros
están sujetos a la misma economía pulsional antes descripta, hasta el punto de que incluso
“nuestras valoraciones y juicios morales” y la conciencia toda han de ser entendidos como
49
Debido a esta “recapitulación”, el aforismo 119 proporciona una interesante perspectiva en la que releer la
reflexión sobre el sueño en las primerísimas etapas de la producción nietzscheana, en particular, la etapa
correspondiente a El nacimiento de la tragedia. Si se lo hace con la debida prudencia, sin incurrir en el
frecuente error de atribuir al Nietzsche más temprano lo que sólo encontramos que el Nietzsche maduro
pensó, podemos conjeturar que la distinción entre los dos planos representados por Apolo y Dionisos presente
en esa obra constituyen los primeros tanteos en búsqueda de precisar lo que mucho más tarde logrará hacer en
términos que ya han abandonado por completo el registro metafísico schopenhaueriano y la igualmente fuerte
hipoteca wagneriana: el oscuro subsuelo de la animalidad en el hombre, la fábrica subterránea de la vigilia
apolínea representada por el dios-animal Dionisos.
50
M, 119.
resultados de la actividad interpretativa de la que el sueño es un ejemplo:
[…] ¿no debo concluir que nuestras pulsiones, en estado de vigilia no hacen igualmente
otra cosa que interpretar los estímulos nerviosos y determinar sus «causas» según sus
propias necesidades? ¿Que no existe una diferencia esencial entre la vigilia y el sueño?
¿Que, incluso, comparando estadios culturales muy diferentes, la libertad de interpretar
de la vigilia en uno de tales estadios no es en absoluto inferior a la libertad de
interpretación del sueño en otro estadio? ¿Que nuestras valoraciones y juicios morales
no son más que imágenes y fantasías que encubren un proceso fisiológico desconocido
para nosotros, una especie de lenguaje convencional para designar ciertos estímulos
nerviosos? ¿Que toda nuestra llamada conciencia es un comentario más o menos fan-
tástico de un texto no conocido [ungewussten], acaso incognoscible, y, sin embargo,
sentido?51
De este modo, resultaría que el corazón más íntimo de nuestra experiencia [Erfahrung
/ Erlebnis] es invención [Erdichtung]. Esto no podría ser de otro modo si aceptamos que la
interpretación de la que nos habla Nietzsche es la interpretación de un texto desconocido:
¿de qué otro modo se puede dar el comentario de un texto que no se conoce, sino
inventando? Es lo que concluye Nietzsche, con toda la prudencia que dicta la complejidad
del tema y la conciencia de nuestros condicionamientos lingüísticos, que lo han obligado
desde el principio al uso de un lenguaje fuertemente figurado y que ahora lo inducen a
continuar expresándose hipotéticamente, a través de preguntas:
¿Qué son, pues, nuestras vivencias? Es mucho más lo que introducimos en ellas que lo
que ya contienen. ¿O se debe decir directamente: en sí mismas nada contienen?
Vivenciar, ¿es inventar?52
El espectáculo del mundo al que asistimos conscientemente ha sido creado por nosotros,
pero no nos hemos advertido haciéndolo. Y nosotros mismos somos parte de esta creación,
pero hasta donde podemos observarnos, apenas si llegamos a atisbar cómo tiene lugar. He
aquí la obligada constatación escéptica que más tarde encontraremos en la Genealogía de
51
M, 119. Sobre la inexistencia de una “diferencia esencial” entre el sueño y la vigilia y el común carácter
“interpretativo” propio de ambas esferas, también habla un fragmento del otoño de 1880: “Nuestra vida de
vigilia es un interpretar [Ausdeuten] procesos pulsionales interiores con la ayuda de la memoria de todo lo
visto y sentido: un arbitrario lenguaje de imágenes [Bildersprache] así como el sueño es tal lenguaje de las
sensaciones en el dormir” (6 [81]). La atención dirigida a la diferencia entre el sueño y la vigilia en “estadios
culturales diferentes”, retoma, como se recordará, la afirmación del texto de 1873 según la cual “la vigilia
diurna de un pueblo míticamente excitado” es “más parecida al sueño que a la vigilia del pensador
científicamente desilusionado” y las consideraciones realizadas a la luz de las primeras lecturas etnológicas de
la segunda mitad de los años setenta, presentes en GDG y en MA, como vimos al ocuparnos del aforismo 12
de esta última obra.
52
M, 119.
la moral53. Nos desconocemos, pues, doblemente: como creadores del mundo y como
creadores de nosotros mismos. Sólo nos está iluminado el árbol de nuestra experiencia,
surgido de la oscura raíz de nuestra animalidad. Nuestra conciencia va “en sueños sobre el
lomo de un tigre”54.
53
GM, “Prólogo” 1.
54
“...auf dem Rücken eines Tigers in Träumen hängend” (WL 1).
“Debe considerarse que en nuestros días y en nuestro país, la noción del alma de
las bestias se está extinguiendo. En realidad, parece que el animismo se ha
trasladado a sus puestos de avanzada, concentrándose en su primera y principal
posición, la doctrina del alma humana. Esta doctrina ha sufrido una modificación
extrema en el curso de la cultura. Ha sobrevivido a la pérdida de un gran argumento
a su favor que le estaba añadido: la realidad objetiva de las almas o los espectros
de aparecidos vistos en sueños o en visiones. El alma ha abandonado su substancia
etérea y se ha vuelto una entidad inmaterial, “la sombra de una sombra”. Su teoría
se ha separado de las investigaciones de la biología y la ciencia mental, que discute
hoy los fenómenos de la vida y del pensamiento, los sentidos y el intelecto, las
emociones y la voluntad, sobre la base fundamental de la experiencia pura. Ha
surgido así un producto intelectual cuya verdadera existencia no reviste la mayor
significación, una “psicología” que no tiene ya nada que ver con el “alma”. El lugar
del alma en el moderno pensamiento está en la metafísica de la religión, y su
especial tarea es la de procurar una dimensión intelectual a la doctrina religiosa de
la vida futura. Tales son las alteraciones que han diferenciado a la creencia animista
fundamental en su decurso a través de los sucesivos períodos de la cultura del
mundo. Con todo, es evidente que, no obstante todo este profundo cambio, la
concepción del alma humana constituye, en su naturaleza esencial, un continuum
desde la filosofía del pensador salvaje hasta la del moderno profesor de teología.
Su definición se ha mantenido desde el principio como la de una entidad animada,
separable y autosubsistente, vehículo de la existencia personal”.