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FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICOS 2006
PSICOANÁLISIS FREUD ‐ CÁTEDRA I (049)
TITULAR PROFESOR DR. OSVALDO DELGADO
TEÓRICO 3 ‐ 19 DE ABRIL DE 2006
Hoy nos vamos a adentrar específicamente en “Las neuropsicosis de defensa”. Vamos
a trabajar con tres textos, “Las neuropsicosis de defensa”, de 1894; “Nuevas
puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa”, de 1896; y el “Manuscrito K”, de
1896.
En el teórico de la semana próxima vamos a continuar el trabajo sobre estas
neuropsicosis de defensa con la correspondencia a Fliess: la “Carta 52” y el escrito
“Sobre la psicoterapia de la histeria”.
El título mismo del primer texto que trabajaremos hoy se puede prestar a cierta
confusión. Cuando Freud se refiere a “las neuropsicosis de defensa” no lo hace
exclusivamente para el campo de la psicosis. Es el trabajo respecto a dos tipos clínicos
de la neurosis: la neurosis obsesiva y la neurosis histérica, y dos tipos clínicos del
campo de la psicosis: la paranoia y la melancolía. En ese momento Freud aún lo agrupa
de este modo, pero recuerden que el tipo clínico que llamamos neurosis obsesiva e
histeria pertenecen al campo de la neurosis y no al de las psicosis. Justamente vamos a
ver la diferencia importantísima que hay entre el ordenamiento del campo de la
neurosis y el del campo de la psicosis.
Son textos iniciales de Freud. Lo que formula en esos textos y en ese Manuscrito, es un
avance enorme para poder pensar los tipos clínicos a lo largo de su obra y en la
actualidad. Cuestiones centrales que es importante tenerlas en cuenta cuando
pensamos el campo de la psicosis y de la neurosis.
Freud produce un salto fundamental en relación con lo que le debe a sus maestros.
Incluso a esta suerte de maestro y par que era Breuer. Pero es el punto donde Freud se
comienza a separar, va más allá de ellos, y ese ir más allá implica una construcción
absolutamente nueva.
Primero tenemos que establecer una diferencia central. Freud arriba al trabajo de las
neuropsicosis de defensa al mismo tiempo que va desarrollando lo propio de la
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neurosis de angustia. Entonces para un ordenamiento lo primero que debemos hacer
es poner en contrapunto: neuropsicosis de defensa con neurosis de angustia.1
La neurosis de angustia es un modo de padecimiento por ausencia de mecanismo
psíquico. Se produce neurosis de angustia cuando lo que Freud llama la tensión sexual
orgánica –para nombrarla de ese modo–, no accede a articularse con los
representantes psíquicos. Hay un fracaso en la articulación de los representantes
psíquicos y esa cantidad. A esa cantidad, esa tensión sexual orgánica –que Freud
llamará de diferentes modos–, fracasa en su articulación con la cadena de
representantes psíquicos. Entonces la primera teoría de la angustia en Freud es: la
transformación de una energía sexual que no se articula a los representantes psíquicos
se transforma en angustia. Veremos la importancia de esto.
Freud hace descripciones para poder situar algo de esto, pero hay que ir tomando los
contrapuntos que él mismo hace en el desarrollo. Incluso llega a comparar el estado de
angustia con un acto sexual por la agitación, la transpiración, etcétera; como si fuera
una metáfora del estado de angustia. Pero no se trata radicalmente de esto. Se trata
de un problema mayor que tiene que ver con que la constitución misma del sujeto
para el psicoanálisis: no todo el monto de afecto, no todo se articula a los
representantes psíquicos, hay algo que permanece sin articulación que es una tensión
irreductible.
Entonces primer contrapunto, entonces: las neuropsicosis de defensa –tanto del tipo
clínico de la neurosis como de la psicosis– se diferencian de la neurosis de angustia.
A su vez Freud va a diferenciar a la neurosis de angustia como tal del estado de
angustia. El estado de angustia es un momento, por eso dirá que responde a un golpe
en un momento. De ese modo podemos encontrar estado de angustia en el marco
mismo de las neuropsicosis de defensa. Estas últimas en Freud son crónicas.
Entonces tenemos la diferencia entre neuropsicosis de defensa de neurosis de
angustia, aclarando que es diferente la neurosis de angustia del estado de angustia.
Para decirlo con palabras actuales, el estado de angustia es, por ejemplo, el ataque de
1
[Agregado del año 2020] La separación de las neurosis de angustia, se trabajará mucho más en detalle
en el video de Teóricos que se subirá la semana del 4 de mayo de 2020 al espacio del Campus, con el
texto freudiano “Sobre la justificación de separar la neurastenia de un determinado síndrome en calidad
de «neurosis de angustia»”.
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pánico. Es un momento que puede durar un día, una semana, un año, pero no es
crónico como el tipo clínico neurosis o el tipo clínico psicosis.
¿Tanto la neurosis como la psicosis son crónicas? Lo vamos a ver en el curso del año,
pero adelantemos que se puede ser neurótico, psicótico o perverso. No hay otra
posibilidad. Ninguno de los que estamos aquí puede decir soy del cuarto tipo. Hay tres:
neurosis –con sus vertientes obsesiva compulsiva, histérica, fóbica, las tres grandes
neurosis–; el campo de la psicosis –esquizofrenia, paranoia, melancolía, psicosis
maníaco‐depresiva (bipolar), neurastenia, etcétera–; y el campo de la perversión con
sus vertientes. El campo de la perversión tampoco es un campo unificado: hay
sadismo, masoquismo, voyeurismo, exhibicionismo, etcétera, pero sí es crónica.
Luego retomaré el retorno de los representantes y de las voces en la psicosis.
Entonces, diferenciamos dentro del campo de aquellos modos de padecimiento que sí
tienen relación y articulación con los representantes psíquicos, de aquellos que no la
tienen, cuando el padecimiento es por ausencia de mecanismo psíquico, por ausencia
de que la tensión sexual orgánica se articule a un representante psíquico y se
transforme en libido.
La libido es esa tensión sexual o fuerza constante articulada a los representantes
psíquicos, es un nombre de la sexualidad articulada a los representantes psíquicos. La
cuestión de la libido se relaciona con las neuropsicosis de defensa, pero en el campo
de estas patologías de la defensa hay una diferenciación interna: neurosis y psicosis.
Lo primero a tener en cuenta –lo voy a desarrollar hoy y la próxima la clase–, es la
defensa respecto a la representación inconciliable.
El campo de la neurosis se define porque la defensa opera separando el representante
psíquico del monto de afecto. El representante psíquico es inconciliable para el yo
porque –diremos en principio–, en su relación este representante psíquico con el
monto de afecto implica una tensión irreductible. Lo que hace la defensa en el campo
de la neurosis es separar el representante del monto de afecto. Es la operación de la
defensa respecto de las neurosis –obsesión, histeria y no tomo hoy, a propósito, la
fobia–.
En el marco de las neurosis, la defensa opera separando el representante del monto de
afecto. En la histeria el monto de afecto toma el cuerpo, eso se llama conversión. En la
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neurosis obsesiva, ese monto de afecto carga otra representación por desplazamiento.
Esto es un anticipo fundamental de lo que Freud desplegará mucho más tarde en el
historial del “Hombre de las Ratas”, especialmente respecto a la neurosis obsesiva y la
sexualización de los pensamientos. El obsesivo se satisface pensando.
En la neurosis, en cualquiera de sus dos formas, se separa la representación del monto
de afecto: en la histeria el monto de afecto toma el cuerpo –les decía, es la conversión
histérica–, en la neurosis obsesiva el monto de afecto se desplaza hacia otro
representante psíquico cualquiera.
Para el campo de la psicosis propiamente dicha, la defensa opera expulsando del
campo de las representaciones a un mismo tiempo y unidas la representación y el
monto de afecto. Aquí trabaja fundamentalmente paranoia y melancolía desplegando
más la paranoia. Entonces, la defensa opera no separando representación de monto
de afecto, sino expulsando tanto a la representación como su monto de afecto, fuera
del campo de los representantes psíquicos.
Esto es fundamental para lo que trabajarán en las siguientes materias: Psicopatología y
Clínica de adultos, porque el estatuto de esta expulsión va a dar cuenta de que no hay
retorno de lo reprimido. No sólo en la elaboración de Freud sino también en la de
Jacques Lacan y posteriormente.
Cuando hay represión de una representación inconciliable hay retorno de lo reprimido,
lo reprimido retorna o como conversión o como pensamiento cargado en el campo de
la obsesión. En cambio, en la psicosis no hay retorno de lo reprimido porque no hubo
represión, ha sido expulsado. El retorno que se juega en este campo tendrá
características distintas. Lacan lo llama retorno en lo real, por eso se presenta el
reproche, por ejemplo –en la neurosis obsesiva está siempre presente–, pero en la
psicosis el sujeto en lugar de reprocharse por sus modos de satisfacción desviados lo
coloca por proyección en otro: es el otro quien lo acusa, no es su propia instancia
psíquica que lo acusa que lo culpabiliza de un modo de satisfacción desviado.
Es un dato fundamental ubicar si un sujeto se reprocha, si se siente o no culpable por
un modo de satisfacción, para establecer un diagnóstico diferencial. En el campo de la
paranoia no hay una mortificación por el reproche, sino que es otro el que lo acusa, y
es por eso que alucina voces que le hablan también acusatoriamente.
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Entonces, pongan en contrapunto neurosis y psicosis; dentro de las neurosis la
obsesión y la histeria; la neuropsicosis y la neurosis de angustia.
Vamos a la cuestión nuclear de lo que quiero transmitir –antes de comenzar con los
textos mismos–, que es: la fórmula canónica de la formación de las neuropsicosis, que
encontramos fundamentalmente en el “Manuscrito K” (p. 262). Con esa fórmula Freud
da cuenta de la trayectoria de la enfermedad en las neurosis de represión en general.
En principio, Freud dice al final del texto del 1894 sobre “Las neuropsicosis de
defensa”:
Por último, expondré en pocas palabras la representación auxiliar de la que me he
servido en esta exposición de las neurosis de defensa. Hela aquí: en las funciones
psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene
todas las propiedades de una cantidad –aunque no poseamos medio alguno para
medirla–; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y
descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo
haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos.
Es posible utilizar esta hipótesis, que por lo demás ya está en la base de nuestra
teoría de la «abreacción», en el mismo sentido en que el físico emplea el supuesto
del fluido eléctrico que corre. Provisionalmente está justificada por su utilidad
para resumir y explicar múltiples estados psíquicos.2
Es la misma formulación de la que les hablé en el teórico anterior en relación con lo
que Freud denomina una fuerza constante. Cuando hablamos de una fuerza constante
y llamamos a eso sexualidad no nos referimos a la genitalidad. Hay una definición
distinta de sexualidad en estado práctico que es el antecedente del concepto de
pulsión –que ya veremos–, pero es un concepto que define el campo propio del
psicoanálisis: si quitamos el concepto pulsión el psicoanálisis se desarma como
construcción teórica. Es un concepto fundamental, que está en los fundamentos
2
Freud, S., (1894) Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la histeria
adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis alucinatorias). Obras
completas. Tomo III. Buenos Aires. Amorrortu. 1989, p. 61.
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mismos de la invención del psicoanálisis. Sin el concepto de pulsión se desarma todo,
sin el concepto de pulsión no podemos hablar de síntomas, de fallidos, de sueños, de
vida amorosa, de efectos de masa, de neurosis, de psicosis...
La fuente constante o la fuente independiente de desprendimiento de displacer,
anticipa este concepto fundamental del psicoanálisis. Hay una fuente independiente
de desprendimiento de displacer. ¿Independiente de qué? Es un lugar de perturbación
independiente del principio de constancia y del principio de placer, de la tendencia al
equilibrio homeostático del aparato, de las representaciones psíquicas, de los
acontecimientos traumáticos acontecidos. Freud dice, es la hipótesis auxiliar, y auxiliar
no quiere decir que es secundaria sino todo lo contrario. Sin esa hipótesis él no
hubiera podido construir nada de lo que construyó en estos textos, porque es el núcleo
mismo de toda la cuestión.
La defensa primaria, la secundaria, la que opera para la neurosis y la que opera para el
campo de la psicosis, la defensa y todo lo que se origina a partir de ella, los síntomas
primarios, los modos de retorno eso que ha sido reprimido por la defensa, el fracaso
de la defensa, los modos de fracaso en la medida que no es exitosa.
El caso paradigmático es la neurosis obsesiva: opera la defensa separando la
representación de monto de afecto, el monto de afecto carga otra representación, hay
síntoma primario, el reproche con el recuerdo, retorna lo reprimido, producción de
síntomas, producción de síntomas secundarios, ceremoniales, rituales, etcétera; no se
termina de tramitar ese exceso de cantidad en el aparato psíquico, esto insiste. La
defensa fracasa.
La defensa, y todo ese aparataje que continúa que enumeraba recién, son respuesta a
la dimensión perturbante de esa fuerza constante, de esa fuente independiente de
desprendimiento de displacer. ¿Qué quiere decir respuesta? Que es un intento, vía los
representantes psíquicos, para tratar lo perturbante de esa fuerza.
Como pueden ver en los textos, la represión de ese representante psíquico que entra
en contradicción forma lo que Freud llama un grupo psíquico separado. ¿Separado de
qué? De la conciencia. Esa representación inconciliable –en las neurosis– es reprimida
bajo el modo de separar el representante del monto de afecto, produciendo ese grupo
psíquico separado que es el anticipo del concepto de inconsciente.
El inconsciente mismo en el campo de la neurosis es una respuesta.
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En relación con la psicosis, Freud toma como modelo a la paranoia con su equivalente
que es la construcción delirante. El delirio en un psicótico es un intento particular de
articulación de esa fuerza constante con los representantes psíquicos.
Cuando Freud trabaje más adelante neurosis y psicosis, va a situar para la psicosis un
primer momento de irrupción absoluta de esta fuente independiente de
desprendimiento de displacer, y un segundo momento que llamará intento de
curación, de autocuración por parte del sujeto psicótico que es la construcción
delirante. El psicótico se autocura vía el delirio, porque el delirio es una articulación
entre lo que aquí estamos llamando fuente independiente de desprendimiento de
displacer y la cadena de representantes psíquicos.
El síntoma en los neuróticos es una articulación de representantes y la fuente
pulsional. Su equivalente en la psicosis es la construcción delirante –entre otras
formas–, quizá la más lograda como autocuración.
El delirio del psicótico es una articulación diferente a la solución de la neurosis. El
psicótico no necesita a los analistas se las arregla por su cuenta. Del mismo modo que
los neuróticos no necesitan del analista para construir sus síntomas. Claro que después
dentro del dispositivo analítico pasan otras cosas con ese mismo síntoma, pero vamos
a decirlo así para empezar.
Entonces, si no existiera esa fuente independiente no habría motivo para la defensa, ni
para todo lo que ocurre a partir de ahí. Presten atención a algo que dice Freud: nos
habla de experiencias sexuales prematuras traumáticas siempre a partir de una
persona mayor. En ese momento esa experiencia deja una marca, pero no aparece ahí
el displacer. Luego de un momento que Freud llama latencia, en la pubertad se
produce un resurgimiento de las fuerzas de la sexualidad.
Lo importante aquí no es la cuestión de la latencia como tal –no se trata de ninguna
cuestión evolutiva ni de desarrollo– sino que se trata de una cuestión lógica. Hay un
primer momento donde acontece esto, luego viene un momento de impasse –sin ese
momento de impasse no se produciría ese enganche del segundo momento con el
primero–; luego de la pubertad. Quiero que quede claro que hablar de pubertad, de
latencia, etcétera, son figuras de las que Freud se vale para tratar de dar cuenta de una
lógica no es que ocurra evolutivamente. Freud echa mano a figuras para tratar de
darse cuenta él mismo y tratar de explicar todo esto, pero por sobre las figuras hay una
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lógica rigurosa. Luego de ese impasse, de esa escansión, de esa interfase entre el
acontecimiento traumático de la infancia y una representación que pasa a ser
inconciliable porque entra en conexión con la marca que dejó el acontecimiento
traumático –lo pueden ver en los casos clínicos que Freud trabaja y que vamos a ver la
clase que viene–, se produce el displacer, es en ese segundo tiempo que se produce un
displacer mayor que el que produjo en su momento el acontecimiento.
Por dos razones: por ese salto temporal y por la fuente independiente de
desprendimiento de displacer, se vuelve intolerable la representación.
¿Dónde nos queda, entonces, el acontecimiento traumático? Los pacientes le relatan
que han sido abusados o seducidos sexualmente. En la histeria en forma pasiva,
mientras que en la neurosis obsesiva en un primer momento es pasivo y en un
segundo momento es activo –que es el verdaderamente causal– es él el que realiza
una acción sexual contra otro en la que obtiene un placer en exceso, aparece entonces
el reproche por haber realizado esa acción. Aunque Freud está tratando de fundar la
cuestión en el acontecimiento traumático, luego lo despejará ya que se pregunta cómo
es posible que todos le cuenten la misma historia: que han sido abusados sexualmente
en su niñez, etcétera.
Allí entrará el concepto de fantasía, que no es real, que no sucedió pero que tiene
verdad psíquica porque es una construcción propia.
Entonces, ¿cuál es el valor de ese acontecimiento a la luz de los desarrollos de Freud?
¿Por qué todo se dispara de allí? Si no tuviera la hipótesis de que hay una fuente
constante de desprendimiento de displacer ¿cómo remitir a que todo surge de esos
acontecimientos?
En verdad –más aún hoy en día– muy difícilmente los neuróticos cuando vienen a
consulta relatan que tal o cual modo de satisfacción sexual o elección amorosa está
marcada por un momento contingente en su infancia. En general, esto más bien lo
encontramos en pacientes homosexuales.
Saben que la homosexualidad no es una categoría clínica como estructura:
homosexualidad neurótica, perversa o psicótica. Que alguien que diga que es
homosexual no dice nada, no sabemos de qué se trata. Pero en general en su relato
son los homosexuales los que siempre ubican un supuesto lugar de causa de su
orientación sexual a partir de un acontecimiento: un tío, un primo mayor, un vecino
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que los inició. Un encuentro contingente que fijo de una vez y para siempre su
conducta sexual en la vida.
No hay que creer en esto porque es una novela, un sentido que el sujeto se trata de
dar acerca de por qué ha hecho la elección que ha hecho, trata de darse un sentido.
Entonces ¿cuál es el valor estructural al que se refiere como acontecimiento sexual
prematuro traumático? Uno, que responderá posteriormente, son las construcciones
fantasiosas de los pacientes como intento de dar cuenta de una contingencia en su
vida infantil que marcó un modo de satisfacción.
¿La representación es inconciliable con el yo por una cuestión moral? Freud dice en
estos mismos textos, que la moral abreva en la fuente pulsional misma. Incluso
recuerden que el síntoma primario de escrupulosidad de la conciencia moral en la
neurosis obsesiva, es un producto directo de la fuente de desprendimiento de
displacer. La moral misma es un modo de satisfacción pulsional. Les puede resultar
extraño, pero hay personas que se satisfacen siendo escrupulosos moralmente,
prolijos, ordenados, pulcros y se satisfacen. No es una vida muy divertida estar
satisfaciéndose en ser absolutamente escrupuloso; pero hay muchas personas que se
satisfacen con eso. A la histeria le resulta un poco raro esto: cómo es que pueden
satisfacerse con eso y no con la parálisis de una mano o con un sueño diurno, un sueño
amoroso.
¿Por qué? Porque los síntomas que se producen, efecto de la defensa, hablan
desfiguradamente por desplazamiento, por conversión. Hablan, gritan una verdad. La
verdad en esta época de un acontecimiento, es la verdad de que el sujeto tuvo
satisfacción en su niñez cuando le realizó tal acto sexual a alguien, tal como se lo
habían hecho a él. Los síntomas hablan, gritan una verdad para ser escuchados. Los
síntomas son modos de gritar una verdad, de expresar una verdad aquí en esta época
histórica acontecida.
En ese gritar una verdad para ser escuchada hay un significado. Los ceremoniales,
rituales, conversiones, etcétera, tienen un significado que no es una rareza. Es un texto
expresado de ese modo que contiene una verdad que se expresa desfiguradamente
que hay que escuchar porque es un texto a ser leído y descifrado.
En ese mismo gritar la verdad de que hay un significado inconsciente de eso que le
ocurre, en ese gritar la verdad hay una satisfacción. El sujeto se satisface con ambas
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cosas: expresa una verdad que ha sido reprimida y como tal ha retornado –siempre
que hay represión hay retorno de lo reprimido, no hay represión sin retorno de lo
reprimido–, bajo las formas desfiguradas. En ese retorno de lo reprimido se grita una
verdad, pero además de una cuestión atinente a un significado en eso mismo hay una
satisfacción: se satisface gritando la verdad.
Por eso podemos encontrar que, así como hay personas que se satisfacen con la
escrupulosidad de la conciencia moral, hay personas que se satisfacen como
abanderadas de la verdad, la verdad de todas las cosas y que puede encarnar ella
misma la verdad: ser la verdad es un modo de satisfacción.
A los que se satisfacen con la escrupulosidad de la conciencia moral les resulta raro;
pueden entender que la verdad tiene alguna relación con la escrupulosidad, la
conciencia moral, pero no es exactamente, ya que incluso por la verdad pueden
atentar contra la escrupulosidad moral y para aquellos que se satisfacen con la
escrupulosidad moral no hay nada superior a la escrupulosidad de la conciencia moral,
y más si se trata de una verdad que hay que callar para mantener incólume ese modo
de satisfacción.
Entonces, si aquellos sujetos que son abanderados de la verdad no entienden cómo
alguno puede no querer la verdad para satisfacerse con la escrupulosidad: todas las
historias de amor, las películas, las novelas, todo se trata de desencuentros en ese
punto.
Freud en “Sobre la justificación de separar la neurastenia un determinado síndrome en
calidad de «neurosis de angustia»” dice:
[…] El afecto [de angustia] es un estado en extremo pasajero, en tanto que la
neurosis es crónica; ello se debe a que la excitación exógena actúa como un golpe
único y la endógena como una fuerza constante.3
Nos informa Strachey en la Nota introductoria, que esta referencia es una anticipación
de lo que formulará veinte años más tarde en “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915).
3
Freud, S., (1895 [1894]) Sobre la justificación de separar la neurastenia de un determinado síndrome
en calidad de «neurosis de angustia». Obras completas. Tomo III. Buenos Aires. Amorrortu. 1989, p. 112.
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La angustia como afecto es el resultado de la imposibilidad del pasaje de la excitación
sexual somática a la psique para transformarse en libido.
Por otra parte, como fenómeno, la angustia es pasajera. Pero la neurosis de angustia
revela que no toda la “excitación sexual somática” pasa a la psique y que puede
coexistir con las neuropsicosis (neurosis) de defensa. La neurosis de defensa es
crónica, es una respuesta a esa fuerza constante.
Esta fuerza constante que Freud presenta como hipótesis auxiliar y que llama fuente
independiente de desprendimiento de displacer en “Las neuropsicosis de defensa”;
independiente de la tendencia del aparato psíquico a la homeostasis, al equilibrio.
En este texto de 1894, en el “Manuscrito K” de 1895 y en “Nuevas puntualizaciones
sobre las neuropsicosis de defensa” de 1896, Freud estudia las tres respuestas posibles
a lo traumático de esa fuerza constante: histeria, neurosis obsesiva, paranoia. Esas tres
respuestas nombran la institución misma del sujeto del psicoanálisis. Las dos primeras
nombran el campo de la neurosis, la tercera al campo de la psicosis. Observamos a la
defensa “tratando” a esa fuerza constante de modo diverso. Por lo tanto, tenemos
varios problemas.
¿Lo traumático es la fuente independiente? ¿Lo traumático es el acontecimiento?
¿Qué relación hay entre ambos? ¿Qué decide el tipo clínico: el trauma o la defensa?
¿Lo decide el más o el menos de satisfacción? ¿Por qué el acontecimiento siempre es
quedar a merced de un adulto y no de un semejante? ¿Cuál es el valor de la cuestión
temporal respecto al valor traumático? ¿Cuál es el valor de los dos tiempos y del
período de latencia?
Tomemos como eje el “Manuscrito K”.
Freud habla de cuatro tipos como abreacción patológica:
1) De conflicto: histeria.
2) Del reproche: neurosis obsesiva.
3) De la motivación: paranoia.
Y agrega como cuarta:
4) Del duelo: demencia alucinatoria aguda.
Veamos los párrafos precisos:
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Defensa normal al servicio de la ley de la constancia:
Existe una tendencia defensiva normal, o sea, la repugnancia a guiar la energía
psíquica de suerte que genere displacer. Estas tendencias, que se entrama con las
constelaciones más fundamentales del mecanismo psíquico (ley de constancia),
no pueden ser vuelta contra percepciones, pues estas saben conquistarse
atención (atestiguada por conciencia); sólo cuenta contra recuerdo y
representaciones de pensar.
Es inocua toda vez que se trate de representaciones que en su tiempo estuvieron
enlazadas con displacer, pero son incapaces de cobrar un displacer actual (diverso
del recordado); y en este caso, por otra parte, puede ser superada por un interés
psíquico.4
Y continúa con la defensa nociva:
En cambio, la inclinación de defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra
representaciones que pueden desprender un displacer nuevo también siendo
recuerdos, como es el caso de las representaciones sexuales. Es que aquí se
realiza la única posibilidad de que, con efecto retardado {nachträglich}, un
recuerdo produzca un desprendimiento más intenso que a su turno la vivencia
correspondiente. Para ello sólo hace falta una cosa: que entre la vivencia y su
repetición en el recuerdo se interpole la pubertad, que tanto acrecienta el efecto
del despertar {de aquella}.5
Y luego, la fórmula canónica:
La trayectoria de la enfermedad en las neurosis de represión es en general
siempre la misma. 1) La vivencia sexual (o la serie de ellas) prematura, traumática,
que ha de reprimirse. 2) Su represión a raíz de una ocasión posterior que
despierta su recuerdo, y así lleva a la formación de un síntoma primario. 3) Un
4
Freud, S., (1896) Manuscrito K. Las neurosis de defensa (Un cuento de Navidad) (1º de enero de 1896).
Obras completas. Buenos Aires. Amorrortu. 1989, pp. 260‐261.
5
Ibídem, p. 261.
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estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud salvo en la existencia del
síntoma primario. 4) El estadio en que las representaciones reprimidas retornan, y
en la lucha entre éstas y el yo forman síntomas nuevos, los de la enfermedad
propiamente dicha; o sea, un estadio de nivelación, de avasallamiento o de
curación deforme.
Las diferencias principales entre las diversas neurosis se muestran en el modo en
que las representaciones reprimidas retornan; otras se muestran en el modo de la
formación de síntoma y del decurso. El carácter específico de las diversas neurosis
reside, empero, en cómo es llevada a cabo la represión.
El proceso más transparente es para mí el de la neurosis obsesiva, porque ha
tomado mejor noticia de él.6
Ahora bien, tenemos una representación inconciliable ¿con qué? ¿De dónde proviene
el displacer? ¿De la vergüenza? ¿De la moral? ¿Pero si es la misma fuente
independiente la que presta fuerza a la moral?
Contrapunto de los tipos clínicos
• Neurosis obsesiva:
‐ Una vivencia pasiva.
‐ Una vivencia activa.
‐ Recuerdo‐displacer, reproche.
‐ Represión del recuerdo y el reproche.
‐ Resto: síntoma contrario. Escrupulosidad de la conciencia moral.
‐ Retorno de lo reprimido. Conciencia de culpa carente de contenido.
En el estudio de la enfermedad se producen síntomas nuevos a partir de la defensa
secundaria. Por lo tanto, el fracaso de la defensa implica que la compulsión es
imposible de solucionar, de tramitar.
6
Ibídem, pp. 262‐263.
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a) Síntoma primario: escrupulosidad de la conciencia moral.
b) Síntomas de compromiso de la enfermedad: representaciones obsesivas o afectos
obsesivos.
c) Síntomas secundarios: duda, cavilación, ceremoniales.
¿Cómo opera la defensa? Separando representación de afecto, por desplazamiento, el
monto de afecto carga otra representación.
representante inconciliable → representante secundario → representante cargado
monto de afecto monto de afecto monto de afecto
• Paranoia:
‐ Comienza como la neurosis obsesiva pero no se forma ningún reproche, es atribuido
al prójimo por proyección.
‐ La desconfianza es el síntoma primario.
‐ No hay separación del representante psíquico y el monto de afecto.
‐ El reproche denegado retorna alucinatoriamente.
‐ Se produce el “avasallamiento del yo” y la nueva respuesta es una formación
delirante protectora.
‐ El elemento que comanda la paranoia es el mecanismo proyectivo con
desautorización de la creencia en el reproche.
NEUROSIS OBSESIVA PARANOIA
Autorreproche Reproche
Defensa: separación del representante Defensa: no se produce tal separación.
psíquico y el monto de afecto. Hay ahorro del autorreproche por
proyección. Es decir, se lo desmiente, se
lo desestima.
TEÓRICO 3 • 14
PSICOANÁLISIS FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICOS 2006
• Histeria:
‐ Su mecanismo particular es que se produce la separación de la representación
psíquica y el monto de afecto.
‐ El destino del monto de afecto no es “cargar” otra representación –como en la
neurosis obsesiva–, sino que toma el cuerpo: conversión como síntoma.
‐ La vivencia es pasiva.
‐ Al haber un inicial avasallamiento histérico del yo ¿qué implica una histeria de terror?
La correlación, entonces en la histeria es la siguiente:
Defensa → Síntoma
Avasallamiento → Ataque
Terminamos el teórico de hoy formulando las siguientes preguntas:
‐ ¿Qué es ese “avasallamiento del yo” en la histeria diferente al de la psicosis? ¿Cuál
será el futuro conceptual de este problema?
‐ ¿Qué obstáculos clínicos implicará?
Me despido hasta la próxima clase.
Bibliografía
Freud, S., (1894) Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la histeria
adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis
alucinatorias). Obras completas. Tomo III. Buenos Aires. Amorrortu editores. 1989.
Freud, S., (1895 [1894]) Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado
síndrome en calidad de «neurosis de angustia». Obras completas. Tomo III. Buenos
Aires. Amorrortu. 1989.
Freud, S., (1896) Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa. Obras
completas. Tomo III. Buenos Aires. Amorrortu. 1989.
Freud, S., (1896) Manuscrito K. Las neurosis de defensa (Un cuento de Navidad) (1º de enero
de 1896). Obras completas. Tomo I. Buenos Aires. Amorrortu. 1988.
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