Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Enric Berenguer1
1
Licenciado en Psicología Clínica. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Analista
Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP). Es director de la colección "La palabra
extrema" en Ned ediciones. Ha publicado artículos en Freudiana, Colofón, La Cause Freudienne, Opção
Lacaniana, Quimera y El País. Entre sus traducciones destacan los libros IV, V, VIII y X de El
seminario de Jacques Lacan. Es autor de varios libros y artículos, entre los cuales: Psicoanálisis:
enseñanzas, orientaciones, debates, La significación del falo y ¿Con qué suenan los niños?
manera de introducir esta idea. Sí, es verdad, no vamos a convertir a los niños en un
dominio separado, porque en cierto modo el sujeto no tiene edad, pero cuando Borges
nos cuenta esa anécdota preciosa, formidable, nos muestra que sigue habiendo cosas que
pueden ocurrir en un niño y que no ocurren en un adulto. Esta formidable confusión
entre esos dos ámbitos que Borges con su genialidad dice sin ningún tipo de duda, son
igualmente reales.
Agradezco a Jorge que haya seleccionado esta cita porque introduce el dedo en
la llaga. Y es que, desde este punto de vista, es tan real lo que llamamos realidad, como
algo que se pone en juego en esa dimensión del sueño. Hay en el caso del niño esta
confusión, esta permeabilidad, para usar un término que después retomaré. ¿Qué es el
sueño? ¿Qué es la realidad? Esa permeabilidad se da también de otras maneras, en otras
modalidades. Por ejemplo, cuando se trata de distinguir entre algo pensado y algo
soñado. Esto es algo muy interesante; es una de las cuestiones que luego trataremos,
pero lo dejo un poco de lado para seguir ordenadamente algunas notas que he tomado.
Esto es una de las cuestiones fundamentales: la anécdota que cuenta Jorge Yunis de
Borges toca un punto fundamental que sostiene todo esto que estamos hablando y luego
vamos a retomar.
Toda la cuestión muy de moda ahora sobre el género, que si hombre, que si
mujer, son las maneras de responder con sentido a lo que es un hecho primario que es:
hay una parte del cuerpo que empieza a gozar sin el sujeto, constituyendo un hecho que
exige una respuesta, algo de lo que el sujeto se tiene que hacer cargo porque eso ocurre
en un cuerpo que le concierne y entonces, no tiene más remedio que darle un sentido
para tapar el agujero real del Unoagujero de lalengua sobre su cuerpo. Esto es toda esa
historia del género. Ahora han descubierto algo que es obvio, no hay ninguna
identificación, ningún sentido del género que pueda tapar ese agujero. Por eso se ha
descubierto la cuestión de la disforia de género. ¿Quién no tiene de eso?, ¿no? Todos
somos unos disfóricos del género. Porque disforia de género quiere decir que hay algo
de lo traumático, de lo real del goce que no hay ningún género que lo pueda decir, que
lo pueda reducir a un sentido.
Lacan fue quien descubrió, siguiendo los pasos de Freud, que en la sublimación
algo del goce pulsional se puede transmutar, como la hostia en el cuerpo de Cristo; el
goce se transmuta en sentido y esto pacifica; esta conversión en sentido de lo real del
goce es algo pacificante. Pero hay algo de lo real que no se puede traducir nunca al
sentido, que permanece, y hay otras maniobras, como tratar de construir ritos,
semblantes, regulaciones. Pero, evidentemente ese real del goce no va a ser nunca
reducido por ningún sentido.
Lacan, en la misma conferencia sobre el síntoma, pone en serie el impacto de
lalengua sobre el cuerpo del niño y dos cosas más. Por un lado, lo que llama la
cristalización del síntoma y, por otro lado, lo que llama la invención del inconsciente.
La cristalización del síntoma es la inscripción de ese Unotroumático, Agujeromático,
como la fijación a partir de la cual el sujeto va a producir una primera respuesta que no
puede ser sino de orden sintomático. Pero Lacan asocia esto a la invención del
inconsciente, esta invención del inconsciente es lo que acompaña a la inscripción de ese
Uno, del S1, con la producción de un saber que por un lado tiene que ver con un sentido,
pero no sólo, la dimensión prácticamente inherente a la aparición de un S 2, como
aquello que tiende a responder por necesidad de estructura a la presencia del agujero
mismo debajo del S1 de la fijación. Es, porque hay el agujero debajo del S 1, que el S2 es
convocado. Y es el sujeto en el fondo el que decide sobre ese S 2. Es decir, busca
significantes con los cuales responder a la dimensión de agujero de lo que es el efecto
del S1 sobre su cuerpo. Es ahí, entonces, donde el sujeto va en busca no solo del sentido,
sino que construye un saber (S2). Eso es la invención del inconsciente, el sujeto
construye un saber, lo construye recurriendo al Otro. Pero, en realidad, de lo que parte
aquí Lacan ya no es de la idea de que el inconsciente está en el Otro, sino que es el
sujeto el que lo inventa. Y en cierto modo, ahí lo que el sujeto hace es tomar elementos
del Otro para la construcción de su inconsciente.
Y entonces, en esa conferencia, Lacan nos invita a tener en cuenta este momento
de esta cristalización del síntoma y poder escuchar algo de los sueños de los niños como
cercano a la cristalización. Es decir, que en las producciones del inconsciente de los
niños, una de las cuales pueden ser sueños ─Lacan lo dice de una manera informal, “por
ejemplo los sueños”─ tener en cuenta esta cercanía estructural a lo que llama la
cristalización del síntoma, como momento del surgimiento de lo traumático del
encuentro entre lalengua y el cuerpo del parlêtre. No el cuerpo de la persona, no el
cuerpo del individuo, el cuerpo del parlêtre. Que es lo que, con una expresión luminosa
Jacques-Alain Miller indicó como el misterio del cuerpo hablante, es un cuerpo
misterioso que no se sabe muy bien qué relación tiene con la anatomía. La anatomía
aparece después de eso, pero en realidad ese cuerpo, ¿dónde está? No se sabe. Está en
una especie de no lugar, pero luego toca parte de la anatomía desde un lugar que no se
sabe muy bien cuál es.
Ahora bien, vemos entonces que en esa conferencia Lacan comprime, habla de
cristalización del síntoma, invención del inconsciente y nos invita a escuchar las
formaciones del inconsciente de los niños como cercanas a ese Big Bang. Y eso es lo
que, por ejemplo, podemos ver en estos casos, Sandy, Juanito, el caso Piggle y otros
casos. Porque, justamente cuando vemos esta serie, son casos en los que ocurren ─de
una manera más visible─ cosas que en otros casos ocurren sin que se puedan ver. Son
casos en los que el desarrollo de la angustia visibiliza algo que probablemente en otros
casos pasa desapercibido. Lacan piensa esto como estructural, el impacto de lalengua
sobre el cuerpo, la invención del inconsciente, es algo que obviamente está en todo
sujeto, pero esto se visibiliza aún más en estos casos en los que la señal de angustia
muestra algo que en ese momento es el esfuerzo del sujeto por tratar ese agujero que se
abre. En estos cuatro casos, Juanito, Sandy, Piggle y El Hombre de los Lobos, podemos
ver eso. Y ¿qué es lo que vemos? Se trata de la emergencia siempre de un significante,
por ejemplo, en El Hombre de los Lobos el significante en cuestión es lobo. En el caso
de Juanito es caballo, en el caso de Sandy es doggie (perrito), en el caso de Piggle es un
significante que son como dos S1, uno es black mummy (mamá negra) y otro es
babacar; hay algo de una especie de partición ahí. Me parece que black mummy es el S1
como primordial, y el babacar me parece ya como una respuesta del inconsciente.
Entonces, estos tres casos se pueden pensar bajo esta lógica, la emergencia del S1
y cómo, hay algo de esta emergencia, que produce una serie de efectos, en estos casos
de angustia. Pero lo que está claro es que en todos los casos se trata de significantes que
producen un impacto en el cuerpo que el sujeto va a relacionar con algo de la sexuación.
En El Hombre de los Lobos, obviamente, Freud lo plantea en términos de la escena
primitiva, pero se trata de cómo el sujeto se sitúa con respecto a hombre/mujer. En el
caso de Juanito, se trata de un significante que se introduce en relación a la regulación
de ese goce que concierne a su miembro u órgano fálico, por así decir. Y en el caso de
Sandy vemos que es algo que acontece en un momento en que la niña se ve confrontada
a la necesidad de encontrar algún tipo de significación, por el lado de la sexuación
femenina, en un momento en que ella está entregada al descubrimiento masturbatorio
compulsivo de su cuerpo. La niña está en una etapa de masturbación muy intensa y
entonces, hay un momento en que recurre a una identificación imaginaria con un niño
que hace pipí y ella se pone a hacer pipí de pie como otro niño. Pero hay el encuentro
con la madre, como la madre castrada, que implica una necesidad de tener en cuenta que
ella es como la madre y no como el niño, por lo tanto, la identificación imaginaria con
el niño no servirá para tratar algo de ese goce en el que para ella la cuestión de lo
femenino ya se ha planteado a nivel de su cuerpo. El caso de Piggle es muy interesante
también porque se trata de una niña y se describe un antecedente del sueño de angustia
que la lleva a análisis, un momento de gran excitación, en que ella está muy agitada y en
el que toda una serie de manifestaciones de satisfacción de distintos tipos ─tanto
masturbatoria, como de satisfacción oral─ están sumamente movilizadas. Este sueño, el
sueño de la black mummy, se inscribe como algo que cifra en un significante la
problemática de cómo articular el goce pulsional oral, con lo que sería lo femenino en la
madre. Entonces hay todo un desarrollo de la mummy, como un otro, que sería la serie
de la voracidad oral, pero en la que la cuestión de lo femenino, del tener hijos, del
comerse a los hijos, da la posibilidad de que la maternidad sea un devorar a los hijos, es
una cuestión que sitúa esta dimensión traumática del goce y que la niña va a elaborar
bajo transferencia.
Entonces vemos que en todos estos casos se trata de niños que están en el
momento en que algo del goce se cifra en un significante, lobo, caballo, doggy, black
mummy, pero el sujeto inmediatamente tiene que responder con un saber para tratar de
suturar algo de lo que es esa dimensión de agujero del encuentro con ese significante.
Entonces, en cada uno de estos casos el niño evidentemente va a dirigirse al
Otro, en la medida en que hay algo de este agujero en el sentido que no queda suturado
y el niño busca un sentido en el Otro. Se ve hasta qué punto ese sentido que el niño
encuentra en el Otro no puede ser la respuesta. Y finalmente, lo que es la respuesta se da
en la elaboración del sujeto, que podemos igualar a lo que Lacan llama la invención de
su inconsciente. Es decir, la invención de su inconsciente es, finalmente, lo que acaba
siendo el tratamiento, la construcción de un aparato de goce que regula algo de ese
impacto de goce original al momento de la cristalización.
La cristalización del síntoma es un término que hay que acercar a lo que para
Freud es la fijación, fixierung. O sea, cristalización del síntoma es un nombre lacaniano
para la fijación que, por supuesto, además de ser un nombre tiene una serie de
consecuencias teóricas.
Todos estos casos son muy interesantes con la lectura que hacen Jacques-Alain
Miller, Esthela Solano y también Natalie Georges. Me permití prolongar la introducción
y hacer una relectura del caso Juanito a partir de esta idea. Ahí viene lo que decía del
subtítulo, aquel que se me ocurrió: “El inconsciente y el deseo en su primera edad”.
Porque cuando digo “su primera edad” no es la primera edad de los niños, sino que es la
primera edad del inconsciente y del deseo. Como cada uno de estos casos nos muestra,
el problema para el sujeto es cómo hacer del impacto traumático del goce algo que sea
sostenible. Lo que se trata de verificar en cada caso es si hay alguna salida por el lado
del deseo. Es decir, ¿puede el sujeto convertir algo de lo real de ese goce en algo que
permita acceder tanto a una regulación en términos de placer, como a cierta
identificación que le permita decir “yo quiero eso que me ocurre”? Porque el goce en
tanto fijación, en tanto momento traumático, no es algo que el sujeto hace, sino que es
una cosa que al sujeto le ocurre. La salida por el deseo se trata de: yo quiero algo de lo
que me ocurre y con eso hago algo, algo de lo que yo también gozo. No sólo algo que
goza solo, sino que yo gozo con eso, con lo cual me puedo identificar como agente del
deseo. Se pasa del deseo como causado, al sujeto que se puede identificar como agente.
Soy hombre, soy mujer, en estos niños no se puede separar de un enunciado soy agente
y no solamente paciente de ese acontecimiento de goce. Soy hombre quiere decir extraer
una satisfacción de ese pene que gozaba solo, le doy un destino, en una identificación
ideal seré un hombre, eso me permite abordar a la mujer. O, en el caso del Hombre de
los Lobos la versión es cómo ser al mismo tiempo una mujer, pero poner un límite a la
feminización mediante un hacer de hombre. Es, soy una mujer, pero hago de hombre,
esa sería una solución del Hombre de los Lobos, para defenderse de lo que sería el
horizonte de un empuje a la feminización radical.
En el caso de Sandy, vemos que más o menos hay elementos para decir que hay
un inscribirse en la serie de las mujeres, hay una pacificación y luego sabemos que la
niña asume un lugar en esa serie y eso forma parte luego de su historia posterior de la
que tenemos algunas indicaciones.
En el caso de Piggle vemos que finalmente la niña construye una salida por el
deseo en la que algo de la mirada tiene un lugar importante, apoyándose en la
transferencia con Winnicott. Construye una versión de la femineidad en la que intuimos
que algo de una mirada del Otro sobre ella tiene un impacto importante. Es decir, se
trata en todos los casos, de sujetos que, tras el encuentro traumático con ese S 1 del goce
─la fijación─ hay una construcción, hay una invención del inconsciente, pero que no se
puede separar de lo que es la producción de un deseo.
Entonces, podríamos decir, dando vuelta la fórmula de Freud, referida a que los
sueños de los niños son sueños en los que se realiza un deseo: hay algunos sueños de los
niños donde no es que un deseo se realice, sino donde un deseo se construye a partir de
lo traumático del impacto con el goce de lalengua. Es decir, no es que se realice, es que
se trata de producir y ahí vemos un eje que fue el que yo tomé en mi trabajo sobre
Juanito, que era una confusión interesante. Tiene que ver con la que estaba en la
anécdota de Borges, esa confusión entre la realidad y el sueño. Digamos que, en el caso
de Juanito, es muy interesante la confusión entre los sueños y los pensamientos. Me
permití interpretar esta confusión ya que Freud se pregunta a veces si algo que el niño
dice como un sueño es un sueño o es un pensamiento, o si algo que el niño ha dicho
como un pensamiento es un sueño. Trata de distinguir entre lo que sería un sueño y una
fantasía masturbatoria. Porque más bien Freud sitúa el pensamiento del lado de la
fantasía. Y, entonces, es interesante que Lacan como buen lector que es, también recoge
esto y en su lectura del caso de Juanito en el Seminario 4, entra en una discusión con
Freud, dice: esto no es un sueño, es una fantasía. Y, ¿cuál es la diferencia entre sueño y
fantasía? Llamamos fantasía a lo que ya está en la vía de la constitución de un deseo.
Donde el sujeto no se presenta solo como el que está, digamos, atónito ante la irrupción
de un S1, sino que ya desde esa invención de su inconsciente encuentra una manera de
introducir la metonimia que ya es la base para la producción de un deseo. Para mí hay
una invención. En el inconsciente está la dimensión del fantasma como algo a lo que el
sujeto como tal se identifica.
Pero con respecto al S1, al impacto del S1 de la cristalización del síntoma, el
sujeto no se identifica. Está afuera, el sujeto no es el caballo, el sujeto no es el lobo. En
el análisis acabamos encontrando que el sujeto es el caballo, el sujeto es el lobo. Pero no
es así para el sujeto en ese momento de irrupción. Y es más bien con la producción del
deseo que el sujeto puede tomar algo de ese goce, como algo de lo que se apropia y con
lo cual se puede identificar en un punto. Y esa tensión está desde el principio con
Juanito, entre el sueño, como algo vinculado al inconsciente real que irrumpe, y eso que
Juanito llama pensamiento y que ya es el esfuerzo del sujeto por situarse como alguien
que tiene algo que decir y hacer con respecto a lo que ocurre con el inconsciente real. Y
a tal punto que al final podríamos decir que la salida de Juanito es realmente por la vía
del fantasma. Toda la cuestión del fontanero, etcétera, ahí se ve realmente que hay un
punto en el que se trata de cosas que ya no consisten en la irrupción de un goce
inquietante para él. Muy al contrario, se trata de algo mucho más egosintónico con
respecto a lo cual el sujeto se sitúa en una posición de igual a igual, como alguien que
tenía algo que hacer y algo que decir sobre eso. Y en todo caso, eso que había aparecido
como traumático ya ha entrado a formar parte de una economía del goce regulada por el
fantasma en la que al menos una parte del goce real ya se ha convertido en la inhibición
de un placer viable.
- Jorge Yunis: Realmente nos has dado un programa de trabajo, no sé si para este año o
para el siguiente, pero realmente extraordinario. Desde el Unoagujero, todo el
desarrollo a través de la cristalización del síntoma, la invención del inconsciente, el
fantasma, la creación, la construcción de un deseo, me parece un recorrido clarísimo y
no puedo menos que agradecerte tu participación que para mí ha sido muy importante.
- Enric Berenguer: Sí, es verdad. Ahí hay toda una temática del final de la enseñanza de
Lacan que tenemos que ver bien. Me acuerdo una conferencia clínica de las que Miller
hace periódicamente en Barcelona, que fue realmente muy bueno porque había hablado
sobre el S1. Aquel fin de semana estaba Miller bastante silencioso, y se exponía un caso,
etc., etc., y entonces al final siempre había alguien que le decía: “Pero bueno ¿dónde
está el S1?” (risas). Y Miller en toda la conferencia no respondió. Al final ya cuando
estábamos a punto de terminar se levantó mi amiga Marta Serra y le dijo: “Bueno, pero
usted se ha pasado todo el fin de semana sin decirnos dónde está el S 1”. Miller tampoco
respondió. Fue hace muchos años, eso es un acto de Miller. No es pereza, es
confrontarnos a ese vacío. Es lo que Lacan le reprocha a Serge Leclaire en el Seminario
9 y Miller lo puso en acto, no dijo nada, y nos dejó a todos con ese vacío para que nos lo
lleváramos cada uno a casa (risas).
- Silvia Bottazzi: Me resulta muy interesante poder pensar qué sería a partir de estas
formaciones del inconsciente, el sueño en este caso, donde podemos rastrear el
surgimiento de una neurosis infantil. Sabremos en el caso de un adulto, a partir de su
análisis, rastros de esa neurosis que podemos encontrar en los testimonios de los AE.
Algo de esa invención de lo inconsciente en la infancia tal vez sea lo que se sostiene en
el deseo, más tarde como deseo del analista. ¿Una marca para una analista? Me gustaría
poder escuchar su opinión.
- Enric Berenguer: Sí claro, se trata de eso. Es verdad que en los AE, se trata de buscar
algo de lo que la construcción de la neurosis tapó a lo largo de la vida de ese momento
original del encuentro del parlêtre con el impacto de lalengua. Creo que esa invención
del deseo tiene justamente, como importante, la dimensión de la invención. Lo que el
AE nos enseña y el analista debe saber, es que en realidad aquello de lo que el sujeto
habla como un destino es una invención. Pienso que en ese sentido una de las maneras
de pensar el deseo del analista es mostrar que siempre hay un hiato entre lo real y los
semblantes con que el sujeto lo trata. El deseo del analista mantiene ese hiato entre
semblante y real. Eso podría facilitar que el sujeto no tome como un destino cosas que
él mismo ha inventado, pero también que se haga responsable de seguir inventando.
Entonces creo que en los niños se ve muy bien esa dimensión de invención del deseo.
Los adultos se olvidan por pura pereza, porque creen que ya inventaron, entonces se
pueden limitar a repetir. Y entonces se aburren y ante el aburrimiento van haciendo
incluso cosas peores. Volver a la invención, es decir, el análisis demuestra que el sujeto
hubiera podido hacer otra cosa, y como hubiera podido hacer otra cosa, todavía puede
hacerlo ahora. Creo que ese es un elemento fundamental de lo que es el deseo del
analista.
Entonces, Lacan en el Seminario 11 dice que el deseo del analista es el que
mantiene la separación entre el I (ideal) y el objeto a. Esto desde la última enseñanza de
Lacan lo podemos reformular diciendo que se trata de la distinción, de la separación
entre semblante y real, que es contrario a toda teoría de destino y más bien que es la
obligación de la invención. Por eso una de las formas fundamentales del deseo del
analista es poder situar algún “no es eso”. En algunos momentos precisos es un “no es
eso”, pero es un “no es eso” que marca la posibilidad de una invención, que puede ser
otra cosa.
Lacan señala en su última enseñanza la transferencia como la reintroducción de
la contingencia, a partir de la cual la idea de la necesidad se puede tratar, es un volver a
la contingencia. Es decir, la necesidad no es lo más real, es más real la contingencia. Y
es eso lo que el deseo del analista soporta. Digo soporta, porque hay que soportarlo. Hay
que soportarlo porque la construcción de un neurótico no viene sin un aparato para
deducir lo real de la contingencia, o la necesidad del fantasma. Que alguien renuncie a
la idea de lo necesario de su fantasma, para más bien invitarlo a asumir la dimensión de
la contingencia y la responsabilidad de invención que eso supone, en fin, es una mala
pasada. Por eso el analista puede ser un personaje un poco molesto, pero bueno, le toca
encarnar esa molestia.
- Cecilia Cetta: Quisiera preguntar si el uso de los sueños de un niño en análisis tendría
diferencias notables con el tratamiento de los sueños de un adulto, considerando la idea
de que el psicoanálisis lacaniano se plantea como uno. A partir de lo que expuso
entiendo que en algunos de los sueños de niños hay una particular cercanía a la
cristalización del síntoma. Por otro lado, entiendo que hay diferencias en los casos de
neurosis y psicosis, teniendo en cuenta que en el primer caso la orientación es a la
interpretación y en el segundo considerar que ya hay allí en el sueño un intento de
tratamiento de lo real.
- Guillermina Ritsch: ¿Podríamos decir que el Unoagujero está perdido? (Das Ding).