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Santiago Castellanos: Buenas noches a todos los que estais al otro lado de la
pantalla de diferentes ciudades y lugares en esta actividad con la que iniciamos la
serie de reuniones del Departamento de Psicopatología de la Sección Clínica de
Madrid-NUCEP. Junto con Rosa López, vamos a coordinar esta conferencia que va a
presentar Fabián Naparstek.
Fabián Naparstek: Buenas noches, buenas tardes para mí y los que están acá en
América del Sur. Quiero agradecer la invitación a la Sección Clínica de Madrid, al
Nucep; al Departamento de Estudios de Psicopatología Clínica; y especialmente a
Santiago Castellanos y Rosa López por la invitación y el trabajo previo que hemos
hecho.
5
AAVV, La conversación clínica−UFORCA, Buenos Aires, Grama, 2020, pp. 117-118.
lo dice en el medio de un debate sobre uno de los casos, el de Sonia Chiriaco,
titulado “Sobre la línea”.
Allí J.-A. Miller dice: “Lo que me sorprende −desde ya hace un tiempo, pero se
verifica en este caso− es hasta qué punto la referencia al objeto pequeño a ha
desaparecido de nuestro discurso. Uno creería que una epidemia ha erradicado al
objeto a de nuestras filas (…)”6. Esta referencia a la epidemia es previa a la
pandemia, es decir que se anticipaba un poco. Y continúa: “mientras que en una
época, los discursos, las exposiciones estaban llenas de referencias al mismo“7. Más
abajo termina diciendo: “Es sorprendente que la palabra objeto a forjada por
Lacan, no se reencuentre en el texto, ni en los comentarios. Como si hubiese tenido
lugar una gran eliminación, a la vez que ocupa en la elaboración de Lacan y en su
enseñanza un lugar absolutamente central, No es algo propio en usted, [le dice a la
autora], es un fenómeno de grupo muy sorprendente”8. Es decir que se refiere a la
comunidad analítica, no se refiere a la autora sino a toda la comunidad respecto a
la referencia sobre el objeto a. Yo les he mandado esta indicación hace quince días,
pero hace una semana, en la presentación del libro, alguno de los presentadores
hizo referencia también a este comentario de J. -A. Miller.
¿Por qué parto de ahí? Porque, a mi gusto, hay una clínica para abordar
especialmente a la psicosis en torno al objeto a. Y, así como podemos decir que hay
una clínica de la psicosis alrededor del significante en la primera enseñanza de
Lacan, a partir del Nombre del Padre, etcétera; y también hay una clínica muy
fuerte para abordar la psicosis alrededor del síntoma, especialmente con Joyce.
6
Ibid. p 118.
7
Ibidem.
8
Ibidem.
pequeño discurso a los psiquiatras”9. Se trata de una conferencia de Lacan,
fantástica por muchas cuestiones, no solamente por esto que voy a plantear en este
momento. Respecto de la psicosis, y especialmente acá de la locura, Lacan va a
plantear las cosas en términos de “los normalizados” y “los locos”. Es interesante
porque el término de ´normalidad` está puesto en cuestión en este momento. Las
nuevas normalidades, las antiguas normalidades, etcétera. Pero en esta
conferencia, cuando Lacan habla del normalizado se refiere a aquel que demanda
el objeto a en el campo del Otro. Y respecto del hombre libre, que es cuando se va a
referir a la locura, justamente dice que el loco es el hombre libre porque no precisa
demandarle el objeto a al Otro. Les leo cómo lo dice Lacan (en una traducción
casera que tengo): “Para explicarles las cosas simplemente: hay hombres libres”.
Es una referencia a él mismo. Ustedes saben que ésta es una referencia temprana,
la del hombre libre. A mi gusto, una ironía de Lacan. Y allí menciona al Congreso de
Bonneval, que remite a un escrito anterior a esta conferencia10. Una ironía digo yo
porque la historia de la psiquiatría habló del loco como del alienado mental,
mientras que Lacan dice: “es el hombre libre” justamente para introducir allí lo
contrario al alienado. Entonces, continúa: “Como lo he dicho desde siempre, (…) los
hombres libres, los verdaderos son precisamente los locos”, y agrega, “No hay
demanda de pequeño a, lo tienen en lo que se llama las voces, por ejemplo”. Y
agrega lo siguiente −que después lo voy a retomar−, “Y es por ello que ustedes”,
̶´ustedes´ hay que entender acá que pareciera ser que se dirige a los psiquiatras,
después habrá que ver si, como solía hacer muchas veces Lacan, cuando le habla a
los psiquiatras le está hablando a los psicoanalistas, siempre un poquito de
costado. Dice: “Y ustedes, están en su presencia justo a título de angustiados, y es
porque el loco es el hombre libre”. Es interesante la referencia porque le dice a los
psiquiatras que se angustian ante el hombre libre que es el loco.
Avanzo un poco más en la cita de Lacan y después lo retomo: “No tiene interés, este
hombre libre, al lugar del gran Otro,por el objeto a, el a lo tiene a su disposición, el
loco es verdaderamente un ser libre”, y un poco más adelante aparece la cita más
conocida por todos nosotros, “Él, (el loco), digamos tiene su causa en el bolsillo, es
9
Lacan, J., “Pequeño discurso a los psiquiatras”, dictado en el Cercle Psychiatrique H. Ey, Sainte Anne,
Paris, el 10 de Noviembre de 1967, (inédito).
10
Lacan, J., «Acerca de la causalidad psíquica» (28 de Septiembre de 1946 en las Jornadas psiquiátricas
de Bonneval), en Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI.
por ello que es un loco, es por ello que ustedes tienen delante de él un sentimiento
muy particular”. ´Sentimiento muy particular´ se refiere a esta angustia de la que
hablábamos antes. Esta indicación de Lacan tiene una lógica muy precisa, lo
podemos decir de esta manera: como el loco tiene el objeto a de su lado, es libre
del gran Otro. Es decir, prescinde del gran Otro porque no tiene que ir a buscar el
objeto a al campo del Otro, como sí lo hace lo que acá llama “el normalizado”,
aunque podríamos decir el neurótico. El neurótico esta alienado al Otro, porque va
en busca del objeto a al campo del Otro. Son las posiciones que Lacan ubica en
contraposición una de la otra.
La referencia al bolsillo, −es una interpretación que hago del asunto−, es una
referencia a la época y al capitalismo: tener el objeto a en el bolsillo. Porque
compara la época con el loco, en el sentido de una época loca, pero como
perspectiva estructural del asunto.
Hay unos párrafos en una conferencia de J.-A. Miller, que se llama “Sobre la lección
de las psicosis”11, donde retoma esta cuestión indicada por Lacan, sin dar la
indicación precisa, pero a mi gusto retoma estos párrafos de Lacan. Dice “La
libertad en efecto es su condena, es su destino, ya que no se dirige al Otro buscando
la causa de su deseo”. “El psicótico [acá ya Miller no dice el loco sino que dice el
psicótico] no le demanda el objeto a porque para demandar debería haber
consentido que el objeto sea extraído y en efecto esté en el campo del Otro”12.
11
Miller, J.-A., “Sobre le lección de las psicosis”, Revista El Psicoanálisis, 30/31, ELP, España, octubre
2017.
12
Ibid. p. 60.
13
Foucault, M., Historia de la locura en la época clásica, Buenos Aires, Fondo de cultura económica,
2014.
14
Lacan, J., “Breve discurso a los psiquiatras”, op. cit.
como el loco presentifica el objeto a y produce angustia, la mejor solución que se
encontró hasta el momento había sido encerrarlo. Casi que diría como una
intervención para localizar el objeto a en el lugar del encierro.
Doy un paso más, o antes de dar ese paso, ubico lo siguiente: la libertad a la que
hace referencia Lacan acá, ya que no es la primera vez que hace referencia a la
libertad, -habría que revisar en cada momento de la enseñanza de Lacan-, cuál es el
eje sobre el que él plantea la libertad del loco. En este caso no es un concepto
positivo, al cual habría que tender a buscar mayores libertades, porque esa libertad
lo que trae aparejado es el padecimiento del objeto a. Como dice J.-A. Miller: se
trata de la libertad respecto del Otro pero se padece la tiranía del objeto a. Aquel
que es el hombre libre, el libre del gran Otro, no precisa al gran Otro, pero padece
la presencia del objeto a, y como indica acá, sus voces lo demuestran. Es decir, no
es una libertad a la que Lacan empuja, no es una libertad a la que hay que tender,
porque liberarse del Otro tiene como efecto la presentificación tirana del objeto a.
Con las consecuencias que eso trae aparejado.
Enganches y desenganches
Cuento una pequeña viñeta clínica que me tocó comentar hace muchos años en una
Jornada Clínica en Estados Unidos. Una colega de allí se planteaba el problema de
si había que recibir o no regalos de los pacientes y cuenta un caso clínico, que no
voy a relatar aquí, sino simplemente dos líneas. En la primera entrevista la
paciente le trae un regalo, que la analista decide dejar sobre el escritorio. Ésta no
sabía bien cómo orientar esa cura porque la paciente venía a las sesiones a hablar
de cosas cotidianas: de cómo estaba el clima, de si estaba lloviendo o no, de algunas
cuestiones que habían pasado en el país en el último tiempo, etcétera. No decía
nada de su vida personal pero destacaba que cada vez que venía verificaba si el
objeto que había regalado estaba arriba del escritorio. Efectivamente, lo que se
demostraba en ese caso es que la operación que había hecho esa paciente era el
intento de pasar el objeto a al campo del Otro y eso la apaciguaba de ciertos
fenómenos que la analizante había relatado. La recomendación en ese caso fue
seguir hablando de todas esas cosas y dejar el objeto a en ese escritorio para que
cada vez que viniese, la analizante verificase y se tranquilizase con el hecho de que
el objeto a había quedado en el campo del Otro.
La ética y el goce
Hay un segundo paso a dar y es la cuestión ética del asunto. En esta misma lección,
J.-A. Miller habla del coraje de la psicosis. Lo ubica de manera opuesta a la
cobardía, especialmente de la cobardía moral en la melancolía. Está hablando de la
cobardía moral y en un momento dice: “Pero si la palabra «cobardía» permanece,
conservemos también la de coraje para calificar la construcción del delirio que, en
su esfuerzo, intenta por excelencia el bien-decir, en el sentido del deber”15.
Subrayo el poner el delirio en términos de un bien decir. Y continúa: “La psicosis
como un ensayo de rigor no es una cobardía moral”, y fundamentalmente Miller
15
Miller, J.-A., “Sobre le lección de las psicosis”, op. cit., p.6o
pone el acento en “la condición de toda invención de saber cierto que se verifica en
lo real”16.
Lo interesante del coraje, por lo menos en esta conferencia de Miller, es que está
puesto en términos de poder inventar algo más allá del Nombre del Padre. Por eso
habla del coraje de la psicosis, de inventar en ese lugar. Lo compara, también, con
el coraje del fin de análisis de poder ir más allá del Nombre del Padre. En el caso de
la psicosis, lo voy a decir ahora en estos términos: se trata de armar un delirio que
implique poner el objeto a en el campo del Otro.
16
Ibid. p. 61
cuerpo, y tiene que hacer una operación, muchas veces difícil, de extraer ese goce
del cuerpo. Muchas veces, llegando hasta infligirse un corte para separar ese objeto
a del cuerpo.
Y el melancólico, ̶para traer la triada que se están planteando este año para el
trabajo ̶, se identifica totalmente al objeto a, al que hay que eliminar por
indignidad. J.-A. Miller dice que no es que está identificado al objeto a, sino que
habla de la identidad del melancólico con el objeto a, que no es lo mismo que una
identificación. Esto lo encuentran en el texto de Variaciones del humor17, en la
página 155, donde él hace la aclaración de que no se trata tanto de la identificación
en el melancólico sino de “la identidad con el objeto a”. También podrían encontrar
una referencia preciosa, a mi gusto, que es cuando Miller en Le Point hace un
comentario sobre los hechos de Dominique Strauss Kahn y allí habla de la
melancolía. Lo pone en términos del raptus melancólico donde el sujeto se
destruye en lo real. Dice, “físicamente o moralmente”, como siervo de la pulsión
tiránica.
Para Lacan hay una manera de plantear las cosas dentro del campo de la psicosis
en términos de ética. Del lado del coraje encontramos la posibilidad de inventarse
una manera novedosa de engancharse con el Otro que no sea obviamente por la vía
del padre, y del lado de la cobardía encontramos la identidad del melancólico con
el objeto a. Este enganche con el Otro a partir de poder ubicar el objeto a en dicho
campo, lo que permite, entre otras cosas, es una localización del goce. Hay que
decir que en Miller encontramos una clínica de la localización del goce y una clínica
de la deslocalización del goce. A tal punto que él ubica con mucha precisión que, a
partir del Seminario 2018 hay en Lacan una concepción diferente del goce que
supone ya no un goce localizado como lo era en el Seminario 719, La ética del
psicoanálisis, sino que habla de la omnipresencia del goce, el goce por todos lados.
De hecho, va de la mano de lo que decíamos del loco, porque efectivamente si el
objeto a no está localizado en el campo del Otro, aparece por todos lados.
La época actual
17
Miller, J.-A., Variaciones del humor, Buenos Aires, ICdeBA-Paidós, p. 155.
18
Lacan, J., El seminario, libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 2001.
19
Lacan, J., El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2011.
Entonces ahora sí, retomo lo que les planteaba al comienzo en relación a la
referencia que hace Lacan a la época actual. La “época actual” es un decir, porque
éste es un texto de 1967. Y como ya sabemos, si hay algo de lo actual es que la
época cambia rápidamente. Como lo señala J.-A. Miller: no nacemos y morimos en
la misma época. No es lo que pasaba en la época de Freud, que uno nacía y moría
en la misma época. En la época actual las cosas van cambiando verdaderamente a
una velocidad impresionante y hay que recalcular en cada momento en qué época
estamos. De hecho mi idea es que siempre es un término un poco resbaladizo
hablar de la época. ¿Qué decimos cuando decimos “la época”? En todo caso, mi idea
del asunto es que la experiencia que tenemos con la época es que nos lleva la
delantera. Que nos encontramos con la época actual cuando hay algo que irrumpe y
no tenemos la menor idea de qué se trata. Especialmente para aquellos que tienen
contacto directo con los jóvenes y por ejemplo se encuentran que hablan un idioma
diferente, y en ese gap o en esa brecha, uno encuentra el cambio de época.
Pero en todo caso lo que plantea Lacan, muy cercano a la locura para la época, lo
dice de esta manera en la misma conferencia que les decía antes, el “Pequeño
discurso a los psiquiatras”. Dice: “Cuanto más se somete a las transformaciones de
la ciencia, más domina toda nuestra vida cotidiana, hasta la incidencia de nuestros
objetos a”. Allí aparece “los objetos a” en plural, que era a lo que hice referencia al
comienzo y en el título de la conferencia. “Si hay uno de los frutos más tangibles,
que ahora ustedes pueden tocar todos los días de lo que devenga de los progresos
de la ciencia, es que los objetos a se meten en todas partes. Aislados, solos y
siempre listos a sorprenderlos en el primer encuentro”. Vean las características
que le pone a los objetos a: Aislados, solos y siempre listo a sorprenderlos en el
primer encuentro. Agrega Lacan: “Solo hago alusión aquí a la existencia de lo que se
llama la mass media, a saber esas miradas errantes y esas voces caprichosas de las
cuales están destinados muy naturalmente a estar rodeados cada vez más. Se los
mete por los ojos y por las orejas”.
Esto responde a la indicación que ha aislado muy fuertemente J.-A. Miller respecto
de poner el objeto a en el cenit de la civilización. Cuestión que, junto con Éric
Laurent, retoman en el curso El Otro que no existe y sus comités de ética20. Ahí
escriben cómo el objeto a es mayor que el ideal (a > I). En ese sentido, me parece
que podemos hablar de una época de la deslocalización del goce generalizada. Y
que cuando el goce se deslocaliza, uno se libera del Otro; con las consecuencias que
eso implica. En cambio la localización del goce permite un enganche al Otro
singular en cada caso y liga la clínica del objeto a con la del sinthome como un
cuarto que anuda.
La brújula y el GPS
Doy un ejemplo más que he utilizado en su momento para ubicar esta cuestión. Se
trata de la diferencia entre la brújula y el GPS. La brújula, antiguamente, marcaba el
norte. Es una referencia simbólica. Podemos decir “el norte del Nombre del Padre”.
Y uno sabía, uno se ubicaba, uno se localizaba en referencia al norte, en referencia
al Nombre del Padre, o al norte paterno. Es una relación respecto de coordenadas
20
J.-A., Miller, É. Laurent, El Otro que no existe y sus comités de ética, Buenos Aires, Paidós, 2005.
significantes. Con el GPS, la voz comanda y uno le tiene que creer. En nuestro caso,
debo decir, es muy habitual que los GPS que llegan a la Argentina están
programados para que sean una voz femenina, y además hablan en español, en un
español de España. Y me interesa este aspecto, el lazo entre la creencia y el objeto
a, porque Lacan advertía en el Seminario 2221, en la clase del 21 de enero de 1975
"lo que puede llevar a la creencia en el objeto a, en las voces". Es una clase que es
conocida porque al final es donde habla de creer en el síntoma, lo que implica creer
en el síntoma y el comienzo de análisis. Pero en un momento él plantea una
diferencia. Lo leo: "Es sin embargo manifiesta entre creer allí en el síntoma o
creerle, es lo que hace la diferencia entre la neurosis y la psicosis. En la psicosis las
voces, no solamente el sujeto cree allí sino que las cree, todo está ahí en ese límite".
Por supuesto, este párrafo habría que trabajarlo más detenidamente, pero en
principio “las cree” está ligado a la manera en que Lacan, a mi gusto, en esta época
del Seminario 22, habla de la certeza psicótica. Cuando dice “las cree”, a las voces, y
uno es comandado por esas voces a cualquier lado como única referencia.
Con el GPS uno tiene una experiencia, por supuesto no de certeza, por lo menos en
lo que respecta a mí no me ha sucedido de tener ninguna certeza con el GPS, pero
uno no sabe dónde está, llegó supuestamente al lugar indicado siguiendo a una voz.
Derecho al síntoma
Bueno, hasta aquí lo que quería plantearles y por supuesto abrimos para conversar
e ir planteando diferentes cuestiones.
21
Lacan, J. Seminario 22 (1974-75), RSI, clase del 21 de enero de 1975, (inédito).
Rosa López: Muchísimas gracias Fabián. Espectacular el recorrido que has ido
haciendo, nos abre muchas cuestiones. Cuando empezaste, ordenaste muy bien los
distintos abordajes de la psicosis en referencia a las dos grandes diferencias
teóricas. Entonces, la clínica del significantes es la clínica Schreber, la del síntoma
es la de Joyce; y es verdad que para la clínica del objeto a, lo ignoro y por eso te lo
pregunto, no tenemos un paradigma tan claro como lo es Schreber para una y Joyce
para la otra. Salvo esto último que tú has ido mencionando respecto a la época,
¿verdad? La época de una cierta locura generalizada por la proliferación y la
elevación al cenit del objeto a. Pero no tenemos un caso que tenga la entidad, me
parece, de demostrarnos la clínica de lo que tratan nuestras viñetas. Y si lo hay, a lo
mejor sí lo hay y nos puedes sugerir alguno.
Fabián Naparstek: No, no hay un paradigma como lo han sido Schreber y Joyce. Es
evidente que no lo hay. Por eso partí de la indicación de Miller de que nos queda a
nosotros hacer el trabajo sobre esa clínica, y cómo no quedar atrapados totalmente
en la clínica del síntoma, que por supuesto, es la clínica de la última enseñanza de
Lacan. Pero el abordaje por la vía del objeto a tiene herramientas muy potentes
para abordar la psicosis. Y me parece que lo que plantea Miller en esta última
conversación a la que hacía referencia, es una invitación a la comunidad a elaborar
esa clínica, a no dejar el objeto a como una herramienta impotente para abordar el
campo de la psicosis. Eso me parece que es un trabajo que nos toca a nosotros.
Hace poco supervisé en un Centro de Salud, un hombre que le dio una psicosis que
decían que era una histeria porque no paraba de enredar, de molestar a todos.
Entonces molestaba porque la comida que le daban no la quería por la textura del
objeto a, de la comida. Solo podía comer cosas muy blandas o cosas que se
pudieran contabilizar. Y luego que estaba lleno de recortes que él iba haciendo de
cosas que iba cogiendo en la calle, de objeto a, que para reinsertarlo en la sociedad
se los quitaba. Se ve claramente estos personajes que hay en la calle, vagabundos
con sus objetos, los granos de sus objetos a.
Que al mismo tiempo es también la referencia que hace Lacan en “De una cuestión
preliminar…”25 sobre la insondable decisión del ser. Entonces me interesa mucho
22
Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, op. cit.
23
Ibid.166.
24
Ibidem.
25
Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible en la psicosis”, Escritos 2, Buenos
Aires, Siglo xxi, 2003.
esto que has subrayado de que cuando hablamos de la relación del loco con la
libertad y con la idea del hombre libre, no es en el sentido de una visión idealista
de la locura, de la acepción común de la libertad sino que en el fondo hay que
tomar en cuenta esta cuestión que subraya muy bien. Lo digo ya como referencia
para los que estáis en la conferencia, hay un texto de J.-A. Miller que está publicado
en la revista Freudiana número 80 que se titula “Consentimientos”26, está en la
página 24. Y en este texto él desarrolla un poco esta parte que ha trabajado
también al principio Fabián de la relación del loco, de la locura y la libertad, y habla
del tema del consentimiento en el sentido, agregando otro elemento más, a que
finalmente hay una insondable decisión del ser.
Hay una posición subjetiva muy primaria del loco en relación a si rechaza o no la
incorporación del orden simbólico y su relación con el significante. Y las
consecuencias subjetivas que eso tiene para él. Porque, lo que te quería preguntar,
¿tú qué opinas? En el fondo, en relación al tema del objeto a, todos pagamos su
precio: el del loco y también el del neurótico. En la neurosis, de alguna forma, se
escribe una pérdida de goce, hay una extracción del objeto a, pero al mismo tiempo
se instala el aparatito del fantasma que de alguna manera coloca al objeto a en el
Otro, como tu bien has dicho. Pero establece un cierto guion que determina un
cierto funcionamiento del goce en la neurosis. Y que se trata de atravesar en un
final del análisis. Pero se paga un precio porque si el loco es el hombre libre, el
neurótico podría decirse, es un poco un hombre esclavo, entre comillas, de la
determinación del fantasma.
26
Miller, J.-A. “Consetimientos”, Revista Freudiana, 80, Barcelona, ELP-Cataluña, 2017, p. 24.
F. Naparstek: Acuerdo plenamente en el comentario que haces Santiago. De hecho,
lo que vos ubicas como la neurosis, en esa conferencia Lacan lo llama el
“normalizado”. Mi idea del asunto es que a quien le va a demandar al Otro el objeto
a, lo llama “el normalizado”. Efectivamente eso localiza el goce pero como lo decía
Lacan en un momento, el neurótico tiene una falta en ser. Se hace de un falso ser en
el fantasma y eso se transforma en las desgracias del ser, y por eso nos vienen a
consultar. Porque ese objeto a al cual están aferrados se transforma, en algunos
casos, en la desgracia del ser y vienen a analizarse para ver cómo se desembarazan
de esa desgracia del ser a la cual están tan agarrados.
Jesús Ambel: Buenas noches, buenas tardes Fabián, gracias por la conferencia que
ha sido muy estimulante. Dos cosas: cuando vi el titulo me acordé de una paciente
de hace muchos años, que una vez por año me llama para saber si todavía estoy
aquí. Ella me contó que uno de sus pasatiempos favoritos era salir a la calle, acudir
a algún bar que otro, −recuerdo que Miller dijo en una ocasión que en España los
lugares de socialización de la locura eran los bares, con los problemas que ahora
mismo tenemos porque nos los han cerrado−, pero esta paciente me contó que uno
de sus pasatiempos favoritos era localizar a los mendigos que iban andando por la
calle y si se iban comiendo un bocadillo, coger las migajas que caían del bocadillo
de los mendigos. Me pareció una manera brillante de presentificar el objeto a
andando por la calle.
Pero hay otro, he pensado también en algo más actual y más contemporáneo en el
sentido de más cinematográfico, acerca de la reciente película del año pasado:
Joker. Yo he interpretado que en esta película el objeto a es la risa, y justamente la
risa es lo que ese sujeto no puede colocar en el campo del Otro. Y a propósito de
Joker, es una observación, una pregunta que te hago, Fabián. Cuando has dicho que
la ciencia va en contra del fantasma, la ciencia en sus relaciones con el capitalismo,
me pareció que lo han nombrado también que va en contra del fantasma
individual. ¿A ti no te parece que la realidad ya es fantasmática? ¿A ti no te parece
que lo que está en juego también, a propósito de Joker, más que la psicosis
generalizada es la perversión generalizada? ¿Qué piensas tú de eso? Muchas
gracias.
F. Naparstek: Muy interesante el caso de las migajas, muy claro respecto de salir a
la calle a localizar dónde está el objeto a y qué se hace con eso. Me parece muy
interesante para pensar ese tipo de operaciones que se hacen en ciertas psicosis.
Respecto de la película Joker, no para analizar la película, pero efectivamente en la
psiquiatría hay todo un recorrido respecto de lo que se llamó en su momento las
risas inmotivadas. Es un fenómeno que la psiquiatría clásica ubicaba con mucha
claridad. Inmotivada significa por fuera del sentido, por fuera de lo simbólico. Es
decir que si la risa se anuda al sentido en el caso del chiste, eso queda localizado.
La estructura mínima que Lacan describe del chiste, por ejemplo, es decir que hace
falta la puntuación para que se largue el objeto a que es la risa. En cambio, la risa
inmotivada es la presencia del objeto a, y por eso aparece la angustia de quien está
frente a ese loco con la risa inmotivada.
En cambio, el capitalismo actual quiere que uno cambie los zapatos todos los días.
Va en contra de la perversión. El perverso quiere el mismo objeto a todo sucio y
oloroso, pero el mismo siempre. En cambio, la ciencia anudada al capitalismo
quiere que uno abandone eso. Entonces, no se trata de una perversión
generalizada, sino que eso va en contra de la orientación que era la perversión
antiguamente. Y entonces tenemos, como dice Miller, a los “desbrujulados”, los
desorientados.
De hecho, todo esto que estoy diciendo me surge a raíz de un paciente que me
decía que él no sabía cómo abordar al otro sexo, no sabía si era homosexual o
heterosexual, si le gustaban los transexuales, si le gustaban los travestis. Y
agregaba “yo sé lo que es alguien lindo o linda estéticamente, es como si me fuera a
comprar un par de zapatos y no supiese cuál es mi horma, se cuál es el zapato que
quiero pero no cuál es mi horma”. Y ahí es cuando me surge el ejemplo del
príncipe. Adonde apunta la ciencia, el capitalismo, es hacia la horma del Nombre
del Padre, y del fantasma. Son problemas diferentes, ni mejores, ni peores. Pero
diferentes. Es importante poder ubicar como se presntan los problemas en cada
momento.
R. López: Hay una pregunta en el chat que dice así: ¿Se podría pensar tal vez desde
algunos artistas del body art o carnal art algo del orden de la clínica del objeto a?
Y hay otra cosa sobre esto que me llamó mucho la atención. Algo que Lacan escribe
en el Seminario 10, La angustia, con respecto a la perversión y a la psicosis. Dice:
“Para manejar la relación transferencial, en efecto, tenemos que incluir en nosotros
el objeto a en cuestión, a la manera de un cuerpo extraño, de una incorporación en
la que nosotros somos el paciente, ya que el objeto en tanto causa de su falta, le es
absolutamente ajeno al sujeto…”27. Esto de la incorporación del objeto a en el
analista me llamó mucho la atención, porque Lacan nos da después indicaciones de
la dirección de la cura a partir del síntoma, como localización del goce, pero esto es
previo a esa formulación. ¿No sé qué puedes comentar al respecto?
F. Naparstek: Si, por supuesto que el lugar del analista en el discurso analítico hay
que ponerlo entre paréntesis respecto de la psicosis. Habría que ver en qué casos
puede convenir o no estar en el lugar del agente en el discurso analítico como
objeto a para la psicosis. Hay que ver cada caso y en qué punto es conveniente o no.
En los casos que intentaba trasmitir antes y que Rosa también comentó y que traía
Jesús Ambel, se trata de la localización fuera del consultorio o dentro del
consultorio pero no identificado con el analista. Es decir que ese campo aloje el
objeto a, no es tanto que el analista vaya al lugar del objeto a, sino que sea un
campo para alojar el objeto a. Es interesante también el caso que traía Jesús Ambel
que llama cada tanto para ver si el otro todavía está ahí. En el medio de la
pandemia, uno cuando no escribe hace mucho a alguien, le pregunta cómo esta.
Pero si no estamos en el medio de la pandemia, uno supone al Otro, verifica que
esté el Otro, y después, una vez que verificó que el Otro está, dice “encontré el
objeto a en el campo del Otro”. Es decir que hay una distinción que no
necesariamente es que el analista esté en el lugar del objeto a, que en algunos
casos puede traer consecuencias no muy buenas.
27
Lacan, J. El Seminario, libro 10, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2004, p. 153.
Dolores Castrillo: Yo quería plantear una pregunta en relación a estos tres
abordajes de la psicosis por el lado del significante, por el lado del objeto a y por el
lado del sinthome. Porque me parece claro que el objeto a debe estar incluido en la
clínica del sinthome. Por ejemplo en el tema que Lacan llama el síntoma de
palabras impuestas en Joyce a partir de las cuales él logra construir su sinthome
escritura.
Pienso si, en cierto modo, estas palabras impuestas no suponen una clínica del
objeto a. O sea, no serían una especie de equivalente a las voces y no logra Joyce
con su sinthome escritura engancharse al Otro, precisamente a través de ese objeto
a que podrían ser las palabras impuestas.
F. Naparstek: Acuerdo plenamente con esa lectura, es decir que a partir de la clínica
el objeto a podemos leer a Joyce. Desde esa perspectiva, eso le permite
engancharse al Otro. Todo lo que Lacan dice acerca de la publicación, que es el
cuarto que anuda. Es decir, que es lo que le permite a Joyce engancharse con el
campo del Otro, con esa esperanza que tenía Joyce de que los universitarios lo
vayan a leer doscientos años seguidos, etcétera. Y lo que hace es extraer las
epifanías que le aparecen con su libretita donde va anotando. Pero que no alcanza
con anotarlas en la libretita, sino que le hizo falta, además, publicar. Por eso Lacan
se pregunta por qué Joyce quiere publicar. ¿Quiere publicar algo? La pregunta
tiene un sentido, ya que era algo impublicable. Entonces, ¿por qué quiere publicar
eso que no se entiende nada? Como dice Lacan, es todo el intento de Joyce de pasar
eso al campo del Otro y que eso, además, permanezca. No solamente pasarlo al
campo del Otro sino que permanezcan en el campo del Otro por doscientos años.
Así que, efectivamente, uno puede releer a Joyce desde la perspectiva del objeto a
en estos términos, con fenómenos en Joyce, que hay que decirlo también,
fenómenos muy fuertes en el cuerpo.
En algún momento Lacan habla del lazo que tenía Joyce con su propio órgano.
Bueno, se podría trabajar todo eso pero mi idea del asunto es que en Freud está
esto porque hay una clínica que es del enganche y desenganche del Otro. Cuando
Freud habla de lo que llama en Schreber la “represión propiamente dicha”, que es
el momento que quita las catexias del mundo. Y Schreber dice: “los hombres
hechos a la ligera”. Eso es un desenganche del Otro. Freud lo toma en términos
libidinales. Toda la libido recae sobre Schreber y se desliga del mundo. Y el delirio,
para Freud, es curativo porque vuelve a reengancharse con el mundo.
Antonio Ceverino: Muchas gracias, Fabián, por este recorrido que has hecho del
lugar del objeto a en la psicosis. Con la falta de extracción de este objeto a en la
locura, uno no puede evitar recordar el cuadro de El Bosco “La extracción de la
piedra de la locura”29. Como este año queremos dedicar el Departamento a analizar
las distintas polaridades de la psicosis, me gustaría resumir en lo que he entendido
de tus palabras y hacer un par de preguntas. En la esquizofrenia, decías, el objeto a
a veces en su dimensión xenopática está en el cuerpo, y esto permite explicar, por
28
XI Congreso Mundial de Psicoanálisis, “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”,
Barcelona, 2018.
29
Cuadro de El Bosco, “Extracción de la piedra de la locura” (1475.1480), Museo del Prado, Madrid,
España.
ejemplo, las automutilaciones en esquizofrénicos como una extracción salvaje del
objeto a. Recuerdo algún caso que vimos en el Departamento en años anteriores.
La paranoia, dijiste, representa el coraje y el esfuerzo de situar el objeto a en el
campo del Otro y así hacer existir algún tipo de lazo social en el delirio. Pero si en
la neurosis este objeto a ha sido extraído al campo del gran Otro, en los delirios
paranoicos al uso, no hablo de los delirios logrados de la metáfora delirante, el
objeto a se sitúa en el otro con minúscula; en el otro como semejante; en el otro en
el eje imaginario; en esos otros fantasmales intercambiables que se encarnan en la
figura de los perseguidores. En la melancolía has dicho que hay una identidad
entre el sujeto y el objeto a y así, a diferencia de la neurosis, donde el objeto a
forma parte de la estructura del fantasma, está velado por la imagen narcisista. El
melancólico en el pasaje al acto suicida necesita pasar a través de su propia imagen
para alcanzarlo.
30
Lacan, J. “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.
salvaje del síntoma”, en los últimos seminarios. Así que habría que ver cómo
precisarlas. Quizás en el trabajo que hagan ustedes podrán avanzar en ese sentido.
S. Castellanos: Si había una pregunta de Laura antes: que distinga la identidad con
el objeto a de la identificación al objeto a.
31
Lacan, J., El seminario, libro 3, Las psicosis, Buenos Aires, Paidós, 2001.
reconoce que está identificado a algún progenitor, por ejemplo al padre o a la
madre; el solo hecho de reconocer esa identificación, ya a uno lo distancia de esa
identificación. Es decir, ubica una cierta distancia. Y en la identidad está totalmente
aplanada esa distancia. Pero es una referencia preciosa, que ustedes van a trabajar
con la melancolía. Y que habría que abordar y ver los casos clínicos dónde aparece
esa identidad.
Blanca Cervera Rico: Gracias Fabián. Te agradezco especialmente traer toda esa
cuestión del objeto a de nuevo. Y lo que quería traer a un poco en la línea de lo que
ya ha traído Dolores, va en el sentido del síntoma como aquello que viene a
producir un anudamiento, y también, a localizar algo del objeto a. Me parece que
en ese sentido en el Seminario 23, hay algo que, si bien Lacan se está centrando en
esta manera novedosa de pensar el síntoma, en ningún momento deja de lado la
cuestión del objeto a. La está trabajando todo el rato. Cuando está con el nudo de
tres trabajando al principio del Seminario, en la página 70, con el nudo de tres
interpenetrado todavía no tiene el cuatro. Ahí sitúa perfectamente el objeto a en
ese lugar que los bordes que cada imaginario, real, simbólico establecen. O sea que
en el propio Seminario 23, él sigue trabajando con el objeto a. Y, como decía
Dolores, de una manera muy clara y muy rápida, no se puede pensar una clínica del
síntoma sin pensar en el objeto.
F. Naparstek: Si. No tenía presente esa referencia del Seminario 23. Hay que tener
presente que la relación de Joyce con Nora es especial, por esa falta de extracción
de objeto. Es decir que en esa relación me parece que se verifica algo de esa
cuestión, pero es una muy interesante cita y un trabajo a hacer. Cómo pensar la
clínica del objeto a a partir de la última enseñanza. Porque es evidente que cuando
estamos hablando de una clínica de los enganches y desenganches, partimos de la
perspectiva del último Lacan, que nos permite releer lo anterior desde otro punto
de vista. Acuerdo plenamente en plantear cómo pensar estas cuestiones en Joyce
también.
Mila Haynes: Hola, buenas noches. Me encantó lo que estuviste exponiendo. A pesar
de lo complejo que es todo, creo que la claridad ha sido espectacular. Mi
comentario es por algo que me llama mucho la atención cuando hablas de poner el
objeto a en el Otro. Cómo el psicótico o el loco lo lleva consigo y conseguir que lo
ponga en el campo del Otro. Hablas del enganche, el enganche con el Otro, que
ahora al final has vuelto a decir la clínica del enganche. Me llama la atención
porque me imagino que es lo mismo que el lazo social esto del enganche con el
Otro. Sin embargo el lazo es una cosa un poquito más suave, ¿verdad? Porque uno
hace un lacito y lo propone, lo quita. Pero el enganche es como muy agresivo. Has
estado todo el tiempo nombrándolo así como enganche, y no sabía si hay algo
peculiar con respecto al enganche o tiene que ver con la clínica de los nudos.
Lo del lazo social lo tomo muy específicamente de los cuatro discursos, porque
Lacan dice con todas las letras que cada uno de los discursos es un lazo social.
Articula un lazo social. Y hay que tener presente que para Lacan hay lazo social si
hay imposible, si está la imposibilidad, y habría que ligar en ese lazo social donde
va el objeto a en cada caso, en cada uno de los discursos. Es decir que cuando los
menciono en esos términos me estoy refiriendo especialmente a los cuatro
discursos.
La otra cuestión, a mi gusto no hay que perder de vista que cuando Lacan presenta
la cuestión del objeto a en el Seminario 10, hace la referencia a Winnicott y el
objeto transicional. Y la idea de Lacan cuando toma el objeto transicional es que, a
32
Miller, J.-A. y otros, La psicosis ordinaria, Buenos Aires, ICdeBA-Paidós, 2003.
partir del objeto a puede haber un enganche al Otro. Es por la vía de ese objeto
transicional que puede haber un enganche al Otro. Lo digo de otra manera: el Otro,
que también tiene sus variaciones a lo largo de la enseñanza de Lacan, ¿a qué
llamamos Otro? Porque una cosa es el Otro del lenguaje, el tesoro del significante
en la primera enseñanza; después está el lugar del Otro como el deseo del Otro,
etcétera. Todo eso va teniendo sus modificaciones hasta que el Otro es el Otro sexo.
Y finalmente en la ultimísima enseñanza, es el cuerpo el Otro.
Es decir que habría que ir modulando a qué llamamos Otro. Pero en el momento
que Lacan introduce el objeto a en el Seminario 10, el Otro es una abstracción. Es
decir, el Otro no es atrapable, no es palpable con las manos, para decirlo de alguna
manera. Lo más palpable del Otro que tenemos con las manos es el objeto a. En los
términos que lo presenta Lacan, tomando el objeto transicional de Winnicott;
porque el Otro pensado en esa época es una abstracción total. Después tenemos, a
partir del Seminario 20, que toda la enseñanza de Lacan cambia con la
incorporación del cuerpo, y las consecuencias que eso tiene. Porque la
incorporación del cuerpo tiene una consecuencia respecto del sujeto. Es decir que
Lacan empieza a hablar de parlêtre, en vez del sujeto, pero también tiene un
impacto en el Otro. Ya el Otro no es más el Otro del lenguaje y pasa a ser el Otro
sexo. Ya otra cuestión. Y después hay que ver cómo pensar el Otro en relación con
el cuerpo, es decir que hay ahí una serie o también un trabajo a hacer respecto del
Otro. Pero en todo caso la idea de Lacan es que, a partir del objeto a uno engancha
con el Otro. Y esto es no sin el objeto a. Por eso utiliza, −es mi interpretación del
asunto−, la figura del objeto transicional en Winnicott.
F. Naparstek: Muchas gracias, siempre es un gusto trabajar con ustedes, así que
esperemos que nos veamos pronto.