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FREUD I • TITULAR PROF. DR. OSVALDO DELGADO • TEÓRICO 2007
PSICOANÁLISIS FREUD ‐ CÁTEDRA I (049)
TITULAR PROFESOR DR. OSVALDO DELGADO
TEÓRICO 11 ‐ 20 DE JUNIO DE 2007
Vamos a trabajar más específicamente sobre el concepto de pulsión que ya venimos
viendo en los textos precedentes. Voy a tomar como referencia el texto “Pulsiones y
destinos de pulsión”.
La primera cuestión muy puntual que tengo que disipar para que lo tengan en cuenta, es
la comparación que hace Freud en el inicio del texto. Habla de la mitología, dice que las
pulsiones son nuestra mitología, nuestros mitos.
¿Qué quiere decir Freud con que las pulsiones son nuestros mitos? Es una construcción
teórica para dar cuenta de ciertos fenómenos. Freud dirá que la pulsión es un concepto
límite entre lo psíquico y lo somático.
Esto hay que entenderlo de dos maneras. Es un concepto límite, en el sentido de que si
marco un concepto límite con una línea a la que llamo pulsión, funciona entonces es
como un axioma. Todo lo que voy a trabajar de un lado de esa línea, es psicoanálisis. Del
otro lado de la línea, no es psicoanálisis. Esto implica que el concepto de pulsión funda un
campo, marca un territorio. Podemos tener de un lado de la línea el territorio de la
biología, de la anatomía, de la fisiología, el campo médico; ese es otro territorio
epistémico, otro territorio del saber.
Es como un axioma en matemáticas. Si tenemos que: 2 + x = z2, es un axioma, una
construcción, después se pueden elaborar y hacer todo tipo de operaciones matemáticas
con esa referencia, con ese axioma; se puede sumar, restar, dividir; y hay que encontrar
el valor de verdad en esas operaciones. Ahora, si se cambia este axioma y ponemos que:
2 + x = π2, tenemos otro axioma. El axioma es el que funda el campo.
Entonces, el concepto de pulsión es un concepto que funda un campo, o sea que no es
instinto, al instinto lo podemos poner del lado de la línea que no pertenece al campo del
psicoanálisis. Ese es uno de los sentidos de concepto límite.
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Entonces, pulsión marca la diferencia: de un lado, puse psicoanálisis y, del otro lado,
puse, no es psicoanálisis. Dentro de lo que es psicoanálisis puedo poner también el
concepto de cuerpo. Del lado de lo que no es psicoanálisis ponemos el concepto de
organismo, que pertenece al campo de la medicina, la anatomía, la fisiología, la biología.
¿Qué cuerpo para el psicoanálisis? No el de las fibras nerviosas, músculos, huesos, sangre,
etcétera, todo eso habla del organismo. El cuerpo del psicoanálisis habla de la
satisfacción, es un cuerpo que se satisface, o sea, es un cuerpo libidinal, que tiene zonas
erógenas, un cuerpo en el que cualquiera de sus partes puede hacer las veces de genital,
cualquier parte del cuerpo puede pasar a ser condensadora de excitación sexual, como
dice Freud.
El organismo, en principio, está repartido anatómicamente en dos: hay uno macho y hay
uno hembra, también están los organismos hermafroditas, pero en términos normales
tenemos una doble partición. Eso es algo biológico, se nace con pene o se nace con
vagina, se nace con pene o se nace sin pene.
Del lado del psicoanálisis tenemos de todo, es más, no hay ninguna relación directa entre
un lado de la línea y el otro, están separados. No es un dato de la naturaleza que alguien
que nació con pene adquiera la posición sexual masculina, es una construcción; del
mismo modo, no es un dato de la naturaleza que hay alguien que anatómicamente nazca
hembra sea femenino, es una construcción.
Entonces, el concepto pulsión, dice Freud, es un concepto límite entre lo psíquico y lo
somático. Precisamos: es un concepto límite entre lo que es psicoanálisis y lo que no es
psicoanálisis; y es un concepto límite entre lo que es un cuerpo y lo que no es un cuerpo.
No somos un cuerpo cuando nacemos porque se nace con el organismo, ese es un dato
de la naturaleza; pero no nacemos con un cuerpo. Es más, no sólo podemos llegar a ser o
no masculino, femenino, hétero, homo, bisexual, transexual, travesti, etcétera; sino que,
además, fundamentalmente podemos tener o no tener un cuerpo.
Cuando ven los esquizofrénicos que viven en la calle como linyeras hace, por ejemplo,
cuarenta grados de calor y él está con un sobretodo, o hace cero grados y está desnudo,
no se enferma, no tiene frío. ¿Cómo es posible? No se puede explicar, se puede tener o
no tener el cuerpo. Escuchar con las orejas, por ejemplo, es una adquisición y no es un
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dato de la naturaleza. Del mismo modo que cuando trabajábamos “La perturbación
psicógena de la visión según el psicoanálisis”, se puede ver o no ver con los ojos y no ser
un problema orgánico. Quiero aclarar una cosa. No es que no existan perturbaciones
orgánicas, de echo existen perturbaciones orgánicas por problemas orgánicos porque el
organismo tiene sus leyes.
El organismo existe, tiene sus leyes, tiene sus problemas, aunque, es cierto que hay una
incidencia psíquica en muchas patologías como la hipocondría, conversiones histéricas,
enfermedades del sistema inmunológico, la caída del sistema inmunológico. A veces
cuando hay un cuadro depresivo hay una afectación del sistema inmunológico y puede
alojarse como enfermedad ahí. Pero esto no se trata de querer llenar los agujeros
científicos, por ejemplo, en el campo de la medicina o en sus diferentes ramas. No se
trata de llenar esos agujeros en el saber médico con psicología: donde no se encuentra
cuál es la causa orgánica de tal o cual patología vaya al psicólogo porque es un problema
psicológico. Es lo mismo que en la Edad Media con la religión. Entonces los psicólogos
venimos a ocupar el mismo lugar que un religioso, un curandero, un chamán, etcétera.
El organismo tiene sus leyes. El cuerpo también, son otras. Entonces, el cuerpo es un
cuerpo, fundamentalmente, que se lo puede tener o no tener. Se puede tener o no tener
un cuerpo teniendo un organismo. Puedo tener un organismo y no tener un cuerpo,
como un esquizofrénico.
A la vez, la posición sexuada es una construcción. Que de un organismo macho advenga
un hombre es una construcción; es más, no tiene nada que ver con que orgánicamente
haya nacido macho. Para la hembra, vale lo mismo. Entonces, desde el punto de vista del
organismo se nace orgánicamente con dos sexos, o con alguna perturbación. Se nace
macho o se nace hembra; se nace con pene o se nace con vagina o ambas. En el campo
del psicoanálisis –ya veremos por qué cuando trabajemos la lógica falo‐castración–, no es
así. ¿Por qué razón el pene pasa a tener este lugar, por qué se lee de ese modo? Por qué
se nace con o sin es esta la diferencia entre la medicina y el psicoanálisis.
La otra cuestión importantísima, es que cuando introduzco el concepto de pulsión estoy
introduciendo también otro nombre de lo imposible. Recuerdan que decíamos que la
vivencia sexual prematura traumática era imposible de recuperar, que la primera
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experiencia de satisfacción era imposible de recuperar, todos son nombres de lo
imposible. Cuando introduzco el concepto de pulsión introduzco otro nombre de lo
imposible. ¿Qué quiere decir? Es imposible que la pulsión se satisfaga plenamente
siempre hay una diferencia entre lo que se busca como placer y lo que se obtiene. No hay
satisfacción plena de la pulsión, siempre está en falta, en carencia, es imposible.
Hay satisfacción, la pulsión es un nombre mismo de la satisfacción. La pulsión se satisface
oral, anal, fálica. La pulsión se satisface, pero no hay satisfacción plena, absoluta, siempre
hay un resto, una diferencia. Es una cuestión central, con la que vamos a trabajar todo el
año: que la pulsión no se satisface plenamente. Central porque después la trama de Edipo
será querer dar un argumento que es que no hay satisfacción plena de la pulsión, porque
está prohibida por el padre. En verdad el padre prohíbe, pero no es por eso que no hay
satisfacción plena de la pulsión sino porque es imposible de ser satisfecha.
Esto que están escuchando ahora, mis palabras, el campo del lenguaje mismo es el campo
que habitamos, porque ni bien nacemos ya hay una pérdida de la dimensión del
organismo porque pasamos a ser hablados y pasamos a vivir en el exilio del lenguaje y
vamos a hacer pasar por la fractura del lenguaje todas nuestras pasiones. El lenguaje
fractura y nos hace vivir una existencia lenguajera. El hecho mismo de la relación con el
lenguaje hace que no pueda haber satisfacción plena, absoluta de la pulsión. El lenguaje
mismo marca ese imposible.
Dice Freud en la página 117 de “Pulsiones y destinos de pulsión”:
Si ahora, desde el aspecto biológico, pasamos a la consideración de la vida anímica, la
«pulsión» nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático,
como un representante {Repräsentant} psíquico de los estímulos que provienen del
interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo
que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.
La cuestión del representante psíquico es otro problema que lo vamos a trabajar sobre
todo cuando trabajemos represión e inconsciente. Pero anticipo que la pulsión halla su
lugar en el inconsciente, en el aparato psíquico, a través de un representante al que está
ligada, la pulsión está ligada a un representante psíquico.
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Recuerdan que cuando trabajábamos los primeros textos lo que se reprimía era el
representante psíquico; el monto de afecto tomaba el cuerpo o cargaba a otro
representante psíquico. Lo que se reprimía era el representante psíquico no la pulsión. La
pulsión no se reprime, ella siempre insiste en satisfacerse, es irreprimible, no descansa y
no duerme jamás.
Es un problema psicoanalítico central ¿qué hacer con la pulsión como tal? Porque a la
pulsión ni se la reprime, ni se la interpreta, ni es un representante psíquico. Se
interpretan los representantes psíquicos reprimidos, inconscientes, pero no hay
interpretación de la pulsión. Qué hacer con eso es la gran pregunta del psicoanálisis.
Ya van a ver que Freud brindará respuestas, no todas, pero muchas y de las mejores.
Porque, además y peor todavía, no toda la pulsión está ligada a un representante
psíquico, hay montos pulsionales que no están ligados a un representante psíquico. Si ya
tenemos un problema con la pulsión articulada ligada a un representante psíquico, qué
problema mayor vamos a tener con pulsiones no articuladas a un representante psíquico.
Esto mismo lo vamos a recuperar en otro momento.
Freud dice que la pulsión tiene cuatro componentes:
1) El esfuerzo (Drang);
2) La meta (Ziel);
3) El objeto (Objekt). Recuerden que la pulsión no se satisface con el objeto, sino que el
objeto le sirve para hacer una circunvalación. El objeto permite el circuito pulsional y se
satisface en la fuente, vuelve a la fuente. La pulsión hace un circuito en el que parte de la
fuente y cuya meta es la satisfacción, ¿y dónde consigue satisfacción?
4) En la fuente (Quelle).
Entonces, si se tiene hambre se necesita comer, la necesidad orgánica es de alimento no
un circuito alrededor de un plato de ravioles. Pero también se puede no comer ravioles e
ingerir alguna otra comida y también calmar la necesidad. Puede hacerse también
mediante sondas o sueros.
El circuito pulsional necesita al objeto para satisfacerse a través de él. Se darán cuenta
que dije un plato de ravioles, pude haber dicho un pedazo de carne grasienta y fría, que
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calma las necesidades; pero cuando uno come no sólo que satisface la necesidad, hay una
satisfacción ligada a la lengua.
Tenemos al objeto por el que se alcanza la meta que es la satisfacción. El esfuerzo es lo
que Freud llama la magnitud del trabajo, lo que llamábamos una misteriosa, extraña,
enigmática, fuente independiente de desprendimiento de displacer, la hipótesis auxiliar,
esa fuerza constante, ese esfuerzo permanente. La fuente es de donde parte o sea de la
zona erógena.
Freud habla de componentes de la pulsión y quiero aclarar algo. Dice que está la pulsión y
que tiene cuatro componentes. Incluso hay algunos pasajes donde pareciera que pulsión
y esfuerzo (drang) fueran lo mismo, pero no es así. No es que hay la pulsión y que tiene
cuatro componentes, sino que esos cuatro componentes son la pulsión. Si saco uno de
esos cuatro no es la pulsión desmochada de un componente, sino que deja de ser el
concepto pulsión: esos cuatro componentes articulados, eso es la pulsión. Es una
construcción, un andamiaje, o lo que en las prácticas artísticas se llaman instalaciones. El
concepto pulsión es una instalación surrealista.
Para poder pensar el concepto pulsión necesito la articulación de esos cuatro
componentes, no es algo que tenga cuatro componentes, es la articulación de los cuatro
componentes sin uno de ellos no es la pulsión.
La meta de la pulsión es la satisfacción. El esfuerzo es el empuje, la exigencia de trabajo.
El objeto es mediante el cual se alcanza la meta. La meta no está en el objeto, sino que la
meta está en la misma fuente y la fuente es una parte del cuerpo.
Freud hablará de lo que llama cuatro destinos o vicisitudes de la pulsión en la página 122.
Pueden ver que hay cuatro componentes y cuatro destinos o defensas contra la pulsión.
¿Cómo es esto? Tenemos cuatro destinos de la pulsión. Uno, es la represión que
estuvimos trabajando con las neuropsicosis, la relación de pulsión y represión. Recuerdan
que se reprime el representante psíquico de la pulsión. El destino de la represión es el
que encontramos en los sueños, en los síntomas, en los actos fallidos, en los chistes.
En los sueños cuando opera la represión encontramos que hay una verdad que busca
expresarse desfiguradamente pero que, además, hay una satisfacción.
Un síntoma histérico era la realización de un deseo, una verdad, un deseo inconsciente
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que se expresaba desfiguradamente y que el analista debía escuchar, interpretar. Pero, a
la vez, de la verdad que buscaba ser escuchada había algo que se satisfacía en esa zona
erógena, por ejemplo, en la parálisis.
Luego Freud introduce otro destino que llama sublimación, que atañe a la meta de la
pulsión. Es un destino en relación a la meta; así como cuando hablamos en “Tres ensayos
de teoría sexual” del amor como un desvío, porque cuando en vez de ir al encuentro
genital, con fin de reproducción, se escribe poesía, esto es un desvío. Es darle al objeto de
la satisfacción sexual un lugar idealizado, colocarlo en el lugar del ideal, es hacer algo con
el objeto sexual; colocarlo no como objeto sexual sino como la destinataria de las poesías.
Ahí hay algo atinente al objeto, a éste lo elevaba al lugar de la idealización. La sublimación
es algo que atañe a la meta, algo que encontramos como satisfacción pulsional, por
ejemplo, en las expresiones de arte. Cuando uno pinta un cuadro, se está satisfaciendo y
no está entrando en una relación de establecer un coito con el cuadro o con la tela o con
el marco.
La sublimación implica una expresión de la satisfacción en la creación literaria, poética,
etcétera. Para que tengan una referencia, en el campo del arte todas las prácticas
artísticas son prácticas sublimatorias. O sea, que hay una satisfacción pulsional no
reprimida, que se articula en la producción del objeto artístico.
Tenemos otros dos destinos fundamentales. Freud llama a uno el trastorno hacia lo
contrario, que implica un cambio de meta –de activa a pasiva–, por ejemplo, mirar y ser
mirado. El trastorno hacia lo contrario nombra un cambio de meta. Si la satisfacción es
mirar la satisfacción es ser mirado.
Después relacionado de este último pero diferenciada es la vuelta hacia la persona
propia. El exhibicionista y el mirarse el propio cuerpo implica un cambio de objeto.
El trastorno hacia lo contrario es un cambio de meta, de activo y pasivo. La vuelta hacia la
persona es un cambio de objeto, en vez del cuerpo del otro como objeto mi propio
cuerpo como objeto. Van a encontrar en el texto que además de activo y pasivo está la
voz reflexiva que es la más importante, porque, por ejemplo, puedo tener la satisfacción
de mirar, puedo tener la satisfacción de ser mirado pero lo que hay que retener es la voz
reflexiva, la satisfacción en el hacerme mirar, que no es lo mismo que ser mirado. Puedo
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hablar, ser hablado, escuchar, ser escuchado, pero hay una satisfacción que es en el
hacerme escuchar. Entonces hacerme ver, hacerme escuchar. Que no es lo mismo que
mirar, ser mirado, no es hacerme mirar, hacerme ver.
Estos dos destinos pulsionales, la vuelta hacia la persona propia y el trastorno hacia lo
contrario, tendrán, a partir de este momento, una importancia fundamental a lo largo de
toda la obra de Freud. Serán los que van a dar testimonio de que el aparato psíquico no
es sólo conciente e inconsciente, sino que hay algo más en el aparato psíquico, que la
estructura psíquica no se subsume totalmente en el conflicto conciente e inconsciente.
Este conflicto está, pero hay algo más en la estructura psíquica.
¿Por qué defensas? ¿Por qué al destino de la pulsión? Freud les dice también defensas
contra la pulsión. Antes me referí al esquizofrénico para referirme al frío o calor. Un
esquizofrénico padece de la falta, o de la falla estructural de estas defensas. No puede
reprimir, no tiene ordenada la vuelta hacia sí mismo y el trastorno hacia lo contrario
como algo acotado. Tiene afectada la posibilidad de sublimar. Encontramos a veces
pacientes psicóticos con posibilidad de sublimar. Es más, la sublimación, como destino
pulsional, es uno de los destinos fundamentales para poder trabajar terapéuticamente
con un paciente psicótico.
Una última cuestión para hoy, en cuanto a la segunda parte del texto en la que aparece la
problemática del amor y odio. Lo fundamental que deben retener es que la pulsión no
ama ni odia al objeto, la pulsión sólo se satisface.
Para hablar de amor necesito del concepto “yo”, el que ama u odia es el yo, pero la
pulsión parcial es respecto a un objeto parcial, no ama ni odia; porque el amor o el odio,
en principio, se dirigen al objeto total, a la persona. Recuerden que para poder hablar de
amor necesito el concepto del yo.
Claro que, en verdad, cuando uno ama u odia, siempre la relación es con los dos objetos,
con el objeto parcial y con el objeto total. Cuando hablaba del hallazgo de objeto era un
objeto del Edipo, incestuoso, persona total –madre, padre, tío, vecino–, pero a la vez era
un objeto parcial también: la mirada, la voz, el pecho, etcétera. Se ponía en juego
también una relación con el objeto parcial. Entonces, para hablar de amor u odio necesito
del yo, la pulsión en sí misma no ama ni odia; pero cuando amo u odio además de la
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persona total del narcisismo, del Edipo hay en juego una satisfacción pulsional (p.132).
Y lo último, y esto es fundamental porque es lo único que explica y que autoriza que los
psicoanalistas nos inmiscuyamos en la vida de las personas, lo único que justifica nuestra
acción éticamente, meternos en el destino de la gente. Cuando uno va al analista y éste
acepta ese lugar está metido en el destino de la persona, y el destino de las personas
tendrá que ver con qué encuentro tiene con tal o cual analista. Lo único que justifica esto
es que los neuróticos se dan demasiado trabajo, demasiadas vueltas y esfuerzo, para la
más mínima satisfacción pulsional. Es gracias a la operación del analista que pueden
obtener otra relación más directa con la satisfacción pulsional. Esto en el campo de la
neurosis. En el campo de la psicosis se juegan otras cuestiones. En el campo de la
neurosis lo único que justifica que nos metamos en semejante brete es que los neuróticos
penan demasiado para alcanzar la más mínima satisfacción pulsional. Se supone que con
nuestra colaboración lograrían una posibilidad de satisfacción pasional más directa, sin
tantas vueltas, rodeos o penar. Es lo único que justifica tamaño entrometimiento en la
vida del neurótico.
El Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, en la página 263, dice respecto al
objeto parcial lo siguiente:
Tipo de objetos a los que apuntan las pulsiones parciales, sin que esto implique que
se tome como objeto de amor a una persona en su conjunto. Se trata principalmente
de partes del cuerpo, reales o fantasmáticas (pecho, heces, pene) y de sus
equivalentes simbólicos. Incluso una persona puede identificarse o ser identificada
con un objeto parcial.
Por otra parte, respecto al concepto de pulsión refiere, en la página 234:
Proceso dinámico consciente en un empuje (carga energética, factor de motilidad)
que hace tender al organismo hacia un fin. Según Freud, una pulsión tiene su fuente
en una excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión
que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin.
[...]
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En la lengua alemana existen las dos palabras Instinkt y Trieb. El término Trieb es de
raíz germánica, se utiliza desde muy antiguo y sigue conservando el matiz de empuje
(treiben = empujar); el acento recae menos en una finalidad precisa que en una
orientación general, y subraya el carácter no reprimible del empuje más que la fijeza
del fin y del objeto.
Algunos autores emplean, al parecer, indistintamente los términos Instinkt y Trieb;
otros parecen efectuar una distinción implícita, reservando Instinkt para designar, por
ejemplo, en zoología, un comportamiento hereditariamente fijado y que aparece en
una forma casi idéntica en todos los individuos de una misma especie.
Más adelante, en la página 325:
[...] Junto a las excitaciones externas, de las que el sujeto puede huir o protegerse,
existen fuentes internas que aportan constantemente un aflujo de excitación al cual
el organismo no puede escapar y que constituye el resorte del funcionamiento del
aparato psíquico.
Y continúa en la 326:
[...] la pulsión se define como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático. Va
ligado, según Freud, a la noción de representante, entendiendo por tal una especie
de delegación enviada por lo somático al psiquismo [...].
En relación con lo que trabajamos al inicio respecto al representante dice en las páginas
372 y 373:
Representante‐representativo = Al.: Vorstellungsrepräsentanz [...] Representación o
grupo de representaciones a las que se fija la pulsión en el curso de la historia del
sujeto y por medio de las cuales se inscribe en el psiquismo. [...]
Vorstellungsrepräsentanz significa lo que representa (aquí: lo que representa a la
pulsión) en el terreno de la representación, sentido que intentamos traducir por:
représentant‐ représentation.
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Y más abajo, en la 373, algo que también trabajamos:
[...] La represión solamente puede afectar a los representantes psíquicos de la
pulsión; estrictamente hablando, a los representantes‐representativos. En efecto,
Freud distingue claramente dos elementos en el representante psíquico de la
pulsión, la representación y el afecto, e indica que cada uno de ellos sigue un destino
diferente: sólo el primer elemento (el representante‐representativo) pasa tal cual al
sistema inconsciente [...].
El Diccionario de términos alemanes de Freud, de Luiz Alberto Hanns, en la página 283,
dice: “Significados del sustantivo Trieb:
1. Fuerza interna que impele a la acción de modo ininterrumpido, ímpetu perenne
(también utilizado como verbo). Sentía un ímpetu de vivir, de viajar, de conocer
nuevas tierras y personas.
2. Tendencia, inclinación. El que sigue ciegamente sus inclinaciones, sin respetar
nada ni nadie.
3. Instinto, fuerza innata de origen biológico dirigida a ciertas finalidades. El niño
tiene instinto de mamar.
4. Ansia, impulso en el sentido de algo que toma posesión del sujeto, voluntad
intensa (también utilizado como verbo) El asesino sintió un impulso (ansia) de matar.
5. Brote, retoño (vegetales). Designa en botánica el brote que nace del tallo (también
utilizado como verbo). Esta semana apareció un nuevo brote.
A) La palabra alemana Trieb es un término antiguo. [...] algo que “propulsa”,
“acicatea”, “hace salir”, “no deja parar”, “empuja”, “coloca en movimiento”. Trieb
evoca la idea de fuerza impelente, poderosa e irresistible.
Para concluir, diremos que la pulsión no es el empuje, el Trieb no es el Drang. A la vez, la
pulsión es tanto una convención (konvention) como un concepto fundamental
(grundbegriff). Es, por lo tanto, en la pluma de Freud, un estímulo (reiz) interno que no es
una necesidad. Una energía constante (konstantekraft) e implica una satisfacción. En este
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punto debemos destacar que un psicoanálisis opera a nivel de una rectificación pulsional.
Por lo tanto, la pulsión –y la satisfacción que ella conlleva– está marcada por una doble
imposibilidad:
A) No hay satisfacción plena;
B) No hay ningún objeto que pueda satisfacer la pulsión ya que este es totalmente
indiferente.
Por otra parte, la pulsión es un montaje que incluye la referencia gramatical como
inversión del sujeto y el objeto y, a través de la cual, la sexualidad participa de la vida
psíquica (entra en juego el cuerpo).
Voyeurismo‐Exhibicionismo → Mirar ‐ Mirarse ‐ Hacerse mirar
Sadismo‐Masoquismo → Pegar ‐ Pegarse ‐ Hacerse pegar
Asimismo, Freud sitúa en este texto un yo‐real (Real‐Ich) presentado como una instancia
destinada a asegurar el equilibrio, la homeostasis, de las tensiones internas.
Por su parte el objeto, que en un principio es el objeto perdido, produciendo un hueco y
un vacío, en donde contingentemente se fija un objeto parcial.
Finalmente, la pulsión es un forzamiento permanente del principio de placer.
La próxima clase seguiremos trabajando.
Bibliografía
Freud. S., (1915) Pulsiones y destinos de pulsión. Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires.
Amorrortu. 1990.
Hanns, L. A., Diccionario de términos alemanes de Freud. Buenos Aires. Lumen.
Laplanche, J.; Pontalis, J.‐B., Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona. Labor. 1981.
Bibliografía citada
Freud, S., (1905) Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas. Tomo VII. Buenos Aires.
Amorrortu. 1990.
Freud, S., (1910) La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis. Obras Completas.
Tomo XI. Buenos Aires. Amorrortu. 1988.
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Freud, S., (1915) La represión. Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu. 1990.
Freud, S., (1915) Lo inconsciente. Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu. 1990.
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