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A) Verdad y conocimiento
La poesía para Platón es secundaria. Su principal preocupación es la metafísica (búsqueda
de la verdad, del conocimiento, del origen del ser) y la ética. Platón cuestiona la existencia
del ser, lo que es verdad y lo que no. La verdad esencial no puede hallarse en el mundo
que percibimos mediante los sentidos, ya que lo verdadero debe poseer los atributos de la
inmutabilidad y de la durabilidad. Si distinguimos cualquier objeto del mundo es porque
antes de entrar, por ejemplo, en contacto con una mesa, ya llevamos una idea de mesa en
nuestra mente que nos permite identificarla como tal.
Por otra parte, el mundo de los sentidos es sensible. A él pertenece el cuerpo y el engaño.
Es visible, es una copia del mundo real. Es el mundo de las apariencias. Representa la
experiencia empírica.
Si se dice que las ideas son anteriores a toda experiencia empírica, debe admitirse que el
alma tiene que haberlas “visto” antes de entrar en contacto con el mundo sensible. De lo
cual deduce Platón que el alma ha habitado en ese mundo invisible, también llamado
“supraceleste”, en donde ha conocido la verdad a través de las ideas, y al que volverá una
vez haya abandona de nuevo el cuerpo.
Platón distingue entre la copia fiel del artesano y la copia fantasmagórica propia del poeta o
del sofista. La primera es una apariencia que participa de algún modo de la idea, la segunda
es una apariencia que de ninguna manera participa de la idea. Desde la primera se puede
llegar a la verdad con un método adecuado (la dialéctica). La segunda imposibilita el paso a
la verdad esencial.
Escritura y lenguaje.
La poesía tiene dos niveles: el lenguaje hablado y la escritura. La escritura es peor porque
el autor no está presente para poder explicar lo que quiere decir exactamente (puede haber
malinterpretaciones) y, además, relaja el uso de la memoria.
El lenguaje en sí, como discurso, no es bueno ni malo. Depende de cómo se utilice puede
ser apto para el acceso de la verdad, o para el engaño.
Así pues, Platón defiende la escritura si es para llegar a la verdad. Rechaza el resto de usos
y géneros.
Ética, política y poesía
Lo propio y lo impropio.
Si una sociedad quiere estar guiada por el bien y la justicia. Platón denomina “justicia” a que
cada uno haga lo suyo propio, lo que le corresponde en función de su nivel social. Lo propio
de un labrador es cuidar el campo. La poesía solo le despista de su labor, de lo que le es
“propio”.
La inspiración
Las obras no son fruto de sabiduría, sino de la “natural aptitud”. Los autores escriben cosas
excelentes, pero no es producto del conocimiento, sino de la inspiración.
Así pues no es cuestión de técnica, sino de la inspiración. Aquel que tenga solo la técnica
hará una obra mala, que queda por debajo de aquellos que tienen la “inspiración divina” (de
las musas).
Platón reflexiona sobre la causa del discurso poético y su origen, y llega a la conclusión de
que es el furor, las musas, el ingenio. Elementos de la comunicación poética:
- La musa o dios
- El receptor o público
- El poeta o mediador
Si el poeta es realmente solo un mediador, esto entra en contradicción con la idea de la
falsedad de la poesía.
El poeta es “endiosado” o poseído cuando escribe.
La retórica
Es como la poesía pero con un fin distinto. Platón realmente mantendrá la misma opinión
que con la poesía.
a) La retórica logográfica
Es el arte para usar el lenguaje con fines persuasivos. Dos contextos: judicial y político. Es
engañosa, busca convencer, el éxito o el agrado. Se basa en la verosimilitud. Platón acusa
a esta retórica:
1) de no tener verdaderos conocimientos sobre la materia que trata
2) de limitarse a jugar con las palabras independientemente de las cosas que estas
representan
3) de inmoralidad, por buscar el éxito a expensas de la verdad
4) de pretender agradar al cuerpo y no al alma.
b) La retórica psicagógica
Es la retórica al servicio de la búsqueda de la verdad. Está subordinada a la dialéctica (la
usan los filósofos). Puede ser buena, pero debe ser bella.
La belleza se entiende como una composición armónica del todo con las partes. La poesía
tiene que tener conocimiento, pero también belleza (armonía). Platón expone lo que se
conoce como “metáfora del organismo”: un discurso debe estar compuesto como un
organismo vivo, de forma que tenga cabeza, pies, tronco y extremidades que al unirse
combinen todas las partes entre sí y formen un todo mesurado, armonioso y equilibrado. La
belleza consiste en el equilibrio y proporción de las partes de un todo, pues de esta manera
transmite al espectador u oyente una sensación de serenidad y templanza.
La belleza trasciende la poesía y el discurso en general, la teoría del texto se refiere a la
forma de construir un discurso y es válida para cualquier tipo de texto.