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ORGÁNICO.
PATOLOGÍA AGREGADA?
Bruner.
AIRES.
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casarse con un príncipe, para tardía compensación de su madre. El
punto más espinoso del sistema narcisista, la inmortalidad del yo, tan
duramente negada por la realidad, conquista su afirmación refugiándose
en el niño. El amor parental, tan conmovedor y tan infantil, en el fondo
no es más que una resurrección del narcisismo de los padres, que revela
evidentemente su antigua naturaleza en ésta, su transformación en
amor objetal”.
CONGÉNITO EN EL HIJO.
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constitucionales, y que provoca resonancias todavía más extrañas en el
fantasma materno.
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con un déficit congénito (o con alguna alteración en su actividad refleja,
la actividad espontanea, y por las expresiones de su tono muscular y su
gestualidad), modificando así el lugar simbólico que el hijo ocupa y el
valor que significa.
Todo esto nos lleva a coincidir con Garbarz (1995), que expresa
que tanto en la madre como en el padre, la presencia de un problema
que ponga en cuestión el futuro de su bebé, produce un impacto difícil
de imaginar y de dimensionar. Pero, a veces, tomamos conciencia de la
magnitud de esta conmoción al escucharlos relatar sus vicisitudes desde
el inicio del problema con su bebé. Pero esto es solamente la punta
emergente del iceberg. El resto, lo que no se dice, lo que no se conoce,
lo que se teme, constituye el oscuro montaje que se oculta bajo la
superficie. No se ve, pero está, forma parte de la estructura de lo que les
sucede a los padres. Además se sabe que estos elementos subyacentes
tienen formas de manifestarse (como los que marcamos anteriormente
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en el párrafo de Jerusalinsky), por ello es necesario aprender a
reconocerlos y abrir espacios clínicos para que esto pueda desplegarse.
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tiempo en amor sublime; a veces de indiferencia patológica; en
ocasiones, de rechazo conciente; pero las ideas de muerte están ahí.
Otro de los factores que se les suele poner en juego a los padres
es que como añade Jerusalinsky (1988), en lo real este niño no es como
los otros, y esto produce un efecto siniestro. Si lo siniestro se impone, la
sombra del hijo deseado y perdido caerá sobre el yo de los padres
abriendo el camino de la depresión melancólica. Entonces la pregunta
“¿Por qué a mí?” los traerá una y otra vez a la autocontemplación
quejumbrosa, dejando al hijo fuera de este círculo narcisístico. Los
padres también pueden hacer esfuerzos explicativos para suavizar este
efecto siniestro. Se tornarán entonces alternativamente mártires o
victimas de un castigo, misioneros reparatorios, tal vez estoicos y
orgullosos guerreros sociales por sus hijos; quizás hasta lleguen a
ostentar su niño deficiente como un galardón de heroísmo.
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Así, mientras los padres pasan de lo siniestro a la epopeya, el niño
cuyo reconocimiento en lo humano ha quedado distanciado hace su
entrada en la psicosis, porque en él no puede aparecer el deseo, sino
sólo la concordancia con lo planificado. Estos padres no esperan que el
niño se manifieste, sino que cumpla bien su rol en la escena heroica, o
en la tragedia.
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Lo primero con lo que tenemos que trabajar es la elaboración del
choque traumático del nacimiento, como la irrupción de alguien no
esperado y la pérdida del niño deseado. Para esto, tendremos en cuenta
que estos padres tendrán que atravesar un duelo con lo que esto
implica. Freud nos explica en “Duelo y Melancolia” (1917) que:
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Otro punto en cuestión es que se produce una duplicación en toda
consideración hacia el hijo; en la cual, la función afectada todo lo
abarca, pero el deseo interroga acerca del niño más allá de la afección.
Así surgen preguntas como: “¿A pesar de ser deficiente, va a poder
hablar?” “No me importa si no es un atleta, mientras pueda divertirse”.
Así hablan los padres de su doble imagen del hijo: el que puede y el que
no puede.
Y finalmente uno de los puntos claves del análisis con este tipo de
padres es el planteo de si el tratamiento es terminable o interminable.
Frente a esta pregunta tenemos que tener cuidado, ya que alude al
constraste entre el deseo de cura total (“terminable”) y la idea de
enfermedad eterna e irreversible (“interminable”). En relación al
primero, la angustia se hace presente por la impotencia; y en la segunda
por lo real siniestro. Son dos puntas entre las cuales los padres se la
pasan rebotando sin salida, a menos que encuentren una nueva
simbolización para este hijo.
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tiene que pasar de ser sostenido por la palabra del analista a ser
sostenido por la palabra de los padres.
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depresión por autoculpabilización, agresivización de la relación
terapéutica, desidealización del terapeuta.
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BIBLIOGRAFIA
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