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Psicoanálisis con niños (Roitstein, Alicia)

Cuando trabajamos con niños estamos acompañando y modelando los distintos tiempos de la constitución
psíquica, contribuyendo a la instalación de la represión primaria y a la constitución del narcisismo, es
decir, operaciones que instituyen subjetividad.

También situamos el lugar que ocupa el niño en el discurso parental, vemos las identificaciones,
relaciones de objeto, lugares de padecimiento, de goce y el síntoma.

El niño no puede ser abordado del mismo modo que un adulto. Dependiendo de la etapa en que se
encuentre se utilizarán el juego, el dibujo, la escritura, los padres y la transferencia.

El lugar del niño


Un hijo tiene un lugar en la familia antes de nacer. Del lado de la madre, el deseo de tener un hijo, según
Freud se vincula a tener el falo, desplegando las funciones maternas de cuidado del infante, vinculadas a
un interés particular signado por las propias carencias de ésta, encontrando así el cachorro humano un
lugar en el deseo materno. Es una etapa en que el bebé necesita de otro que lo asista en sus cuidados y
necesidades y se ofrezca amorosamente para crear el circuito de la demanda. Con sus cuidados, la madre
libidiniza al bebé, y sosteniéndolo en el narcisismo, contribuyendo a su formación subjetiva.

Según Winnicott, el recién nacido depende totalmente del medio ambiente facilitador, de dependencia
absoluta y adonde aún no hay diferencia yo-no yo. Porque hubo un primer tiempo de afirmación y
alojamiento, algo podrá sustraerse, ausentarse, jugarse a la presencia-ausencia. Así, con el despliegue del
juego comienza el esbozo del orden simbólico.

Tanto la función materna de anticipación y formación, como la función paterna de nominación (“tú
eres mi hijo”), de instauración de la ley, prohibición del incesto y limitación del goce, son
operaciones que deben ser reiteradas en los primeros años de vida, en cada tiempo de la infancia.
Son operaciones necesarias para la constitución del sujeto.

No es lo mismo intervenir sobre un sujeto que dispone de la palabra y la escritura, que sobre aquel que no
la tiene.

Los momentos de la infancia no siempre transcurren plácidamente. Freud en “tres ensayos para una teoría
sexual dice “el joven tiene una ganancia específica al terminar la adolescencia y es el desasimiento de la
autoridad parental” esto se produce por un cambio de posición del sujeto; pero a esto se arriba, es un
punto de llegada. Para lograrlo antes tuvo que haber un tiempo primero donde hubo consistencia del otro,
la de los padres.

El juego es el soporte en los primeros tiempos de la infancia. Funciona como bisagra entre el placer y el
goce, cumpliendo una función homeostática. Se incluyen también el dibujo, el escribir y el relato.

El juego es una creación. El niño inventa otro mundo, adonde se asienta su sentido simbólico. Con el
juego aliviana lo intramitable o lo traumático, permitiendo dominar la situación displacentera, al
establecer la ligadura (lo que quedó fuera del enlace con la palabra).

En el caso del dibujo, la representación pictórica del objeto dibujado implica el pasaje del objeto real a lo
simbólico, logrando la representación. En los niños mayores, además del juego y el dibujo, se cuenta con
la escritura.

Freud planteó que el juego infantil puede concluir en la creación o en la fantasía neurótica. Ambas están
en la desembocadura de las operaciones de la sexualidad infantil.

Los latentes y los púberes sustituyen el juego con la creación literaria o musical; allí la letra se multiplica
en el sendero de la sublimación.

Padres
Se plantea el interrogante de cómo intervenir. Analizar a los padres, dejando de lado al niño,
desconociendo que hicieron una consulta por su hijo resultó un fracaso. Derivándolos a otro analista para
comenzar un análisis, la mayoría de las veces quedó en el camino. Citarlos planteando cierta periodicidad
llevó al cumplimiento parcial y causó reticencia si se les proponía revisar sus historias personales. Freud
plantea en la Conferencia 34 que cuando hay resistencias en los padres muchas veces peligra la meta del
análisis. Entonces se tratará de establecer un diálogo abierto entre padres y analista, para poder intervenir
en determinados lugares, adonde la trama familiar ha quedado detenida.

1. Están los que a partir del padecimiento/síntoma de su hijo se hacen preguntas.


2. Otros llegan porque el niño ha herido el narcisismo de ellos, o molesta por la falta de ajuste que
esperan de él.
3. Están los que llegan por una instancia tercera (colegio, hospital, juzgado). Ahí son los terceros los
que detectan un padecimiento parasitario que no causa molestias a los padres. En este caso, los
padres suelen incomodarse por la interrupción de algún goce.

El primer planteo es el que mejor permite trabajar, dado que le supone un saber al analista que bajo
transferencia le permite intervenir.

Transferencia
Con los niños la transferencia se crea a través del juego (sustituto de la asociación libre). El niño atribuye
al analista un saber jugar. El analista permitirá que la neurosis del niño en transferencia se desarrolle.

En los niños la transferencia no recorre todo el circuito completo, ya que se trata de un aparato psíquico
en formación aún; por lo tanto se producen transferencias parciales y limitadas y transferencias múltiples:
1) con el niño; 2) con la madre, el padre o el tutor. El niño recrea en lo lúdico, en el “como si”, disfraza a
estos padres reales, recreándolos en otros personajes.

Si bien al comienzo son los padres los que sostienen la transferencia, el avance del tratamiento es posible
porque la transferencia luego queda más del lado del niño.

 Diagnóstico: Es muy difícil realizar un diagnóstico porque se trata de un aparato psíquico en


formación. Hay que diferenciarlo del estigma (la fantasía de que el niño quede adherido a esa
enfermedad). En esos casos el niño pasa a ser un rótulo, un sello. Muchas veces el niño ya viene con
un diagnóstico puesto por los padres. Siempre se pone la mirada sobre el niño y no sobre el
diagnóstico. Hay fantasías de los padres que vienen con la demanda por la cura urgente. Hay que
tener en cuenta que el Psicoanálisis nunca va a poder satisfacer esta demanda.

De todos modos es necesario hacer un diagnóstico, porque cuanto más tempranas sean las
intervenciones, más posibilidad de desarrollo del aparato psíquico habrá.

Cuando se trabaja con niños, se modelan los tiempos de la construcción psíquica. Contribuimos a la
instalación de la represión primaria, acotando lo pulsional del niño. Ser testigos del advenimiento de un
nuevo cuerpo. De uno erógeno al que adviene la subjetividad. En el discurso parental se escucha el lugar
que ocupa el niño. Debemos trabajar las relaciones de objeto, los vínculos con los padres. Puede ser
abordado igual que un adulto, utilizando diferentes instrumentos como juegos, entrevista con los padres,
transferencia, etc. Debemos indagar cómo está desarrollado el deseo de los padres.
El juego no es equivalente a la asociación libre, no alcanza a comprender una interpretación simbólica.
Debemos acercarlo a la ccia de enfermedad. Representarle por qué está el niño ahí. Con el juego
representa elaborativamente aquello que lo desborda.

Anna Freud dice que el niño tiene ccia de enfermedad.

Narcisismo primario, tiempo constitutivo. El otro debe asistir amorosamente para que circule la demanda.
Deseo: salto de lo cuantitativo a lo cualitativo. El otro calma la tensión, el bebe comienza a elaborar,
representarse lo que necesita (deseo). Los cuidados maternales cubren las necesidades. Se lo va
libidinizando.

El recién nacido depende totalmente del medio ambiente (Winnicott). Una madre lo suficientemente
buena, permite que el niño experimente el ser. Luego, lo maternal podrá producir la perdida, podrá
ausentarse. Porque hubo presencia, puede haber ausencia.
Del padre, corresponde la función de ley, que realice la operación de nominación “tu eres mi hijo”. Lo
introduce a la filiación y prohíbe el incesto (limita el goce).

Con el juego, el niño tramita lo traumático, ejerce una dominación de la situación. El niño comienza
dibujando, el analista va leyendo esos dibujos. Los diagnósticos en niños se pueden modificar en algunos
casos. Si un niño no dibuja, es de mal pronóstico.

Debemos también analizar a los padres.

Transferencia: a través del juego, el niño atribuye al analista un “saber jugar”. En niños pequeños se trata
de transferencias inacabadas, múltiples.
La observación de niños en una situación fija (Winnicott, Donald -
1941)
Winnicott observa lo que considera una secuencia normal (es decir, sana) de acontecimientos en una
situación fija. En tal secuencia hay muchos puntos en que se manifiesta o está implícita la angustia, y
sobre uno de tales puntos, al que denomina «el momento de la hesitación», llama la atención de un modo
especial narrando el caso de una pequeña de siete meses que sufrió ataques de asma dos veces en dicha
fase.

Winnicott muestra que la hesitación es indicio de angustia, así como de la existencia de un superyó en la
mente del pequeño, y sugiere que el comportamiento de un pequeño no puede ser explicado como no sea
sobre el supuesto de que existen las fantasías infantiles.

En su clínica, las madres y sus hijos esperan en el pasillo, fuera de la sala, que bastante grande.
La salida de una madre y su pequeño es la señal para que entre la siguiente. Prefiere que la sala sea
grande porque es mucho lo que hay que observar y hacer desde que la madre y el niño aparecen en la
puerta hasta que llegan hasta él. Cuando la madre llega a su lado ya estableció, con su expresión facial,
contacto con ella y probablemente también con el niño. Asimismo, si no se trata de un paciente nuevo, le
da tiempo para recordar el caso.

Si se trata de un niño pequeño, de un bebé, le pide a la madre que tome asiento ante él, con la esquina de
la mesa entre ella y él. Ella se sienta con el bebé en las rodillas. De forma rutinaria, coloca en el borde de
la mesa un bajalengua reluciente y en ángulo recto. Invita a la madre a colocar al pequeño de tal manera
que si lo desea pueda agarrar el bajalengua. Por regla general, la madre entiende lo que pretende y le
resulta fácil explicarle poco a poco que durante un rato ella y él evitará en lo posible intervenir en la
situación, de forma que lo que suceda pueda atribuirse a la espontaneidad del pequeño. La capacidad o la
incapacidad de la madre para seguir esta sugerencia, demuestra en cierto modo cómo es en su propia casa
(si se muestra angustiada por la, posibilidad de una infección, que sienta rechazo moral a meterse cosas en
la boca, que tenga proclividad a actuar atropellada o impulsivamente, todas estas características salen a
relucir).

Tiene gran valor saber cómo es la madre, pero por regla general ésta sigue su sugerencia. Si hay
acompañantes, a menudo debe poner más cuidado en la forma de colocarlos, ya que su tendencia es la de
sonreír al niño y hacer algo en relación con él. Si algún acompañante es incapaz de acatar la disciplina
que exige la situación, entonces de nada sirve que prosiga con la observación, pues inmediatamente se
convertiría en algo innecesariamente complicado.

El comportamiento del pequeño


Inevitablemente, el bebé se siente atraído por ese objeto metálico que reluce y quizá se balancea. A
continuación describe la secuencia normal de acontecimientos, considerando que toda variante es
significativa.

 Primera fase: El bebé pone la mano encima del bajalengua, pero en este momento, en forma
inesperada, descubre que la situación debe ser meditada. Se halla en un aprieto. Con la mano
apoyada sobre el bajalengua y el cuerpo completamente inmóvil, lo mira a él y a su madre con los
ojos muy abiertos, o bien, en ciertos casos, su interés se desvanece del todo y esconde la cara en la
blusa de su madre. Normalmente es posible controlar la situación, de tal modo que la madre no haga
nada para tranquilizarlo y resulta muy interesante observar cómo el pequeño, gradual y
espontáneamente, vuelve a recobrar su interés por el bajalengua.

 Segunda fase: Es el período de hesitación; el pequeño mantiene el cuerpo quieto, pero no rígido.
Paulatinamente se va envalentonando lo bastante para dejar que sus sentimientos se desarrollen, y
entonces el cuadro cambia rápidamente. La aceptación por el niño de la realidad de que desea el
bajalengua se ve anunciada por un cambio en el interior de la boca, que pasa a ser fláccido, mientras
la lengua cobra un aspecto grueso y flojo y la saliva fluye copiosamente. Al cabo de un rato el niño
se mete el bajalengua en la boca y lo mastica con las encías. El cambio en el comportamiento del
pequeño constituye un rasgo notable. La expectación y la inmovilidad se ven ahora sustituidas por la
confianza en sí mismo, mientras que el cuerpo se mueve con soltura. Este segundo rasgo está
relacionado con la manipulación del bajalengua.

Winnicott hizo un experimento consistente en tratar de meter el bajalengua en la boca del pequeño
durante el período de hesitación, comprobando que resultaba imposible meter el bajalengua en la
boca del niño sin recurrir a la fuerza bruta.

Parece que ahora el bebé siente que el bajalengua está en su poder, del que ciertamente dispone para
fines de autoexpresión. Da golpes sobre la mesa o contra el cubilete con él armando todo el ruido
que le es posible armar; de lo contrario, lo acerca a la boca del médico o a la de su madre y se alegra
mucho si ellos fingen que los está alimentando. Decididamente lo que el pequeño desea es que
jueguen a que les da de comer y se enoja si son lo bastante estúpidos como para meterse el objeto en
la boca, ya que entonces el juego deja de ser tal.

 Tercera fase: El niño, ante todo, deja caer el bajalengua como por accidente. Si le es devuelto, se
alegra, vuelve a jugar con él y de nuevo lo deja caer, pero esta vez menos accidentalmente. Al serle
devuelto esta vez, lo deja caer a propósito y disfruta una enormidad librándose agresivamente de él y
en especial disfruta al oírlo tintinear cuando choca con el suelo.

El final de esta tercera fase tiene lugar, cuando el niño desea reunirse con el bajalengua en el suelo o
se lo mete en la boca y vuelve a jugar con él, o bien cuando se aburre de este objeto y quiere agarrar
cualquier otro que esté a mano.

Esto es válido solamente para los niños de edad comprendida entre los cinco y los trece meses. Una vez
cumplidos los trece meses el interés del pequeño por los objetos se ha ampliado tanto que, si hace caso
omiso del bajalengua y quiere agarrar el secante, por ejemplo, no es posible estar seguro de que haya una
verdadera inhibición con respecto al interés originario.

Antes de los trece meses de edad, la no posesión de la facultad del habla por parte, del niño no constituye
ningún problema en esta “situación fija”.

Después de los trece meses, las angustias del niño siguen siendo susceptibles de aparecer reflejadas en la
situación fija. Su interés positivo desborda la situación fija.
En la citada situación es posible llevar a cabo una labor terapéutica.

Caso publicado por Winnicott en 1931:


Era una niña pequeña que llevaba seis u ocho meses yendo a su consulta debido a una alteración nutritiva,
probablemente iniciada por una gastroenteritis infecciosa. El desarrollo emocional de la niña se había
visto turbado por esta enfermedad que la hacía sentirse irritable, insatisfecha y propensa al vómito
después de ingerir alimentos. Dejó de jugar, y a los nueve meses, no sólo sus relaciones con la gente eran
del todo insatisfactorias, sino que, además, empezaba a padecer convulsiones que, a los once meses, eran
ya frecuentes.

A los doce meses, las convulsiones eran ya de mayor cuantía e iban seguidas de un estado soñoliento.
Entonces Winnicott empezó a verla con intervalos de pocos días, de un modo bastante parecido a lo que
luego denomina «situación fija», pero colocando a la pequeña sobre sus propias rodillas.

La pequeña hizo un intento furtivo de morderle los nudillos. Tres días más tarde la tenía otra vez sobre las
rodillas. Le mordió los nudillos tres veces, con tanta fuerza que casi le levantó la piel. Luego se puso a
jugar arrojando bajalengua al suelo. Así permaneció sin parar durante quince minutos, sin dejar de llorar
como si verdaderamente fuese desgraciada. Al cabo de dos días la tuvo en sus rodillas durante media
hora. Había padecido cuatro convulsiones en los dos días anteriores. Al principio lloró como de
costumbre. Volvió a morderle los nudillos con gran ensañamiento, sin que esta vez mostrase sentimientos
de culpabilidad, y luego se puso a jugar a algo que consistía en morder los bajalengua y arrojarlos a lo
lejos.

Más adelante, se presentó un día la madre y le dijo que desde la última consulta la pequeña era “una niña
diferente”. No sólo no había sufrido ninguna convulsión, sino que por las noches dormía bien, y estaba
contenta todo el día, sin bromuro. Ya habían transcurrido catorce días sin convulsiones, por lo que la
madre pidió que la diese de alta.

Winnicott visitó a la pequeña un año más tarde y comprobó que no había tenido ningún síntoma en
absoluto. Se encontré con una niña totalmente sana, feliz, inteligente y amigable, aficionada a jugar y
libre de las angustias normales.

La fluidez de la personalidad infantil, unida al hecho de que los sentimientos y los procesos inconscientes
se hallan tan íntimamente unidos en las primeras etapas de la infancia, permite llevar a término algunos
cambios en el curso de unas pocas entrevistas. Sigue presentando tendencia a la neurosis en una etapa
posterior, así como a enfermar a causa de su exposición a malos factores ambientales. Sin embargo, si el
primer año del pequeño transcurre sin contratiempos, los pronósticos son buenos.

Desviaciones de la normalidad
Resulta significativa cualquier desviación de la norma de comportamiento en la situación fija.
La variación principal y más interesante la constituye la hesitación (duda) inicial, que o bien es
exagerada, o brilla por su ausencia. Si la inhibición es marcada, habrá un grado más o menos pronunciado
de aflicción, la cual, puede llegar a ser muy aguda.

En otra de las variaciones de la norma, el pequeño agarra el bajalengua e inmediatamente lo arroja al


suelo, cosa que repite tan pronto como le es devuelto por el observador.

(Casi con toda seguridad hay una correlación entre éstas y otras variaciones de la norma y la relación del
niño con los alimentos y las personas).

Aplicación de la técnica ilustrada por un caso


La situación fija descripta constituye un instrumento que cualquiera puede adaptar con vistas a la
observación de un caso concreto. Se trata del caso de una pequeña que padecía asma.

Debido a la técnica empleada, fue posible comprobar que el asma, lejos de tener una relación incierta con
los sentimientos de la niña, se relacionaba con cierta clase de sentimientos y con cierta fase claramente
definida de una secuencia de acontecimientos que le es familiar.

Margaret, una niña de siete meses, es traída por su madre porque la noche anterior a la consulta se la pasó
respirando dificultosamente. De no ser por eso, la niña es muy feliz, duerme bien, y come de todo. Sus
relaciones con ambos padres son buenas, especialmente con el padre, persona que trabaja de noche y, por
tanto, ve mucho a su hija. La pequeña ya sabe decir "pa-pi”, pero no “ma-mi”. Cuando Winnicott
pregunta a quién se dirige cuando algo va mal, la madre responde que acude a su padre, que es capaz de
hacerla dormir. Tiene una hermana que le lleva dieciséis meses y que no padece ningún tipo de
enfermedad. Las dos niñas juegan juntas y se quieren, si bien el nacimiento de la más pequeña suscitó
ciertos celos en su hermana.

La madre explica que ella misma padeció asma al quedar embarazada de la pequeña, cuando la otra tenía
sólo siete meses. Hasta un mes antes de la consulta la madre también se sentía mal, pero luego no volvió a
padecer asma. La abuela de la paciente, era propensa al asma, que empezó a sufrir también cuando
empezó a tener hijos. La relación entre Margaret y su madre es buena y la niña toma el pecho
satisfactoriamente.

El síntoma asma no se presenta de forma completamente imprevista. La madre relata que durante tres días
la niña ha tenido el sueño agitado, despertándose con gritos y temblores. Se ha estado llevando los puños
a la boca, compulsiva y angustiosamente.

La pequeña en la situación fija: Winnicott puso un bajalengua formando ángulo recto con la mesa y la
niña se interesó inmediatamente, lo miró, me miró durante largo rato con los ojos muy abiertos y
suspirando. Esto continuó durante cinco minutos, sin que la niña fuese capaz de decidirse a agarrarlo.
Cuando finalmente lo hizo, al principio no acababa de decidirse a metérselo en la boca, aunque resultaba
evidente que eso era lo que quería hacer. Al cabo de un rato, como si se sintiese tranquilizada al ver que
ellos seguían igual que antes, se dio cuenta de que podía agarrarlo. Al acercárselo a sí misma el médico
notó que se producía el habitual flujo de saliva; luego siguieron varios minutos dedicados a disfrutar de su
experiencia bucal. Semejante comportamiento se ajustó a lo que él llama normal.

En la segunda consulta, Margaret alargó la mano para tomar el bajalengua, pero de nuevo vaciló,
exactamente igual que en la primera visita, y de nuevo sólo gradualmente fue capaz de metérselo en la
boca y disfrutarlo confiadamente. Su forma de ponérselo en la boca era más ansiosa de lo que había sido
en la ocasión anterior, y hacía ruiditos mientras lo mordía. Pronto lo dejó caer adrede y, al serle devuelto,
jugó con él presa de excitación y haciendo ruidos, mirando al médico y a su madre, satisfecha y
pataleando. Jugó un rato después arrojó el bajalengua al suelo, se lo volvió a meter en la boca cuando se
lo devolvieron, agitó fuertemente las manos y luego empezó a mostrar interés por otros objetos que
estaban a su alcance, incluyéndose el cubilete. Acabó por dejar caer el cubilete y, parecía querer que la
pusieran en el suelo, lo cual hicieron. Levantó la vista con cara de estar satisfecha de la vida, sin dejar de
jugar con los dedos de los pies, el bajalengua y el cubilete, pero no con estas dos últimas cosas a la vez.
Al devolvérsele el bajalengua llegó a golpear el cubilete con él armando gran estruendo.

Sólo de manera gradual llegó la niña a juntar los dos objetos. En ambas ocasiones el asma se presentó en
el momento en que la niña hesitaba antes de coger el bajalengua.
En el momento en que cobró confianza acerca del bajalengua que estaba en la boca, cuando fluía la
saliva, cuando la inmovilidad dio paso al disfrute de la actividad y cuando la actitud vigilante se vio
sustituida por la confianza en sí misma, el asma cesó. El asma iba asociada con el momento en que
normalmente se producen las vacilaciones, y éstas implican conflicto mental. Se suscita un impulso que
es controlado y el asma coincide con el momento en el cual, éste se halla controlado.

Discusión de la teoría
La hesitación es un signo de angustia, aunque aparezca normalmente.

Como dijo Freud (1926), “la angustia es acerca de algo”. Así, pues, son dos las cosas que hay que
discutir: lo que sucede en el cuerpo y en la mente en estado de angustia, y ese algo que suscita la angustia.

Si nos preguntamos por qué hesita el pequeño después del primer gesto impulsivo, hay acuerdo en que
ésta es una manifestación del superyó. La hesitación normal del pequeño no puede explicarse haciendo
referencia a la actitud de los padres, pero esto no quiere decir que la actitud de los padres no influya
considerablemente en ciertos casos.

Sea o no sea la actitud de la madre lo que determina el comportamiento del bebé, sugiero que la
hesitación significa que el pequeño espera que su acto cause el enfado y tal vez la venganza de su madre.
Para que el pequeño se sienta amenazado, incluso por una madre que esté verdadera y visiblemente
fastidiada, es imprescindible que en su mente infantil exista la noción de una madre enojada. Como dice
Freud (1926): «Por el contrario, el peligro externo (objetivo), si ha de tener significación para el yo, es
necesario que haya sido interiorizado».

Si la madre se enojó de verdad y el pequeño tiene motivos reales para esperar que ella demuestre su enojo
durante la consulta, al verlo agarrar el bajalengua, nos vemos conducidos hacia las fantasías aprehensivas
del pequeño, justamente en el caso corriente en que el niño hesita, pese a que la madre no sólo tolera tal
comportamiento, sino que incluso da por sentado que se producirá. El “algo” que provoca la angustia se
halla en la mente del niño, es la idea de una posible severidad o castigo.

Cuando no ha habido ninguna experiencia de prohibición, la hesitación entraña conflicto o bien la


existencia, en la mente del pequeño, de una fantasía correspondiente al recuerdo que de su madre
verdaderamente severa tiene el otro pequeño. En uno y otro caso, en primer lugar el niño tiene que
contener su interés y su deseo, y solamente es capaz de reencontrar su deseo en la medida en que su
puesta a prueba del medio le dé resultados satisfactorios.

El «algo» que da origen a la angustia reviste una importancia tremenda para el niño, y para comprender
esto será preciso valerse de los conocimientos obtenidos en el análisis de niños entre los dos y los cuatro
años. Una de las características del niño de dos años es que las fantasías orales primarias, así como sus
correspondientes angustias y defensas, son claramente discernibles junto a una serie de procesos mentales
secundarios y muy elaborados.

No todo el mundo acepta la idea de que los niños tengan fantasías, pero incluso uno de siete meses como
el caso citado con asma, las tiene. Tales fantasías no están aún asociadas con el uso de palabras, pero
están llenas de contenidos, son ricas en emoción, y aportan los cimientos sobre los que se edificará toda
fantasía posterior.

El niño presiente que las cosas interiores son buenas o malas, del mismo modo que lo son las cosas
externas.

La capacidad del niño para conservar la vida de aquello que ama y para retener su creencia en su propio
amor ejerce una importante influencia en el grado de bondad o de maldad que le parezcan poseer las
cosas que le son internas y externas.

Tal como lo ha demostrado Melanie Klein, existe un intercambio constante entre la realidad interior y la
exterior, así como una constante puesta a prueba de las mismas.
La percepción y la convicción que se obtienen del análisis de niños pequeños es aplicable
retroactivamente al primer año de vida, del mismo modo en que Freud aplicó a su comprensión los niños
lo que había comprobado en los adultos.

Fisiología de la angustia: La angustia puede caracterizarse por palidez, sudor, vómitos, diarrea y
taquicardia. Sin embargo, existen varias manifestaciones alternativas de la angustia, sea cual fuere el
órgano o función que se esté estudiando.

Durante el examen físico, al niño que padece angustia se le puede observar eretismo cardíaco. Tal vez
bradicardia o taquicardia extremas.

La diarrea en niños y adultos demuestra que a menudo se trata de un proceso que acompaña a un temor
inconsciente a cosas definidas, cosas que hay dentro y que perjudicarán al individuo si se mantienen allí.

Si examinamos la hesitación de un niño en nuestra consabida situación fija, podremos decir que los
procesos mentales que subyacen a ella asemejan a los que actúan a modo de trasfondo de la diarrea, si
bien su efecto es contrario.

En el caso citado, el control incluye el de los conductos bronquiales. Al asociarlo a una idea peligrosa, el
niño, al asociarla con una idea peligrosa, siente que la expulsión del aire es algo peligroso.

Volviendo a la hesitación normal del niño que quiere agarrar el bajalengua, vemos que es en la mente del
pequeño donde existe el peligro, y que éste sólo puede explicarse partiendo del supuesto de que tiene
fantasías o algo equivalente.

¿Qué representa el bajalengua?


El bajalengua puede representar el pecho y el pene. Winnicott sostiene que al acudir al pecho y beber la
leche, el bebé, en sus fantasías tiene la fantasía como si metiera la mano dentro del cuerpo de su madre
para arrancar del pecho todo lo que contenga de bueno; y en el inconsciente, este impulso de alargar la
mano hacia adentro, se ve asimilado con lo que más adelante se comprobará que es el pene.

Aparte de representar pechos y pene, el bajalengua sirve también para representar gente.

 Puede que en el bajalengua vea solamente un objeto que puede tomar o dejar y al que no relacione
con un ser humano. Esto quiere decir que en él no se ha desarrollado la capacidad para construir la
persona completa partiendo del objeto parcial, o bien que ha perdido dicha capacidad.

 También puede comportarse de tal modo que demuestre que detrás del bajalengua lo ve al médico o
a su madre, y actúe como si el objeto formase parte de él o de la madre. En tal caso, si agarra el
bajalengua, es como si tomase el pecho de su madre.

 Finalmente, cabe también que vea a su madre y al médico y considere que el bajalengua es algo que
tiene que ver con la relación que hay entre su madre y el médico. En la medida en que éste sea el
caso, al agarrar o dejar el objeto, el pequeño establece una diferencia en la relación de dos personas
que representan al padre y a la madre.

Hay algunas fases intermedias. Por ejemplo, hay niños que evidentemente prefieren pensar que el
bajalengua se relaciona con el cubilete, con evidentes muestras de placer e interés, hasta de excitación. El
interés por dos objetos a la vez les es más natural que el interés por el bajalengua.

Si tiene capacidad para ello, el niño se encuentra tratando con dos personas a la vez, la madre y yo. Para
esto se requiere un grado de desarrollo emocional superior al reconocimiento de una persona entera y es
cierto que muchos neuróticos jamás llegan a ser capaces de tener relación con dos personas a la vez. El
adulto neurótico a menudo es capaz de sostener una buena relación con el padre o con la madre
individualmente, le es difícil hacerlo con ambos a la vez.

Este paso en el desarrollo del niño, en virtud del cual llega a ser capaz de una relación con dos personas
que para él revisten importancia, constituye un paso muy importante y en tanto no lo da el niño no puede
ocupar satisfactoriamente su lugar en la familia o en un grupo social. Este paso importante se da por
primera vez en el primer año de vida.
Antes de cumplir un año de edad, puede que al niño le parezca que está privando a otros de cosas que son
buenas e incluso esenciales debido a la voracidad suscitada por su amor. Esta sensación corresponde a su
temor de que cuando él se ve privado del pecho, del biberón o del amor de su madre, otra persona disfruta
más de la compañía de ésta. De hecho, esta persona puede ser el padre, o un hermanito recién nacido. Los
celos y la envidia, que en esencia son orales en estas primeras asociaciones, incrementan la gula pero
también estimulan los deseos y fantasías genitales, contribuyendo así a una extensión de los deseos
libidinosos y del amor, así como del odio. Todos estos sentimientos acompañan a los primeros pasos que
da el niño en pos de la instauración de relaciones con ambos progenitores, pasos que son también las fases
iniciales de su situación edípica, la directa y la inversa. El conflicto entre el amor y el odio y el
consiguiente sentimiento de culpabilidad, así como de temor a perder lo que es amado, conflicto que al
principio se experimenta solamente en relación con la madre, se ve llevado más lejos en el marco de la
relación del pequeño con ambos padres y no mucho después, con sus hermanos y hermanas también.

El temor y la culpabilidad acosados por los impulsos y fantasías destructores del niño (factores a los que
contribuyen las experiencias de frustración y de infelicidad) son los responsables de que el niño conciba
la idea de que, si desea demasiado el pecho de su madre, priva a su padre y a los demás pequeños del
mismo, mientras que, viceversa, si desea con exceso una parte del cuerpo de su padre, parte equivalente al
pecho de su madre, priva a ésta y a los demás pequeños de la misma. Aquí radica una de las dificultades
para la instauración de una relación feliz entre el niño y sus padres.

En la medida en que el pequeño sea normal, uno de los principales problemas que se le plantean es el de
controlar a dos personas a la vez.

La experiencia de atreverse a desear o a agarrar el bajalengua, cogerlo y hacerlo suyo sin que de hecho se
altere la estabilidad del medio inmediato, actúa como una especie de lección objetal que tiene valor
terapéutico para el niño. También se ve reforzada la creencia del pequeño en las cosas y relaciones buenas
que hay en su interior y cada vez que se resuelve el problema, algo viene a sumarse a la estabilidad
general del sujeto, al mismo tiempo que se fortalecen los cimientos del desarrollo emocional.

Experiencias completas
Una de las cosas que contribuyen a formar un medio positivo para el pequeño, en la forma intuitiva de
manejar al pequeño, la madre permite, como es natural, el decurso completo de las diversas experiencias,
actitud que mantendrá hasta que el niño sea lo bastante mayor como para comprender el punto de vista de
su madre.

El analista deja que sea el paciente quien lleve la iniciativa, mientras él hace todo lo posible para
permitirle moverse con libertad, ya que sólo fija el horario y la longitud de las sesiones, y esto lo hace
respetar.

El psicoanálisis difiere de esta labor con los niños en que el analista siempre anda a ciegas, tratando de
abrirse paso entre la gran masa de material que le es ofrecida y procurando averiguar cuál es, de
momento, la configuración de lo que él pueda ofrecerle al paciente, es decir, lo que él llama la
interpretación.

Nota de la tercera fase


→ Primera fase: Se observa que la hesitación denota la existencia de un conflicto.
→ Segunda fase: El pequeño siente que tiene el bajalengua en su poder y puede someterlo a su antojo
o emplearlo como prolongación de su personalidad.
→ Tercera fase: En la tercera fase el niño practica su capacidad para librarse de este instrumento. El
niño cobra suficiente valor para arrojar el bajalengua, al suelo y disfrutar librándose de él.
El descubrimiento de la importancia de esta tercera fase tuvo mucho valor práctico para mí, ya que, así
como el niño al que se da por terminada la visita en la segunda fase, se enfada por la pérdida del
bajalengua, una vez que se ha llegado a la tercera fase es posible llevarse al niño sin que llore por dejar
ese objeto. Winnicott compara esto con el juego del Fort Da.

Cuando la madre deja al niño, éste siente que ha perdido no sólo una persona real, sino también su
duplicado mental, ya que la madre del mundo externo y la que hay en el mundo interno siguen estando
estrechamente ligadas entre sí en la mente del pequeño y son más o menos interdependientes. La pérdida
de la madre interna, la cual para el niño ha adquirido la importancia de una fuente interior de amor,
protección e incluso vida, refuerza en gran manera la amenaza de que se produzca también la pérdida de
la madre real. El niño que arroja el bajalengua (lo mismo aplica al carretel) no sólo se libra de una madre
interna y externa que ha espoleado su agresividad y que está siendo expulsada, sino que, exterioriza
además a una madre interna cuya pérdida teme, con el fin de demostrarse a sí mismo que esta madre
interna, que ahora se ve representada por el juguete que yace en el suelo, no ha desaparecido de su mundo
interior, no ha sido destruida por el acto de incorporación, sigue siendo amistosa y dispuesta a prestarse a
su juego. Y mediante todo esto el niño lleva a cabo la revisión de sus relaciones con las cosas y las
personas que hay tanto dentro como fuera de sí mismo.

Así, uno de los significados más profundos de la tercera fase de la situación fija radica en que el niño se
tranquiliza sobre la suerte de su madre interna así como sobre su actitud. El estado depresivo que
acompaña a la angustia en torno a la madre interna se ve aliviado, con lo que se recupera la felicidad.

Desviaciones: Periodo de duda (hesitación) exagerado, o no hay duda en absoluto. Se apresura a


ponérselo en la boca. Se apresura a tirarlo. En todos había mayor o menor grado de aflicción. La angustia
no se presenta como angustia sino como síntoma psicosomático. El síntoma psicosomático está en lugar
de la angustia.

Provisión ambiental = ambiente facilitador.

Las fantasías, como aun no habla, son ricas en emociones. La experiencia tiene valor terapéutico porque
es una especie de elección objetal (porque el objeto no es impuesto). Es un gesto ético llevar la
abstinencia al grado máximo, la iniciativa es del paciente.

Destructividad: el niño tiene temor a lo destructivo en él, el jugar permite su tramitación. El analista tolera
que se satisfagan deseos agresivos, eróticos y reparatorios en situaciones que generan conflicto.
El juego del garabato (Winnicott, Donald)
Es un juego que se usa sólo en las primeras tres entrevistas, sobre todo en la primera entrevista –
diagnóstica-, que Winnicott llama “consulta terapéutica”, no se utiliza en consultas más avanzadas. No se
trata de un test. El objetivo es entablar contacto/vínculo con el paciente.

Equivale a las entrevistas preliminares en Freud, en el sentido que sirve para darse cuenta del grado de
patología (un niño que no puede con el como sí y transformar el dibujo en algo, tiene una patología más
grave)

Materiales: Hojas, 2 lápices

Consigna de Winnicott: Propone al niño que jueguen a algo. Toma algunas hojas de papel y las rompe
por la mitad, dando así la impresión de que lo que se va a hacer no tiene una gran importancia, y luego
explica que ese juego no tiene reglas, y probablemente mirando hacia otra parte dice que traza un
garabato a ciegas. Después le pide al niño que le diga a qué se parece eso que dibujó o propone que si
quiere, que lo convierta él en alguna otra cosa. Después el niño hará lo mismo para él y él verá qué puede
hacer con ese dibujo.

La técnica se limita a eso y Winnicott es absolutamente flexible, de modo tal que si el niño en vez de
dibujar quiere charlar, jugar, etc., se amoldará a sus deseos.

No debe tener reglas para fomentar lo espontáneo. Tiene valor diagnostico. Posee limites de tiempo (una
hora) y la cantidad de hojas. Sin mirar, él hace un garabato en una hoja. El analista funciona como co-
terapeuta porque él también participa de la experiencia. Puede encontrar en los garabatos las fracturas del
yo. El analista dibuja mejor, porque está mas sano que el niño. Busca provocar placer, eso se logra con un
vinculo confiable: confiabilidad en el vinculo primario y en el devenir de las primeras entrevistas.
Espacio-tiempo de la sesión como espacio vivencial. Procura promover el deseo del paciente y el
analista debe soportar la posibilidad del gesto espontáneo (él también los tiene). Consideraba este juego
como extensión de la asociación libre y, como el bajalengua, como una consulta terapéutica.
Son entrevistas de ensayo, ensayo de método (si trabaja la asociación libre). Se trata de instituir la
confiabilidad, que pongan nombre, localicen y discriminen. Proveer un encuadre profesional donde el
paciente esté en libertad de comunicar sus tendencias emocionales especificas que son naturales pero con
raíces en el pasado, en su subjetividad y en la realidad exterior. El analista debe proveer una relación
flexible y natural. El paciente se sorprende al producir ideas y sentimientos que antes no estaban
integrados a su personalidad.
Principal labor: Integración mas confianza como articulación del sostén, que se desarrolla en el espacio-
tiempo de la sesión. Basta una pequeña ayuda para que muchas de las condiciones del niño mejoren en si
mismo, en sus vínculos y hasta en la escuela. La fase de jugar se da en la superposición de dos zonas:
paciente y terapeuta (área o espacio transicional). Dentro del análisis, el juego permite utilizar los
resultados de acuerdo con lo que se ha averiguado y con lo que el niño quiere o puede comunicar. Esta
experiencia facilita tomar notas durante el proceso.
Conclusiones:

 El analista dibuja mejor


 Contiene un movimiento impulsivo
 Subjetivamente alguno de los garabatos pueden producir terror en el niño
 Son incontinentes pero aceptan limitaciones
 Algunos los ven como travesuras
 En cada garabato hay una integración que procede de la integración del analista
 Se conecta con una etapa de máxima dependencia donde el self aun no esta armado
Realidad y Juego (Winnicott)
Si bien el campo lúdico es la forma de expresión de los conflictos de los niños, no hay una causalidad tan
lineal. Los juegos existieron desde siempre. Los primeros juegos tienen que ver con los rituales, lo
sagrado.

Winnicott fue discípulo de Melanie Klein, pero introdujo algunas variantes en su método, como la
diferencia entre juego y jugar. Klein analiza el contenido del juego y lo significa/interpreta en torno al
concepto de personificación. Busca el armado del yo, que éste se pueda cohesionar. La primera diferencia
con Klein es que todos se ocupan del contenido del juego, pero no del juego en sí mismo. Su primer
diagnóstico es si un niño juega o no. Dice que no necesariamente hay que interpretar. Klein trabajaba con
la caja de juegos. Cada niño tomaba su caja con sus juguetes. Luego se cerraba con llave y se abría en la
sesión siguiente. La caja y su contenido representaban el continente materno.

Hasta Winnicott, se trabajaba la relación entre juego y masturbación. Winnicott dice que por el contrario,
si hay una excitación física, ésta detiene el juego.

Klein sostiene que puede haber diferentes interpretaciones de un síntoma.

Para Winnicott se da en la superposición de dos zonas: la zona de juego del analista y la del paciente. Esta
superposición va a permitir el juego en análisis (requiere que el analista y el niño sepan jugar; sostiene
que un analista que no sepa jugar y disfrute, no puede ser analista).

Para Winnicott el juego queda del lado de la salud. Tiene que ver con el crecimiento y el desarrollo
emocional y con la posibilidad de comunicación (requiere al menos de dos personas, un vínculo
intersubjetivo). El juego es el equivalente al espacio transicional. El objeto transicional es uno especial,
no puede variar.

 Fenómeno transicional: Es todo lo que haga el niño ahí, en ese momento.


 Espacio transicional: Es un espacio intermedio entre la subjetividad y la objetividad (mundo interno
– mundo externo), es un lugar incierto entre el adentro y el afuera.

Secuencia
1) Fusión: (entre la madre y el bebé). La madre tiene que dar cuenta de la indefensión del bebé para
libidinizarlo, prestarle su narcisismo. Va a tener que adaptarse totalmente a ese niño. Le va a
permitir al bebé la vivencia de omnipotencia, efectivamente vivida (el bebé cree que él es el creador
de los objetos).
2) Subjetividad - objetividad: Los objetos que puede percibir el niño. Más tarde tienen que ser
percibidos como objetivos, ajenos a él. Va a tener un lugar fundamental. La madre tiene que poder
seguir siendo el objeto, pero también que aparezca su persona, que puedan ir diferenciándose,
progresiva y lentamente.

Se necesitan dos aspectos:


 Confianza
 Predictibilidad

La confianza en la madre permitirá que se cree ese espacio, adonde aparecerá lo mágico
(omnipotencia). El espacio transicional, el lugar adonde se inicia la actividad de jugar para el bebé
(un espacio potencial entre la madre y el bebé: los une separando y los separa uniendo).

3) Solo con alguien: El bebé puede estar solo si hubo primero confianza. En esta etapa no hay
interacción con el otro, pero tiene que estar presente. Más tarde, la invocación del recuerdo va a
calmar la tensión.
4) Superposición de dos zonas: Acá se trata de que ambos puedan disfrutar de ese juego.

Para que el niño pueda jugar, tiene que darse esta secuencia. Primero ofrece la madre los juegos al bebé,
para ir luego de manera progresiva, provocando y esperando variaciones. En la superposición de las dos
zonas (analista-paciente), el paciente se va a enriquecer.

Si el analista propone juegos, se coarta la posibilidad de espontaneidad. Para Winnicott interpretar y


proponer, tienen valor de adoctrinamiento, sometimiento a lo que el analista dice, cuando en realidad lo
que va a producir efecto en el psiquismo del niño es que él pueda producir algo nuevo.

La situación intermedia sería el caso de los niños que juegan, pero que necesitan que les digan a qué
jugar.

La psicoterapia se realiza en la superposición de dos zonas de juego, la del paciente y la del terapeuta. Si
este último no sabe jugar, no está capacitado para la tarea. Si el que no sabe jugar es el paciente, hay que
hacer algo para que pueda lograrlo, después de lo cual comienza la psicoterapia. El motivo de que el
juego sea tan esencial consiste en que en él, el paciente se muestra creador.

La búsqueda de la persona
En el juego, y sólo en él, pueden el niño y el adulto crear y usar toda la personalidad, y el individuo
descubre su persona sólo cuando se muestra creador.

Winnicott ruega a todos los terapeutas que permitan que el paciente exhiba su capacidad de jugar, es
decir, de mostrarse creador, en el trabajo analítico. Esa creatividad puede ser robada con suma facilidad
por el terapeuta que sabe demasiado. Por supuesto, en realidad no importa cuánto sabe éste, siempre que
pueda ocultar sus conocimientos o abstenerse de divulgarlos.

Realidad y juego:

El juego es complementario de la sublimación, extiende en el área transicional a las fantasías, creatividad


y participación en la escena del mundo (cultura). La exitación física del compromiso pulsional detiene el
juego o queda arrojado fuera de la escena. Winnicott diferencia jugar y juego. El jugar es para que lo lea
el analista. El jugar es un fenómeno universal, es salud, crecimiento. Conduce a la intersubjetividad. Es
una forma de comunicación.

¿Dónde empieza el jugar? Es una secuencia. Al principio, mama y bebe están fusionados. La madre hace
real lo que el niño está dispuesto a encontrar. El niño tiene gradualmente la capacidad de estar solo.
Primero, en presencia de alguien. El juego es una actividad estimulante por acción reciproca entre
realidad psíquica personal y la experiencia de dominio de los objetos reales. Los objetos dejan de ser
subjetivos para pasar a ser objetos reales.
Trastornos narcisistas no psicóticos (Rodulfo, Ricardo)
Freud ubica al narcisismo en una fase intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal. Plantea un tipo
de paciente a partir de pensar y repensar el narcisismo, saliéndose de las categorías clásicas (neurosis,
psicosis, perversión).

Narcisismo
Permite la unificación de las pulsiones parciales y el yo va a aparecer como objeto de amor. El
narcisismo infantil coincide con la formación del yo (narcisismo secundario, según los inicios de Freud)

Se puede concebir al yo como un correlato del esquema corporal. De esta manera puede pensarse como
una unidad que se precipita como una imagen del sujeto de sí misma, que proviene de la imagen del otro.
El yo se constituye a partir del otro y hay una internalización de la relación con el otro.

En la Segunda Tópica (ello/yo/superyó), el narcisismo es una fase anobjetal (sin objeto). El Narcisismo
Secundario coincide con la relación objetal. Ubica al yo en un lugar diferente.

Para Lacan no se internaliza el objeto, sino la relación con éste (lo que pudo decantar de esa relación).

Hace pensar el narcisismo como una pieza fundamental del psiquismo. Hace pensar en un aparato abierto
y heterogéneo, darle lugar a tipos de pensamientos, en lugar de estructuras estáticas.

Hay que repensar el concepto de historicidad, sabiendo que no hay un tipo único de términos de lo
descriptivo, primando siempre la singularidad del paciente.

Los síntomas aparecen muy ligados a la organicidad (retrasos, problemas de aprendizaje, trastornos
motrices, corporales, torpeza, imposibilidad de controlar el propio cuerpo –como reconocimiento de sus
bordes-), en relación al plano de la conducta.

El niño es portador de un trastorno pero no es un trastorno. De ser así, se anula la posibilidad de ser. El
niño es un ser siendo. Si se convierte en trastorno, se coarta el proceso que debiera advenir. El objetivo es
hacer consciente lo inconsciente, venciendo las resistencias. Sabemos que la represión es individual
(sobre cada una de las representaciones) y móvil (porque es constante), y cuando falla, da lugar a la
emergente en actos fallidos, síntomas, etc.

Rasgos que hacen al diagnóstico diferencial


 La memoria como laguna: aprende lo que se le enseña, pero lo olvida enseguida y hay que volver a
empezar (implica que está formado precariamente el registro imaginario).
 La torpeza: no es un acto torpe, es un individuo torpe. Hay torpeza motriz y del pensamiento. (no
hay reconocimiento de sus bordes)
 Déficit en la capacidad lúdica: Adquisición precaria, poco desarrollada del jugar con la presencia y
la ausencia, sobre todo el ida y vuelta, cerca/lejos, etc.
 Se encuentran entre la simbiosis y la posibilidad de dependencia (falla en la fase de subjetividad-
objetividad según Winnicott)
 El yo queda del lado de lo perceptual: no hay posibilidad de evocación del recuerdo (disyunción
entre la actividad perceptiva y la imaginaria).
 Hay necesidad continua de la presencia concreta del otro: Necesitan un acompañante narcisista, si
no, no hay posibilidad de ser. Lo que falla es la alternancia entre esta ida y vuelta, porque no está
internalizado ni por ni desde otro (por eso falla la función imaginaria). Prima lo visual, la mirada del
otro para que los ordene, para a constituir su ser (ver al otro a su lado es un requisito fundamental).
Son adhesivos, necesitan el contacto corporal. La presencia de ese otro va a posibilitar el orden
(ordena la mirada y ordena la presencia, tiene que ver con los bordes del yo). De lo contrario, hay
caos, desorganización. Es un desorden interno (no es que no puede organizar lo que tiene que hacer,
no puede organizar nada). Si no hay posibilidad de un ordenamiento (proceso secundario), va a
aparecer lo primario, lo motriz. No puede organizar la vivencia. (no hubo una buena fase inicial de
Fusión, ni de confianza básica, según Winnicott)
 Hay imposibilidad de sostener: Suele aparecer una debilidad en la función de la mano. Por eso es
frecuente que anden en cuatro patas (relacionado con la posibilidad de vertebrarse, la columna
vertebral es la que sostiene –tubo neural que tiene que llenarse-).
 Ausencia global de marco de referencia: (Según Samí Alí). No se trata de niños indiscriminados en
el yo-no yo. Confunden el “yo” con el “vos” (se nombran como son nombrados).
 Simplificación: Refiriéndose a lo esquemático, a lo pobre, como producciones pobres en lo lúdico y
en lo verbal. No hay armado de escena, aparece el caos. En la primera infancia, la subjetivación
aparece apoyada en el cuerpo (aquí hay una imposibilidad de poder vertebrar). La dramatización es
un buen ejercicio para que esto se desarrolle.
 El jugar se diluye a poco de empezado: con frecuencia se manifiesta en un tocar todos los chiches
sin jugar con ninguno.
 En la ordenación del pensamiento: restituyen secuencias por apelación a lo corporal. Habiendo
eslabones de pensamiento que quedan vacíos, posiciones del cuerpo las reemplazan, cobrando valor
asociativo (si quieren acordarse de algo que dejaron olvidado, tienen que ponerse en la posición tal
cual estaban cuando iban a hacer eso)
 Pensamiento muy lábil: lo “escrito en el agua”, escrito inestable que siempre se vuelve a deshacer.
Por eso recurren muy frecuentemente a estereotipias a fin de organizarse.
 Tienen muy escasamente desarrollada categoría del “extraño”: Se ligan con los otros muy
fácilmente: En lo social, rasgos así pasan a ser índices de salud o normalidad. La relación manifiesta
con el otro es muy fluida, pero en cambio la alteridad está escasamente presente.
 Represión global: a diferencia de la “represión propiamente dicha” freudiana (que es altamente
individual: actúa representación por representación). La represión global abarca una función entera y
no un elemento dado. Hay represión de la función imaginaria.
Más allá del principio del placer
Factor sorpresa o susto y quedar en posición pasiva respecto del hecho, no poder responder, ni con
palabras ni con acción.

Lo mas repetido es arrojar el carretel fuera dela vista aún que la alegría era cuando lo traía esto esto lilting
era lo menos repetido.

Juego significante: ooo – aaa

Tiene que ver con la consttución del inconsciente, con el sujeto dividido. Lo relaciona con eyectar el
“Más allá”. Se trata de mantener la homeostásis. Intenta ligar lo pulsional. Además en hacer activo lo
sufrido pasivamente.

Hay un concepto que va a ser central que es presencia/ausencia. Hay alguien que va a estar presente en su
ausencia. Esto es el símbolo. Esto es central a la hora de ver el fortda.

Freud establece un criterio desde donde poder establecer el comienzo del símbolo, un comienzo que tiene
raíces, está hablando de un bebe que empieza a pronunciar sus primeras palabras, es decir, que vocaliza.
El juego del carretel, aparecer y desaparecer.

Freud va a lo primario a la organización del psiquismo, y en eso primario la desaparición y la aparición


del juguete tiene que ver con hacer activo lo que fue pasivo. Está poniendo el acento en la pulsión. Lo
infantil es pulsional, y esto es lo que con Klein se recrea desde el vamos.

En ese aparato que recrea Klein lo pulsional está permanentemente en relación al objeto. Lacan recrea el
símbolo como todo aquello que tiene que ver con lo que se pierde, con lo que no está. Y aunque parezca
sencillo, si uno lo lleva al mundo adulto, nos cuesta mucho perder.

Algunos poetas dicen: “la vida es un continuo decir adiós”, y uno puede pensar que el decir adiós empieza
a aparecer desde la oralidad, o sea que la vida es un continuo desprendimiento del objeto, alejamiento del
objeto, y sin embargo es el ida y vuelta de la pérdida, porque sin perder el chupete no tendríamos la
analidad, sin perder la analidad no tendríamos lo uretral, etc. Es una permanente resignificación de lo
perdido, esto es lo que inaugura Freud con el símbolo y el fort-da.

¿Qué es lo que pierde el niño cuando pierde el juguete? al tirarlo pierde a la madre, y lo más interesante
no es que lo pierda sino que a partir de esa pérdida, se va a vislumbrar que lo que aparece es la palabra. El
fort y el da tiene que ver con la aparición del lenguaje, en sujetar con la palabra lo perdido, sujeta a la
madre.

Ahí se pone en juego a angustia, y ahí es donde Lacan se va apoyar para decir que la angustia no es sin
objeto. Freud va a decir que en realidad esa pérdida tiene que ver con el dolor que ha perdido, y lo más
interesante es que es dolor identificado por la pérdida esta significado por la palabra. Esto difiere con
Klein, para quien el cuerpo de la madre “está siempre” y allí se encuentra la envidia primaria, el objeto
siempre está, esto es la psicosis.
En la neurosis el objeto es símbolo, la madre está perdida, se recupera con la palabra, y justamente la
edad de ese bebé da cuenta de la aparición del lenguaje, pero el lenguaje no es sin el símbolo.

Hay algo que tiene que ver con poder articular el lenguaje y poder sujetarse al lenguaje.

Freud va a decir que esa pérdida queda marcada como angustia, la pérdida de la madre no es que la madre
no esté, lo que plantea Freud es algo que aparece en los trastornos de ansiedad, que es que cuando la
madre no está y el bebé la necesita, esto duele, al bebé le duele, entonces ese dolor se inscribe
psíquicamente. Cuando esa madre vuelve, el niño no tiene la capacidad de saber que la que vuelve es la
misma madre, en ese sentido esa primera marca queda como inscripción, la segunda marca es la de la
angustia (Inhibición, Síntoma y Angustia).

El concepto central es lo fálico (1923). Freud va a decir que todas las pulsiones de los diferentes
momentos de los estadios infantiles se circunscriben a lo fálico: tener o no tener, y es indiferente de la
diferencia anatómica de los sexos aunque Freud los plantea como directamente relacionados. Si bien está
relacionado con lo fálico, que Klein recrea, dice que lo infantil va permanentemente desde lo fálico a lo
receptivo, del pecho bueno a lo fálico. Pero en Freud lo fálico es completamente diferente, lo fálico es
fálico o castrado, y es pasivo o activo, es independiente de la diferencia anatómica, una mujer puede estar
en posición fálica sin tener pene y viceversa.

Entonces tenemos la armonía de Freud en relación al símbolo, armonía que no va a estar en Winnicott,
quien va a estar más alineado a la escuela inglesa, pero que va a ser central a la hora de pensar en cierta
organización de lo psíquico. La integración que les estoy proponiendo tiene que ver con poder considerar
la escuela inglesa pero tomar como distintivo la posibilidad de que el psiquismo se establezca a partir de
la represión: represión primaria, represión secundaria, etc…

El juego en realidad comienza con Klein, es lo que llamamos la caja de juego. Esa caja contiene aquellos
juguetes que pueden llamar la atención del niño. La idea es que el juego sea un intermediario donde el
niño pueda expresar gran parte de su mundo interno, o donde pueda proyectar su mundo interno

Desde Freud uno puede decir que un niño que no juega no tiene acceso al símbolo, porque el juego
inaugura lo traumático, esto es la separación de la madre. Lo traumático está en Freud vinculado al fort-
da, y vinculado a la posibilidad del niño de poder volcar aquello que no puede elaborar. En ese sentido el
juego es elaborativo.

También para Klein, el juego es plantear la problemática del bebé con los objetos.

Si un niño juega hubo capacidad de simbolizar algo.Aparece el concepto freudiano del Fort Da. Se trata
del displacer y lo traumático, y la búsqueda de simbolización de eso traumático. Hay algo simbólico
representativo del displacer. Este símbolo que crea Klein implica la ausencia, cuando digo “símbolo” es
lo que representa algo ausente. Si esta presente no puedo simbolizar.La madre tiene que estar al principio,
pero también tiene que saber que no va a estar siempre, anticipar la ausencia.En lo traumático aparece el
juego como constitutivo del símbolo. El Fort es la ausencia y la alegria que aparece en función de la
aparición es el Da. La simbolización es algo permanente porque el juego necesita ser permanente.Entre el
Fort y el Da hay un espacio. SI trabajamos el Fort, hablamos de actividad, displacer, puesta en
movimiento. Pero entre tirar el objeto y su vuelta, hay un tiempo, que no es el tiempo cronologico.
“Cuando la madre se va, el bebe, tiene anticipación? Ninguna”

El aparato psíquico esta modulado por magnitudes de excitacion del interior (pulsional) y del exterior. El
aparato busca mantener Mila homeópata sin (ppio de constancia). Al comienzo de la vida no podemos
hablar de cargas ligadas, sino de cargas libres. La tendencia en la constitución de lo psíquico es aplazar
las descargas en busca de elaborar y tramitar. Podríamos decir que la msb busca aplazar las descargas,
tener cierta estabilidad.Qué pasa cuando el factor cuantitativo es predominante, y el polo motor
predomina? Podemos decir desde lo clinico que lo que aparece todo el tiempo es la impulsion, la
descarga, la tendencia a la descarga motriz, y podríamos situar esta descarga en términos del factor
cuantitativo. Este factor cuantitativo imposibilita la tramitación, es decir, la homeostasis (si fuera un
adulto decimos impulsividad, en niños decimos cierta tendencia a la accion; y si esto persevera,
imposibilita la facilitación del símbolo).

NO PODEMOS HABLAR DE SÍNTOMA EN NIÑOS PORQUE NO HAY RETORNO DE LO


REPRIMIDO. HABLAMOS DE TRASTORNO.

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