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El Egoísmo Ético

Resumen:

Comúnmente se tiende a relacionar la palabra “egoísmo” con perversidad o

maldad; puesto que, la imagen que tenemos es la de un impertinente capaz de pasar por encima

de todo criterio para lograr cuanto antes sus fines. Sin embargo, su significado real difiere de

todo lo dicho y no es más que: La preocupación de los intereses personales. Immanuel Kant, en

“Fundamentación de la metafísica de las costumbres” formuló que la voluntad que actúa por

deber es buena en sí mismo, ya que no se guía por las consecuencias, sino, por los propósitos

(imperativo). Así, si nuestras acciones se ven orientadas por inclinaciones no son más que

acciones con cierta intención egoísta, es decir, inmorales. En contraposición, Ayn Rand sentencia

que esta deformación del egoísmo ha servido para entender que toda acción realizada en benéfico

de un tercero es mejor a toda acción donde se beneficia uno mismo, por lo tanto, se ha entendido

que la moralidad tiene poco que aportar en asuntos importantes en nuestra vida, sumado a que no

se ha entendido al egoísmo desde un plano ético. Por lo tanto, el egoísmo ético no es promover

los intereses propios, sino el deber de hacer lo que es mejor para nosotros mismos. En el presente

artículo analizaremos la ética de Kant centrándonos especialmente en su crítica al egoísmo.

Después analizaremos el egoísmo ético de Ayn Rand y porqué afirma que esta sirve para definir

los valores e intereses correctos del hombre apoyándonos en su ética objetivista. Para concluir si

el egoísmo es o no una teoría razonable.

Palabras claves: Egoísmo ético, imperativo categórico, Ayn Rand, ética objetivista.

ABSTRACT:
Commonly there is a tendency to relate the word "selfishness" with perversity or evil; since, the

image we have is that of an impertinent person capable of going over all criteria to achieve his fines as

soon as possible. However, its real meaning differs from everything said and is nothing more than: The

concern of personal interests. Immanuel Kant, in "Foundations of the metaphysics of customs" formulated

that the will that acts out of duty is good in itself, since it is not guided by the consequences, but by the

purposes (imperative). Thus, if our actions are guided by inclinations, they are nothing more than certain

actions with a selfish intention, that is, immoral. In contrast, Ayn Rand states that this deformation of

selfishness has served to understand that any action carried out for the benefit of a third party is better

than any action where one benefits oneself, therefore, it has been understood that morality has little to

contribute in important issues in our lives, added to the fact that selfishness has not been understood from

an ethical level. Therefore, ethical egoism is not promoting one's own interests, but rather the duty to do

what is best for ourselves. In this article we will analyze Kant's ethics, focusing especially on his criticism

of egoism. Afterwards we will analyze the ethical egoism of Ayn Rand and why she affirms that this

serves to define the correct values and interests of man based on her objectivist ethics. To conclude

whether or not egoism is a reasonable theory.

Key words: Ethical egoism, categorical imperative, Ayn Rand, objectivist ethics.
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En nuestros días vemos que hay una mejor calidad de vida en determinados lugares del

mundo que en otros, esto ha permitido que los niveles de vida de cierta población sean más

elevados y esto se ve reflejada en los índices económicos que presentan los países. En las

naciones más pudientes la calidad de vida es relativamente cómoda lo cual permite que la

población viva de una manera aceptable, permitiéndose ciertos lujos que en otros lugares del

mundo es muy difícil ver. Hay personas que puede darse el lujo de comprar condominios, carros,

ropa, accesorios de miles de dólares a comparación de un otras. Si alguien preguntara la

necesidad de sus lujos más de uno quedaría avergonzado a rectificar que no son tan necesarios e

importantes en sus vidas, parece inconcebible imaginar que mientras estén comprando su último

carro estén pensando en los niños desnutridos del Congo africano, entonces ¿Por qué nos

comportamos de esta manera? ¿Por qué en vez de gastar en carros o relojes de miles de dólares

no lo destinamos a la ayuda de personas más que necesitadas? ¿Por qué ocurre esto?

Algunos dirán que lo hacemos por el hecho de que somos egoístas y que solo pensamos

en nosotros mismos antes que querer ayudar a otros incluso estando en las condiciones de

hacerlo, de ahí que si de nuestras acciones se puede beneficiar o perjudicar a otros entonces

tenemos deberes con ellos. Esto último se dice que defiende la ética del altruismo: que los

beneficiarios de nuestras acciones sean otros que vez que nosotros mismos. Pero sería una

simpleza académica no ir a la contraposición de esta ética, por ello tenemos que preguntarnos

qué ocurre con la ética que defiende que los beneficiarios seamos nosotros mismos. Esto es el

egoísmo ético: el deber de hacer lo que es mejor para nosotros mismos. Esto es el egoísmo ético:

el deber de hacer lo que es mejor para nosotros mismos y esto va con la propia naturaleza del ser

humano, por lo tanto, es racional.


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Immanuel Kant: Ley universal y el egoísmo.

Immanuel Kant empieza su libro “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”

dice que ni en el mundo, ni fuera de él es posible pensar nada que pueda considerarse bueno sin

excepción a no ser tan solo una buena voluntad que no es bueno por lo que hace o deja de hacer,

sino es bueno en sí mismo. Según Kant (1991):

La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su

adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es

decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más

valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna

inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. (p. 8).

De lo expuesto queda claro que la buena voluntad es absoluta porque siempre y en toda

circunstancia es buena en sí misma y para que sea así, no puede ser más que un fin en sí mismo.

Más adelante Kant dirá sin importar que por la fortuna o la casualidad no se logren los cometidos

de la buena voluntad, ésta ya es en sí misma buena. Veamos cómo se manifiesta esta buena

voluntad.

No es nada novedoso que la ética kantiana sea dominada una “ética deontológica”, es

decir, que tenga un fuerte sentido del deber. Por ende, una voluntad que actúa por deber es una

buena voluntad. Para explicar la buena voluntad debemos distinguir tres actos: Actos contrarios

al deber al deber, actos conforme al deber, actos hechos por el deber.

Prescindo aquí de todas aquellas acciones conocidas ya como contrarias al deber, aunque

en este o aquel sentido puedan ser útiles; en efecto, en ellas ni siquiera se plantea la cuestión de si

pueden suceder por deber, puesto que ocurren en contra de éste. También dejaré a un lado las

acciones que, siendo realmente conformes al deber, no son de aquellas hacia las cuales el hombre
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siente inclinación inmediatamente; pero, sin embargo, las lleva a cabo porque otra inclinación le

empuja a ello. (Kant, 1991, p. 11)

Los actos en contra del deber son directamente amorales, los actos conforme al deber son

ciertamente egoístas porqué tienden a juzgarse por sus inclinaciones. Así como para aprender a

dibujar debes practicar, así para ayudar a otros tienes que tener recursos. Los actos conforme al

deber poseen una máxima no moral, luego, para conseguir lo que queremos estamos

condicionados hacer determinada acción. Estos son los imperativos hipotéticos. En cambio, en

acciones en que simplemente se actúa por el deber, independientemente de las consecuencias y

las cualidades de los sujetos. En palabras de James Rachels (2006) “la máxima es genuinamente

moral porque actúa por el deber categórico” (p. 192).

Estos deberes categóricos se derivan de lo que posee todo agente racional: la razón. Esta

razón nos facultad no solo preguntarnos de lo que “hacemos” sino también “lo que debemos

hacer” y esto se nos presenta en forma de obligación, de deber. Por ese motivo las leyes morales

presentan un carácter imperativo. ¿Qué distinción presenta la ley moral universal? La ley moral

universal es autosuficiente de toda experiencia, es decir es apriori lo que garantiza su valor en

tanto su forma. También se aleja de cualquier voluntad individual, por lo tanto, debe ser admitido

por todos los seres racionales para que se respete bajo cualquier condición y momento. Esto

sentencia Kant en su Crítica a la Razón Practica (2007)

En efecto, el único principio de la moralidad consiste en la independencia respecto de

toda materia de la ley (o sea de un objeto deseado) y, no obstante, al mismo tiempo en la

determinación del arbitrio por la sola forma legislativa universal de que debe ser capaz una

máxima (p. 52).

A estas alturas podemos afirmar que para Kant nuestras acciones serán morales si

muestran su independencia de cualquier motivación personal lo que es no poner nuestro interés


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por encima del deber. Kant describe que los hombres que guían por sus inclinaciones personales

están tentados a hacerlo siempre. Es su egoísmo lo que no les permite identificar la ley moral

universal. En su libro Antropología en sentido pragmático, Kant (1991) menciona que el

egoísmo reduce sus fines a sí misma, y no ve más provecho que su propio beneficio, incluso

como eudemonista pone meramente el provecho en la propia felicidad no en la idea del deber, el

supremo fundamento de la voluntad. Cada hombre tiene una idea propia de felicidad y es el

egoísmo que dificulta el concepto de deber. Todos los eudemonistas son egoístas prácticos.

Hay que dejar en claro que no es que Kant este en contra de la felicidad, sino que

cuestiona si son morales las acciones que tienen como fin la felicidad. En ese sentido el principio

de felicidad es contrario al principio de la ley moral ahí si lo deja en claro. “El hombre siente en

sí mismo una poderosa fuerza contraria a todos los mandamientos del deber, consiste esa fuerza

contraria en sus necesidades y sus inclinaciones, cuya satisfacción total comprende bajo el

nombre de felicidad” (Kant, 2005, p. 84).

Este principio de la felicidad será defendido por muchos filósofos ya en el siglo XX Ayn

Rand centro su “ética objetivista” en el principio de la felicidad, consistiendo este en el propósito

moral más alto.

Ayn Rand: Ética Objetivista.

Ayn Rand en su libro “La virtud del egoísmo” nos dice que los hombres han renegado de

todo en cuanto ha significado un desastre o una desaventura para ellos, pero lo que nunca han

hecho es reflexionar sobre su código moral, sino simplemente se han dejado llevar por un moral

en donde prima que lo mejor es que otro sea el beneficiario de nuestras acciones y que nosotros

solo seamos una especie de medio para el beneficio de terceros. Por eso a lo que ínsita es a

descubrir tu código moral.


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Lo que quiere hacer Ayn Rand es contestar porque es necesario que el hombre tenga un

código moral que le faculte perseguir su propio interés, en ese sentido, dice que muchos filósofos

entendieron la ética como algo ya dado o establecido por la tradición. En este punto Rand deja

entender que la ética ha estado a servicio de nuestra de cultura sosteniéndose en la religión y en

el poder político, por lo que el individuo y lo que le beneficia han sido opacados por el colectivo.

Ahora lo importante es descubrir su causa objetiva. Veamos que entiende Ayn Rand (2009)

¿Qué es la moral o la ética? Es un código de valores para guiar las elecciones y

acciones del ser humano, aquellas que determinarán el propósito y el curso de su vida. La

ética, como ciencia, se ocupa de descubrir y definir tal código. (p.20).

Rand empieza su argumentación desde el mismo punto de partida que tomo Jhon Galt, es

decir, de que solo hay una cuestión fundamental: si algo existe o no, de esto se puede desprender

que solo que existe puede tener un curso determinado y especifico que no es otra cosa que el

desarrollo de su existencia. En ese sentido solo los organismos vivos pueden poseer una

existencia que a la vez está condicionada por la vida o la muerte. Pero dentro de esta condición,

es la vida la que le permite seguir el desarrollo de su existencia, así como la relación con otras

existencias. Para Ayn Rand (2009) “Sólo el concepto de 'Vida' hace posible el concepto de

'Valor'. Sólo para un ser viviente las cosas pueden ser 'buenas o malas'" (p. 25). De lo expuesto

podemos decir que el concepto de vida nos otorga valores que permite identificar lo que es bueno

y lo que es malo para precisamente resguardar nuestra vida.

El ser humano a diferencia de la vida artificial se propone a corto, mediano y largo plazo

metas y propósitos y va planificando la mejor manera para conseguirlo, para ello se sirve su

propia facultad de razonar, pero también puede optar por otras que en un primer momento no las
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consideraba. Tiene la total conciencia de lo que le puede beneficiar y de lo que le puede

perjudicar. Esta conciencia es la que lo orienta en todo momento a mantener su vida.

Tal ente sería incapaz de tener valores, no tendría nada que perder ni ganar, le sería

imposible considerar que algo está en su favor o en su contra, que algo pudiera favorecer o

amenazar su bienestar, o realizar o frustrar sus intereses. No podría tener intereses ni metas. Sólo

un ente vivo puede tener metas o generarlas. Sólo un organismo vivo posee la capacidad de

realizar acciones autogeneradas y dirigidas hacia metas (Rand, 2009, p. 23).

Podemos decir que la vida en sentido de propósitos va a depender de por lo menos dos

factores que identifica Ayn Rand: la toma del medio físico, es decir el relacionarse con otros

seres racionales y la acción con su propio cuerpo, es decir, el cómo se relaciona con otros y el

lugar que le asigna a los intereses propios o sus funciones básicas Dentro de estos dos parece ser

más importante el segundo en el que para Rand es como una norma necesaria para la

supervivencia de todo ser humano, por ello si fracasa en la sustentación de sus intereses que le

permitiera subsistir, no significaría otra cosa que la muerte.

Entonces la meta ultima de toda acción del hombre en tanto que actúa, debe ser la vida, el

valor supremo.

Un valor supremo es aquella meta o destino final para alcanzar el cual todas las metas

inferiores son medios. Tal valor supremo determina el patrón según el cual se evalúan las metas

inferiores. La vida de un organismo es su patrón de valor; lo que ayuda a su vida es bueno,

aquello que la amenaza es malo. (Rand, 1961, p. 24).

La vida de un organismo es la guía de valor, lo que ayuda a su vida es considerado en

tanto bueno o lo que es lo mismo a decir que la vida es el fin en sí mismo donde descansa

nuestro código de valores.


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Si la vida es el fin último en donde descansan nuestro código moral, ¿cómo es que se

manifiesta estos valores? Bien podríamos decir que todo ente se desarrolla en un plano real,

donde reconoce lo que le causa dolor o lo que le causa placer, así identifica que si sigue lo que le

causa placer está yendo por el camino adecuado. Más no queda aquí porqué las sensaciones no

son lo más propio de seres superiores como el ser humano ya que a diferencia de plantas o

animales (que posee un código automático de supervivencia), el ser humano tiene que hallar

respuestas a todas sus inquietudes morales, ¿y cómo hacerlo si no si no es con la razón?

La razón es la facultad que identifica e integra el material provisto por los sentidos del ser

humano. Es una facultad que el hombre debe ejercer por elección. Pensar no es una función

automática. En cada situación y momento de su vida, el hombre tiene libertad de pensar o

evadirse de ese esfuerzo (Rand, 2009, p. 30).

Ese uso de la razón tiene un propósito definido que no es otra cosa que ser consciente de

la realidad que acompaña al ser humano. Aquí Rand es muy enfática al decir que estar consiente

o no, metafísicamente, equivale a elegir entre la vida o la muerte.

Entonces la razón es la herramienta por excelencia del hombre, que puede guiarlo desde

su convivir el día a día hasta reconocer cual es el camino que va a tomar en su vida. Este manejo

no puede ser aleatorio sino más bien debe fundarse en valores que puedan asegurar su

supervivencia. La identificación y reconocimiento de esos valores es contestado por la ética, así

la ética no es una cuestión de caprichos o subjetividades, sino esencialmente objetiva por la

misma razón que permite la supervivencia de cualquier ser humano independientemente de sus

inclinaciones. Dice Rand (2009) “La ética es una necesidad objetiva, metafísica, para la

supervivencia del ser humano, no por gracia de lo sobrenatural, ni de su vecino, ni de sus

caprichos, sino por mandato de la realidad y la naturaleza de la vida” (p.33).


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A estas alturas podemos decir que Ayn Rand rechaza lo que llaman “ética del altruismo”,

la cual va en contra de su ética objetivista al no asegurar al hombre en su individualidad como un

fin, sino que predica el sacrificio de uno mismo en favor de otro. Con lo cual esta ética niega la

individualidad, por consiguiente, desvirtúa la naturaleza humana.

En este sacrificio en favor de otro no se requiere necesariamente entregar la vida, basta

con suspender en seguir los intereses propios por el sacrificio que propone el altruismo, de modo

que cualquier ética que pida la renuncia de los intereses propios va en contra de lo que el hombre

por naturaleza realiza: sus propios intereses. En consecuencia, la única ética que afirma los

propios intereses del hombre y su individualidad es la que predica el egoísmo ético

fundamentándose a la individualidad como un fin en sí mismo siendo así racional acogerla.

Conclusiones:

En síntesis, la ética objetivista de Ayn Rand valora los intereses el hombre al poner la

vida individual como centro de su fundamentación, con lo cual se sigue que el hombre debe

asegurar su propia vida y eso no es otra cosa que seguir sus propios intereses que conlleva a

seguir su felicidad, esto en un plano ético es seguir el egoísmo ético. Es necesario deslindarse de

los prejuicios que trae la palabra “egoísta”, entender que ser egoísta en el sentido ético es

perduráramos en nuestra individualidad.


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Bibliografía

Kant, I. (1991). Antropologia en sentido pragmatico. (J. Gaos, Trad.). Alianza Editorial. (Trabajo original
publicado en 1796)

Kant, I. (2005). Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (M. García, Trad.). Tecnos. (Trabajo
original publicado en 1785)

Kant, I. (2007). Crítica de la Razón Práctica. (J. Rovina, Trad.). Losada. (Trabajo original publicado en
1787)

Rachels, J. (2006). Introducción a la filosofia moral (G. Ortiz, Trad.) Fondo de Cultura Económica. (Trabajo
original publicado en 2003)

Rand, A. (2009). La virtud del egoismo (L. Kofman, Trad.). Grito Sagrado Editorial. (Trabajo original
publicado en 1961)

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