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EL EMBARGO Y EL SECUESTRO NO producen la interrupción natural de la prescripción

adquisitiva de dominio.

“Dentro de ese contexto es que, como ya lo tiene precisado la Corte, según


detalle que más adelante se verá, se debe descartar que las medidas cautelares
de embargo y secuestro, sea que se adopten en un proceso ejecutivo o en uno
de otra naturaleza, produzcan la interrupción natural de la prescripción
adquisitiva.

En efecto, tratándose de bienes raíces es claro que el embargo, por sí solo, no


traduce ninguna imposibilidad física o jurídica para que, quien viene
poseyendo el bien en que recae el mismo, pueda continuar realizando sobre él
actos de señorío (num. 1º, art. 2523 C.C.), ni comporta, per se, la pérdida por
éste de la posesión (num. 2º, ib.), puesto que esa particular medida no modifica
el carácter de bien comerciable que el mismo ostenta, ni afecta en nada la
aprehensión material de la cosa con ánimo de dueño de quien así la detente.

Por su parte, el secuestro, en esencia, se contrae a la entrega del bien al auxiliar


de la justicia que se designe, para que lo custodie, conserve o administre, y,
posteriormente, lo entregue a quien obtenga una decisión judicial a su favor
(art. 2273 del C.C.), detentación que realiza como un mero tenedor,
reconociendo dominio ajeno (art. 775 del C.C.), de lo que, al tiempo, se
desprende que la detentación de la cosa cautelada por parte del secuestre, no es
a nombre propio, ni con ánimo de señor y dueño.

De lo anterior se colige que la situación que aflora del secuestro tampoco se


acomoda a las previsiones de los referidos numerales 1º y 2º del artículo 2523
del Código Civil, pues en frente de esta medida cautelar, no surge,
necesariamente, la cesación del poder o señorío que el poseedor tiene sobre el
respectivo bien, ni, lo que resulta cardinal, se da origen a una nueva posesión
en cabeza del secuestre o depositario.”1
1
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Sala de Casación Civil Magistrado Ponente: ARTURO SOLARTE
RODRÍGUEZ Bogotá, D. C., trece (13) de julio de dos mil nueve (2009).- Ref.: 11001-3103-031-1999-01248-01
La doctrina ha señalado que “Para que la posesión sea presupuesto válido de la usucapión
es menester que no haya sido interrumpida, es decir, que no se haya producido un hecho
capaz de privar al poseedor del corpus, o evidencia de que el pretendido dueño del bien lo
ha reclamado judicialmente. Hay interrupción de la prescripción cuando el poseedor pierde
el corpus, o el propietario reclama judicialmente el bien. En el primer caso la interrupción
es natural, en el segundo es civil. En general, producida la interrupción de la prescripción,
el tiempo anterior se borra”2

A su turno la etiología de esta disciplina nos enseña, que una de las cualidades del
ejercicio de la posesión, estriba en que su desarrollo en el tiempo debe ser
ininterrumpida, y así es, según el artículo 2522 ibídem cuando“(...) no ha sufrido ninguna
interrupción natural o civil.”

De conformidad con lo establecido en el artículo 2523 del Código Civil, existe interrupción
natural cuando proviene de un hecho de la naturaleza o de un hecho material del hombre
que hace perder el corpus.

Y existe interrupción civil, cuando el propietario reclama judicialmente el bien, ya que de


acuerdo a lo normado por el artículo 90 del C.P.C., la presentación de la demanda
interrumpe el término de prescripción, siempre que el auto admisorio de aquella, o el de
mandamiento ejecutivo, en su caso, se notifique al demandado dentro del término de un
(1) año contado a partir del día siguiente a la notificación al demandante de tales
providencias, por estado o personalmente.

Finalizó la primera instancia mediante fallo del


21 de julio de 1995 (fls. 189 a 201 cd.1) el cual negó las pretensiones
de la demanda de pertenencia por cuanto en el certificado expedido
por el Registrador de Instrumentos Públicos se evidencia la existencia
de un proceso divisorio en el que se dictó sentencia el 17 de diciembre
de 1983, en la que se le adjudica parte del inmueble a Jiménez Solís,
lo que acarrea la interrupción de la posesión en perjuicio de quien la
alega, y si de manera hipotética se considerara que la posesión de la
actora se inició a partir de la inscripción de la sentencia citada, no ha

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BIENES, LUIS JAHIR POLANCO, Editorial señal pag 184
transcurrido el tiempo necesario para la usucapión y en consecuencia
decretó el levantamiento de la medida cautelar de su inscripción.
Igualmente declaró la prosperidad de la demanda de reconvención por
haber sido demostrados los elementos de la acción reivindicatoria y
por lo tanto declaró que el inmueble en litigio pertenece en dominio
pleno y absoluto a José Hernán Jiménez Solís, condena a la parte
demandante inicial y demandada en reconvención a restituir a la parte
demandada inicial y demandante en reconvención, el inmueble
referido, dentro de los seis (6) días siguientes a la ejecutoria de la
providencia e igualmente al pago de las costas del proceso, condena
al demandado inicial y demandante en reconvención a pagarle a la
otra parte, dentro de los mismos seis días señalados anteriormente, la
suma de $5’400.000.oo por concepto de mejoras realizadas sobre el
lote de terreno que se reivindica.

EXISTENCIA DE PROCESOS DIVISORIOS

c-1) Inexistencia de prescripción adquisitiva de dominio por existencia


de procesos divisorios. Sobre ésta indica que la primera circunstancia
que señala el artículo 413 del C. de P.C. relativa a que “no procede la
declaración de pertenencia si antes de consumarse la prescripción
estaba en curso un proceso de división de bien común”, opera
solamente si la pertenencia es solicitada por uno de los comuneros,
pues si uno de ellos había solicitado la división, mal podría
posteriormente otro buscar la declaración de pertenencia con
fundamento en su exclusiva posesión, por cuanto el primer proceso
interrumpe civilmente la prescripción.

Pero agrega el Tribunal que esta circunstancia


no puede predicarse cuando el demandado es ajeno a los comuneros
porque la notificación de la demanda en el proceso divisorio no
interrumpe la prescripción con respecto a él, por no ser parte en el
proceso, por lo que en el presente caso la excepción no puede
prosperar contra la demandante inicial quien no es comunera del
señor José Hernán Jiménez sobre el bien que se pretende usucapir.

LA SUMA DE POSESIONES TIENE CABIDA EN LA PRESCRIPCIÓN

EXTRAORDINARIA.

La pretendida suma de posesiones, de conformidad con los artículos 778 y 2521


del Código Civil, para que se predique, requiere que sean consecutivas, u operar
como una cadena, para exponerlo gráficamente, con existencia de un titulo o
varios títulos que obren como conexión entre las distintas personas que conforman
la cadena de posesiones, es decir acreditar que tiene una relación jurídica de
posesión frente a su antecesor del que la derivó, como ha tenido oportunidad de
puntualizar nuestra Honorable Corte Suprema de Justicia:

“Pero poseedor así, que quiera sacar ventaja especial, en este caso la de sumar posesiones,
expuesto queda para que le indaguen có mo fue que llegó al bien. No le basta el mero hecho de
la posesió n, porque en ese momento necesitará un agregado, cual es el de justificar el
apoderamiento de la cosa. Por eso, hace poco se citaba éste como uno de los eventos en que
puede y debe preguntá rsele en "qué tanto derecho" hace pie su posesió n. Dirá así que él es un
sucesor de la posesió n, que posee con causa jurídica. Demostrará ser un heredero, comprador,
donatario o cualquier otra calidad semejante; variedad hay de títulos con causa unitiva.
Agregará que no es él usurpador o ladró n alguno. Que allí llegó con "derecho" porque negoció
la posesió n con el anterior, manera ú nica como las posesiones quedan eslabonadas, desde
luego hablá ndose siempre de acto entre vivos. En una palabra, que tiene título que los ata. De
ahí que el artículo 778, al aludir al punto, rompa marcha tan sentenciosamente, a saber: "Sea
que se suceda a título universal o singular'. Y ya se sabe que suceder es concepto caracterizado
por la alteridad, en cuanto une o enlaza necesariamente a un sujeto con otro; sucesor es quien
precisamente sobreviene en los derechos de otro; quien a otro reemplaza. Eso y nada má s es
lo que reclama la ley, vale decir, que se trate de un sucesor.

Por consecuencia, un título cualquiera le es suficiente. Nada má s que sea idó neo para
acreditar que la posesió n fue convenida o consentida con el antecesor. Por ende, a la unió n de
posesiones no puede llegar quien a otro desposeyó . De tan notable preeminencia no podrá n
disfrutar ni los ladrones ni los usurpadores. Estos no cuentan con má s posesió n que la suya.
Unos y otros no reciben de nadie nada. Y, claro, así no puede considerarse al usurpador, por
ejemplo, sucesor, ni antecesor a la víctima del despojo, toda vez que eliminada de un tajo
queda toda relació n de causante a causahabiente.”3

EJEMPLO DE CUANDO NO HAY ANIMUS DE SEÑOR Y DUEÑO

porque pese al hecho de haber permanecido en el inmueble una vez su cónyuge


se ausentó del hogar, y realizado actos propios de dueño, no tuvo ánimo de
propietaria única, reconociendo la pertenencia del mismo al haber de la sociedad
conyugal.

3
Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 5 de julio de 2007, expediente 1998-358. M.P. Manuel Isidro
Ardila Velásquez

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