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2 de dic.

de 21 Francisco Eduardo Urrutia


Jiménez

Reporte de lectura clase 13

López-Ocón, Leoncio. 2003. “La Comisión Científica del Pacífico: de la ciencia


imperial a la ciencia federativa”. Bulletin de l’Institut français d’études andines, 32:
479-515;

El texto nos habla sobre una expedición de naturalistas españoles, que circularon en las
diversas regiones de América, a mediados de siglo XIX. Se efectúa el análisis de dicha
expedición como una empresa de la ciencia imperial, que tenía como objetivo
conformar y unificar redes de comunicación por parte de sus portavoces, que fueron los
miembros de la Comisión Científica del Pacífico (CCP), como es el caso de Marcos
Jiménez de la Espada.

Dichos estudios americanistas se centraron en la construcción de una ciencia federativa,


a partir del estudio de las antigüedades de espacios como el Perú, así como el estudio de
las relaciones científicas y culturales que existía entre la metrópoli y las colonias.

Siguiendo la teoría del sociólogo de la ciencia Bruno Latour, López-Ocón, nos presenta
como las ciencias, desde sus laboratorios, van construyendo las redes en sociedad, pues
los científicos como actores y portavoces de la ciencia, desarrollan sus interpretaciones
e inscripciones, desde el interior de estos espacios para a luego difundir al exterior. Se
percibe, entonces, a la ciencia como un proceso, en constante movilidad, más que como
un elemento estático. p. 481

La circulación de lo que denominan los autores como “hechos científicos”, que son los
productos de dichas redes, es el proceso que involucra a los actores sociales que
construyen una ciencia de alcance macro. El laboratorio sería este espacio micro, en el
cual se inicia el proceso.

Desde estos conceptos se analiza la empresa científica transatlántica, cuyo


establecimiento permite evidenciar y rastrear procesos de larga duración, como fue la
recolección y producción de material científico para las colecciones documentales,
fotográficas, e iconográficas, generadas por la CCP.

Debido a la influencia de los estudios de Alexander Von Humboldt, América fue el


territorio ideal para los naturalistas europeos en el siglo XIX. Dentro de la conformación
de las expediciones, es importante mencionar, que suelen estas relacionadas o
financiadas por los gobiernos de los imperios occidentales. La ciencia encuentra su
impulso en los intereses de los imperios, que es su motor y motivación.

En el caso de la CCP, en 1862, el gobierno español decidió enviar los buques marítimos
para que viaje el grupo de científicos, junto con un equipo de marinos de la armada
española, que planeaban circunnavegar las aguas del Pacífico. Este aspecto, al menos en
el nivel de motivación, intereses geoestratégicos y financiamiento, relaciona a la ciencia
con un factor político innegable. p. 483
Claramente, surge cierta intención política por parte del imperio español, a causa de los
altibajos y crisis surgidas a inicios del siglo XIX, que puso en marcha un agresivo
proyecto neocolonialista. Por dichas crisis, y la instrumentalización de la ciencia
imperial, surge en el s. XIX, una necesidad de revalorizar los sistemas de producción
agrícola, para dar a conocer los productos de la tierra en torno al mercado mundial.
Gracia a ciencias como la botánica, la agricultura como disciplina científica y
económica, gana un carácter más especializado. Por ejemplo, nos cuenta el texto, que se
efectúa la creación de Escuelas de Agricultura, en el corazón de Europa, espacios que se
preocuparon por brindar un carácter más científico y racional al estudio de la
agricultura. p.486

Estos avances de la ciencia, y la valoración de la producción de la tierra, fue una de las


bases para los programas de investigación que estaban siendo propiciados por las
potencias occidentales. Las exposiciones de los resultados, buscaban exhibir muestras
de la naturaleza exótica americana, en los laboratorios europeos, para dominarla y
domesticarla mediante el uso de herramientas científicas -como ejemplo el proceso de
aclimatación y el Jardín botánico. Por ende, surge la necesidad de una ciencia de la
agricultura, a beneficio de la economía imperial.

Aproximación al tema de investigación

El texto de López-Ocón es de gran utilidad para el tema de investigación, así como los
conceptos de Bruno Latour. La investigación trata sobre la historia de la producción de
vino en el Ecuador, partiendo de una perspectiva de historia de la ciencia y,
recientemente, desde ciertas nociones de historia global y transatlántica.

La investigación se centra en un caso local, que se desarrolló en el contexto de la ciudad


de Ambato en la segunda mitad del siglo XIX. El Dr. Nicolás Martínez Váscones, fue
miembro de una de las familias de la elite ecuatoriana de la época estudiada,”. Él fue
gobernador de la provincia de Cotopaxi, y cercano amigo del presidente Gabriel García
Moreno, cuyo gobierno fue notable impulsor de la ciencia en contexto ecuatoriano.

Mediante un trabajo conjunto con botánicos -estableciendo una red con sus vínculos
franceses-, se dispuso a conformar un Jardín Botánico en su hacienda en la ciudad de
Ambato, llamada “La Liria”, que fue adquirida por él en 1849. Posteriormente,
emprendió la tarea de generar cultivos de uva especializados, y las cepas fueron traídas
desde Francia. En constante trabajo especializado en los cultivos, logró instalar una
vinícola con material industrial traído desde Europa a finales del siglo XIX.

En esa época, la ciencia vitivinícola estaba en pleno surgimiento y consolidación


institucional en occidente, a causa de la creciente importancia hacia el factor agrícola y
los descubrimientos de Louis Pasteur, en el siglo XIX, sobre cómo conservar el vino
para su comercialización. Por estas razones, en este contexto, los conocimientos
vitivinícolas se encontraban y solamente se podían enmarcar dentro de la ciencia de la
agronomía -no se podría hablar de enología como tal, sino de viticultura y vinicultura,
sin quitar importancia a su carácter científico-.
Martínez Váscones, al estar relacionado y en comunicación con la ciencia occidental,
envió a Francia a su hijo Ancarsis Martínez Holguín, a finales del siglo XIX, para que
realice sus estudios en agricultura y vinicultura y así se encargue del negocio de los
vinos Gatiglata. Claramente, se logra establecer una red científica transatlántica, en
torno a la producción agrícola, botánica, y la especializada vitivinícola.

Otro de sus hijos, Augusto Martínez Holguín, se formó propiamente en la disciplina de


la ciencia, fue geólogo, geógrafo, botánico, meteorólogo, y agrónomo. Estudió en la
Escuela Politécnica Nacional, donde fue alumno del naturalista alemán Teodoro Wolf.
Fue también uno de los primeros funcionarios del Observatorio Astronómico de Quito,
y fue también alumno de otro alemán, el astrónomo Juan Bautista Mantén. Augusto fue
quien guío a su padre en la conservación del Jardín botánico y la adaptación del cultivo
vitivinícola de su hacienda proveniente de cepas francesas.

A partir de la construcción de estas redes y actores sociales, en la historia de la ciencia


ecuatoriana de la segunda mitad del siglo XIX, se plantea la posible hipótesis de
investigación, que desarrolla la pregunta, de: si en efecto se manifestó una práctica
vitivinícola, de forma más especializada y científica, en el contexto ambateño de la
segunda mitad del siglo XIX, partiendo de los conocimientos botánicos, agrícolas y de
la vinicultura, provenientes de la familia Martínez, y sus vínculos con los científicos e
instituciones científicas locales y transatlánticas.

Se presume que estas conexiones, y la presencia del jardín botánico, propiciaron el


desarrollo de una “ciencia del vino”, en la época estudiada, que se diferenciaba de
procesos de producción vinícola, que antecedieron al caso de estudio, que fueron de
carácter más artesanal, que no podrían denominarse como científicos. Es necesaria la
comparación con otras épocas y contextos, como otros procesos de producción de vino,
en otros países de la región, como Perú, Chile o Argentina, y vincularlo con procesos
globales para entender cómo se efectuó el caso ecuatoriano local.

El caso de Wolf demuestra que América Latina no es un receptor pasivo de


conocimiento
científico. Más bien, desde esta región del mundo, varios científicos participan
activamente en la construcción de una ciencia moderna más abierta que trasciende la
tradicional dicotomía entre centros y periferias que enuncia la
difusión de conocimientos científicos desde un centro hacia la periferia. De hecho,
la antinomia centro/periferia ha sido criticada en gran medida como un punto de partida
productivo en la historia de la ciencia (Chambers, 1993; Lipphardt y Ludwig,
2011; Raj, 2013). Varios autores han demostrado que el conocimiento científico y sus
prácticas son locales y que se producen a través de un complejo proceso de negociación,

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