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7 de abril del 2022 Francisco Eduardo Urrutia Jiménez

Guía de preguntas 5
Lectura: Radcliffe, Sarah y Sally Westwood. 1999. Rehaciendo la nación: lugar, identidad y
política en América Latina, pp. 87-128; 167-204. Quito: Abya-Yala.

El Estado ecuatoriano genera su identidad y nacionalismo a partir de elementos como la


historia, el territorio y la población, los que se traducen en discursos y prácticas
oficiales. La narración e invención histórica va más allá de los límites de la academia,
para desplegarse en una variedad de esferas: la educación, la arquitectura, herencia
cultural, etc. El ámbito educativo es necesario para la implantación de los valores y
versiones oficiales y luchas heroicas del pasado histórico y cívico, convirtiendo estos
elementos en componentes del imaginario colectivo.

Las narrativas históricas se extienden hasta épocas prehispánicas, pero no demasiado


como para unificar los territorios de los países vecinos como el Perú, que más bien, la
historia oficial pública percibe como una amenaza diacrónica a la soberanía del
territorio nacional. Las fechas y acontecimientos ganan gran importancia en las
conmemoraciones nacionalistas para recuperar o recordar los eventos “olvidados”. Los
autores sugieren que el papel de la arquitectura como medio para construir identidad
nacional se manifiesta en su carácter monumental. Gracias a estas edificaciones los
imaginarios pueden ser trazados y materializados en el territorio, tal como lo hacen los
mapas. Son marcadores materiales de continuidad dentro del espacio nacional
(patrimonio). El INPC (Instituto Nacional de Patrimonio Cultural), es el organismo del
estado encargado de la conservación del patrimonio histórico y cultural material.

Este análisis refiere a una nueva significación del territorio como discurso oficial de lo
nacional. Se trata de la vinculación de los imaginarios con el espacio y los cimientos
territoriales. Esto se relaciona con la creación de mapas -políticos, simbólicos,
económicos, etc.- creados por instituciones dedicadas a la geografía y cartografía. La
idea de territorio forma parte de ámbitos como: el militar, el constitucional, la literatura
y las representaciones literarias de la cotidianidad, lo que se denomina “imaginación
geográfica” (Radcliffe y Westwood 1999, 95). Esto nos remite a la historia de los
límites territoriales y fronteras internacionales, un componente clave en los imaginarios
geopolíticos y estratégico militares. Las relaciones diplomáticas con poderes externos,
ha sido traducida en términos ideológicos en el desarrollo de la identidad
Planteamiento de preguntas

- La primera pregunta puede servir para relacionar el texto presente con el


desarrollado por Nicolás Cuvi sobre el papel de los mapas en los imaginarios
públicos y privados. Y sería la siguiente: ¿Cuál es el papel de los mapas en la
creación de los imaginarios de identidad vinculados a una idea de espacio nacional,
y cómo estos anhelos subjetivos estatales, son reflejo de la realidad concreta, o
niegan, a su vez, otras formas de identidad territorial de otras comunidades
invisibilizados, como las indígenas, o aquellas desarrolladas en las fronteras y
periferias, que no se identifican totalmente con uno u otro país?

- Otra pregunta surge en torno a la función de la disciplina histórica en las narrativas


públicas y nacionalistas, que se siguen manteniendo y conmemorando hasta en la
actualidad. La pregunta es la siguiente: ¿La historia como oficio, fuera de los límites
de la academia, cumple la función social de legitimar, conmemorar, recuperar, los
mitos, temáticas y narrativas del pasado, como un marco estructural obligatorio de
categorías funcionales a la reproducción de los imaginarios nacionales? ¿Cómo
puede el oficio del historiador superar estos marcos e imaginarios que son
constantemente revividos en la memoria colectiva, o simplemente la disciplina debe
acompañar esos cimientos ideológicos de la nación?

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