Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
24
Comitato scientifico:
Maria Elena Ruggerini
Giuseppe Marci
Veronka Szőke
Tristano Gargiulo
María Dolores García Sánchez
ISBN: 978-88-8220-263-7
Copyright © 2019 by PROMETHEUS
Via S. Veniero, 2 – 20148 Milano (Italy)
www.prometheuseditrice.it
A cura di
This paper aims at an analysis of the concept of island from various perspectives
(mythological, narratological, geographical, and ethnographic) in relation to spatial
ordering and to the position of the subject in space. It concerns ancient and modern
literary texts and contemporary installation art.
Que una isla es un espacio no solo geográfico, sino también un concepto sim-
bólico y cultural, filosófico y antropológico, estético y literario, es algo que
no necesita ser defendido. En español y en italiano, y por supuesto en muchas
otras lenguas, la palabra aislado y la palabra isolato pueden ser aplicadas
igual a una persona que a una comunidad o un país. Y el que el término ais-
lamiento pueda ser asignado a un individuo aislado o a un lugar aislado que
no sean, por fuerza, un enclave marino-isla, es decir, un territorio físico posi-
tivamente emergente del mar, es un reconocimiento de la significación no
literal, ambigua, desbordante, polisémica, que pueden tener la isla, lo aislado,
lo insular.
En el capítulo de arranque de este ensayo me he propuesto someter a con-
traste la transcripción de un cuento oral que fue registrado por mí en 1990 en
Para Chet Van Duzer e Ilya Dines. Mi agradecimiento a Daniela Zizi, Morena Deriu,
1
Miguel López Coira y Maura Tarquini, gentiles anfitriones en Cagliari. También a José Luis
Garrosa, Óscar Abenójar y Cruz Carrascosa, por su atenta revisión de estas páginas.
una gran narradora de relatos orales que había nacido y que vivía en el peque-
ño pueblo de Orellana la Vieja, en la provincia de Badajoz.
Su narración contaba, muy en sustancia, cómo un joven, que a poco de
salir de su casa se había topado por casualidad con el cadáver de un descono-
cido y había tenido el gesto piadoso de darle sepultura, acaba embarcando en
una nave y naufragando, afrontando peligros y escapando de una isla hostil
gracias a la ayuda de un enigmático auxiliar mágico que, al final del cuento,
se revela como el espíritu agradecido del muerto al que, en el inicio, había
dado sepultura.
Cabe advertir acerca de la deslumbrante versión extremeña que vamos a
conocer que, por un lado, el dibujo psicológico que hace de su héroe es más
profundo y complejo de lo que suele admitir la convención del cuento tradi-
cional; y que, por el otro lado, la taracea de tópicos y motivos narrativos que
se entrelazan en ella es de riqueza y coherencia excepcionales.
A medida que el relato avance, nos parecerá que emanan de él los ecos:
− del mito de un don Juan seductor de monjas que aquí se muestra relativa-
mente humanizado y moralizado, dispuesto a casarse en vez de a aban-
donar a la monja raptada, a la que además dedicará un amor fiel hasta el
final;
− del viejo romance español de El galán y la calavera, cuyo protagonista
es un joven que se burla – justo al revés de lo que hace nuestro héroe – de
unos despojos humanos que encuentra por el camino;
− del complejo ciclo narrativo de La boda estorbada, que informa relatos
que van desde el del regreso de Odiseo a Ítaca, para impedir el acoso de los
funestos pretendientes a Penélope, hasta el muy difundido romance de La
condesita;
− del náufrago legendario Juan Paulín o Juan de la Playa, que fue recordado,
entre otros, por Cervantes;
− del náufrago Jean de Calais o Juan de Calaís, uno de los héroes más repre-
sentativos de la literatura popular (especialmente de la literatura de cordel)
de Francia y de otras tradiciones reflejas de Europa;
− de El desanidador de pájaros, el héroe de tantas mitologías amerindias y
de otras tradiciones que se ve obligado a quedarse en lo alto de un árbol o
de una roca hasta que un auxiliar mágico lo saca de allí.
En alguna ocasión futura espero contar con espacio para poder entrar en
un análisis mucho más en detalle de todos estos motivos y de otros que están
insertos en el cuento que tuve el privilegio de registrar en 1990. Baste, por
ahora, añadir que se trata de una variante de los cuentos del ciclo de El muer-
to agradecido, que han sido inventariados en el gran catálogo del cuento
internacional de Aarne-Thompson-Uther con los números y etiquetas de The
grateful dead (‘El muerto agradecido’, ATU 505), Prophecy escaped (‘La
profecía burlada’, ATU 506*) y The monster’s bride (‘La novia del monstruo’,
ATU 507).
Nuestro cuento en concreto es variante de ATU 505, The grateful dead2:
Esto era un señor que era un boticario en un pueblo, que ya estaba… tenía una
edad ya avanzada. Y tenía un hijo. El hijo era también boticario, y también
estaba ya avanzado. Y se murió el padre. Y al morir el padre, entonces le dice
la madre al hijo, le dijo:
– Te tienes que casar porque yo no voy a vivirte toda tu vida, y tendrás que
hacer tu vida y…
– ¡Pues tendré que casarme!
– Pos mira: vas a ir allí a un convento – dice. – Vas a sacar a una monjita –
dice, – que son las mejores, hijo, para casarte.
– ¡Pos sí, madre, no te preocupes!
Pues al otro día fue al convento. Y en el camino él iba muy embozado en un
tapabocas, un sombrero. Iba muy embozado, porque era un día de invierno
de esos, un día de invierno crudo. Y, yendo por el camino, se tropezó con una
cosa. Y al tropezar dice:
Contamos en España con dos trabajos importantes sobre estos cuentos: el libro de
2
Mahiques Climent (2016); y la casi enciclopédica reseña de ese libro firmada por Beltrán Lla-
vador (2017). Ambos trabajos remiten a una amplia bibliografía internacional sobre el tema.
allí ná. Se sentó en el tronco del árbol y estuvo toa la noche sentao en el tronco
del árbol.
Y al llegar el día se iba el bicho. Se iba. Y asín sucesivamente un día tras otro,
hasta que hizo un año. Y el día que hizo un año, el bicho seguía allí sentao.
Y dice:
– Bueno, hoy hace un año. Ya me va a matar de todas las maneras. Yo me voy
a bajar – dice. – Yo quiero morir ya, porque ya, ¿pa qué voy a vivir más?
El bicho le traía, salía y traía caza, conejos, perdices, y todo. Y él se bajaba
entre día y le traía leña al hombro. Y él se bajaba de día y con el mechero
encendía y lo asaba y se lo comía. Y así vivía. Le traía peces del mar y le traía
muchas cosas. Y ya pues aquel día hizo un año y el bicho no se iba de allí.
Y dice:
– ¡Baja usté, don Juan!
Y dice:
– ¡Sí, ya lo sé que me vas a comer!
Dice:
– ¡No, no le voy a comer!
Dice:
– Hoy hace un año que le tiraron al mar.
Dice:
– ¡Sí, hoy hace un año!
Dice:
– Pues, baje usted, porque su señora se va a casar – dice, – y si usté quiere ir a
su casa – dice, – yo le llevo.
Dice:
– ¡Uy, qué daría yo por ir a mi casa!
Dice:
– Me tiene usté que prometer que me va a dar usté la mitad de lo que más quie-
ra usté.
Y cuando él se vino, la mujer estaba embarazada y no lo sabía él. Pos, hija,
dice:
– ¡Bájese usté!
Se bajó y se dio un vuelco y se quedó desnudo del tó. Y dice:
– ¡Súbase usté encima de mí!
Se dio otro vuelco y se tiró al agua. Y cuando llegaron, estaban a la otra orilla
ya, pegando a su casa. Llegó y entró por el corral y nadie le vio.
Y salió la doncella y le ve:
– ¡Oy! ¡Don Juan, don Juan!
Dice:
– ¡Psssss! ¡Silencio! ¡Dígale a la señora que salga! ¡Y que me traiga una capa
porque estoy desnudo!
Pos salió la señora, le llevó una capa, y estuvo explicándola y lo que le había
pasao, y dice:
– Bueno, pues esto, esto lo arreglo yo. Ahora digo yo aquí con un brindis –
dice, – porque me voy a casar mañana con el que te tiró al mar. – Dice: – ¡Pues
lo arreglo yo en seguida!
Y llega ella y dice:
– Bueno – dice, – yo antiguamente tenía un almario con dos llaves. Una era
de oro y otra de plata. Yo usaba siempre la de oro – dice. – Se me perdió la de
oro – dice, – y luego empecé a usar la de plata – dice. – Pero ahora me aparece
la de oro. ¿Cuál les parece a ustedes que use?
Y todos dijeron:
– ¡Ay, pues la de oro, la de oro!
Dice:
– ¡Pues eso me pasa a mí! – dice. – ¡Me ha aparecido don Juan, y este hombre
está de más!
De manera que el otro hombre trató de irse y se fue corriendo de juía.
Cuando en esto entró el bicho. Entró el bicho. Y dice:
– ¡Bueno, don Juan! ¡Yo vengo a por lo prometido!
Dice:
– ¡Muy bien!
Toda la gente se levantó:
– ¡Oy! ¡Qué bicho, qué bicho!
Dice:
– ¡Psssss! No hay que apurarse, porque este hombre viene porque tiene unos
pactos conmigo.
Dice:
– Vamos a ver, yo vengo a por la mitad de lo que más quiere usté en el mundo.
Dice:
– Hombre, pues lo que yo más quiero en el mundo es una yegua que me la
regaló mi padre.
Dice:
– ¡No, señor! ¡Eso no es lo que usté más quiere en el mundo!
– ¡Ay, pues lo que yo más quiero en el mundo son unos gargos para cazar!
Dice:
– ¡No, no, señor! ¡Eso tampoco!
Dice:
– Pos mi señora.
Dice:
– ¡No, no, señor!
Dice:
– Pues entonces mi hijo.
Que tenía un hijo que no lo sabía. Dice:
– Eso es lo que usté más quiere en el mundo! ¡La mitad de su hijo – dice, –
¡pues yo quiero la otra mitad!
De manera que entonces cogieron al niño y le fueron a partir al medio con
un hacha: él en la mano y la pierna del niño cogido y el niño boca abajo. Y
entonces le fue a dar el gorpe, y entonces le coge el bicho la mano y le dice:
– ¡Basta, don Juan! ¡Ya le pagué la deuda que le debía! ¡Yo soy los restos que
enterró usté aquel día!
Colorín colorao, este cuento se acabó3.
3
La narradora Manuela Sanz, nacida en 1927 en Orellana la Vieja (Badajoz), fue entre-
vistada por mí, en su pueblo, el 29 de julio de 1990.
go recorrido que ha dado título a una novela (2005) y a una película (2008)
del francés Michel Houellebecq –, una instalación titulada Non-slave tender-
ness, creada por la artista Lucía C. Pino. La comisaria del ciclo fue Alexandra
Laudo4.
Los visitantes que ingresaban en la isla casi cerrada de la sala tenían la
posibilidad de pasear por ella y de acercarse, alejarse, reflexionar acerca
del lugar al que habían arribado y acerca de los montones de supuestos resi-
duos-islas que, cual si fuesen restos de un naufragio incomprensible, se halla-
ban diseminados por el suelo del recinto. La artista invitaba a desarrollar sen-
timientos de afecto y solidaridad con el espacio y con los restos del naufragio,
en previsión de que llegue el tiempo en que el ser humano tenga que convivir
con cosas y con signos de esa especie, y se vea obligado a buscar fórmulas de
relación alternativas para con ellos.
En el texto de presentación de la instalación, la comisaria Laudo describía
de este modo la obra de Lucía C. Pino:
4
El ciclo estuvo formado por tres exposiciones: además de Non-slave tenderness de
Lucía C. Pino, pudieron ser visitadas Especies náufragas (noviembre de 2017 – enero de 2018),
de Irene de Andrés, que, según la documentación de la exposición, “desarrolla un conjunto de
obra artística que comprende vídeos, fotografías, documentos, textos, elementos escultóricos
y objetos encontrados, a través de los cuales explora desde diferentes vertientes la historia del
galeón San José”; y Soy vertical (junio de 2018 – noviembre de 2018), de Gideonsson, Londré,
quienes “exploran el concepto de verticalidad y hablan de las sensaciones de aislamiento que
los humanos experimentan en altitudes muy elevadas, las que en montañismo se denominan
zonas límite o zonas de muerte, donde el porcentaje de oxígeno en la sangre disminuye drásti-
camente”. La propuesta de esta última exposición acerca de la especialidad vertical viene a
confluir en alguna medida con el episodio de la versión de Orellana la Vieja del cuento de El
muerto agradecido que acabamos de conocer en que el héroe pasa un año entero sobre la copa
de un árbol, por miedo a ser muerto si desciende de él. Sobre la tipología de los héroes que
pasan partes de su vida encaramados sobre lugares elevados, véase Pedrosa 2008.
5
Laudo 2017-2018: 1.
6
Laudo 2017-2018: 1-2.
7
Sobre estos versos, véase Arce 1962. Él mismo es, por cierto, autor de un libro clásico:
Arce 1960.
8
Van Duzer 2004; Van Duzer 2009; Moret 2011-2012.
9
Véase Sforza 2013.
La nómina profusa de las personas móviles como islas, de las islas móviles
como personas y de las personas-islas simbióticas porque, abrazadas la una
a la otra, siguen sobre el mar derivas idénticas, no debería mermar nuestra
capacidad de seguir identificando combinaciones todavía menos convencio-
nales que estas.
No debería ser olvidada, por ejemplo, la de la persona que aspira a regresar
a la isla en la que nunca estuvo, o en la que estuvo mucho tiempo atrás, para
curar el sentimiento paradójico de sentirse náufrago en cualquier espacio que
no fuera el de esa isla. Una novela reciente de la escritora cubana-estadouni-
dense Ruth Behar, An island called home: returning to Jewish Cuba (2010)
ilustraría a la perfección esa casuística de la isla de la nostalgia. Aunque, para
situarnos en los prolegómenos del tópico podríamos remontarnos hasta, una
vez más, el Odiseo homérico, obsesionado durante tantos años por el regreso
a su isla, la cual era un espacio-isla (Ítaca) al tiempo que una persona-isla
(Penélope).
Si las ambigüedades y paradojas isleñas pudiesen quedar acotadas en estos
juegos e intersecciones de planos espaciales, la hermenéutica de la isla se
mantendría acaso, también, dentro de nuestras modestas capacidades de aná-
lisis y de interpretación.
Pero los usos concretos y los usos figurados de la isla pueden ir mucho
más allá, y quedar implicados en tramas, sentidos, géneros discursivos más
complejos y variopintos que todo lo que hemos podido sintetizar hasta ahora.
Lo cual no puede tener otra consecuencia que llevarnos ante desafíos y apuros
interpretativos mayores.
Porque la isla, incluso la isla nítidamente emergente del mar, sin entrar en
alegorías ni abstracciones, puede ser el territorio:
− del apocalipsis10;
− de la purificación y el renacimiento (la isla de Robinson Crusoe).
− el mar
− el desierto
− el bosque
− la montaña
− el aire
− el fuego
− el camino
− la encrucijada
− el laberinto
− el puente
− la escalera
− el pozo
− la cueva
− la cripta, etc.
10
Van Duzer-Dines 2015.
cómo el azar del ir y venir entre islas le llevó a perder su condición de rico
mercader y a precipitarse en la desgracia:
Mi mayor afición han sido siempre los viajes marinos, lo que no es de extrañar,
ya que mi ciudad está sita en el litoral, no lejos de numerosas e importantes
islas y territorios costeros. Contaba yo en la mar con cincuenta embarcaciones
para el comercio, y otras tantas, más pequeñas, para el recreo; así como con
ciento cincuenta más, dispuestas para el combate y la yihad. Deseoso, pues,
de recorrer aquellas islas, apresté diez embarcaciones, con víveres para un
mes entero, y emprendí viaje. La noche que siguió a la vigésima jornada
comenzaron a soplar sobre nosotros vientos contrarios, la mar se alteró de tal
manera y las olas entrechocaron con tal ímpetu que desesperamos de seguir
con vida. Sobre nosotros se abatió una impenetrable oscuridad, y me dije: “el
temerario no merece alabanza ni aunque se salve”, y le rezamos y suplicamos
al altísimo. Pero los vientos siguieron soplando y las olas chocando entre sí
hasta que apuntó el alba, cuando se calmó la tempestad. Pudimos así arribar
a una de las islas. Bajamos a tierra, guisamos algo y comimos. Permaneci-
mos allí dos días, transcurridos los cuales reiniciamos la travesía y estuvimos
navegando por espacio de otros veinte. Sobre nosotros volvieron a soplar vien-
tos contrarios11
11
Peña Martín 2016, 1: 123.
12
Ibidem.
13
Véase Vega 1987; Pedrosa 2010.
Todas las islas de paso que acabamos de inventariar – las de Odiseo, Eneas,
Simbad, Gulliver, Zifar, Amadís, el mendigo tercero de la Noche 14, san Ama-
ro – eran islas, por un lado, fabulosas o fabuladas, y por el otro, obedientes
al convencional modelo del enclave marino-isla, es decir, del territorio físico
que emerge del mar.
Más interesante que seguir engordando su elenco, lo cual no sería tarea
difícil, pero sí requeriría de tiempos y de espacios mucho más amplios que los
que nos están ahora permitidos, y mejor también que analizar el influjo – que
ha sido ya muy estudiado – que tales ficciones ejercieron sobre hechos histó-
ricos como la conquista y la mitologización – iniciada en las Canarias y luego
en el Caribe en el siglo XV– de las islas de América, del Índico y del Pacífico,
que rodeó de auras fabulosas a una gran cantidad de islas, creo que podría ser
dejar esbozado un esquema sintético de parangones más o menos metafóricos,
es decir, de espacios que sin ser enclaves marinos-islas en términos estrictos,
no dejan de funcionar a modo de islas de paso en un sinnúmero de narracio-
nes ficticias de muchas épocas y lugares.
Avanzaremos ahora – las glosas, detalles y ejemplos de cada categoría
podrían ser muy profusos, y quedarán por eso para entregas futuras – las tipo-
logías de:
− los castillos – muchos rodeados de fosos con agua, lo que realza su sim-
bolismo insular – o las torres por las que iban pasando los caballeros
errantes, quienes se enfrentaban, en ellos, a misterios y asechanzas de
todo tipo, en un sinnúmero de ficciones medievales y renacentistas;
− las ventas llenas de peligros e injurias que don Quijote veía aparecer sobre
la planicie de La Mancha y que creía que eran castillos encantados, a
semejanza, creía él, de los de las ficciones caballerescas;
− las ventas y hospedajes de camino, que muchas veces eran escenarios pro-
clives al robo y el asesinato; recordemos L’auberge de Peyrebeille, una
célebre venta francesa que en 1831 fue desenmascarada como lugar en
el que se asesinaba e incluso se devoraba a los viajeros; de ahí surgieron
películas célebres, como The red inn (1951) de Claude Autant-Lara, y L’au-
berge rouge (2007) de Gérard Krawczyk;
− los caserones lóbregos y casas encantadas, muchas veces perdidos en
bosques, montes o descampados nocturnos azotados por la lluvia, a los
que llegan transeúntes de paso – a menudo parejas incautas – para pedir
Entre las islas azarosas por las que tenía por costumbre pasar Odiseo y los
planetas amenazadores por los que tienden a pasar los astronautas de la cien-
cia-ficción, con las variables intermedias del castillo, la venta, el caserón sinies-
tro o el motel de carretera plagado de asesinos – apréciese que ninguna es isla
geográfica, emergente del mar; todas son islas figuradas o alegóricas –, hay
distancias abismales de cronología, tradición, género narrativo, escenografía.
Tanto más asombra, por eso, la casi perfecta sincronía que se aprecia en el
mecanismo que liga y asemeja a todas esas islas tan distintas y a todos esos
náufragos tan dispersos dentro de sus marcos ficcionales respectivos. Prueba
de que, como tantas veces se ha afirmado, todos los relatos del mundo son en
realidad hijos de unas pocas – muy pocas – matrices narrativas.
No contamos con espacio aquí para profundizar en los porqués ni en los
cómos de todas estas insólitas semejanzas, herencias y parentescos, ni en
las identificaciones y genealogías presuntas de tales matrices discursivas. El
poco espacio que tenemos es mejor utilizarlo para reivindicar y justificar, una
vez más, el valor de trasfondo determinante, en esto y en todo lo demás que
atañe a casi cualquier tipo de estructura narrativa, del cuento tradicional.
Si en los inicios de este ensayo analizamos una versión del cuento de El
muerto agradecido que tuve el privilegio de registrar en el año 1990 a la seño-
ra Manuela Sanz del pequeño pueblo de Orellana la Vieja (Badajoz), ahora
que nos encaminamos hacia el final, nos asomaremos a otro de los cuentos
que la misma narradora me confió: en concreto, a una versión fascinante del
relato que en España suele ser conocido como La hija del diablo, y que tiene
el número ATU 313 en el catálogo internacional de Aarne-Thompson-Uther,
en el cual aparece identificado como The girl as helper in the hero’s flight, ‘La
muchacha como ayudante en la huida del héroe’.
– ¿Qué te pasa?
Le decían los padres.
Bueno, pues ya cogió y dice:
– Me voy – dice, – a ver tierras.
Pues llega, andar, andar, andar, llega a un castillo.
Dice, y sale el Aire. Dice:
– ¡A carne humana me huele! ¡Si no me la das, te mato!
A la [la mujer] que estaba en el castillo. Dice [la mujer]:
– Un chico que viene preguntando por el castillo de los Siete Rayos del Sol.
[Y le dijeron que continuara hasta el siguiente castillo].
Llegó al castillo, y salió la vieja. Dice [el muchacho]:
– ¿Qué guarda usté?
Dice [ella]:
–Yo guardo pájaros.
Dice [el muchacho]:
– Voy en busca del castillo de los Siete Rayos del Sol.
Dice [ella]:
– Pues siga usté el camino alante.
Andar, andar, andar, llega a otro castillo. Y sale el Aire.
Dice:
– ¡A carne humana me huele! ¡Si no me la das, te mato!
Dice [ella]:
– Mire usté, un chico que viene en busca del castillo de los Siete Rayos del Sol.
Dice [el Aire]:
– Pues ahí, más adelante, está el castillo hecho.
Ya llegó a otro, y dice [el muchacho]:
– ¿Qué guarda usté, señora, qué guarda usté?
Y dice [ella]:
– Aves.
Dice:
– ¿Y no me podría enseñar al castillo de los Siete Rayos del Sol?
Dice:
– Pues ahí viene una cigüeña que seguro que viene de allí. Esa – dice – le puede
enseñar.
De modo que cogió la cigüeña el mozo…
y la cigüeña condujo al joven, después del tránsito por los tres inquietantes
castillos-islas, hasta el país del demonio, en el que esperaban, por supuesto,
nuevas aventuras.
La prueba iniciática del pasar por una sucesión de espacios-islas casi
siempre peligrosos, como desde Odiseo estamos acostumbrados a escuchar
y a leer, es, en realidad, motivo migratorio capaz de inmiscuirse en una gran
variedad de tipos cuentísticos orales. Lo podemos comprobar a partir de una
versión sensacional del cuento ATU 425A (The animal as bridegroom, ‘El
animal como novio’), que informaba, por ejemplo, el viejo cuento latino de
Psique y Cupido, y que se ha perpetuado en la cadena del cuento tradicio-
nal pluricultural, fue anotada por Aurelio Macedonio Espinosa (padre) en la
década de 1920 en Sevilla. Su trama nos permite hacer el seguimiento de un
itinerario parecido, acompañando esta vez a una joven heroína que recibe el
encargo de dirigirse a un ignoto Castillo de Oropé.
Para ello, ha de someterse a la ordalía del tránsito por varios espacios-is-
las: en los dos primeros (un convento de monjas y un convento de frailes) no la
espera ningún peligro; pero en los tres últimos (la casa de la luna, la casa del
sol y la casa del aire) sí, puesto que la luna, el sol y el aire aparecen caracteri-
zadas como deidades caníbales14.
– Pues ahora ya estoy desencantao, pero tú tendrás ahora que irte de peregri-
na. Toma este vestido de peregrina y estos zapatos de hierro. Y porque me has
desencantao antes de tiempo no puedes volver a mí hasta que estos zapatos no
se acaben, y tienes que ir a buscar el Castillo de Oropé.
Y le dio ella un abrazo a su marido y se fue. Y primero llegó a una casa que era
14
Las llegadas sucesivas a las casas de las divinidades caníbales y las amenazas que en
ellas reciben los viajeros tienen entradas en Thompson 1955-1958, núm. G530 (Ogre’s relative
aids hero, ‘Un pariente del ogro ayuda al héroe’) y núm. G84 (Fee-fi-fo-fum. Cannibal return-
ing home smells human flesh and makes exclamation, ‘El caníbal que regresa a casa huele la
carne humana y suelta una exclamación’).
En un ensayo que publiqué hace unos años hice algunas reflexiones acerca de
tres modalidades de clasificación física y simbólica del territorio, superos /
medio / inferos, que han articulado, con grados, acentos y variantes de lo más
diverso, la percepción del espacio en un sinnúmero de tradiciones culturales,
literarias, religiosas. Tienen, para nosotros, que hemos atendido hasta ahora a
espacios alineados casi siempre en horizontal, la novedad de la disposición en
vertical. Señalé entonces que
15
Espinosa 2009, 1: 398-399.
16
Pedrosa 2010: 155.
especie de isla al Hades o reino de los muertos, que estaba nueve veces rodea-
do por los ríos infernales – el Estigia, el Flegetonte, el Lete, el Aqueronte y
el Cocito –; y dejaba además lugar a las Islas Afortunadas o de la Bendición,
que había quien identificaba con el Jardín de las Hespérides y quien situaba
en mitad del Atlántico.
Entre los muchos y pluriculturales avatares de islas de los muertos enclava-
das en el inframundo, algunas que han sido estudiadas en ensayos magistrales
de François Delpech me parece que se hallan impregnadas de un patetismo
más que singular17. Se trata de sepulturas subacuáticas en las que habrían
sido depositados, según tradiciones atávicas, héroes pre- y extra-cristianos, y
también extravagantes santos cristianos. El recinto sepulcral construido, tras
la ejecución de una compleja obra de ingeniería, para preservar el cuerpo y el
descanso eterno de un héroe o de un santo entre y bajo las aguas – en un plano
horizontal y vertical al mismo tiempo – es una manifestación de una radicali-
dad perturbadora y fascinante, en fin, del cronotopo de la isla.
Sobre las islas últimas, o más bien sobre las ideas últimas acerca de islas que
van a asomar en este ensayo, voy a ser también escueto, puesto que he hecho
ya alguna reflexión anterior al respecto.
La novedad que aportará esta parte conclusiva de mi análisis es que la
identificación, ordenación, disposición del paradigma isleño que voy a propo-
ner fue resultado de una pesquisa de índole más geográfica-etnográfica que
mitológico-narratológica. Esta última es la que ha prevalecido en las reflexio-
nes que he expuesto en este ensayo hasta ahora.
Me explico: en el año 2016 fue presentada en la Universidad de Alcalá una
excelente tesis doctoral de Fernanda María Martínez Reyes, con la edición y
el estudio de un corpus de 461 relatos orales, la gran mayoría de ellos clasifi-
cables como leyendas y como casos supuestos de contactos con seres sobre-
naturales, registrados por la autora, en trabajo de campo personal, en lugares
diversos de la geografía de Honduras.
Durante el proceso de elaboración de la tesis, la autora y yo reflexionamos
intensamente acerca del modo en que pudiera ser más conveniente clasificar
17
Véase Delpech 2010; Delpech 2011; Delpech 2012.
Ante esa situación, junto a mi profesor asesor, José Manuel Pedrosa, he podi-
do desarrollar un criterio novedoso de clasificación que no ha sido propuesto
en otros trabajos críticos, y que se ha revelado dúctil, práctico, eficaz.
Sobre todo, porque permite articular un paradigma capaz de acoger, y con
un criterio (el de la posición en el espacio) muy claro, a todas las leyendas
que he registrado. El método de clasificación de leyendas que he aplicado es
tripartito, divide el espacio en el mundo de aquí o de los hombres, el mundo
intermedio o de la frontera, y el mundo de allá o del infierno. Se relaciona, en
cierto modo con los mundos de lo civilizado (el de aquí) y de lo salvaje (el de
allá), cuyo inestable punto de encuentro se halla en el espacio de la frontera.
Los espacios de ‘aquí’ o de los hombres son los de uno mismo y los de la
comunidad. El más íntimo es el de la cama donde nos visitan las pesadillas;
pero en círculos concéntricos están también la casa y las dependencias de la
casa; la calle; el barrio; el pueblo; la ciudad.
Los espacios intermedios o de la frontera son los que se hallan fuera del recin-
to de lo comunitario, aunque suelen tener marcas, todavía, de acción civiliza-
toria: los caminos, las carreteras, los puentes. Y también las casas, las hacien-
das, las fincas y los ingenios que se encuentran en el campo.
Los espacios de allá o del infierno son los que se hallan al margen de lo civili-
zado, en espacios agrestes o salvajes que están llenos de peligros y amenazas:
cerros, bosques, ríos, lagos, mares en los que el ser humano no ha dejado aún
su huella o que siguen al margen todavía de su control.
Hay que admitir que los personajes fantásticos que hemos intentado someter
a estas clasificaciones no mantienen siempre posiciones estables. Hay mujeres
fabulosas, por ejemplo, que se aparecen a veces en los patios de las casas,
otras veces en los caminos y otras en los ríos.
Pero también es verdad que cada leyenda, tomada en singular, sí se ajusta bien
a esta clasificación, que creemos que podrá ser desarrollada y perfeccionada
en trabajos posteriores, y seguramente con el concurso de otros especialistas18.
18
Martínez Reyes 2016: 101-102.
19
Véase Sloterdijk 2002; Sloterdijk 2004; Sloterdijk 2006.
Joan: Els morts agraïts, Manacor, Món de Llibres, 2016’, Estudis de Literatura
Oral Popular 6, pp. 150-154.
Delpech 2010: Delpech, François, ‘Saint Nectan: hagiographie, folklore et mytholo-
gie comparée’, en Hily, Gaël et al. (éd.), Deuogdonion. Mélanges offerts en l’hon-
neur du Professeur Claude Sterckx, Rennes, CRBC, pp. 133-155.
Delpech 2011: Delpech, François, ‘Trésors et sépultures subaquatiques: variations
sur une légende perdue’, en Meurant, Alain (éd.), Routes et parcours mythiques:
des textes à l’archéologie, Brussels, Safran, pp. 37-78.
Delpech 2012: Delpech, François, ‘La sépulture subfluviale de Daniel et le mystère
indo-européen du feu dans l’eau’, en Vigneron, Fleur – Watanabé, Koji (éd.), Voix
des mythes, science des civilisations. Hommage à Philippe Walter, Berna, Peter
Lang, pp. 3-16.
Espinosa 2009: Espinosa, Aurelio M., ‘El castillo de Oropé’, en Díaz Viana, Luis –
Asensio Llamas, Susana (eds.), Cuentos populares recogidos de la tradición de
España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 398-399.
Laudo 2017-2018: Laudo, Alexandra, ‘Presentación de Non-Slave Tenderness de
Lucía C. Pino’, Barcelona, Fundació Joan Miró.
Mahiques Climent 2016: Mahiques Climent, Joan, Els morts agraïts, Manacor, Món
de Llibres.
Martínez Reyes 2016: Martínez Reyes, María Fernanda, La narrativa oral en Hon-
duras: nuevas exploraciones en los inicios del siglo XXI, tesis doctoral, Universi-
dad de Alcalá de Henares, 2016.
Moret 2011-2012: Moret, Pierre, ‘Honorato de Lérins, Heracles y las islas errantes’,
Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Universidad Autónoma de Madrid
37-38, pp. 455-464.
Pabón Suárez 1993: Pabón Suárez de Urbina, José Manuel (trad.), Homero. La
Odisea, Madrid, Gredos.
Pedrosa 2008: Pedrosa, José Manuel, ‘Superos / Medio / Inferos: los héroes suspen-
didos entre el cielo y la tierra’, en Buttitta, Ignazio (a cura di), Miti Mediterranei:
Atti del Convegno Internazionale. Palermo-Terrasini, 4-6 ottobre 2007, Palermo,
Fondazione Ignazio Buttitta, pp. 155-174.
Pedrosa 2010: Pedrosa, José Manuel, ‘La búsqueda del paraíso: la Vida de San Amaro
medieval y el cuento nahua mexicano de El joven que llegó a las escaleras y puer-
tas del cielo’, E-Humanista 16, pp. 328-358.
Peña Martín 2016: Peña Martín, Salvador (trad.), Mil y una noches, 4 vols., Madrid,
Verbum.
Sanvisenti 1944: Sanvisenti, Bernardo, Le Soledades del Góngora. Studio, testo e ver-
sione, Milano-Messina, Casa Editrice Giuseppe Principato.
Sforza 2013: Sforza, Ilaria, ‘L’eroe affidato alle acque: valenze dell’arca dall’epica
al mito’, Gaia: Revue Interdisciplinaire sur la Grèce Archaïque 16, pp. 211-228.
Sloterdijk 2003: Sloterdijk, Peter, Esferas I: Burbujas. Microsferología, Madrid,
Siruela (trad. esp. Isidoro Reguera).
Sloterdijk 2004: Sloterdijk, Peter, Esferas II: Globos. Macrosferología, Madrid,
Siruela (trad. esp. Isidoro Reguera).
Sloterdijk 2006: Sloterdijk, Peter, Esferas III: Espumas. Esferología plural, Madrid,
Siruela (trad. esp. Isidoro Reguera).
Thompson 1955-1958: Thompson, Stith, Motif-Index of Folk Literature: A Classi-
fication of Narrative Elements in Folktales, Ballads, Myths, Fables, Mediaeval
Romances, Exempla, Fabliaux, Jest-Books and Local Legends, ed. rev. y aum.,
6 vols., Bloomington-Indianapolis-Copenhagen, Indiana University-Rosenkilde
& Bagger.
Van Duzer 2004: Van Duzer, Chet, Floating Islands: A Global Bibliography, with an
Edition and Translation of G. C. Munz’s “Exercitatio academica de insulis natan-
tibus” (1711), Los Altos Hills (California), Cantor Press.
Van Duzer 2009: Van Duzer, Chet, ‘Floating Islands Seen at Sea: Myth and Reality’,
Anuario do Centro de Estudos de História do Atlântico 1, pp. 110-120.
Van Duzer, Dines 2015: Van Duzer, Chet – Dines, Ilya, Apocalyptic Cartography:
Thematic Maps and the End of the World in a Fifteenth-Century Manuscript,
Boston, Brill, Hes & De Graaf.
Vega 1987: Vega, Carlos Alberto, Hagiografía y literatura: la Vida de San Amaro,
Madrid, El Crotalón.
Abraham Ortelius 126, 127n., 139 Albert of Riga (Alberto di Riga) 103n.,
Adam of Bremen (Adamo di Brema) 105
122-124 Alcibiade 219, 220 e n., 221 e n.
History of the Archbishops of Ham- Alfonso d’Aragona 352
burg and Bremen 122-124 Amari, Emerico 377, 380n.
Agesilao 210 Amari, Michele 377, 379 e n., 380
Aglianò, Sebastiano 303 Andreotti, Giuliana 239
Cos’è questa Sicilia 303 Andrés, Irene de 429n.
Agnello Hornby, Simonetta 266 Anedda, Antonella 238
La Mennulara 266 Anghelopoulos, Theo 192
La zia marchesa 267n. Angioy, Giovanni Maria 337
Agostino di Ippona 320, 366 Angius, Vittorio 334, 336, 337
De civitate Dei 366 The Anglo-Saxon Chronicle 128
Ágrip af Nóregskonungasögum 36 Antifonte 211
Akrìvos, Kostas 194 Ari Þorgilsson 36
Ultime notizie da Itaca 194 Ariosto, Ludovico 435
On the frame work bill 329n. Cavour, Camillo Benso, conte di 379-
381
Calcideo 219 e n. Celati, Gianni 246
Callistrato di Afidna 223n. Celaya, Gabriel 465
Calvino, Italo 187 Ceronetti, Guido 189, 250
Camilleri, Andrea 257-260, 263-265, Cervantes, Miguel de 423
266n., 268, 269, 278n., 281n., 282, Chraïbi, Driss 268 e n.
285n., 290-292, 295-298, 302, 305 Christie, Agatha 435
e n. Ten little niggers 435
Biografia del figlio cambiato 259, Cicerone, Marco Tullio/Cicero 86, 87,
285n. 366
I quattro Natali di Tridicino 291, Tusculanae disputationes/Tusculan
293, 294, 298 Disputations 86, 366 e n.
Il casellante 291 Cingolani, Stefano Maria 369
Il corso delle cose 263 Cleasby, Richard 53
Il gioco della mosca 283 Clemenceau, Georges Benjamin 401, 403
Il sonaglio 291 Collodi, Carlo 434
La bolla di componenda 264, 268 Columba, St. (Columba di Iona) 39
La forma dell’acqua 265 La condesita 423
La rivoluzione della luna 298 Consolo, Vincenzo 277 e n., 281, 303, 313
La stagione della caccia 264 L’olivo e l’olivastro 277 e n., 281
La strage dimenticata 257, 264, Constantakopoulou, Christy 86n., 91n.,
266n., 268 152n., 161, 210n., 211n., 214-216
Maruzza Musumeci 291, 294-298, Coronelli, Vincenzo 137, 141
302 Corrao, Giovanni 277n., 283
Un filo di fumo 260, 264, 267, 282 Corti, Maria 271 e n., 272
Venere 297 Cosgrove, Denis 239
Caprara, Giovanni 268n. Crichton, Michael 122
Capuana, Luigi 313n. Jurassic Park 122
Caputo, Francesca 271n. Croce, Benedetto 335
Carusi, Cristina 210n., 216 e n. Cruilles, Bernat de 356
Cassiodorus (Flavio Magno Aurelio Cunliffe, Barry 111
Cassiodoro) 82
In Psalmos 82 e n. D’Ondes Reggio, Vito 376, 380
Castiglia, Benedetto 387n. Dante Alighieri 188, 368
Castone, Carlo 263 Davico Bonino, Guido 261n.
Viaggi 263 Davis, Fred 452n.
Castro, Scipio di 303 de Jong, Irene 153n.-157, 165 e n.
Casula, Francesco Cesare 364n., 366- De Roberto, Federico 303, 313n.
368 De Rosa, Maurizio 198n.
Cavallo, Federica 241, 242 Defoe, Daniel 122
I nomi dei personaggi sono riportati nella forma in cui compaiono nel testo
(nell’ordine: nome e cognome), con l’eventuale corrispettivo d’uso italia-
no fornito in parentesi [es.: Óðinn (Odino)]; se lo stesso nome figura in due
varianti, entrambe sono messe a lemma, separate da una barra (/) e con la for-
ma italiana, se presente, al primo posto [es.: Cariddi/Caribdis]; il rimando tra
le voci non compare nei casi in cui esse risultano molto simili tra loro o conti-
gue nell’ordine alfabetico [es.: Pedro, San/Peter, St. (San Pietro)].
Ogni nome è accompagnato da una specificazione (con funzione disam-
biguante nei casi di omonimia): ai nomi biblici e mitologici citati nel testo
senza riferimento a opere specifiche segue l’indicazione del ruolo [es.: Abra-
mo/Abraham, patriarca]; ai nomi dei personaggi di opere anonime (eventual-
mente integrati dal patronimico o dal soprannome con cui sono conosciuti)
segue (in parentesi) il titolo dell’opera in cui compaiono [es.: Hereward (the
Wake, Gesta Herewardi)]; ai nomi dei personaggi d’autore, segue (in paren-
tesi) il nome dell’autore qualora nell’Indice dei nomi egli sia presente con un
solo titolo [es.: Achab (H. Melville)]; nel caso in cui, invece, di lui si citino più
opere, il nome del personaggio è seguito dal titolo dell’opera, eventualmente
abbreviato [es.: Maruzza Musumeci (MMu)].
La lettera [Þ] figura alla fine dell’ordine alfabetico, seguita dalla lettera
[Æ] e dalle lettere [Ö] e [Ǫ], che esprimono il medesimo suono.
Bjǫrn kaupmaðr buna (Ágrip) 36, 37 Ettore (Il.; It.D) 199, 201
Bor, dio 55, 56 Eumeo (Od.; It.D) 165, 201
Botair of Akebäck (GS) 100, 101 Euriclea (Od.; It.D; Od.D) 165 e n., 200,
Bǫrkr the Fat (Gísl.; Ldn) 43, 58 201
Eurimaco (Od.) 172n.
Calipso (Od.) 152-155, 156n., 159, Eyja (Ingjaldsdóttir; Ldn) 45
160n., 162n., 163 e n., 170, 182, 437 Eyjólfr (Ingjaldsson; Ldn) 45
Cariddi/Caribdis (Od.) 169, 170n., 434 Eyjólfr of Svíney (Ldn) 44
Caronte, nocchiero infernale 445 Eysteinn (Yt) 83
Cearbhall, v. Kjarvall Eyvindr austmaðr (Ldn) 38
Chevalley, Aimone (IlG) 302n., 305 Eyvindr inn eyverski (Ldn) 43
Chupacabras, animale leggendario 447
Circe (Od.) 152 e n., 156, 158, 159n., Faetusa (Od.) 295n.
160 e n., 162n., 163 e n., 170, 187, Filezio (Od.) 165
295n., 437 Francesco Paolo Di Blasi (CdE) 269
Clitemestra (Il.) 154n. Fróði, padre di Ingjaldr (Fróð.) 64, 65
Cola Pesce/Nicola (CP; MsD) 285, 286 Fróði, re (Grottasǫngr) 87
e n., 287
Criseide (Il.) 154n. Garðarr Svávarsson (Ldn) 34, 35, 84
Cristo/Jesus Christ 15, 23, 45, 286, 364 Gestr, figlio di Bárðr Snæfellsáss (Bárð.)
Cupido, dio 442 26
Gianluca (P. Soriga) 319
Daedalus (Dedalo), costruttore del Labi- Gildas Trégomain (J. Verne) 267n.
rinto 133 Gilliat (V. Hugo) 287
Dagr (spaka; Yng.) 109n. Giorgio (P. Soriga) 320
David, re 348, 357 Giovanni Currao (L. Pirandello) 266n.,
Don Chisciotte/Don Quijote (M. de 283
Cervantes) 286, 434, 439 Gísli Súrsson (Gísl.; Ldn) 43, 51, 58-60,
Donna Matilde (SdC) 264 63
Dora (P. Soriga) 318-321 Giuseppe Vella (CdE) 261
Dyggvi (Yng.) 109n. Gjaflaug (Kjallaksdóttir; Ldn) 38
Gnazio Manisco (MMu) 295-298, 302,
Edmond Dantès (A. Dumas) 436 306
Eilífr Valla-Brandsson (Ldn) 41, 42 Gordon Pym (E.A. Poe) 287
Elena (Od.) 156 Graipr (GS) 92
Elpenore (It.A; Od.K) 194, 196 Grani, v. Hrosshárs-Grani
Eneas (Enea), eroe 437, 439 Grettir Ásmundarson (Gs; Guðmundar
Eolo (Od.) 169 saga) 22, 51, 54, 58-63, 66
Erik the Red (Erik il Rosso; Eiríks saga Grímr (Bárð.) 24 e n., 25 e n.
rauða; Ldn) 40, 44 Grímr Ingjaldsson (Ldn) 40
Escila, v. Scilla Gulliver (J. Swift) 437, 439
Sancho Panza (M. de Cervantes) 435 Vilhjálmr (inn síðari; Orkneyinga saga)
Scilla/Escila (Od.) 169, 170n., 434 19
Selkolla, donna-troll 18, 19 Virfill (Bandadrápa) 110
Sinbad/Simbad, eroe 287, 437, 439 Virgilie Ordioni (J. Ferrari) 322
Sirena (Sir.) 302
Sirene (Od.) 152, 157, 160n., 187, 191, Wulfstan (di Hedeby; Old English Oro-
297n. sius) 94
Skeggi, v. Hólmgöngu-Skeggi
Starkaðr Áludrengr (Gautr.) 68, 69 Ymir, gigante 55
Starkaðr inn gamli (Gautr.) 51, 67-72 Yngvarr (Eysteinsson; Yt.) 83
Stefano (QNdT) 293, 294
Stefnir Þorgilsson (Kristni saga) 37 Zeus (Od.) 153, 163, 164, 174, 284n.
Steinólfr (Hrólfsson; Ldn; Hauksbók) 45 Zichmni (EdS) 125, 130, 131
Steven (MMu) 298 Zifar (Libro del caballero Zifar) 437,
Stórvirkr, padre di Starkaðr (Gautr.) 439
68-70
Superman, eroe 434
Þorbjǫrg hólmasól (Ldn) 45
Þorðr skeggi (Ldn) 39
Telemaco (Od.; It.D; Od.D; Od.K; SIS)
Þorgestr (Steinsson; Ldn) 44
156, 157, 162 e n., 165, 174n., 194,
Þorgils (Flóamanna saga) 23
196, 200, 201
Þorgrímr nef (Gísl.) 58, 59, 66
Thieluar (GS) 91, 92 e n.,
Thomas, St. (San Tommaso Apostolo) 130 Þórir (Grímsson; Ldn) 40
Tiresia (Od.) 187 Þorkell farserkr (Ldn) 40
Tridicino (QNdT) 291-294 Þórr, dio 23, 25 e n., 45, 68, 69, 71-73
Trifiletti (J. Verne) 266n. Þorsteinn (Laxdœla saga) 57
Þorsteinn the Red (Óleifsson; Ldn) 38
Ulisse, v. Odisseo Þórunn hyrna (Ldn) 37, 38, 45
Unnr/Uðr djúpaugða/djúpúðga v. Auðr Þórunn in eyverska (Ldn) 43
Unnr (Gautreks saga) 70 Þrándr mjóbeinn (Ldn) 43
I nomi geografici sono riportati nella forma in cui compaiono nel testo, con
l’eventuale corrispettivo d’uso italiano fornito in parentesi [es.: Abruzos
(Abruzzo)]; se lo stesso nome figura in più varianti, queste sono messe a lem-
ma, separate da una barra (/) e con la forma italiana, se presente, al primo
posto [es.: Ade/Hades/Oltretomba]; il rimando tra le voci non compare nei
casi in cui esse risultano molto simili tra loro [es.: Caraibi/Caribbean/Caribe]
o contigue nell’ordine alfabetico [es. Corcira/Corfù]. Se nel testo sono citate
sia la forma antica sia quella moderna di un nome geografico, è posta a lemma
quella più antica [es.: Svíney/Purkey].
Data l’alta occorrenza dei nomi di isole e il loro rilievo per il volume, si è
scelto di evidenziarli, riunendoli sotto la voce “Isole e arcipelaghi”.
La lettera [Þ] figura alla fine dell’ordine alfabetico.
Palermo 261, 262, 265, 270, 317, 323, San Vito Lo Capo 270
375, 376 e n., 377, 378, 383, 384- Sanestol 133
386, 388-390 e n. Sava 243
Parigi/Paris 134, 198, 243, 320, 321, Scandinavia 88, 89, 91n., 98, 100, 135
329, 330, 332, 402, 410, 411 Schleswig 107
Parma 245 Sciacca 266, 281n., 282, 283
Pavia 319 Scotland/Scotia (Scozia) 37, 38, 44, 45n.,
Península Ibérica (Penisola iberica) 455 132
Perachora 210 Selvogur 27
Pérgamo 437 Senegal 243
Persia 125, 129, 217, 220n., 223n., 225, Serbia 243
226 e n. Sevilla (Siviglia) 442
Piacenza 245 Siglufjörðr 40
Pireo 218n. Siracusa 265
Pistiro 212n. Sjælland 84n.
Platea 218n. Skagafjörður 22
Po 10, 237-239, 241, 244-247, 249-253 Skálholt 16, 17, 20, 26, 28
Policna 219, 226 Skaptè Hyle 211n.
Polizzi Generosa 275 Skarðströnd 43
Porlanda 133 Skjálfandi 31
Porto Empedocle 265, 282 Skåne 108
Praga 316 Smirne 221
Snæfellsnes 38
Racalmuto 10, 263, 265, 288 Sogn 36
Rauðagnúpur 43 South America (America del Sud) 134
Reggio Emilia 249 South Bend 11
Reistargnúpur 501 South Carolina (Carolina del Sud) 131
Reykjanes 41, 43 Spagna/España/Spain 121, 122, 245,
Reykjavík 21, 32, 37, 38n. 316, 424n., 440
Riga 107 Sparta/Lacedemone 156, 225
Rio de Janeiro 320 Stati Uniti 185n., 243, 274
Roma/Rome 91, 105, 244, 282, 314, Stengrímsfjörður 40, 46
316, 317n. Stenkyrka 101
Roma, Gotland 102 Stige/Estigia 291, 446
Ross 38 Stockholm (Stoccolma) 34, 89, 107
Russello 291 Sud Sudan 243
Russia 93, 98, 106, 110, 243 Suðrland/Sutherland 36, 38
Svarfaðardalur 45
San Francisco 435 Svezia/Suetia/Sweden 35, 91, 92n., 94-
San Lorenzo 244 97, 99, 100, 101n., 104, 108, 111n.,
San Marino 397, 398 112, 133, 135, 243
La condizione insulare 7
Giuseppe Marci, Maria Elena Ruggerini
Parte I
Parte II
Autori 473