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Selección
Selección de
de Álvaro
Álvaro José
José Lerzundy
Lerzundy Gómez
Gómez Roxana Elvridge-Thomas
yy Martha
Martha Galindo
Galindo Becerra
Becerra Premio Nacional de Poesía Joven
“Elías Nandino" en 1990.
LA NECEDAD DE LAS TRUCHAS. 1a. antología vagoniana de poemas y otros textos con sabor poético
El canto del pájaro es líquido.
Continuar requiere un tanto de necedad. Persevera la ola una También la palabra poética
y otra vez sobre la arena como lo hacen las palabras del escri- sólo se reconoce en su fluir.
tor sobre la hoja en blanco. Igual hacemos todos al contem- José Ángel Valente
plar, desde cualquier ángulo, cada detalle significativo en el
habitual panorama... El mundo, las fuerzas que lo alteran, los
lejanos o cercanos Otros, el cúmulo de temores y nuestro
mismos rostros vistos desde diversas esquinas son exquisi- Un mar impetuoso, un arroyo que corre
tas posibilidades para ir y venir, para nadar con o contra esa cantarino, el alegato circular de un pozo, la
misma corriente que a veces, como ahora, nos mueve a unir tibia certeza de una laguna, la cándida
la tinta y el papel. limpidez de un cántaro: agua que transcu-
Con La necedad de las truchas una vez más celebramos los 1a. antología vagoniana de poemas rre, que nos dice, que clama su verdad,
como la palabra, que también nace fluida,
encuentros. La poesía nos lleva de la mano a compartir con y otros textos con sabor poético líquida, moldeable.
los lectores el estremecimiento, la vibración, la alegría que
resulta de usar y hallar la palabra convertida en espejo. Palabra líquida y fluida, con ritmo, que
canta y calla, que nos mueve hacia las más
La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del
diversas pasiones según sea entonada,
Colegio de Ciencias y Humanidades, y de la División General
ritmada, según se decante por la ladera de
de Asuntos del Personal Académico vía Proyecto Infocab
la garganta o de la página y nos regale sus
(clave PB401516) continúa haciendo posible esa travesía
notas para así formar poesía, formar textos
enriquecida por múltiples voces de México, Colombia y
con melodía interna que nos mueven, nos
Cuba para los ojos de un lector siempre dispuesto.
con-mueven, nos llevan a enloquecer junto
Así sigue entonces, impetuoso y persistente, el andar de este con sus creadores en esa espiral acuática
Vagón Literario. que se nos presenta en este singular libro.
Selección
Selección de
de Álvaro
Álvaro José
José Lerzundy
Lerzundy Gómez
Gómez Roxana Elvridge-Thomas
yy Martha
Martha Galindo
Galindo Becerra
Becerra Premio Nacional de Poesía Joven
“Elías Nandino" en 1990.
La necedad
de las truchas
1a. antología vagoniana de poemas
y otros textos con sabor poético
La necedad
de las truchas
Selección de
Álvaro José Lerzundy Gómez y
Martha Galindo Becerra
Directorio UNAM
Rector: Dr. Enrique Luis Graue Wiechers
Secretario General: Dr. Leonardo Lomelí Vanegas
Secretario Administrativo: Ing. Leopoldo Silva Gutiérrez
Secretario de Desarrollo Institucional: Dr. Alberto Ken Oyama Nakagawa
Secretario de Atención a la Comunidad Universitaria: Dr. César Iván Astudillo Reyes
Abogada General: Dra. Mónica González Contró
Director General de Comunicación Social: Mtro. Néstor Martínez Cristo
elvagonliterario.blogspot.com
F/el.vagon.literario
vagonianos@hotmail.com
Primera ola 13
4o. concurso de poesía
11
Hace años creí que la canción natural del mar y el himno
mecánico del tren nada tenían de semejantes, sino de contra-
rios. Pobre ingenuidad mía. El ritmo del mar es el ritmo del
tren y el ritmo del tren es nuestro propio ritmo: mar interior,
vagón interior donde nos acomodamos a escuchar el golpe
acompasado de la sangre. Y en la sangre el chapoteo de las
truchas, la necedad de las truchas.
12
Primera ola
Textos premiados
4º Concurso Interno
de El Vagón Literario
1er lugar
Germánico Corona Rosas
Primera hora
¡Siempre hay tantos buenos días
en tus pestañas…!
Yo.
15
1er lugar
Eduardo Pérez Blancas
I
El destierro y el amor ágape
16
II
Martín, o el amor fraternal
17
III
Para una almendra, o el amor erótico
18
2º Lugar
Cinthia de la Peña Tirado
Llueve, inunda…
19
Me hacen falta tus piernas y tus manos.
Me hacen falta tus dientes, tus escasas palabras de amor.
Carne de carne,
de noche,
de lluvia,
de frío.
20
Mención especial
Mónica Daniela González
Una de ésas
Llora
la
g
u
i
t
a
r
r
a,
sola en
un rincón,
deseando
t u s
dedos sobre
las cuerdas
21
La voz de las mareas
Tanya Cecilia Cortés
Yo he visto
Yo he visto la tierra florecer después del frío invierno y los colores na-
ranjas cubriendo el día. Vi los sueños de los hombres, desgastados y va-
gabundos, con una cultura naciente tatuada en sus pechos de hierro. Vi
el nacimiento de Quetzalcóatl, con alas y plumas de colores, danzando
al viento en una noche fría. Me sorprendí ante una mujer dormida por
más de mil años cada día más bella. Conocí tantas batallas ya olvidadas,
en las que fueron cayendo uno a uno los ambiciosos hombres sólo para
volver a renacer…
Y todavía vi más allá: grandes culturas caídas por regiones venidas
del mar, esclavizadas con dolor y pena; la independencia de mi tierra
y una revolución por la libertad… Vi cambiar el verde del paisaje por
el gris de una gran ciudad. Observé inocentes gritando con banderas
tatuadas de sangre, con dolor y pena…
Yo he visto el más frío invierno conspirando contra la vida y el pa-
raíso. Y aún espero su partida para ver de nuevo la tierra florecer.
25
Raúl Montes Paz
Dharma 1
“Es difícil penetrar en el hecho
de que todo esto está mal”
dijo el Buda
No mentía
Un número en la tabla
un alarido en el caos
...Una gota en el océano…
El temor a lo desconocido
Es “la punta del iceberg”
26
En el fondo sabemos
que el orgullo mata
…En el fondo…
27
Ivette Lancero Castaño
Bajamar
Espero capturar mi pez
sobre la bajamar.
28
Eloísa Font Ortega
Contemplando un óleo
El antiguo reloj del campanario
ha marcado una hora que no existe.
Es el pasado con su huella triste
que más se aleja en cada aniversario.
Cronos voló en las cuentas del rosario
y demolió la Parroquial Mayor,
pero quedó en el óleo del pintor…
El progreso cambió todo el conjunto
y, al contemplarlo ahora, me pregunto:
¿Todo tiempo pasado fue mejor?
29
Germánico Corona Rosas
Nocturno
Escucha a los perros ladrar, escúchalos.
No hay piedra que roce uno sólo de sus dientes.
Están atados al tronco de un árbol muerto.
¡Míralos teñirse de una niebla nocturna
y embestir al viento que cortó su sueño!
Asesinos de sonidos ajenos que se escapan
del laberinto ciego de tu cuerpo.
Testigos fieles del fruto que exhibe la rabia
que se escurre impotente de tu rostro.
30
Valentina Salazar
Ser/estar
En realidad no hay mucho qué decir…
Lo que escribo en mis textos es lo que deseo:
experimentar,
hacer,
estar presente,
estar viva,
darle el verdadero uso a mis sentidos, a mis percepciones.
31
Pienso traer mi propia luz y crear mi propia historia,
dar color a mi alma…
Grandes trazos y pinceladas mi apariencia recibirá
y me fugaré sola…
Quizás con un reloj que mida mi propio tiempo, mi tiempo entero.
Llevaré las gafas que hacen visible la apariencia verdadera de la gente
para encontrar a alguien que me invite
al lejano cosmos al que pertenezca.
32
Álvaro Lerzundy Gómez
Así somos…
como aquella gente hermosa, colorida o transparente;
como los locos
que observan pasar los trenes transparentes cada nueve lunas…
como los mismos trenes transparentes y sus lunas
en busca de unos ojos que los miren
y de su destino…
¡de su propio destino!
…
¿Ves a aquel hombre a través de la ventana?
Estaba desaparecido.
Demasiado ir y venir sobre estas ruedas
hasta que la memoria dejó de llevarlo en su mirada.
Ahora nadie lo busca.
Nadie lo espera para darle unos labios.
No hay estación que lo reciba
ni corazón que se agite al hallar su aguja
en este pajar de rostros.
33
“Un hombre más”.
Uno más caído del árbol por el peso de su circunstancia,
arrastrado por los vientos del tiempo,
pisoteado con descuido por otros
esperando ser los esperados…
¿Y entonces?
¿Dónde están esos ojos?
¿Dónde aquéllos que alguna vez quisieron
descubrirlo entre el tumulto
cargando la ilusión en su equipaje?
…
Nadie quedó.
Sólo un hombre…
Un hombre transparente
junto a otros hombres y mujeres transparentes…
Y el color…
¡ese color que se nos va tan pronto!…
Las mejillas que se vuelven lunas blancas
y ruedas de estos trenes despertándose a su marcha.
34
También queda Locura,
¡esa pequeña suicida saltando en las durmientes!
La extraviada Locura que un día se nos soltó de las manos
y ahora espera que pase
lo-que-tenga-que-pasar
y se lleve todo
todo ese temor.
Esto somos:
Nada más que “los aldeanos de Vargascarreño”…
Un paisaje de luces y de hormigas,
el temor rodante que se desvanece
en espera de un destino que nos sabe a ausencia.
Y después…
Después otros trenes, otras lunas, otros rostros.
35
Laura Itzel Domínguez Martínez
Contradicción de un combatiente
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado (…)
César Vallejo
Desapareció en el suelo
o en fosas de los inermes,
cual niño desamparado
en su mar de sonsonete.
36
Raúl Montes Paz
Historia de la noche
Los poetas se suicidan cuando
empiezan a amar la poesía.
37
Yo sólo corro y juego
mientras tiembla la tierra.
Cada vez estoy más cerca,
mas creo que nunca llegaré.
38
Valentina Salazar
Y,
por supuesto,
recuerdo…
…ese recuerdo que te alivie cuando te sientas perdida.
39
Érick Soto Galicia
Ojos de ciego
La vida
es el retrato
más perfecto
de la muerte.
Lo digo yo,
que he visto
que de los
árboles
las
hojas
no
dejan
de
caer.
40
Germánico Corona Rosas
Sosiego
Como un fonema claro de cristal impecable,
el instante me incita a beber del tiempo
un momento que al día se le escapa…
Nada es efímero y todo queda escrito
con un hilo de sangre en la garganta,
con un arrebato de certeza en el amparo del futuro.
41
¿Será que el verso está en el instante que perdura más allá del día?
¿O quizá se encuentra en la mentira de saberse libre?
42
Emma Garcés Rodríguez
El silencio
Los silencios son los misterios del alma.
Silencios
precisos y certeros.
Me sincero en las sombras del silencio
para hallarme en el silencio de un silencioso silencio…
El silencio,
tesoro de todo.
El silencio,
puerta de encuentro entre el espíritu
y lo divino.
43
Alejandro Olivares Calderón
Dios es gay
“Vi al cielo y le dije que era un
Maricón, que era un Cobarde.”
[ ]
¡Sus cuerpos!
¡Las Furias reclamaban sus cuerpos!
¿Y qué pecado habían cometido?
¿Qué falta las ofendió?
Ellos huían,
se escondían uno en el otro.
El mundo les tenía miedo
y
ellos se temían entre sí.
(¡Temían destrozarse! ¡Temían deshacer sus cuerpos!)
(Y es que sus cuerpos eran un arma)
(Eran violentos, atroces)
Eran humanos,
44
ésa era la mayor de sus faltas.
Pero no,
ellos insistían en ser perseguidos.
(Seguían hablando)
(Seguían susurrando un idioma inmortal)
(Todos los entendían)
(Pero ellos seguían muertos, pensaban que nadie los escuchaba)
45
Ola impetuosa
Laura Itzel Domínguez Martínez
Desaparecido en cuatro
indecibles conceptos
Secuestro
como el odio de Dios,
como si ante nosotros
el poeta llorara en cada
tumbo y un niño sin ojos
se nos atravesara inerme.
Tortura
como el odio de alguien,
como si ante nosotros
la madre se arrojara en cada vía
y un jovencito lloviendo voz
olvidara el ojo arrebatado.
Asesinato
como el odio del odio,
como si ante nosotros
el hermano se hiciera vacío
en cada esquina y un estudiante doloroso
se nos colgara de una palabra fulana.
49
Desaparición
como el odio del olvido,
como si ante nosotros
la conciencia se devorara
en cada manso monitor y un rostro pequeñito
olvidara una cicatriz cualquiera en su fosamar.
50
Álvaro Lerzundy Gómez
No sé… Tiene que haber algo. Algo para ayudarnos a seguir moviendo
la cola y las aletas cuando nadamos en la última gota de agua… Debe
haber algo de lo cual sujetarnos… Algo o alguien que escuche cualquier
grito y nos señale el camino para recomenzar… o por lo menos para
ilusionarnos un rato con que lo hacemos.
En estas épocas parece que hasta las hormonas juegan a la cochinada
conmigo, con nosotros… Parece que la luna… que el oxígeno… Parece
que parece…
Es uno de esos días en que podemos tan poco, aunque haya alcohol y
algo de carne en la mesa. Y no puedo. No puedes, parece.
¿Dónde estamos? ¿Dónde te dejé? ¿Dónde me quedé aplastado con el
peso de mi desdentada culpa?
Sólo espero que flotes en el mismo centro de una burbuja con olas. Que
exista un todavía y no te estén afectando estas hormigas como a mí.
Sólo espero.
Espero solo.
51
Ivette Lancero Castaño
52
Germánico Corona Rosas
Cosas de la vida
Amanezco con los días amontonados
y el mundo se quiebra con el cántico de niños en llanto.
Día con día me reprochan las sonrisas que gasté sin sentido.
Así es la vida.
53
Mara León Cornejo
Sombras
Claro de luna helada.
Prolongada noche de cielo en cristal.
Pájaros que rompen y atraviesan.
Sombras…
infinitas sombras arrebatando,
tomando,
reclamando lo que era suyo en la orilla del tiempo.
54
Ramón García
De las galerías
De las galerías apostadas a un lado de la gran fábrica, salen pies que
arrastran a la muchedumbre en la madrugada; entre ellos, alientos in-
fantiles se confunden.
Suena la chicharra y se encienden los telares. Un continuo ruido
mecanizado ahoga sentimientos, ideas y cuerpos. No, no hay seres hu-
manos trabajando, sólo un puñado de brazos, piernas y cerebros.
Luego… un verdadero milagro: florecen metros y metros de tela…
miles de metros de incolora producción.
De repente… una explosión purpúrea… el rojo se instala… San-
gre. Infrahumanos gritos de una garganta se confunden con el ruido
habitual, con el estruendoso canto de las máquinas.
Así, con su flor ensangrentada, nace el capitalismo. La producción
y el mercado arrebatan, en inmisericorde y penoso episodio, otra im-
portante carrera a la vida.
55
Laura Itzel Domínguez Martínez
Encabezados de costumbre
... murió a contramano
entorpeciendo el público…
Chico Buarque
17 bultos flácidos
con ensoñación interrumpida.
4 hombrecitos babeando
en un futuro sin revés.
Una mujer de senos fríos
y silencios violados.
1 militar con pesadillas
eternas.
“43 muertos en enfrentamiento”
“11 muertos en enfrentamiento”
“Siempre muertos en enfrentamiento”.
56
Raúl Montes Paz
I
No escuché
y la vida sigue gritando
su código de eventos
me golpea
directo en la cara
no entiendo
sólo hay un charco
de sangre en el piso
y ahí sigo
no escucho
estoy aturdido
en cualquier lugar
nada importa de todos modos
ni la herida
ni el dolor
ni la sangre
Sólo que no escucho
57
II
Montaña muerta
luz que desgarra todo
viento vehemente
sofocante camino
Arrastro vidas
Dios es la nada
Bajo las dunas
yacen hermanos míos
y mis pies sangran
en el desierto
La sentencia divina
es epitafio
el sello de mi tumba
maldición de mi esencia
...escucho...
Todos somos dignos del olvido...
Pudiera ser que el olvido, como destino último,
sea lo que nos brinde la sagrada libertad...
58
Laura Itzel Domínguez Martínez
Aquí y ahora
Aquí
hay hombrecitos de silencio
jugando a la guerra de cosas vacías.
Aquí
hay mujeres angustia que tiritan voz
desde la punta de los senos hasta la orilla del pie izquierdo.
Aquí
hay niños que trasminan el diluvio de aves que se aman
y observan el discurso de un adiós desde un presente.
Aquí
hay un nosotros al borde de las flores,
en medio de cien rostros extraviados,
y a la orilla de que el mundo vuelva en sí.
59
Ramón García
Pequeña clase
Unos cuantos, unos cuantos…
¡Tan sólo son un puñado
con futuro adinerado!
60
Agua que se escurre
entre los dedos
Alexis Fernando Ramírez Balderas
63
He traído este adiós con tu nombre en mi bolsillo,
lo compré entre lágrimas y entierros,
entre ataúdes y promesas de mi olvido.
64
Cinthia de la Peña Tirado
Anestesiado de odio
Odio(te) ver(de) anestesiado en sombra
la sangre se coagula de tedio
el rojo se diluye en piel
En la boca lo
l
l
u
e
v
e
s
65
Alejandro Hernández Osnaya
A tu ausencia
Caerán por ti mis lágrimas/cristales,
fábricas de recuerdos que están rotos.
Te miro sin mirarte en estas fotos,
estrellas de esta calma miserable.
Mis días son muy fríos por tu ausencia,
te fuiste y me dejaste abandonado
clamando mis dolores y mi angustia.
Ahora estoy perdido.
Me siento naufragar en la miseria;
perdido en esta lluvia de misterios.
perdido por mirarte.
Mi muerte pasajera,
mi muerte que es tu olvido.
66
Mara León Cornejo
El llanto de la guitarra
El llanto de la guitarra se escucha a lo lejos.
Llora tu ausencia…
Te busca por el viento pero no te encuentra…
(No te encuentro)
Te busca.
Te quiere…
a ti… sólo a ti. Y no sabe qué hacer…
67
Álvaro Lerzundy Gómez
Sí. Es probable que una vez más te hayan echado a la calle, Hijo de la
Santa Calle. ¿Recuerdas que en Ella nos volvimos sombra?
Te han echado a la calle por andar con un perro o patear las piedras o
las sillas blancas... Por patearte como a lata vacía. Yo lo he visto con mis
ojos tristes y mis manos que pueden verlo todo.
Hijo de la Calle, lamento de los lamentos... Depósito de un Tiempo
que no acaba de pasar.
68
Deneb De León Ochoa
No
Tu cuerpo cálido es hielo que devora
Tu espacio es nada y todo
Tu reflejo no existe
Tu esperanza es nula
Tu alegría poca
No eres
No existes
No habitas
Tú no
No…
69
Carlos Peña Gómez
70
Ivette Lancero Castaño
71
Entre tú y yo,
un mar de tempestades
Cinthia de la Peña Tirado
75
Deneb De León Ochoa
Fugitiva
¿Si desapareciera y me fugara cual estrella,
y me alojara en un desconocido mundo en el que pudiera empezar de cero;
allí donde nadie me enfrentara al hastío,
y todos respetaran mis límites?
¿Si conociera ese mundo sin rendición de cuentas,
ése que no es el mío,
en el que ... y yo
pudiéramos ser felices,
sólo los dos?
76
Germánico Corona Rosas
Nocturno ll
Guíame al reencuentro con tu cuerpo
y recógeme en la fecha de ayer,
cuando caducó mi olvido en alguna miseria.
77
Alexis Fernando Ramírez Balderas
En corto
Te voy a escribir el poema más corto.
No es éste.
–Hola.
(después un silencio incómodo)
…¿Salimos?
78
–Por supuesto que no. Estás con alguien.
Intentar olvidarte.
Quedarme despierto largas horas.
Pensar y repensarte.
Dibujarte en mi noche.
Escribirte todos los poemas con tu nombre.
“María”…
79
Eso quisiera ser…
un Camus para decirte lo absurdo que es el mundo,
o Holden Caulfield para tomarte y hablarte todas las noches en las
calles de Nueva York.
o Girondo para que no me importe si vuelas o no…
80
Álvaro Lerzundy Gómez
Décima promesa
Cuando no estés a mi lado,
voy a caminar despacio
recorriendo aquel palacio
que dejaste perfumado…
Me verán algo agobiado
repasando los caminos
y quitando los espinos…
Porque quiero que esas flores
-sembradas con tus ardores-…
(¡shhh!)
…¡sean recuerdos clandestinos!
81
Mónica Daniela González
Sécate de hambre.
Retuércete en tu porquería.
Que tus miembros se congelen y tus pulmones dejen de funcionar.
Sácate las entrañas con las uñas.
Deja de torturar a quienes importas.
Que los niños griten de agonía y los ríos dejen de fluir vida.
82
Raúl Montes Paz
Andrea
ocurre que te transformas
en una especie
de reverberación onírica
y me disuelvo
en todas las posibilidades
tengo un sueño
en el que todos los universos
del microcosmos en mi cabeza
doblegan sus espaldas
ante el faro pulsar
en tu mirada
83
tropiezo por una espiral de escaleras
pero siempre llego tarde a la caída
sólo me estrello
contra la pared intangible
que rodea el espacio y la fauna
de una casa lejana
84
Valentina Salazar
Para C.N.P.
Lo acepto.
Extraño a ese lúcido irracional. En realidad todo de él extraño,
incluyendo el desinterés superficial de lo que le sucede,
y esa frialdad con la que a veces me trata,
me mata…
Él es diferente.
Es de esos pocos chicos que te hacen reír apenas con un gesto,
Por sencillo, te hacen sentir única, especial, cómoda…
Ser tú misma…
Cuando conversamos,
siempre le agradezco el pequeño infinito que hemos formado,
las medianas supernovas que hemos imaginado juntos
y las innumerables lluvias de estrellas que hemos sentido.
85
Ahora sólo le pido que recorra conmigo otros mundos,
otras galaxias…
Cuando lo conocí, sus ojos brillaron…
Ojos de un niño pequeño en busca de compañía sin condiciones.
Es eso lo que espero darle hasta que mi nombre se consuma,
pues todo lo que él ha hecho ha quedado en la mitad de mis huesos,
en el iris guardado en mis pupilas
y aquí,
en el último aliento del pulmón…
86
Cinthia de la Peña Tirado
Renuncia formal
A Iván. Sólo a él.
Este cuerpo es pequeño. Minúsculo. Tan casi nada que quizá no debería
ofrecértelo. Pero no tengo nada más qué darte.
Te doy mi piel con todos sus lunares para las noches en que sientas frío.
Te presto mis oídos. Cuéntales historias cuando te sientas solo. Te doy,
sobre todo, mi cabello: te extraña a partes desiguales y anda cayéndose
a pedazos cuando no estás.
87
Te regalo las líneas de mi cuerpo, escribe en ellas tu futuro. Y por si te
aburrieras del futuro, quédate con mis cicatrices, huellas de mis peque-
ñas heridas diarias.
Te doy mis ojos con sus ojeras y sus lágrimas, con el mundo tal y como
lo he visto hasta ahora. Te doy mis labios, los hombros y las uñas. Los
muslos, la espalda… Ya no me queda nada.
Soy tuya.
Siempre tuya.
88
Germánico Corona Rosas
Mi casa
Para Anaís
89
Laura Itzel Domínguez Martínez
Y
Eres lo diminuto en medio de la eternidad,
el instante impreciso a la orilla del mundo.
−Y mira, yo te amo…
−Y sí, yo te amo…
−Y nada, yo te amo…
−Y además, yo te amo…
90
Somos la selva de niños ahogados a mitad de la guerra,
devorados por insectos moribundos que se aman.
−Y yo te amo.
91
Álvaro Lerzundy Gómez
92
Lo sé porque te amo, mientras mirándome te miro.
Porque cuando me busco y te encuentro
mi cuerpo, este territorio mío tan tuyo, se estremece.
¡Quién lo diría!
Lugar común, lo adivino.
¡Y qué más da si común es este espacio tan nuestro!
Esta inmensidad mía que es tu límite:
tu cama… tu cuerpo que descansa ahora… tu cuerpo que duerme…
Soy esa voz en tus sueños... los rostros en los que me transformas…
aquél que a tu lado se despierta…
Y no lo sabes. Prefieres no saberlo.
93
Alejandro Hernández Osnaya
Soneto de un adiós
A Nuria
94
Laura Itzel Domínguez Martínez
No duermas a mi lado
No duermas
No
Y desciende,
desciende,
porque el vuelo se aprende en caída libre,
al ras del mundo cuando deja de ser mundo.
Amanece en el destiempo,
en esta eternidad de un mar desconocido –el nuestro−,
de mujeres y hombres siendo niños precoces a mitad de la deshora.
Demórate en el vacío,
en esta batalla de agua y arena,
de arena y agua.
95
Álvaro Lerzundy Gómez
(Nos) perdimos
–si alguna vez (nos) hallamos un tantito–.
96
Y ese punto,
esa línea,
ese posible hallazgo,
las vueltas,
los años,
las viditas completas…
…eso y esto y lo otro y por si acaso lo demás…
se pueden ir mañana, ayer, ahorita mismo…
a la ver… a la vereda, a la esquina,
al sitio donde mejor les parezca,
porque la culpa, el culpable, la causa, el motivo del motivo
me terminan valiendo… lo mismo, ya lo mismo.
97
Valentina Salazar
Conquista-me
Quiero darte algo tan cierto como la muerte
y tatuar en tu pecho mis manos.
Sin echar la mirada a tierra,
tener el valor de amainar tu tormenta
y soportar cada golpe que tus dudas quieran propinarte.
98
Alejandro Hernández Osnaya
Mundo de espejos
Miro un espejo donde está ella, a veces es lindo mirar espejos. Descu-
brir su sonrisa cuando encuentra la mía. Amarla por su sonrisa, por
su mirada. Por estar en ese espejo que miro como si fuese amor una
mirada. La amo. Pero está metida en un espejo y el mundo de este lado
es una mierda.
99
Deneb De León Ochoa
En ti
Enredada en tu ser,
atrapada en tus deseos... en tu bolsillo me encuentro.
Estás en mí y yo en ti.
Nuestros cuerpos se fusionan mientras danzan entrelazados.
100
Álvaro Lerzundy Gómez
El punto es
Ése es el punto…
la mancha en esa baldosa que no era tuya
la bragueta que no recuerdo haberme estado mirando
la mano que nunca te puse
el cangrejo con su necia manera de andar
el capítulo que se repite y se instala en mi cabeza
tu viaje interminable
el mío
tus hijos que no he visto nunca
los míos que nunca llegaron
tu viudez metafórica
mi matrimonio de risa
los bichos que me cortaron las alas
el inodoro que yo también veo, toco, beso, trago todos los días
los días que no son todos
el hombre que cayó en el hueco
la silla
tus cejas
mis ojos
Tiresias en el espejo
el cigarrillo en la cascada
la cascada
la cascada
la cascada
la cas ca da
101
El punto es que estás y no estás
que no he estado
que me largué a encontrarme y no sé si el encuentro existe
102
Dentro del cántaro azul
Álvaro Lerzundy Gómez
Al mar he de volver
cuando mi sombra se convierta en cielo
y
en el atardecer...
…a mi ángel y su pelo,
una gaviota adornará en su vuelo.
105
Alejandro Hernández Osnaya
Un pez
Yo tenía un mar ¿De qué?
¡Dios mío! ¡Un Mar!..
F. García Lorca
106
Mara León Cornejo
El reto
Pared de ladrillos escarlata,
gran altura.
Desesperación que revienta mis venas
haciendo estallar mi cabeza.
Dolor, remolino de ideas sin solución.
No, no se puede cruzar.
¿Qué me espera detrás?
La curiosidad me corrompe,
intento saltar y no puedo.
Tengo miedo.
Una mano y un susurro aparecen.
Confío en ellos.
Un paso, dos, hasta tres.
¡Corro!
Corro por la llave.
Abro la puerta,
cruzo el muro,
escudriño con la mirada…
¿Otra puerta?
107
Laura Itzel Domínguez Martínez
Glosa de La Petenera
Ojalá que yo pudiera
por lo menos entonar
como entona la sirena
la de las olas del mar.
La Petenera
(Canción popular mexicana)
Naufragar en ti no quiero,
si no me queda versar;
más que coplas de viajero
por lo menos entonar.
Y ahogado en la laguna
el son fue a zapatear
solitario con su luna
la de las olas del mar.
108
Germánico Corona Rosas
Absurdo
Hoy sólo mediré al tiempo
Y sólo me diré palabras.
Después me diré al tiempo
Y sólo mediré palabras.
109
Valentina Salazar
Epitafio
Aún estando refugiada en mi propio cuerpo,
no me arrepiento de lo que hice en vida…
Me arrepiento
de aquello que mis demonios me impidieron hacer.
110
Natalia Suárez López
Cena onírica
La luna es de pan,
por eso es tan blanca
y sólo de noche
sale a pasear.
Virginia Arengo Etcheverry
Es conchita suave
horneada con sol,
por eso es tan blanca
su tez con dulzor.
Su brillante harina
la veo espolvoreada
y sólo de noche
la esparcen las hadas.
Y mi bosque madura,
aunque sea sólo en macetas.
Me siento yo El Principito,
regando y quitando yedra;
viendo cómo mi ventana
se convierte en un planeta
con bichos de esos que escarban
y hacen su vida en las hierbas…
112
Y mi voz quema dura,
molesta porque es sincera
buscando toda verdad,
escondida entre la mierda;
interpreta y no se calla,
aunque eso a algunos les duela;
lo que piensa siempre dice
por eso enciende la mecha…
Y mi voz quemadura
también lastima completa.
A veces duele decir
y tener un alma fiera;
tal vez mejor es no ver,
o usar máscara cualquiera
que nos venden desde arriba
para ignorar lo que duela.
¡Pero cobarde no soy,
así que mi verso quema!
113
Álvaro Lerzundy Gómez
Para no pensarte
Para no pensarte, miro a través de mi ventana cómo ante mis ojos crece
un bosque de espantapájaros sobre tejados que apuntan sus viejos labios
hacia el cielo.
Contemplo.
Me evaporo con los últimos rayos de un sol ya ajeno.
114
De tarde.
Es tarde.
Tarde.
Arde… Arde.
(Y no pienso)
115
Valentina Salazar
Un verdadero escritor
El sigilo de las mariposas me aturde.
Ya no debo escribir
pues la tinta que abre el portal de mi mundo
se agota lentamente…
No podré verte,
mucho menos acariciar con palabras
la mente de quien nos lee…
116
Emma Garcés Rodríguez
Acuarela
El río nos lleva lejos
por esta verde pradera.
Te miro por vez primera
con unos ojos perplejos.
117
Álvaro Lerzundy Gómez
118
Como nubes en el cielo,
este versar se me empalma;
no soy Martí, pero anhelo
echar mis versos del alma.
119
Entre cauces de colores
Martha Galindo Becerra
Lo inútil
Y después de haberlo
escrito todo, el poeta
entendió
que nunca hubo nada
qué decir.
124
Germánico Corona Rosas
125
Valentina Salazar
Amor…
–Te quiero mucho, papi.
–Yo también te amo, hija.
126
Alexis Fernando Ramírez Balderas
La historia es triste
Garabatos en mi cuaderno
Palabras en el aire
Una luz que parpadea sobre mi cabeza
Una silla que rechina
Una mesa rota
Una pluma que ya no ve
Unos ojos que ya no escriben
Unas manos que ya no besan
Unos labios que ya no tocan
Un corazón que ya no late
Mi cuerpo se sienta
127
pero no mi cabeza
Mi cuerpo ve al hombre que habla
pero mi cabeza vuela por algún cielo
Mi cuerpo escucha
mi cabeza nada en algún mar
Mi cuerpo se encuentra contigo como rutina de todos los días
mi cabeza se pierde en la búsqueda de tu cariño ausente
Mi cuerpo escribe
mi cabeza escribe para ella
Mi cuerpo pone puntos finales
mi cabeza pone comas
Mi cuerpo te olvida
mi cabeza te recuerda
Mi cuerpo crece
mi cabeza se hace pequeña
Siempre me preguntan
“¿Dónde rayos está tu cabeza?”
Mi cabeza está en la ausencia de mi cuerpo
en la presencia de mi imaginación
en la sequía del mar
en el diluvio del desierto
en el lugar común o extraordinario
en las mañanas sin ti
en las noches contigo
en la banalidad del “te amo”
128
en la realidad del “ya no te amo”
en la M mayúscula de tu nombre que siempre olvido
en la F cursiva de mi nombre que tanto odio repetir
129
Raúl Montes Paz
lisérgico
es
el
amor
130
La estrella en un vagón
Los jóvenes cubanos del grupo “La Estrella en Germen” quieren agra-
decer a sus émulos mexicanos del taller “El Vagón” por la invitación a
publicar junto a ellos en estas páginas, y reconocer especialmente a los
amigos Álvaro Lerzundy y Martha Galindo por propiciar el encuentro
entre gerministas y vagonianos. Se reúnen aquí siete poetas en pleno de-
sarrollo, tanto de sus formas de discursar como de la cosmovisión que
los nutre, pero con textos ya encomiables en su hechura y propuesta.
Esperamos que lo bello de esta cofradía lograda hoy, sirva de motiva-
ción a voces de otras latitudes de nuestra América.
Un fuerte abrazo.
133
Ernesto Delgado
Pálpito
A Roberto Manzano
136
Adianys González
La pelota
La pelota de carne
en la amígdala del bebé
en realidad no es del bebé.
La gran pelota, el globo expectante
que une barbilla y hombro,
ha cruzado la calle.
Sube a la camioneta.
Un joven, como otros ojos,
le ofrece el asiento a la pelota.
Un vecino distrae el lento viaje jugando.
Ah, sí, alguien lo lleva en brazos.
El bebé mira y olvidará.
La madre contrae el globo
en su garganta profunda.
137
La cosecha
Uno va sembrándose al descuido entre los campanazos de lo exacto.
Donde estuvo el gusano, mira y sostiene la crisálida. La piedra nece-
saria ayer arrojó a los cristales de los puentes. Uno se siembra la lluvia
y en la tarde marítima encuentra el alma en la garganta. También las
hormigas emigraron a los perfectos hoyos de las cuerdas. Tú eres la
cuerda de mis dedos perforando. Mi canto es un sol desnutrido. Mi
garganta y mi sol confabulan. Uno se ríe de ninguna verdad y, en la
seducción del aire, siente cómo el hierro encaja en el vientre. Y el aire
sublima el agua y la tarde y la pared verde donde el puente tiembla
azorado. Entonces, el mundo no sabe que la cosecha huele a ambrosía
sobre la sangre de lo perdido.
138
Carlos Manuel Gómez
El detector de poetas
Párese delante de un latón de basura y póngase a escuchar lo que el
latón le dice. Si el latón de basura no le dice nada: absolutamente nada,
usted no es poeta. Tome una prenda del latón y retírese del oficio.
139
El regalo
A los dos meses de nacido, el regalo de mi padre fue abandonarme. Pasé
nueve años intentando recomponer su rostro con el olor de los trozos
de sábana que dejó. Y, cuando finalmente lo hice, nuestro silencio era lo
más parecido a un perro que ladraba por los ojos. Ahora crecí. Ya puedo
asegurar. No hay mejor regalo para un hijo que abandonarlo y hacerle
crecer la imaginación.
140
Isbel Monteagudo
El vacío
Atrévete a sentir el vacío
de los hombres subterráneos
que esperan ser levantados. Levantar sus casas,
paredes donde las moscas
ansíen ser reinas de la noche.
141
Civilización
Yo estoy de continuo en todas las plegarias,
como si las hubiese rezado
el agónico rezo de mi memoria.
Perros
Cualquiera que observe a ese perro
verá un kamikaze de las avenidas
esperando con gran entusiasmo
un trocito de pan.
143
El hombre
A Dopico
144
Elizabeth Casanova
Hambre
Mis dedos contactan, se hunden;
las uñas se llenan de pequeñas partículas
y siento tierra desgranarse.
Tenemos cintas atadas entre la tierra y yo.
Tenemos un hambre antigua de existencia.
Mis dedos contactan, se hunden;
las uñas se llenan de sudor
y siento carne desgranarse.
Tenemos cintas atadas entre él y yo.
145
Patriarca
El patriarca adelanta un ademán de callar,
los sin lengua por natura forman su prole.
Siempre en estas historias se escapa la hembra,
la proclive a lo bajo, la rara por sufrir.
El patriarca adelanta otro ademán de callar,
la hembra da lengua a uno de los hijos
que con rudos sonidos lidera negación.
El nuevo con lengua tiene fiera la voz,
se la dio aquélla que no quiso encumbrar a los amos,
su ambición era más leve, casi básica,
sólo añoraba que su hombre pudiera llamarla mujer.
146
Yunier Mena
Sentado apaciblemente
en el follaje más encumbrado de un bosque imaginario he dicho:
147
Ahora
Algo pasa que ansío encontrarme con el mundo.
Si antes me establecí en los márgenes del río,
ahora quiero barca o nado,
Situarme al centro del flujo de manos y voces que la corriente arrastra.
Hola, mano amiga, voz amiga,
háblenme del hombre diario, de sus colinas verdes
–tierra tomada de insectos y demás formas vivientes–,
del hombre en las plazas y en las noches citadinas,
del hombre en intemperies confortables y entre paredes confortables.
Háblenme del hombre vivo que se mueve en el espacio y el tiempo sin
recato.
Él ha transitado los mares y los bosques en sus carruajes,
en sus rostros del hombre que transita aguas, labios, tierras
con el pecho bien arriba para ser venerado u ofendido.
Avanzo por un camino estrecho,
por una cuerda en la que el viento repica sus tambores y amenaza.
Pero morderé las arenas con orgullo
cuando me acerque al próximo mar y su faz cruce
a golpes de brazos, de párpados, de sílabas;
a golpes de otros mares pequeños que aguardan en mí.
Morder la arena es asirse a los íntimos laureles,
tenerlos para asirse a ellos,
jamás dormirse en la costa.
148
Algo pasa. Llévenme al parque al que los niños empujan sus trompetas,
a los patios donde se canta con guitarra
y una mujer se equivoca de futuro.
Llévenme a las plazas, al encuentro con la luz infinita de la noche.
Ahora es mío este mar.
Contiene bondad y flaqueza, herrumbre y fe,
liebres que silban en delgados montículos.
Ellas avisan, avisan, avisan.
Mientras sonrío y duermo, las liebres colocan su aviso en mis oídos
como las plumas desplegadas de la cola de un pavo.
Ahora es mío este mar,
no dejaré que se escurra imitando el aguacero,
no hay hombre sin mar hondo al que pueda lanzarse.
Mi mejor armadura es el salto,
ése que aún no doy
o sí doy con mis fuegos, mis palabras y mi desnudez.
Salto hacia mí y hacia el mundo,
hacia la noche salto, hacia ti;
desde una colina sin verde que me queda
y voy plantando bajo mi pecho en rechazo a la renuncia,
y en rechazo a los soles que se apagan.
149
LA NECEDAD DE LAS TRUCHAS. 1a. antología vagoniana de poemas y otros textos con sabor poético
El canto del pájaro es líquido.
Continuar requiere un tanto de necedad. Persevera la ola una También la palabra poética
y otra vez sobre la arena como lo hacen las palabras del escri- sólo se reconoce en su fluir.
tor sobre la hoja en blanco. Igual hacemos todos al contem- José Ángel Valente
plar, desde cualquier ángulo, cada detalle significativo en el
habitual panorama... El mundo, las fuerzas que lo alteran, los
lejanos o cercanos Otros, el cúmulo de temores y nuestro
mismos rostros vistos desde diversas esquinas son exquisi- Un mar impetuoso, un arroyo que corre
tas posibilidades para ir y venir, para nadar con o contra esa cantarino, el alegato circular de un pozo, la
misma corriente que a veces, como ahora, nos mueve a unir tibia certeza de una laguna, la cándida
la tinta y el papel. limpidez de un cántaro: agua que transcu-
Con La necedad de las truchas una vez más celebramos los 1a. antología vagoniana de poemas rre, que nos dice, que clama su verdad,
como la palabra, que también nace fluida,
encuentros. La poesía nos lleva de la mano a compartir con y otros textos con sabor poético líquida, moldeable.
los lectores el estremecimiento, la vibración, la alegría que
resulta de usar y hallar la palabra convertida en espejo. Palabra líquida y fluida, con ritmo, que
canta y calla, que nos mueve hacia las más
La Universidad Nacional Autónoma de México, a través del
diversas pasiones según sea entonada,
Colegio de Ciencias y Humanidades, y de la División General
ritmada, según se decante por la ladera de
de Asuntos del Personal Académico vía Proyecto Infocab
la garganta o de la página y nos regale sus
(clave PB401516) continúa haciendo posible esa travesía
notas para así formar poesía, formar textos
enriquecida por múltiples voces de México, Colombia y
con melodía interna que nos mueven, nos
Cuba para los ojos de un lector siempre dispuesto.
con-mueven, nos llevan a enloquecer junto
Así sigue entonces, impetuoso y persistente, el andar de este con sus creadores en esa espiral acuática
Vagón Literario. que se nos presenta en este singular libro.
Selección
Selección de
de Álvaro
Álvaro José
José Lerzundy
Lerzundy Gómez
Gómez Roxana Elvridge-Thomas
yy Martha
Martha Galindo
Galindo Becerra
Becerra Premio Nacional de Poesía Joven
“Elías Nandino" en 1990.