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CULTURAS IDENTITARIAS, TRANSCULTURALIDAD YCRITICA CULTURAL ANa AcuD INTRODUCCION Y PLANTEAMIENTO. Et estudio de las culturas en Occidente se inicié con una clara intencién emancipadora respecto de las pretensiones de verdad absoluta de las ante- ores ideologias mas 0 menos vinculadas al cristianismo y/o a un raciona- lismo de raiz griega. En Europa, y en los paises colonizados 0 fundados desde ella, la atencién intelectual hacia las altemativas culturales de los nue- ‘vos paises desde mediados del siglo xvit se suscitd como un medio de rela- tivizar esas pretensiones en concreto, esto es, mediante el descubrimiento y estudio de ideologias y mundos simbdlicos altemativos. E| humanista aleman Wilhelm von Humboldt fue uno de los primeros que vieron la necesidad de la empresa teérica de estudiar al hombre no desde el conjunto de las categorias filosoficas, morales y religiosas de una cultura determinada, sino mediante la comparacién de culturas diversas. Eso si, para él, igual que para Kant, el objetivo del estudio de tas diversas culturas humanas no puede ser meramente descriptivo, sino que tiene que estar al servicio de la construccién de un concepto responsable del hombre, tun concepto valorative que recoja lo que el progreso cultural hace en cada momento ya imaginable, y por lo tanto obligatorio, como «ideal» humano, El estudio de las culturas, en el marco de la filosofia critica alemana, sin duda el més exigente, no puede ser ni «objetivador» ni «neutrals. Ni puede pretender reducir a los demas hombres ala condicién de «objetos ni puede aspirar a «comprender y justificar» cualquier cosa. Elestudio de las culturas tiene que plantearse desde un cuestionamiento explicito de su propia fun- 10 aa soun ‘Gin dentro de La sociedad en la que tiene lugar y por referencia a las sce dades que estudia, y esto supone entenderlo como parte de la propia hist tia de esas sociedades v de sus proyectos. La nocién (que no «concepto») de «cultura» que predomina en las cien- cias humanas actuales y en las politicas culturales es marcadamente «identi- taria». Las culturas que se estudian en el marco de las disciplinas antropoligicas se entienden como mundos simbélicos que acufian identida- des colectivas, y se los estudia analiticamente, buscando «rasgos» y «funcio- nes» que «definan» esto y lo otro dentro de ellos. Estos estudios se encuen- tran en general bajo el imperativo politicamente correcto de no privilegiar ni ‘unas culturas sobre otras ni unas «identidadese sobre otras. Este imperative remonta a la reivindicacidn politica de un trato no discriminatorio a las minorias, de modo que se lo puede y debe suponer bienintencionado. Pero no se lo puede aceptar como principio metodoligico indiscrimi nado porque entonces se consigue Io contrario de To que se pretendia: en lugar de favorecer la consideracién de todo ser humano como igual alos demas en dignidad y derechos, se blindan colectivos facticos frente a cualquier critica, y se condena a sus miembros a una sumisiin identitaria al colectivo en el que les ha tocado estar. Los nacionalismos identitarios pre- tenden legitimarse mediante ese principio, y lo que hacen de hecho es someter a los ciudadanos a normas disctiminatorias que reprimen dere cchos individuales elementales, en particular el inalienable derecho a la disi- dencia respecte de cualquier identidad colectiva, mientras los estudiosos politicamente correctos hacen jerebeques conceptuales para justificar esas nuevas formas de represisn. Bl estudio de las culturas, de las otras y de la propia, no puede actual- mente ni dar por bueno el cientificismo de las «descripciones y explicacio- nes» neutrales ni ignorar las diversas y aun opuestas actitudes que despliegan efectivamente las diversas culturas que hoy dia conviven en el mundo, a veces en un mismo pais o regiGn, por referencia al desarrollo de los individuos y de sus derechos, La diversidad cultural no puede tomarse ya ingenuamente como un mero fendmeno mas sobre el que abalanzarse académicamente para ir haciendo curriculum. Las cosas son mas comple- jas, e ignorar su complejidad puede estar lleno de ominasas consecuencias sociales y politicas ‘Me propongo en lo que sigue analizar la nocién de «identidad» por referencia a las identidades culturales; desarrollar las condiciones de legitimidad de los estudios transculturales como parte de la actividad intelectual de las sociedades multiculturales y como ingrediente de la 0 ventien cutrueaL, n geopolitica global; y proponer una metodologia de la comparacién cultural basada en la critica individual frente a cualquier «identificacidnm, IpeNTIOAD Y CULTLRA a, La nvgatividad de la identiad positiva La vida humana espiritual es una tension permanente entre dinamica real ¥y ficciones eststicas, entre proceso histérico y «fotos fijasm de la realidad y de uno mismo. En la filosofia europea fue Hegel quien por primera vez introdujo, como método de reflexién teérica, una variante de la vieja «dia- Iéctica» consistente en el seguimiento de la génesis y desarrollo de las fija- ciones intelectuales que se producen a lo largo de la historia, asi como en el, examen de la légica interna de la aparicidn sucesiva de conceptos, sistemas simbailicos, ideologias, metafisicas, etc. Hegel percibe por primera vez la necesidad de reconstruir crticamente los sistemas de referencias que se for- man en cada individuo y en cada cultura, como otros tantos intentos © proyectos de estabilizar el flujo incesante de las ideas y de las experiencias. La simagen del hombre» que subyace a su metodologia dialéctica se expresa acaso con mas claridad en las elucubraciones antropologicas de su coetaneo Wilhelm von Humboldt, que las desarrolla a propésito del Ienguaje humano. Humboldt, que en esto anticipa ampliamente los resultados de las modernas neurociencias, imagina la conciencia humana como un continuo proceso de incorporacién de nuevas expe- riencias que desencadenan procesos inconscientes de categorizacién y recategorizaci6n. I Lenguaje aprendido en la infancia no es para él un esquema virtual que se aplica al hablar, sino un conjunto de cauces cuya forma misma va cambiando a medida que fluyen por ellos los discursos reales, los propios y los ajenos; formas que se llenan de contenidos que a su vez modifican las formas mismas, Segtin él todo en el lenguaje es al mismo tiempo forma y contenido, y cada nuevo contenido deviene forma de contenidos ulteriores. Bl lenguaje cambia porque su produc- cidn es una dinémica constante. El hombre cambia porque sus estructu- ras de lenguaje y’ pensamiento se estén formando de continuo. En tos «idiomasy nacionales una manera ampliamente compartida de hablar aciquiere una cierta estabilidad, e imprime por algtin tiempo al hablar de los individuos formas que guardan en si la memoria de otras formas y contenidos anteriores. Peto también los idiomas cambian, R ama 2000 Cada individuo vive asi una vida de transformaciones incesantes de si mismo, de modo que la palabra «yo», cuando se la dice, no designa nada que pueda ser identificado como sustancia constante (éste es también el niicleo de la critica budista al concepto brahmeinico del atiman, asi como el supuesto que sustenta la psicologia dindmica de Freud). «Yoo no es mas que una deixis vacia de todo contenido, destinada no a identificarme sobre la base de contenidos cualesquiera, sino s6lo a sefalizarme frente a los demas como alguien tan opaco y cambiante como ellos. Tampoco los hablantes intercambian «mensajes», sino s6lo palabras, sefiales cuyo sentido es construido en cada caso por el individuo en su inte rior. Nadie puede saber como entiende realmente el otro sus palabras, y en rigor tampoco puede saber cémo las entiende él mismo. Es verdad que hablamos como si supiésemos todo esto, pero si no nos acompafa la con- ciencia critica de que tal «conocimiento» es pura ficcién, correremos el riesgo de confundirlo todo. Y en particular correremos el riesgo «identita- rio» de creer que somos alguien con contenidos y perfiles definibles y por lo tanto «identificables», E] ser humano construye identidades: se induce a si mismo a creer en conceptos» que cree reflejos de zonas 0 porciones reales de la realidad, a pesar de que sabemos ya a estas alturas que nuestro conocimiento es constantemente recategorizante, y por lo {anto reconceptualizante, Sabemos, que cada experiencia, del tipo que sea, se incorpora a nuestra circuiteria neu- ronal y desencadena en ella procesos que no controlamos conscientemente, ¥ cuyo resultado es que percibimos cosas nuevas, o de otra manera, 0 que por el contrario logramos blindamos frente a cualquier novedad. Nadie man- tiene durante toda su vida las mismas representaciones de la realidad, pero quienes se esfuerzan mas por conservarlas inalteradas entran en la clase de patologia de la personalidad que llamamos neurosis, impermeabilidad a la experiencia, etc. Conservamos las palabras de nuestro idioma (y las incre- mentamos 0 no), y con ellas la confianza en una realidad estable por detrés de ellas, pero un individuo sano cuenta con la probabilidad de que con el tiempo y la experiencia se le modifiquen los significados de muchas de esas palabras, 0 sea, de que cambie la realidad que percibe y de que cambie su percepcion de la realidad. De este modo la conciencia es inherentemente temporal, y la fijacion de determinadas ideas como inalterables nunca es otra cosa que una ficcién contra esa misma temporalidad, un intento de neutralizarla y de estabili- zarse. La ficei6n estabilizadora suprema es la idea del «ser». En Europa Par- ménides hizo un titénico esfuerzo por apartar del pensamiento todo lo que (CULTURAS OENTITARAS,FRAMSCULTURALIDADY CRITIC CULTURAL, 13 ‘no poseyese esa cualidad definitivamente estabilizadora que él atribuye al set, por ser aquello que permanece inalterado e idéntico a si mismo a través de toda diversidad: sean lo que sean las cosas, e1 hecho de que «sean» es “nico e igual para todas. La condicién de concepto supremo se le atribuye al ser en virtud de esa propiedad suya, la de la absoluta identidad consigo mismo. Heraclito no quiso ese camino y afirmé resueltamente la temporalidad inherente de la conciencia humana al reconocer que para ella «todo fluye». La conciencia critica de Herdclito se oponia al efecto estabilizador, tranqui- lizador y conservador de la nocién identitaria del ser, Lo suyo, la sfilosofia de la diferencia», es por el contrario el empefo histarico més cabal por luchar contra el cansancio que se sedimenta en las nociones estables, en las identidades. Historicamente Heraclito fracasé, Para el ser humano, pura dindmica cambiante, la conciencia correcta de si mismo resulta inso- portablemente leve, insegura e incierta, Ek ser humano aspira a posatse, a detenerse en su fluir mental y a oponer a los cambios de la realidad burla- eros sustanciales (y sustantivos) en los que refugiarse y descansar. Los «conceptos» son esa ficcién de nuestras mentes consistente en atri- buir a algunas palabras de nuestro hablar contenidos permanentes y defi- nibles, en atribuir a esos contenidos una correspondencia efectiva con la «acalidad», y en atribuirse uno a si mismo el control consciente sobre los correlatos mentales de esas palabras. Los uconceptos» son una estrategia identitaria frente a Ja inestabilidad extrema de nuestra propia mente, Nos aferramos a ellos, como en otros tiempos o lugares a «Dios», porque necesitamos creet que por detras de este fluir incontrolable algo nos soporta y nos permite «ser nosotros mismos», permanecer idénticos pese a todo, La creacién continua de conceptos es Ia tarea de Sisifo de empujar una mole de presuntas identidades estables contra la fuerza del fluir; y se la representa «cuesta arriba» porque se confia en que una estabi- «desde arriba» un destino cambiante «silo en apariencia». Lo que acostumbramos a Hamar ahora «culturas» son émbitos en los {que se comparten ficciones identitarias de un tipo u otro, ¥ se las comparte también ficticiamente, pues no hay dos catélicos fervientes que puedan estar seguros de que adoran exactamente al mismo Dios (del mismo modo que «nadie se bafta dos veces en e] mismo rio»); sélo necesitan creerlo para sentirse seguros, Ni hay dos luchadores por la causa de la clase obrera que puedan estar seguros de que luchan exactamente por la misma causa; s6lo necesitan creerlo, Eteétera. 4 ana novo Este es, por asi decirlo, el aspecto «negativor de la cultura de las identi- dades positivas. La positcidad de a lent negatica Simultaneo a les el otro lado de las identidades, aquel gracias al cual el ser umano estabiliza de hecho su entorno, lo estructura en beneficio suyo, le imprime sus propias representaciones y objetivos y construye una realidad en la que saberse razonablemente seguro y resguardado. Las fieciones con- ceptuales no slo son engafo: son ante todo acciones estabilizadoras, cate- gorizaciones que, al agrupar lo que nos parece igual y manipularlo de un modo constante y metédico, nos permiten erigir un mundo de artefactos previsibles y controlables. La ciencia y la tecnologia son el lado activo, prac- tico, de la creacién controlada de identidades, el que nos permite construir realidades estables y habitarlas fiablemente, Pero el paradigma cientifico de la construccién de identidades, con todas sus ventajas practicas y todos sus triunfos reales frente al fluir incon- trolable del tiempo, no nos deberia engaftar respecto de su verdadera con- dicion (y esto es algo que en la tradicién filoséfica de la antigua India se abrié paso muy pronto bajo la nocién de la «may» 0 «engaio césmico»).. El ser humano erige simultaneamente realidades tangibles y ficciones mentales identitarias. Con las primeras somete a control la diversidad & imprevisibilidad de la realidad extema, y con las segundas intenta some- terse a control a si mismo, a su propia subjetividad, «objetivindola» bajo las formas que llamamos «culturales» El paradigma cientifico es el del control de slo otro» bajo conceptos que establecen identidades previsibles, Comprender algo en conceptos es cam- prenderio reduciéndiolo a aquellas identificaciones selectivas que en algin momento han tenido algin sentido aparentemente practico dentro de la propia «cultura». El concepto supremo del «ser, que hoy dia tendemos a considerar como mera dénominacién del hecho «realy de que todo «es», se formulé en su momento por y para algo: el ser de Parménides es su res- puesta especulativa individual a la angustia practica provocada por la ines- tabilidad e imprevisibilidad tanto de la realidad que nos rodea como de nuestra propia personalidad y realidad «mental». Conceptos como el de «verdad», «libertad», «poder», «arte», «menter, «ciencia», sidentidads, etc, son también formas de intentar atrapar los aspectos mas inquietantes de la realidad bajo categorizaciones que nos parecen manejables. Cada cultura va acumulando esta clase de intentos y [ULTORAS IDENTITARIAS,TRANSCULTURALIDAO ¥CRITICA CULTURAL 15 les va dando estatuto de reflejos de la realidad, pero hay importantes dis- crepancias en las formas de conceptualizar la realidad no séle de una cul- tura a otra, sino también entre los individuos que «parecen compartir» el bagaje cultural de una comunidad o una region. Porque en definitiva la creacién de conceptos e identidades es un rendimiento mental estricta- mente individual, y sélo porque tendemos a no querer saber esto es por lo que atribuimos a los conceptos v a las formas culturales un cierto cardcter «supraindividuale 0 «intersubjetivo» o incluso «colectiver, Pero ésta es uma atribucién nacida, ella también, de la necesidad instintiva de estabilizar las, cosas. Naturalmente los conceptos humanos generan realidades humanas. Adquieren la consistencia de «instituciones», y esta en el interés de los miembros de las comunidades humanas cue esas instituciones se respeten, motive por ef cual las comunidades crean formas de coercidn para forzar su aceptacién, Importa tanto que los nifios acepten los axiomas cientificos 0 ideolégicos basicos de una cultura como que los mayores cumplan las leyes, y se educa y castiga a unos y otros hasta que ajustan su comporta- miento a las expectativas de los conceptos de la propia cultura, Con el tiempo el trabajo humano sobre categorizaciones, conceptos € identidades se va acumulando y refinando, y por lo tanto sus resultados van cambiando. Las comunidades y las culturas tienen que hacer espacio, de un modo u otro, a unos cambios tan inevitables como desestabi- lizadores, Cambian las religiones, las ciencias, las formas politicas y juridi- ‘cas, las expresiones artisticas, y cada comunidad reacciona a esos cambios ‘con mayor o menor flexibilidad o con mayor o menor desconfianza, miedo ¥ represion. En nuestra cultura occidental estos cambios han transformado una identidad cultural positiva en «negativay: nuestra cultura occidental ha asumido ya desde hace mucho que «su» identidad consiste en negar cualquier constelacién mental o identidad cultural duraderas. La estabili- zacién material de nuestro entorno por medio de la ciencia y 1a tecnologia 1nos ha dejado expuestos a un proceso evolutive acelerade y por lo tanto a cambios igualmente acelerados de ese mismo entorno, Para las personali- dades singulares puede legar a ser muy dificil adaptarse a tantos cambios, tan répidos. En realidad la tendencia mas instintiva es a rechazar los cambios, ya que son la negacién del trabajo identificador. La tendencia cultural mas, arraigada es la de perpetuar las viejas categorias. Sélo el formidable rendi- miento practico, de solucién de problemas y tareas, que ha demostrado 16 ana neo tener la Gencia en el sentido modemo de la palabra ha logrado quebrar esa resistencia al cambio, e introducir regionalmente en el mundo formas cul- turales aceleradamente cambiantes, que al mismo tiempo que generan y satisfacen maravillosas expectativas causan profundas distorsiones en las personas, que muchas veces tienen la mayor dificultad para adaptarse a ‘e305 cambios, Pagamos el progreso acelerado con experiencias de desesta bilizacién muy turbadoras y a veces catastréficas. Los rebrotes identitarios exaltados, fanaticos y eventualmente asesinos son una de las consecuencias de las realidades generadas por el abandono de la fe identitaria, OBENWVIDAD, SUBJENIVIDAD ¥ LIBERTAD INDIVIDUAL [EN LOS ESTUDIOS TRANSCUL TURAL ES Afirmaba Humboldt respecto del lenguaje que «no se sale det circulo de una lengua mas que para entrar en el de otra». El sentido de esta aparente ‘obviedad es sin embargo profundamente innovador. Pues la tradicién ‘europea daba por sentado que cualquier individuo que trabaje como «gra- matico» puede adoptar frente al lenguaje, el suyo y/o el de los demas, la posicién de un observador externo, que lo demarca como «fenémeno» y puede analizarlo como «objeto», y esto es lo que Humboldt niega. Nadie puede «salirse» de su lenguaje, porque uno es su lenguaje. Hoy podriamos reformular esto diciendo que nuestras circuiterias neuronales fluyen lingiiisticamente, al menos en una amplia medida y desde luego ‘en una medida indeterminable, La manera como un gramatico, antiguo 0 modermo, se representa el «objeto de la graméticay, imaginando que es el lenguaje», es a su vez. un ejercicio lingiistico condicionado del modo mas complejo e impenetrable por la cultura lingiistica y mental de cada uno. Pero nadie puede decir aqué es el lenguaje», porque nadie puede dar or sentado que por detras de la palabra «ienguajer haya una porcidn efec- fiva de realidad, susceptible de demarcarse y analizarse de acuerdo con el paradigma cientifico de las identidades controladas. Y por lo mismo nadie puede decir qué es «la cultura»: nadie puede dar por sentado que por detrds de la palabra «cultura» hay una porcién efectiva de realidad que él estd en condiciones de observar desde fuera, demarcindola y analizindola validamente. Querer estudiar la cultura, o una u otra cultura, es a su vez un éjercicio cultural condicionado del modo més complejo e inescrutable por Ja cultura lingiistica y mental de cada uno. ‘CUCTURAS WENTITARIAS, TRAMSCULTURALIDADY eRIMICA CULTURAL 7 Sélo es posible convertir «la cultura» en objeto de estudio y reflexion. bajo determinadas condiciones, que son otras tantas negaciones de cual- quier pretensin de cientificidad: ~ — hay que partir de que la cultura no tiene una existencia objetiva, y de que nuestra categorizacién de series difusas de cosas humanas bajo la palabra «cultura» no es sino una estrategia identificadora, cuya legitimidad dependerd obviamente de la de los intereses que la gufan. = Sinos acercamos a «la cultura» dando prioridad a su concepeién como «fabrica local de identidades compartidas», entonces ten- dremos que asumir que también nuestras instituciones y nuestros métodos de estudiar esas «culturas» son parte de las identidades, fabricadas en la nuestra, y que sélo una cabal conciencia del pro- ‘ceso por el que en nuestra cultura se han acabado categorizando las culturas como lo hacemos ahora puede salvar al estudio de la condicién de puro decisionismo cultural arbitrario, Esto implica hacer una «fenomenologia del espirity cultural» al modo hegeliano, o sea, una reconstruccién dialéctica de la génesis de nnuestras categorias sobre las culturas, — Sinos acercamos a «la cultura» dando prioridad a su concepcién de “

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