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MORAL FUNDAMENTAL

COMPORTAMIENTO HUMANO RESPONSABLE

Trabajo del capítulo V de “Teología Moral Fundamental”

Autor: Gonzalo Vitoria Bores

Profesor: Don Toribio Cuesta García

León, 22 de mayo de 2020

TRABAJO DE MORAL FUNDAMENTAL: LEÓN, 22 DE MAYO DE 2020. CSET


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1. INTRODUCCIÓN

A lo largo de este trabajo vamos a tratar el tema del comportamiento humano


responsable, correspondiente con el capítulo V del temario de nuestra asignatura de
moral fundamental.

Para ello vamos a tomar como texto base el manual de dicha asignatura, “Teología
Moral Fundamenta”, publicado en la colección Sapientia Fidei de la BAC por José
Román Flecha Andrés en su 6º edición. La metodología que utilizaremos será la lectura
crítica de dicho capítulo para posteriormente plasmar en este documento un resumen
comentado del mismo.

Comenzaremos diciendo con el autor, a modo de introducción, que todo juicio ético se
nos presenta como una afirmación sobre el ser humano, en el cuál estamos ya afirmando
la misma posibilidad humana de comprometerse moralmente y la inevitable eticidad de
la peripecia humana.

Esta afirmación no deja de ser problemática. En la actualidad, el comportamiento


normable ha de preceder a las reflexiones sobre los elementos normantes de tal
comportamiento y, al mismo tiempo, ha de ser precedido por unas consideraciones
sobre la misma normatividad de ese comportamiento pretendidamente responsable.

2. EL HOMBRE, SUJETO DEL COMPORTAMIENTO MORAL

Comienza el autor este apartado diciéndonos que hoy es frecuente la reivindicación de


la autonomía de la ciencia y la técnica en confrontación con la ética, y como el Concilio
Vaticano II reconocía la justa autonomía de las ciencias y su metodología y de la cultura
y la valoraba cuando se acompaña de un incremento del sentido de la responsabilidad
(GS 55-59), a la vez que deploraba una doble deformación de la concepción de tal
autonomía: una teológica y otra moral.

Entre ambas, el Concilio afirmaba que la justa autonomía de lo creado y del ser humano
en especial no se suprime cuando se considera en referencia a la ordenación divina, sino
que se restituye a su propia dignidad y se ve en ella consolidada (GS 41b).

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Las diferentes guerras y desastres ecológicos han ayudado a comprender que es


imprescindible afirmar la constitutiva eticidad del ser humano, imponiéndose la
convicción de que el remedio se halla en el cambio del paradigma ético 1.

2.1. Apelación a la experiencia

Comienza Flecha este apartado diciéndonos que el hombre es una “realidad debitoria” 2,
un absoluto relativo, una esencia abierta a la realidad que va dando figura concreta a su
realidad a través de la apropiación de posibilidades que la realidad le ofrece,
apropiación que es inevitable 3, por lo cual el hombre es constitutivamente moral.

El hombre tiene conciencia de poder y deber orientar sus existencia con relación a unos
valores objetivos, percibiéndose como sujeto del comportamiento moral y como modelo
identificante de ese comportamiento. El hombre trata de llegar a ser hombre y descubrir
el sentido de la verdad de su existencia.

Es cierto que se trata con frecuencia de negar la legitimidad de esa búsqueda del sentido
desde una antropología puramente empírica, pero no podemos aceptar tranquilamente
una explicación de nuestro comportamiento que lo reduzca a un resultado del azar y que
nos mantenga siempre en estado de indeterminación. De ahí que la ética se nos presente
como la tarea de descubrimiento y realización del proyecto humano, siendo la felicidad,
de acuerdo con Zubiri, un estado metafísico propio de una realidad moral.

2.2. La libertad humana

Comenzamos este apartado diciendo que la tarea de concienciación moral parece, en


consecuencia, estar abocada al redescubrimiento de la libertad y responsabilidad
humanas.

1
Küng, H., “Proyecto para una ética mundial”. Madrid 1992. Págs. 48-50.
2
Zubiri, X., “Sobre el hombre”, ed. I. Ellacuría. Madrid 1986. Pág. 412.
3
Zubiri, X., o.c. Pág. 374.

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Como todas las realidades humanas más profundas, no es fácil ponerse de acuerdo sobre
la definición de la libertad moral.

a) Mensaje bíblico

Para la tradición bíblica es fundamental la afirmación de la libertad humana. Las


diferentes tradiciones bíblicas reconocen que el ser humano goza del privilegio de la
elección responsable que le confiere la libertad de que disfruta por ser imagen de Dios.
Tanto la virtud como el vicio son el resultado de elecciones humanas libres.

El Nuevo Testamento no se hace preguntas sobre la posibilidad de la libertad humana ya


que la supone cada vez que profiere una exhortación a la conversión. Al aceptar la
gracia del Señor, la libertad humana queda íntimamente liberada.

b) La libertad moral en la historia de la Teología

Ahora pues, al presentar la libertad como ausencia de ligaduras podemos referirnos a


una libertad moral o a una libertad física, o bien hacer una segunda distinción entre
libertad de coacción y libertad de necesidad. Esta última es la más importante, y sobre la
cual la filosofía y la teología solían precisar que puede referirse al acto de decidir, al
objeto mismo de decisión o al fin perseguido al decidir, siendo entonces libertad de
contradicción, de especificación o de contrariedad respectivamente.

La ética cristiana valora la libertad humana. Podemos decir con Santo Tomás que la
naturaleza racional es la más cercana a Dios y tiene en sus manos su propia dirección,
su inclinación no está determinada por nada que no sea ella misma 4. Y ante el drama de
la libertad que elige el mal Santo Tomás responde que las elecciones humanas han de
hacerse humanamente y que el libre albedrío es una propiedad de la voluntad orientada
al bien del ser humano.

4
Santo Tomás de Aquino, De veritate, 22, 4.

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c) Doctrina de la Iglesia

Lo primero que debemos tratar en este subapartado nos las polémicas sobre la libertad
en la historia, donde en resumen diremos que la doctrina de la Iglesia ha admitido
siempre que el pecado ha dejado al libre albedrío disminuido en su capacidad decisora
para el bien, aunque el ser humano sigue gozando de la libertad de su albedrío.

Por otro lado, en cuanto a los tiempos modernos de la Iglesia el texto más completo
sobre este tema es la encíclica Libertas praestantissimum. También el Concilio
Vaticano II vincula la libertad con la dignidad del ser humano y la considera signo
eminente de la imagen divina en el hombre, a la vez que lamenta las deformaciones
derivadas de su comprensión. Además hemos de destacar la influencia de la Teología de
la liberación en la valoración de la libertad y el artículo sobre la libertad del Catecismo
de la Iglesia Católica, donde la considera en su vinculación a la responsabilidad moral y
en el marco de la historia de la salvación. Por último, hemos de mencionar en cuanto a
la doctrina sobre la libertad las encíclicas Veritatis splendor y Evangelium vitae.

d) Reflexión teológica

En este aspecto diremos que la reflexión teológica contemporánea ha vuelto repetidas


veces sobre los datos de la Escritura y de la Tradición tratando de repensarlos en el
marco de las preguntas del hombre sobre sí mismo. Podemos destacar a Zubiri, en el
cual parece inevitable pensar que el problema de la libertad está siempre fundado en una
realidad que es estructuralmente previa 5, o K. Rahner entre otros autores.

Sin embargo, para una adecuada comprensión cristiana de la libertad, es preciso pensar
que ésta es capacitada desde Dios y puede ser ejercida frente a Dios.

Para la teología cristiana, el carácter morar de las acciones estás caracterizado por su
relación con la voluntad de Dios y, por eso, la moral cristiana solo se autocomprende
como vocacional y responsorial.

5
Pintor Ramos, A., Realidad y verdad. Las bases de la filosofía de Zubiri. Salamanca 1994. Págs. 261-
269.

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3. LIMITES DE LA RESPONSABILIDAD

Comenzaremos este apartado diciendo que a la tradición del estudio de la Ética


pertenece la clásica distinción de planos y que a la hora de juzgar el comportamiento
humano responsable habrá que tener en cuenta múltiples factores.

3.1. Rasgos fundamentales del comportamiento moral

De acuerdo con el autor, para que un comportamiento pueda ser calificado como
“humano” y “responsable” se requieren algunos rasgos imprescindibles, como que ha de
ser de un comportamiento suficientemente consciente, interiorizado, voluntario, libre e
imputable. Para ser moral el comportamiento humano ha de ser responsable. Pero esta
evidencia esconde la problematicidad del tema moral de la responsabilidad.

En una caracterización negativa hay que tener en cuenta que la responsabilidad mora no
se confunde con la responsabilidad civil, penal o con la imputabilidad psicológica.
Desde un punto de vista positivo, hay 4 elementos que constituyen el meollo de la
responsabilidad moral: La responsabilidad es ante todo autorresponsabilidad, dice
siempre dialogicidad, hace referencia a algo de lo que hay que responder, y evoca una
estructura objetiva que se presupone como condición o se sigue como resultado.

Así marcaríamos los límites de la responsabilidad moral como una responsabilidad de


uno mismo, ante alguien, por alguna cosa en una estructura objetiva y mediante ella.
Ahora bien, la Teología Moral tendrá que fundar su conocimiento y su metodología en
las fuentes de la revelación cristiana.

3.2. Obstáculos para el comportamiento humano y responsable

No hay una actuación ética sin responsabilidad. Pero se impone una delimitación, la
verdadera libertad supone una elección entre varios fines éticamente significativos. La
libertad moral supone una claridad para percibir el bien y el mal. No basta una “libertad
de”, se requiere una “libertad para” la autorrealización y la humanización del mundo.

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a) Condicionamientos de la actuación humana

Hay que recordar que el hombre es siempre un ser condicionado. Solamente un sujeto
libre puede ser sujeto de normal y “la vida del hombre concreto se desarrolla en el
trayecto que une su pertenencia al entorno con su dominio del entorno” 6.

Admitir esta evidente condicionabilidad del hombre no significa negar su libertad, pero
ayudará a situar adecuadamente la responsabilidad de las decisiones y actuaciones
morales del individuo.

b) Impedimentos de la responsabilidad

Sin embargo, es fácil percibir otros impedimentos que obstaculizan la formulación de


una decisión libre y responsable. En cuanto al aspecto cognitivo de la responsabilidad
hay que recordar que la responsabilidad es anulada por la ignorancia invencible respecto
a la existencia o ámbito de una determinada norma moral. En cuanto a la voluntariedad,
hemos de recordar la importancia del miedo. En referencia a la ejecución de un acto
hemos de recordar la violencia que dificulta el ejercicio de la libertad. También hemos
de tener en cuenta el peso de una costumbre inveterada y la incidencia de la propaganda.

Hoy resulta difícil concebir la libertad individual como una capacidad total de
autodeterminación. La libertad ha de ser concebida como un proceso en lo que cuenta es
estar y permanecer libre para una tarea concreta. Además, es preciso admitir que nadie
puede presumir de vivir en la libertad mientras no haya creado condiciones para que los
otros vivan libremente, abriéndose la moral de la libertad a una moral de la liberación.

4. ALCANCE DE LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD

Comenzamos este apartado diciendo con el autor que la cuestión de la libertad y la


responsabilidad humana ha suscitado recientemente dos polémicas significativas
relativas a la ética de la situación y al principio del doble efecto.

6
Mounier, E., Tratado del carácter, en Obras completas, II. Salamanca 1993. Págs. 83ss.

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4.1. La ética de la situación

La comprensión de la Ética de situación no es uniforme 7, entendiendo aquí situación


como la manera propiamente humana de existir, en las coordenadas del tiempo y del
espacio, la cual está dotada de algunas notas como la unicidad y la diversidad, la
temporalidad y la personalidad que afectan al ser humano que en ella se encuentra.

Podemos resumir los contenido y objetivos de la ética de la situación en 6 afirmaciones:


solo una cosa es intrínsecamente buena, el amor; la norma última de las decisiones
cristianas es el amor nada más; amor y justicia son la misma cosa; el amor desea el bien
de nuestro prójimo; sólo el fin justifica los medios; y las decisiones han de ser tomadas
en la situación, no en fuerza de la prescripción8.

Por otra parte, las decisiones de la Iglesia sobre la Ética de situación estuvieron
marcadas por una gran cautela, incluso cuando optó por una condenación explícita. El
papa Pío XII la critica en cuanto que niega la existencia de leyes morales objetivas y
deja la decisión sobre el bien o el mal mora a la determinación de la persona misma y su
recta intención, declarando que no basta solo la recta intención y rechazando que el fin
justifica los medios. A su vez, la instrucción del Santo Oficio prohíbe la divulgación de
esta moral de situación, cuidándose de condenar de forma global todos los elementos
que aportaba. El Concilio Vaticano II no llegó a condenar la moral de situación como
algunos habían pedido, y la encíclica Veritatis Splendor ha dejado clara las dificultades
de pensar la libertad y responsabilidad humana en términos abstractos y del olvido de la
majestad de los valores humanos universales al subrayar tanto la responsabilidad situada

4.2. Principio del doble efecto

El principio del doble efecto ha sido un elemento casi imprescindible en la teología


moral católica para la formación del juicio ético. El principio se debe a Juan de Santo
Tomás (1589-1644), aunque las premisas se encuentren ya en Santo Tomás.

7
Günthör, A., La moral de la situación. Madrid 1971. Pág. 8.
8
Fletcher, J., Moral Responsability. Situation Ethics at Work. Philadelphia 1967. Págs. 13-28.

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La formulación del principio incluye cuatro condiciones: la acción misma tiene que ser
buena o indiferente pero no mal en sí misma; el efecto bueno y el malo tienen que
seguirse con igual inmediatez de la acción; únicamente el efecto bueno ha de ser
perseguido por el actuante, que permite o tolera el malo; y tiene que haber un motivo
proporcionado para asumir la causa y permitir el efecto malo 9.

En la actualidad, el principio del doble efecto ha dado origen a múltiples discusiones, ya


que puede dar origen tanto a un legalismo fisicista como a un incontrolable relativismo,
y ha sido tratado también por la encíclica Veritatis Splendor. De todas formas, el
principio del doble efecto nos remite a una concepción de la libertad y responsabilidad
que se abre a la presencia de los demás y reafirma la concepción de la responsabilidad
moral como responsabilidad social.

5. RESPONSABILIDAD Y SOLIDARIDAD

Comienza Flecha este apartado con la afirmación de que la libertad-responsabilidad se


entiende como corresponsabilidad con vistas a una tarea humana y humanizadora. El
“yo” no puede sustraerse de su unicidad, pero tampoco puede esconderse del “otro” que
lo interpela y lo llama a la responsabilidad y la diaconía. “Ser “yo” significa no poder
sustraerse a la responsabilidad” 10.

Esto lo podemos ver tanto en el Antiguo Testamento como en la persona de Jesús, y el


Concilio Vaticano II, al tiempo que vincula la responsabilidad a la libertad y a la misma
dignidad del ser humano en cuanto persona (DH 2b), propugna el principio moral de la
responsabilidad personal y social (DH 7b, GS 27c, 34c). También, en relación con la
corresponsabilidad, la Teología Moral ha establecido algunas normas concretas.

Así podemos decir que la libertad y la responsabilidad han de ser comprendidas como
una tarea de liberación, en la que el ser humano se libera ofreciendo a los demás unos
motivos, unos espacios y unas fuerzas para su propia realización y convivencia.

9
Zalba, M., Theologiae Moralis Compendium, I. Madrid 1958. Pág. 150.
10
Levinas, E., Humanismo del Otro Hombre. Madrid 1993. Pág. 47.

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6. RESPONSABILIDAD Y GRACIA

6.1. La gracia y la caridad de Cristo

De las afirmaciones del Concilio XVI de Cartago podemos concluir que es imposible el
ejercicio de la responsabilidad moral sin la gracia de Dios y con el único apoyo del libre
albedrío. Santo Tomás habrá de decir que sin la gracia de Dios el hombre no puede ni
conocer la verdad sobrenatural y salvífica.

El Concilio Vaticano II, en el plano ético, afirmará: “La libertad humana, herida por el
pecado, para dar la máxima eficacia a esta ordenación a Dios, ha de apoyarse
necesariamente en la gracia de Dios” (GS 17).

También el Catecismo de la Iglesia Católica, de acuerdo con Santo Tomás, afirma: “La
gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura el carácter sobrenatural de
nuestros actos y, por consiguiente, su mérito tanto ante Dios como ante los hombres” 11.

6.2. Cristo, consujeto del actuar cristiano

Termina el autor del libro este tema con este subapartado, en el cual nos dice que no
quedaría explicado el sentido más profundo de la responsabilidad moral cristiana si no
se considerara la influencia de Jesucristo y de su Espíritu en el comportamiento de los
creyentes, ya que los cristianos están en Cristo, en cuanto que bautizados que tienen ya
a Cristo, y Cristo está en ellos, realizando su justicia como un consujeto de su vida.

El seguimiento de Jesús y la imitación de Cristo glorificado se convierten en la vivencia


de su misma vida, compartida con los que creen en Él. En Cristo resucitado la
responsabilidad moral es elevada y acompañada por su gracia.

Ahora bien, hemos de apuntar que el seguimiento de Cristo no es una tarea confiada a
las propias fuerzas humanas, ya que este es imposible sin la presencia del Espíritu del
Resucitado.

11
CEC 2011.

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