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TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 1

PRIMERA PARTE: CUESTIONES INTRODUCTORIAS

CAPITULO I INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA MORAL

No hay duda de que en este momento histórico, en la sociedad vivimos un


tiempo nuevo. La globalización, el pluralismo, la revolución tecnológica, las
diversas crisis, etc. Han transformado notablemente nuestras relaciones, nuestras
necesidades y también la configuración misma de nuestra propia identidad; y, sobre
todo porque los marcos referenciales que nos servían de sustento ya no son tan
claros ni comprensibles para muchas personas.1 Nosotros mismos somos hijos de
nuestro tiempo y vivimos inmersos en esta cultura y esta sociedad en la que nacimos
y en la que nos vamos desarrollando y ello significa que no escapamos a la serie de
cambios que en mayor o menor medida nos afectan en nuestra percepción de la vida.
Respecto a lo que a nosotros concierne, en el contexto actual en que nos
encontramos, buscamos clarificar una opción de vida, un estilo propuesto por el
Señor Jesús; la vocación sacerdotal, vivida en una comunidad que es nuestra Iglesia
al interno de la cual, atravesamos también por momentos notables de cambio, sobre
todo porque desde el acto histórico de la renuncia del Papa Benedicto XVI y la
posterior elección del Papa Francisco, hemos comenzado un momento de reflexión y
reforma que ha alimentado nuevas esperanzas, pero también enormes inquietudes
ante el futuro que se presenta.2

En este curso estudiaremos una materia de gran relevancia que nos servirá ya
desde ahora, de herramienta en la guía espiritual y moral de los fieles, de manera
que podamos ofrecerles fundamentos sólidos de acuerdo al Magisterio para que las
personas puedan decidir en forma madura y consecuente con sus convicciones en
cada momento en que se encuentren, esto significa que tendremos el papel de guías
en la conciencia de las personas, no para decirles cómo es que tienen que actuar,
sino para ayudarles a clarificar sus diversas situaciones, a iluminarlas con las
enseñanzas del Magisterio y ayudarlas a discernir adecuadamente sobre las
decisiones que tomaran. Es importante señalar los límites de nuestra labor, cuando
de orientar moralmente a una persona se trata, tales límites estarían señalados por el
Magisterio mismo, o dicho de otra forma, lo que tenemos que conocer y saber
aplicar es la moral católica, lo que el Magisterio enseña. De esta manera evitaremos
caer en la tentación de aconsejar u orientar según nuestras opiniones particulares. Es
por ello necesario estudiar, conocer y saber aplicar la moral católica a conciencia,
tener bien presentes los principios morales para luego saber aplicarlos en cada
situación según se requieran.

1
Cfr. Julio Luis MARTÍNEZ – José Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental. Bases teológicas del
discernimiento ético, =Presencia Teológica 210, Sal Terrae, España 2014, p. 13.
2
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 14.
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Veremos por otro lado, como no sin altibajos, la teología moral se ha ido
renovando sin parar a partir del Concilio Vaticano II. Y lo ha hecho sirviéndose del
impulso derivado de los estudios bíblicos pero también a través de una mayor
integración con los demás tratados teológicos y de un mayor diálogo con el mundo
general de la cultura, con la filosofía y con las ciencias. Todo ello intentando no
perder la triple funcionalidad constitutiva de servir al ser humano, a la Iglesia y a la
sociedad.3

El curso generalmente se divide en 2 partes; en la primera, estudiaremos lo


referente a la fundamentación de la teología moral y en la segunda, abordaremos los
temas clásicos de la misma como la libertad, la conciencia, la ley, los actos
humanos, el pecado, las virtudes etc. Cada parte corresponderá a cada 1 de los dos
semestres asignados para esta materia. El curso que seguiremos será elaborado a
partir de varios manuales, sin embargo tomaremos como base en lo que se refiere a
la estructura del curso, el manual de Román Flecha Andrés, es un manual bien
elaborado, practico y se ajusta a nuestro objetivo.

Ahora bien, para comenzar a estudiar la Teología Moral, sería bueno


remitirnos a la encíclica Veritatis Splendor del recientemente hecho santo, el Papa
Juan Pablo II. La encíclica dice:

«La reflexión moral de la Iglesia, hecha siempre a la luz de Cristo,


el "Maestro bueno", se ha desarrollado también en la forma
específica de la ciencia teológica llamada teología moral; ciencia
que acoge e interpela la divina Revelación y responde a la vez a las
exigencias de la razón humana. La teología moral es una reflexión
que concierne a la "moralidad", o sea, al bien y el mal de los actos
humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está
abierta a todos los hombres; pero es también teología, en cuanto
reconoce el principio y el fin del comportamiento moral en Aquel
que "solo es bueno" y que, dándose al hombre en Cristo, le ofrece
las bienaventuranzas de la vida divina».4

Teniendo en cuenta esto, podemos comenzar precisando en manera general el


objeto de nuestro estudio. Así, la Teología Moral reflexiona sobre el
comportamiento humano responsable, el cual, por el hecho de serlo, puede ser
calificable como bueno o como malo. Ese sería su objeto material. Sin embargo
sabemos que aparte de la teología moral, existe otra disciplina que también estudia
el comportamiento humano responsable y lo puede calificar como bueno o como
malo, tal disciplina es la Ética filosófica, de tal manera que ambas disciplinas

3
Ibíd., p. 13.
4
JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, (6 de agosto de 1993), Carta encíclica sobre algunas cuestiones
fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia, BAC Madrid 1993, No. 110.
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coinciden en el objeto material. Sin embargo lo que distingue ambas disciplinas es


su objeto formal, que es el parámetro bajo el cual se califica como bueno o malo un
comportamiento humano responsable. El objeto formal de la teología, como apunta
la VS, es la reflexión racional acompañada por los datos de la revelación, mientras
que el objeto formal de la filosofía es la reflexión racional hecha a partir de la
naturaleza humana y de la recta razón las cuales encaminan al fin último del hombre
que es la felicidad.

En nuestros tiempos la cuestión del criterio para definir la bondad o maldad


de un determinado comportamiento plantea no pocos interrogantes. Hoy más que en
otros tiempos aparece más difícil, juzgar el comportamiento humano responsable y
ofrecer una fundamentación clara e indispensable, que sirva a su vez de parámetro
para juzgar y calificar una determinada acción. Tal situación, se debe en gran
medida a la complejidad de la realidad pero también se debe a otras varias razones,
como por ejemplo:

1) Un rechazo a toda fundamentación objetiva de los juicios éticos: Ello debido a


que en los últimos tiempos se ha dado una gran supremacía al subjetivismo, de
manera que ya no se aceptan tan fácilmente conceptos como la verdad, el bien, la
belleza, como absolutos y únicos, los cuales habían sido producto del objetivismo
metafísico que basaba el criterio de calificación moral en lo que la realidad abstracta
del ser dictaba como norma para el actuar, en pocas palabras, aplicaba la máxima
«del ser se sigue el obrar». Ahora se da mucho más cabida a la dimensión histórica
del sujeto que actúa es decir se valoran los hechos no ya desde la teoría abstracta
sino desde la experiencia del sujeto. Ello dificulta el juicio moral en estos tiempos
puesto que se queda reducido al ámbito de la privacidad.

2) Múltiples susceptibilidades que la pregunta moral suscita: muchas de las cuales


vienen suscitadas por la tradicional vinculación de la moral con la religión. La
sociedad actual tiene su pretensión de vivir su autonomía y mayoría de edad, al
margen de cualquier imposición heterónoma. Por otro lado se vincula también a la
moral con la autoridad que busca mantener el poder mediante el establecimiento de
normas morales para defender los propios intereses.

3) un cambio de método: hoy el criterio tenido en cuenta para la valoración de una


acción es más inductivo que deductivo, es decir, se valora la experiencia sobre el
valor en sí. Así llega a confundirse lo auténtico con lo verificable y lo ético con lo
práctico.

Estas actitudes ante la Moral, nacidas en los ámbitos de la filosofía, de la


religión, de la educación y la ciencia, son hoy especialmente sentidas. De todas
formas, la pregunta moral es inesquivable. Y de una forma o de otra, los hombres y
mujeres de hoy se interrogan también sobre el bien y sobre el mal, sobre lo que se
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debe y lo que no se debe hacer.5 En ese sentido la moral, ya sea vista desde el
aspecto filosófico como del teológico siempre tendrá cabida en la reflexión humana
porque toca el aspecto fundamental del comportamiento responsable.

En cuanto al uso de los términos “moral” y “ética”, hay que decir que hemos
reservado a cada uno de ellos un enfoque distinto, así estamos acostumbrados a
reservar el término ética al aspecto filosófico y el término moral al ámbito teológico.
Pero para evitar confusiones y aunque sabemos que ambos términos tienen un
aspecto que los diferencia, en el fondo ambos reflexionan sobre el comportamiento
humano responsable y por tanto los entenderemos de manera univoca, es decir el uso
del término moral o ética, lo haremos indistintamente. Conviene de todas formas
señalar la raíz de ambos términos:

El término ética es de proveniencia griega, y tenía varios significados:


significó morada, lugar donde se habitaba. Después se usó para hacer referencia al
interior, para describir una actitud. En la tradición aristotélica era modo de ser,
carácter, hábito o costumbre. Además de que se usaba el término en dos acepciones:
h=tqõ: hace referencia al carácter, modo de ser o actitud y e;qoj: hace referencia al
hábito o costumbre.

Luego el término e;qoj se tradujo del griego al latín, quedando el término


mores que significa costumbre. Tal término es la raíz de la palabra Moral.

Sin embargo, vemos como en el fondo ambos términos hacían referencia al


comportamiento, manifestado a través de las costumbres.6

Una vez establecido este criterio, conviene ahora establecer bien el objetivo
de nuestro estudio. Lo que pretendemos es lo siguiente:

Conocer los fundamentos de la Teología Moral Católica de manera que


podamos adquirir las bases necesarias para crecer en el discernimiento moral en
nuestra propia vida y ayudar con ello también al discernimiento moral de los fieles,
ya desde ahora y en un posible ministerio sacerdotal.

5
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental, =Sapientia Fidei, serie manuales
de teología, BAC Madrid 19972, pp. 5-8.
6
Cfr. Ramón SAINZ, Curso de Teología Moral Fundamental, apuntes de clase, Seminario Conciliar
de León, Facultad de Teología, León, Gto., 2005.
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1.1 La teología moral en el contexto cultural actual.

En primer lugar hay que decir que la teología es significativa en la medida en


que es capaz de lograr que la esencia de su mensaje tenga significación para la vida
de las personas en el momento histórico concreto en que se encuentren. Si este
aspecto es importante para la teología en general, para la Teología moral es
ineludible, porque afecta directamente a la vida de las personas. Y en un tiempo tan
complejo como el nuestro, la teología moral requiere un método que no sea solo
abstracto, de manera que se evite caer en lo que el Papa Francisco llama en la
Evangelii Gaudium «una teología de escritorio» para buscar más bien, una teología
al servicio de la Iglesia que se sienta «parte de la misión salvífica de la Iglesia» y
viva de corazón su «finalidad evangelizadora»7 en otras palabras, el mismo Papa
Francisco ve la necesidad de una reflexión teológica que incida mayormente en la
situación concreta de las personas y la Teología Moral no es la excepción.

Ya decíamos en la introducción general que vivimos en un tiempo


particularmente difícil para la Teología Moral debida la globalización y al
pluralismo tanto moral como religioso, ello supone que la Teología Moral deberá
justificar racionalmente sus presupuestos sin perder su propia especificidad, en otras
palabras, deberá hacer creíble racionalmente su propuesta, pero sin perder su propia
identidad. Esta es una misión nada fácil particularmente en la ambigua situación
presente en que los valores que han configurado nuestras sociedades, han entrado en
una profunda decadencia o al menos han mutado de una manera radical haciendo
muy difícil un discernimiento más o menos seguro sobre los elementos esenciales
que configuran nuestra propia realización vital.8 Ante tal panorama descrito por
muchos como una época de cambio a la cual le han calificado también de etapa de
crisis,9 resulta difícil formar sujetos morales que respondan hoy adecuadamente. Es
más difícil aun si no tenemos un conocimiento al menos general de la situación que
vivimos, por ello veamos en líneas generales lo característico de nuestro tiempo.

a) El sujeto entre moderno y posmoderno.


La sociedad actual se caracteriza por la confluencia entre el paso de la
modernidad a la posmodernidad, repercutiendo en varios aspectos en la moral
cristiana y la religión:

† La fuerte secularización de la cultura: fruto de la cual la interpretación de


la realidad y de los valores unidos a ella, deja de ser uniforme y religiosa.
7
Cfr. FRANCISCO, Evangelii Gaudium, (24 de noviembre de 2013) Exhortación apostólica, a los
Obispos, a los Presbíteros, a los Diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre el anuncio del
Evangelio en el mundo actual, BAC, =documentos 47, Madrid 2013, n. 133.
8
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 18.
9
Caamaño – Martínez cita tres definiciones de tres autores: «Enfermedad del apagamiento del deseo
de desear» (P. Valadier); «Carencia de hogar» (W. Berry); «disolución de las responsabilidades en la
civilización tecnológica» (H. Jonas). Cfr. Ibídem.
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†El pluralismo cultural: en que la fe aparece como una posibilidad más al


lado de las otras, como oferta para el consumo. El pluralismo sería así, el caldo de
cultivo para el relativismo, la indiferencia o el sincretismo.
†El empirismo exagerado: que afirma la exclusiva y excluyente vigencia del
conocimiento científico, junto a la mentalidad tecnológica.
†El narcisismo: una cultura en que el individuo está cerrado en la realización
emocional de sí mismo, un individualismo que va de lo individual a lo colectivo.
†El ideal de la libertad: como mínimo de limitaciones y máximo de
elecciones privadas.

Con indicadores así, se entiende que cualquier forma de teología moral que se
atreva a poner la «ética bajo el signo de la cruz», lo va a tener muy difícil. Se trata
sobre todo de un contexto óptimo para cualquier forma moral o espiritual que acepte
plegarse a lo que podríamos llamar espiritualismo desencarnado e individualismo
expresivo que no plantee compromiso moral y social, sino realización personal y
confort emocional.

b) La interdependencia como «signo del tiempo» presente


Esta característica se comprende bien cuando hablamos de globalización,
término que ha pasado a ser de uso común, no solo ya en los ambientes académicos
sino en los medios de comunicación y hasta en el vocabulario de cualquier persona.
En una palabra, interdependencia es globalización. Supone una extensión de las
actividades sociales, culturales, políticas y económicas más allá de las fronteras de
los países, de modo que lo que ocurre, lo que se decide y lo que se hace en una
región del mundo, puede llegar a tener consecuencias, significados y riesgos para los
individuos y comunidades en cualquier región del planeta por muy distante que
sea.10

†Medios de comunicación: Tal globalización ha sido acelerada en gran


medida por los medios de comunicación social, los cuales en el ámbito moral por
ejemplo, han tenido un impacto decisivo al extender comportamientos y maneras de
pensar y de ver la vida, a un número cada vez mayor de personas alrededor del
mundo sin distinción de estratos sociales o culturales, imponiendo en su mayoría un
estilo de vida occidental.

Este estilo de vida propuesto por los medios, está marcado en buena parte por
una sexualización generalizada, la cual está presente en la mayoría de sus programas
y anuncios publicitarios e incluso en aquellos dirigidos a un público infantil. De esta
forma, al ofrecer modelos de comportamiento específicos el cine y en mayor medida
la televisión, influencian el comportamiento de los espectadores, calando
mayormente en los adolescentes. Así, niños y adolescentes son constantemente

10
Cfr. Ibíd., pp. 20-22.
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bombardeados por actitudes y estereotipos comportamentales, que presentan las


relaciones sexuales como representativas de la relación entre hombre y mujer,
apareciendo siempre como buenas y sustancialmente justas. Se hace creer, que el
hombre verdadero es el que domina, tiene relaciones sexuales como si fueran un
juego o una diversión, incluida la infidelidad; se hace de tal manera que la mujer,
sea percibida como un objeto sexual cuyo valor está basado en la apariencia física.11

Con la llegada del internet, éste intercambio de ideas, modas, maneras de


pensar y comportamientos, ha acelerado la occidentalización contribuyendo además
al fenómeno de la globalización. En diversos terrenos como el respeto a la vida, el
divorcio, la cohabitación juvenil, la influencia de los medios de comunicación, ha
hecho más incipiente para muchos el discernimiento ético.12 Ciertamente, el internet
representa uno de los avances comunicativos de mayor impacto global tanto a nivel
social como personal. Baste pensar por ejemplo en Facebook y Twitter y su enorme
influjo en la así llamada Social Network, que han hecho posible la relación virtual de
millones de personas alrededor del mundo.13

En la línea de la información inmediata, no solo se obtiene una información


sobre lo que ocurre y en el momento en que sucede, sino que hay también
interacción desde la que es posible modificar los contenidos, enjuiciarlos y aportar
iniciativas siempre dinámicas y cambiantes.14 Sin embargo, el problema para la
moral es que los datos exhibidos se dejan al criterio de los receptores cuyas posturas
morales son diversas a la hora de juzgar algún acontecimiento o hecho sucedido. En
Evangelii Gaudium dice el Papa Francisco: «[…] vivimos en una sociedad de la

11
Cfr. Daniele MUGNAINI et AL., Erosi dai media. Le trappole dell’ipersessualizzazione
moderna, San Paolo, Cinisello Balsamo, 2011, pp. 17-20.
12
Cfr. Xavier THÉVENOT, El pecado hoy, Verbo Divino, Navarra 1989, p. 28.
13
Con un crecimiento de los usuarios en los últimos años, Facebook es al parecer la
plataforma comunicativa mas popular a nivel mundial, disponible en 35 lenguas. Al inicio del 2010
se habían superado ya los 400 millones de usuarios, de los cuales mas del 70% son de fuera de los
Estados Unidos; esto solo 6 años después de que naciera como un proyecto universitario en
Harvard, ideado por Mark Zuckerberg, Chris Hughes, Dustin Moskovitz y Eduardo Saverin. Su
popularidad estriba en la capacidad de conectar a las personas, ya sean amigos nuevos o ya
conocidos pero de los cuales se ha perdido la pista (amigos de la infancia, compañeros de clase,
personas conocidas durante viajes, etc.) Por su parte, Twitter, creado por Evan Williams, Biz Stone
y Jack Dorsey y puesto en la red en marzo del 2006 por la Obvius Corporation of San Francisco, es
también uno de los fenómenos de la red, de mayor extensión. Este consiste, en la comunicación de
mensajes, “tweets” de no más de 140 caracteres desde un smartphon o una computadora. Tales
mensajes permiten comunicar de manera instantánea y global, ideas, noticias, preguntas o
informaciones personales sobre lo que se está haciendo, o en qué lugar se encuentra, a todos
aquellos con quienes se está en contacto o incluso con quienes no se tiene un contacto directo pero
que pueden tener acceso al blog donde los mensajes son publicados. Cfr. Antonio SPADARO, Web
2.0 Reti di Relazione, Paoline, Torino 2010, pp. 101-120 y 137-154.
14
Cfr. Juan Antonio ESTRADA, El cristianismo en una sociedad laica. Cuarenta años después del
Vaticano II, Desclèe de Brouwer Bilbao 20062, p. 296.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 8

información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel y


terminan llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las
cuestiones morales».15 Es decir, no hay un criterio único moralmente hablando, bajo
el cual se deba juzgar un acontecimiento comunicado a través de internet, la
televisión o cualquier otro medio masivo de comunicación. Cada quien tiene su
opinión; ello, genera la percepción de que no hay un fundamento moral cierto, desde
el que se pueda juzgar si un acontecimiento o determinado tipo de acto es bueno o
malo. De esta manera, actitudes, actos, comportamientos, maneras de vida, que
antaño se catalogaban netamente como pecaminosos ahora no se les considera tanto
en esta forma.

c) Crisis económica, crisis de valores.


Desde hace algunos años, particularmente en países antes de una economía
solvente, están atravesando por un periodo de crisis, afectando con ello la vida
concreta de millones de personas que no estaban acostumbradas a vivir en medio de
carencias significativas. En nuestro contexto por otro lado, a nosotros nos ha tocado
nacer en un país cuya realidad económica no ha mejorado mucho en los últimos
años para millones de personas. Esta crisis agudizada particularmente desde el 2007
alcanzando también a los países ricos, ha estallado en múltiples crisis: energética,
alimentaria, financiera y económica, siendo en última instancia una crisis moral y de
valores a la que ya nos hemos referido.

1.2 Acercamiento a lo moral.

Antes de entrar de lleno en materia conviene acercarse al hecho moral y lo


haremos señalando en primer lugar lo que la moral provoca en los distintos ámbitos
de la vida comenzando por la vida propia. Damos por sentado que el hecho moral,
no nos es indiferente, hay cierta sensibilidad ante ello.

1.2.1 Sensibilidad ante la moral

Al respecto nos encontramos con una doble sensibilidad. Por una parte
observamos un cierto recelo hacia la misma teología moral. Por otra, podemos
también comprobar que a la teología se le dirigen continuamente múltiples consultas
sobre el camino que habrían de seguir personas e instituciones para buscar lograr un
mundo más humano.16 Veamos en primer lugar los recelos que ésta provoca.

a) En ámbito laico
En primer lugar aparece en el horizonte la defensa de la libertad. La persona
es hoy más susceptible que nunca a las imposiciones normativas de una ley o
15
FRANCISCO, Evangelii Gaudium…, n. 64.
16
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Moral Fundamental. La vida según el Espíritu, =Lux mundi
manuales 79, Sígueme, Salamanca 2012, p. 18.
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precepto positivo. En estos tiempos con ese pretexto, la moral provoca malestar en
cuanto que es una disciplina que indica normas y criterios para el actuar. A causa de
la libertad y autonomía, una orientación de tipo heterónomo como es la moral no es
muy tomada en cuenta. En segundo lugar, hoy en el ámbito laico, se tiene una cierta
“alergia” a lo que no parece racional, pues se piensa que quienes trazan las líneas
generales de la orientación moral viven en otro mundo y no perciben las
necesidades más urgentes de las personas ni las exigencias de la realidad social. En
tercer lugar, se constata una clara desconfianza ante cualquier planteamiento ético.
Son muchos los que piensan y dicen que la teología moral se ha ganado a pulso, su
propio desprestigio, puesto que a pesar del lugar que ocupó en la educación en los
siglos pasados, se cometieron atropellos a la razón y a sensibilidad humana que a
todos nos vienen a la mente, como por ejemplo, las guerras, los genocidios, la
esclavitud.17

b) En el ámbito religioso
Incluso en el ámbito religioso, teólogos y fieles encuentran ciertas reticencias
ante la teología moral. En primer lugar, la dificultad viene en ámbito teológico del
estatuto epistemológico de la teología moral, pues hay cierta desconfianza de ella, en
cuanto que se percibe a veces como separada del tronco común de la teología, pues
se cree que la moral basa solo sus fundamentos en las normas positivas nacidas del
Derecho Canónico cuando en realidad las fuentes de la Moral son la SE y la
Tradición. En segundo lugar están las cuestiones prácticas, pues no son pocos los
que dicen aceptar las «verdades» de la fe cristiana, pero encuentran difícil seguir
algunas «orientaciones» concretas para el comportamiento humano. En este sentido,
muchos cristianos se encuentran divididos no por su fe en Dios, sino por algunos
problemas morales concretos, como los relativos a la justicia y a la economía, a la
procreación responsable y a la atención a la vida terminal, la búsqueda de la paz y la
actividad terrorista, en pocas palabras, existen muchos aspectos morales con los que
los fieles no están de acuerdo.18

1.2.2 Necesidad de la moral

Puesto que busca dar respuesta a algo tan concreto y tan obvio como son las
acciones humanas realizadas bajo diversas circunstancias, y puesto que busca llevar
al crecimiento humano, la moral es necesaria y fundamental. Además está el hecho
de las carencias y las desgracias humanas provocadas por el propio hombre que
piden una respuesta y una iluminación moral.

Por lo que respecta al sujeto el ser humano se autocomprende como un ser


que es capaz de decidir: es decir de actuar o no actuar y de elegir entre diversos
objetos y posibilidades de actuación. En cuanto al objeto, el ser humano comprende
17
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Moral Fundamental..., pp. 18-19.
18
Cfr. Ibíd., pp. 19-20.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 10

que las acciones son siempre significativas y gracias a que tienen un significado es
posible juzgarlas desde el punto de vista moral. De ahí que en todas partes y de
forma intermitente se perciba la necesidad de apelar a una teología moral.19

Una vez establecido generalmente el hecho de la necesidad de la moral,


conviene ahora, delimitar el campo en el que se mueve la moral para no confundirla
con otros aspectos que también intervienen a la hora de enjuiciar las acciones
humanas.

a) Delimitaciones previas
–En primer lugar habría que decir que una determinada conducta no es
inmoral simplemente por ser «ilegal» en un lugar o tiempo de la historia. De tal
manera que una conducta moral, puede ser considerada ilegal por miembros de
algún determinado grupo social. Así por ejemplo en relación al aborto, un médico
que se niega a practicar un aborto en una institución de salud pública en que estos se
practican. También puede suceder lo contrario, no todas las acciones legales son
«moralmente buenas» por el solo hecho de que están promulgadas por la ley. Así
por ejemplo el mismo caso del aborto, aunque es legal en muchos países es una
acción inmoral bajo cualquier circunstancia que se practique siempre que se quiere
directamente.

–En segundo lugar habría que deslindar también lo «religioso» de lo moral,


ambos aspectos no se identifican, aunque es verdad que la religión exige un
determinado comportamiento ético, tales magnitudes no son intercambiables. Por
ejemplo muchas veces un comportamiento moral intachable, parece prescindir con
frecuencia de toda referencia religiosa.

–En tercer lugar no se puede identificar lo moral con lo que «la mayoría»
declara como aceptable, pues ni la verdad, ni la belleza ni la bondad son fruto del
consenso social, habrá sí, una apreciación distinta sobre lo bueno, lo bello o lo
verdadero, sin embargo estos aspectos son realidades ontológicas, únicas que no
dependen de la decisión de las mayorías.20 Así pues, lo legal, lo religioso o lo
socialmente aceptado son campos cercanos al campo de lo moral, pero no se
identifican.

b) Moralidad y humanidad
Lo moral se refiere a la realización de lo humano. Pues es bueno el
comportamiento que lleve al hombre a ser verdaderamente hombre, con
independencia de lo que determinen las leyes, las religiones o los pactos
consensuados. En consecuencia podríamos afirmar en el campo de la moral, lo que
decía Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas» en el sentido de que,
19
Cfr. Ibíd., p. 20.
20
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., pp. 8-10.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 11

el ser humano, su dignidad, sus derechos últimos, determinan la bondad o maldad de


lo que él hace, así como la bondad o maldad de lo que a él se le hace. Podemos
concluir que la moral o ética, se enraíza en la antropología y el deber en el ser. El
actuar sigue al ser.21

1.3 Acercamiento a la Teología Moral

Como un primer acercamiento y aventurándonos a dar una primer definición,


hay que decir que: la moral es el estudio de los actos humanos en cuanto son buenos
o malos, es la ciencia de lo que el hombre debe ser en función de lo que ya es.

1.3.1 Una moral humana

Analizando la definición anterior podemos extraer el aspecto humano de la


moral.
–En primer lugar, queda ya subrayado el aspecto científico de la moral, puesto que
se enfoca al estudio del comportamiento humano responsable su orientación y
educación y por tanto, posee un estatuto epistemológico bien definido con sus
principios y su metodología. Pues la moral no se reduce solo a una exhortación
referida al mejoramiento de las costumbres humanas, individuales o colectivas. Se
trata de un estudio sistemático que cuenta con sus fuentes y sus principios propios,
su metodología y sus conclusiones.
–En segundo lugar se expresa en esta definición el carácter personal de toda Moral.
Toda reflexión ética estudia en el fondo el proceso por el que el ser humano tiende a
evitar la maldad y realizar la bondad en lo concreto de su existencia, es decir, el
proyecto de hombre que lo ha de conducir a la felicidad, a la identidad consigo
mismo.

1.3.2 Una moral cristiana

Aunque esta definición analizada sirve para establecer una relación con las
demás disciplinas científicas, habría que preguntarse si basta para poder hablar de la
referencia a Dios y así hablar de una Teología de la moralidad. Según parece esta
definición estaría un poco limitada porque le faltaría hacer referencia a lo que aporta
el dato revelado. Ciertamente aunque en la teología moral, el criterio bajo el cual se
juzga la bondad o maldad de las acciones humanas es la revelación divina, es
necesario superar la tentación de prescindir de la racionalidad al estudiar el
comportamiento humano responsable. Así mismo, es necesario superar la tentación
de confundir la teología moral con filosofía moral; lo ideal es buscar el equilibrio
entre ambas disciplinas, a este respecto nos serviría la definición de Veritatis
Splendor que ya citábamos en la introducción:

21
Cfr. Ibíd., p. 10.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 12

«La reflexión moral de la Iglesia, hecha siempre a la luz de Cristo, el "Maestro


bueno", se ha desarrollado también en la forma específica de la ciencia teológica
llamada teología moral; ciencia que acoge e interpela la divina Revelación y
responde a la vez a las exigencias de la razón humana. La teología moral es una
reflexión que concierne a la "moralidad", o sea, al bien y el mal de los actos
humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los
hombres; pero es también teología, en cuanto reconoce el principio y el fin del
comportamiento moral en Aquel que "solo es bueno" y que, dándose al hombre
en Cristo, le ofrece las bienaventuranzas de la vida divina» (VS 110).

Teniendo en cuenta ambos aspectos, podemos decir que la teología reflexiona


sobre la concretez de las costumbres de unos hombres y mujeres que viven en un
tiempo y en un lugar determinado. Y es consciente de estar prestando atención a la
voz de Dios que se manifiesta en la historia, cuando se dedica a la reflexión sobre
las costumbres humanas.22

1.4 Definición de la teología Moral

Hemos tenido ya un primer acercamiento a la teología moral y hemos


profundizado en ella poco a poco. Por ello, es momento de dar una definición de
este estudio. ¿Qué es la teología moral? las preguntas más simples que son las que
un niño suele hacer, son a veces las más fundamentales y difíciles. Para los autores
escolásticos, la definición constituía, de modo obligado la primera cuestión que
había de ser tratada. La definición expresaba la naturaleza, los elementos esenciales
y los contornos de la materia que se iba a estudiar; determinaba el ángulo el punto de
vista bajo el cual dicha materia se iba a estudiar, es lo que se llama el objeto formal.
Ahora bien, cuando se pregunta a los moralistas antiguos o modernos, tradicionales
e innovadores, por la definición de la teología moral, se obtienen múltiples
respuestas, en ocasiones divergentes y con frecuencia confusas e imprecisas. Un
notable teólogo moralista francés llamado Servais Théodore Pinckaers en su libro,
las fuentes de la moral cristiana, analiza una veintena de manuales en lo referente a
la definición y en todas encuentra características básicas.23 Estas concuerdan con lo
que ya apuntábamos algunas clases atrás que la TM se encarga de estudiar el
comportamiento humano calificándolo como bueno o malo desde el punto de vista
de la revelación y la razón. Entre las distintas definiciones que analiza destacan 4,
todas considerando los elementos esenciales de la Teología Moral, de una manera
distinta.

22
Cfr. Ibíd., pp. 11-14.
23
Cfr. Servais Théodore PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana. Su método, su contenido, su
historia, Eunsa Pamplona 20073. Original: Les sources de la morale chretienne, Traducción: José Juan García
Norro, p. 25.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 13

1.4.1 varias definiciones

1.a Definición
«La teología moral es la parte de la teología que estudia los actos humanos en
tanto que son sometidos a la ley moral, a sus mandamientos y a las obligaciones
que la determinan bajo la luz de la Revelación».

Esta definición expresa una concepción de la moral que tiene por encima la
Ley como expresión de la voluntad de Dios y de la razón, y por centro la idea de la
obligación que se impone a la libertad. Esta concepción moral se extendió,
especialmente, a partir del siglo XVII mediante los manuales de teología moral. Esta
presentación de la moral era típica de la moral casuística y llego a tener una gran
influencia, pues pasó de los manuales destinados a la formación sacerdotal, a la
predicación y a los catecismos.

2.a Definición

«La teología moral es la parte de la teología que estudia los actos humanos
para acomodarlos al deber y a las normas que nos imponen la razón y la voluntad
de Dios, a la luz de la revelación».

Aquí la idea central es la del deber, en relación sin duda, con la obligación,
pero regulada por la razón y la conciencia personal, connota una mayor interioridad.
Con esta definición nos encontramos en la línea de Kant y su imperativo categórico.
Esta concepción de la moral, más filosófica, pasó a los manuales de moral que no
hicieron apenas diferencia entre obligación y deber. Sin embargo distinguía entre
los deberes para con uno mismo, para con el prójimo y los deberes para con Dios,
presentes en los catecismos y en los exámenes de conciencia.

3. a Definición

«La teología moral es la parte de la teología que estudia los actos humanos
para ordenarlos a la felicidad verdadera, al fin último del hombre, por medio de las
virtudes, y esto a la luz de la Revelación».

En esta concepción, la cuestión de la verdadera felicidad o del verdadero bien


del hombre, como fin último, ocupa el principio y el fin de la moral, antes y por
encima de la cuestión de las obligaciones, de los preceptos y de las normas.
Tenemos así una moral de la atracción por lo bueno y lo verdadero, antes que una
moral del imperativo y la obligación. La división de la teología moral se hará en este
caso según las virtudes teologales y morales, como principios interiores de acción, a
los que se añadirán las diferentes leyes y la gracia como principios exteriores por su
origen. Esta es una definición en línea con la concepción de santo Tomás que
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 14

comienza la parte moral de la Suma Teológica con el tratado de la bienaventuranza y


el fin último.

4.a Definición

«La teología moral es la parte de la teología que estudia los actos humanos
para conformarlos a los valores que contribuyen a la expansión del hombre, y eso a
la luz de la Revelación».

Esta definición, inspirada en la moderna filosofía de los valores, representada


particularmente por Max Scheler y ampliamente extendida entre los autores
católicos, exige una división de la moral que siga los diferentes órdenes de valores
que pueden ser discernidos y eventualmente ordenados en una jerarquía. La moral
según esta definición deberá tener en cuenta el conjunto de los valores cuando
pretenda juzgar y dirigir el obrar humano. Esta definición parece más positiva que la
moral de las obligaciones, que se ocupa, de hecho más de los pecados que de las
cualidades morales.24

1.4.2 Propuesta y explicación de una definición de la Teología Moral

El mismo autor del libro que estamos siguiendo en esta parte de las
definiciones, propone una. Es una definición a mi juicio un poco más completa y por
tanto me parece oportuno tomarla. La definición que propone Pinckaers es la
siguiente:

La teología moral es la parte de la teología que estudia los actos humanos


para ordenarlos a la visión amorosa de Dios, bienaventuranza verdadera y plena, y
al fin último del hombre, por medio de la gracia, las virtudes y dones del Espíritu
Santo, a la luz de la revelación y de la razón.25

Esta definición tiene a grandes rasgos la explicación siguiente:

– La teología moral es parte de la teología: pues aunque en los últimos años la


teología moral ha reafirmado su autonomía a partir de un método, un
vocabulario técnico y unas categorías que le son propias, no deja por ello de
ser parte del saber teológico en general.
– Que se ocupa de los actos humanos: tales actos entendidos como aquellos
que se realizan de manera voluntaria y libre. Cabe hacer notar que tales actos
son, tanto los actos singulares, como aquellos que determinan el futuro de un
hombre y que constituyen por tanto «conjuntos de acciones». Y finalmente
tales actos son tanto los interiores como los exteriores.
24
Cfr. S. Th. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana..., pp. 28-31.
25
Ibíd., p. 32.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 15

– Para ordenarlos a la visión amorosa de Dios: he aquí una de las expresiones


de la respuesta cristiana a la cuestión del destino del hombre. El hombre está
llamado a ver a Dios. Se trata del cumplimiento del gran tema bíblico de la
búsqueda del rostro de Dios.
– Como bienaventuranza verdadera y plena: la visión amorosa de Dios es la
respuesta verdadera y plena de la Revelación a la cuestión de la felicidad, que
todo hombre se plantea espontáneamente siguiendo el deseo más natural de
su corazón. Hay que precisar que no se trata de cualquier felicidad, sino de la
felicidad verdadera, correcta, que merece ser escogida y buscada durante toda
la vida.
– Y al fin último del hombre: «Fin último» se refiere a la meta suprema hacia la
que un hombre orienta la vida y sus actos, el término al que siempre se
encamina a través de sus elecciones sucesivas. Corresponde al primer
mandamiento que nos ordena amar a Dios por encima de todas las cosas, con
todo nuestro corazón, dirigiendo a Él todas nuestras acciones. En esta
concepción de la moral, la finalidad, como deseo de la felicidad, constituirá
una dimensión esencial del obrar: no es exterior a los actos, sino que los
penetra a partir de su propia causa, la intención voluntaria.
– Por la gracia, las virtudes y los dones: una moral en que predomina la
consideración de la bienaventuranza, de los actos interiores y de la finalidad,
necesariamente se dividirá según esas cualidades del alma y del corazón que
son las virtudes, como principios interiores y permanentes de la acción, antes
que según las prescripciones que fijan las obligaciones. Las virtudes serán
entendidas como las vías principales que nos acercan a la visión amorosa de
Dios. Sin embargo dado el fin que se persigue que es el mismo Dios, es
necesaria también la gracia, sin la cual jamás podríamos llegar por nosotros
mismos a Él, juntamente con ella son necesarios también los dones del
Espíritu Santo que nos dispone interiormente para vivir de manera virtuosa.
– A la luz de la revelación y la razón: aunque este aspecto de la definición es
admitido por todos, esconde sin embargo un problema suscitado en los
últimos años, el de las relaciones entre la moral y la revelación. Es el debate
de la especificidad de la moral cristiana, surgido con la reivindicación de la
moral como una materia autónoma. Sin embargo, consideramos que la
revelación es fuente de la moral lo cual no entorpece en modo alguno lo
racional de la moral, antes bien, lo fortifica.26

1.5 Estatuto propio de la Teología Moral

Ya hemos dicho que la Teología Moral, estudia el comportamiento humano


responsable en cuanto calificable como bueno o como malo bajo los criterios de la
revelación y de la recta razón. El hecho de que estudia los actos humanos hace que

26
Cfr. Ibíd., pp. 32-39.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 16

ésta disciplina se abra a una realidad interdisciplinar, es decir comparte con otros
saberes el objeto material de su estudio. Sin embargo tiene un estatuto propio, antes
de analizarlo, veremos la relación que tiene con otras disciplinas.

1.5.1 Teología Moral y filosofía

La relación que existe entre la Teología Moral y la filosofía, afecta


prácticamente a la totalidad del saber teológico. La relación que hay entre las dos
disciplinas puede ser de diversas maneras. Juan Pablo II en la encíclica Fides et
Ratio,27 recogía tres posiciones de la filosofía con respecto a la fe cristiana.28
–La primera sería la de una filosofía totalmente independiente de la revelación
evangélica, y que se da normalmente en aquellas épocas y lugares en los cuales el
mensaje evangélico es desconocido, pero también en corrientes actuales para las que
domina la razón.29
–La segunda es la denominada filosofía cristiana, que no se refiere a una filosofía
oficial de la Iglesia sino a una forma de filosofía en unión vital con la fe en la
búsqueda de un equilibrio entre razón y revelación, entre la dimensión subjetiva y
objetiva de la vida cristiana.30
–La tercera sería aquella en que la teología misma recurre a la filosofía, y que
desde la patrística ha llevado a considerar a la filosofía como una «ancilla
teologiae», es decir, una “sierva” de la teología.31

Esta última manera de considerar a la filosofía, o mejor dicho, este


paradigma, permaneció durante prácticamente todo el desarrollo de la reflexión
teológica anterior al Vaticano II. Sus presupuestos partían del hecho de considerar
una sola verdad que procede de Dios, de manera que si los principios de la teología
—entendida como ciencia de Dios— provienen directamente de Él, esa tenía que ser
necesariamente la ciencia más perfecta de todas. De esta manera únicamente la
teología podía progresar hacia la verdad del modo más seguro y firme a diferencia
de las «ciencias de los hombres», inevitablemente parciales y afectadas por errores.
En realidad ni la filosofía ni las demás ciencias podían llegar a conclusiones
contradictorias con la Revelación sin falsear la única verdad de Dios. De haber
alguna disonancia debía prevalecer la aportación de la teología. De esta perspectiva,
el recurso a la filosofía era tan solo en calidad de auxiliar, o sea para guiar la frágil
razón humana hacia el conocimiento de las verdades de fe. De esta manera la
filosofía con respecto a la teología se vio reducida a las siguientes 4 funciones:

27
Cfr. JUAN PABLO II, Fides et Ratio, (14 de septiembre de 1998), Carta Encíclica sobre las
relaciones entre la razón y la fe, BAC, Madrid 1998.
28
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 63.
29
Cfr. JUAN PABLO II, Fides et Ratio..., no. 75.
30
Cfr. Ibíd., no. 76.
31
Cfr. Ibíd., no. 77.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 17

• Disponer adecuadamente el camino para la aceptación incondicional de las


verdades de fe, explicitando sus fundamentos racionales.
• Colaborar en la elaboración del discurso teológico, proporcionando conceptos
y razonamientos auxiliares.
• Señalar las consecuencias que se desprenden de la Revelación y de la
teología.
• Contribuir a la defensa de la fe frente a errores diversos de índole científica o
filosófica.32

Sin embargo, este paradigma comenzó a partir de la modernidad a ser


fuertemente criticado, sin embargo no fue sino hasta el Concilio Vaticano II que se
dio un cambio de paradigma, se pasó de la ancilaridad a la circularidad. Este nuevo
paradigma consiste en una nueva manera de entender las relaciones entre la filosofía
y la teología que respetando su respectiva autonomía, las integra en orden a un
mejor conocimiento de la verdad.

A pesar de ser un modelo con divergencias y aun en proceso de continua


elaboración, el modelo de la circularidad presenta las siguientes características:
• La identidad de la teología con su propia epistemología «a la luz del
Evangelio y de la experiencia humana» entraña una relación esencial con la
filosofía: de esta manera el diálogo entre ambas no es sólo un adorno ni algo
opcional, sino que forma parte constitutiva de la comprensión y
comunicación teológica del misterio.
• La especificidad en la relación de la teología con la filosofía tiene unas
características que la distinguen de la relación de la teología con las demás
ciencias, pues la filosofía pretende alcanzar una comprensión global y
universal de la realidad que trasciende la inmediatez de los hechos y la
experiencia, situándose así en la misma perspectiva que la teología que
también reivindica una pretensión de totalidad y universalidad.
• La representación circular busca articular su relación sin degenerar en
indiferencia, conflicto abierto o anulación mutua.
• La apertura de la teología al pluralismo filosófico que supera la Filosofía
perenne como única verdadera y canónica: la circularidad no busca una
filosofía ya elaborada que sirva como premisa de reflexión teológica. Ante
cualquier sistema filosófico incluido el tomista, el teólogo tendrá que
contextualizarlo y comprenderlo desde la dinámica interna que le es propia.
Solo después podrá valorarlo críticamente y enriquecer su discurso teológico,
aceptando unas aportaciones, matizando otras y rechazando las que considere
no procedentes o relevantes.33

32
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 63-65.
33
Cfr. Ibíd., pp. 66-67.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 18

1.5.2 Teología Moral en el marco de la teología

Ya Santo Tomás de Aquino, se preguntaba por qué la reflexión sobre el


hombre y su comportamiento responsable habían de entrar en el ámbito de la
teología la cual debería reservarse a la reflexión sobre Dios. Sin embargo, en la
manera como sistematizó la Suma Teológica, ve una estrecha relación entre el plan
de Dios para el hombre, su comportamiento y la gracia recibida por y en Jesucristo
para llegar a la visión beatifica. En este contexto, el santo subraya el papel que la
gracia, como ley interior juega en el comportamiento del hombre que se construye
así mismo gracias a ese comportamiento cumpliendo los mandamientos.34 Dice el
santo al hablar de la ley nueva: «[…] LA LEY NUEVA ES PRINCIPALMENTE LA MISMA
35
GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO QUE SE DA A LOS FIELES EN CRISTO […]» CONSIDERABA
ASÍ MISMO, QUE TODAS LAS ACCIONES HUMANAS A FIN DE CUENTAS TIENEN SU
ORIGEN EN DIOS Y SOLO EN SU CONTEMPLACIÓN COMO SUMO BIEN, ENCUENTRAN SU
ORIENTACIÓN DEFINITIVA.

Es por ello que la TM forma parte del saber teológico. Sin embargo, hay que
decir en primer lugar, que la Teología Moral fundamental forma parte del tratado de
la Teología Moral, y en este sentido es una disciplina con una entidad propia,
autónoma aunque formando parte del conjunto de la sistemática teológica.36 Así
pues, la TM forma una unidad con el resto de saberes de la teología. Tiene una
especial relación con la Dogmática, la Espiritualidad, la Pastoral, y el Derecho
Canónico. No podemos descuidar sin embargo, su relación estrecha con la Sagrada
Escritura. En cuanto a la relación con los distintos saberes Teológicos, el decreto
Optatam Totius dice:

«[…] Renuévense igualmente las demás disciplinas teológicas por un contacto


más vívido con el misterio de Cristo y la historia de la salvación. Aplíquese un
cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica,
más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la
vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto
para la vida del mundo en la caridad. […]».37

Entonces, la TM se relaciona de una manera especial con los siguientes


saberes teológicos:38

34
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., p. 23.
35
S. TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, parte Ia IIae, Tratado sobre la ley nueva y antigua,
Cuestión 106, articulo 1c, BAC, Madrid 2011.
36
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 47.
37
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Optatam Totius, (28 de octubre de 1965), Decreto sobre la
formación sacerdotal, Paulinas, Lima-Perú 20085. (AAS 58 (1966) 713-727) n. 16. En adelante OT.
38
Este apartado lo tomo así como está del libro de Martínez–Caamaño, Nueva Moral Fundamental
que he estado citando.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 19

a) Teología Moral y Dogmática


Si la Teología Dogmática constituye el núcleo de la fe cristiana, es evidente
que la Teología Moral no puede estar al margen de ella, pues trata de las
consecuencias que para la vida humana se derivan de la experiencia fundamental de
la fe: «el imperativo ha de brotar del indicativo, la obligación de la gracia, la tarea
humana del don divino», algo que repercute de manera decisiva en la relación entre
estas dos áreas de la teología. Ahora bien, la Teología Dogmática se compone de
varios tratados los cuales guardan cada uno una relación con la TM.

– El primer tratado es el de la Teología Fundamental, pues la moral no es ajena


en absoluto a los modos de comprender la revelación de Dios a cada ser
humano concreto a lo largo de la historia, pues si existe una específica moral
cristiana es porque Dios mismo se ha dado a conocer en la vida de Jesús y
llama a cada hombre a entrar en su proyecto para darle sentido a su vida. Así
Él es quien a través de la llamada a su seguimiento, fundamenta el
«imperativo moral».
– Está también el tratado de Trinidad, dado que solo mediante una adecuada
comprensión de Dios, de su paternidad y su justicia, de su bondad y
misericordia, de su amor al mundo marcado por el dolor y el mal, podremos
hablar significativamente de lo que Él significa para la vida humana.
– En tercer lugar está el tratado de la Antropología Teológica ya que en el
fondo la moral, trata de la vida del ser humano en su referencia a Dios que le
crea y en cuya gracia realiza toda su existencia. Este tratado aborda al hombre
integral que a pesar del pecado original sigue siendo criatura a imagen y
semejanza de Dios, llamado junto con toda la creación a la salvación que solo
Él puede dar.
– En cuarto lugar se relaciona también con la Cristología ya que es en Cristo
donde encontramos el sentido de una moral no solo teológica sino también
específicamente cristiana. En Jesucristo encontramos el acceso al Padre y es
en su vida, gestos y palabras que encontramos el criterio último de lo que
significa ser auténticamente cristiano y vivir en consonancia con ello.
– En quinto lugar está el tratado de la Escatología pues se trata de que todo
aquello que somos y hacemos no es en vano sino que encuentra su sentido
definitivo en la eternidad de la vida divina.
– En sexto lugar se relaciona también con la Eclesiología, pues todo
conocimiento y acción tiene una dimensión eclesial y comunitaria. La Iglesia
es así ese lugar hermenéutico privilegiado no solo para la conversión y el
seguimiento, sino también para la reflexión incesante acerca del mensaje
cristiano a través de los tiempos.
– En séptimo lugar se encuentra la Sacramentología pues los sacramentos son
fuente de vida cristiana, «una vida bautizada en el misterio pascual de Cristo,
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 20

una vida reconciliada con Dios y con los hermanos, una vida que encuentra
en la Eucaristía el paradigma de la entrega diaria por los hermanos.
b) Teología Moral y Teología Espiritual
Aunque la espiritualidad y la moral han pasado por periodos distintos en la
relación entre ambas, ahora se vive una etapa en que la Espiritualidad ha cobrado
mucho más auge en la TM. Es así que la Teología Espiritual aporta el horizonte de
sentido, las motivaciones y las fuentes de alimentación sin las cuales la vida moral
se vuelve vacía. Del mismo modo la espiritualidad necesita cauces adecuados para
conjugar la experiencia teologal y la vida de fe, con el compromiso intramundano y
la acción del creyente.

c) Teología Moral y Teología Pastoral


Hay que decir que la vinculación entre la moral y la pastoral es necesaria no
solamente para sacerdotes y para quienes aspiran a ello, sino para todo educador
cristiano. Bernhard Häring39 decía que toda la teología moral debería ser pastoral y
es que la pastoral hace posible que la teología moral no pierda la referencia
necesaria hacia el ser humano y su realidad concreta, algo que exige una especial
atención a las diferentes situaciones y dificultades de la puesta en práctica de los
contenidos de la moral cristiana.

c) Teología Moral y Derecho Canónico


En vistas a la gran cercanía entre ambas disciplinas y a los perniciosos efectos
que ello provocó en tiempos anteriores, es necesario entender y clarificar bien la
relación entre ambas disciplinas. La moral y el Derecho se hallan estrechamente
relacionadas pero no son iguales, pues si prevalece el Derecho, la moral adquiere un
cierto carácter jurídico y se convierte en un amasijo de normas, prohibitivas las más
de las veces, de manera que la moral acaba en un legalismo externo. Por el contrario
si prevalece la Moral sobre el Derecho se corre el peligro de normar no solo lo
externo sino también el interior desembocando en un rigorismo jurídico
insoportable. Tampoco es conveniente la separación total entre ambos saberes. Pues
su separación lleva a por un lado, a una moral espiritualista carente de toda
responsabilidad social ante la comunidad y a por el otro, a un positivismo jurídico en
el cual la letra mata al espíritu.40

1.5.3 Teología Moral y ciencias humanas

39
Bernhard Häring (1912-1998), es un teólogo redentorista originario de Böttingen Alemania, y uno
de los principales exponentes que dieron un nuevo enfoque a la teología moral centrándola en Cristo y que
además vivió y participó en gran medida, en el proceso de renovación de la misma desde antes, durante y
después del Concilio Vaticano II. Desempeñó su ministerio en los últimos años de su vida como profesor de
Moral Fundamental en la Academia Alfonsiana de Roma, la cual ayudó a fundar.
40
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 56-62.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 21

Si bien es cierto que en tiempos pasados, debido a las vicisitudes históricas


sobre todo en la modernidad, la Iglesia veía con cierta sospecha el progreso de la
ciencia y desaprobaba su creciente desvinculación del dato revelado, el Concilio
Vaticano II se refirió a una revolución global, que concedía una creciente
importancia a las ciencias matemáticas, a las ciencias naturales y las que tratan del
propio hombre, reconoció además que los innegables avances en las ciencias
positivas y el progreso científico al que asistimos en nuestro tiempo pueden
permitirnos conocer más a fondo la misma naturaleza humana.41 Esta postura abierta
de la Iglesia a partir de Vaticano II, es reafirmada constantemente en los últimos
años, buscando mostrara que la tradición católica no mira con recelo todo lo que
significa avance científico y cambio tecnológico, ni participa de un tipo de discurso
pesimista y alarmista que propugna «vuelta a lo natural» con el consiguiente
abandono y renuncia a los avances tecnológicos.42

Más bien, la Iglesia cree que el diálogo con las ciencias humanas puede ser
altamente beneficioso para la Teología en general y de manera particular para la
Teología Moral si procura evitar la tentación de las servidumbres ideológicas o
apriorísticas.

Además puesto que también la actuación ética del hombre es analizada por
diversas ciencias experimentales, de las cuales la Teología Moral puede servirse.
Las ciencias que pudieran apoyar más eficazmente a la Moral serian:
–la Psicología, que ayuda a conocer la interioridad del hombre, los
condicionamientos de sus decisiones y la responsabilidad de la persona;
–la Sociología y la Psicología social, que han ayudado a comprender al hombre en
el entorno cultural en el que se mueve y realiza sus opciones éticas.
–la Medicina, que ha influido en el estudio de la Moral por lo que se refiere a la
comprensión del hombre y su problematicidad, pero también ha reclamado la
atención de los moralistas sobre sus intervenciones acerca de la vida del hombre. La
bioética es hoy un campo donde la reflexión moral es invitada a repensar los
principios en los que tradicionalmente ha fundado su juicio valorativo y finalmente
–la Pedagogía que invita a la Moral a considerar el inmenso poder de la educación
sobre la creación de las actitudes humanas y las mismas categorías de la bondad o la
maldad desde las claves del ajuste social.43

Dice la Gaudium et Spes concretamente:

«[...] Hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo


los principios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias
41
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Gaudium et Spes, (7 de diciembre de 1965), Constitución
pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, Paulinas, Lima-Perú 20085. (AAS 58 (1966) 1025-1115), nn.
5,15 y 44. En adelante GS.
42
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 70.
43
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., pp. 16-17.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 22

profanas, sobre todo en psicología y en sociología, llevando así a los fieles a una
más pura y madura vida de la fe».
Y en el mismo número dice en seguida:
«[...] Vivan pues los fieles estrechamente unidos a los otros hombres de su
tiempo y procuren comprender perfectamente su manera de pensar y sentir, cuya
expresión es la cultura. Armonicen los conocimientos de las nuevas ciencias y
doctrinas y de los más recientes descubrimientos con las costumbres y la
enseñanza de la doctrina cristiana, para que la cultura religiosa y la actitud de
espíritu avancen en ellos al mismo paso que el conocimiento de las ciencias y de
los diarios progresos en la técnica»44

Sin embargo y a pesar de la buena relación que la Teología Moral está


llamada a tener con la ciencia, hay que tener claro que la tradición católica no
comparte la estructura cientifista o tecnicista que se caracteriza por una confianza
ciega en las soluciones tecnológicas como baluarte para resolver los problemas
humanos, creyendo que las soluciones vendrán, tarde o temprano, de la técnica. Sin
poner en duda el valor positivo implicado en el avance científico y técnico de los
nuevos conocimientos y métodos tecnológicos, estos por sí solos, no pueden hacerse
cargo del interés del hombre en su totalidad.45 En este sentido son luminosas unas
palabras pronunciadas por Juan Pablo II, en un discurso en la UNESCO:

«[...] Es necesario convencerse de la prioridad de la ética sobre la técnica, de la


primacía de la persona sobre las cosas, de la superioridad del espíritu sobre la
materia. La causa del hombre será servida si la ciencia se alía con la conciencia.
El hombre de ciencia ayudará verdaderamente a la humanidad si conserva el
sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el
hombre

Así, aprovechando la ocasión de mi presencia hoy en la sede de la


UNESCO, yo, hijo de la humanidad y Obispo de Roma, me dirijo directamente a
ustedes, hombres de ciencia, a ustedes que están reunidos aquí, a ustedes, las
más altas autoridades en todos los campos de la ciencia moderna. Y me dirijo, a
través de ustedes, a sus colegas y amigos de todos los países y de todos los
continentes».

Y casi al final del discurso hablando de los peligros de la ciencia en la


construcción de armas nucleares, dice:

«Me dirijo a ustedes en nombre de esta terrible amenaza que pesa sobre la
humanidad y, al mismo tiempo, en nombre del futuro y del bien de esta
humanidad en el mundo entero. Y les suplico: despleguemos todos nuestros

44
Cfr. GS 62.
45
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 71-72.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 23

esfuerzos para instaurar y respetar, en todos los campos de la ciencia, la primacía


de la ética [...]».46

Dicho todo esto, la moral católica reconoce el valor del progreso científico o
tecnológico, uniéndolo sin embargo inseparablemente a la necesidad de una
criteriología ética capaz de poner todo este progreso al verdadero e integral servicio
del hombre. Dado el espectacular desarrollo científico y técnico conseguido por la
humanidad, se hace especialmente necesaria y urgente una mayor sensibilidad ética,
una creciente conexión entre la ciencia y la conciencia.47

1.5.4 Estatuto epistemológico y fuentes de la teología moral

Para conocer cuál es el estatuto propio de la Teología Moral, es necesario


primero y con lo ya dicho anteriormente sobre su relación con la teología en general
y con las ciencias, conocer su epistemología, la cual en líneas generales consiste en
lo siguiente: la epistemología es el análisis de las condiciones de posibilidad para
que una ciencia pueda ser considerada como tal, tanto en cuanto a sus principios
como a su método de estudio. Damos por sentado que la Teología Moral, es
considerada una ciencia, pues en cuanto saber teológico, asume como suya, la
epistemología de la teología, teniendo sin embargo algunas peculiaridades que la
distinguen del saber teológico,48 tales peculiaridades consisten precisamente en su
epistemología propia, la cual tiene los siguientes rasgos:
– A la luz del Evangelio y de la experiencia humana: el CVII, acuñó esta bella
frase para expresar la peculiaridad de la epistemología teológico moral. El
estudio de los interrogantes morales, el discernimiento ético cristiano, las
decisiones morales y toda la vida moral del cristiano, han de ser
comprendidos “a la luz del Evangelio y de la experiencia humana”, es decir, a
la luz de la revelación y la razón.49 Hay que decir que el “Evangelio y la
experiencia humana” no son perspectivas paralelas o yuxtapuestas, sino que
están compenetradas entre sí, constituyen un círculo hermenéutico, el de la
razón y la fe.50
– El Evangelio y su transmisión: el “Evangelio”, se identifica aquí con la
Divina Revelación, revelación de la gracia y benevolencia divina que se
cumplió en Jesucristo. Este Evangelio es por ello fuente de toda vida cristiana
y de la reflexión teológica. Por consiguiente en la divina revelación o en el
Evangelio es donde hay que situar el contenido moral cristiano, el cual forma

46
Cfr. JUAN PABLO II, «Discurso a la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la
ciencia y la cultura – UNESCO» París, (lunes 2 de junio de 1980), en L'Osservatore Romano. Edición
semanal en lengua española n. 24 p. 11-14.
47
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 72.
48
Cfr. Ibíd., p. 80.
49
Cfr. Marciano VIDAL, Nueva Moral Fundamental, el hogar teológico de la Ética, Tratados Morales
I, =Moral y Ética teológica 28, Ed. Perpetuo Socorro, Madrid, 2014, p. 564
50
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 82.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 24

parte de «la sabiduría salvadora acerca del hombre». En la misma revelación


entran también los lugares en que la teología basa su reflexión y por
consiguiente también la teología moral, tales lugares son: la Sagrada
Escritura, la Tradición y el Magisterio.51
– La experiencia humana: a los tres lugares teológicos dichos antes, hay que
agregar la razón humana, que es mediación imprescindible para vivir y
expresar los significados de la fe. Cuando el Concilio en OT pedía una
Teología Moral más nutrida de la Sagrada Escritura y elaborada con un
método científico, se refería a esto. De manera que, la razón humana se une a
la revelación para formar “las dos alas con las cuales el espíritu humano se
eleva hacia la contemplación de la verdad”.52 Cabe hacer notar que cuando se
hace referencia a la experiencia humana, se hace referencia a razón humana
en su más amplia dimensión, es decir, a todo aquello que compone lo humano
y que es asequible a través de la mediación de las ciencias, incluyendo
también la ley natural.53

En cuanto a las fuentes de la teología Moral, ya las hemos apuntado


brevemente: tales fuentes son la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio.
Tales fuentes iremos desarrollándolas en los siguientes apartados, dedicaremos para
ellas algunos números a cada una.

1.6 Teología Moral y Magisterio de la Iglesia

1.6.1 Magisterio y Teología Moral

Parte fundamental de la definición de teología moral es el hecho de que el


criterio para definir la bondad o maldad de un acto, es la Revelación y el intérprete
autentico de ella es el Magisterio de la Iglesia, lo cual significa que como en toda la
teología, en la teología moral en específico, el Magisterio tiene una importancia
fundamental. Es una de las fuentes de esta. En efecto, dice el documento de la
Comisión Teológica Internacional sobre la teología hoy:

«En la teología católica, el Magisterio es un factor integral de la empresa


teológica, puesto que la teología recibe su objeto de Dios por medio de la
Iglesia, cuya fe es interpretada auténticamente sólo por el magisterio de la
Iglesia, esto es, por el Magisterio del Papa y de los obispos.»54

51
Cfr. M. VIDAL, Nueva Moral Fundamental..., pp. 565-566.
52
Cfr. Ibíd., pp. 567-569.
53
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 85.
54
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La teología hoy: perspectivas, principios y criterios,
(29 de noviembre de 2011), =Documentos, BAC, Madrid 2011, n. 37. El texto remite a Dei Verbum 10, Cfr.
también, Veritatis Splendor 27 y 29.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 25

Esto significa que el teólogo en general y por supuesto el teólogo moralista,


debe fidelidad al Magisterio de la Iglesia, autentico intérprete de la Revelación.55
Tiene además el deber de observar aquellas verdades de fe secundarias, es decir,
aquellas verdades que aun no reveladas por sí mismas se relacionan con las verdades
reveladas en materia de fe y costumbres.

Así pues, el teólogo moralista debe dar a conocer la doctrina moral católica
en su integridad exponiéndola al mismo tiempo, con actualidad, haciéndola
comprensible y aceptable para los contemporáneos. Dice Veritatis Splendor:

«[...] El Magisterio de la Iglesia enseña también a los fieles los preceptos


particulares y determinados, y les pide considerarlos como moralmente
obligatorios en conciencia. Además, desarrolla una importante tarea de
vigilancia, advirtiendo a los fieles de la presencia de eventuales errores, incluso
sólo implícitos, cuando la conciencia de los mismos no logra reconocer la
exactitud y la verdad de las reglas morales que enseña el Magisterio.
Se inserta aquí la función específica de cuantos por mandato de los
legítimos pastores enseñan teología moral en los seminarios y facultades
teológicas. Tienen el grave deber de instruir a los fieles —especialmente a los
futuros pastores— acerca de todos los mandamientos y las normas prácticas que
la Iglesia declara con autoridad [...]»56

De lo dicho podemos enumerar algunos puntos conclusivos:

a) Magisterio y Tradición, son parte del Depósito de la fe, situándose el


Magisterio en la línea de los testigos del Evangelio.
b) El oficio de interpretar auténticamente las Escrituras y la Tradición, ha sido
confiado al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Cristo
(DV 10).
c) En el canon 747 § 2, se dice que compete siempre y en todo lugar a la Iglesia
proclamar los principios morales incluso los referentes al orden social, así
como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida que lo
exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas.
d) La razón de la intervención de la Iglesia en cuestiones morales es custodiar el
Evangelio.
e) Busca la formulación de normas universales, permanentes y morales a los
diversos contextos culturales.
f) El Magisterio ejercido tanto por teólogos como por pastores, debe tener en
cuenta que está al servicio del Evangelio.57

55
Cfr. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La teología hoy: perspectivas, principios y
criterios..., nn. 25, 26, 32 y 37-41.
56
Cfr. JUAN PABLO II, Veritatis Splendor..., n. 110
57
Cfr. Ramón SAINZ, Curso de Teología Moral Fundamental, apuntes de clase..., 14 de septiembre
de 2005.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 26

1.7 Teología Moral y Tradición

Otra de las fuentes importantes para la teología moral, es la Tradición, que


está vinculada especialmente con la Sagrada Escritura. Aunque en realidad la
Tradición es un elemento de la condición humana, como fuente de la teología moral,
no es solo el recuerdo de cosas pasadas, sino memoria viva de Jesús resucitado. Esto
significa que la Tradición nunca es mera nostalgia de cosas o formas pasadas, o
añoranza de privilegios perdidos. Detrás del concepto «Tradición» se encuentran los
conceptos Tradere y Transmittere, que reflejan los aspectos objetivos –algo que
transmitir– y subjetivos –el proceso de transmisión– de la única Tradición. Ahora
bien, la Tradición, en cuanto a su contenido, consiste en la memoria viva que se
manifiesta en la liturgia, en los testimonios de los santos Padres y doctores de la
Iglesia, en las instituciones y formulaciones que se han ido elaborando a lo largo de
la historia con la ayuda del Espíritu Santo y en las cuales los teólogos han tenido una
gran importancia. A ello se incluyen también el arte, la arqueología, la iconografía,
la epigrafía, etc., a través de las cuales se ha ido transmitiendo una parte importante
del mensaje cristiano. Habrá que distinguir sin embargo las múltiples «tradiciones»
teológicas, disciplinares, litúrgicas y devocionales nacidas en el transcurso del
tiempo en las iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la
gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas
épocas y sólo a la luz de la gran Tradición aquellas pueden ser mantenidas,
modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.58

En el ámbito de la teología moral, la Tradición es de suma importancia pues


en ella y en la Sagrada Escritura la Iglesia basa su enseñanza moral59. Dice VS que
es a través de ella que los cristianos reciben la voz viva del Evangelio y es en ella
que se desarrolla la interpretación auténtica de la ley del Señor.60

1.7.1 la Tradición como criterio normativo de la moral

Si la Tradición es una de las fuentes fundamentales de la teología moral es


obvio que tiene también una gran fuerza normativa, pues así lo han puesto de
manifiesto muchas de las orientaciones y normas concretas señaladas por el
Magisterio de la Iglesia. Sirve como ejemplo aquí las orientaciones normativas en
materia del matrimonio y anticoncepción dadas en la Humanae Vitae emanada por
Pablo VI. Lo que allí se dice no es nada nuevo, solo se reafirma lo ya señalado por la
tradición, haciendo referencia a otro documento, la Casti connubii emanado por Pío

58
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 106-113.
59
La Tradición y la Escritura no son «dos fuentes autónomas y separadas», están articuladas por
razón tanto del origen (divina Revelación) como de la meta (el proyecto salvífico de Dios). Se complementan
mutuamente, no tanto por razón de la “cantidad” de contenidos revelados, cuanto por la mutua clarificación
del ser y de la función de cada una de ellas.
60
Cfr. JUAN PABLO II, Veritatis Splendor..., n. 27.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 27

XI en 1930. Estas indicaciones reafirman a su vez la postura que la Iglesia ha


mantenido siempre sobre la el rechazo de la anticoncepción artificial y sobre la
bondad de la procreación.61

La referencia a la Tradición como fuente y lugar teológico de la verdad


moral, se refiere a las dos formas y momentos de la Tradición tal como aparecen en
los textos del Vaticano II: Sagrada Tradición o Tradición apostólica, es decir,
aquella que procede de la predicación de los apóstoles (y en la que se incluye la
Sagrada Escritura) y la Tradición eclesial, posterior y continuadora de la predicación
apostólica.62

CAPÍTULO II SAGRADA ESCRITURA Y TEOLOGÍA MORAL

2.1 La Moral en la Escritura

La moral cristiana de todos los tiempos tiene su inevitable matriz en la


Sagrada Escritura, es por ello su fuente principal. La referencia continua a la Biblia
es la garantía más eficaz y segura de la autenticidad de la vida moral de los
creyentes y de la reflexión teológico-moral. La reciente renovación de la teología
moral, ha puesto especial énfasis en este aspecto.63 Ahora bien, para descubrir cuál
es la aportación concreta de la SE al discurso moral, conviene tener presentes tres
presupuestos fundamentales:
a) El primero es que en la Escritura no existe una reflexión teológico-moral
como tal, de manera que simplemente se pueden destacar aquellos elementos
que son relevantes para la posibilidad de un discurso en este sentido.
b) El segundo reside en la importancia de los criterios hermenéuticos básicos
analizados en la epistemología teológico-moral.
c) El tercero es la presuposición de las aportaciones de la teología bíblica y la
exégesis, dado que la moral se nutre de sus resultados para la elaboración de
su propio discurso, pero teniendo presente que cada una de las áreas
teológicas tiene sus propios objetivos y su particular metodología a pesar de
sus mutuas implicaciones.64

2.1.1 Aspectos generales sobre la aportación de la S.E. a la Teología Moral

Antes de adentrarnos en las aportaciones especificas que la Sagrada Escritura


ofrece a la Teología Moral, conviene señalar algunos elementos;

61
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 114.
62
Cfr. M. VIDAL, Nueva Moral Fundamental..., p. 611.
63
Cfr. Ibíd., p. 574.
64
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 149.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 28

Primero: hay que decir que la moral sin ser secundaria está en segundo lugar, es
decir que lo primero y fundamental es la iniciativa de Dios. Dicho de otra manera, la
moral cristiana es resultado de una experiencia de fe, es la respuesta a un don previo
de Dios.
Segundo: la moral (la ley) forma parte del proceso de alianza, es un don de Dios,
pero no en el sentido jurídico, sino en el sentido de un camino propuesto, porque
como dice el documento de la Pontificia Comisión Bíblica, Biblia y moral: «El Dios
de la Biblia más que un código moral se desvela a sí mismo en su misterio y el
misterio de su voluntad»,65 cuya esencia queda reflejada en dos versículos bíblicos
conexos entre sí: «sed santos, porque yo, el Señor Dios vuestro, soy santo» (Lev.
19,2); «vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt.
5,48). Por tanto es innegable que de cualquier experiencia de fe se deriva
necesariamente una forma de vida concretada en preceptos morales. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que la preocupación básica de la Escritura, no es formular
un sistema moral organizado de principios, argumentaciones y normas, sino
transmitir la experiencia de la presencia de Dios en toda la vida humana.

Tercero: hay que señalar también que aunque cada libro y cada parte de la Biblia
deba ser analizada y estudiada en sí misma, todos forman una unidad que converge
hacia la figura de Jesucristo.66

2.1.2 La Sagrada Escritura como fuente de la Teología moral

Aunque la Sagrada Escritura es fuente principal para la teología moral y


aunque el Concilio Vaticano II ha insistido en devolver la centralidad justa de la
Escritura en la moral, no ha sido fácil aplicar esta indicación conciliar, a pesar de
que todos los teólogos moralistas acogieron tales indicaciones con entusiasmo. La
principal dificultad para ello, consiste en el choque entre una moral “revelada” y una
moral “racional” que pudiera ser propuesta universalmente. La búsqueda de una
comunicabilidad universal a nivel de las normas de comportamiento moral, acabó en
la concepción de una supuesta necesaria autonomía de la razón respecto de la fe, y
por tanto de la Revelación y del Magisterio.67 Esto llevará al debate centrado en la
especificidad de la moral cristiana, que más adelante retomaremos. Buscando una
moral aplicable a todos, sin dejar de lado la revelación, se terminó por reducir el
influjo de la SE en la moral, y se señalaron los limites de una “moral bíblica”. Así se
pensó en un modelo de relación entre inspiración bíblica y racionalidad práctica, en
el cual de la SE, se extrajesen las orientaciones trascendentales a modo de

65
PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Biblia y Moral, raíces bíblicas del comportamiento cristiano, (11
de mayo de 2008), =Documentos, BAC, Madrid 2009, n. 4.
66
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 150-151.
67
Cfr. Livio MELINA et AL., Caminar a la luz del amor, los fundamentos de la moral cristiana,
Palabra, Madrid 20092, p. 118.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 29

inspiración, mientras se dejaría a la razón autónoma establecer las determinadas


normativas categoriales verdaderamente obligatorias, en cuanto adecuadas a la
situación. Se terminaba así, negando la existencia de normas morales concretas
válidas y universalmente vinculantes en la revelación bíblica. De seguir este
modelo, se dejaría a la Biblia solo en una línea ideal, cuyas indicaciones normativas
en materia moral, tendrían poco que decir a la teología moral. Así, el Decálogo, el
discurso de la montaña de Jesús, o las indicaciones paulinas, se tomarían solo como
un llamamiento ideal, pero de ningún modo como un código normativo
inmediatamente vinculante.

Por otro lado hay que decir también que es inaceptable llegar al otro extremo,
de una aproximación bíblica desde la moral, que acepte la autoridad bíblica en
materia moral ingenuamente, sin mediaciones, separándola de cualquier mediación
racional interpretativa de la experiencia moral.68

2.1.3 Dificultades para el acceso a la Biblia

Ya decíamos que la referencia continua a la Biblia es la garantía más eficaz y


segura de la autenticidad de la vida moral de los creyentes y de la reflexión
teológico-moral, lo cual sin embargo no deja de suscitar diversas interrogantes y
dificultades a parte de las ya vistas anteriormente. Así pues, el uso de la Biblia en la
enseñanza moral está lleno de cuestiones difícilmente esquivables.

a) En primer lugar, ¿nos ofrece la Biblia preceptos categoriales diferentes?


Algunos preceptos, como el de «no matar», por poner un ejemplo, se
encuentran en todas las culturas y en todos los libros «revelados». Si fueran
comunes, lo que es evidente y cierto, ¿en qué sentido los retoma la Biblia, si
es que les ofrece una cierta novedad? Y si fueran propios, ¿con qué autoridad
se promulgan, cuál es su prehistoria y cuál es su ámbito de obligación?

b) Por otra parte, cabe siempre preguntarse si los preceptos morales que
aparecen en la Biblia son una explicación autorizada de una hipotética «ley
natural» válida para todos los hombres, o constituyen un código, o muchos
códigos, que, en su coyunturalidad, se muestran deudores a condiciones
culturales precisas. Los preceptos morales que encontramos en la Biblia —
todos o algunos de ellos— parecen depender, en efecto, de la cultura del
tiempo y el espacio en que nacieron.

c) Y, en fin, cabe preguntarse cómo se podrá efectuar el paso de los preceptos, o


al menos del espíritu de la moral bíblica a los problemas morales planteados

68
Cfr. L. MELINA et AL., Caminar a la luz del amor..., pp. 119-120.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 30

al hombre de hoy por una cultura tan alejada de aquella que los originó y
modeló.

En realidad, detrás de todas estas dificultades subyace la pregunta


epistemológica por la racionalidad de la normativa moral que se encuentra en la
Biblia y las obligadas cautelas ante un fideísmo positivista que dificultaría tanto la
afirmación de la «autonomía» ética del cristiano como su necesario diálogo con los
esquemas éticos habituales en su entorno cultural.

A causa de todos esos interrogantes, la necesaria orientación de la Moral a la


Escritura no deja de suscitar algunas tentaciones. Tal sería la de olvidar la palabra de
Dios en la elaboración del discurso ético, como si el creyente pudiera eximirse de
esa actitud fundamental que es la «escucha» de la palabra de Dios. Existe, además,
el peligro de instrumentalizar la palabra de Dios, como ya denuncian los mismos
profetas bíblicos. Existe también, el peligro de detener el mensaje bíblico en un
momento determinado, olvidando su historicidad y evolución. Existe finalmente,
hoy como en los tiempos bíblicos, la tentación de desvincular las palabras de su
sentido más hondo. Institucionalizar las normas, privándolas de su contenido, lo
cual significa no sólo fosilizarlas, sino volverlas contra sí mismas.69

2.2 La moral en el Antiguo Testamento

La moral ocupa un lugar muy destacado en todo el Antiguo Testamento. De


hecho, se puede decir que prácticamente toda relación entre el ser humano y Dios, la
han interpretado los escritores veterotestamentarios desde una perspectiva
eminentemente moral desde los relatos mismos de la creación del mundo. Esto
mismo y el arco de tiempo que abarca el AT, hacen un tanto difícil sintetizar los
elementos más importantes de la moral, pues el del AT es un período bastante largo
en el que se han ido produciendo cambios sociales, políticos, culturales y religiosos.
Es por ello que nos centraremos en la categoría considerada como la más importante
en la historia del pueblo judío, la categoría de «Alianza». Y lo haremos no tanto
desde el aspecto exegético y bíblico que ha generado tanta controversia en la
teología bíblica, sino que lo haremos considerando solo el significado teológico que
encierra y su relevancia para la moral cristiana. Pues para la moral, la Alianza
constituye un elemento clave en cuanto que la originalidad de la moral israelita y de
la vida religiosa se fundamenta precisamente en ella, en cuanto relación mutua de
pertenencia con los derechos y deberes que nacen de esa solidaridad. Este tema
clave, que dirige toda la vida moral y religiosa de Israel, es como fundamento de la
historia de la salvación y, consiguientemente de todo el edificio de la moral
bíblica.70

69
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., pp. 77-78.
70
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 151-152.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 31

Aunque sabemos que el AT es historia humana, en la cual interviene Dios, no


deja de sorprender e incluso escandalizar, al lector moderno, la serie de
comportamientos y actitudes “poco morales” que encontramos en los diversos libros
que lo componen. Así entre sus paginas encontramos por ejemplo:
–Crueldades contra los enemigos (Gen 34; Jos 6, 17, 21; 1 Sam 18,11.19,10; 1 Re
18,40; 2 Re 10, 18-25).
–Actitudes hostiles e insolidarias contra algunos grupos sociales, como los esclavos
(Ex 21, 1-11.20-21), los extranjeros (Ex 17,6; Dt 23, 3-4.7) y aun las mujeres (Ex 21,
7; Num 31, 18; Gen 19; Jue 19, 22-25).
–Relatos de venganzas y sentimientos de odio contra los pueblos vecinos (Jue 12, 1-
6; Ex 17, 16; 2 Sam 21, 1-9; Est 6-9).
–engaños y falsedades (Gen 12, 12-10. 26, 7-10; Jue 3, 15-23).
–La moral sexual no aparece recomendable encontramos frecuentemente abusos
contra la esclava (Gen 16, 1-4; Dt 21, 10-14) casos de incesto (Gen 19, 30-38; 2 Sam
13, 1-22), casos de prostitución (Gen 38), de divorcio (Dt 24, 1-4) y de adulterio (2
Sam 11).

Estos relatos de «malos ejemplos» aparecen en su mayoría en el pentateuco


compuesto de las tradiciones históricas de Israel. Sin embargo, debemos tener en
cuenta que la biblia no es un libro en que podremos encontrar solo historias
ejemplares de conducta, sino que es sobre todo, historia humana e intervención de
Dios en esa historia concreta.71

2.2.1 La creación, dependencia, racionalidad y pecado.

La creación del mundo por Dios resuena una y otra vez a lo largo de toda la
SE y para cuya comprensión tenemos dos relatos, el sacerdotal (P) (Gen 1,1-2,4a)
que constituye la única cosmogonía presente en la SE y el Yahvista (J) (Gen 2, 4b-
3,24) que relata la creación del hombre. Ambos relatos contienen puntos
coincidentes que para la teología moral son importantes:

– El primero de ellos es la comprensión de toda la realidad como fruto del amor


de Dios. Todo cuanto existe es obra suya y sin él nada existiría. Ahora bien
aunque ambos relatos se sirven a su vez de relatos tradicionales ya existentes
sobre la creación, y los reinterpretan según su visión teológica, el punto
central consiste en destacar el carácter gratuito de la creación de Dios que
decide entrar en relación con el mundo.
– El segundo punto de interés es la centralidad del ser humano en el conjunto
de la creación. Mientras los demás seres son creados cada uno según su
especie, el ser humano es creado «a su imagen y semejanza» (Gen 1, 26-27).
El hombre representa el culmen de la creación pero también es el encargado

71
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Moral Fundamental..., pp. 64-65.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 32

de «cultivarla y cuidarla». Por eso, más que una preocupación ontológica, los
relatos bíblicos tienen un gran interés axiológico, es decir se interesan en la
responsabilidad que tiene frente a la creación por su primacía y su
superioridad respecto a las demás especies.
– El tercero es la relacionalidad existente entre Dios y el ser humano. Cada ser
humano es único y autónomo pero al mismo tiempo vive dependiente de Dios
y de los demás.
– El cuarto es la visión unitaria del ser humano frente a antropologías dualistas.
El ser humano es una realidad psicosomática, dinámica y multidimensional,
abierta al mundo, a los demás y a Dios. Esto es algo importante para la
comprensión de la moral, dado que implica no solo el origen personal de las
decisiones morales, las consecuencias de las mismas en la totalidad de la
persona. Esto además significa que el ser humano no es reducible a una sola
de sus dimensiones, sino que todas vertebran su especifica identidad que debe
ser tenida en cuenta en el momento de analizar orientaciones morales para la
vida, la naturaleza, los sentimientos, etc.
– Por último, en cuanto a la relevancia para la moral, el relato posterior a la
creación del capitulo 3 del génesis. Se trata de un mandato dado ya desde el
capítulo 2 que adquiere una gran importancia en cuanto que está situado en el
contexto de la relación entre Dios y el ser humano. De alguna manera se
puede decir que el mandato de Yahveh es una llamada a la aceptación de la
propia condición humana situada en relación de alteridad con Él, pero una
relación que el propio ser humano puede truncar en el ejercicio de su libertad
y más si unimos este aspecto a la manera como la serpiente presenta la
tentación: «el ser como Dios» ser libre de toda dependencia. La consecuencia
es no sólo la vergüenza de encontrarse «desnudos» en medio del jardín, sino
también la alteración de las relaciones humanas como sucederá en el caso de
Abel y Caín.

Vemos como en los relatos de la creación y la caída se muestra claramente


por un lado, la gratuidad amorosa de Dios hacia el ser humano para entrar en
relación con él y, por el otro, la paradoja de la propia condición humana finita que
siempre vive sometida a su propia condición y en donde la libertad no deja de estar
en medio de la tentación al mal. En adelante muchos de los posteriores
acontecimientos de castigo narrados en el AT, desde el diluvio hasta las plagas de
Egipto, etc., son interpretaciones de las consecuencias de la ruptura de las relaciones
provocadas por el ser humano al sustentar su vida en ídolos y tentaciones en vez de
en el único Dios que les dio la vida y el ser. De ahí que el pecado sea siempre una
posibilidad para el ser humano y que tenga una dimensión vertical (ruptura con
Dios) y una horizontal (ruptura con los demás).72

72
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 153-156.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 33

2.2.2 El decálogo y le Teología moral

Hablábamos más arriba de la categoría de «Alianza» y su significado en la


teología moral, pues bien la alianza se concretiza en el decálogo, texto de gran peso
y que además ha configurado gran parte de la moral cristiana a lo largo de los siglos
por haber sido considerado la síntesis normativa de la voluntad de Dios sobre el ser
humano. En la SE se le denomina «las diez palabras», pero en época patrística se
introdujo el concepto griego de «dekalogoj». Estas diez palabras, constituyen pues la
expresión de la Alianza entre Dios y su pueblo a través del binomio don-ley. Son
dos las versiones que existen en la SE: (Ex 20,2-17 y Dt 5, 6-21). Numerosos
autores han expuesto la moral cristiana desde el Decálogo e incluso el Catecismo de
la Iglesia Católica, lo toma como orientador para su exposición de toda la moral.
(nn. 2052-2557). Ahora bien, sabemos por los estudiosos de la Sagrada Escritura
que los diez mandamientos, en cuanto código normativo, existía también en otras
culturas del cercano oriente antiguo, sin embargo, tienen la novedad de estar
situados en el contexto de la elección divina y en el culmen de la Alianza entre Dios
y el pueblo de Israel. De esto se desprenden varios elementos que interesan a la
teología moral.

– El primero es que el Decálogo es un texto en que se pone en relación al ser


humano con Dios y con el prójimo, dando así carácter normativo al hecho
mismo de la creación, es decir, la Ley es consecuencia de la interrelación
existente entre diferentes sujetos libres, de ahí que tenga una dimensión
vertical con respecto a Dios (1er al 3er mandamiento) y otra horizontal
respecto a los demás (4to al 10mo mandamiento).
– El segundo es que la ley contenida en el Decálogo es consecuencia de una
donación previa: «Yo soy Yahveh, tu Dios que te he sacado del país de
Egipto, de la casa de esclavitud» (Ex 20,2. Dt 5,6). Esto significa que la
gracia, la donación, precede cualquier precepto. «Dios ha actuado primero y
el israelita responde». Esto significa también que la ley no tiene sentido en sí
misma, sino en cuanto está vinculada a la alianza ofrecida por Yahveh. Esto
lo expresa muy bien el Papa Francisco en la encíclica Lumen Fidei,
comenzada por Benedicto XVI y terminada por él: «El Decálogo no es un
conjunto de preceptos negativos, sino indicaciones concretas para salir del desierto
del “yo” autoreferencial cerrado en sí mismo, y entrar en dialogo con Dios,
dejándose abrazar por su misericordia para ser portador de su misericordia».73
– El tercer elemento es el referente a las normas concretas y en concreto, a la
referencia y vinculación entre las normas respecto a Dios y las que son
respecto al prójimo. El Decálogo tiene una dimensión unitaria. De esta
manera en el Decálogo la moral queda enmarcada dentro de la perspectiva

73
Cfr. FRANCISCO, Lumen Fidei, (29 de junio de 2013), Carta Encíclica sobre la fe, san Pablo,
Madrid 2013, n. 46.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 34

religiosa como dos dimensiones unitarias y en que no se comprende la


separación entre moral y fe.
– El cuarto elemento hace referencia al contenido de las prohibiciones que
tienen como referencia al prójimo. Se presentan a manera de formulaciones
breves que pretenden regular el comportamiento humano en cuanto a los
actos externos. La ultima de estas formulaciones contiene un elemento
singular para la teología moral, el verbo «hämad» en hebreo y que significa
«desear» o «codiciar». Con él, se produce un salto interesante con respecto a
los mandamientos anteriores dado que mientras la ley hace referencia al
plano del comportamiento, ahora el Decálogo se introduce también en el
ámbito de la interioridad humana, de las intenciones más profundas de las
personas. Dicho de otra manera: la relación con el otro compromete la propia
conciencia humana. Por tanto, no basta cumplir la ley, sino que además es
necesario ordenar adecuadamente las intenciones con las que se actúa.

Con esto quedan sintetizados de alguna manera los elementos esenciales del
Antiguo Testamento en su relevancia para la moral fundamental y que vertebran
también las aportaciones de los libros sapienciales y proféticos.74

2.3 La moral en el Nuevo Testamento

La moral del Nuevo Testamento que comienza propiamente con la venida de


Jesucristo y con su predicación, se da en un contexto en que el cumplimiento de la
Ley estaba caracterizado por un legalismo extremo. Es así que tanto el mensaje de
Jesús como las exhortaciones de Pablo critican a aquellos que pretenden colocar en
el ideal de la santidad, el mero cumplimiento escrupuloso de la letra de la ley, o en
las tradiciones de los antiguos que se le habían añadido.75

2.3.1 La moral de Jesús en el marco del Reino de Dios

Lo primero que hay que decir es que la moral del Nuevo Testamento solo se
interpreta adecuadamente desde la centralidad del anuncio del «reino de Dios»,
punto central de la predicación y de la actividad de Jesús tal y como se refleja de
manera especial en los evangelios sinópticos, donde la expresión “reino de Dios”
aparece unas 162 veces. Con este anuncio del Reino, Jesús introduce algo nuevo y
fundamental que es la oferta de salvación por la que el hombre queda situado ante lo
definitivo, ante el Dios que liberó a Israel, el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob,
el Dios universal que es Padre misericordioso y que quiere liberar a todos sus hijos.
Por otro lado, el anuncio del Reino está vinculado a la persona misma de Jesús, pues

74
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 156-163.
75
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., p. 94.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 35

en él se cumplen las promesas de Dios, la Buena Noticia, lo cual significa una


adhesión a su persona, un seguimiento de él.

2.3.2 Una moral del seguimiento de Jesús

Puesto que la moral del seguimiento de Jesús implica una adhesión a él y un


seguimiento constante, la ética cristiana ha de ser cristocéntrica y cristológica. La
encíclica Veritatis Splendor lo señala también:

«Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral


cristiana [...] No se trata aquí solamente de escuchar una enseñanza y de
cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: adherirse a la
persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su
obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre [...]»76

Esto quiere decir que solo existe una verdadera relación con Jesús y una fe
autentica donde hay seguimiento y que, por tanto, «es creyente quien sigue a Jesús,
y no lo es el que no le sigue», pues su seguimiento expresa la relación fundamental
del ser humano del ser humano con Jesús y su proyecto. Seguir a Jesús es la base
fundamental de la ética cristiana y es también la puerta de entrada al reino de Dios.77
Ahora bien, podríamos preguntarnos, ¿En qué consiste entonces el seguimiento de
Jesús? Alguien podría decir: «Está muy bien hablar de seguir a Jesús, pero al nivel
práctico, ¿cómo se hace? Vivió hace dos mil años, en un tiempo y una cultura muy
diferentes a los nuestros. Además era Dios. ¿Cómo se supone que lo voy a
‘imitar’?». Esta es una pregunta muy válida y por ello es necesario hacer una
clarificación.

Seguir a Jesús, no significa adoptar los rasgos exteriores de su conducta y


manera de vida, 78 sin embargo, si podemos decir en primer lugar que su
seguimiento, no es como el del seguidor que considera al maestro como un
predicador de la más alta moral a la manera de Moisés, o como un modelo perfecto
propuesto a la imitación de los creyentes como los griegos podían admirar a
Sócrates; aunque en el Señor podemos encontrar también esos rasgos, su
seguimiento significa más bien la unión personal con Él mediante la fe y el amor.

Por ello, tal seguimiento tiene una consecuencia directa y general para la vida
moral del cristiano, de manera que el centro y el fin de su vida, aquello hacia lo cual
tienden sus deseos y pone su corazón, quedan desplazados hacia un horizonte más
76
JUAN PABLO II, Veritatis Splendor..., n. 19.
77
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 166-168.
78
Cfr. Germain GRISEZ-Russell SHAW, La vida realizada en Cristo, Palabra, Madrid 2009, p. 272.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 36

allá de lo meramente humano, más allá del sufrimiento y de la muerte, cerca de


Cristo resucitado que se sienta junto al Padre. Desde ese instante cada virtud y cada
acción del creyente, serán modificadas desde el interior, secretamente por esa
relación de fe y de vida en Cristo.79

Por otro lado, el seguimiento al que Cristo nos invita, tiene como principal
característica el amor, el cual, en el actuar moral se convierte en principio
integrador. Es decir, todas las acciones de aquel que sigue a Jesús, quedan
revestidas, marcadas por el amor, no el amor ciertamente como lo entiende el
mundo, sino el amor como el que solo el Señor sabe dar y que a la vez pide: «Jesús
pide que le sigan y le imiten en el camino del amor, de un amor que se da totalmente
a los hermanos por amor de Dios. “Este es mi mandamiento, que se amen los unos a
los otros como yo los he amado” (Jn 15,12)».80

El amor a los enemigos y el cumplimiento de los mandamientos es clave en el


seguimiento de Jesús. Ahora bien, se podría pensar en base a esto, que el
seguimiento de Cristo consiste en cumplir los mandamientos, de manera que quien
los cumpla podrá llevar tranquilamente una vida moral. Ciertamente, los
mandamientos se nos enseñaron como un camino para llegar a Dios, sin embargo y
por desgracia muchos los aprendimos con un tinte negativo, es decir una serie de
prohibiciones en lugar de una serie de oportunidades para el crecimiento en el amor
a Dios y al prójimo. Aunque los mandamientos para muchos hoy siguen pareciendo
una “carga” por su tinte negativo con el que los aprendieron, la realidad es que
según la enseñanza del Señor, estos quedan también revestidos por el amor:

«Jesús lleva al cumplimiento de los mandamientos de Dios, —en


particular, el mandamiento del amor al prójimo—, interiorizando y
radicalizando sus exigencias: el amor al prójimo brota de un corazón que
ama y que, precisamente porque ama, está dispuesto a vivir las mayores
exigencias. Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos
como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda
abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso
interior es el amor (Col 3, 14)».81

De esta manera, seguimiento de Jesús consiste en adhesión a Él, a sus


actitudes, a su persona, en la vivencia de los mandamientos pero desde la dimensión
del amor.

2.3.3 Jesús y la Ley (Torá)

79
Cfr. S.Th. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana…,pp. 157-158.
80
Cfr. JUAN PABLO II, Veritatis Splendor…, n. 20
81
Ibíd., n. 15.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 37

Ya decíamos más arriba, que parte importante del seguimiento de Jesús es el


cumplimiento de los mandamientos. Él mismo lo dice al joven rico que le pregunta
sobre la vida eterna: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos [...].
No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a
tu padre y a tu madre, y amarás al prójimo como a ti mismo» (Mt 19,17-19). Con
tales palabras Jesús se presenta en continuidad con la tradición judía en la defensa de
los mandamientos, pero al mismo tiempo los sitúa en el reino de Dios, cuya puerta
de entrada está en su seguimiento. En efecto, dice al mismo joven en seguida: «Si
quieres ser perfecto, anda vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrá un
tesoro en el cielo, luego ven y sígueme» (Mt 19,21). Cuando Jesús habla sobre la ley
en el evangelio lo hace para evitar caer en los legalismos en que habían caído los
fariseos, se enfrenta con los comportamientos legalistas (Mt 23, 23 ss.) no solo en el
ámbito moral sino también en el cultico y ritual. Significativo al respecto es el
aspecto del sábado, en que Jesús hace numerosas curaciones y otras transgresiones
según la ley (Lc 13, 10-17; Jn 5, 9ss; Mc 3, 1-6) pues «el sábado se instituyó para el
hombre y no el hombre para el sábado». Lo que hace Jesús con ello, no es abolir la
ley sino darle pleno cumplimiento, situándola en su justo lugar al orientarla hacia el
Reino, hacia Dios y su oferta de salvación.

Otra cosa importante respecto de Jesús y la ley es la interpretación que él


hace de algunos mandamientos del decálogo, pues como ya dijimos los sitúa en la
perspectiva del Reino de Dios, haciendo énfasis en la importancia de «lo que
procede del corazón» significando con ello la interioridad human en su totalidad y
complejidad. Son significativas al respecto las frases «Han oído que se dijo, pero yo
les digo...» (Mt 5, 21-22.27-28). En este sentido los textos más significativos al
respecto son el sermón de la montaña y la conversación con el joven rico.82

2.3.4 Las normas concretas del Nuevo Testamento: su especificidad

Hemos apuntado ya que la moral recorre de principio a fin, el Nuevo


Testamento, siendo además numerosas las directrices concretas y normas de
conducta sobre diferentes ámbitos de la vida humana, sin embargo cabria
preguntarse lo que ya hemos señalado también ¿se trata de enseñanzas especificas
del cristianismo naciente? ¿Tienen carácter de permanencia y estabilidad que las
convierten en mandatos absolutos para todo tiempo y lugar? Por otro lado debemos
tener también en cuenta que algunas de las normas que más han influido en la
teología moral son las que ha dado san Pablo en algunas de sus cartas, las cuales por
lo demás deben ser interpretadas desde los presupuestos de la teología paulina, como
su idea de la justificación, la contraposición del espíritu y la carne, la vida en el
espíritu y su concepción del pecado. En este sentido destacan las llamadas tablas o
códigos domésticos (Col 3, 18-4. 4,1; Ef 5,22). Estos códigos o preceptos referentes
82
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 168-170.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 38

al comportamiento familiar no son del todo originales del cristianismo, tal y como
ocurría con algunas de las enseñanzas de Jesús. La novedad es la perspectiva en la
cual se sitúan tales códigos, una perspectiva netamente cristiana, es decir, se
interpretan normas ya existentes desde la perspectiva de la voluntad de Dios.

En este sentido podemos decir que lo determinante de la moral cristiana y lo


que da su carácter especifico no son los contenidos concretos, sino la nueva
orientación que surge de la fe y del seguimiento de Cristo, así dirá san Pablo en la
carta a los Romanos: «la culminación de la ley es Cristo, para la justificación de
todo el que cree». Eso marca también una diferencia entre cristianismo y judaísmo.
Además este aspecto marca la originalidad de la moral cristiana: el hecho de que los
contenidos concretos de la norma moral que pueden ser conocidos por la razón,
tienen una orientación hacia el seguimiento de Cristo que marca el ser y el vivir.83

2.3.5 Las bienaventuranzas y el amor: la síntesis de la moral cristiana

A pesar de que se puede afirmar que muchas de las normas morales no son
originales del cristianismo, puesto fueron tomadas del contexto en el que se vivía, no
se puede negar además dela nueva orientación que Jesús y Pablo dan a estas
orientaciones, la llamada a la conversión, al arrepentimiento, así como tampoco el
compromiso a favor del prójimo, especialmente de los más desfavorecidos, por eso,
si hay algo que destaca el mensaje moral de Jesús y que representa el culmen de la
moral cristiana concreta es, sin duda el mandamiento del amor y las
bienaventuranzas.

a) El mandamiento del amor

Este mandamiento bajo la forma del amor al prójimo, aparece en la Sagrada


Escritura desde el AT, en el código de santidad del libro del Levítico, extendiéndose
en Israel no solo a los de igual condición sino también hacia los extranjeros (Lv
19,18.34). también el Nuevo Testamento recoge este mandamiento en varios
lugares, hasta el punto en que Juan pone en boca de Jesús, las siguientes palabras:
«Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros...», «Este es mi
mandamiento, que se amen los unos a los otros como yo los he amado, nadie tiene
amor más grande que dar la vida por sus amigos» (Jn 13, 34; 15,12-13). El
fundamento de la existencia de este mandamiento se encuentra en el hecho de que el
mismo Dios es bondadoso con el ingrato y el malo haciendo salir el sol y la lluvia
sobre el justo y el injusto, sobre el malo y el bueno. De ahí que se puede decir que la
quinta esencia de la ética de Jesús es el amor.

83
Cfr. Ibíd., pp. 171-173.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 39

Por otro lado, además del imperativo concreto del amor, Jesús introduce otro
elemento que especifica su sentido último, dado que lo introduce también en el
dinamismo del Reino al vincularlo con su persona. Por ello es tan clave en la
teología moral el texto de Mt 25, 31-46 sobre el juicio final del que merece
mencionar dos elementos: «todo lo que hicieron a uno de estos mis hermanos más
pequeños a mi me lo hicieron» y «todo lo que no hicieron a uno de estos más
pequeños, tampoco me lo hicieron a mi». Dicho en síntesis: el amor hacia los demás,
especialmente, especialmente hacia los más necesitados, es el imperativo moral por
excelencia del cristianismo fundamentado en que Dios nos amó primero y nos ofrece
el don de la salvación realizada en Jesucristo.

b) Las bienaventuranzas

El segundo elemento clave de la ética del Nuevo Testamento y de la


radicalidad moral de Jesús (en el sentido de que va a la raíz del corazón) es el de las
Bienaventuranzas del Sermón del Monte, que de alguna manera son concreciones
del mandamiento del amor. Existen dos versiones, la versión de san Mateo y la de
san Lucas ambas en sustancia las bienaventuranzas no buscan establecer reglas de
conducta ni tienen por más importante el deber, sino que nos transmiten la idea de
quien es Dios y como es con nosotros en su amor y misericordia, especialmente con
los pobres, con aquellos que lo ponen a él como el centro de su vida. Así pues no
intentan regular leyes externas sino adentrarse en el corazón humano para
transformarlo, por ello sólo se pueden entender en el marco de la predicación de
Jesús. Dice Veritatis Splendor que se refieren a actitudes y disposiciones básicas de
la existencia y aunque no coinciden con los mandamientos tampoco discrepan con
ellos, pues ambas se refieren a la vida eterna.

Las bienaventuranzas, son ante todo, promesas de las que también se derivan
en forma directa, indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad
original son una especie de autorretrato de Cristo y por ello son una invitación a su
seguimiento y a la comunión de vida con él.84

2.3.6 La moral cristiana según san Pablo

Si ya Cristo delineó con su predicación y comportamiento las bases de la


moral cristiana, Pablo presenta una moral bien elaborada. Sabemos que en el tiempo
del Nuevo Testamento existían distintas concepciones morales extra-cristianas, en
las cuales se basaron también algunas normas de la moral cristiana aunque con un
nuevo sentido como hemos visto ya en la moral de Jesús. Sin embargo las que
influyeron en la predicación de Jesús y de Pablo y contra las que este último se
confronto son especialmente dos, quizás las más practicadas en el mundo del N.T.

84
Cfr. JUAN PABLO II, Veritatis Splendor..., n. 16.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 40

Estas eran: la moral judía basada en la Ley y la búsqueda de la justicia y la moral


griega, que enseñaba la sabiduría y las grandes virtudes clásicas. La confrontación
de Pablo con ellas, se llevó a cabo principalmente en dos grandes epístolas: la carta a
los corintios y la carta a los Romanos. Tal confrontación se dio en el choque
dramático de la predicación, frente al rechazo de los judíos en nombre de la Ley y de
los griegos más cultivados en nombre de la sabiduría. Veamos cuales eran a grandes
rasgos, las características principales de cada una.

La moral judía está dominada por la búsqueda de la justicia ante Dios. Está
determinada por la ley de Moisés con sus mandamientos y numerosas
prescripciones, costumbres y observancias que la completan, tal como la
circuncisión. Está animada por la esperanza en las promesas divinas que realizaran
el poder de Dios a favor de aquellos que observaron fielmente a Ley. En esta moral
se reconocen los rasgos principales que se atribuyen comúnmente a una moral: el
ideal de justicia mediante la conformidad de los actos a una ley, asociada a promesas
de felicidad por el merito y la felicidad.

La moral griega se ofrece bajo la forma de un templo elevado de la sabiduría,


reposa sobre la columna de las virtudes intelectuales y morales tal y como las
exponen los diálogos de Platón, la ética de Aristóteles y, más próximos a san Pablo,
las conversaciones y doctrina de los estoicos sobre las virtudes. Bajo el amparo de
esta sabiduría, inspirada por lo bello y lo bueno, y sostenida por el organismo de las
virtudes, todas las actividades del hombre están armónicamente ordenadas a la
perfección y a la felicidad del hombre. Sabiduría, virtudes y felicidad son los
fundamentos morales que se imponen en el mundo mediterráneo en tiempos de san
Pablo.

Hay además una tercera, que aunque Pablo no la mencione, seguramente


influyó en su elaboración de la doctrina moral; esta es la moral romana, que sitúa
por encima de todo la honestidad cívica, el sentido de la justicia, del orden y del
valor, la cual se expresa en el derecho romano.

Es necesario señalar de todo esto, que estas morales antiguas, justicia judía,
sabiduría griega y honestidad romanas no están tan lejos de nosotros como se podría
pensar. Constituyen las fuentes directas de nuestra cultura. En base a ello, la
cuestión de la moral cristiana, tal como se planteará en san Pablo, sigue siendo muy
actual a pesar de la distancia de los siglos.

Ya decíamos que san Pablo vivió un ataque frontal, un choque con las
morales de su tiempo, para él, la sabiduría griega había conducido a estos a la
locura, a la corrupción más envilecedora. Este pasaje lo dice claramente: «Porque,
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias,
antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 41

entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria


del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de
aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su
corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que
cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en
vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén». (Rm 1, 21 ss.).

Respecto a los judíos, Pablo critica su orgullo sin miramientos, y proclama el


fracaso radical de su justicia. Dice de ellos en Romanos: «Pero si tú, que te dices
judío y descansas en la ley; que te glorías en Dios; que conoces su voluntad; que
disciernes lo mejor, amaestrado por la ley, y te jactas de ser guía de ciegos, luz de
los que andan en tinieblas, educador de ignorantes, maestro de niños, porque
posees en la ley la expresión misma de la ciencia y de la verdad... pues bien, tú que
instruyes a los otros ¡a ti mismo no te instruyes! Predicas: ¡no robar!, y ¡robas!
Prohíbes el adulterio, y ¡adulteras! Aborreces los ídolos, y ¡saqueas sus templos!
Tú que te glorías en la ley, transgrediéndola deshonras a Dios. Porque, como dice
la Escritura, el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las
naciones». (Rm 2, 17-24).

Esta diatriba que destruye las pretensiones de la moral griega y judía, no es


más que una primera etapa en el cuadro de la predicación paulina: deja paso a la
moral evangélica, manifiesta su necesidad; prepara el deseo de ella por el choque
profundo que causa. Todo hombre que la escucha es interpelado en la intimidad de
su conciencia.85

Ante este panorama, ¿cual es la moral que nos presenta san Pablo? ¿Cuál será
su rasgo principal y decisivo? Ante la justicia judía y la sabiduría griega, la
respuesta de Pablo es clara, anuncia una virtud decisiva: la fe en Jesús crucificado y
resucitado que se ha convertido para todos los hombres en fuente de justicia y
sabiduría. Con ello, no rechaza la aspiración a la justicia ni a la sabiduría, pero les
proporciona un nuevo origen, no ya la virtud humana, sino lo que se puede llamar la
virtud de Dios que obra por Jesucristo. Los rasgos principales de su moral podemos
sintetizarlos en los siguientes puntos:
• Desenmascara el orgullo del hombre y lo abre a la dimensión de la fe, de
esta manera san Pablo coloca al hombre en la frontera de todas las morales
humanas: orgullo o fe, confianza en uno mismo o confianza en Jesucristo,
encerrarse en uno mismo o abrirse humilde y dócilmente a la acción del
Espíritu. De este modo la moral en su conjunto se transforma, en su
inspiración, en sus elementos, en su estructura y en su aplicación.
• Coloca en el centro de la moral a una persona, la de Jesús, quien en su
individualidad histórica, incluido su cuerpo que sufrió y resucitó, se

85
Cfr. S. Th. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana..., pp. 151-155.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 42

convierten en fuente y causa de la santidad y la sabiduría nuevas ofrecidas a


los hombres por Dios.
• La apertura del corazón del hombre a una nueva dimensión, un mundo nuevo
en el que queda asumida en su conjunto la vida moral. Este mundo nuevo es
consecuencia de la unión personal con Cristo, mediante la fe y el amor.
• La puesta en practica y la fuerza para actuar aportadas por la fe. La fe salva
al hombre de la desesperanza secreta engendrada por la conciencia de la
debilidad y de sus faltas, que nos asegura que Cristo ha tomado sobre sí
nuestras miserias e incluso nuestros pecados.

Una vez asumida la fe en el corazón de cristiano, Pablo asume sin problema


las virtudes humanas en su enseñanza, al hacer esto compone un organismo moral
nuevo, regido por virtudes nuevas: la fe, la esperanza y la caridad, asimila todo lo
que puede haber de verdadero y bueno en la Ley antigua y en la sabiduría filosófica.
de este modo, las virtudes humanas son transformadas interiormente. Reciben otra
dimensión y medida. Finalmente, algunas virtudes como la humildad y la castidad,
van a ocupar un lugar particular a causa de su relación privilegiada con el amor de
Cristo y la acción del Espíritu Santo.86

2.4 El documento de la PCB «Biblia y moral»

Este es un amplio documento publicado por Pontificia Comisión Bíblica en


2008 en el que se ofrecen las claves fundamentales de la relación existente entre la
escritura y la moral. Este documento se articula sobre la base de una intuición
fundamental: la actividad moral cristiana es la respuesta al don de Dios, y la idea
de un comportamiento moral cristiano construido sobre una estructura llamada-
respuesta. Así, la respuesta cristiana no es una fe solamente teórica, sino que implica
la totalidad de la vida.

Es bueno tener en cuenta dos cosas:


1) Que el documento, no es un trabajo conjunto de moralistas y biblistas, es un
documento sobre la moral en la biblia pero hecho por biblistas. Al respecto el
Cardenal Klemens Stock, cuando presentó el documento en la Academia Alfonsiana
dijo que correspondía a los moralistas verificar en que medida el documento aporta
elementos útiles para la reflexión moral.
2) Que se analiza la moral bíblica desde el concepto de «Alianza», como concepto
que muestra la continuidad en la historia de la salvación. Aunque hay que decir que
este concepto tiene mucha más relevancia en el AT que en el Nuevo, lo cual genero
ciertas reticencias. El uso de este concepto se ve en el análisis de la carta a los

86
Cfr. Ibíd., pp. 156-176.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 43

Hebreos en el documento a la que le da casi el mismo espacio que a las cartas de san
Pablo87.

Primera parte:
En su primera parte, el documento hacer notar la existencia de dos líneas de
fondo que conviene analizar al hablar de la aportación de la biblia a la moral. La
primera es, que la moral sin ser secundaria es segunda, es decir que lo primero y
fundamental es la iniciativa de Dios, el don, con lo cual la experiencia moral es
consecuencia de la experiencia de Dios. La segunda es que la Ley don de Dios no es
un concepto jurídico, sino un concepto teológico que la misma Biblia traduce como
“camino” que requiere una preparación. Teniendo en cuenta esto, se comprende que
la moral bíblica constituye una tensión continua entre el don divino manifestado
radicalmente en la creación y la respuesta humana.

Ahora bien, según el documento, existe algo que resulta fundamental para las
consecuencias morales de la experiencia de Dios, esto es una idea precisa del ser
humano, hecho a imagen y semejanza de Dios que se expresa según el documento
en seis características básicas: racionalidad, libertad, posición de guía, capacidad
de actuar en conformidad con Dios, la dignidad y la relacionalidad y la santidad de
la vida humana. de estas características antropológicas derivadas de la imagen y
semejanza de Dios, se derivan así mismo, diversas implicaciones morales: el
discernimiento, la elección y la decisión, la responsabilidad, la prudencia, la
gratitud, la justicia, el respeto y la protección y tutela de la vida. En general en la
primera parte, el documento extrae del análisis de los libros de la Biblia, las
consecuencias morales concretas de estos presupuestos generales.

Segunda parte:
En la segunda parte, el documento ofrece algunos criterios metodológicos
sobre el uso de la Escritura en la moral. Se trata de ocho criterios, dos fundamentales
y seis específicos. Estos criterios son:

Fundamentales:
+La conformidad con la visión bíblica del ser humano: el texto paradigmático de
este criterio es el Decálogo. En el se refleja la originalidad de la moral bíblica al
situarla en un nuevo horizonte que es el de la Alianza. Entre los valores que se
pueden extraer de aquí, se encuentran el respeto a la vida «no mataras» y el de la
pareja «no cometerás adulterio».
+La conformidad con el ejemplo de Jesús: el texto emblemático de este criterio es el
de las bienaventuranzas. Aquí se refleja la necesidad que tiene la moral cristiana de
la centralidad de Jesús y su imitación, especialmente en el ámbito social. Jesús es el
87
Cfr. Alberto DE MINGO KAMINOUCHI, La Morale di Gesù: ética cristiana e i Vangeli, Pontificia
Unversità Lateranense, Accademia Alfonsiana–Istitutto Superiore di Teolgia Morale, Apunti per la scuola,
Roma 2012.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 44

modelo a seguir en el compromiso con la justicia, la compasión, la reconciliación, el


perdón. Por ello las orientaciones morales de Jesús tienen un valor normativo, son
verdaderos imperativos morales.
Según estos dos criterios fundamentales, a la hora de establecer un juicio
sobre una practica concreta, siempre hay que preguntarse hasta que punto es
compatible con la visión bíblica del ser humano y hasta que punto se inspira en el
ejemplo de Jesús.

Específicos:
Estos criterios específicos afrontan de alguna manera los principales
problemas de la moral actual desde el punto de vista bíblico.

+La convergencia: este criterio consiste en la búsqueda común de normas de


comportamiento que hace necesario el dialogo entre culturas y religiones. Esta
convergencia es la que se da hoy en algunos problemas como los derechos humanos,
el desarrollo, la igualdad, o la sensibilidad ecológica al aumentar el poder de la
técnica.
+ La contraposición: se refiere a la distancia crítica que la Biblia toma respecto
algunas normas y costumbres practicadas por sociedades, grupos o individuos. Esto
se vislumbra en algunas carencias de las sociedades en sus diversos ámbitos —
derechos contra la vida, consumismo, abuso de los recursos, etc.—
+La progresión: algo que la Escritura expresa con la experiencia del pueblo de Israel
y que culmina en Jesús de Nazaret, y donde se produce una paulatina comprensión
de la voluntad de Dios sobre el ser humano. En este sentido la moral bíblica no es
solo un conjunto de normas, principios o leyes casuísticas sino un proceso dinámico
hacia la conversión y la respuesta a la llamada de Dios.
+La dimensión comunitaria: esto deriva de la propia imagen bíblica del ser humano
que no es un individuo autónomo y aislado, sino un ser esencialmente relacional y
miembro de una comunidad. Es al mismo tiempo una llamada a superar el
individualismo excesivo que amenaza especialmente a los más débiles de la
sociedad (ancianos, enfermos, discapacitados y pobres).
+La finalidad: este introduce la moral en una motivación decisiva para buscar la
voluntad de Dios y realizarla, introduce el horizonte de la esperanza en una vida
futura.
+El discernimiento: este significa que no se puede poner en un mismo plano todas
las reglas y ejemplos de moralidad que aparecen en la biblia. De ahí que la
prudencia haya sido siempre un elemento importante de la teología moral.

Cada uno de estos criterios esta bien fundamentado bíblicamente. Sin


embargo, hay que decir que resulta imprescindible la hermenéutica bíblica para
evitar fundamentalismos y establecer a través de una “sana lectura crítica” los
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 45

elementos necesarios para un adecuado discernimiento en cada situación que se


presenta, articulando la dimensión personal y comunitaria de la moralidad. De hecho
todos los criterios están ordenados al del discernimiento, mirando especialmente a la
propia conciencia personal, la cual debe estar y ser formada, algo que nunca se
termina del todo.

El documento de la Pontificia Comisión Bíblica, contiene una gran riqueza de


contenidos validos para la teología moral. La visión de este documento sobre la
moral supone dejar de verla como un mero código de comportamientos a adoptar o
una lista de virtudes a realizar, practicar y de vicios a combatir. Más bien, la moral
se inscribe en un «horizonte espiritual» donde el don de Dios precede y orienta la
respuesta del hombre, es una moral abierta hacia los demás y hacia Dios.

Finalmente, el mismo documento sintetiza muy bien los aportes de la


Escritura para la moral, abordados en el mismo en el numero 158. Con ellos se pide
una moral:

 preocupada de modo prioritario por la dignidad humana fundamental


(conformidad con la visión bíblica del hombre);

 buscando su modelo perfecto en Dios y en Cristo (conformidad con el ejemplo de


Jesús);

 respetuosa de la sabiduría de las diversas civilizaciones y culturas, y por lo tanto


capaz de escucha y de diálogo (convergencia);

 valiente para denunciar y frenar toda opción moral incompatible con la fe


(contraposición);

 inspirándose en la evolución de las posiciones morales, en el interior de la Biblia y


en la historia que se siguió, para educar la conciencia con un refinamiento siempre
más grande, que se inspira en la “justicia” nueva del Reino (progresión);

 capaz de conciliar los derechos y las aspiraciones de la persona, afirmados con


fuerza en nuestros días, con las exigencias y los imperativos de la vida colectiva,
expresados en la Escritura en términos de “amor” (dimensión comunitaria);

 hábil para sugerir un horizonte moral que, estimulado por la esperanza de un


futuro absoluto, supera la mirada miope que se limita a las realidades terrenas
(finalidad);

 preocupada por aproximarse con prudencia a las cuestiones difíciles, con el triple
recurso a las disponibilidades de la exégesis, a la iluminación de la autoridad eclesial
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 46

y a la formación de una conciencia correcta en el Espíritu Santo, de modo a no


causar nunca un “cortocircuito” en el delicado proceso del juicio moral
(discernimiento).88

CAPITULO III HISTORIA DE LA TEOLOGÍA MORAL

3.1 Introducción

Estrictamente hablando, el estudio de la historia de la Teología moral es


reciente, nace después de la segunda Guerra mundial y se desarrolla con algunos
intentos modestos después del vaticano II. La causa de esta realidad, obedece a
distintas circunstancias que nos llevaría mucho tiempo analizar aquí. Baste decir
solamente que la moral estuvo siempre vinculada hasta el siglo XVI, a los demás
tratados de teología y no existía como disciplina autónoma. La reflexión histórica
sobre la moral, ha cobrado cada vez más auge gracias a su renovación impulsada por
el Vaticano II. Cada vez más, los moralistas han empezado poco a poco a incluir en
sus manuales, acercamientos generales a la historia de la moral.89

3.2 La historia de la teología moral, observaciones generales

Una de las características del pensamiento occidental es la importancia


atribuida a la historia. En los primeros años del siglo XIX, esta disciplina se
convirtió en una disciplina autónoma, determinando el valor de su método y se
impuso así a las otras ciencias. Por otro lado, la historia además de ser maestra de
vida, puede ayudarnos a resolver algunos de los problemas actuales a la luz de
cuanto otros han hecho antes de nosotros. Gracias a la familiaridad con los
monumentos del pasado es posible llegar a la formación de una conciencia histórica,
aspecto necesario particularmente para la moral que se coloca en el plano de la vida
practica y más aun, teniendo en cuenta que la experiencia tiene siempre caracteres
de historicidad.

La historia de la teología moral permite por tanto, dirigir la atención a los


orígenes, en cuanto considera el nacimiento y la evolución de la moral, clarificando
su verdadera naturaleza. Sabemos que el centro de la moral cristiana es el Evangelio,
que manifiesta el proyecto de Dios sobre los hombres, sin embargo, es necesario
tener un conocimiento histórico, puesto que la Biblia se expresa en conceptos
humanos, a través de una determinada cultura. En el curso de los siglos este mismo
88
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 100-106.
89
Cfr. Ibíd., pp. 146-147.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 47

mensaje evangélico ha sido interpretado de distintas formas: mientras actualmente la


caridad es considerada como el elemento fundamental de la moral cristiana, esta
estaba completamente ausente en la teología moral del siglo XVII.

Con el paso del tiempo, al mensaje evangélico se le han agregado diversos


elementos culturales, entre los cuales ha cobrado gran importancia la filosofía, de la
cual emerge la moral natural, expresión inmediata de las exigencias del individuo . la
moral cristiana sin embargo, no depende solo de la filosofía perenne, sino que en el
curso de los siglos ha sufrido la influencia de distintas concepciones filosóficas
propias de distintos territorios. Así, la moral de santo Tomás de Aquino, por
ejemplo, no es igual a la de los Padres de la Iglesia, puesto que las filosofías que las
presuponen, parten de presupuestos distintos.

Finalmente en la moral cristiana se introdujeron también algunos elementos


jurídicos, colaborando así con el derecho. Se introdujeron también elementos de
casuística, ya sea por la necesidad de la enseñanza, ya sea bajo la presión de las
circunstancias. Esto significa que para ser eficaz, la moral no puede prescindir de la
efectiva realidad del mundo, cada vez que las formas de civilidad y las técnicas
sufren cambios históricos, el moralista tiene la tarea de valorar su conformidad o no
con el mensaje evangélico. Por tanto para cada época de la moral se requiere estar al
tanto de la situación cultural. La historia de la moral no es solamente historia, es
palabra de Dios revelada a los hombres transmitida hasta nosotros bajo varias
formas que se han expresado en la historia de la cultura.90

3.3 La Teología moral en la enseñanza patrística (ss. I-IV)

Cuando hablamos de Patrística nos referimos a todo el periodo comprendido


entre los siglos I y el surgimiento de la Edad media que se suele limitar en occidente
con la muerte de Gregorio Magno († 604) y en oriente con la muerte de san Juan
Damasceno († 749). Se trata de una época en la cual la moral vivida y formulada
forman una unidad difícil de separar.91 Los padres de la iglesia merecen ese nombre,
pues realmente edificaron la iglesia sobre los cimientos puestos por el Evangelio en
todos los ámbitos de la vida cristiana, sus obras son para nosotros una fuente
inestimable.92 Respeto a la moral hay que decir que no existía una sistematización
como tal de esta disciplina, aunque está muy presente en sus escritos, sin embargo
en muchos de ellos encontramos indicaciones con un carácter eminentemente
parenético. Más adelante volveremos sobre la paráclesis y la parénesis.

90
Cfr. AMARANTE Alfonso, Storia della morale, secoli XV-XVII, Pontificia Università Lateranense,
Accademia Alfonsiana–Istituto Superiore di Teologia Morale, appunti ad uso degli studenti, Roma 2012, pp.
6-8. Traducción mía.
91
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 178.
92
Cfr. Servais Théodore PINCKAERS, La moral católica, Rialp, Madrid 2001, p. 28.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 48

Antes de adentrarnos en la moral de los santos Padres, conviene dar una


mirada general a las características del cristianismo de los primeros siglos, por la
importancia que tiene en la configuración de la fe cristiana doctrinal y
vivencialmente.

a) la formación del cristianismo en los tres primeros siglos

La vida y las ideas de los cristianos, al principio estuvieron condicionadas por


la cultura religiosa del ambiente: sobre todo del mundo judío de donde procedía el
cristianismo, pero también del mundo pagano o helenista, sin embargo esto no fue
impedimento para que los cristianos trataran de ir viviendo y formulando la vida
moral que implicaba su opción religiosa. 93 Con ello podemos decir que en los
primeros siglos, los cristianos se fueron configurando en medio de dos grandes
influencias culturales, de la cuales fueron tomando elementos distintos con los que
fueron estructurando su fe y vivencia moral.

b) un cristianismo diversificado

Sabemos que el factor originante de todo el desarrollo y extensión del


cristianismo, lo constituye el acontecimiento de Jesús, en cuanto su persona y sus
obras. En el mensaje de Jesús de Nazaret está la razón determinante de que un
movimiento religioso palestino llegara a convertirse en un amplio religioso cultural
y helenístico. Hay que decir sin embargo que cuando el cristianismo se fue
formando no era del todo uniforme, existían grupos con distintos rasgos según la
persona en torno a la cual se fueron formando: Santiago el menor, Esteban, Pedro,
Pablo, etc. Entre las principales formas de cristianos podemos mencionar las
siguientes.

1) grupos cristianos de origen judío: Hay que decir que el cristianismo sufrió
en gran medida una influencia decisivamente helenística, sin embargo, antes o a la
par del proceso de helenización hay que reconocer la existencia de la estrecha
relación del cristianismo con el mundo judío. Jesús mismo, pudo tener relaciones
con determinadas formas culturales helénicas pero antes de todo, era judío y
concretamente un galileo. Su universo cultural y religioso pertenece a la tradición
judía. Sus primeros seguidores fueron judíos, insertos también en ese mismo
universo cultural y religioso, por ello podemos hablar de grupos primitivos
judeocristianos entre los cuales destacan:

93
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, II. La moral en el cristianismo antiguo (ss.
I-VII), = Moral y Ética teológica 23, Perpetuo Socorro, 2013., p. 35.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 49

+ Los nazarenos: cristianos de origen judío, herederos de la primitiva comunidad


cristiana de Jerusalén.
+ Los Ebionitas: (ebionim del hebreo: pobres): grupo judeocristiano de los cuales,
algunos pudieron haber sido esenios convertidos al cristianismo; después del año 70
permanecieron fieles a la Ley. La doctrina de este grupo se hizo patente en las
clementinas (cartas de san Clemente).

2) Comunidades cristianas en el mundo helenista: estas comunidades surgen


en la diáspora griega: comienzan por los grupos helenistas del circulo de Esteban,
convertidos al cristianismo, se agrandan y adquieren predominio dentro del
cristianismo antiguo a través de las comunidades fundadas por Pablo, se consolidan
y diversifican mediante las comunidades juánicas, las cuales tienen por lo general
una procedencia mixta (judíos y griegos).

3) El cristianismo en la diáspora de Lengua Aramea: aunque se ha centrado


la mayor de las veces la expansión cristiana en las comunidades de dentro del
imperio romano, lo cierto es que el cristianismo se expandió también más allá de
estos limites, ello por los cauces lingüísticos del siriaco.94

3.3.1 Los escritos apostólicos y los apologistas del siglo II

Una de las causas gracias a la cual conocemos a los santos Padres, son sus
escritos, los cuales son abundantes. Debido a que solo tocaremos algunos aspectos
morales de una manera general veremos solo algunos de ellos.

Los primeros escritos reseñables son los de la Iglesia primitiva en su primer


recorrido, es decir, aquellos que están en mayor proximidad y continuidad con la
predicación de los primeros seguidores de Jesús. Estos escritos se han conocido en
los últimos tiempos como escritos sub-apostólicos debido a su carácter un tanto
dudoso, pues se pensó en un primer momento que sus autores conocieron en persona
a los apóstoles. Se conocen también algunos de ellos, como escritos apologéticos
debido a su estilo catequético. Se trata pues de escritos de un cristianismo aun
naciente que transmite por lo mismo, las enseñanzas morales primigenias donde el
mensaje de Jesús se intenta integrar ya dentro de la cultura judía y griega. Son
escritos diversos pero que en el fondo, reflejan una gran unidad al menos en tres
puntos: presentan un discurso ético en relación con la experiencia litúrgica, donde la
fe y la moral permanecen unidas; son enseñanzas morales ocasionales presentadas
en distintos géneros, (homilías, cartas, catequesis, etc.); finalmente todos recurren a
temas muy similares como el decálogo, el sermón de la montaña, las
bienaventuranzas, la imitación de Cristo, etc.95

94
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, II..., pp. 38-42.
95
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 179.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 50

Entre los escritos de estilo más catequético, tenemos los siguientes:

a) La Didajé o doctrina de los doce apóstoles: es la constitución conocida más


antigua de la Iglesia cristiana, escrita a finales del siglo I, probablemente en Siria.
Desde el punto de vista literario, se sitúa en el conjunto de “las ordenanzas
comunitarias y escritos litúrgicos”. Refleja un estadio primitivo en la organización
del culto, en la disciplina y en las orientaciones morales de las comunidades
cristianas.
b) la primera carta de Clemente: se atribuye a Clemente de Roma. Es una carta que
la comunidad de Roma escribe a la comunidad de Corinto hacia el año 96 o 97
(después de la persecución de Domiciano). El motivo de este escrito es un conflicto
intraeclesial surgido en la comunidad de Corinto. Su contenido es una exhortación o
parénesis a la reconciliación. Con un desarrollo poco sistematizado, el autor expone
diversos temas de índole cristológico y eclesial. También aporta orientaciones de
carácter moral.
c) algunas cartas de Ignacio de Antioquia: a parte del gran contenido rico en
teología, estas cartas explicitan también orientaciones para el comportamiento moral
de los cristianos, como por ejemplo: la categoría de la imitación de Cristo, la mística
del martirio y la exhortación a la caridad.
d) carta de Policarpo de Esmirna: Policarpo fue obispo de Esmirna, sufrió el
martirio hacia el año 156. De el conservamos una carta en la que en relación con la
moral, recoge los catálogos tradicionales de los deberes familiares, así como listas
de vicios y virtudes.
e) Epístola de Pseudo-Bernabé: con este nombre se conoce a un escrito
pseudoepigrafico perteneciente al grupo de los padres apostólicos. Carta se divide
en dos partes, la primera es una critica al judaísmo, concretamente a las
prescripciones rituales y ceremoniales, y la segunda es una exposición de la moral
con el esquema de los dos caminos ya usado por la Didajé.
f) el Pastor de Hermas: Hermas es el autor del escrito el Pastor, el cual, compuesto a
mediados del siglo II en Roma, describe con gran viveza, colorido y realismo la vida
de la comunidad cristiana de esa ciudad. Se trata de un sermón de carácter
apocalíptico con la intención de exhortar a la penitencia.96

Entre los escritos de tipo apologético se pueden encontrar entre otros, la carta
a Diogneto, el Ad Autolicum de Teófilo de Antioquia; la apología o dialogo contra
el judío Trifón, de Justino. Estos son escritos que están dirigidos especialmente
hacia fuera de la comunidad con el objetivo de defender la fe y la moral cristiana de
los ataques que recibe. Para ello no solo describen la inmoralidad pagana sino que
también hacen una exaltación de las virtudes y costumbres cristianas.97

96
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, II..., pp. 53-62.
97
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 180.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 51

3.3.2 El diálogo con el mundo griego y latino durante los siglos II y III

A partir del siglo II se inician las Escuelas de catecúmenos y se van


configurando también las principales tradiciones patrísticas, con características
propias según los distintos autores y comunidades en que nacieron, de ahí que se
hable de tradición asiática, africana, alejandrina, etc. Cada una de estas tradiciones y
sus autores aportan algo propio a la reflexión y a la manera de vivir el cristianismo.
Por otro lado, los siglos II y III revisten cierta problemática por su complejidad, pues
mientras que se esperaba el inminente final, se fue elaborando un comportamiento y
una moral para el «mientras tanto». Esto se va haciendo con energía y con esfuerzo
racional y en dialogo y confrontación con las diferentes concepciones filosóficas que
surgen tanto en el mundo griego como latino, y en un momento en el cual el
cristianismo sigue su proceso de inculturación y expansión. Gracias a ello el
mensaje moral cristiano basado en los mandatos bíblicos, se va articulando con el
discurso ético proveniente de la filosofía griega. La moral va poco a poco siendo
teórica, de manera que ya no solo será moral vivida sino también moral formulada.
En este período destacan autores importantes como Orígenes y Clemente de
Alejandría.

3.3.3 Del siglo IV hasta el final de la patrística: san Agustín

Aunque los tres primeros siglos, son de continuidad, de iniciación, de


práctica, de transmisión y testimonio, el siglo IV es ya un momento donde adquiere
mayor relieve la reflexión y la necesidad de formular por escrito aquello que se cree,
respondiendo así a la enorme variedad de ataques y herejías que fueron surgiendo en
toda la etapa anterior. En cuanto a la moral, los siglos IV y V se pueden considerar
como la época dorada pues aparecen figuras de una enorme relevancia en la moral
cristiana hasta nuestros días, especialmente en la dirección de la cada vez más
organizada estructura eclesial. Como es el caso de san Agustín de Hipona que como
otros padres de esta época, tenían una gran formación en la cultura clásica, un gran
conocimiento de la Escritura y excelentes dotes prácticos para liderar comunidades.
Hay que decir también que dos hechos importantes marcaron este período e
influyeron en la concepción moral de los padres de este tiempo:
1) el continuo aumento de cristianos y la cristianización del imperio romano
motivada por la Pax romana. Con ello el cristianismo no solo deja de ser perseguido
sino que se convierte en la religión del imperio siendo con ello favorecido por el
poder político. En ámbito moral el Imperio comienza a intervenir con diversas
medidas impulsadas por el cristianismo, como por ejemplo la declaración del
domingo como día festivo, o la promoción de la familia, la prohibición del
concubinato para el hombre casado, la severidad respecto al adulterio y al rapto, la
prohibición del infanticidio y el divorcio, etc. 2) el segundo hecho importante es el
florecimiento del monaquismo con el auge de la anacoresis como modelo de vida
alternativo y que además caracterizaba el ideal moral de los cristianos tal y como se
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 52

refleja por ejemplo en la vida de san Antonio escrita por Atanasio que ha sido
referente para muchas personas y vocaciones.

Podemos decir que la patrística es prácticamente inabarcable por la gran


riqueza espiritual, teológica, litúrgica y moral que este período de varios siglos
representa tanto en ámbito latino como griego. En estos siglos una personalidad que
merezca ser destacada es la de san Agustín por ser uno de los padres mayormente
conocidos y por ser uno de los que mayor obra escrita posee, además de que su obra
es la que mayor influjo ha tenido en la teología y de manera especial, en la moral
hasta nuestros días. Además de sus numerosas obras y opúsculos merece destacarse
por su importancia moral, la obra De civitate Dei.

Ahora bien, adentrarse en la moral de san Agustín es adentrarse en toda su


concepción teológica de fondo en problemas tan importantes como la gracia, la fe,
la predestinación, el pecado original etc., de modo que no es posible separar en él la
comprensión moral de sus presupuestos teológicos. Sin embargo podemos decir que
lo más relevante en la moral agustiniana es la orientación de fondo que vertebra su
obra, se trata de una moral teonómica y teocéntrica, que adquiere un carácter
claramente interiorizado, el cual consiste en esencia en la búsqueda de Dios y su
encuentro, dentro de uno mismo. Esto es importante porque es una consecuencia de
que el ser humano está creado a imagen y semejanza de Dios, de manera que se
lleva el sello del creador en lo profundo del propio ser: Dios es totalmente
trascendente e inmanente al hombre.

En esencia para san Agustín es tan importante la manifestación de Dios al


hombre a través de la Ley eterna, expresada en la naturaleza como lo es la
manifestación de esta en el interior de la conciencia del hombre como el lugar
privilegiado en el que aquella se hace presente. Existe un orden de la belleza, un
orden de la verdad, un orden de la realidad, en fin un orden del bien que el ser
humano percibe y que es la base de la vida moral.

Por otro lado para san Agustín el primer y autentico principio de la moral es
el amor. Por ello duda en hacer una autentica síntesis del pensamiento grecolatino
con el bíblico para poner el corazón en el centro de la vida. Aunque en la
concepción del amor que san Agustín tiene pretende armonizar su dimensión
vertical con su dimensión horizontal, de manera que para él, el amor a Dios esta
inseparablemente unido al amor al prójimo.

San Agustín es sin duda la contribución más importante de todo el periodo


patrístico, y aunque vivió en un periodo de grandes convulsiones históricas como la
fundación del imperio romano de oriente y el ocaso del imperio romano de
occidente, ello no impidió que siguieran surgiendo figuras importantes como Boecio
(† 525), Casiodoro, Cesareo de Arles en occidente y en oriente el Pseudo-Dionisio,
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 53

Máximo el confesor o Juan Damaceno, sin olvidar la producción moral de san


Gregorio Magno, especialmente la Moralia in Job.

En definitiva, la moral patrística es bastante amplia y rica, con una gran


cantidad de autores y concepciones, en donde influye notablemente la situación
cultural y política de estos primeros siglos de cristianismo, con todos los problemas
derivados de las inculturación y la evangelización tomando como punto de partida el
mensaje de Jesús pero aprovechando los recursos filosóficos y teológicos
disponibles en cada momento.98

3.4 La Teología moral durante la Edad Media (ss. VII-XVI)

La edad media es un periodo largo de tiempo que en general abarca desde el


final de la patrística, (s. VII) hasta el siglo XV, aunque en realidad no es sencillo
poner un limite demasiado preciso. Este periodo por ser bastante amplio es también
muy complejo y rico a la vez, un periodo que ha sido por lo general calificado de
“oscurantista” haciendo alusión a un momento entre dos grandes épocas de la
humanidad, la época de los clásicos griegos y latinos y la época del renacimiento.
Sin embargo la historiografía medieval ha conocido también cambios cualitativos,
pues se ha pasado del oscurantismo a considerarla un periodo de “infancia” de
nuestra edad adulta, pues es en esta etapa en que tiene lugar los inicios de las
grandes instituciones humanas que todavía perduran: instituciones ciudadanas,
universitarias, parlamentarias, económicas, etc.

Aunque este periodo de la historia humana se aplica principalmente a Europa,


debido a la “occidentalización” del hecho cristiano vale también para todos los
cristianos, en cuanto confiesan una misma fe.99 Es un periodo pues, complejo y
amplio del cual resaltan de entre tantas, las siguientes características:

• Comienza a surgir un nuevo tipo de sociedad, de costumbres producto de la


mezcla de las costumbres cristianas con las de los nuevos pueblos barbaros
que llegan del norte de Europa
• Cae el Imperio Romano de Occidente que había estado en pie durante cerca
de mil años
• Surgen nuevas ciudades y reinos
• Comienza a expandirse el Islam por todo el cercano oriente antiguo
• El cristianismo por su parte no deja de expandirse en forma considerable con
las conversiones masivas, poniendo el germen de lo que será la “cristiandad”

98
Cfr. Ibíd., pp. 184-190.
99
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III. Moral y espiritualidad en la cristiandad
medieval (ss. VIII-XVI), = Moral y Ética teológica 24, Perpetuo Socorro, 2013, pp. 17-18.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 54

• Desde el punto de vista eclesiástico y político adquiere una gran relevancia y


se consolida el Imperio Carolingio con la coronación de Carlomagno en la
navidad del año 800 en Roma por el Papa León III
• Surge el cisma entre oriente y occidente a partir del año 1054
• El Papa Gregorio VII comienza una serie de reformas a mediados del siglo
XI, tanto al interno de la Iglesia como al externo: esta reforma llamada
“Gregoriana” en síntesis tiene las siguientes características:
– Una renovación de costumbres: esta pretendió acabar con la imagen de una institución
corrompida en las costumbres, y embrutecida por las riquezas por ejemplo el nicolaísmo
(clérigos concubinarios) y la simonía.
– Un renovación doctrinal: en estas décadas se establecieron las bases doctrinales de los
principales sacramentos.
– La superación de las investiduras: estas se basaban en la simonía, es decir, en la venta de
obispados o abadías por los príncipes seculares. La investidura de obispos y abades que
suponía el control de las rentas de sus dominios, fue el tema principal en la controversia
entre el papado y los emperadores en la segunda mitad del siglo XI.100

• Surge la penitencia privada, introducida por los monjes de Irlanda


• Aparecen las ordenes mendicantes como figuras renovadoras en la vida
evangélica
• En el plano intelectual, surgen las universidades, aparecen grandes
pensadores teólogos y filósofos

3.4.1 Los inicios del medioevo: los libros penitenciales

Paradójicamente mientras los primeros siglos de la edad media, son bastante


pobres para la teología especulativa, si tienen mucha importancia para la moral
cristiana, pues en esa época encontramos lo que se pudiera denominar un primer
intento de “manual” de teología moral, aunque nada tenían que ver con los manuales
de teología modernos, y aunque no era tampoco su objetivo ser tales, por su
estructura servían de guía para los confesores. Estos son los llamados Libros
penitenciales. En ellos tuvieron mucho que ver los monjes irlandeses, quienes
practicaban la penitencia privada. La tradición cristiana irlandesa era más bien de
tipo monacal, de modo que los monasterios eran los centros de su propia iglesia. allí
los monjes muy independientes e incluso laicos en su mayoría, desarrollaron una
espiritualidad marcadamente rigorista, ascética e intransigente, fruto de la cual es la
practica de la penitencia privada, para la que era necesaria la confesión de los
pecados al confesor, la imposición de una penitencia y la absolución final. Además
se podía repetir. La penitencia era tarifada de modo que variaba según el número y
tipo de pecados cometidos, por lo que para ayudar al confesor, muchos autores
elaboraron los Libros penitenciales.

100
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III..., p. 123.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 55

Quizá lo más original de este tipo de penitencia era la producción de las


tarifas penitenciales, según el pecado y según también la persona si era, clérigo,
monje o mujer. Entre los libros más conocidos podemos mencionar los siguientes:
– El penitencial de san Columbano
– El Corrector Sive Medicus
Igual mencionamos algunos autores de la época: Alcuino de York, Rabano Mauro,
Pascasio Radberto quienes aunque no enseñan ninguna doctrina moral concreta
hacen ver las preocupaciones morales de la época, en que están presentes muchos
temas económicos, sociales y también sexuales. Los ejemplos de estos penitenciales
son numerosos y muchos de ellos muy curiosos, sin embargo reflejan muchas de las
practicas que por aquel entonces se realizaban y que por eso mismo eran
preocupación de los confesores, así por ejemplo tenemos esta sentencia del
corrector sive medicus: «¿Comiste aves y animales que fueron estrangulados en una
red, y así fueron encontrados muertos? A menos que lo hicieras en la necesidad del
hambre, debes hacer penitencia diez días a pan y agua».

3.4.2 Auge de la vida monástica y los intelectuales: san Anselmo

Habíamos comentado ya, que al final de la patrística surge y se va


consolidando un movimiento monástico tanto de rama femenina como masculina,
cuya gran fuerza espiritual basada en la Sagrada Escritura, inspirará autores
posteriores. Benedictinos y monjes del norte de Europa irán dando una serie de
reglas y una estructura que consolidará cada vez más el monacato, pero un lugar
destacado lo ocupan al respecto los monjes de la Abadía de Cluny quienes hacia el
siglo X, bajo la inspiración de la regla de san Benito, se convertirán en el centro
principal de la vida monástica desde el cual saldrán varios monjes a fundar otros
monasterios todos vinculados al Papa. Serán utilizados por ejemplo para la difusión
de la liturgia romana y para la evangelización. Estos serán el origen de las futuras
congregaciones religiosas. A la par de este monasterio Cluny surgirán otros que
mantendrán la línea del monacato primitivo de la fuga mundi. Así mismo surgirán
también figuras de gran peso como san Bernardo de Claraval y Pedro el Venerable,
también surge en este período Santa Hildegarda de Bingen ahora doctora de la
Iglesia.

Junto al surgimiento de estas figuras, surge también una nueva clase social: «los
intelectuales», es decir, hombres de ciudad dedicados al estudio y a la enseñanza,
sirviendo a la iglesia y a la sociedad en lugares como Chartres, Laón, Reims,
Orleans y especialmente, París, donde van surgiendo las primeras universidades.
Hay que destacar además que en este periodo tienen una importancia fundamental
los traductores, pues gracias a ellos, se conocieron obras griegas clásicas de
Aristóteles, Euclides, Ptolomeo, Hipócrates, etc., pero también las obras árabes,
pues se llego a traducir el Corán para poderlo combatir.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 56

Probablemente uno de los autores que mejor refleja el espíritu de esta época es san
Anselmo de Aosta es una conjunción entre monje e intelectual y uno de los autores
de mayor influencia escolástica. Autor de una de las frases más celebres sobre la
relación entre la fe y la razón: «Fides quarens intellectum». Su obra es bastante
amplia y no esta de ella, ausente la moral, en sintonía con sus presupuestos
teológicos en que tiene lugar preponderante la verdad, la libertad y la rectitud. En
estos presupuestos se encuadra para san Anselmo la correlación inquebrantable entre
la intención y la verdad, problema que no dejará luego de ser abordado hasta
nuestros días.

3.4.3 Controversia moral entre Pedro Abelardo y san Bernardo

De hecho la primera gran polémica entre el valor de la intención y la verdad


del objeto de la acción tendrá su expresión entre uno de los grandes autores de la
edad media, como es Pedro Abelardo (1079-1142) y el denominado «campeón de la
cruzada armada» y abad del Cister, Bernardo de Claraval. (1090-1153) Pedro
Abelardo, era un filosofo y teólogo muy particular, un hombre libre, con una gran
confianza en si mismo y una gran pasión por todo aquello que hacia. Fue uno de los
primeros profesores de universidad y elaboro numerosos tratados teológicos. En
cuanto a la moral, destaca sobre todo su corta y repetitiva obra conocida como
«Ética o conócete a ti mismo» donde el tema principal es valor de la intención y el
pecado, que define como despreciar al creador.

Ahora bien, en el fondo lo que defiende Abelardo es una ética de la intención,


en donde la obra únicamente se puede considerar buena cuando es buena la
intención con la que se hace: «ni el merito ni la gloria están en la obra misma, sino
en la intención del que la ejecuta. El mismo acto es a menudo realizado por
diferentes personas, unas con justicia y otras con maldad». De ahí que, a su juicio,
«solamente Dios que no tiene en cuenta tanto lo que se hace como el espíritu o la
intención con la que se hace, valora según verdad la mancha en nuestra intención y
examina con juicio verídico la culpa».

San Bernardo por el contrario, representa el lado opuesto, un hombre que tras
una vida recluida en la meditación, decide salir al mundo para combatir, con la
fuerza de la fe, todas las «innovaciones peligrosas» y en las que Abelardo representa
el nuevo Pelagio al que ve necesario ponerle freno. De hecho lo denuncia
fuertemente ante el Papa Inocencio II, hecho que afectara la comprensión teológica
de Abelardo en el futuro. En la cuestión moral lo que pretende san Bernardo es
defender tanto el valor de las obras como la concepción del pecado como acto en sí
mismo. 101 San Bernardo reconoce naturalmente la importancia de la intención

101
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 194-201.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 57

personal del agente pero ve el enorme peligro de que el hombre se constituya a sí


mismo en su propia ley universal y eterna.102

3.4.4 El siglo XIII, San Buenaventura y Santo Tomás

El siglo XIII para le teología representa una época de gran esplendor, en este
siglo las universidades de Paris y Oxford, se convierten en los principales centros
del saber y se fundan y consolidan también las ordenes mendicantes de gran
importancia como los franciscanos y los dominicos, se comienzan también a
divulgar las traducciones de Aristóteles comentadas por los árabes Avicena y
Averroes, en este siglo también Roberto da Grossatesta († 1253) traduce la Ética a
Nicómaco de Aristóteles. En cuanto a la moral, este siglo es de gran significado,
pues aparece por primera vez la expresión Theologia moralis en la obra De
virtutibus, de vitiis, de donis Spiritus Sancti escrita en el 1161 por el poeta Allano de
Lille. En este ámbito de la moral, se alzan dos figuras relevantes, como son San
Buenaventura (1218-1274) y especialmente santo Tomás de Aquino (1224-1274).
Ambos elaboran una obra teológica extensa y profunda, donde la moral se sitúa en
el centro, ya que su obra se refiere a la obra de Dios, a una creación que ha sido
herida y necesita volver a lo esencial, volver al creador.103

a) San buenaventura de Bagnoregio (1218-1274)

Aunque en el campo de la Teología moral, no ha influido tanto como santo


Tomás de Aquino, san Buenaventura es el teólogo más representativo de la escuela
franciscana. Su verdadero nombre fue Juan Fidanzo y nació en Bagnoregio, antigua
ciudad de los Estados Pontificios en Italia central, cerca de Orvieto. Entre sus obras
más representativas se encuentran dos: Breviloquium y el Itinerarium mentis ad
Deum.

Desarrollando la orientación de Hugo de San Víctor, para s. Buenaventura, la


realidad está escrita con un lenguaje de “signos”; el mundo tiene una escritura
simbólica o sacramental. La persona ha de abrirse a este “libro” de la realidad y,
descifrando en él la presencia divina, ir subiendo por el itinerario de la perfección
hasta alcanzar a Dios.

En cuanto a su pensamiento moral, s. Buenaventura parte de la concepción de


que la teología es «para hacernos buenos» y aunque no concede al discurso moral un
rango de ciencia, si considera la dimensión moral como unida al conjunto de la
teología. La vida moral está vinculada a la voluntad y consiste en realizar “el bien”.
Este bien humano, en el que consiste la verdadera felicidad, no es más que la
participación del Bien Absoluto. Siendo por necesidad participativo, el bien moral se
102
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., p. 47.
103
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 201-202.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 58

expresa necesariamente en la caridad. Los preceptos están en función del amor y las
virtudes son cauces para la comunicación de la bondad moral. El ejemplarismo
cristológico, el primado de la caridad y el voluntarismo son los puntos claves de la
síntesis doctrinal de san Buenaventura.104

Cristo verbo de Dios, fuente de todas las ciencias, ejemplar supremo, es el


punto de partida de su moral. Toda criatura viene de Dios y de Cristo y vuelve a
Dios, siguiendo los ejemplos de Cristo. La moral es pues un Itinerarium mentis ad
Deum.105

Con todo, s. Buenaventura no tiene una obra sistemática de moral, aunque su


aportación es importante en cuanto que la introduce dentro de un sistema teológico,
en el camino del hombre hacia Dios.106

b) Santo Tomás de Aquino

Tomás de Aquino es el máximo representante de la teología dominicana del s.


XIII, de la teología medieval e incluso de la teología católica en general. En la
historia del pensamiento ético occidental, santo Tomás se destaca como un hito de
tanta magnitud como Aristóteles o Kant. La moral de santo Tomás representa la
síntesis más grandiosa que jamás se haya intentado. En el curso de los siglos
mostrará su fecundidad en múltiples floraciones.107

De entre sus obras destaca su gran Suma Teológica obra de carácter


teológico-filosófico. Se trata de una obra extensa, minuciosa, con carácter didáctico
y aun incompleta, dado que tuvo que interrumpirla poco antes de morir. En ella
busca ofrecer un compendio de la doctrina sagrada a través de un dialogo continuo
entre fe y razón. La divide en tres grandes partes: 1) Dios; 2) el camino del hombre
hacia Dios; 3) Cristo, el cual, como hombre, es el camino de nuestra marcha hacia
Dios. La moral se encuentra en la segunda parte que a parte, es la más extensa.
Merece la pena ver el esquema general de esta segunda parte, al cual se subdivide en
dos:
I-II (PRIMA SECUNDAE)
Bienaventuranza, fin del hombre (q. 1-5)
Actos humanos (q. 7-21), pasiones (q. 22-28), hábitos (q. 49-54)
Virtud (q. 55-67), dones (q. 68-70), vicio y pecado (q. 71-89)
Ley en general (q. 90-97), antigua (q. 98-105), nueva (q. 106-108)
Gracia (q. 109-113), merito (q. 114)

104
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III..., pp. 485-494.
105
Louis VEREECKE, «Historia de la teología moral», en Nuevo diccionario de Teología Moral..., p.
827.
106
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 203.
107
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III..., p. 553.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 59

II-II (SECUNDA SECUNDAE)


Virtudes teologales: fe (q. 1-16), esperanza (q. 17-22), caridad (q. 23-46)
Virtudes cardinales: prudencia (q. 47-56), Justicia (q. 57-122),
Fortaleza (q. 123-140), templanza (q. 141-170)
Carismas (q. 171-178) y estados de vida (q. 179-189).108

En total trata 303 cuestiones sobre moral, 114 en la I-II y 189 en la II-II
La moral de santo Tomás es esencialmente teológica y tiene su punto de
partida en Dios y en la creación, encuentra en esta verdad toda su consistencia. Las
cosas creadas tienen una naturaleza propia que no se define únicamente por
referencia a Dios. Santo Tomás valora la realidad de los seres creados y sobre todo
de la naturaleza humana. Su moral consiste esencialmente en la vuelta del hombre a
Dios, o sea en la visión beatifica sin negar la felicidad imperfecta que puede
alcanzar en este mundo.

Para describir este camino, santo Tomás utiliza tanto a Aristóteles como a sus
predecesores, y analiza no solo los actos humanos, los hábitos y las virtudes sino
también los pecados. Los dos tratados centrales son los de la ley y la gracia. Según
santo Tomás, el hombre encuentra las reglas de su obrar, como individuo, como
miembro de una familia humana y como ciudadano de un Estado, en su misma
naturaleza racional. Las leyes humanas precisan los principios generales contenidos
en la ley natural. Para el cristiano, la ley nueva no es otra cosa que la presencia del
Espíritu Santo en él, que es luz y guía.

Santo Tomás articula su moral sobre las virtudes teologales (fe, esperanza y
caridad) y sobre las virtudes cardinales (justicia, fortaleza, prudencia y templanza),
de estas la prudencia es la clave. En santo Tomás las moral encuentra su vía
necesaria únicamente en Cristo, la Iglesia y los sacramentos.109

3.4.5 La moral entre los siglos XIV y XVI

Con san Buenaventura y santo Tomás, la teología escolástica llegó a un punto


difícil de superar, por ello los siglos inmediatamente posteriores al periodo de estos
autores serán como el «otoño de la Edad Media», al menos en lo que se refiere a la
reflexión moral a pesar de la existencia de autores como Juan Duns Escoto,
Raymundo Lulio, el Maestro Eckhart o Nicolás de Cusa. Son siglos de importantes
cambios en que a nivel intelectual surgen los humanistas dedicados a estudiar y
escribir pero no a enseñar como forma de servicio. Al interior de la iglesia se dan
problemas como la guerra de los cien años, los problemas del papado, el cisma de
108
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 207-208.
109
Cfr. Louis VEREECKE, «Historia de la teología moral», en Nuevo diccionario de Teología
Moral..., p. 826.
Para una buena síntesis de la moral de santo Tomás, se puede consultar el libro de Pinckaers: las
fuentes de la moral cristiana, que hemos estado citando en el curso. pp. 272-281.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 60

occidente que lleva a la ruptura de “la cristiandad”, y al exterior de la iglesia


acontecimientos importantes como hambrunas, la peste negra, el descubrimiento de
América, en la ciencia, surgen Copérnico, y Giordano Bruno.110

Para la cuestión moral, es una época también importante, una época de luces
como el hecho de que durante este periodo se van elaborando algunas reflexiones en
el ámbito de la moral profesional, cuyo exponente más destacado es Antonio de
Florencia. Se elaboran también tratados sobre la justicia social y sobre moral
financiera. Pero también una época de sombras debido a la gran cantidad de cambios
sociales y a la incertidumbre que estos generaron. He aquí una panorámica sombría
de este periodo:

«Caracterizase el siglo XIV por una recrudescencia de barbarie, como un


salto atrás en la carrera de la civilización. Reinan por doquier la crueldad
y la lujuria, la sórdida codicia y el anhelo de medros ilícitos; desbócanse
todos los apetitos de la carne; el criterio moral se apaga. La iglesia gime
cautiva en Aviñón, cuando no abofeteada en Anagni; crecen las herejías y
los cismás; brotan los pseudoprofetas animados de mentido fervor
apocalíptico; guerras feroces sin plan ni resultado ensangrientan la mitad
de Europa; los reyes esquilman a sus súbditos o se convierten en
monederos falsos; los campesinos se levantan contra los nobles, y
síguense de una parte y de otra, espantosos degüellos y devastaciones de
comarcas enteras. Para deshacerse de un enemigo se recurre
indistintamente a la fuerza o la perfidia; el monarca usurpa el oficio del
verdugo; la justicia se confunde con la venganza; hordas de bandoleros o
asesinos pagados deciden la suerte de los imperios; el adulterio se sienta
en el solio; las ordenes religiosas decaen o siguen tibiamente las huellas
de sus fundadores; los grandes teólogos enmudecen y el arte tiene por
forma casi única la sátira»111

Con todo, en este periodo a moral cobrara un nuevo auge gracias al


nominalismo y sobre todo al gran Guillermo de Ockham.

3.4.6 Guillermo de Ockham y Martín Lutero

a) Guillermo de Ockham

Nacido al sudoeste de Londres en el condado de Surrey, hacia 1290,


Guillermo de Ockham nunca llego a obtener el grado de «maestro en Teología» por
ser acusado de sostener doctrinas peligrosas, permaneciendo como bachiller toda su
vida, de ahí el apodo de venerabilis inceptor. Sin embargo, es una de las grandes

110
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 209.
111
Cfr. M. MENÉNDEZ PELAYO, Historia de los heterodoxos españoles, I (Madrid, 19652) p. 513.
Citado por: Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III..., p. 658.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 61

mentes del siglo XIV iniciador de una nueva manera de pensar, uno de los
principales exponentes del nominalismo.

En su pensamiento moral, sobresalen y se radicalizan las dos intuiciones


fundamentales del nominalismo:
• El valor de lo singular; la razón ha de moverse en un mundo contingente
• El predominio del voluntarismo

De la primera intuición deduce la contingencia de la moral, y de le segunda


deduce que la moral se concreta en la obligación y por tanto en el ejercicio de la
voluntad libre mediante la practica de los mandamientos.

El planteamiento moral de Ockham se puede calificar como una verdadera


revolución moral ockhamista en la que no son referentes incuestionables “ni san
Agustín ni Aristóteles” frente a las teorías aristotélicas que tienen una comprensión
articulada de las naturalezas, Ockham acentúa en Dios la omnipotencia y la libertad
soberana. Los fundamentos de la moralidad de los actos humanos están en la libre
determinación de su voluntad, pero esta libertad debe obedecer a la voluntad de Dios
que se manifiesta en la Escritura.

De esta postura moral se desprende una consecuencia importante. Si el sujeto


humano es libre ante Dios, a fortiori lo es también y mas todavía ante las
autoridades humanas, políticas o religiosas. La moral de Ockham afirma los
“derechos y libertades” de que debe gozar toda persona.

Para él no queda más que la realidad individual, única en su existencia


singular, ya que todo universal no tiene para él más que un “valor nominal”. De ahí
que la moral deba también ser pensada en forma atomística. Para él, no hay una
finalidad global ni una inclinación natural al bien o a la felicidad, ni unos hábitos ni
virtudes, como sostenía Tomás de Aquino. Un acto libre es fruto de una decisión,
procede del poder de autodeterminación. A esta libertad humana, se contrapone la
libertad de Dios, dueño absoluto de la ley moral y de todas las leyes de la creación.
Dios es para Ockham la realización absoluta de la libertad gracias a su
omnipotencia. Dios no puede someterse a ninguna ley, ni siquiera moral; su
voluntad libre es la única causa y el origen de la moral.

La moral nace del encuentro entre la libertad humana con la libertad divina.
Consiste en la realización de la dependencia del sujeto humano con relación a Dios.
Así la voluntad divina se expresa en una ley que la persona tiene que conocer y
aplicar. El significado principal de la moral ockhamista consiste en sustituir la
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 62

moral de la felicidad por la moral de la obligación. En lugar de una moral de las


virtudes se instaura una moral de los mandamientos.112

La moral de Ockham se integra dentro de una situación histórica


caracterizada por nuevos intereses y divisiones que dan lugar a una reacción
fuertemente crítica de diferentes autores caracterizada también, por un fuerte
pesimismo antropológico, y búsqueda de seguridad moral.

b) Martin Lutero

Con Guillermo de Ockham se da en la evolución de la teología moral un


«punto de ruptura y un comienzo nuevo», algo que será continuado por autores
como Juan Guerson (1363-1429), Antonio de Florencia (1389-1459) o su discípulo
Gabriel Biel (1410-1496). Pero además se trata de un periodo de profundas
transformaciones, de crisis del papado, fracasos de los concilios reformadores,
problemas en la vida interna de la iglesia, el humanismo, etc; una etapa complicada
que va abriendo la puerta a un nuevo y decisivo acontecimiento de la historia de la
iglesia, que es la reforma protestante. Es aquí donde surge la figura excepcional del
monje agustino Martin Lutero, que recoge muchos de los elementos esenciales de la
religiosidad cristiana medieval, de san Agustín y del nominalismo, a los que añade,
su gran pasión por la Escritura y especialmente por Pablo de Tarso.

Lutero era un monje pasional y polémico, algo que en la controversia sobre


las indulgencias llegó a un punto muy álgido al clavar sus 95 tesis en la puerta de la
iglesia del castillo de Wittenberg. Pero, en realidad, la problemática de las
indulgencias no fue más que el elemento desencadenante de un problema teológico
de mucho más calado, como es el problema de la justificación. Porque a su juicio
solo Dios salva, pero también solo él perdona, y ni los papas, ni los obispos pueden
atribuirse el poder de vender unas indulgencias que únicamente solo la fe consigue
y, en el ultimo termino, solo Dios ofrece. Evidentemente la confrontación con la
gran iglesia estaba servida, iniciándose así una de las grandes divisiones del
cristianismo que, a pesar de los reencuentros conseguidos, llega hasta nuestros días.

Ahora bien, hay algo que es importante señalar en lo que a la moral se refiere,
se trata de la concepción luterana de la libertad en su realización concreta, porque
Lutero no niega que el ser humano sea libre como tal, sino que la libertad humana
tenga un papel en relación con la salvación, dado que esta es algo que tan solo a
Dios corresponde, es decir, que la justificación no viene por las obras sino
únicamente por la fe y en donde Él tiene la palabra definitiva. Por eso afirma que:
«al hombre se le concede un libre albedrio no respecto de lo que es superior a él,
sino solo respecto de lo que es inferior. Esto es: el hombre debe saber que en lo

112
Cfr. Marciano VIDAL, Historia de la Teología moral, III..., pp. 687-689.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 63

referente a sus bienes y posiciones materiales, el tiene el derecho de usar, hacer y


no hacer conforme a su libre albedrio, si bien, también esto lo guía el libre albedrio
del dolo Dios en la dirección que a él le place; pero que frente a Dios o en lo
pertinente a la salvación o condenación, el hombre no posee un libre albedrio, sino
que es un cautivo un sometido y un siervo ya sea de la voluntad de Dios o la de
satanás».

Por tanto, lo que Lutero rechaza es la moral en cuanto a su valor ante Dios,
algo que deriva de la cuestión de la justificación. Por eso clama contra ese
«monstruo de la justicia propia» al poner de relieve nuestra pecaminosidad radical y
en donde la salvación únicamente depende de Dios.113

3.4.7 Las sumas para confesores y los penitenciales

En el Siglo VI a causa de evolución de la disciplina penitencial y de la


decadencia de la penitencia pública y la aparición de la confesión auricular
especialmente con los irlandeses se afirma en Teología moral un nuevo género
literario: los Poenitentialia, en los cuales para cada pecado viene indicada una
específica penitencia. En el siglo XII, la administración del sacramento de la
penitencia se convierte en un ministerio ordinario del sacerdote y es un acto
frecuente de la vida cristiana. De manera que los cristianos se confiesan varias veces
al año comúnmente tres veces. La penitencia se adapta también a las circunstancias
de los pecados y los penitentes.

En el siglo XIII el IV Concilio Lateranense (1215) en el canon 18 impone


que: «Todos los fieles de ambos sexos, alcanzada la edad de la discreción, confiesen
fielmente todos sus pecados al menos una vez al año al propio sacerdote…»

A partir de aquí, serán por tanto necesarias, las instrucciones sobre el modo
de escuchar las confesiones y también se adaptaran para educar a los penitentes para
confesar sus pecados en modo adecuado. Es así que inmediatamente después del IV
Concilio Lateranense aparecen los primeros tratados destinados a ayudar a los
confesores en el ejercicio de su ministerio con el fin de que la nueva disciplina
penitencial pudiera producir frutos. En tal modo inicia pues, un nuevo genero
literario y canónico que durará hasta el Concilio de Trento, en el cual se instaurará
una nueva disciplina penitencial. Esta obras son conocidas bajo el nombre de sumas
las compuestas en esta época son de un doble genero:

⊕ Sumas con el solo aspecto canónico, en las cuales no aparece el tratado


personal sobre las virtudes sino solo aquellas cosas que sirven para cuestiones

113
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., pp. 213-215.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 64

practicas. Estas sumas fueron compuestas en su mayoría por los dominicos


que eran los grandes confesores de ese tiempo.
⊕ Las sumas en las cuales se ofrece no solo la praxis inmediata, sino también la
doctrina general y teorética sobre las virtudes.114

De entre las más conocidas sumas podemos mencionar las siguientes: el


confesional de san Antonino de Florencia, la Summa astesana, de Astesano de
Astila, la summa pisana o pisanella de Bartolomeo de Pisa, la summa baptistiana y
rosella de Bautista Trovamala, la Summa angelica de Ángel Carletti, el confesional
de Gerónimo Savonarola. Muchas obras de este género, resurgieron incluso en los
siglos posteriores. Prácticamente el numero de obras de este estilo es inabarcable.115

3.5 La teología moral en la modernidad (ss. XVI-XX)

Los siglos XV y XVI se caracterizan por una serie de acontecimientos que


serán decisivos para la historia tanto al interno de la iglesia como fuera de ella.
Los últimos siglos de la Edad Media, serán decisivos en la configuración de
la teología moral, por un lado esta disciplina se va haciendo cada vez más
independiente del tratado de la teología sistemática en general sino que se va
relacionando cada vez más con el derecho canónico y con el sacramento de la
penitencia algo que marcara todo su desarrollo posterior.

Con todo, el siglo XVI representa un momento muy significativo en la


historia de la teología y de la moral. Es la época del renacimiento Tomista, en donde
la suma de santo Tomás sustituye como manual al libro de las sentencias de pedro
lombardo y donde hacen su aparición los autores vinculados a la denominada
escuela de salamanca, que no solo comentan la Suma Teológica, sino que además
construyen obras imponentes de filosofía y teología aunando el método tomista, las
aportaciones nominalistas y los problemas del nuevo tiempo que va surgiendo. Entre
los autores más destacados de este periodo se encuentran los salmantinos: Melchor
Cano, Francisco de Vittoria, Domingo Soto, o Domingo Bañez.

A esto hay que añadir el nacimiento de una nueva congregación religiosa,


con un estilo propio y una espiritualidad especifica que marcará profundamente el
desarrollo ulterior de la moral: se trata del nacimiento de la compañía de Jesús
fundada en 1540 por Ignacio de Loyola (1491-1556).116

3.5.1 El concilio de Trento y la Teología moral (1545-1563)

114
Cfr. AMARANTE Alfonso, Storia della morale, secoli XV-XVII..., pp. 56-57. Traducción mía.
115
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 217.
116
Cfr. Ibíd., pp. 217-218.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 65

El concilio de Trento es el acontecimiento eclesiástico más importante del


siglo XVI, en el cual tuvieron un papel destacado algunos de lo teólogos de la
escuela de Salamanca. En cuanto a la moral se refiere se puede decir que aunque el
concilio no aportó demasiados elementos de importancia, sus orientaciones sirvieron
de guía para toda la teología moral que se desarrollará en los siglos posteriores,
especialmente con el sacramento de la penitencia, algo que favoreció no solo la
concepción individualista de la moral sino su concentración entorno al pecado y a la
conciencia. En particular sobre el sacramento de la penitencia el concilio
recomienda que: «es necesario que los penitentes refieran en la confesión todos los
pecados mortales de que tienen conciencia después de diligente examen de si
mismos, aun cuando sean los más últimos y cometidos solamente contra los dos
últimos preceptos del decálogo». «Deben también explicarse en la confesión
aquellas circunstancias que mudan la especie del pecado».

Como es evidente, esto requería que los confesores tuvieran una preparación
especial para tratar todos los casos, de manera que también la enseñanza teológica y
la pastoral intentó adaptarse de alguna manera a los cánones tridentinos, tal y como
queda patenten en la reforma de los estudios de los años posteriores y en los
seminarios. En esta tarea la compañía de Jesús adquirió una importancia
fundamental.117

A la luz de cuanto se ha dicho, resulta que en la historia de la teología moral,


el Concilio de Trento es aquel momento privilegiado en el que se elaboró la teología
moral moderna, merito de los padres del Concilio, fue haber sabido responder a las
necesidades y aspiraciones con una legislación adecuada, de haberla integrado en la
obra general de la reforma católica. Y su fortuna fue haber encontrado una pléyade
de moralistas y de pastores que llevaron a la practica aquella legislación.118

3.5.2 Las «instituciones morales» y la casuística (1600)

Habíamos señalado que una de las preocupaciones principales del Concilio de


Trento fue la constitución de los seminarios en los que los futuros sacerdotes
recibieran una formación adaptada a las necesidades de su ministerio, en particular
al sacramento de la penitencia. Esto entrañaba la necesidad de elaborar un programa
de enseñanza teológica apropiado, especialmente en lo que se refiere a la moral. En
esta línea la compañía de Jesús, sintió una fuerte necesidad de organizar sus estudios
para correspondiesen a las exigencias de la ciencia teológica y a las tareas pastorales
que había asumido, especialmente en la dirección de las conciencias, así como en las
concepciones y problemas de la época entre otros, a la moda de los «casos de
conciencia» o cuestiones practicas de moral. Desde 1586, una comisión de la
compañía fue encargada de elaborar un proyecto de programa de los estudios
117
Cfr. Ibid., pp. 219-220.
118
Cfr. AMARANTE Alfonso, Storia della morale, secoli XV-XVII..., p. 87. Traducción mía.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 66

teológicos, una «Ratio Estudiorum societatis Gesu» Después de un examen a cargo


de varios teólogos de la compañía, hubo dos ediciones una en 1591 y otra en 1615.
A la par diversos teólogos de la compañía propusieron proyectos y planes para la
exposición de la materia moral. se experimenta vivamente a finales del siglo XVI, la
necesidad de un nuevo modo de enseñanza teológica, los manuales estaban en
gestación.

Basándose en un programa general que es elaborado a partir de la Suma


teológica de Santo Tomás de Aquino, el Jesuita español, Juan de Azor (1536-1603),
publica unas Institutiones Theologiae Moralis que marcarán la pauta de los
manuales hasta mediados del siglo xx. La estructura de la obra suele seguir el mismo
esquema: 1. Principia, con una evocación de los principios fundamentales que se
pretenden extraídos, con algunas mediaciones jurídicas, de la ley natural. 2. Unde
resolves, sección dedicada a explicitar las conclusiones morales con aplicación a
situaciones concretas. 3. Ergo quaeritur, con una serie de cuestiones espinosas y
casos controvertidos.

Las características generales de aquellos manuales están en cierto modo


determinadas por la excesiva separación del discurso moral respecto a la Sagrada
Escritura y la Teología Dogmática. Por otra parte, es también característico el
mismo modo de ordenar la materia. Tras una breve alusión al fin del hombre y una
Moral Fundamental, pensada entre el Derecho y una Psicología elemental, se
presenta el camino hacia el fin del hombre en la explicitación de las «obligaciones»
contenidas en los mandamientos de la ley de Dios y en los de la Iglesia y, por fin, se
estudian los sacramentos, más como objeto que como fuente del compromiso moral
cristiano.

Por lo que se refiere a los mandamientos, el discurso moral se balancea entre


una consideración de los mismos como expresión de la pura voluntad de Dios,
planteamiento que delata sus raíces nominalistas, o bien como exigencia de la razón
humana, con lo que ni siquiera se plantea la eventual cuestión de la especificidad de
la moral cristiana.

Además, el énfasis creciente sobre los «casos» discutidos, que andando el


tiempo llegaría a justificar la aparición de obras únicamente dedicadas a tales
discusiones, llevaría a la Teología Moral a un casuismo necesario, pero con
frecuencia exagerado.119

Evidentemente, no se puede negar la intención positiva de fondo que tenían


las Instituciones Morales, al preocuparse de la salvación de los creyentes en sus
situaciones particulares, pero de esta manera la moral se vio atrapada en numerosas

119
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., pp. 54-55.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 67

nociones jurídicas que la llevaron hacia connotaciones a veces negativas,


reduciéndola en exceso al pecado y vinculándola más con el derecho y el
sacramento de la penitencia que con el conjunto de la vida cristiana y con su
enraizamiento cristológico, perdiendo así, su carácter prospectivo: «la invasión del
juridicismo, trajo consigo entonces una importante consecuencia en la misma
organización de la sistematización de la moral. Esta, en su formulación clásica,
abandonó su antigua estructuración en torno a las virtudes que hay que cultivar, es
decir, como la construcción positiva del ser moral, por la de los mandamientos de
Dios y de la Iglesia».120

3.5.3 El probabilismo y los sistemas morales

Las instituciones morales representan, una nueva forma de hacer teología


moral ajena al Dogma a la fe y a la Escritura para centrarse en la resolución de casos
de conciencia; una función que, si carecer de importancia desde luego empobrecía la
moral. De alguna manera representan la confluencia y el aterrizaje del nominalismo
y las preocupaciones tridentinas en el ámbito más concreto de la moral cristiana y en
las problemáticas en torno a la conciencia.

Una conciencia concebida de manera que aparece siempre subordinada a la


Ley (decálogo) y que tiene como punto de referencia, al pecado. Es decir, una
conciencia en que Ley y pecado, se convierten en los referentes últimos desde donde
analizar su proprio papel de juez en casos particulares. El problema es que ni la ley
es siempre del todo clara, ni las situaciones son siempre iguales, con lo cual puede
ocurrir que algunas decisiones sean simples probabilidades ante casos inciertos. Por
eso la moral casuista es una moral cuyo principal centro de atención es el
probabilismo y sus problemas.

Es así en este periodo surgen los llamados sistemas morales, los cuales eran
maneras o posiciones y criterios de juicio para afrontar situaciones de ley dudosas.
Es decir, ¿qué hacer en caso de Dubio Iuris?, seguir una ley incierta o seguir la
conciencia personal. Dicho de otro modo: ¿qué es lo primero y más importante, la
ley o la conciencia? la respuesta se refleja precisamente en la variedad de los
sistemas morales que van desde el rigorismo más absoluto hasta el laxismo más
audaz, en medio de los cuales encontramos vías también muy variadas. En concreto
podemos encontrar hasta siete sistemas distintos: Tutciorismo absoluto (rigorismo),
Tutsiorismo mitigado, probabiliorismo, compensasionismo, equiprobabilismo,
probabilismo y laxismo.

Estos sistemas se basaban para las soluciones de los casos de conciencia, en


las opiniones autorizadas o en las sentencias más generalizadas en un determinado

120
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 222.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 68

caso. El problemas con estos sistemas era cuando los moralistas no se ponían de
acuerdo a la hora de dar una solución al caso.

Es así, que algunos de estos sistemas o (soluciones a casos de conciencia)


privilegiaban siempre el seguir la ley y otros privilegiaban el seguimiento de la
conciencia.

Los principales sistemas que privilegiaban el seguimiento de la ley son:

a) Tutsiorismo absoluto o rigorismo: este sistema moral afirma que basta una
mínima probabilidad sobre la existencia de una ley para estar obligados al
cumplimiento de la misma. Se puede seguir la conciencia solo cuando se está
absolutamente seguro de que tal ley no existe.

b) El probabiliorismo: este sistema defiende que no es necesaria una opinión


probabilísima favorable a la conciencia, para poder rechazar la ley; basta una
opinión “más probable”. Es decir que había que seguir la opinión más probable
aunque no fuera cierta y más si estaba a favor de la ley.

Los sistemas que privilegiaban el seguimiento de la conciencia son:

a) Probabilismo: admitía que para obrar prudentemente es preciso obrar según la


prudencia; y obra prudentemente quien sigue la conciencia basado en una razón que
sea verdaderamente probable, aunque la opinión que aconseja seguir la ley “fuese
más probable”.

b) El laxismo: es la antítesis del tutsiorismo absoluto o rigorismo. Afirma que la ley


para obligar, debe ser tan cierta que haga improbable o poco probable la opinión que
está a favor de la conciencia. De manera que actuaría prudentemente quien siguiera
una opinión favorable a la conciencia aunque esta fuera mínimamente probable. Esta
doctrina del laxismo fue condenada por Inocencio XI, en un decreto oficial el 4 de
marzo de 1679.121

E aquí algunos ejemplos de las afirmaciones del laxismo:

34. Es lícito procurar el aborto antes de la animación del feto, por temor de que la
muchacha, sorprendida grávida, sea muerta o infamada.
35. Parece probable que todo feto carece de alma racional, mientras está en el útero, y que
sólo empieza a tenerla cuando se le da a luz; y consiguientemente habrá que decir que en
ningún aborto se comete homicidio.

121
Cfr. Domenico CAPONE, «Sistemas Morales», en Nuevo diccionario de Teología Moral..., pp.
1710-1711.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 69

48. Tan claro parece que la fornicación de suyo no envuelve malicia alguna y que sólo es
mala por estar prohibida, que lo contrario parece disonar enteramente a la razón.
49. La masturbación no está prohibida por derecho de la naturaleza. De ahí que si Dios no
la hubiera prohibido, muchas veces sería buena y alguna vez obligatoria bajo pecado
mortal.

50. La cópula con una casada, con consentimiento del marido, no es adulterio; por lo
tanto, basta decir en la confesión que se ha fornicado.

59. Es lícito absolver a los que se han confesado sólo a medias, por razón de una gran
concurrencia de penitentes, como puede suceder, verbigracia, en el día de una gran
festividad o indulgencia.
60. No se debe negar ni diferir la absolución al penitente que tiene costumbre de pecar
contra la ley de Dios, de la naturaleza o de la Iglesia, aun cuando no aparezca esperanza
alguna de enmienda, con tal de que profiera con la boca que tiene dolor y propósito de la
enmienda.122

3.5.4 El punto intermedio: san Alfonso María de Ligorio y el equiprobabilismo


(1696-1787)

San Alfonso, patrono de los moralistas, confesores y abogados católicos,


representa el culmen de la moral casuística. Fundador de la Congregación del
Santísimo Redentor (redentoristas) y formado en la línea rigorista, no se librara
después de los ataques de los rigoristas debido a su paulatina orientación hacia
posturas más moderadas. A él se le considera como el representante de una vía
intermedia denominada Equiprobabilismo, donde prima el valor de la experiencia,
de la razón y sobre todo, la benignidad en el confesionario, de manera que en caso
de duda sobre la ley, se puede seguir la opinión favorable a la conciencia o a la
libertad siempre y cuando sea igual de probable que su contraria. Esto queda
reflejado a lo largo de la gran obra de su vida, la Theologia Moralis, la cual editó
hasta 8 veces, haciendo correcciones, agregados de manera que llegó a convertirse
en el manual de moral en los siglos posteriores. Cabe también mencionar otra obra
más pequeña dedicada a los sacerdotes llamada Instrucción practica para los
confesores. Lo que es esencial de él, es el espíritu que recorre su pensamiento moral,
reflejado en su gran obra, su sentido de la realidad y la preocupación por la
peculiaridad de cada situación.

Por lo demás, en el conjunto de la moral alfonsiana, el estudio de las


circunstancias concretas de la acción, prevalece siempre sobre la aplicación
mecánica de un sistema por justo que sea. Sin embargo, solo en el siglo XIX se
impondrá en la Iglesia la teología moral de san Alfonso, sustituyendo la moral

122
Cfr. Enchiridion Symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Heinrich
DENZINGER y Peter HUNEMAN, Herder, Barcelona 1969, 1151. En adelante DZH.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 70

propuesta por los manuales rigoristas. A diferencia de otros moralistas de su época,


un detalle que también refleja la moral de san Alfonso es que no solo tiene obras
sobre cuestiones generales, casos, pecados y la confesión, sino también, sobre la
perfección cristiana o la práctica del amor, que van al centro mismo de la vida
moral.

En cuanto al Equiprobabilismo perfeccionado por San Alfonso, podemos


decir que se basa en tres principios: 1) el primado de la verdad; 2) los deberes de la
conciencia que no puede confiarse ciegamente a la opinión de los moralistas; 3) los
derechos de la libertad humana que solo puede estar vinculada por una ley cierta.

Esta propuesta de san Alfonso será la vía media entre el rigorismo y el


laxismo, y será la solución y la salida al estancamiento en que la moral se vio
atrapada en los siglos XVI y XVII. Una moral que parte de la realidad a la cual se
aplican los principios y no al revés.

3.5.5 La teología moral del siglo XIX

El siglo XIX se caracteriza moralmente por una “Liguorizacion” es decir, que


la moral de san Alfonso se impuso en la iglesia en general. Acontecimiento clave
para esto fue su canonización en 1871, pues con ello se aseguraba su ortodoxia en
este campo. En este siglo, la moral eclesial fuera una moral como la concebía san
Alfonso, tan así que los manuales fueron en su mayoría comentarios a la Theologia
Moralis. Aunque la moral alfonsiana se extendió con facilidad por el sur de Europa,
también encontró oposición por parte de algunos teólogos moralistas como Antonio
Rosmini o Vincenzo Gioberti, especialmente por su percepción en la relación entre
la ley y la libertad.

Al mismo tiempo el siglo XIX es el siglo de la renovación tomista, iniciada


en Alemania y potenciada por el Magisterio de la Iglesia, especialmente con la
publicación de la encíclica Aeterni Patris de León XIII, sobre la restauración de la
filosofía tomista. Aunque la incidencia tomista tuvo gran influencia en distintas
ramas de la teología, no lo fue así para la teología moral. Lo interesante en este
siglo, es que se supera la casuística y comienzan nuevos caminos para la renovación
de la moral que se harán patentes en el siglo XX.

3.6 La teología moral del siglo XX y su renovación.

Ante un mundo cada vez más cambiante y cada vez más ajeno a Dios y a lo
religioso, en gran medida provocado por el cambio de un modelo de sociedad
cristiana a un modelo de sociedad secular, comenzó a verificarse también una
renovación en varios ámbitos a nivel eclesial desde finales del siglo XIX y los
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 71

inicios del siglo XX, de ello dan cuenta por ejemplo: la escuela de Tubinga,123 y los
movimientos bíblico y litúrgico los cuales, influyeron en los primeros intentos de la
renovación de la teología moral.
Será en ámbito alemán donde comenzarán los primeros intentos de sacar a la
moral del “estancamiento” en que se encontraba desde hacía dos siglos, de manera
que se pudiera superar la fragmentariedad de la casuística mediante el re-
pensamiento de los fundamentos de la ética cristiana. 124 Las fuentes de esta
renovación fueron: un retorno a los temas evangélicos a fin de darle a la moral
católica un carácter plenamente cristiano y el movimiento tomista de fin de siglo,
promovido por el Papa León XIII.125 Hay que decir sin embargo, que tales intentos
de renovación obedecían sobre todo a la metodología, y aunque ya desde el siglo
XIX hubo varios intentos por renovarla, no se llegó a cambios significativos y
compartidos. Sin embargo, hacia los inicios del siglo XX el problema metodológico
era tan evidente y difundido, que cada vez en más partes se manifestaba la necesidad
de realizar urgentemente una renovación de la teología moral.126

Por otro lado, otros factores comenzaron a influir para su renovación, es así
que, en ámbito filosófico diversas corrientes existencialistas, la fenomenología y
sobre todo el personalismo, empiezan a hacer acto de presencia en el debate moral
del siglo XX. A ello se suman además las aportaciones procedentes en el ámbito
científico y de la psicología que influyen en muchos de los temas fundamentales de
la teología moral, y en el ámbito eclesial y teológico el movimiento bíblico y el
movimiento litúrgico —que mencioné antes—, posibilitan una teología moral cada
vez más centrada en el mensaje originario de Jesús de Nazareth.127

Aunque varias son las líneas que a inicios del siglo XX fueron llevando a la
teología moral a una renovación y que se verificaron en la aparición de varios
manuales en estos años, destacan principalmente en los intentos de centrar la moral
en la Sequela Christi como principio unitario; de esta manera, siguiendo la
influencia de la escuela de Tubinga, varios teólogos moralistas en sus publicaciones,
buscaron estructurar una teología moral positiva de la vida cristiana y no una «moral
123
La escuela de Tubinga es un movimiento teológico nacido en Alemania hacia los primeros años
del siglo XIX, fundado por J.S. Von Drey (1777-1853) y entre cuyos representantes destaca J.A. Möhler
(1796-1838). Este movimiento se considera como el fermento más eficaz de la renovación de la teología
católica en Alemania. En el ámbito de la moral varios teólogos hicieron importantes aportaciones,
organizando la teología moral en torno a varios principios y apelando a la S.E. De entre estos teólogos
destacan: J.B. von Hirscher, Jocham Magnus, Martin Deutinger, Karl Weber, Fr. X. Linsenman. Para una
información más detallada se puede consultar: Louis VEREECKE, «Historia de la teología moral» en Nuevo
diccionario de Teología Moral, Francesco COMPAGNONI, Giannino PIANA y Salvatore PRIVITERA (edd.), ed.
española adaptada por Marciano Vidal, Paulinas, Madrid 20012, p. 816-842. Se puede ver también, Jean-
Yves LACOSTE et AL, Storia della teologia, Queriniana, Brescia 2011, p. 329-338.
124
Cfr. Renzo GERARDI, Storia della Morale. Inerpretazioni teologiche dell’esperienza cristiana,
periodi e correnti autori e opere, EDB, Bologna 2003, p. 429.
125
Cfr. S. Th. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana..., p. 359.
126
Cfr. R. GERARDI, Storia della Morale…, p. 447.
127
Cfr. Julio L. MARTÍNEZ – J. Manuel CAAMAÑO, Moral Fundamental..., p. 240.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 72

del confesionario» intentando mostrar, cómo debe actuar un cristiano para ser fiel a
la gracia de su bautismo.
En tal estructuración, los teólogos subrayaron y presentaron los principios
normativos que se fundan sobre la Biblia e indican una línea de conducta como la
imitación de Cristo, el testimonio del reino de Dios, y el ágape.128

3.6.1 Bernhard Häring: un cambio de enfoque moral

Siendo conscientes, de la gran cantidad de teólogos, de sus ideas y sus


aportaciones, de todos los elementos sociales, filosóficos y teológicos que
influyeron y marcaron la renovación de la teología moral, conviene detenernos un
poco, en el teólogo moralista Bernhard Häring (1912-1998), redentorista originario
de Böttingen Alemania, puesto que es uno de los principales exponentes que dieron
un nuevo enfoque a la teología moral centrándola en Cristo y que además vivió y
participó en gran medida, en el proceso de renovación de la misma desde antes,
durante y después del Concilio Vaticano II. Häring representa un punto de inflexión
en la teología moral del siglo XX, en el sentido de que si por un lado, confluyen en
su obra los incipientes esfuerzos de renovación de la moral de las décadas
precedentes por el otro constituye también el inicio de un camino hacia una nueva
manera de tratar sistemáticamente la moral católica.129

Por ello, Häring es considerado con justicia un gran impulsor y divulgador de


la moral de la Sequela Christi, en primer lugar, por su manual La ley de Cristo,
publicado desde antes del Concilio, en el que la moral, es entendida antes que nada
como un don, como una respuesta a la llamada de Dios: la vida cristiana es imitación
de Cristo, o mejor dicho es vida en Cristo. En segundo lugar, por la publicación de
su segundo manual Libres y fieles en Cristo publicado en lengua inglesa después del
Concilio y cuyo salto cualitativo respecto del primer manual puede ser descrito
como el paso de la «ley» a «la libertad responsable».130 Ambos manuales en su
momento, fueron traducidos en varias lenguas y sirvieron como base para la
enseñanza de teología moral de los futuros sacerdotes en muchas partes del mundo.

En Häring, se puede decir pues, que se verifica un cambio del enfoque moral,
en cuanto que representa una superación agradecida y positiva de todos los sistemas
que habían dominado la teología moral durante los últimos siglos, —como en su
tiempo hizo san Alfonso María de Ligorio— fundador de su congregación, cuyo
espíritu al parecer confluyó en Häring junto con el espíritu de los distintos
128
R. GERARDI, Storia della Morale…, p. 459.
129
Cfr. J. L. MARTÍNEZ – J. M. CAAMAÑO, Moral Fundamental…, p. 244
130
Cfr. R. GERARDI, Storia della Morale…, p. 467.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 73

movimientos de renovación para elaborar una teología moral que integrara las líneas
precedentes basadas en el seguimiento, la imitación, la caridad y el Reino de Dios,
en una concepción cristocéntrica y personalista de la vida cristiana.131

3.6.2 La teología moral y el Concilio Vaticano II

El nuevo enfoque desde el que se comenzaba a estructurar la moral, encontró


un eco en el Concilio Vaticano II, que aunque no trató el tema específicamente, sí
arrojo importantes directrices para hacer más palpable la renovación de la misma ya
iniciada décadas atrás. A la vez que en los años posteriores a su clausura, originó
una serie de documentos oficiales al respecto que son de mucho interés.132 Los
documentos conciliares que abordan el tema de moral más directamente son la
Constitución Gaudium et Spes y el decreto Optatam Totius.

Gaudium et Spes, aborda directamente el tema en los números 14 al 17 al


hablar del tema de la conciencia; aunque viendo la moral desde un horizonte más
amplio, en su enseñanza sobre la condición y la vocación humana, sobre la dignidad
de la persona, sobre la actividad humana en el universo, sobre la dignidad del
matrimonio y de la familia, la vida económica y social, la comunidad política y la
salvaguarda de la paz, el documento señala en estos temas, distintas dimensiones de
la moral demasiado descuidadas en los últimos siglos, pero muy presentes en la gran
tradición teológica.133 En la misma línea se podría incluir también la declaración
conciliar Dignitatis Humanae que en el número 14134 evidencia, cómo la teología
moral bíblicamente unificada sea completada por la filosofía moral, afirmando sin
embargo, que el fundamento último de los derechos de la conciencia, está en la
dignidad de la persona humana, pero los principios del orden moral se integran en la
luz más segura de la revelación, presentada por el Magisterio.135
Sin embargo, el documento clave para la renovación de la teología moral querida
por el Concilio, es el decreto Optatam Totius y más concretamente algunas líneas
del número 16 que dicen:

131
Cfr. J. L. MARTÍNEZ – J. M. CAAMAÑO, Moral Fundamental…, p. 244
132
Un documento posterior al concilio que abordó más directamente el tema de la teología moral, es
el que emanó la Congregación para la doctrina de la fe; en él se dice, que la renovación de la teología moral
querida por el Concilio, se inserta en los esfuerzos que la Iglesia realiza para comprender al hombre de hoy y
para ir al encuentro de sus necesidades, a la vez que reconoce lagunas y una unilateralidad presentadas en la
moral del pasado, debidas en gran parte a un juridicismo, un individualismo y un distanciamiento de las
fuentes de la revelación. Por ello, se determina que la teología moral debe construirse en estrecho contacto
con la Sagrada Escritura, la Tradición y la ley natural. Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA,
«La formación teológica de los futuros sacerdotes» (22 de febrero de 1976), en: Enchiridion de la formación
sacerdotal (Documentos de la Iglesia sobre la formación sacerdotal, CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA,
Comisión Episcopal de seminarios y universidades, Madrid 1999. 1440-1604.
133
Cfr. S.Th. PINCKAERS, Las fuentes de la moral cristiana…,p. 362.
134
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Dignitatis Humanae…, No. 14
135
Cfr. R. GERARDI, Storia della Morale…, p. 478.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 74

«[…] Renuévense igualmente las demás disciplinas teológicas por


un contacto más vívido con el misterio de Cristo y la historia de la
salvación. Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar la teología
moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la
Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en
Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del
mundo en la caridad. […]».136

Basándose sobre las orientaciones de la Dei Verbum que indica que la


Sagrada Escritura es el alma de la teología,137 la Optatam Totius proporciona las
directivas para que se construya una moral centrada en el misterio de Cristo y en la
historia de la salvación.138 En general, son 4 las verdades que emergen de este
número; a) el misterio de Cristo, centro de la historia de la salvación; b) la persona
en cuanto llamada por Dios en Cristo, es el sujeto de la vida moral; c) la energía de
esta vida es la caridad; d) el dinamismo de esta caridad es dar frutos para la vida
del mundo.

El contenido de este párrafo de Optatam Totius 16, fue una explícita


invitación a una renovación radical de la teología moral, en todos los campos, ya sea
a nivel de la moral vivida en el pueblo de Dios ya sea en la moral enseñada en los
seminarios o estudiantados teológicos. Pidió una renovación de método más que de
contenidos, pues el Concilio indicó un método hecho de cientificidad, biblicidad,
sapiencialidad y en continuo diálogo con las ciencias humanas.139

Así pues, en concreto el Concilio pidió a la moral mantener el rango de


exposición científica en cuanto que constituye un conjunto orgánico, con sus
principios, su lógica, su coherencia y sus conclusiones sobre el comportamiento
humano visto desde la fe cristiana vinculándose siempre con la Sagrada Escritura.
Se pidió también que subrayara más lo positivo que lo negativo. Su tarea no es la de
una hipotética «ciencia de los pecados» sino la de mostrar la «excelencia» de un
camino de perfección, el cual tiene por otra parte una dimensión dialogal ya que la
tarea de la moral es en efecto, la respuesta a una vocación que el Padre ha dirigido a
los hombres en Jesucristo. Se pidió además a la moral, que subrayara el carácter
Cristocéntrico y eclesial de la vocación y la responsabilidad ética, ya que los fieles
en Cristo, reciben de Él el ideal y el modelo de hombre, la fuerza y la gracia para

136
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Optatam Totius…, No. 16.
137
Cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Dei Verbum…, No. 24.
138
Cfr. R. GERARDI, Storia della Morale…, p. 478.
139
Cfr. Faustino PARISI, Crisi e rinnovamento della teologia morale. La lettura di Domenico
Capone, EDB, Bologna 2013, p. 62.
TEOLOGÍA MORAL FUNDAMENTAL I 75

realizarlo en la comunidad cristiana, centrando y organizando a la vez la reflexión en


torno a la caridad como principio vertebrador de la reflexión moral cristiana.140

3.6.3 El debate postconciliar

Después del Concilio Vaticano II, en el mismo espíritu de la renovación de la


teología moral, se suscitaron dos debates postconciliares, de los cuales solo
señalamos aquí, que ambos se suscitaron por un lado, gracias a la búsqueda de la
renovación de la moral, la cual entró más de lleno en contacto con las distintas
ciencias antropológicas y por el otro, por la puesta en cuestión del papel de la
especificidad cristiana en la moral, siendo un punto fuerte del debate la centralidad o
no de Cristo en ella.141 Aspecto que ya señalamos aunque sea brevemente.

Cabe señalar por otro lado, que la centralidad Cristo, no fue nunca un tema de
discusión en la postura del Magisterio en cuestión moral, de manera que se reafirmó
en los dos documentos principales que tocan el tema de la moral en los últimos años:
el Catecismo de la Iglesia Católica, y la encíclica Veritatis Splendor, los cuales
veremos a lo largo de lo que resta del curso.

140
Cfr. José-Román FLECHA ANDRÉS, Teología Moral Fundamental..., pp. 59-60.
141
Se suscitó un debate sobre la autonomía de la moral y otro sobre la especificidad de la moral
cristiana. El debate sobre la autonomía de la moral y el debate sobre la especificidad de la moral cristiana. La
tesis de la autonomía de la conciencia moral del cristiano se puede resumir en la formula: autonomía de la
moral y heteronomía de la fe. La separación entre moral y fe, encuentra su raíz en la representación del sujeto
práctico como sujeto autónomo y por tanto como norma para sí mismo. A ello se opusieron quienes defendían
una moral cimentada en la fe, entre estos autores se encuentran: Bernhard Stöckle, Heinz Schürmann, Joseph
Ratzinger, Hans Urs von Balthasar. En referencia a la especificidad de la moral cristiana la cuestión era: ¿Las
directivas morales concretas se fundan sobre un saber teológico que solo el creyente puede comprender y al
cual solo obligan o bien, respectan a todos los hombres y son consideradas por el teólogo, a la luz del amor
revelado por Cristo, mediante instrumentos de análisis accesibles a todos los hombres de buena voluntad? En
torno a esto se llego a considerar que la moral cristiana no tenía una especificidad material. Los principales
exponentes de estos debates fueron: Joseph Fuchs, Alfons Auer, Franz Böckle. Cfr. R. GERARDI, Storia della
Morale…, p. 485-489.

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