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Nombres propios de la ciencia

En exclusiva, un fragmento del curso organizado por el


Centro de Estudiantes de Medicina (UBA) en 1983, que dictó
el epistemólogo que murió hace dos semanas, hasta hoy
inédito.
Por: Gregorio Klimovsky

Voy a trazar un panorama de algunas de las corrientes epistemológicas


contemporáneas más importantes. Con ese fin, me ocuparé de cuatro de las figuras
que marcan el horizonte de la filosofía de la ciencia actual: Karl Popper, Thomas Kuhn,
Paul Feyerabend e Imre Lakatos.

Karl Popper (1902-1994): primero las hipótesis


El primero que realmente le pegó un enérgico puñetazo a las concepciones anteriores
fue Karl Popper. A través de una curiosa mezcla entre la posición racionalista
aristotélica y la posición empirista de los inductivistas, Popper hace una cruzada en
contra de las concepciones tradicionales que creían en un progreso continuo de la
ciencia. Asegura que no hay manera de verificar, de una vez y para siempre, que una
ley candidata es cierta. Por eso, la primera tesis popperiana dice: las afirmaciones
científicas son en general hipótesis, es decir, afirmaciones cuya verdad o falsedad no
es conocida.
Mientras la ciencia anterior partía de la observación de los hechos y, desde allí, extraía
por inducción regularidades generales, el método hipotético deductivo propuesto por
Popper invierte ese proceso. Para solucionar un problema, se debe imaginar una
hipótesis que lo explique. Primero se produce un modelo y después se lo pone a
prueba para ver si explica lo que uno piensa que debería realmente explicar.
Una vez que ya está la hipótesis, el paso siguiente es ponerla a prueba a través de la
contrastación. Si la teoría es refutada, revienta. Si es corroborada, se la deberá seguir
contrastando indefinidamente, ya que siempre está la posibilidad de que el error
pueda estar escondido. Uno podría decir que si en un millón de corroboraciones no
pasó nada, nunca va a pasar nada. Pero Popper es un antiinductivista y no permite
hacer ese tipo de conjeturas. Lo que hace que una hipótesis sea científica es
justamente que pueda mantenerse contrastable. Una teoría que no pueda ser
contrastable con la realidad, puede ser interesante, pero no corresponde al dominio
de la ciencia, sino al de la filosofía.
De esa forma, a medida que se van eliminando teorías equivocadas aprendemos
sobre cómo no es la realidad. En otras palabras, cada vez que eliminamos una teoría,
aprendemos que el mundo no es como la teoría dice que es y nuestro conocimiento se
va afinando. Como el progreso es por la negativa, no sorprende que para Popper lo
que hace científica a la ciencia no sea el esfuerzo del científico por mantener su teoría
y demostrar que su modelo está apoyado por los elementos técnicos y prácticos de los
que dispone, sino que se dediquen todos los esfuerzos posibles a reventar la teoría.

Thomas Kuhn (1922-1996): el paradigma


Se podría decir que Kuhn es el gran competidor de Popper en la teoría
contemporánea. Para este autor, el éxito de la ciencia no depende de la lógica, sino
del comportamiento de la comunidad científica. Es decir, por su decisión de adoptar
un paradigma o modelo de acción.
Bajo un paradigma, todos los científicos se alinean como un ejército y se ponen el
mismo uniforme. Así comienza lo que Kuhn llama etapa de ciencia normal. La gente
tiene un lenguaje y una actitud unificadores, y la ciencia se hace potente, efectiva,
rica y bizantina; cada vez más complicada, cada vez avanzando más rápida. Y todo el
éxito de la empresa científica se debe al consenso de haber advertido que los
problemas se resuelven y las cosas se explican de mejor manera desde una gran
teoría, de un paradigma compartido por una comunidad científica.
Mientras hay etapa de ciencia normal, el paradigma en curso no es puesto a prueba ni
contrastado por los científicos. Si me permiten una metáfora, los paradigmas son
como anteojos. Se usan para ver todas las cosas que están a nuestro alrededor pero
nadie está mirando los anteojos mientras los lleva puestos. Uno recién los empieza a
ver cuando los vidrios se empañan o dejan de funcionar por alguna razón. Las grandes
teorías funcionan de la misma forma. Al no haber cosas ajenas al paradigma que
pretendan controlarlo o marcarle el camino, jamás podría ser racional una discusión
entre dos paradigmas. Sólo se permiten argumentos persuasivos.
De cualquier forma, tarde o temprano comenzarán a aparecer anomalías dentro del
paradigma, pero sólo serán percibidas por la comunidad científica un tiempo después,
cuando comiencen a acumularse. Y aún así, hasta que no aparezca un nuevo
paradigma que solucione los problemas que el viejo no pudo resolver, no será
abandonado. En ese sentido, hay un relativo progreso, pero lo que ocurra con la
marcha de la ciencia dependerá de qué tipo de problemas se vayan presentando. Por
eso la ciencia no se acerca a ninguna dirección y su recorrido es azaroso; el
movimiento del progreso es errático, su único camino es el marcado por la resolución
de los problemas de las teorías anteriores. Dicho de otra forma, desde el punto de
vista kuhniano, el éxito de la empresa científica se debe al consenso.

Paul Feyerabend (1924-1994), el anarquista metodológico


La concepción de Paul Feyerabend es la antípoda de la kuhniana. Pasó por la escuela
popperiana y poco a poco fue evolucionando a una posición muy drástica que algunos
han llamado anarquismo metodológico.
La tesis de las teorías rivales de Feyerabend es a mi entender una de sus tesis más
brillante. En lugar de hacer la teoría y luego ir rápidamente a la experiencia, como
propone Popper, lo primero que habría que hacer para Feyerabend cuando uno
inventa una teoría es preguntarse por las teorías rivales. De esta forma, cuando uno
intente fabricar refutaciones para reventar el error, se encontrará con mayores
posibilidades, ya que no sólo verá la experiencia a partir de los conceptos de esa
primera teoría, sino también con los de las otras. Visto de esta forma, quedarse en
una sola teoría sería como encerrarse en una trampa.
Creo que esta idea de que la estrategia no es quedarse en una concepción, sino
dialécticamente negar el modelo en otras teorías y ponerlo después en competencia
es algo que debemos conservar de Feyerabend, pero haciendo notar el siguiente error
metodológico. Cuando el autor habla de cómo una teoría puede ayudar a diseñar
experiencias que la primera teoría no había previsto, también está insinuando que
cada una de ellas, al ser una estructura conceptual, fabrica su propia base empírica.
Sin embargo, en otra de sus tesis, la de la inconmensurabilidad, asegura que es
imposible comparar distintas teorías. Entonces, la operación que Feyerabend propone
es, desde su propio punto de vista, imposible. Sí sería posible desde un punto de vista
popperiano, y es desde ahí que propongo rescatarla.
En su libro Tratado contra el método, Feyerabend hace una especie de versión
tremendista y pragmatista de la ciencia, donde cree que ninguna teoría, ningún
formalismo acabado, ningún modelo puede agotar la realidad ni siquiera dar idea de lo
que pasa. Para Feyerabend, el verdadero método científico es que no haya método
científico y que la guía de acción sea una mezcla de dos factores: oportunismo y
negación. Oportunismo porque el científico no debe tener el menor empacho en usar
lo que venga y esté a mano con tal de resolver sus problemas. Desde esta visión, no
hay que escandalizarse si uno ha hecho una aproximación que no esté bien desde el
punto de vista lógico o estratégico usual. Si llegamos al resultado al que queríamos
arribar, entonces mejor agradezcamos en vez de enojarnos. Después de todo, la lógica
cambió muchísimas veces y eso fue por obra de osados e insólitos.

Imre Lakatos (1922-1974) y el núcleo fuerte

Si bien muchos opinan que Lakatos es una especie de componenda entre Kuhn y
Popper, me parece importante indicar que en realidad fue discípulo de Popper.
Después de haber huido de Europa, Lakatos se instaló en la London School of
Economics junto a su maestro y trabajó con él hasta que las diferencias se hicieron
insostenibles.
Lakatos cree que no se puede sostener el método hipotético deductivo tal como lo
propone Popper. El punto central de su crítica es que el hecho de encontrar una
observación que se oponga a lo que dice una hipótesis no alcanza para refutar una
teoría. Para Lakatos, existen otras posibilidades como replantear la hipótesis de
acuerdo a los materiales con los que se está trabajando, realizar hipótesis ad hoc para
salvar la teoría o volver a hacer las observaciones.
Entonces, cuando uno contrasta una teoría, en realidad no estaría contrastando esa
teoría, sino una más grande, formada por la teoría en cuestión y todos los
complementos que tienen que ver con hipótesis observacionales, hipótesis ad hoc,
hipótesis sobre el material de trabajo, hipótesis presupuestas, etcétera. En una
palabra, en la acción de contrastar hay muchas más cosas que las que uno cree y
nadie puede considerar refutada una teoría por el solo hecho de que algo se le
oponga. Sería un error, sin embargo, pensar que Popper no está presente en este
planteo; uno abandona la teoría por el cansancio de hacer hipótesis ad hoc, pero ese
cansancio proviene de que repetidamente la experiencia fue en contra de la teoría.
Sin descartar la idea de teoría, Lakatos propone una nueva unidad: el programa de
investigación, que es una especie de teoría inicial que vamos a llamar núcleo fuerte.
De esta forma, ante todas las presuntas refutaciones que la experiencia genere,
mantendremos la teoría a costa de inventar todas las hipótesis ad hoc y disculpas que
se nos ocurran. La experiencia nunca deberá vencer el núcleo fuerte con el que el
programa parte. Casi todas las teorías nacen con falencias, pero muchas de ellas son
muy prometedoras y no vale la pena desecharlas antes de tiempo.
Al igual que en el modelo de Kuhn, aquí también la manera en que la ciencia progresa
está relacionada con la comunidad científica. Pero no es un comportamiento
comunitario basado en el exitismo y la moda, sino en una elección racional del
programa más fecundo en la producción de conocimiento. La historia de la ciencia
siempre tenderá al progreso, es decir, hacia el programa que haga un tratamiento
más integral, comprensivo y productivo de la experiencia.
Kimovsky Básico
Fue uno de los iniciadores de la filosofía de la ciencia en Argentina. Introdujo, junto a Jorge Bosch,
la teoría axiomática de conjuntos. Recibió el Premio de la Asociación Psicoanalítica Internacional
(1989) por su aporte a la fundamentación epistemológica del psicoanálisis. Fue nombrado miembro
de la CONADEP (1984). En su obra se destaca "Las desventuras del conocimiento científico"
(1994).

Testimonio: Un modelo de intelectual


Por: Cecilia Hidalgo

En 1977 comencé a seguir sus cursos de lógica, filosofía de la ciencia y fundamentos de las
matemáticas. Había estudiado antropología y guiada por Félix Schuster buscaba alguien capaz de
incluir perspectivas diferentes, pero sin la autocomplacencia de la falta de rigor metodológico, la
tentación de las modas, el dogmatismo y la autoridad. En su tratamiento epistemológico del
psicoanálisis y en su familiarización con la sociología de Gino Germani, Klimovsky ya había
mostrado una estrategia de comprensión y respeto por la investigación social, pero a un tiempo de
crítica e identificación de sus principales dificultades, y eso pretendía aprender yo, para extenderlo a
la producción antropológica. En una época signada por la represión y la violencia, política pero
también intelectual, recuerdo como una fiesta esos cursos de catacumba de los sábados por la
mañana donde por un espacio de tres horas se podía pensar libremente. En ellas, Gregorio
Klimovsky hacía que los temas más controversiales y complejos se volvieran tratables y
fascinantes. Nunca fue un pensador unilateral o ultraespecializado. Y su saber sorprendía siempre.

He tenido el privilegio de acompañarlo en una de sus cátedras de la UBA desde su regreso a las
universidades públicas en 1984 y luego en sus equipos de investigación y publicaciones. A
diferencia de otros intelectuales brillantes nunca buscó poder y fue proverbial su respeto por la
autonomía de quienes lo rodeaban, a los que siempre alentó a la búsqueda de caminos propios.
Cecilia Hidalgo escribio con Gregorio Klimovsky el libro "La inexplicable sociedad. Cuestiones de epistemologia en las ciencias
sociales" (AZ, 1998)

Publicado en Revista Ñ, nº 292, año VI. Sábado 2 de mayo de 2009.

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