Está en la página 1de 29

TRIBUNAL DE GESTION ASOCIADA-SEGUNDO

PODER JUDICIAL MENDOZA

foja:

CUIJ: 13-03989661-8((012052-258785))

XXX MAIRA ALEJANDRA C/ EL CACIQUE S.A.-GRUPO 07- Y OTS. P/ D. Y P. (ACCIDENTE DE


TRANSITO)

*104044437*

Mendoza, 19 de Noviembre de 2021.

 VISTOS:

Los presentes autos llamados a dictar sentencia el día 27/09/21 ( expediente digital),  de los que:

RESULTA:

I.A fs. 52/62 comparece la  Sra. Maira Alejandra XXXX con patrocinio letrado y promueve
demanda contra quien resulte titular del legajo Nro. 1137 del colectivo int. 34 grupo 07 “ El Cacique S.A.”
y contra el titular registral del interno 34 mismo grupo y empresa.

Reclama la suma de $ 855.040, 17 , más desvalorización monetaria , interese legales y costas o


lo que en más o en menos se determine judicialmente a fin de obtener  reparación de los daños y
perjuicios sufridos en virtud del siniestro acaecido el día 25/09/2013 en calle Vélez Sarsfield, del Barrio La
Gloria, Godoy Cruz, Mendoza.

Cita en garantía a Protección Mutual de Seguros del Transporte Público de Pasajeros.

A continuación, relata que el día señalado, siendo aproximadamente las 9.20 hs abordó el
interno 34 del Grupo 07 de la empresa de transportes “ El Cacique S.A.”

Indica que el conductor del colectivo emprendió la marcha normal del recorrido y a los pocos
segundos, por la misma calle Vélez Sarsfield realizó una maniobra brusca, tendiente a evitar la colisión
con un ciclista.

Esta maniobra intempestiva, afirma, generó que perdiese el equilibrio y golpeara fuertemente la
cabeza y espalda contra el piso del colectivo, lastimándose y perdiendo el conocimiento.

Señala que también perdieron el equilibrio y cayeron al piso  la mayoría de los pasajeros que se
encontraban en la unidad de transporte.

Informa que tras el hecho y en virtud del fuerte golpe sufrido, el chofer del colectivo le solicitó el
teléfono móvil para llamar al control del grupo 07, a los efectos de saber cómo actuar.
Así las cosas- continúa- una vez recibidas las instrucciones, el chofer la llevó a la Clínica Privada
“Sanatorio Mitre” de esta ciudad.

Explica que una vez ingresada al nosocomio, fue atendida por el médico de guardia, Dr.
Gutiérrez, quien en forma urgente y ante los fuertes dolores que presentaba, le prescribió calmantes,
manteniéndola 12 hs en observación.

Expone que terminada la revisión de la guardia, los médicos actuantes le aconsejaron concurrir a
un traumatólogo y a un neurólogo.

Sostiene que al día siguiente concurrió a consulta a la Clínica Santa María, donde el Dr.
Espinoza le diagnosticó traumatismo de cráneo y le prescribió medicación, con reposo por tiempo
indeterminado.

Indica que con el correr de los días continuó con tratamiento en el Centro de Salud del Barrio La
Gloria, siendo atendida por el Dr. Figueroa, quien le diagnosticó Traumatismo Encéfalo Craneano (TEC) 
y le solicitó una serie de estudios.

Añade la pretensora que una vez obtenidos los turnos médicos procedió a realizar la denuncia
correspondiente, dando origen al Expte. P-99005/13/17 “Fc s/ Lesiones Culposas”, dando lugar a la
correspondiente revisión por parte de las autoridades de sanidad policial.

Afirma que obtuvo el diagnóstico médico de “daño orgánico cerebral grado II. Síndrome
convulsivo por TEC con pérdida de conocimiento. Disrritmia cerebral”.

Dice que al momento del siniestro se encontraba cursando el primer año de la carrera de
Administración de Empresas en el ISTEC sede Las Heras, con un muy buen promedio de notas y
asistencias. Luego de este penoso suceso y producto de afecciones en su salud, mermó
considerablemente su rendimiento académico y concurrencia. Por ello, hasta la fecha de interposición de
la demanda no ha podido superar el segundo año de la carrera y su cursado es esporádico.

A continuación, funda en derecho la responsabilidad que atribuye.

Reclama por los siguientes rubros y montos: por incapacidad parcial y permanente, la suma de $
795.040, 17; por gastos terapéuticos, $ 10.000, por daño moral, $ 50.000. Los somete a la prueba
rendida. Añade desvalorización monetaria, costas e intereses.

Ofrece prueba.

II. A fs. 77 la actora modifica y amplia la demanda.

Expresa que interpone la acción contra el conductor del colectivo, Sr. José Luis López.

III. A fs. 96 comparece la citada Protección Mutual de Seguros del Transporte Público de
Pasajeros.

Acepta la citación formulada y opone franquicia.

Formula negativa general y particular.

Desconoce y niega la existencia del siniestro del que la actora afirma haber sido víctima.
Opone que el hecho relatado por la accionante como causa de las lesiones que dice padecer,
nunca fue constatado por la autoridad policial. Se trató de un hecho denunciado posteriormente.

Resiste la responsabilidad que se le atribuye a su asegurada y los daños invocados.

Ofrece pruebas.

Solicita la aplicación de la ley 24.432

III. A fs. 105 se presenta la demandada directa  El Cacique S.A.y contesta demanda. Cita en
garantía a Protección Mutual de Seguro del Transporte Público de Pasajeros.

Formula negativa general y particular.

Niega la existencia del hecho y la calidad de pasajera de la actora.

Destaca que no se encuentra acreditado el nexo causal entre el supuesto hecho y las lesiones
invocadas por la actora, dado que el Dr. Gutiérrez otorgó el alta a la actora al día siguiente de la fecha
mencionada por la misma, indicando reposo y medicación. Ello, dice, resulta propio de un diagnóstico
positivo, dentro de un cuadro de dolencias leves.

Además, resiste la incapacidad afirmada por la actora. En todo caso, dice, la misma fue
transitoria, según certificado expedido por el  Dr. Tamborini, que cita.

Impugna los rubros, montos reclamados, documental acompañada  y la calidad de estudiante


esgrimida por la actora.

Invoca plus petición inexcusable.

Funda en derecho y ofrece prueba.

IV. A fs. 123 contesta el traslado de ley la actora. Formula negativa particular,  ratifica los
términos de la demanda y niega la existencia de plus petitio.

V. A fs. 145 y vta. se dicta auto de sustanciación. Notificado a las partes, el mismo adquiere
firmeza.

Sin perjuicio de la prueba acompañada por las partes en su réplica  y súplica, obran agregados a
la causa los siguientes elementos de convicción.

·         Absolución de posiciones del demandado José Luis López ( fs. 159 y vta)

·         Pericial médica neurológica llevada a cabo por el Dr. Rubén Cornejo (fs.
174/176). Es observada por la demandada El Cacique S.A. a fs. 178/179  y por la citada
a fs. 181. El especialista responde a fs. 237/239.

·         Oficio respondido por el Hospital Privado de Mendoza (fs. 183/184).

·         Pericial médica clínica a cargo del Dr. Fernando Cuartara (fs. 186/187). La pericia
es observada por la citada en garantía a fs. 199 y por la demandada El Cacique S.A. a
fs. 201/202. El perito contesta las observaciones a fs. 235.
·         Expediente penal Nro. 99005/13/17 caratulado “Fiscal s. Lesiones Culposas”
originarios de la UFI, Godoy Cruz.

·         Informe remitido por la Clínica Santa María (fs. 217/218) ,   por el Centro de Salud
de Barrio La Gloria, por el ISTECC – Sede Las Heras ( fs. 242/270).

 VI. A fs. 282 la codemandada El Cacique S.A., desiste de la prueba por ella ofrecida y
pendiente de producción.

VII. A fs. 288 se disponen los autos en la Oficina para alegar. Queda agregado el memorial de
la actora a fs. 305/313, de la codemandada El Cacique S.A. a fs. 314/316 y de la citada en
garantía a fs. 317/323.

VIII. Obra dictamen del Ministerio Fiscal con fechas 13/05/2021 y 12/08/2021 respecto a la
aplicación de la ley 24.240 y de la inexistencia de prejudicialidad.

IX. El día 27/09/2021 se llaman  los autos para dictar sentencia.

CONSIDERANDO:

I.                   Derecho transitorio:

Dada la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación, según ley 26.994 (B.O.
del 8/10/2014), modificada por ley 27.077 (B.O. 19/12/2014), a partir del 1/8/2015, resulta
pertinente expedirme respecto a la normativa aplicable a la resolución de la presente litis.

A tal efecto, destaco  del relato de los hechos formulado por la actora, el presunto suceso
dañoso,  ocurrió con notoria antelación al día de entrada en vigencia del nuevo ordenamiento,
esto es el 1 de agosto de 2015.

Conforme las disposiciones del art. 7 del CCCN, y doctrina concordante, corresponde que el
suceso sea analizado a la luz de la ley vigente entonces, es decir las disposiciones del Código
Civil.  ( Roubier, “Le droit transitoire”,  Nro 67, pág. 319, en  “ La aplicación del Código Civil y
Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes” , Kemelmajer de Carlucci, Aida R.
Ed. Rubinzal Culzoni, 2015, pág.100)

Sin embargo, sus  consecuencias ( cuantificación de daño, intereses)  en su caso, deberán ser
valoradas conforme al nuevo ordenamiento.

II.                Prejudicialidad:

El  hecho que  originó la acción de dio lugar al expediente  Nro.  P: 99005 caratulado “ Fiscal  s
Av. Lesiones Culposas, originarios de la UFI Nro. 2, de Godoy Cruz. Conforme el artículo 7 del CCCN, las
disposiciones del nuevo Código Civil y Comercial respecto a la prejudicialidad  penal resultan aplicables
en forma inmediata a los juicios en trámite en los cuales no haya sentencia.

El principio general de independencia entre la acción civil y la acción penal resultantes del mismo
hecho, está regulado en el art. 1774 del CCCN, en el cual se expresa: “La acción civil y la acción penal
resultantes del mismo hecho pueden ser ejercidas independientemente. En los casos en que el hecho
dañoso configure al mismo tiempo un delito del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante
los jueces penales, conforme a las disposiciones de los códigos procesales o las leyes especiales”.
La disposición es de toda lógica, pues ambas acciones tienen objetos distintos: una busca lograr
el castigo al delito y la otra la reparación civil.  Sin embargo, esta independencia no es absoluta.

El art. 1775 del CCCN  estatuye:  “Si la acción penal precede a la acción civil, o es intentada
durante su curso, el dictado de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil hasta la
conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes casos: a) si median causas de extinción de
la acción penal; b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva
del derecho a ser indemnizado; c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor
objetivo de responsabilidad”.

El Código Civil y Comercial de la Nación, receptó así la consolidada tendencia jurisprudencial


que aún antes de su sanción entendía que  “No obstante lo dispuesto por el principio de prelación, resulta
viable el dictado de la sentencia civil sin aguardar la decisión en la causa penal, pues, además de surgir
de las constancias de ésta una ostensible demora, lo cierto es que no hay dudas acerca de la existencia
del hecho, siendo aplicable al caso la responsabilidad objetiva del segundo párrafo del artículo 1113 del
Código Civil.” ( Juzgado Nacional de 1a Instancia en lo Civil Nro. 90 • Walton Débora Analia c. Paiva
Lorenzo Luis • 29/02/2012 •   La Ley Online • AR/JUR/77521/2012).

El caso que nos ocupa, se enmarca precisamente en un factor objetivo de atribución, tal como
habré de precisar en los párrafos siguientes.

Además, recuerdo que el Ministerio Fiscal se ha expedido por la inexistencia de prejudicialidad.

              III. Responsabilidad civil a la luz de la normativa involucrada:

Emprendiendo la tarea de dar solución justa a la cuestión traída a mi  conocimiento y decisión,
resulta prioritario determinar con precisión la normativa que resulta aplicable para la solución de la misma.

3.1. Así, entiendo que conforme ha quedado trabada la litis, respecto a la empresa de
transportes demandada,  corresponde subsumir la cuestión dentro de la responsabilidad objetiva de la
legislación,  tanto del contrato de transporte como de protección al consumidor.

Considero que nos encontramos ante un contrato de transporte oneroso. El mismo ha sido
conceptualizado por Ricardo Lorenzetti, en los siguientes términos: “en general puede decirse que el
transporte existe cuando una parte denominada transportista se obliga a trasladar personas o cosas, de
un lugar a otro, por el medio acordado, por un precio determinado en dinero” (LORENZETTI, Ricardo
“Tratado de los Contratos”, T. III., Ed. Rubinzal Culzoni, 2000, pág. 714, ).

Sabido es que, del contrato de transporte emanan obligaciones y recíprocamente derechos para
las partes.

"En síntesis, se señala que el transportador o porteador debe trasladar al pasajero sano y a
destino, en virtud de una obligación accesoria de seguridad resultado (BUSTAMANTE ALSINA, Jorge “La
obligación de seguridad en el transporte ferroviario (LA LEY, 1990 – D- 96) cuyo incumplimiento genera
una responsabilidad objetiva, con fundamento en el “riesgo creado” (PIZARRO, Daniel.  “Responsabilidad
civil por riesgo creado y de empresa, Tomo III, pág. 229 y siguientes; Ed. La Ley, Bs. As, 2006) lo que no
es sino decir que los daños sufridos por el pasajero entran, en principio dentro del riesgo empresario del
transportador. (PREVOT, Juan Manuel, op. cit).

Esta responsabilidad, anida en el deber de seguridad y se encuentra  despojada de toda noción


de culpa en el factor de atribución del dañador

Respecto a la extensión de la referida obligación de seguridad, la empresa responde por los


daños sufridos por el usuario desde que ingresa al perímetro de sus instalaciones hasta que abandona
las mismas, ya sea que los perjuicios hayan sido sufridos dentro de la formación o en el andén, escaleras,
o cualquier otra instalación ( Conf. PIZARRO, Daniel “Responsabilidad civil por riesgo creado y de
empresa, Tomo III, pág. 302, Ed. La Ley, Bs As, 2006).

El deber de conducir al viajero sano y salvo forma parte de la causa misma del contrato de
transporte, por lo que no hay motivo que justifique bifurcar la obligación del acarreador en dos tramos
diferentes (traslado e indemnidad). Existe pues una sola prestación: la de transportar al pasajero sano y
salvo al lugar de destino, por consiguiente, de producirse un daño al pasajero, la empresa por imperativo
legal, responde a título objetivo. 

De ello se deriva que tratándose además la asumidas por el transportista de una obligación de
resultado o “deber de seguridad” (entre otras y con particular relevancia en análisis de esta causa, la
de transportar al pasajero sano y salvo a destino), la carga de la prueba recibe un impacto directo en su
esquema de configuración.

Es así que probado el hecho y el daño por parte del pasajero, el transportista se enfrentará una
presunción iuris tantum en cuanto a la atribución de su responsabilidad, presunción que sólo podrá
destruir acreditando cabal y contundentemente algunas de las eximentes previstas por la norma
taxativamente.

Lo dicho ha sido considerado de este modo inveteradamente por calificada doctrina y


jurisprudencia, aún durante la vigencia del Código de Comercio. “Probado el daño y la relación de
causalidad con el transporte, en el caso de la responsabilidad contractual entre pasajero y empresa de
transporte, en las que rige el art. 184 del Código de Comercio, queda a cargo de ésta última la
demostración de la culpa de la víctima o de un tercero por quien no sea civilmente responsable. (TRIGO
REPRESAS, Félix – LÓPEZ MESA, Marcelo, “Tratado de la responsabilidad civil. El derecho de daños en
la actualidad: teoría y práctica”, Bs. As., ed. La Ley, 2004, t. II, pág.235).La responsabilidad del
transportista es de naturaleza objetiva y está fundada en la obligación de seguridad, que la tendencia
mayoritaria califica de obligación de resultado, de transportar al pasajero sano y salvo al lugar de destino
(SAGARNA, Fernando A., Responsabilidad civil por el trasporte terrestre de personas, Bs. As., Depalma,
1997, pág. 139); aún así, la responsabilidad del transportista no es una responsabilidad absoluta; por el
contrario, reconoce eximentes basadas en el rompimiento de la relación causal cuya prueba incumbe al
sindicado como responsable, es decir, a la empresa transportadora. La norma enumera tres causas que
relevan al transportista de su obligación objetiva de reparar: (I) fuerza mayor, (II) culpa de la víctima (III)
culpa de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable (SAGARNA, Fernando Alfredo,
“Responsabilidad civil en el transporte terrestre”, op. cit., pág. 176 y sgtes.).

 Asimismo, no soslayo que el régimen normativo descripto debe completarse con la normativa
referida a la Defensa del Consumidor (arts. 42 de la Constitución Nacional, ley 24.240 y ley 26.361). De
este modo, tengo presente que la normativa contenida en la Ley 24.240 y sus normas complementarias, a
tenor de la concreta disposición del art. 65, en armonía con las prescripciones de la Carta Magna,
constituye una regulación de orden público, y por lo tanto aplicable de oficio, obedeciendo ello a la
necesidad de fijar directrices para el mercado desde una perspectiva realista y acorde a los hechos del
orden económico y social imperante. (MOSSET ITURRASPE, Jorge – LORENZETTI, Ricardo,
“Contratos”, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2.001-3, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2.001,
pág. 487 y sgtes.); la mentada trascendencia normativa de la protección de los consumidores y usuarios,
impone que, en el logro de una efectiva tutela del derecho del consumidor, será indispensable que el juez
despliegue la apropiada conducción y dirección del proceso, como instrumento que tiene por finalidad y
objetivo ordenar adecuadamente el ejercicio de los derechos en aras de lograr la concreción del valor
justicia en cada caso. (STIGLITZ, Gabriel A., (director), “Manual de Defensa del Consumidor. Ley 24.240.
Diez años de vigencia”, Rosario, Editorial Juris, 2.004, pág. 339 y siguientes).

La ley 24.240, establece en su art. 1° que “la presente ley tiene por objeto la defensa del
consumidor o usuario. Se considera consumidor a la persona física o jurídica que adquiere o utiliza, en
forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo
familiar o social. Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como
consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma gratuita u onerosa,
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social”; el art. art. 3 y 37 consagran
que “En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más
favorable al consumidor” y que “la interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el
consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos
gravosa”; a su vez el art. 5° dispone que: “…Las cosas y servicios deben ser suministrados o prestados
en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno
para la salud…”; su art. 8 bis establece: “trato digno. Prácticas abusivas. Los proveedores
deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios.
Deberán abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones
vergonzantes, vejatorias o intimidatorias-“; y el art. 40, dispone que “Responsabilidad. Si el daño al
consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor,
el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la
cosa o servicio.”, y el mismo dispositivo, in fine dispone que: “sólo se liberará total o parcialmente quien
demuestre que la causa el daño le ha sido ajena.”

Resulta claro entonces que en toda relación de consumo, además del cumplimiento de las
obligaciones nucleares, se imponen el cumplimiento de obligaciones accesorias, fundamentalmente la
obligación de seguridad, el derecho trato digno del que goza todo consumidor, y que toda interpretación
debe realizarse a su favor.

La obligación impuesta al proveedor por el art. 5° tiende a la tutela preventiva de la salud y


seguridad de los consumidores y usuarios mediante una normativa destinada a disminuir riesgos, pero en
caso de producirse el daño surgirá el derecho a reclamar la indemnización pertinente recurriendo al art.
40 de la ley 24.240 y también a las normas de derecho común, sin perjuicio de aplicar al responsable las
sanciones previstas en el capítulo XII de la ley.

El art. 5° no sólo se refiere a las cosas o servicios que utiliza el consumidor o usuario por sus
propios medios, ya que su enunciado es de carácter general, por cuanto dispone que “las cosas y
servicios deben ser suministrados o prestados”; la interpretación que cabe hacer del art. 5 de la ley
24.240 debe ser amplia, abarcando todas las situaciones de las cuales, durante el desarrollo del contrato,
se pueda derivar algún daño para el consumidor, porque la ley está imponiendo a la empresa la
obligación de garantizar que, a raíz de su prestación, no sufrirán daño alguno en bienes distintos de los
que conforman el objeto contractual. Se trata, en definitiva, de un deber contractual de resultado, cuyo
incumplimiento trae por ende aparejada responsabilidad objetiva. (Farina, Juan, “Defensa del consumidor
y del usuario”, Buenos Aires, Astrea, 2.004, pág. 179 y sgtes.)

La Corte de Justicia de la Nación se ha pronunciado en tal sentido en el ya señero fallo


“Ledesma” ("Ledesma, María L. c. Metrovías S.A.", 22/04/2008, Fallos: 331:819);  imponiendo a través de
su decisión interpretar estos casos a la luz del concepto de usuario incorporado en el art. 42 de la
Constitución Nacional.

También nuestro Máximo Tribunal local ha seguido el criterio esbozado respecto a la


interpretación que debe otorgarse al  artículo 184 del Código de Comercio y la normativa constitucional y
de consumo: (Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Sala I, expte. N° 103.469, caratulado: “Griffouliere
Telma Lourdes En J° 84.628/33.158 Griffouliere,  Telma Lourdes C/ Valentin Estocco E Hijos S.R.L. Y
Ots. P/ D. Y P. S/ Inc. Cas.”, de fecha 21/02/2012).

3.2. 2.En cuanto a la responsabilidad que cabe atribuir al chofer del colectivo, la accionante  ha
fundado la procedencia de su pretensión en una responsabilidad de tipo subjetivo. Teniendo en cuenta
que tal como desarrollaré más adelante,  la responsabilidad del conductor debe quedar subsumida en el
sistema de responsabilidad objetivo previsto por el art. 1113 del CC y sus normas concordantes,  con
fundamento en el riesgo creado como factor de atribución;  estimo pertinente realizar algunas
aclaraciones previas al respecto.

En efecto,  la situación descripta nos enfrenta con una cuestión que no resulta menor, cual es el
deber de congruencia que impera al juez y el iura novit curia, en especial, cuando tiene directa influencia
en las órbitas de la responsabilidad y los factores de atribución. Ello en razón de la evidente 
trascendencia que ello tiene respecto a la presunción de responsabilidad y cargas probatorias.

En efecto, el principio de congruencia ha sido definido como la adecuación rigurosa, conformidad


precisa, relación inmediata, correspondencia perfecta, arreglo o identidad, que debe existir entre las
pretensiones y oposiciones deducidas oportunamente por las partes y la sentencia (Gozaíni, Osvaldo
Alfredo, "El principio de congruencia en La Ley, 1996-E, 606; Falcón, Enrique, "Tratado de Derecho
Proce-sal Civil y Comercial", t. III, Rubinzal Culzoni, 2.006, p. 565; Podetti, José Ramiro, "Derecho
Procesal Civil Comercial y Laboral", t. II, Tratado de los actos procesales, Ediar, 1955, pp. 442, 443 y
445).

Por su parte se entiende el iura novit curia, como la atribución y el deber del juez de emitir su
pronunciamiento sobre la hipótesis fáctica planteada, sin estar constreñido por la definición técnica
aportada por los litigantes (Matilde Zavala de González; “El proceso de daños y estrategias defensivas”,
Ed. Juris, p. 510). De su lado, la C.S.J.N. se ha referido al mismo como la facultad, en virtud de la cual los
jueces pueden suplir el derecho mal invocado por los contendientes, aunque aclarando que ella no se
extiende a alterar las bases fácticas del litigio, ni la "causa petendi", ni tampoco la admisión de hechos o
defensas no esgrimidas por las partes (“Mallmann, Arturo J.  y otro c. Ministerio del Interior”, 26/10/1999,
LL 2000-D , 504).

La Suprema Corte mendocina ha referido que“…Mientras los hechos que constituyen el factum
de la norma en la cual se funda un derecho subjetivo o una facultad jurídica deben ser probados por
quien los alega, el derecho aplicable no es materia de prueba; por eso, carece de relevancia la errónea
invocación del derecho o su omisión, pues es deber del juez aplicar la norma que corresponde; el tema
escapa, en consecuencia, al poder dispositivo de los litigantes, a diferencia de lo que ocurre con los
hechos...”; “…En otros términos, las partes se defienden "de los hechos" y no del derecho invocado por la
contraria; por eso, como regla, no hay violación del derecho de defensa en juicio si el juez, sin modificar
esos hechos y sin cambiar la acción deducida, aplica el derecho que corresponde al caso…” ( Ver al
respecto causa n° 79.943, caratulada "Leytes, Teresa Estela en j 18.288 Leytes, Teresa Estela en j
715.441 Leytes, Teresa c/ Florentino Julián Sagarraga p/ D. y P. S/ Inc. Cas."; sentencia del 28-12-2004).

Sin desconocer que existen posturas que discrepan con lo expresado,  tal como lo entiende  el
Dr. Sebastián Márquez Lamená, juez de la Excma. Tercera Cámara Civil de nuestra provincia,  (Ver al
respecto, de autoría del mismo “ Iura novit curia (con especial relación a las órbitas de responsabilidad y a
los factores de atribución)”; RCyS 2012-VI, 151; AR/DOC/2272 /2012), comparto  la posición  asumida por
la Cuarta Cámara local en cuanto ha sustentado : “…Aunque las partes no hayan invocado las normas en
las que funda su derecho o lo hayan hecho en forma incorrecta corresponde al juez calificar la relación
jurídica sustancial y determinar las normas jurídicas a aplicar… El principio iura novit curia no se contra-
pone con el principio de congruencia amparado por los artículos 17 y 18 de la Constitución Nacional, ya
que la subsunción jurídica del thema decidendum es una tarea plenamente autónoma, pudiendo la
sentencia suplir el derecho silenciado o prescindir del encuadre normativo erróneo, aun el que fuera fruto
del consenso de partes. Este principio, sólo alcanza a la aplicación del derecho correspondiente a
determinada situación fáctica, pero no habilita a los jueces a efectuar interpretaciones más allá de lo
peticionado por las partes. Por tanto los jueces deben, en primer término, tener en cuenta las
pretensiones deducidas en el juicio y una vez determinada la realidad de los hechos, calificarlos según
corresponda por ley… Como regla general en materia de derechos rige el principio de absoluta libertad
del juzgador, tanto en la elección como en la aplicación de la norma jurídica. Lo que significa que,
partiendo de los hechos proporcionados por las partes, los jueces y tribunales pueden aplicar los
preceptos que estimen justos y adecuados cuando concurren diversas normas jurídicas reguladoras de la
misma relación; y no falta a la congruencia la resolución que, sin apartarse de los hechos alegados por
los litigantes, matiza con apreciaciones jurídicas y aplicación de preceptos no alegados una excepción
invocada por el demandado reforzándola, sin desnaturalizarla ni alterarla esencialmente… Estos
principios son aplicables al encuadramiento de la obligación resarcitoria como contractual o
extracontractual; puntualmente, la invocación por el actor de uno de esos títulos de responsabilidad no
justifica el rechazo de la pretensión, por la circunstancia de que el juez considere procedente el otro, en 
tanto y en cuanto el sustento fáctico de la sentencia sea el mismo que el esgrimido por el pretensor…”,     
(autos Nº 50.181/114.094  caratulados “SANTANA, MABEL INÉS C/COOPERATIVA DE PROV. Y SERV.
TAXIGUAY LIMITADA Y OTS. P/D. Y P. (ACCI-DENTE DE TRÁNSITO; LS 253-221)”,

Por todo lo que llevo dicho,  entiendo que la subsunción de los hechos descriptos en el marco de
la responsabilidad objetiva, no transgrede de modo alguno  el deber de congruencia. Menos aún se afecta
el  derecho de defensa del polo pasivo en el entendimiento de que la posibilidad de resolver fuera del
marco de lo pedido no agravia el derecho de defensa ni conspira con la garantía del debido proceso
(Oteiza, Eduardo D., "El Juez ante la tensión entre libertad e igualdad", en Revista de Derecho Procesal
(número extraordinario en homenaje a J. Ramiro Podetti), Rubinzal, Buenos Aires/Santa Fe, 2004, p.
226).

Como destaca Osvaldo Gozaíni, con palabras que me permito traer aquí por su elocuencia y
precisión: “No se trata de cambiar el interés puesto de manifiesto en la demanda, ni de socavar el
derecho del litigante a satisfacerlo en la misma proporción que ha propuesto, sino de advertir que la cosa
demandada no es un objeto estanco y acotado, sino un marco de referencia donde el poder del que pide
e inclusive, la misma negociación entre las partes, permite reconducir o replantear la pretensión
llevándola a una flexibilidad que el principio de congruencia, en los parámetros actuales, no admite ni
tolera. No se trata, claro está, de alterar la pretensión sin que la parte interesada resuelva el cambio o la
reversión, sino de impulsar la transformación del objeto pedido cuando de las propias contingencias de la
causa se advierte la eficacia de propiciar soluciones alternativas…En otros términos, no existirá
incongruencia cuando se decida sobre una pretensión que, aunque no fue formal o expresamente
ejercitada, estaba implícita o era consecuencia inescindible o necesaria de los pedimentos articulados o
de la cuestión principal debatida en el proceso. Porque, para que el vicio afecte el derecho de defensa
deberá mostrar un absoluto desvío de la pretensión con consiguiente indefensión y sustracción a las
partes del verdadero debate contradictorio produciéndose un fallo extraño a las respectivas pretensiones
de las partes, de forma que la decisión judicial se haya pronunciado sobre temas o materias no debatidas
oportunamente en el proceso y respecto de las cuales, por consiguiente, las partes no tuvieran
oportunidad de ejercitar adecuadamente su derecho de defensa, formulando o exponiendo las
alegaciones y argumentos que tuvieran por conveniente en apoyo de sus respectivas posiciones
procesales (Gozaíni, Osvaldo A.; El principio de congruencia frente al principio dispositivo; LA LEY
20/06/2007 , 1  • LA LEY 2007-C , 1308; AR/DOC/1834/2007; del mismo autor Tratado de Derecho
Procesal Civil, Editorial La Ley, Tomo II, Buenos Aires 2009, págs. 449/451).

En consecuencia y por todo lo dicho, en relación con la responsabilidad del conductor del
colectivo ya individualizado que aquí se debate, dado que es quien tenía el control y la guarda al
momento del accidente, no habiendo invocado ni probado si conducía en otra calidad, lo concibo como
guardián. Es que coincido con la opinión de Zavala de González cuando expresa :“… estimamos que
cualquier persona al frente del volante ejerce un poder de control y dominio que lo erige en guardián; el
art. 1113 obliga no sólo a quien se sirve de la cosa, también a quien la cuida. En una realidad
contundente, el conductor es protagonista decisivo en la guarda porque activa el riesgo; el automotor se
desplaza bajo "su" dirección, aunque trabaje para otro.” (Zavala de González, Matilde M. Problemas
causales en accidentes de tránsito. RCyS 2011-X , 20 ); ( En el mismo sentido, Autos Nro. 50540 -
MARTINEZ NICOLAS C/ CORONADO CRISTIAN MATIAS Y OTS. P/ D. Y P. (ACC. DE TRANSITO de
fecha: 02/09/2014, Segunda Cámara Civil).

IV.- La litis. Solución.


4.1. Trasladando todos los conceptos referidos al sub examine, corresponde ahora efectuar un
análisis en relación con las concretas circunstancias de la causa y la prueba rendida. 

Para emprender este cometido, tengo presente que para que corresponda el resarcimiento de un
daño, es necesaria la existencia de un hecho que sea su causa adecuada, y que reúna los presupuestos
que la ley establece para que surja el deber de resarcir.

Recordemos, siguiendo a Félix A. Trigo Represas, que son cuatro los elementos que configuran
la responsabilidad civil: un hecho que infringe un deber jurídico de conducta impuesto por el ordenamiento
jurídico (antijuridicidad o ilicitud); que además provoca un daño a otro; la relación de causalidad entre
aquel hecho y el daño; y un factor de atribución de la responsabilidad que el ordenamiento estima
suficiente para sindicar o señalar a quien o quienes considere como responsables. (TRIGO REPRESAS,
Félix A., Los presupuestos de la responsabilidad Civil, en Responsabilidad Civil y Seguros, tomo 2004, p.
249, Edit. La Ley, Bs.As. 2005).

En tren de dejar establecidos los hechos que resultan controvertidos en la presente causa diré
que en primer término, las partes discrepan en cuanto al efectivo acaecimiento del hecho fundante (caída
de la actora), resistiendo además el polo pasivo el carácter de pasajera invocado por la accionante.

Conforme lo expresamente normado por el artículo 179  del CPC, y también lo ha desarrollado la
doctrina, resulta necesario que la accionante pruebe que el accidente acaeció durante y con motivo del
transporte y que el daño fue consecuencia de él (conf. Trigo Represas y Compagnucci de Caso;
Responsabilidad civil por accidente de automotores, t. 2, p. 94).

En este sentido se ha decidido durante la vigencia del Código de Comercio en circunstancias


que no han variado con las disposiciones del CCCN, que: “Frente al caso concreto, el juzgador debe
comenzar por analizar en primer lugar si se dan los requisitos necesarios para que funcionen las
presunciones de causalidad y responsabilidad establecidas por el art. 184 del Código de Comercio, esto
es, la presencia de daños ocasionados a la persona del viajero y que ellos se produjeron durante el
transporte, lo cual importará inicialmente la demostración de la calidad de pasajero, mientras que la
segunda prueba a cargo de la víctima consistirá en acreditar que los daños han sido experimentados
mientras era transportada.” (CNCiv., sala G, Guzmán, Mirian Elizabet y otro c. Almafuerte Empresa de
Transporte S.A.C.I. e I. y otro, 07/04/2008, DJ 2008-II, 1625.) y que: “Para que comience a regir la
responsabilidad del art. 184 del Código de Comercio con el consiguiente factor objetivo de atribución y la
inversión del "onus probandi", resulta menester que primeramente el reclamante pruebe la existencia del
contrato de transporte y el incumplimiento del deber de seguridad implícito en su celebración.” (CNCiv.,
sala H, Mansilla, Susana Margarita c. Micro Ómnibus Quilmes (MOQSA) línea 159 y otro, 15/11/2007, La
Ley Online; cit. por Jorge Alberto Diegues; Accidentes de tránsito: Pasajeros de colectivos; La Ley Online;
AR/DOC/3060/2014).

Ahora bien. Acertadamente ha referido la Quinta Cámara Civil local que: "Si no puede anexarse
al pasajero la carga de probar el nexo causal entre el hecho ilícito y el daño, pues el nexo es presumido
por la norma, a este le basta solo acreditar un nexo de causalidad aparente entre el ilícito y los perjuicios,
el contrato de transporte, la producción del accidente y los daños sufridos... La norma prevista por el art.
184 del Código de Comercio establece la inversión de la carga de la prueba, en beneficio del
transportado, cuando existe un contrato de transporte y el daño se hubiera producido durante el viaje,
correspondiendo al damnificado la demostración de que era pasajero y de que el hecho ocurrió durante el
trayecto. El transportista, probado lo anterior, sólo podrá eximir su responsabilidad demostrando las
causas que la ley indica para ello" (Expte. 23.502 - Baigorria Angel Fermin A. Piña Masman y Ots. p/D. y
P.; 23-10-1998; LS 149:053;  autos N° 120.368/51.091, caratulados “Flores, Pedro c/Transporte Gral.
Roca SRL p/D. y P.”, sentencia del 08 de octubre de 2015 y más recientemente autos Nº 260.999/53.566
caratulados “Suarez, Maria Rosa c/Transporte de Pasajeros Gral. Roca S.R.L. y Ot. p/D. y P.
(ACCIDENTE DE TRANSITO)”, sentencia del 15 de mayo de 2019, entre otros)
A fin de arrojar luz sobre este aspecto – de medular trascendencia a la hora de imputar
responsabilidad a la demandada- corresponde  meritar la prueba rendida en el presente proceso.  En tal
sendero, entiendo advierto que el plexo probatorio relativo a este aspecto, se encuentra integrado por el
expediente penal  P- Nro. 99005/13/17 caratulado “Fiscal s. Lesiones Culposas” originarios de la UFI,
Godoy Cruz.

De la lectura de fs.1 del A.E.V. surge que el día 1 de octubre de 2013 compareció la actora Maira
Alejandra XXXX Herrera,  y formuló denuncia.  Concretamente expuso que “ El día 25 de septiembre de
2013, siendo la hora 9:20, tomé el colectivo del Grupo 7 de la Empresa El Cacique, en el B La Gloria de
Godoy Cruz, para ir al centro de Mendoza. Yo me quedé parada porque había mucha gente a bordo y es
que antes de salir del mismo barrio, circulando por calle Vélez Sarsfield el chofer tuvo que realizar una
frenada brusca para no atropellar a un chico que iba andando en bicicleta que se le atravesó. Es allí que
me caí con todo el cuerpo y me golpee en la cabeza, en la espalda y en el brazo izquierdo. Además se
cayó mi hermana también(…) Finalmente le tuve que prestar el celular al chofer para que avisara a la
empresa porque no tenía para comunicarse, hizo descender a los pasajeros y nos trasladó a Clínica Mitre
donde nos atendieron a las tres. Además me hice atender al otro día en la Clínica Santa María porque
seguí sintiendo mucho dolor”. Añade que respecto del chofer sólo sabe que se llama José Luis, pero no
sabe el apellido. Todo ello, porque lo escuchó cuando el mismo hablaba por teléfono. Sabe – dice- que
era el interno 34 del Grupo 7, del recorrido 231, del día  25/09/2013 a las 9: 20 horas, que pasó por B La
Gloria.

Respecto al valor convictivo que posee la denuncia policial, no dejo de meritar que se ha dicho
que “...las constancias policiales constituyen un instrumento público respecto de las actuaciones que el
respectivo funcionario dice producidas ante él, pero no acerca de la verdad de lo expresado por quien
formula la declaración" (C.Civil, Sala F., ED 26-325) y que por ello "la denuncia policial no hace plena fe
del hecho denunciado, si éste es absolutamente ajeno a la constatación del receptor de la noticia ya que
los instrumentos públicos dan plena fe de la existencia material de los hechos que el oficial público
anuncie como cumplidos por él, o que han pasado en su presencia" (Sup. Corte Just. Mendoza, sala 2ª,
4/3/2004, "H., A. O.", LL Gran Cuyo 2004-689).

Sin embargo, en paralelo también tengo en cuenta que calificada jurisprudencia local a la que
adhiero, ha resuelto en sentido análogo al ponderar “que si bien no corresponde asignarle eficacia
probatoria a la denuncia policial; sí podrá estimarse que posee un valor indicial a los efectos que se
pudiera tener por acreditado el hecho que se expone en ella, siempre y cuando concurran otras pruebas
que permitan considerar que no hay dudas de la efectiva existencia del hecho dañoso, “ (Cuarta Cámara
Civil de Mendoza, Expte Nro. 6.420/52.799, caratulados “MASTRANGELO, JONATHAN JAVIER
C/MORENO, MARCELO SALVADOR P/ D. Y P. (ACCIDENTE DE TRANSITO, Fecha 5/11/2018).

En cuanto a la prueba instrumental acompañada, la misma ha quedado reconocida en autos. El


auto de admisión de fs 145 vta. que rechaza los desconocimientos formulados, notificado a las partes, ha
adquirido firmeza.

En consecuencia, concurren en mi valoración como otros elementos a partir de los cuales puedo
obtener convicción acerca del carácter de pasajera de la actora y de la circunstancia de que sufrió una
caída mientras era transportada.

En efecto, ello surge de las constancias de Tarjeta Red Bus presentada por la pretensora tanto
en el expediente penal ( fs. 5) como en estos autos. De su lectura, surge que el día 25/06/2013, a las 9:20
hs abonó mediante la citada tarjeta electrónica, un pasaje en la línea  Barrio La Gloria – Puente Olive ,
recorrido cumplido por la empresa El Cacique S.A.

Tengo en cuenta que ello constituye un indicio de fuste, en tanto no se trata de un simple boleto,
adquirido con anterioridad al viaje, sino que por sus características operativas, sólo pudo ser “ marcado”
una vez ascendida la pasajera al transporte.
Asimismo, no dejo de considerar que entre la prueba instrumental ofrecida, obra a fs. 5 vta. , al
dorso de las indicaciones prescriptas por el Dr. Diego Raggio, una anotación que responde a la misma
caligrafía, en la que luce la leyenda “ Clínica Walrond Alem 113  y San Juan – Seguro Protección Don
Bosco 330 Martes y Jueves de hs 9 a 13”.

Ello resulta otro indicativo, a mi criterio de que en oportunidad de ser atendida en Hospitales
Privados de Mendoza, el médico interviniente, Dr.  Raggio, realizó a la actora alguna indicación respecto
de la aseguradora de la demandada.

En igual sentido, obtengo que el Dr. Gonzalo Gutiérrez, médico de  Segura Waldrond, otorgó el
alta médica a la actora con fecha 27/09/13. En dicho certificado se consigna  “ Fecha del accidente 25-9-
2013”.

Remarco además, que al absolver posiciones, el chofer del transporte El Cacique S.A. y  también
demandado en el presente proceso, Sr José Luis López, señala que efectivamente cuando sucede un
siniestro, en la empresa llevan a la persona lesionada “al Hospital Privado de calle Mitre o al Hospital
Segura Walrond frente a plazoleta Pellegrini, Alem y Primitivo”.

En cuanto al carácter de chofer del Sr. José Luis López respecto a la unidad de transporte que
protagonizó el siniestro, ello no ha sido negado por el mismo al contestar demanda. Rige entonces a su
respecto la preceptiva del art.168 del CPC.

Por ello y relacionando todos estos aspectos ya referidos,  puedo obtener convicción acerca de
la efectiva ocurrencia del hecho descripto tal como lo indica la actora y en oportunidad de ser trasladada
por la demandada directa.

Ciertamente reflexiono que  teniendo en cuenta los indicios que obran en el expediente puedo
tener por acreditado el hecho constitutivo de la pretensión resarcitoria, dado que del conjunto de esos
indicios graves, precisos y concordantes, se puede reconstruir judicialmente el hecho. Todo ello bajo el
parámetro de razonamiento de la sana crítica racional ( art. 207 CPC).

Lo afirmo, en el entendimiento además, que corresponde realizar una interpretación armónica de


la prueba producida, valorándola en forma integral e interrelacionada ( art. 207 CPC).

La conclusión a la que arribo, en cuanto al real acaecimiento del hecho que la actora sostiene
como base de su reclamo, no se ve obstaculizada por  la circunstancia de que no exista inmediatez entre 
la ocurrencia denunciada de los hechos y la denuncia en sede policial. De este modo, bajo el imperio de
la sana crítica racional, también considero razonable tener por cierto, conforme a las reglas de la
experiencia, que  tal como lo relatara, la actora se abocase al tratamiento de su salud en forma previa.
Aprecio además,  que atento a la índole de las lesiones pudo con razonabilidad encontrarse imposibilitada
de hacerlo en forma personal,  radicando unos días más tarde la denuncia respectiva.

Pero si todo ello no fuera suficiente, aduno que tal como he destacado, cabe subsumir el
presente caso dentro de las previsiones de la ley 24.240 en cuyo marco, debe considerarse que la
demandada, en su carácter de proveedora del servicio, se encontraba en mejores condiciones para
desvirtuar los hechos que le atribuyen responsabilidad en el hecho de marras, siendo la parte actora la
más vulnerable en el extremo de la relación de consumo existente.  Bien se tiene dicho que el
incumplimiento de la carga produce la pérdida del beneficio, siempre que exista una conducta voluntaria,
es decir, una elección racional. Para que esto ocurra debe existir igualdad en el acceso a la prueba y por
ello, en la medición del riesgo es esencial la posición probatoria que tiene cada parte; esta posición
depende de variables tales como la obtención y de producción de la prueba. El Derecho de Daños se ha
orientado hacia la protección de la víctima; en este sentido, una de las preocupaciones esenciales ha sido
la de aligerar la carga probatoria de la víctima con el fin de restituir un equilibrio afectado por la pasividad
y la producción anónima de daños. Es una juridificación de una posición fáctica, ya que la víctima se
encuentra en un estado de dificultad probatoria, de lo que deviene la regla de facilitar la carga de probar
los hechos constitutivos de su pretensión o bien de invertirla.

En algunos supuestos es el legislador quien asume esta tarea, como en el Derecho laboral o
penal; en el Derecho de Daños se ha resuelto el problema a través de la responsabilidad objetiva o de las
presunciones de culpa y de causalidad. En otros supuestos se adoptan reglas jurisprudenciales de
experiencia, modificando los criterios legales. Como un avance se propone la incorporación del principio
de favor probationem para aquellos casos de difícil prueba en beneficio del más débil; así, la dificultad de
la prueba coloca en situación de inferioridad al demandante, contradiciendo los principios de equidad que
deben presidir la realización de la justicia. (Conf. LORENZETTI, Ricardo L., “La adjudicación del riesgo
probatorio”, en “Revista de Derecho de Daños”, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 1.999, “La prueba del daño
II”, pág. 31 y sgtes.)

 Concordantemente con este criterio, en el ámbito local, la Segunda Cámara Civil de nuestra
provincia ha decidido: “La Ley 24.240 contiene reglas específicas en cuanto a la finalidad de la prueba, de
su carga, su producción e interpretación que se integran con las contenidas en el Código Procesal Civil y
eventualmente prevalecen con el objeto de resguardar el orden público de consumo y preservar la
vigencia e intangibilidad de las garantías previstas en el art. 42 de la Constitución Nacional.” También
señaló que: “La  finalidad de la prueba en un proceso de defensa del consumidor, consiste en evidenciar
y poner en claro, lo que efectivamente ha ocurrido o pueda ocurrir. Así como existe amplitud probatoria,
las pruebas ofrecidas por los consumidores o usuarios en el proceso de consumo, deben ser evaluadas
de forma amplia.” En relación a la carga de la prueba: “en general existen una serie de elementos
probatorios, de informes, etc., que obran en poder de la proveedora y que evidentemente no están al
alcance del consumidor. En el caso de que esta prueba falte, el riesgo de la ausencia de prueba que
existe en poder del proveedor no debe recaer en el consumidor o usuario demandante sino en quién,
conforme a las características del bien o servicio que es motivo del litigio debió aportar los medios de
prueba ( C2aCiv., Com, Minas, Paz y Trib, Mendoza, 2015/04/15, expte. 9.156/50.985, Belda, Julia
Francisca. c/ Direct TV Argentina S.A. p/ Daños y Perjuicios).

 La demandada no ha cumplido en estos autos con el deber de colaboración que en cuanto al
esclarecimiento de los hechos debatidos, le correspondía. ( art. 53  Ley 24240). Se   ha amparado en una
simple y cerrada negativa.

El incumplimiento de esta carga procesal en el marco de la relación de consumo subyacente,


luce así como fundamento para tener por acreditados los dichos de la actora en cuanto a la mecánica del
suceso.

Por todo lo que llevo dicho entonces, ha quedado a mi criterio suficientemente probado que el
día  25/09/2013 , siendo aproximadamente las 9.20 hs la actora sufrió una caída,  mientras era
transportada por el interno 34 del Grupo 07 de la empresa de transportes “ El Cacique S.A., al mando del
Sr. José Luis López.

Agrego finalmente,  que en un fallo cercano en el tiempo, y en circunstancias similares a las aquí
en trato, la Primera Cámara Civil de nuestra provincia, ha dicho que “Sin perjuicio de la carga que pesa
sobre el pasajero lesionado en orden a probar su condición y el vínculo causal entre el daño y la
infracción al deber de seguridad por parte del transportista, corresponde aplicar el principio de favor
probationem, en aquellos casos en los que la prueba es de difícil recolección, tanto por las
particularidades mismas de los hechos como por la vulnerabilidad de la víctima, por cuanto la dificultad de
munirse de la prueba profundiza su situación de inferioridad y no puede volverse en su contra. (“Expte.: 
18/05/2017 Garcia, Jorge Jonathan C/ Empresa De Transporte General RocaS.r.l.Y Ot. P/ D. Y P.Primera
Cámara en lo Civil. Mendoza).

4.2. Establecida la efectiva existencia del hecho fundante, cabe realizar aplicación al caso
concreto de la normativa que anteriormente esbocé como  implicada.
4.2.1. Tal como expresé ut supra, atento a la traba de la litis, en cuanto a la responsabilidad que
le cabe a la empresa de transportes demandada y al chofer de la misma, el presente caso encuadra
dentro de la esfera de responsabilidad objetiva con los efectos y consecuencias antes reseñadas.

Este sistema, presupone una atribución iuris tantum respecto al sujeto que debe responder, con
eximentes de interpretación que resultan sumamente estrictas en su apreciación en todos los casos.  Las
consecuencias de dicha estructuración se trasladan directamente a la distribución de la carga probatoria.

Así, en principio, le bastará al actor con probar la existencia del hecho y la relación de causalidad
en cuanto a los daños sufridos; en concreto a la prueba del contrato de transporte y de la verificación del
daño durante el mismo. Con estos elementos queda ya demostrada la infracción de la obligación de los
términos en los que se había definido: falta de resultado debido. Dada esta prueba por el viajero,
corresponde al porteador darle réplica, a su vez, con la prueba liberatoria general (Conf. PREVOT, Juan
Manuel “La protección del consumidor en el transporte” en “Ley de Defensa del Consumidor  Comentada
y anotada, Dir. Picasso – Vázquez Ferreyra, Ed. La Ley, Tomo II, pág. 622 y siguientes).

Es entonces a la luz de tales premisas, que cabe analizar la prueba rendida en la presente litis.

Las eximentes no han sido propuestas por el polo pasivo, abroquelándose en la negativa del
hecho, por lo que no integrando las mismas la litis, no resulta procedente su consideración.

El artículo 168 del CPC establece que al contestar demanda el accionado deberá especificar con
claridad y precisión los hechos que invoque como fundamento de su defensa, determinando los
jurídicamente relevantes para su oposición.

Esta carga, tal como se vio no ha sido cumplida por los accionados, quedando entonces a
merced del relato formulado por la accionante y consolidándose en forma definitiva la presunción de
causalidad entre el hecho y el daño, con evidente exclusión de cualquier eximente.

En síntesis, tengo para mí que habiéndose acreditado el hecho antijurídico dañoso, dándose
además de la antijuridicidad, relación causal y un factor atributivo de responsabilidad objetivo  basado en
el deber de seguridad, sin eximentes que permitan interrumpir el nexo causal, corresponde atribuir
responsabilidad por las consecuencias dañosas producidas a las demandadas. ( arts.1113  CPC, arts. 3,
5, 7, 37,  40 y ccs. de la ley 24.240 modif. por la ley 26.361). Este deber de resarcir  también resulta
extensivo a la citada en garantía en la medida del seguro, de modo concurrente.

V. Los daños:

Acreditados entonces los presupuestos del deber de reparar y la  legitimación activa y pasiva,
corresponde ahora meritar  la existencia de los daños reclamados, la prueba de los mismos y la
procedencia, a fin de determinar el monto de condena en el presente caso.

5.1. Incapacidad parcial y permanente.  Tal como lo han señalado diversos pronunciamientos
judiciales cuyo criterio comparto, corresponde indemnizar cualquier disminución en la salud psicofísica del
sujeto afectado, sea que la minoración incida en su capacidad productiva, sea que se traduzca en un
menoscabo de la persona que le provoque cualquier imposibilidad o dificultad de llevar a cabo las
actividades de todo tipo que solía y podía realizar, previo al accidente, con la debida plenitud y libertad
(LS 181-153, LS 182-138, LS 182-249, entre otros. En el derecho argentino, rige el principio de la
reparación integral de los daños, en función de lo dispuesto por los artículos 1.068, 1.069, 1.077, 1.079,
1.109 y concordantes del Código Civil; conforme a este principio, la finalidad de la indemnización es
procurar establecer tan exactamente como sea posible, el equilibrio destruido por el hecho ilícito para
colocar así a la víctima, a expensas del responsable, en la misma o parecida situación patrimonial a la
que se hubiese hallado si aquél no hubiese sucedido. El responsable debe resarcir todo el daño
ocasionado con su acto ilícito: debe ser reparado todo el daño, no más allá del daño, pero todo el daño.
(TRIGO REPRESAS, Félix A.- LÓPEZ MESA, Marcelo J., "Tratado de la responsabilidad civil", Buenos
Aires, La Ley, 2.004, Tomo IV, pág. 823 y sgtes.).

Sin embargo, también he de advertir que adhiero a la posición que propugna que lo que aquí
debe atenderse no es la lesión en sí (“daño lesión – daño evento”)  y por sí considerada sino las
consecuencias que se generan en la persona humana en su multiforme actividad. Es éste el daño
resarcible, pues abarcará la incidencia de la afectación permanente de las capacidades perdidas en
directa relación a las proyecciones espirituales y posibilidades actuales y futuras del damnificado. En este
sentido, la doctrina dice que: “...la orientación acertada estima que la reparación de daños “por
incapacidad” requiere de secuelas negativas que subsistan después de la etapa de curación (Matilde
Zavala de González en “Tratado de Daños a las Personas – Disminuciones Psicofísicas, vol 2, pag. 4).

No soslayo, que el daño constituye el eje esencial de la responsabilidad, pues sin él no hay nada
que indemnizar. Ahora bien, determinar la sustancia del daño resarcible exige atender a las repercusiones
de la lesión y no al bien jurídico lesionado y ni siquiera de modo exclusivo al interés con su preservación:
aquel no consiste en la lesión misma, sino en sus efectos. El daño es presupuesto y contrapartida de la
reparación y por eso debe congruentemente consistir en una consecuencia que pueda ser reparada en
alguna forma, más o menos perfecta (por equivalente, o por medio de satisfacción indirecta). (Zavala de
González, Matilde. “Tratado de daños a las personas” Ed. Astrea, Bs As, 2011.

También señalaré que suscribo tanto la doctrina como la jurisprudencia que interpreta que, al
margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral, la
incapacidad definitiva debe ser objeto de reparación, ya que la integridad – física o psíquica- tiene por sí
misma un valor indemnizable y su lesión comprende, además de las actividades económicas, diversos
aspectos de la personalidad que hacen al ámbito cultural, social, deportivo, doméstico, artístico, sexual,
etc. (Lorenzetti, Ricardo. L., La lesión física a la persona. El cuerpo y la salud. El daño emergente y el
lucro cesante. Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal Culzoni, 1992- T.1. pág.129).-En la misma línea
de pensamiento, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza ha dicho que “a los fines de resarcir los daños
a la integridad física lo que interesa no es la minusvalía en sí misma, sino la concreta proyección de las
secuelas del infortunio en la existencia dinámica del damnificado, atendiendo a las particularidades de
cada caso (SCJM, Sala I, LS 412 – 145).

Es que la protección de los derechos a la vida y a la salud ha quedado consolidada a partir de la


reforma constitucional introducida en el año 1994, al incorporarse como art. 42, CN. (BERGER, Sabrina
M. “El contenido de la indemnización: el art. 1738 del CCyC”. Publicado en: RCCyC 2016 (noviembre),
17/11/2016, 24.Cita Online: AR/DOC/3188/2016).

Bajo estos parámetros consideraré el resarcimiento de los daños reclamados por la actora.

Abocada a dicha tarea, merito que es esencial la acreditación del daño susceptible de
apreciación pecuniaria, pues este constituye la lesión a un interés jurídico patrimonial o extra patrimonial,
siendo el elemento básico de la responsabilidad civil. Pero para que el daño resulte resarcible, debe
reunir los requisitos de: certeza, es decir que no debe ser puramente hipotético o eventual; ser
subsistente, esto es debe existir  al tiempo del resarcimiento, debe ser personal o sea recaer en un
interés propio, y afectar un interés legítimo  del damnificado  ( “ Código  Civil , comentado y anotado “  ,
Director SANTOS  CIFUENTES , coordinador  FERNANDO A. SAGARNA , ed. 2003 , T °I  pág. 776 ,
comentario   al art.  1068). Todos estos recaudos se obtienen a través de la prueba, definida como la
actividad procesal realizada con el auxilio de los medios previstos  o autorizados  por la ley, encaminada a
crear  la convicción  judicial  acerca de la existencia o inexistencia  de los hechos  afirmados  por las
partes en sus alegaciones . (Palacio, Lino: “Derecho Procesal Civil “T° IV, pág. 332).

El reclamante debe probar en este tipo de juicios la existencia de la lesión y las consecuencias o
repercusiones negativas que la misma le acarrea, así como la vinculación causal de las mismas con el
hecho nocivo  (CC1, 1/02/2017, autos Nº 1.011.160/52.506, caratulados “Tobares, Haydeé Florirene c/
Paulo Santiago Maryllack y Liderar Cía. General de Seguros S.A. y Otro p/ D y P” y fallos registrados en
LS 181-153, LS 182-138, LS 182-249, entre otros). A ello se añade que la existencia de la
incapacidad debe acreditarse por un medio idóneo, vgr. la pericial médica, dado que se trata   de una
materia   técnica  donde el juzgador  no posee  los conocimientos  científicos  que deben ser aportados 
por los expertos.

Con base en lo expuesto y a efectos de poder determinar la procedencia del rubro en trato,
resulta necesario analizar las pruebas aportadas a la causa a tal fin.

5.1.2.  En su libelo inicial, la actora reclama por la incapacidad física parcial y permanente que
sostiene haber sufrido como consecuencia del hecho aquí analizado. 

Califica como “severas” las lesiones sufridas.

Dice que desde la ocurrencia del siniestro sufre fuertes dolores de espalda, de cuello, cefaleas y
convulsiones, ello a pesar de encontrarse bajo tratamiento.

Invoca que a la fecha de interposición de la demanda presentó trastornos neurológicos que le


representan un 30% de incapacidad.

Acompaña certificado médico de parte a fin de acreditar este extremo.

En primer término aclaro que no otorgaré valor convictivo a dicho instrumento en tanto concurro
con el criterio que postula que el certificado médico que tan sólo tiene validez -entre otros aspectos- para
demostrar que la pretensión del demandante carece de sustento científico, pero en modo alguno tiene la
vinculación probatoria suficiente de la que gozan aquellas pericias que se han tramitado dentro del mismo
proceso, con la debida intervención de las partes interesadas, tanto en la posibilidad de participar con un
perito de parte, como de observar el informe pericial y/o interrogar al perito interviniente (conf. Quinta
Cámara de Apelaciones en sentencia del 30-07-2013 autos Nº 13-00722498-7 (010305-14262),
caratulados “Peña de Oliva Estela Benita c/ Rivas Hernán p/ D. y P.”).-En consecuencia, estimo que la
demostración de una incapacidad no podría basarse solamente en un certificado como el descripto.
Necesita de otras probanzas de mayor relevancia como la pericia médica, que resulta fundamental para
probar la incapacidad, pues, vale tanto como resulta de sus fundamentos y de la claridad de su
exposición (Primera Cámara Civil 15/03/2011, Expte. 42.144, “B. J. L. y otro por su hijo menor L. A. B. c/
Gobierno de la Provincia de Mendoza p/ D. y P.”).-

 Continuando con el análisis de la prueba rendida advierto que existen en autos incorporadas
como prueba diversas recetas de medicación tendiente a paliar el dolor prescriptas en fecha cercana al
siniestro denunciado, constancia de atención en Clínica  Santa María, con prescripción de reposo durante
72 horas, datada el 27/09/2013; certificado emitido en el Centro de Salud “ Dr. Daniel Rebollo”,
disponiendo idéntica indicación por 3 días; constancia de atención el día 16/10/2013 por la Dra. Adriana
Antonietti, médica neuróloga del Hospital Lagomaggiore; certificado médico expedido por el Dr. Gerardo
Rafael Núñez, que indica que la actora presentaba con fecha 18/10/2013” cuadro de ausencia y cefalea
post TEC con pérdida de conocimiento” Indica que se encuentra en tratamiento neurológico con estudios
solicitados, sugiriendo 20 días de reposo y dejada constancia de que se encuentra medicada.

También se agrega: certificado médico expedido por el Dr. Nuñez, médico neurólogo que indica
que la actora presenta disrritmia pos traumática y que se encuentra en tratamiento neurológico con
medicación.  Asimismo refiere que puede realizar trabajos de tipo administrativo ( fecha. 1/11/2013);
tomografía computada  del día siguiente al hecho, que se informa como normal; electroencefalograma
que informa “desorganización bioeléctrica de fondo con descargas punta- onda y trenes de onda lenta en
áreas parieto – temporales bilaterales” realizado en el año 2013; certificado emitido por el Dr. Gerardo R.
Nuñez, con fecha 21/02/2014 que indica que la Srta. XXXX presenta síndrome orgánico cerebral grado II,
pos TEC con pérdida de conocimiento, “actualmente con cefalea intensa estado ansioso depresivo y
disrritmia cerebral”, consigna que se encuentra bajo tratamiento neurológico”; electroencefalograma de
fecha 26/02/2015 realizado con motivo de cefaleas y disrritmia, que se informa con resultado “normal”;
certificado de fecha 4/03/2015 expedido por el Dr. Nicolás Tamborini, de Neuromed,  que señala que la
actora no presenta déficit neurológico que le imposibilite realizar tareas cotidianas” indicando posibilidad
de retomar sus estudios  y actividad física.

Asimismo, observo que lo antedicho coincide con el informe de Sanidad Policial obrante en el
expediente penal que sostiene que la actora refiere cervicodorsalgia y mareos; historia clínica remitida por
el Centro de Salud de Barrio La Gloria donde puede advertirse que en el año 2019 la actora presentaba
disrritmia cerebral  por TEC.

 También existe constancia de atención en la guardia de Hospitales Privados de Mendoza el día


25/09/2013 (fs. 183/184) e informe evacuado por Clínica Santa María ( fs. 217/218- fecha 26/09/2013)
respecto a radiografía  de columna cervical y de tórax que no dan cuenta de lesiones óseas.

A su vez, en  la pericia médica neurológica presentada por el Dr. Rubén Cornejo, el galeno
refiere como consecuencia del hecho que aquí se ventila: síndrome cráneo encefálico tardío
posconmocional discreto con una incapacidad parcial y permanente del 15% (según baremo de
Rubinstein).

Las conclusiones son observadas por la demandada a fs. 178/179 y por la citada a fs. 181.

El perito responde las observaciones formuladas por la demandada a fs. 237. Afirma que, en
cuanto a los estudios, aun no siendo anormales al momento de su realización, no se descarta un cuadro
post conmocional.

A fs. 238 hace lo propio con las observaciones vertidas por la citada. Se expide con idénticos
conceptos a los anteriores y transcribe consideraciones sobre el sindrome postconmocional con respaldo
en bibliografía especializada que cita y  que entiende configurado en la actora.

Analizando la pericial en cuestión, en primer término recuerdo  que al igual que lo que sucede
con todas las pruebas, tengo el convencimiento que el informe pericial debe ser analizado por el juzgador
de acuerdo a la luz de  las reglas de la sana crítica (art.207 CPC)

que son las que permiten establecer cuándo debe ser estimado o repelido por el Tribunal. 

 También otorgo prevalencia probatoria a dicha prueba por sobre los certificados médicos en los
que el polo pasivo pretende basar la inexistencia de lesiones subsistentes, en tanto adhiero al criterio que
sostiene que “en materia de procesos de daños y perjuicios, la prueba pericial deviene relevante ya que el
informe del idóneo no es una mera apreciación sobre la materia del litigio, sino un análisis razonado con
bases científicas y conocimientos técnicos (CNCiv., Sala D., en autos "Yapura, Gregoria Erminda c.
Transporte Automotor Riachuelo S.A. s/ Ds. y Ps.", expte. Libre n° 77.257/98, del 8/10/02; íd., "Fiorito,
José Luis c. Petersen, José y otro s/ Ds. y Ps.", expte. Libre n° 105.505/97, del 20/09/91).

Asimismo, deberá tenerse presente que la función de las experticias es de asesoramiento, pues
se trata de cuestiones ajenas al derecho respecto de las cuales el Juez no tiene conocimientos
específicos. La solvencia técnica que se desprende de cada profesión indica que los dictámenes de
expertos es lo que resulta más adecuado; y ello es así porque es el fruto del examen objetivo de
circunstancias de hecho, de aplicación a éstas de los principios científicos inherentes a la especialidad, y
de los razonamientos que siguen para dar respuesta a los temas sometidos a su dictamen.” (CNCiv., Sala
D, en autos "Quiros de Delgado, Nélida c. Ferrocarriles Metropolitanos S.A. s/ Daños y Perjuicios", expte.
libre n° 25.403/93 del 27/12/96). ("Chomsky c. Palavecino s/ ds. Y ps.", del 15/12/2005, citado en:
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala B, Forer, Esther Adela c. Jumbo Retail Argen-tina S.A.
s/ daños y perjuicios (acc. trán. c/les. o muerte), 13/02/2015, AR/JUR/475/2015).
Bajo tales premisas considero que la pericia aparece a mi criterio como fundada técnicamente, 
suficientemente detallada y explicativa, cumpliendo con los requisitos previstos por el art. 192 del CPC.
Aduno a ello que la fecha del estudio de electroencefalograma indicado por el polo pasivo como realizado
el día 4/09/2013, es decir con anterioridad al hecho,  no aparece como decisiva, puesto que en ella se lee
textualmente “Fecha del Estudio4-0910-13. Solicita Dr. Figueroa. Antecedentes: TEC” ( fs. 27 de autos).
Evidentemente ha existido un error de tipeo. Además ello se condice con las constancias de fs. 11, en las
que obra constancia de solicitud de dicho estudio médico suscripta por el Dr. Figueroa y se encuentra
fechada: 15/10/2013.

En paralelo, tengo en cuenta que las constancias de la historia clínica remitida por el Centro de
Salud de Barrio La Gloria, refieren que aún en  el año 2019 la actora presentaba disrritmia cerebral  por
TEC, es decir, se trata de una secuela subsistente.

En cuanto a la pericial cumplida por el Dr. Cuartara, a fs. 186, concluye en que la actora padece,
como consecuencia del hecho narrado, cervicalquia crónica bilateral, lo que le ocasiona un 20% de
incapacidad, de acuerdo al Código de Incapacidades Laborativas de Rubinstein.

Funda su dictamen en radiografía de columna cervical que acompaña, realizado con fecha
15/05/2018 y la existencia de síntomas compatibles con el TEC y el esguince cerebral desde la fecha del
hecho y hasta el año 2015,  por diversos neurólogos y traumatólogos, por cervicalgia crónica.

El polo pasivo observa el dictamen a fs. 199/202 de autos. Sin embargo, considero que las
mismas no logran conmover las conclusiones del experto, que son ratificadas por el mismo a fs.235

Asimismo el criterio rector de la sana crítica, me permite establecer que conforme el cúmulo
probatorio analizado, la caída  sufrida por la actora, pudo con razonable probabilidad causarle los daños
cuyo resarcimiento reclama. ( art 901 -903 y cctes del CC).

“La relación causal se infiere a partir de las características del hecho fuente, en el sentido si es o
no idóneo para producir las consecuencias que el actor invoca; el juicio de causalidad adecuada se
sustenta siempre en la valoración sobre la congruencia entre un suceso y los resultados que se le
atribuyen “. Ergo si bien el daño es el elemento axial de la moderna responsabilidad civil, fundada en la
idea de justicia, la relación de causalidad es el instrumento preciso que permite al operador bucear en el
hecho dañoso, para desentrañar las verdaderas causas del perjuicio reclamado (Zavala de González
Matilde en " Resarcimiento de daños " . " El proceso de daños " , t 3 , pág 204; L.L. 2004 - B- 001).

Bajo este prisma,  sin pretender invadir competencias que sólo hacen a los expertos auxiliares
del proceso, y guiada por el propósito de evidenciar el análisis que formulo conforme a la sana crítica,
destaco que la literatura especializada asocia incapacidades como las que sufre la accionante a raíz de
un traumatismo craneal.

Así, verbigracia se refiere que: “Un ejemplo de traumatismos craneal “ligero”, “leve” (en casos
“moderados”) es el síndrome cervicoencefálico por latigazo cervical. En efecto, “el latigazo cervical o
“whisplash” si está asociado a un síndrome cervicoencefálico, es la clase de traumatismo craneal llamado
`ligero` pero que puede conllevar lesiones cerebrales responsable de desórdenes neuropsicológicos
mayores” (FRÉDY, PLANTIER, SEIDLER, Le traumatisme crânien léger ou modéré: un handicap négligé.
Solal éditeur. Marseille, 2011).

“La sintomatología se presenta muchas veces de forma variada (cefaleas, vértigos, alteraciones
de la concentración, memoria, irritabilidad, cambios de humor, hipersexualidad…). No obstante en modo
alguno ha de inscribirse como un cuadro psiquiátrico, en  tanto que pueda demostrarse que su causa
procede de lesiones estructurales producidas en la masa encefálica con ocasión del accidente. Puede ser
consecuencia de una encefalopatía, con a un trastorno axonal difuso por fuerzas de
aceleración/deceleración. Si se da una contusión cerebral, a raíz del golpe y contragolpe explica la
aparición de pequeñas zonas hemorrágicas (petequias) en las áreas de impacto. La deceleración explica
la elongación de los axones y su cizallamiento. El comportamiento celular a partir de ahí sufre
perturbaciones por los cambios metabólicos.(…) · “El latigazo cervical con Síndrome cervicoencefálico
NO ES un traumatismo de cráneo TAN LIGERO como se cree (…)

Si bien el término de Latigazo Cervical en principio se remitía al impacto trasero por alcance, no
obstante su uso actual alcanza a las colisiones laterales y frontales. Es conveniente considerar que la
especial vulnerabilidad del tejido cerebral en el caso de las colisiones laterales, pues obedecen a un
cinética singular. Algunos estudios constatan que los ocupantes de los automóviles implicados en
impactos laterales tienen “tres veces más probabilidad de sufrir una lesión traumática cerebral que los
implicados en otras colisiones” (J. BAZARIAN, 2004). A estas conclusiones ha llegado el autor y sus
colbs., de la Universidad de Rochester (EEUU) después de un estudio de 5.483 vehículos accidentados,
tomando datos facilitados por la NHTSA (Administración Nacional para la Seguridad en la Carretera) del
año 2000, que contenían 6.780 ocupantes, aunque el análisis se concretó a 1.115 personas ocupantes de
un vehículo, en el cual por lo menos una persona había resultado dañada de forma importante. Como
lesión traumática cerebral han considerado “pérdida de sentido, amnesia o confusión en el momento del
impacto, o cualquier lesión con fractura de cráneo, o hemorragia intracraneal”. Las lesiones en su
severidad pueden manifestarse de forma discreta a severa. Recuerdan igualmente que pueden causar a
menudo problemas a largo plazo. J. BAZARIAN y colbs. han destacado que “el impacto lateral es un
factor de riesgo para la lesión cerebral, incluso en personas que no demuestran sintomatología inicial”;
“las mujeres tienen un mayor riesgos de sufrir lesiones cerebrales que los hombres. Tal tendencia la
explican los investigadores por una mayor fuerza muscular en el cuello de los varones, así como una
posición más favorable en el vehículo por su mayor peso y altura”. En los impactos laterales “las lesiones
de la columna cervical, son diferentes a las del impacto frontal. El centro de gravedad de la cabeza,
anterior y superior al tronco, permanece en su sitio en los instantes iniciales del impacto, mientras se
produce el desplazamiento del tronco para girar hacia el sitio del impacto, y luego en su dirección,
llevando a la luxación vertebral, fundamentalmente en las dos primeras vértebras” (C.GRECO, citando a
SIEGEL Jh. y MASON-GONZÁLEZ, J., en Biomecánica del trauma, 10.05.01, Uruguay). "Una aceleración
angular rápida del cráneo puede provocar lesiones en la periferia del cerebro, la bóveda del cráneo,
modificando su posición con relación a la superficie del tejido cerebral, lo que ejerce una tracción sobre
los vasos yendo de las meninges al tejido cerebral" (C. GOT). Ref.- COLISIONES LATERALES .SIDE
IMPACT. ASPECTOS ACCIDENTOLOGICOS Y BIOCINEMÁTICOS DE INTERES MÉDICO. Edición
electrónica: www.peritajemedicoforense.com, 2006. ;  Rodríguez Jouvencel, M. “Traumatismo
Craneoencefálicos: los “leves” y los otros. Dificultades para su abordaje pericial”;
https://www.peritajemedicoforense.com/Traumatismo%20Craneo%20Leve,%2021.12.11.pd)

 A todo evento, destaco además al respecto, que en los alegatos la demandada realiza
consideraciones ajenas al hecho de marras, en tanto se refieren “a la pericial cumplida por el Dr. Reta y
las lesiones sufridas por el Sr. Bravo”, circunstancias que nada tienen que ver con las que ha transitado la
presente causa.

Por todo lo dicho, arribo al grado de convicción necesario para tener por acreditada la relación de
causalidad entre las lesiones sufridas por la actora como consecuencia del accidente y las consecuencias
inmediatas y mediatas previsibles que del mismo se derivaron y que determinaron que los informes
periciales antes analizados establecieran la incapacidad establecida.

4.1.4. Cuantificación del rubro. Coincido con Juárez Ferrer, cuando expresa que todas las
normas que determinan la existencia del derecho a la reparación integral como norma derivada ostentan
jerarquía constitucional, y siendo que todas estas normas tienen un mismo nivel jerárquico, el derecho a
la reparación integral tiene ese mismo nivel, lo que permite hablar de un derecho constitucional a la
reparación integral. La reglamentación de este derecho, así como la de todo otro derecho constitucional,
debe ser razonable, y no alterar su contenido esencial. En relación a los daños que afectan la integridad
física y psíquica de la persona, y que producen incapacidades, se encuentra bastante extendido en
nuestro derecho el uso de fórmulas indemnizatorias, las que en definitiva implican una reglamentación del
derecho a la reparación integral, la que deberá pasar el test de razonabilidad.” (JUÁREZ FERRER,
Martín, “Las fórmulas indemnizatorias y la reglamentación razonable del derecho a la reparación integral.
Criterio jurisprudencial local”, DT2011 (diciembre), 3361 - LLC2011 (diciembre), 1169).

La entrada en vigencia del CCCN impone un método especial para cuantificar la incapacidad
sobreviniente mediante el artículo 1746.  En su texto se ordena de modo expreso que en caso de lesiones
o incapacidad permanente, física o psíquica, total o parcial, la indemnización debe ser evaluada mediante
la determinación de un capital, de tal modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del
damnificado para realizar actividades productivas o económicamente valorables y que se agote al término
del plazo en que razonablemente pudo continuar realizando tales actividades.

En el caso que nos ocupa, la actora es una mujer de 20 años al momento del siniestro (ver acta
de denuncia de fs. 2 del expediente penal), que sufrió las lesiones ya acreditadas.

De las pericias médicas obrantes en autos surge que la actora posee una incapacidad funcional
del 15 y 20 % respectivamente.

Tratándose de diversas incapacidades concurrentes y guarismos establecidos para cada una de


ellas, en el caso se presenta el problema en  determinar cuál es el real porcentaje de incapacidad parcial
y permanente que acusa la víctima del hecho. En este aspecto se ha dicho con acierto que “, es sabido
que existen dos formas de sumar las cifras parciales para obtener la incapacidad total: la suma directa y
el método Balthazar o de la capacidad restante (…);.  En el Fuero Civil no hay una ley que especifique
una manera de realizar la suma y el tema se presta a discusiones porque en el método de la suma directa
se prioriza el valor de cada segmento y/o función del organismo por encima de las posibilidades del
individuo de realizar un determinado trabajo, mientras que en el de la capacidad restante se valora
fundamentalmente la capacidad residual del lesionado, motivo por el cual, el valor de cada secuela se
reduce conforme a la disminución progresiva de la capacidad restante (…) Habida cuenta de que se trata
de un tema discutible, su resolución excede las atribuciones del perito médico y la única persona que
puede resolverlo es el juez de la causa” (“Baremo general para el Fuero Civil”. José Luis Altube – Carlos
Alfredo Rinaldi – Colaboración: Adolfo Oscar Méndez. Ed. García Alonso. Buenos Aires. 2007. Pág.
305/307, citado por la Sala I de la S.C.J.M. in re “Federación Patronal Seguros en J. 2516/50.095 “Culos
Sergio Fabián c/ Federación Patronal Seguros p/ Cumplimiento de Contrato s/ Incon. Cas.” de fecha 26-
05-2014).

En este marco concuerdo con la posición jurisprudencial que sostiene que  la utilización del
método Balthazar en el ámbito civil no logra cumplir con el principio de reparación plena previsto en el
fallo de la CSJN “ Santa Coloma” ( CSJN, 5/08/1986; ED 120- 651)  y receptado por el artículo 1740 del
CCCN. Ello, en tanto dicho método se utiliza normalmente en el ámbito laboral para incapacidades
sucesivas, pero no cuando se ocasionan incapacidades simultáneamente producidas por un mismo hecho
generador, en cuyo caso deben sumarse sobre la incapacidad estimada en un 100% (Segunda Cámara
Civil de Mendoza, Autos Nro. 52924 “ Guzzardi, Graciela c. Autotransportes Los Andes S.A. s.  Dy P.,
9/03/2018).

Es decir que adhiero plenamente al criterio de la suma aritmética de incapacidades,  en tanto si


bien el argumento central del método de la capacidad restante es que no se puede perder más de lo que
se tiene, y reposa, ciertamente, en el llamado principio de capacidad residual, no es aplicable cuando la
sumatoria de las minusvalías reconocidas no  supera el 100 %, ya que la finalidad de ese procedimiento
es el de evitar que se sobrepase ese porcentaje (conf S.C.B.A., 8-05-79, "Arias c-TAMET SA.", D.T., t.
1979, pág. 646  CNAT., Sala 4º, 28-04-93, "Farías c- Emp. Ferrocarriles Argentinos", D.T., t. 1993-B, pág.
1003 ,  CNCiv., Sala "E", 14/03/2000, L.L., 2000-F-313   CNCiv., Sala "F", 18/08/92, L.L., 1994-B-278).-

 En consecuencia, corresponde tomar como guarismo para determinar la incapacidad un 35%.
A la par, no soslayo que por imperativo de la reparación integral con indiscutida raigambre
constitucional,  en cuanto la víctima ha sido disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas de manera
permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación con independencia al margen de que se
desempeñe o no una actividad productiva, pues la integridad física tiene en sí misma un valor
indemnizable y su lesión afecta diversos aspectos de la personalidad que hacen al ámbito doméstico
social cultural, cultural, deportivo con el consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida  (CSJN
Fallos: 308:1109; 312:2412, S. 621.XXIII, originario, 12/09/1995).

La jurisprudencia ha resaltado la necesidad de valorar estos aspectos a la hora de cuantificar el


daño, en tanto: “La indemnización por incapacidad sobreviniente padecida como consecuencia de un
accidente de tránsito debe valorar la disminución de aptitudes o facultades, aunque ésta no se traduzca
en una disminución de ingresos, ya que aún la limitación para realizar en plenitud actividades domésticas
o una actividad de relación social o familiar constituye un daño indemnizable por importar una lesión
patrimonial indirecta”. (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala D, 08/05/2015 ” Zabaleta, Walter
c. Transportes Automotores Riachuelo S. A. s/ daños y perjuicios”, La Ley Online AR/JUR/20351/2015)

Respecto a las dificultades que puede traer consigo la elección de una u otra fórmula de cálculo,
traigo a colación que la 3° C.C. ,  en el expte. n° 54506 – “Flores, Margarita Susana c/Alfredo Eduardo
Quiroga y Ots. S/ Daños Derivados de Accidentes de Tránsito” - 12/05/21), señaló que si bien la actora,
no ha alcanzado el máximo previsto como componente de la fórmula pero el juez ha optado por realizar
un promedio entre el resultado que arroja la fórmula Méndez y la Vuotto, no puede entenderse que resulte
desacertada la solución, puesto que el Código no señala de manera específica la opción a seguir y se
tratan de pautas a tener en cuenta.

Además este es el método de cálculo propiciado por la actora al alegar.

Respecto a su remuneración mensual, tomaré como variable el salario mínimo vital y móvil
vigente a la fecha de esta sentencia, que asciende a la suma de $ 32.000 Resolución 11/2021 del
CONSEJO NACIONAL DEL EMPLEO, LA PRODUCTIVIDAD Y EL SALARIO MÍNIMO, VITAL
Y MÓVIL(https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/250068/20210927)

  Ello, en tanto considero acertado el criterio que propugna que no puede considerarse como
ingreso de una persona un monto inferior al salario mínimo vital y móvil, puesto que no cabe suponer que
alguien gane por debajo de dicho mínimo, constituyendo el umbral inferior de retribución de la ocupación
más humilde en el mercado laboral (Conf. 3° Cám. de Apel. de Mendoza, Expte. n° 51.700, “Cano,…”
26/05/2016; 4° Cám. de Apel. de Mendoza, Expte. n° 22.631, “Palma, …” 25/09/1996; Acciarri, Hugo A.,
Irigoyen Testa, Matías, “Fórmulas empleadas por la jurisprudencia argentina para cuantificar
indemnizaciones por incapacidades y muertes”, RCyS 2011-III , 3 y jurisprudencia allí citada).

. Siguiendo la formulación propuesta, emplearé la siguiente expresión de la fórmula: C = A . (1 +


i)ª - 1 i . (1 + i)ª, donde "C" es el capital a determinar, "A" la ganancia afectada, para cada período, "i" la
tasa de interés a devengarse durante el período de extracción considerado, decimalizada (emplearé una
tasa del 6% en el caso de la Fórmula Vuotto y  una tasa del 4 % en el caso de “Méndez”), y "a" el número
de períodos restantes hasta el límite de la edad productiva o la expectativa de vida presunta de la
víctima ( para “Vuotto”, 65 años. En el caso de “Méndez”, de 75 años)

El cálculo, según la fórmula Vuotto, arroja la suma de $ 2.250.369, 16,  mientras que de acuerdo
a Méndez, el monto sería de $ 9.657.041,83. El promedio de ambas fórmulas: $ 5.953.705,49.

También y tal como lo he expresado precedentemente, tengo en cuenta que el método de


cálculo que establece el art. 1746 del CCCN no ata indefectiblemente al juzgador, sino que a mi criterio
proporciona una herramienta de cálculo de la cual puede partir, pero que no puede ni debe sustituir la
ponderación jurisdiccional que amerita la valoración de las circunstancias concretas del damnificado.
Por ello, en función de las circunstancias de la causa, considero que el art. 90 inc. VII del CPCC
y T me proporciona las herramientas necesarias para cuantificar este aspecto.

Tengo en cuenta además que ha quedado acreditado en autos que la actora se encontraba
cursando estudios terciarios a la fecha del desafortunado evento del que resultara víctima.

Habiendo sido acreditadas las consecuencias lesivas que impactaron e impactarán a la actora
incluso en su vida de relación, considero prudente y razonable cuantificar la incapacidad física
sobreviniente sufrida por la víctima en la suma de $ 6.000.000 (pesos seis millones) determinada al
momento del dictado de esta sentencia. A dicha suma deberán adicionarse los intereses que más
adelante referiré.

Rememoro que tal como lo ha señalado el Máximo Tribunal Provincial en varios precedentes, no
se ve comprometido el principio de congruencia en tanto, por tratarse de una obligación de
valor, mediante el presente pronunciamiento se está concretando el mismo a través del decisorio
haciendo más que reconocer una obligación y un valor que debe preservarse hasta el efectivo
cumplimiento por el responsable. Ello no implica modificar los términos en que quedó inicialmente trabada
la litis. (Ver al respeto, vbg: SANCHEZ CLAUDIA A. Y OT. AMBOS POR SI Y PSHM Y OTS. EN J°
216529/50731 HERTLEIN GUSTAVO A. Y OT. AMBOS POR SI Y P.S.H.M., MARTINA A., KEVIN G. Y
MELANIE S. C/ AUTOTRANSPORTES ANDESMAR S.A. Y OT. S/ D. Y P. (ACCIDENTE DE TRÁNSITO)
P/ REC.EXT.DE INCONSTIT-CASACIÓN.

Tengo en cuenta además que si bien la actora cuantificó tal incapacidad en los alegatos en la
suma de $ 4.018.751,18, lo hizo tomando el salario mínimo vital y móvil vigente a esa fecha, que era de $
21.600 en abril del corriente,  siendo en la actualidad el mismo de $ 32.000.

4.2  Daño Moral.  La actora reclama el resarcimiento de daño moral. Peticiona por este rubro la
suma de $ 50.000, sujeto a la prudencia judicial

En tal sentido, rememoro que se ha definido con acierto al daño moral como el dolor o
sufrimiento (pretium doloris). Es decir, aflicción, la que pertenece a la esfera de la subjetividad.

A ello, cabe añadir que en el régimen del Código Civil y Comercial de la Nación, al que tomo
como pauta interpretativa,  de conformidad con la definición de daño jurídico que emana del art. 1738,
puede definirse al daño moral (denominado en este artículo “consecuencias no patrimoniales”) como la
lesión de un interés no patrimonial de la víctima que produce consecuencias de la misma índole. La
consecuencia resarcible, en estos casos, consiste en una modificación disvaliosa del espíritu, en el
desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un modo de estar
diferente de aquel en el que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de este y anímicamente
perjudicial. (PICASSO Sebastián y SAÉNZ, Luis R., comentario al art. 1.741, en HERRERA, Marisa –
CARAMELO, Gustavo - PICASSO, Sebastián - Directores -, “Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado”, Buenos Aires, Infojus, 2015, Tomo IV, pág. 461 y sgtes.)

En lo que atañe a su acreditación, no requiere prueba de su existencia, y se acredita por el solo


hecho de la acción antijurídica y la titularidad del derecho de la accionante ( CNac. Civ. , Sala F,
9/10/1995 “ Ortelli, Luis A. c. FF AA, s. Daños y Perjuicios). Se trata pues de un daño presumido, en el
que no es exigible prueba acabada del padecimiento, sino que basta la acreditación de las circunstancias
que rodearon al hecho y que permitan inferir la existencia y extensión. Cuando de daño moral se trata,
hay que valorar el padecimiento que experimenta una persona por el accidente y también las
consecuencias posteriores en cuanto impliquen un desmedro de su personalidad, o de la vida de relación.
A través del "daño moral " se tiende a reparar los padecimientos espirituales que no se refieren a la
incapacidad de la víctima, sino a los sufrimientos soportados durante el accidente, el periodo de
recuperación y los derivados de sus secuelas, como asimismo la alteración disvaliosa del estado de
ánimo, la angustia y la tristeza..” (Tercera Cámara Civil, autos N° 33568, PIÑEIRO MARCELO ANDRÉS
C/ GEOIA JULIO Y OTS. P/ D. Y P., Fecha: 18/05/2012)

4.2.1. Cuantificación. Al tiempo de analizar este rubro, también tengo en cuenta que, lo
importante es considerar que todo daño resarcible debe ser reparado, independientemente de su
identidad o diversidad con otros, pero debiendo evitarse la superposición o doble indemnización por
conceptos similares.

Deben por lo tanto apreciarse las circunstancias particulares para determinar si se configura
daño en el sentido jurídico, apuntando al paradigma de la reparación integral. “La esencia del daño deba
asociarse a la frustración de la posibilidad de continuar satisfaciendo esos requerimientos
extrapatrimoniales, en virtud de la pérdida o alteración del bien” (El daño extrapatrimonial en el Código
Civil y Comercial, Meza, Jorge Alfredo - Boragina, Juan Carlos, Publicado en: RCyS2015-IV, 104 Cita
Online: AR/DOC/418/2015).

En cuanto al resarcimiento del rubro en trato, cabe recordar también que nuestro Tribunal
Cimero ha expresado: "Aun cuando el dinero sea un factor muy inadecuado de reparación, puede
procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto grado, de reemplazar en el
patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se trata de compensar, en la medida posible,
un daño consumado (...). El dinero es un medio de obtener satisfacción, goces y distracciones para
reestablecer el equilibrio en los bienes extrapatrimoniales. El dinero no cumple una función valorativa
exacta, el dolor no puede medirse o tasarse, sino que se trata solamente de dar algunos medios de
satisfacción, lo cual no es igual a la equivalencia. Empero, la dificultad en calcular los dolores no impide
apreciarlos en su intensidad y grado, por lo que cabe sostener que es posible justipreciar la satisfacción
que procede para resarcir dentro de lo humanamente posible, las angustias, inquietudes, miedos,
padecimientos y tristeza propios de la situación vivida" (CSJN, 12/4/2011, "Baeza, Silvia Ofelia c.
Provincia de Buenos Aires y otros", RCyS, noviembre de 2011, p. 261, con nota de Jorge Mario Galdós).

En otras palabras, el daño moral puede "medirse" en la suma de dinero equivalente para
utilizarla y afectarla a actividades, quehaceres o tareas que proporcionen gozo, satisfacciones,
distracciones y esparcimiento que mitiguen el padecimiento extrapatrimonial sufrido por la víctima
(Galdós, Jorge M., "Breve apostilla sobre el daño moral (como "precio del consuelo") y la Corte Nacional",
RCyS, noviembre de 2011, p. 259).

Este criterio de “satisfacciones sustitutivas” es expresamente receptado por el art. 1741 in fine
del Cód. Civil y Comercial de la Nación, A tales fines determinaré una suma conforme los parámetros
antes expuestos, que entiendo cumple la aludida función.

Sentado ello, tengo en cuenta los demás malestares, angustias y demás padecimientos
espirituales que un evento como el de autos pudo haber generado en la actora.

Tengo también presente el dolor físico que experimentó a raíz de las lesiones que han resultado
acreditadas como consecuencia del hecho aquí debatido.

No prescindo de considerar que a los fines de valorar una indemnización sustitutiva deben
observarse las circunstancias que rodearon al caso concreto, en el que la actora es una joven mujer al
momento del hecho, que se encontraba cursando una carrera terciaria, conforme resulta acreditado en
autos. No obtengo mayores datos en cuanto a sus circunstancias personales.

Por todo lo expuesto, estimo procede por este rubro la suma de $ 350.000 ( pesos trescientos
cincuenta mil)  representativa del costo de bienes sustitutivos a elección de la actora para reparar los
padecimientos sufridos. Cabe decir que a la fecha de la presente, la suma es equivalente al valor de un
bien o servicio que a libre elección de la Srta. XXXX,  pueda “compensar” la afección espiritual que
experimentó (“bien elegido al efecto del consuelo” conforme Tercera Cámara Civil autos N°
50.982“Carranzani” y “Campos”).

Sólo a título de ejemplo menciono que podría adquirir una computadora portátil, que le facilitaría
incluso, la continuación de sus estudios o bien su inserción
laboral (https://www.lenovo.com/ar/es/laptops/thinkpad/thinkpad-x1/X1-Yoga-G6/p/20Y0S08100; fecha de
consulta: 16/11/2021)

Tal como lo ha referido el Máximo Tribunal in re “ Hertlein” , ya citado , el carácter de obligación


de valor de la indemnización otorgada y su cuantificación al momento de la sentencia ( art. 772 CCCN)
determinan que en este supuesto, el principio de congruencia no se vea comprometido.

El monto así determinado es cuantificado al momento del dictado de esta sentencia, en virtud de
los argumentos antes expresados (artículo 90 inc. 7 CPC). A dicha suma deberán adicionarse los
intereses que más adelante referiré.

4.3 Gastos terapéuticos.  La accionante reclama por este rubro la suma de $ 10.000.

Respecto a los gastos médicos y farmacéuticos ya erogados, establece el artículo 1746 del
CCCN que “se presumen los gastos médicos, farmacéuticos y por transporte que resultan razonables, en
virtud de la índole de las lesiones o la incapacidad”.

El artículo transcripto receptó así la consolidada tendencia jurisprudencial y doctrinaria que así lo
establecía. En efecto, acorde doctrina y jurisprudencia reiterada, con relación a los gastos médicos
efectuados, este tipo de erogaciones no requieren ser fehacientemente probadas por las dificultades
existentes para guardar facturas, recibos, tickets de farmacia, etc., en la medida en que fluyan de alguna
otra circunstancia relevante del material probatorio incorporado en la causa la razonabilidad del reclamo
(Comentario art. 1086 C.C., Kemelmajer de Carlucci, A. en “Código Civil Comentado” cit., pág. 213; LL
1999-E-35).-

 Pondero que aun cuando la víctima de un accidente de tránsito haya sido atendida en un
establecimiento asistencial público, puede incluirse en la indemnización una suma en concepto de
atención médica y de farmacia, pues es notorio que existen gastos que deben ser solventados por el
paciente y de los que incluso puede no tener comprobante de pago alguno, sea porque no se lo
suministraron o porque no los solicitó o incluso no los conservó. Así si bien puede no contarse con prueba
documental de la erogación, el resarcimiento es viable, debiendo guardar concordancia con la lesión, la
afección a la enfermedad. (Cámara Cuarta de Apelaciones, Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario;
Cáceres, Oreste Amado, c/ Molina Darío Fabián p/ Daños y Perjuicios; 29/06/2001; LS 159 - 073).

Analizando las circunstancias de autos, valorando las lesiones sufridas por la accionante, la
trascendencia del hecho dañoso y las circunstancias señaladas, merito que los gastos que deben
reconocer son aquellos que se corresponden con los normales que una persona puede erogar a raíz de
las circunstancias que rodearon al caso (art. 207 CPC).

 Bajo tales parámetros, encuentro  resulta razonable otorgar a la actora por este rubro la suma
de $ 5.000 (pesos cinco mil) considerada a la fecha del hecho. Por ello, estimo que el rubro debe
prosperar por dicha suma, con más los intereses que más adelante expondré.( art. 90 inc. 7 CPC)

V.- Conclusión:

En síntesis por todos los argumentos vertidos precedentemente, la legislación y jurisprudencia


citadas, corresponde hacer lugar a la pretensión contenida en la demanda interpuesta por la Srta. Maira
Alejandra XXXX contra  “ El Cacique S.A.”  ,  el Sr. José Luis López,  y la citada en garantía Protección
Mutual de Seguros del Transporte Público de Pasajeros ( esta última en la medida del seguro) (art. 118
Ley 17.418) a pagar a la primera  la suma de $ 6.355.000, con más los intereses correspondientes, por
los siguientes conceptos:

1)       Incapacidad sobreviniente: $ 6.000.000

2)       Daño extrapatrimonial:  $ 350.000 

3)       Gastos terapéuticos: $  5. 000

VI.-  Franquicia opuesta por la citada..

Al respecto, tal como lo ha sostenido la Suprema Corte local, cabe extender a la citada en


garantía, en los términos, condiciones y franquicia o descubierto obligatorio pactados en la póliza
agregada dado que la fuente obligacional de la Aseguradora no surge del hecho ilícito sino de la relación
con su asegurado y los términos de la contratación le son plenamente oponibles al tercero víctima. Por
otra parte, la franquicia o descubierto obligatorio tiene por finalidad en estimular el interés del asegurado
en la no realización del riesgo cubierto a través de la imposición de una mayor diligencia en evitar la
verificación de siniestros, de lo contrario, deberá afrontar una parte del daño. Su finalidad es lícita y ética
pues procura moralizar el contrato de seguro, especialmente en el campo de la responsabilidad civil,
donde se reprocha al asegurado su indiferencia por los daños causados a terceros; la franquicia, es
además una defensa anterior al siniestro y en consecuencia oponible a la víctima - art. 118, 3°
párrafo (S.C.J.M in re autos 86.383 “Centeno María Yolanda en j…Centeno c/ Russo”, autos 89.929
“Rutimann Giselle en j…Rutimann c/ Carbelli)

 La  Corte Federal y la Suprema Corte Local, en línea argumental coincidente, se han expedido
sobre su procedencia (ver. C.S.J.N. in re Gauna Agustín y su acumulado c/ La Economía Comercial
Sociedad Anónima de Seguros Generales”,  SCJM autos 88691 “Protección Mutual de Seguros del
Transporte Público de Pasajeros en j: 108.704/37.762 Pacheco Devia Teresa c. Fernández Walter y ot. P.
d. y . s. Cas. 25/06/2007 L.S. 378 – 213).-. Más recientemente la CSJN reiteró pronunciamiento en tal
sentido en  el fallo “Diaz, Graciela Luisa c. Evangelista, Jorge Daniel Pascual y otros s/ d y p”,  fecha:
12/06/2018, (Fallos: 341:648.)

Por lo demás este aspecto no ha resultado controvertido en autos, por lo que procede
establecer  su oponibilidad a la víctima.

VII. Costas

Corresponde imponerlas a las demandas vencidas ( art. 35 y 36 CPC)

Asimismo y por las diferencias cualitativas existentes, resulta de plena aplicación el plenario
“Chogris” de la SCJM.

VIII. Intereses.  Desvalorización monetaria.

La ley 25.561 mantuvo –en materia de actualización de deudas- idéntica redacción que la ley de
convertibilidad.  El artículo 7 de la norma establece que en ningún caso se admitirá actualización
monetaria, indexación por precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su
causa, haya o no mora del deudor, con las salvedades que la propia ley determina.

A su vez, con fecha 20 de abril de 2010, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (con los
votos de Elena I. Highton de Nolasco, Enrique Santiago Petracchi -según su voto-, Juan Carlos Maqueda 
y E. Raúl Zaffaroni), en los autos “Massolo, Alberto José c/ Transporte del Tejar S.A.”, dejó sin efecto la
resolución de la Sala A de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil que confirmara la
inconstitucionalidad del artículo 4 de la Ley Nº 25.561, modificatorio del artículo 7 de la Ley Nº 23.928,
que prohíbe la actualización monetaria, conforme lo expresado. Esta doctrina no ha sido modificada hasta
la fecha, a pesar de que existe una elocuente disparidad entre el valor del dólar y el peso, y un supuesto
de de flotación administrada del tipo de cambio, a partir de enero de 2002.

Sin embargo, tal como ha sido lo ha sostenido prestigiosa doctrina, cuyas consideraciones hago
propias, no cabe desconocer el profundo dilema al que se enfrenta la decisión jurisdiccional en momentos
en los que el proceso inflacionario azota a la economía nacional. El juez no puede mantenerse como
fugitivo de la realidad en que se enmarca su sentencia.

“Es hecho público y notorio la depreciación de nuestra moneda y de cómo la inflación, como así
también, sobre todo, la devaluación del peso con relación al dólar, contribuyeron a esa depreciación. (…)
no admitir la aplicación del debido sistema compensatorio es como si judicialmente se convalidare un
despojo, la expoliación, sin indemnización, de la propiedad del acreedor. Como se expresara en un fallo
ya citado “… obvio desajuste, en un país con una economía inflacionaria, resulta claramente violatorio del
más mínimo sentido de justicia y termina premiando a quienes han dilatado los pleitos...”. (  elDial.com -
DC264F Publicado el 05/11/2018)

Los jueces procuramos, en consecuencia, sortear tales inconvenientes a través de la aplicación


de tasas de interés y la consideración de varios tramos de la pretensión resarcitoria como obligaciones de
valor y por lo tanto cuantificables a valores actuales, de modo tal que se coadyuve a paliar dicho
fenómeno, en procura de la reparación integral que imbuye nuestro Derecho de Daños,  conforme al
marco jurídico vigente.

Realizada tal aclaración, respecto a los intereses aplicables, entiendo corresponde discriminar la
tasa aplicable y la fecha de cómputo respecto a cada uno de los rubros admitidos, su dies a quo y dies ad
quem y la naturaleza de la obligación , en cuanto a su carácter de valor o dineraria.

He considerar que tal como referí en el capítulo I de estos considerandos,  a partir del 1 de
agosto de 2015 (fecha de entrada en vigencia del nuevo CCCN) en materia de intereses moratorios
corresponde aplicar el Código Civil y Comercial de la Nación  en su artículo 768, que concretamente
establece:” Intereses moratorios. A partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes. La
tasa se determina: a) por lo que acuerden las partes; b) por lo que dispongan las leyes especiales; c) en
subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central.”

Sin embargo, advierto que dados los inconvenientes que presentaba la aplicación práctica de la
norma ante la ausencia de reglamentación y la variedad de tasas existentes en el mercado financiero, la
Cuarta Cámara Civil in re N° 253.156/51.914, caratulados “GARCIA, LEOPOLDO FRANCISCO Y OT. C/
LEE KUN WOO P/ D. Y P. (ACCIDENTE DE TRÁNSITO)”, 11/4/2017, cambió su postura y adoptó la
seguida por la Segunda Cámara Civil in re N° 22.528/51.165, caratulados: "MARTINEZ MA. DEL
CARMEN C/ LUFFI ALBERTO ANIBAL P/ D. Y P.”14/10/2015”, por el cual, se indicó la aplicación de la
tasa activa del Banco de la Nación Argentina para el caso de que la alícuota de la reglamentación del
Banco Central no se encuentre definida en la etapa de ejecución de sentencia. Este mismo criterio fue 
seguido por la  Excma. Tercera Cámara Civil de nuestra provincia,  in re N° 88.948/51935 caratulados
“Valdemoros”, 24/4/2017.  Adhiero al criterio sentado por estos pronunciamientos, en cuanto entiendo,
privilegian la seguridad jurídica.

Asimismo, recuerdo que con fecha 30 de octubre de 2017 la SCJM en fallo plenario dictada en
autos n° 13-00845768-3/1, “Citibank N.A. en j: 28.144 ‘Lencinas, Mariano c/ Citibank N.A. p/ despido’ p/
Rec. Ext. de Inconst-Casación” (tasa para la línea de préstamos personales del Banco de la Nación
Argentina, denominados “Libre Destino”, a 36 meses).

Finalmente, el día 27 de diciembre del mismo año, se promulgó la ley provincial 9041, la que
derogó las leyes 7198 y 4087 entre otras, disponiendo la aplicación de la tasa equivalente a la evolución
de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el Banco Central de la Re-pública
Argentina (BCRA). Según lo determina el art. 4 de la aludida norma, la misma obtuvo vigen-cia el día de
su publicación en el Boletín Oficial, esto es el 2 de enero de 2018.

El art. 1 de tal ley provincial señala: “…las obligaciones de dar dinero tendrán una tasa de interés
moratorio equivalente a la evolución de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el
Banco Central de la República Argentina (BCRA), a la que por decisión judicial fundada en las especiales
circunstancias del caso, se podrá reconocer un adicional de hasta el cinco por ciento (5%) anual, desde la
fecha de la mora y hasta el efectivo pago”.

Conforme lo ha resuelto la Tercera Cámara en lo Civil de nuestra provincia, con criterio al cual
adhiero, de no reconocer la tasa adicional que el art. 1 de la ley 9041 habilita a fijar judicialmente, no
habría reparación del daño moratorio. La unidad de valor adquisitivo (UVA) solo funciona como
mecanismo de actualización o estabilización monetaria. De tal modo, si no se le agrega una tasa de
interés pura, la obligación termina teniendo un interés moratorio nulo o de tasa cero. El 5 % adicional que
la ley 9.041 permite,  ha sido fijado por ser la misma tasa pura de la ley 4.087, un mecanismo que ha
funcionado con solvencia técnica justificada en la jurisprudencia estable de Mendoza. ( Autos  13-
04794583-0 - DA ROLD ANDRES AGUSTIN C/ EMPRENDIMIENTOS URBANISTICOS LAS CEPAS SA
FIDUCIARIA DEL FI-DEICOMISO LAS CEPAS P/ PROCESO DE CONSUMOFecha: 30/09/2020Tribunal:
3° CÁMARA EN LO CIVIL - PRIMERA CIRCUNSCRIPCIÓN Magistrado/s: MÁRQUEZ LAMENÁ -
AMBROSINI – COLOTTO)

Bajo tales principios me pronunciaré entonces respecto a los intereses aplicables a los diversos
rubros en trato.

8.1.   En cuanto los rubros incapacidad sobreviniente y daño moral, en tanto se trata de


obligaciones de valor cuantificadas al momento del dictado de esta sentencia, corresponde aplicar la tasa
pura establecida por la ley 4087 del 5 % anual  hasta la fecha de su derogación por la ley 9041- De allí en
más y ante el vacío legal, una tasa pura del 5% anual establecida según criterio jurisprudencial dominante
hasta la fecha de esta sentencia  (Conf. Autos N° 250.248/53.037, caratulados: “ASTORRI ÁNGELA
SUSANA C/ EM-PRESA MAIPÚ S.R.L. TRANSPORTE DE PASAJEROS Y OTRO P/ D y P”, 2CC de
Mendoza, Fecha: 24/05/2018). Luego, el interés previsto en la ley 9041 hasta el efectivo pago, con más el
5% anual que ya he referido.

8.2.  Con relación al rubro gastos terapéuticos, diré que me enrolo en la postura sostenida por la
jurisprudencia local que entiende que  en aquellos casos en los que los accesorios deben cargarse con
respecto a montos efectivamente erogados por la víctima, la ley  4087 no se considera aplicable y
corresponde hacer regir “la tasa- activa o pasiva- que corresponda, según el período involucrado, desde
la fecha en que el perjuicio se produjo y hasta el efectivo pago …”( 1 CC 28/07/14 autos
N°150.988/50.584, caratulados: “Vera, Julio César c/ Marengo, Arturo Daniel y Marengo Arturo D. y ots.
S.H. p/ d y p” y jp. Citada).

Por lo tanto, tratándose de obligaciones de dar sumas de dinero, corresponde reconocer el


interés a tasa activa según el período involucrado conforme lo expuesto ut supra, hasta la fecha de  pago.
Respecto al lapso que corresponda aplicar la ley 9041, deberá adicionarse el 5% anual , conforme lo
expuesto ut supra.

IX.. Honorarios. Límite de costas. Art. 730 CCCN. Pluspetitio

9.1.  Las regulaciones de honorarios de los peritos se realizarán tomando como pauta


interpretativa lo dispuesto por el art. 184 del CPCyT.

9.2. En cuanto a la aplicación al caso del tope previsto por la ley 24.432 solicitado por la citada,
análogo al actual artículo 730 del CCCN, traigo a colación el  fallo de la  Corte Suprema de Justicia de la
Nación (in re “Costa”), que a través del voto del del Dr. Fayt  ha sostenido: “la previsión de eminente
carácter procesal incorporada al art. 505 del Cód. Civil por el art. 1° de la ley 24.432 ...no contiene
limitación alguna en lo que al monto de los honorarios a regular judicialmente se refiere, pues alude
exclusivamente al alcance de la responsabilidad por las costas. De otro modo, el prorrateo previsto en la
segunda parte del párrafo introducido carecería de sentido u obedecería a un error de técnica legislativa”
(CSJ, LL 1998-A-480. Ver Autos Nro.108.660, Caratulados: “Gómez Marcelo Enrique C/ Jaliff, Virginia
Analía Y Ots. P/ D Y P”, junio 23 de 2.004).

Este es también el criterio seguido por la Segunda Cámara Civil mendocina sostiene: “...el
agregado al art. 505 del C.C., no ha modificado las leyes arancelarias locales, por el contrario, las
presupone y las tiene presente. Consiguientemente, quien tiene fijado en esas leyes la remuneración que
le corresponde por la labor profesional que desarrolle, no puede ver menguada esa retribución, fijada por
la norma arancelaria, que no ha sido modificada. Distinto es determinar quién responderá por el pago de
esos honorarios y en esto sí, estimamos que ha tenido injerencia el art. 1° de la ley 24.432, al limitar la
responsabilidad del condenado en costas, en el pago de las mismas (CC2, LA 83-10; también de la 2CC
autos 36.969 del 12/12/2014).

Por lo dicho, entiendo que el mencionado tope deberá ser analizado en la etapa procesal
oportuna, no procediendo aquí aplicar tal límite para la regulación de emolumentos.

9.3. En cuanto al planteo de plus petitio inexcusable opuesto por el polo pasivo, por el modo en
que se resuelve la presente cuestión, debe ser, sin más, rechazado.

Por tanto, 

RESUELVO:

I.- Acoger la pretensión contenida en la demanda interpuesta por la Srta. Maira Alejandra XXXX
contra  “ El Cacique S.A.”  y el Sr. José Luis López. En consecuencia condenarlos a pagarle a la primera,
en el término de diez días de ejecutoriada la presente, la suma de $ 6.355.000 ( pesos seis millones
trescientos cincuenta y cinco mil)  con más los intereses establecidos,  hasta su efectivo pago.

II.- Extender la condena a PROTECCIÓN MUTUAL DE SEGUROS DEL TRANSPORTE


PÚBLICO DE PASAJEROS en la medida del seguro. (art. 118, art. 109 ley 17.418)

III.- Imponer las costas a las demandadas vencidas, conforme lo expuesto en los considerandos.

IV.- Regular los honorarios a los profesionales intervinientes de la siguiente forma: PABLO


BITTAR en la suma de $ 190.650, PABLO ZEID en la suma de $ 699.050, DIEGO LUIS MORICI en la
suma de $ 133.455, MARIA ALEJANDRA BUSCARINI en la suma de $ 103.650,05, EZEQUIEL MARTÍN
ESPECHE en la suma de $ 148.135,05, M. SOL FERNANDEZ LINARES en la suma de $ 88.970, PAOLA
ROITMAN en la suma de $ 148.135,05, YANIRA ANDERMARCH en la suma de $ 88.970, y MARCELO
CAGGIANO en la suma de $ 88.970. (Arts. 2,3, 4,13  y 31 de la Ley N°9131).

Ello  sin perjuicio de los honorarios complementarios  e IVA para el supuesto de acreditar su
carácter de Responsables Inscriptos ante AFIP.

V.- Regular los honorarios profesionales de los peritos Dr. Rubén Cornejo y Fernando Cuartara
en las respectivas sumas de $ 250.000 para cada uno de ellos, con más IVA, si así correspondiese.

REGÍSTRESE. PUBLÍQUESE. NOTIFÍQUESE. NOTIFÍQUESE al MINISTERIO FISCAL (art.52


ley 24.240)

 
 

DMRD

MARCELA CECILIA RUIZ DIAZ

JUEZ

También podría gustarte