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Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera


altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir,
corregir y diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es
darlos a conocer a nivel internacional y entre la gente de habla hispana,
animando siempre a los lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus
autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar


realizado por aficionados y amantes de la literatura puede contener
errores. Esperamos que disfrute de la lectura.
Sinopsis ................................................................................ 7

Carta de Lily Yu .................................................................... 8

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Capítulo 1 ........................................................................... 11

Capítulo 2 ........................................................................... 26

Capítulo 3 ........................................................................... 35

Capítulo 4 ........................................................................... 50

Capítulo 5 ........................................................................... 66

Capítulo 6 ........................................................................... 75

Capítulo 7 ........................................................................... 86

Capítulo 8 ......................................................................... 101

Capítulo 9 ......................................................................... 104

Capítulo 10 ....................................................................... 116

Capítulo 11 ....................................................................... 124

Capítulo 12 ....................................................................... 138

Capítulo 13 ....................................................................... 148


Capítulo 14 ....................................................................... 159

Capítulo 15 ....................................................................... 167

Capítulo 16 ....................................................................... 184

Capítulo 17 ....................................................................... 199

Capítulo 18 ....................................................................... 208

Capítulo 19 ....................................................................... 221

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Capítulo 20 ....................................................................... 234

Capítulo 21 ....................................................................... 240

Capítulo 22 ....................................................................... 253

Capítulo 23 ....................................................................... 264

Capítulo 24 ....................................................................... 277

Capítulo 25 ....................................................................... 289

Capítulo 26 ....................................................................... 301

Capítulo 27 ....................................................................... 307

Capítulo 28 ....................................................................... 319

Capítulo 29 ....................................................................... 332

Capítulo 30 ....................................................................... 343

Capítulo 31 ....................................................................... 354

Capítulo 32 ....................................................................... 367

Capítulo 33 ....................................................................... 373


Capítulo 34 ....................................................................... 378

Capítulo 35 ....................................................................... 389

Capítulo 36 ....................................................................... 404

Capítulo 37 ....................................................................... 414

Capítulo 38 ....................................................................... 424

Capítulo 39 ....................................................................... 437

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Capítulo 40 ....................................................................... 447

Glosario ............................................................................ 452

Sobre la Autora ................................................................. 454

Próximo Libro .................................................................... 455

Saga El Mundo de los Lupi ................................................ 456


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La batalla contra una diosa vengativa alcanza un punto
culminante cuando Lily Yu ahora debe enfrentar el desafío
definitivo en un nuevo reino peligroso, sin su esposo Rule...

Cuando una misión para rescatar a cinco niños robados por


una Antigua se desmorona bajo el asalto de un príncipe
demonio, Lily se despierta en una realidad extraña y es
inmediatamente llevada cautiva por los engendros de dragón
que gobiernan allí. Saltar mundos ha separado a su grupo y
Cynna es su única compañera.

Aunque el tiempo corre, el tiempo funciona de manera


diferente y Lily ha ganado milagrosamente una semana. Eso
significa siete días para liberarse, encontrar a Rule y a los
demás, rescatar a los niños y volver a casa con vida. Todo antes
de que lo engendros de dragón que la retienen como rehén, la
intercambien con la Antigua. Casi sería factible si no fuera Lóng
Jia, también conocido como Dragonhome: el lugar de
nacimiento de los dragones.
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Todo había comenzado con un día bastante normal. Normal, es decir,
si tu esposo es un hombre lobo y ustedes dos están pasando el rato con tu
cuñado, también un hombre lobo y tal vez el hombre más letal del mundo,
y sus mejores amigos, que incluyen un hechicero, una Rhej, y una geek
parte-sidhe de las computadoras. Habíamos comido galletas con chispas
de chocolate y hablábamos sobre el destete y las malas palabras y un
dispositivo destinado a absorber la magia perdida antes de ser
interrumpidos por un hombre que quería matar a Rule.

De acuerdo, esa última parte había sido inusual. No demasiado, pero


no es algo cotidiano. Sin embargo, las cosas no se pusieron realmente
raras hasta que fuimos convocados por el dragón negro, quien nos dijo que
Tom Weng no estaba muerto. (Dije eso, ¿no? Seguí diciendo que él podría
estar vivo, y todo el mundo me puso los ojos en blanco). Peor aún, resulta
que es un engendro de dragón. ¿No sabes qué es eso? Nosotros tampoco,
hasta que Sam nos lo dijo.

Hace siglos, los engendros de dragones se crearon cuando una


eclosión fallida resultó en dragones bebés que eran completamente
oscuros. Impermeables a la magia mental, nunca habrían podido
comunicarse, viviendo sus vidas en un terrible aislamiento. Para evitarles
esto, los dragones habían alterado permanentemente sus formas para que
los humanos pudieran criarlos como humanos, incluido el aprendizaje de
nuestro tipo de habla.

Los dragones no obtuvieron el resultado que esperaban. En lugar de


seres humanos de imitación razonablemente bien adaptados, habían
terminado con un grupo de sociópatas hechiceros y súper inteligentes con
importantes problemas parentales. Afortunadamente para todos los
demás en el mundo, esos engendros se habían extinguido hace mucho
tiempo. Se suponía que eran los únicos creados, por lo que la existencia de
Tom Weng había sido una sorpresa para el grupo de Sam.

Otro impacto había interrumpido la narración de esta historia cuando


alguien disparó dos misiles contra la guarida del dragón negro. Las
defensas de Sam desviaron uno lo suficiente para minimizar el daño; el
otro misil golpeó, pero de alguna manera él evitó que explotara.

El edificio de la Sede del FBI en Washington, D.C., no le fue tan bien.

Fueron bombas, no misiles, lo que derribó la Sede, decapitando gran


parte de la estructura policial federal, incluida la Unidad 12. Mi unidad. La
única fuerza federal compuesta principalmente por agentes dotados
mágicamente. Martin Croft, que había estado dirigiendo la Unidad después

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de que Ruben fue expulsado, resultó gravemente herido en la explosión.
También lo fueron muchos otros. Al menos setenta y nueve personas
murieron. Gente que conocía. Probablemente mucho más que eso, ya que
todavía faltaban ciento cuarenta y nueve lo último que escuché.

Seguro que parecía que nuestra Enemiga se había cansado de


mantener la guerra en secreto y venía detrás de nosotros con toda la
artillería, y por “nosotros” me refiero a los dragones, los lupi, los Dotados
y la Oficina. Cualquiera que pueda resultar un obstáculo para su plan de
apoderarse del mundo y rehacer la humanidad. La Gran Perra no tiene
una alta opinión del libre albedrío. Demasiado desordenado, toda esa
gente tomando sus propias decisiones.

Esa noche todo empeoró. Mucho peor. Se llevaron a Toby.

También se llevaron a Ryder, la hija de Cynna y Cullen, la niña


prodigio de nueve meses que había inspirado nuestra discusión sobre el
destete. Y a Diego, de ocho años, nieto del Rho del clan Ybirra. Sandy de
Czøs, de cuatro años, hijo del Lu Nuncio de ese clan. Y un bebé de tres
meses llamado Noah, cuyo abuelo había sido el Rho de Etorri. Los niños
habían sido arrebatados de sus hogares, donde deberían haber estado a
salvo, hogares que estaban por todo el maldito continente.

Sin embargo, cometieron un error. No mataron a mi gato.

Harry el Sucio se había acostado con Toby, como siempre. Sam se las
arregló para extraer el recuerdo de Harry del secuestro y compartirlo con
nosotros. Fue fácil identificar a uno de los delincuentes como Tom Weng.
También fue fácil para algunos de nosotros identificar al otro perpetrador:
Ginger Harris. Ginger, la hermana mayor de Sarah. Sarah había sido mi
mejor amiga en tercer grado y una gran parte de mi introducción a los
monstruos. El hombre que nos secuestró a las dos había sido
completamente humano y completamente un monstruo. La había violado
porque amaba su bonito cabello rubio. La había matado justo antes de que
apareciera la policía y me salvara.

Teníamos una historia complicada, Ginger y yo. Hace dos años, había
intentado incriminar a Rule por asesinato. Ahora parecía que estaba
sirviendo como avatar de la Gran Perra.

Debido a que había un engendro de dragón involucrado, los dragones


también. Con la ayuda de otro dragón, Reno, Sam pudo determinar a
dónde habían llevado a los niños: Dis, el reino de los demonios. También

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conocido como infierno. Los dragones hicieron arreglos para que los
mejores constructores de portales de todos los reinos (eso es lo que todo el
mundo decía sobre ellos de todos modos) nos abrieran paso. Harry el Sucio
estaba en una condición seria pero estable cuando once de nosotros nos
montamos en motocicletas y nos fuimos rugiendo al infierno.

Uno de nuestro grupo usó el portal, pero no una motocicleta: Reno.


Otro no necesitaba la puerta. Gan, mi amiga bajita, naranja, que solía ser
un demonio, había venido aquí desde el Borde para ayudar, y ella era uno
de los seres extremadamente raros que podían cruzar reinos sin un portal.

No tengo la intención de profundizar en todo lo que sucedió en Dis. La


mayor parte fue sangrienta; todo fue aterrador. La versión corta es que
Rule y yo terminamos separados, pero casi logramos reconectarnos
mientras luchábamos contra los demonios en el palacio subterráneo del ex
gobernante de esa región del infierno. Quien se suponía que estaba
muerta, maldita sea. En cambio, Xitil estaba muy presente y loca como el
infierno, con lo que me refiero a demente, Looney Tunes, chiflada, estar
como una cabra. Una de las últimas cosas que vi en esa batalla fueron dos
toneladas de Xitil sobre Rule, riendo alegremente mientras el lugar ardía a
nuestro alrededor. Rule había estado de pie sobre el cuerpo inmóvil de su
hermano, armado solo con un cuchillo.

Estaba tratando de llegar a él cuando dos enormes Garras me


alcanzaron. Uno de ellos me quitó el M4 de la mano. El otro extendió sus
enormes manos con garras.

Fue entonces cuando Gan me agarró.


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Lóng Jia

El dolor viene en muchas variedades. Está la indignación aplastada


de un pulgar machucado y el oh mierda de un tobillo torcido. Un diente
malo late, un dolor de cabeza golpea, y cuando un hueso se rompe, el
impacto brillante de él corta todo tu sistema, tan intenso como un clímax.
Luego está el dolor que se traga el mundo entero, sin admitir ninguna
presencia más allá de sí mismo. Dolor que sigue y sigue.

Rule se despertó con dolor.

En los primeros segundos o eones, no había lugar para poner el


dolor, nada a lo que asignarlo, no tenía sentido que estuviera alojado en
esta o aquella parte de su cuerpo. El dolor era total, completo... hasta
que no lo fue. Se dio cuenta de una voz. No palabras, porque el universo
del dolor no le dejaba espacio para clasificar el sonido en palabras, pero
sabía que este sonido en particular era una voz.

No estaba solo.

Algún instinto surgió de un lugar tan profundo que el dolor no podía


apagarlo. Un instinto que decía silencio. Eso dijo escucha. Estaba herido,
gravemente herido y no estaba solo. No estar solo era peligroso. Sus fosas
nasales se ensancharon. No olía a clan ni a Lily. Olió...

—¿... te detuviste? —decía la voz. Sonaba asustada—. No es


suficiente sacarlo del agua. Tenemos que ponernos a cubierto. Uno de
ellos podría descender en cualquier momento y...
La palabra para lo que olía eludió a Rule, pero conocía el olor. No,
dos aromas. El que iba con la voz no era de confianza. El otro...

—Oye, ¿por qué... qué estás...?, ¡eep!

El otro era muy peligroso.

—Correcto. El encanto del sueño. Me olvide de eso. Puedo ponerlo a


dormir y luego no gritará más. Bueno. Puedes retroceder ahora. Por favor,
retrocede.

Muy peligroso, pero también... suyo. Suyo y de confianza. Rule hizo


un gran esfuerzo y abrió los ojos.

El resplandor hizo que sus ojos se volvieran borrosos, o tal vez ya

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estaban mojados. Jadeó, con la boca abierta, mientras el dolor
amenazaba con borrar sus otros sentidos. Parpadeó para aclarar su
visión. Todo lo que vio fue azul. Después de un momento captó la palabra
para todo ese azul: cielo. Entonces, una gran cabeza se cernió sobre él,
con un pelaje naranja y negro con blanco sobre los ojos y la garganta.

Tigre. Esa era la palabra para el que tenía el olor peligroso-pero-mío.

El tigre lamió un lado de su cabeza con una lengua enorme y áspera.


Y ronroneó.

El tigre tenía nombre. Madame Yu. Sí. No necesitaba defenderse con


madame Yu aquí. Sus ojos se cerraron con alivio exhausto.

—¿Cómo dijo Cynna que funcionaba? —preguntó la voz—. Lo


sostuve sobre él, pero había algo más.

Los recuerdos parpadearon a través de Rule y aterrizaron en un


nombre. Gan. La voz pertenecía a Gan, que solía ser un demonio y un
enemigo, pero ahora era una amiga. Ella era no-confiable porque su juicio
no era confiable, no porque le deseara mal.

—¡No, no me lamas! Lámelo si quieres, pero yo no… oh, entiendo lo


que quieres decir. Se supone que debo lamer el encantamiento para
activarlo.

Madame Yu estaba aquí. Gan estaba aquí. ¿Dónde estaba su pareja?


Automáticamente, Rule alcanzó a Lily a través del vínculo. El pánico
parpadeó, una pequeña llama caliente en medio del dolor más vasto. Tan
lejos. Ella estaba tan lejos…
Algo húmedo y metálico se presionó contra su mejilla. El sueño lo
invadió, suave y reconfortante como una manta, y lo separó tanto del
pensamiento como del dolor.

Un segundo, Lily había estado luchando contra dos Garras enormes.


Aunque luchar podría no ser el mejor término, ya que su M4 se había
quedado sin munición y no había podido conseguir un nuevo cargador

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antes de que uno de los demonios de gran tamaño se lo quitara de las
manos.

Al siguiente, se estaba despertando en este cuidado jardín. Los


árboles rodeaban la zona de césped donde estaba sentada, interrumpidos
en dos lugares por senderos. Hacía calor aquí, muy cálido y mucho más
húmedo de lo que estaba acostumbrada. En algún lugar cercano, cantaba
un pájaro. El agua gorgoteaba con una alegre canción. Un sorcéri
extraviado rozó su mano, haciendo que la piel se estremeciera levemente.

Lily se sentó inmóvil, le dolía la cabeza, y miró a la mujer muerta


que la había saludado.

Helen Whitehead era una mujer pequeña, parecida a un pájaro, de


mediana edad que volvió a poner el “blanco” en caucásico. Su piel estaba
tan pálida que debió haber pasado toda su vida untada con protector
solar, y su cabello era del color de la paja blanqueada por el sol. Solo sus
ojos atestiguaban la capacidad de su cuerpo para producir pigmento: ojos
azules que podrían haberse visto desvaídos en otro rostro, pero estaban
vívidos en este.

Lily conocía el rostro, los ojos, el cabello. La última vez que los había
visto, ese cabello incoloro estaba mojado con sangre, los ojos azules se
nublaron por la muerte. Llegó a la conclusión obvia.

—Estoy muerta.

La mujer ladeó la cabeza.

—¿Sufriste un golpe en la cabeza?


De hecho, lo había hecho. Le dolía, al igual que otras partes del
cuerpo. Los moretones y contusiones recibidos en la pelea en la sala de
audiencias reportándose, lo que hablaba en contra de su conclusión
inicial. También lo hizo la Glock en su mano, la que había desenfundado
tan automáticamente que no se había dado cuenta de hacerlo. Lily no
tenía ni idea de cómo era la otra vida, pero dudaba que incluyera armas
semiautomáticas.

Todavía viva, entonces. Lo que la hacía increíblemente afortunada,


aunque fue difícil sentirse afortunada cuando se puso de pie de un salto
con todo el vigor de una artrítica de ochenta años. Su tobillo cantó en
una aguda reprimenda cuando puso peso sobre ese pie. Menos mal que
no planeaba correr a ningún lado de inmediato. Su tobillo podría dejarla

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cojear. Tal vez.

Helen miró, algo curiosa.

—Entiendo que los golpes en la cabeza pueden inducir confusión.


Guarda el arma, Lily.

—No lo creo.

—Yo sí lo creo —dijo una voz detrás de ella.

Giró y algo le arrebató la pistola de la mano incluso cuando apretó


el gatillo. El disparo mató a una hoja o dos sin acercarse al hombre que
se había acercado detrás de Lily.

Su arma se movió rápidamente por el aire para plantarse en la palma


de la mano del hombre. Era alto y delgado y claramente asiático,
probablemente chino, aunque sus rasgos eran sutilmente diferentes de
los chinos Han, que comprendían más del noventa por ciento de la
población de China. ¿Tibetano, tal vez? Sus rasgos eran limpios y
elegantes, su piel extremadamente pálida, su cabello negro y recogido en
un moño apretado. Pero sus ojos eran azules, azul cielo, y más brillantes
que cualquier ojo humano que ella hubiera visto.

Más brillante incluso que los de Cullen, lo que habría pensado


imposible. Llevaba un shenyi dorado y negro, la túnica envolvente que
había constituido ropa formal para los hombres chinos durante siglos.
No había estado de moda durante mucho tiempo.

Tom Weng llevaba un shenyi. Weng también se había visto


sutilmente diferente de la mayoría Han. Se había preguntado si podría
tener un antepasado europeo en alguna parte, pero tal vez no. Tal vez
venía del mismo grupo étnico que este hombre. Había un parecido, ¿no?
Podría ser de Weng... ¿primo? ¿Hermano?

Una forma de averiguarlo.

Hace dos meses, las lecciones de habla mental de Lily con el dragón
negro al que llamaba Sam finalmente habían dado sus frutos. Una
habilidad que había estado dormida cobró vida. El habla mental, lo sabía
ahora, era solo una forma de usar su sentido mental... lo cual era lógico,
en realidad. Tenías que sentir una mente antes de poder hablar con ella.
El nuevo sentido de Lily era una extraña combinación de tacto y visual.
La mayor parte del tiempo dormía en su parte media, tan parte de ella
como su colon y tan fácil de ignorar. Cuando quería usarlo, le daba un

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empujón mental y se desenrollaba, extendiéndose como un tentáculo o
una sonda, o como una niebla, si eso es lo que quería.

Era la niebla que usaba ahora. Con ella, podría localizar todas las
mentes cercanas a la vez. Tocó la bobina que dormía en su estómago,
imaginándola como una niebla que irradiaba hacia afuera...

Para su sentido de la mente, el hombre simplemente no estaba allí.


Esa ausencia solo tenía una explicación posible. Era un engendro de
dragón.

—Quería una de estas —dijo el engendro de dragón, dándole la


vuelta a su Glock en sus manos. Habló claramente, pero con un acento
definido—. Más tarde, me instruirás en su uso.

Si bien apreciaba su uso de la palabra “más tarde” y la confianza


implícita en su existencia continua, estar en otro lugar sonaba como una
gran idea. Lástima que sea tan difícil de poner en práctica. Los engendros
de dragones eran muy fuertes además de simplemente locos.
Probablemente también era un hechicero. Es posible que la magia no
funcione directamente con ella, pero lo que hiciera podría afectarla. Mira
con qué facilidad le había quitado el arma de la mano... que todavía
hormigueaba por la extraña magia que había empleado.

Un tipo de magia que había tocado antes, se dio cuenta.

—Telequinesis. Así es como Weng pudo flotar o volar o como quieras


llamarlo. No es una verdadera levitación, al menos no de la forma en que
lo hacen los dragones, que puede que tampoco sea levitación. —Cullen
pensó que los dragones se desfasaban con la realidad de la misma
manera que lo hacían los demonios cuando se volvían dashtu, reduciendo
así el efecto de la gravedad en sus enormes cuerpos.

La idea de Cullen hizo que se le oprimiera el pecho, como si no


tuviera suficiente aire. Había caído en la batalla en la sala de audiencias.
Ella no sabía si todavía estaba vivo. Luchó por alejar el miedo de su
rostro, de su voz.

—Weng usó una forma peculiar de conocimientos tradicionales para


mover su cuerpo donde él quería.

—Me dijeron que ella no era tan estúpida como la mayoría de los
humanos —observó él—. Su respuesta inicial a ti me hizo dudar de esto,
pero quizás eso se debió al golpe en la cabeza, como sugieres, Alice.

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¿Alice? ¿Helen estaba usando un nombre diferente aquí?
Dondequiera que fuera “aquí”. A Lily le dolía la cabeza.

—¿Dónde estamos?

Era como si no hubiera hablado.

—La estudiaré antes de entregarla a nuestra aliada.

La mujer (¿Helen o Alice?) habló.

—He expresado mi deseo de hacer mi propio estudio de ella.

—Estás satisfecha con el otro.

—Otro —repitió Lily—. ¿Tienes otro humano aquí?

Por primera vez, el hombre la miró a los ojos. Incluso sonrió. No fue
una expresión amistosa.

—Tenemos una gran cantidad de ellos. Tu gente está limitada de


muchas maneras, pero se reproducen bien.

Ella tenía su atención. Bien. Sigue haciendo preguntas.

—¿Cuál es tu nombre?

—Seguramente incluso tú sabes que no debes esperar una


respuesta a esa pregunta.

—Seguro que incluso tú te das cuenta de que me refería a un nombre


de llamada.
—Me llamarás Zhu.

Ella resopló.

—¿Maestro? No es probable.

—Y sin embargo lo harás. Si no es ahora, pronto. —De repente


cambió al chino, pero era un dialecto que ella nunca había escuchado
antes. No cantonés ni taiwanés, ninguno de los cuales podía hablar, pero
los reconocía cuando los escuchaba. Wu, ¿quizás?

¿No era ese el dialecto que se hablaba en la provincia de Shanghai?


Parecía querer que alguien se diera prisa y...

¿Qué fue eso? Pies moviéndose rápidamente y al unísono. Ella giró.

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Media docena de antiguos guerreros chinos salieron trotando de los
árboles en uno de los caminos. Al menos parecían chinos y su equipo
podría haber vestido a los extras de una película de Genghis Khan, si
Genghis Khan hubiera sido chino en lugar de mongol. Hollywood no
prestaba atención a detalles como ese. Estos hombres vestían pantalones
holgados, barbas diminutas o bigotes largos o ambos, y cascos de cuero
puntiagudos. También lo que pensó que se llamaban corazas: dos piezas
de cuero con forma atadas para proteger el pecho y la espalda. La
armadura del sexto hombre estaba hecha de algo azul y brillante. Dos de
ellos llevaban espadas, dos llevaban arcos y dos sostenían... ¿Eran picas
o lanzas? Palos largos de madera que terminaban en una parte
puntiaguda.

Se estremeció con la urgencia de salir corriendo. No llegaría muy


lejos.

No fue hasta que los seis hombres formaron un círculo a su


alrededor que se dio cuenta de lo bajos que eran. Armadura azul era el
único más alto que ella, y solo tenía unos centímetros más que ella. Esa
armadura era peculiar. No de metal, pensó, pero no podía verlo bien.
Helen bloqueaba su vista.

El engendro de dragón les dijo en ese extraño chino que “la llevaran
al (¿vientre gentil? ¿Bolso fino?) con el otro” y comenzó a alejarse.

—¿Qué otro? —lo llamó Lily. Él la ignoró.

Uno de los guerreros le gritó una orden a ella, no al tipo de la coraza


azul. El rostro de este estaba curtido, arrugado alrededor de los ojos. Su
armadura era de cuero, pero tenía más que los demás: almohadillas
aladas en los hombros, cosas que se sujetaban a los muslos. Su orden
fue lo suficientemente simple como para que ella la entendiera bastante
bien: ven con nosotros.

—Tienes que ir con ellos —dijo Alice/Helen tranquilamente.

—¿O si no qué? —preguntó Lily—. ¿Me van a hacer agujeros con


esos grandes palos?

—No. Como tal vez hayas adivinado, nuestra aliada te quiere viva y
razonablemente intacta. Si te resistes a ir con ellos, intentarán no
dañarte. Si fracasan en ese intento, se te brindará atención médica.
Puedes encontrar su versión de la atención médica bastante primitiva.

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Muy bien, entonces. Bien podría ir con los guerreros bajos. Lily
inclinó majestuosamente la cabeza hacia Hombre de Hombreras y trató
de canalizar a la abuela como decía en chino (chino mandarín, es decir,
que era la única forma del idioma que podía hablar).

—Te presentarás. Entonces iré contigo.

Él frunció el ceño en lo que podría ser confusión. Después de un


momento repitió su orden, pero esta vez agregó que era Li Po, shǒu quán
guī yuánsù de tiān Zhǔrén. Primero algo, algo de los maestros Celestiales.

Lily arqueó las cejas como si dudara que él hubiera hecho eso bien,
pero fue demasiado educada para reprochárselo.

—Te saludo, Li Po. Soy la agente especial Lily Yu de la Unidad Doce


de la Oficina Federal de Investigaciones de los Estados Unidos de
América. —Nyah, nyah, nyah. Mi título es más largo que el tuyo—. Iré
contigo.

Insistieron en atar las manos de Lily frente a ella. Claramente


alguien pensó que era muchísimo más peligrosa de lo que se sentía. No
la registraron, una extraña omisión, pero tal vez asumieron que sus
manos atadas los mantendrían a salvo de ella. Probablemente tenían
razón.

Dos guardias caminaban delante de Lily; uno de ellos sujetaba el


extremo de la cuerda que le ataba las muñecas como si fuera un animal
con una correa. Dos guardias más iban detrás, y los dos últimos la
flanqueaban. Prisionera peligrosa aquí, amigos. Caminó a través de otro
sorcéri, los fragmentos sueltos de magia que a menudo se encuentran
cerca de los nodos o del océano.

La mujer que no estaba muerta y por lo tanto no podía ser Helen no


la trató como peligrosa. No-Helen paseaba junto a ella como si fueran
conocidas que salieron a disfrutar de los jardines en una calurosa tarde
de verano. Tal vez se estaba divirtiendo con su ropa holgada de algodón.
Lily apostaba que los guardias con sus corazas de cuero estaban casi tan
incómodos como ella con su chaqueta de cuero. Su tobillo se quejaba con
cada paso. Trató de ignorar eso, el calor y el latido persistente de un dolor
de cabeza y reunir información.

Todas las mentes de los guardias estaban presentes en su sentido


mental. También la de la mujer. No engendros de dragón, entonces. Eran

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mentes humanas, por lo que podía decir, lo que, sin duda, se basaba en
una experiencia limitada, pero las mentes humanas generalmente le
recordaban a alguna fruta amarilla. Las mentes de los guardias estaban
amarillentas y confusas. La de la mujer era... rara. El color era
mayormente amarillo, aunque con un rubor de rosa, pero su mente era
resbaladiza y el brillo general estaba aplastado de una manera que le
recordó algo a Lily. No podía pensar en qué, pero la sensación resbaladiza
significaba que no podía hablar con la mente de la mujer.

Los guardias, sin embargo (si le importara hablar mentalmente con


uno de los guardias) ¿necesitaría pensar en él en chino? El dragón negro
no necesitaba compartir un lenguaje mutuo con alguien para hablarle
mentalmente, pero podía hacer todo tipo de cosas que estaban más allá
de ella. Como leer mentes. ¿Y cómo funcionaría si respondieran? La
mayoría de la gente tenía que vocalizar para que Lily captara su respuesta
mental. Si hablaran en chino, ¿los “escucharía” en inglés o en chino?

Resistió la tentación de probarlo y averiguarlo. Mucho mejor si sus


captores no supieran de su pequeño truco. El sudor le humedecía la línea
del cabello. Casi habían alcanzado los árboles y la sombra que ofrecían.
Un par más de sorcéri rozaron su mejilla. Parecía haber mucha magia
suelta aquí.

—Entonces, ¿qué es este lugar? ¿Dónde…?

El guardia que sujetaba su cuerda le dio un tirón y ladró una orden.


Lily tropezó. Se habría caído si No-Helen no la hubiera agarrado del
brazo. La mujer soltó una racha de esa extraña versión del chino. Era
como escuchar a alguien hablar inglés con un fuerte acento escocés. Lily
reconoció el idioma, pero solo entendió fragmentos. Sin embargo, No-
Helen parecía estar reprendiendo a los guardias por su estupidez, lo cual
era interesante en varios niveles.

Después de algunas idas y venidas entre No-Helen y Li Po, uno de


los guardias de la retaguardia se alejó al trote. La mujer se volvió hacia
Lily.

—¿Cuál es tu herida?

—Mi tobillo. Un esguince.

—Hay una calesa. Estos cretinos lo dejaron al otro lado del puente.
Es cierto que normalmente no se permiten vehículos con ruedas en el

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Xīnzàng de Jiā, pero Li Po tenía la autoridad para traerlos consigo.
Sospecho que considera cualquier tipo de carro por debajo de su
dignidad. Lo traerán ahora, pero Li Po se niega a esperarlo. Afirma que
esto se debe a que se le ordenó que te llevaran a tu celda y no puede
demorarse. En realidad, me obedece lo más a regañadientes que puede.
Él desaprueba a las mujeres engreídas. ¿Puedes caminar o deberían
llevarte hasta que lleguemos a la calesa?

Esta mujer se había tomado la molestia de organizar el transporte


de Lily. Podría ser amable por naturaleza... o puede que quiera algo. Lily
estaba apostando su moneda de cinco centavos por este último.

—Caminaré. Sin embargo, seré lenta.

—A pesar de la afirmación de Li Po, no hay prisa.

Lily empezó a avanzar cojeando de nuevo.

—Me van a llevar a una celda.

—Por supuesto. La encontrarás primitiva, pero al menos es una de


las del Tribunal de Justicia. La cárcel del pueblo es mucho peor.

—¿Quién es el otro humano? ¿El que ya está en la celda?

—Cynna Weaver.

El alivio inundó a Lily. Cynna estaba viva. Viva y prisionera. Eso era
malo, pero significaba que Lily no estaba aquí sola... un pensamiento que
arremolinó la culpa con el alivio y la consternación. No debería alegrarse
de que Cynna estuviera aquí, pero lo estaba. Aparte de la parte de no
estar sola, estaba el hecho de que Cynna era una poderosa lanzadora de
hechizos.

Le habrían quitado sus encantos, y la mayoría de los hechizos


requerían componentes, pero aun así, seguramente habría cosas que ella
podría...

—¿Sabes por qué nuestra aliada te quiere?

Lily tardó un momento en cambiar de pista y otro en decidir


responder. Por alguna razón, la mujer que se parecía exactamente a
Helen Whitehead estaba dispuesta a responder preguntas o intercambiar
respuestas. Sería mejor que continuara así, si podía.

—A menos que haya vuelto a cambiar de opinión, quiere limpiar mi

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cerebro para poder grabar una copia del Codex Arcana en él.

Hubo una ligera vacilación en el paso de la mujer.

—¿Tiene el Codex?

—No lo sé. Ella no me mantiene informada. ¿Cómo llamas tú a ese


tipo? El engendro de dragón que no quiso darme su nombre, quiero decir.
—¿Esta mujer reconocería el término?

—Te aconsejo que no uses esa descripción en su presencia o en la


de sus hermanos. No les gusta y su control emocional es errático.

—¿Es mejor llamarlos Lóng Luǎn, entonces? —Lily usó la frase china
para “engendro de dragón” para ver si los guardias lo reconocían.
Efectivamente, uno de ellos le dirigió una mirada penetrante.

—No. Se tratan con honoríficos en lugar de nombres. Te refieres a


ellos como Zhuren, plural o Zhu en singular. El que conociste es Zhu
Kongqi.

Las cejas de Lily se arquearon.

—¿Ellos son los maestros y él es el maestro del Aire?

—La forma de apellidarse que han elegido no es una hipérbole. Cada


uno de ellos ha estudiado y dominado un área particular de la magia.

Sin embargo, apostaría que no importaba la magia.

—¿Cuántos de ellos hay?


—Me han dicho que solía haber siete. Ahora hay seis. Sospecho que
Zhu Shouyì fue asesinado por uno o más de sus hermanos, pero es
posible que haya cruzado a otro reino. ¿Qué sabes del Codex Arcana?

—Es el libro de toda la magia, y es algo real, no un mito. —


Caminaban cuesta arriba ahora, rodeados por la noción de algún
paisajista de cómo debería ser un bosque: árboles no amontonados y
poca maleza. A Lily le dolía demasiado el tobillo como para apreciar el
entorno. Dolía lo suficiente como para ahogar el dolor de cabeza, si no el
de corazón. Quería preguntar si ya estaban allí, pero sería una terrible
pérdida de pregunta. Claramente no lo estaban—. ¿Dónde están los
niños?

—Todavía no están aquí.

22
Lily no había necesitado explicar de qué niños estaba hablando.
Interesante.

—¿Pero los traerán aquí?

—No puedo decirte más. Sin duda, esa no es la suma de tus


conocimientos sobre el Codex… que existe.

—Cualquier otra cosa sería una especulación, no un hecho. —Sin


embargo, especulación basada en hechos. Después de esforzarse durante
un año para que mataran a Lily, de repente la Gran Perra había vuelto a
querer que Lily fuera tomada prisionera. Solo podía ver una razón para
eso.

—Escucharía tus especulaciones.

—¿Puede alguien que entienda inglés escucharnos?

—No.

—Si Zhu Kongqi es realmente un maestro del Aire, es posible que


pueda escucharlo. La clariaudiencia es un tipo de magia del aire.

—Tengo buenas razones para creer que no lo hará.

Y su tono de voz decía claramente que no planeaba compartir esa


razón. Hmm. O esta mujer estaba tan interesada en el Codex que iba a
espaldas de los engendros de dragón para aprender más, o estaba
jugando a ser la policía buena. No, pensó Lily, definitivamente estaba
jugando a ser la policía buena. Primero, la mujer mostró preocupación
por el tobillo de Lily. Luego respondió algunas de las preguntas de Lily y
ofreció consejos sobre cómo evitar ofender a sus captores, y mezcló sus
propias preguntas con sus respuestas. Sonaba a técnica de
interrogación. La pregunta era si lo estaba haciendo en su propio nombre
o en el del engendro de dragón.

¿Asumir lo último, ir a lo seguro y no decir nada? ¿O probar a


revolver la olla?

Qué demonios. Ir a lo seguro no iba a cambiar nada.

—Sospecho que la que llamamos la Gran Perra todavía no tiene el


Codex…

—¿Por qué no?

23
—Si ya lo tuviera El libro de toda la magia, no necesitaría aliados,
¿verdad?

No-Helen guardó silencio un momento.

—Te interrumpí. Por favor continua.

—No lo tiene ahora, pero cree que pronto podrá conseguirlo. ¿Por
qué otra razón se tomaron tantas molestias para conseguirme con vida?
¿Por qué si no hacer su gran impulso para dominar el mundo ahora?
Claro, siempre ha querido apoderarse de la Tierra, pero de repente tiene
prisa. Esto sugiere dos cosas. Primero, sabe que el Codex está en la
Tierra. En segundo lugar, o sabe dónde está o cómo encontrarlo, y lo
desea lo suficiente como para impulsar sus planes de dominación
mundial a toda velocidad.

La mujer no respondió. Eso fue alentador, ya que sugería que Lily le


había dado algo para masticar. Lily trató de animarse cuando llegaron a
la cima de la colina... y miró hacia la China medieval.

Un muro alto serpenteaba desde el lado izquierdo, rodeando en parte


una gran extensión de prado convertido en jardín que debió haber sido
arreglado durante generaciones. Una puerta alta en la pared estaba
abierta, admitiendo tráfico, principalmente peatones. Había carros, pero
los tiraban personas, no caballos ni burros. El muro continuaba a la
derecha de la puerta hasta que era interrumpido por un pequeño lago,
su superficie un plácido espejo salpicado por algunos barcos, ninguno de
ellos lejos de la costa.
Centrado en el prado había un enorme patio, perfectamente
cuadrado. Tres lados del patio contaban con edificios ornamentados con
los sombreros puntiagudos de la arquitectura china. Uno de esos techos
debía haber sido dorado, porque era un resplandor de oro a la luz del sol.
Los otros eran del rojo apagado de las tejas de arcilla. El cuarto lado del
patio, el más cercano a la puerta, también contenía una estructura, pero
parecía ser un mirador de gran tamaño, compuesto por pilares y un
techo. Desde su posición ventajosa, no podía decir si había paredes más
atrás, ocultas a su vista por el techo. Había gente por todas partes, pero
especialmente moviéndose hacia y desde la estructura similar a una
glorieta. ¿Un mercado, tal vez?

En el centro del patio, una torre se elevaba como una gruesa

24
chimenea que había perdido su edificio, coronada por lo que, a sus ojos,
parecía exactamente un frisbee gigante. El frisbee era de color rojo
brillante. Los edificios y la glorieta de gran tamaño estaban unidos por
senderos sombreados por árboles. Varios edificios más pequeños estaban
esparcidos a lo largo de esos paseos. Toda la escena le recordaba
vagamente a las imágenes que había visto de la Ciudad Prohibida de
Pekín (el muro, la arquitectura del pastel de bodas), pero estos edificios
eran de piedra, no de madera.

Al otro lado del muro había un río que desembocaba en el lago. Al


otro lado del río había una ciudad. Los edificios más cercanos al río eran
de piedra, no tan grandes y ornamentados como los edificios del patio,
pero aún con techos elegantes. Ninguno tenía más de dos pisos de altura.
Lejos del río, se redujeron a lo que ella pensó que eran edificios de
madera, aunque desde esta distancia era difícil estar seguro... sustancial
al principio, luego se convirtió en lo que probablemente eran chozas.
Había muchas chozas.

Un par de lugares dentro del pueblo (¿ciudad? ¿Era lo


suficientemente grande para ser llamado así?) estaba extrañamente en
blanco, sin edificios ni vegetación. Más allá de los edificios había campos
de cultivos, un camino de tierra y colinas. Un par de laderas se habían
dividido en terrazas de arrozales.

Al menos eso es lo que pensaba que podrían ser esos campos


escalonados. Las colinas estaban muy lejos y nunca había visto un
arrozal.

—¿Qué en el mundo es este lugar?


—No está en tu mundo en absoluto —dijo No-Helen, divertida.

—Pero el reino debe tener un nombre.

—Ha tenido varios nombres. Los Zhuren lo llaman Wǒmen De.

Lily arqueó las cejas.

—¿”Nuestra tierra”?

—Lo traducirían simplemente como Nuestro. Ah, ahí está la calesa.


Fueron lentos, a propósito, estoy segura. Los hombres de Li Po saben lo
que siente por mí.

Ahora que lo había señalado, Lily vio un pequeño carro de dos

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ruedas a mitad de camino por el camino sinuoso, que era traído hacia
ellos por un solo hombre entre los postes. Estaba hecho de una mezcla
de bambú y madera y parecía incómodo.

—Gracias por obtenerlo, ah... el hombre que robó mi arma te llamó


Alice, ¿creo?

La mujer que no podía ser Helen no respondió, aunque sus labios


pálidos se levantaron como si estuviera saboreando una broma privada.

El corazón de Lily latía con fuerza como si estuviera a punto de decir


algo peligroso. Qué absurdo. Si tenía razón, el peligro existía tanto si lo
decía en voz alta como si no. Si estaba equivocada, no hacía daño. Eso
no cambió el miedo en la boca de su estómago.

—¿Alice Whitehead, por casualidad?

—Soy Báitóu Alice Li, aunque tu manera de nombrarme sería Alice


Báitóu. Báitóu, por supuesto, significa “cabeza blanca”. —Esa sonrisa
pálida no cambió—. Helen Whitehead, a quien mataste, era mi hermana
gemela.
26
Cuando Rule despertó de nuevo, el dolor no era el universo entero.
Más como un mar de marea que menguaba y crecía con cada respiración.
Flotó en ese mar terrible y volvió a alcanzar a Lily a través del vínculo de
pareja.

Viva. Estaba viva, pero ¿cómo podía estar tan lejos? ¿Dónde estaba
ella?

¿Dónde estaba él?

No Dis. Lo supo al instante, porque sintió el canto de la luna,


distante pero inmensamente reconfortante. Dejó que esa canción lo
tranquilizara por un tiempo, luego ordenó sus pensamientos para
considerar su situación. Lily podía estar inexplicablemente distante, pero
según su olfato, su abuela estaba muy cerca. Y madame Yu ya no era un
tigre. Lo recordaba. Había sido un tigre la última vez que despertó. Si
había vuelto a su forma más débil, no debía esperar un ataque. No un
ataque inmediato, al menos.

También olió humo y carne cocida... ¿una fogata? Sí. No olió a Gan
excepto por un tenue y persistente olor que parecía provenir de su propio
cuerpo, como si el antiguo demonio lo hubiera manipulado mientras
estaba inconsciente. Pero Gan no parecía estar cerca ahora.

El océano lo estaba. Esa mezcla de aromas lo calmó también, con su


familiaridad y su indiferencia atemporal. No lo había notado la primera
vez que se despertó, pero solo el lobo se había despertado entonces.
Menos mal que madame Yu había estado con él. Podría haberse suicidado
tratando de matar a Gan o de escapar. Se sabía que los lupi se
despertaban en el quirófano con resultados desafortunados para su
posible cirujano. Para un lobo herido, casi todos eran enemigos.

Eso, por supuesto, asumió que podría haberse movido, lo que podría
ser ridículamente optimista. Esta vez estaba gravemente herido. No era
solo el dolor lo que le decía esto, aunque hablaba de manera convincente,
sino la debilidad, la sensación de aturdimiento y descontrol... ¿por la
pérdida de sangre? Probablemente, aunque su dolor de cabeza sugería
que una conmoción cerebral podría estar contribuyendo. Sin embargo, el
dolor de cabeza no le preocupaba. Tampoco lo hizo su pierna, una herida
profunda, pensó, pero no se había desangrado, por lo que sanaría si vivía
para curarla.

Puede que no. El peor dolor venía de su estómago.

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Rule había recibido un balazo en el estómago no hacía mucho.
Necesitó cirugía, una vía intravenosa, unas pocas unidades de sangre,
incluso antibióticos. Los lupi normalmente no se molestaban con los
antibióticos, dada la facilidad con la que curaban los microbios hostiles,
pero las heridas intestinales arrojan un desagradable guiso de bacterias
al sistema. Su curación se había estirado lo suficiente, le había dicho
Nettie, sin tener que luchar también contra la peritonitis.

Esta herida era peor. El nivel de dolor le dijo eso. La ubicación,


debajo de su estómago, sugirió la razón, o parte de ella. Y los antibióticos,
la cirugía, la sangre de reemplazo y las vías intravenosas no parecían
estar disponibles aquí. Dondequiera que fuera “aquí”.

¿Tierra? El cielo que había visto antes era de un azul brillante y


soleado. ¿Había sido devuelto de alguna manera a la Tierra? ¿Qué le
había pasado?

Con la pregunta, apareció un revoltijo de recuerdos. Fuego. El


cuerpo de su hermano, ensangrentado e inmóvil. Lily al otro lado de la
caverna, casi escondida en el humo. Sin señales de Toby ni de los otros
niños, y Cullen inconsciente o muerto. Cynna tratando de rescatar a
Cullen. Una montaña de carne rosada cerniéndose sobre Rule, riendo.
Rule agarrando su cuchillo con firmeza mientras se enfrentaba a Xitil,
que había resultado no estar lo suficientemente muerta. Ella estaba a
punto de matarlo cuando... ¿Qué? No podía pensar, no podía recordar
nada más allá de ese momento en el que se enfrentó al príncipe demonio.
Pero recordaba lo suficiente de lo que había sucedido antes para saber
que los únicos suministros médicos que tenía eran un rollo de gasa y un
tubo de pegamento.

No, solo superpegamento. Había usado la gasa en Daniel.

Daniel, Mason, Max. Carlos, a quien habían dejado solo y herido en


la oscuridad de un túnel infestado de demonios. Jude. Gan. Benedict,
Cullen y Cynna. Los nombres de aquellos de los que era responsable, los
que habían venido con él para recuperar a los niños, repicaron en su
cabeza, aumentando el dolor de la incertidumbre sobre Lily... que estaba
viva, pero tan lejos. ¿Qué les había pasado a todos?

Confundido por la privacidad de su dolor, abrió los ojos.


Directamente sobre su cabeza había rocas, pero no estaba bajo tierra, vio

28
con alivio. Más allá de la roca había cielo teñido de lavanda al acercarse
el anochecer. Volvió la cabeza y vio una fogata y una mujer desnuda.

Ella se encontraba acuclillada junto al fuego, de espaldas a él. Una


trenza negra y plateada colgaba de la hermosa curva de su columna,
atada al final con un trozo de tela. No era joven, aunque vio músculos en
sus delgados hombros; su piel tenía indicios del crepé de la edad.

Quizás lo sintió mirar. Miró por encima del hombro y habló con
dureza.

—Estás despierto. Bien.

Parpadeó. La mujer desnuda era madame Yu. Por supuesto, esto


debería haber sido obvio. Su cerebro no estaba funcionando bien.

—Necesitas agua —dijo, y dejó algo, un palo con lo que podría haber
sido medio conejo empalado. La fuente del olor a carne cocida.

Rule carecía del prejuicio humano contra la desnudez, pero que


madame Yu estuviera desnuda... eso estaba mal. Pero ella había sido un
tigre antes, ¿no? ¿No tenía su ropa consigo, no había podido traerla
cuando los... trajeron aquí? ¿Fueron traídos aquí?

—¿Dónde? —gruñó, queriendo decir dónde estamos—. Los demás.


¿Qué…?

—Agua ahora, luego explicación. —Desenroscó el tapón de una


cantimplora plegable. Parecía familiar. Probablemente lo fuera.
Probablemente era la que se había metido en el cinturón después de
vaciarlo en Dis—. Te levantaré la cabeza. No intentes ayudar.
Tenía sed. Horriblemente sediento, una verdad que hasta ese
momento había sido oscurecida por sus otras heridas. Se imaginó el agua
deslizándose por su garganta solo para derramarse sobre el suelo cuando
llegara al agujero donde deberían estar sus tripas.

—Voy a gotear.

—Te he vuelto a pegar. Gan te mantuvo dormido con uno de los


encantamientos mientras yo trabajaba. —Deslizó una mano debajo de su
cabeza y la levantó.

¿Le había pegado las entrañas? ¿Sabía ella qué adjuntar a qué?

—No gotearás. Bebe. —Le acercó la vejiga de plástico a sus labios,


sin darle elección.

29
El agua estaba tibia y sabía a tierra. Se la tragó con entusiasmo.

Ella apartó la cantimplora antes de que él estuviera listo.

—No demasiado rápido, creo.

—¿Qué tan mal... estoy herido? —Suficiente para que hablar un


poco fuera doloroso.

—La mayor parte del daño se produjo en la parte viscosa de los


intestinos. Quité el peor lío y pegué lo que quedaba. Confío en que tu
curación pueda volver a hacer crecer lo que se perdió. —La última sonaba
como una instrucción sensata de un padre: cepíllate los dientes, lávate la
cara, vuelve a crecer los intestinos—. También hubo daños en el… Bah.
¿Cuál es la palabra? El intestino protuberante. Jiécháng. Sin embargo,
no fue cortado. Lo pegué para cerrarlo. No vi daños en tus otros órganos,
pero tenía prisa. Estábamos al aire libre. Bebe de nuevo.

Lo hizo. El intestino protuberante... ¿el colon? Rule conocía un poco


de anatomía, lo suficiente para el tipo de medicina tosca del campo de
batalla que podría tener que usar con uno de sus hombres. Por “la parte
viscosa”, debía referirse a su intestino delgado. Parecía que tendría que
volver a crecer mucho de eso.

—También tienes una herida profunda en el muslo. Usé lo último


del pegamento allí, después de que Gan y yo te movimos a este lugar. No
tenía suficiente pegamento para sellarlo por completo, pero ya no sangra.
—Volvió a sacar la cantimplora—. También he estado usando un truco
curativo contigo, pero no soy una sanadora. No puedo decir cuánto está
ayudando.

Se lamió los labios, mareado.

—¿Gan?

—Ha ido a robar algunas cosas. Puede hacer dashtu aquí, así que
esto no debería ser difícil.

—Robar a... ¿quiénes?

—Hay una aldea.

—¿Humanos?

30
—Sí. Este no es uno de los reinos sidhe.

¿Eso era bueno o malo? No podía pensar.

—¿Cómo llegamos aquí?

—Gan me trajo a mí y también a Cynna y Lily. Creo que Lily te trajo


aquí.

Empezó a negar con la cabeza e hizo una mueca. Definitivamente


una conmoción cerebral.

—Lily no puede hacer eso. Y ella está... muy lejos. —Demasiado lejos
para su tranquilidad o para que ella lo hubiera traído de alguna manera
aquí, dondequiera que fuera “aquí”. Madame todavía no había respondido
a eso. Quizás ella tampoco lo sabía.

—No llegaste al mismo lugar que Lily porque no saliste del mismo
lugar en Dis.

—Lily no puede cruzar reinos. —Mucho menos llevarlo con ella.

—Tch. Si Gan no te trajo, ¿cómo llegaste aquí? Debes haber sido


atraído aquí por el vínculo de compañero.

Eso... tenía sentido, en realidad. Había sucedido antes, cuando Gan


estaba trabajando para el otro lado y había arrastrado a Lily a Dis. Rule
había sido arrastrado con ella, arrastrado por el vínculo de pareja. Y
recordó vívidamente la voz de la Dama diciendo calma en Dis. Aún más
vívidamente recordó lo que había seguido. El vínculo de compañero se
había desvanecido, luego regresó, sobrealimentado. Al menos eso era lo
que había dicho Cullen, que Rule de repente brillaba con el doble de
magia que de costumbre.

—La Dama —dijo lentamente—. Ella lo arregló.

—Muy probable. Estás confundido por tus heridas. Esto no es de


extrañar. Estabas casi muerto. ¿Tienes mala memoria?

—Recuerdo la mayor parte. No recuerdo haber recibido esto. —Su


mano se levantó cinco centímetros para indicar su estómago. El pequeño
esfuerzo lo dejó exhausto.

—Creo que Xitil hizo eso, pero yo estaba ocupada y no vi que


sucedió. ¿Te acuerdas de Xitil?

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—Sí. —Una montaña de carne rosada elevándose sobre él. Una
banda de ojos azules rodeando una cabeza redonda. Una risa loca.

—¿Recuerdas también que los niños no estaban en la sala de


audiencias, como habíamos pensado?

Recordó al doppelgänger que había pensado que era su hijo y cómo


se había sentido al verlo derretirse.

—Él... ellos... los niños deben estar en las celdas… —Se quedó sin
aliento y aspiró aire lentamente. Cuidadosamente. Había celdas en la sala
de audiencias donde habían luchado contra demonios, un príncipe
demonio y un engendro de dragón. Había visto a Xitil salir de una—.
Celdas selladas por rocas.

—No del todo roca. Cuando el falso Toby se derritió, Gan pensó en
buscar a los niños con su sentido üther. Es difícil esconderse de alguien
que puede percibirlo. La roca bloqueará esta percepción, pero Gan me
dice que las celdas estaban selladas con algo como la ventana por la que
entramos… ah, pero no viste la ventana. Puedes pensar en ello como roca
a tiempo parcial. Parte del tiempo es roca, parte del tiempo no lo es. Gan
descubrió que, para su sentido üther, esta roca de medio tiempo
parpadea. Cuando lo hace, puede percibir más allá. Ella no se dio cuenta
de esto antes porque el parpadeo no ocurre con regularidad. Además, no
estaba mirando de la manera correcta. —Madame negó con la cabeza, la
desaprobación se mezcló con el perdón—. Ella es muy joven.
Rule tenía la impresión de que el antiguo demonio tenía al menos el
doble de su edad. Pero como un ser con alma... sí, en ese sentido Gan era
muy joven.

—¿Los niños? ¿Los encontró?

—Las celdas estaban vacías.

Todo el aire dejó el mundo. Durante largos y terribles segundos, Rule


estuvo atrapado en un vacío oscuro y sin aire. Entonces su pecho recordó
su trabajo y se elevó, dejando entrar el aire y enviando un dolor que
recorrió su estómago.

—Esto no significa que estén muertos —le informó madame con


severidad—. No debes pensar eso. Es muy probable que los llevaran a

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través de un portal. Bebe de nuevo.

Dejó que volviera a levantar la cabeza; diablos, probablemente no


podría haberla detenido. Pero quería respuestas, no agua.

—¿Por qué es probable?

—Había un portal, aunque estaba cerrado cuando llegamos. Percibí


esto. Gan también. Para ella, los portales se sienten como un viento que
burbujea en lugar de soplar. Esto tiene poco significado para mí, pero ella
es muy firme al respecto. Bebe —repitió, y esta vez no le dio más remedio
que tragar o dejar que ella le goteara agua por la boca cerrada. Sin
embargo, sintió lástima por él y continuó hablando mientras
administraba sorbos medidos—. Gan encontró este portal cerrado
cuando salió a la sala de audiencias. Podía decir a qué reino se abría la
puerta. Era, dice, muy burbujeante. Para ella, esto indicaba que se había
utilizado muy recientemente. —Apartó un poco la cantimplora, dejándolo
que se detuviera a tragar el agua—. Piensa que esto significa que los niños
fueron traídos aquí por el portal. Creo esto también.

El corazón le dio un vuelco.

—¿Están aquí?

—Aún no. Bebe. Lo explicaré. —Volvió a acercar la cantimplora a


sus labios—. Cuando Gan descubrió la puerta, creyó que nos matarían a
todos. No sé si se equivocó; las cosas no iban bien. Lily le había dicho que
no debía cruzar hasta que Benedict se lo dijera, pero Benedict estaba
inconsciente. Ella creía que esto lo convertía en su decisión.
»Ella deseaba vivir. También deseaba que sus amigos vivieran.
Cynna era la más cercana, así que primero trajo a Cynna aquí. Regresó
a la sala de audiencias, agarró a Lily y cruzó con ella, arrastrándote, como
dije, a este reino, aunque no a la misma parte. Cuando Gan regresó la
última vez, me agarró. No creo que me considere una amiga, pero fui la
más cercana. No pudo traer a los demás porque no puede regresar a la
sala de audiencias en ninguno de los momentos críticos. Ella ya está en
todas las otras ocasiones a las que podría cruzar desde aquí.

Tomó un último trago y volvió la cabeza para poder hablar.

—Eso no tiene sentido.

—Obviamente no puede haber dos de ella en Dis al mismo tiempo.

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¿Te lo has bebido todo? Bien. —Apartó la cantimplora.

—¿Cómo podría haber dos de ella al mismo tiempo?

La abuela volvió a dar ese tch de desaprobación.

—Acabo de decir que no puede ser. No estás pensando bien.

—Cansado.

—Demasiada charla. Descansa. Conseguiré más agua. —Se puso de


pie.

Madame parecía aún más desnuda cuando estaba de pie, aunque


su dignidad no se vio afectada por la falta de ropa, al igual que su
columna vertebral no se vio afectada por el cansancio que podía ver en
su rostro.

—Espera. Dijiste... los niños aún no han llegado.

—Ah. Sí. ¿Recuerdas que muchos reinos no coinciden entre sí en el


tiempo, incluso cuando se tocan en un lugar? El tiempo está torcido entre
Dis y este lugar. Esto le permitió a Gan elegir, un poco, a qué hora se
dirigía. No está segura de a qué horas trajo a todos, pero está segura de
que todos llegamos aquí mucho antes de que nos fuéramos de Dis.

Estaba demasiado agotado y dolido para darle mucho sentido a eso,


pero pensó que entendía la parte importante. Los niños aún no estaban
aquí. Tenían algo de tiempo.

—¿Cuánto tiempo?
—¿Cuánto tiempo hasta que lleguen? Una o dos semanas. Ella no
está segura. Sin embargo, no llegarán a donde estamos.

—¿Cómo... lo sabes?

—Gan dice que el portal por el que pasaron los niños no conducía a
este lugar. Cree que entregó a Cynna cerca de ese portal y que llevó a Lily
a algún lugar cerca de Cynna. Pero a nosotros no. Ésta es su área de
especialización. Acepto su opinión.

Un portal. Eso despertó otro recuerdo.

—Reno. ¿Dónde está Reno?

—La pregunta es cuándo, no dónde. Reno se fue a este reino, pero

34
hizo un portal desde la construcción para hacerlo. Los portales no son
como cruzar como lo hace Gan. Sincronizan el tiempo entre reinos. Reno
llegará aquí al mismo tiempo que dejó Dis.

Era demasiado para distraerse con su mente cansada. Sus ojos


estaban tratando de cerrarse.

—No... ahora. Él llegará... luego. Y los niños. Luego. —Rule estaba


una semana o dos en el pasado. Toby aún no había sido secuestrado.
Una terrible tensión se alivió. Por ahora, Toby estaba bien.

—Sí. Conseguiré agua ahora. Esto llevará diez o veinte minutos. Hay
un rezumadero. No está lejos, pero hay que tener cuidado aquí al cruzar
terreno abierto.

—¿Por qué? —preguntó. Luego, con más sensatez, porque había


muchas razones por las que el campo abierto podía ser peligroso,
preguntó una vez más—: ¿Dónde estamos?

—Lóng Jia. —Sus ojos negros eran remotos, como si mirara una vista
privada, una que tuviera un gran significado. Entonces su mirada se
agudizó y se dirigió a él—. En inglés, lo llamarías Dragonhome.
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—¿Es qué? —Lily miró a su amiga, incrédula.

—El lugar de donde vienen los dragones. Su reino natal. —Cynna


apoyó la cabeza contra la pared detrás de ella y cerró los ojos—. Eso es
lo que me dicen de todos modos. Los que hablan inglés, es decir, que es
un grupo realmente pequeño. Dos, creo. Aunque los guardias saben un
par de palabras: “ven” y “quédate”.

Alice Báitóu, también conocida como Alice Whitehead, tenía razón.


La celda era primitiva. Sin embargo, no una mazmorra horrible y viscosa.
Estaban en el segundo piso de uno de los edificios de piedra que había
visto, el llamado Tribunal de Justicia. Incluso tenían una rendija en la
pared exterior de piedra para dejar entrar el aire y la luz, aunque esa luz
ahora se estaba atenuando. Era tarde en el día, acercándose al atardecer.

Pero la celda era pequeña para una persona, muy estrecha para dos
y sin muebles, salvo por dos cubos, uno con tapa que, según ella, era su
inodoro; uno con una taza de hojalata para beber.

Además de los cubos, había tres libros de bolsillo: A Tale of Two


Cities, Huckleberry Finn y The Norton Anthology of Poetry. También había
una estera para dormir. Cynna estaba sentada en ella. Iba descalza y
vestía pantalones negros opacos, muy parecidos a los que llevaban los
guerreros bajos. Eran demasiado cortos para ella. Su blusa marrón
barro, por otro lado, era demasiado grande, pero un lazo en el cuello
evitaba que se le resbalara por los hombros.
Su rostro estaba pálido bajo la tinta. Parecía más delgada, como si
hubiera perdido peso en el tiempo que habían pasado en Dis. Su brazo
derecho estaba en cabestrillo. Había sido entablillado.

No se había alegrado de ver a Lily, a juzgar por su reacción cuando


los guardias llevaron a Lily a la celda pequeña. “Oh, mierda” no era su
saludo habitual. Lily había dicho algo acerca de que Cynna no estaba
muy contenta de verla aquí, dondequiera que fuera “aquí”. Y finalmente
obtuve una respuesta a esa pregunta.

—Vi un dragón en el cielo, pero nunca pensé… no se me ocurrió...


—Lily se detuvo antes de decir algo sobre Reno. No creía que sus captores
supieran sobre el dragón verde y quería que siguiera siendo así—. ¿Este
es el reino natal de los dragones?

36
—Sí. Siéntate —dijo Cynna—. Te diré lo que sé. ¿Estás herida?

—Esguince de tobillo. También me golpeé la cabeza, pero no es nada


serio. ¿Tienes el brazo roto? —Lily cojeó los pocos metros entre la puerta
y la estera de Cynna y se dejó caer al suelo... el suelo de madera fregado.
La celda podría ser primitiva, pero estaba más limpia que ella.

Cynna asintió sin abrir los ojos.

—¿Alguna vez te has roto un hueso?

—No desde que tenía cinco años. Me rompí la muñeca cuando un


árbol me expulsó.

—Este es mi primero. Todo es muy molesto. —Cynna respiró


temblorosamente y abrió los ojos—. Déjame terminar con esto, luego
puedes hacer preguntas. Sé que tendrás preguntas. —El fantasma de
una sonrisa tocó sus labios y luego se desvaneció—. Te han estado
esperando porque les dije que podrías aparecer.

Lily asintió.

—Pensé que podrías haberlo hecho.

Cynna miró fijamente.

—¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que vas a decir?

—Claramente me estaban esperando. Eso podría deberse a algún


tipo de alerta mágica, pero parecía probable que me hubieran estado
esperando específicamente, tal vez a través de la magia, tal vez solo con
los ojos en el suelo. Sin embargo, sabían quién era yo, así que era a mí a
quien estaban observando, no solo a intrusos al azar. Y no hicieron las
preguntas que deberían hacer. ¿Qué pasa con Rule? ¿Cullen? ¿Los
demás?

—¿Qué?

Cynna parecía demasiado aturdida para pensar. Lily dijo con más
suavidad:

—¿Les hablaste de los demás en nuestro grupo?

—Yo... de forma general. Sin embargo, fuiste la única que pensé que
podría llegar aquí.

37
—Tenías una razón para decírselos.

—Podrías decirlo. —El rostro de Cynna se contrajo, un rápido e


infeliz apretón de boca y mandíbula—. Mataron a un niño. Rompieron su
cuello. No respondí lo suficientemente rápido y uno de ellos le rompió el
cuello. Lo escuché romperse. Se puso todo flojo y... —Se estremeció—.
Infiernos. Iba a contar esto en orden.

Lily se inclinó hacia adelante y agarró la mano buena de Cynna, la


que no estaba conectada a un brazo roto, y la apretó.

—Esos hijos de puta. ¿Amenazaron con hacerle daño si no


respondías?

Los dedos de Cynna apretaron los de Lily.

—Hicieron que un soldado agarrara a tres niños de la calle. Zhu


Kongqi, habla inglés…

—Lo conocí.

—Él hizo las preguntas, pero fue Dick Boy... su nombre es realmente
Dìqiú, que suena como “idiota”, no como “niño idiota”…

De todos modos, hizo lo que dijo Cynna.

—... pero me gusta más Dick Boy, así que así es como lo llamo. Él
es quien mató al niño. No respondí lo suficientemente rápido, y él
simplemente... es como un detector de mentiras viviente. No es magia
mental, creo que es más como el tipo de sensación física que hace un
sanador. Kongqi me dijo que matarían a los niños si no cooperaba, luego
me preguntó cómo llegué aquí. Dudé, tratando de encontrar una manera
de decir la verdad sin darles todo, pero... pero no respondí lo
suficientemente rápido. Dick Boy esperó unos cinco segundos. No dio
una advertencia, solo… —Se detuvo de repente y cerró los ojos con fuerza.

—Estás destrozada.

—Joder, lo estoy. —Las lágrimas se filtraron por debajo de esos


párpados cerrados—. Parecía tener unos cuatro años. Quizás me
equivoque en eso. Quizás era mayor. Todo el mundo aquí es bajo, por lo
que podría haber sido mayor. No es que eso lo mejoraría, pero era tan
malditamente pequeño... los otros dos todavía están vivos. Al menos creo
que lo están. Una niña y otro niño. Creo que el segundo niño era el
hermano mayor del niño. Lloró y lloró, pero muy silenciosamente... Sigo

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pensando en cómo voy a matarlos. A los dos engendros de dragón, pero
especialmente a Dick Boy. Pienso mucho en eso.

Lily no supo cómo responder. Después de un largo momento, dijo:

—Justo antes de mi noveno cumpleaños, un pedófilo nos secuestró


a una amiga y a mí. La hermana de Ginger Harris, en realidad. Su nombre
era Sarah. Violó y mató a Sarah frente a mí. Ella estaba gritando y
llorando y él quería que se callara, así que apretó su garganta mientras
lo hacía... le sorprendió cuando se dio cuenta de que estaba muerta. —
Nunca olvidaría la expresión de su rostro. Sobresaltado, luego
avergonzado, como un niño que ha tirado su vaso de leche y hecho un
desastre—. La policía llegó antes de que él pudiera hacérmelo a mí.
Durante mucho tiempo pensé en formas de matarlo. Me consoló. —Su
boca se torció—. No consoló a mis padres.

Cynna la miró una vez, luego la apartó.

—No sabía nada de eso.

—No hablo de eso. —No había hablado con el terapeuta al que la


enviaron sus padres. Las únicas palabras que habían tenido sentido para
ella en ese momento habían sido: “Quiero matarlo”, y había visto cómo
eso afectaba a los adultos que la rodeaban. La mayoría de ellos de todos
modos—. La abuela entendió. Ella ayudó. Ella me enseñó sobre
jardinería.

—Jardinería.

La incredulidad en la voz de Cynna casi hizo sonreír a Lily.


—Cuando le dije a la abuela que quería matar al monstruo, ella me
dio unas palmaditas en la mano y dijo que por supuesto que sí, pero que
no podía. —No que estuviera mal, fuera inseguro o ilegal o que ella no
debería pensar esas cosas, sino que no podía hacerlo. Recordó el alivio
que había sentido. Por fin, una respuesta sensata—. Sin embargo, podía
matar toda la hierba y las malas hierbas que quisiera, y me mostró dónde.
Ese primer año, maté muchísimo pasto Bermuda. También planté cosas.
Plantar cosas, eso se inclina hacia el futuro. —Había necesitado ambos
aspectos de la jardinería: el asesinato vegetativo y la inclinación hacia
adelante.

Cynna tenía una expresión extraña. No era una sonrisa, sino algo
más abierto, más parecido a su yo habitual. Quizás un poco perplejo.

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—No te ofendas, pero prefiero matar a los engendros que a un
montón de hierba.

—No tienes ocho años. Es posible que puedas hacerlo. O puede que
te mates intentándolo y te necesitaremos, así que no lo conviertas en tu
máxima prioridad, ¿de acuerdo?

—No. —Cynna respiró hondo y temblorosamente—. No, mi prioridad


es Ryder. Ryder y el resto de los niños. Pero matar a Dick Boy está
bastante alto en la lista. Si tengo la oportunidad... —Soltó la mano de Lily
y negó con la cabeza, pero no como si negara algo. Más bien como tiembla
un perro después de mojarse—. No tenía la intención de desmoronarme
contigo. Aunque podría volver a hacerlo. No estoy exactamente en mi
mejor momento.

—Me dijeron que los niños no estaban aquí.

—No. Aún no. —Pero Cynna se llevó un dedo a los labios.

En el silencio, Lily escuchó a los guardias al otro lado de la puerta.


Era de madera pesada con una ventana diminuta no mucho más grande
que una mirilla. Las bisagras eran de hierro, pero no había pestillo, la
puerta estaba sujeta por una barra de madera en el otro lado. Crudo pero
efectivo. Al otro lado de esa puerta, los dados traquetearon en el suelo de
madera. Un hombre exclamó. Otro se quejó de su mala suerte.

Entendió la precaución de Cynna. Si podían oír a los guardias, los


guardias podían oírlas. Menos mal que tenían otra opción.
Lily le dio un codazo al material brillante en su parte media y lo dejó
desplegar.

Cynna tenía algún tipo de escudo mental, pero no del tipo que
bloqueaba el habla mental. Para su sentido de la mente, la mente de
Cynna era como un kiwi difuso y brillante. El verde era inusual para un
ser humano, ya que era el color que ella asociaba con las mentes lupi.
Lily pensó que tenía algo que ver con Cynna siendo tocada por la Dama,
Rhej para el clan Nokolai. Pero podría haber significado algo más.

La falta de claridad significaba que Lily podía hablarle mentalmente.


Para hacer eso, tenía que tocar una mente con una sonda, luego enviar
pulsos a lo largo de la sonda que correspondía con lo que quería decir.
Esos pulsos se hundían en las mentes que percibía como si tuvieran

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textura, pero se deslizaban fuera de las resbaladizas. No sabía si los
pulsos llevaban sus palabras reales o sus significados; la gente la
“escuchaba” como si hablara inglés, pero tal vez alguien como Li Po la
“escucharía” en chino. Había muchas cosas que no había tenido la
oportunidad de aprender sobre su nueva habilidad antes de que el
mundo comenzara a explotar a su alrededor.

Sin embargo, independientemente del contenido, tenía que


pronunciar las palabras para crear los pulsos. Al principio, había tenido
que hablar en voz alta, pero había mejorado lo suficiente como para
pronunciarlas en silencio ahora.

¿Crees que los guardias saben más inglés del que admiten?

Los ojos de Cynna se agrandaron en lo que parecía alivio. Sin


embargo, todo lo que Lily obtuvo de ella fue un galimatías que le
recordaba el balbuceo de un bebé, sonidos parecidos a palabras sin
significado.

Eso no funcionó, envió. Intenta pronunciar las palabras como lo estoy


haciendo yo.

Posiblemente, artículo con la boca Cynna. O podrían (balbuceo)


dispositivo de traducción como el que usan en el Borde.

Las cejas de Lily se elevaron.

¿Estas personas están comerciando con el Borde?

(balbuceo) posible.
Podrían volver a eso más tarde, decidió Lily.

¿Y los niños?

Todavía no se han ido de Dis. Ellos (balbuceo-balbuceo) tiempo no


congruente.

Los ojos de Lily se agrandaron.

¿Qué?

El tiempo aquí es más temprano que cuando dejamos Dis. No sé


(balbuceo) Sam dijo que el (balbuceo) no más de dos semanas. Podría ser
menos.

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¿Crees que podría ser hasta dos semanas antes aquí?, repitió Lily
para asegurarse de que entendió… aunque esa no era la palabra correcta.
No entendió esto en absoluto.

De todos modos, no son más de dos semanas. Razones técnicas para


ese límite. Lily, tenemos que hablar en voz alta algo tan (balbuceo)
sospechoso.

Lily se frotó la cabeza, con la esperanza de darle algo de sentido.


Pero sí, tenía sentido que no se sentaran en silencio. No querían que
nadie supiera que podían comunicarse de esta manera.

—Entonces, ¿cómo te capturaron?

Cynna hizo una mueca y respondió en voz alta.

—Fácilmente. Llegué a unos cinco metros en el aire y caí. Puede que


cinco metros no parezcan mucho, pero seguí cayendo... ¿Viste algo de
Lang Xin? ¿La ciudad fuera del complejo?

—Parte de ello.

—Quizás hayas notado que les gusta construir con piedra. Me


estrellé contra un muro de piedra. No sé si me rompí el brazo en ese
momento o cuando caí al suelo porque ya me había desmayado. Hizo que
fuera muy fácil para ellos capturarme.

—¿Te golpeaste la cabeza?

Ella sacudió su cabeza.


—Podría haberme desmayado por el dolor, pero sospecho que fue
por el cruce.

—¿Por qué cruzar te haría perder el conocimiento?

—Cuando cruzas a un reino con una gran incongruencia de tiempo,


eso puede desorientarte lo suficiente como para desmayarte.

Lily frunció el ceño y habló lentamente.

—Estaba inconsciente cuando llegué por primera vez. Pero me


golpeé la cabeza y pensé que era por eso... —Su voz se apagó cuando lo
obvio se elevó y la golpeó—. No te rompiste el brazo hoy. No llegaste
cuando yo lo hice, ni siquiera cerca. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

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—Seis días.

Seis días. Seis días como prisionera, con un brazo roto, captores que
no hablaban su idioma y sin forma de saber si alguien más había vivido
la batalla en la sala de audiencias. Seis días más sin su hija, su bebé.
Seis días sola en esta pequeña celda después de ver al engendro de
dragón romper el cuello de un niño de cuatro años.

—Mierda.

—Bastante, sí. ¿Puedes... puedes decirme algo sobre lo que pasó


después de que me fui de nuestra pequeña fiesta del infierno?

—Estaban todos vivos cuando me fui. —Al menos eso pensaba. Las
cosas habían sido bastante confusas... pero ¿por qué aumentar la carga
de dudas de Cynna?—. Pero creo que no pasó mucho tiempo después de
que te fuiste. Quizás cinco o diez minutos... mierda. Llevas aquí seis días.
¿Significa eso que el tiempo pasa aquí de manera diferente? ¿Como un
día aquí por cada minuto allá?

—No creo que sea tan sencillo. No lo sé con certeza, esta mierda está
muy por encima de mi conocimiento, pero creo que la diferencia horaria
se debe a algo que hizo Gan cuando nos trajo. Pero podría ser solo que
tú y yo cruzamos desde diferentes lugares. No es que entienda cómo
funciona eso, fíjate, cómo los puntos a tres metros de distancia entre sí
en un ámbito pueden vincularse a puntos que están separados por días
y kilómetros en otro, pero claro, no entiendo el tiempo. Aunque sé que es
posible. Al menos, es cuando los reinos no son congruentes en el tiempo.
¿Era su cabeza dolorida lo que hacía difícil seguir lo que decía
Cynna, o era el tema? Lily abandonó la incongruencia temporal por
ahora.

—¿Saben sobre Gan?

—Sí. Cayó conmigo, no contra la pared, por suerte, pero sé que me


acompañó. La gente la vio antes de que desapareciera. Cruzó de regreso
a Dis, supongo. Tuve que contarle a Kongqi sobre ella. —Pero Cynna negó
con la cabeza mientras decía eso.

Sus captores sabían sobre Gan, ¿pero no todo sobre ella?


Claramente necesitaban ponerse de acuerdo en sus historias. El sentido
mental de Lily se había vuelto a enroscar en sus entrañas cuando dejó

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de prestarle atención. Ella le dio un codazo.

¿Qué es lo que nuestros captores no saben sobre Gan?

La boca de Cynna se movió en silencio.

Saben cómo se ve Gan y (balbuceo) del Borde, que es una cruzadora


y que los dragones se las arreglaron para que viniera con nosotros.

Mayormente claro. Cynna estaba mejorando en esto.

¿No saben que solía ser un demonio? ¿Que es una amiga? ¿Que es la
canciller del Borde?

Una sacudida de cabeza de Cynna.

Bien. Eso es bueno. ¿Y Reno? ¿Saben de él?

No.

Eso era realmente una buena noticia.

¿Has tenido noticias de él?

No, pero probablemente aún no esté aquí. Luego, en voz alta:

—Hay muchas cosas que necesito decirte. He aprendido cosas sobre


este lugar, principalmente de Alice, entonces... mierda. ¿Sabes de Alice?

—La conocí —dijo Lily secamente—. Ella apareció casi tan pronto
como llegué.

—Y sabes que ella es...


—La hermana gemela de Helen Whitehead. Sí.

—Es una especie de pez gordo aquí. No he descubierto cuál es su


papel exactamente, pero tiene influencias con los engendros, por lo que
debe serles útil. Y ella, eh, soy su prisionera. Una vez que el engendro
terminó de interrogarme, me entregaron a ella. Quiere que enseñe a los
campesinos aquí más sobre cómo usar la magia.

Lily se quedó en silencio, tratando de ampliar su visión de esa mujer


fría e incolora para abarcarla... ¿Qué? ¿Misionero? ¿Hacedora del bien?

—¿Quiere educar a los campesinos?

—Lo sé. Extraño, ¿eh? Pero tiene una lista del tipo de hechizos que
quiere que aprendan. Cosas prácticas como purificar el agua y hechizos

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que promueven la curación. Hechizos contra las alimañas. Ya le cambié
uno de esos, uno para pulgas. Sin embargo, sin hechizos de fuego. Por
alguna razón eso está prohibido. —Resopló—. Me he dejado distraer de
nuevo. Te he dicho dos de las tres cosas que quería asegurarme de decirte
de inmediato, en caso de que nos interrumpan. Aquí está la tercera. —
Con eso, levantó el dobladillo de su blusa.

Por un segundo, Lily estaba demasiado sorprendida de que Cynna


mostrara sus pechos como para notar la telaraña dorada que se aferraba
a su piel sobre su corazón. Era redonda, de unos quince centímetros de
ancho y parecía estar hecha de alambre de oro muy fino.

—¿Qué diablos es eso?

—Lo llaman jaula mágica. Atrapa mi poder. No puedo hacer ninguna


magia que vaya más allá de mi piel. Y no saldrá. —Mientras Cynna se
envolvía de nuevo con la camiseta, su boca siguió moviéndose, pero en
silencio.

Lily había dejado de prestar atención a su sentido mental, así que


tuvo que empujarlo de nuevo.

Repítelo por favor. No estaba “escuchando”.

Creo que juntas podemos volar los circuitos de esta cosa, pero lo que
tengo en mente es un poco peligroso. No quiero intentarlo hasta que
estemos listas para actuar.

Cuando lleguen los niños. Sí. Las manos de Lily se cerraron en


puños. Pero necesitaremos un camino de regreso. ¿Puedes hacer un
portal? Seguramente la respuesta fuera sí. Cynna tenía los recuerdos y
había participado en la construcción de un portal una vez, y maldita sea,
tenían que sacar a los niños de aquí, una vez que llegaran. Tenían que
irse a casa.

Pero Cynna estaba negando con la cabeza.

No sola. Incluso los gnomos no intentan construir un portal solos y


saben lo que están haciendo. Quizás Reno pueda ayudarme cuando llegue.
Volvió a hablar en voz alta.

—Creo que la jaula mágica es obra sidhe. Eso se basa en lo que


puedo ver de las runas incorporadas en la telaraña. Sin embargo, venga
de donde venga, es viejo y sofisticado. Extrae poder de mí, usa mi propia

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magia para bloquear mi magia, que es una verdadera molestia. Cuando
trato de usar magia, me mareo. Si sigo intentándolo, me desmayo.

Lily frunció el ceño.

—Entonces, ¿realmente bloquea tu magia? ¿O simplemente


reacciona a un intento de usarlo dejándote inconsciente?

—Lo primero, creo. Por lo que puedo decir (y maldita sea, ¡pero
desearía tener la visión de Cullen!) es como un vacío mágico. Absorbe mi
magia, y no solo la cantidad que estoy tratando de usar. No importa si
intento hacer una Búsqueda, lanzar una luz de mago o lanzar un hechizo
poderoso. Mismo resultado. Me mareo casi instantáneamente, el tipo de
mareo agotado. Si sigo intentándolo de todos modos, en unos segundos
me desmayo.

—Desagradable.

—Sí.

—Háblame de este lugar. ¿Qué has aprendido?

—Mucho. Um... Lo primero que debes saber es que este es un reino


de alta magia.

—Pensé que podría serlo. Muchos sorcéri. —Aunque no había tenido


ningún roce contra ellos desde que la llevaron adentro... ¿tal vez los
muros de piedra los bloquearan?

Cynna asintió.
—Es como el Borde de alguna manera. La magia no es
peligrosamente alta en todas partes, pero hay grandes áreas de las que
los humanos se mantienen alejados. Sin embargo, a diferencia del Borde,
no hay una sola franja de territorio que sea segura, sino un mosaico de
lo seguro y lo no seguro. La mayoría de las personas se han asentado
cerca de agua en movimiento. Eso tiene que ver con la forma en que el
agua se aferra a la magia, mejor que el aire, pero no se agarra tan fuerte
como la Tierra. Y el fuego, por supuesto, no se aferra a la magia en
absoluto. La magia de fuego está realmente mal llamada. Cuando ese tipo
de magia se libera de repente, obtienes fuego, pero llamarlo “fuego” es
como llamar a las vacas “leche” porque obtienes leche de ellas. El
producto no es el mismo que... Maldición. —Se frotó la cara con
cansancio—. Voy a ser todo Cullen contigo. Explicando demasiado. Lo

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siento. Es muy bueno tener a alguien con quien hablar.

Cada vez que Cynna pronunciaba el nombre de Cullen, Lily sentía


una pequeña punzada de dolor. No está muerto, se dijo.

—Sé lo que quieres decir. Cuando supe que estabas aquí, me alegré.
Luego me sentí culpable porque me alegré.

—Sí. —Cynna suspiró—. Sí, es así. Me alegra que estés aquí. Quizás
no debería estarlo, pero ahora mismo no me importa el “debería”,
simplemente... Parte de mí esperaba que Gan trajera a Cullen, pero eso
es estúpido. Si lo hubieran capturado, lo habrían matado de inmediato.
Un hechicero es demasiado peligroso para mantenerlo alrededor.

Parecía que Cynna estaba segura de que Cullen estaba vivo para ser
capturado. O eso, o estaba en negación. Lily decidió que no le importaba
cuál fuera. Ella vio mucho valor en negarse a sí misma en este momento.
Envió una sonda de nuevo.

Sabías que Gan traería a alguien más, pero ¿no sabías a quién?

No tuvimos la oportunidad de charlar. Me agarró y zap… estábamos


aquí. Y cayendo. Cynna se frotó el brazo como si recordara el resultado
de esa caída.

—¿Dónde estaba antes de desviarme del tema?

—Este es un reino de alta magia. La gente se instala cerca del agua,


donde la magia ambiental no es tan alta. Aunque pensé que el océano
elevaba los niveles de magia ambiental, no que los reducía.
—Se asientan cerca del agua corriente, no del océano. El océano es
donde se vierte la magia cuando los ríos desembocan en él. Los grandes
lagos también pueden ser un problema, aunque probablemente ese no
sea el caso en Lang Xin debido a los engendros. A quienes se supone que
no debemos llamar engendros. Debo advertirte sobre eso. Les gusta que
los llamen Zhu en singular, Zhuren en plural, y si lo olvidas, te
lastimarán. Pero como los dragones, son esponjas, capaces de absorber
mucha magia.

—¿Todos aquí son humanos? Excepto los engendros, quiero decir.


¿Y son todos chinos?

—Bueno, no hay ningún lupi. —Cynna sonrió brevemente—. Según


Alice, casi todo esto es de ella, por lo que es un grano de sal, China es la

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única parte de la Tierra que colinda con este reino de una manera que
causa fallas. Aparecen seres de otros reinos, pero no tienen
descendientes. O no lo ha hecho hasta ahora. Vivir en un reino de alta
magia inhibe la fertilidad, y la mayoría de las razas no son tan fértiles
como los humanos. Por supuesto, la mayoría de las razas de los reinos
sidhe pueden cruzarse con humanos, pero hay un gran tabú al respecto
aquí. En lo que a ellos respecta, todos los no humanos son demonios.

—El folclore chino está lleno de seres a los que se les llama
“demonios” en inglés —dijo Lily distraídamente—, pero no son lo que
queremos decir con el término. ¿Qué pasa con los demonios reales? ¿Los
de Dis?

—Oh, a veces caen, pero por lo general mueren con bastante rapidez.

Las cejas de Lily se arquearon.

—Los demonios son difíciles de matar. Esta gente lo hace con, ¿con
qué, arcos y flechas? ¿Espadas?

—Los humanos no son los únicos que matan.

—¿Los engendros?

—A veces, supongo, pero aquí hay muchos depredadores que dan


miedo. Los primeros de la lista son los dragones, pero según Alice hay
muchas otras bestias grandes y malas, aunque no tenemos que
preocuparnos porque Lang Xin está protegido.

—Protegido, ¿eh? ¿Toda la ciudad? ¿Por los engendros?


—Sí, sí, y creo que sí.

—¿Hay muchos...? —Un aumento repentino en el parloteo al otro


lado de la puerta de la celda hizo que Lily se detuviera y mirara en esa
dirección, como si pudiera ver a través de la madera maciza si lo
intentara.

—Cambio de turno —dijo Cynna, pero estaba mirando una de las


paredes, no la puerta. Después de un momento, Lily se dio cuenta de que
estaba comprobando el ángulo de la luz del sol que entraba por la rendija
de la ventana—. O tal vez no. Creo que es demasiado pronto para eso,
pero decir la hora con el sol no es lo mío. ¿Puedes entenderlos?

—No cuando todos están hablando a la vez así. Nunca había

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escuchado este dialecto antes, y... —Se interrumpió ante la orden ladrada
desde fuera de la puerta—. Lo entendí. Debemos alejarnos de la puerta.
—Como ya estaban lo más lejos posible en la pequeña celda, no se movió.

Un ojo miró por la pequeña ventana y luego se retiró. Hubo un


sonido de raspado, se levantó la barra, luego se abrió la puerta.

Era el guardia con el peto o coraza azul o lo que sea. Había traído a
un par de amigos, hombres que sostenían arcos cargados y las flechas
apuntaban directamente a Lily.

—See-nah Wee-vah, quédate —ordenó—. Li-li Yu ven.

—Te toman más en serio que a mí —observó Cynna—. Cuando


vienen a buscarme, no usan arcos cargados. Mi brazo roto me quita ese
borde peligroso, supongo.

Lily se puso de pie lentamente.

—¿Sin embargo, a veces vienen por ti?

—Sí, a veces Alice envía por mí. También me sacan de la celda todas
las mañanas para que puedan fregar la celda y yo pueda fregarme. Son
grandes en limpieza.

—No es de mañana. —Lo que significaba que probablemente era


hora de interrogatorios.

—¡Ven! —repitió Peto-Azul.


Lily convocó a su imitación de la abuela. Lo miró con altivez y habló
lentamente, usando su mejor mandarín... y enviando su sentido de la
mente.

—Voy, pero ¿cómo me dirijo a usted, honorable señor?

Para su asombro, él le ofreció una breve y rígida reverencia.

—Este es Fang Ye Lì, un Puño Segundo de los Zhuren. Puedes


dirigirte a mí como Puño Segundo.

La palabra que usó, quán, se pronunció de manera diferente en


mandarín, pero esta vez Lily sabía que significaba “puño” porque también
lo escuchó en su cabeza. En inglés. Complacida, salió cojeando de la
celda como si fuera idea suya.

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En el otro lado de la puerta de la celda había una gran área abierta
definida por tres paredes interiores que estaban tachonadas con puertas
enrejadas. Celdas, en otras palabras. No había ventanas aquí; luces de
mago flotaban cerca del techo. El cuarto lado contenía las escaleras que
parecían ser la única forma de entrar o salir, estantes llenos de una
interesante mezcla de artículos y lo que Lily pensó que era una celda de
retención que se proyectaba hacia la habitación. Tenía barras de bambú
en lugar de paredes y era mucho más grande que su celda. En su interior,
cuatro hombres estaban sentados o tendidos boca abajo en actitudes de
aburrimiento o desesperación.

En medio de la zona abierta había una gran mesa rayada y varios


taburetes de madera. Se paró junto a esa mesa cuando la registraron
antes de enviarla a la celda, dejando sus bolsillos vacíos incluso de
pelusa. Sin embargo, por alguna razón, no le habían quitado los anillos.

Su anillo de bodas todavía rodeaba el tercer dedo de su mano


izquierda. El anillo que sostenía al toltoi descansaba en el dedo
correspondiente de su mano derecha. Pasó su pulgar sobre ese ahora,
preguntándose por qué. ¿Quizás pensaron que estaba mal tomar las
joyas de un prisionero? Trató de recordar si Cynna todavía tenía su anillo
de matrimonio... sí. Lo sintió cuando apretó la mano de su amiga.

Pero también habían dejado a Lily el toltoi.

Le habían dado el pequeño encanto cuando ritualmente se hizo parte


del clan Nokolai. El toltoi no era mágico. Tenía algo, sí, pero no magia.
Arguai, lo llamaban los sidhe. Espíritu, según otros. Incluso Sam dijo que
no entendía el espíritu, por lo que tal vez los engendros no podían
sentirlo, no sabían que había nada en el anillo más que un bonito diseño.

Lástima que no supiera cómo usarlo. Claro, podría haberla ayudado


a hablar mentalmente a Rule si él hubiera estado unos cientos de
kilómetros más cerca, pero no lo estaba.

El hombre que la había convocado desde su celda estaba mirándola.


Fang Ye Lì se adaptaba a su nombre, su apellido de todos modos. Uno de
los significados de Fang era “cuadrado”, y estaba construido como un
bloque, fornido y cuadrado en todos los ángulos. Tenía las cejas espesas
y un bigote caído enmarcaba una boca demasiado pequeña para esa
mandíbula prominente. Sin barba. Y esa armadura azul... cuando la miró
bien por primera vez, parpadeó sorprendida.

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¿Podría ser así como se veía?

—Te saludo, Puño Segundo. ¿A dónde vamos?

—Vamos primero a la casa de baños de mujeres.

Ella arqueó las cejas.

—Eso será agradable.

Sus mejillas se oscurecieron, ¿de vergüenza o ira? En algunos


hombres, se parecían mucho.

—No somos bárbaros. Por favor, extiende tus manos.

Lo hizo, colocándose para poder ver las tres paredes con puertas
enrejadas.

Cinco, seis, siete...

—No es una de las mejores casas de baños —dijo con rigidez


mientras le agarraba las manos y comenzaba a envolver sus muñecas
con una cuerda... y le dio una sorpresa. El Puño Segundo tenía un Don
de Tierra. Uno bastante fuerte—. Es utilizado por mujeres que trabajan
en el recinto. Ellas, ah, no son de alto estatus. Sin embargo, he enviado
a buscar una asistente adecuada y la casa de baños estará reservada
para tu uso.

Lily se encogió de hombros, imitando la forma en que la abuela


respondía a veces a las ofensas menores de aquellos que claramente no
sabían nada mejor, y decidió dónde quería encajar en la cosmovisión de
este hombre.

—Entiendo que las mujeres aquí no pueden entrar en la casta


guerrera. No es importante. Yo sé lo que soy.

Sus cejas se alzaron.

—¿Dices ser una guerrera?

La abuela, decidió, no se molestaría en responder a semejante


estupidez. Así que ella no lo hizo.

—Tu armadura me intriga. ¿Puede estar hecha con escamas de


dragón?

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Su pecho no se hinchó del todo, pero sus hombros se volvieron aún
más cuadrados.

—Sí. Mi abuelo estuvo entre los que mataron al Gran Azul en la


tercera generación

—Impresionante —dijo, y lo decía en serio—. Si tienes tiempo


después, me encantaría escuchar esa historia. ¿A dónde más vamos?
Dijiste que la casa de baños era la primera.

—Para Zhu Kongqi. Hay una carreta esperando afuera.

La frase que usó para “carreta”, traducida literalmente, era “paquete


de juncos con ruedas”. Al menos, eso es lo que significaría en mandarín.
Pero debido a que estaba captando el significado con su sentido mental,
sabía lo que él quería decir. Lo que fue interesante, sin embargo, fue que
Fang no parecía tener problemas para entender su mandarín. Debería
haberlo hecho. Incluso los hablantes nativos de mandarín a veces lo
hacían. Su acento apestaba.

—¿Por qué me quiere?

—No sé. Él te da tiempo para bañarte primero. ¿Puedes caminar?


¿Bajar las escaleras?

—Ciertamente. —Los guerreros no mostraban dolor, así que bajó las


escaleras de piedra como si su tobillo no le estuviera gritando que cortara
eso. Menos mal que solo fue un piso.
El sol se había puesto, pero no afuera. Si hubiera estado en casa,
habría dicho que eran las siete y media u ocho de una tarde de verano.
La temperatura sugería que aquí también podría ser verano. Lily se
instaló en la carreta (“paquete de juncos con ruedas” era una buena
descripción) y preguntó por las otras celdas y sus ocupantes.

—Actualmente —le dijo el Puño Segundo—, tenemos a treinta y un


violadores de la ley celestial.

Ella había contado veinticinco puertas con barrotes. Eso incluía la


celda asignada a ella y Cynna. Treinta y un violadores de la ley celestial
más ella y Cynna, asumiendo que las dos no fueran parte del recuento
de Fang, menos los cuatro hombres en esa celda de detención equivalían
a veintinueve prisioneros detrás de esas veinticinco puertas con barrotes.

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Estaban llenos.

—No creo que haya violado ninguna ley, celestial o de otro tipo.

Fang Ye Lì estuvo de acuerdo en que probablemente no lo había


hecho, pero, por supuesto, si uno de los Zhuren deseaba que la
encerraran, entonces debía estarlo.

Mientras se sentaba en la carreta, consideró los números. Algunos


de los otros prisioneros debían estar en parejas, pero aún podrían haberla
separado a ella y a Cynna con bastante facilidad al ponerla con otra
persona. No lo hicieron. Tal vez fueran realmente considerados y querían
que ella estuviera con su amiga. O tal vez querían que ella y Cynna
estuvieran juntas para poder hablar. Tal vez, como pensó Cynna, uno o
más de los guardias sabían más inglés de lo que admitían.

Las ruedas de madera de la carreta hacían ruido en el camino


empedrado y el viaje estaba lleno de baches. Resultó que la casa de baños
de mujeres estaba al otro lado del complejo, y estarían yendo por el
camino más largo, siguiendo los caminos en lugar de cruzar
directamente. Eso estaba bien. Le dio tiempo para hacer preguntas.

Al escuchar la mente de Fang y su discurso, Lily entendió todo lo


que dijo cuando se dirigió a ella. Cuando hablaba con otra persona, el
flujo del habla mental se cortaba. No supo qué era la torre con la parte
superior de frisbee en el centro del patio, salvo que era “de los Zhuren”,
pero la glorieta de gran tamaño era una combinación de mercado y punto
de registro. Todos los que visitaban la ciudad tenían que registrar su
presencia y el motivo de su visita. ¿Lang Xin tenía muchos visitantes? Sí,
porque ¿no era el corazón brillante del mundo? Y por supuesto todos
quienes la visitaban venían a Xīnzàng de Jiā, literalmente, Casa del
Corazón, que parecía significar el patio y todos los edificios
gubernamentales.

Más concretamente en lo que respecta a Fang, la ley nació en Lang


Xin y fluyó hacia afuera como un corazón bombeando sangre. Y la ley era
su pasión.

Había dos niveles de ley: la ley del pueblo y la ley celestial. La ley de
las aldeas variaba y se promulgaba y administraba en las distintas
aldeas. La ley celestial venía de los engendros. Los magistrados eran
nombrados por los Zhuren y enviados a las ciudades más grandes, donde
eran responsables de aprobar la ley de la aldea y arrestar a los que se

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creía que habían violado la ley celestial. Cualquiera acusado de violar la
ley celestial era llevado al Tribunal de Justicia Celestial para ser juzgado,
de ahí las celdas del segundo piso.

Los engendros rotaban todos los puestos administrativos clave entre


ellos, incluido el de juez, un puesto que llamaban padre de la Ley.
Algunos de ellos no estaban muy interesados en ese deber en particular.
No es que el Puño Segundo lo dijo de esa manera, pero eso es lo que quiso
decir. Dependiendo de cuál de los engendros estaba sirviendo como padre
de la Ley, podían pasar meses antes de que alguien fuera llevado a juicio.
A los prisioneros probablemente no les importaba el retraso. Casi todos
los acusados de violar la ley celestial eran declarados culpables. Culpable
significaba muerto.

—¿Qué es la ley celestial? ¿Puedes darme ejemplos? No quisiera


romperla por ignorancia.

—Pagar el impuesto anual es lo primero. La mayoría de nuestros


prisioneros son culpables de no pagar, pero tenemos a un hombre
acusado de matar a una prostituta que lo disgustó. Ella estaba
embarazada.

—¿El asesinato está en contra de la ley celestial?

—El asesinato en general es un asunto de la ley del pueblo, pero es


un delito contra los Zhuren causar la muerte de una mujer embarazada
o un bebé no destetado. También lo es mentir a los magistrados.
Rebeldía. No presentar lactantes deformados. No educar...
—Disculpa, Puño Segundo, pero ¿qué fue eso de los bebés
deformados?

—Los bebés que nacen con deformidades visibles deben ser


presentados al juez, quien determinará si deben ser asesinados de
inmediato o dejarlos vivir hasta su tercer cumpleaños, cuando serán
evaluados más a fondo. Esta es una ley importante.

Hablaba con severidad, como si esperara una discusión.

—Muchas deformidades no impiden que una persona contribuya.

—Hmm. —Los reinos de alta magia producían más mutaciones. Las


deformidades podrían ser comunes aquí, ¿y algo que esconder, por
vergüenza? O algo a lo que matar, por miedo—. ¿Qué pasa con la falta de

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educación?

—No tienes que preocuparte por violar esa ley —dijo como si
estuviera haciendo una broma suave—. Se aplica a los ancianos de las
aldeas o los consejos, no a los individuos. A los niños se les debe enseñar
la cortesía, después de todo, así como la historia y la ley celestial. Hemos
llegado.

El edificio frente a Lily era pequeño, de piedra, de un solo piso. El


techo era de paja. Una mujer estaba afuera, haciendo una reverencia
cuando se detuvieron. Era unos diez centímetros más baja que Lily y
parecía que una fuerte brisa se la llevaría. Llevaba lo que Lily consideraba
un atuendo tradicional de las mujeres chinas: una blusa envolvente con
una falda larga con un fajín alto. La blusa y la falda eran de lino azul
claro con ribetes azul oscuro en mangas y solapas. Lily vio que no tenía
zapatos, pero llevaba un sombrero de paja con forma de pirámide
aplastada que le cubría la cara... su rostro chino blanco y arrugado.
Blanco como en falta de pigmento por completo. Sus ojos eran de un azul
tan pálido que el iris casi desapareció. Sus cejas también eran casi
invisibles.

Ella era albina. Un verdadero albino, no una imitación como Alice


Báitóu. Un mundo preocupado por las mutaciones podría no ser amable
con los albinos.

Para sorpresa de Lily, el Puño Segundo ordenó a uno de sus guardias


que le quitara la cuerda que le ataba las muñecas. Mientras el guardia
hacía eso, Fang la miró.
—Te esperaremos aquí, junto a la puerta. Comprende que no te
ayudará dañar a la asistente o intentar tomarla como rehén.
Lamentaríamos su muerte, pero sería atribuida a ti, no a nosotros.

La asistente se inclinó ante Lily y susurró que se sentía honrada de


servir a los Zhuren... ¿qué? Lily no reconoció la palabra que usó y su
habla mental no era tan clara como la de Fang Ye Lì. Dado lo suave que
era su voz, tal vez en realidad no quería ser escuchada. ¿Se suponía que
esta pequeña mujer debía proteger a Lily dentro de la casa de baños? Lily
trató de imaginarla como una especie de ninja envejecida, capaz de
proteger a los peligrosos prisioneros de fuera del reino. Falló.

De todos modos, ¿por qué la estaban premiando con un baño?


Cynna había dicho que sus captores eran fanáticos de la limpieza, pero

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había formas más fáciles de asegurarse de que los prisioneros no
ofendieran las narices de sus captores. Lily negó con la cabeza ante todas
las preguntas sin respuesta y siguió a la pequeña mujer al interior.

Era una habitación individual, oscura, calurosa y húmeda. Captó


un leve olor a azufre en el aire pesado. El calor, la humedad y ese olor
sulfúrico procedían de la piscina que ocupaba gran parte del espacio.
Una fuente termal natural, pensó Lily, y se preguntó si las fuentes
termales eran comunes aquí. No es que supiera lo que significaría si lo
fueran. Tenía la vaga noción de que las aguas termales estaban asociadas
con áreas sísmicamente activas, pero eso podría ser incorrecto.

Se colocaron taburetes bajos de madera alrededor de la piscina. La


asistente se echó el sombrero hacia atrás para colgar de su cordón,
revelando el cabello del color de la hierba de invierno blanqueada por el
sol.

Hizo una reverencia y susurró que ¿tal vez la honrada lái se quitaría
la ropa y se sentaría?

Ah, esa era la palabra que había usado antes: lái. Esta vez Lily captó
el significado que lo acompañaba: “recién llegado”. ¿Un término para
fallos, tal vez?

—Dime tu nombre primero, por favor.

—Esta humilde se llama Ah Hai.

Los apellidos eran lo primero aquí, como lo eran en China. Lily


comentó que “Ah” no era un apellido de donde ella venía.
—No tengo apellido, honorable lái.

La ausencia de un apellido sugería una trágica falta de posición:


¿bastarda, tal vez? ¿O esclavitud? ¿Sus pies descalzos presagiaban su
condición de humilde? Le habían quitado los zapatos a Cynna. ¿Qué
significaba eso aquí? Lily quería preguntar, pero necesitaba que esta
mujer se sintiera cómoda respondiendo preguntas, por lo que cambió la
conversación a un tema menos tenso, es decir, cómo se suponía que
debía proceder este baño.

Ah Hai se sentía cómoda hablando sobre su área de especialización,


y su habla mental se volvió más inteligible. El procedimiento básico
sonaba similar a la forma en que se bañaban los brownies, un asunto
comunitario en el que te enjabonabas y enjuagabas antes de meterte en

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el agua caliente para remojarte. O jugar, si fueras un brownie. Esta casa
de baños solía ser utilizada por sirvientas que trabajaban en el complejo.

Los sirvientes no calificaban para un asistente de baño, por lo que


Fang había requisado a Ah Hai, que trabajaba en una casa de baños de
clase alta en la ciudad.

Lily era una prisionera, pero Fang se había tomado algunas


molestias para conseguirle una sirvienta temporal. Eso tenía que ser una
cuestión de estatus. ¿Pero por qué? ¿Qué pasaba con Lily que hizo que
su estatus fuera lo suficientemente alto como para que se suponía que
tuviera un asistente de baño?

Ah Hai estaba feliz de mostrarle a Lily las cosas que había traído
para la comodidad de Lily que no estaban disponibles en los baños de los
sirvientes: jabón suave y perfumado; toalla de lino grueso; aceite para
cabello; tres tipos de lociones y dos ungüentos. También una pequeña
flauta de bambú.

Parecía que Lily estaba recibiendo el tratamiento de lujo. Esto la hizo


sospechar profundamente, pero no podía ver que haría alguna diferencia
para ella rechazar los servicios de la asistente. La necesitaban viva para
dársela a la G.P., ¿verdad? Cualquier otra cosa que pudieran hacer...
bueno, podrían hacerlo tanto si ella cooperaba como si no con su baño.
Bien podría seguir adelante y ver qué pasaba. No estaba entusiasmada
por ser fregada por alguien que no fuera Rule, pero él estaba tan
condenadamente lejos... ¿lesionado? ¿Solo? ¿Todavía en Dis? Odiaba esa
idea, pero podría explicar por qué se sentía tan distante.
No, eso estaba mal. Si hubiera sido una semana antes aquí de lo que
había sido cuando dejó Dis, él no estaría todavía en Dis. Ni siquiera
estaría en California. Hace una semana todavía estaban en clanhome
Leidolf en Carolina del Norte. Hace una semana, Toby había estado en
clanhome Nokolai con su abuelo. Aún no lo habían secuestrado.

Se quedó muy quieta ante el pensamiento, posibilidades e


improbabilidades dando vueltas por su cabeza. Finalmente dejó de
intentar ordenarlos y se sentó en uno de los taburetes bajos para quitarse
las botas. Se ataban en la parte delantera como si fueran botas de
combate, por lo que esperaba que salieran bien a pesar de su tobillo, que
tenía que estar hinchado.

El primero lo hizo; el segundo no lo hizo.

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Ella perseveró y terminó con un tobillo muy dolorido, dos calcetines
sucios y dos pies descalzos. El tobillo lesionado probablemente se
hincharía aún más ahora. Suspiró, se puso de pie y comenzó a
desnudarse. Cuando estuvo desnuda e incómoda por eso, Ah Hai
arrebató el montón de ropa sucia del suelo junto con las botas y los
calcetines de Lily y se apresuró hacia la puerta.

—¡Oye! —El tobillo de Lily la desaceleró lo suficiente como para que


la asistente le pasara todo a uno de los hombres de Fang afuera. La
puerta volvió a cerrarse de golpe—. ¿Por qué hiciste eso?

Ah Hai se inclinó en una nerviosa reverencia.

—Están sucios, honorable lái. Deben limpiarse.

—¿Eso es lo que te dijo el Puño? ¿Que limpiarían mis cosas?

—El honorable Puño Segundo me dijo que se los diera a su hombre,


pero seguramente los limpiarán.

—¿Y me los regresaran?

—Oh, sí, seguro que es así. —Parecía cualquier cosa menos segura.
Su sonrisa asustada intentó aplacar a Lily.

Lily miró la puerta cerrada con frustración. Durante un largo


momento consideró salir corriendo de allí y exigir la devolución de sus
cosas. Pero aunque la abuela podría lograrlo, dudaba de su propia
capacidad para impresionar a los guerreros armados cuando estaba
completamente desnuda. No de una manera que aumentara su estatus
de todos modos.

—Te duele el tobillo, ¿no? —dijo Ah Hai tímidamente—. Cuando


termines de remojarte, te lo envolveré y te aplicaré un ungüento a tus
otras heridas. Tengo buenos ungüentos. ¿Si te sientas, honorable lái?

Lily suspiró, regresó cojeando al taburete más cercano y se sentó.

—Háblame de los Zhuren.

—Son muy buenos —susurró Ah Hai.

—Muy poderoso, sí —asintió Lily, y comenzó a desabrochar la trenza


en la que se había puesto el cabello aproximadamente hace un día y dos

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mundos—. No tenemos Zhuren de donde yo vengo.

La mujer contuvo el aliento con sobresaltada simpatía.

—Voy a verter el agua ahora, si echas la cabeza hacia atrás. —Ella


lo hizo, mojando bien el cabello de Lily, luego comenzó a aplicar un poco
del jabón suave en su cuero cabelludo. Sus dedos rozaron la piel de Lily
y los labios de Lily se separaron con sorpresa. Ah Hai era empática, que
Dios la ayudara. Sin embargo, era un Don muy pequeño, así que tal vez
no le causara demasiada miseria. Es posible que la mujercita tenga que
tocar a alguien para captar sus emociones con claridad.

No es que fuera a recoger nada de Lily. Su propio Don bloqueaba


toda la magia, tanto la útil como la dañina, aunque por razones que ella
no entendía, el tipo de sanadores sensoriales corporales que usaban le
funcionaba... pero la empatía de Ah Hai no lo haría. Eso debía parecer
muy extraño para la mujer.

Media docena de preguntas entraron en la mente de Lily. Sus dedos


ansiaban anotarlas, pero no tenía su cuaderno, un bolígrafo ni nada más,
y tenía que establecer prioridades para esta entrevista. Entonces, cuando
Ah Hai enjabonó el cabello de Lily, Lily la convenció de que hablara sobre
los Zhuren. Nada secreto, le aseguró a la mujer. Solo aquellas cosas que
todos sabían aquí.

—¿Querrías saber nuestra historia? —preguntó la mujer vacilante.

—Eso sería bueno.


La mayor parte de lo que Ah Hai le dijo llegó claramente al sentido
mental de Lily, sugiriendo que la mujer estaba en un terreno cómodo con
la historia. Durante mucho tiempo, la gente aquí vivió vidas primitivas.
¡Tantas cosas querían comérselas y la gente tenía tan poco! Sin un
pueblo, una comunidad, ¿cómo podría sobrevivir una persona?

Y entonces se reunieron en aldeas diminutas, pero la vida era dura.


La mayoría de los lái sabían poco cuando fracasaban, después de todo.
Un hombre que había cultivado arroz toda su vida podía saber cavar,
plantar, regar y cosechar, pero no llegó aquí con todas sus herramientas.
Él podría saber cómo hacer un cubo, pero no cómo hacer las
herramientas que necesitaba para hacerlo.

Ah Hai enjuagó el cabello de Lily y aplicó aceite para el cabello,

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peinándolo. Comenzó a enjabonar el cuerpo de Lily ahora. Lily no siseó
ni se inmutó cuando el jabón le picó el corte superficial de su antebrazo.
Los guerreros no hacían ese tipo de cosas.

Esa fue la Primera Edad, continuó Ah Hai, y nadie sabía cuánto


había durado, porque la gente no tenía ni el tiempo ni el conocimiento
para hacer papel para escribir su historia. Entonces, un día, oh, hace
muchas generaciones, muchas, muchas, una aldea entera cayó. Un gran
pueblo.

No, Ah Hai no sabía cómo podía suceder algo así, pero así fue.
Algunos dijeron que la tierra tembló con tanta fuerza que se abrió,
revelando la aldea intacta, pero eso eran solo historias, no parte de la
enseñanza oficial. Pero la tierra temblaba a veces, ¿no es así, cuando el
gran gusano dormido en el corazón del mundo se revolcaba en sus
sueños? (El fragmento del “gran gusano” no le sonó chino a Lily, aunque
tenía la vaga idea de que había algo similar en la mitología griega. ¿O era
egipcio? No importa, se dijo. Más tarde podría perseguir pistas
mitológicas. De mayor interés fue la idea de que los terremotos eran lo
suficientemente comunes para haber dado a luz un mito.) Así que quizás
el mundo se había sacudido ese día, tan fuerte que el sello entre los
mundos se rompió, permitiendo que toda una aldea se pasara.

Este pueblo tenía herramientas, todo lo necesario para mejorar la


vida, incluida una forja y una fundición, y con ellas llegaron los que
tenían conocimientos básicos de metalurgia y trabajo de metales: bronce,
cobre y hierro. Fabricación de papel también y muchas otras cosas. Ese
pueblo se convirtió en Lang Xin, el corazón brillante del mundo, y así
comenzó la Segunda Edad. La gente vivía mejor, mucho mejor. Las aldeas
se hicieron más grandes; la hambruna se hizo rara.

Sin embargo, muchas bestias todavía los cazaban. La vida siguió


siendo precaria hasta los albores de la Tercera Edad... cuando llegaron
los Zhuren.

Ah Hai se animó mucho al hablar sobre la llegada de los Zhuren.


Vertió agua sobre Lily mientras hablaba, describiendo muchos portentos,
ninguno de los cuales sonaba razonable, pero el núcleo de su historia era
que los Zhuren habían navegado a lo largo de la Gran Serpiente para
llegar a las puertas de Lang Xin al amanecer de ese gran día. ¿Lily no
había visto las puertas? Estaban en el lado este de la ciudad y eran muy
viejas, muy hermosas. Describió a los Zhuren como siete chicos altos y

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hermosos. No adultos, no, dijo Ah Hai en respuesta a la pregunta de Lily,
no cuando llegaron por primera vez, sino cada uno tan alto como un
hombre adulto. Habían sido criados por los Kanas, habitantes de una
aldea lejana, que habían mantenido su existencia en secreto hasta que
llegó el momento de ocupar su lugar en el resto del mundo. Se habían
elevado muchos santuarios a los Kanas, agregó Ah Hai.

—¿Santuarios?

Ah Hai suspiró.

—Muy triste. Los dragones se habían mantenido alejados de la aldea


por los Zhuren. Esto los enfureció. Se dice que cuando los Zhuren se
fueron, los dragones volaron sobre la aldea y la quemaron hasta los
cimientos. Se nos dijo que nadie escapó.

—Trágico. —Asintió Lily. Y posiblemente conveniente, si alguien no


quería que se supiera cómo llegaron a existir los Zhuren—. Los Zhuren
deben haber estado profundamente afligidos.

—Oh, sí. Se vistieron de blanco durante toda una generación para


mostrar su luto. Honorable lái, hemos terminado ahora con el lavado y el
enjuague, si deseas sumergirte en la piscina caliente.

¿Toda una generación? Lily se puso de pie.

—¿Cuántas generaciones han pasado desde que llegaron los Zhuren


y comenzó la Tercera Edad?
—Estamos en la quinta generación de la Tercera Edad. ¿Te duele
mucho el tobillo? ¿Te ayudo a entrar en la piscina?

—No, puedo hacerlo. Mi pueblo cuenta una generación como treinta


años. ¿Es así como la cuentas?

Ah Hai de repente volvió a su incertidumbre anterior.

—Esta inútil no conoce muy bien los números, honorable lái.

—No es importante —mintió Lily, y se sumergió con cautela en el


agua... el agua muy, muy caliente. No hirviendo, se aseguró. Si estuviera
hirviendo, vería burbujas. Su piel no estaba convencida de esta lógica,
pero si las sirvientas hacían esto todo el tiempo, una guerrera también
podría hacerlo.

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Las notas suaves y altas de una flauta sonaron detrás de ella. Poco
a poco, el calor comenzó a sentirse soporífero en lugar de poner en peligro
la vida.

Los engendros no eran inmortales. Lily sabía eso, aunque ahora que
lo pensaba, Sam no les había dicho cuánto tiempo vivían los engendros,
solo que los nacidos en la Tierra habían muerto hacía mucho tiempo.
Estos engendros aún eran niños cuando llegaron hace cinco
generaciones. Si una generación tuviera treinta años, cinco generaciones
serían ciento cincuenta años. Si fueran veinte años, cinco generaciones
serían cien años.

¿Es esa la edad que tenían los engendros? ¿Entre un siglo y un siglo
y medio?

¿Y eso importaba?

No de inmediato, decidió. Lo que importaba más era cómo habían


llegado los engendros a este reino. ¿O habían nacido aquí? Eclosionado,
es decir.

Por muy humanos que parecieran los engendros ahora, habían


nacido de huevos como cualquier otro dragón: pequeño, de colores
brillantes y sin alas. Como era de esperar, Sam no había dicho mucho
sobre el hechizo necesario para convertir sus cuerpos en humanos, salvo
que le había llevado al menos un par de siglos idearlo. Entonces, un
hechizo complejo y sofisticado.
¿Quién lo había realizado en estos engendros? ¿Uno de los
dragones? Si Sam pudiera desarrollar tal hechizo, otro dragón podría
haberlo pensado también.

El dragón que había visto tenía la mente oscura, pero debía haber
muchos aquí que no la tuvieran. Su presencia sugería que estos dragones
no tenían mucho cuidado con sus eclosiones... pero esto era
Dragonhome, el lugar donde se originaron los dragones.

Destinado a haber muchos dragones aquí, por lo que, según los


números, probablemente más eclosiones fallidas. Tal vez la pregunta era
si alguien que no fuera un dragón podría crear un hechizo para convertir
a los dragones bebés en engendros con forma humana... y acercarse lo
suficiente a los bebés para usarlo. Eso parecía realmente improbable.

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Claro, había jugado a la partera mental en una eclosión, pero esa
situación había sido tremendamente inusual, tal vez única.

Reno podría saberlo. De todos modos, estaba obligado a saber más


que ella. ¿No estaba todavía aquí, como había sugerido Cynna? ¿Y Gan?
Y Rule, querido Dios, y Rule... ¿Y qué quería el engendro de la Gran
Perra? ¿Cuál era su papel en este reino? Todos los que había conocido
hasta ahora prácticamente adoraban a los engendros. Ninguno de ellos
había dicho una palabra sobre una diosa femenina o la Antigua,
entonces, ¿dónde entraba ella en escena?

Las preguntas revoloteaban en su cabeza, mezclándose con el calor,


el suave sonido de la flauta y el cansancio de un día largo y terrible. Lily
parpadeó, tratando de mantenerse despierta, en guardia...

Ella estaba corriendo. Corriendo en la oscuridad. Le habían quitado


los zapatos y cada pisada le dolía, pero tenía que seguir adelante. No se
trataba de un trote ligero, sino de un maratón, con kilómetros y
kilómetros por recorrer. Rule. Tenía que llegar a Rule, pero él estaba tan
lejos...

Algún sonido la despertó de un tirón. Se sacudió y casi se desmayó…


con la cabeza ligera y nadando, y... mierda, ¿cómo había sucedido? El
hilo mental que se extendía lejos de ella era muy delgado, estirado tanto
que casi se había ido.

¿Había tratado de alcanzar a Rule mientras dormía?


—... no es bueno quedarse demasiado tiempo en el agua caliente,
honorable lái, por favor, si quieres salir ahora...

—Sí. —El hilo mental se rompió de nuevo en sus entrañas. Todavía


se sentía delgado. Ella se sentía delgada, como si hubiera gastado algo de
sí misma junto con las cosas mentales—. Me quedé demasiado tiempo en
el agua caliente y estoy mareada. Ayúdame, por favor.

La pequeña mujer era más fuerte de lo que parecía. Con su ayuda,


Lily pudo salir sin caer de bruces. Se quedó quieta con cuidado mientras
Ah Hai la secaba con unas palmaditas, y después de un rato su cabeza
dejó de girar y se dio cuenta de algo.

Estaba hambrienta. Voraz.

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—¿Hay alguna comida?

Ah Hai se sintió desolada al decir que no lo había. No era costumbre


llevar comida a una casa de baños, ¿pero quizás un trago de agua fría?
Estaba más angustiada por tener que decirle a Lily que el Puño había
expresado su impaciencia y deseaba que se dieran prisa.

Al menos, eso es lo que Lily pensó que dijo. No se atrevió a desatar


su sentido mental para averiguarlo con certeza. No recibió el masaje con
loción perfumada que la pequeña asistenta había planeado darle ni
ningún ungüento. Consiguió un trago de agua y vendas para el tobillo,
junto con pantalones holgados y una túnica sin mangas. Sin ropa
interior.

No recuperó sus botas. Tampoco le ofrecieron ningún otro tipo de


calzado.

—Puedes decirle al Puño que estaré lista para partir tan pronto como
me devuelvan las botas.

Ah Hai estaba abrumada por la vergüenza. Se inclinó varias veces,


pero finalmente fue capaz de detenerse y susurrar a través de una puerta
entreabierta. Quien sea a quien ella informó le pasó la voz a Fang Ye Lì.

Lily no captó todo lo que sucedió a continuación, pero su oído para


su dialecto estaba mejorando o el volumen ayudó. El Puño no estaba feliz.
Exigió saber por qué Lily no usaba las sandalias proporcionadas, luego
se enteró de que no se habían proporcionado sandalias. Le preguntó a
alguien fuera de la casa de baños si eso era cierto.
Alguien trató de explicar, diciendo que a la otra mujer (¿Cynna?) le
habían quitado los zapatos y que ellos le habían quitado los zapatos a
Lily Yu hace un momento. Fue entonces cuando alguien cayó al suelo.
Resultó que alguien era un imbécil.

El resto fue más difícil de distinguir. Fang dejó de gritar y el dialecto


la confundió cuando no tuvo su sentido mental para resolverlo. Pero
parecía que Lily tenía un estatus diferente al de Cynna. No la de un
guerrero, como ella había intentado reclamar, sino xi qi. La palabra o
frase no le dijo mucho. Dependiendo de las entonaciones que no podía
escuchar con una pared entre ellas, xi tenía al menos cuatro significados,
qi tenía docenas y la combinación podría referirse a algo solo
poéticamente relacionado con sus componentes. Pero no parecía

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significar prisionero.

Esta cultura se basaba en la de la antigua China. La cara importaba.


El estatus era solo un aspecto de la cara, pero era uno que podía intentar
cambiar a su favor, y andar descalzo aquí significaba que eras un esclavo,
no solo un prisionero. Al final, Lily salió cojeando de la casa de baños con
sus propias botas. La segunda había sido difícil de colocar sobre su tobillo
hinchado, pero lo logró. Podría estar exhausta, mágicamente agotada y
hambrienta, pero por Dios, estaba usando botas.

Deseó saber si había alguna diferencia en algo excepto en sus pies.


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Ahora estaba completamente oscuro, pero luces de mago se
balanceaban sobre los caminos. Lily vio a algunas personas en esos
caminos, pero nadie se movió por el área central. Dejó que uno de los
guardias le volviera a atar las manos, volvió a subir a la carreta y se dijo
que debía sentarse derecha. No necesitaban saber que se movía a través
de una niebla gris de agotamiento, o lo fría y húmeda que se sentía esa
niebla.

Iba de camino al Qī Jiā (el Hogar de los Siete) donde Kongqi la


esperaba.

No la mataría. Creía que él tampoco la dañaría demasiado. La Gran


Perra puede que solo necesite su cerebro, pero ese cerebro requiere un
cuerpo razonablemente sano para mantenerlo. Pero había muchas
formas no fatales de causar dolor... sólo que no le habían arrancado las
uñas a Cynna, ¿verdad? ¿Qué haría si Kongqi tuviera tres niños
pequeños con él para usarlos como incentivo?

Respondería a sus preguntas.

Eso era tan claro y obvio que parte de su miedo se desvaneció.


Respondería y lo haría rápidamente.

Con eso resuelto, sería mejor que piense en cómo respondería. Ya


debería haber pensado en eso en lugar de quedarse a la deriva en el agua
caliente. Definitivamente no debería haberse agotado tanto buscando a
Rule imposiblemente lejos, porque ahora estaba demasiado agotada para
hablar mentalmente a Cynna para asegurarse de que no contradecía lo
que Cynna había dicho. Aunque cómo se suponía que debía evitar hacer
estupideces mientras dormía...

Cállate, se dijo. Todos esos debería no hacían nada para ayudar.

Piensa. ¿Qué era lo que más necesitaba ocultar de Kongqi?

Su habla mental. Podría estar ausente sin permiso debido al uso


excesivo en este momento, pero regresaría. Un sorcéri cruzó su mejilla en
ese momento como para subrayar ese pensamiento, que la hizo pensar
en Cullen, que hizo que su corazón se oprimiera en su pecho. A Cullen le
gustaba coleccionar sorcéri. Podía verlos. Él…

Mierda. Cullen veía sorcéri porque era un hechicero, lo que significa


que veía magia. Los engendros también eran hechiceros. Se había estado

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lamentando por no poder usar el habla mental mientras estaba con
Kongqi, pero eso sería lo peor que podría hacer. Él lo vería.

Quizás ya lo había hecho. Ella ya había usado su sentido mental en


su presencia, ¿no es así? Para saber si era un engendro.

Lily se olvidó de jugar a la guerrera estoica y se frotó la cara con


ambas manos. Ya podría haberle dado a Kongqi una gran pista sobre su
sentido mental, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Lo mejor
que podía esperar era que Kongqi no hubiera estado prestando atención
a su Visión en ese momento. No era una esperanza irracional. Cullen
mantenía la conciencia de su Visión apagada la mayor parte del tiempo.
Podría ser una distracción, dijo. Kongqi también podría hacerlo.

Suspiró profundamente y luego se obligó a enderezarse. ¿Qué más


necesitaba ocultarle a Kongqi?

Gan. Las cosas sobre Gan que Cynna había mantenido ocultas, es
decir. Kongqi sabía que Gan era un bicho raro y había traído a Cynna y
Lily aquí. No sabía que Gan solía ser un demonio y, por lo tanto, podía
volverse dashtu. Gan podría estar cerca incluso ahora, esperando una
oportunidad para ayudar, y maldita sea, ¿por qué no había buscado la
mente de Gan mientras se estaba bañando en lugar de...?, no importa.
¿Qué más?

El vínculo de pareja. Estaba acostumbrada a guardar ese secreto. El


vínculo era tanto una construcción espiritual como mágica, por lo que
había una posibilidad decente de que Kongqi no lo notara a pesar de su
visión mágica. Sin embargo, era mejor asegurarse de que no tratara de
usarlo mientras estaba en su presencia.

Por último, pero no menos importante: Reno. Mucho, Reno.

Si ella y Cynna tenían un arma secreta, era el dragón verde. Quien


probablemente aún no estaba aquí, pero llegaría en algún momento.
Cuyas habilidades eran en gran parte un misterio para ella, pero incluían
magia mental en un nivel que podía esconderse de un Anciano, al menos
por un tiempo, y hacer explotar nodos. O estar tan cerca de volarlos que
hizo falta todo lo que la Gran Perra tenía para estabilizarlos... lo cual
había hecho, tal como Reno había esperado, preservando así la vida de
su avatar. ¿Y la construcción? ¿La G.P. también lo salvó? Esa
construcción mágica enorme y enormemente poderosa que había estado

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drenando toda la magia de una región en Dis para hacer sólo Dios sabe
qué...

Y eso es lo que tenía que aprender. Esa era la pregunta clave: ¿qué
se suponía que debía hacer esa construcción mágica? Las únicas
personas aquí que podrían saberlo eran los engendros. Bueno, tal vez
Alice Báitóu también... Alice, cuyo papel no entendía. ¿Por qué estaba la
mujer aquí? ¿Era la agente o emisaria de la G.P.?

Eso explicaría su influencia con los engendros, pero entonces, ¿por


qué había estado tan preocupada por la G.P. haciéndose con el Codex?
Si ella…

Lily emergió de sus pensamientos con una sacudida. Se habían


detenido frente al edificio de piedra más grande del complejo, el que tenía
el techo dorado. Directamente enfrente de ellos, tres amplios escalones
conducían a una galería estrecha y un par de puertas talladas con
ornamentación. La boca de Lily se secó. En esta noche cálida y húmeda,
sentía las manos frías. Tiempo de la función.

—Ven —dijo Fang.

No subieron los escalones poco profundos que conducían a las


elegantes puertas. En cambio, tomaron un camino de grava hacia otra
entrada a la derecha, una parcialmente oculta por arbustos altos… una
entrada a la que se accedía bajando un conjunto de escaleras más
estrechas que se dirigían por debajo del nivel del suelo. La boca de Lily
se torció cuando vio esas escaleras. Cada vez que iba bajo tierra pasaban
cosas malas.
A medio camino esperaba una especie de mazmorra húmeda. En
cambio, entraron en una pequeña antesala alfombrada con esteras de
juncos donde esperaban dos guardias más. Esos dos saludaron a Fang
golpeándose el pecho con los puños. Fang asintió y condujo a Lily y su
par original de guardias a lo que podría haber sido un pasillo de oficina
de lujo, aunque iluminado por grupos de luces de magos en lugar de
tubos fluorescentes. Las paredes estaban blancas y enlucidas, el piso de
madera e impecable, y así lo mantenía una mujer que lo estaba lavando
sobre sus manos y rodillas. Las puertas empotradas puntuaban ambas
paredes a intervalos regulares. Algunos portales tenían puertas; algunos
no.

Las puertas no eran como las que estaba acostumbrada. Sin

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picaportes. En su lugar, tenían anillos redondos de hierro que le
recordaban a las aldabas.

—¿Cómo funcionan esos pomos de las puertas? —preguntó. Fang la


miró por encima del hombro con expresión perpleja. ¿Palabra incorrecta,
tal vez? Lo intentó de nuevo—. Los pestillos. Los anillos en las puertas.

Él hizo una pausa, luego la miró de nuevo y habló en una voz tan
baja que apenas lo escuchó.

—Lily Yu. No (algo). Tu parentesco con los Zhuren es remoto, pero


(algo-algo) cortesía. Pero los Zhuren no son (¿algo sobre preguntas o
problemas?). Harías bien en recordar eso. —Se volvió y continuó por el
pasillo.

Lily lo siguió, frunciendo el ceño. ¿Había entendido algo de eso bien?


Maldita sea, pero extrañaba su sentido mental. Su parentesco (si eso es
lo que él había dicho) con los Zhuren era ciertamente remoto. Inexistente,
en lo que a ella respectaba. Su magia podría descender de los dragones,
pero ella no lo era. Y, sin embargo, Tom Weng la había llamado su prima
cuando se conocieron, y la única forma en que Fang Ye Lì podría haber
tenido la idea de que ella era una especie de pariente de los Zhuren sería
si uno de ellos se lo dijera.

¿Por qué harían eso?

El pasillo pareció dividir en dos todo el nivel del sótano del edificio.
Aproximadamente a la mitad del camino, dieron vuelta a otro pasillo.
Vislumbró una escalera en la dirección que no tomaron, una con
escaleras que subían y bajaban. Entonces, este no era el piso más bajo.
El segundo pasillo recorrió unos cinco metros antes de girar a la derecha.
Fang no fue tan lejos y se detuvo en uno de los portales que no tenía
puerta. Él le indicó que entrara.

Ella lo hizo, siguiendo a los otros dos guardias. Esta habitación era
pequeña, blanca y vacía, excepto por un banco de madera en la pared a
su izquierda. Además de la puerta abierta, había dos puertas cerradas:
una en la pared con el banco, otra enfrente.

—Siéntate, por favor —le informó Fang desde el pasillo—. Tus


guardias no te hablarán a menos que deban darte instrucciones. —Salió.

¿Más tiempo para pensar? Eso sería bueno... si pudiera permanecer


despierta. Debería estar demasiado aterrorizada para quedarse dormida,

70
pero sobre todo se sentía como un fango: lenta, supurante y miserable.
Habría matado por una taza de café.

Aquí no había café. Lamentó la pérdida, luego presionó a su reacio


cerebro para que se concentrara en lo que tenía. Un puñado de secretos
que guardar, un cuerpo exhausto pero casi intacto, sin aliados, sin
armas... a menos que considerara su sentido mental como un arma.

Tal vez podría serlo, pero no se podía utilizar en este momento.


¿Cuánto tiempo tardaría en recuperarse?

Bueno, había agotado su magia una vez antes al llegar demasiado


lejos con su sentido mental. ¿Cuánto tiempo había tardado en rellenar
ese tiempo? Su cerebro fangoso rezumaba ese recuerdo, y finalmente dio
una respuesta: no estaba segura. Había estado bastante ocupada en ese
momento, su habilidad aún era muy nueva y realmente no se había dado
cuenta. Pero aproximadamente dos horas después de casi desmayarse,
pudo hablar mentalmente con Mika.

Entonces, dos horas más o menos para recargar lo suficiente para


usar el habla mental con un dragón cercano.

Pero ese era el habla mental más fácil de todos. Además, había más
magia gratis disponible aquí, y ¿cómo afectaba eso a su recarga? Había
sentido que varios sorcéri viajaban desde la casa de baños hasta este
lugar. ¿Los había absorbido por completo porque estaba agotada? ¿O
había obtenido solo la pequeña muestra que su Don recolectó
automáticamente? No lo sabía, pero incluso si se hubiera empapado de
todos los sorcéri que había encontrado, eso no sería mucho poder. Eran
solo briznas.
Pero el habla mental no era lo único que podía hacer, ¿verdad? Dos
veces había usado su Don para drenar activamente la magia.

Ambas ocasiones habían sido situaciones extremas. En ambas


ocasiones, lo había usado en seres vivos. La primera vez que había
drenado permanentemente la magia de una mujer Dotada que había
estado tratando de provocar un terremoto. Eso la había sacudido
bastante. La capacidad de convertir a una persona Dotada en una nula...
no estaba segura de que nadie pudiera hacer eso. La segunda vez, había
estado en una batalla de vida o muerte con un ser inmortal y sólo
parcialmente corpóreo. Casi se suicidó esa vez.

¿Qué pasaría si intentara drenar un engendro?

71
El pensamiento la sobresaltó y la puso en alerta. Eso sería un arma,
de acuerdo. ¿Pero una que lastimaba al engendro, o a ella? Los engendros
debían absorber magia como lo hacían los dragones. La forma en que ella
también lo hacía. ¿Cuánto se parecía su magia a la de ella?

Nunca había tocado a uno de los engendros. Sin embargo, había


estrechado la mano con otro sensible al tacto una vez. Él se había
desmayado. No, eso era incorrecto. Fagin había dicho más tarde que no
había perdido el conocimiento. Sin embargo, parecía inconsciente.
Parecía alguien que había sido agotado mágicamente, de hecho, pero eso
no era lo que pensaba que había sucedido. Él había dicho que sus Dones
habían tratado de probarse el uno al otro, y cuando el de ella ganó, el
suyo retrocedió o respondió bruscamente… que fue golpeado por su
propio Don, no por el de ella. Fagin sabía mil veces más sobre teoría
mágica que ella, por lo que había aceptado su versión.

¿Y si se hubiera equivocado? ¿Y si ella lo hubiera drenado


parcialmente? No había preguntado en ese momento. No sabía lo
suficiente como para preguntar. Pero si la magia de los engendros era
como la de ella, solo tocar a uno de ellos podría dejarla inconsciente, ya
sea por el retroceso de su propio Don o por la magia de él drenando la de
ella. Ese supuesto engendro era más poderoso que ella, pero parecía una
suposición válida. Eran descendientes de dragones y los dragones eran
enormes.

Por supuesto, eso no era lo que sucedía cuando tocaba dragones.


Ella no se desmayaba. Ellos no se desmayaban. Sentía el hervor de su
magia al igual que sentía cualquier otra magia que tocaba. La pregunta,
entonces, era si la magia de los engendros era como la de ella o como la
magia de dragón. Parecía como si fuera más como magia de dragón. Eran
dragones en cuerpos humanos, después de todo, así que probablemente
podría tocar un engendro de forma segura. Pero si pudieran drenar la
magia de la forma en que ella...

—Zhu Kongqi te verá ahora. —El Puño Segundo Fang Ye Lì estaba


de pie en la puerta, su rostro cuadrado sombrío.

Esta vez tomaron el giro a la derecha en el pasillo. Era fácil ver hacia
dónde se dirigían: un par de guardias estaban a cada lado de un par de
puertas. Los guardias saludaron a Fang con ese golpe en el pecho. Fang
se acercó a las puertas, llamó y pronunció su nombre y título.

Un leve sonido de raspado y la puerta se abrió por sí sola.

72
Está bien, eso fue extraño. Telequinesis, supuso, del tipo
quisquilloso y presumido.

Una mirada rápida al rostro impasible de Fang sugirió que esperaba


esta respuesta.

Tal vez Kongqi siempre abría puertas de esa manera de mira-ma-


sin-manos. Lily siguió al Puño Segundo a la habitación.

Y fue golpeada por una enorme ola de magia. Una ola que vino hacia
ella desde todas las direcciones a la vez. Cada centímetro de piel de su
cuerpo vibraba, incluso la piel cubierta por tela o cabello. De los pies a la
nariz contra el cuero cabelludo, su piel zumbaba como si la hubieran
enchufado a un enchufe eléctrico.

Tal vez reaccionaba de la forma en que lo hacía porque solo lo había


estado pensando.

O porque esto se sentía como un ataque, y años de entrenamiento


en artes marciales dictaron cierto tipo de respuesta. O tal vez fue tan
instintivo como el hambre. Por alguna razón, cuando esa ola de poder
golpeó, tiró.

Duró un segundo. Dos segundos. Tres. Entonces la magia se apagó.

—Interesante —dijo una voz fría.

Lily parpadeó, desorientada, por el ataque, su respuesta y lo que


había sentido en esos tres segundos. Sin embargo, una cosa estaba clara.
La sensación enroscada en sus entrañas se sintió llena de poder de
nuevo.

—Tus defensas son tan completas como me habían dicho —dijo


Kongqi en inglés—. Sin embargo, no me dijeron que puedes comer
energía.

—¿No? —Lily miró alrededor de la habitación. No vio ningún otro


engendro. Solo Kongqi. ¿Eso significaba que el que Cynna llamaba Dick
Boy no formaría parte de su interrogatorio?

La habitación en sí era larga, estrecha y utilitaria. Estantes y baúles


se alineaban en la pared a su derecha. Frente a él, tres grandes ventanas
en la pared exterior eran espejos oscuros, que rebotaban reflejos de la

73
miríada de luces mágicas que se balanceaban alrededor del techo.
Ventanas de cristal, entonces. Seguramente solo los ricos los tenían aquí.
Se había construido una mesa larga en el centro de la habitación a la
altura del mostrador. Tenía una amplia variedad de objetos:
herramientas y artilugios cuyo propósito no podía adivinar; cuencos y
frascos que contenían líquidos, semillas, raíces y sustancias
inimaginables; algunos pergaminos; un cuchillo pequeño tres piedras
grises colocadas una encima de la otra; una rama de alguna conífera; un
candelabro con tres velas apagadas; cajas de madera de varios tamaños;
y una pequeña jaula de bambú con un pinzón dormido encaramado
dentro.

En general, la habitación se parecía mucho al laboratorio de Cullen.


El laboratorio de un hechicero. Ella miró al maestro Aire homónimo.

—Probablemente hay muchas cosas que tu aliado no te ha dicho.

—Por supuesto. —Kongqi se encontraba sentado en un sillón de


madera en el otro extremo de la habitación, junto a una chimenea vacía.
A su lado había una pequeña mesa con una tetera; un segundo sillón de
madera frente al suyo. Hizo una pausa para beber de la taza de té que
sostenía. Se había quitado el shenyi; una mirada rápida lo encontró
colgando de una clavija en la pared, y vestía solo el tipo de pantalones
sueltos y túnica que había visto aquí en la mayoría de la gente. Los suyos
eran negros, hechos de lo que parecía lino y lujosamente bordados—. Sin
embargo, pareces tener la impresión de que no tienes un control
consciente de la magia, solo la respuesta automática de tu Don. Comer
poder es un acto intencional.
Lily se encogió de hombros.

—Para ti quizás.

—¿Me harías creer que es diferente para ti? —El escepticismo


levantó sus cejas sobre esos brillantes ojos azules. Esos ojos seguían
haciéndola pensar en Cullen, y eso la enfurecía—. Y, sin embargo, tu
poder se deriva de los dragones. Debería ser similar al mío, aunque más
limitado.

—Mi Don puede descender de los dragones, pero yo no. Soy humano.
A diferencia de ti.

—Eso no prueba nada. —Cambió al chino y lo dirigió a Fang. Habló


rápido e, incapaz de usar el habla mental, Lily no entendió todo. Algo

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sobre atarla. Algo sobre “el otro” y esperar.

¿Qué otro? ¿O había dicho otros, en plural? No niños. Por favor, no


niños.

Fang agarró el brazo de Lily.

—Ven.

Estaba harta de esa palabra.


75
Lily avanzó unos cinco pasos antes de que Kongqi dijera:

—Detente. Lily Yu, ¿qué ves cuando miras al pájaro en la jaula?

Lily miró al pequeño pinzón. No se movía, no había reaccionado en


absoluto...

—Parece muerto.

—Tócalo —dijo Kongqi.

Ella le lanzó una mirada cautelosa, se encogió de hombros y


extendió la mano. Solo podía meter un dedo a través de la jaula para
acariciar las plumas del pájaro.

—¡Huh!

—¿Qué sientes?

—Algo extraño. —Continuó acariciando al pájaro inmóvil con su


dedo. La textura le recordó...—. Atrapado. Eso es lo que se siente.

—Así es también el hechizo.

Él veía magia, por supuesto. ¿Pero tal vez no podía sentirla como
ella? Tal vez sentía curiosidad por su Don.

—¿Le has puesto un hechizo a un pájaro muerto?

—Está en estasis. Los reptiles son las criaturas más fáciles de


colocar en estasis. Todavía no he descubierto su límite de tiempo superior
para ese estado, pero los he revivido sin efectos nocivos después de trece
meses. Las aves no lo toleran tan bien como los reptiles, pero pueden
revivir después de seis días con pocos o ningún efecto nocivo. Los
mamíferos no lo toleran en absoluto. Comienzan a sufrir déficits casi de
inmediato y no pueden revivir en absoluto después de tres a doce
minutos. Todavía no sé por qué.

—Nunca he oído hablar de un hechizo de estasis. ¿Es algo así como


esa cosa de congelación que puede hacer algún sidhe que impide que una
persona se mueva?

—No. Eso es magia corporal simple. El hechizo de estasis es más


complejo. Ven, Lily Yu.

Ahí estaba esa maldita palabra de nuevo. Ella fue. No tenía muchas

76
opciones en este momento. Se sentó en la maldita silla. Fang recogió el
rollo de cuerda delgada del suelo, se arrodilló y comenzó a atarle el tobillo
derecho a la pata de una silla.

—¿Esto es realmente necesario? No puedo ser una gran amenaza


para ti.

Kongqi la estaba mirando de cerca.

—Tu magia me intriga.

¿Estaba ignorando su pregunta, o era una respuesta indirecta? Su


expresión no le dio pistas.

—¿Oh?

—No puedo percibirla con claridad. Se oscurece a sí misma.

Cullen no tenía problemas para ver su magia. ¿La Visión de los


engendros funcionaba de manera diferente a la suya?

—Aprenderé más sobre esto — dijo—. ¿Quieres té?

—¿Está drogado?

—No.

—Entonces sí, gracias. Me encantaría una taza de té.

— Puño Segundo, deja su mano izquierda libre.

Lily vio a su enemigo servirle una taza de té mientras Fang


terminaba de sujetarla a la silla, salvo por su mano izquierda, y luego
abandonaba la habitación. Los dragones no mentían. Así le habían dicho
de todos modos, y su experiencia lo corroboraba. Pero eso podría deberse
a que era muy difícil, tal vez imposible, mentir en el habla mental. Un
engendro no tendría ese problema.

Kongqi dejó la pequeña taza sin mango en la mesa junto a la tetera.


Después de una breve vacilación, la recogió. Quizás estaba mintiendo. No
importaba. Si él la quería drogada, terminaría drogada. Bien podría tomar
un té. Tomó un sorbo. Y arqueó las cejas.

—¿Una poción?

—¿Puedes decir de qué tipo?

—Realmente no. Sobre todo, siento la magia del agua involucrada.

77
—Tomó otro sorbo. El zumbido de la magia distraía, pero por lo demás
era un buen té.

—No esperas que te afecte, aunque tu Don solo protege tu superficie.

¿No debería saber todo esto? Su magia debería actuar de la misma


manera.

—Mi Don no es una guarda. No hay una parte de mí, por dentro o
por fuera, que pueda verse afectada por la magia. ¿Me permitieron un
baño y un asistente porque me consideran pariente de ustedes?

—Sí. No estaría bien que los humanos pensaran que pueden ofrecer
descortesía a alguien que es pariente nuestro.

Pero ningún humano sabría sobre su supuesta conexión si Kongqi


no lo hubiera anunciado. ¿O alguno de los otros había hecho esa
afirmación? ¿Qué beneficio obtenía alguno de los engendros al reclamarla
como pariente? Tal vez se equivocó al pensar en ellos como un grupo con
motivos similares. Los dragones eran seres singulares, no dados a
menudo a la acción grupal. Y los engendros eran sociópatas.

Todo hizo que le doliera la cabeza. Lily bebió su té y deseó que fuera
café.

—Vamos a discutir el altruismo ahora.

—Altruismo. —Esta no era la dirección que esperaba que tomara su


interrogatorio.
—Es un interés mío. Los humanos parecen otorgar un gran valor a
la calidad o práctica del altruismo en abstracto, sin embargo, en lo
específico, sus acciones rara vez son lo que razonablemente podría
considerarse altruista.

—La gente es un desastre —asintió automáticamente, luego pensó


en lo que había dicho—. Y, sin embargo, la mayoría de nosotros
intentamos hacer lo correcto. No todo el mundo, y no todo el tiempo, y a
menudo no estamos de acuerdo sobre qué es lo correcto. Pero lo
intentamos.

—¿Es así como se define el altruismo? ¿Como “hacer lo correcto”? —


Sus cejas se arquearon con desprecio—. Pensamiento extremadamente
descuidado. No ofrece parámetros para la acción.

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—Solía ser grande en parámetros bien definidos. Ahora, sin
embargo... —Lily pensó en algunas de las líneas que había cruzado.
Algunas de las cosas que había hecho o dejado sin hacer—. Ahora creo
que aprender qué es y qué no es la acción correcta es el trabajo de la vida.
Las respuestas reales, las verdaderas, tienen que venir de adentro. Las
reglas pueden guiarnos, especialmente cuando somos jóvenes, pero no
del todo. Incluso si pensamos mucho en las reglas, lo que significan, por
qué existen, eso solo nos lleva hasta cierto punto. Cuando lo pienses bien,
las reglas están hechas de palabras. Las palabras son... son señales que
apuntan a la cosa, no a la cosa en sí. Y la cosa se mueve. Cambia. Lo que
indican las palabras se ve tan diferente cuando tienes treinta años de lo
que era cuando... —Se interrumpió, sorprendida y alarmada por lo
mucho que había dicho. ¿Qué le pasaba?

Le dio a su té una mirada sospechosa. No se sentía drogada.


Mareada de fatiga, pero no drogada.

—Estoy sorprendida por tu interés. Por lo que me han dicho, no les


preocupa la acción correcta. Solo con lo que se benefician.

No parecía insultado. O aburrido. O cualquier otra cosa que pudiera


descifrar. Lily había tratado con testigos cuyos rostros revelaban poco,
pero este tipo los venció a todos.

—Todos los seres están interesados en la acción correcta.


Simplemente lo definimos de manera diferente. Perseguir mis propios
intereses es racional. Poner los intereses de los demás por encima de los
míos sería irracional.
—Sam no estaría de acuerdo.

—¿Esperas que la opinión de este Sam me pese?

—Podría. También es conocido como Sun Tsao, en su forma de


nombrar, Tsao Sun, o el dragón negro.

—Ah. —Por fin, una reacción. Se recostó un poco. Sus ojos estaban
tan brillantes. Intenso. Le hicieron pensar en un cielo de verano, en la
luz del sol haciendo ping-pong en las moléculas de aire hasta que el aire
mismo gritó azul—. ¿Lo conoces bien?

—No bien, pero... no eso está mal. No lo conozco todo, pero lo que sí
sé es profundo.

79
—Y crees que él defiende el altruismo, al igual que tú.

—No creo que sus valores sean los mismos que los míos. O quizás
me refiero a sus prioridades. Después de todo, es un dragón. —Sam no
valoraba mucho la comunidad, por ejemplo, o la bondad... no, eso no se
sintió del todo bien. La bondad del dragón llegaba con dientes y garras,
lo que te obligaba a luchar para superar algunos problemas en lugar de
rescatarte de ellos—. Pero él cree en un bien superior. No actúa solo para
beneficiarse a sí mismo.

—Lo que percibes en él es un interés propio ilustrado.

—Lo he visto, claro, pero también lo he visto actuar de maneras que


van más allá de cualquier interés personal. ¿Cómo sabes algo sobre el
dragón negro?

—¿Cuál ves como la diferencia entre el interés propio ilustrado y el


altruismo?

—¿Por qué no respondes a mi pregunta, luego yo responderé la tuya?

—Porque no necesito complacerte. Sin embargo, es posible que


desees complacerme, o al menos retrasar las molestias que se avecinan.
¿Cuál crees que es la diferencia entre el interés propio ilustrado y el
altruismo?

—Cuando hablas de cosas desagradables, me dificulta


concentrarme en otros temas.

—Haz un intento.
Podría también. No le había pedido nada relacionado con los
secretos que quería guardar.

—Supongo que la diferencia es que tienes que razonar para abrirte


camino hacia un interés propio ilustrado. Descubrir las ventajas y
desventajas de ayudar a alguien. Con el altruismo, los ayudas por su
bien, no por el tuyo. No esperas ningún beneficio.

—¿Dirías, entonces, que las acciones altruistas no son el resultado


de un pensamiento racional, sino que surgen de un deseo innato por el
bienestar de otro?

—No creo que podamos eliminar por completo el pensamiento


racional. A veces los humanos tenemos que apoyarnos en las reglas

80
porque nosotros... bueno, todavía no hemos visto a dónde apuntan,
podría decirse. No claramente.

—Probemos esa hipótesis. ¿Has terminado tu té?

—No exactamente.

—Termínalo ahora y dame la taza.

Ya no quería el maldito té. Tirárselo a la cara sonaba bien. Reprimió


el impulso.

—¿Por qué?

—Así puedo atar tu brazo a la silla. Puedo hacerlo sin tu


cooperación, pero seguramente eres lo suficientemente inteligente como
para no desperdiciar fuerzas luchando cuando no sirve para nada.
Además, preferiría no romper ni la taza ni tu brazo.

Ella era lo suficientemente inteligente como para no querer tener


malos hábitos tampoco. Como obedecerle solo porque la asustó
muchísimo. Aun así, no quería el maldito té, y quería averiguar algo.
Tendría que tocarla para atarla, ¿no? Piel con piel.

Le entregó la taza.

La tomó con la mano izquierda, la dejó en el suelo, se puso de pie y


la agarró por la muñeca, veloz como lagarto, manteniéndola inmóvil.

Ninguno de los dos se desmayó. Casi había decidido que eso no


sucedería, así que no era de extrañar. Sobre todo, esperaba que su magia
se sintiera como la magia de un dragón, el orden y el caos cayendo juntos
en una danza compleja que creaba una sensación táctil como ninguna
otra. O puede que no haya sentido nada. La abuela había dicho que
mágicamente los engendros eran más una ausencia que una presencia,
y la mente de Kongqi era invisible para Lily. Ella pensó que tal vez su
magia también lo sería.

En cambio, sintió hielo, resbaladizo y frío. Tan frío.

—Tuve que enmendar mi prueba habitual —decía mientras ataba


un pulcro nudo que sujetó su brazo al brazo de la silla—. Tu magia impide
el uso de jùdà téng, que he usado en mis otros sujetos experimentales.

Espera, ¿qué? ¿Quería ponerla a prueba, realizar algún tipo de


experimento, no interrogarla? Eso no tenía sentido.

81
—¿De qué estás hablando?

Se quedó mirándola con esos brillantes ojos azules y sin expresión


alguna.

—Jùdà téng es una forma de magia corporal que causa agonía pero
no daño físico. Claramente no podré usar eso contigo, lo cual es menos
que satisfactorio. Tampoco puedo utilizar métodos tradicionales para
infligir dolor sin arriesgarme a violar nuestro acuerdo de entregarte lo
más intacta posible. Aun así, he ideado un sustituto decente para el jùdà
téng.

La boca de Lily estaba horriblemente seca.

—¿Qué diablos estás tratando de probar?

—Altruismo. Es un engaño curiosamente persistente y generalizado


entre las llamadas especies sensibles. Deseo determinar si es una ilusión
puramente social que se desarrolla porque es útil para mamíferos débiles
como los humanos, que deben reunirse en manadas para sobrevivir, o si
existe alguna base biológica para ello. Hasta ahora, mis resultados han
sido ambiguos, pero recientemente ajusté mis métodos. Creo que mi
prueba actual da mejor cuenta de las variables externas.

Estaba loco. ¿No había dicho Sam que los engendros estaban locos?
Ella no se había dado cuenta, no lo había entendido...

—De donde yo vengo, los científicos tienen resonancias magnéticas


para observar la actividad cerebral. No veo cómo se puede averiguar
mucho sin poder ver lo que está sucediendo en el cerebro de los sujetos
de prueba.

—Dolor —dijo simplemente, dándose la vuelta para moverse hacia


la mesa—. Si hay una respuesta altruista innata para encontrar, primero
debo desglosar tu función ejecutiva para que tu respuesta sea irreflexiva
y no producto de un condicionamiento social. Pruebas anteriores han
demostrado que los niveles altos de dolor hacen esto con bastante
eficacia.

Su función ejecutiva ya estaba tratando de cerrarse, llena de oh


mierda oh mierda oh mierda.

—Anteriormente te referiste a mi decisión de permitirte tiempo para

82
bañarte. Mi respuesta fue precisa pero incompleta. De todos modos, era
necesario retrasar la prueba, así que ¿por qué no permitirte un baño?
Tenía que estar seguro de que podría lograr un grado de dolor similar al
jùdà téng por otros medios. —Se volvió hacia ella, con un gran frasco de
vidrio en una mano—. Mi hermano me aseguró que podía, pero
necesitaba realizar mis propias pruebas. Eso tomó tiempo. Tuve que
revivir a dos de los sujetos antes de poder preguntarles sobre la
experiencia.

Lily miró el frasco con el ceño fruncido. Parecía estar lleno de


pequeños, negros, retorciéndose...

—¿Hormigas? ¿Me estás amenazando con hormigas?

—Quizás no estés familiarizada con los téngtòng mǎyǐ. No sé si


existen en tu reino. —Abrió la tapa del frasco—. Su veneno contiene un
potente péptido neurotóxico que afecta los canales de iones de sodio de
una manera que produce un dolor notablemente puro, pero no causa
daños duraderos. Lo demostraré.

Regresó sin prisas, metió un palo en el frasco y lo sacó. Una sola


hormiga negra se aferraba al extremo del palo. Bajó el palo hasta el
antebrazo desnudo de Lily y sacudió la hormiga.

Se parecía a cualquier otra hormiga, más grande que algunas,


seguro, del tamaño de una hormiga de fuego. Quizás fuera una hormiga
de fuego, o la versión de este mundo de ellas. Lily había sido picada por
hormigas de fuego antes, y no fue divertido, pero “picadura” era la
palabra correcta. Un pinchazo caliente de dolor, desagradable pero nada
que...
El ácido se vertió por encima y dentro de su brazo. La conmoción del
dolor fue pura y brillante, una nova de bolsillo estallando en su carne. Y
saliendo. Y saliendo. No se detuvo. El brazo de Lily ardía con una brillante
incandescencia que subsumía todo lo que pensaba saber sobre el dolor.
El creciente crescendo irrumpió en el pensamiento y la razón y se enroscó
a su alrededor cada vez más y más... y luego una pizca de frialdad,
lavando un poco el dolor. No se había ido, no. Su antebrazo palpitaba y
ardía, recordándole cuando le dispararon, solo mezclado con las secuelas
del tiempo en que fue rozada por fuego de mago.

El engendro estaba frotando una pasta pegajosa en su brazo.

—Nada más que la magia puede realmente desterrar el dolor de una


picadura de téngtòng mǎyǐ, y no puedo usar magia en ti. Pero esto ayuda,

83
¿no es así? Un remedio popular.

Tenía los ojos húmedos. Tenía las mejillas húmedas. No recordaba


haber llorado.

—El dolor de las múltiples picaduras es realmente agonizante, me


han dicho. No probé eso personalmente, ya que el dolor de una sola
picadura fue suficiente para dificultarme concentrarme lo suficiente para
deshacerme del veneno. También hay algún grado de parálisis temporal
alrededor del área envenenada, por lo que usaré tu brazo izquierdo. Creo
que eres diestra, por lo que la parálisis no debería causar una dificultad
indebida. Pasará aproximadamente un día, al igual que el dolor. Los
temblores pueden ser molestos, ya que persisten por más tiempo, pero
no habrá daños duraderos.

¿Parálisis? ¿Temblores?

Se enderezó y miró hacia la puerta. Se abrió. Entró el Puño Segundo


Fang... con Ah Hai.

Fang sostenía el brazo de la mujer albina. Lily no pudo ver la cara


de Ah Hai; mantuvo la cabeza gacha. La cara de Fang era fácil de leer,
con ese ceño fruncido ferozmente... ¿o no? Tal vez era más profesional
fruncir el ceño que uno real. Escondiendo algo detrás de ese ceño
fruncido, ¿verdad, Puño Segundo?

Kongqi habló con el Puño Segundo en chino rápido. Las palabras se


deslizaron por la mente distraída de Lily sin registrarse. El Puño Segundo
llevó a Ah Hai a través de la habitación y se detuvo a un metro y medio
de Kongqi con la pequeña esclava frente a él, sus manos agarrando sus
brazos para mantenerla en su lugar.

—¿Cuál es tu nombre, reclamaste uno? —preguntó Kongqi en chino.


Esta vez, Lily lo entendió.

Ah Hai lanzó una mirada al engendro, con los ojos muy abiertos por
el miedo y la confusión, luego miró hacia abajo de nuevo. Su susurro fue
tan suave que Lily apenas la escuchó.

—Ah Hai, Zhu.

El antebrazo de Lily ardía y palpitaba, quemaba y palpitaba...

Kongqi miró a Lily, su expresión no cambió... y sin embargo, de

84
repente, un interruptor hizo clic en su cabeza y pudo leerlo. No estaba
ocultando sus sentimientos. Su rostro no mostraba nada porque no
sentía nada, ni una pizca de satisfacción o arrepentimiento, piedad o
excitación enfermiza, nada más que un interés clínico agudo y
monstruoso. Si darle dulces hubiera funcionado mejor para su prueba
que darle dolor, él le habría dado dulces. Su placer no habría tenido más
efecto en él que su dolor. Sus sentimientos no eran parte de su mundo.

Entonces habló. Clínicamente.

—Mi primera ronda de experimentos sugirió que ofrecer atormentar


a un extraño en lugar de al sujeto de prueba no provoca una respuesta
altruista confiable. Con la segunda ronda exploré el otro extremo,
ofreciendo a los familiares cercanos como alternativa. Esos resultados
fueron tan variables que resultaron inútiles. Mi tercera ronda también
produjo resultados no concluyentes. Sugirió que cometí un error al
ofrecer niños a esos sujetos de prueba. Después de reflexionar, estuve de
acuerdo. El instinto de proteger a su propia cría se generaliza en los
humanos a la protección de todos los niños humanos, pero la intensidad
de ese instinto generalizado varía de un individuo a otro. Esta
variabilidad podría explicar la naturaleza ambigua de esos resultados.
Con la ronda actual de experimentos, ofrezco a los sujetos de prueba una
alternativa que conocen como fuente de consuelo o placer, pero que no
está relacionada con ellos. Por lo tanto, Ah Hai.

Volvió a meter el palo en el frasco.

—Ahora sabes qué esperar en términos de dolor del téngtòng mǎyǐ.


La experiencia es sumamente desagradable. Si deseas evitar este
malestar, dime que use las hormigas en Ah Hai en lugar de ti. Eso es todo
lo que debes hacer. Elige su dolor en lugar del tuyo.

La repugnancia se apoderó de ella, junto con una especie de miedo


pegajoso, amargo y profano. Ella no habló.

—¿No? —Retiró el palo. Esta vez se aferró a él todo un enjambre de


hormigas—. Yo controlo a las hormigas. Te picarán una a la vez, según
diga. Me detendré entre picaduras para preguntarte si deseas que la
lastime a ella en lugar de a ti. Una vez que estés de acuerdo, moveré las
hormigas a ella y luego pondré ungüento en tus picaduras. Será picada
pero no dañada y tu dolor se aliviará. ¿A quién debo poner las hormigas?

Ella siguió sin decir nada.

85
—Ah Hai no es una niña ni un pariente. Es mayor que tú, tímida y
esclava. Ella no puede ofrecerte ningún beneficio como aliada o amenaza
como enemiga. Deberías sentirte libre de elegir su dolor sobre el tuyo.

Lily se humedeció los labios y probó la sal.

—No.
86
Cynna levantó la vista de The Norton Anthology of Poetry por
decimocuarta vez. Lily todavía no había vuelto. Se mordió el labio.

No pensó en lo bien que se sentirían los brazos de Cullen en este


momento. Lo había hecho al principio, pero dejó de ser un consuelo
cuando ya no podía creer que volvería a sentir sus brazos. Podría. Se
aferraba obstinadamente a eso. Pero “podría” no detuvo el miedo.

Idiota, dijo un querido recuerdo. Deja la poesía pegajosa…

¡Oye, pensó, te gusta la poesía! ¡La citas a veces!

Claro, pero tú no, y solo la usas para evitar pensar. Que es lo que
realmente necesitas hacer.

Su boca se torció. Tal vez no pudiera creer que volvería a abrazar a


Cullen, pero podía discutir con él en su mente sin problemas. Y el hombre
molesto tenía razón, incluso si solo era su imaginación. Necesitaba dejar
la poesía y pensar un poco.

La hora de la cena había llegado y se había ido. El plato de Lily con


arroz y lo que sea estaba en una esquina de la celda, esperando su
regreso. También lo hacían la segunda estera y la manta que los guardias
habían arrojado. No quedaba luz afuera; una sola luz de mago se
balanceaba en su celda. Eso fue obra de Alice; Cynna no podía usar su
propia magia para nada. Alice había hecho arreglos para que los guardias
proporcionaran una luz de mago todas las noches. Cynna se sentó en su
estera mientras la oscuridad se acercaba y pensó en su plan para quitar
la maldita jaula mágica. Pensó en las preguntas que no había tenido la
oportunidad de hacerle a Lily antes de que se la llevaran, y en cómo
Cullen seguía vivo, maldita sea, y que, por interminables que hayan sido
los últimos seis días para ella, Ryder solo había experimentado un día
sin su mamá y su papá, además Ryder tenía a Toby con ella para que no
se sintiera aterrorizada y abandonada. Cynna pensó, y no cedió a la
desesperación.

He estado allí. Hecho eso.

No podían dañar a Lily, ¿verdad? Necesitaban su cuerpo y su cerebro


en buena forma para dárselo a la Gran Perra. La magia del dolor también
estaba descartada, ya que no funcionaría en Lily, así que lo que sea que
esté sucediendo no debería ser demasiado horrible.

Sin embargo, no sería bueno. Sabía lo suficiente sobre los engendros

87
para estar segura de eso. Pero no servía de nada intentar adivinar qué
tipo de cosas desagradables podrían estar sucediendo, así que pensó en
lo que sabía y en lo que necesitaba saber. Qué quería preguntar la
próxima vez que tuviera la oportunidad. Pensó mucho y no rezó. No había
rezado desde que vio a Dick Boy matar a ese niño. No podía rezar cuando
pasaba todo su tiempo queriendo matar... no es que fuera a fantasear
más con eso. Al diablo con esa mierda.

Aunque Dios sabía que todavía quería hacerlo. Quería que los
engendros murieran, especialmente Dick Boy, y preferiblemente de su
mano. Quería destrozar personalmente a las dos personas, un engendro
de dragón y el avatar de una Antigua, una maldita diosa autoproclamada,
que le había robado a su bebé. Pero fantasear con un asesinato la hundió
más profundamente en el pozo helado donde había pasado los últimos
días. La fantasía no hizo nada para sacarla de ese pozo. O esta celda. La
fantasía sólo mantenía su mente ocupada, le impedía pensar en Ryder
cada maldito segundo. Pensar en Ryder dolía más que cualquier otro
dolor en toda su vida en uno. Era más grande que ella, un vacío que
tragaba. Así que había fantaseado con el asesinato y ni siquiera se había
dado cuenta de que se había rendido. Hasta que Lily entró cojeando en
la celda, no se había dado cuenta de que se había rendido.

Lily nunca se rendía. Ella no sabía cómo.

Cynna pensaba en Lily como una bala. No quería decir eso de mala
manera. Lily había matado, sí, pero no era tan violenta como Cynna solía
serlo en los malos tiempos. Incluso después de que comenzó a cambiar
su vida, en las malas noches todavía buscaba pelea. Nada más parecía
ayudar, y no sabía por qué estaba tan enojada, o cómo soltar su enojo, o
incluso que había usado el enojo para protegerse. Excepto que no fue así.
Solo la había dejado insoportablemente sola, haciéndola enojar de nuevo
con un mundo que la dejaba fuera. Enojada consigo misma por ser
demasiado imperfecta, demasiado equivocada. Por arruinarlo. Para, al
final, cerrar el mundo.

Lily no tenía ese tipo de ira. No era una bala porque fuera violenta,
sino porque disparaba a su blanco. Punto. Nunca se le ocurrió pensar
que no podría alcanzarlo. Quizás “misil guiado” era una mejor
descripción. Si Lily chocaba con algo que no podía atravesar,
inmediatamente comenzaba a descubrir cómo evitarlo.

Cynna no podía ver cómo iban a salir de esta celda. No veía cómo
podrían rescatar a Ryder y al resto de los niños con seis engendros de

88
dragones y un reino entero tratando de detenerlos... luego, de alguna
manera, llevar a los niños a un lugar seguro. De alguna manera evitar
que los enemigos de la Dama hagan algo horrible con esa construcción
mágica. De alguna manera regresar a Dis en el momento adecuado para
salvar a Cullen, Rule y al resto de ellos... e ir a casa. Ese tenía que ser el
objetivo final, volver a casa. Haciendo todo eso, mierda, haciendo
cualquiera de esas dos cosas o tres…. era claramente imposible. Pensar
que podías hacer lo imposible tenía que ser una maldita ilusión.

Era una ilusión a la que Cynna pretendía aferrarse con ambas


manos, ambos pies y los dientes. Solo deseaba tener mejores dientes para
clavar, como los de un lobo o un tigre o...

La barra se levantó al otro lado de la puerta. Se sentó derecha. ¿Lily?

Pero era uno de los guardias recortados contra la luz del otro lado
de la puerta abierta.

—Ven —dijo.

Todos los guardias parecían saber dos palabras en inglés: “ven” y


“quédate”. Lo cual, para darles crédito, era más de lo que ella sabía de
chino. No era buena en idiomas. Podía pedir cerveza o maldecir en
español. Eso era todo. Y el chino tenía que ser el idioma más extraño de
todos los tiempos, como se dio cuenta cuando, curiosa, buscó algunas
cosas al respecto en línea. Lo que parecía una palabra eran en realidad
muchas palabras dependiendo de cómo lo dijeras, pero no era como la
diferencia entre “caw” y “cow”. Más como la diferencia entre “cow”y “cow”,
solo que pones un poco de ritmo en uno y dejas el otro plano. O
acentuabas a uno más, o decías uno más rápido, o algo así. Ella no podía
decirlo. No tenía los oídos adecuados para el chino.

No es que lo hubiera estado intentando. Los últimos seis días no


había intentado hacer mucho.

Hizo una mueca y se puso de pie. Dolía. Sobre todo su brazo, los
huesos rotos dolían mucho más, mucho más continuamente y durante
mucho más tiempo de lo que se había dado cuenta, pero también a lo
largo del costado de su cuerpo que había rebotado en la pared de piedra.
Tenía un buen conjunto de moretones, pero su brazo era lo único que se
había quebrado. O roto.

Los órganos podían hacer eso y los de ella no lo hicieron. Eso

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probablemente significaba que había tenido suerte. Probablemente
debería estar agradecida.

Al diablo con eso también. Lentamente, moviéndose como si fuera


una anciana, Cynna salió de su celda.

Una dispersión de luces mágicas flotaba a lo largo del techo. El


guardia que la había convocado se unió a otros tres para estar de pie,
luciendo disecado y oficial. No podían sentarse a la mesa grande como
solían hacerlo porque Alice Báitóu estaba sentada allí. También lo estaba
una mujer que Cynna no había visto antes. La nueva mujer tenía el tipo
de rostro redondo y regordete que no se arruga mucho con la edad, pero
su piel tenía ese aspecto cansado que adquiere la piel después de algunas
décadas si su portador no ha invertido en el plan de jubilación de algún
dermatólogo. Su cabello negro estaba veteado de gris.

—Únete a nosotras —dijo Alice, señalando un taburete frente a ella


y la nueva mujer.

Cynna se sentó con cuidado en el taburete y suspiró por sus dolores.

—Hola de nuevo.

Alice no era muy partidaria de las pequeñas charlas.

—Dijiste que los hechizos curativos que conocías no le servían a


nadie más que a un sanador.

—Todos menos uno de ellos, sí. —No es que Cynna realmente


conociera los hechizos. Realmente no puedes conocer un hechizo que no
puedes lanzar. Pero sabía de ellos. Eran de los recuerdos, esas creaciones
mentales increíblemente vívidas que se habían transmitido de Rhej a Rhej
durante más de tres mil años. Buscarlos era agotador, tanto emocional
como mágicamente, pero la magia involucrada no se extendía más allá
de su piel, por lo que no era afectada por la maldita jaula mágica.

—¿El hechizo que bloquea el dolor, quieres decir?

—Sí. El hechizo sin dolor puede ser aprendido por cualquier persona
con un Don, y por algunos con magia innata que no es un Don. —Los
lupi, por ejemplo—. Aunque es lo opuesto a un hechizo de curación. —
Bloqueaba el dolor, pero también bloqueaba la curación, y se colocaba en
un bucle para extraer más y más energía. Cynna lo había aprendido por
las malas.

90
—Lo querré eventualmente. Hoy me interesa el que le permite a una
sanadora enfocarse más claramente en cualquier problema corporal que
esté evaluando. Esta es Ah Li —dijo Alice asintiendo a la otra mujer—.
Ella es una de las mejores sanadoras de Lang Xin.

—No creo que hable inglés.

—Soy bastante capaz de traducir.

—Por favor, dile que me alegro de conocerla.

Pasaron por un breve ritual de saludo a tres bandas. Según Alice,


Ah Li tenía el honor de conocer a Cynna. Entonces Alice dijo:

—Ah Li es propiedad de la ciudad.

Las cejas de Cynna se levantaron.

—¿Propiedad?

Alice le dijo algo a Ah Li. La sanadora puso una mano sobre la mesa.
Tenía seis dedos. Tan pronto como Cynna vio eso, la mujer lo apartó de
la vista.

—Los niños que nacían con una deformidad o mutación solían morir
al nacer —dijo Alice—. Los Zhuren no permiten esto excepto en casos de
deformidad extrema, cuando puede considerarse una misericordia. Si ese
niño sobrevive hasta los tres años, es evaluado por un magistrado. Si se
determina que el niño puede convertirse en un adulto contribuyente, los
Zhuren pueden reclamarlo o enviarlo de regreso a vivir con su familia.
Los niños reclamados son entrenados para servir. Entre ellos hay muchos
con Dones, como Ah Li.

—Son esclavos —dijo Cynna rotundamente.

Alice se encogió de hombros.

—En su mundo serían llamados esclavos. Aquí son los yāoqiú, los
reclamados. Es un estatus honorable. Ah Li fue entregada a la ciudad de
Lang Xin después de su entrenamiento. Ahora dirige una casa de
curación. El acaudalado generalmente utiliza curanderos más
prestigiosos, por lo que la mayoría de sus pacientes provienen de los
pobres, que son tratados gratis o por un pago nominal. Tiene tres
aprendices y dos jornaleros que también son sanadores. Conociste a uno

91
de esos jornaleros. Él recolocó tu brazo.

—Recuerdo.

—Ah Li está en una situación ideal para enseñar a otros lo que


aprende de ti. Hoy quiero que le enseñes ese hechizo de concentración.

Cynna negó con la cabeza.

—No puedo enseñarle el hechizo. Sigues diciéndolo de esa manera,


pero para enseñar correctamente un hechizo, tendría que demostrarlo.
Con esta maldita jaula mágica no puedo hacer eso. Incluso sin la jaula,
no podría demostrar un hechizo de curación. No tengo ese Don. Quieres
que transmita un hechizo, no que lo enseñe.

—Utiliza el lenguaje que desees para describir el proceso. Sabes a lo


que me refiero.

—El idioma importa. Enseñar un hechizo implica que el alumno


podrá utilizarlo. Te he hablado de lo difícil que es trasladar un hechizo
de una disciplina a otra. El lenguaje simbólico de los hechizos que
conozco puede no funcionar para alguien cuyo paisaje mental está
provisto de un conjunto de símbolos completamente diferente.

—Entiendo eso. —Un toque de impaciencia atravesó la voz


generalmente desapasionada de Alice—. Lo solucionamos con el hechizo
para matar pulgas. La versión a la que llegamos funciona como debería.

—Sí, bueno, conocía tres versiones de ese. Al compararlos, me


permito averiguar qué tipo de lenguaje simbólico usar. Solo conozco una
versión de cada uno de los hechizos de curación, y no son construcciones
simples. No estoy diciendo que sea imposible hacerlos funcionar. Solo
que no será fácil y puede llevar mucho tiempo. —Más tiempo de lo que
Cynna quería estar aquí.

—Por eso traje a Ah Li conmigo. Puede intentar el hechizo y hacer


preguntas si encuentra un problema.

¿Sí? Más bien cuando. Alice pensó que entendía, pero no lo hizo.
Traducir hechizos de una disciplina a otra era complicado como el
infierno. Cynna era mejor que la mayoría en eso porque había tenido
mucha práctica. Almacenaba hechizos en su piel. Para hacer eso, tenía
que ser capaz de traducir cada componente de un hechizo en un patrón,
luego hacer que ese patrón se mezclara correctamente con todas las
demás partes del hechizo. Claro, había algunos hechizos que

92
funcionaban para casi todos, sin importar en qué disciplina habían sido
entrenados. O incluso para aquellos sin disciplina en absoluto. Luces de
mago, por ejemplo. Ese estúpido hechizo que bloquea el dolor, por otro.

Pero la mayoría de los hechizos aprovechaban la comprensión


interiorizada del mundo del practicante a través de símbolos para
moldear la intención del usuario, tanto consciente como inconsciente.
Necesitabas que los dos trabajaran juntos. Podrías concentrarte como
loco en poner una guarda contra incendios, pero si tu mente inconsciente
estaba jugando con conejitos rosados y esponjosos en ese momento, o
con dagas goteando con la sangre de tus enemigos, te quemarías las
cejas. Si tenías suerte, es decir.

Pero Cynna ya se había dado cuenta de que Alice no tenía una base
real en el oficio. Cualquiera que fuera su Don, y Cynna estaba segura de
que tenía uno, no era una lanzadora de hechizos entrenada.

—Bueno. Quieres dos cosas de mí. Primero, quieres que transmita


el hechizo para enfocar los sentidos de un sanador. En segundo lugar,
quieres que trabaje contigo y con Ah Li para tratar de traducir el hechizo
a una forma que Ah Li pueda usar.

—Quiero que tengas éxito, no que simplemente lo intentes.

—No puedo garantizar eso.

—Debes hacer todo lo posible para tener éxito.

Cynna asintió.
—Son tres pagos, entonces. Uno para el hechizo en sí. Uno para
hacer todo lo posible para traducir el hechizo a una forma que tu
sanadora pueda usarlo. Y uno, llámalo un bono, por tener éxito.
Hablemos de ese pago.

Alice asintió y comenzaron las discusiones.

La pálida Alice era un bicho raro. No tenía ningún problema en usar


a los guardias para imponer su propiedad de Cynna, pero no usaba el
dolor, o el asesinato de niños, para forzar la obediencia. Estaba dispuesta
a negociar por los hechizos de Cynna. Así es como Cynna había aprendido
casi todo lo que le había transmitido a Lily.

Sin embargo, no era así como había obtenido la visita del oficial de

93
Ah Li. Alice había enviado al sanador a Cynna antes de venir a hablar
con su nueva propiedad. ¿Lo había hecho por compasión o por razones
prácticas, para asegurarse de que su propiedad estaba en buenas
condiciones? Probablemente lo último, pero Cynna no estaba segura.
Alice no parecía sentir nada lo suficientemente fuerte como para hacerla
fácil de leer.

Cynna deseaba haber hablado con Lily antes de iniciar las


negociaciones. Lily era la reina de las preguntas. Pero al menos había
comenzado a pensar de nuevo, y parte de su tiempo de pensamiento se
había dedicado a averiguar qué podría preguntar la próxima vez que Alice
apareciera.

Comenzó con grandes preguntas, cosas que quería pero que no


esperaba obtener. Efectivamente, Alice no le diría a Cynna por qué los
engendros querían a los niños o cuándo llegarían los niños. Tampoco
admitiría que sabía nada sobre la construcción mágica de Dis. No quiso
quitar la jaula mágica, ni siquiera brevemente. Cynna no pudo lograr que
dijera una palabra sobre los arreglos que existían entre la Gran Perra y
los engendros, aunque admitió que Lily era parte de esos arreglos. Esa
admisión Cynna la obtuvo gratis.

Eso es todo lo que consiguió, aparte de frustración. Se las arreglaron


para ponerse de acuerdo sobre el primer pago. Alice le diría más sobre
los dragones salvajes a cambio de que Cynna le transmitiera el hechizo
textualmente. Estuvieron de acuerdo en eso cuando Cynna escuchó
sonidos en las escaleras.
Pies, sonaban pesados. Pies con botas, pensó. Y palabras ladradas
con una voz quebradiza. Palabras chinas, por supuesto, así que no sabía
qué diablos se decía.

Un momento después llegó Lily, envuelta en una manta y cargada


por uno de los guardias. Su rostro estaba pálido como el pus. Su mirada
se movió salvajemente a su alrededor. Estaba temblando, pequeños
temblores que viajaban de la cabeza a los pies. Cynna se puso de pie.

—¿Qué diablos le han hecho?

El guardia con la armadura azul subió las escaleras detrás del


guardia que llevaba a Lily, dando órdenes que Cynna no podía entender.
Otro guardia lo siguió. Una figura pequeña y extraña apareció en la

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retaguardia, una mujer diminuta tan pálida como Lily, aunque su palidez
parecía permanente. Su cabello era del mismo color que el de Cynna, pero
sus rasgos eran chinos.

Cynna se adelantó.

—Lily. —Extendió la mano para tocar a su amiga, pero el hombre


que la sostenía apartó la mano de Cynna y le ladró algo. Los labios de
Lily se movieron, pero Cynna no pudo escuchar lo que dijo.

—Fang no quiere que le toques el brazo —le dijo Alice.

Después de eso, mucho chino voló mientras el guardia que sostenía


a Lily la llevaba a la celda. Armadura Azul, cuyo nombre parecía ser Fang,
Alice y la sanadora hablaron, a veces uno encima del otro, aunque todos
tuvieron que hacer una pausa cuando la pequeña mujer pálida respondió
una pregunta dirigida a ella por Ah Li, porque nadie de lo contrario,
podría haber oído los susurros de la mujer.

No cabían todos en la celda. Cynna logró pasar a empujones.


Después de todo, era más alta que cualquiera de ellos. O tal vez fue el
pánico ciego puro lo que lo hizo. Cayó de rodillas al lado de Lily, que
todavía estaba cubierta por esa maldita manta.

—¡Jesús, debe hacer treinta grados aquí! ¿Están tratando de darle


un golpe de calor? ¿Qué diablos le hicieron? —Mientras hablaba, gritaba,
apartó la manta.

Lily se sacudió como si le hubieran disparado y abrió los ojos.


—¡No! —Salió ronco, como si ya hubiera gritado su voz—. No, no,
no...

Su antebrazo estaba muy hinchado.

—¿Se lo rompieron? ¿Qué le pasa a su brazo? ¿Qué…?

Manos sobre los hombros de Cynna.

—Ven.

Algo en ella se rompió al escuchar esa maldita palabra. Se puso en


pie de un empujón y se giró, apuntando un golpe a quien fuera, no podía
ver bien con los ojos todos borrosos y húmedos, pero su maldito brazo,
el entablillado, golpeó el cuerpo de otra persona en el espacio lleno de

95
gente. El dolor la atravesó. Sus rodillas casi se doblaron.

—Ven —ordenó la voz de nuevo. Era Armadura Azul, pensó. Fang.


Ahora la tenía agarrada por el codo.

Alice habló con su enloquecedora calma.

—Ah Hai cree que la manta es necesaria. Cree que Lily está en estado
de shock. Sal de la celda y deja que Ah Li se encargue de Lily. Ella es una
sanadora.

—No puede... el Don de Lily... —La voz de Cynna se interrumpió en


un sollozo.

—No puede curar a Lily, pero puede ayudar. El Puño Segundo te


sacará si no te retiras tú misma. Él no quiere que ella muera.

Cynna permitió que la impulsaran fuera de la pequeña celda, pero


se detuvo justo afuera para poder mirar hacia adentro. Alice la había
precedido a ella y a Fang, dejando a las dos mujeres descalzas allí con
Lily. La sanadora se arrodilló en el suelo, pasando sus manos a lo largo
del cuerpo de Lily sin tocarla y tarareando, un extraño sonido atonal que
cambió de tono de manera impredecible. Ella dijo algo. Fang dijo algo.
Uno de los guardias se apresuró a bajar y bajó las escaleras. La sanadora
dijo algunas cosas más. La pequeña mujer china rubia también estaba
arrodillada junto a Lily. Ella respondió en un susurro.

Cynna también susurró.

—¿Qué le ocurrió? ¿Qué le pasa?


Alice respondió.

—Fue picada por un tipo de hormiga que puede no existir en tu


mundo. El aguijón causa un gran dolor; de hecho, según la tradición
popular, la gente puede volverse loca por el dolor, aunque sospecho que
esto es una hipérbole. No lo he experimentado yo misma, ya que los
téngtòng mǎyǐ no se encuentran aquí, sino en las selvas del norte.

Cynna se lamió los labios, que se sentían extrañamente


entumecidos.

—Entonces, ¿cómo llegaron aquí para picar a Lily?

—La picadura, aunque es dolorosa, no causa ningún daño duradero.


El shock no es...

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Cynna se volvió hacia ella.

—¿Cómo diablos picaron esas hormigas a Lily?

Una fracción de segundo de vacilación.

—Zhu Kongqi estaba realizando un experimento.

El odio hirvió, tan fuerte que la hizo temblar. Un tsunami de odio,


puro y total, exigiendo acción, un blanco, un objetivo...

El guardia que había sido enviado regresó al trote con un montón de


mantas y esteras. Trotó directamente hacia Cynna. El corazón le latía con
tanta fuerza en los oídos que no podía oírlo, pero vio sus labios moverse.
Tardíamente se dio cuenta de que estaba bloqueando la entrada. Esas
mantas eran para Lily.

Se hizo a un lado. Estaba temblando.

Los guardias pasaron su carga a la diminuta mujer rubia. Ella y Ah


Li comenzaron a reorganizar a Lily, levantando sus piernas, enrollando
una estera para crear un soporte para su brazo. Lily gimió cuando la
movieron. El sonido empeoró los temblores de Cynna. Las dos mujeres
descalzas murmuraron entre sí un poco más, luego la sanadora miró por
encima del hombro a Cynna. Ella habló.

Alice tradujo.

—Quiere saber si Lily tiene diabetes.


—¡No! —dijo Cynna, sorprendida—. Es decir... —¿Podría Lily tener
diabetes y no habérselo mencionado nunca a Cynna? Incluso si eso fuera
cierto, y Cynna estaba bastante segura de que no lo era, si tuviera
diabetes, habría traído medicamentos. Y no lo hizo—. No, estoy segura de
que no. —Pensó un momento más—. Sin embargo, ha pasado mucho
tiempo desde que comió. —Habían comido un poco de cecina antes de
entrar en la pequeña sala de audiencias. Al menos Cynna lo había hecho.
Supuso que Benedict se había asegurado de que Lily también comiera.
Antes de que... Cynna no estaba segura de cuánto tiempo habían estado
en el infierno. No sabía cuándo o si Lily había comido en el largo día
previo a su partida. Recordaba vagamente que alguien la había obligado
a comer en un momento. Isen, sí. La había amenazado con atarla y
alimentarla si no comía. Probablemente lo había dicho en serio. No tenía

97
idea de los demás. Ella había sido ajena a todos y a todo, excepto a la
necesidad de llegar a Ryder—. Mucho tiempo desde que durmió, también,
si eso hace alguna diferencia.

Más chino de Ah Li, seguido de una breve instrucción de Fang, y el


guardia trotó por segunda vez. Luego hubo algunos intercambios en
chino entre Alice y Ah Li.

Por fin, Alice volvió a hablar en inglés.

—Ah Li no está capacitada en medicina occidental. Yo tampoco. Es


difícil traducir lo que ella percibe en términos que puedas entender.
Nunca ha tratado personalmente a alguien que sufre la picadura de
téngtòng mǎyǐ, pero es consciente de cómo deben ser tratados. La
reacción de Lily no coincide con lo que le han enseñado. No sabe si esta
reacción es el resultado de la cantidad de veneno involucrado (Lily fue
picada muchas veces) o de alguna sutil diferencia fisiológica en el cuerpo
de Lily. Incluso puede ser una reacción alérgica, aunque si es así, es
atípica. Considera que el estado de Lily es similar al shock, pero no es
realmente un shock. Me temo que no entiendo la distinción. Tiene que
ver con el sistema circulatorio.

—He tenido un poco de formación paramédica. —No lo suficiente


para ser una paramédica real, pero Cynna necesitaba saber algunos de
los conceptos básicos. Muchas de las Búsquedas que había realizado
para la Oficina habían involucrado a personas desaparecidas. A veces se
habían lesionado o sufrido exposición. O ambos. Por lo general, había
tenido médicos reales para tratarlos, pero quería algo de capacitación en
primeros auxilios por si acaso—. Lo que llamamos shock es shock
circulatorio. Significa que los órganos no reciben suficiente sangre. Eso
sucede por muchas razones, generalmente relacionadas con la pérdida
de sangre, pero a veces por mordeduras de serpiente. El veneno de
algunas serpientes evita que la sangre se coagule, lo que hace que la
víctima sangre internamente y... ¿es eso lo que le está pasando a Lily?

Más chino voló de un lado a otro. Fang intervino en un momento.


Finalmente Alice dijo:

—Ah Li está consciente de este problema de sangrado con algunas


mordeduras de serpiente. Ella no cree que esto le esté sucediendo a Lily
debido a la falta de otros síntomas típicos de tales mordeduras y su
incapacidad para detectar cualquier sangrado a gran escala. Si el
sangrado estuviera ocurriendo en una escala muy pequeña, ella no

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podría sentirlo. Es por eso que necesitamos el hechizo de enfoque.

—Sáltate el comercial. ¿Lily va a estar bien o no?

—Ah Li es reacia a ofrecer un pronóstico cuando no puede aliviar los


síntomas directamente con su Don (está bastante frustrada por eso) ni
determinar su causa. Espera que los cuidados paliativos sean suficientes.
Ha pedido un jarabe hecho principalmente de azúcar y agua, infundido
con hierbas fortalecedoras. Se usa aquí con mucha frecuencia.

—Agua dulce y esperanza —dijo Cynna rotundamente. Debe ser por


eso que la curandera había querido saber si Lily tenía diabetes, para
poder darle agua azucarada—. Eso es todo. Eso es lo mejor que pueden
hacer.

—Ah Li también le dará un somnífero, ya que el sueño es


probablemente el mejor reparador. Ella permanecerá aquí hasta que Lily
esté fuera de peligro.

—¿Fuera de peligro? —Cynna resopló—. Supongo que Ah Li se


mudará con nosotras, entonces.

—Objetas mi redacción, pero entiendes mi significado. Ninguno de


nosotros quiere que Lily Yu muera. Ciertamente no deseo perder a mi
mejor sanadora.

—¿Tus preciosos Zhuren matarían a Ah Li si no puede mantener


viva a Lily para dársela a la Gran Perra?
—Esa es una posibilidad. Otra es que los hermanos de Zhu Kongqi
estarían enojados con él por posiblemente alterar su acuerdo con la
Antigua. Eso podría conducir a una destrucción considerable.

Desde el interior de la celda llegó la voz de Lily:

—¡No!

Cynna dio un paso hacia la puerta de la celda. Fang la agarró del


brazo sano y dijo algo en chino. Alice respondió en la misma lengua.
Luego volvió a utilizar esa maldita palabra:

—Ven. —Tiró de su brazo, lejos de la celda.

—Necesito estar ahí —dijo Cynna, tratando de no parecer frenética.

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No escucharían lo frenético. Tenía que sonar firme, segura—. Necesito
estar con ella.

Alice negó con la cabeza.

—Careces de formación médica. No hay lugar para alguien que no


pueda ayudar.

—Esa otra mujer, quienquiera que sea, la rubia...

—Ah Hai fue enviada por Zhu Kongqi para ayudar con el cuidado de
Lily. No podemos echarla.

Dios sabía que nadie aquí iría en contra de los deseos de los Zhuren.
O caprichos.

—Soy amiga de Lily. Puedo mantenerla tranquila. Puedo... —


¿Decirle que todo estaría bien? Cynna evitaba mentir estos días, pero
solía ser buena en eso. Sin embargo, incluso en su mejor momento, no
pensó que hubiera sido capaz de lograrlo—. Puedo hacerle saber que no
está completamente rodeada de enemigos.

Alice vaciló. No se veía nada en ese maldito rostro pálido. Nada.

—Muy bien. —Habló brevemente en chino.

Cynna no esperó. Volvió a deslizarse dentro de la celda.

Las dos mujeres que cuidaban a Lily se movieron lo suficiente como


para que Cynna se arrodillara con ellas: Ah Hai a su derecha, Ah Li a su
izquierda. Ella las ignoró.
El brazo derecho de Lily estaba junto a su cuerpo, fuera de la manta.
Su brazo izquierdo estaba apoyado sobre un par de mantas dobladas.
Estaba hinchado como una salchicha mullida con puntos rojos que
estropeaban la piel como el sarampión. Su tez se veía horrible, con un
tinte gris debajo del bronceado claro. Su cabello estaba húmedo por el
sudor, su boca ligeramente abierta. Tenía los ojos cerrados, pero
mientras Cynna miraba, podía ver movimiento debajo de los párpados,
como si estuviera en sueño REM. ¿O alucinando?

En los viejos tiempos, muchos de los amigos de Cynna habían


probado las drogas. Ella no lo hizo. El alcoholismo de su madre le había
causado horror por ingerir cualquier cosa que pudiera apoderarse de ella.
Pero entendió el atractivo, la necesidad de sentirse bien por una vez. Una

100
noche, una de las bailarinas con las que había trabajado en el club había
fumado un poco de hierba mezclada con PCP justo antes de continuar.
Ella había hecho eso mucho; la hierba la suavizaba y el PCP la hacía
sentir fuerte. Esta vez, sin embargo, se había desmayado. Demasiado PCP
tal vez, o tal vez no había sido PCP en absoluto. Cynna se había quedado
con ella para asegurarse de que siguiera respirando. Cuando se despertó,
había jurado que había estado despierta todo el tiempo, pero alucinando.

Sus ojos se habían movido debajo de sus párpados al igual que los
de Lily.

—Oye, Lily. —Cynna puso una mano en la mejilla de Lily. Su piel se


sentía fría y húmeda. Sus ojos no se abrieron, pero su mano derecha
tembló—. Soy Cynna. Conoces mi voz, ¿verdad? Ah Li está conmigo. Ella
es una sanadora. No puede curarte, por supuesto, pero puede darse
cuenta de que las cosas no van bien con tu cuerpo. Y no lo están,
¿verdad? Algo está mal. Sería de gran ayuda si nos lo contaras. ¿Qué está
pasando ahora mismo, Lily?

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lily. Lentamente, como si tuviera


que pronunciar cada palabra con gran esfuerzo, habló.

—Malditas. Quemaduras. Derritiendo. Las cosas se derriten. Todos


los pegotes. Pegotes ardiendo. —Una pausa, luego una sola palabra
enojada—: ¡Él! —Como sorprendida por su propia vehemencia, sus ojos
se abrieron de golpe. Su mirada se movió rápidamente a su alrededor,
pasó por el rostro de Cynna sin reconocerla y luego se echó hacia atrás.
Miró directamente a los ojos de Cynna—. No.

Luego asintió levemente, suspiró entrecortadamente y se desmayó.


101
Rule se despertó de repente, su corazón latía con fuerza.

—No.

—¿Qué es? —dijo madame Yu.

Se lamió los labios secos y agrietados. Tenía sed. Tenía dolor. Ahora
estaba oscuro, sin fuego para calentarlo, pero tenía calor. Arriba estaba
la misma roca opaca del afloramiento bajo la que había estado antes.

—Algo no está bien.

—Muchas cosas. Tienes fiebre. Las fiebres suelen traer pesadillas.

Sacudió la cabeza. No era eso, no era lo que lo había despertado...


había estado soñando con Toby. Lo recordaba mucho. Un sueño de olor,
lo que significaba que era su lobo soñando, porque los lobos soñaban con
aromas de la forma en que los humanos solaban con imágenes... pero
algo se había roto, atravesado. Algo terrible.

—Ya que estás despierto, deberías beber un poco más.

Una vez que bebió todo lo que pudo, dijo simplemente pero con
sentimiento:

—Hambriento.

—El truco de curación que he estado usando acelera la curación,


pero se basa en tu carne para hacer esto. Parece estar funcionando.
Tendrás más hambre que esto antes de que haya sanado lo suficiente
para comer.
—Malo para... lobo para conseguir... demasiado hambriento.

—No permitiré que le hagas daño a nadie.

Lo aceptó tan fácilmente como si ella hubiera sido una Rho y


realmente pudiera evitarlo. En su estado actual, esto no le pareció
extraño.

—¿Dónde está Gan?

—Dormida. Está muy cansada. Le fue bien en el pueblo. Ahora


tenemos una sartén, un cuchillo, sin filo, pero se puede afilar. Ropa. Dos
mantas.

102
Oh. Sí, ahora estaba cubierto por una manta y ella vestía ropa: una
blusa suelta y pantalones. No se había dado cuenta.

—No estoy pensando con claridad.

—Tienes fiebre.

—No voy a morir. —No ahora, no por estas heridas. De repente


estuvo seguro de eso. Era una certeza sin rumbo, habiendo llegado de la
nada y sin ninguna razón para respaldarla. Se sentía peor ahora que la
última vez que se había despertado. Pero no iba a morir.

—Bien.

Su tono mordaz lo hizo sonreír. Se desvaneció rápidamente.

—Tenemos que ir a Lily.

—Quizás ella está de camino hacia nosotros.

—No. Tenemos que ir nosotros. —Estaba tan seguro como estaba de


que no iba a morir a causa de sus heridas.

—No estarás en condiciones de viajar durante al menos tres días.

—No puedo esperar a que esté en forma. Tenemos que ir con ella.

—Lo haremos cuando hayas sanado un poco más. El pueblo donde


Gan robó la manta para ti está en un río muy transitado. La gente allí
parece ser china, según la descripción de Gan. No está segura de qué
idioma hablan. Su disco de traducción no le da esa información, pero
probablemente sea uno de los dialectos chinos. Espero poder hacerme
entender.
Absorbió eso.

—Los ríos fluyen hacia el mar. ¿En qué dirección está el mar?

En respuesta ella señaló.

—Tenemos que ir por el otro lado.

—Hay barcos que viajan río arriba. No sé cómo. Quizás navega.


Quizás reman. Gan no observó estos barcos, pero oyó hablar de ellos.
Una vez que puedas, iremos al pueblo y negociaremos por un pasaje en
un barco fluvial.

—Negociar... ¿qué?

103
—Gan trajo una variedad de gemas con ella, un acto de previsión
que la hace muy complacida consigo misma.

Lo había olvidado.

—Sí. Bien. Nos iremos…

—En tres días. Todavía no puedes caminar tan lejos.

—Voy a Cambiar. El lobo puede hacer lo que el hombre no puede. —


Y el lobo... sí. De ahí provienen tanto su certeza como su urgencia. El
lobo lo sabía. Tenía que ir a Lily.

—No desperdiciarás la poca energía que tienes Cambiando.

—Esa no es tu decisión.

Un momento de silencio.

—No Cambies esta noche, al menos. Vuelve a dormir. Cura un poco


más. Hablaremos de nuevo por la mañana.

Saldrían hacia el río por la mañana. Sin embargo, Rule no le dijo


eso. No tenía sentido desperdiciar energía discutiendo. Dejó que sus ojos
se cerraran y se hundió en un sueño febril y brumoso, y durante un
tiempo inconmensurable se deslizó entre un sueño inquieto y un
despertar empañado.

Cada vez que se levantaba a algo parecido a la vigilia, escuchaba la


voz de madame, cantando.
104
Tierra

Una suite de hotel en Boston, Massachusetts

Ocho días y siete horas antes de que Lily, Rule y


el resto se fueran al infierno

—Estoy aburrida. —La niña se desplomó en el sofá y dejó caer su


iPad en el cojín. Claramente era preadolescente, aunque era difícil decir
cuánto “pre” estaba involucrado. Todavía tenía las mejillas redondeadas
de la infancia, pero su camiseta roja revelaba otras formas redondeadas
que comenzaban a tomar forma. Su cabello era castaño y lacio y podría
haber sido cepillado o no esa mañana. Llevaba gafas y fruncía el ceño
insatisfecha.

El hombre sentado a la mesa frente a una computadora portátil no


prestó atención. Era un hombre en forma cuyo cabello negro tenía un
dramático mechón blanco. Podría haber tenido entre cuarenta y cinco y
cincuenta y cinco años, aunque si fuera lo último, su piel tensa y
bronceada sugería que se había hecho un trabajo.

—Quiero salir de aquí. Hacer algo. Nunca llego a hacer nada.

Robert Friar suspiró y apartó la mirada de su computadora portátil.

—Amanda. Sabes por qué tenemos que quedarnos en el hotel.


—No me importa. Y de todos modos, esto es la estúpida Boston. Todo
el mundo aquí es un turista, así que no te notarán.

—La gente de Boston tiene Internet —observó con suavidad—.


Incluso gente encargada de hacer cumplir la ley. Si bien es poco probable
que me reconozcan, es una oportunidad que no tenemos que correr. Así
que no lo haremos.

Ella se cruzó de brazos.

—Podrías usar un sombrero. O teñir tu cabello. No veo por qué no


lo tiñes. Y tienes que salir alguna vez, ¿no? Darle las pastillas del señor
Weng a quien sea que va a dosificar al tipo del FBI. Podría ir contigo y...

105
Dejó de hablar y se enderezó, el movimiento elegante de una manera
extraña a los preadolescentes en todas partes. Su expresión fluyó hacia
otra, algo mucho más grande que la chica aburrida que había estado allí
hace un segundo.

—Tengo malas noticias, Robert.

La expresión del hombre también cambió. De la tolerancia divertida


a la reverencia teñida de preocupación.

—¿Ama?

—La mayor parte del equipo que envié para recuperar la baliza ha
muerto.

—¿Pero la baliza? ¿Ellos…?

—La recuperaron, sí. Pero solo tres sobreviven. —Una pausa, luego
un suspiro—. No, dos ahora. Sus atacantes son solo en parte corporales,
lo que esperaba. Esto dificulta que mi equipo contraataque con eficacia.
Ahora están encerrados en lo que podría llamarse una alcantarilla. El
Xuandon está bloqueando la entrada a esa alcantarilla por ahora. No
pueden pasar sin matarlo.

—Yo... he visto el Xuandon. No puedo imaginar qué podría matarlo,


salvo una explosión nuclear.

—Es un reino muy extraño. Afortunadamente, el Xuandon ha


seguido las órdenes. La baliza está en manos del pequeño cruzador.

El alivio relajó los hombros del hombre.


—Entonces tiene la baliza. Eso es lo que cuenta.

Una nota fría entró en la voz que, a pesar de su tono, no sonaba


como la de una niña.

—Lo que cuenta, como tú dices, es poner la baliza en mis manos.

Hizo una reverencia.

—Por supuesto. Pero si el cruzador tiene la baliza, seguramente...

—Debería haberse ido ya. No es así. Mi incapacidad para


comunicarme con él es... frustrante. —El amarillo brilló en las
profundidades de los ojos marrones, un destello cronometrado en una

106
fracción de segundo que el hombre podría haber pasado por alto.

No lo hizo. Cayó de rodillas y bajó la cabeza.

—Ama.

Un suspiro delicado.

—Levántate, Robert. No estoy molesta contigo.

Se levantó, vaciló y luego dijo:

—Seguramente el cruzador no se quedará allí con todos los demás


muertos excepto uno.

—No es muy brillante. Como tú, duda que el Xuandon pueda ser
asesinado.

Aceptó esta reprimenda agachando la cabeza.

—Si sobrevive lo suficiente para darse cuenta de su error, no podrá


cruzar por donde había planeado, por lo que no llegará a donde
esperábamos. El tránsito dentro y fuera de ese reino es complicado y no
podré monitorear el camino del pequeño cruzador. Dos de los reinos que
debe atravesar para llegar a la Tierra están cerrados para mí. —Otro
suspiro—. Una de las cosas que espero aprender una vez que tenga el
Codex es cómo fue capaz de cruzar desde ese reino directamente a la
Tierra. Eso debería ser imposible.

—¿Sabrá a dónde llega el cruzador, una vez que lo haga?


—Conoceré el nodo más cercano. Debería poder ubicar la baliza en
sí poco después de eso, suponiendo que no se haya activado. Si eso
sucede, es posible que pueda esconderse de mí, al menos por un tiempo.

Sus cejas se arquearon.

—¿Quieres decir que esconderse es una de las propiedades innatas


de la baliza, o que decidirá esconderse?

—Es un artefacto complejo que ha residido en ese reino durante


mucho tiempo. Sin duda, está vivo y probablemente posee algún grado
de sensibilidad. Dada la paranoia de su creador, tendrá formas de
esconderse. No es que pudiera hacerlo, no de mí, si estuviéramos en el
mismo reino. Eso, lamentablemente, no será el caso.

107
—Entonces, tendré que ponerme en contacto con el escuadrón que
se suponía que se encontraría con el cruzador, hacerles saber que tienen
que estar listos para viajar en cualquier momento. ¿Debería ir yo mismo,
una vez que sepamos dónde? Amanda y yo podríamos regresar a Boston
después de...

—Pospondré esa decisión hasta que sepa más. El tiempo de llegada


del cruzador es tan incierta como la ubicación. Estoy bastante segura de
que no llegó en un momento anterior a ahora, pero no puedo decir en qué
momento futuro llegará a tu reino. Preferiría que completaras tu tarea
aquí antes... —Se interrumpió. Los jóvenes hombros erguidos se pusieron
rígidos. Los ojos marrones brillaron de color amarillo. Y se quedó
amarillo.

Friar no se movió. Podría haber dejado de respirar.

Después de unos segundos, la rigidez disminuyó y los ojos volvieron


a ser marrones. Ella no apretó los puños ni dio ninguna muestra evidente
de ira, pero de alguna manera irradió furia.

—Desafortunado —dijo con voz plana.

—Ama, ¿qué ha pasado?

—El cruzador fue herido por ese maldito tonto de Xuandon, un golpe
totalmente innecesario de su cola en reacción a la herida. El cruzador
finalmente ha huido del reino, pero... ah, el Xuandon está caído ahora.
—La satisfacción suavizó su voz—. Una muerte complicada, pero se lo
merece.
Friar esperó. Cuando ella no dijo nada más, preguntó:

—¿Y el cruzador?

—Aún no está aquí. Cuando llegue, te haré saber qué nodo usa.
Mientras tanto, quédate aquí, pero aumente tu horario para dosificar al
agente del FBI. Oh, ¿y Robert?

—¿Sí?

—Una vez que Amanda y yo hayamos terminado de dar


instrucciones al agente, lleva a Amanda al Acuario de Nueva Inglaterra.
—Sonrió con la sonrisa indulgente de una madre—. Ella disfrutará de los
pingüinos, y creo que se merece una recompensa, ¿no es así?

108
Una reserva natural cerca de San Francisco,
California

Siete días y diecinueve horas antes de que Lily y


compañía se fueran al infierno

A Ed Minsky no le gustaba el ejercicio, pero había cometido el error


de decirle a su esposa lo que le dijo el médico en su última revisión. No
es que hubiera tenido muchas opciones. Esa mujer podría hacer que un
capo de la mafia confesara. Así que aquí estaba, resoplando y jadeando
a lo largo de un maldito sendero natural. Odiaba correr. Odiaba la
naturaleza. Él…

¿Qué diablos fue eso?

Un destello de rosa, rosa brillante, en esos arbustos a mitad de la


pendiente. Se había movido.

Él se detuvo. Miró fijamente. Y pensó en la sudadera rosa fuerte que


tanto amaba la niña de su vecino. La que tiene un gato brillante. La chica
usaba esa cosa cuando afuera hacía veinticinco grados.
Nada en la naturaleza era de ese tono de rosa. Comenzó a bajar la
pendiente cubierta de maleza.

Ed podía odiar correr y la naturaleza, pero no era un hombre torpe.


Su profesión exigía cierto nivel de agilidad. Llegó a los arbustos donde
había vislumbrado ese destello rosado sin peor herida que un rasguño de
un maldito arbusto estúpido con espinas de dos centímetros de largo. Los
arbustos que eran su objetivo no estaban equipados con armamento,
gracias a Dios, pero eran espesos. Podía ver trozos de rosa a través de las
hojas, pero no a qué pertenecían.

—¿Cariño? —dijo con la voz que usaba con los gatos y los niños—.
¿Estás lastimada?

109
Sin respuesta. Sin embargo, se había movido antes, ¿no? Dios,
esperaba no estar a punto de encontrar un cuerpecito diminuto. Con el
corazón latiendo con fuerza, rodeó los arbustos, buscando una forma de
entrar. Y la encontró, junto con un rastro de sangre seca que lo conducía.

—Oh, diablos.

La entrada a la cueva arbustiva tenía el tamaño de un niño, no un


hombre adulto. Tuvo que gatear y aun así fue apuñalado y arañado por
ramas y ramitas y fue una suerte que no hubiera tenido que ir muy lejos,
porque...

—¿Qué carajo?

Por un segundo pensó que había bajado hasta aquí para rescatar un
peluche. Era todo ese pelaje rosa. Nada real, nada vivo, tenía pelaje de
ese color. Además, tenía una cola tupida como la de un zorro. También
era del tamaño de un zorro, pero enfáticamente no era un zorro:
demasiado regordete, cabeza incorrecta, mal... todo. Yacía acurrucado en
una bola, con la espesa cola rosada envuelta alrededor de él como para
calentarse.

El pelaje no cubría la cara, una cara de piel negra con toda la ternura
aplastada de un Pomerania. Los enormes y oscuros ojos de esa linda
carita lo miraron parpadeando.

—Hijo de puta —dijo con reverencia. No había visto ninguna de las


criaturas que habían sido arrastradas a la Tierra durante el Cambio, pero
había oído hablar de ellas, había visto algunas fotos. Este debía ser uno
de ellos, una criatura de otro reino. Y luego, con énfasis—: ¡Hijo de puta!
No era solo una criatura. Tenía manos. Las palmas eran lampiñas y
negras a juego con la cara, y el pulgar estaba en el lugar equivocado, pero
por lo demás parecían casi humanas. Especialmente porque una de esas
manos pequeñas estaba agarrando un cuchillo pequeño.

La otra mano también sostenía algo. Se lo ofreció. Con cautela lo


tomó.

Era un pequeño disco plateado. Había escrito en él, pero era una
escritura extraña. Algún otro tipo de alfabeto, supuso. Por qué…

Le habló con voz chillona. Sus oídos escucharon “Meep-ha” o algo


así. Su mente escuchó “encanto de traducción”.

110
—Vaya. —Casi deja caer el disco. Eso fue tan raro.

Meep-re-hi.

—Me estoy muriendo.

Y por fin se dio cuenta de lo húmedo que estaba el suelo debajo del
no-zorro. Mojado de sangre. No podía ver de dónde venía (¿tal vez la cola
esponjosa ocultaba la herida?), pero eso era mucha sangre para que un
cuerpo tan pequeño la perdiera.

—Mierda —dijo con simpatía. El cuchillo lo había persuadido de que


el no-zorro era un adulto, por lo que no se sentía del todo angustiado por
su próxima desaparición, pero simpatizaba. Después de un momento,
ofreció—: Podría conseguir ayuda.

Mreep-meep-meep.

—No hay tiempo. Hagamos un trato.

—¿Qué tipo de trato?

Meep-mreep-ma-mreep-meep.

—Entiérrame. Te quedas con mis cosas, sin maldición.

Ed no era un hombre supersticioso. Por lo general, no le daba mucha


importancia a las maldiciones, pero esta criatura no era nada corriente.
Aun así, estaba seguro de que no podría maldecirlo después de su
muerte. Antes, quizás, pero no después. Muerto era muerto.
No es que importara. Si Ed Minsky hacía un trato, lo mantenía. Tal
vez estaba recibiendo el final corto de este, por lo que podía ver, el
moribundo no-zorro no tenía nada para intercambiar más que ese
pequeño cuchillo. Ya le había dado el encanto. Aunque tal vez había algo
escondido debajo de ese cuerpo rosa brillante... Oh bien. No le haría
ningún daño enterrarlo.

—Está bien, no, espera un minuto. ¿Importa dónde estás enterrado?


No tengo nada con que excavar.

—No. Entiérrame profundo. Así... nada me come. —El


estremecimiento que recorrió el cuerpo pequeño pudo haber sido horror.
Podría haber sido solo dolor.

111
—Bien entonces. Tenemos un trato.

—... acuerdo... —Los grandes ojos se cerraron.

Esa fue la última palabra que dijo el no-zorro. Ed esperó. No estaba


cómodo, estirado así. No había espacio para sentarse. Pero era un
hombre paciente. Pasó la espera pensando qué hacer con el cuerpo.
Cargarlo afuera envuelto en su chaqueta, pensó. Si alguien lo veía, les
diría que era el pequeño caniche de su esposa que salió y fue destrozado
por los coyotes. Había visto caniches cuyos dueños idiotas los habían
teñido de colores divertidos, así que si se mostraba algo del pelaje rosado,
no importaría. Llevárselo a casa para que pueda conseguir su pala. Sin
embargo, Trish no querría que él enterrara al no-zorro en su patio trasero,
así que dónde... Volver aquí, decidió, después del anochecer. Su lugar no
estaba lejos. Por eso había venido aquí para una estúpida carrera en
primer lugar.

En el momento en que se acomodó eso en su mente, la pequeña


mano que sostenía el cuchillo se debilitó. La hoja cayó al suelo. Extendió
la mano y sostuvo su mano frente al hocico aplastado. Todavía
respirando.

Después de un momento los párpados se levantaron, dejando a la


vista una media luna blanca. El no-zorro continuó respirando durante
un par de minutos más. Entonces se detuvo.

Ed esperó otro minuto por respeto y para estar seguro. Luego se


metió el amuleto plateado en el bolsillo del pantalón y se quitó la
chaqueta, algo que no era fácil en los estrechos confines, y comenzó a
rodar el cuerpo inerte sobre ella. Vio dos cosas que lo sorprendieron.
Primero, el no-zorro llevaba un cinturón, medio escondido en la piel.
Tenía un par de bolsas y una funda para el cuchillo. En segundo lugar,
cuando lo movió, la cola se cayó, revelando una herida enorme y abierta.
¿Cómo había vivido el hijo de puta lo suficiente para hacer un trato?
Sacudió la cabeza... y se preguntó qué había hecho esa herida.

Mejor si no se quedaba aquí.

Terminó de colocar el cuerpo inerte sobre su chaqueta, metió el


cuchillo de la criatura en su vaina y salió de los arbustos, arrastrando la
chaqueta y su carga con él. Tan pronto como salió, se sentó y se estiró.
Maldición. Se había manchado de sangre los pantalones. Algo en sus
manos también.

112
No podría evitarlo ahora. ¿Debería comprobar lo que consiguió aquí
o esperar hasta llegar a casa?

Una mirada rápida no estaría de más, decidió. Solo esas dos bolsas
para revisar, y ellos... no, espera. ¿Eso era un collar?

Lo era. Algo simple, vio cuando tiró de él sobre la cabeza de la cosa


muerta. Cadena de plata con un disco como el que le había dado el no-
zorro. Otra de esas cosas de encantos. Se metió el collar en el bolsillo con
el primer disco y trató de desabrochar el cinturón. Sin embargo, el cierre
no se parecía a nada que hubiera visto nunca. Puede que tuviera que
cortarlo más tarde. Por ahora, metió un par de dedos en una de las
bolsitas y sacó... qué te parece. Cinco perlas grandes y redondas. Parece
que se había equivocado. Después de todo, el no-zorro había tenido una
buena mierda. Cinco perlas no era un tesoro escondido, pero parecían
buenas.

Las volvió a guardar en su bolsa y asintió en agradecimiento al no-


zorro.

—Te enterraré bien y profundamente, no te preocupes. —Luego


hundió los dedos en la otra bolsa y sacó una pequeña bolsa de seda. Le
tomó un momento desatar la cuerda para poder derramar el contenido
en su palma.

Silbó. ¿Podría ser así como se veía? Nunca había visto un rubí tan
grande. Sin embargo, el color era el correcto. Corte de cabujón, lo que
podría significar que había un defecto, algo que hacía que un corte
facetado fuera imprudente... lo alcanzó con la otra mano para poder
sostenerlo a la luz.
Tan pronto como sus dedos, todavía húmedos de sangre, tocaron la
gema, brilló.

Sobresaltado, casi lo deja caer. Luego, pensativo, lo dejó caer de


nuevo en su pequeña bolsa de seda, que volvió a anudar. Mejor ser
cuidadoso. Si esto fuera una especie de mierda mágica... bueno, sabía
con quién hablar sobre eso. No quería vender esto a ninguno de sus
clientes habituales si tenía una mierda mágica. Podría ser peligroso.

También podría ser un montón de dinero con la persona adecuada.


Jasper sabía quiénes eran algunas de esas personas. Querría un corte,
pero si valía la pena lo que sospechaba Ed... Sonriendo, se metió la bolsa
de seda en el bolsillo.

113
Después de todo, parecía que este era su día de suerte. ¿Quién diría
que la naturaleza podría ser tan rentable?

Una cala desierta a dos mil cuatrocientos


kilómetros al sur de San Francisco, cerca de
la punta de la península de Baja California

En cuanto a los yates, éste era un bebé de poco más de doce metros
de largo. Sin embargo, ese era un tamaño decente para un arrastrero, y
este barco era más un arrastrero que un yate, aunque estaba hecho para
vivir a bordo: dormitorio y cabecera en la popa, salón en el medio, cocina
escondida cerca de la proa. En la terraza trasera, una pelirroja curvilínea
en un diminuto bikini sentada en un cojín a la sombra proporcionada
por un toldo de lona.

Ella era linda en la forma en que algunas mujeres lo son, sin


importar su edad. Tenía el cuerpo de una chica modelo de los treinta y la
piel de una auténtica pelirroja, generosamente salpicado de pecas. Su
nariz inclinada se estaba pelando, al igual que la parte superior de sus
hombros. Su cabello era una pequeña espuma de rizos y su atención
estaba fija en la pantalla de la computadora portátil en la mesa baja
frente a ella.

El hombre que salió de la cabina de popa vestía menos que ella.


Nada, de hecho. Si ella era linda, él era un joven Adonis: bronceado, en
forma, una combinación perfecta de elegante y musculoso. Su cabello era
de ese tono de castaño oscuro que parece negro con cierta iluminación;
era tan rizado como el de ella y casi del mismo largo. Sus ojos eran azul
pálido y sonrientes.

—¿Lista para nuestro baño?

—Casi —dijo sin mirar hacia arriba—. Michael, hubo otro incidente
que involucró violencia contra uno de los Dotados. Éste fue en Arizona.

114
Parece una tendencia, pero no puedo encontrar ningún hilo común entre
las víctimas, los perpetradores o... bueno, nada, excepto que las personas
Dotadas están siendo lastimadas.

—Necesitas un descanso —dijo Michael, inclinándose para pasar


sus manos por los brazos de Molly y besar su cuello.

Ella hizo un sonido complacido.

—Bien... tal vez. Haz eso de nuevo.

Lo hizo, pero este beso fue un golpe ruidoso.

—Si hago mucho más, me sumergiré en ti en lugar de en el océano.

Se volvió para sonreírle.

—Y no quieres hacer eso porque...

—Yo... —Se detuvo, frunció el ceño. Y se enderezó, sus ojos se


volvieron distantes—. Oh. —Se quedó muy quieto. Inhumanamente así.
Después de un largo momento dijo—: Eso no es bueno.

—¿Qué es?

—Un poco de mi antiguo hogar acaba de aparecer aquí, y es...


Maldición. Molly, tenemos que irnos.

Sus ojos se agrandaron.

—¿Inmediatamente? Hay un nodo...

Pero estaba negando con la cabeza.


—Debería haber dicho que tengo que irme. Tú…

—Ahora estás siendo estúpido.

Una sonrisa, pero fugaz.

—Tengo que irme, pero no tengo que irme rápido. Tomaremos el


barco.

115
116
Dragonhome

Li Lei caminó por un terreno accidentado junto a un lobo enorme,


liderado por un antiguo demonio con una gran cantidad de bolsillos en
su ropa y una corbata para uno de los artefactos más poderosos jamás
creados.

Le dolían las articulaciones. Le dolían los pies. Tenía los ojos llenos
de arena por la falta de sueño. El hechizo que había utilizado para
permanecer despierta anoche despejó el cerebro, pero no desterró el
cansancio, solo el sueño. Fue muy tentador volverse tigre. Los huesos del
tigre no dolerían. El tigre no envejecía.

No es que importara. A veces, rara vez, el tigre la llamaba. Más a


menudo, ella llamaba al tigre. Cuando el tigre la llamaba, no tomaba
tiempo, ni magia, ni esfuerzo para deslizarse dentro de su poderoso
cuerpo. Cuando llamaba al tigre, tomaba tiempo, dolor y mucha magia
para hacerlo.

El tigre no la estaba llamando ahora, y tenía poco poder después de


anoche.

Se había arriesgado usando ese truco curativo en Rule. Era un


hechizo de brownie que funcionaba solo en los de la Estirpe, alimentando
poder en el patrón que su curación innata mantenía para sus cuerpos.
La curación de los lupi era, para su percepción, muy similar a la de los
brownies, por lo que había pensado que funcionaría... pero aunque los
brownies podían usar ese truco de forma segura en otras razas mágicas,
ella no era un brownie. Su poder era muy diferente al de ellos. Muy
diferente del de Rule, también, y había sido su poder el que había
alimentado su curación. Había una posibilidad de que ella dañara su
curación en lugar de impulsarla.

Pero Rule había estado en mal estado. A pesar de su afirmación de


que no moriría, se había estado deslizando en esa dirección.

Ella se había arriesgado. Sin embargo, no puro azar. No podía sentir


su cuerpo directamente como lo haría un sanador, pero podía sentir la
magia que lo sostenía y leer el patrón en su canción. Eso le había
asegurado que el truco estaba funcionando como debería, por lo que
había continuado usándolo durante toda la noche.

117
Y claramente había estado mejor esta mañana. Lejos de curarse,
pero varios pasos en esa dirección, ya no se deslizó hacia atrás. Eso hizo
que valiera la pena el poder que había gastado, un derroche salvaje que
no se habría atrevido en un entorno menos rico en magia. No tenía
afinidad por la magia corporal. Lo que un sanador podía hacer con gran
eficacia, gastaba mucho tiempo y poder en lograrlo.

Ah, tiempo. Como la gravedad, sus limitaciones moldeaban todo,


imponían costos y reducían las opciones. Había suficiente magia aquí
para reponer lo que había perdido, pero esa reposición llevaría tiempo.
No se atrevió a tomar directamente desde un nodo o línea luminosa.
Ambos podrían ser monitoreados. Eso requería un alto orden de
lanzamiento de hechizos, pero no asumió que sus enemigos carecieran
de habilidad. Decencia, sí. Compasión e integridad, sí. Pero no habilidad.

—Por aquí —gritó Gan, y se metió en un barranco—. Seguimos este


por el este durante tres kilómetros. Más fácil de caminar.

Li Lei avanzó hasta el borde y se detuvo, mirando el lado empinado


del barranco con disgusto.

—Y si llueve, nadamos.

Gan puso los ojos en blanco.

—Si llueve, saldremos.

A su rodilla izquierda no le gustaba bajar. La mayoría de las acciones


no le molestaban, pero bajar dolía.

—¿Puedes manejar esto? —le preguntó al lobo a su lado.


En respuesta, comenzó a bajar la pendiente. Ella resopló y lo siguió.
Quizás era bueno que estuviera agotada. De lo contrario, podría estar
demasiado tentada a cambiar de forma, y era mejor que no lo hiciera.
Había una razón para la falta de edad del tigre.

De hecho, caminar fue más fácil en el fondo del barranco. El suelo


era firme y en su mayoría carecía de vegetación. Quizás se inundaba con
demasiada frecuencia para que las plantas crecieran.

—¿Cómo es que le dejas hacer esto? —dijo Gan—. Quiero decir, me


alegro de que vayamos al pueblo, incluso si tendré que quedarme mucho
tiempo en dashtu. Aquí no hay nada bueno para comer. Pero dijiste que
era una mala idea. Que estaba demasiado herido.

118
—Sí. Y dijo que no podía detenerlo.

Gan resopló.

—No está pensando muy bien en este momento.

—Esto es verdad.

El lobo a su lado también resopló. Ella lo miró... no, ciertamente,


muy abajo.

El peso que había perdido Rule no era obvio en esta forma, y caminar
sobre tres patas en lugar de cuatro no lo ralentizaba mucho. La herida
de la tripa lo hacía. El dolor debía ser feroz a pesar del impulso que ella
le había dado a su curación.

Esta mañana se había despertado con cuatro o seis kilos menos que
antes de haber sido herido, pero sin fiebre. Esto le había dado una
opinión demasiado alta de su plan. Si sobrevivía hasta esta noche,
volvería a tener fiebre. Y Gan tenía razón. Ella podría haberlo detenido.
Podría haber estado profundamente dormido en este momento en lugar
de obligar a su cuerpo herido a moverse.

—Tiene una conexión con una Antigua. Quizás su Dama le está


hablando sin palabras y realmente debemos irnos ahora. Quizás esté loco
y muera. Vamos a averiguarlo.

—¿Pero por qué lo dejaste?

—Porque yo no tomo sus decisiones. Solo las mías.

—No entiendo.
—Eso es obvio. —Las comisuras de su boca se arquearon con
picardía—. También lo permití porque no caminaremos todo el camino.

Gan se volvió hacia ella, caminando hacia atrás ahora.

—¿Lo vas a hacer flotar? ¿Puedes hacer eso?

—No. Habrá granjas a medida que nos acerquemos al río. Tú las


viste. Nos detendremos en una y haré preguntas.

Rule gruñó. Parecía una objeción.

Ella lo miró.

—No confundas mi identificación de este reino con familiaridad. Lo

119
poco que sepa de este lugar será tan útil como lo sería el conocimiento
académico de la América prehistórica para un visitante de los Estados
Unidos modernos. Vamos a un pueblo extraño para nosotros. Puede que
me parezca a la gente de aquí. Gan cree que sí. No sé nada de sus
costumbres, leyes, dinero, cultura o incluso qué idioma hablan. Y tú te
destacarás. En cualquier forma, los asustarás. Necesitamos una forma
de explicar nuestras rarezas. También necesitamos una carreta.

—Oh, una carreta —dijo Gan, decepcionada, y volvió a mirar hacia


adelante.

Rule, por supuesto, no discutió. Esa era una de las ventajas de que
tuviera cuatro patas.

El equilibrio era mejor, como había afirmado Gan; Rule no lo estaba.


Avanzaron lentamente, pero su respiración se volvió agitada.

El barranco por el que viajaban se alejaba del océano. Esto era


bueno, porque la aldea que buscaban estaba bastante alejada de la costa.
Li Lei había pensado en eso. Había visto extrañas huellas de patas en la
arena de la playa. Grandes. No había visto barcos de pesca. Quizás el
océano era especialmente peligroso aquí y la gente no se asentaba
demasiado cerca de él. Ciertamente, mantenía y liberaba mucha más
magia que en la Tierra. ¿Demasiado, quizás, para los puramente
humanos? Era difícil decirlo. Había pasado mucho tiempo desde que ella
había sido puramente humana.

Li Lei no sentía la magia como lo hacía su nieta. Para ella, la magia


era una llamada, una canción en su sangre y sus huesos. Sabía que Lily
pensaba que los dragones poseían la Visión, como los hechiceros
humanos. Eso era incorrecto. Sun había permitido que Lily continuara
en su error, por lo que Li Lei tampoco la había corregido. Sun tenía
razones para lo que hacía y para lo que no hacía. Pero los dragones, y Li
Lei, percibían la magia de manera más directa que eso, una sensación
que no tenía analogía con los otros sentidos.

Aunque la canción estaba cerca. A veces se preguntaba si la visceral


canción mágica se parecía en algo al canto de la luna que oían los lupi.

Rule tropezó. Ella hizo una pausa, frunciendo el ceño. Él continuó


caminando. Después de un momento, ella también. No deseaba
preocuparse tanto por él. No poseía la disciplina para detenerse. Era muy
molesto.

120
Pero Rule necesitaba vivir por muchas razones, algunas de las
cuales no tenían nada que ver con la guerra o con salvar la Tierra. Llevaba
a sus futuros nietos en sus entrañas. Ella lo sabía, incluso si él y Lily no
lo sabían. Y ella no quería... bueno, había muchas cosas que no quería
que sucedieran, la mayoría de ellas fuera de su control. Aquí y ahora,
podía hacer poco más que seguir caminando y esperar que absorbiera
suficiente poder en el camino para usar su truco nuevamente cuando
Rule colapsara.

Aquí y ahora. Su boca se apretó sombríamente. Había esperado no


estar nunca aquí, ni en este momento en particular. No es que alguna
vez se hubiera imaginado estar en este lugar, en este reino perdido, bajo
estas circunstancias. Pero había sabido durante mucho tiempo que
podría llegar un día como este.

No había sido inevitable. La Gran Enemiga podría haber sido


detenida varias veces, en cualquier número de lugares, a lo largo del
camino, o al menos retrasado por otros milenios. Ella lo había intentado.
Había luchado contra la Enemiga durante más años de los que
normalmente recibían los humanos. A veces había ganado, a veces había
perdido... Tantas batallas durante tantos años, la mayoría de ellas
pelearon de la manera más pequeña. La mayoría de ellas (¿tal vez todas?)
por elección.

La gente temía la elección. Con ello marchaba el cambio, y la gente


temía al cambio más que a la muerte o los impuestos. Más fácil de hacer
las cosas como siempre se habían hecho. Incluso, es más fácil renunciar
a la elección, dejar que otros tomen las decisiones y quejarse cuando las
cosas salieron mal. Para muchos, es más fácil afirmar que Dios estaba a
cargo, por lo que todo debía salir bien al final, sin importar lo mal que se
vean las cosas.

¡Eh! ¿No entendía la gente que la inmensidad a la que llamaban Dios


llegaba a este mundo solo a través de ellos? ¿Que elegir no hacer nada
cuando el mal caminaba entre ellos no le daba a Dios forma de actuar?

Pero claro, la mayoría de la gente no entendía el mal. A menudo


llegaba disfrazado de costumbre. En la privacidad de sus pensamientos,
Li Lei admitió que no era inmune al reconfortante atractivo del hábito.
Todavía podría capturarla a pesar de las lecciones de más de tres siglos
de vida. Hábitos de pensamiento, en particular... ahora mismo lo que más
anhelaba era su propia cama familiar. Eso y la querida voz familiar de Li

121
Qin. La sonrisa irónica de su hijo. El jardín que su nieta homónima le
había ayudado a hacer...

Pero no iba a pensar en Lily. Lily estaba viva. Eso era seguro. No
sabía nada más sobre la situación o condición de Lily. Viviría con ese
desconocimiento porque tenía que hacerlo. No especularía.

Rule tropezó de nuevo. Esta vez, se tambaleó mientras recuperaba


el equilibrio. Tenía la cabeza gacha. Sus costados se agitaban como si
hubiera estado corriendo. Se detuvo, estudiándolo con más de un
sentido.

—Gan —dijo secamente—. Detente.

Cayó de rodillas. Generalmente, Rule era razonable, pero era un


lupus. Un lupus dominante, malherido y muy hambriento. Mejor si su
cabeza no se cernía sobre la de él mientras le decía lo que tenía que hacer.

—Rule. Eres lo suficientemente terco como para matarte, pero esto


no ayuda a Lily. Puedes recostarte ahora y descansar. Gan se quedará
contigo. Yo seguiré adelante. Debemos estar cerca de una granja ahora.

Rule le gruñó. No levantó la cabeza.

—No seas impertinente. Soy bastante capaz de conseguir un carro o


algún otro medio de transporte. —Pero la lógica, podía ver, no estaba
penetrando su cabeza gruesa y confusa. Demasiada terquedad.
Demasiado dolor.

El antiguo demonio se había adelantado mucho a ellos dos, pero


ahora regresaba al trote.
—¿Él está bien?

—No. —Si la lógica no funcionaba, pruebe con otra cosa—. Rule. Nos
hiciste irnos, nos indicaste en la dirección en la que quieres que vayamos.
Muy bien. Iremos al pueblo y buscaremos un barco que nos lleve hasta
Lily… si vives. Si mueres, ¿quién nos guiará?

El gran lobo se balanceó... luego se hundió lentamente hasta el


suelo.

Ella le puso una mano en el hombro.

—Bien. Eso es bueno. Volveré con una carreta tan pronto como
pueda.

122
—¿También traerás algo de comida? —preguntó Gan esperanzada—
. ¿Algo dulce?

Li Lei no criticó a Gan. Era algo que cualquier niño podría decir,
¿no? El antiguo demonio podría haber tenido tantos años como ella, pero
su alma era muy nueva.

—Veremos. —Sus huesos crujieron cuando se puso de pie—. Te


quedarás con él. Tienes el agua. Cava un cuenco pequeño en la tierra y
llénalo para que pueda beber.

Gan miró al lobo con recelo.

—Intentará morderme de nuevo, como lo hizo ayer.

—Su pensamiento está nublado. Dile lo que estás haciendo.


Recuérdele quién eres. Muévete lentamente. Tengo que irme ahora.

Con eso, dejó sus cargas y subió al terraplén oriental para mirar a
su alrededor. Era un día hermoso y soleado, ni caliente ni frío, con nubes
que se amontonaban hacia el sur sobre el océano invisible. Llovería más
tarde, decidió. Esta noche, ciertamente. Bueno, hasta ahora habían
tenido suerte. Quizás su suerte se extendería a encontrar un barco o
algún otro refugio para entonces.

Lejos, hacia el noreste, vislumbró un giro del río que buscaban,


brillando al sol; el resto estaba oculto por la tierra ondulada. Mucho más
cerca, el verde ordenado de la tierra cultivada la llamaba. Y sí, había una
casa o un granero, un edificio pequeño y bajo casi escondido dentro de
un pequeño bosquecillo de árboles. Sensato. Los árboles pueden proteger
de uno de los ataques desde arriba. Probablemente eso era importante
en un lugar donde volaban dragones salvajes.

Ese edificio fue su punto de partida. Si esas personas no tuvieran


un carro, conocerían a alguien que lo tuviera. Li Lei se dirigió hacia el
edificio a un ritmo mucho más rápido que antes, entrando en un trote
después de unos minutos. Sus rodillas no toleraban correr mucho
tiempo, pero podía viajar una gran distancia alternando caminar con
trote.

Li Lei entendía sus limitaciones. Algunos eran físicos, como su


incapacidad para correr kilómetros como podría hacerlo un lupus.
Algunos eran mágicos. No era buena en la magia corporal, ni podía usar

123
el habla mental como lo hacía su nieta. Pero ella tenía algunos trucos.

Uno en particular los ayudaría ahora. No era la forma más moral de


obtener lo que necesitaban, ya que interfería con el libre albedrío. Pero a
veces uno debe conformarse con lo que funcionaba... y ella era muy
buena en encantamiento.
124
Una red invisible apretó a Lily y la arrastró a través de aguas
fangosas hacia la superficie reluciente, esa interfaz entre la oscuridad y
la vigilia: aquí hay dolor. Se retorció y se dejó caer como cualquier pez
cautivo, incapaz de escapar, hasta que salió al aire, con los ojos todavía
cerrados pero la mente despierta, consciente... y asombrada. El dolor se
había ido. Oh, estaba herida, pero era una herida normal, una mera
distracción del dolor. Suficiente para ponerla de mal humor, pero no loca.

¿Había estado loca?

Si. Sí, estaba segura de que lo había estado, porque había visto cosas
imposibles. Terribles e imposibles.

¿Lo estaba todavía?

Cuando la inundó el fuerte estallido de miedo, instintivamente buscó


consuelo en una forma que no requería ni manos ni cordura. Alcanzado
en busca de tranquilidad, de esperanza, de una razón para dar el
siguiente paso. Y sintió a Rule, distante pero vivo. Aún vivo.

Bien entonces. Hora de abrir los ojos.

Vio la luz del sol en una pared, brillante y mantecosa. Una pared
que no se retuerce ni le salen dientes, que no convulsiona ni colapsa ni
escurre hormigas. Solo... una pared.

El alivio casi la hundió de nuevo en el sueño, pero el calor cerca de


sus pies la distrajo con pensamientos de Harry el Sucio, aunque sabía
que no podía ser él acurrucado allí. Estaba de vuelta en la Tierra, herido
o muerto... pero eso no había sucedido todavía, ¿verdad? ¿Cómo podía
recordar cosas que aún no habían sucedido? No sabía cómo pensar en
esta mierda. ¿Qué significaba “ahora” si no era lo mismo ahora en todas
partes? Aquí un ahora, allí un ahora, en todas partes un ahora diferente.

Al diablo con pensar. Necesitaba orinar, necesitaba hacerlo de una


manera que definiera la urgencia. Eso significaba que iba a tener que
sentarse. Ponerse de pie también, pero lo primero es lo primero.

Mientras reunía sus recursos para el esfuerzo, alguien dijo algo en


chino. Su cerebro confuso no quería pensar en chino. Frunció el ceño y
movió un brazo, el que no le dolía, y lo usó para incorporarse.

Su cabeza daba vueltas. Entrecerró los ojos a pesar del mareo y vio
a Ah Hai arrodillada cerca de sus pies, sorprendentemente desordenada;

125
un par de mechones de cabello se habían escapado de la pulcra trenza y
su ropa estaba arrugada. Ella habló de nuevo.

A regañadientes, el cerebro de Lily vomitó una traducción esta vez.


Li Hai quería saber cómo se sentía. Se las arregló para responder en
chino.

—Débil. Mejor. No del todo mejor, pero ya no tienes tentáculos. —


Eso fue una mejora definitiva. Lily tenía un vago recuerdo de Ah Hai con
tentáculos goteando limo y una lengua larga, negra y bifurcada como una
serpiente. ¿O la lengua de serpiente había pertenecido a otra persona?—
Necesito…

—¿Está despierta?

Esa era la voz de Cynna, procedente de fuera de la celda. ¿Qué


estaba haciendo Cynna fuera de la celda?

—¡Lily! —Cynna irrumpió por la puerta abierta de la celda y se


detuvo, luciendo preocupada—. ¿Cómo te sientes? ¿Se ha ido el dolor?

—Como una mierda. Principalmente. Necesito orinar —dijo Lily con


firmeza.

Desafortunadamente, tuvo que tener ayuda. Estaba demasiado


mareada para caminar los tres pasos hasta el cubo y luego agacharse
sobre él. Cynna salió de nuevo, ya sea para darle privacidad o porque no
había espacio en la pequeña celda para todos. Ah Hai proporcionó la
ayuda, susurrándole a Lily mientras evitaba que se cayera. Pronto estaría
mejor, oh sí, era solo la droga la que la mareaba y eso pasaría pronto.
¿Qué droga? Oh, una para dormir. Ah Li se la había dado anoche.

Lily se preguntó si Ah Li habría sido la de la lengua de serpiente. De


vuelta en su colchoneta, experimentó sentándose y apoyándose contra la
pared. Funcionó bien si se quedaba quieta. ¿Ahora qué? ¿Cuál era el
siguiente maldito paso?

—¿Lily? —Cynna parecía preocupada.

Se dio cuenta de que sus ojos se habían vuelto a cerrar y los abrió.

—¿Por qué está abierta la puerta de la celda?

—Es temporal. Alice está ahí fuera —asintió vagamente detrás de

126
ella—, esperándome. Estamos regateando por un intercambio de
información.

—¿Qué tipo de información?

—Quiero aprender más sobre los engendros. Ella quiere un hechizo


de curación que conozco; en realidad, es más un hechizo de diagnóstico,
pero solo puede ser utilizado por un sanador. Hemos sellado el trato para
transmitir el hechizo palabra por palabra, pero probablemente no
funcione para nadie de este reino. Simbología incorrecta. Estamos
negociando sobre lo que obtendré por traducirlo en algo que su sanadora
pueda usar. Recibo dos pagos por el esfuerzo y un segundo si lo consigo.

—¿Tiene su propia sanadora?

—No exactamente, pero eso es lo que piensa de Ah Li. Conociste a


Ah Li anoche.

—No recuerdo muy bien anoche. —Lily se lamió los labios que
estaban lo suficientemente secos como para que una sonrisa los hubiera
partido. Menos mal que no tenía ganas de sonreír—. ¿Lleva zapatos?

—¿Qué? —Cynna pareció preocupada de nuevo.

—Ah Li. ¿Usa zapatos? Los esclavos aquí no lo hacen, y creo que los
esclavos usan Ah en lugar del apellido.

—Oh. Sí, es propiedad de los Zhuren, pero la entregaron a la ciudad.


—Los labios de Cynna se tensaron—. Alice insiste en que es un estado
honorable.
Quizás lo fuera, para ellos.

—¿Ah Li me dio una droga para hacerme dormir?

—Parecía una buena idea. Estabas en tanto dolor, además yo estaba


bastante segura que estabas alucinando incluso cuando parecías estar
inconsciente.

Se las arregló para no estremecerse cuando el recuerdo amenazó con


tirarla hacia abajo.

—El dolor es mucho mejor ahora, más parecido a una quemadura


de sol. La locura parece haberse ido.

—Bien. Excelente. Esa parte confundió a todos. Ah Li dijo que las

127
hormigas que te picaron no deberían causarte alucinaciones. Ninguno de
ellos pudo entender por qué reaccionaste así.

Como Lily tampoco tenía idea, pidió un poco de agua.

Ah Hai trajo eso, pero la taza tenía una ramita de sauce. Ah Hai se
rio, tapándose la boca y explicó que la ramita estaba en remojo para que
se expandiera en una forma vagamente de cepillo. Era para lavarse los
dientes, pero más tarde, después de que Ah Hai le diera el desayuno.

Lily rechazó firmemente ese servicio en particular. Sus manos


estaban un poco temblorosas, pero no tan mal. El desayuno resultó ser
arroz pegajoso frío con verduras en escabeche, que se comía sin el
beneficio de los utensilios. Quizás tenían miedo de que sus prisioneros
los apuñalaran con un palillo.

Estaba increíblemente delicioso. Estaba hambrienta. Comió rápido.


Su brazo, el dolorido, funcionaba bien. Sin temblores persistentes.
Parecía hinchado y estaba salpicado de manchas rojas inflamadas, pero
funcionaba. Siguió mirándolo. Sin hormigas. De vez en cuando lo giraba
para asegurarse de eso.

Cuando su cuenco estuvo vacío, Ah Hai le ofreció un trapo húmedo


para limpiarse las manos y un poco de sal para acompañar la ramita de
sauce mojada. Aparentemente, se suponía que debías fregar con sal y
masticar la ramita. Lily hizo eso, luego miró a Cynna y dijo en inglés:

—¿Ah... ha estado aquí toda la noche?

—Ella no se irá. Dice que es tuya.


Lily se sacudió.

—¿Qué?

Otra voz vino desde afuera de la celda, hablando chino.

—Zhu Kongqi le dijo que se ocupara de ti. Puede que se considere


prestada a ti. —Alice estaba detrás de Cynna. Como era casi una cabeza
más baja que Cynna, Lily no podía verla bien. Alice cambió al inglés—.
He esperado pacientemente, Cynna, pero es hora de que terminemos
nuestra discusión.

—Sí, pero... —Cynna miró a Lily con el ceño fruncido.

Ah Hai había aprovechado la distracción de Lily para tomar una de

128
sus manos y comenzar a frotarla con jabón perfumado, combinando
limpieza con masaje. Se sintió realmente bien.

—Continúa, Cynna. Estoy bien. —Eso era al menos cierto a medias.


Físicamente estaba mucho mejor. La comida había ayudado a eliminar
los efectos persistentes de la droga.

Cynna hizo una mueca.

—Esperaba algún aporte de ti. Eres buena con las preguntas.

¡Ah!

—Sabes el tipo de cosas que preguntaría. —Mientras hablaba, Lily


se dio cuenta de la sensación que se le acumulaba en el estómago. Su
pronta respuesta la sorprendió. Ella podría ser una masa de dolores y
debilidad temporalmente unidos por arroz pegajoso, pero su sentido
mental se sentía elástico y poderoso. Escucharé, le dijo a Cynna.

Cynna asintió y siguió a Alice fuera de la celda. Lily podía ver un


extremo de la mesa de madera a través de la puerta de la celda; Alice se
sentó en ella. Cynna probablemente también lo hizo, pero se había
movido fuera del campo visual de Lily. Esto no era un problema para su
sentido de la mente, que siguió fácilmente a la brillante mente kiwi de
Cynna.

Ah Hai soltó la mano de Lily y susurró algo que Lily no captó. Miró
a la mujercita y, recordó, recuperó su sentido mental para tocar a Ah Hai
con él.

—¿Perdón?
—¿Si pudieras poner tu mano en el cuenco, por favor? —Ah Hai
extendió un cuenco de madera lleno de agua.

Lily, perpleja, se enjuagó la mano. El agua estaba tibia y la hizo


querer más. Un baño. Necesitaba otro baño.

Ah Hai dejó el cuenco y comenzó a secar la mano de Lily con un


trozo de lino. Susurró tan suavemente que Lily apenas la escuchó.

—La honorable Báitóu Alice Li está equivocada, honorable lái.

—¿Qué quieres decir? —Sin pretenderlo, Lily también había bajado


la voz.

Por primera vez, Ah Hai miró hacia arriba, miró a Lily directamente

129
a los ojos y sus ojos sin color brillaron con fervor.

—Te llevaste mi dolor. El dolor destinado a mí. El dolor que el Zhu


me habría causado, no por cualquier daño que hubiera hecho, sino
porque él deseaba. Soy tuya ahora.

Bueno, mierda. ¿Qué decía a eso? ¿Trataba de explicar? ¿Cómo


podría, cuando no se entendía a sí misma? Había tenido que seguir
diciendo que no. Incluso cuando no podía arrancar los trozos reales del
océano alucinatorio, incluso cuando no podía recordar a qué estaba
diciendo que no, y mucho menos por qué, había tenido que seguir
diciéndolo.

—Está bien —dijo Cynna en la habitación exterior—. Estamos de


acuerdo sobre el primer pago. Me contarás todo lo que puedas sobre los
dragones salvajes. Para el segundo pago, he pedido varias cosas, pero
sigues negándote. ¿Por qué no me haces una oferta?

Lily envió rápidamente su sentido de la mente a la otra habitación.


Cynna, envió, sus labios moviéndose silenciosamente, quiero saber por
qué Alice está aquí. Y luego, cuando Ah Hai comenzó a lavarle la otra
mano, cambió de opinión. Cancela eso. Lo averiguaré en otro lugar.

—Muy bien —dijo Alice—. A cambio de tu sincero esfuerzo por


traducir el hechizo, te daré tu libertad en tres años. Si tienes éxito, te
liberaré en un año.

Silencio.
Aquí, en la celda, Ah Hai terminó de lavar la mano de Lily y recuperó
el recipiente con agua para que Lily pudiera enjuagarse.

Cynna habló lentamente.

—¿Crees que mi libertad significará mucho para mí sin mi bebé?

—No puedo ofrecerte tu bebé. Puedo ofrecerte libertad.

—No hay trato.

Eso es lo que dijo Cynna. No fue lo que el sentido mental de Lily


“escuchó”. Vete a la mierda llegó alto y claro. Las cejas de Lily se
arquearon. Eso no había sido dirigido a ella. Quizás Cynna quería gritar

130
eso a todo el mundo, lo deseaba tanto como para transmitirlo de una
manera que Lily pudiera captar.

—Aún crees que podrás afectar lo que suceda cuando lleguen los
niños —observó Alice con toda la emoción de la voz del aeropuerto que
advierte a la gente que “el equipaje desatendido será retirado de
inmediato”.

Será mejor que te lo creas.

Otro pensamiento realmente claro. Antes de que Cynna pudiera


gritar en voz alta lo que estaba gritando mentalmente, Lily envió otra
pregunta. Pregúntele qué día y hora es en nuestro reino ahora mismo.

—¿Qué día y hora es en mi reino ahora? —preguntó Cynna—. ¿Y un


día aquí es igual a un día allá? Si no es así, ¿en qué se diferencia la tasa
de tiempo?

Buena adición, aplaudió Lily. Necesitaban las tres respuestas. Si el


tiempo aquí pasara más rápido o más lento que en la Tierra, saber el día
actual no les diría cuánto tiempo pasaría hasta que llegaran los niños.

—Son tres preguntas, pero solo te quedan dos pagos.

—Quiero que se respondas todo eso como mi segundo pago. Traducir


el hechizo será difícil. Merece un pago amplio.

Una pausa más larga.

—No puedo responder a la primera pregunta, ya que la


simultaneidad entre reinos que no son congruentes en el tiempo no es un
concepto racional. Creo que, por la naturaleza de tus preguntas, ¿estás
intentando determinar cómo pasa el tiempo aquí en relación con tu reino
de origen?

Cynna vaciló.

Sí, envió Lily.

—Sí —dijo Cynna.

—Puedo decirte que un día aquí, en este momento, no equivale a un


día en tu reino de origen. Sin embargo, la cantidad de variación es en sí
misma variable, por lo que cualquier respuesta que te dé hoy sería
inexacta mañana. Podría decirte cuál es el rango general de variación.

—¿Qué tan general?

131
—Se basará en sesenta y siete años de datos. Durante los primeros
cincuenta y cinco años, estos datos se obtuvieron a través de un
mecanismo impreciso, pero creemos que tienen una precisión de siete
minutos. Los datos obtenidos en los últimos ocho años deberían ser
precisos en tres segundos.

Eso funciona, envió Lily, si también te dice todos los días cuál es la
variación de ese día, a partir de hoy. De esta forma tendrían una idea de
inmediato.

Cynna lo transmitió y agregó:

—Y debes contarme todo esto… el rango general y la variación diaria,


en términos que yo entienda. Horas y minutos, es decir.

—Estoy acostumbrada a usar esas unidades, así que eso no será un


problema. Sin embargo, no siempre estaré disponible para darte la
variación diaria. Puedo ver que recibas la información.

—De acuerdo —dijo Cynna.

—De acuerdo —dijo Alice—. Y tu tercer pago, ¿deberías ganarlo?

Ve si te deja guardar ese para más tarde.

—Me gustaría resolver eso más tarde. Quiero tener la oportunidad


de hablar con Lily al respecto. La traducción llevará tiempo, así que no
hay prisa.

—Prefiero resolverlo ahora.


—Yo no.

Otro silencio. Lily se imaginó a Cynna sentada allí en un silencio


sombrío, decidida a esperar más que la otra mujer. Finalmente Alice
suspiró.

—Puedo ver que no cooperarás en este punto. Muy bien. ¿Qué


necesitas para comenzar tu traducción?

—De inmediato, algo para escribir y con qué. Y luego, Ah Li. Tendré
preguntas para ella y necesitaré que pruebe varias versiones a medida
que las vaya elaborando. Necesito que traduzcas.

—El tiempo de Ah Li está muy lleno. ¿Ah Hai puede responder a tus

132
preguntas? Ella ya está aquí y es de la misma cultura.

—Probablemente, por ahora. Todavía necesitaré a Ah Li


eventualmente.

—Muy bien. Sin embargo, no podré traducir para ti. Tengo otros
deberes. Lily Yu parece ser lo suficientemente fluida para manejar la
traducción.

—Espera un minuto —dijo Lily—. Si quieres mi ayuda, también


debería recibir un pago.

Alice se volvió para mirar a Lily dentro de la celda.

—Tu ayuda sería una conveniencia para mí, pero no es una


necesidad. No me opongo a un pago pequeño, pero será material en lugar
de informativo.

—Bueno. Aceptaré el pago que tú, con toda justicia, crees que me
beneficiaría más sin exceder el valor de mi ayuda. —De esta manera la
recompensaban dos veces, una en lo que Alice consideraba un pago justo,
y otra vez cuando supiera lo que Alice pensaba que “más la beneficiaría”.

Alice parpadeó lentamente, luego sonrió con su leve sonrisa.

—Has tratado con dragones, ¿no es así? Muy bien. Convenido. —Se
puso de pie—. La variación de tiempo ahora es de aproximadamente
diecisiete minutos, diecisiete segundos. Cynna, te enviaré material de
escritura.

—Espera —dijo Cynna—. ¿Cuál es el rango general para esa


variación?
—Recibirás esa parte de tu pago al completar tus esfuerzos, no antes
de haber empezado. Sobre el hechizo palabra por palabra...

Cuando comenzaron a discutir los detalles del hechizo, Lily dejó de


escuchar. Mucho más interesante que Alice hubiera podido citar la
variación de tiempo directo de su cabeza. Lily pensó en eso, frunciendo
el ceño.

—¿Honorable lái? —dijo una voz tímida.

Lily parpadeó y miró a Ah Hai, que todavía estaba arrodillada cerca.

—¿No te duelen las rodillas?

—Mis... Oh. —Ella se sonrojó levemente, como si Lily hubiera

133
comentado algo extremadamente personal—. Ahora soy mayor y a veces
estoy rígida, pero aún puedo adoptar la postura correcta.

—Hmm —dijo Lily, tomando prestada una de las respuestas


favoritas de Rule—. Bueno, si estás arrodillada porque crees que es
correcto, eso es asunto tuyo. Simplemente no lo hagas porque creas que
quiero que lo hagas, ¿de acuerdo?

Ah Hai parecía confundida.

—No importa. ¿Qué querías?

—Oh, una tontería. Me preguntaba si irías a la casa de baños hoy.


¿Y si pudiera ir antes que tú y bañarme? —Se sonrojó—. No estoy muy
fresca, creo.

—No sé si se me permitirá ir a la casa de baños hoy, pero tú puedes


ir, lo haga yo o no. Supongo que podemos preguntarle a Alice si me doy
un baño hoy. ¡Ah!.. Hay algo en lo que me he preguntado en lo que
podrías ayudarme. ¿Cuánto tiempo ha vivido aquí la, eh, la honorable
Báitóu Alice Li?

Los ojos de Ah Hai se abrieron con sorpresa.

—Ella nació aquí.

Lily parpadeó. ¿Nació aquí? Pero...

—Ella no es china.
—Su madre era una lái de otra tierra. No sé en qué tierra —susurró
en tono de disculpa—, pero tenía el cabello amarillo como tu amiga.

¿Y su padre? El rostro pálido de Alice no mostraba signos de


herencia asiática.

—¿Cuál es la posición de Alice? ¿Su rango? No me gusta preguntarle


directamente. Parece descortés.

—¿No sabías? Ella es xi qi, como tú.

Xi qi. Lily había escuchado esa frase antes, pero su sentido mental
no había estado funcionando entonces. Ahora sí. Para Ah Hai, xi qi
significaba “como los Siete” y también significaba...

134
—¿Otra forma de decirlo sería que ella es pariente de dragón?

Ah Hai asintió, sonriendo.

Pariente de dragón, pero descendientes de dragones de manera


literal, a diferencia de Lily. Alice era la hija de uno de los Zhuren. ¿O
nieta? Pero eso la convertiría en tres cuartas partes asiática, y ella parecía
completamente europea. ¿Y era su padre o abuelo la razón por la que su
mente estaba protegida? No, eso no tenía sentido. Los Zhuren
simplemente no estaban presentes para el sentido mental de Lily. Alice
tenía un escudo real, lo que significaba que podía usar magia mental.

Lily negó con la cabeza, impaciente por su propia confusión. Una


cosa estaba clara. Si Alice descendía de uno de los Zhuren, entonces su
hermana gemela también lo había sido. Helen, a quien Lily había matado.
No era probable que eso hiciera popular a Lily aquí.

—Supongo que los Zhuren han tenido muchos hijos

Ah Li agachó la cabeza.

—No muchos. Pocas mujeres pueden sostener su semilla


correctamente. Es muy poderoso.

Potente porque tenía poder, sí, y la magia interfería con la fertilidad.


Aun así, ¿no había dicho Sam que los engendros en la Tierra, los que
había creado a partir de una incubación fallida, habían tenido muchos
descendientes? Tal vez no lo recordaba con claridad. Habían pasado
muchas cosas desde entonces.
—Aun así, han pasado cinco generaciones. Incluso si sus hijos son
pocos, esos niños también han tenido hijos. Debe haber muchos que sean
parientes de los dragones.

—Oh, no. No he sido clara. No todos los niños nacidos de quienes se


acuestan con uno de los Zhuren son xi qi. Todos tienen magia, entiendes,
pero no todos tienen magia de una manera que es como los Siete.

Ah. Eso tenía más sentido. Era el linaje mágico que trazaban los
Zhuren, y solo reclamaban a aquellos descendientes que poseían magia
de estilo dragón. Pero, ¿qué considerarían los engendros como magia de
estilo dragón? Eran ciegos-mentales, pero según Sam, eso no sería cierto
para sus descendientes.

135
—¿Se prueba a los niños para determinar qué tipo de magia poseen?

Ah Hai negó con la cabeza.

—No sé si hay una prueba, solo que esos niños se anuncian como xi
qi. Aunque a veces uno no se anuncia hasta que casi ha crecido.

Los telépatas a menudo no llegaban a su Don hasta la pubertad.


Telépatas humanos, es decir. Helen Whitehead había sido telépata.
¿Habrían reconocido los engendros el Don de Helen como magia de
dragón cuando ellos mismos estaban ciegos a ello? Reconocieron a Alice,
la llamaron xi qi.

—¿Puedes decirme cuál es el Don de Alice Báitóu?

Ah Hai parecía desconcertada.

—¿Qué tipo de magia posee?

—No sé. Sin embargo, es muy favorecida, por lo que debe ser
poderosa.

—¿Cómo se relaciona ella con los Zhuren? Cuyo hijo o nieto o...

Ah Hai estaba tan angustiada que interrumpió.

—Honorable lái, me alegro de que me lo haya preguntado en lugar


de a la honorable Báitóu Alice Li. Se considera muy grosero preguntarle
esto a uno de los xi qi. Los Zhuren no consideran apropiado hablar de
quién de ellos tuvo un hijo.
—Eso es muy dragón de ellos. —Los dragones consideraban la
paternidad un asunto profundamente privado. Tal vez fuera más un
instinto que un dictamen social. Puede parecer extraño pensar en que
esos seres solitarios tenían reglas sociales, pero las tenían, generalmente
orientadas a hacer que sea menos probable que se maten entre sí.

—¿Perdón? —preguntó Ah Hai vacilante.

—No importa. Gracias por tu orientación. Tengo una pregunta sobre


la hermana de...

—¡Diablos que él lo necesita! —gritó Cynna.

Lily se había desconectado en su mayoría de lo que estaba pasando

136
en la gran habitación fuera de su celda. El estallido de ira de Cynna llamó
su atención en esa dirección, y se dio cuenta de que había escuchado,
pero no prestó atención, una nueva voz en la conversación entre Cynna
y Alice: Puño Segundo Fang Ye Lì.

Dijo algo en chino. Ella captó algunas frases, “de cabello amarillo” y
“dígale”, pero no las más importantes.

—Quédate quieta —dijo Alice con firmeza—, o el Puño Segundo te


restringirá. ¿Cómo ayudará eso?

Lily envió su sentido de la mente a la otra habitación. La mente de


Cynna era la más fácil de detectar, siendo de ese verde claro y brillante.
La mente de Alice también era distinta. Había cuatro mentes
desconocidas agrupadas (¿guardias?) Y una que creía reconocer. Esa
mente estaba cerca de Alice y Cynna. Ella la alcanzó.

El Puño Segundo volvió a hablar, pero no se dirigía a ella, por lo que


no recibió una ayuda mental para captar el significado. No lo necesitaba.
Las palabras eran sencillas.

—Trae a Lily Yu ahora.

Un momento después, uno de los guardias se paró en la puerta y


usó esa odiada palabra:

—Ven.

Ah Hai debe haber entendido esa palabra en inglés, si no conocía


otras. Ayudó a Lily a ponerse de pie. Lily se sentía estúpidamente débil,
pero su tobillo no estaba tan mal como antes... estaba envuelto, se dio
cuenta. Alguien lo había envuelto mientras dormía. Ah Hai, lo más
probable es que hubiera querido hacer eso antes, y ahora se consideraba
de Lily...

Lily le dio a su ayudante una mirada repentina y aguda. ¿Cómo


había sabido Ah Hai que Lily había aceptado El Dolor en su lugar? El
engendro y Lily habían estado hablando inglés, no chino.

—¿Entiendes inglés, Ah Hai? —preguntó casualmente.

La pequeña mujer respondió en chino.

—¿Perdón, honorable lái? —No sonó ni desconcertada ni


comprensiva.

137
—¡Ven! —ladró el guardia de nuevo.

Lily logró salir de la celda por su cuenta. No empezó a temblar hasta


que salió de la pequeña celda y el Puño Segundo Fang le dijo que Zhu
Kongqi necesitaba su presencia.
138
Era el Qī Jiā de nuevo. El hogar de los Siete. Donde Kongqi tenía su
laboratorio.

Lily no pudo ocultar su miedo. La inundó, creando una marea física


que no pudo controlar. Mientras caminaba por el pasillo al lado de Fang,
sus piernas parecían estar atadas con gomas elásticas en lugar de
huesos, nerviosas y poco confiables, propensas a colapsar. Sin duda su
piel se había vuelto de un interesante tono pastoso. Su brazo palpitaba.
El guardia que le había atado las manos delante de ella había atado la
cuerda con demasiada fuerza. Dolía.

—... temprano para la temporada de monzones, pero parece


probable que llueva pronto —decía el Puño Segundo mientras caminaban
hacia la puerta flanqueados por un par de guardias—. ¿Tu hogar está
sujeto a los monzones, Lily Yu?

Ella apretó la mandíbula. Había estado haciendo esto todo el camino


hasta aquí. Hablar con ella, hacerle preguntas. Podría ser un esfuerzo
para obtener información cuando estaba nerviosa, pero las preguntas
eran tan triviales... lo que podría significar que tenían la intención de
bajar la guardia. O su charla podría ser lo que parecía: un esfuerzo por
distraerla de su miedo. Respiró lentamente, tratando de calmar su
corazón acelerado, y comprobó el vínculo de pareja. La sensación de Rule
la estabilizó.

—Algunas partes de la Tierra tienen monzones, pero donde yo vivo


es seco. San Diego es el nombre de mi ciudad.
—¿Qué significa San Diego? —El nombre de la ciudad sonaba
extraño rodeado de chino.

—Lleva el nombre de un santo. —La palabra china que usó para


“santo” significaba santo o sabio.

—¿Tu ciudad venera a los sabios?

—Mi ciudad está llena de gente —dijo secamente—. La gente venera


muchas cosas, la mayoría de ellas no son sabias.

Un pequeño resoplido.

—Muchos aquí veneran el alcohol.

139
—Muchos en mi reino también lo hacen.

Los guardias de la puerta saludaron a Fang con ese golpe en el


pecho. Dio su nombre y título como lo había hecho antes. De nuevo, la
puerta se abrió sin la ayuda de una mano. Lily pensó que podría vomitar.
¿De verdad tenía que entrar? Gritar de terror sonaba como una mejor
idea.

Tragó bilis y entró en el laboratorio de Kongqi.

El engendro de dragón volvió a estar sentado en su cómoda silla, con


una tetera y dos tazas en la mesa junto a su codo.

—Lily Yu —dijo en chino—. Bebe té conmigo.

Quería decir algo inteligente. No podía pensar en nada. Quería volver


a alcanzar a Rule. No se atrevió. El vínculo de pareja tenía un componente
espiritual, pero también era mágico. No podía arriesgarse a que Kongqi
se diera cuenta. Sola y en silencio, caminó hacia la horrible parodia de la
hospitalidad que la esperaba en el otro extremo de la habitación.

—Puño Segundo —dijo Kongqi mientras Lily se sentaba en la silla


donde había sido atormentada antes—, puedes quitarle las ataduras y
luego dejarnos.

Fang se golpeó el pecho con el puño y luego se inclinó para desatar


las manos de Lily. Sus dedos hormiguearon cuando la cuerda cayó. Abrió
y cerró las manos para restablecer la circulación y trató de ignorar su
miedo y la forma en que le quemaba el brazo.
Un momento después, la puerta se cerró detrás de Fang. Se obligó a
mirar al otro ocupante de la habitación.

Los ojos azules incongruentemente brillantes de Kongqi la


estudiaron.

—Estás muy asustada —observó en inglés.

—Es natural temer al dolor.

—Has hecho una suposición ilógica. —Dijo eso con reproche, como
un tutor decepcionado, y sirvió té pálido en una de las tazas—. ¿Por qué
te sometería a las picaduras de téngtòng mǎyǐ una segunda vez? O ya
tengo los datos requeridos de mi primera prueba o la prueba falló. Si falló,

140
someterte a ello por segunda vez introduciría una variable que mancharía
cualquier dato que obtuviera.

Lily se lamió los labios secos. No iba a usar las hormigas del dolor
con ella. No, dijo que no, pero eso podría ser parte de su experimento. Tal
vez pensó que obtendría todo tipo de datos interesantes si ella no
esperaba el dolor. Respiró con cuidado y logró decir:

—¿Cuál es?

—El último. Algunas de las hormigas que te picaron han mutado.

Ella soltó otra palabra.

—¿Mutado?

—Desafortunadamente. —Le tendió la taza.

Ella la tomó, odiando el temblor en su mano.

Continuó mientras se servía una taza de té.

—Los téngtòng mǎyǐ provienen de una región de alta magia. Las


mutaciones son frecuentes. La mayoría se percibe fácilmente con un
examen visual, pero algunos no. Ese fue el caso esta vez. Me tomó varias
horas de examen descubrir la variación.

Lily se llevó la taza a los labios. El té olía tan familiar. Como en casa.
Como la abuela. Inhaló por un momento sin beber y fue capaz de expresar
una oración completa esta vez.

—¿Qué forma tomó esta mutación?


—Su veneno. —Bebió un sorbo de su propio té—. Contiene un
péptido neurotóxico que afecta los canales iónicos de sodio dependientes
del voltaje. El efecto principal de ese péptido en particular es un dolor
intenso. Sin embargo, entre algunas de las hormigas importadas más
recientemente, el veneno contiene un segundo péptido que actúa de
manera diferente en los ganglios de la raíz dorsal. Produce alucinaciones.
—Suspiró—. Muy decepcionante. El veneno mutado introdujo una
variable que ninguno de mis otros sujetos de prueba experimentó. No
podré incluir tus datos.

—Qué espantoso.

—Me resulta difícil determinar la diferencia en el uso humano entre

141
el sarcasmo y la ironía. La mayoría de mis hermanos no lo intentarán. La
ironía es aceptable, pero a todos nos disgusta el sarcasmo.

—¿Es una amenaza indirecta?

—Me pareció bastante sencillo. ¿Quién es Rule?

Su corazón dio un brinco.

—¿Disculpa?

—Rule. Al principio pensé que pedías algún tipo de regla o


gobernante, luego me di cuenta de que era un nombre personal. Rule.
¿Quién es ese?

—Mi esposo. —Tomó un sorbo de té. No era café, pero fue


bienvenido—. ¿Lo llamé?

—Mientras estabas angustiada, sí. ¿No te acuerdas?

—Sobre todo recuerdo el dolor. Dolor y monstruo. —Otro sorbo.


¿Debería creerle sobre no usar las hormigas del dolor? Dios sabía que
quería—. ¿Cómo conoces el lenguaje científico que se usa en mi mundo
para describir los efectos del veneno?

—¿Por qué crees que respondería a eso?

—No creo que lo hagas o que no. Deseo averiguarlo.

Tomó otro sorbo de té, mirándola. Sin decir nada.

Lo intentó de nuevo.
—¿Por qué empiezas estas sesiones conmigo con té?

—Es apropiado. Eres xi qi.

Xi qi. De los Siete. Pariente. ¿Qué significaba eso para Kongqi?

—Es apropiado tomar té con los parientes —estuvo de acuerdo—.


¿También es apropiado causar un gran dolor a los familiares para
satisfacer tu curiosidad?

Él se encogió de hombros.

—Como pariente, se te debe cierta dignidad. Como mi cautiva, estás


en mi poder. Ahora hablaremos de la integridad.

142
—¿Lo haremos? —Su brazo se sentía demasiado sensible, como una
quemadura de sol, la piel estirada dolorida y tensa. También le hacían
las cosquillas.

—¿Por qué sigues mirando tu brazo?

Ella no se había dado cuenta de que había hecho eso.

—Una reacción ilógica, me temo. Me picaba el brazo y mi


rombencéfalo cree que eso significa que tengo una hormiga.

—¿Qué es este rombencéfalo?

—Una forma de referirme a la parte de mi cerebro que no está bajo


mi control consciente.

—Los humanos controlan muy poco de su cerebro. ¿Te consideras


una persona íntegra?

—Hmm. —Bebió de nuevo, queriendo tiempo. Querer estar en otro


lugar. Casi en cualquier otro lugar—. Nuestra última discusión filosófica
fue seguida por un gran dolor para mí. ¿Planeas probar mis respuestas
a tus preguntas?

—No de la manera que solía usar antes. ¿Cómo definirías la


integridad? ¿Cómo abarca o se diferencia de la honestidad?

Dios. No estaba preparada para manejar este tipo de discusión en


este momento. Le picaba el brazo. Luchó contra el impulso de buscar
hormigas o rascarse.
—La honestidad es un componente de la integridad, pero no lo es...
decir la verdad no es lo mismo que integridad. Los elfos no mienten, pero
les encanta engañar.

—¿Es la integridad, entonces, la falta de engaño?

Lily se frotó el brazo y pensó en la integridad. Todas las personas


que amaba lo poseían, pero ¿cómo definirlo? ¿Qué diría la abuela? O
Rule, o Isen o... Benedict. Sí. Si alguien que conocía encarnaba la
integridad, era Benedict.

—Integridad significa que estás cimentado en verdades más amplias,


tan firmemente arraigado que morirás antes de ser falso en lo que sabes
que es correcto.

143
—Si es así, entonces la integridad está condicionada a saber qué es
lo correcto.

Ella frunció el ceño, tratando de seguir tanto la lógica como los


sentimientos.

—No. Es posible poseer una gran integridad y estar equivocado.


Hacer lo incorrecto por las razones correctas. La integridad es: se trata
de ser fiel a lo que crees que es verdadero y bueno.

—Has hablado dos veces sobre “ser sincero”. ¿Crees, entonces, que
la fidelidad es un aspecto de la integridad o un sinónimo de ella?

—No estoy segura. Probablemente encaja allí de alguna manera,


pero necesito pensarlo un poco más. ¿Cómo defines la integridad?

—Auto-honestidad.

Eso fue conciso. E inesperado.

—Hay un dicho en mi ámbito de que no puedes ser fiel a los demás


a menos que seas fiel a ti mismo.

—Los humanos no siempre somos tontos —observó, volviéndose


para recoger la tetera—. ¿Te gustaría un poco más de té?

—Ah... si, gracias.

El té que sirvió todavía estaba caliente. La mano de Lily no tembló


esta vez, pero la necesidad de revisar su brazo en busca de hormigas se
mantuvo fuerte. Intentó otra pregunta.
—¿Por qué quieres hablar de integridad?

—Es un concepto interesante. Las religiones y las construcciones


filosóficas de las especies en varios reinos dan un gran valor a la
integridad. No todos lo definen de la misma manera, pero la variación no
es mayor que la que podría existir entre dos individuos de la misma
cultura que hablan la misma lengua. Me han dicho que esto incluye a los
dragones sensibles.

Espera, ¿qué? ¿Kongqi pensaba que algunos dragones no eran


sensibles? Lily formuló su pregunta con cuidado.

—¿Te refieres a los dragones de mi reino?

144
—Sí. ¿No estás de acuerdo?

—Ah... No. Aunque sospecho que no lo definirían como yo. Más como
tú, tal vez.

Su mirada se agudizó.

—¿En qué basas esto?

—Sam posee una gran integridad. Seguramente no podría haber


acumulado tanto si no le hubiera dado un gran valor. La integridad no es
algo que se acumule por accidente, como las células grasas. Es el
resultado de la intención. —No lo sabía hasta que lo dijo, pero la idea la
complació.

—El que llamas Sam es el dragón negro.

—Sí. —Más interesado en Sam que en el tema de la integridad, ¿no?

—Afirmas conocerlo bien.

—Eso no fue lo que dije.

—¿Cómo llegaste a conocerlo?

Lily tomó un sorbo lento de su té.

—Podría contarte sobre eso —decidió—. Pero quisiera algo a cambio.

Se reclinó en su silla.
—Me contarás sobre todos los dragones que has conocido, lo que
sabes o crees que sabes sobre ellos, lo que has observado, lo que te han
dicho.

—¿Estás planeando lastimarme si no lo hago?

—No físicamente. Estoy limitado en el tipo y la cantidad de dolor que


puedo causar, debido a la necesidad de mantener tu cuerpo en una
condición razonablemente buena. Además, no he encontrado que la
tortura produzca resultados confiables, y la coacción física involucrada
hace que sea difícil juzgar la precisión de la respuesta. Sin embargo, has
demostrado que posees un instinto altruista, capaz de superar tu
aversión al dolor. Si te niegas a cooperar, puedo dañar a otros en tu lugar.

145
Eso te causaría angustia emocional, ¿no?

—Probablemente te diría todo tipo de cosas para evitar que eso


suceda —estuvo de acuerdo—. ¿Pero cómo me obligarías a decir la
verdad?

—Si bien carezco de la experiencia de mi hermano, puedo sentir


reacciones físicas tan crudas como las que suelen acompañar a las
mentiras en los humanos.

—Te he mentido dos veces desde que nos conocimos. ¿Estabas al


tanto de esas mentiras? —Lily se preguntó si estaba emitiendo alguna de
esas “reacciones físicas crudas” en este momento... porque esa fue la
primera mentira descarada que le dijo.

Él permaneció en silencio durante varios momentos, bebiendo té y


estudiándola.

—Eso fue una mentira.

—¿Lo fue? Quizás tengas razón. Quizás solo he mentido una vez,
justo ahora. O tal vez he mentido varias veces. O podría haber dicho la
verdad, pero como lo hacen los elfos, desorientarte. O es posible que
todavía esté sufriendo de suficiente ansiedad por las hormigas del dolor
que no puedes estar seguro de cuándo estoy diciendo la verdad, porque
mi frecuencia cardíaca se dispara cada vez que creo que podrías volver a
usarlas en mí. —Eso era cierto, y Kongqi no podía oler una mentira como
lo hacía Rule. Tenía que depender de cosas como la frecuencia cardíaca.

Otra pausa larga.


—Estoy considerando ofrecerte un intercambio de información. Alice
ha descubierto que es una forma relativamente sencilla de aprender lo
que desea de tu compatriota. Sin embargo, puede determinar fácilmente
si recibe un valor razonable. O un hechizo funciona o no. Yo no puedo
someter lo que me dices a una prueba tan inmediata, y los humanos no
consideran sagradas sus promesas.

¿Fue por eso que empezaron hablando de integridad? ¿Para darle


una idea de si ella honraría un trato?

—Soy humano. También soy xi qi y miembro del clan Nokolai de los


lupi. Los lupi consideran inviolable la palabra prometida.

—No eres lupi.

146
—Y, sin embargo, soy miembro de un clan lupi.

—¿Estás diciendo que consideras inviolable tu palabra prometida?

—Si lo digo no probaría que sea cierto, ¿verdad? —Su té estaba frío.
Bebió un poco de todos modos y pensó—. Si hiciéramos un trato,
tendríamos que ponernos de acuerdo sobre los límites de lo que estoy
obligada a decirte. Hay cosas que no puedo, por honor, revelar. ¿Qué
propones ofrecerme a cambio de información sobre dragones?

—Primero debes darme tu palabra de que no revelarás mi trato


propuesto a nadie.

No tuvo que pensar mucho antes de negar con la cabeza.

—Eso no funcionará para mí. Demasiado abarcador.

Él se encogió de hombros.

—Entonces no podemos hacer un trato. No deseo que mis hermanos


sepan que estoy considerando revelarte esta información.

—Podría prometer que no se lo revelaría a nadie que haya nacido en


este reino.

Consideró eso.

—Eso funcionará, con la redacción adecuada, siempre que exijas


una promesa similar a cualquiera a quien le reveles esta información.
Continuó sugiriendo una redacción específica. Lily lo consideró,
decidió que decía exactamente lo que parecía y lo usó.

—Tienes mi palabra de que no revelaré a nadie nacido en este reino


los términos o la existencia del trato que estás a punto de proponer. Antes
de revelar algo sobre este trato a alguien que no haya nacido en este
reino, esa persona debe hacerme la misma promesa.

—Muy bien. A cambio de aprender todo lo que puedas decirme sobre


los dragones sensibles, te diré por qué se llevaron a los niños lupi.

Lily contuvo el aliento. Después de un segundo exhaló. No tenía


sentido fingir que no tenía toda su atención.

147
—Discutamos esto más a fondo.
148
En el momento en que Lily salió de la Casa de los Siete, su brazo
había pasado de una quemadura solar grave a una picazón enloquecida
a una sensibilidad agraviada, un grito neuronal de “No me toques”. El día
se había convertido en anochecer, un oscurecimiento debido tanto al
clima como a la hora. El cielo era una estera surcada de nubes de bronce.

Ella y Kongqi habían discutido a fondo su trato. Había mucho que


trabajar, pero la parte más difícil resultó depender de la definición de la
palabra “cautiva”.

Con dificultad, habían acordado los términos básicos antes de dar


con ese problema. No tenía que revelar todo lo que sabía sobre los
dragones, pero respondería a sus preguntas con sinceridad y de la forma
más completa que le permitiera el honor. En lo que a Lily se refería, el
honor requería que escondiera todo tipo de mierda de un enemigo. No
mencionó esto. A cambio, él le diría por qué se habían llevado a los niños,
y tenía que ser información real, no solo “porque la Gran Perra lo ordenó”.
Para garantizar eso, iría primero. Hoy y cada vez que la llevaban a él para
hacer preguntas, él iba primero, respondiendo una sola pregunta de ella.

Fue un trato muy desigual, una pregunta para ella, múltiples


preguntas para él, pero lo mejor que pudo conseguir. Había estado de
acuerdo al principio, luego le dijo que necesitaban una cláusula que
anulara su trato si se liberaba. No se iba a considerar obligada por el
honor a seguir siendo su prisionera para poder cumplir con su trato.

Al principio le hizo gracia, luego se molestó cuando ella insistió.


Había señalado que si él la entregaba a la Gran Perra como había
planeado, ya no podría cumplir con su trato. La muerte, dijo, anulaba
todos los tratos. Y sin embargo, había dicho, ninguno de ellos sabía
cuánto tiempo podría ser la prisionera de la Gran Perra antes de que su
Enemiga se dispusiera a limpiarle el cerebro. Había tamborileado con los
dedos, una acción extrañamente humana. Muy bien, dijo él. El trato
cubriría solo el período de tiempo en el que ella fuera su cautiva.

Fue entonces cuando empezaron a intentar definir “cautiva”.

El significado parecía obvio. Los cautivos eran personas que habían


sido capturadas. Pero un pensamiento de unos segundos le dijo que no
podría usar esa definición o sería una cautiva para siempre. La habían
capturado; no podía retroceder en el tiempo y desencapturarse. Ella
había sugerido que significaba que él controlaba sus movimientos. Él

149
rechazó eso con el argumento de que le permitiría declarar nulo su trato
si no le dirigía todos los movimientos. Era bastante simple, había dicho,
luciendo aburrido. Ser su cautiva significaba que ella estaba bajo su
control. Ella soltó un bufido. Si él la controlaba, ¿por qué tenía que
negociar un trato para obtener lo que quería?

Eso lo había enojado. Pensó que estaba a punto de olvidarse de no


dañarla. En cambio, le había dicho fríamente que deseaba comer y había
convocado a Fang.

El Puño Segundo había atado las manos de Lily y la había


acompañado a la sala de espera donde la habían llevado antes. Los
engendros, le dijo, no cenaban con otros, pero se encargaría de que le
trajeran el almuerzo. Esta vez la pequeña habitación no estaba vacía. Una
pareja de ancianos, muy bien vestida, se hallaban sentados en uno de los
bancos. Los acompañaba una joven cuya ropa sugería que era una
sirvienta en lugar de una hija o nieta. Los tres parecían consternados por
ella.

Un criado le había traído la comida en una pequeña bandeja lacada,


completa con más té, palillos y una servilleta húmeda. Esta vez había
conseguido una versión de arroz frito con verduras frescas, no en
escabeche, y carne, una especie de ave pequeña asada, pegajosa con un
glaseado dulce. Paloma, tal vez, o algún tipo de ave que no existía en la
Tierra. Fang le había desatado las manos el tiempo suficiente para que
comiera. La comida era mucho mejor que la que había obtenido en el
Tribunal de Justicia Celestial, y cuando Fang la llevó de regreso al
laboratorio de Kongqi, al que él llamaba un taller, el engendro había
superado su irritación. Él había propuesto una definición que ella podía
aceptar. Lily podía considerarse que ya no era su cautiva cuando estaba
claro para cualquier persona razonable que no podía tenerla confinada
ni ordenar su liberación. Con eso resuelto, acordaron formalmente los
términos.

Entonces habían comenzado a cumplirlos.

Con un crujido, las ruedas de la carreta giraron. El viento se había


levantado. Tiró del cabello de Lily, que alguien, Ah Hai de nuevo, sin
duda, debió haberle trenzado mientras dormía. Aceleró a los peatones
dispersos por los senderos y lanzó unas cuantas gotas de lluvia grandes
y gruesas antes del diluvio que se avecinaba. El trueno rodó. Una ráfaga
de palomas surgió del frisbee en lo alto de la torre misteriosa, haciendo
que Lily pensara en su almuerzo. Este no era un recuerdo feliz, dada la

150
forma en que se le revolvió el estómago. La rabia tragada no se digería
bien.

Había tenido que tragar y seguir tragando.

Ahora sabía por qué los Zhuren querían a los niños lupi. Y eran los
Zhuren quienes los querían, no la Gran Perra. Toby, Ryder, Diego, Sandy,
Noah… un bebé de tres meses hasta un niño de once. Eran el trato que
los Zhuren habían hecho con ella. Ellos, y lo que ella les haría.

No magia de muerte, no. Eso era una abominación demasiado


simple.

Iba a tener que decírselo a Cynna. Temía eso. Estaba bastante


segura de que podría encontrar la mente de Cynna desde tan lejos, pero
tal vez no debería usar el habla mental para esta noticia. Cynna
reaccionaría. No había manera de que pudiera evitar reaccionar, y no
querían que nadie se preguntara por qué Cynna de repente comenzó a
tirar cosas o tratar de hacer un agujero en la pared o lo que sea. Tenían
que mantener en secreto el habla mental.

Si aún no lo sabían, es decir. Lily había usado su sentido mental


cuando conoció a Kongqi. Y el engendro seguramente podría ver su Don...
pero ¿entendieron lo que vieron? ¿Sabían qué buscar? Telepatía, seguro,
deben conocerla, dada la probabilidad de que personas como Helen
Whitehead aparezcan entre sus descendientes. Los engendros deben
saber que los dragones se comunican mentalmente, pero pueden asumir
que todo es telepatía.

El habla mental no era telepatía. Era una habilidad separada, una


habilidad aprendida, no innata. Los engendros claramente sabían mucho
sobre la Tierra (Kongqi sabía sobre péptidos y ganglios, por el amor de
Dios, que era más de lo que Lily podía afirmar) pero el habla mental era
casi desconocido en casa. Sin embargo, aparentemente también tenían
contacto con uno o más de los reinos sidhe. Estaba esa cosa que
bloqueaba la magia de Cynna, ¿cómo la había llamado? Una jaula
mágica. Además, Cynna creía que los guardias podrían tener un hechizo
de traducción, lo que significaba algún tipo de tráfico con el Borde u otro
de los reinos sidhe. Esos hechizos se basaban en la magia mental; los
engendros no podrían hacerlos.

Necesitaba preguntarle a Cynna por qué pensaba eso. Sus dedos se


crisparon con la necesidad de anotar eso. Maldita sea, pero extrañaba su
cuaderno.

151
Lily tenía la vaga noción de que aquellos en los reinos sidhe eran
conscientes del habla mental. Su tecnología estaba basada en la magia,
después de todo. Entonces, tal vez los engendros habían oído hablar del
habla mental a través de sus contactos sidhe. ¿Kongqi había indicado
algún conocimiento de ello en su larga discusión de esta tarde? No es que
ella se hubiera dado cuenta. Le había contado sobre su primera estancia
en el infierno, cuando conoció a Sam, y él le había hecho preguntas, pero
con cuidado, ocultando lo mucho que ya sabía sobre “los dragones
sensibles”.

Y hubo un término que generó muchas preguntas. ¿No había dicho


Cynna algo acerca de obtener información sobre los dragones salvajes
como parte de su trato? Lily estaba adivinando que los “dragones
salvajes” se referían a los de eclosiones fallidas, los dragones de mente
oscura, pero y si...

Una explosión de pájaros brotó de un árbol cercano y la sorprendió.


Un segundo después, vio lo que los había sobresaltado y tiró de su
sentido mental de nuevo dentro de ella.

El hombre que flotó hacia la tierra entre dos árboles vestía un shenyi
rojo y dorado que era tan impermeable al viento como el sombrero
adornado en su cabeza. Su cabello negro estaba recogido en una trenza
por la espalda. Sus bigotes también estaban trenzados, cuerdas gemelas
que terminaban en cuentas de oro en la línea de la mandíbula.
Estructura fornida. Una nariz ganchuda, como una rapaz. Los ojos
pequeños y hundidos, oscuros como pasas, le daban la apariencia de
mirar el mundo a través de rendijas.
El portador de la calesa se detuvo. Todos se detuvieron.

El hombre se acercó y miró a Lily como si estuviera en venta, pero


tenía serias dudas sobre el precio que se pedía.

—Soy el Zhu Dìqiú —declaró con una voz más profunda y menos
musical que la de Kongqi—. Me han dicho que hablas la lengua del cielo.

Zhu Dìqiú. Maestro de Tierra, también conocido como Dick Boy.


Mejor ten cuidado con este. Se inclinó sobre sus manos atadas.

—Hablo algo de mandarín, qiānsùi. —El honorífico significaba


literalmente “tú de los mil años” y se había utilizado para dirigirse a
emperatrices y príncipes herederos en la China imperial. Ella y Beth

152
solían llamar a su hermana mayor qiānsùi. Enloqueció a Susan. Lily no
tuvo ningún problema en usarlo para uno de los engendros, que no sabría
cuán sarcásticamente se refería—. No sé el dialecto que se habla aquí,
pero puedo entender algo.

—Estuviste con Zhu Kongqi durante varias horas. Me dirás de qué


hablaste con él.

Lily esperaba rivalidad entre los engendros, pero esto fue


terriblemente directo. Kongqi se enteraría de esta confrontación. ¿Ese era
el punto? ¿Dick Boy sospechaba que Kongqi había hecho un trato con
ella? Lily ocultó su confusión con otra pequeña reverencia sentada.

—Por supuesto. ¿Esta puede hacer una pregunta?

—No.

Maldición. Quería saber si Dick Boy pensaba en ella como la cautiva


de Kongqi. Kongqi ciertamente parecía hacerlo. Había usado el posesivo
repetidamente, y cuando los dragones decían “mi”, lo decían en serio.

—¿Qué quería de ti? —preguntó Dick Boy.

Necesitaba que Dick Boy pensara que estaba cooperando para que
no comenzara a romperle el cuello a otras personas para motivarla. Lo
mejor, entonces, era cooperar como loca, enterrando lo que no quería
decir en un diluvio de información. Dios sabía que algunos delincuentes
le habían hecho eso a veces.

—Bebimos té —comenzó. Las gotas de lluvia caían más espesas y


más rápido ahora—. Fue un té muy bueno. Explicó por qué la picadura
de las hormigas del dolor me había hecho alucinar. Me temo que no
recuerdo la terminología correcta, pero tenía algo que ver con péptidos y
ganglios

—Detente. No fue (ininteligible) hablar de hormigas.

—Su perdón, qiānsùi. Quizás lo entendí mal. ¿Quieres que especule


sobre sus motivos?

—Me molestas. Esto no es sabio.

—Estoy tratando de responder como requieres. Si no deseas


escuchar sobre la picadura de las hormigas, me lo saltaré. También
hablamos de integridad. ¿Debería contarte sobre esa discusión?

153
—No. ¿Qué más?

—Me hizo preguntas. Le hablé de mi primer viaje a Dis, cuando me


partí en dos...

—¿Fuiste qué?

Ahora llovía constantemente. Eso no pareció molestar a Dick Boy,


probablemente porque no lo tocaba. No podía ver la lluvia doblar a su
alrededor ni nada por el estilo, pero parecía seco como un hueso.

—Me partí en dos cuando un demonio cruzador de reinos, asistido


por el poder de la Antigua que negoció contigo y tus hermanos, trató de
llevarme a Dis. Un príncipe demonio de ese reino había hecho un trato
con ella. ¿Conoces a Xitil? ¿Debería contarte sobre ella? Los príncipes
demonios tienen poderes extraordinarios dentro de sus reinos, y ella
también se llamaba Movedora de Tierra, así que...

—¡Fah! No puedo (algo) tu discurso. Es muy feo. —Miró a Fang—.


¿Qué dijo?

Fang recitó lo que parecía ser un recuento de las palabras de Lily en


su dialecto, aunque no podía estar segura cuando no se atrevía a usar
su sentido mental. Ella no gritó “¡Ajá!” o sonrió triunfante o permitió que
sus cejas se dispararan, pero fue satisfactorio tener al menos una
pregunta respondida. El Puño Segundo Fang debe tener algún tipo de
encanto de traducción. Era muy poco probable que supiera inglés y
mandarín.

Fang terminó. Dick Boy volvió a mirar a Lily.


—Afirmas que te dividieron en dos.

—Eso es correcto. La mitad de mí permaneció en la Tierra. La mitad


fue llevada a Dis, que los de mi reino llaman infierno porque es el hogar
de los demonios. Ambas mitades de mí estaban encarnadas, es decir,
cada una de mí tenía un cuerpo. Un cuerpo idéntico, por lo que pude ver,
aunque el yo que fue a Dis no obtuvo ningún recuerdo y el yo que
permaneció en la Tierra no tenía mi Don.

—Puño Segundo —dijo—. Traduce.

Fang lo hizo. Dick Boy frunció el ceño.

—Eso no tiene sentido. Crees que es verdad, pero estás equivocada.

154
—Informo sobre mi experiencia. Hubo dos Lily Yu por un tiempo.
Creo que mi alma se partió en dos.

—Tu alma. —Su boca se torció en burla—. Qué humano de tu parte.


Es posible que tu mente se haya dividido de alguna manera en dos. No
veo cómo eso (ininteligible), pero es más (algo) que (algo) tu alma. Nunca
he visto ninguna evidencia de que existan almas.

Lily estaba encantada. Podría hablar de almas y cosas así durante


horas si eso lo alejaba de los temas que no quería discutir.

—Habría dicho algo similar antes de que la mitad de mí muriera y


yo...

—Detente. ¿Hablaste de las almas con el Zhu...?

Un gong sonó, tan fuerte que podría haber sido golpeado junto a
Lily.

Una luz carmesí inundó el aire húmedo.

Dick Boy se disparó hacia arriba.

Fang emitió órdenes a fuego rápido, las palabras se acumularon


demasiado rápido para que Lily las entendiera. Salió corriendo. También
lo hicieron el motor humano de la carreta y los guardias, pero no en la
misma dirección que Fang. El paquete de juncos con ruedas rebotó y
rebotó sobre los adoquines. Lily maldijo sus manos atadas, lo que le
impidió agarrarse de los lados, y trató de ver qué demonios estaba
pasando.
La luz carmesí provenía del frisbee rojo en lo alto de la torre
misteriosa. Pulsaba lentamente como el latido del corazón de una gran
bestia. Lily echó la cabeza hacia atrás y vio a Dick Boy flotando por lo
menos a treinta metros de altura, apenas visible en el aire cubierto de
lluvia. Un pequeño movimiento en el rabillo del ojo hizo que su cabeza
girara a tiempo para ver una segunda figura dispararse. Un momento
después, una tercera figura se elevó hacia el cielo. Luego, la carreta se
detuvo bruscamente y casi la arrojó de bruces.

Se habían detenido antes de la entrada al Tribunal de Justicia


Celestial, y por una buena razón. Los guardias salían corriendo por esas
puertas. Luego salieron al trote un par de hombres, cada uno con un
extremo de una enorme lanza de hierro en el hombro, seguidos de más

155
pares con lanzas. Podía decir que eran de hierro porque estaban
oxidadas.

El oficial que había conocido cuando llegó por primera vez, Li Po,
estaba de pie con las manos en las caderas, mirando a sus hombres
mientras se reunían.

—¡Ven! —ladró uno de sus dos guardias—. ¡Ven, ven!

Salir de la carreta fue incómodo con las manos atadas frente a ella.
Aprovechó eso para ralentizar las cosas, con ganas de ver, de ver lo que
sucedía. Sin embargo, en el momento en que tuvo ambos pies en el suelo,
sus guardias la agarraron por los brazos y la empujaron hacia la puerta
abierta.

Dentro había mucho ruido. Gritos de miedo y súplicas provenían de


las celdas del piso superior. Por lo general, había algunas personas en
los bancos del vestíbulo de entrada. Ahora no. Las escaleras al piso
superior se encontraban en el lado derecho. Sus guardias no la llevaron
allí. En su lugar, la arrastraron hacia otro conjunto de escaleras en la
parte trasera del área de entrada, una que había visto pero no había
tomado. Una que iba hacia abajo. Más voces vinieron desde abajo.

—¡Lily!

Esa fue Cynna. Lily se retorció tanto como le permitieron las manos
en los brazos. Cynna estaba siendo impulsada por las escaleras desde el
piso superior por un guardia que le sujetaba el brazo sano con una llave.
Alice estaba con ella.
—¿Qué está pasando? —llamó Lily. El guardia que sostenía su brazo
izquierdo la empujó hacia adelante. Tropezó y se habría caído si el
guardia de su derecha no la hubiera estabilizado. El dolor atravesó su
tobillo lesionado.

—Cretino —dijo su guardia de la mano derecha—. Ella no puede ir


tan rápido.

—Dragón —dijo Alice con calma mientras llegaba al pie de las


escaleras—. Uno grande, a juzgar por la sincronización de los pulsos. El
rojo de nuevo, probablemente.

¿Dragón? La esperanza atravesó a Lily. Envió su sentido de la mente


hacia afuera y hacia arriba... arriba... pero no había una mente de dragón

156
cerca, atrayendo su atención.

Mientras tanto, sus guardias la obligaron a subir las escaleras,


donde la falta de atención a sus pies la hizo tropezar de nuevo. Lily retiró
su sentido de la mente, tocó la mente del guardia de la mano derecha y
cambió a mandarín.

—Honorable Puño, pensé que las guardas mantenían fuera a los


dragones.

El de su izquierda murmuró lo que sonó como una maldición. El de


su derecha dijo:

—Ninguna guarda puede mantener alejados a los dragones. Bestias,


sí. Pero dragones... —Se encogió de hombros—. Los Zhuren se
encargarán de eso.

El otro guardia dijo algo que Lily no entendió, luego agregó algo
como:

—El rojo sabe demasiado.

Al pie de las escaleras había gente. Mucha gente. Llenaban el ancho


pasillo que corría a izquierda y derecha, y todos parecían estar hablando
a la vez. Varios llamaron para hacer preguntas a los guardias de Lily.

—Retrocedan —dijo el guardia de la izquierda—. Cedan el paso. No


bloqueen las escaleras. Retrocedan.
—Un dragón, sí —dijo el otro—. Retrocedan. Saben las reglas.
Muévanse hacia las paredes y siéntense. El camino hacia las escaleras
debe estar despejado.

—Ustedes dos, guardias, deténganse —llamó Alice.

El guardia a la derecha de Lily se detuvo de inmediato. El de su


izquierda no lo hizo. Para cuando lo hizo, ella estaba estirada entre ellos
como una cuerda de tira y afloja. Una cuerda de tira y afloja muy
húmeda, porque la lluvia había dejado la ropa pegada a ella, húmeda y
pegajosa. Miró hacia las escaleras. Alice estaba bajando, tranquila como
siempre, con Cynna y su guardia justo detrás. Lily cambió rápidamente
su sentido de la mente a Alice; mierda, se había olvidado de que la mente

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de la mujer era resbaladiza para ella.

Blindada. Estaba bastante segura de que la mente de Alice estaba


protegida en lugar de estar naturalmente fuera de los límites. Se sentía
más como los escudos que usaba Cullen que como la sensación
resbaladiza natural de las mentes de brownie.

Afortunadamente, las palabras de Alice eran inteligibles incluso sin


la ayuda del habla mental.

—¿Dónde llevan a Lily Yu?

—A la pequeña celda de la sala de interrogatorios.

—Bueno. Cynna Weaver también se puede colocar allí.

Los guardias de Lily intercambiaron miradas.

—El Puño Segundo no dijo...

—Pero yo lo digo. No (ininteligible) con argumento. Si los Zhuren


deciden cazar el rojo esta vez, puede que me busquen. No quiero que mi
cautiva se queme. —Le dio instrucciones enérgicas al guardia que
sostenía a Cynna y volvió a subir las escaleras mucho más rápido de lo
que había bajado.

Hubo suficiente confusión en los siguientes minutos que Lily pensó


en intentar escapar. Todos a su alrededor pensaban que los tipos
uniformados tenían que saber más sobre lo que estaba pasando que ellos
y se negaron a aceptar “No sé” como respuesta, demostrando, en la mente
de Lily, que los civiles eran iguales en todas partes.
Sus guardias estaban distraídos por las preguntas, las demandas,
la multitud. Mantuvieron los brazos de Lily, cierto, y sus manos estaban
atadas. Pero deberían haber usado una llave de brazo como lo hacía el
guardia de Cynna. Las llaves de brazo te daban mucho mejor control.
Además, Lily tenía botas. Baja el talón con fuerza sobre el pie del Guardia
de la mano derecha y golpéelo en el diafragma con el codo. Tenía la altura
perfecta para eso. Caída, desequilibrando al Guardia de la mano
izquierda... lo que venía después dependería de cómo reaccionara el
Guardia de la mano Izquierda, pero ella se había entrenado para este tipo
de cosas. Tenía una buena oportunidad.

Si su tobillo hubiera estado en mejor forma, podría haberlo


intentado. Y eso hubiera sido un error. Incluso si se liberaba y se alejaba

158
de los guardias... si de alguna manera lograba liberarse de las manos y
llegar a la ciudad... ¿entonces qué? ¿Qué podría hacer mejor mientras se
escondía en la ciudad? La información que necesitaba estaba aquí. Había
adquirido una parte hoy, una parte que le revolvía el estómago. Pero no
suficiente.

Además, era probable que uno o más de esos si no funcionen.


Terminaría recapturada después de avisarles de que necesitaba ser
manejada con más cuidado. Eso haría un segundo intento de fuga mucho
más difícil cuando llegara el momento.

Nada de eso lo hizo más fácil cuando vio lo que los guardias querían
decir con “la pequeña celda de la sala de interrogatorios”.

—Mi armario de abrigos es más grande que eso —les dijo a sus
guardias en inglés.

Su respuesta fue empujarla dentro. A ella y Cynna. La puerta se


cerró de golpe.
159
Estaba oscuro. Realmente oscuro. Lily goteaba en el suelo y se
recordó que no sufría de claustrofobia.

—No hay pomo de la puerta de este lado —dijo Cynna—. ¿Estás


bien? ¿Él... qué hizo Kongqi?

—Habló. Hizo preguntas. Estoy bien. —Pero no lo estaba. Se sentía


como si sus únicas opciones fueran gritar y golpear la pared o colapsar.
Gritar sonaba bien, pero golpear la pared dolería.

Dejó que el suelo la sostuviera un rato, decidió, y apoyó la espalda


contra la pared y se deslizó por ella, usando principalmente una sola
pierna porque le dolía el tobillo, maldita sea. Era incómodo. Quería tener
las manos libres. ¿Los habría matado desatar sus manos antes de
empujarla aquí?

Una vez que estuvo abajo, fue golpeada por una ola de puro
cansancio. Cansada en todos los sentidos. Acercó las rodillas, cruzó los
brazos sobre ellas y apoyó la cabeza en los brazos. El anhelo la hizo
comprobar con su sentido de pareja...

—No estás bien. —Eso sonó como una acusación.

—Estoy considerando probar la técnica de Arjenie.

—Uh, ¿cuál?

—La técnica del desmoronamiento. Adelante, desmoronarse y


terminar de una vez. —Y ahí estaba Rule. Muy lejos, pero podía sentirlo.
Eso la tranquilizó un poco. No del todo, pero sí algo. Cynna no tenía eso,
se recordó. Ella solo tenía a Lily. Lily se enderezó para levantar la
cabeza—. ¿Qué hay de ti? ¿Estás bien?

—No puedo caminar. —La voz de Cynna era tensa, como si estuviera
mucho más cerca de los gritos y los golpes de la pared que Lily—. No es
correcto ponerme donde no puedo caminar. De lo contrario, estoy tan
bien como puedo, aquí y ahora. Esto parece ser algo esperado.
Escondiéndose bajo tierra de un dragón, quiero decir. Alice actuó como
si fuera una rutina.

—Quizá lo sea. Le pregunté a uno de los guardias. Dijo que sus


guardas no funcionan con dragones.

—Sí, me di cuenta de eso mientras hablaba con Alice. Mira, copié el


hechizo que ella quería, y me estaba pagando por eso hablando de

160
dragones salvajes cuando fuimos interrumpidas... bueno, por uno de los
dragones salvajes, ¿supongo?

La nota interrogante en su voz confundió a Lily brevemente.

—Oh. Sí. Hablaron de que era “el rojo”. —Envió su sentido mental a
Cynna. No es Reno. Lo comprobé.

—Maldición.

Lily dijo en voz alta:

—Los engendros están lidiando con el dragón salvaje, lo que sea que
signifique “dragón salvaje”, y realmente necesito saber lo que aprendiste
de Alice, pero tal vez no en este momento. Pero hay un dragón, según
Alice, y Dick Boy despegó cuando sonó la alarma… oh, eso. ¿Conoces esa
torre en el centro del patio? ¿El que tiene el frisbee encima? La cosa del
frisbee es la alarma.

—¿Qué pasa con Dick Boy? —La voz de Cynna era aguda—. ¿Qué
hay de él?

—Se acercó a charlar conmigo cuando volvía del taller de Kongqi.


Voló hacia abajo. Quería saber de qué habíamos estado hablando Kongqi
y yo toda la tarde. Cuando sonó la alarma, se disparó hacia arriba. ¿Es
la telequinesis una cosa mágica de Tierra?

—¿Eh? ¿Por qué preguntas?

—Sólo me preguntaba. Su título significa maestro de la Tierra, y


claramente es bueno en esa cosa voladora que hacen, que usa
telequinesis. ¿Te lo dije antes? No lo recuerdo. Usan una forma de
telequinesis para volar. Me hizo preguntarme si la telequinesis estaba
relacionada con la magia terrestre. No se siente como la Tierra, pero
realmente no se siente como ninguno de los elementos.

—Oh. No, telequinesis es un Don realmente raro por una razón. Está
equilibrado.

—No te sigo.

Un suspiro, luego Cynna se agachó para sentarse también en el


suelo, con la espalda contra la pared opuesta. Eso puso su pantorrilla
contra el muslo de Lily. Lily sintió que el pie de Cynna golpeaba inquieto.

161
—Equilibrado significa que se basa en los cuatro elementos por
igual: Tierra, Aire, Fuego, Agua. Los Dones suelen basarse en uno o dos
elementos, no en los cuatro, y las personas suelen tener afinidad por uno
o dos elementos y no son tan buenos con los demás. Esa es una de las
razones por las que los hechizos complejos se realizan como rituales. Un
ritual te permite equilibrar los elementos dentro del hechizo en lugar de
dentro de ti mismo porque casi nadie puede hacer eso.

»Es una especie de santo grial para los practicantes: aprender a


equilibrar verdaderamente los elementos. Cuanto más te acerques al
equilibrio real, más potencia podrás trabajar. Teóricamente, si pudieras
equilibrarlos perfectamente, podrías hacer cosas realmente complejas sin
un ritual. Algunas personas piensan que de ahí proviene la leyenda sobre
las palabras de poder, que en los viejos tiempos los adeptos eran capaces
de equilibrar los elementos tan perfectamente que podían empacar un
zigatón de poder en una sola palabra.

—¿Pero telequinesis está naturalmente equilibrado?

—Bastante. No está perfectamente equilibrado, eso no es posible, o


eso es lo que todos dicen, y con “todos”, me refiero a que es la sabiduría
común en todas las ramas de las habilidades que he estudiado.

Lily pensó en eso.

—Cullen tuvo que equilibrar los elementos cuando abrió ese portal,
¿no? El que los gnomos del Borde lo engañaron para que construyera.

—Sí. Abrir un portal requiere un equilibrio realmente estrecho, y él


mismo tuvo que mantener ese equilibrio porque era energía de línea ley.
—¿El practicante tiene que equilibrar el poder de la línea ley?

—Técnicamente no, pero el noventa por ciento de las veces sí,


porque... bueno, eso es complicado. ¿Necesitas conocer esa parte? De
acuerdo, entonces lo llamaremos mayormente sí y seguiremos adelante.
Equilibrar tanto poder es una de las razones por las que usar
directamente la energía de las líneas ley es tan peligroso, y Cullen no está
naturalmente equilibrado. Confía en mí en eso. Pero los hechiceros tienen
la ventaja de poder ver el poder que están dirigiendo. Supongo que los
engendros de dragones tienen la misma ventaja. —Hizo una pausa—. ¿Me
hiciste hablar de habilidades para calmarme?

—No, eso es un feliz accidente. —El pie de Cynna no había dejado

162
de golpear con nerviosismo. ¿Ella pensó que estaba tranquila? Y Lily
había pospuesto compartir lo que había aprendido. Tomó la mano de
Cynna. El contacto físico facilitaba el habla mental. Cynna, necesito
contarte lo que aprendí de Kongqi. Hicimos un trato. Uno de los términos
del trato es que se supone que no debo revelar sus términos o su existencia
a nadie que haya nacido en este reino. Antes de que te lo diga, se supone
que debes prometer eso también.

El pie de Cynna se detuvo brevemente. Su respuesta fue clara.

Esa es una laguna grande y bonita. Bueno. Prometo no revelar los


términos o la existencia de tu trato con Kongqi a nadie nacido en este reino.

Lily continuó.

A cambio de que le cuente cosas sobre dragones, es decir, sobre


dragones sensibles. Así es como llama a nuestros dragones. A cambio de
eso, Kongqi me dijo por qué robaron a los niños.

Cynna se quedó completamente quieta.

No había una buena forma de decir esto, o estaba demasiado


cansada para pensar en una. Directamente tendría que ser suficiente.

Los engendros quieren Cambiar de la forma en que lo hacen los lupi,


solo que entre humano y dragón, no lobo. La Gran Perra les ha enseñado
algún rito o ritual que pueden usar para robar la habilidad de los niños
para Cambiar.

Silencio. Cynna estaba tan quieta...

—¿Estás respirando? No estás respirando.


Cynna tragó saliva.

—Lo estoy ahora. Estoy bien. Estoy bien, excepto por ser un jodido
desastre y no hay nadie a quien disparar cuando realmente quiero
dispararle a alguien, lo cual ciertamente es una especie de desastre, pero
estoy bien. Lo que dijiste... eso tiene sentido, ¿no? Estos engendros
quieren ser dragones completos como los que te contó Sam, pero no están
lo suficientemente locos como para dejar de poder comunicarse, y tienen
la mente oscura, por lo que eso significa mantener la forma humana. Pero
lo quieren de ambas formas: capaces de ser dragones cuando quieran y
humanos cuando lo necesiten. Lo mejor de ambos mundos para ellos. Y
no debería estar hablando. No en voz alta. Mierda. Cállate ahora.

163
—Probablemente esté bien. Estoy segura en un noventa y nueve por
ciento de que Fang tiene un hechizo de traducción, pero Fang no está
cerca. Nadie lo está. —Lo sabía porque comprobó con su sentido mental—
. Todos están disfrutando de su emergencia, por eso estamos metidas en
un armario para abrigos. Un armario para abrigos realmente pequeño.

—Donde no puedo caminar, lo cual está mal. —Cynna tomó otro


aliento tembloroso—. Ese es su trato con la Gran Perra, ¿no? Me refiero
a su mitad. Llegan a ser dragones, solo con el Cambio para que también
puedan ser humanos. ¿Qué obtiene ella?

—No lo sé. Kongqi ni siquiera discutiría hacer eso como parte de


nuestro trato. —Lo cual no debería mencionar en voz alta, en caso de que
alguien paseara o tuviera un hechizo de clariaudiencia o un Don que
pudieran usar para escuchar... la parte de “no revelar” del trato
significaba que tenía que hacer todo lo posible para no ser escuchada.
Volvió a hablar mentalmente. Piensa en mí. No hables.

Una pausa, luego:

Bien. ¿Por qué los niños?

¿Qué?

¿Kongqi dijo por qué necesitaban niños para esta violación de poder
que planearon? ¿Fue porque los niños serían más fáciles de manejar que
los lupi adultos, o su ritual requiere lupi que aún no ha Cambiado?

Necesitan niños, envió Lily sombríamente. Niños demasiado


pequeños para el Primer Cambio. Una vez que un lupus ha cambiado, no
se le puede quitar la habilidad.
—No debería ser posible en ningún momento —murmuró Cynna.
Luego dijo en silencio: ¿Dijo si esta violación de poder mataría a los niños?

No pregunté. Supuse... pero puedo preguntar la próxima vez. Puedo


hacer una pregunta cada vez que me manda llamar para charlar.

Un momento de silencio inquietante, tanto físico como mental, luego


Cynna envió:

Quiero decir que sí, pregunta eso, pero puede que haya algo más que
necesitemos saber más.

Lily tenía una docena de preguntas que deseaba desesperadamente


que le respondieran.

164
Sí, tendremos que hablar de eso. Sobre lo que debería preguntar.
Cynna, robaron cinco niños. Y hay seis engendros.

—Mierda. Sí. Así que… —Cynna detuvo la parte en voz alta de su


discurso. Intentaron por más, pero los detuvieron, por lo que solo tienen
cinco niños, lo que significa que uno de ellos se queda fuera. Eso tiene que
causar problemas. Los problemas entre los engendros tienen que ser
buenos para nosotros, si podemos descubrir cómo hacer uso de ello.

Eso es lo que parece, estuvo de acuerdo Lily. Todavía no tengo


ninguna sugerencia sobre cómo hacerlo, pero podemos tenerlo en cuenta.
Buscar oportunidades. Otra oportunidad podrían ser los dragones.

¿Qué? ¿Cómo?

Si podemos ponernos en contacto con uno de los dragones aquí, no


con los de mente oscura a los que llaman dragones salvajes, sino un
dragón regular…

—Lily, todos son dragones salvajes.

—¿Todos? —Lily miró como si su incredulidad pudiera permitirle ver


a través de la oscuridad—. Eso no tiene sentido. ¿Quieres decir que todos
tienen la mente oscura?

—¿Como los engendros, quieres decir? Juntando lo que Alice me dijo


con lo que sé sobre dragones, diría que sí. No usan el habla mental. No
parecen comunicarse entre ellos ni con los humanos aquí. La gente aquí
piensa en ellos como bestias: enormes, aterradoras y no sensibles.

—Todos ellos. —La mente de Lily estaba realmente aturdida—. Pero


eso significaría que cada dragón en Dragonhome es el resultado de... —
Maldita sea, no podía hablarle a Cynna sobre incubaciones fallidas. Ese
era el secreto más oscuro y profundo de los dragones, y ella había dado
su palabra de no...

El suelo tembló.

Los terremotos eran un territorio familiar para Lily, nacida y criada


en California. Eso no los hacía bienvenidos, especialmente cuando estaba
encerrada bajo tierra. Automáticamente volvió a alcanzar a Rule. La
conexión, por débil y remota que fuera, la tranquilizó.

—Mierda. ¿Qué están haciendo ahí fuera?

165
—Podría ser el dragón, no los engendros.

—¿Pueden los dragones hacer eso? ¿Causar terremotos?

—No lo sé.

—Este lugar probablemente sea sísmicamente activo. Tienen un


mito sobre una gran serpiente que duerme en las profundidades de la
tierra y... —Lily se detuvo abruptamente.

—¿Qué? —preguntó Cynna—. ¿Qué es?

—Nada. —Nada importante, envió.

Dime.

Realmente no es nada. Acabo de notar que Rule se está moviendo. Se


ha estado quedando en el mismo lugar, o al menos parecía que estaba. Es
difícil saberlo cuando está tan lejos. Me asusté cuando me di cuenta de
que se estaba moviendo, eso es todo.

Cynna habló lentamente.

—Estás hablando del...

—No en voz alta, no lo estoy.

Bien, envió Cynna. El vínculo de pareja. ¿Sientes Rule a través de él?

Por supuesto. Está muy lejos… o se siente como si lo estuviera, pero


eso podría deberse a que no estamos en el mismo reino.

¡Pero eso significa que él está en el mismo reino que nosotras!


Lily negó con la cabeza, enojada por tener que explicar lo obvio. No
quería estar enojada con Cynna. Ella estaba tan cansada.

Tu Búsqueda funcionó en Ryder cuando ella estaba en Dis y tú no,


¿no es así? Y cuando Rule estaba en Dis y yo no lo estaba, o una parte de
mí no lo estaba, de todos modos, la parte de mí que no estaba en el mismo
reino que él todavía lo sentía a través del vínculo de pareja. Sabía dónde
estaba geográficamente, al igual que ahora.

Cynna agarró el brazo de Lily.

Para que puedas localizar a Rule, para sentirlo en un lugar específico,


tiene que estar en este reino o en uno que sea físicamente congruente con
él. Probablemente también deba ser congruente en el tiempo, pero no puedo

166
jurarlo. Sabemos que este reino no es congruente con Dis, entonces... Él
está aquí. En este reino.

Lily miró en la oscuridad lo que podría ser el rostro de Cynna, una


forma ligeramente más pálida.

—¿Estás segura? —susurró, olvidándose del habla mental.


Olvidando todo excepto que quizás, solo quizás...

—Ochenta por ciento segura. Diez por ciento no soy una experta.
Diez por ciento de quién diablos sabe. —Una pausa larga—. No creo que
me estés escuchando.

Lily se dio cuenta de que su sentido de la mente se había acurrucado


dentro de ella nuevamente cuando dejó de prestarle atención. Una vez
más lo empujó.

Lo estoy ahora.

No sabemos a dónde fue Gan, ¿verdad?, envió Cynna. Después de


que te trajo aquí, no sabemos a dónde fue. Quizás trajo a más gente aquí
que solo tú y yo. Simplemente no llevó a todos al mismo lugar.

Menos mal que Lily ya estaba sentada en el suelo. De lo contrario,


podría haberse lastimado colapsando bajo la marea de emoción que la
golpeó.

Él venía. El conocimiento era absolutamente seguro y sólido, por


irracional que fuera. Rule se acercaba a ella.
167
El pueblo de Bolilu

Dos días después

El mapa era una cosa hermosa, tal vez dos metros y medio de largo
y un metro veinte de ancho, que cubría toda la mesa donde descansaba
bajo cuadrados de vidrio. Estaba entintado a mano en cuatro colores y,
si era más ilustrativo que preciso, proporcionaba una buena cantidad de
detalles sobre las áreas pobladas. Aquellos estaban concentrados en o
cerca del río por el que habían estado viajando, que la gente de aquí
llamaba Huang He, aunque no era amarillo, al menos no el tramo que
ella había visto, sino que también había aldeas salpicadas de tres de los
afluentes del río.

Debería ser un buen mapa. Verlo le había costado a Li Lei cinco


yuanes. No entendía bien la moneda local, pero sabía que cinco yuanes
le habrían comprado una noche de alojamiento en un lugar mucho mejor
que el que había alquilado cuando llegó el barco anoche.

Ella no parecía próspera. Esto era molesto. La ropa que Gan le había
robado era vieja, no tan limpia como a ella le gustaría, y al principio no
había sido de buena calidad. Los comerciantes no la trataban con respeto
y la gente en la calle esperaba que ella se hiciera a un lado para ellos.
Eso, por supuesto, se debía solo en parte a su ropa; ella estaba
manteniendo su poder velado. Incluso los nulos respondían a alguien que
tenía un gran poder, aunque por lo general no lo sabían.
Pero era mejor si la gente no se fijaba en ella, por lo que escondió su
poder y pagó por el privilegio de estar en la tienda de este hombre y mirar
su excelente mapa. El ladrón dueño de la tienda ni siquiera le vendería
papel, pluma y tinta para hacer un boceto. Prefería vender sus propias
copias, y también muy caro.

Si Li Lei hubiera tenido la intención de ser justa, podría haber


reconocido que el cartógrafo había invertido mucho en sus bienes. En
una sociedad preindustrial, esas cosas eran lujos. El papel era caro aquí.
Sin duda, el cristal que protegía el mapa también había sido costoso. La
mayoría de las ventanas estaban cerradas o cubiertas con pieles, y pocas
personas sabían leer. Muchos nunca verían un libro en sus vidas, si es
que tuvieran libros aquí. La encuadernación había existido en China

168
durante dos mil años, más o menos algunos siglos, pero este lugar no era
China.

Hacía mucho tiempo que Li Lei no vivía en una sociedad


preindustrial. No tenía una buena opinión de ellas.

—Honorable invitada, ¿tardarás mucho más? —El ladrón que se


había llevado sus cinco yuanes parecía molesto—. Es hora de almorzar.

—Unos momentos más. —En algún momento, podría haber


conservado con precisión una imagen del mapa en su mente. Recordaba
la técnica, pero, por desgracia, no funcionaba con un cerebro humano.
También conocía tres hechizos para preservar una imagen... bueno, dos.
La mayoría de dos. Lo que significaba que en realidad solo conocía uno,
y requería componentes que no tenía.

Ah, bueno. De todos modos, habría sido llamativo realizarlo aquí.

—¿Tienes un pequeño mapa de esta área? —Golpeó el cristal sobre


uno de los afluentes.

—Un mapa muy fino, oh, sí. —Luego se lo describió con superlativos
brillantes.

Ella no tuvo problemas para entenderlo. Había sido una sorpresa


cuando escuchó por primera vez el dialecto que hablaban aquí, porque
había pasado mucho tiempo, mucho tiempo, desde que ella misma lo
había hablado, y ese no había sido uno de los mejores períodos de su
vida. Se había vuelto a familiarizar con el sonido de camino a esta ciudad,
animando a los barqueros a hablar con ella. Sus oídos lo recordaban
mejor que su lengua (el tono sandhi era casi tan complejo como el de los
dialectos min) pero eso no era un problema mayor. Lo hablaba bastante
bien, y para esta gente era una lái, una que cayó, aunque había caído en
este reino hace muchos años. No les resultó extraño que ella tropezara
de vez en cuando en su idioma.

¿Cómo se llamaba cuando aprendió este dialecto por primera vez?


Hu, sí, recordó el apellido, pero no el nombre de pila. Por supuesto, ella
no había vivido bajo esa identidad por mucho tiempo. Sin embargo,
habían sido años muy difíciles, y tal vez por eso no...

—... diecisiete yuanes —finalizó el cartógrafo.

—¿Diecisiete yuanes? —Li Lei no tuvo problemas para sonar


escandalizada.

169
Él le habló de la excelente calidad del papel. Le mostró el mapa. Le
recordó que restaría la mitad de su tarifa de visualización de cualquier
compra. Ella lo miró, y otros tres mapas de varios tamaños, y regateó con
ahínco antes de finalmente comprar uno de los mapas más pequeños por
tres yuanes.

No era un mapa del lugar al que pensaba ir. Este hombre la


recordaría. Ella podría haberlo hechizado para que olvidara, por
supuesto. Había hecho algo así con las personas a las que había
interrogado en la granja, y luego nuevamente en el pueblo donde
encontraron pasaje en el primer barco. Pero así era más virtuoso... y tenía
la ventaja de guiar a cualquiera que la buscara en la dirección
equivocada.

Siempre era agradable cuando se podía combinar la virtud con la


ventaja. Li Lei salió de la tienda, satisfecha con suficiencia... y un
cosquilleo de algo como la canción la hizo alzar su mirada.

Sin embargo, el dragón cuya canción silenciosa la había tocado


volaba demasiado alto para sus ojos, oculto por las tenues nubes. Ella
miró hacia arriba de todos modos, melancólica ahora. La vida nunca era
justa. Sabía esto. Todavía la ponía triste. Sun había sacrificado mucho,
permaneciendo en la Tierra para hacer lo necesario allí. Si vivía para
regresar (y tenía toda la intención de hacerlo, a pesar de las
probabilidades) compartiría los recuerdos que había reunido de este
lugar donde habían nacido sus antepasados. Pero no podía compartir un
recuerdo que no tenía. No podía darle el recuerdo de volar en los cielos
de Dragonhome.
Él, por supuesto, negaría cualquier sacrificio. Ese no era un
concepto de dragón. Se consideraban los costos y los posibles costos,
riesgos y beneficios, a la luz de los objetivos. Entonces uno actuaba. El
sacrificio era un término estúpidamente emocional para elegir actuar en
apoyo de una meta sobre otras.

Resopló suavemente para sí misma y siguió caminando. Sun era


muy sabio, pero algunas cosas no las entendía.

Mientras Li Lei caminaba por la calle, puso parte de su mente en


buscar problemas. Realmente no podía segmentar su mente como lo
hacían los dragones. Los cerebros humanos no se adaptaban a tal
división. Pero ella no era puramente humana, ¿verdad? Y poner un

170
centinela era una tarea antigua y familiar.

Era una calle muy transitada. La mayoría de las personas a las que
pasó poseían algo de magia, a menudo solo un rastro, pero los Dones
eran comunes aquí. Esto no fue sorprendente en un reino de alta magia.
Pasó junto a vendedores de naranjas, vendedores de telas, vendedores de
especias, estaño, cerámica y varios vendedores de vidrio. Recipientes de
vidrio para beber de todas las formas y tamaños. Jarrones, jarras y urnas
de vidrio. Vidrio decorativo. Una pequeña tienda que vendía solo espejos.
Sin cristales de ventana, pero probablemente debían ser pedidos
especiales. La ciudad de Bolilu era conocida por su cristalería, gracias a
la arena de alta calidad cercana. De ahí el vidrio en la tienda del
cartógrafo; incluso ese ladrón probablemente no podría haberse
permitido un vidrio para encabezar su mapa si hubiera tenido que
importarlo.

La mayoría de las personas que la rodeaban usaban sombreros.


Necesitaría obtener uno. También olían mal. Li Lei había olvidado lo que
era caminar entre tanta gente que carecía de desodorante y no podía
bañarse a diario. No tenía que mezclarse con los demás a ese respecto,
decidió.

—Podría haberte robado ese mapa —dijo una voz desde


aproximadamente la altura del codo—. No tenías que pagar por él.

La mirada de Li Lei pasó de un lado a otro. No vio precisamente a


Gan. La sintió de la manera en que sentía toda la magia. Podía, con un
esfuerzo, construir una imagen visual a partir de esa sensación (se sentía
como si cruzara los ojos dentro de su cabeza) pero era una cosa borrosa
y parpadeante.
A diferencia de su nieta, Li Lei no podía ver dashtu. Sun creía que la
capacidad de Lily para ver dashtu significaba que con el tiempo, con lo
que se refería a unas pocas décadas, podría aprender a hacer dashtu ella
misma. Debería saberlo. Fue él quien dominó por primera vez el truco
cuando se dio cuenta de que los dragones tendrían que emigrar al reino
de los demonios hasta que la magia regresara a la Tierra en niveles
suficientes. Se lo había enseñado a los otros dragones, sabiendo que
necesitarían la habilidad en Dis. Dashtu era innato a los demonios, no a
los dragones.

—Shh —dijo.

Silencio por unos momentos, luego:

171
—Estoy aburrida.

Li Lei consideró animar el día de Gan prendiendo fuego a uno de sus


dedos del pie. El antiguo demonio podría ser invisible para los que
estaban alrededor, pero no era inaudible. Como ella sabía muy bien.

—Shh —dijo de nuevo.

A medida que se acercaban al mercado, los olores de los puestos de


comida la hacían sentir hambrienta incluso cuando la inundaron de
recuerdos. La mayor parte de su vida la había pasado donde el mundo
olía así. Ya había hecho algunas compras antes de ir a la tienda del
cartógrafo; en el mercado añadió a ellos.

Habían llegado a la localidad de Bolilu ayer después de cambiar de


barco en tres ocasiones. Los únicos barcos disponibles hasta ahora
habían sido sampans, barcos de poco calado adecuados sólo para
distancias cortas. Éstos eran abundantes, ya que la mayoría de los viajes
se realizaban por el río, pero Rule dijo que su viaje no sería corto.
Tampoco disponían de mucho tiempo. Necesitaban una embarcación más
rápida. Aquí, en este pueblo más grande, esperaban encontrar un chún-
chún.

Traducido literalmente, chún-chún significa buey-buey. Los barcos


recibieron el nombre de las bestias que los arrastraban. Estas bestias no
eran bueyes. Li Lei no los había visto, pero ninguna yunta de bueyes
podía tirar de un barco río arriba tan rápido como se decía que viajaban
estos barco. Los chún-chún transportaban correo oficial desde y hacia la
capital, ya que aquí era el medio de transporte más rápido y, por tanto,
el medio de comunicación más rápido. Pero no eran propiedad del
gobierno y ganaban gran parte de sus ingresos contratándose para carga,
correo privado e incluso pasajeros. Por una tarifa lo suficientemente alta,
es posible que estén dispuestos a renunciar a sus paradas habituales por
carga. Si se mostraban reacios, Li Lei estaba dispuesta a animarlos... una
vez llegara un chún-chún. Ahora no había ninguno en el muelle.

Se detuvo en un puesto que vendía calzado e inspeccionó un par de


sandalias de hombre. Después de que alquilaran una habitación ayer,
Rule había Cambiado. Al principio pensó que esto era temporal para que
él pudiera comunicarse y, de hecho, había estado muy listo para hablar.
Primero había surgido una pregunta: ¿Podría Li Lei crear un portal
cuando llegara el momento?

172
Gan había señalado que podía llevar gente con ella cuando cruzara.
Rule había señalado que habría cinco niños y cuatro adultos para
evacuar, demasiados para que Gan se los llevara. Li Lei había señalado
que no necesitaban crear un portal. Los niños habían sido (o serían, para
usar su actual marco de referencia) sacados de Dis a través de un portal;
solo necesitaban reabrir uno ya construido. Gan era sensible a los
portales. Ella había sentido le que usaron para sacar a los niños y pensó
que era un portal permanente.

¿Y si Gan estaba equivocada?, había preguntado Rule. ¿No dejaban


de existir los portales temporales después de haber sido utilizados?

Sí y no, había dicho. Los portales temporales carecían de lo que


podría llamarse un ancla, esa parte de la estructura que evitaba que se
disiparan. Tales anclas tardaban meses en construirse, por lo que era
posible que sus enemigos no se hubieran molestado. Sin embargo,
incluso sin tal anclaje, la estructura del portal permanecería por un
tiempo. Podría pensar en ello como el fantasma de una puerta, ni lo
suficientemente sólida para usar ni completamente desaparecida. Esta
estructura se podía despertar, reabriendo la puerta, que era mucho más
simple que construir una desde cero. Aun así, debían esperar que Gan
tuviera razón. Reabrir un portal permanente sería mucho mejor. Los
nodos se habían desestabilizado cuando Reno voló a través del constructo
mágico. No serían tan inestables aquí como en Dis, pero un portal
temporal atado incluso a nodos ligeramente inestables colapsaría
rápidamente.

No, no sabía qué tan rápido. Y no, no podía abrir ningún tipo de
portal por sí misma. Ella no explicó por qué. Sin embargo, debería poder
instruir a Cynna Weaver en lo que se necesitaba. O Reno podría hacerlo
si llegaba a este reino en el momento adecuado. El dragón verde estaba
muy bien informado sobre ese tipo de cosas.

¿Pero Reno no podía crear un portal él mismo?, había Rule


preguntado.

No, había dicho ella. Y se negó a decir más.

Siguió mucha discusión, en el transcurso de la cual se enteró de que


Rule tenía la intención de viajar como hombre durante el resto de su viaje.
Había argumentado que un lobo era un compañero de viaje difícil de
explicar, incluso más difícil que un europeo alto. Eso era cierto. Había
descubierto que aquí no tenían perros ni lobos, mientras que los europeos
eran raros pero no desconocidos. Él podría ser un lái, dijo, como ella. Ella

173
hubiera preferido que volviera a ser lobo. Podía moverse sobre tres patas
mucho mejor que sobre una. Además, por razones que ella no entendía,
su truco curativo funcionaba mejor cuando él era lobo. Pero fue su
elección, y eligió ir en dos pies.

Por tanto, es mejor calzar esos pies. Li Lei completó su trato y deslizó
las sandalias en una bolsa de red. Rule quería botas, pero las botas
debían ajustarse al pie. Tendría que esperar hasta poder visitar las
tiendas él mismo. Todavía no estaba a la altura.

Puede que tampoco estuviera dispuesto a comer, pero creía que


debía hacerlo. El lobo tenía demasiada hambre, dijo. Li Lei confiaba en
su comprensión de sus propios límites, por lo que anoche le había
permitido comer algunos fideos con su caldo. No pareció hacerle daño.
Hoy tendría comida más sustancial. Todavía no había carne, que era lo
que ansiaba su lobo, pero la carne sería demasiado dura para su intestino
incompleto. En el mercado, Li Lei compró ci faan, baozi y jianbing, colocó
los alimentos en una de las bolsas de hilo que había comprado y se dirigió
a su habitación.

La naturaleza de la calle y la gente cambió a medida que se


acercaban al río. Menos tiendas, gente más destartalada, no tantas
mujeres. Tampoco tantos Dones en los transeúntes. Los nulos no
prosperaban donde se valoraba la magia. Dejó que sus hombros se
inclinaran y se movió de manera diferente (vean, solo una anciana, no
rica, ni amenaza ni objetivo) y agregó una mancha de mira-hacia-otro-
lado. No es una mancha fuerte; solo podía utilizar un hilo de magia sin
romper la inversión con la que ocultaba su poder. Pero sus bolsas de
cuerdas estaban llenas y no quería que un ladrón hambriento la
retrasara.

Li Lei dobló por un callejón estrecho entre un sólido almacén y un


edificio de madera de mala reputación. La planta baja del edificio de
madera era un bar, aunque su propietario se refería a él como una casa
de té. En la parte trasera de la “casa de té” había un conjunto de escaleras
destartaladas.

—Eso se romperá si te apoyas en ella —le dijo al no-demonio detrás


de ella mientras subía las escaleras.

Gan inmediatamente hizo sonar la barandilla.

174
—Eh —dijo mientras parte de ella se soltó en su mano—. Tienes
razón. Aunque no es un mal bastón. O tal vez Rule pueda usarlo como
bastón.

—Es demasiado corto para él. —Muchas cosas eran demasiado


cortas para él en este mundo. Los pantalones que Gan le había robado
anoche, por ejemplo. Se le veían muy tontos. Ella estaría haciendo más
compras más tarde.

En la parte superior de las escaleras había un balcón poco confiable,


que daba acceso a tres puertas en el edificio. Fue a la puerta del medio y
llamó. Un momento después oyó que la barra del interior se levantaba.
La puerta se abrió.

Rule se veía terrible. Su rostro estaba pálido y con barba incipiente.


Con la camisa abierta, se veían tanto la herida como las costillas. Pero se
paró sobre dos pies sin tambalearse, lo que no debería haber hecho. Su
curación había priorizado con bastante sensatez su herida intestinal,
dejando la de su muslo completamente sin curar.

—Esperaba recibir una entrega de pizza.

—Te sientes lo suficientemente bien como para bromear —le


informó, aprobándolo.

La pequeña habitación que habían alquilado estaba vacía, salvo por


un catre individual con un colchón relleno de paja y las escasas
posesiones que habían adquirido: tres mantas, tres tazas para beber y
tres tazones. También estaba vacío de pulgas y chinches. Ella se había
encargado de eso. Podía tolerar la miseria si tenía que hacerlo. No veía
ningún sentido en tolerar los insectos.

—Trajiste comida, aunque no sea pizza. —Tenía las fosas nasales


ensanchadas.

Él no podría concentrarse en nada más hasta que comiera. Ella


hurgó en una bolsa de red.

—Esto es baozi. Es un bollo al vapor con verduras en su interior.


Come despacio. Si puedes digerirlo, puedes tener más después. Y
siéntate. No debes caminar sobre esa pierna.

Rápidamente se dobló hasta el suelo con más elegancia de lo que

175
debería haber sido posible con una sola pierna utilizable y mordió el
baozi.

—Yo también tengo hambre —dijo Gan con esperanza, parpadeando


a plena visibilidad.

Li Lei le entregó a Gan dos jianbing (crepas envueltas alrededor de


huevos y verduras con una salsa picante) y le dio un mordisco al tercero,
disfrutando del brillo picante de los chiles. No había comprado uno de
estos para Rule. La comida picante no sería buena para él.

—Creo que tienes razón.

Los ojos de Gan se abrieron de asombro.

—¿La tengo?

—Sí. No funcionará que permanezcas dashtu en la siguiente parte


de nuestro viaje. Es probable que nos observen hablando con alguien que
no es visible, y existe el problema de la comida. Puedes robarla, pero en
un viaje más largo es probable que se noten esos robos.

—¡Bien! Solo que no me parezco a nadie aquí.

—No. Serás un mutante.

—No soy un mutante.

—Fingirás que lo eres. Las mutaciones son comunes aquí y no todos


los mutantes mueren. Eso explicará tu apariencia. Serás la... Bah. El
inglés no tiene la palabra adecuada. La hija del hijo de la hermana de mi
marido.
—Yo tampoco soy eso.

—Vamos a mentir.

—¡Oh! —Gan sonrió—. Me gusta mentir. Todavía no soy muy buena


en eso, pero puedo mentir si lo intento.

—Esta será una buena práctica para ti y más fácil que muchas
mentiras, ya que no tendrás que decir una mentira. No puedes hablar.

—¡Por supuesto que puedo!

—Eso será parte de la mentira —explicó Rule. Había terminado el


baozi y estaba tratando de no mirar la bolsa que contenía el resto de la
comida—. Fingirás que no puedes hablar. Dado que aquí no puedes

176
utilizar el idioma, es importante que no hable con nadie.

Gan asintió.

—Eso tiene sentido. —Luego negó con la cabeza—. Pero si no puedo


hablar, ¿cómo puedo explicar por qué no hablo?

—Lo explicaremos por ti —dijo Li Lei—. Antes de que te dejes ver,


sin embargo, debemos teñir tu cabello. Incluso los mutantes aquí no
tienen el cabello azul.

Como esperaba, eso produjo un torrente de protestas. Gan estaba


muy orgullosa de su cabello. Pero el cambio era necesario. Li Lei podría
hechizar a algunas personas para que no encontraran a Gan nada
extraordinaria, pero no a todo el mundo todo el tiempo. Gan debía teñirse
el cabello o seguir siendo dashtu. La pequeña exhaló un gran y triste
suspiro y asintió.

Li Lei había comprado el tinte en el mercado. A diferencia de su visita


a la tienda de mapas, esa compra no la había hecho llamativa. Las
ancianas habían estado tratando de ocultar sus canas desde que hubo
ancianas. Pero necesitaban agua y una tina, y aunque esas cosas
deberían haber sido fáciles de conseguir, el propietario de la casa de té
no era un hombre agradable. Tampoco tenía el debido respeto por los
ancianos. Ella podría haberlo hechizado, pero para hacerlo, habría tenido
que tocar su mente viscosa. Sun siempre le había dicho que era
demasiado exigente... claro que, si se hubiera visto obligado a lidiar con
alguien así, bien podría haber limpiado ese cadáver podrido de una mente
tan a fondo que todo lo que quedara fuera un idiota sonriente. Sun no
toleraba los insultos.

Sin embargo, habría sido un idiota sonriente agradable, pensó Li Lei


con nostalgia. Pero convertir al propietario en un idiota agradable sería
conspicuo, por lo que se inclinó y se inclinó y pagó demasiado y planeó
el hechizo que enviaría a cada pulga y chinche de un kilómetro a la cama
del propietario.

Cuando regresó a la habitación con la bañera vacía, Rule estaba


sentado en el catre. Se había comido los otros dos baozi mientras ella no
estaba. No lo reprendió. La mayoría de las personas que vivían en los
Estados Unidos en estos días nunca habían conocido el hambre real, de

177
esas que se acumulan durante días, no horas. Ella lo hacía. No debería
haberle dejado la comida en la habitación.

—¿Estás adolorido?

—No. Probablemente lo estaré. —Suspiró—. Fue difícil de detener.

Ella lo estudió brevemente con su otro sentido. No le dijo lo


suficiente.

—Mientras tengas la cabeza despejada, es posible que desees


estudiar esto. —Sacó el mapa de su bolsillo y se lo entregó.

Gan saltó al catre junto a Rule.

—Fuimos a esta tienda de mapas con... ¡oye, ese no es el que


compraste!

—No —estuvo de acuerdo Li Lei—. Compré el otro mapa para


engañar al ladrón dueño de la tienda. Robé este. El niño traerá agua
pronto. Necesitas…

—¡No te vi hacer eso!

—No se suponía que debías. —A Li Lei le complació saber que


todavía poseía alguna habilidad. No recomendaba el robo como profesión,
pero en una vida tan larga como la de ella, uno tenía tanto la oportunidad
como la necesidad de perseguir ocupaciones menos deseables—. Dejarás
de interrumpir por un tiempo, Gan, y volverás a dashtu mientras
esperamos el agua por la que pagué demasiado. —Se sentó al otro lado
de Rule. El catre crujió—. Rule, este mapa es diferente a los que estás
acostumbrado. No está dibujado a escala. Aquí es donde estamos ahora.
—Tocó el hanzi1 para Bolilu—. Esto es el norte. —Otro toque—. ¿A dónde
vamos?

Rule cerró los ojos por un momento, luego los abrió y señaló.

—Aquí, creo. Esta dirección, al menos. No sé la distancia.

—Ese es Lang Xin. Es la capital.

Él le lanzó una mirada.

—¿Donde viven los engendros?

—Sí, aunque ese agricultor dijo que no todos viven allí todo el
tiempo.

178
—No sé lo que dijo ese granjero. No sé lo que dice nadie aquí, y eso
no va a funcionar. —Miró a Gan—. Tienes un encanto de traducción.
Quizás puedas prestármelo para...

—No. —Gan apoyó una mano en su pecho como si protegiera los


collares que llevaba dentro de la camisa. Había tres: uno con el disco de
traducción; uno con los hechizos que Cynna Weaver había hecho, uno de
los cuales había utilizado para mantener a Rule en el sueño; y una que
parecía ser una pesada cadena de oro sin colgante—. Lo necesito.

—Podríamos hacer algún intercambio —insistió Rule—. Al menos


podríamos turnarnos.

Sin embargo, si uno miraba la cadena, como había hecho Li Lei


cuando Gan se bañó anoche, se balanceaba como si llevara un peso
invisible. Esto era muy interesante, ya que Li Lei no podía sentir ningún
tipo de magia adjunta. Cualquier vínculo que tuviera la canciller del
Borde con el medallón, que era uno de los artefactos mágicos más
grandes jamás creados, era invisible para todos los sentidos.

—Es mío —dijo Gan obstinadamente—. Lo necesito. Y no tienes


chocolate, entonces, ¿qué podrías intercambiar?

—Ambos necesitan tal encanto —anunció Li Lei—. Con tu permiso,


Gan, intentaré copiar el tuyo.

1 Sinograma o carácter chino.


Gan parecía dubitativa.

—¿Puedes hacer eso? Los gnomos hacen que sea difícil copiarlos. Se
llama monopolio. Eso significa que quieren que les paguen por hacer los
amuletos en lugar de a otra persona.

—No soy muy hábil con los encantos —admitió—. Sin embargo,
conozco los conceptos básicos y podré leer el hechizo de tu encanto. Si
puedo leerlo, debería poder duplicarlo.

—¿Lo harás ahora? —Era Rule, que parecía interesado—. Cullen


dice que solo los adeptos pueden ocultar completamente los hechizos,
pero los gnomos parecen haber escondido el de sus encantos de
traducción.

179
—Hay tres formas de ocultar los hechizos colocados sobre un objeto.
Dos de ellos no me incomodan. —Porque afectaban la Visión, no el tipo
de detección que usaba. Muy pocos seres sentían la magia
directamente—. El tercero solo puede ser utilizado por alguien capaz de
crear un Gran Artefacto. El encanto de Gan no fue creado por alguien
así. Leeré el hechizo base, que será una forma de magia mental. Soy
buena con la magia mental. Necesitaré... ah. Dashtu —le recordó a Gan
enérgicamente cuando sonó un golpe en la puerta.

Era el chico del agua. Una vez que se fue, Rule se ofreció a ayudar a
teñir el cabello de Gan. Li Lei lo rechazó. Podía quitarse el tinte de las
manos de la misma manera que quitaba la suciedad; él no podría. No sin
Cambiar, al menos, y eso era un gasto innecesario de poder que
necesitaba para curarse. Mientras ella aplicaba el tinte, discutieron cómo
cambiar más gemas de Gan por dinero en efectivo.

Las gemas estaban en demanda, como era de esperar en una


sociedad impulsada por la magia. Las gemas a base de corindón (rubíes
y zafiros) eran más comunes aquí que en casa, por lo que su valor no era
tan alto como cabría esperar. Sin embargo, el topacio era
sorprendentemente raro; el que habían vendido les había traído hasta
aquí. Las esmeraldas eran tan raras que no se atrevían a intentar vender
una. Los haría demasiado visibles.

Los diamantes serían lo mejor, estuvieron de acuerdo. Eran muy


deseables, pero no tan infrecuentes como para llamar la atención.
Además, había historias sobre un enorme depósito de diamantes en la
misma costa donde habían llegado a Lóng Jia.
Li Lei había aprendido algunas de esas historias en el pueblo donde
compraron por primera vez un pasaje en un sampán; había aprendido
más de los barqueros. Se decía que el depósito de diamantes se
encontraba a varios días a pie del pueblo más cercano, una caminata que
era extremadamente peligrosa. Ir por el agua puede parecer mejor, pero
nadie se aventuraba al océano. Incluso los dragones, le dijeron, evitaban
enredarse con las grandes bestias del mar. Sin embargo, siempre había
algunos lo suficiente desesperados para hacer el intento por tierra. La
mayoría nunca se volvía a ver, pero de vez en cuando uno regresaba con
un puñado de diamantes, o con los bolsillos vacíos y una historia
espeluznante de supervivencia. Era suficiente para mantener vivas las
historias.

180
Esas historias se convertirían en su historia, explicó Li Lei mientras
enjuagaba el tinte del cabello de Gan. Iban a llamar la atención. No había
forma de evitar eso. Ella podía mezclarse, pero Gan y Rule no.

Rule la había interrumpido entonces.

—¿Supongo que no puedes hacernos ilusiones?

—No soy un elfo —espetó, agregando con cierta desgana, porque no


le gustaba comprometerse con un proceso que bien podría terminar en
un fracaso—, tal vez sea capaz de inventar un ungüento que te haga
menos distintivo. No lo sé y llevará tiempo. Creo que no deseas
permanecer aquí durante varios días mientras lo intento.

Él no lo deseaba, y ella continuó con su explicación. Las personas


que parecían tan extrañas como ellos serían vistas con sospecha.
Cualquier historia que contaran para explicarse sería sospechosa; por lo
tanto, debían asegurarse de que las personas tengan una buena historia
que inventar sobre ellos.

No afirmarían ser aventureros que de alguna manera habían


sobrevivido a terribles peligros para desenterrar diamantes. De hecho, lo
negarían. Era una pena que ninguno de ellos supiera nada sobre la
extracción de diamantes. Tendrían que mostrar una ignorancia real en
lugar de un tipo calculado, pero ella no lo consideró una desventaja
importante.

Diría que venían de un pueblo muy pequeño cerca de la costa,


demasiado pequeño para que alguien hubiera oído hablar de él río arriba,
y en la dirección opuesta a los legendarios depósitos de diamantes. Sus
diamantes, que ella permitiría que vieran una o dos personas, eran una
herencia. Rule simplemente había aparecido un día, como hacen los lái.
Lo había acogido por caridad, y también porque podría ser de ayuda en
su viaje a la capital, pero el tonto se había lastimado y no era de ninguna
ayuda. Y la extraña Gan era la hija de su sobrino por matrimonio y no
tenía dones especiales. Li Lei insistiría en esto.

Nadie le creería, terminó satisfecha mientras trenzaba el cabello


negro y húmedo de Gan. Creerían sus propias historias.

Gan no entendió.

—... y no quieres que crean esta única cosa, pero les dices eso
porque crees que creerán esta otra cosa que les dices que no es verdad,

181
solo quieres que piensen que es verdad, ¡y yo no veo qué sentido tiene
eso! ¿Cómo puedes hacer un seguimiento de todo esto? ¡No tiene sentido!

—Es una mentira dentro de una mentira —dijo—. Eres demasiado


nueva en mentir para entender.

—¿Cómo se pone una mentira dentro de otra?

Rule la estaba mirando con una leve sonrisa.

—Eres una mujer aterradora.

Resopló, complacida, y ató la trenza de Gan con un trozo de tela.

Rule habló con Gan.

—La gente cree las historias que se cuentan a sí mismas más


fácilmente que cualquier otro tipo de cuento, verdad o mentira. Madame
Yu sabe cómo hacer que se cuenten a sí mismos la historia que ella quiere
que crean. No es necesario que entiendas cómo lo hace.

Gan se giró para mirarla con los ojos muy abiertos.

—¿Puedes hacer que la gente se mienta a sí misma?

Ella resopló de nuevo, más fuerte.

—Eso no es un gran logro. La gente disfruta mintiéndose a sí misma.


Hacen esto todo el tiempo.

—Retener información no es una mentira —dijo Rule de manera


uniforme—. Pero tampoco es precisamente honesto.
—¿Por qué no? —preguntó Gan con curiosidad.

—Rule está molesto porque cree que no le he contado todo —


explicó—. Esto es cierto, por supuesto. Sé muchas cosas que él no sabe.
Soy casi trescientos años mayor que él.

—Puedo ver eso —dijo Gan con seriedad—, pero ¿por qué le molesta?

Esta vez sus labios se contrajeron.

—Aparte de la molestia —dijo Rule secamente—, tengo preguntas.


Primero, sobre nuestra historia de portada. Es poco probable que los
engendros sepan que existo, y mucho menos que estoy aquí. La diferencia
horaria significa que, en este punto de regreso a casa y en Dis, todavía

182
no he salido para Dis, y mucho menos he viajado desde allí a
Dragonhome. Pero estamos tratando con una Antigua. Si la Gran Perra
de alguna manera previó que podría terminar aquí y advirtiera a los
engendros con anticipación que me vigilaran, si distribuyeran una alerta
o una orden de arresto para alguien de mi descripción...

—Entonces estamos, como diría la generación de Lily, jodidos.

Eso lo hizo reír, como ella pretendía. En general, evitaba la


vulgaridad. La aburría. Pero al igual que los vaqueros que había usado
para viajar a Dis, la vulgaridad tenía sus usos. Ella optó por explicar un
poco más.

—La Enemiga puede leer patrones, pero es extremadamente difícil


leer patrones entre reinos. Si tuviera un gran número de devotos
adoradores aquí... pero de todo lo que puedo aprender, ella no los tiene.
Tampoco es realmente clarividente a la manera de Ruben Brooks. Por lo
tanto, es muy poco probable que ella haya previsto su presencia en este
reino.

—Está bien. Próxima pregunta. Al principio pensé que los dragones


de aquí debían ser como los de la antigua China: raros, y en su mayoría
dispuestos a coexistir con los humanos. Sin embargo, ese no es el caso,
¿verdad?

—No. —Ella ladeó la cabeza, pensándolo bien—. Quizás sea hora de


que hable de ciertos secretos sobre los dragones. Gan, ¿quieres quedarte
y escucharlos?
—¡Sí! —Rebotó de emoción. Luego se quedó quieta—. Espera.
¿Secretos de dragón?

—Sí.

—¿Se enojarán los dragones porque conozco sus secretos?

—Sí.

—Voy a ir por algunos dulces.

183
184
Madame fue a la puerta con Gan, dándole dinero e instrucciones.
Rule se sentó en el catre y le dolió.

El dolor en su estómago no era malo. Podría ignorarlo. Su pierna era


más difícil de pasar por alto. Esa herida no se había curado en absoluto,
por lo que podía decir. O tal vez se estaba curando a un ritmo puramente
humano... lo que le dio una nueva apreciación por las agallas que se
necesitaban para que los humanos se arriesgaran.

Humanos como Lily. ¿Por qué no se había puesto en contacto con él


a través del habla mental?

Demasiado lejos. Esa era la respuesta que se había estado dando a


sí mismo, y tenía sentido. Lily solo podía llegar tan lejos con su sentido
mental, y él estaba más allá de ese límite. Pero había otras posibilidades.
¿Había resultado herida? ¿Estaba sanando actualmente alguna herida
terrible a este ritmo horriblemente lento? ¿Se había conectado con Cynna
o estaba sola? Gan había intentado llevar a Lily cerca del mismo lugar
que había llevado a Cynna, pero no sabía lo cerca que se había acercado.
Estaba segura de que no había llevado a las dos mujeres al mismo
tiempo. No pudo. Entonces, Lily podría haber llegado bastante antes o
después que Cynna, por lo que es posible que las dos no se hayan
encontrado. Lily podría estar sola. Podría estar herida, incluso
inconsciente. No tenía forma de saberlo a menos que...

—Tch. Sea lo que sea lo que estés pensando, debes detenerlo.


Frunció el ceño a la abuela de Lily, que había recuperado la última
bolsa de red que había traído de sus compras. Una que aún no había
vaciado.

—¿Te preocupas por ella en absoluto?

—Muy rara vez. No te reprendas a ti mismo. Mejorarás en no


preocuparte cuando seas mayor.

Eso lo sobresaltó con un sonido ahogado. Su lobo estaba divertido,


incluso si el resto de él no lo estaba. Se frotó la cara con ambas manos y
arrastró su mente lejos de los qué pasaría si.

—Tienes secretos de dragón que contarme.

185
—Sí. Primero tomaremos té.

Esto no lo sorprendió, ya que los artículos que estaba sacando de la


última bolsa de red incluían una tetera, una jarra y dos tazones pequeños
del tipo que él sabía que se usaban para beber té. Pero la pequeña pala
de bambú le hizo detenerse.

—¿No la ceremonia del té completa?

—Por supuesto. No será una ceremonia adecuada. —Ella había


guardado un poco del agua que trajo el niño; ahora la vertió en la tetera—
. No tengo los implementos adecuados. Pero haremos lo que podamos.
Puedes doblar dos de las mantas para amortiguar nuestras rodillas.

—Madame —dijo con tensa cortesía—, no creo que mi pierna esté a


la altura de las rodillas.

—Entonces no te arrodilles. —Hizo una pausa para mirarlo, sus ojos


oscuros brillaban con humor—. He tenido mis manos en tus entrañas.
Creo que es hora de que me llames abuela.

—Ah... muy bien. —Lo dijo como un honor. Al menos pensó que ella
lo hizo. ¿O quería que él afirmara su parentesco para fortalecer su
derecho a decirle cosas que los dragones no querían que supiera? ¿O
estaba afirmando su autoridad como su mayor?

Todo lo anterior, probablemente. Dobló dos mantas, se sentó sobre


la suya con la pierna mala extendida y esperó con toda la paciencia que
pudo reunir mientras ella preparaba las cosas para el té. Lily no
disfrutaba de la ceremonia del té. Él sí, pero no era el momento ni el lugar
para hacerlo. Aun así, entendía por qué necesitaba el ritual. Era una
forma de formalizar lo que estaba a punto de decirle... aunque no podía
adivinar qué podría ser. Ya estaba metido hasta las orejas en secretos de
dragones.

En lo alto de esa lista estaba su reproducción extrañamente


complicada. Los dragones tenían un pequeño problema genético: nacían
machos. Todos ellos. La transformación en hembras involucraba comer
oro, de ahí su reputación de recolectar tesoros, y posiblemente la ayuda
de sus hermanos, aunque eso era una suposición.

Después de que una nueva dragona se apareaba y ponía sus huevos,


comenzaba a volver a lo que los brownies llamaban mente primitiva,

186
gobernada por el instinto e incapaz de usar casi toda la magia mental.
Cuando esos huevos eclosionaban, los bebés tenían que ser nombrados
en un proceso que requería la ayuda de alguien que pudiera hablar con
la mente. Sin eso, las mentes de los bebés estarían cerradas a la magia
mental para siempre, mudas y sordas a la única habla posible para ellos.
De ahí venían los engendros dragón. Eran el producto de una incubación
fallida, sin una partera capaz de hablar mentalmente, que se había
transformado. En formas humanas, podrían usar el habla humana y no
estar encerrados en un confinamiento mental solitario.

Desafortunadamente, esto no parecía evitar que fueran sociópatas.

Por fin, madame se arrodilló sobre su manta. Si la posición era dura


para las articulaciones envejecidas, no dio señales de ello. Antes de que
pudiera empezar, él habló.

—Sé que se supone que debo aclarar mi mente, concentrarme en la


ceremonia. Antes de hacer eso, tengo una pregunta sobre estos secretos.
¿Podrías…?

—Hay dos secretos. —Movió una taza una fracción de centímetros—


. Uno es muy viejo. Se trata de todos los dragones. El otro es más reciente.
Se trata de un dragón. Lily tiene derecho a saber estas cosas debido a su
herencia. Tú no. Te lo diré de todos modos.

Eso casi responde a la pregunta que ella no le había dejado hacer.

—¿Eso te va a meter en problemas?

—Ya estamos en un gran problema. ¿Preguntas, como Gan, si los


dragones se enojarán?
—Quiero saber si van a venir por ti.

—Los dragones no son todo una cosa. Incluso más que los humanos,
cada uno es suyo. Los humanos sienten la necesidad de estar de acuerdo
con su grupo, cualquiera que sea ese grupo. Los dragones... —Se encogió
de hombros.

—¿Sienten la necesidad de estar en desacuerdo?

Una pequeña sonrisa.

—Quizás. En cualquier caso, son muy pocos los temas en los que se
ponen de acuerdo lo suficiente como para actuar conjuntamente. Este no
es uno de esos temas.

187
Ella no dijo que no se enojarían, señaló.

—¿Y si uno o más de ellos decide actuar por su cuenta?

—Es poco probable que alguno de ellos intente reprenderme, ya que


eso molestaría a Sun. Pero si es así, me ocuparé de ellos. No más
discusiones. Empecemos. Calentaré el agua.

Aquí no había nada para calentar el agua. No señaló esto.

Ella juntó las manos bajo sus senos y se sentó un momento en una
quietud tan palpable que él casi podía olerlo. Luego extendió la mano en
un gesto seguro y elegante para levantar la gran tetera... que estaba
humeando.

Primero llenó la pequeña tetera e hizo girar el agua caliente en su


interior. Sus movimientos eran lentos, tan estilizados y elegantes como
una bailarina de kabuki o una bailarina. Cuando vertió agua caliente en
las tazas, una mano sostuvo el otro brazo como si estuviera reteniendo
la manga larga y drapeada que no llevaba.

Después de llenar la tetera y las tazas, las vació rápidamente en un


cuenco colocado a un lado. Abrió el papel con una pequeña torta de té
negro con un aroma acre y partió un trozo, lo desmenuzó y colocó tres
pizcas con la cucharilla de bambú. Ahora era, lo sabía, el momento de
apreciar el té. Ella movió la cucharilla, deteniéndose cerca de él para que
él pudiera disfrutar de la vista y el olor, luego la trajo de regreso. Cada
movimiento fue preciso y ligeramente exagerado, con sutiles florituras
añadidas para realzar el sentido de un baile. Rule encontró sus hombros
relajados, sus músculos relajándose en el momento.
Vertió un poco de agua caliente en la pequeña tetera, usando una
servilleta marrón para recoger las gotas. Incluso la forma en que se
sostenía la servilleta era parte del ritual. Luego deslizó las hojas de té en
la tetera. Cuando llenó la olla con agua caliente, levantó el brazo para
que la vista del agua fluyendo se convirtiera en parte de la ceremonia.
Cuando el agua se unió al té, el aroma floreció.

Inmediatamente sirvió de una tetera grande a una pequeña, y de


una tetera pequeña a tazas; luego, una por una, las vació todas en el
cuenco que tenía a su lado. El primer vertido nunca se bebía. Luego
descansó, con las manos debajo de su pecho, permitiendo que el té se
remojara.

188
La mente de Rule divagó. Él estaba hambriento. Los panecillos que
había comido eran más un bocadillo que una comida. Sin carne, y
necesitaba carne, pero esa necesidad parecía una consideración para
más adelante, no para este momento. Otros pensamientos flotaban, la
mayoría de ellos demasiado familiares, como la imagen de la cama vacía
de su hijo. Pero en este momento, Toby estaba bien. Recordó haber visto
esa cama vacía, recordó la ola de miedo y rabia, pero eso aún no había
sucedido. Llegaría a su hijo a tiempo. Podía dejar ir ese pensamiento. Los
pensamientos sobre Lily eran más difíciles de dejar de lado. Ella podría
estar sufriendo ahora, en este momento.

... o puede que no.

Ese pensamiento llamó su atención, provocando una chispa de


sorpresa. Había olvidado que no saber significaba que no sabía. Lily
podría estar bien. Ella podría estar gravemente herida. Ella podría estar
en algún punto intermedio, en cualquier lugar intermedio. No lo sabía y
no tenía que seguir reaccionando como si un pensamiento fuera más real
que los otros simplemente porque lo asustaba.

Su lobo se rio de él, divertido y molesto, porque su lobo lo había


sabido todo el tiempo. Ah, bueno. También lo dejó ir, contento con el
momento, el olor a té y la compañía de la mujer que quería que la llamara
abuela. Se dio cuenta de que estaba tranquilo. Verdaderamente
tranquilo. Sonrió, dándose cuenta de algo más. No había insistido en la
ceremonia del té porque ella la necesitaba.

Por fin se sirvió el té, de la tetera grande a la pequeña, de la tetera


pequeña a las tazas. Esta vez bebieron. Ninguno de los dos habló durante
un largo rato, luego Rule dijo:
—Gracias... abuela. —La palabra se sintió extraña en su boca.
Nunca antes la había usado en un sentido personal.

—Búyòng xiè —dijo, y se detuvo—. Esa es una frase que se usa


cuando un estadounidense diría “de nada”. No tiene el mismo significado.
Literalmente, dice: “No seas formal”. Ha sido interesante estar
nuevamente rodeada por la cultura de mi juventud.

—Interesante en el buen sentido, espero.

—Interesante —repitió—. No preguntaste si estos secretos son


peligrosos para ti. Responderé de todos modos. Es poco probable que
alguno de los dragones esté lo suficientemente enojado como para
matarte. Esto crearía un cisma con un aliado que necesitan para

189
derrotarla. Y en eso, los dragones están unidos: ella debe ser derrotada.
Ahora te diré por qué.

—No has pedido mi promesa de no repetirlo.

—Tienes más sentido común que difundir información que los


dragones consideran intensamente personal. Sugeriré que ni tú ni Lily se
lo digan a Cynna Weaver. Ella podría sentir el deber de incluirlo en las
memorias del clan. Esto sería lamentable.

—Sí, puedo ver eso.

—Muy bien. —Abandonó su postura de rodillas con un suave


gruñido, moviendo sus piernas para sentarse al estilo indio—. Esta es
una historia del pasado lejano, tan distante que ni siquiera los sidhe
tienen constancia de ello, salvo algunas historias convertidas en mitos.
Tales mitos, como los contados por humanos, contienen núcleos de
verdad envueltos en una invención vaporosa. Hablan de seres semejantes
a dioses que esclavizaron a otras razas. Eso es cierto.

»En este tiempo lejano, surgió una raza muy dotada de magia mental
y muy dedicada a la conquista. A la propiedad. Podría decirte que veían
a otras razas, otros pueblos sensibles, de la forma en que los humanos
ven a las vacas, los caballos o los cerdos, pero esto los hace parecer más
humanos de lo que eran. Los humanos a menudo forman apegos a los
animales. Esta raza de propietarios formaba vínculos solo con su propia
raza. Con otros, no fueron crueles por crueldad. Fueron indiferentes.
Esta era su realidad: eran personas. Todos los demás seres, sintientes o
bestias, eran para ellos como una piedra o el viento. Parte de la realidad,
pero cosas, no personas. Cosas para ser destruidas, ignoradas o
poseídas.

—Sociópatas selectivos —murmuró Rule.

—Los verías así, pero esta visión los hace parecer humanos dañados.
Ellos no lo eran. Sus mentes eran ajenas a la tuya. A la mía también. Tú
y yo podríamos entender mejor a los demonios que a estos propietarios.

»Algunas cosas fueron fáciles para esta raza, como la magia mental.
Pero no eran poderosos de forma innata. Astutos y Dotados, sí, pero no
con gran poder. Debido a esto, algunos lugares pudieron resistirlos. Esto
fue, para ellos, intolerable. —Suspiró levemente—. Los recuerdos de los
dragones son largos y pueden transmitirse, en parte, a sus

190
descendientes. Sin embargo, incluso los recuerdos de los dragones no
dicen cómo la raza de propietarios encontró este reino en el que nos
encontramos ahora. Puede que haya sido más por casualidad que por
diseño. Tampoco sabemos con precisión cómo esclavizaron a los
dragones por primera vez.

Rule sintió la sacudida de esa bomba.

—¿Ellos qué?

—No interrumpas. Lo que te diga a continuación es la deducción, ya


que los recuerdos de los dragones no se remontan tan atrás. Los
propietarios habrían visto que los dragones poseían lo que ellos no
poseían. Poder. Gran poder. Pero en ese momento todos los dragones
eran ciegos e inmunes a la magia mental... excepto, como sabes, al mismo
tiempo. A través de un ritual de nombres, los propietarios tomaron el
control de las mentes de los bebés dragón recién nacidos.

»Una vez que tuvieron un número suficiente de crías, dejaron este


reino. Tampoco volvieron nunca aquí. No sabemos por qué. Puede ser que
supieran desde el principio que necesitarían alterar a sus nuevos
esclavos y, por lo tanto, no estaban interesados en cosechar más bebés
dragón inalterados. Los propietarios no eran expertos en magia corporal,
pero una de las razas que habían esclavizado sí lo era. Se cree que se
trata de una raza sidhe, pero eso es especulación. Aun así, sabemos que
en algún momento llevaron sus dragones esclavos de la mente a estos
expertos, quienes los alteraron a nivel genético. Las hembras de dragón
son difíciles de controlar. Incluso los propietarios no podían controlar
completamente a una hembra adulta, porque el instinto de dragón es
demasiado fuerte. Además, deseaban controlar la reproducción de su
propiedad. La forma más fácil de hacerlo era hacer que los dragones
fueran todos machos.

—¿Antes de eso, no siempre nacían machos?

Ella resopló.

—No puedes creer que la evolución dio como resultado una raza
completamente masculina. Una en el que nadie puede convertirse en
hembra sin una gran cantidad de retoques. Por supuesto, los dragones
no lo eran originalmente. —Hizo una pausa y luego continuó—. Los
propietarios criaron a sus bebés robados y, en algún momento, los
cambiaron como he dicho. Cuando los bebés se hicieron adultos, los

191
usaron. Con el poder de los dragones detrás de ellos, se volvieron
imparables. Más reinos cayeron en manos de ellos.

»Esto continuó durante lo que los humanos considerarían mucho


tiempo, pero los dragones viven mucho tiempo. Estos dragones robados
vivieron durante cientos de años sabiendo lo que les habían hecho. Y
aprendieron. Aprendieron mucho sobre magia, especialmente magia
mental. Sus dueños alentaron esto, porque querían el uso de esas
grandes mentes junto con su magia. Fue un error. En algún momento,
uno de los dragones, no de la primera generación, creemos, sino de la
segunda, aprendió algo nuevo. Algo que los dueños no podían hacer. Algo
que no sabían que era posible. Segmentó su mente.

Rule enarcó las cejas.

—Los humanos que hacen eso son considerados locos.

—Los humanos no comprenden las mentes. Este dragón es


recordado por varios nombres de llamada. El más común es Yì Sǐwáng.
Cuando Yì Sǐwáng segmentó su mente, la parte separada no estaba
controlada por su dueño.

—¿Los propietarios eran telepáticos?

—En cierto modo, sí. No experimentaban los pensamientos de los


demás, pero percibían los pensamientos a su manera. Debido a esta
percepción, Yì Sǐwáng no solo tuvo que segmentar su mente, sino
proteger la parte segmentada y ocultar su protección.

—¿Todo al mismo tiempo? ¿En su primer intento?


—Él era —dijo simplemente—, un genio. La primera tarea que se
propuso para este nuevo segmento de su mente fue encontrar una
manera de enseñar secretamente esta habilidad a los otros dragones
esclavizados. Hay una larga historia sobre cómo hizo esto. Es útil para
enseñar a los dragones jóvenes, pero no eres un dragón joven. Lo omitiré.
Creo que el resultado de la enseñanza de Yì Sǐwáng es posible. —Se
detuvo de repente—. Mi boca está seca. —Hizo un gesto con la mano a la
tetera, luego la tomó y vertió más agua caliente sobre las hojas que aún
estaban en la olla pequeña.

Rule preguntó en voz baja:

—¿Qué significa Yì Sǐwáng?

192
Su sonrisa era pequeña, tensa, feroz.

—Mil millones de muertes.

Y eso casi respondió a su siguiente pregunta, pero aún tenía que


hacerla.

—¿Qué pasó con los propietarios, abuela? —Ella nunca los había
nombrado. Había evitado cuidadosamente nombrarlos.

—Ellos no existen. Sus ciudades no existen. Su idioma, historia y


cultura no existen, y su nombre ha sido borrado de la historia de todos
los seres en todas partes, excepto por esos susurros que persisten en los
mitos de los sidhe. —Levantó la tetera, sirvió y le tendió una taza—. ¿Más
té?

Lo aceptó, pero no bebió, su mente estaba llena de implicaciones. La


raza más firmemente soberana que existía había nacido en la esclavitud
más completa. Esclavitud de la mente. Cuando encontraron una manera
de eliminar esa esclavitud... el genocidio no había sido suficiente. Habían
necesitado destruir todo rastro de aquellos que los habían esclavizado.

—Mil millones de muertes debe ser un eufemismo.

—Oh, sí. —Ella tomó un sorbo—. Ahora entiendes por qué digo que
los dragones están de acuerdo en detenerla. La que llamas la Gran Perra
desea subyugar a razas enteras. Los dragones tienen mucha memoria —
dijo como antes—. No olvidan. No perdonan. La odian con una
profundidad que no puedes concebir.
Rule miró la taza de té que tenía en la mano. Se lo bebió rápidamente
para deshacerse de él y luego dejó la taza.

—Veo por qué insististe en que se podía confiar en que Reno no


actuaría de una manera que la ayudara.

La abuela asintió.

—Y ahora llegamos al otro secreto.

Sus cejas se arquearon.

—¿Sí?

—¿Nunca te has preguntado por qué muchos dragones eligieron la

193
Tierra, entre todos los reinos, para establecerse?

—Muchas veces —dijo secamente—. No fomentan las preguntas.


También me he preguntado si ellos, nuestros dragones, eran todos los
dragones que hay.

—No. Los dragones no son numerosos, pero su número no es tan


reducido. Muchos viven en los reinos sidhe, pero la Tierra tenía un
atractivo que esos reinos no tenían. —Su suspiro fue débil—. No es tanto
que los dragones quieran volver a casa sino que quieren que el hogar sea
posible.

—Los caídos aquí —comenzó, luego se detuvo y lo pensó


detenidamente. La gente había caído en este reino desde la Tierra con la
suficiente frecuencia como para poblarlo. Los demonios habían caído de
Dis a veces. Algunos habían caído aquí también de otros reinos, pero no
muchos—. ¿Ha habido alguna caída al revés? ¿Personas, o bestias,
cayendo en China o Dis desde aquí?

Ella sacudió su cabeza.

—Esto es poco probable. No se cae hacia arriba, solo hacia abajo. Es


una cuestión de entropía. La magia es desordenada, por lo que mayor
magia significa mayor desorden. Los seres caen de un reino de poca
magia a uno con mayor magia y, por tanto, mayor desorden.

—Pensé que Dis era bastante mágico.

—Tiene más magia que la Tierra, pero no es un verdadero reino de


alta magia. Dragonhome lo es. Estamos viajando a través de lo que
probablemente sea la región de menor magia en este mundo, y hay más
magia aquí que en cualquier lugar de la Tierra y la mayor parte de Dis.
Los humanos no pueden vivir en la mayor parte de Dragonhome. En
algunos lugares, incluso los sidhe no podrían sobrevivir por mucho
tiempo.

Lo consideró, decidió que no lo llevaría a ningún lado útil y llevó la


conversación a lo que ella había dicho antes. ¿O simplemente lo había
insinuado?

—¿Los dragones, algunos de ellos al menos, vinieron a la Tierra para


estar más cerca de su reino natal?

—En parte. La teoría les hizo pensar que la Tierra tenía nodos en
común con Dragonhome. Además, tenían curiosidad por los humanos.

194
La curiosidad es una fuerza impulsora de los dragones. En ocasiones
lucha contra su instinto territorial; no les encanta viajar. Pero la
oportunidad de aprender sobre su antiguo hogar fue muy interesante
para ellos. La oportunidad de encontrar a sus parientes perdidos fue,
para algunos, convincente.

»La posibilidad parecía escasa. Sabían poco de su reino original,


¿comprendes? Ciertamente no cómo encontrarlo. Encontraron algunas
pistas, pero eran tenues. Muchos dragones concluyeron que el propio
reino o el acceso a él habían sido destruidos por los propietarios hace
mucho tiempo, posiblemente en una de sus guerras rituales entre ellos.
Eran un pueblo pendenciero —agregó—. Pero los dragones no olvidaron
a sus parientes lejanos. No olvidaron que había, o había existido, un
mundo donde todos los dragones eran ciegos a la mente. No se pusieron
de acuerdo —concluyó secamente—, sobre qué hacer, pero algunos
querían encontrar a esos parientes, o al menos determinar que tal
hallazgo era imposible.

La curiosidad se agitó.

—¿Cómo se las arreglaron para llegar a la Tierra cuando no pueden


construir portales?

—¿Quién crees que les enseñó a los gnomos a construir portales?

—Ah... ya veo. ¿Supongo que no habrían transmitido ese


conocimiento gratis?

Su respuesta fue un suave bufido.


—¿Es así como conseguimos nuestro portal a Dis? ¿Por algún viejo
trato entre gnomos y dragones?

—Todos los gnomos en todas partes deben construir un portal o


asegurarse de que se construya uno si dos o más dragones lo requieren.

Él consideró eso.

—Y, sin embargo, necesitaban a Lily, y el portal que llevaba en ese


momento, para salir de Dis.

—No hay gnomos en Dis. Estás corriendo detrás de cosas brillantes,


dejando atrás al sujeto real. Para esto. Varios dragones llegaron a la
Tierra no hace mucho tiempo (hablo en términos de dragones) antes de

195
la Gran Guerra. Sí —dijo, sin duda leyendo su expresión—, ves que esto
cambió las cosas.

La Gran Guerra a la que se refería no era la Primera Guerra Mundial,


sino un cataclismo que se había apoderado de casi todos los reinos
existentes hace más de tres mil años. En el fondo, había sido una batalla
de ideas... ideas opuestas sostenidas por dos campos de Antiguos. Un
lado luchó por la autodeterminación de las razas más jóvenes. Soberanía,
en otras palabras. El otro bando luchó por el derecho a ayudar a las razas
más jóvenes a convertirse en lo mejor que pudieran ser, con los Antiguos
determinando cómo debería verse lo “mejor” de cada raza. Ese lado se
había convertido en dioses para ayudar mejor, o interferir con, o dictar a
las razas más jóvenes. Ese lado había estado loco.

Había sido en gran parte una guerra por poderes, con los dos
campos de Antiguos luchando a través de intermediarios. En gran parte,
pero no del todo. En algunos reinos, se le había enseñado Rule, los
Antiguos habían luchado en persona. Esos reinos ya no existían.

La Gran Guerra fue la razón por la que la Gran Perra no pudo


simplemente entrar en la Tierra y hacerse cargo. Su bando había perdido,
y los Antiguos ganadores habían arreglado las cosas para que nadie
pudiera entrar en ningún reino. Pero los reinos no estaban igualmente
protegidos. La Gran Perra podría tener un avatar en Dis, y actualmente
lo tenía, pero si la mujer que ahora servía como su avatar entraba en la
Tierra, la mayor parte de su poder no entraba con ella. Rule no entendía
eso. Tenía que ver con la cantidad de ella que podía entrar a la Tierra.

Aparentemente eso era bastante pequeño, gracias a todos los dioses.


La Gran Guerra era también la razón por la que existía Rule. Su
pueblo había sido creado para oponerse a ella.

—Mucho cambió con la Gran Guerra.

—Muchos dragones murieron —dijo con gravedad—.


Proporcionalmente más que cualquier otra especie superviviente, si no se
cuentan las creaciones.

Sus cejas se arquearon.

—¿Consideras que los lupi es una creación?

—No seas susceptible. Me referí a las chimea, dworg y ti'tel.

196
—Nunca había oído hablar del ti'tel.

—No lo habrías hecho. No sé si todavía existe alguno. Esperamos


que no. Dos aspectos de la Gran Guerra afectaron la búsqueda de
Dragonhome. Primero, ciertos eventos de la guerra convencieron a Sun
de que la mejor forma de acceder a Dragonhome era desde Dis.

—¿Por qué Dis?

—Dis es único en algunos aspectos. Toca más reinos que cualquier


otro. No sabes lo suficiente como para que te resulte útil dar más
explicaciones. Otro resultado de la guerra fue el cierre de la Tierra. No es
que “cerrar” sea el término correcto, pero tendrá que ser suficiente. Este
cierre era necesario, porque la Tierra era la más desprotegida de los
reinos accesibles, pero significaba...

—¿Qué significa eso, accesible?

—Interrumpes —dijo con severidad—. Me refiero a los reinos en


contacto entre sí. Los reinos sidhe tenían a sus reinas para protegerlos.
Los reinos singulares distintos de la Tierra tenían varios tipos de
protección contra ella y los otros dos Antiguos que conservaban sus
divinidades. La Tierra no lo hacía.

Sus cejas volaron hacia arriba.

—¿Otros dos? ¿Quiénes eran o son ellos?

—Puedes descontarlos. Nunca fueron adorados por humanos.


—Mientras Lily y yo estábamos en nuestra luna de miel, la Tierra
fue visitada por un dios que no había sido adorado por humanos en el
pasado, pero quería cambiar eso. Quería abrir nuestro reino de una
manera que le hubiera permitido entrar antes de que se derrumbara por
completo.

—Dyffaya. —Ella suspiró y se encogió de hombros—. Fue un caso


especial, pero explicaré más. Sun cree que uno de los Antiguos que
todavía tiene una divinidad está activo en uno de los reinos singulares y
tiene agentes en dos o más de los reinos sidhe. No es nuestro para tratar
con él; las reinas lo harán. El otro Antiguo al que me refiero se quedó
dormido al final de la Gran Guerra. Los patrones sugieren fuertemente
que duerme todavía. Te distraes mucho.

197
—Rara vez estás tan dispuesta a ofrecer información.

—Dejaré de hacerlo si continúas molestándome. Como estaba


diciendo, uno de los resultados de la Gran Guerra fue que la Tierra
estaría mayoritariamente cerrada a los otros reinos. La naturaleza de este
cierre significó que nuestro reino se agotaría en magia con el paso del
tiempo. Entonces, algunos de los dragones abandonaron la Tierra.
Algunos se quedaron. Algunos de los que se quedaron esperaban
encontrar una forma de acceder al reino de origen desde la Tierra. Si no
lo hicieran, cuando la magia se debilitara demasiado, cruzarían a Dis.
Allí pudieron probar la creencia de Sun de que ofrecía un mejor acceso.
Mientras tanto, había mucho que aprender.

—Sin duda. —Rule se movió. Su lobo estaba cada vez más inquieto,
impaciente con las preguntas del hombre y las intrincadas historias de
la mujer. ¿Qué tenía que ver todo eso con llegar a Lily? ¿Con recuperar a
su hijo de sus enemigos? ¿Con regresar a esa sala de audiencias en Dis
para rescatar a su gente?—. Así que los dragones merodearon por la
Tierra, pero no encontraron acceso a su mundo natal.

—No encontraron una forma segura de acceder a Dragonhome desde


la Tierra —lo corrigió.

—¿Encontraron un camino inseguro?

—La discontinuidad temporal es demasiado grande y los estratos


demasiado frágiles. Te lo explicaré más tarde, si lo deseas. Como dices,
los dragones “merodearon”. Cuando llegó el momento, se fueron a Dis.
Después de explorar un poco y luchar mucho, reclamaron una gran
región para ellos. No tenía ningún nodo compartido con Dragonhome,
pero limitaba con una región que sí lo tenía.

—Territorio de Xitil.

—Sí. En el corazón de su territorio, como sabes. Cerca de los nodos


gemelos.

—Es difícil usar ese acceso cuando es parte del palacio de Xitil, y
aun así... —Hizo una pausa, considerando—. Y sin embargo son
dragones. ¿Y vivieron en Dis durante un par de siglos sin encontrar un
camino a Dragonhome? Quizás los dragones también se distraen.

Eso provocó una fuerte carcajada en la abuela.

198
—¿Quieres que vaya al grano, lobo? Muy bien. Te dije un secreto
para que entendieras por qué podemos confiar en que Reno actuará
contra nuestro enemigo. Me saltaré los detalles y te contaré el otro secreto
para que entiendas por qué no podemos confiar en él para actuar contra
el engendro del dragón que gobierna aquí. Un dragón encontró un camino
a Dragonhome y, finalmente, un camino de regreso. Lo conoces como
Reno. Estos engendros son sus hijos.
199
—Tenía razón —anunció Li Lei—. Esos no son bueyes.

Era un día cálido y soleado. El río era rápido y fangoso, el agua


marrón arrojaba destellos amigables hacia un cielo empapado de color.
Las gaviotas se lanzaban en picada y chillaban, demostrando que su
especie, de hecho, terminaba en todas partes. Hombres y mujeres se
apresuraban cargando o descargando los sampanes atracados en los
cuatro muelles de Bolilu. Esos muelles estaban anclados por pilones
hechos con los troncos de enormes árboles que habían sido hechizados
para resistir la putrefacción. El río no siempre era amigable.

—¿Alguna vez no tienes razón? —preguntó Gan con curiosidad.

Le echó una mirada a la pequeña. Gan era visible hoy. Llevaba ropa
de sirvienta. Había sido difícil encontrar prendas de su talla.

—Es raro, pero sucede. La próxima vez que ocurra, me aseguraré de


mencionártelo, si todavía estás viva.

Los ojos de Gan se ampliaron alarmados.

—¿Crees que voy a morir?

—Es una broma —dijo Rule—. Quiere decir que se equivoca tan
pocas veces que es probable que mueras de vejez antes de que suceda.

—Pero ella es realmente mayor ahora, y yo no empezaré a envejecer


para... ¡oh! —Los ojos de Gan se iluminaron—. Por eso es una broma,
¿verdad? Porque ella morirá antes que yo. —Estalló en carcajadas.
Los labios de Li Lei no se movieron, pero por dentro también se rio.
Si no podías reírte de la muerte, te estabas perdiendo la broma más
grande de la vida.

Gan y ella estaban de pie en el borde de tierra del largo muelle. Rule
no se encontraba de pie; se hallaba sentado en uno de los postes,
reuniendo sus fuerzas para poder seguir fingiendo que no tenía dolor. Al
menos ahora tenía muletas. Tampoco las cosas primitivas que usaba la
gente aquí. Rule necesitaba algo mejor. Lo mismo hicieron todos los
demás, y por eso había hablado con un carpintero ayer, que había hecho
un par según sus especificaciones con una empuñadura adecuada.
Quizás el diseño se difundiría.

200
Gan y ella tenían mochilas que contenían todas sus pertenencias
mundanas, es decir, de este mundo. Rule no tenía. No le había gustado
dejar que dos mujeres hicieran el transporte, pero se vio obligado a
admitir que ella tenía razón. Ningún guerrero aquí se cargaría con
mochilas cuando hubiera otros para llevarlas.

De repente, Rule se puso de pie, o más bien, se puso en pie y en


muletas.

—Vámonos.

Bajaron por el muelle más largo. Su objetivo estaba en el otro


extremo. Los chún-chún no podían acercarse a la orilla debido a sus
calados más profundos (tenían quillas) y también a sus medios de
propulsión, que retozaban en el agua cercana.

En tamaño y forma, el chún estaba a medio camino entre un delfín


y una orca. En coloración, variaban del verde oliva al gris verdoso.
Estaban claramente domesticados, ya que usaban arneses. Eran
igualmente claramente mamíferos. Mientras Li Lei miraba, uno más lejos
en el río echó agua por el orificio de aire. La cabeza del chún se parecía
un poco a la de un buey sin pelo. Los ojos estaban colocados uno frente
al otro como los de un pez, pero la bestia tenía orejas visibles y su hocico
parecía el hocico de un buey. Este parecido se vio reforzado por un par
de cuernos que la evolución seguramente no había proporcionado.

—¿Me pregunto quién los hizo? —preguntó Li Lei pensativamente.

Rule la miró.

—¿Crees que alguien los hizo?


—Eso es obvio. —La huella mágica en esas criaturas cantaba
claramente su estado de ingeniería a alguien que sabía qué escuchar.
Para ser justos, uno también tenía que poder sentir esa magia en primer
lugar—. Puedes creer en mi palabra —añadió amablemente para que él
supiera que no era culpa suya que no pudiera percibir lo que ella hacía.

—Hmm —dijo.

Rule estaba de mejor humor hoy, sin duda porque estaban en


movimiento una vez más. Se habían visto obligados a esperar más de un
día para que llegara un chún-chún. Rule no había manejado bien el
retraso. Podía volver a tener dos patas, pero era un lobo muy gruñón.
Gan lo había evitado vagando alrededor en dashtu durante la mayor parte

201
del día de ayer.

Sin embargo, no se había perdido el tiempo. Li Lei había vendido


cuatro diamantes, lo que les permitió obtener ropa y suministros
adicionales, incluido lo que necesitaría para copiar el encantamiento de
traducción y lo que esperaba que funcionara para el ungüento de disfraz.

Ayer había estudiado el encanto de Gan. Como era de esperar, la


Canciller del Borde tenía el mejor encantamiento de traducción
disponible, uno que el hermoso Cullen Seabourne habría dicho que no
era un encanto en absoluto, sino un artefacto menor. Era a la vez
renovable y lo que se conocía en gnómico como gvortikh y en élfico como
á hemambri. Los dragones también lo sabían, aunque los engramas de
pensamiento que servían como palabras en su habla no se traducían
precisamente a otros idiomas. Los lenguajes humanos no tenían una
palabra para eso, a menos que contaras “inteligencia artificial”. Li Lei no
lo contaba. Gvortikh imitaba la sensibilidad, pero tenía poco en común
con el procesamiento de computadoras.

El hechizo de traducción en sí era un trabajo encantador,


complicado pero dentro de sus habilidades. Imprimirlo en un amuleto
sería un desafío. La dificultad residía en tejer la pseudo-sensibilidad en
el encantamiento junto con el hechizo. El proceso importaba,
particularmente con magia de tan alto orden. Más bien pensó que le
tomaría más de un intento.

La demora también les había dado tiempo y privacidad para que


usara el truco de curación en Rule nuevamente. Ahora estaba agotada,
pero se llenaría rápidamente en el río. Ese era un excelente lugar para
absorber energía, si se sabía cómo. El agua no se aferraba al poder como
lo hacía la Tierra, y este río había drenado la magia de toda la tierra por
la que había pasado.

Avanzaron lentamente por el embarcadero abarrotado. Hoy la gente


no esperaba que Li Lei se hiciera a un lado por ellos. Esto podría deberse
a que estaba vestida con más prosperidad, pero no lo creía. No, lo más
probable es que fuera el hombre que la acompañaba quien marcó la
diferencia. Rule era alto y delgado, de aspecto extraño y herido, y no era
la clase de hombre que la gente esperaba que se hiciera a un lado. Se
movía como si las muletas fueran un accesorio, no una necesidad. Y, por
supuesto, estaba el cuchillo muy grande ahora enfundado en su cadera,
una hoja del tamaño de un machete. Otra compra reciente.

202
Llegaron a su objetivo: un barco largo con una proa puntiaguda que
se ensanchaba hasta una popa plana, que albergaba una pequeña
cabina. Su cubierta estaba repleta de cajas, que dos hombres estaban
colocando en ordenadas pilas. Sin duda, habían vendido o tomado carga
y necesitaban redistribuir su carga. Ambos hombres eran Dotados y...
sus cejas se alzaron.

Rule se inclinó y susurró cerca de su oído.

—¿Qué es?

—Te lo explicaré más tarde —dijo en inglés, alzando un poco la voz


mientras cambiaba al chino—. Quisiera hablar con el honorable chuán
fùqīn. —El título que le habían dicho que usara traducido como “padre
del barco”.

El hombre mayor la miró, frunció el ceño y dejó su caja. Sus ojos


eran de un extraño color topacio.

—Yo soy el padre del barco. ¿En qué puedo ayudarla, madame?

—Me han dicho que vas a Lang Xin.

Le hizo una pequeña reverencia.

—Eso es así.

—Deseo comprar un pasaje para mí, este lái y la hija del hijo del
hermano de mi difunto esposo.

Su mirada se dirigió rápidamente a Gan.

—¿Eso está relacionado contigo?


Su rostro era pétreo. Su cuerpo estaba alarmado. Li Lei captó su
mirada y habló con claridad, poniendo fuerza detrás de sus palabras.

—Ella es inofensiva. No encuentras su apariencia sorprendente.

La tensión desapareció de sus hombros. Después de una pausa,


negó con la cabeza con tristeza.

—Pero solo mire mi pobre y pequeño barco, madame. —Hizo un


gesto, señalando la cubierta ordenada pero atestada—. Ve que poco
espacio tenemos. No podemos acomodar adecuadamente a pasajeros tan
dignos.

Encantada de tratar con alguien que sabía cómo hacer las cosas

203
correctamente, Li Lei se dispuso a negociar y dejó caer la mirada
cautivadora. No sería justo usarlo para esto. Tampoco sería tan divertido.

—¿Él es un qué? —repitió Rule.

Li Lei se encogió de hombros.

—“Maestro de bestias” es el término que conozco. No sé cómo los


llaman aquí.

La voz de Rule estaba desarrollando un gruñido.

—No es un término que conozco.

Lo miró.

—Quizás deberías comer más carne. —Le había permitido pollo ayer
después de recibir su promesa de informar con precisión sobre su
reacción. Su temperamento había mejorado a pesar de los dolorosos
calambres que lo golpearon más tarde, y no había sangre en sus heces.
Una buena señal.

—Estoy tenso, madame —espetó, olvidando que debía llamarla


abuela—. No estoy fuera de control.
Eligió ignorar su olvido y su temperamento y miró hacia la alegre
agua marrón.

Rule y ella se sentaron en sus mochilas cerca del muelle calentado


por el sol, esperando que el propietario del barco y sus hijos terminaran
de cargar y descargar. Gan estaba nadando en el río. A la pequeña le
gustaba nadar, especialmente si había “peces” que perseguir. Li Lei le
había advertido que no permitiera que nadie la viera comiendo lo que
atrapara. Los humanos no consideraban el pescado vivo como un manjar.
Pescado crudo, sí, para algunos. Vivos, no.

Después de unos momentos, Rule habló con cuidado.

—No estoy acostumbrado a que alguien más tome decisiones por mí.

204
Me gustaría que me consultaran antes de que aceptaras los términos con
estos maestros de bestias.

—Eso no era práctico. La persona que se supone que soy no


consultaría a su guardia contratado. Obtuve los términos que buscamos.
Harán solo unas pocas paradas en el camino a la capital, esas paradas
que deben hacer para recoger el correo oficial.

—No podrías... ¿persuadirlos de que no se detengan en absoluto?

Le lanzó una mirada fulminante.

—No estás pensando. Primero, está involucrado el honor del padre


del barco. Usar el encantamiento para hacer que un hombre honorable
haga algo que considera deshonroso dañaría su mente. En segundo
lugar, si este barco no cumple con su contrato con el gobierno para
transportar correo, sus dueños serían arrestados. Esto no nos ayudaría
a llegar a Lang Xin.

Rule se pasó una mano por el cabello.

—De acuerdo. Lo entiendo. Supongo que Mei Bo controla el chún a


través de su Don de maestro de bestias.

Su pronunciación no era mala. A diferencia de muchos occidentales,


Rule tenía oído para los tonos.

—Mei Bo y sus hijos, sí. Es un Don raro y normalmente no se


encuentra en humanos, pero el padre del barco y su familia lo poseen.
¿Esto te molesta?
—El control mental me perturba. Los encantos que Cynna hizo
deberían escudarnos a Gan y a mí, pero...

—No y no. El Don del maestro de las Bestias no funciona en las


mentes humanas y no es un control mental. Es... Bah. Podría decir esto
correctamente en dragón. En inglés, es difícil. Este Don no está
construido de manera que le permita controlar las mentes. Sugiere. No
obliga. Tales sugerencias pueden ser débiles o fuertes. Una sugerencia
fuerte alcanza casi el mismo resultado que el verdadero control, pero llega
allí por un medio diferente. Incluso las sugerencias débiles funcionan
bien si el animal es estúpido.

—¿Es un tipo de encantamiento?

205
Resopló.

—No es nada como el encantamiento. Está más cerca del habla


mental.

Eso lo asustó.

—¿Es habla de mente animal?

—No es habla mental, y todos somos animales.

—Pero es similar al habla mental. Lo acabas de decir.

Tratar de explicar las mentes a los ciegos de la mente era frustrante.

—El amarillo se parece más al azul que a una oruga, pero el amarillo
no es azul. El Don del maestro de bestias se parece más al habla mental
que al encantamiento, pero no es habla mental. No puede llevar palabras.
Toca las mentes en un nivel primitivo, por lo que solo funciona en mentes
muy simples. Mentes no sensibles. —No estaba alcanzando lo que le
preocupaba. Lo intentó de nuevo—. Piensa en las mentes sensibles como
cebollas. Un maestro de bestias no puede afectar las mentes sensibles
porque su magia no puede atravesar las capas de la cebolla hasta su
núcleo. Esta es una mala imagen —agregó—. Confunde tanto como
ayuda. No te apoyes mucho en ella.

Un rincón de su mente se contrajo.

—Suenas como Sam. Entonces, el maestro de bestias no puede


afectar las mentes humanas. ¿Qué pasa con la mente de un lobo?
—¿Eso es lo que te preocupa? —Chasqueó la lengua y negó con la
cabeza—. Tontería. Tu lobo es tan sensible como tu hombre. Lo sabes.
Diriges tu preocupación en la dirección equivocada.

Sus cejas se arquearon.

—¿Dónde debería apuntar mi preocupación?

—Con un Don fuerte y algo de entrenamiento, un maestro de bestias


puede sentir mentes sensibles, incluso si no puede influir en ellas. No es
el tipo de percepción que hace Lily. —Ni lo que hacía Li Lei, de hecho—.
Podría ser... lodoso. Poco claro. Pero puede que sea suficiente. Es posible
que estos maestros de bestias sepan que no eres humano.

206
Frunció el ceño y luego dijo lentamente:

—Los no humanos son muy raros aquí, por lo que has dicho. Pero
ya les dijimos que soy un caído. Un lái. No hay razón por la que no pueda
ser un lái de uno de los reinos sidhe.

Ella sacudió su cabeza.

—Entonces, ¿cómo podríamos tú y yo conocer el mismo idioma? No,


debes ser de la Tierra. Sin embargo, estas personas no conocen nuestro
reino. Un poco de China, pero nada de Occidente. Es posible que
podamos...

A varios metros de la orilla, Gan salió disparada a la superficie del


río, el agua brotaba de su cabello recién negro y comenzó a chapotear
rápidamente hacia la orilla, sonriendo. Su nado la había animado.

—Discutiremos qué decir sobre ti y qué implicar más adelante.

La abuela le dijo en voz baja a Rule.

—Gan se ocupa mejor con instrucciones claras que con la confusión


de decidir.

Gan se dejó caer junto a ellos y susurró demasiado alto:

—¡Hola, Rule! ¡Hola abuela! Conocí a alguien. Es una buena


nadadora, más rápida que yo, pero aguanto la respiración por más
tiempo. Pregúntale cuál es su nombre, ¿de acuerdo?

Un momento después, una segunda cabeza rompió la superficie del


agua. Su cabello también era negro, pero el efecto era totalmente
diferente mientras estaba de pie en el fondo arenoso del río, con el agua
corriendo por su elegante cuerpo femenino. Ella no estaba desnuda.
Llevaba el mismo tipo de túnica y pantalones de lino que la mayoría de
las mujeres de aquí. Pero el lino mojado no ocultaba que estaba en su
adolescencia y era tan hermosa por naturaleza como la mayoría de las
criaturas jóvenes. Era obvio que estaba relacionada con el padre del
barco y sus hijos y, como ellos, era una maestra de bestias. Una
poderosa, más fuerte que su padre y sus hermanos. Sus ojos eran tan
amarillos como los citrinos y estaban fijos en Rule. Sus labios se
separaron mientras lo miraba fijamente, paralizada. Sus pezones duros
podrían deberse al frío, pero Li Lei no lo creía.

Ella suspiró. La hermosa hija del maestro de bestias iba a ser un

207
problema.
208
San Francisco, California

Cinco días y doce horas antes de que Lily, Rule y


compañía partieran hacia el infierno.

La oficina en la parte trasera de la tienda de antigüedades era


pequeña, sin ventanas y ordenada. El escritorio era Luis XVI o una muy
buena imitación. Los archivadores eran típicos de oficina, pero los
estantes altos frente a ellos tenían una mezcla interesante. Además de
una gran cantidad de libros impresionantemente encuadernados, había
un par de patos tallados; una impresora inalámbrica; una pequeña urna
de cerámica pintada con el estilo distintivo de Picasso; una planta araña
entusiasta creciendo en un viejo orinal; y un Elvis de terciopelo.

El hombre sentado en el escritorio Luis XVI era alto y delgado con


una boca ancha y flexible. Se pasó una mano por el cabello, oscuro y
rizado, salpicado de gris, y habló por teléfono.

—Mira, Ed, no sé cómo conseguiste este número...

—Amigo de un amigo —dijo Minsky vagamente.

—Pero ya no estoy en el negocio.

—Bien, bien. Todos saben eso. Solo espero un pequeño consejo de


un viejo amigo. Unos minutos de tu tiempo. Siempre he sido sincero
contigo, ¿no es así? Te ayudé con esas monedas que necesitabas mover
hace unos años.
—Ayudaste —dijo Jasper secamente—. Por una comisión.

—Claro, y si quieres una comisión, podríamos discutir eso. No me


opondría si quisieras hacerte cargo de la venta. Tienes…

—Ya no estoy en el negocio —repitió Jasper con paciencia. Le


agradaba Ed, pero realmente necesitaba volver a los impuestos
trimestrales. No tenía muchas ganas, pero la necesidad y el deseo a
menudo se dirigían a distintas direcciones.

—Así que no manejas la venta. Eso está bien —dijo el otro hombre
rápidamente—. Déjame invitarte a cenar esta noche para que puedas
echarle un vistazo. Si pudieras darme un par de números para llamar,
sería genial, pero sobre todo quiero que le eches un vistazo, que me des

209
una idea de qué pedir. No conozco el oficio de la magia, e incluso si lo
supiera, no tengo ni idea de qué...

La puerta de la oficina se abrió.

—Oye, ¿olvidaste que se supone que debemos ir a…? Ups. Lo siento.


¿Negocio? —El hombre de la puerta sonrió torcidamente.

Ese era Adam: sonrisa torcida, nariz torcida, todo parte del encanto
de un rostro con la comodidad cálida y vivida de una silla favorita. Adam,
que amaba los rompecabezas, World of Warcraft y el teatro; odiaba la
televisión, las coles de Bruselas y la intolerancia; y solo tenía que entrar
en una habitación para multiplicar mágicamente el desorden. No era ni
bajo ni alto, gordo ni delgado, un tipo bastante agradable que no se
destacaba entre la multitud hasta que lo mirabas a los ojos. Ojos
marrones grandes y conmovedores con pestañas absurdamente largas
para un hombre que cumpliría cincuenta años en otro año.

Ojos de ángel, le gustaba llamarlo Jasper. Lo enojaba todo el tiempo.

—No necesitamos irnos hasta las siete.

Adam se aseguró de mirar su reloj.

—Lo cual suele ocurrir poco después de las seis y cincuenta y dos.

Maldita sea, ¿ya era tan tarde?

—¿Ese es Adam? —dijo Minsky—. Tráelo contigo a cenar. Yo invito.


Donde quieras. ¿Suena bien a las ocho?
—No he aceptado reunirme contigo —dijo Jasper, divertido a pesar
de sí mismo. Muy pocos de sus antiguos socios sabían de Adam. Muy
pocos sabían siquiera el verdadero nombre de Jasper. Ed conocía ambos
y nunca había compartido esa información. Un poco retorcido de alguna
manera, Ed Minsky. Él robaría tu billetera sin una pizca de vergüenza,
pero nunca te delataría ni renegaría de un trato.

—Vamos, Jasper. No te hará ningún daño y disfrutarás de una


buena comida. Solo echa un vistazo al rubí, ve si puedes decirme qué
hacer.

—¿Por qué estás tan seguro de que es mágico? —Ed no tenía rastro
de un Don.

210
—La procedencia —dijo rápidamente Minsky—. Si hubieras visto al
no-zorro del que lo saqué, lo entenderías.

—¿Visto el qué? —La curiosidad se agitó. Jasper se dijo que no debía


ser un idiota.

—No-zorro. Así es como pensaba de él, ella o eso. Pelaje rosa


brillante y la carita más linda. Es una gran historia, cómo conseguí este
rubí. Estaría encantado de contártelo todo con bistecs. ¿O pad Thai? Si
mal no recuerdo, te gusta el tailandés.

Jasper estaba enganchado y lo sabía. Hizo una demostración de


resistencia, pero su corazón no estaba en eso. Quería escuchar sobre el
no-zorro. Vaciló y finalmente dijo:

—Está bien, pero tiene que ser mañana. Tengo planes esta noche.

—Pero esos planes deben incluir comer. Déjame comprarte dos...

—Tengo planes —repitió Jasper con firmeza.

De mala gana, Ed aceptó que tendría que esperar un día entero para
obtener lo que quería. Resolvieron el cuándo y dónde, y Jasper colgó.

Adam frunció el ceño.

—Ese era uno de tus antiguos socios comerciales. Del tipo con el
que ya no tienes nada que ver porque ya no estás en ese negocio. Vas a
cenar con él.

—¿Quieres unirte a nosotros? —Jasper apagó su computadora


portátil. Tendría que terminar los impuestos estimados por la mañana.
Enfáticamente no quería volver con ellos después de sus vacaciones, y la
obra de esta noche no terminaría hasta pasadas las diez. Demasiado
tarde para que su cerebro cansado se ocupe de asuntos del gobierno—.
Me pidió que te llevara. Creo que te gustaría Ed.

—¿Él sabe quién eres?

—Larga historia —dijo Jasper, levantándose—. Pero sí, lo sabe. No


voy a volver al negocio, Adam. Solo darle a un viejo amigo una evaluación
rápida e informal.

La oficina de Jasper se abría al área de almacenamiento de la tienda,


un espacio abarrotado que se mantenía navegable a través de una
organización meticulosa. Había un baño a la derecha. Junto al baño

211
había una gran caja fuerte antigua en la que era mucho más difícil entrar
de lo que parecía. Si alguien la abría, era muy probable que no notara el
compartimiento oculto en la puerta gruesa y pesada de la caja fuerte.

Adam habló mientras pasaban junto a la caja fuerte.

—A veces lo extrañas.

—Algunas veces. —Sin embargo, pensó en su último gran trabajo, y


eso acabó con cualquier nostalgia. Él lo había logrado, seguro. Robó un
dispositivo mágico de un lugar al que no debería haber podido entrar, y
mucho menos escapar. Pero no había sido emocionante. Ni siquiera había
sido rentable. Se había visto obligado a hacerlo porque Adam había sido
rehén de uno de los tipos más malos que Jasper había conocido. Y se
había encontrado con bastantes, en los viejos tiempos.

En la parte trasera del edificio, Adam abrió la puerta mientras


Jasper activaba el sistema de seguridad. Era un sistema decente,
suficiente para disuadir a los ladrones estúpidos sin ser demasiado
avanzado para que el propietario promedio de una tienda de
antigüedades invirtiera en él. Un ladrón inteligente podía pasar por él en
menos de diez minutos, un verdadero profesional en menos de cinco.

El tiempo del propio Jasper había sido un minuto quince.

—No me gusta pensar en que anhelas los viejos tiempos —dijo Adam
mientras salían a la estrecha zona de carga detrás de la tienda—. Prefiero
pensar que agregues a tu vida, no que quites algo importante.
—Tú lo sabes bien. —Jasper cerró la puerta, que se bloqueó
automáticamente. De la misma forma automáticamente miró a las
cámaras para asegurarse de que cubrían el área correctamente—. Es
bueno que no nos conociéramos hace veinte años...

—Cuando todavía estabas tan metido en el armario que no me


habría atrevido siquiera a mirarte, ¿quieres decir?

—Y no habría considerado renunciar a mi profesión. Entonces no


estaba listo. Ahora... ¿lo extraño? Claro, a veces, la forma en que un atleta
retirado no compite. Pero ya era hora. Lo sabía, o no habría estado de
acuerdo. Es una mala idea que un ex mariscal de campo envejecido salga
de su retiro en un esfuerzo por recrear sus días de gloria. Tampoco

212
funcionaría para un ladrón envejecido.

—¿Envejecido? —Una mano cálida se deslizó por el trasero de


Jasper—. Hmm, déjame ver, ahora...

Jasper sonrió, se volvió y encontró los brazos de Adam y su sonrisa


listos para él. Cuando se besaron, hubo más calor, y más lengua,
involucrada de lo que esperaba. Cuando terminó el beso, estaba
pensando en volver a entrar en la tienda. No había lugares realmente
buenos, pero él y Adam eran creativos.

—Al menos debería actuar como si confiara en mi prometido, ¿no es


así? —murmuró Adam—. Lo siento.

Prometido. Qué palabra tan maravillosa.

—Si eso fue un beso de disculpa, el sexo de reconciliación debería


estar a la vuelta de la esquina. Con lo que me refiero al interior de la
tienda, no a la puerta.

Adam negó con la cabeza con tristeza.

—Pero entonces no tendríamos tiempo para cenar, y tendría que


escuchar el gruñido de tu estómago durante toda la obra.

Y estarían yendo a la obra de teatro, contra viento y marea. Adam lo


había arrastrado a todas y cada una de las obras de la compañía de
actores altamente experimental de la que su amigo Mark había formado
parte. Jasper no era estrictamente del tipo My Fair Lady, pero tampoco
pensaba que Shakespeare fuera más auténtico cuando se representaba
desnudo. Y el juego con las gallinas muertas... pero Mark finalmente
consiguió un papel en una producción en Magic Theatre. Magic realizaba
muchas obras nuevas, pero eran reales. Sin gallinas muertas esta noche
a menos que estuvieran en el plato de Jasper para cenar.

—Estoy bastante seguro de que es tu estómago el que gruñe, no el


mío.

—Hmmm, no. Podría ser tu hermano. ¿Vino de visita? —Adam se


aseguró de mirar detrás de Jasper, como si pudiera haber pasado por
alto al lobo extremadamente grande en el que el medio hermano de
Jasper se convertía en ocasiones.

—Idiota.

213
—Aritmofóbico.

—Friki bocazas.

—Snob despreciable.

Se sonrieron el uno al otro. Con un toque, Jasper activó la seguridad


secundaria de la tienda. No sabía cómo configurar una guarda por sí
mismo, pero podía activar la que había establecido el amigo de su
hermano y renovarla según fuera necesario.

Se pusieron en camino por la estrecha calle que daba a la parte


trasera de la tienda de antigüedades, lanzando alegres insultos tanto
shakesperianos como modernos. Jasper no podía dejar de sonreír. Él y
Adam se habían ganado su felices para siempre. Y por difícil que fuera de
creer, parecía que lo iban a conseguir.

La cena estuvo buena. Habían ido a su lugar vietnamita favorito,


donde sabían que les servirían rápidamente. Y la obra fue excelente.

—Mark siempre ha tenido una gran presencia en el escenario —


comentó Jasper en el intermedio. Supuestamente estaban haciendo fila,
pero la multitud en el puesto de comida era grande y nada lineal. Jasper
puso sus posibilidades de tomarse un par de cervezas antes de que
tuvieran que regresar a sus asientos en menos del cincuenta por ciento.

—Pero nunca me di cuenta de lo bueno que podía ser hasta ahora.


Olvidé que era él en el escenario.

—Solo necesitaba un vehículo decente. —Adam estaba radiante.


Nada lo hacía más feliz que ver triunfar a un amigo. A Adam le gustaba
pensar que era duro y cínico, y era un superviviente, no hay duda de eso,
y duro en las formas que contaban. Pero tenía un corazón de pelusa de
malvavisco—. Yo... oh, mira, Michele está aquí. ¿Con quién está?

—No la veo. ¿Dónde...? —La voz de Jasper se apagó cuando una


sensación de hormigueo recorrió su columna hasta su cuero cabelludo.

214
Se sentía como si su cabello estuviera tratando de erizarse.

—¿Qué es? —Adam frunció el ceño—. Tienes la mirada más extraña


en tu cara.

—Alguien acaba de irrumpir en la tienda.

Adam miró el bolsillo donde Jasper había dejado su teléfono.

—¿Cómo puedes…? Oh. Es la otra alarma.

—Me temo que sí. Adam, tengo que irme.

—No, tienes que llamar a la policía, luego nos vamos.

Jasper arqueó una ceja.

—¿Y decirles que mi guarda acaba de alertarme sobre un intruso?

—¿Por qué no? —demandó Adam—. ¡Seguro que no vas a


comprobarlo tú mismo!

Bueno, sí. Eso era exactamente lo que iba a hacer, aunque por
primera vez sintió un leve pesar por haber insistido en que la gente de su
hermano dejara de seguirlo “para su protección”. Ser observado en todo
momento lo había vuelto loco. Pero admitiría que un respaldo de
seguridad lupi podría haber sido útil esta noche.

—¿Puedes conseguir que te lleven a casa? Yo mismo podría tomar


un taxi, pero...

—¡Ese no es el problema, maldita sea!


Jasper no llamó a la policía, pero tampoco fue solo. Adam fue con
él. A Jasper no le gustó eso, pero no porque pensara que alguno de los
dos estaría en peligro. Si alguien era lo suficientemente bueno para entrar
sin activar su alarma habitual, él o ella era un profesional y se iría antes
de que llegara Jasper. Eso tomaría al menos veinte minutos, incluso a
esta hora de la noche. Probablemente más cerca de los treinta. Pero
odiaba que Adam se perdiera la última parte de la obra.

—Olvídate de la maldita obra —dijo Adam cuando expresó esa


preocupación, quizás por segunda vez. O tercera—. Este es tu medio de
vida. Pero no entiendo por qué estás tan seguro de que se habrán ido.

—No te preocupes, lo harán. A menos que estén detrás de lo que hay

215
en la caja fuerte. —Había vendido casi todas las cosas que había obtenido
en su profesión anterior lo más rápido posible. Casi, pero no todas. Un
par de artículos en la caja fuerte serían extremadamente valiosos para la
persona adecuada… o para las personas equivocadas. Pudo haber sido
un ladrón, pero trazó la línea al hacer disponibles ciertos objetos—.
Espero que no estén tratando de abrirla, porque eso llevará un tiempo.
Incluso para un profesional, esa caja fuerte no es fácil de abrir.

—Eso no respondió a mi pregunta.

El sonido de una sirena moviéndose detrás de él hizo que Jasper


hiciera una mueca y se detuviera a un lado de la carretera.

—Solo un profesional puede superar el sistema de seguridad


habitual, y los profesionales no se demoran. Entran y salen rápido. Ya
habrán elegido lo que quieren, así que no les llevará mucho tiempo.

—¿Estudiaron el lugar, quieres decir?

—Eres lindo cuando hablas como un ladrón. Sí, y he estado


revisando cuáles de mis clientes recientes podrían haber estado
interesados en mis acciones por las razones equivocadas. —Observó por
el espejo retrovisor cómo un coche de policía, con las luces encendidas y
la sirena a todo volumen, pasaba a toda velocidad y luego volvía a salir
al tráfico—. Esta noche probablemente detuvieron su camioneta en la
parte trasera, nunca hay mucho tráfico en esa calle, y sacaron las cosas
por la puerta de carga. —Suspiró, pensando en el hermoso escritorio de
1880 que había comprado la semana pasada. Lo victoriano se vendía bien
en San Francisco, por eso se especializaba en ello. Valía ocho mil, fácil,
aunque los ladrones tendrían suerte si consiguieran más de un par de
miles. Las antigüedades ilícitas no eran difíciles de mover, pero nunca
obtenías su valor total—. Aunque es posible que optaran por las cosas
pequeñas, especialmente si “ellos” es realmente “él”. O “ella”, supongo.
Un ladrón solitario tendría problemas para sacar los muebles
rápidamente.

—Y, sin embargo, la policía podría haber llegado mucho más rápido
que nosotros. Es posible que hayan atrapado a tu ladrón o ladrones si
los hubieras llamado de inmediato. No lo hiciste.

—Hmm.

—No me tararees. Ese es tu ruido de “no estoy discutiendo aunque


seas un idiota”.

216
Jasper sonrió ante el entramado de faros delanteros. Y no discutió.

—Podrías haber encontrado alguna razón para que la policía


revisara tu tienda, además de las protecciones místicas y mágicas. No
querías llamarlos porque no querías que atraparan al ladrón o los
ladrones.

—Llamaré a la policía cuando sea el momento.

—Después de que los malos se hayan alejado a salvo con tus


pertenencias.

—Son solo cosas —dijo Jasper con suavidad—. Cosas aseguradas


en eso.

—Y...

Jasper suspiró.

—No me gustan las prisiones. Entiendo la razón de ellas. No


podemos permitirnos que todo el mundo se comporte como antes.
Simplemente no quiero ser responsable de... ¿Sabías que la celda de una
prisión promedio en los Estados Unidos mide metro ochenta por dos
metros y medio?

—Son sus propias acciones las que los pondrían en prisión, no las
tuyas.

—Metro ochenta por dos metros y medio —repitió—. Imagínate vivir


durante una década o más en una habitación más pequeña que muchos
vestidores. Estar encerrado en esa habitación. Se te permite salir solo
para ducharte o, si tienes suerte, para hacer ejercicio en un área cerrada
sin ni siquiera una brizna de hierba, rodeados de hombres que están al
menos tan locos como tú, y la mitad de ellos son pandilleros.

Adam guardó silencio un momento.

—Realmente no te jubilaste solo por mí, ¿verdad?

—Te lo he estado diciendo.

—Sí, pero también insististe en que no había nada de qué


preocuparse, que eras demasiado bueno para que te atraparan.

—Bueno —dijo Jasper modestamente—, estadísticamente hablando,

217
tenía razones para creer eso. Nunca me atraparon.

Adam tomó su mano.

—Un fanfarrón pusilánime.

—Bribón moralista. —Jasper apretó la mano en la suya.

Jasper se quedó mirando el rubí en su mano... que había encontrado


escondido dentro de su caja fuerte. Habló en voz baja, casi con
reverencia.

—Ese hijo de puta.

—¿Qué? —llamó Adam desde la tienda propiamente dicha. Conocía


las acciones de Jasper casi tan bien como Jasper y había estado
revisando mientras Jasper revisaba el área de almacenamiento—. ¿Qué
falta?

—Nada. No es necesario que sigas buscando. Sé quién irrumpió esta


noche y no se llevó nada.

—¿De qué estás hablando? —Adam apareció en la puerta entre la


tienda y el área de almacenamiento—. ¿Cómo puedes estar seguro?
—Fue Ed. Ed Minsky, el tipo con el que se supone que cenaremos
mañana. Dejó esto en mi caja fuerte. —Adam levantó su mano, que
sostenía un pañuelo de seda junto con el rubí. Había manejado
suficientes objetos mágicos en su tiempo para saber mejor que tocar uno
que estaba activo... y este lo estaba.

Jasper nunca se había considerado un hechicero, no hasta que un


hechicero de verdad le dijo que eso era exactamente lo que era. Según
Cullen Seabourne, la definición común de hechicería, la definición legal,
era una tontería. No era ser capaz de usar magia fuera de ti lo que te
convertía en hechicero. Era la Visión.

El Don de Jasper era bastante débil. A menos que hubiera una

218
tonelada de poder involucrado, tenía que trabajar en ello para ver la
magia. Había visto el resplandor de esta gema mientras aún estaba
dentro de la caja fuerte, y no lo había estado intentado.

Adam frunció el ceño ante la gema en la mano de Jasper.

—¿Cómo sabes que fue Ed?

—Primero, porque el objeto que quiere que mire es un rubí. En


segundo lugar, porque él es una de las pocas personas en el mundo que
podrían haber abierto mi caja fuerte, dejar esto y escapar antes de que
llegáramos.

La ceja de Adam se alzó.

—¿Es un ladrón de cajas fuertes?

—El mejor, te diría, pero Ed exagera a veces. Sin embargo, está entre
los cinco primeros. —Una vez había trabajado con Ed. Normalmente
había trabajado solo, realmente no se puede confiar en los ladrones, pero
esa caja fuerte en particular había estado más allá de sus habilidades. El
trabajo había salido suave como la seda, y Ed había tomado su parte en
gemas, según lo acordado. La parte de Jasper había incluido un libro
muy antiguo. Un libro de hechizos, para ser precisos. Su especialidad
habían sido los artículos mágicos, generalmente contratados con
anticipación. Un mercado más pequeño que el de las piedras preciosas
que prefería Ed, pero lucrativo.

—¿Por qué tendría que hacer eso?

—La razón que se me ocurre no me hace feliz. Dame tu camisa.


—¿Para qué?

—Es de seda, ¿no? —Jasper envolvió la gema en la bufanda. Era una


bufanda grande; cuando terminó, el brillo se atenuó, pero no desapareció.

—Sí, pero…

—Sea lo que sea, es poderoso. Potente significa potencialmente


peligroso, y no quiero que se filtre por todos lados. Lo único que sé que
puede bloquear la magia es la seda.

—¿Es un rubí mágico? —preguntó Adam, intrigado. Comenzó a


desabrocharse la camisa—. ¿Qué hace?

—No lo sé. Eso es parte del problema. La otra parte es por qué Ed

219
irrumpió en mi tienda para plantarlo aquí.

—¿Crees que está tratando de incriminarte o algo así?

Jasper negó con la cabeza.

—No Ed. No es la policía de la que tenemos que preocuparnos. —


Aunque ahora estaba muy contento de no haberlos llamado—. Es a quien
Ed quiera esconder esto.

—Huh. —Adam se quitó la camisa y se la entregó—. ¿Así que, qué


hacemos?

—Ponerlo de nuevo en la caja fuerte por ahora, supongo. —Jasper


envolvió la camisa alrededor del fajo de bufanda. El resplandor se atenuó
aún más. Sin embargo, aún podía verlo si lo intentaba—. Y hacerle
algunas preguntas a Ed mañana por la noche.

Pero Jasper no pudo hacerle ninguna pregunta a Ed. Ed no se


presentó para invitarlos a cenar a él y a Mark, así que comieron pad Thai
sin él. Un par de horas después de llegar a casa, un detective de
homicidios llamó a su puerta. El cuerpo mutilado de Edward Robert
Minsky había sido encontrado en un contenedor de basura a kilómetro y
medio de la tienda. Su teléfono estaba en su bolsillo, y el número de
Jasper fue la última llamada hecha desde ese teléfono.

Naturalmente, el detective quería saber todo lo que Jasper pudiera


decirle. Sin duda, la entrevista posterior fue frustrante para el hombre,
ya que no había casi nada que Jasper pudiera decir. Un viejo amigo los
había llamado para invitarlos a cenar a él y a su prometido, pero no se
había presentado. No, no sabía lo que quería Ed, aparte de la oportunidad
de ponerse al día. No, no sabía dónde se había estado quedando Ed, ni
nadie que podría haber tenido algo contra Ed. Algún ladrón, sin duda, le
había dicho Jasper al hombre. Ed trataba con gemas, después de todo.
Tal vez había tenido algo contra él, o el ladrón pensó que sí.

220
Más tarde, el Departamento de Policía de San Francisco determinó
a partir del video en la tienda de Jasper que él y Mark habían ido allí
menos de una hora después de que se fuera el detective. Habían entrado
en las instalaciones a las 12:10 y se habían ido de nuevo a las 12:17,
después de lo cual, por lo que podía saber el DPSF, desaparecieron.
221
Dragonhome

Cinco cuerpos relucientes de color marrón grisáceo saltaron a través


del agua, produciendo diamantes de agua para brillar bajo el sol. Todos
llevaban arneses, el aparejo que los unía al barco. Uno tenía un jinete.

El contacto físico no era necesario para que el Siji usara su Don;


simplemente era más fácil de esa manera. El jinete controlaba a la bestia
líder. Los chún eran animales de manada y no muy brillantes. El instinto
les decía que siguieran al líder, y eso es lo que hacían, necesitando solo
un empujón ocasional de Siji actuando como respaldo. El padre del barco
y su hija hicieron la mayor parte del viaje: ella por la mañana, él por la
tarde, con sus hijos turnándose en el lugar de respaldo. Ellos tenían los
Dones más fuertes.

Ahora era por la tarde. Si hubieran estado en un mundo con relojes,


Rule habría adivinado que sería entre las tres y las cuatro en punto. En
este mundo, la inclinación del sol y el gruñido en su estómago decían que
había pasado demasiado tiempo desde el almuerzo... que no había
incluido carne. La gente de este mundo no comía mucha carne. Le dio
ganas de ir a cazar por su cuenta.

—Necesito unas gotas de sangre —dijo la abuela de Lily.

Se volvió para mirarla.

—¿Mi sangre, supongo?


—Activará el ungüento y te lo conectaré. —Le tendió un pequeño
cuenco de cerámica—. Sostén esto.

La sustancia en el cuenco pequeño parecía Crisco sucio y olía a


grasa, flores y hierbas: crisantemo y madreselva, ginseng y regaliz,
además de otros que su nariz no podía distinguir en esta forma.

—Dame la otra mano —dijo la abuela.

Le levantó el labio en un gruñido silencioso.

—No soy Gan, para recibir órdenes.

—No, eres un lobo muy susceptible que debería mostrar más respeto

222
por tu mayor.

Inhaló lentamente. Exhaló.

—Mis disculpas. —Después de una pausa añadió—: Anoche soñé


con mi hermano. Todo el día, se sintió como si viajara en el barco
conmigo. Me hace sentir... precipitado.

—¿Un sueño difícil?

—Todos lo son últimamente. —Otra pausa—. Él todavía está vivo.


No solo en el sentido de que estamos en un tiempo anterior aquí, uno
antes de que él fuera herido. Todavía estaba vivo cuando nos fuimos.

—Eso dijo Gan.

—También Cullen.

Ella no respondió a eso.

—No voy a llorar por él —le dijo con fiereza. Gan estaba segura de
que Benedict estaba vivo cuando comenzó a agarrar a la gente y cruzar
con ellos. No estaba segura de Cullen. Sentía la vida directamente, si Rule
entendía qué era üther, para que pudiera confiar en lo que ella decía sobre
Benedict. Pero en toda la conmoción, no había tenido tiempo de aclarar
si había sentido dónde cayó Cullen. Algunos habían sido de demonios.
Quizás todos. O tal vez no.

—Esa es una buena decisión —le dijo secamente—. Aún mejor si


dejaras de preocuparte por lo que aún no ha sucedido.
Soltó una carcajada, se pasó una mano por el cabello y le tendió la
mano.

—Querías sangre.

Ella tomó su mano, dobló sus dedos hacia atrás y le pinchó el pulgar
con una aguja, luego lo colocó sobre el cuenco y exprimió unas gotas de
sangre. Soltando su mano, usó una pequeña paleta de bambú para
remover el desastre.

—No pude encontrar ningún kesum. La gente de aquí no reconoce


mis descripciones; creo que aquí no crece. Lo he sustituido por otra forma
de cilantro. El ungüento aceptó el hechizo, pero creo que no es estable.
Úntatelo en la cara ahora.

223
Hizo una mueca, no le gustaba poner la sustancia maloliente cerca
de su nariz, pero hizo lo que ella le había ordenado.

—Hmm. —Ella lo miró con los ojos entrecerrados. A su lobo no le


gustaba que lo miraran—. Funcionó.

—No suenas feliz con eso.

—Yo tenía razón. El hechizo es inestable. Se romperá demasiado


rápido. —Le entregó un trapo húmedo—. Bien puedes limpiarlo. Lo
intentaré otra vez.

Se frotó la cara.

—¿Cómo me veía?

—Te veías como esperaba que te veas.

—¿Y eso es útil de alguna manera?

—Tch. Es magia mental, pero no es una ilusión. Te lo dije. No cambia


tu apariencia, sino las reacciones de quienes te rodean. Cualquiera que
vea tu cara cuando la pomada esté funcionando pensará que le resultas
familiar. La forma en que debes verte. Una persona puede pensar que te
pareces a su vecino, que es muy alto. Es posible que otro más tarde no
pueda recordar cómo te veías, pero jurará que te conoce de alguna parte.
Otro podría creer que te pareces un poco a su tío.

—Entonces, si me mirara en un espejo cuando me untara estas


cosas, vería mi propia cara porque eso es lo que espero ver.
—Sí. —Suspiró—. Pero solo por unos minutos. Debo intentarlo de
nuevo.

Dos días después

El cielo occidental resplandecía carmesí. El cielo del este ya estaba

224
oscuro. El crepúsculo envolvió el chún-chún, ligeramente disipado por
luces de mago colocadas a proa y popa. El canto de un búho flotaba en
el aire perfumado por el río y el bosque cercano. El agua lamía el casco
del barco.

Rule no encontró relajante la música líquida del agua. Quería cazar.


Necesitaba cazar, correr a cuatro patas, para...

—La luna estará llena pronto —observó Li Lei Yu.

No podía tener lo que quería. Aún no.

—No tan pronto. Cuatro días más. ¿Cómo va el disfraz? —Había


conseguido que el último lote durara treinta minutos.

—No creo que se estabilice más sin el kesum, y no tengo el tiempo


ni los ingredientes para diseñar un medio completamente diferente para
sostener el hechizo. Deberá invocarse en el último momento. ¿Estás
nervioso porque se acerca la luna llena? ¿O porque tu dama te está
instando a que te des prisa?

Se encogió de hombros.

—Estoy demasiado nervioso para decir por qué estoy nervioso.

—Ah.

Debería repasar el plan de nuevo. Había tenido poco que hacer en


este viaje, salvo pensar, pensar y planificar, y presentar posibles
escenarios, posibles problemas... y al final, lo que sucedió no siguió
ninguno de los posibles guiones que había considerado. Pero considerar
esas posibilidades lo ayudó a evitar los obstáculos obvios y mantuvo su
mente fluida.

Al menos esperaba estar evitando los obstáculos obvios. Mucho


dependía de madame… de la abuela, se corrigió. No le gustaba esa parte
del plan. Tenía una gran confianza en ella, pero lo que se proponía
hacer... aunque al menos sabía en lo que se estaba metiendo. Sabía
mucho más sobre eso que él, admitió. Había sido idea suya.

La abuela interrumpió el vaivén de sus pensamientos.

—El padre del barco dice que llegaremos a la capital en dos o tres
días.

225
Él la miró. Ella estaba mirando hacia el río oscuro, su mirada
desenfocada.

—O cuatro, si el magistrado de nuestra próxima parada es


especialmente dilatorio. —El magistrado de Liangzhou a menudo hacía
esperar al padre del barco mientras él terminaba de preparar su
correspondencia oficial—. No has leído todos los documentos del último
magistrado.

—Terminaré esta noche.

Habían tenido una desagradable sorpresa dos paradas atrás. Un


funcionario había intentado detener a Gan cuando dejaron el barco para
comprar suministros, incluidos más ingredientes para que madame los
probara con su disfraz. Madame había hechizado rápidamente al hombre.
Resultó que el gobierno había enviado una alerta, pero para Gan, no para
Rule. Gan había sido vista cuando trajo a Cynna a este reino, y los
engendros habían enviado una directiva para detener a “una mujer
inusualmente baja de herencia demoníaca con piel naranja y cabello
azul”. El cabello de Gan podría ser negro ahora, pero su altura y el color
de su piel eran más difíciles de disfrazar.

Madame le había dicho al oficial que “este no es el ser que estás


buscando”, lo que casi hizo que Rule se echara a reír. No pudo hacer que
admitiera que había citado a Obi Wan a propósito. Sin embargo, sus ojos
habían brillado.

Así que Gan estaba restringida al barco cuando estaban atracados


a menos que ella estuviera dashtu, y madame había decidido que
necesitaban información adicional. Ella estaba reuniendo eso al asaltar
y leer el correo oficial que recogía su barco, que se guardaba en una bolsa
sellada mágicamente y encerrada en un baúl en la cabina. Ni la cerradura
mágica ni la mundana fueron un problema para ella, pero la lectura fue
un desafío. Los caracteres no estaban escritos de la forma en que estaba
acostumbrada, por lo que el proceso era lento.

Había revisado la correspondencia oficial de dos magistrados y


estaba trabajando en el tercer lote... a la vista de la familia maestros de
bestias. No se daban cuenta. Ella les había dicho que no lo hicieran. No
había encontrado nada que sugiriera que los oficiales estuvieran atentos
a Rule. Había encontrado referencias a los preparativos que los
engendros habían ordenado a sus magistrados que hicieran. Esas
referencias eran enloquecedoramente vagas.

226
Rule preguntó:

—¿Pero no has visto nada interesante? ¿Nada relacionado con esos


misteriosos preparativos?

—Estos documentos son muy parecidos a los demás. Un largo


informe sobre un proyecto para drenar tierras pantanosas. Respuesta a
una pregunta sobre las listas de impuestos. Otro relacionado con el
número de nacimientos de mutantes. Copias de varios documentos que
se envían rutinariamente a la capital: elogios oficiales y reprimendas,
resúmenes de casos legales. Y una solicitud de aclaración sobre “los
preparativos en los que nos embarcamos según el decreto número 37,
Año de la Guía Celestial 137”.

—¿La solicitud de aclaración nos aclara algo?

—El magistrado quiere saber si hubo un error administrativo


relacionado con el número de toneles de arroz que se deben asegurar. Es
cortésmente incrédulo y no cree que el número indicado sea correcto.

Barriles de arroz.

—¿Dice cuál es ese número?

—No.

Rule negó con la cabeza.

—Entonces no es de mucha ayuda. Sugiere que pueden estar


almacenando alimentos, pero sin saber por qué... Los engendros podrían
estar esperando una mala temporada de cosecha o involucrado en la
planificación de desastres naturales. Quizás quieran aumentar el costo
del arroz. Es posible que tengan la intención de comenzar a distribuir
alimentos entre los pobres.

Madame no dijo nada durante varios momentos. Luego habló con


dureza.

—El problema es que estoy leyendo la correspondencia que va por el


camino equivocado, desde los magistrados hasta los engendros. Necesito
ver qué les están diciendo los engendros a sus magistrados.

Se encogió de hombros, impaciente. Inquieto.

—Este barco se dirige a la capital. Solo puede recoger los

227
documentos oficiales que viajan a los engendros, no los que provienen de
ellos.

—Quizás deberíamos robar parte del correo entrante del magistrado


en nuestra próxima parada.

—Estás bromeando.

—Eres muy grosero. Si tenemos que esperar un día o más al


magistrado, habrá tiempo para arreglar un robo. Gan puede hacer
dashtu.

—¿Y supongo que no tendrá problemas para encontrar los


documentos que deseamos ver? ¿Y si los encuentra, nadie se dará cuenta
de que se han ido?

—Estás muy malhumorado esta noche. Quizás deberías salir a


correr.

Sus cejas volaron hacia arriba.

—¿Y arriesgarme a ser visto como un lobo?

Ella resopló.

—Más riesgo de ser devorado, creo. Algunos depredadores aquí son


muy grandes. Tendrías que dar una razón para pasar la noche en la orilla
en lugar del barco.

—Si hubiera un pueblo aquí... pero no lo hay. —El chún-chún


generalmente pasaba la noche en un pueblo, pero de acuerdo con el deseo
de velocidad de sus pasajeros, seguían adelante hasta que tenían que
detenerse y descansar los chún—. Lo pensaré. —Los dioses sabían que
quería correr, cazar, pero ¿debería hacerlo?

Ella le dio una palmada en el brazo.

—Si una carrera aclara tu mente, vale la pena arriesgarte. No use


su pierna lesionada.

Tuvo que sonreír. Madame trató de recordar que no debía darle


órdenes. Ella olvidó. Frecuentemente. Dar órdenes a los demás no era
solo un hábito para ella. Era la forma en que mostraba amor. Lo entendía.
Él también era un dominante.

Estaba profundamente contento de que ella estuviera aquí. Primero,

228
por supuesto, porque temía que no tuvieran ninguna posibilidad de
rescatar a los niños sin ella, y mucho menos a los que habían dejado en
Dis. Luego estaba la forma en que había podido acelerar su curación. No
sabía que un no sanador pudiera hacer eso. Su intestino debería haber
tardado un mes en volver a crecer, pero su curación ahora estaba
reparando tanto su intestino como su pierna. Eso significaba que el
intestino debió volver a crecer casi o por completo.

Todo eso importaba mucho, pero sabía que madame Yu era


ferozmente capaz. No sabía que también sería una compañera tan
agradable.

No relajante, no. Enloquecedora intermitentemente... y sin embargo


agradable. Era sabia, astuta y poderosa, y eso seguramente era parte de
ello. Pero sobre todo, pensó, era la confianza. Incluso con el clan no sentía
este tipo de confianza, porque con el clan siempre estaba consciente de
la necesidad de ser fuerte, capaz y estar a cargo. Nadie más que madame
Yu estaba a cargo de madame Yu. Luego estaba su don para el silencio.
Eso podría agravarse cuando se enteró de que ella había retenido un poco
de información (amaba los secretos tanto como los dragones), pero parte
de su silencio provenía de un profundo silencio dentro de ella, un silencio
que parecía volverla inmune a las preocupaciones. Uno en el que pudiera
descansar junto con ella de vez en cuando.

Ahora estaban sentados juntos en un tranquilo silencio, de espaldas


a las cajas apiladas en el centro del barco.

En el canal más profundo del río, un gran cuerpo chapoteó. Los chún
se estaban alimentando. Se necesitaban muchos peces para alimentar
esos poderosos cuerpos, pero los amos de los chún podían enviar bancos
de peces en su camino, permitiéndoles comer hasta saciarse en un
tiempo relativamente corto. Los hijos del padre del barco estaban ahí
fuera ahora, haciendo sus sugerencias sospechosas. El propio padre del
barco se hallaba sentado sobre el techo de la cabina en la popa,
relajándose con su pipa. Su hija estaba preparando la cena.

La cocción se realizaba en una caja de hierro fundido con patas con


una rejilla con rejillas en la parte superior, con rejillas para permitir el
control del flujo de aire y, por lo tanto, el calor del fuego. El arroz ya
estaba cocido y esperando en una olla grande de hojalata con forma de
parrilla. El cuchillo de Mei Ling brillaba con enérgica eficiencia mientras
limpiaba el último de los tres peces grandes que Gan le había traído. Se
cortarían finamente y se freirían con algunas verduras.

229
La propia Gan estaba todavía en el río, como los hijos del padre del
barco. La renovación frecuente de las sugerencias mágicas de la abuela
evitaba que la familia del maestro de bestias encontrara su
comportamiento extraño, pero el río no era seguro a esta hora del día.
Carecía de la habilidad de los jóvenes para apartar a los depredadores
con sugerencias mentales. Ella afirmó que su capacidad para ver üther,
un tipo de energía producida por criaturas vivientes, le permitiría
evitarlos.

Esperaba que ella tuviera razón.

—¿Por qué permites que Gan nade tan tarde en el día? Muchos
depredadores se alimentan al anochecer.

Por alguna razón, eso divirtió a madame Yu. Ella realmente se rio
entre dientes.

—¿Crees que me corresponde a mí permitir o no permitir?

—No me escucha. Ella te obedecería.

—Quizás.

—Sin “quizás” al respecto. Ella te tiene miedo... no, eso no es. —


Frunció el ceño, sobre todo al darse cuenta de que no podía expresar con
palabras lo que había visto, pero no entendía—. Ella te tenía miedo al
principio, pero ya no. El miedo no sería la razón por la que obedeciera,
pero obedecería.

—Es bastante simple. Soy su primer padre.


—Ella... —Cortó eso para mirar a la anciana sentada plácidamente
a su lado—. ¿Crees que ella te ve como un padre? ¿Una figura materna?

—Madre, abuela... —Se encogió de hombros—. La pequeña no tiene


modelo para ninguno de los dos. Yo los creé en ella. Ésta es una gran
responsabilidad. Tengo cuidado con mis pedidos.

Si alguien más hubiera dicho eso, se habría reído. Gan puede que
ya no sea un demonio, pero estaba mucho más allá de la edad en la que
podría ser criada.

—¿Y los gnomos? Seguramente la están guiando.

—Los que ella respeta son guías, sí. Un guía no es un padre.

230
Llegó la cena, llevada por la chica que la había cocinado. Se arrodilló
con gracia y tendió los dos cuencos, sonriendo tímidamente. Su nombre
era Mei Ling. Era hija del Siji, que era el nombre que se daban a sí mismos
los maestros de las bestias. Eran una tribu o grupo familiar descendiente
de un lái no humano de los reinos sidhe, o eso decía madame. Los amos
de las bestias dijeron que su antepasado lái había sido humano, pero
había un fuerte prejuicio aquí contra la mezcla racial. Desearían reclamar
una ascendencia puramente humana, fuera o no así.

Mei Ling tenía diecisiete años y era muy hermosa, y Rule era muy
consciente de que había decidido estar enamorada de él.

Madame (abuela, se corrigió) aceptó su cuenco con un majestuoso


asentimiento.

—Xiè xie —dijo Rule mientras aceptaba al otro. Xiè xie significaba
“gracias” y era una cuarta parte de su chino disponible. También podría
decir “por favor”, “buey” y “madame”. Junto con el agradecimiento, le dio
a Mei Ling un tipo particular de sonrisa. Del tipo que no tenía derecho a
ofrecerle.

Ella se rio, posiblemente por su pronunciación, posiblemente porque


tenía diecisiete años. Y resplandeció de placer ante su sonrisa.

Una rápida avalancha de chino de su padre la hizo volverse con el


ceño fruncido. Ella le respondió algo, pero se levantó en obediencia de
mala gana.

El padre de Mei Ling le había dicho que atendiera sus cargos, es


decir, los chún. Ella le había dicho que él sabía muy bien que sus
hermanos estaban haciendo eso. Rule lo sabía porque una voz había
murmurado las traducciones en su oído mientras hablaban, una voz que
sonaba desconcertantemente como madame Yu. Después de dos intentos
fallidos, madame le había regalado un encantamiento de traducción que
funcionaba esa mañana. Colgaba de su cuello con los encantos que
Cynna había hecho antes de que dejaran la Tierra. No se renovaba a sí
mismo como el encanto de Gan, le había informado con una aspereza
destinada a enmascarar el disgusto o la frustración. Había decidido
omitir ese elemento, ya que cada vez que intentaba entretejerlo, la
armonía se rompía. Pero debería durar hasta la luna llena. Podría
renovarlo por él después de eso, si es necesario.

Podría serlo. La luna estaría llena en cuatro días. Llegarían a Lang

231
Xin en dos o tres días, o cuatro, si el magistrado de Liangzhou era
especialmente difícil y los hacía esperar dos días completos. Los niños
llegarían a este reino entre tres y seis días a partir de ahora, o eso suponía
Gan. No sabían exactamente qué tan desplazados en el tiempo estaban
en comparación con Dis, pero podrían llegar a la capital al mismo tiempo
que lo hiciera su hijo. O unos días antes de eso. O un día tarde.

Esa era una de las razones de la tensión de Rule. Había otras.

Madame chasqueó la lengua.

—Ella te corteja.

Rule sacó los palillos del bolsillo interior de su túnica.


Afortunadamente, era bastante bueno con los palillos. No tan bueno
como un nativo, pero nadie esperaba que actuara como un nativo.

—Ella coquetea, eso es todo. ¿No se supone que el cortejo adecuado


debe ser al revés en una sociedad patriarcal?

Ella resopló.

—Se llevaría a cabo un cortejo adecuado entre su padre y el tuyo,


aunque yo podría actuar en tu nombre ya que eres un lái y se presume
que tengo autoridad sobre ti. Su noviazgo se trata de apareamiento, no
de matrimonio.

Rule acababa de meterse un bocado de pescado en la boca. No se


atragantó con eso. Sin embargo, se sorprendió al sentir un leve rubor
subir por su cuello. No se había sentido avergonzado por el sexo desde
que tenía trece años.
—Ella no puede esperar eso.

—Diecisiete es lo suficientemente mayor para esperar exactamente


eso.

—Estaba pensando en la falta de privacidad. —Contando con ello,


de hecho—. Ella nunca está a más de una docena de metros de su padre
y hermanos, incluso cuando está montando uno de los chún. No están
dispuestos a dejarnos vagar solos a los dos incluso si ella quisiera, y no
estoy convencido de que lo haga. Coquetear conmigo cuando no podemos
estar solos juntos es seguro. No es que a su familia le guste. Preferirían
que no me hablara.

—Su padre no se ha decidido por ti. Si decide que te aprueba, la falta

232
de privacidad no será un problema.

—Te aseguro que lo sería. No es que yo... maldita sea.

—Tu cara se ve muy divertida. Quizás no sepas que a Mei Ling no se


le permitirá casarse. Las hijas de los Siji no se casan.

El nuevo encanto de traducción de Rule no pudo decidir cómo


traducir “Siji”. Le susurró tres opciones al oído: conductores, cuatro
temporadas y (algo desconcertantemente, muertos). “Conductores”
probablemente era correcto, porque eso era lo que hacían los Siji.
Conducían a sus bestias.

Madame continuó:

—El matrimonio llevaría a Mei Ling a la familia de su esposo, y su


Don es demasiado valioso para perderlo de esa manera. Sin embargo, su
familia quiere que ella tenga hijos. —Una mirada astuta—. Será incómodo
para ti si su padre decide que debes engendrar a sus nietos.

—Si tienes razón sobre ella —dijo lentamente, luego se detuvo.

—Sí —dijo, entendiéndolo a pesar de que él no había dicho el resto


de eso—. Tendrás que manejarla con cuidado, Rule.

Con tristeza, comió algunos bocados más antes de responder.

—No hay Siji en China. No sabías que existían hasta que conocimos
a estas personas. ¿Cómo sabes tanto sobre ellos?

—La gente le dice a una anciana todo tipo de cosas.


Esta vez resopló.

—Estoy seguro de que la gente te dijo cosas mucho antes de que tu


apariencia se ajustara a su noción de “anciana”.

—No estás equivocado. Sin embargo...

Cuando su voz se apagó, Rule la miró rápidamente. Fruncía el ceño


ante el persistente resplandor del atardecer.

—¿Qué es?

—Dragón.

233
234
Rule se puso de pie.

Madame continuó frunciendo el ceño distraídamente hacia el oeste.

—Puede que solo tenga curiosidad. Hasta ahora es el único... No. —


De repente, ella también se puso de pie, gritando en chino, que su
encanto tradujo como—: ¡Dragón! ¡Pónganse a cubierto! ¡Dragón!

La visión nocturna de Rule era mejor que la de un humano, pero


ahora no le servía de mucho. El dragón venía hacia ellos desde el oeste,
donde el cielo brillaba con la puesta de sol, impidiendo que sus ojos se
adaptaran. Entonces, de repente, fue visible, una mancha oscura se
precipitaba hacia ellos, con el cuello extendido y las alas dobladas
mientras se zambullía con una velocidad aplastante.

La mente de Rule hizo clic en certa, el estado de batalla. Incluso


cuando vio claramente lo imposible que era para un solo hombre, lupus
o no, enfrentarse a un dragón, su cuerpo estaba en movimiento. Cuando
las alas de la gran bestia se dispararon, interrumpiendo su caída y el aire
en una pequeña explosión, Rule se agachó. Y saltó.

El padre del barco no había sido lo suficientemente rápido para


reaccionar a la advertencia gritada de madame. Se había levantado, pero
todavía estaba en lo alto del techo plano de la cabina cuando las garras
del dragón lo alcanzaron. Garras de un azul brillante e improbable, al
igual que el resto de las escamas del dragón que brillaban bajo las luces
de magos. Las garras que notó parte de la mente de Rule eran mucho
más pequeñas que las de Sam.
En certa, la observación, el cálculo, la decisión y la acción fluyen en
una sola corriente cinética, de modo que cuando Rule aterrizó en el techo
de la cabina y sacó el cuchillo largo que había adquirido en Bolilu, supo
muchas cosas. Conocía el calor de ese gran cuerpo sobre su cabeza y del
impacto en su pierna dañada. Conocía el abrumador olor del dragón:
carne y especias, metal y almizcle. Sabía que el padre del barco estaba a
punto de arrojarse del techo de la cabina y que no lo lograría. Y mientras
giraba su torso para que su giro tuviera toda la fuerza de las piernas, la
espalda y los hombros, supo que había golpeado a un dragón quizás la
mitad del tamaño de Sam. Lo que significaba que si era muy rápido y
muy inteligente, el dragón podría no matarlo de inmediato.

El padre del barco saltó.

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Una garra se cerró alrededor del brazo del hombre, deteniendo su
vuelo con un tirón. La otra tomó una pierna.

Las escamas de dragón son duras. Según Cullen, parte de esa


dureza era mágica. Las que estaban en el vientre, a unos pocos metros
por encima de la cabeza de Rule, eran del tamaño de un plato y habrían
rebotado en la espada. Las de los pies eran del tamaño de una moneda
y, en consecuencia, delgadas. Pero solo podía alcanzar un pie, el que
envolvía al padre del barco. Así que apuntó por encima de él, donde las
escamas eran más pequeñas y delgadas que en el vientre, pero no tan
pequeñas como las del pie.

El cuchillo de Rule se conectó. La hoja se hundió profundamente y


lo sacudió mientras se alojaba en el hueso.

Sangre ardiendo por el calor le salpicó la cara y el pecho.

El dragón gritó, un sonido como el de un órgano de tubos


explotando, cada acorde tocado a la vez con un volumen imposible.

El padre del barco cayó al agua.

Las grandes alas batieron una y otra vez, llevando al dragón hacia
arriba y lejos. Y para asombro de Rule, no dio la vuelta y regresó.

—Tch —dijo madame—. Le has dejado llevarse tu cuchillo.


Fue mucho más tarde cuando supo por qué se fue el dragón.

Sus anfitriones estaban muy emocionados por la cercana calamidad.


Necesitaban contar la historia una y otra vez, compararla con otras
historias de supervivencia milagrosa. Los maestros de las bestias podían
desviar a las otras grandes bestias que vagaban por este mundo,
aprendió. Pero no dragones. Ninguno de ellos había oído hablar de

236
alguien que hubiera sobrevivido al ataque de un dragón, por lo que el
padre del barco fue tan alabado por su suerte como Rule por su coraje.

Elogiado, es decir, por todos menos por la abuela. Mientras vendaba


la pierna de Rule (la herida se había vuelto a abrir) le informó que había
sido muy tonto.

No discutió. ¿Cómo podría, cuando ella tenía razón? Había actuado


sin sopesar las consecuencias. ¿Tenía derecho a arriesgarse cuando
estaba en juego la vida de su hijo? ¿Correr el riesgo de enviar a Lily al
shock de pareja?

No es que hubiera tenido tiempo de sopesar las consecuencias,


pensó mientras desenrollaba las mantas que le servían de ropa de cama.
Todos finalmente se estaban calmando para dormir. Solo deseaba saber
con certeza que había actuado para salvar una vida, y no solo porque la
acción (cualquier acción) se había sentido tan condenadamente bien.

Y había aprendido algo, ¿no? Algo que hizo que su mente hiciera clic
en su plan a medio formar, añadiéndole algo. Se acostó sobre su manta
doblada y miró hacia un cielo brillante con estrellas y supo que pasaría
mucho tiempo antes de que pudiera dormir. Así que no importó mucho
que Gan no dejara de hablar. Se había perdido la breve batalla, habiendo
tenido el sentido común de sumergirse profundamente bajo el agua
cuando escuchó la advertencia de madame, y tenía la intención de
rectificar esa omisión discutiéndola sin cesar.

Había suficiente espacio para que los pasajeros del barco se


tumbaran de pies a cabeza entre el costado del barco y la carga
cuidadosamente estibada en su cubierta; no suficiente espacio para que
se acuesten uno al lado del otro. Gan se hallaba sentada en su propia
ropa de cama cerca de los pies de Rule, charlando. Madame yacía cerca
de la cabeza de Rule. Rule no estaba realmente prestando atención a la
conversación unilateral hasta que Gan hizo una pregunta y madame la
respondió.

—¿Hiciste qué? —preguntó en voz baja.

—Le mostré con quién estaba tratando —repitió madame.

—¡Bien por ti! —dijo Gan alegremente.

—Sí —dijo Rule—, escuché lo que dijiste. Pero no sé lo que significa.

237
—¿Te diste cuenta de que el dragón era un adolescente?

—Sabía que era más pequeño que otros dragones que he visto,
pero... ¿un dragón adolescente?

—¿Esto es una sorpresa tan grande?

Sí, de alguna manera lo era.

—¿Su edad tiene algo que ver con que le muestres con qué estaba
lidiando?

—Todos los adolescentes son difíciles. Los dragones adolescentes


especialmente no son sensibles. Solo quieren cazar, pelear entre ellos y
quemar cosas. Por eso las historias europeas de dragones son tan
diferentes de las historias chinas de dragones.

Espera, ¿qué?

—¿Las historias europeas tratan sobre dragones adolescentes?

—Por supuesto. Los dragones adultos envían a sus adolescentes


lejos hasta que tienen la edad suficiente para tener sentido común. En
los viejos tiempos, esto significaba enviar a los adolescentes a Europa. A
veces África, pero sobre todo Europa. Ustedes los lupi hacen algo similar.

—Enviamos a nuestros adolescentes a la terra tradis hasta que


aprendan a controlar a sus lobos. No esperamos a que se vuelvan
sensatos.

Ella soltó un bufido de diversión.


—Creo que sería demasiado esperar. Pero esta costumbre de mandar
lejos a los adolescentes es la razón por la que dejé de ocultar mi poder y
le di un pellizco a este adolescente.

Rule enarcó las cejas.

—¿Has estado ocultando tu poder?

—¿Qué tipo de pellizco? —preguntó Gan.

—La clase de dragones adultos que usan para reprender a sus crías.
Es un pequeño pellizco en el... Bah. No conozco las palabras en inglés.
Duele, pero no daña. Y, por supuesto, escondo mi poder. No deseamos
que los engendros o alguien con Visión sepa qué tipo de amenaza soy.

238
Gan estaba literalmente rebotando de emoción.

—Así que el dragón pensó que tú también eras un dragón. Un dragón


adulto, que podría mandarlo lejos. ¿Por eso no volvió?

—Lo traté como un adulto trataría a un adolescente que se


inmiscuyó en su territorio. El joven respondió correctamente. No sé lo
que pensó.

—¿Así que Rule no necesitaba ser un héroe después de todo?

Madame no respondió de inmediato. Cuando habló, sus palabras


fueron lentas.

—Ha pasado mucho tiempo desde que pellizqué a un dragón. Eso es


magia corporal y no tengo mucha afinidad por ella. Tomó varios
momentos encontrar el lugar donde pellizcar. Si Rule no hubiera hecho
que el dragón soltara a su presa, aún habría volado porque un anciano
lo había reprendido... pero con el padre del barco aferrado en sus garras.
Esto no hace que la acción de Rule sea sabia —agregó con severidad—.
Pero no niego que marcó la diferencia.

—Gracias —dijo Rule secamente.

—La chica será aún más tonta ahora que eres un héroe —le
informó—. Y el padre no se interpondrá en su camino. Él puede instarte
a que te aparees con ella.

—¿Para follarla, quieres decir? —Gan no parecía que le gustara la


idea, lo que sorprendió a Rule. Gan generalmente estaba a favor de follar
con cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar—. Se supone
que Rule no debe follar a nadie más que a Lily Yu. Se casaron.

—Sí —dijo Rule aún más secamente—. Lo cual puede ser difícil de
explicar a la joven. Madame, necesito preguntarte acerca de los límites
del encantamiento. Escuchaste lo que dijeron los maestros de bestias
sobre el...

¡Rule! Rule, ¿puedes oírme?

—Sí —susurró mientras el mundo se estremecía y se estremecía—.


Sí. Lily. ¿Estás bien?

Estoy con Cynna. Somos prisioneras, pero estamos bien. Estamos en

239
Lang Xin. ¿Tú?

—Lang Xin. Sí, sabíamos… supusimos… estamos bien. Estamos


todos bien y ya vamos.

¿Todos? ¿Quién está con..?. Su voz mental se apagó, luego llegó un


último susurro. Demasiado lejos todavía. Hablaremos cuando estés... Y
se fue.

—Rule —dijo madame con dureza—. ¿Es Lily? ¿Ella te está hablando
mentalmente?

No pudo responder, no de inmediato. No hasta que dejó de llorar.

A trescientos kilómetros de distancia, Lily se secó la humedad de las


mejillas y luego despertó a Cynna para contárselo.
240
Él era rápido y estaba enojado. Se levantó del suelo, rebotó sobre los
dedos de los pies (¿nunca nadie le había dicho que no telegrafiara sus
movimientos?) Y lanzó una potente patada circular.

Lily se tambaleó fuera del camino, su brazo doblado se disparó hacia


arriba para que su antebrazo conectara con su pantorrilla y empujó. Cayó
duro. De nuevo.

—¡Tíng! —gritó el Puño Segundo Fang. Detente.

Ella se enderezó. El sudor le picaba en los ojos. Hacía demasiado


calor para esto, pensó, y luego casi pudo escuchar una voz recordada que
le preguntaba si tenía la intención de invitar a las personas que querían
matarla a entrar primero en un bonito edificio con aire acondicionado. La
voz de Benedict. El recuerdo trajo una mueca a su rostro sudoroso.

Estaba vivo, maldita sea. Estaría vivo cuando, de alguna manera,


regresaran a la sala de audiencias y lo rescataran a él y a los demás. Se
secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y lo creyó tan fuerte
como pudo.

El hombre al que había enviado rodando la miró. Había sido rápido,


pero enojado. Ella fue más rápida. Un regalo genético, siempre había
pensado, de la abuela, que la colocaba en el extremo superior de los
reflejos humanos. No rapidez lupi, no, pero había estado entrenando con
lupi durante los últimos dos años. No era Bruce Lee, pero era bastante
buena. Tenía un hematoma en la cadera izquierda de la pelea de ayer,
pero ese oponente tenía más hematomas. Y el enfrentamiento de hoy
había terminado aún más rápido.
Su tobillo parecía estar completamente curado. Había dejado de
doler hace dos días, lo que parecía terriblemente rápido, pero el esguince
no debió haber sido tan malo como pensaba. La parte más difícil hoy
había sido limitar sus respuestas para que sus enemigos no supieran
demasiado sobre sus capacidades. Había intentado seguir con el judo,
que había sido su arte marcial preferido durante años, pero ya no.
Después de que se unió al clan, Benedict había insistido en que
aprendiera otros. Variaciones de kung fu, en su mayoría.

Cuando se trataba de combate, Benedict siempre tenía razón.


Podrías lisiar o matar con algunos de los golpes del kung fu. Por eso no
lo había estudiado originalmente… y por qué lo necesitaba. Los chicos
malos con los que se enfrentaba en estos días eran realmente malos y, a

241
menudo, no eran humanos. Necesitaba más opciones y, junto con las
patadas y los puñetazos, el kung fu enseñaba flexibilidad. Para usar lo
que funcionaba.

El guardia que había puesto en la tierra dos veces se puso de pie.


Ella hizo una reverencia. Él hizo una reverencia, aunque su ceño sugirió
que ese no era el movimiento que hubiera preferido. Fang se acercó a él,
impasible. Y sin ninguna advertencia, sin decir nada allí, dio un ejemplo
perfecto de la patada que Lily acababa de evitar. La diferencia fue que
esta patada fue de estilo de exhibición, el poder se retuvo para que no
mutilara ni matara. El pie de Fang aun así se estrelló contra la cabeza
del otro tipo.

Él cayó de nuevo.

—Te dijeron que practicaras —dijo Fang desapasionadamente,


mirando al hombre tendido en el polvo—. Te dijeron que la xi qi no debe
ser dañada. Si no hubiera podido evadir tu patada, ahora estaría
inconsciente. O peor.

—No quise desobedecer —susurró el guardia sin moverse.

—Y sin embargo lo hiciste, ¿no? —dijo Alice, acercándose a ellos a


un ritmo suave. Hablaba chino, como Fang, a quien Lily había entendido
porque tenía el sentido de la mente fuera. Eso no funcionaba en Alice,
pero se estaba volviendo bastante buena con el dialecto que hablaban
aquí. Escuchar mientras usaba el habla mental para obtener el
significado parecía impreso en su cerebro—. Le enojaba perder contra
una mujer. Tonto. —Agregó tres palabras que no eran chinas, palabras
que Lily no sabía, acompañadas de un gesto complejo.
El hombre gritó. Su espalda se arqueó, sostenida durante dos largos
segundos, y se derrumbó, con el rostro pálido.

—Tal vez no debería haber disciplinado a tu hombre por ti, Puño


Segundo —le dijo a Fang—. Pero arreglé esto. Siento cierta
responsabilidad por el resultado. —Se volvió hacia Lily y continuó en
inglés—. ¿Estás disfrutando de tu ejercicio?

—Mucho. —Alice había propuesto un período de ejercicio diario


como pago de Lily por traducir entre Cynna y Ah Li. Lily había querido
correr. Alice había rechazado eso, pero para sorpresa de Lily había
sugerido entrenar con los guardias. Supervisado, por supuesto. Una
elección interesante, pensó Lily. Aparentemente, Alice pensaba que estar

242
lista para el combate sería de gran beneficio para Lily sin exceder el valor
de su traducción—. ¿Qué le hiciste al guardia?

—Una forma de jùdà téng. Uno de los Zhuren podría haberlo hecho
directamente. Me falta su precisión, así que uso un hechizo. No habrá
daños duraderos.

—Jùdà téng es magia corporal que trae agonía.

—¿Has oído hablar de él? Sí. ¿Ese comandante era incompetente o


eres inusualmente competente?

—No está mal, pero le falta control. La ira trabaja en tu contra en


combate.

—El Puño Segundo te ha estado emparejando con sus mejores


hombres. Sigues ganando.

Lily empezó a discutir, porque en realidad, los hombres no habían


sido tan buenos. Un pensamiento repentino la detuvo. Llevaba dos años
entrenando con los lupi. Tal vez ella había mejorado más de lo que
pensaba. Fue un pensamiento extrañamente inquietante.

—Imagino que mi formación ha sido diferente a la de ellos. Sé


movimientos que ellos no conocen.

—Hmm. —Alice le lanzó una mirada especulativa—. Ve a la casa de


baños ahora.

Parecía querer una respuesta, aunque no le había hecho una


pregunta. Lily obedeció.
—Sí. Ah Hai me espera allí.

Ah Hai se había negado a regresar a la casa de baños donde había


trabajado antes. Con humildad, disculpa, incluso con lágrimas en los
ojos, se había negado, incluso cuando Alice se lo había ordenado
directamente. Zhu Kongqi había dicho que debía cuidar de Lily Yu. El
Zhu no le había dicho que dejara de cuidar a Lily Yu. Por lo tanto, debía
seguir haciéndolo. Alice se había rendido, incluso organizando que Ah
Hai durmiera en una de las celdas por la noche.

Los días de Lily se habían convertido en algo rutinario. Primero una


sesión de traducción con Cynna y Ah Li. Después de eso venía su
entrenamiento, seguido de un baño para que no apestara si Kongqi

243
quería hablar con ella. Cosa que casi siempre hacía. Todo este ajetreo
significaba que no había podido volver a hablar mentalmente a Rule
después de ese maravilloso pero fugaz contacto de anoche. No es que no
lo hubiera intentado, pero...

—Caminemos juntas un rato —dijo Alice—. Puedes refrescarte.


Puedo hacerte preguntas. Tengo curiosidad por la muerte de mi hermana.

—Ah...

Una pequeña sonrisa.

—No me interesa la retribución. Camina conmigo. —Se volvió y


empezó a caminar.

Rechinaba por obedecer, por seguir como un sabueso bien


entrenado. Lily eliminó la molestia y alcanzó a Alice, en parte porque no
necesitaba ofender a la mujer y en parte porque también tenía curiosidad.
No entendía a Alice Báitóu.

Fang ladró una orden. Él y dos de sus hombres se colocaron a unos


pocos metros detrás de ellas. No le ataron las manos. Dejaron de hacer
eso ayer.

El día era brillante y caluroso, pero soplaba un poco de brisa. Se


sentía bien en el cuerpo húmedo de sudor de Lily. Había mucha gente
por ahí, pero todos se hicieron a un lado por Alice… que no estaba
diciendo una maldita cosa. Quien continuó sin decir una maldita cosa el
tiempo suficiente para que la mente de Lily volviera a su obsesión.
Se les estaba acabando el tiempo. Los niños estarían aquí pronto.
Qué tan pronto, no lo sabían. ¿Mañana? ¿El día después? ¿Cinco días a
partir de ahora? Y ella y Cynna no tenían un plan.

Oh, tenían la mitad de uno. Sabían cómo salir de la cárcel. Podían


hacer eso prácticamente cuando quisieran. Tenían algunas ideas sobre
qué hacer a continuación, pero ninguna buena idea. Nada que hiciera su
escape más que el preliminar de una forma barroca de suicidio.
Necesitaba su arma, maldita sea. Podía arrojar a los guardias al suelo si
se acercaban a ella de uno en uno, pero para cualquier acción real,
necesitaba su arma. Necesitaba a Rule y a la abuela y alguna maldita
manera de dejar Dragonhome una vez que tuvieran a los niños.

244
Anoche había intentado comunicarse con Rule de nuevo. Y falló. Oh,
se las había arreglado para rozar su mente. Pero ya fuera por
agotamiento, distracción o puro cansancio, no había podido establecer
una conexión sólida. Él estaba en el límite de su rango, incluso con el
vínculo de pareja para ayudar, incluso usando el toltoi para darle un
impulso a ese vínculo. Había sido como estar de puntillas, tratando de
girar un tornillo por encima de su cabeza con nada más que sus manos
desnudas cuando apenas podía rozarlo con las yemas de los dedos.

Lo que necesitaba era un maldito destornillador.

Frunció el ceño, preguntándose si eso era posible. No un


destornillador, sino uno mental… alguna cosa. Una construcción. ¿Era
así como Sam y los otros dragones podían hablar mentalmente con
mucha gente al mismo tiempo? ¿Tenían a mano fragmentos de material
mental, ya formados en algo que pudiera conectarse con otras mentes?

No podía imaginar cómo hacer eso. Su sentido de la mente siempre


colapsaba sobre sí mismo cuando no lo usaba activamente. El hecho es
que simplemente no era muy buena con eso. Seguro que había mejorado,
especialmente cuando se trataba de traducir. Ya no tenía que prestar
toda su atención a ese proceso para captar la esencia de lo que alguien
estaba diciendo. Pero no podía enviar palabras a lo largo de esa conexión
sin concentrarse mucho. Ella misma había tenido que entrar en trance
para enviarlo lo suficientemente lejos como para alcanzar a Rule.

Sin embargo, él iba a venir. Se dirigía hacia ella. Estaría más cerca
cuando ella lo intentara de nuevo, con suerte mientras tomaba ese baño.
Si su día seguía su patrón habitual, tendría un momento de tranquilidad
en el baño y podría intentarlo de nuevo. Quería ese contacto, lo
necesitaba… y no solo para sentirse bien. No apestaba en tácticas, pero
Rule era mejor. Él podría armar un plan que les diera más oportunidades.

Aunque muchas de sus posibilidades dependían de Reno.


Seguramente él...

—No amaba a mi hermana.

Las palabras de Alice sorprendieron a Lily tanto por la interrupción


de sus pensamientos como por su contenido, lo que le llevó un par de
segundos procesar. Respondió con cuidadosa neutralidad.

—Las familias son complicadas.

—Me sorprendió lo duro que fue para mí su pérdida. Esperaba

245
sentirme aliviada. El alivio estuvo presente, pero no fue toda mi reacción.

—Las familias son complicadas —dijo Lily de nuevo—, y no todos los


lazos se basan en amor.

—El vínculo entre Helen y yo se basaba en su necesidad. Ella era


una vampiro, metafóricamente hablando, por supuesto. Ella no comía
sangre. Me comía a mí.

Lily no supo qué responder a eso. Recurrió a una vieja técnica de


entrevistas.

—No estoy segura de lo que quieres decir.

—Entiendo que la mayoría de los telépatas no llegan a sus Dones


hasta la pubertad. Esto no fue cierto para Helen. Ella nació telepática,
aunque al principio solo conmigo. Su vínculo con mi mente la mantuvo
cuerda. Por cuerda —agregó—, quiero decir que no se convirtió en
catatónica.

Lily sabía que era el resultado habitual de los telépatas.

—¿Usó su mente para mantenerse en contacto con la realidad?


¿Cómo?

Alice le dio una mirada de reproche.

—Eso es un asunto personal.

¿Y el resto de esto no? Alice desconcertaba a Lily, la desconcertaba


mucho.
—Entonces, desde el momento en que naciste, ¿tu gemela estuvo en
tu cabeza?

—Sí. Esto me causó problemas de desarrollo. Por mi lectura, sé que


muchos gemelos tienen problemas para diferenciarse, especialmente
cuando son jóvenes. Para un gemelo joven “nosotros” es un pronombre
tan importante como “yo”. Además, suele haber un gemelo dominante.
Helen era ciertamente eso. Hasta donde puedo recordar, ella estaba en
mi cabeza y sentimientos.

—¿Era empática además de telépata? ¿Una empática proyectiva? —


La empatía no era un Don terriblemente inusual. Los empáticos
proyectivos, sin embargo, eran tan comunes como la nieve en el Sahara.

246
—El elemento empático existía solo conmigo, una peculiaridad de
nuestro relación de gemelas, creo. Helen sentía muy fuerte. Yo no. Sus
emociones, sus deseos, sobrepasaban los míos. Supongo que no logré
desarrollar una gama normal de emociones porque mi papel en nuestro
sentido común del yo era equilibrar las emociones excesivas de Helen.
Sin embargo, el componente telepático exageró las diferencias existentes.
No las creó. Las emociones de Helen fueron fuertes desde el principio y
las mías no. Es sorprendente, ¿no es así, que dos seres genéticamente
idénticos puedan diferir de manera importante?

—¿Como en sus Dones? —Lily se arriesgó. Todavía no había logrado


tocar a Alice, saber cuál era su Don.

Alice hizo un pequeño gesto de desdén.

—Es imposible que los gemelos tengan el mismo Don, por lo que no
es sorprendente. Los expertos en su ámbito a menudo citan los factores
ambientales como los agentes causantes de las variaciones en la
personalidad, el comportamiento y las habilidades en los llamados
gemelos idénticos. Considero que esa explicación es precisa pero
insuficiente. Mi opinión se basa en parte en mi propia experiencia, que
por supuesto es subjetiva y, por tanto, difícil de cuantificar. Pero creo que
la diferenciación es causada por un impulso innato de diferenciarse. Que
cada ser sintiente es impulsado instintivamente a establecer una
identidad distinta de todos los demás seres sintientes. No pude hacerlo
hasta que cumplí los treinta y dos. Fue entonces cuando la Antigua que
consideras tu enemiga formó su propio vínculo con Helen, y Helen ya no
necesitaba su vínculo conmigo. Así que lo rompió.
Un vínculo telepático, quiso decir. La Gran Perra había tenido un
vínculo telepático con Helen… que había suplantado al de Alice. Y de
repente Lily entendió. Alice no había amado a Helen. Ella había sido
subsumida por ella, luego, de repente, la habían soltado.

—Ella te consumía, dijiste. Quieres decir que se comió tu sentido de


ti misma.

—Esa es una forma de decirlo.

—Pero tenías algo de sentido de ti misma. Debes tenerlo para


sobrevivir a la destrucción de ese vínculo.

—Si, como propongo, el impulso de diferenciar es innato, también

247
debe renovarse a sí mismo. El esfuerzo por establecerse como un yo
distinto sería continuo y, por lo tanto, no podría extinguirse.

—Un impulso que crees que es común a todos los seres sintientes.
¿No solo a los humanos?

Otro pequeño gesto desdeñoso.

—Eso es una teoría. Puede que esté extrapolando demasiado. No he


recopilado datos sobre todos los tipos de seres sintientes.

—Pero no querías limitarte a hablar solo de humanos. ¿Te


consideras humana?

—Soy en parte humana, por supuesto. —Alice se detuvo y miró a


Lily por primera vez desde que comenzaron esta peculiar conversación—
. ¿Tienes curiosidad acerca de mi ascendencia?

—Sí.

—Estoy dispuesta a hablar de eso, pero primero me dirás cómo


mataste a Helen.

Mierda.

—Tú, ah, no estabas vinculada telepáticamente con ella en ese


momento, supongo.

—No.

—Bien. Bueno. Ella había tratado de abrir un portal al infierno en la


Tierra para poder dejar entrar a los demonios y empujarme de regreso a
través de esa puerta para que la Gran Perra pudiera borrar mi mente.
¿Conoces esa parte?

—No necesito contexto. Simplemente siento la necesidad de saber la


forma exacta de su muerte.

—Ella y yo peleamos. Me estaba golpeando con un bastón antiguo,


tratando de matarme. Le golpeé la cabeza contra el suelo de piedra hasta
que se quedó quieta. La mató.

—Le destrozaste los sesos.

—Esa sería una forma de decirlo.

248
Alice se quedó en silencio durante varios pasos. Lily no tenía idea de
lo que estaba pasando por su cabeza. La mujer no parecía tener
expresiones.

Finalmente habló.

—Hoy me bañaré contigo.

Lily realmente no podía pensar en una maldita cosa que decir a eso.
No era como si pudiera decirle a la mujer que no, pero... ¿qué diablos?

Los pálidos labios de Alice se levantaron la cantidad justa.

—Puedes relajarte. No pretendía eso como una obertura sexual, y


repito que no me interesa la retribución. Pusiste fin a ciertas
posibilidades cuando terminaste con Helen. La mayoría de esas
posibilidades me parecían abominables.

—Pero no todas.

—No todas, no. —Una pausa larga—. No me di cuenta de eso hasta


más tarde. Fue una gran sorpresa.

Alice y Helen Báitóu (Whitehead en inglés) habían sido físicamente


alteradas por el Zhu Shēngwù, maestro de Magia Corporal, para parecer
europeas. Lily se enteró de eso mientras se dirigían a la casa de baños.
También supo los nombres de la madre de Alice, que estaba muerta; su
padre, todavía vivo pero senil; sus tres medios hermanos a través de su
padre, todos los cuales vivían en una aldea a tres días de viaje hacia el
sur; un abuelo, muerto hace muchos años; y sus dos abuelas, también
muertas. La madre de su madre, su abuela lái, había vivido hasta una
edad muy avanzada, sin embargo, tenía más de cien años cuando murió.
La voz de Alice adquirió un fantasma de calidez cuando relató eso, como
si la longevidad de la mujer fuera un motivo de orgullo.

Esa abuela se llamaba Alice; esta Alice fue nombrada por ella.

Lily no supo el nombre del otro abuelo de Alice. El que sigue vivo. El
que era un engendro de dragón. Eso, le informaron, era demasiado

249
personal.

Alice tenía extrañas nociones sobre dónde trazar límites, pensó Lily
mientras entraba en la oscura y humeante casa de baños. O tal vez le
pareció conveniente afirmar que algunos asuntos eran “demasiado
personales”. Quizás no quería que Lily supiera quién era su abuelo
porque… ¿qué? ¿Porque Lily no lo aprobaría? No es probable. Tal vez no
entendiera a Alice, pero sabía que la mujer no era una adicta a la
aprobación.

Ah Hai estaba esperando. Se inclinó ante cada una de ellas, pero


Lily recibió la primera reverencia.

—Ah, la honorable Alice es mi invitada hoy —dijo Lily en chino—,


así que debería ir primero. Con la espuma y el enjuague, quiero decir. —
Deja que Alice se desnude primero. Ella había insistido, ¿no es así?
Volviendo al inglés, miró a Alice—. ¿Por qué cambiar tu apariencia para
lucir europea?

—Para que nos mezclemos. —Alice comenzó a desnudarse con tanta


naturalidad como lo hacía con todo.

—Cuando fuiste a mi reino, querrás decir. A los Estados Unidos.

—Sí. —Desnuda y despreocupada por eso, Alice se movió para


sentarse en uno de los taburetes. Lily notó que estaba en buena forma.
Increíblemente en buena forma para una mujer de su edad... no es que
Lily supiera su edad real. Se suponía que Helen tenía cincuenta y un
años cuando Lily la mató, pero supuestamente también había nacido en
Sacramento. Su edad podría haber sido tan inventada como el resto de
su historia personal.
Ah Hai había comenzado a frotar los hombros de Alice. Debe haberse
sentido bien. Los ojos de Alice se cerraron. Lily persistió con la pregunta
que Alice no había respondido realmente.

—No entiendo. Hay muchos asiáticos en California. ¿Por qué


cambiar tu apariencia?

—El objetivo era atraer poca atención. Por lo tanto, se pensó que era
mejor para nosotras parecer parte de la población dominante.

—¿Quién pensó esto? ¿De quién fue la elección?

—Yo no formé parte de la discusión.

250
Lily reconoció un esquivar cuando escuchaba uno. Lo dejó pasar por
ahora.

—Helen se fue a los Estados Unidos porque la G.P. quería que se


conectara con los Azá y comenzara a prepararse para la puerta del
infierno. ¿Por qué fuiste? ¿Cuál era tu trabajo?

—Aprender. Fui a una de tus universidades. La Universidad de


California, Santa Bárbara.

Lily parpadeó ante la idea de que Alice, pálida y en parte humana,


tomara clases en una institución a veces conocida como UCSB, la
Universidad de Sexo Casual y Cerveza.

—¿Te quedaste en un dormitorio?

—Solo durante el primer semestre. No soy apta para vivir con un


compañero de cuarto. —Hizo una pausa mientras Ah Hai la enjuagaba y
luego comenzó a peinarla—. Esto es agradable, pero echo de menos las
duchas. Tu mundo tiene una excelente plomería. Traje varios libros al
respecto. Todavía no tenemos la infraestructura para implementar
sistemas de alcantarillado y agua como los que disfruta tu mundo, pero
he hecho algunas mejoras y tengo planes para más. ¿Planeas bañarte con
tu ropa?

Lily hizo una mueca y se quitó la túnica.

—¿Cómo llegaste a mi reino?

—No voy a discutir eso. —Miró intencionadamente a Ah Hai, que


estaba a punto de verter agua sobre su cabeza para enjuagar—. Disfruté
de mi tiempo en la universidad. ¿Fuiste a la universidad?
—Claro —dijo Lily. Al parecer, Alice no quería hablar de cosas
importantes frente a Ah Hai. ¿Estaba paranoica o tenía buenas razones
para pensar que Ah Hai podría entender inglés? Lily no podía decidirse,
pero siguió la sugerencia tácita de Alice. Mientras Alice iba a sumergirse
en la piscina caliente y Ah Hai comenzaba a fregar a Lily, las dos
charlaron sobre sus experiencias universitarias.

Preferiría haberle preguntado a Alice sobre ese escudo suyo. No


podía ser una coincidencia que la única persona que había conocido que
tenía un escudo mental solía tener una gemela telepática. Una gemela
telepática vampírica que se había comido el sentido de identidad de
Alice... ¿Alice había desarrollado su escudo antes o después de que Helen
cortara el cordón? Después, creía Lily. Si Helen hubiera estado tanto en

251
el asiento del conductor como Alice afirmaba, no habría dejado que su
gemela desarrollara una forma de cerrar ese control. ¿Pero Alice había
querido hacerlo? ¿Su “impulso innato de diferenciarse” le había hecho
desear callar mentalmente a su hermana? Esa era una pregunta más
interesante.

Sin embargo, Lily no podía preguntar a nadie, no cuando se suponía


que no debía saber sobre el escudo de Alice. También podría hablar sobre
la vida en los dormitorios y el álgebra… que era lo más lejos que Lily había
llegado, matemáticamente. Alice había tomado cálculo multivariable por
sus propiedades calmantes.

—… le di mi libro de texto de esa clase a mi abuelo. Él también lo


disfrutó. Ah Hai —dijo, cambiando a chino mientras Lily se sumergía en
el agua humeante—, no me proporcioné ropa limpia para ponerme
después del baño. Necesito que me traigas algunas.

Ah Hai se inclinó cortésmente y miró a Lily… quien sofocó una


sonrisa.

—Sí, por favor, tráele las cosas a la honorable Alice. ¿Sabes a dónde
ir? ¿Qué necesitará?

Ah Hai sabía a donde ir y estaba segura de que la sirvienta de la


honorable Alice sabría qué ropa necesitaba su ama. Ella se apresuró a
marcharse.

—Ella se considera tuya —observó Alice.


—Kongqi le dijo que me atendiera. Kongqi te supera en rango. ¿Qué
querías discutir que te hizo trabajar tan duro para conseguirnos algo de
tiempo a solas?

—Aprecio la eficacia de la franqueza, pero he descubierto que pocos


otros lo hacen. Primero necesito tu promesa de no repetir ni revelar a
nadie lo que voy a decir a menos que te dé un permiso específico para
hablar de ello con alguien.

—No.

—¿No? —Las cejas de Alice se levantaron unos buenos dos


milímetros, más una expresión de cortés pregunta que de sorpresa.

252
—Puedo prometer que no revelaré a nadie nacido en este reino lo
que me digas a continuación, siempre que sea nueva información para
mí.

—Ah. —Consideró eso—. Una advertencia razonable, supongo.


Hazlo.

Lily lo dijo todo de nuevo.

—Muy bien. Cynna Weaver y tú tienen muchas ganas de recuperar


a los niños que llegarán aquí pronto. Sin duda, han hecho planes con ese
fin. Deseo ayudarlas.

Lily no dijo nada durante mucho tiempo. Luego le dijo a Alice lo que
quería.
253
¿Qué le dijiste?, preguntó Rule.

Había caído la noche. Una única luz de mago flotaba cerca del techo
de la celda, cortesía de sus carceleros. Mucha gente aquí tenía suficiente
Don para hacer flotar una luz de mago o dos. Lily y Cynna se sentaron
en una de las mantas, acurrucadas tan cerca que se podría haber
perdonado a un observador por pensar que eran amantes.

—Dije que necesitaba una prueba de sus intenciones, y que devolver


mi arma y munición sería una prueba bastante sólida.

Cynna resopló.

—Como si eso fuera a suceder.

Lily había susurrado sus palabras además de enviarlas a lo largo de


su sentido mental. El susurro era para Cynna. Lily había decidido
arriesgarse a un susurro muy suave ahora que sabía que era Fang quien,
a través de su encanto traductor, entendía inglés. Bueno, Ah Hai podría,
pero dormía en otra celda, y ni ella ni Fang tenían una audición súper
lupi, y de esta manera solo tenía que decir las cosas una vez.

¿Ella estuvo de acuerdo?, preguntó Rule.

—Ella asintió como si lo hiciera, pero en realidad no lo dijo. Mi arma


aún no ha aparecido.

¿Y te dijo por qué quería ayudarte a rescatar a los niños?, preguntó


Rule.
—Pregunté, por supuesto. Fue como si no hubiera hablado. Volvió a
hablar de sus días de estudiante hasta que Ah Hai regresó con su ropa.

¿Le crees?

—No lo sé. —Lily se preguntó si algo de su frustración viajaba por el


sentido de la mente con sus palabras.

—No —susurró Cynna—. Ella está al cien por cien con ellos. Con los
engendros.

—No sé lo que es ella —susurró/envió Lily—. Me desconcierta. No


parecía esperar que confiara en ella… no es que haya mucho que contar.

Necesitamos hablar de eso. Dijiste que tenías una manera de quitar

254
la jaula mágica que le pusieron a Cynna y luego salir de la celda. Repasa
eso con más detalle, por favor.

Lily había contactado a Rule por segunda vez esa tarde después de
regresar de su baño, pero solo brevemente. Kongqi había enviado a
buscarla para que hablara (bastante desconcertante) de la ética que
implica el uso de la magia mental. Quería saber cómo los dragones
sensibles veían el tema. Al menos, eso es lo que había dicho. Sospechaba
que él quería saber qué podían hacer los dragones con la magia mental,
y tal vez si ella podía hacer alguna de esas cosas. Continuó muy
interesado en cómo funcionaba su Don, cómo sentía la magia.

Así que lo había intentado de nuevo después de la cena y había


tenido éxito. Rule estaba ahora en Liangzhou, una ciudad que pensaba
que estaba a unos noventa y seis kilómetros de la capital. Noventa y seis
kilómetros era un tramo para su sentido mental. Literalmente un tramo.
Se sentía como esa plastilina con la que había jugado de niña, estirada
casi hasta el punto de ruptura, pero podía hacerlo. El toltoi pareció
ayudarla a mantener la conexión; ella seguía frotándolo. Habían hablado
lo suficiente para ponerse al día con la mayor parte de lo que había
sucedido con cada uno de ellos. El tiempo suficiente para que su mente
comenzara a desechar pensamientos y a generar anhelos. O tal vez los
anhelos provenían de su cuerpo. Lo quería aquí, donde pudiera tocarlo.
Había pasado tanto tiempo desde que lo había tocado.

Mente estúpida. Estúpido cuerpo. Nunca satisfecho.

Le dijo severamente a su mente que prestara atención mientras


explicaba cómo ella y Cynna planeaban salir de la cárcel cuando llegara
el momento. A continuación, quiso saber sobre los soldados o guardias.
Un Puño era un soldado individual, ¿verdad? ¿Cuántos eran? ¿Cómo se
estructuraban?

No muy bien, le dijo, y pasó a describir lo que había aprendido. Un


dolor de cabeza se estaba formando en la base de su cráneo.

Los Puños tenían un espíritu guerrero, su lema era “Lealtad, coraje,


fuerza”, pero en realidad no eran soldados. No había guerras que pelear
aquí. Se ocupaban del crimen, incendios, bestias peligrosas, dragones y
casi cualquier otra cosa que representara una amenaza. Era un trabajo
de gran prestigio, pero como en cualquier puesto de prestigio, el
nepotismo era un problema.

255
Un problema mayor era exclusivo de los Puños: demasiados indios,
no suficientes jefes. Lo que realmente necesitaban, en su opinión, eran
sargentos. Li Po, el Puño Primero, era el mandamás. Los Puños Segundos
eran los oficiales; todos los demás eran solo un Puño. Los Puños se
agrupaban en escuadrones y wǔshí, o cincuentas. Los escuadrones
tenían gēgē (la palabra significaba literalmente “hermano mayor”) líderes
de escuadrón que funcionaban como cabos, pero no había nadie a quien
los líderes de escuadrón reportaran excepto a su Puño Segundo. La
cadena de mando básicamente obligó a los Puños Segundos a actuar
como sus propios sargentos.

Dos Puños Segundos estaban estacionados aquí en la capital. El


Puño Segundo Fang estaba a cargo de los guardias utilizados para vigilar
el Corazón del Hogar (el complejo gubernamental) incluidos todos los
prisioneros de los engendros. Su hermano oficial, el Puño Segundo Chen,
lideraba a los guardias que vigilaban la ciudad. Los otros Puños
Segundos se ocupaban de los destacamentos de guardia asignados a los
magistrados. Había seis cincuentas en la capital, cuatro de ellos debajo
del Puño Segundo de la ciudad y dos debajo de Fang.

—... he captado algunos indicios de que el Puño Primero Li Po no


trabaja tan duro en sus deberes administrativos, pasando muchos de
ellos a su Puño Primero aquí —finalizó—. Creo que hay alguna fricción
entre él y Fang. Li Po ordenó a Fang que me protegiera personalmente, lo
cual es estúpido. Fang no tiene un segundo adecuado para manejar todo
lo que debería estar haciendo.
Entonces hay doscientos guardias asignados a la ciudad, cien al
complejo de gobierno. ¿Se respaldan los dos contingentes de guardias en
caso de emergencia?

—Eso dependería del Puño Primero. —Su dolor de cabeza


empeoraba, una señal de agotamiento—. Rule, no estoy segura de cuánto
tiempo más puedo mantener la conexión.

Entonces, será mejor que te informe sobre mi plan.

Tenía un plan. Gracias a Dios.

Ella interrumpió tres veces cuando él lo describió, una vez para


exclamar:

256
—¿Ella puede hacer eso? —Y luego decir con incredulidad—: ¿Reno
es su madre? —Y luego, con el corazón dolorido—: Rule. —Solo eso. Solo
su nombre.

Durante demasiado tiempo no dijo nada. Luego retomó la


descripción de su plan. Ella lo dejó terminar. Cuando lo hizo, dijo en voz
muy baja:

—Vamos a hablar de eso. Quizás ahora no. Pero hablaremos de eso.

Cynna la miró con extrañeza. No había traducido esa parte, no


completamente. Lily tragó saliva y continuó con más normalidad.

—Tu distracción pone en riesgo a muchos inocentes. No me gusta


eso.

¿Tienes otra sugerencia?

No la tenía, pero...

—¿Qué dice la abuela?

Que si no detenemos al Enemigo, es probable que mueran millones de


personas.

El cálculo de la muerte aportó la lógica más fría. Si accidentalmente


causaba la muerte de algunos inocentes mientras intentaba salvar a
algunos millones, ¿estaba justificado? Los líderes militares dirían que sí,
pero el daño colateral era un término tan ordenado para las entrañas
derramadas de la culpa y la muerte. Su propio entrenamiento e instinto
le dijeron que debía proteger a los civiles, no ponerlos en peligro.
—Lo pensaré. Quizás haya otra forma. —Respiró para
tranquilizarse—. Tengo un par de preguntas sobre el momento y el portal.
Dijiste que no construiremos un portal, sino que reabriremos el que se
usó para traer a los niños aquí, que es mucho más fácil. Pero los nodos
a los que está vinculado el portal no son estables. O no lo estarán después
de que Reno vuele a través de esa construcción, lo que aún no ha hecho
en lo que respecta a este reino, pero lo hará. Los gnomos dijeron que no
podían construir un portal en un nodo inestable.

Si recuerdas, su voz mental era extremadamente seca, nuestra


Enemiga trabajará muy duro para estabilizar los nodos.

Lily frunció el ceño, dubitativa.

257
—Pero, ¿cuándo estarán estables? Reno pensó que le haría falta a la
G.P. entre dos horas y veinte horas para estabilizarlos nuevamente
después de que Reno volara a través de la construcción.

Tendremos que esperar que no termine en el extremo más bajo de la


estimación de Reno. No tenemos forma de tratar con ella si tiene la libertad
de prestarnos atención. Nuestro objetivo será llegar lo más lejos posible de
su avatar lo más rápido que podamos.

Siguió perdiendo su punto.

—¡Pero si todavía está estabilizando los nodos, no podremos abrir el


portal!

¡Ah! Hablé de eso con tu abuela. Ella dice que los nodos no serán tan
inestables en este lado como lo serán en Dis.

—Eso no tiene sentido. ¿Cómo puede un lado ser seriamente


inestable y el otro estar bien?

No lo sé. Trató de explicar algo acerca de que el espacio es elástico,


pero la materia es muy terca, lo cual me temo que no significó una maldita
cosa para mí. Pero reabrir un portal permanente es un asunto muy
diferente a construir uno nuevo. Ella dice que los nodos levemente
inestables no nos impedirán reabrir un portal permanente, aunque podría
afectar a cuántos de nosotros podemos usarlo. Reno tendrá que avisarnos
sobre eso.

—¿Es un portal permanente, entonces?


Gan cree que lo es. Si se equivoca, si se trataba de una puerta
temporal, todavía se puede volver a abrir, pero colapsará bastante rápido.
La abuela no sabe qué tan rápido.

Entonces probablemente podrían abrir el portal. Ciertamente, pero


probablemente. Y podría permanecer abierto el tiempo suficiente para
que puedan salir de aquí. O puede que no.

—Si la abuela cree que podrá abrir el portal...

No ella. Cynna. La abuela aparentemente tiene las mismas


limitaciones con respecto a los portales que los dragones.

—¿Se supone que Cynna reabrirá el portal? —Lily captó los ojos de

258
su amiga, que estaban tan sorprendidos como los suyos debían estar—.
No creo que ella sepa cómo.

—Además, estaré agotada, ¿recuerdas? —dijo Cynna—. No podré


encontrar mis manos frente a mi cara en ese momento, mucho menos
abrir un portal. Volver a abrir uno. Lo que sea.

Lily pasó eso rápidamente.

Una pausa.

La abuela dice que puede rellenar a Cynna mágicamente. Tú también


podrías hacer esto, pero no hay tiempo para instruirte, así que ella lo hará.
También instruirá a Cynna. Dice... Otra pausa, como si estuviera
esperando que la abuela terminara de contarle lo que dijo. Cynna
invocará la memoria del clan sobre la construcción de portales para
refrescar su mente sobre los conceptos.

—Puedo hacer eso —susurró Cynna después de que Lily se lo


contara—. Pero tenemos que llevar a los niños a la Tierra, no a Dis. Dios
sabe que quiero ir a Dis. Cullen... —Paró. Tragó—. Pero tenemos que
proteger a los niños, no llevarlos al medio de una batalla.

Lily transmitió eso.

No te he hablado de esa parte… llegar a Xitil… peligroso, pero nos da


una oportunidad. No podemos… por la misma razón que los dragones no
abrieron uno cuando vivían en China.

—Espera. Tu “voz” se está debilitando. Me perdí algo de lo que dijiste.


La mayor parte, en realidad. ¿Qué es eso de los dragones?
Su voz mental permaneció exasperantemente suave, lo que hizo que
ella quisiera subir el volumen. Pero captó todas las palabras esta vez.

Cuando vivían en China, no abrieron un portal a Dragonhome.

—¿No lo hicieron?

No. Tengo más que contarte… historia antigua. Historia de dragón.


Eso tendrá que esperar hasta… Necesito descansar, pero portal entre
Dragonhome y… muy mal.

No estaba segura si él le estaba diciendo que descansara o que él lo


necesitaba.

259
—Me faltan partes de lo que dices. Mi sentido de la mente se está
debilitando y no estoy captando todo. ¿Por qué no podemos abrir un
portal a la Tierra? Dis no es un buen lugar para llevar a los niños. —
Estando lleno de demonios y un príncipe demonio loco, sin mencionar el
avatar de su Gran Enemigo.

La membrana entre los dos reinos… perdóname. Ella dice que la


membrana es una metáfora terrible. Lo que sea que mantiene separados
los reinos es frágil entre la Tierra y Dragonhome. Ella… piense en estos
estratos divisorios… grueso, pero quebradizo. La cantidad de poder…
formar un portal a través de tales estratos es probable que se fracture…
piensa en la forma en que se agrieta la tierra muy seca. El poder se
desangraría en ambos reinos… incendios y terremotos. Mucho poder.
Fuegos y terremotos realmente grandes. Si abrimos un portal entre la
Tierra y Dragonhome, tampoco… seguro para los niños. O cualquier otra
persona.

—¿Eso no sucederá con una puerta entre Dragonhome y Dis? —


susurró Lily.

Ella dice que no.

—¿Qué hay de cruzar? Eso no es lo mismo que un portal, ¿verdad?


Gan…

La pared de roca explotó. Explotó, enviando trozos y fragmentos


volando al aire vacío. Y también a Cynna.

Lily se puso en pie de un salto y saltó un metro entre ella y el enorme


agujero nuevo en la pared y se detuvo de golpe, mirando.
La luna estaba alta y casi llena. Inundaba la escena con luz, mucha
luz para ver a Cynna flotando a unos cuatro metros y medio de distancia
y cuatro metros y medio sobre el suelo, con los ojos muy abiertos por la
conmoción. Un hombre musculoso con bigotes trenzados colgaba en el
aire a su lado. Su shenyi era carmesí y dorado.

Zhu Dìqiú, maestro de la Tierra. Aka Dick Boy.

Dick Boy miró a Lily con el ceño fruncido, ignorando a la mujer que
había sacado para dejar colgando en el aire. Le disparó un chorro de
chino demasiado rápido para que su confuso cerebro lo asimilara.

—Más lento —dijo, con la mandíbula apretada lo suficientemente


fuerte como para hacer difícil dejar salir la voz. Lo suficientemente

260
apretado como para hacer que su cabeza también palpitara. Obligó a su
mandíbula a aflojarse, se obligó a hablar más cortésmente—. Habla más
despacio por favor. Tu dialecto me resulta extraño. No entendí.

—Te reuniste en secreto con Alice. Me dirás de qué hablaste con ella.

—No era un secreto m...

Cynna gritó. Su cuerpo permaneció quieto. Rígido. Congelada en su


lugar por la telequinesis de Dick Boy, incapaz de reaccionar ante
cualquier agonía que se apoderó de ella excepto con ese grito. Lily pensó
en lo que Kongqi había llamado jùdà téng, una forma de magia corporal
que causaba agonía. Y del guardia que Alice había disciplinado. Ningún
daño duradero, había dicho Alice. Dios, esperaba que no. Querido Dios.

Cynna guardó silencio. Su cabeza se inclinó hacia adelante. Ninguna


otra parte de ella se estremeció.

—Dime.

—Hablamos de muchas cosas. La traducción que estoy haciendo y...

La túnica de Cynna se abrió a lo largo del hombro. Una franja roja


apareció en su brazo. Sangre, brotando en el corte que había aparecido
por sí solo.

—Dime.

—E-el Codex —balbuceó Lily—. Alice me preguntó sobre el Codex


Arcano. —No reaccionó. ¿No conocía la frase latina? Intentó traducir el
nombre al mandarín, aunque sólo los dioses sabían si el libro maldito se
llamaba de la misma manera en China. O aquí—. El Shén de Suǒyǒu Mófǎ.
—El Libro de Toda la Magia, si lo hubiera dicho correctamente. Lo que
probablemente no hizo.

—¿Te refieres al Shén de Shū? Ella preguntó por el Shén de Shū.

Libro de los dioses.

—Sí. Probablemente. Hablamos inglés, así que no estoy segura de


cómo lo llamas, pero...

Kongqi llegó en un trueno de aire desplazado. Un segundo no estaba


allí. Al siguiente, estaba flotando a unos tres metros de su hermano. ¿Se
había teletransportado? Dioses, ¿podían hacer eso?

261
El rostro de Dick Boy parpadeó a través de expresiones casi
demasiado rápidas para captar: alarma, disgusto, luego una mueca de
burla.

—Qué dramático eres, hermano.

La voz de Kongqi era un murmullo de rabia.

—¡Me dirás por qué interfieres con mis prisioneros!

Dick Boy se encogió de hombros, su falta de preocupación era un


insulto en sí mismo.

—Le hice poco a los humanos. Un poco de sangre en uno y ningún


daño en el otro. ¿Debo dejar al primero donde lo encontré? Oh, muy bien.
Hazlo tú.

Los brazos de Cynna se cruzaron contra sus costados. Como una


voluminosa flecha disparada por un arco invisible, se disparó a través del
enorme agujero en la pared. Lily se echó a un lado apenas a tiempo para
evitar ser golpeada por Cynna, luego vio a su amiga flotar suavemente
hacia el suelo.

—Mierda —dijo Cynna, incorporándose—. Mierda, mierda, mierda.

—¿Estás bien? —susurró Lily.

—Por algún valor de “bien”, sí. —Se deslizó sobre su trasero para
acercarse al agujero y mirar hacia afuera.
Dick Boy se había cruzado de brazos. Se burló de su hermano, sus
bigotes convirtieron la expresión en un comentario entre paréntesis.

—¿Estás preocupado por la piedra? Dejaré eso cuando haya


terminado.

—Has terminado —le dijo Kongqi en ese estruendo mortal—. Si te


permito que te vayas.

—¿Permitir? —Dick Boy perdió su burla en una ira ofendida—.


¿Hablas de permitir? Ya que te interesas en mis acciones, me dirás...

—¡No te digo nada! ¡Estas dos son mías!

262
—Tu memoria te falla. Los prisioneros nos pertenecen a todos, no
solo a...

—¡Soy el padre de la Ley! Todos los prisioneros están bajo mi


custodia. ¿Interfieres en mi territorio y crees que no pagarás por ello?

Lily le echó un vistazo a Cynna. Su propio corazón latía con


demasiada fuerza, un tamborileo de vete-vete-vete sin ningún lugar a
donde ir. La piel de Cynna era como tiza debajo de sus tatuajes.

—¿Estás segura de que estás bien? Te ves un poco conmocionada.

—Ya no me duele. Bueno, excepto por mi brazo, que me duele como


un maldito diente malo. Pero el otro... si eso es lo que sentiste con esas
hormigas del dolor... —Se estremeció.

—No sé si es lo mismo. Sin embargo, después de cierto punto, el tipo


de dolor no importa. Es solo dolor y te traga.

Cynna asintió.

—¿Tú, ah, cortaste las cosas con...? —Completó el silencio al final


de la pregunta pronunciando el nombre de Rule en silencio.

—Sí. —No porque fuera lo suficientemente inteligente como para


actuar tan rápido para evitar que el engendro la “viera” usando el habla
mental. Se había sorprendido demasiado cuando la pared explotó para
mantener su atención en su sentido mental, por lo que se había
enroscado dentro de ella una vez más.

Lo que quedaba de él. Casi lo había gastado. Su cabeza latía


miserablemente.
—¿Qué están diciendo?

Oh, cierto. Cynna no tenía idea de lo que estaba pasando. Lily


susurró un breve resumen.

—… así que Kongqi te reclama porque está a cargo del Tribunal de


Justicia, pero Dick Boy no se lo cree. Están intercambiando insultos
ahora. Al menos creo que eso de respirar helio fue un insulto.

Dick Boy tenía el ceño fruncido, los hombros tensos como si fuera a
saltar sobre su hermano en cualquier momento.

—Te gusta demasiado la sutileza. La acción correcta puede ser


directa, y en ocasiones debería serlo, como cualquier persona que no sea

263
un remilgado (desconocido) lo sabría.

Lily le susurró la traducción a Cynna.

—Si estuviera segura de que entendiste el significado de


(desconocido), podría ofenderme. Me temo, sin embargo, que te falte el...

—¡Suficiente! —gritó Dick Boy—. Me dirás por qué tu nieta se reunió


en secreto con...

Kongqi rugió. No era el rugido de un dragón, no precisamente, pero


ninguna garganta humana debería haber sido capaz de tanto volumen.

El fuego envolvió a Dick Boy.

Y Kongqi.

Y se apagó, ambos fuegos se desvanecieron al mismo instante,


dejando a Kongqi y Dick Boy sin ni siquiera una mancha de humo en sus
ropas elegantes.

Los dos hermanos ya no estaban solos en el aire. El resto de los


engendros habían llegado.
264
Cinco Zhuren flotaban en el aire: Kongqi, Dick Boy y tres que Lily
nunca había visto antes, pero que reconoció por sus descripciones. Eso
significaba que toda la pandilla estaba aquí, con una excepción: Zhu Huǒ,
maestro de Fuego... a quien Lily conocía como Tom Weng. Tom todavía
estaría ocupado en la Tierra en este momento, preparándose para robar
a Ryder, Toby y el resto de los niños.

Lily los relacionó con sus descripciones. El hombre alto y delgado


con un shenyi azul medianoche adornado en verde pálido tenía que ser
Zhu Shuǐ, maestro de Agua y actual padre de Estudios. Su largo cabello
colgaba suelto, levantándose y flotando lánguidamente como si estuviera
atrapado por corrientes de agua en lugar de aire.

El engendro a la izquierda de Shuǐ era, en pocas palabras, hermoso.


Llevaba una túnica abierta en lugar de un shenyi adecuado, un brocado
llamativo en turquesa y magenta, sobre lino del más pálido de los rosas.
Ese tenía que ser Zhu Shēngwù, maestro de Magia Corporal y actual
padre de la Riqueza. Los rumores decían que había usado sus habilidades
en su propio cuerpo, convirtiéndose en una obra de arte viviente.

Frente a Shēngwù estaba el único con barba: Zhu Tú'àn, maestro de


Patrones. Tú'àn lucía su barba en finas trenzas decoradas con cuentas
plateadas. Su shenyi era del color del musgo, adornado y bordado en
plata; su cabello oscuro estaba recogido en un moño apretado que le
recordaba desconcertantemente a la abuela. Tú'àn no ocupaba un cargo
en el gobierno en este momento.

Fue el primero en hablar, con un tenor claro y encantador. Lily hizo


todo lo posible por ofrecer una traducción continua para Cynna.
—Como el único de los presentes sin un cargo gubernamental,
asumo el rol de árbitro. ¿Alguien discute que esta es mi responsabilidad?
—Hizo una pausa. Nadie respondió—. Zhu Kongqi, tienes una queja
contra Zhu Dìqiú.

—¿Tengo que decirlo? —preguntó Kongqi con meticulosa cortesía.

—No en mi nombre. —Tú'àn miró a los demás. No dieron ninguna


señal que Lily pudiera ver, pero tal vez esa falta de respuesta fuera la
señal—. Tampoco los demás lo requieren. Somos conscientes de su
descortesía.

—Tengo una declaración que hacer —anunció Dick Boy.

265
—Zhu Dìqiú. —Tú'àn dio el menor de los suspiros—. Está claro que
has interferido en lo que es el dominio legítimo de tu hermano. Sin duda
tenías motivos. Esos no me interesan en este momento, aunque confesaré
que tengo una ligera curiosidad sobre por qué consideraste necesario
interferir tan… obviamente.

Imposible desde luego, dada la forma en que la luz de la luna bañaba


todo en plata y carbón, que Dick Boy se sonrojara. Imposible imaginarse
a un dragón ruborizándose de vergüenza… pero los engendros no eran
dragones, ¿verdad?

—Reconozco mi error al dañar un edificio que es parte del dominio


de mi hermano. Lo repararé y estoy dispuesto a hacer una restitución
razonable por la ofensa. No acepto el reclamo de Kongqi sobre la humana
Cynna Weaver —respondió con rigidez.

—Ella es una prisionera del Tribunal de Justicia Celestial y, por lo


tanto, está en su dominio.

Dick Boy enarcó ambas cejas.

—¿Es una prisionera? Está alojada en la Corte, sí, pero fue


entregada a Báitóu Alice Li.

Uno de los otros, Shēngwù, el hermoso maestro de Magia Corporal,


le frunció el ceño. Su voz era de barítono.

—¿Tienes objeciones? Su disposición fue anunciada formalmente.


No lo disputaste entonces, que es el momento adecuado para mencionar
cualquier error percibido.
El labio superior de Dick Boy se levantó en un desprecio poco sutil.

—Me temo, hermano, que lo malinterpretas. No disputo el derecho


del actual padre de Ley de deshacerse de un prisionero de la Corte
Celestial como le plazca. Digo que no puede darla y conservarla al mismo
tiempo. Se la ha entregado a Alice. Ella no usa zapatos. ¿No es ella,
entonces, yāoqiú?

—Todos los prisioneros están reclamados —dijo Shuǐ sobre el cabello


flotante—, pero el actual padre de la Ley tiene el primer reclamo. Su
reclamo, y el mío, y el de nuestros otros hermanos, es secundario. Si esto
no fuera así, cada uno de nosotros tendría que renunciar a nuestro
reclamo sobre cada prisionero que fuera ejecutado, lo que sería tedioso.

266
—¿Pero sigue siendo una prisionera? —insistió Dick Boy—. Ella fue
entregada a Alice.

—A los prisioneros con habilidades particularmente útiles se les da


ocasionalmente donde se necesitan sus habilidades en lugar de ser
ejecutados.

—Sí —dijo Dick Boy—. Exactamente. Una vez entregados, ya no


están dentro del dominio de la corte.

—Nunca he considerado que eso sea así —dijo Shēngwù—. Si tú lo


hiciste, ¿por qué nunca has planteado el tema? No recuerdo que hayas
reclamado a ninguno de los otros prisioneros que el tribunal ha entregado
en otras manos.

Dick Boy abrió las manos.

—¿Pero de qué otra manera considerarlo? Un regalo no es un regalo


si uno continúa reclamándolo. No mencioné el tema antes porque no
tenía ninguna necesidad particular de ninguno de los otros ex presos, y
no es nuestra costumbre interferir con los titulares de derechos
secundarios. Pero la costumbre no altera mi reclamo. Como yāoqiú,
Cynna Weaver pertenece primero a todos nosotros y solo en segundo
lugar a Alice. Por lo tanto, soy libre de ejercer mi derecho sobre ella. Mi
reclamo no (desconocido) el de ninguno de ustedes. —Inclinó la parte
superior del cuerpo un par de grados en forma formal, aunque muy
pequeño, arco—. Pero tampoco el de Kongqi.

—Si ella es yāoqiú —dijo Shēngwù lentamente—, Dìqiú está en su


derecho de usarla como desee, siempre y cuando no la dañe lo suficiente
como para interferir con las afirmaciones que el resto de nosotros
mantenemos.

Shuǐ habló de nuevo.

—¿Pero ella es yāoqiú? Su nombre no fue cambiado. Cuando


reclamamos un niño, el niño recibe un nuevo nombre. ¿Puede una
persona ser yāoqiú y aún conservar su apellido? —Sacudió la cabeza,
haciendo que su cabello se balanceara como hojas bajo el agua—. Yo creo
que no. Cynna Weaver permanece prisionera y bajo el dominio de la corte.

—Los prisioneros no dan sus nombres —observó Shēngwù—. Pero


están reclamados.

267
Tú'àn asintió.

—Reclamados, y sin embargo, el estatus de prisionero es muy


diferente al de otros yāoqiú. Aquellos que afirmamos como niños que son
especiales para nosotros.

Nadie habló, pero todos parecían afirmar, incluso Dick Boy.


Shēngwù casi sonrió. Shuǐ fue tan lejos como para asentir, haciendo que
su cabello flotante se agitara como algas.

—Muy bien —dijo Tú'àn—. Parece que tenemos dos puntos que
examinar: el estatus de Cynna Weaver y la terminología utilizada para el
reclamo. Es posible que hayamos sido descuidados al usar el mismo
término tanto para los niños como para los presos. Lo hicimos porque era
una forma sencilla de indicar el estatus legal de los presos, pero ahora
está causando cierto grado de confusión.

—No estoy confundido —dijo Dìqiú.

Tú'àn le dio la más mínima reverencia.

—Todos sabemos cuán raramente permites que la confusión entre


en tu mente, hermano. El resto de nosotros necesitamos deliberación
para lograr tal… certeza. Propongo que pospongamos nuestro examen del
segundo tema: la necesidad de diferenciar entre los presos y los que se
reclaman como niños. Tampoco necesitamos ahora discutir la forma en
que Zhu Dìqiú obtuvo acceso a Cynna Weaver. Allí estuvo de acuerdo con
su error, y el resto de nosotros solo debemos involucrarnos si él y Zhu
Kongqi no pueden ponerse de acuerdo sobre la restitución adecuada por
la ofensa. Hablaré del problema inmediato: ¿Cynna Weaver es una
prisionera?

—Zhu Kongqi. —Tú'àn se volvió hacia Kongqi directamente—. Al


mantener a Cynna Weaver en el Tribunal de Justicia Celestial y permitirle
mantener su apellido, parece que estás defendiendo el reclamo del
tribunal sobre ella a pesar de haberla entregado a Alice. ¿Realmente
afirmas algo sobre la humana Cynna Weaver?

—Sí —dijo Kongqi—, y agradezco la oportunidad de presentar mi


razonamiento. Mis hermanos tal vez deseen considerar la proclamación
de disposición, que establece claramente que Cynna Weaver fue
“dispuesta a la custodia de Alice Báitóu”. Esta es la redacción que se usa

268
tradicionalmente para un demandante secundario y nunca se ha
considerado que altere los derechos del primer demandante. ¿Pero es este
el momento y el lugar correctos para un examen detallado de este tema?

Los engendros intercambiaron miradas entre sí.

—Quizás no —dijo Tú'àn—. Asuntos mucho más importantes pronto


demandarán nuestra atención.

Kongqi hizo una pequeña reverencia de acuerdo.

—Pero, ¿debe tal examen (desconocido) mi principal queja? Todos


escucharon lo que dijo Dìqiú. —Con la última frase, su voz vibró con
indignación.

En otras palabras, pensó Lily, no importa la parte sobre quién


tortura a quién. Lo que importaba era que Dick Boy había dicho en voz
alta que Alice era la nieta de Kongqi.

Todos los engendros se volvieron para mirar a Dick Boy con


severidad.

Dick Boy abrió los brazos.

—Reconozco que, en mi prisa e ira, caí en el error. No debería


haberme referido tan específicamente a la herencia de la honorable
Báitóu Alice.

Por fin, todos tenían algo en lo que estaban de acuerdo: Dick Boy
había cometido un error y tenía que ser castigado. Todos tenían
sugerencias para eso, sugerencias que hicieron que Lily pensara que Dick
Boy no era amado por sus hermanos. Lily supuso que uno de los
engendros podría volver a crecer cualquiera de las partes del cuerpo
mencionadas, pero aun así...

—Zhu Kongqi —dijo Tú'àn—, no has indicado tu preferencia.

—Una afrenta a la privacidad es un asunto serio —dijo Kongqi—.


Las palabras que se dicen públicamente no se pueden borrar; por lo
tanto, el castigo también debe ser permanente. Ninguno de los castigos
corporales me satisfaría, porque no son permanentes. Dada la situación
en la que surgió el delito, creo que un castigo justo sería que Zhu Dìqiú
renunciara permanentemente a su reclamo sobre la humana Cynna
Weaver, independientemente del resultado del examen que haremos más
adelante.

269
A Dick Boy no le gustó eso. Trató de ocultarlo, pero era un tipo
emocional. Su misma aversión hizo que los demás estuvieran de acuerdo
en que era un castigo apropiado, eso y el hecho de que les permitiera
terminar la discusión. Lily tuvo la impresión de que a los engendros no
les gustaba mucho pasar el rato juntos. Acordaron reunirse de nuevo en
seis meses para examinar los “asuntos más importantes” (cómo definir
“prisionero”, supuso Lily) y se acabó. Tres de los engendros salieron
disparados, moviéndose tan rápido que le hicieron pensar en enormes
mosquitos.

Dick Boy no se fue con los demás. Tampoco Shēngwù el hermoso.

Lily se dejó caer para sentarse en el suelo junto a Cynna. Le dolía la


cabeza miserablemente. Quería que los dos últimos engendros
desaparecieran para poder intentar contactar a Rule de nuevo… aunque
dudaba que pudiera. La materia mental en su estómago era demasiado
delgada. Quería una taza de café. Un par de ibuprofenos tampoco estaría
de más. Y una almohada. ¿Por qué no había intentado negociar por una
almohada? Aquí tenían gallinas, ¿verdad? Deben tener plumas para
rellenar almohadas. Pero café… suspiró con un anhelo inútil y se frotó la
nuca.

Flotaron dos rocas. Una se detuvo mientras la primera se asentaba


con un ruido sordo contra las que aún estaban en su lugar. La segunda
se unió a la pared del otro lado del agujero.

—Te ayudaré, con tu permiso —dijo Shēngwù en su suave tono de


barítono.

—Lo que quieras.


Lily se apoyó contra la pared, una pared interior intacta, y continuó
traduciendo en silencio mientras el maestro de Magia Corporal intentaba
sacarle información al hosco maestro de la Magia de Tierra mientras los
dos reconstruían la pared. Shēngwù hizo flotar las rocas hasta el agujero.
Dick Boy ignoró o desvió las preguntas oblicuas de Shēngwù mientras
colocaba las rocas, a veces alterándolas. Eso fue extraño de ver; la roca
pareció derretirse y reformarse, pero sin calor. Finalmente, Shēngwù
abandonó la sutileza de lo indirecto y preguntó directamente sobre el
“encuentro secreto” de Lily con Alice.

Dick Boy resopló.

—La información tiene un precio.

270
Su precio no parecía muy alto. Le pidió a Shēngwù que prometiera
informar a los otros engendros, luego describió lo que había sucedido
antes de que apareciera Kongqi.

Lo interesante, pensó, era la facilidad con que Dick Boy y Shēngwù


aceptaban que Lily había dicho la verdad. Quizás no toda la verdad;
después de todo, habían sido interrumpidos. Pero ambos hablaron como
si creyeran que Alice le había preguntado a Lily sobre el Codex, al que
llamaron el Libro de los Dioses.

Como, por supuesto, lo había hecho… cuando Lily llegó por primera
vez. Lo que había inspirado a Lily para esa mentira en particular: no era
del todo una mentira. Quizás eso la había ayudado a engañar a Dick Boy.
Cualesquiera que fueran las señales corporales que podría haber estado
usando para detectar mentiras (respiración, presión arterial, ¿quién
sabía?), se habrían vuelto locas de miedo por Cynna. Los relatos sutiles
deberían haberse perdido en ese pantano de emoción, pero si él tenía
alguna otra forma de detectar mentiras, ella había dicho una verdad
parcial. Alice había preguntado por el Codex, pero no en la reunión en la
que Dick Boy estaba tan interesado.

Dick Boy y Shēngwù no tuvieron problemas para creer que Alice


estaba interesada en el Codex. ¿No lo estarían todos los engendros?
Ahora que lo pensaba, sin embargo, se había reunido con Kongqi casi
todos los días, y él no le había preguntado por el Codex. Ni una sola vez.
Quería hablar sobre el altruismo, la diferencia entre simpatía y empatía,
y dragones. Sobre todo, dragones, a los que se refería como “los dragones
sensibles”. ¿Eso significaba que Kongqi ya sabía mucho sobre el Codex,
pero no había compartido su conocimiento con Alice? ¿O que Alice le
había dicho que Lily sabía muy poco y él lo aceptó? ¿O significaba que
realmente no le importaba mucho el Codex?

Se frotó la pobre cabeza y se preguntó si todos los presentes estaban


locos.

—¿Dolor de cabeza? —susurró Cynna.

—Sí.

Cynna tomó la mano de Lily y arqueó las cejas… invitándola, Lily se


dio cuenta después de un momento, a hablar mentalmente. Lily señaló
la pared casi terminada y negó con la cabeza. Tocar piel con piel facilitaba
el habla mental, pero no lo hacía invisible para alguien con la Visión. Más

271
difícil de ver, probablemente, o eso es lo que Cullen le había dicho una
vez. Pero lo difícil no era imposible. No quería correr el riesgo.

Cynna abrió la mano de Lily y escribió una letra en su palma, luego


otra, hasta que dijo:

—¿Agotada?

Lily asintió.

—Y hambrienta. —Quizás los dolores de cabeza por agotamiento y


los dolores de cabeza por hambre fueran lo mismo—. ¿Por qué tenemos
dolores de cabeza cuando tenemos hambre de todos modos?

—Es una cuestión de azúcar en la sangre —dijo Cynna


distraídamente. Frunció el ceño al ver la pared casi terminada, o a los
engendros del otro lado, todavía discutiendo lo que Lily podría saber
sobre el Codex—. Un nivel bajo de azúcar en sangre puede hacer que los
vasos sanguíneos del cerebro tengan espasmos o se contraigan.

Afuera, los dos engendros estuvieron de acuerdo en que todo lo que


Lily le había dicho a Alice sobre el Codex no podía considerarse confiable,
pero, sin embargo, serían datos interesantes. La última piedra encajó en
su lugar. Y los engendros se quedaron en silencio.

¿Se fueron? Lily se levantó para comprobarlo y miró por la rendija


reconstruida de la ventana.

—¿Se han ido? —preguntó Cynna.

—Por lo que yo puedo decir. No los veo.


Cynna suspiró.

—Eso fue extraño, ¿no? La forma en que seguían especulando sobre


lo que le habías dicho a Alice, pero nunca te preguntaron. Estabas aquí,
pero es como si fueras un árbol.

—¿Un árbol?

—He estado pensando en cómo ven los engendros a los humanos.


Parece que es la forma en que vemos los árboles. A la gente le gustan
principalmente los árboles, pero los vemos en términos de cómo usarlos,
para dar sombra o jardinería, o podemos talarlos para obtener madera y
leña. Y las personas que aman los árboles los aman de manera diferente.
Algunos aman los bosques. No se preocupan por ningún árbol en

272
particular, pero quieren que el bosque persista. A otras personas les
encantará el gran roble en su patio trasero, pero envenenarán o
arrancarán cualquier pequeño roble que brote en su césped. No permiten
bosques. Alguien más podría realmente disfrutar estudiando árboles,
pero no le preocupa cómo se sienten los árboles. Los sentimientos de los
árboles no son reales para él.

—Kongqi nos estudia —dijo Lily lentamente—. Dick Boy tiene que
ver con la funcionalidad. Utilizándonos. Matar a un niño significa para él
lo mismo que arrancar una mala hierba.

Cynna asintió.

—Y cuando hay otras personas alrededor, a eso es a lo que


prestamos atención. Las personas captan nuestra atención tanto si
queremos como si no. Creo que para los engendros, “gente” significa otro
engendro. El resto de nosotros somos árboles.

—Así que no me preguntaron nada porque solo soy un árbol y se


olvidaron de que estaba aquí.

—Mayormente.

Eso sonaba bien. Lily volvió a bajar la voz a un susurro.

—Estaba pensando que podría haber sido una trampa.

—¿Quieres decir que Dick Boy y Kongqi solo fingían ignorarte?

—Me refiero a todo. Podría haber sido una forma de ponerme a


prueba, ver si cumplía mi promesa de mantener el secreto. No es que crea
que todos los engendros estuvieran involucrados —agregó—. Quizás
ninguno de ellos lo estuviera. Quizás fue todo Alice. Ella podría haber
dicho o hecho algo para hacer sospechar a Dick Boy, ¿no es así? Sabiendo
que reaccionaría de la forma en que lo hizo. Tengo la idea de que Dick
Boy es más obvio y directo que los demás.

—Supongo que es posible.

Cynna sonaba dudosa. Lily no podía explicarlo sin decir en voz alta
cosas que no debería, y tal vez porque tampoco estaba claro para ella.
Pero todo envolvía a Alice. Alice tenía el dedo en todo aquí y seguía
haciendo cosas que no tenían sentido.

Sin embargo, una cosa era segura. Tenían sentido para Alice.

273
En lo alto, la solitaria luz de mago se apagó. Lily hizo una mueca
ante la oscuridad. Una de las cosas más agravantes de ser un prisionero
era no tener el control ni siquiera de las cosas pequeñas, como la luz.

—Deberíamos dormir un poco —dijo Cynna.

—Sí. Mañana aparecerá a la hora habitual. —Y mañana pueden


llegar los niños. O no.

Toby y Ryder. Diego, nieto del Rho del clan Ybirra. Sandy, de cuatro
años, hijo del Lu Nuncio de Czøs. Y Noah, de tres meses, cuyo abuelo
había sido el Rho de Etorri. Todos ellos lupi. Todos ellos nacieron para
Cambiar cuando llegaran a la pubertad. Todos ellos excepto Ryder
estrechamente relacionada con el Rho de su clan… y eso no podía ser
casualidad. Cynna pensó que el rito para transferir el Cambio debía
requerir niños con proximidad al manto. Niños con sangre fundadora.

Y pensar en todo eso le hizo difícil a Lily tranquilizar su mente


cuando se acostó en su delgada estera para dormir. Intentó hurgar en su
sentido mental, pero era tan lento y le dolía mucho la cabeza… Rule no
entraría en pánico. Sabía que ella estaba teniendo problemas para
mantener la conexión. No se volvería loco preguntándose qué había
pasado. Esperaba.

Rodó sobre su costado, pero esa era la cadera magullada. Un tapete


delgado entre ella y el piso no funcionaba. Suspiró y rodó sobre su
espalda nuevamente y miró hacia el techo espolvoreado con la luz de la
luna desde la rendija de la ventana reconstruida. El reloj de cuenta
regresiva seguía haciendo clic en su cerebro. Un día más hasta que
llegaran los niños… o quizás cinco. O cuatro, o tres, o dos… Entre uno y
tres días hasta que llegara Rule. Dependía de si el barco en el que estaba
tenía que esperar a algún magistrado.

Los niños podrían llegar antes que él. El plan de Rule dependía de
que él, la abuela y Gan llegaran primero.

El plan de Rule era bastante inestable.

Era mejor que cualquier cosa que se le hubiera ocurrido, se recordó.


Hizo lo que se suponía que debía hacer: maximizó sus activos y les dio la
mejor oportunidad que tenían de tener éxito. No era culpa de su plan que
sus posibilidades fueran tan escasas. No tenían muchos activos, no
cuando se apilaban contra una Antigua, seis engendros de dragones y un

274
mundo entero.

Ella no se estaba animando, ¿verdad?

La mente de Cynna también debía estar haciéndole pasar un mal


rato. Había estado haciendo el mismo tipo de movimientos que Lily había
hecho. Finalmente suspiró.

—Tú también estás despierta.

—Sí.

—Estoy tan asustada.

—Sí.

Cynna resopló.

—¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que obtengo? ¿No te animas a hablar


de cómo saldrá todo?

—Vamos. Me golpearías si dijera algo tan estúpido como eso.

—Eso es extrañamente reconfortante. —Una pausa—. Es una


maravilla que no me haya hecho pis encima cuando Dick Boy me hizo el
mágico jujitsu.

—Um... ¿el jùdà téng?

—Esa cosa. Sí. Nunca había sentido un dolor así. He dado a luz,
pero nunca me había dolido así. Él podría haberme hecho eso antes en
lugar de matar a ese niño. Me habría roto como un huevo. Le diría
cualquier cosa.

—Eso es lo que pasa con la tortura. Funciona y no funciona. Si nos


duele lo suficiente, diremos cualquier cosa para detenerlo, pero
“cualquier cosa” no significa que lo que decimos sea cierto. Diremos lo
que pensemos que hará que dejen de lastimarnos.

Otra pausa.

—No lo hiciste. Cuando usaron las hormigas del dolor en ti, no te


quebraste.

A Lily no le gustaba pensar en eso. Hacía que sus entrañas se

275
sienten como gelatina, una sensación suave, temblorosa, a punto de
desmoronarse.

—Lo haría.

—Pero no lo hiciste.

—Cynna. Sé realista. Las alucinaciones golpearon antes de que me


rompiera, y luego estaba demasiado loca para darle a Kongqi lo que
quería. Ni siquiera podía entender la pregunta. La mitad del tiempo no
sabía que estaba haciendo una pregunta. Su voz se convirtió en un gong
o su boca se convirtió en una caverna y los murciélagos volaron y me
atacaron. —Atacada con mordeduras horribles y ardientes. Comieron su
brazo con bocas ácidas.

—Pero dijiste que no. Una y otra vez, le dijiste que no.

—¿Lo hice? Sí —dijo, recordando—. Parecía que eso era lo único que
sabía, lo único sólido. Tenía que seguir diciendo que no. —Di no a los
monstruos. Eso es a lo que se había aferrado.

—No tengo nada tan sólido. No tengo tu fuerza.

—La fuerza no es algo que tengas, como el cabello rubio o un diente


dulce. Tienes que hacerlo fresco cada maldita vez.

—¿Y eso qué significa? No tengo idea de lo que eso significa.

—Es lo que me dijo la abuela hace mucho tiempo. —No mucho


después de que la amiga de Lily fuera violada y asesinada frente a ella—
. Escuché a algunos amigos de mi madre hablar de lo fuerte que era. “Tan
fuerte para ser tan joven”, dijeron. Cosas como esas. Me hizo enojar. No
me sentía fuerte. Me sentía destrozada, enojada, horrible. Le dije a la
abuela lo que había escuchado y lo enojada que me hizo sentir. Ella
preguntó qué pensaba que era la fuerza. Dije que no lo sabía, pero que
no la tenía. Nada era fácil. Levantarse por la mañana era difícil. Ir a la
cama era difícil. Así era todo en el medio.

—¿Qué dijo ella?

—Esa fuerza no facilita las cosas. Hace las cosas posibles. Y nadie
es realmente fuerte. No tenemos un pozo de fuerza en el que podamos
arrojar un balde y recoger un poco. Todos tenemos que hacer las paces
sobre la marcha, dijo. Así que pregunté, ¿incluso tú? Oh, sí, me dijo. Ella
era buena para hacer fuerza porque había tenido mucha práctica. Sin

276
duda mejoraría en eso a medida que creciera, pero no debo esperar
sentirme fuerte. En los momentos en que más necesitamos fuerza, nunca
nos sentimos fuertes.

Cynna se quedó callada durante varios momentos.

—¿Es lo mismo inventarlo que fingir?

—No exactamente, aunque supongo que podrías usar eso si es lo


que tienes. Obtienes fuerza con lo que tienes a la mano en ese momento:
ira, un poco de canción, una puesta de sol, un recuerdo. Hábito.
Formación. Terquedad… ese es mi favorito personal. Y lo que tienes
cambia, por lo que no siempre puedes usar el mismo material. Lo que
funcionó la última vez podría no funcionar la próxima vez.

—¿Qué pasa si todo lo que tengo justo en este momento es el miedo


que llega hasta el final? ¿Y un brazo roto que duele muchísimo? ¿Y una
mente que solo puede concentrarse en lo que no tengo y no dejará de
pensar en calamidades?

—Usas lo que tienes.

Un momento de silencio.

—Eso apesta.

—Mayormente, sí.
277
Liangzhou, Dragonhome

Ocho horas después

Los muelles en su última parada antes de llegar a Lang Xin estaban


llenos de comercio: peces plateados flotando en una red, carga en cajas,
sacos y barriles cargados o descargados de varios barcos. La tripulación
de su propio barco estaba ausente en su mayoría en ese momento, ya sea
tratando con comerciantes o buscando un refrigerio en una taberna. Uno
de los hijos se sentó en el techo de la estructura en la parte trasera del
barco, haciendo guardia. Las gaviotas se abalanzaban y chillaban, sus
voces casi ahogadas por las voces de la gente. En el otro extremo del
muelle, un pequeño ser anaranjado se movía entre toda esa gente
ocupada.

Rule se paró cerca de la proa y observó a Gan. Ella estaba dashtu,


pero él podía verla. No bien; era una mancha con forma de persona,
visible sobre todo cuando se movía. El hechizo de traducción le había
otorgado de alguna manera esa habilidad.

La primera vez que sucedió, hace un par de ciudades, la abuela


había dicho a la ligera que ver dashtu era “una cuestión de traducción,
¿no?” y fingió no sorprenderse. Desde entonces, se le ocurrieron tres
explicaciones diferentes, ninguna de las cuales tenía sentido para Rule.
Él tampoco creía que tuvieran sentido para ella.

—Quítate los encantos —le ordenó ella ahora.


Se volvió para verla mirándolo.

—¿Por qué?

—No importa. Creo que esto funcionará. —Diciendo eso, alcanzó la


cadena alrededor de su cuello que contenía los amuletos, la sacó y
envolvió su mano alrededor de una de ellas—. ¿Ves a Gan ahora?

Volvió a mirar el embarcadero abarrotado.

—No, pero con tanta gente eso no es...

Ella soltó su agarre.

Una figura anaranjada borrosa trotó hasta su barco, fácilmente, si

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no claramente, visible.

—Ah. Ahí está ella. ¿Qué hiciste?

—Interrumpí el hechizo que te protege de la magia mental. No me


había dado cuenta de que llega a dashtu, pero debe hacerlo. Me
preguntaba cómo funcionaba, ya que no parece crear un escudo. Creo
que cambia la magia mental hostil a dashtu. Una solución elegante. El
encanto de traducción está interactuando con él.

—Eso no suena bien.

—Es inesperado. No puedo decir si es bueno o malo. Quizás —dijo


pensativa—, también se ve afectado por tu habilidad innata para entrar
en dashtu.

—Eso no tiene ningún sentido.

—Tch. ¿Qué crees que sucede cuando ingresas al Cambio?

Él miró fijamente.

—No es lo mismo... Lo llamaré frecuencia. No usas la misma


frecuencia de dashtu que Gan. Pierdes la fisicalidad; ella no. Esa pérdida
de la fisicalidad te impide seguir siendo dashtu como lo hace ella, pero te
permite emerger en un cuerpo diferente. Es por eso que los lupi son
únicos.

Rule se sintió abrumado. Lo que dijo tenía sentido. No quería que


tuviera sentido. No sabía por qué.

—Yo no… No es…


—Rule. Te sales de fase con el resto del mundo cuando Cambias.
¿Qué es eso sino dashtu?

Decidió pensar en ello más tarde y cambió de tema.

—¿Gan tiene la carpeta? No puedo decirlo.

—Ella tiene algo. Aprenderemos qué en un momento.

El chún-chún no se alzaba alto en el agua. Los costados del barco


eran solo un poco más altos que el muelle; Gan saltó a bordo fácilmente.
El barco se balanceó ligeramente, pero el hijo que lo custodiaba no
pareció darse cuenta. Trotó hasta Rule y la abuela y se sentó, lo que puso
su cabeza debajo del costado del barco y así fuera de la vista de los que

279
estaban en el muelle. Y de repente saltó al foco. Llevaba una cartera de
tela colgada del hombro y una gran sonrisa en el rostro.

—¡Eso fue divertido!

—Me alegra que lo hayas disfrutado —dijo Rule—. ¿Lo tienes?

—Tal vez. —Se quitó la cartera y se la ofreció a la abuela—. Estaba


en el lugar donde me dijiste que mirara, pero no estoy segura de la
escritura en el frente. Todo me parecía igual.

De hecho, el magistrado de Liangzhou les había hecho esperar


mientras él terminaba su correspondencia. El retraso hizo que Rule
quisiera tirarse de los pelos. O la barba del magistrado. Estaban lo
suficientemente cerca de Lang Xin ahora que casi podía justificar saltar
del barco y correr el resto del camino. Pero incluso si hubiera estado
dispuesto a llegar a la capital como un lobo, sin ropa, armas, dinero y
quienes pudieran implementar su plan, podría tener problemas para
llegar allí.

La gente aquí tenía buenas razones para viajar por el río y no por
tierra. Dragonhome era el hogar de algunas bestias muy grandes.
Depredadores, por supuesto, pero las manadas de animales también
podrían ser peligrosas. Cualquier lobo lo sabía. En los Estados Unidos,
muchas más personas morían o resultaban heridas por venados que por
lobos y osos. Y algunas de las bestias del rebaño aquí eran enormes.
Había visto una manada de shānjiǎo (traducido literalmente, “pies de
montaña”) desde el barco y pensó que estaban mucho más cerca de lo
que estaban, su cerebro se negó al principio a hacer la escala correcta.
Seguramente no podrían ser tan grandes… pero lo eran.
Y eso no debería haber sido una sorpresa en un lugar donde
prosperan los dragones. Los dragones necesitarían una gran cantidad de
grandes presas. A Rule le hubiera gustado ver a un dragón enfrentarse a
uno de los shānjiǎo, pero ninguno había parecido concederle su deseo
antes de que la manada estuviera fuera de la vista. Por lo cual, supuso,
debería estar agradecido.

La abuela tampoco hechizaría al maestro de bestias para que se


fuera. Podría haberlo hecho sin dañar su mente diciéndole que ya había
recogido el correo del magistrado. Habría creído esto y se habría ido. Rule
lo había señalado más de una vez, lo que finalmente resultó en ella
dándole una mirada.

280
—No estás a cargo de mí, lobo. Debo hacer algún daño. Acepto esto.
No haré más daño del que debo. —Luego se dirigió a la corte de
magistrados.

Rule se había opuesto a que ella fuera sola. Ella resopló y lo ignoró.
Y había acertado en todo lo que no se había molestado en decir en voz
alta. Era demasiado memorable. Incluso si hubiera usado algo del
ungüento mágico, su altura lo hacía destacar. Así que había esperado en
el barco, inquieto y ansioso y tratando de no gruñir a todo el mundo. Con
el tiempo ella había regresado, no detenida, encarcelada ni molestada de
ninguna otra manera. Había obtenido instrucciones para encontrar la
biblioteca del magistrado y qué estantería y folio deberían contener los
decretos más recientes. Lo que significaba que ella también tenía razón
en eso. Fue muy irritante.

Luego envió a Gan a recuperar los documentos que quería.

El folio que la abuela sacó de la cartera era de cuero pálido y rígido.


En el exterior había un sello en relieve de siete soles estilizados
dispuestos en círculo; lo que Rule supuso que era la fecha estaba escrito
con hermosa caligrafía en un lado. Dentro había una pequeña pila de
papeles.

La abuela los sacó y los miró.

—Trajiste la carpeta correcta —le dijo a Gan—, pero debería haberte


hecho traer las dos últimas. Ah, bueno. Esto puede ser suficiente. —
Juntó las páginas y comenzó a leer.

El plan era que ella leyera los documentos robados rápidamente


para que Gan pudiera devolver la carpeta, con suerte antes de que se
echara en falta. Rule pidió paciencia a su lobo mientras esperaba. Y
esperó.

—¡Ja! —dijo ella en un momento.

—¿Qué?

—Shh. —Y siguió leyendo.

Finalmente miró hacia arriba.

—Están esperando calamidades en una fecha y hora específicas. Se


ordenó al magistrado que acumule alimentos porque su ciudad podría
sufrir un terremoto e incendios de naturaleza inusual poco después de la
salida de la luna el último día de la séptima luna. Se le ha ordenado que

281
permanezca en la ciudad, pero se le aconseja que se lleve a su familia a
su finca.

Rule se puso rígido.

—Terremotos e incendios, eso es lo que dijiste que sucedería si se


abriera un portal entre Dragonhome y la Tierra.

—Sí.

—Esa construcción, la construcción mágica en Dis… Reno la usó…

—No es un portal. Lo usó como uno, pero dijo que no es un portal.


Aunque estoy de acuerdo… —Ella sacudió su cabeza—. Nunca había
sentido nada parecido. No tuve tiempo de estudiarlo. No sé qué es, pero
se encuentra principalmente en Dis, aunque con un término en este
reino. Pero incluso si Reno se equivoca acerca de su naturaleza, un portal
entre Dis y Dragonhome no causaría calamidades.

Se humedeció los labios secos, comprobó con el sentido que no tenía


nombre.

—La luna saldrá hoy aproximadamente una hora después de la


puesta del sol.

—Es bueno saber eso.

—La fecha, si se ajustan al calendario lunar aquí…

—Se refiere a la séptima luna llena del año.

—Entonces...
—Mañana. Sí.

Lily se apoyó contra la pared reconstruida de su celda y susurró:

—¿Mañana?

Sí, respondió Rule. A la salida de la luna, que será aproximadamente


una hora después de que se ponga el sol.

282
Lily estaba sola en la celda. Cynna estaba asistiendo al ballet.

Al menos, así insistió Cynna en llamarlo. “Ballet” no era una buena


traducción, ya que el baile no tendría mucho en común con un estilo de
danza nacido en el Renacimiento italiano. “Danza bestial” se acercaba.
Según Alice, la actuación presentaría danzas estilizadas que representan
tanto a las bestias terrenales como a las de este reino. Cynna pensó que
ver esta actuación ritualizada la ayudaría a traducir ese hechizo. Lily
realmente no entendía por qué, excepto que se trataba de la simbología.
Alice había estado de acuerdo en que valía la pena intentarlo y se las
arregló para que Cynna fuera, debidamente protegida, por supuesto.
Quería enviar a Lily para que tradujera según fuera necesario, pero
Kongqi lo había rechazado. Quería hablar con Lily sobre el ismo
(nihilismo, determinismo, budismo), así como sobre el trato que los
dragones habían hecho con el gobierno de Estados Unidos, también
conocido como los Acuerdos Dragón. Había tenido a Lily con él hasta
mucho después de la cena.

Nunca pensó que desearía estar de vuelta en su celda, pero lo hizo,


porque no podía contactar a Rule hasta que estuviera sola.

—Eso encaja con lo que está sucediendo con la diferencia de la tasa


de tiempo —dijo en un susurro tan suave que apenas se escuchó. Rule
había comenzado a usar el habla bajo la lengua, un tipo de
subvocalización, cuando hablaban mentalmente. Funcionaba muy bien
para él. No para ella. Podía sentir que los pulsos iban mal cuando lo
intentaba, podía decir que a veces no producía pulsos para las palabras
en absoluto, pero no sabía por qué. Su mente simplemente no parecía
creer que estaba hablando cuando subvocalizaba—. La forma en que está
disminuyendo me hizo pensar que sucederían cosas pronto aunque no
supiera qué cosas. Ha estado bajando desde que Alice comenzó a
contarnos sobre eso.

Déjame pasarle eso a la abuela. Una pausa más larga. Ella está de
acuerdo. Es muy difícil abrir un portal cuando los reinos no son
congruentes en el tiempo. Se puede hacer, pero es mucho más difícil. Se
pregunta si existe un ciclo predecible para la diferencia en las tasas de
tiempo que están aprovechando.

—No lo sé. Supongo que eso explicaría el momento de todo lo que


sucedió; necesitaban sincronizarlo todo con el momento en que los dos

283
reinos están casi sincronizados. ¿Pero por qué? ¿Por qué sería tan
importante para ellos abrir un portal entre la Tierra y Dragonhome?
¿Crees que tiene algo que ver con la construcción mágica de Dis?

No sabemos con certeza si están abriendo un portal, simplemente se


ajusta a lo que sabemos. Cómo eso podría conectarse con la construcción
mágica, no tengo idea. Ah… La abuela desea que enfatice que la
construcción no es un portal, sino que participa de ciertos elementos de los
portales. No sé lo que eso significa.

Ella tampoco.

—Cynna podría. Maldita sea, desearía que estuviera aquí. Ella llamó
a ese recuerdo, por cierto. El de la construcción de portales.

Bien. Lily, varios magistrados parecen haber recibido la misma


advertencia o una similar de los engendros. Quizás todos ellos. La abuela
dice que si se esperan incendios y terremotos en las ciudades a lo largo
del río, puede significar que los engendros, o la Gran Perra, intentan abrir
múltiples portales a la Tierra. Los efectos de un solo portal ubicado en Lang
Xin no llegaría hasta el final del río.

—¿Pero por qué? —repitió—. ¿De qué les serviría eso?

Sospecho que está destinado a beneficiar a la Gran Perra, no a los


engendros. Esto sería parte de su trato con ella. Quizás la parte principal.
La cantidad de caos y destrucción que causarían múltiples portales podría
destruir la economía china.
—La china… Oh, sí. Correcto. Supongo que serían puertas de
entrada a China, ¿no? Los nodos de Dragonhome no se correlacionan con
los nodos de Estados Unidos.

Ese fue mi primer pensamiento, dado que todos los caídos parecen
ser de China, pero no podemos asumir eso. Puede que haya algunos nodos
aquí que toquen nodos estadounidenses pero no hayan dado lugar a
caídos.

—Huh. —Lily lo consideró un momento—. Aunque tal vez lo hayan


hecho. La abuela de Alice era occidental. Originalmente pensé que la
mujer debía haber estado viajando por China cuando cayó
accidentalmente en Dragonhome, pero tal vez no. Quizás ha habido

284
algunos láis de Occidente. Así que no sabemos si Estados Unidos se vería
afectado por estos portales.

Oh, nos veríamos afectados, incluso si ninguno de los nodos aquí se


conecta a nodos en América del Norte. China tiene un efecto tremendo en
la economía estadounidense. Sobre la economía mundial. Si su economía
realmente colapsara, probablemente veremos una recesión mundial,
posiblemente una depresión. En cuanto a cómo eso la ayuda… nuestra
Enemiga podría querer el caos, la agitación y la confusión en general, o
podría estar dirigiendo las cosas hacia una cascada específica de eventos.
Ella es una hacedora de patrones.

Correcto. Lily pensó en eso, decidió que no podía leer patrones, así
que tal vez no debería intentar predecir lo que la Gran Perra estaba
tratando de lograr. Aparte de apoderarse del mundo, claro.

Se le ocurrió una idea.

—¿Y si algunos de estos dragones, los dragones ciegos de la mente


aquí, volaran a través de los portales? ¿Cómo reaccionarían nuestros
dragones?

No lo sé, y la abuela dice que no le importa hacer predicciones.


Hablaremos de esto, pero Lily, tenemos que asumir que este horario
significa que los niños llegarán mañana. Si esto, la apertura de los
portales, o lo que sea, está programado para la salida de la luna, entonces
debemos asumir que los niños llegarán antes.

—Sí. Sí, eso tiene sentido. Si abrir los portales a la Tierra es un pago
de los engendros a la G.P., no lo harán hasta que obtengan lo que ella les
prometió. —Los niños. Eso es lo que querían: bebés y niños que podrían
ser saqueados por su capacidad de Cambiar. Lily cerró los ojos. Estaba
tan enojada. Tan tensa por la ira y el miedo y una fusión impía de los
dos. Recordó vívidamente cómo se había visto a Toby con el pijama azul
que se había puesto para dormir la noche en que llegaron los
monstruos...

Ojos abiertos, se dijo. Debía mantener los ojos abiertos y


concentrada en el presente.

—Necesitamos hablar sobre el momento. Aproximadamente cuánto


tiempo tendremos que mantener el área alrededor del portal. —Ella y
Rule habían estado separados durante gran parte del asalto al antiguo
palacio de Xitil, por lo que no tenía todos los hechos—. No podemos volver

285
a abrir ese portal hasta que lleguemos a un momento en el que nosotros,
los otros “nosotros”, es decir, los del pasado, ya no estamos en Dis. —
Resopló—. ¿Eso tiene sentido? Hablar de eventos que son tanto del
pasado como del futuro me marea.

Te sigo. Te preocupa la demora, el tiempo entre el momento en que los


niños fueron llevados por el portal y el momento en que todos nos fuimos
de Dis. Yo también lo estoy, pero no veo cómo podemos estimarlo con
precisión.

—Cynna y yo lo hemos intentado. Creemos que hemos llegado a una


estimación del retraso máximo. Está segura de que Ryder estuvo en Dis
hasta que alguien rompió su Búsqueda, por lo que ese es el momento
más temprano en que los niños podrían haber sido llevados a través de
un portal. Tan cerca como hemos podido imaginar, eso fue
aproximadamente dos horas y media antes de que Gan agarrara a Cynna
y la llevara a Dragonhome.

Dos horas y media. Se quedó en silencio unos momentos. Eso es más


tiempo de lo que esperaba. La abuela dice que no puede mantener la
guarda tanto tiempo.

—Eso es lo que temía.

¿Estás asumiendo que el tiempo pasa ahora aproximadamente al


mismo ritmo en Dis y aquí?

—La última cifra que obtuve de Alice para la diferencia de tasa de


tiempo se redujo a tres minutos, diez segundos.
Entonces tendremos que esperar que el retraso no sea el máximo
posible. El mínimo sería de unos treinta minutos, en función de cuando
llegamos a la sala de audiencias. De cualquier manera, necesitaremos la
distracción.

Ella no pudo discutir. Por mucho que lo odiara, no había podido


tener una idea mejor.

—Reno podrá ayudar. Salió por la construcción justo antes de que


Cynna perdiera su Búsqueda, así que debería llegar antes que los niños.

No sabemos si viajará en línea recta, en el tiempo o más torcidamente,


como lo hizo Gan. Puede que llegue dentro de cinco minutos o después de
que traigan a los niños aquí. Y una vez que esté aquí, no podrá actuar

286
directamente contra los engendros.

—Porque es su madre.

Sí. Pero podemos contar con él para actuar contra la Gran Enemiga,
incluso si eso pone en peligro a los engendros. La abuela explicó por qué.
Necesito contarte sobre eso, pero es una larga historia.

Esperaba que tuviera razón. Saber que el dragón verde había dado
a luz a los engendros la había sacudido.

—Quizás deberías guardar la larga historia para más tarde. Necesito


contarte mi idea para Gan. Empecé antes, pero perdí la conexión.
Pregúntale a Gan algo por mí. ¿Qué tan fácil es para ella cruzar a la Tierra
desde Dragonhome? ¿Hay muchos lugares donde ella podría hacer eso?

Una pausa, lo suficientemente larga como para tenerla


tamborileando con los dedos en el muslo con impaciencia. Entonces:

Ella dice que Dragonhome no tiene tantos puntos de cruce como la


mayoría de los reinos. Se refiere a todos los puntos de cruce, no solo a los
que tocan la Tierra. Cree que esto se debe a que Dragonhome está desviado
a todos los reinos, una declaración que llamó la atención de la abuela. Está
cuestionando a Gan sobre lo que eso significa. Ella… Oh. Su voz mental
vibró con repentina emoción. Lily, le acaba de decir a la abuela que
siempre hay puntos de cruce cerca de un nodo.

—Estás pensando lo que yo estoy pensando, ¿verdad? Habrá un


nodo en o cerca del portal, por lo que habrá puntos de cruce. Quizás,
mientras el resto de nosotros nos ocupamos del área alrededor del portal,
Gan pueda cruzar con los niños, uno a la vez. Llevarlos a la Tierra.

Hijo de puta. No pensé… no puedo creer que nunca pensé… solo un


minuto. Espera un minuto mientras pregunto.

Otra pausa sin fin. Cuando Rule habló de nuevo, sus palabras
fueron claras pero ponderadas, como si cada palabra fuera parte de una
presa que contenía todo tipo de emociones.

Ella dice que sí, si hay un buen lugar para cruzar. Puede que no los
haya, e incluso si los hay, es posible que no pueda llevarse a todos los
niños. Tiene mucho poder, pero le da vértigo cruzar reinos que no coinciden
en el tiempo. Si está demasiado mareada, no podrá cruzar con seguridad.

287
—La diferencia de tasa de tiempo es bastante pequeña ahora.

Sí. Otra pausa. Casi podía sentirlo dominando sus emociones lo


suficiente como para continuar. Por lo tanto, es posible que los mareos no
sean un problema importante. Pero también dice que deslizarse por los
estratos (le gustó la palabra de la abuela para eso) alrededor de
Dragonhome es difícil. No está segura de cuántas veces puede hacerlo sin
descansar. Ella describió el proceso como “tratar de cagar un ladrillo, solo
que tú eres tanto el agujero del culo y la mierda que está tratando de salir
por el agujero del culo”.

Lily no pudo evitar sonreír.

—Colorido, esa es nuestra Gan.

Sí.

Por un momento ninguno de los dos habló. ¿Estaba él luchando con


la misma mezcla confusa de esperanza y miedo que ella? Gotas ácidas de
“quizás” gotearon y quemaron, gotearon y quemaron. Pero si pudieran
poner a los niños a salvo… bueno, lo que les pasara a los demás
importaba, importaba mucho, pero una vez que los niños estuvieran a
salvo, habían ganado.

—Entonces lo intentamos, si podemos. No es algo seguro, pero…

Él se rio. Se suponía que el habla mental solo contenía palabras y


esto no era verbal, sin embargo, ella reconocía la risa, una sensación
completamente mental, demasiado amplia para llamar diversión, una
exuberancia burbujeante que solo podía ser risa.
¿Qué pasa con todo esto que no es increíblemente arriesgado?

—Es cierto —dijo con ironía—. Y hemos llegado hasta aquí, así que…
—Los sonidos fuera de su celda llamaron su atención—. Creo que Cynna
ha vuelto. Probablemente sea mejor que me vaya. Tendré que informarle
sobre todo y no quiero agotarme de nuevo.

Por supuesto. Te amo.

Ella cerró los ojos y le envió las palabras. Esas dos palabras estaban
tan claras en su mente… no necesitaba susurrar, no necesitaba ayuda
con ellas en absoluto. Y luego, en lugar de decirle adiós, le preguntó algo
que la había estado molestando, aunque usó su tiempo para discutir
cosas más importantes:

288
—¿Rule? Ya no vas a llamar a la abuela “madame”.

Ella me dijo que la llamara abuela.

Una sonrisa la sorprendió, deslizándose sobre su rostro suave y


tranquilamente. Como si fuera feliz.

—Has sido adoptado.

Yo ya era parte de su familia. Parecía desconcertado. Cuando tú y yo


nos casamos, me convertí en parte de su familia, como ella es parte de la
mía.

—Has sido adoptado —repitió en voz baja. Sabía lo que esto


significaba, incluso si no podía expresarlo con palabras… o tal vez
podría—. Déjame ponerlo de esta manera. Has sido reclamado.

Ahh.

Es curioso cómo una sola sílaba, una que ni siquiera podía oír,
estrictamente hablando, podía contener tal comprensión.

—Dile a la abuela que la amo.


289
Lily estaba profundamente dormida cuando las bisagras de la puerta
crujieron. Se disparó hacia arriba, su sistema zumbaba con alarmas de
adrenalina.

Era Ah Hai. Lily suspiró, su cuerpo se inundó de sustancias


químicas de lucha o huida. Razón número 122 para odiar ser prisionero:
nadie toca la puerta de una celda.

—Llegas temprano —observó, tratando de no sonar enojada por eso.


Había suficiente luz entrando por la rendija de la ventana para ver, pero
solo un poco. La diminuta celda estaba pintada con los grises nacarados
del amanecer.

Ah Hai asintió y se arrodilló junto a la estera de dormir de Lily. En


silencio, le tendió un objeto familiar: la Glock de Lily.

Los ojos de Lily volaron hacia el rostro de Li Hai. La mujer albina se


golpeó los labios cerrados con un dedo. No era el gesto de “silencio” al
que estaba acostumbrada Lily, pero la idea era clara.

—Tienes que venir conmigo —susurró Ah Hai en su dialecto.

—¿Qué es? —dijo Cynna, su voz nublada por el sueño.

—Ah Hai quiere que vaya con ella —dijo Lily suavemente. Tomó el
arma, y Ah Hai rápidamente buscó en un bolsillo y sacó dos cargadores
completos. Lily también los tomó, y se los entregó a Cynna, enviándole:
Esconde estos para mí.

Cynna, sentada ahora, los aceptó y los metió debajo de la manta.


—¿Dónde? ¿A dónde vas?

Lily no tenía idea, así que le preguntó a Ah Hai.

—Al taller de Zhu Kongqi.

Lily había estado en la sala de trabajo de Kongqi muchas veces, a


menudo lo suficiente como para desgastar su miedo al lugar. Desgastado,

290
pero no eliminado, y la rareza de esta convocatoria la devolvió con toda
su fuerza cuando salió al aire de la madrugada, casi lo suficientemente
frío como para llamarlo crujiente.

Ah Hai caminó a su lado. Como de costumbre, dos guardias iban


por delante y por detrás, pero no Fang. Fang siempre la acompañaba,
pero no esta vez. No el día en que llegaran Rule, la abuela y Gan. Cuando
llegarían los niños. Su mente ideó un número vertiginoso de posibilidades
para la ausencia de Fang, todas calamitosas. Le dijo a su mente que se
callara. No escuchó.

—¿Dónde está Segundo Puño Fang? —le preguntó a Ah Hai


casualmente.

—Creo que todavía no está de servicio.

Allí, ¿ves?, le dijo a su mente. Un cambio en la rutina no indica


automáticamente el regreso de las hormigas del dolor. Kongqi tenía
planeado un día ajetreado, con robar el Cambio a los bebés y abrir los
portales a la Tierra. Le estaba haciendo un hueco en el único momento
disponible para él.

La pregunta, por supuesto, era por qué.

No tenía motivos para volver a interrogarla. De todos modos, no


sobre nada que importara. No había forma de que pudiera haber
adivinado sus planes. No tenía magia mental, por lo que no podía saber
que había estado en contacto con Rule. Ciertamente no sabía nada de la
abuela. Quería hablar un poco más sobre el solipsismo o los Acuerdos
Dragón antes de que la entregaran a la Gran Perra para que limpiara su
mente. Última oportunidad y todo eso. Tenía que dejar de preocuparse
por los secretos que guardaba para que él no sintiera sus nervios.

Y eso era como intentar no pensar en un elefante. Ese maldito


elefante pisoteó junto a ella todo el camino hasta el Qī Jiā y por sus
pasillos hasta el laboratorio de Kongqi.

No había guardias apostados fuera. ¿Por qué no?, chilló su mente.


Kongqi siempre tenía guardias fuera de su santuario. Ah Hai puso la
palma de su mano en la puerta y susurró algo tan suavemente que Lily
no estaba segura de haberlo escuchado. Luego puso la mano en el pestillo
y abrió la puerta.

Se suponía que la puerta se abriría, impulsada por telequinesis.

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Kongqi siempre lo hizo de esa manera. Lily no se movió. Eso podría haber
sido táctico. Pudo haber sido pura diversión.

Ah Hai se detuvo unos pasos, aparentemente dándose cuenta de que


Lily no la había seguido.

—Ven —dijo, usando la palabra en inglés que Lily había llegado a


odiar y haciendo señas con una mano.

Podría acabar con los guardias. Lily estaba segura de eso. Pero este
no era el día para organizar una fuga. De mala gana entró en el taller.
Todo parecía más o menos igual que siempre, con una excepción. Kongqi
no estaba allí.

—¿Qué está pasando? —preguntó Lily—. ¿Dónde está…?

Ah Hai volvió a hacer la señal de “silencio” y se movió detrás de la


puerta… de pie donde los guardias no la verían, se dio cuenta Lily. La
mujercita cerró la pesada puerta con las manos en lugar de telequinesis,
luego volvió a poner la palma de la mano y le susurró. Se volvió hacia Lily
y susurró:

—El Zhu Kongqi estará aquí pronto. Lo esperamos aquí, donde nadie
pueda escucharnos. Primero debo advertirte como me pidieron. El arma
que te devolví no dañará a los Zhuren cuando vuelen. Tienen escudos
que protegen contra proyectiles.

Lily pensó en eso, en lo rápido que daban vueltas en el aire y asintió.


Probablemente necesitarían desarrollar esos escudos solo para evitar que
las salpicaduras de insectos estropeen su bonito shenyi. ¿Pero estos
escudos realmente funcionarían contra una bala que viaja a setecientos
sesenta y dos metros por segundo?

—Honorable Lily Yu, ¿recuerdas que te dije una vez sobre los Kanas?

Eso estaba tan lejos de todo lo que había esperado que le tomó un
momento ubicar el nombre.

—Ese es el pueblo. O quizás los aldeanos. Las personas donde se


criaron los Zhuren.

Ah Hai asintió solemnemente.

—Me temo que te hice pensar una cosa falsa. No todos los Kanas

292
murieron cuando su aldea se quemó. —Miró a Lily expectante.

¿Cómo lo había expresado Ah Hai cuando contó esa historia? Se


dice, o algo así. No “esto sucedió”, sino “se dice que esto sucedió”.

—¿Qué les pasó?

Ah Hai parecía vagamente decepcionada.

—Quizás no sepas que el pueblo de Kanas se encuentra en una


región donde hay mucha magia.

¿Por qué la mujer no se lo contó?

—Alta magia significa… ¿más personas nacen con Dones? Más


nacidos con… ¡mierda! —exclamó en inglés cuando comprendió. Más
mutaciones. Volvió al mandarín—. ¿Estás diciendo que eres un Kanas?
¿Que algunos o todos los que se afirman, los yāoqiú, son Kanas?

Ah Hai sonrió.

—No puedo decirte eso.

—Quieres decir que no tienes permiso.

—Si alguna vez conocieras a uno de los Kanas, uno que no fuera un
anciano, ella no te diría quién es. Sin embargo, podría optar por contarte
una historia.

El corazón de Lily latió con fuerza. Se inclinó más cerca.

—¿Me contarás una historia, Ah Hai?


Rule se paró junto a la barandilla e inhaló profundamente. Gan se
sentó en la cubierta a su lado, con los ojos brillantes de curiosidad y la
boca, por una vez, en silencio. Ella ya estaba dashtu.

Por fin estaban en Lang Xin.

El sol estaba alto y caliente, el aire demasiado húmedo para que se

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evaporara el sudor. El aire húmedo atrapaba los aromas, trayendo una
rica mezcla a su nariz. Allí estaba el río en sí, húmedo y picante, cargado
de olores a pescado, plantas verdes y putrefacción. Los olores ahora
familiares del propio barco: cáñamo húmedo, madera calentada por el
sol, arroz, grasa vieja y los aromas mezclados de aquellos con los que
había viajado. Mil olores más venían de la ciudad. Pimientos y jengibre,
anís y col. El humo de los fuegos para cocinar. Aguas residuales.
Putrefacción. Flores. Y la humanidad en todas sus formas almizcladas y
sudorosas.

Los muelles en sus otras paradas habían sido lugares concurridos y


bulliciosos. Los muelles de Lang Xin duplicaban eso. Carga de todo tipo,
desde las balas de algodón que se descargaban del barco junto al suyo
hasta jaulas de pájaros, un hombre delgado apilaba en un carro de dos
ruedas, pájaros que parecían pollos pequeños pero olían a palomas. Todo
tipo de productos alimenticios, desde pescado hasta coles, cebollas y
anguilas. Un niño de nueve o diez años deambulaba por el muelle, con
dos cestas que pesaban más que él sobre los hombros, gritando lo que el
encantamiento traductor de Rule susurraba: “¡Peras frescas! ¡Peras
frescas a la venta!”. Un par de jóvenes se tambaleaban borrachos,
abrazados, cantando en voz alta. El encanto también tradujo esas
palabras para él. La mayoría de ellas eran obscenas. Una anciana lanzó
a los jóvenes alborotadores una mirada de condena.

Otra anciana se acercó a Rule desde la popa del barco.

—Quieres una manzana —le informó la abuela y le entregó una fruta


roja grande y grumosa que ciertamente no era una manzana.

La miró.
—¿Cómo se llama realmente?

La abuela sacó una segunda fruta de la bolsa y se la entregó a Gan.


Lo que debía parecer extraño para cualquiera que esté mirando, ya que
parecía haberla entregado al aire.

—Píngguǒ. Lo que significa manzana.

Ella estaba de mal humor esta mañana, ¿no? Él le sonrió y luego le


dio un gran mordisco a la fruta grumosa. Estaba buena, agria y crujiente.
Más parecida a una pera cruzada con un mango que a una manzana,
pero buena.

—La perspectiva de acción te alegra.

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—Lo hace, sí.

Ella suspiró.

—Supongo que es el lobo.

—Lobo y hombre están de acuerdo esta mañana. —Aunque estaba


preocupado por no haber tenido noticias de Lily todavía. Antes, cuando
él estaba lejos, le había resultado difícil hacer contacto. Pero ahora estaba
aquí, en la misma ciudad. Seguro que pronto tendría noticias suyas.

Pronto. Qué palabra tan difícil. Dio vueltas en su mente a todo lo


que sucedería pronto, haciendo clic en los puntos de su plan. Y tomó otro
bocado de fruta grumosa.

—La gente aquí debe haber llamado a esto por algo familiar. La
llamaste manzana porque es roja. No me había dado cuenta de que tenían
manzanas en la antigua China.

—Las manzanas se originaron en China.

Según la abuela, casi todo se originó en China.

—Tenemos que ponernos en movimiento.

—Mei Bo estará lista pronto.

El padre del barco los iba a llevar al Yóupiào Jú, la Oficina de Sellos.
Los comerciantes habituales como los Siji recibían sus estampillas de
agentes allí en los muelles, pero los visitantes como la abuela y Rule
tenían que ir a una Oficina de Sellos. Se cobraba una pequeña tarifa o
impuesto sobre todo el comercio que llegaba o pasaba por cualquiera de
las ciudades con magistrados, y se emitía un sello para demostrar que
las mercancías eran legales. La abuela aún no había pagado la tarifa, ya
que las gemas estaban en su mayoría exentas y se usaban a menudo en
lugar de monedas. Pero la exención no se aplicaba en Lang Xin. Aquí
tenía que declarar sus diamantes y pagar la tarifa.

Rule esperaba que el padre del barco fuera rápido. Quería poner en
marcha su plan. Miró hacia el río y reunió paciencia.

Incluso el río estaba lleno de gente aquí. Sampanes por docenas.


Barcos planos, embarcaciones de un solo sentido que dejarían que el río
los llevara a ellos y su carga río abajo. Aquí atracaron dos chún-chún

295
además del suyo. Ellos ya habrían coincidido con la tripulación de uno
de los chún-chún en Liangzhou. El otro estaba atracado en el muelle
contiguo al de ellos, lo suficientemente cerca como para que la tripulación
llamara alegremente al padre del barco cuando finalmente salió del
cobertizo en la parte trasera del barco, vestido con sus mejores ropas,
todavía una túnica sencilla y pantalones pero hechos de buena tela, el
tinte azul todavía brillante. Había cambiado su sombrero de paja habitual
por uno más bien parecido al de un marinero con el ala vuelta hacia
arriba, negro con brillantes bordados en el ala. Llevaba la valija que
contenía el correo oficial.

—¡Primo! —susurró el encanto del traductor al oído de Rule, y—:


¡Mei Bo, viejo ladrón! ¿Cómo estuvo tu viaje?

—Un buen viaje —respondió el padre del barco—. ¡Sin ladrones, y


solo un dragón!

Sus primos en el otro barco se sorprendieron y exigieron la historia.

—No recuerdan que ya nos visitaron —murmuró Rule a la abuela.

Alzó las cejas.

—¿Lo dudaste?

En realidad, sí, aunque no lo diría en voz alta. Rule no era fácil al


depender tanto del encantamiento. Fue reconfortante saber que la parte
de “olvidar” de las instrucciones de la abuela funcionó. Ahora bien, si la
parte más compleja funcionaba también...

—Más tarde —volvió a llamar el padre del barco a los primos que ya
habían visitado su barco—. Levantaremos una taza juntos, ¿eh? Y les
contaré sobre el dragón que me tenía entre sus garras. ¡Debo irme, pero
luego hablaremos!

Lang Xin lo duplicaba todo, pensó Rule mientras, por fin, seguía al
padre del barco desde el barco hasta el muelle. La gente, el ruido, las
cajas y las redes y las cajas de comercio. Y lo que está en juego. Las
apuestas subieron mucho en el momento en que su pie golpeó la dura
madera del muelle.

Mei Bo se adelantó con su hija y uno de sus hijos. El otro hijo


cuidaría el barco, un deber que había contraído al perder anoche en el
juego de dados. El hijo que los acompañaba llevaba un sombrero similar

296
al de su padre. La cabeza de Mei Ling estaba descubierta, su cabello
brillante bajo el sol. Ambos vestían de azul, aunque en diferentes tonos.

El pequeño grupo de Rule también se había puesto sus mejores


ropas. Llevaba la menos descolorida de sus dos camisas con unos
pantalones, unos que le llegaban hasta los tobillos. Ahora tenía un
sombrero de paja como el que usaban muchos lugareños para proteger
su rostro del sol y protegerlo un poco de los ojos que pasaban. La abuela
tenía puesta una camisa roja nueva y brillante con su gastada falda
negra. Gan no llevaba ropa nueva. Como nadie veía a la pequeña, se
había puesto su ropa original, su equipo de aventuras, lo llamaba, la
camisa y los pantalones caqui con bolsillos por todas partes. Pero había
agregado un sombrero nuevo. Era de un verde increíblemente brillante,
con forma de gorro, con bordados rojos y un pompón amarillo en la
coronilla. No tenía idea de dónde lo había encontrado. Ella se pavoneó
positivamente por el muelle.

—He estado pensando —le había dicho anoche, con su extraña


carita profundamente seria—. Y no veo cómo podrían hacer esto sin mí.

Podría haber respondido de muchas formas. La suerte jugaría un


papel tan importante como cualquiera de ellos. Quizás más grande. Reno
también, aunque podría poner al dragón verde en la misma categoría que
la suerte, ya que ambos eran imposibles de predecir o manejar. Podría
haber señalado que su éxito dependía de todos ellos. En Lily, cuyo habla
mental les dio una ventaja que sus enemigos no sospechaban y no podían
igualar. En Cynna, que era una poderosa lanzadora de hechizos y una
Rhej, capaz de aprovechar los recuerdos del clan. Los engendros, a pesar
de todo su poder, carecían de la experiencia mágica de Cynna, o Alice
Báitóu no habría negociado tan duro para obtener algunos de los
hechizos de Cynna. Luego estaba la abuela. Si alguien era esencial para
su éxito, era ella.

En cambio, asintió con la misma seriedad y dijo otra verdad.

—Es verdad. Nuestro plan depende de ti.

Él esperaba que ella se pavoneara. No lo hizo. Asintió en respuesta


a él solemnemente, luego miró hacia el agua oscura, sus ondas cortando
el reflejo de la luna en una vida resplandeciente.

La luna estaría llena esta noche, pensó mientras llegaban al final del
muelle. Su llamado era fuerte y dulce, imposible de ignorar pero aún no
imperativo. Esa canción pasaría de ser una llamada a una demanda

297
cuando se elevara sobre el horizonte una hora después de la puesta del
sol… justo cuando los portales a la Tierra se abrieran y todo el infierno
estallara en dos reinos.

—Supongo —dijo la abuela con amargura en chino—, ¿esa es la línea


a la que debemos unirnos?

Una fila de personas salía de la puerta de un pequeño edificio


apartado de la calle que corría junto a los muelles. Veinte o treinta
personas se hallaban de pie, charlaban, fruncían el ceño y agitaban
abanicos de papel en sus rostros, con la esperanza de levantar una brisa.
Muchos, pero no todos, llevaban sombrero. Un anciano arrugado sacó
una enorme jarra de cerámica sobre ruedas junto a la línea, dispensando
tazas de té para… Rule hizo una pausa, escuchando. Podía escuchar la
voz del anciano, pero estaba demasiado lejos para el hechizo de
traducción.

El padre del barco le aseguró que sí, y agregó que “el té del viejo
Chen Mu es muy bueno. Solo un dìsì por taza. Tomaremos un poco de
té, ¿eh?”.

—Y baozi —dijo Rule en su chino extremadamente limitado. Había


aprendido un poco más del idioma con el encanto del traductor
susurrándole al oído todo el tiempo. No mucho, pero un poco. Había
desarrollado un cariño por la comida blanda desde que rompió su ayuno
demasiado largo con ellos. Pero al baozi le faltaba carne y era la hora del
almuerzo—. ¿Y… shāokǎo? —No estaba seguro de su pronunciación de
los kebabs picantes que podía oler pero no veía.

Después de un poco de cortés vacilación sobre quién pagaría (la


abuela ganó), Mei Bo envió a su hija para conseguir el almorzar y el resto
se dirigió al final de la fila. Y la abuela le dio a Gan la señal para que los
dejara.

La pequeña se escapó, luego se detuvo y miró hacia atrás. Rule no


podía verla lo suficientemente bien como para distinguir su expresión,
pero había algo melancólico en esa mirada atrás. Una sonrisa era todo el
consuelo que podía darle en ese momento, así que se la ofreció.

—Es bueno que nos hagas compañía —le decía la abuela a Mei Bo.

—Estoy feliz de hacerlo, madame.

Parecía serlo. No es que hubiera tenido otra opción, reflexionó Rule.

298
La abuela siguió mirando fijamente al padre del barco a los ojos.

—Has sido un buen anfitrión en nuestro viaje. Me complace


devolverte una pequeña parte de tu amabilidad. —Dijo todo eso en chino
y luego añadió una breve frase en inglés—: Despierta. —Antes de volver
al chino—. ¿Están los shānjiǎo en su lugar?

—Oh, sí —le dijo, lanzando una mirada de asombro a Rule—. Todo


está listo. Mis primos los cuidan ahora.

—Muy bien. Olvida que te pregunté por ellos. —Y, en inglés—:


Duerme.

—Me entristece no poder comprarles una comida —dijo Mei Bo—.


¿No me salvó la vida este gran espadachín tuyo? Cuando ese dragón…

¡Rule!

Sí. Estoy aquí. Rule habló bajo la lengua para no tener que mover
los labios en público. Estoy en la fila esperando ver a los funcionarios de
sellos fiscales.

También tengo gente alrededor, así que haréestorápido.


Necesitabadecirte que Ah Hai me trajo mi arma esta mañana y la
munición… Son losdescalzos. Y son descendientesdelosKanas. ¿Te
acuerdas quetehablé sobreellos? ¿Losqueafirman losZurhenque
sondesupropiedad?

Tus palabras están saliendo confusas, dijo. No sé lo que dijiste.

¡Maldita sea!
Eso salió muy claro.

¿Tienes gente a tu alrededor? ¿Estás tratando de subvocalizar para


usar el habla mental?

Sí. Enfocarse… es… difícil… Cuando estoy… caminando…


yhablando. Necesito… esperaunminuto.

Lily no tenía mucha experiencia hablando bajo la lengua. Eso


parecía afectar su capacidad para usarlo para moldear sus pensamientos
para el habla mental. Él estaba más cerca de ella de lo que había estado
(cerca, le susurró su lobo, cerca) pero ella todavía estaba al otro lado de
la ciudad, y aparentemente distraída por los que estaban cerca.

299
¿Tu información es tan urgente como importante?, subvocalizó, sin
saber si ella estaba “escuchando”.

Ambos. Los… descalzos… parecenser esclavos… están


denuestrolado. Ah Hai… dicequelosengendros… estarán… ocupados…
preparándoseparasu… ritual. Preparación larga. Yo… Maldita sea.
Metengoqueir.

¿Los descalzos? ¿Qué quiso decir? Frustrado, Rule frunció el ceño


cuando Mei Ling se acercó saltando, sosteniendo una de las
omnipresentes bolsas de hilo en una mano y brocheta de carne en la otra.
Su sonrisa vaciló.

No podría comer eso. Odiándose a sí mismo, le sonrió de la forma en


que no tenía derecho a sonreír a nadie más que a Lily. Ella se sonrojó y
le tendió la carne misteriosa, siendo misterio la palabra clave aquí, ya
que él no tenía idea de qué animal provenía. Probablemente uno no
encontrado en la Tierra, aunque olía un poco a cabra.

Ella le dijo tímidamente que había un malabarista y que si a él le


gustaría ir a verlo. Luego se sonrojó de nuevo, porque, por supuesto, ella
asumió que él no entendía lo que había dicho y se volvió hacia su padre
para pedirle permiso para llevar a Wu Tǔ Ní a ver a un malabarista. Wu
Tǔ Ní era el nombre que la abuela le había otorgado, alegando que imitaba
su nombre real lo suficiente como para ayudarlo a recordar responder a
él. El nombre la había divertido mucho. Más tarde se enteró de que esas
sílabas podían significar cualquier cosa, desde tierra de arcoíris hasta
lana local o lodo de vómito.

—… un muy buen malabarista, padre —dijo Mei Ling con seriedad—


, y no hay que ir muy lejos, ya que solo está en la calle frente al puesto
del escriba.

Mei Bo se rio entre dientes y le preguntó a la abuela si le importaba


que los dos jóvenes fueran a ver a este increíble malabarista. Él pensó
que ella no tenía por qué temer un ataque aquí, ¿eh? Y por eso no tenía
gran necesidad de su espadachín. Desde el ataque del dragón, había
insistido en referirse a Rule como un espadachín.

La abuela parecía amargada, lo que encajaba con su carácter, pero


aceptó a regañadientes y le dijo en inglés:

—Tómate tu tiempo. La fila es larga.

300
En otras palabras, todo avanzaba como querían. Ni siquiera había
tenido que encontrar una razón para salir de la línea. Mei Ling lo había
hecho por él. Pero su tiempo apestaba. Necesitaba hablar con la abuela
sobre el mensaje confuso de Lily, ver si sabía quiénes eran esos
“descalzos” que Lily pensaba que estaban de su lado.

Lily tendría que contárselo a la abuela ella misma. Hizo una pequeña
reverencia a la abuela y dijo:

—Gracias, madame.

—Sí, sí. Vete. —Ella hizo un gesto de espanto.

Lo hizo, preparándose para ser encantador. El truco para encantar


a la gente no era ningún truco. Tanto hombres como mujeres quedaban
encantados con quienes los encontraban encantadores. Con algunas
personas eso podría ser difícil, pero no con Mei Ling. Tímida y
encantadora, tonta e inteligente, era tan atractiva como un gatito. No, lo
difícil sería ocultar su culpa.

La estaba usando. Juntos, él y la abuela utilizarían a toda su familia.

—Ojalá pudiera hablar contigo —murmuró en un idioma que ella no


entendía—. Ojalá pudiera tener la oportunidad de explicar.

Ella se sonrojó felizmente y habló en un idioma que pensó que él no


podía entender, diciéndole que el día era hermoso y que él era hermoso,
y que estaba tan contenta de que le agradara a su padre ahora.

Él sonrió y sonrió y le dijo que ella era hermosa con sus ojos. Eso,
al menos, era cierto.
301
A Gan no le gustaba este reino. Oh, había estado en peores, pero
nunca había tenido que quedarse en ninguno de ellos y había estado aquí
durante días y días a pesar de tener enormes dragones que querían
comérsela. Puede que ya no sea un demonio, pero estaba segura de que
todavía les sabía bien a los dragones. Los dragones, sin embargo, no eran
lo peor de este lugar.

No había chocolate.

Gan suspiró en medio de un lúgubre silencio para que la gente que


la rodeaba no la oyera. Estaba cansada de tener que estar callada,
cansada de no comer chocolate y cansada de todos estos sentimientos
que no entendía. Era como estar asustada, pero no por nada de lo que
estaba pasando. Sobre cosas que no habían sucedido y tal vez nunca
sucederían, y mucho de ese no-exactamente-miedo ni siquiera era sobre
ella. Se trataba de sus amigos. Estaba preocupada por ellos.

Gan no estaba acostumbrada a preocuparse. A ella no le gustaba.


Quería que se detuviera.

Distraídamente, robó un bollo dulce y pegajoso del puesto de un


vendedor que se distrajo gritándole a un niño que no podía hacer dashtu
y tenía que robar por las malas. No parecía ser muy bueno en eso.

Los gnomos seguían diciéndole lo malo que era robar. Ella no lo


entendía. Los gnomos prestaban mucha atención a poseer cosas, pero
pensaban que poseer era lo mismo que tener, lo cual era una tontería.
Solo podía poseer las cosas que realmente amaba. Todo lo demás solo lo
tenías, lo comías o lo usabas o lo que sea. Es posible que te enojes si
alguien toma algo que tenías planeado usar, pero eso no significa que
robar sea malo. El bien y el mal no se basaban en lo que hacía que la
gente se enojara contigo o en lo que les agradaba. La anciana le había
dicho eso.

Eso es lo que Gan llamaba a Li Lei Yu en su mente: Anciana. Anciana


era especial. Importante como un amigo, pero no lo mismo que un amigo.
Gan no podía encontrar palabras para lo que quería decir, pero por
alguna razón no quería usar uno de los nombres de llamada habituales
de la anciana.

La anciana había tenido muchos apodos a lo largo de los años, lo


cual no era sorprendente con alguien tan denso con üther. No conseguías

302
ese tipo de densidad solo por mantenerte vivo por mucho tiempo. Tenías
que vivir amplia y profundamente, y el üther de la anciana era muy
profundo. Casi como de un dragón. Justo ahora estaba usando tres
nombres de llamada: el que usaba en la Tierra, uno que se había
inventado para usar en su viaje y el que usaba su familia. La llamaban
abuela.

Una cosa sobre la anciana para la que Gan tenía palabras: casi
siempre tenía sentido. Como cuando dijo que el bien y el mal no eran lo
mismo que si le agradaras a la gente o se enojara contigo. Eso tenía
sentido. Si Gan robara algo más de comida y se la diera a ese chico que
no era muy buen ladrón, al chico le gustaría, pero el hombre al que robó
se enojaría. Uno diría que había hecho algo bueno y el otro diría que
había hecho algo malo.

El bien y el mal eran complicados, pero eso es porque eran una cosa
del alma, y las almas complicaban todo. El alma de Gan era muy nueva.
Solo había comenzado a cultivar una cuando Lily Yu se convirtió en su
amiga, por lo que aún no había resuelto el bien y el mal. La anciana dijo
que la mayoría de la gente no lo hacía. Ella dijo: “Nunca confíes en las
personas que piensan que saben todo sobre el bien y el mal. Dejaron de
pensar hace mucho tiempo”.

A la anciana se le daba bien dar sentido a las cosas. Buena para


poner palabras a cosas que confundían a Gan. Quizás debería
preguntarle a la anciana cómo llamarla.

La calle en la que estaba Gan era ancha y estaba llena de gente.


Algunos tenían carritos que tiraban y algunos llevaban cosas a la
espalda, pero la mayoría estaban ocupados yendo a algún lugar. Gan
pasó por un arco alto y decorado con muchas otras personas y pudo ver
hacia dónde se dirigían todos.

Era un lugar grande, verde y abierto. También había algunos


edificios, pero sobre todo era un espacio abierto. Los espacios abiertos le
daban escalofríos a Gan. Sin embargo, estas personas tenían cierto
sentido común. Los caminos que solían ir entre los edificios estaban
protegidos desde arriba por árboles, y el mercado, que era hacia donde
se dirigía la mayoría de la gente tenía un gran techo encima. Un dragón
aún podría agarrarte del mercado, pero primero tendría que aterrizar, por
lo que probablemente no se molestaría. Los dragones preferían lanzarse
sobre la presa desde el aire, no perseguirla a pie.

303
Este debía ser el lugar del gobierno. Rule Turner y la anciana habían
esperado que ella encontrara los nodos en el lugar del gobierno porque
los engendros querrían tener todo ese poder cerca donde pudieran
controlarlo. Habían tenido razón. Los nodos estaban en ese gran espacio
abierto, latiendo como corazones gemelos. Justo en el medio.

Bueno… no exactamente. El centro exacto estaba marcado por una


torre. La torre tenía un disco rojo en la parte superior y una puerta en su
base y estaba a medio camino entre los nodos. Probablemente estaba
vinculado a ellos de alguna manera, o ¿por qué tenerlo allí? Oye, ¿quizás
ahí es donde estaba el portal?

Gan miró la torre con los ojos entrecerrados como si eso pudiera
ayudar, pero no. No podía sentir el portal desde aquí. Los portales
cerrados eran difíciles de detectar a menos que los acabaran de usar.
Tendría que acercarse para sentirlo. Solo que no había forma de hacer
eso sin cruzar mucho espacio abierto, y... ¡Ups! Saltó a un lado justo a
tiempo antes de que un hombre con una larga barba entrara en ella.
Luego se apartó del camino para poder pensar sin que la gente chocara
con ella.

Caminar a través de un gran espacio abierto nunca era una buena


idea cuando podría haber dragones, pero especialmente no era una
buena idea en el lugar del gobierno. La anciana creía que los engendros
de dragón sentían la magia de la misma manera que ella, que era como
la forma en que Gan percibía el üther, lo que significaba que los
engendros podían sentir a Gan cuando ella era dashtu. Probablemente
no podrían verla, pero podrían sentirla. Y todos los engendros estaban
ahora aquí en la ciudad. Sabía cómo eran, o al menos conocía sus
descripciones. Además, tendrían más üther que todos los humanos a su
alrededor, siendo tanto nacidos de dragones y longevos, por lo que
debería poder detectarlos.

No parecía haber ningún engendro alrededor ahora, pero


probablemente estaban en uno de esos edificios debido a su plan, que
era realmente complicado. Involucraba a Lily Yu y Portales y la Gran
Perra, cuyo avatar Xitil se había comido, volviéndola loca.

Volviendo loca a Xitil, es decir, no a la Gran Perra, aunque Gan


pensó que tal vez la Gran Perra también estaba loca, y se preguntó si
alguna vez se había comido a alguien que no estaba de acuerdo con ella.

Gan no entendía realmente el plan de los engendros de dragones, ¿o


era el plan de la Gran Perra? Pero había decidido que no era su trabajo

304
entenderlo. Solo tenía que encontrar el portal para poder decirle a Lily Yu
dónde estaba cuando Lily Yu la contactara.

Gan deseaba que Lily Yu hiciera eso, a pesar de que no le gustaba


mucho que alguien hablara dentro de su cabeza. Eso era lo que hacían
los dragones. Pero tal vez una vez que Lily Yu le hablara mentalmente,
dejaría de preocuparse tanto. Y tal vez Lily Yu diría que estaba orgullosa
de Gan. Que Gan lo había hecho bien.

Gan sintió un poco de brillo al pensar en eso. Luego pensó en su


propio plan.

Se había sentido insultada cuando Rule Turner quiso hacer un plan


para ella. ¿Pensó que necesitaba que él le dijera qué hacer? También era
un plan realmente simple, que era un insulto. Pero había dicho que no
se preocuparía tanto por ella si supiera que tenía un plan, lo que la había
hecho sentir rara. Raro-bueno-, no raro-malo. Odiaba preocuparse, pero
la hacía sentir bien pensar que Rule Turner se preocupaba por ella, a
pesar de que ahora le gustaba, así que uno pensaría que no querría que
él tuviera sentimientos de preocupación. Pero lo hacía. Era como una
broma secreta, aunque no estaba segura de si era una broma para él o
para ella. De cualquier manera, era raro.

La primera parte del plan era que ella permaneciera escondida entre
grupos de personas. Era mucho más difícil, dijo la anciana, sentir a Gan
siendo dashtu cuando tenía gente a su alrededor, especialmente si esas
personas eran Dotados. Su magia ocultaba la de ella. Gan no podía decir
quién era Dotado y quién no, pero mucha gente aquí tenía algo de magia,
así que ella se quedaría en medio de la multitud tanto como fuera posible.
Pero nadie caminaba por el medio del gran espacio abierto donde
estaban los nodos. Tenía que usar la segunda parte del plan, que no le
gustaba porque era esperar. Esperar era aburrido. Esperaba tener otra
idea una vez que viera el lugar del gobierno, pero hasta ahora no tenía
ninguna idea.

Quizás Lily Yu se pondría en contacto con ella pronto y tendría una


idea mejor. Con otro suspiro, se movió hacia un grupo de personas que
se dirigían al mercado.

El mercado no era un mal lugar para esperar. Había gente a la que


mirar, gente que ocultaba su magia. Quizás robaría otro bocadillo para
pasar el tiempo. Deambuló por los puestos, esquivando el camino

305
automáticamente antes de que la gente que no la veía entrara en ella.

Y luego alguien lo hizo. Una bebé. Estaba sentada sobre una manta
junto a un pequeño puesto que vendía especias y hierbas, y la miraba
fijamente.

Gan le devolvió la mirada, sorprendida. ¿Quizás no la veía


realmente? La saludó con la mano. Hizo un sonido de gorgoteo y sonrió
y levantó la mano como si fuera a saludar, pero luego se olvidó de eso y
comenzó a morderse los dedos.

Eso hizo que Gan quisiera reír, así que le hizo una mueca. Se rio de
nuevo, o pensó que ese sonido de gorgoteo era una risa. Seguro que
parecía feliz. Y era demasiado pequeña para hablar, seguramente, así que
no podía decirle a nadie que la vio. Se sentó y jugó con la bebé, haciendo
muecas, haciendo tonterías para hacerla reír. Eso continuó hasta que de
repente se dejó caer hacia adelante, se puso sobre las manos y comenzó
a gatear hacia Gan. Y la mujer que trabajaba en el puesto, que no parecía
prestar atención en absoluto, bajó en picada y la recogió.

La mujer era joven. Ella cacareaba al bebé y le dijo cosas como si


estuviera enojada, pero su rostro estaba feliz y su voz era suave. Revisó
el pañal de la bebé y dijo que estaba mojado.

Gan se dio cuenta de que esa era la madre. Se suponía que la madre
debía hacer esas cosas. Observar al bebé para que no se alejara.
Alimentarlo cuando tenía hambre. Cambiar su pañal cuando se orinaba.
Gan sintió algo retorcerse en sus sentimientos, un extraño, sentimiento
de tristeza.

Los demonios no tenían madres. Tenían príncipes.


Toda la vida en Dis comenzaba como insectos que se comían a otros
insectos o se los comían. Si no te comieron, eventualmente comiste
suficientes vidas para convertirte en larva. Eso era más o menos lo mismo
que ser un insecto, comer o ser devorado, solo que tú eras un ser. No es
que realmente pudieras pensar todavía, pero sabías que existías, lo que
los insectos no hacen, y finalmente te transformabas en un demonio de
un tipo u otro. Ser un demonio seguía siendo principalmente comer o ser
comido, solo con sexo también, y mucho más pensamiento.

No había lugar a lo largo del camino del insecto-larva-demonio para


las madres. No había lugar para la familia en absoluto.

Se frunció el ceño a sí misma. ¿Quería una familia? ¿Por qué la

306
querría? Parecía que las familias pasaban mucho tiempo esperando cosas
las unas de las otras y se enojaban o se entristecían cuando no obtenían
lo que esperaban. La gente se molestaba todo el tiempo por sus familias:
humanos, gnomos, sidhe… todo tipo de personas excepto demonios.
Porque los demonios no tenían familia.

¿Quizás las familias eran cosa del alma? Si tenías alma, ¿te hacía
querer una familia?

Inquieta, Gan eligió un lugar en el borde del mercado desde donde


podía observar el área cercana a los nodos y se sentó, preparada para
aburrirse. Y deseaba mucho el chocolate.
307
Lily se sentó a la mesa estropeada frente a Cynna y Ah Li y pensó:
Roca. Roca. Roca. Tienes que ser de roca: sólida, paciente. Esperar. Ella
no se sentía como una roca. Quizás algún otro tipo de mineral. O una
combinación de minerales. Dinamita, por ejemplo.

—La honorable Alice estará encantada. —La voz de Ah Li estaba


llena de satisfacción. Su rostro redondo brillaba con eso.

Lily tradujo automáticamente las palabras de la sanadora para


Cynna y luego pasó la respuesta de Cynna.

Era media tarde y no había tenido un momento privado para


contactar a Rule. Aún faltaban horas para el atardecer, se dijo Lily.
Tenían tiempo.

El día había comenzado con Ah Hai despertándola, luego Kongqi se


unió a ellas en su taller, para nada sorprendido de encontrarlas allí.
Quería hablar de alcantarillas. Alcantarillas, por el amor de Dios. Cuando
ella lo persuadió de que no sabía casi nada sobre alcantarillas, hablaron
sobre mascotas. ¿Cuál era la diferencia entre una mascota y un esclavo?
¿Sensibilidad? Entonces, ¿cómo sabía que su gato (había mencionado a
Harry el Sucio) no era sensible? ¿Cómo determinaban o definían los
humanos en general la sensibilidad?

Ella no había tenido buenas respuestas. Cuando Kongqi finalmente


la soltó, Segundo Puño Fang había estado esperando con su par habitual
de guardias. Había intentado hablar con Rule en el camino de regreso a
su celda, pero seguía arruinándolo. Y cuando llegaron, Ah Li estaba allí,
lista para otra sesión de traducción. Una sesión larga, interrumpida
brevemente por el almuerzo. Aparentemente, hoy no estaba haciendo
ejercicio.

Pero finalmente habían terminado. Terminado como hecho, fini,


completado. El hechizo traducido funcionaba. Ahora estaban esperando
que Alice se les uniera para poder observar su éxito y hacer sus dos
últimos pagos. Le debía a Cynna sus “sinceros esfuerzos” más el bono
por tener éxito.

Ah Hai también estaba allí, limpiando felizmente la celda de Cynna


y Lily. No tenía más deberes que atender a Lily, y aparentemente ninguna
vida fuera de sus deberes. Ella había estado ayudando con la limpieza
tanto como los guardias se lo permitían, por aburrimiento, tal vez, tanto

308
como por pasión por la limpieza. Lily había sugerido si le gustaría hacer
otra cosa en su tiempo libre, algo solo por placer. Ah Hai le había
asegurado que los pisos limpios le daban mucho placer.

¿Cuánto tiempo las haría esperar Alice? También debía ser un día
ajetreado para ella, aunque Lily nunca había determinado cuáles serían
los deberes de Alice. ¿Vendría siquiera? Maldita sea, odiaba toda esta
espera. Sería mejor si tuviera algo que hacer, pero no había nada.

Lily había sido parte de tantos intentos fallidos de traducir el hechizo


a estas alturas, y había tenido que prestar atención para hacer la
traducción, por lo que entendía qué tipo de obstáculos había tenido que
superar Cynna. El mayor había sido el problema de la cosmovisión. El
lenguaje de hechizos que utilizaba Cynna incluía los cuatro elementos:
tierra, aire, fuego y agua. Pero la comprensión de la magia de Ah Li se
basaba en cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal, agua. Los cinco
elementos estaban profundamente arraigados en la cosmovisión de Ah
Li. No podía creer que un hechizo funcionaría a menos que equilibrara
los cinco elementos. Formaban parte del feng shui. Forma parte de las
disciplinas de artes marciales. Parte de su conocimiento médico. La gente
aquí creía que todos los hechizos deben hacer referencia a los cinco
elementos. Que estos elementos deben estar equilibrados.

Según Cullen, la gran diferencia entre la magia y la ciencia era que


la ciencia funcionaba de forma totalmente objetiva. No tenías que creer
que verter vinagre sobre bicarbonato de sodio lo haría burbujear al liberar
dióxido de carbono; sucedía si eso tenía sentido para ti o no. La magia
combinaba lo objetivo con lo subjetivo. Había reglas sobre la magia que
se podían estudiar y aprender. Pero para lanzar un hechizo, tenías que
comprender el funcionamiento del hechizo en un nivel profundo e
intuitivo. Tenías que creerlo.

Creer, pensó Lily, no era lo mismo que fe, ¿verdad? La fe se parecía


más a una decisión que tomaste para creer ciertas cosas, cosas que no
podías probar… que era una de las razones por las que Lily nunca había
confiado en ella. Pero la fe no era una decisión. No podías decidir creer
que tu gato era realmente un perro. Incluso si lo decías una y otra vez e
insistías a todos en que creías que tu gato era un perro, en el fondo sabías
que era un gato.

Entonces, ¿cómo puedes saber qué es objetivamente cierto sobre la


magia? Si funcionaba basado en lo que creías, basado en la realidad

309
subjetiva… no, espera. Los hechizos funcionaban de esa manera. Sin
embargo, los Dones no lo hacían, ¿verdad? Lily había podido sentir la
magia cuando la tocaba cuando era demasiado pequeña para saber qué
era la magia. Y los lupi no tenían por qué creer que podían volverse
peludos. Eso les sucedía en la pubertad, lo esperaran o no, razón por la
cual llevaban un seguimiento tan cuidadoso de sus hijos.

Pero su sentido de la mente no actuaba como un Don. Tuvo que


aprender a usarlo. Todavía estaba aprendiendo a usarlo. ¿Cuánto de lo
que podía o no podía hacer se basaba en lo que creía que era posible?
¿Había sido difícil llegar a Rule cuando estaba lejos simplemente porque
ella creía que lo estaría? Tenía problemas para usar la subvocalización
en lugar de mover los labios para organizar su habla mental, pero las
palabras de Rule salían claramente cuando subvocalizba. ¿Eso era
porque, para él, la subvocalización era fácil de escuchar, por lo que creía
que estaba hablando con claridad cuando lo hacía?

¿Y si algo de lo que ella creía era cierto sobre la magia… no lo era?


¿Cuánto de ella era realidad subjetiva, no objetivamente verdadera?
Sabía que no podía lanzar fuego como lo hacía Cullen. O volar como Sam.
O lanzar hechizos. ¿Y si…?

—¿Lily? —Cynna parecía desconcertada. O preocupada—. Dije tu


nombre dos veces.

Lily parpadeó.

—Lo siento. Estaba pensando.

—¿Pensamientos profundos?
—Sobre magia, hechizos, Dones y realidad. Realidad subjetiva
versus objetiva. ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes saber qué es realmente
real?

El rostro de Cynna se relajó en una sonrisa.

—¡Oh, te caíste por el agujero de gusano de la realidad! Todos lo


hacen. Todos los que comienzan a lidiar con la teoría mágica, quiero
decir.

Lily se sintió un poco molesta. Se había sentido como si estuviera al


borde de un gran y nuevo entendimiento.

—Entonces, ¿todos han encontrado una respuesta?

310
—Por supuesto. No existe la realidad objetiva. Toda realidad es
hábito. La magia es anti-hábito.

—¿Se supone que eso tiene sentido?

—El hábito es algo que persiste sin necesidad de nuestra atención.


Persiste tanto si queremos como si no, y es muy difícil de cambiar. La
realidad subjetiva son hábitos mentales que descienden hasta el final,
más profundo de lo que podemos alcanzar o cambiar a través de la
intención.

—No puedo simplemente llamar perro a mi gato y creerlo —murmuró


Lily.

—Extraño ejemplo, pero sí. Un paso fuera de la realidad subjetiva es


la realidad comunitaria: lo que todos los que conocemos creen que es
verdad. Algunos teóricos creen que es una fuerza real, no solo una
colección de realidades subjetivas. Puede que sea cierto, pero no veo
cómo podríamos averiguarlo. La realidad común es muy pegajosa, pero
puede cambiar y cambia. Luego llegamos a la realidad externa, a la que
llamaste realidad objetiva. Esos son los hábitos de todo el universo. La
materia tiene hábitos realmente firmes. Lo único que puede cambiar esos
hábitos es la magia. Es anti-hábito.

—De acueeerdo. Te estoy siguiendo. Creo. Pero… oh. Compañía. —


Había gente en las escaleras. Tres de ellos: una mente que Lily no
reconoció, Segundo Puño Fang y Alice Báitóu. La mente resbaladiza y
protegida de Alice era imposible de confundir, y la mente de Fang se había
vuelto familiar para Lily a través del contacto repetido.
—Has tenido éxito con el hechizo, me han dicho —dijo Alice, más
tranquila como siempre, mientras se alejaba de las escaleras. Unos pasos
detrás de ella estaba la mente desconocida, junto con un rostro
desconocido: una pequeña mujer de cabello blanco que vestía pantalones
negros polvorientos y una túnica azul pálido. No la tela más pobre, pero
tampoco cara—. He traído a un paciente para que puedas demostrarlo.
Wang An Li ha sido examinada por Zhu Shēngwù. Veamos si encuentras
lo que él encontró.

Ah Li habló.

—¿Debo realizar el hechizo desde el principio o demostrar usando la


ceniza que ya preparé?

311
El hechizo original se había pronunciado puramente y se basaba en
el elemento Aire, que el sistema chino no incluía. Al traducirlo, Cynna
había decidido que la única forma de integrar los cinco elementos sin
interrumpir el hechizo era agregar componentes físicos en el equilibrio
correcto. Ah Li escribió dos palabras clave en agua en un papel mientras
cantaba; luego, el papel se quemó en un cuenco de latón. El agua y el
fuego estaban literalmente presentes; el pincel era Madera, el papel era
Tierra y el cuenco era Metal. El cántico trajo Aire. Ah Li no lo consideraba
un elemento, pero Cynna creía que era necesario.

Ahí estaba esa palabra de nuevo. Cynna creía que era necesario.
¿Tenía razón objetivamente o era todo subjetivo? De todos modos, la
ceniza resultante fue la salida del hechizo, que contenía tanto la magia
como la intención. ¿Y la creencia?

—Sería bueno ver el hechizo realizado —dijo Alice.

Antes de que Ah Li pudiera comenzar a cantar y dibujar, una voz


aguda llegó desde las escaleras. La voz de una anciana completamente
irritada.

—¡… tratar a una anciana con tanta falta de respeto! Nunca, nunca
pensé que experimentaría tal falta de respeto. Me sacas de la calle y…
¡más despacio! ¿Crees que puedo subir estas escaleras con mis viejas
rodillas?

Un murmullo de alguien masculino.

—¡Mantén las manos quietas, muchacho! ¿Crees que no sé lo que


quieres? ¿Quizás tirarme por estas escaleras?
Otro murmullo.

—¡Ja! Primero tomas mis diamantes, luego me arrastras por toda la


ciudad como un criminal. Me duelen los huesos con tanto caminar.

Un guardia apareció a la vista, su expresión inexpresiva. Detrás de


él, todavía fuera de la vista en las escaleras, otro guardia hablaba con
rigidez.

—Le dimos un recibo por los diamantes, madame.

—¿Qué hace eso por mí? ¿Eh? Encontrarás alguna razón para
multarme y quedarte con mis diamantes. O tal vez pienses que tu
superior nunca sabrá de ellos. Pero se lo diré y él los tomará todos y no

312
dejará nada para ti. ¿Pensaste en eso? ¿Esperas que tal vez muera
mientras duermo antes de contarle sobre los diamantes que robaste? Y
si no lo hago, tal vez tú ayudará en eso, ¿eh?

Con esas palabras, la abuela apareció cojeando lentamente a la


vista, subiendo los últimos escalones con precaria determinación. Otro
guardia se cernía a su lado, luciendo acosado y como si ella pudiera haber
tenido razón. Bien podría estar esperando que la vieja bruja muriera
mientras dormía. Pronto.

Lily no dejó que su expresión mostrara nada más que sorpresa, pero
tuvo que tragar para contener la risa. Y el alivio. La abuela se había hecho
arrestar, tal como lo había planeado.

Sin embargo, seguramente era natural mirar a los recién llegados.


Cynna lo hacía. Ah Li lo hacía. Incluso Alice miró con las cejas
ligeramente arqueadas.

Segundo Puño Fang frunció el ceño al primer guardia.

—¿Qué es esto?

—Señor, recibimos información de que esta mujer, madame Chen


Chan Ying, es propietaria de una mina de diamantes, pero no ha pagado
el impuesto anual. Cuando le preguntamos, muy cortésmente, se lo
aseguro, no pudo mostrar su sello. No tiene ningún documento con ella.

—¿Quién proporcionó esta información?

—Uno de los Siji, señor. Mei Bo es el dueño del chún-chún en el que


viajaba, y le informó al agente de sellos en los muelles, quien envió a
buscarnos. Hablé con Mei Bo. Dice que ella se jactaba a menudo de su
mina y una vez dejó escapar que no pagaba el impuesto anual.

—¿No tiene pruebas de esto? ¿Es solo su informe de algo que ella
dijo una vez?

—No hay pruebas, señor. Pero es un portador del correo oficial.

Las cejas de Fang se levantaron.

—Un hombre cuya palabra tiene peso, entonces. ¿Quién viajaba con
ella? Seguro que tiene un hijo u otro familiar con ella.

—No, señor. Viajaba sola.

313
La abuela interrumpió, hablando con esa voz estridente y
temblorosa tan diferente a la suya.

—¿Y por qué no debería? No hay ninguna ley que indique que debo
tener un hijo. ¡No hay ley que diga que no puedo viajar a Lang Xin si así
lo deseo! Y ninguna ley que diga que debo llevar todos mis sellos fiscales
cuando viaje. ¿Quién eres tú? —Miró a Fang con sospecha miope—. No
te conozco. ¿Eres responsable de estos vándalos que robaron mis
diamantes? ¡Siete diamantes! No dejes que te digan otro número. ¡Siete!
—terminó triunfante, como si el número por sí solo probara su culpa.

—Soy Segundo Puño Fang. — Fang le hizo una pequeña reverencia


y se volvió hacia su hombre—. Tendremos que enviar al magistrado de su
distrito para obtener información fiscal. Madame Chen, ¿dónde vive?

La abuela se lanzó a contar una historia sobre su aldea, una


pequeña aldea de la que no habrían oído hablar, no, porque era muy
pequeña. Les contó sobre su marido y cómo murió, describiendo su lecho
de muerte con detalles macabros, y sobre el día en que llegó por primera
vez a este reino, una confundida lái que fue acogida por la familia de su
marido, aunque no era su marido entonces, por supuesto, pero se
casaron un año después.

Los miembros de su familia eran santos de la bondad o despiadados


esclavistas (ella cambió de punto de vista sin piedad), pero no eran
buenos para producir hijos varones, porque no tenía ningún pariente
varón que la acompañara a la capital. Con la misma crueldad, desvió las
preguntas cada vez más impacientes de Fang sobre dónde, exactamente,
vivía. Terminó acusando a “ellos” (un grupo amorfo que parecía estar
formado por todos los que tenían autoridad) de ignorar los reclamos de
una anciana débil sin un hijo que la protegiera y volvió a su
inquebrantable creencia de que los guardias le habían robado los
diamantes.

Ella se estaba divirtiendo enormemente.

Por fin, Fang le extrajo a la abuela la ubicación de su aldea


desconocida y probablemente ficticia, que le dijo quién debería ser su
magistrado. Se pondría en contacto con el magistrado acerca de sus
impuestos, le dijo, y con visible alivio la llevó a una celda. Ella fue,
murmurando entre dientes sobre vándalos y “siete diamantes. Siete”.

Alice se volvió hacia Ah Li.

314
—Quizás deberías simplemente demostrar los resultados ahora.
Puedo observar el hechizo completo más tarde. Estoy un poco presionada
por el tiempo.

Lily tenía muchas ganas de hablar mentalmente con la abuela.


Deseaba que alguien la enviara a su celda donde pertenecía, donde
estaría sola, pero tenía que quedarse allí y esperar mientras Ah Li
demostraba el hechizo.

—No sabemos todavía cuánto tiempo la ceniza mantendrá la magia


y la intención —dijo Ah Li, tomando una pequeña porción entre su pulgar
y su dedo índice—. Pero esto es bastante nuevo, así que debería
funcionar. Lo activo colocándolo en mi lengua, donde puedo integrarlo
fácilmente con mi Don. —Lo hizo, luego se movió para pararse frente a la
pequeña mujer de cabello blanco cuyo nombre Lily había olvidado. Miró
el cuerpo de la mujer y luego—: ¡Ah! Lo veo. Un tumor en su seno derecho,
muy pequeño, no mucho más grande que un grano de arroz. Un tumor
tan pequeño que podría destruirlo. —Su voz era triunfante.

Alice asintió.

—Muy bien. Eso es lo que también encontró el Zhu Shēngwù. Parece


que el hechizo funciona.

Ah Li sonrió.

—¡Es un hechizo más maravilloso! Nunca podría haber encontrado


un tumor tan pequeño sin él.
—Lo que significa que te debo dos pagos —dijo Alice, mirando a
Cynna—. Primero terminaré de hacer mi segundo pago. La variación
actual en el tiempo entre tu reino y el nuestro es de aproximadamente
cincuenta y dos segundos. La variabilidad diaria durante los últimos
treinta y un años ha oscilado entre once horas y doce minutos y treinta
y dos segundos.

Cynna permaneció en silencio, concentrada, luego dijo lentamente:

—En otras palabras, la diferencia de tiempo entre este reino y el mío


nunca ha sido menor que ahora.

—No en los últimos sesenta y siete años. No hemos negociado el pago


de tu bonificación.

315
—No. Confío en que aceptes un pago justo. —Cynna miró a Lily,
luego volvió a mirar a Alice e hizo la pregunta sobre la que a las dos les
había costado decidir. Bueno, preguntas. Tenían una lista en prioridad
descendente, comenzando con un par que no esperaban que Alice
respondiera—. ¿Cuál es la construcción mágica en Dis que toca este reino
diseñado para hacerlo?

—No voy a responder eso en este momento.

—¿Cuándo, precisamente, llegarán los niños y qué pasa cuando


lleguen aquí?

—No voy a responder eso en este momento.

—¿Cuál es tu Don?

—No te diré eso.

—¿Cuál será la diferencia de tiempo entre este reino y el nuestro hoy


una hora después de la salida de la luna?

Alice esbozó una sonrisa muy pequeña y tensa.

—Debería ser cero.

Cero. Se suponía que los dos reinos, que habían variado en el tiempo
hasta once de las veinticuatro horas, estaban exactamente alineados en
el tiempo a la hora en que se esperaba que se desatara el infierno.
—Y ahora —dijo Alice, empujando la silla hacia atrás y poniéndose
de pie—, tengo otras obligaciones. —Le tendió la mano—. Has hecho un
buen trabajo, Cynna Weaver.

Con el ceño fruncido, desconcertada, Cynna aceptó su mano. Las


sacudieron.

Alice le tendió la mano a Lily.

—Has dado un buen valor por el pago que te hice.

Sorprendida, Lily vaciló antes de tomar la mano de Alice. Alice no le


diría cuál era su Don, pero ¿dejaría que Lily la tocara? Luego estrechó la
mano de Alice… y estaba realmente sorprendida.

316
La magia de Alice era fuerte. Eso no fue ninguna sorpresa.
Realmente fuerte, y vibró contra la palma de Lily en bandas en
movimiento. Una banda de calor punzante (Fuego) junto a la tierra
arenosa, junto a las frías profundidades del Agua, junto al movimiento
ventoso del Aire, junto a algo que no pudo identificar, aunque la textura
le resultaba tentadoramente familiar. Nunca había sentido los cuatro
elementos tan vívidamente. Nunca los había sentido todos en una sola
persona. Y se estaban moviendo.

Los cuatro elementos más… ¿qué? Ella debería saber qué era eso.
Ella debería…

Alice retiró su mano.

—No sé si volveré a verte —dijo en chino.

Desde las escaleras llegó una voz que Lily no había escuchado desde
que llegó. La de Li Po, Primer Puño.

—Es dudoso. Ahora irá a la casa de baños para estar preparada.

—¿Preparado para qué? —Lily habló en inglés, mirando a Alice.

Alice respondió en chino.

—Para ser entregada a la Grandiosa. Creo que lo habías adivinado.

Rápidamente, con urgencia, Lily se acercó con su sentido mental y


no se preocupó por si sus labios se movían o no.

Abuela.
Es bueno tener noticias tuyas, respondió su abuela. Estás molesta.

Me llevarán a la casa de baños y luego me presentarán a la Gran


Perra. No estaré aquí para sacar esa jaula mágica de Cynna. ¿Puedes
hacer eso?

Será mejor que no lo intente. Es probable que la mate.

Pero… pero seguramente atraes la magia hacia ti…

Ciertamente, pero extraer magia de un ser vivo es muy diferente a


extraerla de un nodo o línea ley. Necesitarás hacerlo. Tu proceso debe ser
diferente al mío. Quizás uses una metáfora diferente.

¿Metáfora? ¿Qué tenía que ver una maldita metáfora con eso?

317
Pero si no puedes quitarle la jaula a Cynna…

—¿Qué estás haciendo? —exigió Li Po en chino.

Alice tradujo innecesariamente.

—Quiere saber lo que estás haciendo, Lily Yu.

—Ella está rezando —dijo Cynna—. Le acabas de decir que está a


punto de ser asesinada. Por supuesto que está rezando.

Li Po dijo secamente:

—Ella puede rezar en su baño. ¿Dónde está su mujer? ¿La yāoqiú


que la sirve? Debemos irnos.

¿Qué debo hacer?, envió Lily, frenética.

Podemos comenzar la batalla aquí y ahora. O puedes ir con el hombre


desagradable y darte un baño, escapar y regresar aquí para quitarle la
jaula mágica a Cynna. O puedes ir con el hombre desagradable, darte un
baño y dejar que te lleve a donde quiera. Puede que te lleve al portal. Eso
sería conveniente. Podríamos unirnos a ti allí y podrías quitar el dispositivo
de la jaula.

Si no me lleva al portal…

Lo descubriremos.

Correcto. Ella estaba en pánico. Eso nunca funcionaba. Lily respiró


hondo justo cuando unas manos duras la tomaban de los brazos. Había
estado prestando tanta atención a sus “oraciones” que no se había dado
cuenta de los guardias que ahora la rodeaban. Tampoco era el par de
guardias habituales. Seis de ellos.

—¿A dónde me llevas, Primer Puño?

—A la casa de baños.

Ella logró no poner los ojos en blanco.

—¿Y después de eso?

—Con el Zhu Kongqi.

—¿En el Tribunal de Justicia? ¿O en la Casa de los Siete?

318
Él frunció el ceño.

—¿Qué importa?

Se obligó a bajar los ojos modestamente.

—Me gustaría saber si debo despedirme de mi amiga.

—¿Despedirte de ella? No tienes tiempo para eso. —Luego agregó esa


única y odiosa palabra en inglés—: ¡Ven!
319
Lily salió del Zhèngyì Fǎtíng, el Tribunal de Justicia, por lo que
seguramente fue la última vez. Las multitudes habituales se habían
dispersado, y el Corazón del Corazón se veía extraño y vacío con solo
unos pocos rezagados apresurándose por los senderos. No era tan tarde,
se dijo. El sol se estaba poniendo, pero aún faltaban un par de horas para
el atardecer.

Creía. Esperaba. No era buena para decir la hora con el sol.

Había elegido la opción tres. Una versión de eso, de todos modos. No


podía dejar que la llevaran al Hogar de los Siete. Una cosa era tratar de
escapar de media docena de guardias, y otra completamente distinta
tratar de escapar de Kongqi y sus hermanos. Los engendros no podían
usar telequinesis en ella directamente, al menos no creía que pudieran.
Pero no tenían que hacerlo. Podrían golpearla telequinéticamente con
todos los objetos cercanos.

No tenía nada con ella, ningún arma de ningún tipo. Su Glock, que
tanto deseaba, todavía estaba en su celda junto con la munición. Cynna
podría usarla, supuso. No tenía las manos atadas, pero Li Po había traído
un escuadrón completo para escoltarla. Dos guardias marchaban junto
a ella, cada uno sosteniendo uno de sus brazos. Los otros tres tenían sus
espadas desenvainadas… lo cual era bastante estúpido. Segundo Puño
Fang no habría cometido ningún error: dejar sus manos sueltas o asumir
que las espadas desenvainadas eran una buena forma de controlarla. Y
necesitaban controlarla, no matarla. La Gran Perra la quería viva. ¿Y si
prefería morir a que le limpiaran el cerebro? No tenía la intención de
suicidarse con un guardia, pero Li Po no lo sabía.
Ah Hai iba detrás de ellos. Li Po se pavoneaba al frente. Sospechaba
que él quería elogios por entregarla. Era el tipo de oficial que imponía el
trabajo a otros y luego reclamaba el mérito. Pero su hambre de gloria
podría funcionar a su favor. Li Po nunca la había visto entrenar con los
guardias, ¿verdad? Nunca pareció aparecer en la cárcel.

Esperaría hasta entrar en la casa de baños para contactar a Rule.


Esa era toda la privacidad que iba a conseguir. Ah Hai estaría allí, pero
Ah Hai era una aliada. Lily había escuchado tanto sus palabras como su
mente cuando contó su historia, y coincidieron. Un dragón podría mentir
con su mente; no estaba segura, pero era posible. Ah Hai no era un
dragón. Ella había dicho la verdad.

320
La verdad tal como la conocía, de todos modos. Eso era posible…
¡Oh oye! Esa era Gan, corriendo a toda velocidad por el camino hacia ella,
esquivando a los peatones. El paso de Lily se tambaleó. Lo convirtió en
un tropiezo para frenar brevemente a su escolta y darle tiempo a Gan
para que llegara. Y envió su sentido de la mente.

¡Gan! ¿Estás bien? ¿Encontraste el portal? Y luego, porque no pudo


evitarlo: ¡Es tan bueno verte! Desearía poder abrazarte. Nunca tuve la
oportunidad de agradecerte por salvarme la vida.

Gan patinó hasta detenerse junto a Li Po y comenzó a caminar hacia


atrás, con una gran sonrisa en su rostro. Se puso una vez más su caqui
de múltiples bolsillos, pero el sombrero era nuevo. Y brillante. Realmente
brillante, con todo el bordado rojo en ese impactante tono verde. Li Po
siguió caminando, completamente inconsciente de la presencia a su lado.

Gan siguió sonriendo abiertamente a punto de partirse la cara.

¿Lo hice bien?

De todos ellos, Gan era la única que no tenía que mover los labios o
subvocalizar para enviar un discurso mental claro y nítido. Lily se
preguntó qué significaba eso.

Lo hiciste muy, muy bien.

Gan sonrió.

Ojalá hubieras estado con nosotros, pero ahora me gusta Rule a pesar
de que estaba de mal humor cuando era lobo. Y la anciana estaba allí, así
que estuvo bien.
¿Anciana?, envió Lily, divertida a pesar de todo. ¿Llamas así a la
abuela?

En mi mente lo hago porque no tengo el nombre de llamada correcto


para ella. Es confuso, por lo que probablemente sea algo relacionado con
el alma. No he encontrado el portal todavía, pero seguramente estará junto
a los nodos, solo que no puedo llegar a los nodos. Hay demasiado espacio
abierto y la gente no ha salido, así que podría esconderme entre ellos y los
engendros no me verían. ¿Son estas las personas que te capturaron? Tengo
un cuchillo. Podría apuñalar a algunos de ellos y tú podrías escapar.

Aún no es hora de que escape, envió Lily. Tan cerca como estaba de
Gan, apenas tenía que mover los labios. Los guardias no se habían dado

321
cuenta o asumieron que estaba rezando, como había afirmado Cynna.
Acerca del portal… no, punto de cruce primero. ¿Encontraste algún punto
de cruce?

No puedo llegar a los nodos, repitió Gan. Y todos se van ahora. Los
guardias les dijeron que lo hicieran. Puedo esconderme en el mercado
debido a los puestos que hay allí, pero los engendros podrían verme si
cruzo el espacio abierto. No puedo llegar a los nodos para buscar el portal
o los puntos de cruce.

Gan no era realmente agorafóbica de la misma manera que tú no


eras realmente paranoico si la gente realmente quisiera atraparte. Los
espacios abiertos la asustaban, sí, pero la mayor parte de su vida estar
al aire libre significaba ser devorada.

Me alegro de que me hayas esperado. Yo te puedo ayudar y tú puedes


ayudarme. Ahora, sobre el portal…

Habían mirado al malabarista. Habían comido bolitas de niangao


frito, un dulce y pegajoso favorito de Gan, y deambularon un poco más
lejos de la oficina de sellos para ver un espectáculo de marionetas de
sombras. Mei Ling había hecho un buen trabajo manteniéndolo alejado
de la Oficina de Sellos para que no viera que arrestaban a su supuesta
empleadora. Y había hecho un trabajo decente coqueteando lo suficiente
como para dejarle pensar que estaba teniendo éxito y no ver la culpa
arrastrándose por sus entrañas.

Empezaba a comprender por qué la abuela se había negado a


hechizar al padre del barco en Liangzhou. Mei Ling y su padre creían que
habían entregado a la abuela porque era una estafadora de impuestos.
No tenían idea de que les había dicho que lo hicieran, o que había editado
sutilmente sus recuerdos de ella… y de Rule. Por el momento, esos falsos
recuerdos de él estaban dormidos.

Hechizar tenía dos inconvenientes. El primero era práctico: se


desvanecía con el tiempo. Cuánto tiempo dependía de la fuerza y
habilidad del practicante, del tipo de encantamiento utilizado y de la

322
mente embrujada. Algunas mentes, dijo la abuela, absorbían fantasías
pero rechazaban las órdenes con bastante rapidez. Otros no tenían
problemas para aceptar pedidos, pero los ajustes de memoria no se
mantenían. La abuela esperaba que su encantamiento de Mei Ling y su
familia durara unas veinticuatro horas, pero para algunos de ellos
duraría más.

El segundo inconveniente era moral. Lo que significaba que era


complicado.

La abuela quería hacer el menor daño posible. Es por eso que la


familia de Mei Ling necesitaba creer que Rule estaba enamorado de ella,
que terminaría dándole el hijo que querían y tal vez se quedaría con ellos
en su barco. Esto facilitó que sus mentes aceptaran algunas de las cosas
para las que habían sido hechizados.

Pero habría daño. Daño a una niña. Daño a su familia.

—¿Wu Tǔ Ní? —irrumpió la dulce y aguda voz de Mei Ling en sus


pensamientos—. ¿Por qué los títeres te ponen triste en lugar de hacerte
reír?

Dejó que su rostro se mostrara demasiado. Sonrió y usó una de sus


pocas palabras (“chá”) y simuló beber de una taza de té, luego arqueó las
cejas en pregunta. ¿Quería ella una taza de té?

Ella le devolvió la sonrisa, le hizo señas para que la siguiera y charló


alegremente. La casa de té estaba cerca y era muy respetable, dijo.
Seguramente a su padre no le importaría que tomaran una taza de té. La
seguridad era para ella misma, ya que suponía que él entendía poco o
nada de lo que decía.
Se había alejado cuatro pasos del espectáculo de marionetas cuando
se detuvo en seco.

¡Rule! ¿Puedes hablar ahora mismo?

No fácilmente, respondió.

Entonces escucha. La abuela llegó, pero nos separaron a Cynna y a


mí. Quieren que me quede limpia y bonita para presentarme ante la Gran
Perra. Estoy en la casa de baños. No puedo dejar que me lleven a la Casa
de los Siete, ahí es donde viven los engendros, así que tendré que hacer mi
escape cuando Li Po decida que la hora del baño ha terminado. ¿Ha
comenzado a moverse la distracción?

323
Aún no. La ansiedad tensó sus músculos. Li Po es el comandante de
la guardia, ¿verdad? ¿Puedes alejarte de él? ¿Cuántos guardias están
contigo?

Demasiados, pero Gan está conmigo. Ella ayudará.

—¿Wu Tǔ Ní? ¿Qué está mal?

Rule miró el rostro preocupado de Mei Ling. Silenciosamente dijo: la


distracción se acerca. En voz alta, y en inglés, dijo:

—Mei Ling. Despierta.

El interior de la casa de baños apestaba a calor por las aguas


termales, pero no tan oscuro como de costumbre. Ah Hai había lanzado
casualmente media docena de luces de mago, diciendo que serían
necesarias cuando aplicara los cosméticos.

Li Po se había ido después de informar a Ah Hai que tuviera a Lily


lista en tres manos, una forma de decir la hora que Lily no había
dominado, pero podría significar un par de horas. O no. Los cinco
guardias se quedaron afuera de la puerta.

—Ni siquiera puedo ver a tu amiga —susurró Ah Hai—. ¿Cómo


puedo aceptar esto si no puedo verla, hablar con ella?
Y leerla, pensó Lily. Eso es lo que Ah Hai realmente quería: usar su
don empático para aprender cómo era Gan. Era una solicitud razonable.

—Está bien. Sin embargo, puede que te parezca extraña.

Una pizca de sonrisa.

—Parezco extraña para mucha gente. Muchos de los Kanas lo hacen.

—Bueno. Gan, suelta el dashtu.

—No es algo que recoja o deje caer —se quejó Gan en inglés, y
aparentemente se hizo visible, porque Ah Hai jadeó. Lily no sabía cuándo
Gan estaba dashtu. La pequeña se veía igual para ella de cualquier
manera—. Es más como cruzar, solo que sin ir a ninguna parte.

324
—Te ves diferente —dijo Ah Hai con incertidumbre en su idioma—.
Más bien como… me perdonarás, espero, pero te ves como el ser que
Zhuren quería que todos buscaran. Uno de herencia demoníaca.

—Esa soy yo —coincidió Gan alegremente en inglés—. Ya no soy un


demonio, pero solía serlo antes de que comenzara a desarrollar un alma.

Lily tradujo para Gan. Ah Hai volvió los ojos asombrados en su


dirección.

—¿Crecer un alma?

Tuvieron una conversación a tres bandas, con Lily traduciendo lo


que decía Gan para Ah Hai. Gan explicó que “no puedes tener un amigo
si no tienes alma, así que cuando me convertí en amiga de Lily Yu,
comencé a cultivar una. Probablemente sea más grande ahora porque
tengo muchos amigos”. Continuó contando sobre sus amigos en el Borde:
había dos, parecía, un gnomo y un humano, además de otros cinco que
ella consideraba medio amigos que podrían convertirse en amigos de
verdad algún día, terminando con:

—Y está Cullen Seabourne. Está en Dis y puede que esté muerto,


pero puede que no. No me gusta pensar en eso. Y en este reino están Lily
Yu y Cynna Weaver y Rule Turner, quien solía ser medio amigo, pero
ahora es un verdadero amigo. Y por eso vine, porque mis amigos
realmente necesitaban mi ayuda. No quiero que Lily Yu vuelva a morir.

—¿De nuevo? —repitió Ah Hai débilmente, con los ojos muy abiertos.

—Es una larga historia —dijo Lily.


—¿Pero es verdad? ¿Todo esto es cierto? —susurró—. ¿Esta Gan era
un demonio y le creció un alma?

—Sí.

—Ahhh… —Sus ojos se humedecieron—. Me da tanta esperanza. No


es que hubiera perdido la esperanza, nunca. Nos dijeron que sería obra
de generaciones, pero… pero si un demonio puede hacer crecer un alma…
—Se detuvo, parpadeando rápidamente.

Lily comprendió tardíamente.

En el fondo, la historia de los Kanas era bastante simple. Habían


sido encargados por “el Gran Dragón, que no es como otros dragones”

325
para criar a los engendros. Y nunca se habían detenido.

El Gran Dragón era Reno, por supuesto. Rule le había dicho que
Reno había pasado de Dis a Dragonhome mientras buscaba una manera
de entrar en ese reino de forma más voluntaria, y eso lo había llevado a
cambiar a hembra. Al parecer, Reno había estado retrasando ese cambio
durante mucho tiempo. Lily había pensado que los dragones podrían
necesitar la ayuda de sus compañeros para convertirse en hembras.
Resulta que lo entendió al revés. Necesitaban ayuda para retrasar ese
cambio.

Aquellos Kanas que habían sobrevivido al incendio de su aldea, que


Ah Hai no quiso discutir, habían decidido que podrían servir mejor si sus
identidades fueran desconocidas para nadie más que los propios Zhuren.
Y así nació el yāoqiú. El reclamado.

—No queríamos que la gente viniera a nosotros en busca del favor


de los Zhuren, como lo hubieran hecho si se hubiera sabido que éramos
Kanas. No queríamos un lugar exaltado, sino solo servir —había
explicado Ah Hai. ¿Qué significaba ese servicio?—. Obediencia, por
supuesto. Los Zhuren son los jefes de familia. A veces damos consejos.
Si no siguen nuestro consejo… ah, bueno. Los hijos adultos no siempre
escuchan a sus mayores, ¿verdad? Pero a veces, rara vez, pero a veces,
debemos actuar, porque vemos lo que ellos no pueden. Sus corazones
aún no han crecido lo suficiente.

Ese seguía siendo el verdadero trabajo de los Kanas: ayudar a sus


cargas dañadas a aprender la empatía. Lily habló con gentileza,
poniéndolo de la forma en que Ah Hai lo había hecho.
—Si un demonio puede desarrollar un alma, entonces los hijos del
Gran Dragón podrían desarrollar corazones.

En un valle escondido en las colinas bajas alrededor de Lang Xin, la


hierba crecía alta y exuberante. A pesar de su proximidad a la ciudad,
nunca se había cultivado. Tampoco lo sería. Se encontraba a lo largo de
la ruta migratoria de los shānjiǎo. Durante miles y miles de años,

326
manadas de enormes bestias habían seguido la misma ruta, comiendo
su camino hacia el norte hasta las laderas boscosas de las montañas de
Shaanxi, luego, cuando el clima se enfriaba, dando vueltas lentamente
para regresar al sur por otra ruta. Esto permitía que la hierba en su
camino original se recuperara.

En esta época del año, los shānjiǎo todavía estaban a un par de


cientos de kilómetros al sur de Lang Xin. Al menos la mayoría de ellos lo
estaban. Aproximadamente cuarenta de las bestias se habían dirigido
hacia el norte antes que sus compañeros y estaban cultivando hierba
contentas con una sola colina que las separaba de la extensa capital. Con
forma de rinoceronte pero con las placas óseas y la cola armada de un
estegosaurio, eran más grandes que un elefante africano. Sin embargo,
las enormes bestias no se consideraban una amenaza.

Sin duda, esto se debía en parte a que su carne tenía un sabor


horrible para los humanos, por lo que la gente de Dragonhome nunca los
había cazado. Sin embargo, principalmente se debía a que las plácidas
máquinas de comer estaban tan gobernadas por el instinto que nunca se
había visto a ninguna de ellas cruzar la colina que las separaba de la
ciudad. Esto fue una suerte, porque eran muy resistentes a la magia y
no serían detenidos por las guardas. Esa resistencia puede haberse
desarrollado por la misma razón que las placas de empuje a lo largo de
sus espinas. Los dragones los consideraban sabrosos.

Los shānjiǎo eran peligrosos durante la temporada de apareamiento,


pero eso ocurría a fines del otoño, mucho después de que dejaran Lang
Xin atrás. O cuando estaban asustados, pero eran absurdamente
intrépidos la mayor parte del tiempo. Los cazadores en manada que
seguían a los rebaños, atacando a los jóvenes o enfermos, los molestaban
más que los alarmaban. También lo hacían los gatos gigantes de los
bosques del norte. De los humanos, apenas se daban cuenta.

Los shānjiǎo temían dos cosas. Fuego y dragones.

Primero una, luego otra de las bestias acorazadas levantaron la


cabeza de la deliciosa hierba. Sus hocicos se movieron, oliendo el aire,
porque sus ojos débiles no eran de mucha ayuda.

De repente, uno de ellos levantó la cabeza y dejó escapar un gemido


profundo y rítmico como el llamado de una rana toro gigante. Otros
respondieron. De repente, se pusieron al trote y se dirigieron
directamente a la colina.

327
Seis hombres y tres mujeres se hallaban sentados en la cubierta de
un chún-chún atracado en el muelle más largo de la ciudad: Mei Bo, el
padre del barco. Dos de sus primos y uno de sus sobrinos. Sus dos hijos.
Su hermana y su hija. Y la adorable hija del padre del barco.

Rule observó a los Siji sentados inmóviles, con los ojos cerrados para
ayudarlos a conectarse con bestias mucho más allá de su alcance físico.
Él mismo se quedó muy quieto, quieto y recto. Odiando lo que les estaba
haciendo a estas personas.

El río estaba en el lado opuesto de la ciudad del valle de los shānjiǎo,


las enormes bestias que Mei Bo y su familia habían convencido para que
comenzaran su viaje por el norte a principios de este año. Todas las
noches, bajo la mirada de la abuela, enviaban sus sugerencias a la
manada. Todas las noches, se habían olvidado de que lo habían hecho.

Mei Bo abrió los ojos.

—Vienen, Zhu.

Rule inclinó la cabeza una vez, preguntándose qué veía el hombre


cuando miraba a Rule. Uno de los Zhuren, sí, pero ¿cuál? ¿Sabía cómo
eran los Zhuren? ¿O solo veía a un hombre alto que sabía que era un
Zhu?

La abuela había elaborado un elaborado encantamiento, uno que


estaba activo solo después de que se le dijera al Siji “despierta”. Les había
dicho lo que debían hacer “cuando el Zhu ordene”. Eran buenas
personas, había dicho. Si los obligaba a hacer algo malo, dañaría sus
mentes. Pero casi adoraban a los Zhuren. Mientras creyeran que estaban
siguiendo las órdenes de uno de los Zhuren cuando llamaron a los
shānjiǎo a la ciudad, sus mentes no se verían dañadas.

También eran posibles otros tipos de daño.

Rule habló lentamente, usando un breve discurso memorizado en

328
su idioma.

—Bueno. Continúen llamando hasta que estén demasiado cansados


o hasta que alguien con autoridad les diga que se detengan.

Se dio la vuelta, puso una mano en el costado del barco y saltó


suavemente al muelle, enfermo de culpa. Temblando de anticipación. Por
fin, por fin, por fin podía acudir a Lily.

E incluso eso no fue suficiente para que no pensara en los que dejó
en el chún-chún. Preguntándose cuántos de ellos vivirían lo suficiente
para saber qué se les había hecho. Y si alguna vez lo sabrían.

Lily había sido fregada y enjuagada. Se estaban saltando el baño


habitual en la piscina caliente para tener tiempo para acicalarse. Debía
estar debidamente preparada para su presentación: aceites aromáticos,
un peinado elegante y la vestimenta más formal de la corte. Una mujer
callada y descalza que se parecía mucho a Ah Hai, solo con pigmento,
entregó las prendas justo cuando Ah Hai comenzaba a lavar el cabello de
Lily. Cuando la mujer se fue, llevó un mensaje de Ah Hai a… alguien. Ah
Hai no diría quién.

—Entiendes, no me corresponde a mí decir “haz esto” o “haz aquello”


—le dijo a Lily con seriedad—. Pediré, pero otro tomará la decisión.
Ah Hai casi había terminado de secar el cabello de Lily con una toalla
cuando un anciano se acercó a la casa de baños guiado por un niño.
Llevaba un bastón y tenía un paño blanco limpio atado sobre los ojos.
Los guardias le dijeron que se fuera. Se inclinó profundamente y
respondió que lamentaba no poder obedecer su orden, porque sus
deberes requerían que estuviera allí.

Iba descalzo. También el chico.

Para cuando Ah Hai había puesto aceites y pulido a Lily, doce


personas se habían reunido fuera de la casa de baños. Todos se
disculparon abyectamente por no dispersarse como les dijeron los
guardias. Todos iban descalzos.

329
Algunos de los guardias estaban confundidos, algunos de ellos
enojados. Todos no sabían qué hacer. Los reclamados siempre fueron
respetuosos, siempre obedientes… hasta ahora. Cualquiera ya podría
haber golpeado o arrestado o ambos, pero estos eran yāoqiú. Eran
propiedad de los Zhuren. Uno no golpeaba la propiedad de los Zhuren.
Uno no arrestaba a la propiedad. Sin embargo, no querían irse.

La criada que había traído la ropa elegante de Lily regresó, trayendo


un adorno elegante para el cabello que, según dijo, se había omitido por
error en la primera entrega. Cuando salió de la casa de baños, fue hacia
el anciano y le susurró algo.

Para alivio de los guardias, los yāoqiú comenzaron a alejarse. Solo


el anciano ciego vio a la pequeña hembra de piel anaranjada escondida
en medio de ellos.

El anciano llevó a los demás a la torre en el centro del Corazón del


Hogar, donde se instalaron en el suelo en un gran círculo. Continuaron
llegando personas descalzas de a uno y de dos en dos. Algunos llevaban
velos. Algunos vestían ropa holgada que amortiguaba las excentricidades
que poseían sus cuerpos, pero otras deformidades no podían ocultarse.
Dos eran enanos. Uno estaba severamente jorobado. Algunos no tenían
mutaciones obvias.
Un campesino alto estaba sentado en el suelo polvoriento frente a la
tienda de We Pan Li. Parecía estar dormitando en el calor de la tarde, con
la cabeza inclinada sobre los brazos que había cruzado sobre las rodillas
hacia arriba. Con la cabeza gacha, su sombrero de paja ocultaba
completamente su rostro. De repente, levantó la cabeza y sonrió. Un
momento después, sacó una pequeña vasija de un bolsillo de sus
pantalones y comenzó a mancharse la cara con una sustancia viscosa.
Cuando estuvo satisfecho con eso, se quitó los zapatos.

330
Primer Puño Li Po estaba en su oficina en el Tribunal de Justicia,
una pequeña habitación subterránea a salvo del fuego y los dragones
visitantes, como lo eran todas las salas importantes de la corte. En
invierno, se podría calentar fácilmente con un solo brasero. En el verano,
sofocaba.

A Li Po no le gustaba su oficina. Prefería quedarse en su casa de la


ciudad, una casa de piedra grande y espaciosa con un hermoso patio
central y una de las mejores bibliotecas de la ciudad. Li Po se consideraba
un erudito. Si no hubiera leído todos los libros y pergaminos que había
reunido, estaba seguro de que algún día lo haría. Mientras tanto, los
invitados quedaban muy impresionados con su biblioteca.

Habría preferido estar en su biblioteca ahora. Podía leer y firmar


papeles allí tan fácilmente como podía en su oficina, ¿no? ¿Por qué sudar
en este espacio caluroso y estrecho si no tenía que hacerlo? Había
subordinados para llevar esos papeles de un lado a otro, y otros
subordinados para llevar a cabo la administración diaria de la corte. Es
cierto que no le gustaba Segundo Puño Fang, pero el hombre era
competente. Irritante, pero competente.

Sin embargo, a veces se deben hacer sacrificios. Necesitaba realizar


él mismo la entrega de un prisionero especial. No es que entendiera por
qué la mujer era especial. Orgullosa, varonil… ¡vaya que luchó mano a
mano con los guardias! Con sus guardias. Li Po no aprobaba el orgullo
de las mujeres. No estaba de acuerdo en permitirles pelear con hombres,
y estaba profundamente resentido con Báitóu Alice Li por insistir en que
se le permitiera a la prisionera hacerlo.

Le disgustaba Alice mucho más de lo que le disgustaba Segundo


Puño Fang. Fantaseaba con la posibilidad de que algún día la rebajara,
pero era realista. Eso no sucedería. Su abuelo la valoraba mucho. Más,
sospechaba, de lo que su propio abuelo lo valoraba. El Zhu Dìqiú nunca
lo buscaba. Cuando se reunían, el Zhu era cortés, pero nada más. Pero
había concertado el nombramiento de Li Po como Primer Puño, por lo que
tal vez se equivocó sobre la falta de interés de su abuelo. Los Zhuren no
eran demostrativos, después de todo. Valoraban la razón por encima de
la emoción.

331
Los Zhuren también valoraban a la prisionera que fue la causa de
su decisión de permanecer hoy en su caliente oficina. Li Po no sabía por
qué. En verdad, no entendía a los Zhuren, pero nunca se le habría pasado
por la cabeza desobedecerlos.

Estar bajo tierra no impidió que Li Po sintiera el estremecimiento


cuando las guardas cayeron.

Los shānjiǎo habían entrado en la ciudad.


332
Ah Hai había accedido a regañadientes a arreglar el cabello de Lily
en un estilo trenzado adecuado para un guerrero en lugar del bollo alto
que ella quería hacer. A cambio, Lily le había permitido pintarle la cara.

Probablemente era mejor que no tuviera espejo. Ah Hai tenía mano


dura con los cosméticos. Aunque le hubiera gustado ver la flor que Ah
Hai había pintado en su frente: un crisantemo, que insistió era apropiado
para un guerrero. Eso no encajaba con lo que le habían dicho a Lily sobre
las crisantemos, pero claro, esto no era realmente China.

El atuendo que los engendros querían que Lily usara era similar al
traje de corte más formal de la dinastía Han. Por primera vez, le dieron
ropa interior: bragas y algo parecido a una camiseta sin mangas, ambos
hechos de seda.

Todo era seda. Sobre su nueva ropa interior iba una falda hasta los
tobillos y un top de manga larga, ambos de seda blanca. Encima había
una especie de delantal largo, un panel con un brocado carmesí brillante
que colgaba al frente. Y encima de todo lo demás iba un shenyi negro con
mangas absurdamente largas ribeteadas en blanco, seguido de una faja
blanca para mantenerlo en su lugar. Ah Hai tardó varios minutos en
ajustar los pliegues del shenyi. Muchas capas hermosas, calientes y
sudorosas.

Casi ocultas por todas las galas estaban las botas de combate de
Lily.
—Te verías mucho mejor con los zapatos —suplicó Ah Hai,
sosteniendo un par de zapatillas negras bordadas con suelas de madera
gruesas.

—Olvídalo. —Lily no dejaría sus botas atrás. Lo suficientemente


malo como para verse obligada a usar un atuendo con el que no podía
correr o pelear, aunque algunas de las capas se quitarían bastante
rápido, la falda iba a ser un problema. Vio la expresión aplastada de Ah
Hai—. No quiero avergonzar tu trabajo, Ah Hai, pero necesito poder
moverme.

Quería moverse ahora, maldita sea, pero Li Po aún no había


regresado. Ella acababa de comprobar de nuevo con su sentido mental.

333
Seis guardias estaban al otro lado de la puerta. Nadie más.

—Crees que soy muy tonta —susurró Ah Hai con tristeza.

—Creo que eres bastante asombrosa. Valiente.

Ah Hai parpadeó.

—Te burlas de mí. No soy un guerrero.

—Estás dispuesta a arriesgar todo lo que tienes, todo lo que eres,


para hacer lo correcto. ¿Qué es eso sino coraje?

Lily fue recompensada con una sonrisa vacilante… y la magia pasó


rápidamente en un silbido silencioso que hizo que su cabello tratara de
erizarse. El mismo aire pareció vibrar.

—¡Oh! —Los ojos de Ah Hai eran enormes—. ¿Qué fue eso?

—¿Lo sentiste?

Ella asintió.

—Como si el gusano en el corazón del mundo girara, pero el aire


temblara, no el suelo.

Las guardas. Las protecciones deben haber caído. Lily dio un paso
rápido hacia la puerta. Se detuvo. Maldita sea, necesitaba que apareciera
ese estúpido Li Po. ¿Y si resultaba ser más consciente de su deber de lo
que pensaba? Si fuera a liderar a los guardias de la ciudad en lugar de
quedarse por aquí para obtener el crédito por entregarla… ella necesitaba
un Plan B.
—¿Ahora qué? —susurró Ah Hai.

—Ahora —dijo Lily con gravedad—, esperamos.

Puño Segundo Fang maldijo en voz baja.

—¿Es esto todo lo que envió? ¿Esta nota que me dice que tome
“todos los hombres disponibles” y los lidere contra los shānjiǎo?

334
El Puño frente a él era demasiado disciplinado para poner los ojos
en blanco. Pertenecía a los guardias de la ciudad y había llevado un
informe de su Puño Segundo al Primer Puño, quien había escrito y
firmado una nota y le decía que se la llevara al otro Segundo Puño, Fang
Ye Lì. Entonces Li Po se marchó apresuradamente.

—Sí, señor.

Apretó la mandíbula. Tenía órdenes de alguien que estaba por


encima de Li Po… pero no incluyeron desobedecer una orden directa del
Primer Puño. Li Po era un buen oficial en muchos sentidos. Se mantenía
en forma, bebía con abstinencia y se tomaba en serio sus deberes.
Desafortunadamente, creía que sus deberes comenzaban y terminaban
con agregar una firma bellamente dibujada a los documentos oficiales. Al
menos leía esos documentos primero. Además, a diferencia de algunos
en posiciones de autoridad, Li Po prefería subordinados competentes y se
tomaba la molestia de encontrarlos. Pero no tenía ningún interés en
dirigir los Puños.

Y en tiempos de crisis, Li Po siempre se aseguraba de tener un chivo


expiatorio a mano.

Fang sabía muy bien lo que significaba ese malditamente vago


“todos los hombres disponibles”. Hiciera lo que hiciera, Li Po podía decir
que había hecho algo incorrecto, tomando demasiados hombres o muy
pocos. El mismo razonamiento se aplicaba al enviar a Fang para que
dirigiera personalmente a los hombres sin establecer una cadena de
mando clara entre él y Segundo Puño Chen. Li Po quería culpar a alguien
si las cosas iban mal.
Él y el mensajero se encontraban en el cuartel debajo del Tribunal
de Justicia, una habitación tan grande tan mal ventilada como la oficina
de su superior. A su alrededor, los hombres estaban terminando sus
preparativos para la exhibición que debían establecer pronto: atarse los
cinturones de las vestimentas, ajustando la caída de las espadas
enfundadas. Varios miradas fulminantes disparadas en su dirección.
Sabían que los shānjiǎo invadieron la ciudad y obligaron a las guardas a
fallar. Ya había enviado dos escuadrones para ayudar: los hombres que
habían estado sacando a todos del Xīnzàng de Jiā temprano. El Corazón
del Hogar estaba cerrado al público ahora, en preparación para la llegada
de un invitado importante.

Rápidamente repasó mentalmente la lista, la rotación de licencias,

335
el número de hombres enfermos o heridos. Con esos fuera más los dos
escuadrones ya separados y el escuadrón que Alice se había llevado con
ella, ya había bajado medio a la mitad de cincuenta. No podía salir de la
cárcel completamente sin personal, por lo que fue otro escuadrón. Y se
suponía que tenía un total de cincuenta en exhibición cuando llegara el
invitado importante de los Zhuren. Cuando sea que sea. Nadie parecía
seguro, pero los hombres debían organizarse en filas, esperando,
comenzando a las cuatro manos antes del atardecer.

Li Po tendría que liderar a los hombres en esa pequeña exhibición


sin sentido, al parecer. La pregunta era, ¿cuántos hombres dejaba Fang
a su superior? Podía jugar a lo seguro y tomar solo los veinte hombres
restantes de sus segundos cincuenta, dejando los primeros cincuenta
para su oficial al mando. ¿Pero quería ir a lo seguro?

—Los shānjiǎo son difíciles de matar —dijo lentamente—. Las flechas


rebotan en sus placas. —Y si intentaba acercarse lo suficiente para usar
una espada, corría el riesgo de ser pisoteado o aplastado con sus pesadas
colas.

—Sí, señor —dijo enfáticamente el Puño—. El fuego los hará darse


la vuelta, por lo que Segundo Puño Chen tiene a algunos de los hombres
usando antorchas, tratando de sacarlos de la ciudad, pero solo se desvían
un poco y luego regresan.

—¿Cuántos tienen antorchas?

—Señor, creo que dos escuadrones. El Segundo Puño está


preocupado por el fuego de una antorcha caída. Lo que podría pasar.
Cuando una de esas bestias te ataca… —Se detuvo. Tragó saliva.
—¿Has sido atacado, Puño?

—Sí, señor.

Hacía calor y estaba seco durante las últimas cuatro manos de días,
como solía ser en pleno verano. Y solo los ricos construían con piedra.
Indudablemente, los shānjiǎo estaban haciendo un gran daño, pero un
incendio sería peor.

—¿Cuántos escuadrones necesita Segundo Puño Chen?

—Pidió cincuenta completos, señor.

Fang arqueó las cejas.

336
—Tiene cuatro cincuentas propios.

—Sí, señor. Pero además de su preocupación por el incendio,


Segundo Puño Chen está muy preocupado por eso… señor, los Zhuren
no han aparecido para restablecer las protecciones.

¿Dónde estaban los Zhuren? Esa era una pregunta que todos en la
ciudad debían hacerse. Cuando las guardas fallaron brevemente después
del terremoto de hace cinco años, los tres Zhuren que estaban en la
ciudad habían aparecido de inmediato, trabajando tanto para restablecer
las guardas como para apagar los incendios que comenzaron con el
terremoto. Ninguno había aparecido en los cielos en esta crisis. Ni
siquiera su Zhu, el Zhu Kongqi.

Pero sabía algo de lo que había asumido Zhu Kongqi. No debería


criticar, ni siquiera mentalmente.

—Lo harán, estoy seguro.

—Sí, señor. —El Puño sonaba tan inseguro como él se sentía—. Lo


que quise decir es que, con las guardas caídas, los depredadores que
siguen a los rebaños podrían entrar en la ciudad.

Fang esbozó una sonrisa tensa y dura. Que así sea.

—Traeré el resto de mis segundos cincuenta y cuatro escuadrones


de mis primeros cincuenta. —Dejemos que Li Po haga su espectáculo con
los treinta restantes. Haría lo que pudiera para evitar que la ciudad se
incendiara.

Se volvió y gritó:
—Nuestras órdenes han cambiado. —Y rápidamente enumeró los
escuadrones que vendrían con él.

Ah Hai se había angustiado cuando Lily quiso sentarse. Ella


arrugaría la seda. Entonces, durante un período interminable, Lily se
quedó de pie y envió su sentido mental. Primero se comunicó con Gan.

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Gan tenía mucho que contarle. Primero, había encontrado el portal.
Se hallaba en la torre exactamente a medio camino entre los nodos.
También había encontrado muchos puntos de cruce y trató de contarle a
Lily sobre cada uno, pero la versión corta era que el único punto de cruce
a la Tierra se abría en roca sólida. Pero Gan había encontrado lo que ella
llamaba un lugar perfecto para cruzar al Borde:

—¡Se abre muy cerca de la ciudad! ¡Así que puedo llevar a los niños
allí y ordenar a la gente que los cuide y los lleve de regreso a la Tierra a
través del portal!

Y eso, pensó Lily, probablemente era mejor que enviar a los niños a
algún lugar aleatorio de la Tierra, como Siberia o el medio del Mojave.
Gan realmente podía ordenarle a la gente del Borde que se hicieran cargo
de los niños; ella realmente podía ordenar el uso del portal entre el Borde
y la Tierra. Sin embargo, había dos problemas. Gan tendría que hacer
varios viajes para llevar a todos los niños a un lugar seguro, y el tiempo
del Borde no estaba sincronizado con el de Dragonhome. No podía estar
segura de “tener el momento adecuado. Es bastante complicado”.
Además, Gan no estaba segura de que el punto de cruce estuviera lo
suficientemente cerca de los nodos para que la abuela lo incluyera en la
guarda.

Esa era una pregunta que solo la abuela podía responder, así que
Lily la contactó a continuación. Estaba al otro lado del recinto, así que
estaba dentro de los límites de Lily, y su mente era fácil de encontrar. No
obligó a la de ella como lo hacía la de un dragón, pero sí lo llamó. La
abuela dijo que tendría que ver el área alrededor del portal y los nodos
antes de saber qué tan grande sería su guarda. Luego Lily buscó a Rule,
y luego a Cynna, contándoles sobre el portal y el punto de cruce.

Todos hicieron la misma pregunta: ¿alguna señal de Reno?

No, tenía que decirlo cada vez. Sin grandes dragones verdes a la
vista.

Ella siguió revisando afuera, también, contando las mentes afuera


de la casa de baños. Seis guardias. No Li Po, maldita sea. Volvió a
consultar con Gan. La pequeña estaba ansiosa por charlar, así que tal
vez también le costaba mucho esperar. Lily la dejó correr un poco antes
de interrumpirla. Esta vez, cuando revisó a los guardias, otra mente se
había unido a la de ellos. Una mente dura, casi brillante. Uno que

338
reconoció.

Corrió hacia la puerta y escuchó. Li Po estaba enojado y ruidoso por


eso. Lo escuchó claramente reprendiendo a sus hombres por permitir que
los yāoqiú se reunieran junto a la torre. ¿Por qué no los habían devuelto
a sus funciones?

Una voz balbuceante le aseguró a Li Po que lo habían intentado. Los


yāoqiú no quisieron irse. Afirmaron que su deber requería que estuvieran
allí.

Li Po estaba seguro de que no habían sido lo suficientemente firmes.


Envió a uno de ellos para decirle a los yāoqiú que se fueran.

Lily se apartó de la puerta un segundo antes de que un puño, duro


e imperativo, la golpeara.

—¡Ven! —exigió Li Po.

Por una vez, esa palabra hizo sonreír a Lily. Respiró hondo para
calmarse y le envió una palabra rápida a la abuela (¡diez minutos!) y abrió
la puerta.

La luz del sol cegaba tras el tenue interior de la casa de baños.


Soplaba un poco de brisa cuando Lily salió de la casa de baños,
bienvenida a los pocos trozos de piel que no estaban cubiertos por toda
la seda, pero la luz del sol era cegadora. Lily parpadeó, tomó nota de la
posición del sol (bajo) y las posiciones de los guardias.

Solo cuatro guardias, todos de pie detrás de Li Po. El quinto trotaba


hacia el círculo de los reclamados.
Ella agachó la cabeza.

—Primer Puño —susurró muy suavemente, canalizando la actitud


dócil de Ah Hai—. Quisiera pedir un favor.

—¿Qué? ¿Qué? No te oigo.

—Un favor, honrado Puño —susurró, ni un poco más fuerte, con la


cabeza todavía agachada.

Dio un paso más cerca.

—Habla, mujer.

Ella se inclinó en una inclinación no del todo y se las arregló para

339
hacerse audible. Apenas.

—¿Vamos a la Casa de los Siete?

—Sí. Y rápido.

—Gracias —dijo, balanceándose de nuevo, doblando las rodillas más


profundamente esta vez, y se desenrolló, saltando hacia él.

Fue ridículamente fácil. Ella lo había separado lo suficiente de los


guardias detrás de él, y él no esperaba nada de ella más que temblorosa
sumisión. En lugar de eso, lo hizo girar, lo agarró por un brazo, lo dobló
hacia atrás y le apretó el cuello con el cuchillo de Gan.

—¡Diles que se queden atrás!

—No haré…

Ella presionó la hoja afilada en su carne. No profundamente, pero lo


suficiente como para doler. Para hacerle sangrar. La sangre centraba la
atención maravillosamente y, a pesar de su porte de guerrero, Li Po no
estaba acostumbrado al combate.

Gritó. Luego ladró:

—¡Retrocedan! ¡Se ha vuelto loca! ¿De dónde sacaste eso…?

—Silencio —le dijo Lily, levantando su brazo un poco más. No lo


suficientemente alto como para dislocar el hombro, pero tenía que doler—
. Diles que se acuesten en el suelo. Sobre sus estómagos.

De mala gana lo hizo.


—¿Dónde está Segundo Puño Fang?

—Llegará en cualquier momento con cincuenta al completo. Te


llenarán de flechas.

Movió el cuchillo un poco más arriba, justo debajo de su barbilla, y


presionó con mucho cuidado. No quería cortarle la garganta
accidentalmente.

—Eso fue una mentira. —Lo supo porque su voz mental se había
convertido en balbuceo, que es lo que sucedía cuando alguien trataba de
mentir en su voz mental—. ¿Dónde está Fang?

—No sé.

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—Eso fue verdad a medias. No suficiente. —Apretó ligeramente con
el cuchillo.

Li Po tragó.

—Es verdad. Le ordené que llevara… que llevara a algunos hombres


a la ciudad para ayudar con la emergencia allí. Los shānjiǎo se han vuelto
locos. No sé exactamente dónde está.

—Excelente. Vamos a unirnos a los yāoqiú ahora.

En una celda del Tribunal de Justicia, cantaba una anciana.

Los guardias jugando a los dados al otro lado de la puerta de la celda


se quejaban de estar atrapados allí mientras los demás tenían el
emocionante deber de luchar contra los shānjiǎo, que ninguno de ellos
había visto nunca. No es que esto les impidiera transmitir historias de
los enormes rebaños de bestias. Si un par de ellos estaban bendiciendo
en privado su suerte por perderse este regalo, sabían que era mejor no
decirlo.

Chu Wen Shan, que había sido Puño durante solo nueve meses, fue
el primero en bostezar.
—¿Te estamos aburriendo, Wen? —preguntó uno de los otros.

—Yo no… —Frunció el ceño vagamente, apoyó la cabeza en los


brazos cruzados y se quedó dormido.

Treinta segundos después, los cinco estaban dormidos. También los


prisioneros en sus celdas. Todos menos uno.

Faltaba la barra que debería haber asegurado la puerta de la celda.


Nadie se había dado cuenta de esto; nadie había podido notar la puerta
de esa celda en absoluto. Li Lei Yu abrió la puerta imperceptible y salió.
Cruzó la habitación enérgicamente, ignorando a los guardias dormidos,
y quitó la barra de la puerta de otra celda. Entró y despertó a Cynna
Weaver.

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No fue fácil. Primero sacudió a Cynna, pero no obtuvo respuesta. Así
que vació el balde de agua sobre ella. Estaba medio lleno.

Cynna se enderezó.

—¿Q… qué?

—Es hora de irse —dijo Li Lei enérgicamente—. Estás muy atontada.


Te ayudaré a pararte.

—Soooloun momento —murmuró Cynna y palpó debajo de la manta.


Sacó la Glock de Lily y los dos cargadores de munición, colocó los
cargadores en el cabestrillo que sujetaba su brazo lesionado y levantó la
mano libre—. Bueno. Upsy.

Cynna era veinticinco centímetros más alta que la anciana y pesaba


al menos veinte kilos más. Li Lei la ayudó a ponerse de pie fácilmente.

—¿Puedes caminar? No deseo llevarte.

Cynna parpadeó adormilada. No parecía encontrar absurda la


posibilidad de ser llevada por Li Lei. Claro que, ella todavía estaba medio
dormida.

—Por supuesto. —Dio un paso tambaleante. No se cayó, pero estuvo


cerca.

Li Lei deslizó un brazo alrededor de la cintura de Cynna y tiró de ella


hacia las escaleras.

—El efecto será menor en el primer piso.


—Correcto. —Cynna asintió con complicidad—. El hechizo se
disiparía fuera de un radio de… ¿Qué tan fuerte es este hechizo de todos
modos?

—Fuerte —gruñó Li Lei cuando Cynna dio el primer paso por las
escaleras y casi se cae de cabeza—. No quería que me molestaran.

—Ojalá tuviera un hechizo para dormir. Puede hacer un amuleto


para dormir. No un hechizo.

—Es un truco de dragón. No creo que un humano pueda usarlo.

Cynna miró a la mujer mayor.

—No te ves como un dragón.

342
Li Lei no respondió, concentrándose en su carga media borracha y
dormida el resto del camino por las escaleras. A sus pies, ella dijo:

—Deberías esconder el arma y comenzar tu propio hechizo ahora. —


Y al ver a un Puño que parecía que se había derrumbado al suelo cuando
golpeó el hechizo, pero ahora estaba tratando de sentarse—: Bien.
Quédate aquí —le dijo a Cynna, y fue hacia el hombre.

Ella le dio una bofetada levemente, le hizo mirarla a los ojos y le dijo
que la acompañaría a ella y a Cynna a la torre.

Para cuando el somnoliento Puño se puso en pie, Cynna se les había


unido. Ya no se tambaleaba cuando caminaba, pero sus ojos aún estaban
pesados y todavía sostenía el arma en una mano. Li Lei se preguntó si
había hecho que el sueño enviado fuera demasiado fuerte.

—Será mejor que lleves la Glock de Lily —dijo Cynna—. Estoy


demasiado confusa para disparar directamente.

—No me gustan las armas. No dispares a nadie hasta que estés más
despierta. Eso sucederá pronto. —Se volvió hacia el guardia, cambió al
chino y usó la palabra menos favorita de Lily—: Ven.
343
Lily había engañado a hombres más grandes que Li Po, pero había
tenido el uso de ambas manos y un par de esposas. Ayudó que Li Po no
fuera mucho más alto que ella, pero era más fuerte. Mucho más fuerte.
Si él comenzaba a luchar seriamente, ella tendría que soltar el cuchillo o
usarlo. Si lo usaba, perdía a su rehén. Si lo dejaba caer, sus hombres
podrían redescubrir la iniciativa.

Esto se le iba a ocurrir eventualmente. No era profundamente


estúpido. Esperaba que fuera más tarde que temprano.

Los cuatro Puños permanecieron planos en el suelo como se les


ordenó. El quinto todavía estaba tratando de persuadir a los Kanas para
que se dispersaran. Todavía no se había dado cuenta de lo que le había
sucedido a su comandante. Lily apuntó a Li Po a la torre y lo empujó
hacia adelante.

La torre en el centro del Corazón del Hogar, como la mayoría de las


estructuras, estaba hecha de piedra. Era redondo, coronado por el frisbee
rojo que actuaba como alarma de dragón, y tenía unos dos metros de
diámetro. Una puerta estrecha de madera estaba incrustada en la piedra.
Al menos treinta personas se sentaron en el suelo en un gran círculo
alrededor de esa torre. Su presencia no fue idea de Lily. Le había dicho a
Ah Hai que los Kanas se estaban poniendo en un gran peligro. Ah Hai
asintió y estuvo de acuerdo… y ahora caminaba por la hierba a unos tres
metros detrás de Lily y su prisionero.

Los Kanas habían reinventado la sentada.

Ellos, al menos la mayoría de ellos, no sabían exactamente qué


estaban planeando los engendros. El tipo a cargo, el que Ah Hai había
contactado, probablemente lo sabía. Pudo habérselo dicho a los otros
ancianos; Ah Hai no lo sabía. Pero la mayoría de ellos solo sabían que
sus Zhuren planeaban algún acto que causaría un gran daño, muchas
pérdidas de vidas, y que era parte de un trato que habían hecho con las
dos poderosas mujeres de fuera del reino que habían visitado a los
engendros.

¿Dos? Eso había confundido a Lily, pero después de hacer algunas


preguntas, lo había descubierto. La G.P. había estado visitando
Dragonhome de vez en cuando durante décadas, tal vez hasta un siglo,
preparando esto. Pero solía llegar en su otro avatar, el que se había
comido Xitil. Ahora apareció en el cuerpo de Ginger Harris. A los Kanas
les habrían parecido dos mujeres diferentes… quienes consideraban esta

344
la mayor amenaza que jamás habían enfrentado.

Su misión, después de todo, no era evitar que los Zhuren sufrieran


daños. Todos los seres eran dañados por la vida de alguna manera.
Tampoco era para mantenerlos con vida. Los Zhuren podían manejar eso
ellos mismos muy bien. Su cargo era enseñar a los Zhuren a preocuparse.
Conectar.

Estas dos mujeres debían haberle ofrecido a los Zhuren algo que
deseaban mucho, le había dicho Ah Hai a Lily. Lo querían lo suficiente
como para causar un gran daño a las personas que estaban a su cargo.
Hacer tal daño dañaría a los Zhuren, tal vez irremediablemente. Los
Kanas se reunieron aquí porque estaban dispuestos a colocar sus
cuerpos entre los Zhuren y cualquier objetivo que buscaran. Creían que
aquellos a quienes habían servido durante generaciones dudarían en
dañarlos y podrían escucharlos.

Vacilar. Esa fue la palabra que Ah Hai había usado.

El Puño que Li Po había enviado para dispersar a los Kanas


finalmente se dio cuenta de que algo andaba mal. Incluso a la distancia,
Lily pudo ver el impacto viajar a través de él mientras la miraba a ella y
a su comandante. Exclamó, sacó su espada y echó a correr.

Y tropezó y cayó al pasar junto a una de las figuras sentadas, que


había sacado una pierna en el momento exacto. El hombre descalzo se
levantó, alzó ligeramente al Puño caído con una mano y le clavó el otro
puño en la cara. Dejó caer a su víctima y empezó a correr, directamente
hacia Lily. El sombrero de paja que había estado usando voló de su
cabeza.
El corazón de Lily latió con fuerza. Fue todo lo que pudo hacer para
mantener firme la mano que sostenía el cuchillo.

Li Po eligió ese momento para resistirse. Él la superaba en trece


treinta seis kilos, así que cuando dejó de moverse, ella también lo hizo.

—No me vas a matar.

—Cállate.

El hombre descalzo corrió rápido. Demasiado rápido para un


humano. Se detuvo tan repentina y graciosamente como había lanzado
su carrera, sin aliento, sus ojos oscuros brillando y sosteniendo los de
ella. El tiempo pareció alargarse y ralentizarse, dulce como un caramelo,

345
en un momento completo y perfecto.

—¿Puedo? —Rule hizo un gesto hacia Li Po.

Ella asintió, luego encontró su voz.

—Por favor, hazlo. De lo contrario, me va a molestar para que lo


mate.

Una sonrisa se extendió por su rostro y se convirtió en una mueca.

—Sería una lástima que te hayas tomado tantas molestias para


capturarlo.

Sin duda su sonrisa de respuesta fue tan tonta como la de él, tan
tonta como las tonterías que dijeron en voz alta mientras sus ojos decían
cosas más importantes.

—Lo sería.

Rule se acercó, agarró el brazo de Li Po donde Lily lo mantenía


torcido detrás de su espalda y lo levantó más alto. Li Po gruñó de dolor y
se dobló en un esfuerzo por mantener el hombro unido. Lily comenzó a
entregar el cuchillo de Gan a Rule, pero Rule había recuperado una hoja
propia de alguna parte. Era aproximadamente tres veces más grande que
el de ella. No podía dejar de sonreír.

—Es todo tuyo.

Su pausa había permitido que Ah Hai se acercara. Rule la miró.

—¿Esa es…?
—Ah Hai. Presentaciones más tarde.

Rule asintió.

—Vámonos.

Comenzaron con un trote rápido. Lily no pudo ir más rápido con la


maldita falda. Rule no tuvo problemas para controlar a Li Po con una sola
mano.

—No veo a Gan.

—Está al otro lado de la torre. Casi todo lo que puedo ver de ella es
ese notable sombrero verde.

346
—¿Puedes verla? ¿No está dashtu?

—Puedo verla en dashtu ahora. No claramente, pero ella no es


invisible. Tiene algo que ver con el encanto de traducción que me hizo la
abuela.

—¿Ella hizo qué? —Sacudió su cabeza—. No importa. Obviamente,


hay cosas que aún no me has contado. Es luna llena. ¿Estás bien? —Eso
fue una abreviatura de, ¿Mantendrás la compostura?

—Más distraído de lo que me gustaría, pero lo suficientemente bien.


¿Alguna señal de nuestro gran amigo verde?

Es decir, Reno. Y estaba empezando a preocuparla realmente que el


dragón aún no hubiera llegado.

—No. Por el lado positivo, los engendros tampoco han aparecido.

—Ah Wen dijo que dejaron órdenes estrictas de no ser molestados.


Se están preparando para el ritual que no se llevará a cabo.

—¿Ah Wen?

—El líder de los Kanas. Hemos estado charlando.

—¿Cuál es?

—El señor mayor con la tela blanca atada sobre los ojos. —Asintió a
un anciano sentado en el suelo cercano mientras trotaban entre dos de
los Kanas, todos los cuales estaban mirando—. Supongo que el área
gubernamental se ha vaciado de personas como parte de la preparación
para el ritual. ¿Pero dónde están los guardias? No esperaba que mi
distracción fuera tan efectiva.

—Tu distracción hizo la mayor parte del trabajo. Ayudé. Este —


señaló con el pulgar a su prisionero mientras se detenían junto a la
torre—, es el comandante de los Puño. Primer Puño Li Po. Envió a su
segundo a la ciudad para ayudar con esas grandes bestias que reuniste.
Los Puños —le recordó cuando él pareció desconcertado—, no tienen
sargentos. Mi mejor suposición es que los Puños restantes están en sus
habitaciones en el Salón de Justicia, esperando que alguien los envíe a
buscar.

—En ese caso... —Rule hizo girar a Li Po y lo golpeó.

347
El hombre cayó como un árbol derribado, se quedó inconsciente
antes de golpear el suelo. Varios de los Kanas que miraban jadearon.

Una risa burbujeó en ella, burbujeante de placer cuando él la


alcanzó a ella y ella a él. No se besaron. Simplemente se abrazaron, se
abrazaron con fuerza, con las manos tocándose, aferrándose, acariciando
y dejando que el mundo se cuide por un momento. Solo por un momento.

Algo tiró de su shenyi.

—¡Lily Yu! ¡Lily Yu! ¡Puedes abrazarme ahora!

Maldijo, rio, soltó a Rule para inclinarse y abrazar a Gan, quien le


devolvió el abrazo. Luego se desabrochó la faja, se quitó el shenyi y se
desató la falda. Mientras la dejaba caer, Ah Hai llegó al trote y comenzó
a recoger las prendas desechadas, luciendo escandalizada.

Rule dijo lacónicamente:

—Aquí vienen.

Ella se sobresaltó y miró a su alrededor.

Podría haberse referido a los Puños que habían dejado en el suelo


junto a la casa de baños. Se habían levantado, pero todavía no estaban
haciendo nada, por lo que probablemente se refería a las tres figuras que
se acercaban desde el Tribunal de Justicia. La abuela, Cynna y un solo
Puño se dirigían hacia ellos. El Puño había sacado la espada pero
apuntaba al suelo.

Rule alzó la voz.


—¡Más rápido!

La abuela se detuvo, habló con el guardia y echó a correr. También


Cynna, que tuvo que doler con su brazo roto. También lo hizo el guardia,
pero corrió en una dirección diferente.

Gan salió disparado del círculo de Kanas, corriendo hacia la abuela


y Cynna.

—¡Lo hice! ¡Encontré el portal!

—Así que lo hiciste —dijo la abuela—. Estoy satisfecha contigo, Gan.


Lo colocaron en esa torre, por lo que veo.

—Ajá. Creo que intentaron ocultarlo, pero lo encontré de todos

348
modos. También es un portal permanente, como dije. ¿Lily Yu te dijo eso?

—Lo hizo. Debes mostrarme dónde está el lugar del cruce.

Gan corrió hacia la parte de atrás para pararse en un lugar que se


parecía a cualquier otro lugar. Estaba a unos seis metros de la torre.

—¡Aquí! ¡Está justo aquí! Crucé para asegurarme de que sea seguro.

—Lo hiciste muy bien. Gracias, Gan. —La abuela se detuvo dentro
del círculo de Kanas, mirando a la gente que la miraba con franqueza.
Habló en chino—. Un círculo muy bonito. Muy ordenado. Los matará a
todos. Deben sentarse mucho más juntos, cerca de la torre. No bloqueen
el portal. Rule, asegúrate de que no lo hagan. Lily, quita la jaula mágica.
Construiré la guarda.

Con eso, ignoró sus propias órdenes para marchar hacia Lily. Se
detuvo y miró al cielo. Lo que sea que vio la hizo tararear pensativamente.
Luego atrajo a su nieta a un firme abrazo. Acarició el cabello de Lily una
vez con gran ternura, luego la sostuvo con los brazos extendidos y la
estudió.

—Estás bien.

Lily sonrió.

—Ahora lo estoy.
La técnica que Cynna había ideado para derrotar a un artefacto
sidhe era bastante simple. La jaula mágica recurría a su propia magia
para obtener poder. No le permitiría usar ninguna magia que fuera más
allá de su piel. Por lo tanto, había lanzado un hechizo que la dirigía por
completo. De hecho, había hablado del hechizo en cuestión con Alice. El
hechizo sin dolor era lo opuesto a un hechizo de curación, ya que hacía
un gran trabajo al eliminar el dolor, pero dejaba de curar por completo.

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También era un consumidor de energía. Establecido en un bucle, se
alimentaba a sí mismo, recurriendo a la magia de Cynna hasta que ella
lo detuviera.

Inútil como hechizo curativo. Perfecto para sus necesidades ahora.

—Aquí —dijo Cynna, entregándole a Lily su arma, luego sacó los dos
cargadores de munición de su cabestrillo—. Ya tengo el hechizo
funcionando. La primera vez que no me duele el brazo desde que llegué
aquí.

—Sólo un segundo —le dijo Lily—. Sin bolsillos. —Fue a Ah Hai, que
ya había encontrado un lugar en el círculo, y le devolvió la faja blanca.
Se lo ató alrededor de la cintura y metió la pistola en ella, luego le quitó
los cargadores a Cynna. Necesitaba cambiar el cargador parcialmente
gastado del arma por uno nuevo. No tenía idea de cuántas rondas
quedaban. Pero más tarde, pensó. Después de que ella y Cynna se
deshicieran de la jaula mágica. Encajó los cargadores en la faja y se
aseguró de que quedara bien ajustada. No tan seguro como a ella le
gustaría, pero serviría por ahora.

Cynna se dobló al suelo y se sentó con las piernas cruzadas.

—Estoy lista.

Lily respiró hondo.

—Bueno. Vamos a hacerlo.

Se sentó con las piernas cruzadas frente a su amiga y tomó la mano


de Cynna (la que no estaba unida a un brazo roto) entre las suyas.
La abuela estaba inmóvil junto a la torre. Ella había anunciado que
la guarda podría construirse para incluir el punto de cruce.

Gan (completamente visible ahora, asumió Lily) estaba charlando


con Ah Hai, que parecía desconcertada. Rule estaba persuadiendo a los
Kanas para que se acercaran a la torre. Un poco de persuasión engañosa,
eso, cuando no hablaba su idioma. Li Po estaba tirado en el suelo junto
al Puño que había enviado para dispersar a los Kanas. El Primer Puño
todavía estaba inconsciente; su subordinado se había recuperado,
aunque parecía aturdido. Ambos estaban atados. Rule llevaba un trozo
de cuerda alrededor de la cintura debajo de la túnica.

Lily desconectó todo eso y se concentró en la magia de Cynna. Era

350
un complejo riff de texturas: la sensación de huellas dactilares de la
magia original de Cynna, las agujas de piel y pino que significaban lupi…
lo que Cynna no era, pero como Rhej compartía la magia del clan y podía
aprovechar el poder del clan.

Ella no lo haría. No esta vez.

Lily solo había usado su Don de esta manera algunas veces, pero no
era difícil. No para ella, es decir. Iba a ser terriblemente duro para Cynna,
cuyo instinto le diría que luchara, que se alejara, que buscara el poder
del clan para reponer el terrible vacío. Pero la parte de Lily simplemente
se centró. La abuela tenía eso en abundancia.

—No entiendo por qué la abuela no pudo haber hecho esto.

—Solo hazlo —dijo Cynna.

De acuerdo entonces. En un momento estaba tocando la magia de


Cynna. Al siguiente, la estaba chupando.

No toda. Y está bien, eso fue un poco complicado, pero solo un poco.
Tenía que ir despacio, eso era todo. La maraña de hechizo-en-bucle-más-
magia estaba separada del resto de la magia de Cynna. Ese era el punto.
La jaula mágica no podía acceder a ese poder en bucle, por lo que cuando
Lily drenó toda la otra magia de su amiga, no destruiría el Don de su
amiga. Cynna todavía tendría el poder atrapado en el hechizo sin dolor.

Incluso yendo lentamente, no fue un proceso largo. Un par de


minutos después de que Lily se sentara y comenzara a drenar
vampíricamente a su amiga, Cynna puso los ojos en blanco. Ella se
derrumbó. Lily continuó agarrando la mano de Cynna con una de las
suyas y comenzó a pasar su otra mano por toda Cynna. Cabeza, cuello,
pies… un zumbido y una repentina explosión de calor hicieron que su
enfoque se tambaleara por un segundo, pero lo recuperó y siguió tirando,
yendo muy lentamente ahora. Tenía que estar segura de que consiguiera
cada gota.

Tocó la otra mano de Cynna y pasó los dedos por el antebrazo tanto
como le permitía el cabestrillo… ahí estaba, el hechizo-enredo. Intacto,
por lo que ella podía decir. Dejó eso. Levantó la camiseta de Cynna.
Comprobó para ver si… sí. Lily quitó la telaraña dorada de la piel de
Cynna.

Cynna no se movió. No despertó. Lily frunció el ceño, mareada. Se

351
sentía extraña, casi borracha. ¿Borracha de poder?

—La operación fue un éxito, pero el paciente falleció.

—¡Qué! —chilló Gan, apartando la mirada de Ah Hai.

—Lo siento. Mal chiste. Sin embargo, está inconsciente. Abuela…

—En un momento —dijo Rule, agachándose junto a Cynna para


tocar su mejilla—. Ella está ocupada.

Lily parpadeó y miró a su alrededor.

Los Kanas estaban ahora agrupados alrededor de la torre… donde


estaba la abuela, con los ojos cerrados, los brazos extendidos a cada lado,
tan inamovible como la torre de piedra detrás de ella. Un anillo de fuego
de unos diez metros de diámetro había surgido, rodeándolos a ellos, a la
torre, a Lily, Rule y Cynna.

Mientras Lily miraba, las llamas se apagaron. Una luz nacarada se


deslizó desde el suelo quemado para encontrarse en lo alto en una cúpula
perfecta; luego, también se desvaneció, dejando solo una tenue
iridiscencia en el aire.

Cynna gimió.

—Mi cabeza… Dios, que dolor de cabeza.

—Cynna. —Lily empezó a tocarla, vaciló—. ¿Estás bien?

—No. —Sonaba de mal humor—. Tengo la madre de todos los dolores


de cabeza. De lo contrario, sin embargo, siento que me estoy muriendo.
¿Lo quitaste?
En respuesta, Lily levantó el delicado artefacto.

—Gracias a Dios. —Eso no salió mal en absoluto. Más como una


oración. Cynna cerró los ojos, hizo un gesto de dolor…—. Está bien, eso
ayuda un poco.

—¿Funcionó? ¿Has cerrado el hechizo?

—Por supuesto que funcionó. Todavía me siento como una mierda,


pero funcionó.

—¿Puedes aprovechar el poder del clan?

—Podría. Lo haré si tengo que hacerlo, pero prefiero no hacerlo. No


sabemos qué está pasando en casa.

352
—Tráemela —dijo la abuela. Su voz sonaba extraña. Distante, como
si hablara desde el fondo de un pozo profundo.

Cynna suspiró y se estiró para tomar la mano que Rule extendía.

—Se siente como si mi cabeza estuviera a punto de... —Gimió


cuando Rule la ayudó a ponerse de pie—. Dame un minuto. Tratando de
no vomitar aquí. —Y agregó en un murmullo—: No veo por qué no pudo
venir ella a mí.

—Porque estoy equilibrando el poder del nodo antes de alimentarlo


a la guarda —espetó la abuela—. No puedo moverme de este lugar.

Los ojos de Cynna se abrieron como platos.

—¡Hijo de puta!

Lily le dio una mirada.

—Sabías que ella iba a hacer una guarda.

—¡No sabía que iba a usar los malditos nodos para eso!

Rule también estaba frunciendo el ceño.

—Entiendo que el poder del nodo es peligroso, pero Cullen lo ha


usado.

—No, Cullen ha usado energía de línea ley. Incluso él no intentaría


usar el poder de un nodo directamente, y seguro que no en una guarda.
—Dio un paso tambaleante, apoyándose en Rule—. Y eso, Lily, es la razón
por la que tu abuela no trató de hacer lo que acabas de hacer. No usas
una bomba atómica para tomar un libro. Es difícil para el libro.

Lily desenvolvió eso y supuso que Cynna quería decir que la abuela
era buena con grandes dosis de poder, no pequeñas.

Rule ayudó a Cynna a caminar hacia la abuela, quien dijo:

—Dame la mano.

—¿Vas a alimentarme con el poder del nodo?

—Sí.

Cynna tragó y le tendió la mano. Sus ojos se ampliaron de nuevo.

353
—Eso es…

—Voy —dijo Rule.

Lily se volvió y vio seis figuras que salían de la Casa de los Siete:
cinco Puños con sus armaduras de cuero... y Alice Báitóu.
354
Alice se detuvo a medio metro de la iridiscencia que flotaba en el aire
como polvo de hadas, apenas perceptible.

—Muy buen trabajo —dijo—, especialmente teniendo en cuenta que


tuviste que montarlo tan rápido. Nunca había visto una guarda de este
tipo. ¿Contra qué protege?

—Magia. —Lily estaba justo dentro de la guarda, su arma


desenfundada y apuntada. Rule estaba a su lado.

—Ah. —Alice le dio una mirada al arma. Sus labios se arquearon


una fracción. Al parecer, le divertía que la sujetaran a punta de pistola—
. Veo que la jaula mágica ha sido removida, Cynna. Me gustaría saber
cómo lograste eso. ¿Asumo que la guarda es tu trabajo?

—No —dijo Cynna desde atrás en la torre—. Suyo. —Hizo un gesto


con la cabeza a la abuela, que estaba a su lado frente a la puerta de la
torre. Tenía los brazos bajados ahora, su mirada abstraída.

Por primera vez, Alice pareció sorprendida.

—¿Quién es esa?

—Mi abuela —dijo Lily—. Madame Li Lei Yu.

—Pero tú eres humana y ella es… —Alice negó con la cabeza—. No


sé qué es ella. No importa. ¿Te das cuenta de que ha alimentado la guarda
desde los nodos? ¿Tienes idea de lo peligroso que es eso?

—Según tengo entendido —dijo Lily—, significa que si la guarda es


derribada, es muy probable que los nodos exploten.
—Lo que destruiría la ciudad, matando a miles.

—Entonces, será mejor que no intentes derribar la guarda.

—No lo haré. Los Zhuren pueden, sin embargo, y muy pronto


saldrán de la reclusión. Si cruzo la guarda, ¿qué pasará?

—Te detendrá.

—Dijiste que bloqueaba la magia, no las personas. Y de hecho, no


percibo nada en ella que pueda detener a los seres vivos.

—Tienes magia. Detiene esa magia, así que tú también serás


detenida.

355
Alice negó con la cabeza.

—Eso no es posible —dijo mientras daba un paso adelante. No


rebotó en el aire reluciente, pero se detuvo muy abruptamente.

Detrás de la torre, la abuela resopló.

—Extraordinario —dijo Alice—. Me gustaría mucho hablar con tu


abuela, pero tenemos poco tiempo. Necesito entrar.

—¿Y deberíamos dejarte entrar por alguna razón?

—Debo traer a los niños por el portal que supongo que has
localizado.

Rule gruñó.

—¿Quién eres tú? —le preguntó Alice.

Su voz también era ronca y más baja de lo habitual.

—El padre de uno de los niños que deseas destruir.

—Ah. Entonces, ¿eres lupus? —Alice parecía un poco curiosa—.


¿Cómo diablos llegaste aquí? Pero supongo que es una larga historia y
tenemos poco tiempo. No sabes lo que deseo. A menos que desees que los
niños permanezcan en Dis, me permitirás entrar en tu guarda para que
pueda recuperarlos.

—¿Tú? —exclamó Lily—. ¿Eres tú quien se supone que los traerá


aquí?

—Sí. El que conoces como Tom Weng y la otra me están esperando.


Lily se mordió el labio y miró a Rule. Sus ojos eran demasiado
negros, las pupilas tratando de tragarse el iris. No una buena señal.
Deslizó su mano en la de él. El vínculo de pareja lo ayudaba a mantener
el control a veces.

—¿Qué piensas?

Sacudió la cabeza como si estuviera tratando de librarse de cierta


confusión.

—No… sintiéndome muy verbal.

Estaba teniendo problemas para contener al lobo. Maldición. No es


de extrañar con la noche de luna llena a un par de parpadeos, pero

356
preocupante. Intentó pensar. Ella había asumido, todos lo habían hecho,
que los niños habían sido/serían llevados a través del portal por alguien
del grupo de Ginger. Quizás un demonio, quizás alguien a quien no
habían visto porque se fue con los niños antes de que llegaran a la sala
de audiencias. Esa era toda la idea detrás de configurar la guarda de la
manera en que lo habían hecho: dejar entrar a los niños, mantener fuera
a los malos.

Ella miró a Alice.

—Podrías haberme dicho esto. Has guardado información todo el


tiempo, pero quieres que confiemos en ti. ¿Cómo podemos si no nos dices
nada?

—Les he dicho lo menos posible para minimizar el riesgo para mí.


No deseo morir. Pero actualmente me estás apuntando con el reclamo
que dijiste que era suficiente para demostrar mis buenas intenciones.

Cierto, pero…

—¿Para qué es la construcción mágica? ¿La de Dis que llega a este


reino?

—No lo sé. Sé lo que les dijeron a los Zhuren, pero estoy bastante
segura de que fueron engañados. Te diré lo que sé después de que me
dejes entrar. —Alice se inclinó hacia adelante unos tres centímetros, su
versión de gran intensidad—. Debes dejarme entrar. Los niños serán
retirados de Dis. Tú lo sabes. Recuerda que sucedió y la causalidad no
se frustra fácilmente. Si no voy a buscarlos, ¿a dónde van? ¿Con quién y
cómo?
—Uno de los reclamados podría ir a buscarlos —dijo Lily—. Nosotros
no podemos porque ya estamos en ese reino, pero uno de los reclamados
podría.

—Quienes los retienen no los entregarán. No entregarían a los niños


a nadie más que a mí o a uno de los Zhuren. ¿Deseas enviar al Zhu
Kongqi? —Arqueó las cejas con delicada burla.

—Ella tiene razón —dijo la abuela. Y la iridiscencia se desvaneció.

Alice pasó por encima de la franja de hierba quemada. Los Puños la


siguieron, sus expresiones estoicas y vigilantes de una manera que
sugería que esperaban que todo se fuera al infierno en el próximo minuto
o dos.

357
Rule murmuró:

—Vigílalos, ¿quieres? —A Alice le dijo—: Cuéntanos sobre la


construcción.

—Está anclada en tres reinos: la Tierra, Dis y aquí. A los Zhuren se


les dijo que esto era necesario para la estabilidad, ya que una vez
completada, la construcción, que es un buen término, por cierto,
funcionará como una puerta masiva entre la Tierra y Dis. Ella dice que
desea inundar tu reino con demonios. Esto puede ser cierto.

—No es un portal —anunció la abuela.

—No —dijo Alice—, no creo que lo sea, aunque parece tener algunas
de las cualidades de un portal. Sin embargo, no estoy informada sobre
los portales, por lo que esa no es la base para mi conclusión de que los
Zhuren han sido engañados. Lo basé en cálculos sobre la cantidad de
energía que requiere la construcción. Estoy familiarizada con eso, ya que
he estado equilibrando ese poder.

—¡Eso es! —exclamó Lily—. Por eso tu Don se sentía tan extraño.
Está equilibrado. Tu Don usa todos los elementos por igual.

—Mi Don automáticamente equilibra los elementos —la corrigió


Alice.

—Eso no es posible —dijo Cynna.

Alice la miró de reojo.


—Me han dicho que mi Don es único. Para volver al tema, mis
cálculos sugirieron que la Antigua encarnada actualmente en Ginger
Harris mintió sobre las consecuencias para mi mundo una vez que la
creación se vuelva completamente activa. Ella le dijo a los Zhuren que
habría incendios localizados y pequeños terremotos. Esto solo es cierto si
se define “localizado” y “pequeño” de manera que desafíe el uso común.
Temo por mi mundo. Elegí ayudarlos, esperando que destruyan la
construcción. También traerá destrucción a su mundo.

—Y sin embargo —dijo Rule—, has estado trabajando en la


construcción. Tu Don puede haber sido esencial para completarlo.

—Creo que ya hemos cubierto el hecho de que no deseo morir.

358
Lily arqueó ambas cejas con escepticismo.

—¿Los Zhuren te habrían matado si no cooperabas? ¿A pesar de que


eres pariente? Creo que tu… es decir, creo que Kongqi se opondría.

—Solía haber siete Zhuren.

Eso no era el sinsentido que parecía. Si los Zhuren, todos o algunos


de ellos, hubieran estado dispuestos a asesinar a su hermano, matar a
una sobrina nieta no sería un gran obstáculo.

—La guarda está caída —les recordó la abuela—. Esto no es seguro.


Necesita irse para que yo pueda activarla.

Lily sabía que la abuela tenía que pararse directamente frente al


portal para mantener la guarda encendida. No sabía por qué, pero no
importaba.

—Mejor vete —le dijo a Alice.

Alice comenzó a avanzar, seguida por el escuadrón de Puños. Sin


embargo, los Kanas estaban agrupados alrededor de la torre y les tomó
un momento apartarse del camino. Lily vio la mirada de Alice buscando
a alguien, luego arrugó la frente.

—Ah Li. Tenía la esperanza de que no vinieras aquí.

—¿Dónde más estaría? —preguntó la sanadora, sonriendo.

—Es muy peligroso estar aquí. Tus habilidades no son


reemplazables.
—Si es peligroso aquí, mis habilidades pueden ser necesarias.

Alice suspiró levemente y avanzó los últimos pasos, deteniéndose


frente a la abuela pero mirando a Lily mientras decía en inglés:

—No regresaré de inmediato con los niños. Los portales deben


descansar entre usos. Esto es particularmente cierto cuando los reinos
no son congruentes ni en el espacio ni en el tiempo.

—Eso —dijo la abuela—, es una mala elección de términos. Los


portales no descansan. Requieren un período de lo que podría llamarse
recalibración.

Alice se encogió de hombros.

359
—Es el término que me dieron para el proceso. No sé con precisión
cuánto durará el intervalo de descanso o recalibración. —Miró a un lado,
donde Li Po, inconsciente, yacía atado en el suelo—. A menudo he querido
hacer eso —comentó, luego miró a la abuela—. Estoy muy interesada en
hablar contigo. ¿Quizás más tarde?

—Parece poco probable —dijo la abuela—. Pero no predigo el futuro.


Necesitas irte. —Se apartó del portal.

Alice le dijo a su escuadrón que se alineara, en una sola fila, y que


se movieran rápidamente cuando ella lo hiciera. Alargó la mano y abrió
el portal, lo abrió de par en par, luego hizo una compleja serie de gestos
y pronunció una sola palabra. Dio un paso adelante… y desapareció.

Lo mismo hizo cada uno de los Puños mientras la seguían.

La abuela retrocedió frente al portal y levantó los brazos. El círculo


de fuego volvió a surgir.

Cinco Zhuren salieron corriendo del Hogar de los Siete. Con un


estallido de aire desplazado, dos desaparecieron y reaparecieron flotando
directamente sobre sus cabezas.

—Uh-oh —dijo Gan.

Las llamas se apagaron. La iridiscencia se deslizó desde el suelo.

Uno de los Zhuren encima de ellos levantó una mano y les arrojó
algo invisible.

El destello de polvo de hadas se cerró sobre sus cabezas.


Un destello cegador volvió el mundo blanco. El suelo tembló.

Alrededor de un 4.5, pensó la chica de California mientras


parpadeaba con ojos deslumbrados hasta que pudo ver algo más que
manchas de luz blanca. La abuela todavía estaba de pie, con los brazos
extendidos. Su mirada no era en absoluto abstracta. Ella parecía
seriamente molesta.

—¡No lo hagas! —gritó una voz profunda—. ¡Tienen ligada la guarda


a los nodos!

Todos los engendros estaban ahora en el aire. Dick Boy estaba


dando vueltas por la guarda lentamente, estudiándola. Tú'àn flotaba
cerca de Kongqi, ¿quién era uno de los dos que se teletransportó? Llegó

360
primero de todos modos. Sin embargo, Kongqi no fue el que arrojó lo que
fuera con un efecto pirotécnico tan grande. Shēngwù había hecho eso.
Él, como Dick Boy, estaba estudiando la protección de cerca. Shuǐ estaba
volando hacia la casa de baños; no, estaba apuntando a los cuatro Puños
que debían haber decidido que el deber significaba trotar hacia los
Zhuren.

Todos los Zhuren vestían shenyi blanco puro con pantalones


blancos debajo de sus túnicas y pantuflas blancas. Todos llevaban el
cabello de la misma manera, en apretados nudos en la coronilla.
Vestimenta ritual, asumió Lily, su labio se curvó al pensar en el ritual
que querían realizar.

Ella miró hacia el oeste. El sol estaba bajo ahora. ¿Necesitaban


realizar su ritual antes de que se pusiera el sol o antes de que saliera la
luna?

Tú'àn cayó al suelo. Las cuentas de su barba hoy eran cristales


transparentes.

—Ah Wen —dijo con tristeza—. ¿Por qué estás aquí?

El anciano se puso de pie. El chico a su lado también se puso de pie.


Ah Wen puso una mano en el hombro del niño y caminó lentamente hacia
Tú'àn.

—Brillas intensamente hoy, Zhu —dijo con voz chirriante de


anciano, deteniéndose a unos metros del engendro, la guarda brillando
débilmente en el aire entre ellos.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Tú'àn de nuevo, su expresión tan
triste como su voz—. ¿Nos desafías? ¿Nos traicionas?

—Cumplimos con nuestro encargo —dijo Ah Wen con suavidad—.


No intentamos corregir todos los errores. Esa no es nuestra tarea. Pero
esto que planean es un terrible error y los dañará a todos para siempre.

—¡Estamos dañados ahora! —gritó Shēngwù—. Siempre nos lo has


dicho. Si podemos asumir nuestras formas legítimas, borramos ese daño
y recuperamos nuestra herencia. Quizás entonces aprendamos qué es
esa empatía de la que parloteas, aunque espero que no. No veo ningún
valor en ello. Los verdaderos dragones no tienen interés en las emociones.

Lily resopló.

361
—Los dragones son seres de gran pasión.

Eso sorprendió a tres de los engendros y se volvieron para mirarla.


Probablemente se habían olvidado de que los árboles podían hablar.

—Absurdo —dijo Shuǐ.

Dick Boy aterrizó a varios metros de distancia.

—La guarda está diseñada para repeler la magia. Creo que repelerá
a cualquier ser que posea magia, ya sea eso o les quitará su magia si
lograran forzar la entrada.

—Imposible —espetó Shēngwù—. Esto es, por poderoso que sea, solo
una guarda. Una guarda puede bloquear lo mágico o lo físico. No puede
hacer ambas cosas. Es cierto que cruzar este podría ser difícil para un
humano. Incluso podría resultar incómodo para uno de nosotros. Pero
difícilmente imposible.

Kongqi aterrizó a unos tres metros de Shuǐ. A los engendros no les


gustaba estar demasiado cerca el uno del otro. Era muy dragón de ellos.

—Me duele, pero tengo que estar de acuerdo con Dìqiú. Creo que
también lo harán si examinan la protección de cerca. —Una pequeña
indirecta allí, ya que Shēngwù ya la había estudiado—. Está hecha de
manera bastante inteligente, y como está siendo impulsada por los
nodos, más allá de nuestra capacidad de destruir por la fuerza. Si lo
intentan, los nodos podrían explotar.

Dick Boy asintió.


—Casi lo hicieron. Contuve el terremoto que resultó del apresurado
ataque de Shēngwù, pero…

—No sabía que estaba vinculada a los nodos —protestó Shēngwù.

Dick Boy resopló.

—¡Y me acusas de actuar primero y pensar después! Como decía,


contuve el terremoto, pero no estabilicé los nodos. ¿Quién de ustedes lo
hizo? —Miró a su alrededor—. ¿Bien?

La mente de Shēngwù estaba trabajando en un camino diferente.

—Si no podemos usar magia contra la guarda directamente,


necesitamos otra forma de llegar al interior. Creo que los objetos

362
puramente materiales no afectarán ni serán afectados por la protección.

—¿Sugieres que les arrojemos piedras? —preguntó Kongqi con el


tipo de cortesía que suena a insulto.

—Probablemente funcionaría. —Shuǐ estaba trotando hacia ellos


con tres de los cuatro Puños que habían quedado en la casa de baños. El
cuarto Puño, vio Lily con una rápida mirada, corría hacia el Tribunal de
Justicia. Pronto tendrían más compañía—. Podríamos matarlos o
inutilizarlos de esa manera. Pero el bloqueo de la magia dificultará el
control cuidadoso de nuestros proyectiles. También podríamos dañar o
matar a algunos de los reclamados.

El labio de Shēngwù se curvó.

—¿No nos han traicionado? ¿No están actuando contra nosotros


incluso ahora?

Las cejas de Kongqi se arquearon.

—¿No te opones a matar a los reclamados?

—Si no se van, deben aceptar las consecuencias de su decisión. ¿No


es eso lo que siempre nos han dicho? ¿Que debemos aceptar las
consecuencias de nuestras elecciones?

—No estoy dispuesto a actuar de una manera que provoque la


muerte de algunos de los reclamados.

—No tenemos tiempo para encontrar una solución más suave. El


ritual debe tener lugar muy pronto. —Shēngwù frunció el ceño—. Esto se
supone si quieres que la transformación continúe. Discutiste en contra
al principio.

El tono grave profundo de Dick Boy interrumpió.

—Creo que la anciana humana evitó que los nodos explotaran. Ella
está manteniendo la guarda.

—¿Ella?

—Seguramente no.

—Debe ser la otra, aquella cuya magia enjaulamos.

Shuǐ dijo:

363
—Tengo una idea. —Dos de los Puños con él volaron repentinamente
en el aire unos pocos metros y se fueron a navegar hacia la guarda. Uno
chocó contra ella y se deslizó al suelo, aturdido. El otro la atravesó,
gritando. Chocó con dos de los Kanas, derribándolos.

Antes de que el aturdido Puño pudiera poner sus pies debajo de él,
Rule estaba allí. Se echó al hombre al hombro, lo llevó rápidamente a la
guarda y lo arrojó fuera.

—No, gracias —dijo—. Ya tenemos suficientes rehenes.

Tú'àn miró a Shuǐ con el ceño fruncido.

—¿Por qué lanzas Puños? Es probable que los dañe.

Shuǐ se burló en respuesta.

—¿No es obvio? Uno de ellos tenía magia. El otro no la tenía. Ahora


sabemos que la protección detendrá a los que tengan magia y no detendrá
a los que no la tengan.

—¿Sugieres que les arrojemos humanos en lugar de piedras?

—Sugiero que hagamos que los Puños no Dotados caminen solos.

—Y sugiero —dijo Kongqi, acercándose—, que Dìqiú tenía razón en


parte. Solo en parte, porque la anciana es solo en parte humana. La
guarda hace que sea difícil verla con claridad, pero lo que puedo ver me
recuerda a la familia de los dragones.
Se hizo el silencio mientras todos los engendros miraban a la
abuela… quien lo rompió.

—Es muy grosero hablar de mí como si no estuviera aquí.

—Muy bien —dijo Kongqi—. ¿Quién y qué eres?

La travesura o algún motivo más oscuro hizo que Lily se volviera


formal.

—Permítanme presentarles a mi abuela, madame Li Lei Yu. En su


forma de nombrarla, se llamaría madame Yu Li Lei. Abuela, el que te
habló se llama Zhu Kongqi.

Ella resopló.

364
—Sin embargo, no lo llamaré así. Tengo una mala opinión de los
amos. No soy pariente dragón...

—No pensé que pudiera serlo —comentó Tú'àn.

—Soy un dragón —terminó la abuela.

—Eso —dijo Kongqi después de un momento—, es claramente


incorrecto.

—Has confundido forma con esencia. Es un error común entre los


jóvenes. He sido dragón en el pasado. Es imposible dejar de ser dragón.
Por lo tanto, sigo siendo un dragón. También soy humana, pero eso tiene
poca relevancia para esta conversación. Les traigo saludos de sus
parientes en la Tierra.

Ella tuvo su repentina y completa atención.

Sin embargo, no la de Rule. Le dio un codazo a Lily. Cuando ella lo


miró, asintió hacia el Tribunal de Justicia. Los Puños salían a raudales
por las puertas abiertas para reunirse en filas frente al edificio.

Tú'àn rompió el silencio.

—¿Hay otros como tú en la Tierra?

—No. Sin embargo, hay dragones. En particular, les traigo saludos


del dragón negro, que tiene muchos nombres. Yo lo conozco como Tsao
Sun.
—Tu nieta también afirma conocer al mayor. —Shēngwù logró
combinar cortesía, escepticismo e insinuaciones en esas pocas
palabras—. Qué extraño que enviara saludos después de ignorar nuestra
existencia durante tantos años.

—Él no sabía que existían.

—Y sin embargo, nos envió saludos. Asombroso. ¿Abrió también un


portal por el cual te envió a entregarlos?

La abuela le dio una mirada que debería haberlo hecho retorcerse.

—Me resulta difícil creer que eres tan denso como pretendes. Hasta
hace muy poco, él solo sabía que su existencia era hipotéticamente

365
posible y consideraba la posibilidad bastante remota. No es que hubiera
importado. Como seguramente sabrán, no llegué aquí por un portal. La
ubicación de este reino se ha perdido durante milenios.

—Eso nos han dicho —dijo Shuǐ con voz gélida—. Y sin embargo, al
menos un dragón sabía de nuestra existencia en términos muy concretos.
Ella no…

—¡NO HABLAMOS DE ELLA EN PÚBLICO! —El bramido del megáfono


vino de Dick Boy.

Los Puños habían terminado de reunirse y trotaban hacia la torre y


sus amos.

—Por supuesto que no —dijo Shuǐ, ofreciendo a su furioso hermano


una pequeña reverencia—. Como decía, aquella de quien no hablaremos
sabía de nuestra existencia. Si vamos a creerle a madame Yu, también
debemos creer que ella nunca habló de nosotros con el mayor. O a
cualquiera de los otros dragones.

La abuela arqueó las cejas.

—¿Te resulta difícil aceptarlo? ¿Crees que un dragón hablaría de


paternidad?

—No de su padre, por supuesto, pero… —Shuǐ se hundió en un


silencio ceñudo.

La abuela habló casi con suavidad.

—No solo el padre. Los dragones no hablan de parentesco en


absoluto. Es posible que su situación los haya engañado. Esto no es de
extrañar. En sus formas actuales, no pueden someterse a un tercer
nacimiento.

Silencio absoluto ahora, como si la abuela hubiera dicho algo


enorme y portentoso. Lo que significaba que Lily se había perdido algo
enorme y portentoso, porque no tenía idea de lo que era tan significativo.
¿Tercer nacimiento? ¿Qué tenía eso que ver con algo? El tercer
nacimiento era el término para la transición que un dragón de macho a
hembra, así él... para que ella pudiera tener bebés.

Ese pensamiento rebotó en la cabeza de Lily como un pinball


maníaco, encendiendo luces y campanas y marcando una puntuación
ganadora. Los engendros no querían la habilidad de transformarse en

366
dragones solo para que pudieran volverse grandes y escamosas a pedido.
Querían poder entrar al tercer nacimiento. Convertirse en hembras y
tener bebés, bebés dragón, no aquellos engendrados por mujeres
humanas.

Querían ser madres.


367
La abuela habló en ese silencio.

—¿Saben que se han aliado con la Gran Enemiga de todos los


dragones? ¿Con una cuyo objetivo es robar la soberanía a todos los seres
en todas partes?

—No somos sus aliados —dijo fríamente Shuǐ.

La voz de Shēngwù era más caliente. Más enojada.

—Hicimos un trato con ella. No nos aliamos con ella. No nos


subordinamos a ella de ninguna manera. —La palabra “subordinar”
rezumaba bastante desprecio.

—Los dragones… —La abuela le dio a la palabra un énfasis sutil que


hizo que pareciera que había dicho dragones reales—… no hacen tratos
con ella. Los dragones se le oponen.

Los Puños casi estaban aquí.

Rule habló en voz baja.

—Gan, ve con los no combatientes.

La voz de Gan vino detrás de ellos.

—¿Los qué?

—Los Kanas. Quédate en medio de ellos.

Tú'àn se acarició la barba pensativo.

—No puedo decidir qué quiero más: matarla o interrogarla.


—Sé lo que quiero —dijo Shēngwù, con sus ojos oscuros calientes.

Llegaron los Puños. Una treintena de ellos.

—Bien —les dijo Tú'àn—. Aquellos de ustedes sin magia se forman


a mi izquierda. A mi orden, aquellos sin magia entrarán en el área
protegida. Su objetivo principal es la anciana. Atrápenla viva si pueden.

—Los Puños no son tuyos para comandar —dijo fríamente Kongqi.

—Este no es el momento de discutir sobre la jurisdicción —espetó


Shuǐ.

Tú'àn asintió.

368
—No permitan que la emoción se imponga en ustedes. Claramente,
la anciana debe ser incapacitada para que baje la guarda. Más tarde
podemos…

Unos pocos metros por encima de la torre coronada por el frisbee, el


cielo oscurecido estalló en truenos. Y una mente apareció de la nada, una
mente vasta, poderosa y convincente. El sentido de la mente de Lily voló
hacia él, quisiera o no.

La alarma de dragones se disparó. Una luz carmesí inundó el aire,


llevando la profunda reverberación de un gong que no existía.

—Ya era hora —murmuró la abuela.

Esa vasta mente apartó el sentido de la mente de Lily, dejándola


mareada.

Mantén la distancia, dijo una voz mental tan fría y cortante como un
trozo de hielo, o sucumbirás al deslumbramiento.

De acuerdo, pero ¿sabes qué está pasando? Los engendros gobiernan


este mundo y han hecho un trato con la Gran Perra para...

Luego. La construcción ya está parcialmente operativa. Debe ser


destruida antes de que esté completamente operativa.

¿Sabes lo que…?

Los engendros se dispararon al aire. Todos ellos. Y arrojaron fuego,


brillante y resplandeciente, al cielo vacío.
Y Reno estaba allí. Claramente visible, elevándose en un círculo fácil,
doce metros de verde sinuoso con alas, verde tan oscuro como el musgo
húmedo en su mayor parte, pero brillando a chartreuse a lo largo de la
cresta de su columna y las puntas de sus alas. El naranja de su cuello
proporcionaba un blanco impactante en medio de toda esa sombría
ferocidad verde.

Rugió.

El rugido de un dragón es como ningún otro sonido. Primero está el


gran volumen. Los científicos lo estimaban en cien decibeles,
aproximadamente tan fuerte como un avión a reacción que pasa por
encima de tu cabeza a trescientos metros o la mayoría de las bandas de

369
rock. Lily sospechaba que los científicos estaban llenos de mierda. Claro
que, habían tenido que estimar porque ningún dragón había estado
dispuesto a rugir cuando se les ordenó para poder medirlo, así que tal
vez no fuera del todo culpa de ellos que se equivocaran.

Luego estaba el bajo profundo del rugido. Eso era como estar
rodeado por una docena de autos con las ventanillas bajadas y el bajo de
sus estéreos al máximo, un bajo que viajaba por tus huesos tanto como
por el aire. Sin embargo, no todo era bajo, no más que un ruido realmente
fuerte. Los armónicos convirtieron lo que debería haber sido un ataque
sónico en un sonido de belleza incomparable.

Los dragones manipulan la magia con sus voces.

Los engendros se fueron dando volteretas por el aire, dedos de los


pies sobre cabezas, un hermoso shenyi blanco aleteando a su alrededor
como alas ineficaces.

Ah Wen se puso de pie, su rostro resplandecía de alegría a la luz roja


pulsante de la alarma. Levantó la cabeza con orgullo y gritó:

—¡Hablo por ella!

Tú'àn aterrizó en el suelo. Duro. Hizo que pareciera que tenía la


intención de hacerlo, y se puso de pie rápidamente para mirar al dragón.
Las expresiones fluyeron sobre su rostro como un río en inundación,
demasiado rápido para aislarlo.

—¿E-ella?
Dick Boy había salido disparado hacia atrás sin chocar con el suelo.
Él también miraba fijamente, luciendo algo abrumado.

—Esa es... ya no es hembra.

—El pronombre es irrelevante. —La voz de Ah Wen era ahora más


profunda, más rica y mucho más fría de lo normal. Sonaba como Reno:
Reno expresado a través de cuerdas vocales humanas, sí, pero mucho
Reno—. Una vez que uno se convierte en madre, no deja de ser madre.
Dejarán de pelear. Tenemos poco tiempo para enmendar los asuntos
relacionados con su arreglo con la Gran Enemiga. Díganme esto: ¿tenían
la intención de destruir el mundo que les dejé o no sabían que esto
sucederá?

370
Shēngwù, que había sido el que más había volado, se lanzó hacia
adelante con una velocidad absurda, reduciendo la velocidad para
navegar junto a Reno. Gritó su respuesta, y claramente no solo para
poder ser escuchado por el gong que aún reverberaba.

—¿El mundo que nos dejaste? ¡Las palabras clave son nos dejaste!
—Y arrojó otro algo invisible al dragón verde.

Las grandes alas se congelaron en su lugar. Reno cayó como una


piedra, una enorme piedra verde.

—Basta con eso —dijo Ah Wen/Reno cuando las alas de Reno


tomaron aire una vez más. El dragón se levantó rápidamente y abofeteó
a Shwngwù con un ala. El maestro de la Magia Corporal se fue girando.

—Y pensé que tenía problemas de madre —murmuró Lily.

—Me pregunto —dijo Rule en voz baja—, si los hijos son


adolescentes.

Ella lo miró.

—¿Adolescentes de ciento cincuenta años?

—Con toda la angustia y los problemas de un chico de quince años


y mucho más poder.

Cynna se acercó para unirse a ellos.

—No olvides la parte de que son sociópatas. ¿No puede alguien


apagar esa alarma?
—Sabían que me iría cuando fuera posible —dijo Ah Wen/Reno, con
la voz nítida como siempre lo fue la de Reno, pero no tan fría. Casi sonaba
triste—. Tal vez eran jóvenes para tal despedida, pero mis opciones eran
pocas. Les expliqué esto. Si no me hubiera ido, ¿qué territorio podría
haber reclamado que no fuera también mi territorio? Querían el suyo
propio, que es como debe ser. ¿No recuerdan esto?

—Dijiste que regresarías —dijo Shuǐ—. Te has ido durante ciento


veintinueve años.

—Me siento aliviado de escuchar eso. Para mí, han sido doscientos
nueve años. Ese ruido es molesto. —Y la alarma finalmente se calló,
aunque la luz carmesí siguió latiendo, fundiendo su color sangriento con

371
el dorado del atardecer que se acercaba—. No han respondido mi
pregunta.

—Haces la pregunta incorrecta —dijo Tú'àn—. Deberías preguntar


por qué hicimos tal arreglo. Ella nos ofrece la capacidad de Cambiar a
nuestras verdaderas formas. Cuando podamos ser dragones tanto en
forma como en mente, podremos entrar en el tercer nacimiento.

—Esta no es causa suficiente para destruir su mundo.

—Unos pocos incendios no destruirán el mundo.

—Les dije que haría más daño del que ella había admitido —dijo
Kongqi lentamente. Había volado casi hasta Shēngwù, pero no había
tenido tanta prisa y acababa de alcanzarlos. Colgaba inmóvil en el aire,
su rostro extrañamente en blanco—. Eligieron no creer esto. Por favor,
explica específicamente lo que quieres decir con “destruir”.

—Te lo explicaré, pero entiendo que las palabras que uso son
imprecisas. La construcción fusionará la Tierra con Dragonhome…

¿Fusionar? ¿Qué significaba eso? ¿Cómo podría ser posible fusionar


dos reinos?

—… de tal manera que las protecciones que han estado vigentes


durante milenios ya no se aplicarán. Ella podrá ingresar a la Tierra en el
cuerpo de su avatar con su poder intacto. El proceso de fusión implica
aplastar los estratos entre los reinos, lo que creará fuerzas destructivas
como no se han visto desde la Gran Guerra. Debido a que desea gobernar
la Tierra, esas fuerzas se dirigirán a Dis y Dragonhome. Dudo que este
continente sobreviva.
—¿Qué prueba ofreces de que esto es así? —dijo Tú'àn con frialdad.

—Nos falta el tiempo necesario para presentar mis pruebas.

—Quieres detenernos —dijo Shēngwù, con una voz


inquietantemente baja—. Quieres detenernos.

—Sí.

Esta vez lanzó fuego de mago. Fuego que ardía negro, no amarillo ni
azul. El fuego que quema cualquier cosa.

La mayor parte salpicó de Reno como si hubiera sido agua. La


mayoría, pero no todo. Reno se arremolinó en el aire como una enorme
cinta verde. Su cola estaba ardiendo. Abrió las mandíbulas y exhaló una

372
sola nota. Las llamas murieron.

—¡Juntos! —gritó Shēngwù.

Esta vez, Shuǐ lanzó fuego de mago con Shēngwù. Dos ráfagas de
fuego negro golpearon a Reno al mismo tiempo.

Tú'àn se disparó en el aire, llamando a los Puños:

—¡Procedan como se ordenó! —Luego, él también convocó fuego de


mago y lo arrojó.

Kongqi también. También lo hizo Dick Boy.

Pero se lo lanzaron a sus hermanos.

—¡Atrás! —ordenó Rule mientras una docena de Puños los atacaban.

Lily hizo un rápido disparó y dio dos pasos hacia atrás, y se dio
cuenta de que Rule no se estaba retirando con ella y Cynna. En su lugar,
gritó y saltó hacia los hombres que empuñaban espadas, y Cambió en el
aire.

Un lobo del tamaño de un pequeño pony aterrizó entre una docena


de hombres profundamente sorprendidos.
373
Dis

La habitación no estaba del todo oscura. Las luces de mago se


balanceaban cerca del techo, pero no lo suficiente como para que fuera
realmente brillante. Pero Toby no quería ver nada mejor. Había
demasiados demonios aquí.

No monstruos. Demonios.

Toby no podía expresar con palabras por qué algunas de las


criaturas de Dis le hacían pensar en “monstruo” mientras que otras le
hacían pensar en “demonio”. ¿Cuál era la diferencia? Pero había una
diferencia, incluso si no podía explicarlo, y estos… estos eran demonios.

—Toby —susurró Diego—, se me acabaron los pañales y él acaba de


hacerse caca.

Miró al otro chico. Puso a Diego a cargo de los más pequeños para
darle algo que hacer. Noah solo tenía cuatro meses y la mayor parte del
tiempo dormía, pero ahora estaba despierto y trabajando sin parar en la
botella que sostenía Diego.

—Tendrás que usar uno de los grandes. —Habían tenido solo un


puñado de pañales del tamaño de un bebé realmente pequeño, pero
todavía tenían muchos de esos hechos para un tamaño de Ryder.

—Lo conseguiré —dijo Sandy y se deslizó sobre su trasero hacia la


pequeña pila de suministros que los demonios habían arrojado junto a
ellos.
Ryder tomó las manos de Toby y las usó para ponerse de pie. Otra
vez. Ella se rio entre dientes, levantó un pie y se cayó. Otra vez.

Había dos tipos de demonios en la gran sala subterránea a la que


los habían llevado sus captores. Un tipo estaba de pie sobre dos piernas
y tenía la piel roja o rosada y no tenía pelo. Sus caras parecían de
gárgolas, solo que con más ojos, dos al frente y dos atrás, y tenían
cuernos pequeños en la parte superior de la cabeza y colas largas e
inteligentes casi como un demonio de dibujos animados, solo que sin la
punta de flecha en la punta. En cambio, tenían una cresta huesuda que
parecía lo suficientemente afilada como para abrirte.

Como todos los demás demonios que Toby había visto, estaban

374
desnudos, por lo que sabía que algunos eran hombres, otras mujeres,
pero las mujeres no tenían senos. No había espacio para los senos porque
ahí es donde crecía el par de brazos más pequeños, justo fuera de sus
pechos. Esos brazos eran cortos y terminaban en manos que parecían
casi normales. La parte superior de los brazos era larga y gruesa, con
músculos como los de un mono y surgían de unos hombros poderosos.
Esos brazos terminaban en garras como las de sus grandes pies.

El segundo tipo de demonio estaba construido como una hiena


gigante sin pelo, con una piel que iba del pardo al negro. Estos demonios
tenían solo dos ojos, pero esos ojos eran rojos y brillantes. Tenían dos
patas traseras cortas y dos patas delanteras más largas, además de un
par de brazos de aspecto extraño con demasiadas articulaciones que
brotaban de sus pechos. Esos brazos terminaban en manos, pero con
garras tan malvadas que Toby pensó que no podrían usar sus manos
para mucho.

Un anillo de fuego de un metro de alto encerraba a Toby y los niños


en el medio de la habitación. También era fuego real, no del tipo falso que
Cullen usaba a veces. Toby estaba acalorado y sudoroso de estar sentado
cerca, pero no tenía muchas opciones. Su círculo de suelo no era muy
grande.

—¡Qué niña tan grande! —cantó Toby mientras Ryder se ponía de


pie una vez más. Y pensó en lo extraño que era que pudiera sonar tan
alegre cuando, dentro de él, una bestia estaba furiosa.

Necesitaba esa bestia. Su lobo. Podría ser demasiado joven para


Cambiar, pero la rabia del lobo lo había ayudado. Le impidió acurrucarse
en una bola y gritar o sollozar. Su papá venía por él. Él lo sabía. Pero aún
no estaba aquí. Puede que no llegue a tiempo… lo que sea que signifique
“a tiempo”. Toby trató de no pensar en eso, y su lobo también lo ayudó.

Ryder gorgoteó, levantó un pie y se dejó caer sobre su trasero.


Siempre se caía, sobre todo porque siempre trataba de caminar y no
podía, todavía no. Cynna la llamó una triunfadora nata. Pero caer sobre
su trasero no desanimó a Ryder. Ella tomó sus manos para hacerlo de
nuevo… y se congeló.

Toby levantó la mirada. Efectivamente, la mujer aterradora, la que


tenía dos voces, estaba justo al otro lado del fuego. Ella le sonrió. El
hombre también estaba allí, un poco detrás de la mujer, pero Toby no
podía prestarle atención. No con ella tan cerca.

375
—Qué linda bebé —dijo la mujer con su voz normal—. No es que me
preocupe mucho por los bebés, pero no me opongo a ellos. Y mi otra
mitad, eso es terriblemente inexacto, por cierto, pero nunca he sido
buena en matemáticas. Mi otra mitad adora positivamente a los bebés.
Especialmente niñas bebés. Tan puro… —Suspiró de una manera
soñadora que envió hormigas trepando por la columna de Toby—. Tienes
razón, lo sabes.

Toby no habló. No estaba seguro de poder. Incluso su lobo se quedó


quieto.

—Diego debería tener más fe en lo que le dices. Tu padre no solo


viene, está aquí. Muy cerca, en realidad. Pero no podemos ponérselo
demasiado fácil. ¿Dónde estaría la diversión en eso? Es hora de cortar
esos rastros que la mamá de Ryder está usando para encontrarlos a
ustedes dos. —Lo señaló. Esta vez su voz lo atravesó como un trueno—.
¡Midello-sha!

Toby se quedó paralizado ante la anticipación de cualquier cosa


terrible que hubiera hecho… Pero nada pasó.

—Está bien, Alice —dijo dulcemente, haciéndose a un lado para


revelar a alguien más. Una mujer que nunca había visto antes—. Son
todos tuyos ahora.

El fuego circundante se desvaneció y Toby vio claramente a la mujer


llamada Alice. Era pequeña para ser adulta y muy pálida. Cabello pálido,
piel pálida, ojos pálidos. Llevaba un top y pantalones azul pálido. Había
cinco hombres con ella. Todos eran bajos y parecían chinos o japoneses
o algo así. También parecían malos. Llevaban cascos raros, algunos de
metal, otros de cuero, y tenían petos de cuero atados al pecho. Llevaban
espadas.

Toby alcanzó a Ryder, acercándola antes de ponerse de pie.

—¿Quién eres tú?

—Soy Báitóu Alice Li. ¿Quién eres tú?

—Toby.

—Toby, voy a llevarte a ti y a los otros niños a la próxima parada de


tu viaje. Se llama Lóng Jia. Pasaremos por un portal…

—¡No! —Toby retrocedió un paso automáticamente. Un portal

376
significaba otro reino. No podía ir a otro reino más. Su papá estaba aquí,
buscándolo.

—Todo estará bien, Toby.

¿Todo bien? Él le enseñó los dientes. Su lobo quería saltar sobre ella.
Agarrar su garganta con sus mandíbulas y sacudirla, castigarla por
mentir. Pero no tenía mandíbulas ni dientes de lobo, y si saltaba sobre
ella, los hombres con armadura lo detendrían, tal vez lo matarían con sus
espadas.

Pelear o huir. No podía pelear. Entonces corrió.

Fue estúpido. Lo sabía incluso mientras corría hacia la puerta,


esquivando las manos que lo alcanzaban, rodeando a los demonios,
moviendo las piernas tan rápido como podía y agarrando a Ryder con
fuerza. ¿A dónde podría ir? Incluso si llegara a esa puerta, ¿a dónde iría?
Pero su cuerpo había decidido correr y correr hizo, y sintió como si la
bestia escondida en sus entrañas le diera fuerza y velocidad y…

El movimiento parpadeó en su visión periférica, luego un golpe


aterrizó en un lado de su cabeza. Su cabeza se movió hacia un lado y sus
piernas hacia el otro y aterrizó con fuerza y patinó en el piso de piedra y
se olvidó por completo de cómo pensar.

Manos, manos de demonio con garras, lo agarraron. Intentó


morderlos. Rodeado, estaba rodeado de enemigos y pateó y trató de
morder y luchó, desesperado por proteger la preciosa carga en sus
brazos, pero había demasiados. Lo apresaron en brazos duros y sacaron
a Ryder de los suyos.
Él gritó. Y algo se rompió.

Dolor. Dolía tanto…

Voces balbuceaban, sin sentido e ininteligibles, y él se balanceó


entre dos pares de manos, una sosteniendo sus tobillos y la otra
agarrando sus brazos por los hombros. Lo llevaron de regreso a través de
la gran habitación y él sabía que no debía dejarlos, no debía ir a donde
querían llevarlo, pero el conocimiento fue mudo. Se retorció, gruñó y
sentía dolor. No podía ver a través del dolor, no podía pensar, pero fue
golpeado por un repentino asalto de olores: sudor, sangre, carne, cobre,
piedra, orina, polvo y otros, más de los que podía identificar, un
caleidoscopio de olores, cada uno tan en capas y denso que quiso oler y

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oler durante horas. Y quería dejar de respirar por completo, abrumado.

Había algo que tenía que hacer. Tenía que. El dolor lo empujó, lo
obligó a hacerlo. Y no pudo. Lo que sea que se había roto dentro de él
luchó y luchó, desesperado por salir. Y no podía. Algo andaba mal,
horriblemente mal, y por un segundo colgó inerte de las manos de sus
captores, inmóvil y jadeando.

En ese único suspiro de quietud, escuchó la voz de su padre que


decía: No hay luna en Dis.

Estas palabras significaban algo. A diferencia de las voces externas,


que balbuceaban y balbuceaban, estas palabras tenían significado. Eran
importantes. Pero su cerebro no funcionaba bien. Antes de que pudiera
seguir ese significado, rastrearlo y darle sentido, el hombre que sostenía
sus pies los dejó caer. El otro hombre lo alzó sobre su hombro y dio unos
pasos rápidos hacia adelante.

El mundo cambió. Pasó de la tenue habitación subterránea plagada


de demonios a la luz naranja inclinada del atardecer y los frescos aromas
verdes.

Y lo escuchó. Escuchó su canción. La cosa más hermosa y más real


que jamás había escuchado. Y, después de todo, era fácil hacer lo que
debía.
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Una espada cortó el costado de Rule. Giró y apretó los dientes en el
muslo del hombre. La sangre brotó en su boca. Ignoró lo bien que sabía
y sacudió al hombre, arrojándolo contra otro hombre. Ambos cayeron.
Rule saltó sobre ellos para escapar de otro golpe de espada y rompió el
tobillo de otro hombre con un rápido mordisco-y-giro. Esquivó otra
estocada y saltó de nuevo, poniendo una docena de metros entre él y la
amenaza más cercana para poder evaluar.

Su costado ardía, pero el corte no era profundo. Tampoco el de su


cadera, que ya se había cerrado. Daños menores.

El enemigo se había llevado más. Siete de ellos estaban caídos,


muertos o demasiado heridos para luchar. Los seis restantes se habían
extendido y estaban tratando de rodearlo. Sensato de ellos, aunque eran
muy pocos para mantener ese círculo. Sin embargo, eran buenos
luchadores. Podrían haberse congelado brevemente cuando aterrizó por
primera vez entre ellos, pero algunos de estos hombres habían luchado
contra bestias más grandes que él. No habían corrido.

Lástima. Comenzó a girar en un círculo lento, vislumbró a Lily y


Cynna de pie cerca de la abuela, varias de las figuras sentadas de los
Kanas apiñados cerca. Lily había sacado su arma, pero no la había vuelto
a disparar. Él sabía que ella no lo haría, no con él en medio de sus
objetivos, moviéndose rápido e impredecible. Cynna estaba de pie con
una mano levantada como si estuviera preparada para lanzar algún
hechizo. La abuela… simplemente se encontraba de pie.

¿Dónde estaba Gan? Ah, ahí. Vio su forma borrosa en medio de otro
grupo de Kanas mientras continuaba girando. Los Puños habían
estrechado su círculo. Hora de romperlo, antes de que carguen. Escogió
su objetivo, pero siguió girando para engañar a sus enemigos.

Ahora. Se hundió con las patas traseras, giró y saltó, esta vez en
busca de altura. Apuntando hacia el aire vacío sobre la cabeza del Puño
más pequeño, quien balanceó su espada hacia arriba, forzando a Rule a
girar en el aire para mantener su vientre alejado de la hoja. Mientras
navegaba, pateó con las patas traseras. Uno conectó. Sintió que las
garras atrapaban carne, sintió el impacto contra el cráneo del hombre.

Solo cinco Puños podían pelear ahora. Y estaba fuera de su círculo


y pudo robar un momento para mirar hacia arriba.

Los engendros volaban por el cielo como enloquecidas efímeras.

379
Reno estaba inmóvil. No, no del todo… colgaba en el aire con las alas
extendidas, sin moverse ni hacia adelante ni hacia atrás, ni hacia arriba
ni hacia abajo. Pero se estremeció.

Rule parpadeó. No ayudó. Su visión de lejos no era tan buena en


esta forma como cuando tenía dos piernas, pero no creía que la
ondulación se debiera a un problema con sus ojos. Reno estaba haciendo
algo que hacía que su cuerpo pareciera agua en una piscina alterada… o
le habían hecho algo.

Rule realmente necesitaba saber cuál era. Trató de evaluar las


acciones de los engendros. Fue difícil. No pudo encontrar un patrón en
su vuelo veloz, y dos de ellos no parecían necesitar volar. Desaparecieron
de un lugar y reaparecieron en otro sin cruzar visiblemente el espacio
intermedio. Cullen le había dicho una vez que algunos de los viejos
adeptos habían podido teletransportarse. No era reconfortante pensar
que algunos de los engendros habían descubierto el truco de un adepto.

La mayor parte de lo que hicieron fue invisible para él, pero un rayo
se arqueó una vez, cegadoramente visible. En otra parte, una serpentina
de fuego de mago voló como una noche incandescente. Pero no podía ver
la magia, así que aunque asumió que se estaban produciendo otros
asaltos, no tenía idea de qué eran. Pero la batalla era claramente de tres
contra dos, con el número mayor en el lado equivocado. Sin embargo,
esos tres no se estaban comportando como si la inmovilidad de Reno
significara que le habían impedido destruir la construcción. No actuaban
como si hubieran ganado. Continuaron atacándolo entre ataques a sus
hermanos, quienes luchaban para detenerlos.
Decidió que Reno debió haber optado por no participar en la pelea.
No mataría a sus hijos, y su mejor arma no letal (la magia mental) no
funcionaba en los engendros. Y no tenía tiempo para seguir impidiendo
que lo mataran, una y otra vez, no si quería destruir la construcción. Así
que había creado una especie de escudo, dejando la batalla a sus hijos
mientras hacía lo que solo él podía hacer.

Un pequeño sonido hizo que Rule se diera vuelta cuando uno de los
Puños se acercó a él, con la espada ya balanceándose. Se lanzó por debajo
del golpe y cortó el tendón de la corva del hombre.

Los Puños se habían reducido a cuatro ahora. Seguramente se… sí,


se unieron, ya sea reconsiderando su estrategia o considerando la

380
retirada. Deseó tener el encanto de traducción para que le dijera lo que
estaban diciendo, pero estaba en el suelo con su ropa, perdido cuando
Cambió.

Algo estaba ardiendo. Hierba, le dijo su nariz. Probablemente no


todo el fuego de mago se había extinguido cortésmente después de
salpicar inútilmente contra Reno o sus hijos. Lanzó otra rápida mirada
al cielo, justo a tiempo para ver a una de las figuras que se precipitaban
parpadear. Pero esta vez el engendro desaparecido no volvió a aparecer.

Eso no puede ser bueno, pensó, mirando a su alrededor, tanto en el


cielo como en el suelo, sin ver el engendro perdido. ¿Si había sido uno de
los tres enemigos o uno de los dos aliados que había desaparecido? Con
sus túnicas blancas, era difícil distinguirlos desde el suelo. No podía…

Sonó la voz de la abuela.

—¡Ellos llegan!

Su corazón dio un brinco. Los niños. Los niños iban a entrar por el
portal. Toby, su corazón cantó, mientras su mente le informaba que esto
significaba que la abuela tenía que alejarse del portal. Lo que significaba
abandonar la guarda.

Las cosas podrían complicarse. Si algo de la magia arrojada por


encima de sus cabezas lloviera sobre ellos, si los Puños fuera de la guarda
ahora se daban cuenta de que se había ido…

Y entonces se fue.
Primero escuchó la voz de una mujer. Alice Báitóu, que había ido a
buscar a los niños. Dijo algo en chino y luego en inglés.

—¿Qué está pasando? La alarma está a mitad de camino… Oh.


Cielos.

Los Kanas estaban entre él y la torre y no podía ver. Y tenía que


hacerlo. Corrió rápidamente para tener una vista de la entrada que
también era un portal.

La abuela estaba a un lado y Alice al otro. La cabeza de Alice estaba


inclinada hacia arriba, con la boca abierta mientras miraba a Reno. Un
Puño apareció en la puerta vacía con una caja debajo de un brazo y un
pequeño bebé en el otro. Noah. El siguiente llevaba a un niño (Diego)

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seguido de un hombre que llevaba una caja grande, luego uno que llevaba
una bolsa de pañales y otro bebé.

—¡Ryder! —gritó Cynna y se abrió paso hacia ese Puño. A su bebé.

El último Puño pasó de la nada a este mundo. Llevaba a Toby. Un


Toby agitándose y retorciéndose, su cuerpo dando sacudidas, atrapado
en una agonía invisible, su rostro congelado en un gruñido…

Oh Dios. Querida Dama. Rule sabía lo que significaba ese gruñido,


ese cuerpo retorciéndose, y no importaba que fuera imposible. Se olvidó
de los Puños, el dragón, los engendros y corrió hacia su hijo.

Quién estaba pasando por el Primer Cambio.

—¡Mierda! —gritó Lily.

Algo andaba mal con Toby. Rule corría hacia él y Lily quería derribar
a un par de personas e ir hacia él también, pero la guarda estaba caída
y los Puños restantes, tal vez veinte, se acababan de dar cuenta. Uno de
ellos gritó una orden al resto y comenzaron a trotar hacia adelante. Y
Cynna estaba fuera de escena por ahora, habiendo agarrado a Ryder y
caído de rodillas en el suelo, llorando, abrazando a su bebé.
La abuela apartó a los últimos Puños de Alice del camino y volvió a
su lugar, murmurando palabras que Lily no pudo entender. Un momento
después, el fuego volvió a brotar en un círculo perfecto. Dos Puños
cruzaban la hierba quemada en ese instante. Uno saltó hacia atrás; el
otro hacia adelante.

La protección volvió a deslizarse en su lugar, pero ahora había once


Puños más de este lado. Y se dirigían hacia la torre.

Lily se posicionó y extendió su arma con su mejor agarre con las dos
manos. Pero los hombres que cargaban hacia ellos no sabrían lo que tenía
en la mano. No respetarían lo que puede hacer un arma. Iba a tener que
matar gente para demostrar que podía.

382
Alice tartamudeó.

—É-él no es… ¿quién es?

—Se hace llamar Reno. —Lily vio al hombre que iba a la cabeza. El
que era lo suficientemente inteligente para dar órdenes. Apretó el gatillo.
El arma se movió en sus manos. El hombre gritó, se tambaleó y cayó.
Quería gritarles a todos que se detuvieran, no hacerla matarlos. Volvió a
echar un vistazo—. Es tu bisabuela.

—Él es mi… oh. —Luego, bruscamente—: ¡Detén eso!

—No puedo. Tengo que detenerlos.

—Déjame —dijo Alice. Por el rabillo del ojo, Lily vio que Alice hacía
un gesto rápido y preciso. Ella pronunció una palabra una vez. La repitió
una y otra vez, hasta que los primeros cinco Puños se derrumbaron al
suelo en agonía. Luego, en voz alta—: ¡Alto!

Para sorpresa de Lily, lo hicieron. Varios gritaron explicaciones.


Tú'àn había ordenado a los Puños no mágicos que entraran en acción,
pero no a ellos. Sus órdenes no estaban claras, pero sabían que Tú'àn
quería a la anciana. Alice debería hacerse a un lado.

—Están equivocados —les dijo Alice secamente—. Quédense donde


están mientras soluciono la situación.

Su autoridad familiar los detuvo incluso mientras profundizaba su


confusión. Sin un oficial o sargento, no se atrevían a desobedecer a quien
les había dado órdenes a menudo en el pasado. Uno que era pariente de
dragón. Pero, ¿y si estaban equivocados? ¿Y si el Zhu Tú'àn esperaba que
capturaran a la anciana sin que se les ordenara específicamente que lo
hicieran?

Rule llegó a Toby. Lily no sabía qué pretendía hacer. En ese


momento era un lobo y no podía… ¡mierda y doble mierda!

Toby se había desvanecido en la confusión de la banda de Möbius


del Cambio.

—¡Retrocedan! —llamó Lily—. Todos aléjense del lobo. —Cuando


terminó la oración, ya no era precisa—. Los lobos.

Toby era un hermoso lobo, la mayoría de él tan negro como la forma


de lobo de su tío, pero con una máscara gris plateada en su rostro, en la

383
punta de las orejas y en el vientre. Sin embargo, era un lobo pequeño, no
tan alto como otros lupi, y delgado, casi flaco. Sus piernas parecían
temblorosas y demasiado largas para su cuerpo. ¿Era un lobo
adolescente? Lily no estaba segura de cómo eran los lobos adolescentes.
Nunca había visto uno. Los nuevos lobos se mantenían confinados en
terra tradis. Que era donde Toby hubiera estado si ellos hubieran tenido
alguna idea, cualquier indicio de que estaba tan cerca del Primer Cambio.

Se paró sobre esas cuatro piernas temblorosas sobre el postrado y


aterrorizado Puño que lo había estado cargando, y sus dientes eran tan
grandes como los de un adulto y mostraban un gruñido. Se abalanzó
sobre la garganta del hombre…

Rule lo golpeó con su cuerpo, derribándolo. Él ladró, se sobresaltó y


cayó a los pies de la abuela. Rule se movió para pararse sobre él.

—¡Alice! —gritó Cynna—. Dile a tus hombres que me den a los niños,
o al menos que los alejen de los lobos.

Lily agarró a Alice del brazo y tiró.

—Ven. No es seguro estar cerca de esos lobos.

Alice se dejó mover, pero frunció el ceño.

—¿No son tus lobos? ¿Y por qué hay dos?

—Rule está bien. Él tiene el control. El otro es Toby, pero Toby no


sabe que es Toby en este momento. —Lily se detuvo a unos tres metros
de los lobos, sin perder de vista a los Puños que se arremolinaban.
Confiando en Rule para vigilar a Toby—. Acaba de pasar por el Primer
Cambio. Tiene mucha hambre y es muy peligroso. Necesita comida.
Carne.

—No tengo carne.

—¿Puedes conseguir algo? Uno de tus hombres, ¿puede enviar a


alguien a traerle algo de carne? ¿Un par de pollos, tal vez?

Alice lo consideró brevemente.

—Una excelente idea. Mi escuadrón irá a buscar carne.

—¿Los cinco?

—Cuando los Zhuren los reclamen, serán un déficit, no un activo.

384
—Alice habló en chino con el líder de su escuadrón, diciéndole que llevara
a los niños al grupo de Kanas que estaban sentados más lejos de la torre,
donde Cynna se haría cargo de ellos. Luego todos iban a buscar pollos y
traerlos aquí.

Gan estaba con ese grupo de Kanas. O lo había estado… Lily no


podía verla desde aquí. La torre la bloqueaba. Se hizo a un lado varios
pasos para poder ver mejor.

—¡Gan! ¡Es hora de irse!

Una pequeña cabeza naranja apareció en el centro de los Kanas. De


pie, Gan era casi una cabeza más alta que la gente sentada a su
alrededor.

—¿Es seguro?

—No —dijo Cynna, apresurándose en esa dirección con los Puños de


Alice y sus cargas—. Pero no hay ningún lugar seguro en este momento.

El pulso carmesí de la alarma se apagó de repente.

El suelo se estremeció. El ceño de Lily se hizo más profundo.

—¿Qué…?

—Están golpeando en la guarda —dijo la abuela con gravedad.


Li Lei no miró hacia arriba. No necesitaba hacerlo. Los engendros
estaban llenos de magia, tan fáciles de sentir que habría tenido que
trabajar en ello para dejar de ser consciente de ellos. Tres de ellos
flotaban directamente sobre su cabeza, los tres que querían a los niños.
Los tres que habían intentado matar a Reno, a quienes no tenía atención
que dedicarles.

385
Dos de los engendros lo habían estado defendiendo. Ella no sabía
dónde estaban esos dos. Era raro que alguna tarea requiriera toda la
atención de un dragón. Desmantelar la construcción era, al parecer, una
de esas raras tareas.

Li Lei sabía cómo acceder a un nodo. Para ella, hacerlo era casi
seguro. No se puede llamar completamente seguro, porque los nodos
nacían en el caos y eran inherentemente impredecibles. Pero cruzar la
calle tampoco era completamente seguro.

Ella había subestimado la dificultad de aprovechar los nodos


gemelos.

La frase se refería a los nodos que estaban lo suficientemente cerca


físicamente para interactuar. Tales gemelos eran muy raros y nunca
antes los había tratado. Estos nodos pulsaban juntos como dos cámaras
de un corazón gigante. Esa sincronización les permitía permanecer
estables, sin interferir con el otro. También le hacía necesario extraer de
ambos nodos a la vez, para extraer exactamente la misma cantidad de
energía de cada uno para no alterar su equilibrio. Tanto había sabido de
antemano, y si hacerlo había resultado más difícil de lo esperado, todavía
estaba dentro de sus habilidades.

Ella no sabía que los engendros eran idiotas.

Solo un idiota golpearía su guarda de la forma en que lo estaban


haciendo ellos: golpes en forma de pura fuerza. Sin duda sabían que los
niños habían llegado. Sin duda esto los enloqueció de furia y frustración.
Querían saber cómo reaccionaba ella a sus golpes.
Esto era muy estúpido de su parte. Solo había tres posibles
reacciones que podía tener, y solo una de esas posibilidades podría
haberlos beneficiado: si sus golpes la hacían temer perder el control,
podría abandonar la guarda. Dado que ella, la guarda y los nodos ya
habían sufrido un golpe mucho más duro, no pensó mucho en este
razonamiento. Las otras dos posibilidades no les ofrecían ningún
beneficio. O perdería el control y todos en un radio de varios kilómetros
cuadrados morirían, o ella mantendría el control. Como estaba haciendo.

Lo que significaba que el poder de sus golpes era desviado. En su


mayoría era desviado hacia el suelo. Y Lang Xin estaba situado sobre una
falla.

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Uno de los engendros había calmado la tierra antes, cuando ese
primer idiota había golpeado su guarda. Había golpeado mucho más
fuerte de lo que estaban haciendo ahora, pensando que él podría abrirla
con un solo golpe. Se había equivocado en más de un aspecto. Pero ahora
eran tres, y si estaban pinchando y pinchando en lugar de intentar
romper la barrera como un huevo, ninguno de ellos parecía tener el
sentido o la habilidad de aquietar la tierra.

Li Lei tampoco tenía esa habilidad. No es que pudiera haber prestado


atención para emplearlo si lo hubiera hecho.

Empuje, empuje, empuje.

La tierra retumbó. Un momento después, vibró.

—¡Agarren las lanzas! —llamó uno de los engendros—. ¡Corran,


tontos! ¡Agarren las lanzas! —Otro comenzó a dar órdenes a Alice Báitóu,
que era bisnieta de Reno. Alice Báitóu respondió preguntando dónde
estaba el Zhu Kongqi. El engendro se rio y dijo que se había escapado.
Alice Báitóu no pareció creerle. El tercer engendro les dijo a los Puños
que se olvidaran de las lanzas y buscaran a los niños. Los otros dos
engendros comenzaron a discutir con él.

¿Por qué querían lanzas? Li Lei frunció el ceño ante eso. ¿Querían
arrojárselas? Las flechas serían más fáciles, sin duda. Su guarda no
detendría las flechas. Se preguntó mucho por qué enviarían a buscar
lanzas en lugar de arcos.

A lo lejos se dio cuenta de que Rule-lobo estaba junto a su hijo, que


tan repentina e inesperadamente también era lobo. Rule gruñía con los
dientes al descubierto. Ella asumió que esto era una especie de rito de
dominación y lo descartó de sus pensamientos. Vagamente, también, se
dio cuenta de que Lily estaba parada con su arma afuera y lista, y en un
rincón de su corazón sentía dolor por su nieta. Rule mataba como lo hacía
el tigre, sin vacilación ni culpa. Lily no podría matar de esa manera, pero
haría lo que debía.

Sin embargo, la mayor parte de la atención que podía prescindir del


consumo de energía estaba en Cynna. Cynna y los niños. Los Puños
habían llegado a los Kanas y Gan, y los niños ahora estaban al cuidado
de Cynna.

Los niños eran la razón por la que ella estaba aquí. Oh, habría
venido de todos modos si Sam se lo hubiera pedido. O si Lily lo hubiera

387
hecho, y posiblemente si Rule lo hubiera hecho. Sin embargo, no habían
necesitado preguntar porque el engendro se había llevado a los niños.

Li Lei no podía proteger a todos los niños en todas partes. Esto la


entristecía, porque todos los niños deberían estar protegidos, pero ella
era realista. Toby, sin embargo, se había convertido en suyo. Más aún,
se había convertido en del tigre. Y el espíritu del tigre que era su herencia,
el don y el cargo que se había transmitido durante generaciones de madre
a hija, o de abuela a nieta, y al menos una vez de bisabuela a bisnieta,
existía por una razón. Para proteger a los jóvenes.

Cynna se arrodilló en el suelo, sosteniendo a Ryder en un brazo, su


otro brazo alrededor de un niño de cuatro años que se aferraba a ella.
Habló con el niño mayor (Diego, sería ese) quien acunaba al más pequeño
de ellos en su hombro de manera protectora. La abuela volvió un poco su
atención en esa dirección para poder escuchar…

—… deja que Gan se lo lleve ahora, Diego. —La voz de Cynna sonó
ronca. Las lágrimas harán eso—. Queremos sacar a los bebés primero.

Diego negó con la cabeza con firmeza.

—Toby me lo dio para que lo cuidara. Tengo que quedarme con él.

Toby, pensó Li Lei, era un buen chico. Muy inteligente. Se convertiría


en un buen hombre, aunque sería más fácil si su padre le impedía
comerse a nadie. Toby se lo tomaría muy mal más tarde si se comiera a
alguien ahora. Sin embargo, había girado sobre su espalda y estaba
mostrando su vulnerable vientre al enorme lobo que estaba parado sobre
él. Buena señal. Esperaba que alguien le trajera esas gallinas
rápidamente.
Un golpe particularmente fuerte en un lado de la guarda seguido de
golpes más suaves atrajo toda su atención hacia su acto de malabarismo.
El golpe siguió y siguió, con un golpe más fuerte de vez en cuando. Su
guarda aguantó. Su control se mantuvo. La tierra se estremeció una y
otra vez: pequeños temblores, pero demasiados.

Por fin hicieron una pausa en sus golpes. Parpadeó, notando su


entorno por primera vez después de su larga concentración. Estaba
rodeada de Kanas. Se paraban a tres de profundidad a su alrededor.

El tigre se agitó alarmado.

El tigre no tenía edad y era muy viejo. Era sabio e imprudente, vasto
y absolutamente limitado. Todo era enigma y contradicción, y sabía lo

388
que sabía. Algo de lo que sabía, lo compartía fácilmente con Li Lei: la
alegría muscular del movimiento, la alegría salvaje de desgarrar la carne
de la presa con dientes y garras. Algo de lo que sabía que no podía tocar.
Y algo de conocimiento que compartió, pero en destellos de lado, difíciles
de entender.

Ella misma no tenía precognición y no había vivido lo suficiente


como dragón para desarrollar la capacidad de leer patrones, una
habilidad que despertaba en ellos después de los primeros siglos.

Pero el tigre era espíritu. El espíritu no estaba tan limitado por el


tiempo como la carne.

—¡Retrocedan! —ordenó a la gente que la rodeaba—. ¡No se queden


tan cerca de mí!
389
Demasiada gente en el espacio abarrotado debajo de la guarda de la
abuela, pensó Lily, y no había suficientes engendros en lo alto, lo cual
era algo realmente extraño de pensar, pero ¿dónde diablos estaban
Kongqi y Dick Boy? No se tragó la respuesta desdeñosa de Shēngwù a la
pregunta de Alice. No se habían escapado, pero ¿dónde estaban?
¿Muertos?

—Llévanos a tu punto de cruce —le dijo a Gan, y animó a las


personas que la rodeaban para que siguieran al pequeño ser naranja que
podía salvar a los niños. Quería que todos ocuparan un lugar diferente:
el punto de cruce de Gan. Si tenían mucha suerte, la multitud podría
evitar que los engendros se dieran cuenta cuando sus objetivos
comenzaran a desaparecer.

Los engendros estaban demasiado furiosos para pensar con su fría


precisión habitual, y no eran buenos para trabajar juntos. Lily solo podía
alegrarse de eso. Los tres de arriba habían pedido primero órdenes
contradictorias a los Puños, y ahora estaban discutiendo al respecto. Los
Puños no tenían forma de decidir qué órdenes seguir.

Alice fue con Lily.

—No sé mucho sobre los lupi —dijo mientras los engendros


discutían en lo alto—. ¿El estrés de la captura precipitó este Primer
Cambio para el niño?

Lily simplemente negó con la cabeza, sin saber la respuesta o si se


la daría a Alice si la tuviera. No se suponía que Toby entrara en el Primer
Cambio hasta que entrara en la pubertad. Se suponía que Rule podría
olerlo cuando las hormonas de Toby cambiaran, señalando ese período.
Es cierto que la pubertad era un proceso, no un momento, pero maldita
sea, Rule debería haberlo sabido.

Con Toby, había un temor adicional sobre el Primer Cambio. Habían


tenido un fuerte indicio de que era susceptible al cáncer salvaje, que era
cáncer con esteroides, con tumores y crecimientos que superaban a casi
todo el cuerpo. Los lupi solo eran vulnerables al cáncer salvaje en dos
momentos de sus vidas: al final y justo después del Primer Cambio. Por
eso Rule se había resistido durante tanto tiempo a crear un heredero para
Leidolf. Cuando nombrara heredero a alguien, colocaba una parte del
manto en el hombre. Y Rule tenía la intención de que esa parte fuera para
Toby. Alguna calidad del manto impedía que el cáncer salvaje se
instalara.

390
Pero justo antes de que dejaran la Tierra por Dis, Rule cedió y colocó
la porción del heredero en un Leidolf de alto dominante llamado Mateo
Ortiz. Si Rule moría sin un heredero, el manto estaba perdido. Con él iría
gran parte de la cordura de todo un clan. Así que la porción del manto
del heredero estaba de vuelta en la Tierra, donde no les servía de nada.

Sin embargo, Toby se veía bien. Parecía normal, por un valor de


normal que incluía cuatro patas en lugar de dos. Lily deseaba
desesperadamente poder oler a Toby de la forma en que Rule podía para
saberlo. Se suponía que el cáncer salvaje tenía un olor distintivo.
Demonios, deseaba poder tocar a Toby. Acariciarlo. Pero en este momento
no sabía quién era ella, y no lo sabría durante varios días. Quizás un par
de semanas.

—¿Dónde está Kongqi? Y D… —En el último segundo se contuvo de


llamarlo Dick Boy—. ¿Dìqiú?

Alice frunció el ceño.

—Creo que el Zhu Shēngwù los apareció en otros lugares. No sabía


que podía hacer eso. No lo había creído posible.

—¿Aparecerse es lo mismo que teletransportarse?


—Disfruté de los libros de Harry Potter.

Lo que no parecía una respuesta en absoluto, pero Lily lo dejó pasar.

Cynna estaba arrodillada en el suelo. Ryder, asombrosamente, se


había quedado dormida en los brazos de su madre. Sandy, de cuatro
años, se inclinó contra Cynna y Diego se quedó cerca, acunando a Noah
de manera protectora y mirando a Cynna como si tuviera todas las
respuestas.

—¿Estás segura de que puedes llevarlos a ambos? —le preguntó


Cynna a Gan.

—Haciéndolo de esta manera, puedo. —Gan asintió sabiamente—.

391
Son pequeños y es fácil cruzar al Borde, incluso desde aquí. Pero no el
lobo. —Gan lanzó una rápida mirada a la zona protegida donde Rule
estaba junto a su hijo jadeante y agitado. Había llevado a Toby lo más
lejos posible de todos los demás—. No puedo llevarlo. Me comería.

—No, no puedes.

En lo alto, los engendros continuaban discutiendo, pero no tan


fuerte. Lily no podía oírlos bien. A sus pies, el suelo tembló
delicadamente. Tres puntos, algo, pensó, y trató de ignorar la frecuencia
con la que sucedía porque no podía hacer nada al respecto.

Cynna miró al niño de cuatro años que se aferraba a su costado.

—Sandy, tienes que ir con Gan ahora. Ella te llevará a un lugar


llamado Borde. Mucha de la gente te parecerá graciosa. ¿Has conocido a
un gnomo?

Sandy negó solemnemente con la cabeza.

—Son pequeños, como Gan. Se ocuparán de ti y de Ryder y se


encargarán de que llegues a casa.

El labio inferior de Sandy tembló.

—Quiero ir a casa. Tengo muchas ganas de volver a casa.

—Lo harás. Llevará un tiempo llegar allí, pero ya estás de camino a


casa. —Animó a Sandy con un pequeño empujón en su trasero, y el niño
dio tres pequeños pasos para unirse a Gan. Cynna respiró
temblorosamente y sostuvo a Ryder. Ryder se despertó y comenzó a
llorar, alcanzando a su madre.
Los ojos de Gan se agrandaron.

—¡Eso está gritando!

El suelo se estremeció una vez. Se detuvo.

—Los bebés hacen eso a veces —dijo Cynna—. Y Ryder es un ella,


no un eso.

—Es extraño cómo ustedes tienen un sexo cuando son tan nuevos.
Ni siquiera pueden elegir.

Cynna soltó una risa temblorosa, se puso de pie, se inclinó y besó a


su hija llorando, evitando los brazos extendidos. Luego besó la frente de

392
Gan.

Gan puso los ojos en blanco.

—¡Cynna, no podemos tener sexo ahora!

—Ese fue el beso de un amigo, no un beso sexual. Ahora ve.

—Está bien —dijo Gan, y agarró a Sandy con su brazo libre, tirando
de él con fuerza contra ella.

Luego se fueron.

Cynna se quedó allí, mirando el lugar vacío con ojos rojos.

Los engendros no reaccionaron. No deben haber visto a Gan llevarse


a los niños. Lily exhaló un gran suspiro de alivio y se acercó a su amiga,
tocando el brazo de Cynna.

—¿Estás bien?

—Acabo de enviar a mi bebé con Gan. Gan no sabe cómo cambiar


un pañal. Probablemente no sepa cuál es el extremo del pañal. No es que
tenga pañales, así que supongo que eso no importa.

—Seguramente tendrán pañales en el Borde y personas que sepan


cómo cambiarlos.

—Creo que Sandy sabe cómo cambiar un pañal —ofreció Diego.

El chico parecía tan joven y perdido, de pie, inmóvil, abrazando al


pequeño Noah. Lily también quería que todo estuviera bien para él. Y no
podía.
—¿Sabes por qué Gan se llevó primero a Sandy y Ryder?

—Porque son más pequeños. Soy mayor, así que puedo esperar. Sin
embargo, no me parece muy justo para Noah. Es el más pequeño de
nosotros.

—Hice trampa —dijo Cynna, sonando cansada—. Primero envié a mi


bebé a un lugar seguro.

Diego frunció el ceño pero dijo a regañadientes:

—Supongo que mi madre también habría hecho trampa si pudiera.

Ah Hai era uno de los Kanas de este grupo. Se adelantó, sonriendo,


tocó el hombro de Diego y le dijo en chino lo bueno y valiente que era.

393
Él parecía levemente alarmado.

—Ah Hai es realmente agradable —le dijo Lily—. Ella…

—Lo han decidido —dijo Alice de repente.

Lily echó la cabeza hacia atrás para mirar a las tres figuras que
circulaban sobre ellos.

Tú'àn llamó a los Puños.

—Sus Zhuren ahora están de acuerdo. Dos escuadrones de Puños


irán a toda velocidad y regresarán con las lanzas. El resto de ustedes
debe capturar o matar a la anciana. La captura es mejor. ¡Vamos!

Se acabó el tiempo de tranquilidad.

—Todos ustedes, Kanas, mantengan este lugar despejado para que


Gan pueda cruzar de regreso —ordenó, y comenzó a correr hacia la
abuela.

También lo hicieron algunos de los Puños. El resto corrió a buscar


las malditas lanzas, esas enormes lanzas de hierro que había visto antes.
Lanzas que se necesitaban dos hombres para transportar. Las armas que
habían sacado cuando un dragón salvaje sobrevoló en la ciudad.

Los Kanas que se habían quedado cerca de la torre se habían movido


en algún momento. Ahora se paraban frente a la Abuela, protegiéndola
con sus cuerpos.

El suelo se movió. Otro temblor suave, pero duró más.


Lily tomó posición frente a los Kanas, frente a la abuela, y se preparó
para matar gente. ¿Pero podría matar a diez hombres antes de que la
alcanzaran?

No.

—¡Retrocedan! —ordenó la abuela—. ¡No se queden tan cerca de mí!

Lily estabilizó su arma y disparó a un hombre. Por el rabillo del ojo


vio a Rule corriendo hacia ella, no, hacia los Puños. Y Toby corría a su
lado.

Lily hizo dos tiros rápidos. Golpeó con uno, falló con el otro. Rule
derribó a un hombre demasiado rápido para que Lily dijera exactamente

394
qué había hecho, excepto que se trataba de gritos y sangre. Toby se
abalanzó sobre otro hombre...

Y la tierra rodó como el océano bajo sus pies.

Lily no se cayó. La postura que había sido entrenada para tomar


mantenía sus rodillas flexionadas, y cabalgó sobre la tierra
repentinamente líquida que se sacudía debajo de ella. Gritos, detrás de
ella, a su alrededor, y el sonido de una roca raspando. Cayendo. La
mayoría de los Puños cayeron, y alguien detrás de ella también lo hizo,
golpeándola y logrando lo que el terremoto no había logrado. Ella también
se cayó.

También lo hizo la guarda.

Lo sintió, una ráfaga de poder que picó cada centímetro de piel


expuesta mientras rodaba, se puso de rodillas y miró a su alrededor.

La gente estaba desparramada por todas partes. A la torre le faltaba


su gorra roja de frisbee. La torre en sí parecía completa, pero se inclinaba
ligeramente hacia un lado. Alguien llamó para moverse, alejarse de la
torre; alguien al otro lado de la torre dijo algo acerca de detener la sangre.
Lily no podía ver quién estaba sangrando. En la base de la torre, la abuela
yacía en el suelo con uno de los Kanas, un joven, medio tendido encima
de ella. La habían sacado de su posición, el lugar central que tenía que
mantener para mantener la guarda.

El joven se movió, apartándose de ella. La abuela no lo hizo.

—¡La conseguiré! —vino un grito desde arriba—. ¡Ustedes dos


atrápenlo a él!
Lily se puso de rodillas y apuntó con su arma. El engendro que se
abalanzaba sobre ellos era un objetivo fácil, su túnica blanca parecía casi
recoger la luz que quedaba contra el crepúsculo del cielo, pero se movía
rápido. Demasiado rápido. Ella disparó. Disparó una y otra vez. Pero o
fallaba con cada disparo o el engendro podía rebotar balas en su pecho
como Superman. Se deslizó hacia abajo a unos tres metros y el cuerpo
inerte de la abuela comenzó a levantarse.

Dos lobos se abalanzaron sobre él. Sin embargo tan bueno para
repeler balas como podría ser, no podría hacer rebotar a los lobos en su
pecho.

Las mandíbulas de Toby se cerraron sobre su tobillo. Rule lo golpeó

395
más alto, probablemente apuntando a la garganta, pero el engendro
levantó su brazo a tiempo. Las mandíbulas de Rule se cerraron sobre ese
brazo. Por una fracción de segundo parecieron quedarse allí, pero el dolor
o la conmoción del asalto debieron haber distraído al engendro, o tal vez
la adición del peso de Rule y Toby fue demasiado para que su telequinesis
pudiera soportarlo. Cayeron.

Los lobos perdieron el control de su presa cuando golpearon el suelo


a escasos dos metros de Lily. Rule se recuperó de inmediato, saltando
sobre el engendro caído mientras Toby todavía intentaba ponerse de pie.
Rule se abalanzó sobre la garganta del engendro y se puso rígido, su
espalda se arqueó de manera poco natural, un gemido agudo subió de su
garganta mientras colapsaba, rígido y quieto, de costado. El engendro se
incorporó sobre un codo, señalando a Rule, y ella vio cuál era: Shēngwù,
el maestro de la Magia Corporal. Shēngwù, que acababa de practicar su
arte en Rule.

Lily no era realmente consciente de cruzar el pequeño espacio entre


ellos. Vagamente, notó que sus rodillas golpeaban la tierra junto a
Shēngwù, quien se retorció para señalarla con el dedo. La magia la
invadió, un cosquilleo en la cara, cuando apretó el cañón de su Glock
contra el hermoso cráneo de Shēngwù y apretó el gatillo, preguntándose
si la bala rebotaría en el cañón y su Glock explotaría en su mano.

El arma dio una sacudida. Sangre, cerebros y trozos de hueso


volaron por todas partes.

—Rebota eso —le gruñó Lily al hombre muerto y se arrastró sobre


su cuerpo para alcanzar a Rule, que no se movía, no respiraba, descubrió
mientras pasaba sus manos sobre él, se inclinaba y presionaba su oreja
contra su pecho, pero no encontró latidos. Pero él no estaba muerto, no
podía estar muerto, porque el vínculo de pareja no se rompió, y ella juntó
ambos puños sobre su pecho, esperando sorprender a su corazón para
que se reiniciara.

Y el otro lobo, el que no sabía que era Toby, le gruñó en voz baja,
mostrando los dientes y la cabeza gacha. Se paró sobre solo tres piernas,
pero se paró cerca. Demasiado cerca.

El pecho de Rule se agitó de repente. Hizo un sonido cortante como


un gato con una bola de pelo y aspiró aire de forma audible.

—¡Lily! —llamó Cynna—. ¡Vuelve! Retrocede. Toby está defendiendo


su Rho.

396
Lily no respondió. No se movió. Estaba bastante segura de que ese
movimiento haría que Toby saltara hacia ella.

Rule se puso de pie de un empujón. Sus costados se agitaron como


si el movimiento hubiera sido un gran esfuerzo, pero se puso de pie,
colocando su cuerpo entre Lily y su hijo, mostrando los dientes a Toby,
quien dejó de gruñir y agachó la cabeza, no como si estuviera a punto de
saltar, sino en sumisión. Parecía confundido. Rule parecía que estaba a
punto de caerse.

Un hombre gritó.

Se giró y vio a uno de los Puños de rodillas junto al cuerpo de


Shēngwù. Estaba lamentándose, el dolor torcía sus rasgos. Más Puños
se apresuraron y Lily comenzó a retroceder. No parecieron darse cuenta
mientras gritaban, algunos de ellos pidieron al maestro que se curara a
sí mismo. Hasta que uno de ellos gritó:

—¡Lo han matado! ¡Mátenlos! ¡Mátenlos a todos!

Uh-oh.

Ese hombre cargó directamente contra ella, balanceando la espada.


Lily levantó su arma, apretó el gatillo y se agachó en el último segundo
cuando su arma no disparó.

Sin municiones. Sin munición porque era una maldita idiota y no


había cambiado el cargador parcialmente usado por uno lleno. Lily
maldijo mientras retrocedía rápidamente, buscando a tientas en su faja
otro cargador mientras el hombre cargaba de nuevo. Se retorció, se
agachó, siguió moviéndose y vio que Rule comenzaba a cargar contra la
espalda del hombre y tropezaba. Y caía. Lo que sea que Shēngwù le haya
hecho, no se había recuperado realmente.

El Puño siguió acercándose, salvaje de dolor y rabia, lo que hizo que


sus estocadas fueran poderosas pero descontroladas. Podía evadirlo, pero
dos Puños más se acercaban detrás de él.

Y no podía encontrar los cargadores. Cualquiera de ellos.

Maldita sea al maldito infierno. Se le habían caído de la faja en algún


lugar del camino.

Detrás de ella, la abuela comenzó a cantar. Era una canción extraña,

397
sin palabras y de tono alto, construida con negras. La magia acarició la
piel de Lily con dedos pegajosos.

El Puño que intentaba con tanta fuerza abrirla se detuvo y parpadeó.


Los dos Puños detrás de él disminuyeron la velocidad, balanceándose
inestable. Uno a uno, los tres cayeron al suelo.

Lo mismo hicieron los Kanas cerca de la torre, vio Lily con una
rápida mirada a su alrededor. Los otros Puños colapsaron de la misma
manera, una suave rendición a la gravedad cuando sus rodillas se
doblaron y sus ojos se cerraron. Los Kanas que custodiaban el punto de
cruce se acostaron y durmieron, al igual que el niño de ocho años que
esperaba su turno a salvo, con un bebé todavía agarrado en sus brazos.
Los lobos fueron los últimos en sucumbir, pero pronto ellos también se
durmieron.

La abuela se sentó de espaldas a la torre de piedra, con el rostro


pálido como la tiza mientras terminaba su canción sin palabras. Las
únicas que aún estaban despiertas en el círculo de hierba pisoteada
alrededor de la torre eran ella, Lily, Cynna y Alice. Magia mental, se dio
cuenta Lily. La abuela les había cantado a todos para dormir usando una
forma de magia mental, y Alice y Cynna tenían escudos en contra de eso,
aunque el de Cynna no funcionaba en contra del habla mental.

Alice se acercó al cuerpo manchado de sangre de Shēngwù. Su


cabeza era un desastre sangriento. Su hermoso rostro estaba casi intacto.

—Eres dura con mi familia, Lily Yu —dijo en voz baja.


Lily no dijo: “Tu familia sigue intentando matar a la mía”. No tenía
sentido. En cambio, miró a su alrededor y hacia arriba, gritando mientras
lo hacía:

—¿Abuela? ¿Estás bien?

—Contragolpe —murmuró la abuela, acunando su cabeza con


ambas manos—. No morí, así que pasará. No podré subir la guarda
durante algún tiempo.

Los dos engendros restantes habían volado al Tribunal de Justicia.


Lily no podía verlos con claridad. Había un fuego de hierba entre aquí y
allá y el humo empañaba el aire. Sin embargo, los escuchó: estaban
discutiendo de nuevo.

398
Y tenía que llegar a Rule. Ella no cuestionó eso, simplemente metió
su arma inútil en la faja, la apretó y se dirigió hacia él. Hizo una breve
pausa para quitarle las espadas a los Puños dormidos. Una la arrojó a
varios metros de distancia; las otras dos las trajo con ella.

No es que tuviera la intención de usarlas. Benedict le había dicho


que, a menos que entrenara con una espada, estaría mejor sin una. Usas
lo que sabes, había dicho. Eres buena en el combate sin armas. Puedes
defenderte mejor sin una espada que con una si no sabes qué hacer con
esa maldita cosa. Dado que había pasado a demostrar lo que quería decir
al entregarle una espada de práctica y luego “matarla” tres veces en
menos de un minuto, ella le había creído. Pero al menos esos tres Puños
se despertarían sin sus armas.

Los dos lobos yacían juntos. Dejó las espadas y se arrodilló entre los
lobos dormidos, poniendo una mano en cada caja torácica peluda… y
sintió el lento y suave movimiento de su respiración. Su propia
respiración se atascó en algo parecido a un sollozo. Vivos. Ambos vivos.
Ella lo sabía, maldita sea, estaba segura de ello, y sin embargo, un rincón
de su mente no lo había creído hasta este segundo. Mientras Rule
estuviera vivo, podría curar lo que fuera que el engendro le hubiera
hecho.

—¿Eso es hierro? —preguntó Cynna desde varios metros de


distancia—. Parece hierro.

Miró hacia arriba y vio a Cynna de pie cerca del punto de cruce.
Sostenía a Noah y miraba al Tribunal de Justicia. Lily miró. El fuego de
la hierba arrojaba suficiente humo para empañar el aire, pero pudo ver a
los dos engendros enemigos. Uno de ellos se agachó y agarró una de las
lanzas de gran tamaño de los dos hombres que la habían sacado. La
levantó con una mano. Con una mano ensangrentada.

—¿Las lanzas? Sí, las vi cuando apareció ese otro dragón. Son de
hierro.

—El hierro es malo. Quizás realmente malo.

—¿Por qué?

—El hierro, especialmente el hierro viejo, el hierro oxidado,


interrumpe la magia moldeada. Hechizos. Lo que probablemente incluye
lo que esté haciendo Reno. No es que sepa lo que está haciendo, así que

399
no puedo estar segura de que las lanzas puedan atravesar su protección.
Pero podrían. No, deberían hacerlo, según lo que sé.

Tú'àn y Shuǐ estaban discutiendo de nuevo. O tal vez estaban dando


órdenes a los Puños o planeando su estrategia. Lily no podía escucharlos
con claridad, pero captó algunas palabras. Una de ellas fue fùchóu.
Venganza.

Reno era un pato sentado grande, gordo, colgado en el aire, ajeno,


en trance o algo así mientras trataba de salvar este mundo. Y
probablemente el suyo propio, porque si la Gran Perra pudiera traer todo
su poder a la Tierra… Lily se estremeció en el calor.

—¿Tienes algo que puedas usar en los engendros?

—Los hechizos que hice podrían funcionar —dijo Cynna con


amargura—. Si los tuviera. Los engendros están demasiado lejos para
cualquiera de mis rápidos hechizos ofensivos, si es que esos funcionarían
en ellos, lo que probablemente no funcionaría. No sé si son tan inmunes
a la magia como tú…

—No realmente inmunes —dijo Alice. Permaneció inmóvil junto al


cuerpo de Shēngwù, a medio camino entre Lily y Cynna. Ella miraba
fijamente a sus tíos abuelos—. Son naturalmente resistentes a la magia
y pueden mejorar esta resistencia natural. No entiendo cómo el Zhu
Shēngwù pudo aparecer a Zhu Kongqi y a…

Con un fuerte estallido de percusión, Dick Boy apareció en lo alto. Y


rugió. No fue el rugido de un verdadero dragón, pero fue terriblemente
fuerte, y en medio de él, Kongqi apareció en un lugar cercano. Ambos
engendros estaban empapados. El shenyi de Dick Boy se había ido.
Kongqi todavía usaba el suyo, empapado, goteando y manchado con lo
que parecía sangre.

Dick Boy gritó un nombre:

—¡Shēngwù!

—Está muerto —llamó Alice.

—¿Muerto? —sorprendido, Dick Boy miró hacia abajo y frunció el


ceño—. ¿Quién me robó la oportunidad de cortar su traicionera garganta?

En el Tribunal de Justicia, surgieron más parejas de Puños portando

400
lanzas. Una de esas lanzas flotó en el aire hacia la mano extendida del
segundo engendro.

—¡Charla más tarde! —les gritó Lily—. ¡Tus hermanos están a punto
de intentar matar a Reno!

Los dos engendros enemigos habían visto a sus hermanos. Uno de


ellos soltó un rugido muy parecido al de Dick Boy y agitó su lanza. El otro
zumbó y, mientras lo hacía, el fuego de la hierba se apagó. En el suelo,
los Puños comenzaron a trotar en esta dirección: dos escuadrones
completos con tres extras. Trece de ellos, cuatro todavía estaban
emparejados para poder llevar dos de las lanzas, el resto con sus espadas
desenvainadas y listas.

Kongqi gritó una palabra que Lily no sabía y se acercó a los Puños.
Agarró una de las lanzas de hierro y se la arrojó a Dick Boy, que lo había
seguido, pero todavía estaba por lo menos diez metros atrás y seis metros
más arriba. Luego agarró la última lanza.

—¿Qué están haciendo? —gritó Cynna—. Pensé que estaban


defendiendo a Reno.

—Intentarán hacerlo. —Alice parecía segura—. Sin embargo, las


lanzas son muy peligrosas. Llevan la muerte. Sin embargo, desearía que
Zhu Kongqi se hubiera detenido lo suficiente para dar nuevas
instrucciones a esos Puños. No quiero que Lily Yu les dispare a más.

Lo haría si pudiera, pensó Lily. Se acercaban los trece Puños y ella


se quedó sin rondas. La abuela todavía estaba sentada con la cabeza
entre las manos. Ninguna guarda próximamente. Rule y Toby todavía
dormían. Un solo espadachín podría cortarles la garganta a ambos.
—¿Alguien ve mis cargadores? ¡Necesito mis malditos cargadores!

—No por aquí —respondió Cynna.

Podía defender a Rule y Toby de hombres desarmados. No contra los


espadachines. Matarían a Rule. Matarían a Toby, que no era útil ahora
que había Cambiado. Sacudió a Rule. No se movió.

—Alice, ¿puedes ayudar a la abuela a acercarse a Cynna? —Cynna


era la única que podía ofrecer algún tipo de protección en este momento.

—No. Ayudaré a Cynna. Enviarán la mayor cantidad de Puños para


recapturar al chico, creo. ¿Qué cargadores buscas?

401
—Los que enviaste con mi arma. Se cayeron. Abuela, ¿puedes
caminar si te ayudo?

La abuela murmuró sin levantar la vista.

—Aún no. Lily, despierta a Rule.

Alice continuó con su manera tranquila mientras caminaba hacia


Cynna.

—No te envié tu arma y municiones. El Zhu Kongqi lo hizo.

—Él… —Lily cortó eso y echó una rápida mirada hacia arriba. La
túnica blanca del engendro casi brillaba contra un cielo que se había
vuelto rosado cremoso en el oeste, donde Kongqi había interceptado a
Tú'àn. Los dos estaban en duelo con esas lanzas de gran tamaño que
“llevaban la muerte”, lo que sea que eso signifique. Shuǐ estaba dando
vueltas alrededor de Reno, perseguido por Dick Boy—. ¿No acaba de
cambiar de bando?

—Seguro que sabes que te ha estado ayudando desde que pasaste


el examen. El Zhu Dìqiú también, aunque su ayuda se ha ocultado más
profundamente.

—¿Dìqiú? —La voz de Lily estaba llena de incredulidad. Ella sacudió


su cabeza. Si tuvieran un “más tarde”, podrían hablar de ello entonces.

—No puedo despertarlo, abuela. He intentado.

—Usa tu mente, niña —espetó la abuela.


Usar su… Oh. El habla mental. Quizás podría despertarlo con el
habla mental. Con facilidad y fluidez, tocó la mente de Rule.

Rule. Despierta. Te necesitamos. Toby te necesita.

—¿Conseguí el momento adecuado? —La voz aguda de Gan era


chillona de emoción o ansiedad—. Seguí hurgando hasta que encontré
un momento cercano a cuando me fui, pero no podía decir qué tan cerca
estaba. ¿Por qué están todos dormidos? ¿Ganamos?

—Todavía no —dijo Cynna con gravedad—. ¿Están a salvo? Ryder y


Sandy, ¿están bien?

—¡Seguro! Me quedé allí un rato porque podía, ya sabes, con los

402
tiempos tan torcidos. Todavía no está en el Borde. Lo estará cuando
vuelva, pero aún no lo está. Los gnomos se están ocupando de ellos.

Cynna dejó escapar un sollozo áspero.

—Bueno. De acuerdo, bien. Toma, lleva a Noah. Traeré a Diego. —


Empujó al bebé dormido en brazos de Gan.

Los Puños estaban casi aquí. Lily siguió llamando a Rule. Nunca
antes había intentado hablar mentalmente con alguien que estaba
dormido. Sabía que el pulso de sus palabras se hundía en su mente…
que se sentía/parecía más suave que su mente despierta. Los colores del
bosque eran los mismos… no, no del todo. Eran más oscuros y había una
pequeña mancha de azul sólido justo aquí...

—Puedo incapacitar a cuatro de ellos —estaba diciendo Alice—. No


conozco tus capacidades, Cynna. ¿Cuántos puedes detener?

Lily pasó su mente por la mancha azul. Estaba resbaladizo y


pegajoso, como cinta adhesiva de doble cara. Se sentía mal, pero
familiar…

—No lo sé —dijo Cynna lacónicamente. Recogió a Diego. Tomó


ambos brazos y el chico estaba completamente flácido—. Aunque puedo
matar a algunos.

—No deseo que los maten.

—No deseo que nos maten —espetó Cynna—. Gan…

—¡No puedo aceptarlo así! —protestó Gan—. ¡Tienes que


despertarlo!
… la pegajosidad se sentía como la magia que había acariciado su
rostro cuando la abuela cantaba. Sí. La mancha azul tenía que
desaparecer. Pero, ¿cómo sacarla?

—No puedo —dijo Cynna—. ¿Por qué no puedes llevarlo cuando está
dormido? Noah está dormido.

Las uñas eran buenas para despegar la cinta. Pensó en uñas


mientras reconfiguraba su sentido mental.

—¡Porque ya estoy sosteniendo a Noah y ese es más grande y está


todo caído y no puedo sostenerlo contra mí! ¡Tengo que tener mucho de
él tocándome o no todo de él cruzara conmigo!

403
—Diego debería despertar pronto —dijo Cynna—, pero no esperes.
Lleva a Noah al Borde ahora. Vuelve por Diego tan cerca como puedas.

Lily levantó un borde del pegajoso azul. El resto se soltó y se evaporó.


404
Cynna se paró junto a un niño dormido y se preparó para detener el
corazón de un hombre.

Había matado demonios antes. No personas. No seres con alma y


confusión y seres amados y vidas que querían vivir con desesperación.
Pero no tenía otra arma, ninguna forma más suave de detener a los
hombres que se llevarían a Diego para que los engendros pudieran
destruirlo. Y de ninguna manera podría dejar que ellos hicieran eso.

No podía aguantar el hechizo para detener el corazón. Tenía que


descargarse tan pronto como se invocara o detendría su propio corazón.
Y el alcance era solo de unos tres metros. Así que esperó mientras los
espadachines cargaban hacia ellos, hacia ella y Diego, la silenciosa Alice
y los durmientes Kanas.

No, se dio cuenta, los Kanas en su mayoría dormidos. Algunos de


ellos se estaban moviendo, el hechizo de sueño desapareciendo. ¿Cuánto
tiempo hasta que los otros Puños también se despertaran?

Había fantaseado con matar a dos de los engendros, ardía y ansiaba


hacer precisamente eso. Especialmente Dick Boy, que había matado a
ese otro chico con una crueldad tan despreocupada, como aplastar una
mosca. Pero ahora parecía que Dick Boy y Kongqi estaban de su lado, o
al menos estaban tratando de evitar que sus hermanos mataran a Reno.
Y ahora que Cynna podía matar, deseaba desesperadamente no tener que
hacerlo.

La vida era una perra grande, gorda y confusa a veces, pensó, y se


preparó para gritar las palabras del hechizo.
Lily lo estaba llamando. Los ojos de Rule se abrieron cuando su nariz
lo inundó de aromas.

Lily, humo, sangre, otros humanos. Toby, su olor a lobo tan nuevo
y sorprendente. El olor a carne de rosas y canela del engendro con el que
había luchado. El agudo escozor de la pólvora y las entrañas de la muerte
liberadas.

405
Gracias a Dios, dijo Lily, su voz mental clara y nítida. Maté a
Shēngwù.

La abuela puso a todos a dormir para que los Puños no me mataran.


No tengo munición. No puede volver a poner la guarda. No creo que pueda
caminar. Cynna tiene a Diego. Gan ha llevado a los otros niños al Borde.
Toby está dormido. Kongqi y Dick Boy se están batiendo en duelo con los
dos engendros enemigos restantes con enormes lanzas de hierro que
Cynna cree que podrían romper la guarda de Reno, y trece Puños están a
punto de atacarnos.

Era un resumen elegante y aterrador, completado cuando se puso


de pie. Su cuerpo se sentía rígido, como si lo que fuera que el engendro
le había hecho todavía se aferrara, pero respondió. Sacudió la cabeza
para aclararla… y se deslizó en certa. Una sola mirada le dijo todo. Eso y
lo que captaron sus oídos.

Intentaban mantener dos puntos, el punto de cruce y el portal. Y no


podían. Se abrió a la llamada de la luna y se lanzó a ella. Y Cambió.

El dolor fue un mordisco de agonía y se acabó.

—¡Cynna! ¡Trae a Diego aquí! ¡Con rapidez!

—¡No! Gan, los Kanas…

No había tiempo para explicaciones.

—¡Corre! —le rugió. Se inclinó y deslizó los brazos por debajo de la


nueva forma de Toby, flácido por el sueño, y le dijo a Lily—: Toma las
espadas. —Las que había visto junto a ella en esa única mirada. Levantó
a Toby. Incluso, en cierto modo, le dolía el corazón por su hijo,
catapultado al combate y a un nuevo cuerpo en el mismo momento,
desprovisto de memoria, conociendo sólo el instinto y el miedo. ¡Lucharon
tan duro para evitar que el Primer Cambio fuera así!

Pero tanto el pensamiento como el dolor estaban distantes.


Reconocido, como las heridas en su propio cuerpo, pero solo una parte
de la gestáltica de este momento.

Cynna había obedecido y se inclinó para recoger a Diego. Lily tenía


las espadas. La abuela estaba a solo unos metros de distancia. Cerca de
ella, dos de los Kanas se estaban despertando. Uno se sentó. Pasaron

406
tres segundos mientras cruzaba esos pocos metros y colocaba a Toby
junto a la mujer que estaba sentada, con el rostro pálido y los ojos
cerrados, apoyada contra la torre como si se cayera sin su apoyo. Se
volvió y tomó una de las espadas de Lily. No era hábil con la espada, pero
conocía los conceptos básicos. Su velocidad debería compensar en parte
su falta de experiencia, si podía moverse rápidamente. Si su cuerpo
hubiera terminado de sacarse de encima ese hechizo maldito.

—Abuela —dijo secamente, moviendo la espada desconocida a


través de algunas estocadas, probando cómo respondía su cuerpo—.
¿Puedes llamar al tigre?

—No.

Cynna estaba casi aquí, el niño dormido en sus brazos. La mujer


pálida no la había seguido, pero se quedó mirando con el ceño fruncido
pensativamente a los Puños que estaban a punto de alcanzarla, la
mayoría de los cuales ahora se estaban desviando. Estaban dirigidos a
Cynna. Por Diego. El niño era el objetivo principal. ¿Se dieron cuenta los
engendros de que él era el único de los niños que todavía estaba allí?

Excepto por Toby, ese dolor en su corazón susurró. Toby, que había
sido catapultado de la infancia a los terribles bajíos de la adolescencia.
Quien ya no era vulnerable a que le quitaran su Don, pero aún podían
quitarle la vida.

Cynna deslizó a Diego al suelo y se enderezó rápidamente.

—Maldita sea, Rule, puedo acabar con tres o cuatro, y Alice dijo que
podía conseguir cuatro…
—Ciégalos —le dijo y, ante su evidente incomprensión, le espetó—:
Tu hechizo de luz. El brillante. Ciégalos.

Una sonrisa de pura euforia brilló en su rostro y se enfrentó a los


Puños, pronunció cinco rápidas sílabas y arrojó una luz brillante
directamente a las caras de los que están a la cabeza. Tropezaron hasta
detenerse, lo que provocó que la mayoría de los demás también se
detuvieran o se desviaran. Dando al grupo de Rule unos segundos
preciosos.

—Abuela —dijo—, tú y Cynna tienen que abrir el portal ahora.

—No podemos. —Su voz era fina, plana y segura.

407
—Entonces tenemos un problema —dijo cuando el primer rango de
Puños apareció a la vista. Los que había escuchado trotar hacia ellos
cuando se deslizó hacia certa. Los Puños (un total de cincuenta, juzgó)
dirigidos por un hombre que debía ser el Segundo Puño Fang.

—Abuela —preguntó Rule—, ¿puedes llamar al tigre?

Li Lei le dio a la pregunta de Rule una pequeña parte de su atención


y le dijo que no. La mayor parte del enfoque que pudo convocar
permaneció fijo en el portal, que estudió con los ojos cerrados.

El portal estaba dañado.

Se había atado, en parte, a la estructura de la torre. Esto no fue tan


tonto como parecía, porque la torre también estaba anclada. Pero ese
anclaje involucraba magia de la Tierra, y eso se había interrumpido
gravemente cuando el poder se derramó y causó el terremoto. La torre
había resultado dañada; por lo tanto, el portal también. El daño parecía
estar limitado a la forma en que el portal estaba atado a la torre. El portal
todavía estaba en pie. Incluso podría ser utilizable. No podía decirlo. No
era experta en portales.

En este momento se alegró de los párpados, que imponían algún


límite al dolor. Le dolía la cabeza. Le dolía tanto que casi eclipsaba el
dolor en todas las demás partes de su cuerpo, que parecía estar
circulando fuego en lugar de sangre. No había experimentado una
reacción tan severa desde que tenía diecisiete años, cuando había usado
fuego de mago en un intento de matar a un ser eterno. Ese acto de
desesperación no había funcionado bien a corto plazo, ya que casi la
había matado y había arrasado con una gran parte de una ciudad. Sin
embargo, los resultados a largo plazo habían sido sorprendentemente
maravillosos.

No estaba segura de que pudiera decirse lo mismo del acto de


desesperación de hoy.

No se usa magia cuando se sufre una reacción violenta.

408
Normalmente no se puede, por lo que para la mayoría de las personas el
problema no surge. Pero había visto a tres espadachines que se
acercaban a su nieta, que no tenía más balas, y Rule todavía se había
visto afectado por el hechizo del engendro, un hechizo de “congelación”
obscenamente completo, creía, que detenía todos los músculos, incluido
el corazón, el diafragma, y aquellos involucrados en levantar la caja
torácica con cada respiración. Sun conocía dos hechizos similares, o
posiblemente tres; ella había elegido no aprenderlos. Lo consideraba una
forma innecesariamente cruel de matar.

Cuando Lily mató al engendro que estaba matando a Rule, cortó el


poder del hechizo. El hechizo había comenzado a disiparse
inmediatamente, pero todavía estaba presente. Rule no había podido
actuar. Y así ella lo hizo.

No con un hechizo. Incluso ella no podía dar forma a un hechizo


mientras sufría una reacción violenta. Le había dicho a Cynna Weaver
que su capacidad para hacer dormir era un truco de dragón, que era una
descripción justa. Enviar sueño era una parte tan importante de ella
como caminar, respirar o embelesarse, y por eso estaba disponible para
ella mientras estuviera consciente. Sin embargo, su canto había sido un
trabajo, una forma de extender el alcance de su envío. Sin él, solo podría
enviar el sueño a aquellos lo suficientemente cerca como para tocarlos.
Tal trabajo no era realmente un hechizo, pero sin duda había empeorado
la reacción.

Li Lei no aprobaba la desesperación. Fue bastante deprimente


descubrir que aún podía sucumbir a su edad. Ella no podía alzar la
guarda. No podía llamar al tigre. No estaba del todo segura de poder
ponerse de pie.
Rule volvió a hablar con ella.

—Abuela, tú y Cynna tienen que abrir el portal ahora.

—No podemos —le dijo.

—Entonces tenemos un problema.

—Sí —dijo Lily con voz tensa—. Ese es Fang. Ha traído sus cincuenta
de la ciudad.

Li Lei abrió los párpados y entrecerró los ojos ante el desastre.

El crepúsculo aún no había corrido el telón del día. El cielo


occidental lucía sus colores suavemente: rosa en lugar de llamas, una

409
suave neblina amarilla que se convertía en albaricoque pálido donde se
mezclaba con el rosa. Allí, en el oeste, un dragón del color del musgo
húmedo flotaba en di'shai mientras sus hijos se precipitaban a su
alrededor, una confusión de magia y poder llenaba el aire mientras
intentaban matarlo a él o a otros. Aquí abajo, debajo de ese cielo suave,
la gente estaba a punto de morir. La gente equivocada, maldita sea. Y ella
no podía ver lo que estaba pasando. Su vista fue eclipsada por aquellos
que la protegerían si pudieran.

Li Lei hizo acopio de fuerzas y lentamente, con cuidado, se puso de


pie, con una mano sobre la piedra de la torre. Allí se balanceó, buscando
el equilibrio que la había abandonado en la intensidad del dolor.

Los Puños que había puesto a dormir todavía dormían, pero habían
llegado otros. En ese primer segundo vio caer a uno de ellos cuando Alice
Báitóu lo señaló. Pero había más, varios de ellos demasiado cerca. Más
lejos estaban las filas de hombres que Lily había llamado cincuenta,
trotando rápidamente hacia ellos.

Rule atacó al hombre más cercano con una espada. Cynna gritó una
serie de sílabas y arrojó luz al rostro de otro hombre, haciéndolo tropezar.
Lily maldijo y arrojó una roca, lo que casi hizo sonreír a Li Lei. A Lily no
le gustaba no poder actuar.

A ella tampoco.

Pensó en un monje que había muerto antes de que pudiera volver a


hablar con él. De una mujer que había vivido toda su vida en un pequeño
pueblo del Tíbet, y un hombre al que había conocido hacía más de cien
años, un hombre con una risa tan plena y rica que casi podría haber
subsistido solo con la riqueza de esa risa. Rostros de niños parpadearon
en su mente, niños a los que había ayudado, que había amado, donde
podía. Y el rostro de su propio hijo recién nacido, diminuto y perfecto,
una alegría sin fondo. Y el rostro de su padre, sabio a su manera, paciente
y querido. Sun, pensó. Y Li Qin. Dos grandes amores tan diferentes y tan
parecidos como el amanecer y el atardecer. Deseaba que uno pudiera
estar aquí y se alegraba de que el otro no.

Ella siempre había sido egoísta de esa manera.

—Bah —dijo, profundamente molesta por su muerte inminente.

Rule luchaba con dos Puños ahora. Lily de alguna manera esquivó
la espada de otro y lo puso boca arriba como una tortuga. Li Lei deseaba

410
haber visto eso, pero las cosas estaban sucediendo rápidamente ahora.
Cynna pronunció diferentes sílabas, sílabas duras, con un borde de
magia más oscura. Cuando lanzó este hechizo, no había luz al final. Solo
muerte. La mayoría de los Kana se habían despertado y el anciano habló,
el que había hablado por Reno, diciéndoles que formaran su muro de
cuerpos nuevamente.

—No —dijo Li Lei bruscamente—. Eso es muerte sin propósito.

Y a unos tres metros de distancia, apareció una pequeña figura


naranja. Gan era confusa para Li Lei, lo que significaba que ella era
dashtu, lo cual era bueno. Al menos uno de ellos sobreviviría a esto.

Li Lei esperaba que Gan viera lo que estaba sucediendo y regresara


al Borde y a la seguridad. En cambio, gritó: “¡Lily Yu!” y empezó a correr,
bombeando sus cortas piernas. La mirada de Li Lei volvió a su nieta a
tiempo para ver a Lily caer al suelo, tras tropezar con un cuerpo; un
hombre muerto o dormido, no podía decirlo y no le importaba. Otro Puño,
muy vivo y despierto, saltó sobre ese cuerpo y balanceó su espada hacia
atrás para dar un golpe.

Gan saltó sobre él. Con todo el estúpido y desgarrador coraje de la


juventud, saltó sobre él, cada centímetro de ella claramente visible. Ya no
en dashtu, porque no podía conectarse con el mundo en ese estado. El
Puño reaccionó automáticamente, alterando su golpe para enfrentar esta
nueva amenaza.

Su espada se deslizó en medio del pecho de Gan.

Y el tigre la llamó.
Lily no supo quién gritó cuando tres metros de tigre siberiano saltó
sobre la espalda del Puño que había abatido a Gan. Quizás fue ella. Todo
lo que podía pensar, todo lo que podía ver mientras se acercaba a su
amiga, era la sangre que brotaba del agujero en el pecho de Gan. La
sangre roja, roja arruinando la camisa caqui de muchos bolsillos.

Gan yacía de espaldas, con los ojos enormes y conmocionados en un

411
rostro blanqueado de color.

—¡Ay, ay, ay!

—Quédate quieta —dijo Lily, y se desató la faja—. Uno de los Kanas


es un sanador. La voy a traer. Ella te ayudará.

—Él mató mi corazón —susurró Gan.

—Shh. No intentes hablar. —Lily, frenética, dobló la faja en una


almohadilla.

Gan gimió, sus ojos rodando hacia atrás en su cabeza.

Ella no podía ver, maldita sea. Las lágrimas no ayudaban, no


ayudaban en absoluto. Los apartó airadamente y llamó a Ah Hai,
confiando en que la abuela se ocuparía de los Puños, de todos y cada uno
de ellos, mientras presionaba la almohadilla que había hecho contra la
herida.

El cielo estalló.

Blanco borró la visión. Sonido borrado. Durante interminables


segundos, Lily permaneció suspendida en nada más que blanco, como si
el sonido junto con la visión hubieran desaparecido. Entonces escuchó
un zumbido, agudo e irritante, como si tuviera mosquitos en los oídos. El
blanco comenzó a disolverse en montones de colores resplandecientes a
medida que el zumbido se convertía en voces.

Alguien se quejó. Alguien lloró. Otros se gritaban unos a otros. Lily


parpadeó rápidamente como si eso pudiera ayudar a recuperar su
aturdida visión. Y se dio cuenta de que una de esas voces pertenecía a
Segundo Puño Fang.

—… inmediatamente. Repito: escuadrones cuatro y seis, retírense.

—El Zhu Tú'àn nos dio órdenes de… —gritó alguien.

—¡La bestia nos matará! —vino de una voz diferente.

La voz de Fang era ruidosa como un desfile.

—Mis órdenes son del Zhu Kongqi, que tiene jurisdicción sobre los
Puños en este momento. Todos se retirarán. Aquellos que se enfrenten a
la bestia naranja pueden tener sus espadas preparadas mientras
retroceden lentamente.

412
El deslumbramiento se estaba despejando de los ojos de Lily. Vio a
la abuela agachada sobre el cuerpo caído y ensangrentado de un Puño,
gruñendo a otros dos Puños que comenzaron a retroceder un paso lento
a la vez. Detrás y a su izquierda, el par de Puños que habían estado
luchando contra Rule también retrocedieron. Fruncieron el ceño
mientras lo hacían, pero bajaron sus espadas.

Sobre ellos, un enorme dragón del color del musgo húmedo se


arremolinaba. Su cola arremetió, golpeando a un engendro que esquivaba
frenéticamente desde el aire. Su cabeza salió disparada y sus mandíbulas
se cerraron alrededor de otro engendro. No tragó. En lugar de eso, escupió
el engendro, y ese también cayó por el aire. No vi a dónde fue ninguno de
los dos.

Un solo engendro permaneció en el aire. Lily no sabía cuál. Habló,


aparentemente dirigiéndose a Reno, aunque sus palabras fueron
confusas.

—¡Hablo por ella! —gritó Ah Wen con una voz demasiado fuerte y
profunda para el cuerpo de un anciano—. Zhu Kongqi, recuperarás a tu
hermano herido. Tráemelo cuando aterrice.

Esto fue seguido inmediatamente por una fría voz mental familiar.

Los humanos cerca de la torre deben despejar un espacio para que


aterrice de inmediato. Aquellos que usarán el portal deben reunirse junto
a él.
Esto debe haber sido enviado a todos, a juzgar por las reacciones de
quienes la rodeaban. Los Puños palidecieron y miraron alrededor
salvajemente. Los Kanas parecían asombrados pero obedientes,
comenzando a moverse de inmediato.

—No puedo —dijo Lily rotundamente. Su mano seguía presionando


la almohadilla contra el pecho de Gan. Era escarlata, empapado de
sangre. El rostro de Gan seguía teniendo ese terrible color descolorido.
Tenía los ojos cerrados—. Gan está gravemente herida—. ¿Tú… eso fue…
la construcción desapareció?

Ella no está herida de muerte. Mi hijo sí. Muévala al lado del portal.

¿Su hijo? ¿Cuál?

413
Rule la alcanzó y le puso una mano en el hombro.

—La construcción…

Luego.

—¿Se terminó? —preguntó Cynna con voz tensa. Ella se paró a unos
metros de distancia, cargando a Diego, que aún dormía. Como Toby.
Como varios de los Puños—. ¿Gan… qué tan mal está herida?

Lily tragó.

—La espada fue justo en el centro de su pecho. Ella dijo que él mató
su corazón.

Un enorme tigre salpicado de sangre se acercó al otro lado de Gan.

La abuela se inclinó y lamió la cara de Gan, ronroneando


ruidosamente.

Gan abrió los ojos, arrugó la cara con el ceño fruncido y habló con
voz débil y contrariada.

—Él lo hizo. Voy a tener que volver a cultivarlo desde cero. Menos
mal que tengo uno de repuesto.
414
Fang despejó el área con algunas órdenes bruscas. Los Puños que
había traído se llevaron a los heridos y dormidos. A los muertos se les
permitió quedarse por ahora.

Cynna acostó a Diego junto a la puerta que también era una verja.
Ella se sentó junto a él, acunando su brazo roto con el brazo bueno.
Probablemente estaba doliendo. Rule movió a Gan y Toby, Gan primero.
Ella soltaba pequeños chillidos de dolor con cada paso. Apartó un poco a
Toby. Eventualmente se despertaría y no sería una compañía segura. La
abuela se sentó junto a Gan y comenzó a peinar su piel ensangrentada,
y Lily se apresuró a recuperar los pantalones de Rule y el collar de
amuletos que había perdido cuando Cambió. Los había visto antes
mientras buscaba sus cargadores, que aún faltaban, maldita sea. Él
arqueó las cejas cuando ella se las entregó, la ropa no era su prioridad,
pero deslizó la cadena sobre su cabeza y se subió los pantalones cuando
Reno descendió.

En la luz que se desvanecía, parecía más negro que verde mientras


alcanzaba la tierra con sus patas en forma de garra, las grandes alas
extendidas al principio y luego plegadas. Mientras lo hacían, llegaron dos
de sus hijos. Kongqi flotó en la posición vertical habitual, con una mano
en el hombro de su hermano mientras lo guiaba suavemente hacia la
tierra frente a Reno. Dick Boy no estaba erguido. No parecía herido.
Parecía muerto. Tenía los ojos medio cerrados, solo se veía el blanco. Su
shenyi blanco estaba desgarrado y ensangrentado. Parecía que lo habían
golpeado con una de las lanzas.
Reno yacía en el suelo, medio acurrucado alrededor de sus dos hijos.
El anciano, Ah Wen, se acercó y se arrodilló junto a Dick Boy. Dìqiú. Lo
que sea.

—Hablo por ella —dijo, pero su voz era tranquila ahora. Sometida—
. Jiānqiáng. Estoy contigo.

Cynna, junto a Lily, susurró:

—¿Qué dijo?

Oh. Cierto. Cynna no podía entender. Lily susurró una traducción


cuando los párpados de Dìqiú temblaron. Lentamente, sus ojos se
abrieron por completo. Miró al enorme dragón que lo miraba con los ojos

415
brillantes en la oscuridad.

—Madre. —Su voz era débil, filiforme—. ¿Puedes...?

—No puedo —dijo Ah Wen/Reno con tristeza—. Tú y tus hermanos


trabajaron demasiado bien con sus hechizos de muerte.

—Te extrañé. —Una pausa—. Madre… — Su voz era ahora un hilo.

—Estoy aquí.

—¿Hice lo correcto? Lo intenté, pero…

—Lo hiciste bien, hijo mío, mi Jiānqiáng. Lo hiciste muy bien. Estoy
orgulloso de ti.

Su rostro se relajó en lo que podría haber sido una sonrisa mientras


exhalaba un suspiro. No volvió a inhalar.

La garganta de Lily se sintió apretada. Sus ojos ardían como si fuera


a llorar, y eso era absurdo. Dick Boy había sido un sociópata asesino.
Había matado a un niño pequeño… y había amado a su madre. Ansiaba
su aprobación. Quizás había intentado hacer lo correcto. Quizás estaba
demasiado dañado para saber qué era eso. Ella respiró temblorosa. Y tal
vez estaba demasiado emocional en este momento para pensar con
claridad.

En el silencio, dos cuerpos más descendieron flotando del cielo,


estos cuerpos en posición vertical, vivos y atados con lo que parecían
hebras de aire levemente resplandeciente. Zhu Tú'àn y Zhu Shuǐ
aterrizaron con menos suavidad, y sus rodillas se doblaron por el
impacto. Ninguno intentó levantarse. Quizás no pudieran. De buena gana
o no, se arrodillaron ante el dragón verde.

La voz de Ah Wen volvió a sonar fuerte y fría. Fría como hielo.

—Mataron a su hermano.

Ninguno de los engendros respondió durante un largo momento.


Finalmente, Zhu Tú'àn (denle crédito por sus agallas) dijo con frialdad:

—No era nuestro hermano a quien estábamos tratando de matar.

Esta vez el silencio continuó. Y continuó. Cuando Lily pensó que


podría confesar algo, cualquier cosa, para romperlo, Ah Wen/Reno habló
de nuevo.

416
—Mi ira es demasiado grande para pensar con claridad. Se colocarán
en sus habitaciones hasta que pueda decidir racionalmente qué hacer
con ustedes.

En la pausa que siguió, Lily susurró una rápida traducción.

Cynna no susurró.

—¿Los castigó y los envió a sus habitaciones?

Reno debió haberlo oído. Lo ignoró. No pasó nada durante varios


momentos…

—Primer Puño. He puesto a los dos Zhuren errantes en estasis.

¿En estasis? Lily miró fijamente los engendros… que realmente no


se estaban moviendo ahora. Ni respirar ni parpadear ni… ni nada. Se
parecían a ese pájaro en el taller de Kongqi. ¿No había dicho que no
funcionaba con mamíferos?

—Eh, el Primer Puño está atado —dijo ella—. Sobre esa cosa de
estasis…

No pueden permanecer en estasis mucho tiempo, dijo la fría voz


mental, pero están lo suficientemente bien por ahora. Incluso mientras
Reno hablaba en silencio con Lily, su cabeza giró para mirar a Segundo
Puño Fang mientras Ah Wen hablaba en voz alta.
—Fang Ye Lì. Tu superior está muerto. Murió cuando los Zhuren
causaron un terremoto, que a su vez hizo que el cristal que cubría su
torre cayera y lo golpeara. Ahora eres Primer Puño.

Reno, se dio cuenta, debía haber estado leyendo mentes a gran


velocidad. Parecía tener una idea bastante clara de cómo se organizaban
las cosas aquí.

Los ojos de Fang estaban muy abiertos. Se golpeó en el pecho a modo


de saludo.

—Señor. —Una pausa—. No sé cómo dirigirme a usted con la debida


cortesía.

417
—Estoy usando el nombre de llamada Reno en este momento. No
utilizo un título. “Señor” es un significante aceptable de respeto. Haz que
lleven al Zhu Tú'àn y al Zhu Shuǐ a sus habitaciones en la Casa de los
Siete. Los liberaré del estasis cuando me informen que se han tomado
medidas satisfactorias para asegurarlos. Una vez liberados del estasis,
no podrán realizar ninguna magia, lo que debería facilitar el
cumplimiento de tu deber. Les dejo a ustedes determinar cuáles deben
ser esas medidas, con dos estipulaciones. Primero, estas medidas no
deben tomar más de dos días para implementarse. En segundo lugar, los
Zhuren deben ser tratados con cortesía.

Lily susurró su camino a través de una traducción tosca, pero una


repentina furia apretó su garganta. ¿Por qué no había hecho esto antes?
Si era tan rápido y fácil para él atar a los engendros, para evitar que
usaran magia, ¿por qué no lo había hecho de inmediato? Había muerto
gente. Ella sabía. Había matado a un par de ellos.

Tuvo la suficiente moderación para no lanzar esa pregunta a Reno,


que estaba respondiendo a una pregunta de Fang. En cambio, buscó la
mente de la abuela y se la arrojó.

“Rápido y fácil” es un eslogan publicitario, respondió la abuela, no el


producto del pensamiento real. Es rápido disparar esa pistola tuya.
También es fácil siempre que no te importe a dónde van las balas.

De acuerdo, no fue fácil unir su magia. Pero fue rápido. ¿Por qué no
intentó al menos…?

Él lo hizo. Antes, no sostenían hierro viejo. Una vez que tomaron las
lanzas, sus propias protecciones se vieron disminuidas.
Mientras varios de los hombres de Fang avanzaban para recuperar
a los engendros inmóviles, la voz clara y tranquila de Alice sonó,
sorprendiendo a Lily. Casi había olvidado que la mujer estaba aquí.

—Reno. ¿Debemos entender que ahora estás a cargo del gobierno?


—Curiosamente, Alice habló en inglés.

La cabeza de Reno se giró hacia ella. Después de una pausa larga,


Ah Wen/Reno respondió en chino:

—He consultado con varios de los Kanas. Estoy complacido con tus
esfuerzos en varios frentes, Báitóu Alice Li. Estoy a cargo en la medida
en que deben seguirse mis dictados, pero no tengo ningún deseo de
ordenar los asuntos de este mundo. Haré esto explícito para que todos lo

418
entiendan.

Sus siguientes palabras podrían haber venido de un altavoz


montado en el cielo con el volumen muy alto.

—Residentes de Lang Xin. Me llamo Reno. Yo soy dragón. Afirmo la


autoridad continua del Zhu Kongqi. Se le obedecerá siempre que sus
órdenes no contradigan las mías. Las órdenes de Báitóu Alice Li también
serán obedecidas siempre que no entren en conflicto con las del Zhu
Kongqi o las mías. Los Zhuren Tú'àn y Shuǐ han sido destituidos. Los
Zhuren Dìqiú y Shēngwù están muertos. El duelo oficial se retrasará
hasta que termine la emergencia actual.

—El golpe de Estado más ordenado de todos los tiempos —murmuró


Rule—. Simplemente les prometió continuidad y estabilidad. Ellos lo
aceptarán.

Lily lo miró y se permitió disfrutar, por un momento, de la pura


justicia de tenerlo aquí. Justo aquí a su lado.

—Sí. Puede que no sea correcto, pero es un argumento malditamente


persuasivo cuando proviene de un dragón.

Reno no había terminado. Perdió la voz amplificada y cambió al


inglés, inglés americano, un idioma que Ah Wen posiblemente no podría
conocer. Lily comprendió de repente por qué Alice lo había usado, para
mantener el intercambio lo más privado posible.

—Zhu Kongqi. Soy consciente de que esto no es nada satisfactorio


para ti. No puedes darle la bienvenida a mi autoridad. Aconsejo paciencia.
Todavía tengo la intención de que este sea tu mundo, no el mío. Sin
embargo, es probable que con el tiempo vengan otros dragones, ya sea de
visita o para vivir, una vez que se conozca la ubicación de este mundo.
Será necesario asegurar tu territorio de una manera que respeten. Si
deseas mi consejo en este asunto, tendremos tiempo para discutir y
planificar, porque esto no sucederá pronto. Los eventos en otros reinos
los ocuparán durante algún tiempo. Por ahora, debes saber que no
pretendo ejercer mi autoridad más allá de lo necesario para asegurar y
educar a tus hermanos, que han caído en un grave error de pensamiento.
Tú, sin embargo, pudiste discernir la acción correcta en una situación
confusa y difícil. Estoy muy orgulloso de ti, hijo mío —dijo, y su voz se
convirtió en un ronroneo.

419
Pudo haber sido la luz que se apagaba lo que la hizo pensar que los
ojos de Kongqi se iluminaron con una repentina humedad. Hizo una
reverencia.

—Tenemos que irnos —dijo Rule en voz baja—. Necesitamos llegar a


Dis. Abuela, el portal…

Una fría voz mental dijo:

Aguarda. Li Lei me dice que el portal está dañado.

—¿Qué? —gritó Cynna.

Controla tu pánico. Más específicamente, ella cree que uno de los


anclajes del portal está dañado. Enviaré a Báitóu Alice Li para que lo
examine. Ella ha estado manteniendo el portal y es posible que pueda
fortalecer o reparar el ancla. Su Don la hace particularmente adecuada
para tal tarea. Tenemos tiempo para esto. Pasarán aproximadamente
cincuenta y siete minutos antes de que su yo pasado deje Dis. Hablaré con
Li Lei tan pronto como vuelva a su forma habitual. Ella debe aprender a
enviar la señal correcta a través del nodo, o no podrán contactar a los
gnomos.

Mierda. Mierda. Lily se llevó ambas manos a la cabeza y apretó como


si pudiera exprimir un pensamiento coherente. Habían estado confiando
en Gan para cruzar de Dis de regreso a la Tierra para decirles a los
gnomos dónde necesitaban su portal. Gan había caído con su corazón de
repuesto.

—¿Gan no puede hacerlo?


Ella puede cruzar. Cruzar no es una carga para su corazón. Caminar
lo es. Si cruzaba por un nodo donde los gnomos no estaban presentes, no
tendría forma de alcanzarlos. Nadie más debería dirigirse a mí hasta que
yo vuelva a hablar con ustedes.

El portal estaba dañado. Su regreso a casa desde Dis estaba en


duda. Lily decidió no decir ninguna de las cosas obvias.

—Cincuenta y siete minutos. ¿Cómo puede Reno saber eso? ¿Cómo


puede ser correcto? Era al final de la tarde o temprano en la noche
cuando Gan la dejó aquí. Debía ser dos o tres horas más tarde que eso
ahora. ¿No debería ser la misma hora del día, si las horas están
sincronizadas como dijo Alice? —Se frotó la cabeza—. ¿Eso tiene algún

420
sentido?

—Hablamos de todo esto, ¿recuerdas, recuerdas? —dijo Cynna—.


Gan cruzó el tiempo torcidamente. Ella no llegó aquí en el ahora del que
se fue. No con ninguno de nosotras.

Lily solo la miró. Aparentemente, ella no fue la única que tuvo


problemas para hablar de eso de una manera que tuviera sentido.

Cynna suspiró.

—Solo toma la palabra del dragón, ¿de acuerdo?

—Lily —dijo Rule. Su voz sonaba rígida—. Si no podemos irnos


todavía, hay algo de lo que debo ocuparme. Necesito hablar con Alice o
Kongqi. Dijiste que ambos hablan inglés.

Ella le frunció el ceño. Después de un momento se dio cuenta de


qué, y de quién, estaba hablando.

—Hablaremos con Alice primero.

—No necesitas…

—Creo que lo hago.


Mei Ling era hermosa. Esto sorprendió a Lily más de lo que debería.
Rule no había dicho mucho sobre ella, aparte de que era encantadora,
enamorada y muy joven. Pero Lily no creía que Rule hubiera conocido a
una mujer de cualquier edad que no encontrara encantadora de alguna
manera, por lo que se sorprendió cuando se enfrentó a una belleza tan
brillante.

Sin embargo, su padre era más o menos como lo había imaginado.


No rico, no poderoso, pero orgulloso a su manera, aunque profundamente
inquieto por los acontecimientos del día. Y por su empresa actual. Sus
ojos estaban llenos de reproche cuando miró a Rule, pero se apartó y
permitió que su hija hablara.

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El padre del barco y su familia habían estado en celdas del Tribunal
de Justicia. Un escuadrón del contingente de Puños de la ciudad los
había llevado allí cuando apareció Reno. Los Puños de la ciudad de
alguna manera se habían dado cuenta de que la familia Siji había
causado la invasión de las bestias gigantes. Tal vez alguien con un Don
de hechicería había visto que las bestias estaban siendo llamadas y pudo
seguir esa llamada hasta su origen. Lily no lo tenía claro en esa parte.
Pero Kongqi había acordado que no serían considerados responsables
una vez que Rule explicara o confesara; había habido un olor distintivo
del confesionario en su escueto relato. Él había ordenado que los dejaran
en libertad.

Mei Ling se había negado a irse. No sin hablar con “Wu Tǔ Ní”. Y
Rule no le negaría la satisfacción que pudiera obtener al acusarlo en
persona, y su padre, naturalmente, la había acompañado.

Rule no estaba, pensó Lily, pensando con claridad. La culpa podría


hacerte eso.

Ella se paró frente a él ahora, con los ojos grandes llenos de


lágrimas, y le preguntó si era cierto lo que le habían dicho, que ella y su
familia habían estado bajo una compulsión creada por “esa terrible
anciana”.

Rule llevaba el amuleto de traducción. Él la entendió.

—Dile que sí.

Lily lo hizo. Esto hizo que las lágrimas de Mei Ling se evaporaran en
un destello de ira. Ella le dio a Lily una mirada sucia. Lily no creía que a
Mei Ling le hubieran dicho quién era. Volvió esos ojos derretidos hacia
Rule.

—Entonces tú también estabas bajo coacción. La vieja bruja te hizo


engañarnos. —La palabra que usó también significaba “bruja” o
“hechicera”.

—No, Mei Ling —dijo gentilmente—. Sabía lo que estaba haciendo.


Lo hice por mi propia voluntad. Te usé a ti y a tu familia. Lo necesitaba…
la vida de mi hijo estaba en juego y yo estaba desesperada. Eso no me
disculpa. No hace lo que hice bien.

Lily repitió lo que Rule dijo, palabra por palabra.

422
—Tu… hijo —susurró Mei Ling. Cerró los ojos mientras un escalofrío
la recorría. Cuando los abrió, estaba mirando a Lily, no a Rule—. ¿Quién
eres tú?

—Mi nombre es Lily Yu.

—No, ¿quién eres tú? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué hablas por él?

—Soy de Rule… la esposa de Wu Tǔ Ní.

—¡Tú también eres una bruja! ¡Como la vieja bruja! —Miró a Lily de
arriba abajo, descartando claramente lo que veía—. Lo has hechizado.

—Lily —comenzó Rule.

—No —le dijo en inglés—. Deja que ella invente su propia historia al
respecto. De todos modos lo hará, y ahora mismo necesita a alguien a
quien odiar.

Mei Ling se irguió con orgullo. Se llevó una mano al estómago.

—Es posible que puedas retenerlo con tus hechizos, pero yo llevo a
su próximo hijo. —Con eso, les dio la espalda a los dos y le preguntó a su
padre, con lo que Lily estaba segura que era una dulzura engañosa, si la
llevaría a casa ahora, a su barco.

Cuando los dos se alejaron, Rule habló en voz baja y urgente.

—Lily, ella no está… yo no…

Ella miró su rostro preocupado y culpable y negó con la cabeza.


Entonces tomó su mano.
—Lo sé. Incluso si me hubieras engañado, y no lo hiciste. Lo sé.
Aparte de todo lo demás, solo tiene diecisiete años. —Y apasionadamente
enamorado de Wu Tǔ Ní… que era una historia que se había contado a sí
misma. Una historia que Rule la había animado a contar, pero no era
real.

Sin embargo, los sentimientos eran reales, incluso si estaban


alimentados por la fantasía. Lily miró las espaldas del padre del barco y
su hija, que se alejaban. Ella no volvería a los diecisiete por nada.

—Te sientes culpable, pero no porque hayas tenido sexo con ella.
Pero la usaste, y para hacerle creer que la querías, tenías que permitirte
desearla. Y eso te hace sentir como una escoria de estanque. Como

423
deberías —dijo, asintiendo con aprobación—. Puede haber sido
necesario, pero si actúas como escoria de estanque, deberías tener ganas.
Pero incluso si me equivoqué en todo y tú me hubieras engañado…
bueno, si ella tuviera a tu hijo, lo sabrías. Y probablemente se iría con
nosotros, porque no hay forma de que abandones a tu hijo. No importa
lo que te cueste a ti, a mí o a todo el maldito mundo.

Él parpadeó. Después de un momento, dijo lentamente:

—¿He mencionado últimamente que te amo?

—Vale la pena repetirlo.

Su mano apretó la de ella.

—Te amo.

Ella sonrió.

—Lo sé.
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Habían ido al Tribunal de Justicia por el enfrentamiento con Mei
Ling y la culpa. Caminaron de regreso tomados de la mano. Lily no pudo
obligarse a hacer la pregunta más importante en su mente, por lo que
hizo una declaración al respecto.

—Toby parece estar bien.

El agarre de Rule se apretó sobre el de ella.

—Le instalé la parte heredera del manto Leidolf.

—Tú… —Se detuvo—. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Desde aquí? Lo dejaste


en Mateo. En la Tierra.

—Justo después de que Toby Cambiara. Cuando lo tiré al suelo y


me paré sobre él, extendí la mano y… recuperar la porción del heredero
se sintió extraño. Muy raro. Parecía tiempo... distorsionado. No fue difícil,
precisamente, simplemente extraño. Colocarlo en Toby fue fácil. Me
sorprendió descubrir que podía hacerlo mientras era lobo. Siempre pensé
que el Rho tenía que tener dos patas para instalar la porción del heredero.

Lily se quedó en silencio un momento antes de que su boca se


levantara en una pequeña sonrisa.

—Apuesto a que Mateo está realmente confundido en este momento.

—Estoy seguro de que tienes razón —dijo secamente—. Sin duda lo


considerará una nueva prueba de mi perfidia.

Resopló. Comenzaron a caminar de nuevo. Alice se encontró con


ellos antes de que llegaran.
—El portal es funcional —dijo en su forma tranquila—. Estoy
haciendo un recado para el Zhu Kongqi ahora, pero volveré para abrir el
portal cuando sea el momento.

—¿Lo arreglaste? —preguntó Lily—. ¿Estás segura?

—Muy segura. La atadura de la puerta a la torre estaba raída, pero


no completamente cortada. Tal reparación estaba dentro de mi
conocimiento y capacidad. La torre en sí ya no es sólida, pero tanto la
torre como el portal deberían aguantar durante otros seis a ocho usos
antes de que tengamos que desconectar el portal de la torre para que la
torre pueda ser reconstruida. —Inclinó levemente la cabeza—. Es poco
probable que vuelva a verte a ti o a Cynna después de que se vayan.

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—Yo… sí, parece poco probable.

—Es una pena. Me ha gustado Cynna y todavía tengo mucho que


aprender de ella. No creo que me gustes, pero eres una persona
interesante. Me hubiera gustado conocerte mejor. Tenías razón —
agregó—, sobre las pasiones de los dragones. No sé qué estaba pensando
el Zhu Shēngwù para decir lo contrario.

Lily observó a Alice alejarse, con la cabeza llena de pensamientos,


luego se volvió para mirar a Rule. Él la estaba mirando.

—El portal está arreglado —dijo estúpidamente. Se sentía un poco


borracha por la victoria, o tal vez era el agotamiento.

Él no habló. Su garganta se movió cuando tragó. Después de un


momento, asintió y siguieron caminando.

Reno todavía yacía donde había aterrizado, acurrucado alrededor del


cuerpo de su hijo… no, sus hijos. Había hecho que alguien trajera el
cuerpo de Shēngwù y lo pusiera junto a Dìqiú, o tal vez él mismo lo había
hecho flotar allí. Kongqi y Ah Wen estaban con él. Al pasar, Lily escuchó
la suave voz de Ah Wen, pero no pudo captar las palabras.

Cuando llegaron a la torre, Toby aún dormía. Diego también. No


había pasado mucho tiempo, en realidad, aunque parecieran horas, pero
seguro que se despertarían pronto. Junto a Diego, Cynna estaba sentada
con las piernas cruzadas y la mirada fija en la filigrana dorada que se
extendía por un muslo. Se veía sombría y exhausta. Junto a ella había
un tigre muy grande… que había terminado de acicalarse y ahora estaba
acicalando a Gan. A Gan parecía gustarle. Después de haber
experimentado el papel de lija de la lengua de un tigre, Lily quedó
impresionada por la dureza de la piel de Gan.

Necesitaban que la abuela volviera a ser su ser humano y aprendiera


a enviar la señal que los gnomos podían captar con su comosellame.
Presumiblemente, ella todavía no podía hacer eso. Lily parecía no poder
preocuparse por eso. Estaba montando una especie de subidón de
agotamiento.

Su cabeza parecía flotar un buen medio metro por encima de sus


hombros, y caminar le costó más esfuerzo del que debería, pero estaba
bien. Había sobrevivido. Todos habían sobrevivido. El portal estaba
arreglado. Todo parecía un poco irreal, pero si podían suceder tantas

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cosas buenas, ¿qué más podría ser posible? Sí, estaban a punto de
embarcarse en lo que los militares llamaban una esperanza desesperada.
Cuatro de ellos contra un engendro de dragón más una habitación llena
de demonios y un príncipe demonio loco… y eso suponía que el avatar de
la Gran Perra seguía demasiado ocupada para tratar con ellos
personalmente. Si ganaban esa batalla, todavía tenían que escapar a
través de los túneles sinuosos debajo de la caldera destruida. Y si
lograban llegar a la superficie, tenían que esperar que Daniel todavía
estuviera vivo y vigilando sus motocicletas, o se enfrentarían a una
caminata increíblemente larga.

Sin embargo, se encontró dispuesta a creer, en este momento nacido


del trauma y el triunfo temporal, que la abuela aprendería lo que
necesitaba de Reno. Que Benedict y Cullen todavía estarían vivos cuando
llegaran… y estaban bastante seguros de eso. Ella y Cynna habían visto
a Jude llevarse a Cullen lejos del fuego, y Rule estaba seguro de que
Benedict estaba inconsciente, no muerto. Benedict había estado
tumbado inmóvil tan cerca del príncipe demonio que cacareaba… pero a
Xitil le gustaba su comida animada, ¿no? Comidas que gritaban mientras
las comía. Seguramente un Benedict inconsciente no la atraería tanto.

El plan de Rule era sólido. Tal vez las probabilidades estaban en su


contra, pero el plan era sólido, así que tal vez de alguna manera todo
funcionaría de la manera que lo necesitaban. Podría ocurrir. ¿Por qué no
dedicar esta pequeña burbuja de tiempo a creer que sucedería lo mejor
en lugar de lo peor? Esto le pareció una idea completamente nueva, una
nunca antes considerada en la historia del mundo. Este mundo. Todos
los mundos. ¿Por qué no?, pensó, mareada.

Rule le apretó la mano.


—Necesito hablar con Cynna.

Ella asintió.

—Hablaré con Gan. Diego todavía está aquí. —Lo que era una
abreviatura de un pensamiento más largo, estaba demasiado cansada
para expresarlo con palabras, pero él entendió lo que quería decir que
estaba demasiado cansado para preguntar qué quería decir.

Se arrodilló junto a Cynna y le puso una mano en el hombro.

—¿Ya has descubierto cómo activarlo?

Continuó ofuscada con el trozo de filigrana de oro… la jaula mágica

427
que la había mantenido atada durante tanto tiempo.

—No, pero Alice dijo que me daría la llave. Parece que la necesitaré.
La puerta está arreglada. ¿Ella te dijo eso?

Rule asintió.

Su voz era baja, intensa mientras continuaba:

—Solo sostuve a Ryder por un minuto. No fue suficiente. Y no


debería decir eso porque eso era lo único que tenía que haber sucedido:
llevarla a un lugar seguro. Solo que ahora que tengo eso, todo lo que
puedo pensar es en todo lo demás que podría perder.

—Está vivo —le dijo Rule—. Quiero ver que se quede así.

La sonrisa de Cynna fue la más mínima mueca de labios.

—Sí. Yo también.

Lily se sentó en el suelo junto a Gan.

—Hola. Me salvaste la vida.

—Lo sé —dijo Gan, de mal humor.

—Gracias.

Gan frunció el ceño.

—Quizás ahora vengas a visitarme. He ido a visitarte dos veces y tú


nunca has venido a visitarme a mí.
Lily abrió la boca para señalar que ir al infierno y luego a
Dragonhome no era exactamente una visita. Que había pasado por
diferentes tipos de infiernos antes de eso, lo que hacía que fuera difícil
despegar para una llamada social en otro reino. Y la cerró de nuevo,
porque ese no era el punto. Tomó la mano de Gan y se la apretó.

—Tienes razón. Eres una buena amiga y es mi turno de visitarte. Yo


también lo haré tan pronto como estemos seguros de que el mundo no se
acaba ni nada.

Gan se animó.

—Te gustará el Borde. Los gnomos están un poco mal ventilados,


pero hay mucho que hacer. Incluso tenemos chocolate ahora.

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Lily sonrió.

—Hablando de chocolate, probablemente deberías volver al Borde.


Reno dice que puede enseñarle a la abuela cómo enviar una señal a los
gnomos.

El labio inferior de Gan sobresalió en lo que definitivamente era un


puchero.

—El dragón no lo sabe todo.

—Dijo que no podías caminar. ¿Está equivocado en eso?

—Probablemente podría caminar un poco. Y los gnomos


probablemente estarán en el nodo, esperando la señal.

—¿Qué nodo? —dijo gentilmente—. ¿Todos ellos? —No tenían idea


de en qué nodo necesitarían construir una puerta para poder llegar a
casa desde Dis. Obviamente no los nodos gemelos, que estaban en la sala
de audiencias. Y no el que habían usado inicialmente, porque, según
Reno, sería inestable. Al reunir fragmentos de lo que le habían dicho, Lily
pensó que los portales temporales desestabilizaban los nodos porque no
estaban anclados. Los portales permanentes estaban anclados, por lo que
no lo hacían.

No es que tuviera idea de lo que significaba “anclado”. Volvió a


apretar la mano de Gan.

—Quiero que dejes que un sanador te ayude a hacer crecer ese


nuevo corazón.
—Sí, pero… pero es difícil alejarse y perderse lo que sucede a
continuación. Quiero saber qué pasa. Y es posible que me necesites.

Lily asintió.

—Es verdad. Pero tendremos a la abuela con nosotros.

El puchero estaba de vuelta. Gan miró al tigre.

—Quiero que vengas a visitarme también.

El tigre ronroneó.

Gan volvió a mirar a Lily.

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—¿Eso es un sí o un no?

—Significa que le gusta la idea. Gan, ¿podrás llevarte a Diego contigo


cuando cruces? Puedo despertarlo, creo.

—Supongo que sí, pero… ¡Oye! ¿Qué está haciendo la anciana?

El tigre se había vuelto borroso. O el aire a su alrededor lo había


hecho. Era como mirar a través de una ventana cubierta de lluvia, o a
través de vidrios muy sucios, o como si la niebla hubiera entrado, pero
con un contorno extrañamente distinto que cambiaba, momento a
momento, hasta que la abuela se sentó en el suelo en su forma habitual.
Sin embargo, estaba mucho más desnuda de lo habitual.

—Despertaré al chico —anunció—, luego aprenderé el truco con la


señal. Lily, trae mi ropa. —Miró a Gan con las cejas arqueadas—.
¿Anciana?

—No sé cómo llamarte. Sé cuál es tu nombre de llamada, pero de


alguna manera no se siente bien.

Li Lei Yu sonrió. Era su buena sonrisa, la que no tenía aristas.

—Me llamarás abuela, por supuesto.


La abuela se vistió y habló brevemente con Gan. Lily no escuchó lo
que dijo, pero no era probable que hubiera incluido un “adiós”. La abuela
no aprobaba las despedidas. Lily preguntó sobre la reacción violenta y se
le informó que cuando el tigre la llamó, el cambio eliminó tales
inconvenientes. Luego marchó rápidamente hacia Reno. Aparentemente,
todo lo que Reno planeaba enseñarle requería proximidad, tal vez incluso
contacto físico.

Rule llevó a Gan al punto de cruce. Diego, despierto, descansado y


sintiendo claramente que la vida estaba volviendo a la normalidad ahora
que los adultos estaban a cargo de nuevo, caminó hacia allí con Cynna,
tomándolo de la mano y charlando. Parecía agraviado de que Toby
hubiera llegado al Cambio y, por lo tanto, pudiera quedarse con los

430
adultos. Cynna señaló que llegaría a ver el Borde y Toby no. Esto
claramente le atrajo.

La idea era que Diego se acurrucara cerca de Gan para que se


tocaran a lo largo de sus costados. Diego pareció dudar, pero siguió las
instrucciones. Él y Gan eran casi del mismo tamaño, aunque Gan era
más pesada. Gan rodeó al chico con un brazo y, un segundo después,
solo… se fueron.

—Eres buena con los niños —le dijo Lily a Cynna.

—Sí, ¿quién sabía? Seguro que yo no. —Cynna negó con la cabeza—
. Probablemente sea porque puedo relacionarme. Mi niño interior no es
tan interior. Casi siempre está enojada.

Atiendan, dijo Reno.

Lily se puso rígida y miró al dragón. No podía ver a la abuela. Reno


había reorganizado su cuerpo en un círculo serpenteante, y
presumiblemente la abuela estaba dentro de ese círculo. Sus tres hijos,
uno vivo y dos muertos, no lo estaban. El hijo vivo se dirigió hacia ellos.

Les dije que había eliminado las fuerzas que anclaban la construcción
mágica a este mundo. Este desmantelamiento parcial de la construcción le
impidió completar el proceso de fusión de reinos. Sin embargo, la
construcción había estado operando durante algún tiempo, alterando
gradualmente las relaciones entre los reinos de Dragonhome, Dis y la
Tierra. Pueden pensar en estas alteraciones como un acercamiento
anormal entre sí. Con la construcción ya no operativa, las fuerzas
comenzarán a separarlos una vez más. Tengan en cuenta que los términos
“cerca” y “separar” son aproximaciones burdas. No hay distancia física
involucrada.

»Estas fuerzas causarán interrupciones en los tres mundos, pero creo


que los reinos de la Tierra y Dis serán los más afectados. Me faltan los
datos y el tiempo necesarios para calcular estos efectos y, de hecho, es
probable que algunos sean aleatorios y, por lo tanto, impredecibles según
cualquier métrica. Sin embargo, dos de ellos parecen lo suficientemente
probables como para advertirles que los vigilen, si sobreviven para
regresar a la Tierra.

Lily hizo una mueca. Un tipo optimista, ese Reno.

Existe una alta posibilidad de un período de caída contraentrópica,

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con lo que quiero decir que es probable que los demonios caigan en la
Tierra. Puede que solo unos pocos lo hagan. Puede haber muchos. No sé
cuánto durará este período. También existe una alta probabilidad de que
la Gran Enemiga logre una victoria parcial y una parte de su poder ahora
estará disponible para su avatar cuando esté en el reino de la Tierra. No
tengo una métrica para determinar cuánto o qué forma tomará.

La voz de Rule era dura y baja.

—¿Quieres decir que más de ella podrá entrar en la Tierra?

No. Me refiero precisamente a lo que dije. Más de su poder estará


disponible para su avatar en ese reino. Ella sigue sin poder entrar en
ninguno de los reinos. No vuelvas a interrumpir. Tengo una cosa más que
decirles. Lo haré. Terminaré de instruir a Li Lei y permaneceré en
comunicación con ella. No volveré a hablar con el resto de ustedes antes
de que se vayan, que será en aproximadamente diecisiete minutos.

»El plan de Rule Turner para el asalto a los que están en la sala de
audiencias de Dis está bien construido, dados los materiales y el personal
que tiene a su disposición. Sin embargo, no es probable que tengan éxito.
Zhu Kongqi y yo hemos hablado de esto. Les propondrá un trato que cuenta
con mi apoyo. Les recomiendo encarecidamente que lo acepten.

»Necesito soledad ahora.

Kongqi los alcanzó justo cuando Reno terminaba. Él era un desastre.


Su shenyi blanco estaba roto, sucio y manchado de sangre. El ordenado
nudo de su cabello se había caído y las puntas de su cabello estaban
chamuscadas. También estaba descalzo. Había perdido a dos hermanos,
uno de los cuales había estado tratando de matarlo. Había recuperado a
su madre. Nada de esto se mostró en su voz cuando habló.

—Lily Yu. He disfrutado nuestras conversaciones. Si volvieras a


visitar Dragonhome, serías una invitada bienvenida. ¿Hablas en nombre
de tu grupo?

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Estaba completamente oscuro cuando se reunieron frente al portal.
Lily había perdido ese subidón de agotamiento y quería recuperarlo. Su
estómago estaba revuelto por los nervios y sus pensamientos seguían
divagando hacia lugares que no quería que fueran.

Reno había tomado vuelo. No había ido muy lejos; podía sentirlo en
lo alto, pero volaba alto, invisible en el cielo negro. No les había vuelto a
hablar.

No había motocicletas para este cruce de portal, como las hubo


cuando entraron rugiendo en Dis. Benedict y Cullen no estaban con ellos.
O Max. No Mason, Carlos, Daniel o Jude... y no Gan. Pero todos los que
habían sido arrastrados a este reino todavía estaban vivos y se habían
ido o estaban a punto de irse, y ese no era un pequeño milagro.

Se dijo esto a sí misma. Su estómago infeliz respondió que esto solo


significaba que ya habían tenido su milagro, lo que hizo que las cosas
parecieran sombrías para la siguiente etapa de su viaje.

Lily hizo una mueca y miró a la abuela… y al lobo larguirucho


sentado a su lado, jadeando nerviosamente. Rule se había alejado para
hablar con Alice, y su ausencia preocupó al lobo.

Había intentado hablar mentalmente con Toby. No había


funcionado. Él gruñó, claramente consciente de que algo lo estaba
molestando, pero las palabras todavía le eran ajenas, y las palabras eran
todo lo que ella sabía cómo enviar. Él ya estaba confundido, después de
despertarse de su sueño forzado y encontrar a su compañero lobo, su
líder, caminando sobre dos piernas. Pero Rule lo había calmado. Tenía el
manto y el conocimiento de cómo comunicarse correctamente, sin
palabras.

También había comido pollos. El escuadrón que Alice había enviado


tras ellos en lo que parecía un día completamente diferente finalmente
había regresado. Resultó que los había enviado a una tienda específica
para los pájaros desplumados, una en el lado más alejado de la ciudad.
Quería mantener a sus hombres fuera de la pelea y con vida. Lily no podía
culparla por eso.

Los pollos habían ayudado. Toby se había comido dos y medio. Rule
se había comido la otra mitad. Crudo. Y antes de permitir que su hijo
comiera. Lily entendió por qué; era necesario para el dominio. El líder

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comía primero. El nuevo lobo tenía que ver eso y esperar hasta que su
líder le diera de comer. Probablemente, Rule también se había muerto de
hambre, después de haber Cambiado dos veces, por lo que necesitaba la
proteína. Ella realmente lo entendió… pero no había mirado.

La abuela acarició la cabeza del lobo y murmuró algo. Toby se calmó


un poco. La abuela era su nueva mejor amiga, la única en quien confiaba
aparte de Rule. El encantamiento, resultó, no requería palabras.

—… tus “cargadores”.

Y esa fue la otra gran diferencia entre este cruce de portales y el


último. Lily se volvió hacia Primer Puño Fang Ye Lì, quien estaba con uno
de los escuadrones que lideraría en Dis. Su armadura de escamas de
dragón relucía. Sus bigotes casi temblaron por la emoción contenida.
Fang estaba profunda y deplorablemente emocionado por la oportunidad
de entrar en una puerta del infierno y luchar contra algunos de los
demonios más aterradores del reino.

—Disculpa, Primer Puño. Estaba sumida en mis pensamientos y no


escuché.

—Uno de mis hombres ha encontrado los “cargadores” que estabas


ansiosa por recuperar. Él los trae ahora.

Eso animó a Lily.

—¡Bien! ¿Dónde…?

Fang asintió al hombre que corría hacia ellos.


—Estoy muy interesado en ver qué hace esa “pistola” tuya. —Usó la
palabra en inglés para “pistola”, como lo había hecho con “cargadores”.
Su lenguaje carecía de palabras para ambos elementos.

—Puede que te sientas decepcionado —dijo con ironía—. Esta no es


tan efectiva contra demonios. Tenía una mejor, pero la perdí en la batalla.
Aun así —dijo, aceptando los cargadores del Puño, que había llegado —
esto es mejor que nada.

Fang y sus Puños habían sido parte del plan de Kongqi desde el
principio. Los siete escuadrones que lo acompañaban habían sido
elegidos por su experiencia en la lucha contra los demonios que a veces
entraban en Dragonhome. Todos eran hábiles espadachines, y cuatro

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tenían fuertes dones de agua. Los demonios resistían a la magia, pero la
naturaleza de esa resistencia variaba. La experiencia había enseñado a
los residentes de Dragonhome que muchos demonios eran susceptibles
a la magia de agua fuerte.

El resto de sus beneficios del trato residían en un vial metido en una


bolsa que Lily llevaba alrededor de su cuello. Eso, y el guante en su mano
izquierda. Ella había insistido en el guante. Con el que terminó fue un
guante de arquero de cuero gastado. No encajaba ni un carajo, por eso
solo llevaba uno.

Alice les había asegurado que el portal podría transitar esta cantidad
de gente. Físicamente era un portal pequeño, pero dijo que según otras
métricas, podría llamarse masivo. Esto hacía posible mantenerlo abierto
más tiempo que muchos portales y acomodar los diversos tipos de masa
involucrados en el movimiento de tanta gente a través de él.

Lo único que Kongqi quería a cambio era su hermano. A Rule no le


había gustado eso. Quería a Tom Weng muerto. Lily entendía por qué,
Weng había sido responsable de muchas muertes, pero se sintió aliviada.
Era policía, no verdugo, y esto era lo que hacía: capturar a los malos y
entregarlos al sistema para que se ocuparan de ellos. En este caso, el
sistema se refería a su madre, pero Lily no creía que esto significara que
Weng saldría a la ligera. Los dragones daban a la idea de “amor duro”
dientes reales.

Después de regatear brevemente sobre la redacción, Rule había


estado de acuerdo. Fang y sus hombres mejorarían enormemente sus
probabilidades sin obligarlo a realizar cambios importantes en su plan.
El trabajo de los Puños sería lidiar con las amenazas menores: los
demonios de hiena/centauro que Lily llamaba ojos-rojos y los monstruos
de dos metros y medio que Gan llamaba Garras. Los Garras y los ojos-
rojos no se considerarían amenazas menores bajo circunstancias que se
parezcan a las normales.

El plan de Rule aprovechaba al máximo sus dos ventajas:


planificación y sorpresa. Rule había tenido tiempo de trazar la posición
de casi todos en el momento crítico. La excepción fue Max. Ninguno de
ellos sabía exactamente dónde había estado o estaría Max, pero lo habían
visto por última vez no lejos de Xitil. Rule había usado ese conocimiento
para coreografiar un rápido golpe de dos puntas.

Para Weng, sin embargo, los eventos estarían sucediendo en

435
velocidad de batalla, envuelto en humo y caos. Solo podía reaccionar, no
planificar. Y no sabría dónde estaban sus enemigos. Oh, podría haber
visto desaparecer a Lily; estaba cerca cuando Gan la agarró. Incluso
podría sospechar que eso significaba que ella había cruzado a otro reino.
Pero la visibilidad había sido una mierda, con todo el humo. Era poco
probable que supiera/conociera que Cynna también había desaparecido.
Y la abuela. Y Rule. No tendría tiempo de averiguar qué había sucedido.
No podía, no podía esperar que ellos cruzaran el portal desde
Dragonhome.

La incorporación de los hombres de Fang había provocado cierta


discusión. Fang pensó que él y al menos un escuadrón deberían atravesar
el portal primero. Según Kongqi, Weng se daría cuenta en el segundo en
que se abriera el portal. Weng no esperaría un escuadrón del equipo local,
pero supondría (sabría) que los Puños que viera entrar por la puerta
estaban de su lado, por lo que no reaccionaría con una letalidad
instantánea.

Rule no era el tipo de persona que lidera desde atrás, pero terminó
accediendo a esto también. Lily no estaba segura de cuánto tenía que ver
eso con el argumento de Fang. Donde iba Rule, iría Toby. Rule no podía
proteger a su hijo de la manera que él quería desesperadamente, no a
donde iban. Pero podía evitar que fuera uno de los primeros en cruzar el
portal.

La voz de Rule sonó clara y firme.

—Tomen sus lugares. Nos estaremos moviendo rápido.


El corazón de Lily saltó al doble de tiempo, cada latido latía fuera de
tiempo, fuera de tiempo, fuera de tiempo. No había tenido la oportunidad
de hablar con la abuela en privado y lo necesitaba desesperadamente.
Necesitaba hablar más con Rule. Ella necesitaba… sacar el vial. Se movió
para pararse directamente detrás de la abuela, que pasaría justo después
de Rule y Toby. Cynna estaba ahora detrás de Lily, y los otros cuatro
escuadrones de Puños detrás de ella. Detrás de ellos estaban los dos
últimos que entrarían al infierno. Eran civiles, dos de los Kanas: Ah Hai,
la sanadora, y un anciano arrugado llamado Ah Cheng, que podía apagar
el fuego de mago.

Lily buscó a tientas la bolsa, maldito y estúpido guante, y sacó el


frasco de cerámica tapado, agarrándolo con fuerza en su mano

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enguantada. Arrojó la bolsa al suelo. No era necesaria ahora.

El dragón que volaba por encima de sus cabezas comenzó a cantar.


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La Canción de los Dragones podría hacer magia. Esta canción no lo
hizo, excepto en el corazón. Reno cantó de dolor y pérdida irremediable,
pérdida que persistiría hasta que los soles murieran y el universo llegara
a su fin. Su canción no tenía palabras, pero eso es lo que significaba
cuando llegó al interior de Lily, agarrándola por el cuello y el estómago
mientras corría por el portal.

Nunca había atravesado un portal permanente, pero no se sentía


diferente al temporal. Hubo ese instante en que cada célula de su cuerpo
se movió de una manera indescriptiblemente extraña, luego su pie
aterrizó en la roca de un mundo diferente. Dejó atrás el canto del dragón,
corriendo hacia el humo y el calor y el loco cacareo de un príncipe
demonio.

El portal se abrió cerca de la pila de cuerpos en llamas. Cuerpos de


demonio. El humo era malo y el hedor era peor. ¿Cómo pudo no haber
notado el hedor la primera vez? Olía como una mezcla de cabello
quemado y plástico quemado con un toque de carne asada. Por un loco
segundo se preguntó de qué diablos estaban hechos los cuerpos de los
demonios.

No podía ver a Weng desde aquí, pero sabía dónde debería estar.
Escuchó la voz de Fang gritando órdenes mientras corría detrás de Rule,
la abuela y Toby durante varios pasos largos, alcanzando un vistazo de
Ginger a través del humo. El avatar de la Gran Perra estaba inmóvil al
otro lado del fuego. Luego viró. Rule, la abuela y Toby corrieron sin ella,
corriendo hacia la montaña de carne rosada que Lily sabía que estaba en
el otro extremo de la habitación. Por Xitil.
Lily apuntó a un pilar negro que se elevaba oscuramente a través
del humo, el pilar donde había patinado, torciéndose el tobillo,
volviéndose tonta. Los pies golpeaban detrás de ella. Y estaban los Garras
que estaban a punto de atraparla cuando Gan la sacó de este mundo:
criaturas bípedas de al menos dos metros y medio de altura con armas
integradas en cada pie, en cada mano y en los extremos de sus
musculosas colas. Uno tenía la piel roja, el otro un rosa brillante
increíblemente alegre.

Detrás de ellos estaba Tom Weng. La estaba señalando, quizás


lanzando un hechizo. Seguro que así lo esperaba. Sus hechizos
rebotarían. Si en su lugar decidía arrojar fuego, ella estaba cocinada. La
magia se deslizaba fuera de ella. El fuego no lo hacía, incluso si se

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generaba mágicamente. Pero Weng la había querido viva para dársela a
la Gran Perra. Estaban apostando a que él todavía lo hacía. Para él, solo
habían pasado unos momentos.

—¡Consíguela! —gritó.

Se dio cuenta de que estaba gritando a los Puños detrás de ella.


Bien. Giró alrededor del Garra que, después de un momento de sorpresa
congelada, se dirigió hacia ella. Detrás de ella, alguien gritó en chino. Y
el Garra comenzó a marchitarse cuando el agua cayó al suelo a sus pies.

Cuando succionabas toda el agua de un cuerpo, ese cuerpo moría.


Incluso cuando pertenecía a un demonio.

Lily ignoró al otro Garra, confiando en que los que venían detrás de
ella se ocuparían de él. Y lanzó una patada giratoria a Weng.

Ninguno de ellos podía derrotar a un demonio engendrado con


magia, lo que dejaba la fuerza bruta. Solo que ella era inmune a la magia
de los engendros, y Weng la tomaría viva, si pudiera. Esto significaba que
tenía que ser ella quien lo derribara. A Rule no le había gustado a dónde
lo llevaba la lógica, pero era un táctico demasiado bueno para ignorarlo.

Weng era rápido, pero ella también, y él no había tenido ningún


entrenamiento en artes marciales. Él esquivó su primera patada, pero
falló en aprovechar la fracción de segundo en la que podría haber usado
la falla contra ella. Ella fluyó de esa patada a una patada lateral rápida.
Esa conectó. También lo hizo la siguiente, y la siguiente fue en su sien,
un golpe que podría haber matado a un humano. Eso dejó a Weng
atontado. Se tambaleó. Su siguiente patada lo envió al suelo de piedra.
Lily estaba sobre él en el segundo que aterrizó. No intentó
inmovilizarlo. Estaba aturdido, no inconsciente, y los engendros eran
increíblemente fuertes. Él alcanzó su garganta. Buscó a tientas el tapón
del frasco, sacándolo justo cuando sus dedos se cerraron, apretaron,
alrededor de su garganta, cortándole la respiración mientras vertía el
contenido del frasco en su cara.

Téngtòng mǎyǐ. Hormigas del dolor. Docenas de ellas, todo el alijo de


Kongqi, se derramaron sobre el rostro de Tom Weng.

Sus ojos se ampliaron por una fracción de segundo antes de


comenzar a gritar. Sus manos se apartaron de ella y se arañó la cara.

Tenían, según la estimación de Kongqi, entre veinte y treinta

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segundos antes de que la súper curación de Weng eliminara el veneno lo
suficiente como para que él pudiera pensar con claridad. Ella se echó
hacia atrás rápidamente y tiró para abrir su shenyi, luego empujó hacia
arriba la fina camisa de seda que llevaba debajo.

Cynna se arrodilló junto a Weng y golpeó la jaula mágica en la parte


superior de su vientre, cantando mientras lo hacía.

—Eso es todo —dijo—. Su magia está atada. Tómalo y átalo.

Lily repitió eso en chino rápido para los Puños que corrían detrás de
ellas, y agregó:

—Por el amor de Dios, tengan cuidado con las hormigas del dolor.
—Se puso de pie de un salto.

Tres de los Puños estaban enfrentados con el otro Garra, con sus
espadas melladas. Uno yacía en el suelo, la parte delantera de su
armadura abollada. Varios más se apiñaban a su alrededor, uno de ellos
con un rollo de cuerda.

Ella no podía ver, maldita sea. No podía ver lo que estaba pasando
en el otro extremo de la habitación, donde Rule, la abuela y Toby habían
ido. Donde Benedict estaría inconsciente. Donde deberían estar Cullen y
Jude, y Mason, y tal vez Max.

Y Xitil.

—Vamos —gritó Cynna, y echó a correr.

—Escuadrón siete —dijo Lily—, ¡con nosotros! —Y corrió tras Cynna.


Cullen había detonado una bomba asesina de demonios en la
cámara. Esa era la fuente de esa pila de cuerpos. Pero no los había
matado a todos, y los que habían sobrevivido habían recuperado la
conciencia en su mayoría. Lily escuchó a Cynna gruñir un hechizo, luego
arrojó algo invisible a su derecha. Una enorme Garra salió tambaleándose
del humo y se derrumbó justo frente a ellos.

Cynna saltó sobre él, así que Lily también lo hizo. Tres pasos más y
salió del humo más denso y vio a Xitil. Rule. Toby. Y a la abuela.

Rule estaba reteniendo a uno de los ojos-rojos con su espada


prestada. Toby pudo haber pensado que estaba ayudando. Ladró y se
lanzó hacia adentro, demasiado emocionado, pero saltó hacia atrás antes

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de que el demonio pudiera conectar. Detrás de él, Lily vislumbró a Fang
y su escuadrón luchando contra tres demonios más.

Xitil era una hermosa mezcla de rosas, un color rosado intenso que
se transformaba en un suave rosa pétalo. También era enorme, del
tamaño de un elefante. Parecía la creación de mezcla de genes de un
científico loco, un cruce entre un centauro, una babosa y algunos bichos.
La parte inferior de su cuerpo era vagamente parecida a una babosa, con
patas de ciempiés y cola de escorpión. La parte superior de su cuerpo era
de mamífero, con seis pechos colgantes y cuatro brazos. Su cuello era
corto, su cabeza redonda y lampiña, y su boca ancha y amplia carecía de
labios. Una docena de ojos azules brillantes rodearon esa cabeza redonda
como una diadema hippie.

Varios de esos ojos estaban fijos en la abuela, a quien sostenía con


dos de sus grandes manos. La abuela la miró fijamente. Fue espantoso.
Era exactamente lo que se suponía que iba a pasar.

Los demonios no pueden usar magia mental que valga la pena. Ni


siquiera los príncipes demoníacos. Y la abuela era muy buena en el
encantamiento.

La abuela hablaba con voz firme y tranquila.

—… no nos hagas daño. Quieres que todos los humanos, los lupi y
nuestros compañeros de este reino sigan con vida. No quieres que tus
súbditos nos hagan daño a ninguno de nosotros. Esto es
extremadamente importante para ti.
Después de un momento, Xitil asintió con la cabeza redonda y calva.
Habló con voz dulce y cadenciosa en un idioma demasiado lleno de
consonantes y corto de vocales.

La pelea… se detuvo. Simplemente se detuvo.

—Gran príncipe —le dijo la abuela al demonio que la sostenía a unos


tres metros del suelo—, tienes sueño.

Xitil se tambaleó. Varios ojos azules se cerraron, se abrieron de


nuevo. Algunos permanecieron cerrados. Las grandes manos se abrieron
y la abuela cayó al suelo.

—Ups —dijo Xitil en un inglés perfectamente bueno, y se rio. Y

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colapsó.

La abuela no se apartó a tiempo.

Cuando Rule la sacó de debajo del gigante dormido, jadeando y


tendida de espaldas, ella les sonrió con lo que Lily podría haber jurado
que era el tipo de triunfo vertiginoso que había sentido antes.

—Ha ido bien —anunció, su firmeza apenas se vio afectada por el


silbido de su voz—. Ni siquiera es una mala rotura.

La ruptura a la que se refirió la abuela fue su muñeca. Había


aterrizado mal, pero no había sufrido ningún daño adicional cuando Xitil
se derrumbó sobre ella. Mientras uno de los Puños le envolvía la muñeca,
Mason se acercó cojeando con Max a cuestas. Cynna fue tras Cullen y
Jude, y Rule recuperó a Benedict, que aún estaba inconsciente. No una
buena señal. Ya habría curado una simple conmoción cerebral.

Todos los demonios de la cámara habían desaparecido. Lily pensó


que no querían estar cerca cuando Xitil se despertara.

El hombre Kana empezó a apagar los fuegos y la abuela le dio


instrucciones a Fang.
—El encantamiento no durará. El sueño lo hará, siempre y cuando
no seas estúpido. No intentes matar al príncipe demonio. Eso sólo la
despertaría y no estaría de buen humor.

Fang respondió con una pequeña reverencia.

—¿Puedes caminar? —le preguntó Rule lacónicamente desde al lado


del cuerpo inmóvil de su hermano.

—Por supuesto. Es mi muñeca, no mi tobillo.

Eso era bueno, porque se estaban quedando sin espaldas fuertes.


La pierna de Max estaba muy destrozada y Benedict estaba inconsciente.
Afortunadamente, Mason y Jude solo tenían heridas menores. Menor

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para los lupi de todos modos. Podrían marcharse. Cullen (aturdido pero
consciente) insistió en que él también podía hacerlo. Esto era
descaradamente falso. No podía ponerse de pie. Le habían cortado la
garganta en algún momento y debió haber estado a punto de desangrarse
antes de que su curación la cerrara.

No se tomaron el tiempo para explicar o escuchar las historias de


los demás. Ni siquiera esperaron a que Ah Hai viera a Benedict. Él estaba
vivo. Su mejor oportunidad de permanecer así era estar bien lejos de aquí
cuando la Gran Perra devolviera su atención a la cámara donde estaba
su avatar: silenciosa, inmóvil e intocable.

No le advirtieron a Fang que no la molestara. Él no podía.

Uno de los Puños le entregó a Jude un odre de agua. Jude estaría


cargando a Cullen, y el cuerpo de Cullen necesitaba desesperadamente
fluidos. Si permanecía despierto, podría beber mientras viajaban. Rule
recogió a su hermano. Max cabalgaría sobre la espalda de Mason.

No sabían hasta dónde había llegado la prohibición de Xitil de no


dañarlos. Cynna dijo que el príncipe demonio podría haber enviado sus
órdenes a cada parte del palacio en ruinas, incluso a cada demonio en su
territorio, pero no sabían si lo había hecho. Tenían que estar preparados
para la posibilidad de una pelea, así que Lily tomó la delantera. Todos los
lupi móviles se llevaban a los peores, así que tenía que ser ella o Cynna,
y Lily tenía el sentido común de advertir. También tenía la Uzi de Benedict
y munición suficiente para consolarla.

Sin embargo, Rule los estaría guiando. El mapa mental que Reno le
había otorgado hace más de una semana (de acuerdo con el tiempo que
habían vivido, es decir) seguía tan claro como siempre. Y tenían que irse
por el camino por el que él había venido, no como lo había hecho Lily.
Había dejado a Carlos en uno de esos túneles oscuros, solo y envenenado
por el veneno del demonio araña, incapaz de caminar. Lo dejaron con su
última granada en caso de que lo atacaran antes de que su curación
limpiara lo suficiente del veneno para que él intentara salir de los túneles.

Lily hizo una breve pausa al salir. Se detuvo frente a Fang, con la
cabeza llena de un lío sin clasificar de cosas que quería decir. Había sido
su carcelero, pero honorable. Sus Puños habían desarmado a los otros
Puños en la pelea en la torre. Habían luchado contra los demonios aquí,
manteniéndola con vida para que pudiera acabar con Tom Weng. Él y sus
Puños estarían esperando ahora, esperando y esperando que el portal se

443
abriera antes de que la Gran Perra terminara de estabilizar los nodos.
Ninguno de ellos sabía cuánto tiempo tomaría cualquiera de esas cosas,
pero Reno creía que el portal se abriría primero. Tal vez.

¿Alguna vez sabría si él y estos hombres sobrevivían? Se conformó


con golpearse el pecho con el puño en el saludo que le había visto dar.

—Me ha honrado haberlo conocido, Primer Puño.

Sus ojos oscuros parpadearon con sorpresa. Él devolvió el saludo.

No tuvieron que luchar. Ni una sola vez. Ni siquiera vieron a un


demonio mientras caminaban y trotaban a través de un laberinto oscuro
iluminado por la luz de mago de Cynna. Tuvieron que detenerse
brevemente donde una pila suelta de escombros bloqueaba parcialmente
el túnel.

Debajo de esos escombros estaba el cuerpo de Carlos. También lo


estaban los cadáveres de dos de los demonios araña. Esos demonios
habían regresado y Carlos había hecho lo único que podía.

No pudieron sacar su cuerpo. Descubrieron lo suficiente de él como


para que Rule pudiera quitarle la cruz de oro que llevaba, y Cynna se
santiguó y dijo una oración muy corta. Carlos había sido católico, como
Cynna, y tenía una hija mayor. Tal vez la cruz de su padre le serviría de
consuelo.

Benedict se despertó justo antes de que llegaran a la superficie, y


eso fue realmente una buena noticia, tanto porque significaba que se
estaba curando como porque ninguno de ellos había encontrado la
manera de llevar a un hombre inconsciente en una motocicleta. Tenía
mucho dolor, estaba mareado y desorientado, y tenía problemas para
recordar dónde estaban o cómo habían llegado hasta aquí, incluso
después de que se lo dijeran. Pero…

—Tenemos que salir de aquí —le dijo Rule a su hermano—, en


motocicletas. ¿Podrás montar en la parte de atrás de una y sostenerte de

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mí?

Benedict lo consideró un momento.

—Sí. —Todo tipo de cosas apretadas se desataron dentro de Lily con


esa palabra. Si Benedict decía que podía hacer algo, lo haría.

Sus motocicletas estaban esperando. Daniel también.

Li Lei pasó la primera hora de su viaje al nodo considerando comprar


una motocicleta. Esto la sorprendió. Nunca se había interesado mucho
en los vehículos motorizados, y estaba decididamente incómoda: estaba
cansada y le dolía mucho la muñeca. Y su costilla rota (que se había
negado a mencionar a los demás) no había terminado de curarse.

Y, sin embargo, había un regocijo al acelerar, el viento enredándose


en su cabello. Era lo más cerca que había estado de volar desde que dejó
de tener forma de dragón. Se preguntó si Li Qin lo disfrutaría. Li Qin era
bastante conservadora sobre algunas cosas, pero no era de mente
cerrada.

Al final, decidió no decidir en este momento. Estaba un poco


mareada. No esperaba estar viva.
Li Lei le había hablado con sinceridad a Rule sobre sus posibilidades
de éxito al hechizar a un príncipe demonio. Él estaba a cargo de sus
tácticas y necesitaba saberlo. Rule había… simplificado un poco cuando
le transmitió esa parte de su plan a Lily. Li Lei había optado por no
ofrecerle a Lily esos detalles que Rule había omitido. Sin duda, si Lily
fuera consciente de esto, estaría enojada porque Li Lei y Rule habían
conspirado para quitarle su derecho a preocuparse tontamente. Li Lei no
se arrepintió de haberlo hecho.

Los demonios eran incapaces de usar magia mental. Eso era en gran
parte cierto. Pero Xitil era un príncipe demonio. Los príncipes demoníacos
eran como otros demonios en algunos aspectos, y un tipo de ser
completamente diferente en otros. Los príncipes establecían las “reglas”

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en sus territorios, reglas que equivalían a leyes naturales. Una de las
reglas en el territorio de Xitil era que todos entendían a todos los demás
sin importar el idioma que hablaban. Eso era magia mental, y no en
pequeña escala.

Antes de que los dragones dejaran Dis por la Tierra, antes de que
Xitil consumiera el avatar de una anciana y se volviera loca, ella debió
tener excelentes escudos mentales. Li Lei no había necesitado
preguntarle a Reno sobre esto, ya que era obvio. Si Xitil no hubiera
poseído escudos muy buenos, los dragones que habían sido sus vecinos
la habrían controlado, y ella nunca habría recibido la visita de ese avatar.
La pregunta había sido si todavía los poseía o no.

Al final resultó que sí… pero eran un desastre hecho jirones y en


descomposición, como el resto de su mente. Li Lei había podido deslizarse
entre las caóticas capas de protección. No había sido fácil ni agradable,
pero había sido posible. Esto había sido un profundo alivio.

Li Lei no tenía todas las habilidades que había poseído durante su


tiempo como dragón. No podía volar, usar el habla mental o
compartimentar su mente. Pero había retenido algunos de ellas. Los
dragones sabían cómo compartir sus muertes. Si no hubiera podido
hechizar a Xitil, lo habría hecho. Habría sido una buena muerte, porque
los demás habrían vivido. Ella miró a un lado al lobo larguirucho que
corría junto a ellos. Toby estaba cansado, pero se había mantenido muy
bien. Ahora parecía aceptar más a los demás de su grupo. Quizás se
estaba acostumbrando a ellos, o quizás era simplemente que más olían
bien, incluso si actualmente no eran lobos.
Pero ella prefería mucho la vida incluso a la mejor de las muertes.
Una muñeca y una costilla rota eran molestos, pero pasarían.

Por fin, llegaron al nodo que Li Lei, después de discutir con Rule,
había seleccionado para su primer intento. No era el más cercano a
clanhome, pero estaba bastante segura de que no se abría en una roca
sólida o en una distancia incómoda sobre el suelo.

En este lado, el nodo se asentaba en una alcantarilla estrecha o en


el lecho de un río seco. El descenso fue lo suficientemente poco profundo
como para que las motocicletas pudieran hacerlo, pero no con pasajeros.
Li Lei se bajó, agradeció a Mason por conducirla en la motocicleta y bajó
por la alcantarilla, todos los músculos y articulaciones de su cuerpo le

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dolían. Se detuvo en el nodo y le dio forma al hechizo que debía usar en
su mente, luego le cantó al nodo.

No era el canto de dragón, que Reno habría utilizado. Fue una


traducción a sonidos que sus cuerdas vocales podían acomodar.
Funcionó. También requirió una gran cantidad de poder.

Se balanceó, apenas capaz de mantenerse erguida. Un brazo firme


rodeó su cintura, estabilizándola. Ella lo permitió, ya que parecía
preferible a colapsar.

—El pulso salió con éxito. Debemos esperar ahora a que lleguen los
gnomos y levanten un portal. ¿Creo que los Puños proporcionaron algo
de comida?

—Raciones bastas, pero sí. —Rule le sonrió. Luego la sorprendió,


levantando una de sus manos y besándola en el dorso—. Abuela, nunca
dejas de sorprenderme. A veces me pregunto qué habría pasado si alguna
vez te hubieras enojado con el gobierno y hubieras decidido derrocarlo.

Ella resopló, completamente complacida con su nuevo nieto.

—No presto mucha atención a los gobiernos. Aunque una vez… pero
era un país muy pequeño. No lo cuento.
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La espera a que se abriera el portal parecía interminable. Se
alinearon a lo largo del lecho seco del río más o menos en orden de lesión.
Benedict estaba al frente con Mason, quien lo ayudaría. Se había
desmayado de nuevo tan pronto como llegaron al nodo. Cullen todavía
estaba débil, pero había mejorado una vez que ingirió un poco de carne
seca junto con una buena porción de agua. La pierna de Max había
comenzado a sanar, pero mal, ya que el hueso no se había acomodado a
tiempo. Necesitaría cirugía para enderezarlo.

Lily, Rule y Toby fueron las excepciones a la alineación. Alguien


tenía que vigilar desde lo alto de la pequeña pendiente, y Lily podía usar
su sentido mental junto con sus ojos. El sentido del olfato de Toby
también podría ser una ventaja, pero no era un centinela confiable.
Estaba allí porque Rule se negó a dejar que Lily vigilara sola, y Toby iba
donde Rule lo hacía.

En ese momento estaba profundamente dormido, con la cabeza


apoyada en el muslo de su padre. Rule lo acarició distraídamente.

—Deberías comer un poco más de esa cecina.

—Demasiado sed para comer. —Había comido algo de la carne seca


dulce y picante que le habían proporcionado los Puños, pero realmente
no le gustaba. También le dio mucha sed y se quedaron sin agua—.
Puedes quedarte con el resto del mío.

Sacudió la cabeza y guardó silencio un momento.

—No creo que hayas conocido a la hija de Carlos. Su nombre es


Raina. Raina Matthews.
—No, aunque he oído a Carlos mencionarla. Sin embargo, he
conocido a su padre, ¿no? ¿Miguel Gutierrez? Lleva un sombrero de
vaquero negro destartalado todo el tiempo y un collar de flores de
calabaza. Trabaja en la empresa de construcción del clan.

—Miguel. Sí. Nunca superó su amor por los indios y los vaqueros,
aunque alterna entre llamarse a sí mismo un vaquero y llamarse a sí
mismo indio, por lo general navajo. Como no tiene rastros de sangre
navajo, esto molesta a Benedict. —La sonrisa de Rule parpadeó y murió—
. Esta será una mala noticia para Miguel.

Le dolía. Podía escucharlo en su voz y pensó en decirle que saldrían


de esto con muchas menos muertes de las que tenían derecho a esperar.

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Pero ese no era el punto, ¿verdad?

—Háblame de Raina —dijo en su lugar.

Raina Mathews tenía veinticinco años, era soltera y no tenía hijos.


Su madre la había nombrado y ella no había puesto el nombre de Carlos
en el certificado de nacimiento de Raina, aunque ella y Carlos vivían
juntos cuando ella quedó embarazada. Ella quería que se casara con ella.
Creía que Carlos no tenía derechos sobre la niña a menos que se casara
con ella. No lo había hecho, por supuesto. Los lupi no se casaban… hasta
que primero Cullen, luego Rule, rompió ese tabú. Ella había echado a
Carlos el día que ella y Raina regresaron a casa del hospital. No había
vuelto a ver a su hija hasta que ella tenía cinco años.

—Esperaba que Carlos se enojara cuando me casé contigo —dijo


Rule en voz baja—. No lo estaba. En su mente, el vínculo de pareja hizo
que mi situación fuera completamente diferente a la de él.

Después de la universidad, Raina había sido contratada en una


empresa de inversiones en Los Ángeles y era lo suficientemente ambiciosa
como para dedicar muchas horas. Carlos no la había visto a menudo
después de eso, y había estado hablando de mudarse a Los Ángeles antes
de que se calentara la guerra oculta con la Gran Perra. Había dejado de
hablar de mudarse.

—Elegí a Carlos para la misión por su amor por las motocicletas —


dijo Rule—. Le encantaba montarlas y jugar con ellas. Trabajó en una
tienda de motocicletas cuando era más joven. Sabía pelear, por supuesto,
sabía de armas. Había trabajado con Benedict durante una docena de
años. Pero lo quería porque podría haber arreglado una moto si una de
ellas se averiaba. Trajo un pequeño juego de herramientas con él… nunca
lo necesitamos.

Lily sentía dolor por él. Por Carlos, que había muerto solo en la
oscuridad. Sentía dolor por el padre de Carlos y por su hija, y dijo:

—¿Murió porque cometió un error?

—¿Qué? ¡No! No, hizo todo bien. Simplemente tomó demasiado


veneno cuando…

—Entonces no murió porque elegiste a la persona equivocada para


la misión. Murió porque… bueno, es el infierno. Demonios. Muchos,
muchos demonios. Todavía no veo cómo sobrevivimos el resto de

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nosotros.

Él sonrió lentamente.

—Eso tiene mucho que ver con tu…

—¡Es hora! —llamó la abuela—. ¡El portal se abre!

Ella, Rule y Toby fueron los últimos, con ella en la parte trasera de
la motocicleta y Toby trotando junto a ellos. El momento en que cada
célula de su cuerpo trató de separarse de todas las demás células y hacer
su propio baile de resplandor parecía más largo, más fuerte esta vez, tal
vez porque estaba muy exhausta, pero luego cruzó el portal y llegó a casa.

El hogar eran montañas bajas y ásperas con laderas boscosas: el


bosque nacional que colindaba con clanhome. En casa había un montón
de gente apiñada en el pequeño valle por donde habían salido, e Isen
agachado junto a su hijo mayor, quien yacía en el suelo ahora con Nettie
inclinado sobre él. Hogar era la sombra de un dragón que pasaba por
encima, y el tirón de una mente que Lily conocía bien. La mente de Sam.

Casa olía fuertemente a barbacoa.

—¿Lesiones? —gritó Isen mientras corría y agarraba a Rule por los


hombros.

—Todos curados. ¿Te dijeron…?

Pero Isen no estaba escuchando. Aplastó a Rule en un abrazo que


pudo haber estado a punto de romper una costilla o dos, luego soltó un
brazo para poder abrazar a Lily con él.
—Y este… —Se interrumpió, un brazo alrededor de Rule, otro
alrededor de Lily, y miró al lobo que le gruñía. Sus pobladas cejas se
arquearon—. Y este es mi nieto, bien y sano y una gran sorpresa. Tienen
mucho que contarme.

Rule se apartó para poder agacharse junto a Toby y calmarlo.

—Sí. No enviaremos a Toby a terra tradis de Nokolai.

—No, puedo ver eso. Leidolf tiene una terra tradis, por supuesto,
pero tú… Ah, más tarde. Escucharé todo, pero primero deben comer y
beber. Trajimos costillas y sacamos carne de cerdo del Jolly Pig. Nettie se
ocupará de Benedict —una mirada rápida por encima del hombro, el ceño
fruncido de preocupación—, pero el resto de ustedes debe comer.

450
—Coca-Cola —dijo Lily con gran sinceridad—. Coca-Cola primero,
luego comida y explicaciones, pero debes saber que los otros niños están
en el Borde. Están bien, están a salvo, y Gan… —Se interrumpió,
sorprendida por la visión de un rostro inesperado entre la multitud—.
¡Rule, tu hermano está aquí! Tu otro hermano, quiero decir. Jason. Y
Adam está con él.

Y de delante de ellos en la multitud llegó la voz de Cullen, muy fuerte.

—¡Ese es él! ¡Agárrenlo! Ese es…

—¡Cullen! —rugió Isen—. ¡Siéntate!

Lily no podía ver a Cullen desde aquí, pero no tenía ninguna duda
de que Cullen se había doblado rápidamente y se había sentado en el
suelo.

—Estás herido —continuó Isen severamente—. No irás persiguiendo


y agarrando gente. Especialmente no a las personas a las que les he dado
derecho de huésped.

La voz de Cullen de nuevo, mucho más tranquila:

—¿Derecho de huésped?

—Sí. Yo también tengo mucho que contar —dijo, hablando más con
Rule y Lily ahora—. Aunque una parte debe provenir de tu hermano
Jason, y otra parte de estos dos, a quienes he nombrado ospi. —Agitó
una mano—. Vengan, den un paso adelante para que los pueda
presentar. Creo que Rule y Lily nunca los conocieron, ¿verdad?
Isen no había traído realmente a la mitad del clan con él.
Simplemente lo parecía. Un hombre y una mujer salieron de la multitud
que los rodeaba. Lily la puso en el metro setenta y tres, tal vez sesenta y
un kilos. Principios de los treinta. Era pelirroja, voluptuosa y pecosa, con
las mejillas redondas que hacían tan contagiosas las sonrisas de las
mujeres irlandesas. Él era, en una palabra, hermoso. Metro setenta y
siete y setenta y nueve kilos, pensó, y tenía veintitantos. Su cabello rizado
negro, y sus ojos eran de un sorprendente azul pálido. Sus rasgos eran
bellamente simétricos. Su cuerpo podría haber sido copiado del David de
Miguel Ángel.

Ambos vestían vaqueros, camisetas y expresiones cautelosas.

451
—Este es mi hijo, Rule Turner —dijo Isen—, y su compañera, Lily
Yu. Rule, Lily, este es Michael… Creo que prefieres Brown como apellido.
Michael y Molly Brown. Están con nosotros contra la Gran Enemiga y
tienen una gran necesidad de la protección del clan. Michael es… —Hizo
una pausa, luego sonrió lenta y astutamente—. Digamos que es el
poseedor del Codex Arcana.
Históricamente, los clanes de lupus en Europa y Gran Bretaña usaban
el latín para comunicarse entre sí por la misma razón por la que fue
adoptada por la Iglesia: la necesidad de una lengua unificadora. Su

452
versión del lenguaje evolucionó, como lo hacen todas las lenguas, en un
idioma completamente mezclado que probablemente haría que los
eruditos clásicos hicieran una mueca de dolor. Además, hay algunas
palabras en la lengua lupus que no tienen derivación conocida. Lupi
afirma que estas palabras provienen de un lenguaje antiguo anterior al
latín, pero dado que el latín es anterior al año 1000 aC, los expertos
consideran que esto es poco probable.

El uso del latín para comunicarse entre los clanes está desapareciendo
ahora, ya que muchos lupis hablan inglés como primer o segundo idioma,
aunque todavía se considera esencial para el Rho y sus hijos, que deben
negociar con otros clanes. Sin embargo, varias de las palabras y frases
siguen siendo útiles, ya que no tienen un equivalente en inglés obvio:

 Amica: amigo / novia (fem); un lupus podría llamar a un amigo


masculino del mismo clan adun, de adiungo (para unirse,
conectarse, asociarse)

 Delicia: cariño (fem)

 Dies: día

 Du: honor, rostro, historia, reputación; tiene componente mágico.

 Fratriodi: odio entre hermanos. Un pecado grave entre los lupis.

 Gens amplexi: literalmente, abrazo del clan; ceremonia de adopción


en el clan. De gens (clan, tribu, gente) + amplexor (abrazo,
bienvenida, amor)
 Lu Nuncio: el heredero reconocido de Rho. Nuncio es de nuncupo,
para nombrar o pronunciar solemnemente. Derivación de lu
desconocida, pero puede ser una forma corta de lupus.

 Nadia: compañera (fem); de nodus (nudo, faja); cualquier vínculo,


conexión u obligación; también un punto embrollado o dificultad.

 Ospi: amigo o invitado fuera del clan; de hospes (invitado)

 Rhej: El título de bardo / historiador / sacerdotisa de un clan;


derivación desconocida.

 Rho: El gobernante / líder de un clan lupus. Derivación desconocida;

453
la leyenda dice que es anterior al latín.

 Seru: es una fragancia emitida por un lupus dominante cuando está


siendo agresivo o está desafiando abiertamente a otro lupus

 Surdo: Un nombre poco halagüeño para los humanos (m). De surdus


(sordo, poco dispuesto a escuchar, insensible)

 T’eius ven: La forma íntima o informal de v'eius ven.

 Thranga: Una forma de guerra en la que los clanes se unen bajo un


único líder de batalla contra un enemigo común. Tradicionalmente
requiere la convocatoria de la Dama, pero la naturaleza de esa
convocatoria puede ser disputada. Derivación desconocida

 V’eius ven: Probablemente derivado de una frase que significa "ir en


la gracia de ella [la Dama]", aunque algunas fuentes sugieren que
"ven" puede ser de venor (caza) en lugar de venia (gracia), o incluso
de vena (vaso sanguíneo o pene.) Esta forma es muy ceremonial
454
Eileen Wilks es el autor más vendido del
NYT con más de treinta libros y novelas
escritas, incluida su serie World of the Lupi.
Finalista múltiple de RITA y ganadora de un
Premio al Logro de Carrera de la revista
"Romantic Times", actualmente trabaja
arduamente en el próximo libro del Mundo de
los Lupi.

Eileen comenzó a escribir de la manera


habitual: leyendo compulsivamente y
soñando despierta. A ella le gusta hacer
colchas, la materia oscura, el chocolate, los
libros sobre inteligencia, el yoga (aunque no es buena en eso) y pintar
cosas: paredes, cajas, muebles, pisos, incluso lienzos a veces… pero no
gatos Los gatos no desean ser pintados. Y también le gusta escuchar a
los lectores…
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0.1.- The New Kid (Historia corta, 2013)

0.5.- Only Human (en la antología ‘Lover Beware’, 2003)

1.- Tempting Danger (2004)

1.5.- Originally Human (en la antología ‘Cravings’, 2004)

2.- Mortal Danger (2005)

2.9.- Brownies (escena eliminada de ‘Blood Lines’, 2007)

3.- Blood Lines (2007)

3.5.- Inhuman (en la antología ‘On the Prowl’, 2007)

4.- Night Season (2008)


4.2 Good Counsel (escena eliminada de 'Night Season’, 2008)

4.5.- Cyncerely Yours (Historia corta, 2008)

5.- Mortal Sins (2009)

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5.5.- Human Nature (en la antología ‘Inked’, 2010)

6.- Blood Magic (2010)

7.- Blood Challenge (2011)

8.- Death Magic (2011)

8.5.- Human Error (en la antología ‘Tied with a Bow’, 2011)

9.- Mortal Ties (2012)

10.- Ritual Magic (2013)

11.- Unbinding (2014)

12.- Mind Magic (2015)

13.- Dragon Spawn (2016)

14.- Dragon Blood (2018)

15.- The Codex (2021)

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