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LIMITES DE LA FUNCION DEL TUTOR

Derecho Romano
LA TUTELA EN ROMA
Las personas sui juris no están sometidas a ninguna de las potestades, y
no dependen mas que de ellas mismas. Se dividen en capaces e
incapaces. Formando la capacidad el derecho común, hay 4 causas de
incapacidad:
o La falta de edad
o El sexo
o la alteración de las facultades intelectuales
o La prodigalidad

DE LA TUTELA DE LOS IMPÚBEROS


El impúbero tiene necesidad de un protector habiendo nacido sui juris,
fuera del matrimonio legitimo o nacido sobre la potestad paterna. Este
protector se llama tutor.
El poder concebido al tutor no es una verdadera potestad, difiere por
varias causas, así el impúbero sometido no queda menos sui juris; el tutor
no tiene ni derecho de corrección ni autoridad sobre la persona del
pupilo, terminando sobre la tutela en la pubertad.
La tutela estaba considerada como una carga publica, siendo necesario
para cumplirla ser libre, ciudadano o del sexo masculino. Además un hijo
de familia podía ser tutor.
DESIGNACIÓN DEL TUTOR
La ley de las XII tablas, le concede también derecho para designar por
testamento el tutor de su hijo. A falta de tutor testamentario, difiere la
tutela a los miembros de la familia civil que llama eventualmente a la
sucesión del impúbero. La carga de la tutela sigue la esperanza de la
herencia y los tutores se interesan personalmente en la conservación del
patrimonio del pupilo.
Derecho común
Tutela testamentaria: el derecho de nombrar un tutor testamentario era en
su origen atributo de la potestad paterna, pero en la época clásica se tenia
también en cuenta la cualidad de ascendientes o los sentimientos de
afecto del testador.
Para esto se dieron las siguientes soluciones:
a) habiendo nombrado un padre, un tutor testamentario al hijo
emancipado, el nombramiento debe ser confirmado por el magistrado.

b) siendo la madre, la confirmación solo tiene lugar después de una


información sobre la honradez y habilidad del tutor.

c) si es el patrono del impúbero, el magistrado debe confirmar también el


nombramiento, pero después de información.

II TUTELA LEGITIMA DE LOS AGNADOS


La ley de las XII tablas indica como tutor al agnado mas próximo, y
habiendo varios en el mismo grado, son todos tutores. La tutela y la
sucesión son otorgadas al pariente mas próximo, bien sea agnado o
cognado.

III TUTELA LEGITIMA DE LOS GENTILES


En el derecho antiguo, no habiendo agnado, pasaba la sucesión a los
gentiles y también la tutela debía de serles concebida.
IV TUTELA DEFERIDA POR EL MAGISTRADO
Cuando la gentilidad cayo en desuso, se preocuparon en llenar este vacío
asegurando un tutor al impúbero que no tenia agnados. Este fue el objeto
de dos leyes:
a) la ley atilia, da derecho a nombrar los tutores en Roma al pretor
urbano y a la mayoría de los tribunos de la plebe.

b) La ley julia titia, en Roma y bajo el emperador claudio pasa a los


cónsules el derecho de nombrar tutores. El nombramiento del tutor por el
magistrado era necesario no habiendo ni tutor testamentario ni tutor
legitimo.

HIPÓTESIS ESPECIALES
I) Tutela legitima del patrono y de sus hijos
cuando el impúbero queda manumitido comienza una nueva familia y no
puede ni tener tutor testamentario, ni tutor legitimo agnado.

II) Tutela legitima del ascendiente emancipador


el ascendiente emancipador, que habiendo tenido cuidado de volver a
emancipar al hijo después de la tercera mancipación.

III) Tutela fiduciaria, en la época clásica esta se presenta en 2 casos:


a) la muerte del padre emancipador, tutor legitimo del emancipado, sus
hijos agnados quedan tutores fiduciarios de su hermano impúbero.

b) En caso de emancipación impúbero, el manumissor extraneus que le


liberto representa el papel de patrono, siéndole concedida la tutela.
FUNCIONES Y FORMALIDADES DEL TUTOR
Las funciones legales del tutor La auctoritas y la gestio del tutor. El tutor
una vez que ha entrado debe intervenir en el cumplimiento de los actos
jurídicos necesarios para la administración de los bienes del pupilo. Se
emplean 2 procedimientos que son la “negotia gestio” y la “auctoritas del
tutor”
De la auctoritas del Tutor
De la auctoritas: se llama así la cooperación, el concurso del tutor a un
acto realizado por el pupilo en el cual aumenta y complementa la
personalidad con su presencia. Es probable que tutor debía dar la
auctoritas en términos consagrados y contestado a una interrogación, esta
interrogación desapareció en la época clásica.

La auctoritas en primer lugar, no es un consentimiento ordinario, porque


está sometida a los principios siguientes:
o No puede darse por mensajero, ni por carta, ni tampoco una vez
efectuado.
o Además no lleva ni termino ni condición expresamente formulados
pues el tutor completa o no completa la personalidad con su presencia la
personalidad jurídica de su pupilo
o Es también voluntaria, el acto por el cual el tutor da su auctoritas es
siempre un acto realizado por el mismo pupilo, pues es en la persona del
pupilo donde se realizaban las consecuencias del acto y también es él,
según los casos, quien se hace propietario, acreedor o deudor.
De la gestio
Se dice que el tutor administra o regenta “negocia gerit” cuando realiza
solo un acto interesado el patrimonio del pupilo. En su origen, el tutor no
podía regentar legalmente; era porque entonces no había más que tutores
testamentario escogidos cuidadosamente por el jefe de familia o por
tutores legítimos personalmente interesados en administrar bien el
patrimonio que algún día podía corresponderle por herencia.

Pero mas tarde, cuando hubo tutores nombrados por el magistrado,


sucedió de otra manera y les fue impuesta por la obligación de
administrar, no por las leyes Atilia y Julia Titia eran imperfecta para esto
sino por los cónsules. Bajo Marco Aurelio todos los tutores estaban
obligados a administrar, haciéndose responsables por defectos de su
gestión.

Aplicaciones de la auctoritas y de la gestio


El tutor no puede actuar arbitrariamente al momento de aplicar la
auctoritas o la gestio, el uso de cualquiera de estás dos figuras depende
de la edad del pupilo. Así se puede definir dos periodos, uno estando el
pupilo infans y el otro siendo major infantia.

Cuando el pupilo es Infans


Este estado duraba hasta los 7 años, es obvio que el menor no gozaba aún
del discernimiento necesario para celebrar actos jurídicos bajo su
personalidad. La regla general es que el patrimonio sea administrado por
el tutor. El verdadero problema radicaba al momento de aceptar o
repudiar herencia, en este caso se esperaba a que el menor dejase de ser
“inconsciente” la excepción consista en escuchar la manifestación de la
voluntad del menor y está podía ser aceptada por el juez siempre que
poseyese la auctoritas de su tutor.

Pupilo es major infantia


Aquí el pupilo ya tiene 7 años cumplidos aquí se hace una tercera
distinción según esté cerca o lejos de la pubertad, si se considera cerca de
la pubertad, será el único responsable de sus negocios jurídicos y el tutor
se interpondrá solo en ocasiones especiales, por ejemplo cuando el
pupilo está ausente. La auctoritas del tutor quedó remitida a determinar
cuando el pupilo podía hacerse deudor. Está regla se puede resumir así:
El pupilo puede hacer mejor su condición más no deteriorarla.

La regla se ponía en cuestión en la ejecución de actos complejos como la


venta, la hipoteca y el hacerse deudor al ejecutar un préstamo, en este
último caso el pupilo se obligaba civilmente hasta la concurrencia de su
enriquecimiento.

LIMITACIONES A LOS PODERES DEL TUTOR

La gestio y la autoritas, permiten al tutor cumplir todos los actos


necesarios de la administración del patrimonio del impúbero. Es
poseedor de poderes amplios y, administrando, puede ejecutar todo lo
que pusiese hacer un propietario, aunque únicamente en pro del interés
de su pupilo. Este principio admite excepciones, y tienen sus límites. Hay
ciertos actos prohibidos para el tutor solamente realizables en beneficio
del bienestar del pupilo a manera de asistencia.

RESTRICCIONES
El tutor no puede hacer con los bienes del pupilo, ni convalidar por su
auctoritas, donación de ninguna clase, ni siquiera a titulo de dote para
una hermana del impúbero. Excepto cuando se trate sobre los regalos de
costumbre, en proporción a la fortuna del pupilo.

Un senadoconsulto dado bajo Septimio Severo, prohibió la enajenación


de praedia rustica o suburbana pertenecientes al pupilo. Son los fundos
de la tierra destinados al cultivo, bien en los pueblos o en las
inmediaciones de las ciudades, y, en general, todos los dominios sobre
los cuales las cosas solo tienen una importancia secundaria.
Esto constituye el elemento mas sólido de la fortuna, por oposición a las
casas praedia urbana y a los muebles, expuestos a deteriorarse. La
enajenación hecha a pesar del senadoconsulto se consideraba nula, no
pudiendo además usucapirla el comprador. La hipoteca estaba prohibida,
lo mismo que la enajenación.

Esta prohibición de enajenar sufría, sin embargo, excepción en los


siguientes casos:
o Cuando el padre de familia, en la herencia en la que el pupilo recibía
estos bienes, ordenaba la venta en su testamento.
o Tratándose de una enajenación necesaria, bien sea por estar el pupilo
en la indivisión con un tercero, o bien a causa de alguna hipoteca
consentida por aquel a quien hereda el pupilo.
o También si la enajenación era útil para pagar deudas apremiantes.

Por lo tanto, le pertenece al magistrado fijar los praedia rustica o


suburbana que deben ser enajenados en caso de insuficiencia de otros
bienes y de autorizar la venta. Es el único caso en el cual puede el pretor
la misma autorización, no teniendo este derecho de ninguna otra manera,
aunque existiesen evidentes ventajas para el pupilo.

La prohibición establecida por el senadoconsulto de Septimio Severo se


extendió gracias a Constantino a los praedia urbana, es decir, a las casas
y a los objetos mobiliarios mas costosos.

El tutor no debe hacer uso personal de las rentas o capital que administra
del pupilo; su deber es emplearlas útilmente. Mientras tanto, estas sumas
no quedan en sus manos: El pretor fija un lugar de deposito,
casi siempre algún templo, siendo este deposito provisional hasta su
empleo en algo ventajoso, que concisita en la adquisición de inmuebles o
en su colocación con intereses.
Se concede a este efecto, al tutor, un plazo de seis meses en cuanto a las
sumas que encontró al hacerse cargo en el uso de la tutela, pues ha
debido prever antes su pago. A falta de empleo, el tutor debe los intereses
hasta la tasa fijada, por el uso del lugar; y a la tasa legal, si ha descuidado
el empleo, a pesar de la advertencia del magistrado, o bien si ha
empleado el dinero en su uso personal.

RESUMEN DE LOS DEBERES DEL TUTOR Y CURADOR CON


RELACIÓN A LAS PERSONAS SUI JURIS INCAPACES.

Incapacidad
o FALTA DE EDAD (tutela) aplica para menores de 25 años
o MUJERES, LOCOS, PRODIGOS (CURATELA)
DEL IMPÚBER
Definición según Servio Sulpicio “un poder dado por el derecho civil
sobre una cabeza libre, para proteger al que, a causa de su edad, no puede
defenderse por si solo”

DE LA MUJER PÚBER
Aquí e tutor no está obligado a rendir cuentas, el tutor da su auctoritas
para la enajenación de cosas res mancipi y la mujer puede disponer de la
enajenación de cosas res nec mancipi. Esta tutela se debilito porque la
mujer podía elegir a su tutor.

FORMALIDADES
Previo inventario de bienes
Satisdatio (obligación de conservar el patrimonio)
Declarar si el pupilo es deudor o acreedor

GESTIO: Tutor obra por si hasta los 7 años (falta de discernimiento)


Funciones auctoritas
Completa a personalidad del pupilo, la auctoritas era necesaria en
el caso de ejecutar actor perjudiciales y actos complejos.
OBLIGACIONES: El tutor estaba obligado a “gestionar” es decir, debe
hacer cesión de las operaciones realizadas por el pupilo y debe restituir el
patrimonio.
PROHIBICIONES: No se podía enajenar, ni hipotecar, ni donar, sino en
casos determinados, y con autorización especial
Pluralidad de tutores: Gestio (uno solo administra, otros vigilan)
Auctoritas (la de uno basta siendo testamentario, la de todos, siendo
legítimo)

INCAPACIDADES Y EXCUSAS PARA EJERCER EL CARGO DE


TUTOR

Según el Artículo 304 del Código Civil "la tutela es un cargo de que
nadie puede excusarse sino en los casos determinados por la Ley",
admitiendo la ley determinado número de excusas y estén causas de
incapacidad que inhabilitan para ser tutor, exceptuando el carácter
obligatorio de la tutela.

InicioHistoria del Derecho romanoLey de las XII TablasDerecho de las


personasNegocios jurídicosDerechos realesDerecho de
obligacionesDerecho de familiaDerecho hereditario
Libro I de las Instituciones de Justiniano (XXII): De las excusas de los
tutores o curadores
En el Título XXV, del Libro I de las Instituciones de Justiniano, se
recoge la diferencia entre la excusa y la incapacidad; los motivos por los
cuales exime la ley de la tutela y la curaduría; las personas relevadas
especialmente de la curaduría; quiénes no necesitan excusarse; quiénes
no pueden alegar excusas; el plazo y forma en que deben hacerse valer
las excusas y los efectos de su alegación; y las circunstancias que
constituyen incapacidad para ser tutor o curador.
Tutores, curadores y Derecho de la antigua Roma

- Diferencia entre la excusa y la incapacidad

La tutela y la curaduría son un cargo que, por regla general, tienen


derecho y a la vez obligación de ejercer los designados legalmente al
efecto. Como cargo público y de confianza especial, ni todos tienen
aptitud para desempeñarlo, ni todos ofrecen la necesaria garantía para su
buen desempeño: de aquí, las incapacidades, o sea las causas que
legalmente impiden ejercer el cargo de tutor o curador. Como deber
gravoso y que supone relaciones cordiales entre el protector y el
protegido, la ley no puede prescindir de armonizar su cumplimiento con
lo que exigen la equidad, los intereses públicos y la buena reputación del
nombrado; de aquí, las excusas, es decir, los motivos justos en virtud de
los cuales las personas que no tienen impedimento legal para ser tutores
o curadores, pueden eximirse del cargo.

- MOTIVOS POR LOS CUALES EXIME LA LEY DE LA


TUTELA Y CURADURÍA
Antiguamente, el desempeño de la tutela era sólo obligatorio para el tutor
legítimo: el testamentario podía renunciar a ella, abdicare: respecto del
dativo, las leyes no habían establecido medios de coacción, y podía
libertarse proponiendo en su lugar a un pariente más próximo del pupilo,
hábil para el desempeño del cargo, potiorem nominiare.

Bajo el Imperio, la tutela y curaduría se consideran un cargo público,


aunque no una magistratura, y personal, a cuyo desempeño puede
obligarse como al de los cargos municipales, pudiendo removerse como
sospechoso al contumaz. Desde entonces comenzó a desenvolverse la
doctrina de las excusas.

Veamos el motivo por el que la ley establece cada una de ellas:


+ Evitar un gravamen excesivo en el orden privado
1.º Los que tienen tres hijos en Roma, cuatro en Italia y cinco en las
provincias.
Se entienden dados en Roma los nombrados por el Prefecto de la ciudad,
por el Pretor, o por testamento que se otorgue en Roma.
Se computan únicamente los hijos legítimos nacidos y existentes al ser
nombrado tutor, aunque no estén en potestad, como premio a la
paternidad; por consecuencia, no los adoptivos que se toman en
consideración para su padre natural; ni los que nazcan después, por más
que estuviesen ya concebidos; ni los que murieron antes, a no haber
sucumbido en un combate, porque éstos in perpetuum per gloriam vivere
intelliguntur.
Los nietos aprovechan para su respectivo abuelo paterno cuando ha
muerto el padre: pero reputándose un solo individuo todos los de un
mismo hijo.

2.º Los que en la actualidad desempeñan tres cargos de tutor o curador.


Se acumulan en beneficio de cada individuo de una misma familia todas
las que administren el padre y los descendientes constituidos en su
potestad, con tal que éstos las desempeñen por la voluntad del jefe y
afecten su responsabilidad; porque, como dice Ulpiano, tria onera in
domo una esse sufficit.
El número de cargos no se computa por el de las personas protegidas,
sino por el de los patrimonios que han de administrarse con separación;
de manera que no sirve la tutela del pupilo que carece de bienes: ni
bastan tres tutelas cuando son ligeras, ya por lo limitado del patrimonio,
ya porque los huérfanos se hallen próximos a la pubertad. Viceversa,
puede ser suficiente un solo cargo cuando su administración es muy
complicada o trabajosa.

3.º Los que viven distantes del lugar donde ha de administrarse.


Se hallan en este caso los relegados, durante el tiempo de su destierro;
los que tienen su domicilio en el lugar donde debe ejercerse el cargo, o se
trasladan con permiso del Emperador.
También pueden excusarse de administrar los bienes sitos en distinta
provincia.
+ Consideración hacia los que prestan o han prestado servicios públicos

1.º Ciertos funcionarios públicos.

Pertenecían a esta clase: los administradores del patrimonio del príncipe


o del fisco, durante su administración; los recaudadores de tributo,
mientras lo eran; los magistrados de las ciudades, no los ediles, que
podían declinar una nueva tutela, pero no abandonar la que ya ejercían
cuando fueron elegidos magistrados; las personas a quienes el príncipe
hubiera encomendado algún negocio, y los jurisconsultos elevados al
Consejo del Emperador.

2.º Los ausentes por causa de la República.


Se comprenden bajo esta denominación todos los que se ausentan con
motivo de cualquier servicio público. Pueden excusarse de aceptar toda
tutela o curaduría nueva mientras dure su ausencia y un año continuo, no
útil, después de la vuelta, siempre que regresen directamente a su
domicilio; pero de la que hubieran comenzado a ejercer antes de
ausentarse, deben encargarse tan pronto como regresan.

3.º Los consagrados a determinadas ciencias y profesiones.

Disfrutaban de esta exención los gramáticos, filósofos, retóricos y


médicos que ejercían en su patria, con aprobación de la autoridad, y
pertenecían al número señalado para cada ciudad, según su importancia,
y los profesores de Derecho de la capital. También disfrutaban de ella los
dedicados a ciertas industrias, como los panaderos, etc.

4.º Los veteranos.


En general, sólo tenían obligación de aceptar, pasado el primer año de su
retiro, una sola curaduría de sus compañeros o una tutela de los hijos de
los mismos, no de los nietos. Esta exención únicamente se otorgaba a los
que habían recibido licencia honrosa, y duraba más o menos tiempo,
según los años y la clase en que hubieran servido.

+ Estado de relaciones entre la familia del nombrado y la huérfano


De tres situaciones se ocupa el Emperador: que la familia del huérfano
sea desconocida de la tutor o curador; que sean enemigas, y que medie
pleito entre ellas.

Tratándose de cumplir un deber, no hijo de la gratitud, sino impuesto por


el Estado, de nada puede servir alegar para excusarse que no se conocía
al padre de aquel cuya protección se nos encarga.

Cuando, sobre faltar buenas relaciones, existe enemistad capital con el


pupilo o sus ascendientes, puede excusarse el tutor o curador, y si no lo
hace, rechazarle prudencialmente el magistrado: de manera que esta
circunstancia es a la vez una excusa y una incapacidad.

Por último, respecto a las cuestiones judiciales con el pupilo o sus


allegados, no excusa desde luego la mera probabilidad de que pueda
suscitarse pleito. Los pleitos efectivos tampoco sirven de excusa, por
regla general, pero cuando versan acerca de todo o la mayor parte del
patrimonio de los contendientes o de su estado jurídico, y no se
promueven maliciosamente para eludir el cargo, constituyen no sólo
excusa sino incapacidad, a juicio del magistrado.

+ Circunstancias personales del tutor o curador

1.ª Pobreza.

Solía excusarse de la tutela o curaduría a los individuos de escasa fortuna


cuando acreditaban que no podían ejercerlas sin desatender las
ocupaciones que constituían su medio único de subsistencia.
2.ª Enfermedad o impedimento físico.

No toda falta de salud o de integridad corporal produce los mismos


efectos legales.

El ciego, sordo, mudo, el que adolece de una enfermedad perpetua y el


furioso tienen incapacidad de ser tutores o curadores, bien se les defiera
el cargo nuevamente, bien estuvieran ya desempeñándole. Para
reemplazar a los cuatro primeros se nombraban otros tutores, y para
sustituir al furioso, un curador interino, debiendo ejercer el cargo cuando
sanase.

Por el contrario, la enfermedad temporal constituye sólo excusa ya para


recibir un cargo nuevo, ya para continuar en el recibido, pero únicamente
cuando impide que el nombrado cuide sus propios negocios. En tal caso,
se nombra un curador hasta el restablecimiento del enfermo que vuelve a
encargarse.

La pérdida de un miembro no incapacita ni sirve de excusa.

3.ª Escasa instrucción.

Solamente exime por falta de instrucción al tutor o curador que


desconoce los asuntos cuyo desempeño va a confiársele, sin que le baste
alegar que no sabe leer ni escribir. Queda la apreciación de esta
circunstancia, como la de las anteriores, al prudente juicio del
magistrado.

4.ª Edad.
Pueden eximirse los que han cumplido setenta años antes de que se les
defiera la tutela o curaduría, no después, aunque sea dentro del plazo
concedido para alegar las excusas.

- Personas relevadas especialmente de la curaduría

Al que ha desempeñado la tutela, no puede obligársele contra su voluntad


a ser curador de la misma persona cuando ésta llega a la pubertad; es,
pues, una verdadera excusa que podrá utilizar dentro del plazo legal
contado, no desde que se le nombró a la vez tutor y curador, sino desde
que, habiendo cumplido el huérfano la pubertad, quiera obligársele a
ejercer la curaduría.

Viceversa, el marido tiene absoluta incapacidad para ser curador de su


mujer; lo mismo que el esposo respecto de aquélla con quien ha
celebrado esponsales, y el suegro respecto de la nuera.

- Quiénes no necesitan excusarse

1.º La madre y la abuela, para quienes el cargo es un derecho, pero no


una imposición, si bien deben pedir que se nombre tutor, como sabemos.

2.º Aquellos cuyo nombramiento es ilegal, ya por parte de la persona que


lo hizo, ya del nombrado, ya de aquel para quien se nombró, ya de la
manera de nombrar.

- Quiénes no pueden alegar excusas


1.º El liberto, de la tutela o curaduría de los hijos del patrono o patrona,
ni de ser curador después de haber sido tutor de los mismos.

2.º El que ha prometido al padre desempeñar el cargo.

3.º El que aceptó lo que le había dejado en su última voluntad la persona


que le nombró.

4.º El que ha tomado ya parte en la administración.

5.º El que se nombró a sí mismo tutor en el testamento del padre, por más
que en general sea reputado sospechoso.

6.º El que no tiene por lo menos una excusa que reúna todas las
condiciones exigidas por la ley, aunque pretenda acumular varios
motivos, cada uno de los cuales sea insuficiente; v. gr.: tener sesenta
años y a la vez dos tutelas y dos hijos.

- Plazo y forma en que deben hacerse valer las excusas; efectos de su


alegación

+ Término

Cuando el tutor o curador habitan dentro del radio de cuatrocientas


millas, tiene cincuenta días continuos para excusarse; fuera de este radio
tienen, además de las cincuenta días, un día más por cada veinte millas.
Este plazo comienza a contarse desde que se conoce el testamento o el
decreto en que se nombró; y si el testamento necesita confirmación, se
cuenta desde ésta, no desde que fue conocido aquél. No corre contra el
impedido legítimamente.

+ Orden

El que desee excusarse, no puede comenzar apelando de su


nombramiento, como en los demás cargos, sino que debe proponer las
excusas, y apelar si no fuesen admitidas.

Si una excusa fuese desechada, puede alegar sucesivamente las que tenga
mientras no haya transcurrido el plazo marcado, o mezclándose en la
administración.

Para probar las excusas y decidir sobre ellas, se concede el término de


cuatro meses continuos, a contar desde el día del nombramiento.

El decreto que recae desechando la excusa es ejecutorio, si no se apela de


él.

Interpuesta la apelación, debe sustanciarse, aunque durante ella cumplan


los huérfanos la edad en que ya no necesitan de tutor o curador, para
saber si el peligro de la administración es o no a cargo del recurrente.

+ Resultados
Cuando se declara bastante la excusa aducida y es verdadera, el
reclamante queda libre del cargo y del peligro de la administración. En el
caso de que hubiera sido nombrado para varios huérfanos cuyo
patrimonio fuese distinto, y la excusa admitida se refiera a uno de ellos,
sólo se libertará con respecto a éste.

Si la excusa admitida fuera falsa, el decreto de su admisión queda


insubsistente, y el que se excusó continúa responsable por no haber
administrado.

La alegación y aprobación de una excusa no sirve para otra tutela o


curaduría que no se defiera posteriormente; es necesario alegarla de
nuevo.

El tutor o curador que se excusan, pierden lo que en el testamento se


hubiera dejado como remuneración, bien a ellos mismos, bien a sus hijos,
porque se estima en contemplación del padre.

Esta pena se extiende aun al designado en testamento imperfecto que


necesita confirmación; pero no al que nombra el magistrado.

Los únicos derechos que conservan el tutor o curador que se excusan son
al legado que se les deje con encargo de restituir a un tercero, porque no
es en su provecho, y a la sustitución pupilar del huérfano, porque a ella
no se entiende llamado en consideración a la tutela; supuesto que llegado
el caso de la sustitución, concluiría la tutela aunque la hubiera aceptado.

- Circunstancias que constituyen incapacidad para ser tutor o curador

+ Falta de aptitud legal o natural para ejercer un cargo público


1.º Los esclavos; pero pueden ser nombrados en testamento, según
dijimos.

2.º Los extranjeros, ni aun en virtud de testamento.

3.º Las mujeres, a no ser por gracia del príncipe. Después se concedió
que pudiera ser tutora de sus hijos naturales la madre; y ésta y la abuela,
de los procreados en justas nupcias, con preferencia a todos los parientes
laterales, siempre que renunciasen a ulterior matrimonio y a los
beneficios del Senadoconsulto Veleyano.

4.º Los menores de veinticinco años.

5.º Los furiosos, sordos, mudos, ciegos, y los que padecen una
enfermedad perpetua, en los términos que expusimos al tratar de las
excusas.

+ Incompatibilidad con el estado o la profesión del tutor o curador

1.º Los obispos y monjes. Los presbíteros, diáconos y subdiáconos


podían ejercer la tutela o curaduría legítima siempre que declarasen su
voluntad dentro de los cuatro primeros meses desde que les era deferida.

2.º Los militares.

Podían, sin embargo, serlo de sus compañeros de armas.


+ Desconfianza en el buen desempeño

1.º Los que tengan enemistad o pleito con el huérfano, como expusimos
anteriormente.

2.º Los acreedores o deudores del huérfano, para evitar que pudieran
hacer desaparecer los medios de prueba o de defensa.

3.º El marido y el que hubiera contraído esponsales, según hemos dicho


ya.

4.º Aquellos a quienes lo hubieran prohibido los ascendientes del


huérfano.

5.º Los que manifestasen empeño de ingerirse en el cargo.

Antiguamente el hijo no podía ser curador de su padre o madre furiosos o


pródigos, porque parecía indecoroso que un padre fuera regido por su
hijo; más tarde se prefirió a cualquiera otra persona extraña, fundándose
en que, si es igual la autoridad, debe ser igual la piedad entre
ascendientes y descendientes.

1 contrario sensu
A contrario sensu (también a sensu contrario) es un latinismo que
significa "en sentido contrario". Se trata de una expresión utilizada en
filosofía como argumento para contraponer tesis opuestas a las expuestas
inicialmente de manera que se deduce una consecuencia opuesta de lo
afirmado o negado en una premisa inicial.
También se utiliza en el ámbito jurídico para exponer la oposición entre
dos hechos y concluir del uno lo contrario de lo que se sabe del otro.

Se trata de un latinismo no adaptado, por lo que debe ser escrito en letra


cursiva o entre comillas:
a contrario sensu (incorrecto, debe ir en cursiva o entre comillas)
a contrario sensu (correcto)
"a contrario sensu" (correcto)

2 A fortiori rationi
A fortiori es una locución latina que puede traducirse como "con mayor
motivo" o "por un motivo mas fuerte" otro significado podría ser "con
mayor razon". Esta expresión es utilizada en lógica, hermenéutica e
interpretación jurídica, para hacer referencia a una forma de
argumentación con la cual es posible obtener una consecuencia para un
hecho o situación hipotética, a partir de la conclusión que se obtuvo de
otra, en la cual existía un motivo menor que lo justifica.

3AD ABSURDUM
Reductio ad absurdum, expresión latina que significa literalmente
'reducción al absurdo', es uno de los métodos lógicos de demostración
más usado en matemáticas para demostrar la validez (o invalidez) de
proposiciones categóricas. Se parte por suponer como hipotética la
veracidad o falsedad de la tesis de la proposición a demostrar y, mediante
una concatenación de inferencias lógicas válidas, se pretende llegar a una
contradicción lógica, un absurdo. De llegar a una contradicción, se
concluye que la hipótesis de partida (que se había supuesto verdadera al
principio) ha de ser falsa (o viceversa). Para demostrar la invalidez de
una proposición, se supone como punto de partida que la proposición es
cierta. Si la derivación final es una contradicción, se concluye que la
proposición original es falsa y el argumento es inválido. A este método
también se le conoce como prueba por contradicción o prueba ad
absurdum. Parte de la base es el cumplimiento del principio de exclusión
de intermedios: una proposición que no puede ser falsa es
necesariamente verdadera, y una proposición que no puede ser verdadera
es necesariamente falsa.

4NATURALEZA DE LAS COSAS


Naturaleza es el conjunto de caracteres de todas las "cosas" que
pertenecen a la misma categoría, experimentalmente comprobables, de
donde resulta que "naturaleza de las cosas" significa conjunto de
características empíricamente verificables que constantemente presentan
los hechos sociales que forman parte de una misma categoría.

5 AB AUCTORITATE
Argumento ab auctoritate. Es una formulación normativa con significado
controvertido, que debe ser interpretada en atención a la opinión de
determinada autoridad intelectual o jurídica.

6 A RUBRICA

¿Qué es una rúbrica?


Esta herramienta ayuda al docente a establecer, de manera objetiva, los
niveles de logros de los estudiantes, de tal manera que simplifica la
determinación de las calificaciones. La rúbrica puede ser aplicada por el
docente o por el estudiante.

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