Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
cuentos patagónicos.
5 de noviembre de 2021
Introducción:
Este trabajo aborda las distintas perspectivas que se manifiestan en tres cuentos de autores
chubutenses sobre aspectos de la educación en zonas rurales. Dos de estos cuentos
pertenecen a Donald Borsella, “Indios” publicado en Las torres altas (1978) y “La
Avutarda” de El Zorro Cifuentes (1981); a los que se suma “Cañadón Quemado”,
perteneciente a Adriel de un extremo a otro (2010) de Celedonio Chele Díaz. Si bien la
educación no se plantea como tema central en las narraciones seleccionadas, sí se
convierte en un motivo que llama a la reflexión sobre la ineficiencia de la enseñanza de
la lectura y la escritura como factores de fortalecimiento del entramado social y del ethos
propio de los habitantes de las zonas rurales de la cordillera patagónica, ambiente en el
que se desarrollan los cuentos. Esta ineficiencia surge a partir de políticas de Estado que
acompañan el advenimiento del pretendido progreso que supone la consolidación de vías
de comunicación y occidentalización de las costumbres de los lugareños, focalizadas,
frugalmente, en la adquisición, tan sólo, de la lectoescritura.
Desarrollo
La sed de aprender.
La educación formal y la alfabetización, se han planteado a partir de comienzos del siglo
XIX, como condiciones para la integración y el progreso. En América Latina en general
y particularmente en Argentina, la implementación de la enseñanza formal se consolidó,
desde lo legal, como derecho con la Ley 26206, que significó una ampliación de la
obligatoriedad y de la responsabilidad del Estado en tanto agente de educación formal.
Ahora bien, esta educación formal, generalmente, se convierte en sinónimo de educación
y, con esto, de alfabetización, reduciendo de este modo un proceso complejo y lleno de
matices a la adquisición de la lectoescritura. En la región patagónica, caracterizada por
sus grandes extensiones y la falta de comunicación de las zonas rurales con las ciudades
demográficamente considerables, la educación formal se ha desarrollado de manera
fragmentaria e ineficiente, soterrando de manera explícita (prohibiendo lenguas no
castellanas) o de manera implícita (impartiendo un corpus cultural eurocentrado) las
culturas de los pueblos pre- existentes. Esta educación, conlleva una pérdida de
sentimiento de pertenencia y hasta a una negación de las raíces culturales. Además, la
implementación de la educación formal en zonas rurales adolece de carencias materiales
que, producto de Estados provinciales ajenos a las problemáticas y riquezas culturales de
las poblaciones de esos lugares, termina impartiéndose en condiciones absolutamente
desfavorables para la enseñanza, amén de la voluntad de la población. Claro ejemplo de
estas situaciones es el de la escuela 7712 de Yala Laubat, en la meseta chubutense, sin
abastecimiento de agua potable durante el corriente año. La situación, en este sentido y a
pesar de una legislación prometedora, no se diferencia en mucho a las situaciones dadas
en el siglo pasado.
Conclusiones
Borsella y Díaz advierten, con sutileza, las ausencias y falencias del Estado en tanto
garantizador de la educación. Por otra parte, y de manera más sustancial, proponen una
mirada crítica de la educación y de la adquisición de la lectoescritura.. Esto no implica
una oposición a esa adquisición, sino a la imposición de ese saber obviando los
conocimientos y el ethos de los pueblos a los que se les impone.
El desarrollo de las potencialidades y las capacidades, tanto individuales como colectivas,
tiene una fuerte relación con la adquisición de la letra. Sin embargo, esta adquisición no
debe limitarse a la simple memorización de grafemas e incorporación de discursos y
narraciones de la cultura hegemónica, sino convertirse en la posibilidad de manifestar y
consolidar un ethos y una identidad que posibilite la proyección y el desarrollo de las
particularidades culturales de la población y el resguardo de las identidades y
pertenencias. En ello, el Estado debe cumplir un rol importante y decidido, un rol en el
que se comprenda que la diversidad no debe ser tapada por la letra. Parafraseando a
Donald Graves, no olvidar el propósito de la lectoescritura y no tratarla como si fuera un
fin.