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No tan distintos.

Temas: Literatura Medieval/ Beowulf. Chanson de Rolando.


“El juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación”

R. Kipling

Suele afirmarse que la literatura manifiesta el espíritu de una época. Esta definición
debería, claro, ampliarse a las artes en general. Pero vivimos en una época en la que el
arte parece no ser lo mismo que en épocas anteriores. No es mi intención ahondar en este
punto en particular, pero sí observarlo. Y es que si el arte es manifestación del espíritu de
una época o de una nación, terminaríamos viajando a las lecturas como en un tour al
pasado, o a otros lugares, oficiando de “turistas culturales” en lugar de habitar el texto
para que se convierta en parte de nosotras y nosotros. Para lograrlo, y todo es,
afortunadamente, hipotético, deberíamos no sólo comprender la obra como esa
manifestación de la época sino actualizar y comparar aspectos de ella con los
correspondientes a la época en que vivimos. Hasta aquí todo está por fuera del ser
humano, ya que propuse hablar de épocas o nacionalidades, pretéritas o actuales. Por ello
es necesario, aunque parezca obvio, puntualizar que esas lecturas, esas
territorializaciones, de otros tiempos y otras épocas, van a pasar a ser parte de la
permanente construcción de la subjetividad y una mirada hacia la actualidad y el futuro a
través de posibles contrastes. Ensayar ideas sobre canciones de gesta de hace más de mil
años, puede, de otra manera, parecer un trabajo no solo irrelevante, sino
irremediablemente descriptivo.

Ahora bien, para las obras de las que quiero hablar, estas son La Chanson de Roland,
correspondiente a la épica francesa, y el Beowulf, poema casi inaugural de la épica
anglosajona, el plano descriptivo en cuanto a lo estructural sirve para dar cuenta de la
calidad de los textos o cantares. No es intención soslayarlo, porque se trata de un aspecto
importantísimo habida cuenta de que de acuerdo a Steiner las “formas de ejecución” son
inseparables de la ajustada combinación de elementos expresivos y formales1, es decir,

1
En “Extraterritorial” George Steiner, Adriana Hidago editora, pag 178, Bs As, 2009
que el cómo se enlaza lo dicho con la forma en que se dice, revela lo estéticamente (y
aquí la elección de un adjetivo se hace sumamente difícil) bello o aceptable. Sobre estas
formas en los poemas elegidos hay suficiente bibliografía y basta mencionar “Épica
medieval francesa” de Elena Real y “La épica anglosajona y el romance medieval o
novela de caballería” de Marta Cerezo, textos en los que se abordan los aspectos formales
de esas y otras obras de manera breve y concisa.

La Chanson de Roland consta de alrededor de cuatro mil versos, en tanto el Beowulf tiene
aproximadamente mil cuatrocientos. Es evidente que tocarán varios aspectos. Como
punto en común ambos tratan las hazañas de héroes que “pertenecen a pasado legendario
de la comunidad y encarnan valores fundamentales de la sociedad”2. Quiero centrarme en
la figura de los héroes y algunos aspectos de su entorno que los ponen en contacto. La
relación de los caballeros con los reyes, esto es, el vasallaje. En ambos ámbitos, el de la
batalla de Roncesvalles, escenario de La Chanson francesa y los de la épica sajona, esta
relación de vasallaje no sólo está presente, sino que es uno de los impulsores de las
acciones.

La total subordinación de los caballeros a su rey está claramente manifiesta en la Chanson


de Roland. El tío del héroe, Ganelón, quien encarna la traición, no deja de ser fiel a
Carlomagno más allá de entregar la retaguardia a laso moros y provocar la muerte de su
sobrino, los doce Pares, Turpín y el compañero de Roland, Oliveros. Recordemos que
dice al Rey “sólo Roldán ha sido [quien me ha elegido para la embajada a visitar al rey
moro, Marsil]. Ya nunca podré estimarlos, creedme. Tampoco a Oliveros, su compañero;
ni a los Doce Pares que tanto protegen ¡Yo lo reto aquí en vuestra presencia!” claramente
la oposición de Ganelón es hacia Roland y los suyos, no hacia el Rey Carlomagno. ¿Y en
Beowulf?

En Beowulf la relación de vasallaje fiel se manifiesta en Wiglaf, quien enfrenta al dragón


junto a su soberano, Beowulf. Pero en este poema once vasallos huyen dejando solos a
estos héroes, lo que desencadena en la muerte del rey. Esta muerte traerá inexorablemente
una nefasta consecuencia: el reino de los geatas quedará expuesto a los ataques. “De hoy
en adelante, quizá debamos esperar tiempos de guerra con nuestros vecinos los francos y
frisios, que ya deben haberse enterado la muerte de nuestro protector. También los suecos
se verán tentados de apoderarse del feudo geat…” lamenta Wiglaf.

2
En “Épica medieval francesa” de Elena Real
Borges lamenta la pérdida de un poema en el que se relata cómo Hildeburh presencia la
muerte de su esposo, de su hermano y de su hijo, ya que, dice “ si este poema existiera
entero, y de suponer que existió, tendríamos un conflicto trágico, porque tendríamos la
historia de la princesa cuyo hijo muere a manos del tío”, Ahora bien, en Beowulf, el bardo
de la corte de Hrothgar canta esa tragedia, lo que hace del Beowulf riquísimo en el que
se conjugan leyendas danesas, historias reales, lo maravillosos y las, muy probables,
alegorías al cristianismo que se iba imponiendo en la sociedad anglosajona de los sigso
VI y VII dC . Es evidente que el entramado del Beowulf es mucho más complejo mejor
elaborado que la Chanson de Roland. Incluso algunas relaciones son antitéticas: ¿mientras
en la gesta francesa los cuñados, Roldán y Ganelón, se enfrentan ferozmente, en Beowulf
las relaciones familiares entre el héroe y su padre adoptivo llevan a que aquél sea
coronado rey. Dejando de lado estas digresiones, lo cierto es que los poemas tienen, sobre
todo en la construcción y la función de los héroes, muchos puntos en común.

Ambos héroes son mártires. Estoy de acuerdo con Marta Cerzo que afirma que “ la
aventura del enfrentamiento de Beowulf con el dragón se puede interpretar como una
alegoría cristiana en la que aquel es la figura análoga a la de Cristo; Wiglaf a la de san
Pedro; los doce guerreros a los doce apóstoles, el dragón al mundo y el pueblo gauta a la
Iglesia”3 . En la Chanson en cambio, no hay alegorías, el cristianismo es manifiesto, la
devoción es permanente todo el tono heroico, grave y solemne está pincelado de alegorías
al Dios Cristiano y de rechazo a la idolatría de Apolo y los herejes. Vemos claramente
que ambos héroes son en cierto grado mártires. Y digo en cierto grado porque en Beowulf
la alegoría es posible, pero no indudable y porque Rolando muere en una lucha por el
cristianismo contra los paganos, pero su orgullo y su desmesura parecen ser los móviles
de su arrojo y causa de su muerte.

Pero los temas que se tratan en los dos grandes poemas, en realidad no difieren mucho de
los que se tratan en la actualidad a la hora de hablar de héroes (ahora llamados súper-
héroes, como si hubiese en el ser humano una constante necesidad de hacerlo todo
superlativo) es decir, que no somos tan distintos a los habitantes medievales.

La fidelidad y la amistad indestructible (Wiglaf- Beowulf/ Oliveros- Roldán) el servicio


al soberano por parte del vasallo, como se apuntó más arriba, la traición (individual en
Ganelón- colectiva en los once caballeros de Beowulf). Temas que no son exclusivos de

3
En “Épica anglosajona y novela de caballería”
la épica medieval, y tal vez por ello, dan cuenta de algunos de los problemas, situaciones
y características de los sistemas sociales en los que el ser humano se desenvuelve. Los
héroes van configurando y configurándose de acuerdo a lugares y épocas, no en
dependencia, sino en una correlación literatura- sociedad que a la vez construye las
subjetividades. Esos héroes desmedidos y arrogantes del medioevo transmitían, además
de la idea de valentía y honor, la convicción de sostener relaciones de poder como el
vasallaje y una visión del mundo en la que un ser superior subordinaba al mundo.
Trasladado a nuestros días vemos algunos paralelismos, sobre todo por fuera de lo
estrictamente literario. Pienso en lo héroes popularizados a través del cine, aquellos que
reemplazaron a Dios por algún poder sobrenatural que los salva o los pone en ventaja
sobre los otros (y los otros casi siempre son árabes, latinoamericanos u orientales) y cuya
idea de bondad responde por lo general al interés occidental; en aquellos que también,
como Roldán, tienen “su rostro delgado, su gallardo perfil, por su mirada franca y su
talante bizarro” nos imponen un ideal estético, y que por sus acciones apuntan a mantener
un orden establecido; y las traiciones llevan a la literatura y a la historia mismas por
múltiples hazañas. Y en cada muerte de cada héroe va naciendo uno no tan distinto, más
allá de las posiciones que ocupen en el tablero, en el juego de la humanidad. La literatura
acude a interpretar y a interpelar ese juego. Comparar esos personajes y esas historias es
pensarnos también a nosotras y a nosotros.

Parece que, un poco más lejos de la afirmación que hice al principio, la literatura en
realidad manifiesta el espíritu no de una época sino del ser humano, sus virtudes y sus
defectos, sus arrojos, sus desmesuras y, también, sus sacrificios. Entre la enorme simpleza
de lo cotidiano o en lo diminuto de lo histórico deviene la literatura y van muriendo los
héroes, porque el juego vence siempre al jugador y el barco a su tripulación.

Mauricio Robles
Octubre de 2020

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