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Entendemos occidente por aquellas regiones marcadas por el pensamiento eurocentrado, regido por
valores y costumbres judeo- cristianas y cientificistas. Incluyendo algunas posturas que, a pesar de oponerse
a tales, lo hacen desde las mismas categorías de análisis.
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Nación entendida como “conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos
históricos, culturales y religioso- espirituales, tienen conciencia de pertenecer al mismo pueblo o
comunidad, y que generalmente hablan un mismo idioma y comparten un territorio. (Itálicas nuestras)
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Utilizaremos, al referirnos a la literatura mapuche, el término “producción” en el sentido etimológico, es
decir, como lo que guía (ducere), dado el marcado sentido propedéutico de los textos que abordamos. (Las
itálicas responden a que, como veremos más adelante, las escritoras y escritores mapuches proponen el
término oralitura como rasgo particular de la poesía (poiesis) del pueblo- nación.
resistencia cultural, creemos, es parte constitutiva y sustancial de lo que podemos llamar
Literatura Patagónica.
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Esto es las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y La Pampa, en
Argentina y la Región de Los Lagos, la de Aysén y la de Magallanes, en Chile.
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Libro que responde a las ocupaciones estéticas rioplatenses de su momento de producción, hacia mediados
de la década de los noventa del siglo XX.
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“La Araucana” es un texto que puede considerarse fundacional en varios sentidos: junto a los testimonios
de Alvar Núñez Cabeza de Vaca (Naufragios), se puede considerar el primer escrito “sobre los indios”,
además, es el primero que se escribe a sabiendas de estar en un “nuevo” territorio. Como aliciente, su autor,
merced a esta obra, es mencionado en el escrutinio del Cap. VI del Quijote, tal vez la primera referencia,
aunque indirecta, a la región patagónica y la literatura a ella vinculada.
de lo exótico o búsqueda de lo explotable económicamente hablando. No
profundizaremos en estos aspectos, pero cabe mencionar, como ejemplos, las obras Vida
entre los Patagones (1871) de George Musters, en el primer caso y la obra de Francisco
Perito Moreno, con fines políticos y económicos, muy cara a la oligarquía que encabezó
la llamada “Conquista del desierto”, también de la misma época, desde Apuntes sobre
tierra patagónica (1873) a Viajes a la Patagonia Austral (1877). Asombro, en Musters y
oportunismo en Perito Moreno, precedidos por el científico Charles Darwin, quien en
1834 directamente calificó estas tierras como “maldecidas o malditas”7, estigma que
pareció enraizarse en decenas de relatos posteriores. La investigadora chubutense Susana
López nos aclara sobre estas representaciones: “en esa época, las representaciones de los
habitantes de zonas distantes de Europa se hicieron adjudicándoles un carácter fabuloso
predominó la tendencia a dibujarlos como gigantes en medio de un paisaje exótico”
(López: 45)
Pero también existieron, en el siglo XIX, viajes hacia el interior. El caso de Eluned
Morgan es muy significativo ya que es la excepción a la regla. En su trabajo sobre la
concepción de la literatura de viajes Angélica González Otero, a nuestro entender con no
por sintéticos desacertados términos:
“La concepción de viaje hacia parámetros de
marcado privilegio sociocultural, y el privilegio no puede
ser obtenido bajo condiciones de desventaja de género,
raza, credo o condición socioeconómica. Por tanto, las
posibilidades de movilidad han sido limitadas o han estado
sujetas a condiciones impuestas por “otros” sí autorizados
para el viaje: Pues en los relatos de viaje dominantes, una
persona no blanca no puede figurar como explorador
heroico, intérprete estético o autoridad científica” (68)
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“The curse of esterility is on the land”, diario (citado en Osses:51)
Colonia 16 de octubre (actual Trevelin). Hacia los Andes, posee, además, una descripción
de los “nativos”, Gnuna- kenk, en la que no escatima elogios a su predisposición a
colaborar y sus modales sin dejar de deslizar críticas al Estado Argentino por el maltrato
y el desplazamiento de esa y otras naciones. El relato de viajes, entonces es trastocado:
es un movimiento tierra adentro, hecho por una mujer, en una lengua “menor” (en
términos deleuzianos) como el galés y una cultura marginal respecto al Imperio y con una
marcada simpatía por los pueblos originarios8.
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Morgan comprende el episodio de la matanza de los “mártires” en los que un grupo de galeses es atacado
por mapuches, en el que escapa sólo uno, montando el legendario caballo “Malacara”. Sucedió, dice
Morgan, que estos amigos vestían, al momento del ataque, ropas similares a las del Ejército Argentino, lo
que hizo que los confundiesen con enemigos.
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Como “habitantes de un país que están antes que ningún otro asentamiento o colonización” Ab- desde;
originne- principio. El término nos parece más adecuado en tanto podría abarcar la definición Literatura
Patagónica como aquella que en y desde el principio contiene y expresa la cosmovisión de los pueblos-
nación preexistentes a la llegada del blanco. Sin embargo, esta idea, claramente, necesita desarrollarse, ya
que excluiría los otros rasgos que hemos mencionado como constitutivos de una “Literatura Patagónica”
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Etimológicamente “desde” (ab) “el origen” (origine). Es frecuente la confusión que atribuye el
significado “sin origen”, en el cual se conjugan (erróneamente) la raíz negativa del griego (a-) y la palabra
de origen latino (origine). Esta confusión, por cierto, ha suscitado y continúa haciéndolo, problemas cuando
a las naciones mencionadas se quiere referir.
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Hablamos de las periferias ya que en su gran mayoría los descendientes de pueblos originarios fueron
relegados y puestos en situación de pobreza y marginalidad (ver Quijano, Aníbal Colonialidad del poder)
Mencionaremos algunas obras ilustrativas. En el primer ítem, la obra de Julio Leite (1957-
2019); en tanto la subyacencia o testimonio de movilidad están expresados en la
mencionada Eluned Morgan, pero también en Abeijón y Raúl Mansilla12. Pasemos ahora
a algunas características de la tercera esfera.
Trazos de tierra
“Nada está de más” (Salguero, 2019) da cuenta del intento de genocidio que se llevó
adelante con la “Campaña del desierto” argentina y su correlato chileno, conocido como
“Pacificación de la Araucanía”. El genocidio es “un proceso con acciones de corto y largo
alcance que buscan, además de someter y eliminar la materialidad de las víctimas, borrar
de la historia colectiva su orden y organización social y su acervo cultural” (Salguero:
87). El intento de genocidio dirigido hacia la nación mapuche, como lo explica Salguero,
ha fracasado.
Las luchas en el campo de la acción política, la afortunada adhesión del Estado Nacional
a convenciones internacionales que bregan por la protección de los derechos de los
pueblos originarios sobre la tierra13, la creciente ola ecologista, entre otros, son factores
que detienen el genocidio comenzado por los representantes del Poder Rioplatense en el
S. XIX. Esta situación de resistencia creciente y de recuperación de la visión del fill
mongen (Chihuailaf, 2015), es decir la integridad sin fragmentación de la vida, encuentra
su refugio y su canal de transmisión en la literatura y la oralitura mapuche(s). La
oposición occidente- aborigen no se puede “eliminar sin más, (…) porque siendo una
estrategia retórica de las narrativas imperiales para regular el conflicto ideológico que
ellas mismas suscitan en sus representaciones textuales del otro, tal oposición necesita
ser mantenida para deconstruirla y poner en evidencia sus efectos reductores para con
la realidad” (Mansilla Torres: 810). Parte de esa deconstrucción, efectivamente, hace que
“uno de los temas centrales de la nueva literatura patagónica es la violencia contra las
primeras naciones que habitaban y habitan Wallmapu y Tierra del Fuego”
(Hammerschmidt: 141).
Las citas precedentes dan clara cuenta de que en lo que respecta literatura patagónica
vinculada a pueblos originarios (en términos de Mansilla Torres etnoescritura), durante
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Sobre todo, en No era un viajero inglés un desafío paródico a la literatura de viajes en Patagonia.
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Aunque las más de las veces estas adhesiones no pasen de un acto locucionario, no cabe duda de que el
simple hecho de existir posibilita una relación de fuerzas al menos un poco más equitativa frente a
monopolios y particulares que ansían explotar los recursos naturales.
los últimos años ha afirmado su carácter de transmisora de cultura entendida esta como
“[una] identidad cultural [que] aparece construida de modo colectivo sobre las bases de
la experiencia, la memoria, la tradición (…) y una enorme variedad de prácticas y
expresiones culturales, políticas y sociales” (Said:39)
Es en esta construcción donde aparece el concepto de oralitura que se funde con la lengua
mapuche, el mapuzungún, como materia de producción (en el sentido de guía de ideas).
Según la poeta mapuche Liliana Ancalao Oralitura, implica un reconocimiento de que
“la tradición oral es el universo que se respira en el aire de [sus] reuniones, en el
universo incontenible dentro de nuestro cuerpo. La memoria.” Alejado de la concepción
individualista de la creación, es eso que se dice de a muchos, aunque el pájaro sea uno
solo. (Mariluan:286)
y qué me importa
soy ayilef
vengo veloz porque hay urgencia
vengo feliz porque estoy viva”
(Ayilef: 53)
Versos antes declara el manejo perfecto de la lengua del imperio y no haber adquirido el
mapuzungún. Consideramos que la adquisición de la lengua es un aspecto importante,
pero no determinante, de la transmisión de la situación en la que se encuentran los
“mapurbes”14
“Es (…) posible encontrar estrategias sociolingüísticas que incluyen desde la renuncia a
su propia lengua a cambio de la adquisición del español, hasta el rechazo al castellano
en situaciones en donde no tiene un uso meramente instrumental como medio de
comunicación con los hispanohablantes” (Coronado:180). Cabría la interrogante de si el
rechazo al español se da en las comunidades y los individuos hablantes de mapuzungún
o si, aun siendo un espacio de resistencia, el uso del mismo responde a otro tipo de
necesidades. La revalorización del mapuzungún y su visibilización en la literatura de
Patagonia, implicaría un paso importante para conocer de manera más profunda la
cosmovisión del pueblo nación, ya que hay conceptos en esa lengua que no tienen un
equivalente inequívoco en castellano. De esta problemática de la traducción de términos
de esa lengua da cuenta el artículo del Dr. Jorge Spíndola en torno al Az Mapu. (31 y ss.)
La resistencia lingüística, entonces, se convierte en vehículo de una cosmovisión, y esta
cosmovisión, a su vez, se contrapondría a la mirada de occidente, a partir de una
diferenciación radical en la concepción de las relaciones habitante- población- naturaleza-
mundo, la fill mongén.
La cosmovisión y el sentido de pertenencia no están necesariamente ligados al
conocimiento de la lengua. Este conocimiento bien puede ser un paso posterior a las
nociones más filosóficas o vitales de la existencia (como totalidad) en el proceso de
revalorización y de resistencia cultural. Sin embargo, la adquisición de la lengua y su
puesta en funcionamiento dentro de la literatura reafirma la resistencia cultural y, a la vez,
particulariza a la poesía patagónica en relación a la literatura que podríamos definir como
rioplatense, constituida como canon. Esta particularización, no aísla a la Literatura
Patagónica, por el contrario, la hace ser parte de la literatura latinoamericana ya que
manifiesta las mismas problemáticas sociales, políticas e idiomáticas que plantean desde
Augusto Roa Bastos a Julio Escoto. En este sentido, la investigadora Magda Zavala, nos
dice “En el presente de la región, varios autores se distinguen por su propósito de
incorporar el componente indígena a su literatura, con la intención de rescatar aspectos
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Mapuches que viven en la ciudad en los que coexisten la cultura occidental y la mapuche, se reconocen
mapuches y tienen, y esto es importante, sentido de pertenencia a la cultura ancestral, aún sin manejar de
manera fluida e mapuzungún. El término fue acuñado por David Añiñir.
propios de las culturas” (109) “Ahora: el escritor indígena reivindica un lugar en el
campo estético con una sensibilidad que procede de presupuestos culturales distintos a
los de Occidente.” (111). Esto no supone adherir a la idea, por cierto muy cuestionable,
de una unidad u homogeneidad cultural y literaria latinoamericana, sino que expone una
unidad de tensiones, luchas y diversidad de caminos de las sociedades que se caracterizan
en buena parte por la cuestión aborigen.
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La lengua alumbra o aclara.
Latinoamericana, diferenciándola claramente de la literatura canónica eurocentrada de las
grandes urbes y los medios de comunicación masivos.
Bibliografía: