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“canto de la tierra” con el “canto de la ciudad”, contó con la presencia de músicos de zonas
rurales y de importantes referentes de la música urbana, entre los que se contaron León Gieco,
Suma Paz y Antonio Tarragó Ros. La conjunción de prácticas musicales disímiles generó una
situación de recepción inédita y funcionó como una interpelación capaz de sacudir los
criterios de ‘argentinidad’ del espectador metropolitano. Una de las actuaciones más notorias
fue la de la coplera tucumana Gerónima Sequeida, quien después de largos años de cantar en
escritor Leopoldo Brizuela, movilizado a raíz de este encuentro, el viajó en 1984 a Amaicha
del Valle, para entrevistarla e incluir su historia de vida en un libro dedicado a de cinco
lectores- a recorrer los lugares por los que ella ha transitado durante su vida. Su relato está
generado desde una doble urgencia: la primera es existencial, porque está enferma y la acecha
la muerte.2 La segunda urgencia deriva de la conciencia de que tiene ante sí una oportunidad
única para que los episodios claves de su vida perduren, ya que no es alfabetizada, y no cuenta
con ningún otro medio para registrar su voz. Por eso, es Gerónima quien detenta el poder
narrativo, abriendo el diálogo y orientándolo en torno a los episodios que quiere transferir a la
1
Me refiero a Cantar la vida. Conversaciones con: Mercedes Sosa, Aimé Painé, Teresa Parodi, Leda Valladares
y Gerónima Sequeida (El Ateneo: Buenos Aires, 1992). En adelante, en las citas que se hagan de este libro se
indicarán directamente el número de página de esta edición.
2
En efecto, fallecería en junio de 1985, a los 52 años, víctima del Mal de Chagas y de la falta de recursos para
tratarlo adecuadamente.
1
memoria de los demás. 3 Aunque el diálogo se teje a partir de una serie de preguntas
Tucumán, en relación con el del país. Primero, voy a revisar el posicionamiento que la
Segundo, voy a indicar problemas sociales, étnicos y de “género” que aparecen en el texto;
finalmente, analizaré la incidencia que pueden alcanzar las prácticas musicales andinas al
llegar al espacio público, dominado por un imaginario en el que “lo argentino” se articula
1. Condiciones de vida
No es casual que el primer párrafo esté dado por una descripción somera de Amaicha
del Valle, pueblo en donde se levanta la “casita humilde” de la entrevistada. Esta establece
desde un principio una distinción entre los “cerros muy altos” -adonde vivió “hasta la edad de
treinta años”- y los “cerros bajos”, los dos núcleos de sentido que tensan la trama.
En los “cerros muy altos” se despliegan los conflictos que impulsan el desarrollo de
las acciones posteriores. En cuanto espacio vital, los caracteriza como “partes muy buenas”
sagrado. Gerónima explica que el cuervo es uno de los pocos animales que habitan el lugar,
3
Uso el nombre propio de la entrevistada porque no pretendo reprimir el matiz afectivo que inspira mi escritura.
A pesar del tono académico y la pretensión de objetividad, este trabajo es fruto de un deseo de solidaridad con el
sujeto del texto sobre el que intento elaborar una teoría. Disiento, en este aspecto, con la observación que hace
John Beverley en contra de esta tendencia en “Our Rigoberta? I, Rigoberta Menchu, Cultural Authority and the
Problem of Subaltern Agency”, Subalternity and Representation. Arguments in Cultural Theory (Duke
University Press: Durham and London, 1999)
2
aunque se lo ve poco “porque anda siempre por lo alto, teniendo contacto con Algo”. Una vez
en los cerros bajos, las cualidades benéficas y sacralizadas de los cerros altos se presentan
que se presenta cuando Gerónima va a cantar a las Ruinas de Quilmes, siendo ya una coplera
reconocida. Como en ese lugar habían vivido “los indios abuelos”, el eco de su voz en las
peñas grandes hace que recupere momentáneamente la atmósfera del paisaje perdido, el
Pero a pesar de la nostalgia por la benignidad de los “cerros altos”, la dureza de sus
condiciones de vida explica el abandono del lugar. La imagen que Gerónima usa para narrar
su nacimiento trunca cualquier idealización que se quiera hacer de la vida campesina en los
valles: “he nacido entre las ovejas y como una oveja más”, sentencia, y repite la idea en una
copla: “Cuando se muera esta Sequeida / no le recen ni un bendito, / hagan de cuenta que ha
transmite ternura y humildad, esta connotación adquiere otro sentido en el contexto del relato.
En él se cuenta que a los “cuatro añitos” la narradora sufrió una quebradura de columna al ser
atropellada por una majada de ovejas, situación en la que se subraya el desgaste físico sufrido
desde la niñez: “seguía y seguía con eso que es un trabajo que parece lindo, pero es muy
rústico (…) Y ahora pienso que esos trabajos han de ser lo que me han mermado tan
tempranamente, que ahora tengo cincuenta y un años y ya no sirvo ni para ganarme un pan”
estetizar la vida campesina sino, por el contrario, de denunciar sus injusticias. Por eso a los
once años trata de emigrar, pero su intento se frustra y sólo se concreta a los treinta años.
4
Las cursivas son mías, a menos que indique lo contrario.
3
La percepción sacralizada de los “cerros altos” se contrapone así a la experiencia
hostil de ese hábitat, que recuerda como una atmósfera animalizada a la que se opone el
es denunciada como una grave carencia causada por la discriminación de las mujeres en la
distribución de los bienes y los conocimientos. Aunque en cierta forma se sugiere una culpa
materna, ésta rápidamente se disipa, porque la narradora advierte que el motivo, en realidad,
es el estado de extrema pobreza: “desgraciadamente mi madre no había podido hacer nada por
echarme en escuela a mí, y no he tenido escuela yo, ni siquiera la he conocido” (7). Por eso
deja en claro que el motivo de su partida fue el deseo de “tener escuela” y de “ser bautizada”.
Insiste también en que sus hijos “no pueden ser igual, tienen que aprender algo, porque el que
no sabe leer…”, indicando a través del vacío discursivo (los puntos suspensivos) que la
“civilizado”.5 Por eso la escolarización se impone como un eje argumental, ya que impulsa el
traslado “a los bajos” y da lugar a la articulación de un nuevo modelo maternal, distinto del
existente en los cerros altos, el cual tendía a la continuidad de prácticas ancestrales, pero bajo
psicológica para afirmar la pertenencia del sujeto femenino al espacio social. En este sentido
el objetivo no podría haber sido enunciado en forma más contundente: “otra cosa que yo
quería hacer era hacerle saber a la autoridad cuántos años tengo, y que me dieran algún papel
de documento ¿vio? Que se enteraran que yo he nacido. Porque mi mama, pobrecita, no había
5
Uso comillas para marcar mi distancia con este concepto, cuyos presupuestos se cuestionan en este trabajo.
4
El grado de ansiedad por conseguir el “documento” muestra el éxito logrado por la
este proyecto puede ser descripto como un eco debilitado de la colonización interna
brutalmente iniciada con la mal llamada “conquista del desierto”. En este caso la
sociabilidad indígena, quedando la población de este origen cada vez más aislada y escindida.
de conocimiento del colonizado. Tal es el caso de los textos sagrados de las altas
civilizaciones o de una obra como la carta-relación escrita por Guamán Poma de Ayala a
principios del siglo XVII, que privilegia la percepción andina del mundo, aún después de la
como éste, que bien puede ser definido como la periferia de la periferia. Lo que se lee en este
caso, sin embargo, no es poco. Es la intervención de una mujer que habla a pesar de
2. El “dicho-padre”
5
Se destacan así los atributos asociados al colonizador, como el caballo, las botas, el
La construcción del sujeto femenino comienza por la negación del padre (“padre no he
tenido, yo”), sobre la que se afirma todo el relato. En múltiples ocasiones Gerónima usa la
expresión de “el dicho-padre”, con la que se alude al que se dice que es, ya que no hay una
figura paterna oficial. Ella incluso aclara que Marcial, progenitor de sus dos hijos, “los había
negado” (14) y rememora fugazmente a su propio padre como “un viejo malo y más borracho
y más peliador que los tres mil diablos (…), tipo gaucho” (11). La descripción de su abuelo
profundiza este modelo: “era muy malo, y las ponía a trabajar negramente a las hijas mujeres.
Eran cinco: una lidiaba con las ovejas, otra esquilaba, otra hilaba, otra tintaba los hilos y otra
tejía. Y mi mama también lo acompañaba al viejo a vender el tejido y otras cosas a Tucumán,
ella caminando nomás, el viejo encima de una mula (…) Y dicen que de Tucumán ellos traían
de todo: arroz, batatas, naranjas, vino, y que el viejo lo guardaba todo en un almacén muy
lindo que él tenía y que yo he visto (…) pero ahí no podía entrar nadie más que él (…)” (8) A
través de este recuerdo aparece un lugar dentro de la casa que está vedado y que guarda los
bienes conseguidos a costa del trabajo femenino. Hay cierta carga de misterio en el episodio:
la narradora deja deslizar su propia curiosidad –nada extraño si se piensa en su ansiedad por
descifrar el código de la escritura-, la que se ve coronada por la visión de lo prohibido, sin que
se especifiquen las circunstancias en que logró hacerlo. Sin duda este hecho tiene una
6
Gerónima repite en su convivencia con Antonio Marcial la relación de explotación que
hijos” (7); “a los doce años empecé a cuidarle la hacienda (…) y a los trece ya he entrado a
hacer vida con él, a “convivir” como se dice. Ocho años he pasado en su poder” (11). “los
amores son cosa brava, que por ahí hasta algunas personas les cuesta la vida” (12); “era muy
chupapulmones (…) a mí nunca me ayudó en nada, tan sólo me pasaba comida y a veces
ropa” (13) La estructura familiar se restringe a madre e hijos, pero este modelo está a su vez
sino económico.
violencia, a cambio de proveerle de vivienda y alimentación básica. Hay una diferencia social
su padre y su figura “de a caballo, con sombrero alón, con botas y bombachas”, lo mismo que
la “buena mula ensillada” de Marcial, sus “lindos ponchos” y sus trajes. Marcial es cantor y se
acompaña con la guitarra, uno de los instrumentos introducidos por el colonizador cuyo
aprendizaje es deseable para la narradora. Esta sabe, sin embargo, que no puede decodificar
los métodos de enseñanza que para entonces se habían popularizado, y que tampoco hubiese
tenido tiempo para estudiar debido a la sobrecarga de trabajo impuesta por este hombre, que
cambio, no destaca atributos socialmente valiosos; el único elemento que Gerónima asocia a
la memoria de su madre es la caja con la que atenúa su soledad y con la que logra procesar un
7
3. La cultura materno-ancestral
proporciona una conexión entre el hombre y la naturaleza que se renueva cada año, la madre
de Gerónima le proporciona a ésta la conexión con la cultura de “los abuelos indios” a través
del canto. Ella es quien le transmite la devoción ancestral, el oficio de pastora y tejedora, y la
sistema de sesgo colonial, transferido por línea masculina, sobre un sistema indígena
matriarcal. Al incorporarse al espacio urbano, lo que hace Gerónima es romper con esa
de los cerros altos, que han dejado de ser el espacio deseado de los abuelos desde que los
(Leda), quien patrocina un recital en Buenos Aires que se constituye en el recuerdo más grato
monumento va a conocer porque, arguye, sólo cuando ella “ha recibido la gobernación hemos
sucesos personales que actúan como mojones que van imprimiendo los rasgos de la nueva
subjetividad de la cantora. Esos sucesos son la separación de Marcial, la partida de los cerros
altos, la percepción de una paga por el trabajo, la grabación de sus coplas, y la actuación en
Buenos Aires. No hay referencias a la historia política, excepto por la mención del
8
advenimiento del peronismo, concebido no tanto como un movimiento a favor de los de
trabajadores, sino como un movimiento para mejorar la situación femenina. Esta particular
percepción se puede explicar por dos razones. Una es que la relación de Gerónima con sus
patrones está mediada por el afecto. Esto ayuda a entender que no adquiera una conciencia
obrera, a no ser por las críticas que desata la experiencia negativa vivida en su juventud en el
ingenio “La Esperanza”. Se identifica, en cambio, con Eva Duarte, a quien le atribuye el
mérito del ingreso de la mujer al ámbito de lo institucional.: “Evita ha dado la orden de que se
las enrole a las mujeres, y yo creo que debe ser porque ha de haber tenido alguna hija mujer,
quizá de ella, quizá de crianza” (23). Esta hipótesis le ayuda a comprender mejor que haya
podido llevar a cabo cambios tan importantes. Ambas mujeres tienen en común el hecho de
ser hijas naturales y de haber sufrido los efectos de un padre ausente, y por eso mismo, más
El libro de Eva Duarte, La razón de mi vida, tiene para la narradora una importancia
permite apreciar el alcance del discurso del peronismo, que consigue popularizar el programa
de “enrolamiento” definiéndolo como una forma de bautismo civil capaz de ofrecer a las
mujeres de una equiparación legal. La mujer siente que su ser en el mundo comienza a partir
del registro escrito de su existencia. Así, la escritura es percibida como una técnica de
emancipación y el libro alcanza un valor sagrado que Gerónima conserva como un objeto de
injusticia. Refiriéndose a una anécdota, afirma: “Ahí debe estar escrito en el libro que yo
tengo, La razón de mi vida. Un libro lindo, alto así, que después le voy a pedir, si tiene
9
tiempo, que me lo lea un poco, ¿eh?” (23) Ante la imposibilidad de leerlo, valora
positivamente sus atributos exteriores y deja en claro, además, que para ella el criterio de
emana el reconocimiento social. No en vano es mujer la autora del libro atesorado, una mujer
De este modo, el relato no cuenta la historia del feminismo en la Argentina, sino la del
Esta visión favorece la recepción positiva del sistema de control estatal lanzado tras la figura
de Eva Duarte, generando la idea de que más que implicar una forma de coerción, el estado
ofrece contención y protección. Gerónima destaca el hecho de que el valor del trabajo
femenino se equipare al del hombre, y explica que la violencia doméstica ejercida sobre la
mujer es efecto de la desigualdad de poder entre ambos sexos. Por eso ve un antes y un
después en este sentido: “con Evita eso ya es prohibido (…) y el que le pegaba a una mujer ya
vía política y ha contribuido a que la mujer dejen de ser “una oveja más”
poderosos se debe en gran medida al clientelismo, esta historia muestra que a veces se
buscar la forma de atesorar sus saberes y a la vez acceder a los códigos socialmente
aceptados. Esta tensión constante entre capas culturales superpuestas lo lleva a experimentar
situaciones límite que pueden funcionar como un punto de partida para la elaboración de un
criterio político propio Esto quiere decir que, más allá de la necesidad imperiosa de acabar
10
con las situaciones de injusticia, aún en condiciones de extrema pobreza y discriminación se
Gaspar Risco Fernández, estudioso de la cultura del NOA, postuló una lectura del
John Murra para explicar el modo de explotación económica de los ayllus peruanos. La
misma sostiene que los distintos pisos ecológicos generados en los diferentes microclimas de
los cerros delimitan la producción de cierto tipo de bienes, que deben ser intercambiados para
cubrir las necesidades que se generan en cada comunidad. 7 Según Risco Fernández, esto
del Yocavil. Así, Gerónima habría estado capacitada para emprender las migraciones que
enfrentó, por el hecho de saber que su “verdadero mundo se compone de múltiples horizontes
sostenible sólo en cierta medida. Se ha indicado que los tejidos que hacen las mujeres no son
intercambiados, sino vendidos por los hombres para mejorar sus viviendas o adquirir otros
bienes a expensas del trabajo no remunerado. Para ellas, la supervivencia en el espacio de los
7
John Murra, La organización política y económica del estado Inca (Siglo XXI: México, 1978)
8
Gaspar Risco Fernández “Gerónima Sequeira, cantora: trabajo y conciencia crítica”, en Cultura y Región
(Centro de Estudios Regionales e Instituto Internacional “Jaques Maritain”: Tucumán, 1991), 237-254. El
artículo fue inicialmente presentado en las VIII Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, Cafayate-San Carlos,
10-12/ 6/ 1988. Está reproducido bajo la autoría de Gerónima Sequeira con el título de ““Pero el carnaval… ¡ese
sí que no se va a morir nunca!” Canto, trabajo y conciencia crítica” en Tucumán: mito, aventura y misterio. II:
Los otros testigos (Dirección General de Cultura: Tucumán, 1994), compilado por el mismo autor. Se debe notar
el cambio en la grafía del apellido de Gerónima, que para algunos es Sequeira y para otros Sequeida; en algunos
artículos periodísticos incluso aparece como “Siqueida”. Es posible que la variación esté vinculada a las
diferencias de pronunciación que existen entre el habla urbana y campesina, así como al hecho de que no es
Gerónima quien escribe su propio apellido.
11
abuelos se vuelve cada vez más difícil, debido a la penetración de valores propios de la
ordenamiento social indígena de franjas superpuestas ha sido alterado desde hace varias
generaciones. Cuando Gerónima canta “Sirena del mar/ ¿no te da pena / oyerme llorar?” (35)
inclusión del concepto de “mar”, totalmente exterior al contexto de los valles calchaquíes.
Pero a menudo ese proceso ha tomado un cariz mucho más agresivo, generando la
desintegración del tejido cultural, por el quiebre de las relaciones de solidaridad, que vuelve
antropólogo brasileño Darcy Ribeiro en función del tipo de población predominante en cada
país y de los procesos históricos que le dieron origen en “pueblos testimonio”, “pueblos
trasplantados” y “pueblos nuevos”. Obviamente, Argentina forma parte del segundo grupo,
debido a la política de inmigración patrocinada por D. F. Sarmiento. Sin embargo, cuando uno
se interna en un texto como éste, escrito un siglo después, ve que el norte del país compartía,
presente el grado de mestizaje ha minado los cimientos de esa estructura social, aunque no
haya acabado con su “sustancia mítica” y con prácticas transmitidas por la vía materna. Los
sujetos del presente guardan, como señala Risco Fernández, la capacidad de adaptarse a la
ecumene occidental, sin perder su vínculo con el espacio de los abuelos, que se recupera a
nivel ritual en ciertos lugares, como las Ruinas de Quilmes, o en ciertas fechas, como la del
carnaval.
Justamente, ésta es una práctica de origen indígena que sigue en vigencia en los
lugares y momentos permitidos por la cultura moderna. Si el canto con caja a menudo ocurre
12
en soledad, cuando se hace en forma colectiva va acompañado de vino y dura “días y días,
noches y noches” en los que los participantes se embriagan y reviven un estado de existencia,
Amaicha, le pedía permiso a su patrona a cambio de cantar para que la escuchen los turistas, y
que se iba “pa’ la plaza, pa los boliches, pa las carpas, a cantar con la gente del pueblo” y que
cuando amanecía ella “todavía estaba cantando” (29). Amalgama así las dos subjetividades
con las que convive: por un lado está la persona que ofrece su canto como objeto de atracción
turística, y por otro está la que participa de la fiesta colectiva. Sin embargo, esta especie de
forzada esquizofrenia no implica que la supervivencia de este ritual esté garantizada, porque
dogma cristiano. Como sucede con frecuencia con los sujetos forzados a vivir entre dos
sustratos culturales distintos y enfrentados, ella busca el modo de entretejerlos. Por ejemplo, a
menudo resuelve el conflicto de valores, creencias o saberes por medio del humor, o bien
muestra que su conversión al modelo occidental no impide que siga pensando y sintiendo de
acuerdo con los códigos antiguos. El texto muestra que la recepción de los discursos
dominantes es siempre una respuesta creativa, como por ejemplo se ve en el hecho de que el
diablo del carnaval se presenta con cola y astas, montado sobre un caballo y corcoveando
entre la gente, de un modo más juguetón que maligno.9 Esto queda claro también en los
opone los médicos y el hospital a la medicina tradicional, representada por una señora “que ha
nacido con virtud”, asimilando esta creencia al cristianismo, al que se ha vinculado mediante
9
La representación siniestra del diablo en el norte argentino es la del “El familiar”, generalmente descripto como
un perro con cadenas, que a menuda ha servido para silenciar voces antagónicas, sobre todo en los ingenios.
13
el bautismo. No hay aquí da un fenómeno de “aculturación”, sino una adhesión formal a un
Ante las adversidades que marcan la vida en los cerros altos el canto surge como
recurso de liberación emocional: “Allá en el cerro uno canta, le digo la verdad, para despedir
las penas, pa tranquilizar las soledades. Pero nada más. Todo es desperdicio. Porque son
partes que quedan muy lejos de donde hay gente” (9) Gerónima recuerda que su madre
cantaba “siempre y muy lindo” y que “pa’l carnaval” se subía al caballo con la caja y
entonaba las mismas coplas que después cantaría su hija y probablemente su biznieto. Pero
sólo las peñas devolvían la voz, o bien si alguien la escuchaba, no la valoraba: “esa gente no
lo aprecia a uno”, se lamenta. Al recordar a su madre insiste: “lástima es que ella nunca ha
tenido roces con personas que la pudieran grabar o alguna otra cosa”. En los cerros bajos, en
cambio, el canto deja de ser “desperdicio” para convertirse en una manera de intervención en
la esfera pública. El sociólogo francés Jean Pierre Bourdieu sostenía, al respecto, que poder
hacer público lo que no tiene existencia objetiva “representa un poder social formidable, ya
que establece el sentido común, el consenso explícito de todo el grupo y así lo hace existir.” 10
No resulta extraño, desde esta óptica, el persistente deseo que manifiesta la narradora por
expresiones que escapen de las leyes del mercado. No cabe esperar un corte absoluto con este
campo, sin embargo. Gerónima destaca que los músicos de Buenos Aires le han “pagado muy
10
Language and Symbolic Power (Cambridge: Harvard University Press, 1991) 236 [traducción mía]
14
bien por el canto” y siente orgullo de eso (25). Como el enrolamiento, recibir una paga es
requisito para dejar de estar excluido y poder trabajar contra la injustita desde dentro del
sistema.
En este sentido, Gerónima comienza a pensarse a sí misma como cantora cuando uno
de sus patrones, don Chicho Popolizio, graba sus coplas sin que ella lo sepa. Al oírlas, piensa
que es el canto de un “borracho”, hasta que se da cuenta de que está oyendo su propia voz. 11
La anécdota, cuyo tono jocoso atenúa el choque entre el campesino y la modernidad, marca su
marcado por la aclaración de que a don Chicho “le ha gustado mucho” cómo está cantando, lo
es la misma narradora quien se ocupa de subrayar su preocupación por los criterios que
distinguen al buen cantor. Esto se aprecia cuando reflexiona sobre la pertinencia de enseñarle
su técnica a su nieto, ya que no sabe aún si a éste “le viene de natural” la capacidad para
expresar sentimientos adecuadamente. Se deduce, entonces, que una predisposición innata que
es perfectible -se refuerza en el aprendizaje- y que alcanza toda su plenitud en el paisaje físico
y humano original. Por eso Gerónima dice que un cantor de los cerros en Buenos Aires estaría
fuera de lugar, como “gallina con ruleros, nomás”. Este criterio de representación adecuada de
sentimientos hace que las manifestaciones musicales gusten o no a la audiencia, más allá de
que también cumplan otras funciones (religiosas, amorosas o catárticas, por ejemplo). En este
sentido, hablar de un criterio “estético” en este caso no implica la imposición de una categoría
ajena a la práctica considerada, sino que responde a la preocupación de sus propios cultores
11
Es posible que el humor de este episodio se deba a una reelaboración posterior al hecho por parte de la
narradora, ya que es improbable que los personajes no supieran lo que era un grabador, después de haber vivido
en Amaicha durante algún tiempo.
15
Lógicamente, la subjetividad de “cantora” es producto de la recepción que tienen las
coplas en el espacio urbano, ya que en su medio natural el canto con caja se considera una
naturaleza (…) La inmensidad del Altiplano y las soledades andinas sólo pueden ser fielmente
reflejadas a través del sonido de una caja.”12 El carnaval del que participa la madre de
Gerónima tiene los atributos de una fiesta colectiva que no separa a los actores de los
aterrizaje del “canto de la tierra” en Buenos Aires, por otro. Como se ha señalado, el canto
deja de ser “desperdicio” cuando consigue una audiencia que lo aprecia, fortaleciendo su
intervenir en la producción de mensajes más allá de Amaicha: “se lo digo a usté –le dice al
entrevistador- para que se oiga aquí y en cualquier parte adonde usted vaya a llevar mi voz”
(21).
El texto muerta que no hay una estrategia de choque con el poder dominante, sino de
del colonizado y/o del trabajador explotado del camino del enfrentamiento abierto hacia
16
los trabajadores del ingenio, que están lejos de participar en relaciones de familiaridad con sus
aceptables, por lo que deja de pensarse a sí misma como “una oveja más”. Este aprendizaje es
el que le permite asumirse como sujeto social de pleno derecho, al punto de poder apoyarse en
su autoridad de coplera para transmitir su propio modelo a los jóvenes: “Fíjense en mí y vean
que es un medio de vida como cualquier otro, el cantar. Muy decente y quizá que hasta más
canto en extrema soledad no se define como una manifestación deseable, sino dolorosa. En
este sentido, contradice la imagen idealizada que defiende Leda Valladares con respecto a la
vida de los cantores de los cerros, aunque ambas coinciden en cuanto a la necesidad de
difundir estas prácticas y a la falta de una política favorable por parte de los medios masivos.
Leopoldo Brizuela, Leda y los músicos que colaboran en su proyecto pueden caracterizarse
como intelectuales orgánicos, en la medida en que hacen de mediadores entre alguien que
carece de poder y quienes lo ejercen. 13 A través de ellos la palabra de Gerónima alcanza una
amplia audiencia, lo que contribuye a reducir, en cierta medida, los efectos de la desigualdad
y la discriminación.
6. Conclusiones
13
Ver “A note on the Terms ‘elite’, ‘people’, ‘subaltern’, etc. as used above”, en Selected Subaltern Studies.
Ranahit Guha and Gayatri Chakravorty Spivak, eds. (New York: Oxford University Press, 1988), 44 El origen
social y étnico de Gerónima la ubica en la categoría que Guha, siguiendo a Gramsci, califica de “subalterna” y
que define como “la diferencia demográfica entre el total de la población hindú y aquellos que hemos descripto
como la elite.” Mi intención al introducir esta perspectiva tiene que ver con su utilidad a la hora de explicar el
tipo de alianzas que se suscitan entre sujetos que alcanzan muy distintas proporciones de poder.
17
autobiográfico, en el que a menudo se privilegian modelos de éxito individual y se construye
mandato oficial (por ejemplo, era frecuente ‘solicitación” de historias por parte de la corona
española); en otros casos enfrentó la negativa de los colonizados a producir este tipo de
relatos y, en otros, funcionó como una forma de emancipación individual ante estructuras de
poder. En el texto que estoy analizando la estructura autobiográfica confluye con la del
emancipación, caben algunas preguntas: ¿de qué quiere liberarse Sequeida? ¿Porqué su relato
no desemboca en una resistencia política, si sus condiciones iniciales de vida eran de una
otros contextos el conflicto cultural ha desencadenado formas de resistencia por parte de las
comunidades desfavorecidas.
Para buscar una respuesta a estos interrogantes postulo la hipótesis de que en ciertos
años setenta, podían coexistir las dos formas de dominio. En el estado nacional siguió
librando una lucha por dominar la cultura indígena a través de la discriminación de sus
manifestaciones, mientras que en la región del monte (cerros bajos y pié de montaña), lanzó
una lucha armada para desarticular las estructuras ideológicas emergentes. El relato de
Gerónima Sequeida se teje entre ambos polos, mostrando una tercera instancia, producida en
14
Sobre la relación entre autobiografía, colonialismo y modernidad, ver Walter Mignolo, “Escribir por mandato
y para la emancipación (¿descolonización?): autobiografías de resistencia y resistencias a la autobiografía”, en
Juan Orbe Comp., La situación autobiográfica (Corregidor: Buenos Aires, 1995), 173-187.
18
los años cincuenta, cuando la propaganda montada sobre la imagen de “Evita” generó la
adhesión masiva al proyecto estatal. Como efecto de este programa, la narradora se mantiene
abierta. Por otra parte, la explotación que sufre en la primera mitad de su vida es atribuida a
un conflicto de género, por lo que el espacio doméstico femenino que consigue organizar
después funciona como solución al conflicto. Su relación con sus hijos y su nieto –a quien le
enseña a cantar con caja- muestra que también hay una voluntad de modificar la estructura de
sentimiento masculina.
El habitante de los cerros sigue estando en medio de dos formas distintas de concebir
cuenta para su constitución en sujeto indígena inserto en la “civilización”, con una serie de
creencias y prácticas que han sido y seguirán siendo internalizadas por vía materna. Si bien se
puede admitir que “el pensamiento en una situación colonial es necesariamente de borde”, en
este caso no se produce una “fagocitosis de la civilización por el bárbaro”, sino que ocurre un
fenómeno que me gustaría describir como de inclusión diferenciada. Esto quiere decir que,
socio- institucional hace que el habitante de los cerros altos emigre para internarse en el
medio urbano, tratando de que esas prácticas sigan vigentes y de que sus manifestaciones más
preciadas sean atesoradas por la cultura que las recibe. Sin duda que este capital cultural se
verá altamente amenazado por la institución proveedora del saber “legítimo”, aunque esto no
quiere decir que vaya a desaparecer.15 En todo caso, será transformado y conservado,
resguardado sutilmente, listo para ser desenterrado en cada ocasión propicia, apelando a
nuevas técnicas e incluso a contenidos impuestos, como los del cristianismo o la mitología
15
El capital “legítimo,” en el sentido que le da Bourdieu, equivale al que es impuesto por las élites como el único
válido.
19
estatal de turno. Las expresiones culturales “residuales” del sujeto colonizado que no se
caso de la fusión del grito desgarrado y rebelde del rock “nacional” con el grito visceral del
canto andino, que se impone como una nueva práctica social en la que se suspenden los
Este tipo de alianza es equivalente al que describieran Gramsci y antes Guha, aunque
no se trata aquí de una estrategia para ganar la hegemonía en el ámbito político, sino en lo
interpelar los hábitos musicales formados por el folklore comercial y por otros ritmos
impuestos por el mercado, para reintroducir prácticas que cargaban con el estigma de la
mundo, alimentada en la experiencia musical de algunas mujeres que ha logrado construir una
mundo. Desde este punto de vista, el recital “Grito en el Cielo” y su posterior edición
discográfica pueden ser considerados como un evento a destacar no sólo como espectáculo,
sino como estímulo a la reflexión por parte de la comunidad metropolitana. Por primera vez
se produce un punto de confluencia de dos ámbitos que hasta ese momento no habían
16
He estudiado en mayor profundidad la situación “residual” de la cultura del colonizado y sus posibilidades de
emergencia, así como la posibilidad de construir un capital alternativo al “legítimo” en “‘Race’ and ‘Class’ and
Spanish Colonial Societies: towards A Dynamic Model of Social Perception’”, a ser editado por Meg Greer,
Maureen Quilligan y Walter Mignolo, Eds. Re-reading the Black Legend, Chicago University Press
20
dicotomía entre “civilización o barbarie”. El espectáculo musical abre las puertas a los sujetos
reprimidos para incorporar su presencia al espacio ciudadano, haciendo que sus voces
como “argentino” ha sido la condena al ostracismo de las formas culturales autóctonas para
poder fortalecer al sujeto que se considera “civilizado”. Gerónima Sequeida viene a decir con
su canto y con su historia que no está dispuesta a seguir ocupando el lugar de lo negado,
concreción de este evento hace incluso más compleja la perspectiva teórica de su promotora,
Leda Valladares, quien se libera en los hechos de la férrea oposición entre un “canto de la
que apuesta a la utilización de los medios masivos para lograr y la supervivencia de las
antiguas prácticas, aún cuando el precio sea la mutación del canto comunitario en canto-
siente tanto la atracción a pertenecer al sistema dominante como el dolor de sufrir los efectos
deseo, en un espacio en cierta medida utópico, que se concibe como dador de sentidos y que
17
Ver al respecto, entre otros artículos, “La sustancia salvaje del canto” , en Cultura y Nación, diario Clarín,
jueves 8 de marzo de 1973; para una reelaboración más reciente, ver “Oír la vida”, en Cantar la vida. Estoy
trabajando en un artículo sobre el aspecto político de la tesis musical de Valladares; por lo pronto, me gustaría
señalar el defasaje entre la enunciación teórica y su puesta en práctica, que enriquece su sistema de
conocimiento.
18
“Desde la época de Perón es que yo he salido a cantar”, afirma. Dado que la fecha aproximada de su
instalación en Amaicha es a principios de los sesenta, a lo que le sigue un período en el que no canta
públicamente, deduzco que se refiriere al tercer gobierno.
21
se reserva para si la capacidad de constituir sujetos socialmente aceptables. Gerónima ve en la
posibilidad de contar su historia, una forma de hacer que sus vivencias lleguen a una
frontera” que se resuelve como deseo de ser incluido, pero no fagocitado, por el sistema
dominante.19 Este relato aparece como una vía para que la narradora tenga un rol
quiere que sea guardado por los demás después de su muerte.20 La urgencia por narrar es
sujetos letrados.
Por lo tanto, un análisis como el que ha elaborado por Armando Muyolema para las
posible sostener con él que el latinoamericanismo y las teorías del mestizaje encubren la
exclusión del indígena de los proyectos nacionales y traen aparejada una violencia simbólica.
El relato de Gerónima, sin embargo, instala una tercera opción, que nace de la clara
percepción de que entre ella, sus progenitores y sus abuelos hay una diferencia étnica y
cultural. Mientras que define a su madre como “india de Tafí”, ella se reconoce fuera de
19
La noción de “fagocitosis” es producto de la reelaboración que hace Walter Mignolo del pensamiento del
filósofo argentino Rodolfo Kusch en “Human understanding and Local Interests: Occidentalism and the (Latin)
American Argument”, Local Histories / Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
Thinking (Princeton University Press: Princeton, 2000).
20
Sobre el concepto de “pos-memoria” ver Mariane Hirsh, Family Frames: Photography, Narrative and
Postmemory (Harvard University Press: Cambridge and London, 1997). Beatriz Sarlo retoma críticamente el
concepto en Tiempo Pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión (Siglo veintiuno editores:
Buenos Aires, 2005).
21
De acuerdo con Muyolema, “autodenominarse como mestizo, asumir entusiastamente esa identidad,
inevitablemente llevaría a una escencialización de algo que por definición es un proceso.” Consultar al respecto
“De la cuestión ‘indígena’ a lo ‘indígena’ como cuestionamiento,” Convergencia de tiempos: Estudios
subalternos / contextos latinoamericanos estado, cultura, subalternidad (Amsterdam/Atlanta: Rodopi, 2001), 327-
363. Por mi parte, me parece importante distinguir dos sentidos. Una corresponde a la única opción identitaria
válida para los habitantes de Latinoamérica, que bien merece ser cuestionada; la otra corresponde a una categoría
descriptiva, que no implica un imperativo ni una valoración étnica del grupo al que hace referencia.
22
cualquier filiación étnica precisa, debido al carácter mestizo de su padre: “mi dicho-tata es un
belenisto. Por eso dicen que soy diferente, y cuando canto me preguntan de qué raza soy, y ni
a la hora de pensar en las políticas de identidad que se defienden para las distintas regiones de
Latinoamérica. Esto se vive como un punto de partida para un nuevo aprendizaje. Entonces,
en las regiones en donde la población indígena es mayoritaria, la educación occidental es, sin
Gerónima se ve obligada a abandonar, en cambio, la educación formal se ofrece como una vía
de combinar prácticas de distinto origen cultural. Se posiciona así en una dimensión exterior a
desde el llano, que no se funda en apelaciones dogmáticas a ningún sistema exclusivista, sino
En este sentido, tiene razón Risco Fernández cuando afirma sobre Gerónima: “Si en su
descenso a lo distinto de cada paisaje mostró una admirable capacidad de adaptación, sin
apelar a fáciles condescendencias, mucho más envidiable fue en ella su ascenso a una
conciencia crítica cuyos dictados no traicionó jamás.”24 Esa conciencia la lleva a demandar el
derecho de manejar las herramientas que le hacen falta para fortificar sus sistemas de
relato hace que ese sistema reconozca lo que hasta ese momento rechazaba. La oposición
22
Gerónima Sequeida, 8 [cursivas mías]
23
Rodrigo Montoya, “Algunas reflexiones sobre el colonialismo, el racismo y la cuestión nacional,” La piel y la
pluma: escritos sobre literatura, etnicidad y racismo (Lima: Sur casa de estudios del socialismo, 1999).
24
Op. Cit., 248.
23
Bibliografía
Beverley, John. “Our Rigoberta? I, Rigoberta Menchu, Cultural Authority and the Problem of
Bourdieu, Jean Pierre. Language and Symbolic Power. Cambridge: Harvard University Press,
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Brizuela, Nicolás. Cantar la vida. Conversaciones con: Mercedes Sosa, Aimé Painé, Teresa
Funes, Prudencio “Leda Valladares: Cuando reina la injusticia todo se vende y nada se ama”,
Guha, Ranahit y Gayatri Chakravorty Spivak, Eds. Selected Subaltern Studies. New York:
Mignolo, Walter. Local Histories / Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges, and
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Murra, John La organización política y económica del estado Inca. Siglo XXI: México, 1978
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Gaspar Risco Fernández “Gerónima Sequeira, cantora: trabajo y conciencia crítica”, Cultura
Sarlo, Beatriz. Tiempo Pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión. Siglo
Valladares. Leda. “La sustancia salvaje del canto”, diario Clarín, jueves 8 de marzo de 1973
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