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LECCIÓN 6 .-Lesiones
LECCIÓN 6 .-Lesiones
- Lesiones
1.- Bien jurídico protegido y el problema del consentimiento en las lesiones
2.- Sistema de los delitos y elementos comunes
2.1.- Objeto material
2.2.- Sujetos activo y pasivo
3.- Lesiones dolosas
3.1.- Tipo básico
3.2.- Tipo privilegiado
3.3.- Tipos agravados
4.- Lesiones imprudentes
5.- Tipos autónomos
5.1.- Comisión habitual de falta de lesiones
5.2.- Violencia de género psíquica o física (art. 153 CP 1995)
5.3.- Participación en riña
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1.- Bien jurídico protegido y el problema del consentimiento en las lesiones
La falta de malos tratos del art. 617.2 protege lo que genéricamente podría llamarse el
bienestar corporal. El art. 153, en rigor, es una modalidad agravada de las faltas de
malos tratos o de coacciones, amenazas o vejaciones leves, dado que para la
consumación no se precisa la causación de lesión alguna, bastando el ejercicio de
violencia física o psíquica. El art. 154, en fin, es un delito de peligro para la vida o la
salud de las personas.
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no elimina la responsabilidad criminal, pero sí la atenúa sustancialmente: «En los
delitos de lesiones, si ha mediado el consentimiento válida, libre, espontánea y
expresamente emitido del ofendido, se impondrá la pena inferior en uno o dos grados.
No será válido el consentimiento otorgado por un menor de edad o un incapaz» (art.
155). Sólo en los casos de trasplantes de órganos, esterilizaciones y cirugía transexual el
consentimiento del sujeto exime de responsabilidad criminal (art. 156).
El art. 156 adquiere, así también, pleno sentido, puesto que en los supuestos que
contempla (trasplantes de órganos, esterilizaciones y cirugía transexual) autor es el
tercero que actúa con el consentimiento del paciente, lo que las convierte en
comportamientos típicos que, conforme al art. 155, deberían ver únicamente atenuada
la responsabilidad criminal. Por eso que para declarar la exención plena sea precisa
una declaración legal expresa que advierta que en estos casos no rige el criterio general,
sino que, «no obstante lo dispuesto en el artículo anterior, el consentimiento ... exime
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de responsabilidad criminal».
Para atenuar la pena, el art. 155 sólo reconoce validez al consentimiento «válida, libre,
espontánea y expresamente emitido». Tales requisitos sirven para el consentimiento
que opera «en los delitos de lesiones»; esto es, cuando el comportamiento es, por lo
menos, típico y antijurídico. Como consecuencia, no tienen aplicación en las
autolesiones, que resultan atípicas en la medida en que concurran los requisitos
generales de capacidad y validez del consentimiento (que el sujeto sea mayor de edad,
capaz y el acto de voluntad sea libre, entendido como ausencia de coacción,
intimidación o engaño). Para evitar cualquier duda se aclara que no es válido, por falta
de capacidad para otorgarlo, el consentimiento prestado por menores o incapaces.
Menor es quien tiene menos de dieciocho años. Incapaz, quien lo es conforme al art. 25.
En sentido legal, espontáneo es el consentimiento que no se ha obtenido mediante
precio o recompensa.
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emitido», eximiendo de responsabilidad criminal, salvo que «se haya obtenido
viciadamente, o mediante precio o recompensa».
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un deber para quien interviene, la conducta será antijurídica. Puesto que existía el
ánimo de curar, las lesiones no serán dolosas y habrá un delito culposo de lesiones.
En cuanto a las lesiones (o la muerte) producida como consecuencia del deporte, las
múltiples hipótesis que pueden plantearse, variables con la forma del deporte, la
modalidad de agresión, el incumplimiento o no Y en qué grado de las reglas del juego,
la gravedad del resultado producido, etc. hacen insuficientes las soluciones basadas en
un único criterio excluyente. El ejercicio legítimo de una profesión o de un derecho, por
ejemplo, no son aplicables cuando las lesiones se producen con incumplimiento de las
reglas del juego. La eficacia del consentimiento dependerá, incluso, de las
circunstancias concretas de cada caso, del tipo de deporte, del ámbito de la actividad
consentida, etc. Por todo ello, se impone una visión múltiple que hará aplicable, según
los casos, unas veces directamente el consentimiento, otras la adecuación social, el riesgo
permitido o el ejercicio legítimo de un derecho o de una profesión (vid., detalladamente,
ESER).
El título III del Libro II, «De las lesiones», arts. 147 a 156, aunque introduce
notables modificaciones respecto a la regulación del Código anterior, mantiene la
idea fundamental, procedente de la importante reforma que éste sufrió en 1989
(Ley O. 3/1989, de 25-6), que prescindió del criterio tradicional de atender al
tiempo de sanidad, para determinar la mayor o menor gravedad de las lesiones, y
partiendo de un tipo básico, prevé, una atenuación, en atención a la menor
gravedad del medio o resultado, y agravaciones, en consideración a los medios,
formas o mayor necesidad de protección del sujeto pasivo, o bien a las secuelas,
regulándose también la provocación, conspiración y proposición, las lesiones
causadas por imprudencia, así como las violencias físicas habituales en el ámbito
familiar, la participación en riña tumultuaria y el consentimiento, habiéndose
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prescindido de las antes previstas mutilaciones para exención del servicio militar
o de un servicio público de inexcusable cumplimiento-y de lesiones laborales. Por
último, en el Libro III, art. 617, se castiga la falta de lesiones y en el 621 la de
lesiones por imprudencia.
Sujeto activo sólo puede serio un tercero, pues la conducta típica siempre va referida a
«otro». Como consecuencia, tanto las automutilaciones como las autoinutilizaciones y
las autolesiones son atípicas, con la consiguiente impunidad de los partícipes. Sujeto
pasivo puede ser cualquiera. Se exceptúa el art. 153, delito especial propio, en el que
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sujeto activo y pasivo deben estar unidos por los vínculos que especifica.
El tipo básico se recoge en el n.º 1 del art. 147, que dispone: «El que, por
cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión que menoscabe su
integridad corporal o salud física o mental, será castigado como reo del delito de
lesiones con la pena de prisión de seis meses a tres años, siempre que la lesión
requiera objetivamente para su sanidad, además de una primera asistencia
facultativa, tratamiento médico o quirúrgico. La simple vigilancia o seguimiento
facultativo del curso de la lesión no se considerará tratamiento médico.»
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El tratamiento quirúrgico se «ha definido como el restaurador del cuerpo Rara
restablecer o corregir, por medio de operaciones naturales e instrumentales -sea
éste de cirugía mayor o sea de cirugía menor- cualquier alteración funcional u
orgánica causada por una lesión, en la que se incluye el acto de la costura con
que se reúnen los labios de una herida, precisa para restañar el tejido dañado y
volverlo al estado que tenía antes de producirse la agresión» (S. 1764/1994, de 10-
10, Conde-Pumpido; además de ésta, en varias SS. se ha considerado como
tratamiento quirúrgico el aplicar y retirar los puntos de sutura: 1443/1993, de 18-
6, Cotta; 1260/1994, de 14-6, CondePumpido; 892/1995, de 12-7 y 391/1996, de 3-5,
De Vega Ruiz).
Una atenuación necesaria se contempla en el n.º 2 del art. 147, que modera la pena
cuando el hecho descrito en el apartado anterior sea de menor gravedad,
atendidos el medio empleado o el resultado producido». A diferencia del texto
anterior, que contemplaba una atenuación facultativa reglada, (“el hecho
descrito ... podrá ser castigado ... atendidas la naturaleza de la lesión y las demás
circunstancias de aquél”), el actual es imperativo (“será castigado”) y las
condicionantes de la atenuación se expresan con más claridad, al referirse a una
«menor gravedad», determinada disyuntivamente, bien por «el medio empleado»,
que vista la agravación del artículo siguiente, habrá de ser no peligroso, bien por
«el resultado producido», cuando el mismo, pese a cumplir los requisitos del tipo
básico, sea de escasa entidad. Y creemos que en esta atenuación tendrán cabida los
supuestos de preterintencionalidad homogénea, cuando, dada la mínima
capacidad lesiva del medio empleado, se considere desproporcionado el resultado
(en S. 26-121984, Hijas, se apreció la antigua atenuante de preterintencionalidad
en caso de «absoluta inidoneidad del medio»).
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3.3.- Tipos agravados
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8-7, Puerta).
3.º,4.º y 5.º Mayor necesidad de protección. Novedad del CP. de de 1995 supuso,
en el n232, la agravación en atención a la mayor vulnerabilidad del sujeto pasivo,
necesitado de una mayor protección y cuya edad o incapacidad, que no es
necesario haya sido judicialmente declarada, ha de ser alcanzada, al menos con
dolo eventual, por el autor, que podrá invocar el error conforme al art. 14.2.
En cuanto a los supuestos 4.º y 5.º, ningún problema interpretativo suscita el 4.º,
en tanto el 5.º adolece de las dificultades propias de un elemento normativo
cultural o social.
Tales resultados graves se recogen en los arts. 149 y 150, que vienen a ser una
refundición de los arts. 418 y 419 del Código anterior, admitiendo su comisión
mediante dolo directo o eventual, «que no constituirá un supuesto excepcional en
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este tipo de lesiones» (S. 693/1998, de 14-5, Granados), referido «a los resultados
lesivos no bastando en cambio el dolo genérico de lesionar», (S. 1573/2002, de 2-
10, Marañón), resultando la posibilidad de apreciar el dolo eventual de la
supresión de la expresión "de propósito", que figuraba en el CP. anterior (S.
1158/2003, de 15-9, Colmenero). No obstante, en algún supuesto de evidente
heterogeneidad entre el propósito indeterminado de lesionar y alguno de los
resultados típicos, podrá apreciarse un concurso ideal de lesiones dolosas y el
tipo imprudente de los números 2º o 3º del art. 152. Como, en el extremo opuesto,
cabe que, pretendiendo producir una grave mutilación, no lo consiga, en que la
FGE. (Circular 2/1990) admite la posibilidad de mutilación frustrada, que debe
consumir las lesiones producidas en el intento.
1.º Resultados especialmente graves. Como tales podemos considerar los previstos
en el art. 149, modificado por la citada Ley O. 11/2003, incorporando un nuevo
apartado, que dispone: «1. El que causara a otro, por cualquier medio o
procedimiento, la pérdida o la inutilidad de un órgano o miembro principal, o de
un sentido, la impotencia, la esterilidad, una grave deformidad, o una grave
enfermedad somática o psíquica, será castigado con la pena de prisión de seis a
12 años.-2. El que causara a otro una mutilación genital en cualquiera de sus
manifestaciones será castigado con la pena de prisión de seis a 12 años. Si la
víctima fuera menor o incapaz, será aplicable la pena de inhabilitación especial
para el ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento por
tiempo de cuatro a 10 años, si el juez lo estima adecuado al interés del menor o
incapaz.»
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prevista expresamente, se afirmaba que principal o no sería según que tales
funciones fueran o no autónomas, asimilando a la pérdida la anquilosis, al
considerar indiferente que el impedimento fuera o no orgánico (S. 25-2-1986,
Vivas), insistiéndose en que la pérdida-se produce no sólo cuando el miembro
falta anatómicamente, sino también fisiológica o funcionalmente (S. 16-5-1986,
Rodríguez López), con lo que se anticipaba a la actual regulación, que equipara
inutilidad a pérdida. En cuanto al aludido casuismo, no siempre ha llegado a
soluciones uniformes, pues, si, por ejemplo, no ha ofrecido duda la consideración
como miembro principal de un brazo (S. 7/1993, de 20-1, Conde-Pumpido), de-
un ojo (S. 27-11-1990, Puerta), de un testículo (S. 25-4-1966, Quintano, cit. en la S.
16-5-1986, Rodríguez López, que no la contradice), el útero (S. 3-6-1967,
Espinosa), un ovario (en la misma S. y en la de 3-7-1967, Casas), o de un riñón (S.
5-10-1989, Moyna), o como no principal de la vesícula biliar (S. 15-6-1992, Cotta)
o de un dedo (SS. 17-9 Y 5-12-1990, Delgado y Puerta), respecto al bazo, en
ocasiones se ha calificado como no principal (SS. 14-3-1988 Y 14-2-1989, Móner;
331/2004, de 26-2, Aparicio) y en otras como principal (SS. 241-1968, Casas, y 7-
10-1970, González Díaz, creemos que ésta erróneamente interpretada en la cit. de
14-3-1988). Principal se consideró el himen, en caso contemplado en una S. de
1974 (28-3, Díaz Palos), en que su rotura se produjo al disparar dos veces una
pistola de aire comprimido contra los genitales de una niña, insistiendo así en la
calificación efectuada en una S. de 1958 (25-11, Castejón), que Quintano
censuraba como resolución atrevida, en que tal resultado se produjo como
consecuencia de unos abusos deshonestos.
Por supuesto, una mínima disfunción no puede considerarse como inutilidad (S.
cit. 5-12-1990, Puerta).
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a aquélla (S. 18-5-1983, Rodríguez López), concretándose en pérdida de más de la
mitad de la capacidad visual (S. 402/2002, de 8-3, Móner). En el caso del que
anteriormente era tuerto, la Sala Segunda, en relación con la antigua inutilidad
causada «de propósito», en atención al elemento de culpabilidad, exigió que el
sujeto activo actuara con el conocimiento de la pérdida de visión de uno de los
ojos del sujeto pasivo (S. 3-6-1985, Gómez de Liaño). En definitiva, tanto la
ceguera, como la pérdida o inutilidad de un solo ojo, en cuanto órgano principal,
tienen el mismo tratamiento penal, conforme al art. 149, aunque varíe la
responsabilidad civil. En cuanto al oído, en que el nivel auditivo se anota en
decibelios, en que se divide, en número de ciento treinta, la escala de mínima a
máxima audibilidad, pueden hacerse las mismas consideraciones.
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perjuicio de «una mayor o menor medida indemnizatoria» (S. 13-2-1991, García
Ancos), si bien «quedan excluidos los defectos que, pese a ser físicos, visibles y
permanentes, carezcan de importancia por su poca significación antiestética» (S.
17-9-1990, Delgado), lo que «se deberá apreciar en relación al lugar y de una
manera circunstanciada» (S. 10-2-1992, Bacigalupo).
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1990, Martín Pallín), exigiendo, para aplicar el art. 149, «degradaciones estéticas
de singular y manifiesta relevancia y notoriedad que desfiguren el rostro de
modo ostensible» (S. 396/2002, de 1-3, Ramos).
En el art 152.1 es castigado «El que por imprudencia grave causare alguna de las
lesiones previstas en los artículos anteriores», con penas que van aumentando,
según se trate de las previstas en el art. 147.1, en el 149 o en el 150. En el n.º 2
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establece que «Cuando les hechos referidos en este artículo se. hayan cometido
utilizando un vehículo a motor, un ciclomotor o un arma de fuego, se impondrá
asimismo, Y respectivamente, la pena de privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores o del derecho a la tenencia y porte de armas por
término de uno a tres años.» Y, por último, en el n.º 3 dispone que «Cuando las
lesiones fueren cometidas por imprudencia profesional se impondrá asimismo la
pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por
un período de uno o cuatro años.»
Resulta así, que, para que las lesiones causadas por imprudencia sean
constitutivas de delito, es necesario, en cuanto al resultado, que el mismo esté
previsto como tal en los artículos mencionados, y, respecto a la conducta, que
pueda la imprudencia ser calificada de grave, término que sustituye y es equi-
valente al de temeraria del Código anterior. La conducta de «Los que por
imprudencia grave causaren alguna de las lesiones previstas en el apartado 2 del
art. 147», está castigada como falta contra las personas en el art. 621.1, como
también constituye falta, sancionada en el art. 621.3, la conducta de «Los que por
imprudencia leve causaren lesión constitutiva de delito», sin distinguir, a efectos
de penalidad, a diferencia del art. 152.1, entre los distintos supuestos.
Un segundo párrafo, añadido al apartado n.º 1 del art. 173 CP 1995 por Ley O.
11/2003 (de medidas concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia
doméstica e integración social de los extranjeros), establece que «Con la misma
pena será castigado el que, en el plazo de un año, haya realizado cuatro veces la
acción descrita en el art. 617 de este Código». Visto que en tal artículo, contenido
en el Libro 111, son castigados, en sus apartados n.º 1 y 2, respectivamente, «El
que, por cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión no definida
como delito en este Código», y «El que golpeare o maltratare de obra a otro sin
causarle lesión», aquel párrafo, aunque ofrece una mayor precisión, en cuanto
señala el número de acciones y el espacio temporal, que el seguido en el art. 173.3
al definir la habitualidad, no diferencia el supuesto en que, respecto a tales
acciones haya recaído sentencia condenatoria (en que, contra el régimen general
de aplicación en las faltas, habrían de anotarse en el Registro General de
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Penados), o estén pendientes de juicio (supuesto, aleatorio, no plasmado en el
texto, al que, según la Exposición de Motivos quiso referirse el legislador), con lo
que, salvo que se acumularan en un solo proceso por delito, la condena de esa
cuarta (o quinta) acción podría quebrantar el principio de presunción de
inocencia.
Considerado insuficiente el texto del art. 153, por Ley 0.14/1999, de 9-6, como
consecuencia, según se expresa en su Preámbulo, del Plan de Acción contra la
Violencia Doméstica, aprobado por el Consejo de Ministros en 1998, fueron
modificados dicho artículo, así como en el Libro I los arts. 33, 39, 48, 57,83 y 105 Y
en el Libro III los arts. 617 y 620, «para lograr la erradicación de las conductas
delictivas consistentes en malos tratos, a la par que otorgar una mayor protección
a las víctimas de tan deplorables conductas».
Según el art. 1.3 de esta última Ley, «La violencia de género a que se refiere la
presente Ley comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las
agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación
arbitraria de libertad».
Así, en el art. 153, que la ley reforma bajo el epígrafe «Protección contra los malos
tratos», y que es ley especial respecto al art. 617.1 y 2, es castigado, en el apdo. n.º
1, con pena de prisión o de trabajos en beneficio de la comunidad y, en todo caso,
privación del derecho a la tenencia y porte de armas, «así como, cuando el Juez o
Tribunal lo estime adecuado al interés del menor o incapaz, inhabilitación para el
ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento», «El que
por cualquier medio o procedimiento causare a otro menoscabo psíquico o una
lesión no definidos como delito en este Código, o golpeare o maltratare de obra a
otro sin causarle lesión, cuando la ofendida sea o haya sido esposa, o mujer que
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esté o haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad aun sin
convivencia, o persona especialmente vulnerable que conviva con el autor»; en el
apdo. n.º 2 se imponen tales penas, moderando la extensión de la primera y
última, «Si la víctima del delito previsto en el apartado anterior fuere alguna de
las personas a que se refiere el artículo 173.2, exceptuadas las personas
contempladas en el apartado anterior de este artículo»; según el apdo. n.º 3, «Las
penas previstas en los apartados 1 y 2 se impondrán en su mitad superior
cuando el delito se perpetre en presencia de menores, o utilizando armas, o tenga
lugar en el domicilio común o en el domicilio de la víctima, o se realicen
quebrantando una pena de las contempladas en el artículo 48 de este Código o
una medida cautelar o de seguridad de la misma naturaleza»; y en el apdo. n.º 4,
dispone que «No obstante lo previsto en los apartados anteriores, el Juez o
Tribunal, razonándolo en sentencia, en atención a las circunstancias personales
del autor y las concurrentes en la realización del hecho podrá imponer la pena
inferior en grado».
En cuanto al art. 173.2, aunque sea objeto de estudio en otro tema, se remite el
apdo. n.º 2, necesario es tener en cuenta la enumeración que contiene, referida a
“quien sea o haya sido su cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligada
a él por una análoga relación de afectividad aun sin convivencia,.o sobre los
descendientes, ascendientes o hermanos por naturaleza, adopción o afinidad,
propios o del cónyuge o conviviente, o sobre los menores o incapaces que con él
convivan o que se hallen sujetos a la potestad, tutela, curatela, acogimiento o
guarda de hecho del cónyuge o conviviente, o sobre persona amparada en
cualquier otra relación por la que se encuentre integrada en el núcleo de su
convivencia familiar, así como sobre las personas que por su especial
vulnerabilidad se encuentren sometidas a custodia o guarda en centros públicos
o privados.”
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5.3.- Participación en riña
Superada por la reforma de 1989 la antigua figura del llamado homicidio en riña
tumultuaria y de las correlativas lesiones, vestigios de responsabilidad objetiva,
el art. 154, con ligerísimas modificaciones, sigue la regulación de la participación
en riña entonces establecida, al disponer que «Quienes riñeren entre sí,
acometiéndose tumultuariamente, y utilizando medios o instrumentos que
pongan en peligro la vida o integridad de las personas, serán castigados por su
participación en la riña», con la pena alternativa que establece.
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en el delito (S. 110/1999, de 29-1, Puerta).
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