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1Artículo 29 del Código civil: El nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por
nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que
expresa el artículo siguiente. Artículo 30 del Código civil: La personalidad se adquiere en el momento
del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno.
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SALVO QUE SE DÉ UN “CONTEXTO EUTANÁSICO” CON
LOS REQUISITOS Y CONDICIONES DE LA LEY
ORGÁNICA 3/2021 DE 24 DE MARZO DE REGULACIÓN DE
LA EUTANASIA.
Se denomina “contexto eutanásico” cuando una persona
manifiesta su voluntad de poner fin a su vida por encontrarse en
una situación de padecimiento grave, crónico e imposibilitante, o
en situación de enfermedad grave e incurable padeciendo un
sufrimiento insoportable que no puede ser aliviado en
condiciones que considere aceptables (pero la persona no se
encuentra en fase terminal, sino que previsiblemente vaya a vivir
mucho tiempo sin poderse valer por sí misma con dependencia
absoluta para realizar las actividades de la vida diaria).
(Leer la LO 3/2021 de 24 de marzo reguladora de la Eutanasia)
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1.- el derecho a una muerte digna, como última fase de la vida
humana. Consistente en: a) - “No adoptar tratamientos” tendentes
a largar la vida del paciente a toda costa y en condiciones
penosas, o en la supresión de los tratamientos ya instaurados
(piénsese en enfermos terminales de cáncer en que los
tratamientos ya no surten efecto pero son muy duros de soportar y
el paciente va a morir de todas formas); y b)- Los llamados
“cuidados paliativos” que consisten en utilizar fármacos o medios
terapéuticos que alivian el sufrimiento físico o psíquico aunque
aceleren la muerte del paciente.
Y el derecho a la integridad física y moral ha de incluir también:
2.-el derecho a decidir sobre el tratamiento médico, de forma que
el sujeto pueda rechazarlo cuando lo estime innecesario por
causarle un sufrimiento excesivo o desproporcionado, o por
alargar artificialmente su propia existencia en condiciones
penosas. En el caso de que el sujeto no sea capaz de decidir por sí
mismo y no conste cuál es su voluntad (en el documento de
voluntades anticipadas), habría que estar a la voluntad de los
parientes más próximos, con la debida intervención médica y, en
su caso, judicial. En tales casos, el tratamiento médico en contra
de la voluntad del sujeto supuestamente beneficiado pero
incapacitado por su estado de salud para oponerse al mismo,
incurre plenamente en un tratamiento inhumano o degradante
(vulnerando el derecho a la integridad física y moral) puesto que
la enfermedad no es consecuencia directa del comportamiento del
propio sujeto y el tratamiento no ofrece un resultado que
compense el sufrimiento ocasionado (el tratamiento no le va a
curar, solo le va a alargar la vida con sufrimiento).
Además, la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente y de
Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación Clínica exige que cada intervención médica
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(cualquiera, ya no hablamos aquí de enfermos terminales sino de
cualquier operación o tratamiento médico que necesite una
persona) debe de estar autorizada por el previo consentimiento
del paciente que, a su vez, se ha de encontrar precedido de la
correspondiente información sobre el procedimiento a aplicar. Por
regla general dicha información se proporciona verbalmente
dejando constancia de ello en la historia clínica del paciente,
salvo en los supuestos en que es obligatorio prestar el
consentimiento por escrito: intervención quirúrgica,
procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y, en
general, aplicación de procedimientos que suponen riesgos o
inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre
la salud del paciente. Es lo se llama “consentimiento
informado” y comprende como mínimo la finalidad y naturaleza
de la intervención, sus riesgos y sus consecuencias. Pues bien,
según el Tribunal Constitucional (STC 37/2011) “el
consentimiento del paciente a cualquier intervención sobre su
persona es inherente a su derecho fundamental a la integridad
física, la facultad que éste supone a impedir toda intervención no
consentida sobre el propio cuerpo, que no puede verse limitada
de manera injusti cada2 como consecuencia de una situación de
enfermedad”.
b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no es
posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo permitan, a sus familiares
o a las personas vinculadas de hecho a él.
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Ahora bien, para que esa facultad de consentir se pueda ejercer li-
bremente, el sujeto ha de contar con la previa información médica
adecuada sobre la intervención que se le va a realizar, es decir,
con el “consentimiento informado”, que es una garantía
obligada del derecho a la integridad física y moral que determina
que su omisión o su defectuosa realización puedan suponer una
lesión del propio derecho fundamental. (Leer la STC 37/2011).
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Ambas libertades, ideológica y religiosa, pueden considerarse
manifestaciones de la genérica libertad de pensamiento y tienen
dos facetas, una interior y otra exterior. En su proyección interior
ambas son “ilimitadas”, pero en su proyección exterior ambas
libertades se “solapan” con otras. Así la libertad ideológica, en su
proyección exterior, se solapa con la libertad de expresión (y
también con la libertad de enseñanza, de asociación, reunión y
manifestación), mientras que la libertad religiosa en su
proyección exterior sería la llamada libertad de culto.
Se entiende por libertad de culto el derecho a mantener lugares
de culto y a practicarlo, tanto dentro de tales recintos como en el
exterior.
Pues bien, todas estas libertades, ideológica, religiosa y de culto,
en su proyección exterior, tienen como único límite “el
mantenimiento del orden público tutelado por la ley” (según el
art. 16 de la CE). Este orden público protegido por la ley lo define
la Ley Orgánica 7/1980 de Libertad Religiosa como “la
salvaguardia de la salud y la moralidad pública”, añadiendo
como límite al ejercicio de la libertad religiosa la protección del
derecho de los demás al ejercicio de sus libertades públicas y
derechos fundamentales.
-Derecho a la libertad personal y a la seguridad. (Art. 17 CE).
No se comprende la dignidad de la persona si no es en el ejercicio
de la libertad. Según la CE, toda persona tiene derecho a la
libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad,
sino con la observancia de lo establecido en la propia
Constitución y en los casos y en la forma previstos en la ley; la
detención preventiva no puede durar más del tiempo estric-
tamente necesario para la realización de las averiguaciones
tendentes al esclarecimiento de los hechos y, en todo caso, no
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puede durar más de 72 horas; y se garantiza la asistencia de un
letrado al detenido. Se establece el procedimiento de “Habeas
Corpus” para el supuesto de detención ilegal.
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Y en un tercer momento, también dentro de la fase judicial, si
el proceso penal concluye con sentencia definitiva condenatoria a
pena privativa de libertad, se produce el último momento de
privación de libertad (tercer momento) en cumplimiento de la
condena firme impuesta (de cuya duración se descontará el
tiempo que el condenado pasó en prisión provisional).
Existen otros supuestos distintos de privación de libertad, como
son los internamientos en centros psiquiátricos, cuyo
internamiento suele darse tras la comisión de un delito (pero no
siempre), para los que se exige el cumplimiento de tres
condiciones:
1. Que se pruebe ante la autoridad competente de manera
convincente, es decir con un dictamen médico, la
enajenación mental.
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el internamiento en centros no penitenciarios de los extranjeros
sometidos a un procedimiento de expulsión por un plazo máximo
de hasta sesenta días.
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La protección de estos derechos se da a través de 3 vías: el
derecho de rectificación, la protección en vía civil y la protección
en vía penal.
El derecho de rectificación atiende al derecho del afectado por
una información errónea, que pueda afectar a su buen nombre, a
que se publique la corrección de dicho error. Se trata de rectificar
informaciones equivocadas que les afecten personalmente y que
les puedan desmerecer en su fama. Constituye por tanto la vía
más suave de protección del derecho al honor y a la intimidad
personal y familiar. El derecho de rectificación está regulado en la
L.O.2/1984 de 26 de marzo.
La protección civil es una vía que ampara a los tres derechos de
que estamos tratando (honor, intimidad personal y familiar, propia
imagen) y que tiene por objeto tanto el cese de la intromisión
ilegítima, en caso de que la misma continúe, como la
indemnización por los daños y perjuicios causados por dicha
intromisión. Esta protección civil se halla regulada en la
L.O.1/1982 de Protección Civil del Derecho al Honor, a la
Intimidad personal y familiar y a la Propia Imagen.
La protección penal, a través del Código Penal, se reserva para
los atentados más graves al honor (delitos de injurias y
calumnias) y a la intimidad (delito de revelación de secretos,
allanamiento de morada, etc.).
La utilización de estas vías de protección es “alternativa”,
pudiendo el ciudadano afectado escoger la que considere más
conveniente a sus intereses.
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Pero el art.18 de la CE también recoge otros derechos, como son
la inviolabilidad del domicilio y el secreto de las
comunicaciones.
La “garantía constitucional” de inviolabilidad del domicilio
consiste en la imposibilidad de entrada o registro del mismo,
salvo en los supuestos tasados en la propia CE. Dicha prohibición
alcanza tanto a los poderes públicos como a los particulares,
aunque el objetivo primordial de la garantía constitucional se
refiere a la entrada de agentes de la autoridad, pues la entrada no
consentida de particulares en un domicilio siempre ha estado pro-
tegida a través del delito de allanamiento de morada.
Entendemos por domicilio el espacio físico cuyo uso y disfrute
corresponde al individuo y en el cual éste desarrolla
habitualmente su vida privada, cuyo destino sea servir de
residencia, aunque lo sea de manera ocasional. Por ello se pueden
considerar domicilio, no solo una vivienda, sino también una
caravana, una habitación de hotel, o incluso un coche si la
persona está durmiendo allí temporalmente (puesto que el destino
de ese lugar es servir de residencia, aunque sea de manera
ocasional).
Sólo existen en la CE tres supuestos en que la entrada en un
domicilio es legítima:
1. Con el consentimiento del titular.
2. En caso de flagrante delito.
3. Con autorización judicial.
1.- Con el consentimiento del titular: Si el titular de la vivienda
accede (consiente) a la entrada en su domicilio, la entrada es
legal. Si existe más de un titular, basta con que uno de los
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cotitulares permita la entrada en el domicilio común para que esta
sea legal, salvo que la autorización de uno de los cotitulares vaya
en perjuicio de los intereses del otro titular.
2.- En caso de flagrante delito: situación en la que el delincuente
es sorprendido en el momento de delinquir o en circunstancias
inmediatas a la perpetración del delito (STC 341/1993); es decir,
en caso de evidencia del delito, entendida como “percepción
directa” del mismo y la urgencia de la intervención policial. De
lo que se trata es de que la policía alcance el conocimiento de
la perpetración de un delito, no por utilizar su procedi-
miento normal de investigación, sino porque se percibe
directa, personal y con toda certeza su realización (Ricardo
Martín).
Por tanto, sólo ante una evidencia delictiva que requiera una
intervención policial urgente es posible que la policía pueda
entrar en un domicilio sin autorización, ni del titular ni judicial.
3.- Con autorización judicial. Dicha autorización ha de ser
“motivada”, específica y concreta (no genérica), debiendo
especificar el delito del que existen indicios, la justificación de la
medida de entrada y registro con una adecuada valoración del
principio de proporcionalidad (justificando que es necesaria dicha
medida en vez de cualquier otra menos restrictiva de derechos).
Esta es la autorización judicial concedida por los jueces de
instrucción en la investigación de las causas penales. Pero
también los jueces de lo contencioso administrativo pueden
autorizar la entrada en domicilios sin consentimiento del titular
cuando se trate de ejecución forzosa de actos de la administración
(derribo de un edificio). También se exige autorización judicial
para entrar en un domicilio a practicar un lanzamiento de un
juicio de desahucio.
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Además de lo anterior, hay que entender que no se encuentra
impedida por la Constitución la entrada en domicilios particulares
sin autorización de sus titulares en los casos de estado de
necesidad o fuerza mayor, así como en caso de riesgo para la
salud o vida de las personas, por parte tanto de los agentes de la
autoridad como de particulares, pues no puede considerarse
violación del derecho a la inviolabilidad del domicilio, ya que ni
siquiera está penada por la ley este tipo de conducta.
Por su parte, la Ley Orgánica 4/2015 de Seguridad Ciudadana
(llamada ley mordaza) dice los siguiente: “Será causa legítima
su ciente para la entrada en domicilio la necesidad de evitar
daños inminentes y graves a las personas y las cosas en
supuestos de catástrofe, calamidad, ruina inminente u otros
semejantes de extrema y urgente necesidad”.
En cuanto al secreto de las comunicaciones, la Constitución
enumera las más habituales: postales, telegráficas y telefónicas
(habituales en 1978), pero no excluye cualquier otro medio de
intercomunicación privada en uso, por lo que comprende todas
las utilizadas actualmente (videoconferencia, fax, internet) y
todas las que puedan utilizarse en el futuro.
El secreto de las comunicaciones protege la reserva o privacidad
de la comunicación, sea cual sea el contenido de la misma. Por
tanto, aunque el tenor de una conversación sea intranscendente y
no se exteriorice en ella ningún dato que afecte a la vida privada
de quienes hablan, la captación de dicha conversación constituiría
una vulneración del secreto de las comunicaciones.
Quienes pueden vulnerar el secreto de las comunicaciones son los
“terceros” ajenos a dichas comunicaciones o conversaciones, y no
los partícipes en la misma (ejemplo: mirar los mensajes de
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whatsapp de otra persona). Los partícipes en la comunicación
sólo podrían quedar afectados directamente por el respeto a la
vida privada e intimidad de su interlocutor, pero eso sí dependería
del contenido concreto de la comunicación, pues tendrían la
obligación de no divulgar datos obtenidos en una comunicación,
pero por el carácter íntimo de ésta, no como consecuencia del
secreto de las comunicaciones.
Para poder interceptar las comunicaciones de las personas sin
violar el derecho fundamental al secreto de las comunicaciones es
necesaria también autorización judicial motivada. Si no se hiciera
así, las pruebas obtenidas con vulneración de este derecho serían
“nulas”, así como cualquier otra prueba derivada de las anteriores
(Ejemplo: si en la conversación se habla de vender droga y no
existía autorización judicial para interceptar esa conversación, la
misma no vale como prueba en el juicio).
Así mismo, tanto el derecho fundamental a la inviolabilidad del
domicilio como el secreto de las comunicaciones, podrán ser
“suspendidos” en caso de estado de excepción3 (por ejemplo por
anormal funcionamiento de las instituciones democráticas, o de
los servicios esenciales de la comunidad) o en caso de estado de
sitio (cuando se produzca o amenace producirse una insurrección
o acto de fuerza contra la soberanía o independencia de España,
su integridad territorial o el ordenamiento constitucional, que no
pueda resolverse por otros medios), así como en relación con la
investigación de actividades terroristas (art. 55 CE).
3 Situación regulada en la Ley Orgánica 4/1981 de i de junio, de los estados de alarma, excepción y
sitio.
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Por último, dentro de este artículo 18 de la CE se reconoce un
nuevo derecho fundamental: la libertad informática, cuyo
contenido básico es la protección de los datos sometidos a
tratamiento informático y el reconocimiento al individuo de un
poder de control sobre tales datos.
Actualmente nos hallamos inmersos en la “sociedad de la
información”, lo que nos da un poder de control sobre la
información acerca de las personas posibilitado a través de la
informática. La libertad informática es un derecho fundamental
cuyo contenido reside en la facultad de todo ciudadano, en las
sociedades democráticas, de determinar quién, qué, cuando y con
qué motivo se pueden conocer datos que le conciernen (Pérez
Luño).
Este derecho se protege a través de la Ley Orgánica 3/2018 de 5
de diciembre de Protección de Datos Personales y garantía de
los derechos digitales, que regula el mantenimiento por
particulares o instituciones públicas de ficheros de datos que
admitan su tratamiento informatizado. Esta LO somete estos
ficheros a una serie de requisitos y garantías para las personas
afectadas, como son que los ficheros sólo pueden utilizarse para
la finalidad que los justifica y están sometidos a la obligación de
reserva, veracidad, actualización y rectificación de sus datos. Por
tanto, la libertad informática es también un derecho de pro-
tección de datos personales.
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lugar de residencia. Ello significa la posibilidad de trasladarse de
un lugar a otro, de una Comunidad Autónoma a otra o de fijar la
residencia en una u otra con independencia del origen, sin ningún
tipo de trabas, la libertad alcanza pues todo el territorio nacional.
Este art. 19 hay que ponerlo en conexión con el 139 CE, que en
su segundo párrafo establece una prohibición: “ninguna
autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente
obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las
personas y la libre circulación de bienes en todo el territorio
español”, lo que intenta garantizar la igualdad de los españoles en
todas las CCAA a fin de no permitir que puedan producirse
situaciones de obstrucción a esas libertades (de residencia y
circulación) en ninguna Comunidad Autónoma4.
4 El art. 116.1 CE dispone: Una ley orgánica regulará los estados de alarma, de excepción y de sitio,
y las competencias y limitaciones correspondientes. Este mandato constitucional se cumple con la
LO 4/1981 de 1 de junio de los estados de alarma, excepción y sitio que en su art. 11 permite limitar
la libertad de circulación de las personas y vehículos en horas y lugares determinados cuando se
produzca alguna alteración grave de la normalidad, como por ejemplo una epidemia.
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de marzo, o 242/1994, de 20 de julio). La regulación actual de la
libertad de circulación de los extranjeros la encontramos en el art.
5 de la L.O.4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de
los extranjeros de su integración social (ley de extranjería).
La libertad de circulación o permanencia en vías y lugares
públicos también puede restringirse, por los agentes de la Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado, pues así lo ha establecido la
L.O. 4/2015 de Protección de la Seguridad Ciudadana, en
supuestos de alteración de la seguridad ciudadana, o la pacífica
convivencia , o cuando existan indicios racionales de que pueda
producirse dicha alteración por el tiempo imprescindible para su
mantenimiento o restablecimiento; y podrán ocupar los efectos o
instrumentos susceptibles de ser utilizados para acciones ilegales.
También podrán practicar comprobaciones en las personas, bienes
y vehículos para impedir que en las vías y establecimientos
públicos se porten armas, explosivos o sustancias peligrosas.
También pueden restringir la libre circulación de personas al ob-
jeto de identificación de las mismas y realizar registros
corporales.
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mas que por causa de orden público o salud pública, causa que
corresponde apreciar al Estado receptor pero siempre con el
control de Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
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3. La libertad de cátedra o derecho a la libre expresión de los
docentes (art.20.1.c).
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pensamiento, está en principio igualmente protegida por la liber-
tad de expresión.
El medio empleado puede ser la palabra, el escrito o cualquier
otro medio de reproducción (incluso comportamientos gestuales,
aunque puedan no ser legítimos).
La libertad de cátedra.-
La libertad de cátedra ampara a todos los decentes, sea cual sea el
nivel de enseñanza en el que actúan.
Según el TC, lo que la libertad de cátedra garantiza es que el
docente pueda “disfrutar de un espacio intelectual propio y
resistente a presiones ideológicas, que le faculta para explicar,
según su criterio cientí co y personal, los contenidos de aquellas
enseñanzas que la universidad asigna, disciplina y ordena”
(SSTC 106/1990 y 179/1996, FJ6) .
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municación pública libre. Esta es la razón que justifica que el
Tribunal Constitucional les haya reconocido preferencia en el
ejercicio del derecho a informar y que explica su prioridad en
determinadas ocasiones (como la entrada en recintos oficiales,
asistencia a conferencias de prensa, proximidad a
acontecimientos de interés, etc.).
El derecho a difundir información veraz comprende asimismo el
derecho a la búsqueda y obtención de información. Pero frente a
esta faceta de la libertad de información que tienen los medios de
comunicación (derecho a búsqueda y obtención de información)
la posición de los demás sujetos es distinta, según se trate de
particulares o de poderes públicos.
Los particulares no tienen obligación alguna de proporcionar
información a nadie excepto en cumplimiento de una obligación
legal. Y pueden oponer, frente a la indagación ajena, sus propios
derechos reconocidos en el art. 18 de la CE: derecho al honor, a la
intimidad personal y familiar y a la propia imagen, que son
derechos que la CE menciona como “límites” en el art. 20.4. Esto
hace que la protección constitucional de los informadores a la
búsqueda y obtención de información se proyecte básicamente
frente a los poderes públicos. Así, el derecho de los ciudadanos a
la obtención de información se complementa con el principio
general de publicidad de la acción del Estado, de profundas raíces
en un Estado democrático y que afecta a todos los poderes
públicos. Aunque también hay excepciones y por tanto el derecho
a obtener información también encuentra límites frente a los
poderes públicos que están establecidos en la propia CE (art.
105.b- no se puede acceder a los archivos y registros
administrativos si afectan a la seguridad y defensa del Estado, la
averiguación de los delitos y la intimidad de las personas; o art.
120.1- celebración de juicios a puerta cerrada-).
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El “objeto” de la libertad de información lo constituye la
información de hechos, a diferencia del objeto de la libertad de
expresión cuyo objeto es la transmisión de opiniones.
La información ha de ser veraz, es decir, que exista
correspondencia entre los hechos y circunstancias descritos con la
realidad. Aunque no puede pretenderse que esa correspondencia
sea total, ha de serlo al menos en sus elementos esenciales (que
exista una adecuación aceptable entre el hecho y el mensaje
difundido).
Según el TC, una información es veraz, cuando ha sido
suficientemente contrastada antes de su divulgación, aunque
luego pueda contener errores o inexactitudes. Por eso, la manera
de saber si es o no veraz a efectos constitucionales, es
comprobando si el informador ha verificado o no convenien-
temente la exactitud de la noticia que transmite. Quien ejerce el
derecho a informar soporta la obligación de contrastar de forma
razonablemente suficiente las informaciones que difunde. Los
“criterios” para valorar si la información ha sido suficientemente
contrastada los va perfilando la jurisprudencia. Por ejemplo, no
estaría suficientemente contrastada la información si la fuente de
la que procede no fuera fiable, si quien difunde la información ha
tenido conocimiento por cualquier otra vía de la inexactitud de la
información y aun así la ha difundido; que se pueda suponer
razonablemente que la información puede acarrear peligro para
personas o bienes, etc. Todas estas circunstancias empleadas
aisladamente o de forma combinada sirven para determinar si la
veracidad de la información ha sido suficientemente contrastada.
La “consecuencia” de la falta de veracidad de la información es:
la pérdida de la protección constitucional del art. 20.1,d) de la CE
para el responsable de la información. Esto supone que, en caso
de colisión entre la libertad de información y otros derechos, si la
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información no es veraz, prevalecen los derechos de las personas
afectadas por la información y que hayan podido resultar
perjudicadas.
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La celebración de concentraciones y manifestaciones sin previa
comunicación podría tener consecuencias sancionadoras para los
organizadores o promotores, pero no para los participantes que no
tienen por qué conocer la existencia o no de esa comunicación
previa.
Para que los poderes públicos puedan incidir en el derecho de
reunión, restringiéndolo o prohibiéndolo, es preciso que existan
“razones fundadas” de que puedan producirse alteraciones del
orden público, con peligro para personas o bienes. Pero antes de
prohibir el ejercicio de este derecho fundamental, la autoridad
competente deberá proponer, aplicando criterios de
proporcionalidad, las modificaciones necesarias al objeto de que
la reunión pueda celebrarse. La prohibición es una última opción
solo planteable en el supuesto de que, por las circunstancias del
caso, no se puedan introducir las modificaciones (STC 66/1995).
La notificación de la administración o autoridad gubernativa debe
producirse mediante resolución motivada y notificarse en el
plazo máximo de setenta y dos horas desde la comunicación. De
no ser aceptadas por los promotores las modificaciones o la
prohibición, podrán interponer recurso contencioso-
administrativo en el plazo de cuarenta y ocho horas. Y este
recurso se tramitará por el procedimiento preferente y sumario de
protección de los derechos fundamentales de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa (art. 122 LJCA). La
sentencia que se dicte en ese recurso confirmará o revocará la
prohibición o las modificaciones propuestas, pero no podrá
plantear un itinerario alternativo.
Además, la LO 4/2015 de Protección de la Seguridad Ciudadana
permite a la autoridades “disolver” las reuniones en lugares de
transito público y las manifestaciones en los supuestos previstos
en la LO 9/1983 reguladora del Derecho de Reunión, es decir: en
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casos de alteración del orden público con peligro para personas y
bienes, cuando se utilicen uniformes paramilitares, etc. También
pueden las autoridades disolver concentraciones de vehículos en
la vía pública y retirarlos cuando pongan en peligro la circula-
ción. Antes de adoptar esas medidas, las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado deberán avisar a las personas afectadas,
salvo que se esté produciendo una alteración de la seguridad
ciudadana con armas, explosivos u objetos contundentes o
peligrosos, en cuyo caso podrán disolver la reunión o
manifestación y retirar los vehículos y objetos sin previo aviso.
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-Derecho a participar en los asuntos públicos (Art. 23.1 CE).
El derecho de participación directa, en la toma inmediata de
decisiones por los ciudadanos, sería el supuesto de “referéndum”;
y el derecho de participación a través de representantes
(diputados, senadores y concejales), libremente elegidos mediante
sufragio universal sería el derecho de participación indirecta.
Se establece asimismo el derecho a acceder en condiciones de
igualdad a las funciones (funcionarios) y cargos públicos, con
los requisitos que señalen las leyes (Art. 23.2 CE). Hay que
añadir que el art. 103 CE establece que el acceso a la función
pública habrá de estar basado en los principios de mérito y
capacidad (oposiciones de funcionarios).
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(Los tribunales de honor eran tribunales típicamente españoles
que nacieron en 1867 en el ámbito castrense y pasaron a la
administración pública en 1918, y más tarde a la esfera privada,
sobre todo a los colegios profesionales. Estaban formados por los
“pares” del encausado y juzgaban la dignidad de éste para
pertenecer al cuerpo).
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-Libertad sindical y derecho de huelga (Art. 28 CE).
Este precepto recoge los dos derechos de autotutela de los que
disponen los trabajadores en el Estado social para defender sus
intereses de parte más débil frente a la parte económicamente más
fuerte, es decir, los empleadores o empresarios.
La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y el
derecho a afiliarse al de su elección. La ley podrá limitar este
derecho para los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Y también la ley regulará las peculiaridades de su ejercicio para
los funcionarios. La libertad sindical se regula en la LO 11/1985
de Libertad Sindical.
Se reconoce el derecho a la huelga5 de los trabajadores para la
defensa de sus intereses. La ley establecerá las garantías para
asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la
comunidad en caso de huelga. El derecho de huelga comprende la
facultad de sumarse o no sumarse a una huelga convocada (STC
254/1988) y consiste en la suspensión unilateral del contrato de
trabajo, perdiendo trabajador los emolumentos correspondientes a
los días de huelga y cesando la obligación empresarial de cotizar
a la Seguridad Social. La huelga no extingue, pues, el contrato de
trabajo.
La huelga limita los derechos del empresario que ni podrá
contratar trabajadores foráneos (STC 66/2002), ni cerrar la
empresa, salvo las excepciones contempladas en el artículo 12 del
5 El derecho de huelga no ha sido desarrollado aún por ley orgánica; está regulado en el Real
Decreto-Ley 17/1977 y las sentencias del TC, en especial la STC 11/1981 y la continuidad de la
doctrina sentada por la misma.
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Real Decreto-Ley 17/1977, pues el cierre vaciaría de contenido el
derecho de huelga (STC 11/1981)
-Derecho de petición (Art. 29 CE). De forma individual o
colectiva cualquier persona puede realizar una petición, queja,
sugerencia, una in- formación o una súplica ante cualquier poder
público, administración o autoridad.
Este derecho fundamental ha sido desarrollado por la LO 4/2001
Reguladora del Derecho de Petición, cuyo artículo 3 establece
que "No son objeto de este derecho aquellas solicitudes, quejas o
sugerencias para cuya satisfacción el ordenamiento jurídico
establezca un procedimiento específico distinto al regulado en la
presente Ley".
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-Negociación colectiva entre trabajadores y empresarios.
-Libertad de empresa en el marco de la economía de mercado.
-Protección de la salud.
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-Conservación y desarrollo del patrimonio histórico, cultural y
artístico.
-Derecho a la vivienda.
-Promoción de la juventud.
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