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HUMILDAD 

Hay dos grupos de palabras en el NT que expresan la acción de plegarse del hombre,
su subordinación voluntaria a una persona o al poder de otro que le sale al encuentro a
través de los acontecimientos. En ese caso se aplica al hombre el término npavq
[prays] o 6362se le llama XOUIEIVÓQ [tapeinós]. Ambos grupos de palabras están
ligados por el hecho de que en muchos pasajes reemplazan al mismo término hebreo.
Si en los pasajes en que aparece nptxvQ (prays) se llama la atención más bien sobre la
amabilidad respetuosa que que se muestra ante el otro, el término tapeinós subraya
ante todo la actitud de subordinación, sea ésta adoptada de un modo forzoso o
voluntario. Las palabras de +ambos grupos aparecen a menudo juntas. En el núcleo
central del testimonio bíblico aparece el «ser prays» —concebido casi siempre
helenísticamente como una virtud activa— como una consecuencia del «ser tapeinós»,
expresión que ha recibido con más fuerza la impronta de su trasfondo hebreo y que
tiene el sentido de una merma existente, ocasionada o asumida. Ambos términos
expresan no sólo un porte exterior, sino también una actitud del espíritu.

npaüq [prays] manso, no violento; npaütng [praytés] mansedumbre; npaünaSía


[praypathía] mansedumbre; énwiKrJQ [epieikés] suave, bondadoso; ÉniEÍKeía
[epíeíkeía] suavidad, benevolencia I Prays (desde Homero), significa afable, manso,
suave.

Los sustantivos praytés (desde Tucídides) y praypathía derivado de npa6ná9eix


[praypátheia]) designa la afabilidad suave o apacible. El adjetivo casi sinónimo
epieikés y el correspondiente sustantivo epieíkeia se derivan de £¡KÓg [eikós] (lo
conveniente, lo razonable) o de SHCCO [eíko] (transigir, condescender) y expresan
(desde Homero) la manera honesta de vivir o (desde Tucídides), la tolerancia, la
ductilidad, la condescendencia.

El grupo de palabras relacionado con prays se utiliza referido a cosas (palabras


suaves, medicamento suavizante o lenitivo), acciones y sentimientos, animales
(manso) y personas (benévolo). Es la característica del amigo, mientras que la del
enemigo es la dureza.

Epieikés y sus derivados expresan ante todo los sentimientos mesurados, razonables,
ordenados, en contraposición al libertinaje o al desenfreno. Luego describen la manera
delicada e indulgente de comportarse en los asuntos jurídicos: una manera que suaviza
¡a dureza del derecho con sus leyes y exigencias y que se contrapone a otra manera de
proceder, que quiere imponer a toda costa el derecho, aunque sea el propio.

Ambos conceptos son lo opuesto de la ira desenfrenada, de la severidad, de la


violencia y de la autoafirmación. Son sobre todo característicos de aquellos que tienen
sentimientos nobles: es decir, del sabio (que conserva una serena mansedumbre
incluso en medio de las injurias), del juez (que impone castigos moderados), del rey
(que gobierna con benignidad) y también de los dioses (que se muestran
benevolentes). Por eso ambos vocablos aparecen a menudo en las historias de los
gobernantes y en los panegíricos de jefes o líderes.

En la filosofía greco-helenística estos dos términos designan ideales (sociales) de


virtud de alto rango. Para Aristóteles constituyen el punto medio entre dos extremos:
la iracundia y la insensibilidad.

II 1. Epieíkeia (10 veces en los LXX) y epieikés (6 veces incluyendo el adverbio)


designan un ideal moral extraño al AT y por eso no poseen ningún equivalente hebreo
adecuado. Describen la suavidad benigna con que Dios gobierna (1 Sam .12,22; Sal
86, 5; Sab 12,18), pero también el modo de actuar del rey (2 Mac 9, 27), del profeta
(2 Re 6, 3) y del justo (Sab 2, 19).

2. Prays (19 veces en los LXX) traduce al hebreo 'án¡ (3 veces), miserable, pobre,
humilde y sobre todo a su forma secundaria (posterior) 'ánáw (13 veces), humilde,
suave. El hecho de que la versión de los LXX pueda traducir también 'ánaw (21 veces
en el AT) y 'uní (65 veces en el AT) por névnQ [penes], TZXWXÓQ [ptóchós] (->
pobre) y -» xa-EEivÓQ [tapeinós] nos muestra a las claras la amplia gama de matices
que posee el vocablo hebreo, y que no puede ser completamente abarcada por ninguna
de dichas traducciones.

(itpaÜQ) Humildad

'Ani y 'anaw se derivan de la raíz 'nh, responder y designan en primer lugar la


situación de respuesta y la voluntariedad de la misma, y luego la posición de
inferioridad frente al que exige respuesta (vasallo, dependiente). A partir de aquí se
desarrolla el significado socio-económico: el que no posee bienes, raices (en Israel: el
que es objeto de injusticia, el desheredado, el que sufre menoscabo en la plenitud vital
querida por Dios, -> pobre II, 3) y por eso es con frecuencia objeto de una desalmada
explotación (Is 32, 7; Sal 37, 14; Job 24, 4). Finalmente, 'ani designa en general al
indefenso, al que no tiene ningún derecho, al oprimido, a quien se explota, se
extorsiona, se maldice (Sal 9 y 10).

Pero Yahvé toma partido en favor de este 'am (Ex 22, 24; Dt 24,14 s), al igual que los
profetas (Is 3, 14 s; 10, 2; Am 2, 7; 8, 4; Zac 7, 10) y la literatura sapiencial (Prov 14,
21; 22, 22; 31, 9.20). Dado que Yahvé es el Dios de los humildes (Sal 25,9; 149,4; 34,
3), escucha y consuela a aquellos de quienes los hombres no se compadecen (Is 29,19;
Job 36, 15), hasta que logre cambiar las circunstancias existentes y las ponga a su
favor (Is 26, 6; Sal 37, 11; 147, 6).
Así, el vocablo 'am y luego mucho más todavía 'anaw, además de designar a los
pobres en sentido estricto, pasan a ser una autodenominación religiosa de aquellos
que, en una situación de necesidad, sólo buscan humildemente la ayuda de Yahvé o
bien la han encontrado (Lutero traduce preferentemente por miserable o desgraciado
[elend]: Sal 40,18; 102,1; Sof 2, 3; 3,12; Is 41,17; 49,13; 66, 2), y en los textos de
Qumrán, de los miembros de la comunidad en general (-> pobre, art. nzojxá;
[ptdchós] II, 5). A partir de aquí, la palabra puede adquirir a veces el significado de
humilde, sumiso, modesto (Nm 12, 3; Ecl 6, 8).

En los pasajes mesiánicos del AT el rey salvador constituido por Dios será el defensor
de todos los pobres y desheredados (Sal 45, 5; 72; Is 11, 4; 61, 1). El vocablo 'áni
nunca se usa como atributo de Dios, pero en Zac 9, 9 (cf. Nm 12, 3; Eclo 45, 4)
probablemente es un título honorífico del mesías. Utilizando la montura de los
humildes, se acerca a los pobres y desheredados, para los cuales ser-comprendidos
significa la comunidad de destino, la unión en la alianza. El rey de la paz aceptará la
condición sociológica del pobre: no tendrá posesiones, ni medios para ejercer poder,
ni derecho alguno sobre la tierra.

Ciertamente, la versión de los LXX modifica el sentido de estas palabras cuando en


algunos pasajes (entre ellos Zac 9, 9) traduce por prays, suplantando así el significado
más bien pasivo del término hebreo fundamental por otro ético-activo de matiz
helenístico: de expresar una situación real, una merma que experimenta la persona en
su propia manera de existir en su contexto socio-económico, el término pasa a
significar la loable virtud de la «mansedumbre» o la «humildad». Este significado
domina también en Eclo (1, 27; 4, 8; 10, 28 y otros) y en Josefo (Ant 17, 212; 19, 330;
3, 97; 5, 167; 6, 9; 7, 117).

III En el NT los vocablos se encuentran en Pablo, Sant, 1 Pe, Hech (una vez epieíkeia)
y en Mt (3 veces prays). El influjo veterotestamentario sólo puede reconocerse con
claridad en Mt (en 2 citas); en los demás casos predominan el uso de los vocablos en
el sentido helenístico. Hasta qué punto el NT piensa a partir de los LXX y de su
trasfondo veterotestamentario es una cuestión que no siempre puede decidirse con
claridad. Pero podemos hacer a este respecto dos series de afirmaciones:

1. Prays y epieíkeia son signos distintivos de la soberanía de Cristo. En contraposición


con los defensores de un mesianismo político, Jesús rechaza la fuerza como medio de
instaurar el reino de Dios. Su acción sobre la tierra es la del rey salvador pacífico y
desprovisto de los resortes del poder conforme a una imagen inspirada en el AT
(entendida en sentido griego: Mt 11, 29; 21,5 = Zac 9,9). Dado que, a pesar de todo,
en el trasfondo de Mt 11, 29 se puede ver claramente la mentalidad semítica (cf.
ThWb V, 993, nota 289), prays (entendido en el sentido hebreo, 'ara), designa además
la condición humilde del mesías desde el punto de vista humano: es un «rey pobre de
solemnidad» (Lutero), sin medios para imponerse y en el cual se ceban a la postre
todas las injusticias. En 2 Cor 10, 1 cita Pablo la praytes y la epieíkeia como actitudes
características de Jesús ante los hombres durante su vida terrestre y exhorta a la
comunidad a seguir su ejemplo.
2. Las palabras designan también un comportamiento que se exige del cristiano (es
cierto que Hech 24, 4 y 1 Pe 2, 18 hacen mención también de los no cristianos).
Aparecen en los llamados catálogos de virtudes como prácticas concretas derivadas
del amor cristiano (Gal 5, 23; 1 Tim 6, 11; 1 Pe 3, 4) y de la sabiduría «de arriba»
(Sant 3, 17).
Marcan la pauta para una recta convivencia entre cristianos y no cristianos (Flp 4, 5;
Tit 3, 2) y conviene practicarlas incluso allí donde parecen menos apropiadas: con los
cristianos pecadores (1 Cor 4, 21; Gal 6, 1; 2 Tim 2, 25), así como con los enemigos y
los perseguidores (1 Pe 3,16). Los cristianos deben dar ejemplo de estas virtudes (Sant
3,13), especialmente los dirigentes de la comunidad (1 Tim 3, 3).

En el texto griego de Mt 5, 3 aparece prays como un signo distintivo de la vida del


discípulo: es una «virtud triunfal» que hace alcanzar a quien la posee el imperio del
mundo. Pero Jesús piensa también aquí en los pobres de que habla el AT (cita del Sal
37, 11): a los que ahora sufren opresión, pasan por aprietos y se sienten despreciados
se les promete que las circunstancias cambiarán y los que nada poseen participarán del
reino de Dios sobre la tierra (-» herencia). Por otra parte, esta bienaventuranza es un
testimonio velado de Jesús sobre sí mismo: él es el salvador de los pobres.

Cuando el NT invita a la praytes, apunta con ello, no a un comportamiento


dependiente de la voluntad humana, sino a un signo distintivo de la salvación (en Ef 4,
2: la vocación; en Col 3,12: la elección), no a una característica personal, sino a una
obra del Espíritu santo (Gal 5, 23), no a una virtud en el sentido helenístico, sino a un
modo de comportarse y a una posibilidad vital otorgados por Dios. Por eso no se
reduce a ser una consecuencia del temperamento humano, sino que se manifiesta
cuando los hombres están unidos a Cristo y su comportamiento se configura conforme
a su -> imagen a través del espíritu.

W. Bauder ransivá; [tapeinós] bajo, humilde; XOMEIVÓCÜ [tapeinóo] rebajar,


humillar; VXKEÍVCOUK; [tapeínosis] humillación; xomsivócppcov [tapeinóphron]
humilde; tot.Keivo(ppoavvt] [tapeinophrosyne] humildad

I Al significado local originario de la palabra, colocado abajo, en una posición inferior


(utilizado desde Píndaro, s. V a. C.) se le agregan pronto otros sentidos figurados: a)
en posición socialmente baja; pobre, menguado, en cuanto a posición y poder social
(desde Herodoto, s. V a. C), impotente, insignificante; b) en sentido moral —a
consecuencia de la posición o situación social— de mentalidad servil, como sinónimo
de no-libre (Platón, s. IV a. C); c) desde un punto de vista psíquico en general tiene el
sentido de abatido, desalentado, deprimido (desde Tucídides, s. V a. C; cf. la
expresión actual «estoy en baja forma»); d) en la teoría socrática y postsocrática de la
virtud el concepto se desprende de su contenido social, pero su sentido negativo se
consolida: hay que evitar los dos extremos, es decir, tanto el de la arrogancia
desafiante y ofensiva (hybris) como el comportamiento rastrero y la adulación servil;
e) en ocasiones la palabra tiene un sentido positivo en el plano individual, ético-
social o religioso; pero en este caso no significa humilde, sino más bien sumiso (así,
p. ej. en Jenofonte, s. IV a. C), obediente, que se subordina a las justas leyes de los
dioses (Esquilo, s. Va. C; Platón, s. IV a. C). A todos los sentidos antedichos les es
común el significado local originario de carácter relacional que posee tapeinós: lo que
está abajo, lo inferior, en comparación con lo que está arriba, lo superior.
El verbo xanaiovv [tapeinoún], derivado de él, tiene un significado que corresponde
en todos los aspectos al del adjetivo: nivelar, aplanar —humillar, achicar, menoscabar,
abatir, rebajar—; en un sentido político, social o económico, descorazonar, desanimar
(el destino, la vida como sujeto), reducir a la obediencia, a la moderación; someter a
un orden racional (y las correspondientes formas pasivas). La forma reflexiva con
éatmóv [heautón] y la voz media (utilizada también en un sentido psíquico desde
Diodoro, s. I a. C), humillarse, rebajarse, sólo se usan generalmente en un sentido
negativo. Es cierto, no obstante, que Filodemo (s. I a. C.) invita a aquellos que se
humillan a no deprimirse y a elevar el ánimo (cf. Grundmann, 4) y Plutarco (s. I-II d.
C.) menciona la costumbre de humillarse ante los dioses en el sacrificio y en la
oración cubriéndose la cabeza (cf. Grundmann, 5). El sustantivo Taneivotí/s
[tapeinótes], empleado únicamente (desde Tucídides, s. V a. C.) en sentido profano (a
excepción de Eclo 13, 20 donde está en paralelismo con -» pobre), designa por lo
general el resultado o el efecto de la acción de humillarse: la humildad, la impotencia,
etc., mientras que tapeínosis (desde Platón, s. IV a. C.) expresa ante todo el proceso de
la humillación. El compuesto con (ppovav [phroneín] (pensar, juzgar, sentir)
tapeinophroneín (verbo), tapeinóphron (adjetivo), tapeinophrosyne (sustantivo) se
encuentran en la literatura profana sólo en los s. I y II (Josefo, Plutarco, Epicteto) y en
sentido peyorativo: tener pensamientos o sentimientos bajos, perversos (verbo);
pusilánime, apocado (adj.); mentalidad sumisa (sust.). En cambio, en la versión de los
LXX, si bien no aparece el sustantivo, se utiliza en una ocasión el verbo (ser humilde,
sumiso: Sal 130, 2 = 131, 2 TM: «acallo y modero mis deseos») y en otra el adjetivo
(de sentimientos humildes, humilde de espíritu: forma sustantivada: Prov 29, 23) y en
ambos casos con un sentido positivo. En ambos pasajes y en Eclo 13,20 (cf. supra), lo
contrario de esta actitud es la -> soberbia, el orgullo, la arrogancia.
II Con ello queda bien clara la diferencia fundamental entre la valoración griega y la
valoración bíblica por lo que se refiere a este grupo de palabras: partiendo de la
imagen antropocéntrica del hombre que poseen los griegos, la humildad es un
escándalo, algo que hay que evitar, algo que hay que desterrar del pensamiento y de la
acción; dentro de la imagen teocéntrica del hombre, este grupo de palabras expresa
sobre todo aquel acontecimiento que pone al hombre en una adecuada relación con
Dios y, por tanto, con el prójimo (cf. Grundmann, 12).

1. En los LXX tapeinós y sus derivados se encuentran aproximadamente unas 270


veces: 66 veces el adjetivo, unas 160 el verbo y 40 el sustantivo tapeínosis (sobre los
compuestos cf. supra I). Entre los equivalentes hebreos predomina con mucho la raíz
'anah (86 veces; -» pobre, art. nrco/óg [ptochós] II; -> art. npodiq [prays] II): ser
humillado, rebajado, doblegado. Le siguen las raíces saphál: estar en posición
humilde, ser inferior (42 veces), kána': ser humillado, tener que bajar la cabeza (15
veces), dakká' y dakáh: quebrantar, triturar (en total 13 veces), dal, dálal: ser
insignificante, de menguado aspecto, desamparado, apocado (7 veces), sahah:
doblegarse, bajar la cabeza (6 veces), yigah (en nif.): estar afligido, triste (5 veces). El
sustantivo anáwáh, derivado de la primera de las raíces arriba
mencionadas, sinónimo de humildad como actitud del que se inclina, se encuentra
únicamente en 4 ocasiones (Prov 15, 33; 18, 12; 22, 4; Sof 2, 3).
2. Para traducir estos términos hebreos, la versión de los LXX emplea toda la gama de
matices de este grupo de palabras (cf. supra I), añadiéndole a su vez otros matices
diferentes (p. ej. forzar a una mujer en sentido sexual: 2 Sam 13,12; Dt 21,14;
Ez22,10 s; violar: Gn34, 2 y passim; además humillar el alma = ayunar: Lv 16,29; Is
58, 3 y passim), pero los utiliza sobre todo para expresar la fe en Yahvé: es Dios
mismo el que, a través de su intervención en la historia, humilla a los soberbios y
arrogantes y escoge y salva a los humildes. Esta última idea se ha expresado de
distintas formas:

a) Los profetas la formulan mediante la amenaza del juicio (Am 2, 7, cf. la y 13 ss; 8,
6, cf. 7 s; Is 2, 9.11.17; 5, 15: 10, 33; 14, 32: contra los filisteos; Sof 2, 3; Ez 21, 31)
al que se contrapone la promesa (Sof 3, 12, junto con npai¡<; [prays]; Ez 17, 24; Is 49,
13; 53, 8, donde los LXX interpretan: «Por su (obediente: v. 7) humillación Dios
anuló (el verbo en pasiva es una paráfrasis del nombre de Dios) el juicio que pesaba
sobre él»; Is 54, 11; también Is 66, 2b; 26, 6, en el cántico de victoria de la apocalipsis
isaiana, que es tardía).

b) Las obras históricas dan testimonio de ella como acontecimiento (tanto en su


tendencia teológica global como en el correspondiente léxico: Jue 4,23; 6,15 ss:
elección de Gedeón; 1 Sam 1,11 ss, en la oración y 2, 7 ss, en el cántico de Ana; 7, 13;
18, 23 ss; 2 Sam 22, 28, en el cántico de victoria y de acción de gracias de David; 1 Cr
17,10: la promesa hecha a David; 1 Re 8, 35 par; 2 Cr 2, 26; cf. Sal 18, 28 = 17, 28
LXX; 28, 19; 32, 26; en estos textos los fragmentos, plegarias, cánticos citados tienen
el carácter de leit-motiv temático.

c) Sal y Lam la expresan a través de la certidumbre del que ora de ser escuchado por
Dios (Sal 10,17 s [LXX 9, 38 s]; 25 [24], 18; 31 [30], 8; 34 [33], 19; 38 [37], 10-23;
44 [43], 20.26 s; 51 [50] 19; 74 [73], 21, en paralelismo con -> pobre; 82 [81], 3-8: los
«dioses» son incapaces de hacer justicia al humilde, por eso él debe dirigirse a 3Dios;
90 [89], 3: polvo TM = tapeínosis LXX; 102 [101], 16 ss, espec. v. 18; 113 [112], 5 s:
cántico de alabanza; 116, 310 [115,1] con respecto a 116,1 s [114, 1 s]: cántico de
acción de gracias; 119 [118], 50.67.71.75.92: la ley de Dios sirve de consuelo en la
humillación; 107; 153; 131 [130], 2: cf. supra I; 136 [135], 23: cántico de acción de
gracias; 138 [137], 6: cf. supra 113 [112]; 142 [141], 7, y passim. Lam 1, 5b.8b.12c
con respecto al v. 20; 2, 5c con respecto a 3los vv. 18.20; 3, 32-34 con respecto a los
vv. 31.37 s. Cf. también el v. 4 en el cántico de alabanza de Is 25, 1-5).

d) La literatura sapiencial la expresa en sus sentencias de sabiduría como experiencia


vital y regla de vida: 3Job 5,11 para 8; 12,21 (sólo en LXX y Vulg.; texto diferente en
TM); Prov 3, 34 LXX, en 34a más radical que el TM; 11, 2 con respecto al v. 1; 15,
33 TM: «humildad» paralelamente a «temor de Dios»; en los LXX sólo en algunos
mss. sale tapeinós; pero cf. 16, 2 LXX: falta en TM; 16, 19: tapeínosis paralelamente
a npw&vpoc, [praythymos], manso; 18,12; en 22,4 los LXX traducen «humildad» del
TM por «sabiduría»; 25, 7: norma para sentarse a la mesa (cf. Le 14, 7-11); 29, 23 (cf.
supra I); Ecl 10, 6; Eclo 7, 11 (L: v. 12); 10, 15 s (L: v. 17 s); 11, 12 (L: v. 13) y otros.

3. En la regla de la comunidad de la secta de Qumrán, cuyos miembros se llaman a sí


mismos los «humildes» (-• pobre), además del amor misericordioso (al que se
contrapone la ira y la murmuración), la veracidad, la rectitud de intención, la
fidelidad, la armonía y la magnanimidad, se exige la humildad como una virtud de
gran importancia para la vida de la comunidad (1QS 2,24; 4, 3; 5, 3.25); pero la
humildad es también un modo de pensar que implica el odio a los hijos de las tinieblas
(1QS 9,22; 11,1). La humildad es la actitud que hay que adoptar ante Dios; hace
expiar los pecados (1QS 3, 8), soporta las correcciones de Dios (1QH 17, 22; himno)
y opera la purificación de la carne mediante la custodia de los mandamientos (1QS 3,
8).
4. La literatura apocalíptica ve en la humildad el comportamiento lleno de
promesas para el tiempo escatológico; a la humildad le han sido prometidas la
ayuda y la recompensa de Dios (TestGad 5, 3; 4 Esd 8,47-54).
5. También en los escritos rabínicos, la humildad ocupa un lugar preeminente
entre aquellos bienes de la salvación a los que hay que aspirar (cf. St.-B. 1,191-
194) y la humildad de espíritu es el signo distintivo de los judíos (cf. espec. la
polémica contra la soberbia de los no judíos p. ej. en las sentencias de los
antepasados: Pirqe Aboth 5, 19). Por su parte, la predicación de Jesús muestra de
un modo polémico la discrepancia entre esta elevada exigencia teórica y la
praxis arrogante de los rabinos y de los fariseos (Mt 23, 1 ss; Le 18, 9-14).

III En el NT este grupo de palabras aparece en 34 ocasiones, de las cuales 8


tapeinós, 14 tapeinóo, 4 el sustantivo tapeínósis, una el compuesto tapeinóphrón,
7 el sustantivo tapeinophrosyne (que sólo se encuentra en Hech y en las cartas).
La distribución en cada uno de los escritos es la siguiente: Mt: 4; Le: 7; Hech: 2;
2 Cor: 4; Ef: 1; Flp: 4; Col: 3; Sant: 4; 1 Pe: 4. Así pues, este grupo de palabras
no se encuentra en Me, en los escritos joaneos y en las cartas que no hemos
mencionado.

1. El uso de este grupo de palabras en Mt y Le está estrechamente ligado al


anuncio de la irrupción escatológica del reino de Dios. Dentro de las múltiples
semejanzas con textos veterotestamentarios y judíos, lo radicalmente nuevo
consiste en esto. Ya en la prehistoria de su evangelio Le considera el tema como
conocido: en el Magníficat, la madre de Jesús ensalza con palabras
veterotestamentanas (1 Sam 1,11; cf. Sal 113, 5 s) la grandeza de Dios, que «ha
mirado la humildad de su sierva» (NB: «porque se ha fijado en su humilde
esclava»; en 1, 48 el término «sierva, esclava» refuerza el concepto de
«humildad»; cf. v. 38) y «ha ensalzado (NB: exalta) a los humildes» (1, 52; cf. 1
Sam 2, 7;
Job 5, 11; Sal 75, 8; Ez 21, 31). La obra de Juan bautista (Le 3, 1 ss) allana el
camino de Dios; para preparar los caminos de Dios, «que los montes y colinas se
abajen (allanen)» (3, 5), de acuerdo con la profecía del Dtls (40, 3 ss).
El que ha venido va a la postre él mismo por la vía de la humildad (Mt 11,29, cf.
infra) y por eso: a) en la advertencia que dirige a los invitados (Le 14,11; cf.
Prov 25,7); b) en la confrontación con los fariseos (Le 18, 14: conclusión de la
parábola del fariseo y el publicano) y c) en la polémica contra ellos y contra los
letrados (Mt 23, 12), promete a los que «se humillan» (tapeinoün heautón) que
serán definitivamente ensalzados por el Padre (la forma pasiva del futuro es una
paráfrasis del nombre de Dios), y amenaza al soberbio con el juicio último de
Dios (tres veces al mismo proverbio en boca de Jesús; cf. a este respecto 1 Sam
2, 7; 2 Sam 22, 28; Ez 21, 31; Eclo 7, 11 = L: v. 12 y passim; pero en esta
situación escatológica el proverbio «se cumple en un sentido totalmente nuevo»,
Dihle, loe. cit., 748; de modo diferente opina Bultmann, 79.84.108 ss).

Por consiguiente, el fundamento de esta promesa, exhortación y advertencia


radica en el propio camino de Jesús, tal como él lo expone en su llamamiento
salvífico de Mt 11, 28-30: él es «humilde (aquí juntamente con prays, que
significa: humilde ante los hombres; cf. art. npixüQ [prays] II) de corazón», o
sea, delante de Dios, lo que equivale a decir: totalmente necesitado de él, «afecto
a él, rendido ante él» (Grundmann, 20), y por eso puede llamar a sí a los que
están rendidos y abrumados y prometerles el descanso definitivo si le siguen
(véase la diferencia con Eclo 51, 35: la ética meramente ejemplarista del doctor
de la ley; cf. ASchlatter, Mt, ad locum; JSchniewind, ad locum: «La dignidad
altísima de Jesús y su aceptación de la cruz son... una misma cosa»; cf. infra
para Flp 2, 6 ss).

La invitación que hace Jesús a los hombres de seguirle no lleva consigo ningún
éthos basado en las obras, como nos lo muestran sus palabras sobre la humildad
en Mt 18,1-5: la exhortación a humillarse, a hacerse como niños (v. 4), no
significa un hacerse más pequeño de lo que se es, sino un saber (al igual que los
niños) cuan pequeño se es realmente. Así pues, la humildad consiste en saber «lo
poco que somos realmente delante de Dios. Pero mediante la palabra "niño" se
alude a la vez al Padre que está en los cielos.
Por eso esta humildad y pequenez es a la vez alegría y bienaventuranza»
(Schniewind, ad locum, cf. también JJeremias, Las parábolas de Jesús, 19764,
232), ya que ella nos hace participar del reino de los cielos.

2. a) A la posición central del llamamiento del salvador en Mt corresponde en


Pablo la del himno a Cristo de Flp 2, 6-11. En la obra de Jesucristo, desde su
autoanonadamiento (cf. Flp 2, 7, KEVÓQ [kenós] -* vacío) hasta su exaltación
por Dios, pasando por su autohumillación (v. 8; la adición decisiva hecha por
Pablo al himno, que ya existía previamente, es el v. 8c: «y muerte en cruz»),
concurren de un modo definitivo y son llevadas a su plenitud todas las líneas del
mensaje veterotestamentario sobre el poder soberano de Dios sobre la historia
(cf. supra II, 2): aquí, de una vez para siempre mantiene Dios su palabra y, al
mismo tiempo, la autohumillación de Jesucristo funda e inaugura una nueva vida
en él, bajo su soberanía (v. 10 s) y conforme a su espíritu de servicio
(tapeinophrosyne: v. 3; cf. también v. 5: «tened la misma actitud...»). Qué es la
autohumillación queda definido concretamente en la conducta de Cristo de dos
maneras: el hacerse-obediente hasta la muerte en el supremo escándalo de la
cruz y el no tener más apoyo que la increíble promesa de la fidelidad de Dios
(cf. Sal 25, 18; 31, 8; 90, 3; 119, 50.92.153 y, sobre todo, Is 53, 7-12; sobre este
punto cf. HWWolff, 98 s).
b) Hech 8, 33 interpreta la humillación de Jesucristo a partir de la cita de Is
53, 8 LXX (cf. supra II, 2a; a este respecto cf. HWWolff, 90 ss).
c) Pablo entiende todo su ministerio apostólico como un seguimiento del Señor,
que le ha capacitado para ello en virtud de su propia exaltación, adquirida a
través de la autohumillación (Flp 4, 13 y 4, 12). Por eso es capaz de «pasar
necesidad» (es decir: de pasar hambre, de sufrir estrecheces o privaciones), de
«humillarse» a través del trabajo corporal (lo cual, por añadidura, es interpretado
por sus enemigos como una supuesta penitencia por algún pecado oculto; cf.
Schlatter, Mt sobre Mt 18, 4 y JJeremias, 190), para así poder predicar el
evangelio gratuitamente (2 Cor 11, 7) y elevar a la comunidad a través del
mensaje. Así pues, «la actitud de servicio a todo trance», juntamente con las
lágrimas y las pruebas, caracterizan la existencia del apóstol (Hech 20,19; el
autor de los Hechos expresa muy acertadamente aquí la autocomprensión
paulina). Pablo ve la acción de Dios en los fracasos con que es «humillado» (2
Cor 12, 21) y que se manifiestan en la persistencia de las contiendas (v. 20) y en
el desenfreno de los corintios (v. 21c); también ve la mano de Dios, que
«consuela a los humildes» (2 Cor 7, 5 s; cf. Is 49, 13), es decir, a aquellos que
son humillados por las tribulaciones externas y por la angustia interior, en las
buenas noticias que le son traídas de sus comunidades y que le levantan el
ánimo. En medio de las dificultades de su ministerio, sostiene a Pablo la
esperanza de que el Señor que ha de venir transformará «su humilde cuerpo», es
decir, su cuerpo sujeto a muerte, y lo hará conforme a su cuerpo glorioso (Flp 3,
21).
d) En tres pasajes de las cartas paulinas, este grupo de palabras es utilizado
todavía en su sentido negativo original, siempre de un modo irónico y polémico:
en 2 Cor 10, 1 Pablo alude al reproche que le hacen sus adversarios de que «es
apocado en presencia de sus interlocutores» (cf. 3c) y «atrevido en su ausencia»
(sobre toda esta cuestión cf. Kásemann, Legitimitát); en Col 2, 18 y 23 da una
voz de alerta contra los gnósticos, que se complacen en prácticas cúlticas de
humildad, en el culto a los ángeles y en la «ascesis» (en cada uno de los tres
pasajes sale el término tapeinophrosyne).
e) También la exhortación paulina a la humildad está enraizada en la realidad de
Cristo: en Rom 12,16 (cf. v. 1: «os exhorto») advierte contra la arrogancia (¿del
celo de los gnósticos?) y recomienda rebajarse «a las cosas humildes» o
allanarse «a los humildes» de la comunidad (según se interprete el xoíc,
zomeivoít; [tois tapeinoís] en sentido neutro o en el masculino respectivamente).
De un modo similar, Ef 4, 2 (respecto a 4, 1) y Col 3, 12 (respecto a 3, 1 s)
invitan a la «humildad», que auna y da cohesión a la comunidad (cf. supra II, 3:
la regla de la comunidad de la secta de Qumrán). Ambos pasajes emplean
el término tapeinophrosyne y por cierto en paralelismo con praytés (cf. npavc,
[prays] III); el segundo de ellos habla de un «revestirse» de humildad (cf. infra,
1 Pe 5, 5).

3. Las parénesis de Sant y 1 Pe no aportan nada nuevo a las exhortaciones a la


humildad que hemos encontrado en el AT y en Pablo. En Sant 1, 9 s el adjetivo
significa humilde desde el punto de vista social, pobre (lo contrario es el rico); el
que está en esta situación tiene ocasión de gloriarse en su exaltación, mientras
que, paradójicamente, el rico debe gloriarse en su humillación (tapeínosis, cf. v.
10c). Ambas actitudes hay que entenderlas a partir de «la próxima
transformación del mundo» (Dibelius, ad locum).
Sant 4,6 s, paralelo de 1 Pe 5, 5c, es una cita de Prov 3, 34 LXX, que promete la
gracia de Dios a los «humildes». Ambos pasajes deducen de aquí la conclusión
(Sant 4,10 paralelo de 1 Pe 5, 6): «humillaos ante el Señor» (Sant) (tapeinoün en
pasiva; cf. Gn 16, 9; Eclo 2, 17) o «bajo la poderosa mano de Dios, para que a su
tiempo os ensalce» (1 Pe) (Sant: «y él... os ensalzará»). (Puesto que no se puede
probar ninguna dependencia literaria entre ambas cartas, su coincidencia en este
punto nos muestra «la impronta que en ellas ha dejado una parénesis cristiana
común», Grundmann, 19; cf. Dibelius, 30). En 1 Pe 5, 5 encontramos un giro
especialmente gráfico: «Ceñios de humildad (tapeinophrosyné) en el trato
mutuo» (cf. Jn 13, 4 s).
4. La desescatologización del pensamiento operada por los padres apostólicos
reduce la humildad (que hasta ahora era un modo de vivir fundado en la
esperaescatológica) a una actitud de penitencia y de ayuno y a su expresión
externa; esto sobre todo en 1 Clem y Herm (cf. Grundmann, 25 ss).
H.-H. Esser

PARA LA PRAXIS PASTORAL

Durante mucho tiempo, la humildad se ha confundido con el servilismo y la


sumisión.
Ahora bien, está bien claro que en el mensaje bíblico no se la entiende como un
comportamiento puramente interhumano basado en una condescendencia o una
docilidad sin límites (pusilánime y oportunista o, en todo caso, blanda).
Evidentemente, la humildad es contraria a la hybris, a la arrogancia, y por eso se
hace odiosa para la ideología de los «señores». Pero en su núcleo central dimana
de la relación del hombre con Dios: cuando el hombre se ve a sí mismo y a los
otros en manos de Dios y reconoce que no le toca a él juzgar sobre su propio
rango y valor, vive en la humildad. Esta se distingue de la inmutabilidad estoica
en que los acontecimientos y circunstancias siguen constituyendo para ella
motivo de sufrimiento y anhela una transformación de los 6mismos; no obstante,
piensa que esta transformación no se realiza por sus propias 3fuerzas, sino que
ha de esperar también la acción y el designio de Dios. El hombre que vive en la
humildad ha renunciado a imponer sus exigencias a costa de los demás. Por
consiguiente, ser humilde no significa caer en el quietismo, sino acabar con la
mentalidad egocéntrica y dejar el futuro en manos de Dios.

¿Cómo se puede llegar a esta actitud? Si esta postura estuviese basada en una
idiosincrasia del hombre, la carencia de ella no necesitaría la menor disculpa. Si
se intenta ejercitar un comportamiento adecuado a ella, hay que hacer constar en
seguida que este ejercicio puede, en el mejor de los casos, lograr unas formas
externas; en cambio, la humildad entendida en el sentido bíblico es ante todo
una actitud interior. Si se la considera como un fruto del espíritu, ello quiere
decir que sólo puede desarrollarse sobre el terreno de la fe y sólo cuando el
hombre se ha reconocido culpable delante de Dios y ha reconocido que Dios está
en su derecho. Sólo cuando él se inclina ante Dios a través de este
autorreconocimiento puede establecer con el prójimo una relación que esté en
consonancia con la solidaridad en la culpa y en la midericordia divina. Sólo
cuando ha reconocido que ni posee ni puede adquirir el menor derecho a la
salvación o a la gracia de Dios y que, a pesar de ello, ha encontrado amparo y
protección en la providencia de Dios a través de Cristo, puede entender que no
necesita justificarse a sí mismo ni pensar en términos de supremacía. Pero la
existencia en la gracia le hace libre, exento de envidia, no sólo para ver y aceptar
el progreso de los demás, sino también para fomentar su bien. Por otra parte, el
evangelio nos enseña que el que ellos sean o no agradecidos no debe tener
para nosotros la menor importancia.

Justamente porque la humildad no es otra cosa que un inclinarse ante Dios, no


representa propiamente un presupuesto para la bienaventuranza; más bien ella
misma puede sólo crecer como fruto del amor y la justificación recibida. En
cuanto que es un inclinarse ante la voluntad y la acción de Dios, no puede
conformarse nunca con las circunstancias actuales de un modo fatalista (se basen
éstas en el poder o en el rango),
sino que sabe y espera que aquéllas cambiarán. Dios está al lado de los
humillados, ensalza a los humildes y hace caer a los poderosos de sus tronos.
Así la humildad delante de Dios libra al hombre de sí mismo y le hace libre para
los otros. -> Pobre; -» servicio; -> paciencia; -» gracia; -> soberbia; -> amor.

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