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Los dos textos de Lucas (Hechos de los Apóstoles y evangelio) se prestan a una
interpretación muy simplista, como si el monte de los Olivos fuese una especie de
Cabo Cañaveral desde el que Jesús sube al cielo como un cohete. Cualquier
cadena de televisión que hubiera filmado el acontecimiento habría ofrecido la
misma noticia, aunque hubiera variado el encuadre de las cámaras.
En este caso solo hay presente una cadena de televisión: la de Lucas. Los otros
evangelistas no cuentan la noticia. Pero Lucas ha elaborado dos programas sobre
la Ascensión, y cuenta lo ocurrido de manera muy distinta, con notables
diferencias. Eso demuestra que para él lo importante no es el hecho histórico sino
el mensaje que desea transmitir. Tanto el evangelio como Hechos podemos
dividirlos en dos partes: las palabras de despedida de Jesús y la ascensión. Para
no alargarme, omito la introducción al libro de los Hechos.
Resumen
Al mismo tiempo, las palabras de despedida de Jesús nos recuerdan dos temas
capitales: el don del Espíritu Santo, que celebraremos de modo especial el
próximo domingo, y la misión “hasta el fin del mundo”. Aunque estas palabras se
refieren ante todo a la misión de los apóstoles y misioneros, todos nosotros
debemos ser testigos de Jesús en cualquier parte del mundo. Para eso
necesitamos la fuerza del Espíritu, y eso es lo que tenemos que pedir.
Apéndice: textos de la cultura greco-latina relacionados con la ascensión.
Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un ex-pretor
que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después
de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).
Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el
año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro;
mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos
honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la
subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.
Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una tradición, fue
encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y,
tras llamar a quienes lo habían atado, para que no quedara sin testigos su acción,
echó a correr hacia las puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las
puertas volvieron a su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío
de muchachas que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo,
marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).