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En 

La Escuela de Milán establecieron tres directrices sobre las que organizar la intervención:


Circularidad, neutralidad e Hipotetización. (Palazzoli y cols, 1980) que podríamos considerar
una referencia dentro del trabajo sistémico.

La escuela de Milán se gestó en la década de los setenta, en el Centro de Estudios de la


Familia de la ciudad italiana. En sus orígenes, estaba formado por Selvini, Prata, Boscolo y
Cecchin, psiquiatras descontentos con la teoría psicoanalítica, que se sintieron atraídos por las
nuevas teorías venidas de Estados Unidos, especialmente del MRI (Palo Alto) y las nociones
estructuralistas de la escuela de Filadelfia.

Circularidad

Consiste en invitar a los consultantes, a través de nuestro modo de indagar, a percibir la queja
desde una perspectiva sistémica, en la que la causalidad es circular y las conductas están
conectadas entre sí.

Una pregunta lineal es aquella que invita a buscar la causa de lo que ha ocurrido.

Un ejemplo: “¿Por qué llegaste tarde a casa?”

Al proponer preguntas de tipo circular, además de obtener información, se alcanza


simultáneamente el objetivo de guiar a los usuarios para que adquieran una nueva visión del
problema, facilitando que perciba conexiones entre distintos hechos, pasados o futuros.

Siguiendo con el mismo ejemplo, podríamos indagar sobre la misma cuestión de un modo
circular:

"¿Quién se mostró más enojado de que llegaras tarde a casa?" o incluso más allá: "¿Quién
consigue calmar a tu madre cuando se enfada contigo por llegar tarde a casa?"

Mediante una entrevista circular, el profesional perturba la epistemología del sistema, abriendo posibilidades en u
área determinada o sugiriendo conexiones diferentes entre los datos obtenidos.

Este proceso mediante el que se genera nueva información, puede alterar su sistema de


creencias, si bien la alteración no tiene por qué ser consciente.

Una vez liberados de las limitaciones de sus puntos de vista lineales, favorecemos que aborden
sus dificultades por sí mismos desde una nueva perspectiva.

Esto implica que la propia entrevista es en sí una intervención, ya que puede promover
cambios sin necesidad de prescribir tareas o poner en marcha técnicas adicionales. El cambio
se suscita a través de las implicaciones de las preguntas del profesional (Penn, 1982)

Neutralidad
Sería la capacidad del profesional de no tomar partido por ningún miembro, presente o
ausente en la intervención, al mismo tiempo que se está del lado de todos a la vez.

Cuanto más asimilamos la epistemología sistémica, más interesados estamos en reencuadrar


la información y menos en hacer juicios de cualquier clase.

Siendo neutral se evita formar parte del juego familiar y facilita la capacidad de introducir


algo nuevo en el sistema, de cambiar las reglas del juego.

La ausencia de confrontación y alianzas permite que accedan con más facilidad a una solución
eficaz de su problema. No obstante debemos tener en cuenta que en ocasiones podemos
romper esta regla como estrategia para desestabilizar el sistema, como hacen desde el
modelo estructural.

Es casi imposible no posicionarse en ningún momento, especialmente cuando varios usuarios


están confrontando durante la propia entrevista, el hecho de prestar atención a una de las
partes puede ser interpretado por la otra como una ligera coalición, lo importante es que
cuando acabe la intervención todos se vayan con la sensación de haber sido
escuchados  y apoyados en iguales condiciones.

Hipotetización

El uso de hipótesis permite al profesional tomar la iniciativa, actuar con orden, controlar,
interrumpir y guiar la entrevista, evitando así, quedar atrapado en conversaciones desprovistas
de valor informativo.

Entendemos por hipótesis una suposición hecha para establecer un razonamiento sin referencia a su verda
sirviendo de punto de partida para una investigación.

Para que una hipótesis se considere sistémica deberá incluir a todos los miembros, aunque con
diferentes influencias, y proporcionarnos una suposición relativa a todo el funcionamiento
relacional.

La hipótesis, como tal, no es ni verdadera ni falsa, sino más o menos útil. Su función
esencial es la de proporcionar una guía para obtener nuevas informaciones que la confirmarán,
refutarán o modificarán. Si la hipótesis resultara errada, se deberá formular otra basada en las
respuestas que nos dan.

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