Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mara Selvini Palazzoli se acoge a las ideas del grupo de Bateson, a la teoría general de Sistemas
(Bertalanffy 1968) y a otros autores como Searles o Wynne y en Milán, en el año 1967, abre el
“Centro para el estudio de la familia”, junto a Luigi Boscolo, Guiliana Prata y Gianfranco Cecchin.
El trabajo del grupo se inserta en sus inicios en la línea de las terapias estratégicas para emerger
más tarde, una década después, como uno de los principales ejemplos de terapia sistémica,
fundada sobre los principios de la cibernética batesoniana, desembarcando en el constructivismo,
el construccionismo social, el posmodernismo y la narrativa.
La EM ha influido enormemente en la terapia familiar, aportando desarrollos que son pilares para
el trabajo sistémico, dentro de los que podríamos destacar: la importancia de la derivación, el
rigor investigativo, la hipotetización circular, las insidias en terapia, la visión ecológica y las
técnicas de intervención.
1- Período estratégico-sistémico
uno de los objetivos de la terapia era eliminar las configuraciones rígidas de comportamientos
disfuncionales, dejando espacio al posible surgimiento de otras más funcionales y flexibles
Tal objetivo era alcanzado a través de diferentes técnicas dentro de las que destacaban la
connotación positiva de todos los comportamientos -sintomáticos o no- por medio de una
reformulación paradójica y los rituales familiares. Ambas son ejemplificadas a través de casos
clínicos.
La connotación positiva
El grupo de Bateson, al experimentar con el doble vínculo terapéutico, se planteó que habría que
usar con la familia esquizofrénica el mismo tipo de comunicación paradójica que ésta mostraba. El
equipo de Milán adoptó la misma postura. Trabajaron sobre la idea del doble vínculo terapéutico
que ellos denominaron “contraparadoja” y la usaron como piedra angular para una metodología
de cambio intrincado, elegante y lógico.
Los rituales
Los rituales se refieren a una acción o serie de acciones, combinadas generalmente con fórmulas o
expresiones verbales, en las que tienen que participar todos los miembros de la familia. Al equipo
de Milán se le debe la creación del ritual de los “días pares y días impares”: Al finalizar la sesión de
pareja se les prescribe que uno de ellos, los martes, jueves y sábados será el encargado de resolver
y decidir el solo todo sobre los hijos, el otro miembro de la pareja hará como si no estuviese. Al
revés sucederá los lunes, miércoles y viernes donde el que se ocupará será el otro miembro de la
pareja. Los domingos volvería a ser un comportamiento espontáneo. Cada uno debe hacer
constar, según él, cuándo se ha infringido la prescripción cuando él/ella se comportaban como si
no estuvieran allí. Después de prescribir esto se les despide sin ningún otro comentario, ni dar
consejos ya que serán completamente libres en sus decisiones.
el primero consiste en cambiar los ritos del juego ya que bloquea su forma de relación,
el segundo nivel nos ayuda a explorar la competitividad entre los padres y cómo nos
expresan a los terapeutas “yo soy el mejor”.
En el tercer nivel se decide si la familia sigue, o no, la prescripción.
Otro ritual propio al equipo de Milán: “simular de nuevo el entierro” aplicado a un caso de familia
con una hija anoréxica a la que no se le hizo partícipe de un secreto familiar (fallecimiento de un
hermano), considerando los terapeutas que éste era la causa de los síntomas anoréxicos de ésta y
tema central del problema de la familia.
2- Período sistémico
Respecto a las posiciones del Mental Research Institute, los escritos originales de Bateson se
acercaban a un pensamiento sistémico puro y complejo. La distinción entre mapa y territorio, las
categorías lógicas del aprendizaje, el concepto de mente como sistema y sistema como mente, la
noción de epistemología cibernética y la introducción de la semántica asumieron una posición
central. La aplicación de estas ideas en el campo clínico llevó a un desarrollo de un nuevo método
de recolección y elaboración de la información y de las intervenciones sobre los sistemas
humanos.
A- La hipótesis
Por hipotetización entendemos “la capacidad que tiene el terapeuta de formular una hipótesis,
fundada sobre las informaciones de que dispone. Con ésta el terapeuta establece el punto de
partida de su propia investigación, que es efectuada en actos metódicos para establecer su
validez. Según los autores, “…en el momento en que la hipótesis (H) resulte equivocada el
terapeuta deberá formular rápidamente otra, que le viene sugerida por las informaciones
recogidas durante el trabajo para verificar la hipótesis precedente”.
Funciones
Característica
Toda hipótesis deberá ser sistémica, esto es, que deberá incluir a todos los miembros de la familia
y ofrecernos una suposición concerniente al funcionamiento relacional global.
B- circularidad
Por circularidad entendemos “la capacidad del terapeuta de dirigir su investigación basándose en
las retroacciones de la familia a las informaciones que él ha solicitado en términos de relación y,
por lo tanto, en términos de diferencia y de cambio.” Esto implica un especial modo de dirigir la
sesión.
En principio, cada miembro de la familia será invitado a decir cómo ve la relación entre otros dos
con el objetivo de indagar de qué modo una relación diádica es vista por un tercero: es mucho más
productivo, en cuanto forma de superar las resistencias, preguntar a un hijo: “cuéntanos cómo ves
la relación entre tu madre y tu hermana”, que preguntar directamente a la madre sobre la relación
con su hija.
Hace saltar entre los interesados una chispa retroactiva circular que ilumina
poderosamente las relaciones triádicas. De hecho, invitar formalmente a un miembro de
la familia a metacomunicar sobre la relación de otros dos, en su presencia, no solamente
infringe una regla omnipresente en las familias disfuncionales, sino también, según el
primer axioma de la pragmática de la comunicación humana, es imposible que no
provoque las respectivas retroacciones. Con otras palabras, en una situación de
interacción, los diversos participantes no podrán evitar comunicarse por mucho que se
esfuercen
Hace que la gente se detenga y piense, más que reaccionar de una forma estereotipada.
Además, quienes no hablan también escuchan atentamente.
Previene escaladas y luchas, no solamente entre los miembros de la familia sino entre el
terapeuta y éstos.
Desencadena más del mismo tipo de pensamiento sobre “diferencias” que es
esencialmente circular.
El equipo de Milán señala que en familias de transacción esquizofrénica las personas muy
raramente definen una relación o se dan cuenta de una diferencia y que el solo hecho de utilizar
esta técnica puede tener un efecto poderoso sobre estas familias
C- neutralidad
El terapeuta deberá poner sumo cuidado para captar y neutralizar, cuanto antes, cualquier
tentativa de coalición, seducción o relación privilegiada que un miembro o subgrupo de la familia
intente hacia el sistema terapéutico ya que éstos deben colocarse y mantenerse en un nivel
diverso (metanivel) del de la familia. Por tanto, el equipo mantendrá una actitud impasible (pero
respetuosa) durante la entrevista, en contraste con la sociabilidad adoptada por muchas otras
escuelas y terapeutas.
En su forma más simple, el equipo de Milán describe la neutralidad como “la habilidad para
escapar a las alianzas con los miembros de la familia, para evitar juicios morales y para resistir
todas las trampas y atascos lineales”. Esto no descarta el uso de la ironía o el humor.
La neutralidad confiere al terapeuta sistémico el poder de ser eficaz. Pero los ingredientes son
muchos: la actitud tranquila y no reactiva, el preguntar circularmente (colocando siempre al
terapeuta en un metanivel) los ingenios que permiten al terapeuta no ser tragado por la succión
familiar (el espejo, el equipo, los mensajes, las palabras, las acciones inesperadas e inexplicadas de
los terapeutas), la preocupación por los problemas del terreno, el contexto como algo prioritario, y
finalmente, la actitud implacable hacia la resistencia.
La Importancia de la derivación
“El problema de la persona remitente” (Selvini y otros, 1980) define cuándo un derivante
constituye un sospechoso y porqué. También trata de demostrar cómo la terapia familiar no
puede tener éxito a menos que se formalice la atención en la información que da el derivante.
Los terapeutas deben cambiar este peligro en una poderosa arma terapéutica: no acordar tratar a
la familia por el requerimiento de alguien “superior”
Las insidias son los movimientos que la EM entiende de la familia hacia el no cambio e incluyen:
En 1979 el grupo se separa por primera vez: Selvini-Palazzoli y Prata abandonaron el Centro para
continuar su propia investigación sobre las familias y Boscolo y Cecchin se dedicaron,
principalmente, a la formación.
a. Selvini y Prata: sobre una cibernética de primer orden las autoras se orientaron a
“descubrir” posibles organizaciones familiares específicas (“juegos”), relativas a
determinados síndromes (como la anorexia y la psicosis). En 1983, Mara Selvini-Palazzoli,
Stefano Cirillo, Matteo Selvini y Anna María Sorrentino formaron un equipo para investigar
sobre las tipologías familiares, cuyos resultados fueron publicados en “Los juegos
psicóticos en la familia” (1988), donde se trata la prescripción invariable y el juego
instigatorio entre otros contenidos.
o La prescripción invariable
o Juego instigatorio y síntoma psicótico
b. Boscolo y Cecchin: prosiguieron en su propia investigación, que siguió un camino distinto,
influenciados notablemente por un cambio de contexto. En 1977 ambos terapeutas
iniciaron un curso de formación en terapia familiar sistémica. En 1980 fundan y co-dirigen
el “Centro Milanés de Terapia para la familia”, con un énfasis especial en la actividad
formativa (especialmente a trabajadores de servicios públicos sanitarios y sociales). Las
familias eran vistas por uno o dos terapeutas, frecuentemente alumnos en formación,
mientras que detrás del espejo observaban los demás alumnos, junto a dos docentes
4- Segunda separación
En la segunda separación los dos grupos se convierten en cuatro tendencias individuales donde las
diferencias aumentan. Comentaremos algunas de sus aportaciones más significativas.
- Giuliana Prata: conjuntamente a un nuevo grupo, publicó “El niño que seguía la barca:
intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares” en donde recoge casos clínicos (con
sesiones transcriptas) y las intervenciones realizadas.
- Gianfranco Cecchin: evoluciona desde la cibernética de primer orden al construccionismo
social (con todos los cambios que ello implica) aunque los conceptos que más lo
identifican y diferencian son el de “curiosidad” e “irreverencia”.
El autor explica que el terapeuta comparte la responsabilidad por el contexto que emerge
en la terapia y que debe asumir sus convicciones, poniendo en claro que éstas no son una
verdad.
El terapeuta irreverente no entra a una relación terapéutica vacío de ideas, experiencias o
construcciones privilegiadas. Al igual que los consultantes, entra a un proceso terapéutico
con sus propias versiones de la realidad.
El desafío en la terapia es la negociación y co-construcción de maneras de ser viables y
sostenibles que encajen con la familia, con el terapeuta y con modos de ser culturalmente
consensuados.
El tipo de posición propuesto en este trabajo permite al terapeuta alcanzar un estado que
se caracteriza por un cierto grado de irreverencia hacia sus propias verdades, más allá del
esfuerzo que haya puesto en conquistarlas o alcanzarlas.
Como construccionista, Cecchin sugiere que todos sean terapeutas irreverentes. Éste trata
de seguir múltiples guías, pero nunca acata un modelo o una teoría particular. El terapeuta
irreverente es un ejemplo de la sensibilidad posmoderna en la cual el contexto relacional
es reconocido como proveedor de las construcciones y posibilidades terapéuticas que no
pueden ser predeterminadas en virtud de la validez de un modelo o su superioridad
teórica.
El terapeuta asume la responsabilidad por sus acciones y opiniones; la irreverencia en la
tarea le permite atreverse a usar sus prejuicios de modo que pueda tomar una nueva
posición para reelaborar, o redescubrir, su lugar en la relación terapéutica.
- Boscolo: se orienta en cómo conectan los clientes eventos y significados de su pasado para
explicar en modo determinístico su presente, vinculando el futuro.
Estas reflexiones son recopiladas en su libro “Los tiempos del tiempo” (Boscolo y
Bertrando, 1993) donde muestra cómo los sistemas humanos que producen síntomas y
sufrimientos tienden a enjaularse en historias deterministas. Asimismo, se orientará al
trabajo individual y, junto al autor arriba mencionado, publicarán “Terapia sistémica
individual” donde se describe la primera adaptación del modelo sistémico al trabajo con
individuos.