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El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de

Citio en Atenas a principios del siglo III a. C.1 Es una filosofía de ética
personal basado en su sistema de lógico y sus puntos de vista sobre
el mundo natural. Los estoicos creían que todo alrededor operaba según
una ley de causa y efecto, resultando en una estructura racional del
universo. Pensaban que "no podemos controlar lo que pasa a nuestro
alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre estos eventos"
en vez de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva.2
Su doctrina filosófica estaba basada en el dominio y control de los hechos,
cosas y pasiones que perturban la vida, valiéndose de la valentía y la razón
del carácter personal. Como seres racionales, su objetivo era alcanzar,
basándose en la tolerancia y autocontrol, la eudaimonía (felicidad o
bienaventuranza) y la sabiduría en aceptar el momento tal como se
presenta, al no dejarse dominar por el deseo de placer o por el miedo
al dolor, por usar la mente para comprender el mundo y hacer su parte en el
plan de la naturaleza prescindiendo de los bienes materiales, trabajar juntos
y tratar a los demás de manera justa y equitativa.
Epicteto diferencia lo que podemos controlar -nuestros juicios, impulsos y
deseos- de lo que no: nuestros cuerpos, nuestras posesiones materiales,
nuestro éxito... Buena parte de nuestra infelicidad, dice, se debe a creer que
controlamos cosas que en realidad se nos escapan. En cambio, podemos
controlar nuestros juicios, que determinan nuestros deseos e impulsos. Dejar
de juzgar sin pensar, decidir qué es importante realmente y qué no y retomar
el control de nuestras vidas.

Epicteto pide imaginarnos como actores de una obra de teatro que no hemos
escogido ni controlamos pero en la que nuestra tarea es representar nuestro
papel de la mejor manera posible. Es la única manera de lograr lo que Zenon
denominaba "el plácido fluir de la vida".

Séneca por su parte se centró en las pasiones negativas y destructivas. Su


carrera se desarrolló como consejero en las altas esferas de la corte imperial
y se vio envuelto en enfrentamientos con gente poseída por emociones
destructivas, emperadores como Calígula, Claudio y Nerón con poder sobre
la vida y la muerte. De hecho Calígula, celoso de los dones de Séneca,
ordenó su muerte y sólo se retractó al conocer de su mala salud. En Sobre la
ira Séneca señala que cuando la ira se apodera de una persona gobierna en su
mente: la pérdida de control contra la que advierten los estoicos. Y la ira es
producto de un juicio mental, así que podemos controlarla.

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