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Los estoicos

Carolina Contreras

El Manual de la vida de Epicteto, la Consolación y los Diálogos de Séneca y las Meditaciones de


Marco Aurelio son las fuentes para entender a los estoicos.
Nadie tiene la vida comprada. El poderoso tiene la ilusión de controlar sus circunstancias.
La pregunta esencial de los estoicos es: ¿Cómo vivir en un mundo que no controlamos?
Es la consecuencia de su cosmología, la forma en la que uno entiende la naturaleza del mundo Los
estoicos son 100% materialistas. Piensan que el universo en su totalidad está hecho todo de la
misma cosa: materia. Hay diferentes tipos de materia (fuego, aire, agua, tierra). El fuego es el
elemento básico del cosmos, porque es la forma más dinámica y sutil y el principio activo que crea
todo lo demás.
Para los estoicos el fuego es el logos, Dios.
Así como el cuerpo tiene un principio racional: el alma, el universo tiene un principio racional: el
fuego primordial o Dios. El alma y Dios son de la misma naturaleza.
En su cosmología todo empieza con fuego que luego se convierte en aire, luego agua, llegando a
tierra. Se parece un poco a la cosmología del Big Bang.
El principio racional se expresa como ley, el universo está sujeto a la rigurosa relación de causa-
efecto. Son deterministas y por eso la noción de destino figura de forma prominente en su
pensamiento.
La diosa del destino se llama Necesitas para los romanos: en un mundo determinado todo sucede
de forma necesaria.
Pero... ¿Si hay un determinismo total, qué chiste tiene actuar de una manera u otra?
Tanto el determinismo como la libertad son tesis metafísicas: la realidad puede ser interpretada de
las dos maneras y no hay forma independiente de averiguar cuál es la correcta.
Vamos a llamar la postura determinista un postulado moral. Uno puede vivir mejor, más tranquilo,
suponiendo que las cosas se rigen por la necesidad y no por el libre albedrío. De entrada, es obvio
que hay cosas que no podemos controlar, que no dependen de nosotros: la muerte, la gravedad, el
dolor. La naturaleza se rige por un logos implacable en su ejercicio. Imagínate el campo de la
genética que hoy en día muestra el profundo grado en que la biología influye en nuestra vida. La
naturaleza nos imparte una serie de cartas que no elegimos, pero la pregunta es: ¿cómo jugarlas,
cómo vivir?
Podemos acercarnos a una respuesta al leer la primera frasea del Enquiridión: "Hay cosas que
podemos controlar y cosas que no". Esta distinción es la más básica e importante en la ética de los
estoicos. Una que la mayoría no tiene en cuenta al tomar decisiones.
¿Qué concepto de la buena vida tiene la mayoría? Ser rico, famoso, vivir en una casa grande, ganar
el premio Nobel, cosas que creen que los harían felices.
Los estoicos no dicen que sea malo tener dinero o conseguir un grado académico, sólo que esos
objetivos no están bajo nuestro control, son cosas externas a nosotros. Puedes esforzarte todo lo
que quieras en tu negocio, pero si otros no quieren comprar tus productos, no vas a tener dinero.
Mejor que tu felicidad vaya en función de cosas que sí puedes controlar, que suelen ser cosas
internas: tu forma de ser, tu forma de razonar, tus opiniones, tus interpretaciones y tus deseos.
La mayoría, para cumplir sus deseos, tiene que controlar o cambiar el mundo. En vez de cambiar el
mundo, los estoicos recomiendan cambiarte a ti mismo, específicamente, cambiar tus deseos.
Los estoicos desean la tranquilidad: no ser perturbados. Si nuestro bienestar depende de cosas
externas a nosotros, cosas que no controlamos, inevitablemente experimentaremos la
perturbación. Inclusive si logramos los objetos de nuestros deseos experimentamos ansiedad antes
de que se cumplan, porque no sabemos si se van a cumplir o no.
Según esa filosofía pareciera que lo mejor es no hacer y no desear nada. No jugar ajedrez con tu
amigo porque podrías perder, no casarte porque podría terminar en divorcio...
Por supuesto, hay que participar en la vida, pero con una mentalidad que plantea metas internas y
no externas. Si juegas un partido de fútbol, la meta debería ser jugar lo mejor que puedas porque
es lo que está bajo tu control, si ganas, es un extra, pero no debería ser la meta principal. Perdiendo
o ganando, lo que posibilita la tranquilidad del estoico es su virtud, su condición interna, su forma
de reaccionar a los acontecimientos de la vida.
El diccionario define la forma de ser del estoico como ecuánime ante la desgracia. En la imaginación
popular el estoico es alguien fuerte, impasible, algo frío a veces, alguien que ha reprimido las
pasiones con la razón.
El significado de la pasión para los antiguos era angustia o sufrimiento, como en la pasión de Cristo.
Tener pasión en ese sentido significa estar pasivamente sujeto a acontecimientos externos. Cuando
nos tocan las venas de la vida reaccionamos de forma emocional y sufrimos. No es que el estoico no
sufra, sino que ha transformado sus emociones para que reflejen su juicio racional.
Si alguien te espanta, tu corazón empieza a latir muy rápido y la cara se vuelve pálida. Es una
reacción instintiva, fisiológica. Las emociones no son así de automáticas. Para los estoicos son una
especie de juicio y por lo tanto son cognitivas. La emoción de la lujuria es un juicio de que el sexo es
un bien fundamental, que debe conseguirse como sea. Como juicio es falso. Si con la razón podemos
identificar los juicios falsos implícitos en nuestras emociones, y así corregirlas, entonces los
sentimientos o emociones que surjan en el curso de la experiencia serán los correctos.
La ecuanimidad del estoico ante la desgracia no es una señal de insensibilidad sino de que ha
formado bien sus opiniones. La única cosa que realmente tiene valor es la virtud de uno mismo. Las
cosas del mundo social como la riqueza, el estatus u otros atributos que dependan de la opinión de
otros, les son indiferentes a los estoicos. A nuestro mundo, en el que la gran mayoría quieren ser
ricos y sufren muchas cosas para lograrlo, los estoicos les dirían que mucho más valioso que la
riqueza es no tener la necesidad de ella.
En cuanto a las desgracias naturales como la muerte, el dolor y nuestra finitud, tienen una sencilla
aceptación de estas cosas. Usar la razón para los estoicos no significa simplemente el análisis lógico
sino, más ampliamente, tratar de entender los procesos de la naturaleza y poner la razón propia
acorde con la razón del cosmos mismo.
Vivir de acuerdo con la razón es vivir en armonía con el orden del universo.
Es importante entender que el estoicismo no es un conjunto de reglas que uno aplica en
determinadas situaciones. La tranquilidad es producto de un constante acondicionamiento de las
emociones o, lo que Pierre Hadot llamó en su libro La filosofía como forma de vida, ejercicios
espirituales.
Séneca dijo: "Quien haya percibido de antemano la llegada de las penas actuales, las roba de su
poder". Es muy cierto.
Si andamos pensando siempre que todo va a salir bien, las penas nos pegarán muy duro. Los estoicos
pasan tiempo visualizando las desgracias, pensando en que su pareja los puede dejar, en que los
pueden robar, o en que han perdido su trabajo, y tratan de vivir con esa sensación. Si lo hacen
repetidamente, cuando pasé, estarán emocionalmente preparados.
Todos hemos sentido el placer de conseguir el objeto del deseo, pero pronto el placer se disminuye
y buscamos más cosas. Esta técnica de visualizar la pérdida puede ayudarnos a valorar más lo que
tenemos y así menguar la frustrante búsqueda por lo nuevo.
Otra técnica de los estoicos consiste en ir más allá de la visualización de la desgracia y vivir como si
realmente hubiera pasado. Por ejemplo, en vez de visualizar la pérdida del dinero debes practicar,
de vez en cuando, la pobreza: cenar un trozo de pan, ducharte con agua fría, caminar en vez de
tomar el autobus. Lejos de ser masoquista, exponerse voluntariamente a esta práctica te hace más
fuerte para cuando en realidad no tienes dinero.
La privación te protege en el futuro y curiosamente te hace disfrutar más de las cosas que tomas
por sentado.
Todo este ejercicio le vino muy bien a Séneca. Tras el intento fracasado de asesinar a Nerón, el
emperador, alegando la participación de Séneca en la conspiración, ordenó que Séneca se suicidara.
A pesar de su estatus y poder, Séneca sabía que este día podía llegar y se había preparado. Llegó un
centurión para asegurarse de que la sentencia se llevara a cabo. Rodeado de familia y amigos,
Séneca se mostró ecuánime ante la desgracia y al ver que todos lloraban les preguntó: "¿Dónde
están sus máximas filosóficas, todos los años de estudio y preparación para el mal que sabíamos
que vendría”?
Hizo lo que tenía que hacer, corto sus venas y dentro del agua, esperó su unión con el destino.

Referencia:
Darin McNabb, La filosofía helenística- los Estoicos, https://www.youtube.com/watch?v=yO6jRK-
b9LU

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