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Cátedra: Oller
Teórico: N° 1 (Martes 20 y viernes 23 de marzo)
Tema: Argumentación. Dimensiones retórica, dialéctica y lógica. Teoría de la
argumentación y lógica. Argumentos y pretensión de fundamentación. Argumentos
deductivos y no deductivos.
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Estudiante: Una pregunta, quizás no tenga nada que ver ¿Por qué si a partir
de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX la lógica se
independiza porque llama Hegel a su texto Ciencia de la lógica?
1
Ver Hegel, G.H. F. (1999), Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, Madrid: Alianza Editorial, §19.
Veamos la cuestión de la caracterización de la noción de argumento. Ahora
bien, uno puede definir ―argumento‖ de distintas maneras. La primera
actividad va a consistir en comparar la caracterización de argumento que
aparece en el capítulo primero, la Introducción del libro de GAMUT, con la
que vamos a ver en las clases teóricas y otras. ¿Qué noción de argumento
vamos a pretender caracterizar? No la noción técnica de la lógica
matemática sino la noción más corriente de argumento que tiene que ver con
los argumentos que encontramos con textos filosóficos, textos políticos, etc.
Cuando ustedes leen textos, en general, son capaces de identificar en esos
textos los párrafos argumentativos. ¿Cuáles son los argumentos de Platón en
el Menón para fundamentar la posición según la cual la virtud no es
enseñable? Se supone que ustedes son capaces de leer ese texto e identificar
esos argumentos. ¿Cómo son capaces de hacer esto?
Tenemos una serie de indicios lingüísticos que nos indican que quien
produjo ese texto tiene una intención argumentativa. Y esos indicios son
determinadas expresiones como ―por lo tanto‖, ―dado que‖, etcétera. ¿Cuál
es la finalidad de este acto lingüístico de argumentación? ¿Qué es lo que
quien produce un argumento pretende? En general, uno diría que quien
argumenta tiene una intención de persuadir, de convencer, a los demás o a
sí mismo de una determinada posición o tesis. Típicamente, uno argumenta
con esta intención de persuadir a una audiencia, que puede estar constituida
por uno mismo. Ahora bien ¿qué diferencia la argumentación de otras
formas de persuasión? La argumentación es un acto de habla que tiene como
finalidad convencer, persuadir, pero persuadir de una manera especial,
dando razones a favor o en contra de una posición o tesis que se expresa de
manera lingüística a través de oraciones.
Estudiante: ¿En qué sentido se tienen en cuenta las intenciones del hablante?
Profesor: Podemos inferirlo así también, hay casos en que no aparecen estas
partículas en el texto mismo pero sí hay indicaciones contextuales que nos
llevan a concluir que ahí hay un argumento.
Estamos dando una definición sencilla pero que permite dar cuenta de este
fenómeno, que cuando nosotros leemos un texto podemos, habitualmente,
identificar en ese texto los pasajes argumentativos. Y la pregunta es ¿Cómo
lo hacemos? ¿Cómo vemos que en un texto de Platón hay un argumento en
un determinado pasaje si no es posible consultar a Platón ni nos podemos
conectar psíquicamente con Platón? Una respuesta tentativa está dada por
esta caracterización de argumentación.
Profesor: Hay varios tipos de éxito que uno puede llegar a alcanzar, porque
hay distintas maneras en las que uno puede evaluar un argumento. Una
manera de evaluarlo es evaluarlo retóricamente, es decir, preguntarse:
¿convence o no convence el argumento? Por supuesto, el éxito retórico es
relativo a la audiencia a la cual está dirigido. Entonces, si convence a la
audiencia a la cual está dirigido, uno puede decir que es un buen argumento
desde el punto de vista retórico.
Otra dimensión de la argumentación es la dimensión lógica, que es posible
independizar de la dimensión retórica. En el estudio de la dimensión lógica
de la argumentación nos preocupa encontrar criterios para evaluar los
argumentos como productos de la argumentación, independientemente de la
audiencia a la cual están dirigidos y de si tienen el efecto retórico deseado o
no.
2
Ver, por ejemplo, J. Habermas (1999) Teoría de la acción comunicativa, I, Madrid: Taurus,
pp. 46-47. También, Tindale, Ch. W. (1999) Acts of Arguing: A Rhetorical Model of Argument.
Albany: State University of New York Press, Introduction.
3
Ver, por ejemplo, van Eemeren, F. H. & Grootendorst, R. (2011) Una teoría sistemática de la
argumentación. La perspectiva pragmadialéctica, Buenos Aires: Biblos.
4
Ver Perelman, C., y Olbrechts-Tyteca, L.(1989) Tratado de la argumentación. La nueva
retórica. Madrid: Gredos.
ejemplo, es deductivamente inválido, aunque pretenda dar una
fundamentación deductiva a su conclusión—.
.
Estudiante: ¿La dialéctica tiene un rol mediador, tratar de resolver una
diferencia de opiniones?
Actividad 1
Compare las siguientes definiciones de “argumento”:
Gamut, L.T.F (2009) Lógica, lenguaje y significado: Introducción a la lógica. Buenos Aires:
Eudeba, p. 1.
van Eemeren, F. H., Grootendorst, R., y Snoeck Henkemans, F. (2006) Argumentación: análisis,
evaluación, presentación. Buenos Aires: Biblos, pp. 17-18.
Por otra parte hay pretensiones de fundamentación más débiles que lo único
que intentan afirmar es que la aceptación de las premisas otorga cierta
plausibilidad o probabilidad a la conclusión. Es decir que la verdad de las
premisas otorga cierto apoyo a la verdad de la conclusión. Pero no se
pretende que uno no pueda aceptar las premisas sin aceptar la conclusión,
simplemente pretenden otorgar algún tipo de apoyo a la conclusión
basándose en las premisas. Ese segundo tipo de pretensión, que vamos a
llamar ―no deductiva‖, es la que caracteriza los argumentos no deductivos.
Los argumentos no deductivos son aquellos que presentan una pretensión de
fundamentación no deductiva.
Como suele suceder con las pretensiones, algunas pretensiones son exitosas
y otras son fallidas. Por ejemplo, Fermat en el siglo XVII propone un
problema que se llama el último teorema de Fermat. El enunciado del
problema —la ecuación xn + yn = zn no tiene soluciones enteras para n > 2 y
x, y, z distintos de cero— parece muy sencillo, pero encontrar una
demostración del teorema llevó siglos y recién se demostró en el siglo XX 5.
Y antes de llegar a la demostración correcta hubo propuestas de
demostración en revistas matemáticas que eran fallidas, tenían errores.
Ahora bien, ¿uno qué diría en este caso? ¿Diría que el que mandó a
publicación la demostración de ese teorema quería formular un argumento
no deductivo? No, quería formular un argumento deductivo, concluyente,
pero sin embargo se equivocó. De manera que esa demostración era un
intento de argumento deductivo que resultó fallido. Es decir, en este caso, en
el caso de las demostraciones fallidas del último teorema de Fermat,
diríamos que la pretensión de fundamentación que aparece en esas
demostraciones es deductiva, pero son pretensiones fallidas. Cuando
tenemos una pretensión fallida de fundamentación deductiva decimos que el
argumento que manifiesta esa pretensión es un argumento deductivo
inválido.
5
Ver, por ejemplo, http://vimeo.com/27711778
Porque el argumento deductivo, según la caracterización semántica habitual,
es un argumento en el que, necesariamente, si las premisas son verdaderas,
la conclusión es verdadera. Ahora bien, si necesariamente, si las premisas
son verdaderas, entonces la conclusión es verdadera, entonces no se puede
dar el caso de argumento deductivo inválido, de un mal argumento
deductivo que no cumpla con su objetivo de transmitir necesariamente la
verdad de las premisas a la conclusión. De acuerdo a esta definición, todo
argumento deductivo es un buen argumento, es un argumento válido. Solo
podemos hablar de argumento deductivo inválido sin cometer un error que
se llama contradictio in adiectio si introducimos las pretensiones del
hablante. Este defecto que llamamos contradictio in adiectio, que quiere
decir contradicción en el adjetivo, consiste en atribuir a un ente, o a un
concepto, una propiedad que es incompatible con él. Es decir, decir de un
argumento deductivo que es inválido resulta una contradictio in adiectio, si
uno no introduce en la caracterización de argumento y de argumento
deductivo las pretensiones del hablante. Porque no podría darse el caso de
que un argumento deductivo, definido de la manera semántica que vimos –
necesariamente si todas las premisas son verdaderas, entonces la conclusión
es verdadera— fuese inválido.
Profesor: Hay por lo menos dos tipos de críticas —hay más de dos— que
uno puede hacer en referencia a un argumento. Un primer tipo de crítica
consiste en negar la verdad o la aceptabilidad de las premisas y un segundo
tipo de crítica cuestiona la calidad del nexo inferencial entre premisas y
conclusión. Son dos tipos de críticas diferentes. En efecto, uno puede tener
un argumento deductivo válido aunque tenga premisas falsas. Por ejemplo,
si yo digo ―Hoy es viernes y estamos en Chipre‖, aunque la premisa es falsa,
se infiere válidamente ―Estamos en Chipre‖. Otro ejemplo, de ―Hoy es lunes
y estamos en Chipre‖ se infiere válidamente ―Hoy es lunes‖. Entonces en lo
que respecta a la calidad inferencia, decimos que la calidad inferencial de
esos argumentos es buena, pero que su premisa es falsa en ambos casos. En
un caso, usando el mismo esquema inferencial, inferimos una proposición
falsa ―Estamos en Chipre‖ y en el otro caso una proposición verdadera ―Hoy
es lunes‖.
Estudiante: En el caso de los argumentos que tienen una única premisa ¿es
verdad que no se puede extraer una proposición que no esté expresada en
esas premisas? Por ejemplo cuando usted decía ―Hoy es lunes y estamos en
Chipre‖, no se puede concluir más que lo que estrictamente está en esas
premisas.
6
Thomson, J. J. (1971). A defense of abortion. Philosophy and Public Affairs. 1 (1):47-66. Traducción
castellana en A.A.V.V. (1983) Debate sobre el aborto. Cinco ensayos de filosofía moral. Madrid:
Cátedra.
audiencia. Naturalmente si uno tiene una audiencia de anti-abortistas y ya
desde el primer momento dice ―yo no creo que el feto sea un ser humano
desde el momento de la concepción y voy a basar mi argumentación en
esto‖, la audiencia va a ser difícil de convencer. El argumento de Thomson
no parte de este supuesto, no parte del supuesto de que el feto no es un ser
humano desde el momento de la concepción. Y, por lo tanto, es más
probable que una audiencia que en este momento tiene una posición anti
abortista escuche con interés y esté más dispuesta a dejarse convencer que si
uno parte de un enfrentamiento directo.
Entonces, las dos situaciones eran similares en los dos aspectos moralmente
relevantes mencionados. En las dos situaciones se hace depender la vida de
una persona de otra persona y esta dependencia vital se crea sin el
consentimiento de la persona de la cual se hace depender esa vida y
mediante el uso de violencia. Si estos fueran los dos únicos aspectos
moralmente relevantes a tener en cuenta, entonces si uno contesta que sí a
una pregunta, tiene que contestar que sí a la otra. Este es un argumento no
deductivo por analogía o similitud que no pretende ser concluyente. De
manera que lo que se pretende es que las premisas otorguen cierto tipo de
apoyo a la conclusión. Pero nuevas consideraciones pueden llevar a hacer
caer la conclusión. Supongamos que yo acepto que estos dos factores son
moralmente relevantes para la conclusión: esa relación de dependencia vital
se ha creado mediante el uso de violencia y sin el consentimiento de la
persona de la cual se hace depender la vida de la otra. Pero considero que
esas no son las únicas consideraciones moralmente relevantes en el segundo
caso, en el caso del aborto. Esta es una crítica que se ha hecho al argumento
de Thomson: hay una consideración moral que no se ha tenido en cuenta en
la cual difieren una situación y la otra situación y hace que en la primera
situación –la situación del violinista secuestrado—sea razonable contestar
que no es moralmente obligatorio permanecer conectado y que en la
segunda tenga uno razones para contestar que es obligatorio permanecer
conectado. ¿Cuál es esta característica moral que en la cual difieren el caso
del violinista y el caso de la mujer violada? Es que el primer caso, el caso
del violinista, el desconectarlo del secuestrado, es un caso de dejar morir. El
violinista ya se estaba muriendo de cualquier modo. Puede ser que ocurra un
milagro y no se muera. En el segundo caso, en el caso de la mujer violada, el
abortar es un caso de matar activamente a través de un tercero –el médico, la
enfermera– o uno mismo. De acuerdo a quienes –como Philippa Foot7—
argumentan de este modo, matar o dejar morir no son moralmente
equivalentes. De manera que aunque en el primer caso, en el caso del
secuestrado y el violinista, uno conteste que no tiene la obligación moral de
permanecer conectado, en el segundo caso sí tiene la obligación de seguir
sosteniendo la vida del feto. Porque la desconexión sería un caso de matar
activamente mientras que en el primer caso sería un caso de dejar morir.
7
Philippa Foot (1984) "Killing and Letting Die," en Joy L. Garfield & Patricia Hennessy, Abortion:
Moral and Legal Perspectives. Amherst: The University of Massachusetts Press, pp. 177-185.
8
Michael Tooley (1972) "Abortion and Infanticide," Philosophy and Public Affairs, 2. Traducción
castellana en A.A.V.V. (1983) Debate sobre el aborto. Cinco ensayos de filosofía moral. Madrid:
Cátedra.
en ciertos casos es un argumento no deductivo: la aceptación de las premisas
no nos obliga a la aceptación de la conclusión porque es posible que las
premisas sean verdaderas y, sin embargo, la conclusión sea falsa. Uno puede
aceptar que las dos situaciones planteadas en el argumento de Thomson son
moralmente similares en esos dos aspectos a los cuales nos referimos y que
sin embargo la conclusión no se sigue en el segundo caso porque hay un
aspecto moralmente relevante que no ha sido tenido en cuenta y que, si se
tiene en cuenta, hace caer la conclusión que el aborto es moralmente
permisible en el caso de una violación. Ese aspecto moralmente relevante es
que en un caso tenemos una instancia de matar activamente y en el otro caso
una instancia de dejar morir. Y, según quienes critican a Thomson de este
modo, matar activamente no es moralmente equivalente a dejar morir.
https://uba.academia.edu/CarlosOller
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 2 (Viernes 6 de abril)
Tema: Validez deductiva. Reconstrucción de argumentos. Recconstrucción lógica de
argumentos. Principio de caridad interpretativa. Reposición de premisas implícitas.
1
Un argumento es deductivamente válido si y sólo si no es posible que sus premisas
sean todas ellas verdaderas y su conclusión falsa.
2
evaluación del mismo desde un punto de vista lógico, aunque esa reconstrucción suele
estar influida por las intuiciones previas respecto a la (in)validez del argumento:
Identificación de argumentos
Reconstrucción
Evaluación
1
Ver Rees, M.A. van (2001). Argument Interpretation and Reconstruction. En F.H. van Eemeren
(ed.), Crucial Concepts in Argumentation Theory. Amsterdam: Sic Sat, 165-199 y Reinmuth, Friedrich (2014).
Hermeneutics, Logic and Reconstruction. Logical Analysis and History of Philosophy 17:152–190.
3
filosofía antigua nos puede dar una primera idea de la complejidad de la reconstrucción
de argumentos filosóficos:
En efecto, los argumentos tal como aparecen en los textos no suelen incluir todas las
premisas necesarias para obtener la conclusión con la pretensión de quien produjo el
texto. A veces, más raramente, no incluyen la conclusión que se pretende obtener. Es
decir, esta operación de adición implica una operación hermenéutica, de interpretación
del texto, para reponer aquellos elementos que sensatamente uno puede suponer que
quien produjo el texto tenía en mente pero que se olvidó de incluir o consideró
demasiado obvios como para incluirlos. Esta operación consiste en hacer explícitos
aquellos elementos que sensatamente uno puede considerar que tenía en mente quien
produjo el argumento y que son necesarios para que el argumento cumpla con la
pretensión inferencial que tenía. Es decir, consiste en considerar que el argumento
original es un entimema, un argumento en el que se han omitido una o más premisas o,
incluso, la conclusión.
2
Cohen, S. Marc & Keyt, David (1992). Analyzing Plato's Arguments: Plato and Platonism. En J.
Klagge & N. Smith (eds.), Methods of Interpreting Plato and his Dialogues. Oxford: Oxford University
Press, p.173
4
El principio que se suele proponer para regir este trabajo de reconstrucción es lo que se
suele llamar el ―principio de caridad interpretativa‖. En lo que se refiere
específicamente a la reconstrucción de argumentos lo que nos aconseja el principio de
caridad interpretativa es hacer la reconstrucción más bondadosa, la mejor
reconstrucción, desde el punto de vista de quien reconstruye el argumento, teniendo en
cuenta el texto y el contexto. Es decir, la mejor reconstrucción que sea compatible con
el texto que estamos tratando de reconstruir y el contexto en el cual este texto aparece.
El problema es que a veces no es sencillo saber cuál es la reconstrucción más caritativa
que uno puede hacer teniendo en cuenta el texto y el contexto sin mejorar el argumento,
sin caer en uno de los extremos, uno de los peligros, que presenta la reconstrucción de
argumento, que es hacer una reconstrucción demasiado bondadosa del texto.
Cohen y Keyt señalan en el trabajo citado que la aplicación descontrolada del principio
de caridad interpretativa puede llevar a conclusiones paradójicas: como, ceteris paribus,
de acuerdo a este principio una reconstrucción de un argumento es mejor que otra si
produce un mejor argumento, lxs interpretes de lxs grandes filósofxs que sigan
irrestrictamente ese principio no se conformarán hasta encontrar reconstrucciones de sus
argumentos que los conviertan en buenos argumentos. Una consecuencia absurda de
esta aplicación exagerada del principio de caridad interpretativa es que ―todo texto
clásico es un texto sagrado y todx filosofx clasicx es infalible y omnisciente‖ y, por lo
tanto, ―la interpretación caritativa no concibe la posibilidad que dos grandes filosofxs
estén en desacuerdo‖3
3
Ibid., pp. 177-178
4
Popper, K. R. (1957) The Poverty of Historicism. London: Routledge & Kegan Paul. Traducción castellana: (1973)
La miseria del historicismo. Madrid: Alianza Editorial.
5
argumento concluyente contra el historicismo, considera que los otros argumentos que
él ha ofrecido no son concluyentes pero que este sí lo es. Y además es un argumento
muy sencillo. De manera que, si fuera efectivamente exitosa la pretensión popperiana, el
historicismo habría quedado refutado.
Escribe Popper:
No hace falta considerar, para nuestros objetivos, las dos últimas proposiciones ya que
la refutación del historicismo se consigue antes de llegar a estas dos últimas. La primera
premisa del argumento de Popper es la siguiente:
Es decir, aun por los materialistas históricos, dice Popper, tendrá que ser aceptada esta
premisa que nos dice que ―el curso de la historia humana está fuertemente influido por
el crecimiento de los conocimientos humanos‖. La segunda premisa de este argumento
pretendidamente concluyente contra el historicismo dice:
Señala que las predicciones a las que se refiere se hacen por métodos científicos o
racionales, ya que en Popper hay una distinción entre ―predicción científica‖ y
―profecía‖. Aquello a lo que se está refiriendo Popper es a la predicción científica, no a
la profecía. Y entre paréntesis nos dice ―(esta aserción puede ser probada lógicamente
por consideraciones esbozadas más abajo).‖ No vamos a tratar aquí cuáles son estas
consideraciones que Popper trae a cuento para justificar la segunda premisa.
6
No podemos por tanto predecir el curso futuro de la historia humana.
Es un argumento muy sencillo. Ahora bien, supónganse que ustedes tienen que
reconstruir este argumento y afirman que el argumento presenta una pretensión
deductiva. ¿Cómo sabemos que la pretensión de Popper es una pretensión deductiva?
En este caso lo extraemos del contexto, leemos todo el ―Prefacio‖ y vemos que Popper
considera que el argumento que él propone es un argumento concluyente, un argumento
deductivo.
Profesor: Me parece que, si te entiendo bien, tu objeción tiene que ver con otra
operación básica para reconstruir argumentos, una operación de sustitución. Una
sustitución de términos vagos o ambiguos, por otros que no lo sean. Ustedes sostenían
que en la primera premisa, había dos términos ambiguos. La primera premisa era ―El
curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento en los
conocimientos científicos‖. Ahora bien, para evaluar la verdad o la plausibilidad de esta
premisa nos tienen que decir exactamente que se va a entender por ―fuertemente‖ y qué
quiere decir ―influido‖, porque si no resulta muy difícil que podamos evaluar
adecuadamente si la premisa es verdadera o falsa. De manera que debemos realizar aquí
7
una operación de sustitución, en la medida de lo posible —porque hay cuestiones que
por naturaleza son vagas o ambiguas y el realizar este tipo de sustitución sería forzar las
afirmaciones originalmente hechas—. Pero, en este caso, parece que uno podría
precisar un poco más qué quiere decir ―fuertemente‖ y qué quiere decir ―influido‖. En la
medida en que sea posible y deseable se deben sustituir términos y expresiones que
pueden resultar vagas o ambiguas por otras que no lo son.
Este argumento popperiano fue formulado en el año cincuenta y siete. Durante veinte
años fue considerado por una parte de la comunidad filosófica como un buen argumento
deductivo en contra del historicismo. Un argumento que destruía la pretensión
historicista. Pero, en el año 78 un autor, Peter Urbach5, produjo una crítica que, a su
vez, puede ser considerada como una crítica destructiva del argumento popperiano. Lo
que señala Urbach es que Popper no logra con este argumento —ni con otros que
también formula— cumplir su pretensión deductiva de refutar al historicismo.
5
Urbach, P. (1978) 'Is Any of Popper's Arguments against Historicism Valid?', British Journal for
the Philosophy of Science, 29, pp. 117-130.
8
admitida aun por los que ven las ideas científicas como el subproducto de
un desarrollo material de cualquier clase que sea).
No podemos predecir por métodos racionales o científicos el crecimiento
futuro de nuestros conocimientos científicos (esta aserción puede ser
probada lógicamente por consideraciones esbozadas más abajo).
No podemos, por tanto, predecir el curso futuro de la historia humana.
Entonces, ¿qué falta, según Urbach, para que la pretensión deductiva de Popper sea
exitosa? Falta una premisa. Necesitamos una tercera premisa que afirme que aquellos
acontecimientos que están fuertemente influidos por otros acontecimientos que no se
pueden predecir por métodos racionales o científicos, no se pueden predecir. Se afirma
que la historia humana está fuertemente influida por el desarrollo del conocimiento
científico y que el desarrollo del conocimiento humano no se puede predecir. Entonces,
instanciando esa (tercera) premisa implícita, que es un enunciado universal, podemos
inferir que el curso de la historia humana no se puede predecir. Pero fíjense que falta
esta premisa para que el argumento de Popper se convierta –como Popper pretendía—en
un argumento deductivo exitoso.
Urbach pasa ahora a cuestiones relativas a la verdad de las premisas. Esa tercera
premisa implícita no es verdadera, según Urbach. Con lo cual, si Urbach está en lo
cierto, queda completamente destruido el argumento popperiano. Es decir, se tiene que
aceptar que falta una premisa para que el argumento original de Popper sea
deductivamente válido; eso es indudable, si se aceptan los cánones de la lógica clásica
9
estándar. Entonces, como vimos, aquí uno se enfrenta a un dilema que tiene que ver con
la interpretación del argumento: podemos suponer que Popper por considerar esta
premisa adicional absolutamente obvia no la enunció explícitamente o podemos suponer
que no se dio cuenta que el argumento original era deductivamente inválido.
Hay discursos disciplinares en los cuales esto es aceptado perfectamente, por ejemplo
en matemática. Las demostraciones matemáticas son demostraciones que suelen tener
huecos. Los autores suelen omitir pasos inferenciales y/o premisas porque los dan por
obvios. Efectivamente, si uno tuviera en una demostración matemática que aclarar cada
uno de los pasos inferenciales y las premisas que resultan necesarias pero que se
consideran obvias, las demostraciones matemáticas de los teoremas más sencillos serían
muy largas. De manera que en este discurso disciplinar, el discurso de la matemática,
eso no sólo es común sino que también es aceptado. Nadie va a criticar una
demostración matemática porque, por ejemplo, no se explicita que esto sale de aquello
por contraposición. En filosofía la cuestión es más pantanosa, no hay esta regularidad en
la práctica profesional de lxs filósofxs. Entonces, uno al reconstruir el argumento de
Popper tiene esta duda, pero aun así, en lo que se refiere a la potencia del argumento
mismo la crítica subsiguiente de Urbach — que consiste en afirmar que la premisa
adicional que hay que reponer para que el argumento popperiano sea válido no es
verdadera — destruye el argumento si uno la acepta.
Sin esta tercera premisa adicional el argumento es deductivamente inválido. Uno puede
concebir situaciones en las cuales las dos primeras premisas sean verdaderas y la
conclusión falsa. Si uno añade la tercera premisa ya no es posible concebir situaciones
en las cuales las tres premisas sean verdaderas y la conclusión sea falsa. Es decir, para
ver esto uno puede abstraer el esquema del argumento original de Popper:
10
Para que este esquema se convierta en un esquema deductivamente válido se puede
agregar la siguiente proposición universal:
Este nuevo esquema es deductivamente válido: para cualquier instancia de este esquema
se cumple que no es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión falsa.
Escribe Urbach:
De manera que la tercera premisa que omite Popper es, según Urbach, falsa. No solo
Popper no la enuncia explícitamente y no la fundamenta sino que además es una
premisa falsa. De manera que, sea que Popper la haya omitido porque no se le ocurrió
que faltaba esa tercera premisa o sea que Popper la haya omitido porque la consideraba
evidente, en cualquier caso el argumento es un mal argumento según Urbach.
Estudiante: Pero ahí está equiparando la física de las partículas con los acontecimientos
humanos, el progreso de la historia ¿es lícito eso?
Profesor: Bueno, lo que hace Urbach es argumentar en contra de la verdad del principio
general que enunciamos antes: aquellos acontecimientos que están fuertemente influidos
11
por otros acontecimientos que no es posible predecir de manera científica y/o racional
no son ellos mismos capaces de ser predichos por esos medios. Ese es un principio
general. Lo que vos sostenés es ―Puede ser que el principio general sea falso, pero que
sea verdadera su instanciación para este caso‖. ¿Cómo se prueba que el principio
general es falso? Mostrando una instancia suya que resulte falsa. Ahora bien, tu
observación —acertada— es que mostrar que una instancia de un principio general es
falsa no prueba que otras instancias del principio no puedan ser verdaderas. La
afirmación universal ―Todos los cuervos son negros‖ queda refutada si encontramos un
cuervo albino, pero esto no prueba que no haya cuervos negros.
Actividad 2
La actual campaña de la Conferencia Episcopal contra los linces y las mujeres que
abortan pone de relieve el patético deterioro de la formación intelectual del clero, que si
bien nunca ha sobresalido por su nivel científico, al menos en el pasado era capaz de
distinguir el ser en potencia del ser en acto. ¿Dónde quedó la teología escolástica del
siglo XIII, que incorporó esas nociones aristotélicas? ¿Qué fue de la sutileza de los
cardenales renacentistas? La imagen de deslavazada charlatanería y de enfermiza
obsesión antisexual que ofrecen los pronunciamientos de la jerarquía católica no sólo
12
choca con la ciencia y la racionalidad, sino que incluso carece de base o precedente
alguno en las enseñanzas que los Evangelios atribuyen a Jesús.
13
alimentos, respirar o excretar -no digamos ya de sentir o pensar-, por lo que sólo pervive
como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y
excreta. Este parásito encierra la potencialidad de desarrollarse durante meses hasta
llegar a convertirse en un hombre. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno
se produzca puede sentirse realizada y satisfecha. Pero en definitiva es a ella a quien
corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.
Otra falacia consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no
habría habido Quinta Sinfonía, y si nuestros padres hubieran abortado el embrión del
que surgimos, ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros
hubieran sido castos, tampoco habría Quinta Sinfonía y tampoco existiríamos nosotros.
Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad.
Pero tanta prohibición supongo que resultaría excesiva incluso para la Iglesia católica.
Una de sus múltiples contradicciones estriba en que impone un natalismo salvaje a los
demás, mientras a sus propios sacerdotes y monjas les exige el celibato y la castidad
absoluta.
Desde luego, la contracepción es mucho mejor que el aborto, pero la Iglesia la prohíbe
también (siguiendo en ambos casos al ex-maniqueo Agustín de Hipona, no a Jesús).
Tanto el anterior papa Wojtyla como el actual papa Ratzinger se han dedicado a viajar
por África y Latinoamérica despotricando contra los preservativos y el aborto, lo que
equivale a promover el sida y la miseria. En cualquier caso, la contracepción puede
fallar. A veces el embarazo imprevisto será una sorpresa muy agradable. Otras veces,
llevarlo a término supondría partir por la mitad la vida de una mujer, arruinar su carrera
profesional o incluso traer al mundo un subnormal profundo o un vegetal
humano descerebrado. Sólo a la mujer implicada le es dado juzgar esas graves
circunstancias, y no a la caterva arrogante de prelados, jueces, médicos y burócratas
empeñados en decidir por ella. El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practica por
gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante
14
como para dejarlo al albur de un descuido o una violación. El aborto, como el divorcio o
los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan.
Muchas parejas anhelan tener hijos, muchas mujeres desean quedar embarazadas y
esperan con ilusión el nacimiento de la criatura. El infante querido y deseado suele estar
bien alimentado y educado, colmado de cariño y estimulación y (salvo raro defecto
genético) su cerebro se desarrolla bien. Por desgracia, el mundo está lleno de madres
violadas o forzadas y de niños no deseados, abandonados a la mendicidad y la
delincuencia, famélicos, con los cerebros malformados por la carencia alimentaria y la
falta de estímulos, carne de cañón de guerrillas crueles y explotaciones prematuras. La
jerarquía eclesiástica se ensaña con esas mujeres desgraciadas. El cardenal nicaragüense
Obando y Bravo se opuso al aborto terapéutico de una niña de nueve años, violada,
enferma y con su vida en peligro. Hace un par de años, la Iglesia de Nicaragua acabó
apoyando políticamente al dictador Daniel Ortega a cambio de que éste prohibiese
definitivamente el aborto terapéutico. Hace unas semanas el arzobispo Cardoso ha
excomulgado en Brasil a la madre de otra niña de nueve años violada por su padrastro y
en peligro de muerte por su embarazo doble, así como a los médicos que efectuaron el
aborto. En 2007 se hizo famoso el caso de Miss D, una irlandesa de 17 años embarazada
con un feto con anencefalia, es decir, sin cerebro ni parte del cráneo, condenado a ser un
niño vegetativo, ciego, sordo, irremediablemente inconsciente, incapaz de percibir,
pensar ni sentir nada, ni siquiera dolor. Las autoridades impidieron que Miss D fuera a
Inglaterra a abortar, aunque más tarde los tribunales anularon la prohibición. Los grupos
católicos fanáticos presionan para que se impida a las irlandesas que viajen a Inglaterra
a abortar, lo que choca con la legislación comunitaria, que garantiza la libertad de
movimientos en la UE.
En España misma, el año pasado, una mujer preñada de un feto con holoprosencefalia,
condenado a morir al nacer o a vivir como vegetal, tuvo que ir a Francia a abortar. El
derecho a abortar es para muchas mujeres más importante que el derecho a votar en las
elecciones, y ha de serles reconocido incluso por aquellos que personalmente jamás
abortarían. En 1985 se aprobó la reforma del Código Penal para cumplir a medias y mal
el programa electoral del PSOE. Desde entonces, tanto los Gobiernos de Felipe
González como de Zapatero se han dedicado a marear la perdiz, diciendo que no era el
momento oportuno y que había que esperar a que los obispos dejasen de vociferar. Pero
los obispos nunca van a dejar de vociferar. Después de 24 años de remilgos, espero que
los socialistas se decidan finalmente a liberalizar el aborto dentro de las primeras
15
semanas del embarazo. Tampoco hace falta ser tan progre para ello. Margaret Thatcher
lo tenía ya perfectamente asumido hace 30 años.
https://uba.academia.edu/CarlosOller
16
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 3 (Viernes 13 de abril)
Tema: Reconstrucción lógica de argumentos. Operaciones de permutación, sustitución,
supresión y adición. Validez y solidez deductiva.
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Identificación de argumentos
Reconstrucción
Evaluación
1
Sócrates –Dime en efecto si cualquier asunto fuera enseñable y no solo
la virtud, ¿no sería necesario que de él hubiera también maestros y
discípulos?
Menón –Me lo parece.
Sócrates –Si por el contrario entonces si de algo no hay maestros ni
discípulos ¿conjeturaríamos bien acerca de ello si supusiéramos que no
es enseñable?
Menón –Así es. Pero, ¿no te parece que hay maestros de virtud?
Sócrates –A menudo he buscado si habría tales maestros pero no
obstante todos mis esfuerzos no logro encontrarlos.
En este fragmento del Menón tenemos un argumento a favor de la tesis según la cual la
virtud no es enseñable y si uno despoja el argumento de los elementos accesorios,
¿cómo quedaría el argumento? Una propuesta es que quede de la siguiente manera:
O no hay necesidad de una vida futura o no hay razón para suponer que
Dios proporcionará una vida futura para corregir las injusticias de esta
vida. En efecto, o hay justicia en esta vida o no hay justicia en esta
vida. Si hay justicia en esta vida, entonces no hay necesidad de una vida
futura. Si no hay justicia en esta vida entonces no hay razón para creer
que Dios es justo. Y si no hay razón para creer que Dios es justo,
entonces no hay razón para creer que Dios proporcionará una vida
futura para corregir las injusticias de esta vida.
2
una vida futura para corregir las injusticias de esta vida‖. Y lo que sigue es la
fundamentación de esa conclusión, esto está indicado lingüísticamente por el ―En
efecto‖. Las últimas oraciones justifican la primera. Entonces, poner el argumento en
forma canónica implica aplicar esta operación de permutación: en este caso, poner lo
que sigue al ―En efecto‖ en primer lugar y poner la primera oración en el último.
En el teórico anterior tratamos una operación que resulta más complicada: la operación
de adición de premisas o conclusión. Los argumentos tal como aparecen en los textos no
suelen incluir todas las premisas necesarias para obtener la conclusión con la pretensión
de quien produjo el texto. A veces, más raramente, no incluyen la conclusión que se
pretende obtener. Es decir, la operación de adición implica una operación hermenéutica,
de interpretación del texto, para reponer aquellos elementos que sensatamente uno
puede suponer que quien produjo el texto tenía en mente pero que se olvidó de incluir o
consideró demasiado obvios como para incluirlos, de manera que el argumento que
resulte de esa operación de adición cumpla con su pretensión inferencial.
¿Cuál es la conclusión que es razonable reponer si uno leyera este pasaje aislado de
Aristóteles? Que es mejor ser gobernado por excelentes leyes que por excelentes
hombres —no que es mejor ser gobernado por leyes que por hombres sin más, ya que si
los hombres fueran excelentes y las leyes malas sería preferible ser gobernado por
excelentes hombres —.
3
Para ilustrar la reposición de premisas implícitas o faltantes habíamos considerado en la
clase anterior uno de los argumentos de Popper contra el historicismo, un argumento
que tenía una pretensión deductiva. Recordemos ese argumento:
4
Para que este esquema se convierta en un esquema deductivamente válido se puede
agregar la siguiente proposición universal propuesta por Urbach:
Este nuevo esquema es deductivamente válido: para cualquier instancia de este esquema
se cumple que no es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión falsa.
De manera que la tercera premisa que omite Popper es, según Urbach, falsa. No solo
Popper no la enuncia explícitamente y no la fundamenta sino que además es una
premisa falsa. Por lo tanto, aunque se reponga esa premisa el argumento de Popper no
resultaría un buen argumento: sería un argumento deductivamente válido, pero no sería
un argumento sólido o correcto (en inglés, sound).
5
Argumento deductivamente sólido o correcto
=
Argumento deductivamente válido con premisas verdaderas
6
Actividad 3
Solo me queda por examinar de qué modo he adquirido esa idea [se refiere a la
idea de Dios], pues no la he recibido por los sentidos y nunca se me ha
presentado inesperadamente como las ideas de las cosas sensibles, cuando tales
cosas se presentan o parecen hacerlo a los órganos externos de mis sentidos.
Tampoco es puro efecto o ficción de mi espíritu, pues no está en mí poder
aumentarla o disminuirla en cosa alguna y por consiguiente no queda sino decir
que al igual que la idea de mí mismo ha nacido conmigo a partir del momento
mismo en que yo he sido creado.
7
situación de que una persona de 50 años estaría totalmente sometida y bajo la
entera jurisdicción de sus padres, de 70 años. Así, pues, los derechos de
propiedad paterna tienen que tener un límite de tiempo. Y deben tener, además,
un límite de clase, ya que a un libertario le resulta grotesco admitir que el
derecho a la autopropiedad incluya el derecho de un padre o una madre a
asesinar o torturar a sus hijos.
Tenemos, por tanto, que constatar que, a partir del nacimiento, la propiedad
paterna/materna no es absoluta, sino que reviste el carácter de fideicomiso o de
protectorado. En síntesis, todos los niños, desde el momento en que nacen y no
están ya, por tanto, dentro del cuerpo de sus madres, poseen el derecho de
autopropiedad, porque ahora son seres distintos y adultos en potencia. Son, pues,
ilegales y entrañan una violación de los derechos del niño las agresiones que sus
padres puedan llevar a cabo contra él mediante mutilaciones, torturas, asesinato,
etc. Por otro lado, el genuino concepto de «derechos» es «negativo», es decir,
delimita las áreas dentro de las cuales nadie puede interferir en las acciones de
una persona. Nadie tiene derecho a forzar a otro a realizar un acto positivo,
porque toda coacción viola el derecho de la persona sobre sí misma y sobre sus
propiedades. Podemos, pues, afirmar que un hombre tiene derecho a su
propiedad (esto es, el derecho a que su propiedad no sea invadida), pero no
podemos,en cambio, decir que todos tienen derecho a un «salario vital», porque
esto significaría forzar a terceros a abonar este salario, lo que equivale a violar
sus derechos. Como corolario, lo dicho significa que, en una sociedad libre, a
nadie se le puede cargar con la obligación legal de hacer algo por otro, ya que se
invadirían sus derechos. La única obligación legal que una persona tiene frente a
otra es respetar sus derechos.
Aplicando nuestra teoría a las relaciones entre padres e hijos, lo hasta ahora
dicho significa que un padre o una madre no tienen derecho a agredir a sus hijos,
pero también que no deberían tener la obligación legal de alimentarlos, vestirlos
y educarlos, ya que tales exigencias serían coactivas y privarían a los padres de
sus derechos. Por otro lado, estos padres no pueden asesinar o mutilar a sus
hijos, y la ley castiga, con toda razón, a quienes lo hacen. Pero a los padres les
asistiría el derecho legal a no tener que alimentar al niño, esto es, a dejarle morir.
En términos estrictos, la ley no puede forzar a un padre a alimentar al hijo para
que pueda vivir. (Repitamos una vez más que se plantea un problema distinto
8
cuando se pregunta si los padres tienen la obligación moral —más que el deber
legalmente exigible— de conservar la vida del niño.) Esta norma nos permite
resolver algunas cuestiones espinosas, entre otras si les asiste a los padres el
derecho a dejar morir (por ejemplo, no dándole alimentos) a un hijo deforme. La
respuesta es, por supuesto, afirmativa, en virtud de un a fortiori derivado del
derecho, mucho más general, de permitir que muera cualquier niño, deforme o
no. (No obstante, como veremos más adelante, en una sociedad libertaria esta
«negligencia» se vería reducida al mínimo gracias a la existencia de un mercado
libre de niños.)
[…]
Si un padre puede tener la propiedad de su hijo (dentro siempre del marco de no
agresión y de libertad de abandono del hogar), puede transferirla a terceros.
Puede dar al niño en adopción, o puede vender sus derechos sobre él en virtud
de un contrato voluntario. En suma, tenemos que enfrentarnos al hecho de que
en una sociedad absolutamente libre puede haber un floreciente mercado libre de
niños. Esto suena a primera vista a cosa monstruosa e inhumana. Pero una
mirada más atenta descubre que este mercado posee un humanismo más elevado.
Debemos empezar por reconocer que existe ya de hecho este mercado infantil,
sólo que, dado que los gobiernos prohiben vender los niños por un determinado
precio, los padres se ven ahora obligados a entregarlos a centros de adopción de
niños libres de cargas. Y esto significa que el mercado de niños existe, sólo que
el gobierno ejerce un control máximo de los precios hasta reducirlos a cero y que
restringe, además, las operaciones mercantiles a unas pocas agencias
privilegiadas y, por tanto, monopolistas. El resultado ha sido un mercado típico,
en el que al rebajar el gobierno los precios del artículo muy por debajo de los del
mercado libre, se produce una gran «escasez» de bienes. La demanda de bebés y
niños es de ordinario muy superior a la oferta. Asistimos diariamente al
espectáculo de la tragedia de personas adultas a quienes agencias de adopción
tiránicas y fisgonas les niegan el gozo de poder adoptar un hijo. Se da a la vez
una amplia demanda insatisfecha de niños por parte de adultos y parejas y un
elevado número de excedentes, de niños no deseados, desatendidos o
maltratados por su padres. Si se permitiera el mercado libre de niños, se
eliminaría este desequilibrio y se llevaría a cabo una transferencia de bebés y de
niños desde padres que no los quieren o no los cuidan a padres que desean
9
ardientemente tenerlos. Todos los implicados: los padres biológicos, los niños y
los padres adoptivos que los compran saldrían ganando en este tipo de sociedad.
10
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 4 (Viernes 20 de abril de 2018)
Tema: Diagramación de argumentos. Diagramas estándar y de Toulmin. Estructuras
básicas: simple, divergente, convergente, enlazada y serial. Diagramación de premisas
implícitas.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
1
Wigmore, J. H. (1913). "The problem of proof". Illinois Law Review 8 (2): 77–103.
2
Toulmin, S. (1958). The uses of argument. Cambridge: Cambridge University Press.
Norteamérica y Canadá. Toulmin es un autor muy interesante que escribió sobre
muchos temas, de manera que es una injusticia rescatarlo solo por este esquema.
Entonces, por una parte tenemos el método de Toulmin y por otro lado tenemos lo
que se suele llamar el método estándar de diagramación de argumentos. El
método estándar de diagramación de argumentos tiene su origen en estos autores
norteamericanos del los años 50, pero como ya les digo, parece tener raíces más
profundas en la historia de la lógica y del análisis del discurso legal. En la
actualidad, también se utiliza en inteligencia artificial. Pero, en la tradición
filosófica de el análisis de la estructura de argumentos, los lugares clásicos en los
últimos veinte años son dos libros de este autor James Freeman, que se llama La
dialéctica y la macroestructura de los argumentos3 y el más reciente se llama La
estructura de los argumentos4. De cualquier modo es un campo de investigación
abierto y al cual se ha añadido últimamente una serie de programas para la
diagramación de argumentos. Pueden jugar con algún programa gratuito de
diagramación de argumentos como Araucaria5 u Ova6.
¿Para qué sirve la diagramación de argumentos? Hasta ahora lo que hemos visto
en el análisis y reconstrucción de argumentos nos permitía distinguir entre
premisas y conclusión. Llegábamos hasta ahí. La conclusión era la oración que
pretendíamos fundamentar y las premisas eran las proposiciones que pretendían
cumplir ese fin de fundamentación. Ahora bien, esto no nos aclara de qué manera
las premisas pretenden cumplir ese fin, es decir, pretenden apoyar a la conclusión.
La diagramación de argumentos lo que hace es tratar de revelar esa cuestión: cómo
las premisas se relacionan entre sí y con la conclusión para cumplir su finalidad de
apoyar o su pretensión de apoyar fundamentar a la conclusión.
3
Freeman, J. B. (1991). Dialectics and the Macrostructure of Argument: A Theory of Argument Structure. Berlin:
Foris.
4
Freeman, J. B. (2011). Argument Structure. Representation and Theory. Dordrecht: Springer.
5
http://araucaria.computing.dundee.ac.uk/doku.php
6
http://ova.computing.dundee.ac.uk
estrechamente relacionado con cuestiones de lógica formal, como vamos a ver
enseguida.
Estructura simple:
1. Dios no existe
1
2. Todo esta permitido
Apoya la conclusión
Tenemos una premisa que apoya a una conclusión, pongamos por caso que 1 es la
proposición ―Dios no existe‖ y que 2 es la proposición ―Todo está permitido‖. Entonces
el argumento ―Dios no existe, por lo tanto todo está permitido‖ puede ser diagramado
mediante este diagrama que tiene una estructura simple, la estructura más elemental que
uno puede tener. Una premisa que apoya a una conclusión.
Antes de seguir les aclaro que la terminología respecto a las estructuras básicas no es
uniforme en todos los autores. Pueden encontrar la misma estructura con otro nombre.
En general vamos a adoptar el nombre que les da Freeman en sus textos, que es el lugar
clásico de análisis de estructuras de argumentos en los últimos veinte, veinticinco años.
Algo que hay que notar es que las flechas indican la relación de apoyo o de
fundamentación, pero no distinguen entre apoyo deductivo y apoyo no deductivo. En
este caso lo que tenemos es una relación de fundamentación no deductiva. Pero
podríamos tener una relación de fundamentación deductiva. Por ejemplo, supónganse
que alguien me dice ―Esta materia no la promociona nadie‖ (todavía no me lo dijeron
pero seguramente lo dirán). Entonces yo tomo la lista de notas y digo ―Miren, Juan
Pérez promocionó, María González promocionó, por lo tanto no es cierto que nadie
promociona esta materia, alguien promociona esta materia.‖ Fíjense que acá la premisa
―Juan Pérez promocionó‖ permite por sí sola inferir deductivamente ―Hay alguien que
promocionó la materia‖ o lo que es equivalente ―No es cierto que nadie promocionó la
materia‖, y del mismo modo ―María González promocionó la materia‖ permite inferir
de manera independiente, deductivamente ahora, que ―No es cierto que nadie
promocionó la materia.‖ Es decir, en la técnica de diagramación de argumentos estándar
la flecha indica la relación de apoyo o de pretensión de fundamentación. Pero no
distingue entre pretensión de fundamentación deductiva y no deductiva. Freeman, como
vamos a ver después, soluciona esto agregando algún elemento más a los elementos
básicos de un diagrama en la tradición estándar de diagramación de argumentos. Por su
parte, Toulmin, en su diagrama, tiene un elemento que se llama modalizador que indica
explícitamente cómo se relacionan los fundamentos de la conclusión con la conclusión.
Bueno, veamos otra estructura básica. Hay veces en que las premisas apoyan a la
conclusión pero en conjunto, no de manera independiente. Cada una por sí sola no
otorga el apoyo pretendido a la conclusión. Este diagrama, esta estructura básica se
llama ―enlazada‖:
1 2
3
A diferencia de lo que sucede con la estructura convergente, las premisas —que en este
diagrama que ponemos como ejemplo son dos, pero podrían que ser más de dos—
apoyan a la conclusión pero no de manera independiente sino de manera conjunta. De
manera que si eliminamos alguna de esas premisas ya no obtenemos el apoyo
pretendido para la conclusión. Un ejemplo sencillo. Vamos a tomar una modificación
del argumento que pusimos para ejemplificar la estructura simple. Supongamos que la
primera premisa es ―Si Dios no existe, todo está permitido.‖ Y la premisa dos es ―Dios
no existe‖ y tres (la conclusión) es ―Todo está permitido‖.
2 Premisa implícita
1
Estructura divergente:
1. El determinismo es verdadero.
1 2. Mis acciones no son libres.
3. Las oraciones contingentes referidas al futuro
tiene un valor de verdad definido en el presente.
2 3
Tengo una proposición que fundamenta dos o más conclusiones. Recuerden que aquí lo
que ponemos como ejemplo es el más sencillo que puede existir de cada estructura
básica. En este caso una misma premisa apoya dos o más conclusiones diferentes.
Supongamos que 1 es la proposición ―El determinismo es verdadero‖. Para
―determinismo‖ vamos a adoptar la definición de Łukasiewicz, que define determinismo
de la siguiente manera: determinismo es la tesis según la cual si una oración es
verdadera en un tiempo T es verdadera en todo tiempo anterior a T. ¿Se ve qué relación
hay con el determinismo en el sentido intuitivo? Vean este ejemplo: ―Me caí en la calle
hoy‖, eso es verdadero hoy a las diez de la mañana, pero si el determinismo es
verdadero esa oración ya fue verdadera en todo tiempo pasado, ya estaba determinado
en todo tiempo pasado y en todo tiempo pasado la oración tenía el valor de verdad
verdadero. Łukasiewicz pretende precisar la noción de determinismo y entonces
propone adoptar esta definición precisa de determinismo que se corresponde más o
menos bien con la caracterización intuitiva. Bueno, ―El determinismo es verdadero‖,
esta es la premisa. Y ella permite fundamentar dos oraciones, la oración ―Mis acciones
no son libres‖ y ―Las proposiciones contingentes referidas al futuro tienen un valor
determinado en el momento presente‖. Esta última oración tiene que ver con el
problema que plantea Aristóteles en De interpretatione, 9. Si yo tengo una oración
como ―Mañana lloverá en Buenos Aires‖, esa es una oración contingente, no es
necesaria como ―Dos más dos es igual a cuatro‖ y es una oración referida al futuro.
Aristóteles en ese texto establece una relación entre esta cuestión semántica —el valor
de verdad de las oraciones contingentes referidas al futuro— con una cuestión
metafísica que es la del determinismo o fatalismo. Si uno sostiene que las oraciones
contingentes referidas al futuro tienen un valor de verdad determinado –verdadero o
falso—en el momento presente, entonces, según una interpretación del texto de
Aristóteles, se está comprometiendo con el determinismo o con el fatalismo.
Estructura serial:
1 1. El determinismo es verdadero.
2. No soy causa primera de mis acciones.
3. No soy libre ni responsable de mis acciones.
Vamos a tratar de aplicar esta técnica en un argumento sencillo que aparece en las
Meditaciones metafísicas, tercera meditación. Les leo el argumento:
Solo me queda por examinar de qué modo he adquirido esa idea [se refiere a la idea
de Dios], pues no la he recibido por los sentidos y nunca se me ha presentado
inesperadamente como las ideas de las cosas sensibles, cuando tales cosas se
presentan o parecen hacerlo a los órganos externos de mis sentidos. Tampoco es
puro efecto o ficción de mi espíritu, pues no está en mí poder aumentarla o
disminuirla en cosa alguna y por consiguiente no queda sino decir que al igual que
la idea de mí mismo ha nacido conmigo a partir del momento mismo en que yo he
sido creado.
[5] Si no puedo agregar ni quitar nada a una idea, entonces esa idea no es
una ficción de mi espíritu.
[7] Toda idea es, o bien innata, o bien una ficción de mi espíritu, o bien una
idea que he recibido de los sentidos.
[8] La idea de Dios es, o bien innata, o bien una ficción de mi espíritu, o bien
una idea que he recibido de los sentidos.
3 6 8
Actividad 4
Se le muestran cuatro cartas, cada una de las cuales tiene un número escrito
en una de sus caras y una letra en su otra cara. Las caras visibles de las cartas
son las siguientes:
Actividad 5
Mary es una científica brillante que está, por alguna razón, forzada a
investigar el mundo desde un cuarto blanco y negro a través del
monitor de un televisor en blanco y negro. Se especializa en la
neurofisiología de la visión y adquiere, supongamos, toda la
información física que hay para obtener acerca de lo que sucede
cuando vemos tomates maduros, o el cielo, y usa términos como
"rojo", "azul", etc. Ella descubre, por ejemplo, exactamente qué
combinación de longitudes de onda del cielo estimulan la retina, y
exactamente cómo esto produce a través del sistema nervioso la
contracción de las cuerdas vocales y la expulsión de aire de los
pulmones que resulta en la pronunciación de la oración "El cielo es
azul". [...] ¿Qué sucederá cuando Mary sea liberada de su cuarto
blanco y negro o se le dé un televisor con un monitor en color?
¿Aprenderá algo o no? Parece obvio que aprenderá algo acerca del
mundo y nuestra experiencia visual de él. Pero entonces es
innegable que su conocimiento previo era incompleto. Pero tenía
toda la información física. Ergo, hay algo más a tener que eso, y el
fisicalismo es falso.
7
Jackson, Frank (1982). “Epiphenomenal qualia”. Philosophical Quarterly 32 (April):127-136.
acerca de la visión de los colores cuyo carácter no es físico, entonces esa
información será sobre una propiedad de la experiencia de ver colores que
no es física. ⑥ Fuera del cuarto, Mary adquiere nueva información sobre
una propiedad de la experiencia de ver colores que no es física. ⑦ Si la
experiencia de ver colores tiene una propiedad que no es física, entonces el
fisicalismo es falso. ⑧ El fisicalismo es falso.
Hasta ahora hemos visto casos en los que una serie de proposiciones, que no
conformaban un argumento (en el sentido intuitivo del término) por sí mismas,
apoyaban a una conclusión. Hay otro tipo de estructuras argumentativas en las cuales el
apoyo para la conclusión de un argumento está dado por otro argumento. Esto también
tiene un reflejo en la lógica formal, porque hay una serie de reglas de inferencia —el
número de esas reglas depende de la presentación particular de la lógica que estén
viendo— que trabajan de esta manera. Es decir se apoya una conclusión —en este caso
la conclusión va a ser una fórmula de un lenguaje formal, como el lenguaje de la lógica
proposicional o el lenguaje de la lógica de predicados— basándose en un argumento.
De manera que lo que tenemos en estas reglas es lo que se suele llamar un
subargumento o subderivación que apoya la conclusión de un argumento. Estas reglas
reflejan maneras de argumentar que no son novedosas sino que aparecen ya en la
filosofía y en la matemática antigua.
1
―On the Rules of Suppositions in Formal Logic”. Studia Logica 1, 1934 pp. 5–32.
1
matemáticos cuando hacen sus demostraciones no lo hacen basándose en esos sistemas
axiomáticos sino que suelen argumentar a partir de supuestos, una forma de argumentar
que ellos tratan de reflejar en sus sistemas. En efecto, dice Jaśkowski:
Por ello, el estudio de este tipo de argumentos tiene importancia para que ustedes
entiendan lo que hacen cuando escriben las derivaciones. Suele suceder que luego de un
curso de lógica formal muchxs estudiantes pueden hacer derivaciones de manera
satisfactoria. Pero sin entender lo que están haciendo. Entonces, cuando se les presenta
un argumento del lenguaje natural, en el cual se instancia esta manera de argumentar, no
reconocen que la manera de argumentar es la misma que está representada formalmente
por una regla de la lógica proposicional o de predicados. Por ejemplo, no se dan cuenta
que un argumento determinado es una instancia de razonamiento por reducción al
absurdo. Pero sí pueden hacer una derivación en la cual la regla principal es la regla que
refleja esta manera de razonar, la regla de introducción de la negación. Es decir, que
aprenden mecánicamente a hacer derivaciones, pero no saben qué están haciendo. Por
2
―Untersuchungen über das logische Schliessen‖. Mathematische Zeitschrift, 39, pp.176-210, pp. 405-
431. Traducido al inglés en Szabo, M. (1969) The Collected Papers of Gerhard Gentzen, Amsterdam:
North-Holland, pp. 68–131.
2
ello, tiene importancia que reconozcan la contraparte no formal de la regla que codifica
esa estrategia argumentativa.
Vamos a aclarar una cuestión terminológica. Se puede hacer una distinción entre dos
tipos de supuestos. En el texto de GAMUT todos se llaman supuestos, tanto las
premisas como las hipótesis provisorias. Pero podemos hacer una distinción útil.
Tenemos por un lado supuestos iniciales o premisas. Los supuestos iniciales o premisas
son aquellos supuestos que yo acepto sin más. Son supuestos que no cuestiono, de los
cuales parto, en los cuales creo. Por otro lado tengo otro tipo de supuestos que son de
este segundo tipo: supuestos provisorios. En el lenguaje natural se caracterizan por estar
precedidos por expresiones del tipo de ―Supongamos que …‖ , ―Supóngase que …‖. En
el texto de GAMUT tanto a las premisas como a las hipótesis provisorias se las llama
supuestos.
Supuestos
Pero uno puede hacer esta diferenciación entre aquellas fórmulas de las cuales uno parte
y que no debe, en términos técnicos, cancelar, y aquellas fórmulas que son supuestos
provisorios, es decir, fórmulas que uno acepta provisoriamente pero que debe luego
cancelar antes de llegar a la conclusión.
3
depender de las premisas en las que sí creo y también de este supuesto: lo que concluyo
no va a depender sólo de las premisas sino también de los supuestos provisorios que
haya introducido. Entonces si yo quiero que mi conclusión dependa solo de las premisas
tengo que hacer alguna operación que cancele los supuestos provisorios. Intuitivamente,
esto quiere decir que tengo que lograr que la conclusión ya no dependa de que el
supuesto provisorio sea verdadero o no. Esto es lo que afirma Jaśkowski: ―[La
conclusión de un argumento hipotético] no depende de ningún supuesto. Seguiría siendo
verdadera incluso en el caso en el que los supuestos usados fueran falsos.‖3
Podemos dar el ejemplo de alguien que está intentando planificar sus finanzas.
Entonces dice ―Supongamos que la inflación se mantiene en un veinte por ciento este
año‖, entonces uno con ese supuesto más otras premisas adicionales concluye que ―Me
conviene hacer un plazo fijo‖ o ―Me conviene comprar oro en el Banco Ciudad‖ o lo
que fuere. Pero esa conclusión depende del supuesto de que la inflación se mantendrá en
el veinte por ciento. Si no se mantiene en el veinte por ciento quizás me convenga hacer
otro tipo de inversión. Entonces la pregunta es: ¿qué puedo concluir que no dependa de
la verdad o la falsedad eventual de ―la inflación se mantendrá en el veinte por ciento‖?
¿Puedo concluir algo? Sí, puedo concluir sobre la base de este argumento que ―Si la
inflación permanece en el veinte por ciento anual, entonces me conviene comprar oro en
el Banco Ciudad‖. La conclusión no es una conclusión categórica sino condicional. Dice
―Si la inflación se mantiene en el veinte por ciento entonces…‖. Es decir, no afirmo
categóricamente el antecedente sino que afirmo que si se da el antecedente del
condicional, entonces se da su consecuente. Si efectivamente el consecuente se infiere
deductivamente del antecedente del condicional, entonces —por definición de
inferencia deductiva (válida)— no puede suceder que el antecedente sea verdadero y el
consecuente falso. Pero eso significa —por la tabla de verdad del condicional— que el
condicional ―Si φ, entonces ψ‖ no puede ser falso, independientemente de cuál sea el
valor de verdad de φ.
Veamos un ejemplo trivial: supongamos que hay número par de estrellas en la Vía
Láctea. No sabemos cuántas hay en realidad pero de este supuesto se puede concluir,
con la ayuda de premisas matemáticas elementales, que el sucesor inmediato del
3
Jaśkowski, Op. Cit., p.6.
4
número de estrellas que hay en la vía Láctea es impar. Porque el sucesor inmediato de
un número par es impar. Entonces, ¿qué puedo concluir que no dependa (de la verdad)
del supuesto? Algo que puedo concluir, el condicional: ―Si hay un número par de
estrellas en la vía Láctea, entonces el sucesor inmediato de ese número es impar‖.
En esta notación para indicar que el supuesto ya ha sido cancelado se cierra el arco, al
cerrar el arco lo que queda encerrado en él es lo que se suele llamar en lógica
matemática una subderivación o subargumento.
5
Otra manera de argumentar clásica que apoya una conclusión en un argumento es la que
se suele llamar reducción al absurdo o si quieren decirlo en latín reductio ad absurdum.
Es una forma de argumentar que estos lógicos que presentan la lógica de primer orden
como un sistema de deducción natural recogen en sus sistemas. Intuitivamente, ¿cuál es
la estructura de un argumento por reducción al absurdo? Es la siguiente. Ustedes
postulan un supuesto φ y, si a partir de ese supuesto y las premisas de las que parten
pueden inferir deductivamente una contradicción explícita como (ψψ), entonces
están autorizados a concluir φ. En el libro de GAMUT, la expresión formal de esto es
la siguiente: suponemos φ —e indicamos gráficamente que es un supuesto provisorio
dibujando un ángulo recto a su izquierda— y si a partir de φ llegamos a una
proposición que vamos a llamar falsum, entonces podemos inferir φ. La característica
semántica de esta constante proposicional que se simboliza con es que es siempre
falsa. Se llama falsum (lo falso), utilizando un término latino. Es una proposición que es
siempre falsa; por ejemplo, una contradicción explícita de la forma y no-.
6
Hay que aclarar que reductio tiene un significado estricto que es el de reducción al
absurdo, pero que a veces se usa en un sentido amplio. La reductio puede ser una
reductio más débil, una reductio a lo falso. Es decir, si uno parte de un supuesto y llega
a algo falso —no necesariamente a una contradicción— concluye que ese supuesto es
falso. Hay reductios más débiles todavía, reductio ad incomodum, que consiste en
mostrar al interlocutor que aquello que está sosteniendo lo lleva a tener que sostener
otra tesis que no está dispuesto a sostener.
Si φ, entonces ψ.
No-ψ.
No-φ.
Un ejemplo sencillo muestra el carácter intuitivo de la regla del modus tollens: ―Si 15 es
múltiplo de 4, entonces 15 es múltiplo de 2. 15 no es múltiplo de 2, por lo tanto 15 no es
múltiplo de 4‖.
7
[φ]
.
.
.
y no-
No-φ
8
¿Cuál es la estructura del argumento de Anselmo en tanto argumento por reducción al
absurdo? El diagrama estándar desplegado del argumento es, de acuerdo a lo anterior, el
siguiente:
Por otra parte, el diagrama estándar sin desplegar de este argumento por reducción al
absurdo es el siguiente:
Veamos ahora otro esquema argumental que también involucra el uso de supuestos.
Comenzaremos con un ejemplo de esta estrategia argumental. Les voy a leer un
9
fragmento de la Apología de Sócrates y les voy a pedir que me digan cuál es la
estructura del argumento que aparece aquí. Se trata del pasaje 40c-41c. Es el final de la
Apología de Sócrates. Sócrates ha sido condenado a beber la cicuta y, entonces, se
dirige a los jueces y formula un argumento:
¿Cuál es el argumento que está formulando Platón? ¿Cuál es su conclusión y cuáles sus
premisas?
Profesor: ―La muerte es un bien‖. Esa es la conclusión, conclusión que, por lo menos en
el pasaje que leímos, no está explícita pero que si reconstruimos el argumento
deberíamos reponer. ¿Cuál es la fundamentación de esa conclusión? Una de las
premisas es justamente que ―O bien la muerte es como un dormir sin sueños o bien la
10
muerte es un paso de este lugar a otro lugar en el cual nos encontraremos con los que
han muerto antes y en particular con los grandes hombres de ayer, hoy y siempre‖.
Entonces, la estructura de esa premisa en lenguaje natural es:
O bien se da φ o bien se da ψ
Sócrates dice no saber cuál de esas dos alternativas es la que es efectivamente el caso.
No sabe si la muerte es como un dormir sin sueños, una especie de Nirvana, o si es el
paso de este mundo a otro mundo en que nos encontraremos con grandes hombres de
ayer, hoy y siempre. Entonces, introducimos un primer supuesto por el cual se supone
que la muerte es una especie de paso a un Nirvana. A partir de ese supuesto y de otras
proposiciones como, por ejemplo, la proposición que dice que ―El dormir sin sueños
constituye una gran felicidad propia del Gran Rey‖ se infiere una conclusión: ―La
muerte es un bien‖.
Pero Sócrates dice no saber cuál de esas dos alternativas es la que efectivamente se da.
Entonces, procede a considerar la segunda alternativa. ¿Qué pasaría si la muerte fuese
un paso de este lugar en el que estamos a otro lugar en el que están todos los que han
muerto antes? De ese supuesto más otras premisas que Sócrates apoya, como ―Si en ese
lugar están todos los que han muerto antes, también están los grandes hombres de ayer
hoy y siempre‖, ―Es bueno dialogar con los grandes hombres de ayer, hoy y siempre
para ver si efectivamente eran sabios o eran unos chantas‖, ―La oportunidad de
examinar a los grandes hombres de ayer, hoy y siempre constituiría una grandísima
felicidad‖, concluye que la muerte, en ese segundo caso, también sería un bien. La
conclusión final de Sócrates es que, por lo tanto, en cualquier caso —en cualquiera de
los dos casos planteados— la muerte sería un bien. Noten que esta conclusión ya no
depende de ningún supuesto, ni del primero ni del segundo.
11
casos sea no solamente válida sino también sólida, la primera premisa tiene que ser una
premisa verdadera. Si uno se olvida de alguna alternativa entonces la premisa no es
verdadera y se comete una falacia que se llama falacia de olvido de alternativas o falso
dilema. El argumento sigue siendo válido pero la premisa disyuntiva es falsa, y entonces
no podemos asegurar la transmisión de verdad a la conclusión. Y se trata de una falacia
que no es una falacia formal sino una falacia no formal. Porque el argumento es
formalmente válido. Pero, claro, puede no ser sólido. En el razonamiento por casos lo
que tenemos que asegurar para que la premisa disyuntiva sea verdadera es que las
alternativas sean conjuntamente exhaustivas, es decir que en conjunto abarquen todas
las posibilidades o alternativas que hay que considerar.
Aclaremos que pueden ser más casos, tres, cuatro, n alternativas. No necesariamente en
una demostración por casos hay solo dos alternativas, puede haber más aunque en este
ejemplo, en el argumento platónico, hay dos.
Lo primero que tienen que percibir es que se trata de una estructura enlazada que
necesita tanto de la premisa disyuntiva como de las dos subderivaciones para inferir
válidamente la conclusión final. Lo tienen que diagramar de manera que se vea que esto
es efectivamente un argumento que tiene una estructura enlazada. Uno de los elementos
12
de esa estructura enlazada es la premisa disyuntiva. Necesitan también las dos
subderivaciones o subargumentos que ponemos encerradas en cajas.
También es posible dibujar una variante del diagrama estándar de esta estrategia
argumental que está más en consonancia con la formulación de la regla de eliminación
de la disyunción tal como aparece en el GAMUT. La regla de eliminación de la
disyunción es la codificación de esa estrategia argumental en el sistema de deducción
natural que aparece en ese texto y allí se formula así:
( )
( )
( )
13
Solución de la Actividad 5
Mary es una científica brillante que está, por alguna razón, forzada a
investigar el mundo desde un cuarto blanco y negro a través del
monitor de un televisor en blanco y negro. Se especializa en la
neurofisiología de la visión y adquiere, supongamos, toda la
información física que hay para obtener acerca de lo que sucede
cuando vemos tomates maduros, o el cielo, y usa términos como
"rojo", "azul", etc. Ella descubre, por ejemplo, exactamente qué
combinación de longitudes de onda del cielo estimulan la retina, y
exactamente cómo esto produce a través del sistema nervioso la
contracción de las cuerdas vocales y la expulsión de aire de los
pulmones que resulta en la pronunciación de la oración "El cielo es
azul". [...] ¿Qué sucederá cuando Mary sea liberada de su cuarto
blanco y negro o se le dé un televisor con un monitor en color?
4
Jackson, Frank (1982). “Epiphenomenal qualia”. Philosophical Quarterly 32 (April):127-136.
14
¿Aprenderá algo o no? Parece obvio que aprenderá algo acerca del
mundo y nuestra experiencia visual de él. Pero entonces es
innegable que su conocimiento previo era incompleto. Pero tenía
toda la información física. Ergo, hay algo más a tener que eso, y el
fisicalismo es falso.
Solución:
El diagrama correspondiente a esta reconstrucción del argumento es el
siguiente:
②___________③
④__________⑤
⑥__________⑦
15
Actividad 6
https://uba.academia.edu/CarlosOller
16
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 6 (Viernes 18 de mayo)
Tema: Contraargumentos. Esquema de Toulmin. Argumentos derrotables. Excepciones
y recusaciones.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Hasta ahora hemos visto proposiciones que apoyan a otras proposiciones y argumentos
que apoyan a proposiciones, pero también es posible utilizar un argumento para atacar a
otro argumento. Un contraargumento es un argumento que ataca o critica a otro
argumento. Es posible presentar objeciones o críticas a un argumento de diversas
maneras, pero cuando esas críticas se expresan bajo la forma de un argumento estamos
en presencia de un contraargumento.
1
totalidad de esos objetos, ya que esa totalidad absoluta, como tal, nunca es dada en la
experiencia”1
Tesis
Prueba
Antítesis
Prueba
Supóngase que [el mundo] tiene un comienzo. Como el comienzo es una existencia a la
que precede un tiempo en que la cosa no es, debe haber precedido un tiempo en el que
el mundo no estaba, es decir, un tiempo vacío. Ahora bien, en un tiempo vacío no es
posible ningún surgimiento de cosa alguna; porque ninguna parte de un tiempo tal tiene
en sí, más que otra [parte cualquiera], condición alguna distintiva de la existencia, antes
que de la inexistencia (ya se suponga que [esa condición] surge por sí misma, o por otra
causa).Por tanto, bien pueden comenzar en el mundo algunas series de cosas, pero el
mundo mismo no puede tener comienzo alguno, y por consiguiente es infinito con
respecto al tiempo pasado.
Actividad 7
1
Introducción a Kant, I. (2009) Crítica de la Razón Pura. Buenos Aires: Colihue, p. LVI
2
indique qué tipo de contraargumento es: El embrión es un ser humano desde el
momento de la concepción. Matar a un ser humano es un homicidio. Abortar es
eliminar un embrión. Por lo tanto, abortar es un homicidio.
En este texto Toulmin presenta lo que se suele llamar “el esquema de Toulmin” o “el
método de Toulmin”, que corresponde o refleja su concepción de la lógica y la
argumentación. El libro Los usos del argumento tiene como finalidad criticar la lógica
formal como instrumento para analizar los argumentos de la vida cotidiana y de
disciplinas que no son disciplinas formales. En ese momento (1958) ya la lógica
matemática habría logrado madurez y grandes éxitos, de manera que el libro fue muy
impopular en un principio dado que iba contra la corriente de pensamiento filosófico
respecto de la lógica que era todavía hegemónica en ese momento.
2
Toulmin, S. (1958). The uses of argument. Cambridge: Cambridge University Press.
3
De manera que la idea es que la tarea de la lógica es estudiar estas condiciones
generales para presentar, defender, atacar y decidir casos en general, y no solamente
casos legales. El tribunal es el de la razón dialéctica, la razón que regula y dirige los
intercambios entre alguien que defiende una tesis y alguien que se opone a ella. Esta
concepción de la lógica se refleja en lo que se suele llamar el “esquema de Toulmin”
que es un esquema general que describe este proceso de plantear una tesis, atacarla,
defenderla y decidirla para cualquier tipo de argumentación, tanto deductiva como no
deductiva. Según sostiene Toulmin, en una entrevista que le hacen, este diagrama es un
diagrama extraído de la práctica argumentativa efectiva que, dice Toulmin, puede
cambiar. Así como las prácticas argumentativas particulares en las disciplinas cambian
—por ejemplo, lo que se consideraba una buena demostración en matemática en el siglo
XVII quizás no pasaría los estándares del siglo XX— de la misma manera este esquema
general podría cambiar. Pero, según sostiene, todavía no cambió.
4
Entonces, la garantía funciona como una regla de inferencia. Fíjense que, en casos como
este la regla de inferencia no es una regla de inferencia formal, del tipo “Si usted tiene
una formula de la forma (φ→ψ) y tiene otra fórmula de la forma φ, puede inferir una
fórmula de la forma ψ”. En el ejemplo que estamos tratando, tenemos una regla de
inferencia, nos dice Toulmin, material. ¿Qué quiere decir "material"? Que no está
despojada de contenido sino que, justamente, es una regla con un contenido específico.
Esta concepción del papel de lo que Toulmin llama “garantía” ha sido criticada.
Algunos críticos sostienen que lo que está haciendo Toulmin es escribir un silogismo de
otra manera. Que está escribiendo de otra manera el siguiente silogismo:
La respuesta de Toulmin es que esto es un error: confundir una regla de inferencia con
una premisa adicional es un error que ya se había marcado en el diálogo de Lewis
Carroll que les había mencionado, Lo que la tortuga le dijo a Aquiles 3. Lo que Toulmin
responde es que no está reescribiendo un silogismo de otra manera sino que está
haciendo una distinción que es esencial. Lo que la tortuga le dijo a Aquiles es un
diálogo al estilo platónico en el cual hay dos personajes, la tortuga y Aquiles. De
manera que, como suele suceder con textos de formas que no son las habituales, hay
toda una industria interpretativa acerca de qué es lo que se quiso decir allí Carroll. Una
de las interpretaciones es esta que dice que lo que se intenta decir allí es que no se deben
confundir reglas de inferencia con premisas adicionales.
3
Carroll, Lewis (1895). "What the Tortoise Said to Achilles". Mind. 104: 691–693.
5
entonces tiene que ser verdadera la conclusión. Si es verdad que si ocho es múltiplo de
cuatro entonces es múltiplo de dos, y es verdad que ocho es múltiplo de cuatro, entonces
también tiene que ser verdad que ocho es múltiplo de dos, por el significado del
“si…entonces”. Entonces, se dice en el diálogo, añadamos esta fundamentación al
argumento original como una premisa adicional. Pero sucede que ahora tenemos un
nuevo argumento que tiene tres premisas y una conclusión. La conclusión sigue siendo
la conclusión original. Y ahora, ¿este nuevo argumento, por qué lo tengo que aceptar?
Podemos agregar una nueva premisa que dice que si la primera premisa es verdadera, la
segunda es verdadera y la tercera que acabamos de agregar es verdadera, entonces
también tiene que ser verdadera la conclusión. El problema ahora es que se nos generó
un argumento nuevo que no es ninguno de los dos anteriores y para el cual uno
requeriría justificación. Si seguimos de esta manera vamos a caer en un regreso al
infinito. Este regreso al infinito surgió por creer que una regla es una premisa adicional.
Es decir que la regla del modus ponens, cuando uno razona en un argumento particular
de esa forma, es una premisa adicional que uno tiene que añadir a su argumento para
justificar por qué acepta la conclusión habiendo aceptado las premisas. Esta idea que
parece sensata nos conduce a un regreso al infinito que surge de haber creído que las
reglas de inferencia son premisas adicionales o funcionan como premisas adicionales
supuestas en el argumento. Por ello, Toulmin sostiene que la garantía, que en su
ejemplo es una regla de inferencia material, no tiene el estatus de una premisa adicional,
sino que tiene el estatus de este boleto inferencial que nos permite pasar de premisas a
conclusión.
6
Hasta acá tenemos la siguiente descripción parcial del diagrama de Toulmin:
D C
(Datos) (Conclusión)
G
(Garantía)
R
(Respaldo)
Dos elementos que faltan en la presentación original de los diagramas estándar, y que sí
aparecen en el diagrama de Toulmin, son por un lado la indicación de qué tipo de
conexión hay entre los datos y la pretensión, los datos y la conclusión. Nosotros
habíamos hecho una distinción entre argumentos deductivos y argumentos no
deductivos y habíamos planteado el problema siguiente: en el lenguaje natural no hay
locuciones inferenciales que distingan lo deductivo de lo no deductivo. No hay un “por
lo tanto” deductivo y un “por lo tanto” no deductivo. Entonces, a menos que lo
aclaremos explícitamente, debemos decidir nosotros con qué tipo de argumento
estamos tratando, si es un argumento deductivo o un argumento no deductivo. Eso se
puede explicitar incluyendo además de esos nexos inferenciales habituales como “por
lo tanto”, “de esto se sigue”, etc., expresiones que indiquen efectivamente cuál es la
cualidad del nexo inferencial. Entonces, en el caso de un nexo inferencial deductivo,
uno puede decir “por lo tanto” pero calificando ese nexo inferencial con una expresión
modal como “necesariamente”. Aquí el “necesariamente” no califica a la conclusión
sino que califica al nexo, a la conexión entre premisas y conclusión. El elemento que
cumple esta función en el diagrama de Toulmin es una expresión M que se llama
modalizador o calificador modal y que justamente indica la cualidad del nexo —no la
cualidad de la conclusión, sino qué tipo de conexión hay entre premisas y conclusión, si
es una conexión necesaria o si es una conexión meramente plausible, si es una conexión
7
probable, etc—. Este modalizador lo que modaliza no es la conclusión —no dice que la
conclusión es necesaria o probable o plausible— sino que califica la inferencia, el nexo
inferencial entre premisas y conclusión.
En el diagrama aparece, además, otro elemento muy novedoso para la época en que
Toulmin escribe y que ha tenido repercusiones en la lógica de las últimas décadas, que
es lo que vamos a llamar “excepciones”. Las excepciones explicitan que esta conexión
entre los datos y la pretensión se da salvo que se de E, que enuncia una excepción o
salvedad. Esto tiene que ver con que en general los argumentos que se formulan en la
vida cotidiana y en las distintas disciplinas siempre hay posibles excepciones que
muchas veces no están explicitadas en el argumento, pero que podrían hacer caer la
relación inferencial.
Terminemos con el caso que da Toulmin. Recordemos que era el siguiente: Harry nació
en Las Bermudas. De ahí concluimos que Harry tiene derecho a la nacionalidad
británica, se nos dice que este paso inferencial se justifica en la garantía que establece
que los nacidos en Las Bermudas tienen derecho a la nacionalidad británica y alguien
puede preguntarse por qué esta garantía es adecuada en este caso. Se nos responde que
lo es debido a tal o cual inciso del Acta de Nacionalidad Británica. El modalizador lo
que nos dice es que probablemente, presumiblemente, Harry tiene derecho a la
nacionalidad británica. ¿Por qué el “presumiblemente”? ¿Por qué el nexo inferencial no
es un nexo deductivo? Porque hay excepciones. En este caso, excepciones tales como
que ninguno de los dos padres de Harry sean británicos. Entonces, aunque haya nacido
en Las Bermudas, no tiene derecho a la nacionalidad británica. Una excepción como
esta lo que hace es cortar el nexo inferencial. Impide el pasaje de los datos a la
pretensión.
El diagrama de Toulmin para este ejemplo es el siguiente:
8
Este diagrama instancia la siguiente forma general:
9
El problema con las excepciones que se plantea aquí es que esta es una situación
habitual en los argumentos que no son ni argumentos lógicos ni matemáticos. Tiene que
ver con un concepto que Toulmin trae a cuento y que lo extrae de la literatura legal, es
el concepto de derrotable, rebatible, anulable (defeasible). En el autor que Toulmin cita
—H. Hart — esta noción no se aplica a los argumentos sino a los conceptos legales.
Toulmin traslada este concepto a los argumentos. La idea es que los conceptos legales,
como el concepto de contrato, se definen dando algunas características paradigmáticas
que tiene el concepto. Uno puede encontrar escritos que tienen todas las características
de un contrato y que sin embargo uno no considera que sean contratos. ¿Por qué?
Porque el legislador lo que hace es dar algunas características paradigmáticas. No puede
dar todas las características definitorias, ni todas las excepciones que hacen que un texto
no sea un contrato. Entonces, esto implica que los conceptos legales son derrotables,
anulables, etc. Lo mismo pasa con la argumentación en general, salvo en esas
disciplinas formales. Hay excepciones que han sido consideradas por quien formuló el
argumento pero es imposible considerar todas las excepciones. Para dar un ejemplo
legal, ustedes tienen un código y el código dice que los que cometan homicidio serán
condenados, supongamos, de tres a treinta años de prisión. Entonces uno dice, bueno,
Juan cometió un homicidio, acá tienen esta norma legal, esta norma justifica la
conclusión “Juan será o debe ser condenado a una pena de prisión de tres a veinte años”.
Pero las normas legales suelen tener excepciones. Algunas de esas excepciones han sido
contempladas por el legislador y aparecen en el mismo código. Por ejemplo, en este
caso una excepción que rompería el nexo inferencial sería que Juan fuera menor de
edad. El legislador contempló este caso y lo incluyó en el código penal en una sección
especial donde están enumeradas las excepciones. Una excepción contemplada es la de
los menores de edad, que no podrán ser condenados a penas de prisión. Un legislador no
puede contemplar todas las posibles excepciones, contempla algunas y otras se las
olvida. Esto hace que casi todo argumento, y no solamente los del campo jurídico, por
más minuciosa que sea su expresión, pueda ser derrotado. Es decir, uno tiene como
característica de toda esta clase de argumentos su derrotabilidad, rebatibilidad,
anulabilidad, distintas expresiones que pretenden traducir la expresión inglesa
defeasibility.
Toulmin trae este concepto de “derrotabilidad” del discurso legal a la lógica entendida
en este sentido amplio. Este concepto ha tenido mucho éxito en los últimos treinta años
10
en la lógica que se hace desde la inteligencia artificial. Justamente, si se pretende
reflejar cómo razona la gente en condiciones normales a esta característica es
indispensable tenerla en cuenta. Uno generalmente trabaja en presencia de información
incompleta y obtiene conclusiones que son sensatas, plausibles, teniendo en cuenta ese
estado de información que uno tiene. Pero uno está dispuesto a revocar, anular, derrotar,
las conclusiones que ha sacado si le llega nueva información que hace poco sensato
seguir sosteniendo la antigua conclusión. Esto ha abierto un campo de investigaciones
de la lógica que es este de las lógicas derrotables, que estudia cómo puede uno a través
de un formalismo lógico representar este tipo de argumentos. Esta característica de
anulabilidad queda introducida en el diagrama de Toulmin por esta categoría que son las
excepciones.
¿Cuál es el problema aquí? El problema es que, en realidad, uno podría decir que están
mal expresadas las premisas. Cuando uno dice “Las aves vuelan”, lo que está diciendo
es “Típicamente, las aves vuelan” o, quizás, “Las aves típicas vuelan”. Entonces, hay
casos atípicos de aves que no vuelan: los pingüinos, los emúes, toda una serie de aves
que no vuelan. Alguien podría decir: “Usted se ha expresado mal, exprésese bien”. Pero
el problema es el siguiente: en general, no en todos los casos, expresarse bien hace
11
imposible la comunicación. ¿Por qué? Hay tantas excepciones que si uno quisiese
expresarse bien y tratase de enunciar todas las excepciones —“Todas las aves, excepto
los emúes, los pingüinos, las aves enfermas, las que están en una jaula muy pequeña, las
que están debajo de una roca, los avestruces, etc. etc.”— no terminaría nunca de
formular la primera premisa. Entonces, lo que uno hace es formular la premisa sabiendo
que hay excepciones pero mencionando, en todo caso, algunas de ellas.
Supongamos que tenemos dos proposiciones, una estructura simple, y tenemos que
diagramar la contraparte del modalizador del esquema de Toulmin. Una manera de
diagramarlo es la que usa Freeman en la obra que les cité. Consiste en dibujar un
cuadrado en el que aparece el modalizador y lo conecta con la flecha. Eso indica que
tipo de enlace inferencial uno pretende tener en este caso. Por ejemplo aquí el
modalizador sería “necesariamente”. Tengo 1 y 1 apoya necesariamente, de manera
deductiva, a 2.
12
1
Necesariamente
El modalizador nos va a indicar qué tipo de apoyo inferencial dan las premisas a la
conclusión. Entonces, uno puede poner “necesariamente”, “probablemente”, “con una
probabilidad del veinte por ciento”, lo que sea el caso.
Lo que ahora nos falta por incluir en este esquema son las excepciones. En el esquema
de Toulmin no hay distinción entre tipos de excepciones. Pero es habitual, a partir de los
escritos de John Pollock4, hacer una distinción que es bastante evidente entre dos tipos
de excepciones, dos tipos de derrotadores —el término que se usa en inglés es
defeaters—. Yo puedo tener derrotadores de dos tipos: refutaciones (rebutting
defeaters) y recusaciones (undercutting defeaters). Yo puedo derrotar la conclusión
trayendo a cuento las excepciones que hagan que sea sensato sostener la negación de la
conclusión original. En el ejemplo de Tweety, dada la información que tengo a mi
disposición, formulo el siguiente argumento: “Tweety es un ave. Las aves vuelan. Por lo
tanto, Tweety vuela”. Alguien me proporciona nueva información: “Mirá que Tweety es
un pingüino y los pingüinos no vuelan”. Ahora resulta sensato retractar la conclusión
original y adoptar como nueva conclusión la negación de la antigua conclusión. La
conclusión original era “Tweety vuela” y ahora yo sensatamente adopto la
contradictoria “Tweety no vuela”. Entonces esas excepciones que traje a cuento
derrotaron la conclusión original y me llevan a concluir la contradictoria de esa
conclusión.
John Pollock señala que hay otro tipo de derrotabilidad en la cual lo que se derrota no es
la conclusión sino el nexo inferencial. La excepción o la premisa nueva lo que hace no
4
Pollock, J. (1974) Knowledge and Justification, Princeton: Princeton University Press.
13
es llevarme a concluir la contradictoria de la que había concluido antes. En este tipo de
casos no es eso lo que es sensato hacer, sino que lo sensato es cuestionar el nexo
inferencial. Supónganse que en un juicio tienen una testigo que lleva anteojos nuevos.
La testigo ha testificado que vio a Juan entrar al lugar del crimen poco antes del
momento del crimen. Entonces, el abogado defensor le pregunta “¿Desde cuándo usted
usa anteojos?” y “¿Tenía anteojos en el momento en el que usted dice haber visto entrar
a Juan en el lugar del crimen?”. Ella responde “Ah, no, estos son nuevos, a pesar de que
era casi ciega no usaba anteojos ni lentillas por coquetería”. Esta nueva información,
¿qué nos induce a concluir? No nos induce a concluir la contradictoria de la proposición
que habíamos inferido antes que era “Juan cometió el crimen”. Nos lleva a cuestionar el
nexo inferencial. El testimonio de María no da suficiente apoyo a la conclusión “Juan
cometió el crimen”. Pero tampoco da apoyo a la conclusión “Juan no cometió el
crimen”. Entonces esta nueva información lo que hace es derrotar el pretendido apoyo
que la o las premisas dan a la conclusión. Pero no nos lleva a adoptar la contradictoria
de la antigua conclusión. En el primer caso de Tweety lo que quedaba derrotado era la
conclusión. En este caso lo que queda derrotado no es la conclusión, lo que queda
derrotado es el pretendido apoyo que “María vio entrar a Juan al momento del crimen”
le daba a la conclusión “Juan cometió el crimen”. ¿Se ve la diferencia entre las dos?
Otro ejemplo, que es el que dan Chisholm y Pollock, es algo así como: “¿De qué color
es la campera? Es roja. ¿Por qué afirmo que es roja? Porque la veo roja”. La premisa es
“Yo veo la campera de color rojo” y concluyo “La campera es de color rojo”. Ahora
bien, supongan que están en una discoteca y les están enfocando con una luz roja.
Entonces, esta situación atípica no nos lleva a concluir que la campera no es roja, sino
que nos lleva a cuestionar el vínculo inferencial entre “Veo la campera roja” y “La
campera es roja”. Lo que derrota esa información nueva —la campera está iluminada
por una luz roja— no es la conclusión, sino que lo que derrota es el pretendido nexo
inferencial entre premisa y conclusión.
Entonces, ¿cómo representamos las excepciones en este sistema? Freeman, que es este
autor de referencia para este tema que les había citado, recomienda hacer una distinción
entre los dos tipos de derrotadores de la siguiente manera: el recuadro indicando la
excepción se pone en el mismo lugar tanto si es una recusación como si es una
refutación pero se debe aclarar qué tipo de derrotador es. Las excepciones deben estar
14
anotadas como elementos que hacen caer o bien la conclusión, como en el caso del
argumento acerca de Tweety, o bien el nexo inferencial, como en el caso del argumento
de la campera iluminada por una luz roja. En el diagrama esto quedaría representado del
siguiente modo:
1
Vimos el diagrama de Toulmin para ver qué ventajas tenía respecto de la diagramación
estándar original. El esquema de Toulmin incluye elementos importantes como los
modalizadores y las excepciones que, de cualquier modo, pueden incorporarse al
método de diagramación estándar.
Actividad 8
Pues si algo fuese bien o mal por naturaleza, debía ser para todos bien o mal,
como la nieve es fría para todos; pero, contrariamente a eso, no existe bien o
15
mal que sea común para todos; luego, no existe bien o mal por naturaleza...
Pues la misma cosa es estimada un bien por uno (como el placer por Epicuro),
un mal por otro (como por Antístenes): de ahí se derivará, pues, que la misma
cosa es bien y mal. (Diógenes Laercio, Vida de filósofos ilustres, IX, 101)
https://uba.academia.edu/CarlosOller
16
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 7 (Viernes 1 de junio)
Tema: La noción intuitiva de consecuencia lógica. Consecuencia lógica e implicación
lógica. Características de la noción intuitiva de consecuencia lógica. La caracterización
de la noción de consecuencia semántica de la lógica proposicional. Tautologicidad y
consecuencia lógica. Teorematicidad y consecuencia sintáctica
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Se supone que existe una noción intuitiva —que, a veces se denomina “pre teórica”—
de consecuencia lógica, aunque, en realidad, es posible encontrar diversas nociones
intuitivas de consecuencia lógica a lo largo de la historia de la lógica. Dos de las
caracterizaciones más comunes de la noción intuitiva de consecuencia lógica,
equivalentes entre sí, son las siguientes:
Ahora bien, ¿qué relación hay entre consecuencia lógica e implicación lógica? Hay una
relación muy estrecha entre estas dos relaciones: la consecuencia lógica es la relación
conversa (o inversa) de la implicación lógica y viceversa. La relación entre implicación
lógica y consecuencia lógica es, entonces, la siguiente: la consecuencia lógica es la
conversa de la implicación lógica y la implicación lógica es la conversa de la relación
de consecuencia lógica. Por ejemplo, la relación conversa “ser (un) progenitor/a de” es
la relación “ser (un) hijo/a de”.
1
Tarski, A. (1936), “Über den Begriff der logischen Folgerung”, traducido al inglés en Tarski, A. (1956),
Logic, Semantics, Metamathematics, Oxford: Oxford University Press.
este concepto en este sentido técnico: es este intento de convertir o proponer una
caracterización de un concepto vago, impreciso, etc., en un concepto preciso sin perder
lo que se consideran los rasgos esenciales de ese concepto impreciso.
Vamos a leer este texto histórico para ver qué es lo que sostiene Tarski respecto de esta
cuestión. Hay una primera parte que no vamos a tratar en la cual Tarski critica la noción
sintáctica de consecuencia lógica que había dado Carnap antes que él propusiera su
concepción semántica. En la segunda parte presenta el concepto semántico de
consecuencia lógica y afirma que pretende dar un concepto de consecuencia lógica que
recoja estas intuiciones sobre la consecuencia lógica y que sirva para una clase amplia
de sistemas lógicos. Este respeto por las intuiciones sobre las que pretende teorizar es
llamado por Tarski “adecuación material”. Pretende que la definición sea materialmente
adecuada, es decir, que recoja estas intuiciones pre-teóricas o, por lo menos, su núcleo.
Dice:
Tarski nos dice “no puede suceder que todas las premisas sean verdaderas y la
conclusión sea falsa”; esto es lo que se suele llamar el concepto o caracterización modal
de consecuencia lógica. El primer rasgo que recoge Tarski como rasgo esencial que
debe preservarse en una noción materialmente adecuada de consecuencia lógica es este,
que la consecuencia lógica es un concepto modal.
Vamos al segundo rasgo que debe recoger una definición precisa de consecuencia
lógica para ser materialmente adecuada, es decir para recoger estos rasgos que Tarski
considera que son esenciales de la noción de consecuencia lógica:
Este es un tercer rasgo de la noción preteórica de consecuencia lógica que tiene que ver
con una cuestión claramente epistémica. Lo que se nos dice es que el conocimiento de la
relación de consecuencia lógica es un conocimiento a priori. Yo no tengo que saber
nada sobre el mundo para saber si hay o no hay consecuencia lógica entre un conjunto
de premisas y una conclusión.
Γ├ Consecuencia sintáctica
Γ╞ Consecuencia semántica
Como las nociones de consecuencia lógica de distintos sistemas lógicos no tienen por
qué coincidir, una práctica habitual en los libros es subindicar los símbolos de
consecuencia con las iniciales del sistema lógico para el cual estamos definiendo esas
nociones; por ejemplo:
├0
╞0
En estos casos, el 0 se usa para denotar a la lógica de orden cero, que es otro nombre
que suele darse a la lógica proposicional.
Es necesario tener en cuenta que aunque, por abuso de notación, usamos los “mismos”
símbolos que los del lenguaje de la lógica de predicados de primer orden para los
cuantificadores y las conectivas, estos símbolos designan a los cuantificadores y las
conectivas del metalenguaje en el cual estamos definiendo la noción de consecuencia
lógica para el lenguaje de la lógica proposicional.
Intuitivamente, que sea una tautología significa que no necesito ninguna premisa, no
necesito saber nada sobre la realidad, para concluir que . Y ello debido a que una
verdad lógica como “Está lloviendo o no está lloviendo” resulta verdadera en todo
mundo posible, en toda realidad posible.
es un teorema de S si y sólo si ├S
ACTIVIDAD 9
(p p)
q
p
(q q)
https://uba.academia.edu/CarlosOller
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 8 (Viernes 8 de junio)
Tema: Propiedades estructurales de la relación de consecuencia de la lógica
proposicional: reflexividad, monotonía y transitividad.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Recuerden que para cada una de estas tres propiedades semánticas vamos a tener
la contraparte sintáctica. En el caso de la reflexividad, será:
¿Qué debe suceder para que sea una consecuencia sintáctica de {}? Debe
haber por lo menos una derivación de a partir de {}. Eso quiere decir que debe
haber una secuencia finita de fórmulas tal que cada uno de los miembros de esa
secuencia sea o bien una premisa o supuesto inicial, o bien un supuesto
provisorio —que debe cancelarse— o bien una fórmula que se obtiene de una o
más líneas anteriores de la secuencia mediante el uso de una regla de inferencia y
tal que la última fórmula de la secuencia es la conclusión. Entonces, dada esta
definición de derivación, esta es una derivación de a partir de {}:
1.
Si es una consecuencia de Γ entonces va a ser una consecuencia de cualquier
ampliación de Γ con todos los elementos del conjunto .
1. 1 Premisa
2. 2 Premisa
3. 3 Premisa
.
.
.
n. n Premisa
.
.
.
m. .
.
Si es posible construir esta derivación, también va a ser posible construir una
derivación de a partir de ∪que comience con los miembros de Γ y
como premisas, y que termine con . Esta derivación tendrá la siguiente forma:
1. 1 Premisa
2. 2 Premisa
3. 3 Premisa
.
.
.
n. n Premisa
n+1. Premisa
.
.
.
m. .
En efecto, si toda valuación que hace verdaderas a todas las fórmulas de Γ hace
verdadera a y toda valuación que hace verdadera a hace verdadera a ,
entonces toda valuación que haga verdaderas a todas las fórmulas de Γ —y, por
lo tanto, también a —hará verdadera a . La fórmula ha sido “cortada” y no
aparece en el consecuente de ese condicional metalíngüístico —es decir, en
╞ —.
Es fácil probar que esta propiedad también vale para la noción de consecuencia
sintáctica de la lógica proposicional. Podemos mostrar esto para el ejemplo
anterior: suponemos que existe una derivación de q partir del conjunto de
premisas {r, (p q), p} y también existe una derivación de (q r) a partir del
conjunto unitario de premisas {q}:
1. r Premisa
2. (p q) Premisa
3. p Premisa
4. q De 2 y 3 por E
1. q Premisa
2. (q r) De 1 por I
Dadas esas dos derivaciones, para construir una derivación (q r) a partir del
conjunto de premisas {r, (p q), p} solo es necesario concatenar ambas
derivaciones:
1. r Premisa
2. (p q) Premisa
3. p Premisa
4. q De 2 y 3 por E
5. (q r) De 4 por I
Esta última secuencia cumple con las condiciones que exige la definición de
derivación para poder afirmar que (q r) es derivable a partir del conjunto de
premisas {r, (p q), p}.
Para evitar estos casos, que algunxs consideran paradojas de la relevancia, puede
modificarse la definición de validez estándar del siguiente modo: un argumento
proposicional es válido si y sólo si toda valuación que verifica a las premisas
verifica a la conclusión —esta es la cláusula clásica— y hay por lo menos una
valuación que verifica simultáneamente a todas las premisas —es decir, no
admitimos conjuntos de premisas insatisfacibles—. Denotaremos a la relación de
consecuencia no clásica determinada por esta definición de validez con ╞S .
= {p, (q ∧ r)}
{p, (q ∧ r)} ╞ r
{p, (q ∧ r)} ╞S r
¿Por qué? Porque hay consecuencia clásica y el conjunto de premisas es
satisfacible, es decir, hay por lo menos una valuación que lo verifica. ¿Cuál es
esa valuación? La que hace verdadera a p, verdadera a q y verdadera a r. Un
contraejemplo de la monotonía para la relación de consecuencia ╞S es el
siguiente: mantenemos los elementos del conjunto original de premisas y le
agregamos una premisa más, p:
Ahora nos queda preguntarnos por la tercera propiedad, la transitividad para ╞S.
Es decir nos preguntamos si es verdad que, si ╞S y{}╞S , entonces
╞S . Para demostrar este condicional metalingüístico, suponemos su
antecedente y tratamos de obtener su consecuente. Supongamos que
╞S y{}╞S . Entonces, por la definición de ╞S, se sigue que será una
consecuencia clásica de y no será insatisfacible. Por otra parte, de la
definición de ╞S se sigue que es una consecuencia clásica de {} y no es
una contradicción. De todo esto, y de la transitividad de la relación de
consecuencia clásica, se sigue que es una consecuencia clásica de . Además,
como no es insatisfacible, podemos concluir, en virtud de la definición de ╞S ,
que ╞S .Ahora podemos introducir el condicional y llegar a la conclusión
deseada: si ╞S y{}╞S , entonces ╞S . Es decir, la relación de
consecuencia╞S tiene la propiedad de transitividad.
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Teórico: N° 9 (Viernes 15 de junio)
Tema: Metateoremas de corrección y completitud. Metateorema de consistencia. El
metateorema de corrección y la justificación de la deducción. La polémica Haack –
Dummett acerca de la justificación de la deducción
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.--.--.--.-
Hemos definido dos nociones de consecuencia para la lógica de primer orden, una
sintáctica y otra semántica, y nos preguntarnos cuál es la relación entre ambas nociones.
Los metateoremas de corrección y completitud contestan esta pregunta y tomados
conjuntamente permiten afirmar que las dos nociones de consecuencia clásica para la lógica
de primer orden —la sintáctica y la semántica— son coextensionales: una fórmula es una
consecuencia sintáctica de un conjunto de premisas si y sólo si es una consecuencia
semántica de dicho conjunto:
(C)├ si y sólo si ╞
El metateorema de corrección (fuerte) afirma que si, en la lógica de primer orden, es una
consecuencia sintáctica de Γ, entonces es una consecuencia semántica de Γ. Es decir, este
metateorema prueba uno de los condicionales metalingüísticos que componen el
bicondicional (C):
Si ├ , entonces ╞
Este metateorema puede ser interpretado, como veremos, filosóficamente como una
justificación semántica de las reglas de inferencia clásicas. Lo que afirma este metateorema
1
en esta lectura es que nuestras reglas de inferencia son correctas porque aseguran la
transmisión de verdad de premisas a conclusión.
Esta formulación del teorema se llama metateorema de corrección fuerte, porque Γ puede
ser cualquier conjunto de fórmulas. Ahora bien, un caso particular es aquel en el que Γ es
el conjunto vacío. El metateorema de corrección en su versión débil se enuncia para Γ
vacío:
Si ├ , entonces ╞
(∀xPx ∀xPx)
Aunque esta fórmula pertenece a la lógica de predicados, sin embargo es una verdad lógica
en virtud de su estructura proposicional, porque es un caso particular de ( ). Entonces
para determinar que esta fórmula es una verdad lógica no necesito apelar a cuestiones
propias de la interpretación de los cuantificadores, porque es una verdad lógica en virtud de
2
su estructura proposicional. Es un caso de ( ) y todas las instancias de sustitución de
la forma ( ) son verdades lógicas. Uno podría preguntarse ¿todas las verdades lógicas
de la lógica de predicados son como esta, es decir, son casos de verdad lógica en virtud de
su estructura proposicional? La respuesta es que no es así. Por ejemplo, la siguiente
fórmula:
(xPx → xPx)
(→)
¿Es esta una verdad lógica de la lógica de proposiciones? No. Esto quiere decir lo siguiente:
hay verdades lógicas que lo son en virtud de su estructura cuantificacional, no en virtud de
su estructura proposicional. De manera que, dicho de otro modo, tenemos verdades lógicas
que son propias de la lógica de predicados, que son características de la lógica de
predicados, que no son casos de verdades lógicas de la lógica proposicional. Entonces a
esas verdades lógicas las vamos a llamar, siguiendo el texto de GAMUT, fórmulas
universalmente válidas, para distinguirlas de las verdades lógicas de la lógica
proposicional.
El metateorema de completitud o completud también tiene una versión débil y una versión
fuerte. La versión débil es un caso particular de la versión fuerte: el caso en el que el
conjunto de premisas es vacío.
3
metateorema de completitud fuerte afirma que, en la lógica de primer orden, si es una
consecuencia semántica de Γ, entonces hay por lo menos una derivación de a partir de Γ.
Este metateorema prueba el otro condicional metalingüístico que componen el
bicondicional (C).
Lo que les asegura la prueba del metateorema de completitud respecto de, por ejemplo, el
conjunto de reglas presentadas por GAMUT, es que si un argumento es válido entonces
vamos a poder derivar su conclusión a partir de sus premisas usando el conjunto de reglas
básicas de introducción y eliminación que aparecen allí. Es decir, el metateorema de
4
completitud nos dice intuitivamente que tenemos suficientes reglas para construir las
derivaciones de las conclusiones de los argumentos válidos a partir de sus premisas. No va
a suceder que tengamos un argumento válido cuya conclusión no podamos derivar a partir
de sus premisas usando las reglas básicas del sistema.
Lo que me permiten afirmar los dos metateoremas conjuntamente es que las dos nociones
de consecuencia clásica para la lógica de primer orden —la sintáctica y la semántica— son
coextensionales: siempre que una fórmula sea una consecuencia sintáctica de un conjunto
de premisas, va a ser una consecuencia semántica de dicho conjunto, y viceversa. Como
hemos definido dos nociones matemáticamente precisas pero diferentes de consecuencia
para la lógica de primer orden, podemos preguntarnos si las extensiones de esas dos
nociones coinciden y estos metateoremas me aseguran que sí lo hacen:
├ si y sólo si ╞
5
querer decir varias cosas, de acuerdo a cómo definamos consistencia, ya que hay varios
conceptos de consistencia. Una de estas nociones de consistencia se puede caracterizar de
este modo: un sistema de deducción natural para la lógica de primer orden es consistente si
y sólo si no es el caso que haya una fórmula del sistema, tal que tanto ella como su
negación sean teoremas:
No (├ y ├ ¬)
La cuestión de la justificación de la deducción tiene que ver con otros dos grandes
problemas que uno puede plantear respecto de la lógica y el razonamiento deductivo. Una
primera pregunta es cómo razona efectivamente la gente. Esta pregunta, en la actualidad, se
considera como una pregunta propia de una disciplina empírica, la psicología del
razonamiento. Se considera que las respuestas que uno pueda dar a esta pregunta son, por lo
menos en lo que respecta a la lógica deductiva, independientes de la respuesta a la segunda
pregunta, que es cómo debe razonar la gente. Es decir, la primera pregunta es una pregunta
empírica: cómo se razona deductivamente. La segunda pregunta ya no es empírica, sino que
es una pregunta normativa: cómo se debe razonar.
6
otra es pregunta normativa. Entonces, ¿quién se ocupa de la segunda pregunta? Una
posición tradicional, es que la lógica da una respuesta a esta respuesta. Esto es, la lógica
cuando se la entiende en un sentido amplio, no sólo como un conjunto de teorías formales.
Hay una tercera pregunta que podríamos llamar meta-normativa: cómo se justifican las
normas del razonamiento correcto que la lógica recomienda. Tenemos, entonces, tres
preguntas diferentes y, en principio, independientes:
Este es el problema que, en un artículo clásico, se plantea Susan Haack, una filósofa
inglesa. Susan Haack escribió, en los años '70, un artículo famoso, que se llama ―La
justificación de la deducción‖.1 Ahí, Haack plantea que, tradicionalmente, se supuso que lo
que necesitaba justificación era la inducción, no la deducción. Esto es, cómo podemos
justificar, por ejemplo, el paso de ―Todos los cisnes que vi hasta ahora son blancos‖ a
7
―Todos los cisnes son blancos‖. Pero, para Haack, el problema (que se llamó el escándalo
de la inducción) se reproduce en el caso de la deducción (y esto sí es un verdadero
escándalo).
Haack sostiene que, si queremos justificar la deducción, tenemos dos opciones: podemos
dar una justificación inductiva o una justificación deductiva de la deducción:
¿Cómo sería la justificación inductiva de, por ejemplo, la regla del modus ponens? Sería:
hasta ahora, todas las veces que aplicamos el modus ponens fueron situaciones en que
pasamos de verdad a verdad, o situaciones en las que nunca pasamos de verdad a falsedad.
Es decir, el modus ponens nunca nos llevó de verdad a falsedad. Y esto da lugar a una
justificación inductiva: hasta ahora, el modus ponens no nos llevó nunca de verdad a
falsedad, por lo tanto, el modus ponens no lleva nunca de verdad a falsedad.
Si la justificación inductiva nos parece muy débil, entonces podemos intentar una
justificación deductiva de la deducción. Pero esta justificación tiene un problema que
pareciera aún peor, porque la justificación deductiva de la deducción es circular:
8
¿Cómo podríamos justificar deductivamente la aceptabilidad de, por ejemplo, la regla del
modus ponens? Dado que lo que queremos hacer es justificar una regla deductiva (es decir,
una regla de la que pretendemos que nunca nos lleve de verdad a falsedad), lo que
podríamos hacer es mostrar que, efectivamente, el modus ponens nunca nos va a poder
llevar de verdad a falsedad, suponiendo que el signo tiene el significado que le damos en
la semántica formal. El ―si... entonces‖ en el lenguaje natural tiene varios significados, y
uno podría (puede) encontrar contraejemplos para cualquier regla que lo incluya. Pero nos
proponemos algo más sencillo: tratar de mostrar que el modus ponens nunca nos puede
llevar de verdad de las premisas a falsedad de la conclusión, dándole al signo el
significado que le da la semántica formal estándar para la lógica clásica.
Sin embargo, Haack nos señala algo que es más o menos evidente: que la justificación del
modus ponens, entendida en este sentido que hemos visto, es circular, utiliza el modus
ponens. Es decir, para justificar que el modus ponens es un esquema inferencial
deductivamente válido, tenemos que presuponer su validez.
¿Cuál sería la justificación? Tenemos que mostrar que, necesariamente, si las premisas del
modus ponens son verdaderas, la conclusión lo va a ser. Supongamos que las premisas del
modus ponens son verdaderas:
1. Ver(φ ψ) Premisa
2. Ver(φ) Premisa
Es decir, nuestro argumento meta-lógico tiene dos premisas, que φ ψ es verdadero y que
φ es verdadero.
9
Ahora, vamos a utilizar la semántica estándar para , que la podemos dar bajo la forma de
una cláusula semántica o bajo la forma de una tabla de verdad. Hagámoslo mediante su
tabla de verdad:
De la tabla del condicional material podemos sacar, como tercera línea de nuestra
demostración, lo siguiente:
Ahora bien, ¿cómo llegamos de esto a Ver(ψ), que es lo que queremos obtener? Por
aplicación reiterada del modus ponens:
Entonces, para llegar a la conclusión que queremos, tenemos que usar el modus ponens, que
es justamente la regla que pretendemos justificar:
10
1. Ver(φ ψ) Premisa
2. Ver(φ) Premisa
3. Si Ver(φ ψ), entonces, si Ver(φ), entonces Ver(ψ) Por Tabla de
4. Si Ver(φ), entonces Ver(ψ) 1,3 por MP
5. Ver(ψ) 2,4 por MP
Es decir, la justificación semántica de la regla, que dice que tenemos que aceptar el modus
ponens porque la semántica del condicional material nos asegura que si las premisas de un
modus ponens son verdaderas, la conclusión también es verdadera, necesita, en su
exposición, de la aplicación del modus ponens. Tenemos que confiar en que el modus
ponens no nos va a llevar de verdad a falsedad para probar que no nos va a llevar de verdad
a falsedad.
Este es el argumento básico de Susan Haack: si uno pretende hacer esta justificación
deductiva de las reglas deductivas, que suele llamarse justificación semántica (es decir, la
justificación que sostiene que uno debe aceptar una regla deductiva porque ella asegura
que, de premisas verdaderas, uno nunca va a llegar a una conclusión falsa), va a tener que
caer en una especie de circularidad, que es la circularidad de las reglas.
Se podría proponer una solución del siguiente estilo: no hay por qué justificar el modus
ponens por medio del modus ponens, sino que puedo justificarse por medio de otra regla.
Así, se justifica el modus ponens en términos de otra regla, y esa otra regla, en términos de
otra más.
Pero esto sería una pseudo-solución. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta,
recurriremos al trilema de los escépticos, un argumento clásico de los escépticos griegos. Si
ustedes consideran que sólo hay conocimiento cuando hay justificación de las creencias,
11
tienen que concluir, bajo ciertos supuestos, que no hay ningún conocimiento, porque
necesariamente caen en una de tres situaciones indeseables que constituyen los cuernos del
trilema escéptico.
La primera situación es la circularidad. Supongamos que intentan justificar una regla R1. Y
no lo hacen usando R1, sino recurriendo a una regla R2, para no caer en la circularidad de
justificar R1 por medio de R1. Pero R2, a su vez, requiere justificación. Entonces, recurren a
una regla R3:
Ahora, a menos que tengan una cantidad infinita de reglas, en algún punto, se les va a
producir un círculo como este:
Otra posibilidad es que uno tenga infinitas reglas. Si es así, es posible no caer nunca en un
círculo justificatorio. Pero esta situación da lugar al segundo cuerno del trilema. Porque uno
cae en otro defecto, que ya identificaron los griegos, que es la regresión al infinito. Si yo
tengo infinitas reglas, la justificación de la regla inicial puede diferirse indefinidamente,
pero, finalmente, no tengo ninguna justificación cabal:
12
Lo que tengo, entonces, es una postergación indefinida de la justificación: R1 se justifica
por R2, R2 por R3, R3 por R4, y así al infinito. Este es el segundo cuerno del trilema.
El tercer cuerno del trilema, que es el elegido por los aristotélicos, consiste en parar la
cadena justificatoria en un punto determinado. Es decir, justifico hasta un punto y, en ese
punto, ya no continúo la justificación de unas creencias en términos de otras. La pregunta
es por qué paro en ese punto. La respuesta puede ser, en este caso, que paro porque tengo
una intuición lógica que justifica esa creencia. Y aquí se presenta el problema de la
intuición, que es un gran problema para la teoría del conocimiento. Entonces, el tercer
cuerno del trilema consiste en detener la cadena justificatoria en un punto, que los
escépticos consideran arbitrario.
Este es el trilema escéptico: o bien (i) caigo en un círculo, o bien (ii) caigo en una regresión
al infinito, o bien (iii) me detengo en un punto arbitrario. Los escépticos griegos plantearon
este trilema respecto de la justificación de cualquier conocimiento. Y Susan Haack lo
plantea respecto de la justificación de nuestras reglas lógicas. No poder justificar nuestras
reglas lógicas es un gran problema, dado que las reglas lógicas las vamos a aplicar en una
cantidad notable de razonamientos, tanto en filosofía como en ciencia. Si tienen intereses
epistemológicos y les preocupa el problema de la justificación del conocimiento, una de las
primeras cuestiones que tienen que resolver es la de la justificación del conocimiento
lógico.
13
Algunos argumentos son persuasivos, buscan convencer a una audiencia de la aceptabilidad
de la conclusión del argumento en vista de sus premisas. Es decir, la audiencia no está
convencida de la conclusión y, entonces, lo que tengo que hacer es persuadirla de que las
premisas hacen razonable aceptar la conclusión, o necesario aceptar la conclusión.
Argumentos persuasivos
Esto es, la conclusión se infiere de las premisas, y se busca que las premisas persuadan al
interlocutor, de modo que acepte la conclusión. De manera que, en tanto en el plano lógico
como en el epistémico, la dirección es de las premisas a la conclusión.
Por otra parte, según Dummett, hay otro tipo de argumentos, los argumentos explicativos o
explicaciones. En este caso, la audiencia ya está convencida de la aceptabilidad de la
conclusión; por ejemplo, que la marea sube cuando hay luna llena. Supongamos que es así.
La gente ya está convencida de esto y lo que hay que encontrar es un argumento explicativo
cuyas premisas me permitan obtener la conclusión, de la cual el auditorio ya está
convencido. Dummett dice que, en este caso, el sentido lógico va de premisas a conclusión,
pero el sentido epistémico tiene la dirección inversa:
Argumentos explicativos
14
¿Por qué tiene la dirección inversa? Porque ya estoy convencido de la conclusión.
Entonces, lo que tengo que proporcionar es premisas adecuadas que permitan inferir la
conclusión.
Dummett afirma que hay, por lo menos, dos tipos de argumentos, argumentos persuasivos y
argumentos explicativos. En el argumento persuasivo, quiero convencer a la audiencia o a
mí mismo de la razonabilidad o plausibilidad de una determinada conclusión en la cual yo
todavía no creo. Entonces, ¿cómo hago para creer? Proporciono determinadas premisas que
justifican mi creencia en la conclusión. El sentido epistémico va de las premisas a la
conclusión: acepto la conclusión porque acepto las premisas. En el argumento explicativo,
en cambio, la situación es diferente, porque ya estamos convencidos de la conclusión, y lo
que queremos encontrar son premisas que, razonablemente, expliquen por qué se da eso
que la conclusión enuncia.
15
esta explicación, se utilice el modus ponens en el meta-lenguaje no es un defecto grave. La
idea de Dummett es que tenemos que abrazar el círculo justificatorio porque, en este caso,
no tiene las connotaciones negativas que tendría en el caso de que no estuviésemos
convencidos de la bondad del modus ponens. Pero, como estamos convencidos de la
bondad del modus ponens, lo único que necesitamos es un argumento explicativo que dé
razones para esa bondad. Y si en ese argumento explicativo tenemos que usar el modus
ponens, no hay problema.
Dummett afirma que la justificación de la deducción es muy simple, por estas razones.
Viene dada, principalmente el metateorema de corrección, que generaliza el procedimiento
justificatorio que hemos visto para el modus ponens. El metateorema de corrección afirma
que, si φ es derivable de Γ, entonces φ es una consecuencia semántica de Γ — es decir, que
todo modelo de Γ va a ser un modelo de φ—. Esto es la generalización de la justificación
semántica que habíamos visto para el modus ponens. Teníamos el esquema inferencial del
modus ponens y sosteníamos que lo que contaba como justificación de esta regla es que
toda vez que las premisas del modus ponens fueran verdaderas, su conclusión lo sería. El
metateorema de corrección (en inglés, soundness) generaliza para todas las reglas del
sistema, para todos los esquemas de argumento aceptables sintácticamente en nuestro
sistema, la estrategia justificatoria que habíamos usado para el modus ponens.
Dummett afirma que si uno puede probar un teorema de corrección para su sistema,
entonces ya justificó las reglas de su sistema. ¿Cómo las justificó? Mostrando que son
reglas encomiables, porque nunca nos van a llevar de premisas verdaderas a conclusión
falsa, que es todo lo que le pedimos a nuestras reglas deductivas. Este, dice Dummett, es el
significado filosófico del metateorema de corrección: nos proporciona una justificación de
nuestras reglas de inferencia; habiendo probado el metateorema de corrección, hemos
justificado nuestras reglas de inferencia.
16
Hago una aclaración terminológica. Si ustedes tienen un condicional (φ ψ), el
condicional converso es el condicional (ψ φ). Es decir, es el condicional que tiene como
antecedente el consecuente del original, y como consecuente el antecedente del original. En
general, un condicional y su converso no son lógicamente equivalentes. El enunciado del
metateorema de corrección es el condicional converso del enunciado del teorema de
completitud y esos dos condicionales no son lógicamente equivalentes.
Dummett sostiene que lo único que necesitamos para justificar nuestras reglas es probar un
metateorema de corrección. Lo que proporciona este teorema es una justificación semántica
de nuestras reglas. Que esta justificación sea circular no nos importa, porque cuando
queremos justificar nuestras reglas deductivas buscamos construir un argumento
explicativo. Ya estamos convencidos de que son buenas. Entonces, no es un defecto que la
explicación sea circular.
¿Cuál es la respuesta de Susan Haack a los argumentos de Dummett? Haack sostiene que
Dummett está presuponiendo que todo el mundo está convencido de la bondad de las
mismas reglas. Pero eso no es cierto: distintxs lógicxs están convencidxs de la bondad de
distintos conjuntos de reglas. Por ejemplo, lxs lógicxs relevantes no están convencidos de la
bondad de las mismas reglas que los lógicos clásicos. Y lxs lógicxs paraconsistentes no
están convencidxs de la bondad del mismo conjunto de reglas que lxs lógicxs clásicxs.
De manera que este presupuesto de Dummett, que está a la base de su argumento (que
consiste en sostener que la justificación de las reglas deductivas se zanja por medio de un
argumento explicativo) es cuestionable, porque no todo el mundo está convencido de la
conclusión. Es decir, no todo el mundo está convencido de la bondad de las mismas reglas
deductivas. Y esto derrota al argumento de Dummett, porque este depende de que la
audiencia esté de acuerdo en que el conjunto de las reglas aceptables es el mismo.
Susan Haack señala que es más o menos obvio que eso no es así, con lo cual el argumento
de Dummett cae y nos encontramos, de nuevo, en una posición difícil: o reformamos el
17
argumento de Dummett, o aceptamos que estamos nuevamente en una encerrona, o
encontramos otra manera de escapar al trilema, diciendo, por ejemplo, que el tipo de
justificación adecuada para las reglas lógicas no es la justificación semántica.
Los grandes problemas de la filosofía de la lógica nos llevan a una encerrona. La encerrona
que nos plantea la pregunta meta-normativa por la justificación de las normas del
razonamiento es provocada por el trilema escéptico. Entonces, o bien tengo que aceptar uno
de los cuernos del trilema (y esto es lo que hace Dummett), o bien tengo que decir que la
justificación adecuada de los principios lógicos no es la semántica, sino que es una
justificación de algún otro tipo.
3 Dummett, M. (1973), ―The Justification of Deduction‖, en Dummett, M., Truth and Other Enigmas,
Cambridge: Harvard University Press.
18
Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)
Cátedra: Oller
Ficha sobre formalización de argumentos en la lógica de primer orden
Temas: Formalización de argumentos en lógica de primer orden. Principio de reflexión
retrógrada. Criterios de adecuación de formalizaciones. Validez deductiva y forma
lógica. Asimetría entre validez deductiva e invalidez deductiva. Indeterminación de la
formalización
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Podemos hacer un diagrama muy sencillo que resume la cuestión y plantea algunos
problemas:
(Formalmente) válido
Argumento en el
Argumento en un lenguaje de un
lenguaje natural sistema lógico
Formalización
(Formalmente) inválido
Según esta concepción, que los libros de textos de lógica para humanidades expresan de
manera más o menos explícita, por un lado nosotros tenemos argumentos en un lenguaje
natural, en castellano, en inglés, en latín (como en el ejemplo del argumento de
Anselmo), y lo que queremos hacer es aplicar los métodos de la lógica matemática a la
evaluación del argumento en el lenguaje natural. Este proceso implica forzosamente un
paso que consiste en la traducción de las oraciones que componen un argumento en un
lenguaje natural a uno de los lenguajes de la lógica. A ese proceso particular de
traducción se lo suele llamar ―formalización‖.
(Aj Ap)
Esta oración dice que hay un individuo, Hume, que tiene simultáneamente dos
propiedades, la de ser filósofo y la de ser escocés. La formalización en lógica de
predicados refleja esta intuición: estoy predicando de un individuo, de Hume, que es,
simultáneamente, filósofo y escocés.
(Fh Eh)
Parece tener la misma estructura superficial que la oración (3). ¿Cómo formalizamos la
oración (4)? Para formalizarla, primero tenemos que pasar por una paráfrasis que la
acerque a la estructura que va a tener en el lenguaje de la lógica de predicados. La
paráfrasis ―Hiroshi es japonés y Hiroshi es alto‖ sería adecuada si la estructura lógica de
(4) fuese la misma que la estructura lógica de la oración (3). Sin embargo, no lo es
porque, cuando yo digo que Hiroshi es un japonés alto, no estoy diciendo que Hiroshi
tiene la propiedad de ser alto sin más sino que estoy diciendo que Hiroshi tiene la
propiedad de ser alto qua o en tanto que japonés. Supongamos que tengo una pulga
amaestrada, Tweetie. Y digo:
Ahora bien, una pulga grande, ¿es grande sin más, está dentro de las cosas grandes sin
más? No, es grande en tanto que pulga, qua pulga.
Separar ―japonés‖ de ―alto‖ me puede llevar a una conclusión desacertada, a una
contradicción explícita, si lo hacemos con la siguiente oración:
En castellano, uno puede afirmar sin contradicción que Hiroshi es un japonés alto, pero
un basquetbolista bajo. Sin embargo, si traduzco (6) de la siguiente manera:
(Jh Ah Bh B'h),
donde h es Hiroshi, J es ser japonés, A es ser alto, B es ser basquetbolista y B' es ser
bajo, podemos inferir una contradicción. ¿Por qué está mal esta formalización? Porque
puedo concluir que Hiroshi es al mismo tiempo alto y bajo. En efecto, se sigue, por
eliminación de la conjunción, que Hiroshi es alto y es bajo al mismo tiempo:
Es decir, se sigue una contradicción. Sin embargo, en castellano la oración (6) no parece
entrañar ninguna contradicción. Para hacer más explícita la contradicción, uno tendría
que señalar que alguien es alto si y sólo si no es bajo. Sobreentendiendo ese
bicondicional, uno puede concluir una contradicción explícita:
(Ah Ah)
(Kh Lh)
Para traducir ―japonés alto‖ usamos la letra K y para ―basquetbolista bajo‖ la letra L.
La idea, entonces, es que una vez hecho este proceso de traducción que llamamos
―formalización‖ obtenemos un argumento traducido en el lenguaje de algún sistema de
lógica; por ejemplo, en el lenguaje de un sistema de lógica proposicional clásica.
Entonces, como lo que tenemos ahora es un argumento en ese sistema, podemos
aplicarle los métodos que ese sistema nos proporciona para evaluar argumentos
expresados en el lenguaje de ese sistema.
Un argumento del lenguaje natural puede ser válido o inválido. Efectivamente nosotros
hemos analizado, reconstruido, argumentos en el lenguaje natural y discutido su validez
o invalidez. Por ejemplo, vimos el argumento de Popper en contra del historicismo y lo
evaluamos. Recuerden que en ese ejemplo nunca pasamos a un lenguaje formal, lo
analizamos en el lenguaje natural y discutimos su pretensión inferencial deductiva y
señalamos que para que fuera exitosa debíamos agregar alguna premisa. Agregada esa
premisa teníamos un argumento deductivo en el cual esa pretensión deductiva era
exitosa, aunque podía cuestionarse la verdad de la premisa agregada. Uno puede
discutir, y de hecho se ha discutido durante 2500 años, la validez o invalidez de
argumentos en el lenguaje natural. La aparición de la lógica matemática y su éxito en la
tarea de formalizar el razonamiento matemático llevó a pensar que era posible expandir
el campo de aplicación de la lógica matemática a argumentos que no son argumentos
matemáticos. La idea es que si bien uno puede evaluar argumentos del lenguaje natural
y calificarlos de válidos o inválidos, parece que la lógica matemática puede ayudarnos
en esa tarea. No es que no la podamos llevar a cabo sin la lógica matemática sino que
ésta puede ayudarnos proporcionándonos métodos matemáticamente precisos. Por
ejemplo, parece una ventaja decidir si un argumento proposicional es válido realizando
una tabla de verdad, ya que se trata de un proceso mecánico, algorítmico.
Ahora la pregunta es: ¿esto qué tiene que ver con el argumento original? El argumento
traducido al lenguaje de un sistema de lógica es formalmente válido. ―¿Y qué?‖ me
pueden decir con su escepticismo juvenil y alocado. ¿Cómo se relaciona la validez del
argumento formalizado con la del argumento del lenguaje natural?
Vamos a ver un ejemplo de este proceso que les estoy explicando. Supónganse que se
les presenta un argumento en el lenguaje natural:
Si la neurosis obsesiva es una dolencia hereditaria, entonces
el número de neuróticos obsesivos con antecedentes
familiares de esa dolencia será significativamente mayor que
el número de neuróticos obsesivos sin antecedentes
familiares. No es el caso que el número de neuróticos
obsesivos con antecedentes familiares de neurosis obsesiva
sea significativamente mayor que el número de neuróticos
obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia. Por lo
tanto, la neurosis obsesiva no es una dolencia hereditaria.
Ahora bien ¿este argumento del lenguaje natural es válido o inválido? Si quiero aplicar
los métodos de la lógica matemática para evaluar ese argumento lo primero que tengo
que hacer es traducirlo a algún lenguaje de la lógica matemática. Existen muchos
lenguajes de la lógica matemática, de manera que eso no es un problema trivial. Pero en
este caso bastará con traducirlo al lenguaje de la lógica proposicional. El lenguaje de la
lógica proposicional revelará de manera adecuada la estructura inferencial del
argumento. Su formalización es muy sencilla: (p → q) es ―Si la neurosis obsesiva es
una condición hereditaria, entonces el número de neuróticos obsesivos con antecedentes
familiares de esa dolencia será significativamente mayor que el número de neuróticos
obsesivos sin antecedentes familiares.‖ Es decir que p traduce ―La neurosis obsesiva es
una condición hereditaria‖, q traduce el consecuente ―El número de neuróticos
obsesivos con antecedentes familiares de esa dolencia será significativamente mayor
que el número de neuróticos obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia‖. La
segunda premisa afirma ―No es el caso que el número de neuróticos obsesivos con
antecedentes familiares de neurosis obsesiva sea significativamente mayor que el
número de neuróticos obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia.‖ La
conclusión afirma que ―No es cierto que la neurosis obsesiva sea una condición
hereditaria‖.
(p → q)
q
p
A su vez, este argumento es una instancia de una forma argumental que ya vimos que se
llama modus (tollendo) tollens.
Esta esperanza que tenemos cuando aplicamos este procedimiento es, como les decía,
que la validez o invalidez formal se refleje en la validez o invalidez del argumento en
lenguaje natural. A esto un autor canadiense, John Woods2, lo llama ―el principio de
reflexión retrógrada‖. Es decir, uno tiene la esperanza de que las propiedades formales
de los argumentos se reflejen retrógradamente, hacia atrás, en la validez o invalidez del
argumento en el lenguaje natural. Como se verá, el principio de reflexión retrograda no
es verdadero y vamos a ver por qué no lo es.
2
Ver, por ejemplo, ―How philosophical is informal logic?‖, Informal Logic, 20, 139–167.
3
Massey, Gerald J. (1981). ―The Fallacy behind Fallacies‖. Midwest Studies in Philosophy 6 (1):489-500.
argumento original, no puedo afirmar con certeza que el argumento original es inválido.
Hay una asimetría entre validez e invalidez: si bien esta propiedad lógica de los
argumentos, que es la validez formal, se refleja retrógradamente en la validez de los
argumentos originales del lenguaje natural, no sucede lo mismo con la invalidez formal.
Si algo fue creado por Dios, entonces todo fue creado por Dios.
Todo fue creado por Dios.
Por lo tanto, algo fue creado por Dios.
(p → q)
q
p
(p → q) (v)
q (v)
p (f)
Un condicional con consecuente verdadero y antecedente falso es verdadero. De manera
que tenemos las dos premisas verdaderas y conclusión falsa. Este argumento es una
instancia de una falacia formal, la llamada ―falacia de afirmación del consecuente‖.
Entonces, para que el argumento formalizado resulte válido tenemos que traducir este
argumento en lenguaje natural al lenguaje de la lógica de predicados de primer orden,
dado que la validez del argumento en el lenguaje natural no puede ser reflejada en la
traducción a la lógica proposicional. Veamos cómo sería esa formalización. Usaremos
el símbolo , que vamos a llamar ―cuantificador existencial‖, y leeremos ∃xCdx ―existe
alguna entidad x —x se suele llamar ―variable de individuo‖— tal que Dios creó a esa
entidad‖. Vamos a utilizar una d minúscula para traducir ―Dios‖. Este tipo de signos, a
los que se suele llamar ―constantes de individuo‖, son la contraparte en este lenguaje
formal de los nombres propios en lenguajes naturales, o de expresiones que funcionan
como nombres propios. Tenemos una letra mayúscula C que es un predicado diádico y
que tiene dos lugares para llenar con letras de individuo, lugares que indicamos con una
rayita. C va a traducir ―— creó —‖.
Entonces la premisa es ―Si hay alguna entidad tal que Dios creó a esa entidad, entonces
para toda entidad se da que Dios la creó‖:
(∃xCdx → ∀xCdx)
La segunda premisa es ―Para toda entidad se da que fue creada por Dios‖:
∀xCdx
La conclusión es ―Hay por lo menos una entidad tal que Dios creó a esa entidad‖:
∃xCdx
Entonces, el argumento traducido al lenguaje de la lógica de predicados resulta ser:
(xCdx → xCdx)
xCdx
xCdx
(xφ → xφ)
xφ
xφ
También podemos comprobar que la conclusión se sigue de las premisas del argumento
derivándola en la lógica de predicados. Vamos a suponer que tenemos a nuestra
disposición esta regla derivada (válida), que es una de las reglas de descenso
cuantificacional:
xφ
xφ
Lo que hicimos es evidenciar que cuando yo tengo que traducir un argumento del
lenguaje natural a un lenguaje formal de un sistema lógico tengo que realizar una
decisión que es a qué lenguaje de cual sistema lógico lo traduzco. Eso presupone cierta
intuición que supuestamente los métodos de la lógica matemática nos permiten evitar.
Es decir, los métodos que nos proporciona la lógica matemática parecen no necesitar de
la intuición. Sin embargo, para realizar el proceso de traducción adecuadamente vamos
a necesitar de la intuición acerca de qué depende la validez del argumento.
Tenemos un verbo de acción, cantar, que está modificado por un complemento de lugar
(en el patio de Puan) y un complemento de tiempo (a medianoche). ¿Cómo se formaliza
esta oración en lógica de predicados, según las convenciones que ustedes van a ver en el
texto de Gamut? Se formaliza como una relación entre un individuo, Juan, un lugar, el
patio de Puan, y un tiempo, la medianoche. Es un predicado relacional de tres lugares de
argumento: un lugar de argumento está llenado por ―Juan‖, otro por ―el patio de Puan‖ y
otro por ―la medianoche‖. Entonces, tendríamos esta formalización: Cantando(Juan, el
patio de Puan, la medianoche):
Cjpm
C´j
Los lógicos no encontraron una manera de preservar esta inferencia del lenguaje natural
en primer orden hasta que, en 1967, a un filósofo estadounidense, Donald Davidson4, se
le ocurrió una manera de hacerlo en lógica de primer orden. La teoría de Davidson, en
este artículo famoso que se llama ―La forma lógica de las oraciones de acción‖, parte de
considerar que, en estos casos, lo que tenemos es un lugar de argumento oculto que
tiene que ser ocupado por acontecimientos o eventos. Y los acontecimientos son
entidades espacio-temporales. Si uno adopta esa perspectiva, si adiciona a su ontología
entidades espacio-temporales de un tipo particular, los acontecimientos o eventos,
entonces uno puede ofrecer una formalización adecuada de esta oración en primer orden
que respete las intuiciones respecto de las relaciones inferenciales entre oraciones de
acción en el lenguaje natural.
eCej
4 Davidson, D. (1967) "La forma lógica de las oraciones de acción" en Donald Davidson. Ensayos sobre
acciones y sucesos. Barcelona, UNAM - Crítica, 1995, pp.133-187.
ese acontecimiento tiene lugar en el patio de Puan y ese acontecimiento tiene lugar a
medianoche.
Fíjense que no salimos del lenguaje de la lógica de primer orden. Y fíjense que de
e(Cej Eep Aem) sí se sigue eCej. Es decir, de existe un acontecimiento e, tal que
ese acontecimiento e es un canto de Juan, y ese acontecimiento e tiene lugar en el patio
de Puan, y ese acontecimiento e sucede a medianoche, se sigue que existe un
acontecimiento e tal que ese acontecimiento e es un canto de Juan:
Este esquema argumental es válido en lógica de predicados. Otra instancia de esta forma
argumental que ilustra esta manera válida de inferir es: Existe un individuo que habla
inglés, lee francés y comprende chino mandarín. Por lo tanto, existe un individuo que
habla inglés.
Resumiendo: estos dos principios claves que nos recuerda Massey son: (i) toda instancia
de una forma argumental deductiva válida es válida, pero (ii) no toda instancia de una
forma argumental deductiva inválida es inválida. ¿Qué tiene que ver esto con lo que
estamos viendo? Que podemos hacer una traducción correcta de un argumento en
castellano a un lenguaje de la lógica; que esta traducción nos dé como veredicto que el
argumento formalizado es inválido, pero que, sin embargo, el argumento original en el
lenguaje natural no sea inválido. Y es posible que, con un poco de ingenio, podamos
encontrar otra forma argumental, de la cual pueda decirse que el argumento original
(también) es una instancia, que sea válida. Vimos dos casos en los que esto puede
suceder. En el primer caso sucedió porque hicimos una formalización en el lenguaje de
la lógica proposicional que no revela una estructura inferencial suficientemente
profunda como para evidenciar la validez del argumento. En cambio, cuando lo
formalizamos en el lenguaje de la lógica de predicados, sí se revela la validez del
argumento. El segundo caso es el que ilustra el problema de la modificación del verbo y
la solución del Davidson: puede ser que ningún lógico haya sido lo suficientemente
perspicaz como para encontrar dentro de un mismo lenguaje una manera ingeniosa de
formalizar, por ejemplo, la modificación de los verbos de acción de manera tal de
preservar la validez intuitiva de ciertas inferencias. En la manera de formalizar la
modificación de los verbos que ustedes van a ver en el libro de Gamut, por ejemplo en
el ejercicio 1c del capítulo 3, esta validez intuitiva no queda preservada. Además,
¿cuántos lenguajes y sistemas de la lógica hay, potencialmente? Infinitos. Entonces, el
hecho de que no haya encontrado una formalización del argumento original del lenguaje
natural en ninguno de los lenguajes de los sistemas lógicos conocidos no quiere decir
que, en el futuro, alguien no conciba un sistema lógico ―sensato‖, en cuyo lenguaje
pueda formalizarse este argumento, de manera tal que resulte formalmente válido.
Esas dificultades que plantea la formalización de argumentos del lenguaje natural en los
lenguajes de la lógica matemática generan lo que ha sido llamado el problema de la
indeterminación de la formalización y este problema hace que la aplicación de la lógica
matemática a la evaluación de argumentos del lenguaje ordinario y de las disciplinas
especiales haya sido cuestionada por algunxs autorxs.
ACTIVIDAD 9
ACTIVIDAD 10
p: El vértice 1 es rojo.
q: El vértice 1 es verde.
r: El vértice 2 es rojo.
s: El vértice 2 es verde.
t: El vértice 3 es rojo.
u: El vértice 3 es verde
https://uba.academia.edu/CarlosOller